LA HERMENÉUTICA La palabra "hermenéutica" en el contexto de un diccionario de teología fundamental comprende un panorama más amplio del que tendría en el contexto de la teología bíblica. En esta última el término puede significar simplemente el método de hacer exégesis, es decir, de llegar a la intención original de un escritor bíblico, o bien de sacar del texto bíblico pensamientos útiles para la vida cristiana. A partir de la ilustración la hermenéutica comprende también la relación entre razón y fe en la interpretación de la Biblia, la relación entre la historia y la teología y la relación entre un posible "mito" escriturístico y la precomprensión filosófica contemporánea. En el terreno de la hermenéutica entran entonces las diversas teologías actuales, que se derivan del contacto del texto sagrado con las diferentes escuelas filosóficas e ideológicas contemporáneas. Todo esto es comprendido por la hermenéutica en un contexto de teología fundamental; pero puesto que después de la reforma la hermenéutica pasó a ser, en vez de un método interpretativo, una disciplina independiente, que -según las opiniones de los diversos autores- toca problemas como el arte de la comprensión el valor y la interpretación de la tradición humanista, el conocimiento como hermenéutica del ser, la historicidad de la verdad, la función del sujeto en la interpretación, las diversas funciones del lenguaje y la relación entre las filosofías y las ideologías, se comprende muy bien que la hermenéutica se encargue de los problemas gnoseológicos, ontológicos, históricos y lingüísticos que invaden todo el terreno de la teología fundamental. De ellos dependen decisiones radicales sobre la inmutabilidad de la verdad, la posibilidad de conocerla, el valor de los dogmas de la Iglesia, la desmitologización y la posibilidad de entendimiento entre las diversas culturas. En esta selva oscura resulta cada vez más difícil la tarea de dar un fundamento racional a la comprensión de la revelación, entre otras cosas porque la misma hermenéutica, a pesar de que tiene como objetivo aclarar las cosas, se ha introducido en un laberinto del que no se ve por ahora con claridad un camino de salida. En este artículo seguiremos una exposición histórica del problema, señalando a continuación las cuestiones exegéticas, filosóficas y teológicas que afectan a la teología fundamental.
Historia de la Hermenéutica Bíblica Prescindiendo de la hermenéutica desmitificante y alegórica que hacían los helenistas de los relatos homéricos, la reinterpretación tal como confluyó en la tradición cristiana tiene sus comienzos en el Antiguo Testamento (AT). El texto hebreo de nuestra Biblia quedó fijado por los rabinos en el siglo i de nuestra era; hasta entonces era bastante fluido y los mismos escribas podían glosarlo con expresiones aclaratorias o de índole teológica (l Canon).
Pero ya antes en la etapa de recogida y redacción de los textos tradicionales, encontramos una reinterpretación continua que adapta las normas de la ley a las circunstancias contemporáneas y relee las profecías a la luz de los últimos acontecimientos de la historia salvífica de manera haggádica. Hay que añadir a ello la interpretación semantológica de sueños y visiones. El significado de todo ello es que, para los hebreos, la torá y los profetas hablan siempre a la generación que los lee. Narran ciertamente cosas históricas; pero no por un mero interés historicista, sino actualizando esa historia con un mensaje a los contemporáneos. El sentido histórico del autor tiene valor solamente en cuanto que sigue hablando en el presente. La literatura intertestamentaria, en gran parte apocalíptica, es también de naturaleza hermenéutica. Quería ser una interpretación de sus tiempos a la luz de la tradición bíblica con la que se vinculaba por medio de referencias, citas implícitas o reelaboración midráshica. En tiempos de Jesús había verdaderas escuelas exegéticas, que iban desde el midrash de los tárgumes hasta el literalismo