CAPITULO SIETE Desviación y control social La "crisis de la cerveza" de febrero de 1621 provocó un gran cambio en la historia temprana de América (Lender y Martín, 1987). El Mayflower había anclado en bahía de Cape Cod dos meses antes. Los colonizadores habían escogido un sitio y fundaron la colonia de Plymouth. En ese tiempo los colonos habían vivido a bordo de un barco, y mandaban grupos de trabajo para erigir resguardos permanentes en tierra. Pero los suministros de cerveza de la nave estaban por terminarse y el capitán ordenó que los colonos en tierra fueran obligados a beber agua. William Bradford, el futuro gobernador de la colonia, pidió misericordia. Finalmente, el capitán cedió y prometió proporcionarles "la cerveza que necesitaban" durante los meses fríos y de hambruna que se acercaban. El alcohol no era un lujo en las mentes de los colonos; era una necesidad. Los peregrinos creían que beber agua era un riesgo de salud serio, y tenían razón. En el siglo XVII, en Europa, la higiene era primitiva y los centros de abastecimiento de agua en la mayoría de los pueblos y ciudades estaban contaminados. Los colonos se sentían tan vulnerables como un turista moderno podría sentirse si estuviera dentro de la selva amazónica y hubiera perdido su equipo de purificación de agua. Después los peregrinos aprenderían que el agua en el Nuevo Mundo era pura y potable; aun así, en esa época se pensaba que el alcohol era esencial para la buena salud: una bebida antes del desayuno levanta el espíritu; varios vasos con la comida ayuda a la digestión y fortalece la constitución corporal; una copa nocturna previene los fríos y las fiebres. En el mar, este líquido era imprescindible. En viajes largos, el licor se mantenía en barricas de madera, mientras que el agua se descomponía pronto. Al dejar un suministro de cerveza a los peregrinos, el capitán del Mayflower arriesgó su propia salud y la de sus marineros en el viaje a casa. Solos en el Nuevo Mundo, los colonos empezaron a experimentar con ingredientes locales a fabricar cerveza inglesa y cocieron pan, era parte de la rutina regular de un ama de casa colonial. A la hora de comer las bebidas usuales eran la cerveza y la sidra servidas a los niños y adultos. Los granjeros llevaban una botella a los campos para aliviar el cansancio de la labor extenuante. Un barril de licor era considerado esencial en las actividades de la comunidad, como celebrar reuniones del pueblo, limpiar campos comunales o levantar la iglesia del pueblo. Las tabernas eran de las primeras estructuras en ser levantadas en los pueblos coloniales, no sólo para alojar a los viajeros, sino también para servir como lugares de reunión para los habitantes Locales. Los encargados de la taberna estaban entre los ciudadanos más respetados del pueblo. También se disfrutaban libaciones en las bodas, bautizos, entierros, ordenaciones y entrenamientos de la milicia. Beber en las comidas y en el trabajo, en la taberna o en ocasiones especiales tenía sentido. Se estima que para 1790, el promedio de angloamericanos de 16 años de edad o mayores consumían 34 galones de cerveza y sidra, un poco más de 5 galones de licor destilado y un galón de vino al año. Esto es el doble del promedio actual. Los libros de historia raramente mencionan la gran crisis de la cerveza de 1621, mucho menos el hecho de que los colonizadores que nos enseñaron a venerar en la escuela primaria eran, según las normas actuales, bebedores problemáticos ¡Si no es que alcohólicos declarados! Algunos lectores estarán sorprendidos por esta revelación; otros se divertirán, y unos más sospecharán de estos comentarios; tampoco se harán juicios de valor sobre sí esto es correcto o no. Pero si señalaremos que una meta de la sociología de la desviación es traer a la realidad suposiciones comunes sobre lo que es el comportamiento normal, racional y aceptable, y el que no lo es.
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De esta manera, se procederá a iniciar este capítulo con la introducción de perspectivas sociológicas de la desviación, que se enfocan en el delito y el sistema de justicia delictiva en Estados Unidos. Preguntas clave 1. ¿Cómo deciden las sociedades que el comportamiento es desviado e intentan controlar la desviación? 2. ¿Cuáles son las consecuencias de ser clasificado "desviado"? 3. ¿Cuál es la diferencia principal entre las teorías biológicas, psicológicas y las sociológicas en torno a la desviación? 4. ¿Cuáles son las principales teorías sociológicas sobre la desviación? 5. ¿Cuáles son los tipos delictivos más comunes en la sociedad y cómo opera el sistema de justicia delictivo? ¿Qué es la desviación? Se considera desviación a la violación de las reglas sociales (Rubington y Weinberg, 1995). Ocurre cuando alguien quebranta los valores y normas de una sociedad o grupo. El comportamiento no convencional o atípico no es necesariamente una desviación social; por ejemplo los vegetarianos son una minoría en Estados Unidos, y aunque muchas personas consideran que no comer ningún tipo de carne es un poco raro, los vegetarianos no son considerados desviados. Así, los ciudadanos que aman las hamburguesas y el bistec son vistos como cachorros en venta en los mercados del Sudeste asiático, donde la carne de perro es considerada una delicadeza. Para nosotros los perros son animales domésticos, no cena. Algunos actos de desviación (como el abuso sexual de niños) se condenan fuertemente. En las prisiones los abusadores de niños pueden ser aislados de otros presos por su propia seguridad. Otras violaciones de códigos sociales son tan comunes que es difícil percibirlas; por ejemplo, la mayoría de las personas dice de vez en cuando una "mentira blanca" cuando quieren salir de un compromiso social (al decir 'tengo resfriado" o "se me olvidó que tenía otros planes') De alguna manera, todos cometemos de vez en cuando actos menores de desviación, sin atraer la atención pública. Pero existen comportamientos más allá de los límites. Desde una perspectiva absolutista, la desviación queda en el propio acto, que puede verse como una violación de la ley natural o una transgresión contra los mandamientos de Dios (Clinard y Meier, 1992) El movimiento por el derecho a la vida, por ejemplo considera al aborto "absolutamente" malo, no importa dónde, cuándo o por qué un embarazo es terminado. Desde este punto de vista, el aborto es un asesinato sin tener en cuenta las circunstancias que rodean el embarazo (incluso violación o incesto), riesgos a la salud de la madre o conocimiento de que un bebe nacerá con un defecto genético serio u otro desorden. De manera similar, los activistas de la protección de los animales consideran que cazarlos por su piel, confinarlos en granjas-fábrica, usar animales exóticos en circos y películas, y dirigir experimentos científicos con ellos es bastante malo. Ellos consideran que los animales no humanos son seres sensibles (piensan, sienten) con los mismos derechos a la protección contra la tortura y explotación como los humanos. Las personas
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que toman una perspectiva absolutista pueden ver la violación de las leyes sociales como aceptables o incluso necesarias para dar fuerza a las leyes de Dios o de la naturaleza. Así, algunos grupos que censuran el aborto piensan en poner bombas en las clínicas de abortos y de esta manera salvar las vidas de los bebes nonatos; algunos activistas proanimales pretenden irrumpir en los laboratorios y liberar a los animales de los experimentos. La perspectiva absolutista no se confina a grupos que otros podrían considerar como extremistas; por ejemplo, la mayoría de los estadounidenses considera la democracia como la única forma legítima de gobierno y ve a las dictaduras y gobiernos totalitarios como sistemas malos, sin considerar el tiempo o lugar (véase capitulo 14). Por lo general todos creen que algunos actos (por ejemplo el canibalismo, esclavitud o tortura) son inherentemente desviados y deben detenerse. Como individuos, los sociólogos estarían de acuerdo; sin embargo, como científicos no pueden estar "en el negocio" de decidir lo que es correcto o incorrecto, normal o anormal. Más bien, ellos buscan describir y explicar patrones de comportamiento desviado (así como rutinario y cotidiano). Definición social de desviación Las personas distinguen entre dos amplias categorías de comportamiento: la buena y deseable y la mala e indeseable (Goode, 1990). Cada sociedad establece normas y reglamentos, experimenta violaciones a esas reglas, y de una u otra manera castiga a los delincuentes. La desviación es universal. El comportamiento se ve como desviado cuando las personas se alarman, se enojan, se sienten ultrajadas o amenazadas por violaciones de lo que consideran correcto y apropiado. La definición social de desviación, lo que es correcto o incorrecto, laudable o culpable, es muy relativa. Actos que son considerados sagrados en algunas culturas pueden verse como pecado, sacrilegio o enfermedad en otras. Variaciones culturales Las normas sociales varían de una cultura a otra. El islam prohíbe consumir bebidas ligeramente alcohólicas. En Arabia Saudita, importar, fabricar o consumir alcohol se castiga con la cárcel, multas, azotes y/o la deportación (The Economist, 13 de septiembre de 1997). En contraste, el judaísmo y cristianismo incorporan el vino en sus rituales religiosos (el Sabbat y otros días santos judíos; la eucaristía cristiana). En los principios de la Edad Media, los monasterios cristianos produjeron algunos de los vinos más finos y cerveza inglesa en Europa, una práctica que continua hasta nuestros días. Una encuesta reciente encontró variaciones en los países referentes a la cantidad de alcohol que las personas consumen, así como los patrones de consumo (véase Una visión global: tendencias internacionales en el consumo de alcohol). Cambio histórico: una breve historia de la bebida en Estados Unidos Las definiciones de desviación también cambian con el tiempo. En este país, los patrones y las actitudes hacia la bebida han variado a lo largo de la historia (figura 7-1). Los primeros colonos bebían a menudo y de manera abundante la cerveza inglesa y sidra, pero condenaban la embriaguez debido a la intemperancia, por lo que se crearon leyes contra la embriaguez, respaldadas por la amenaza de encarcelamiento, multas, el cepo y el azote público (Conroy, 1991). Estas multas pocas veces fueron aplicadas, no porque los jueces fueran indulgentes sino porque las violaciones eran raras. La presión social informal impidió a la mayoría de los individuos abusar del alcohol de manera crónica. En pequeñas comunidades coloniales
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cerradas, la gente sentía que tenía el derecho, incluso el deber, de involucrarse en los asuntos de otras personas Si el autodominio fallaba, los miembros de la familia amigos, líderes comunitarios y el clero intervenían para pastorear al bebedor problemático e inducirlo de regreso a la cordura. Los colonos no vieron a la bebida como un problema social; ni consideraron al licor peligroso, por lo menos para ellos. Pero no confiaban en los nativos para "compartir su licor", sin embargo admitieron la venta de cerveza o whisky a los indios (Lender y Martin, 1987).
Tendencias internacionales en el consumo de alcohol (una visión global) Debido a que los costos sociales y los riesgos a la salud por el alcohol han crecido, los niveles de consu mo de alcohol y cambios en los patrones de bebida se han vuelto materia de preocupación mundial (Edwards et al, 1994). Hay tres formas principales del consumo de alcohol per cápita que cambia en determinado país. El primero es el cambio en el número de personas que beben alcohol: las personas que se abstenían (incluso los niños) pueden empezar a beber, y/o los bebedores pueden dejar de consumir alcohol, debido a la conciencia de salud creciente. Segundo, la frecuencia y cantidad en que bebe la gente puede cambiar. Por ejemplo, el beber puede volverse una actividad cotidiana, en lugar de limitarse a los fines de semana y las ocasiones especiales. Tercero, el contexto en que la gente bebe puede cambiar. En los países bebedores de vino en Europa, beber en las comidas ha sido reemplazado cada vez más por beber en el tiempo libre. El beber en casos sociales es más probable que provoque la intoxicación porque el alcohol tiene menos impacto cuando es consumido en la comida, y porque las personas beben menos en casa con sus familias que con amigos y conocidos en restaurantes, bares y fiestas privadas. Los niveles de consumo de alcohol en países desarrollados son mostrados en la tabla 1. En algu nos países (como Australia y Estados Unidos) la bebida se incrementó en los años setenta, y alcanzó su nivel más alto a princi pios de los años ochenta, y después declinó. En otros lugares (como Italia, Francia y Suecia) el consumo de alcohol ha declinado de manera firme. En países tan diferentes como Luxemburgo y Japón, el consumo de alcohol aumentó. El patrón más común en países desarrollados es beber diferentes tipos de bebida (cerveza, vino y licor), lo cual reemplazado una fuerte preferencia por uno u otro. En promedio los niveles nacionales de consumo de alcohol representan una mezcla de 50% de cerveza, 35% de vino y 15% de bebidas destiladas. Debido a la inestabilidad social económica, datos de países europeos del Centro y del Este son menos fiables. La evidencia de los estudios sugiere que en las antiguas repúblicas soviéticas las tasas de bebidas bajaron durante una campaña antialcohol lanzada en 1985, pero empezó a subir cuando esta política fue abandonada en 1987 y todavía sigue en aumento. En Rusia, Ucrania y Estonia el problema del consumo del alcohol medido en términos de hospitalizaciones y arrestos relacionados con la embriaguez, están incrementándose. También, en Polonia, República Checa, Eslovaquia y Bulgaria, los niveles de bebida y los problemas están en aumento. Los datos del consumo de alcohol en países en vías de desarrollo son virtualmente inexistentes, debido a que recolectar estadísticas es difícil, y porque las personas han hecho de manera tradicional las propias bebidas alcohólicas (y no alcohólicas) La venta de cerveza comercial ha aumentado en diversos países en Centro y Sudamérica, África y Asia, pero si esto representa un aumento en el consumo de alcohol no es conocido. ¿Qué conclusiones pueden deducirse de estas estadísticas? Intentos por explicar los cambios en los niveles de consumo de alcohol y problemas de bebida en términos de incremento del poder de com pra, más tiempo libre, miseria social, industrialización y urbanización u otras causas han fallado, señalan que los niveles en el con sumo de alcohol reflejan la interacción de diversos factores. La certeza es el cambio: sin tener en cuenta el nivel de desarrollo eco nómico y las actitudes culturales hacia el alcohol, los niveles en todos los países fluctúan. Esto es significativo por sí mismo El hecho que los patrones y niveles de bebida en una sociedad no sean "fijos todo el tiempo" tiene implicaciones importantes para las políticas de Salud y sociales.
Los colonos no desaprovecharon lo que presumían una debilidad y cuando quisieron extender su territorio llevaron consigo barriles de licor y animaron a los líderes nativos a beber durante las negociaciones.
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En los tiempos de la Revolución, el licor destilado (o fuerte) empezó a reemplazar a la cerveza y a la sidra. El licor fuerte se conservaba más tiempo que la cerveza y es más fácil de transportar. También es más potente: la cerveza tiene aproximadamente 12% de alcohol; mientras que el ron o el whisky 70 y 90 %. Además, la población colonial había crecido y se dispersó por más territorio, y los controles sociales e informales eran más débiles, sobre todo en los asentamientos de la frontera. La embriaguez pública se hizo más común y más perjudicial. Beber en abundancia, alguna vez considerado normal llego a ser visto como un comportamiento desviado. El movimiento por la abstinencia que empezó a principios de 1800, tomo una posición absolutista hacia el alcohol, similar a las actitudes estatales hacia las drogas hoy. El alcohol fue considerado peligroso y adictivo; la bebida empezó a relacionarse con la pobreza, el delito y un declive en los valores de la familia; las personas que vendieron (o introdujeron) las bebidas alcohólicas en tabernas eran considerados como villanos y beber cualquier tipo de alcohol era un desvío. El movimiento perdió fuerza durante la Guerra Civil; después volvió con una "guerra de mujeres contra las tabernas a principios de 1890, que en forma gradual ganó el apoyo público y político. El movimiento de abstinencia logro su meta: la decimoctava enmienda a la Constitución prohibió “la fabricación, venta o transporte de licores embriagantes”, y entró en vigor a la medianoche del 16 de enero de 1920. La prohibición tuvo relativamente una corta vida (1920 – 1934). Las descripciones populares tienden a idealizar la prohibición, como una era de frivolidad, sin ley que abrió la puerta al delito organizado, minó el respeto y los esfuerzos de la ley y la consideran una falla. Desde este enfoque, "la fruta prohibida" siempre es atractiva y por tanto los bebedores aumentaron en lugar de disminuir. En realidad, las organizaciones delictivas surgieron sólo en unas ciudades, y las tasas de bebedores bajaron, así como las hospitalizaciones y muertes, arrestos y delitos relacionados con el alcohol. Los estadounidenses no abandonaron el alcohol en masa. Las personas de áreas rurales continuaban preparando cerveza, vino y alcohol para el uso doméstico y la venta local; mientras que en las ciudades, los ciudadanos respetuosos de la ley frecuentaron las "tabernas clandestinas". En apariencia la mayoría de los ciudadanos apoyó la prohibición, por lo menos durante algún tiempo. A finales de los años veinte, la preocupación pública sobre el alcohol había disminuido. Varios grupos sociales empezaron a pugnar por la revocación de la ley con base en que la prohibición era una violación de la libertad individual (así como la National Rifle Association, ve el control del armado como una violación de la libertad personal). El momento final fue la Gran Depresión, cuando los líderes que estaban en contra de la prohibición argumentaron que la derogación de la ley crearía miles de trabajos en una industria de licor reavivada, mientras los impuestos proporcionarían ingresos necesarios a los gobiernos federal, estatal y local. De esta manera, en diciembre de 1933, la prohibición fue derogada. Durante el forcejeo político para la revocación, el licor fuerte perdió su asociación cultural con los estilos de vida de la clase trabajadora inmigrante, y se vinculó a la nueva clase alta, cosmopolita, progresiva y elegante (Barrows y Room, 1991). En las décadas de los treinta y cuarenta, la bebida mixta o coctel, una innovación estadounidense, se puso en boga. Beber y emborracharse se volvió un hábito regular y esperado en muchas actividades sociales, desde la hora del coctel en círculos sociales de clase alta hasta la cerveza en "salidas nocturnas de muchachos" en la cultura de la clase trabajadora. En las universidades, beberse volvió un ritual en fiestas de la fraternidad, fines de semana del fútbol y otras ocasiones.
