Don Juan Gregorio Gregorio Marañón Marañón Y ahora vamos a examinar los dos aspectos anunciados del problema de Don Juan. El primero es el de la españolidad de Don Juan, ¿es, en efecto, español, como todos suponen, las gentes y los críticos? Uno de los autores que mejor ha estudiado el problema de Don Juan, el citado Gendarme de Bevotte, dice que este es el único héroe español que Europa entera ha hecho suyo. No es esto, anotémoslo entre paréntesis, enteramente exacto, porque Don Quijote tiene la misma categoría universal que Don Juan. Y si España ha dado a la mitología humana dos ídolos de esta importancia su contribución es inmensa, pues solo hay un tercero, Fausto, que pueda compararse con ellos en universalidad. Yo quiero, sin embargo, demostrar que Don Juan, aunque nacido al mundo de la leyenda en España, apenas tiene nada de español. Se me dirá que todos los grandes prototipos humanos adquieren su valor simbólico, precisamente, por su sentido universal, por rebasar la cima de las nacionalidades y de las razas. Mas en el caso de Don Juan es difícil en la mente del vulgo separarle de la idea y de la emoción españolas. Nombrar a Don Juan equivale a evocar las noches andaluzas, saturadas de flores y profundo azul, las callejuelas misteriosas que parecen cauces solícitos del amor; los caballeros embozados; los entierros nocturnos, nocturnos, y el Dios, irritado o misericordioso, misericordioso, que se aparece, con naturalidad prodigiosa, ante los ojos de los españoles, inaccesibles al asombro de lo sobrenatural. sobrenatural. Pero lo cierto es que todo este resplandor español que rodea a la figura de Don Juan es anécdota pura. Nada tiene que ver con la esencia de la psicología donjuanesca, que es una modalidad universal del amor humano, y, dentro de su universalidad, con menos raíces en España que en cualquier otro país de la tierra. Lo que ocurre es que estos elementos anecdóticos tienen tal fuerza pintoresca, tanto ímpetu emocional, que deslumbran y hacen olvidar el núcleo biológico biológ ico del problema que se esconde detrás. En realidad, este elemento pintoresco, accesorio, es el que influye decisivamente en la difusión y en la eficacia de los grandes mitos, como en 1
la de los altos personajes históricos, que son también, en buena parte, mitos. La popularidad de Don Juan se debe a sus paseos nocturnos por Sevilla y a sus querellas con las estatuas de los muertos, a los que tira irreverentemente de sus barbas de piedra; pero nada de esto tiene que ver con el donjuanismo. De igual modo que Fausto es popular por Mefistófeles, personaje secundario, en la inmensa tragedia del más allá que Fausto simboliza. Para nuestra demostración, es necesario, ante todo, analizar los componentes de la leyenda de Don Juan. Son, como hemos visto, dos. En primer lugar, el hombre fascinador que atrae a las mujeres, que las seduce, las abandona y las sustituye por otras en una incansable experiencia de amor. El segundo elemento de la leyenda es el tema religioso que se mezcla con la pasión carnal; la irreligiosidad del protagonista y su cinismo; su perpetuo desafío a la sociedad, a la Iglesia y a Dios. Y aún se podría añadir la lección moral, que unas veces es el castigo del libertino y otras su supremo perdón. De estos dos elementos, solo el primero es esencial para la psicología del protagonista. El segundo, cualquiera que sea su fuerza pintoresca y legendaria, nada añade a la médula de la personalidad donjuanesca. Y por eso, aunque fuera al principio lo más llamativo de la leyenda misma, el agente de su éxito y de su difusión, no tardó mucho tiempo en desaparecer. A partir de mediados del siglo XIX la leyenda romántica de Don Juan se convierte en un problema de biología sexual. En 1886, con Hayen, aparece la palabra donjuanismo, indicando ya la transformación de la leyenda, de un mito literario, en una modalidad humana del amor. Don Juan no vuelve a acordarse más de la estatua del Comendador, ni asociará ya nunca más sus noches de amor con invitaciones macabras a los muertos. No obstante, este Don Juan moderno que hoy estudian los psicólogos es el mismo que salió recién creado, tocado de plumas arrogantes, de las manos geniales e inconscientes de Tirso de Molina. Ahora bien, si eliminamos lo anecdótico, el Don Juan que nos queda, el hombre fascinador, prototipo eterno de una forma de amor humano, ¿qué tiene que ver con España? Mi contestación es categórica. Es evidente que, siendo una modalidad universal del amor, Don Juan aparece, como en todas partes, en la Península Ibérica; pero, lejos de tener un carácter 2
originariamente y fundamentalmente español, yo afirmo que el amor donjuanesco es en España una importación exótica, sin raíces nacionales y sin tradición.
