ESPERANDO LA CARROZA Personajes: JORGE SERGIO ANTONIO JUNIOR TIO FELIPE
Parte I:
MAMA CORA SUSANA ELVIRA NORA EMILIA MATILDE JUANA GERTRUDIS SEÑORA SORDA PATRICIA
CASA DE JORGE. LLORA UNA GUAGUA.
JORGE SUSANA
(en Off) ¡Susana!
No puedo dejar la mayonesa. ¿Quieres que se corte? (Aparece Mamá Cora con su aire “ido” como si flotara)
MAMA CORA JORGE MAMA CORA SUSANA MAMA CORA SUSANA JORGE SUSANA JORGE MAMA CORA SUSANA MAMA CORA SUSANA JORGE SUSANA MAMA CORA
JORGE
La guagua tiene hambre. Le voy a preparar la mamadera. (viniend o con el beb éen b razos) Hace media hora que tomó la última. Entonces debe dolerle la guatita. Le voy a preparar una agüita de hierbas. (molesta) No le dé nada, Mamá Cora. Métanle el chupete en la boca y déjenla tranquila. (Jorge pasea a la guagua) Pero Susana, si le pongo el chupete lo escupe. Para mí que es tu leche. Has estado muy nerviosa últimamente. ¡Ideas suyas! ¿Dónde me ve nerviosa? (A Jorge) Fíjate si se ensució. (fij án d o se ) Se ensució. Entonces cámbiale el pañal. Susana, sabes que no sé. Yo la cambio. ¡No! Deje, Mamá Cora, voy yo. (Sale (Sale con la gu agua) ¡Gran ciencia! ¡Cambiar un pañal! (Hacia adentro) ¿En qué puedo ayudarte, Susana? (Off) En nada. No me ayude en nada. ¿Por qué no lee el diario tranquila? (yendo (yendo hacia dentro) Susana, deja que te ayude. Haces que se sienta inútil. (Off) Prefiero que se quede tranquila. (Mirando (Mirando la m ayonesa) ¡Ya sé, le ayudaré con los flancitos! (Saca (Saca lech e, se la echa m ientras revuelve) “no haga eso”, “no haga aquello” Como si yo nunca hubiese tenido una casa. Como si yo nunca hubiese mudado una guagua. Voy a meter estos flancitos a los moldes y al horno. (Va a la cocina con el recipiente.) recipiente.)
Mamá Cora, ¿vio el alfiler de gancho?... ¡Bah!
SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA JORGE SUSANA MAMA CORA SUSANA
MAMA CORA SUSANA MAMA CORA SUSANA MAMA CORA SUSANA MAMA CORA SUSANA MAMA CORA SUSANA JORGE SUSANA JORGE MAMA CORA
(Off) ¡Jorge! ¡El alfiler!
No lo encuentro. Ven a buscarlo tú. Velo debajo del sillón. Debajo del sillón, ¿de cuál sillón? (Entrando) De este sillón. (Sacando una marraqueta) ¿Me quieres explicar qué hace este pan debajo del sillón? Pero, por qué me preguntas... Como la matamos de hambre esconde comida hasta debajo de la almohada (Saliendo). (Saliendo (Saliendo tras ella) Susana, deja que te ayude. Deja que se sienta útil. (Entrando (Entrando c on la guagua) No quiero que me ayude. (Susp (Susp ira cansada) Bueno, tesoro, a dormir hasta la próxima mamadera, ¿me oyó? (A Jorge) ¿La acostamos en el cochecito? ¿Me estás preguntando a mí? Mis otros maridos no están en este momento. ¿A quién quieres que le pregunte? ¡Y yo qué sé! Arregla el asientito. Pero Susana, si sabes que no sé. No puedo acomodar el asiento y tener a la niña en brazos al mismo tiempo. (hace los arreglos y descu bre una empanada a medio com er) ¡Una empanada! ¡La niña tiene ocho meses y ya come empanadas! ¡No seas estúpido! Esa empanada fue la que sobró anoche. Con razón que no la encontraba. A mí se me está acabando la paciencia. (Apareciendo) ¿Se durmió? Todavía no, pero está más calmada. (Acuesta la guagua en el coche) Jorge, llévala al cuarto y cierra la persiana. (Jorge se lleva el e l coc hecito. Susana busca y rebusc a sobre la mesa) ¡Qué raro! ¿No ha visto la fuente honda? ¿Cuál? La que dejé aquí. La fuente donde estaba haciendo la mayonesa. ¿Eso era una mayonesa? No, era cazuela. Ocho huevos tenía esa mayonesa y casi un litro de aceite. Yo creí... ¡Qué creyó! No parecía mayonesa. ¡Qué hizo con mí mayonesa! Flancitos de chocolate. (Susana (Susana co rre a la cocina) Tú hablaste de flancitos anoche. (Aparece Jorge) Tú la oíste, Jorge. ¿Iba o no iba a hacer flancitos? (Susana regresa) (dr am átic am ent e) Ocho huevos, litros de aceite, litros de leche, sal, mostaza y seguramente kilos de azúcar para tirar a la basura. ¿Qué quieres decir? Quiero decir que tu mamacita me ha hecho perder la mayonesa. Mamá, ¿Por qué hiciste eso? Es que, Jorge... No tenía cara de mayonesa. 2
JORGE MAMA CORA
¿Por qué no preguntaste? No hagas nada sin preguntar primero. (Susana se saca el delantal, lo arroja al suelo y sale de la casa. Jorge s ig u ié n d o la ) ¿A dónde vas? ¿Susana? ¡Para!.
No tenía cara de mayonesa.
Parte II:
CASA DE ELVIRA Y SERGIO. ESTE EN PIJA MA, ACOSTA DO EN EL SOFÁ, LEE UN DIARIO. SE OYE LA RA DIO DANDO NOTICIAS
SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE SERGIO
Matilde! (Sig ue s on and o el t elé (Su en a el te lé fo n o ) ¡ fo no ) ¡Teléfono!
¡Qué acaso tú no puedes atenderlo! Elvira, por Dios. Es domingo. (Lev ant and o el t elé fo no ) Aló. ¿Qué José? (Colgando) Huevón ocioso. Otra vez te la hicieron. Para la próxima contesta tú. Ni soñarlo. Que atienda Matilde, siempre es para ella. Está durmiendo. No sabes que se acostó a las cuatro de la mañana la pobre. ¿Dónde estuvo hasta esa hora? ¿La vieron entrar los vecinos? ¿Quién la trajo? ¿Tú le diste permiso? ¿Cuál de las cuatro preguntas quieres que te conteste primero? Yo no pienso moverme de este sillón. Yo también quiero descansar, pero a ti se te ocurrió la excelente idea de invitar a tu hermano Antonio y a Nora. Ellos nos invitaron la semana pasada. Nosotros los habíamos invitado la anterior. Les hubieras dicho que no vinieran y basta. ¿Y privarte de los mimos que te hace? ¿Qué mimos? (Im itando a Nora) “Mi amante maravilloso”, “cosita mía”. Creí que apreciabas a Nora. ¡A esa hipócrita! Sí. Le tengo cierta simpatía. Porque es fina y tiene clase, que es algo que no sobra en esta familia. Entonces déjate de protestar. Deben de estar por llegar. ¿Por qué no te vistes? ¿Tengo que ponerme smoking para comer con mi familia? En pijama no comes. Y anda a darte un baño que hace varios días que lo estás necesitando. Por favor, me bañé la semana pasada. Te bañas o esta noche no entras en mi cama. (Se va a la co cina) (Off) ¡Mamá! (Off) ¿Qué quieres? (Off) Cierra la llave. (Off) No estoy ocupando el agua. (Off) Estoy toda enjabonada. (Aparece envu elta en un a toalla, tod a mo jada y jabonada) Cortaron el agua. Y después viene tu madre insistiendo en que me bañe. Sin agua no se puede. 3
MATILDE ELVIRA
SERGIO ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE SERGIO MATILDE SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA SERGIO SUSANA SERGIO
¿Con qué me quito el jabón? (Viniendo d e la cocina) Otra vez cortaron el agua. (Va al t el é fo n o y marca u n n úmero) ¿Señora Juanita? Soy yo, la Elvira. ¿Qué pasa con el agua? A mí no me avisó nadie. ¡Cuatro horas! ¿Desde cuándo? ¿Desde ahora mismo? Tengo que hervir los ravioles. ¿Usted también está haciendo ravioles? ¡Qué coincidencia! ¿Le pido un favor? No bote su agua. Hiérvalos y me llama para ir a buscarla. Gracias, Juanita. Usted es un ángel. (Cuelg a) ¡Vieja de mierda! Yo hago ravioles, ella hace ravioles, yo hago porotos ella hace porotos. Velo por el lado positivo, ella nos va a convidar el agua de sus ravioles. Matilde, vas a tener que ir al negocio a comprar unas botellas de agua mineral. Estoy toda enjabonada. ¡Mejor! Así vas más rápido. Me acosté a las cuatro de la mañana. De eso, casualmente, quería hablar. ¿Se puede saber donde estuviste hasta esa hora? (yendo fu riosa a su cuarto) En un cabaret con doscientos sicópatas sexuales. A ésta lo que le hace falta es un puro “tatequieto” (Sen tán d o s e) Estoy cansada. ¿De qué? ¿Acaso no sabes el trabajo que da una casa? ¡No lo voy a saber! ¡No hablas de otra