HAYEK: LOS FUNDAMENTOS DE LA LIBERTAD Prólogo
Trata el problema de la libertad y de las implicaciones de ésta en el orden económico. “La infección marxista”: el mayor mal que el marxismo ha producido en las economías del libre mercado es el contagio del “virus intervencionista”. A las naciones intervencionistas se plantea la dramática disyuntiva
entre opresión y libertad: o se opta por el sistema que desde la Revolución Industrial europea proporcionó al hombre el máximo de libertad y justicia, con la máxima riqueza y bienestar, o por el XXXXX, el XXXXXX, el XXXXXX y la férrea disciplina impuesta desde arriba. No hay terceras posiciones: el mercado funciona de acuerdo con los anhelos y apetencias exteriorizadas por los individuos que como consumidores lo integran, o se encauza por las líneas que marca la inflexible voluntad del que gobierna y de sus burócratas. Hayek dice “el poder del administrador profesional es hoy la principal amenaza a la libertad individual”. Predica fuertes diatribas a esta clase, generalmente bien pagada a través de ingresos fijos y periódicos. Esta nueva clase (la burocracia de la URSS) que no tiene capital, pero que disfruta de la mayor parte de los bienes de que puede poseer el ahorrador, rentista o capitalista, acusa una marcada propensión hacia el socialismo. po lítica deja de ser s er el arte de lo posible po sible para convertirse en el arte del Para Hayek, “ bajo la intervención, la política éxito a corto plazo”. Así, muchos sectores de intervención han estropeado y dañando el mercado a largo plazo. Otro de los males que se hacen evidentes en los países intervencionistas es el desgaste brutal al que queda sometida su administración. Con el intervencionismo pierde agilidad en su acción y sobreviene el arbitrismo, el aumento de poder discrecional sobre el funcionario, la decisión de éste en asuntos para los cuales no está preparado. Del imperio de la ley se XXXXX cada vez más lejos y se fortalece el totalitarismo. Toso movimiento revolucionario de minorías que se opone a la mecánica del mercado, encadena la economía e instaura la omnipotencia de los que mandan y se séquito de funcionarios. Los ciudadanos no son libres, carecen incluso del “derecho de arruinarse”, económicamente, que es uno de los derechos que más han contribuido a la creación de riqueza y a la elevación de vida de las masas occidentales. Hayek describe a la libertad como “el estado en cuya virtud el hombre no se halla sujeto a coacción por la arbitraria voluntad de otro o de otros”. La civilización occidental está basada en el principio de la libertad. Todos sus logros son el resultado de la acción de hombres libres. Únicamente dentro de una sociedad libre tiene significado la distinción entre lo que está bien y debe hacerse, y lo que está mal y debe evitarse; por eso Hayek hace hincapié en la libertad dentro del orden. La batalla de las ideas económicas tiene por objetivo único y exclusivo la prosperidad para todos. Pero es un hecho que la naturaleza crea a unos hombres inteligentes y a otros no, a unos activos y a otros no, a unos emprendedores y a otros cobardes; siendo ellos así, resulta indudable que no todos han de poder administrar con el igual acierto los siempre escasos factores de producción disponibles. Y quienes sean, entre los millones de personas que integran la sociedad, aquellos que, desde el punto de vista de los consumidores, mejor manejen el capital disponible, nos los dice el mercado, al premiar a unos con beneficios y al sancionar a otros con pérdidas. Tal vez la naturaleza sea “injusta” al hacer a los hombres dispares entre sí, pero precisamente para sacar el mayor partido posible de esta “injusta” naturaleza, monta el hombre la sociedad y
el mercado. Hayek dividió ¿estas clases? en tres partes: 1- Primer examen filosófico de la libertad y del poder creador de la civilización libre. Insiste en la idea de que si no hay un orden preconcebido, no puede existir la libertad. 2- La libertad dentro de la ley. Hayek, “decidido campeón del imperio de la ley”, dedica la segunda parte de su obra a estudiar el proceso histórico legislativo que q ue ha supuesto en diferentes naciones el desarrollo de salvaguardas de la libertad individual. Hayek XXXXX en la decadencia del imperio de la ley, el clima que ha hecho posible el socialismo y el estado providencia. La certeza, generalidad e igualdad, pilares fundamentales de la ley, se han trastocado para dar regulaciones concretas, discriminatorias y personales. Sin tal sistema de evasión del estado de derecho, ninguna de las tendencias político-económicas que él combate hubieran sido posibles.
3- Abarca temas concretos: decadencia del socialismo y aparición del Estado Benefactor, el problema sindical, la seguridad social, el fenómeno fiscal, la redistribución, el sistema monetario, etc. Introducción
Aún cuando continúo pensando que principalmente soy economista, he llegado a la conclusión de que las respuestas a muchos de los acuciantes problemas sociales de nuestro tiempo encuentran su base de sustentación en principios que caen fuera del campo de la técnica económica o de cualquier otra disciplina asilada. Aun partiendo de mi preocupación original por los problemas de la política económica, he derivado a la tarea ambiciosa de abordarlos mediante el restablecimiento, con toda amplitud, de los principios básicos de la filosofía de la libertad. La concepción del libro presupone que idénticas tendencias intelectuales, aunque bajo distintos nombres o disfraces, en todo el planeta han mantenido la fe en la libertad. “No aspiro a formular un detallado programa político, sino a dejar sentado el criterio que permitirá dilucidar si determinadas medidas son o no concordes con un régimen de la libertad”.
