El sentido histórico histórico de la alienación alienación mental- Foucault
Se debe buscar la forma primitiva de la alienación, desde la antigüedad, el signo mayor de la locura, la transformación del hombre en “otro” distinto. El denominado “energúmeno “energúmeno”” es aquel en quien actúa o se debate una fuerza venida de no se sabe dónde. Este mismo “energúmeno” es recogido por la tradición cristiana para denunciar al demonio que lo habita y ahuyentar mediante la Palabra el espíritu impuro desencadenado en el. Durante siglos, el poseído forma parte del universo cristiano. Es la presencia encarnada del demonio. Para Santo Tomas, la libertad es anterior a su alienación por un demonio que lo posee. Es posible salvar la libertad del poseído sacrificando su cuerpo, su carne, c arne, el que debe ser quemado para devolverle su pureza al alma. El fuego quemará lo insano y dejara el espíritu puro. Después del Renacimiento, la posesión adquiere un nuevo sentido en el pensamiento cristiano. Ya no es mas perversión del cuerpo que deja intacta la libertad del alma, sino que el demonio también se apropia del alma. Ahora ya no se trata de destruir el cuerpo, sino de evitar que sea el instrumento sin fuerza de un espíritu insano. En esta dirección, se desarrollan en el siglo XVII las nuevas prácticas hospitalarias, hospitalarias, en las que el “régimen de fuerza” no tiene el sentido del castigo sino de la salvaguardia. El cristianismo despoja a la enfermedad mental de su sentido humano y la ubica en el interior de su universo, la posesión arranca al hombre de la humanidad para liberarlo a lo demoníaco, pero lo mantiene en un mundo cristiano, en el que cada hombre puede reconocer su destino. La obra de los siglos XVII y XIX es inversa; restituye a la enfermedad mental su sentido humano, pero aleja al enfermo mental del mundo de los hombres. En el siglo XVIII aporta una idea capital: que la locura no es una superposición de un mundo sobrenatural al orden natural, sino solo de la desaparición de las facultades más altas del hombre: hombre: “la locura no es más que privación”. El que alucina o delira esta incapacitado para reconocer lo verdadero, es un ciego. La locura forma parte de todas las debilidades humanas y la demencia es sólo una variación sobre el tema de los errores de los hombres. Es una época donde se toma consciencia de que nada asegura que no se puede ser tocado por una enfermedad que hace victimas en todas edades, rangos, etc. De
esta concepción surgirá una práctica que excluye al enfermo de la sociedad de los hombres. Se ha abandonado la concepción demoniaca de la posesión, pero para llegar a una práctica inhumana de la alienación. Esto excluye al loco de la sociedad. ¿Cuál es la facultad que perdió el desposeído? En el siglo XIX se responde diciendo que pierde las libertades que le ha conferido la revolución burguesa. Se anula su voluntad, la cual es sustituida por la voluntad abusiva de un tercero que utiliza sus derechos en sus sitios y plazas. La persona está “alienado” puesto que otro en lugar suyo puede ejercer sus derechos, gozar de sus bienes, usar de sus privilegios; puesto que, en una palabra, otro lo ha sustituido como sujeto de derecho. Para esta alienación de hecho el Código Penal ha previsto la Interdicción: su capacidad jurídica se transmite a otros, consejo de familia. Se transmite a otros su capacidad jurídica, una alienación de derecho. Para librar a los alienados de sus familias, se creó la “internación voluntaria” independiente de la voluntad explícita del enfermo, pero dependiente de la familia, considerada por su representante cuando es confirmada por el diagnóstico del médico. Se sustituye la voluntad del sujeto, por la voluntad que se considera como su equivalente, de su familia. SINTESIS: En el siglo XVIII se restituyo al enfermo mental su naturaleza humana pero el siglo XIX le quito sus derechos lo ha enajenado al dar a otros capacidades que la sociedad reconoce a todo ciudadano. La internación lo aleja de la sociedad, y lo ubica en una humanidad abstracta. Lo paradójico es que la sociedad lo excluye, no se siente reconocida en la enfermedad. El enfermo se siente un extraño y sin embargo no puede explicarse su locura sin relacionarla con la estructura social, con el medio social en donde la enfermedad surgió. La enfermedad se sitúa en la evolución como una perturbación en su curso: hace aparecer conductas infantiles o formas primitivas de la personalidad. Pero el evolucionismo esta equivocado cuando ve en esas regresiones la esencia misma de lo patológico y su origen real. Toda la evolución de la pedagogía contemporánea con el fin irreprochable de preservar al niño de los conflictos adultos, acentúa la distancia que separa, para un hombre, su vida de niño y su vida real. La diferencia enorme entre la Educación que se da a los niños, donde se trata de que no haya conflictos y miserias, y las condiciones miserables y conflictivas que esa misma sociedad ofrece a los adultos, es el caldo de cultivo para que estalle en algún momento y
en algunas personas esa contradicción bajo la forma de la LOCURA. Pero la sociedad dirá que el “loco” es el individuo y que por ello hay que apartarlo; no se hará cargo de lo que produce. Para Foucault “el verdadero fundamento de las regresiones psicológicas es un conflicto de las estructuras sociales” y los conflictos individuales entre el instinto de vida y el instinto de muerte, se dan bajo estas relaciones sociales que determina la economía actual bajo las formas de la competencia, de la explotación, de guerras imperialistas y de luchas de clases. La explotación aliena al hombre en un objeto económico y lo vincula a los demás por medio de lazos negativos de dependencia. Es decir, que las mismas leyes sociales que unen a los hombres los llevan a luchar entre si. “El hombre se ha convertido para el hombre, tanto en el rostro de su propia verdad como en la eventualidad de su muerte. Cuando Freud quiso explicar la guerra descubrió las neurosis de guerra y el instinto de muerte. Sin embargo, es la guerra la que explica el giro en el pensamiento de Freud, en una sociedad capitalista que al mismo tiempo que habla de solidaridad fomenta el odio y la agresión. La lucha entre el instinto de vida y el instinto de muerte, no es un conflicto entre los instintos: su origen está en la contradicción de las relaciones sociales. Se trata de una sociedad que no puede ofrecer soluciones a las contradicciones que ha hecho nacer y por eso mismo encierra a los locos, como depositando en ellos lo malo para preservar a una sociedad supuestamente no enferma (pero que en realidad es la causante de la ultima enajenación). Es falso que un esquizofrénico lo es porque esa es la única manera que tiene para escapar de la opresión de su mundo real. En verdad cuando las determinaciones económicas y sociales lo oprimen sin que pueda encontrar su patria en ese mundo; entonces vive un conflicto que hace posible el síndrome esquizofrénico; extranjero en el mundo real, es relegado a un “mundo privado” que ya no puede garantizar ninguna objetividad. Y más claro aun, el mundo contemporáneo hace posible a la esquizofrenia no porque sus técnicas lo hacen inhumano y abstracto sino porque el hombre utiliza esas técnicas de tal modo que el hombre mismo ya no se puede reconocer. Solo el conflicto real de las condiciones de existencia puede dar cuenta de la estructura paradojal del mundo esquizofrénico.
En conclusión, para Foucault, los aspectos psicológicos del as enfermedades mentales no pueden tomarse en forma aislada de la sociedad en la que esas enfermedades se desarrollaron.