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En los años cincuenta, la comunidad médica propuso una nueva línea entre beber de forma "normal y "anormal". La nueva investigación sugirió que el alcoholismo no era sólo una forma de beber en exceso sino una enfermedad, progresiva, a menudo fatal, que afecta a las personas de todas clases sociales y es crónica. La definición del abuso del alcohol como un problema médico, no una debilidad moral o vicio, quitó algunos de los estigmas sociales para miembros familiares (si no los alcohólicos mismos) fueran menos propensos a ocultar su problema y los que abusaran del alcohol buscaran tratamiento. Uno de los programas más eficaces ha sido Alcohólicos Anónimos (AA), un grupo de apoyo que se inicio en 1935 por un cirujano y un corredor de bolsa que juraron ayudarse para mantenerse sobrios, este programa ha crecido en una red de más de 85000 grupos con más de 2 millones de miembros. AA enseña que algunas personas no pueden tolerar el alcohol, así como los diabéticos no toleran los azucares, los alcohólicos no pueden disminuir la cantidad de alcohol que consumen sino que deben abstenerse de beberlo En los años setenta y ochenta, la preocupación acerca del alcohol comenzó a crecer de nuevo. Los investigadores médicos habían aprendido más sobre el impacto del alcohol en la salud (sobre todo durante el embarazo). Las agencias de salud pública informaron que 10% de los ciudadanos son alcohólicos (quién es psicológica o físicamente adicto al alcohol) y quizás otro 25% son bebedores con problemas (cuyo consumo de alcohol interfiere con sus relaciones personales, laborales o de salud) (Lender y Martin, 1987, pp. 181-182). También puntualizaron en torno a los costos sociales provocados por la bebida, como gastos de cuidado de salud, pérdidas de producción, accidentes de tránsito, delitos violentos e incendios. El "nuevo movimiento de abstinencia" definió al alcoholismo como un problema social que requiere solución social. Organizaciones populares como Mothers Against Drunk Driviwg (MADD), fundado por una madre cuyo niño fue atropellado y perdió la vida en un accidente automovilístico causado por un chofer en estado de ebriedad, reunió apoyo popular para tener mayor control en la bebida, como el elevar la edad mínima para comprar alcohol, imponer fuertes multas a choferes ebrios y controlar bares, restaurantes y, en algunos casos, responsabilizar a organizaciones privadas por servir bebidas a alguien ya intoxicado y que lesiona a otros o daña alguna propiedad. Ninguna agencia de salud pública ni grupos como MADD defienden un retorno a la ley de prohibición. Más bien usan la ley y los medios de comunicación en la misma forma que los colonos usaron los sermones y el cotilleo: para movilizar la presión social y hacer a la comunidad responsable para prevenir y controlar la embriaguez. Actitudes contemporáneas hacia el alcohol y la bebida son ambivalentes (Lender y Martin, 1987). La sociedad ve el beber como parte de la cultura (aun cuando no beban), pero también quieren controles más estrictos respecto al comportamiento en público de los bebedores. El conocimiento de vinos finos es un símbolo de estatus; bebiendo mucho en ocasiones puede ser tolerado pero no promovido. De esta manera, durante diferentes periodos de la historia de Estados Unidos el alcohol se ha visto como un tónico saludable, un mal social (y durante la prohibición, un delito), un "rato feliz" de liberación para algunos, enfermedad para otros y una bebida gastronómica (vino) o una bebida suave para adulto (cerveza). Dónde, cuándo y con quién beber en la universidad El concepto social de desviación también depende del contexto, la situación y los participantes. Uno de los últimos lugares donde la embriaguez pública es tolerada, y con frecuencia esperada, es en las universidades estadounidenses (Mathews, 1997). Un reciente estudio de diferentes escuelas de nivel superior encontró que casi la mitad de los estudiantes se involucra en "borracheras", normalmente definidas como tomar cinco o más tragos en una sentada (Wechsler, 1996) (figura 7-
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2). Las universidades tienden a ser divididas en dos subculturas: una hace énfasis en la responsabilidad personal y social, mientras que la otra idealiza estar fuera de control; una define a la embriaguez como desvío, mientras la otra ve la abstinencia como una desviación. La división varía de una escuela a otra: en algunos campus 1% de los estudiantes se emborracha; en otras, 70%. Los estudiantes de primer año, recientemente liberados de la supervisión paterna, dedican su tiempo libre de la tarde a "beber, bailar, gritar, vomitar, desmayarse" (Mathews, 1997, p. 84). Los bebedores asiduos son más propensos que otros estudiantes a tener sexo sin protección, manejar después de beber y faltar a clases. También es muy posible que dañen propiedades, se involucren en peleas, sufran lesiones y tengan problemas con la policía o la seguridad de la escuela. Beber demasiado y muy rápido puede ser letal: casi una docena de estudiantes mueren cada año porque se desmayan y se ahogan en su propio vómito, o su sangre se pone tan espesa que el oxígeno no puede alcanzar al cerebro; otros han muerto porque estaban demasiado ebrios para escapar de un incendio, se cayeron de un tejado o sufrieron algún otro accidente relacionado con el alcohol (Rosenberg y Bai, 1997). Los efectos de la borrachera no se limitan a los estudiantes que en ella participan. En las escuelas con altos índices de bebedores, la mayoría de estudiantes informa que no han podido estudiar o dormir por culpa de algún borracho. Muchos estudiantes sobrios han tenido que cuidar a los amigos alcoholizados, soportar insultos y se han defendido de ataques sexuales de borrachos. La administración que ha intentado controlar la bebida no ha tenido mucho éxito, debido a una "conspiración silenciosa" entre estudiantes responsables que están renuentes a reportar a sus compañeros ante las autoridades. Aun cuando ellos ven la embriaguez como un desvío, atienden a la lealtad generacional, los estudiantes intentan manejar los problemas por sí mismos. Si la embriaguez es vista como un comportamiento desviado o no. también depende del actor, el público y la situación. Un estudiante cuyo amigo se va de juerga con frecuencia tal vez estaría más preocupado si ese amigo fuera una mujer en lugar de un hombre (el actor). Las normas de la universidad señalan que emborracharse en forma deliberada es "cosa de muchachos"; emborrachar a las mujeres para que sean menos "inhibidas" y más "cooperativas" también es parte de este contexto. En una juerga de mujeres, un amigo intervendría para prevenirla de volverse una víctima o desarrollar una reputación de "fácil". Si los borrachos fueran hombres, es probable que un amigo expresaría molestia, no preocupación, y diría: "es tu problema". Si un estudiante lleva a casa a su amigo en un día feriado sería tolerante si al amigo se le pasaran las copas enfrente de sus padres (el público). De igual forma, un profesor que "toma de más” con sus colegas no sería considerado desviado (a menos que esto ocurriera en forma regular). Pero si ese profesor "que se une" con un grupo de estudiantes, al punto donde él o ella empiezan a coquetear, ponerse hostiles o revelar problemas personales, o entrar a clase ebrios es otra cuestión. Los patrones culturales señalan que el profesorado actúe con dignidad y sirva como modelo de rol para los estudiantes. "Irse de farra" los fines de semana (aun cuando el "fin de semana" empiece la noche del jueves) y en las fiestas, puede ser considerado agradable en algunos círculos universitarios. Pero para un jugador de fútbol presentarse tomado antes de un juego importante, o para un estudiante beber solo y de manera aislada, en lugar de hacerlo en grupo, no es "padre" (la situación); incluso los bebedores ponen límites. Por otro lado, la guerra entre las administraciones de la universidad y los grupos de estudiantes (sobre todo las fraternidades) y la comunidad circundante, estudiantes bebedores y no bebedores, continúa. Intentos para reducir el consumo de alcohol con su prohibición en las universidades o en
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casas de la fraternidad provocan que los estudiantes organicen fiestas en las calles, donde las autoridades universitarias no pueden ejercer control. El punto importante de este tema es que la desviación es el resultado de la interacción social entre las personas que no aceptan o acatan las normas de su grupo o sociedad, pero tiene sus propias definiciones de lo que es normal y aceptable, y las personas que ven determinado comportamiento como inmoral, peligroso, repugnante o simplemente "nada bueno". Desviación y control social El control social se refiere a cualquier tipo de esfuerzo por prevenir y/o corregir el comportamiento desviado. El instrumento más poderoso de control social es la socialización. En el sentido ideal, la socialización coerciona a las personas para hacer lo que se supone deben hacer. Sin embargo, la socialización no es perfecta; los humanos no son robots sociales. Para lograr el control, todas las sociedades dependen de sanciones, es decir, premios por comportamiento admitido y castigos por comportamiento desviado (véase capítulo 3). Una amplia distinción puede hacerse entre los controles sociales formales e informales. Los controles sociales informales son presiones extraoficiales para conformar las normas y valores sociales. Son tejidos de manera hermética en la vida cotidiana y no se perciben de forma consciente, como una sonrisa o inclinación que aprueba lo que otro ha dicho (sanción positiva); los ojos apartados o el apretón de manos que indican la intención de mantener distancia (sanción negativa). El chisme es una de las formas más familiares y penetrantes del control social informal. Cuando las personas platican sobre quién fue invitado a una fiesta y que ropa lleva puesta, porque un amigo se comporta de manera rara, porque una pareja se quiere divorciar, o porque el hombre al final de la calle trata a su perro, son ejemplos en los que se prue ban y reafirman normas y valores compartidos. Los interaccionistas simbólicos señalan que una violación de las reglas sociales avergüenza a las personas que dan testimonio del error, así como al individuo que lo comete (Goffman, 1967). Al ofrecer una disculpa, dar una excusa, pretender que era un chiste o cambiar de tema, las personas intentan borrar el error social y así restaurar el orden. Mediante el chisme, las personas pueden reinterpretar una violación de lo apropiado como un error o establecer su propia distancia del delincuente y de la ofensa. Esta información de controles sociales despliega mucho poder. En grupos primarios pequeños y sociedades tradicionales, los controles sociales informales pueden ser suficientes; como cuando los nuevos colonos de Nueva Inglaterra pudieron controlar la ebriedad a través de la presión social y pocas veces recurrieron a la ley. Pero en grupos secundarios grandes y sociedades complejas, se necesitan mecanismos más formales para controlar. Los controles sociales formales son mecanismos públicos institucionalizados y codificados para prevenir o corregir el comportamiento desviado. La prohibición fue un ejemplo. En las sociedades contemporáneas, ciertas instituciones y organizaciones se especializan en el control social formal. La policía las cortes y prisiones son responsables de reforzar y hacer cumplir la ley mediante aprehensión, castigos a los delincuentes. Psiquiatras y otros trabajadores de la salud mental tienen la autoridad para diagnosticar los desórdenes psicológicos. Si una persona es juzgada retrasada mental o incompetente o considerada peligrosa para la sociedad, el individuo puede ser confinado de manera involuntaria a un hospital psiquiátrico. Se construyen otros controles sociales formales en la estructura de la organización, por ejemplo, los negocios premian a los empleados que se
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encuentran o exceden en productividad con promociones y aumentos y castigan a quienes no lo hacen degradándolos o despidiéndolos. Las universidades usan las admisiones, becas, calificaciones, pruebas y expulsiones para premiar o penalizar a los estudiantes por su actuación. Los individuos pueden estar al mismo tiempo sujeto a los controles sociales en diversos dominios al mismo tiempo, como en la casa en la escuela, en el trabajo, en la iglesia o incluso a la calle, donde la policía ejerce el control social formal y la mirada de la muchedumbre ejerce el control social informal. En la actualidad las formas más fuertes de control social es marcar el comportamiento de la gente que está comprometida en las "desviaciones". Una pregunta que se hacen los sociólogos es por qué cierto comportamientos individuales son clasificados como "chiflados", "mujerzuelas", "ladrón", y "perverso" y son seguidos por personas consideradas respetables (Liazos, 1972). Perspectiva clasificada: creación de extraños Para entender y explicar la dinámica social de desviación, muchos sociólogos emplean una perspectiva clasificada. Como una manera de evitar las definiciones absolutistas de desvío, la perspectiva clasificada se enfoca en el proceso de interacción entre quienes hacen y dan fuerza a las reglas y los que se identifican por romper las reglas. Según esta idea, la desviación y el control social son lados opuestos de la misma moneda: uno no podría existir sin el otro. El sentido común sugiere que la desviación crea una necesidad para que existan los controles sociales, la perspectiva clasificada muestra cómo los controles sociales pueden crear desviación e incluso pueden ser una necesidad para ésta. La declaración clásica de esta posición viene de la introducción de The Outsiders de Howard Becker (1963): Los grupos sociales crean la desviación al hacer las reglas cuya infracción constituye una desviación, y aplicando esas reglas a gente particular y clasificándolos como extraños. Desde este punto de vista, la desviación no es una calidad del acto que la persona comete, sino una consecuencia de la aplicación de reglas y sanciones a un "ofensor". El desviado es a quien se ha aplicado esa etiqueta con éxito; el comportamiento desviado es comportamiento que la gente clasifica (p. 9).
De acuerdo con esta idea, ningún acto es desviado en sí mismo. Más bien, la desviación es un proceso interactivo en una sociedad, o un grupo dentro de la sociedad, que define cierto comportamiento como desviado, clasifica a las personas que están definidas como desviadas, y entonces los trata como proscritos. Los teóricos de la clasificación no niegan que algunas acciones (como la tortura o el asesinato en masa) están mal. Pero señalan que tales actos han sido considerados normales e incluso "buenos" en ciertas sociedades en otros siglos (durante la Inquisición española o la Alemania nazi). Al observar la sociedad contemporánea, los teóricos de la clasificación tienden a enfocarse en comportamientos polémicos como la prostitución o el uso de droga. ¿Quién crea las reglas? Antes de que un acto pueda clasificarse como desviado y la gente que lo realiza como extraños, debe haber una regla contra eso. Las reglas no funcionan por sí solas. Alguien debe llamar la atención pública a un problema percibido y hacer sentir a la gente que algo debe hacerse sobre ese problema. En otras palabras, la creación de normas requiere acción social; lo mismo para su entrada en vigor; no es probable que las reglas entren en vigor a menos que exista consenso en ello.