De sus tres partes, la primera intenta mostrar porqué queremos la libertad y lo que ésta trae consigo. Ello envuelve cierto examen de los factores que determinan el progreso de todas las civilizaciones. La discusión es aquí principalmente teórica y filosófica. La segunda parte desarrolla un examen de las instituciones que el hombre de occidente ha desarrollado para asegurar la libertad individual. Entramos aquí en el ámbito del derecho y abordamos sus problemas con sentido histórico. En la tercera parte se ensaya la aplicación práctica de los principios a algunas de las criticas situaciones económicas y sociales de hoy. Las materias que he seleccionado corresponden a la esfera en que una falsa elección entre las posibles soluciones daña más a la libertad. Su análisis ilustra sobre cuán a menudo la prosecución de idénticos ideales, aplicando métodos distintos, puede vigorizar o destruir la libertad. Precisar que la libertad no es meramente un valor singular, sino la fuente necesaria de la mayoría de los valores es mi objetivo. Lo que una sociedad libre ofrece al individuo es mucho más de lo que podría conseguir si tan solo él gozara de libertad. Por tanto, no cabe apreciar plenamente el valor de la libertad XXXXX XXXXXXXX difiere una sociedad de hombres libres de otra en que prevalezca la ausencia de libertad. Los términos libertad y libertades han sufrido lo ¿indecible?. Se ha abusado tanto de ellos y su significado ha sido tan tergiversado, que se hace necesario comenzar por explicar de qué libertad vamos a ocuparnos. PRIMERA PARTE Capítulo 1. Libertad y libertades
Estado de libertad: es la condición de lo hombres en cuya virtud la coacción que algunos ejercen sobre los demás queda reducida al mínimo. La libertad es un estado al que el hombre puede aproximarse, pero difícilmente puede aspirar a conseguirlo perfectamente. Por ello, la tarea de una política de libertad es reducir al mínimo la coacción o sus XXXXXX efectos. La libertad presupone que el individuo tenga cierta esfera de actividad privada asegurada; que en su ambiente exista cierto conjunto de circunstancias en la que los otros no pueden interferir. 1- Opone su concepto de libertad al de libertad política, que hace referencia a la participación de los hombres en la elección de su propio gobierno, en el proceso de la legislación hy en el control de la administración. El concepto de libertad se aplica a grupos de hombres tomados en conjunto a los que se otorga una especie de libertad colectiva. Sin embargo, nadie necesita participar de dicha libertad colectiva para ser libre como individuo. La relación que a menudo se busca entre tal consentimiento del orden político y la libertad individual, es una de las fuertes corrientes de confusión del significado de esta última. 2- Otro significado distinto de la libertad es el de “interior”, “metafísica” o “subjetiva”. Esta libertad se refiere a la medida en que una persona se guía en sus acciones por su propia y deliberada voluntad, por su razón y convicción, más que por impulsos y circunstancias momentáneas. Lo opuesto a “libertad interior” no es la coacción ajena, sino la influencia de emociones temporales, de debilidad moral o intelectual (“persona esclava de sus pasiones”). El que una persona sea o no capaz de escoger
inteligentemente entre diferentes alternativas constituye un problema distinto al de si otras gentes le impondrán su voluntad (aunque puede haber cierta conexión entre tales planteamientos). 3- La confusión más peligrosa de la libertad individual es con el concepto de “libertad” para describir la facultad física de “hacer lo que uno quiera”, libertad que para Hayek forma parte de los argumentos socialistas, lo que la vuelve más “peligrosa”; una vez que se admite la identificación de libertad con poder, no hay límites a los sofismas en cuya virtud el atractivo que ejerce la palabra libertad se utilizan como justificación de medidas que destrozan la libertad individual, como tampoco se les ve fin a los fraudes de quienes exhortan a las gentes en nombre de la libertad a abdicar de la misma. Con la ayuda de tal equívoco, la noción de poder colectivo en al esfera pública ha slido sustituida por la libertad individual; así, en los estados totalitarios la libertad ha sido suprimida en nombre de la libertad. La confusión de la “libertad como poder” con la libertad en su significado original conduce inevitablemente a la identificación de libertad con riqueza y hace posible explotar toda atracción que la palabra libertad arrastra, en apoyo de la petición de redistribución de la riqueza. La libertad debe ser deseable aunque no todas las personas obtengan ventajas de ella. Puede no parecer siempre preferible a otros bienes, pero es un concreto bien que necesita nombre preciso. Dice Hayek “a menudo se objeta que nuestro concepto de libertad es meramente negativo. Ello es verdad ya que define la ausencia de un obstáculo: la coacción que deriva de la voluntad de otros hombres. La libertad únicamente se convierte en positiva a través del uso que de ella hacemos”. Aunque los usos de la libertad son muchos, la libertad es una. Las libertades únicamente aparecen cuando la libertad falta y son los privilegios y exenciones especiales que grupos e individuos pueden adquirir mientras el resto permanece más o menos esclavizado. La diferencia entre la libertad y las libertades es la que existe entre una condición en virtud de la cual se permite todo lo que no está prohibido por las reglas generales, y otra en la que se prohíbe todo lo que no está explícitamente