"¡Probablemente, éste es el mejor libro que se haya escrito sobre mascotas! Es cálido,. compasivo, informativo y una delicia de leer. ¡Lo recomiendo ampliamente!" -Richard Carlson, autor de Don't Sweat the Smai(Stuff En los últimos tiempos, la medicina moderna ha descubierto el maravilloso poder que tienen los a~imales de. detectS- ·r ayudar a tratar y curar gran cantidad de dolencias, tanto fisicas como emocionales, tales como depresión, ataques de páñico, cáncer y enfermedades cardíacas. ~
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En E/ poder sanador de las mascotas, el doctor Marty Becker, veterinario del popular programa de televisión norteamericano Good Morning America, recoge los últimos descubrimientos científicos en esta área y los combina con historias reales de personas que han logrado superar sus obstáculos gracias al amor y a la compañía incondicionales de sus mascotas. Muchas veces, dice el doctor Becker, la mejor medicina no está en el botiquín, sino justo a nuestro lado, moviendo la cola o ronroneando, pero la cuestión es aprender a aprovechar esta ca~acidad de los animales de ayudarnos a estar mejor en todos los aspectos.
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Sorpréndase con la enorme habilidad que tienen los animales para ayudarnos a ser felices y mantenernos saludables.
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El poder sanador de las mascotas Sorpréndase con la enome habilidad que tienen los animales para ayudarnos a ser felices y mantenernos saludables
Marty Becker con Danelle Morton
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Traducción Esperanza Meléndez
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... GRUPO EDITORIAL
norma Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Caracas, Guatemala, Lima, México, Panamá, Quito, San José, San Juan, Santiago de Chile, Santo Domingo
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Becker, Marty, 1954El poder sanador de las mascotas 1 Marty Becker ; traducción Esperanza Meléndez. - Bogotá : Grupo Editorial Norma, 2003. 280 p. ; 23 cm. Titulo original : The healing power of pets. ISBN 958-04-7256-4 l. Mascotas - Uso terapéutico 2. Terapia ocupacional 3. Animales domésticos - Uso terapéutico l. Meléndez, Esperanza, tr. ll. lit. 615.8515 cd 19 ed. AHP3301 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis-Angel Arango
Titulo original en inglés: THE HEAUNG POWER OF PETS
Hamessing the Amazing Ability of Pets to Make and Keep People Happy And Healthy Una publicación de Hyperion, New York 77 W. 66'h Street, New York, NY 10023-6298 Copyright @ 2002 por el doctor Marty Becker. Copyright @ 2003 para Latinoamérica por Editorial Norma S. A. Apartado Aéreo 53550, Bogotá, Colombia http://www.nonna.com Reservados todos los derechos Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso escrito de la Editorial. Impreso por Imprelibros Impreso en Colombia - Printed in Colombia Edición, Adriana Delgado Escruceria Diseño de cubierta, Marta Clara Salazar Posada Armada electrónica, Andrea Rincón Granados Este libro se compuso en caracteres Berkeley ISBN 958-04-7256-4
DEDICAMOS ESTE LIBRO a todas las mascotas que prodigan regalos de sanación a una familia humana. Estamos en deuda con ellas. A las familias que velan por la salud, la felicidad y la longevidad de sus mascotas como una prioridad. A todos los profesionales de la salud que celebran, protegen y promueven el concepto de la medicina que integra mente, cuerpo y significado y que usan el poder sanador de las mascotas para mejorar la salud y el bienestar de los humanos. A los investigadores que ya están demostrando lo que todos hemos sabido: que las mascotas no sólo nos hacen sentir bien, sino que nos hacen bien. A Dios, por el regalo de los animales y la promesa de otro Jardín del Edén en el Cielo.
Contenido
PRIMERA PARTE:
El poder sanador de las mascotas • Un inicio saludable: la influencia de las mascotas en la infancia • Desatando el nudo de una infancia infeliz • Salir al paso de los problemas cardíacos • Cura contra el cáncer: las mascotas dan una segunda oportunidad • Dolor crónico: juegue con dos mascotas y llámeme mañana • Vida sedentaria: una caminata de corazón a corazón • Hipoterapia: senttmtento equino • Terapia asistida por animales: la droga milagrosa y otros animales sanadores • Animales de servicio: ¿Qué haría sin mis amigos? • Tercera edad: el amor de una mascota siempre hace milagros
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SEGUNDA PARTE:
La prescripción de una mascota • Encuentre la mascota que mejor pueda ayudarlo a sanar • ¿Estoy listo para una mascota?
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VIII
El poekr sanador de fas mascotas
• Buscando el amor donde está • Recetar la mascota perfecta
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TERCERA PARTE:
Fortalecer el vínculo afectivo con su mascota • Cómo obtener lo mejor de su relación con una mascota • Califique su relación con su mascota • ¿Cómo está la salud de su mascota? • Cómo alimentar el vínculo afectivo con su mascota
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El vínculo afectivo con las mascotas: La unión de la ciencia y el alma SOY DE ESAS PERSONAS QUE AL LEVANTARSE por las mañanas ya están dándole vueltas a lo que harán en el día y las próximas semanas. Sin embargo, un miércoles de noviembre de 2000 mi cuerpo rehusó cooperar. Me levanté como de costumbre pero, cuando mis pies tocaron el piso, estaban tan entumecidos como si hubiera caminado descalzo durante la noche a través de un campo de nieve que me cubría hasta las rodillas. Cuando logré incorporarme de la cama, descubrí que tampoco tenía sensibilidad desde la punta de los dedos de las manos hasta los codos. Quizás no dormí bien, traté de convencerme mientras arrastraba hasta el baño mis pies endurecidos. Flexioné los dedos y los brazos, en un intento por bombear sensibilidad a mis extremidades mientr.as me miraba en el espejo del baño. Durante todo el tiempo, mi médico interior repasaba los principales problemas médicos que estos síntomas podían significar. Tenía mucho miedo. Mi hermano mayor, Bob, había presentado estos mismos síntomas tres años atrás y le habían diagnosticado esclerosis múltiple. Pero me esperaba una larga semana de trabajo; tenia citas desde el día siguiente en Nueva York, Colorado Springs
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y Houston. Este año había sido duro para las finanzas de la familia. Mi esposa Teresa y yo lo habíamos bautizado la Perfecta Tormenta Financiera. Y estas citas prometían calmar esta tempestad. Aguanta el dolor, me dije, no tienes tiempo ahora para enfermarte. Y no le conté a nadie. Trabajé sin parar durante el día y, a medida que el entumecimiento se disipaba, me convencí de que estaba mejorando. Pero al llegar a Nueva York comenzaron los dolores de cabeza: una presión intensa detrás de los ojos que irradiaba el dolor hasta mis hombros. Empecé a tomar a puñados remedios para el dolor de cabeza, intenté presionar con mi pulgar puntos de acupuntura y traté de dormir cubriéndome los ojos con un paño frío. Nada calmaba el dolor. Tras una noche de insomnio en Nueva York, tomé el vuelo de las seis de la mañana a Colorado Springs. Allí me esperaba el doctor Jim Humphries, médico veterinario colaborador de CBS. Jim vio que algo estaba mal e intentó convencerme de buscar atención de urgencia. Le dije que me sentia mucho mejor y, luego de nuestra reunión, me llevó hasta el aeropuerto. Allí comencé a dar traspiés. Llamé al doctor Steve Garner, colega veterinario y amigo mio desde hacía cuatro años, a cuyo seminario en Houston me dirigía. Me desconcertó su alarma al conocer mis síntomas. En la sala de espera, mi teléfono celular empezó a sonar. La primera llamada era de Jim, para decirme que no me había visto bien. Propuso volver por mí y llevarme a un centro de urgencias, pero rechacé su oferta. Luego me llamó Steve para informarme que un amigo suyo, neurólogo de la Universidad de Baylor, me vería tan pronto como aterrizara. Lo que yo más deseaba era volver a casa. Me hundí en una silla en la sala de espera, agobiado por el dolor. Imaginé a Teresa, a mi hija Mikkel, de catorce años, y a mi hijo Lex, de diez años, sentados por las noches, como tantas veces lo habíamos hecho en el último verano, en el piso de nuestra casa en Bonners Ferry, Idaho, rodeados de mascotas. Nuestra casa da sobre la garganta de un valle glacial de cincuenta kilómetros de largo. Nos gusta mirar cómo se desvanece la luz a medida que pasan
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las manadas de ciervos y alces mientras los halcones y las águilas calvas bajan en picada. Si estaba tan enfermo, quería esa vista, esos olores, a mi familia. Llamé a nuestro médico familiar, el doctor Will McCreight, quien me dijo exactamente lo que mi corazón sentía: regresa a casa. Estando listo para abordar mi avión de regreso a casa, recibí otra llamada de Steve. Su amigo neurólogo pensaba que podría haber derrame cerebral y me recomendaba no subir al avión, pues el cambio de presión durante el ascenso podría matarme, y buscar de inmediato un hospital en Colorado Springs. Le dije que me iba a casa y me hice a un lado de todos los pasajeros para rezar y confiar en que estuviera tomando la decisión correcta. Luego subí al avión. Debido a mi ansiedad, ése fue uno de los vuelos más largos de mi vida. Cuando aterricé hacia las once de la noche, el doctor McCreight me había conseguido para la mañana siguiente una cita con un neurólogo en Coeur d'Alene y otra para tomar una imagen de resonancia magnética. El médico que me examinó habló con pesimismo de cuatro posibilidades: accidente cerebrovascular, tumor cerebral, esclerosis múltiple o hemorragia subaracnoidea, nombre oficial del derrame cerebral. Cuando llegué a tomarme la resonancia magnética, me advirtieron que la prueba era ruidosa y claustrofóbica, que incluso algunos mineros de la localidad se ponían ansiosos dentro del túnel del aparato. Me preguntaron si quería escuchar música durante el escáner de todo mi cuerpo y elegí un CD de himnos religiosos. Cuál no seria mi turbación al escuchar el primero, que decía: "Con suavidad y ternura, jesús te está llamando, regresa a casa, regresa a casa 1 Tú que estás cansado, regresa a casa". Tal vez hubiera sido preferible elegir otro. Sin embargo, los resultados de la resonancia magnética fueron los mejores que hubiera podido esperar. Se trataba de un simple problema mecánico: un disco intervertebral del cuello había hecho prolapso y su contenido se había derramado dentro de mi médula espinal. Los discos que protegen los huesos de la médula están construidos como una dona de gelatina: una capa exterior más dura que el interior,
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blando como una gelatina. Por lo general, cuando un disco se desliza afecta sólo un lado, pero mi caso era más grave y ejercía una presión extrema a través de toda la médula. Ésta había sido la causa del entumecimiento bilateral. Los dolores de cabeza eran el resultado de espasmos musculares y de la ansiedad. Necesitaría una cirugía para retirar el disco dañado, insertar un trozo pequeño de hueso de vaca para mantener el espacio adecuado y soldar la inestabilidad en mi médula con una placa de titanio. Me recetaron unos relajantes musculares para la ansiedad y me enviaron a casa con un cuello ortopédico mientras me examinaba un neurocirujano, con quien sólo fue posibe fijar una cita para finales de diciembre ... Aún faltaban seis meses. Mi médico me aconsejó que, mientras tanto, bajara mi ritmo de trabajo y me preparara para una larga recuperación. Si bien sentí alivio al conocer que el diagnóstico no era ninguna de las cuatro enfermedades que temía, me fue muy difícil aceptar que tenía que bajar el ritmo de trabajo. Cinco años atrás nos habíamos mudado a Bonners Ferry. Teresa había bautizado la finca Cerca del Cielo porque la veía como un oasis de belleza, bondad y serenidad. Diseñamos papelería familiar y yo le agregué el eslogan "La vida a baja velocidad". Pero este eslogan se convirtió en una broma para mi familia. Desde que llegamos aquí, yo empecé a trabajar aun más duro que antes, siempre prometiendo que pronto trabajaría menos. Pero los compromisos se presentaban uno tras otro y yo arrancaba de nuevo. Siempre parecía más importante atender los negocios que cuidarme a mí mismo. De hecho, desde que nos trasladáramos a este hermoso y pacífico lugar, engordé doce kilos y me volví hipertenso. Para Teresa, esta crisis fue la oportunidad de obligarme a cumplir mi promesa. Me rogó que examinara mi programación de trabajo para los próximos seis meses y empezara a cancelar algunos compromisos ya adquiridos. La sola sugerencia me daba vergüenza. ¿Y si me perdía de algo? ¿Y si nadie me echaba de menos? Empecé a llamar a mis colegas y amigos, llorando mi suerte y en cierto modo pidiéndoles permiso para decir no. Todos me dijeron que trabajara menos y me diera la oportunidad de curarme.
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A la mañana siguiente, mientras Teresa y yo caminábamos hacia el establo para realizar nuestras tareas diarias con nuestros caballos, Sugar Babe, Chex, Pegasus y Gabriel, yo seguía inconforme con el pronóstico. Siempre había gozado de excelente salud y tenía la capacidad para concentrarme y salir de las dificultades -la determinación que requiere un atleta para perseverar a pesar del dolor, o un niño granjero que debe recoger la cosecha para su padre antes de que caiga la tormenta, tuviera o no tuviera gripa-. El médico me había dicho que tendría que permanecer quieto durante unas seis semanas o más después de la cirugía, pero yo siempre me había recuperado rápido de las enfermedades y pensaba que tal vez en un mes o menos podría volver a mis actividades normales. Los caballos galopaban en el potrero, en espera de su comida matutina. Teresa corrió la puerta del establo para que los caballos entraran en sus pesebres mientras yo agarraba el bieldo para levantar un pequeño trozo de heno y darles de comer. Hinqué el tenedor en la paca de heno y de repente descubrí que no tenía fuerzas ni siquiera para levantar esa pequeña cantidad. Avergonzado de no poder terminar una tarea que había realizado regularmente desde que tenía cinco o seis años, me debatí en silencio, recurriendo a todos los trucos que había aprendido de niño en la finca cuando se me ordenaba levantar algo más pesado que yo. El orgullo me obligó a intentarlo, pero el orgullo no logró mover el heno por sí solo. Tuve que pedirle a Teresa que lo hiciera por mí. Ese año la primera nevada fue temprana y muy húmeda, de esa nieve pesada y densa que es la mejor para hacer bolas de nieve pero que es dura para las patas de los caballos. Al ver que nuestros caballos caminaban con dificultad por tener bolas de hielo acuñadas justo en el centro de sus cascos, pensé que por lo menos podría ayudarlos. Fui por el destornillador de mango largo y me incliné frente a la pata delantera derecha de Sugar Babe, doblándosela para hacerla descansar sobre mi muslo. Otro fracaso. Tuve que admitir ante Teresa que tampoco tenía fuerzas para hacer esto y, de nuevo,
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tuve que pedirle a mi esposa que realizara por mí una tarea que yo había hecho cientos de veces. Sostuve las riendas de Sugar Babe mientras Teresa se ocupaba de su casco, pero mi mente estaba perdida en la profunda crisis de identidad que me producía la enfermedad. Me veía a mí mismo como el campo de resistencia, el infatigable proveedor. Si no soy las cosas que hago, si tengo que hacer cosas diferentes y hacerlas de otra manera, entonces, ¿quién soy? La pregunta era demasiado aterradora para darle respuesta. Sugar Babe descansó su cabeza sobre mi hombro con la suavidad de un bebé y yo tuve el reflejo de levantarme para acariciarle el hocico. Hay pocas cosas más suaves que el hocico de un caballo, es el equivalente animal del terciopelo. Los caballos reciben el mundo a través de la boca y ese hocico suave y sensible es para ellos como nuestros dedos y manos. Sugar Babe se acercó un poco más y comenzó a rascarme el cuello con sus bigotes, pelos táctiles similares a los bigotes de un gato pero de diversas longitudes y dispersos por toda la superficie de su boca y nariz. Recorrió toda la zona hasta descansar exactamente en el punto doloroso de mi cuello. Aún le salia vaho debido a su carrera por el potrero y sus ollares despedían con fuerza su aliento. La temperatura corporal de un caballo, de 38,6°C, es unos grados más alta que la nuestra. Su cálido aliento sobre mi cuello dentro del frío establo era como un tratamiento de vapor. Cuando se quedó quieto, me acomodé a los altibajos de su respiración y por primera vez me sentí relajado desde que empezó esta experiencia traumatizante. Estaba vivo, con mis seres queridos y en casa: tres hechos simples que daba por supuestos y que, por ello mismo, había estado a punto de perder. De esa manera simple en que los animales te traen de regreso a tu mundo, Sugar Babe me estaba mostrando que mi sanación tendrta que empezar ahí.
Mientras caminaba con Teresa de regreso a la casa, me acompañó la sensación de haber recibido una imposición de manos a través de la suave presión del hocico de Sugar Babe sobre mi cuello.
Tenía realmente una carga demasiado pesada de llevar, algo que ni la inteligencia ni la determinación podrían eliminar. Por muy dura que esta idea resultara para mí, tenía que considerar la enfermedad no como una derrota sino como un regalo, una oportunidad para sembrar de nuevo, para renovarme y recargarme. Teresa y yo tomamos mi programación de trabajo para los seis meses siguientes e hicimos una lista de los compromisos que tendría que cancelar. Una vez despejada la programación, reservamos mucho tiempo para la familia. Teresa no se detuvo en el estrés visible. En mi oficina un cajón estaba lleno hasta el tope de cosas que tenía deseos de hacer, como capacitar buscadores de fondos, dictar conferencias, impulsar causas benéficas o revisar el manuscrito de un colega. El cajón ya estaba demasiado pesado y yo no podía levantarlo. Teresa lo tomó y ceremoniosamente vació su contenido en el cubo de la basura. Luego me pidió un regalo de Navidad muy específico: me pidió que perdiera doce kilos y controlara mi presión arterial. Reducir el estrés crea un tipo de ansiedad diferente. ¿Qué se suponía que tenía que hacer exactamente conmigo mismo? El famoso dicho "Médico, sánate tú mismo" resultaba algo irónico para mí. Toda la vida he amado los animales y las mascotas, y en mis años como veterinario en ejercicio he observado incontables veces cómo uria estrecha relación con los animales puede dar a las personasj la fortaleza y la motivación para recuperar la salud después de haber~ sido afectadas por alguna enfermedad. He dedicado mi vida proj fesional a alabar esta relación especial que llamamos "el vínculo áfectivo", esa conexión saludable y afectuosa entre las personas y. sus mascotas que apenas ahora la ciencia está comenzando a con~rar seriamente. Pero nunca había estado realmente enfermo, 1 l'tunca había tenido que recurrir a mis mascotas para que me señalaran ~n estilo de vida más saludable. Yo podía describir apasionadamente J"'m detalle este vínculo, pero sólo lo había sentido como obserwdor. En realidad, no tenia la menor idea de cómo sanarme. · Mis propias palabras retumbaban en mi cabeza: las historias, estudios y estadísticas que a menudo había citado para demostrar
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~l poder sanador de las mascotas en múltiples estados patológicos. Por ejemplo, quienes tienen animales en su casa tienen ocho veces más probabilidades de sobrevivir un año después de un ataque al corazón. Las mascotas alivian el estrés porque disminuyen el ritmo cardíaco, la presión arterial e incluso el colesterol. Quienes tienen mascotas consultan menos al médico, permanecen menos tiempo en los hospitales y se adaptan más fácilmente a una nueva rutina de recuperación después de una enfermedad. Las mascotas combaten la depresión y el aislamiento gracias a su papel como rompehielos sociales, al dar a otros algo de qué hab~ar diferente de la enfer1 { medad. Y, lo más importante, el contacto físico de la relación con \un animal es una bendición para la salud. Acariciar a un animal y recibir a cambio un beso de hocico establece una calmada in1 1 timidad en un momento de soledad. También sirven como estímulo 1para el ejercicio, un factor clave en la mayoría de las recuperaciones. Pero el elemento que más me ha impresionado siempre de esta poderosa relación es la importancia de cuidar a otra criatura. En \ un momento en que la persona enferma se está sintiendo desconectada del mundo e incapaz de cumplir con sus responsabilidades \ normales, la mascota le demuestra que hay alguien que la sigue \.!tecesitando y que su presencia sería extrañada terriblemente. Si me hubieran preguntado por el vinculo afectivo que yo tenía con nuestros animales, habría calificado nuestra relación con un diez. Todas nuestras mascotas reciben una dieta cuidadosamente balanceada, son examinadas regularmente por el veterinario de la casa, tienen muchas oportunidades de hacer ejercicio y están rodeadas por una familia que las ama y las consiente. Aun así, mi enfermedad me reveló que, como tantas cosas que aprecio en la vida, ahora tenia el tiempo (sólo tenia que encontrar la paciencia) de sentarme simplemente a observar los animales para comprender la forma en que ellos podían cuidar de mi. A medida que aprendí a ver el mundo de cerca, y no a cinco kilómetros de distancia, empecé a encontrar este cuidado en cada interacción, incluso en algo tan sencillo como el momento en que regreso a casa.