de los rabinos de tendencia farisaica, que querían justificar su tradición interpretativa oral con medios hermenéuticos literalistas, o desde la exégesis sectaria de Qumrán hasta el alegorismo de Filón y de los alejandrinos. La exégesis judía del siglo I tiene sus reflejos en el Nuevo Testamento (NT). En la relectura del AT la técnica literaria es muy similar; pero el contenido es totalmente diverso, aunque siempre en línea con la reinterpretación tradicional que encontramos en la misma Biblia, o sea, la relectura de los textos, con la precomprensión ofrecida por los últimos acontecimientos de la historia de la salvación. Es obvio que para Jesús el principal acontecimiento es la llegada del primer reino dé Dios, y para los escritores neotestamentarios la venida, la muerte y la resurrección de Cristo, culmen de la obra salvífica de Dios. Por consiguiente, el acontecimiento Cristo ilumina el sentido del texto bíblico, pero recibiendo de él su significado. Así pues, el NT ofrece ciertos tipos de hermenéutica que resultarán paradigmáticos para la exégesis patrística: explicación literal, midráshica, midrash, pesher, alegoría y tipología, especialmente en ciertos pasajes como Rom 9-11, Gál4, 1Cor 10 y Heb. Pero lo que puso en crisis a la hermenéutica del siglo XI fue la tesis paulina que negaba todo valor salvífico a la torá en cuanto tal. Por este motivo algunos judeocristianos ebionitas, anclados en la ley, rechazaron a Pablo. Por otra parte esto dio ocasión a que los gnósticos y Marción atribuyeran el AT todo o en parte al Demiurgo o al "Dios justo". La exégesis gnóstica partía del presupuesto de los diversos sistemas atribuidos a los apóstoles, que se los habrían transmitido a ellos con una tradición secreta; en el contexto de estos sistemas se interpretaban cada una de las frases, tanto del AT como del NT, separado a menudo del contexto y manipulada para darles un sentido gnóstico.
Pero es Agustín el que, en los libros II y III del De doctrina christiana, codifica los principios hermenéuticos de crítica textual, literaria y teológica, que dominaron durante toda la Edad Media latina. El rhetor de Hipona, distinguiendo entre res y signa, y dentro de éstos entre signa propria eimpropria, da las reglas para discernir la metáfora de la alegoría, mientras que subraya el sentido literal, que es el verdadero sentido entendido por el Espíritu Santo, aunque el AT tiene también un sentido espiritual si se le lee con ojos cristianos. El contexto puede ser próximo, o bien escriturístico o bien la regulafidei. Además admite un cierto sensus plenior que él, especialmente en sus comentarios a los Salmos, deduce con la ayuda de las siete reglas hermenéuticas de Ticonio. La Edad Media codifica la exégesis agustiniana en los cuatro sentidos clásicos: literal, alegórico, moral y anagógico: "Littera gesta docet, quid credas allegoria, moralis quid agas, quo tendas anagogia". Si queremos resumir ahora la teoría hermenéutica de la tradición, examinada anteriormente, podemos decir que nos encontramos con un texto bíblico que tiene en sí más posibilidades de explicación que las que entendió el autor histórico. La intención del autor ofrecerá siempre el primer sentido; pero la comunidad que lo lee -la sinagoga o la Iglesia- saca de él otros significados, enseñada por el desarrollo de la historia, de forma que el texto habla continuamente a todas las generaciones sucesivas. Así pues, el texto y la comunidad son inseparables, en cuanto que la comunidad se convierte en el contexto de lectura junto con el momento histórico. Las modalidades de expresar o de explicar esta continua comprensión están teñidas por el ambiente cultural en que se lee, que a veces necesita una traducción, o mejor dicho, el traslado de un lenguaje cultural a otro, y no sólo de un pasado a un presente. Al tratarse de un texto inspirado, es el Espíritu que actúa dentro de la comunidad el que realiza las posibilidades del texto en relación con la regula fideique se vive.