cosa! Mi pobre madre quedó viuda a los treinta y cinco años y con seis hijos... ¡Ese tango lo conozco! Cocinaba, zurcía, tejía, bordaba y seguramente culiaba y jamás se le oyó una queja. Me lo contaste más de un millón de veces. Pero yo soy de carne y ella era de hierro. ¡Pobre vieja! ¡Pobrecita! Cuando pienso en todo lo que sufrió y en la poca felicidad que tuvo... Cuando piensas en todo eso no pasa nada. Lo pensaste un millón de l, fu rio sa, Su san a) veces y jamás pasó nada. (Ent ra Jo rg e y det rás de é ¿Qué pasa? Pasa que yo ya no doy más. Pasa que yo sólo tengo treinta años y que no me resigno a vivir en una casa que no es mi casa y en la que no soy nada más que una sirvienta. Oigan, ¿por qué no van a lavar la ropa sucia en su casa? Porque sucede que esta ropa sucia también es de ustedes. (A Elvira) Hace cuatro años que tu suegra vive en mi casa y parece que tiene el firme propósito de no moverse de ella. ¡Mi suegra! Sí, tu suegra (A Ser gi o, aún m ás fu rio sa) Y tu madre. Pero, ¿en qué te molesta la pobre santa? ¿Quieres que te diga en qué me molesta? No puedo moverme sin tenerla encima y tú me preguntas en qué me molesta. ¿Cómo puedes hablar así de una pobre anciana qué quién sabe sin le quedan unos tres años de vida? 4
SUSANA JORGE ELVIRA SUSANA SERGIO SUSANA ELVIRA SUSANA SERGIO SUSANA SERGIO SUSANA SERGIO SUSANA JORGE SUSANA SERGIO SUSANA SERGIO SUSANA
ELVIRA SUSANA JORGE SERGIO JORGE ELVIRA JORGE ELVIRA SUSANA
Eso es lo mismo que me dijeron hace cuatro años cuando se vino a vivir con nosotros. Yo no quiero que se muera. ¡Que viva otros doscientos años, pero que viva en otra parte! Susana estaba preparando una mayonesa y tuvo que dejarla un rato porque la guagua lloraba. Cuando volvió se encontró con que mamá había transformado la mayonesa en flancitos de leche con chocolate. ¿Y por eso tanto escándalo? (A Jorge) ¿Y lo de los merengues? (A Elvira y Sergio) Huevo que compro le quita la clara para hacer merengue. Pero si el merengue es tan rico. ¿Y qué hago yo con todas las yemas que se van acumulando en el refrigerador? ¡Mayonesa! Mira, Elvira. Esto no es un chiste. Tráela a vivir una semana a tu casa y vas a ver si tengo o no tengo razón. ¡Pobre mamá! Sí, pobre mamá. Ahora más encima se ensucia. ¿Se ensucia? ¿Cómo se ensucia? ¿Quieres que te haga un dibujito? ¿No sabes como se hacen caca los cabros chicos? ¿Quieres decir que...? Sí, se caga. Y no le voy a poner unos calzones de goma. Tengo que andar todo el santo día con el trapo en la mano. ¡Por favor, Susana! ¡Por favor nada! Se va ella o me voy yo. ¡Pobrecita! Sí. Es muy fácil decir pobrecita a cuatro cuadras de distancia. Pero ella no es mi madre y yo no tengo por qué aguantarla. Mete las manos en todas partes, manosea todo... Te querrá ayudar. ¡Que se quede quieta! Yo no quiero ayuda. Si agarro una olla chica, ella dice que agarre una más grande. Me quita las cosas de las manos, prueba la comida mil veces para ver si está condimentada. Hace quince días, aprovechando que nosotros no estábamos, quiso bañar a la niña. ¡Que ternura! ¡Casi me la ahoga! Sergio, hazle un sitio aquí. Pero, Jorge... Hazle un sitio. Tú también eres su hijo y tu mujer es mucho más paciente que la mía. Paciente hasta por ahí no más, mijito. Porque yo también tengo mi genio y no estoy como para andar... Espero, Elvira, que nunca te pase esto. Y si algún día te pasa, ojalá tu hija tenga paciencia para aguantarte. Mi madre fue una mujer tan dinámica como tú. ¿Por qué no hablan con Antonio y Emilia? Emilia es viuda y trabaja como una negra para mantener al vago de su hijo. 5
ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA ELVIRA SERGIO ELVIRA
NORA SUSANA NORA ELVIRA NORA
ANTONIO ELVIRA ANTONIO NORA ELVIRA NORA SUSANA ANTONIO SUSANA ELVIRA SERGIO ELVIRA NORA
Miren. Hoy viene Antonio. Háganle la oferta a él, a lo mejor se tienta. (resentida) ¿Los invitaste a comer? Ellos nos invitaron la semana pasada. Evidentemente nosotros no pertenecemos a la familia. Pero, ¿por qué dices eso? Desde que me casé con Jorge, comí una sola vez en tu casa. Y fue hace tres años. ¿Y tú? ¿Cuántas veces nos invitaste? Más de una vez. No me saques en cara tus tallarines ni tu ensalada de apio que no gozan de gran reputación en el barrio. ¡Elvira! ¿Y qué? Si sólo hace tallarines y ensalada de apio. (Entran Anto nio y Nora. Ella viste de pieles y cu ero aparatosamente, luce unas gafas oscu ras que nu nca se saca. Trae en la mano un a bandejita mu y p eq u eñ a) ¡Pasteles! Que mala eres, con lo que engordan.
¿Qué le hace el agua al pescado? ¡Más invitados! ¡Qué sorpresa más agradable! (A Susana) ¿Cómo estás linda? Mal. Yo estoy muerta de calor. (A Jorge) ¿Qué tal, cariñito? Tienes la felicidad pintada en la mirada. ¡Cuánto me alegro! (Besa a Sergio ) ¿Cómo está mi amante maravilloso? Ésta insiste mucho con lo del amante maravilloso. Está empeñada en que empiece a sospechar algo. Todo es cierto, querida. Todo es cierto. ¡Pero que idea maravillosa tuviste de invitarlos Elvira! ¡Hace tanto tiempo que no nos veíamos! ¡Con lo que yo los quiero! ¡Que bien se te ve, Susana! Siempre con esa serenidad que te caracteriza. ¿Cómo están esos ravioles que me prometiste? Parece que lo único que vamos a comer son estos pastelitos. Es que nos quedamos sin agua y no tengo en qué hervirlos. ¡Ah, no! ¡Con la ilusión que traía! ¡Antonio vive soñando con tus comidas, Elvira! Te recuerda cada vez que se ve las manchas de grasa que le quedan en las camisas. (Ríe) ¿Cuál es el secreto de tu grasa? No sale con nada. ¿Es un halago o me estás criticando? Al contrario, Elvira. ¡Halago la estupenda idea que tuviste de invitar a Jorge y a Susana! Hace siglos que no los veía. Termina de una vez, Nora. Nosotros no estamos invitados. Hay que tener dinero para que lo inviten a uno. Nosotros somos pobres. Por favor, queremos pasar un plácido domingo familiar. Entonces llegaron en mal momento. No, querida. Quien llegó en mal momento eres tú. ¡Por favor! (A Nora) Me pasé toda la semana añorando que llegara el domingo y ahora, miren lo que tengo. Si no te gusta, ya sabes lo que puedes hacer. (abrazando a Sergio) ¿Cómo te atreves a hablarle así a mi amante preferido? 6
ELVIRA NORA ELVIRA NORA ELVIRA NORA ELVIRA NORA SERGIO NORA ANTONIO SUSANA NORA
ANTONIO NORA ANTONIO NORA SUSANA NORA MATILDE JORGE MATILDE NORA MATILDE ANTONIO MATILDE SERGIO SUSANA NORA SUSANA MATILDE SUSANA SERGIO
¿No te lo dije? (A A n t o n i o ) ¿No te parece que aquí puede haber algo? Pero cariño, ¿qué puedo hacer para que me creas? Nada. No es necesario que hagas nada. ¿Será posible que nadie me tome en serio? Dame tus cosas y siéntate. Las gafas no. Odio la luz del mediodía. ¡Ah, sí! ¡Es cierto! (Yendo al dorm itorio) Sergio, ocúpate de los drinks. ¡Drinks! Parece que están funcionando las clases de idioma. Sí. Dice “no” en cuatro o cinco idiomas. Malo. Daría mi reino por un martini. A ver si así me despejo un poco. (A Susana) ¿Cómo está la niña? (Agresiva) Bien. Todavía no cumple el añito, ¿no? Siempre me olvido de preguntar por ella. Pero eso no significa que yo no la quiera. Ella ocupa un sitio muy importante, tanto en mi corazón como en mis pensamientos. ¿No es cierto que siempre hablo de ella, Antonio? (Di s tr aíd o ) ¿De quien? De la niña. Siempre le digo a Antonio que nunca en mi vida había visto a una criatura más preciosa. ¿No es verdad, Antonio? ¿Qué cosa? Todavía no cumple el año, ¿no? No. Acaba de cumplir los ocho meses. (Entra Matilde vestida con un lindo vestido prim averal).
