LEON GRINBERG Y REBECA GRINBERG •
IDENTIDAD Y CAMBIO OISWVD À \ avaiiN30i
biblioteca de psicología profunda editorial paidós
Erikson ha señalado que "en nuestra época el estudio de ia identidad es tan estratégico como lo fue la sexualidad en tiempos de Freud". El análisis a fondo del concepto de identidad implica este cuestionario básico: ¿Cuál es la naturaleza de la identidad?: ¿es un sentimiento? ¿es una fuerza que mantiene la cohesión de la personalidad? ¿es como uno se ve o como es visto por los demás? ¿cuándo surge?: ¿desde el comienzo de la vida? ¿se va gestando gradualmente en el curso de la evolución o emerge en ciertos momentos, como producto de crisis vitales? ¿Qué papel desempeña el cuerpo en la identidad? Individuación, mismidad e identidad, ¿son conceptos intercambiables? ¿Qué relaciones existen entre la identidad y el cambio? ¿Cuáles son los límites de cambio tolerable sin que la identidad se dañe irreparablemente? León Grinberg y Rebeca Grinberg contestan a estos interrogantes con la agudeza y lucidez habitual en sus obras. Muestran cómo el sentimiento de identidad se adquiere a través de un proceso ele interrelación continua entre tres vínculos a los que denominan vínculos de integración espacial, temporal y social. En este encuadre iluminan conceptos fundamentales como identidad sexual, self, sentimiento de mismidad, sentimiento de pertenencia, mecanismos de identificación y experiencia emocional de la identidad. Principales temas examinados por los autores: el concepto de identidad y los vínculos de integración temporal y social; yo y self, su delimitación conceptual; vínculo de integración espacial, cuerpo, esquema corporal e identidad sexual; vínculo de integración temporal, evolución del sentí miar: Lo de identidad y sus crisis; vínculo de integración social; importancia de las relaciones objetales y de las identificaciones. Angustia frente al cambio y duelo por el self. identidad e ideología. Perturbaciones de la identidad; despersonalizacióri. Migración e identidad; la adquisición del sentimiento de identidad. Otras obras c i mismo autor publicadas por Paídós: L e í . i C ir.be Teoría de la identificación Grinberg ai ¡ta resueltamente un tema capital y muestra su dominio de maestro: la teoría de la identificación, básica para entender los procesos centrales en la estructuración del aparato psíquico, del yo, el su1 'vó, el carácter y la identidad. Actualiza la teoría de la identificación y esclarece su diferenr relación con los conceptos conexos de "internallzación", "introyeccicn", "incorporación", ¿tera. Después de proporcionar un estudio crítico de la identificación en la obra de Freud, Melanie Klein, Bion, Rosenfeld'y Meltzer, el autor brinda sus propias ideas, clasifica los mecanismos vinculados con la Identificación, distingue una identificación primitiva y una identificación madura, desarrolla su enfoque sobre las modalidades de identificación proyectíva y amplía su conocido concepto de la "contraidentificación proyectlva". J. Bleger, P. Giovacchini, L. Grinberg, R. Grinberg y otros: La identidad en el adolescente Contiene un valioso trabajo de León Grinberg y Rebeca Grinberg sobre psicopatoiogía de la identidad del adolescente. León Grinberg: La supervisión psicoanalilica Una exposición clara y ordenada de los problemas' de la supervisión. Sumario de los principajes contenidos: aspectos teóricos, prácticos y técnicos de la supervisión; elección del supervisor y del supervisado, del momento de comienzo, del caso para supervisión y del método de registro del material. Intercambio de supervisiones grabadas. Encuadre específico y finalidad de la supervisión. Problemas derivados de la personalidad del supervisor y de la personalidad del estudiante. Contratransferencia y contraidentificación proyectiva en la supervisión. Supervisiones colectivas; supervisiones entre pares. Enseñanza a supervisores. Diálogo con un grupo de psicoanalistas acerca de ia teoría y la técnica de la supervisión. La actitud "sin memoria ni deseo" en ia técnica psicoanaiítica: su inclusión en la supervisión. Ilustración clínica de una reunión de supervisión. Síntesis teóríco-clínicas de supervisiones. León Grinberg: Culpa y depresión. Estudio psicoanalitico Examina ei intento de la sociedad enferma de inocular e incrementar la culpa en el individuo, convirtiéndolo en víctima expiatoria; la calidad conflictiva, cuipigena y confusionante de ia relación que mantiene el grupo familiar y el grupo social con sus miembros enfermos y su incidencia en ei desencadenamiento de la delincuencia juvenil, la adicción a las drogas, la psicopatía y otras enfermedades. Rebeldía juvenil, suicidio y guerras: papel de la culpa persecutoria en estas calamidades. L. Grinberg, M. Langer, E. Rodrigué: Psicoanálisis en las Américas Resumen de su contenido: el proceso psicoanalitico^ la transferencia y la contratransferencia. Este libro tiene el excepcional valor de exponer las coincidencias y discrepancias en estos temas entre los psicoanalistas norteamericanos y latinoamericanos. León Grinberg, M. Langer, E. Rodrigué: Psicoterapia del grupo Libro ya clásico que expone con autoridad y lucidez, la teoría y la práctica de este método. Da la ubicación histórica y científica de esta técnica y muestra su desarrollo en conexión con sus dos fuentes principales: el psicoanálisis y la sociología. En el terreno práctico explica cómo se constituye el grupo terapéutico, cómo se inicia y se integra. Describe las vicisitudes por las que atraviesa en su proceso curativo, analiza los mecanismos de curación y examina los distintos tipos de grupos: psicosomáticos, psicóticos, infantiles, de experiencia, preformados y fabriles. El libro se cierra con un examen de la literatura (Schilder, Slavson, Foulkes, Bion, Ezriel). Algunas otras obras sobre identidad publicadas por Paidós: Erik H. Erikson: Identidad, juventud y crisis; H. M. Ruitenbeek: El individuo y la muchedumbre. Identidad y sociedad de masas.
IDENTIDAD Y CAMBIO
BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA PROFUNDA
6. C. G. Jung: LA PSICOLOGIA DE LA TRANSFERENCIA.
30. A. Garma: NUEVAS APORTACIONES AL PSICOANALISIS DE LOS SUEÑOS.
7. C. G. Jung: MACION.
31. Arminda Aberastury: APORTACIONES AL PSICOANALISIS DE NIÑOS.
SIMBOLOS
DE TRANSFOR-
10. C. G. Jung y R. Wilhelm: EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO.
32. A. Garma: EL PSICOANALISIS. clínica y técnica.
11. O. Rank: EL MITO DEL NACIMIENTO DEL HEROE.
33. R. w . White: EL YO Y LA REALIDAD EN LA TEORIA PSICOANAUTICA.
12. C. G. Jung y W. Pauli: LA INTERPRETACION DE LA NATURALEZA Y LA PSIQUE.
34. M. Tractenberg: LA CIRCUNCISION. Un estudio psicoanalltico sobre las mutilaciones genitales.
13. W. R. Blon: ATENCION CION.
35. w . Reich: LA FUNCION DEL ORGASMO.
E INTERPRETA-
14. C. G. Jung: ARQUETIPOS E INCONSCIENTE COLECTIVO.
Teoría,
36. J- Bleger: SIMBIOSIS Y AMBIGÜEDAD.
DE LO IN-
37. J- Sandler, Ch. Daré y A. Holder: EL PACIENTE Y EL ANALISTA.
17. León Grlnberg y Rebeca Grinberg: IDENTIDAD Y CAMBIO.
38. M. Abadi y otros: LA FASCINACION DE LA MUERTE. Panorama, dinamismo y prevención del suicidio.
18. A. Garma: PSICOANALISIS ORNAMENTAL.
ARTE
39. S. Rado: DUCTA.
Estu-
40. Anna Freud: NORMALIDAD Y PATOLOGIA EN LA NIÑEZ.
20. A. Garma: PSICOANALISIS DE LOS SUEÑOS.
41. A. Garma: EL DOLOR DE CABEZA. Génesis psicosomátlca y tratamiento pslcoanalítico.
16. C. G. Jung: FORMACIONES CONSCIENTE.
DEL
19. L. Grlnberg: CULPA Y DEPRESION. dio psiooanalltico.
21. O. Fenlohel: TEORIA PSICOANAUTICA DE LA NEUROSIS. 22. Marie Langer: MATERNIDAD Y SEXO.
PSICOANALISIS
DE LA
CON-
42. S. Leclalre: DESENMASCARAR LO REAL. El objeto en psicoanálisis.
23. Harry Guntrip: ESTRUCTURA DE LA PERr SONALIDAD E INTERACCION HUMANA.
43. D. Liberman y D. Maldavsky: PSICOANALISIS Y SEMIOTICA. Sentidos de realidad y categorlzaciones estilísticas.
24. Han na Segal: INTRODUCCION A LA OBRA DE MELANIE KLEIN.
44. I- Berensteln: MENTAL.
25. W. R. Bion: APRENDIENDO DE LA EXPERIENCIA.
45. I. Berenstein: EL COMPLEJO DE EDIPOi ESTRUCTURA Y SIGNIFICACION.
26. E. Jones: LA PESADILLA.
FAMILIA Y
ENFERMEDAD
' 46. A. Armando: LA VUELTA A FREUD. Mito y realidad.
27. L. Grinberg, M. Langer y E. Rodrigué: PSICOANALISIS EN LAS AMERICAS. El proceso analítico. Transferencia y contratransferencia.
47. L. Grinberg: TEORIA DE LA IDENTIFICACION. 48. j . Bowlby: EL VINCULO
28. Carlos A. Paz: ANALIZABILIDAD. 20. C. G. Jung: PSICOLOGIA Y SIMBOLICA DEL ARQUETIPO.
AFECTIVO.
49. J. Bowlby: LA SEPARACION AFECTIVA. 50. j . Bowlby: LA PERDIDA AFECTIVA.
Volumen 17
LEON GRINBERG REBECA GRINBERG,
IDENTIDAD Y CAMBIO
EDITORIAL
PAIDOS
BUENOS AIRES
IMPRESO EN LA ARGENTINA (PRINTED IN ARGENTINA) Queda hecho el depósito que previene la Ley N 11.728.
La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, escrita a máquina, por el sistema "multigraph", mimeògrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
J¡) Copyright tie todas las ediciones en castellano by IUHIOK1AI, CAIDOS N.A.I.O.K
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Hílenos
Aim
A nuestros hijos
INDICE
Introducción,
11 Primera parte
y. I. El concepto de identidad y los vínculos de integración espacial, temporal y social, 17 Síntesis, 26 Referencias bibliográficas, 26 II. Yo y self. Su delimitación conceptual, 28 Introducción, 28 Historia de los conceptos psicoanalíticos sobre el self, 29 Intento de sistematización, 33 Esquema final, 36 Recomendaciones semánticas, 37 Síntesis, 39 Referencias bibliográficas, 39 ^ III. Vínculo de integración espacial. Cuerpo, esquema corporal e identidad sexual, 41 Identidad sexual, 47 Síntesis, 54 Referencias bibliográficas, 54 X^V. Vínculo de integración temporal. Evolución del sentimiento de identidad y sus crisis, 56 Síntesis, 66 Referencias bibliográficas, 66 )L V. Vínculo de integración social. Importancia de las relaciones objetales y de las identificaciones, 68 Síntesis, 77 Referencias bibliográficas, 78 9
-/-VI. Angustia frente al cambio y duelo por el self, Síntesis, 88 Referencias bibliográficas, 88 VII. Identidad e ideología, 89 Síntesis, 102 Referencias bibliográficas, 103 Segunda
79
parte
VIII. Perturbaciones de la identidad, 107 Síntesis, 114 Referencias bibliográficas, 114 IX. Un caso de perturbación transitoria de la identidad: despersonalización, 116 Síntesis, 136 Referencias bibliográficas, 137 X. Migración e identidad, 138 Parte A. Dificultades en la adquisición del sentimiento de identidad, 138 Situación familiar, 140 Reconstrucción sintética de su análisis hasta el período premigratorio, 140 Después de su casamiento, 145 La fantasía del hijo, 146 Durante el embarazo, 147 • ¿ Durante la lactancia, 147 ^ El destete, 148 i Referencias bibliográficas, 149 XI. Migración e identidad, 150 Parte B. Efectos del proyecto de migración sobre el sentimiento de identidad, 150 Identidad femenina, 154 La "identidad de vidrio", 156 Sueño de los espejos, 160 ' Síntesis, 163 Referencias bibliográficas, 164 < XTI. Si yo fuera usted, 165 Síntesis, 178 Referencias bibliográficas, 178 XIII, Interpretación psicoanalítica de "Las cabezas trocadas", 179 Algo Nobre el autor, 179 Kl nudo
fet«tii:ÍM» hililiográficiis, l'M) 10
INTROD
UCCION
El hombre ha dirigido en este siglo su interrogación hacia sí mismo, tanto en el nivel individual como en el social. "El hecho de dominar al mundo sin haber podido ser dueño de sí mismo crearía la peligrosa posibilidad de una orgía destructiva en masa" *. Este puede ser uno de los motivos que llevaron a afirmar que "el estudio de la identidad en nuestra época es tan estratégico como fue en tiempos de Freud el de la sexualidad" **. Muchos son los interrogantes que se suscitan cuando se intenta analizar a fondo el concepto de identidad. ¿Cuál es la naturaleza de lo que llamamos identidad? ¿Es una estructura? ¿Es un símbolo? ¿Es un vínculo? ¿Es una fuerza que mantiene la cohesión del self? ¿Es una relación entre múltiples relaciones? ¿Es un sentimiento? ¿Es la expresión de una fantasía inconsciente específica? ¿Es como uno se ve, o como es visto por los demás? ¿Es una combinación de ambas perspectivas, o algo más, o distinto? ¿Existe desde el cjinienzo de la vida, o se va consolidando paulatinamente en el curso de la evolución? ¿Qué papel desempeña el cuerpo en el sentimiento de identidad? ¿Son conceptos intercambiables individuación, mismidad e identidad? En caso de no serlo, ¿cuáles son sus diferencias? Por otra parte, ¿qué relaciones tiene con el cambio y no-cambio? ¿Cuál es el límite de cambio tolerable sin que la identidad se dañe irreparablemente? ¿Qué ocurre frente a los cambios del ambiente exterior, del cuerpo o de la mente? * Guntrip, H.: Estructura de la personalidad e interacción humana, Buenos Aires, Paidós, 1965. ** Erikson, E.: ''The problem of Ego Identity". J. Arn. Psycho-Anat. Ass., IV, 1956. 11
Y, encarándolo desde otra perspectiva, ¿cuál es el resultado de la presión de estímulos provenientes de instituciones, organizaciones o sociedades que atacan la identidad? Hasta no hace mucho tiempo la mayoría de los individuos parecía aceptar sin cuestionar, o por lo menos sin excesivo análisis, sus respectivas identidades. Algo similar ocurre con el cuerpo y los propios órganos: cuando funcionan en forma estable, parecen no existir. Sólo los niños pequeños, los adolescentes, los filósofos, los artistas y alguna personas enfermas se preocupaban constantemente por los problemas que les planteaba su identidad. Pero en la época actual, y en función de los vertiginosos cambios que se suceden en el ámbito socio-político-económico, la identidad ha pasado a ser preocupación de primera magnitud para todos sin excepción. Cada cual necesita replantearse muchas veces quién realmente es. Ese mismo cuestionarse es ya una parte importante del proceso de adquisición del sentimiento de identidad. Por nuestra parte, el tema de la identidad despertó nuestro interés hace mucho tiempo y nos hemos ocupado de él tanto en forma separada como conjunta en distintas conferencias, artículos y publicaciones, algunos de los cuales aparecen en este libro. La elaboración de nuestras respectivas ideas desarrolladas en esos trabajos nos llevó, hace unos años, a la presentación de una comunicación ante un Congreso Psicoanalítico Latinoamericano, en la que planteamos por primera vez nuestra concepción acerca de la adquisición del sentimiento de identidad como resultante de un proceso de interrelación continua entre tres vínculos que hemos denominado vínculos de integración espacial, temporal y social respectivamente. Esta idea —que nos parece central— se encuentra contenida en forma implícita en la mayor parte del libro, pero la hemos expuesto y desarrollado explícitamente en los capítulos tercero, cuarto, quinto y octavo. El vínculo de integración espacial comprenderla relación entre Jas distintas partes del self entre sí, incluyendo el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la comparación y contraste con los objetos; tiende a la diferenciación self-no self: individuación. El vinculo de integración temporal comprende las relaciones entre las distintas representaciones del self en el tiempo, estableciendo una continuidad entre ellas y otorgando la base del sentimiento de mismidad. El tercero o vínculo, de integración social es el que se refiere a la connotación social de la H I C I I I ¡dad y está dado por la. relación entre aspectos 'del self y HSJM'Í los de los objetos mediante los mecanismos de identificación prnyr» Uva <• introyectiva. l'.Hir vínculo de integración social, con todas sus vicisitudes, pimi-nlii en la actualidad una importancia decisiva, dadas las < niiii Ifil«l¡( ;IN específicas que connotan una organización social en »tl»l* <011 la» implicaciones inherentes a las situaciones de cambio ILI« AUN culi ni liimx fundamentales. 12
La capacidad de seguir sintiéndose el mismo en la sucesión de cambios forma la base de la experiencia emocional de la identidad. Implica mantener la estabilidad a través de circunstancias diversas y de todas las transformaciones y cambios del vivir. Pero la evolución de cada individuo es una serie ininterrumpida de cambios, pequeños y grandes, a través de cuya elaboración y asimilación se va estableciendo el sentimiento de identidad, ya que la falta de crecimiento y de cambio es equivalente al estancamiento psíquico y a la esterilidad emocional: en otras palabras, a una muerte psíquica. Sin embargo, existen circunstancias en que el sujeto puede no tolerar los cambios que ocurren en sí mismo o en la realidad. Esto puede hacer que tambalee su sentimiento acerca de la "identidad" del mundo externo y, concomitantemente, el sentimiento de identidad del self. Eso lleva entonces a una angustia frente al i cambio que determina la necesidad de reasegurarse de que todo ' permanece igual, de que las estructuras no se modifican, ya que eso implica para ese tipo de individuos una amenaza a su sentimiento de identidad. La tendencia o necesidad de evitar cambios puede alcanzar, en ocasiones, un alto grado de patología, llevando a una compulsión a la repetición, a la necesidad de conservar a cualquier costo (a veces la neurosis misma, la enfermedad somática, la psicosis) los aspectos y modalidades de la realidad y del self que no se quiere exponer al cambio. La consolidación del sentimiento de identidad depende no solamente del mundo interno del individuo sino también de una serie de factores sociales y económicos que pueden obrar en el sentido de facilitarla u obstaculizarla. Acontecimientos que impliquen cambios sociales importantes pueden convertirse en factores desencadenantes de reacciones de extrema angustia, porque son vividos por muchos individuos como pérdidas o amenazas de pérdida de aspectos de la identidad del self. El cambio implica inevitablemente una incursión en lo desconocido, comprometerse con hechos futuros que no son previsibles y afrontar sus consecuencias. Inexorablemente esta situación provoca dudas, sentimientos de ansiedad y depresión, y la tendencia a aferrarse a lo conocido y familiar para evitar lo nuevo. Un enfoque actual del campo político-social, económico y aun científico, nos muestra un panorama sumamente complejo, confuso y confusionante. El desarrollo tecnológico ha adquirido un impulso que nunca había tenido antes y que la mente humana no puede absorber al mismo ritmo. La terrible velocidad de las comunicaciones en todo el mundo hace que el individuo esté recibiendo simultáneamente gran cantidad de mensajes desde toda clase de distancias, de distinta calidad y carácter, que no puede metabolizar ni sintetizar. Por el contrario, se transforman en mensajes que pueden llegar a ser ambiguos o contradictorios. El "ambiente" se IB
hace muy vasto desde una edad muy temprana. La "comunicación masiva" que lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, el uso estupefaciente de la televisión, la alienación creada por las condiciones de trabajo, la violencia —en todas sus expresionescomo pautas culturales intrusivas, y los sistemas represivos de toda clase son algunos de los muchos factores responsables de la confusión alienante del sentimiento de identidad que, por actitud reactiva o defensa desesperada, empuja —a veces— a tina elección compulsiva de una determinada ideología para salir del caos y evitar el peligro del derrumbe de la identidad. De acuerdo con las características de los individuos que las profesan, el uso de las ideologías podrá quedar fijado a mecanismos muy primitivos de la evolución, mostrando idealizaciones y disociaciones extremas. Contrariamente a los anteriores, otros individuos se caracterizan por un uso más evolucionado y elaborado de las ideologías: éstas no están saturadas, sino abiertas al desarrollo, con tendencias reparadoras en las que predominan la preocupación y la responsabilidad por la vida y el destino del individuo y de la comunidad; luchan contra los sistemas esterilizantes y estimulan el cambio. Asumir en forma madura una identidad basada en una ideología progresiva que tiende al conocimiento, presupone también un duelo, porque implica la ruptura de estructuras establecidas e "identidades" previas para reintegrarse luego de una manera diferente. Constituye un verdadero cambio revolucionario porque el individuo tiene que pasar por la experiencia dolorosa de períodos de desorganización de sistemas psíquicos, estructuras establecidas y vínculos objetales, para integrarse en una reorganización que lo lleve a configurar una nueva identidad. Creemos que tales experiencias son momentos creativos que rescatan lo auténtico y enriquecen la condición de "ser uno mismo" para sí y para los demás.
14
.
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO
I
EL CONCEPTO DE IDENTIDAD Y LOS VINCULOS DE INTEGRACION ESPACIAL, TEMPORAL Y SOCIAL *
I
"Yo soy yo" es la expresión corrientemente utilizada para relerirse al sentimiento de identidad y traduce una experiencia de autoconocimiento. La noción de identidad es una de las más controvertidas tanto en el terreno filosófico como psicoanalítico. En la literatura psicoanalítica, quien introdujo el término identidad fue Víctor Tausk en su clásico trabajo sobre el origen del \ "aparato de influencia" (16) . En ese artículo, Tausk estudió cómo el niño descubría los objetos y su self, afirmando que el hombre, en su lucha por la supervivencia, debe constantemente encontrarse y experimentarse a sí mismo. , Freudf utilizó el término identidad solamente una vez en toda— 1 su obra, y lo hizo en forma incidental y con una connotación psicosocial. Fue cuando trató de explicar en un discurso su vínculo con el judaismo y habló de "oscuras fuerzas emocionales que eran tanto más poderosas cuanto menos se las podía expresar con palabras y una clara conciencia de una identidad interior" que no está basada en raza o religión, sino en una aptitud común a un grupo a vivir en oposición y estar libres de prejuicios que coartarían el uso del intelecto (6) (la bastardilla es nuestra). Se refiere, pues, a algo medular del interior del individuo, que tiene relación con un aspecto esencial de la coherencia interna de un grupo. * Las ideas principales de este capítulo aparecieron publicadas en un* trabajo de L. y R. Grinberg con el título de: "La adquisición del sentimiento de identidad en el proceso analítico" (9). 17
— Erikson (3), al comentar esta afirmación de Freud, deduce que el término identidad expresa "una relación entre un individuo y su grupo" con la connotación de una persistente mismidad y un persistente compartir cierto carácter esencial con otros. Volveremos sobre este concepto porque lo consideramos esencial para la conceptualización de la identidad como un sistema en el que importa establecer la relación solidaria entre todas las partes que lo componen. La formación de la identidad es un proceso que surge de la asimilación mutua y exitosa de todas las identificaciones fragmentarias de hi niñez que, a su vez, presuponen un contener exitoso cíe las introyecciones tempranas. Mientras ese éxito depende de la relación satisfactoria con la madre y luego con la familia en su totalidad, la formación de la identidad más madura depende, paira Erikson, del desarrollo del yo, que obtiene apoyo para sus funciones de los recursos de una comunidad más amplia. La gradual selección •de las identificaciones significativas, la anticipación de la identidad y la resíntesis al final de la adolescencia, serían trabajo del yo. Es a esa parte del trabajo del yo que Erikson llama "identidad del yo" (3) para diferenciarla de la "identidad ilusoria" que no responde a un sentimiento de la realidad del ser en su realidad social. Sin embargo, la denominación "identidad del yo" parecería implicar que sólo el yo está involucrado en el sentimiento de identidad, y no queda claro que se trata de un logro del yo. Los que objetaron esa limitación propusieron en cambio el término "formación de identidad" en el sentido de que se trata de un desarrollo progresivo, y agregaron que "la captación del self como una entidad organizada y diferenciada, separada y distinta del ambiente que la rodea, que tiene continuidad y capacidad de seguir siendo la misma en la sucesión de cambios, forma la base de la experiencia emocional de la identidacl" (10). Se trataría, pues, de una \ "identidad delj self", criterio al que nos adherimos y que tenemos presente cuando hablamos de "sentimiento de identidad", como preferimos denominarlo. Otros autores relacionan la aparición del sentimiento de identidad con el desarrollo psicosexual (7). Destacan especialmente dos aspectos: uno que acentúa las semejanzas consigo mismo, y otro las diferencias específicas entre el self y los otros, que surgen de la comparación y contraste con los demás. Es decir, tiene identidad un individuo cuyas partes componentes están suficientemente integradas cu la organización de un todo, de manera que produzcan efecto de unidad, y que al mismo tiempo tiene características únicas que permiten distinguirlo de todos los demás. Greenacre sostiene que r! m'it leo del yo incipiente y posteriormente la imagen del self es la imagen corporal; destaca la relación del niño con los objetos a través tic la piel y la boca, con la cooperación de ojos y manos; gefiahi que el rostro y los genitales son las áreas más significativas 18
2 /"para el reconocimiento del cuerpo propio y ajeno. Destaca la importancia de la visión de los genitales del sexo opuesto, que se 1 fusiona con la del propio cuerpo, de los seis meses al año y medio ^ L de edad. Después, el incremento de las sensaciones genitales provoca un componente sensorial endógeno que se agrega a las percepciones visuales y táctiles de los genitales. Pero cuando el niño está temprana y frecuentemente expuesto a ver los genitales de los otros, la incorporación primaria de esas percepciones conduce a problemas de identidad, más aún si esta situación ocurre cuando ya es mayor. Las regiones del cuerpo más significativas en la comparación y el contraste para el establecimiento de un reconocimiento individual del yo corporal, así como del de los demás, son el rostro y los genitales (7). Quienes estudiaron las perturbaciones de la identidad en los cuadros de autismo y simbiosis sostienen que el sentimiento de identidad está determinado por nuestras sensaciones corporales, siendo la imagen corporal la base de dicha identidad (14). Las_ percepciones visuales son importantes en la formación de la identidad. Ocurre también que un ritmo de estimulación y presencia de la madre que alterna con ausencia es necesario para diferenciarse. El sentimiento de la identidad es el conocimiento de la persona Todo /v ^de ser una entidad separada y distinta de las otras (11). ^ a q u e l l o que el individuo considera "suyo" está incluido en los ^ "límités'Tluctuantes del self", corresponde" al self con sus pertenen^ cias (5). Por su parte, algunos autores entienden por identidad j^.la unidad del individuo en el tiempo, en la comparación consigo mismo, lo que se relaciona con su continuidad y mismidad (13), considerando el logro de la individuación-diferenciación como sus prerrequisitos (15). Uno de nosotros (8) ha estudiado el sentimiento de identidad vinculándolo con los estados de duelo determinados por la pérdida de objetos y de partes del self. En su definición señala que "este sentimiento implica la noción de un self que se apoya esencialmente en la continuidad y semejanza de las fantasías inconscientes referidas a las sensaciones corporales, a las ansiedades y emociones experimentadas por el yo, a los impulsos y afectos
del individuo (otiNÍgo mismo son los que sirven a los fines de raanlener la dilcteniiadón de cada individuo con respecto a los demás y le dan el caiáí (er de único. "La interacción específica y continuada entre lodos estos elementos brindará al self un estado de cohesión, stisiento de la identidad, que se mantendrá dentro de ciertos límites que podrán experimentar alteraciones o pérdidas en determinadas circunstancias. Esto sucederá inevitablemente a lo largo de la evolución, pero en forma tal (cuando ocurre normalmente) que dará tiempo al yo para elaborar los duelos ocasionados por tales pérdidas, y restablecerse de las transitorias perturbaciones de la identidad que la mayor parte de las veces pasan desapercibidas. En casos patológicos se producirán graves perturbaciones de la identidad (psicosis, estados 'como si', psicopatías, despersonalizaciones, etcétera)."
II Actualmente pensamos que el sentimiento de identidad es la resultante de un proceso de interacción continua de tres vínculos ele integración que denominamos espacial, temporal y grupa!, * y que desarrollaremos a lo largo de este libro. liemos podido estudiar estos vínculos en nuestro campo específico de i raba jo: la experiencia de la relación paciente-analista en el u a i . l í m e n l o psicoanalítico. Por lo tanto presentaremos una síntesis de las complejas vicisitudes que subyacen a la adquisición del sentiinieiiio de identidad en el proceso analítico. De ahí se podrán extraer inferencias acerca de cómo se configura la identidad, y también de cómo se producen sus perturbaciones, en el desarrollo del individuo y en su relación con la sociedad. Partimos del supuesto de que los pacientes que llegan el análisis tienen su identidad afectada, en mayor o menor grado, por los conflictos que los aquejan. Precisamente, creemos que uno de los motivos conscientes o inconscientes por el que acuden al análisis es la necesidad de consolidar su sentimiento de identidad.* Los cuadros obsesivos y los esquizoides marcarían los extremos de una gama de trastornos de la identidad, configurando la identidad rígida y poco plástica por un lado, opuesta a la excesivamente débil y fragmentaria, por el otro. La puesta en marcha del proceso que conduce a la adquisición o maduración del sentimiento de identidad coincide con el comienzo * El sentimiento de identidad expresa en el nivel preconsciente y consciente 1111a serie de fantasías inconscientes que, integradas, constituyen lo que podríamos llamar la "fantasía inconsciente del self", concepto que será tratado en el capítulo II. En otras palabras, el sentimiento de identidad tiene una parte consciente ; y otra inconsciente. —— 20
V
mismo del proceso analítico, pues el mismo encuadre ;m;ilíCi
If iióiiiriio que lornui parle de la curación, ya que permite volver tiltil» ptiiii deshacer el "lalso self" y reinstalar, en cambio, el selí »un'niii o, luí < Unios casos se producen regresiones extremas en las que lo» ptu ¡entes buscan "tocar fondo", como respondiendo a la fantasía IIKonsciente de un nacer de nuevo, con otra identidad. Otra de las características importantes del encuadre de la situación analítica es que determina, además, una dosis de frustración que creemos necesaria y útil, como motor de progreso, en cuanto la ansiedad que determina impulsa a la búsqueda de las capacidades potenciales del propio self. Naturalmente, un exceso de frustración sería contraproducente, ya que anularía una de las garantías básicas que debe ofrecer el encuadre analítico en su función de marco estable y permanente. Por la misma razón, la técnica de apoyo, en ocasiones inducida por requerimiento del paciente angustiado, así como ocurre con las madres sobreprotectoras que coartan la posibilidad de independencia de los hijos, dificulta el proceso de diferenciación de la identidad propia. Es importante considerar también las relaciones objetales y los mecanismos de identificación que operan en el escenario del proceso analítico, mediante la relación transferencial. Las relaciones objetales son trascendentales en la formación de la identidad, por la necesidad de depositarios que se hagan cargo de las angustias persecutorias y depresivas que el paciente no puede tolerar, y cuya intensidad impide al yo estar en condiciones de organizarse y estabilizarse adecuadamente. También son importantes por ser fuentes de elementos de identificaciones, necesarias en la construcción de la identidad. Por otra parte, sirven de puntos de referencia indispensables para la diferenciación. Todas estas funciones, que cumplen las relaciones objetales, se realizan por medio de los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva respectivamente. Debido al déficit de su sentimiento de identidad muchos pacientes pueden mostrar gran resistencia al análisis, por la fantasía persecutoria de sentirse invadidos por el analista con la amenaza de que éste les imponga su propia identidad. En otros casos, por el contrario, buscan ser "tragados" o instalarse dentro de la identidad del analista para asumir, indiscriminadamente, las cualidades que se le adjudican (identificaciones maníacas) o identificándose totalmente con sus ideologías o teorías.* Nos hemos referido a algunos de los trastornos de identidad que presentan los pacientes que acuden al tratamiento psicoanalí* Estos mecanismos pueden ser tolerados y, a veces, inducidos por el propio analista que, por problemas narcisistas o contratransferenciales (muchas veces debidos a conflictos de su propia identidad), necesita tener "hijos incondicionales" que refuercen y mantengan su identidad en el mundo externo. 22
tico, y a los aspectos "continente" del analista y del encuadre que intervienen en la modificación de esos trastornos. Es precisamente esa función "continente", junto con la Inlioi interpretativa, lo que dará lugar"jaique leí proceso de elaborac ión contribuya a la consolidación del sentimiento de idciiiiriari. l'or la acción de este proceso se podrá aceptar la pérdida de las panes infantiles del self, y también el desprendimiento de aquello» ¡ispeetos regresivos que bloquean el camino para el establecimiento de ios aspectos adultos. Al hablar de la elaboracióri tenemos presente el concepto de duelo involucrado en ella, ya que creemos que se trata de dos procesos íntimamente relacionados. Se puede hablar igualmente de un "trabajo de elaboración" y de un "trabajo de duelo", como referencia a la penosa labor que debe realizar el paciente en su enfrentamiento con las inevitables pérdidas y adquisición de nuevos logros. Una de las renuncias más significativas, con particular gravitación para el desarrollo auténtico del sentimiento de identidad, es la renuncia a la omnipotencia. Estos trabajos de elaboración y duelos son los que permitirán alcanzar el sentimiento de autenticidad dado, a nuestro juicio, por la capacidad de discriminación, producto de sucesivos momentos de insight que implican la toma de conocimiento directo de la realidad interna y externa.
III
Hemos considerado el encuadre analítico y el papel del analista como un frisol "continente" que integra los "pedazos de identidad" del paciente, a través de un proceso que se desarrolla en el tiempo, permitiendo integrar imágenes del self de momentos distintos funcionando con vínculos objetales diferentes proyectados en la relación transferencial. Sobre la base de los conceptos expuestos, queremos plantear la idea de que la identidad es la resultante de un proceso de interrelación de tres vínculos de integración: espacial, temporal' y social respectivamente. El primero comprende la relación entre las distintas partes del self entre sí, incluso el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la comparación y el contraste con los objetos; tiende a la diferenciación self-no self:/ individuación, (J Lo denominamos vinculo de integración espacial. ¡ El segundo apunta a señalar un vínculo entre las distintas representaciones del self en el tiempo, estableciendo una continuidad entre ellas y otorgando la base al sentimiento de mismidad. Lo denominamos vinculo de integración temporal. El tercer vínculo es el que se refiere a la connotación social de la identidad y„„está dado, a nuestro juicio, por la relación entre 23
ftjifi iim (]t*l hcli y .iHprcios (le los objetos, mediante los mecanismos «• idnililH,u¡úi» pioyet(iva e introyectiva. Sería el vinculo de inte-
S
ghit
II'III
social.
¿(Vmio se (i!»servan y evolucionan estos vínculos en el proceso ¡tnnllliío? Kn lo que se refiere al vínculo de integración espacial, en las primeras etapas del proceso analitico, el paciente.no se siente integrado ni es capaz de discriminarse del analista (discriminación sujeto-objeto); por el contrario, las características de este primer período son de extrema dependencia que se intenta neutralizar medíanle el aumento del acting out y la intensificación de defensas parauoide-esquizoides y maníacas. Ya nos habíamos referido anteriormente a que la vinculación de las distintas partes del self entre sí puede establecerse y consolidarse gradualmente mediante la utilización del encuadre y del analista como continente. En cuanto al ¡segundo vínculo, el de integración temporal» mientras el paciente se encuentra en plena fase p a r a n oide-esquizoide. la disociación esquizoide se produce también en el tiempo, con predominio del proceso primario, de modo que la noción de mismuTací en el tiempo es muy lábil. El paciente suele hablar de su pasado, pero manteniendo su yo anterior disociado de su yo aclual, o sin rapacidad para prever el futuro. Kn es(e seiilido, la continuidad y regularidad de las sesiones es un aspecto del encuadre que fortalece el sentimiento de continuidad j de las distintas representaciones del self en el tiempo. Por la misma razón es útil poder hacer interpretaciones-síntesis que esclarezcan ei sentido o el movimiento de todo un período de análisis. El tercer vínculo, el de integración social, implica la noción i de pertenencia a un grupo que, en la situación analítica, es ei ¡constituido por la pareja paciente-analista que reproduce el primer i vínculo grupal madre-hijo. La ¡incorporación del padre ¡que, en la situación analítica estaría dada por la doble connotación transferencial materno-paterna del analista, amplía los límites grupales. Si bien con un propósito didáctico y de mayor claridad hemos, descripto separadamente cada uno de estos vínculos, debe entenderse que funcionan simultáneamente e interactuando. Las distintas partes del self no podrían integrarse a lo largo del tiempo sin encontrarse integradas espacialmente; sobre la base de estas integraciones espaciales y grupales el sujeto podrá vincularse con los. objetos del mundo externo (vínculo social) de una manera real y discriminada. l'or otro lado, la patología incluye también todos los vínculos al mismo tiempo, aunque puedan predominar los trastornos de u n a de ellos mientras los otros vínculos permanecen más preservados. Así por ejemplo, en los estados esquizoides, en la despersonaliza24
ción y en la confusión, la patología más importante se prcimnM cu el nivel del vínculo espacial; en los estados seniles, ciertas loiim»» de esquizofrenia, lesiones cerebrales, el trastorno mayor se manifiesta en el vínculo temporal; en la simbiosis, acting out, psicopatías, paranoia, el vínculo más afectado es el social. Estos tres vínculos que se caracterizan al comienzo del análisis por su precariedad y falta de consistencia, se van consolidando paulatinamente a medida que, con la evolución del proceso analíiico, disminuyen las identificaciones proyectivas y aumentan las identificaciones introyectivas, brindando mayor fuerza y cohesión al yo, con adquisición de insight y mayor capacidad de discriminación entre mundo interno y externo, sujeto y objeto, fantasía y realidad, y con una elaboración de los duelos por aspectos del self y del objeto; es decir, todo lo que lleva a la elaboración de la posición depresiva.
IV El, sentimiento de identidad, resultante del proceso de interacción de esos tres vínculos, integración espacial del self, integración temporal del self e integración social, pasa por distintas crisis a lo largo de su evolución en el proceso psicoanalítico. Estas crisis comienzan, generalmente, con marcadas características paranoide-esquizoides y se resuelven por medio de mecanismos depresivos. Claro está que en los primeros períodos predominan los aspectos paranoide-esquizoides de estas crisis, especialmente cuando las seudoidentidades y fachadas empiezan a desmoronarse. Pueden surgir entonces estados de confusión, despersonalización, o pueden manifestarse psicosis latentes, como consecuencia de la ruptura de las defensas. Las separaciones pueden actuar como factores desencadenantes de estos episodios. Más avanzado el análisis, y sobre todo en sus etapas finales, predominan los aspectos depresivos de estas crisis de identidad, especialmente cuando se produce la elaboración de los duelos. Las distintas crisis descriptas que ocurren duranlr el procedo analítico corresponden a las crisis que surgen desde las pnint:niN épocas del desarrollo. A partir de la primera separación inudt'c-hijo en el momento del nacimiento, seguida de una elapa < onliiNional y un período paranoide-esquizoide, que se resuelve en una primera posición depresiva, estos ciclos se repiten a lo largo de Ja vida. Asi se producen crisis como consecuencia del destete, en la culminación de la situación edípica resuelta en la latencia, en la eclosión puberal resuelta al final de la adolescencia y en el acmé de la edad media de la vida, donde surge por un más cercano enfrentamiento con la fantasía de muerte y se resuelve por una nueva elaboración de la posición depresiva. Un nuevo repunte de ansiedades paranoide25
esquizoides se produce en la crisis de identidad de la senectud, que debería poder resolverse también en forma depresiva. Esto justifica la utilidad del análisis a cualquier altura de la vida, como una forma de garantizar la adquisición y mantenimiento de un sólido sentimiento de identidad, expresión de salud mental.
SINTESIS En este primer capítulo pasamos revista a las definiciones del concepto de identidad más aceptadas en la literatura psicoanalítica. Exponemos luego nuestro punto de vista, de acuerdo con el cual el "sentimiento de identidad" es la resultante de un proceso de interacción continua de tres vínculos de integración, que denominamos espacial, temporal y grupal. Consideramos como vinculo de integración espacial la relación entre las distintas partes del self entre sí, que permite correlativamente la diferenciación self-no self; el vínculo de integración temporal es el que establece una continuidad entre las distintas representaciones del self en el tiempo; el vínculo de integración social es el que relaciona aspectos del self con aspectos de los objetos, mediante los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva. Describimos luego estos procesos de integración, en el campo de la relación paciente-analista durante el tratamiento psicoanalítico y las funciones que cumplen, en ese sentido, el encuadre, la relación transferencia! y la posibilidad de elaboración de los duelos.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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27
Capítulo II Y«i V SI.I.I'. SU DELIMITACION CONCEPTUAL*
I INTRODUCCION
Antes de desarrollar separadamente cada uno de los vínculos consliiolivos de la identidad a los que nos referimos en el capítulo anterior, consideramos conveniente intercalar un capítulo en el que se intenten aclarar las diferencias entre los conceptos de yo y self.** En la literatura analítica los términos yo y self son de uso corriente. Sin embargo, su empleo choca con dos dificultades. Una, conceptual, ya que los términos no están claramente separados entre sí. Otra, semántica, porque no existe un criterio uniforme para definir qué se entiende por self, no obstante tratarse de un concepto cuya debida comprensión es realmente operante dentro del estudio del proceso analítico. * Este capitulo es una versión modificada del trabajo del mismo título realizado por León Grinberg y la colaboración de un Grupo de Estudios integrado por J. L. de Cvik, N. Cvik, T . Gioia, I;. Guiard, A. Perrota, M. Rabih, R. Raimondi, G. Stein y J. Szpilka, y publicado en la Revista de Psicoanálisis. (6) ** Probablemente, la primera cuestión que podría suscitarse es si en inglés "self" significa estrictamente "sí mismo". Por lo tanto, consideramos útil la siguiente nota que aclara brevemente las implicaciones, usos y significados que "self" ha tenido en su idioma original a lo largo del tiempo. La palabra "self" usada como prefijo tiene significado reflexivo con respecto al segundo elemento del compuesto; y de los trece compuestos originales del Viejo Inglés, solamente ha llegado hasta nosotros '"selfwill". Como pronombre y adjetivo pronominal, tiene el sentido del latín "ipse" (sí mismo) y en relación con un sustantivo o pronombre, indica enfáticamente que la referencia se hace a la persona o cosa nombrada y no a otra. 28
Es ventaj&sa la posibilidad de trabajar con conceptos a.wqulblf y manejables al punto de permitir comparaciones, poder csiablc« ci coincidencias y disidencias, y tener así una visión panorámica »leí todo, cotejando al mismo tiempo esquemas tan dispares corno el de M. Klein, el de Hartmann-Jacobson y el de Wisdom. Es desventajosa la simplificación a veces excesiva que puede —por lo menos aparentemente— dar una idea ingenua de planteos complejos.
II
HISTORIA DE LOS CONCEPTOS PSICOANALITICOS SOBRE EL SELF
La problemática en torno al concepto psicoanalítico del self comienza explícitamente con Hartmann (7) cuando hace la distinción ej^re el yo - como sistema psíquico— y el self —como concepto referido al "uno mismo"—. Hartmann afirma que "yo", como concepto^psicoanalítico, no es sinónimo de "personalidad" ni de "individuo"; no coincide con "sujeto" como opuesto al "objeto" de la experiencia y es algo más que la concíentización del sentimiento de "sí mismo". Según este autor, en la teoría psicoanalítica, "el yo es un concepto de muy diferente orden, es una subestructura de la personalidad y se define por sus funciones". Agrega que nunca se ha hecho una clara diferenciación entre yo, self y personalidad *, pero que hacerla es esencial si uno desea ver claramente los problemas relativos a la psicología estructural de Freud. "Actualmente —dice— al usar el término 'narcisismo', dos conjuntos opuestos parecen fusionados en una sola cosa. Uno se refiere al self (sí mismo) en contraposición al objeto. Otro se refiere al yo (como sistema psíquico) distinguiéndolo de otras subestructuras de la personalidad" (7). El contraste entre estos conceptos y los expresados por JEL_Hgimann (10) en 1942 ilustra los diferentes criterios al respecto, que llevan a la confusión. Por yo, ella entiende "la suma de los sentimientos, emociones, impulsos, deseos, capacidades, talentos y fantasías del individuo, es decir, todas las fuerzas y formaciones psíquicas que una persona identificaría como algo propio, experimentando la sensación: 'ese soy yo'". Freud insistió repetidamente en la importancia del j o corporal en el desarrollo del yo (4): esto se refiere a la influencia de la imagen del cuerpo en la diferenciación del self del mundo de los objetos, pero también al hecho de que las funciones de los órganos que establecen contacto con el mundo exterior, caen gradualmente bajo el control del yo. Esta postulación conduce a Hartmann, para * En nuestro trabajo, empleamos "personalidad" como sinónimo de self. 29
«vitar la confusión, a la necesidad de discriminar el self, como sí mismo, en contraposición al yo como sistema orgánico. El mismo problema se lo plantea al definir al yo por sus funciones: debe conceptualizar la interrelación que existe entre las estructuras psíquicas como sistema (yo, ello, superyó) o como subestructuras (funciones del yo), y la persona total. La palabra "yo" está empleada para denotar "un conjunto de procesos psicológicos tales como pensar, percibir, recordar, sentir, que tienen una función organizativa y de regulación en relación con el self y que son responsables del desarrollo y ejecución de un plan de acción para lograr la satisfacción de los impulsos internos por un lado, y por otro de las exigencias ambientales." La palabra "self" indica "las formas en que el individuo reacciona ante sí mismo, en que se percibe, piensa y valora a sí mismo y cómo, mediante diversas acciones y actitudes, trata de estimularse o defenderse". El self es, por lo tanto, un concepto intermedio entre los relacionados con los fenómenos intrapsíquicos y los concernientes a la experiencia interpersonal. Las primitivas ideas de Hartmann (7, 8) dieron a Jacobson (IB) la posibilidad de elaborar más profundamente el concepto de self que engloba —según ella— a la persona total del individuo, incluyendo al cuerpo y sus partes y a la organización psíquica^ sus partes. Esta autora piensa que en la primitiva etapa de indiferenciación yo-ello existe lo que denomina el "self psicofisiològico primario" en el cual hay simultáneamente fuerzas libidinosas y fuerzas agresivas que, tomando por objeto a este self psicofisiològico primario, dan nacimiento al narcisismo y al masoquismo primario *. Cuando se inicia el desarrollo del yo, éste incorpora en su acervo mnémico representaciones de los objetos, y a medida que el individuo crece, va diferenciando lo interno de lo externo y, por lo tanto, el self de los objetos. Así se diferencian también las "representaciones en el yo" que paulatinamente se separan en "representaciones de objetos" y "representaciones del self". El masoquismo y el narcisismo secundarios corresponderían a cargas agresivas y libidinosas de estas representaciones del self, contenidas en el yo y ya diferenciadas. Sobre el tema de la representación del self dentro del yo, * Este concepto parece encerrar una contradicción, ya que si hay fuerzas que toman por objeto al self, es necesario también que haya un sujeto (yo) que sea capaz de establecer el vínculo entre estas fuerzas y el self. Se hace imprescindible, por lo tanto, la ratificación de la existencia de un yo temprano, tal como lo postula la escuela kleiniana. También se nos ocurre que parece existir cierto par ali li, mire lo que Freud denominó yo corporal y el concepto de Jacobson de srlf |>N¡< oliNiológico primario. Finalmente, le dejamos planteada una pregunta ul lot loi ; cuando Freud decía que el yo es ante todo un yo corporal, ¿se refería » (|tit> t i yo en ;mle lodo un self, puesto que él consideraba a las funciones yoicas mtiii» de ¡ipiuicióM lardía? 30
liaremos una, breve digresión. Según Jacobson, esta representación; surge de dos íuentes: * * 1) Por incorporación directa de las sensaciones que emanan de la actividad Tuñcional del organismo, tanto psíquico como físico. 2) Por la percepción indirecta —a la_manera de la percepción sensorial— del self tomado como objeto del yo. En él comienzo de la vida se confunden dentro del yo tanto las fuentes directa e indirecta que dan lugar a la representación del self cuanto las percepciones que dan lugar a las representaciones de objeto. Al no estar diferenciadas las representaciones del self de las representaciones de ^íbjétb^ tampoco lo están las nociones de mundo interno y mundo externo que se asientan, naturalmente, en una clara discriminación en el yo de ambos tipos de representaciones. Este estado primitivo de indiferenciación es un punto regresivo al cual se vuelve en la enfermedad psíquica, perdiéndose la diferenciación lograda entre self y objetos, entre mundo interno y mundo externo, entre realidad y fantasía. Esto correspondería, dentro de la nomenclatura kleiniana, a una regresión particular por fracaso de los mecanismos disociativos, que lleva a la indiferenciación entre realidad-fantasía, sujeto-objeto, mundo interno - mundo externo, símbolo - objeto simbolizado. La representación del self en el yo contiene: í) Las características, potencialidades, funciones del cuerpo, la apariencia corporal, su anatomía y fisiología. 2) La imagen del yo, de los sentimientos, pensamientos, deseos, impulsos y actitudes —conscientes y preconscientes— y la idea de la propia conducta física y mental, 3) El ideal del .yo y el superyó. Ideales y escalas de valores conscientes y preconscientes. Una estimación del grado de efectividad de lafaútocrítica. 4) La parte del ello que comunica con el yo. 5) Un concepto de la suma total de los aspectos parciales arriba mencionados, que integra al self en una entidad organizada y diferenciada de su ambiente. De la diferenciación y permanencia de las representaciones del self en el yo depende el sentimiento de la identidad. El indi- f viduo sabe que es ¿1 mismo a través de los cambios, en la medida j en que su yo contiene una clara representación de su self y de los / cambios que éste ha experimentado en el transcurso del tiempo, j con conservación de su unidad. El yo es, al comienzo, ese aspecto del funcionamiento mental encargado de ordenar la realidad en figura y fondo en relación con ** La percepción sensorial externa es excluida como fuente de la representación del self en el yo. 31
loa «tUmuloi del momento y con las experiencias pasadas, lo cual permite diferenciar al selí (figura) del no-self (fondo) (2). Por
de_jmobjeto al mundo interno: 1) El objeto incorporado puede f5mjr"~parte de lo que él llama la "órbita" y ser visto por el m il m
1. O T b i t a y objetos
OBJETOS
REALES
orbitales
2. Relaciones objetales internas 3. Objetos nucleares introyectados
como un objeto interno que mantiene con él relaciones objetales internas. A este proceso él autor lo dénomina "identificación o introyección orbital". 2) El objeto puede ser incorporado al núcleo, formando parte así de la perspectiva del self, que no tiene relaciones objétales con este objeto, sino que por el contrario, unido a él, mira al mundo tanto externo como interno. Aquí se trata de una "icleñtifícación o introyección nuclear". Según Wisdom, la identificación y la identificación introyectiva, tal como se mencionan en la literatura, se refieren probablemente a la introyección nuclear. El concepto de self es empleado por él "en su sentido ordinario" que supone límites elásticos: es a veces equiparado con el núcleo: a veces con el núcleo y la totalidad del mundo interno; a veces incluye, otras excluye al cuerpo. En la introyección nuclear, el self siente "con" el objeto. En la orbital, siente "hacia" el objeto. Tal como se ve en el dibujo, Wisdom considera que su núcleo y su órbita son equivalentes de la representación del self y las representaciones .de objeto de E. Jacobson, respectivamente.