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Becker (1963) usó el término empresario moral para describir a las personas (o grupos) que tienen como objetivo señalar las ofensas y que los delincuentes sean tratados como tales. Los líderes del movimiento de abstinencia fueron empresarios morales. Algunos ejemplos recientes son Mothers Against Drunk Dryving (MADD) descrito antes; Greenpeace, la organización ambiental que ha hecho campaña para prohibir actividades que van desde la matanza de focas hasta las pruebas nucleares; Operación Rescate y otros grupos que se oponen al aborto, y muchos grupos que han luchado por leyes que prohíban fumar en lugares públicos. Los medios masivos de comunicación también juegan un rol importante en despertar la conciencia pública sobre un problema, así como identificar y clasificar individuos o grupos desviados. Consecuencias de la clasificación Los sociólogos distinguen entre desviación primaria, es decir la violación inicial de una regla social, y desviación secundaria, que es la desviación como resultado de las reacciones de otras personas a las violaciones iniciales (Lemert, 1951). La mayoría de las personas de vez en cuando rompen reglas sociales, pero no se consideran como desviados. Por ejemplo, un profesor que disfruta de las películas pornográficas y de vez en cuando alquila videos de sadismo o pornografía infantil cuando su esposa no está en casa; aunque él guarda su gusto por la pornografía en secreto, no ve nada malo en su comportamiento y asume que otros hombres hacen lo mismo. Si nadie descubre o hace público su interés en la pornografía, su vida seguirá como de costumbre y su identidad como buen maestro y hombre de familia permanecerá intacta. Pero si su esposa descubre su secreto puede insistir en que el busque tratamiento psiquiátrico y amenazarlo con el divorcio si se rehúsa. Si en la tienda donde él alquila los videos se hace una incursión y su nombre se hace público, él puede perder su trabajo como profesor, y de repente las personas lo verán con un enfoque diferente. El ejemplo clásico de desviación secundaria es el usuario de droga (desviación primaria), que se vuelve delincuente (desviación secundaria) para mantener su hábito. La teoría de la clasificación sostiene que los delitos del adicto no son el resultado del uso de droga per se, sino una consecuencia social que etiqueta ciertas sustancias como drogas ilícitas y provoca que estas sustancias se vendan en el mercado negro a un alto costo. Como resultado, el usuario de droga puede hacerse un narcotraficante o puede comprometerse en otros delitos (como el robo o la prostitución) para mantener su habito. Una etiqueta de desvío puede crear un estatus maestro, es decir uno que sobrepasa los otros (véase capitulo 5). Cuando las personas descubren que un individuo es drogadicto, por ejemplo reinterpretan el comportamiento de la persona bajo la luz de esta nueva identidad. Suponga que una adolescente sale positiva en una prueba de droga antes de una competencia atlética. Antes, sus padres veían las horas que ella pasaba escuchando música en sus audífonos, su insistencia en la privada y rabietas cuando sospechaba que alguien había entrado en su cuarto, su risa o chistes que sus padres no entendían, y la manera en que se vestía como comportamiento juvenil típico; después de la prueba ellos ven el mismo comportamiento como síntomas de un problema de droga. Erich Goode (1984) identificó seis elementos de estereotipo de desviación, que se basan en suposiciones de las personas sobre la desviación e individuos que consideran desviados. El primero es la exageración: las personas convencionales enfocan en forma extrema el comportamiento desviado y asumen que esto es típico de todos los individuos que encajan en esta categoría. La clasificación de "drogadicto" proyecta a una persona demacrada en las calles, vista en un barrio
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urbano o en televisión, que ha desperdiciado su vida. El segundo elemento de estereotipo de desviación es el centralismo: las personas tienden a asumir que el desvío juega una parte central en la vida del individuo y consume la mayoría de sus horas despierto y domina sus pensamientos. Así, un adolescente que usa drogas se presume que no tiene interés en la escuela, deportes, eventos y así sucesivamente. El tercer elemento es la persistencia: las personas por lo regular asumen que una vez desviado, siempre desviado. Aun cuando el adolescente complete con éxito un programa de tratamiento de droga, sus padres permanecen en vela y siempre con la sospecha. El cuarto elemento es la dicotomía: las personas piensan en la desviación en cualquier término. Si una persona es un drogadicto o no, los estereotipos populares desviación no admiten la posibilidad de que una persona pueda cambiar entre el comportamiento convención y desviado o pueda ocupar alguno intermedio. El quinto elemento es la homogeneidad: mucha gente asume que todos los drogadictos son iguales. El último elemento es el agrupamiento: la gente considera que el desvío es un "acuerdo global", pocas veces se ve como un rasgo o actividad aislada sino que se une con varias características relacionadas. Se presume que los usuarios de droga son delincuentes de cualquier forma, desde robar hasta la promiscuidad sexual. Estas suposiciones tienen el efecto de aislar o segregar a la persona que ha sido clasificada como desviada por la "sociedad respetable". Y contribuyen al proceso por el que el individuo puede desarrollar una "identidad desviada". Marsh Ray (1964) encontró que los consumidores de droga desarrollan una "identidad adicta" como resultado de sus experiencias entre los no adictos que tienden a considerarlos como degenerados, carentes de fuerza de voluntad y dispuestos a mentir, estafar o robar de cualquier forma para "alimentar su hábito". Incluso cuando las personas han dejado las drogas, deben lidiar con el escepticismo social que duda de la posibilidad de cura permanente o rehabilitación. Un punto importante es que no se hacen estas suposiciones sobre las personas que consumen sustancias legales que alteran el humor, cómo la cafeína, nicotina o medicamentos obtenidos por prescripción médica, aun cuando estas drogas pueden ser tan potentes, adictivas y peligrosas como las drogas ilícitas. Drogas antidepresivas (como el prozac) y drogas antiansiedad (como el valíum) son dos de los medicamentos más presentes en Estados Unidos, y no se etiqueta a las personas que los toman como "consumidores de droga". Esto, según la perspectiva de la clasificación, representa toda la diferencia. Como Erving Goffrnan señaló: "una respuesta ante este destino [de ser clasificado desviado] es abrazarlo" (1961, p. 30); un individuo que ha sido clasificado puede ser empujado en una carrera desviada, a un estilo de vida que incluye desvío habitual o permanente; lo cual puede llevarlo a la subcultura del desvío, un grupo que es distinto de otros miembros de la sociedad debido a sus normas, valores y estilos de vida desviados. Esto completa el rompimiento contra la sociedad convencional recta. Una consumidora de heroína le dijo a Ray que ella no se veía como toxicómana hasta que un día comprendió que todos sus amigos eran toxicómanos. La misma segregación en una subcultura desviada es una reacción lógica de protección contra la humillación y el ostracismo. La ironía es que huir de las personas que se alega han cometido actos desviados, anima la desviación secundaria, el desarrollo de subculturas desviadas y el compromiso con carreras desviadas. La aplicación de una clasificación de desvió puede volverse una profecía de autocumplimiento (Merton, 1968). Esta sucesión de eventos, de la desviación primaria a la desviación secundaria, no es inevitable. Algunos casos de violaciones de reglas no son descubiertos ni clasificados como desviados. Aun cuando lo son, muchas personas eluden la clasificación de "desvío" mediante un proceso que
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Gresham Sykes y David Matza (1957) llamaron neutralización, los cuales racionalizan (dan excusas) su comportamiento desviado de manera que liberan sus sentimientos de culpa y dan un giro a las expresiones de desaprobación de otras personas. Sykes y Matza describen cinco técnicas de neutralización: a) rechazo a la responsabilidad ("no pude evitarlo"); b) rechazo de la lesión ("realmente no lastimé a nadie"); c) rechazo de la víctima, si hay alguna ("ellos lo veían venir"); d) condenación de los acusadores ("todos los policías son corruptos"), y e) apelación de lealtad mayor ("lo hice por mi amigo, no por mí"). Diana Scully y Joseph Marolla (1984) estudiaron cómo los violadores convictos usaron la neutraliza ción. Encontraron que algunos de los hombres negaron haber cometido una violación, y se justificaban con decir que la mujer los sedujo, que su ropa era provocativa, que su "no" realmente significaba "sí", que ella lo disfrutó o que no era una "buena” muchacha y que merecía lo que consiguió. Los que admitieron que habían violado a la víctima se quisieron justificar, debido a que actuaron bajo los efectos del alcohol y/o drogas y estaban fuera de control o perturbados emocionalmente. Todos los hombres condenaron la violación y rechazaron la clasificación de "violador". Una evaluación La teoría de la clasificación quita la atención de los individuos que violan reglas sociales y se enfoca en la dinámica social de la desviación y los procesos para definir la desviación e identificar y excluir a aquellos clasificados como desviados. Pero las fuerzas de la teoría de la clasificación también son sus debilidades. Primero, esta teoría implica que la definición social de desviación es arbitraria. Para la mayoría, los teóricos de la clasificación se han enfocado en "delitos sin víctimas" (Schur, 1965; Meier y Geis, 1997), es decir, en delitos que no dañan a nadie excepto a la persona que los comete. El uso ilegal de drogas, la prostitución, la pornografía y el comportamiento sexual anticonvencional entre el consentimiento de los adultos, todos caen en esta categoría. En estos casos, la clasificación de "desvío" puede ser arbitraria en el sentido que alguna gente impone su definición de comportamiento normal a los demás. Otros actos son vistos como desviados por casi todos los individuos y sociedades; por lo regular podemos estar de acuerdo en que acciones como el robo, la violación, disparar armas de fuego o los ataques terroristas en lugares públicos son actos malos. Segundo, la teoría de la clasificación no explica por qué la gente rompe las reglas sociales, con pleno conocimiento de las posibles consecuencias (desviación primaria). Teorías de La desviación ¿Por qué las personas se involucran en comportamientos desviados? Explicar la desviación depende de las preguntas que hacemos. En general, biólogos y psicólogos intentan contestar la pregunta de por qué ciertos individuos se comprometen en formas particulares de desviación. No importa la idea que la sociedad tenga sobre beber alcohol, algunas personas lo hacen y otros no, y la cantidad de alcohol que los bebedores consumen, así como su patrón de bebida varía. En una sociedad determinada en algún momento histórico, ciertas personas roban, cometen delitos violentos, se unen a bandas o cultos, se preocupan con el suicidio, parecen desconectados de la realidad cotidiana, etcétera. ¿Qué explica estas diferencias individuales?
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Los sociólogos se preguntan: ¿Por qué la desviación es más común en algunas sociedades y momentos históricos, y en algunas subculturas dentro de una sociedad, que en otras? ¿Por qué son algunas categorías sociales (varones, jóvenes) más propensas a la desviación que otras (mujeres y personas mayores)? ¿Por qué la definición social de desvío cambia de un periodo a otro? ¿Es la desviación una parte inevitable de la vida social? ¿O es una señal de des moronamiento o mal funcionamiento en el orden social? Teorías psicológica y biológica En el siglo XIX los desviados sociales era vistos como pecadores que habían sucumbido a la tentación o en casos extremos, dominados por malos espíritus o el mismo diablo. La obra de Charles Darwin El origen de las especies (1859), y su teoría de la evolución, sugirió una explicación diferente: como otros rasgos, el desvío y las tendencias criminales eran heredadas como parte de la composición biológica del individuo. A finales del siglo XIX varias teorías biogenéticas de desviación se adelantaron. Una teoría señalaba que los criminales eran subhumanos, que eran un retroceso a una fase más temprana de evolución. Según otra, una personalidad pervertida o depravada era causada por un defecto hereditario o "semilla mala". El término "psicópata" (de las palabras griegas "anormal" o "mente enferma"), o más popularmente "psico", data de este periodo. A principios del siglo XX influidos por la sociología, así como por la teoría de Sigmund Freud, los psicólogos empezaron a rechazar las teorías biológicas simples y se centraron en el ambiente individual y la experiencia temprana (Bootzin, Acocella y Alloy, 1993). Individuos que de manera insensible maltratan a otras personas llegaron a ser conocidos como psicópatas". Teóricos psicodinámicos aplican este síndrome a una madre (u otro cuidador) que trata al bebe mecánica e impersonalmente y descuida la necesidad innata del bebe por los lazos afectivos. Los teóricos conductistas dicen que los niños aprenden el comportamiento psicópata de padres que son arbitrarios y punitivos, con el resultado de que sus niños no ven ninguna conexión entre su propio comportamiento y el tratamiento que reciben. La crítica principal de ambas teorías es que se basan en la percepción retrospectiva y no puede ser probada o desaprobada científicamente. Los recientes adelantos en genética y neurociencia han renovado el interés en el papel de la biología en el comportamiento delictivo (Fishbein, 1990). Estudios de gemelos idénticos y de hijos adoptivos y sus padres biológicos han encontrado evidencia de que pueden heredarse las tendencias delictivas en un número pequeño de casos (Brennan, Mednick y Volavka, 1995). Pero los estudios más interesantes descansan en la intersección entre la sociología, psicología y biología. Los investigadores saben que una alta proporción de asesinos seriales y otros delincuentes en extremo violentos, incluso los que abusan sexualmente de niños, fueron violados cuando niños. Sin embargo, la respuesta al "por qué" la eluden. Se podría esperar que alguien que fue violado de niño sea muy sensible al dolor y a la impotencia, más no cruel y sin corazón. Neurobiólogos encuentran respuestas en estudios del cerebro (resumido en Gladwell, 1997). Señalan que al nacimiento, las secciones del cerebro que controlan las funciones básicas de respiración, presión sanguínea, temperatura del cuerpo y otras, se desarrollan totalmente. La corteza cerebral —la materia gris que permite a los humanos controlar los impulsos, hacer juicios, aprender de la experiencia y usar la memoria para organizar respuestas— sólo empieza a madurar. Experiencias en la niñez temprana así como las emociones y comportamiento forman la anatomía o estructura del cerebro y del pensamiento. Lesiones del cerebro a una edad temprana (de ser sacudido o arrojado en una superficie dura) puede interrumpir el desarrollo normal de la corteza. Las
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experiencias traumáticas envían ondas de hormonas a través del cerebro, incluso el cortisol que en grandes o repetidas "dosis" puede trastornar la memoria; y alguien que no puede tener acceso a la memoria no aprende de las experiencias pasadas. El exceso de cortisol también puede debilitar las fibras que conectan los hemisferios derecho e izquierdo, lo que da como resultado una "personalidad desdoblada". Además, los investigadores han encontrado que complicaciones en el nacimiento, retraso poco severo o desarrollo lento, combinado con rechazo maternal (quizá porque el bebé no es "tranquilo" o "perfecto"), aumenta el potencial de comportamiento antisocial y violento. En síntesis, la investigación actual empieza no sólo a documentarse sino también a explicar "la rabia orgánica". Esto a su vez puede llevar a tratamientos médicos de comportamiento antisocial; sin embargo, esta investigación sólo se aplica a un porcentaje pequeño de desvíos. Los sociólogos tienen una perspectiva más amplia. Ni las teorías psicológicas ni neurológicas nuevas explican por qué la tasa de desviación varía en los diversos grupos, comunidades, regiones o contextos históricos. Desviación y anomia Emile Durkheim, un pionero en la sociología del desvío, relacionó la desviación a una avería en el orden social. Este autor señala que las altas tasas de desviación son el resultado de la anomia, una condición de “anormalidad" o pérdida de las reglas sociales aceptadas dentro de una sociedad. Cuando la anomia se impone, los deseos humanos enloquecen: De la cima a la base de la escalera [social] se despierta la codicia sin saber dónde encontrar [la] última posición establecida [...] Una sed se despierta por sensaciones nuevas, placeres poco familiares, sensaciones anónimas, de los cuales todos pierden su sabor una vez conocido I--] (Las personas no pueden formar una fundación solida de felicidad. (Durkheim. 1895/1951, p. 256.)
Durkheim ligó la anomia al rompimiento de pequeñas comunidades tradicionales herméticas y el surgimiento de estructuras sociales urbanas y modernas de vida en constante cambio. Él creyó que había demasiadas inconsistencias y ambigüedades en las sociedades modernas. En las sociedades tradicionales la gente "sabe su lugar" en el orden social y puede esperar vivir como sus padres lo hicieron. Sus vidas son predecibles; saben qué esperar de los otros y qué esperan los otros de ellos. En periodos de cambio social, las viejas reglas no se aplican más; la gente tiene que encontrar su propio camino, el futuro es imprevisible. Sin reglas sociales claras, venerables y regulaciones, argumentó Durkheim, la gente pierde control y actúa cada quien a su antojo. Por ejemplo, después del gobierno comunista de la Unión Soviética, que duró setenta años y se derrumbó, las organizaciones delictivas tomaron muchas actividades e incluso ocuparon el gobierno local en algunos lugares, las proporciones de delito individual se elevaron, el consumo de alcohol aumentó y el uso de drogas, prostitución, pornografía y otras actividades prohibidas por el anterior gobierno comunista se expandieron. En la antigua Yugoslavia, al fallecimiento del dictador Tito, el gobierno central provocó la guerra civil y la "limpieza étnica", con atrocidades cometidas por todos los grupos (véase capítulo 9). Teoría del control La teoría del control de Travis Hirschi (1969) refina y extiende la teoría de la anomia de Durkheim. Hirschi argumenta que la mayoría de las personas son tentadas a cometer de vez en cuando un comportamiento prohibido. La cuestión no es por qué las personas se involucran en comportamientos desviados sino por qué la mayoría lo acepta en todo momento. Hirschi concluyó
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que entre más unidas estén las personas a la familia, amigos y vecinos, más involucrados están en actividades socialmente aceptadas (como escuela y trabajo), y más fuerte es su creencia en las oportunidades legítimas y por tanto es más probable de aceptarlas. Pocas o débiles ataduras, bajos niveles de compromiso e involucramiento, y falta de oportunidad o la creencia de que la conformidad no será premiada promueven el desvío. Uno de los primeros intereses de Hirschi fue la delincuencia juvenil. Él identificó cuatro controles en la desviación juvenil: 1. El control más importante en el comportamiento delictivo es la unión de adolescentes con sus padres. Es obvio que los padres no pueden seguir a los adolescentes, lo que importa es que estén sicológicamente presentes. Los delincuentes son menos propensos, que los no delincuentes, a decir que sus padres no saben donde se encuentran la mayoría del tiempo y valoran la aprobación de sus padres. 2. La segunda fuente de control es la escuela. Los delincuentes son más propensos que los adolescentes respetuosos de la ley, para decir que a ellos no les gusta la escuela, no hacen la tarea y no les importa lo que sus maestros piensan de ellos. En contraste, cuando los estudiantes quieren tener éxito, la escuela actúa como fuerza moral. 3. Un tercer control es el grupo de compañeros. Hirschi sostiene que la juventud delincuente tiene menos lazos íntimos con amigos que sus compañeros no delincuentes. Otros investigadores han encontrado que la diferencia está en las características de los compañeros con que un adolescente se asocia y su edad, no el tiempo que pasa con ellos. Algunos grupos de compañeros animan a la conformidad de las metas culturales y valores de la corriente principal, mientras otros aprueban o toleran el comportamiento antisocial. 4. El cuarto control en la delincuencia, según Hirschi, es la aspiración a las metas convencionales, sobre todo en educación y trabajo. Cuando las personas jóvenes quieren llevar una "vida buena" y creen que la sociedad les dará la oportunidad de hacerlo, estarán más propensos a completar la preparatoria y a estar fuera de problemas. No quieren arriesgar sus futuros por alguna aventura. Los delincuentes juveniles en contraste tienen pocas esperanzas o planes para el futuro, viven para el presente. Hirschi encontró que una predicción para el comportamiento delictivo era la edad en que las personas jóvenes empezaban a cometer tres actividades de adulto: fumar, beber y tener citas. Entre más temprano empezaban, más débiles eran las ataduras y aspiraciones de los jóvenes y mayor era la probabilidad de que se involucraran en la delincuencia. Para una apreciación global del modelo de Hirschi, véase la figura 7-3,
FALTA DE APEGO CON LOS PADRES
FALTA DE VINCULOS CON LA ESCUELA
Figura 7-3
FALTA DE APEGO CON LINEAS DE ACCION CONVENCIONAL
Delincuen cia
FALTA DE VINCULOS CON PARES
Modelo de Hirschi con base en la teoría del control y delincuencia juvenil
Hirschi se enfocó en el poder de las ataduras como agentes de control social. La delincuencia, argumentó, era probable cuando cuatro tipos de control eran débiles o ausentes.
