¿Hacia dónde va la Ciencia Política?
La crítica de la crítica JORGE ALONSO, CÉSAR CANSINO, AGAPITO MAESTRE, JEAN MEYER, ESTEBAN MOLINA, SAMUEL SCHMIDT, OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO, LUIS RUBIO Y GABRIEL ZAID Presentamos a continuación un importante debate generado en torno a un texto muy polémico que publicó recientemente el politólogo Giovanni Sartori sobre el estado actual de la ciencia política. En este ensayo, el estudioso italiano sostiene que la ciencia política dominante en el mundo, la versión empiricista y altamente formalizada, camina con pies de barro y le ha dado la espalda al pensamiento y la reflexión política. En primer lugar, reproducimos un artículo de César Cansino en el cual crítica a los críticos de Sartori y se pronuncia por una ponderación más objetiva de las tesis sartorianas que la que tuvo inicialmente en México. Paso seguido, presentamos una selección de comentarios y reacciones breves al artículo de Cansino, a cargo de reconocidos autores tanto mexicanos como extranjeros. Cabe señalar que con la publicación de este interesante debate, anunciamos la inminente aparición de un número especial de Metapolítica dedicado íntegramente a discutir esta problemática.
Adiós a la Ciencia Política CÉSAR CANSINO
Para Porfirio Muñoz Ledo Recientemente tuvieron lugar en nuestro país varias reuniones internacionales de politólogos, destacando el Congreso Latinoamericano de Ciencia Política. La ocasión no podía ser más propicia para que este gremio exaltara por enésima ocasión las virtudes de la disciplina que practica y que ha encontrado en nuestro país y en muchos otros de América Latina un caldo de cultivo inusitado, si consideramos el incremento incesante de instituciones académicas que hoy ofrecen licenciaturas y posgrados en ciencia política, así como de publicaciones y libros especializados. Paradójicamente, esto ocurre justo cuando Giovanni Sartori, quizá el politólogo que más ha contribuido con sus obras a perfilar las características dominantes de esta disciplina en el mundo —es decir, una ciencia empírica, comparativa, altamente especializada y formalizada—, ha señalado en el último número de la principal revista de divulgación de esta ciencia (PS, Political Science, de la American Political Science Assotiation), que la ciencia política perdió el rumbo, camina hoy con pies de barro, y al abrazar con rigor los métodos cuantitativos y lógico-deductivos para demostrar hipótesis cada vez más irrelevantes para entender lo político, terminó alejándose del pensamiento y
la reflexión, hasta hacer de esta ciencia un elefante blanco gigantesco, repleto de datos, pero sin ideas, ni sustancia, atrapada en saberes inútiles para aproximarse a la complejidad del mundo. Nadie con más autoridad moral que Sartori, podía hacer este balance autocrítico y de apreciable honestidad intelectual sobre la disciplina que él mismo contribuyó a fundar y desarrollar. No obstante, las afirmaciones del “viejo sabio”, como él mismo se calificó en el artículo referido, quizá para legitimar sus planteamientos, generaron un auténtico revuelo en México entre muchos politólogos que se atrevieron a poner en duda con gran desfachatez y desparpajo las afirmaciones del Maestro. En particular, este debate se ventiló en ocasión de la traducción de este admirable artículo en una revista publicada por el CIDE (Política y Gobierno) y que se abroga el mérito de ser la publicación más científica, rigurosa, cuantitativista y especializada en ciencia política del país, partidaria de las corrientes que hoy hegemonizan la disciplina, como la racional choice, la teoría de juegos, la econometría, etcétera, en sintonía con los journals más serios y reconocidos de Estados Unidos. El hecho es que al traducir y publicar el artículo de Sartori, esta revista, principal promotora en México de la ciencia política que el politólogo italiano crítica, queda muy mal parada. De ahí que su reacción inmediata fue descalificar las tesis de Sartori antes que concederle algún mérito para el bien de la propia ciencia política. Así, por ejemplo, en una réplica a cargo del politólogo Joseph M. Colomer publicada en la propia revista, éste se atreve a decir que la ciencia política, al ser cada vez más rigurosa y científica, nunca había estado mejor que ahora, y de un plumazo, en el colmo de la insensatez, descalifica a los “clásicos” como Maquiavelo o Montesquieu por ser altamente especulativos, oscuros y ambiguos, es decir, precientíficos. Pero lo más grave ocurrió en ocasión de la presentación de esta revista en un conocido centro cultural de la colonia Roma. Ahí, las descalificaciones a Sartori rayaron en excesos inconcebibles, al grado de que el flamante Director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Fernando Pérez Correa, un personaje oscuro del viejo régimen priista, prefirió decir que “el Sartori que escribió ese artículo no es el Sartori que conocemos”, antes que reconocer alguna validez a las propuestas del teórico italiano. Las críticas a Sartori a cargo de otro politólogo del ITAM, Federico Estévez, por su parte, fueron tan insensatas y huecas que no vale la pena ni siquiera mencionarlas. Tal parece, a juzgar por este debate, que los politólogos defensores del dato duro y los métodos cuantitativos, introductores y divulgadores en México de los modelos y esquemas supuestamente más científicos de la disciplina, denostadores a ultranza de todo aquello que no soporte la prueba de la empiria y que no pueda ser formalizado o matematizado, prefieren seguir alimentando una ilusión sobre los méritos de la ciencia política antes que iniciar una reflexión seria y autocrítica de la misma, prefieren mantener su estatus en el mundo académico antes que reconocer las debilidades de los saberes producidos con esos criterios, prefieren descalificar visceralmente a Sartori (in ausentis) antes que confrontarse con él en un debate de altura. El hecho es que, a pesar de lo que
estos científicos puros quisieran, la ciencia política actual está en crisis. El diagnóstico de Sartori es en ese sentido impecable. La ciencia política hoy, la que estos politólogos practican y defienden como la única disciplina capaz de producir saberes rigurosos y acumulativos sobre lo político, la que se enseña cual faro alumbrador en universidades como el CIDE, el ITAM o FLACSO, no tiene rumbo y camina con pies de barro. Esa ciencia política le ha dado la espalda a la vida, es decir a la experiencia política. De ella sólo pueden salir datos inútiles e irrelevantes. El pensamiento político, la sabiduría política, hay que buscarla en otra parte. ¡Adiós a la ciencia política!
Comentarios a “Adiós a la Ciencia Política” JORGE ALONSO Muy estimado César: Me parece bien el debate. Tal vez exageraste al concluirlo con la fase lapidaria del final. Felicidades por mover el medio. Saludos, Jorge Alonso.
AGAPITO MAESTRE
Querido César: Te leí ayer con sumo placer. Los martes tengo la obligación de entrar en El Universal y en Siempre! para leerte. Son mis respetos hacia mi amigo. Aunque Sartori tiene razón sobre el fracaso de la politología, tú y tu revista, o mejor, nuestra revista lo ha visto mucho antes que el despistado aristócrata italiano. Te acuerdas del número del “retorno” a los clásicos, o del número sobre Nietzsche, o del número sobre cultura de lengua española... Recuerda esos y otros muchos números de nuestra revista y llegarás a una fácil conclusión: “Nos adelantamos”. Dicho de otro modo, pensamos de verdad la política, porque pensamos contra la corriente. Recibe un abrazo fraternal de tu amigo, Agapito Maestre.
JEAN MEYER
¡PERFECTO! Un abrazo, Jean Meyer
ESTEBAN MOLINA
Estimado César: No puedo estar más de acuerdo con la diagnosis de Sartori y con la valoración y contextualización que de ella haces. Asimismo sabes, por mi propia trayectoria intelectual, que fue la crítica del positivismo de la ciencia política lo que me condujo a la inapreciable vía abierta por Claude Lefort, vía que se emprende como respuesta al deslizamiento positivista de las ciencias sociales y bajo el signo de la filosofía política; obra, por cierto, la suya, difícil de comprender sin la impronta de los “clásicos”. Maquiavelo, La Boetie, Tocqueville..., todos ellos pensadores de los que abomina la ciencia política o que reduce al grado cero del saber político, y obra cuyos impresionantes resultados teóricos son recogidos y ampliados —por citar sólo algunos brillantes desarrollos franceses— por Abensour, Rosanvallon, e incluso por el “derechizado” Gauchet, y por todos aquellos que aquí y allá (también en México, también en Metapolítica) tratamos de defender humildemente, al margen de las instituciones “científicas”, desde la sociedad civil, su potencial teórico y crítico. ¡Creo que no estamos solos! Un fuerte abrazo. Esteban Molina.
