Historia de la cultura cristiana Christopher Dawson Dawson Compilación, traducción e introducción de Heberto Verd Verduzco uzco Hernández
Primera edición del FCE, 1997 Edición Edición c onmemorativa 70 Aniversario, 2006 Primera edición electrónica, 2013 Ensayos escogidos de las obras: edieval Essays © Essays © 1954, Sheed S heed and Ward, Ward, Inc. Inc . Image Im age Books Books// Doubleday, Garden City, City, Nueva York York The Making of Europe © Europe © 1956,Meridian Books, Nueva York Religion and the Rise R ise of Western Culture Culture © 1950, Sheed and Ward, Inc., Doubleday /Bantam Progr Progress ess and Religion © Religion © 1960, Sheed and Ward, Inc, Image Books/ Doubleday, Garden City, Nueva York © 2005, Julian Philip Scott, Albacea literario de la Sucesión de Christopher Dawson D. R. © 2005, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008
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ISBN 978-607-16-1347-9 Hecho en México - Made - Made in Mexico
ÍNDICE A los lectores Prefacio Prefacio (Ensayo intr i ntroductorio) oductorio) I. El estudio de la cultura cristiana II. Judaísmo y cristianismo III. Antecedentes: el Imperio romano IV. Antecedentes: la Iglesia católica V. Antecedentes: la tradición clásica VI. Antecedentes: el Oriente cristiano VII. El occidente cristiano y la caída del Imperio romano VIII. El surgimiento de la civilización occidental IX. Las bases sociológicas de la cristiandad medieval X. Iglesia y Estado en la Edad Media XI. La cultura teológica medieval XII. El Occidente musulmán y el trasfondo oriental de la tardía cultura medieval XIII. La ciudad medieval: el municipio (comune) y el gremio XIV. La ciudad medieval: la escuela y la universidad XV. La cultura científica en la Edad Media XVI. La cultura literaria en la Edad Media XVII. La crisis religiosa de la cultura medieval XVIII. La secularización de la cultura occidental y el surgimiento de la religión del progreso progreso XIX. El significado de la cultura occidental
Bibliografía Bibli ografía Índice analítico
A LOS LECTORES LA PRESENTE OBRA ESTÁ COMPUESTA POR UNA SERIE DE CAPÍTULOS que han sido tomados de algunos libros publicados por el autor, Christopher Dawson, allá por las décadas de 1930 y 1940, los cuales tuvieron una muy favorable acogida en el mundo de habla inglesa. El lector pronto advertirá que el estilo de la redacción de este libro es muy semejante al de una serie de conferencias magistrales; el autor parece dirigirse a personas que lo escuchan antes que a lectores. En efecto, la mayor parte de los capítulos de esta obra son conferencias que Dawson pronunció pronunció ante selectas audiencias audiencias y en prestigi prestigiosas instituci instituciones ones de su país, como son las universidades de Edimburgo, Exeter, Liverpool y la Academia Británica. Pero esto no quiere decir que se trate de una obra de difícil comprensión y de poco interés para el público de lengua hispana; por el contrario, el autor tiene un carisma especial para relatar en forma interesante y atractiva acontecimientos socioculturales que si bien sucedieron hace más de mil años, continúan gravitando y teniendo significación en el mundo moderno. En toda obra escrita por un experto, en un determinado campo de conocimiento, aparecen palabras, términos o frases cuyo significado y alcance no son tan obvios para lectores poco familiarizados con dicho campo, en este caso con el campo de la historia de la cultura occidental. Partiendo de esta suposición, el traductor y compilador de la presente obra ha juzgado juzgado conveniente conveniente introducir ntroducir en el texto texto —entre paréntesis— paréntesis— una palabra palabra o palabras palabras expli explicativas cativas de los términos términos o palabras palabras menos conocidos, conocidos, alg algunos de ellos en latín o en francés, o bien, remitir a una nota a pie de página, declarando en cada caso que son obra del traductor. También, en dos ocasiones, se juzgó conveniente omitir algún párrafo por considerarlo de importancia puramente circunstancial para la audiencia que escuchaba la conferencia de Dawson, y cuya omisión de ningún modo altera el sentido de la conferencia o de la sección en la que se hizo el corte. Espero que esto no constituya una traición al autor (para no incurrir en la sentencia italiana: traduttore… traduttore… traditore), sino una ayuda al lector. Igualmente se ha juzgado oportuno poner al final de la obra una bibliografía general y un índice analítico, con objeto de ofrecer al lector alguna ayuda y orientación que puedan serle útiles si desea estudiar con mayor amplitud y profundidad algún tema que le haya suscitado especial interés. También se informa a los lectores acerca de las obras concernientes a este tema que han sido escritas en español o traducidas a esta lengua. Asimismo, quiero agradecer cumplidamente al doctor Luis González y González la amabilidad y fineza con que me apoyó en la confección y publicación de este libro. De igual manera va mi reconocimiento al doctor Francisco Miranda G. por sus pertinentes observaciones y sugerencias, así como a la señora Diana Luz Sánchez por su amable y valiosa ayuda en la preparación editorial de la presente obra. Finalmente expreso mi agradecimiento al Fondo de Cultura Económica, que ha tenido a bien incluir el presente
libro en su programa de publicaciones. J . H. V.