En el presente texto, Gregorio Marañón defiende razonadamente la tesis de que el personaje literario de Don Juan no es español, como la gente y la crítica afirman, ya que éstos únicamente se fijan en el aspecto anecdótico que rodea al mito, pero no captan la esencial psicología donjuanesca que consiste en ser un hombre fascinador que atrae a las mujeres, las seduce, las abandona y las sustituye por otras, convirtiéndose así en un prototipo de una modalidad humana del amor que es ajena a nuestras tradiciones. Por consiguiente el tema del fragmento será la tesis mantenida por el autor: el mito literario de Don Juan, aunque nacido en España, no es español, sino una importación exótica.
Analizando el texto como
ACTO DE COMUNICACIÓN ,
nos encontramos con
un emisor (el autor) que en una situación comunicativa unilateral se dirige a un receptor múltiple (los lectores) para persuadirles de su opinión acerca de la no españolidad del mito literario de D. Juan (mensaje), mediante el canal del libro ensayístico, y valiéndose del código elaborado de la lengua española escrita. Por lo que respecta a las funciones del lenguaje predominantes en el texto, en primer lugar, de forma implícita, hay que citar la función conativa (apelativa), dado que el texto es de naturaleza argumentativa y, por tanto, su autor pretende fundamentalmente convencer a los posibles receptores de su mensaje. También es importante la función referencial (representativa), pues el texto nos transmite una información; y en menor grado la función poética, que, en este caso concreto, está supeditada a la fuerza probatoria de los argumentos aducidos por el emisor. La estructura del texto viene determinada por la ordenación característica de los textos argumentativos en tesis, cuerpo de la argumentación y conclusión. A PARTADO 1. L ÍNEAS 1-4. Sirve de enlace con el contexto anterior del
fragmento y se concreta en uno de los problemas planteados con anterioridad: 3
la españolidad de Don Juan. La pregunta que se hace y nos hace el autor prepara el camino para la enunciación categórica de su tesis, que se enunciará más adelante. Se trata, pues, de una pequeña INTRODUCCIÓN al tema. Y ahora vamos a examinar los dos aspectos anunciados del problema de Don Juan. El primero es el de la españolidad de Don Juan, ¿es, en efecto, español, como todos suponen, las gentes y los críticos? A PARTADO 2. L ÍNEAS 5-19. Refutación de ideas contrarias; enunciación de
la tesis. Este apartado se subdivide en los siguientes subapartados: Uno de los autores que mejor ha estudiado el problema de Don Juan, el citado Gendarme de Bevotte, dice que este es el único héroe español que Europa entera ha hecho suyo. No es esto, anotémoslo entre paréntesis, enteramente exacto, porque Don Quijote tiene la misma categoría universal que Don Juan. Y si España ha dado a la mitología humana dos ídolos de esta importancia su contribución es inmensa, pues solo hay un tercero, Fausto, que pueda compararse con ellos en universalidad. Yo quiero, sin embargo, demostrar que Don Juan, aunque nacido al mundo de la leyenda en España, apenas tiene nada de español. Se me dirá que todos los grandes prototipos humanos adquieren su valor simbólico, precisamente, por su sentido universal, por rebasar la cima de las nacionalidades y de las razas. Mas en el caso de Don Juan es difícil en la mente del vulgo separarle de la idea y de la emoción españolas. Nombrar a Don Juan equivale a evocar las noches andaluzas, saturadas de flores y profundo azul, las callejuelas misteriosas que parecen cauces solícitos del amor; los caballeros embozados; los entierros nocturnos, y el Dios, irritado o misericordioso, que se aparece, con naturalidad prodigiosa, ante los ojos de los españoles, inaccesibles al asombro de lo sobrenatural.
