3.1 El sujeto La teoría del conocimiento racionalista de Descartes hace del sujeto, el “ego cogito”, o la razón humana reflexiva, el punto de partida de todo conocimiento, inaugurando así la distinción entre el sujeto que conoce y el objeto que es conocido. Esta distinción se hace más tenue en Kant porque el sujeto que piensa sólo se conoce a sí mismo como objeto empírico, y por lo mismo como fenómeno, y no como sujeto o yo último, como cosa en sí (noúmeno), por lo que queda desconocido: es el llamado yo trascendental. Este yo, sin embargo, que no puede ser conocido sino sólo afirmado o pensado, pe nsado, es la condición necesaria de todo acto de conciencia: hace posible toda experiencia en cuanto él mismo constituye toda condición (lógica) a priori de la experiencia; exper iencia; ésta es construcción del sujeto, y hay objetos porque hay sujeto. Más allá de la experiencia, la cosa en sí resulta desconocida. La racionalidad de una persona, igual que su libertad, no encuentra su expresión adecuada sino en contraposición (afirmación y negación) con otro individuo humano. Hegel precisa con claridad la constitución del sujeto o del yo humano humano del espíritu humano a través de esta interacción o mediación mediación dialéctica: el espíritu humano es reconocimiento mutuo, exige reconocerse como persona en la persona del otro en el ámbito del lenguaje, de las relaciones sociales, del trabajo en especial, y en los diversos grupos sociales, incluido el Estado. El idealismo de Hegel, al eliminar la cosa en sí haciendo del sujeto un principio creador, constituye al sujeto en origen absoluto del objeto conocido; sujeto y objeto en identidad total. Sujeto es, pues, aquello que es libre, volente desde sí mismo (en sí) y capaz de objetivar lo real, es decir, de reflejar los objetos desde la subjetividad (para sí). Sujeto, pues, significa ser “en sí” y “para sí”. Cuando Hegel solemniza afirmando que la realidad profunda de l ser no es sólo sustancia sino también sujeto, está diciendo que todos somos responsables . El sujeto es responsable porque incluye los predicados o determinaciones, porque no solamente sujeta, sino que predica, porque no sólo soporta sino que porta y comporta una actuación de la que no puede excusarse. Como veremos, para Hegel “sujeto “sujeto” ” es es lo que es libre, lo que es volente desde sí mismo (en sí) y es capaz de objetivar lo real. Esto es, aquello que es capaz de reflejar los objetos desde la subjetividad (para sí) es para Hegel un sujeto, con lo que sujeto es en sí para sí.
3.2 La conciencia Hegel no aprecia apenas nada la conciencia moral individual que no quiere ser a la vez conciencia moral colectiva (por eso rechaza la conciencia moral kantiana, porque entiende que Kant es un individualistam oral). Lo que a Hegel le interesa es, en todo caso, la Bewusstsein, Bewusstsein, la conciencia “intelectual”, el “darse cuenta” teórico, la conciencia gnoseológica. También aquí hay muchos grados de conciencia, pues no se da ella a igual profundidad en la conciencia natural o conciencia sensible del hombre de la calle o del seducido por los “ídolos” exteriores, que en la conciencia fenomenológica. Ese esfuerzo por pasar de aquélla a ésta es el propio del filósofo, según Hegel. «El que lo verdadero sólo es real como sistema o el que la sustancia es esencialmente sujeto se expresa en la representación que enuncia lo absoluto como espíritu, el concepto más elevado de todos y que pertenece a la época moderna y a su religión. Sólo lo espiritual es lo real; es la esencia o el ser en sí, lo que se mantiene y lo determinado –el ser otro y el ser para sí- pero este ser en y
para sí es la sustancia espiritual» ( Fenomenología del espíritu, prólogo, p. 19) ,es decir, el sujeto o la conciencia.
3.3 La autoconciencia El problema que se plantea en la filosofía de la autoconciencia es esclarecer el tipo de entidad a que nos referimos cuando decimos conocernos a nosotros mismos, o a nuestro propio yo; esto es, si el yo conoce realmente algo distinto de los diversos actos mentales o psíquicos, de los cuales pueda considerarse su sujeto. ¿De qué somos conscientes cuando somos conscientes de nosotros mismos? En la Fenomenología del espíritu, para Hegel la conciencia, originariamente ingenua, está plenamente convencida de la realidad del mundo independientemente de sí misma, pero solamente puede llegar a ser conciencia de sí o autoconciencia cuando ve la vinculación entre objeto (mundo objetivo “fuera” de la conciencia) y sujeto o conciencia. Pero el reconocimiento del sujeto en Hegel no es, como en Descartes, una verdad evidente y primera. Lo primero no es el autoconocimiento, sino el heteroconocimiento: conocerse significa ser conocido por otro; es decir, ser reconocido: «La autoconciencia sólo alcanza su satisfacción en otra autoconciencia». Ser sujeto es serlo para otro; sólo mediante el reconocimiento el sujeto se concibe como tal.