III
INTENTO DE SISTEMATIZACION
Trataremos aquí de dar forma coherente a los múltiples conceptos considerados hasta ahora. Esto supone establecer nexos entre puntos distantes; separar, para hacer distintos, conceptos de-
masiado cercanos; tener en cuenta críticas propias y ajenas intentando obtener un instrumento útil, que sea confiable y permita continuar la investigación, aunque su utilidad sólo sea operante dentro de condiciones limitadas. Creemos posible el siguiente ensayo o diferenciación: a
) XPI- Es la estructura psíquica descripta por Freud, que incluye la fantasía inconsciente del s e l f e n el yo. Corresponde al núcleo del esquema de Wisdom y contiene la representación del self de E. Jacobson. b) Ji No-Yoj - Está dentro del self y comprende lo orbital de Wisdom (objetos internos, y. entre ellos uno que tiene características propias: el superyó) y las representaciones de objeto ,de la nomenclatura de E. Jacobson. Empleamos, como se ve, de una manera distinta a la corriente, la denominación de no-yo. Para nosotros, el no-yo está dentro del self y cuando se extiende más allá del self, se transforma en no-self. Así como el self necesita del no-self como espacio-tiempo, el yo necesita del no-yo para hacer sobre él las proyecciones intrapsíquicas. c) _ S E L F - Incluye al yo Y al no-yo. Es la totalidad de la propia persona. Incluye también al 'cuerpo con todas sus partes. la estructura psíquica con todas sus partes^el vínculo con los objetos externos c internos y al sujeto como opuesto al mundo de los objetos. d) N O - S E I . F - Puesto que nosotros no consideramos al yo como equivalente de persona total, el no-self comprende los objetos externos y el mundo externo. e) F A N T A S Í A INCOSCIENTE DEL SELF E N E L YO -,. Si bien la denominación "representación del self en el yo" comprende los cinco ítems descriptos por E. Jacobson que transcribimos antes, nosotros consideramos incompleta esta enumeración, porque ella no incluye las fantasías inconscientes. Tampoco nos satisface la expresión "representación del self" porque se refiere a lo consciente y preconsciente, y nos parece preferible hablar de "fantasía inconsciente del self en el yo" para designar el conjunto de fantasías inconscientes, vinculadas con los elementos constituyentes de la representación del self en el yo. Sobre este último punto, unos párrafos que lo complementan. Normalmente, todos los aspectos del self están integrados en la fantasía inconsciente del self en el yo. Naturalmente, en los cuadros psicopatológicos, esta situación se altera (17) y se producen variaciones cualitativas y cuantitativas que pueden tener distintas consecuencias. Uno de nosotros (5) señala que puede ocurrir, por ejemplo, que aspectos del self sean sentidos por el yo como pertenecientes al no-self. Esto se debe a que la fantasía inconsciente del self en el yo, una vez integrada en el curso del desarrollo, 34
puede perder cohesión por el funcionamiento patológico »Ir 1» identificación proyectiva. Recalca la importancia de I O N inri M U Í » mos obsesivos más evolucionados o "realistas" que permiten el cou trol de las partes del self proyectadas en el objeto y sirven puní mantener un cierto grado de integración y diferenciación del arlf, Cuando, por diferentes motivos, el yo siente una amenaza rom ra el estado de cohesión del self, estos mecanismos de control tienden ti incrementarse. En ocasiones, sin embargo, el estímulo es Hulidcri« temente intenso como para inhibir de manera temporaria o permanente el funcionamiento de estos mecanismos. La consecuencia inmediata puede ser una pérdida del control de los aspectos proyectados, lo cual desencadena una desorganización en el estado del self, cuyos efectos son los trastornos del sentimiento de identidad, la sensación de extrañamiento y la perturbación de la relación objetal que caracterizan al fenómeno de la despersonalización. Otra consecuencia posible es la vuelta a la utilización del control omnipotente y la caída en estados regresivos psicóticos confusionales. Otra alteración que podemos considerar es la que se produce cuando se sienten como perteneciente^ al self, aspectos que ya no forman parte de él. Esto sucede cuando no se-puede elaborar el duelo por las partes perdida;? del self, y un caso extremo ilustra el "miembro fantasma", cuadro en el cual se sigue percibiendo dolorosamente el miembro amputado. Este cuadro confirma las ideas de Hoffer acerca de la importancia del dolor para lograr la discriminación entre self y no-self. Otro aspecto de la cuestión puede ser la consideración de la topografía de la disociación en el yo y en el self y los diferentes jplanos en que puede producirse. Seguimos parcialmente a Thorner (20) al decir que, por ejemplo en la hipocondría, la disociación se hace siguiendo el límite mente-cuerpo, a los efectos de poder mantener ubicados en el cuerpo los objetos internos perturbadores. Podríamos decir que la mente queda en el núcleo y un aspecto del cuerpo en la órbita, funcionando para el núcleo como un objeto con el dial tiene relaciones objetales. En otros casos, cuando se proyectan objetos internos malos, muy unidos al yo, se proyectan mu ellos partes del yo mismo. La disociación atraviesa el centro del yo o, según nuestra particular opinión, el núcleo. Una cita de P. Heimann (11) nos parece ilustrativa. Al iel'e rirse a la combinación de mecanismos de defensa que •< da en ciertos estados paranoides, muestra cómo "el t i p o p a r a n o i d e de introyección internaliza un objeto odiado y temido y la situación intrapsíquica que resulta de esta introyección repite y continúa la relación entre el individuo y su perseguidor externo. El mismo sadismo que el sujeto —el 'yo como totalidad'— dirige hacia el objeto exterior, es vuelto por el yo (como parte sistematizada de la personalidad total) contra su objeto introyectado". Una parte del yo 35
aquella que ¡ilberga al objeto introyectado perseguidor— es sacrificada, es disociada del resto y puesta aparte de la organización del yo, perdiendo así su calidad yoica. Esta disociación es comparada por P. Heimann con la técnica de autonomía de los lagartos, los cuales si son aprisionados por la cola, la separan del cuerpo y, aunque mutilados, escapan. Perder la calidad yoica significa que la parte disociada deja de pertenecer a la fantasía inconsciente del self en el yo. Para la fantasía inconsciente esto es tan concreto como la pérdida de una parte del cuerpo para el lagarto. En otras palabras, la parte así disociada deja de estar en el núcleo y no forma ya parte de la identidad.
IV ESQUEMA FINAL
Nos resultó útil —por eso lo transcribimos— un esquema que derivamos del de Wisdom a los fines de objetivar, aunque sea parcialmente, la sistematización que acabamos de mencionar. Este gráfico corresponde a la geografía de una fantasía inconsciente que estarla ubicada dentro del yo y desde la cual el yo vería todo el territorio correspondiente a su aparato psíquico. Creemos (pie es suficientemente explicativo de por sí. Estamos lejos de pretender que sea completo ya que —como todo esquema de tipo figurativo bidimensional— tiene limitaciones y restricciones. Es estructural y, por lo tanto, no es posible ubicar dentro de él sino los elementos para situar los cuales fue concebido. Podríamos, por ejemplo, explicar dónde está el ello, pero nos sería imposible dibujarlo, aunque se puede inferir que —al igual que en la concepción freudiana— el yo emerge del ello. Quizá sería preferible prescindir de estos modelos visuales, pero el presente tiene alguna ventaja: permite cierta ubicación dentro de lo que hasta hace poco era "tierra de nadie". Al mismo tiempo, incluye conceptos como la idea de una membrana permeable entre el núcleo y el resto del self, entre el yo y el no-yo y entre el self y el no-self, que tiene profundas raíces en nosotros, aunque utiliza símiles biológicos. Otro tanto hace Bion con su modelo digestivo, lo mismo hizo Freud con su modelo de la ameba. Con todo, el esquema que presentamos puede ser modificado por el lector y admite múltiples variantes. Puede ser configurado en un modelo tridimensional, en el cual todo el esquema "flote" en el ello indiferenciado, o cualquier otra forma. Lo importante es que vale, si tiene utilidad, aunque sea parcial. 36
I
ÍSelf (incluye la línea límite)
1. Objetos orbitales (Wisdom) Representaciones de objetos (Jacobson) 2. Núcleo ("Wisdom) Representación del self (Jacobson) 3. Objeto interno 4. Objeto externo
V RECOMENDACIONES SEMANTICAS
Dos palabras sobre el aspecto semántico de la cuestión. En la literatura analítica en nuestro idioma —especialmente en las traducciones— el self es denominado "yo", "personalidad", "persona", "sí mismo",« "uno mismo", "ser", etcétera. La consecuencia inmediata es que conceptos originariamente claros se tornan confusos y ambiguos. Por lo tanto, creemos conveniente recomendar la incorporación definitiva a nuestro idioma del vocablo "self", de la misma manera que se ha hecho con otros términos psicoanalíticos como "insight", "acting out", etcétera. Igualmente sugerimos desistir de cualquier intento de introducir más términos para designar al self y, al mismo tiempo, cuidar en los trabajos y traducciones de emplear bien discriminada la palabra "yo" cuando se refiera a la estructura psicoanalítica clásicamente descripta por Freud; y "self" cuando se refiera a la persona total. VI * En la misma línea, quisiéramos clarificar los conceptos de "temperamento", "carácter" y "personalidad", de acuerdo con el criterio de la mayor parte de los autores que estudiaron esos temas. * Este último apartado no pertenece al artículo original "Yo y self. Su delimitación conceptual". 37
Kl Irtlililio leniperainenlo designa los fenómenos característicos emocional de un individuo, fenómenos entre los < UXLR* NC encuendan su susceptibilidad a la estimulación emocional, mi liileiwídad y velocidad de respuesta habituales, la cualidad de «ti esiado de ánimo predominante y todas las peculiaridades de lluetnación e intensidad de su estado de ánimo. Estos fenómenos son considerados dependientes de su estructura constitucional y, por lo tanto, como de origen principalmelEte hereditario (1). El carácter del hombre estaría determinado por la sociedad. Kl medio impone frustraciones específicas, obstruye ciertos modos de reacción a ellas y facilita otros. Sugiere ciertas actitudes de los otros como modelos, contribuye a formar sistemas de referencia internalizados en la misma medida en que lo hacen las instancias más profundas. Las capas más superficiales del carácter representan, por regla general, las adquisiciones más recientes. Aunque no siempre esto es así. Las regresiones complican el cuadro. El orden en que las diferentes capas van apareciendo en el análisis, puede ser diferente de su orden histórico original, como lo es la profundidad relativa de las capas geológicas con respecto a su antigüedad histórica. Las actitudes caracterológicas son compromisos entre los impulsos instintivos y las fuerzas del yo que tratan de dirigir, organizar, postergar o bloquear tales impulsos. Freud dijo que "los rasgos permanentes de carácter son o bien perpetuaciones intercambiables de impulsos originales, o bien sublimaciones de éstos, o formaciones reactivas contra los mismos". Para Wilhelm Reich.. (18) el carácter es, en esencia, un mecanismo de protección narcisista que se ha hecho crónico y rígido, por lo cual lo denomina "coraza caracterológica". Su desarrollo proviene principalmente del conflicto entre las demandas instintivas y el mundo exterior frustrante. Tiende a evitar la angustia y, al mismo tiempo, la absorbe. Por otra parte, satisface indirectamente el principio del placer, otorgando gratificaciones libidinosas como en el caso del "carácter genital-narcisista". Se ha señalado frecuentemente que la característica esencial del hombre es su individualidad, o sea el hecho de que el hombre es un resultado único en su género, que no se puede parecer acabadamente a ningún otro hombre, y se comporta siempre de una manera que le es propia. Generalmente, se ha utilizado el concepto de personalidad para designar esta individualidad psicológica. La definición que propone Filloux es la siguiente: "La personalidad es la configuración única que toma, en el transcurso de la historia del individuo, el conjunto de los sistemas responsables de su conducta" (3). Mientras el carácter es considerado por algunos como un aspecto de la personalidad (su aspecto expresivo para unos, o su
de
In i m H i i i i l t V i i
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aspecto estático para otros), el ronéepto de personalidad se refiere más bien a los factores dinámicos de la conducta, a sus motivaciones, incluyendo el aspecto profundo y menos evidente de la individualidad. A nuestro juicio, la personalidad, en la medida en (juc resulta de la individuación-diferenciación, expresa la unicidad del hombre: 110 sólo el ser sino el ser unido. Se nos plantea como interrogante en qué forma podríamos relacionar el sentimiento de identidad, con el concepto .de personalidad, ya que este último está referido al individuo tal como es visto por un observador. El sentimiento de identidad, en cambio, es experimentado por ej, sujeto como resultado del proceso de.individuación-diferenciación, base del sentimiento de unicidad (ser uno y único) y del sentirse él mismo a través del tiempo, base del sentimiento de mismidad, con su corolario de integración social. Todo ello estaría incluido en la fantasía inconsciente del self que tiene su asiento en el yo, base del sentimiento de identidad;
SINTESIS Este capítulo tiene por objeto aclarar términos que se utilizan en conexión con el concepto de identidad: básicamente la delimitación teórica de los conceptos de yo y self, así como los de "tem-: peramento", "carácter" y "personalidad", de acuerdo con el criterio de autores que estudiaron esos temas, al que agregamos el nuestro.' En relación a "yo" y "self", vocablos de uso corriente en la literatura psicoanalítica, estudiamos la historia y evolución de ese uso, para llegar a un intento de sistematización que relacione coherentemente estos términos y otros a ellos vinculados: yo, no-yo, self, no-self y la fantasía inconsciente del self en el yo. Finalmente, proponemos un esquema, derivado del formulado por Wisdom, a los fines de objetivar esta sistematización. El gráfico propuesto corresponde a la geografía de una fantasía inconsciente que estaría ubicada en el yo, y desde la cual el yo vería todo el territorio correspondiente a su aparato psíquico.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Allport, G. W.: Psicología de la personalidad. Buenos Aires, Paidós, 1961. 2) Bellak, L.: Esquizofrenia. Barcelona, Herder, 1962. 3) Filloux, J. C.: La personalidad. Cuadernos de Eudeba. Buenos Aires, Ed. Univ. de Buenos Aires, 1960. 4) Freud, S.: El Yo y el Ello. S. E. 19, 1923, 39
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CAPÍTULO
III
VINCULO DE INTEGRACION ESPACIAL. CUERPO, ESQUEMA CORPORAL E IDENTIDAD SEXUAL
I A El vínculo de integración espacial ¡¡comprende la relación entre las distintas partes del seíf entre sí, incluyendo el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la comparación y el contraste con los objetos; tiende a la diferenciación self-no self.j El sentimiento de identidad se encuentra estrechamente vinculado con la ..evolución psicosexual. La noción del cuerpo resulta esencial para la consolidación de la identidad del individuo. Todo el mundo se experimenta a sí mismo como ligado inextricablemente a su cuerpo. En la medida en que uno percibe que está vivo, siente que es real y sustancial. En la medida en que se siente eonsubstanciado con su cuerpo, tendráTTambién un sentido de su continuidad personal en el tiempo (11), y de la continuidad de sus relaciones objetales y sociales ocurridas durante el curso de dicho tiempo. Los ojos, las manos y en general el rostro y los genitales son las áreas más significativas para el reconocimiento del cuerpo propio y ajeno (6). El sentimiento de la propia identidad deriva de la experiencia del contacto con tora 1 placentero con la madre, en el sueño y..en la vigilia, en el que se libkbni/aTaT"superficie ctel cuerpoy percibiéndola como Tímite entre el yo y el mundo. M. Mahler (15) opina que las dos fases cruciales en la formación de la identidad son la fase de separación-individuación que para la autora se completa entre el año y medio y los tres años, reforzada por las experiencias locomotoras, y la fase de la resolución de la identificación bisexual, en la etapa fálica. Su tesis es que la madre debe servir de buffer frente a los estímulos internos y externos per41
ttillii iiitn g¡mhndinenle el arribo de las tensiones energéticas de JIM óigMUON n Iii superficie del cuerpo y la depositación en ella, que »<• vivencia enionces como límite interno y externo. En la ic^uudu lase, en (|ue el interés se centra en zonas genitales de la imagen corporal, es importante la identificación exitosa con el progenitor del mismo sexo y la actitud emocional de ambos padres. Una primera objeción que formularíamos a estas afirmaciones de M. Mahler se refiere a la época en que ubica la fase de separa< ión-individuación. Para nosotros, comienza más precozmente y depende de la formación del yo, que coincide prácticamente con el nacimiento, aunque se trate de un yo rudimentario, de cohesión débil y fluctuando entre la integración y la desintegración. Sin embargo, el surgimiento de este yo temprano es simultáneo con el establecimiento de las relaciones objetales. El yo utiliza funciones, mecanismos y defensas primitivas, en especial los de disociación e identificación proyectiva, desde el primer momento para protegerse de la actuación del instinto de muerte dentro del organismo y para controlar activamente al objeto. Esta disociación, defensiva al principio, se transforma en un factor primordial para la función discriminativa ulterior entre el self y el objeto. La situación inicial de integración precaria es corroborada por observaciones de bebés de pocas semanas que, al quedar sin ropas, se agitan e intranquilizan, a veces con sacudidas de todo su cuerpo, como sintiéndose en peligro; o se aterran a las ropas de la madre o a lo que tengan a su alcance. E. Bick (2) lo interpreta como expresión de la fantasía de desparramarse o derramarse como si estuvieran en estado líquido, y el miedo a caer sin fin como volcándose de sí mismos. Necesitan aferrarse cuando tienen miedo de desintegrarse, porque sentirían no contar aún con una "piel", vivida como propia, que los contenga. Es una ansiedad específica: puede ser la sensación de desangrarse hasta morir como si se escapara toda la sangre, por ejemplo. Se puede observar más tarde en situaciones traumáticas, en niños o adultos, cuando hay una pérdida de control: un no poder contener los límites del cuerpo, como en momentos de incontinencia de materia fecal, u orina, vómitos, etcétera. La observación muestra que solamente el pezón en la boca, "como un tapón para una botella", o los brazos que sostienen estre"í chámente, calman el terror del niño de que nadie lo contenga /integrado y sus partes unidas endeblemente se separen y se caigan. El bebé se va integrando en base al holding materno: el pezón en la boca, la introyección del pezón, la proyección del pezón, etc., operaciones que van configurando un objeto bueno interno y una "piel" continente que sostiene y separa del objeto malo que se expulsa. A partir de este momento hay también una mayor conexión con el objeto externo-madre. Lo que E. Bick destaca especialmente es que la piel del bebé 42
y sus objetos primarios constituyen factores_de cohesión de las partes dé la personalidad 'qüe""se vivencian desunidas. Pero la función interna de la piel —de contener las partes del self— depende uiicTalmente de la introyecdón de un objeto externo. Hasta que no se hayan introyectado las funciones de contención, es imposible que aparezca el concepto de un espacio dentro del self y se ponen de manifiesto todas las confusiones relativas a la identidad. En el estado infantil no integrado, la necesidad de encontrar un objeto contenedor lleva a la frenética búsqueda de un objeto susceptible de ser vivenciado como algo que une las diversas partes de la personalidad. Eluobjeto óptimo jes el pezón dentro de la boca, junto — ' •-, — ' con la madre que sostiene al bebé, le habla y de la cual emana un olor familiar. El objeto que sirve como continente se vivencia concretamente como una piel. Al instalarse lajposición degresiva/ hay un momento de re-conocimíento, en que toaosTos conocimientos fragmentarios adquiridos hasta entonces por el bebé se estructuran con un nuevo significado. Lo que hasta ahí había sido una voz, unas manos, un olor, una calidez, un contacto, un sabor, algo que calmaba el miedo o el dolor, algo que causaba miedo o dolor, es ahora todo eso, pero donde todo eso mantiene ciertas relaciones entre sí: es una persona, la madre. El bebé, mientras mama, empieza a mirar alternativamente el pecho y la cara de la madre, uniendo ambos: es el comienzo de ver que el pecho y la cara se pertenecen el uno al otro, comienzo de una relación de objeto total: como si el mirar permitiera hacer la síntesis pecho-cara. Para saber que la madre es esa totalidad, el bebé deja de lado como algo distinto cantidad de otras cosas que conoce, pero que no son la madre. Delimita así un objeto, mediante la combinación de elementos que guardan entré sí una' relación constante, con lo cual determina lo que Poincaré (16) denominó "el hecho seleccionado".* Este "hecho seleccionado" es el elememqjque coherencia a los objetos de la posición ésquizojaaranoide, e inicia de este modo la posición depresiva. Para ese entonces, al sentirse más integrado tanto en el espacio como en el tiempo, el bebé no se angustia tanto por estar desvestido o suelto, sino que puede, póPel^cóhtrario, enojarse cuando le ponen los pañales, porque son restricciones, limitaciones. Esta es la diferencia fundamental: antes la ansiedad provenía del temor a caerse y romperse, en pedazos, o volcarse, y ahora lajiificuitad es * Más adelante, el niño aplicará el mismo proceso para reunir elemento» que están dispersos, pero que guardan una relación constante, por medió de un "nombre" o denominación, que le permitirá "integrarlos para delimitar el objeto y reconocerlo. La palabra "mamá" servirá entonces para juntar y otorgar significado al conjunto de lo que antes sólo eran un pecho, una voz, unos brazos, un olor, etcétera. De la misma manera, usará su propio nombre para reconocerse e identificarse. 43
^»firiiliii I» dependencia, los cambios y la existencia del tiempo: qu<" Tas (oStiH empiecen y terminen. Al principio la necesidad era e*litr dentro de nn continente; luego, cuando ya se está "separado" y "fifueta" en un continente j»opio,"^á5receiT""í6dos' los• problemas de la» relaciones con los otros como ."tales, asumir Ta propia identidad y la dependencia de los otros. Un aspecto esencial en el desarrollo de la integración corporal de la identidad lo constituyen las reacciones del niño frente al espejo. Wallon (19) señaló que el niño llega a reconocer la imagen especular de los otros mucho antes que la suya propia. Para él, el reconocimiento de la propia imagen implica haber podido integrar cabalmente el espacio óptico, los datos provistos por la imagen con los ofrecidos por su propia presencia corporal. Por su parte, Lacan (10) postuló la importancia de lo que denominó la "fase del espejo" en torno del problema de la identidad.. En esa experiencia que, según Lacan, conserva todo su sentido KaStii los diez y ocho meses de edad, el niño conquista fundamentalmente una determinada imagen: la de su propio cuerpo, y es la que estructura al yo antes de que el sujeto se comprometa en la dialéctica de la identificación con el prójimo por la mediación del lenguaje. También Lacan sostiene que el niño tiene al principio Una fantasía de su cuerpo fragmentado, con dispersión de sus miembros. La unidad del cuerpo es el resultado de una conquista. La fundón del espejo consistirá en poner fin a la dispersión angustí» ule al integrar al niño dentro de una dialéctica que lo constituirá como sujeto. La Jase del espejo se puede descomponer en tres etapas. En primer término, el niño percibe su reflejo en el espejo como si fuera un ser real al que intenta captar. Posteriormente, el niño se dará cuenta de que la imagen del espejo no es un ser real y ya no trata de aprehenderla. Finalmente, reconoce que la imagen del espejo es su propia imagen. A través de esta dialéctica del ser y la apariencia, se obtendría la conquista de la identidad del sujeto, por la imagen total anticipante de la unidad del cuerpo. La identificación primitiva de la fase del espejo sería la raíz de todas las posteriores identificaciones del sujeto. La percepción del cuerpo como unidad sirve de base para la noción de "esquema corporal" como unidad somato-psíquica propuesta por Schilder (17). El esquema corporal se basaría en el "yo corporal" de Freud, más los afectos y actitudes motrices asociadas a toda percepción *. Cuando Freud señaló que "el yo es primero * Desde el comienzo de sus investigaciones, Freud comprobó la íntima interconexión entre lo que llamamos "mente" y lo que conocemos como "cuerpo". Además, al constatar el papel que las emociones —la vida instintiva— desempeñan en la conducta normal y patológica, Freud fue construyendo un esquema del desarrollo total del individuo desde la infancia hasta la madurez, estableciendo la interrelación constante entre cuerpo y mente, como una unidad psico-física. La mente es una entidad que nace con las primeras sensaciones. 44
y sobre todo un yo corporal... no sólo un yo superficial sino incluso la proyección de una superficie" (4), estaba poniendo el acento en uno de los factores más importantes que forman los cimientos de la identidad. Schilder consideró la imagen del cuerpo humano como una estructura antropológica, a la vez que fisiológica y psicológica, y la concibió así no sólo como un factor decisivo en toda acción humana, sino como una parte constitutiva de la persona humana misma. Por imagen del cuerpo humano entiende aquella representación que nos formamos mentalmente de nuestro propio cuerpo. ¿Cómo^se integra esta imagen? Disponemos de ciertas sen- * J- ¿ saciones; vemos algunas partes de la supCTfkie cgrporalj teneixios impresiones táctiles, dolorosas, musculares y viscerales. Todo ello conduce á la experiencia":inmediata de que existe una unidad a^:poral^Ea cxpresión^esquema corporal" pertenece a Head (7) que describió el modelo postural del cuerpo. El_esquema corporal es la .imagen . tridimensional que todo el mundo tiene de sí mismo. Pero la noción del esquema corporal comprende además de la experiencia kinestésica y de las estructuras posturales, una relación espacial y temporal *. La imagen corporal se expande más allá de los límites del cuerpo. Así, por ejemplo, las personas que manejan coche, habitualmente lo consideran una extensión de su esquema corporal, incluyéndolo en el lenguaje como parte de sí mismos: "me chocaron", "por aquí no quepo", etcétera. Lasxggggs,;también pasan a formar parte de la imagen corporal. Cuando el hombre primitivo se coloca máscaras terribles para sus ritos religiosos, y se tatúa el cuerpo, su figura se agiganta, provoca miedo, se identifica con los dioses a quienes representa. Los_objetos que han estado alguna yezjánculados^CQlLel cuerpo A retienen parte de la cualidad de la imagen corporal. Todo aquello | quejse origina en el cuerpo o que emana de él, sigue formando parte de la imagen corporal aun cuando ya se haya desprendido físicamente de aquél ^ X a voz, el aliento, el olor, los excrementos, el flujo menstrual, la orina y el semen siguen siendo parte de la imagen las primeras manifestaciones corporales de placer y de malestar. El instinto es un fenómeno que tiene una doble modalidad de expresión, ya que se evidencia mediante manifestaciones fisiológicas en su faz somática y mediante fantasías inconscientes en su faz psicológica. * Para Schilder (17), la noción de esquema corporal es esencialmente dinámica, por lo tanto no la considera una Gestalt (estructura) sino una Gestaltung (estructuración) . Para Clifford Scott (18) , el esquema corporal es una "integración consciente o inconsciente de las situaciones, percepciones, afectos, recuerdos e imágenes del cuerpo, desde la superficie a la profundidad, y desde aquí a los límites del espacio y el tiempo". Sostiene, además, que la división del yo corporal y yo psíquico es el resultado de un mecanismo de defensa que lleva a una de las primeras disociaciones: división cuerpo-alma. E. Pichon-Riviére (15), sugiere un proto-esquema-corporal que se integra alrededor de un eje ya estructurado prenatal, formado por estímulos interceptivos, propioceptivos, etcétera, producto de los estímulos de la vida fetal. 45
\ IDENTIDAD SEXUAL
El sentimiento de identidad sexual se basa en experiencias corporales desde la más temprana infancia hasta la adultez (tocar 'y verlos genitales propios y ájenos y experimentar 'sensaciones, tensiones y gratificaciones en relación con ellos), correlativas de fantasías inconscientes muy complejas, de carácter libidinoso y agresivo en relación con sus objetos primarios, preedípicos y edípicos. A las fantasías básicas y universales, que tomarán un carácter específico en cada individuo en función de su historia personal y la experiencia vivida, se agregan los significados asignados a la masculinidad y feminidad por las pautas culturales en cada~sbciedad o grupo, en una época h i stó ríe a o e t crin iñ a da! La experiencia de la identidad sexual no descansa exclusivamente en la observación y comparación de los genitales propios y ajenos, sino que se complementa con la curiosidad acerca ele las actividades sexuales propias y de los demás. Desde muy temprano en la vida del niño, las manos son objeto de especial curiosidad, que contempla, mueve, junta y con las que juega ya a los tres meses. Cuando logra adquirir el dominio y manejo de sus manos, éstas serán usadas para realizar nuevos hallazgos: jxglorar su cuerpo, descubrir sus pies, tratar de atraer y apartar de sí disHntas partes dé su cuerpo como puede obtener y rechazar objetos, y en esta exploración el niño encuentra también su genital. Este descubrimiento lo resarcirá de la dolorosa pérdida implicada en el destete, éñ la medida en que siente la relación perdida. Es algo que permite la fantasía de la relación de pareja: de entrar en alguien o de recibir a alguien dentro de sí. Será útil agregar unas palabras más acerca de cómo se irán delineando las respectivas identidades sexuales del varón y la mujer a través de su evolución (9). El destete, primera experiencia de pérdida después del nacimiento, como acabamos de señalar, desencadena un estado de duelo, que el niño trata de elaborar intentando rehacer el vínculo de oirá manera, con otra zona corporal de satisfacción (genital) y cón ótro objetó: el pene del padre que sustituirá, en la fantasía, al pecho d e j a madre y con cuya inclusión se inicia la situación edipica~jEríángular. Ante la imposibilidad 'de~safisfácer las fantasías genitales con la madre, el varón pasa por una fase femenina transitoria que se instala bajo el dominio de impulsos y fantasías inconscientes orales, uretrales y anales, en relación con el objeto primario: el pecho de la madre. Al desplazar parte de sus deseos libidinosos al pene del padre, lo fantaseará como un órgano bueno y creador que le dará bebés como se los da a su madre. Estos deseos feme47
niños constituyen la raíz de un complejo edípico invertido y forman la base de las primeras fantasías homosexuales. Pero la imagen positiva del pene paterno es también una condición previa para la identidad masculina que capacita el desarrollo de /los deseos odípicos positivos. ; La imagen del pene será predominantemente buena o mala según Hayalídolta relatíóBTcon el pecho. De modo ^ue si lo que se transfiere sobre el pene es una relación negativa, y el padre real resulta incapaz de modificar esa imagen, el pene será vivido como perseguidor y castrador, y llevará al sometimiento pasivo antes que a la asunción de una identidad masculina. También la niña busca una satisfacción genital con el pene del padre, en sustitución de la relación con el pecho, y sobre el modelo de las relaciones orales: una cavidad que recibe un órgano que nutre. La frustración inevitable de los deseos genitales en esta fase, que se agrega a la peligrosidad que de por sí involucran por estar estructurados sobre la"Base de la frustración oral, hace que, tanto para el varón como para la niña, la relación que los padres mantienen entre sí pase a ser el centro de su atención, curiosidad, rivalidad, celos y envidia. Aumenta el odio hacia la madre como rival que, pala lit fantasía del niño, recibe todo lo anhelado del padre, y odio liaría rl padre que da todo lo bueno a la madre y a su vez H!t il«' todo lo bueno de ella. Las fantasías de venganza por esta nltu.il íi'in rnlrafitm ataques a la pareja en coito, al vientre de la iiiiidie y al pene «leí pudre. listas fantasías están en la base de futuros temores a los órganos* genitales, y a ser vaciado retaliativamente en la relación sexual, tanto en el hombre como en la mujer; de no ser elaboradas, dificultan la asunción de la identidad sexual, dando lugar a sus diversas perturbaciones, como la homosexualidad u otras perversiones. De todos modos, el inevitable fracaso de la "fase genital temprana" (1) lleva, por regresión, a la que P. Heimann denominó "fase perversa polimorfa" (8) durante la cual, como al nacer, se trata de recuperar el vínculo con el objeto a través de todo el cuerpo, que se carga de sensaciones erógenas como también de fantasías crueles y agresivas. La "fase anal expulsiva" que sucede a la anterior en el desarrollo libidinoso, aparece como una forma de preservar el vínculo con un objeto bueno, evacuando a los padres malos internalizados, atacados por las sucesivas frustraciones (destete, frustración genital y odio por la escena primaria). Esta fase expulsiva actúa también como defensa frente a la confusión. Con el control ck__esfínteres..y la actuación de los mecanismos obsesivos se instala la "fase anal retentiva" en la que hay una 48
mayor capacidad de discriminación entre los objetos a expulsar y los objetos a retener. Es recién después de haber atravesado todas estas etapas cuando el niño siente que ha expulsado los objetos peligrosos y ha sido capaz de retener los valiosos, manteniendo el dominio sobre los esfínteres, que puede volver a las fantasías de una nueva "fase 1 genital" en que el niño desea a la madre y la niña al padreé 1 La^rivalidad con elprogenitor del mismo sexo despierta intensas ansiedades: en"el varón, básicamente, surge él temor a ser privado de sus genitales de diversas maneras, y en la mujer el miedo a ser vaciada, que subyace a lo que puede manifestarse como envidia al pene, cuyo carácter es defensivo. Con todo, los deseos edípicos no se reprimen solamente por \ la angustia de castración (femenina y masculina), sino también por \ la percepción, por parte del niño, de que la muerte del padre (al que fantasea sustituir) sería dolorosa para la madre, y también por el dolor y la pena que el niño siente frente a ese padre, y los deseos de preservarlo. El conflicto edípico se resuelve por la identificación introyectiva de la imagen positiva y permisiva del progenitor del mismo sexo *. El establecimiento de la identidad sexual implica una renuncia al sexo que no se tiene. En rigor de verdad, cada paso hacia la aceptación de la propia identidad y de lo que cada uno es obliga a la elaboración del duelo por lo que uno no es. Sin duda, la relación con la madre otorga una base esencial para la constitución y desarrollo de la identidad sexual. En el "espejo" del vínculo simbiótico hijo-madre, la niña se identificaf con la feminidad que representa la imagen materna, y el niño sel * Al comentar la importancia del complejo de Edipo, J. Lacan(lU) seseñala que se debe incorporar un ^cuartopersonaje, introducido a través del padre, que representa la estructura o código social que rige las relaciones entre el niño, 'la""5oSafe"y~el' páarie.' "Está" función' paterna denominada "falo" o la ley del padre, y diferenciada del pene concreto del padre, sería de gran importancia en la evolución y resolución del conflicto edípico que, según Lacan, se desarrolla en tres tiempos. En el primero, el niño busca la relación inmediata con el padre pero descubre que la madre no está libre, que su relación con ella está mediatizada y depende de algo exterior a ella: el falo. Trata de identificarse con el objeto de su deseo, el falo del padre que todavía no diferencia del pene; el niño quiere convertirse concretamente en el falo del que la madre carece. Pero esa identificación no satisface a la madre. En el segundo tiempo, el padre aparece activamente en la relación con la madre, y es el agente directo de la prohibición. Priva a la madre de la posesión del falo ya que es él quien lo tiene, y separa al niño de la madre, haciendo cumplir la ley. En el tercer tiempo, el niño descubre que lo que el padre tiene no es falo sino pene, y lo importante es identificarse con quien lo posee. El padre deja de ser omnipotente: no es el falo. Al reconocer al padre como hombre y no como ley, se introyecta el falo como símbolo, como normas, se lo instala como ideal del yo. se resuelve el complejo de Edipo, y comienza la vida moral en términos de valores. 49
identjfjca cruzadamente con la masculinidad inconsciente de su madre, o con el objeto masculino amado y deseado por ella. Una madre normal podrá también devolver a su hijo las identificaciones proyectivas relacionadas con su identidad sexual masculina depositadas en su pareja, ayudándolo en su establecimiento y reforzamiento. Si la madre tiene problemas con su propia identidad sexual, con conflictos no resueltos en relación con un posible rechazo" de lo masculino, fomentará en su hijo la asunción dé una identidad con características femeninas. El papel desempeñado por el padre es igualmente fundamental para consolidar la identidad sexual de su hijo varón, ofreciéndose como modelo de identificación para el niño en sus aspectos masculinos, y facilitando que su hija mujer se identifique con el objeto femenino amado y deseado por él. Para ello será imprescindible •que su presencia en el hogar sea regular y constante y —lo que es esencial— que sus roles de hombre en la pareja matrimonial y de padre en el ámbito familiar, no queden desdibujados o excluidos por la intervención de una esposa-madre dominante y castradora. ¡ Erikson (3) se refiere a las características diferenciales de la noción de espacio en relación con la identidad sexual. Realizando tests especiales a niños y niñas de diez a doce años, notó ciiferencias •que se repetían en las configuraciones de sus juegos. Así, por ejeniplo, las niñas desarrollaban esos juegos predominantemente en un •espacio interior y los varones en el espacio exterior. En los juegos de las primeras aparecían muñecos representando personas o animales dentro de espacios cerrados (habitaciones, casas) y en posiciones estáticas; a veces había intrusión de figuras peligrosas. En los juegos de los varones, los acontecimientos ocurrían en lugares o espacios externos (calles, plazas) o que presentaban partes salientes como conos, cilindros, torres, etcétera, y predominaban la acción y el movimiento. En el contenido manifiesto de los sueños, muchas veces es posible detectar el sexo del soñante, no sólo por la aparición de símbolos o por la estructura del lenguaje con que es narrado el sueño, sino por la calidad de las configuraciones espaciales que aparecen en él. El hombre sueña "contenidos" dispuestos a "meterse en", y las mujeres sueñan "continentes" dispuestos a "recibir a", como expresión de sus respectivas fantasías inconscientes del esquema corporal, tendencia sexual y rol social. Las diferencias biológicas conducen a desempeñar distintos roles sociales, o a desempeñar de manera distinta los otros roles. El espacio interior productivo de las mujeres es la base sobre la cual se organiza su vida, se vinculen directamente con eso o no sus actividades. Lo que no es lógico es el concepto de Freud de lo femenino, partiendo del pene que no tiene, en vez de partir de aquello que sí tiene: el espacio interior productivo. Sería atribuir a la mujer una identidad negativa, como ser no-hombre. 50
Esta manera de ver proviene de pautas culturales que, como hemos señalado, ejercen una influencia de primer orden en la apreciación y determinación de la identidad sexual. Hasta no hace mucho tiempo se aceptaba en forma taxativa el mito de la superioridad del hombre sobre la mujer, "superioridad" que parecía corroborarse por estudios científicos provenientes de distintas disciplinas. Freud mismo, siendo un observador revolucionario y crítico de los demás conceptos psico-biológico-sociales, no pudo sustraerse al concepto "falo-céntrico" de su época y desarrolló su teoría psicosexual femenina sobre la base de la "envidia al pene". Es decir, que la mujer, considerada desde los puntos de vista biológico, psicológico y cultural inferior al hombre, deseaba entonces como objetivo supremo obtener un pene y convertirse en hombre. Los factores culturales que caracterizaban la sociedad victoriana perdieron su fuerza y se fueron modificando en el curso de los años posteriores. El papel social de la mujer en todos los terrenos experimentó un cambio sustancial, sobre todo en las últimas décadas. Sin embargo, y a pesar de la creciente liberación lograda por la mujer en el campo sexual, subsistían —hasta hace pocos años— algunos de los viejos prejuicios que interferían en el desarrollo y consolidación de su identidad sexual. Los adolescentes varones —por lo general— seguían gozando de la prerrogativa de acercarse al conocimiento de los "secretos" del sexo y a las experiencias sexuales con mayor libertad, mientras que las convenciones y tabúes sociales determinaban que la niña adolescente se avergonzara del crecimiento de sus pechos y del desarrollo de su cuerpo, imponiéndosele un clima de misterio acerca de su condición femenina. Paulatinamente fue perdiendo vigencia el mito de la superioridad biológica del hombre en la medida en que la mujer consiguió afianzarse en su identidad sexual y social. A la sostenida "envidia del pene" se opuso la "envidia del hombre por la capacidad productiva" de la mujer. En la actualidad ya no se plantea la superioridad o inferioridad en lo que respecta a las identidades sexuales, sino que son reconocidas como distintas aunque equiparadas en su valor. Pero el problema no termina allí. La mayor libertad sexual adquirida por la mujer no determinó que lograra idénticas ventajas en otros contextos de su vida profesional y social. Este es el leitmotiv principal que subyace a los actuales movimientos de protesta de la mujer, definidos por la búsqueda de sus derechos y de su liberación (women-liberation). Una de sus más conocidas defensoras, Betty Friedman, sostenía que las viejas convenciones y actualmente una nueva mística femenina alentaban la ignorancia de la mujer acerca del problema de su identidad más allá de su biología, y que "así como la cultura victoriana no permitía a las mujeres aceptar la gratificación de sus necesidades sexuales, nuestra. 51
cultura no permite a las mujeres aceptar su necesidad de crecer y satisfacer sus potencialidades como seres humanos que no están definidos sólo por su rol sexual" (5). En función de los cambios ocurridos en la evolución del concepto y de la vivencia de la identidad sexual, cabe preguntarse cómo se establece dicha identidad en el presente y cómo funcionará en un futuro cercano. Nos parece que una de las respuestas más lúcidas frente a esta problemática está contenida en unos sustanciosos párrafos escritos por M. Langer, algunos de los cuales pasamos a transcribir: " . . . e l niño nace, anatómicamente ya definido, a un mundo de dos sexos. ¿Cómo logra diferenciarlos y ubicarse frente a sus padres? Antes eso le era fácil. El ser que poco a poco iba a configurar el concepto y a la persona 'madre' para él, lo tapaba si tenía frío, lo acunaba si tenía sueño, y lo alimentaba, apoyado contra algo blando y caliente, con una punta carnosa que se introducía en su boca y de la cual salía leche. El padre entraba más tarde en su vida, con características muy distintas. Era más móvil, más duro al tacto, alzaba al niño, para jugar con él, para hacerlo volar por el aire. Hasta olía distinto. Además, solía aparecer solamente a determinadas horas cuando uno se despertaba o ya NC iba a dormir; mientras que mamá estaba siempre. Así el pequeño Nrr, que percibía confusamente su propio sexo, aprendía, al distinguir el de los padres, a adaptarse más a uno de ellos, tomándolo como modelo, y a complementarse más con el otro. Así formaba, paulatinamente, la base de su identidad sexual. 'VPero cómo ocurre este proceso ahora? Tomemos un joven matrimonio porteño, de estudiantes, empleados o profesionales. Ambos estudian o trabajan. Se llevan bien. Ambos comparten las tareas de la casa. Ambos se aman; deciden postergar la pildora y tienen un niño. Ambos lo atienden y lo alimentan. Pero no será fácil para este bebé distinguirlos. Mamá ya no canta, porque cuando el bebé no duerme enseguida le ponen un lindo long-playing. Eso sería lo de menos, igualmente podría haber una mamá. Pero cuando lo alimentan, empieza la confusión. El bebé se siente apoyado sobre unas rodillas recubiertas por la tela tosca de vaqueros, sostenido firmemente por brazos musculosos y percibe, al mamar, simultáneamente con el aroma de la leche último modelo y de la tetina de goma o plástico, el olor a tabaco que impregna las manos del ser indefinido mamá-papá que lo alimenta. El bebé aumentará bien de peso, será fuerte e inteligente, pero tardará, en un nivel muy de fondo de su ser que poco tiene que ver con lo racional, •en darse cuenta de quién es mamá, quién es papá y cuáles son sus funciones. "El tiempo pasa. Sus padres, ya lo dijimos, estudian o trabajan y se ganan la vida. Supongamos ahora que ella gane más que él o que, por razones de trabajo, él tenga que quedarse en casa y ella 52
deba salir afuera. Dijimos también que ellos se quieren. Pero sienten, a veces, cierto malestar. El marido de la pareja, con el superyó hombre-y-padre del pasado ya no se siente a la altura de su hombría. El superyó cultural postula que debe salir al mundo de afuera, para mantenerlos, mientras que el lugar de su esposa está en la casa. Si llegara a hacerlo consciente, se dará cuenta de que se siente bastante en menos, a pesar de sus logros, frente a su padre o a su abuelo ('Este todavía era un hombre de veras'). "A su mujer le ocurre, en cierto sentido, lo contrario. Quiere a su madre. Pero se sorprende, a veces, pensando en ella en términos despectivos, en la fregona, sometida, dispuesta a aceptar cualquier destino. Y eso también le causa malestar, porque llegar mucho más lejos que el padre (o la madre) de uno interfiere con el placer del logro y le quita realidad. "Cuando la pareja joven se casó, todo lo que acabo de describir importaba poco. Se querían y con eso bastaba. Pero con el tiempo el malestar iba en aumento y ya no se querían tanto. Después dejaron de estimarse y finalmente se separaron. El nene tenía tres años, entonces. Según la ley iba a quedarse con mamá. Pero como mamá enseñaba como profesora en un colegio en el turno de la mañana y en otro en el de la tarde, eso no era posible. Papá era contador y se llevaba la mayor parte de su trabajo a casa. Así el nene se quedó a vivir con papá y mamá venía los sábados y los domingos a sacarlo en su autito y a llevarlo a pasear por el puerto o al campo. El nene sigue desarrollándose sano e inteligente, pero su dificultad de definir su identidad sexual va más bien en aumento. " . . . podríamos seguir contando cómo, algunos años después, la imagen que este niño tiene de 'papá' y 'mamá', de 'hermanos' y de 'familia' se ha vuelto más confusa aún, porque tendrá a un 'papá y su segunda mujer', a una 'mamá y su amigo' y a hermanos de diferentes clases de parentesco. "¿Cómo será su futuro y el de sus compañeros? Tendrán una adolescencia confusa que se prolongará en el terreno sexual, a menudo dentro de la adultez. Identidad significa diferenciarse del otro e identidad sexual significa mantener bien claras las diferencias entre hombre y mujer, que se están borrando en muchos aspectos" (12). Creemos que estas líneas, si bien parecen llegar a una conclusión pesimista, reflejan una realidad cruda y contienen u n mensaje de aguda advertencia frente a ciertas características de la actual sociedad que condiciona y favorece la eclosión de ese fenómeno, sin proveer las posibilidades de su corrección y evitación del peligro de pérdida de los atributos de la identidad sexual madura. 53
SINTESIS A lo largo de este capítulo, hemos pasado revista a los principales elementos constitutivos del vínculo de integración espacial de la identidad. Señalamos la importancia de la noción del propio cuerpo con la fantasía inconsciente de una "piel-continente" que contrarresta la ansiedad de desintegración y "desparramo" de los primeros períodos de vida. La percepción del cuerpo como unidad, a través de las reacciones del niño frente al espejo, contribuyen al establecimiento de la noción del esquema corporal que se extiende más allá de los límites del cuerpo, comprendiendo —además de las experiencias kinestésicas y las estructuras posturales— una relación espacial y temporal. Presentamos brevemente las características de la evolución de la identidad sexual del niño y de la niña durante las etapas preedípicas y edípicas del desarrollo, ya que son las que determinarán las condiciones en que se establecerá la identidad sexual adulta. Finalmente, planteamos la problemática de esa identidad sexual a la luz de las pautas culturales y de su gravitación en las diferencias entre el hombre y la mujer en la sociedad victoriana, y en el borramiento de esas diferencias tal como se viene presentando en la sociedad actual y como parece que se configurará en la sociedad del futuro, a menos que se produzcan cambios radicales en su estructura y en la relación entre los individuos.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Aberastury, A.: "La fase genital previa". Rev. de PsicXXI, 3, 1964. , 2) Bick, E.: ''La experiencia de la piel en las relaciones de objeto tempranas" Rev. de Psic., XXVII, 1, 1970. 3) Erikson, E. H.: "El sexo femenino y el espacio interior" en Identidad, Juventud y Crisis. Buenos Aires, Paidós, 1971. 4) Freud, S.: "El Yo y el Ello". S.E. 19, 1923. 5) Friedman, B.: The jeminine mystique. Nueva York, Dell Publishing Co., 1964. 6) Greenacre, Ph.: "Early physical determinants in the development of the sense of identity". J. Am. Psycho-Anal. Ass., VI, 1958. 7) Head, H. y Holmes, G.: "Sensory disturbances from cerebral lesions". Brain, 34, 102, 1911-1912. 8) Heimann, P.: "Una contribución a la revaluación del complejo de Edipo. Las etapas tempranas" en Nuevas Direcciones en Psicoanálisis, M. Klein y col., Buenos Aires. Paidós, 1965. 9) Klein, M.: "El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas". licv. de Psic., X, 4, 1953. 10) l .ucan, J.: "Las formaciones del inconsciente". Bulletin de Psychologie, Seminario 57-58. 11) l.aing, R. D.: El Yo dividido. México-Buenos Aires. Fondo de Cultura, 1964. 12) I/anger. M.: "El analizando del año 2000". Rev. de Psic., XXV, 3-4, 1968. 54
13) Mahler, M.: "Problems of identity", presentado a la J. Am. Psycho-Anal. Ass. VI, 1958. 14) Palmier, J. M.: Jacques Lacan, lo simbòlico y lo imaginario. Buenos Aires, Proteo, 1971. 15) Pichon-Rivière, E.: Citado por A. A. de Pichon-Rivière: El juego de construir casas, su interpretación y valor diagnóstico. Buenos Aires. Nova. 16) Poincaré, A.: Ciencia y Método. Buenos Aires-México, Espasa Calpe S. A., 1948, 2® edición. 17) Schilder, P.: Imagen y apariencia del cuerpo humano, Buenos Aires, Paidós, 1958. 18) Scott, C.: "A iproblem of Ego structure". The Psycho-anal. Quarterly, 17, 1948. 19) Wallon, H.: Los orígenes del carácter en el niño y Estudios sobre psicologia genética de la personalidad. Buenos Aires, Lautaro.
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CAPÍTULO
IV
VINCULO DE INTEGRACION TEMPORAL. EVOLUCION DEL SENTIMIENTO DE IDENTIDAD Y SUS CRISIS
I El vinculo de 'integración tempor aly comprende/ las relaciones^ entre las distintas representaciones del self en "el tiempo está"5Ie^ cíendo una continuidad entré ellas, base del sentimiénto de mismedad. "'""" Las sucesivas integraciones espaciales que se van produciendo entre distintas partes de sí mismo y del objeto, y que hemos descripto en el capítulo anterior, son correlativas de las integraciones temporales correspondientes entre las imágenes de sí mismo y del objeto, en diferentes momentos de la experiencia vivida. Las integraciones temporales se basan en recuerdos de las experiencias pasadas, a la vez que configuran nuevos recuerdos que quedan almacenados en el inconsciente. Estos recuerdos incorpora• dos, asimilados y automatizados, posibilitan el proceso de aprendizaje y el reconocimiento de la propia identidad a través del tiempo. La capacidad de recordarse en el pasado e imaginarse en el futuro hace que el individuo sepa que es el mismo que fue ayer y que será mañana. En condiciones normales, el individuo no necesita interrogarse todos los días acerca de quién es, como no necesita pensar cada vez que realiza alguna actividad aprendida y asimilada (caminar, hablar, etc.) por haber quedado incorporada en su inconsciente, permitiéndole su reproducción en forma automática. En los individuos con trastornos serios de su identidad, como los esquizofrénicos, el aprendizaje no se realiza por identificaciones proyectivas e introyectivas que permiten su asimilación, sino que se hace por imita56
ción: cada vez que repiten una determinada actividad tienen que ponerse a pensar en ella, como si la hicieran por primera vez. Lo mismo les ocurre respecto de su identidad.* Desde la perspectiva de un observador, se puede describir el devenir temporal del individuo y las sucesivas crisis de su vida, que establecen y sacuden, de distintas maneras, su sentimiento de identidad. A las crisis evolutivas (destete, situación edípica, adolescencia, edad media de la vida, vejez ) se agregan las crisis vitales particulares, determinadas en cada individuo por las vicisitudes de su historia, única y personal. Al hablar de "crisis", no usamos ese término con la connotación de experiencia catastrófica que muchas veces se le ha atribuido, sino en el sentido en que fue utilizado por Erikson (4) y otros autores: como algo que designa un momento crucial, un punto crítico necesario en el que el desarrollo debe tomar una u otra dirección, acumulando recursos de crecimiento, recuperación y diferenciación ulterior.
II Si el sentimiento de identidad depende de la posibilidad del individuo de sentirse "separado y distinto" de otros (vínculo espacial) , tendríamos que pensar que un incipiente sentimiento de esta naturaleza debe acompañar cada paso de la progresiva diferenciación que el niño hace entre el self y no-self desde su nacimiento. El nacimiento físico de un nuevo organismo vivo en el mundo inaugura procesos que avanzan rápidamente, y en virtud de los cuales en un tiempo sorprendentemente breve el niño se siente real y vivo y posee un sentido de ser una entidad, con continuidad en el tiempo y un lugar en el espacio. "Por lo tanto, el individuo puede experimentar su propio ser como real, vivo, entero; como diferenciado del resto del mundo, en circunstancias ordinarias, tan claramente que su identidad y su autonomía no se pongan nunca en tela de juicio; como un continuo en el tiempo que posee una congruencia interior, sustancialidad, autenticidad y valor; como espacialmente co-extenso con el cuerpo; y, por lo común, como comenzando en el nacimiento, o poco después de él, y como expuesto a la extinción por la muerte." (9) Muchos factores concurren para que esto sea así. La no-presencia permanente del pecho, cuyas apariciones y desapariciones no * Bion (3) explica que ese trastorno esquizofrénico se debe a la incapacidad de discriminación entre consciente e inconsciente, y entre sujeto y objeto, debida a una falla en el funcionamiento de la ''barrera de contacto" formada por los elementos alfa. Por otra parte, el esquizofrénico no aprende sino que imita, y no se identifica por excesivo uso de la identificación proyectiva y déficit de la identificación introyectiva. 57
coinciden exactamente con los deseos del bebé ni satisfacen la fantasía omnipotente de suministro incondicional e inagotable, va estableciendo un principio de discriminación entre un sujeto que desea y un objeto que satisface o frustra. Ese ritmo de apariciones y desapariciones del pecho, que condiciona ciclos de satisfacción y necesidad, junto con |o$ ciclos .sueño-vigilia,, contribuye a desarrollar la experiencia temporal. Al mismo tiempo, el niño descubre que la madre que lo gratifica y la madre que lo frustra son una y la misma. Ha alcanzado a integrar entonces las imágenes provenientes de distintos momentos de su experiencia. Esta integración de la figura de la madre en el tiempo, es correlativa de su propia integración temporal. La posición depresiva infantil marca un jalón muy importante en la evolución del niño. Al colocarse en primer plano la posición depresiva, se inicia el desarrollo ulterior en la línea de integración y síntesis. Estos procesos de síntesis actúan en la totalidad del campo de las relaciones de objeto externas o internas. Los diversos aspectos de los objetos se unen y esos objetos son ahora personas totales. Cuando el bebé llega a integrar las múltiples impresiones, previamente muy aisladas y disociadas, en el concepto de una persona, sejencuentra en realidad con dos personas, la madre y el padre, y esta situación incluye la relación entre ellos. El campo de sus experiencias emocionales no sólo aumenta cuantitativamente, sino también cambia cualitativamente, porque constituye el tipo triangular de relación objetal: este temprano escenario triangular representa el origen del complejo de Edipto (6). Si esto es así, el bebé no sólo ha descubierto que hay cosas que no son la madre, y que él no es la madre, sino también que él no es ni el padre ni la madre. III El desprendimiento culmina con la cri sisdeldes te te que plantea la inexorable necesidad de elaborar el abandono de la relación idílica con la madre y aceptar en forma definitiva la presencia del padre, como alguien distinto de la madre y distinto de sí mismo. Este ser distinto implica estar "separado", pero poder juntarse, encontrarse con los otros. En ese sentido, el descubrimiento de los geniialcs otorga la convicción de poseer un instrumento para los teciu neutros. I¿n el plano mental, la creciente capacidad simbólica permite ir, npriar los'óbjéTos perdidos en la mente, recreándolos mediante el picgo y la palabra. Los juegos de pérdida y recuperación, cumplloiiiln «¡mbólkamenfc fantasías que no puede realizar con su .w
cuerpo, permiten elaborar la depresión originada por el destete y por reconocerse diferente y "separado". Por supuesto, estas diferenciaciones no se mantienen con mucha claridad. La relación entre los padres despierta cantidad de reacciones intensas en el bebé, que atribuye a los padres un estado constante de gratificación mutua, de naturaleza oral, anal y genital. Estas peorías sexuales forman la base de las "figuras parentales combinadas" (8) tales como: la madre que tiene el pene del padre o al padre en su totalidad; el padre que contiene el pecho materno o la madre en su totalidad; los padres fusionados inseparablemente en la relación sexual. Estas figuras combinadas aparecen como variadas imágenes monstruosas en los mitos y los sueños. A medida que se desarrolla una relación más realista con los padres, el lactante llega a considerarlos en forma más estable como individuos separados, reconociendo y diferenciando la identidad de cada uno de •••líos. Del mismo modo, la diferenciación de las distintas partes del propio cuerpo es también resultado de un largo proceso de confusiones y discriminaciones, que parte de una fantasía en que todos los orificios del cuerpo parecen intercambiables en sus significados y funciones (en que, por ejemplo, cada parte del cuerpo puede ser como una boca: las manos, los oídos, los ojos, la vagina, el ano, el pene, etc.) para diferenciarse e integrarse paulatinamente.