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Subapartado a). Líneas 5-10. Refutación de la idea contraria de
Gendarme de Bevotte, y afirmación de la importancia de España en la creación de mitos.
Uno de los autores que mejor ha estudiado el problema de Don Juan, el citado Gendarme de Bevotte, dice que este es el único héroe español que Europa entera ha hecho suyo. No es esto, anotémoslo entre paréntesis, enteramente exacto, porque Don Quijote tiene la misma categoría universal que Don Juan. Y si España ha dado a la mitología humana dos ídolos de esta importancia su contribución es inmensa, pues solo hay un tercero, Fausto, que pueda compararse con ellos en universalidad. Subapartado b). Líneas
10-12. Enunciado de la
TESIS
de la
argumentación en primera persona. […] un tercero, Fausto, que pueda compararse con ellos
en universalidad. Yo quiero, sin embargo, demostrar que Don Juan, aunque nacido al mundo de la leyenda en España, apenas tiene nada de español. Subapartado c). Líneas 12-14. Refutación de ideas contrarias: todos los
grandes mitos adquieren su valor simbólico cuando se hacen universales. Aparición del futuro y apelación de forma impersonal a los críticos que mantienen esta idea contraria. […] tiene nada de español. Se me dirá que todos los
grandes prototipos humanos adquieren su valor simbólico, precisamente, por su sentido universal, por rebasar la cima de las nacionalidades y de las razas. Mas en el caso de Don Juan es difícil en la mente…
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Subapartado d). Líneas 14-19. Insistencia en la idea que tiene el vulgo
de la españolidad de Don Juan y descripción del ambiente que rodea al personaje, según la perspectiva popular, de forma predominantemente nominal. Mas en el caso de Don Juan es difícil en la mente del vulgo separarle de la idea y de la emoción españolas. Nombrar a Don Juan equivale a evocar las noches andaluzas, saturadas de flores y profundo azul, las callejuelas misteriosas que parecen cauces solícitos del amor; los caballeros embozados; los entierros nocturnos, y el Dios, irritado o misericordioso, que se aparece, con naturalidad prodigiosa, ante los ojos de los españoles, inaccesibles al asombro de lo sobrenatural. A PARTADO 3. L ÍNEAS 20-32. Primera razón a favor de la tesis: Todo el
resplandor español que rodea a la figura de D. Juan es puramente anecdótico y no tiene nada que ver con la esencia donjuanesca, que es una modalidad universal del amor humano, con menos raíces en España que en otros países. Este apartado se subdivide en dos partes: Pero lo cierto es que todo este resplandor español que rodea a la figura de Don Juan es anécdota pura. Nada tiene que ver con la esencia de la psicología donjuanesca, que es una modalidad universal del amor humano, y, dentro de su universalidad, con menos raíces en España que en cualquier otro país de la tierra. Lo que ocurre es que estos elementos anecdóticos tienen tal fuerza pintoresca, tanto ímpetu emocional, que deslumbran y hacen olvidar el núcleo biológico del problema que se esconde detrás. En realidad, este elemento pintoresco, accesorio, es el que influye decisivamente en la difusión y en la eficacia de los grandes mitos, como en la de los altos personajes históricos, que son también, en buena parte, mitos. La popularidad de Don Juan se debe a sus paseos nocturnos por Sevilla y a sus querellas con las estatuas de los muertos, a los que tira irreverentemente de sus barbas de piedra; pero nada de esto tiene que ver con el donjuanismo. De igual 6
modo que Fausto es popular por Mefistófeles, personaje secundario, en la inmensa tragedia del más allá que Fausto simboliza. Subapartado a). Líneas 20-21. Enunciado de la primera razón a favor de
la tesis. Pero lo cierto es que todo este resplandor español que rodea a la figura de Don Juan es anécdota pura. Subapartado b). Líneas 21-32. Explicación detallada de las causas por
las que los elementos anecdóticos y accesorios del mito hacen olvidar la esencia psicológica del personaje; comparación con Fausto para apoyar su punto de vista. […] pura. Nada tiene que ver con la esencia de la
psicología donjuanesca, que es una modalidad universal del amor humano, y, dentro de su universalidad, con menos raíces en España que en cualquier otro país de la tierra. Lo que ocurre es que estos elementos anecdóticos tienen tal fuerza pintoresca, tanto ímpetu emocional, que deslumbran y hacen olvidar el núcleo biológico del problema que se esconde detrás. En realidad, este elemento pintoresco, accesorio, es el que influye decisivamente en la difusión y en la eficacia de los grandes mitos, como en la de los altos personajes históricos, que son también, en buena parte, mitos. La popularidad de Don Juan se debe a sus paseos nocturnos por Sevilla y a sus querellas con las estatuas de los muertos, a los que tira irreverentemente de sus barbas de piedra; pero nada de esto tiene que ver con el donjuanismo. De igual modo que Fausto es popular por Mefistófeles, personaje secundario, en la inmensa tragedia del más allá que Fausto simboliza. A PARTADO 4. L ÍNEAS 33-45. Segunda razón a favor de la tesis: del análisis
de los dos componentes de la leyenda de Don Juan –su comportamiento con las 7
mujeres y el tema religioso que rodea sus andanzas amorosas – sólo es importante el primero para determinar su psicología.
Para nuestra demostración, es necesario, ante todo, analizar los componentes de la leyenda de Don Juan. Son, como hemos visto, dos. En primer lugar, el hombre fascinador que atrae a las mujeres, que las seduce, las abandona y las sustituye por otras en una incansable experiencia de amor. El segundo elemento de la leyenda es el tema religioso que se mezcla con la pasión carnal; la irreligiosidad del protagonista y su cinismo; su perpetuo desafío a la sociedad, a la Iglesia y a Dios. Y aún se podría añadir la lección moral, que unas veces es el castigo del libertino y otras su supremo perdón. De estos dos elementos, solo el primero es esencial para la psicología del protagonista. El segundo, cualquiera que sea su fuerza pintoresca y legendaria, nada añade a la médula de la personalidad donjuanesca. Y por eso, aunque fuera al principio lo más llamativo de la leyenda misma, el agente de su éxito y de su difusión, no tardó mucho tiempo en desaparecer . A PARTADO 5. L ÍNEAS 46-53. Tercera razón a favor de la tesis: argumento
de autoridad: a partir de Hayen, el mito literario se transforma en una modalidad humana del amor y vuelve a sus orígenes. A partir de mediados del siglo XIX la leyenda romántica de Don Juan se convierte en un problema de biología sexual. En 1886, con Hayen, aparece la palabra donjuanismo, indicando ya la transformación de la leyenda, de un mito literario, en una modalidad humana del amor. Don Juan no vuelve a acordarse más de la estatua del Comendador, ni asociará ya nunca más sus noches de amor con invitaciones macabras a los muertos. No obstante, este Don Juan moderno que hoy estudian los psicólogos es el mismo que salió recién creado, tocado de
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plumas arrogantes, de las manos geniales e inconscientes de Tirso de Molina. A PARTADO 6. L ÍNEAS 54-60. Conclusión: Se repite con otra formulación la
tesis inicial.
Ahora bien, si eliminamos lo anecdótico, el Don Juan que nos queda, el hombre fascinador, prototipo eterno de una forma de amor humano, ¿qué tiene que ver con España? Mi contestación es categórica. Es evidente que, siendo una modalidad universal del amor, Don Juan aparece, como en todas partes, en la Península Ibérica; pero, lejos de tener un carácter originariamente y fundamentalmente español, yo afirmo que el amor donjuanesco es en España una importación exótica, sin raíces nacionales y sin tradición.
El comentario lingüístico de textos literarios y contemporáneos , de Juan
Onieva Morales (1998).
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