permitido. La definición de libertad depende del significado del término coacción. De allí la necesidad de definirlo. Por coacción se entiende la presión autoritaria que una persona ejerce en el medio ambiente o circunstancias de otra. La persona sobre al que se ejerce dicha presión, se ve forzada a actuar en desacuerdo con un plan coherente propio y a hacerlo al servicio de los fines de un tercero. La coacción es un mal porque elimina al individuo como un ser pensante que tiene un valor intrínseco y hace de él un mero instrumento en al consecución de los fines de otro. Sin embargo, no puede evitarse totalmente porque el único camino para impedirla es la amenaza de coacción monopolio de la coacción en manos del Estado. Esta es una coacción de acuerdo con reglas conocidas y generalmente es el resultado de circunstancias ante las cuales la persona objeto de coacción se ha colocado por sí misma. De esta manera se convierte en un instrumento que ¿asiste? a los individuos por igual en la persecución de sus propios fines. Capítulo 2. El poder creador de la civilización libre
La mayoría de las ventajas de la vida social, especialmente en las formas más avanzadas que denominamos “civilizadas”, descansan en los hechos de que el individuo se beneficia de más conocimientos de los que
posee. Como miembro de una sociedad civilizada el hombre puede perseguir sus fines individuales con mucho más éxito, porque la civilización nos facilita constantemente el aprovechamiento del conocimiento que individualmente no poseemos y porque cada individuos, al utilizar su particular conocimiento, ayuda a otros individuos desconocidos. Los argumentos favorables a la libertad individual descansan principalmente en el reconocimiento de ¿otra? Inevitable ignorancia de muchos de los factores que fundamentan el logro de nuestros fines y bienestar. Si pudiéramos conocer no sólo todo lo que afecta a la consecución de nuestros deseos presentes, sino también lo concerniente aa nuestras necesidades y deseos futuros, existirían pocos argumentos a favor de la libertad. La libertad es esencial para dar cabida a lo imprevisible e impronosticable: la necesitamos porque hemos aprendido a esperar de ella la oportunidad de llevar a cabo muchos de nuestros objetivos. Todas las instituciones de la libertad son adaptaciones al fundamental hecho de la ignorancia para enfrentarse con posibilidades y probabilidades, no con certezas. La certeza no se puede lograr en los negocios humanos.
Debido a que la libertad significa la renuncia al control directo de los esfuerzos individuales, la sociedad libre puede hacer uso de mucho más conocimiento del que la mente del más sabio de los legisladores puede abarcar. De este principio sustentador de las razones a favor de la libertad se deduce que si limitamos la libertad a casos especiales en que nos consta que será beneficiosa, tal libertad no logrará sus fines. La libertad concedida tan sólo cuando se sabe de antemano que sus efectos serán beneficiosos no es libertad. No es una razón en contra de la libertad individual el que frecuentemente se abuse de ella. La libertad necesariamente significa que se harán muchas cosas que no nos gustan. Nuestra fe en la libertad no descansa en los resultados previsibles en circunstancias especiales, sino en la creencia de que ¿dejará? libres para el bien más fuerzas que para el mal. No conceder más libertad ¿Qué la pueda ejercitarse? sería erróneo. La libertad que se usa por un solo hombre entre un millón puede ser más importante y beneficiosa para la sociedad que cualquier libertad que usemos todos. Los beneficios que yo deduzco de la libertad son de esta forma y principalmente el resultado de la utilización de la libertad por otros y la mayoría de aquellos usos de la libertad que yo no podría aprovechar por mí mismo; por ello no es necesariamente la libertad que yo pueda ejercer por mí mismo la más importante. Para mi lo que importa no es la libertad que yo personalmente desearía ejercitar, sino la libertad que puede necesitar una persona con vista a hacer cosas beneficiosas para la sociedad. Solamente podemos asegurar esta libertad a las personas desconocidas dándosele a todos. Los beneficios de la libertad no están limitados, por tanto, a los libres. Es mejor para todos que algunos sean libres en vez de que no lo sea ninguno, como también que muchos disfruten de total libertad en en vez de que todos tengan libertad restringida. Capítulo 4. Libertad, razón y tradición
Aunque la libertad o es un estado de naturaleza, sino un artefacto de la civilización, no surge de algo hecho intencionalmente. Las instituciones de la libertad no se establecieron porque los pueblos preveían los beneficios que traerían. Una vez reconocidas sus ventajas, los hombres comenzaron a perfeccionar y extender el reino de la libertad y a tratar de ¿inquirir? el funcionamiento de la sociedad libre. Este desarrollo de la teoría de la libertad tuvo lugar principalmente en el siglo XVIII en Inglaterra y Francia. Así Hayeck va a distinguir dos tradiciones distintas de la teoría de la libertad: la tradición británica, empírica y carente de sistema; la tradición francesa, especulativa y racionalista. Ambas tradiciones se toman en bloque como antepasados del moderno liberalismo y es difícil imaginar entre ellas mayor contraste que el existente en sus respectivas concepciones sobre la evolución y funcionamiento del orden social y el papel que en él cumple la libertad. La francesa encuentra la esencia de la libertad en la espontaneidad y la ausencia de