Historia del control automático
Los primeros sistemas de control que conocemos son las trampas de caza. Estaban dotadas de un elemento, a modo de trinquete primitivo, que sujetaba la trampa abierta. Cuando algún animal pisaba encima, el trin quete dejaba de sujetar la trampa, cerrándola y atrapando al animal. y
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Los relojes, o sistemas de medición del tiempo, son otro tipo de automatismos. Los egipcios, hacia el 1400 a.C., ya utilizaban vasijas en las que se vertía agua a un ritmo constante. Tenían unas muescas que determinaban, según alcanzaba el agua un determinado nivel, el tiempo transcurrido en el llenado. Uno de los ejemplos más antiguos de sistemas automáticos son los mecanismos reguladores con flotador, desarrollados en Grecia durante el siglo III a.C., como el reloj de agua de Ktesibios o la lámpara de Filón, que permitía mantener un nivel constante de aceite. En el siglo I d.C. Herón publicó su obra Pneumatica, Pneumatica, en la que describía varios automatismos hidráulicos y neumáticos. En la Edad Media se empezaron a construir en Europa relojes con maquinaria mecánica. Dichos relojes constaban de engranajes que transmitían movimiento a una frecuencia de giro determinada para el paso de los minutos y las horas. El mecanismo que impulsa el giro de estos relojes consiste en un resorte tensado que transmite el movimiento a los engranajes. En el siglo XVI, sir John Harrington puso en funcionamiento el primer inodoro automático que vertía agua desde una cisterna, usando una válvula intermedia que permitía el paso de agua a voluntad. En 1681, el ingeniero francés Denis Papin desarrolló un regulador de presión con el que consiguió mantener la presión del vapor dentro de una caldera. Hoy en día estos reguladores se aplican en las ollas a presión, en las que un elemento regulador gira mientras deja salir parte del vapor que se genera en el interior. Esta invención supone el principio de la regulación y de la automatización de máquinas neumáticas. neumáticas. En 1692, con ayuda de multitud de piezas mecánicas, el científico y matemático Pascal inventó una máquina calculadora sumadora.
En la Revolución Industrial, la invención de la máquina de vapor supuso un avance enorme en la automatización de los sistemas. Se aplicó principalmente a la tracción de locomotoras y vehículos, y posteriormente derivó en la invención de los motores de combustión interna. Todas estas invenciones tienen en común el aporte de un medio energético a una máquina para que funcione de forma autónoma. El nacimiento de la automatización industrial surgió con la invención del regulador centrífugo de Watt, que permitía controlar la velocidad de las máquinas de vapor. A partir del siglo XIX comenzaron a aparecer multitud de aparatos que realizaban funciones automáticas, como máquinas mecánicas de multiplicar o una máquina para resolver ecuaciones de segundo grado inventada por Charles Babbage. En 1801, Jacquard inventó el primer telar automático. Este telar entrecruzaba los hilos para formar el tejido de manera que, tras introducir el tipo de ligamento que se quería obtener a través de una tarjeta perforada, iba situando los hilos de forma automática.
Podemos considerar las tarjetas perforadas como el primer sistema de control programado, en el que se basaría años después el método de programación de los primeros ordenadores. La Segunda Guerra Mundial marcó un hito en el desarrollo de los sistemas de control automáticos, coincidiendo con el desarrollo de la electrónica. Así, se avanzó enormemente en los medios de control con fines militares, como el radar, el piloto automático en los aviones, los sistemas de cálculo de tiro o las comunicaciones a través de la radio y la telefonía. A partir de los años cincuenta comenzó la incorporación de los ordenadores para el control de procesos, naciendo los autómatas programables y los robots. En 1954, el norteamericano G. Devol desarrolló un brazo mecánico programable capaz de realizar tareas específicas, y durante la misma década una empresa norteamericana instaló el primer autómata programable en sus cadenas de montaje. Sin embargo, el desarrollo de los robots no se produjo hasta la década de los setenta, cuando el también estadounidense V. Scheinman diseñó el denominado P UMA (Brazo Manipulador Universal Programable), que constituye la base de los actuales robots industriales. Desde entonces, la evolución de los robots ha sido vertiginosa, y hoy en día se utilizan en gran número de actividades industriales. La automatización de los sistemas electrónicos ha permitido también el progreso de la astronáutica, una de cuyas principales aplicaciones son los satélites de comunicaciones. Asimismo, los sistemas de control automático han permitido la exploración del espacio y la llegada del hombre a la Luna en la misión Apollo, el aterrizaje de naves V iking y Pathfinder en la superficie de Marte y el envío de naves no tripuladas, como las Voyager I y II , hasta los confines del Sistema Solar. En definitiva, se puede decir que el desarrollo de los sistemas de control automáticos ha supuesto que los objetos de consumo posean una autonomía tal que funcionan prácticamente sin intervención de las personas, no solo en la industria, sino también, y de forma más acusada, en el hogar. Así, aparatos como microondas, frigoríficos, sistemas de calefacción y aire acondicionado, alarmas antirrobo, ordenadores, etc., son aparatos que usamos habitualmente, mejorando la calidad de vida de las personas y realizando funciones de forma automática.