PREFACIO (Ensayo introductorio) BAJO EL TÍTULO HISTORI A DE LA CULTURA CRISTIANA CRISTIA NA OFRECEMOS ahora al público de habla TÍTULO HISTORIA castellana una compilación de escritos del eminente historiador Christopher H. Dawson, publi publicados origi originalmente nalmente en ing ngllés como capítulos capítulos de los sigui siguientes entes libros: libros: The Making o Europe, Europe, Medieval Essays, Religion Religi on and the Rise of Western Culture Culture y Progr Progress ess and Religion, Religi on, aparecidos entre 1929 y 1953. Nuestro trabajo ha consistido en seleccionar, traducir y ordenar en secuencia histórica dichos capítulos, en los que el autor despliega, con admirable oficio historiográfico, el insospechado panorama de la civilización medieval europea. Dawson nos ofrece una visión amplia e integradora de los acontecimientos religiosoespirituales, de las realizaciones sociopolíticas, intelectuales y artísticas que llenan el milenio que media entre la caída del Imperio romano (siglo V) y el Renacimiento italiano en el siglo XV. A este periodo los humanistas del Renacimiento lo llamaron “Medium Aevum”, es decir, Edad Media, y los enciclopedistas de la Ilustración (siglo XVIII) lo denominaron “Edad Oscura”, por considerarlo una especie de baldío cultural, una era de ignorancia y tiniebla intelectual. Christopher Dawson fue un consumado scholar en en el sentido que los ingleses suelen dar a este término, a saber: un distinguido erudito en el campo de las letras y los saberes académicos. Nacido en 1889 en Hay Castle, País de Gales, hizo sus primeros estudios en Winchester y los concluyó en el Trinity College, de Oxford. Pasó en seguida a Suecia para estudiar estudiar economía con el renombrado profesor G. Cassel; Cassel; de regreso en Ox Oxford ford llevó a cabo estudios de posgrado en historia y sociología. Provisto ya de un profundo y vasto conocimiento de la historia universal y las diversas culturas del mundo, así como de un sólido y riguroso método de investigación en estos campos del saber científico, comenzó a escribir y publicar su original y extensa obra en el ramo de la historia de la cultura, la cual fue apareciendo en una copiosa serie de libros y artículos que le han merecido renombre internacional. Dawson impartió también cursos universitarios y ciclos de conferencias en las más prestig prestigiadas instituci nstituciones ones de su país y los los Estados Unidos. Unidos. Baste mencionar mencionar los de Forwood Lectures, de la Universidad de Liverpool; Gifford Lectures, de la Universidad de Edimburgo; el University College, de Exeter, y la Academia Británica de Londres. En 1958 fue invitado por la Universidad de Harvard de los Estados Unidos para impartir una cátedra de estudios teológicos católico-romanos en la “Divinity School” (Facultad de Teología). Murió en mayo de 1970, a la edad de 81 años. En la presente compilación de su obra, Dawson expone ante nuestra mirada los orígenes, el desarrollo, la culminación y los resultados del proceso sociocultural del
Medievo europeo. Este proceso se inició por la predicación del cristianismo entre los primiti primitivos vos pueblos de Europa, la cual fue acompañada de los elementos de la civi civillización grecolatina y se llevó a cabo por la asimilación que dichos pueblos hicieron de las tradiciones cristiana y grecolatina y por la interacción de estos factores con sus tradiciones y costumbres ancestrales. Hacia el siglo XII dicho proceso culmina con el surgimiento y la conformación de una nueva cultura que crea, entre gente de raza, lengua y tradiciones diversas, un vínculo de unidad espiritual y social, nutriendo en ellas un profundo sentimiento de pertenencia a una patria espiritual común en la que se comparten las mismas creencias religiosas, la misma visión de la realidad, los mismos valores morales y formas de organización social y política. Esta nueva cultura que surge, se desarrolla y madura a lo largo de la era medieval es la que nuestro autor llama cultura o civilización cristiana occidental. Mas la intención de Dawson no es hacer la apología de la cristiandad medieval o rescatar del olvido histórico la cultura medieval cristiana; más bien, se propone investigar y sacar a luz los antecedentes socioculturales de la civilización occidental moderna. En efecto, al analizar los antecedentes histórico-religiosos de esta cultura, sus elementos formativos, sus instituciones religiosas y sociopolíticas, sus creaciones