Por lo general, mi familia adivina cuándo estoy tomando la carretera para recorrer los últimos doscientos metros que llevan a nuestra cabaña. Si llego en medio de la noche y ya Teresa, Mikkel y Lex duermen entre sus cobijas de plumas, no espero que abandonen el calor de su cama para saludarme. Pero podría estar llegando a las seis de la tarde y tampoco saldrían corriendo a saludarme. Ni una sola vez he visto a Teresa esperándome a la entrada, moviéndose agitadamente para saludarme saltando entre mis brazos. Nunca vi, al entrar en el garaje, el rostro de Mikkel y Lex pegado contra las ventanas, radiantes de alegría y saludándome con las manos. En cambio, Sirloin, nuestro labrador negro, y Lllucky, nuestro perro maravilla, siempre me están esperando, ansiosos desde antes de mi llegada, cualquiera que sea el clima, sin fallar ni un solo día por haberse quedado dormidos o simplemente porque no estaban de ánimo. Empiezan a saltar nerviosamente sobre el pasto en el centro del camino circular que conduce a nuestra casa, como dos teteras a punto de hervir, esperando el momento en que finalmente me detengo y me bajo del vehículo. Con sus tres patas, Lllucky siempre gana la carrera para saludarme, avanzando imprudentemente mientras su ladrido resuena como un tambor bajo. Sirloin, aunque tiene sus cuatro patas, se queda atrás porque su origen de perro cobrador no le permite acercarse a mi sin llevarme un regalo, como algún chamizo desarticulado del bosque, un palo, un juguete, una piña de pino o cualquier cosa. Con sus colas encrespadas moviéndose rítmicamente de lado a lado, chocan contra mi cuerpo en una loca alegría de pelajes. A Scooter, que duerme bajo una gruesa cobija de plumas en el cuarto de Mikkel, no la veo por ningún lado. Enseguida es mi turno. Los llamo por sus nombres y apodos mientras busco los lugares en donde más les gusta que los rasque o los frote. "Gomer, tú eres el niño grande de papá, ¿verdad?", le digo cariñosamente a Sirloin mientras le rasco por dentro las orejas caldas. "Boo, que salgan los perros, hu, hu, hu, hu", le canto a
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Lllucky, a quien a veces llamamos Boo. Éstos son apodos únicos y utilizo una voz aguda especial que no uso con ninguna otra criatura en el mundo. Cuando miro sus inquietos ojos aguados llenos de amor, no sé si brillan por mí o por el sonido de la bolsa de la comida. Pero en realidad no me importa. Sólo sé que siento cómo desaparecen de mí las tensiones del mundo exterior; el ritual me conecta instantáneamente con los placeres simples, sin crear expectativas respecto a mi comportamiento. Ciertas noches de verano, cuando llego a casa, en lugar de simplemente aplacar a los perros y entrar en la casa, nos acostamos sobre el prado y miramos el cielo. Sirloin y Lllucky me estimulan, siguiendo los movimientos de mi cabeza mientras yo recorro el cielo con la mirada. A veces una estrella fugaz salta de la cima de una montaña a otra dejando una estela de polvo luminiscente para marcar el camino. Estos momentos de reposo me han permitido conocer las fases de la luna, muchas de las constelaciones, las rutas de los satélites, dónde está encaramada esa noche la Estrella del Norte, acompañado por la música más relajante que sea posible imaginar: la de los sonidos del mundo nocturno. Esto es lo que más tne han dado mis mascotas: el momento de alegría, el punto de conexión, un llamado a detenerme en la belleza de la vida que me rodea. Asi me ayudaron a sanar. Cada paso que yo daba para mejorar su vida era un paso hacia una mejor lsalud y una mayor felicidad para mi. Soy un hombre acostumbrado a grandes abrazos y relaciones rápidas, seguro de haber dejado una huella pero no dispuesto a permanecer lo suficiente para ver el efecto de la onda. En una época en que no me sentía muy útil en el mundo, mis mascotas me guiaban para ser útil de una manera más simple en mi mundo inmediato, demostrándome cómo tener este poder en mi microuniverso, cómo tocarlo de manera que fuera un apoyo y un beneficio no sólo para los animales sino para toda mi familia. Nuestros perros no parecen exactamente un trío de asistentes médicos, fisioterapeutas o psiquiatras, pero en eso se convirtieron
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para mí. Supe que las historias de rescates protagonizadas por animales no siempre tienen que mostrar un perro que en una acción heroica lo arrastra para sacarlo de un edificio en llamas. Las mascotas lograñ\ rescates heroicos diariamente, con el simple hecho de estar presen- ( tes en los momentos de necesidad. ) Scooter es nuestra querida y algo engreída fox terrier, llena de energía, incontenible y belicosa, con la expresión alerta y encendida. La llamamos cariñosamente "la princesita peluda" para señalar su categoría de reina por ser la única mascota de la familia que vive dentro de la casa y por su habilidad poco perruna de manejar nuestra política de "no regalos". Tiene una gran cantidad de accesorios caninos, como un collar tejido a mano, pañoletas según las estaciones y hasta un equipo completo de Elvis, con todo y su guitarra tamaño perro. Al verla como una princesa, nunca esperé que ella pensara ~n las necesidades de los demás. Sin embargo, entre el día de mi diagnóstico y la fecha de la cirugía, Scooter se subía al sofá donde, 'p«:gado al control remoto, había resuelto echarme como si estuviera , 'm. el transbordador espacial listo para el lanzamiento: con almo'~das bajo mi cuello y una pila de tres bajo mis rodillas. Ella levantaba Jni ~ntumecida mano derecha con su hocico, haciéndome saber que ~ estaba, por si la necesitaba. Y durante mi recuperación de la ,,,cirugía de la columna se acercó todavía más a mí. ·;; . . . Así como admiraba en Scooter su gracioso dominio de sí misma, 1 3§~ también me maravillaba la personalidad de Lllucky, alegre a ~sar de su incapacidad. Las tres eles en su nombre marcan sus .~res. escapadas a la muerte antes de convertirse en un miembro de l!~estra familia. Nacido en una casa donde no había amor, ni sic;uliera una simple amabilidad, su dueño lo había escogido con la ~peranza de que la parte de pastor alemán que llevaba en su pedigree '·~~onvirtiera en un agresivo perro guardián. A pesar de los abusos .q'!le sufrió -hasta perder su pata delantera derecha en una batalla '•rSQ~U"a un tren de carga-, el fornido animal siempre mantuvo su c.omportamiento bondadoso. Cuando lo vi por primera vez, el muñón
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de la pata aún estaba inflamado por la cirugía que le habían practicado para retirar los fragmentos de hueso que quedaban. Tenía la cara destrozada y en carne viva por haber sido arrástrado por la carretera a cien kilómetros por hora. Ulucky representaba lo que tantas veces había visto como veterinario. Sin dejarse amilanar por complejo alguno, sin buscar simpatfa y sin deseos de "arrastrar el mal", las mascotas se recuperan de los accidentes o enfermedades graves como bolas rebotonas. Para Ulucky, perder una pata o salir volando del vehículo de rescate para caer estrellándose contra el piso tres veces fue como si le hubieran quitado una astilla, no una pierna. Según Rolan Hall, el veterinario que trató a Lllucky después de los accidentes, en ningún momento el perro se quejó, lloró de dolor o dejó de mover la cola. Tan sólo quería comida (y mucha, pues había pasado hambre) y un poco de amor. Ahora que tiene ambas cosas en abundancia en nuestra casa, siempre está feliz y tranquilo. Su alegría de cachorro contrasta con su rostro adulto parecido al de Abraham Lincoln. Con su ejemplo de amor y valor personal, Scooter y Ulucky me ayudaron a ver los aspectos más privados y espirituales de sanar la mente y el espíritu. Por su parte, Sirloin, nuestro labrador negro, me ayudó en la tarea de usar de nuevo mi cuerpo. Sirloin, que tiene cuatro años, se mueve por el mundo sin la carga del odio, la amargura o los celos y siempre está moviendo la cola. He tenido labradores desde niño. Para mi, son la prueba positiva de que la madre naturaleza si tiene sus favoritos. Estos versátiles animales son utilizados como guías para ciegos, como ayudantes en la búsqueda de narcóticos, como perros de caza y como mascotas familiares confiables. Son amables, leales, ecuánimes e inteligentes y les encanta agradar. Sirloin tiene los genes de un campeón. Su padre fue un atleta canino en pruebas de campo y es tan bellamente musculoso que un amigo comentó que bien podría ser el perro del David de Miguel Angel. Aquí tenia, pues, a tres criaturas rebosantes de salud: Sirloin en la flor de la vida; el valiente Lllucky, discapacitado pero intré-
pido; y la geriátrica Scooter, enferma pero sin flaquezas. Al mismo tiempo que yo intentaba crearme de nuevo, decidí intentar imaginar cómo serta la siguiente etapa de su vida. Quería proporcionarle alivio a Scooter, puesto que ahora sabía cuánto debía dolerle su artritis. Quería asegurarle a Lllucky que nunca tendría otra vez hambre ni frío y que nunca volvería a estar solo, que contaba con la seguridad del amor de nuestra familia mientras viviera. Y el mejor regalo que podía darle a Sirloin era vitalidad plena, la oportunidad dt usar las habilidades que traía en sus genes. Alivio, tranquilidad y vitalidad son una buena descripción de lo que también quería para mí mismo. Comencé a ver que cada manera que tenia de fortalecer el vinculo afectivo con mis mascotas era en realidad un paso hacia mi propia recuperación. Así se fue desarrollando entre mis mascotas y yo un nivel más ptofundo de comunicación, confianza e interacción. Observé la forma en que nuestros perros y gatos usaban sus orejas y movían su cola, y cómo sus ojos expresivos eran ventanas hacia su corazón y cabeza. La veterinaria etóloga Myrna Milani me informó que los perros podían c.omprender 180 palabras humanas, algo que me pareció notable~\ Aun más notable fue la pregunta que me hizo: "¿Cuántos ladridos ó maullidos diferentes reconoce?" Con el tiempo y mediante el estudio y la atención cuidadosa, pude reconocer muchos. Miré en lo profundo de sus oscuros ojos pata ver si brillaban ante la expectativa de un juego o un regalo, o ante la fascinante vista del camión de FedEx que se acercaba por la car_retera. Pude saber si sus ojos estaban apagados por el dolor de la artritis o llenos de tristeza al ver su plato de comida vacío. Algunas veces pude ver que estaban confundidos por saber "¿quién es el responsable aquí?": era una mirada muy diferente de aquélla que mostraban cuando estaban satisfechos, Con un golpe suave de la cola, una mueca tonta, un ladrido o un maullido, frotándose contra mi o mirándome fijo a los ojos, me estaban comunicando cantidades enciclopédicas de información que antes yo desconocía. El primer día de enero de 2001, tan sólo cuatro días después
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de la operación de mi cuello, por orden de mi médico y para cumplir la promesa que le había hecho a Teresa en Navidad, comencé mis sesiones matinales en el molino de pedales. Teresa es de esas personas que pueden trabajar alegremente durante horas en esas máquinas, pero yo estaba más allá de mis límites al cabo de media ho_ra de trabajo forzado. Así que empecé a caminar todas las tardes en compañía de Sirloin, mi ayudante personal en mi rehabilitación. En nuestra primera salida sólo recorrimos la distancia de la casa al establo, aproximadamente el largo de una cancha de fútbol. Había olvidado que así es como cada persona empieza a caminar hacia un objetivo. Paso a paso. Ir al establo y regresar. Volver al establo y regresar de nuevo. Una semana más tarde, fuimos un poco más lejos, bajamos por la colina y regresamos. El movimiento me producía dolor y al principio la ruta que tomábamos era repetitiva. Lo veía como un deber y al decirle a Sirloin: "Vamos a caminar", empleaba un tono cada vez menos alegre y más fúnebre. Pero a medida que noté mejoria en mi fuerza y mi estabilidad, decidí dejar de controlar la situación y seguir a Sirloin. Guiado por los agudos sentidos de mi labrador, mi caminata se transformó. Era sorprendente ver cómo se ponía alerta cuando escuchaba movimientos cientos de metros adelante, algo de lo que yo normalmente hacía caso omiso. O escucharlo ladrar y detenerse, olfateando el piso al haber detectado la presencia de un pájaro que había caminado por allí minutos antes. Con el tiempo, mis pequeños pasos se fueron haciendo cada vez más grandes. Guiado por Sirloin, recorrimos terrenos montañosos, bajamos por barrancos poblados de árboles y bordeamos riachuelos buscando alguna presa sin intención de causarle daño alguno. En algunas ocasiones tenía que abrirme paso de rodillas por la maleza para explorar el último hallazgo de Sirloin, que bien podía ser una pila de boñiga fresca de ciervo. Recuperábamos el
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aliento descansando en las rocas y deleitándonos con el esplendor del norte de Idaho. En tan sólo tres meses logré rebajar doce kilos. Los pantalones ya no me apretaban como un torniquete y mi espalda dejó de quejarse por cargar mis abultadas nalgas. Mi cuello recién operado pudo girar otra vez para observar el panorama del cielo y la montaña. El aire fresco, la paz y la belleza de mi entorno, así como la amorosa compañía de mi perro y el vigoroso ejercicio, me estaban transformando. Por primera vez en más tiempo del que puedo recordar, me estaba encaminando a la ruina, pero también a la salud. El regalo que recibí de Sirloin fue aun más generoso que eso. Gracias a su atención permanente en el entorno, me ayudó a desarrollar la capacidad que los humanos modernos tanto envidiamos: vivir completamente en el presente. Cuando estoy con Sirloin, no pienso en lo que voy a hacer cuando regrese; él no está pensando en el año próximo ni en cómo desarrollar plenamente su potencial de labrador. En realidad, ni siquiera está pensando. Simplemente vive fascinado con el mundo que se extiende bajo su hocico. A Sirloin le gustaba el juego de traer objetos. Llegaba con pequeños símbolos de afecto como piñas de pino o palos, agitándolos en la boca, incitándome a quitárselos. Al principio yo lo hacía a un lado, pues estaba demasiado preocupado por cumplir con mi ración diaria de ejercicio y no apreciaba el regalo que me estaba ofreciendo. Mi noción del juego estaba inserta en la estrecha versión del mundo humano. O uno quiere ganar o por lo menos no quiere parecer est~pido. Pero con una mascota, lo importante del juego es estar en él. Un gato seguirá golpeando el hilo con que le juega tanto como usted quiera. Incluso se lo dejará tener algunas veces. Y un perro irá feliz por el palo que le lanza hasta que ambos estén cansados. No hay agendas ocultas, ni actitudes qué adoptar, ni duplicidad. Sólo jugar por el placer de jugar. Cuando los médicos recomiendan que los pacientes consigan un animal para hacer ejercicio, rara vez recomiendan un gato, porque
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la creencia generalizada es que a los gatos no se los puede molestar. Uno de los libros más gastados de mi biblioteca es El perro perfecto. Pero no existe su equivalente en el mundo felino. A pesar de nuestros intentos por hacer que todo marche a un ritmo acorde con la urgencia de nuestra vida, los gatos se han negado rotundamente a acompañ.arnos en esa carrera. A diferencia de los perros, que ahora parecen personas en abrigos de piel, los gatos son miembros dignos de otra especie que, si mucho, tolera nuestros caprichos. Mientras que otras especies domesticadas son sociables por naturaleza, el gato típicamente establece sus limites entre estar solo y a distancia y ser sociable según sus propios términos, pensando principalmente en su propia comodidad. Para muchos amantes de los gatos como yo, su atractivo como mascotas está en su naturaleza impredecible y solitaria y en su preocupación por sí mismos. Uno de mis libros favoritos sobre gatos es Cats for Dummíes, y eso es casi todo lo que sabemos sobre estas increíbles criaturas. Por esta razón, cuando me embarqué en esta campañ.a por mejorarme a mi mismo, al principio no consideré como aliados a los gatos de nuestra finca, Turbo y Tango. Siempre tenemos varios juguetes para gatos, como pelotas plásticas y campanas, pero nunca me he dedicado con juico a hacerlos jugar. Como veterinario, no presté mucha atención a los clientes que me pedían juegos para hacerles perder peso a los gatos, pues consideraba que nada funcionaba muy bien. Pero en cuanto me abrt al mundo que era obvio para mis perros, me entró la curiosidad por explorar la vida con gatos y descubrir las maravillas que podían ofrecer. Turbo y Tango han vivido siempre en el establo y sus alrededores. Las estaciones en el norte de Idaho pueden ser duras, de modo que, aun antes de que los pájaros se levanten, vamos al establo para ocuparnos de las necesidades básicas de los animales: darles comida y asegurarnos de que el agua no esté congelada. Desde la puerta del cuarto de la comida, que es donde duermen los gatos, llamamos a Turbo y a Tango para que bajen del piso alto y rápi-
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damente cerramos la puerta, tranquilos al saber que estuvieron a salvo de los depredadores y que durmieron bajo techo. Mientras los animales comen, abrimos el establo y miramos hacia el valle para ver si alguna tormenta acecha sobre las montañ.as cercanas. Siempre me he preocupado por las necesidades básicas de todos los animales, pero lo he considerado como un punto en mi agenda diaria. Sentía que Turbo y Tango llevaban muy buena vida. Tenían por campo de juegos sólo para ellos un enorme establo tibio, lleno de presas para perseguir y cazar. Como con los demás animales, no pensé que pudiera mejorar su vida hasta el día en que me detuve a observar. Cuando lo hice, descubrí que el juego para ellos no era simplemente una especie de comportamiento infantil sino un fenómeno ·extremadamente complejo, porque es libre y variable y no está restringido pór patrones rtgidos. El juego introduce novedad en su comportamiento y continuamente les da a los gatos la oportunidad de aprender y de usar habilidades latentes. Me fui a una tienda de mascotas y compré una muestra de · casi todos los juguetes para gatos que tenían. Encontré plumas colgando de cañ.as de pescar, ratones de cuerda, incluso juguetes de alta tecnología como punteros láser. A veces, Teresa y yo hacíamos más ejercicios con los juguetes que Turbo y Tango, que con frecuencia mostraban desdén y desinterés por nuestras nuevas adquisiciones. Pero otras veces, sin escogerlo expresamente, encontrábamos el juguete perfecto para el momento y no parábamos de reir, golpeándonos en el brazo y diciendo: "¿Viste eso?", mientras le dábamos cuerda a un ratón mecánico. A la luz de las lecciones que aprendí durante mi recuperación, revisé la relación con mis hijos. Somos una familia unida, de fuertes tradiciones, rituales y lazos que se mantienen gracias a una fe compartida. Estaba seguro de que encontrarla sutilezas ocultas en mis relaciones con mis hijos y que éstas podrtan mejorar notablemente. Contradiciendo el dicho popular, quise intentar tratar a mis hijos como a mis perros. Estaba seguro de que esto redundarta en su beneficio.
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Mi hijo Lex vive obsesionado con el juego de estrategia militar llamado War Hammer. Es una mezcla de ajedrez y damas chinas que viene con barcos de guerra, armas y soldados, y un libro de instrucciones del tamaño de un enorme directorio telefónico. Yo siempre he creído que si hay reglas, hay que seguirlas. Llevar el puntaje, jugar para ganar, seguir las instrucciones al pie de la letra. A Lex le gustaba poner sus propias reglas, lanzarse libremente, usar su imaginación. Incluso las cambiaba en la mitad de su turno. Lo que empezaba como un momento para estar juntos se convertía con frecuencia en una disputa porque yo pensaba que él, al cambiar las reglas, estaba tratando de ganar una ventaja injusta sobre mí. Con mi voz de padre le decía que debía respetar las reglas si quería aprender cómo tener éxito en el juego más grande de la vida. Un día, después de una hermosa caminata con Sirloin, decidí dejar que Lex cambiara las reglas a su entera voluntad, poniendo el énfasis en su amor por el juego y en el tiempo que pasábamos juntos, y no en el resultado final de la partida. Fue un momento de euforia para Lex. Estaba muy emocionado al sentir que yo volcaba toda mi atención y todo mi ser en él. Después de una jugada suya, yo le decía: "¡Sabía que me la ibas a hacer!" Se burlaba de mi durante el juego y gritaba cada vez que él o yo hacíamos una gran jugada. Simulaba disgustarse cuando yo ganaba cinco puntos después de haber tirado los dados con mi especial estilo o cuando me ponía a bailar por haberle destruido uno de sus ejércitos. Descubrí que con Lex yo usaba una voz especial, diferente de la que usaba con los perros. Lex subió las escaleras con la cara radiante y la voz ahogada de tanto gritar, pero con ánimos para hablar interminablemente del juego, que gracias a nuestra espontaneidad se había transformado en un recuerdo imborrable. Con mi hija adolescente fue un poco más difícil encontrar una forma de conexión. Hay tanto en su vida que quiere mantener en privado que uno no sabe muy bien cuándo le está dando estímulo y cuándo está siendo un intruso. Mikkel tiene talentos que quiere usar, lo mismo que Sirloin, y a mi modo estoy intentando ayudarle
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a desarrollarlos. La acompaño a sus lecciones de canto y la filmo. Es para mí más que una prioridad asistir a sus presentaciones, ver después la filmación y hacer comentarios que apoyen su crecimiento y le den fortaleza. Esto es alimento para ella, para mí y para la vida de nuestra familia. Nuestra sociedad sólo parece esperar la droga milagrosa que sin esfuerzo prolongue la vida. Pero estar libre de enfermedades es tan sólo una medida de la salud, algo que mi enfermedad me demostró de manera dramática. La Organización Mundial de la Salud define así la salud: "Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o incapacidad". Para tener una vida que valga la pena vivir, debemos conectarnos con quienes viven a nuestro alrededor y aportar algo a su vida. Aquí es donde el vínculo afectivo con las mascotas juega un papel fundamental. En una época en que la psicología, la sociología y la política han quitado toda espontaneidad a las relaciones humanas, la simplicidad de nuestro afecto por las mascotas es un modelo de los momentos más pequeños e íntimos que realmente nos sostienen. Sin esos lazos que crean vínculos -los vínculos del amor, la amistad, la responsabilidad y la dependencia- comenzamos a debilitarnos gradualmente. Son nuestros vínculos los que nos mantienen saludables. Estoy convencido de que las mascotas prolongan nuestra vida porque restablecen el contacto con nuestra naturaleza animal, aquel ser elemental contra el cual conspiran nuestra sociedad y nuestro estilo de vida. Cuando hablamos de la naturaleza animal de alguien, las características que primero vienen a la mente son la brutalidad, la sexualidad y el vicio; sin embargo, estas cualidades sólo están presentes de manera intermitente en el mundo animal. A través de una estrecha relación con nuestras mascotas despertamos los otros rasgos animales igualmente poderosos de lealtad, amor, contacto físico y alegría. El contacto con el mundo, que a veces resulta forzado y difícil, se transforma con el permanente batir la cola y el afecto incondi-
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cional de las mascotas, que nos saca instantáneamente de nuestro aislamiento. Dejamos de producir ruido dentro de nuestra cabeza y nos concentramos en lo que, de un modo sencillo y sin ningún costo, nos dan nuestras mascotas. Si salgo de la casa y le pregunto a Sirloin si quiere venir conmigo al establo de los caballos, no hay la menor posibilidad de que me diga: "No, hoy no, ve tú solo". Él siempre está convencido de que ésta es la mejor idea que nadie haya tenido jamás. Ahora conozco el sitio exacto en el que vuelve la vista para mirarme cuando avanzamos por el camino, aumentando asi mi entusiasmo por los cien metros de caminata. También puedo señalar con precisión el recorrido que sigue cuando olfatea alrededor del establo para asegurarse de que todo está en orden mientras yo atiendo a mis caballos. Hemos hecho esto juntos miles de veces, pero, desde que me enfermé, nunca olvido en este momento que debo bajar mi ritmo y amar los rituales de la vida cotidiana. Cada día está lleno de rituales. Uno se levanta a una hora determinada, pone a hacer el café antes del desayuno y se ducha después de una serie de acciones que realiza como una rutina sin sentido. Pero un ritual consciente reconoce los valores y las intenciones que sostienen nuestra vida. Antes de mi enfermedad, a veces me aburrían mis tareas en el establo y consideraba que me quitaban mucho de mi valioso tiempo. Ahora, cuando Sirloin da esa vuelta en el camino y me regala un poco de su alegria, o cuando los gatos saltan de poste en poste siguiéndome mientras limpio el corral, siento la conexión con nuestras mascotas, con todos los animales y con la naturaleza, y siento el placer y el orgullo que los caballos dan a nuestra familia. Inhalo un soplo de mi buena fortuna por tener a estas personas y a estas mascotas en mi vida, y respiro la belleza de la vida misma. Y Sirloin, siendo simplemente· lo que es, un perro feliz, me recuerda la razón por la cual hago las cosas que hago y el significado de la más mínima de mis acciones. En los últimos veinte años, la investigación médica ha descrito en detalle el efecto sedante que las mascotas ejercen sobre los
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ancianos, sobre las personas que sufren de estrés y sobre aquéllas que padecen desequilibrios emocionales. Los demás beneficios que las mascotas tienen para la salud sólo pueden observarse cuando la persona se enferma. Un estudio realizado por médicos de la Universidad de Duke demostró que, de los pacientes operados del corazón, los que más fácil se ajustaban a las nuevas exigencias de su cuidado personal eran aquéllos que estaban acostumbrados { a la rutina de cuidar una mascota, lo que en muchos casos contribuía también a una recuperación más rápida y más completa. Según los estudios, los ancianos que viven acompañados por una mascota presentan menor incidencia de cáncer, pero las mascotas pueden ser una ayuda para enfermos de cáncer de cualquier edad. Edward T. Creagan, oncólogo de la Clínica Mayo, prescribe mascotas ·. como parte del tratamiento a una tercera parte de sus pacientes. 1'r De hecho, los científicos han encontrado que las mascotas puedenJ prevenir, detectar, ayudar a tratar y, en algunos casos, curar una variedad de enfermedades. Además de detectar el cáncer, las mascotas pueden ayudar a tratar una gran cantidad de estados crónicos que conducen a serios problemas de salud. Entre las personas más afectadas por el estrés están los corredores de bolsa, que viven a un ritmo frenético porque deben responder rápidamente al cambio más sutil o a la caída súbita del mercado. Son candidatos perfectos a sufrir ataques al corazón y muchos de ellos viven tomando medicamentos contra la hipertensión. La doctora Karen Allen, de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, llevó a cabo un estudio entre los corredores de bolsa de Nueva York que tomaban medicamentos para la hipertensión y encontró que sus niveles de estrés bajaban considerablemente cuando llevaban una mascota a su casa, e incluso cerca de la mitad pudo dejar de tomar el medicamento. El solo hecho de tener una mascota en el cuarto, así se trate de un acuario lleno de peces, hace que las personas se sientan más seguras y tranquilas, según lo han demostrado los estudios realizados en las salas de espera de los consultorios médicos.