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En estudios más recientes, Hirschi se ha enfocado en el autodominio (Gottfredson y Hirschi, 1990) es decir, disposición para diferir gratificación, perseverancia, precaución, paciencia, planeación y sensibilidad a otros. Hirschi investigo el autodominio en la socialización defectuosa. Debido a los rasgos personales, las circunstancias sociales o ambas, los padres no son muy unidos al niño, fallan en supervisar su comportamiento, no reconocen la desviación y son inconsistentes en castigar actos desviados. Hirschi señala que el control paternal inadecuado lleva a un inadecuado autodominio. Otros teóricos del control (Sampsom y Laub, 1990) argumentan que los lazos sociales deben mantenerse por encima del palmo de la vida. El empleo firme y el compromiso con el matrimonio pueden invertirse en un camino de desarrollo hacía la desviación e inhibir comportamiento delictivo o antisocial en la madurez. Asimismo, el desempleo y la inestabilidad matrimonial pueden debilitar ataduras establecidas en la niñez. Estos lazos también pueden ser debilitados por cambios sociales, como cuando una sociedad entra en una crisis con alto desempleo y altas tasas de divorcio. El control social puede ser más débil en algunos contextos que en otros. Por ejemplo, los novatos que se van a la universidad están lejos de la supervisión paterna; en la mayoría de estos casos se dejan atrás a los viejos amigos y se ingresa en una escena social en la que casi nadie se conoce de manera personal. El control social débil puede explicar proporciones altas de borracheras en las escuelas, mientras el débil autodominio puede explicar por qué algunos estudiantes participan en la cultura de la bebida pero otros no lo hacen. La crítica principal a la teoría del control es que está incompleta. Las ataduras y aspiraciones pueden explicar por qué niños abandonados o adultos cuyas vidas personales o planes para el futuro han sido rotos se involucran en desviaciones. ¿Pero por qué una persona cercana a su familia, esposa e hijos, con empleo estable y un ingreso cómodo, empieza a estafar clientes o desfalcar a la compañía, pasar su tiempo con prostitutas o cometer adulterio, si sabe que pue de haber consecuencias personales y/o legales serias? Una segunda crítica es que la teoría de control asume que la relación entre las ataduras sociales y la desviación es una calle de un solo sentido. No considera la posibilidad de que la desviación sea una causa, no una consecuencia, de lazos sociales débiles; por ejemplo, si un hombre empieza a emborracharse con más frecuencia, su esposa puede dejarlo, sus amigos pueden alejarse, su patrón despedirlo y así sucesivamente. En otros casos, la desviación puede ser el resultado de influencias recíprocas; por ejemplo, un estudiante, cuyos primeros amigos de la universidad o hermanos de la fraternidad aprueban la borrachera, participa para ganar su aceptación, ellos hacen lo mismo, y así la cultura de la embriaguez se refuerza. Desviación y estructura social Uno de los mayores desafíos de la teoría de la anomia de Durkheim (y por extensión, teoría de control) fue retomado hace algunos años por el sociólogo estadounidense Robert Merton (19381968). Durkheim describió las pasiones humanas como una fuerza poderosa independiente que debe controlarse socialmente. Por implicación, la teoría de control endosó también esta idea. En contraste, Merton argumentó que los deseos son creados por el sistema sociocultural. Cada cultura tiene sus propias nociones acerca de las metas que valen la pena perseguir en la vida; también cada cultura prescribe medios legítimos de funcionamiento hacia esas metas. Por ejemplo, los estadounidenses dan un alto valor al éxito material o la riqueza. El "sueño americano" sostiene que el trabajo duro es la ruta legítima a la riqueza. La cultura enseña que cualquiera puede ganar este juego; sin embargo, en realidad sólo existen pocas posiciones de premio. La posibilidad de volverse adinerado es casi inexistente para la mayoría de la gente debido a su posición en la
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estructura social. Una alta proporción de fracasos es inevitable; es construida en el sistema social. El fracaso es más doloroso en un sistema como el estadounidense, en el cual el individuo falla en conseguir todo lo que el dinero puede comprar (no sólo bienes y servicios, sino también respeto y estima social). Además, el individuo, no el sistema, es culpado del fracaso. Así como se admira al "hombre o mujer que se hicieron a sí mismos", también se condena al perdedor, la persona que no "la hizo". Merton describió cinco posibles contestaciones a un hueco entre las metas culturales prescritas y las oportunidades sociales estructuradas (véase tabla 7-1). Tabla 7-1
Cinco modelos de Merton de adaptación social
Modelos de adaptación
Metas culturalmente aceptadas
Conformista Innovador Ritualista Retraído Rebelde
Si Si No No Crea nuevas metas
Medios aprobados aceptados Si No Si No Crea nuevos medios
culturalmente
Los conformistas aceptan las metas que su cultura sostiene como deseables y los medios sociales aceptados para perseguir esas metas, ya sea que tal comportamiento "pague” o no; la mayoría de las personas son conformistas en este sentido. Los Innovadores se determinan por lograr metas convencionales, no obstante están dispuestos a usar medios originales para hacerlo, como tomar atajos, jugar sucio, timar, sobornar, robar, o hacer cualquier cosa que sea necesaria para triunfar. Los ritualistas son lo opuesto a los innovadores; son compulsivos en seguir las reglas, ellos pierden de vista las metas; obedecer las normas se vuelve un fin en sí mismo. Aunque muchas personas consideran a los ritualistas como molestos o excéntricos, por lo regular no se consideran como desviados. Los retraídos, el cuarto tipo de Merton, han perdido el interés en las metas y los medios aceptados para lograrlos. Son lo abandonados de la sociedad, los sicópatas, gente sin hogar, los bebedores crónicos y drogadictos. Los rebeldes rechazan los valores y las normas de su sociedad, sustituyen las nuevas metas y los nuevos medios para lograrlo. Los miembros de grupos sobrevivientes o de la milicia y otras contraculturas son ejemplos. Innovadores, retraídos y rebeldes son los más propensos a tener comportamientos desviados. El punto importante de Merton era que la desviación es un producto del sistema social, no de anormalidad individual- Las personas se enrolan en la desviación cuando una cultura estimula apetitos que no pueden ser satisfechos por medios culturales aprobados. Al hacer una revisión de las ideas de Merton después de algunos años, Richard Cloward y Lloyd Ohlin (1960) propusieron una interesante adición. Merton se enfocó en la disponibilidad de oportunidades legítimas como factor de la desviación. Cloward y Ohlin plantearon preguntas sobre la disponibilidad de oportunidades ilegítimas. Para violar las leyes en el mercado accionario, por ejemplo, primero se debe ser una persona enterada y saber cómo trabaja el mercado accionario. Si
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el tráfico de drogas en una comunidad es controlado por un grupo étnico particular los miembros de ese grupo tienen más oportunidades para encontrar a los distribuidores y observar los tratos de droga, y es más probable que sean invitados a participar, que los extraños. Cloward y Ohlin señalan que las oportunidades ilegítimas para el éxito pueden ser distribuidas en toda la sociedad de manera irregular como las oportunidades legítimas. Una razón por la que pocos hombres y mujeres de mediana edad, de clase media, se vuelven usureros o pistoleros es que la mayoría nunca tiene oportunidades (los teóricos del control agregarían que una razón importante es que hombres y mujeres de clase media tienen un interés personal en la conformidad). Transmisión cultural Otro reto para la teoría de la desviación y la anomia es la teoría de la transmisión cultural. Esta idea está basada en la observación de que alguna gente que la sociedad considera como desviada es de hecho conformista en su mundo social. La teoría de la transmisión cultural percibe la desviación como el resultado de la socialización a una subcultura que aplaude actitudes y comportamientos que la corriente cultural principal rechaza. El criminólogo Edwin Sutherland (1949-1983) perteneció a esta escuela. Sutherland señaló que en una sociedad heterogénea existen diversos grupos cada uno con su propio juego de normas. Algunos ponen un alto valor en poder llevarse bien con otras personas; otros exigen una contestación violenta al desafío más apacible. Algunos premian el esfuerzo y el trabajo duro; otros defienden "la vida fácil". De acuerdo con Sutherland, los individuos se vuelven delincuentes o criminales debido a la asociación diferencial, es decir, cuando son expuestos a mas normas y valores prodelictivos que antidelictivos por periodos largos o cuando se encuentran en situaciones que premian el comportamiento delictivo. Sutherland creyó que en la "educación" del delincuente, adquirir actitudes que apoyan las actividades delictivas es tan importante como aprender las técnicas para cometer un delito. Los individuos adquieren actitudes de la gente con la que se asocian. En este sentido, este autor discrepó de la idea de que el comportamiento delictivo es una expresión de "algo interno" que aparta a los desviados de las otras personas. Para Sutherland todo era asunto de exposición y asociaciones, el equilibrio de influencias "buenas" y "malas". La asociación diferencial también ayuda a explicar el comportamiento no delictivo sino problemático. Por ejemplo, incluso antes de que los jóvenes entren en la universidad, esperan que la borrachera será aceptada y aprobada en la escuela. En Estados Unidos, de los 18 a los 21 años es el periodo más fuerte para beber. Esta cultura del consumo de alcohol en los campus podría explicar por qué la borrachera es más común entre los estudiantes de la universidad que entre los no estudiantes (Instituto Nacional en el Abuso Alcohol y Alcoholismo, 1995). La mayor falla en la teoría de la asociación diferencial de Sutherland es que no explica por qué las subculturas surgen, mientras que la teoría del conflicto sugiere una explicación. Teoría del conflicto La perspectiva del conflicto en la desviación está arraigada en el trabajo de Carlos Marx (véase capitulo 2). Aunque Marx no desarrolló de manera extensa este tema, percibió el delito como derivado de la división de la sociedad capitalista en dos clases separadas y desiguales: los dueños de los medios de producción y los obreros. Para simplificar un poco, los pobres cometen delitos
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para obtener bienes materiales que se les han negado y para expresar su enojo y frustración. Los miembros de la clase gobernante también violan las normas para mantener su posición y privilegios; a diferencia de las "masas", esta clase tiene el poder para prevenir que sus acciones no sean clasificadas como desviadas o delictivas. De esta manera la teoría del conflicto no se enfoca en los grupos que rompen las reglas, sino en los grupos que hacen las reglas. Desde esta perspectiva, las definiciones sociales de desviación son "primero y por encima de todo una reflexión de los intereses e ideologías de la clase gobernante™ (Quinney, 1976, p. 192). Según la teoría del conflicto, el movimiento de abstinencia no sólo fue un esfuerzo por prohibir las bebidas, sino también por retener el poder y privilegio. Fue, de acuerdo con Joseph Gusfield (1986, 1991), una cruzada simbólica, es decir, un esfuerzo de los miembros de una clase social o grupo étnico por conservar, defender o enaltecer su posición respecto a otros grupos de su sociedad. Mientras que los movimientos políticos buscan reemplazar una forma de gobierno, un grupo particular de líderes o la ideología política prevaleciente y las cruzadas simbólicas se enfocan en los estilos de vida y la moral pública. Se desarrollan cuando un grupo pierde poder y busca mantener su estatus y prestigio. La prohibición también fue un ejemplo de cruzada simbólica. La política de prohibición Los fundadores de Estados Unidos, o federalistas, eran aristócratas que esperaron, después de la Independencia, actuar como "organizadores" o protectores que gobernarían en el nombre del bien común; no tenían ninguna intención de compartir el poder con el "hombre común". En los primeros años de la república, sólo a hombres blancos dueños de propiedad se les permitió votar. Alarmados por las derrotas electorales al Principio del siglo XIX, los federalistas se aliaron con el movimiento de abstinencia que estaba extendiéndose. Los federalistas necesitaron apoyo político organizado, así como votos. En privado, la mayoría de los federalistas disfrutaban con moderación de la bebida, pero no estaban convencidos de que el "hombre común" ejerciera la autorrestricción. En público, los federalistas apoyaron la meta del movimiento de abstinencia. En la última mitad del siglo XIX y principios del XX, el número e influencia de los nuevos no protes tantes, por lo regular inmigrantes que no hablaban inglés, creció y ciudades industriales modernas empezaron a extenderse por todo el país que por tradición eran agrarias. Los patrones de bebida varían de una subcultura o clase social a otra y sirven como "marcadores culturales". Entre los estadounidenses protestantes nativos rurales, la abstinencia se había vuelto un marcador de estatus de la clase media, una línea simbólica que dividió a los ciudadanos trabaja dores y respetables de los inútiles y vagabundos. Los nuevos inmigrantes trajeron sus costumbres de beber de Europa: el irlandés era conocido por beber licor fuerte y eran solteros que bebían a ratos; los alemanes, por su inclinación a la cerveza; los italianos y en menor grado los judíos, por su afición al vino. El movimiento de abstinencia era una manera en que los protestantes nativos podrían demostrar que "nadie más era estadounidense" (Gusfield, 1986, p. 6). Cuando el movimiento de abstinencia creció, simbolizó el forcejeo entre los estilos de vida nativo e inmigrante, protestante y católico, rural y urbano, tradicional y moderno. También se volvió más democrático y condenó los estilos de vida pródigos de la clase alta, así como la escualidez del pobre urbano, y fue más radical al cambiar su objetivo de reformar a los bebedores al prohibir el alcohol. La prohibición fue evidencia concreta de la victoria de la "clase media" sobre sus enemigos, aunque fue sólo temporal. Las cruzadas simbólicas, desde la cacería de brujas de Salem hasta el movimiento feminista contemporáneo, han sido un rasgo regular de la política estadounidense. Para la mayor parte, sin
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embargo, la ley refleja y protege los intereses del blanco, hombre, mayor y de clase gobernante adinerada. Con frecuencia el comportamiento de los otros grupos, entre ellos jóvenes, pobres y algunas mujeres, es criminalizado. Es así como el delito callejero (cometido por el pobre) tiende a ser penalizado de manera más estricta que el delito de "cuello blanco" y corporativo (cometido por el rico); la marihuana (fumada principalmente por el joven) es delictiva pero el alcohol (disfrutado por el adinerado y la clase obrera) no lo es; las multas por la posesión de cantidades pequeñas de crack (usado más por negros citadinos) es más alta que la multa por posesión de cantidades más grandes de cocaína (usada más por blancos acomodados); las prostitutas (mujeres) son arrestadas mientras sus clientes o "johns" (hombres) siempre salen libres. Definiciones cambiantes de violación Las definiciones legales y cambiantes de la violación también ilustran el rol del poder al definir lo que es y no es delito (Bourque, 1989; Schur, 1980). Hasta hace poco tiempo, la carga de prueba descansaba en la víctima en casos de violación, preservando así los derechos de la dominación masculina sobre las mujeres. Ciertos tipos de mujeres (prostitutas, bebedoras, divorciadas) no se pensaban como víctimas creíbles de violación; se decía que ellas "se lo buscaban". Una mujer no podía levantarle cargos a su marido por violación: un marido tenía el derecho legal a los servicios sexuales de su esposa y ella no tenía derecho a negárselos. A mediados de los años setenta, el movimiento feminista había adquirido el poder para redefinir la violación como un delito con violencia (no de pasión) y para proporcionarles apoyo a las víctimas que levantaran cargos. Desde entonces, los jumos de violación se han vuelto más fáciles de proseguir, la víctima es menos culpada y las actitudes públicas han cambiado (Caringella MacDonald, 1988; Hamlin, 1988). La definición de violación también se extendió para incluir la violación en citas y las violaciones similares entre conocidos en lugar de sólo entre extraños (Coller y Resick, 1987; Koss et al, 1988). En el pasado, una mujer que iba al apartamento o dormitorio de un hombre, o había bebido mucho, abandonaba su derecho a decir "no" a los avances sexuales del hombre. En la actualidad los hombres han perdido algunos de sus derechos sobre el comportamiento sexual de las mujeres, y las cortes están menos dispuestas a creer que cuando una mujer dijo "no" significaba "sí". A pesar de esto la mayoría de los expertos coincide en que sólo un pequeño número de mujeres que son violadas por un pretendiente o conocido reporta el asalto, ya sea porque temen ser estigmatizadas, sentirse culpables o quieren evitar ser mancilladas por la prensa (véase la discusión de acoso sexual en el capítulo 10). En resumen, los sociólogos enfocan los patrones de desvío en el entorno social en lugar de casos individuales. Pero no minimiza el impacto de los factores individuales, psicológicos y biológicos e intentan identificar los "hechos sociales" de desviación: ¿Dónde y cuándo la desviación es más probable que ocurra y por qué los miembros de algunos grupos sociales y categorías son más propensos a involucrarse en la desviación que otros? Los sociólogos también buscan determinar las circunstancias bajo las que ciertos actos – y actores sociales – son clasificados y tratados como desviados. Delito y sistema de justicia Un delito es la violación de una norma que ha sido codificada en una ley y es respaldada por el poder y la autoridad del Estado. Aunque la desviación y el delito se relacionan, no son lo mismo. No todos los delitos se consideran como desviados. Tirar basura, manejar sobre el límite de velocidad y
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evadir un poco los impuestos sobre el ingreso son actos ilegales, pero muchos estadounidenses no consideran estos actos como desviados. De la misma manera, no todos los hechos que están considerados desviados son delitos. Muchas personas considerarían que ir a un entierro en short o poseer cien gatos en casa son actos desviados, pero éstos no son delitos. La desviación, entonces, puede ser delictiva o no delictiva. La diferencia más significativa entre las dos es que la desviación delictiva puede producir sanciones oficiales formales, como el arresto y el encarcelamiento. Además, la ley distingue entre dos grandes categorías de actividades ilegales. Las violaciones al derecho penal son actos que el Estado ha declarado injuriosos a la seguridad y moral pública, desde la violencia física, robo y vandalismo hasta la traición y la prostitución. Violaciones al derecho civil (agravios, del latín "ladrón") en actos de injusticia por el que la parte dañada puede ser sujeta a compensación, como calumnia, negligencia, entrar de manera ilegal y así por el estilo. Los procedimientos legales de estas dos categorías son bastante diferentes. En los casos penales, el Estado comienza la investigación policiaca y la acción de la corte. La carga de prueba está en el Estado, y el acusado es presunto culpable hasta que se le pruebe su inocencia. En casos civiles, los ciudadanos privados pueden comenzar la acción judicial por una petición. La carga de prueba está en el demandante (o persona que inicia el caso), no en el Estado. Por ejemplo, en un juicio penal O.J. Simpson no se encontró culpable del asesinato de Nicole Brown Simpson y Ron Goldman. El equipo legal de Simpson persuadió al jurado de que la acusación no había sido demostrada como ellos pensaban, aunque él era culpable más allá de una duda razonable. Este fue el juicio que recibió tanta publicidad. En un caso civil traído por familiares de la víctima, sin embargo, Simpson fue encontrado responsable por la muerte injusta y se le ordenó pagar daños y perjuicios monetarios. Tipos de delito El delito puede ser dividido en cinco tipos básicos: 1) Violento y delitos de propiedad (o el delito común); 2) el delito de "cuello blanco"; 3) el delito corporativo; 4) el delito organizado, y 5) los delitos sin víctimas. Delito común Los delitos violentos —asesinato, violación, robo y asalto— se caracterizan por la confrontación directa entre el criminal y la víctima. Los asaltos —los ataques físicos con intento de robo, ya sea en la calle o en un vestíbulo— son los delitos que los estadounidenses parecen temer más (Flanagan y Maguire, 1992, tabla 224). Al contrario del perpetrador de un "delito pasional", el ladrón es un extraño a la víctima. El ataque es sorpresivo, imprevisible e impersonal. Los delitos de propiedad incluyen el robo (robo sin la confrontación), hurto, autorrobo y delitos "menores" como robo de bolsas y carteras. Debido a que el ladrón no confronta a la víctima cara a cara, puede sentir que ningún daño "real" está implícito (aunque la víctima se siente diferente). ¿Quién comete esos delitos? Según el análisis más reciente del Uniform Crime Report (UCR) del FBI, la mayoría de los delitos violentos y de propiedad fueron cometidos por varones jóvenes (tabla 72). La tasa de delito de delincuentes afroamericanos y latinos es más alta que la de los delincuentes blancos; es decir, el porcentaje de delitos cometidos por esos grupos exce de su proporción en la población. En términos de números absolutos, sin embargo, los delincuentes más conocidos son blancos. De acuerdo con las creencias populares, la mayoría de los delincuentes son hombres; la mayoría también es joven y cada vez se vuelve más joven (Fox, 1996). La tasa de
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homicidios para los adultos de edad de 25 años o mayores ha descendido 25% desde 1985. Pero el homicidio para los adultos jóvenes (de 18 a 24 años) aumentó 61%; lo que más llama la atención es la tasa de homicidios cometidos por adolescentes (de 14 a 17 años), la cual se incre mentó 172%. Aunque son sólo 8% de la población, los hombres entre 14 y 24 años cometen 48% de los asesinatos; ellos también son 27% de las victimas de asesinato. Todo el aumento en el asesinato juvenil involucró armas de fuego; el homicidio con otras armas no ha aumentado. En la mayoría de los casos, la víctima y el delincuente son amigos o conocidos. Tabla 7-2
Delitos violentos y de propiedad en Estados Unidos, 1995 (UCR) Delitos Total de delitos reportados Total de delitos violentos Tasa de delitos violentos por 100.000 habitantes Tasa de delito de propiedad por 100.000 habitantes Arrestos Por edad Menor de 15 años Menor de 18 años Menor de 25 años Por sexo Hombre Mujer Por raza Blanco (incluso latino) Afroamericano Otros
23.876.143 1.789.785 984.6 4593
6.2% 18.3 44.5 79.6 20.4 69.2 27.9 3
Nota: Muchos delitos no son reportados. Estas estadísticas representan solo aquellos delitos que se informaron de manera formal a la policía.
El estereotipo de los asaltos señala que las víctimas del delito común son más blancos de clase media. En contraste, varones jóvenes, africanos y latinos son más propensos a ser víctimas de delito violento o de propiedad, seguido por las mujeres (véase tabla 7-3). La mayoría de los delincuentes no viaja lejos de sus casas para cometer robos. En la mayoría de los delitos violentos, el atacante y la víctima se conocen entre sí, a veces de manera estrecha. Uno de cada cuatro ata ques agravados informados a la policía se cometen en la casa, y un gran porcentaje de asesinatos es cometido por familiares (Departament of Justice de Estados Unidos, 1996). En algunos casos, la victima de delito común no es una persona sino varias. Lo que se llama el "delito al estilo de vida" esta más extendido, y es más costoso de lo que la mayoría de las personas piensa. Por ejemplo, la grabación ilícita de películas y videocasetes, el uso fraudulento de tarjetas de crédito y el uso fraudulento de maquinas de cajero automático cuesta a los bancos miles de millones de dólares cada año. Los individuos que cometen estos delitos pueden justificar (o neutralizar) su comportamiento con base que no dañan a nadie, pero de hecho están robando al público. Los costos no son absorbidos por el banco o las compañías; más bien, ellos lo pasan a los consumidores. Casi todo lo que usted compra tiene un incremento en "impuestos" del delito. Delito de cuello blanco Si el FBI midiera este delito en términos de costos financieros, el retrato demográfico de delincuentes de propiedad cambiaría a varones blancos, de mediana edad, de clase media. El sociólogo Edwin Sutherland introdujo el término "delito de cuello blanco” cuando estuvo en la dirección de la American Sociological Association en 1939 (Braithwaite, 1985; Sutherland 19491983, p. 7). El delito de cuello blanco se refiere a las violaciones de la ley cometidas por gente de
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clase media y alta en el curso de sus negocios y actividades sociales. Los delitos en esta categoría van desde robar sujetapapeles y utilizar la máquina copiadora de la oficina por razones personales hasta estafas accionarias multimillonarias (Reichman, 1993). En contraste con los delincuentes callejeros, el criminal de cuello blanco por lo regular está empleado en el momento que comete sus delitos. Algunos tienen posiciones directivas, técnicas o profesionales, y unos son dueños comerciales o funcionarios corporativos, pero la mayoría son empleados de niveles bajos. El número de blancos es mayor que entre los delincuentes callejeros; también son más viejos que la mayoría de los delincuentes comunes (entre los 40 años al momento de su encarcelamiento) (Weisburd, Chayet y Waring, 1990). Mientras que los delincuentes callejeros usan la violencia o la amenaza de violencia, los delincuentes de cuello blanco usan mentiras, falsedades y el engaño para convencer a sus víctimas de compartir su dinero o propiedad (Shapiro, 1990). Al contrario de los delincuentes comunes, los de cuello blanco usan la “tecnología social" (habilidades, encantos, redes) para volverse personas informadas en organizaciones con oportunidades para el fraude. Las ofensas comunes incluyen malversación de fondos (desfalcos, inflar gastos contables, comisiones desautorizadas y cuotas, inflar sus propios sueldos y pagos extraordinarios), conflicto de interés (usan sus posiciones para beneficio personal, por ejemplo, invierten fondos jubilatorios en aventuras en las que tienen interés financiero), y corrupción (en efecto, venden o rentan sus posiciones al más alto postor que entonces recibe consideración especial en forma de contratos corporativos, votos en el Congreso, etcétera). El costo acumulativo del delito de cuello blanco es enorme. Según una estimación, el desfalco y hurto por los empleados ha costado a los negocios estadounidenses unos 10 mil millones de dólares al año (The Wall Street Journal, 17 de agosto de 1993, p. A4). Sin embargo el costo del delito de cuello blanco no puede contarse sólo en dólares (E. Moore y Mills, 1990; Shapiro, 1990). Ya sea como empleados asalariados o funcionarios públicos, los delincuentes de cuello blan co ocupan puestos de confianza: tienen la autoridad para tomar decisiones, manejar y gastar el dinero de otras personas. Su mal uso de recursos o poder es una violación de esa confianza y debilitan la fe pública en una economía libre y sus líderes comerciales, en la democracia y los líderes políticos y en la moralidad pública. Aunque es más caro y extendido, el delito de cuello blanco no genera la misma preocupación publica del delito callejero, la razón principal es que "los abusos de confianza son difíciles de detectar, (...) represalia sutil, ofensas continuas, culpabilidad, dificultad para señalar, evidencia definitiva difícil de reunir, (y) sanciones severas impuestas a inocentes" (Shapiro, 1990, p. 359). Este tipo de delito no es descubierto de manera fácil, el delincuente no puede localizarse, y las víctimas no se dan cuenta de que han sido robadas. La victima puede ser una organización en lugar de un individuo o incluso una asociación de individuos. Cuando se detectan los delitos de cuello blanco es más probable que sean manejados en privado (por el jefe de la persona o por una asociación profesional) que a través de la policía y las cortes. Incluso cuando son traídos a juicio y declarados culpables, los delincuentes de cuello blanco, a diferencia de los delincuentes comunes, reciben multas y/o sentencias suspendidas en lugar de tiempo en prisión. Estos delincuentes con frecuencia son reincidentes, parecen menos amenazantes para la policía, jueces y jurados (Weisburd, Chayet y Waring, 1990). Como resultado el delincuente de cuello blanco puede ser públicamente clasificado como ladrón, criminal o estafador.
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Delito corporativo Las corporaciones también pueden ser culpables de delitos como la publicidad falsa, precio modificado, violación de reglamentos de seguridad para empleados o consumidores, manipulación accionaria, infracción de derechos de propiedad, comida y drogas no clasificadas, por nombrar algunas de las violaciones más comunes (Kitzen y Baca Zinn, 1992). En contraste con el delito de cuello blanco que consiste en delitos contra la corporación, el delito corporativo consiste en delitos cometidos por la corporación, en nombre de la propia empresa. Mientras que el delito de cuello blanco normalmente consiste en actos individuales, el delito corporativo es el resultado de una acción colectiva. En años recientes, grandes corporaciones se han encontrado culpables en las cortes o han sido expuestas por la prensa debido a: • La venta de productos que sabían que estaban defectuosos y eran peligrosos: los ejemplos son productos como el Ford Pinto, que explotaba al impacto; el escudo Dalkon, un dispositivo intrauterino de control natal relacionado con infecciones y esterilidad; frenos defectuosos de avión (Vandiver, 1996) y cigarros. • Contaminación industrial: el Informe de la Enviromental Protection Agency (EPA) estimo que la industria estadounidense soltó o dispuso de 22.5 mil millones de libras de sustancias toxicas en aguas de la superficie, los pozos subterráneos, basureros y en el aire en un solo año (en Yeager, 1993). • Discriminación en el contrato y la promoción: en esta categoría esta AT&T, General Motors y Libby-Owensford, entre otros. • Negligencia: ha habido más de 800 violaciones de salud y seguridad, incluso la exposición deliberada de plomo y arsénico por General Motors. • Soborno: sobre todo de gobiernos extranjeros; Exxon, Gulf Oil, Mobil, Ashland Oil, Northrop, Lockheed, United Brands y otros han cometido sobornos.
Los costos humanos y financieros de estas acciones sobrepasan a otros tipos de delito. Pero como con el delito de cuello blanco, la sociedad ha sido indulgente con estas empresas (Ermann y Lundman, 1996; Tonry y Reiss, 1993). Muchos delitos corporativos son manejados por agencias reguladoras, no por las cortes. Estudios sobre estas agencias (por ejemplo, A. J. Reiss, 1983, 1984) encontraron que los funcionarios consideraron su meta el lograr la complacencia con reglamentos y no identificar a los delincuentes; es más, estos funcionarios creyeron que tenían más éxito cuando trataban con las empresas mediante la negociación, amenazas de publicidad negativa, engaños y otras sanciones informales. La corporación puede ser dispensada con un "decreto de consentimiento”, en el que consiente en acabar con las violaciones, pero ni admite ni niega las alegaciones. De esta manera evita la exposición pública en una sala del tribunal, así como las obligaciones hacia las víctimas. La EPA, por ejemplo, no tiene personal o los fondos para dirigir inspecciones regulares y confía en las compañías para llenar informes voluntarios y supervisarse. Un estudio de 220 violaciones "no menores" sobre emanaciones o aguas residuales (todas en Nueva Jersey) encontró que en la mayoría de los casos EPA no tomó acción o meramente emitió una carta de advertencia; órdenes administrativas, requiriendo que la compañía tomara una acción, fue raro (ocho casos) y sólo dos casos fueron remitidos a las cortes criminales o civiles (Yeager, 1993) La débil entrada en vigor de leyes y reglamentos necesariamente no es el resultado de ineficacia burocrática o la "falta" de inspectores sobrecargados y no comprometidos (Tonry y Reiss, 1993), Las agencias reguladoras son responsables de encontrar el equilibrio entre la salud pública, seguridad y crecimiento económico, lo cual no es tarea fácil. Así como las personas no quieren desechos
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nucleares en sus traspatios, ellos tampoco quieren perder sus empleos. El rápido cambio tecnológico (ya sea en el control de la contaminación o estrategias de inversión) requiere reglamentos más complejos, un espinal que lleva a la inactividad. Por último, las corporaciones no son las únicas culpables: las agencias gubernamentales y grupos no lucrativos también cometen delitos organizacionales. Muchas violaciones corporativas son definidas de manera legal como agravios, no como delitos. Es más, la corporación se hace responsable, no las personas que tomaron las decisiones o realizaron actividades ilegales. Si los individuos se enferman debido a la exposición a sustancias tóxicas, por ejemplo, deben llevar sus propios casos a la corte y demandar al fabricante y/o al depósito por daños y perjuicios. Las cortes civiles no envían a los culpables a la prisión sino que piden compensación. En una acción civil, las victimas no pueden acudir a la policía u otras agencias públicas para apoyar la investigación. Ellos (y en muchos casos sus abogados) deben llevar los costos de la investigación y los procedimientos de la corte, con la esperanza de que esta ordene el reembolso de los gastos. Las grandes corporaciones pueden pagar las batallas legales durante años; mientras que las victimas no pueden. Cuando se encuentra un culpable, las multas son tan pequeñas que están más compensadas por las ganancias del delito y solo dan como perdida la parte del "costo de hacer negocios”, (de hecho, ¡en algunos casos los costos judiciales y multas pueden ser deducibles de impuestos!). El caso de la industria del tabaco ilustra la complejidad de regular a las corporaciones. Durante tres décadas, los funcionarios de la salud pública han advertido que fumar puede causar cáncer, enfermedades del corazón, enfisema y otras enfermedades fatales. Con sus inmensos recursos, los fabricantes de cigarros pudieron defenderse de los pleitos por fumadores que padecen alguna de estas enfermedades (o sus sobrevivientes) debido a que las compañías no obligan a las personas a fumar. En los años ochenta y noventa, las actitudes públicas hacia el fumar cambiaron y consiguieron prohibir el fumar en lugares públicos. En 1997 en un juicio civil, los procuradores de justicia de veinte (eventualmente cuarenta) estados acusaron a Liggett Group, la más pequeña de las cinco compañías líderes de tabaco, de ocultar el conocimiento de efectos adversos a la salud ocasionados por el cigarro y buscó la compensación por miles de millones de dólares que los estados gastan anualmente en seguro social para las personas con enfermedades relacionadas con el cigarro. En un esfuerzo por negociar, Liggett admitió que sabía que fumar causa cáncer y la nicotina es adictiva, e incluso que había dirigido anuncios a adolescentes quienes son menos susceptibles a las advertencias de salud y más propensos para desarrollar al hábito de fumar toda la vida que los adultos que empiezan a fumar. Liggett también estuvo de acuerdo en entregar los informes de la compañía que revelan que ésta y otros fabricantes no solo saben que fumar es letal y adictivo sino también conspiraron para manipular los niveles de nicotina teniendo como objetivo a los adolescentes. Poco después, las otras compañías de tabaco, de manera renuente, acudieron a la negociación. Entonces se alcanzó un acuerdo con el gobierno federal y estatal por el cual pagarán cerca de 350 mil millones de dólares en daños y perjuicios, cuidado de salud y campañas contra el cigarro; poner límites estrictos en la publicidad y venta de cigarros; y estar de acuerdo en que la nicotina es una droga y así está sujeta a los controles de la Federal Drug Administration (AFD). Antes de que el acuerdo entre en vigor, sin embargo, el presidente y la Suprema Corte de Estados Unidos tendrán que acordar diversos detalles. La industria del tabaco puede apostar a que el proceso de aprobación se lleve tanto tiempo que las ventas actúales compensen por mucho el
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costo. Mientras, las compañías han avanzado en sus anuncios y ventas en el extranjero sobre todo en países en vías de desarrollo. Delito organizado El estudio de delito de cuello blanco y corporativo involucra las actividades ilegales de individuos y organizaciones comprometidas en negocios legítimos. El estudio del delito organizado tiene que ver con organizaciones lucrativas de bienes y servicios ilegales. Los grupos de delito organizado se especializan en tres tipos de actividades. El primero y más obvio es la venta de bienes y servicios prohibidos, como la droga y la prostitución. Esta última viola las normas morales de la sociedad "respetable" al proporcionar un servicio que muchas personas quieren (incluso los ciudadanos "respetables"). En este caso, el delito organizado obtiene ganancias de la ambivalencia moral de la sociedad. El segundo tipo es el delito organizado que proporciona bienes y servicios en formas y lugares donde los negocios legítimos no trabajarían. Los usureros, o los que prestan dinero con altas tasas de interés a individuos o negocios que no pueden obtener crédito a través de los canales convencionales, es un ejemplo. El contrabando de cigarros para evitar los impuestos y la compra y venta de armas automáticas de los estados donde su venta es legal a los estados donde no lo es, son otros ejemplos. La tercera área en la que el delito organizado hace negocio —quizás la mayoría de su negocio— es proporcionar bienes y servicios legales por medios ilegales. Grupos criminales controlan el servicio de recolección de basura o taxi y limusinas en muchas ciudades; para eliminar a los competidores usan la intimidación. Algunos también usan negocios legítimos para "lavar el dinero" (es decir, enmascarar sus orígenes) o ganancias de actividades ilegales. El término "delito organizado" conjura imágenes de gánsteres italianos que llamaron la atención pública durante la prohibición. Pero no hay nada intrínsecamente italiano sobre el delito organizado; de hecho, este problema existe en todo el mundo. En Estados Unidos, algunos miembros de casi cada nueva ola de inmigrantes ha estado envuelto en delito organizado en un periodo. Los negros se involucraron en el delito organizado cuando se concentraron en guetos urbanos y alejados de las rutas legítimas. Por supuesto, la mayoría de inmigrantes de Europa, Asia y América Latina y de afroamericanos tratan de salir de la pobreza mediante las actividades legales, por lo general aceptan los trabajos de más bajos ingresos para que sus hijos tengan mejores niveles de vida. Pero el patrón de "sucesión étnica" sugiere que el delito organizado es, en parte, un producto de arreglos sociales que crean un alto riesgo, pero ganancias altas y mercado para bienes ilegales, por una parte, y por la otra, arreglos sociales que limitan las oportunidades de algunos grupos y los orillan a involucrarse en negocios ilícitos. La investigación y persecución exitosa del delito organizado es un proceso de información intenso a largo plazo. Mientras puede ser relativamente fácil capturar y declarar culpable a "la gente de poca valía" las figuras mayores evaden la ley. La escala de la empresa y control firme sobre la información es el escudo de los jefes, mientras los intermediarios hacen mucho del "trabajo sucio” en las líneas delanteras. Cuando los jefes van a prisión, casi siempre es por delitos menores, como evasión de impuestos al ingreso federal (Edelhertz, Cole y Berk, 1984). En esto, el delito organizado es similar al de cuello blanco y corporativo.
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Delitos sin victimas/victimas sin delito Edwin Schur (1965) acuñó el término delitos sin víctimas para describir actividades que han sido declaradas ilegales porque ofenden la moral pública, no porque causen daño directo a alguien. Prostitución, la mayoría de la pornografía, actos de sexo ilegal entre adultos que lo consienten, la venta y uso de drogas ilegales, la embriaguez pública y el juego ilegal, son actos que conforman esta categoría. Estas actividades pueden ser autodestructivas, pero el delincuente y la víctima con frecuencia son el mismo. Son delitos porque algunos segmentos de la población lo consideran como inmoral, indecente y dañino al orden público y en su momento prohibido por la ley. Las personas que favorecen la penalización del comportamiento personal creen que todas las sociedades deben definir y dar fuerza a una moralidad común. Sostienen que la sociedad tiene la obligación de proteger a las personas que no pueden o no se protegen, así como la sociedad tiene la obligación de proteger a los niños. Además, estos delitos tienen víctimas. Las prostitutas transmitieron enfermedades sexuales (incluso el sida). Bebés nacidos de mujeres que usan drogas o bebidas embriagantes padecen múltiples problemas, como la adicción. La embriaguez no sólo lleva a accidentes de tráfico y fatalidades, sino también, es asociada con la violencia (aunque no necesariamente es la causa), abuso a la esposa y violación en citas.) Los que apoyan la despenalización del comportamiento personal sostienen que para el gobierno legislar la moralidad es un abuso de poder y, en muchos casos, una violación a los derechos individuales y privados (sobre todo en actos sexuales) y el derecho al libre discurso (en el caso de la pornografía). Señalan que muchas de estas leyes son arbitrarias; argumentan que no hay ninguna razón intrínseca del porqué los cigarros y el alcohol son legales y la marihuana y la heroína ilegales, por ejemplo. Todos son dañinos a la salud y todos son potencialmente adictivos. Otras leyes son tan vagas (por ejemplo, leyes contra el holgazaneo, comportamiento desordenado y vagancia) que se refuerzan de manera arbitraria (por ejemplo, contra la juventud afroamericana citadina y las personas sin hogar). También sostienen que la proscripción del comportamiento personal es poco eficaz; debido a que esto motiva que los bienes y servicios se consumen en el mercado negro, que lleva a un desvío secundario o delitos más serios (desde adictos que roban para mantener su hábito hasta el asesinato de espectadores inocentes por bandas rivales y cárteles de la droga); y se agrega al costo de entrada en vigor de la ley. En años recientes, la tendencia ha sido hacia la despenalización (con las excepciones notables de drogas y conductores ebrios). El juego, una vez ilegal, es ahora permitido en la mayoría de los estados, y comprar boletos de lotería en tiendas de comestibles locales o puestos de periódicos se ha convertido en una actividad cotidiana. Las leyes contra la sodomía ya no se usan para perseguir o chantajear a los homosexuales. En el acontecimiento decisivo de Roe vs. Wade, la Suprema Corte de Estados Unidos declaró a las leyes contra el aborto en el primer trimestre de embarazo como anticonstitucionales; sin embargo, la despenalización no ha eliminado la controversia. El debate sobre el aborto y el esfuerzo organizado para invertir la decisión de la Suprema Corte es más fuerte que nunca. En algunos estados la ley protege a los homosexuales de la discriminación, pero hay mucho debate sobre si deben permitir a parejas de homosexuales casarse y disfrutar las ventajas legales del matrimonio (sobre todo deducción de impuestos y leyes testamentarias). Cuando la Corporación Disney extendió los beneficios de cuidado de salud a compañeros del mismo sexo de sus empleados, la Conferencia Bautista del Sur impulsó a sus 16 millones de miembros a "boi cotear las tiendas y parques de la Compañía Disney si continúan esta tendencia anticristiana y antifamiliar (Niebuhr, 1996, p. A10).
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Los sociólogos Robert Meier y Gilbert Geis (1997) señalaron que quienes estudian los delitos sin víctimas han ignorado una segunda categoría relacionada con el delito, víctimas sin delito. Una persona que contrae sida de alguien con quien él o ella salen, gente muerta o mutilada por minas enterradas olvidadas por soldados, y los empleados despedidos cuando una compañía decide cerrar una planta y cambiar la producción a otro estado o país, son ejemplos. Todos sufren debido a acciones que la sociedad no ha definido como delitos. En Estados Unidos el "buen samaritano" podría volverse una víctima sin delito. En casi todos los países europeos las leyes requieren a los testigos que intervengan si presencian un delito o accidente y pueden asistir a la víctima o pedir ayuda. En Francia, es delito que un doctor pase de largo por la escena de un accidente y no ofrezca asistencia, y las prosecuciones no son raras. En Estados Unidos es lo contrario: en la mayoría de los estados, los testigos no tienen ninguna obligación legal para intervenir y, de hecho, pueden tener consecuencias legales, si sus esfuerzos por ayudar causan daño involuntario. La mayoría de los ciudadanos estaría de acuerdo en que los buenos samaritanos son esenciales en una sociedad decente y que si alguien no ayuda a una persona ciega para caminar en el tráfico o ayuda a un anciano que se cae en la acera, es inhumano. Aunque de alguna manera las leyes, en efecto, animan a que los ciudadanos sean "malos samaritanos". Las preguntas centrales en los tópicos de delito sin víctimas y víctimas sin delito son si es posible legislar la moralidad y, en ese caso, dónde poner la línea. Meier y Geis (1997) sugieren dos criterios: ¿Qué tipos de problemas puede resolver la ley? y, ¿qué tipos de problemas puede crear la ley? Concluyen que si una ley no es respaldada por consenso social respecto a resolver el problema para el que fue diseñada, es probable que esa ley sea ineficaz y, en el peor de los casos, ocasione más problemas de los que resuelve, como pasó hasta cierto punto con la ley de prohibición. Delito en Estados Unidos Estados Unidos es una de las naciones más violentas en el mundo. Según las estadísticas del FBI, para 1995, un asesinato era cometido cada veinticuatro minutos; una violación, cada cinco minutos; un asalto cada veintinueve segundos. Casi 7 de cada 1000 ciudadanos fueron víctimas de delitos violentos; 4.5 de 100 son víctimas de delitos contra su propiedad (véase figura 7-4). Las excepciones son Vermont y Minnesota cuyas leyes requieren que los testigos intervengan en accidentes o penas delictivas, y Massachusetts, donde se exige a los testigos que informen de los delitos violentos.
¿Por qué son las proporciones de delitos violentos tan altas en Estados Unidos? Para contestar esta pregunta, la socióloga Rosemary Gartner (1990) condujo una encuesta transcultural. Ella analizó datos de dieciocho naciones en un periodo de treinta años. Encontró que cuatro variables estructurales sociales eran asociadas con altas tasas de homicidio. Se encontró lo siguiente: 1. Tensión económica: medida en términos de distribución de ingreso desigual o inadecuado. 2. Desintegración social: medida en términos de tasas de divorcio y diversidad cultural que pueden debilitar los lazos de grupo y llevar a la fricción intergrupal. 3. Demografía: el porcentaje de adolescentes y jóvenes en una población (los grupos de edad con la tasa más alta de delito), y el porcentaje de casas con mujeres que trabajan. 4. El contexto cultural: en especial la existencia de violencia aceptada oficialmente, como la guerra o ejecuciones de Estado.
Todas estas variables son encontradas en Estados Unidos: un hueco entre el rico y el pobre, diversidad cultural, jóvenes desempleados sin supervisión paterna y una cultura que permite la violencia.
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Para entender si el delito en Estados Unidos aumenta o disminuye, se deben interpretar las estadísticas del delito. El Uniform Crime Report del FBI incluye dos juegos de datos. Para delitos "Tipo I" (homicidio, ataque agravado, violación a la fuerza, robo, asalto, robo de poca cuantía y robo de vehículos de motor), este organismo archiva todos los delitos reportados o descubiertos por la policía, así como datos del número de arrestos hechos, el número de casos enviados a juicio y las características de los arrestados y convictos. Es necesario señalar que sólo los delitos conocidos por la policía son incluidos. Si un delito no se informa (porque la victima conoce al delincuente, miedo a la venganza, miedo a la policía, o simplemente no quiere ser molestado), no aparece en los internes del FBI. Para los delitos "Tipo II" (los delitos de cuello blanco y delitos sin victimas), el FBI archiva solo el número de arrestos. Es más, los delitos de cuello blanco manejados en materia civil, no penal, no son incluidos. Además de archivar el número de delitos, el FBI calcula las tasas delictivas en términos de número de delitos por 100000 habitantes. La distinción entre número absoluto de delitos y tasa de delitos es importante; supongamos que la tasa de delitos violentos para Middletown en 1990 era 5.95. Si Middletown tiene una población de 100 000, eso significa que aproximadamente se cometieron 6 delitos violentos ese año; sin embargo, si la población de Middletown es de 2 millones, una proporción de 5.95 significa que se cometieron 120 delitos violentos. El Uniform Crime Report muestra que el número total de delitos conocidos por ellos y la tasa de delitos declinó entre 1991 y 1995. La tasa se redujo en 10.5%, y el número total de delitos en 6.8% (véase figura 7-5). Otra fuente de datos es la National Crime Victimization Survey (NCVS), que realizó el Departamento de Justicia en 1973, porque la investigación había mostrado que la mayoría de los delitos no se informa. Este informe anual incluye datos de víctimas de una muestra representativa de 60.000 hogares estadounidenses. A los encuestados se les preguntó sobre seis delitos: ataque, violación a la fuerza, robo, asalto, robo de poca cuantía y el robo de vehículos de motor (el homicidio y robo de negocios no están incluidos). Según esta encuesta, no se informaron 27 millones de delitos a la policía en 1994. El hueco entre el UCR y los datos de la NCVS no significa que uno es mejor o más exacto que el otro; más bien la diferencia está en que miden cosas diferentes (Steffensmeier y Harer, 1991). Por ejemplo, en el UCR cada "incidente delictivo" es registrado una vez, en términos de los delitos más serios cometidos; en la NCVS, cuando se cometen varios delitos juntos, todos se informan. Los encuestados en la NCVS citan numerosos delitos que no se informaron a la policía. El UCR es visto como un organismo que mide delitos serios; mientras que la NCVS, concentra todos los delitos, grandes y pequeños. Los datos disponibles del Uniform Crime Report y de la National Crime Victimization Survey coinciden en las tasas de delito violento más altas a finales de los ochenta, y principios de los noventa, y ha disminuido desde 1994 (véase figura 7-6). Según la NCVS, no se informaron 27 millones de delitos a la policía en 1994. La tasa de delito de represalias fluctuó entre 1973 y 1995. Entre 1993 y 1995, la tasa declinó. La tasa actual de delitos violentos serios es casi igual de baja a la de 1986. Los últimos datos de delitos violentos publicados por el FBI, muestran que la tasa de asesinato disminuyó entre 1995 y 1996 (Butterfield, 1997).
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Aunque la tasa de delito decreció, la mayoría de los estadounidenses está de acuerdo en que los niveles de violencia y robo en la sociedad son bastante altos. ¿Qué puede hacerse para controlar el delito? ¿Justicia igual para todos? El sistema de justicia delictivo puede verse como un embudo o filtro. Por varias razones —prácticas, políticas o sociales— sólo un diminuto fragmento de los delitos cometidos se castiga. En general, los pobres, miembros de grupos minoritarios, y los varones jóvenes están más sujetos a sanciones formales que los hombres blancos o adinerados de mediana edad. Es más raro que las mujeres cometan delitos, y también es menos probable que sean arrestadas, declaradas culpables, encarceladas o ejecutadas cuando lo hacen. El proceso de la selección empieza con ciudadanos ordinarios; como se anotó anteriormente, sólo un tercio de los delitos reales cometidos se reportan a las autoridades. El proceso de selección continúa con la policía. La policía La policía se involucra en el control social cuando presencia un delito, cuando descubre un delito en el curso de la investigación de otro, o cuando un ciudadano registra una queja. En teoría, la policía tiene la responsabilidad de investigar todos los delitos que llegan para su atención y para arrestar e interrogar a los sospechosos. En la práctica, son selectivos sobre los delitos que investigan, a quién arrestan y qué testimonio dan en la corte. En algunos casos la policía no sigue una investigación porque no considera los cargos como serios. En otros casos una investigación se emprende pero no lleva a ninguna parte. La mayoría de los delitos no se resuelve mediante el trabajo de detectives sino porque la víctima es capaz de identificar al delincuente o porque el testigo llega más adelante. Todos dijeron que sólo una fracción de los delitos reportados a la policía por lo regular delitos violentos más que delitos contra la propiedad (véase figura 7-7), son resultado de arrestos.
En años recientes, los cargos de discriminación racial y brutalidad policiaca hacia las minorías han aumentado. En 1992, los disturbios en Los Ángeles y otras ciudades fueron sorprendidas por la absolución de cuatro policías blancos acusados de golpear brutalmente al motociclista negro Rodney King. ¿Se justifican estos cargos? La evidencia es mixta. En un estudio clásico de discrecionalidad policiaca, los observadores viajaron en patrullas en Boston, Chicago y Washington, D.C (Black y Reiss, 1970; Black, 1980). Y encontraron a la policía más propensa a arrestar jóvenes negros que blancos y que los jóvenes negros eran más detenidos y cuestionados sobre delitos serios. La mayoría de las quejas sobre los jóvenes negros venía de adultos del mismo color en la comunidad, que de adultos blancos. Otra investigación ha encontrado evidencia de que negros y latinos están en desventaja en los procesos judiciales (Humphrey y Fogarty, 1987; Mieth y Moore, 1986; Zatz, 1984), pero este patrón no siempre está presente o es
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uniforme. Más bien, parece depender de factores como el lugar del delito (en un gueto o suburbio) y la composición social de la comunidad (étnica y racialmente mixta u homogénea) (Frazier, Bishop y Henretta, 1992). Los afroamericanos y otras minorías tienden a ser tratadas con más violencia cuando las víctimas de un delito son blancos y el delito ocurre en un suburbio en el que predominan blancos. Las cortes Las cortes se relacionan con el control social cuando la policía hace un arresto. Las cortes tienen la responsabilidad de levantar cargos a los sospechosos, llevarlos ajuicio y determinar las penas para quienes son declarados culpables. Sin embargo, sólo algunos de los sospechosos que son arrestados son llevados a juicio. Como representante del Estado, el fiscal es el que decide si se lleva a juicio el caso y bajo qué cargos. En algunos casos, se eliminan los cargos porque el fiscal considera que las evidencias son insuficientes. En muchos otros, el demandado renuncia a su derecho a juicio y está de acuerdo en declararse culpable a cambio de menores cargos o la promesa de clemencia; esto es conocido como alegato de negociación (plea bergaining). Se estima que 90% de los convictos en las cortes son resultado del alegato de la negociación (Senna y Siegel, 1996). Debido a la carga excesiva de casos en el sistema judicial, el alegato de negociación es una necesidad práctica, pero mina la presunción de inocencia garantizada por la Constitución. Los casos que más probablemente van a juicio son aquellos que han atraído la atención pública y los que el fiscal espera ganar. Muchos fiscales son elegidos oficiales, quienes ven su posición en la corte como un ascenso en su carrera política. Como resultado, muchos prefieren no arriesgarse a perder un caso en público. El proceso de selección continúa en la sala del tribunal. Las cortes operan como un sistema de adversarios, en que el estado y el acusado se comprometen en un debate público ante un juez o jurado imparcial (Eitzen y Baca Zinn, 1992). Para que este sistema sea justo, los adversarios tendrían que ser iguales en habilidades y en recursos; pero es obvio que el estado tiene más recursos que el individuo demandado, en particular si este es pobre y acepta un abogado de oficio y permanece en la cárcel mientras espera el juicio. No es sorprendente que nueve de diez demandados en juicios penales sean encontrados culpables (Eitzen y Baca Zinn, 1992, p. 506). Las prisiones Aunque el número de delitos serios bajó noventa, el número de delincuentes bajo en los años noventa, el numero de delincuentes declarados culpables sentenciados a prisión, que se mantuvo firme durante casi cincuenta años subió mucho (véase figura 7-8). Estados Unidos tiene una de las tasas de encarcelamiento más altas en el mundo (véase figura 7-9). En 1996, casi 1,7 millones de ciudadanos fueron confinados a prisiones y cárceles, 19% más que en 1990 (Mumola y Beck, 1997). ¿Si las tasas de delito bajan, por qué aumenta el encarcelamiento? Figura 7-9
Tasas de encarcelamiento para países seleccionados
Estados Unidos es el "líder mundial" en tasas de encarcelamiento, sólo excedido por Rusia. Aunque Rusia tiene una tasa más alta de encarcelamiento, hay más personas en las cárceles y prisiones de Estados Unidos.
Una razón es estadística: el FBI no incluye a los delitos de drogas en su informe anual, en parte porque son "delitos sin víctimas". Los delitos, desde el asesinato hasta el robo, pueden disminuir, pero los delitos por drogas no. Entre 1985-1986 y 1995, los arrestos por drogas aumentaron en
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64%; la sentencia a prisión para delincuentes por drogas subió 78% y se considera casi la mitad del crecimiento de la población en las prisiones durante los últimos quince años (Maguire y Pastore, 1997; Mamola y Beck. 1997). La razón para encarcelar a los narcotraficantes es que cometieron otro delito, por lo regular de violencia. Un estudio en el estado de Nueva York estimó que un cuarto de los nuevos presos fueron "sólo delincuentes por drogas", que nunca se les había levantado cargos por otro delito (Diloulio en Butterfield, 1997). Una segunda razón por la que crece la población en las prisiones es que los jueces imponen sentencias más largas y envían más personas de regreso a prisión (a menudo por violaciones a la libertad condicional y bajo palabra, como fallar en una prueba de orina para detectar drogas) y esas tablas de libertad provisional dejan libres a menos presos que son elegibles para su libertad provisional. Como resultado, los presos pasan más tiempo detrás de las rejas de lo que era hace diez o quince años. Una explicación alternativa es que la tasa delictiva ha disminuido porque muchos delincuentes han sido encerrados. No hay manera precisa de demostrar o refutar esta línea de razonamiento. Se estima que la tasa de encarcelamiento ha crecido 15% en relación a la reciente disminución de delitos. Alfred Blumstein y otros criminólogos piensan que este aumento de la población en las prisiones puede traer consecuencias negativas (en Whitmire, 1995). Cuando números tan grandes de personas (muchos de los mismos barrios) son arrestadas y van a prisión, pueden perder algo de su estigma (como las tasas de divorcio crecientes han quitado el estigma de un ma trimonio fallido). En Washington, D.C., la mitad de los hombres negros de entre 18 y 35 años está en la cárcel o en libertad provisional o condicional en cualquier momento (Butterfield, 1997). El tiempo que sirven en prisión casi es tan común como cuando se servía en el ejército cuando Estados Unidos tenía una política de proyecto universal. Encarcelar números tan grandes de jóvenes quebranta a las familias y comunidades, por una parte, y por la otra fortalece las conexiones entre grupos delictivos en prisión y los de la calle. Es más, casi todos estos presos serán liberados en el futuro y, ya sea por sus inclinaciones delictivas, sus experiencias en prisión, o falta de oportunidades legítimas y redes, pueden regresar al delito. El crecimiento de la población en prisión también desvía recursos de otras instituciones sociales (Butterfield, 1997). Por ejemplo, en California el número de internos en las prisiones estatales creció de 19.000 a 150.000 en las últimas dos décadas. El sistema universitario público tan respetado de California ha sufrido recortes presupuéstales como resultada. Durante este tiempo, California construyo veintiún nuevas prisiones y sólo una nueva universidad. Las universidades estatales han despedido a 10.000 empleados, incluso muchos profesores: mientras que las prisiones estatales han contratado a 10.000 nuevos guardias. La porción de ingresos estatales que van a las universidades ha caído de 12.5 a 8%, y la porción que va a las correccionales ha crecido de 4.5 a 9.4%. El Estado gasta aproximadamente 6.000 dólares por estudiante, comparado con 34.000 al año por cada interno de la prisión. Metas del sistema de Justicia delictiva ¿Es funcional el sistema de justicia? La respuesta depende en parte de lo que queremos que el sistema haga.
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Hay cuatro razones principales para las sanciones delictivas impuestas: la retribución, la inhabilitación, la disuasión y la rehabilitación. Retribución La meta de la retribución es restaurar el equilibrio social obligando a los delincuentes a pagar a la sociedad por los delitos que cometieron. Este elemento de control social hace referencia al antiguo principio bíblico de "ojo por ojo, diente por diente". En la actualidad, la retribución ha sido refinada por el concepto de "sólo lo que se merece", el cual sostiene que el castigo debe ajustarse al tipo de delito. De esta manera, la pena por asesinato debe ser más severa que por un asalto, el castigo por robos mayores es más severo que por un robo pequeño, y así sucesivamente. Los abogados de la retribución sostienen que la sanción se debe basar en el delito, no en el delincuente, y que según el delito es la pena. Las circunstancias en las que un delito fue cometido y el carácter e historia del demandado son irrelevantes. En sentido ideal, este enfoque haría la impartición de justicia más imparcial. Sin embargo, determinar la gravedad de un delito y la respuesta apropiada es muy relativo. Con delincuentes nefastos, como un asesino en serie que torturo y violo a sus víctimas, la mayoría de las personas estaría de acuerdo en que debe ser liquidado; pero hay mucha controversia en otros delitos. Suponga a una mujer que ha sido golpeada de manera constante por su marido, consigue un arma y lo mata. Algunas personas podrían sentir que su marido consiguió solo lo que merecía; otros dirían: el asesinato es el asesinato es el asesinato sin considerar las circunstancias. Sentencias mínimos obligatorias (en que una persona encontrada culpable de un delito particular debe permanecer un periodo específico en la cárcel) son diseñadas para reducir prejuicios y subjetividad por parte de jueces y jurados. Donde dichas leyes han tomado lugar durante cierto tiempo. La investigación muestra que los fiscales algunas veces engañan con sentencias obligatorias al ejercer discreción decidiendo como el demandado será acusado y los jurados y jueces pueden reducir el cargo cuando sienten que el demandado no es una amenaza para otras personas o las circunstancias justifican el delito. Por ejemplo, en un caso muy publicado, a una joven británica contratada como au pair o niñera por una pareja en Massachusetts, se le acusó de matar al niño bajo su cuidado. Ella fue encontrada culpable de asesinato en segundo grado, que en Massachusetts tiene una sentencia obligatoria mínima de quince años. El juez cambió el veredicto a homicidio involuntario, lo cual la libró de la sentencia obligatoria y fue liberada con base en el tiempo servido en la cárcel en espera de juicio. El Federal Judicial Center (1994) encontró que las sentencias obligatorias mínimas se aplicaron sólo en la mitad de los casos potenciales elegibles. Además, 68% de los demandados afroamericanos recibieron sentencias mínimas o más, comparado con 57% de latinos y 54% de blancos que fueron encontrados culpables del mismo delito o similares. Inhabilitación Los fiscales deciden si levantan cargos o alegatos de negociación, y los jurados deciden si lo declaran culpable o no, no con base en el delito que se alega que la persona cometió sino si ellos perciben al demandado como una amenaza. La inhabilitación se diseña para proteger a la sociedad al confinar a los delincuentes a prisión o impidiéndoles cometer delitos adiciónales. De acuerdo con la tasa tan alta de encarcelamiento, el enfoque de "enciérralos y tira la llave" está ganando apoyo popular.
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Encarcelar a más de 4 millones de personas declaradas culpables en Estados Unidos cada año sería injusto e imposible. La mayoría de los estadounidenses está de acuerdo en que los delincuentes primerizos que no cometen un delito serio no deben ser tratados con violencia como "los delincuentes de carrera". Por estas razones, los abogados de la inhabilitación apoyan las llamadas leyes de tres golpes, que señalan a los delincuentes reincidentes. En California, por ejemplo, las cortes son requeridas para sentenciar a una persona que haya sido convicta anteriormente por una felonía seria o violenta, la sentencia usual para una segunda felonía, y una sentencia de veinticinco años si es declarado culpable por tercera ocasión. Es cuestionable si dichas leyes pueden aplicarse. Un estudio de la Corporación RAND estimaba que la obediencia completa podría reducir felonías serias de 22 a 34% pero con un costo (en nuevas prisiones y la internación más larga) de 4.5 a 6.5 mil millones de dólares al año (Greenwood et al., 1994). Los críticos señalan que las leyes de tres golpes podrían tener consecuencias imprevistas. Por los altos riesgos, los delincuentes reincidentes de segunda y tercera vez podrían exigir juicios, incrementar los casos de las cortes ya sobrecargadas; y enfrentar la posibilidad de vida en prisión, un delincuente que reincide por tercera vez podría intentar dispararle al policía en lugar de rendirse (Kaminer, 1994). Además, estos delincuentes de tercera vez tienden a ser más viejos que los primerizos y así son encerrados a una edad madura en que es menos probable que cometan delitos. Disuasión La, disuasión se refiere a usar sentencias como ejemplos sociales, para convencer a los individuos y toda la sociedad de que el Estado está determinado a controlar el delito, y así inhibe y previene a delincuentes potenciales y posibles delitos futuros. La disuasión específica significa usar las penas para intimidar a individuos específicos para que no cometan el mismo delito o delitos; la disuasión general significa reducir el deseo de cometer delitos en el público general al castigar a ciertos delincuentes. En cualquier caso, la razón para el arresto y el encarcelamiento es prevenir delitos futuros, para no exigir venganza o "el pago" por delitos pasados. El modelo de disuasión de justicia delictiva descansa en la suposición de que los humanos son criaturas racionales que reflexionan las consecuencias y costos relativos y beneficios de un hecho antes de actuar. Esto puede ser válido para delitos "instrumentales" como robo o malversación. De hecho, existe evidencia de que las sanciones delictivas son más eficaces contra delitos de cuello blanco, la evasión de impuestos y tráfico de influencias (Klepper y Nagin, 1989). Los potenciales delincuentes de cuello blanco tienen más que perder que los delincuentes comunes, no sólo en el sentido financiero sino también en términos de su respetabilidad y posición en la comunidad. Parece dudoso que el cálculo racional juegue un rol mayor en delitos "emocionales", como ataque o asesinato cometidos en un arranque de despecho. Muchos, si no la mayoría, de los delitos violentos son impulsivos; es más, muchos delincuentes convencionales (o delincuentes callejeros) pueden calcular que debido a las limitadas oportunidades educativas y laborales, tienen poco que perder. Como la teoría del control sugiere, ellos están más propensos a la conformidad. De hecho, el riesgo y excitación pueden pesar más que los posibles costos. Para ilustrar esto un delincuente describió su primer asalto: Yo estaba asustado, pero excitado. Estaba asustado y entusiasmado. Sabía, usted sabe, que tenía una oportu nidad de escapar o ser detenido. Pero imaginé que era la decisión que debía tomar. Quería el dinero (De Lejeune, 1977, p. 129; citado en Conklin, 1992, p. 439)
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Las oportunidades de este hombre de ser capturado eran menores de lo que él calculó, aproximadamente una en ocho, no una de dos; sin embargo, aun así se arriesgó. ¿La entrada en vigor de leyes estrictas detiene el delito? En general, las investigaciones señalan que la certeza de castigo tiene más impacto en la tasa de delitos que la severidad del castigo (Conklin, 1992). Por ejemplo, desde la caída de los gobiernos comunistas en Europa oriental y la Unión Soviética, las proporciones del delito han aumentado 25% (Greenhouse, 1990). Esta cifra indica que los Estados policiacos anteriores en esos países eran eficaces en la supresión del delito, así como en las libertades civiles (sin contar la corrupción gubernamental y la persecución como delitos). De igual forma, la mayoría de los estudios ha encontrado que el número de policías en las calles o en patrullas, la frecuencia con la que hacen arrestos, o lo apropiado de sus tácticas, tienen poco efecto (Conklin, 1992). Sin embargo, el reciente declive en delitos juveniles violentos, sobre todo en la ciudad de Nueva York, que adoptó una política estricta de disuasión, ha planteado nuevas preguntas. Véase Sociología y medios de comunicación: La tasa de delitos desciende en un enigma sociológico. Rehabilitación En los años sesenta, muchas prisiones se renombraron centros correccionales, y a los guardias de la prisión se les llamo en su empleo “oficiales de Corrección”. Esta clasificación proyecta de que la meta del encarcelamiento no era sólo castigara los delincuentes sino también reformarlos y proporcionarles las habilidades y prácticas sociales que les permitieran volverse ciudadanos autosuficientes y respetuosos de la ley al dejar la prisión. Este enfoque de rehabilitación considera que en algún sentido la sociedad promovió actividades delictivas al tener altas tasas de desempleo, aumento de la pobreza y deterioro en los sistemas escolares y los barrios, sobre todo en guetos negros citadinos. Cuando las proporciones de delito empezaron a subir en los años setenta, sin embargo, la rehabilitación fue declarada un fracaso. Los críticos se preguntaron ¿por qué proporcionar a los delincuentes convictos servicios y beneficios que no están disponibles para los residentes respetuosos de la ley de barrios pobres? (Senna y Siegel, 1996). Las proporciones altas en reincidencias (nuevo arresto y regreso a la prisión) indican que pocos prisioneros fueron rehabilitados. Varios sociólogos han defendido que la reclusión hace más para promover que para prevenir el delito. En prisión, el individuo se expone a una subcultura delictiva que mantiene razones de actividades ilegales; el prisionero también es educado en nuevas técnicas para cometer delitos (en la teoría de Sutherland llamada asociación diferencial). Además debido a la clasificación de "ex convicto", una persona puede tener dificultad para encontrar trabajo legitimo después de que él o ella salen (lo que provoca una desviación secundaria). La evidencia para esta idea es débil, la prisión puede ser una experiencia brutal, sobre todo para el joven primerizo que por lo regular es víctima de otros prisioneros. Las altas tasas de reincidencias no pueden ser el resultado de jueces que envían a los individuos con antecedentes a prisión sino, más bien por dar a los delincuentes primerizos un tiempo de libertad condicional; en parte porque las prisiones están sobrepobladas. De manera interesante, el público en general no puede ser tan duro con los delincuentes como los Oficiales y las instituciones encargadas de aplicar la ley. Las encuestas señalan que la mayoría de los estados todavía cree que al menos algunos delincuentes pueden rehabilitarse. Cuando se les pregunta donde debe hacer un esfuerzo mayor el gobierno, sin embargo, la mayoría escoge el castigo en lugar de la rehabilitación (Maguire y Pastore, 1997).
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Pena capital La forma de control social más polémica es la pena de muerte. En 1972, la Suprema Corte de Estados Unidos legisló la pena de muerte como anticonstitucional con el argumento de que había sido aplicada de manera selectiva y de esta forma constituía un "castigo cruel y raro" (Furman vs. Georgia). Esta decisión se basó en una investigación sociológica que muestra que a los negros se les aplicaba con más frecuencia la pena de muerte que a los blancos, sobre todo cuando el delito era violación y la víctima era blanca. En 1976, sin embargo, la Suprema Corte decretó que las leyes con normas claras para la pena de muerte eran constitucionales (Gregg vs. Georgia); desde entonces, treinta ocho estados han aprobado leyes que permiten la pena de muerte en casos específicos, como asesinato de un policía o asesinato premeditado. Aunque han aumentado, las ejecuciones todavía son pocas (véase figura 7-10). A la mayoría de asesinos convictos no se les sentencia a muerte, y a la mayoría que se le aplica la pena de muerte nunca es ejecutada. Entre 1977 y 1995, el FBI registró 450.000 casos de homicidio y homicidio involuntario negligente; de éstos, 4.857 personas fueron sentenciadas a muerte. Más de un tercio fue alejado de la ejecución por nuevos juicios, nuevas sentencias, conmutaciones o muerte natural; casi dos tercios permanecieron con la sentencia de muerte. Desde 1977, cuando un pelotón de ejecución en Utah introdujo en una nueva era la pena capital, se han ejecutado 313 prisioneros (Snell, 1996). Si un delincuente recibe la pena de muerte depende de dónde tuvo lugar el delito. Los estados son muy variables en relación a qué delitos consideran elegibles para la pena capital, quién decide imponer la sentencia de muerte (el juez o el jurado), qué tan seguido un fiscal de distrito pide esta decisión, procedimientos para la apelación e incluso el método dé ejecución (véase figura 7-11). En 1995 se ejecutaron en Estados Unidos un total de cincuenta y seis personas, más otros diecinueve en Texas, seis en Missouri, cinco en Illinois y en Virginia, y de uno a tres en otros estados. La raza también influye en las decisiones para imponer la pena capital. Aunque los afroamericanos son alrededor de 12% de la población, en diciembre de 1995, casi tantos prisioneros afroamericanos (1.275) como blancos (1.730) estaban en espera de la muerte (Snell, 1996). La raza de la victima también parece influir en la sentencia. Casi la mitad de las víctimas de asesinato en Estados Unidos cada año son afroamericanos. Aunque la mayoría (85%) de las recientes ejecuciones eran por delitos en los que la víctima era blanca. Sin tener en cuenta la raza del demandado , si la víctima era blanca, las posibilidades de una pena de muerte eran el doble (Eckholm, 1995). La tasa de delitos desciende en un enigma sociológico Cuando el delito bajo a principios de los años noventa, los expertos en delitos pensaron que era una anomalía estadística. En 1996, sin embargo, la evidencia era incontrovertible En contraste con las tasas de asesinato, la tasa de delito disminuyó. La más grande sorpresa fue que la baja en los delitos más serios y violentos se dio en las ciudades más grandes de la nación, sobre todo en la ciudad de Nueva York (véase figura 1). Los testigos más sorprendidos de esta tendencia fueron los sociólogos y otros científicos que estudian el delito: "Esto se parece al Sol que se pone en el Oeste", Jeffery A. Fagan, di rector del Centro de Investigación y Prevención de la Violencia en la Universidad de Columbia, en una entrevista a New York Times (20 de diciembre de 1996): "Algo ha cambiado en la calle y nosotros no sabemos lo que es exactamente" (p. B4) “este es un tiempo humillante para todos los analistas del delito, hizo eco John Diloulio, Jr. Un profesor de política y relaciones públicas en la Universidad de Princeton (New York Times, 19 de enero de 1997, p. E1).
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La mayoría de los sociólogos había sostenido que las raíces del problema se debían a la pobreza, des empleo y demografía, fuerzas sociales que los esfuerzos de la ley no pueden controlar. Aunque las tasas del delito declinaron más en áreas donde las tasas de desempleo, embarazos de adolescentes, dependencia en la asistencia social y otras medidas socioeconómicas estaban en aumento —las áreas donde los sociólogos habrían previsto que el delito aumentaría—. En particular, muchos sociólogos estaban convencidos de que el reforzamiento de la ley no tendría mucho efecto. Como Michael Gottfredson y Travis Hirschi (citado en este texto en la discusión sobre teoría del control) escribió en 1990 en su libro A General Theory of Crime: “No existe evidencia de que el aumento de las fuerzas policiacas o equipo, diferentes estrategias de patrullaje o distinta vigilancia tengan algún efecto en la tasa de delitos”.
Los políticos aprobaban la entrada en vigor de leyes para bajar la tasa de delito: “pero no creo haya habido en la historia, una ciudad con tres años consecutivos de caída de dos dígitos en la tasa de delitos", clamó el alcalde de la ciudad de Nueva York Rudolph Giuliani (New York Times, 20 de diciembre de 1996, p. B4) En 1994, siguiendo el consejo del criminólogo George Kelling, Nueva York instituyo una nueva política de intento de prevención de delitos más serio; al atacar los delitos menores como saltándose los torniquetes del metro, vandalismo de grafiti y mendicidad. En muchos casos, las personas arrestadas por delitos menores eran buscadas por delitos más serios y alegatos de negociación sobre redes del delito local. La ciudad cerró tiendas pequeñas donde se vendía droga, así como joyerías de segunda mano y talleres de re paración de autos donde estaba tratándose con bienes robados. Con el análisis de las estadísticas de computadora actuales, la ciudad identificó los "lugares calientes" donde el delito aumentaba e inundaba estos barrios con policías incógnitos y sin uniforme. Dijo el alcalde Giuliani: Todas las estrategias que se han puesto en práctica están trabajando mejor de lo que cualquiera habría pensado, incluso yo, cuando las inventamos (New York Times, 20 de diciembre de 1996, p. B4).
Algunos sociólogos no estaban convencidos. El criminólogo James Q. Wilson de la UCLA señaló que las tasas de asesinato también habían bajado en Los Ángeles, donde el departamento de policía estaba plagado de un pobre liderazgo y baja moral, y las tasas de arresto habían caído (New York Times, 19 de enero de 1997, p. E6). Posibles explicaciones incluyeron la creación de unidades de hospital de traumatología que salvaron las vidas de víctimas de disparo; la prohibición de armas de asalto y la Ley Brady, que requieren de un periodo de días de espera para comprar un arma; mayores sentencias a "delincuentes de carrera" (delincuentes reincidente); y una tasa alta de muerte entre la juventud urbana). Wilson y el criminólogo John Laub de la Universidad Northeastern y otros, sugirieron que la lucha contra el delito es luchar contra una epidemia que no sigue fórmulas matemáticas exactas (New York Times, 19 de enero de 1997, pp. E1, E6). Con una enfermedad como el sida, al parecer aislada, casos sin relatar difunden el contagio; de repente el "punto clave" es alcanzado y el número de casos explota. Con el sida en Estados Unidos, el punto clave puede haber sido los baños de homosexuales, donde los hombres tenían sexo con extraños. Con el delito en las ciudades de Estados Unidos, el punto clave pudo haber sido la aparición del crack. Una forma barata y altamente adictiva de cocaína, el crack llevó a los jóvenes al tráfico de drogas con la promesa de dinero en efectivo rápido y fácil. Esto, a su vez, aumentó la demanda de armas automáticas, no sólo entre los narcotraficantes y usuarios sino también entre los adolescentes que, en esta atmósfe ra, querían armas para protección o prestigio. Los adolescentes son menos propensos que los adultos a considerar las consecuencias de sus acciones. Andar por allí y manejar entre tiroteos y disparar a alguien que los "miraba" era casi una novedad, tan súbito como una moda o manía musical. El mayor incremento en las tasas de asesi nato en los años ochenta se debió al aumento en la violencia juvenil. A principios de los noventa, los miembros de la subcultura adolescente del crack se estaban volviendo adultos jóvenes. Una proporción significativa estaba en prisión y muchos habían sido asesinados Esto, combinado con otros factores (incluso leyes más duras), llevó a una disminución súbita en asesinatos y otros delitos violentos. William J. Bratton, el anterior comisionado policiaco de Nueva York, dijo: "Pienso que estamos en otro de esos puntos clave, sólo en la bajada" (New York Times, 19 de enero de 1997, p. El).
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Los sociólogos también están en un "punto clave", en términos de revalorar las teorías existentes y ex plicar una tendencia que no sólo no anticiparon sino tampoco pensaron que podría pasar. Nueva Orleáns era una de las ciudades donde las tasas de delito violento y homicidio aumentaron a principios de los noventa. Cuando Nueva Orleáns adoptó una estrategia de control de delito preventivo similar a la de Nueva York, se volvió un "experimento natural" del re-forzamiento de la ley en delitos. "Si funciona", dijo el especialista en delitos de Princeton, Dilulio a Newsweek: "muchos criminólogos tendrían que saltar por la ventana" (23 de diciembre de 1996, p. 29). El último informe de Nueva Orleáns es que la tasa de delitos bajó en 1996 y 1997 y sugiere que el enfoque de Nueva York podría funcionar en otras comunidades.
Población en Nueva Jersey 7.904.000* Promulgado: 6 de agosto de 1982
Población de Texas 18.378.000* Promulgado: 14 de junio de 1973
En espera de muerte: 9
En espera de muerte: 400
Ejecutados desde 1976: 0 Delitos importantes: asesinato en primer grado, asesinato con gravante. Oficina de defensores de oficio: establecido en 1967, el estado tiene oficinas en todos los 21 condados de Nueva Jersey. Representan a todos los demandados indigentes en un juicio para las apelaciones del Estado en la Suprema Corte de Estados Unidos.
Ejecutados desde 1976: 92 Delitos capitales: asesinato en primer grado, asesinato agravado. Oficina de los defensores de oficio: Texas no tiene oficinas de defensores de oficio. Los demandados indigentes son representados por un consejo fijado por jueces del condado. Las declaraciones de culpabilidad en casos capitales se apelan automáticamente a la Corte de Apelaciones Delictivas
Costo: los costos de la defensa en casos capitales son pagados por el Estado. No hay ningún límite en dinero gastado al defender casos capitales.
Costo: Para el juicio y la apelación directa, el condado proporciona la defensa y fija la cuota de horario. Las cuotas son determinadas por el juez y el abogado defensor. No hay ninguna norma fija para el Estado en conjunto y muchos condados no tienen dicho horario. Los condados no son requeridos para proveer consejo de compensación para las apelaciones federales
Nueva evidencia: no hay ningún límite de tiempo para archivar una nueva moción de juicio basada en evidencia no descubierta.
Nueva evidencia: la ley proporciona 30 días después de la reclusión para archivar una nueva moción de juicio basada en evidencia no descubierta.
Figura 7-11 Dos estados, dos penas de muerte El uso de la pena de muerte varía de un estado a otro. Incluso el método de ejecución (inyección letal, electrocución, horca, cámara de gas o pelotón de fusilamiento) depende de dónde fue cometido el delito. Fuente The New York Times, 23 de febrero de 1995, p. B6
Un argumento para la pena de muerte es que actúa como un disuasivo para asesinos potenciales o futuros (véase Stack, 1990). Entre más publicidad recibe una ejecución, mayor es su efecto disuasivo. Para los críticos que defienden lo opuesto, la pena capital tiene un "efecto de embrutecimiento" (King, 1978; Lempert, 1983). Desde esta perspectiva, ejecuciones por el Estado provocan que las personas inestables piensen que está mal tomar los asuntos en sus propias manos. En sus mentes, una ejecución por el Estado legitima la retribución personal. Los estudios de las tasas de homicidio en periodos de una ejecución publicada (por ejemplo, Bailey, 1990) no encuentran ningún modelo consistente para apoyar la disuasión o el argumento del embrutecimiento. Al observar la pena capital desde una perspectiva diferente, Amnistía Internacional (1995) señala que no hay evidencia de un aumento en la tasa de homicidios cuando la pena de muerte es abolida. Por ejemplo, en Canadá la tasa de homicidios cayó de 3.09% en relación a 100.000 habitantes en 1975, un año antes la pena de muerte fue revocada, a 2.41% en 1980, y ha continuado su disminución. Esto es similar al modelo en Estados Unidos que abolió la pena capital y luego la restauró (en la mayoría de los estados). El argumento principal contra la pena de muerte es que personas inocentes pueden ser ejecutadas. Entre 1900 y 1985, se encontraron 350 personas declaradas culpables de delitos capitales en Estados Unidos que después fueron encontradas inocentes. La mayoría escapó de la pena de muerte a través de apelaciones o concesiones de clemencia, sólo minutos antes de la ejecución, pero veintitrés fueron ejecutados. Desde 1972, cuando la pena de muerte en Estados Unidos fue
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suspendida, cuarenta y ocho hombres en espera de muerte fueron encontrados inocentes (Amnistía Internacional, 1995). Casi la mitad de los países en el mundo (noventa y siete naciones) han abolido la pena de muerte para todos los delitos o limitado ejecuciones a ciertas circunstancias (como delitos en tiempo de guerra) o no han llevado una ejecución en los últimos diez años. La otra mitad retiene y a veces aplica la pena de muerte. Amnistía Internacional documentó 2.331 ejecuciones en 37 países durante 1994, aunque en realidad el número real era más alto. Tres países: China (1.791 ejecuciones). Irán (139) y Nigeria (100), cuentan con 87% de las ejecuciones a nivel mundial. Estados Unidos es la única democracia occidental que todavía aplica la pena de muerte. Es también uno de los cinco países conocidos por haber ejecutado un prisionero menor de 18 años en el momento del delito, los otros han sido en Irán, Pakistán, Arabia Saudita y Yemen. Esto muestra que la pena capital tiene amplio apoyo en Estados Unidos. Las encuestas de Gallup (Gallup, 1995) encontraron que tres cuartas panes de los estadounidenses (77%) está a favor de la pena de muerte, pero sólo en algunos casos. La mayoría de los ciudadanos dice que la brutalidad del delito, así como las circunstancias y características del demandado, deben tomarse en cuenta. La principal razón argumentada por los que favorecen la pena de muerte no es la disuasión sino la retribución: "ojo por ojo", una vida por una vida. La ejecución de Karla Faye Tucker en 1998, la primera ejecución de una mujer en Texas desde la Guerra Civil y la segunda ejecución de una mujer en la nación desde 1976, cuando la Suprema Corte de Estados Unidos permitió reasumir la pena capital, enfoco la atención mundial en este problema. Tucker fue sentenciada a muerte por asesinar a dos personas con un hacha. En el momento del delito, ella era drogadicta reconocida y prostituta ocasional; en el momento de su ejecución (por inyección letal), ella tenía una voz suave y parecía gentil, tenía 58 años, era cristiana y se había casado con el ministro de la prisión. Se negaron sus súplicas de misericordia, en parte para retribuir y en parte para demostrar que ningún remordimiento ni la rehabilitación, sexo ni raza, cuentan a los ojos de la ley (disuasión). En Estados Unidos la ejecución de Tucker generó controversias, sobre todo entre los cristianos evangélicos que apoyan la pena de muerte con bases bíblicas y se identifican con la conversión religiosa de Tucker. En Europa, el veredicto fue unánime: en Estados Unidos la pena de muerte no sólo es bárbara sino también hipócrita debido a la posición de este país en los derechos humanos globales (The New York Times 4 de febrero de 1998, p. A20). ¿Por qué se desvía la mayoría de los estadounidenses de las normas internacionales en este problema? Una posibilidad es que este apoyo por la pena de muerte es una reacción a los aún altos niveles de delito violento en la sociedad; otra posibilidad que los dos, el asesinato y la ejecución reflejan una señal violenta de la cultura. Sociología en la Red Uso de alcohol en la actualidad Esta sección trata del estudio del uso del alcohol en los Estados Unidos así como el cambio de actitudes del uso y abuso del alcohol para ilustrar la definición social de desviación. Los sitios en red citados abajo te permitirán explorar las estadísticas en el consumo del alcohol actual. ¿Cuánto es beber demasiado? ¿Dónde debemos poner la línea? El uso de información que reúnes en la red para probar tus propias ideas en el impacto del alcohol en la salud, comportamiento y seguridad pública. Los dos primeros sitios contienen información general, estadísticas y lazos con muchos sitios, el último es una base de datos que permite acceder a investigación sociológica en el uso y abuso del alcohol.
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http://www.niaaa.nih.gov/ El sitio en red del Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo, parte del Instituto Nacional de Salud, es un buen principio para la investigación en línea dentro del tema del abuso del alcohol en Estados Unidos en la actualidad. Contiene respuestas a preguntas comunes sobre uso y abuso de alcohol, información sobre programas de tratamiento y mu chos vínculos. http://alcoweb.com/ El sitio en red tiene un enfoque europeo y contiene vínculos con organizaciones de Estados Unidos e internacionales sobre el abuso del alcohol y prevención del alcoholismo. En particular son interesantes las secciones de sitios relacionados con adultos jóvenes y viejos. http://sunspot.heaIth.org/ Este sitio incluye Information on Drugs and Alcohol (IDA, Información sobre Drogas y Alcohol), una base de datos para usar en investigación. Por ejemplo, en términos de sociología relacionada con el alcohol, tú puedes entrar a cientos de estudios sociológicos recientes en estudios de uso, abuso y prevención de alcohol. Busca información acerca de definiciones actuales de abuso de alcohol. ¿Por medio de la investigación de artículos publicados en los cinco o diez años pasados, puedes encontrar evidencia de que la definición ha cambiado?
Resumen 1. ¿Cómo deciden las sociedades qué comportamiento es desviado y cómo intentan controlar la desviación? La desviación es un fenómeno de definición social. Lo que es considerado desviado no sólo varia en las diversas culturas y en diferentes momentos históricos sino también según el actor, la situación y el público. La prevención y corrección del desvío dependen de los controles sociales formales e informales. 2. ¿Cuáles son las consecuencias de ser clasificado como desviado? La perspectiva de la clasificación se centra en la creación social de desviación y cómo la misma clasificación puede llevar de la desviación primaria a la secundaria, incluso a una identidad desviada, estilo de vida y subcultura. Pero esta progresión no es inevitable. 3. ¿Cuál es la diferencia principal entre las teorías biológicas y psicológicas y las teorías sociológicas de la desviación? Mientras las teorías psicológicas y biológicas de la desviación se enfocan en las razones particulares por las que el individuo puede estar predispuesto a involucrarse en actos desviados particulares, las teorías sociológicas se enfocan en las condiciones sociales que permiten o incluso provocan el comportamiento desviado. 4. ¿Cuáles son las principales teorías sociológicas de la desviación? Se analizaron cinco teorías de la desviación. La primera se centra en las rupturas de la comprensión social (anomia); la segunda, una debilidad en los controles sociales, la tercera, las maneras en que la estructura social produce desviación; la cuarta, las transmisiones culturales de comportamiento y actitudes desviadas, y la quinta, el conflicto inherente en una sociedad que proporciona oportunidades desiguales de desarrollo a los diferentes grupos. 5. ¿Cuáles son los tipos más comunes de delito en la sociedad y cómo opera el sistema de justicia delictivo? Un delito es una violación a la ley (y puede o no ser considerado desviado por la mayoría de la sociedad). Hay cinco tipos básicos de delito: común (violento y de propiedad), delito de cuello blanco, delito corporativo, delito organizado, y delito sin víctimas. Aunque el público se enfoca en el delito común, el de cuello blanco y el corporativo cuestan a la nación mucho más, en términos de
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pérdidas humanas y económicas. Lo mismo sucede con el delito sin víctimas, en especial cuando se relaciona con el delito organizado. Análisis del sistema de justicia delictiva en Estados Unidos revelan que los controles sociales formales operan en una manera selectiva que tiende a favorecer al adinerado. Sólo 50% de los delitos cometidos se informan a la policía y en cada fase del proceso de justicia penal (arresto, juicio, castigo) menos casos permanecen. Sólo una fracción de las personas que cometen delitos son encarceladas. Si las metas del sistema de justicia delictivo (retribución, inhabilitación disuasión y rehabilitación) y las sentencias de prisión -y pena capital- logran estas metas son un tema de mucho debate. Términos Claves Anomia
delito organizado
perspectiva absolutista
Asociación diferencial
delito sin víctimas
perspectiva clasificada
Conducta desviada
desviación (conducta desviada)
rebeldes
Conformistas
desviación primaria
rehabilitación
control social
desviación secundaria
retraídos
controles sociales formales
disuasión
Retribución
controles sociales
empresario moral
Ritualistas
Informales
Inhabilitación
sanciones
cruzada simbólica
Innovadores
subcultura del desvío
delito
neutralización
tasa de delitos
Delito corporativo
número absoluto de delitos
delito de cuello blanco
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