coacciones; la británica, en la persecución y consecución de un propósito colectivo absoluto. Las conclusiones políticas de las dos escuelas derivan de diferentes concepciones de la forma de funcionar de la sociedad, y a este respecto, los filósofos ingleses colocaron los cimientos de una profunda y válida teoría, mientras que la escuela racionalista estaba puramente equivocada (para Hayek, sus ideas son el origen de la democracia totalitaria). La moderna concepción británica de la libertad, crece apoyándose en el muro de una ¿comprensión?, primero lograda por los hombres de leyes sobre el desarrollo de las instituciones. Mientras la tradición racionalista presume que el hombre originariamente estaba dotado de atributos morales e intelectuales que le facilitaban la transformación deliberada de la civilización, la evolucionista aclara que la civilización fue el resultado acumulativo logrado tras ensayos y errores; que es la suma de experiencia transitada de una generación a otra. Sabían que para reconciliar los conflictos de intereses se requieren los artificios de las instituciones y tradiciones. NO fue la “libertad natural” sino las instituciones desarrolladas para asegurar “vida, libertad y propiedad” las que hicieron beneficiosos los esfuerzos individuales para la
¿promoción? del interés público. El activo catalizador de los esfuerzos individuales hacia objetivos socialmente benéficos se basa en la evolución de “instituciones bien concebidas” donde se pueden reconciliar
las reglas y principios de los intereses contrapuestos y los beneficios transaccionales. Su argumentación no es de total laissez faire, sino que tiene en cuenta tanto las funciones propias del Estado como los límites de la acción estatal. La razón no es todopoderosa, y la creencia de que cabe llegar a dominarla y controlar su desarrollo puede incluso destruirla. Intentamos la defensa de la razón contra su abuso por aquellos que no entienden las condiciones de su funcionamiento efectivo y su crecimiento continuo (adopta una postura antiracionalista).
El uso inteligente de la razón no significa el uso de la razón deliberada en el mayor número de casos posible. Capítulo 6. Igualdad
La igualdad de los preceptos legales generales y de las normas de conducta social es la única clase de igualdad que conduce a la libertad y que cabe implantar sin destruir la propia libertad. La libertad no tiene nada que ver con la igualdad, y produce desigualdades en muchos aspectos. Se trata de un resultado necesario que forma parte de la justificación de la libertad individual. La dialéctica en pro de la libertad (que proclama que los individuos son muy diferentes), reitera que las diferencias existentes entre los hombres no pueden servir de justificación cuando el gobernante intenta discriminar coactivamente entre los gobernados y obstaculiza la implantación de aquel trato diferencial a que habría de acudir la autoridad en pro de garantizar posiciones iguales en la vida de los hombres que de hecho son distintos entre sí. Nada produce más daño a la pretensión de igualdad de tratamiento que basarla en la existencia de una efectiva igualdad entre los hombres. La igualdad de hecho entre los hombres no existe; si los tratamos igualmente el resultado serpa la desigualdad en sus posiciones efectivas, pues la única manera de situarlos en una posición igual es tratarlos de distinta forma. La pretensión de igualdad es el credo profesado por la mayoría de aquellos que desean imponer sobre la sociedad un preconcebido patrón de distribución. Aquí nace la objeción de Hayek a la igualdad. El autor introduce dos asertos: - Existe cierta similitud entre los hombres; - La adquisición por un miembro de una comunidad de una habilidad determinada, puede beneficiar a la comunidad en su conjunto, aunque diferencie a este miembro particular del resto que no tiene esa misma habilidad. Igualdad de oportunidades: la concepción de que a cada individuo se le debe permitir probar sus facultades ha sido reemplazada por otea en cuya virtud hay que asegurar a todos el mismo punto de partida e idénticas perspectivas. La adaptación de oportunidades a fines y capacidades individuales es opuesta a la libertad. Estas pretensiones se apoyan en el descontento que el éxito de algunos hombres produce en los menos afortunados (envidia). La moderna tendencia a complacer tal pasión disfrazándola bajo el respetable ropaje de la justicia social (Estado de Bienestar) evoluciona hacia una seria amenaza de la libertad. Debe reconocerse que mucho de lo que a la vista parece aspiración a una mayor igualdad deriva de la pretensión de una más justa distribución de los bienes. La mayoría de los hombres no combate la mera existencia de desigualdad, sino que censura la circunstancia de que las recompensas no correspondan con los méritos de aquellos que las reciben. Esto no sucede en una sociedad libre, pues en ella se logra la justicia distributiva. SEGUNDA PARTE Capítulo 5. Libertad y responsabilidad
