Colegio Instituto Victoria Victoria Profesora: Srta. Carol Cretton M.
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El segundo sexo Durante mucho tiempo dudé en escribir un libro sobre la mujer. El tema es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo. La discusión sobre el feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente está poco menos que cerrada: no hablemos más de ello. in embar!o, todav"a se habla. # no parece que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este $ltimo si!lo ha%a ha%an n acla aclara rado do much mucho o el prob proble lema ma.. &or otra otra parte, parte, 'es 'es que que e(is e(iste te un problema) 'En qué consiste) '*a% siquiera mujeres) +ierto que la teor"a del eterno eterno femeni femenino no cuenta cuenta todav" todav"a a con adepto adeptos; s; estos estos adepto adeptoss cuchi cuchiche chean: an: ellas s si!uen -nc -nclu luso so en usi usia, a, ella si!uen siendo siendo mujere mujeres/. s/. &ero otras otras !entes !entes bien informadas 0incluso las mismas al!unas veces1 suspiran: La mujer se pierde, la mujer está perdida/. perdida/. #a no se sabe sabe a ciencia cierta si si a$n e(isten mujeres, si e(istirán siempre, si ha% que desearlo o no, qué lu!ar ocupan en el mundo, qué qué lu!a lu!arr debe deber" r"an an ocup ocupar ar.. 'Dó 'Dónd nde e está están n las las muje mujere res) s)/, /, pre! pre!un unta taba ba recientemente una revista no periódica. &ero, en primer lu!ar, 'qué es una mujer) Tota mulier in utero: es una matri2/, dice uno. in embar!o, hablando de ciertas mujeres, los conocedores decretan: 3o son mujeres/, pese a que ten!an $tero como las otras. 4odo el mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana ha% hembras; constitu%en ho%, como anta5o, la mitad, apro(i apro(imad madame amente nte,, de la *umani *umanidad dad;; %, sin embar! embar!o, o, se nos dice que la feminidad está en peli!ro/; se nos e(horta: ed mujeres, se!uid siendo mujeres, convert"os en mujeres./ 6s", pues, todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad misteriosa % amena2ada que es la feminidad. Esta feminidad 'la secretan los ovarios) '7 está en el fondo de un cielo platónico) '8asta el frou-frou de una falda para hace hacerr que que desc descie iend nda a a la 4ier 4ierra ra)) 6unq 6unque ue cier cierta tass muje mujere ress se esfu esfuer er2a 2an n celosamente por encarnarla, jamás se ha encontrado el modelo. e la describe de buen !rado en términos va!os % espejeantes que parecen tomados del vocabulario de los videntes. En tiempos de anto 4omás, aparec"a como una esen esenci cia a tan tan 9rme 9rmeme ment nte e de9n de9nid ida a como como la virt virtud ud ador adorme mece cedo dora ra de la adormidera. &ero el conceptualismo ha perdido terreno: las ciencias bioló!icas % sociales %a no creen en la e(istencia de entidades inmutables 9jas que de9nir"an caracteres determinados, tales como los de la mujer, el jud"o o el ne!r ne!ro; o; cons consid ider eran an el cará caráct cter er como como una una reac reacci ción ón secu secund ndar aria ia ante ante una una situación. i %a no ha% ho% feminidad, es que no la ha habido nunca. 'i!ni9ca esto que la palabra mujer/ carece de todo contenido) Es lo que a9rman enér!icamente los partidarios de la 9losof"a de las luces, del racionalismo, del nominalismo: las mujeres ser"an solamente entre los seres humanos aquellos a los que arbitrariamente se desi!na con la palabra mujer/; las americanas en particular piensan que la mujer, como tal, %a no tiene lu!ar; si al!una, con ideas anticuadas, se tiene todav"a por mujer, sus ami!as le aconsejan que consulte con un psicoanalista, para que se libre de semejante obsesión. 6 propósito de una obra, por lo demás irritante, titulada Modern woman: a lost sex, Doroth% &arer ha escrito: 3o puedo ser justa con los libros que tratan de la mujer en tanto que tal&ienso que todos nosotros, tanto hombres como mujeres, quienes quiera que seamos, debemos ser considerados como seres humanos./ &ero el nominalismo es una doctrina un poco corta; % a los antifeministas les es mu% mu% fácil fácil demos demostra trarr que las las mujer mujeres es no son hombres. Desde lue!o, la mujer es, como el hombre, un ser humano; pero tal a9rmación es abstracta; el hecho es que todo ser humano concreto está siempre sin!ularmente situado. echa2ar las nociones del eterno femenino, de alma ne!ra, de carácter jud"o, no es ne!a ne!arr que que ha%a ha%a ho% ho% jud" jud"os os,, ni ne!r ne!ros os,, muje mujere res; s; esa esa ne!a ne!aci ción ón no representa para los interesados una liberación, sino una huida inauténtica. Está claro que nin!una mujer puede pretender sin mala fe situarse por encima de su se(o.