intelectuales y artísticas, así como sus crisis espirituales y sus conflictos sociales, el autor logra discernir la clave para entender los periodos subsiguientes de la historia de Occidente, particul particularmente armente la Era Moderna, con sus evidentes evidentes log ogros ros ideológ deológiicos y científi científicos cos y sus lamentables vacíos espirituales y morales. El análisis de Dawson de la cultura medieval cristiana nos permite visualizar la civilización occidental moderna en su verdadera dimensión y significado; gracias a este análisis, “la llamada Edad Oscura sale de las tinieblas y adquiere forma y significado”, como ha comentado agudamente Aldous Huxley. Es cabalmente en esos desdeñados “siglos oscuros” de la Edad Media en donde se gesta y florece una nueva cultura, la cual, entre otras cosas, genera las actitudes y los hábitos intelectuales que se implantaron en la mente europea [1] e hicieron posibles los logros característicos de la cultura occidental moderna, particularmente en los campos del derecho, las ciencias y la política, de tal suerte que sin aquélla, ésta jamás habría existido. [2]
Quizá sea conveniente exponer algunos conceptos básicos del pensamiento de Dawson sobre la cultura en general y sobre la cultura cristiana en particular, con objeto de obtener una mejor comprensión de los acontecimientos socioculturales que conforman la historia de la cultura cristiana de Occidente.
TEORÍA DE LA CULTURA Frecuentemente, a lo largo de sus obras, Dawson expone —aunque no de manera sistemática— su teoría de la cultura. En su libro Religion Religi on and Culture Culture [3] es, seguramente, donde desarrolla con mayor amplitud los fundamentos antropológicos de su
teoría. Es pertinente advertir que Dawson no parte de un concepto filosófico o apriorístico de cultura, sino que elabora un modelo conceptual de cultura a partir de la observación y el análisis que hace de la vida social y de los procesos socioculturales que se propone estudiar. Para nuestro autor, la cultura es la forma —o estilo— de la vida social way of life de una comunidad humana que se adapta a un medio ambiente particular; resulta del trabajo de sucesivas generaciones y se transmite de edad en edad e implica también cierto grado de especialización y canalización de las energías humano-sociales conforme a pautas comúnmente establecidas establecidas y aceptadas. [4]
ELEMENTOS DE LA CULTURA Al analizar esta descripción de la cultura, Dawson señala cuatro elementos que interactúan para configurar la realidad cultural: 1) el genético-humano; 2) el geográfico (medio ambiente); 3) el económico (adaptación activa al ambiente para sobrevivir), y 4) el psicológico-racional, es decir, el pensamiento (actividad específica del ser humano, la cual lo libera de la dependencia ciega de las condiciones materiales que caracteriza a las formas inferiores de vida); este factor influye mediante el lenguaje, que es el elemento más fundamental de la cultura, [5] pues es el instrumento de expresión y comunicación del pensamiento pensamiento y de la relación relación e interacción interacción entre los hombres. Toda la experiencia humana, tanto individual como colectiva, se desarrolla con el apoyo del símbolo lingüístico. En el lenguaje se almacena, intercomunica, enriquece y transmite el patrimonio cultural de la comunidad; es el principio y fundamento de la tradición y también el elemento esencial de la costumbre humana. El lenguaje hace posibl posiblee el cambio cultural cultural —por la intercomunicació ntercomunicaciónn del pensamiento— pensamiento— y también también la comunicación e influencia entre las culturas. De la interacción de estos cuatro elementos resulta la cultura, [6] mas, advierte nuestro autor, cualquier intento de explicar el desarrollo sociocultural en función de uno de estos elementos con exclusión de los demás conduce inevitablemente al error del determinismo racial, geográfico o económico, o bien a la teoría no menos falsa del progreso intelectual y abstracto. [7]
¿QUÉ ES LA CULTURA? La cultura, por una parte, es la forma organizada de la vida social que resulta de la interacción inteligente, finalística y socializada, la cual se ha forjado desde tiempo inmemorial en una determinada comunidad humana. Dicha forma se inspira en una particul particular ar visi visión ón del mundo y de la vida vida y se expresa expresa en un conjunto de normas de