Libertad y responsabilidad son inseparables. La fe en la responsabilidad individual, ¿poderosa?, siempre que la gente cree en la libertad individual, ha decaído conjuntamente con la estima de la libertad. La negación de la responsabilidad se debe al temor que se le tiene. La creencia de que “libre” excluye la idea de que la acción está necesariamente determinada por algunos factores, resulta enteramente infundada a la luz de la investigación. Una sociedad libre exige más que ninguna otra que los hombres se guíen en sus acciones por un sentido de responsabilidad que se extiende más allá de los deberes marcados por la ley, estableciéndose como concepto moral, donde es la opinión general la que aprueba que los individuos sean responsables tanto de los éxitos como de los fracasos de sus empeños. La complementariedad entre responsabilidad y libertad significa que las razones en favor de la libertad se aplican sólo a aquellos a quienes cabe imputar responsabilidad (no a los niños, locos e idiotas). Ser miembro libre y responsable de la comunidad supone un status particular que acarrea cargas y privilegios. Si la libertad ha de lograr sus fine, la concesión de dicho status no puede subordinarse a la discreción de alguna/s persona/s. Capítulo 6. Libertad y justicia distributiva
La justicia, al igual que la libertad y la coacción, es un concepto que debe limitarse al deliberado tratamiento de los hombres por los hombres. Si sostenemos que los esfuerzos de los individuos están guiados por sus
propios puntos de vista acerca de las oportunidades y probabilidades que les interesan, al ser los resultados de tales esfuerzos necesariamente impredecibles, carece de significado el problema de si la consecuente distribución de rentas es justa o no. La justicia requiere que aquellas condiciones de la vida de los hombres que vienen determinadas por el gobernante les sean proporcionadas a todos por igual. La igualdad de tales condiciones debe conducir a la desigualdad de resultados. Ni la igual previsión de determinados servicios públicos ni el tratamiento igual de los distintos semejantes en nuestra relación voluntaria con ellos asegurarán una recompensa que sea proporcional al mérito: la sociedad organizada en base al principio de justicia distributiva origina una sociedad opuesta a la sociedad libre; una sociedad en la cual la autoridad decidirá lo que el individuo ha de hacer y cómo ha de hacerlo. Hayek no niega la adopción de medidas de previsión a favor de los débiles, los aquejados por graves dolencias o las víctimas de desastres imprevisibles. Puede ser verdad que el método más efectivo de previsión sea conceder protección a todos los individuos. Cuestión enteramente distinta es sugerir que los pobres, tan sólo porque viven en la comunidad individuos ricos, tengan derecho a participar en su riqueza. La circunstancia de que todos los ciudadanos tengan interés en la prestación común de algunos servicios no justifica que se ¿asistan? el derecho a participar en todos los beneficios. Capítulo 7. El gobierno mayoritario
La democracia es algo distinto del liberalismo. El liberalismo acepta la regla de la mayoría como un método de decisión, pero no como una autoridad máxima y suprema. Para el demócrata, el hecho de que la mayoría quiera algo es más que suficiente para considerarlo bueno, pues la voluntad de la mayoría determina no sólo lo que es ley, sino lo que es buena ley. La utilización de la palabra “libertad” en sentido de la libertad política, lleva a asociar liberalismo con
democracia. Pero esto no es así. Para Hayek, el liberalismo constituye una de las doctrinas referentes al análisis de cuáles son los objetivos y esfera de acción de los gobernantes, fines y ámbitos entre los que elegirá la democracia; ésta es un método, no indica nada acerca de los objetivos de quienes encarnan el poder público. No entraña un valor último o absoluto y ha de ser juzgada por sus logros. Probablemente es el mejor méodo para conseguir ciertos fines, pero no constituye un fin en sí mismo. Soberanía popular: significa que el gobierno de la mayoría es ilimitado e ilimitable. El ideal democrático, originariamente pensado para impedir cualquier abuso del poder, se convierte así en la justificación de un poder arbitrario. Los principios que cualquier gobierno estatuye y con los que la mayoría concuerda no implican necesariamente que ésta tenga moralmente derecho de hacer lo que más le agrade. La democracia no es un gobierno ilimitado. Se halla obligada igual que cualquier otro gobierno a instaurar medidas protectoras de la libertad individual. De otro modo, más que una democracia sería una demagogia. Las decisiones mayoritarias deben responder a normas comúnmente aceptadas. El liberal cree que los límites que la democracia debe imponerse son también los límites dentro de los cuales puede funcionar de manera efectiva, y el marco donde la mayoría puede dirigir y controlar verdaderamente las acciones del gobierno. En tanto que la democracia obligue al individuo tan sólo mediante reglas generales elaboradas por ella, igual conserva el poder de coacción en sus propias manos. Al intentar dirigir al individuo más específicamente, se encuentra con que está indicando meramente los fines a lograr a la par que deja a sus expertos sirvientes el decidir la mejor manera de alcanzar tales objetivos (supone un avance de la democracia que atenta contra la libertad de los individuos). Si la democracia es un medio de preservar la libertad, la libertad individual es una condición esencial para su funcionamiento. Es decir, la democracia es un medio para lograr la libertad; si empieza a atentar contra la libertad individual, en el sentido de que le impone fines a lograr (lo que intenta hacer la burocracia), pierde su propia sustancia. Democracia
El principio de la voluntad de la mayoría determina no sólo la ley sino la buena ley. - Es un método; no indica nada acerca de -
Liberalismo -
-
Acepta a la regla de la mayoría como un método de decisión y no como una máxima. Doctrina referida a los fines y objetivos
los objetivos y prácticas de los gobernantes. No es un fin en sí mismo.