retrato apareciese en una serie de foto!raf"as consa!radas precisamente a las mujeres escritoras: quer"a que se la situase entre los hombres; mas, para obtener ese privile!io, tuvo que recurrir a la in=uencia de su marido. Las mujeres que a9rman que son hombres, no reclaman por ello menos miramientos % homenajes masculinos. >e acuerdo también de aquella joven trotsista de pie en una tumba, en medio de un mitin borrascoso, que se aprestaba a dar un pu5eta2o sobre el tablero, a pesar de su evidente fra!ilidad; ella ne!aba su debilidad femenina, pero lo hac"a por amor a un militante del cual se quer"a i!ual. La actitud de desaf"o en que se crispan las americanas demuestra que están obsesionadas por el sentimiento de su feminidad. # en verdad basta pasearse con los ojos abiertos para probar que la humanidad se divide en dos cate!or"as de individuos que la *umanidad se divide en dos cate!or"as de individuos cutos vestido, rostro, cuerpo, sonrisa, porte, intereses, ocupaciones son mani9estamente diferentes. 6caso tales diferencias sean super9ciales; tal ve2 estén destinadas a desaparecer. Lo que s" es se!uro es que, por el momento, e(isten con deslumbrante evidencia. i su función de hembra no basta para de9nir a la mujer, si rehusamos también e(plicarla por el eterno femenino/ % si, no obstante, admitimos que, aunque sea a t"tulo provisional, ha% mujeres en la 4ierra, tendremos que plantearnos la pre!unta: 'qué es una mujer) ?@ La mujer tiene ovarios, un $tero; he ah" condiciones sin!ulares que la encierran en su subjetividad, se dice tranquilamente que piensa con sus !lándulas. El hombre se olvida ol"mpicamente de que su anatom"a comporta también hormonas, test"culos. +onsidera que su cuerpo como una relación directa % normal con el mundo que él cree aprehender en su objetividad, mientras considera el cuerpo de la mujer como apesadumbrado por todo cuanto lo especi9ca: un obstáculo, una cárcel. La mujer es mujer en virtud de cierta falta de cualidades 0dec"a 6ristóteles1. # debemos considerar el carácter de las mujeres como adoleciente de una imperfección natural/. # a continuación, anto 4omás decreta que la mujer es un hombre fallido/, un ser ocasional/. Eso es lo que simboli2a la historia del Aénesis, donde Eva aparece como e(tra"da, se!$n la frase de 8ossuet, de un hueso supernumerario/ de 6dán. La *umanidad es macho, % el hombre de9ne a la mujer no en s" misma, sino con relación a él, no la considera como un ser autónomo. La mujer, el ser relativo/, escribe >ichelet. # as" lo a9rma 8enda en el Rapport d’ Uriel: El cuerpo del hombre tiene sentido por s" mismo, abstracción hecha del de la mujer, mientras este $ltimo parece desprovisto de todo sentido si no se evoca al machoEl hombre se piensa sin la mujer. Ella no se piensa sin el hombre./ # ella no es otra cosa que lo que el hombre decida que sea; as" la denomina el se(o/, queriendo decir con ello que a los ojos del macho aparece esencialmente como un ser se(uado: para él, ella es un se(o; por consi!uiente, lo es absolutamente. La mujer se determina % se diferencia con relación al hombre, % no éste con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Bl es el ujeto, él es lo 6bsoluto; ella es lo 7tro. ?@ 6hora bien, la mujer siempre ha sido, si no la esclava del hombre, al menos su vasalla; los dos se(os jamás han compartido el mundo en pie de i!ualdad; % todav"a ho%, aunque la situación está evolucionando, la mujer tropie2a con !raves desventajas. En casi nin!$n pa"s es idéntico su estatuto le!al al del hombre; %, con frecuencia, su desventaja con respecto a aquél es mu% considerable. -ncluso cuando se le reconocen en abstracto al!unos derechos, una lar!a costumbre impide que encuentre en la vida cotidiana su e(presión concreta. Económicamente, hombres % mujeres casi constitu%en dos castas distintas; en i!ualdad de condiciones, los primeros disfrutan situaciones más ventajosas, salarios más elevados, tienen más oportunidades de é(ito que sus competidoras de fecha reciente: en la industria, la pol"tica, etc., ocupan un n$mero mucho ma%or de puestos, % son ellos quienes ocupan los más importantes. 6demás de los poderes concretos que poseen, están revestidos de un presti!io cu%a tradición mantiene toda la educación del ni5o: el presente envuelve al pasado, % en el pasado toda la *istoria la han hecho los varones. En el momento en que las mujeres empie2an a participar en la elaboración del mundo, ese mundo es todav"a un mundo que pertenece a los hombres: ellos no lo dudan, ellas lo dudan apenas. 3e!arse a ser lo otro,
