Evangelio del León Negro
¡Alégrense hombres y mujeres del mundo, porque el Fin está cerca y pronto la Promesa será cumplida! Alégrense pues pronto serán testigos y vuestros hijos protagonistas. Los tambores de la Guerra ya resuenan y el Designio de Dios se hace evidente. ¿O acaso no sienten que el viento sopla ya más frío, la llama arde más caliente y la noche se cierne más oscura? Allí donde el sol se oculta un terrible señor se prepara ya para tomar las riendas del mundo y la tribu olvidada pronto habrá de resurgir con furia, mientras en el Este el mejor de los pastores comienza a comprender cuál será su tarea y cuál es su destino. Pues el Pueblo de Dios se encuentra hoy confuso y disperso y ha perdido la Palabra hace siglos. Mas el Santo Profeta pronto les develará nuevamente la Palabra, despojada de toda mentira en su forma más pura. pura . Y así el Pueblo de Dios volverá a ser uno. Y el Dragón se alzará sobre las ruinas de la devastada Babilonia y acabará con todos aquellos que pretendan levantarla de nuevo, pues es la Voluntad de Dios que no exista jamás Imperio alguno entre los hombres y será el Dragón su azote. Pues tal es la perfección del Plan Divino que incluso aquellos que viven de espalda a la Gracia de Dios obran obr an en su beneficio, pues tal es su Grandeza. Dos Bestias habrán de caer cuando el final esté cerca, pero antes habrá señales y prodigios y nadie, por necio que fuere, podrá ignorarlas ni negarlas, pues el Designio de Dios será innegable. La luna y el sol se ocultarán y la oscuridad oscur idad será prolongada, y los hombres habrán de sentir los primeros avisos de la furia divina por viento, tierra y agua. Los reinos del mundo temblarán y ya nadie podrá sentirse a salvo, pues montañas enteras se derrumbarán en el mar y las aguas se alzarán sobre la tierra. Y entonces verás a las antiguas y poderosas ciudades lamentarse entre las ruinas. Y verás a la rica y ufana ciudad, que se jactaba de su grandeza grande za y que creía estar por encima de Dios mismo, ahogarse entre las aguas entre lamentos. Y sus sobrevivientes sollozarán y viendo a sus muertos se preguntarán “¿Por qué hemos de sufrir esto?”, más seguirán ciegos ante sus faltas y pronto habrán de volver a sus vicios, mas su tiempo estará agotado y un destino aún peor les aguarda. Y así la Destrucción y el Caos se extenderán sobre la faz de la Tierra y los hombres, con el corazón endurecido, no extenderán su mano hacia el herido y no habrá compasión o auxilio alguno. Ni darán dar án agua al sediento, ni alimento al hambriento, ni refugio al huérfano temeroso y asustado. En su lugar estos se aprestarán a dar muerte a sus hermanos y vecinos, por odio o por codicia, para arrebatarles aquello que hubieren conservado. Y así los hombres se precipitarán hacia el Fin. Y dirán con sus mentes obnubiladas “No hay Dios alguno en el Cielo” y se entregarán entregará n a toda clase de vicio y de violencia. Y así los hombres se precipitarán hacia el Fin. Y el último rey de Babilonia dirá entonces: “El fruto es tá maduro. ¿Y quién será capaz ahora de evitar que lo tome?”. Y será este un rey ciego, que encantará a los hombres con voz dulce y palabras de grandeza, que les recordarán a los grandes patriarcas del pasado. Mas en su corazón no habrá grandeza, honor ni nobleza algunos; sólo Codicia y Ambición colmarán su espíritu. Y el rey ciego dirá: “Aplastaré a mis enemigos, pues estos son ahora débiles y han sido diezmados. Y aplastaré incluso a mis propios hermanos her manos si estos intentan
interponerse, pues ellos no son nada comparados con mi poder y mi gloria”. Y así arrastrará a todo su pueblo hacia el Abismo sin retorno, pues ninguno de ellos será salvo. Y así la poderosa Babilonia marchará una vez más hacia la guerra, mas ésta será la última. El mundo estará envuelto en el Caos y la Confusión, y los antiguos enemigos serán aliados y los hermanos se aprestarán a darse muerte los unos a los otros, mientras los desamparados e indefensos no podrán huir al horror que se avecina y alzarán su voz al cielo y rogarán en busca de socorro. Pero nadie podrá estar seguro, pues ésta será una guerra de hombres, y estos no distinguen a justos de pecadores. Y cuando la guerra se desate justos y pecadores morirán en partes iguales. Y la poderosa Babilonia creerá ser entonces capaz de luchar contra el mundo entero, pero se atraerá contra sí la Furia de dos grandes grand es imperios. Y estos habrán de herirla de muerte, tras lo cual, una miríada de sus más pequeños enemigos desmembrará su cuerpo y dará muerte a todos y cada uno de sus hijos, pues sus crímenes fueron muchos y todos habrán de ser pagados el mismo día. Cuando la guerra comience los hombres volverán a vestir armaduras y el presente y el pasado parecerán haberse mezclado. Y la guerra será luchada con armas nuevas, jamás vistas por hombre alguno, y cada hombre tendrá en sí el poder de matar a cientos. Y la muerte llegará rápida, silenciosa e invisible. Horrores indescriptibles serán realizados y los hombres, cubiertos de acero y plomo, pelearán junto a bestias y monstruos monstruo s por ellos mismos creados. Y éste será el punto cúlmine del Poder del Hombre, pues habrá dominado un Poder que hasta entonces sólo Dios había poseído y lo usará para dar muerte a sus hermanos. Y así el hombre levantará a sus propios muertos y les dará sus armas y sus estandartes y estos serán enviados para aniquilar a sus hermanos. Estas abominaciones carentes de alma no estarán ni muertas ni vivas, y darán muerte a los hombres y se alimentarán con su carne y beberán su sangre, pues tal será la voluntad de los nigromantes y titiriteros que serán sus amos, y llenarán de terror el corazón de sus enemigos, que verán en esto la máxima afrenta y la mayor Blasfemia contra el Señor de los Cielos. Ancestrales y poderosas naciones de la antigüedad se alzarán entonces para escribir su último capítulo en la historia, pues ninguno n inguno de sus hijos habrá de sobrevivir, y todas sus antiguas glorias y esplendores se perderán para siempre en las arenas del tiempo. Mas por la noche una saeta se hundirá en el pecho de la poderosa Babilonia y atravesará su corazón ardiente y palpitante, y su sangre se derramará a través de valles y llanos ahogando y dando muerte a sus hijos. Y sus ojos serán cegados y ya no será capaz de defensa alguna, pues es el designio de Dios que perezca y lleva grabado el Signo de la Destrucción Destruc ción en su frente. Pero aún herida de muerte, será esta Bestia capaz de lanzar un último golpe, y alzará su mano monstruosa sobre la tierra y sus largos dedos rasgarán la tercera parte del mundo y la tercera parte de los hombres morirá, y sus enemigos serán alcanzados. Mas finalmente la Bestia caerá y se dará muerte a todos sus hijos, allí donde éstos se encuentren, pues es el designio de Dios que perezca y lleva grabado el Signo de la Destrucción en su frente.
Por eso escuchen la advertencia, hombres justos de Babilonia, si es que en verdad alguno mora en su seno todavía. Pues aún tienen chances de escapar a una muerte segura y al fin de vuestro linaje si huyen mientras todavía queda qu eda tiempo. Mas deberán evitar tanto el Este como co mo el Oeste, pues allí el sol habrá de abrasarlos. La otra Bestia que habrá de caer será muy distinta en su naturaleza y más antigua, aunque su caída será igual de estrepitosa, tras la caída del Palacio de Piedra que sepultará para siempre en sus entrañas al último Pedro. Pues el venerable y antiguo árbol árbo l dio a luz dos retoños. El primero pri mero de ellos debía dar los frutos más dulces y su semilla le fue entregada al último Gran Profeta de los Judíos. Mas ésta fue arrebatada por el peor de sus discípulos y fue plantada en el más amargo de los terrenos y fue regada con la sangre de los inocentes. Y así sus frutos se agriaron y su tronco y sus ramas crecieron bajos y torcidos, y en su corazón pútrido sólo prosperaron la inmundicia y las alimañas y su sombra monstruosa trajo Oscuridad y Temor sobre el mundo. Es por eso que antes del fin será el mismo Dios de los Cielos quien dé por tierra con ella, para que no quede duda alguna entre los hombres de que es Su divina Voluntad que el árbol muera, por lo que un rayo cercenará su tronco desde la base y junto con el se derrumbarán todas sus ramas. Y entonces los hombres que vivían bajo su sombra podrán volver a alzar sus ojos hacia el cielo y se reencontrarán con su Luz y su Gloria, y entonces volverán a oír la Palabra y sabrán que Dios está de nuevo entre ellos. Mas en el antiguo árbol que le dio origen ya no queda vida alguna y ya no habrá de volver a florecer ni a dar frutos. Sin embargo, su imponente efigie e figie es el solemne recordatorio del tiempo en que los hombres descubrieron al Dios vivo, tras las vagas sombras de los Elohim. Por eso éste habrá de mantenerse en pie, aún después de que el antiguo monte sea asolado. Por el contrario, el segundo vástago aún es fuerte y vigoroso, y aunque fue sembrado en un terreno duro y árido y bajo la funesta sombra de su hermano, éste aún conserva en su corazón la Nobleza de su padre. Y aunque los hombres lograron torcer sus ramas, su tronco aún es recto y su corazón impoluto. Es por eso que cuando el Mesías retorne encontrará bajo su sombra su morada, y éste podará las ramas que los hombres torcieron y todos se acercarán para cobijarse bajo su sombra gentil. Sus ramas volverán a crecer en dirección a la luz del cielo y reverdecerá con flores renovadas y sus frutos serán los más dulces que el hombre haya probado. Pero antes el hombre habrá de probar toda la amargura del Infierno, y éste será su obra. Equivocados estarán todos aquellos que increpen al Cielo por enviar sobre ellos tantos males, pues estos serán la Obra del Hombre y el resultado del camino que ellos eligieron. Pues para cuando la guerra termine tres cuartas partes del mundo habrán sido destruidas, y tres cuartas partes de los mares serán envenenados, y tres cuartas partes de la tierra serán arrasadas. Y junto con ellas tres cuartas partes de los seres del mar y la tierra habrán perecido y tres cuartas partes de los hombres habrán dejado de existir. Mas éste será sólo el comienzo de sus dolores y sus males, pues los hombres habrán abierto las compuertas del Abismo, y la Muerte rondará soberana sobre todos los confines del mundo.