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El poder sanador de las mascotas Prefacio
En el caso de pacientes de Alzheimer y niños autistas, las mascotas los traen a la realidad, los motivan a sonreír, a tocarlas, a reír y a hablar. Cuidar de un animal, ya se trate de perros adiestrados para acompañar a personas minusválidas, o de hámsters empleados para que niños con trastorno de déficit de atención los cuiden, estimula en las personas el sentido del respeto, el autocontrol y la !esponsabilidad. En ninguno de estos casos las mascotas "curan" a las personas, pero sí les llegan de un modo en que no lo logran los humanos ni los medicamentos tradicionales. Como resultado de su relación con los animales, estas personas se vuelven ciudadanos del mundo más atentos y sensibles, más conscientes de las necesidades de los demás y más responsables de su propio comportamiento, lo que es tan sólo un lado del milagro. Por todas estas razones sociales, emocionales y físicas, vale la pena explorar, celebrar, proteger y expandir este vínculo afectivo con las mascotas. Si las personas tuvieran las mascotas apropiadas para satisfacer sus necesidades, este mundo sería un lugar más feliz y saludable. En todo caso, no se debe tomar a la ligera la decisión de incluir en la familia un miembro cuadrúpedo. Muchas personas se dejan llevar por la moda de los chihuahuas de Taco Bell o los dálmatas al estilo Disney, y sus animales terminan en refugios porque las características o las necesidades de la raza -nerviosismo o deseo de correr- no corresponden a las de su dueño. Algunos se deciden a tener un gato para consentirlo, pero no saben nada sobre el cuidado de los gatos. Aquí ofreceré una guía para escoger la raza adecuada a las expectativas, el estilo de vida y los recursos de cada cual. ( Como guardianes de la salud del mundo animal, tenemos la responsabilidad de fortalecer el vínculo afectivo con las mascotas. la medicina es medicina, ya sea para un gato, una vaca o un humano. las pruebas para diagnosticar la enfermedad son las mismas y los médicos hacen la investigación sobre nuevos medicamentos primero \ en los animales, para asegurarse de que funcionan en toda la especie. la función de los animales como acompañantes se ha vuelto más
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importante que su utilidad. Por eso, ahora ya no tratamos a las mascotas como una propiedad, sino que reconocemos su personalidad y estamos dispuestos a gastar más en su salud. Hace veinte años, la solución cuando un perro tenía cáncer era sacrificarlo. Hoy en día, el tratamiento del cáncer y la cirugía de reemplazo de cadera para las mascotas son corrientes, y la tendencia es fusionar las dos disciplinas médicas. las universidades en Colorado, Michigan y Missoun}· están integrando sus programas de medicina veterinaria y humana, y muchas otras están considerando esta posibilidad. Estas nuevas alianzas médicas son prácticas más allá de sim--l ples consideraciones burocráticas. Al cuidar mejor de nuestros compañeros animales podemos sentirnos motivados a cuidar más nuestra propia salud. las personas por lo general están muy pendientes de hacer examinar anualmente a sus animales y vacunarlos, pero dejan pasar décadas antes de vigilar su propia salud. Todas las personas con algún entrenamiento médico, incluso los veterinarios, deberían motivar a sus pacientes a hacerse examinar periódicamente. Y en el caso de los estados crónicos, puede ponerse más énfasis en la conexión entre las especies en beneficio de la salud mutua. Si el dueño es una persona sedentaria, así es su mascota, y los cambios en el estilo de vida que son necesarios para prolongar la vida del humano son los mismos también para el animal. Lo que espero que usted encuentre en este libro es no solamente una conexión, sino una oportunidad. Si usamos nuestra razón, nuestra lógica y nuestra destreza para eliminar las enfermedades, creamos un entorno saludable para todas las criaturas. A cambio de ello, nuestras mascotas se nos entregan absolutamente. Esto es sin duda lo mejor que la humanidad puede hacer. Este vínculo vital con el mundo alimenta nuestro espíritu, imparte pasión a nuestra vida y nos hace reír. Es la conexión con Dios, con los animales, con la naturaleza y con los demás. Es la fibra común de una persona feliz y saludable y uno de los principales recursos de la sociedad contra la soledad, el letargo y la depresión. Nuestras amadas mascotas son como vitaminas que nos fortalecen contra amenazas invisibles,
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cinturones de seguridad que nos protegen de los golpes de la vida, sistemas de alarma que nos dan seguridad. En efecto, el poder sanador de las mascotas es una medicina poderosa.
PRIMERA PARTE
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Un inicio saludable: la influencia de las mascotas en la infancia
afectivo con las mascotas, trato de suprimir las frases altisonantes y me dirijo directamente al corazón pidiéndoles a los asistentes que describan las mascotas de su infancia. Los ceños fruncidos desaparecen y casi todos los asistentes empiezan a sonreír, incluso en auditorios prestigiosos como el Instituto Smithsonian. Van bajando los hombros a medida que su mente se devuelve en el tiempo entre diez y sesenta años. Descienden del bus escolar y su perro corre rápidamente a saludarlos. Están hundidos en la hierba bajo la sombra de un árbol, dándole a su perro un bocado de la cena del día anterior. O están en la cama acariciando la cobija a dos manos, tratando de determinar cuál de los bultos es el gato. Las personas recuerdan su relación con su primera mascota como algo que ocurrió en una época más sencilla de su vida. De niños, procuramos hallar un patrón en todos los estímulos, decidimos en qué confiar y a qué temerle, y a lo largo del camino vamos experimentando alegría, conexión, rechazo, soledad e inmensa tristeza. Vivimos nuestros mayores desafíos y nuestros triunfos más memorables y con frecuencia la compañía de las mascotas es la constante que nos ayuda a salir adelante. Yo me crie en una pequeña finca familiar de 65 hectáreas al sur de Idaho donde era preciso trabajar muy duro para poder sostener CUANDO DICTO CHARLAS SOBRE EL VÍNCULO
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a una familia de seis con esa extensión de terreno. La máquina andaba a máxima velocidad todo el tiempo, desde la primera hilera de remolachas azucareras que se sembraban en marzo hasta la última hilera de papas que se cosechaban en octubre. Proyectábamos la imagen de una finca familiar en la que se trabajaba mucho y que para muchos hoy día resulta romántica a medida que las agroempresas agobian el paisaje. Pero esa idea romántica pasa por alto la increíble tensión causada por la lucha contra las incertidumbres que tienen que arrostrar quienes trabajan la tierra: el clima, la maleza, el agua, los insectos, las cosechas y los precios de los productos. Todos los días mi padre reflejaba esa tensión en su rostro mientras escudriñaba los campos con una mirada crítica. Nuestra finca se hallaba en una meseta de tierra desértica, y si a principios de marzo mi padre detectaba una nube de polvo que se movía en el horizonte, se llenaba de ansiedad: algún otro campesino había empezado a trabajar sus campos antes que él, o quizás había oído algo que mi padre no había escuchado respecto al clima o al agua. Cuando aún no existían los herbicidas, nos pedía -a mi madre, a mis tres hermanos y a mí- que acudiéramos de inmediato si llegaba a detectar plantas nocivas en el campo. Incluso nuestros paseos dominicales después de asistir a la iglesia le ofrecían la posibilidad de evaluar el estado de la competencia. "Bob, o manejas o miras el campo, pero no hagas ambas cosas. ¡Nos vas a matar a todos!", gritaba mi madre mientras avanzábamos por las dos calzadas de una vía doble, a quince kilómetros por hora por debajo del límite de velocidad mientras mi padre comentaba quién no estaba irrigando lo suficiente o quién debía usar más
fuf.U\unte. ,,,.d. CoDlO imprudente muchacho de doce años, me jactaba de que ~~Mf mejor agricultor que mi padre si tan sólo tuviera la oportunidad. Para mi sorpresa, un día mi padre me tomó en serio. Me Cfl~Uil ba~cho que tomó en arriendo por tan sólo mil dólares ~Y IN$CirilPió un préstamo de dos mil dólares para que pudiera
comprar semillas y fertilizante. Luego me dejó para que le hiciera frente al reto. Una tarde de febrero, mientras examinaba mi pequeño terruño con muy pocos ánimos, Luke, mi perro labrador, husmeó la tierra ávidamente. Me acuclillé doblando una rodilla y desintegré un poco de tierra reseca y congelada. ¿Cómo podría yo ser capaz siquiera de igualar la cosecha de mi padre con tierra como ésta? Y las cercas -una de ellas de metro y medio de alto, nueve metros de ancho y 275 metros de largo- estaban hechas totalmente de rocas sacadas de esta tierra, tierra que no había sido cultivada en veinte años ni irrigada en tres. Cuando sacara todas las piedras podría construir mi propia cerca. Maldije el nombre de mi padre toda la primavera mientras trabajaba la tierra, sacando miles de rocas cuyo tamaño oscilaba entre el de una pelota de béisbol y el de una de baloncesto y extrayendo con una palanca otras de 45 kilos. En el tractor podía oír a mi padre insistir en que se hicieran hileras perfectamente rectas, mientras el arado accionado por resorte rebotaba como un carro chocón sobre rocas atrapadas en las rejas. Me sentía tan frustrado que pateaba el piso mientras caminaba por el borde de los sembrados. Y tan airado que podía gritar ante la imposibilidad de esta osadía. No sé cómo me las habría arreglado sin Luke. Para Luke, todo esto era una aventura. Con sólo decirle "¡salta!", se trepaba en la camioneta por encima de la compuerta trasera, listo para el recorrido de once kilómetros entre nuestra finca y . la mía. Cuando yo conducía el tractor labrando la tierra o haciendo pequeñas zanjas para el agua que caía por gravedad, Luke no dejaba de seguirme y sólo se detenía cuando yo lo hacía. Caminábamos juntos por el borde del canal -yo con botas pantaneras y con el agua hasta la cintura- mientras la hoja de mi pala despedía chispas a medida que yo surcaba el terreno rocoso para desviar el agua con diques de lona. Con mucha alegría Luke repetía todos mis movimientos, saltando con gran felicidad por los bordes hasta la altura de mis ojos. Al fin y al cabo, podía divertirse persiguiendo
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las bandadas de faisanes, sacando de sus agujeros las lechuzas amadrigadas y mojándose con el agua de una fuente de truchas que refrescaba la tierra a una temperatura de catorce grados. Planté, pues, mis frijoles en hileras y sembré mis semillas de cebada, rogando todo el tiempo que la tierra tuviera algún poder. Resultó ser rica en micronutrientes debido a los muchos años durante los cuales había sido utilizada como pasto para el ganado. Mis plantas de fríjol crecieron rápidamente, cargadas de vainas. La brecha entre las hileras se cerró diez días antes que en el cultivo de mi padre. Y la cebada brotó con espigas gruesas y largas. Mi padre miraba detenidamente mi cultivo cada vez que nos llevaba a Luke y a mí en la camioneta, pero nunca dijo cómo le parecía. Yo sabía que él no hablaría demasiado pronto. El año anterior había sembrado un campo con costosos guisantes, tan bellos que los vecinos se detenían a felicitarlo. Los llamábamos guisantes cougar por el auto Mercury Cougar azul rey que ya habíamos escogido y que íbamos a comprar con las ganancias de esta sobreabundante cosecha. Pero una semana antes de la recolección el inspector agrícola del estado de Idaho descubrió que estaban afectados por una variedad virulenta y contagiosa de bacterias y le ordenó a mi padre enterrar todo el cultivo. Enterrado quedó al día siguiente nuestro nuevo Cougar bajo la tierra que removió el arado. En asunto de rendimientos, no valía la pena decir nada antes de la recolección. Mi padre solía decir: "Prometan menos y entreguen más". Para septiembre ya se vieron los resultados concretos. Fuimos a Rangen, el almacén local de alimentos y semillas, para que pesaran nuestras cosechas, las limpiaran y las almacenaran para la venta. Cuando me bajé del camión de las básculas, por todas partes se escuchaba un murmullo de admiración por mi cosecha. De la cantidad de tierra que trabajé, un campesino normalmente esperaría recolectar veinte bultos de cien libras de frijoles y siete metros cúbicos de grano por hectárea. Las cosechas de mi padre siempre eran de las mejores, y este año había sacado treinta bultos de frijol y cuatro metros cúbicos de cebada. Pero yo había doblado el promedio e
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incluso había superado a mi padre en un 30 por ciento, pues había sacado cuarenta bultos de fríjol y casi seis metros cúbicos de cebada por acre. Aun así, no dijo nada. Permaneció a mi lado mientras yo recibía el elogio y lo remató con su único cumplido: "Ese Marty es extraordinario, sabe cómo hacer las cosas". Durante algún tiempo estuve muy airado con mi padre por su parquedad ante mi triunfo, pero con el paso de los años he entendido que hay muchos y distintos aspectos de un recuerdo. Es cierto que al mirar hacia atrás veo el sudor y la ira. Pero también veo el orgullo y el triunfo. Y el hilo conductor de todo esto es Luke. Veo cuando chapoteábamos en la fuente luego de un polvoriento día en el que agregábamos rocas al gran muro, o cuando Luke peleaba con nuestros novillos holstein, que nos seguían cual labradores dorados con pezuñas. También recuerdo perfectamente la cara de Luke cuando le mostré el hueso que le había comprado en la carnicería para celebrar nuestra cosecha, tan pesado que tuvo que arrastrarlo agarrándolo de un extremo. Mi padre tenía una idea del arduo trabajo que yo había realizado, pero Luke lo había experimentado. Las mascotas de infancia dan un tinte dorado al recuerdo de los episodios más difíciles de la vida. Compartimos lo malo y lo bueno con un animal querido que nunca defrauda y siempre presta su apoyo. Si bien los datos varían, las encuestas demuestran que cerca del 80 por ciento de las familias adquieren algún tipo de mascota cuando los hijos se hallan entre los cinco y los doce años de edad, pues los padres consideran que las mascotas propician la sensibilidad y la responsabilidad y proporcionan compañía. Y están en lo cierto. Los niños que ayudan a criar animales entienden mejor el lenguaje corporal y los motivos y sentimientos de los demás: lo que los psicólogos llaman "empatía". Los que tienen mascotas entregan su cariño con más facilidad. Incluso los varones, que empiezan a dejar su lado tierno al llegar a la mitad de la infancia, cuidan a los animales sin ver en ello un conflicto de género. Antes de ser
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capaces de darse a los demás, los niños muy pequeños pueden sacar gran provecho de su relación con los animales; éstos, según estudios recientes, pueden ayudar no sólo al desarrollo cognoscitivo temprano, sino también, más tarde, a elevar el coeficiente intelectual y a mejorar en parte los índices de lectura. El psicólogo infantil Foster Cline pregunta jocosamente:" ¿Cuál de las criaturas de Dios es más tonta que un recién nacido?" Después de todo, señala, aún no ha sido domesticado y no tiene mayor control de su motricidad. Aventura que un gorgojo atento o una hormiga sabia fácilmente podrían superar al bebé promedio. Pero la curva de aprendizaje de los bebés es increíble. Llegan al mundo con la mente ávida de entender la similitud y la diferencia. El psicólogo suizo del desarrollo ]ean Piaget, quien estudió cómo aprenden los niños, dividió su maduración mental en cuatro etapas, cada una de las cuales se construye sobre la anterior. En la primera etapa de desarrollo motor sensorial, sus ojos se ven atraídos por la más ligera variación de luz y por movimientos inesperados, y su sistema nervioso anhela nuevas sensaciones táctiles. Antes de que puedan formar pensamientos, entienden el mundo a través de los sentidos. Cada interacción con el material que los rodea aumenta su conocimiento de cómo funciona el mundo y cuál es su lugar en él. Aprenden sobre su relación con los objetos, cómo éstos se mueven y cómo manipularlos y moverse ellos mismos. El solo hecho de que los animales estén vivos estimula a los bebés a una interacción alegre. Es lo que Edward O. Wilson, profesor de zoología en Harvard, definió con el término de "biofilia": nuestra tendencia innata a concentrarnos en la vida y en los procesos que se le asemejen, lo cual, a su juicio, es esencial para nuestro desarrollo mental. Un día me encontraba en el hospital de la Universidad de Utah, en Salt Lake City, en compañía de Kathy McNulty y Kyoshi, su akita de cuarenta kilos, raza muy apreciada en materia de terapia asistida por animales. Al pasar por una sala de espera, vi a una joven madre que se ocupaba de su bebé, quien a todas luces acababa de aprender a caminar. Se movía de un mueble a otro agarrándose
de lo que podía, balbuceándole con gran interés a su madre, hasta el momento en que sus ojos quedaron fijos en Kyoshi y tomó el aspecto que toman todos los niños al ver un animal: su quijada desciende y emiten un ruido agudo mientras se van acercando al objeto de su deseo. En este caso, la pequeña caminó como Frankenstein al salir del laboratorio, con las piernas estiradas y tambaleándose, los brazos extendidos hacia adelante, pero con las palmas abiertas y hacia arriba y gesticulando tanto como podía hacerlo, esperando poder tocar a la increíble criatura que acababa de pasar. Kyoshi, Kathy y yo íbamos corriendo para cumplir una cita, cuando el grito de la niña nos paralizó. La pequeña había logrado llegar al pasillo sin ayuda de nadie (seguida a una respetuosa distancia por su madre) y estaba indignada porque el premio por el que tanto había luchado se le estaba escapando. Nos acercamos a la niña, que hundió su rostro entre el pelo largo y suelto de Kyoshi con una exclamación de deleite. Las dos criaturas se hallaban frente a frente. La niña le dio unos golpecitos a Kyoshi en el hocico, mientras el perro se meneaba y resoplaba, explorando los olores del rostro y los hombros de la niña. Tras complicados adioses, la dejamos hablando con su madre, muy probablemente acerca del perro. Muchas cosas del mundo de los niños ofrecen posibilidades de entender similitudes y diferencias, pero, como lo señala Gail Melson, profesora de desarrollo infantil en la Universidad de Purdue, los animales tienen una gran carga de información. Los niños se sienten atraídos hacia los animales "como las polillas hacia el foco de luz", según afirma Wilson, pues éstos les ofrecen una forma de experimentar el mundo físico y el mundo social. ¿Qué está vivo y qué no lo está? ¿Qué es humano y qué no lo es? Los animales de peluche son suaves, pero esta cosa es suave y responde al tacto. Miro a mi madre a los ojos en la misma forma en que miro a esta cosa a los ojos, pero no es lo mismo. Cuando me acerco a esta cosa, · ella se aleja. Si me muevo, ella se vuelve a mover. La espontaneidad de la interacción mantiene el interés de los niños por intentarlo
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una y otra vez, como jamás podría hacerlo un programa de televisión, un juego de video ni un juguete de plástico. Podemos decir con Wilson que nuestra afinidad por los animales es innata, pero nuestra cultura también programa esta reacción. Por lo general, los protagonistas de los libros infantiles son animales. Los niños ven a los animales como héroes en la televisión, en las tiras cómicas y en los juegos de video, los ven como juguetes y en las películas. Los niños de tres a seis años cuentan que en el 61 por ciento de sus sueños aparecen animales, porcentaje que disminuye notablemente al aumentar la edad. A los nueve años la cifra es del 36 por ciento; a los catorce, el porcentaje baja a 20 y finalmente se estabiliza en 7 por ciento. De las primeras cincuenta palabras que emplea un niño, siete se refieren a animales. De hecho, "perro" y "gato" están a la par con "mami" y "papi" en el vocabulario inicial de los niños y en muchos casos resultan más memorables para ellos que las palabras "jugo", "leche" o "pelota". Los animales son predominantes en el pensamiento consciente e inconsciente de los niños. Los investigadores Aline y Robert Kidd trabajaron con bebés de seis a treinta meses de edad para observar su manera de relacionarse con un gato o con un perro de pilas, y también con sus propios perros y gatos, y descubrieron que los niños producían más ruidos y alzaban y perseguían mucho más a los animales vivos que a los juguetes. Al dejar en una sala a bebés de nueve meses y sus mamás, primero en presencia de una mujer desconocida, luego con un conejo y después con una tortuga animada de madera, los niños en su inmensa mayoría prefirieron al conejo. Es más, prefirieron al conejo antes que a sus mamás, y se arrastraban por el piso tratando de alcanzarlo. El atractivo natural de la interacción con animales también favorece el desarrollo mental de los muy pequeños. Robert Poresky, profesor de desarrollo humano y estudios familiares en la Universidad del Estado de Kansas, interrogó a 88 niños en edad preescolar y a sus familias con el ánimo de determinar la influencia de las mascotas en el desarrollo de los menores. Concluyó que los
niños provenientes de familias que tenían mascotas presentaban puntajes superiores en materia de desarrollo motor, social y cognoscitivo. Además del puro estímulo sensorial que proporcionan los animales, una mascota bien domesticada también significa para los pequeños un mayor sentido de seguridad. Los niños confían en que el mundo les dé alimento, cariño y afecto. Una mascota no les da el primero, pero su respuesta coherente sí llena sus expectativas de que serán amados y valorados. Desarrollamos un sentido positivo de nuestro yo -nuestra identidad- a partir de las interacciones que nos hacen sentir reconocidos, aceptados y admirados, y de las experiencias que tienen en cuenta nuestras acciones y sentimientos. Las mascotas ofrecen todo esto sin restricción de tiempo. Los padres, demasiado ocupados con su rutina diaria, no pueden ofrecerles a sus hijos toda la confianza que necesitan, pero las mascotas siempre los escuchan y siempre tienen tiempo para jugar. Los pequeños se apegan mucho a sus mascotas, a veces tanto como a sus padres, y se refieren a ellas como a miembros de la familia. Los niños en edad preescolar creen que los animales los escuchan, los comprenden y les comunican sus sentimientos. De hecho, algunos estudios han demostrado que niños de tres años creen en la reciprocidad del amor que sienten por sus mascotas. En un estudio, cuando los niños de primaria clasificaron sus relaciones más significativas, las mascotas recibieron los más altos puntajes por entrañar las más altas posibilidades de estar presentes "pase lo que pase". En otro estudio, se pidió a niños de tercero de primaria que nombraran sus cinco relaciones principales y mencionaron a los perros con tanta frecuencia como a sus padres, anotando además que consideraban que los animales los reconfortaban más que un amigo cuando estaban asustados o enfermos. De igual modo, se demostró que, en una región de Croada azotada por la guerra, los niños que tenían mascotas presentaban los niveles más bajos de trastornos postraumáticos por estrés. Cuando yo era pequeño, mis padres me dieron un terrier Manchester enano que sin duda contribuyó a ~i desarrollo general. Hablando
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de similitud y diferencia, Skeeter era una amalgama del ya desaparecido terrier negro y canela, del perro lebrel y del terrier blanco West Highland. Era aproximadamente del tamaño del chihuahua, pero su tipo corporal hacía pensar en "Querida, encogí al doberman pinscher". Criados originalmente con el doble fin de cazar conejos y matar ratones, los terrier Manchester perdieron mucho de su temperamento vivaz y de su energía al perder su oficio de "exterminadores", pero conservaron un espíritu alerta y despierto que se ajustaba perfectamente a nuestra caótica casa. De todos los animales de la finca, Skeeter fue el primero en escogerme. Me seguía cuando la familia se dispersaba por la casa o cuando salía a realizar diversos oficios. El carácter preferencial que esto me confería, al menos en mi mente, era increíblemente grande. Quizás no me escogió por mi carisma ni por mi excelente carácter, sino porque yo frecuentemente dejaba caer de la mesa un gran trozo de carne para él, o porque lo dejaba dormir entre mi cama. Al llegar el invierno ese año, mi papá decidió que Skeeter podía dormir dentro de la casa. Hoy me sorprende que nadie se hubiera opuesto a ese enorme cambio en la forma de tratar a los animales, pero realmente era la única alternativa humanitaria. El invierno a orillas del vasto desierto del sur de Idaho es fuerte y trae vientos. Nuestro horno de carbón no producía mucho calor y esto lo contrarrestábamos poniendo costales de paja contra los cimientos de la casa y tapando las ventanas con plástico para desviar el viento. Skeeter, que apenas pesaba cinco kilos con el estómago lleno, habría tenido mucha dificultad para sobrevivir al frío. Por las noches, Skeeter se metía de un salto entre mi cama y se deslizaba por debajo de las cobijas, apretando su hocico contra mi cuerpo hasta encontrar un punto de descanso, convirtiéndose así en mi propia bolsa caliente cubierta de piel -gran ventaja en invierno, pero terriblemente caluroso en verano-. En general, me preocupaba más su comodidad que la mía. Siempre había un punto agradable en la cama, un sitio en el que la temperatura era casi
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perfecta. Ése era su sitio. Si él tiritaba de frío, yo cerraba la ventana y nos envolvíamos en las cobijas, sin importarme si yo tenía frío o calor. Ya entrada la noche, cuando él estaba demasiado acalorado, se salía de las cobijas para acostarse junto a mí en la almohada. Aunque nunca exigió nada, yo apartaba algo de mi dinero de bolsillo para comprarle regalos: un brillante collar de nailon y un vistoso rótulo de identificación, galletas para perro con los colores del arco iris y algunas tonterías de plástico que sólo duraban unos días entre sus dientes. Me producía gran orgullo poderle dar pequeños detalles por lo que él tan abundantemente me daba. Los niños reciben muchos cuidados, orientaciones y protección, pero pocas veces tienen la oportunidad de retribuido, a menos que sean responsables de su propia mascota. Un momento importante de transición en el desarrollo de un joven ocurre cuando empieza a depender menos de sus padres y, mediante sus propios esfuerzos, logra tener una sensación de dominio. Cerca del 99 por ciento de los menores de tres a trece años dicen querer una mascota. Eso no significa que el 99 por ciento de esos niños deseen realizar las desagradables tareas de recoger los excrementos del perro o cambiarles la arena a los gatos, pero si no lo hacen no reciben todo el beneficio que pueden obtener del vinculo afectivo con sus mascotas. Al examinar la relación entre los niños y las mascotas, los investigadores tratan de determinar el grado de apego del niño al animal. Una de las herramientas más populares de medición es la escala de vinculación afectiva al animal acompañante, creada por Robert Poresky. En una escala de siempre a nunca, el niño responde qué tanto se responsabiliza del animal. ¿Le da de comer y luego limpia? ¿Con qué frecuencia acaricia o mima al animal y con qué frecuencia duerme éste en la habitación del niño? Otras preguntas califican la cercanía de la relación. En el estudio de Poresky con niños de preescolar, a mayor puntaje en la escala, mayor también el puntaje en todas las mediciones de desarrollo y de empatía. Y cuando a los papás se les pidió que calificaran las habilidades sociales de sus hijos, los que
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tuvieron altos puntajes en la escala también obtuvieron los puntajes más altos en cuanto a su capacidad de tranquilizarse y los más bajos en cuanto a ser buenos colaboradores. Es claro, pues, que mientras más contacto general tenga el niño con la mascota, más cercano siente el vínculo afectivo. Si el niño también asume la responsabilidad de cuidar a su mascota, el vínculo afectivo se hace aun más fuerte. Cuando los niños describen su relación con sus mascotas, hablan en términos de cómo las cuidan y de qué rutinas siguen. De esta forma, la cercanía con los animales fomenta la autoestima, el autocontrol y la autonomía, según afirma Boris Levinson, pionero en el uso de animales en la psicoterapia. El acto de criar -que significa alimentar, educar o entrenar, además de ayudar a crecerimplica que los niños lean y entiendan señales no verbales. Así, las mascotas animan a los niños a sentirse competentes de maneras mucho más complejas que lo que se logra aprendiendo a ir al baño, a comerse las verduras o a amarrarse los zapatos. Según Brenda Bryant, profesora de ciencias del comportamiento en la Universidad de California en Davis, la sensación de constancia que proporcionan las mascotas se debe en parte a que sus rutinas y necesidades se mantienen mientras el mundo que rodea al niño presenta exigencias cada vez más complejas. "Los animales dan señales muy claras a los niños", dijo Poresky refiriéndose a su investigación. "El perro se sienta a mis pies y se recuesta contra mí cuando quiere salir a pasear. Entender que hay una criatura con sentimientos diferentes de los suyos los saca de su egocentrismo. Comprender esta diferencia es una de las bases del desarrollo de la personalidad. Si se quiere que los niños sean criaturas sociales, es preciso que desarrollen empatía". El interés de los niños por las mascotas es el único demento de la infancia que permanece a medida que ellos van madurando, creando así una constante en un mundo cambiante. Lo que las mascotas ofrecen a los padres es un "momento de enseñanza", una experiencia que incluye emociones, responsabilidades y consecuen-
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cias. Se habla mucho de inculcar a los niños más responsabilidad. Pero cualquier lección sobre el buen criterio y el comportamiento apropiado sólo cobra sentido para ellos dentro del contexto de sus propias acciones. Si han recibido una mala calificación en el colegio, o han sido sorprendidos en una mentira o han decepcionado a alguien, ven y sienten los resultados de lo que han hecho o dejado de hacer. Estas lecciones pueden perdurar toda la vida, pero no constituyen experiencias positivas, como sí suele ocurrir con las lecciones que dejan las mascotas. Hacer que los niños arreglen su habitación o limpien el jardín puede convertirse en una lucha de poder para el adulto, y en un habilidoso intento del niño de evadir sus responsabilidades. ¿Cuál es la consecuencia final de no arreglar la habitación? U:n cuarto desordenado y unas palabras de reprobación de los padres. En cambio, la consecuencia de no cuidar de la mascota como debe ser podría causarle daño al animal. Mis hijos Mikkel y Lex han aprendido que alimentar y bañar a los perros, gatos y caballos es una prioridad. En ocasiones ello significa posponer la llamada a un amigo o la consulta del correo electrónico. El acto de alimentar y cuidar a una mascota -anteponer las necesidades de otro a las propias- es una lección que debe aprenderse a temprana edad. Esa competencia vital de la infancia hace más profundo el vínculo afectivo y, por ende, la interdependencia emocional con la mascota. El niño y la mascota forman su propio mundo de secretos que nunca serán traicionados, y tienen largas sesiones de juego en las que nadie tiene nada más en mente. Cuando funciona, esto puede constituir una gran fuente de estabilidad emocional y de autoconfianza para los niños, así como el fundamento de un carácter más maduro. En estudios realizados en japón y Australia, los profesores observaron más liderazgo y altruismo en los niños más familiarizados con los animales. Los niños que podían describir las rutinas y la conducta de sus mascotas, en general resultaban más competentes. Se presentaron menos problemas de comportamiento en niños
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muy apegados a sus mascotas, y los que dijeron recibir gran apoyo emocional de sus mascotas eran menos ansiosos y retraídos. Los padres que deseen fomentar la autoconfianza en sus hijos harían bien en adquirir un gato. En un estudio suizo con 540 niños de cuatro, seis y ocho años de edad, los que tenían gatos presentaron mayores puntajes en las mediciones de autoconfianza, y los que tenían gatos y perros obtuvieron mejores calificaciones en cuanto a conducta prosocial. Respecto al momento de enseñanza que las mascotas representan para los padres, el psicólogo infantil Foster Cline recomienda una prueba muy interesante para las parejas que expresan dudas sobre su capacidad de educar a los hijos. Les sugiere pedir a un amigo que les preste su mascota y ver qué tanto la pueden controlar. Los aspectos de críanza de una mascota bien educada son los mismos que deben emplearse para disciplinar a los hijos. Los padres deben ser firmes, justos y coherentes -con sus hijos bípedos o cuadrúpedos-. No obstante, las órdenes que los padres dan a sus hijos a veces van teñidas de un tono que las asemeja más a una disculpa. Como veterínario familiar he podido comprobar que, en muchos casos, si la mascota de una familia es indisciplinada, los hijos también tienen problemas de disciplina. Según Cline, las mascotas ofrecen la oportunidad de que padres e hijos aprendan a fijar normas, a comportarse de manera coherente y a premiar la buena conducta. Las mascotas, al igual que los hijos, florecen en la rutina. Se sienten óptimamente cuando el adulto está por completo a cargo de todo. Establecer claramente las líneas de autoridad es importante para el desarrollo de los niños a largo plazo. Los niños que establecen vínculos afectivos con los animales desde su nacimiento hasta los cinco años de edad, y después en las primeras etapas de la adolescencia, de los doce a los quince, experimentan un beneficio a largo plazo. Poresky encontró que la cercanía de una mascota durante esas épocas de cambio se refleja más tarde en un sentido más positivo de si mismos, particularmente en los adolescentes. Un
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estudio suizo con adolescentes demostró mayor bienestar y menos ansiedad en los dueños de mascotas. En su estudio sobre la expresión de las emociones en los humanos y los animales, Charles Darwin encontró muchas semejanzas entre la forma en que su bebé expresaba el temor y la de otras especies: los ojos y la boca muy abiertos, los músculos temblorosos, el ritmo cardíaco acelerado y el cabello erizado. No es de sorprender entonces que los niños que se han criado en medio de animales entiendan mejor el lenguaje corporal. A diferencia de lo que ocurría con señales a veces conflictivas que yo recibía de algunos de mis familiares, mi perro Skeeter expresaba el amor de manera incondicional. Sin importar los resultados de mi libreta de calificaciones, o que tuviera en la piel un grano del tamaño del monte Fuji, Skeeter siempre me saludaba como si mi llegada a casa o mi paso de una habitación a otra fuera el mejor momento del día. Las mascotas también favorecen la autoestima de un niño cuando se convierten en un motivo de envidia. Nada constituye un mayor estímulo que tener una mascota que todos los amigos quisieran tener para ellos. Por ejemplo, Luke, mi labrador, era un atleta increíble, un perro hermoso y fornido, muy semejante a una estrella canina de la Federación Mundial de Lucha, y a Luke le encantaba demostrarlo. Era tan fuerte que si yo encontraba una vara grande, él la agarraba entre sus mandíbulas y me permitía hacerlo girar como un helicóptero durante todo el tiempo que yo quisiera. Además de elevar nuestra autoestima, los perros también nos servían de refugio emocional a mi hermano Bobby y a mí. Mi padre y toda su familia eran maníacodepresivos. De ser un hombre excepcionalmente cálido, cariñoso y comprensivo, amigo de todos los niños del vecindario y nuestro principal apoyo en los eventos deportivos, papá podía cambiar de estado de ánimo en cuestión de minutos, al igual que el clima de Idaho. Soleado un momento, luego nublado y oscuro, después convertido en una tormenta, con su voz como un trueno y despidiendo rayos por los ojos. A veces parecía un cohete alimentado con alcohol. Llegaba a casa o salía a tientas de
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su escondrijo con el deseo de vender la finca, encontrar un puesto y comprarse un auto nuevo. Otras veces se hundía súbitamente en la depresión y empezaba a gritar y a maldecir y a decir que quería divorciarse. "Partamos cobijas", le decía a mi mamá. "Yo me quedo con los niños y tú con las niñas". Mamá siempre mantenía una expresión triste pero estoica mientras se preparaba para las agresiones verbales que venían una tras otra hasta que se quedaba dormido. No obstante, un niño no entiende un diagnóstico clínico de depresión maníaca ni el resultado de emborracharse hasta perder el sentido. Tan sólo entiende que su más mínima acción, incluso una mirada inoportuna, puede desencadenar una ira abrumadora. Cuando mi hermano y yo atravesábamos los campos al llegar del colegio, con frecuencia jugábamos a adivinar en qué estado de ánimo se encontraría papá. A veces cantábamos con una voz rítmica que ocultaba nuestra real preocupación: "¡Papi está de mal humor! ¡Papi está de mal humor!". Mi hermano Bob y yo bromeábamos diciendo que el sombrero de papá se elevaba unos metros por encima de su cabeza para dejar salir el vapor que generaba mientras recorría la finca. En esto también nos ayudaron los animales. Alan Entin, psicólogo de Richmond, Virginia, ha estudiado los efectos que los animales producen en la estructura familiar y habla de cómo una mascota puede servir de foco para las emociones que los miembros de la familia no se atreven a expresar. Esto puede tener un aspecto negativo, como ocurre cuando el papá le manifiesta mucho afecto al gato de la familia y muy poco a su esposa y a sus hijos. En mi familia, en cambio, el increíble amor, respeto y consideración que mi padre nos exigía para con los animales nos recordaba constantemente sus mejores cualidades. Siendo niño, durante muchos años mi trabajo consistía en recoger los huevos de las más de cincuenta gallinas que teníamos. Según las indicaciones de mi padre, debía meter la mano debajo del vientre velloso de cada una de las gallinas y recoger los huevos. Al impaciente niño de siete años que yo era y que deseaba sentarse
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a desayunar, este método le parecía increíblemente lento. Un día simplemente las espanté con un grito y agitando los brazos hacia arriba, y todas salieron volando y despidiendo plumas. Caminé por entre las hileras recogiendo eficientemente los huevos y fui el primero en volver a casa a desayunar. Pensé que había sido una excelente innovación, hasta el día en que mi padre me descubrió. "Así no hacemos las cosas aquí", dijo. "Mientras mejor cuides de los animales, mejor cuidarán ellos de ti". Por agitado que se tornara mi padre, o por violento o abusivo que se pusiera, nunca descargó su ira en los animales. Los amaba y ellos lo amaban. Todos ellos. Bobby y yo logramos superar algunos oscuros veranos en la finca, uno al lado del otro, mientras nos ocupábamos de los animales. Eran oscuros porque papá estaba profundamente deprimido y rara vez salía de casa, mientras Bobby y yo -a veces con la ayuda de algunos vecinos- nos encargábamos de la finca, lo que incluía sembrar, cultivar y cosechar, irrigar, ordeñar las vacas, ocuparnos del ganado, todo. En estos tiempos difíciles nuestra luz de esperanza era Skeeter. Mi papá amaba a ese perro, e incluso en las profundidades de sus peores depresiones, Skeeter ocupaba un sitio de honor. Todas las noches, antes de la cena, Skeeter se subía a una silla y empezaba a orar con la cabeza entre las patas, devoción canina mezclada con aliento canino que salía y se evaporaba por su hocico. Mi papá, de pie junto a la mesa del comedor, lo animaba: "¡Vamos, Skeeter! ¡Vamos!". Más tarde, ya en la noche, cuando nos metíamos juntos en la cama, yo le daba golpecitos a mi compañero, a mi mejor amigo, le decía que él era el perro más inteligente, veloz y atractivo del mundo y que todo iba a salir bien. Sólo ahora me doy cuenta de que decírselo a Skeeter era una forma de decírmelo a mí mismo. Los niños de todo el mundo acuden a sus mascotas en los momentos de tensión emocional. Un estudio realizado en Alemania demostró que la mayoría de los estudiantes de cuarto año encuestados afirmaron recurrir a sus animales antes que a otros niños en momentos de tristeza. Otro estudio realizado en Michigan en 1985 determinó
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que el 75 por ciento de los niños de diez a catorce años acudía a sus mascotas en los momentos de infelicidad. Los niños dieron altos puntajes a los animales por su capacidad de escuchar, tranquilizar, demostrar agradecimiento y servir de compañia. Para quienes no aman a los animales, resulta cómico que alguien crea que las mascotas entienden nuestras emociones. Considero que las habilidades que permiten a una mascota detectar el rastro borroso de una ardilla lejana, el olor de un faisán que se oculta entre la maleza o el sonido del mensajero que trae la pizza antes de que suene el timbre son las mismas que le permiten detectar ligeros cambios en nuestros estados de ánimo, emociones y necesidades. Nuestra mudanza a Bonners Ferry fue una época de transición para todos nosotros, en particular para nuestra hija Mikkel. Estaba próxima a la pubertad y llevaba la carga de esos kilos de más propios de su edad, junto con una timidez severa. Teresa y yo la recogíamos todos los días en su nuevo colegio, en el que tenía pocos amigos, y ella se iba directamente a su habitación con su perra Scooter, su único refugio. Yo la oía hablarle a la perrita y explicarle todo, hasta el más mínimo detalle. Al recordarlo cinco años después, Mikkel asegura que Scooter la entendía. "Claro que no entendía las palabras", dice Mikkel, "pero sí las emociones". Mi situación de infancia con mi padre parece extrema, pero la confusión emocional es común en la vida de muchos niños de hoy. En los dos últimos decenios han aumentado exponencialmente las presiones sobre los niños. En un estudio sobre los niños de hoy realizado por el American lnstitute of Stress (Instituto de los Estados Unidos para el estrés] se afirma que los índices de suicidio y homicidio entre los adolescentes se han triplicado, que la obesidad infantil ha aumentado un 50 por ciento y que hoy viven más niños en la pobreza que hace veinte años. Hoy en día no es extraño ver ataques de ansiedad en niños de nueve años y úlceras causadas por el estrés antes de los doce. Por ello, los colegios de primaria han empezado a ofrecer clases para la reducción del estrés, que incluyen meditación y visualización.
La familia de hoy ya no es lo que fue en una época. El modelo tradicional con padres que permanecían casados y una mamá que no trabajaba por fuera del hogar eran la regla en los años cincuenta. Esas familias son escasas ahora. Como lo señala la profesora Gail Melson en su fascinante libro sobre los animales y los niños, titulado Why the Wild Things Are, las tendencias actuales indican que los niños tienen más probabilidades de crecer en un hogar donde haya una mascota que en uno donde haya papá y mamá. Wilfried Goecke, veterinario danés amigo mío, me contó que cuando la famosa compañía danesa Lego estaba lanzando una nueva línea de productos llamada Lego Villages [Pueblos Lego], pidió a los niños daneses su opinión sobre quién pensaban ellos que debería estar en el pueblo. "Mi mamá, mi hermano o mi hermana, y las mascotas", dijeron. Cuando se les preguntó qué le ocurría al papá, los niños dijeron: "jugamos con mamá, con nuestros hermanos y hermanas, y especialmente con nuestras mascotas. Papá nunca está en casa para jugar con él". Las madres que trabajan fuera de la casa, solteras o casadas, ven las mascotas como una forma de normalizar las horas solitarias que un niño puede pasar en la casa después del colegio. Es más probable que una madre que trabaja fuera de casa adquiera una mascota y, mientras más horas trabaja, más tiempo dedica el niño a cuidar de su mascota y, por ello, aumentan la cercanía y la importancia de ese vínculo afectivo. Un estudio con niños de siete y diez años cuyas madres trabajan demostró que es más probable que los hijos de madres trabajadoras describan a sus mascotas como amigos· especiales. Los estudios señalan la importancia de una mascota para toda la familia. Cuando papá y mamá trabajan fuera de casa, el mundo se hace más pequeño para el niño. Es menos probable que los hijos tengan amigos, grupos infantiles y otras actividades. Los padres exhaustos también tienen menos inclinación a ampliar su mundo, lo que hace que la mascota sea un catalizador importante de la espontaneidad y del juego en el hogar.
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Cuando la mamá de Fred Seford se fue del hogar antes de que él cumpliera un año, los cuatro perros de su padre "se convirtieron en sus hermanos y hermanas", afirmajohn, su padre. Educado en una familia que criaba perros labrador, john tenía tres de éstos y un malamute de Alaska de 65 kilos. Pese a su tamaño, john los tenía tan bien entrenados que a la edad de tres años Fred podía sacar a pasear a los cuatro y hacer que se detuvieran con sólo levantar la mano. john y Fred pasaron de una casa arrendada a otra hasta que adquirieron un sitio propio cerca de Pikes Peak, en Colorado. Para esta época ya Fred tenía once años, los perros habían muerto y john pensó que su hijo ya tenía edad suficiente para tener su propio perro. Fred analizó detenidamente las especificaciones de diversas razas, inclinado por los perros de mayor tamaño que habían sido sus hermanos cuando pequeño. Ya prácticamente se había decidido por un terranova cuando un amigo les dijo que los San Bernardo eran más apropiados para estar con una sola persona. Como Fred quería un perro que fuera suyo y sólo suyo, finalmente se decidió por una perrita San Bernardo a la que llamó Dominó. john, al igual que muchos padres, pensó que para su hijo sería beneficioso tener a otra criatura que confiara en él. Le agradó ver la velocidad con que Fred se adaptó a la rutina de cuidar a Dominó. Además, Dominó también ayudó a john a mitigar la culpa de ser padre único. "Fred es hijo único. Yo quería que Dominó aliviara su soledad". Los días en que john iba a la oficina, Fred asistía a un programa de actividades'extraescolares. Ahora, ya mayor, tiene la posibilidad de estarse en casa con Dominó, su principal compañera de juegos. "Dominó siempre está lista para jugar, siempre está emocionada", afirma John. Cuando era cachorrita, acompañaba a Fred a patinar en su patineta o saltaba delante de él mientras iban caminando. Ahora que tiene seis meses (¡y 38 kilos!) y coordina mejor sus movimientos, juega con Fred a recoger el balón de fútbol. La perra fue importante para realzar el hecho de que tres
forman una familia. Es una gran compañera de juegos, pero a la vez es una mamá vigilante. Fred y Dominó toman juntos el refrigerio cuando él regresa del colegio, y ella se sienta pacientemente mientras él hace sus tareas antes de salir a jugar. Ella lo espera en la puerta del baño mientras él se cepilla los dientes, y por la noche se sienta a su lado hasta que él termina su baño. Aunque Dominó es definitivamente la perra de Fred, también le gusta estar con john. Por las noches, después de ar¡opar a Fred, Dominó se queda despierta hasta más tarde y acompaña a john. Hacia las diez husmea toda la casa para cerciorarse de que todo esté en orden y pasa el resto de la noche en la cama de Fred o a su lado. Todos los hábitos de Dominó han ayudado a john a aliviar las tensiones. "En vez de llegar y ser la distracción, ahora llego y simplemente soy el papá", afirma john. "Es mucho mejor para ambos que ella. esté con nosotros". Dentro de poco, john tendrá que enfrentar la difícil época de la adolescencia de su hijo. Para Dee Parr, cuya hija Christine está en sexto grado en el colegio de mi hijo en Bonners Ferry, los animales han permitido mantener la comunicación entre madre e hija en medio de problemas difíciles. Christine. tiene la virtud de atraer a los animales. La gente a menudo comenta que un gato tímido con los extraños o un perro que siempre gruñe reaccionan con calma en presencia de Christine. Y tanto Christine como su madre dis- . frutan el contacto con los animales. Cuando Dee regresa de su trabajo, ambas se dedican a consentir a los potros y a las mulas jóvenes. Los acarician y los acostumbran a que pierdan el temor a ser tocados por las personas, lo que hace que sean más fáciles de ·manejar y de entrenaP cuando maduren. Además de ayudarle a Dee a reducir el estrés, ésta es una actividad que no crea ningún conflicto entre las dos. "A esta edad estamos empezando a discutir mucho y temo perder el control y no ser capaz de llegarle al corazón. Me parece importante tratar de encontrar un interés común, y el contacto con los animales nos ha ayudado a comunicarnos mejor", afirma Dee. • En mi propio hogar he comprobado que el amor compartido por los animales puede construir un puente entre padres e hijos.