IV Cuando el niño se pone de pie y adquiere la posición vertical ve el mundo desde una nueva perspectiva. En J o muy inmediato y concreto, cuando el niño se mantiene parado y defeca, la materia fecal se cae, se separa de él, poniéndolo ante la evidencia de que algo que hasta ese momento le era propio, puede separarse y perderse. Este fenómeno despierta angustia porque es vivido como pér dida_de ide rUi dad. Es por ello que, a veces, reacciona constipándose, intentando retener así partes de sí mismo cuya pérdida es sentida como pérdida de vida. La repetición de la experiencia, sin embargo, en la medida en que el niño puede "aprender de la experiencia", y la adquisición ¿el_control de sus esfínteres le permite tolerar la pérdida de esas sustancias, orina o materia fecal, que representan partes de sí mismo y de sus objetos, hacer el duelo por ellas, porque descubre que conserva la capacidad de recrearlas. La confianza en las capacidades yoicas es uno de los sustentos más importantes de la identidad ya que, en la medida en que permiten recrear aspectos del self y objetos internos perdidos, aseguran la permanencia y estabilidad a través del tiempo. Esta confianza, 59
basada en las experiencias pasadas, adquiere una función prospectiva que garantiza el mantenimiento de la integridad en el futuro. En este período, la diferenciación que el niño puede establecer entre sí mismo y los demás es más notoria, en cuanto tiene cada vez mayor control de sus movimientos, aprende a caminar, puede acercarse a sus objetos y alejarse de ellos. Es en función de estas capacidades crecientes, que hacen sentir al niño cada vez más independiente y dueño de sí mismo, que M. Mahler (10) ubicó en esta etapa una de las fases cruciales en el desarrollo de la identidad. Hacia los tres años, el niño demuestra diferenciar claramente las acciones propias de las ajenas, y los objetos propios de los ajenos, lo que se manifiesta en el lenguaje: deja de usar la tercera persona para designarse y comienza a utilizar adecuadamente los pronombres de primera persona: yo y mío. Sin embargo, como ya hemos dicho, basándonos en los conocimientos proporcionados por la teoría kleiniana, pensamos que este proceso ya ha comenzado mucho antes, y se va desarrollando a través de sucesivas crisis, de pérdidas y reencuentros. Podríamos decir que toda crisis implica una pérdida y obliga a la elaboración de un duelo: en la evolución normal, se relacionaría con las pérdidas de una etapa evolutiva para estructurar la siguiente.
V Cuando las pulsiones genitales vuelven a tomar la primacía, después del primer intento durante la llamada "fase genital previa/' (1) en el desarrollo del complejo de Edipo temprano, una nueva crisis se desencadena, que llevará al niño a identificarse y reconocerse. La renuncia a la gratificación directa de los deseos sexuales dirigidos a la madre o al padre, implica el reconocimiento del niño de que es "como" el padre pero no "es" el padre. Al referirse al complejo de Edipo y a las relaciones con el superyó, Freud señaló como mandato de aquél: "Así (como el padre) debes ser" pero "así (como el padre) no debes ser: no debes hacer todo lo que él hace, pues hay algo que le está exclusivamente reservado" (5). Esto supone no sólo la prohibición del incesto, sino también un estímulo para la discriminación. Encesta afirmación aparecen contenidos entonces dos factores muy importantes para el establecimiento y consolidación del sentimiento de identidad: identificación y discriminación. Esta crisis, que implica la necesidad de elaborar el duelo por la madre perdida como objeto sexual, promueve a su vez cambios en distintas áreas: se consolida su capacidad de espera y de aceptar postergaciones, en función de una imagen futura de sí mismo, como adulto y pareja sexual. Se intensifican las sublimaciones_^ug_gosi60
bi 1 itan 1 a e scola r id adj la latencia sexual hace al niño menos defendiente de la vida sexual de los padres y lo pone en condiciones de abrirse a nuevas experiencias y un nuevo mundo social: la escuela, donde asumirá roles nuevos y donde proyectará y de donde recibirá nuevas imágenes de sí mismo. Los juegos "con reglas" de esta época, si bien son expresión del incremento de los mecanismos obsesivos que refuerzan la represión de las fantasías edípicas y la masturbación, son también intentos de limitar la omnipotencia. Estos juegos alternan, sin embargo, con aquellos en que el niño "se viste de" adulto o de un personaje admirado, en que participan tanto el mecanismo de identificación proyectiva en su carácter de imprescindible como una etapa de aprendizaje, como las fantasías mágico-omnipotentes en que "poseer" algo del otro es "ser" ese otro. De este interjuego de identificaciones, de calidades realistas y mágicas, se continuará construyendo la experiencia de la identidad, como una integración de estados sucesivos de la mente, y en que la identificación con un objeto por introyección dará fuerza y solidez a ese sentimiento, mientras que la identificación con un objeto por proyección lo hará ilusorio en cuanto a completud y unicidad. VI La relativa estabilidad lograda durante los años de latencia y mantenida a costa de la represión de las fantasías sexuales, los mecanismos obsesivos y las fuertes disociaciones, entra en crisis cuando irrumpe l a ' pubertad,j[ con la reaparición de la masturbación y la ruptura de la disociación diferenciadora obsesiva, rígida y exagerada de la latencia, que permitía saber muy tajantemente qué era bueno y qué malo, qué femenino y qué masculino, etcétera. En cuanto comienza la adolescencia, por el contrario, todo es confusión, que da lugar a nuevas y variadas disociaciones como defensa. La experiencia de identidad es altamente fluctuante, dependiendo del tipo de experiencia psíquica que predomine en cada momento: identificaciones proyectivas e introyectivas. Esta ^fluctuación/ produce la cualidad característica de inestabilidad emocional que se ve en el adolescente, y puesto que se basa en procesos disociativos, los estados mentales sucesivos están muy poco en contacto unos con otros: por ello le es tan difícil asumir una responsabilidad, que implica continuidad en el tiempo: ser el mismo en el momento de hacer algo que el que era cuando pensó que lo haría o que no lo haría. Esa fluctuación se evidencia también en la persistente búsqueda de la firma que lo identifique, a través de reiterados ensayos en que escribe su nombre una y otra vez, siguiendo distintos modelos, hasta encontrar la firma que mejor lo represente. 61
Mu los momentos de mayor confusión, resurgen las incertidumliies con respecto a las diferenciaciones interno-externo, bueno-malo, masculino-femenino, características de la evolución pre-genital. A estas inc ertidumbres se agrega la confusión entre las zonas erógenas, unidas a la confusión entre amor sexual y "sadismo. Cuando la reaparición de la masturbación trae consigo una fuerte tendencia regresiva a abandonar la propia identidad y a tomar la identidad de un objeto por intrusión en él, el adolescente será presa de ansiedades confusionales, más intensas que las que todos los adolescentes experimentan en cierta medida. Esta es la confusión acerca de los cuerpos, que aparece con el primer vello pubiano, el primer crecimiento de los senos, la primera eyaculación, etcétera. El adolescente se pregunta de quién es el cuerpo que ve en el espejo: si es el propio o es el de su padre, joven, de sus recuerdos infantiles y objeto de su admiración y envidia infantiles y al que ahora se parece. En otras palabras, no puede distinguir con certeza su estado adolescente de las ilusiones infantiles de adultez, inducidas por la masturbación con fantasías de identificación proyectiva. Esto es lo que subyace detrás de la preocupación del adolescente por sus ropas, arreglo, peinado, tanto en los varones como en las niñas (11). El camino hacia la aceptación del cuerpo como propio pasa por la elaboración del duelo por la pérdida del cuerpo infantil y la pérdida de la imagen de los padres de la infancia (2). En la adolescencia se produce también, además de la cada vez más amplia integración social, como veremos en el capítulo siguiente, la integración de la sexualidad en el self, luego de las vicisitudes variables desarrolladas en el capítulo anterior. Las relaciones sexuales prematuras pueden ser huidas de la masturbación y equivalentes a ella. Por eso, cuando priman las fantasías masturbatorias y la identificación proyectiva, la relación sexual es sentida como algo que pone en peligro la propia identidad, por el temor a diluirse en el otro. Por el contrario, en condiciones de mayor madurez, habiendo hecho las paces consigo mismo, aceptado el propio cuerpo, renunciado a la omnipotencia bisexual masturbatoria y aceptado el cuerpo del otro, la relación sexual se integra en una relación más completa y real, que completa también al individuo y fortalece su sentimiento de identidad. Para consolidar su identidad, el adolescente busca también formarse un sistema de teorías, valores éticos e intelectuales, que pueden organizarse en una ideología, que trascienden su existencia individual y se revisten de un carácter de permanencia e inmortalidad. Al término de esta convulsionada época de crisis, la disociación del yo habrá cedido paso a una nueva integración y mayor capacidad dé discriminación; y los objetos habrán pasado de ser una multitud de objetos parciales a ser una familia de objetos totales en el mundo interno, modelo según el cual se manejarán las rela62
ciones con los objetos externos. Habrá sido necesaria la ruptura de estructuras establecidas e identidades previas, para reintegrarse luego de una manera diferente.
VII Un nuevo período de crisis aguarda al ser humano, que entraña una nueva crisis de identidad, cuando debe enfrentarse con una de las verdades más angustiantes: el envejecimiento y la. jneludibilida>dde la propia muerte. Esta fase particular ha sido denominada por E. Jacques (7) la "crisis de la edad media de la vida". Generalmente, las referencias explícitas en relación con este período de la edad adulta, toman en cuenta un factor biológico al cual supeditan las distintas alteraciones que se expresan en el plano psíquico. Así, por ejemplo, se ha destacado el temor, en la mujer, a los futuros cambios determinados por la menopausia, como así también el temor al climaterio en el hombre. Sin embargo, la crisis de la edad adulta a la que nos referimos abarca mucho más que los síntomas o consecuencias de esa alternativa fisiológica que, en todo caso, es un factor más dentro de la complejidad del cuadro. Las fantasías y ansiedades específicas que surgen durante tales crisis son de distinta clase. Pueden estar referidas a la salud y al propio cuerpo: son fantasías hipocondríacas que abarcan toda clase de preocupaciones y temores a enfermedades, por ejemplo, el cáncer o el infarto; pueden estar vinculadas con una inquietud económica: temor al descalabro financiero aunque no exista una base real, o a no poder incrementar los ingresos para mantener o reforzar el estándar de vida; o bien fantasías que se relacionan con el temor de perder el status social o el prestigio alcanzado, etcétera. La base inconsciente de muchas de estas fantasías está conectada con el problema de la identidad y el profundo temor al cambio. Para decirlo en otras palabras e introducir un elemento que consideramos fundamental en estas crisis, es el problema de la elaboración patológica del duelo por el self que afecta a esta edad de la vida lo que debe ser encarado esencialmente. Cuando el individuo siente que ha llegado al punto medio de la vida, comprueba que ha dejado de crecer y ha comenzado a envejecer. Debe enfrentar un nuevo conjunto de circunstancias externas. Ya ha vivido la primera fase de la vida adulta. Ha establecido su familia y su ocupación (o debiera haberlas establecido). Sus padres han envejecido o han muerto y sus hijos están en el umbral de la adultez. La niñez y la juventud pasaron y se fueron, y debe realizar el duelo por ellas. El logro de la adultez madura e independíente se presenta como la principal tarea psicológica. La para63
doja consiste en que se entra en la etapa de plenitud pero la muerte acecha. Este enfrentamiento con la realidad e inevitabilidad de la propia muerte es el rasgo central y crucial de la fase de la mitad de la vida; es lo que determina la naturaleza crítica de este período. En lugar de concebirse la muerte como una idea general, o un acontecimiento experimentado en términos de la pérdida de algún ser, se convierte en un problema personal: la eventualidad real y actual de la propia muerte. Una actitud relativamente frecuente ante la posible pérdida de un ser allegado es reaccionar como frente a una advertencia para cuidar la propia vida: entonces aparecen decisiones de tener un tipo de vida mejor, permitirse mayores gratificaciones, no postergarse, etcétera. Se busca estar preparado y "sacarle más jugo" a la vida, lo cual implica, hasta cierto punto, una aceptación mayor de la eventualidad de la muerte. El individuo se enfrenta con un verdadero duelo por las cosas que ya no volverá a tener. Es el duelo por diferentes pérdidas: por los años de juventud que quedaron atrás y no se recuperarán, por las posibilidades frustradas, por todo lo ambicionado y no alcanzado, por el tiempo perdido. Muchas veces este sentimiento depresivo no es tolerado; se busca, por el contrario, la actividad maníaca, el placer y el éxito fácil. l,os ¡metilos compulsivos, en muchos hombres y mujeres, por permanecer jóvenes son frecuentes. Surgen las distintas estrategias y las técnicas engañosas como tentativas de correr una carrera contra el tiempo. En algunos, emerge la necesidad perentoria de la promiscuidad sexual: aventuras extraconyugales, búsqueda de amantes o divorcios y nuevos matrimonios, para convencerse de que todavía tienen la juventud y la potencia. Otros tienden a volcarse febrilmente en una actividad, o realizar viajes o mudanzas, o tener hijos a una edad madura. Por supuesto, ello no significa que si cualquier persona que está pasando por este período realiza alguna de estas actividades (mudanzas, viajes, etc.), haya que dudar de su autenticidad y considerarlo u n acto maníaco y de negación de su angustia. Nunca se puede analizar ni valorar un hecho aislado sino que debe ser enfocado dentro de su contexto global. Pero cuando estas actitudes son sintomáticas de una defensa maníaca, además del empobrecimiento de la vida emocional que implica, produce un verdadero deterioro del carácter y del sentimiento de identidad, incremento del odio y de la envidia, y de las tenencias destructivas. En cambio, la solución saludable sería poder elaborar esta vivencia depresiva sin tener que recurrir a los mecanismos maníacos o a cualquier otro tipo de defensa extrema. Es poder utilizar la propia capacidad de amor y la confianza en uno mismo para mitigar 64
el odio y los impulsos destructivos, para reparar las cosas
VIII También la vejez implica una nueva crisis que se caracteriza esencialmente por las ansiedades determinadas por las limitaciones de la capacidad física agravadas por enfermedades, la disminución parcial o total de la capacidad y oportunidades de trabajo, y el recrudecimiento de los temores frente a la muerte. Surge, a veces, un sentimiento de desesperación, por no aceptar la muerte como límite definitivo. La desesperación traduce la vivencia de que el tiempo es demasiado corto para el intento de iniciar otro tipo de vida y para probar diferentes alternativas en el futuro. Se puede expresar por misantropía, el desprecio hacia personas o instituciones, y una actitud permanente de queja y desagrado (4). En cambio, la capacidad de dar y recibir amor de los hijos y de identificarse con ellos, permite enfrentar la muerte con menor persecución, mantener unido el propio pasado con el presente, que 65
lo aprendido en el pasado sea recuperado para el presente, mantener el interés en el futuro, y que la vejez sea la edad de la sabiduría.
SINTESIS En este capítulo destacamos las sucesivas integraciones temporales de la identidad que se producen en el individuo entre las imágenes de sí mismo y del objeto, en diferentes momentos de la experiencia vivida. Estudiamos también las características de sus crisis evolutivas —a lo largo de la vida— con sus correspondientes resoluciones que van estableciendo, de distintas maneras, su sentimiento de identidad. Señalamos además, que la capacidad de seguir siendo el mismo a través de la sucesión de cambios forma la base de la experiencia emocional de la identidad y que, en algunos individuos, surge una "angustia frente al cambio" determinada, fundamentalmente, por fantasías de pérdida o aniquilación de dicha identidad. La progresiva diferenciación que el niño va estableciendo entre su self y el no-self, a partir de su nacimiento, pasa por distintas vicisitudes en el curso de sus diferentes crisis evolutivas como las que ocurren en el destete, en el conflicto edípico, en la latencia, en la pubertad y adolescencia, en la edad media de la vida y en la vejez. Estas crisis, relacionadas no sólo con el vínculo temporal sino también con el espacial y el social, promueven la necesidad de elaborar duelos por las experiencias pasadas, por la inevitable transformación sufrida en la calidad de los vínculos objetales y por los aspectos perdidos del self en cada uno de los períodos de la evolución. La adecuada elaboración de tales duelos en las etapas correspondientes contribuirá a consolidar en el individuo el sentimiento de ser una entidad real diferenciada, con continuidad en el tiempo y un lugar en el espacio, y con la capacidad de recuperar en el presente lo aprendido en el pasado.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Aberastury, A.: "La fase genital previa", Rev. de Psic., XXI, 3, 19642) Aberastury, A. y col.: "Adolescencia y psicopatía. Duelo por el cuerpo, la identidad y los padres infantiles" en Psicoanálisis de la manía y la psicopatía. Ed. por A. Rascovsky y D. Liberman. Buenos Aires, Paidós, 1966. 3) Bion, W. R.: Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires, Paidós, 1966. 4) Erikson. E. H.: Identidad, juventud y crisis. Buenos Aires, Paidós, 1971. 5) Freud, S.: El Tío y el Ello. S.E. 19. 6) Heimann, P.: "Algunas funciones de introyección y proyección en la temprana infancia" en Desarrollos en psicoanálisis, de M. Klein y col. Buenos Aires, Hormé, 1962. 7) Jacques, E.: "La crisis de la edad (media de la vida". Rev. de Psic., XXIIi, 4, 1966. 66
8) Klein, M.: "Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del lactante" en Desarrollos en psicoanálisis de M. Klein y col. Buenos Aires, Hormé, 1962. 9) Laing, R. D.: El Yo dividido. Un estudio sobre la salud y la enfermedad. México, Fondo de Cultura Económica, 1964. 10) Mahler, M. S.: "Problems of identity", presentado en la J. Am. PsychoAnal. Ass., VI, 1958. 11) Meitzer, D.: "El conflicto de la identidad en el adolescente". Conferencia inédita.
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CAPÍTULO
V
VINCULO DE INTEGRACION SOCIAL. IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES OBJETALES Y DE LAS IDENTIFICACIONES
I I I vínculo de integración social se refiere a la connotación social de la identidad y está dado por la relación entre aspectos del sclf y aspectos de los objetos mediante los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva. En el momento de nacer, el niño no tiene noción de la diferenciación entre su persona y el mundo circundante. Las experiencias placenteras por un lado y las penosas por el otro irán condicionando la primera separación. El niño tiende a rechazar y expulsar hacia afuera todo lo que siente desagradable. Se trata de un movimiento psíquico de tipo centrifugo al que se agrega otro contrario, centrípeto, que tiende a incorporar lo placentero. Estos dos mecanismos, proyección e introyección, dan origen a dos mundos psicológicos, el externo y el interno, poblados de objetos, externos e internos también, y se pueden considerar como los cimientos que reforzarán el primer estado rudimentario de la identidad determinada por el nacimiento. Pero el lactante no reconoce, en un comienzo, otra experiencia que la suya propia; para su fantasía inconsciente, el pecho materno no es más que una parte de sí mismo. Y es precisamente la experiencia angustiante y dolorosa determinada por la amenaza de aniquilación de los impulsos tanáticos o la vivencia de una pérdida abrumadora, lo que pone en marcha el proceso tendiente a la discriminación del objeto como algo exterior a uno mismo. Empieza a diferenciarse el no-self del self, poniendo en funcionamiento los fenómenos de disociación y proyección. Se ha señalado que los sentimientos de confusión forman parte 68
del desarrollo normal y que, en la más temprana infancia, el niño vive en un estado de no-integración en el cual la percepción es incompleta y los estímulos externos e internos, los objetos externos e internos y las partes del cuerpo a menudo pueden no ser diferenciados. Durante la etapa esquizo-paranoide no siempre se logran mantener separados los objetos buenos y malos y, por lo tanto, se los siente como mezclados o confundidos. Estos son estados confusionales de desintegración y déficit de identidad que se relacionan con los estados confusionales esquizofrénicos. El astado confusiqnal está asociado a una a n g i ^ a _ e > ^ e m a porque al confundir las pulsiones libidinales y las destructivas, toda la personalidad está en peligro de destrucción. Como defensa se busca reforzar los mecanismos de disociación. Tales defensas disociativas, si bien disminuyen la confusión y alivian la angustia, producen desintegraciones progresivas con el consiguiente trastorno de identidad, debido a la fragmentación del self (19). Melanie Klein y sus colaboradores (10), al estudiar exhaustivamente los primeros períodos de la vida del niño, se ocuparon especialmente de las fantasías inconscientes básicas subyacentes a la relación con los objetos. Una vez que el niño aprende a distinguir las cosas que lo gratifican de las que le producen dolor, aprende a dividir el mundo en dos clases de objetos: buenos y malos. Ama a los primeros y odia a los segundos. La leche y el pecho son malos si en alguna forma lo han frustrado. Son buenos, en cambio, cuando él se siente bien y ha sido gratificado por ellos. En esta primera etapa, el niño experimenta todas estas impresiones y sensaciones principalmente a través de sus fantasías que están referidas tanto a su cuerpo como a sus afectos y a los objetos hacia los cuales estos afectos están dirigidos. Como el niño tiene pocos recursos para expresar su amor o su odio, utiliza los productos y actividades corporales como medios para expresar los deseos y emociones contenidos en sus fantasías. El aliento, la orina yj la materia fecal i
serán "buenos" o "malos' según las fantasías correspondientes. De modo que las fantasías, que atañen primordialmente al cuerpo, representan impulsos dirigidos hacia los objetos. Al no diferenciar aún la fantasía de la realidad, los actos fantaseados de incorporación (pecho, leche, aire, etcétera) o de expulsión (heces, orina, saliva, etcétera) son equivalentes a los reales para su experiencia. Esto puede conducirlo a la convicción de que ha dañado o destruido realmente a su madre (sí así lo hizo en la fantasía), lo cual le provoca culpa y el sentimiento de ser perseguido por su agresión. II Ahora bien, las relaciones con los objetos se establecen fundamentalmente por~me3To ele los mecanismos de identificación. 69
Ya l'reud se había referido a la ^identificación como la forma más temprana de relación con un objeto al que se considera como modelo. "La identificación es conocida en psicoanálisis como la manifestación más temprana de un enlace afectivo a otra persona, y desempeña un importante papel en la prehistoria del complejo de E d i p o . . . " "La identificación es, además, desde un principio, ambivalente, y puede concretarse tanto en una exteriorización cariñosa como en un deseo de supresión. Se comporta como una ramificación de la fase oral de la libido, durante la cual el sujeto incorporaba al objeto amado, comiéndoselo y al hacerlo así lo destruía." (3) El primer deseo es, pues, incorporar el objeto y ser el objeto; el segundo paso en la evolución es tener el objeto, es decir, la elección objetal, pero que puede volver a la fase de identificación por regresión. "La sustitución del objeto abandonado o perdido, por la identificación con él, o sea la introyección de este objeto en el yo, son hechos observables en la vida infantil." (3) Al yo le es más fácil diferenciar entre distintos objetos que entre self y objetos. En relación con esto es posible considerandos tipos de identificación: 1) la identificación primitiva, en la cual la fantasía inconsciente del self y las fantasías de objetos no se han diferenciado aún o, por un proceso de regresión, se han vuelto a unir después que la diferenciación ha tenido lugar. Esto corresponde a la simbiosis total y al tipo de relación objetal primitiva que se da entre el lactante y su madre. La identificación es masiva y total, todo el objeto está dentro de la representación del self y viceversa; 2) la identificación madura que tiene como requisito previo una clara diferenciación entre representaciones del self y representaciones de objeto, además de un conveniente grado, de madurez del yo. Esta identificación es selectiva, toma aspectos parciales del objeto y estos aspectos parciales son incorporados en forma estable a la representación del self en el yo, enriqueciéndola con una nueva habilidad o cualidad. Para ello es necesario que se trate de una verdadera relación de objeto y no de una simbiosis. La identificación primitiva y la identificación madura corresponderían, en la nomenclatura kleiniana, a la identificación proyectiva y la identificación introyectiva, respectivamente. La , identificación introyectiva / es parte del desarrollo normal. La madre y, en realidad, primeramente el pecho, es el primer objeto de los procesos introyectivos y proyectivos del bebé. La internalización es de gran importancia para los procesos proyectivos y, en particular, el buen pecho internalizado actúa como un punto focal en la formación del yo, desde el cual pueden provocarse los sentimientos buenos; y ésa es la precondición para lograr un yo integrado y estable y buenas relaciones objetales. Un buen objeto establecido en forma segura da al yo un sentimiento de riqueza y 70
abundancia que permite proyectar libido y partes buenas del self al mundo externo sin sentirse vaciado. El yo puede entonces también reintroyectar el amor proyectado, o lo bueno de otras fuentes, y sentirse enriquecido en todo el proceso (11). El concepto de que el desarrollo y el afianzamiento del sentimiento de identidad se basan en las identificaciones introyectivas asimiladas está implícito, de una u otra manera, en casi todas las definiciones de identidad. Pero r a r a que ello pueda ocurrir, es necesario que en el curso de la evolución se produzca un predominio de las identificaciones introyectivas sobre las identificaciones proyectivas, especialmente las de naturaleza patológica que ejercen una influencia perturbadora en la adquisición y mantenimiento de la identidad. Dada la importancia que tiene este último mecanismo en el problema que nos ocupa, será útil que nos refiramos a él más detalladamente sobre la base de algunos estudios realizados por uno de nosotros (6). En condiciones normales, la identificación proyectiva determina la relación de empatia con el objeto,"rio sólo porque permite poder situarse en el lugar del otro y comprender mejor sus sentimientos, sino también por lo que evoca en él. El sujeto produce siempre alguna resonancia emocional en el objeto, por la actitud con que se presenta ante él, la forma en que lo mira o le habla, o por el contenido de lo que dice o de sus gestos, etcétera. Quiere decir que siempre están funcionando las identificaciones proyectivas que emanan de las distintas fuentes que las originan y despiertan las respuestas emocionales correspondientes: simpatía, enojo, pena, hostilidad, aburrimiento, etcétera. Esto suele ocurrir dentro de ciertos límites, con sus respectivos umbrales, en toda relación humana y forma la base de la comunicación. El objeto, a su vez, también funciona con sus respectivas identificaciones produciéndose un intercambio en ambos sentidos. La identificación proyectiva tiene además una participación fundamental en la formación de los símbolos. La calidad normal del funcionamiento de la identificación proyectiva dependerá, en un alto grado, de la calidad con que funcionaron las identificaciones proyectivas de las primeras relaciones objétales (tanto con los objetos parciales como totales). No sólo interesa conocer en qué forma funcionaron las identificaciones proyectivas del sujeto condicionadas por sus diversas fantasías o impulsos, sino también cómo lo hicieron las identificaciones proyectivas de los objetos primitivos y el tipo de repercusión que produjeron en el sujeto. Las tendencias y fantasías correspondientes a cada una de las fases libidinosas condicionarán la emergencia de identificaciones proyectivas con contenidos orales, anales, uretrales y genitales que 71
otorgarán modalidades específicas a las respectivas relaciones objétales. Apoyándose en el estudio de las identificaciones, Freud pudo otorgar particular importancia a la influencia del medio en el desarrollo del individuo como lo destacó al describir las "series complementarias" para la comprensión profunda del origen de las neurosis. Al investigar la interacción entre un mundo de objetos externos y un mundo de objetos imaginarios internos, puso el acento en la teoría del superyó como una teoría operacional que explica en qué forma la sociedad actúa sobre el individuo. El superyó es un sistema constituido por ciertas características específicas de todos los objetos internos. De esta forma, la sociedad —con toda la complejidad de sus instituciones— pasa a ser una entidad interna asimilada a la estructura íntima del individuo. Este descubrimiento del psicoanálisis, más que ningún otro, superó la antinomia del siglo pasado entre individuo y sociedad. No se puede hablar de ellos aisladamente ya que ambos están por igual representados en la naturaleza íntima del yo y del superyó.
III F,l ii¡lío, desde los primeros instantes de la vida, está en contacto constante ion el ambiente social, entonces representado por la madre. Si bien es cierto que cada individuo nace con un determinado bagaje constitucional, su personalidad se organizará, además, según la calidad e intensidad de la influencia ambiental, simbolizada inicialmente por sus familiares y, más específicamente, en primer término la madre y luego el padre y los hermanos. En la adolescencia, el desequilibrio y la disolución de las relaciones estables entre los sistemas psíquicos, y la perturbación creciente e inevitable en los vínculos objetales, gravitan enormemente en la patología de su identidad. Las crisis confusionales de las que hemos hablado, provocadas por las vicisitudes del desarrollo psicobiológico y aumentadas por el fracaso del grupo familiar y social para solucionarlas (debido a sus propias crisis), crean momentos de verdadera despersonalización que se reflejan dramáticamente —en ocasiones— en la búsqueda desesperada por instalarse en una determinada identidad. Se ha señalado que el adolescente, por su propia problemática, es representante de una estructura en crisis que comprende la familia y la organización social; se transforma entonces en portavoz de los grupos sociales marginales justamente por ser él mismo un sujeto en transición y por estar marginado en nuestra sociedad (4). Los ritos de pubertad en las sociedades primitivas constituyen un claro ejemplo de las severas limitaciones impuestas por las 72
prohibiciones del superyó social para que no se trasgredan ciertas normas del grupo privilegiado adulto amenazadas por las pujantes tendencias del joven adolescente alimentadas por su revolución psicobiológica. Eso explicaría las sospechas y la desconfianza que suelen instalarse en la relación entre el adolecsente y sus padres, y que lo llevan a buscar constantemente sustitutos parentales frente a quienes está más libre de conflicto y que, por lo tanto, resultan más capaces de satisfacer sus aspiraciones. En el mundo familiar del adolescente las fricciones son frecuentes. En ocasiones, se presentan como enfrentamientos similares a los de la lucha de clases en los que los factores económicos juegan un papel importante. Los padres suelen usar la dependencia económica como poder autoritario sobre los hijos, lo cual aumenta el resentimiento social que se plantea entre las dos generaciones (1). A menudo los padres no entienden la complejidad del conflicto que surge como consecuencia de haber sido desídealizados por sus hijos adolescentes y que forma parte del importante cambio que experimentan frente a las ideologías, sistemas de valores y de las nuevas perspectivas desde las que contemplan el mundo. Esta experiencia por la cual los padres dejan de ser los admirados ídolos omnipotentes, forma parte de la serie de duelos por los que atraviesa el adolescente durante su desarrollo, duelos que también los padres deben elaborar. ¿Cómo se elaborarán esos duelos? Es prácticamente imposible estudiar la adolescencia sin considerar la sociedad en que se desarrolla. Spiegel (20) destacó que tanto el superyó como el ideal del yo del adolescente derivan de la familia y de la sociedad que lo rodea. Agregó que gran parte de las frustraciones que incrementan la neurosis puberal es impuesta por la sociedad y la clase social representada por su grupo familiar. En realidad, el "mundo adolescente" debe ser considerado como una verdadera estructura social cuyos integrantes conforman una multitud ansiosa que oscila entre dos polos: 1) la inestabilidad determinada por sus cambios psicobiológieos y la inseguridad que le ofrece el ambiente social, y 2) la búsqueda de un continente estable que confiera solidez y garantía a su insegura identidad. Ese continente es buscado en la vida grupal, en que distintas partes de sí mismo pueden ser proyectadas en los diferentes miembros del grupo, al mismo tiempo que en la relación interpersonal ¡os otros asumen roles que complementan y permiten asumir el propio (así como para ser padre se necesita que alguien sea hijo). Por otra parte, la inclusión en grupos permite "hacerse oír" por otros, que pueden representar a los padres, ya que no poder hacerse oír hace dudar de la propia realidad. Se comprende entonces por qué Freud había señalado que el 73
psicoanálisis es ante todo una psicología social, ya que siempre ¡nleresa la relación del individuo con el otro, su semejante. Hubo otros investigadores que destacaron también, en forma especial, la influencia del medio externo de la sociedad en el desarrollo del individuo. Entre ellos, Kardiner llegó a definir la personalidad básica de la siguiente manera: "Se trata de una configuración psicológica particular, propia de los miembros de una determinada sociedad, que se manifiesta por un determinado estilo de vida sobre el cual los individuos tejen sus variantes singulares. Es, pues, una especie de 'matriz' que constituye el fundamento de la personalidad para todos los miembros del grupo" (9). IV En los estudios psicoanalíticos acerca de la identidad, algunas definiciones incluyen como elemento básico el desempeño de roles y otras lo excluyen deliberadamente. Según D. de Levita, algunos autores señalan que "la identidad es la totalidad de los roles de un individuo en la comunidad", mientras otros sostienen que "identidad es el núcleo esencial del individuo, que se hace visible solamente después que todos sus roles han sido dejados de lado" (15) . D. de Levita, por su parte, opina que en la conducta humana generalmente el rol tiene un modelo, no tan fijo como el libreto de un ador, pero dado por la comunidad y es, en ese sentido, una especie de contrato entre un individuo y un grupo. Por definición, el rol sería desempeñable por distintos individuos y, por lo tanto, los individuos que desempeñan un rol, sustituibles. Kluckholm y Murray (12) consideran que la identidad es la combinación específica de roles de cada individuo, y la individualidad la manera en que llenan esos roles. La suma de la identidad más la individualidad hacen de cada ser humano un ser único. El rol permite vincular a las personas entre sí y con respecto a su sociedad. Al pensar en otros, de inmediato los estamos ubicando implícitamente en u n rol. Los conceptos de self verdadero y falso podrían resultar más útiles si se los considerara vinculados con el concepto de rol. Por ejemplo, la "deprivación del rol" se asocia frecuentemente con el "empobrecimiento del yo", como en el caso de individuos que parecen "parásitos" en su rol. Cuando quedan separados de su rol, como ocurre al jubilarse o perder su trabajo, pueden sufrir algún tipo de breakdown mental o físico, una regresión grave, o hasta la muerte. Y es a través de los "requisitos del rol" como se transmiten e imponen al individuo muchas de las normas y valores de la sociedad. El "rol" es la función que regula el comportamiento individual con ciertas normas del grupo, relacionadas con la conducta que "se espera" del individuo en función de su edad, sexo, especialización 74
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profesional, estado civil, etcétera. ISIo todas las categorías de "roles" influyen de la misma manera en la formación de la personalidad. Esto se debe, en primer término, a que no lodos los "roles" son igualmente obligatorios: unos están prescriptos, los otros simplemente permitidos; unos son adquiridos (facultativos), los otros adscriptos (imputados). Parece ser que las características de los "roles" que se ofrecen al individuo durante el transcurso de la evolución, son rápidamente introyectados; de este modo, se transforman en normas de conducta inconsciente. El individuo puede llegar a formarse un ideal de sí mismo en función de su "rol" diferencial y comienza a adquirir, en función del sistema de clasificación que tiene vigor en su sociedad, otras características que lo distinguen más claramente de sus semejantes en quienes percibe otras posiciones o "roles". Posiciones y "roles" sirven, pues, de sistemas de referencia para comunicar a los individuos entre sí, pero cada individuo asume su "rol" de una manera que le es propia. G. H. Mead dice: "El niño no completa directa o inmediatamente su propia experiencia en términos de yo, sino que lo hace en la medida en que primero se convierte en un objeto para sí mismo, exactamente como los otros, en su experiencia, son objetos para él; y sólo se convierte en un objeto para sí al hacer suyas las actitudes que los otros tienen para con él en un ambiente social determinado" (16). Piaget (18) nos proporciona muchas indicaciones sobre el proceso por el cual el niño internaliza las reglas que le sirven de sistema de referencia para percibirse y, a la vez, para percibir a los otros. Al respecto, sus estudios sobre la función formativa del juego son reveladores. El juego, en cuanto se socializa, implica la percepción de normas que uno "debe" seguir y de las cuales "no debe" apartarse. En algunos juegos, estas normas son precisamente "roles" que el niño asume momentáneamente y de modo recíproco. De este modo el niño aprende a insertarse en la trama de las relaciones sociales y a identificarse con los "roles" de los otros y con su propio "rol". El niño, al desempeñar en el juego los "roles" que su sociedad prescribe a los otros, al jugar a "ser" un individuo en su ambiente, copia las formas de comportamiento observadas, no de manera simplemente imitativa, sino de modo que incluyen la interacción entre él y el otro. Según parece, los trabajos de Piaget y de Mead confirman que, en la infancia, el hecho de asumir o sentir las actitudes de los otros respecto de sí mismo es una condición sine qua non de la conciencia de sí. Asumiendo sucesivamente los diferentes "roles" es como el niño se habitúa a estimularse a sí mismo en la misma forma en que el otro lo estimula a responder a sus propias acciones como el otro responde a ellas y, finalmente, a cobrar conciencia de su propia personalidad en la medida justa en que ha cobrado conciencia de la personalidad de los otros y de la manera en que los otros lo ven* 75
í W. James (8) señala que todos tenemos necesidad de ser "reconocidos" por los otros. Cooley (2), autor de la teoría denominada del "yo-espejo" (looking-glass self), destacó el papel que la imaginación desempeña en la interacción social. Según él, nuestro yo es función de cómo nos imaginamos percibirlo en la mente de los otros. Laing sostiene que "la identidad 'propia' de una persona nunca puede ser completamente abstraída de su 'identidad para los otros'. Su identidad, en cierta medida, depende de la identidad que los otros le atribuyen, pero también de las identidades que él atribuye a los otros, y por lo tanto de la identidad o identidades que él supone que los otros le atribuyen a é l . . . " (13). Plantea la función de complementariedad por la cual el sentimiento de identidad requiere la existencia del "otro" por el cual uno es conocido. Esto puede aplicarse a los aspectos de la identidad que se expresan por medio del ejercicio de determinados roles: una madre necesita de la existencia de un hijo para poder ser madre. Sin embargo, los roles también pueden servir como disfraces de la identidad. Esto lleva a uno de los problemas más arduos relacionados con el tema: la autenticidad de la identidad de cada individuo. Así, por ejemplo, muchos autores, siguiendo a Erikson, parecen aceptar que el individuo logra la consolidación de su auténtica identidad cuando encuentra en su contexto social aspectos especiales con lo» (pie pueda identificarse claramente y funcionar en la forma en que la sociedad espera que funcione. Uno de nosotros (5) ha sostenido que "en términos demasiado simplificados podría decirse que la identidad auténtica es el 'ser algo', mientras que el estar funcionando 'como algo' es una seudoidentidad". A. Melillo (17), al comentar el párrafo precedente, escribe: "Pienso que la afirmación de 'ser algo' se hace, implícitamente, frente a otra cosa que no es, en términos de diferenciación y oposición, con la consiguiente apertura de un proceso dialéctico, mientras la relación se mantenga. En cambio, al funcionar 'como algo' se asume indiscriminadamente a la otra parte, y se regresa a una situación indiferenciada, simbiótica, anterior a todo lo que se puede llamar identidad. . . Si tomamos como los polos de una relación el individuo y la sociedad, que el individuo funcione como la sociedad espera de él ('como algo') configuraría lo que Grinberg llama seudoidentidad y, sin embargo, en el sentido que le dan Lynd y Wheeles, y tal vez Erikson, el resultado sería un sentimiento de identidad auténtico". Ratificamos el criterio de que desempeñar roles para funcionar "como algo", o sea como la sociedad lo exige, implica una identidad precaria, falsa, que se asume por carecer de la capacidad para "ser algo" y que expresa el sometimiento pasivo a la sociedad y a sus exigencias. P. Heimann (7) ya había señalado que un niño que es "demasiado bueno" absorbe indiscriminadamente sus objetos, con76
tinúa Riendo un receptáculo de personificaciones c imitaciones y no llega, a tener "personalidad". Los adolescente» que se rebelan sin aceptar los roles que la sociedad les impone y ludían por modificar losl sistemas sociales opresores, buscan —en realidad — la manera de (lograr el objetivo de una identidad más auténtica: "ser algo". Según la terminología de Lévi-Strauss (14), el individuo pacía implícitamente con la "sociedad", comprometiéndose a renunciar a los beneficios de una etapa, por ejemplo, la niñez, y a aceptar ciertas restricciones para poder optar a los beneficios de la etapa siguiente, la adultez. Vamos asimilándonos gradualmente a nuestra cultura a través de una sucesión de pactos, y nos hacemos complacientes y coherentes con las instituciones aceptadas. Aceptamos los roles que nos han sido asignados y funcionamos según ellos. Estos pactos pueden llegar a traicionar aspiraciones y necesidades básicas del individuo, pero se mantienen por el grado de angustia que despierta la posibilidad de un cambio social. Ante el cambio, el individuo reacciona no sólo con angustia frente a la situación nueva y desconocida sino también con sentimientos depresivos, ya que el cambio significa también la pérdida de las estructuras previas (duelo por el objeto) más la pérdida de los aspectos del propio self ligados a ellas (duelo por el self) . Si este duelo no puede elaborarse, condicionará también, como la angustia, la resistencia al cambio ya que estas pérdidas de partes del self son sentidas como amenazas de pérdida de la identidad, como veremos más adelante. Por otra parte, el no-cambio puede implicar el mantenimiento de seudoidentidades. El gran problema que enfrenta el individuo, en este sentido, es resolver cómo puede vincularse creativamente con los otros y, al mismo tiempo, mantener un contacto suficiente consigo mismo y su propia integridad, para evitar transformarse en una pieza más del sistema social, alienada de sus propios valores verdaderos y de su propia experiencia auténtica.
SINTESIS Nos referimos en este capítulo a la connotación social de la identidad, en función de las relaciones objetales y los mecanismos de identificación que operan en esas relaciones. En ese sentido, consideramos dos tipos fundamentales de identificación: 1) la identificación primitiva, en la cual la fantasía inconsciente del self y de los objetos no están diferenciadas (relación que se da en la simbiosis) y que en la nomenclatura kleiniana correspondería a la identificación proyectiva; 2) la identificación madura, que se basa 77
en una previa diferenciación entre las fantasías inconsciente^ del Ktilf y objetos, que es selectiva, incorporando aspectos parciales de Jos objetos que enriquecen al self; sería la que en términos Jileinianos se denomina identificación introyectiva. 1 Estudiamos la función del desempeño de "roles", en (-elación ton la adquisición del sentimiento de identidad, en sus aspectos positivos y negativos, que pueden llevar al desarrollo de pseudoidentidades: a funcionar "como algo", alienado de sí misino, en vez de "ser algo".
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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CAPÍTULO
^ANGUSTIA
F R E N T E P O R
AL
EL
VI
CAMBIO
Y
D U E L O
SELF
\
I La capacidad de seguir sintiéndose el mismo en la sucesión de cambios, forma la base de la experiencia emocional de la identidad. Implica mantener la estabilidad a través de circunstancias diversas y de todas las transformaciones y cambios del vivir. Pero la evolución de cada individuo es una serie ininterrumpida de cambios, pequeños y grandes, a lo largo de cuya elaboración y asimilación se establece el sent ¡miento de identidad. Ante los cambios, el individuo reacciona no sólo con angustia frente a la situación nueva sino también con sentimientos depresivos, ya que el cambio significa la pérdida de vínculos previos (duelo por el objeto) más la pérdida de los aspectos del propio self (duelo por el self). Si este duelo frente a cada cambió ñópuecle sér elaborado, condicionará también, como la angustia, la resistencia al cambio. Tal vez valdría la pena detenernos un momento para recordar qué es angustia, ya que puede presentarse de muy diversas formas. Es uno de los sentimientos displacenteros más universales. Subjetivamente, puede ser vivida como un sentimiento de aprensión, difuso, vago, o bien como un estado emotivo de incertidumbre y desamparo. Presenta una constelación de síntomas físicos, principalmente respiratorios y circulatorios, como disnea, palidez, aceleración del pulso y latidos cardíacos, estremecimiento, transpiración, sensación de vacío en el estómago, etcétera. En casos excepcionales, cuando la angustia llega a ser muy intensa, puede transformarse en pánico que impulsa la huida desesperada y descontrolada. Cuan79
/ tío la huida no resulta posible, puede provocar una desintegración temporaria de la personalidad con el resultado de una crisis psicòtica. Muchas veces se exterioriza a través de formas indirectas, como por ejemplo, estados de malhumor, i r r i t a b i l i d a d o franra ¡qcrresión, Engeneral, se asocia la angas tia es importante poder diferenciarlas. puede señalar que la angustia constituye una reacción del individuo frente a un peligro, en la que el individuo manifiesta su deseo de sobrevivir, se prepara para la lucha o para la fuga, según el caso. Aparece ante la inminencia de un ataque dirigido contra el yo, y se relaciona más con el futuro. En cambio en la depresión, el yo se encuentra paralizado, el deseo de vivir ha sido sustituido por el deseo de morir y el yo se siente impotente para enfrentar los peligros que lo amenazan: se manifiesta por apatía, tristeza, decaimiento, vivencias de impotencia y desesperanza. Esta suele ser consecuencia de experiencias que tienen que ver con el pasado. ¡Freud planteó inicialmente una teoría acerca de la angustia que luego modificó, aunque sin abandonarla del todo. En un principio la había considerado una consecuencia de la represión de los impulsos libidinosos y, por lo tanto, como una transformación automática de la energía instintiva. Más tarde, en cambio, la consideró una "señal de alarma" originada en el yo y que lo alertaba acerca de la inminencia de algún peligro, movilizando las defensas que pudieran ser necesarias (4). Cabe distinguir, sin embargo, según el mismo Freud, entre la que llamó "angustia real" y la "angustia neurótica", que tiene considerables implicaciones en relación con nuestro tema. Porque la primera aparece frente a situaciones concretas de peligro; en cambio, la angustia neurótica es producida por el yo por motivos internos y, por lo tanto, puede estar muy disociada de la realidad externa. En este caso, la angustia no funciona ya como guía, activando la capacidad de defensa frente a peligros reales, sino que tiene una calidad destructiva, pues incapacita al hombre para reconocer la realidad, evaluarla y actuar frente a ella utilizando su capacidad de aprendizaje que contribuye al crecimiento y al cambio. La angustia real o angustia ante el peligro es concebida profundamente como el miedo a la castración que se convierte en miedo a la propia conciencia moral y en miedo social. Freud plantea además el siguiente interrogante: "¿Cuándo la separación del objeto [que implica un cambio] produce angustia, cuándo tristeza y cuándo quizá sólo dolor?"... "El dolor es IT verdadera Teacción ante la pérdida de objeto mientras que la angustia lo es al peligro que tal pérdida trae consigo"... "La tristeza surge bajo la influencia del examen de la realidad que impone la separación del objeto, puesto que el mismo no existe ya." 80
Ror su parte, Melanie Klein (6) ha señalado que la angustia está determinada por la vivencia del peligro de aniquilación del organismo proveniente del instinto de muerte, y sugiere que ésta es la causa primaria de la ansiedad. Estableció además una diferenciación entre dos formas principales de angustia: la angustia persecutoria y la depresiva. La primera se relaciona fundamentalmente con la fantasía de amenaza de aniquilación del self. La segunda, con la fantasía del daño hecho a los objetos internos y externos por los impulsos destructivos del sujeto. La ansiedad depresiva está estrechamente vinculada con los sentimientos de culpa y tendencia a la reparación.
II El ¡ oimbio^implica inevitablemente una incursión en lo desconocido; implica comprometerse con hechos futuros que no son previsibles, y afrontar sus consecuencias. Inexorablemente esto provoca sentimientos de ansiedad y depresión, y la tendencia a aferrarse a lo conocido y familiar y sucumbir a la compulsión repetitiva para evitar lo nuevo. La "compulsión a la repetición" fue considerada clásicamente: 1) como uñá~expreiíón de la inercia de la materia viva para mantener y.„ repetir "experiencias intensas, implicando —además— la periodicidad de las pulsiones instintivas;' 2) como una tendencia de lo reprimido a buscar una vía de descarga, constituyendo el núcleo de las características repeticiones psiconeuróticas, como las así llamadas "neurosis de destino" en las cuales el paciente provoca y repite periódicamente el mismo tipo de experiencias; 3) como repetición de hechos traumáticos en forma regulada con el objeto de lograr su control (2). Las hipótesis de Freud sobre la compulsión repetitiva se basaban en tres evidencias f éñ la transferencia, por medio de la repetición actuada en el "aquí y ahora" de la sesión analítica de ciertas experiencias infantiles para no recordarlas; en el juego de los niños en los que se repite en forma activa aquello que fué sufrido pasivamente; y en los sueños traumáticos de las neurosis de guerra que desafiaban el principio de placer que, supuestamente, debía gobernar el contenido manifiesto de los sueños. Para Meltzer (7), los ritmos y ciclos en la vida mental son dirigidos por la compulsión a la repetición que parece constituir el principio-guía del ello, en el que el sentido del tiempo quedaría reemplazado por la cualidad primitiva de dichas secuencias rítmica y cíclica. I'eio repetir —y no la compulsión repetitiva— podría también formar parte de un proceso de cambio como lo sostienen algunos 81
/ ¡uHores. Así, por ejemplo, Perrotta (9) detalla las condicione^ que posibilitan el proceso de cambio: 1) la capacidad del objete/ para cambiar el agente de cambio sin ser destruido por él; 12) la necesidad de que este agente, así contenido, entre en un proceso de asimilación y no en un proceso de expulsión o destrucción; 3) que el proceso de asimilación tenga en cuenta las posibilidades latentes de cambio del objeto dentro de una magnitud compatible con su supervivencia; 4) que el agente de cambio, además de determinar cambios por sí mismo, ponga en marcha —éste sería el desiderátum— los mecanismos latentes que en el objeto tienden a cambiar espontáneamente; 5) que el proceso tenga lugar en un marco de suficiente estabilidad; 6) que el resultado final del proceso mantenga suficiente armonía con el medio que lo rodea, como para que no sea a su vez destruido por él; y 7) que el estadio final tenga suficientes puntos de contacto con el estadio original, como para que por algún medio sea claramente reconocible el vínculo entre ambos. En todo proceso de cambio hay elementos que evolucionan y otros que permanecen estables (como si se repitieran a sí mismos). La finalidad de esta doble dinámica es permitir el cambio y evitar la desintegración del objeto total que cambia; de modo que las partes que uo cambian —o que casi no se alteran— asimilan lo nuevo nnuileiiiendo la coherencia de la identidad. En otro momento, esas parles podrán cambiar ponderablemente, mientras otras quedan casi estables. Kst.a» parles aparentemente constantes son elementos clave que funcionan como organizadores de una multitud de otros elementos secundarios para estructurar juntos el basamento en el que se genera el sentimiento de identidad. Freud (3) señala también que la repetición constituye una manera de recordar y, se podría agregar, de recordarse a sí mismo en medio del caos, pequeño o grande, del proceso de cambio. "La repetición (o mejor dicho, el 'cambio mínimo' percibido como repetición) de ciertos modelos de conducta en una parte de la personalidad, permite que otra parte de la personalidad cambie." (3) Uno de nosotros (5) ya ha señalado que "en cada individuo habría una unidad del self que permanece constante aunque otros contenidos del self cambien rápida o lentamente, en forma transitoria o duradera". Sin embargo, hay ocasiones en que el sentimiento de identidad tambalea y aparece la angustia frente al cambio. Se procura u n reaseguramiento de que nada cambie; de que el yo no envejezca; en tales casos la aspiración a evitar cambios o una discontinuidad temporal que distinga el pasado del presente forma parte de la lucha del individuo, en última instancia, contra su temor a la muerte. Puede comprenderse entonces la razón de la paradoja de no poder tolerar cambios que implican progresos, porque significan 82
\ —a la vez— un riesgo de alteración, en algún grado, de ese self conocido (identidad) por otro self aún mejor, pero distinto.
