1.13 elementos de importancia económica, industrial y ambiental en la región o el país El desarrollo económico en México favoreció la concentración territorial de la industria. Hasta 1970 no se aplicó ningún criterio ambiental para su desarrollo, aunque había indicios de impactos crecientes sobre la contaminación atmosférica y la generación de residuos. El resultado de una política de bajos precios de petróleo propició su uso intensivo y, con ello, un crecimiento de la demanda energética más acelerada. En la segunda parte de la década de los 70’s, la reestructuración productiva de la industria se modificó debido al crecimiento petrolero. La petroquímica básica se convirtió en la actividad con mayor contribución a la contaminación, también la producción de fibras sintéticas, resinas, fertilizantes, plásticos, pinturas y pigmentos, y gases industriales que pasaron a ser las actividades más relevantes por su impacto potencial al ambiente (Quadri, 1994).
En México, la industria petrolera en su conjunto ha tenido un gran impacto negativo en materia ambiental. Por la amplia gama de productos derivados del petróleo, no ha sido posible evaluar cuantitativamente la contaminación involucrada desde la fase de explotación hasta la obtención de los petroquímicos básicos (Saval, 1995). El suelo y subsuelo constituyen un recurso natural difícilmente renovable que desempeña funciones entre las que destaca su papel como medio filtrante durante la recarga del manto acuífero y la protección de los mismos, también están integrados al escenario donde ocurren los ciclos biogeoquímicos, hidrológicos y las redes tróficas, además de ser el espacio donde se realizan las actividades agrícolas, ganaderas y soporte de la vegetación (Saval, 1995).
Durante mucho tiempo y hasta hace poco, nadie se preocupaba por el destino de los residuos generados, dando por hecho que la naturaleza limpiaba el ambiente, pero según fue cambiando la naturaleza y composición de los residuos, y al aumentar su cantidad y complejidad, esta capacidad (degradativa y amortiguadora) empezó a alterarse (Gutiérrez, 1990). El desarrollo petrolero y el crecimiento de la industria petroquímica han requerido de la utilización intensiva de los energéticos fósiles para cubrir las necesidades de una sociedad más consumista, en artículos indispensables en la industria, hogar, comercio y personal que ha llevado, a lo largo del tiempo, a una fuerte degradación del ambiente, principalmente el aire. En la extracción del petróleo no se considera el bienestar del ambiente, lo que ha contribuido a la degradación del aire, agua y suelo. En México se ha realizado poca investigación sobre este último, en comparación al aire y agua referente a estudios de contaminación, por lo que es necesario llevar a cabo estudios para conocer el estado actual de los suelos cercanos a zonas industriales y urbanas, indispensables para el uso adecuado y conservación de éstos. La infraestructura petrolera está integrada por pozos, baterías de separación, complejos procesadores de gas, centrales de almacenamiento y bombeo, red densa de ductos y presas para el confinamiento de desechos sólidos y líquidos procedentes de la perforación y mantenimiento de los pozos. Estas instalaciones poseen riesgos inherentes de fugas de petróleo, diesel y gasolina por roturas de los ductos, por filtración de aguas aceitosas desde las presas y por los derrames del agua aceitosa de las presas por las inundaciones durante el periodo de lluvias. 2. Antecedentes. Por la importancia económica que representa el petróleo para México y, ante la demanda en el mercado exterior, a pesar de las fluctuaciones de su
precio, se ha intensificado su explotación lo cual representa el renglón más fuerte en la captación de divisas. Durante el periodo 1995–1999, Pemex ha entregado al Gobierno Federal 854 mil millones de pesos por concepto de impuestos directos e indirectos así como derechos de extracción (Pemex, 2000). Ante esta situación, México se ha convertido en el cuarto productor de petróleo en el mundo, con producción diaria de 3 millones de barriles, exportando 1.4 millones de barriles diarios. Este producto se exporta a Canadá, Estados Unidos, Centroamérica, España, Francia, Yugoslavia, Japón e Israel (Ayllon & Chavez, 1994). Las reservas probadas, probables y posibles ascendieron –al primero de enero del 2000- a 58 mil 204 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, por lo que la relación reserva –producción es superior a los 40 años (Pemex, 2000). A la industria petrolera la constituyen las áreas de la prospección, explotación, producción, refinación y procesamiento de gas. Es una de las industrias más importantes por el volumen de producción, generación de empleos y necesidades que satisface, entre ellas la obtención de gasolina y lubricantes para la industria y el transporte. La industria petroquímica surge de la necesidad de obtener una serie de derivados del petróleo, y básicos para otras industrias. Su importancia deriva de la gran variedad de las industrias a las que abastece, entre ellas la de fertilizantes, fibras sintéticas, plásticos, llantas, jabones y detergentes, artículos para el hogar, empaques, etc. (Ayllon & Chavez, 1994). Por las diferentes actividades industriales que efectúa PEMEX, existe un potencial de contaminación del ambiente por la emisión de humos, polvos, gases y descargas de aguas residuales generadas durante la perforación de pozos petroleros, por la extracción de líquidos, por su refinación y producción de petroquímicos. Además, la transportación de petróleo crudo y productos refinados por buques tanque y tuberías tiene implícita la posibilidad de derrames que pueden contaminar suelo, agua y atmósfera. La institución petrolera asume la obligación de proteger, controlar y restaurar al ambiente en lo relativo a sus actividades industriales, así como de las comunidades y poblaciones en donde opere (PEMEX, 1988).