de los gobernantes.
Capítulo 9. La coacción y el Estado
El Poder es la capacidad de obtener lo que uno quiera. No es malo, lo malo es el poder de usar la coacción, es decir, el forzar a otros hombres a servir la voluntad propia mediante la amenaza de hacerles daño. Es verdad que en gran parte de los casos, poder y coacción vienen unidos. Sin embargo, la coacción no es una consecuencia del poder tan común como generalmente se supone. Mediante el principio de igualdad ante la ley, se ha podido frenar y someter a límites jurídicos el poder coactivo del Estado. Un monopolio completo de empleos tal como el existente en un país plenamente socialista, en el que el Estado es el único empresario y propietario de todos los instrumentos de coacción, significa un poder de coacción ilimitado. Puesto que la coacción consiste en el control, por parte de otro, de los principios esenciales que fundamentan la acción, tan sólo se puede evitar permitiendo que los individuos se reserven cierta esfera privada que los resguarde. Únicamente la autoridad que posee el poder necesario puede asegurarla, por tanto, sólo la amenaza de coacción evita la coacción de un individuo sobre otro. Los hombres son los que deben decidir lo que se ha de incluir en su esfera privada. Lo que se debe incluir en ella es: - Reconocimiento de la propiedad privada. Esta es una condición esencial para impedir la coacción; es el primer paso en la delimitación de la esfera privada. - Red de derechos creadas por los convenios. Es decir, derecho a establecer contratos. - Disfrute de la prestación de servicios del sector público. Capítulo 10. Concepto de ley
Ley: normas abstractas, diferentes de los mandatos u órdenes específicas y determinadas. Son generales: no presuponen necesariamente una persona que las haya formulado (a diferencia de los mandatos). La distinción más importante entre ley y mandato radica en la forma en que se distribuyen los objetivos y el conocimiento que guían una acción determinada entre la autoridad y el sujeto actuante. Puesto que la ley solamente determina parte de las condiciones que las acciones de los individuos han de satisfacer con aplicación a quienquiera que fuera siempre que se den ciertas circunstancias y con independencia de la mayoría de los hechos se cada situación concreta, el legislador no puede prever cuál será su efecto con respecto a determinados individuos o para que propósitos la utilizarán. La ley es instrumental en la medida en que al obedecerla el individuo persigue sus propios fines y no los del legislador. Concepto de libertad bajo el imperio de la ley: principal preocupación de esta obra, descansa en el argumento de que cuando obedecemos leyes en el sentido de normas generales abstractas establecidas con independencia de su aplicación a nosotros, no estamos sujetos a la voluntad de otro hombre y, entonces, somos libres. Una ley que contenga mandatos específicos, una orden denominada “ley” sólo porque emana de la autoridad legislativa, es el principal instrumento de opresión. Orden espontáneo: (orden del mercado): los enemigos de la libertad basan sus razonamientos en la idea de que el orden de los negocios humanos requiere que unos manden y otros obedezcan. Mucha de la oposición al sistema de libertad bajo leyes generales surge de la incapacidad para conseguir una coordinación efectiva de las actividades humanas sin una deliberada organización resultado de una inteligencia que manda. Uno de los logros de la economía teórica ha sido explicar de qué manera se consigue en el mercado el mutuo ajuste de las actividades espontáneas de los individuos con tal de que se ¿conozca? La delimitación de la esfera de control de cada uno. El entendimiento de este mecanismo es lo esencial a la hora de confeccionar leyes de carácter general. El orden con referencia a la sociedad significa que cada acción individual está guiada por previsiones afortunadas y que los individuos no solamente utilizan su conocimiento, sino que también pueden prever la colaboración que pueden esperar de otros. Tal orden no puede establecerse mediante una dirección central. Se pueden crear las condiciones para la formación de un orden en al sociedad. Así la tarea del legislador no consiste en establecer un orden determinado, sino en crear meramente las condiciones en virtud de las cuales
tal orden pueda establecerse e incluso renovarse. Todo lo que se requiere es conocer la regularidad limitada de la conducta de los individuos. La necesidad de protección contra interferencias imprevisibles constituye la condición esencial de la libertad individual y su aseguramiento es la principal función de la ley. Capítulo 14. Garantías de la libertad individual
Condiciones esenciales de la libertad bajo el imperio de la ley. El imperio de la ley significa una limitación sobre toda la legislación, por ello, dicho imperio no constituye ley en igual sentido que los son las leyes promulgadas por el legislador. Bajo el imperio de la ley el poder público puede invadir la esfera privada que protege a determinadas personas si ésta ha quebrantado una regla noción de castigo. Atributos de las leyes de libertad: 1. Leyes como normas generales y abstractas, medidas a largo plazo, referentes a casos todavía desconocidos y carentes de referencias a personas, lugares u objetos. 2. Las leyes deben ser conocidas y ciertas importancia de la certeza de la ley. 3. Igualdad en la aplicación de la ley (descarta la necesidad de que deba ser justa). Límites legales a las facultades discrecionales de los órganos administrativos peligro para la libertad. El problema es hasta qué grado la autoridad del gobernante debe ser delegada en un funcionario determinado o en un determinado sector de la administración problema de lo “discrecional” (lo que queda a discreción). La cuestión de las facultades discrecionales, por afectar directamente al imperio de la ley, no atañe a la limitación de poderes de determinadas agencias administrativas, sino a la del gobierno en su conjunto. Para Hayek, la facultad discrecional puede y debe quedar controlada mediante la posibilidad de revisión, por un tribunal independiente de las resoluciones adoptadas. La decisión debe ser deducible de las normas jurídicas y de aquellas circunstancias a las que se refiere la ley y que pueden conocer las partes afectadas. Siempre que la acción administrativa interfiera la esfera de acción privada del individuo, el juez se halla facultado para decidir si la sustancia de la decisión administrativa está de acuerdo con lo que la ley exigía. Sólo así se puede evitar la discreción administrativa. Se reconoce en Hayek el temor a una seria amenaza a la libertad humana, proveniente no sólo del comunismo internacional, sino también del Estado de Bienestar: “pudiera no estar lejos el día en que la autoridad,
mediante la adición de drogas apropiadas al agua del abastecimiento público o mediante otro sistema similar, será capaz de exaltar, deprimir, estimular o paralizar las mentes de toda la población, al servicio de sus propósitos”. Capítulo 15. Acción estatal en economía
El alcance y variedad de la acción estatal, reconciliable en principio con el sistema de libertad, es considerable. La fórmula de laissez faire o de no intervención no suministra criterio adecuado para distinguir entre lo que es admisible en un sistema libre y lo que no. El continuo acrecentamiento de la riqueza y el progreso del conocimiento técnico que hace posible el sistema de libertad, sugiere de modo constante de ¿unas? Maneras de rendir servicios a los ciudadanos por parte del Estado. Pero durante las últimas generaciones han surgido algunos nuevos objetivos políticos que no pueden lograrse dentro de los límites del imperio de la ley. Si el jerarca trata igualmente a individuos diferentes, los resultados serán desiguales; si permite que los ciudadanos utilicen con arreglo a su albedrio sus capacidades y medios, las consecuencias son impredecibles. El Estado de derecho hace imposible alcanzar la justicia distributiva, en tanto que opuesta a la conmutativa. La justicia distributiva exige que la totalidad de los recursos queden sometidos a las decisiones de una autoridad central quienes ansían ver implantada la justicia distributiva han de enfrentarse con las trabas del imperio de la ley; tal circunstancia los induce a dar un mayor impulso a toda acción discriminatoria y a otorgar facultades discrecionales a los funcionarios. Sus esfuerzos implican la desaparición de la mecánica del mercado y su sustitución por un sistema de economía dirigida. Dentro de los límites del mercado la justicia distributiva no puede concretarse jamás. El Estado Benefactor aparece como una forma de estado que, por sus objetivos, tiende a minar el imperio de la ley.
Tema de exam en
Hayek es un liberal duro, uno de los principales detractores del Estado de Bienestar y de la teoría de la economía keynesiana desde sus comienzos. Sus escritos son fundamentalmente económicos, pero están insertos en una teoría política inmiscuida en los debates de la época (democracia y liberalismo Schumpeter-). Ya durante los años 30 la mayoría de los países occidentales adoptaron un perfil intervencionista, de regulación de la economía, que se reforzó luego de la 2 GM, donde más que un estado intervencionista ya hay un estado empresario, creador de demanda y proveedor de la mayoría de las prestaciones y los servicios sociales. El Estado de Bienestar que se consolida por esos años ya es visto por Hayek como una amenaza, advirtiendo que conduciría hacia un camino de servidumbre. Pero los hechos desmintieron estos peligros ya que es bajo esta forma de estado donde se da un crecimiento económico espectacular, conocido como los 30 dorados. En Los fundamentos de la libertad (1959) Hayek esboza los principios generales de una teoría política, que él llama la “filosofía de la libertad”, polemizando con los rasgos más característicos de esa forma de estado ya
consolidada. Comienza con una definición de la libertad, como la condición de los hombres en cuya virtud la coacción que algunos ejercen sobre los demás queda reducida al mínimo. La coacción tiene una connotación negativa en tanto que, cuando una persona sufre coacción, se ve obligada a actuar al servicio de los fines de un tercero y no de los propios. Un sistema de libertad es, entonces, aquél que reduce al mínimo la coacción arbitraria de unos sobre otros. A diferencia del concepto de libertad puramente “negativa” del liberalismo clásico, la libertad en Hayek necesariamente debe darse bajo el “imperio de la ley”. Hayek es un teórico del “imperio de la ley” . La
principal preocupación de esta obra está en el argumento de que cuando se obedecen leyes no se está sujeto a la voluntad de otro hombre y, entonces, se es libre. Para comprender este razonamiento hay que tener en cuenta lo que Hayek entiende por ley, estos es, reglas generales, abstractas, que nunca están dirigidas a los individuos y que no pueden prever sus acciones futuras. De aquí se deriva la noción de Estado como “mal necesario”. Para que se respeten esas leyes que aseguran la libertad hace falta un poder que ejerza la amenaza de coacción, que evita la coacción de un individuo sobre otro. La amenaza se limita al cumplimiento de esas reglas; la protección del Estado es mínima; de otra manera se estaría atentando contra la esfera privada de los hombres. El Estado no debe intervenir para la creación del orden que resguarda la libertad, sino que ese orden es espontáneo. Para Hayek, uno de los logros de la economía teórica fue explicar cómo el mercado logra el ajuste mutuo de las actividades espontáneas de los individuos, respetando la delimitación de la esfera de cada uno. El Estado puede crear las condiciones necesarias a tal orden, no se trata de un laissez faire puro. El rasgo más puramente liberal en Hayek está en la ausencia de todo intento de articulación entre la libertad y la igualdad, oposición muy problemática en el pensamiento liberal desde sus orígenes (Tocqueville). Para Hayek, la igualdad entre los hombres es imposible, inevitablemente la naturaleza los ha hecho diferentes, con capacidades y conocimientos distintos, y esas diferencias, más que borradas o compensadas, deben ser aprovechadas al máximo, pues de ella pueden obtenerse los mayores beneficios. Cualquier intento de establecer un principio de justicia distributiva, mina las bases mismas de la libertad; sólo puede darse una justicia conmutativa (aquí estaría la principal diferencia con Rawls y Walzer, quienes intentaban conciliar los principios, aunque no dejan de ser liberales. Walzer justifica la desigualdad sin dominación con la noción de igualdad compleja. Rawls concibe a los hombres como libres e iguales en razón de sus capacidades, pero no descarta las desigualdades económicas y sociales – segundo principio de justicia-, sino que trata de encauzarlas por un camino que no conduzca a su profundización principio de la diferencia deben tender al beneficio de los menos aventajados, deben ser asequibles para todos).
Crítica de Poulantzas al Estado de Bienestar: cuando Poulantzas analiza el rol del Estado como organizador de la dominación política de una clase, advierte sobre el peligro que significa el Estado de Bienestar. Cuando el Estado, en función de mantener la hegemonía de la clase dominante, otorga beneficios económicos a la clase dominada, que a veces incluso pueden ser contraproducentes para los intereses económicos de corto plazo de la clase dominante, pero que son compatibles con sus
intereses políticos, tiende a la desorganización política de las clases dominadas. El Estado de Bienestar enmascara la “política social” del Estado capitalista en el estadio del capitalismo
monopolista del Estado. Crítica de Luhmann al Estado de Bienestar: desde la Teoría Sistémica, Luhmann analiza la crisis del Estado de Bienestar con la frase “desbordamiento del Estado por la política”. Concibe a la sociedad
como un sistema compuesto por otros subsistemas diferenciados funcionalmente, sin una organización jerárquica entre ellos. Rompe con la concepción clásica del Estado y la política como vértice o centro de la sociedad, del cual parten las funciones diferenciadas que existen en una sociedad. Lo diferentes subsistemas se relacionan entre sí a través de puentes comunicativos, pero al interior de ellos se caracterizan por su “autorreferncialidad”, esto es, la capacidad de reproducir en su interior sus propias lógicas comunicativas, necesario también para establecer relaciones con su entorno. Con esta base, Luhmann analiza la crisis del estado de Bienestar como producto de la imposibilidad del sistema político de establecer sus propios límites, lo que significa una inclusión constante de nuevos temas a los que no puede responder con la función que le es propia. La crisis es entonces, fundamentalmente teórica, de incapacidad del sistema de pensarse a sí mismo. Crítica de Habermas al Estado de Bienestar: