REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XX XXVI, Nº 52. Lima Lima -Han over, 2do. Semestr e del 2000, p p. 289-300
H I B R I D E Z Y D E S I G U A L D AD AD : G A R C Í A C A N C L I N I AN AN T E E L N E O L I B E R A L I S M O Misha Kokotovic
Un iversity iversity of California, California, S an Diego Diego
En la introducción a The Postmodernism Debate in Latin America, una colección reciente de artículos sobre las nuevas teorías culturales latinoamericanas, John Beverley y José Oviedo notan notan que: Hay algo en la idea misma de un posmodernismo latinoamericano que hace pensar en esa condición colonial o neocolonial en que productos gastados o pasados de moda en la metrópoli […] son exportados a la periferia, periferia, donde gozan gozan de u na segunda vida bien rent able. (1) (1)1
Pero ésta no es toda la historia. Como otras importaciones cultur ales an teriores, teriores, la teoría postmodernista postmodernista metr opoli politan tan a se ve oblig bligada ada a ada pta rse a r ealidades ealidades latinoamerican latinoamerican as distinta s a las de los los cont cont extos soci socioc ocultu ultu ra les en y pa ra los los cuales fue elabora da. Lo que es más, las críticas y revisiones periféricas de las teorías metropolitanas empiezan a ser re-exportadas al centro, donde obligan a repensar lo que Beverley y Oviedo llaman el provinciali provincialismo smo t eórico eórico an gloeur gloeur opeo. peo. Lat inoamér ica ica empieza a ser reconoc reconocida ida en la a cademia n ort eam ericana an glófo glófona na no sólo sólo co como objeto bjeto de es tu dio sino sino t am bién como como lugar de pr oducció ducciónn teórica. teórica. No se trata, entonces, de una relación de simple dependencia, sino de una circulación de ideas más compleja, aunque no sin sus propias jerarquías y exclusiones. De los teóricos culturales latinoamericanos incluidos en la colección editada por Beverley y Oviedo, quizás el más influyente en el ámbito intelectual norteamericano actual sea Néstor García Canclini. Sus obras principales han sido traducidas al inglés y tienen una amplia circulación (no limitada a los departamentos de español) en la academia norteamericana, mientras que se le han dedicado
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paneles en congresos recientes de la American Anthropological Association y la Modern Language Association. Existe, sin embargo, el peligro de que la teoría cultural latinoamericana en la academia norteamericana de habla inglesa sea representada exclusivamente por figuras, como García Canclini, que comparten las preocupaciones teóricas metropolitanas, y a conceptos, como la hibridez cultural, fácilmente asimilables a éstas. Por esto mismo cabe señ ala r a lguna s de las limitaciones de la h ibridez, como ya lo han hecho algunos latinoamericanistas norteamericanos (ver los comentarios de Beverley y Yúdice abajo), para mantener un espacio abierto a otros aportes latinoamericanos a la teoría cultural, como por ejemplo los conceptos de la heterogeneidad y la totalidad contradictoria propuestos por Cornejo Polar, o el de la transculturación, formulado originalmente por Fernando Ortiz y reelaborado por Angel Rama, que captan mejor y más explícitamente las desigualdades y relaciones de poder asimétricas, hasta coloniales, que condicionan los cambios culturales bajo la actual fase neoliberal de expansión capitalista, llam ad a globalización. Como reconoce el propio Cornejo Polar, la teoría de la hibridez de García Canclini no es meramente cultural, está inmersa en la historia. Sin embargo, hay problemas con su inserción en la historia. Al presen ta r ejemplos de hibridez que tienden a “referirse preferentemente a ciertos estratos [los altos] de la sociedad latinoamericana” (Cornejo Polar, “Mestizaje e hibridez” 342) como si fueran representativos de la sociedad entera, García Canclini subestima la desigualdad creciente de las sociedades latinoamericanas. No todos practican la hibridez al mismo grado ni con la m isma liberta d. Y por má s que Gar cía Can clini insista en la naturaleza conflictiva del concepto, la hibridez sugiere, por el contrario, una combinación armoniosa, casi natural, de diversos elementos cultur ales, y de esta man era se presta , por lo menos en la academia norteamericana, a un multiculturalismo oficialista cuidadosamente depurado de referencias a conflictos de intereses materiales. La heterogeneidad propuesta por Cornejo Polar, en cam bio, es “un concepto firm emen te an clado en la s ociedad y en la historia, tanto como en la cultura” (Bueno 22), que parte de las desigualda des y d ivisiones sociales cons titu tivas de las sociedades latinoamericanas, y es impensable sin una clara conciencia de éstas. El concepto de la totalidad contradictoria, a su vez, nos permite “no sólo destacar –o celebrar– las diferencias, sino descubrir que m uchas de ellas encubren desigualdades, injust icia,
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marginación, explotación” (García-Bedoya, 85-86). Aunque Cornejo Polar lo considera “la cobertura más sofisticada de la categoría de mestizaje” (“Mestizaje e hibridez 341), el concepto de la tr an scultur ación, propuesto por Or tiz y ada pta do por Ram a a la literatura latinoamericana, también parte de las relaciones de poder asimétricas que caracterizan las zonas de contacto coloniales y neocoloniales (Pratt 6). Estos tres conceptos complementarios –la heterogeneidad, la totalidad contradictoria y la transculturación– apuntan a la necesidad de la autoorganización de los grupos subalternos en base de sus identidades culturales e intereses materiales para enfrentar colectivamente la desigualdad y la subordinación. Como se verá abajo, este no es el caso de la hibridez, que además de sus limitaciones al nivel descriptivo, tampoco funciona como concepto norm at ivo o estr at egia política, como pret ende Ga rcía Can clini. La obra de Gar cía Canclini ha pasa do por var ias etapa s, desde Las culturas populares en el capitalismo (1982), en que la producción cultural, la desigualdad y el conflicto entre grupos hegemónicos y subalternos son preocupaciones centrales; a Culturas híbridas (1990), que inicia un diálogo con las teorías postmodernista y se preocupa má s por las m ezclas cultur ales que los conflictos sociales; a Consumidores y ciudadanos (1995), que abandona el interés por la producción cultural y las luchas sociales colectivas para proponer el mercado como el nuevo espacio de participación política y el consumo como el nuevo modo de ejercer la ciudadanía. Estas últimas dos obras son el objeto del presente trabajo. En ellas, García Canclini analiza la modernización y los cambios socioculturales que esta modernización ha producido en América Latina en las últimas dos o tr es década s, sobre t odo la r eestr uctu ra ción del espa cio urba no y la imp ort an cia crecient e de los m edios m asivos d e comu nicación. E n Culturas híbridas , García Canclini describe las relaciones entre una modernización socioeconómica incompleta, la modern idad que ésta h a pr oducido y las tr adiciones que ha tr at ado de superar. Mientras que la idea ortodoxa de la modernidad implica la desaparición de tradiciones premodernas, en América Latina tales tradiciones persisten a pesar de décadas de modernización. Al contrario de los pronósticos de las grandes na rr at ivas de desa rr ollo y de progreso, los efectos modern izadores de la urbanización y de los medios masivos de comunicación no han eliminado las formas culturales tradicionales, sean éstas
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culta s o popular es: La modernización disminuye el papel de lo culto y lo popular tradicionales en el conjunto del mercado simbólico, pero no los suprime. Rebusca el arte y el folclore, el saber académico, y la cultura indust rializada, ba jo condiciones relativam ente semejant es. […] Lo que se desvanece no son tanto los bienes antes conocidos como cultos o populares, sino la pretensión de unos y otros de conformar universos au tosu ficient es […] (Culturas híbridas 18)
El resultado de la modernización desigual latinoamericana es lo que García Canclini llama la “heterogeneidad multitemporal” (15) en la que formas de expresión cultural de diferentes épocas coexisten, y (en contraste con la heterogeneidad de Cornejo Polar) las divisiones y jerarquías culturales (lo culto/lo popular) se desdibujan. Las formas culturales modernas y las tradicionales no sólo coexisten, sino que se hibridizan a través de procesos que García Canclini describe en detalle. Los elementos de la cultura tradicionalmente culta son retrabajados e incorporados a formas culturales populares y viceversa, mientras que productos culturales de todo tipo, los populares tanto como los cultos, circulan en los medios ma sivos y en el mer cado int ern aciona l. Así, por ejemplo, autores cultos como Jorge Luis Borges y Octavio Paz aparecen en la televisión, mientras que se encuentra artesanías populares en museos prestigiosos y boutiques localizados en ciudades que van desde la Ciudad de México a Nueva York. Además, las imágenes transmitidas por los medios masivos cada vez más transnacionales son apropiados y transformados por agentes/productores culturales populares tanto como los cultos par a sus propios fines. Lo que todavía s e llam a cultur a popular es, según García Canclini, “el producto multideterminado de actores populares y hegemónicos, campesinos y urbanos, locales, nacionales y transnacionales” (205). Las culturas híbridas de América Latina combinan de una manera nueva y compleja lo moderno y lo tradicional, lo regional, lo nacional, y lo transnacional, lo culto, lo popular y lo masivo. Para García Canclini todo esto no constituye una postmodernidad latinoamericana ni tampoco implica que la versión latinoamericana de la modernidad sea deficiente por no ser una copia suficientemente fiel del modelo metropolitano. La hibridez es, en cambio, una manera, entre muchas, de ser modern o; es u n cam ino, entr e mu chos otros, para llegar a y pasa r
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por la modernidad. Su visión de la modernidad no cabe dentro de la lógica unilineal del desarrollismo, y la postmodernidad, según García Canclini, no es una etapa que sigue necesariamente a la modernidad. La posmodernidad es más bien una perspectiva antiteleológica y antiesencialista que le sirve para entender la relación compleja entre modernidad y tradición en las culturas híbridas de América Latina : Hoy concebimos a América Latina como una articulación más compleja de tradiciones y modernidades (diversas, desiguales), un continente heter ogéneo formado por pa íses donde, en cada un o, coexisten m últiples lógicas de desarrollo. Para repensar esta heterogeneidad es útil la reflexión antievolucionista del posmodernismo, más radical que cualquier otra anterior. […] En esta línea, concebimos la posmodernidad no como una etapa o tendencia que remplazaría el mundo moderno, sino como una manera de problematizar los vínculos equívocos que éste a rm ó con las t ra diciones qu e quiso excluir o super ar par a constituirse. (23)
La teoría postmodernista hace posible repensar la modernidad “como un proyecto relativo, dudable, no antagónico a las tradiciones, ni destinado a superarlas por alguna ley evolucionista inverificable” (190). Pero aunque le parece atractiva y útil esta perspectiva antiteleológica, García Canclini rompe con la teoría posmodern ista de dos man eras importan tes. Primero, insiste en la verificación empírica de las especulaciones teóricas. Entender las culturas latinoamericanas actuales requiere investigación de campo y no sólo teoría. Según García Canclini, “hay que ir más allá de la especulación filosófica y el intuicionismo estético dominantes en la bibliografía posmoderna” (19). Esta insistencia en la necesidad de estudios empíricos va a contrapelo de la epistemología escéptica del postmodernismo y le permite a García Canclini evitar la renuncia postmodernista a todo criterio de verdad y la celebración acrítica del status quo que frecuentemente la acompaña. García Canclini también discrepa de la teoría postmodernista al insistir en la necesidad de una perspectiva global. Reconoce las consecuencias frecuentemente totalitarias de discursos totalizantes, como por ejemplo varios nacionalismos y marxismos dogmáticos, pero rechaza la equivalencia automática que postula el postmodernism o ent re a ná lisis social totalizan te y el tota lita rism o. Niega “que la preocupación por la totalidad social carezca de sentido. Uno puede olvidarse de la totalidad cuando sólo se interesa por las diferencias entre los hombres, no cuando se ocupa
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también de la desigualdad” (25). Una visión global es más importante que nunca ahora, afirma García Canclini, porque “en este tiempo de diseminación posmoderna y descentralización democratizadora también crecen las formas más concentradas de acumulación de poder y centralización transnacional de la cultura que la humanidad ha conocido” (25). Las celebraciones postmodernistas de la diferencia cultural no toman en cuenta la desigualdad estructural y por eso no sirven para enfrentar la concentración del poder económico y político que ha efectuado la reestructuración neoliberal del capitalismo transnacional. Para García Canclini, renu nciar a un a per spectiva global es resignar se a la desigualda d creciente d el neoliberalismo. Desafortunadamente, el concepto teórico principal de García Canclini, la hibridez cultural, oculta más que revela de la concent ra ción de p oder y la cent ra lización de la cultur a qu e Gar cía Canclini tan acertadamente identifica como la contraparte de la diseminación postmoderna. Es precisamente por esto que Martin Lienha rd a rguye la necesidad de “ma tizar las a rgum enta ciones de García Canclini sobre ‘la copresencia tumultuosa de todos los estilos’” (69). Al universalizar ejemplos de prácticas híbridas que en realidad son características principalmente de los grupos hegemónicos, Gar cía Ca nclini a veces n o presta at ención suficiente al hecho de que “en las sociedades modernas, ‘sistemas de desigualdad y dominación,’ la combinatoria de prácticas diversas resu lta todo menos libre” (Lienha rd 69). No todos tienen la m isma libertad de combinar elementos culturales. Además de estos problemas a nivel descriptivo, la hibridez cultural tampoco ofrece estrategias eficaces para enfrentar el estatus quo neoliberal. John Beverley distingue entre “la función descriptiva de la idea de h ibridez cultu ra l y su posible art icula ción como u n concept o normativo” que podría servir como la bas e de u n proyecto político alternativo (“Estudios culturales y vocación política” 52). En la obra de García Canclini, arguye Beverley, la hibridez es un concepto principalmente descriptivo que carece de una dimensión normativa. García Canclini produce descripciones fas cina nt es de pr ocesos de hibridación cultu ra l, pero es incapaz de proponer alternativas a la desigualdad creciente de las sociedades donde ocurren tales procesos culturales. Aunque Beverley se equivoca al decir que la hibridez cultural no es un concepto normativo –García Canclini usa la hibridez de una manera fra ncament e norma tiva– acierta en lo esencial, que la hibridez en
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sí es insu ficiente pa ra const ru ir u n p royecto político altern at ivo. La hibridez es algo patentemente positivo para García Canclini. Reconoce que los procesos de hibridación cultural son frecuentemente conflictivos, pero los considera más compatibles con la democratización que otras formas de política basadas en ident idades na ciona les, cultur ales o ra ciales inm ut ables, que par a él son poco más que separatismos particularistas. La hibridez es también un ideal implícito en su visión de “sociedades con proyectos democráticos compartidos por todos sin que igualen a todos, donde la disgregación se eleve a diversidad y las desigualdades (entre clases, etnias o grupos) se reduzcan a diferencias” (148). Sin embargo, las fuerzas modernizadoras que impulsan la h ibridación ta mbién producen desigualdades qu e son obstáculos a la realización de la promesa democratizadora de la hibridez. El pr oblema es cómo fort alecer la h ibridez sin a la vez fomen ta r la desigualdad que socava sus efectos democratizadores. Confiar en pr ocesos espont án eos de hibrida ción n o sirve –se necesita de un programa concreto. Pero García Canclini no propone estrategias viables ni mucho menos un programa político. Descarta los instrumentos tradicionales de la lucha contra la desigualdad, los sindicatos y los partidos políticos, por obsoletos, y duda de la eficacia de los nuevos movimientos sociales, pero ofrece muy poco en su lugar. Arguye que la transformación de la ciudad y la colonización de la esfera pública por los medios masivos han disminuido la capacidad movilizadora y por lo tanto la importancia de las formas tradicionales de organización popular, como los sindicatos y los partidos políticos. Estas organizaciones dependía n de espa cios pú blicos y de “estr uctu ra s m icrosociales de la urbanidad –el club, el café, la sociedad vecinal, la biblioteca, el comité político–”, donde se construían identidades populares por medio de inter acciones a nivel personal, ident idades qu e forma ban la base de la participación política. Tales instituciones populares de la vida urbana vinculaban “la vida inmediata con las transformaciones globales que se buscaban en la sociedad y el Estado” de manera que “la lectura y el deporte, la militancia y la sociabilidad barrial, se unían en una continuidad utópica con los movimientos políticos nacionales” (Culturas híbridas 266). Según García Canclini, todo esto se está acabando, si no ha desaparecido ya, debido a la transformación estructural del espacio urbano y de los efectos corr osivos de los m edios ma sivos d e comu nicación.
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Actualmente, las identidades se construyen “cada vez menos por lealtades locales o nacionales y más por la participación en comu nida des dester ritorializadas de consu midores” crea das por los medios masivos (Consumidores y ciudadanos 24). La televisión ha sustituido los espacios públicos donde la interacción personal antes generaba participación política, y ha convertido la política en espectáculo massmediático que no es más que un simulacro de la participación popular. Esta transformación en la experiencia de la vida urbana ha conducido a una disminución aparentemente irreversible de la capacidad movilizadora de los sindicatos y los pa rt idos políticos: La pérdida de sentido de la ciudad está en relación directa con las dificultades de los partidos políticos y sindicatos para convocar a tareas colectivas, no rentadas o de dudosa ganancia económica. […] La movilización social, del mismo modo que la estructura de la ciudad, se fragmenta en procesos cada vez más difíciles de totalizar. (Culturas híbridas 267)
Al perder los pa rt idos y los sindicatos su capacidad u nificad ora , la movilización social se fragmentó, produciendo una gran variedad de movimientos ecologistas, étnicos, feministas, de derechos hu ma nos, de las m ujeres, de los jóvenes y otr os. Muchos vieron en estos nuevos movimientos sociales los agentes de una transformación social para la cual los partidos y los sindicatos ya no servían. Pero García Canclini no comparte tales esperanzas y arguye que los nuevos movimientos sociales se han mostrado incapaces de efectuar cambios estructurales: “Estos movimientos han sido y son valiosos como resistencia,” pero “después de treinta años de intentar construir alternativas a los partidos y los gobiernos, en ningún país han logrado erigir proyectos globales y menos aún políticas qu e reestru ctur en los apa ra tos estata les y las economías en declinación” (Consumidores y ciudadanos 195). Muchos intelectuales sobrestimaron el potencial de los nuevos movimientos sociales, la mayoría de los cuales tenían metas más modestas y le exigían al Estado respuestas a problemas concretos en vez de int enta r t ra nsform ar o sustituirlo. García Ca nclini tiene razón al señalar las limitaciones de los nuevos movimientos sociales, pero las nuevas prácticas políticas que propone, la reconversión cultural y el consumo como una forma de ejercer la ciudadanía, no parecen más capaces de efectuar cambios estructurales.
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Según García Canclini, los procesos de hibridación no son siempre espontáneos ni necesariamente ocurren de una manera imprevista. Muchas veces grupos e individuos consciente e intencionalmente adaptan sus tradiciones culturales, sus saberes y prácticas a nuevas circunstancias, y producen así formas culturales híbridas utilizando una estrategia que García Canclini llama la reconversión. El término por lo general se refiere a la reconversión económica de fábricas, procesos de producción y saber es técnicos efectu ada por gru pos hegemónicos, pero también se encuentran estrategias de reconversión económica y simbólica en sectores populares: los migran tes campesinos que a dapt an sus saberes para trabajar y consumir en la ciudad, y sus artesanías para interesar a compradores urbanos; los obreros que reforman su cultura laboral ante las nuevas tecnologías productivas; los movimientos indígenas que reinsertan sus demandas en la política transnacional o en un discurso ecológico, y aprenden a comunicarlas por ra dio y televisión. (“Cultu ra s h íbridas y est ra tegias comu nicaciones” 3)
La reconversión es una de las maneras en que las culturas tradicionales han sobrevivido la modernización. En vez de desaparecer, las culturas tradicionales “se han desarrollado transformándose” (Culturas híbridas 200). Pero la reconversión cultural parece poco más que una estrategia para sobrevivir, sin muchas posibilidades de cambiar la subordina ción de sectores popular es. Como seña la George Yúdice, García Canclini tiende a exagerar el papel de la hibridación en la abolición delas ‘jerarquías entre períodos históricos.’ Mientras estoy de acuerdo con su observación de que las fronteras entre tiempos y espacios se han desdibujado, no estoy convencido de que éste sea el caso de las jerarquías. El hecho es que la gran mayoría de los pueblos tradicionales y otros grupos subalternos siguen viviendo bajo condiciones de oportunidades disminuidas. La reconversión cultural –o sea, adecuar la producción cultural a las exigencias del mercado– es ciertamente preferible a carecer de los recursos necesarios para asegurar la vida y la felicidad, pero es difícil aceptar que razones económicos sean la solución a los problemas de la producción y el consumo de bienes culturales y el papel de estos procesos en la construcción de sociedades civiles más democráticas. (“Postmodernism in th e Peripher y” 552) 2
La reconversión cultural es más bien una manera de competir en la economía capitalista transnacional, adaptando tradiciones culturales, saberes y prácticas a la lógica implacable del mercado, produciendo hibridez pero siempre desde la subordinación. La
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estrategia propuesta por García Canclini para enfrentar la desigualdad, la reconversión, no cuestiona las condiciones que producen la necesidad a la que tan creativamente responden los sectores popular es. Subordinar las culturas tradicionales a la lógica del mercado internacional puede ser un medio de supervivencia, pero es a la vez un mecanismo capitalista para la producción de diferencias cultu ra les ren ta bles. Mientr as la reconver sión sí les beneficia a los sectores populares, los grupos hegemónicos se benefician más, y por eso es dudoso que sea una estrategia adecuada para cambiar relaciones estructurales de desigualdad. Parece que García Canclini se ha resignado tanto a la inevitabilidad del capitalismo que n o puede imagina r má s que resistencias que a cepten la lógica del sistema. Como nota John Beverley, “el proyecto de García Canclini […] presupone que la nueva etapa del capitalismo es, ‘más allá del bien o el mal,’ simplemente la nueva condición de vida –algo inevitable, como tener que beber agua y comer.” (“Estudios culturales y vocación política” 52). Esta resignación es aú n m ás evidente en su pr opuesta del consu mo como una prá ctica política. Mientras que Culturas híbridas tra ta ba del consu mo de bienes simbólicos y materiales y de las luchas por el control de la producción cultural, en el más reciente Ciudadanos y consumidores parece que a García Canclini ya no le interesa la producción. Este último texto trata casi exclusivamente del consumo, que ahora es visto como una especie de esfera pública privatizada: Hombres y mujeres perciben que muchas de las preguntas propias de los ciudada nos –a dónde pert enezco y qué derechos me da , cómo puedo informarme, quién representa mis intereses– se contestan más en el consumo privado de bienes y de los medios masivos que en las reglas abstractas de la democracia o en la participación colectiva en espacios públicos. (Ciudadan os y consum idores 13)
Para García Canclini, el consumo es una forma de participación política, y no la consecuencia alienada de manipulaciones massmediáticos. Qué se consume y cómo se consume son ahora actos políticos: “Consumir es participar en un escenario de disputas por aquello que la sociedad produce y por las maneras de usarlo” (44). El consumo ha tomado el lugar de los mecanismos tradicionales de participación política y es la nueva esfera donde se ejerce la ciudadanía, de manera que tanto la política como la
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cultur a se encuentr an subordina das a la lógica del mer cado. La nueva situación implica peligros pero también posibilidades. García Canclini reconoce que grandes mayorías tienen niveles mínimos de consumo y por lo tanto una participación muy limitada en las nuevas formas de ciudadanía. Nota, por ejemplo, que hay tres niveles de acceso a los medios masivos de comunicación. Mientras las grandes mayorías tienen acceso a la televisión y la radio, sólo una minoría tiene televisión por cable y video, y sólo una elite minúscula usa antenas parabólicas y medios interactivos como el fax, correo electrónico, e Internet. Tal desigualdad impide ejercer la ciudadanía plena y democráticamente a través del consumo, y por eso, arguye García Canclini, “favorecer el acceso generalizado a las dos últimas modalidades de comunicación es una condición clave para desarrollar formas democráticas actuales de ciudadanía […]” (159). Asegurar las condiciones mínimas para el acceso generalizado al consumo implica una nueva concepción del mer cado, “no como simple lugar de int ercambio de mer can cías sin o como parte de interacciones sociales más complejas” (53). García Canclini propone, en efecto, refuncionalizar el mercado para que sirva los intereses de un a n ueva cultu ra democrá tica. A contrapelo del dogma neoliberal y de las celebraciones posmodernistas de la fragmentación, García Canclini insiste en que el Estado debe asegurar una participación universal en el consumo y que tiene un papel importante que jugar en la transformación de la función del mercado en las sociedades latinoamericanas: Respecto del estado, decíamos que la temporada de privatizaciones demostró que las empresas privadas no hacen funcionar mejor los teléfonos, ni las aerolíneas, ni las comunicaciones culturales que les cedieron nuestros gobernantes. Este fracaso no justifica ninguna restauración del Estado como guardián del nacionalismo telúrico, ni como administrador eficiente, ni como agente de donaciones populistas. El desafío es más bien revitalizar al Estado como representante del interés público, como árbitro o garante de que las necesidades colectivas de información, recreación e innovación no sean subordinadas siempre a la rentabilidad comercial. (190)
El Estado, en vez de obsoleto, todavía puede funcionar como un contrapeso eficaz al poder del capital, y por lo tanto el poder del estado debería ser un objetivo de las luchas por la igualdad. Pero la propuesta de García Canclini cae en un vacío político por falta
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de una base social. Al descartar los sindicatos, los partidos y los nuevos movimientos sociales por ineficaces, no le queda más que su propia autoridad intelectual con que presionar el estado neoliberal pa ra que int ervenga en el mercado y gar an tice el acceso universal a los bienes simbólicos y materiales. Pero es poco probable que el estado neoliberal, que representa poderosos intereses transnacionales y monopólicos, preste mucha atención a llamados por la democratización del mercado y del consumo si ta les dema nda s n o tienen un apoyo organ izado y masivo. Como ha señ ala do acert ada men te J ohn Beverley, el proyecto de Gar cía Can clini, a fin de cuen ta s, queda esencialmente dentro de la lógica del sistema en vez de crear un espacio de oposición o estimular las contradicciones del sistema. Lo que es más, transfiere la agencia de un sujeto popular y democrático a un nuevo tipo de intelectual específico, cuyas tareas y metas ahora son definidas por los estudios culturales y ‘la teoría’ […] Si la hibridación abarca el mercado, las preferencias de los consumidores y el individua lismo posesivo, entonces, a pesar de las protesta s de Ca nclini de que el propósito de su trabajo es hacer una contribución hacia la reformulación del proyecto de la izquierda, hay también un sentido en que este trabajo es compatible con la globalización y la hegemonía neoliberal. 3 (Beverley, S ubalternity and Representation 129)