Y aunque el viento soplará más frío y la oscuridad amenazará con tragarse tra garse al día, el sol brillará más caliente y abrasará a los hombres, trayéndoles Locura, Enfermedad y Muerte. Y el viento será sucio y pestilente y todo lo invadirá, invad irá, llevando su corrupción allí donde se encuentre. La tierra se volverá amarga y pesada, y ya nada sano podrá crecer allí donde el Hombre haya derramado la sangre de sus hermanos. Y las aguas de los ríos serán turbias y deletéreas y en el mar ya no se encontrarán peces. ¡Muy profundo habrán de cavar los hombres para encontrar aguas claras! Y observen a las ricas y poderosas ciudades de antaño, convertidas en fantasmas. Miren sus altas torres ahora truncadas y devastadas por el suelo. Miren a la ufana ciudad convertida en cementerio y observen a los muertos convertirse en carroña para par a los animales que invadirán sus ruinas. Allí la Muerte rondará en cada rincón y su hedor pestilente brotará de cada agujero y cada resquicio. Los sobrevivientes de estas ciudades muertas deberán huir hacia los bosques, mas la Muerte habrá de perseguirlos y les dará caza uno por uno, dejando una estela de huesos secos y carne podrida entre los bosques moribundos. ¡Disfrutad del sabor amargo de esta copa condenados, pues es éste el trago que ustedes mismos ordenaron! Mas unas pocas ciudades habrán de sobrevivir, aunque aquí también la Enfermedad y la Muerte serán omnipresentes. o mnipresentes. Y por eso los hombres jugarán una carrera contra el tiempo y enterrarán sus ciudades, y se ocultarán del sol como los topos y sólo se atreverán a salir cuando el sol esté bajo y el viento no sople. Los vientres de las mujeres se secarán y la Vida se convertirá en un tesoro raro y precioso, y sólo las más jóvenes serán capaces de traer vida al mundo. Aun así, la mayoría sólo será capaz de engendrar seres enfermizos y deformes, que estarán condenados a morir tan pronto como abran sus ojos y exhalen su primer aliento. Por esta razón benditos serán aquellos capaces aún de engendrar hijos sanos y fuertes, pues será su progenie la heredera del mundo cuando la Muerte sea domada nuevamente para ser devuelta a los Abismos. Mas para esto deberá pasar mucho tiempo aún, pues es la Muerte una Señora poderosa e irrefrenable incluso cuando está sujeta, y como un río desbocado, será muy difícil hacerla volver a su cauce. Liberada, habrá de amenazar la existencia misma de la Vida y sólo con la Voluntad Divina de su parte podrán escapar los hombres a su sino. El desierto avanzará entonces y tragará enteros bosques, campos y ciudades, y en él no se esconderá vida ni maravilla alguna. Pues estos no serán jardines de Dios, sino que serán los Desiertos del Hombre. Sin cultivos ni animales que comer ni aguas puras que tomar, los hombres encontrarán su fin en agonías terribles ter ribles e interminables. Y quienes sobrevivan no tendrán un destino más feliz ni placentero, pues habrán de convivir con la Enfermedad y la Muerte y nadie escapará al terrible destino de ver morir a los suyos. Y así el corazón de los hombres se llenará de Miedo y de Violencia, pues todos temerán perder lo suyo y desearán poseer lo ajeno, más allí donde los hermanos no sean capaces de confiar los unos en los otros y la mezquindad se imponga, la Muerte habrá de triunfar. Éste es el mundo que crearán los hombres, y es éste el Infierno que los hombres
crearán. Y en este Infierno sólo un Hombre-Demonio será capaz de reinar e impondrá el Orden sobre el Caos, y sólo un Hombre Santo y Bendecido por Dios podrá guiar a los hombres nuevamente desde el Caos y la Oscuridad hacia la Luz. Ambos habrán de llegar a tiempo a su cita, pues tal es la Promesa que Dios ha hecho a los hombres, y sus s us nombres fueron escritos en el Libro de la Vida desde el momento mismo en que los hombres fueron creados. Y así como el día sigue a la noche y la noche sigue al día, el Dragón y el Mesías vendrán vendrá n cuando la Hora del Fin haya llegado, pues así está escrito y tal es la Voluntad del Dios Todopoderoso que habita en los Cielos. ¡Alabado sea Su Nombre por los siglos de los siglos! El Libro de los Dos Reyes
Mas en la hora más aciaga y oscura del Hombre, Dios en su Infinita Compasión y Sabiduría no habrá de abandonarlo solo y a su suerte. Pues ha sido Su Promesa que el día en que el Fin llegue, un Mesías vendrá para guiar a los hombres de nuevo hacia la Luz y la Verdad, pues aunque sus faltas hayan sido muchas, el Señor ama a todas sus criaturas y siempre da una segunda oportunidad. Y así un nuevo profeta habrá de llegar para traer nuevas esperanzas y renovará el Pacto de Dios con los hombres. Y así la semilla de un nuevo mundo de Paz y Justicia será sembrada, y los hombres tendrán nuevamente la posibilidad de crear un Reino de los Cielos sobre la Tierra. El Profeta nacerá en tierras lejanas y será hijo de la Pobre za y la Virtud, pues pobres y virtuosos serán sus padres, que desde pequeño le enseñarán a honrar y a amar a Dios por sobre todas las cosas. Y tan pronto tenga uso de la palabra comenzará a ser instruido en la Fe, según la usanza y la tradición de su tierra. Mas no tardará este niño en sobrepasar a sus maestros, y no habrá aún ni un solo pelo en su cara cuando sus mayores comiencen a reputarlo como a un verdadero Maestro en su Fe y en su Doctrina. Y darán vivas voces en Alabanza y será llamado “Bendito y Bienaventurado” y lo considerarán Elegido por Dios. Pero el joven Profeta pronto observará que hay Verdad y Sabiduría en la Fe de los otros y considerará santos a todos los libros que predican la Palabra de Dios. Mas verá también que ninguna Fe está completa y verá que en todas algo se ha perdido y que en todas algo los hombres han agregado. Y clamará ante los suyos “La Palabra de Dios se nos ha perdido, pues los hombres la hemos ensuciado”, y estos lo condenarán y lo llamarán blasfemo y hereje. Y entonces habrá de sufrir el escarnio escar nio de los suyos y todos le darán la espalda, y los viejos maestros de la Ley dirán: “¡Observad a la joven promesa, en quien tantas esperanzas habíamos puesto! pues to! Ahora el orgullo lo ha cegado y reniega de la enseñanza del Profeta y blasfema contra nuestra Fe y nuestro Dios”. El Profeta deberá partir entonces, despojado desp ojado de todo y mancillado, lejos de su tierra y en ningún lugar será bien recibido, pues su fama habrá de precederlo dondequiera que vaya. Y así el Pastor sin rebaño habrá de vagar durante años, sólo acompañado por la Gracia de Dios que no habrá de abandonarlo jamás y que jamás lo dejará desfallecer, aún cuando la duda y el dolor sean grandes . Y así, lejos de los hombres, él buscará en los textos sagrados la Verdad y rogará día tras día y
noche tras noche al Señor de los Cielos que lo guarde y lo ilumine. Pues a pesar de todas las afrentas, su corazón se conservará siempre noble y puro, y será su único deseo servir a Dios y a los hombres, pues él sabrá que el Reino de Dios sobre la tierra no será posible hasta que la Palabra de Dios sea restaurada, pues sólo entonces el Pueblo de Dios volverá a ser uno. Mas la desesperanza y la duda lo inundarán a veces y se preguntará a sí mismo en la soledad más absoluta: “¿Acaso mi orgullo me habrá cegado y me ha llevado a blasfemar contra mi Dios y contra la única Fe verdadera?”. verdadera? ”. Y este pensamiento lo atormentará y lo hará romper en llanto, y temerá haber ofendido a Dios así como el buen hijo teme ofender a sus padres. Y así sus súplicas y sus rezos re zos se repetirán día tras día y noche tras noche, hasta que finalmente, en medio del desierto más sagrado sagr ado de Dios, la Iluminación le llegará como un destello que lo dejará ciego por tres días. Entonces el Profeta retornará entre los hombres y estos notarán que ha cambiado y ya nadie se atreverá a decir palabra en su contra ante su presencia, pues su talante estará cambiado y en su rostro se verá reflejada la Sabiduría de los Siglos. Y sus ojos brillarán con una luz lu z nueva que traerá paz y sosiego a aquellos que los miren, y en su voz la Verdad de los Tiempos atronará atronar á en su Delicadeza y Sencillez. Aún así, la mayoría de los hombres hombr es no se atreverá a seguirlo, pues su Doctrina les parecerá bella pero extraña, y les será demasiado difícil apartarse de la Fe que profesaron toda una vida, aunque no podrán dejar de oír sus palabras y aunque sus corazones temblarán al hacerlo. Mas unos pocos sentirán en lo más profundo de su Alma que la Palabra ha sido reencontrada, y estos habrán de seguir al Profeta a lo largo de toda la larga travesía que le espera por delante. Ellos serán Benditos y Bienaventurados sobre todos los hombres, pues serán los primeros hombres en siglos en escuchar nuevamente la Palabra de Dios restaurada a través de los labios de Su Profeta. Y todos los que lo oigan con el corazón abierto, sentirán la Verdad vibrando en cada palabra, en cada sílaba y en cada letra, y sabrán que Dios está de vuelta entre ellos. Y no importará de que tierra vengan, cua l sea su lengua o su fe, pues todos encontrarán en sus palabras algo familiar y puro que los hará sentir reconfortados y nuevamente en casa. Mas no todos los hombres necesitarán un pastor, pues no todos serán como corderos. Por el contrario, el Fin encontrará a los muchos convertidos en lobos y serán necesarios la vara y el látigo para dominarlos. Y la vara y el látigo se llamarán Dragón. Éste será el hijo de los Hijos del Cielo y albergará en sí un alma muy antigua, cuyo terrible nombre sólo es por Dios conocido, y sólo al Profeta le será revelado para que tenga poder sobre el Dragón, que reconocerá así al Profeta y sabrá que está ante un hombre Santo y Bendecido por Dios. El Dragón pasará en la oscuridad los primeros años de su vida, y permanecerá entre las sombras hasta tanto su hora haya llegado. Pues los hombres saben de su llegada y le temen por sobre todos los hombres. Por eso no será revelado hasta que su ascenso sea ya inevitable. Será así que a medida que el e l final se acerque, su poder se irá incrementando. Y entonces descubrirá su nombre, un nombre antiguo y terrible que ya fue olvidado
por la mayoría de los hombres, pero cuyo sonido aún despierta temor al ser escuchado. Y al hacerlo comprenderá su destino. Y cuando la Guerra comience, él reunirá en sí todos los dones que su pueblo alguna vez tuvo y se impondrá sobre Todos. Pues es el destino del Dragón gobernar sobre todos los hombres, tal es su voluntad y tal es la Voluntad de Dios. Mientras los combatientes se alisten para la batalla, un Noble Caballero se pondrá al servicio de su rey y éste le entregará su ejército y su bandera para que los conduzca. Y el Noble Señor los mantendrá al margen de la batalla y esperará hasta que los enemigos se hayan destrozado, mas desde allí no permitirá que nadie se acerqué hacia sus tierras. Y cuando la tierra aún esté ardiendo, sólo entonces avanzará entre los caídos y ayudará a levantar a algunos y enterrará su lanza sobre otros, y así inclinará finalmente la balanza y habrá vencedores y vencidos. Mas cuando los victoriosos retornen a sus hogares, sólo el Señor del Negro Estandarte encontrará su casa aún en pie, y por eso pronto los demás se volverán hacia él en busca de asilo. Y él habrá de decirles: de cirles: “Bienvenidos son a mi casa si me entregan vuestras armas y las ponen a mi servicio”. Y todos accederán al pedido, pues no habrá otro lugar a donde ir. Y así el Noble Señor retornará a su hogar llevando tras de sí al ejército más poderoso del mundo, formado por los restos de los ejércitos triunfantes del mundo. Y así hombres de muchas naciones marcharán desde los confines de la tierra unidos bajo el Negro Estandarte Estandar te de la Estrella. Y entonces el caballero triunfante retornará a su patria y enfrentará a su rey r ey,, y habrá de decirle: “Noble y sabio eres, oh gran rey, y bien hiciste al confiarme tu ejército, pues ahora esta Victoria también es tuya”. “Mas tu tiempo de reinar ha terminado, ya que el mundo que conocías ha muerto. Entrégame entonces presto tu corona , pues mi nombre es Dragón y ésta es mi hora”. El Estandarte del Dragón ondeará entonces alto sobre la tierra y su Estrella brillará sobre todas las otras. Y su gente cantará loas al victorioso Dragón y dirán: “¿Quién como el Dragón, que mantuvo la guerra lejos de nuestra casa y aplastó la cabeza de la poderosa Babilonia?”. Babilonia? ”. Y cantarán y danzarán en alabanza. Pero los festejos serán cortos, pues pronto la Muerte llegará a sus comarcas y el Terror y el Caos cundirán por sus calles. El Dragón guiará guiar á entonces a su gente y les enseñará a protegerse de la Muerte y a enfrentarla con Dignidad. Los hombres pintarán sus rostros con extraños colores y vestirán pesadas y extrañas ropas, y cavarán día y noche para proteger sus ciudades. Y los hombres enterrarán ciudades enteras y en ellas vivirán, y sobre ellas se plantarán bosques enteros y estos bosques serán sagrados. Y quien corte uno solo de sus árboles será castigado con dure za, y quien corte dos será castigado con la muerte. Tal Tal será la ley del Dragón. Y el Dragón cambiará todas las leyes y su justicia será rápida, sencilla e implacable. Pues el Dragón tendrá la capacidad de ver en el corazón de los hombres y conferirá este don a sus jueces y verdugos, que harán cumplir su Ley con celo. Pues el Dragón es justo en su corazón, más no encontrará Compasión alguna en su Ira. El Hijo del Cielo será austero, duro y frío con los hombres, y a todos habrá de
mirarlos con recelo, pues verá a través de sus ojos en sus corazones y sabrá que tras sus indignos gestos de admiración y respeto se ocultará la más grande Envidia e incluso el Odio, pues los hombres ho mbres son ambiciosos y desearán su s u Poder. Vivirá por eso siempre rodeado de mujeres, que lo seguirán obnubiladas por su Poder, y el Dragón será dulce y gentil con ellas pues ve rá realizada en la Mujer la más bella Obra del Creador, y las encontrará mucho más sutiles, complejas e interesantes que al resto de los mortales. Y el Dragón, cuyo principal defecto será la Lujuria, encontrará en ellas Placer y Sosiego. Mas el Hijo del Cielo despreciará los lujos, pues sólo deseará Poder y Libertad, L ibertad, y habrá de gozar de un Poder y una Libertad superiores a las que ningún hombre haya siquiera soñado. Y desdeñara el Oro por el que los hombres habrán derramado tanta sangre, pues preferirá el Acero con el que forjará su Poder sobre la Tierra. El Dragón se rodeará de los hombres más sabios del mundo y estos tendrán primacía sobre todos los demás, pues a ellos encomendará la tarea de sofrenar a la Muerte, para devolver a la Vida su Imperio. Para ello el Hijo del Cielo les dará libertad absoluta y podrán disponer de todo cuanto pidan a fin de dominar la Ciencia misma de Dios. Y esto engendrará el temor de muchos, pues verán en esto una intención blasfema y rogarán al Cielo por su Salvación. Mas a estos el Dragón habrá de decirles: “Si el Señor de los Cielos hubiera querido evitar todo esto no habría ha bría tenido más que insuflar algo de Cordura y Sentido Común en quienes causaron tantos males. Mas si no hizo nada entonces entonc es cuando era sencillo, ¿Por qué ha de obrar ahora, cuando se necesita de un milagro para restaurar lo que se ha roto? Si algo ha de hacerse, deberá ser el Hombre quien reconstruya lo que el Hombre ha destruido.” Los temerosos se preguntarán entonces si no será la voluntad divina la total destrucción de la raza humana, humana , pero a estos también contestará el Hijo del Cielo: “¿Y acaso creen insensatos que si el Dios Todopoderoso Todopoderoso que habita en los Cielos los quisiera muertos, estarían aquí respirando y hablando sin Juicio?” “Y si tal fuere el caso ¿Por qué habríamos de obedecer el mandato de d e quien quiere nuestra destrucción? ¿Mas acaso es casual que Él sólo haya permitido que el Hombre desate su Furia ahora que el Hombre posee el Poder y el Saber necesarios para enmendar su daño?” “Pero es mejor que vuelvan a sus tareas y olviden por completo su preocupación acerca de los motivos y deseos de Dios, pues el Señor es para ustedes tan lejano, extraño e inalcanzable como lo son s on las estrellas que brillan en el cielo para los gusanos.” Así hablará el Dragón, quien como toda su Estirpe y su Raza, no sentirá miedo alguno de Dios. Cuando el Fin esté cerca y la Guerra sea ya inminente, el Profeta conducirá condu cirá a sus fieles hacia las montañas y entre sus valles va lles estarán seguros. Allí esperará a que todo haya terminado y comenzará entonces su largo peregrinaje hacia las tierras del Dragón. Mas cuando la voluntad del Profeta se conozca, esto turbará el corazón de sus seguidores y se llenarán de temor. Y entonces le preguntarán: “Maestro ¿Por qué has de llevarnos a tierras tan lejanas y desconocidas, gobernadas por un Señor tan oscuro que no obedece ni teme a la Ley de Dios? ¿Por qué no permanecer aquí, en este valle, cerca de nuestros ancestros y protegidos por la Misericordia
de Nuestro Señor?”. Y él les contestará: “Hemos de partir pues pronto este lugar ya no será seguro, y ya no habrá nada que comer ni beber aquí. Y hemos de partir hacia las tierras del Dragón pues es hacia allí hacia donde se dirigen todos los hombres del mundo, pues su tierra fue bendecida por sobre todas las demás de más acorde a la Voluntad del Señor. Y ahora debemos ir junto a ellos para llevarles la Palabra del Altísimo, o ésta habrá de perderse junto con nosotros y el Dragón la sepultará por siempre, pues aunque él la conoce, no considera que los hombres sean dignos de escucharla”. Los hombres se asombrarán al escuchar esto y se preguntarán cómo puede ser ésta la Voluntad de quien conoce la Palabra de Dios. Y el Profeta habrá de explicarles este Misterio. “El Dragón procede de la más Noble y Antigua Estirpe ya que desciende de los mismísimos Ángeles del Cielo, y Dios le ha concedido todos los dones que los de su Raza han detentado a lo largo de los siglos. Pero mientras que sus hermanos recibieron unos, otros o ninguno, él é l los reúne a todos. Por esto él es el más poderoso y terrible de los hombres de la tierra, y Dios le ha dado este inmenso poder para que domine y sojuzgue a todos los hombres del mundo. Pues es su Voluntad mas firme y recta que la de los demás hombr es por la Pureza de su Casta, más existe Odio y Violencia en su corazón como en todos los mortales.” Esto intranquilizará aun más a sus seguidores, pues pronto comprenderán lo que estas palabras encierran. Y los hombres asustados dirán entonces: “Háblanos con franqueza Santo Profeta y dinos si es el Dragón a cuyo encuentro vamos miembro de la casta maldita de los Demonios”. Y el Profeta les contestará: “Para responderles esto habré de develarles otro Misterio que muy pocos han conocido y que menos aún se s e han atrevido a difundir, pues ha sido ésta una doctrina largamente prohibida y que muchos han tratado de olvidar. Mas ha llegado la hora en que la Verdad debe ser d evuelta a la luz”. “Nos han enseñado que en el Principio de los Tiempos un grupo de Ángeles se rebeló contra el Dios Todopoderoso que los había creado y que por tal pecado fueron arrojados del Cielo hacia las profundidades del Abismo, y esto fue por todos aceptado.” “¿Mas nunca se han preguntado como fue posible que los Ángeles, siendo las criaturas más perfectas creadas por el Señor, pudieran cometer semejante falta? Pues aunque aceptáramos que los Ángeles podrían haber incurrido en el pecado de la Soberbia ¿Cómo podrían haber sido tan insensatos de creerse capaces de destronar al Dios Todopoderoso de los Cielos que les había dado Vida? ¿Y cómo Dios, en su Infinita Misericordia, podría haber condenado a sus hijos dilectos a una Eternidad en el Infierno?” “Mas han de saber que alguna vez se conoció otra historia. Una historia que cuenta cómo algunos Ángeles decidieron apartarse de la Gracia de Dios para explorar y recorrer sus propios caminos. Pues a diferencia de Dios, los Ángeles son incapaces de calcular todas las posibles consecuencias que cada sencillo acto de voluntad encierra, pues estas son infinitas y sólo Dios en su Infinita Sabiduría puede conocerlas a todas. Y por esta razón los Ángeles no pueden saberlo todo, y es esta Debilidad la que los hace curiosos, al igual que los hombres.” “Fue así que estos Ángeles quisieron saber cómo sería un mundo ajeno a la
Perfección Celestial, un mundo en donde la Imperfección y el Azar pudieran tener lugar, y fue así que descendieron a la Tierra y comenzaron a intervenir sobre la Creación Divina.” “Como artesanos, los Ángeles Terrenales comenzaron entonces a dejar su impronta aquí y allá, mas a diferencia del Supremo Creador que hace todo de acuerdo a un Plan que conduce siempre a la Perfección, los Ángeles lo hicieron desconociendo las consecuencias últimas de sus acciones. Fue así que de la mezcla del diseño perfecto del Creador con las pinceladas descuidadas de los Ángeles nació un mundo azaroso e imperfecto, el Mundo de los Hombres”. “Los Ángeles vieron entonces que los Hombres podían ser similares a ellos en sus Almas y en sus Espíritus, y por eso desearon que los Hombres gozaran de la misma Libertad que ellos, para lo cual Dios les concedió Razón, Voluntad y Libre Albedrío. Pero aunque los Hombres fueron creados por Dios, estos formaban parte del mundo imperfecto al que los Ángeles habían ayudado a dar forma, y por eso también asumieron parte de su Imperfección, y esta fue la base de todas las Debilidades del Hombre.” “Más tarde, cuando los hombres se multiplicaron y se volvieron más fuertes, los Ángeles del Cielo comenzaron a temer al Hombre, pues vieron que estos eran demasiado parecidos a ellos, y temieron que algún día llegaran a ser tan poderosos como los Ángeles, pero careciendo de la celestial Sabiduría que ellos poseían. Por esta razón ellos también descendieron y les revelaron la existencia del Dios Creador y Todopoderoso que les había dado la Vida y les fue entregada Su Ley.” “Los Ángeles Terrenales, por el contrario, subestimaron a los hombres, ya q ue a sus ojos eran más parecidos al resto de los animales que a ellos mismos, por lo que los alentaron a seguir su camino y a ignorar la Ley de Dios. Desde entonces los hombres han llamado Ángeles a los primeros y Demonios a los segundos. Mas deben saber que ante los ojos de Dios todos los Ángeles son iguales y Él a todos ama por igual, pues la Gracia de Dios D ios es para todos la misma. Tal es su Misericordia y su Bondad. ¡Alabado sea Su Nombre!” “Muchas generaciones pasaron luego hasta que otro grupo de Ángeles descendió a la Tierra, y estos le dieron la espalda al Cielo al igual que los primeros Demonios. Pero a diferencia de aquellos, que fueron como artesanos y quisieron ser dioses, estos quisieron ser hombres y fueron como maestros. Pues era su deseo que los hombres se volvieran como los Ángeles y para esto quisieron compartir su Sabiduría.” “Los Ángeles cruzaron así su sangre con la del Hombre y dieron origen a una Tribu sin nombre, y sus hijos fueron como gigantes entre los hombres. Esto causó que los hombres se sintieran amenazados, pues estos trataron de dominarlos, por lo que los hombres les declararon la guerra y les dieron muerte, pues aunque los Hijos del Cielo eran muy poderosos, los Hijos del Hombre eran muchos. Mas unos pocos sobrevivieron y pronto p ronto se mezclaron con los Hijos de Adán. Y es de esta Antigua y Terrible Terrible Casta que desciende el Dragón.” “Fue así que la Humanidad aún era joven cuando los hombres, incapaces de distinguir entre las voces que les hablaban en sus sueños, confundieron a unos y otros. Y unos adoraron a los Demonios, a los que les otorgaron nombres de dioses. Otros adoraron al Dios del Cielo y a sus Ángeles, pero pronto confundieron Su Palabra y olvidaron Su Ley. Y otros los confundieron a todos y
adoraron a los Elohim como a uno solo y el mismo. Y esta Confusión dio origen a todas las Religiones que existen y han existido.” “Pero aunque al principio todos habían convivido pacíficamente, pronto los hombres vieron en estas diferencias nuevos motivos para enemistarse y se lanzaron a la guerra los unos contra los otros. Y así las naciones se dividieron y los hermanos se volvieron enemigos y todos quisieron imponer su Fe sobre la Fe de los otros.” “Mas tal era la confusión entre los hombres que no tardaron en enfrentarse los adoradores de los Demonios entre ellos, ya que unos les habían dado ciertos nombres y otros les habían dado otros. Y así también se enfrentaron los Siervos de Dios, pues sus lenguas eran distintas y sus modos de adorarlo eran diferentes. Desde entonces esas guerras jamás han cesado, al punto que ahora los hombres han profanado y destruido el más Sagrado de los Santuarios de Dios y han pretendido hacerlo en Su Nombre, pues tal es su Insensatez y su Locura.” “Mas ahora los hombres han sido diezmados y el Orden debe prevalecer, y para eso los dos Grandes Pueblos habrán de ser divididos. Por eso es nuestra Sagrada Misión reunir nuevamente al Pueblo de Dios en un solo rebaño, mas nadie volverá a ser jamás su Pastor, pues aquel que pretende estar por encima de sus hermanos alegando que tal es la Voluntad Divina, está sembrando una semilla muy amarga que no habrá de dar buenos frutos. De los Otros se encargará el Dragón.” Los seguidores del Profeta preguntarán entonces: “¿Debemos prepararnos para la guerra entonces, ahora que marchamos hacia las tierras del Dragón?”. A esto el Profeta les contestará: “¡De ninguna manera! ¿O acaso desean derramar la sangre de sus hermanos? Pues está es la Ley primera y más importante de todas las Leyes de Dios: No dañarás dañar ás a tu Hermano, y es así que q ue todos los pueblos que le han adorado la han conocido, aunque fueron muy pocos los que la han cumplido”. “Y dice Su Ley que Todos Todos los Hombres Hombre s somos Hermanos, pues Todos Todos somos Hijos de Dios, y no hay peor Crimen que derramar la sangre de nuestros propios hermanos. Sin embargo tal fue el crimen cri men de Caín y tal fue el primer crimen que el Hombre cometió, mas ha llegado la hora de que el Hombre supere su estigma y de que el Pueblo de Dios vuelva a cumplir con el Mandato Divino.” “Quien dice que mata en nombre nombr e de Dios es Mentiroso y Blasfemo e injuria la Palabra del Señor. ¿Pues que Padre amoroso pediría a su hijo que mate a su propio hermano? El Hombre sólo s ólo mata en nombre del Hombre, de su Odio, de su Codicia, de su Arrogancia y de su Maldad.” “Abandonen entonces toda idea de violencia, pues ya demasiada sangre ha sido derramada y tales son los modos del Dragón, no los de nuestro nues tro Pueblo. Sólo la Verdad y nuestro Ejemplo hablarán por nosotros y no las armas, pues tales son los modos del Dragón y no los nuestros.” “Mas abandonen también toda idea de enfrentar al Dragón y no le teman. Él no habrá de atacarnos ni de hacernos mal alguno, porque su Poder proviene de Dios y no lo ignora. Por eso su Ley no nos afecta, pues la Ley del Dragón no nos obliga a nada que nuestra Ley prohíba, mientras que nuestra Ley es más estricta y prohíbe más cosas que la suya, pues el Dragón permite muchas cosas. Por eso, respetando nuestra Ley no transgrediremos las suyas.” “Pero es necesario que borren de su corazón y de su mente toda intención de
desafiar su Poder, pues el Dragón tiene también el Don de la Profecía y puede ver en las mentes y en los corazones de los hombres, y si descubre en vosotros un enemigo, tengan por seguro que habrá de darles muerte.” “Pues el Dragón es rápido e implacable en su Ira, y no dudará en destruirlos si ve en ustedes a un enemigo, pues no permitirá que hombre alguno desafíe o intente arrebatarle su Poder. Además tal fue la Voluntad de Dios, que el Dragón reine sobre los Hombres, por lo que quien desafía el Imperio del Dragón sobre la tierra, desafía también la Voluntad Divina, y no habrá de contar por es o con el Amparo de los Cielos.” “Marchan entonces advertidos, mas tranquilicen sus corazones, pues el Dragón no tiene poder alguno sobre nuestras n uestras Almas, ni le interesa tenerlo. Pues al igual que sus Ancestros es un ser terrenal y sólo este mundo y su Poder Temporal le interesan. Por eso, sólo seremos extranjeros de paso por sus tierras, porque nuestro Reino está mucho más alto en el Cielo.” Así comenzará la larga marcha del Profeta y su pueblo que habrá de durar años, pues el camino será largo y duro pues todos los caminos se habrán borrado. Los hombres marcharán entre ruinas y desiertos y la Muerte, la Enfermedad y cien peligros sin nombres acecharán a su paso. Y en esta larga marcha muchos habrán de sumarse y muchos habrán de caer, mas los hombres habrán de llegar a su destino, pues tal es la Voluntad de Dios y Su Gracia los a compañará en el camino. Y aun en los momentos más duros del camino, ca mino, cuando la Muerte y la Desesperación amenacen con partir el corazón de los hombres, allí estará el Santo Profeta para ofrecerles alivio y sus inspiradas palabras no les permitirán desfallecer. Pues él les recordará que Dios no los ha abandonado y que nunca habrá de hacerlo, pues mientras haya un Dios en el Cielo la muerte sólo será se rá una ilusión pasajera. Y cuando las fuerzas falten y la Sed y el Hambre arrecien, Dios hará brotar bro tar manantiales ocultos de agua clara y cristalina para saciar la sed de los hombres y hará llover nuevamente Maná de los Cielos para darles sustento. Los hombres deberán viajar por desiertos y mares para llegar a su meta, y al acercarse a las antiguas ciudades se toparán con hombres devenidos en bestias, pues muchos habrán perdido toda esperanza y se habrán entregado al saqueo y a la violencia, con el único propósito de sobrevivir un día más a costa de la vida de los otros. Pero aun entre estos hombres el Profeta habrá de encontrar nuevos seguidores, pues él les devolverá las esperanzas y sabrán que Dios no los ha abandonado. Entonces estos se unirán a los peregrinos y se convertirán en sus más celosos guardianes. Y estos responderán violencia con violencia, pues serán estos del Pueblo del Dragón. El Profeta y los suyos atravesarán las devastadas ciudades como fantasmas por la noche y serán testigos de la Maldad del hombre y sus estragos. En algunas encontrarán sobrevivientes entre los escombros de las poderosas ciudades de antaño, y la mayoría de estos habrá de seguirles, algunos con Fe, otros con Resignación, pues no habrá alternativa ni otro sitio hacia el cual dirigirse más que hacia las tierras del Dragón. En otras ciudades en cambio no se hallarán más que los huesos blanqueados de las antiguas torres y de los hombres que las habitaban, pues sus carnes ya
habrán sido hace mucho tiempo devoradas por las criaturas carroñeras que morarán en las ruinas. Y el Profeta dirá a sus hombres: “¡Observad “¡ Observad la Gran Obra del Hombre! Ho mbre! Éste es el Infierno que el Hombre ha creado por no escuchar la Palabra de Dios, y por no prestar ojos ni oídos al Amor que habitaba en sus corazones ni a la Razón Ra zón que moraba en sus mentes, pues ambos a mbos fueron regalos que el Todopoderoso nos ha brindado para seguir el Recto Camino. Más el Hombre una vez más se ha extraviado, y ésta es la Consecuencia de sus actos”. Y al oír esto el corazón de los hombres se acongojará y marcharán en silencio apesadumbrados. Y se repetirán una y mil veces en sus corazones: “Esto no habrá de volver a repetirse jamás. ¡Que la Gracia del Señor nos guíe y acompañe!”. Mas cuando el viaje esté a punto de llegar a su fin, llegará a oídos del de l Dragón la voz de que un Profeta ha guiado a su pueblo a través de los desiertos y que se dirige hacia su Reino. Y entonces el Dragón sabrá que qu e el Mesías ha vuelto, tal y como había sido prometido, y enviará a sus emisarios a su encuentro. Y estos ofrecerán transporte seguro a los viajeros y dirán al Profeta que el Dragón lo está esperando, y le rendirán grandes honores y pleitesía pues sabrán que se encuentran ante un Gran Rey. Mas el Santo Peregrino declinará con ge ntileza y humildad el ofrecimiento, pues sabrá que aún quedan hombres esperando más adelante por un pastor que los guíe. Y dará libertad a sus fieles seguidores para marchar junto a los emisarios e misarios del Dragón, mas serán pocos los que partan, pues ellos sabrán que su viaje es un Peregrinaje y sabrán que éste es también una prueba de Dios. Así, los que caigan en esta última jornada serán mártires benditos, y viajarán sin demora a su encuentro con el Creador. Finalmente, allí donde el Este termina, los hombres verán la Estrella del Dragón brillando por sobre todas en el cielo, y verán atracadas las negras naves con el Estandarte del Dragón que los estarán es tarán esperando. Y así los siervos del Dragón conducirán a los hombres a través de las grandes aguas con seguridad y les brindarán comodidad y refugio. Y al llegar al otro lado del mundo, las naciones reunidas bajo la Negra Bandera les darán la bienvenida y se maravillarán por su larga travesía, y sabrán que los recién llegados son hombres bendecidos por Dios, pues sabrán que sólo con Su divina asistencia habrá sido posible la hazaña, y les rendirán alabanza y tributo. Y así en la tierra del Dragón los hombres volverán a hablar de Dios y darán grandes voces de que entre los recién llegados ha venido un Poderoso Profeta del Oriente que ha traído de vuelta la Palabra de Dios a ellos. Y los hombres del Oeste comenzarán a creer en Dios nuevamente y los hombres del Este les ofrecerán su Testimonio. Y entonces el Dragón recibirá al Profeta en su Palacio y lo acogerá como a su Hermano. Diálogos
Habiendo llegado a tierras extrañas, el Profeta será conducido ante la presencia del Gran Rey, cuyo nombre es Dragón, y éste lo recibirá en el s alón central de su Palacio. Mas sólo el Santo Profeta podrá ingresar a la gran sala, pues aquí cosas
habrán de ser dichas que no deben llegar a oído humano alguno, cosas que sólo por Dios pueden ser reveladas. Y el Dragón sabrá inmediatamente que está en presencia de un Hombre Ungido por Dios, pero aún así lo recibirá con presunción desde su Trono y lo pondrá a prueba, pues tal es su Naturaleza. Y el Dragón hablará así: -¡Bienvenido seas a mi casa Peregrino! Sé que has recorrido un largo camino y que eres un Pastor de Hombres, y he oído que muchos hombres afirman que eres un gran profeta que trae consigo la Palabra de Dios. Mas ante mí se han presentado muchos falsarios y los hombres tratan de mentirme todo el tiempo para conseguir mi favor, pues desconocen que puedo ver en el corazón de los hombres y que nadie puede engañarme. ¿Cómo has de demostrarme entonces que eres quien se dice que eres? -Ociosa es tu pregunta, Noble Señor, mas aún así he de contestarte pues reconozco tus intenciones. Pues si los hombres afirman que soy un gran profeta, es a ellos a quien compete demostrarlo de mostrarlo y no a mí, dado que yo de nada me jacto y sólo pretendo seguir los rectos caminos del Creador predicando con mi ejemplo. Mas para mí Tú también eres transparente Shemihaza, y sé que me has reconocido tan pronto como crucé el umbral de tu palacio y sé que tus burlonas palabras sólo buscan indagar en mi persona. -Veo que eres astuto Peregrino, y veo que conoces el nombre de mi más Noble Ancestro y Padre de toda mi Casta. Mas si bien ese podría ser mi apellido, aún no he escuchado mi Nombre, aquel por el cual sólo Dios me conoce y que El sólo habrá de revelar a su Profeta bienamado. -Pues si eso es lo que buscas oír escucha atentamente ahora poderoso Rey, pues tu nombre es . Y al oír la vedada palabra el Dragón se pondrá de pie y descenderá de su trono, y poniéndose a la par del Profeta, su talante y su tono cambiarán y habrá de decirle: -Veo que las palabras eran ciertas y en verdad te reconozco como Noble Profeta y Escogido por Dios. Por eso no he de volver a permanecer sentado mientras tu te encuentres de pie, pues sé que qu e tu Dignidad es tan grande cómo la mía, y por eso sólo a ti habré de considerarte considerar te como a un Hermano entre todos los hombres. Y reconozco que tu Misión es tan importante como la mía, pues el Pueblo de Dios ansiaba reencontrarse con un Pastor digno de guiarlo hace tiempo. Una gran desgracia habría significado tu pérdida, pues entonces los Siervos del Señor habrían seguido a un falso profeta y se habrían descarriado. Entonces yo habría tenido que destruirlos, pues tales son mis medios y mis modos, y así el Pueblo de Dios habría muerto por mis manos, tras lo cual mi Pueblo moriría por la Suya, y entonces todos habríamos fracasado. Por eso te esperaba con ansias y por eso sólo a ti habré de considerarte como a un Hermano entre todos los hombres. -Pues ya ves que tales temores eran absurdos, pues la Promesa del Señor siempre habrá de ser bien cumplida y ahora las aguas serán separadas. -Bienvenido eres entonces a mi tierra, tierr a, oh Santo Profeta, mas sólo un pedido he de hacerte. Pues reconozco recono zco en ti a un Gran Rey y sé que q ue tu Reino es un Reino de Almas, y dado que éstas no pueden ser sojuzgadas, sólo has de tener poder sobre tu Pueblo, pues éste ha escogido seguirte. Por el contrario, mi Reino es un Reino de Hombres, y por eso mi Ley alcanza a todos los hombres que viven sobre o bajo estas tierras, y tu gente ha de vivir en mis dominios donde mi Ley impera.
Por eso sólo he de pedirte que les enseñes a respetar mis leyes mientras transiten por estas tierras. Por mi parte, yo habré de respetar vuestras costumbres y vuestra Fe y no interferiré en los asuntos de tu Pueblo. Los hombres refrendarán así a sí por su propia Voluntad el Designio de la Voluntad Divina y los dos Grandes Reyes del mundo serán sus garantes y custodios, y mientras ambos vivan este Pacto no habrá de ser roto por hombre alguno. Desde entonces los dos grandes Pueblos estarán claramente divididos, pues los Siervos del Señor reconocerán reconocer án a su Profeta y se reunirán r eunirán en una sola grey. Y quienes permanezcan indiferentes a su Palabra serán asimilados por el Pueblo del Dragón y sólo se someterán a su Ley y adoptarán sus valores y sus costumbres. Y los dos pueblos convivirán en Paz y Armonía, pues aunque sus motivaciones serán muy diferentes, sus objetivos sobre la Tierra serán los mismos. Pues el Pueblo de Dios desea vivir según Su Palabra y es su credo proteger la Vida y amar y ayudar a su Prójimo, Próji mo, y por ellos trabajarán codo a codo con los Siervos del Dragón, que sólo sirven al Hombre y que sólo buscan hallar placer y beneficio. Y así juntos los hombres moverán montañas y forjarán ciudades de metal y roca. Y el Profeta cantará a los hombres y los impulsará a ser bondadosos y justos y sembrará semillas de Moral y Virtud por doquier, d oquier, para dar nacimiento a un nuevo mundo de Paz y Virtud, un mundo que sea se a el vivo reflejo del Reino de los Cielos sobre la Tierra. Por su parte, el Dragón se rodeará de los hombres más sabios del mundo y los impulsará a violar todos los límites para volver a dominar la Ciencia de Dios, a fin de traer Vida nuevamente a los desiertos y de poner nuevamente límites a la Muerte, para devolver su Belleza al mundo y poder gozar así la vida nuevamente. Esto habrá de despertar la preocupación del Profeta, quien se dirigirá al Palacio del Dragón para hablarle de esta manera: -Bienaventurado eres entre los hombres, oh poderoso Dragón, mas he venido a ti porque tus propósitos y tus métodos me inquietan. Pues sé que has incitado a los Hombres a seguir un camino que hasta ahora sólo los Ángeles del Cielo se han atrevido a seguir. Y no he de recordarte cuan funestas fueron las consecuencias de su Imprevisión, aún cuando ellos contaban con una Sabiduría eterna, infinitamente superior a la de los hombres. ¿Y aún así ahora pretendes que los hombres escriban sus propias páginas en el Libro de la Vida? -¿Y acaso pretendes Tú que mi Pueblo se quede de rodillas esperando un Milagro en el que no creemos de un Dios en el que no confiamos? Pues así como a tu Pueblo se le obsequió la Fe, al mío se le obsequió la Duda. Pues fue esa duda la que nos llevo a indagar y fue así esa duda la madre de todas las creaciones del Hombre, pues fue ella la que nos llevó a crear soluciones a los problemas que parecían no tenerla. Y si bien fue nuestra ciencia la que puso a nuestro mundo al borde del Abismo, ella también nos ofrece la esperanza de reparar lo que hemos dañado. Y si hay esperanzas, nada nos impedirá que q ue lo intentemos. -Tal -Tal ha sido siempre el modo de ra zonar y sentir de tu Casta y sería blasfemo blasfe mo de mi parte suponer que Dios no ha tenido esto en cuenta a la hora de concederte el inmenso Poder del que Él te ha investido. Mas ahora yo apelo no al Hijo del Cielo sino al Hombre que en vos habita, h abita, pues temo que sea este último el que pierda el
rumbo y el que en su afán de conseguir resultados insufle maldad e impiedad a una empresa que si bien posee ribetes turbios, entiendo apunta a una causa noble, pues noble es todo aquel que trata de devolver a la Vida su Imperio. -No temas entonces, Santo Varón, si en verdad eres un Hombre de Fe, pues junto a mí se encuentran mis Hermanos, Hermanos , y si en verdad tu Dios es tan misericordioso como afirmas, El habrá de concedernos esta vez la posibilidad de enmendar el error que hace tanto tiempo cometimos y parte del terrible daño que hemos causado. Y si nuestra intención vuelve a ser frustrada y la semilla del Caos vuelve a infiltrarse en nuestra obra, nos daremos por satisfechos en tanto la Muerte sea controlada, pues así habremos dado a los Hijos de los Hombres la oportunidad de enmendar su curso. La Vía que escojan entonces será más responsabilidad tuya que mía. -No intentes eludir tu responsabilidad tan fácilmente shemhazí, pues Tú bien sabés que tu nombre sobrevivirá por muchos siglos y generaciones entre los hombres y sus hijos, y estos habrán de contar tu historia y cada una de tus acciones será un ejemplo. Por eso te insto nuevamente a evaluar la moralidad de tus actos, y la moralidad de los actos que incitas a cometer a los hombres, pues cada uno de ellos encierra una posibilidad infinita que sólo Dios conoce en su totalidad. Mas los hombres sí sabemos esto, es to, y es que los actos malvados tienden a degenerar en males aún mayores con el tiempo, por pequeño que parezca aquel que les dio nacimiento. -No habré de negar la corrección de tu argumento Mahdí, pues sé que a través de ti habla la Prudencia. Por eso te prometo revisar la calidad de cada una de mis futuras acciones, mas no pretendas que cambie mis modos y mis métodos, pues bien sabés que estos forman parte de mi Naturaleza. Pues tengo una Misión que cumplir y la misma es acorde a mi Naturaleza, pues es difícil clavar un clavo con co n un serrucho, y más difícil aun es aserrar madera con un martillo. -Bien consciente soy de esto y jamás os pediría tanto, pero sé también ta mbién que tienes dos corazones, y así como co mo hay Violencia e Inclemencia en tu Naturaleza, existe también en ella la Nobleza, la Justicia y la Compasión, pues de otro modo el Gran Señor de los Cielos jamás te habría concedido el inmenso Poder del que gozas. Por eso sólo habré de pedirte que escuches más a menudo a aquel de tus corazones que todavía sangra, pues éste el más Humano y el que más agrada a Dios. Y me marcho ahora contento con tu Promesa. Que la Gracia del Señor sea contigo, mi querido Hermano, rezaré re zaré para que ella te ilumine y sea tu guía. -Que la Gracia de Dios sea contigo, mi querido Hermano. Así el Dragón habrá de ser mesurado y prudente mientras el Profeta viva, pues él será la viva voz de su Conciencia. Y el Dragón velará por la seguridad y la salud del Profeta y el Profeta velará por el Alma del Dragón, y lo instará constantemente a ser justo y prudente y sacará a la luz lo mejor de él. Y así el temible Rey de los Hombres aplacará su Furia y su Violencia ante su presencia, pues grande será el Poder del Profeta aunque los hombres no lo vean tras su manto de Humildad. Hombres de todas las naciones vivirán en Armonía entonces en las tierras del Dragón y prosperarán bajo la égida de los dos Grandes Reyes, aun en medio del Infierno creado por el Hombre. Y uno reinará a través de la Persuasión y su Palabra conducirá a los hombres que la escuchen hacia la Bondad y la Justicia. El otro usará su Fuerza Fuer za y sofocará a la Violencia con más Violencia, y no permitirá que ningún predicador del odio difunda su ponzoña.
El Pueblo de Dios dejará de lado sus s us diferencias y se unirá en una misma Fe, más sencilla y pura que todas las anteriores, y el Mesías llegado desde tierras lejanas será su Voz y su Conciencia. Mas el siempre disconforme Dragón no tardará en sentirse inquieto ante el avance de la doctrina del Profeta entre su propia gente, por lo que lo llamará ante su presencia y así habrá de hablarle: -Bienvenido seas noble Profeta, que has traído Sabiduría y Virtud a los hombres del mundo, pues siempre es grata tu presencia en mi casa. Mas te he llamado para verte pues, aunque he jurado no entrometerme en los asuntos que sólo a tu Pueblo conciernen, me preocupa en parte lo que enseñas, sobre todo por aquellas cosas que no dices. Pues si bien has escapado a la trampa en la que todos tus antecesores cayeron, quienes por ser claros con su pueblo o para ser oídos siquiera manipularon la Palabra agregándole lo que no decía, observo que Tú no compartes todo el conocimiento del que eres partícipe. -Como bien sabés es mi Misión volver a unir lo que nunca debió separarse, y para eso debo hablarles a todos los hombres del mundo y a ninguna nación en particular. Por eso busqué en todos los Libros Sagrados que ha escrito el Hombre los indicios de la Verdad Divina allí presentes y rogué al Señor de los Cielos día y noche hasta dar con Su Palabra. Esto es todo lo que he traído conmigo y lo comparto con todos mis hermanos, para que su Ley y sus Preceptos los devuelvan al Recto Camino. Mas en mi corazón la Prudencia me recomienda callar algunas cosas, pues temo que son pocos los capaces de comprenderlas y muchos los que podrían ser inducidos al error si las oyeran, por eso pronto habré de revelarlas a los pocos que crea dignos de conocerlas. - Peligroso proceder me parece éste, pues entonces cuando partas dejarás tras de ti a unos pocos elegidos que sabrán más que el resto, más estos pocos serán hombres elegidos por otro hombre y no por Dios, y por ende tal elección podría resultar errada. ¿Y entonces qué impediría que estos, llenos de Soberbia por el Saber poseído sólo por ellos en desmedro de todos los demás hombres, pretendan estar efectivamente por encima de todos sus hermanos, repitiendo así todos los errores del pasado? ¿No sería mejor que todos sepan las mismas cosas, para no crear así diferencias ficticias entre ellos? En ese caso deberás optar entre decirles todo a todos o a ninguno. -Tus -Tus razonamientos son verídicos y no falta en ellos sentido común, pero veo hacia donde te diriges y por dónde pasa tu preocupación. Mas si lo que deseas es que los hombres conozcan cono zcan las Viejas Doctrinas de tu Casta y las dudas que los agobian ¿Por qué no has de ser Tú quien se las comunique, siendo éstas Patrimonio de los tuyos? -Dos grandes errores cometieron los Ángeles del Cielo al descender junto a los hombres. Los primeros en hacerlo los subestimaron y los impulsaron a seguir su propio camino en desmedro de las Leyes Divinas, creyendo que por mucho que pudieran desviarse no podría ser grande el daño que los hombres podrían causar. Los segundos por el contrario los sobreestimaron y les obsequiaron su conocimiento, creyendo que había en los hombres una Bondad mayor a la que en verdad poseían y creyendo por lo tanto que algún día podrían llegar a ser como Ángeles terrenos. Estos últimos fueron los primeros pr imeros en descubrir su error, pues pronto los hombres demostraron ser capaces de una Maldad y una Perversidad impensables para ellos y comenzaron a utilizar el Conocimiento que se les había dado para usarlo contra sus propios hermanos, a los que esclavizaron y dieron
muerte. Los otros en cambio recién se dieron cuenta de su error cuando ya era tarde para enmendarlo, cuando el camino hacia la Destrucción y el Caos en que ahora vivimos ya había sido emprendido. Por eso yo no habré de repetir ninguno de estos errores. Por eso si bien les he concedido a mis gobernados una gran libertad para que vivan como mejor les plazca, jamás habré de permitirles mientras viva que vuelvan a ejercer violencia sobre sus hermanos y aniquilaré a los malvados allí donde los encuentre, a fin de que la cizaña no vuelva a crecer entre la buena pastura. Mas tampoco he de predicarles palabra alguna de Dios, pues son criaturas demasiado débiles y volubles y pronto manchan y blasfeman sobre todo lo que es Divino ni bien tienen contacto con ello. Por eso los hombres olvidaron la Palabra hace tanto tiempo, pues muy débil es su discernimiento y no tardan en confundir la Palabra que Dios susurra en sus corazones con las palabras que el Odio que habita en sus mentes m entes les grita. Y así todas las naciones del mundo han dicho alguna vez: “Mi enemigo es el enemigo de Dios, y es Su Voluntad que les dé muerte”, aún cuando todos sus Profetas les enseñaron a amar y respetar a todos sus hermanos. her manos. Y así cada vez que el malvado y mentiroso devenido en Falso Profeta incitó a los hombres al Odio y a la Violencia, los hombres, débiles de Voluntad y de Entendimiento como lo son, no tardaron en seguirlos. Y así los Mansos, los Justos y los Virtuosos siempre han sido perseguidos y exterminados, y muchas veces lo fueron en el Nombre mismo de Dios, lo cual constituye la Blasfemia más grande y asquerosa que jamás haya sido cometida por el Hombre. Por esta razón jamás habré de predicar a los Hombres, pues no son dignos de ello. Prefiero pues que no sepan nada de Dios en absoluto y se dediquen sólo a los asuntos del Hombre, pues tan pronto como se dedican al conocimiento de Dios acaban por mancillar y tergiversar todo lo que es Sagrado. -Terrible -Terrible es tu visión del Hombre y terrible también es tu propósito de mantenerlo en la Oscuridad, mas sabés que tal pretensión es vana pues está en la Naturaleza del Hombre buscar a Dios y habrá de encontrarlo siempre, sea en la inmensidad del cielo y los mares o en la insignificancia de un grano de arena, are na, pues la obra del Supremo Creador es infinita e infinitamente compleja, y todo habla en ella de su Verdad y su Grandeza. Pero a pesar del d el desengaño y el dolor que sus acciones te han causado, a pesar del aborrecimiento que sientes cuando ves su Obra, sé que en tu corazón aún hay Esperanza respecto del Hombre y por eso tratas de protegerlo de él mismo, y sé que es la Esperanza y tu Amor por los débiles lo que te mueve. -Si fuera de otra manera yo mismo habría terminado con toda vida humana, y habría terminado así de una vez por todas con el Juego Infinito, lo cual nos trae de vuelta al tema por el que te he llamado. Pues si bien has enseñado a los hombres que la muerte es sólo una ilusión transitoria tran sitoria y que sus Almas habrán de volver una y otra vez para superar tantas pruebas como sean necesarias hasta ser dignas de estar en presencia de su Creador, veo que no has sido demasiado claro con respecto a la distinción entre Alma y Espíritu, y sé que concedes primacía al Alma sobre el Espíritu cuando esto no es claro. -Sabía hacia donde te dirigías Dragón, mas si los Ángeles consideraron que el Espíritu era más importante que el Alma fue sólo porque en ellos una y otro son lo mismo, con lo cuál se vuelve difícil discriminar. Y entre los hombres esto causa también gran confusión, pues es el Espíritu quien grita con fuerzas “¡Yo!” mientras
que el Alma es muda, y así la mayoría de los hombres llega a convencerse de que es ésta su parte más fundamental y no la otra, pues es desde su Espíritu desde donde piensan el mundo. Mas cuando sobreviene la muerte del cuerpo ¿No sobreviene con ella también la muerte del Espíritu, que está como atado a este otro? Por el contrario, es el Alma la que es rescatada resc atada por Dios, porque es desde des de ésta desde donde Sentimos al mundo, y es a ésta a la que Dios forma y educa a través de sus pruebas en el Eterno Giro de la Rueda. Queda claro entonces que al menos para los hombres es el Alma la parte más importante y fundamental de su Ser, pues es a ésta a la que Dios juzga y brinda sus cuidados. Así, mientras el Hombre conserva su carnadura mortal, Dios lo deja a merced de su Libre Albedrío y del Libre Albedrío de los otros hombres; más cuando muere, Dios toma a su Alma y la juzga, y la devuelve al mundo si aún no está lista, y la pondrá allí donde mejor le convenga para enfrentar pruebas nuevas o para enfrentar viejas pruebas aún no superadas, a fin de que se vuelva Digna de volver definitivamente a Él. ¿Cómo podría entonces no ser el Alma la parte más importante del Hombre por sobre el Espíritu? -Tu -Tu argumento no es malo Mahdí, mas dejas de lado una parte importante de la historia, una parte que no has mencionado a nadie aunque sé que la conoces bien. Pues hace ya mucho tiempo los Ángeles enseñaron a los Hombres que podían volverse como ellos y unir sus Almas a sus Espíritus, alcanzando así una inmortalidad más completa que la de cualquier hombre que al morir no conserva más que esa sombra, ese bosquejo de sí mismo que es el Alma. Y esto es algo que los Hombres han sabido desde hace muchos tiempo, y por eso desde tiempos muy remotos han rendido culto a sus su s Ancestros, pues sabían que algunos de estos habían llegado a ser como Ángeles, aunque muchos de ellos luego volvieron a caer en el Infinito Juego de la Rueda. Y no es éste un fin peor para los hombres, pues todos los Ángeles, absolutamente todos, también habremos de volver a Dios el día en que el Fin de los Tiempos llegué, cuando seremos llamados nuevamente a El. -¿Y no te parece esa una gran diferencia? Pues mientras que ustedes han elegido seguir su camino de espaldas a la Gracia hasta que el Fin de los Tiempos llegue, cosa que nadie más que Dios sabe cuándo habrá de suceder, las Almas de los hombres tienen la posibilidad de completar su recorrido mucho antes para volver a ser Una en Él y en su Gloria. -¿Pero acaso los hombres no deberían saber que existe esta otra posibilidad, la de volverse como los Ángeles y vivir otra forma de Inmortalidad? ¿Además cuál es la prisa? Hasta dónde Yo sé el Eterno Juego no tiene límites ni plazos y al final todos habremos de alcanzar la meta, y sé también que Tú no sabés al respecto más que Yo ni viceversa. Y es mi deseo, cuando la muerte me alcance, sumarme a mis hermanos para morar en el viento junto a ellos, hasta que llegue la hora hor a de volver a la única y verdadera verdad era morada. ¿Y es este un fin peor que el otro? ¿Pues no es acaso todo el tiempo de la Historia, Pasado, Presente y Futuro, nada más que un breve suspiro comparado con la Eternidad que viviremos en nuestro Señor? Así pues, si bien es éste un conocimiento terrible y peligroso, forma parte también de la Verdad Divina. Mas es Tu Deber y no el mío juzgar acerca de estos temas, pues a Ti te fue encomendada la Misión de enseñar acerca de estos temas a los hombres, y es ésta una Misión que yo no quiero. -Meditaré mucho acerca de estos temas y oraré al Señor para que me guíe y me
alumbre, a fin de dar respuesta a este problema, pues en verdad en este momento no me es claro lo que habré de hacer. Pues tienes razón Shemhazza en que todo esto forma parte también de la Verdad de Dios, mas algo en mí me advierte que es peligroso dar a conocer tales cosas a los hombres, pero no sé si es ésta que me habla la Voz de la Prudencia Divina, o si se trata de la voz de mi Temor de Hombre solamente. -Lamento en verdad, mi querido Hermano, haber traído angustia e inquietud a tu corazón, mas confío en que tu Fe en Dios habrá de servirte de d e guía y sé que en tu decisión primarán la Prudencia y la Sabiduría. -Agradezco tus palabras Hermano Mío y te compadezco, porque ahora sé que Tú vives inmerso en tales dudas sin que la Fe te sirva de faro. Oraré por ti esta noche. La decisión que habrá de tomar el Mesías sólo a él le compete, y ésta habrá de marcar el curso que su Fe y su Doctrina habrán de seguir tras su partida. Pues después de doce años el Profeta habrá de partir nuevamente en peregrinaje hacia tierras desconocidas, al otro lado lad o del mar y lejos del Reino del Dragón. Los dos Grandes Reyes se reunirán entonces por última vez. -Hermano, entiendo que has de partir nuevamente en Peregrinaje y sé que ya no he de volver a verte, lo que llena mi corazón de tristeza. Permíteme que envié a algunos de mis hombres contigo, con tigo, pues sé que ellos te seguirán con gusto, gu sto, pues dulce es tu compañía y todos te aman y respetan en mis tierras. -Descuida querido Hermano, sé que tu intención es protegerme pues muchos serán los peligros de aquí en adelante, mas no puedo permitir que tus hombres derramen sangre en mi nombre por protegerme, y esto habrá de suceder si me acompañan. No, hoy habré de partir pa rtir solo, y si la muerte me encuentra en un recodo del camino, ella también encerrará un mensaje y una enseñanza para los hombres. -Tal -Tal vez sólo sea mi corazón cora zón que no se resigna a perderte, perder te, pero temo que tu partida resulte apresurada, pues veo aún entre los hombres como persisten viejas supersticiones y antiguos errores entre ellos en lo que a su Fe refiere. ¿O no has notado como aún observan con recelo a mis perros los hombres que llegaron contigo, o como aún se muestran aprehensivos ap rehensivos a comer ciertos alimentos? Y los que aquí residieron siempre aun conservan consigo terribles errores que los alejarán siempre del verdadero conocimiento de la Naturaleza Divina. ¿No has visto cómo perdura aún entre ellos esa infame y blasfema doctrina de adorar santos? ¡Como si Dios requiriera de intermediarios para saber lo que sucede en el mundo que Él ha creado! ¡Y lo hicieron y lo siguen haciendo aún cuando cua ndo su Profeta les habló en sentido contrario! Y el más flagrante de estos errores es aquel por el cual muchos creen todavía todav ía en la Existencia de un Infierno, al que ven como un anverso del Reino de los Cielos, desconociendo que no existe otro Infierno más que éste que los hombres hemos creado sobre la Tierra. -Pero debes comprender Hermano Mío que es éste un error muy antiguo que se haya arraigado muy profundo en el corazón de todas las naciones, pues desde tiempos muy remotos los hombres han h an tenido visiones del terrible futuro hacia el que se hallaban encaminados. Y si bien los hombres comprendieron que esto se trataba de una Advertencia Divina, incapaces de reconocer en este mundo tan cambiado su propio mundo, malinterpretaron la señal asumiendo que se trataba
de un lugar de Condenación, al que irían aquellos que faltasen a la Ley Divina como castigo. Y así los hombres hallaron esta explicación como la más satisfactoria y pronto se difundió entre ellos, al punto que todos terminaron por aceptarla como una realidad. -Comprendo muy bien esto que me dices, mas comprendo también que si todos los hombres aceptaron tan ciegamente esta explicación fue porque ésta les hablaba de un Dios que saciaba sus más despreciables deseos. Así los hombres crearon en su imaginación un Dios falso y repulsivo, tan vengativo y lleno de Odio como ellos mismos. Y esta imagen los hacía felices pues, no contentos con matar a sus propios hermanos, a quienes veía como enemigos, imaginaban que su Dios continuaría con la tarea sangrienta y homicida de los hombres, castigando y torturando a sus enemigos por toda la Eternidad, pues darles muerte les parecía demasiado poco. Y así ese Ídolo repugnante de los hombres al que osaron llamar con el mismo nombre que al Señor de los Cielos reemplazó al auténtico Dios, pues El en su Infinita Misericordia no era grato a sus mentes ni a sus corazones, pues nada les causaba más repudio que la idea de que El habría de prodigarles a sus enemigos el mismo Amor y la misma Compasión que a ellos. ¿Di me entonces Profeta, qué habla más elocuentemente que esto de la Necedad del Hombre y de su Incapacidad para Comprender a Dios? -Mas debes reconocer, Hermano Mío, que en esto mucho much o han progresado, y el Hombre comienza a comprender nuevamente que todos los hombres son sus hermanos y que ningún buen hermano puede encontrar Placer en el Sufrimiento de su Hermano. Por el contrario, contrar io, todo aquel que halla Bondad y Compasión en su Alma debe sentir regocijo al saber que todos habrán de recibir la posibilidad de enmendar sus pecados y de enderezar sus Almas, aunque para ello deban vivir mil vidas y atravesar mil pruebas. Pues en verdad es el Hombre una criatura débil y voluble y a nadie le bastaría una sola vida para alcanzar la Santidad del Alma, pues el Hombre es propenso a los Vicios y a los Errores y muchas veces habrá de recaer en sus viejas faltas antes de encontrar la Iluminación. Por eso el e l Señor, en su Infinita Misericordia, habrá de concederles a todos y cada uno tantas oportunidades como hagan falta para que hallen su camino de retorno a El. Pues Dios es el Padre de todos los hombres, y como un Padre amoroso habrá de guiarlos con tanta Paciencia como sea necesaria y no habrá de renunciar a ninguno de sus Hijos. -¡Ay, -¡Ay, cuánta falta habrás de hacer cuando cu ando hayas partido, querido hermano! hermano ! ¡Pues si todos los hombres fueran tan buenos, justos y sabios como Tú, la Tierra aún sería un Paraíso! Mas en cambio ca mbio la Necedad de los Hombres me golpea en la cara todos los días como una afrenta, y aún veo a los hombres injuriar el nombre del mejor de los discípulos del Profeta nazareno, mientras recuerdan con melancolía y añoran la blasfema iglesia que levantó el peor de ellos. -Pues me temo que esto es una consecuencia de la División del Pueblo de Dios, pues en la medida en que éste se fue separando, la Doctrina, que alguna vez fue una, se fracturó y comenzó a diferenciarse, hasta que llegó el día en que las partes ya no se reconocieron reconoc ieron entre sí como partes de un todo. Y los hombres, cada cual en su Fe, creyeron creyer on poseer la Verdad única y original, aunque ésta é sta ya se había perdido hace mucho, y así nadie se interesó por escuchar la Palabra del otro. De haberlo hecho, la Palabra habría surgido. Y así los hombres no entendieron a Judas pues no conocían a Abraham, y quienes si podían entenderlo
no se interesaron en hacerlo, hace rlo, pues no les importaban ni él ni su maestro. Pues ambas historias son similares, en tanto a a mbos se les pidió que sacrificaran aquello que más amaban, pues sólo ellos amaban lo suficiente al Señor como para realizar una tarea tan dura y sólo ellos estaban dispuestos a soportar una carga tan pesada. Mas ambas historias difieren en que no hubo nadie que detuviera la mano de Judas ni se le ofreció a él otro cordero corder o para el Sacrificio. Y tan pesada le resultó su carga que intentó entregarse a sí mismo a la Condenación Eterna, sin haber cometido falta alguna pues había actuado acorde a la Voluntad Divina. ¡Dios guarde en su Gloria la atormentada Alma de Judas! -Mas los hombres, acorde a su Naturaleza, fueron incapaces de entender la Voluntad de Dios. Y en lugar de esforzarse por entender los hechos, prefirieron alterar las palabras, ya que esto les resultó más sencillo que comprender el Sacrificio del Profeta y su discípulo, al que llamaron traidor. Pues poco saben los Hombres de Sacrificio y mucho saben sab en de Traición. Traición. ¿Ves entonces, noble Hermano, los motivos de mi preocupación? ¿No será precipitada tu partida, persistiendo aún los hombres en tan antiguos engaños? -Confía en mi criterio, mi querido Hermano, y créeme cuando te digo que ya he enseñado a los hombres de esta tierra todo cuanto podía enseñar, enseñ ar, y todo cuanto hemos hablado se los he explicado ya. Ha llegado por eso la hora de que parta en busca de nuevos oyentes, pues en las salvajes tierras que han quedado fuera de tus Dominios aún viven hombres que buscan la Salvación y necesitan oír palabras de Esperanza, para recordar que Dios está con ellos y que no ha de abandonarlos jamás. Mas antes de partir sólo he de d e pedirte una cosa, pues mi gente sabe que tu Conocimiento de las cosas divinas es tan amplio como el mío, pues así se los he revelado, por lo que seguramente habrán de venir a Ti en busca de Sabiduría cuando la duda los aborde y yo ya haya partido. Por eso te pido que cuando esto ocurra les brindes respuestas, aunque esta tarea no te resulte grata. -Lo haré por Ti, mi querido Hermano, por mucho que esta tarea me desagrade, ya que no considero digno al Hombre de recibir dicho conocimiento ni lo considero capaz de entenderlo cabalmente. Pues los hombres son como el perro idiota que permanece estupefacto observando el dedo de su amo, en lugar de observar lo que éste le señala. Y así los hombres endiosan a los profetas y se olvidan de Dios, y la Palabra pronto se les olvida y se les escurre como arena entre los dedos. Mas lo haré por Ti, mi querido Hermano, por mucho que esta tarea me desagrade. -Marcho entonces tranquilo, pues dejo a un Gran Rey detrás de mis espaldas. Y agradezco al Señor el haberte conocido Hermano Mío, pues ésta ha sido una de las muchas y grandes bendiciones que Él me ha concedido. Recuerda siempre mis palabras Gran Señor, y recuerda siempre que eres ante todo un Hombre, Hermano Mío. ¡Que la Gracia de Dios sea contigo! -Por siempre recordaré tus palabras, Bendito Profeta, pues a nadie habrá de extrañar tanto mi corazón como a Ti, que eres el único de los hombres ho mbres al que pude llamar Hermano. ¡Que la Gracia de Dios sea contigo! Epílogo
El Profeta habrá de partir de las tierras del Dragón después de morar doce años entre sus hombres, y dejará tras de sí una nueva Fe y una nueva Doctrina que
habrá de reunir nuevamente al Pueblo de Dios en una sola Tribu. El Peregrino llevará entonces la Palabra a tierras desconocidas y extrañas, donde la Muerte reinará aún desenfrenada y donde los hombres lucharán entre sí constantemente, sin un verdadero líder que los gobierne. Y así el Profeta recorrerá los desiertos y las antiguas ciudades del mundo por las que sus pies no han pisado durante años, hasta que la muerte lo alcance. Y nuevamente será el destino del hombre bueno y justo el Martirio, pues el malvado nuevamente habrá de darle muerte. Y la noticia recorrerá el mundo y no tardará en llegar a los oídos del d el Dragón, quien lamentará su muerte amargamente y la comunicará a los Pueblos. Y así habrá gran duelo y pesar entre los hombres de todas las naciones, pues sabrán que el mejor y más bueno de los hombres ya no estará entre ellos, mas hallarán consuelo en saber que él se encontrará entonces a la diestra de Dios. La palabra del Profeta resonará entonces como nunca antes y todos los hombres se interesarán en ella, e incluso una buena parte del Pueblo del Dragón se volcará a su Fe. Y tras su muerte, el Profeta parecerá estar más vivo que nunca en el corazón de los hombres, y estos se sentirán entonces más cerca de Dios. Mientras tanto el Dragón languidecerá en su congoja y a los ojos de todos será evidente la negra sombra de la Muerte que se habrá posado sobre el Rey. Y los los hombres se lamentarán y derramarán oscuras lágrimas, y se preguntarán: "¿Qué habrá de ser de nosotros, ahora que nuestro Profeta ha partido y ahora que nuestro Rey está a punto de partir? ¿Quién será nuestro guía ahora?". Mas cuando la muerte del Dragón parezca inminente, éste habrá de reaparecer ante los hombres y los maravillará con una juventud renovada, y será entonces más fuerte que nunca. Y su rostro estará cambiado y seguirá seguir á cambiando, hasta revelar su Verdadera y Antigua Naturaleza. Y entonces su rostro será terrible en su peculiar Belleza, y su Visión será terrible a los ojos de los hombres, por lo que muy pocos serán capaces a partir de entonces de mirarlo a los ojos y de sostenerle la mirada. Será entonces el Dragón como un gigante entre los hombres, como alguna vez lo fueron sus ancestros, y los hombres se maravillarán ante lo que creerán un Milagro del Cielo, mas estarán en realidad ante un Milagro del Hombre y del Dragón. La Furia volverá entonces a brillar en sus ojos como el fuego y reunirá nuevamente a su Ejército. Y los antiguos ejércitos del mundo marchar án entonces como uno sólo bajo el Negro Estandarte Estand arte y la Estrella del Dragón, y el Dragón mismo será quien los guíe. Cruzarán sus negras naves nuevamente las grandes aguas, pues será el objetivo del Dragón conquistar las últimas tierras habitables, pues sus hombres habrán prosperado y serán muchos, y al otro lado del mundo se encontrarán todavía tierras fértiles, aunque en ellas reinará todavía la Ignorancia y la Violencia. Y buscará entonces a quienes dieron muerte a su Hermano para saciar su Odio y su sed de Venganza. Como langostas sus hombres llegarán en silencio por la noche y aniquilarán a todo aquel que les oponga resistencia, pues no habrá fuerza en el mundo que se compare con el Ejército del Dragón. Así, pronto sus enemigos se rendirán ante la sola presencia del Dragón, pues sabrán que es éste invencible y que es su destino gobernar sobre todos los hombres del mundo, pues tal es su voluntad y la
Voluntad de Dios. Aquellos que hasta entonces se hacían llamar reyes en estas tierras se postrarán ante los pies del Dragón y rogarán ser sus vasallos. A aquellos que hayan gobernado con Justicia y Prudencia el Dragón les permitirá seguir gobernando bajo su Autoridad, a aquellos que hayan gobernado mal y que no sean dignos el Dragón les permitirá seguir viviendo. Mas aquellos que hayan gobernado con Crueldad e Injusticia habrán de encontrar la muerte bajo la espada del Dragón, pues él mismo les dará muerte. Los asesinos de su hermano sabrán entonces que ha venido por ellos y tratarán de huir, mas pronto descubrirán que no tienen escapatoria. Pues las hordas del Dragón serán cuantiosas como estrellas y veloces como el viento y todo habrán de cubrirlo como una negra nube de tormenta. Y los asesinos serán apresados y llevados ante la presencia del Dragón. El Hijo del Cielo deberá tomar entonces una decisión muy importante, pues esta decisión habrá de marcar el Rumbo del Hombre. Deberá decidir entre honrar la Memoria y la Enseñanza de su Hermano, o entregarse a su propio Impulso y a su Ira. Si el Dragón honra a su Hermano He rmano y muestra Clemencia, el Hombre lo exaltará y dirá: "¡Miren cuán grande y poderoso es el Profeta, que desde el Cielo ha logrado endulzar el duro corazón del Dragón!". Y los hombres se volverán más piadosos y se sentirán inspirados, y así darán un nuevo paso hacia Dios. Mas si el Dragón cede a su Ira, dará una muerte cruel a los asesinos de su hermano. Y el Hombre dirá entonces: "El Dragón ha he cho Justicia y en ésta nos deleitamos, pues la Compasión no nos es grata. Pues único fue el Profeta y sólo Él pudo transitar tan altos caminos, más nos no s conviene a los simples mortales seguir los ríspidos caminos del Dragón". Y los hombres endurecerán sus corazones y darán la espalda a la Gracia de Dios. El Dragón volverá entonces a sus tierras convertido en Emperador, E mperador, y él habrá de ser el último emperador sobre la Tierra pues a nadie habrá de heredarle su Legado, pues es la Voluntad de Dios que no vuelva a existir jamás Imperio alguno entre los hombres. Los Hombres lo recibirán exaltados y le rendirán grandes honores y alabanza y sus victorias serán celebradas durante varios días. Y el Hombre dirá: "¿Quién como el Dragón, que ha impuesto su Poder sobre Todos y ha llevado Paz y Justicia a los confines del mundo donde éstas no existían?". El Dragón estará entonces en la cima de su poder y no habrá entre los hombres Ley superior a su palabra, palabr a, y el Dragón tendrá entonces Poder sobre Todo y Todos. Todos. Él hará la Ley e impartirá Justicia, y concederá títulos de nobleza, poder y privilegios entre aquellos que considere dignos. Mas nadie podrá heredarlos, pues sólo él habrá de juzgar ju zgar quien es digno y quien no, y sólo él tendrá la Potestad de revocarlos cuando su Ley o sus Códigos sean quebrantados. Los nuevos reyes vasallos del Este vendrán a Él entonces y le ofrecerán a sus hijas para que las despose, a fin de ganarse su favor, y pronto los representantes de todas las naciones habrán de seguirlos. Mas el Hijo del Cielo será sordo a toda dádiva, adulación o alabanza, alaban za, pues él poseerá la capacidad de ver en el corazón de los hombres, y él conocerá todas sus ocultas intenciones y sus miserias y sólo por ellas habrá de juzgarlos y no por sus gestos.
Aun así el Dragón habrá de aceptarlas a todas y cruzará así su sangre con la sangre de todas las naciones, para que ninguna tenga preeminencia sobre las otras. Pero no todos sus hijos serán iguales, pues mientras que unos serán similares en todo a los hombres, otros otro s serán similares al Dragón. Y estos serán como gigantes entre los hombres y serán temidos y venerados por igual. Los discípulos del Profeta se acercarán a él entonces en busca de Sabiduría, pues el Profeta les habrá revelado la vastedad del Conocimiento del Dragón en los asuntos de Dios y los Ángeles. Y el Hijo del Cielo honrará su Promesa hacia su Hermano y les brindará respuesta, aun cuando esto le desagrade. El Pueblo de Dios se sorprenderá grandemente entonces al descubrir en el Dragón tanto Saber como habían hallado ha llado en el Profeta. Pues aunque éste les hablará con otras palabras, con otro tono y sus opiniones serán muy distintas, pronto se darán cuenta de que las Verdades de ambos siempre fueron, son so n y serán las mismas. Y así el Dragón les repetirá con desencanto y amargura todo el antiguo saber y las Verdades que el Profeta les había transmitido con palabras llenas de Amor, Dulzura y Esperanza. La Fe y la Doctrina del Pueblo de Dios comenzará a partirse nuevamente entonces. Pues mientras que unos permanecerán pe rmanecerán fieles al Santo Profeta y sólo lo venerarán a él, a Dios y a sus Ángeles, otros considerarán que el Dragón debe ser tenido en tan alta estima como el mismo Profeta, en tanto ambos poseen el mismo Poder, la misma Dignidad y el mismo Conocimiento. Y entenderán que por eso son Iguales y Hermanos, por lo que ninguno debe tener preeminencia sobre el otro. Pero otros dentro del Pueblo de Dios llegarán a considerar al Dragón por encima del Profeta, pues verán en ellos la misma Dignidad, mas considerarán que el Dragón lo ha superado en tanto es Hijo del Cielo y permanece con vida y gobierna sobre todos los hombres del mundo. Esto no hará más que promover promove r el enojo y el fastidio del Dragón, que qu e no volverá a revelar Verdad alguna a los Hijos del Pueblo de Dios, ni intervendrá jamás nuevamente en el curso de su Fe y su Doctrina, acorde a su Promesa. Por el contrario, el Hijo del Cielo fomentará entre su Pueblo sus antiguos Valores y sus olvidadas Tradiciones. Su gente volverá a rendir culto al Honor, al Coraje y al Respeto, y venerarán a todos los vivientes y sus árboles serán sagrados. Y celebrarán el Paso de las Estaciones Es taciones y celebrarán a la Vida en el Verano y honrarán a sus muertos y a sus ancestros en el Invierno. Pero el Poder del Dragón será tan grande y tan superior a ellos lo verán los hombres, que pronto estos comenzarán a adorarlo como a un Dios vivo sobre la Tierra, y se inclinarán ante él y le rendirán Alabanza y Pleitesía, y su nombre reemplazará a Dios en sus plegarias. Los hombres venerarán su efigie en las esculturas que ellos mismos habrán labrado y sólo unos pocos recordarán y honrarán las Enseñanzas del Profeta. Y las ofrendas de los hombres se apilarán en las puertas del Palacio del Dragón El Dragón verá así cumplirse sus más oscuros temores y no podrá sentir más que Desprecio por el Hombre y su falta de Juicio, y sólo ante sus hijos se sentirá libre y sólo entre los niños será feliz. Pues sólo en ellos encontrará Pureza e Inocencia y sólo en ellos reposará su Esperanza. Mas en la medida en que el Dragón más se enfurezca con los hombres y más
distante de ellos se muestre, más estos lo idolatrarán, pues en cada uno de sus silenciosos gestos de desprecio hacia ellos verán los hombres señales de Misterio y Divinidad. El Hijo del Cielo rara vez saldrá entonces de su Palacio, que será para entonces como un gigantesco laberinto que se extenderá por encima y por debajo de la tierra, desde las profundidades de los valles hasta las cimas de las montañas. mon tañas. Aquí el Dragón desaparecerá por días sin que nadie pueda encontrarlo, y sólo compartirá su morada con sus cientos de esposas, que serán sus funcionarias, y los cientos de hijos que habrá engendrado con ellas. Y entre todas sus esposas sólo a una habrá de amar, y esta será conocida por los hombres como la Reina Negra, pues sólo con ella el Dragón compartirá co mpartirá su Poder, pues sólo a ella encontrará Digna de compartir todas sus prerrogativas. Pues sólo en Ella, entre todos los Hombres, el Hijo del Cielo habrá hab rá de ver a su Par tras tra s la partida del Profeta. Y la Reina Negra ocupará el Trono del Dragón mientas éste se halle ausente, y desde allí Ella también impartirá Justicia y tendrá Poder sobre la Vida y la Muerte de los hombres, y por eso todos habrán de temerle. Mas al igual que el Dragón tendrá un corazón noble y justo, y los hombres no deberán temer Injusticia o Crueldad alguna de su parte, pues sus manos jamás habrán de mancharse con actos malvados o impuros. Y su casa estará vigilada por mil Espectros, antiguos hombres sin Alma, Mente ni Ojos, que vigilarán cada una de las entradas al temido Palacio. Pues todos los hombres temerán entrar en él, ya que aquí el Dragón y su Reina impartirán su Justicia, y por eso no todos los hombres que entren habrán de salir con vida. El Hijo del Cielo sólo saldrá de su casa ca sa cuando marche hacia una nueva batalla, y cada vez que un nuevo enemigo surja él partirá para enfrentarlo. Mas pocos enemigos dignos habrá de encontrar, enco ntrar, pues su Poder será inmenso y no habrá hombre alguno capaz de vencerlo en lid. Por eso el Dragón partirá cada vez con un ejército más pequeño, pues cansado de vivir entre los hombres buscará encontrar una Muerte Gloriosa, una que le asegure que su nombre sea recordado y cantado por los hombres muchos siglos y generaciones después de que haya partido. Pues aunque el Dragón despreciará profundamente a los hombres, su Vanidad también será grande y deseará que su nombre perdure cuando ya se haya reunido con sus Antiguos Hermanos. Pero la Muerte le será esquiva esqu iva hasta tanto su misión sea completada, y el Dragón habrá de penar por largos años en la Tierra, pues el Señor le ha encomendado una ardua tarea y sólo él poseerá la fuerza para llevar tan pesada carga a buen destino. Mas llegará finalmente el día en que el Dragón Dra gón será liberado. El Hijo del Cielo marchará entonces por última vez hacia el desierto para enfrentar a su último enemigo, y se adentrará en las rojizas arenas sólo acompañado por un pequeño número de espectros. El Dragón se perderá por siempre entre sus arenas, y tras sus pasos el desierto habrá de retroceder. Veo entonces surgir verdes bosque s, con árboles más altos que los que ningún hombre haya visto hasta entonces. Y entre estos densos bosques veo a las Torres de los Hombres alzarse nuevamente por encima de sus ramas, y de las Torres surge una luz Áurea y Divina. Más allá no puedo ver más nada, pues junto con el Dragón termina una Era del
Hombre y nace otra, un nuevo Tiempo para nuevos Hombres y una Promesa renovada. Y estos Hombres deberán forjar su propio Destino con sus decisiones y tendrán sus propios Profetas. Ésta es la Buena Nueva que les traigo y Ésta es la Promesa que Dios nos ha hecho. Pues aunque el Fin ya está cerca y ha de ser terrible, la Muerte no habrá de prevalecer. Pues la Muerte es y será siempre sólo una ilusión pasajera en tanto exista un Dios en el Cielo, pues El, en su Infinita Misericordia, jamás habrá de abandonar a sus Hijos. ¡Alabado sea Su Nombre por los siglos de los siglos!