pensamiento pensamiento y de conducta comúnmente aceptadas por el respectivo grupo humano. La cultura es, pues, una comunidad espiritual que que sustenta su unidad y singularidad en un sistema de creencias y de valores ético-religiosos [8] asimilado por la vía de la tradición, el cual norma la conducta individual y colectiva del grupo a través de las edades. En su vertiente espiritual, la cultura es como la forma interna i nterna —o estructura espiritual— de un grupo humano. [9] En su vertiente externa, como objeto observable, la cultura consiste en una especie de patrimonio social común del cual participan por igual todos los miembros del grupo; dicho patrimonio está constituido por las técnicas de expresión y comunicación (lenguaje, arte), instituciones sociales, ritos religiosos, tradiciones y costumbres —en las que se contienen los sistemas de conocimientos y creencias y los códigos de conducta individual y social—, herramientas y técnicas para la producción de satisfactores básicos: alimentos, vestido, vivienda, así como para el cultivo de la tierra, la cacería, la cría y domesticación de animales, y la elaboración y transformación de los recursos naturales. Este patrimonio se va formando, desde tiempo inmemorial, por la experiencia social e histórica de cada pueblo pueblo y se transmite transmite por tradici tradición ón a las nuevas generaciones, eneraciones, y así constituye constituye un factor central de unidad, cohesión, identidad y continuidad social.
LAS LEYES DE VIDA Y LA RELIGIÓN Sin embargo, la organización de esta forma interna de la vida social debe efectuarse de acuerdo con ciertos principios superiores y trascendentes a la sociedad, que son los que dirigen y sancionan el funcionamiento correcto de la misma. A estos principios nuestro autor los llama ley o leyes superiores de vida.[10] Tales principios o leyes no son parte de la forma común de la vida social (cultura), sino que están por encima enci ma de la sociedad y la cultura y el hombre los conoce a través de la experiencia religiosa: estas leyes pertenecen al orden de la religión, son de origen sobrehumano, divino. A este propósito, Dawson asienta lo siguiente: “La forma de la vida social se fundamenta en la ley religiosa de vida, y esta ley a su vez depende de poderes sobrehumanos, los cuales el hombre mira con esperanza y temor; estos poderes pueden ser conocidos en cierta forma por el hombre, pero siempre quedan en la penumbra del misteri misterio”. o”. [11]
LA CULTURA Y LA RELIGIÓN Existe, pues, una relación de dependencia de la sociedad y la cultura respecto de la religión. Un caso típico de esta dependencia de la vida social en relación con la religión lo observa Dawson entre los aborígenes de Australia, que dedican una gran parte de su actividad social (de tres a cuatro meses al año) a la ejecución de los ritos por los cuales invocan a sus antepasados totémicos para que favorezcan a la tribu en la empresa vital de
conseguir alimentos. [12] Otro testimonio de esta misma convicción lo da un indígena norteamericano de una tribu de cazadores de las Grandes Llanuras, quien declara que “ningún hombre puede él solo tener éxito en la vida, ya que no es posible obtener de los seres humanos la ayuda que necesita [pues] el camino del hombre no está en sus manos”. [13] Una creencia análoga la encontramos en los pueblos prehispánicos de Mesoamérica. Con base en estos hechos y en observaciones efectuadas en otras culturas, Dawson afirma que no sólo en los grupos primitivos, sino también en las culturas más desarrolladas se encuentra arraigada la creencia de que el mundo humano depende del ordenamiento divino, de suerte que así como las leyes de la atmósfera rigen los procesos climáticos de las estaciones, así los poderes divinos deben dirigir la vida de los individuos y de la sociedad. Por tanto, “sería tan irracional para una sociedad conducir sus asuntos sin tener en cuenta esos poderes sobrehumanos, como lo sería cultivar la tierra sin atender al curso de las estaciones”. [14] Por consiguiente, no es aventurado suponer, con base en estas observaciones, observaciones, que todas las civi civillizaciones zaciones y culturas culturas tradici tradicional onales es del mundo, exceptuando la civilización occidental moderna, han estado vinculadas a una religión[15] que sanciona sus tradiciones, costumbres e instituciones. Fundado en el análisis de hechos observados, Dawson establece la teoría de que la cultura guarda una especial relación de dependencia respecto de la religión. [16] Mas no se trata de una dependencia lógica, sino vital, ya que todo intento de separarlas reduce a ambas a una situación artificial y antinatural; en efecto, comenta nuestro autor, una cultura sin religión es un cuerpo sin alma, y una religión sin cultura es un alma sin cuerpo.[17]
LA RELIGIÓN Y EL ENTORNO FÍSICO DE LA CULTURA Mas, al establecer esta tesis, Dawson de ningún modo pretende pasar por alto los innumerables ejemplos de pueblos primitivos en los cuales la religión aparece tan ligada a la forma y características físicas de la vida tribal que da la impresión, a primera vista, de ser un “mero reflejo psicológico de la forma de vida de un pueblo en particular en un ambiente determinado” y de carecer de contenido religioso [18] propiamente dicho. Es un hecho incuestionable para nuestro autor que las condiciones físico-materiales de la vida social influyen significativamente en la religión de la comunidad, de tal suerte que a cada forma de vida social y económica corresponde una forma particular de religión, y por tal razón es posible clasificar las religiones atendiendo al tipo económico, o bien bien al a l sociol sociológ ógiico de cultura cultura que prevalece prevalece en una determinada determinada sociedad; “así es posible posible distinguir la religión del cazador, la religión del campesino y la religión del guerrero… o bien, bien, la relig religión de la tribu, la la relig religión de la ciudad, la la relig religión del imperi imperio”. o”. [19] Pero estas clasificaciones, advierte Dawson, son simples “abstracciones y no pueden aplicarse de manera indiscriminada a la realidad histórica de cualquier cultura”, aunque
reconoce que “son válidas y útiles dentro de ciertos límites, ya que sin su ayuda sería muy difícil entender una religión en particular”. [20] Todo esto parece sugerir que la religión está de tal manera condicionada por la cultura y la economía, que da la impresión de ser un mero producto de la cultura. [21] No obstante, por lejos que pueda ir el proceso del condicionamiento cultural, nunca llegará al punto de excl exclui uirr la relación relación alternati alternativa, va, a saber: que la cultura cultura es moldeada moldeada y modifi modificada cada por la reli religión. gión. [22] En efecto, como se ha visto más arriba, el objeto de la religión trasciende esencialmente la vida humana y la forma social de esa vida. [23] Por tanto, aunque está condicionada por el contexto físico-material y económico de la sociedad, la religión desempeña un papel autónomo y determinante en la conformación de la cultura y su desarrollo histórico.
EL CAMBIO CULTURAL Estos análisis permiten observar que la cultura está sujeta a dos tipos de influencias que, de hecho, producen cambios en la forma de vida de una comunidad: uno que influye mediante los factores del contexto físico-material y económico, los cuales se reflejan también en la perspectiva religiosa del grupo humano respectivo; y otro, de índole espiritual, que actúa por medio de instancias religiosas y que, al modificar la visión del mundo y de la vida, induce necesariamente cambios culturales en la sociedad. Por tanto, el cambio cultural bien puede resultar de una modificación en las condiciones materiales y externas de la vida social (como la introducción de algún cultivo o técnica de trabajo, del ganado lanar o vacuno, del asno, del caballo, de la máquina), o bien, por la difusión de algún sistema religioso o ideológico que transforma la visión del hombre acerca de sí mismo, del mundo y de la vida, lo cual tiende “a cambiar su forma de vida y a producir una nueva configuración cultural”. [24] En relación con el papel determinante que la religión juega en la forma de vida de un pueblo, pueblo, Dawson señala los casos del Islam Islam y del budismo, budismo, que son clásicos clásicos en e n la histori historiaa de la cultura mundial. Como es sabido, la religión islámica surgió en el siglo VII d.C. en un lugar ignoto del Medio Oriente, y, sin embargo, “en un lapso relativamente corto, invade el mundo, destruyendo imperios y civilizaciones para crear una nueva forma de vida que todavía hoy modela el pensamiento y la conducta de millones de hombres, desde Senegal hasta Borneo”. [25] El caso del budismo es distinto pero igualmente significativo. En efecto, habiéndose extendido esta religión hasta el Tíbet medieval, posteriormente se desplazó de las montañas del Himalaya hacia las estepas de Mongolia, y con ello transmitió al pueblo mongol, uno de los más violentos y agresivos de Asia, una nueva religión de no agresión y de compasión universal, y así contribuyó a erradicar la tradicional belicosidad de estas tribus, lo cual señala un momento crucial en la historia. [26] En ambos casos es patente que la religión influye dinámica y creativamente en la
formación y consolidación de una nueva sociedad y cultura, mas, realizada esta función, la misma religión se torna en factor de conservación y estabilidad del organismo sociocultural al que ha dado vida, convirtiéndolo en un orden sagrado de tradiciones e instituciones inmutables y eternas, como puede verse en las grandes culturas religiosas del Oriente antiguo —Sumeria y Egipto—. En estos casos, si bien la religión, por una parte, tiende a depurar las costumbres y los valores valores morales de la sociedad sociedad y así concurre a la consolidación del organismo sociocultural y a la conservación de su identidad social a través de los siglos, por otra parte también contribuye a que dicho organismo se vuelva refractario al cambio social e incapaz de autorrenovación. Pero también se dan casos en que la religión no sólo funge como factor de conservación y estabilidad social, sino que —como en la religión del pueblo hebreo— los mismos enviados de Dios y guardianes de la tradición sagrada [27] inducen cambios en la vida social y abren cauces impredecibles al devenir histórico del pueblo. En efecto — observa Dawson—, esta religión conduce al pueblo a través del desierto hacia la Tierra Prometida; allí lo organiza como nación independiente y luego, durante las vicisitudes y calamidades de su historia, lo reconduce del cautiverio a la patria y lo sostiene con la esperanza de una futura liberación. [28]
TENSIÓN INTERNA ENTRE RELIGIÓN Y CULTURA Al analizar estos hechos, Dawson detecta una irreductible tensión entre cultura y religión en el sentido de que, por una parte, la religión tiende a sacralizar la cultura y, a su vez, la cultura tiende a reducir los elementos e instituciones religiosos a meras instancias y funciones de la vida social, con lo cual la religión pierde su carácter trascendente. Dawson opina que es posible encontrar una solución a este problema mediante una fructuosa colaboración entre religión y cultura, bajo las siguientes condiciones: a) que la trascendencia de la religión no implique una negación de los valores limitados e históricamente condicionados de la cultura, y b) que los valores y las instituciones de la cultura, aun cuando sean inspirados y sancionados por la religión, no sean considerados como entidades sagradas. [29]
CULTURA Y CIVILIZACIÓN Leyendo los escritos de Dawson, encontramos que en muchos casos él usa los términos cultura y civilización de manera indistinta. Así, unas veces utiliza el término cultura cristiana y otras el de civilización cristiana para referirse a la misma realidad. Sin embargo, para Dawson estos términos no son sinónimos. En efecto, cultura tiene una significación más general que civilización, ya que toda civilización es cultura, mas no toda cultura es civilización. Para nuestro autor, la civilización es una cultura más
desarrollada y compleja, es el resultado de una mezcla de varias herencias culturales basada en la creativi creatividad de un pueblo pueblo en particul particular ar y que llega ega a config configurar una “supercultura”, es decir, un ámbito más extenso de comunicación social que subsume otras culturas menores y menos fuertes integrándolas en una comunidad intercultural más amplia. [30] Esta ampliación del área de comunicación es para Dawson el rasgo característico de la civilización y lo que la distingue de otras formas inferiores de cultura. [31]
LA CULTURA Y LA HISTORIA La cultura no es una forma ideal y abstracta proyectada a la fantasía colectiva con objeto de modelar las actividades de los individuos y de los grupos humanos, sino que es, como insiste Dawson, la forma interna de la vida social de un pueblo, la cual resulta de la interacción de los cuatro factores mencionados más arriba y que confiere unidad, identidad y continuidad social a una colectividad. Ahora bien, dado que la vida social de una comunidad humana es un proceso orgánico que se despliega en circunstancias concretas de espacio y tiempo, entonces la forma de esa vida se desarrolla, también, en el espacio y el tiempo. La cultura, por tanto, es una realidad histórica: en efecto, la unidad orgánica de la cultura no consiste en compartir aquí y ahora un determinado