III Bion destaca las vicisitudes posibles para el místico o el genio que introduce una idea revolucionaria en la sociedad. Serla función de la sociedad poner a disposición de sus miembros al genio o a la "idea mesiánica" que éste postula. Esto se hace mediante las leyes, si se trata de una sociedad; o de los dogmas, si se refiere a una religión; o de las reglas o leyes si corresponde a una ciencia. Debido a que la idea nueva puede ser vivida como disruptiva para el medio, el grupo-sociedad puede fracasar en su función de contenerla adecuadamente y podrá reaccionar como un "continente" que ahoga y priva de vida al "contenido-idea nueva" a la que atribuye el peligro de un "cambio catastrófico" (1). La angustia frente al cambio puede surgir entonces no sólo como consecuencia de los conflictos internos del individuo sino también en estrecha relación con el mundo externo (vínculo de integración social de su identidad). Por lo general, el individuo tiene la sensación de que hay algo que permanece constante en él, cualesquiera que sean los cambios y las vicisitudes que ocurren externamente a su persona. Sin embargo, existen circunstancias en que el sujeto puede no tolerar los cambios que ocurren en la realidad. Esto puede hacer que tambalee su sentimiento acerca de la "identidad" del mundo externo y, concomitantemente, el sentimiento de identidad del self. Eso lleva entonces a una angustia frente al cambio que determina la necesidad de reasegurarse de que todo permanece igual, de que las estructuras no se modifican, ya que eso implica para ese tipo de individuos una amenaza a su sentimiento de identidad. La tendencia o necesidad de evitar cambios puede alcanzar, en ocasiones, un alto grado de patología, llevando mediante la compulsión a la repetición, a conservar a cualquier costo (la neurosis misma, la enfermedad somática o la psicosis) los aspectos y modalidades del mundo externo y del yo que no se quiere exponer al cambio. Es importante señalar entonces que la falta de crecimiento y de cambio equivale al estancamiento psíquico, a la esterilidad emocional; en otras palabras, a una muerte psíquica. Por influjo de la angustia neurótica se tiende a la compulsión a la repetición, a seguir modelos viejos, estructuras previas, evitando reemplazarlas por nuevos modelos, privando así al individuo de la posibilidad de vivir y moverse en el mundo de la realidad externa y de la realidad psicológica. También acontecimientos que impliquen cambios sociales im83
portantes pueden convertirse en factores desencadenantes de (reacciones de extrema angustia, porque son vividos por muchos individuos como pérdidas o amenazas de pérdida de aspectos de la identidad del self. La ansiedad aparece cuando emergen los primeros indicios del cambio. La posibilidad de los cambios sociales puede dar lugar a que surjan de distintos campos de la ciencia o de la política individuos que asumen el rol de oponerse al cambio, o sea, que representan la resistencia al cambio, a fin de mantener las estructuras existentes e impedir la modificación (10). Hay motivos importantes desde el punto de vista político, económico y social que intervienen en esa resistencia frente al cambio, pero quisiéramos señalar cómo en los individuos que asumen estos roles puede darse, como motivación psicológica profunda, la angustia frente a la situación de cambio, angustia que puede llevar a veces a institucionalizarse de una manera tal que configura una serie de fenómenos colectivos, con toda clase de racionalizaciones para justificar la evitación del cambio y contrarrestar de este modo la angustia. Tal como lo señaló Pichon-Riviére (10), las actitudes de resistencia a los cambios tienen por finalidad destruir las fuentes de la ansiedad que el cambio acarrea. Tanto el individuo como la comunidad deben enfrentar miedos primarios: miedo a la pérdida de estructuras ya establecidas y a la pérdida de acomodación a pautas presiriplas en el ámbito social, que generan graves sentimientos de inseguridad, incrementan el aislamiento y la soledad y, fundamentalmente, d e b i l i t a n el sentimiento de pertenencia a un grupo social establecido. O t r o tipo de miedo que coexiste con el anterior es el miedo al ataque que aparece porque el individuo siente que ha salido de su estereotipo anterior y no se ha instrumentado suficientemente como para poder protegerse de los peligros que él atribuye a la nueva situación. El cambio social es también resistido por los efectos que produce sobre los sistemas inconscientes defensivos de los individuos (8). En otras palabras, el individuo puede llegar a aceptar más fácilmente el cambio que él mismo ha contribuido a promover o aquellos cambios en los que participa activamente, pero le cuesta aceptar los que han sido producidos por un factor o agente de cambio exterior a él mismo e independiente de su propia elaboración. IV A lo largo del desarrollo se presentan diversas situaciones que amenazan la integridad e identidad del self, exponiéndolo a experiencias de dolor, daño y pérdidas parciales que producen respuestas depresivas. Así, por ejemplo, tanto el trauma del nacimiento como 84
el destete y todas las experiencias equivalentes, además de producir angustias intensamente persecutorias determinan reacciones depresivas relacionadas con la vivencia de daño y pérdida de aspectos del self que están involucrados en ellas (5). Vivir implica necesariamente pasar por una sucesión de duelos. El crecimiento en si, el pasaje de una etapa a la otra implican pérdidas de ciertas actitudes, modalidades y relaciones que, aunque son sustituidas por otras más evolucionadas, impactan al yo desencadenando procesos de duelo que no siempre son suficientemente elaborados. Suele darse el fenómeno paradojal de que los mismos mecanismos de defensa utilizados por el yo contra la angustia se conviertan, a veces, en factores atentatorios contra la estructura e integridad del self, provocando su debilitamiento. Esto ocurre, especialmente, con los procesos de disociación, splitting, identificación proyectiva, negación, etcétera. En su lucha contra las ansiedades persecutorias, el self se disocia o fragmenta y sus partes se separan y son proyectadas afuera, generalmente sobre los objetos. Muy a menudo, el yo teme que esas partes desprendidas no retornen jamás, sintiéndolas como pérdidas definitivas. Esta clase de sentimientos son los que configuran, preferentemente, una reacción depresiva con el consiguiente duelo por el estado en que queda el self. El proceso evolutivo (cuando ocurre normalmente) da tiempo al yo para que elabore sus pérdidas y se restablezca de los transitorios y tolerados momentos de trastorno de la identidad que, la mayor parte de las veces, pasan desapercibidos. En casos patológicos, y por fracasp en la elaboración de esos duelos, se producen graves perturbaciones de su identidad (psicosis) o formaciones patológicas. Uno de nosotros (5) ha desarrollado extensamente el problema del sentimiento de culpa en conexión con la depresión y el duelo, distinguiendo dos diferentes calidades de culpa: una culpa persecutoria que se experimenta frente al objeto y al self que determinará la aparición de duelos patológicos, y una culpa depresiva, que creará la posibilidad de una auténtica reparación del self y del objeto. Citaremos algunos ejemplos clínicos que ilustran la calidad de las respuestas de ciertos pacientes frente al problema de los cambios y a los sentimientos de angustia, depresión y culpa que despiertan en el yo. Una paciente, habitualmente descuidada y mal vestida, durante un período de su análisis en que había logrado grandes progresos (acababa de rendir un examen con mucho éxito después de haber superado su angustia frente a ellos) llegó a una sesión ostensiblemeiiic cambiada en su aspecto y con un bolso nuevo, moderno y ciegan le. Sus sentimientos contrastaban, sin embargo, con su aspecto: decía sentirse deprimida y angustiada a la vez. Le habían dicho 85
(¡uc la veían muy bien vestida y peinada y que parecía "otra mujer". Expresó que le desagradaba que la vieran tan distinta y que, en realidad, le gustaba llevar sus cosas en paquetes descuidados y deshechos (descripción de su "locura"), como había sido su costumbre toda la vida. Se mostró luego extrañada de preferir su desaliño y habitual aspecto de miseria a todo lo nuevo que traía en esa sesión. Se le ocurrió entonces, como explicación de su angustia, que "así le parecía no pertenecer más a su familia", donde lo característico era la "desprolijidad" y el "desorden". Asimilaba, de ese modo, su propia identidad a la identidad familiar, reaccionando con ansiedad y depresión ante el cambio. Deseamos recalcar que no se trataba tan sólo de sentimientos de culpa persecutoria y depresiva ante su familia por el hecho de haber mejorado, sino también de una culpa persecutoria frente a un aspecto de sí misma que le exigía mantenerse igual, impidiéndole el progreso. Pero, simultáneamente, operaba en ella una culpa depresiva que la había llevado a repararse y permitirse el progreso. Claro que aún existía en ella una fluctuación entre ambas calidades de culpa, que explicaba la naturaleza de los sentimientos con que había llegado a la sesión. Otra paciente, con una personalidad esquizoide bastante marcada, no podía tolerar los cambios de vestidos de su analista, alegando que la "trastornaban y desconcertaban, ya que nunca sabía cómo la iría a encontrar", temiendo desconocerla. Se trataba no sólo de la proyección de su temor a la pérdida de su identidad, sino también de que temía que sus propios aspectos depositados en la analista sufrieran modificaciones sustanciales, equivalentes a su pérdida. Entre otras cosas, temía que su analista diera al dinero con que le pagaba un uso distinto del que ella le hubiera dado. Naturalmente, predomina aquí la ansiedad persecutoria frente al destino de lo proyectado y depositado en la analista y el temor de perder el control y el manejo de esas partes propias. Hay cambios importantes en la vida como el matrimonio, embarazo, nacimiento de hijos, graduación como profesional, etcétera, que pueden convertirse simultáneamente en factores desencadenantes de reacciones depresivas intensas porque son vividos, en un plano, como pérdida de ciertos aspectos de la identidad del selí. Todos conocemos la experiencia de la depresión consecutiva a determinados logros, que significan verdaderos éxitos. Generalmente, esa depresión es interpretada como correspondiente al sentimiento de culpa por el triunfo conseguido y sus implicaciones en relación con el objeto. Ahora bien, por nuestra parte, consideramos que en ciertas ocasiones esa depresión puede ser también consecuencia de la vivencia de pérdida de la parte del self que contenía el anhelo o la expectativa del logro. En otras palabras, cuando se desea íntimamente algo y ese deseo es satisfecho, obviamente se siente placer; pero surge un sentimiento depresivo simultáneo por 86
I.i desaparición del deseo o de las "ganas". May individuos que tienden a postergar continuadamente el placer para no exponerse a sufrir la. depresión de su pérdida, una ve/. logrado. Hay quienes, por el mismo motivo, se postergan constantemente en la vida. Puede ocurrir, por ejemplo, que después del orgasmo surja también un sentimiento depresivo. Siguiendo con la idea anterior, una de las razones que podría justificarlo sería la vivencia de pérdida del aspecto yoico que deseó alcanzar el placer y que se siente desaparecido una vez logrado. Cuando el temor a la pérdida adquiere características patológicas puede producir frigidez o impotencia. Una de las fantasías inconscientes, frecuentemente contenida en dicha ansiedad, es la de perder porciones del self que se desintegran o diluyen en la pareja. Una paciente frígida comparaba la obtención del orgasmo con la caída en la psicosis por pérdida de todo control y de toda noción de sí misma. En cierta oportunidad experimentó durante un orgasmo la sensación concreta de que su cuerpo y su cara se deformaban convirtiéndose en algo amorfo. Se trataba, pues, de una fantasía dramáticamente expresada de pérdida de su identidad. Quisiéramos hacer hincapié en el hecho de que los sentimientos depresivos por el self son mucho más frecuentes de lo que es generalmente admitido. Más todavía, creemos que puede postularse su existencia —aún como estados leves de depresión— entre los fenómenos de la psicopatología de la vida cotidiana. Consideramos que tener en cuenta la aparición de estas microdepresiones y microduelos por el self, nos ayudaría a comprender mejor la razón de ser de muchos estados de ánimo que, sin ser registrados como depresiones francas, se perciben como malhumor, apatía, cansancio, aburrimiento, irritabilidad, etcétera. Un determinado propósito que no se realiza, un sueño que no se recuerda, una aspiración que no se cumple, un desencuentro, un viaje, una mudanza, cualquier tipo de cambio o frustración donde puede estar incluido un aspecto del self, son algunos de los múltiples factores que diariamente desencadenan microrreacciones depresivas, como también amenazas fugaces al estado de identidad. El hecho de que se resuelvan favorablemente como procesos leves o se conviertan en depresiones más severas dependerá, entre otras cosas, de la forma en que pudieron haberse resuelto las depresiones correspondientes a los primeros estadios de la vida. Para hacer una buena elaboración del duelo concerniente a la vivencia de pérdida de los objetos, resultará indispensable —a nuestro juicio— haber podido elaborar previamente, de un modo satisfactorio, el duelo por la pérdida de las partes del self. De ese modo, el individuo se encontrará en mejores condiciones para enfrentar y superar la angustia y la depresión determinadas por las experiencias de cambio. 87
SINTESIS Consideramos en este capítulo la capacidad de seguir siendo el mismo en la sucesión de cambios, como la base de la experiencia emocional de la identidad. Los cambios despiertan tanto ansiedades persecutorias por lo desconocido en cada situación nueva, como ansiedades depresivas por la pérdida de las situaciones familiares y conocidas con el temor a la pérdida de las partes del self ligadas a ellas y, como consecuencia, el temor a la pérdida de identidad. Estos sentimientos depresivos acerca del self forman parte de la p.sicopatología de la vida cotidiana y condicionan microduelos (pie necesitan ser elaborados para poder enfrentar la elaboración ele los duelos por las pérdidas objetales. En función de las ansiedades a las que nos hemos referido, el yo puede movilizar resistencias al cambio. Diferenciamos, sin embargo, la compulsión a la repetición, de la repetición necesaria, como condición de la estabilidad que permite los cambios sin riesgo de perder la identidad.
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CAPÍTULO
IDENTIDAD
E
VII
IDEOLOGIA
I El término "ideología" es polisémico: se ha empleado, por ejemplo, para caracterizar un sistema filosófico, un enfoque político, una jerarquización de valores o una interpretación del mundo y del hombre en una época y una sociedad determinadas. Algunos autores eligen una de sus connotaciones al referirse a la ideología y otros pensadores eligen otra de ellas. La palabra ideología fue creada por Antoine Destutt de Tracy (3) como designación de una disciplina filosófica destinada a formar la base de todas las ciencias. Cuando Francia pasó de república democrática a la autocracia napoleónica, el concepto de ideología adquirió una connotación despectiva. Bonaparte la criticó duramente, considerándola producto de una actitud teórica que no concordaba con la realidad. Estas dos posiciones antagónicas reaparecen ulteriormente en otros contextos, de distintas maneras y con diferentes formulaciones, en las postulaciones de pensadores, filósofos y políticos. Para algunos de ellos, la ideología ofrece la base para la comprensión racional del mundo y de las relaciones entre los individuos. Otros objetan precisamente ese carácter y destacan su aspecto ilusorio que distorsiona la realidad y oculta el conocimiento. Así, por ejemplo, la teoría marxista considera la ideología como un sistema deformado y falseado de la realidad, y propone una teoría científica para explicarla. Según dicha teoría, el contenido de las ideologías estaría formado por dos tipos de sistemas: los sistemas de ideas-representaciones sociales (ideologías en sentido estricto) y los sistemas de acti89
tudcs-comportamientos sociales (costumbres). Los primeros abarcan las ¡cleas políticas, jurídicas, morales, religiosas, estéticas y filosóficas de una sociedad determinada. Estas ideas se dan bajo la forma de diversas representaciones del mundo y del papel del hombre dentro de él. Las ideologías no serían representaciones objetivas, científicas del mundo sino representaciones de carácter imaginario: más que describir una realidad, expresan deseos, esperanzas y nostalgias; son una relación imaginaria con las condiciones reales de existencia. La ideología sería una perspectiva parcializada y específica, relacionada con la ubicación del individuo, sea en una clase social o en una praxis determinada. La teoría de los "ídolos" de Bacon o la de las imágenes de una falsa deidad se refiere a que el espíritu humano se puede comparar con un espejo cóncavo que "transforma los rayos de los objetos por su propia forma y curvatura" haciendo que "los conceptos falsos se posesionen del entendimiento humano, estén firmemente adheridos a él y dominen el espíritu en una forma que dificulta el acceso a la verdad". Bacon señalaba que se debía corregir dicha deformación para que el hombre, en vez de "ídolos", tenga "ideas". Mannheim (10) considera que la teoría de los ídolos de Bacon es la precursora del concepto moderno de ideología. Independientemente de que el término ideología haya sido aplicado a un enfoque filosófico, político, sociológico o religioso del mundo y del hombre no hay duda de que en el momento actual el término ideología es usado corrientemente en forma más genérica corno una manera de ver el mundo en función de una convicción socio-política valorativa de los vínculos existentes entre los individuos y la sociedad a la que pertenecen. Estas convicciones incluyen en cada individuo fantasías inconscientes específicas. A lo largo de este capítulo, tomaremos en general esta connotación más corriente, tratando de discriminar las ideologías progresivas que se movilizan hacia el cambio y el conocimiento, de las ideologías regresivas, evitativas del cambio y que creen "poseer" el conocimiento. II La ideología cohesiona a los individuos en sus roles, en sus funciones y en sus relaciones sociales. Impregna todas las actividades del hombre y gobierna los comportamientos familiares de los individuos y sus relaciones con los otros hombres y con la naturaleza. Está presente en sus juicios acerca del "sentido de la vida". La ideología participa de todos los actos y gestos de los individuos; por ello, todo análisis de lo vivido está profundamente marcado por la acción de la ideología. Si bien las ideologías comportan 90
representaciones, imágenes, ideas, actitudes-comportamientos sociales, etcétera, estos elementos considerados aisladamente no hacen la ideología; es la selección de esos elementos y su modo de combinarse lo que les da un sentido, lo que determina su significado y función. Los sistemas ideológicos están destinados a satisfacer distintas necesidades del individuo, de los grupos y de la sociedad. Entre las necesidades psicológicas de los individuos se encuentra, especialmente en los jóvenes, la de afianzar lo más firmemente posible el sentimiento de identidad, lo que los lleva a buscar integrarse en grupos ideológicos. Los grupos ideológicos pueden llegar a funcionar, precisamente, como un continente que abarca y delimita, a la vez que discrimina y consolida, la ideología y la identidad de los miembros que lo constituyen. Les garantiza también el mantenimiento de su identidad al proponerles un plan de vida con vínculos sociales y temporales, asegurados por la pertenencia a un grupo que tiene su continuidad en el futuro. Aunque los integrantes del grupo cambien o las personas evolucionen en sus características, la ideología se mantendrá básicamente igual a través del tiempo (si bien ésta puede sufrir ciertas modificaciontes en el sistema que relaciona sus representaciones). El individuo se encontrará integrado y más completo, pues sentirá sus partes proyectadas en el grupo y en su ideología, controladas y aseguradas, sabiendo dónde están en el presente y dónde seguirán estando en el futuro. Creemos que el carácter "continente" y prospectivo que ofrece la ideología es uno de los elementos en los que reside su fuerza y su atractivo; la inclusión del futuro, implícita en toda ideología, contribuye por la omnipotencia que se le adjudica, a veces, a reforzar la fantasía de inmortalidad mediante su proyección en la ideología que, por su esencia, puede perdurar a lo largo de los tiempos. El futuro actúa como un continente que garantiza y salvaguarda todo lo depositado en la ideología. Se trataría de un intento del individuo, contenido en la adhesión a una ideología, de contrarrestar su angustia persecutoria frente a la muerte. Esto explicaría algunas de las motivaciones profundas que subyacen a la disposición de ofrecer la propia vida en holocausto por una causa. Es una forma de procurar elaborar el duelo por la posible pérdida de uno mismo. La frase "Viva mi patria aunque yo perezca" podría expresar dicha fantasía. Desde otra perspectiva, y a través de un contenido poético, Pablo Neruda expresó un sentimiento análogo en uno de sus poemas titulado "Mi partido" (11), en el que incluye la siguiente estrofa: "Me has hecho indestructible porque contigo no termino en mí mismo".
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I oda ideología participa también del carácter de "idea mesiánica", tal como la postula Bion (1) al señalar que, de tanto en tanto, surgen en las religiones y filosofias de todos los tiempos y en los centros de discusión científica, ideas y hombres diversamente descriptos como místicos o genios. Aplicando su modelo "continente-contenido", sugiere que debido a que la idea mesiánica ejerce un efecto disruptivo sobre el medio en que actúa, la institución o el grupo social pueden fracasar en su función de recibirla, y pueden reaccionar entonces como un continente que ahoga y priva de vida al "contenido-idea me siánica" al que se le atribuye un peligro potencial. Creemos que la relación "continente-contenido" es fructífera cuando el "continente" sociedad se deja fecundar por el "contenido" ideas nuevas. Uno de los elementos importantes para la consolidación del sentimiento de identidad es el interjuego dialéctico entre la semejanza y la diferencia; semejanzas y diferencias con uno mismo en el tiempo, con el otro en el plano grupal y con los otros. Si lo relacionamos con lo que ocurre en un grupo ideológico, veremos que el individuo necesita poder diferenciarse de los demás, aunque comparta la ideología común en función de semejanza para no ser "tragado" por el grupo; pero también la pertenencia al grupo basada en la semejanza le permite diferenciarse de todo lo que no es el grupo, o sea del resto de la comunidad. El grupo ideológico puede ofrecer entonces la solución para el dilema entre correr el riesgo de diluirse en el grupo demasiado grande, anónimo, el de la sociedad o bien tener que ceñirse a una identidad individual, necesitando rigidificarse para mantenerse con caracteres propios y no compartidos con nadie. El excesivo individualismo lleva al aislamiento, a la incomunicación y a la vivencia de pérdida de los "otros", incluidos en el grupo. A lo dicho anteriormente se puede agregar la gravitación del factor "continuidad", tan importante en la ideología, como acabamos de ver, que la vincula con la identidad; ésta se caracteriza precisamente por la trascendencia de la continuidad del sentimiento del yo: "Yo soy el mismo que fui ayer y seré mañana". De ahí que podamos inferir que la ideología pueda ser necesaria en algunos individuos para asegurar su identidad.
III Otro aspecto que merece ser estudiado detenidamente es el de la elección de la ideología. Es cierto que adoptar una actitud ideológica determinada está influido predominantemente por el ámbito socio-político-económico que rodea al individuo, el grado de sensibilidad y educación para registrar los problemas inherentes a dicho 92
ambiente y la gravitación directa o indirecta que ciertas figuras puedan ejercer sobre él. Pero a esos factores se agregan motivaciones profundas apoyadas en fantasías inconscientes específicas y en la historia y naturaleza de las respectivas relaciones objetales infantiles con sus correspondientes identificaciones. La elección de la ideología se relaciona también con la fantasía inconsciente correspondiente al sentimiento de la propia identidad. Trataremos de explicarlo con mayor claridad. Hemos destacado ya que la identidad es el resultado de la relación de tres vínculos de integración: el espacial, el temporal y el social. Desarrollamos también el concepto de que la personalidad de cada individuo se organizará según la calidad de sus relaciones objetales a lo largo de toda su vida. Las principales respuestas emocionales de un individuo dependen de la existencia del otro y de la naturaleza del vínculo establecido con ese otro: su semejante. La forma de vivenciar la relación con el otro, objeto-individuo u objeto-sociedad, como base de una weltanschauung persona], otorgará una connotación específica al contenido de la ideología que se elige. Una se caracterizará por un enfoque más egoísta o egocéntrico; la otra, por un enfoque más responsable por el objeto. El sentimiento de identidad, en uno y otro caso, se organizará sobre la base de fantasías inconscientes diferentes. El "yo soy yo sin importarme el otro" del primer caso, connota una ideología que tiende más a una identidad basada en la autosuficiencia, en la manía y en la omnipotencia arrogante. El "yo soy yo, pero me importa el otro" representa una ideología que da lugar a una identidad más depresiva y madura con sentimientos de solidaridad y objetivos de reparación. El contenido de la ideología emergente de esta identidad buscará luchar contra la injusticia social, la opresión y el hambre. ¿Se podría sostener que los individuos que comparten una misma ideología poseen elementos comunes en su tipo de personalidad que han pesado en la elección ideológica? ¿Sería algo así como que cada cual tiene la ideología que "se merece"? Aún si fuera así, como todos los fenómenos psicológicos están sobredeterminados los resultados posibles son múltiples. Las ideologías provienen de distintas partes de la personalidad, tanto de las partes sanas como de las enfermas. Si predominan las primeras, se llegará a la ideología como producto de un proceso de elaboración que permitirá una clara y meditada decisión e implicará un conocimiento más auténtico de los motivos que orientaron dicha elección. Si predominan las segundas, será el conflicto neurótico el que empuje a asumir la ideología, muchas veces en forma compulsiva y como respuesta a una necesidad interior perentoria e impostergable. Se podría aplicar a las ideologías el concepto de las "series complementarias" descripto por Freud. No sólo interesa el contenido de la ideología que se elige sino también la forma en que se la asume, 93
ya que esta forma de asunción puede constituir una ideología per se. Existen casos límites como los de individuos que adoptan ciertas ideologías "por sometimiento". Ello ocurre, en ocasiones, por temor a quedar excluidos de un determinado grupo al que se habían unido por motivos distintos. En otras oportunidades, se debe a la falta de convicciones propias suficientemente fuertes como para que permitan al individuo defenderse de la imposición de la ideología de otros. En tales circunstancias, la ideología "por imposición" actúa como un superyó parásito que controla y domina la vida interior del individuo. Se trata, por supuesto, de individuos que presentan un sentimiento de identidad deficitario. En otros casos, el mecanismo de la "identificación con el agresor" puede actuar como motivación principal para adoptar una determinada ideología. El individuo intenta así proyectar afuera su parte de víctima y transformarse en el objeto perseguidor.
IV A modo de ilustración, nos agradaría hacer un paréntesis para señalar brevemente algunos de los significados contenidos en la obra de Ionesco El rinoceronte (8). Queremos destacar en forma específica aquellos aspectos relacionados con el sentimiento de identidad que están entroncados con el planteo ideológico-social y que aparecen, en forma tan evidente, ligados tanto con la angustia de la pérdida de identidad como con la necesidad, sentida como inexorable, de adoptar la identidad del grupo. En síntesis, la obra se refiere a un acontecimiento singular que conmueve a los habitantes de un pequeño pueblo ante la aparición cada vez más numerosa de rinocerontes que invaden las calles, productos de la transformación tipo endémica que van sufriendo progresivamente los seres humanos y asumen la identidad del rinoceronte. Uno de sus protagonistas, Bérenger, aficionado a la bebida, expresa cuál es el conflicto básico que lo ha llevado al alcohol y que se refiere fundamentalmente al problema de su identidad. Dice por ejemplo: "En todo momento siento mi cuerpo como si fuera de plomo o como si cargara a otro hombre sobre mis espaldas. No me he habituado a mí mismo. No sé si soy yo. En cuanto bebo un poco, el fardo desaparece y me reconozco, vuelvo a ser yo". En los momentos finales de la obra, cuando la pareja constituida por Bérenger y Daisy parece quedar como sobreviviente única de los efectos del cambio que convirtió a todos los demás en rinocerontes, procuran reconfortarse mutuamente para evitar sucumbir a la transformación. Pero se sienten aislados, acorralados y perseguidos por el bando mayoritario de los rinocerontes que los acosan constantemente con berridos y sacudidas, invadiendo todos los medios de 94
comunicación (radio, teléfono, etcétera). La persecución contra la identidad se hace cada vez más aguda y difícil de controlar. Daisy es la primera en ceder. "Hay (pie ser razonable. Hay que encontrar un modus vivendi y tratar de entenderse con ellos. No hay otra solución". Bérenger insiste en la defensa: " Todavía podemos hacer algo. Tendremos hijos y nuestros hijos tendrán también hijos. Llevará tiempo, pero quizá podremos regenerar a la lunuanidad. . . Hay que salvar al mundo". "¿Para qué salvarlo?" responde Daisy " . . .después de todo quizá seamos nosotros los anormales". Y luego acercándose y aceptando cada vez más la nueva identidad de rinoceronte, dice refiriéndose a los ruidos que emiten: "Oye, ¡qué bien cantan!" —"No cantan, lanzan berridos". —"Te equivocas, cantan, y además juegan y danzan". Y luego de señalar que la vida en común con Bérenger ya no es posible, se aleja para integrarse a la manada. Bérenger se desespera, se resiste. Grita: "No lo comprendo, no los imitaré. Sigo siendo lo que soy. Soy un ser humano, un ser humano". Luego: "La única solución es convencerlos. Pero ¿convencerlos de qué? Y, las mutaciones, ¿son reversibles? Es preciso que aprenda su idioma. O que ellos aprendan el mío. Pero, ¿qué idioma hablo yo?" Luego, mirándose al espejo: "El hombre no es feo, el hombre no es feo. Sí, me reconozco, soy yo. Pero no soy hermoso. Ellos sí son hermosos. Cometí un error, no tengo cuernos. ¡Cómo quisiera ser uno de ellos! ¡Ay! Jamás me convertiré en rinoceronte. Ya no puedo cambiar. ¡Qué feo soy! ¡Malditos los que quieren conservar su peculiaridad! Pues bien, tanto peor. Me defenderé de todos. Soy el último hombre y seguiré siéndolo hasta el fin. ¡No capitulo!" Esta obra admite diversas interpretaciones según el enfoque con que se la estudie. Pero, en este momento, lo que queremos destacar es cómo la "identidad-rinoceronte" puede representar la ideología del grupo mayoritario que convierte a los individuos de identidad más endeble (aspecto Daisy del personaje) que se identifican con ellos y asumen su ideología-identidad por imposición. Bérenger mismo a pesar de que concluye diciendo que no capitula y defiende su condición negándose a "rinocerontizarse", profundamente ha capitulado también: se ve feo y lamenta no ser "uno de ellos". Complementariamente, se puede ver en el personaje una angustia frente al cambio que lo lleva a proyectar todo lo malo en el afuera, aferrándose rígidamente a su precaria identidad y a su ideología anti-cambio. Como no puede elaborar el cambio, termina asumiéndolo en forma imitativa o impuesta como una seudoidentidad.
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VIII
La asunción de ideologías puede equipararse, en algunos casos, al uso de una categoría de ideas, teorías o hechos caracterizado por su inautenticidad y que sirve a un fin predominantemente defensivo. En tales casos, es común que se utilice el cuerpo de ideas coherentes que corresponden a una determinada ideología para no dejarse penetrar por ninguna otra, que no ofrece o puede atacar los beneficios secundarios proporcionados por la primera. La atomización de ciertas tendencias políticas mostraría hasta qué punto cada uno de sus partidarios busca salidas, a través de la ideología, a conflictos o necesidades individuales. Las elecciones sanas o neuróticas de las ideologías se relacionan con la clasificación sugerida por Erikson (3) quien apoyándose en Freud diferencia las "ideologías del superyó" de aquellas que provienen de la influencia del "ideal del yo". El superyó está concebido como el representante más arcaico de la moralidad "ciega" que perpetúa el pasado, las tradiciones y exige obediencia y sumisión a esas tradiciones. "De este modo, dice Freud, el superyó del niño no es edificado, en realidad, conforme al modelo de los padres mismos, sino al del superyó parental; recibe el mismo contenido, pasando a ser el substrato de la tradición de todas las valoraciones peí mancilles que por tal camino se han transmitido a través de las gci«radones. Adivinaréis fácilmente —agrega— qué importantes auxilios para la comprensión de la conducta social de los hombres, y acaso también qué indicaciones prácticas para la educación, resultan de la consideración del superyó. La concepción materialista de »la historia peca probablemente en no estimar bastante ese factor. Lo aparta a un lado con la observación de que las 'ideologías' de los hombres no son más que el resultado y la superestructura de sus circunstancias económicas presentes. Lo cual es verdad —dice significativamente Freud— pero, probablemente, no toda la verdad" (5). Tal como lo destacó Pichon-Riviére (14), Freud como agente de cambio de la psicología revolucionó la moral de su época, conmovió los cimientos de la ética victoriana y promovió- una nueva actitud de comprensión del hombre, al cual abarca en toda su profundidad y su historicidad. Pero si bien alcanzó a vislumbrar la visión integral del problema de la interrelación hombre-sociedad, no pudo desarrollar su enfoque dialéctico. Insistió en que "la humanidad no vive jamás por entero en el presente; en las ideologías del superyó perviven el pasado, la tradición racial y nacional que sólo muy lentamente ceden a las influencias del presente" (5). El ideal del yo representa más el aspecto social, como lo señaló Freud al afirmar que "tiene gran importancia para la comprensión 96
de la psicología del grupo. Además de su aspecto individual, tiene un sentido social". La ideología elegida por la parte sana del individuo procura transformar al superyó en ideal del yo, y el yo tiende a identificarse con él.
VI Hasta ahora nos hemos referido a ideologías grupales o colectivas, pero queremos destacar que existen las ideologías "individuales" o "privadas" que corresponden a ciertas "filosofías de vida" en el nivel personal, que pueden provenir también tanto de las partes sanas como del sector enfermo de la personalidad. Es como una "filosofía de vida" aplicada a lo cotidiano. A veces suelen ser expresiones de conflictos neuróticos. Así, por ejemplo, la "ideología privada" de un paciente consistía en sostener que si lo habían traído al mundo, los padres y por extensión la sociedad entera debían mantenerlo durante toda su vida. Sus dificultades para trabajar y llevar una vida independiente aparecían racionalizadas por ese principio ideológico. Otra paciente parecía asumir una ideología similar al afirmar que, por ser mujer, correspondía que su marido la mantuviera sin que ella tuviese que realizar ningún esfuerzo. Tanto el uno como la otra se ubicaban en un rol en forma tan exclusiva que les impedía el ejercicio de los demás roles y atribuían a dicho rol una serie de características y derechos que hacían a la totalidad de su vida. El ser "hijo-bebé" o "mujer-dependiente" parecían constituir no sólo la expresión de una ideología particular, sino también la de una identidad circunscripta a dicho rol. Freud (4) describió el tipo caracterológico de los "seres excepcionales" que afirman haber sufrido tanto que reclaman el derecho de que se los exima de toda clase de exigencias y de que se les acepte que son acreedores a las mayores compensaciones. Ricardo III de Shakespeare responde a esta descripción, como se desprende del siguiente párrafo: " . . . Yo, groseramente construido... privado de la bella proporción, desprovisto de todo encanto por la pérfida Naturaleza; deforme, sin acabar, enviado antes de tiempo a este mundo. . . ya que no puedo mostrarme como un amante. . . he determinado portarme como un villano. . . " Schilder (13) señala también que toda familia tiene su ideología privada y puede llegar a cubrir todo el ámbito de la vida. Agrega que el individuo puede llegar a creer firmemente en ideologías de muy diversa naturaleza, sin reparar en sus contradicciones. Parte de las ideologías se elaboran por identificación y parte por imitación; emergen de la situación libidinal de la primera infancia y se hallan en íntima relación con las actitudes emocionales del niño frente a sus padres y a otras personas que lo rodean. 97
Afirma, además, que es innegable que el nivel social del individuo incide sobre su ideología. Toda clase lleva su ideología, que puede ser la propia o ajena. No extrañará que las clases dirigentes y los sistemas imperantes estén interesados en que los niños se impregnen de las suyas cuanto antes. Las ideologías de cada individuo están profundamente arraigadas en su historia vital, que han llegado a cristalizar con un considerable caudal emocional. No obstante, las ideologías carecen de la rigidez de las ilusiones y, muchas de ellas, lejos de pertenecer al mundo privado del individuo, son compartidas por grupos, constituyendo el lazo que mantiene en contacto a sus integrantes.
VII La ideología puede llegar a ser jerárquicamente más importante que la nacionalidad y el idioma, para el establecimiento de los lazos afectivos entre los individuos. Las diferencias ideológicas determinan que la gente se relacione con vínculos parcializados, interferidos por tensiones y recelos. Una ideología no compartida puede llegar a socavar la relación de una pareja hasta entonces armónica o tolerante con otro tipo de divergencias. Puede destruir largas amistades o hacer reconciliar a enemigos recalcitrantes. En cambio, los individuos que comparten una ideología, aunque sus vínculos sean también parciales, tienen un lenguaje común lleno de sobreentendidos, con un código particular con el cual entender al mundo y los acontecimientos de la vida cotidiana. Los partidarios de una determinada ideología estrecharán filas con sus sostenedores en otros países, más allá de las fronteras del lenguaje y de la religión y aun en contra de sus propios connacionales y familiares si llegara a ser necesario. Recordamos aquí una frase muy elocuente de un joven profesional que por sus convicciones ideológicas abandonó su país, su familia y su posición para ir a luchar activamente por sus ideales. Refiriéndose luego a su propia familia, escribía a uno de sus camaradas: —"Si a ellos llamo hermanos, ¿cómo debo llamarlos a ustedes?" Es que cada ideología está enraizada con los cimientos de la identidad. Todos los integrantes de una comunidad ideológica se sienten "hermanados" no sólo por compartir idénticas aspiraciones y luchar solidariamente por concretarlas, sino por ser depositarios de un objeto idealizado común que para cada uno representa su objeto primario amado. Es por ello que toda ideología está tan cargada emocionalmente. En otras palabras, la ideología representa objetos internos incorporados al núcleo del yo y "a través de cuyos ojos" (según la expresión de Wisdom) (14) el sujeto ve el mundo. 98
VIII
Un enfoque actual del campo político-social, económico y aun • milito no» muestra un panorama sumamente complejo, confuso rtmliipiionantc. La terrible velocidad y variedad de las comunicaiMiMt rn loilo el mundo hace que el individuo joven reciba simuliilPBiiifiite gran cantidad de mensajes desde toda clase de distanmi, de distinta calidad y carácter, que no puede metabolizar ni nlcti/ar. Por el contrario, se transforman en mensajes que pueden llegar a ser ambicios o contradictorios. El "ambiente" se ha hecho muy vasto desde una edad muy temprana. La "comunicación maHÍVII" que lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, el tiso estupefaciente de la televisión, la alienación creada por las «ondiciones de trabajo, la violencia —en todas sus expresiones— «orno pautas culturales intrusivas y los sistemas de represión ideológica de toda clase son alguno» de los muchos factores responsables de la confusión alienante del sentimiento de identidad que, por actitud reactiva o defensa desesperada, empuja —a veces— a una «•lección compulsiva de una determinada ideología para salir del
de los aspectos complementarios importantes vinculados con la identidad total del individuo. Algunos la consideran como una subidentidad o identidad parcial. Eso dependería de la importancia y lugar que esa actividad ocupe en la vida del individuo, de la continuidad con que sea ejercida y de cuánto de sí mismo sienta comprometido en ella. Al hablar de_jdentfdád profesional, trataremos de ilustrar con aquella que nos resulta más cercana y conocida, como lo es la identidad psicoanalítica. Pero antes de considerar dicha identidad como una ideología, correspondería precisar en qué medida resulta lícito tratar al psicoanálisis mismo como una ideología. Por supuesto, se trata de Una cuestión polémica que difícilmente llegaremos a resolver aquí. Uno de nosotros (7) señaló la dificultad de ubicar el psicoanálisis en algún sector determinado de las distintas disciplinas científicas o humanistas. Se trata de una teoría especial, resultado de un descubrimiento revolucionario que rompió con los esquemas psicológicos dé su época, transformándose en el instrumento de investigación más importante realizado teóricamente para desentrañar los secretos de la mente humana. Garbarino (6) se refiere a dos posiciones existentes frente al problema de considerar al psicoanálisis como una ideología: 1) Para algunos, el psicoanálisis es sólo una ciencia y una técnica aprendidas por el psicoanalista para tratar los padecimientos neuróticos; aparte de eso, el analista sería un hombre como cualquier otro que, fuera del campo de su actuación científica, puede compartir cualquier ideología. 2) Para otros, el psicoanálisis es una ciencia pero al mismo tiempo una ideología, o sea que "posee un sistema de juicios de valor y pautas de conducta que le son propios". Para el paciente, manifiesta o latente (consciente o inconsciente) su analista tiene una ideología, es decir, una valoración específica y personal, en consonancia con su doctrina, de lo político y de lo social, de los problemas del sexo, de la agresión, de la religión, de la muerte, de la familia, de los hijos, etcétera. Por otra parte, agrega Garbarino, si aceptamos la segunda posición que sostiene que el psicoanálisis implica una ideología habría que plantearse cuál es y hasta dónde es compatible con otras ideologías filosóficas, políticas o religiosas, sin delatar una contradicción interna en el psicoanálisis. Por nuestra parte, pensamos que el análisis es una teoría científica que se ideologiza en su práctica. Erikson (3) sugiere la necesidad de cada psicoanalista de preguntarse qué particular configuración de impulsos, defensas, capacidades y oportunidades lo llevó a la elección de su actividad. Agrega que, al parecer, una particular "identidad psicoanalítica" se ha transformado en la piedra fundamental dé su existencia como hombre, profesional o ciudadano. 100
IVio, cii loria comunidad ideológica, es importante' totiiirienu es la ideología para cada uno de sus inlcgniiitrN, ya tpw «liria cual puede otorgarle una interpretación o una deforma i léii pm tit ular, dada uno tendrá también su maneta especifica y jiitioiiid de Pinatar los objetivos de su quehacer común, determi
M. Langer se pregunta también: "Pero, ¿qué se espera del paciente?". Y dice que "eso dependerá de cada analista y de su idea (o ideología) de la normalidad (o norma) que, junto con la personalidad de cada paciente, configurará su criterio de salud respecto de él". En otro párrafo agrega: "¿Queremos adoctrinar a nuestros analizados en contra de toda técnica y ética analíticas? De ninguna manera, pero creemos indispensable tener conciencia de que influimos en la evolución total de ellos" (9).
X Volviendo a las ideologías en general, desde el punto de vista de su evolución se podría hablar de distintas "categorías de uso" de las ideologías que a partir de formas de uso primitivas y rudimentarias pueden llegar a altos niveles de abstracción, configurando complejos sistemas de ideas. Quizá no sería demasiado audaz hablar de protoideologías, como aquellas que corresponden a las primeras fantasías inconscientes relacionadas con el pecho idealizado. Ideología serla todo sistema de fantasías, ideas y juicios de valor, que satisfacen necesidades muy profundas del sujeto. De acuerdo 101
con las características de los individuos que las usan, las ideologías quedarán "fijadas" a los mecanismos primitivos de la evolución, mostrando idealizaciones y disociaciones extremas: en estos casos, la ideología propia acapara todas las virtudes y la "verdad absoluta", proyectándose todo lo negativo en las ideologías ajenas. Se trata de ideologías regresivas saturadas, porque están cerradas a toda posibilidad de cambio o desarrollo; son omnipotentes, arrogantes, rígidas, dogmáticas y a las que el individuo se adhiere en forma fanática. Contrariamente a los anteriores, otros individuos usarán las ideologías en forma más evolucionada con notable disminución de los mecanismos regresivos, especialmente los de idealización y omnipotencia. La disociación se transformará en discriminación; no están saturadas sino abiertas al desarrollo; manifiestan tendencias reparadoras con predominio de Eros, preocupación y responsabilidad por la vida y el destino del individuo y de la comunidad; luchan contra el sistema esterilizante y estimulan el cambio tendiente al crecimiento de un nuevo tipo de hombre. Naturalmente, los individuos con esta calidad de uso de las ideologías resultarán con identidades más evolucionadas y sólidas. Asumir en forma madura una identidad, basada en una ideología progresiva que tiende hacia el conocimiento y permite el cambio, presupone un duelo porque implica la ruptura de estructuras establecidas e identidades previas, para reintegrarse luego de una manera diferente. Constituye un verdadero proceso revolucionario interno porque el individuo tiene que pasar por la experiencia caótica de períodos, aún transitorios, de desorganización y disolución de sistemas psíquicos, valores establecidos y vínculos objétales, para integrarse en una reorganización que lo lleva a configurar una nueva identidad. Creemos que tales experiencias son verdaderos momentos creativos que rescatan lo auténtico de cada «no y enriquecen la condición de "ser uno mismo" para sí y para los demás. SINTESIS Hemos querido incluir un capítulo sobre identidad e ideología ya que, tal vez en este momento histórico más que en otros, resulta ser un factor de suma importancia para la consideración del vínculo de integración social, en continua interacción con los de integración espacial y temporal, en la adquisición del sentimiento de identidad. Ideología es un término muy controvertido usado con distintas acepciones y significados, y también con distintas connotaciones valora tivas. Lo tomamos en su acepción más corriente, como una manera de ver el mundo, en función de una convicción valorativa de los 102
vínculos entre los individuos y la sociedad pero que, a nuestro juicio, incluyen en cada individuo fantasías inconscientes específicas. La ideología impregna todas las actividades del hombre, está presente en todos sus actos y gestos y gobierna sus relaciones con los otros hombres. Describimos las funciones que cumplen las ideologías y los grupos ideológicos para el individuo, los significados de la elección de las ideologías y el uso que de ellas puede hacerse. Diferenciamos las elecciones maduras de una ideología en función de un sentimiento de identidad sólidamente establecido, de las elecciones por imitación, por sometimiento, por identificación con el agresor o por otras razones de origen neurótico, en individuos inmaduros y con sentimiento de identidad precario. Finalmente, diferenciamos dos categorías de uso de las ideologías que permite distinguirlas como regresivas y progresivas. Consideramos regresivas aquellas ideologías dogmáticas, rígidas que no admiten cambios y se adjudican la posesión absoluta de la verdad. Las ideologías progresivas, por el contrario, serían aquellas no saturadas, abiertas al cuestionamiento y al cambio, y que conducen al conocimiento.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Bion, W. R.: Attention and Interpretation. Londres, Tavistock Publications, 1970. 2) Destutt de Tracy, L. A.: Elements d'idéologie. Bruselas, 1826. Citado pon Barth, H.: Verdad e ideología. México, Fondo de Cultura Económica, 1951. 3) Erikson, E. H.: "The problem of Ego identity". J. Am. Psycho-Anal. Ass., IV, 1956. Traducido en la Rev. Urug. de Psic., V, 2-3, 1963. 4) Freud, S.: "Algunos tipos caracterológicos revelados por el psicoanálisis". S.F.. XIV. 5) Fxeud, S.: "La división de la personalidad psíquica" en Nuevas aportaciones al psicoanálisis. S.E. XXII. 6) Garbarino, H.: "Comentarios sobre ideología psicoanalítica". Rev. Urug. de Psic., III, 2-3, 1960. 7) Grinberg, L.: "Ideas nuevas. Conflicto y evolución". Rev. de Psic., XXVII, 1970. 8) Ionesco, E.: El rinoceronte. Teatro. Buenos Aires, Losada. 9) Langer, M.: "Psicoanálisis y/o revolución social". Presentado en la Asoc. Psic. Argentina, 1971. 10) Mannheim, N,: Ideología y utopía. México, Fondo de Cultura Económica, 1941. 11) Neruda, P.: "Mi partido", poema. De una grabación L.P. 45 por el autor. 12) Pichon-Riviére, E.: Del psicoanálisis a la psicología social. Buenos Aires, Galerna, 1971. 13) Schilder, P.: Tratado de psicoterapia. Buenos Aires, Paidós, 1945. 14) Wisdom, J. O.: "Comparación y desarrollo de las teorías psicoanaliticas sobre la melancolía". Rev. Urug. de Psic., V, 1, 1963.
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SEGUNDA
P A R T E
CAPÍTULO
P E R T U R B A C I O N E S
DE
VIII
LA
IDENTIDAD
En la medida en que el sentimiento de identidad proviene de la interrelaeión de los tres vínculos de integración (espacial, temporal y social), las perturbaciones de dicho sentimiento reflejan situaciones en que por distintos motivos y de diferentes maneras se manifiestan fenómenos de des-integración de esos vínculos. No estudiaremos en detalle los cuadros clínicos caracterizados por trastornos del sentimiento de identidad y de los vínculos de integración que lo sustentan, porque ello implicaría encarar el estudio de toda la psicopatología, incluyendo las neurosis y psicosis, lo cual escapa al alcance y objeto de este libro. Sólo trataremos de describir muy brevemente, a lo largo de este capítulo, algunas de las expresiones de las perturbaciones de la identidad que aparecen en los estados confusionales, en el autismo y la simbiosis, en las personalidades esquizoides, en la despersonalización, en las psicopatías, en los maníacos, en los melancólicos, en las personalidades "como si" y en las personalidades ambiguas, etcétera, para dar una idea de cómo se presentan esos fenómenos. En el capítulo IX expondremos detalladamente un tipo de perturbaciones del sentimiento de identidad, la despersonalización, mediante la descripción de un caso clínico. A partir del nacimiento se producen en el niño, en forma simultánea, identificaciones proyectivas e introyecciones en relación con el pecho materno que determinan, por su misma simultaneidad, u n estado confusional en el que el niño no puede mantener separadas la libido de la agresión, la proyección de la introyección, la fantasía del cuerpo propio de la fantasía del cuerpo de la madre. 107
(lomo lo ha señalado Rosenfeld (11), los sentimientos de confusión que aparecen antes de la etapa esquizoparanoide forman parte del desarrollo normal. En la más temprana infancia el niño vive en un estado de no integración en el cual la percepción es incompleta y los estímulos externos e internos, los objetos externos e internos y las partes del cuerpo a menudo pueden no ser diferenciados. También en la etapa esquizoparanoide y por fracaso del mecanismo de disociación no siempre logran mantenerse separados los objetos buenos y malos y se sienten, por lo tanto, como mezclados o confundidos. Estos estados confusionales acarrean un sentimiento de déficit de identidad y se relacionan con los estados confusionales esquizofrénicos. El estado confusional está asociado a una angustia extrema porque al confundir las pulsiones libidinales y las destructivas, toda la personalidad está en peligro de destrucción. En los casos de confusión, los que están primordialmente alterados son los vínculos de integración espacial y social, ya que no se pueden distinguir aspectos del self ni tampoco diferenciar a éste de los objetos. Los trastornos extremos de la identidad son el autismo y la simbiosis, ele los que se ha ocupado extensamente Margaret Mahler (10), Esta autora considera que en el curso de su evolución el niño pasa normalmente por varios períodos: 1) un período o fase autista normal desde el nacimiento hasta el tercer o cuarto mes; 2) una fase simbiótica desde el cuarto mes hasta el año, y 3) una fase de separación-individuación desde el año hasta los dos años y medio. De acuerdo con la patología de estas tres fases, describe tres tipos de psicosis infantiles en las que aparecen muy marcadas las perturbaciones de la identidad, del esquema corporal y el sentido de realidad. En las psicosis autistas (autismo precoz de Kanner) los pacientes presentan conductas mecánicas, deshumanizadas y desvitalizadas, en relación con ellos mismos y con el mundo; hay un extremo retraimiento y una oposición violenta a todo cambio y a toda interferencia a su manera de conducirse. Para el autista, los demás son sólo cosas que se pueden manipular mecánicamente, más que personas por las cuales se pueden sentir afectos. Los síndromes simbióticos se caracterizan por un vínculo de dependencia muy estrecho con un objeto externo; existen proyecciones masivas sobre dicho objeto que permanece indiferenciado con respecto al self. El tercer tipo de trastorno está constituido por psicosis infantiles más benignas caracterizadas por la utilización simultánea o alternativa, pero menos estereotipada, de mecanismos autistas y simbióticos. Muchos de los cuadros esquizofrénicos de los adultos presentan características de estas psicosis infantiles. 108
La patología de la identidad se manifiesta claramente también en las personalidades esquizoides. En primer lugar, la característica más importante de la esquizoidía es la disociación del yo, disociación que tiene que ver esencialmente con el self y que se manifiesta entre el adentro y el afuera, entre sujeto y objeto, entre pensamiento y emoción, entre cuerpo y mente, etcétera. La utilización excesiva de este mecanismo junto con el de la identificación proyectiva debilita al yo, produciendo una perturbación notoria del sentimiento de identidad. Otra característica es la introversión, por la que el esquizoide se repliega en su mundo interno con gran riqueza de fantasías e imágenes. Hay aislamiento, soledad y falta de relación con los objetos externos. Los esquizoides parecen estar suspendidos entre el mundo interno y el mundo externo sin que, aparentemente, nada les importe. Suelen ser susceptibles y su desconfianza es grande. Se presentan sin compromiso emocional y con carencia de afectos. Actúan como observadores no participantes. Sus vínculos aparecen vaciados de todo contenido afectivo porque no quieren correr riesgos; para ellos, experimentar emociones de cualquier naturaleza equivale, automáticamente, a perder sus contenidos más valorados. Están, generalmente, con el cuerpo presente y la mente ausente. En todo caso lo que predomina es el sentimiento de futilidad, que es el precio que pagan por mantener su alejamiento: el mundo y la vida misma aparecen opacos y sin sentido. Además, en su Fantasía, sienten haber sido despojados de todo vigor. Acuden, frecuentemente, a la autosuficiencia, al sentimiento omnipotente y a la desvalorización del objeto como defensas compensatorias frente a la dependencia. Por todo lo cual estas personalidades suelen caracterizarse por el predominio del "tomar" sobre el "dar". Para su fantasía inconsciente, "dar" significa perder "concretamente" contenidos corporales y mentales, y "tomar" es igual a ganarlos y acumularlos. Sienten que se agotan en los contactos sociales y en la relación con el objeto. Por eso reprimen los afectos para no empobrecerse. Es característica su tendencia a la artificialidad. Por lo mismo, y como consecuencia de lo anteriormente descripto, tienen tendencia a mostrar y a exhibir para no arriesgarse a perder. Representan roles o personajes; de ese modo se aseguran que no son ellos quienes quedan expuestos a la pérdida. Hay predominio de la intelectualización sobre la afectividad para evitar el compromiso emocional. Usan entonces las ideas y los pensamientos (a menudo erotizados) en sustitución de los afectos. En síntesis, estas personalidades presentan una considerable t 109
perturbación en los tres vínculos de integración que afecta decididamente a su identidad. En los estados de despersonalización encontramos un trastorno de identidad caracterizado por la alteración de las cualidades inherentes al self mental y corporal, con perturbación de la percepción de la realidad circundante. Los pacientes se sienten invadidos por una sensación de extrañamiento y desrealización. Confunden los límites de su esquema corporal y la relación con Jos objetos. También en estos cuadros clínicos se manifiestan los trastornos en los tres vínculos de integración, aunque predomina la perturbación del vínculo espacial, fundamentalmente. Las personalidades psicopáticas expresan el déficit de su sentimiento de identidad a través de su conducta versátil, la falta de responsabilidad y la necesidad de satisfacer perentoria e inmediatamente todos sus deseos, sin soportar ninguna postergación. No son capaces de tolerar tensiones ni esperas debido a la labilidad de su yo y a su intolerancia a la frustración. Su impulsividad patológica es sintónica con el yo y representa un esfuerzo desesperado para conseguir una ilusoria seguridad y la confirmación de su omnipotencia sobre el mundo externo, para negar la frustración y el peligro de ser rechazados y castigados. Se caracterizan además no sólo porque caen en repetidas actuaciones no precedidas por pensamiento reflexivo sino, especialmente, porque hacen actuar a los demás. Es particularmente significativo que el psicópata, a pesar de la labilidad de su yo, su incapacidad para tolerar la frustración, el trastorno de su pensamiento, su necesidad de usar el lenguaje de acción, sus fuertes componentes narcisistas, la utilización especialmente intensa de la omnipotencia, el splitting y la identificación proyectiva de tipo inoculativo, mantenga su contacto con la realidad sin caer en la categorización de psicòtico. Pensamos que la razón fundamental está dada por el uso de los mecanismos obsesivos de "control realista" (9) que mantienen el control sobre los aspectos proyectados en el objeto y el contacto con la realidad. Estos mecanismos confieren al yo u n sentimiento de cierta cohesión, a pesar de la intensidad con que funciona la identificación proyectiva. El fracaso en el funcionamiento de dichos mecanismos puede significar un desastre para el mantenimiento del precario equilibrio y cohesión de su self, con el consiguiente desmantelamiento del sentimiento de identidad, la caída en la psicosis o en los estados de despersonalización. En estos pacientes, el déficit mayor ocurre en el vínculo de integración social, por el manejo de los objetos externos a quienes tratan como prolongaciones de su propio self. Las personalidades maníacas presentan también un debilitamiento de su sentimiento de identidad que intentan contrarrestar por medio de la negación, la omnipotencia y la idealización. Se 110
sienten triunfadores, con un optimismo exagerado y con «enrienda a establecer múltiples relaciones objétales aunque de car.'mer precario y superficial. La teoría kleiniana (l¡J) señaló tina Ufada de sentimientos que es típica de estas personalidades: control, triunfo y desprecio. El control sirve para negar la dependencia; el triunfo, que comprende la omnipotencia, está al servicio de la negación de la depresión, y el desprecio es una defensa frente a los sentimientos de envidia, pérdida y culpa. Algunas de esas características, típicas del maníaco, surgen de la calidad con que funcionan sus identificaciones proyectivas dirigidas predominantemente hacia un objeto interno idealizado y dotado de una omnipotencia absoluta. Partes de su self quedan revestidas de esas cualidades que impregnan a su vez a los vínculos que mantienen con los objetos externos. Para decirlo en otras palabras, el yo del maníaco se proyecta dentro de un objeto interno idealizado y omnipotente con el cual se identifica proyectivamente, y desde dentro de dicho objeto interno trata con desprecio y sentimientos de triunfo al objeto externo. Se desprende de todo lo dicho que el maníaco se caracteriza por mantener una seudoidentidad precaria y superficial, por medio de la utilización de los mecanismos de identificación proyectiva, negación, omnipotencia e idealización. En los melancólicos, la identidad queda perturbada muy frecuentemente por el tipo particular de identificación que establecen con el objeto perdido. Por medio de dicha identificación tienden a incorporar atributos, gestos o actitudes del objeto y, en ocasiones, asumen los síntomas de su enfermedad. Abraham (1), uno de los primeros discípulos de Freud, relata cómo encaneció pasajeramente a raíz de la muerte de su padre que tenía la cabellera y la barba blancas. Freud (6) cita el caso de un niño que, profundamente apenado por la muerte de su gato, se identificó totalmente con él. Declaró haberse transformado en dicho animal y comenzó a andar en cuatro patas, negándose a sentarse a comer a la mesa. La clásica frase "la sombra del objeto cae sobre el yo" representa gráficamente la alteración de la identidad del melancólico, al asumir la identidad del objeto abandonado o perdido. La personalidad "como si" (as i f ) fue estudiada especialmente por Helen Deutsch (4). Se trata de individuos aparentemente normales, con capacidad intelectual intacta y expresiones emocionales que parecen adecuadas; pero algo indefinible se interpone entre ellos y sus semejantes que hace que los demás se pregunten: ¿qué les pasa? Las personas "como si" no tienen conciencia de su problema ni de la extrañeza que provocan en los demás. Los vínculos afectivos que parecen normales derivan de una actitud imitativa, ya que no sienten calor ni afectos y se nota la falta de autenticidad en su conducta. Captan fácilmente las señales del mundo externo y procuran adaptarse a ellas, pero sin experimentar profundamente 111
los mol ¡vos que podrían justificar su respuesta. Hay una falta de individualidad y originalidad en sus reacciones. Carecen de principios asimilados y de ideologías. Si manifiestan algunos, son reflejos de otros que asumen por imitación o comodidad. Se someten fácilmente a influencias ajenas; son sugestionables debido a la pasividad que demuestran en sus relaciones con los demás. Presentan trastornos en el proceso de sublimación e imposibilidad de sintetizar las distintas identificaciones en una personalidad integrada y singular. Lo que caracteriza específicamente a las personalidades "como si" es el peculiar trastorno de identidad con falta de relaciones estables e identificaciones compatibles. La personalidad ambigua, tal como la describió Bleger (3), está caracterizada por su indiferenciación que equivale a decir "déficit de discriminación y de identidad, o déficit de diferenciación entre yo y no-yo". Esta personalidad configura una organización peculiar con un yo cambiante que no tiene falta del sentido de realidad, sino que tiene "otro sentido de la realidad" distinto al del individuo normal. Hay coexistencia de una multiplicidad de núcleos que no se han integrado y alternan entre sí sin dar lugar a confusión ni contradicción. El yo de la personalidad ambigua no es un yo definido o "cristalizado"; sé halla superpuesto o "fusionado" (con los objetos). El sujeto ambiguo toma rápidamente como propias ideas o actitudes diferentes de distintos objetos. Bleger compara la personalidad ambigua con la personalidad "como si" descripta por H. Deutsch, con la que se superpone en muchos aspectos. Creemos que este tipo de personalidades ambiguas, "como si", la de impostor, etcétera, así como las "personalidades múltiples" que presentan rasgos esquizoides, histéricos y psicóticos pronunciados, se caracterizan por trastornos peculiares de su identidad con falta de relaciones estables. Lo que parece inclinar la balanza hacia el déficit en el proceso evolutivo es el predominio y la calidad de las identificaciones proyectivas utilizadas por estos pacientes, que dan como resultado actitudes imitativas y seudoidentificaciones en lugarde identificaciones asimiladas. Freud (7) señala precisamente que "cuando tales identificaciones llegan a ser muy numerosas, intensas e incompatibles entre sí, se produce fácilmente un resultado patológico... El secreto de los casos llamados de 'personalidad múltiple' reside quizás en que cada una de tales identificaciones atrae hacia sí, alternativamente, a la conciencia. Pero aun sin llegar a ese extremo pueden surgir conflictos entre las diversas identificaciones en las que el yo queda disociado". Así como el medio externo puede proveer las condiciones necesarias para el desarrollo y consolidación del sentimiento de identi112
dad (vínculo de integración social), también puede perturbarlo y anularlo hasta límites insospechados. Las estructuras del yo necesitan estímulos como alimento para su mantenimiento. Gilí y Rapaport (8), estudiando sujetos en condiciones de privación de estímulos en cámaras oscuras y silenciosas con las posibilidades de movimiento reducidas al mínimo, comprobaron que: 1) los individuos acusaban una gran disminución en su capacidad de seguir secuencias mentales ordenadas y presentaban fantasías autistas, y 2) la información verbal repetida en esas condiciones, sobre un fondo carente de estímulos, produjo enorme impacto y la tomaron como una "verdad", manteniéndose su efecto durante varias semanas después de finalizada la experiencia. Del mismo tipo son los procedimientos usados para los "lavados de cerebro" que pueden convertir al individuo en un autómata a las órdenes del medio. Por ejemplo: 1) falta de un retiro privado donde la persona no pueda ser observada; 2) constante lluvia de determinadas informaciones y órdenes; 3) idioma simplificado a órdenes, sin connotaciones de expresión individual; 4) saboteo de la memoria, destruyendo libros y archivos que son reemplazados por una nueva versión adaptada a las circunstancias del momento, lo que provoca una pérdida de la continuidad con el pasado; 5) fomento del miedo a un castigo desconocido. En los campos de concentración, el procedimiento para convertir a los individuos en autómatas fue crear "situaciones extremas" de necesidad y peligro, y ataque a la identidad. En tales condiciones de extrema necesidad, el sujeto concede a quien gratifica un mínimo de sus necesidades, un poder tal que significa esclavitud y pérdida total de la autonomía. El ataque a la identidad opera por la regresión inducida y la vuelta a la dependencia infantil de una autoridad arbitraria. A eso se agrega la falta de información general y de estímulos, y una corriente continua de información humillante. La privación contribuye a la derrota de la autonomía, aumentando la necesidad y procurando un fondo adecuado al impacto constante y avasallador del medio, cuyas informaciones intencionadas, en ausencia de otros estímulos, se hacen tan poderosas que ponen al individuo a su merced. Queremos insistir entonces en que los trastornos del sentimiento de identidad se presentan no sólo como consecuencia de los conflictos internos del individuo, sino como producto de sus relaciones conflictívas con los seres del mundo que lo rodea y de los estímulos patógenos que inciden sobre él. En los últimos tiempos, importantes investigaciones marcaron la influencia preponderante ejercida por el ambiente de la familia en el origen y agravación de la enfermedad mental del individuo. El paciente neurótico o psicòtico suele ser el depositario de las ansiedades y culpas persecutorias de su grupo familiar. 113
Ilii valioso estudio realizado por un equipo de investigadores (',',) demostró la influencia nociva del tipo de comunicación denominada de "doble vínculo" (comunicación falseada con incongruencia de los metamensajes) entre los miembros de la familia del esquizofrénico, que contribuye a la génesis de su trastorno. El niño somelido a esa relación de "doble vínculo" con sus padres, se encuentra en una situación paradójica cuando se lo obliga a responder a dos (¡pos de actitudes parentales que son incompatibles entre sí. Por ejemplo, se le exige que afirme su personalidad y al mismo tiempo se le impone obediencia absoluta. Este tipo de conducta familiar, llena de incongruencias, determina que el niño "busque una salida" en la enfermedad con el inevitable colapso de su sentimiento de identidad. Muchos de los niños delincuentes o psicópatas provienen de hogares en que fueron sometidos a reiteradas experiencias de abandono y maltrato por parte de sus padres. Su conducta antisocial es una forma de venganza y de ataque contra una sociedad que con sus incongruencias ha gravitado en el desencadenamiento de la enfermedad familiar y de la propia. Al examinar el problema de la identidad no podemos separar la crisis de identidad de la vida individual y las crisis contemporáneas en el desarrollo social, porque unas y otras contribuyen a definirse recíprocamente (5). SINTESIS En este capítulo hemos pasado somera revista a las expresiones de los trastornos del sentimiento de identidad y de sus vínculos de integración espacial, temporal y social en algunos cuadros clínicos neuróticos y psicóticos, como ser: estados confusionales, autismo, simbiosis, esquizoidías, despersonalización, psicopatías, manía, melancolía, ambigüedad y personalidades "como si". Destacamos asimismo las influencias perturbadoras del ambiente exterior, sea por la acción de estímulos nocivos o por la privación de estímulos, en el desencadenamiento de enfermedades mentales, transitorias o permanentes, que comprometen seriamente la identidad de los individuos. Finalmente, señalamos el efecto patógeno del grupo familiar y de la sociedad sobre sus integrantes enfermos, a quienes hacen depositarios de sus ansiedades y conflictos. La conducta familiar, por medio de la comunicación falseada e incongruente del "doble vinculo", obliga al individuo a buscar la solución en la enfermedad iiicnlal, con el consiguiente deterioro de su identidad. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS I) AI>IHIIM.III, K.: " Hirve estudio de la evolución de la libido a la luz de los ii.iniiiinuü meiilales" en Psicoanálisis clínico. Buenos Aires, Hormé, 1961.