La hibridez cultural en sí no es una respuesta adecuada a la desigualdad creciente producida por el neoliberalismo. García Canclini nos ha dado nuevas categorías críticas para pensar y estudiar las cultu ra s populares, cultas y ma sivas en las sociedades latinoamericanas contemporáneas, que en estos momentos están pasando por complejos procesos de cambio económico, social y cultural. Para comprender mejor estos procesos, sin embargo, nos hace falta más que la teoría de la hibridez de García Canclini, porque “ningu na cat egoría crítica devela la t ota lidad de la m at eria que estudia” (Cornejo Polar, “Mestizaje e hibridez” 342). Al consa gra r sólo o prin cipalmen te los teóricos lat inoamer ican os m ás compatibles con las preocupaciones político-teóricas metropolitanas, la academia norteamericana anglófona se cont empla en un espejo latin oam ericano que le devuelve su pr opia imagen, levemente modificada, pero todavía reconocible. NOTAS
1. “There is something about the very idea of a Latin American postmodernism that makes one think of that condition of colonial or neocolonial dependen cy in which goods tha t h ave become s hopworn or out
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of fashion in the metropolis are […] exported to the periphery, where they enjoy a profitable second life.” Ésta y las siguientes son mis traducciones. 2. “García Can clini tends to oversta te t he case of hybridization in a bolishing the ‘hierarchies among historical periods.’ While I agree that the temporalities (and spatialities) have been blurred, I cannot wax so sanguine about the hierarchies. The fact is that the vast majority of traditional groups and other subaltern peoples continue to live under conditions of diminished opportunity. Cultural reconversion –that is, making cultural production marketable– is certainly an improvement over not h aving su fficient resources for th e ‘pur suit of life a nd ha ppiness,’ but it is difficult to accept an economic rationale as a solution for cultural production and reception and their role in the construction of more democratic civil societies.” 3. “Canclini’s project remains essentially within the logic of the dominant system, instead of creating a space of opposition or stimulating the contradictions of that system. Moreover, it displaces agency from a populardemocratic subject to a new kind of specific intellectual, now defined in his or h er t asks an d goals by cultu ra l stu dies an d ‘th eory’. […] If hybridization is seen as coextensive with th e ma rket , consum er choice, and possessive individualism, th en despite Canclini’s own protesta tions th at his work is intended as a contribution to reformulating the project of the left, there is a sense in which it is also, in principle, compatible with globalization an d neoliberal hegemony.” BIBLIOGRAFÍA
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“Ther e is somet hing a bout th e very idea of a La tin American postmodern ism th at ma kes one th ink of th at condition of colonial or neocolonial d ependen cy in wh ich goods th at ha ve become shopworn or out of fash ion in t he m etr opolis ar e […] exported t o th e periph ery, wher e th ey enjoy a pr ofitable second life.” Est a y las siguientes son mis tr adu cciones. 1
“Gar cía Can clini tend s to overst at e th e case of hybridizat ion in abolishing the ‘hierarchies among historical periods.’ While I agree th at th e temporalities (an d spat ialities) ha ve been blurr ed, I can not wax so san guine about the h iera rchies. The fact is tha t t he vast ma jority of tr aditiona l groups an d other subaltern peoples cont inu e to live un der conditions of diminish ed opport un ity. Cultur al r econversion–th at is, making cultur al pr oduction ma rketa ble–is cert ainly an impr ovement over n ot h aving sufficient resour ces for th e ‘pur suit of life and ha ppiness,’ but it is difficult to accept a n economic ra tionale as a solut ion for cultu ra l production a nd r eception an d th eir role in th e const ru ction of more democratic civil societies.” 2
GARCÍA CANCLINI ANTE E L NEOLIBERALISMO
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“Canclini’s project remains essentially within the logic of the dominan t s ystem, ins tea d of crea ting a spa ce of opposition or stimu latin g the cont ra dictions of tha t syst em. Moreover, it displaces a gency from a popular -democrat ic subject t o a new k ind of specific intellectu al, now defined in his or h er ta sks an d goals by cultu ra l stu dies a nd ‘th eory’. […] If hybridization is seen as coextensive with t he m ar ket, consu mer choice, and possessive individua lism, th en despite Can clini’s own pr otest at ions t ha t his work is int ended a s a cont ribut ion t o reform ulat ing the pr oject of th e left, th ere is a s ense in wh ich it is a lso, in pr inciple, compa tible with globalization a nd neolibera l hegemony.” 3