SAMUEL SCHMIDT Querido Cesar: Sólo a ti se te ocurre polemizar con los estúpidos. En la vida se me hubiera ocurrido leer o escuchar a Fernando Pérez Correa, quien no ha producido nada en su vida, no solamente es un oscuro priista sino militante en el Opus Dei. La ciencia política mexicana está de moda —igual que en muchas partes del mundo — y se notan los swings. Así como buscan un chamise lacoste y lo cambian por un tomy hilfiger (no les alcanza para un Giorgio Armani), luego buscarán un Huntington para
cambiarlo por un Sartori (por cierto qué vergüenza que esos despistados empresarios hayan invitado a Huntington a que les —nos— miente la madre en su cara) y a saber cuál es el “teórico” que andan adoptando hoy en día. Es de dar pena como generaciones completas se ocupan de métodos que aplican acríticamente, o de teorías que se convierten en evangelios. Pero no pierdas la esperanza, siempre queda gente que como tu se toma las cosas en serio y que va mas allá de la moda. Ese es el trabajo que trasciende. Un abrazo, Samuel Schmidt.
OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO
Mi estimado César: En octubre de 2001 publiqué en la revista Ciencia (de la Academia Mexicana de Ciencias) un artículo titulado “La ciencia política en (y sobre) México en el siglo XX”, en el que critico el enfoque positivista y “especializado” de la ciencia política y reivindico a los generalistas, comenzando con Justo Sierra, quien, en 1900, escribiera un párrafo que demuestra la enorme percepción de quienes hacían análisis político sin ser, como se pretende ahora, un súper especialista ni mucho menos cuantitativista. Quizá el tono de tu artículo y algunas referencias personales hayan molestado a algunos de tus lectores, pero lo dicho por Sartori, quien nunca ha sido precisamente santo de mi devoción, para mi es tema de reflexión desde mucho antes. A continuación, después de enviarte un cordial saludo, el párrafo de Justo Sierra:
El gran fenómeno internacional del siglo XX no va a ser una federación entre las naciones, eso será en el siglo XXV, sino un sindicato entre las naciones fuertes para explotar a las que no lo son. Este “trust” lo van a iniciar los Estados Unidos; va a ser el imperio sindicado universal.
LUIS RUBIO
Estimado César:
A mí me encantó tu artículo. Cuando vi el artículo de Sartori tuve exactamente la misma reacción que tú: finalmente hay un llamado al equilibrio y por alguien que nadie puede disputar. En eso erré. Parece que las vacas son sacras mientras digan lo que la grey quiere escuchar... Saludos, Luis Rubio. GABRIEL ZAID
Estimado César: Leí su artículo en El Universal y me gustó. No conocía la posición de Sartori, que es la verdaderamente científica: no idolatrar ningún método, reconocer que cada método puede aportar algo, pero que el rendimiento es muy variable, según a lo que se aplique, y en muchos casos insignificante. Me alegra que usted comparta esa posición, y más aún que la haga pública, criticando abiertamente a la revista Política y Gobierno, que traduce el artículo de Sartori y lo descalifica. ¿No sería bueno pedirle a Sartori para Metapolítica lo que haya escrito después, en defensa de su posición, o incluso el mismo artículo? Gabriel Zaid.
Más comentarios a “Adiós a la Ciencia Política” Estimado Dr. Cansino: Muchas gracias por su artículo. Aunque no he leído el de Sartori me parece que los politólogos de aquí no se dan cuenta que hay otros enfoques fuera del “científico”. En Relaciones Internacionales pasa algo similar: ¿de qué sirvieron los conductistas, las teorías de los juegos, de toma de decisiones, etcétera, cuando se trató de prever el fin de la guerra fría, por ejemplo?, ¿de qué sirven cuando se trata de mejorar el ambiente internacional, de crear una sociedad internacional más justa y pacífica? La ceguera ante la crítica de Sartori es peligrosa, porque la irrelevancia de la ciencia política nos está arrastrando a un cisma entre el gabinete del politólogo y la realidad de nuestra sociedad, entre los artículos especializados y la práctica política más burda e irreflexiva.Cordialmente, Susana Liberti G. (Profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM).
