EL ROL DE LA MUJER EN LAS OBRAS DE JANE AUSTEN Esta escritora inglesa nació a fines del siglo XVIII en Inglaterra, en un contexto histórico en el que la participación de la mujer estaba limitada a prepararse prepararse para ser una buena esposa. Pero en las seis novelas que Jane Austen escribió ella reivindica el rol de la mujer en la sociedad inglesa; de ahí que se haya convertido en la segunda autora más adaptada de todos l os tiempos, después de Ágatha Christie. En sus novelas, Jane Austen reclama el derecho de la mujer a decidir con quién y cuándo casarse. Sus heroínas han recibido una educación que va más allá del canto y el bordado: saben de literatura y política, y se indignan cuando l os hombres niegan a las mujeres la oportunidad de cultivarse. Aquí, las protagonistas no solo terminan casándose sino que lo hacen con un hombre responsable, sensato, que las ama y respeta. Además, Austen fue fue la primera escritora de masas que se atrevió a criticar criticar explícitamente determinados determinados comportamientos y hábitos masculinos de una sociedad que no le daba a la mujer los mismos derechos que a los hombres, pues era considerado que una mujer c on conocimientos era una mujer de peligro. En cierta forma, Jane Austen vivió adelantada a su época, buscando en todo momento luchar por su independencia, por el amor verdadero y no de conveniencia económica, que era la norma en esa Inglaterra de inicios del siglo XIX. Aunque su vida fue distinta distinta a la de sus novelas, novelas, ya que no tuvo un amoroso final final feliz, pudo darse el gusto de vivir del producto de las ventas de sus libros “Sentido y sensibilidad” y “Mansfield Park”, aunque hubieran sido
publicadas en el anonimato. Quizás no vivió con la holgura deseada, pero esas ventas sirvieron para financiar sus otras obras, algo que en aquella época solo estaba alcance de muy pocos autores, y en una ínfima parte si se trataba de una mujer. El representante más claro en e l tema educativo es Rosseau, quien a través de su Emilio o de la educación propone que los males de aquellos años surgen en la misma sociedad, la que debe transformarse a través de una educación que la libere de la corrupción que tanto la afecta. Sin embargo, Rosseau excluye a la mujer en su ideal transformador y la relega al plano doméstico, donde debe ejecutar su rol de esposa y madre, y por supuesto, obedecer a su marido. Jane es, a pesar de todo, una privilegiada. Desdeña la idea de esta educación femenina y lo dej a de manifiesto en su obra más aclamada. Para aquel entonces la muje r debía instruirse en muchos quehaceres y adquirir infinitos talentos, con tal de ser c onsiderada una mujer en toda la extensión de la palabra. “[…] Una mujer debe tener un conocimiento profundo de mús ica, canto, dibujo, baile y lenguas modernas. Y además, debe poseer un algo especial en su aire y manera de andar, en e n el tono de su voz, en su trato y modo de expresarse; de lo contrario no mer ecería el calificativo más que a medias. Darcy—, y a ello hay que añadir algo más que es el desarrollo —Debe poseer todo esto —agregó Darcy— de su inteligencia por medio de abundantes lecturas.
—No me sorprende ahora que conozca sólo a seis mujeres perfectas. Lo que me e xtraña es que conozca a alguna.” La idea de una educación liberal para las m ujeres se insinúa a lo largo de toda su obra, pues considera que dichas necesidades no son más que una falta de se nsatez, lo que implicaría también un riesgo para la vida social, la elección de un futuro sustentable y la convivencia conyugal. Tampoco está a favor de la idea de una institutriz, tan común en esa época. Se lo deja bien en claro a Lady Catherine de Bourgh (Orgullo y prejuicio, 1813) cuando le explica que sus padres han criado solos a cinco niñas. Con eso le basta para sentar las bases de una sólida y cuidada enseñanza para las mujeres en ese entonces, y en general, para la familia completa. Incluso sus protagonistas varones se ven reivindicados respecto a la figura femenina: ya no les atraen lo bonitas o talentosas que puedan ser, si no que la personalidad y la postura frente a la vida es lo que les causa más curiosidad respecto a ellas. Me pregunto si su sutil atrevimiento le traería problemas alguna vez. Jane Austen es, sin duda, la creadora de heroínas atemporales y de carácter que representan modelos literarios referenciados hasta el día de hoy, copiados en menor o mayor medida, pero nunca igualados. El Bildungsroman (novela de formación) es la mejor denominación para aplicar a sus heroínas, quienes deben comprender que la vida tiene diferentes matices, que las personas no siempre son lo que esperamos, que no vivimos constantemente en una novela como desearíamos y que, sobre todo, debemos seguir culturizándonos todo lo que podamos aunque ello nos lleve a ver la realidad tal como es y no como otros quieran mostrárnosla.
EL PAPEL DE LA MUJER EN LA ÉPOCA GEORGIANA
Esto hubiera sonado como charlatanería o como un sueño para una mujer viviendo en la Era Georgiana en Inglaterra. Una buena protagonista de esto fue la Duquesa de Devonshire, Georgiana Spencer, antecesora de la Princesa Diana que se casó con William Cavendish, el 5to duque de Devonshire. Desde su matrimonio a los 17, su vida fue un constante escándalo y atractivo a la sociedad de Londres, ya fuere por su excéntrica pero innovadora y acertada manera de vestir (por la cual le pusieron el sobrenombre de Duquesa de la Moda) como por los secretos de su relación matrimonial, que no eran muy secretos al público pues se sabía de los múltiples engaños de su esposo. Como cualquier mujer de la época, su único objetivo en la vida era encontrar un marido con poder, linaje y riqueza; como en su
caso, la mayoría de los matrionios eran arreglados y dos personas podían terminar siendo marido y mujer aunque apenas se hubieran visto un par de veces. Al hombre georgiano sólo le interesaban 2 cosas: que su mujer no le hiciese pasar vergüenza ante la sociedad, y que le proporcionara un hijo varón al cual dejar su legado. En sí, eran raras las ocasiones en las que la unión matrimonial no era más que un acuerdo entre desconocidos en el que cada uno vivía su propia vida aparte del otro. Las incidencias de adulterio y violencia familiar eran vistas con tanta normalidad que fácilmente se obviaban con grandes festines y reuniones en donde se mostraban los más ostentuosos vestidos y joyas. Ser una mujer en esos tiempos no era nada fácil. Para describir la confusión de sensaciones que tenían las mujeres de esa época, nos podemos fijar en un ejemplo de una carta de la escritora Jane Austen, en agosto de 1796 en Londres, “Here I am once more in this scene of dissipation and vice, and I begin already to find my morals corrupted.” (“Aquí estoy una vez más en esta escena de disipación y vicio, y ya comienzo a ver mis morales corrompidas”). Jane Austen nos cuenta
en libros como Orgullo y Prejuicio, Sentido y Sensibilidad, Emma y otros, relatos de mujeres inconformes con la manera en la que eran tratadas y en búsqueda siempre de alguien que de verdad las amase, de una felicidad dramáticamente difícil de alcanzar. Las mujeres eran excluídas de la educación en los colegios y pasaban a ser instruídas por tutores o sus madres en la casa en artes que parecían hobbies, como música, idiomas y pintura. Para confrontar los problemas que tenían en el hogar y las discriminaciones sociales que tenian en cuanto a cosas como participación política, lo usual era que se desbocaban en lo único que les quedaba: el mantener un papel atractivo ante la sociedad. Para esto ofrecían grandes festines y reuniones, cualquier excusa para reunir personas y dar cuenta de lo exhuberante que eran sus vidas. Vestían en creaciones imposibles de ponerse y quitarse, la comida y bebida eran interminables y hablaban de temas culturales pero al mismo tiempo podían deleitarse con una buena pieza de piano. Esta vida, a los ojos de ahora, nos puede parecer monótona, aburrida y sin sentido; tal vez ésta sea una de las razones por las que muchas de ellas también recurrían a diversiones con amantes o incluso suicidios, ya que no se hallaban comprendidas ni tomadas en serio por nadie. Se puede aprender de ellas la increíble fortaleza que mantenían frente a la vida pública, sin importar la
inmensa presión que pudiesen estar viviendo en su hogar. Como bien dijo una de las sucesoras de Georgiana, la Princesa Diana: “I’ll fight to the end, b ecause I believe that I have a role to fulfill, and I’ve got two children to bring up” (“Pelearé hasta el final, porque yo
creo que tengo un cargo que cumplir , y tengo 2 hijos que sacar adelante”) , las mujeres confrontaban los constantes obstáculos
presentados durante su vida social. Afortunadamente, ha pasado un buen tiempo de tantas injusticias.