patrimonio cultural, un conjunto de convicciones, valores, costumbres, técnicas de expresión y trabajo, sino, antes bien, en que dicho patrimoni patrimonioo sea compartido compartido por una multi multitud tud de gente que, a pesar de estar dispersa dispersa a través del tiempo —por siglos y milenios—, genera una comunidad espiritual que se mantiene viva y unida por obra de la tradición social, la cual cumple la función de comunicar y transmitir el patrimonio cultural a las generaciones subsiguientes. La tradición es un factor central de la cultura: no puede darse cultura sin tradición. Por la tradición, la cultura entronca con la historia. En efecto, dice Dawson, el objeto de la historia no son los puros hechos, sino las tradiciones sociales, [32] pues un hecho adquiere significado histórico solamente cuando se le pone en relación con una tradición social, es decir, cuando es visto como parte de un todo social orgánico, [33] esto es, en su propio propio contexto contexto sociocul sociocultural tural y temporal. temporal. P or tanto, la tradici tradición ón social social revela revela la índole índole histórica de la cultura, al punto de que para Dawson, como para Toynbee, la unidad realmente inteligible para el estudio de la historia es precisamente la unidad cultural y no la unidad social de la nación o el Estado [34] o de la clase social. Esta unidad es más amplia y profunda que la del Estado o la nación, y es como el cimiento que sustenta a los demás fenómenos sociales. [35]
LA CULTURA CRISTIANA
Para Dawson, la cultura cristiana no es un paradigma ideal de perfección social al cual deban ajustarse las sociedades existentes, sino una forma de vida social que se expresa en maneras de pensar y de juzgar, en normas de conducta individual y social que surgen espontáneamente de una comunidad humana cuando ésta ha sido penetrada por la religión cristiana. La cultura cristiana no es, pues, una entidad ideal y abstracta, sino una realidad vital, social e histórica que resulta de un proceso social que se inicia cuando una comunidad humana se apropia los valores y las normas de vida del cristianismo y los plasma en sus creencias, sus pautas de convivencia, sus costumbres, sus tradiciones, sus instituciones sociales. Sin embargo, con base en la realidad social e histórica, no es posible hablar de la cultura cristiana. Ésta como tal no existe: lo que existe son culturas cristianas, es decir, sociedades concretas que han asimilado el sistema de principios y valores del cristianismo, los cuales han modelado su forma social de vida.
LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA OCCIDENTAL La historia del cristianismo atestigua la existencia, en la última etapa del Imperio romano, de sociedades cristianas que se originaron en el Asia Menor y el norte de África como resultado de la primera predicación de la nueva religión. Todas ellas produjeron su propia cultura cristiana, pero, en era posterior, dichas culturas desaparecieron, arrolladas por la invasión islámica. Pero si ésta ha sido la suerte de las culturas cristianas en el Cercano Oriente, en cambio en Occidente, a partir de la caída del Imperio romano, el cristianismo, representado por la Iglesia romana y con el auxilio de elementos socioculturales de la civilización grecolatina, de los cuales ella fue portadora, logró crear un enorme espacio espiritual y cultural que abarca una multitud de pueblos de diversa raza, lengua y tradiciones, esparcidos desde el Mediterráneo hasta las islas británicas y el Báltico, desde los Urales hasta la Península Ibérica, que comparten las mismas creencias y valores ético-religiosos, las mismas normas de conducta moral y social, la misma herencia de cultura intelectual y análogas costumbres e instituciones sociales y políticas; en pocas palabras, palabras, log ogró ró crear una cultura cultura que ha sido sido capaz de extender extender su espacio espacio de intercomunicación, abarcando una vastísima área geográfica y humana con una gran variedad de etnias que fueron subsumidas para crear una nueva síntesis cultural, en la cual no sólo tuvieron cabida los elementos de las tradiciones cristiana y grecolatina, sino también las tradiciones ancestrales de los primitivos pueblos europeos, formando así, con estos pueblos, una nueva comunidad espiritual y cultural cimentada en la unidad de una misma fe y valores cristianos. De esta manera se forjó, entre los siglos VI y XI, la civilización cristiana de Occidente.