rehusar la complicidad con el hombre, ser"a para ellas renunciar a toda las ventajas que puede procurarles la alian2a con la casta superior. ?@ 4odo cuanto sobre las mujeres han escrito los hombres debe tenerse por sospechoso, puesto son jue2 % parte a la ve2/, dijo en el si!lo C-- &oulain de la 8arre, feminista poco conocido. &or doquier, en todo tiempo, el varón ha ostentado la satisfacción que le produc"a sentirse re% de la creación. 8endito sea Dios nuestro e5or % e5or de todos los mundo, por no haberme hecho mujer/, dicen los jud"os en sus oraciones matinales; mientras sus esposas murmuran con resi!nación: 8endito sea el e5or, que me ha creado se!$n su voluntad./ ?@ Las reli!iones inventadas por los hombres re=ejan esa voluntad de dominación: han sacado armas de las le%endas de Eva, de &andora; han puesto la 9losof"a % la teolo!"a a su servicio, como se ha visto por las frases de 6ristóteles % de anto 4omás de 6quino que hemos citado. Desde la 6nti!edad, sat"ricos % moralistas se han complacido en tra2ar el cuadro de las =aque2as femeninas. ?@ >ontai!ne comprendió perfectamente lo arbitrario e injusto de la suerte asi!nada a la mujer: Las mujeres no dejan de tener ra2ón en absoluto cuando recha2an las normas que se han introducido en el mundo, tanto más cuanto han sido los hombres quienes las han hecho sin ellas. 3aturalmente, entre ellas % nosotros ha% intri!as % querellas./ &ero >ontai!ne no lle!a hasta el e(tremo de eri!irse en su campeón. olamente en el si!lo C--- hombres profundamente demócratas encaran la cuestión con objetividad. Diderot, entre otros, se propone demostrar que la mujer es un ser humano i!ual que el hombre. ill la de9ende con ardor. ?@ 7tros si!uen con sus ataques para no cambiar a la mujer. >uchos hombres as" o desean: no todos han arrojado todav"a las armas. La bur!ues"a conservadora si!ue viendo en la emancipación de la mujer un peli!ro que amena2a su moral % sus intereses. ?@ Es as" como muchas mujeres a9rman con una cuasi buena fe que las mujeres son las i!uales del hombre % que no tienen nada que reivindicar; pero al mismo tiempo sostienen que las mujeres jamás podrán ser las i!uales del hombre % que sus reivindicaciones son vanas. ?@ El hombre que sienta la ma%or simpat"a por la mujer, jamás conoce bien su situación concreta. &or eso no ha lu!ar a creer a los varones cuando se esfuer2an por defender privile!ios cu%a e(tensión no lo!ran calibrar en sus totalidad. &or tanto, no nos dejaremos intimidar por el n$mero % la violencia de los ataques diri!idos contra las mujeres; ni tampoco nos dejaremos embaucar por los elo!ios interesados que se prodi!an a la verdadera mujer/; ni permitiremos que nos !ane el entusiasmo que suscita su destino entre los hombres, que por nada del mundo querr"an compartirlo. ?@ Lo que han tratado de hacer los feministas es tratar de demostrar que la mujer es superior; es evidente, dicen al!unos, que 6dán no era sino un boceto, % Dios lo!ró el ser humano en toda su perfección cuando creó a Eva; su cerebro es más peque5o, pero relativamente es más !rande; +risto se hi2o hombre, tal ve2 por su humildad. +ada ar!umento atrae inmediatamente al contrario, % con frecuencia los dos llevan a la sinra2ón. i se quiere intentar ver claro en el problema, ha% que abandonar esos caminos trillados; ha% que recha2ar las va!as nociones de superioridad, inferioridad o i!ualdad que han alterado todas las discusiones, % empe2ar de nuevo. ?@ 7tros pre!untan 'no es más feli2 la mujer del harén que las electoras) El ama de casa 'no es más feli2 que la obrera) 3o se sabe demasiado bien lo que si!ni9ca la palabra dicha, % a$n menos qué valores auténticos recubre; no ha% nin!una posibilidad de medir la dicha de otro, % siempre resulta fácil declarar dichosa la situación que se le quiere imponer. ?@'+ómo puede reali2arse un ser humano en la situación de la mujer) 'Fué caminos le están abiertos) '+uáles desembocan en callejones sin salida) '+ómo encontrar la independencia en el seno de la dependencia) 'Fué circunstancias limitan la libertad de la mujer) '&uede ésta superarlas) *e aqu" las cuestiones fundamentales que desear"amos dilucidar. Es decir que, interesándonos por las oportunidades del individuo, no de9niremos tales oportunidades en términos de felicidad, sino en términos de libertad.
Simone
de
Beavuoir
(Fragmento)
G. 'Fué tipo de ensa%o es) Hundamente. I. '+uál es el tema del ensa%o) J. '&or qué podemos a9rmar que el tratamiento del tema es de sentido com$n % racional) K. '+uáles son las pre!untas fundamentales que se hace el ensa%ista) . 'Fué es lo despensado/ en este ensa%o) '+ómo es vuelto a pensarse por el ensa%ista) M. 'En qué medida el ensa%ista re=e(iona sobre su tema como el problema de al!uien en particular % no abstractamente) N. *a!a una s"ntesis de la discusión que el ensa%ista propone en su te(to: