BECK, Ulrich: “Hijos de la libertad: contra la lamentación por el derrumbe de los valores”. valores”. Contenido en: Beck, Ulrich (Comp.): Hijos de la libertad. Fondo de Cultura Económica. México D.F, 2002.
1. La paradoja de la libertad: En el análisis cultural realizado por Ulrich Beck la modernidad parece encontrar su límite en el horizonte de la libertad. Este diagnóstico parece indicar que la realización concreta de la libertad manifiesta una contradicción en las instituciones de la “primera “primera modernidad” en modernidad” en tanto la “internalización” de la libertad produce una descomposición del “biotopo de valores” que le había servido de fundamento generando así un contexto social de miedo a la libertad misma. (U. Beck: 2002; pp. 9-11). 2. La política de la antipolítica juvenil: De acuerdo con Ulrich Beck el empobrecimiento de la política constituye un problema central de la “primera modernidad” pues modernidad” pues aquello que de la política interesa a la juventud desborda el ámbito institucional y, en consecuencia, produce un conjunto de prácticas antiinstitucionales. Según el intelectual alemán es este problema lo que conduce al surgimiento de una política de la antipolítica juvenil . En ella la juventud no encuentra un sentido para la política por cuanto esta última se encuentra sometida a los regímenes de partido mientras que, de manera novedosa, encuentra en la “diversión” espacios para la construcción de identidades colectivas antiinstitucionales. De acuerdo con ello, la política de la antipolítica juvenil posee una “doble estrategia no articulada” en la cual, una nueva ética y política de la colectividad, comienza a producir organizaciones autónomas al margen de la institucionalidad orientadas a la construcción afirmativa de la intersubjetividad intersubjetividad en el espacio público. (U. Beck: 2002: pp. 11-13). 3. El compromiso político: Ulrich Beck señala el conjunto de supuestos que son equívocos en relación al “compromiso político”. La raíz de tal de tal equivoca radica en que tales supuestos ignoran que la realización individual y la realización colectiva no se excluyen sino que, por el contrario, son complementarias. Sobre todo porque se considera que: a) sólo existe el compromiso político en la “afiliación” a organizaciones políticas con su correspondiente cuota de “autosacrificio”; b) que la “dignidad” del compromiso político descansa en el “silencio” o anonimato y; c) que el compromiso político se abstrae de sus inconvenientes y necesidades. El intelectual alemán sostiene que tales supuestos muestran cómo el distanciamiento juvenil con respecto a las organizaciones políticas tradicionales radica precisamente en aquel colectivismo que no cesa de anular al individuo. (U. Beck: 2002; pp. 13-14). 4. La transformación de los valores: De acuerdo con el análisis cultural realizado por Ulrich Beck el conflicto por la transformación de los valores se produce en un contexto de conflicto generacional. En efecto, es justamente esta diferencia generacional aquello que determina la heterogeneidad heterogeneidad de los contenidos relativos a conceptos como “sociedad”, “política” y “democracia” que se hallan en conflicto. Según el intelectual alemán esto trae como consecuencia el que las instituciones tradicionales, altamente conservadoras, no logren dar respuestas satisfactorias a las nuevas exigencias del desarrollo individual y colectivo. Más aún cuando la transformación de los valores permite a los individuos reconsiderar sus “opciones de vida” que, frente a las aspiraciones del “consumo ostensivo”, contemplan la emersión de “criterios inmateriales de calidad de vida” orientadas hacia la “disponibilidad de tiempo libre”, esto es, el tránsito de la “lucha material de distribución” a la “Lucha inmaterial de distribución” el cual, sin cual, sin llegar a superar las desigualdades sociales materiales, vuelve a poner en juego el deseo de libertad. (U. Beck: 2002; pp. 14-17). 5. El individuo y la colectividad: De acuerdo con el análisis cultural realizado por Ulrich Beck la resignificación de la democracia para la segunda modernidad implica una resignificación política de la autonomía. En efecto, si el porvenir de la sociedad moderna depende de la ampliación de la libertad política y de la consolidación de la sociedad civil como su forma específicamente social. Tal ampliación y consolidación exige la integración de la valoración individual y colectiva de tal modo que la responsabilidad individual, orientada hacia la autoorganización, comience a producir una nueva redistribución colectiva de la responsabilidad y el poder. Esto implica que el individualismo en la segunda modernidad sea concebido en términos de un “individualismo altruista” orientado
hacia la realización mutua del individuo y la colectividad, esto es, que frente al imaginario distorsionado de la competencia interindividual emerja la “tolerancia” como reconocimiento y solidaridad con los marginados y excluidos. (U. Beck: 2002; pp. 16-19) 6. El problema de la inseguridad: Ulrich Beck, señalando la implicación recíproca entre libertad y seguridad, realiza un diagnóstico según el cual la inseguridad amenaza el principio de ciudadanía. El intelectual alemán señala cómo el agotamiento del Bienestar genera un contexto de inseguridad que amenaza a los “hijos de la libertad” con el “miedo” a la libertad misma en tanto hace evidente la creciente exclusión de distintos sectores de la población con respecto a las “condiciones de existencia” y “redes de seguridad” propias de la modernidad. Este clima de miedo e incertidumbre se debe precisamente a que la desintegración social se deriva de los procesos de “modernización de la sociedad” y también a que el “ciudadano desagradable” surge en un contexto de empobrecimiento político y cultural saturado por una creciente demanda de libertad. (U. Beck: 2002; pp. 19-23). 7. Transformación de los fundamentos sociales: Ulrich Beck advierte una profunda transformación de la sociedad moderna a través de tres fases históricas: a) una “primera base” que se extiende desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los 60’s donde la cohesión social se refuerza como reacción a la devastación provocada por la guerra; b) una “segunda fase” que se extiende desde finales de la década de los 60’s hasta la década de os 80’s en la cual, frente al silencia de las instituciones, la movilización social denuncia los problemas de la primera modernidad y; c) una “tercera fase” que surge a partir de la década de los 90’s donde se pone de manifiesto que, en la “sociedad del riesgo mundial”, la incertidumbre provoca una crisis de legitimidad en las instituciones del mundo industrializado en tanto l a erosión del Bienestar amenaza con la inseguridad material e identitaria de la sociedad. (U. Beck: 2002; pp. 21). 8. La crisis del Bienestar: De acuerdo con el análisis cultural de Ulrich Beck el individuo se encuentra amenazado por la crisis del Bienestar. Según el intelectual alemán esto se manifiesta con toda claridad en el hecho contradictorio según el cual el “individualismo programado”, que designa el condicionamiento estructural que ejerce la sociedad sobre la libertad del individuo, se produce en un contexto social de “desocupación” que pone de manifiesto la erosión del “trabajo retribuido” como mecanismo de integración social. De acuerdo con ello, el capitalismo aparece como un elemento problemático en tanto erosiona el “núcleo de valores” de la sociedad del trabajo fracturando así una “alianza histórica” entre el capitalismo, el Estado Social y la democracia a la vez que provoca, en el centro de dicha fractura, una creciente movilización de la sociedad civil por el control político de las instituciones y la autoorganización para la solidaridad y la cooperación que busca poner de manifiesto cómo los desastres del neoliberalismo demuestran que el “fundamentalismo del mercado” implica un “analfabetismo democrático”. (U. Beck: 2002; pp. 2022). 9. Respuestas políticas a la segunda modernidad: Ulrich Beck identifica cuatro “respuestas políticas” frente al tránsito epocal hacia la segunda modernidad: a) el neoliberalismo que ataca los fundamentos morales de la primera modernidad en favor de una fundamentalismo de mercado produciendo asín una contradicción histórica de consecuencias negativas para el individuo y para la sociedad en tanto promueve una “imagen antihumana del hombre”; b) el comunitarismo que, en abierta oposición al neoliberalismo, sostiene una formula sin consistencia práctica que tan sólo se limita a recordar que la cohesión social exige la “activa identificación de los ciudadanos con sus comunidad”; c) el proteccionismo que, frente al fenómenos de la globalización, manifiesta el surgimiento de resistencias conservadores a propósito de la modernidad orientadas a la protección de las fronteras nacionales, los intereses de clase y la estabilidad del medio ambiente y; d) el republicanismo cosmopolita que, en tanto posición europeo-continental, proyecta una política cultural que toma como base cinco elementos: 1) el nuevo significado del individuo; b) el desarrollo de una perspectiva cosmopolita; c) la revaloración del espacio loca; d) la centralidad de la libertad política y; e) la necesidad de radicales reformas institucionales. (U. Beck: 2002; pp. 24-26).
10. La localidad: Ulrich Beck señala la importancia de la resignificación de lo local frente a la globalización. En efecto, debido a la inminente erosión del marco nacional, la sociedad cosmopolita exige la invención de nuevos imaginarios. Sin embargo, la construcción de identidades locales implica, a su vez, una consolidación de la sociedad civil y, por lo tanto, la consolidación de la política. De tal modo que la revaloración de lo local frente a la globalización supone una nueva articulación política y administrativa de sus relaciones con el marco nacional lo cual hace necesario reinventar la ciudad, más allá de sus determinaciones geográficas, en términos de sus imaginarios y determinaciones identitarias. (U. Beck: 2002; pp. 27-29). 11. Lo emocional: Ulrich Beck señala la necesidad de recuperar lo emocional para la política en la segunda modernidad. El intelectual alemán sostiene que en la transición a la segunda modernidad es preciso considerar una “gran coalición” entre la necesidad y la razón en tanto elementos inalienables que indican que sólo la “repolitización de la comunidad” puede hacer posible lo que de otro modo no sería posible, a saber: que la democracia sea concebida tanto desde el punto de vista racional como emocional para hacer frente a la complejidad de las relaciones intersubjetivas. Es justamente en este escenario de la intersubjetividad donde se pone de manifiesto la centralidad del lenguaje, más aún cuando el “arte de la política” radica en la invención de lo público a través de él, y sobre todo si se tiene en cuenta que el lenguaje constituye aquello que hace posible la producción y reproducción de lo social (U. Beck: 2002; pp. 28-29). 12. La libertad política en la modernidad: Ulrich Beck señala cierta alternativa a las condiciones de la modernidad. En efecto, mientras la sociedad moderna se consume sin posibilidad de renovación tiene lugar una drástica descomposición de los valores de realización colectiva, esto es, de la “comunidad”, la “solidaridad” y la “justicia” como fundamentos de la democracia. Justamente por ello, el intelectual alemán advierte sobre la centralidad de la libertad política para la renovación de la modernidad en tanto la fuerza activa de la libertad política es aquello que puede reconstruir los vínculos democráticos de la modernidad que, contrariamente a la idolatría del mercado, tiende a la modificación positiva de las instituciones, esto es, hacia una conciencia afirmativa del espacio público (U. Beck: 2002; pp. 7-9) 13. Paradojas de la modernidad: De acuerdo con el análisis cultural de Ulrich Beck tanto la globalización como la individualización constituyen procesos epocales que transforman los fundamentos de la convivencia social produciendo las condiciones históricas que hacen posible un tránsito de las instituciones hacia la segunda modernidad. Por un lado, la individualización en la segunda modernidad adquiere un carácter afirmativo en tanto produce un avance hacia la consolidación del espacio político al proporcionar una perspectiva no-universal de la colectividad. Y por otro lado, la globalización manifiesta la presencia del vacío y la ambivalencia que, tras el derrumbe del orden-conflicto este-oeste , implican una posibilidad de apertura hacia el enriquecimiento intelectual y político. En primer lugar porque la ambivalencia manifiesta la simultaneidad del asombro y el espanto, del goce y la repulsión que desafían al pensamiento y a la acción. Y en tercer lugar porque el vacío se manifiesta con claridad en un momento en el cual las instituciones de Occidente (la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la economía de mercado, la democracia de partidos y la soberanía nacional) han perdido sus fundamentos histórico. (U. Beck: 2002; pp. 30-32).