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2) Bateson, G.; Jackson, D.; Haley, J. y Weakland, J.: "Toward a theory of schizophrenia". Behavioral Science, I, 251-264, 1956. 3) Bleger, J.: Simbiosis y ambigüedad. Estudio psicoanalitico. Buenos Aires, Paidós, 1967. 4) Deutsch, H.: "Algunas formas de trastorno emocional y su relación con la esquizofrenia". Rev. de Psic., XXV, 2, 1968. 5) Erikson, E. H.: Identidad, juventud y crisis. Buenos Aires, Paidós, 1971. 6) Freud, S.: Psicología de las masas y análisis del Yo. S.E. XVII. 7) Freud, S.: El Yo y el Ello. S.E. XIX. 8) Gilí, M. y Rapaport, D.: Aportaciones a la teoría y técnica psicoanalítica. México, Pax, Asoc. Psic. Mexicana, 1962. 9) Grinberg, L.: "Aspectos regresivos y evolutivos de los mecanismos obsesivos: el control omnipotente y el control adaptativo". Rev. de Psic., XXIV, 1967. 10) Mahler, M.: "Autismo y simbiosis: dos trastornos extremos de la identidad". Iiev. de Psic., XXVI, 1, 1968. 11) Rosenfeld, H.: "Notas sobre la psicopatologia de estados confusionales en las esquizofrenias crónicas". Rev. Urug. de Psic., XI, 4, 1969. 12) Segal, H.: Introducción a la obra de Melanie Klein. Buenos Aires, Paidós,, 1965.
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CAPÍTULO
IX
UN CASO DE PERTURBACION TRANSITORIA DE 1,A IDENTIDAD: DESPERSONALIZACION *
I Es sabido que durante el desarrollo de la neurosis transferencial el paciente revive sus conflictos arcaicos, pero esta vez referidos a la persona del analista; repite así, no sólo los impulsos y angustias incluidos en aquellos conflictos, sino también las defensas específicas con que su yo intentó luchar contra ellos. Por lo común, el tipo de neurosis de transferencia que desarrolla el paciente responde al tipo de neurosis que lo llevó al análisis; por lo tanto, el enfermo seguirá en la transferencia una línea obsesiva, paranoica o depresiva, de acuerdo con su enfermedad. Por otra parte, ya se ha dicho que el problema de la elección de la neurosis se encuentra estrechamente ligado al de la elección de los mecanismos de defensa; y, en última instancia, sabemos que el análisis de los mecanismos defensivos contribuirá eficazmente a desentrañar la naturaleza de los conflictos. Durante la evolución del tratamiento, y en la medida en que progrese el análisis de la situación transferencial, se apreciarán cambios evidentes en las características sintomáticas del material y se modificarán, incluso, los aparentemente rígidos mecanismos de los planos superficiales. El objeto de este capítulo consiste, precisamente, en exponer las alternativas de un fenómeno de despersonalización y extrañamiento que apareció en un enfermo después de un tiempo de tratainienio, con características especiales en lo que a su modo de presentación y evolución se refiere. Consistían en estados transitorios, de aparición exclusiva en el curso de las sesiones analíticas en directa * Grinberg, León (10). 116
relación con la situación transfcrencial, surgiendo como una reacción defensiva frente a la intensidad de sus conflictos reactivos, e influenciables por las interpretaciones.
II Se trata de un paciente de treinta y cuatro años de edad, inteligente y bien parecido, aquejado por un problema de impotencia aparecido desde los primeros contactos sexuales con prostitutas; a esto se agregaba una ereutofobia y tics consistentes en movimientos bruscos de cabeza y hombros, con compulsión a tocarse los ojos y la boca. En relación con el primer síntoma, manifestaba sentirse profundamente amargado por su inferioridad sexual porque le originaba enormes dificultades en el plano social y en los demás aspectos de su vida. En consecuencia, se sentía embargado por una depresión que consideraba insuperable ante el pesimismo con que vivía su problema. Experimentaba ansiedad toda vez que participaba en una reunión por pequeña e íntima que ésta fuera y aun cuando conversaba a solas con un amigo. Su temor constante era que surgiera en la conversación alguna referencia sexual porque de inmediato percibía el enrojecimiento de su rostro. Le angustiaba la idea de que pudieran descubrir que era impotente, y que por ello lo despreciaran y ridiculizaran. Las dificultades de su potencia consistían en pérdida de la erección y retardo o imposibilidad de llegar a la eyaculación. Respecto de los trastornos de su capacidad eréctil solía utilizar expresiones, cada vez que se refería a ella, que indicaban su relación con el proceso de despersonalización que estudiamos. Decía, por ejemplo, que "el pene se le moría" al introducirlo en la vagina y que dejaba de percibirlo, como si ya no le perteneciera. Su conflicto con la vagina se debía a la reviviscencia de sus primitivas frustraciones orales frente al objeto, como se verá más adelante en el material. Para su inconsciente, su pene adquiría el significado de una boca hambrienta que amenazaba a la vaginapecho con la destrucción y, a la vez, lo identificaba con el objeto frustrador (pecho vacío que no da leche) que sufría las consecuencias de su sadismo oral proyectado sobre la vagina-boca. El paciente es el tercero de cuatro hermanos: una hermana, siete años mayor, el que le precede, varón, le lleva cinco años, y la menor, nació cuando él contaba un año y medio. Poco antes de que naciera la hermana, el padre dejó a la familia en el extranjero y se trasladó a nuestro país. La separación duró tres años al cabo de los cuales se reunieron con él. Durante la ausencia de su padre, recordaba que su madre no le prestaba mucha atención, atareada por mantener el hogar y atender a la hermanita. Por otra parte siempre había demostrado preferencia por su hermano, obeso en la actualidad, a quien consideraba dotado de las mejores cualidades 117
y liarla objeto de sus mimos. Sus esperanzas de encontrar una compensación afectiva por parte de su padre se vieron frustradas porque éste no sólo resultó ser un hombre frío y reservado en sus afectos, sino que además era sumamente severo y exigente; sólo con la hermana menor se permitía, de vez en cuando, algunas manifestaciones cariñosas. Intolerante e irascible, solía reprenderlo ante la mínima falta y recuerda castigos violentos ante el fracaso en sus estudios por su dificultad en aprender (repitió los primeros grados). Sus ulteriores referencias a su madre la describían como una mujer simple, sufrida, totalmente sojuzgada por el padre y que, según la expresión del paciente, "no cortaba ni pinchaba" en la casa. A raíz de su muerte, ocurrida durante el transcurso del tratamiento y con posterioridad a la aparición de los brotes de despersonalización, manifestó que a veces tenía la impresión de que su madre estaba muerta desde mucho tiempo atrás. No pudo dar datos respecto de cómo había sido su lactancia, pero su vivencia era "que lo poco que su madre tenía para dar, lo había dado íntegramente a sus hermanos sin que quedara nada para él". Durante los primeros meses de su análisis, el paciente presentó una conducta predominantemente obsesiva con dificultades en la asociación libre y con la utilización de los típicos mecanismos de aislamiento y anulación. Además, sus sesiones transcurrían de acuerdo con un molde rígido en que tanto la actitud en el diván, como el tono de su voz y hasta la naturaleza del material se repetían con una monotonía continua. Cuando se profundizó el análisis de la situación transferencial, fueron cediendo sus anteriores actitudes y aparecieron, primero en forma esporádica y luego con mayor frecuencia, las reacciones de despersonalización que ocurrían exclusivamente durante las sesiones con las peculiaridades que pasaré a describir. En un momento dado de la sesión, y consecutivamente a una interpretación, o bien en virtud de determinadas asociaciones que le repercutían hondamente, interrumpía bruscamente su exposición quedando en silencio; al cabo de unos instantes, manifestaba que se sentía invadido por una sensación muy extraña y que tenía dificultades para hablar debiendo realizar grandes esfuerzos para articular las palabras. Le asustaba escuchar su propia voz; sentía que no era la suya, como si proviniese de otra persona, y aún lo que decía le parecía no tener sentido como si se tratara de un idioma extraño para él; otras veces tenía la impresión de que su voz venía de tan lejos que la distancia le impedía entender el significado de las palabras. A esto se agregaba, como fenómeno constante y de mayor repercusión, una alteración de la percepción consistente en la sensación de alejamiento de los objetos; sentía que el cuadro que tenía delante de su vista se distanciaba progresivamente hasta que su tamaño quedaba muy reducido y sus contornos borrosos. En otras 118
ocasiones, no sólo el cuadro sino también las paredes de la habitación eran las que se alejaban, y tenía entonces la impresión de quedar flotando en el vacío. Percibía simultáneamente alteraciones corporales consistentes en sensaciones de agrandamiento o disminución de distintas partes del cuerpo. A veces, decía sentirse como muerto o como si partes de sí mismo se le hubieran desprendido. En un comienzo, el fenómeno solía ser bastante fugaz, pero posteriormente su duración se prolongaba hasta el término de la sesión, a menos de que se interrumpiera por el efecto de una interpretación adecuada. La primera aparición del síntoma en el análisis fue vivida por el paciente con sorpresa y perplejidad, pero sin angustia. En esa oportunidad tan sólo constató las alteraciones de su yo perceptor frente al mundo externo; luego se agregaron las sensaciones de extrañeza por modificaciones sufridas en su esquema corporal. Hasta ese entonces, la mayor parte de su material consistía en quejas con respecto a su impotencia y a las dificultades que encontraba en sus escasas relaciones con prostitutas; resultaba llamativa la poca referencia al material sexual infantil y a sus fantasías masturbatorias que, por otra parte, habían estado casi totalmente reprimidas. En la transferencia se sentía inferiorizado ante mí y pensaba que yo lo despreciaba y rechazaba por considerarlo poco culto e incapaz de una buena actuación social. Atribuía su incapacidad a su problema sexual. Me veía —como a su padre— severo, exigente y poco afectuoso para con él. Además, no creía merecer mi afecto. En las raras ocasiones en que se atrevió a expresar algún pensamiento agresivo contra mí, sentía gran temor por mi reacción y tendía a anularlo. Paulatinamente, fue comprendiendo que su conducta obsesiva tenía por objeto aislar el afecto de sus vivencias transferenciales, y entonces apareció material homosexual en sus asociaciones. A partir de ese momento, fueron modificándose sus actitudes en el análisis y surgieron los mecanismos de despersonalización descritos anteriormente.
III Para la mejor comprensión de la estructura y significación de este proceso, comenzaré transcribiendo una de las sesiones que podemos tomar como modelo. (Silencio inicial) . . . "Me siento muy confuso, cansado y como si me faltara la respiración. Pensé si me encontraría bien de salud, si tendré buenos pulmones, cómo funcionará mi corazón, cómo estarán mis restantes órganos . . . Nuevamente se me ocurrió que usted se desentiende de mis problemas, que cree que no vale la pena ocuparse de mí; hasta lo estuve insultando pero, es curioso, no 119
|,i¡t«iitt ic|niii ION insultos porque ya no los recuerdo. (Queda en «límelo) . . . O l í a vez siento que se aleja el cuadro y la cortina Me rúenla hablar .. .Ayer tardé mucho en dormirme, fantaseaba nobrr Irmas sexuales y temía tener una polución, que efectivamente luvr después. No recuerdo qué soñé pero era algo sexual . . .Siento algo raro en la boca, como si la lengua realizara un movimiento rítmico que no puedo dominar; pienso que puede representar un arto masturbatorio .. .Ayer tuve que ir a la casa de mi tío para quedarme unas horas; no había nadie . . . Q u é raro, al mencionar a mi tío sentí una sensación extraña en la frente, como si hubiera aumentado de tamaño . . .ahora se extiende a la cabeza y todo el cuerpo . . .Es como si me viera desde afuera que me estoy agrandando cada vez más ...Bueno, cuando estaba en esa casa vacía luve deseos de masturbarme y era algo que me evocaba una situación anterior . . . la época de mi infancia, cuando me masturbaba. Subí a la habitación de arriba, tal como la que había en la casa donde vivía de chico, y allí me recosté sobre una cama. No me masturbé a pesar de lo excitado que me encontraba, pero experimenté una sensación rara en la boca como la que le referí antes .. .Me olvidé de decirle que al subir vi un gato que se escapó y eso me trajo recuerdos de algunos juegos sexuales con animales .. .Ahora que le digo esto recuerdo que soñé con animales feroces y que había algo sexual con ellos .. .De nuevo siento que las cosas se alejan y me voy quedando en el vacío.. Ahora me siento aturdido . . . no consigo tener el dominio de lo que digo . . . ni siquiera entiendo. Ahora siento que es la boca la que se agranda, parece una cavidad inmensa . . .Pero lo raro de todo esto es que lo vivo como si le sucediera a otra persona en lugar de a mí m i s m o . . . " Como antecedentes inmediatos de esta sesión citaré los siguientes datos: últimamente, y en relación con el material aparecido, le había interpretado que su posición en la vida era la de quien esperaba recibir algo pero sin atreverse a pedirlo por considerarse sin derechos para hacerlo, o por temor a verse defraudado; al poco tiempo me expresó su deseo de aumentar el número de sus sesiones y al no poder satisfacerlo en forma inmediata le aclaré que lo haríamos a la brevedad posible. Mi negativa fue vivida por el paciente como un rechazo que reactivaba las primitivas frustraciones a las que se encontraba fijado, y comenzó la hora analítica siguiente con un silencio prolongado que sólo interrumpió cuando se lo relacioné con su vivencia de frustración. Con su silencio me expresaba que me seguía esperando; por otra parte, representaba una UaiiNacción entre su resignación y su protesta. Desde el punto de viHia de la dinámica de la interpretación, ésta tuvo por objeto Inicrrk consciente que su silencio expresaba una necesidad y que iidrinri* implicaba una protesta. Manifestó, entonces, que se sentía 11 mi uso y c ansado; reconoció su cansancio por la espera prolongada 120
(por todo lo que tuvo que esperar infructuosamente en su vida), y se sentía confundido por el sentimiento de protesta que acababa de concientizar. Sus ulteriores referencias mostraron la preocupación y extrañeza hipocondríacas respecto de sus órganos, lo que en sí ya constituía un anticipo del estado de despersonalización que luego afloraría plenamente. Por medio de la autoobservación hipocondríaca hacía un reconocimiento de sus necesidades corporales insatisfechas y de los órganos que, en consecuencia, habrían quedado dañados. La falta de aire representaba no sólo la frustración que había sufrido por parte del objeto, sino también su pérdida; y el órgano afectado —el respiratorio—, tan estrechamente ligado a la oralidad, era la parte de su self dañada por dicha pérdida. La referencia al corazón significaba que, como resultado de esta pérdida parcial de su self, por faltarle el objeto, ya no podría percibir afectos. Frente a los conflictos removidos surgió la reacción hipocondríaca '*. Al desplazar sobre los órganos su lucha con el objeto —vivido como perseguidor— se atrevió a encarar directamente el aspecto transferencial de su conflicto que, en un primer plano, surgió con un contenido agresivo que implicaba una identificación con el agresor en la medida en que la frustración fue vivida como un ataque. Pero los insultos representaban, por otra parte, su protesta a gritos; mejor dicho, su tentativa ele protestar a gritos, porque éstos fueron ahogados e inmediatamente olvidados. La represión de los insultos tenía el sentido de preservar al objeto ante el peligro de destruirlo y perderlo definitivamente, repitiendo su situación de frustración. Por otra parte, existía un aumento de su ansiedad determinada por la amenaza retaliativa del objeto presumiblemente agredido que se transformaba de este modo en perseguidor. Ante la agudización de sus temores, recurrió a un mecanismo más regresivo para protegerse del incremento de angustia y surgió entonces la despersonalización. Se manifestó por la sensación de alejamiento de los objetos del ambiente y representaba una regresión a su situación traumática infantil. Volvía a convertirse en un niño y veía la habitación con sus dimensiones alteradas, con la misma perspectiva con que habría visto las habitaciones en su infancia. Sentía que se había achicado en relación a lo que lo rodeaba. AI notar su dificultad para hablar, era como si hubiera reconocido que lo que le estaba ocurriendo en estos momentos ya lo había experimentado en una época anterior, de muy niño, cuando aún no sabía hablar. Tardó mucho en dormirse: reproducía la situación del niño frustrado oralmente que no podía conciliar el sueño a causa del hambre. Tenía la necesidad de ser amamantado para poder dormirse rápida* Tausk (17) la considera una defensa contra el exceso de carga libidinosa; por ese mecanismo el yo se defiende y considera al órgano alterado como algo ajeno a su integridad corporal.
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>.i< t<< |i(M ruó ími tascó sobre temas sexuales que, de acuerdo con i! 11 t-i 111 IHI apollado, representaban contenidos orales, temiendo que « |niMlu)na la polución. Lo que en realidad temía era que no se I ti 11<) 111< • t »i la polución, es decir, no obtener la gratificación oral amiiiilii; finalmente la consiguió mediante la alucinación del pecbo (ii.iiiliculoi'. (En otro plano, la polución se relacionaba con su t e m o r de sufrir la retaliación del objeto.) Al referir estas vivencias, «pie inconscientemente expresaban la búsqueda del placer oral, experimentó la sensación rara en la boca consistente en el movimiento rítmico de la lengua que comparó a un acto masturbatorio y que por los movimientos de la succión reproducían el amamantamiento. Sus ulteriores secuencias asociativas revelan ya más profundamente los contenidos de la fantasía que le angustiaba y que determinaron la aparición, en la sesión, de los procesos defensivos. Se debía fundamentalmente a la correlación que estableció entre su situación traumática infantil, reproducida regresivamente al comienzo de la sesión y la vivencia transferencial experimentada en el momento actual. Mencionó que fue a la casa del tío y que estaba vacía, no había nadie: la casa vacía lo representaba a él mismo sin sus objetos, sin su madre que lo atendiera y alimentara y sin el padre que lo había abandonado (el tío ausente). Al nombrar a su tío, proyectado en la figura del analista, sintió que todo su cuerpo aumentaba progresivamente de tamaño y le pareció que contemplaba su agrandamiento desde afuera. Representaba, en parte, el crecimiento de su yo infantil. En otro plano, y dada la relación ambivalente con la significación paterna y superyoica de la imagen tío-analista, se reactivaron sus angustias de castración ante el contenido de sus fantasías masturbatorias. Ello provocó la sensación de agrandamiento compensatorio de su cuerpo que se convertía así en un gigantesco pene que entraba en erección al aparecer su tío en el campo de sus asociaciones para contrarrestar la amenaza punitiva que éste le sugería. La reactivación de sus angustias frente al superyó determinó que se reavivara su sometimiento homosexual ante él mismo. Sintió' deseos de masturbarse evocando situaciones análogas de su época infantil, pero no llegó a hacerlo y en su lugar experimentó la sensación en la boca que reprodujo al comienzo de la sesión. La represión de la masturbación se debió a la captación de su significado' homosexual y de sus contenidos oral-sádicos. Durante el transcurso de la sesión llegó a percibir que sus fantasías del día anterior, en el presente, eran experimentadas con más intensidad y hacia un objeto real y cercano: el analista. El resultado fue un incremento en su ansiedad; por eso olvidó referir que mientras subía hacia la habitación alcanzó a ver un gato que se escapaba: eran sus impulsos sádico-orales rechazados. Asoció a continuación con juegos sexuales realizados ion animales y recordó el sueño reprimido en cuyo con122
tenido manifiesto aparecía una situación erótica con animales feroces. Expresaba su actitud homosexual destinada a aplacar la peligrosidad de las figuras superyoicas, entre ellas la del analista. Se había movilizado la angustia ligada a los conflictos latentes condicionados por la siguiente serie: fantasías edípicas —amenaza de castración— sometimiento homosexual. Los animales feroces representaban, por otra parte, sus impulsos agresivos que, al no ser tolerados, fueron reprimidos. Todo ello determinó que apareciese de nuevo la sensación de alejamiento, por medio de la cual no sólo rechazaba y proyectaba aquellos aspectos de su yo que entraron en conflicto con el objeto y que contenían las tendencias orales condenadas, sino que también significaba volver a la situación primitiva de quedarse en el vacío. Se sintió aturdido: era debido a la confusión que le producía notar que se le alejaban y perdían los límites de su yo, y no poder discriminar la distinción y separación entre él y el objeto. A continuación percibió que la boca se le agrandaba hasta transformarse en una cavidad inmensa, todo su yo se convertía en una boca enorme y vacía como expresión magnificada de su yo totalmente frustrado, y como una tentativa de identificarse con el objeto frustrador —el ambiente que le rodeaba— para alterar sus proporciones. En otro plano, representaba su fijación oral pasiva al pene del analista - tío padre. Y, como no podía admitirla, la proyectaba atribuyéndola a otra persona. La fantasía básica de esta sesión, apoyada en las vivencias inmediatas anteriores, podría resumirse y expresarse mediante las modificaciones de su yo corporal sufridas en dos momentos de la sesión: el agrandamiento del cuerpo que representaba el pene gigante y el aumento de la boca que estaría destinada a recibirlo. La formulación boca-pene expresaba su relación con el objeto, con los distintos contenidos y defensas que aparecieron durante el curso de la sesión transcripta.
IV Durante un período de su análisis en que este tipo de fenómenos se repetía con cierta frecuencia, pero alternado con las manifestaciones obsesivas características de la primera época, pude comprender la relación existente entre ambas expresiones sintomáticas y por qué se sucedieron en ese orden cronológico, en la medida en que se atrevía a acercarse más directamente a los objetos. Aunque dejaré para más adelante el estudio comparativo de ambos tipos de procesos, señalando sus elementos comunes y la razón por la que los mecanismos obsesivos fueron sustituidos por los de la despersonalización, citaré tan sólo el hecho de que al comienzo de 123
•,u tratamiento, impresionaba como un ser totalmente desprovisto de .sentimientos o emociones. Ya me referí antes a las actitudes rígidas que asumía en el diván y a la monotonía de su voz; aun su rostro aparecía a menudo como carente de toda expresividad. Si tuviera que definir la modalidad de su vinculación conmigo en aquel entonces, diría que se exteriorizaba por palabras que expresaban exclusivamente pensamientos pero no afectos; y cuando alguno de dichos pensamientos encerraba un contenido que lo aproximaba al objeto tendía a bloquearlo; quedaba entonces en silencio y al cabo de algunos minutos manifestaba que se había olvidado lo que quería decir y continuaba con una secuencia muy distinta a la anterior. Ese tipo de bloqueo se repetía frecuentemente, y de ningún modo podía ser confundido con las oscilaciones y cambios bruscos en el contenido del material observables en el curso de las asociaciones libres. Se desprendía de esta forma de actuación su profundo temor de conectarse con los objetos del mundo externo; sólo lo hacía por medio de gestos y palabras comunes que representaban únicamente las partes más periféricas y superficiales de su yo. Frente a algunas de estas actitudes, mi impresión contratransferencial era de que si pudiera despojarlo de su revestimiento externo en lugar de descubrir los contenidos presumiblemente ocultos tras esa fachada, me hubiera encontrado ante la nada, como si se tratara de un maniquí hueco; estaba captando de este modo su vacío interior, que después pude comprobar nítidamente en su material *. Paulatinamente fue modificando su conducta y se atrevía a sentir y reconocer sus afectos; parecía experimentarlos por primera vez, dada la perplejidad con que los vivenciaba: constituían las primeras expresiones de extrañamiento, aunque en aquel momento no alcancé a apreciarlas como tales. Pero cuando la naturaleza de sus afectos adquiría una tonalidad francamente libidinosa o agresiva procedía de inmediato a su anulación o volvía a bloquearse. Su relación conmigo se tornaba cada vez más estrecha y por momentos resultaba llamativa la vivacidad de algunas de sus expresiones. La frustración por parte de sus primitivos objetos condicionaron su aislamiento frente a aquéllos del mundo externo sobre los que proyectaba los internos, ante el temor de repetir sus traumáticas experiencias; por lo tanto siempre había tratado de poner distancia entre él y aquellos objetos. Uno de sus mayores conflictos residía en no saber cómo acercarse al objeto sin destruirlo o ser destruido por él. Esta era la consecuencia de la intensa frustración oral que condicionaba su temor a ser dañado, proyectando sobre el objeto sus propios impulsos de devorar y destruir (aunque ya se ha señalado que esto último es la defensa frente a la angustia de ser devorado por el hambre) . * Mi sentimiento contratransferencial correspondía también a la captación del hiiiiln
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Cada vez que el paciente percibía que podía llegar a conectarse conmigo, experimentaba la necesidad de recurrir a una alteración de su distribución libidinosa, en un esfuerzo por evitar la emergencia de aquellas tendencias que podrían conducirlo a una situación catastrófica; para su inconsciente la catástrofe estaba representada por un aniquilamiento no sólo de su 70 sino también del objeto con quien entraba en contacto, y la forma de salvarse de ese desastre era utilizar una solución transaccional constituida por la pérdida temporaria de los núcleos parciales de su seíf vinculados a dicha relación objetal.
V El material ligado a las primitivas frustraciones orales era el que más frecuentemente provocaba la eclosión del fenómeno. A raíz de haber fracasado en una reciente experiencia sexual, llegó a la sesión deprimido y se refirió a las distintas circunstancias en que percibía encogimiento de su pene. A continuación relató el siguiente sueño: "Estaba en una azotea y me ponía unos perritos dentro del pantalón que me succionaban y mordían el pene. Me causaba placer y dolor". Asoció que la azotea le recordaba el lugar donde se había masturbado, con fantasías basadas en relatos de que en las casas de placer las parejas tenían relaciones sexuales al mismo tiempo que comían y que el placer de la comida era equivalente al sexual. Llegaba al orgasmo imaginando que masticaba algo con fruición, sin saber especificar qué era. Manifestó, luego, que en ocasión de su fracaso sexual había percibido conscientemente su temor a introducir el pene, ya que éste "moría dentro de la vagina". Debía retraer el pene que, como boca peligrosa, amenazaba destruir al objeto. Por otra parte, atribuía al genital femenino el poder succionar y triturar su pene (por proyección de sus tendencias destructivas) y sentía que éste "moría un poco para no morir del todo". Le ocurría con su pene lo que experimentaba con algunas de sus vivencias psíquicas y corporales durante los brotes en que se despersonalizaba: se trataba de pérdidas parciales y de poca duración para salvarse de la pérdida total y definitiva. Por esta razón, la impotencia le significaba, en un plano, una forma de despersonalización limitada a su yo-pene en ocasión en que éste entraba en relación con el objeto-vagina. En un momento dado recordó el fragmento de otro sueño en que veía a una criatura mamando de un pene. Se interrumpió bruscamente y con dificultad me comunicó que había fantaseado que se daba vuelta sorpresivamente y me encontraba con el pene descubierto. A partir de este instante, manifestó que los objetos se le alejaban y percibía que su cuerpo se empequeñecía a la vez que sentía extrañamiento frente a la tonalidad 125
de su voz. La fantasía transferencial, basada en los sueños y en el material asociativo, volvía a colocarlo dentro del circuito peligroso de dañar y ser dañado, sin otra salida que la despersonalización. Es interesante destacar que la sesión comienza con referencias al encogimiento del pene, y finaliza con un "encogimiento de su self psíquico y corporal" frente a la ansiedad determinada por el acercamiento al analista. El mecanismo de proyectar sus tendencias, surge con claridad en este otro sueño: "Estaba con M (su novia) y en un momento dado se acercó y quiso besarme en la boca; sentí un pánico intenso y la rechacé con un gesto. Me pareció un bicho que quería prenderse de m í . . . como una sanguijuela... como si quisiera chupar la sangre.. .; la veía como algo voluptuoso pero que me despertaba temor". Asoció con una sobrinita suya que solía hacerle efusivas demostraciones de cariño y a veces en forma tan exagerada que no se desprendía de él. Recordó, luego, haber visto a su cuñada amamantando al bebé y le pareció que no debía mirar sus senos que lo excitaban e impresionaban. Al notar que hablaba con mucha dificultad, se lo señalé y me aclaró, entonces, que no podía emitir las palabras porque percibía un obstáculo en la boca, como una barrera, que impedía su salida; al mismo tiempo, tenía que realizar grandes esfuerzos para abrir la boca, porque sentía que un impulso extraño lo obligaba a mantenerla cerrada. Agregó en seguida que los objetos se distanciaban y que tanto él como las cosas que le rodeaban e inclusive la situación en sí le parecían muy extrañas. Cuando aparecía el trastorno del lenguaje, que se repetía con cierta frecuencia, la emisión de la voz y la pronunciación de las palabras se le tornaban sumamente difíciles; no se trataba de un tartamudeo sino más bien de un silabeo; las palabras surgían entrecortadas y a veces con marcadas pausas entre una y otra letra. Al cabo de unos minutos de haberle aparecido la sensación de extrañamiento, le señalé que estaba vinculado al contenido del sueño y expresaba su defensa frente al temor de sentirse una sanguijuela ante quienes quería acercarse afectivamente y que temía vivir esa situación conmigo; por eso había experimentado la dificultad para abrir la boca y el impulso de mantenerla cerrada. Quedó en silencio y por su actitud me di cuenta de que la sensación le persistía; me dijo entonces, con mayor dificultad para hablar que antes, que mi voz también le resultaba extraña y parecía provenir de la lejanía, y que no llegaba a comprender qué le decía. Reparé, esta vez con mayor atención, en el gran esfuerzo que realizaba para expresarse, y pude comprender más claramente que sus palabras no representaban sólo un medio para dar expresión al contenido de sus ideas (en este momento angustiantes) sino que representaban directa y concretamente esas mismas tendencias y los objetos ligados a ellas. La barrera que percibía en su boca era el obstáculo que quería oponer 126
a la emergencia de dichos impulsos. Las pausas entre las palabras, las sílabas entrecortadas y aún la separación entre las letras, se debían a la tentativa de aislar y separar los distintos núcleos de su yo, tal como ocurría en el mismo proceso de despersonalización, en que unos aspectos yoicos se desconectaban y perdían relación con los demás ante quienes aparecían como extraños. (También significaba u n esfuerzo para reintegrar su personalidad, una vez despojado de sus contenidos angustiantes.) Cuando completé la interpretación, agregando la significación de su dificultad para hablar, el fenómeno desapareció. En otra oportunidad, y en relación con el contexto del material asociativo, pudo evidenciarse otro significado vinculado con el trastorno del lenguaje. Se quejaba de un padecimiento gástrico que sufría desde hacía dos días y lo describía como si tuviera un agujero en el estómago, con sensación de hambre intensa. Recordó un sueño, analizado hacía un tiempo, en el que veía a su madre muerta con u n boquete en la frente, y lo relacionó con el "agujero" de su calmar así su hambre, pero paradójicamente el alimento no le aliestómago. Sentía la necesidad de tapar ese agujero con comida y viaba sino que aumentaba sus dolores y determinaba la necesidad de defecar repetidamente pero sólo eliminaba escíbalos con grandes esfuerzos. Atribula, en parte, sus malestares digestivos a haber comido verduras que "le habían caído mal", en lugar de un plato de .su predilección que había pedido a su hermana y que ella no saI isíi/o acusándole de egoísmo por sus exigencias. Se refirió poster i o r m e n t e a los reproches que le hacía su padre por regresar tarde cumulo M i l l a con SU novia. En ambos casos se consideró tratado injust ¡miente, A medida que iba refiriendo el citado material se incrementaba su dificultad para hablar, manifestando: ..."Siento que las palabras salen como si fueran de p i e d r a . . . me cuesta pronunciarlas, como 8i las letras fueran pedazos de granito que tengo que ir juntando para formar las p a l a b r a s . . . " al mismo tiempo que describía el extrañamiento que acompañaba, por lo general, a ese tipo de perturbaciones. Las palabras representaban, pues, los escíbalos que tenía dificultad en eliminar, la mala comida que no pudo digerir y "le había caído como piedra". La frustración sufrida por parte de la hermana, sustituto materno, al negarle el alimento deseado obligándolo a ingerir otro, reactivaba el trauma infantil de sentirse dañado y agujereado como consecuencia de la agresión de su madre frus(i adora por haberle dado leche mala que no podía digerir y lo dejaba con hambre. En el sueño trataba de superar la posición depresiva proyectando sobre el objeto materno la vivencia de su propia destrucción y muerte. Por otra parte, también el padre al privarlo del alimento bueno, prohibiéndole su genitalidad, condicionaba su i egr esión a sus fijaciones orales. Expresó luego que había notado 127
la agravación del trastorno cuando se le ocurrió que me podía pedir prolongar la hora de sesión; últimamente las sesiones le resultaban cortas, pero le parecía un abuso pretender que le dedicara más tiempo. Considerando todo el material aportado le interpreté su dificultad para expulsar los aspectos malos de sus objetos internalizados que le habían hecho padecer hambre, por quienes se sentía castrado, que no le habían permitido tomar de la vida más que lo desprovisto de gusto y placer, y a quienes estaba masoquísticamente fijado. Le había angustiado la posibilidad de que yo fuera como ellos. Por otra parte, temía agredirme con sus palabras (arrojarme piedras) y me pedía tiempo suficiente para comprobar que no me dañaba y proyectar sobre mí las partes buenas de sus objetos. El tiempo representaba, también, el alimento bueno esperado, pero se angustiaba ante la idea de exigirme tanto que me vaciara de mis cosas buenas. Después de estas interpretaciones, el trastorno desapareció. Otra de las perturbaciones características de sus momentos de despersonalización era la noción de la continuidad temporal: algunas situaciones presentes las vivía como si pertenecieran al pasado, etcétera. En una ocasión este trastorno se manifestó en una forma muy singular: expresó, a poco de iniciada la sesión, que al estrecharme la mano tuvo la impresión de que el tiempo se eternizaba, como si esta escena quedara fijada en una fotografía. AI mismo tiempo, y envuelto en la atmósfera de] extrañamiento, se sentía como transportado de una habitación a otra, queriendo significar con ello que se trasladaba a otra época *. En efecto, apareció material infantil, con especiales referencias a su padre. Se desprendía de sus asociaciones que paralizaba el momento actual, en el que me veía como padre bueno, para tener tiempo de retroceder en busca del padre de su niñez y traerlo al presente y superponerlo a mi imagen. Es dable suponer, dada su evolución, que hubo aspectos positivos en sus imagos infantiles en los que necesariamente hubo de apoyarse, y considero que el padre puede haber representado esa parte positiva durante el primer año y medio de vida del paciente, antes de ausentarse. Ya mencioné que una de las características de la despersonalización cíe este paciente, tan estrechamente ligada a la situación transferencia 1, era su influenciabilidad por la interpretación. Sucedía, a veces, que la interpretación provocaba su aparición por el montante de angustia consiguiente que se movilizaba. Una vez establecido el fenómeno con las características ya descriptas, sufría modificaciones en su intensidad de acuerdo con el material surgido, pero * Análogamente a lo que ocurre en la dramatización onírica donde la sucesión en el tiempo está representada espaciaímente por el pasaje de un lugar a otro.
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solía persistir hasta que una interpretación adecuada y oportuna lo hacía desaparecer. La frecuencia con que observé esta relación de causa a efecto tenía casi el valor de un test de verificación de la exactitud de una interpretación. Resultó interesante comprobar, por otra parte, en qué forma se efectuaba la reversibilidad del proceso, especialmente en aquellos casos en que predominaba la sensación de alejamiento y deformación de las cosas que lo rodeaban. Percibía entonces que los objetos se acercaban y readquirían sus formas habituales; a esto se agregaba, a veces, la sensación de que una ola de calor invadía todo su cuerpo, cobrando mayor intensidad en la zona de los genitales, y acompañada de deseos de llorar: cuando lograba hacerlo se sentía aliviado. Debido a la angustia de castración había proyectado sobre los objetos la vivencia de sus genitales destruidos como también otras partes dañadas de su yo: al sentirse castrado se había sentido muerto. A través del llanto y la sensación de calor percibía la reintegración de su yo como una recuperación de los genitales (superación de la angustia de castración) y de sus objetos perdidos, con la significación de un renacer. A veces, el fenómeno se presentaba con ciertos caracteres de especificidad relacionados con las vivencias que lo originaban. Esto ocurrió, por ejemplo, durante una de las sesiones en que elaboraba contenidos homosexuales en la transferencia. Después de referir un sueño en que me veía acostado en la cama, gordo, "con mucha barriga", asoció con su hermano obeso y que desde la muerte de su madre duerme en la cama matrimonial. La noche anterior su hermano había bromeado con él, empujándolo con el vientre; le parecía que había algo sexual en estos juegos y le desagradaban profundamente. A continuación se le presentó la imagen de un ave de rapiña (un buitre * j ) con un cuello largo y negro, que amenazaba picotearlo. Comprendió el significado fálico de dicha imagen y la relacionó con su vivencia homosexual. En este momento sus palabras se le hicieron ininteligibles y percibió que las paredes ile la habitación se deformaban apareciendo ensanchadas y convexas, agrandándose cada vez más hasta llegar a cubrirlo y envolverlo i olalmente; al mismo tiempo experimentaba, como otras veces, las i (picas sensaciones bucales, casi infaltables en la ocurrencia de estos procesos. Los juegos con el hermano encubrían su deseo profundo de recuperar el vínculo oral con su madre muerta; esto estaba representado por la sensación del objeto convexo-pecho que se le acercaba y que hacía resurgir sus impulsos sádico-orales contra él mismo (buitre) . La pérdida de los límites del self del paciente se debió a su identificación con el pecho materno al haber asumido las cualidades del mismo por su incorporación oral; pero al mismo tiempo íden* El buitre representaba, en otro plano, la agresividad del objeto. 129
tificado con el objeto se sentía expuesto a ser devorado. Por otra paite, a través de la alteración de sus percepciones, expresaba su fantasía de retorno al vientre materno, representado por el objeto que lo envolvía y dentro del cual resurgían nuevamente sus tendencias sádico-orales, pero esta vez contra los contenidos de ese vientre (embarazo) (12). El síntoma surgió, en otra oportunidad, como consecuencia de una sensación de pérdida de una parte de su self identificada proyectivamente con una paciente que salía a su llegada, y que por otra parte, representaba el objeto libidinoso que temía perder. . .. "No pude hablar hasta ahora porque desde que me acosté tuve nuevamente la sensación de que las cosas se alejaban y, como otras veces, también tenía dificultad para referírselo. . . . Noto también que hay una falta de control de los movimientos y que los tics se intensificaron . . . Además siento otra dificultad que recuerdo haber experimentado en otra ocasión .. .me resulta difícil explicársela . . . la siento dentro de la boca, como si tuviera que tragar algo y no pudiera, y al mismo tiempo experimentara la necesidad forzosa de tragarlo . . . creo que debe estar vinculado a M .. .la última vez que tuve esa sensación fue cuando temí no volver a verla y sentía que la necesitaba . . . Me pareció que hablaba solo, es decir, que usted se había ido. Lo que siento en la boca es como si quisiera retener algo .. . Quería decirle que al llegar encontré en la escalera a la paciente que salía y al saludarla noté que su voz era ronca y me acordé de mi propia voz en algunas ocasiones en que salía deprimido de acá .. .Sentí mucha pena por e l l a . . . " Le interpreté que era una parte suya, deprimida y abandonada, que se había desprendido de él y que había dado origen al síntoma al iniciar la sesión. Por otra parte, representaba la sensación de pérdida de su novia a quien quería retener y conservar. La sensación en su boca era la expresión física de su necesidad de introyectarla. Le relacioné estas vivencias con su temor a perderme y necesidad de recuperarme. Le señalé que su dificultad para tragar estaba condicionada por su ambivalencia para reincorporar aquellos aspectos de su yo y de los objetos con los que estaba en conflicto. A continuación manifestó que en un momento dado de la sesión se encontró contando los pliegues de la cortina y recordó que horas antes, estando en un comercio sintió la compulsión irreprimible a contar las piezas de género de un estante y lo hacía con desesperación, sin poder dominarlo. En ese momento estaba pensando en su novia y en su intenso deseo de volver a verla; rememoraba los placeres que habían gustado y necesitaba verla para comprobar que no la había dañado con sus besos y caricias. Le interpreté que su síntoma compulsivo de contar también estaba relacionado con su temor a perderla y a perderme, y era una forma de constatar nuestra existencia. 130
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La angustia y los sentimientos de culpa originados por las caricias íntimas que tenía con su novia y que le determinaban su intenso temor a perderla, estaban condicionados por su sometimiento a las figuras superyoicas que le prohibían dar libre curso a toda manifestación libidinosa. La sensación de pérdida de la novia representaba la angustia ante la pérdida de las porciones de su self que contenían los vínculos libidinosos hacia ella. Esas interpretaciones determinaron —como en otras ocasiones— la desaparición de las sensaciones y el retorno a la normalidad.
VII
A continuación me referiré brevemente al contenido de los tics observados en el paciente, ya mencionados entre los síntomas que le aquejaban al comenzar su análisis. Consistían en movimientos bruscos de cabeza y hombros y compulsión a tocarse la boca y los ojos. Si bien pude comprobar que estos movimientos, casi permanentes durante el transcurso de las sesiones, sufrían modificaciones notorias en relación con la situación transferencia!, lo que me llamó particularmente la atención fue la aparición de un tic que, según el paciente, nunca había tenido antes y era de ocurrencia exclusiva en la hora analítica, análogamente a lo que sucedía con el fenómeno de despersonalización. Se trataba de un movimiento rítmico de la cabeza por el cual la separaba del diván, y presentaba la característica de intensificarse mientras hablaba, desapareciendo cuando escuchaba mis interpretaciones. En un primer momento lo había interpretado como una sustitución desplazada hacia arriba de conflictos genitales. Entre su material corroborativo citaré el siguiente, surgido en ocasión de la intensificación del síntoma: al querer referirse a mí IIIVO un lapsus y mencionó el nombre del médico que lo había atendido por su impotencia; asoció que cada vez que visitaba a dicho facultativo se acostaba en una camilla, sin los pantalones, y aquél le "introducía un caño en el pene a través del cual le inyectaba un líquido". En el último período del tratamiento le había practicado masajes prostáticos. Sentía que ese médico lo había castrado y leminizado convirtiendo su pene en una vagina a través de la cual Iti poseía. Frecuentemente había comparado ambos tratamientos y (cmla que al ocuparme de su mente, cabeza (genitales), lo castrara y nomeliera homosexualmente, y se defendía de esta angustia alejiiudo su r aheza de mí. Más tarde pude comprobar que, en un plano UIISN profundo, el síntoma estaba ligado a sus frustraciones orales y icpMurninlm el movimiento del lactante en búsqueda del pecho (tíltfUogH dignificación tenían los tics de llevar la mano a la boca y a lo* ojos como intento de recuperación del objeto). Revisando 131
el material citado antes llegué a verificar que también había un contenido oral en la descripción del tratamiento médico efectuado: recibir leche a través de su pene-boca. Recibir mi interpretación tenía el significado de recibir mi leche; de ahí que se calmaran sus movimientos de búsqueda *. En el paciente, los tics tenían relación con los brotes de despersonalización, no sólo por lo que a su forma de presentación se refería, sino también porque se intensificaban durante su ocurrencia. Tendrían el valor de grupos musculares que al adquirir una autonomía propia se independizaban del poder de la voluntad y de la acción reguladora del yo; por lo tanto, la actividad de estos músculos aparecía extraña y carente de familiaridad para el resto del self, como si hubieran sufrido los efectos de una despersonalización parcial. Con frecuencia, el enfermo se refería a sus tics como si se tratara de movimientos efectuados por otra persona y que por dicho motivo no podía gobernar. A veces se expresaba en relación con sus tics en los siguientes términos: "No sé qué quieren ni lo que buscan" **. Representaban porciones yoicas reprimidas con la compulsión a repetir sus primitivas experiencias traumáticas consistentes no sólo en la pérdida del objeto, sino además en la tentativa de su recuperación.
VIII En la medida en que fueron cediendo los mecanismos obsesivos y aparecieron los de despersonalización, el análisis de estos últimos permitió suponer que se trataba de técnicas arcaicas que presumiblemente habían surgido por los conflictos con sus imagos primitivas y como consecuencia de estados de angustia que su yo, débil, no había podido soportar (6). Pude obtener la plena confirmación de dichas suposiciones cuando el paciente logró recordar, con sentida emoción, después de un tiempo de analizar estos procesos, que los había experimentado en su niñez. Consiguió evocar con precisión * Fenichel (5) , entre otros, estudió los tics como conversiones pregenitales; algunos demuestran, por su comportamiento narcisista y por la pérdida inconsciente de objeto, haber sufrido regresiones profundas cuya forma más pronunciada es la estereotipia catatónica. Ferenczi considera fundamental la pérdida de objeto en el enfermo con tic. Todo lo que es apto para disminuir las catexis de objeto y aumentar las narcisistas facilitará la génesis de este fenómeno. ** Configuraban un evidente trastorno del vínculo de integración espacial de su identidad. Aplicando las ideas referentes a los tres tipos de vínculo de integración de la identidad, podríamos decir que las interpretaciones relacionadas con el vinculo social (relación objetal) producían en el paciente un impacto sobre la fantasía de esquema corporal y el sentimiento de desintegración de su self correspondiente al vinculo espacial-, y, en la medida en que le hacían evocar cosas de su pasado que habían estado escindidas, lograban introducir modificaciones con el vinculo temporal, que le permitían integrar su pasado con su presente. 132
dos episodios: uno le ocurrió ante un médico y otro frente a un maestro entre los cinco y ocho años. Poco después, rememoró que había sufrido perturbaciones similares al acostarse por las noches, durante un período de su niñez en que dormía en la misma habitación que su hermana. Lo explicó como intentos de eludir la aproximación sexual con aquélla por las burlas de sus compañeros, vividas muy traumáticamente, ante quienes se había jactado de haberla poseído. La íntima relación psicológica existente entr¿ los mecanismos obsesivos y la despersonalización se basa primordialmente en la semejanza de los elementos que los integran. Son características, en uno y otro caso, las técnicas de desplazamiento y generalización. T. Reik (15) afirma en su trabajo que "no se ha valorado suficientemente el parentesco entre la neurosis obsesiva y la despersonalización. Así como en la primera la perturbación de la capacidad umatoria conduce a la duda que finalmente lo invade todo, en la »egunda ocurre un retiro de la catexis en la libido que se extiende también a todas las personas y cosas. El sentimiento de culpa del obsesivo y los sentimientos de insuficiencia del melancólico se acer< a 11 mucho, psicológicamente, a la sensación de falta de sentimientos del despersonalizado". Se puede inferir entonces que si la defensa obsesiva fue sustituida por la despersonalización —más regresiva históricamente— se debió a la gran semejanza entre los significados luientes de ambos síntomas. El mecanismo obsesivo se encontraba Incorporado a la estructura caracterológica y, por lo tanto, no era •Unepliblr «le ser con« ¡entizado como tal por el paciente; en cambín In denpeisoimlIziM ión surgía como un fenómeno de inusitada iniPluiditiI y en foltnn aguda, absorbiendo completamente la atención del yo, l'ero el común denominador de ambas situaciones estaba rniisliluido por ht parálisis afectiva en uno y otro caso.
IX Sensaciones fugaces de extrañamiento o reacciones leves de des(ífisonalización ocurren con más frecuencia de lo que suele supoHPlNe y pertenecerían a la categoría de los procesos psicopatológicos lie la vida cotidiana. I'reud (!)) describió una experiencia personal de extrañamiento y tlespersonalización y los calificó como mecanismos defensivos tendientes a ocultar algo al yo por medio de la negación de una parte dfll mundo externo y de una porción del self. Por otra parte los mu hirió como síntomas con una estructura patológica semejante al ¡
utrn ciertas clases de perturbaciones de la atención y peri que todos hemos experimentado alguna vez, y que están 133
emparentadas con los procesos que estudiamos. Entre ellas se puede citar la sensación del "déjá-vu", que comprende toda una serie de fenómenos análogos. La sensación de haber tenido una relación previa con la situación, de manera que ésta no resulta enteramente nueva, sirve para eludir la ansiedad implícita en lo desconocido. Durante el trabajo de duelo se observa, a veces, una sensación de vacío o carencia de afectos en lugar del desborde afectivo esperado. Se explica por el conflicto de ambivalencia que existe frente a la pérdida del objeto. Helene Deutsch (2) cita la indiferencia observada en el niño después de la muerte de un familiar. Se debe a que el yo del niño está poco desarrollado para soportar el sufrimiento del duelo y utiliza mecanismos de autoprotección narcisista. Según Helene Deutsch, cuando una pena que amenaza la integridad del yo es muy intensa pueden ocurrir dos cosas: 1?) una regresión de tipo infantil expresada por angustia, o 2C-) la movilización de defensas para proteger al yo de la ansiedad: la expresión más extensa de ese mecanismo sería la omisión total del afecto. De este modo aparecerían elementos comunes con la despersonalización. Durante el tratamiento psicoanalítico suelen presentarse distintas clases de estados y sentimientos similares. Se pueden citar, entre otro», ciertas formas de bloqueo afectivo, algunas sensaciones de mareo o vértigo, la autoobservación, etcétera.
X Quisiera referirme también a las ideas de Lewin (13), con el propósito de dejar claramente establecida la estrecha correlación entre los fenómenos descriptos como precursores del dormir, sobre la base de la libido oral y los sucesos de despersonalización sufridos por mi paciente. Los elementos comunes que dicen de la semejanza de estos dos tipos de fenómenos han sido planteados en el curso del material clínico expuesto hasta ahora. Lewin, basándose en los fenómenos hipnagógicos descriptos por Isakower (11) en los que interpreta los bultos convexos del mundo circundante como pechos que se van aplanando al acercarse al durmiente, planteó su concepción de que la pantalla del sueño está representada por el pecho. En relación a que en el dormir se pierden los limites del self, afirma que eso ocurre por medio de un acto oral a través del cual el durmiente no sólo se ha comido el objeto, sino que identificándose con él, ha devorado partes de sí mismo. Siguiendo lo sostenido por Freud de que dormir es un retorno al seno materno, agrega que dicho retorno se produce por medio de la boca, ya sea pasiva o activamente: "O somos devorados por la madre o nos abrimos paso a mordiscos". Se refiere 134
finalmente a que dormir está asociado psicológicamente a la idea de muerte, y que ésta implica profundamente el deseo infantil de unirse con la madre. Freud (7) (8) señaló que en el momento de dormirse se abandona el contacto con la realidad y tiene lugar una regresión al estado de narcisismo absoluto donde se reproducen las condiciones de vida intrauterina; hay, pues, una sustracción de cargas de las representaciones objetivas con el consiguiente aumento de la libido del yo. Federn (3) (4) establece que el sentimiento del yo desaparece; el yo corpóreo sufre más las consecuencias del retiro de catexis libidinosas que el yo mental: partes del cuerpo son percibidas en forma vaga y se las siente desplazadas en distintas direcciones. Para Isakower (11), se produce una alteración de las cargas por las que existe una instancia que critica y observa, en agudo contraste con el yo corporal cuyos límites se borran y fusionan con el mundo externo. En el despertar, la síntesis del yo se opera gradualmente mediante la reconstrucción de las relaciones intra e interpersonales. Existen constantemente síntomas de extrañamiento que se hacen más perceptibles cuando el individuo se dirige hacia un objeto. Los fenómenos de desintegración y restitución del yo, señalados en el dormir y en el despertar respectivamente, se desarrollan —con mayores o menores alternativas— en el paciente durante los procesos de despersonalización; enunciados esquemáticamente serían: alteración de la percepción de la realidad circundante y de las cualidades inherentes al propio yo mental y corpóreo por perturbación de la distribución libidinosa que afecta tanto a la libido del yo; predominancia de las modificaciones sufridas en las percepciones corporales con las típicas y constantes sensaciones bucales que, junto con el material asociativo, confirmaban plenamente el sustrato oral que existía en el fondo de todos estos procesos; fantasías de retorno al vientre materno, elaboradas y expresadas en vivencias basadas en la alteración de las percepciones; disociación en un yo observador y un yo que sufre una regresión profunda y es objeto de las alteraciones descriptas; sensación de extrañamiento frente a los objetos y a sí mismo; intento de restablecer el contacto con la realidad y de recuperar sus objetos. Si he puesto énfasis en la remarcación del paralelo existente entre estas dos categorías de procesos, no se debe a que lo considere privativo y específico del caso que presento, ya que son bien conocidas las analogías entre el dormir, el soñar y la psicosis (1). Mi Intención se basó primordialmente en el deseo de homologar el cuadro que presentaba el paciente con algunas cualidades especiaIr» NCHaladas en el mecanismo de dormir. Freud recalcó que no ¡loriemos soportar las excitaciones del mundo externo de una manfla ininterrumpida y, por lo tanto, tenemos que sumirnos tempo135
raímente en el estado en que nos hallábamos antes de nacer. El dormir debe ser considerado, pues, no sólo como una protección contra el exceso de fatiga física y mental, sino también contra determinadas situaciones de la realidad que se tornan displacenteras. El deseo de dormir "por aburrimiento" encubre frecuentemente una defensa frente a angustias más profundas. Además, Freud caracterizó el dormir como un fenómeno eminentemente activo, debido a la intervención de factores conscientes y voluntarios que determinan el retiro de interés por el mundo externo, etcétera. Por otra parte, si bien el dormir lleva implícita la vivencia de muerte, trae aparejada al mismo tiempo la noción del renacer en cada mañana: ya señaló que en este hecho debe residir una de las raíces más profundas de la creencia en la propia inmortalidad. Análogamente, se puede afirmar que el paciente no podía soportar en forma ininterrumpida los impactos surgidos durante el curso de la neurosis transferencial, especialmente después que perdiera el reducto representado por la neurosis obsesiva de la primera época. Por lo tanto, sufría periódica y activamente el proceso de regresión, parcialmente vivido como desastre, por la desintegración del yo que implicaba. Pero había como un conocimiento a priori de la transítoriedad y reversibilidad del fenómeno que, como en el despertar, le significaba volver a recuperar sus vínculos con la vida y sus relaciones con los objetos.
SINTESIS En el presente capítulo se expone la aparición de estados de extrañamiento y despersonalización en u n paciente, con la particularidad de que ocurrían exclusivamente durante el transcurso de las sesiones analíticas. Se describen las características del síntoma en lo que a su modo de presentación se refiere, con alteraciones de la percepción en el yo mental y corporal, y se señala el hecho significativo de que dichos mecanismos surgieran después de haber profundizado el análisis de la transferencia, determinando que cediera su típica conducta obsesiva anterior y fuera sustituida por aquéllos. Se presenta material de distintas sesiones del que se desprende que lo que provocaba con más frecuencia la eclosión del fenómeno, era su intenso temor de relacionarse con el objeto sin destruirlo o ser destruido por él, exponiéndose así a repetir sus traumáticas experiencias infantiles condicionadas fundamentalmente por las frustraciones orales. La solución transaccional para superar sus ansiedades paranoides y depresivas consistía en la pérdida temporaria de aspectos parciales de su self vinculados con dicha relación objetal, solución a la que, como luego se pudo comprobar, había recurrido también en su infancia. 136
Se destaca la influenciabiliclad de estos episodios por la interpretación, como también la forma en que se operaba su reversibilidad. Se comparan luego los procesos de desintegración y restitución del yo que ocurren durante el dormir y el despertar con los fenómenos similares de la despersonalización del paciente, estableciendo también la analogía entre la regresión y la recuperación ulterior. Se establece la íntima relación psicológica entre sus mecanismos obsesivos y la despersonalización, basándose en la semejanza de los elementos que los integran. Se señala la analogía entre estos fenómenos y otros como el "déjà-vu", el mecanismo de duelo y algunos estados que surgen durante las sesiones analíticas.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) Alvarez de Toledo, L. G. de: "Mecanismo del dormir y despertar". Rev. de Psic., VIII, 2, 1951. 2) Deutsch, H.: "Absence of grief". The Psicho-Anal. Quarterly, VI, I, 1937. 3) Federn, P.: Ego psychology and the psychoses. Nueva York, Basic Books Inc., 1952. 4) Federn, P.: "The awakening of the Ego in dreams". Int. J. Psycho-Anal., XV, part 1, 1944. 5) Fenichel, O.: The psychoanalytic theory of neurosis. Nueva York, Norton Co. Inc., 1945. 6) Feigcnbaum, D.: "Depersonalization as a defence mechanism". The PsychoAnal. quarterly, VI, 1, 1937. 7) Freud, ,S.: "Introducción al narcisismo". Obras completas, Tomo XIV. 8) Freud, S.: "Adición nietapsicológica a la teoría de los sueños. Psicología de las masas y análisis del Yo". Obras completas, Tomo IX. 9) Freud, S.: "Almanach für Psychoanalyse", citado por Feigenbaum en The Psycho-Anal. Quarterly, VI, 1, 1937. 10) Grinberg, L.: "Sobre la despersonalización en el curso de la neurosis transferencial". Rev. de Psic., XI, 3, 1954. 11) Isakower, O.: "A contribution to the pathopsychology of phenomena associated with falling asleep". Int. J. Psycho-Anal., XIX, 1938. 12) Klein, M.: "Notas sobre algunos mecanismos esquizoides". Rev. de Psic., V, 1, 1947. 13) Lewin, B.: "El dormir, la boca y la pantalla del sueño". Rev. de Psic., V, 1, 1947. ¡ 14) Lewin, B.: "Psicoanálisis de la exaltación". Conferencia pronunciada en la Asociación Psicoanalítica Argentina, 1953. 15) Reik, Th.: "Psicología y despersonalización". Rev. de Psic., II, 3, 1945. 16) Rosenfeld, H.: "Analysis of a schizophrenic state with depersonalization". Int. J. Psycho-Anal., XXVIII, 1947. 17) Tausk, V.: "Sobre el origen del 'aparato de influencia' en la esquizofrenia". Rev. de Psic., II, 3, 1945.
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CAPÍTULO
X
MIGRACION E IDENTIDAD
PARTE
A
DIFICULTADES EN LA ADQUISICION
DEL
SENTIMIENTO DE IDENTIDAD
I Este capítulo estará dedicado al estudio de las perturbaciones en el sentimiento de identidad, ocasionadas por circunstancias de la realidad externa: en este caso, el fenómeno migratorio y su vinculación con los trastornos de las identificaciones introyectivas y proyeci ivas, mediante el análisis de Marisa, tratada por uno de nosotros Estos trastornos, y muy especialmente la dificultad en establecer buenas identificaciones introyectivas, eran consecuencia, a su vez, en gran parte, de migraciones previas de importancia en la vida de la paciente y la poca confianza que podía depositar en sus objetos, que por sus características ofrecían pocas garantías de estabilidad. Las migraciones, cambios que abarcan un gran espectro de las relaciones objetales externas, agravadas en este caso particular por haber sido repetidas y no elaboradas, quitaron estabilidad a su self y, en consecuencia, a su sentimiento de identidad. La perspectiva de una nueva migración, que surgió durante su análisis, permitió ver la dificultad de elaborar los múltiples duelos que ésta suponía y la emergencia de ansiedades confusionales, persecutorias y depresivas, caída en estados de regresión ** con incremento de los mecanismos de disociación, omnipotencia e identifi» C.rinberg, Rebeca: "Migración e identidad". Trabajo clínico presentado cu versión .iiir|iliada en Ja Asociación Psicoanalítica Argentina (3) . • * A. Kascovsky ((>) lia (»presado en numerosas ocasiones sus ideas respecto dr I.IH I«'*!< I i< las <|iie implica y que, como tal, induce una «gredóll Imilla ulvek1» leíale» del |iHÍ(|U¡.smo.
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cación proyectiva, y la necesidad de recurrir a exteriorizaciones psicopáticas con actitudes maníacas, aunque controladas por mecanismos obsesivos. El concepto de que el desarrollo y afianzamiento del sentimiento de identidad se basa en las identificaciones introyectivas asimiladas está presente, de manera explícita o implícita, en casi todas las definiciones sobre identidad. Y sabemos también que las identificaciones resultan del interjuego de los mecanismos de introyección y proyección. Citando a M. Klein: "Un buen objeto establecido en forma segura da al yo un sentimiento de riqueza y abundancia... y es precondición para lograr un yo integrado y estable" (4). Esta estabilidad permite mantener la continuidad y mismidad que todos los autores consideran como características que definen la identidad y hace posible que, por contraste, cada individuo sea distinto de los demás aunque con caracteres comunes a otros y, en consecuencia, único. Este es el punto de encuentro con nuestra preocupación: la migración. Las alternativas normales del desarrollo de los individuos incluyen una permanente elaboración de los distintos cambios que constituyen el vivir: continuamente se ven enfrentados con la necesidad de sufrir y aceptar la pérdida de estadios anteriores elaborando esos duelos y de afrontar el temor a lo desconocido que se presentará en los estadios subsiguientes. La migración es un cambio, sí, pero de tal magnitud que no sólo pone en evidencia, sino también en riesgo la identidad. La pérdida de objetos es masiva, incluyendo los más significativos y valorados: personas, cosas, lugares, idioma, cultura, costumbres, clima, a veces profesión y medio social o económico, etcétera, a todos los cuales están ligados recuerdos e intensos afectos, como así también están expuestos a la pérdida partes del self y los vínculos correspondientes a esos objetos. Siendo un cambio que afecta simultáneamente muchos vínculos, se disminuyen las posibilidades de que algunas partes del self, menos afectadas, permanezcan estables y sirvan de soporte a las que están sufriendo los cambios. Es una conmoción que sacude toda la estructura psíquica, por supuesto más expuesta a sus consecuencias cuanto menos consolidada se encuentre. Por otra parte es indudable que las condiciones en que se realiza la migración determinan el tipo de ansiedades que se movilizan predominantemente, así como su intensidad, las defensas que se erigen contra ellas y las posibilidades de elaboración. Son distintos en su contenido los duelos que haya que realizar por un país perdido como consecuencia de persecuciones, con el i onsiguiente incremento de ansiedades paranoides, de los vinculados con un abandono voluntario, en relación con el cual pueden 139
predominar la culpa y ansiedades depresivas. Y es infinita la cantidad de factores y situaciones que, en cada caso, llevan a configurar distintas fantasías inconscientes, tanto en relación con el propio país, perdido o abandonado, definitiva o temporariamente, como con el "otro país", amenazante o seductor, perseguidor o idealizado. Veremos cómo se dan estos fenómenos en un caso particular: Marisa y su migración, a la luz de los conceptos expuestos. Queda entendido que se ha extractado del historial clínico exclusivamente el material atingente al tema.
II SITUACION
FAMILIAR
Los motivos que trajeron a Marisa al análisis cuando tenía 20 años y en vísperas de su casamiento, estaban estrechamente vinculados con sus dificultades en la introyección: anorexia, temores hipocondríacos difusos aunque particularmente referidos al tracto oraldigestivo, dudas con respecto a su próximo matrimonio, temor ante las relaciones sexuales y un estado de permanente angustia. El clima de falsedad y engaño estaba permanentemente presente en la vida de Marisa, incrementando su desconfianza frente a sus objetos e impidiéndole saber qué era y qué tenía. El padre había pertenecido al servicio diplomático, que finalmente había abandonado para instalar un estudio como abogado. Ella no sabía por qué medios el padre había obtenido su fortuna. La madre había abandonado una carrera universitaria al nacer la paciente, hija mayor, a la que siguió una hermana a los dos años. El padre era de carácter violento. En ciertos períodos caía en crisis melancólicas con fantasías de suicidio. La madre, muy seductora, parecía siempre "ocultar cosas". La paciente era aparentemente la persona más centrada de la familia, mediadora entre los padres, y entre éstos y la hermana en los frecuentes conflictos familiares, pero siempre enferma físicamente. III RECONSTRUCCION
SINTETICA DE SU ANALISIS
E L PERIODO
HASTA
PREMIGRATORIO
Su primer contacto conmigo fue de naturaleza contrafóbica. Trató de mostrarse muy segura de sí misma en la entrevista, dándole u n carácter muy formal. Me informó escuetamente de los motivos por los cuales quería analizarse y que el doctor X, con quien había mantenido una entrevista, me la enviaba para iniciar trata140
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miento. Había concurrido a aquella consulta alarmada por intensos ataques de ansiedad y miedo a enloquecer ante la inminencia de su casamiento. Marisa manifestó que no había tenido intenciones de analizarse con el doctor X porque prefería una analista mujer, y que había acudido a él solamente para que le recomendara a alguien con quien tratarse. Sin embargo, en su primera sesión, lo primero que me dijo comentando la entrevista fue: "Me desilusioné al verla. La imaginaba más masculina, con traje sastre y pelo oscuro y recogido; tal vez un rodete". Pudimos ver luego que esperaba encontrar en mí la proyección de su propia imagen corporal, identificada con una madre fálica, y a través de la cual realizaría, además, la fantasía de analizarse con el doctor X. Ella misma usaba rodete. La cabeza y el peinado aparecieron reiteradamente en su material durante el primer período de su análisis, asociado a frecuentes sueños en que el análisis era representado por una peluquería y en que yo, como peluquera, cuidaba o atacaba, alternativamente, su abultada cabeza que simbolizaba, en ocasiones, un vientre embarazado o un pecho extremadamente lleno. Esta imagen me parece trascendental, pues era la expresión por intermedio del cuerpo, de su fantasía básica transferencial en que yo sería una madre con toda la omnipotencia del pensamiento, físicamente visible en la cabeza, y donde estaría concentrado también todo el poder del padre (doctor X). En ese sentido, la erotización del pensamiento y sobrevaloración de la inteligencia correspondería a una erotización de la relación con el pezón de ese pecho omnipotente (rodete), confundido con un pene. Quería analizarse con una mujer, pero de aspecto masculino. El vínculo transferencial que se estableció desde las primeras sesiones (donde externalizó sobre mí diversos personajes de su infancia) señalaba una doble disociación: arriba-abajo (mentecuerpo) y bueno-malo. (Dificultades en el vínculo de integración espacial.) La primera imagen que proyectó sobre mí fue la de médico, que luego comenzó a alternar con la de peluquera. La relación conmigo como peluquera era una relación de a dos, y la relación conmigo como médico era una relación de a tres, en la que intervenía el doctor X, pero como una parte mía disociada. Representábamos dos imágenes de médicos de su infancia. Colocó sobre el doctor X la imagen del médico agresivo que la había maltratado de niña, acribillándola a inyecciones. Yo, en cambio, resultaba ser un médico cariñoso como uno que la había atendido alguna vez y le daba ca141
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ramelos, pero al que los padres despidieron porque el médico "malo'' ganaba la confianza de los padres. j La situación traía de todos modos un planteo edípico muy franco al vivirme como médico hombre, pero demasiado manifiesto: recordó que quería casarse con el médico bueno, aunque tenía una hija de su misma edad. La aparición de ese material edípico era precoz y no correspondía a la situación real de la paciente. Lo que se estaba expresando realmente eran sus ansiedades persecutorias que trataba de mantener alejadas del vínculo transíerencial, movilizadas en relación con la situación actual de casamiento y su terror durante el coito frente a los ataques sádicos del padre malo, pero vivido como objeto parcial: pene-inyecciones que yo debía contrarrestar con un pene-cara meló. Al surgir en las asociaciones "las enfermedades" por las cuales los médicos habían hecho irrupción en la vida de la paciente y se habían convertido en personajes que integraban el cuadro familiar, se pudo apreciar la extensión e intensidad de su angustia persecutoria en niveles más regresivos y esta vez en relación con el objeto materno. Desde su infancia había sufrido una variada sintomatología oral-digestiva, predominando la anorexia y una constipación pertinaz, síntomas que se mantenían al iniciarse su análisis. Esta modalidad de funcionamiento retentivo se evidenciaba en el trato que daba a las interpretaciones: no se refería nunca a algo que yo le hubiera dicho en la sesión, ni acusaba recibo de interpretación alguna, sino hasta la sesión siguiente, después de haberlas llevado a su casa y desmenuzado en lugar seguro, lejos de mi presencia. Surgía así su ansiedad y desconfianza frente al alimento, y a todo lo que la madre le podía meter dentro, consecuencia de los conflictos de su lactancia, como veremos luego, y del extremo control que debía ejercer sobre su esfínter para ponerse a cubierto de la posibilidad de que le sacaran sus contenidos por la fuerza. Estas fantasías se confirmaban por un acontecimiento muy traumático que surgió como un recuerdo un tanto confuso. A los doce años, en un período en que su padre empezó a desempeñar cargos en el extranjero y sufrió varios cambios de destino sucesivos que le creaban una situación de incertidumbre, sus trastornos se agudizaron, y en uno de los países de tránsito tuvieron que tomarle radiografías del aparato digestivo. Pero no pudo eliminar la "leche opaca" que le dieron: hizo un cuadro grave de retención intestinal y hubo que extraerle el bolo fecal formado. Recurrió, profundamente, a la disociación entre el país de origen —leche buena— que se había visto obligada a abandonar, y el país nuevo —leche mala— que asumía las características persecutorias. Esta última estuvo representada por la "leche de bario" que 142
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era\la leche mala que se le metía para "mirarla" desde adentro y delatarla, como ahora su analista, mostrando lo que había en su interior. Este episodio estaría denunciando, además, una reacción melancólica frente a la pérdida del país, por medio de la retención masoquista del bario. Pero no era ésa su primera situación de migración. Su lactancia también había transcurrido en otro país, por razones familiares. Esta lactancia se prolongó hasta los dos años, porque su madre desconfiaba de los alimentos que se podrían obtener en el "otro país". En esa época no padecía anorexia y era un bebé rollizo. Pero esa leche que recibía iba acompañada de fantasías paranoicas de la madre a una edad en que necesitaba otro tipo de alimentos, creándole la sensación de que "todo lo de afuera era malo", y llevándola a una regresión con incremento de la idealización dei pecho, en última instancia, del "adentro" *. Un pecho que daba leche pero poco contacto afectivo, tal vez por la depresión de la madre por la misma situación de migración. Esto se puede deducir de algunos sueños que surgieron durante el análisis. La otra situación importante que gravitó en sus posibilidades de identificaciones introyectivas fue haber cursado parte de la escuela primaria en una institución de una colectividad extranjera a la que no pertenecía, sintiéndose extranjera entre sus compañeras, en su propio país, por ser argentina. Al mismo tiempo la directora de esa escuela era su profesora particular, ya que el padre estaba interesado en que aprendiera el idioma del país al que probablemente sería destinado. En síntesis, era "diferente" porque era extranjera, o porque no lo era donde todos lo eran (colegio), porque era muy rica (le daba vergüenza mostrar su casa excesivamente ostentosa), porque gozaba de privilegios (la directora) o porque podía perder todos los privilegios al menor cambio político. El acontecimiento de la leche de bario se vinculó también para la paciente con la menarca, que se tiñó a su vez con las mismas fantasías catastróficas de tener el interior atacado violentamente y robado. La madre se refería a su menstruación preguntándole si estaba "enferma", y en general tendía a fomentar sus preocupaciones hipocondríacas, sugiriéndole frecuentemente que visitara a distintos médicos porque suponía que pudiera padecer de una u otra enfermedad. Desde ya, con esta actitud, la madre condenaba su femineidad: ser mujer era ser enferma. Ella se mostraba muy disgustada por ser mujer, a pesar de lo • nal hacía las cosas que consideraba que una mujer "debe" hacer: ii ;i la peluquera, modista, etcétera, pero despreciaba estas actividades, ya que lo único valioso era ser inteligente y estudiar. * l,a adscripción a cada lugar de un estado de ánimo distinto, habiendo jiinyi i lado la disociación interna en el espacio, es característica de estos pacienÍM iinurac lanslroíóliiios, como los describió J. Mom (5). MS
La valoración de la "cabeza", sede de la mente y de la /tan preciada inteligencia, contrastaba con el desprecio que manifes/aba por su cuerpo *. ( La madre parecía una figura poco significativa, pero cuando surgió por primera vez en el análisis fue en conexión con situaciones de "asco" y "engaño". Pudimos ver que sentía vergüenza porque la madre no era muy refinada a pesar de parecerlo, y que su propia anorexia estaba vinculada a su sadismo oral, del que se defendía con una formación reactiva, como la madre que no comía carne. Pero vimos también que el no comer significaba de todos modos dañar, porque vivía a su madre como alguien para quien la carne era el pene del padre despreciado. Y su asco e intolerancia frente a la comida e interpretaciones, expresaba una fantasía oral con el pene, sádica y despreciativa. Por la época en que se trabajó este material, su constipación comenzó a mejorar y también lentamente su anorexia, haciéndose presentes, recién entonces, todas las dificultades que habían estado encubiertas en el área psíquica y en su relación con el mundo externo. No he hablado aún de su pareja, porque esta elección objetal se hace más comprensible en posesión de los antecedentes que acabo de exponer. Ricardo era de su misma nacionalidad, pero lo había conocido en el extranjero. Era una elección de objeto basada, entre otras cosas, en una actitud paranoica, ya que identificada proyectivamente con la madre, desconfiaba de los "hombres del otro país". Sin embargo, al mismo tiempo, había elegido a alguien que, en algún sentido, era "extranjero" para su familia; siendo sus padres católicos practicantes, y para quienes el serlo era factor importante en su posición social, se había enamorado de un judío. En las relaciones sexuales, que habían iniciado compulsivamente a instancias de Marisa (contrafóbicamente), ella era frígida. Estas relaciones la angustiaban en grado sumo, apareciendo numerosas veces en sus sueños al comienzo de su análisis el temor a que la descubrieran o a que "se le notara en la cara". El comienzo de su actividad genital, que ponía en funcionamiento un nuevo aspecto de su identidad sexual, la angustiaba haciéndole sentir que toda su identidad tambaleaba: no era solamente que su cara pudiera delatarla, que todo aquello por lo que se sentía culpable quedara en descubierto, sino que dejara de ser ella, que tuviera otra cara **. * García Reinoso (1) dice: "La disociación cuerpo-mente sería un conflicto producto de las tempranas ansiedades paranoides y de las defensas esquizoides contra dichas ansiedades. La mente aparece con frecuencia como el objeto bueno y el cuerpo como el objeto malo". ** Ph. Greenacre (2) se refiere especialmente al rostro y los genitales como elementos significativos de la identidad. 144
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Tanto sus relaciones sexuales como su casamiento eran actos de aparente rebeldía contra el padre. Hacer algo sin su intervención y que, para su vivencia, sólo podía ser "contra él". Sólo podía diferenciarse estando en contra. Luego de la tormenta familiar desatada, el padre transó y aceptó que se casara: comenzó entonces a abrumarla de regalos que ella no podía disfrutar porque sentía que la ataba con ellos. Su vivencia era que nunca le habían cortado el cordón umbilical y podía diferenciar lo que le habían dado y le era "propio" (identificación introyectiva o vínculos internos asimilados que forman parte del self y contribuyen al sentimiento de identidad) de lo que era "del otro". Vivía así también todas mis interpretaciones, sintiendo que yo siempre las reclamaría como mías. Pero, a pesar de sus quejas porque no le cortaban el cordón umbilical, la ansiedad predominante con respecto al casamiento, de naturaleza paranoide, tomaba forma de miedo al empobrecimiento expresado en términos de dinero: perdería a la familia, quedando "sola y pobre" a merced del marido (médico malo que pincha sádicamente y saca contenidos del cuerpo). En realidad, el nuevo estado, la nueva casa, eran el "otro país". Casarse era para ella una nueva migración. Quiero recalcar, porque importa a los fines de este capítulo, la participación de las experiencias de migración en el incremento de las ansiedades persecutorias frente a las situaciones de cambio y adquisición de nuevos roles. El análisis de todo este material permitió a Marisa afrontar el casamiento, algunos meses después de la fecha fijada primitivamente, sin crisis agudas de ansiedad. Para ese entonces Marisa estaba más sólidamente instalada en el análisis, aunque su comunicación seguía siendo difícil; en las sesiones había silencios largos y pesados, y se llevaba las interpretaciones a casa para "rumiar".
DESPUÉS
DE SU
CASAMIENTO
En sus intentos de recuperar los vínculos con la familia que sentía perdidos al irse a vivir a otra casa, se activaron sus mecanismos psicopáticos. Este tipo de conducta fue su respuesta a la "migración", como intento de recuperar los objetos que corría el riesgo ile perder y por los que no podía hacer el duelo. La psicopatía se ponía en marcha como defensa contra la depresión. Provocaba peleas constantes con el marido por motivos fútiles mientras seguía siendo "razonable" con los padres y "componedora" en los altercados entre ellos. En estas situaciones su figura se agigantaba, se hacía importante y se sentía "vivir". Es fácil suponer que ilutaba de provocar sutilmente las situaciones de ese tipo que le 145
permitían vivir, al mismo tiempo que negaba participación alguna en su génesis, cosa que sólo se descubría en el análisis , En las sesiones trataba de provocar impacto y sorpresa. A menudo comenzaba con una frase de gran efecto como: "Me pasó algo t r e m e n d o . . . " seguida de un largo silencio, con lo cual tendía a manejar psicopáticamente la relación transferencial, procurando crear un suspenso y despertar mi interés, para que yo me volviera muy dependiente de ella y de lo que contaría. Comenzó a tener problemas con el estudio: no lograba concentrarse y entró en una situación de rivalidad insuperable con el marido, que seguía estudiando además de trabajar. Esta rivalidad estaba muy negada, mientras toda la persecución se desplazaba hacia los obreros que terminaban de decorar su casa y las muchachas que podían robarle cosas, aun cuando adoptaba una conducta muy confiada, dejando joyas y objetos valiosos al alcance de sus manos, como para tentarlas. Frente al temor de la pérdida de su rol intelectual y despreciando el de ser esposa, encontró como salida el convertirse en madre.
LA
FANTASÍA DEL
HIJO
Tener un hijo en forma inmediata calmaba angustias de distintas fuentes. 1) Le era urgente como reparación maníaca y tentativa de negar el vacio interior y consolidar su identidad instalada en el rol materno. 2) Anulaba el temor de que el marido la hubiera -vaciado intelectual y económicamente sin asegurarse de que le diera algo a cambio. 3) Disimulaba el fracaso que implicaban sus dificultades en el estudio, muy doloroso para una alumna que había sido brillante. 4) Adscribía, además, a este hijo que vendría, una fantasía mesiánica: él uniría a la pareja y le permitiría tener orgasmo. En ese sentido, la frigidez la angustiaba en cuanto la sentía como ausencia de una parte del cuerpo, que no le permitía integrar su esquema corporal y su identidad: era una parte que no le pertenecía. La excitación que experimentaba cuando estaba metida en un lío de familia era sentida como sustituto de la excitación genital, con el significado de "vivir" junto con sus cosas. 5) Era un medio de triunfar sobre el marido en la relación competitiva. 6) Por último, el hijo era también un medio para renovar la dependencia de los padres, creándose una situación económica más difícil, y para aplacarlos al mismo tiempo ofreciéndoles el hijo; decía: "Papá tendrá que mantenerlo y mamá que cuidarlo, porque yo tendré que estudiar". El análisis detallado de estas fantasías le permitió postergar un tanto la urgencia de embarazarse y retomar lentamente el estudio, llegando a rendir algunas materias. Pero en la primera interrupción 146
del análisis por vacaciones, se embarazó. Evidentemente no podía tolerar la separación sin apelar a un recurso maníaco y lo vivió comorobo, ocultándome el hecho durante varias sesiones.
DURANTE
EL
EMBARAZO
El tema central y permanente de su análisis íue su necesidad de defenderse de esa madre tan perseguidora que, de mil maneras según aparecía en múltiples sueños, trataría de arrebatarle el hijo. Imago ésta que se proyectaba en la transferencia, alternando con la de una madre permisiva que la protegía de aquélla. La maternidad no lograba llenarla, no le pertenecía, por la presencia constante de la madre persecutoria que amenazaba vaciarla. En algunos sueños pudimos ver que esperaba tener una nena, que la representaba tanto a ella como a la hermana con la que estaba muy ligada. Las preocupaciones hipocondríacas pretendieron ocupar de nuevo el escenario de sus sesiones pero, en este momento, tenían por función probar si me asustaba, si yo era la madre, y ante mi respuesta interpretativa desaparecieron rápidamente. El parto transcurrió normalmente, pudiendo utilizar el entrenamiento adquirido para realizarlo sin dolor. En vez de un cuadro de retención del feto, que hubiera podido temerse dados sus antecedentes, sólo se enojó con el partero por opinar que se lo habían sacado demasiado rápidamente. Pero le era muy difícil separarse de la niña que había nacido: la consideraba parte de su self y trataba de reforzar con ella su identidad. Y desde el primer momento mantuvo con ella un contacto de mucho amor, pero en el que se hacía difícil diferenciar el cuidado, de la sobreprotección y negación de la separación.
DURANTE
LA
LACTANCIA
Hubo un viraje: la imagen persecutoria de la madre fue desplazada sobre el padre y el marido, y en la transferencia sobre mí, adjudicándome en este período caracteres paternos. Reiteradamente aparecían "los hombres" y "los analistas" como "locos y ladrones" (la locura era robar) en los más variados contextos. Al mismo tiempo buscaba la ayuda de su madre para el cuidail.irio de la niña, aunque controlada, sin dejarla en sus manos. Lo más significativo era el tipo de relación que mantenía con l.i liija: una relación ideal e incondicional, de la que no permitía participar al marido. Limitó a un mínimo su contacto con el mundo externo y también su contacto sexual porque, según decía, "no 147
/ podía hacerle eso a la nena". En ese tiempo abandonó sus estudios, según ella, con carácter definitivo, despreciando la carrera que antes valorizaba tanto: podía prescindir de la "cabeza omnipotente" mientras poseía el "pecho omnipotente". Este tipo de ligamen con la hija iba más allá de lo que pudiera entenderse como la natural estrecha relación madre-hijo de los primeros períodos de la vida del niño; se trataba de una actitud autista frente al mundo externo, donde formando con la niña una unidad simbiótica se apartaba de él.
EL
DESTETE
Una sesión comenzó con un anuncio dramático: "Se me fue la leche y me apareció la menstruación. Es horrible verme el pecho así; antes estaba duro y lleno, y ahora está blando, caído, como muerto [destete catastrófico, en el que revive el parto y el propio nacimiento]. Con usted siento como si también fuera el fin. Quisiera regalarle algo lindo pero no puedo, porque tengo poca plata". La hija contaba a la sazón siete meses, había comenzado su dentición y el pediatra había aconsejado ya un "cambio" de comida. Pero Marisa estaba inconsolable: no podía elaborar la separación y vivía la pérdida del pecho (identificada con la nena destetada) como vaciamiento interno (pérdida de leche y menstruación) que la dejaba "muerta" y sin capacidad de reparar ("con poca plata"). Los sueños de esta época fueron siniestros y reaparecían de distintas maneras fantasías de "descuartizamientos". La elaboración de este material marcó un momento muy importante en el análisis de Marisa, ya que pudo, en esa situación de frustración y cambio, evitar la repetición de sus viejas técnicas hipocondríacas y psicopáticas, y retomar un contacto más positivo con el mundo externo. Sus relaciones con el marido sufrieron un profundo cambio y sus relaciones sexuales se hicieron más satisfactorias. Por otra parte, disminuyó su rivalidad con él y pudo volver a estudiar y presentarse a examen en varias materias, obteniendo buenas calificaciones pero, especialmente, volvió a interesarse por lo que estudiaba y a experimentar esa gratificación como más importante que las calificaciones. ; El mayor logro era poder estudiar sin enfermarse (vieja diso- ; dación mente-cuerpo) ni abandonar los roles de esposa y madre, partes de su identidad que se toleraban en sus respectivas funciones. El hecho de que pudiera estudiar y mantener relaciones sexuales sin que resultaran actividades excluyentes, fue consecuencia de la elaboración de las múltiples implicaciones de la situación expresada | •en los "sueños del destete". Así, pudo comprender que en sus in- : 148
s
tentos de dejarse despedazar la mente para salvar el cuerpo, es decir, sacrificar la parte estudiante masculina, según ella (identificada con el marido que estudiaba) para salvar la parte femenina, el pecho y el vientre, estaba también sacrificando sus partes sexuales, porque el marido no era sólo estudiante: era su compañero sexual, y al descuartizarlo estaba descuartizando simultáneamente su parte sexual ligada a él. Pudo permitir que la muchacha cocinara la papilla para la nena y la atendiera en su ausencia, sin ser presa de asco y fantasías de contagios y envenenamiento. Mejoró su anorexia y su silueta adquirió forma, ya que después del parto había vuelto a quedar muy delgada, y se quitó el rodete (falsa identidad-pecho omnipotente). Si podía permitir que la muchacha cocinara, empezaba a poder permitir que yo cocinara las interpretaciones y no temer comerlas aceptándolas como mías: esto significaba que la relación conmigo como depositaría de sus identificaciones proyectivas estaba lo suficientemente bien establecida como para que se vislumbrara la posibilidad de mi aceptación como pecho nutricio, del cual pudiera introyectar alimentos que llenaran el vacío anterior.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) García Reinoso, D.: "El esquema corporal en el contexto de la sesión psicoanalítica". Trabajo presentado ante el I Congreso Psicoanalítico LatinoAmericano, Buenos Aires, 1956. 2) Greenacre, Ph.: "Early physical determinants in the development o£ the sense of identity". J. Am. Psycho-Anal. Ass., VI, 1958. 3) Grinberg, R.: "Migración e identidad". Trabajo presentado ante la Asociación Psicoanalítica Argentina, 1965. 4) Klein, M.: "Sobre la identificación" en Nuevas direcciones en psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 1965. 5) Mom, J.: "El Yo y su control a través de los objetos en la agorafobia". Trabajo presentado ante la Asociación Psicoanalítica Argentina, 1953. 6) Rascovsky, A.: El psiquismo fetal. Buenos Aires, Paidós, 1960.
14Q
CAPÍTULO
MIGRACION
E
XI
IDENTIDAD
PARTE
B
EFECTOS DEL P R O Y E C T O DE MIGRACION SOBRE EL SENTIMIENTO
DE
IDENTIDAD
I El precario equilibrio que Marisa acababa de lograr fue severamente amenazado cuando se abrió para ella la perspectiva de una nueva migración. Fue cuando su marido obtuvo un contrato ventajoso, que ofrecía posibilidades importantes para su futuro, pero en "otro país". Esta situación desencadenó nuevamente sus angustias en relación con su identidad y la vivencia de vacío ante la pérdida de los roles conocidos. La perspectiva de la migración actuó como amenaza de desintegración. Cuando había podido llegar a desempeñar más de un rol significativo simultáneamente, sin sentirlos excluyentes, es decir, con un esbozo de integración, la nueva situación la llevó a un incremento intenso de sus mecanismos esquizoides con caracteres que amenazaban convertirla en catástrofe por reactivar sus migraciones previas. La función del análisis en estas circunstancias fue la de apuntalar la capacidad de funcionamiento de las identificaciones introyectivas para evitar que se vaciara nuevamente por sus identificaciones proyectivas. En otras palabras, llevarla a reintroyectar todas las partes propias proyectadas y dispersas, y poder reconocer como propias sus pertenencias y sus decisiones. Sólo entonces podrían verse las motivaciones de la decisión, que finalmente tomó, de acompañar al marido e irse: tanto las motivaciones que implicaban la actuación de mecanismos maníacos, como las que contenían una tendencia reparatoria. Afrontar la migración entrañaba afrontar la pérdida simultánea de numerosos objetos, vínculos, ámbito familiar e idioma, y 150
ser capaz de una flexibilidad y estabilidad suficientes como para desarrollar la vida cotidiana en el otro país. Es decir, implicaba la necesidad de elaborar un duelo por pérdidas múltiples y recuperar las cargas libidinales de objeto necesarias para establecer vínculos nuevos. El tema del contrato y de la eventual separación que traería aparejada fue surgiendo en el análisis, al principio como mera fantasía, luego como un proyecto con dudosas posibilidades de realización, hasta que se convirtió en una situación real en la que Marisa se sintió, de pronto, instalada. Durante este desarrollo surgieron y fueron analizadas, sucesivamente, una serie de situaciones. En primer lugar recrudeció la rivalidad con el marido; según ella, ahora que había retomado sus estudios con regularidad y en forma exitosa, él no se lo toleraba y pretendía acelerar su propia carrera y, más aún, obtener un contrato muy codiciado y de alto grado de exigencia. En otro plano, sin embargo, el marido era ella misma que no se toleraba los recientes éxitos y buscaba un medio de fugarse de las crecientes responsabilidades que los logros traían aparejadas: como, por ejemplo, cuando decía "ahora que puedo estudiar, estoy obligada a recibirme". En la transferencia, significaba escapar de tener que enfrentarse con la fantasía de haberme despojado de todo lo valioso que me atribuía y verse expuesta al castigo y la retaliación. Por otra parte, se pudo ver también que era un intento de independización violenta del padre demostrándole que no lo necesitaba, al mismo tiempo que se sometía a sus mandatos porque iría a vivir al país correspondiente al colegio al cual él la había enviado de niña. Simultáneamente con ese deseo de independizarse, no toleraba que la hermana quedara en casa porque "ocuparía su lugar" y la desplazaría totalmente. Esto ilustra también un aspecto de sus dificultades con su identidad: no podía asumir totalmente ningún rol porque creía que automáticamente perdía todos los anteriores, perdía su propia continuidad en el tiempo (vínculos de integración social y temporal). En un nivel más regresivo sentía que no podía dejar el pecho sin correr el riesgo de perder totalmente a su madre, porque la hermana quedaba "en la barriga". Luego de las primeras sesiones en que se vio el impacto causado por la obtención del contrato y la certeza del viaje, con la vivencia de pérdida del rol en la familia y su lugar en el análisis, miedo a la confusión y fantasías de muerte, en que sería matada y reemplazada por la hermana, intentó rearmar sus defensas. Hizo una verdadera "fuga a la realidad" durante algunas semanas: desplegó gran actividad, organizó planes para el futuro, estudió intensamente y logró rendir un examen satisfactoriamente. 151
Pero en una sesión, después de haber llegado a un punto en que todo parecía responder a sus necesidades de reaseguramiento, hajiendo podido elegir entre los lugares posibles de destino uno "quí no fuera muy frío", intercaló: "¿Sabe que a mi partero se le murió una paciente?" De ahí en más reaparecieron sus angustias con toda intensidad y la perspectiva de separación fantaseada como castración, como destete y como nacimiento, pero siempre involucrando peligro de muerte: la migración sería un "nacimiento catastrófico". II En los meses que siguieron las fantasías giraban alrededor de intentos de volver a establecer una relación idealizada con el pecho o con el interior de la madre donde también estaba el pene; no estudiaría más, en el otro país tendría un hijo y se encerraría con él en una torre de marfil, no necesitaría más relaciones sexuales, no saldría y no tendría necesidad de hablar el otro idioma, etcétera. Estas fantasías llenaban una doble finalidad: expresaban su hostilidad contra el marido, contra el otro país y contra mí, a quien vivía como pareja del marido, que queríamos echarla de la teta para tener otro hijo; y al mismo tiempo implicaba una negación de la vivencia de ser "sacada de adentro", que era sinónimo de muerte. Fantaseaba instalar un vientre en el "otro país". Frente a un incremento de la persecución, huía hacia una situación regresiva maníaca donde se cargaba libidinosamente la imagen de un objeto interno idealizado. Recordaremos, a este respecto, su migración durante la lactancia y la actitud paranoica de la madre, que la mantuvo al pecho para defenderla de la comida "envenenadora" del otro país, y su desalojo de ese pecho por la gestación de una hermana que la sustituiría, dejándola librada a los peligros del otro país. Intentaba también en esa fantasía ser como la madre de entonces, ante la angustia de no saber cómo iba a ser. Pero los riesgos que percibía en esta fantasía de regresión también eran graves. Al pensar en tener un nuevo hijo, recordaba su situación cuando había nacido su hija, Inés, y aunque intentaba negar su angustia diciendo "sin análisis igual hubiera salido", agregaba a continuación: "A veces me asusto cuando pienso cómo estaba y hasta qué punto me sentía fuera del tiempo; en realidad pienso que sin análisis me hubiera vuelto loca después del parto". Ante el peligro que significaba esta regresión buscó una salida por medio de la actuación, estableciendo un vínculo con alguien que representaba al padre con el que planeó instalar un negocio vivido como "fabuloso", con mercaderías de origen dudoso, pero para el 152
cual hubiera debido invertir todas sus pertenencias, volviendo a vaciarse de todo lo logrado. Se mete en un lío con un hombre, en un negocio fantaseado como "comercio sexual", cuando se asusta de la fantasía homosexual, regresiva y sádica conmigo, que aparecía en sueños en que pandillas de delincuentes juveniles mataban a una mujer que tenía muchas botellas, quedando la paciente encerrada con esa mujer. La forma en que se estableció la relación con este hombre está plena de significados e ilustra sobre el funcionamiento de la identificación proyectiva. El incremento de la ansiedad persecutoria determinado por la carencia (hambre-migración) era otro de los factores que inhibían la identificación introyectiva y hacían aumentar los mecanismos proyectivos. Este era un comienzo de sesión de esa época: "Estoy completamente loca. Inés ayer tenía hambre y la chica no le tenía la comida lista, porque estoy muy ocupada estudiando y si yo no miro las cosas en casa no marchan, y empezó a lloriquear. Yo me turbé mucho y me salieron dos grandes gotas de leche de los pechos (silencio) . Hay otra cosa: estuve pensando en Z. Parece que tiene de todo, pero anda buscando un socio. A veces lo miro, no sé, así nomás. Pensé cómo me sentiría si yo fuera él. El percibió las miradas. Al principio parecía nervioso y seco, después se tranquilizó. Me da vergüenza contar algo así tan adolescente". Estaba impresionada al ver el miedo que tenía de quedarse sola y muerta de hambre. Por eso sintió que tuvo que recurrir a la omnipotencia de sus pechos y pezones que le procuraran las gotas de leche, en casos de extrema necesidad. También quiso estar en posesión de un pene omnipotente para disponer de su eyaculación en todo momento por lo que buscaba meterse en Z ("si yo fuera él"), mientras con la mirada trataba de poner en él su parte hambrienta ("busca un socio"). Prosiguió: "En realidad se parece a papá. Fue lo primero que me llamó la atención, y tiene los ojos claros como la nena y como usted". Aunque parecía ser un acting out edípico, en otro plano intentaba realizar por su intermedio una fantasía de autoabastecimiento. Para ello necesitaba tener pezones omnipotentes que dieran leche permanentemente evitando la menor frustración, o un pene omnipotente, que intentaba obtener metiéndose en un hombre por identificación proyectiva. La intensidad con que utilizaba ese mecanismo le hacía sentir que tambaleaba su identidad, sintiéndose enloquecer. Mediante su regresión, además, no solamente negaba el tiempo que había transcurrido sino que pretendía controlar el tiempo futuro (vínculo temporal), anulando la intolerable espera hasta que 153
se fuera: Z era ya el "otro país", idealizado para no temerlo ("negocio fabuloso"). La relación con Z era, por sus características que no puedo detallar aquí, también un intento de regresar a ser adolescente y la nena de papá. Manifestaba así su necesidad de recuperar, antes de irse, una parte de su vida que había salteado, casándose apresurada y contrafóbicamente. Antes había "escapado hacia adelante" (podríamos decir claustrofóbicamente); ahora estaba asustada de las consecuencias que tenía que afrontar y quería, fóbicamente (agorafóbicamente) "escapar hacia atrás" *. No era extraño que necesitara volver justamente a la adolescencia, ya que es la época de la vida en que se produce la mayor crisis de identidad, en relación con los cambios corporales y cambios en la imagen de los padres en la infancia. Marisa no había podido superar esa etapa; en la adolescencia estaba nuevamente presente la nena, la nena de la pandilla, la nena que mataba a la mamá para separarla del papá. En ese sentido, vivía el irse a otro país como escaparse de mí para casarse con el padre, dejándome sola y sin pareja. Esta regresión a situaciones infantiles de disociación perversa y sádica, recuerda sueños de la época del destete de la hija, en que una pandilla de adolescentes descuartizaba a la pareja combinada en el altillo. Vemos que, frente a la angustia de separación actual, reacciona con el modelo de respuesta catastrófica ante el destete, en la que ocurre una regresión a fantasías sádico-orales y actuadas por múltiples partes disociadas: la pandilla de delincuentes. En el intento de acting out, las partes que se habían disociado de la relación transferencial eran su parte infantil femenina (la nena hambrienta) y la parte masculina (pene omnipotente). III IDENTIDAD
FEMENINA
Su identidad femenina no podía sostenerse sobre la base de esas fantasías narcisistas y "hambrientas" que le impedían acercarse a la resolución normal de su Edipo positivo. Volvió a caer entonces, como consecuencia del "hambre" desencadenada por la situación de migración, en la confusión de sexos y la rivalidad con el marido y los hombres. "Papá me quiso dar dinero. Pero ahora me trata como a una * J. Mom (3) dice: "...maneja e1 Tiempo como espacio. 'Controla' el Tiempo (situación depresiva) negándolo, transformándolo en Espacio al cual 'puede' dominar mejor, 'dividiéndolo' ". 154
mantenida: no quiere que Ricardo lo sepa; sólo faltaría el tapado de visón... Ultimamente estoy otra vez mal con Ricardo. Debe influir la nena: se despierta de noche y grita llamándolo, y dice 'mío, mío'; pronuncia bien ahora. El otro día dijo que papá era malo porque no le quería poner un caramelo ahí, y se señalaba la vagina". El hecho de que la madre no le hubiera servido para una buena identificación de su rol sexual maduro, ya que "todo lo que viene de mamá es falso" y que el padre hubiese estimulado preferentemente un tipo de relación perversa ("la mantenida") o las tendencias infantiles masturbatorias ("el estudio como distracción") hizo abortar sus posibilidades de consolidar su identidad femenina y su relación con los aspectos de la realidad en la que tenía que funcionar como tal. El déficit de su identidad femenina la impulsaba a la fantasía de la posesión de un pene omnipotente puesto en el intelecto, con el cual poder castrar al padre. La misma frustración edípica temprana le incrementaba sus impulsos oral-sádicos, localizados en una vagina hambrienta que ambicionaba tomar posesión del objeto ("mío, mío") para quedarse con él. Este fracaso en su identidad femenina la llevaba al mantenimiento de un tipo de sexualidad infantil con características perversas, que impregnaba sus fantasías edípicas. Ante la proximidad de la separación por las vacaciones de verano, para ella anticipo de la gran separación, el material que se repetía con matices de desesperación era la sensación de desubicación, de no tener dónde estudiar, ambulando por las calles, porque "todos los bares estaban cerrados y no había ni un lugar donde sentarse". Entre otras cosas, se sentía perdida y desamparada por quedarse sin la comida del análisis, y dicho sentimiento constituía la expresión de su mayor ansiedad referida a la separación por su viaje, y a la vez de su dependencia y hambre de mí, que le costaba tolerar. Era lógico que la separación por las vacaciones le significara en esta ocasión enfrentarse con toda la ansiedad contenida en la migración. Pero quisiera destacar, sobre todo, la forma en que trató de protegerse frente a los sentimientos que le resultaban intolerarables: dependencia y hambre. Se hizo más manifiesto su rechazo a admitir su dependencia oral del análisis. Los bares cerrados en la realidad (vacaciones del análisis) reflejaban, esta vez, algo que había constituido una realidad psíquica interna durante todo este período premigratorio: el "bar cerrado" interno aunque hubiera análisis, por su incapacidad de identificarse introyectivamente con un pecho de buena leche. Le era muy difícil sentir que ella tenía algún valor para mí, si no era viéndome muy necesitada de ella, y pensaba que si volviera, yo no la reconocería: no existiría para mí. 155
La vivencia de que "no le daban" no estaba referida a que no le dieran cosas materiales, a que el pecho no hubiera dado leche, sino que no había sentido contacto afectivo real: "en mamá todo parece falso". Yo, revestida de esa imagen materna, sólo la atendía "por la plata": las heces omnipotentes que servían para atacar, para conquistar, para aplacar o para autoabastecerse. El hecho de que yo no me opusiera activamente a su viaje, tratando de retenerla, era vivido como que no la necesitaba y no me importaba que se fuera. Esto le significaba, entre otras cosas, "no existir", como así también haber perdido su identidad. Ella creía "no ser nadie" que pudiera importar. Pienso que necesitaba también invertir la situación, sentirse muy omnipotente, ya que cuando ella necesitaba mucho y no le daban, se sentía no existir. E. Bick (2) dice que cuando el niño llora y la madre no acude se siente humillado y siente que no existe para la madre. Por lo tanto recurrió nuevamente a introyecciones patológicas de "figuras fuertes" (yo, yéndome de vacaciones) desde dentro de las cuales por identificación proyectiva intentaba controlar sádica y omnipotentemente a sus objetos. Pero, ¿qué ocurría? Dentro de ella esas figuras se mezclaban con aspectos diferentes de esos objetos totales y parciales, que la hacían entrar en confusión, ya que entonces no podía discriminar lo bueno de lo malo, con un serio trastorno de su identidad (locura) y con el peligro de que su buena relación conmigo (padre) se perdiera por sus ataques provenientes del sector identificado con sus objetos malos.