La dimensión teológica de la Hermenéutica Moderna En este punto hemos de salirnos del campo filosófico y volver al teológico, para retornar de nuevo a aquél. Es sabido que las discusiones hermenéuticas estudiadas hasta ahora, especialmente el Heidegger del Sein und Zeit,tuvieron su repercusión en la teología de Bultmann. La teología fundamental de nuestros días no puede menos de contar con la problemática bultmanniana, que se desarrolla en tres planos: el cuestionamiento de la historicidad de los evangelios, la importancia de nuestro conocimiento del l Jesús histórico para nuestra fe en el Cristo del kerigma y la cuestión de la desmitización del mensaje del NT. Con el presupuesto de la Formgéschichte, según la cual la mayor parte de los dichos de Jesús y de los relatos del evangelio fueron creados por la comunidad primitiva, Bultmann asestó un golpe a la historicidad de los evangelios. No era una tesis nueva; la iba preparando ya desde finales del siglo XVI la evolución de las
ideas de Reimarus. Las consecuencias de esta tesis son deletéreas para la teología fundamental. Pero este hecho no conmovió a Bultmann, que, como buen protestante, no admite que su fe en Cristo se base en razón alguna, ni siquiera de tipo histórico. Por consiguiente, aunque conociésemos la vida de Jesús minuto a minuto, según este principio no se añadiría nada a su seguridad en la fe, puesto que además la fe, en Bultmann, no es cuestión de aceptación de unas verdades reveladas, sino de confianza en el futuro de Dios que nos hace salir de nuestra autoafirmación, que es la esencia del "pecado" (paralela a la existencia inauténtica de Heidegger). Las verdades tradicionales del cristianismo pueden servir de precomprensión para que se llegue a esa fe, pero no son su objeto propio. Están formuladas en un lenguaje de hace veinte siglos, que se resiente de la visión mítica del mundo entre los hebreos y los helenistas, y que, para que puedan aceptarlas los hombres de hoy, necesitan ser retraducidas, o desmitizadas, en un lenguaje más moderno. Bultmann encuentra este lenguaje en la filosofía existencialista de Heidegger, como había hecho Hans Jonas para el gnosticismo. Así pues, la encarnación, la resurrección, la redención, la gracia y los sacramentos han de recibir una interpretación antropocéntrica en función de la decisión de fe, que acaece en el contacto con la palabra de Dios y que es al mismo tiempo salvación, redención y juicio, una escatología realizada "puntual". La Iglesia católica, con una serie de documentos que van de la Providentissimus Deus de 1933 a la Dei Verbum del concilio Vaticano II, ha estimulado el estudio de la Sagrada Escritura, que se había convertido casi en monopolio de los protestantes. Estos documentos contienen indicaciones hermenéuticas como reglas para llegar al verdadero sensus auctoris, que es también el que intenta el Espíritu Santo que inspira la Biblia; van admitiendo progresivamente ciertos medios técnicos, como el estudio de los géneros literarios, ciertos aspectos metodológicos de la Formgeschichte y la práctica de la filología, conscientes de que aquí se trata de un libro sagrado que hay que interpretar dentro del contexto de la tradición con la guía del magisterio. Pero estas declaraciones no tocan a la hermenéutica en el sentido filosófico de la palabra, dejando una multitud de cuestiones abiertas, de las que no pueden prescindir la exégesis y particularmente la teología fundamental, si quieren dar una respuesta adecuada a los interrogantes de hoy. Pero volvamos a las discusiones hermenéuticas después de Gadamer. Podemos hacerlo solamente aludiendo a algunos problemas que inciden en nuestra materia. Era de esperar que la tesis de Gadamer encontrara la contestación. Contra el subjetivismo de su interpretación reaccionan, cada uno desde su punto de vista, E. Betti, E.D. Hirsch y P. Szondi; estos autores insisten en que con los criterios de
Gadamer no queda ya ningún instrumento para verificar la verdad o la falsedad de una interpretación, porque el sujeto sustituye demasiado al autor y, una vez que falta la visión hegeliana de totalidad, se cae en un fragmentarismo historicista. Sostienen que el verdadero sentido de un trozo es el que intenta el autor, siendo éste un sentido cerrado y completo. Lo que ese significado objetivo tiene que decirme a mí (Bedeutung-Bedeutsamkeit; meaning-significance) es algo completamente distinto y depende de mi subjetividad en relación con el texto, en cuyo sentido es posible profundizar con ulteriores estudios que hacen comprender mejor al autor, pero que no salen de la mens auctoris.
Hermenéutica Conciliar 1. UN ÁREA PARTICULAR DE LA ACTUAL INTERPRETACIÓN DE TEXTOS . La hermenéutica conciliar puede y debe considerarse como una parcela específica del actual modo de interpretación de textos. Por eso la interpretación conciliar se regirá, en gran parte, por los principios y criterios metodológicos de la hermenéutica general y, en su dimensión más peculiar, por criterios propios y específicos. En efecto, la hermenéutica -o arte de la interpretación acertada tiene una amplitud realmente interdisciplinar, que abarca lo mismo las cuestiones filosóficas, que la exégesis de la Escritura o el análisis del magisterio eclesiástico. Dentro de esta última área encuentra su lugar la interpretación de los concilios. 2. EL ACERCAMIENTO INTERPRETATIVO AL TEXTO. La necesidad de un acercamiento metódico adecuado, objetivo y espiritual a los textos escriturísticos o dogmáticos se ha dejado sentir desde antiguo. Tanto Orígenes como san Agustín formulan -al menos implícitamente- dos principios hermenéuticos importantes: 1) No sólo hay que expresar la letra de los textos, sino la realidad espiritual que tales textos quieren expresar. 2) La regla de fe es normativa en la interpretación: Dicho de otra manera: la hermeneusis no es algo exterior a la regla de fe. Su razón de ser consiste en mostrar con la mayor claridad posible lo que esa misma regla de fe significa. Por eso, desde antiguo, se comprendió que interpretar no era tan sólo dar cuenta de la letra(littera), sino manifestar la realidad cristológica y espiritual que el texto esconde (allegoria);penetrar en la forma de vida moral y evangélica que el texto sugiere (tropologia) y entender enclaroscuro la realidad mística y escatológica a la que el texto apunta (anagogia). De esta comprensión brotan los cuatro sentidos de la Escritura -literal, alegórico, tropológico y anagógico- que el dístico medieval recuerda: "Littera gesta docet, quid credas allegoria, / Moralis quid agas, quo tendas anagogia" (ef H. DE LuBAc, Exégése médiévale,1/ 1, Aubier, París, p. 23). 3. INFLUJO DE LA FILOSOFÍA HERMENÉUTICA MODERNA EN LA TEOLOGÍA. Hasta los años setenta, los teólogos católicos habían caído en la cuenta de la dimensión histórica del existir y del conocer humanos.
Simultáneamente descubrían la historia como lugar propio de la revelación de Dios. La dimensión histórica de la teología conllevaba la recuperación de sus dimensiones antropológica, cristocéntrica, histórico-salvífica y escatológica: donde la historia culmina en la plenitud del reino de Dios (ahí tendía la anagogía). El estudio histórico fue el instrumento adecuado para el tipo de investigación teológica que requería el descubrimiento de la historia. Pero a partir de los años setenta la teología católica perfecciona ese instrumento -el estudio histórico-, enriqueciéndolo con una consecuente dimensión hermenéutica. Un artículo famoso levantará acta de la nueva situación creada: C. Dumont, De trois dimensions retrouvés en théologie: eschatologie, orthopraxie, hermenéutique. La moderna corriente no pretende "solicitar los textos", como decía Renán con cinismo, haciéndoles decir subjetivamente lo que ellos no dicen en su objetividad. Al contrario: se trata de acercarse a la objetividad del texto: pero a una objetividad viva y real, propia de una época pasada, si bien capaz de llegar a tener significación también en el presente. De la mano de Dilthey podemos decir que la hermenéutica no busca la deformación subjetiva de los hechos, sino la afinidad del intérprete con el texto interpretado. En segundo lugar, y en la línea de Heidegger, la hermenéutica filosófica tiene muy en cuenta el papel del lenguaje. El lenguaje es, en efecto, el puente que une las dos orillas: la de nuestro presente y la del remoto pasado, inmerso seguramente en una cultura y en una concepción del mundo distintas. Así, el lenguaje -que se articula como pregunta en la famosa pre-comprensión, o idea previa que siempre tenemos del objeto de estudio- se articula también como respuesta mediante el acercamiento al texto y mediante su intelección, lo que supone un "cuerpo a cuerpo" cognoscitivo con el objeto que queremos conocer. Entre la pre comprensión como pregunta y la comprensión como respuesta final se desarrolla, como espiral sin fin, el famoso círculo hermenéutico. Finalmente, ha sido Gadamer quien ha cultivado y transmitido con mayor pedagogía las intuiciones de Heidegger. El círculo hermenéutico muestra algo que está inscrito en la misma realidad: no expresa tan sólo la forma del conocer humano, sino la estructura ontológica (real) de ese mismo proceso del conocer, en virtud del cual el texto o el acontecimiento histórico condicionan realmente al sujeto investigador, al tiempo que éste se anticipa a entender: se atreve a saltar de la pre comprensión subjetiva hasta el sentido objetivo del texto, mediante la famosa anticipación de sentido que tanto ha ponderado Gadamer. Ésta es la operación en virtud de la cual el investigador entra en el texto o en el acontecimiento del pasado. La anticipación no es, por tanto, una simple operación subjetiva por la cual el sujeto adivina o intuye el sentido sin base alguna. No. El sujeto realiza la anticipación impelido y sostenido por la tradición, que abarca tanto el texto investigado y su matriz cultural (sincronía) como la historia real de su génesis, interpretación y consecuencias (diacronía).
4. PRINCIPIOS Y CRITERIOS DE HERMENÉUTICA CONCILIAR . P. Fransen, P. Schoonenberg y C. Molar, ofrecieron una visión sugerente y equilibrada de los criterios de interpretación. La obra de J. M.8 Rovira Trento. Una interpretación teológica intentó aplicarlos. Encuentran confirmación y perfeccionamiento en la magna obra de Piet Fransen Hermeneutics of the Councils and other studies(University Press, Lovaina 1985). 1) Partir de una investigación histórica exhaustiva . La primera tarea de una correcta hermenéutica del magisterio es la investigación histórica. Comprende la investigación genética de los acontecimientos (dimensión diacrónica) y la investigación de los textos y acontecimientos culturales simultáneos al concilio o texto estudiado (sincronía). 2) Fase retrospectiva. Ante la dificultad de determinar de modo preciso y adecuado el sentido de las fórmulas antiguas, a causa de la diferente perspectiva que suele tener el investigador actual, éste nunca deberá caer en el anacronismo de interpretar el pasado imponiendo su pre comprensión propia. Deberá interpretar el texto antiguo de acuerdo con las categorías propias de su época (fase retrospectiva, receptiva del pasado, como decía J. Alfaro). 3) Fase introspectiva. La afinidad del intérprete con el texto interpretado (Dilthey) tiene su antecedente en la famosa afirmación aristotélica según la cual el cognoscente se hace una sola cosa con lo conocido. Eso implica, en la terminología de Alfaro, una fase introspectiva de asimilación: no sólo para ver cómo procedieron las cosas cronológicamente (de ahí surge la crónica, pero no la hermenéutica), sino para comprender la ocasión que dio motivo al concilio; cuál fue su punto de partida doctrinal; cuál la forma de pensar de los padres y teólogos (los que estaban dentro del aula conciliar y los que estaban fuera); los términos precisos en los que se plantean los problemas, así como las causas que los generan. Así se podrá comprender finalmente el contenido, el alcance y la intención de las respuestas conciliares. Así se podrá leer en positivo lo que el concilio dijo, por qué lo dijo, lo que el concilio no llegó a decir y por qué no lo dijo. 4) Síntesis: llegar a la intencionalidad del concilio. La hermenéutica debe llegar al sentido profundo de las fórmulas antiguas, y éste es precisamente el objeto de la investigación. Es un sentido literal; pero lo podríamos llamar profundo. Porque, basado en la letra, llega a leer la realidad que la letra expresa. La interpretación debe dar cuenta de la forma de pensar. Denkfornt o principium formale, según la terminología de J.B. Metz; debe dar cuenta del "single topic"(Lonergan), o de la intencionalidad o punta tendencial que el concilio expresa. Esta-intencionalidad se halla no sólo en lo que el concilio ha dicho con un lenguaje declarativo o per formativo -en este sentido, será bueno establecer con precisión qué doctrina ha descartado (Umberg, Fransen, Rahner)-, sino en lo que ha hecho. 5) De la razón técnica a la "ratio fide illustrata"(Vaticano I ). Para alcanzar el sentido profundo de los textos no sólo es necesaria la razón técnica del intérprete en continua purificación de sus medios técnicos de análisis-, sino que es necesario
que este intérprete se coloque en el fundamento y en la comunión de la fe eclesial, liara poder llegar a una interpretación espiritual de la materia estudiada, de acuerdo con la ortodoxia y con la ortopraxis. 6) Criterio de la totalidad de la fe . Es una explicitación del anterior. La realidad de la revelación es unitaria. Es, nada menos, la unidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu, que se comunica a los hombres reunidos en el cuerpo místico de Jesucristo. Tal unidad es la causa de que les diversas verdades de fe aparezcan articuladas como los artículos de las confesiones de fe (credos). De ahí que la interpretación correcta de un dogma, de una verdad teológica, deba hacerse teniendo en cuenta los restantes artículos o misterios que constituyen la totalidad de la fe. 7) Fase prospectiva. Una vez realizadas las fases retrospectiva e introspectiva, es legítima la apertura al presente y al futuro. La pregunta: ¿qué sentido tiene hoy, para nosotros, tal declaración o definición conciliar?, es algo no sólo inevitable, sino legítimo. Ocurre entonces algo muy notable. Se da una verdadera fusión de horizontes culturales: el de ayer y el propio del investigador actual. Una observación se impone: el lenguaje es el puente entre el pasado y la actualidad. Pero hay un puente más sólido todavía. De manera que, si el lenguaje es realmente enlace entre la orilla del pasado y la del presente, se debe a que la realidad misma de la revelación -de la cual el lenguaje quiere ser expresión fiel- se extiende como un enlace ontológico, lleno de significación, entre pasado y presente. En efecto, así como "la fe no termina en las formulaciones, sino en la realidad", como decía Tomás de Aquino, así también la interpretación no acaba en la letra, sino en la revelación misma expresada por el lenguaje. La hermenéutica quiere captar correctamente la revelación que emerge conceptualmente en los diversos momentos de la diacronía. De ahí la gran importancia del método interpretativo correcto. A estos criterios básicos pueden añadirse el de la ortopraxis y el de la correlación. Se mantiene el criterio de ortopraxis cuando una interpretación adecuada no sólo ayuda a pensar bien, sino a orientarse correctamente hacia el reino de Dios. Se mantiene el criterio de correlación cuando en la fase prospectiva se expresan de tal manera las fórmulas antiguas que adquieren un significado interesante para el hombre actual, que de alguna manera ve cómo la formulación de la antigüedad apuntaba a aspectos de su vida y de su experiencia.
Hermenéutica Jurídica HERMENÉUTICA JURÍDICA, INTERPRETACIÓN JURÍDICA» Es un método de interpretación de textos legales, o de la legislación positiva en su conjunto. El hermeneuta busca la compatibilidad del significado transmitido con el "todo". En el caso del derecho, el "todo" se compone no sólo por la totalidad de disposiciones
que forman el orden jurídico, sino por las reglas y principios que constituyen la doctrina aplicable al orden jurídico en cuestión. La argumentación jurídica es, desde sus inicios, una interpretación hermenéutica; busca "reconstruir" y "actualizar" el significado de los materiales jurídicos dados (costumbre, sentencias, leyes).