Muy estimado César: Leí tu artículo de El Universal, el cual comparto plenamente. Esa pelea la estamos dando en todas partes. En Venezuela abundan unas hierbas que amparándose en la ciencia política anglosajona y norteamericana (rational y public choice y ni hablar de los cuantitativitas SPSS) denigran de los clásicos y a los grandes pensadores que con obra propia han colocado la empresa politológica en alto. El viejo Bobbio y Sartori es natural que no “califiquen” en el baremo de estos atormentados politólogos, favor que nos hacen. Cordialmente, José Antonio Rivas Leone (Universidad de Mérida, Venezuela). Estimado Dr. Cansino: Le hago llegar unas respetuosas líneas de felicitación por su artículo “Adiós a la Ciencia Política”, con cuyo contenido coincido puntualmente. La ciencia política debe ser eso en primer término: política. Y no hay política en la econometría aplicada al “Performance” institucional, cundo no se tiene claro ni siquiera cuáles son los objetivos y los condicionantes políticos de su andamiaje. Me recordó una frase que leí hace algunos años: “Los entomólogos no tienen por qué decirle a las hormigas cómo deben actuar. Por el contrario, toda la entomología depende de cómo se les ocurra comportarse a las hormigas". Creo que es un buen símil para describir lo que pasa entre ciertos “politólogos” en boga, y la política real. No es de extrañar entonces que descalifiquen a Sartori, o a Maquiavelo, o a Montesquieu... o a la realidad. Saludos afectuosos, Oscar González Castañeda
Estimado Dr. Cansino: Leí con renovada emoción su expresivo y bien razonado articulo sobre la ciencia política. Me parece un documento digno de continuarse para ampliar el debate y aportarnos un libro que ponga en sus términos este problema, porque en México aspiramos a veces a hacer ciencia basada en el modelo matemático, el cual que está lejos de concebir la realidad tan dinámica del mundo actual. La vida es más inesperada e incluso más generosa, está sujeta al azar, cuya conceptualización es el futuro de la ciencia, como lo demostró Einstein. Soy profesor de la Universidad de Tabasco, leemos poco por acá de lo que llega, no hay una actividad cultural intensa como en el D.F., tuve la oportunidad de estudiar una maestría en el IEAL en París y me asomé un poco a las nuevas ideas que usted esboza con enorme capacidad de síntesis. Me enorgullezco de que contemos con jóvenes estudiosos de su calidad y que ponga su claro talento al servicio de la difusión sincera de estas observaciones y planteamientos.
Gracias, un gran saludo y mis respetos, Vicente Cuba Herrera. Estimado César: La Ciencia Política es un territorio abandonado o, si se quiere, mal establecido en México. En su fundación académica durante los años sesenta y setenta, se trataba de una disciplina mal motejada como priista. En los ochenta, Marx y Gramsci, entendidos torcidamente, le dieron un sesgo de disciplina comprometida. Después vino la invasión italiana a la cual se le rindió y rinde vasallaje. Pero el autorreferente mundo globalizado ha llevado a una tecnificación de la disciplina, ya no hay historia, no hay ideología, sólo existe lo que se puede expresar en fórmulas matemáticas y un neolenguaje vacío, más bien descolorido, donde las posiciones políticas se cambian por la corrección, los intereses por los incentivos. Una mediocridad arrogante que desprecia la sabiduría política. Tú sabes cuantos estudiantes de Ciencia Política profundizan la Lírica Griega, conocen los Diálogos completos de Platón o la obra total de Aristóteles. Ni que decir de Ovidio, Cicerón, Horacio. Bueno, es mucho pedir. Lo que es ya ineludible es el encuentro de esta disciplina con la Antropología y la Sociología, también abandonadas. Saludos, Jorge Rodríguez.
Apreciable Sr. Cansino:Lo felicito por su magnífico artículo sobre la ciencia política. La “cuantofrenia” y la “testomanía” habían sido ya puestas en evidencia por Wright Mills en La Imaginación sociológica, como actitudes obstaculizadoras de la reflexión inteligente y creativa sobre los hechos sociales, políticos y económicos. Es lamentable que la inseguridad psicológica de un creciente número de intelectuales los haga refugiarse en la “cuantofrenia” y la “testomanía” y nos quieran hacer creer que el producto de sus miedos es ciencia política. Lo felicito por su valiente comentario. Estoy de acuerdo en dos cosas más: su ubicación de Fernando Pérez Correa y su dedicatoria a Don Porfirio Muñoz Ledo, seguramente uno de los mexicanos con los que nuestro país tiene una mayor deuda. Rafael Padilla Ibarra