IV LA "IDENTIDAD DE
VIDRIO"
Después de las vacaciones su disociación reapareció en diversas formas, particularmente a través de referencias a "la nena", para poder controlar los dos objetos simultáneos: el "otro país", nuevo, desconocido y el original. Esta situación se vio claramente en una sesión en que comentó que la hija había descubierto que en el vidrio de la ventana se veían los muebles de la habitación y la calle, y que también la silla estaba "adentro" y "afuera" en la ventana. Analizando este material pudimos ver que, por una parte, ella deseaba sentirse la silla, con el significado de estar "dentro y fuera" a la vez, es decir, poder estar en dos lugares a un mismo tiempo, con lo cual intentaba negar omnipotentemente la separación, la pérdida y la situación traumática de la migración. Pero, por otro 156
lado, la fantasía básica era sentirse identificada con el "vidrio", en quien podían reflejarse los demás objetos. Así era como ella veía el rol del analista, quien debía ser solamente eso: pantalla de los analizados sin existencia propia, mamá y papá que sólo existían cuando ella se reflejaba en ellos. Pero aún así, no era una pantalla en la que se pudiera confiar; devolvía una imagen confundida con lo que se veía por transparencia. Era una pantalla-pecho permeable que le comía la identidad. En última instancia, sentirse vidrio constituía la expresión de su falta de identidad y el sentimiento de estar vacía de pertenencias propias. "Cada cosa que voy a decir, pienso que es prestada de Ricardo, de interés de él o influida por usted. Entonces me siento completamente vacía. Adoptaría la forma de cualquiera, podría ser 'la esposa de XX'. Recuerdo la película 'La señora y sus maridos'; me siento como si no fuera nadie". El material de "La señora y sus maridos" demostró además la utilización que hacía de sus objetos como depositarios de todo lo no tolerado, pero donde se le iba todo lo propio valorado, vaciándola. Para ello los fragmentaba (muchos maridos) como para repartir la peligrosidad de lo proyectado y disminuir el peligro de la introyección. El aspecto negado en este material es que "la señora" de la película imprimía un destino igual a todos sus maridos: los enriquecía ("les daba suerte") y después se morían. Marisa tenía, efectivamente, también la vivencia de haberme enriquecido (como al marido) pero era tanto el temor de matarme que no podía asumir ninguna responsabilidad por lo que ocurría en la relación; todo era con "la plata de papá" de la que ella era simple intermediaria, como lo era mamá: un vidrio en el que no queda huella de lo reflejado. A medida que se aproximaba la fecha de la partida, sus ansiedades depresivas aparecieron con más fuerza, pero de tal modo que se le hacían intolerables y se intensificó su necesidad de recurrir nuevamente a la disociación e identificación proyectiva. Este último período de su análisis fue importante porque marcó un acmé en su regresión, y sus tentativas de tomar este viaje como repetición de las migraciones anteriores en que había sido un elemento pasivo, sometido, transportado, en que no había decidido irse ni quedarse. Todo esto se hizo muy notorio cuando tuvo que empezar a tomar medidas concretas en relación con el viaje, que implicaban "moverse" asumiendo algún grado de responsabilidad por sus movimientos. Pudimos ver que, además, "moverse" estaba también asociado profundamente para ella con el "movimiento intestinal"; es decir, "ignificaba "salir" de su constipación y de un aspecto de su parálisis 1R7
interna. Implicaba, por otra parte, el riesgo de "poner en movimiento" sus contenidos fecales que, vividos como aspectos concretos de su self, podían quedar desparramados en el afuera, exponiéndola nuevamente al vaciamiento. Tampoco quería enfrentarse con todo aquello que pudiera provocarle dolor. Tenía que alquilar o vender su departamento y no quería mostrarlo a la gente que venía a verlo para no sufrir. Ella se iba de la casa y dejaba al marido para que lo mostrara. La interpretación en ese material se centró en señalarle que ésa era su actitud respecto de su situación interna: para no sufrir por lo que dejaba, no quería ver qué era lo que tenía. Por otra parte, proyectaba en el marido, junto con las pertenencias del departamento, todo lo negado en ella: tener cosas, querer irse para tener más de algunas y sufrir por irse y perder otras. Al hacer que el marido fuera quien mostraba el departamento, estaba disociando y proyectando en él el sufrimiento, tomándolo como hermano menor que tiene que sufrir ser echado de la casa, posiblemente porque la hermana debe haber nacido cuando la destetaron; ahora ella intentaba irse maníacamente, dejando en un hermano la parte en que se sentía echada, como también la parte que debía sufrir las ansiedades claustrofóbicas. Estos hermanos eran también los posibles analizados que ocuparían su lugar cuando se fuera. Se había enterado de que algunas personas de su conocimiento me habían solicitado análisis, pedidos que no pude satisfacer. Esto le producía gran placer porque tenía en quien proyectar su vivencia de sentirse echada y se defendía de los celos hacia la persona que ocuparía sus horas, indicándome a quién debía tomar. Pero no podía evitar sus fuertes sentimientos de envidia frente a mí, al pensar que podía tener otros hijos, lo que le hacía suponer que ella, entonces, perdía todo valor "propio" para mí.
V En esta época el análisis se centró alrededor de algunos sueñosclave muy ricos que no puedo entrar a detallar, pero que hablaban de su incapacidad para la acción: su "estar sentada, sin hacer nada y pensando todo, todo, hasta sus últimas consecuencias", que la enloquecía. Eran maneras de masturbarse con los pensamientos, fantaseando que tenía que "pensar por todos". Su falta de sentimiento de identidad "propia" encubría una fantasía omnipotente, en que suponía "ser todos". Sus mayores esfuerzos estaban dirigidos a "no ver" la realidad, no ver quién era ella ni ver a los otros. En uno de esos sueños yo aparecía como una profesora que quería limpiar los vidrios de las 158
ventanas de su casa, a lo que ella se oponía desesperada. En esos días perdió también su libreta con los nombres y direcciones de "todo el mundo", y soñaba reiteradamente situaciones que implicaban quedarse en mi interior. Fluctuaba entre su necesidad de no nacer, "no salir afuera", identificada con la hermana que quedaba dentro de la madre y, por otra parte, volver a la utilización de sus mecanismos de disociación e identificación proyectiva mediante los cuales se proyectaba en muchos objetos. Si salía afuera, ya era "en pedazos": se vaciaba en cada cambio. Con todo, para no perderse totalmente en los objetos, trató de mantener un manejo obsesivo de su disociación, rotulando a cada uno con los roles adjudicados, incluso tratando de retener un aspecto suyo con el que se autodefinía: "Lo único que reconozco como mío son las peleas"; era el único rol admitido en ese momento, la parte "peleadora", aspecto parcial de su identidad. Comenzó a preguntar a los demás cómo la veían, y trataba de que el marido le hablara de ella, como un recurso desesperado para saber qué rol tenía frente a él, y en qué estado se encontraban sus partes proyectadas en los otros. Estaba lanzada a la búsqueda de sus partes dispersas y empezaba a traerlas a sesión, pero sintiendo que ella no podía contenerlas, no podía reintroyectar esos aspectos propios, aún amados, porque le eran desconocidos y además temía que se le mezclaran dentro. Material ulterior hace pensar que los temía porque los suponía robados, ; ajenos. ' ' • "Ricardo me dijo algo que me dejó totalmente desorientada; dijo que yo era apasionada. Muy soprendida, le pregunté cuándo, y dijo: 'Siempre, después de los primeros tiempos'. Yo no entiendo. Una amiga me dijo que era cariñosa. Que me digan eso me conmueve, y entonces siento que tengo algo que ver con lo que pasa.' Pero también siento bronca, porque si él sabía ¿por qué no me lo dijo antes?" Experimentaba resentimiento contra sus partes apasionadas y tiernas que querían volver, por haber estado afuera tanto tiempo, por haberse hecho extrañas, y también contra sus objetos que sabían de esas partes, como si la hubieran estado robando, porque les había dado algo sin darse cuenta. Al mismo tiempo, vemos que algunos aspectos son más fácilmente reintroyectados que otros; admitía con más facilidad ser tierna que apasionada, estableciéndose una competencia entre las partes proyectadas para ser aceptadas nuevamente. El que denominamos, con la paciente, el "sueño de los espejos" ilustra sobre el estado de su identidad en ese momento. 159
SUEÑO
DE LOS
ESPEJOS
"Yo iba a un hotel con un hombre a solas, no sé, y era un hotel dudoso, de parejas, por horas, como ése de la vuelta de su casa. En la ventanilla de entrada, el conserje miraba muy fijamente y la catalogaba a una. Había también gente respetable y parejas raras; uno era profesor, mis tíos, gente de mi familia. . . El conserje me preguntaba si yo pensaba que el hotel era 'mersa', y yo le decía que no, pero pensaba que era de parejas. Yo quería que vieran que yo era una persona bien. Después iba otra vez al hotel con compañeras. En la ventanilla había espejos y uno se veía, y entre los espejos se veía una fila de mujeres como si fueran telefonistas. En el espejo yo tenía el pelo corto como hace unos meses, que me quedaba mejor. Me parece que me lo voy a cortar de nuevo". De este sueño, que fue importante en este período, tomaré sólo aquellos aspectos relacionados con los intentos de la paciente por conocer e integrar los distintos aspectos de su identidad (vínculos de integración espacial, temporal y social). El hotel era el análisis donde en cada hora hay otra pareja analista-paciente. Además, las distintas parejas son las que formaba conmigo por medio de sus distintos roles. Sentía que cada vez que venía yo la observaba fijamente para "catalogar" con qué rol venía y cuál sería entonces su relación conmigo, proyectando en mí su mirar escrutador, en función de su curiosidad y necesidad de control. Pero uno de los aspectos más importantes del sueño correspondía a su tentativa de discriminar entre las diversas figuras introyectadas, para conocer los diferentes aspectos de su identidad: las figuras respetables y las "raras", las no aceptadas, las extrañas para sí misma. También vimos que el sueño en sus dos partes representaba dos momentos de su análisis. En la primera parte, ella llegaba al hotel-análisis, no sabía bien si sola o acompañada por una parte masculina que, habíamos visto, estaba incluida en su rodete-penepezón omnipotente. En la segunda parte, en la misma ventanilla, en lugar de un conserje que la escruta y al que tiene que ocultar la verdad, hay espejos donde ella puede verse. El pecho-espejo devuelve la imagen, no la come como el pecho-vidrio. Pero el espejo está aún fragmentado: son muchos espejos, ella es ella y muchas compañeras; yo soy muchas telefonistas. Pero las telefonistas están entre los espejos, tratando de comunicar unos con otros. Respondía a su necesidad de que yo tuviera una parte para reflejar cada parte de ella y, por otro lado, integrara sus distintos aspectos. Cortarse el pelo implicaba la aceptación de la pérdida de la 160
fantasía omnipotente de "ser" la pareja y verse más linda como mujer. Esto implicaba reconocer la existencia del otro sexo y su necesidad de él, situación que normalmente se elabora en la adolescencia (1).
VI Otro ejemplo de su dificultad para admitir sus logros se puede ver en este fragmento de material: "El lunes fue gracioso, porque me dolían las muelas y creía que estaban enfermas y no se lo dije a usted, y le hablaba en cambio de ir a ver a un médico para consultar por masajes en el vientre, y por las pastillas esas. Y usted me interpretaba mi relación sexual como algo de comer y yo no decía nada; no sé por qué no lo relacioné, como si no tuviera nada que ver. Y después fui al dentista y es que me está saliendo la muela del juicio". Encubre su crecimiento, satisfaciendo la fantasía de estar enferma. No lo dice porque cree que crecer la separa de mí y que, en cambio, el estar enferma la une conmigo como ocurría con mamá. Parece que para ser aceptada debe ser la nena sin dientes y sin juicio propio. En este material vemos que la dificultad de admitir sus logrosy pertenencias va unida a la dificultad de adquirir nuevos roles porque implicaba perder la conexión con la madre, y que todo, ello reside en la fantasía de que los logros, el crecimiento y los roles nuevos que consolidan la identidad, significan adquirir muelasjuicio con los que se puede descuartizar a mamá y no poder recuperarla. La dificultad de recibir y contener sus partes y el temor hacia esas partes hace que me pida que se las reúna y mantenga, expresando de las más diversas maneras su miedo a la desintegración como consecuencia de nuestra separación, como correspondiendo a la fantasía que su parte bebé sintiera: que la madre abre los brazos que la sostenían y la deja caer y hacerse añicos. VII Ya estábamos en el último mes antes de su partida; el marido tenía fecha fija para irse, pero ella pudo tomar la decisión, que la angustiaba mucho, de quedarse el tiempo que necesitara para recibirse. Esto era importante en varios sentidos: 1) Tomar la decisión de "cuándo" irse implicaba también aceptar que estaba decidiendo irse, es decir, que estaba aceptando una parte de su identidad como "mujer en pareja". 2) Que si decidió irse en el momento en que 161
se recibiera, estaba decidiendo "cómo" irse, estaba admitiendo otra parte de su identidad como "persona con intereses propios", o "profesional". En los días en que quedó sola, después de la partida de Ricardo, buscó un escribano entre "sus" amistades, para liquidar sus asuntos, en lugar de utilizar las vinculaciones del padre. Descubrió, con gran sorpresa, que nunca se había preocupado por saber a nombre de quién estaba su departamento, e incluso alcanzó a arreglar algunas cosas que el marido, antes de irse, había dejado en manos de personas poco responsables. Finalmente, dio la última materia de su carrera y se recibió. Llegó con la cara radiante y dijo: "Me recibí. La iba a llamar por teléfono pero no lo hice: lo siento como un trámite más". Le señalé la disociación entre lo que decía y su expresión y el tono de su voz. "Papá vino a esperar al examen, cosa que yo no esperaba. Al principio estuvo muy contento, pero en seguida empezó a arruinarlo. Dijo que si yo fuera inteligente ahora no tocaba un libro más. Pedí una llamada por teléfono para avisarle a Ricardo y papá se empezó a poner nervioso. Después vino mi tío y dijo que había u n lío y tendrían que pagar mucho dinero; papá se puso como si hubiera muerto alguien." Le interpreté que estaba celosa del dinero de papá, heces omnipotentes que parecían valer para papá más que las que ella podía producir, y que creía que por recibirse hacía perder esa plata tan valiosa a papá, que mataba a alguien valioso. "Es que además quería hablar con el auxiliar que me ayudó a preparar esta materia y como estaba papá no pude". Le dije que la parte de ella sometida a papá y culpable ante él, no le había permitido comunicarse con la parte de ella que valorizaba haberse recibido, y con quien la ayudó a lograrlo, como no puede comunicarse conmigo para decirme que está contenta, sino sólo para decirme que cumplió con un trámite. Tampoco está comunicada con mamá que no aparece en todo esto. " S í . . . No sé por qué no incluí a mamá. Justamente ayer me llamó para decirme que se enteró por otros de que a papá le está yendo bien y a ella no le dijo nada; después de aguantar todos estos años de líos, cuando empieza a rendir frutos no se lo dice." No me incluyó, como papá no incluyó a mamá, no me comunicó que le estaba yendo bien: teme que yo esté enojada porque ahora que el análisis empieza a rendir frutos, se va. "La verdad es que mamá cambió mucho. Antes se burlaba de mí diciendo que de lo único que me iba a recibir era de mamá, pero después me ayudó bastante con la nena para que yo pudiera estudiar; sin ella no me hubiera podido recibir. 162
"Ayer yo sentía que no podía hablarle al auxiliar, ni agradecer a mamá, ni llamarla a usted. Me doy cuenta de que la ubiqué con las personas a las que más les importa que me reciba. Pero pasa una cosa rara, no puedo expresar el agradecimiento porque si digo eso, ya no es cosa mía" (como si temiera aún vaciarse nuevamente). Me dice que mi imagen dentro de ella cambió mucho, que piensa que la ayudé a recibirse, pero que necesita que yo pueda comprender y aceptar su imposibilidad de agradecerme, aunque el reconocimiento de esa imposibilidad lleva implícito su deseo de agradecer, que es lo máximo que puede ofrecerme en su lugar. El hecho de que mi imagen como madre hubiera cambiado dentro de ella evitó que tuviera que recurrir a una total negación de sus logros, aunque sus ansiedades persecutorias y depresivas no habían disminuido lo suficiente como para expresar agradecimiento sin sentir que perdía esos logros. En las sesiones finales alternaron las fantasías y planes con respecto al futuro y la ansiedad por la separación. "Es increíble; me ofrecieron sacar una visa independiente para trabajar, en lugar de la familiar y acepté. En el formulario dice profesión, y por primera vez puse la mía; me emocionó. Ahora que me recibí tengo más ganas de trabajar, hacer algo y no ser siempre sólo una estudiante. Pero esa sensación no me dura todo el tiempo. "A veces pienso que la separación con usted es espantosa y sufro por lo que no aproveché del análisis, y otras pienso que aproveché bastante bien y la separación no es tan horrible".
SINTESIS La migración es una situación traumática múltiple que implica numerosos cambios de la realidad externa con la consiguiente repercusión en la realidad interna. La posesión de un vínculo con un "buen objeto interno, establecida en forma segura" da al yo la capacidad de tolerar y elaborar esos cambios externos e internos, y aún de enriquecerse con ellos. Sabemos que ésa no era la situación de Marisa, cuyo historial infantil nos la muestra expuesta a experiencias de cambios traumáticos, y a la relación con objetos muy poco estables, en quienes difícilmente podía confiar. La tan repetida frase "partir es morir un poco" adquiría contornos dramáticos cuando Marisa decía: "Es como asistir a la propia muerte; todos hablan del futuro y hacen planes en los qus uno ya no cuenta". Y cuando se refería al "otro país" decía: "Nadie me conocerá; allá no seré nadie". Este sentimiento de "de no ser nadie" reactivaba el que había experimentado frente al pecho. 163
La migración enfrentaba a Marisa con una nueva situación de nacimiento que, en su inconsciente, había sido equiparado a muerte, después de la cual dejaría de ser; es decir, en el "otro país" no sería nada, estaría de nuevo ante un pecho que la ignoraría. La fantasía de nacimiento estaba cargada con todas las vivencias derivadas de su destete tardío y la represión en el uso de sus dientes, el retardo en el "cambio de comida" y las consiguientes fantasías de descuartizamiento del pecho y del pene y el interior de la madre por la frustración en la etapa genital temprana. Es decir, ese nacimiento implicaba para ella un vaciamiento de todos sus contenidos, que pienso que es la fantasía inconsciente que subyace al temor a la pérdida de identidad. La fantasía de vaciamiento provenía de distintas fuentes: 1) fantasías de desparramo de sus partes por identificación proyectiva en las situaciones de separación: nacimiento, destete, viaje; 2) dificultad de reintroyectar esas partes por sentirlas peligrosas y por la desconfianza de que el pecho pudiera disminuirles la peligrosidad; 3) introyección e identificación proyectiva ulterior en un pecho vaciado hasta el agotamiento; 4) actuación de los mismos mecanismos respecto de una imagen de la madre vaciada por fantasías hostiles, movilizadas por la envidia, y los celos de la fase edípica temprana; B) fantasías, confirmadas por acontecimientos traumáticos reales, de haber sido vaciada vengativamente por la madre; 6) fantasías de que el pene la vaciara en la relación sexual. Todo eso correspondía a la fantasía de un nacimiento catastrófico, que era lo que determinaba el carácter extremadamente persecutorio de la vivencia de migración. La posibilidad de que el abandono del propio país tenga un carácter de "nacimiento depresivo" y no "catastrófico" depende en cada caso de todo lo que, a lo largo de su evolución, haya permitido al individuo sentirse "rico y lleno". Es decir, tener suficientes pertenencias internas adquiridas por identificaciones introyectivas, un objeto interno estable y seguro y, consecuentemente, un sentimiento de identidad sólidamente establecido, para poder hacer frente a las tremendas pérdidas que supone una migración, que expone siempre al riesgo del "nacimiento catastrófico".
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1) Aberastury, A. y col.: "Adolescencia y psicopatía". Trabajo presentado en el Simposio sobre "Manía y psicopatía", organizado por la Asociación Psicoanalítica Argentina, 1964. 2) Bick, E.: Seminarios dictados en Londres en 1965. 3) Mom, J. "El Yo y su control a través de los objetos en la agorafobia". Trabajo presentado en la Asociación Psicoanalítica Argentina, 1953. 164
CAPÍTULO
SI Y O
FUERA
XII
USTED
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El título de una conocida novela del escritor francés Julien Green me pareció sumamente apropiado para encabezar las consideraciones que deseaba plantear acerca de ciertas vivencias experimentadas desde los primeros períodos de la vida. Ante todo quisiera hacer resaltar la universalidad y la muy frecuente —por no decir casi constante— aparición del sentimiento "si yo fuera usted", predominantemente en forma inconsciente, en la conducta humana en general. Lo que varía son las motivaciones que, en cada caso o circunstancia particular, generan ese deseo con el profundo anhelo de convertirlo en realidad. Me agradaría pasar revista a los diferentes procesos emocionales que, desde la más temprana infancia, determinan el impulso al "si yo fuera usted". Hay un primer período en la vida del niño en que ese sentimiento no existe prácticamente porque no percibe la diferenciación entre su self y todo lo que no es self. El lactante no reconoce, en un comienzo, otra existencia que la suya propia (el pecho materno no es más que una parte de sí mismo). Cuando los deseos de alimentación y afecto se encuentran gratificados, aquél siente el mundo como algo inmensamente bueno, porque sus propias sensaciones constituyen su mundo, y todo le resulta placentero. Pero cuando no tiene leche y no encuentra bienestar, o se siente torturado por la rabia de una frustración o el desconsuelo de experiencias dolorosas, todo el mundo es para él un solo sufrimiento. Y es precisamente esta última experiencia, la dolorosa y angustiante, ya sea determinada por la vivencia de una pérdida abru* Grinberg, León (4) . 165
madora o por la consecuencia de los propios impulsos agresivos ligados a la frustración o al sufrimiento, la que pone en marcha el proceso tendiente a la discriminación del objeto como algo exterior a uno mismo. Empieza a diferenciarse el no-self del self, poniendo en funcionamiento el fenómeno de la identificación proyectiva. Pero la proyección no sólo interviene como un mecanismo fundamental para la adquisición del juicio de la realidad, sino que al mismo tiempo es aprovechada como defensa contra las propias reacciones emocionales. Todas las sensaciones y sentimientos desagradables y penosos son automáticamente confinados fuera de nosotros. La angustia, el sentimiento de culpa, el temor a la crítica de nuestras instancias censoras o el miedo a la represalia determinan que ubiquemos en el mundo exterior todo lo que consideramos negativo, prohibido o peligroso. Por eso suele ser tan común que lo malo, lo destructivo y dañino sea atribuido al otro, al rival, al partido político opositor o al país enemigo. En cambio, con cuánta rapidez y facilidad se tiende a considerar que las intenciones propias son siempre puras y, sobre todo, justas. En toda relación conflictiva surgida entre padres e hijos, marido y mujer, patrones y obreros, siempre se está dispuesto a encontrar, sin vacilación alguna, el mayor de los egoísmos y de las agresiones... en las actitudes de la parte contraria. Pero también se proyectan sentimientos y actitudes positivas, como veremos más adelante, para poder crear y mantener buenos vínculos con los demás. Sin embargo, es más frecuente la utilización de ese mecanismo en los casos en que predomina la angustia por la aparición de las situaciones emocionales como las anteriormente descriptas. Se preguntarán, quizá, qué relación existe entre todo lo dicho y el proceso del "si yo fuera usted". Precisamente, una de sus bases fundamentales reside en poder movilizar, desplazar y sustituir determinadas cargas afectivas, ubicándolas en diferentes lugares. Si consideramos por un momento —para ilustrar esos conceptos— el caleidoscòpico panorama de las fantasías del niño, comprobaremos con qué intensidad y frecuencia participan los mecanismos proyectivos en ellos. El niño no sólo se identifica con prodigiosa facilidad con los distintos aspectos de los personajes que él hubiese querido ser (estimulado por la admiración, la envidia o el temor), sino que "fuerza" a intervenir en dichas identificaciones a sus compañeros de juego, a los adultos y, muy especialmente, a sus juguetes y muñecos. Basta con observar los diferentes tratos o roles asignados a sus muñecos para comprender de qué manera el niño dramatiza sus respectivas identificaciones. No resultará aventurado suponer, por ejemplo, que en la tortura y destrozos despiadados a que somete a sus juguetes están contenidos —por lo menos en parte— el odio y la agresión experimentados contra alguno de sus padres o el her166
mano rival; o contra sí mismo en la medida en que inconscientemente quiera castigarse por su vivencia de culpa. En la exquisita ternura y actitudes maternales con que una niña trata a su muñeca está claramente reflejada su intensa aspiración a ser como su madre, pero simultáneamente se proyecta en la muñeca para recibir el trato que idealmente hubiera deseado de parte de su propia madre. Entre los primitivos se han observado mecanismos de identificación muy similares en sus concepciones profundas a los descriptos en el niño, y que se manifiestan esencialmente a través de las técnicas mágicas. En mi trabajo sobre el Tabú (5) me he referido con cierto detalle a las distintas formas de magia primitiva. Mencioné, en aquella oportunidad, a la "magia imitativa" que caía en el error de suponer que dos cosas que se parecían eran una misma, y la "magia contaminante" que aceptaba que dos cosas que habían estado alguna vez en contacto seguían estándolo. Tanto una como otra se basan en el esquema proyectivo del "si yo fuera usted". Así, por ejemplo, fabricar una efigie con la imagen representativa de un enemigo a quien se desea la muerte, dañarla con la seguridad de estar destruyendo automática y simultáneamente al enemigo, constituye una demostración evidente del deseo del cumplimiento mágico de la fantasía agresiva por medio de la utilización de los mecanismos de proyección, desplazamiento e identificación.
II Había dicho poco antes que me quería referir a las diferentes tendencias o sentimientos que, desde la niñez, originan el ansia del "si yo fuera usted". El que surge en primer término por la enorme importancia e influencia decisiva en el desencadenamiento de este proceso es el sentimiento de envidia. La envidia reside esencialmente en la rabia y el enojo que nos provoca que otra persona posea y goce algo deseado por nosotros. El impulso envidioso tiende a robarlo para gozarlo o bien destruirlo para hacer desaparecer la fuente del displacer y sufrimiento. Según Melanie Klein (6) el primer objeto que se envidia es el pecho, porque el lactante siente que éste posee todo lo que él desea y necesita: una ilimitada corriente de leche y amor que supone se guarda para su propia gratificación. Quiere decir que desde el contacto más precoz con un objeto aparece la envidia y concomitantemente el deseo de convertirse en este objeto para apropiarse de todo Jo bueno que éste posee. Este sentimiento reaparece incrementado en determinadas circunstancias durante la evolución del niño, especialmente en aquéllas vinculadas a la situación edípica por todos conocida. Por distintos motivos (envidia, celos o rivalidad), el niño anhela ocupar el 167
lugar de sus padres y sentirse dueño de todas sus pertenencias. Para la fantasía del niño, el padre adulto y poderoso lo posee todo, entre otras cosas porque posee a la madre. Otras veces, es el nacimiento del hermano menor, odiado y profundamente envidiado, lo que provoca la angustiosa y, en ocasiones, dramática necesidad de identificarse con el mismo para conseguir las privilegiadas gratificaciones que, según supone, aquél recibe en forma ilimitada. Entonces pueden observarse las transformaciones regresivas que sufre el niño impulsadas por el "si yo fuera... el bebé": deja de hablar con la fluidez que poco antes le enorgullecía para expresarse con el lenguaje entrecortado y balbuceante del menor; pierde la capacidad de controlar sus esfínteres provocando las reacciones inconscientemente esperadas con el problema de la enuresis; se niega a comer o vestirse por sus propios medios, exigiendo que lo alimenten y lo atiendan, etc. En suma, se ha puesto en el lugar del recién nacido, convirtiéndose, en su fantasía, en él. La envidia por el otro sexo es otra de las situaciones relativamente frecuentes que promueven la fantasía del "si yo fuera usted". Uno de los componentes más importantes ele dicha envidia lo constituye el sentimiento de carencia y el deseo de adquirir algo que no se posee. Se relaciona literalmente con los aspectos corporales y las funciones que nunca se tendrán. La mujer puede envidiar al hombre su pene y sus diversas clases de "potencia" que le adjudica en la vida: su fuerza física, sus poderes intelectuales, su capacidad de tomar iniciativas o de ganarse la vida, etc. Si este sentimiento se presenta en forma muy aguda, la mujer buscará inconscientemente la forma de llevar a la práctica el "si yo fuera. .. hombre", colocándose en situaciones en que intentará demostrar que su capacidad es equiparable a la del hombre. En casos extremos, renunciará —siempre en el plano inconsciente— a sus atributos femeninos, desvalorizando las satisfacciones que podría conseguir en su condición de mujer (amor, hijos, etc.) y procurando reafirmarse en la masculinidad apetecida. Naturalmente, me estoy refiriendo a un aspecto parcial del problema con fines ilustrativos, pero quiero dejar sentado que pueden intervenir muchos otros factores en el condicionamiento de estas situaciones. La envidia del hombre por la mujer no es menos frecuente, pero suele ser menos reconocida y comprendida. La razón principal de esta envidia se relaciona con las, para él, misteriosas funciones y procesos que tienen lugar en el interior del cuerpo de la mujer; sobre todo con la capacidad creadora de su función maternal: tener hijos. En forma sublimada esta aspiración se pone de manifiesto en los artistas (pintores, escritores, etc.), quienes satisfacen —en cierto sentido— esta parte femenina de sus personalidades, "dando a luz" sus trabajos como lo hace una mujer en el parto después de un tiempo de preñez. Quizás el ejemplo más gráfico y pinto168
resco que pueda proporcionar, correspondiente a la aplicación del "si yo fuera... mujer" de acuerdo con lo anteriormente señalado, es el rito primitivo conocido con el nombre de couvade. Según dicho ceremonial, el hombre cuya esposa está por dar a luz se comporta exactamente como lo hace su mujer durante todo el período que dura el parto. Simula tener dolores, se queja y repite todos los síntomas de la parturienta. Recuerdo el caso de un analizado que durante la permanencia de su mujer en el sanatorio cuando estaba por nacer su primer hijo, pasó por un estado típico de couvade. Sufrió una crisis intensa de cólicos intestinales con fantasías de expulsión, tipo parto, y sueños donde se evidenciaba claramente el deseo de ocupar el lugar de la mujer. En la sesión siguiente tuvo varios lapsus confirmatorios de esta situación, pero por primera vez y en franco contraste con su modalidad habitual, reaccionó airado rechazando mis interpretaciones. A los pocos minutos cambió su actitud y confesó sentirse apenado por el "embarazoso" (expresión textual) episodio ocurrido. En otras ocasiones, el motivo que condiciona el deseo inconsciente de ubicarse en el lugar femenino, no es ya sólo la envidia sino la necesidad profunda de recibir pasivamente las atenciones y el afecto de un hombre (que representa al padre), y da lugar así al surgimiento de una de las formas clínicas de homosexualidad. Veamos otro ejemplo del funcionamiento de estos medios de identificación con la mujer, aunque con características diferentes. Un hombre maduro, de unos cincuenta años, que residía en una ciudad del interior, acudió a consultarme por un problema de homosexualidad recientemente aparecido según él, y que se le había vuelto torturante. Tenía varias hijas mujeres, una de ellas casada, y su enfermedad surgió prácticamente después del nacimiento del primer nieto. A partir de entonces se le manifestó una llamativa y exagerada ternura y dedicación por el nieto a pesar de haber sido siempre muy reservado en sus afectos, incluso con sus propias hijas. Pero lo alarmante para él fue que paulatinamente hizo extensiva esa ternura a niños de corta edad y hasta a jovencitos por quienes se sentía intensamente atraído por deseos sexuales. Este fue el comienzo de su homosexualidad que poco después se hizo manifiesta impulsándole a la búsqueda de jóvenes y niños a quienes sentía necesidad de hacer objeto de toda clase de caricias para poder obtener placer orgástico. Sus antecedentes familiares fueron muy significativos. Había sido hijo único; su padre murió cuando él contaba tres años y se crió al lado de una madre terriblemente severa que nunca le brindó afecto y que sostenía que de ese modo lo haría hombre. Sin entrar a considerar las otras posibles causas que hubieran surgido durante un tratamiento analítico, podemos plantearnos un esquema de una de las situaciones básicas que condicionaron su perversión. Una parte suya, desdoblada, se identifi169
caba con su madre y actuaba como hubiese querido que ella actuara con él, mientras su otra parte infantil se proyectaba en los niños o jóvenes a quienes prodigaba las caricias que él hubiese deseado recibir. La formulación inconsciente sería lo siguiente: "Si yo fuera mi madre, me hubiese tratado de este modo". Mediante sus síntomas dicha formulación se convertía mágicamente en: "Yo soy mi madre. .. y trato con todo cariño y deseo sexual a mi parte infantil colocada en este niño". Otro aspecto del problema puede evidenciarse en la situación de celos. Uno de los rasgos específicos es el sentimiento de humillación que invariablemente lo acompaña, debido al agravio que representa para la propia autoconfianza y seguridad. La persona celosa cree profunda e inconscientemente que si no es amada, o le parece no serlo, es porque no es digna de ese amor. Suele reaccionar con furia y agresión para encubrir y contrarrestar sus sentimientos de humillación y culpa y la vivencia de carecer de cualidades y valores suficientes para merecer dicho amor. El peligro del abandono y la amargura del desamparo, refuerzan e incrementan el mecanismo proyectivo por el cual intentan aliviarse, odiando y condenando a su pareja o, en forma más desplazada, a su rival. La maldad, los defectos y la culpa se ven en el otro y se le condena implacablemente por ello. Quiero aclarar cómo funciona aquí la identificación proyectiva. En los ejemplos anteriores el objetivo consistía en querer ser el otro por lo que el otro tenía o representaba, sin preocuparse mayormente de su destino ulterior. En esta situación se busca esencialmente no tanto ser el otro, sino dejar de ser lo que se es, ubicando lo rechazado en el rival, quien de este modo se transforma en uno mismo. En este caso, el "si yo fuera usted" adquiere más el sentido de "si usted fuera yo" que rápida y automáticamente se convierte en "usted es yo", "entonces puedo acusarlo de todo aquello que no me puedo reprochar a mi mismo, porque si no sufriría las desastrosas consecuencias que quiero evitar"-, es decir, la propia condena y la pérdida del ser amado. En El retrato de Dorian Gray tenemos u n claro ejemplo de identificación proyectiva de este tipo que consiste en ubicar en el otro, el retrato, todo lo malo y rechazado de uno, con el catastrófico resultado de la reintroyección posterior. En ocasiones, los celos aparecen como resultado de un empobrecimiento del amor, pero por parte de la persona celosa precisamente que —de este modo— procura ocultar inconscientemente su culpa, atribuyendo la falta de amor a su pareja. El análisis breve de esta situación nos permite apreciar lo siguiente: funciona en primer término el mecanismo de negación: "no soy yo quien no te ama"\ en segundo lugar surge el proceso proyectivo: "la parte mía que no ama se encuentra ubicada en ti; luego, eres tú quien no me quiere". 170
Un analizado que pasó por un período de depresión intensa en que se sentía atormentado por fuertes sentimientos de desvalorización, desarrolló un episodio agudo de celos con su novia, condicionados precisamente por sus ideas depresivas. Su razonamiento, inconsciente por supuesto, había sido el siguiente: "Si yo fuera tú.. . no podría quererme y me despreciaría por lo poco que valgo". Este sentimiento reprimido lo llevó a aceptar como realidad una situación sólo existente en su fantasía y como resultado de haberse "ubicado" en el lugar de su novia. A veces el impulso de ubicarse en el lugar del otro se basa en una necesidad perentoria de vida. El siguiente episodio lo ilustrará. Un paciente que por especiales circunstancias tenía la convicción de una muerte inminente, llegó a la sesión y después de estrecharme la mano cayó en un estado de despersonalización, perdiendo la noción de sí mismo y asistiendo con extrañeza a todo lo que se estaba desarrollando a su alrededor. ¿Qué había ocurrido? Ante la intensa angustia de su temor a la muerte intentó en forma omnipotente fusionarse conmigo o, mejor dicho, transformarse en mí para poder sobrevivir a través de mí. Es como si hubiera dado cumplimiento mágico al "si yo fuera usted" a través del contacto físico con la mano, asegurando así su sobrevida.
III Si hasta ahora me he referido a las motivaciones generales que determinan el proceso del "si yo fuera usted", quisiera considerar a continuación algunos casos específicos de su funcionamiento, perfectamente delimitados desde el punto de vista psicoanalítico. En primer lugar, mencionaré u n típico mecanismo defensivo conocido con la denominación de "identificación con el agresor". (3) Se trata de la elaboración de una determinada experiencia angustiante o traumática mediante la incorporación e identificación consecutiva con su agente provocador. Este mecanismo es utilizado en gran escala en las fantasías y juegos de los niños, la identificación con el maestro o el médico, o con algunas de las actitudes agresivas de los padres e interviene fundamentalmente en la formación del superyó. Se encuentra naturalmente en la conducta cotidiana de los adultos, sobre todo en una forma de comportamiento que es la que quiero destacar especialmente aquí. Y consiste en la repetición activa de lo que se ha sufrido o temido sufrir pasivamente. Es decir, mediante la transformación en el otro, en el agente de la agresión, se consigue satisfacer simultáneamente dos aspiraciones: negar que se ha sido víctima de la agresión y convertirse en lo que se hubiera querido ser, el fuerte, el activo, el agresor. Me parece conveniente traer a colación un ejemplo clínico donde puede apreciarse nítidamente este tipo de identificación a través 171
de los cambiantes contornos dramáticos del "si yo fuera usted". Se trata de una paciente de un colega que acudió al análisis por ideas compulsivas que la angustiaban enormemente y por la creencia obsesiva y aparentemente irreductible de ser una asesina. A raíz de un crimen que, en su momento, apasionó a la ciudad, le pareció que la acusaban a ella cuando iba por la calle o viajaba en algún vehículo, arraigándose cada vez más dicha convicción hasta el punto de identificarse totalmente con el criminal. Nada podía convencerla de lo contrario, ni siquiera la detención del asesino, ni el descubrimiento de la identidad de la víctima. Su angustia fue en un momeno paralela a sus autoacusaciones por la conducta criminal. Sus nuevas presuntas víctimas resultaron ser chicos de corta edad a quienes sentía la compulsión de estrangular a toda costa. Le parecía que sus manos incontroladas tenían el poder de ahorcarlos a distancia. Lo especialmente significativo fue que poco antes de la aparición de estos síntomas había quedado profundamente impresionada con la lectura de Crimen y castigo, experimentando la sensación, por vez primera, de haber sido ella la que cometió el crimen. Poco después sufrió otro fuerte impacto al leer La metamorfosis de Kafka, planteando directamente su angustia en el análisis por la captación de que se trataba de su propia transformación. Todo su drama estaba determinado por la fluctuación entre la aceptación y el rechazo de su feminidad para poder convertirse en varón. Odiaba a su madre porque a poco de nacer quedó sin leche y no la pudo seguir alimentando; y la segunda frustración por parte de aquélla fue el nacimiento de un hermano que representaba a los chicos que mataba en su fantasía. Pero tampoco podía identificarse plenamente con su padre porque lo había vivido como seductor, frustrador y especialmente agresivo. Rechazaba todo lo sexual porque le repercutía en forma angustiante. Sus fantasías sexuales siempre habían estado asociadas a contenidos de muerte y destrucción, ya que su vivencia del coito entre sus padres había sido terriblemente sádica. En síntesis, procuraba a toda costa la identificación con el hombre para evitar ser la agredida, la víctima, tal como en sus fantasías veía a su madre, a quien por sus celos y agresión deseaba la muerte. La ansiedad llegó a ser tan grande que necesitó recurrir a la identificación proyectiva, ubicándose en el Raskólnikov de Crimen y castigo. De este modo satisfacía su deseo de matar la imagen de la madre para quitarle sus bienes. Y esta ansiedad, al incrementarse, requirió la identificación con un ser real, el asesino buscado por la policía, y así fue cómo sintió haber cometido ella el crimen. Al ver publicada la fotografía del criminal, le parecía estar viendo su propio rostro, confundiendo de tal modo su mundo interno con el externo: ella era él. Puede probarse, así como en los ejemplos anteriores, que el 172
"si yo fuera usted" pasa a convertirse automáticamene para el inconsciente en "yo soy usted". Otro mecanismo específico relativamente frecuente es el de la "renuncia altruista". Reside precisamente en la abdicación de los impulsos instintivos y ambiciones de diversa índole a favor de otras personas. Ejemplos típicos de la utilización de este mecanismo los encontramos en aquellos individuos que se privan resignadamente, en apariencia, de toda clase de placeres; pero que se desviven y luchan denodadamente para que quienes ellos eligieron puedan adquirirlos y disfrutarlos al máximo. De esta manera consiguen la autosatisfacción instintiva en forma indirecta, burlando las prohibiciones de su superyó a la vez que liberan las actividades o la agresividad que sentían debían inhibir. La mujer altruista luchará para que sus amigas alcancen a realizar sus proyectos más ambiciosos. Se desvelará para lograr que luzcan bien y las pondrá en contacto con los hombres que ella hubiese querido conquistar. La inexorabilidad y rigidez frente a sus propias actitudes se transformará en sorprendente y excesiva tolerancia ante las de los demás. Algunas mujeres, al ligarse afectivamente con determinados hombres, tienden a "ayudarlos" o a estimularlos en forma bastante coercitiva, a veces, a que consigan lo que ellas, por distintos motivos, no pudieron lograr; por ejemplo que, en lugar suyo ("si yo fuera usted") adquiera fama o riqueza, o estudie determinada profesión. .. o se analice. De lo que se desprende que egoísmo y altruismo se combinan en proporciones diversas. Cuántos padres —y aun conscientemente— desean cumplir las ambiciones no logradas a través de sus hijos, se "sacrifican" para darles todos los gustos, los "gustos" que ellos hubieran querido tener. Resulta claro que los objetos de amor en favor de quienes se renuncia, son sustitutos de los propios sujetos, es decir, aspectos propios que se ubicaron en el otro. La formulación sería: "Si yo fuera tú.. . me permitiría lo que me prohibo a mí mismo y sólo puedo permitirme en ti". El logro personal de determinadas aspiraciones puede significar para el inconsciente de estos individuos la realización de algo catastrófico; de ahí la necesidad de satisfacerlas a través del otro. Así, por ejemplo, en el análisis de una mujer estéril que se desvivía por sus sobrinos, pudo comprobarse que una de las motivaciones que más intensamente participaron en el condicionamiento de su esterilidad había sido su temor de ocupar el lugar de su madre identificándose con ella. Profundamente le significaba aniquilarla y destruirla, por el contenido de sus fantasías infantiles cuando se había sentido excluida de la relación entre sus padres. El sentimiento de culpa basado en el intenso cariño que había experimentado por su madre, simultáneamente con sus celos y envidia, le impedía aceptar lo que para su inconsciente equivalía automáticamente a destrucción, con el consiguiente peligro de su propio fin por retaliación. 173
IV
Es evidente que las películas cinematográficas, como también las representaciones teatrales, ofrecen excelentes posibilidades para vivenciar, a través del otro, contenidos emocionales reprimidos, dando lugar al funcionamiento frecuente e intenso del "si yo fuera usted". El enorme atractivo que despierta el cine, el interés y la asiduidad con que es frecuentado por gente de todas las latitudes y diferentes clases sociales, no hacen más que confirmar la eficacia y universalidad de este medio proyectivo técnica y psicológicamente hablando, para la satisfacción de distintas clases de tendencias e impulsos, directa e indirectamente lograda por medio de la identificación con los personajes o situaciones de las películas. Quisiera destacar la repercusión específica que tienen, a veces, en los pacientes de análisis y su aprovechamiento como material especialmente significativo por las secuencias elegidas en los comentarios, las reacciones emocionales correspondientes y los matices personales incluidos en la descripción e interpretación de las diversas escenas.
V Si nos ubicamos por un instante en el escenario de un grupo terapéutico, tendremos oportunidad de apreciar con qué frecuencia y nitidez surgen los mecanismos de identificación. Se podría asegurar que es allí donde el proceso del "si yo fuera usted" se manifiesta en forma objetiva y casi "palpable", si cabe la expresión. Cuando varias personas se encuentran en un grupo, cada una de ellas proyecta sobre las demás distintos objetos y conflictos de sus fantasías inconscientes, intentando recrear, de este modo, las relaciones específicas que hayan tenido con ellos. Es como si cada integrante procurara, inconscientemente, ubicar a los restantes en ciertas posiciones "como si fueran piezas de un juego de ajedrez". Pero las distintas oscilaciones que se suceden en el movimiento de un grupo responden esencialmente a los ya mencionados mecanismos de identificación. El ser humano, por su propia esencia, ha sido siempre y continúa siendo miembro de un grupo: familiar, de la escuela, del trabajo, de las amistades, etcétera. Por lo mismo, ha debido mantener inevitables (como también anheladas) relaciones con los integrantes de los diversos grupos a los que ha pertenecido. Pero la calidad de los vínculos creados con el primer grupo, el familiar, determinaron un molde básico, un patrón de reacción diríamos, que continuó rigiendo e influyendo sus restantes y ulteriores relaciones. La forma y el contenido de "dar" o de "recibir" de los demás, 174
condicionados por el "recibir" y "dar" primitivos, se fueron repitiendo incesantemente en las distintas circunstancias y en los diversos escenarios hasta llegar al actual, el del grupo terapéutico, dispuestos y preparados, inconscientemente, a repetir una vez más su "destino". Es por esta razón que en la distribución automática de roles y funciones que ocurre en un grupo apenas integrado, cada cual tenderá a colocarse en el rol que por motivos inconscientes de su constelación personal, se habrá sentido obligado a desempeñar toda su vida. Así, por ejemplo, suelen encontrarse los que actúan como sumisos, agresivos, escépticos, chivos emisarios, optimistas, depresivos, etc. Sin embargo, y aquí entra a funcionar el "si yo fuera usted", es común que haya una variación y alternancia en el desempeño de los diferentes roles; lo cual constituye una característica esencial de la dinámica del grupo terapéutico. Es decir que, muy frecuentemente, cada participante no sólo adopta el rol del vecino, sino que le adjudica a su vez aquel aspecto de su propia personalidad que, por distintos motivos, prefiere rechazar. Cuando en un grupo sus miembros reaccionan airados contra uno de ellos criticándole su egoísmo, puede deberse a que lo han utilizado inconscientemente como depositario de la parte egoísta de cada uno de los demás. Por otra parte, no es raro que una persona habitualmente inhibida se "ubique" en la posición de la que había actuado con desenvoltura. Estas situaciones, tan comunes en el grupo, dieron lugar a que Foulkes las denominara "reacciones de espejo" (2). Cada individuo logra tomar conciencia de sus sentimientos profundos, dándose cuenta de sus actividades y formas de conducta por el hecho de poder "verse reflejado en los demás". Pero al mismo tiempo sirve de espejo a los otros, en la medida en que se ubica o se transforma, aunque más no sea transitoriamente, en el otro. En varias parejas, a quienes he tratado por conflictos matrimoniales con la misma técnica que aplico a los grupos terapéuticos (la pareja constituye, en este caso, un grupo especial integrado por dos personas), pude apreciar con particular intensidad el funcionamiento de dichos mecanismos proyectivos. Resulta especialmente llamativo por comprobarlo "in situ", en el mismo instante en que se están produciendo; es decir, mientras se adjudican o atribuyen características ajenas o propias recíprocamente, dramatizando el "si yo fuera usted".
VI M. Klein, en su trabajo "On identification" (7), hace una excelente intrepretación de las fantasías del personaje centra], Fabián, del libro de Julien Green Si yo fuera usted. Al mismo tiempo presenta uno de los estudios más completos del funcionamiento de la 175
identificación proyectiva. Considero útil incluir aquí un muy breve resumen de las vicisitudes por las que atraviesa el protagonista de la obra, a quien le es conferido el poder mágico de transformarse en otras personas como resultado de un pacto con el demonio. Dichas transformaciones, operadas al conjuro de la pronunciación de su nombre (función mágica), son claros ejemplos de identificaciones proyectivas determinadas, como lo demuestra M. Klein, por la intensa avidez y resentimiento del protagonista, indicando su privación y frustración en la temprana infancia. El impulso, entre otros, de compensar la temprana muerte de su padre y conservarlo vivo, contribuyó al impetuoso y voraz deseo de Fabián de introducirse en los demás y apoderarse realmente de sus vidas. Veamos los significados inconscientes de sus diferentes identificaciones proyectivas. Su transformación en Poujars (su patrón) estaba determinada por una violenta envidia, voracidad y odio porque, para la fantasía del niño, el padre adulto y potente lo posee todo porque posee a la madre. En u n intento de identificación con el camarero se aprecia su anhelo de transformarse en su madre nutricia. Cuando se ubica en la personalidad de Esmenard, joven y fuerte pero que se siente rechazado por la mujer que ama y a la que finalmente llega a estrangular, se denota su parte asesina y celosa provocada por su Edipo positivo. En su identificación con Fruges pueden apreciarse características que le eran propias, pero que se manifiestan con mayor intensidad en su problema religioso. Era evidente su ambivalencia ante Dios a quien recrimina por haberlo creado como una pobre criatura, pero a quien también agradece por haberle otorgado vida a él, en lugar de otros (sus hermanos que no nacieron). Finalmente cuando se transforma en Camilo, casado con Elisa, reconoce en los ojos de ésta algo familiar que resulta ser la mirada de Fabián de cuya identidad se había ido olvidando a través de sus sucesivas transformaciones. Proyectándose, de este modo,, en Elisa expresaría su parte femenina y pasiva y el deseo de amor homosexual por su padre. La importancia atribuida al nombre de Fabián (en la utilización de la fórmula) —señala M. Klein— denota que la identidad está ligada a aquellas partes del yo que quedaron atrás y que representan el núcleo de la personalidad; y cuando bajo la influencia de Elisa experimenta el impulso de recuperar su yo primitivo, la primera cosa que se le ocurre es el nombre de "Fabián". Sostiene, además, que los procesos subyacentes a la identificación proyectiva están concretamente descriptos por el autor de la obra. Una parte de Fabián literalmente abandona su ser y entra "dentro de su victima", mientras la otra yace dormida hasta que vuelve la parte disociada de su yo, y representa, según M. Klein, aquel aspecto o componente del yo que los pacientes, inconscientemente, sienten 176
haber retenido mientras las otras partes fueron proyectadas sobre el mundo exterior y perdidas.
VII No siempre el "si yo fuera usted" responde a sentimientos de envidia, egoísmo, rivalidad, celos, miedo, angustia o agresión. Para hacerle justicia, debemos considerar también sus aspectos y motivaciones positivas, como, por ejemplo: la simpatía, la solidaridad, el auténtico amor, el deseo de reparación, etcétera. ¡ Muchas veces sentimos la necesidad de "ponernos en lugar" de otras personas por un deseo de comprenderlas. Esta capacidad de identificación representa un factor importantísimo en las relaciones humanas en general, y es también una condición esencial para la * consolidación de un amor fuerte y genuino. Hasta cierto punto somos capaces de sacrificar nuestros propios deseos y anteponer por un tiempo los intereses de otras personas, porque compartimos la 1 satisfacción que les estamos dando.
VIII Los pacientes que acuden al análisis traen, como uno de los elementos primordiales y de mayor gravitación en su equipaje de' conflictos, el "si yo fuera usted" referido a distintas circunstancias, presentes y pasadas, y con la variedad de características y motiva-1 ciones desarrolladas a lo largo de esta exposición. Pero traen, además, la principal derivación de este intrincado proceso, constituido por los factores emocionales causales y mecanismos ejecutores: es decir, la conversión práctica, en el inconsciente, del "si yo f u e r a . . . el otro" y "yo soy ya.. . el otro". Como consecuencia de haberse "ubicado", inconscientemente, en el otro se sienten aquejados de una serie de padecimientos y conflictos que les producen angustia, culpa o temor, y que les determinan grandes dificultades en sus relaciones con los demás. Recordará el lector los diferentes ejemplos de "Si yo fuera el bebé... el h o m b r e . . . la m u j e r . . . la m a d r e . . . el asesino...", etcétera. Este "si yo f u e r a . . . el otro", convertido ya en "yo soy... el otro", representa una de las mayores aflicciones del analizado y determina, a la vez, uno de los más auténticos pedidos de ayuda que configuran el objetivo terapéutico. Su formulación sería: "Quiero dejar de ser el otro.. . para volver a ser yo mismo". Es un profundo anhelo de liberación y de recuperación de los aspectos abandonados del self. Es como si hubiesen vivido restringidos por un yo muy limitado e insuficiente y sintieran la imperiosa 177
iin mhlntl de completarlo como un índice de integración y de vida. I'.n el plano transferencial de la situación analítica se desarrolla, en muchos casos, este esquema conflictivo del "si yo f u e r a . . . " convertido en el "soy yo. . ." con el anhelo de "quisiera dejar de ser. .. el otro". S I N T E S I S Sobre la base del título de una conocida novela de Julien Green se plantean ciertas consideraciones acerca de vivencias y sentimientos experimentados muy frecuentemente desde los primeros períodos de la vida y que están perfectamente encuadrados en dicha expresión. De los distintos sentimientos participantes, la envidia es el que ejerce una influencia más decisiva en el desencadenamiento de dicho proceso. Después de reseñar los últimos conceptos de Melanie Klein sobre este tema, se pasa revista a las diferentes circunstancias de la evolución del niño y del adulto en las que opera al máximo el mecanismo de identificación proyectiva contenido en el "si yo fuera usted". Se estudian luego en detalle las alternativas de la actuación de dicho proceso en algunas situaciones específicas en las que desempeña una función importante, por ejemplo: en la identificación con el agresor, en la renuncia altruista, en el juego de identificaciones observadas en el escenario del grupo terapéutico y, fundamentalmente, en el plano de la situación transferencial analítica. Se aportan ejemplos clínicos donde se aprecian claramente los distintos mecanismos participantes.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1) Ezriel, H.: "A psycho-analytic approach to group treament". British J. of Medical Psychology, XXIX, 1950. 2) Foulkes, J. H.: Introduction to the Group-Analytic Psychotherapy. Nueva York, Grune & Stratton, 1949. 3) Freud, A.: "The Ego and the mechanisms of defence" en The writings of Anna Freud, II. Nueva York, Int. Univ. Press, 1966. 4) Grinberg, L.: "Si yo fuera usted. Contribución al estudio de la identificación proyectiva". Rev. de Psic., XIV, 5, 1957. 5) Grinberg, L.: "Motivaciones psicológicas de la superstición y el tabú". Acta Neuropsiquiátrica Argentina, IV, 3, 1958. 6) Klein, M.: "Envidia y gratitud" en Las emociones básicas del hombre. Buenos Aires, Nova, 1960. 7) Klein, M.: "Sobre la identificación" en Nuevas Direcciones en psicoanálisis, de M. Klein y colaboradores. Buenos Aires, Paidós, 1965.
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CAPÍTULO
XIII
INTERPRETACION PSICOANALITICA DE "LAS CABEZAS TROCADAS" *
I ALGO SOBRE E L
AUTOR
Thomas Mann es considerado, indudablemente, el más distinguido hombre de letras alemán de su generación. Las cabezas trocadas es una de sus obras menores, apenas mencionada por sus biógrafos. Sin embargo, el mismo autor dice en Sketch of My Life: "La verdad es que cada obra es una realización fragmentaria, pero completa en sí misma, de nuestra individualidad,* y esta especie de realización es la dolorosa y única manera en que podemos expresar la experiencia personal". Este cuento largo puede tomarse como el intento de elaboración de las situaciones de disociación y conflicto que motivaron su preocupación por la identidad engañosa o ilusoria. El tema del artista-estafador se repite con mucha frecuencia en la obra de Mann. Personajes de identidad dudosa aparecen en varios de sus cuentos y novelas: el farsante, el hipócrita, el charlatán, el ocultista, el imitador. Baste recordar su Félix Krull, en base al cual J. Zac (25) desarrolló un trabajo muy completo sobre "el impostor". Thomas Mann se veía a sí mismo como suma de contradicciones. Ante todo tenía conciencia de su dualidad como hijo de un alemán y de una criolla del Brasil, y de ser artista en una familia de comerciantes, si bien algunos de sus miembros tuvieron actuación en la política y en las letras. Los Buddenbrook, su primera gran novela, presentación artística de su generación y crónica de un proceso de transformación so* Grinberg, Rebeca (10). 179
cial, es también la descripción de su conflicto entre "bohemia" y "burguesía". En La montaña mágica, obra central de su creación literaria, se complace en presentar, junto a temperamentos opuestos, teorías antitéticas, así como el contraste mismo y la distancia entre el mundo activo, de abajo, y los habitantes de "aquí arriba", los de la montaña, entre los que obviamente se incluye como artista. A partir de entonces hay una evolución en los escritos de Mann. Dice Dujovne (2): "Después del tiempo histórico de La montaña mágica la política ya no le es indiferente. El escritor se decide a pronunciarse sobre 'las cuestiones del día': no elude ya las definiciones por creerlas extrañas al artista". Varias de sus obras de entonces aluden simbólicamente al nazismo y sus peligros, a través de la dramatización de la seducción demoníaca ejercida por personajes que representan las propias tendencias tanáticas: así, Mario y el hipnotizador y Doctor Faustus. Expresa su respeto por la obra de Freud, considerándola un elevado ejemplo del esfuerzo humano por comprender lo inconsciente, lo instintivo, y un auxiliar inigualable para llegar al fondo de la historia, la religión y el mito. En 1933 se exilia voluntariamente, radicándose en Suiza y en 1938 en Estados Unidos. Es allí donde termina su enjundiosa tetralogía José y sus hermanos y escribe Las cabezas trocadas, pequeña joya de frescura y gracia. En esta obra, bajo la forma juguetona y satírica se oculta, sin embargo, la vivencia siniestra de ruptura del vínculo entre dos partes de sí mismo, a la que no debe ser ajena su migración. Parecería que frente a la percepción de su propia disociación dolorosa tiene que recurrir a las defensas maníacas, que se hacen especialmente notorias en el estilo irónico de la narración. Pero el desenlace pone en evidencia su toma de conciencia del destino trágico de esa disociación y de que concibe la identidad del hombre como una totalidad, resultante del vínculo entre todas sus partes.
II E L NUDO DE LA CUESTION
Thomas Mann desarrolla el conflicto de Las cabezas trocadas en el marco solemne, aunque irónico, de una "leyenda india", como la subtitula. Al ubicarlo en ese contexto, nos instala de lleno en un mundo mágico y fantástico en el que todo se hace creíble, y donde plantea el nudo de la situación dramática, en términos inimitables. Nanda y Chridaman eran dos jóvenes "poco diferentes en años y casta" que, en lejanos tiempos y en la remota India de los brahmanes, mantenían estrecha amistad. Juntos compartían sus horas 180
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\ de ocio, hallando gran placer en su mutua compañía, y si salían | a cumplir encargos o trabajos repartían sus provisiones y la carga. Juntos se encontraban también discurriendo sobre religión y el conocimiento de las esencias cuando sorprendieron, casualmente y sin que ella lo notara, a Sita, hermosa muchacha que estaba tomando su baño ritual en un río sagrado. Chridaman quedó prendado de ella y Nanda, que la conocía, se ofreció a pedir su mano a los padres, como mediador, para su amigo. Los hechos de esta historia sucedieron cuando habían transcurrido seis meses desde que se habían casado la hermosa Sita y el noble Chridaman. "Los recién casados acordaron con su amigo Nanda hacer un viaje hacia los padres de Sita que no habían vuelto a ver a su hija desde que abrazara a su esposo, y que deseaban convencerse de cómo le sentaba el placer conyugal. Aunque Sita esperaba, desde hacía algún tiempo, las alegrías maternales se arriesgaron a la expedición... Viajaban en un carro entoldado y encortinado del que tiraban un buey cebú y un dromedario; y Nanda, el amigo, guiaba la yunta." En ese viaje se fueron haciendo manifiestos, para cada uno de ellos, los sentimientos que estaban latentes desde mucho tiempo atrás, y la lucha entre la tentación de los deseos y la lealtad. Tenemos ya planteada la situación triangular en que hay un tercero, Nanda, que controla a la pareja: "guiaba la yunta". Y, en Chridaman, se hicieron agudamente dolorosos los celos que le atormentaban al percibir las miradas que se cruzaban entre su amigo, tan preciado, y su mujer, tan querida. El amigo guiaba, pero su gran ambivalencia hizo que "equivocara" el camino y, en lugar de llegar a la aldea natal de Sita, fueron a dar ante un templo tallado en las rocas que reconocieron como un santuario de Kali. Obediente a un impulso interior, Chridaman dio a conocer su deseo de bajarse y venerar a la diosa. Abandonó el carro, diciendo que lo esperaran un instante, mientras entraba a orar. "La imagen de Kali despertaba terror. Rodeado de un arco de calaveras, y de manos y pies cortados, el ídolo salía de la roca.. . en el cráneo que una de sus manos llevaba a su boca humeaba la sangre... "Chridaman se quedó con la mirada fija, con un terror que de momento en momento crecía hacia el éxtasis, y rogó: '¡Eterna, anterior a todo lo creado! ¡Madre sin esposo, cuyo vestido nadie levanta! . . . déjame que regrese a ti de nuevo por la puerta del cuerpo materno, que me deshaga de este yo y deje de ser Chridaman'.. . "Pronunció estas oscuras palabras, tomó del suelo la espada, y se separó a sí mismo la cabeza del tronco." Se había cumplido el primer acto de la tragedia. 181
Si pensamos en los motivos inconscientes que determinaron este episodio debemos tomar en consideración la actuación de una tendencia psicopática en Nanda que, profundamente, debe haber sentido la necesidad de influir sobre Chridaman para "llevarlo", equivocadamente, al santuario de Kali; como también la tendencia regresiva de Chridaman que, ante la frustración y los celos, tuvo que recurrir a la relación con una imago materna más primitiva. El terror que le inspiró su aparición incrementó al máximo sus tendencias suicidas y masoquistas, llevándolo a actuar la disociación cabeza-tronco, pre-existente como veremos, con la máxima crueldad y ofrecer a la madre su propio cráneo ensangrentado. Con este acto atacaba también, y en forma definitiva, su identidad: "que me deshaga de este yo y deje de ser Chridaman". Entretanto, los que le esperaban fuera comenzaron a inquietarse por la tardanza y Nanda decidió entrar al templo en su busca, donde se encontró con el horrible cuadro. "Ahí yacía su amigo, la cabeza color de cera con el turbante suelto, separada del tronco, y su sangre deslizándose hacia el foso. Inclinado hacia adelante hizo movimientos indecisos hacia el Chridaman dividido en el suelo, no sabiendo a qué parte dirigirse, cuál abrazar, a cuál hablarle, si al cuerpo o a la cabeza". La culpa persecutoria que experimentaba por sus sentimientos hacia la mujer y por haberlo "llevado" hasta allí se hizo intolerable para el desolado Nanda. "Yo quería quemarme contigo y de la misma manera quiero desangrarme contigo. . . y ejecutó con sus fuertes brazos y de la manera más exacta la sentencia que había pronunciado contra sí mismo, de modo que su cuerpo cayó atravesado sobre el de Chridaman, y su simpática cabeza rodó junto a la de su amigo, donde quedó yaciendo con los ojos revueltos." Nanda se inmola ahí ante el padre, por la culpa proveniente de sus deseos cd(picos hacia Sita, y se mata con la misma muerte cpie piensa haber c a u s a d o al padre: se decapita, se castra, como siente haber decapitado y (asilado. Por otra parte, en esta determinación estaba presente, al mismo tiempo, la satisfacción de un deseo de someterse homosexuaIntente al padre. Más regresivamente aún, deseaba desangrarse con él, fundirse en uno solo. Además, Nanda representa también una parte de Chridaman, de modo que su decapitación significa, a la vez, una entrega pasiva a la madre castradora y ávida de sangre a la cual se ofrece también en holocausto. Finalmente, "también la hermosa Sita bajó del carro, y se puso en camino hacia la casa de la (diosa) madre donde se encontró con la sangrienta y terrible escena. Cayó sin conocimiento al suelo. Pero, ¿de qué le valía esto? El horrible estropicio podía esperar, como ya había esperado, mientras Sita creía, por su parte, estar esperando; permaneció sin mudanza tanto tiempo como hizo falta, 182
| y cuando la desdichada volvió en sí de nuevo todo estaba como l ^ntes". Luego de las presumibles lamentaciones, comenzó a acucarse de ser la causante de semejante desastre y se dispuso a estrangularse con las lianas que pendían de una higuera. Ella también se sentía culpable no sólo por haber provocado el conflicto entre el esposo y el amigo, sino que, además, identificada con la diosa Kali, se sentía profundamente inspiradora de esas muertes. Por otra parte, también ella en su calidad de hija sometida a la madre cruel, buscó un tipo de muerte similar: el estrangulamiento como una forma de decapitación. Cuando estaba a punto de realizar sus designios "le llegó una voz de los aires que indudablemente sólo podía ser la voz de la misma Kali, la inabordable, la oscura Madre de los Mundos". Luego de un largo diálogo, tan sabroso como irónico, en que discurrieron sobre el destino y sobre si las cosas podían o no haber sido de otra manera, la diosa concluyó: "Me compadezo, ¡qué hacerle! aunque no lo mereces, de ti y del pálido ciego germen que está en tu seno, y también de los dos jóvenes que están adentro. Abre, pues, tus orejas y escucha lo que te digo: deja en paz ahora esa enredadera y vuelve a mi santuario, ante mi imagen y el estropicio que tú has ocasionado. Ahí no hagas melindres y no caigas desmayada, sino que toma las cabezas por la coronilla y vuélvelas a encajar en los pobres troncos... No acerques demasiado aprisa las cabezas a los cuerpos, a pesar de la gran fuerza de atracción que vas a sentir entre cabeza y tronco para que la sangre vertida tenga tiempo de regresar. La cosa se produce con celeridad mágica, pero se necesita un momentito!... ¡Hazlo bien, y no vayas en tu aturdimiento a ponerles las cabezas al revés y anden con la cara en la nuca"... En el fondo, detrás de lo que manifiestamente aparece como actitud más benévola, persiste la intención sometedora y castradora, ya que insinúa la condición homosexual en que coloca a los jóvenes. "La hermosa Sita dio un salto y corrió con toda rapidez... y comenzó la obra prescripta, ante el rostro terrible de la diosa, con una actividad afiebrada y voladora"... Pero una vez finalizada su tarea, "cuando surgieron ante ella los jóvenes, la miraron y se miraron a si mismos; o más bien: al hacerlo se miraron el uno al otro pues para mirarse a sí mismos hubieran debido mirar el uno al otro: de este modo habían sido reconstituidos". ¿Qué había ocurrido? Sita había encajado y afirmado con la bendición, en el uno la cabeza del otro: "en Chridaman la cabeza de Nanda (si a ese tronco sin la cosa principal cabe designarlo todavía como Chridaman) y la cabeza de Chridaman en Nanda, si es que todavía era Nanda un Nanda sin cabeza"... ¿Quién será ahora Nanda y quién Chridaman? ¿Quién será 183
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ahora el esposo y quién el amigo? ¿Quién es el padre del niño pór J nacer? i He ahí el tremendo problema. ) i
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III UN
"RACCONTO"
El mismo Thomas Mann nos ha de aportar los antecedentes que ayuden a profundizar en la explicación de lo ocurrido. Por de pronto, nos habla de la confusión que precedió al episodio trágico. Cuando se refiere al viaje que los condujo al desastre, dice: "Preferían avanzar bajo el ala de la noche, para evitar el peso del sol del centro del día. Pero ellos tenían sus propias razones para hacerlo. Pues como en sus almas habitaba la confusión, y la oscuridad favorece la confusión, aprovecharon, sin saberlo, la oportunidad de expresar en lo espacial la confusión en su interior y se • confundieron de camino... situación correspondiente al extravío de sus ánimos; pues Chridaman y Sita, situados tras de Nanda, que guiaba, no habían dormido nada, sino que, con los ojos abiertos, consintieron que aquél guiara hacia el extravío". Nanda, equivocando el camino, fue la parte ejecutora de lo que estaba latente en los tres. Cada uno de los protagonistas se debatía en la mayor confusión de sentimientos, hacia cada uno de los otros. Sita era la mujer de Chridaman, pero pensaba en Nanda. Y no hubiera sido más feliz casada con Nanda, porque hubiera pensado en Chridaman. La amistad de los dos hombres, por su parte, no dejaba de ser complicada por la emergencia de deseos perturbadores del uno hacia el otro. Toda esta confusión de sentimientos, que tuvo su desenlace en una total confusión de identidades, estaba cimentada sobre una disociación previa que se hacía manifiesta, especialmente, como disociación cuerpo-mente que no pudo resolverse en discriminación cuerpo-mente. Thomas Mann se deleita en detallar esta situación minuciosamente. El joven Chridaman, comerciante e hijo de comerciantes, "descendía en línea paterna de una estirpe de brahmanes versados en los Vedas... La línea de su nariz era delgada como el filo de un cuchillo y tenía ojos apacibles de pupila y párpado, y además una suave barba en forma de abanico alrededor de las mejillas. Suaves eran también sus miembros... en parte brahmánicos, en parte de mercader. "No así Nanda, el hijo de Garga. Su karma era otro y nunca 184
sé había entregado —a impulsos de la tradición y de la sangre— a lo espiritual, sino que era como era, un hijo del pueblo y con una alegre simpleza, oscuro de piel y pelo, y hasta ostentaba en el pecho 'el rizo de ternero de la suerte'... De la herrería tenía fuertes brazos, y del pastoreo, además, una buena estampa". El de Chridaman "era un cuerpo como para servir de accesorio y colgante a una cabeza noble y sabia, que en el conjunto resultaba lo esencial, mientras que en todo Nanda el cuerpo era, por así decirlo, la cosa esencial, y la cabeza tan sólo un lindo accesorio". Estas diferencias que no eran capaces de aceptar, eran causa de sentimientos de envidia recíprocos, e impulsaban a ambos a defenderse de ella mediante el desprecio maníaco y el uso de la identificación proyectiva, así como también llevaban a actitudes pasivas y disminución de la autoestima. Cuando el autor describe a Nanda, agrega: "Todo esto gustaba a Chridaman en comparación consigo mismo. Sin embargo, Nanda se burlaba un tanto, bajo cuerda, de la grasa clara de Chridaman y su atinado hablar, mientras que Chridaman lo hacía de la nariz caprina de Nanda y su simpática vulgaridad". El narcisismo de las pequeñas diferencias, del que habla Freud, debe ser también un medio de defender una identidad que se siente precaria. Pero, además, estas diferencias suscitaban la burla, como defensa maníaca, porque eran diferencias que cada uno de . ellos envidiaba en el otro y hacían deseable el "trueque" con el otro. La admiración y la envidia que Nanda sentía por Chridaman* lo impulsaban, en primer término, a querer tomar posesión del objeto para adquirir parte de sus cualidades. Esto lo llevaba a una utilización intensa de un tipo de identificación proyectiva de finalidad posesiva, pero que comprometía aspectos de su self colocados en el objeto, con la consiguiente relación simbiótica que haría imposible la vida de uno sin el otro. Este es el aspecto pasivo y autodestructivo de la envidia que he destacado en otro trabajo (9) que implica, en primer término, un ataque al propio self con disolución de su integridad y debilitamiento del sentimiento de identidad. Por otra parte, de las palabras de Nanda se desprende una declaración de amor homosexual, ya que habla de quemarse ante la posibilidad de separación, como si se considerara la viuda de Chridaman. Esta entrega homosexual constituiría otra evidencia del atentado a su identidad masculina que afecta, indudablemente, la posibilidad de consolidación de su self adulto. Chridaman, por su parte, había enviado a Nanda a pedir la mano de su amada, utilizando el hecho de que aquél la conocía, porque el día en que había sido elegida "Virgen del Sol", él "la había mecido al sol con sus fuertes brazos": es decir, la conquistaba utilizando el cuerpo fuerte y admirado de su amigo. 185
Parecía ser que cada uno de ellos necesitaba de la presencia del otro para completar su identidad. Necesidad ésta, que como ya señalé, podría estar en la base de su relación homosexual latente. En otras situaciones, Nanda expresaba sus deseos por boca de Chridaman que sabía ponerlos en correctas palabras, como cuando por ejemplo, proponía simplificar el Culto volviendo hacia otro más antiguo. Y resultaba entonces que Chridaman hablaba con palabras correctas y cultas en favor de lo simple y Nanda hablaba, a la manera del pueblo, en apoyo de los brahmanes. Es decir, también en ese sentido había una disociación y ninguno de ellos se sentía integrado en su grupo social, con las consiguientes consecuencias en cuanto a su sentimiento de identidad. Recurrían, también en esta situación, a la identificación proyectiva recíproca para compartir los sentimientos de culpabilidad que derivaban de su rebeldía frente a los dioses (reforma del culto) a la par que mantenían su sometimiento ante ellos. El clima en que transcurre todo el cuento es mítico y la religión juega un importante papel. No deja de tener trascendencia, por ejemplo entre las motivaciones que llevaron a Chridaman a castrarse, la culpa que experimentaba por los sentimientos que surgieron en él cuando vio a Sita por vez primera y sus fantasías escoptofílicas *. Chridiman no sólo se sintió excitado como hombre ante la visión de la mujer desnuda, sino que más profundamente quedó ímpactado ante la perfección e integridad de aquel cuerpo que, en ion traste con el suyo, armonizaba tan adecuadamente con su cabeza. Se regocijó de que no pareciera disociado, por lo menos aparenteiiiciiie, como él. Después de haber apreciado los encantos de su « nerpo "pudieron comprobar que esa encantadora figura no estaba desvalorizada y privada de su significación por un feo rostro, sino que mi\* bien existía unidad, y que la gracia de la cabecita confirimiliii por lompleto In del cuerpo". A todo rufo, ¿qué ocmrfii en Sita? El autor no se dedica mu«lio td estudio tlr ese personaje. Sin embargo, comienza la historia < iimo "In de In esliellu Sil« - hija de Sumantra, un criador de vacas defendiente de giierieros— y cíe sus dos esposos (si así puede detltse)". Es decir que, desde un primer momento, destaca la disociación de Sita, aunque proyectada en el objeto. Es por eso que eligió dos hombres que debían formar parte en realidad de uno mismo, pero que representaban partes que ella necesitaba mantener separadas y controladas: se casó con uno, pero mantuvo siempre cerca al otro. Al mismo tiempo, cada uno de ellos, por su propia disociación, se prestó a su juego. Si tratamos de indagar las razones profundas que obraron en Sita para hacerle cometer "el error" de trocar las cabezas, encon* En un trabajo anterior, Los significados del mirar (9), destaqué las distintas fantasías inconscientes contenidas en el acto de mirar.
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traríamos varias explicaciones. Por de pronto, hubo una influencia de la diosa Kali al prevenirle que tuviera cuidado de no equivocarse, actuando como un superyó corrupto que induce las actuaciones maníacas y psicopáticas. Vemos entonces la importancia de conocer las identificaciones proyectivas que el sujeto ha recibido de sus objetos primitivos. Además "el error" equivalía a un retorno de lo reprimido, ya que su fantasía omnipotente era poseer al objeto idealizado con todas sus perfecciones: la cabeza ele Chridaman y el cuerpo de Nanda, como veremos luego. Se trataba, en el fondo, de una nueva disociación donde se tendía a poner todo lo bueno en un objeto y todo lo malo en otro. En función de la culpa por haber desencadenado esta tragedia Sita sentía la necesidad perentoria y urgente de repararla, pero sólo' podía hacerlo por medio de una reparación maníaca y a costa de una nueva disociación. Pero había más. En el diálogo de Sita con la diosa Kali, cuando ésta le impide ahorcarse, Sita se disculpa por "el estropicio" que ha desencadenado. Y se refiere a su propia disociación en una imagen carnal y otra espiritual de sí misma y de su objeto. "Sólo me preguntaba, con todo mi respeto hacia él —refiriéndose al espososi realmente le competía el hacerme mujer y enseñar a mi frialdad desdeñosa la dulce y terrible seriedad de los sentidos; siempre me pareció como si no le compitiera, que no fuera cosa digna de él y no le cayera bien, y siempre cuando su carne se levantaba contra mí en las noches conyugales me parecía que era una vergüenza para él y un rebajamiento de su finura". Sita, inconscientemente, guardaba rencor contra Chridaman por haber atentado contra su identidad de muchacha virgen, de "frialdad desdeñosa", y haberla transformado en mujer. En este contexto, y fluctuando con las distintas disociaciones, era Chridaman quien representaba al padre temido y odiado por su potencia viril —aunque profundamente idealizado— mientras que Nanda simbolizaba la imagen materna protectora que la acogía en sus brazos. Sus deseos de venganza contra ese padre impulsaban también sus fantasías de infidelidad con Nanda en su significación masculina. " . . . é l (Chridaman) me abrió con poder masculino... cambiada estoy desde entonces, y el pecado tiene poder con irresistible dulzura sobre mis sentidos abiertos". IV EL
FUTURO
DE
LOS
"TROCADOS"
El primer momento fue de estupor. "El que tenía la cabeza de Nanda se tentaba, examinándose los miembros, el cuerpo que antes 187
había pertenecido como accesorio a la noble cabeza de Chridaman; y éste, Chridaman según la cabeza, comprobaba lleno de estupefacción que era suyo el que había sido la cosa principal unida a la cabeza linda de Nanda." En cuanto a Sita oscilaba entre el júbilo y el dolor. Mientras les hablaba se dirigía a ellos llamándolos por el nombre de sus respectivas cabezas. Ellos la perdonaron y "los tres se unieron, abrazándose en íntimo grupo con lágrimas y risas". Parecía que "Sita había hecho bien en dirigirse a los renacidos por sus cabezas, pues éstas eran lo decisivo; por las cabezas se definieron indudablemente los sentimientos del yo y de lo mío y se sentía ser Nanda el que llevaba sobre sus hombros estrechos y claros la cabeza popular del hijo del herrero, y se portaba con aplomo como Chridaman aquel que tenía sobre sus hombros magníficos y oscuros la cabeza del nieto de brahmanes". Aparece aquí el sentimiento de identidad ("se sentía ser") ligado a la conducta ("se portaba") como elemento revelador. Todos parecían satisfechos y creían haber logrado la solución ideal: pretendían, maníacamente, tomar como integración la nueva forma de disociación. Chridaman decía: "Siempre he deseado para mí tal corporeid a d . . . Ahora estarán de acuerdo las inclinaciones de mi espíritu con mi íigura corporal, de modo que ya no tendré nada de inadecuado ni trastrocado si hablo en pro de la simplificación (religiosa) pues me resulta adecuado y es mío ahora lo que me era ajeno". Pero además de la reacción maníaca que primaba en toda la situación, había también un atisbo de duelo por lo perdido y una tristeza por lo logrado. "Hay sin duda una cierta tristeza en esto de (pie Jo ajeno se haya vuelto mío ahora y no sea ya un objeto de deseo y admiración, a menos que me admire a mí m i s m o . . . " lÍHte sentimiento parece corresponder a la depresión consecutiva a detemiinados logros por la pérdida de la parte del yo que contenía el anhelo o la expectativa del logro. En este caso, a esa parte del yo se agregaba la pérdida de otra, muy concreta: la que representaba su cuerpo que ya no le pertenecía. Es de hacer notar que sólo aparecen pocas frases que pueden sugerir la existencia de alguna preocupación por el cuerpo perdido cuando, más adelante, Chridaman da instrucciones a Nanda con respecto a los cuidados que debe prodigar al que fuera su cuerpo. Pero, por otra parte, su tristeza provenía más explícitamente de la pérdida de la relación objetal; haber quedado sin objeto a quien admirar y quedar reducido a la relación narcisista, regresiva o involutiva, tomándose a sí mismo como objeto. También Nanda estaba contento con el cambio: . . ."también he deseado siempre para mí un cuerpo tan fino como el que ahora 188
tengo, y si en el futuro defiendo el culto ritual de India contra la simplificación me caerá mejor que antes a la cara, o por lo menos al cuerpo, que para ti, Chridaman, fue un accesorio pero que para mí es lo principal". Pero ya muy pronto se pudo ver que las cosas no quedaban tal cual parecía en un primer momento. Los cuerpos empezaron a demostrar que también tenían algo que decir. Por de pronto el lenguaje, producto mental y expresado por la cabeza, comenzó a sufrir extrañas influencias del cuerpo: en el discurso cíe Chridaman se mezclaban palabras del vocabulario de Nanda, mientras éste le corregía (cosa que Chridaman solía hacer con él) y le reprochaba que dejara que su lenguaje fuera influido por sus miembros aldeanos. Nanda, por otra parte, empezó a hablar no sólo en nombre de su cabeza sino en el de su nuevo cuerpo y defender sus derechos en cuanto al futuro conyugal con Sita. "Para mí, mi cuerpo es lo principal y por eso pienso yo (que soy el marido), siguiendo el sentido del matrimonio, en que también el cuerpo es lo principal, ya que con él se engendran los hijos y no con la cabeza." La discusión, en última instancia, parecería planteada entre la cabeza y el cuerpo de una misma persona por la primacía, la paternidad y la identidad. Y todo ello acaecía simultáneamente en el mundo interno de Sita, que sollozaba: "Vuestras palabras me han revuelto la cabeza y dividido el corazón, de modo que una de sus mitades replica a la otra, como vosotros os replicáis el uno al otro." Con ello se estaba refiriendo también a la disociación de sus afectos. Como ella no pudiera salir de su ambivalencia, Nanda propuso pedir la mediación "de un tercero, o mejor dicho, de un cuarto". Con el lapsus también hace notar que el amigo y él son uno solo. Y sugirió como juez a un viejo asceta que vivía como eremita en la selva. Después de muchas eludas y elucubraciones dictó sentencia a favor de Chridaman, aseverando que "la cabeza es el más alto de todos los miembros". Sita y Chridaman se miraron felices, ya que ahora él podía ofrecerle no sólo la cabeza que ella amaba sino también el cuerpo que había deseado. Los dos primeros tiempos de este nuevo matrimonio fueron idealmente perfectos. T. Mann los describe como el paraíso, sin limitaciones, prohibiciones ni renuncias, "allí donde lo permitido y lo prohibido, que aquí son tan distintas cosas, se desarrollan en unidad y donde lo hermoso prohibido lleva la corona espiritual de lo permitido, mientras que lo permitido, para colmo, adquiere el encanto de lo prohibido"... Sita "era la mujer más favorecida del mundo, pues se hallaba en posesión de un esposo que, si puede decirse, estaba compuesto de puras partes principales". 189
Este paraíso parecía estar caracterizado por la realización mágica y omnipotente de deseos, tal como puede ocurrir en una fantasía de regresión fetal (todo había ocurrido en la cueva de la diosa, pidiendo entrar "por la puerta del cuerpo materno") con la participación de los típicos mecanismos maníacos, como los ha descripto A. Rascovsky (20) . Las gentes no se extrañaron demasiado de la transformación del esposo por "la significación decisiva y sin lugar a dudas que la cabeza tiene a los ojos de todos, para la identidad de una persona humana". Por otra parte, el nuevo cuerpo fue vestido "con arreglo a las leyes de la cabeza", pero además con el tiempo el cuerpo deseado y adquirido del amigo fue cambiando. "Ahí estaba el error que Sita cometió con el error. .. no había pensado, y su felicidad no lo quería admitir, que el cuerpo de Nanda unido a la nariz delgada de Chridaman, sus ojos mansos y pensamientos y la barba suave en forma de abanico no era ya el mismo, no era ya el alegre cuepo de Nanda sino otro." Chridaman no era herrero ni pastor, sino que siguió comerciando con muselinas, sedas y alcanfor, al mismo tiempo que leía los Vedas en los intervalos, "y no es milagro que los brazos de Nanda disminuyeran en su robustez y se hicieran más delgados, su pecho se estrechara y se aflojara, se hiciera más ralo el rizo del 'ternero de la suerte'... y todo en conjunto: el alegre cuerpo del amigo, lo principal en su anterior composición, se conviritó en humilde accesorio y colgante de una cabeza, a cuyos nobles impulsos no podía ya seguir respondiendo con perfección paradisíaca". También la cabeza de Chridaman, determinante de los sentimientos del yo y de lo mío, estuvo sometida a cambios de adaptación. "Sus labios, antes tan finos y delgados dentro de la barba, se hicieron más satisfechos y llenos. . . su nariz, un tiempo delgada como el filo de un cuchillo, aumentó en carnosidad y hasta mostró una innegable inclinación a bajar y caer en lo caprino y sus ojos adoptaron la expresión de una cierta alegría r o m a . . . A la larga, fue un Chridaman con un cuerpo de Nanda afinado y cabeza de Chridaman embastecida." Estas transformaciones que no llevaron, con todo, al restablecimiento total de las identidades primitivas, parecían indicar un fracaso de la disociación y de la buscada distribución definida de las respectivas partes buenas y malas. La dilución de los rasgos hacía reaparecer nuevamente la amenaza de la confusión y un resurgimiento de la angustia por la pérdida de la identidad. Estos cambios, negados al principio, fueron desilusionando a Sita y despertando nostalgia por el alejado, a quien suponía, y con razón, haber sufrido cambios correlativos. Entretanto, había nacido el niño que fue de tez un poco clara 190
y algo miope, pero no del todo "pálido y ciego" como Kali se había referido a él, apenas concebido, cuando impidió que Sita se ahorcase. Sus ojos de gacela tenían un resplandor cautivador y se parecía en todo a su madre "que era la parte clara e indiscutida de SÍU ascendencia". Y sucedió que cuatro años después, Sita no pudo soportar la nostalgia por el lejano amigo y aprovechando una ausencia del esposo, tomó a su muchachito y se fue en su busca. Sita parecía representar el yo, que trataba de recuperar el control sobre la ubicación de sus partes y objetos. Encontró a Nanda, "con sus brazos fuertes como aquellos que la habían mecido al sol, pero su nariz ya no caía sobre sus labios abultados, de manera que así no podía ser llamada caprina... y sobre el pecho el rizo del 'ternero de la suerte' ". Tuvieron su noche de amor, pero al día siguiente llegó Chridaman que sabía dónde podía encontrar a su mujer. "Sus celos no eran del estilo cotidiano... por la conciencia de que era su propio cuerpo de antes aquel con el que Sita había reanudado el matrimonio, cosa a la que tanto se podía llamar acto de fidelidad como de traición". Lo recibieron con agrado, pues reconocían que donde hubiera dos de ellos faltaría siempre el tercero, y decidieron acatar lo que Chridaman hubiera decidido para los tres. Este había llegado a la conclusión de que "el amor pide la totalidad" y como su dignidad rechazaba la poliandria, no Ies quedaba otro camino que unirse en la muerte. El fracaso de la reparación maníaca los precipitó en la situación melancólica, encontrando como única salida el suicidio. Chridaman propuso hacerlo de modo tal que asegurara el honor y el futuro de su hijo. Volverían a suicidarse, pero esta vez matándose mutuamente: se batirían con espadas y cada uno debía atravesar el corazón del otro. Salvaban así el honor —sugiere irónicamente el autor— ya que eran rivales, al mismo tiempo que —agregamos nosotros— satisfacían su fantasía de un coito homosexual. Sita, como digna viuda, se incineró viva con el cuerpo de ambos, por lo que su hijo disfrutó' de los beneficios dispensados por la comunidad en esas ocasiones. Un brahman versado en los Vedas lo tomó bajo su custodia y le enseñó gramática, astronomía y lógica. Por otra parte, su miopía "le protegía de vivir demasiado en lo corpóreo y mantenía su cabeza en lo espiritual", mientras sobre su pecho se desarrollaba el rizo del "ternero de la suerte". El hijo parecía condensar las partes salvadas del desastre de Sita, Chridaman y Nanda. Se parecía a la madre y tenía rasgos de ambos padres: era versado en los Vedas y poseía el "rizo del ternero de la suerte". Resultaba ser el continente de las identifica191
ciones proyectivas de lo que debía quedar vivo, preservado y reparado. Con todo, la condición de ser "hijo de viuda con monumento" era toda la identidad que podían darle y, por supuesto, resultaba un tanto precaria. Por otra parte su miopía, que lo matenía alejado de la realidad, facilitando su inmersión en la fantasía, reeditaba la disociación que había sido el mecanismo esencial contenido en el conflicto de sus padres. V Toda esta historia podía tomarse como un fantasía onírica en la que puede descubrirse la actuación de distintos mecanismos ligados a perturbaciones del sentimiento de identidad y del esquema corporal. Por de pronto, está clara la evidencia de la participación del mecanismo de identificación proyectiva, posibilitada por una disociación previa: cuerpo de un personaje y cabeza de otro, como ya anteriormente había sido la diferente valoración de cabeza y cuerpo en cada uno de ellos: idealización de una parte ("principal") y desprecio de la otra ("accesorio"). D. García Reinoso (6) señala que la división cuerpo-mente es una elaboración posterior de la primitiva disociación entre bueno y malo, referida a la más precoz relación de objeto que se establece desde el primer momento luego del nacimiento. Si desde un principio la disociación normal entre bueno y malo no se logra, este fracaso, ligado a la envidia, dice M. Klein (12), trae frecuentemente como resultado la disociación entre un objeto omnipotente ideal y otro muy malo. La otra consecuencia del fracaso de la disociación normal es la confusión entre objeto bueno y m a l o , que es la base de cualquier estado confusional ulterior. Rosenfeld ('.'.I) explica más el concepto, partiendo de la base de que en la más temprana infancia el niño vive en un estado de no-integración, en que la percepción es incompleta y los estímulos externos e internos, objetos exlernos e internos y partes del cuerpo pueden no ser diferenciados. Considera que esta confusión es normal, y todo progreso en el desarrollo puede producir confusiones transitorias hasta que se produzca un nuevo ajuste. En la fase paranoide-esquizoide, en los momentos en que por circunstancias externas o internas predominan las pulsiones agresivas, no se puede mantener la disociación entre bueno y malo y los objetos buenos y malos se mezclan, se confunden. Esto produce gran angustia porque al mezclarse las pulsiones libidinosas y destructivas, las segundas amenazan destruir a las primeras. La salida normal de esta situación es diferenciar entre amor y odio, y la salida patológica 192
consiste en reforzar los mecanismos de disociación y mantener las partes buenas y malas a mayor distancia, lo que constituye uno de los móviles inconscientes de la identificación proyectiva. De ahí que, en el caso que estudiamos, la primitiva disociación "principalaccesorio" se convirtió en "cabeza de uno-cuerpo del otro". En cierto sentido podría equipararse esta situación a la del fenómeno del doble, estudiado por Freud (4), Rank (19) y, entre nosotros, por A. Rascovsky (20), C. Plata (17) y colaboradores, como íntimamente relacionado con la disociación paranoide-esquizoide del yo formulada por M. Klein y que, en la situación fetal, representa el antecesor de ese mecanismo. Una de las descripciones que Rank hace del doble, coincide con varios elementos de esta historia: se trata de un doble que se parece o tiene afinidad con el héroe p e r o . . . "contraría siempre sus empresas y, generalmente, es a propósito de una mujer que estalla la catástrofe, que es a menudo el suicidio". Es un fenómeno, agrega Plata, que evoluciona de una significación positiva a una persecutoria. M. Klein (14), en su trabajo sobre la soledad, se refiere a otro aspecto del "doble" que corresponde a una de las connotaciones que Freud le atribuye: el de "todas las aspiraciones del yo que no pudieron cumplirse". En este sentido menciona la necesidad de ser comprendido por el objeto bueno internalizado, agregando que este deseo se expresa en la fantasía universal de tener un mellizo o alma gemela, que representa todas las partes disociadas que el sujeto anhela recuperar para completarse. En los personajes de la obra podemos comprobar que había una proyección mutua tanto de partes buenas, valoradas y queridas, como de partes rechazadas y desvalorizadas. Chridaman, culto y refinado, veía en Nanda el cuerpo fuerte y vigoroso que no se permitía tener, ya (pie cuando lo obtuvo lo modificó anulando las cualidades que había admirado en él, y Nanda apreciaba la sabiduría, el buen sentido y la palabra fácil y correcta del nieto de brahmanes. Estos aspectos valorados eran proyectados para ser preservados de los ataques destructivos por parte de las imágenes internas persecutorias. Sin embargo, las proyecciones involucraban también partes denigradas, tal vez por sentirlas peligrosas. Así, Chridaman sentía la fortaleza primitiva de Nanda también como tosca y ordinaria y Nanda, a su vez, veía en la finura de Chridaman debilidad y flaqueza. Esto implicaba el peligro de que los aspectos buenos y malos proyectados pudieran confundirse en el objeto, lo que llevó a una nueva disociación ahora en el objeto: cuerpo-mente. No se descarta que los aspectos malos proyectados pudieran provenir no sólo de la fuente mencionada (aspectos propios denigrados) , sino que se hubieran tornado malos luego de la proyec193
ción al ser atacados ya en el objeto, por envidia, al sentir ya como ajenos esos aspectos propios. ¿Por qué habrían hecho estos dos personajes tal intensivo uso de la identificación proyectiva? Parece indudable que se debe a la intensidad de su ansiedad persecutoria. Si recordamos la descripción de la diosa Kali como imagen de una madre que bebe sangre, se comprende el grado de ansiedad paranoide despertada. La diosa en un nivel representa a la madre cruel y en otro, la proyección de la imagen de una boca-vampiro, es decir, el amor oral destructivo. Es la imagen de la madre filicida-Moloc descripta por Racker (18), basada en las características del dios de los fenicios y asirios, Moloc, a quien se sacrificaban niños, colocándolos en el interior de las estatuas que lo representaban y quemándolos luego. La identificación proyectiva sería un intento de preservar lo valioso poniéndolo en el otro, a salvo de esta parte voraz; pero, como tantas veces, en la defensa resurge lo que se quería evitarla identificación proyectiva resulta entonces una manera de "hacerse devorar", alimentando al otro con la propia sangre. Entre Nanda y Chridaman se había establecido un equilibrio simbiótico de identificación proyectiva dirigida en ambos sentidos, que fue amenazado por la aparición de Sita (re-encarnación de la madre) y llevado a su punto de ruptura por el embarazo de la mujer. El embarazo introdujo la confusión que se debió, fundamentalmente, al incremento de las pulsiones agresivas desencadenadas y la intensificación de los deseos regresivos de identificación con el feto, reeditando la más primitiva fusión madre-hijo. ¿Por qué podía haberse incrementado la agresión en Chridaman en esos momentos? En la situación manifiesta, por celos y deseos hostiles hacia Nanda. Más profundamente, la hostilidad iba dirigida hacia Sita por la envidia frente al embarazo y los celos frente al hijo y, al mismo tiempo, la amenaza que éste significaba para el mantenimiento de la disociación, pues el hijo podría revelar que era fruto de Chridaman como de Nanda (con quien "Sita soñaba durante el abra/o conyugal") y por tanto obligarlo a integrarse con sus partes proyectadas en Nanda. En esta situación, no sólo actuaban angustias confusionales, sino que también se agregaba una confusión defensiva: no querer saber quién era quién ayudaba a eludir la responsabilidad y la culpa, la fantasía de matar al padre por los deseos edípicos y a la madre por la frustración y la envidia. Al mismo tiempo ello implicaba otro hecho igualmente importante: tener que hacerse cargo de su paternidad. Poder hacerse cargo de la paternidad o la maternidad es un jalón trascendente en el desarrollo de la identidad. En nuestro personaje se puede apreciar que las ansiedades alcanzaron justamente su punto álgido cuando llegó el momento que 194
debió ser el de maduración instintiva y logro de la genitalidad adulta y su corolario, la paternidad-maternidad. En ese momento hizo crisis todo lo que previamente había dificultado el desarrollo de una buena integración, que es condición indispensable de un sólido sentimiento de identidad. Esta crisis se debió, en gran parte, al temor y la culpa ante el pecho de una madre sanguinaria (Kali-Moloc) de quien fantaseaba haber bebido sangre, así como por las fantasías anales y uretrales de quemar y ser quemado, que se actualizaban y reforzaban ante la diosa-madre prohibidora de la genitalidad "cuyo vestido nadie levanta". En el momento de mayor temor, que podríamos considerar una crisis adolescente psicòtica, la disociación es máxima: la decapitación. M. Klein dice que en situaciones de ansiedad, el rasgo constante es que aumenta la disociación y se utilizan la proyección y la introyección para mantener los objetos persecutorios tan alejados como sea posible de los objetos ideales, a la vez que se intenta mantener ambos bajo control. Corresponde, en un aspecto, a una fantasía maníaca en una situación melancólica en que el sujeto se suicida, al creer su muerte inevitable, para mantener el control sobre sus perseguidores y su propia muerte: pensar que se mata cuando él quiere y por su propia mano. Tanto Chridaman como Nanda habían mostrado ya anteriormente, en el curso de los acontecimientos, la actuación de tendencias suicidas. Así, cuando el primero se enamoró de Sita pensó directamente en suicidarse sin intentar siquiera conquistarla, como no pudiendo tolerar la ansiedad de espera, mientras no sabía si podría conquistarla o no. Lo que quiero resaltar aquí es el concepto de que todos los conflictos de los distintos períodos del desarrollo, incluyendo los más precoces, se agudizan y edosionan en el momento en que el individuo se ve abocado a enfrentar su madurez genital. Y eso hace que la adolescencia, en que esta situación se actualiza y el cuerpo posibilita la realización de las fantasías de procreación, sea un momento tan trascendente, de verdadera crisis, en la evolución de la identidad. Al hablar del cuerpo debemos referirnos a una noción más completa de él para poder establecer su relación con el self y la identidad. Esta noción está incluida en el concepto de esquema corporal que, según Schilder (23), es "la experiencia inmediata de que hay unidad en el cuerpo". Agrega que esta unidad es percibida y es "la imagen tridimensional que cada uno tiene de sí". Esta definición interesa para el concepto de identidad. E. Jacobson (11) se refiere a las representaciones del self sobre las que basa el sentimiento de identidad, incluyendo en ellas las represen195
taciones del cuerpo y sus partes y del aparato mental y sus partes. Schilder desarrolla su concepción con un criterio dinámico, considerando que "el esquema corporal está en continuo cambio, en función de nuevas actividades de estímulos, que proceden tanto del mundo interno como externo". C. Scott (22) dice que "el esquema corporal es una integridad, un todo compuesto no sólo con lo que se encuentra dentro del límite, sino también con lo que se encuentra fuera del límite, como el límite mismo". Lo considera un esquema único que incluye las experiencias heredadas y adquiridas, internas y externas: es decir, incluye el tiempo y el espacio, cosa que Schilder había ya entrevisto. Ph. Greenacre (8), apoyándose en la afirmación de Freud de que "el yo es ante todo un yo corporal", señala que el núcleo del yo y posteriormente la imagen del self es la imagen corporal, centrando su atención en la relación con los objetos a través de la piel y la boca con la cooperación de ojos y manos. E. Jacobson (1) dice que "las bases de las precoces imágenes del self están en los trazos de memoria, con sensaciones placenteras o no, que bajo la influencia del autoerotismo y de las investigaciones generales que hace el niño de su cuerpo, así como de sus actividades funcionales, se asocian con imágenes corporales". Margaret Mahler (15) hace derivar "el sentimiento de la propia identidad de la experiencia de contacto corporal placentero con la madre, en el sueño y en la vigilia, en que se libidiniza la superficie del cuerpo percibiéndose como límite entre el yo y el mundo". De distintas maneras, el cuerpo y su representación mental, el esquema corporal, se nos muestran en la base del desarrollo mismo del sentimiento de identidad. Mahler sostiene que la madre debe servir de buffer frente a los estímulos internos y externos, permitiendo gradualmente el arribo de las tensiones energéticas de los óiganos a la superficie del cuerpo y la depositación en ella, que se vivencia c o m o límite interno y externo. Desde ya, Kali como imago materna no parece corresponder a la de una madre adecuada a (ales fruiciones. D. García Reinoso, en su trabajo Sobre el esquema corporal (5), postula algunos conceptos que vinculan los límites del cuerpo con los límites del self. Dice: "el límite de alguien en el sentido del yo-no yo coincide con la superficie corporal únicamente cuando puede lograrse una buena síntesis del yo". Todos los autores coinciden en la idea de unidad, integridad, síntesis, de modo que sólo podemos pensar que una profunda disociación en el yo y en el esquema corporal como la que vimos en nuestros personajes puede llevar a interrogantes como los que se plantean en la obra: ¿dónde tiene su asiento la identidad?, ¿en qué parte del cuerpo: en la cabeza o en los genitales?, ¿en el cuerpo o en la mente? 196
El corolario de la experiencia de unidad es que: "del mismo modo, sólo cuando existe una buena integración del yo —continúa D. García Reinoso— no causan angustia aquellas ocasiones en las que el límite del yo se borra temporalmente como en el orgasmo o el sueño". Habíamos dicho que Chridaman no parecía haber podido admitir la paternidad de su hijo, y pensamos que aceptar la creatividad (como padre o madre) implica poder amar sin temor. Es decir, con su yo poco integrado y su identidad endeble como lo demuestra su relación con Nanda, no debe haber podido tolerar sin angustia la experiencia del orgasmo, vivida como desintegradora, y la prueba por el embarazo de que algo de él estaba en la mujer, como fantasía muy deseada y muy temida. La ansiedad que surge es la de deshacerse y vaciarse, y se equipara a enloquecer. Fue justamente eso lo que actuó nuestro personaje en la gruta de la diosa. El miedo de amar, de desintegrarse en el otro, proviene de un vínculo con una madre-Moloc. Racker (18) cita material de pacientes que experimentaban el amor directamente como morir: "era como si el amor que tengo por mí mismo se desprendiera de mí; era como un perderse, disolverse". Considera que en estos casos ha habido graves frustraciones orales. El peligro de amar es tan grande porque la vivencia amorosa anterior, la frustración oral sentida como "ser chupado", ha sido tan traumática. Es interesante hacer notar que Thomas Mann ubica esta historia fantástica entre gentes cuya religión sostiene la creencia en la reencarnación. Esta creencia agrega a la disociación mente-cuerpo fomentada por todas las religiones (el alma y la carne) la idea de que el alma puede habitar, sucesivamente, distintos cuerpos. Él concepto de la metamorfosis ha sido estudiado recientemente por Searles (24), que la considera una "regresión filogenética", un retorno simbólico a un estado anterior para comenzar la evolución nuevamente. Sugiere que todos los procesos psicológicos ocurren en un movimiento pendular entre identidad y no identidad. La diferencia entre los individuos normales y los casos patológicos no estaría dada por una diferencia de calidad sino por la amplitud de oscilación del péndulo. Según las religiones hindúes, el proceso se produce de acuerdo con la ley de Karma, palabra que se menciona fugazmente en la novela. Karma significa "acción", cuyos efectos se cumplen en "la otra vida": su consecuencia es la reencarnación. Los continuos deseos producen constantemente nuevo "karma" y así sigue la ronda de nacimientos y renacimientos. Renacer eternamente es considerado como un castigo por los deseos que impulsan a vivir, y el vivir es fantaseado como estar prisionero en un cuerpo del cual es imposible librarse. Esto coincide con la descripción de la ansiedad claustrofóbica descripta por M. Klein, 197
producida como consecuencia de la intrusión en un objeto por identificación proyectiva, objeto que se vuelve altamente persecutorio. La contraparte de esta fantasía es la del Nirvana en que la absoluta falta de tensiones implica la satisfacción inmediata de todos los deseos, equivalente a la permanencia en un estado fetal y condición maníaca en un objeto idealizado (20). Es probable que esta fantasía de Nirvana, como último jalón liberador de la ansiedad claustrofóbica, se hallara contenida en el objetivo suicida a que recurrieron los personajes de esta obra: "reunirse con el ser universal", propósito explicado por uno de ellos, representaría la tentativa de fundirse con el objeto idealizado. Por un lado, buscaban liberarse de sus cuerpos denigrados y temidos, destruyéndolos por el fuego, pero por otro el hijo resultó el cuerpo que siguió albergando aspectos proyectados y renacidos en él, pero en el cual, tal como lo he señalado, se reeditaba la disociación como mecanismo principal, significando una nueva amenaza para su sentimiento de identidad. Sentimiento de identidad que, como nos lo recuerda Eedern (3), "'depende de la unión entre los sentimientos del yo mental y los del yo corporal". Bergman (1) lo ilustra con versos de Lucrecio, uno de los últimos poetas y filósofos del paganismo, cuando dice: "nosotros solamente somos nosotros, mientras almas y cuerpos en un mismo marco concuerden".
S I N T E S I S La historia de "Las cabezas trocadas" condensa los tres temas que ejercían una especial fascinación sobre Thomas Mann: la seducción por lo demoníaco, el encanto de la duplicación de imágenes y el de la eternidad de los renacimientos. Se trata de u n mito en el que dos jóvenes intercambian, por error, sus respectivas cabezas. El aspecto demoníaco está representado por una imagen materna superyoica y cruel (diosa-demonio) que, por sus características persecutorias, induce a una regresión acompañada de una intensa disociación cuerpo-mente manifestada por el fenómeno de la duplicación, como expresión de un profundo trastorno de la identidad. La aparición de la mujer, imagen de la madre seductora y terrorífica, y la necesidad de enfrentar la situación edípica y de hacerse cargo de ía paternidad sin haber podido elaborar el duelo por las pérdidas previas, amenazan el mantenimiento de las defensas, conducen a la confusión y obligan a reforzar más aún la disociación. Esta disociación, dramatizada por la decapitación y las identificaciones proyectivas por el trueque de cuerpos y cabezas, eviden198
cia con máxima intensidad la perturbación de la identidad por la ruptura del vínculo mente-cuerpo y la enajenación de las partes disociadas y proyectadas. A su vez, los cambios sufridos por los cuerpos, dada su enorme magnitud, atentan contra la posibilidad de restablecer el sentimiento de identidad, aun precario, que antes tenían. El acontecimiento del trueque, que marca un momento límite en la regresión, lleva a un "renacimiento" en condiciones más patológicas y con funcionamiento de mecanismos más arcaicos. Los personajes renacidos tienen características más explícitas de "doble", uno para el otro, y su relación se torna más persecutoria. La.fantasía del continuo renacer tiene un contenido persecutorio claustrofóbico, pero T. Mann la desarrolla y elabora en un nivel simbólico adaptado a la realidad, sosteniendo la recurrencia de los mitos y lo arcaico que renace con cada ser y se repite a través de las generaciones. Sin embargo, su insistencia en el tema de los renacimientos encubre una fantasía latente de inmortalidad que expresa el deseo de asegurar la continuidad de su identidad y ponerla a salvo de la "tentación demoníaca", en realidad tanática, de perderse en "el otro" y perder la propia identidad.
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Este libro se terminó de imprimir el 23 de Junio de 1976 en Del Carril Impresores, Av. S. M. del Carril 2639/41, Buenos Aires