PEMEX - Refinación, lleva a cabo múltiples y variadas acciones para reducir las emisiones de contaminantes, contando con un inventario de emisiones atmosféricas de todas las refinerías, el cual se elaboró mediante un programa de instalación de 261 puntos de muestreo en las chimeneas de proceso (Viejo, 1995). Los residuos generados por las actividades de esta industria como son: catalizadores gastados y lodos aceitosos, por citar algunos, son depositados en tambores, patios y fosas rústicas, previo a su tratamiento y disposición final en sitios autorizados. Existe el interés por parte de PEMEX de rehabilitar los suelos contaminados. De acuerdo a la información de PEMEX, dos de los lugares más contaminados por hidrocarburos a nivel nacional son la refinería “Lázaro Cárdenas” y el Pantano de Santa Alejandrina, ambos ubicados en el sureste de México (Veracruz y Tabasco) (González & Quintero, 1995). Por otra parte, se tiene que los residuos o desechos de la actividad petrolera están clasificados como residuos peligrosos. Se calcula que en 1991 se generaron 5,292 miles de T/año de residuos peligrosos y se ha estimado que el 24% son derivados del petróleo, es decir, 130,183 T/año. Un informe de la SEDESOL menciona que los residuos anuales de los procesos de refinación y petroquímicos de Petróleos Mexicanos, alcanzan la cifra de 1.7 millones de T de residuos, de estos el 90.15% corresponde a desperdicios semisólidos; 9.6% a líquidos y 0.25% a sólidos; 18% del total se consideran peligrosos. Los residuos reciclados representan 0.1% y se estima que sólo 13% del total es susceptible de ser reutilizado.
ETILENO XXI En la región de Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz, están ubicados los complejos petroquímicos más importantes de México. Los que convirtieron al país en los años setenta en uno de los líderes mundiales de este tipo de industria. En los 80 se perdió ese lugar, cuando se canceló el desarrollo de la petroquímica –a diferencia de otros países como Brasil que sí apuntó a la industrialización en el área de la petroquímica–. Se consideró que era demasiado costosa, y se apostó a la exportación de petróleo crudo. “México dejó de lado una de las acciones más rentables que puede hacer un país con recursos económicos”, dice la doctora Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico del Itesm, quien añade que “lamentablemente se decidió no seguir invirtiendo en transformar la materia prima y genera valor agregado al país”. México podría retomar su relevancia internacional en este tipo de industria con el megaproyecto Etileno XXI –un cracker de etano y tres plantas de polietileno–, que sustituirá el 70% de las importaciones de polietilenos. La inversión de US$5.200 millones de Braskem-Idesa –un joint venture mexicano-brasilero– es de tal relevancia, que muchos analistas creen que sus resultados afectarán visible y positivamente la balanza comercial del país, que hoy presenta un déficit en petroquímicos. El nacimiento de un gigante “Después de décadas sin grandes inversiones esto es un renacer de la industria”, asegura Roberto Bischoff, director general de Braskem-Idesa. 200 mil metros cúbicos de concreto, 35 mil toneladas de estructura metálica, 2.000 kilómetros de cableado eléctrico. La inversión –US$1.000 millones más de lo que inicialmente se anunció– supera ampliamente los US$3.500 millones que invertirá General Motors, la mayor inversión automotriz en el país, en proceso en este momento. El gigante petroquímico es la inversión más grande de una empresa brasileña en México. Durante los cinco años que duró la construcción del megaproyecto se emplearon más de 26.000 personas, con un pico de 17.000 trabajadores. El 30% de la inversión es recurso propio, el resto es deuda. El proyecto recibió el financiamiento de 17 instituciones crediticias, entre las que están el Banco Mundial, el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), Nacional Financiera (Nafin), el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social de Brasil (BNDES) y el Export Development Canada (EDC). Etileno XXI utilizará las abundantes reservas de etano de México como insumo, y beneficiará a la industria de la transformación de plásticos, a la industria automotriz y a la fabricación de varios subproductos, como son resinas, solventes, anticongelantes y fertilizantes.
Polietilenos aztecas En el mundo se producen 60 millones de toneladas anuales de polietileno. México consume alrededor de dos millones, de los cuales Pemex produce el 33% y el resto, hasta este momento, es importado. Es decir, existe un déficit de un millón 400 mil toneladas, que en su mayoría vienen de Estados Unidos. Etileno XXI operará a su capacidad máxima de producción desde mayo de este año. Proveerá un millón de toneladas de polietileno, y se espera que para 2025 pueda estar en 1,5 millones. Abarcará más del 50% del mercado de polietileno en el país, y exportará la mitad de su producción a diferentes países en América Latina (50%), Estados unidos (25%) y Europa (25%). Con este volumen de producción y un crecimiento moderado se lograría la sustitución de importaciones, y se reduciría en US$2.000 millones el déficit de petroquímica del país. El consorcio cuenta ya con 300 clientes para proveer su material, asegura Cleantho Leite, director de Relaciones Institucionales y Desarrollo de Negocios de Braskem-Idesa. La compañía busca ser el proveedor de la materia prima de 700 empresas procesadoras de plástico en México. Alrededor del 15 % del mercado. Braskem-Idesa Braskem-Idesa es una empresa fundada en 2010, producto de la asociación de Braskem (65%, brasilera, del grupo Odebrecth), la mayor compañía petroquímica productora de termoplásticos en el continente y uno de los líderes en la petroquímica mexicana, el Grupo Idesa (35%). Ese mismo año, después de ganar la subasta promovida por Pemex Gas y Petroquímica Básica, la compañía firmó un contrato por 20 años con la empresa estatal para el suministro de gas etano. “La disponibilidad de gas etano no generará un desabasto en la industria petroquímica del país en las siguientes décadas”, según afirma la Secretaría de Energía, “y hace de México un país muy prometedor”. Pemex invirtió más de US$400 millones en los últimos años para poder proveer a Etileno XXI. Sin embargo, esta relación no ha sido muy bien vista por muchos, que acusan a Pemex de vender la materia prima a un precio más bajo del que lo vende a su filial, Petroquímica Básica. “Seremos el consumidor más grande de gas etano para Pemex”, dice Cleantho Leite, de Braskem. “Según nuestras proyecciones, va a ser muy bueno para Pemex, va a ser muy bueno para Braskem-Idesa, va a ser muy bueno para el país y para el estado de Veracruz”.
Veracruz, uno de los estados más afectados por los problemas de violencia que vive el país, ha visto grandes beneficios con la construcción del complejo. Una inversión de este tipo tiene un efecto multiplicador en servicios y en salarios muy grande en la región. “Tenemos varios indicadores que dicen que fue importante para la economía veracruzana”, dice Leito. La compañía se ha preparado para que esos beneficios no se acaben por la conclusión de la obra. Las plantas de Etileno XXI sólo emplearán 800 personas, por la alta automatización. Después de haber empleado a más de 20.000, Braskem-Idesa decidió iniciar un grupo de inclusión social en la región, que ya empieza a dar resultados. Se capacitaron unas 13 cooperativas en cinco diferentes negocios, como son productos a base de polietileno reciclado, confección de uniformes industriales y productos de higiene y limpieza, granjas de pollo y tilapia. Los proyectos en marcha facturaron el año pasado casi US$70 millones. Todas las empresas están diseñadas para tener un margen de ganancia de 50% en su pico productivo. El Fénix petroquímico El Fénix: así se le llamó al proyecto petroquímico antes de que cambiara su nombre por Etileno XXI. Así como el ave que resurge de sus cenizas, Etileno XXI pretende ser el renacimiento de la industria petroquímica en el país. Y mucho más. Se espera que este proyecto genere las condiciones para unir las cadenas productivas de la petroquímica, a través de un abasto de las materias primas que permitan a los industriales una manufactura con mayor valor agregado. El cuestionado gobierno de Veracruz, con el apoyo de Braskem-Idesa, quiere instalar un cluster de la industria de plástico cercano al nuevo complejo. Francisco del Caso, presidente de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac), dice que “en los municipios de la región hay grandes empresas de la industria petroquímica, por lo que esta oportunidad puede ser aprovechada por otros transformadores químicos”. De acuerdo con la Asociación, hay ocho empresas del sector que ven oportunidades para realizar inversiones en la zona del complejo petroquímico que Braskem-Idesa desarrolla en Veracruz. En 2015, la demanda de plástico creció, y este año se espera un aumento de entre 4% y 5%. La caída en los precios del petróleo es otra buena noticia para la industria: menores precios en la materia prima y en el producto final. Sin embargo, se espera que la fortaleza del dólar sobre el peso mexicano limite las inversiones del sector. La participación de la petroquímica en el PIB descendió desde el 7% en los años ochenta a cerca del 1,2% en 2012, según la Asociación de la Industria Química (Aniq).
La reforma energética y el fortalecimiento de la industria de plásticos podrían hacer que la maquinaria de la petroquímica en México se encienda de nuevo. “Contamos con la reforma energética para acceder, a mediano plazo, a materia prima adicional que nos permita una mayor expansión en el futuro”, dice Cleantho Leito. Cuando los resultados de la reforma se transformen en producción, en unos 10 años, el país espera estar preparado para volver a tomar su puesto como uno de los líderes mundiales de la petroquímica. Etileno XXI es el primer paso en este camino. “Además de un impacto muy grande en la balanza comercial del país, al sustituir importaciones, generaremos impuestos, empleos, tecnología”, dice Leito. “El impacto para el sector petroquímico de la región será muy importante”.