Historia de la familia
A partir del siglo XV y hasta el siglo XVIII, podemos observar un aumento significativo en la población europea; que si bien no se trata de un gran crecimiento, es de gran importancia porque es parte de una recuperación substancial de habitantes después de los distintos fenómenos catastróficos que aminoraron a la población. Entre los eventos que más afectaron a la población y aumentaron la mortalidad se encuentran las múltiples pestes de la Edad Media (a partir de 1348) y la Guerra de los Cien Años. Como anteriormente se mencionó, después de sobrevivir a dichas catástrofes, la población de Europa comenzó a despuntar despuntar y a desarrollar nuevas formas de organización organización social. Tal es el caso de la familia. En el siglo XVI, la palabra familia poseía un matiz semántico distinto al que conocemos hoy en día; el término se encontraba más cercano al significado latino que designaba a “un grupo doméstico, no a un grupo de parientes”1. Sin
embargo, poco a poco dicho vocablo adquirió un sentido más restringido que se limitaba a designar a miembros con parentesco sanguíneo. Por fortuna, la estructura de la familia europea y sus transformaciones a lo largo de los siglos han sido bien documentadas. A partir del siglo XVI al XIX se registraron ampliamente los rasgos demográficos más importantes de la sociedad. Esto se ha logrado gracias a la información aportada por censos, castratos y registros parroquiales de la época. Los datos que arrojan los registros bautismales bautismales y matrimoniales matrimoniales nos permiten permiten reconocer un factor muy importante; la familia nuclear domina la estructura del hogar desde la Edad Media en la mayor parte de Europa. Sin embargo, hay múltiples modelos de organización familiar y de distribución de la autoridad del hogar. “El modelo nuclear domina con nitidez en el noroeste de Europa. En la Europa central y meridional, se encuentra mucho menos extendido y es incluso
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Franςois Leburn y André Bruguiere. “Las mil y una familias de Europa” en Historia de la Familia.
Tomo 2. André Bruguiere, Cristiane Kaplisch-Zuber , et al (Direc.). Alianza Editorial. Madrid, 1988, p. 37.
minoritario en la Europa oriental”2. Por ejemplo, la familia inglesa se caracterizó por una
tendencia hacia el individualismo, en la cual se impulsaba a los hijos a abandonar el hogar rápidamente, mientras que la familia francesa se caracterizaba por un núcleo familiar más unido y sólido, sobre todo en el campo. Hay que recordar que en esta época el matrimonio es una institución que controla muchos aspectos de la vida cotidiana, por ejemplo la natalidad. Esto quiere decir que los nacimientos fuera del matrimonio son poco numerosos porque se rigen por medio de las leyes teologales cristianas 3. Esto se debe a que, desde el punto de vista cristiano, la procreación es un acto primigenio, es el fin principal del matrimonio. Estas ideas se desarrollaron desde los primeros años del cristianismo, pues los padres de la iglesia y los teólogos más importantes como Santo Tomás de Aquino, San Agustín y San Jerónimo establecieron las bases de la estructura de la Iglesia, y desde entonces se afirmó que el acto sexual sólo debe realizarse con fines reproductivos. Si bien, los protestantes difieren con los católicos, si comparten posturas con respecto a la masturbación. Sin embargo. Calvino afirmaba que “ve en el acto sexual un don de Dios que conviene <
dichosamente>> y que posee su propia justificación aparte de su finalidad que es la procreación”4. La influencia de la religión en la jerarquización de la familia también es muy
evidente, pues se volcó en la figura patriarcal. Mientras que, en la iglesia anglicana, se toma a la imagen del hombre como jefe religioso de su familia. En esta época los matrimonios jóvenes son la regla, ya que la vida de los ciudadanos de una población, ya sea rural o citadina, suele sufrir por la mortalidad. En el siglo XVII, la mortalidad en edad temprana es muy elevada; uno de cada cuatro niños fallece antes de alcanzar el año de edad, sobre todo en Francia. El deceso infantil se acentúa, sobre todo, al momento del nacimiento o en los días posteriores. Es por ello que surge la necesidad de tener tantos hijos, pues se debe asegurar la descendencia, y en el
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Ídem, p. 28. Ídem, p. 20. 4 François Leburn y André Bruguiere “El cura, el príncipe y la familia” en Historia de la familia… p. 103. 3
caso de los campesinos de la mano de obra, a mayor cantidad de hijos mayores las ganancias que se obtienen con el trabajo. La mortandad afecta en todas las clases sociales sin importar el estatus. La mortalidad infantil se mantiene hasta llegar a la adolescencia aunque sigue siendo rigurosa a causa de la mala alimentación, ya sea porque sea escasa o porque sea exagerada. Las enfermedades más comunes entre los adultos de esta época son las afecciones pulmonares, las enfermedades digestivas, la tuberculosis y cáncer, enfermedades venéreas y epidemias como la peste. La alta mortalidad en los adultos produjo un fenómeno particular que afecta seriamente a la estructura de las familias. “La viudez y las segundas nupcias, que habitualmente es el destino del supérstite, son experiencias habituales: en los siglos XVII y XVIII a l menos uno de cada cuatro matrimonios es nuevo. A falta de divorcio, que no existe en países católicos ni, de hecho, en los países protestantes, es la muerte la que quiebra regularmente las uniones”5. Estas segundas nupcias provocaban que las familias se constituyeran de hijos de los distintos matrimonios incluso de tres distintos. Por otra parte, es importante mencionar que la educación de los infantes se llevaba a cabo de manera más cruda que en nuestra época. Desde la Edad Media, la educación de los hijos se caracterizaba por violenta, sin embargo a lo largo del siglo XVI se habla de una violencia “razonada” o “pedagógica” que estaba justificada teóricamente en “una visión pesimista de la naturaleza humana, inspirada en la doctrina cristiana del
pecado original: en su variante protestante, particularmente en la del puritanismo inglés, la doctrina incitaba a un rigor aún mayor” 6. En algunos casos la educación se llevaba a
cabo lejos del hogar. Los hijos eran colocados en casas de parientes lejanos o familias de la región para que se les educara con rigor.
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Idem, p. 22. Idem, p. 48.
La sagrada familia. Círculo de Sandro Botticelli (atribución). Florencia. 1444-1516. Temple sobre tabla. La Sagrada Familia fue un tema muy desarrollado a lo largo del siglo XVI. Este tema fue impulsado ampliamente por la iglesia católica para ejemplificar el modelo ideal de la familia virtuosa cristiana para que los feligreses se inspiraran y siguieran dicho modelo. Sin embargo, el ideal familiar, tanto divino como terrenal, no corresponde con el concepto que nosotros tenemos actualmente. En el caso de la Sagrada Familia, el papel de José se ha modificado ampliamente. “Durante la Edad Media, San José, esposo que envejece, padre nutricio pero no progenitor, rara vez ocupó un lugar destacado y, en ocasiones, la religiosidad popular hacía de él un personaje risible ”7. También es importante mencionar que a principios del XVI, la familia se distingue por una independencia entre los cónyugues y se exalta el asetismo individual, la responsabilidad y la autoridad de la cabeza de la familia. En el caso de esta obra, podemos ver dicha separación entre los cónyugues que se encuentran ligeramente separados el uno del otro. Además, dicha separación se acentúa con el protagonismo exacerbado de la virgen en el cuadro, en contraposición de la figura casi ausente de José, reflejo de la tradición del culto mariano, tan difundido en la Edad Media. María se encuentra en el centro del cuadro y toma suavemente entre sus brazos al niño Jesús, recordándonos más a una Madona con niño que a una Sagrada Familia; mientras que presecencia de José es casi impreceptible. Sin embargo, posteriormente a finales del siglo XVII y principios del XVIII, la figura de la Sagrada familia deja a un lado la idea de linaje sanguíneo y se hace hincapié en la relación entre conyugues y padres e hijos. Ante todas las dificultades que enfrentaba la población europea a lo largo del siglo XV y XVI para alcanzar el ideal cristiano, Iglesia usó este modelo de virtud para animar a los creyentes a elevar su espíritu e imitarlos ante la crisis de valores que se experimentaba en la época.
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Idem, p. 118
La virgen del Rosario y cuatro ángeles. Sebastián de Llanos y Valdés. (1610-1673). Óleo sobre tela. El culto a la Virgen María ha sufrido múltiples trasformaciones desde las primeras etapas del cristianismo tanto en la cultura occidental como en la oriental. Desde sus comienzos, el cristianismo discutió el papel de María en el culto; los Padres de la Iglesia se encargaron de sentar la bases de su virginidad y su papel como Madre de Dios. Sin embargo, el culto se fomentó de manera más amplia e intensamente durante la Edad Media; esto se llevó a cabo por medio de las multiples manifestaciones pictóricas y literarias que se desarrollaron en este periodo que dedicaban gran parte a la creación de una iconografía particular. La devoción cristiana comenzó a relacionar la imagen de María como el prototipo ideal de la mujer, en contraposición la mujer terrenal, más especificamente encontraposición a la imagen de Eva. Ambas figuras se volvieron las distintas caras de una misma moneda: por un lado se encuentra Eva, la mujer pecadora que causó el pecado original, y por el otro a María que representa a la mujer si mancha, la cual fue elegida por Dios para ser la madre del redentor. Por otra parte, María se consideró un imagen mediadora entre lo terreno y lo divino: Maria Mediatrix , una intercesora que aboga por los creyetes, sobre todo de la mujer. Por último también hay que recordar que las mujeres se acercaban a esta imagen para que las cuidase durante el embarazo y en el parto debido a las múltiples complicaciones que sufrían al momento de dar a luz, además de que se creía que les ayudaba a parir sin dolor. Ya en el Barroco, a causa de la crisis de la Iglesia católica surge la respuesta al Protestantismo por medio de la Contrareforma. El protestantismo deja a un lado el papel de María y acusa ferozmente al católicismo de inventar doctrinas no basadas en las Escrituras y de dar a María un estado semidivino, casi herético. Para congtrarestar estas acusaciones, la Iglesia Católica retoma esta figura y la enaltece más que nunca. El caso de La Virgen del Rosario con cuatro ángles de Sebastián de Llanos encontramos que se trata de una advocación mariana bien difundida desde la Edad
Media. La devoción a la Virgen del Rosario surge con Santo Domingo de Guzmán, quien afirmó que la Virgen María se le apareció en 1208 en una capilla del monasterio de Prouilhe, en Francia, con un rosario en las manos con el cual le enseñó a rezar. En este caso, la virgen que carga al niño se encuentra rodeada de ángeles y querubines que adornan el cuadro.