Contigo se completa el cuadro familiar. Sospecho que éste va a ser el día más entretenido de mi vida. Esta criatura me devuelve la juventud. Buenos días, tío Jorge. (B es án d o la) ¿Cómo estás? Nunca tienes un rato para ir a visitarnos. Estamos a cuatro cuadras de distancia y creo que todavía no conoces ni a tu prima. ¡Claro que la conozco! ¿No te acuerdas que fui al hospital a ver a tía Susana? (Besa a Susana) Hola, tía. (A N or a, des pu é s d e b es arla ) ¡Qué bonito vestido! ¿Te gusta? (Dando vueltas de jactancia) Fue diseñado por el mismísimo Pierre Cardín. ¿No es precioso? ¡Un sueño! (Tocánd ole el tras ero a Matild e) ¿Y a mí no me saludas, cosita rica? ¡Ah! Disculpa tío. (Lo b esa. Él le po ne los labios ) (Que ha s acado varias bo tellas del barcito) Matilde, llévale este Martini a tu tía. (Matilde va a buscarlo ) Susana, ¿Qué vas a tomar tú? (Molesta) Si las tías toman Martini, creo que yo no voy a tomar nada. ¿Por qué dices eso? Porque mi cuñado dijo: “Matilde, llévale este Martini a tu tía” . Pudo haber dicho “a tu tía Nora”. Pero no. Él da por hecho que la única tía que tiene Matilde es Nora. Después de todo, yo soy pobre. Enseguida te sirvo, tía Susana. ¿No sabes que no tomo alcohol? ¿Y para qué armas tanto escándalo entonces? ¿Dónde está la botella de Coñac? 7
MATILDE ANTONIO SERGIO ELVIRA
Mamá la tiene guardada. Sírveme un Whisky, Sergio. ¡Whisky! ¡En estos tiempos! (A gritos) Elvira, ¿dónde guardaste el coñac? (Off) ¡En el ropero! Ven a buscar la botella, Matilde. (Matilde v a al
NORA
dormitorio) (A Susana) ¿Cuando van a llevarme a la chicoca? ¡El jardín está tan
SUSANA NORA
SUSANA NORA MATILDE SERGIO ANTONIO MATILDE SERGIO MATILDE SERGIO NORA SERGIO MATILDE SERGIO ELVIRA MATILDE SERGIO ANTONIO MATILDE SUSANA MATILDE ELVIRA MATILDE SERGIO MATILDE ELVIRA MATILDE
maravilloso! Tienen que ir. ¿Cuándo van a ir? Cuando nos inviten. (Matilde regresa) Vayan mañana. (Ráp id am en te) ¡No! Mañana, no. Vayan el martes... ¡Ah! Tampoco, tengo un compromiso. Llámame el miércoles y nos ponemos de acuerdo, ¿Ok? La niña podrá correr por el jardín y tomar un poco de aire puro. Recién tiene ocho meses; todavía no corre. Pero imagino que respirará, ¿no? (Ríe) Adoro a los niños. Debe ser por eso que Dios me hizo estéril. ¿No consultaste al médico? A veces son los hombres los que no sirven. ¿De dónde sacaste eso? ¡Épale! (Tom a la mano de Matilde y la pone en su p ene) Yo sirvo todavía, ricurita. ¿Cómo lo sabes? El hecho de que la tengas grande no quiere decir... ¡Matilde! ¡No estás hablando como una señorita! Estoy hablando de cosas naturales. En mi casa no quiero que hables de cosas naturales. ¿Eso es lo que te enseñan en la escuela? (Riendo) ¡Miren la cara que puso Sergio! ¡Así no hablan las señoritas que estudian en colegios religiosos! No pensarás que porque estudió en una escuela de monjas todavía soy virgen, ¿no? Por tu bien, espero que lo seas. ¡Elvira! (Off) Quiso decir que no es tonta. ¿Verdad que sólo quisiste decir eso? Sí, mamá. Esta mañana volvió a las cuatro de no sé dónde. (Acariciando las nalgas de Matilde) ¿Pero dónde estuviste hasta tan tarde? Fuimos a una fiesta de la parroquia con una amiga y la señora Juanita. No hicimos nada malo. ¿A qué le llamas hacer algo malo? fo n o ) A dar besos con lengua y a esas cosas. (Su en a el t el é (Off) ¡Contesten ese teléfono! (Contestando) Aló. ¿Sí? Hola, señora Juanita. Espere un ratito . (Deja el auricular descolgado sobr e la mesa y se acerca a la puerta del d o r m i t o r i o ) ¡Mamá! ¡Es la vieja de al lado! ¡Idiota! ¿Quieres que te oiga? (Aparece Elvira con otro vestid o m ás a t o n o c o n l o s i n v i t ad o s )
Doña Juanita ya hirvió los ravioles, pero dice que el agua se le consumió un poco y que tiene demasiado almidón. Anda a buscarla y ten cuidado de no quemarte. Siempre tengo que ir yo. (Matilde sale)
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ELVIRA SERGIO ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA SUSANA ELVIRA ANTONIO ELVIRA NORA ELVIRA SERGIO NORA SERGIO ELVIRA NORA ELVIRA JORGE NORA SUSANA NORA SUSANA ANTONIO SUSANA NORA SUSANA NORA
Menos mal que esa vieja me imita en todo. Hago cazuela, hace cazuela. Hago tallarines, hace tallarines. ¡Elvira! El teléfono. (Elvira m ira el telé fo no co n esp anto ). ¿Habrá oído? ¡Ay, Dios mío, que no haya oído! (Toma el auricu lar. Se lo llev a al oído y c uel ga rápi da m en te) Sí. Oyó. ¡Cabra estúpida! (Matilde regresa)
La señora Juanita dijo que nos fuéramos todos a la conchesu... (A Matilde) ¡Minusválida mental! ¿Quién te enseñó a dejar el teléfono descolgado? Nadie. Aprendí sola. (Todo s ríen m eno s Su san a y Elvir a) ¡Estúpida! (Disimulando) ¿Quién se iba a imaginar que el teléfono estaba descolgado? ¡Qué horror! ¡Con la lengua que tiene esa mujer! Siempre me pasan estas cosas. (Nor a y A nt on io r íen ) Eso te pasa por la increíble facilidad que tienes para juzgar a todo el mundo. Que yo sepa, Susana, a esta fiesta nadie te invitó. ¿Cómo quedarán los ravioles hervidos en agua mineral? Supongo que bien. (A Matilde) Anda a comprar media docena de botellas de agua mineral. (Matilde hace un gesto d e fastidio y s ale)
Ay, Elvira, yo creo que viviría en tu casa. Me divierto tanto aquí. (Ríe) ¡Siempre pasan cosas tan descabelladas! Sí. Me pasan muchas cosas y ésta es la peor de todas. No conoces a mi vecina. Es capaz de decir que me vio, con sus propios ojos, en la cama con el portero. ¡Cómo te pones el parche antes de la herida! ¡Cómo se descubren las cosas! Ya me parecía que el portero me saludaba con más amabilidad estos últimos tiempos. ¿Por qué no se van a la misma mierda? Ay, ¡se puso colorada! (Ríe) Por fin podemos perder nuestros escrúpulos, amante mío adorado. (Ab raza a Sergio . Ríen to do s, men os Sus ana y Elvira) (Yendo a la cocina) Váyanse al diablo.
¿Vamos Susana? ¿Qué apuro tienen? No nos vemos nunca. Yo no tengo sirvienta. (asociando) ¿Cómo está mamá Cora? (encantada de tener una o portu nidad d e retomar el tema, vuelve s o b r e s u s p a s o s ) ¡Maravillosa!
Después de comer la llevaré a dar un paseo en auto. El aire le va a hacer bien. Lo que le haría bien es que la invitaras a pasar un tiempo en tu casa. ¡Ay, no! ¡Pobre! Se aburriría como una ostra. (Con intención) ¿No se siente feliz en tu casa? ¿Cómo se va a sentir feliz en esa ratonera? Sin aire, sin luz... ¡La pobre sería tan feliz cuidando las flores de tu jardín! ¡Pero si nunca estamos en casa! 9
ANTONIO SUSANA NORA SUSANA JORGE ANTONIO JORGE ANTONIO JORGE ANTONIO SUSANA ANTONIO SUSANA JORGE SUSANA
NORA SUSANA NORA SUSANA ANTONIO SUSANA MATILDE NORA SUSANA ANTONIO NORA JORGE NORA
Además, confieso que tengo muy poca paciencia con los viejos. Pero con tu madre deberías tener un poco más. Hace cuatro años que vivo con ella y sé que la pobre sería muy feliz si pudiera descansar por un tiempo en la casa de otro hijo. Pero, ¿cómo puedes decirle a la pobre y querida anciana que se vaya a la casa de otro hijo, sin herirla? No tengas miedo, no se sentiría herida. Mamá cumplió la semana pasada ochenta y tres años, Antonio. ¡Puta! ¡Se me olvidó el cumpleaños! ¿Por qué no me llamaste para recordármelo? ¿por que? Tienes una sola madre y pudiste haberte acordado sin ayuda. Tengo otras cosas más importantes que el cumpleaños de mamá. Nada debiera ser más importante que mamá. No digas eso. Hiciste mal, Jorge. Debiste avisarnos. Al fin y al cabo ella vive en tu casa y por esa razón tienes más obligaciones que nosotros. Encima de que vive en casa, somos nosotros los que tenemos que cargar con todas las obligaciones. (Furiosa) En cuatro años fueron incapaces de preguntarle si necesitaba algo. Supongo que Jorge le dará lo que ella necesita. ¿Sabes cuánto gana Jorge? ¡Bueno, basta! Me pasé todo el invierno con mi abrigo viejo, juntando peso por peso para reunir la cantidad necesaria para comprarme otro. Cuando por fin logre reunirla, tu madre tuvo un ataque a la vesícula y la fortuna se me fue al diablo entre médicos y medicamentos. A ninguno de ustedes se les ocurrió preguntarnos si necesitábamos ayuda. Sí, realmente... creo que la manutención de mamá Cora, es algo que nos concierne a todos. Tampoco es sólo una cuestión de plata, Nora. No es sólo eso. Es que... bueno... yo estoy un poco cansada y quisiera vivir sola con mi marido y mi hija por un tiempo. ¿No tengo derecho a un mes de vacaciones? Estoy de acuerdo, pero insisto. Creo que sería muy cruel decirle a mamá Cora que se vaya a casa de otro hijo por un tiempo. Ella se sentiría feliz de que los hijos se la disputaran un poco. Yo estaría dispuesto a pasarle una plata mensual. ¿Cuánto te parece, Jorge? No necesitamos tu dinero. Lo único que queremos es que te la lleves por un tiempo a tu casa. (Entrando con d os bo tellas de agua) ¿Se puede saber qué fue lo que dijo mi madre para que la vecina me mire con ojos de asesina? (Se va a la cocina)
¿Y si la lleváramos a la casa de Emilia? Emilia vive con su hijo en una pieza. La pobre Emilia tiene unos problemas terribles. Pero sería la solución, incluso para Emilia, que entre todos le pasáramos una mensualidad. Emilia es tan amargada. Mamá se moriría a los dos días de estar con ella. Realmente. ¡Qué horrible el carácter de esa mujer! 10
SUSANA NORA SUSANA ANTONIO ELVIRA SUSANA NORA SUSANA
JORGE NORA ELVIRA SERGIO ELVIRA
NORA ELVIRA ANTONIO NORA ANTONIO NORA ANTONIO NORA MATILDE ELVIRA NORA MATILDE NORA MATILDE NORA MATILDE ANTONIO
Tiene sus motivos. ¡Sí, claro, pobre! Si yo no quise decir... Emilia es viuda y muchas veces no tiene qué comer. Por eso no voy a verla. No puedo soportar que pase hambre. (Volviendo) Ya se está quejando la mosquita muerta. No haces más que quejarte y ¿quieres que te diga algo? No tienes derecho. Tú pudiste comprarte un televisor color y nosotros no. El televisor fue un regalo de casamiento. Y maldito sea el momento en que nos lo regalaron. ¿Por qué? Es una compañía maravillosa cuando una está sola. Gracias a él, siempre tenemos la casa a oscuras. Mamá Cora se pasa todo el día mirando esos estúpidos programas. Y a todo volumen, claro, porque como está casi sorda... (Breve silencio) Antonio, se lo pedí a Sergio y ahora te lo pido a ti. Por favor, denme unas vacaciones sin mamá Cora. Nada más que un mes. (Silenc io. Susana sale) Está muy nerviosa y yo estoy desesperado. Si quieren lo pido de rodillas. Llévensela por un tiempo. Se los ruego. No aguanto más. (Sale. Silenc io) ¡Qué histéricos! ¿Ahora entiendes lo que te digo cuando hablamos de ella? ¡Pobre Jorge! ¡Pobre! Es un estúpido. Un hombre de cincuenta años, en sus cabales, no se casa con una mujer veinte años más joven. Después de todo, a ella yo la comprendo. Susana es una mujer joven y no creo que Jorge la haga demasiado feliz. ¿Por qué? ¡Es tan bueno! ¿Bueno? ¿Para qué? No precisamente para lo que ella quiere. Con el temperamento que tiene, tan volcánico, se casa con ese cadáver viviente. (N o ra r íe)
¡Qué horrible! Llegar a cierta edad y ser nada más que un estorbo en el camino de todos. ¡Pero qué estás diciendo! Mamá Cora no es un estorbo, ni nada que se le parezca. Llevémosla a casa, Nora. ¡Claro! ¡Por supuesto! El próximo domingo la invitaremos a pasar el día. No me refiero a pasar un día. Sino... por un tiempo. ¡eso si que no! (Entrando) Mamá, el agua está hirviendo. Voy (Sale) Matilde, ¿tú quieres a la abuelita? ¡Claro! ¿Ven? Matilde sí tiene sentim ientos y no dirá que “no” si le ponen una cama en su pieza para la pobre y querida abuela. Yo no quiero dormir con viejas. ¡Ay criatura! ¡Cómo puedes ser tan egoísta! La abuela está muy bien dónde está. No, no está bien. Ya oíste a Susana. La pobre está muy vieja y quien sabe cuánto tiempo le quede de vida. 11
MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO NORA MATILDE ELVIRA ANTONIO NORA ANTONIO NORA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA NORA ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA NORA ANTONIO ELVIRA NORA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA
¿Y si se muere en mi pieza? ¿Quieren que me de un ataque? (Todos ríen ) (Reapareciendo) Matilde, ¿quieres poner la mesa? ¿De qué se ríen?
Quieren meter a la abuela en mi cuarto. ¿Con qué? ¿Con fórceps? (Cambiando tema) No se hable más del asunto. El que tenga necesidad de lavarse las manos o de hacer algo parecido, que lo haga. (A Sergio) Y tú, anda a ponerte decente, ¿quieres? Yo me siento decentísimo así como estoy. ¡Te digo que te cambies! (Yendo a la cocina) (A Nora) ¿Y tú, qué opinas? ¿Me cambio? ¡Ay sí! Me deprimen tanto los hombres en pijama. (Sergio alza la mirad a al techo y se va al dorm itorio)
Falta un cuchillo.
(Desd e la co cina) Ven a buscarlo. (Matilde sale)
¿Por qué no lo dejaste comer en pijama? Bastante me deprime la idea de comer ravioles preparados por esa arpía, como para soportar... Baja la voz. A ti tampoco te gustan los ravioles que hace esta estúpida, pero con tal de halagarla... (Matilde vuelve con un cuch illo y una panera con pan) Los ravioles quedaron durísimos. (Entrando desalentada) Los ravioles quedaron durísimos. Y están pegados como con poxipol. El agua debe ser la culpable. Era poca y era con gas. Esta estúpida fue incapaz de pedir sin gas. ¡Y qué sabía yo! Nunca sabes nada. (Muy preoc upada) ¿Qué les doy de comer ahora? Abre una lata de cualquier cosa. No tengo latas de cualquier cosa. Matilde... Yo no voy... Matilde, anda a comprar medio kilo de... ¡Qué no! Y esa es mi decisión final. (Se va al dorm itorio . Elvira la persigue) (A gr ito s per si gu ié nd ol a) Anda a comprar vienesas y huevos. (Reapareciendo po r la puerta del dorm itorio y luego s e dirige a la cocina. Elvira la persigue) No voy a ir a comprar otra vez.
¡Matilde! ¡Qué van a decir tus tíos! Y ahora va a empezar a largar una indirecta tras otra para que vayas a comprar un pollo asado o algo así. No seas mal pensada. (Entrando ) ¿ Antonio, no podrías ir a comprar un pollo o algo así? (Aparte a Anton io) ¿No te dije? (A Elvira) No te preocupes. Comeremos la pasta tal como está. A nosotros nos encantan los ravioles pegoteados. (Apareciendo) ¿Cómo me veo ahora? Como para salir con Antonio a comprar un pollo asado. ¿Qué te pasó? ¿Se te quemaron? Sí. ¿Y qué? Por una vez que Antonio y Nora vienen a comer... ¡Por una vez! Vienen domingo por medio.
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SUSANA SERGIO SUSANA SERGIO SUSANA ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA NORA ANTONIO JORGE SUSANA ANTONIO NORA ELVIRA
(Entrando con Jo rge detrás) ¿Está aquí?
¿Buscas a alguien? A mamá Cora. ¿Está aquí? No. ¿Dijo que venía? Se fue. La puerta estaba abierta y ella no estaba. ¿Se fue de tu casa? (Mira a Nora) ¡Quién sabe para dónde se habrá ido! ¿Y ahora te preocupas? (Elvira se va para adentr o) Yo sabía que esta víbora iba a pensar lo peor. (Gritando) Nadie la echó. ¡Pobre señora! Debe haber ido a casa de Emilia. No te quedes ahí. Toma el auto y anda a ver si está allí. ¿Nos puedes dejar en la casa? Dejamos a la niña sola. Claro. Vamos. (Los ho mb res y Sus ana salen. Nora se vuelve hacia la puerta de la cocina d e dond e sale Elvira)
¿Qué me dices? ¿No te asusta? A mí ya no me asombra nada.
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Parte III:
UNA HORA MÁS TARDE. CASA DE SERGIO. SUSANA, NORA Y ELVIRA EN EL SOFÁ. JORGE EN UNA SILLA
NORA ELVIRA SUSANA ELVIRA SUSANA NORA SUSANA JORGE SUSANA NORA ELVIRA JORGE SUSANA NORA ELVIRA SUSANA ELVIRA JORGE ELVIRA NORA JORGE NORA JORGE NORA JORGE MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA JORGE NORA
Mamá Cora debe estar en casa de Emilia y los hombres habrán ido a comprar algo para comer. Esperamos por tu bien, Susana, que no le haya pasado nada. ¿Qué quieres decir con eso? Que si algo le pasó, es por tu culpa. Eso quise decir. Si Mamá Cora hubiese vivido contigo y no conmigo la hubiéramos enterrado hace años. Por favor, sean buenas. No hablemos más de Mamá Cora hasta que los hombres regresen y sepamos de ella. ¿Con quien dejaste a la niña, Susana? (A Elvira) Desde el primer día que te vi, supe que eras... ¡Ya basta! Supe que eran una "cagüinera", una chismosa, una peladora de mierda. ¿Con quien dejaron a la niña? Yo cuando te conocí le dije a Jorge “¿Con esto te vas a casar? Esta calentona te pone el gorro al primer mes de casados” (A Jorge) ¿Te lo dije o no te lo dije? ¿Quién habrá inventado a las mujeres? ¿Dios mío, por qué les diste lengua? ¿Se puede saber por qué le dijiste que lo iba a engañar en el primer mes de casados? ¡Susana, son cosas que pasaron hace cuatro años! En primer lugar lo dije porque tengo lengua, en segundo lugar porque estamos en democracia y somos libres de decir cualquier cosa, y en tercer lugar... porque quise. Si yo me aprovechara de las tres estupideces que nombraste y dijera una cosita que yo me sé, te aseguro que perderías las ganas de hablar de la gente gratuitamente. Si sabes algo, dilo ya. ¡Córtenla de una vez! ¡Cotorras! ¡Cotorra será tu abuela! Susana, te lo pregunto por tercera vez. ¿Quién se quedó con la niña? Mis suegros. ¿Cómo están tus maravillosos padres, Susana? Están bien. Hace siglos que no los veo. ¡Con lo que los quiero! Deben estar chochos con la nieta. Los tiene hasta la coronilla, porque la niña llora. Llora todo el día, no sabemos por qué llora tanto. Yo no duermo hace ocho meses. (Entrando) ¿Quieres que te vaya a comprar ahora, mamita? No. Tráeme una aspirina. Sí, mamá. (Va a la coc ina) (yendo tras Matilde) No te preocupes, Matilde. Yo voy. No debiste. ¡Cómo pudiste inventar una cosa así! 14
SUSANA NORA SUSANA NORA SUSANA JORGE NORA JORGE SERGIO ANTONIO SERGIO ANTONIO JORGE ANTONIO SERGIO NORA ANTONIO NORA SERGIO NORA JORGE ANTONIO NORA SUSANA NORA SUSANA NORA SUSANA NORA SUSANA NORA SUSANA NORA SUSANA NORA
No inventé nada. ¿Y con quién? Yo sé con quien. Hay que tener valor para engañar al marido. ¡Pobre Sergio! ¿Fue hace mucho? No. No le hagas caso, Nora. ¿No ves que Susana está inventando? ¡Pero Jorge! Yo no voy a contar nada a nadie. (Vienen d e la calle Sergio y Antonio)
¿Y? ¡Hablen! ¿Estaba con Emilia? No. Emilia no sabe nada. Ya hicimos la denuncia en carabineros. ¡Pasamos una vergüenza! No nos acordábamos del nombre. ¡Como siempre le hemos dicho mamá Cora! Ni siquiera recordamos los años que tiene. ¿Cuántos dijiste que cumplió? Ochenta y tres. Yo dije noventa. El oficial puso “tirando a vieja”. ¡Qué vergüenza! ¿Y Elvira? Se acostó un rato. No se siente bien. ¿Le pasó algo? Nada grave. ¿Por qué no vas a verla? (Sergio va p ara adentro. A Jorg e) Tú también debieras ir a ver cómo está. Después de todo la discusión fue con tu mujer. Tienes razón. Intentaré calmarla. ¿Qué pasó? Si quieres enterarte, anda con ellos. Además, Elvira te quiere tanto que necesita de tu compañía. (Antonio sale. A Susana, inteligentemente) Me dejaste helada con la historia de Elvira. Yo no eché a Mamá Cora. Lo sé. Lo sé. (Silencio) ¿Te dije que me dejaste helada con la historia de Elvira? Nora, no pienso decirte nada. No pierdas el tiempo tratando de sonsacarme algo. Soy cualquier cosa, menos chismosa. ¡Pero Susana! Enviaste a todo el mundo adentro para hablar del asunto con comodidad. Pero te equivocaste. Yo no hablo. Está bien. Si no quieres hablar, no hables. ¿Para qué quieres saber con quién se acostó Elvira? ¡Para saber qué clase de mujer es! ¡Vamos Nora! Las mujeres no cambiamos por ser más o menos fieles a nuestros maridos. Ya ves, tú tienes amores con Sergio y para mí sigues siendo la misma. (Nora la mir a esp antada) ¡Cómo te atreves! ¡Esa es una infamia! No es una infamia. Lo sabe todo el mundo. Elvira es la única que no lo sabe. Como se ocupa tanto de la vida de los demás, descuida la suya. Esa es una más de tus mentiras. 15
SUSANA NORA SUSANA NORA SUSANA
SERGIO SUSANA SERGIO SUSANA SERGIO JORGE ANTONIO SERGIO SUSANA ELVIRA EMILIA ELVIRA
EMILIA ELVIRA
¿Mentira? Los vi salir de un motel. Ibas con lentes negros, pañuelo en la cabeza... Hace una año que lo sé y jamás dije nada. ¡Pero cómo puedes insistir! Viste hace UN año a una mujer con lentes negros, pañuelo en la cabeza y una capa negra y... Yo no dije que vi a una mujer con capa negra. (Aterrorizada) Susana yo te juro que fue una sola vez. No jures nada (Suen a el tel é fo no . Sus ana a tien de.) Aló. Sí. Diga, soy la cuñada. Bueno, espere un momento. (Llama) Sergio, te llaman del retén de carabineros. (Vienen corriendo Sergio, Antonio, Jorg e y Matilde. Lu ego aparece Elvira c on el pañ uelo so bre la fr ente. Sergio tom a el telé fo n o ) ¿Aló? Sí, soy yo. Dígame. (Paus a d ram átic a) ¿Dónde?
¿Qué pasó? ¡Mamita! ¡Pobrecita! ¿Qué pasó, Sergio? Sí, sí, por supuesto. (Cuelga. Guarda silencio. Todos esp eran que d iga algo) Una anciana se tiró al tren, cerca de la estación. (Todos se remecen) Tenemos que ir a la morgue a reconocer el cuerpo. No puede ser ella, no fue para tanto. Sergio... Vamos. (Se dirigen a la puerta los herm anos y Susana) (Saliendo) ¡Qué no sea ella, Dios mío! Que no sea ella. (Salen) ¡Ojalá que sea ella! ¡Ojalá que sea ella! Sólo para que la conciencia le remuerda como se merece por haber echado a la calle a esa pobre vieja. (Entrando desesperada) ¿Y? ¿Apareció? (Sin d arle im po rtan cia a la rec ié n llegad a) Tus hermanos fueron a la morgue a reconocer el cadáver. (Emilia se d esmaya) ¡Pero Emilia, por dios! Matilde, anda a buscar el frasco de colonia a mi dormitorio. (Matilde va. Em ilia vu elv e en sí) No, Matilde. Ya no vayas, no es necesario (Matilde se devu elve)
EMILIA
Pero,... ¿Qué pasó? Nada. Se tiró a la línea del tren (Emilia se vuelve a desmay ar.) Ahora sí, st a Matildita. Anda a buscar la colonia. (Elvi ra cac he tea a Em ilia , é vuelv e en sídesv anecida) No te pongas así. Todavía no se sabe si es ella. (Matilde vuelve con el frasco de perfum e) ¡Cuatro hijos! Y de los cuatro no hace uno. El infierno nos merecemos en el juicio final. No merecemos que Jehová nos lleve a su reino. No nos vengas con tus prédicas que los católicos nos guardamos las palabras. Ella. Ella que sacrificó toda una vida por nosotros. ¡Que el Nazareno la tenga en su santo reino! (Bu rlánd o se) ¡Aleluya! (Am en azánd ol a) ¡Ándate a canutear a otra parte! ¿Quieres? Está bien... pero que Dios las perdone y las ampare en su santo reino.
ELVIRA
(Sale . Su en a el tel é fo n o .) (Contestando) Aló. ¿Quién es? Eres tú, Sergio. No te reconocí la voz.
EMILIA ELVIRA EMILIA ELVIRA
NORA
¡Qué! ¿Es ella?
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ELVIRA
MATILDE ELVIRA
MATILDE ELVIRA
(Asiente) ¿Y no podríamos velarla en casa de Antonio? ¿Aquí? Sergio,
sabes lo sensible que es Matilde. ¿Quieres traumatizarla? Sí, querido, ya sé que es tu madre. Bueno, ¡Qué le vamos a hacer! ¡Pero que Susana no me pise esta casa, eh! (Cuelga) ¡Qué vida, Dios mío! ¿La van a traer aquí? Tú te callas. ¿Dónde quieres que la velen? ¿En la casa de la bruta de tu tía? Anda a comer algo antes de que lleguen, después no vas a poder. ¡Pobre Sergio! ¡Tenía una voz! Dice que quedó tan destrozada que apenas se le reconoce. Por los zapatos supieron que era ella. La traen para acá. ¿Por qué la tienen que traer aquí? ¿No pueden velarla en la morgue? Es la madre de tu padre, Matildita. No seas dura de corazón. (Entran violentamente Jorge y Susana)
Elvira, no pueden hacerme esto. Vivió conmigo toda la vida. Mamá no sabía lo que hacía. Nora,... ¿Puedes imaginar lo que será de mi vida de ahora en adelante? Un calvario. Como debe ser. ELVIRA Las cosas no sucedieron como ustedes se imaginan. No pueden hacerme JORGE esto. ¿Qué te estamos haciendo, Jorge? ¿Quieres explicarte? NORA Sergio y Antonio decidieron velarla aquí y no en mi casa. JORGE Se mató por culpa de ustedes, ¿no? ELVIRA No sé para qué vinimos a pedir el apoyo de ésta. Tú eres el mayor y por lo SUSANA tanto tienes más derechos que los otros. ¿Por qué no pensaron en eso antes de echarla a la calle? ELVIRA ¿Pero, quién la echó? (Se deja caer de rodillas, presa de la JORGE desesperación) ¿Quién la echó? Susana había preparado una mayonesa para hacer... Ya lo sabemos. Ahora no te molestará más. ¿No querían que alguien se la ELVIRA llevara por algún tiempo? Pues bien, Dios los oyó y se la llevó para siempre. ¿De qué se quejan? ¿Por qué no te ocupas de tus asuntos, en lugar de hociconear cómo lo SUSANA sabes hacer? ¿De qué asuntos debiera preocuparme, por ejemplo? ELVIRA De Nora y de Sergio, por ejemplo. SUSANA NORA y JORGE ¡Susana! Debería darte una... JORGE ¿Qué pasa con Nora y Sergio? ELVIRA ¿Cómo puedes inventar cosas así, Susana? Sobre todo en este momento. NORA ¿Pero qué quiso decir con eso? (A Nora) Que tú y Sergio... ELVIRA Yo mejor me voy, porque aquí la cosa se está poniendo negra... (Se va) MATILDE ¿Qué quisiste decir? ELVIRA Lo que dije. (Se dirig e a la puerta) Vamos, Jorge. Antes que tenga que SUSANA hacerle un dibujito para que se dé cuenta. ¿Ahora te vas? (La detiene) Arrojaste la piedra, no escondas la mano ELVIRA ahora. Elvira, no hay que olvidar a la pobre vieja. NORA ¿Qué vieja? ELVIRA
JORGE
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NORA ELVIRA NORA ELVIRA JORGE SUSANA NORA ELVIRA JORGE ELVIRA JORGE ELVIRA ANTONIO NORA SERGIO SERGIO JORGE SERGIO JORGE ANTONIO JORGE ELVIRA
Mamá Cora. ¡Ah! ¡Pobrecita! ¿Cómo puedes ofenderte por lo que diga Susana en este estado? Yo la perdono. A mí, que me ha ofendido más que a ti, yo la perdono. ¿Yo soy la cornuda y a ti te ofende más? No te preocupes hoy por ti, Elvira. ¿No te das cuenta de que pasaron cosas mucho más importantes? (Susana se acerca a Elvira mas calmada, pero seca)
Perdóname. Inventé esa mentira para hacerte sufrir. (Ráp id am en te) Que no se hable más del asunto. Las palabras son sólo palabras y se las lleva el viento. No para mí. (A Susana) Guárdate tu perdón en un bolsillo y sal de esta casa inmediatamente. Pero ¿Qué hacemos con mamá? A tu mamá te la puedes meter en el cu… (Elvira va a co ntestar, pero Nora le tapa la bo ca)
Nosotros no hicimos ni la mitad de lo que debimos haber hecho por la pobre vieja, pero a tu lado, Susana y yo, somos dos santos. Sí, pero salgan antes de que los canonice. ( A n t o n i o i r r u m p e violentamente)
Ya la bajan. ¿Prepararon la pieza? ¡Antonio! (Se abr azan) (Entrando) ¡Elvira! (Ella abraza a su marido. Se abrazan todos, incluidos Susana y Jorge. Hay intercambio de abrazo s durante algunos s egundo s. Matilde viene de su cuarto) ¡Murió la abuelita, Matilde! (Abraza a Matilde)
¡Por favor! ¡Por favor! Dejen que me la lleve a casa. Ya es tarde. (desesperado) ¡Antonio, por favor, por favor! (hacia afuera) ¡Apúrense con el cadáver! (enloquecido) No me hagan esto. ¡Ladrones! (Saliendo) ¡Ladrones! (arre gl ánd os e el pe lo ) ¡Ay, todo se hace a última hora! ¡No tuve ni tiempo de llamar a la familia! (A Nora) Hagamos la lista de invita... quiero decir... ¿a quién llamamos?
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CUATRO HORAS MÁS TARDE. LA PUERTA QUE COMUNICA CON LA HABITACIÓN DE MATILDE ESTÁ ABIERTA. ALLÍ VELAN AL CADÁVER Y POR LO TANTO DE ALLÍ NOS LLEGAN LOS LLANTOS Y LOS REZOS DE LOS DEUDOS. MATILDE ESTÁ SOLA. LLORA, PERO SOSPECHAMOS QUE LO HACE MÁS IMPULSADA POR EL HECHO DE QUE VELAN A LA MUERTA EN SU CUARTO, QUE POR UN AUTÉNTICO DOLOR. LA PUERTA DE CALLE ESTÁ ABIERTA. POR LAS PERSIANAS BAJAS ENTRAN LOS ANARANJADOS RAYOS DEL SOL DE LA TARDE. PARTE IV:
VOCES
TIO FELIPE MATILDE TIO FELIPE MATILDE TIO FELIPE
JUNIOR MATILDE TIO FELIPE JUNIOR MATILDE JUNIOR ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA MATILDE ELVIRA JUNIOR ELVIRA JUNIOR ELVIRA JUNIOR ELVIRA
NORA
Dios te salve María. Llena eres de gracia... (Sig uen oy é nd os e las v oc es salm od iando el rezo, mezcladas con llantos . Tí o Felipe v iene del cuart o de Matilde y se dir ige a un m ueble. De allísaca un a botella de Co ñ ac. B ebe de la b ot ella )
¡No te pongas así, Matildita! Pero, tío Felipe... Que no sigas llorando, hija. Es que los muertos me asustan, tío. Así es la vida, ¿qué se le va a hacer? Un traguito. Con este calor uno se deshidrata y se le seca la garganta. (Vuelve a tom ar, pero s e atraganta porq ue en la puerta aparece un jov encito con una coro na de flores. El viejo escond e la botella debajo del saco y se va a la cocina)
¿Es aquí dónde hay una dama muerta? Una vieja muerta.
(Det en ié n d o se b re v em en te al o ír a Ma ti ld e) ¡Esa no es manera de tratar a tu abuelita! (Desaparece en la co cina) ¿Dónde la dejo? (Matilde lo mira sin co mp render) La corona.
Llévala para adentro. No podría. Perdóneme, pero los muertos me asustan. (Matilde grito nea un llanto) La acompaño en el sentimiento y le dejo la corona aquí, si no le importa. (Elvira viene del cuarto d e Matilde) No llore más, m’hijita. Se va a enfermar. ¿Por qué la tenían que poner en mi pieza? ¡Matilde! Los muertos me asustan. ¡Es tu abuela! Eso no impide que sea un muerto. Cállate de una vez. (Al jovencito) ¿No esperarás una propina en un día de dolor como el de hoy, no? No señora. De todos modos la acompaño en el sentimiento. Gracias, hijo. ¿Quieres entrar a ver a la muertita? No señora. Tienes que ver cómo quedó esa pobre cristiana, toda desmenuzada. Imagínate que se tiró al tren. Señora, es que... Pero, anda, hijo. No es ninguna molestia. (Práctic am ente em pu ja al jo v en c ito ad en tro . L u eg o se ac er c a a la c o ro n a) Que haga un poco de bulto. ¡Vino tan poca gente! (Leyendo la tarjeta de la coron a) Dora y Alfonsina. (Viniendo d e dentro) ¿Quién es ese chiquillo que acaba de entrar? 19
ELVIRA NORA ELVIRA GERTRUDIS ELVIRA GERTRUDIS NORA GERTRUDIS ELVIRA GERTRUDIS ELVIRA GERTRUDIS ELVIRA GERTRUDIS ELVIRA NORA MATILDE ELVIRA TIO FELIPE ELVIRA SERGIO ELVIRA NORA SERGIO JUANA ELVIRA JUANA SERGIO JUANA
No sé. Trajo esta corona. ¡Está que vomita! ¡Tiene una cara de espanto! Tuve que interrumpir mi llanto para reírme de él. He llorado tanto que ya estoy prácticamente deshidratada. Es que habría que ser de piedra para no llorar. (Ent ra Do ña G ert ru di s) ¡Doña Gertrudis! ¿Qué me dice de esta tragedia? Aún no lo puedo creer. (Con lev e ac en to fr anc é s) Nadie lo puede creer. (A Nora) ¿Conoces a la profesora de francés de Matilde? Esta es Nora, mi cuñada. Enchantée. Enchantée. ¡Quel tragedie! Aún no lo puedo creer. Nadie lo puede creer. ¡Que perdida tan irreparable! Era una santa. ¡Y qué condiciones tenía para el francés! Estaba llena de condiciones para muchas cosas. Sí, era una santa. ¿Pero pourquoi? ¿Pourquoi? Es lo que todos nos preguntamos. (Llorando falsamente) ¿Sorcua? ¿Sorcua? Vaya a verla, que le dará una gran alegría. (Gertrudis se dirige al cuarto)
¡Ay, pobre mamá Cora! (a Nor a, bu rlánd os e) ¡Pobre mamá Cora! ¡Tenía ochenta y tres años!
¡Qué querían! ¿Qué llegara a los cien? Si yo llegara a vivir un día después de los ochenta, me suicido. Es lo que ella hizo. Mamá, ¿puedo ir a la casa de la Patty? ¡No! ¿Qué va a decir la gente? Quédate y llora un poco más o ándate a mi cuarto y acuéstate un rato en mi cama. (Matilde sale) (Apareciendo desde la cocina) He perdido el sentido de la orientación, Elvirita. ¿Dónde está el velorio? (Ind ic án d o le) Por ahí. (El tío s al e) Este viejo se va a tomar hasta el agua de las flores. (Aparece Sergio , desde la pieza de Matilde) ¿Qué hace nuestra querida cuñadita? Está llorando. (Toma un vaso d e agua) ¡Hipócrita! ¿Sabes qué me insinuó esta tarde? Que tú y Nora eran amantes (Sergio s e atraganta con el agua) ¿A quién le importa lo que diga? Yo tengo la conciencia tranquila. ¡Mujeres! ¿Cómo pueden ir y venir con chismes en un momento así? (Entran Doñ a Ju anit a, con un eno rm e reci pien te de p lástic o c on agua, y su nieta Patricia)
En momentos así no hay lugar para el rencor. Te traje el agua de los ravioles. ¡Qué corazón el suyo, Doña Juanita! (A Patty) Patita, agarra eso y llévalo a la cocina. (La jovencita va a la cocina c on el recipiente) Mi más sentido pésame. Gracias, doña Juanita. ¿Para qué nacerá uno? Es tan corto el tránsito por la vida que sinceramente no vale la pena.
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ELVIRA PATRICIA ELVIRA
SERGIO NORA SERGIO NORA SERGIO EMILIA JORGE ELVIRA EMILIA JORGE ELVIRA
Es lo que decimos todos. No vale la pena, no. Pase, doña Juanita. Pase, que el alma de la pobre se sentirá muy reconfortada. (Juanita va adentro. Patty vu elve de la cocina)
¿Y Matilde? Matilde está en mi cuarto. Anda a distraerla un poco, tesoro. ¡Qué linda estás con ese vestidito nuevo! Pareces una modelo. (Pat ty so n ríe y s e v a) ¡Qué horrible está esta cabra chica! Cada día se parece más al padre. ¡Otra vez me duele la cabeza! Voy a tomarme una aspirina. (Sale hacia la cocina)
¿Por qué aprovecharía Susana un día como el de hoy para hablar de lo nuestro? ¡Nos vio saliendo del Valdivia, pero yo lo negué! Si Antonio se enterará... ¡No! ¡Sería terrible para mi pobre hermano! ¡Con lo que yo lo quiero! Parece que ella también te está poniendo cuernos. (Que hasta ahora estuvo s usu rrando, explota a gritos) Mi esposa jamás me ha puesto cuernos. (Emilia viene del velorio ) ¡Un poco de respeto por la madre muerta! (Apareciendo co n Jun ior desmayado en brazos) ¿Quién dejó entrar a esta criatura? Los velorios no son para niños. (Jorge lo acuesta sobre el so fá. Elvira v iene d e la co cin a) (Gritando) ¿Qué pasó?
No grites.
(A Elvira) ¿Por qué lo dejaste entrar?
JUNIOR
¡Yo no lo dejé entrar! ¡Él quiso verla! (El jov enc ito vu elve en sí) Bueno m’hijito, recupérate luego y ándate, que un velorio es algo serio. ¿Te sientes mejor? Sí. (Se incorp ora) Los acompaño en el sentimiento. (Sale, mien tras
ELVIRA SUSANA
Emilia y Jo rge v uelven al velatorio y Su sana v iene desd e allí) (A Nora) Explícale que esto no es una fiesta, por si no lo sabe. (A Nora) Dile que ya que se está dando el gusto de velarla aquí, que por
NORA ELVIRA NORA ELVIRA SUSANA ELVIRA
EMILIA ELVIRA EMILIA ELVIRA
lo menos traiga más sillas. ¿Quieren dejarse de hueviar? Tengan piedad de mis nervios. ¡Nora! (tratando de recom pon er su imagen) Tengo los nervios destrozados. Si te sientes así, no es culpa mía. Ni mía tampoco. Yo no eché a mamá Cora. Perdí la paciencia, eso es todo... Si vuelves a contarme lo de la mayonesa, te juro que te pego un combo. (Su en a el t elé fo n o ) ¡Qué falta de respeto! ¡Llamar en un día de duelo! (Atiende) Aló. ¿Sí? Yo soy la esposa. Hable. ¡No! Repítamelo. (Nora y Sus ana se le ac erc an. Em ilia se as om a. Elvira ríe)
¿No te da vergüenza reírte en un día como hoy? Pero... ¿está seguro? No, yo no me fijé y si los propios hijos no se dieron cuenta... ¿De qué no nos dimos cuenta? De que se equivocaron de muerta. Ese cadáver es de otra persona. (Emilia vuelve a desmayarse, pero ya nadie le hace ca so porq ue están acos tum brad os ) 21
SUSANA ELVIRA ANTONIO EMILIA ELVIRA EMILIA MATILDE ELVIRA MATILDE SRA. SORDA ELVIRA SRA. SORDA
Tenía los mismos zapatos. (A l t el é fo n o ) Bueno, venga a buscarla enseguida. Que la estamos velando en la pieza de mi hija y ya hemos llorado como locos. (Cuelga) (Viniendo del velatorio) ¿Qué pasa? (Al entrar tropieza con Em ilia) ¿Emilia, qué haces aquí? ¿Te parece el momento apropiado para dormir una siesta? (Aparecen todos ) (Gateand o y g im iend o co m o un a niñ a) ¡Mamá! ¿Dónde está mi mamá? ¡Que alguien le tape la boca a esa mujer! La muerta que estamos velando es una húngara que antes de suicidarse dejó una carta a la policía. ¿Dónde está mamá? ¿Dónde? (Aparecen Matilde y Patricia) ¿Qué pasa? Que esa muerta que estamos velando, no es tu abuela. Es una húngara. (H is té ric a) ¡Yo no duermo más en esa pieza! (Entrando d esde la calle) ¡Que tragedia! Acabo de enterarme. ¿Por qué lo hizo? Pobre santa. ¿Dónde está? ¿Dónde está mi amiga? No se preocupe, que no es ella. ¡De cuánto dolor está sembrada la vida! (Va al cuarto d e Elvira, vuelve a salir y se dirige al de Matilde, ante la mirada de tod o el mun do q ue le s i g u e l o s p a s o s ) Tú que fuiste una santa entre todos los santos y que
ELVIRA JUANA MATILDE ELVIRA EMILIA ELVIRA SERGIO
ELVIRA SERGIO GERTRUDIS ELVIRA
nos dejaste antes de tiempo para bendecirte... Déjenla llorar. ¿Que hacemos? Sáquenme a esa húngara de la pieza de la niña. No nos apuremos, Elvira. Quizás ese llamado haya sido una broma. Llamen a la policía, sólo así sabremos la verdad. Yo no duermo más en esa pieza. ¡Cállate! (Sergio bu sc a el n úm ero en l a g uía) ¡Tanta lágrima inútil! ¡Tanto dolor malgastado! (A Sergio) ¿Lo encontraste? (Sergio m arca un n úm ero d e tel é fo n o )
¡Pobre mamá! Si llegara a ser ella... ni un velorio tranquilo pudo tener la pobre. No llores más hasta que sepamos. ¿Para qué derramar lágrimas por muertos ajenos? (Habl and o po r telé fo no ) Aló. Buenas tardes. Mire... esta tarde denunciamos la desaparición de una señora anciana y dos horas más tarde nos llaman para decirnos que la habían encontrado y que estaba en la morgue. ¿Cómo? Sí. Muerta, claro. Entonces nos fuimos a la morgue y la reconocimos por los zapatos, porque el resto estaba desfigurado. Imagínese, se tiró al tren. Después de llenar no sé cuántos trámites, conseguimos traerla a casa con este calor. Hace cuatro horas que la estamos velando y ahora resulta que recibimos otra llamada y nos dijeron que el cadáver que tenemos en mi casa no es el de mi madre, sino el de una húngara. ¿Averigüemelo, por favor? (Tapa el auricu lar) Fue a ver. Por Dios, no se aglomeren. Hace un calor de perros. (vo lv ien do al t elé fo no ) ¿Sí? Ah. Pero no sabe quién... ¿Está seguro?... Bueno. Gracias. (Cuelga) Dice que no sabe nada de ninguna húngara. Voilá. ¡Cuánta gente baja hay en este mundo, madre mía! Bueno, a seguir entonces con el velorio, que aquí no ha pasado nada. (Todo s vu elven 22
MATILDE ELVIRA NORA TIO FELIPE ELVIRA
MAMA CORA ELVIRA MAMA CORA ELVIRA NORA ELVIRA MAMA CORA ELVIRA MAMA CORA ELVIRA
TODOS: SERGIO ELVIRA SERGIO ELVIRA GERTRUDIS ELVIRA SUSANA ELVIRA TIO FELIPE
autom áticam ente a llorar m ientras s e dirigen nu evamen te al velatorio . Los único s qu e quedan s on Elv ira, Nora, Matilde, Patty y Sergio)
Mamá, ¿Podemos ir a la casa de...? ¡Qué no! Te he dicho mil veces que no. (Matilde vu elve a la pieza de Elvira con Patty)
Se me parte la cabeza. Nunca había pasado un domingo más miserable. (Apareciendo desde el velatorio) Tengo la garganta seca, Elvirita. ¿No tendrás algún licorcito por ahí? No, ya se los tomó todos. Vaya a rezar por mamá Cora como buen cristiano. (Sergio lleva a tío Felip e al velator io. Mien tras en tra m am á Cora, com o si f lotara en el aire. Elvira se inco rpo ra autom áticam ente) ¿Qué me dice usted de esta tragedia? (Nora se incorp ora aterrada) Se cono... (Reaccionando espantada) ¡Mamá Cora!
¿Cómo están hijas? ¿Dónde estuvo metida todo el día? ¡Qué inconsciente! Tenemos la casa llena de gente. (Se escuchan los rezos d esde dentro. Nora abraza a la vieja llo ran do his té ric am ente)
¿Qué sucede? ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué hacemos, Nora? Llévala a tu dormitorio. Venga, mamá Cora. ¡Pero qué inconsciente! (Elv ira la g uía h ast a s u cuart o, pero m amáCora se d etiene al escu ch ar los rezos y llan tos)
Alguien está llorando en la pieza de Matilde. No se preocupe. Es la televisión. (A la vieja se le ilum ina el rostro ) ¿La televisión? (Intenta encaminarse hacia el velatorio. Elvira la detiene)
Es la tele de la casa de al lado. Venga, recuéstese un ratito en mi cama. (La lleva. Silencio . En ese m om ento se escu ch an los grito s his té rico s de Matilde y Patty. Aparecen gritan do co mo po seídas. Corren alrededo r de Nor a que está al bord e de una cris is. Los p arientes y am igo s d e m am áCor a se as om an. Las niñ as d an u na últim a vu elta y salen a la calle, siem pre gritan do )
¿Y ahora qué pasa? ¿Qué es esto? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? (viniendo de su h abitación) ¿Dónde hay un voluntario que quiera darle unas cachetadas a esas cabras? El barrio se va a alborotar. (Gritando a la calle) ¡Matilde! ¿Qué pasa? Pasa que el llamado de hoy ERA del departamento de policía. Pero ma fille, no hagas caso de ese llamado. Deja que la pobre tenga un velorio tranquilo. La que tiene un velorio tranquilo es esa húngara. Mamá Cora está en mi pieza. ¡Gracias a Dios! (Susana, Emilia, Jorge, Sergio y Anto nio c orren h acia dentro)
¡Qué domingo! ¡Madre! ¡Qué domingo! (Apareciendo) ¿Qué pasa? He oído gritos. ¿Pasa algo, Elvira? 23
ELVIRA TIO FELIPE GERTRUDIS MAMA CORA JUANA MAMA CORA JUANA MAMA CORA ELVIRA MAMA CORA JUANA MAMA CORA JUANA MAMA CORA JUANA MAMA CORA SRA. SORDA MAMA CORA ELVIRA
JUANA ELVIRA JUANA MAMA CORA ELVIRA
SUSANA
Sí. Pasa algo. (MamáCora v uelve c on sus hijo s) ¡Dios! Este es un aviso. No tomo más. (Sale tam baleánd os e a la c alle) ¡Mamá Cora! ¡Gertrudis! ¿Qué pasa aquí? ¿Alguien está de cumpleaños? ¿Dónde estuvo todo el día? En el cine. Era un programa triple con películas de Carlos Gardel. ¡Pero todo el día! Para no molestar a Susana y a Jorge. Los pobres están nerviosos y quise dejarlos solos por unas horas. (A Elvira) ¿Por qué gritó Matilde cuándo me vio entrar? No sé. ¡Esa niña está tan rara! Ni que yo fuese un fantasma. Pero,... ¿qué hace toda esta gente aquí? Venimos para ver si querías acompañarnos a un velorio. ¿Quién murió? Una pobre húngara. Yo conocí a una húngara hace muchos años. Seguro que es la misma. No hay que dejar de ir, entonces. ¡Ay, qué corta es la vida! ¡Dios mío! ¿Qué pasó? ¿No te habías muerto? ¡Qué cosa! La húngara las está esperando. Vayan rápido. Si se apuran, encontrarán buenos sitios. (Los viejos co mienzan a mov ilizarse) Adiós a todo el mundo. No se despidan que no terminaríamos nunca. Qué Dios los bendiga. (Los ancianos van saliendo ) Elvira, la niña se me escapó con Matilde. Cuando vuelva la envías a casa. ¿Por qué no me la presta hasta mañana? Para que acompañe a Matilde. La pobre va a tener miedo de dormir sola en su pieza. Está bien. Quédate con ella. Yo le aviso a su papá. ¿Será la misma húngara? No cabe duda. ( A N o r a q u e r ec o g e s u s c o s a s c o m o u n a z o m b i e p a r a irse) Nora, planeemos algo divertido para el próximo domingo. ¿Qué te parece? Cuando nos juntamos no lo pasamos tan mal, ¿verdad? (Susana r íe his té r ic am en te) ¿Y tú? ¿De qué te ríes? ¿De qué me río? De ti. De todos nosotros me río. (Y se echa a llorar al mism o tiempo que se deja caer sob re el sillón desesperada)
TELÓN
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