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Hace unos años, Teresa y Mikkel se peleaban por las cosas más pequeñas e insignificantes. Según lo explicó más tarde Mikkel, ella se había percatado de que su mamá era persona fácil de persuadir. Ciertamente, lo que más valoro en mi esposa son su compasión y sensibilidad, su exquisita capacidad para responder a las necesidades de los demás. Esto, para un adolescente, puede significar que un adulto es fácil de manipular. Mikkel se dio cuenta de que si se enfurecía o se ofendía lo suficiente, Teresa cedía, y terminó por perderle el respeto. Todas las situaciones se convirtieron en una incontrolable prueba de limites, en una dolorosa lucha de poder. El año pasado Teresa y yo decidimos ceder ante las interminables peticiones de Mikkel de tener su propio caballo de exhibición. Se había interesado en la equitación recreativa, una demostración competitiva de manejo del caballo. Con Teresa, experta en caballos, pasaron horas observando videos de posibles caballos para Mikkel. Incluso viajaron hasta Alabama para examinar algunos ejemplares, pero optaron por uno ubicado más cerca de casa. Cuando compramos a Glo Lopin había que tomar un sinnúmero de decisiones sobre dónde alojarla, quién entrenaría a Mikkel y con qué tipo de traje competiría. Ahora, al recibir los catálogos de las compañías especializadas en caballos, mi hija y mi esposa se emocionan al examinar los diversos atuendos y accesorios. Pasan muchas horas juntas de camino hacia las competencias y hablan de todo, desde el colegio y los muchachos hasta la política del mundo de los caballos. Mikkel, al igual que Teresa, es tímida pero competitiva. Han empezado a ver sus semejanzas tanto en su forma de ver el mundo como en su relación con él, especialmente cuando Mikkel obtuvo el primer puesto en su primera competencia. Sus discusiones han disminuido de tres diarias a quizás una por semana. "Mamá realmente sabe de caballos", dijo Mikkel. "Definitivamente, respeto su opinión". Ese enlace vital con una mascota, además de aumentar el sentido de excelencia de los niños y la noción general de que son personas confiables e integras, también puede tener un efecto pequeño pero
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positivo en la inteligencia. Poresky estudió a 88 niños de Kansas y descubrió que los que presentaban puntajes superiores en la escala de vinculación afectiva al animal acompañante también tenían, en promedio, un coeficiente intelectual superior en cinco puntos. Aunque ese número no es muy significativo estadísticamente, Poresky cree que una muestra más amplia de niños habría dado, muy probablemetlte, un porcentaje superior. No obstante, no quiere darle todo el crédito a la mascota: "La calidad general del ambiente del hogar es ,m factor mucho más importante en el desarrollo intelectual de un niño que el impacto de la relación con una mascota". En Salt Lake City, las mascotas se han convertido en un puente que conduce a un desarrollo intelectual positivo muy específico. Durante los dos últimos años, grupos entrenados de humanos y perros han ayudado a niños con problemas de lectura a saltar cursos cornpletos en cuestión de pocos meses con un sencillo programa en el que los niños les leen a los perros. El programa, creado por Sandi Martín, miembro de la lntermountain Tnerapy Animals, se inició en 1999 en el colegio Lynn M. Bennion, uno de los colegios de primaria de mayor diversidad cultural de la ciudad. Aunque la especialista en lectura Kris Andreasen se mostraba escéptica en cuanto al éxito del programa, decidió que el colegio no tenía nada que perder con la experiencia. Sandi llegó con su perra de aguas portuguesa, Olivia, acompañada por Kathy McNulty y su akita, Kyoshi, para encontrar que el inglés era el segundo idioma de todos los estudiantes y cada uno provenía de un país diferente: México, Somalia, Bosnia, China, Corea, japón, Tibet e Ir~q. El único idioma que todos entendían era el relacionado con tos perros. Kathy había entrenado al imponente Kyoshi escondiendo al azar unas delgadas sorpresas entre las páginas de un libro. Debido a esta expectativa, Kyoshi mira como si frente a él se estuviera desplegando la historia más fascinante y el libro lo mantiene interesado incluso cuando el niño se enreda en alguna palabra. Kathy y Sandi estimulan al niño con toda suavidad diciéndole que el perro
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no conoce la palabra con que acaba de tropezar. Entonces el niño define la palabra o pide una explícación. La tarde en que observé el trabajo de los dos grupos pude constatar cuánto afecto y estímulo recibían los niños de parte de los perros. Sandi dijo que, cuando empezó a aplicar su programa en el colegio Bennion, no había contado con que los niños con problemas de lectura también tuvieran problemas de integración social. Muchos de ellos tenían pocos amigos y su falta de éxito en el colegio los hacía más retraídos y, por ende, más aislados. Pero el trabajo con los perros les ayudó también en el aspecto social. A cada niño se le asignaban veinte minutos con el perro: alrededor de dos minutos para saludarlo, quince para leerle y unos más al final para despedirse. Era claro cuánto dependían emocionalmente los niños del perro. Según dijeron a Sandi y a Kathy, escogían libros que fueran del agrado de los perros. Se recostaban contra éstos a medida que las sesiones avanzaban, completamente relajados y cómodos. Además de ser agradable, el sistema produce resultados. Los primeros seis niños con los que trabajaron mejoraron mucho en tan sólo diez semanas. Cuatro de ellos mejoraron sus puntajes de lectura avanzando un curso entero y los otros dos avanzaron dos cursos. El colegio tiene más de cien monitores que trabajan con esta población que presenta problemas de lectura, pero los estudiantes más felices y exitosos son los que trabajan con perros. Ahora, muchos de los estudiantes piden ser incluidos en el programa porque sienten que esto les confiere importancia frente a otros compañeros. En este programa, un adulto y el perro ofrecen atención imparcial y total. "Esto no sirve para alguien que quiera seguir una estructura, puesto que cada niño plantea un reto diferente", dijo· Kathy, "y es necesario pensar sobre la marcha". Una tarde, un niño que estaba especialmente enamorado de Kyoshi había escogido un libro de aventuras en el que figuraba un perro. En medio de una escena dramática, Kyoshi se recostó contra Kathy y se quedó dormido. Kathy tuvo que explicarle rápidamente al niño que Kyoshi había
cerrado los ojos porque él estaba leyendo tan bien y la escena era tan interesante que así podía imaginársela mejor. El día de nuestra visita, josh, un niño delgado y fuerte, de tercer año, estaba teniendo dificultades para concentrarse. Había escogido un libro humorístico sobre las aventuras de unos gansos en el que hay más dibujos que texto. Aunque josh había avanzado un curso entero en materia de lectura durante las seis semanas anteriores, al principio no se veía ningún progreso. Empezó a menearse y a retorcerse, ignorando casi del todo a Olivia, luego de saludarla con un ligero golpecito en la cabeza, y trató de saltarse páginas del relato. "Creo que deberías sentarte un poco más cerca", le dijo Sandi. "Olivia se está estirando para poder ver los dibujos". Al acercársele, josh empezó a acariciar a Olivia y la perra se recostó contra él. Esto lo relajó y para cuando la sesión estaba por terminar, josh también se había recostado contra Sandi, leyendo sin distracción. "¿Entonces crees que si lees con Olivia un buen rato ella va a aprender a leer?", le pregunté. josh me miró como si yo fuera un estúpido adulto más. "¡Ella no puede leer!", dijo con exasperación, para luego añadir ufano: "Ella me necesita para que le lea". Aunque la mayoría de los especialistas en lectura consideran que el método no es convencional, mediante la práctica con los perros se conjugan muchos aspectos diferentes de los sistemas exitosos de lectura. Algunos estudios, en particular el del profesor James Lynch de la Universidadjohns Hopkins, han demostrado que cuando los niños leen con un perro amigo, su presión sanguínea disminuye y se relajan. Además, los expertos en lectura afirman que se forman mejores lectores poniendo a los niños regularmente en contacto con los libros y haciéndoles ver que leer es divertido. El método ha tenido tanto éxito que en la principal biblioteca pública de Salt Lake City se establecieron las "Tardes con perros", un programa de lectura con perros que se realiza los sábados por la tarde en la biblioteca infantil y en el que los niños reciben marcalibros con forma de hueso. Actualmente el método se aplica en todas las demás bibliotecas de la ciudad y se está haciendo extensivo a los
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Un inicio saludable
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colegios públicos. Sandi ha prestado servtcws de consultoría en bibliotecas de Louisiana, Missouri y California. Un mes después de mi visita al colegio Bennion, Olivia, de tan sólo tres años de edad, murió de un cáncer que se la llevó en dos semanas. Sandi, consejera en problemas relacionados con el pesar y la aflicción, sabia que no debía intentar ocultarles la verdad a los niños mediante algún misterioso eufemismo. Con frecuencia los padres quieren proteger a sus hijos del dolor de saber que su mascota ha muerto, principalmente porque ellos temen sus propios sentimientos y no quieren que sus hijos los vean perder el control. La familia entera debe hacer el duelo de esta pérdida, por un lado, para rendir homenaje a esa relación, pero también para que los niños experimenten el ciclo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Durante una conferencia que Sandi dictaba a un nutrido grupo de adultos sobre cómo hacer el duelo con los niños, escuchó un sollozo en la parte posterior de la sala. Era una mujer de cincuenta años que, invitada a compartir lo que estaba sintiendo, dijo que cuando tenía seis años, sus papás habían tenido que sacrificar a su perro y habían explicado su ausencia afirmando que el perro había escapado. Durante años, ella pensó que su perro simplemente ya no la querta. "Supongamos que ustedes les dicen a sus hijos que regalaron el perro", dijo Carolyn Butler, coordinadora del programa "Cambios", de la facultad de veterinaria de la Universidad del Estado de Colorado, destinado a ayudar a las familias a manejar el estrés causado por la pérdida o enfermedad grave de sus mascotas. "El niño querrá saber si el nuevo dueño es hombre o mujer. ¿Vive cerca? ¿Podríamos visitarlo algún día? ¿Podría enviarnos una fotografía? Pronto estarán ustedes atrapados en una sarta de mentiras. Más adelante, cuando decidan que el niño está emocionalmente listo para manejar la situación, le dirán la verdad. Entonces él empezará a preguntarse en qué otra cosa le habrán mentido". Cuando inicié mis prácticas de veterinario, el procedimiento consistía en llevar al animal a una habitación apartada, lejos de la vista y del contacto con su compañero humano, inyectarle la so-
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lución letal y sacar el cuerpo en una caja corriente de cartón. También se acostumbraba que las personas no vieran a sus animales cuando eran hospitalizados o sometidos a algún tratamiento. Al comienzo de mi ejercicio profesional, animaba a las personas a que visitaran a sus hijos de cuatro patas enfermos. Si se aceptan los estudios en los que se afirma que los seres humanos definitivamente ven a sus mascotas como miembros de la familia, nadie aceptaría una prohibición, por parte de los hospitales, de visitarlos. La gente tumbaría las paredes para ver al familiar enfermo. También observé que las mascotas se recuperan más rápidamente si ven a sus "padres" diariamente y que ello también le aligera la carga a la familia humana. Gradualmente esto fue influyendo en la forma en que manejábamos el sacrificio de una mascota. Yo quería que se incluyera a las familias y siempre me impresionó la conducta tan adecuada de los niños. En el programa "Cambios" se ha adaptado una sala para que la familia vaya cuando su perro va a morir. Tiene una luz tenue, un tapiz suave en el piso, persianas y bancas ubicadas en un rincón, que se asemejan en pequeña escala a las bancas de las iglesias. Hay compartimientos debajo de las bancas en los que se encuentran tarjetas de condolencia, bolsas y pequeñas tijeras para que la familia pueda cortar un mechón del pelo de su mascota, además de una placa de arcilla en la que se pueden imprimir de manera permanente las huellas de las patas. "Las personas necesitan objetos que establezcan un vínculo con sus animales mientras hacen el duelo", afirma Laurel Lagoni, director administrativo del programa "Cambios". Es frecuente que los papás pidan consejo sobre si deben contarles o no a sus hijos de la muerte de su mascota. Carolyn Butler recuerda a una familia cuya perrita golden retriever había muerto. Los niños querían verla, pero los papás estaban demasiado atemorizados de mostrarles a su amiga muerta. Carolyn los convenció. El animal fue arreglado cuidadosamente y se le cepilló el pelaje para que quedara suave y sedoso. Los padres seguían temerosos, no querían ni siquiera entrar en la habitación. Los niños tomaron la iniciativa. Entraron, pusieron sus manos sobre el animal con mucha suavidad y por un
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rato permanecieron silenciosos. La menor, de menos de cinco años, se dirigió a sus papás para tranquilizarlos. "Todo está bien", les dijo. "Sólo está fría como si viniera de estar en la nieve". Carolyn y Laurel no se sorprendieron. "Los niños siempre saben lo que necesitan, hay que confiar en ellos", dijo Carolyn. "Los padres empiezan a respetar a sus hijos cuando ven cómo enfrentan la muerte". Olivia y Sandi no asistieron al programa de lectura durante la semana anterior a la muerte de Olivia. Cuando Josh llegó a su sesión, ya se había enterado de la enfermedad de Olivia. Llegó haciendo ruido, diciendo groserías y tratando de alborotar a otros niños. Lance, uno de los especialistas en lectura, le preguntó a josh si quería hablar sobre Olivia. Josh dijo que no, que realmente no le · importaba. Lance continuó. Le dijo que él sí quería hablar con alguien sobre su tristeza y que le gustaría hacerlo con él, con josh, porque sabía cuán cercano había sido a Olivia. josh se sentó para tranquilizar a Lance y quince minutos más tarde estaba sollozando en brazos de Lance. Siempre hablamos de elevar la autoestima de los niños, pero lo que realmente debe elevarse es la estima de la familia, la percepción de sí misma como una unidad de personas que comparten una serie de valores humanos, metas y una multitud de formas de apoyarse mutuamente. En los tiempos caóticos en que vivimos, estos valores y metas pueden perderse de vista cuando nos concentramos en lo que nos falta como familia y como sociedad en lugar de hacerlo en lo que nos damos mutuamente. En este aspecto, el vínculo afectivo con las mascotas puede desempeñar un papel vital en la familia. Cada uno de nosotros siente una conexión vital con los animales, a través de la cual podemos demostrar lo mejor de nosotros, nuestros más preciados valores y, con la práctica, fomentar esas habilidades en nuestro trato con otros miembros de la familia y como ciudadanos del mundo. Pero si esto falta, como en el caso de mi familia y mi padre, una mascota puede servir de refugio emocional, de atenta escucha y de tejido conectivo que dé a la familia, independientemente de cuáles sean sus dificultades. un sentido de misión y de pertenencia
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más poderosa de una infancia terriblemente malograda que aquélla de cientos de adolescentes huyendo de la escuela de secundaria Columbine, en Littleton, Colorado, mientras dos de sus compañeros asesinaban a trece de ellos y dejaban lesionados a veintiún niños. Se supone que las escuelas son seguras, que el salón de clase sólo está expuesto a los chismes entre bandas de amigos y a las lágrimas de los corazones partidos. Y no se supone que nuestros hijos porten armas o estén poniendo bombas, como lo hicieron ese día Eric Harris y Dylan Klebold. También se supone que los padres son amorosos y consistentes. Pero las cosas no siempre funcionan así. En su intento por ayudar a los niños que han sido traumatizados o abandonados por la sociedad, los terapeutas -como lo hicieron con los traumatizados sobrevivientes de Columbine- usan cada vez más animales para romper sus defensas y permitirles empezar a curarse. Según Marguerite McCormack, directora de proyectos en el Centro de Servicios Columbine Connections, fue una suerte que los terapeutas que contrataron amaran los animales, porque ella nunca planeó hacer los tratamientos con mascotas. Una de las terapeutas pidió autorización para llevar su bulldog inglés y el niño que atendió en su siguiente cita, atraído por el perro, reaccionó. Eso fue tan maravilloso que Marguerite les pidió a todos los terapeutas que llevaran sus mascotas. A los pacientes que tenían animales, los terapeutas les recoQUIZÁS NO EXISTA UNA IMAGEN
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mendaron pasar más tiempo con ellos. Una de las pacientes era una niña de trece años que había visto por la ventana de la cafetería cómo abaleaban a dos muchachos. Empezó a perder a muchos de sus amigos y estaba teniendo problemas para comer y dormir. Además, al igual que muchos de sus compañeros y compañeras, no lograba concentrarse durante las clases. "No es que no lo intentara", dijo Marguerite, "sino que no podía recordar". El trauma afecta de diferentes maneras la química del cerebro, explicaba Marguerite. Suprime la producción de serotonina, el neurotransmisor que influye en el sueño, la depresión, la memoria, la estabilización del ánimo y el control de los impulsos. El resultado neto es que las personas traumatizaoas no tienen la capacidad de calmarse ni de ayudarse a sí mismas. Otro fenómeno neurológico que hace dificil el tratamiento de estos pacientes es que el trauma se aloja en una parte del cerebro que no es accesible inmediatamente para el pensamiento racional. No era posible convencer a los pacientes de Columbine Connections de olvidar lo que había sucedido. Para ellos, frases amables como "esto también,pasará" carecían de sentido. Lo que necesitaban era una manera de conectarse con el mundo. Los terapeutas observaron que esta niña se ponía muy feliz cuando jugaba con los perros en la clínica, y le recomendaron pasar más tiempo con sus propios perros. Luego de varias consultas, la niña contó que había comenzado a recostarse en el sofá en compañía de sus perros y que usaba a uno de ellos como almohada cuando dormía. Según Marguerite, parte de su mejoría se debía al hecho de haber podido establecer esta conexión. También se usaron animales para tratar a los niños después de otra tragedia en una escuela secundaria -la Thurston, cerca de Springfield, en Oregon- donde Kip Kinkel mató a dos de sus compañeros y dejó heridos a otros veinticinco. Los especialistas en manejo del trauma de la Organización Nacional de Asistencia a las Víctimas habían viajado desde Washington, D. C. para atender a los niños, pero no lograban que expresaran sus emociones. Las reacciones de
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los estudiantes eran de todo tipo. Una niña que había recibido una bala por la espalda y había quedado confinada a una silla de ruedas no paraba. de hacer chistes. La mayoría de los varones rehusaba hablar de sus sentimientos. Otra niña estaba furiosa y amenazaba con matar a Kip Kinkel, si se le presentaba la oportunidad, por haberle quitado la inocencia; la experiencia la había endurecido y comenzó a usar mucho maquillaje y ropa provocadora. En el equipo de terapeutas que dirigieron las sesiones de grupo estaban Cindy Ehlers y su perra, Bear. En la primera sesión, una niña estaba hundida en su asiento, escondida tras una cortina de pelo que le cubría la cara. Bear se sentó frente a ella, pero la niña no reaccionó. La perra se acercó un poco, luego otro poco más e hizo un ruido extraño. No un gruñido, sino un ruido de solidaridad. La niña levantó la vista, agarró a Bear y la puso sobre sus rodillas. La abrazó y, al hacerlo, comenzó a sollozar abiertamente y a describir lo que estaba sintiendo. Cindy sentía en los estudiantes varones una rabia increíble. Para forzarlos a expresarla ante el grupo, decidió ponerlos a enseñarle a Bear a hacer trucos, dividiéndolos en equipos competidores. Trabajar con Bear se convirtió en una metáfora de la conexión con el mundo. Bear no respondía si la trataban mal o si se ponían bravos cuando no les obedecía rápidamente. Para obtener lo que querían de Bear tenían que controlar su rabia y comunicarse con claridad. Al cumplirse el primer aniversario del abaleo, los niños que estaban en el grupo de terapia habían hecho grandes progresos. Muchos de ellos lograban que Bear hiciera los trucos sin alzar la voz ni emplear palabras fuertes. La niña que había adoptado una dura apariencia exterior dejó de maquillarse exageradamente y comenzó a vestir ropa más discreta. El grupo en general había comenzado a soltar su rabia y su dolor. La escuela Thurston organizó una ceremonia para conmemorar el aniversario del horrible acontecimiento. Cindy y Bear hubieran querido asistir, pero la administración tenía una política muy estricta de no
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admitir personas ajenas a· la escuela. "Bear fue una herramienta para llevarlos al punto en que pudieron comenzar su proceso cÍ.é curación", dijo Cindy al contar que Bear había obtenido su certificación como terro de Servicio de la Delta Society en 1999. "Bear representó la búsqueda y el rescate emocional. Su misión era entrar y sacar las emociones. Hecho eso, allí podía terminar su trabajo". Parece demasiado simple decir que la solución para el trauma psicológico está en buscar la compañía de un perro, pero Marguerite McCormack, de Columbine Connections, habla de cuál es el beneficio terapéutico específico. "El trauma daña la capacidad de establecer una relación", dice Marguerite. "Destruye la creencia en un universo seguro. Si no tienes confianza o seguridad, ¿cómo puedes tener una relación? Los animales son seguros. Tu relación con ellos no podrá hacerte daño y te permite desarrollar la visión de una vida en la que estás calmado, las personas son amables y el universo está en su lugar correcto". Trabajar con animales fue una de las muchas técnicas que los terapeutas de Columbine Connections usaron en su intento de reintegrar a los sobrevivientes. "Usamos todo lo que pudimos. Si una persona tenía una profunda fe espiritual, la usábamos", dijo Marguerite. La afortunada llegada de los animales fue positiva para los terapeutas y para los estudiantes y aceleró el proceso de recuperación. A veces es difícil para un terapeuta contenerse justo en el momento en que un paciente está haciendo un gran progreso terapéutico, porque en algunos casos ese momento pone en riesgo tanto al animal como al paciente. La doctora Elaine Litton es una terapeuta de Vista, California, que trabaja en colaboración con Cisco, su colega pastor alemán. Una de las pacientes de Elaine era una niña de cuatro años que había sufrido abuso físico y emocional por parte de la novia de su padre y de uno de sus abuelos. También había sufrido la pérdida de su madre, quien la había tenido por un tiempo antes de entregarla a una casa de adopciones porque no se consideraba confiable, repitiendo así el abuso y la pérdida. A la niña le gustaba estar con Cisco, pero pronto perdía el
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interés y se ponía a jugar con juguetes. Un día se puso a hablar directamente con las muñecas sobre el abuso físico, diciéndoles: "Yo sólo soy una niña pequeña". Elaine sintió que la costra emocional de esta dolorosa herida se estaba cayendo y aprovechó la oportunidad para afirmar los. sentimientos de la niña. "Eso no estuvo bien", le dijo. "Eso no ha debido sucederte". De inmediato, la niña dejó sus muñecas, buscó a Cisco, se montó a horcajadas sobre él como si fuera un pony y descansó su cabeza contra el cuello del perro, abrazándolo tan fuerte que se le veían blancos los nudillos. Elaine miraba un tanto incómoda, preguntándose si debía intervenir. Aunque estaba bien educado, a Cisco no le gustaban este tipo de apretones. ¿Intentaría morder por primera vez? Cisco no movió un músculo; sintió que tanto la niña como Elaine necesitaban que él simplemente estuviera ahí. La niña no podía acercarse físicamente a Elaine, pero sí a Cisco. Se liberó muchísima energía en el salón. Cuando la niña soltó al perro, Elaine le dijo que Cisco nunca le había permitido a nadie hacer eso. "Eres una niña muy especial y él lo supo", le explicó. Ese día, la niña dio un gran salto en su tratamiento y empezó a confiar más en Elaine, haciendo así más efectiva su terapia. En los internados destinados a la recuperación de niños y niñas que han sufrido abusos y desprecio a lo largo de su vida, los animales pueden ser una herramienta terapéutica vital, un catalizador del crecimiento y el cambio. A orillas
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actores de crímenes horrendos. Sin embargo, a pesar de que muchos han venido de prisiones e instituciones psiquiátricas, la finca no tiene barreras para obligarlos a permanecer dentro de sus límites; es un lugar que se siente al mismo tiempo como una finca familiar y como un campo de verano. Green Chimneys fue anteriormente una finca lechera. Para alojar al personal administrativo, a los cien internos y a los treinta externos, se remodelaron las construcciones existentes y se construyeron dos nuevos edificios con apariencia de establos_ Más allá se encuentra un verdadero establo donde se alojan algunos asistentes de los terapeutas y otros internos: caballos, ovejas, cerdos, gallinas, vacas y aves de presa. El lugar fue diseñado y creado por Sam _R.oss, quien hoy, a los 73 años, tiene más energía que un terrier Jack Russel en espresso. Cuando su padre compró la finca en 1948, Sam quería fundar allí un internado mixto para jóvenes. Conservó los animales porque pensaba que podrían ser un gran aliciente para esos muchachos y muchachas que habían crecido en medio del asfalto y el concreto de Nueva York. los terapeutas siempre le enviaban jóvenes con problemas emocionales y Sam descubrió que su programa de ponerlos a trabajar todos los días con los animales de la finca les ayudaba a progresar rápidamente, a ser cada vez más responsables y a tener más confianza en sí mismos. "los muchachos llegan aquí cuando no han logrado adaptarse ni a la escuela, ni a su casa, ni a la comunidad. Se les ha dicho que nunca llegarán a ser nada", dijo Sam desde su oficina, un invernadero rodeado de vidrio que da sobre el jardín principaL Dice que el secreto del éxito de estos jóvenes en realidad no es tan secreto. "Es muy sencillo. Tomas a un joven con problemas, tímido, que no se sabe relacionar y de repente lo dejas libre con un animal y empieza a recibir una terapia de megalametones". Dicho así, suena como si al dejar a un joven en el pesebre de un caballo, saliera curado unos meses después. Esta encantadora
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frase de Sam esconde la atención rigurosa que se presta a estos muchachos desde el momento en que atraviesan la cerca de estacas blancas. Durante el primer mes de estadía en Green Chimneys, a los jóvenes no se les permite estar con los animales. los terapeutas están alertas para detectar posibles signos de abuso en el pasado que, por lo menos al comienzo, pudiesen poner en peligro los animales. Este período de observación cuidadosa abarca todo lo que cada uno de los jóvenes hace en Green Chimneys. Al final de cada semana se les da una calificación en una escala de uno a cinco en diversas áreas, tales como higiene, relaciones con sus compañeros y con las figuras de autoridad, rendimiento académico, coordinación mano-ojo y percepción de la realidad. Además, los trabajadores sociales en Nueva York evalúan el hogar de origen de los jóvenes, al cual deberán regresar algún día. Después de un mes de adaptación progresiva a la rutina, se les permite ir al establo y trabajar con Suz Brook, terapeuta profesional que observa su comportamiento con los animales desde el primer contacto como una forma de diagnosticar su condición psicológica. ¿Cómo llegarle a un niño de ocho años cuando su actitud es cínica?, pregunta Sam. la paradoja en Green Chimneys es que mientras los terapeutas y el personal de apoyo son alegres e inocentes como niños, los niños son insensibles y están endurecidos. "A la mayoría de nuestros niños no los han tocado mucho, o no precisamente de buena manera", dice Suz. "Y nosotros no podemos, de cara a la ley y a la ética, tocarlos del modo en que lo necesitan. los animales les dan esa oportunidad del tacto, ese sentimiento de afecto_ Es muy sanador que un ser vivo no intente alejarse, que simplemente esté contigo". Timothy, uno de los estudiantes, al enterarse de que sus padres drogadictos habían renunciado a su patria potestad, se había sentado solo en un rincón del salón y se había quedado dormido en clase. Suz esperaba que la finca, y en particular Ángela, una llama, le ayudarían a expresar sus sentimientos y a recibir algo de afecto.
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Ángela se había convertido en una especie de madre para Timothy. Debía su nombre precisamente a su naturaleza pacífica y estoica. Se quedaba tranquilamente sentada rumiando mientras los estudiantes la abrazaban y la consentían. A veces Tim la llamaba "mami" cuando estaban juntos y le preguntaba: "¿Hola, mami, quién te quiere mucho?". Timothy buscó a Ángela. Se sentó junto a ella en el corral y hundió su rostro en el pelaje de su cuello. Suz permaneció a una distancia discreta, sabiendo que éste era un niño que no sabía llorar y que nunca había sido abrazado por un adulto. Esperó. Timothy empezó a sollozar colgado de Ángela, soltando así ~l dolor y años y años de tristeza. Estuvo sollozando así casi durante una hora y Ángela permaneció junto a él, rumiando estoicamente. La literatura científica sobre los cambios psicológicos que experimentan los humanos cuando están en contacto estrecho con los animales explica por qué Timothy logró expresar sus emociones mientras abrazaba a Ángela. Los niños de Green Chimneys son una población ansiosa cuyas experiencias de vida les han mostrado repetidas veces que no se obtiene nada bueno al exponer su propia vulnerabilidad ante otro ser humano. Al abrazar a Ángela, la presión sanguínea de Timothy sin duda bajó, su respiración se estabilizó y pudo liberar sus sentimientos al no estar ya luchando contra el mundo dentro de la dura coraza de un cuerpo. La otra cara de esta profunda tristeza es la rabia intensa. Uno de los aspectos que más trabaja Suz es la expresión apropiada de la rabia. Al principio, Suz observa cómo los niños manejan animales pequeños y cómo tocan a los grandes. El trato que den a los animales constituye un punto de partida para enseñarles cómo su comportamiento afecta a todas las criaturas vivientes que los rodean. Cuando los niños tienen dificultades para controlar su rabia, Suz los pone en contacto con los burros de Green Chimneys, porque los burros son especialmente aprensivos con la gente. Para acercarse a ellos, dice Suz, una persona debe proyectar calma y confianza
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en sí misma. Los burros responden tan rápido a la rabia que pueden ser una excelente fuente de información sobre el comportamiento de un joven agresivo. Suz cuenta cómo los. burros ayudaron en el caso de Gil, un joven de trece años que llevaba ya dos años en Green Chimneys pero aún tenía dificultades para hacer amigos. Suz instaló a Gil en el pequeño corral de los burros. De inmediato los burros se agruparon en una esquina, con las orejas echadas hacia atrás. Como Gil manifestó no tenerles miedo, Suz le sugirió que sacara las manos de los bolsillos y levantara la cabeza para mirarlos. Lo hizo rápidamente, como hacía casi todos sus movimientos, y los burros parecían incómodos, mirándolo fijamente mientras daban vueltas alrededor. Gil se sintió derrotado. Suz le preguntó a quién amaba, y Gil respondió que a su mamá. Al pedirle que intentara describir en qué parte de su cuerpo se alojaba ese sentimiento de amor, Gil se encogió de hombros y, después de pensarlo un momento, lo situó en su corazón y en su cabeza. Suz le pidió que recordara ese sentimiento mientras miraba a los burros. Le preguntó si él creía que a los burros les gustaba que él estuviera en el corral. Dijo que no. Parecían incómodos, asustados, como si quisieran que él se fuera, dijo Gil. El uso terapéutico de la situación consistió en preguntarle entonces si él creía que sus compañeros a veces lo miraban de ese modo. Gil miró hacia el espacio y el movimiento afirmativo de su cabeza fue apenas perceptible. Esta reacción le mostró a Suz la forma de establecer una conexión con él. Estaba examinando sus actos, no defendiéndose de ellos. Si manejaba con cuidado este episodio, podría lograr que Gil captara algunas convenciones sociales y entendiera el impacto de su lenguaje corporal. Le indicó que existía una forma de acercarse a los burros que los haría sentirse más cómodos y le pidió que intentara generar ese sentimiento de amor por su madre al acercarse a los animales. Se quedó quieto uno o dos minutos y luego estiró los brazos mientras caminaba hacia los burros. Pero éstos retrocedieron una
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vez que él entró en su zona de seguridad. Gil siguió caminando hacia ellos hasta que se encontró persiguiéndolos en vano por todo el corral. Suz le pidió que se detuviera e intentara entender por qué lo evitaban, pero Gil estaba confundido. Suz imitó sus movimientos y los burros también retrocedieron. Sin embargo, Gil sabía que normalmente los burros eran cariñosos con ella. Suz le explicó: "Sólo me importaba acariciar a los burros, sin preocuparme por saber si ellos querían ser acariciados en ese momento. La intensidad de mi acción los asustó. lnténtalo de nuevo". Gil no lo logró ese día, pero con el tiempo aprendió a acercarse a los burros, lo que le enseñó cómo se construye la confianza y cómo abordar a los demás sin parecer amenazador. En su momento, recibió la recompensa concreta por haber aprendido esta lección. Los burros expresaban alegría al verlo y poco a poco Gil fue trasladando esta lección al mundo de sus compañeros. Uno de los grupos más difíciles de tratar es el de los niños autistas. Lo que más les duele a los padres de estos niños es que parecen indiferentes e incapaces de construir vínculo alguno. También rechazan el contacto físico. La terapeuta ocupacional Mona Sams trabaja la integración sensorial de estos niños a través de las llamas. Los niños autistas son muy sensibles en las manos, pero no tanto en los pies. Mona comienza por frotarles los pies contra el pelaje denso y lanudo de sus cuatro llamas. Luego les pide que hundan los pies dentro del pelaje. A veces los monta sobre las llamas para que sientan la columna vertebral de los animales, el contraste entre lo suave y lo firme, y poco a poco los lleva a tocar la llama con las manos. "Esto les ayuda a integrar los sentidos", explica Mona. "Si este proceso se lleva correctamente, los niños comienzan a disfrutarlo". Un estudio que se está realizando en mi alma máter, la Universidad del Estado de Washington, sobre la relación entre las personas y sus mascotas, muestra que los perros también pueden captar la atención de los niños autistas. El estudio, dirigido por Franc;ois
Martin, filmó 45 sesiones con niños autistas en tres condiciones: con un terapeuta y un balón, con un terapeuta y un animal de peluche y por último con un perro, durante quince semanas. Los resultados preliminares indican que los niños miraban el perro y hablaban de él más y por períodos más largos que con los otros dos objetos. Franc;ois y sus colaboradores habían dedicado varias horas a examinar exhaustivamente y codificar los videos. Yo los estuve viendo y observé algo que las cifras no muestran: el dramático cambio en la energía de los niños cuando el perro vivo está en la sala. En una de las sesiones, vi por ejemplo cómo el niño se quedaba impasible al ver el balón echado a rodar o al ver el muñeco de peluche, pero en cambio se levantaba e interactuaba con el perro. Además, estaba más dispuesto a cooperar. Seguía instrucciones de cepillar al perro, y cuando él y el terapeuta hablaron, usaba el pronombre del plural "nosotros". Si el perro se alejaba, el niño también lo hacia tras él. Esto parece simple, por supuesto, pero estos niños no pueden tolerar más que pequeños pasos. La madre de un paciente de Mona nunca pensó que lograría entablar una conversación con su hijo, quien parecía inexpresivo, sin interés por ninguna forma de comunicación. Después de dos años de trabajar con Mona y sus animales, ahora ha.bla y sonríe. Mona no se atribuye todo el crédito de sus progresos, puesto que el niño recibe otras terapias, entre las cuales se encuentra una especial para el desarrollo del lenguaje, pero si el de haber contribuido con la chispa que inició el proceso. El trabajo de Mona es especial. Todas las mañanas carga su remolque, llamado "El arca de Mona", con algunas llamas, sus perros, a veces un cerdo y algunos animales más pequeños y cariñosos como conejos y hámsters, y visita las casas de niños con graves discapacidades, así como las escuelas a donde asisten en Roanoke, Virginia. El psicoterapeuta Aubrey Fine, de Pomona, California, ha establecido límites muy firmes a sus jóvenes pacientes: deben lavarse las manos antes de tocar uno de sus conejos, perros, pájaros o lagartos: deben ser amables y hablar con voz suave y, si el animal
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no responde, deben dejarlo ir. Ha comprobado que ni los niños más ruidosos gritan en presencia de los pájaros porque, si lo hacen, las aves asustadas salen volando. Los pájaros guían el aspecto de conducta y comportamiento durante la sesión y así contribuyen a lograr verdaderos progresos, dice Aubrey, editor de The Handbooh on Animal Assisted Therapy [Manual de terapia asistida por animales], una excelente recopilación de algunas de las mejores investigaciones recientes sobre este tema. ' En su atiborrado consultorio tiene dos acuarios y un herpetario para los lagartos, una jaula para el conejo y jaulas para cada uno de sus cuatro pájaros. "Como terapeuta, uso lo que sea para llamar la atención de los niños", dijo. "Pero los animales hacen más que eso. Transforman mi consultorio en un lugar fascinante". Sin duda, Aubrey logró captar mi atención al decir esto. Es la única charla profesional que he tenido con un hombre que lleva un lagarto sobre su cabeza. Aubrey trató a un niño llamado Scott, de inteligencia fronteriza y quien sufría severos trastornos de aprendizaje. Era objeto de la mayor parte de las bromas de sus compañeros y sufría de aislamiento social, pero uno de los pájaros de Aubrey lo hizo renacer. "Los pájaros ofrecen una maravillosa metáfora en la terapia", dijo Aubrey. "Jaulas, libertad, vuelo, belleza". Su familia se mudó a otra ciudad, pero unos años después regresaron y al reanudar la terapia Aubrey le regaló un pájaro a Scott. Scott se hizo miembro de un club de ornitólogos y comenzó a criar pájaros él mismo. Las aves le daban algo de qué hablar y empezó a sentirse más cómodo en el mundo. Su habilidad con los pájaros le significó reconocimiento y le dio un propósito a su vida. Lo que hace falta a muchos de estos niños con problemas es el sentimiento de ser capaces; han fracasado, pero tampoco han tenido muchas oportunidades. Lo mejor que estos programas con animales ofrecen a los niños es una manera de demostrar públicamente sus aptitudes con los animales, lo que se traduce en un mejoramiento de su imagen y de su autoestima.
Desatando el nudo de una infancia infeliz
En el mundo de estos niños con problemas, los animales ayudan a establecer una conexión, además de tranquilizarlos e inspirarlos, como sucedió en Columbine. Para los niños de Green Chimneys, que crecieron en las destruidas calles de los peores vecindarios de la ciudad de Nueva York, los animales simbolizan el hecho de ser aceptado exactamente por ser quien se es. Y según Paul Kupchick, otro amante de los pájaros, como Aubrey, los pájaros representan, además, la libertad y la esperanza. Gracias a Paul, cetrero de primera clase, Green Chimneys tiene uno de los centros de rehabilitación más grandes de Estados Unidos para aves de presa heridas. La visita a Green Chimneys no estaría completa sin pasar por la impresionante pajarera: un cóndor de los Andes, búhos, buitres, cernícalos y halcones. Cuando visité el lugar en compañía de Sam Ross, nos detuvimos frente a un águila calva que había perdido un ala en el desastre petrolero del Exxon Valdez. "Tal vez por ósmosis capten el mensaje de que, en efecto, tener una discapacidad es malo, pero que con esfuerzo cada uno puede mejorar", dijo Sam. "Los animales salvajes no deben vivir en jaulas, y los niños no deben vivir en internados para recibir tratamientos, pero si todos trabajamos realmente duro, todos llegaremos a ser libres". Estuve en Green Chimneys un sábado de junio, durante la celebración del Día del Ave de Presa, al que asisten invitados de las comunidades vecinas. Se recorre la finca, se oye música en vivo y se organizan demostraciones con animales. Las festividades culminan cuando se suelta un pájaro rehabilitado. Ese día se trataba de un halcón de alas rojas que había sido golpeado por un automóvil en una autopista de Brooklyn. Paul y sus ayudantes subieron el pájaro dentro de una caja metálica grande hasta la cima de una torre de escalada. Robert Kennedy Jr., amigo de Paul y cetrero como él, escaló la torre, se puso unos fuertes guantes protectores y cautelosamente abrió la caja y tomó el pájaro con sumo cuidado, como si fuera un huevo. Abrió las manos y el ave batió las alas, propulsándose hacia el cielo en medio de los vítores de la multitud. En esta gran
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ceremonia pública Paul no derramó ni una lágrima, pero sí lo hace cuando libera a un pájaro para celebrar el momento en que uno de los estudiantes se va de Green Chimneys para volver al mundo exterior. El primer pájaro rehabilitado por Paul vivía en una jaula muy pequeña. Paul admite que, en esa época, no sabía muy bien lo que hacía. El pájaro revoloteaba agitado en su jaula mientras Paul lo llevaba al veterinario para tomarle una radiografía y estar seguro de que se había curado. Viéndolo, Paul se preguntó si, al ser liberado, ese pájaro no batiría sus alas para irse directo al suelo. Cuando llegó el momento de soltarlo, Paul cruzó los dedos. El estudiante que saldría ese día le había ayudado a Paul a rehabilitar ese pájaro. Todos esperaban el momento de la liberación del animal. "Recuerdo cuando el estudiante soltó al pájaro y se quedó mirándolo cuando dio los primeros aleteos, y otros más hasta que comenzó a elevarse cada vez más alto", dijo Paul. "A todos nos saltaba el corazón, y el estudiante le decía: '¡Vamos, sube! ¡Vete, vete!'. Y los otros estudiantes le gritaban: '¡Vamos, por favor, sube! ¡Por favor, vete!'. Y en ese momento entendimos algo muy importante: que para algunos de esos niños, nunca nada había significado tanto". El pájaro vaciló por un momento, no se elevó demasiado y permaneció cerca de los árboles, pero al último minuto comenzó a batir fuertemente las alas y con un ritmo regular hasta que ganó altura y se fue. Era libre.
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CADA VEZ QUE MIKE liNGENFELTER SE SIENTA al volante de SU furgoneta, toca el diminuto ángel dorado que cuelga del parasol. Al mismo tiempo, con su otra mano acaricia la cabeza de Dakota, su golden retriever que ocupa el asiento del pasajero. Si hay otro humano presente, como es el caso hoy, Dakota se sienta detrás de Mike, descansando la cabeza en el espacio que separa los dos asientos. En cualquiera de los dos sitios, la mano de Mike encuentra la cabeza de Dakota antes de encender el motor y muchas veces durante el viaje. "Estaré bien, Dakota", dice mientras hunde los dedos en el suave pelaje. "Estaré bien". Para un hombre que ha pasado su vida profesional como ingeniero de comunicaciones, poner una mano en el ángel y la otra en la cabeza de Dakota es como conectar un circuito. Cree que su perro es realmente un ángel y habría que ser demasiado escéptico para no creerle. Mike, que sufre de una severa enfermedad coronaria, literalmente no puede contar el número de veces que Dakota le ha salvado la vida. Dakota siente cuándo Mike está a punto de sufrir un ataque al corazón y le advierte para que abandone las situaciones de estrés y se tome su medicamento. "No podría ponerle un valor en dólares ni en cifras emocionales a este perro", dice Mike. "Él me está guiando en la vida, yo no hago más que seguirlo". Esta actitud de obediencia es totalmente opuesta a la que tenía Mike Lingenfelter cuando estaba en la cumbre de su carrera y súbitamente sufrió un ataque cardíaco. Había diseñado los sistemas de comu-
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nicaciones y supervisado la construcción de los metros de Beijing, Nueva Delhi, Calcuta y Riyad, entre otras ciudades, durante los cinco años que trabajó en Parsons Incorporated. Sus jefes estaban tan impresionados con su trabajo en 1989 que lo promovieron a ingeniero de proyectos para supervisar la construcción del ramal Red Line del metro de Los Ángeles. Él y su esposa Nancy (sus tres hijos ya llevaban vidas independientes) se establecieron en Irvine, una ciudad universitaria a 67 kilómetros al sur de Los Ángeles. Al día siguiente de comprobar que su prueba de esfuerzo cardíaca había dado resultados favorables, Mike salió a dar su habitual paseo en bicicleta de los sábados. Había recorrido unos cinco kilómetros cuando sufrió un ataque cardíaco y cayó al borde de la calle. No sabe cuánto tiempo estuvo tirado sobre el asfalto antes de recuperar la conciencia. Usando su bicicleta como un bastón rodante, lentamente volvió a su casa. Nancy, que había salido de compras, a su regreso encontró a su esposo derrumbado en la calle. Lo subió al auto y lo llevó rápidamente al hospital más cercano. Los médicos del centro médico de Irvine le inyectaron anticoagulantes por vía intravenosa y le pusieron una bomba cardíaca. Tenían que esperar tres días hasta que se estabilizara lo suficiente para transferirlo al Westem Medical Center de Newport Beach donde se le practicaría una cirugía. El angiograma que le tomaron en el Westem dejó ater;rorizados a los médicos. Tenía un bloqueo total en el lado izquierdo y del 99 por ciento en el lado derecho. Lo programaron para cirugía a la mañana siguiente. Esa noche Mike sufrió otro ataque. "Éste fue peor, de ésos en que los médicos dicen: 'Lo estamos perdiendo'", contó Mike. Lo llevaron de urgencia a cirugía a las cuatro y media de la mañana para colocarle un triple bypass.
Cuando Mike salió del hospital diez días después de su primer ataque al corazón, se sometió a rehabilitación cardíaca dispuesto a ser el paciente modelo. Quería regresar de inmediato al trabajo. "Siempre trataban de convencerme de hacerlo todo más despacio", recuerda. Sin embargo, por muy despacio que llevara su rutina,
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sufría de fuertes dolores de pecho. El equipo de cuidados le pidió a su cardiólogo que firmara un certificado exonerando de responsabilidad ·al centro en caso de que Mike sufriera otro ataque al corazón estando allí, pero el médico se negó. Por mutuo acuerdo, Mike abandonó la rehabilitación. En su casa, Mike se sentía decaído e intentaba entender el giro súbito que había dado su vida. Los médicos le dijeron que el daño de su corazón era peor de lo que habían pensado inicialmente y, al final, decidieron que no tenía la fuerza suficiente para resistir otra operación. Mike renunció a su trabajo y solicitó una incapacidad médica permanente. Sin problemas que resolver ni batallas que luchar, se hundió en la desesperación. "La función de un hombre es trabajar y sostener a su familia", decía Mike. "No tengo objetivo. He sido toda mi vida una personalidad tipo A, siempre he hecho todo bien y así tenía que seguir siendo". Una personalidad tipo A era la condición tácita para tener éxito en el trabajo de Mike. De hecho, los cardiólogos Meyer Friedman y Ray Rosenman, quienes hicieron la primera investigación sobre el comportamiento tipo A y la enfermedad cardiaca, al comienzo la llamaron el "mal del afán". Definieron el comportamiento tipo A como aquél observable en cualquier persona comprometida en una lucha crónica por lograr más y más en un tiempo cada vez menor. Todos hemos conocido a una persona tipo A, hemos vivido con ella o somos una de ellas: los viajeros que, una vez en el avión, encienden su computador tan pronto como el capitán lo permite, hojean una montaña de papeles que sacan de un maletín atestado, y no terminan de apearse cuando ya están aferrados a su teléfono celular. ¿Y qué decir de las mamás que llegan corriendo a casa, exhaustas después de un día de trabajo profesional, sólo para encontrar que deben planchar una montaña de ropa, que falta comprar la leche y que tienen que ayudar a sus tres hijos a hacer sus deberes escolares antes de que anochezca? Incluso nuestros hijos se están volviendo personas tipo A. Mi hija Mikkel siempre obtiene las mejores notas
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en su clase, es líder en un grupo juvenil, se desplaza durante dos horas y media para tomar clases de equitación por lo menos una vez por semana, asiste a exhibiciones equinas durante el verano casi todos los fines de semana y, además, toma sus lecciones semanales de canto en Canadá. ¿Mencioné que también tiene responsabilidades en la finca, y que en menos de un año participó en una docena de presentaciones de canto en la comunidad, obtuvo su licencia de conducir y salió con cinco amigos? De sólo pensarlo quedo agotado. ¿Cómo será vivirlo? Mike y sus colegas llevaban una vida con ese tipo de presiones. Lo que más le gustaba a Mike de su trabajo era "el alto nivel de adrenalina". Salía de su casa cada mañana para su trabajo a las cuatro y media y sólo regresaba por la noche, a las siete y media. La construcción de un sistema de metro lleva unos cuatro o cinco años, pero los ingenieros deben respetar plazos cruciales cada mes. Mike y los otros cinco que trabajaban con él en Parsons tenían la presión adicional de realizar esta tarea de gran complejidad en países extranjeros donde siempre se les presentaban obstáculos debido a las diferencias culturales. Pero esto es perfecto para los tipo A, pues a ellos les gusta asumir más responsabilidades de las que pueden manejar. Les produce gran emoción realizar con afán tareas exigentes y pueden ser muy desagradables si alguien se interpone en su camino. Mientras la productividad aumenta, nuestros ánimos decaen porque la alta tecnología y el intenso estilo de vida van afectando nuestro cuerpo. El "mal del afán" consiste en que este estado constante de frenesí hace subir el colesterol, que se queda en la corriente sanguínea tres a cuatro veces más tiempo en las personas tipo A, de tal modo que el revestimiento de las arterias está continuamente expuesto a grandes cantidades de colesterol. Mike y sus colegas reafirman la tesis sobre la personalidad tipo A: todos ellos han debido someterse a operaciones de bypass coronario y, hasta ahora, tres de ellos han presentado accidente cerebrovascular. Nancy se preocupó mucho al ver que su esposo, antes incan-
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sable, impaciente y vigoroso, se aislaba cada vez más y casi nunca salía de la casa. Resolvió retirarse anticipadamente de su empleo para cuidar de él, pero su presencia no lo volvía más optimista ni lo motivaba a la acción. El médico de la familia les sugirió conseguir un perro. Había leído un estudio realizado en 1980 que afirmaba que las personas que habían sufrido ataques cardíacos tenían cuatro veces más posibilidades de sobrevivir un año cuando tenían una mascota. Se trataba de un estudio realizado por james Lynch, Aaron Katcher y Erika Friedmann. Habían reunido a 96 pacientes del hospital de la Universidad de Maryland. Todos ellos habían sufrido recientemente un primer ataque cardiaco. Se les pidió autorización para hacerles un control mensual durante un año. Al final del año, once de los 39 pacientes que no tenían mascotas habían muerto, mientras que sólo murieron tres de los cincuenta que sí tenían mascotas. Aunque los que no tenían mascotas representaban menos de la mitad de la muestra, hubo en su grupo cuatro veces más muertes. Ese estudio y los que se realizaron más adelante sobre el mismo tema no establecieron con certeza la forma en que los animales ayudaban a sus amos, pero los investigadores describían los beneficios de la compañía de las mascotas como si éstas fueran lo último en herramientas de rehabilitación cardíaca. Los pacientes que tenían mascotas permanecían menos tiempo en el hospital porque deseaban irse a casa a cuidarlas. Los que tenían perros consultaron al médico con una frecuencia de 8 por ciento menor, y los que tenían gatos, con una frecuencia de 12 por ciento menor. Los que tenían mascotas tomaban menos medicamentos para controlar la hipertensión y el colesterol y no tenían tanta dificultad para conciliar el sueño en las noches. Esto se debía quizás a que aquéllos que tenían perros eran en general más activos, hacian más ejercicio y tenían menos colesterol en la sangre, a pesar de su mayor tendencia a ingerir alimentos con alto contenido de grasa. como lo demostró en 1992 un estudio australiano realizado entre cerca de seis mil pacientes con cardiopatías.
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los efectos benéficos de las mascotas parecían funcionar independientemente de la gravedad de la enfermedad cardíaca del paciente. En resumen, una mascota puede ser una droga milagrosa que mantiene a la persona con buena salud, en su casa y no en el hospital, y que reduce el riesgo de ataques cardíacos, todo ello gracias a un lametón, a un movimiento de la cola o a un ronroneo rítmico. Todos estos beneficios se obtienen de manera constante, y no sólo durante la consulta con el médico. Y no cuestan una fortuna, sino lo que vale una lata de comida para animales. Los pacientes que tienen mascotas también se mostraban más dispuestos a ceñirse a un programa de rehabilitación cardíaca, según lo demostró un estudio realizado en el departamento de psicología de la Universidad de Texas en El Paso. Los investigadores hicieron el seguimiento de 79 pacientes cardíacos inscritos en un riguroso programa de rehabilitación de veinte semanas, con citas cuatro veces a la semana para ejercicios, controles y educación. El 96 por ciento de los pacientes que tenían mascotas terminaron el programa, en comparación con el 77 por ciento de los que no las tenían. El hecho de cuidar de sus mascotas les impartía un sentido de la responsabilidad y cierta rutina, factores que resultaron útiles para cambiar sus malos hábitos, dijo la investigadora Mary M. Herrald. La medicina moderna se basa en los estudios realizados por eminentes investigadores para determinar si un diagnóstico o tratamiento merece ser aceptado y usado de manera generalizada. Si un tratamiento ahorra tiempo, dinero y vidas, se vuelve favorito con el tiempo. Por ejemplo, cuando se demostró que los electrocardiogramas podían detectar problemas del corazón y las mamografias, el cáncer, médicos y pacientes los aceptaron como herramientas de detección. Que una mascota actúe como una máquina para prevenir y detectar un ataque cardíaco es algo que no corresponde a los estándares médicos tradicionales, pero tal vez podría ser "la respuesta" que la medicina moderna, con todos sus milagros, aún no podía darle a Mike. Aunque la rehabilitación no era posible para Mike, la pareja Y
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recibió con beneplácito la idea de que un perro pudiera sacar a Mike de su depresión. Consiguieron una golden retriever y la llamaron Abby. Al;>by era juguetona y estaba llena de energía y había sido adiestrada para estimular a Mike a salir y ha~er ejercicio. Sin embargo, desde el comienzo Mike se sintió molesto y decía que la perra significaba más problemas que un verdadero alivio. Le daba de comer y la sacaba a pasear, pero lo hacía como una obligación, no como un motivo de alegría. Los médicos comenzaron a darle medicamentos para la depresión. "Tomaba pastillas para levantarme por las mañanas y pastillas para acostarme por las noches. Me sentía como un vegetal", recuerda. Con Mike incapacitado y Nancy jubilada, el alto costo de vida en California estaba acabando con sus ahorros. En 1994, la pareja se mudó a Texas para reducir sus gastos fijos y estar más cerca de su hija Susan y su familia. También quedaban más cerca del Southern Methodist Hospital, que tenía una de las mejores unidades de atención cardíaca del país. En todo caso, el pronóstico médico para Mike no era alentador. Mientras Mike languidecía, también lo hacía la criatura que podría cambiar su vida. En el Club de los Golden Retrievers Greater Houston se había recibido la llamada de una señora que quería entregar un perro que supuestamente había encontrado abandonado. La señora era, en realidad, su dueña. A pesar de tenerlo muy bien cuidado, quería dejarlo porque sufría de un caso grave de dirofilaria en el corazón, cuyo tratamiento resultaría muy costoso. Se le descubrió, además, una displasia de cadera que podría traerle más adelante dificultades para caminar. Se llamaba Dakota y desde el principio, mientras estuvo en manos de una familia adoptiva en espera de encontrar un nuevo dueño, mostró grandes cualidades y una sensibilidad extrema a las necesidades emocionales de la familia. Por la época en que Dakota fue rescatado, Mike y Nancy decidieron buscar otro perro, uno que pudieran entrenar para ayudarle a Mike en oficios domésticos, como alcanzarle algunos objetos. Se acercaron al Club de los Golden Retrievers, donde les sugirieron a Dakota
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debido a la similitud de sus dolencias: rechazados por problemas del corazón e incapaces de trabajar a pesar de su obvia aptitud. El viernes en que Mike vio por primera vez a Dakota no le gustó mucho lo que vio: otro adolescente bullicioso que podría resultar tan irritante como Abby, pensó. Esa tarde, cuando Mike se recostó en su cama, Dakota estuvo a su lado jugando con su rana chirriadora y blandiéndola en la cara de Mike. Si Mike dormía, Dakota se metía debajo de las cobijas para subirse sobre el vientre de Mike y entregarle de nuevo su rana de juguete. "Este perro es un desastre", recuerda haber pensado. Mike y Nancy decidieron tenerlo el fin de semana pero estuvieron de acuerdo en que lo devolverían el lunes por la mañana. Mike tenia razón. Dakota era un desastre. Miraba fijamente a Mike y no se daba por vencido. El sábado, mientras Mike estaba en la cama, Dakota se metió debajo de las sábanas -esta vez sin la rana- y se acostó a su lado. Mike alargó la mano para acomodar a Dakota y relajó su cuerpo contra el suyo. El calor del perro a su lado, calmado y quieto por el tiempo que él quisiera, tocó algo en lo más profundo de la depresión de Mike. "Dakota sabe exactamente qué hacer para hacerte sentir bien", dice hoy Mike. El domingo, ya Mike había aceptado a Dakota. "Al final decidí: 'Qué diablos, es mi última oportunidad'", recuerda. De hecho, hubiera podido ser la última oportunidad de Mike. El ciclo de depresión, aislamiento e inactividad en el que estaba preso conduce a una actividad aun menor, lo que afecta aun más el corazón. Un reciente estudio del centro médico de la Universidad de Duke que reunió a 350 pacientes cardiacos demostró que mientras más alto se sitúan los pacientes en la escala de la depresión, menor es la reactivación de su corazón. Entre los pacientes cardiacos clínicamente deprimidos -como Mike antes de Dakota-, uno de cada cuatro se calificaba como inactivo en extremo, en comparación con uno de cada catorce entre los que no estaban deprimidos. En promedio, los deprimidos dedicaban tan sólo la mitad del tiempo a actividades moderadas como caminar.
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El aislamiento conduce a la depresión, y la depresión a un aumento de las hormonas del estrés, lo que disminuye la elasticidad del corazón, según un estudio dirigido por el doctor Robert Carney, de la facultad de medicina de la Universidad de Washington en St. Louis. Otro estudio realizado en el Montreal Heart Institute [Instituto del Corazón de Montreal] demostró que la depresión aumenta las probabilidades de morir de un segundo ataque al corazón, en particular si la persona camina menos de una cuadra al día. Estos datos están siendo tomados en cuenta, por ejemplo, por las compañías de seguros. Sabiendo que las mascotas motivan a las personas a hacer ejercicio y combatir la depresión, y que ayudan a reducir la presión arterial y a prevenir la enfermedad cardíaca, la aseguradora Midland Life de Columbus, Ohio, otorga un descuento en la prima a los que tienen mascotas. Una mascota puede lograr que una persona camine esa cuadra diaria e incluso más, y eso fue precisamente lo que logró Dakota con Mike. Su reacción con Dakota fue totalmente opuesta a la que tuvo con Abby. Mientras que Abby, que pasó a ser la perra de Nancy, había tenido que acosar y engatusar a Mike para que finalmente la sacara a pasear, salir a caminar con Dakota era un motivo de alegría para él. "Abby tiene mucho amor, como todos los de su raza, pero Dakota tiene compasión. Nunca pensé que pudiera existir este tipo de cercanía", dice Mike. La dignidad de Dakota y su respuesta al adiestramiento impresionaban a Mike. A los pocos meses, Mike y Dakota se inscribieron en un programa de obediencia en la Iglesia Bautista. Pidieron su certificación como perro de servicio en la Delta Society y le consiguieron un premio como Buen Ciudadano Canino a través del American Kennel Club de su localidad. Este aumento en su actividad tuvo un efecto saludable en Mike. Seis meses después de haber recibido a Dakota, Mike había dejado los tranquilizantes y antidepresivos que tomaba desde hacía tres años, y la frecuencia de sus dolores de pecho había disminuido considerablemente. Una vez que Dakota recibió su traje de perro de servicio, la
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pareja comenzó a dar charlas en los colegios. Se presentaban, Mike y Dakota, como un ejemplo del increíble efecto que los perros de servicio podían tener en la vida de una persona gravemente enferma. Ese otoño, mientras dictaba una charla en una escuela primaria sobre el excelente comportamiento y la firme obediencia de los perros de servicio, Dakota empezó a impacientarse. A pesar de que estaba entrenado para permanecer sentado a sus pies mientras Mike hablaba, esta vez puso su cabeza sobre las rodillas de Mike y se quedó mirándolo fijamente. Cada vez más insistente, Dakota empezó a molestarlo con su nariz. Mike resolvió suspender la charla. En el corredor, mientras se dirigían al parqueadero, un ataque al corazón lo tumbó al piso. Cuando recuperó la conciencia, lo primero que sintió fue a Dakota lamiéndole la cara. "Dakota olió ese ataque al corazón y quiso advertírmelo", dice Mike. Eugene Anderson, el cardiólogo de Mike, supone, lo mismo que otros que conocen bien la agudeza de los sentidos de los perros, que Dakota sí puede saber por su olfato cuándo va a ocurrir un ataque al corazón. Cuando el músculo cardíaco está dañado, se producen unas enzimas en el flujo sanguíneo entre cinco y ocho horas antes del ataque. Éstas son las enzimas que, después de un ataque, se buscan en la sangre para confirmar que efectivamente hubo tal ataque. Algunos dicen que Dakota percibe un cambio en el comportamiento de Mike, pero Mike no está de acuerdo. En varias ocasiones, Dakota ha llegado desde otra habitación para avisarle que algo está suciediendo y darle tiempo de tomarse su medicamento antes de que se produzca el ataque. El papel de Dakota, según el cardiólogo de Mike, es como el del morillo: "Es mucho más fácil apagar el fuego cuando es tan sólo un fósforo, que cuando toda la casa está en llamas". De cualquier manera, la certeza de que otra criatura era tan sensible a los cambios en su cuerpo, tanto que podía alertado de que estaba en peligro, le permitió a Mike recuperar la vida que tanto le había faltado mientras estuvo enfermo. Volvió a trabajar en Parsons, donde diseñó sistemas de comunicaciones para metros en Pittsburgh
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y Buffalo. Comenzó a viajar de nuevo, llevando a Dakota a donde quiera que fuese. Un día, durante una reunión con motivo de un proyecto que estaba en dificultades, su colega Rob Knoebber vio a Dakota en acción. "Nadie quería asumir la responsabilidad. Las personas levantaban la voz, se ponían ultimátums y Mike estaba en medio de todo. Dakota se le acercó y le dio un golpe. Le hizo saber que no estaba en un lugar seguro", recuerda Knoebber. Al salir Mike de la sala con Dakota, el tono de la reunión cambió. "Todos nos dimos cuenta de nuestro comportamiento y nos controlamos. Fue como si Dakota hubiera desatascado la situación". Esa acción de Dakota fue una versión más generalizada de la protección que normalmente le ofrecía a Mike. Cuando los desacuerdos crean tensiones, el cuerpo siente el peligro. La reacción al estrés es básica, animal e instintiva; es una evaluación rápida para determinar la acción que ofrece mejores posibilidades de sobrevivir, la llamada respuesta de "lucha o huye". Al preparar el cuerpo para luchar o huir, la respiración se acelera a medida que la adrenalina aumenta por el flujo sanguíneo. Los músculos se tensionan y la presión arterial sube a medida que el corazón se acelera --entre uno y otro latido pasa de diez a treinta pulsaciones por minutopara bombear la sangre del intestino a los músculos. Lo que un perro como Dakota ofrece es una herramienta básica en la reducción del estrés: un foco de atención en algo exterior a uno mismo. La ansiedad nos amarra a nuestros pensamientos y disminuye nuestra capacidad de prestar atención al mundo que nos rodea. Y no sólo los perros pueden producir este efecto calmante. Aaron Katcher y Alan Beck, de la facultad de odontología de la Universidad de Pennsylvania, realizaron un estudio con pacientes que debían someterse a una extracción dental. En la sala de espera había un acuario con peces y un afiche con un paisaje de montaña. Los pacientes que contemplaron los peces mostraron menos ansiedad durante la cirugía y tuvieron una mejor memoria subjetiva de ella que los que miraron el paisaje de montaña. Katcher y Beck
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sugmeron que la contemplación de los peces moviéndose en el acuario creaba una forma modificada de meditación, pero también hablaron de una razón secundaria más intrigante que podría explicar el menor nivel de estrés de estos pacientes. Según ellos, la imagen tranquila de animales y plantas es un símbolo de paz y armonía que está grabado en lo más profundo de nuestra historia evolutiva y que se refleja en la cultura popular. El acuario, con el vaivén de las plantas y la calma de los peces, es una imagen contenida pero tranquilizadora del reino de la paz que nos lleva de inmediato al estado meditativo. El efecto reductor del estrés es aun mayor cuando se vive todo el tiempo con una mascota, en particular en una población cuyo nivel general de estrés es en extremo elevado. Karen Allen, investigadora médica de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, estudió el efecto de las mascotas en la población más ansiosa que pudo identificar: 48 corredores de bolsa de la ciudad de Nueva York. Todos los participantes de este estudio ganaban más de doscientos mil dólares al año, vivían solos y sufrían de hipertensión. Una presión arterial inferior a 140/11 Ose considera normal, pero en estas personas el promedio era de 165/110 en reposo. En la primera sesión, Allen y sus colegas les pidieron realizar dos tareas estresantes: contar hacia atrás desde diecisiete y dar una charla de cinco minutos intentando explicar su inocencia en un caso de robo de un almacén. Su presión arterial había subido en promedio a 182/126 al final del conteo y a 184/126 al final de la charla. Se les administró un medicamento corriente para la hipertensión que hizo bajar su tensión al rango normal, en promedio a 122n6. Los investigadores escogieron al azar a unos corredores para que consiguieran un perro o un gato. Seis meses después se les practicó otra prueba generadora de estrés. Allen les pidió que improvisaran una discusión de cinco minutos con un cliente que estaba furioso porque el corredor le había ocasionado la pérdida de 86.000 dólares. En los que tenían mascotas, la presión arterial subió sólo la mitad de lo que aumentó en los que no tenían mascotas.
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Los registros de presión arterial de estos corredores de bolsa demostraron que aun estando separados de sus mascotas durante horas, su sistema cardiovascular general seguía recibiendo el efecto benéfico del contacto. Después de todo, además de la impresión visual de que todo está bien en el mundo cuando ven a su gato durmiendo en el alféizar de la ventana, el hecho de tener una mascota ofrece una motivación táctil para relajarse. En The Relaxation Response, Herbert Benson propuso una recetar casera para reducir el estrés: sentarse en una posición cómoda, en:-} un lugar tranquilo, y eliminar los pensamientos concentrando la atención en algo exterior a sí mismo. Esta sencilla fórmula para reducir la presión arterial, similar a la meditación, surge de manera natural al consentir a una mascota. Sin embargo, el hecho de consentir a una mascota tiene beneficios aun mayores para la salud: en lugar de concentrar la atención en un punto en la pared, o de repetir la misma palabra una y otra vez para no aferrarse a los pensamientos, la mascota ofrece los beneficios del contacto, un fenómeno .. llamado, por extraño que parezca, "el efecto de persona". Hace más de cuarenta años, W Horsley Gantt, investigado1 de la Universidad johns Hopkins, acuñó esa expresión para describir el poderoso efecto que el contacto humano tiene sobre la respuesta cardiovascular de los animales. Gantt fue el único discípulo estadounidense del científico ruso lvan Petrovich Pavlov, el hombre que demostró la respuesta condicionada en los perros, experimento que consistía en aislarlos en un cuarto y hacer sonar una campana antes de darles de comer. Después de un tiempo, los perros de Pavlov comenzaban a salivar al escuchar una campana. Los investigadores del laboratorio de Gantt quisieron demostrar una respuesta condicionada más positiva. Aislaron los perros en cuartos pequeños y medían periódicamente su presión arterial. Cuando una persona entraba por primera vez al cuarto, la presión arterial del perro subía rápidamente, pero bajaba hasta en un 50 por ciento cuando la persona lo acariciaba. El contacto que no
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representaba amenaza, aun viniendo de una persona que los perros no conocían, los calmaba rápidamente. A comienzos de los años sesenta, Gantt amplió su investigación para ver si el efecto sobre los animales era igualmente fuerte en una situación de estrés. En este experimento, los perros recibieron un choque eléctrico en una pata delantera sin ningún tipo de advertencia, tras lo cual los técnicos registraron el aumento de su ritmo cardíaco. Una vez establecida la respuesta promedio de los perros, se les administró el choque eléctrico mientras alguien los acariciaba. Contra toda expectativa, los perros no mordieron al humano. El contacto con otra criatura, al parecer, disminuía la percepción del dolor y el ritmo cardiaco sólo aumentaba la mitad mientras eran acariciados. Entre humanos sucede algo similar. Una madre se acerca a socorrer a su hija que llora y está angustiada porque se cayó de la bicicleta y se raspó una rodilla. La madre la alza en brazos y la abraza contra su pecho, la acuna y le canta para tranquilizarla. La niña se relaja, absorbe el calor y la fortaleza de su madre y, de pronto, ya no parece dolerle tanto. Uno de los jóvenes investigadores del laboratorio de Gantt era james Lynch, quien más tarde, en 1980, realizó con Katcher y Friedrnann el ya mencionado estudio sobre la forma en que las mascotas aumentan las posibilidades de un humano de sobrevivir después de un ataque al corazón. Lynch dedicó el resto de su carrera a estudiar la influencia de la soledad en la enfermedad cardíaca, tema que trata en su persuasivo libro A Cry Unheard [Un grito silencioso]. Mientras trabajaba en la ]ohns Hopkins y siendo profesor de la facultad de medicina de la Universidad de Maryland, Lynch estudió la población de pacientes que habían sufrido ataques cardíacos. Muchos de ellos eran hombres y mujeres solitarios que podían pasar días y hasta semanas sin recibir una visita, cuya familia estaba dispersa por todo el país, cuya vida transcurría sin contacto ni compañía. En estas personas fue evidente el poder sanador del contacto, aun si era muy breve. Lynch demostró que el contacto de una enfermera
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mientras toma el pulso de un paciente podía controlar temporalmente una arritmia peligrosa. Lynch también encontró pruebas del debilitante estilo de vida de estos pacientes cardíacos. Algunos de los pacientes estudiados sufrían sus ataques cardíacos dentro de los seis meses siguientes a la pérdida del cónyuge. Otros eran solitarios declarados. Una mujer dijo no conocer el nombre de ninguno de sus vecinos, a pesar de llevar 45 años viviendo en el mismo barrio, y un hombre dijo no conocer a nadie en su cuadra. La compañía de un animal resultó ser más que una manera de alejar la nostalgia en este tipo de personas; era una forma de salvarles la vida. Los que tenían mascotas, como lo demostró el estudio australiano en 1992, llevaban una mejor vida social de manera natural: cerca del 60 por ciento de ellos hacían amigos a través de sus mascotas, y el 62 por ciento dijo que sus mascotas entablaban más fácil una conversación con un visitante. En 1995, la investigadora que trabajó con Katcher y Lynch, Erika Friedmann -hoy profesora en el departamento de ciencias de la salud y nutrición del Brooklyn College-, resolvió repetir el estudio con una muestra más grande de personas y con técnicas de medición más refinadas. Reclutó a 392 pacientes que habían sufrido ataques cardíacos y que estaban participando en un ensayo de supresión de arritmia cardíaca. Les aplicó toda una serie de pruebas psicológicas para evaluar su apoyo social y su salud mental. Al cabo de un año, los resultados fueron aun más sorprendentes que en el estudio de 1980. De los 87 pacientes que tenían un perro, sólo uno había muerto, en comparación con diecinueve de los 282 que no tenían perro, es decir que había ocho veces más probabilidades de supervivencia al año del ataque cardíaco entre los que tenían perro. Los cuatro factores principales para la supervivencia al cabo de un año eran la fortaleza del corazón, la ausencia de diabetes, la regularidad del ritmo cardíaco y la presencia de una mascota, que fue el primer factor psicosocial de supervivencia. Arlene Williams, gerente de un hospital veterinario, antes enfermera de humanos, conoce b1en el poder del contacto con los animales.
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(Írabajó durante nueve años con el cardiólogo Peter Thom en Arroyo ~ Grande, California, donde era corriente recomendar a los pacientes que adquirieran un perro, un gato o un pájaro. Arlene había observado que muchos de sus pacientes cardiacos venían una vez a la semana, aunque sólo necesitaban venir una vez cada seis meses. Dedujo que muchos de ellos se sentían solos y necesitaban compañia. Conociendo el problema y el tratamiento, Arlene comenzó a sugerirles que consiguieran una mascota. Siempre respondían que sus vecinos, su familia, su compañero o lo que fuera no les permitiría hacer tal cosa. Esto llevó a Arlene a preguntarles: "¿Y si el doctor Thom les prescribe conseguir una mascota especifica?", a lo que contestaron: "¡Ah, eso seria muy diferente!" Ahora sólo le quedaba a Arlene convencer a su jefe, poco amante de las mascotas, de redactar estas prescripciones. Arlene determinaba con sus pacientes qué especie y qué raza de mascota seria la mejor para ellos. Les decía: "Si alguien les pone problemas, llámenme y yo haré que el propio doctor Thom explique la razón de esta prescripción". Nunca hubo problemas y el doctor Thom, escéptico al principio, "se sorprendió de lo poderosa que resultaba la ayuda de las mascotas para nuestros pacientes", dice Arlene. El cardiólogo Stephen Sinatra, de Connecticut, autor de Heartbreak and Heart Disease [El corazón roto y la enfermedad cardiaca], lo ha comprobado él mismo y, en consecuencia, prescribe mascotas como quien prescribe medicamentos a un 15 por ciento de sus pacientes, pues ha visto que ayudan a conectar al solitario con el mundo y lo motivan a establecer una nueva rutina. "Cuando los pacientes han perdido a su cónyuge o viven solos, una mascota les ayuda a crear una conexión vital en su vida", dijo el doctor Sinatra. "Vierten mucha energía amorosa en la mascota, y ésta la devuelve". La principal ventaja de los animales como agentes de paz y tranquilidad, según Lynch, es que no hablan. Su investigación indica que el acto de hablar aumenta considerablemente la presión arterial, dependiendo de quién es el oyente y de cómo se habla. Los que hablan rápido y sin tomar aliento presentan una presión arterial
elevada, lo mismo que aquéllos que le hablan a alguien a quien perciben como de un estatus social más elevado. Por lo general, los medicamentos no controlan la hipertensión cuando ésta se deriva del acto .de hablar. Lo único que puede ayudar es concentrarse en algo exterior a uno mismo. "Las cosas que nos sacan de nosotros mismos llevan al cuerpo a calmarse de inmediato", dijo Lynch. Ésa fue la razón que motivó al doctor Sinatra a llevar sus perros a su consultorio hace más de una década: un sabueso noruego de nombre Charlie, al que llama "la máquina de amor", y dos chowchow, Chewie y Kooa. La presencia de un perro en el consultorio mejora el diálogo entre el médico y el paciente, piensa el doctor Sinatra. "Algunas personas te agotan la energía. Yo acaricio al perro. El paciente hace lo mismo y comienza a contar su historia", dice. "Cuando acaricio al perro, mi corazón se abre. Y cuando tengo el corazón abierto, soy un mejor sanador". En el mundo ansioso y estéril del consultorio médico, los mejores puntos de atención vienen del mundo natural, incluso si el humano no tiene nada más que mirar que a unos peces dentro de un acuario. Quien tiene la suerte de ser paciente del doctor Sinatra, recibe una calma que ofrece comprensión al nivel primitivo. "Cuando uno usa palabras para explicarle a otro su cuerpo, el esfuerzo puede suscitar cierto temor de no ser comprendido", dice Lynch. Los animales nunca juzgan, son predecibles y te aceptan, lo opuesto a la reacción de luchar o huir. Su presencia relajada, constante y libre de temor dice "quédate y juega". O, como dice Mike Lingenfelter: "Si le hablas a la gente, recibes respuestas equivocadas. Si le hablas a Dakota, sólo recibes respuestas correctas". A medida que pasaba el tiempo, no había duda de que Dakota satisfacía la necesidad de contacto de Mike con su presencia constante y su atención al mundo circundante. Dio la señal de alerta a tres colegas de Mike. Uno de ellos sufrió de un ataque al corazón pocas horas después de que Dakota se lo había advertido. A los otros dos se les diagnosticó más adelante una enfermedad cardiaca. Después de un tiempo, comenzó a dormir entre Mike y Nancy, algo
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que Nancy aprecia porque Dakota ha demostrado que puede salvar la vida de su esposo. En julio de 1999, hacia las cinco de la mañana, Dakota se levantó de repente. Sintió que algo le pasaba a Mike e intentó despertarlo. Mike no se movió, a pesar de que Dakota tiró de su manga y le dio varios golpes. Al ver que Mike no respondía, despertó a Nancy y ella, al comprobar que su esposo no reaccionaba, llamó al servicio de urgencias. Los paramédicos llegaron a los pocos minutos y encontraron que la presión arterial de Mike había bajado a 60/38. "Estando tan baja la tensión", dice el doctor Henderson, "de no haber sido por Dakota, Mike no habría podido saludar a su esposa esa mañana". La habilidad de Dakota para advertir a Mike de sus ataques cardíacos es un don bastante raro. Hay otros perros que prestan este servicio a sus acompañantes, pero no son muchos. El verdadero regalo que Dakota le hizo a Mike comenzó mucho antes de aquel día en la escuela primaria. Como otros animales que ayudan a sus compañeros a recuperar la salud después de un ataque al corazón, lo primero que Dakota le dio a Mike fue su amistad. Su compañía simple y sin juicios alivió el estrés de Mike y lo sacó de su aislamiento. Luego logró que Mike entrara de nuevo en actividad y regresara al mundo donde aún tenía un papel que desempeñar, una misión y un propósito que cumplir. Aunque podemos tratar de cuantificar este vínculo afectivo con una mascota mediante estudios y estadísticas, todo consiste en que la relación con un animal le recuerda al humano que existe una razón para seguir viviendo. Como lo dice james Lynch en A Cry Unheard: "Hay una voluntad de vivir, y esa voluntad se alimenta del interés humano, de la compañía entre el humano y el animal y de nuestra relación con el resto del mundo natural viviente". Cuando mejor quedó demostrada la profundidad de este vínculo afectivo entre el humano y el animal fue cuando Mike Lingenfelter descubrió que Dakota tenía cáncer.
Cura contra el cáncer: las mascotas dan una segunda oportunidad
EN EL VíNCULO AFECTivo QUE SE CREó entre Mike Lingenfelter y Dakota hay algo que encierra todo lo que puede haber en una relación entre un ser humano y un animal. Mike rescató a Dakota de una vida de desprecio; Dakota, a su vez, volvió a Mike a la vida con su habilidad para advertirle de la proximidad de un ataque al corazón. Una vez que Mike estuvo de nuevo en capacidad de llevar una vida normal, quiso mostrar a los demás la importancia que tenía para la salud humana una relación estrecha y amorosa con un animal. Las organizaciones dedicadas a promover el vínculo afectivo entre los humanos y los animales, así como los medios de comunicación de Estados Unidos, lo reconocieron de inmediato. En 1999, Dakota fue nombrado Perro de Servicio del Año por la Delta Society y fue incluido en la Galería de la Fama Animal de Texas, y en 2000 protagonizó un programa del canal de televisión Animal Planet. Patty Neger, productora de Good Morning America, programa del cual soy asesor veterinario, tenía todo preparado para hacer un programa con Mike y Dakota, a quienes había visto en la revista Men's Health. Pero Mike, bastante conmocionado, le informó que no sería posible hacer la filmación pues a Dakota le habían diagnosticado un cáncer linfático. Una semana antes, Mike había notado que Dakota estaba abatido, tomaba enormes cantidades de agua y no estaba comiendo bien. Su vetennano, Harold Krug, le diagnosticó linfoma y le recetó un tratamiento de quimioterapia, pero le advirtió a Mike que su mejor
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amigo y salvador no tendría más de seis meses de vida. Mike quedó desconsolado. Pasó la noche llorando junto con Nancy, pensando que podrían perder a Dakota. Patty me llamó entre lágrimas y me preguntó si conocía a alguien que pudiera ayudar. -¿Está dispuesto a viajar? -pregunté. -Creo que Mike haría cualquier cosa por salvar a su perro -dijo Patty. Le aconsejé llevar a Dakota al Animal Cancer Center (Acc) de la facultad de medicina veterinaria de la Universidad del Estado de Colorado, en Ft. Collins, con el cual mantengo estrechos vínculos profesionales. Aunque el trayecto es largo de Denver a Ft. Collins, el Acc es uno de los primeros institutos de investigación en cáncer de humanos y de animales en Estados Unidos. El cáncer es la segunda causa de muerte entre los humanos, pero golpea aun más duro a los animales. La mitad de los perros y la tercera parte de los gatos mueren de cáncer, en comparación con una cuarta parte de los humanos. Aunque la incidencia y la frecuencia del cáncer son diferentes en los animales y en los humanos, la forma en que el cáncer responde a la quimioterapia y a la radiación es idéntica, dice el veterinario Stephen ]. Withrow, jefe de la clínica oncológica del ACC, y formado en la Clínica Mayo. En los últimos veinte años, los Institutos Nacionales de Salud han otorgado subvenciones por treinta millones de dólares para investigación al ACC, una institución que ha realizado investigaciones cruciales en innovaciones para el tratamiento del cáncer óseo, los sistemas de administración de quimioterapia y el uso del calor y la radiación. En el Acc, los médicos reciben anualmente l. 500 pacientes nuevos que constituyen la base para sus investigaciones. El centro es conocido por administrar a sus pacientes tratamientos rápidos. Las normas establecidas para la atención de los humanos no permiten los tratamientos agresivos que los veterinarios sí pueden practicar en el centro. En el delicado equilibrio que debe asegurarse el tratamiento del cáncer con quimioterapia y radiación -dar lo suficiente para
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matar el cáncer pero no tanto que le cause daño al paciente-, los animales verdaderamente están dando su vida por nosotros. Los veterinarios siempre están al tanto de las últimas investigaciones en cáncer en seres humanos. En sus tratamientos experimentan cuidadosamente con las dosificaciones de radiación y quimioterapia, prestando atención al sistema inmunológico y la nutrición, para tratar de establecer cuáles son las combinaciones que ofrecen la mayor esperanza para todos. Lo más importante es· que en sus investigaciones no utilizan animales criados para ser sacrificados en experimentos. No le infligen el cáncer al animal para luego incluirlo en un ensayo clínico, sino que reciben mascotas que están muy enfermas y que han sido desahuciadas por otros veterinarios. Así, dan otra oportunidad tanto a las mascotas como a sus dueños humanos, tratando no sólo el aspecto clínico de la enfermedad sino también el emocional. "El cáncer es una enfermedad de la emoción", dice el doctor Greg Ogilvie, director del laboratorio de investigación en oncología del centro. "Es una enfermedad de sombras y laberintos, las sombras de todos aquéllos que han muerto de cáncer, familiares y amigos. El cáncer representa la cima de la falta de esperanza". El poder sanador de las mascotas reside en parte en su capacidad de permitir la expresión de las emociones, el lado espiritual de la curación. Cualquier cosa que usted esté sintiendo puede expresarla frente a su mascota sin ser juzgado. De este modo, no tenemos que censuramos cuando estamos con nuestros amigos de cuatro patas, ni censuramos nuestros sentimientos por ellos cuando se enferman. Más allá de los progresos médicos que tienen lugar en el Acc, siempre me ha impresionado la capacidad del personal para enfrentar el impacto emocional de la enfermedad, algo que por lo general se oculta en el tratamiento del cáncer en los seres humanos. "Cuando sabes que el médico tiene miedo y que este miedo lo afecta, es malo para ambos. Cuidamos al padre de la mascota tanto como al paciente", dice Greg. A diferenCia de otras facultades de veterinaria que funciOnan
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'* en magníficos edificios nuevos de ladrillo y concreto, la de la Universidad del Estado de Colorado más parece una casa de familia con demasiados habitantes. La sala de espera del ACC es un lugar animado donde se vive un ambiente optimista a pesar de la gravedad de la enfermedad que reúne a todos los presentes. Después de todo, allí están las personas con sus animales. Tienen un mecanismo de conexión, un grupo de personas que comprende su dilema y el alivio de saber que están haciendo todo lo que pueden por salvar a sus amigos. Algunas personas viajan desde lugares muy alejados para llevar su mascota al ACC. Un día llegó un hombre que había conducido sin dormir durante dos días y medio desde Vancouver para llevar a su perro al centro. Otra cosa que ofrece el ACC es esperanza. Quienes llevan sus mascotas al Acc saben que los médicos están usando los últimos hallazgos y los tratamientos más agresivos. Lo primero que Greg observó en Dakota fue su color grisáceo. "El cáncer causa cambios en el cuerpo que agotan la energía y consumen la fuerza", dice Greg. Pero Dakota estaba con su rana verde, el mismo talismán que había usado años atrás para golpear a Mike en el codo, sacarlo de la cama y darle ánimos para vivir de nuevo. "Dakota nunca se apartó de Mike, pero me saludó con su rana verde en la boca", recuerda Greg. "Estaba enfermo y decaído, pero no perdía su alegría". El tumor de Dakota ocupaba una tercera parte de su tórax y se había extendido hasta sus nódulos linfáticos y el timo, suprimiendo su sistema inmunológico. El problema con el tratamiento del linfoma es su localización en la cavidad torácica, ya que al aplicar la radiación y la quimoterapia necesarias para detener el cáncer se corre el riesgo de dañar el corazón y los pulmones. "Había que concentrar la radioterapia en el tórax para controlar ese cáncer lo más rápidamente posible, antes de que desarrollara resistencia", dijo Greg. "Teníamos que lograr un equilibrio entre la correcta aplicación del tratamiento, la compasión y la preservación de la habilidad de Dakota para ayudar a Mike".
Se le aplicaron a Dakota pequeñas dosis de radiación durante diez a quince minutos diarios, de lunes a viernes, y dosis semanales de quimioterapia. Greg también le formuló medicamentos para proteger el corazón y los pulmones y nutrientes para expandir y fortalecer el sistema inmunológico. Entretanto, Mike estaba siendo presionado para regresar a su trabajo. Su empresa no le permitiría permanecer en Ft. Collins las seis semanas que duraría el tratamiento de Dakota. Cuando Mike regresó a Texas, Greg se llevó a Dakota a su casa. Al principio se decayó un poco, pero cuando el tratamiento empezó a hacer efecto, Dakota se recuperó. "Resistió muy bien la terapia", recuerda Greg. "Dakota simplemente puso en mis manos su corazón, su ser y su presencia física". Mientras Dakota se recuperaba, Mike pasaba un mal rato sin él. A pesar de que Greg lo llamaba dos veces al día, Mike necesitaba a Dakota a su lado. Su cardiólogo, Eugene Henderson, estaba preocupado. "Desde que Dakota está en Colorado, la salud de Mike se ha deteriorado. Ya no sale a caminar y ha ganado peso", dijo. Terminado el tratamiento y cuando ya no encontró signos de cáncer en Dakota, Greg y su familia invitaron a Mike a comer y con renuencia le devolvieron a Dakota. "Hasta el conejito remendado amaba a Dakota", dijo Greg, viendo que algunos de los juguetes de Dakota todavía rondaban por su casa esperando la visita del perro. Aunque Greg prefiere no afirmar que Dakota está curado, el perro lleva dieciocho meses en remisión. Mike se jubiló hace poco, se mudó con su familia a Alabama y ocasionalmente trabaja como consultor para su antiguo empleador. Dakota siempre lo acompaña. Aunque todos sus pacientes son especiales para él, Greg dice que son muy pocos los que demuestran un vínculo afectivo tan fuerte como en el caso de Mike y Dakota: "Dakota es el ángel de Mike, y viceversa. La afinidad y la benevolencia entre ellos son indescriptibles". Greg habla de otro caso en el que el cáncer ha puesto de manifiesto el vínculo afectivo entre una mascota y su dueño. Se trata de Bill johnson y su perro Max. La tenacidad y la generosidad de Bill se han traducido en algo que podría constituir
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una ayuda para que el ACC dé un gran salto en la investigación en cáncer para ambas especies. La especialidad de Bill johnson en los negocios consistía en recuperar compañías en dificultades. Cuando se pensionó en 1992, quiso alejarse de esta cacería de acreedores. Renunció a la presidencia de una de las quinientas empresas de Fortune y se mudó a Colorado, donde consiguió a Max, un golden retriever como Dakota. Él y su perro se dedicaron al montañismo, al esquí a campo traviesa y a la escalada, con el beneficio inesperado de una milagrosa transformación espiritual en este curtido hombre de negocios. Eliminado el estrés de su cuerpo, comenzaron a derrumbarse algunos pilares de la vida de Bill. Su matrimonio se terminó y le diagnosticaron cáncer de colon, el cual, por fortuna, pudo ser controlado a tiempo. De todas maneras, fue necesario extraerle parte del colon. Bill tuvo que someterse a quimioterapia, con la compañía constante de Max. "Max fue mi Buda, mi maestro y mi sanador", dice. "No era sólo su amor el que me ayudaba a sanar, sino también la aceptación y la actitud positiva hacia la vida. No había ni un hueso negativo en su cuerpo". Seis meses después del tratamiento contra el cáncer de Bill, Max comenzó a cansarse fácilmente. Se acostaba mientras estaban esquiando y comenzó a perder el aliento. Bill nunca sospechó que Max pudiera tener cáncer, porque apenas tenía cinco años. Cuando el veterinario le diagnosticó un gran linfoma en el tórax, Bill llevó de inmediato a Max al ACC para ponerlo bajo el cuidado del doctor Greg Ogilvie. Se sentía mal, como si en cierta forma le hubiera fallado a Max. Le dijo a Greg que no ahorrara esfuerzos por salvarlo, sin importar el costo o las molestias. Greg usó una combinación de terapias naturales y de radiación similar a la que había usado con Dakota. Al cabo de dos meses, el segundo miembro de la familia johnson había vencido el cáncer. Tanto en el caso de Bill como en el de Max, los médicos sabían que el cáncer no había vuelto a aparecer, pero ningún examen podía pronunciar su curación. La lucha contra el cáncer se convirtió para
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ellos en un esfuerzo de equipo. Eran codependientes en el mejor sentido, unidos para llevar un estilo de vida que les ofreciera a ambos la mejor oportunidad de supervivencia. Bill había leído muchos libros sobre los métodos alternativos para la curación del cáncer y diseñó una dieta muy estricta para él, modificándola para Max. Empezó a darle algunas de las hierbas y suplementos que él mismo estaba usando y llegó incluso a consultar al experto en medicina natural, el doctor Andrew Weil, sobre la dieta para Max. Bill se interesó mucho por los últimos hallazgos en la detección temprana y la localización precisa del cáncer y, por recomendación de Greg, se puso en contacto con el doctor Doug Collins, radiólogo de la Clínica Mayo, quien estaba experimentando con la vitamina B12 como un misil para la búsqueda del cáncer. Una célula cancerosa consume de preferencia vitamina Bl2. Mientras más agresivo es el tumor, más rápido la absorbe. Marcándola con un isótopo radioactivo, Doug usó la vitamina B12 para señalar la ubicación precisa de un tumor y evaluar su tenacidad mediante imágenes tomadas con una sofisticada cámara nuclear. Tradicionalmente, la eficacia del tratamiento contra el cáncer se evalúa según los cambios anatómicos, por ejemplo, si la masa se está agrandando o achicando. Doug Collins usó la vitamina Bl2 para hacer un seguimiento de sus procesos bioquímicos: ¿qué tan rápido estaba el cáncer metabolizando la vitamina B12? Si lo hacia con avidez, las imágenes serían de un blanco brillante, reflejando el calor del proceso bioquímico. Una vez localizado el cáncer, Doug marcó la vitamina B12 con un isótopo radioactivo diferente, uno diseñado para matar el cáncer. Con la vitamina como vehículo, la radiación se dirigiría directamente al punto donde era necesaria. Las imágenes nucleares mostraban de inmediato si el tratamiento estaba surtiendo efecto. El uso de la vitamina Bl2 como vehículo era como disparar un rayo láser a quemarropa, sin posibilidad de errar, en lugar de usar una pistola para dispararle a un blanco a través de una densa neblina. Intrigado por el trabajo rlP Doug, Greg le cfreció los paciente~
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del ACC para su investigación. Doug se emocionó con la idea de . trabajar con Greg y poder aplicar el tratamiento en cánceres naturales de pacientes reales y no en cánceres inducidos en el muslo de un ratón. También le gustó el ambiente del ACC. "La actitud profesional, la emoción y la dedicación de los trabajadores son similares a las que tenemos en la Clínica Mayo", dijo Doug. "Me siento como en casa". A pesar de la primitiva tecnología de la vieja cámara nuclear del Acc, que era de 1975, las imágenes detectaron la vitamina B12 que señalaba el cáncer. Pero Doug necesitaba para su investigación una cámara más moderna que costaría 700.000 dólares. Al enterarse de esto, Bill johnson organizó una reunión con Greg, Doug y los administradores de la Universidad del Estado de Colorado para ventilar ideas sobre la manera de conseguir el dinero. Un mes después de esta reunión, Max se enfermó de nuevo, lo que hizo necesario acelerar las gestiones para conseguir la cámara. Bill había llevado a Max para un chequeo y el veterinario en Tucson le había descubierto un tumor del tamaño de una pelota de golf en la aurícula derecha del corazón, sin relación alguna con su linfoma, por lo que afirmó que viviría tan sólo unos días. Bill llevó a Max al Acc esa misma tarde. Se decidió que no le harían cirugía de corazón abierto porque la operación podría matarlo. El tumor estaba creando una fuerte presión sobre el corazón. Max no estaba recibiendo suficiente flujo sanguíneo y el plasma se estaba acumulando en su cavidad torácica. Greg le dio talidomida para hacer más lento el desarrollo del tumor y le administró quimioterapia. Según Greg, lo único que mantenía vivo a Max era su amor por Bill. Bill alquiló un cuarto en un hotel cercano. Se acostaba junto a Max en el piso para poder vigilar su respiración. Le compró un carrito de niños para llevarlo del ascensor al auto. Y empezó desesperadamente a hacer las gestiones para poner de acuerdo a las burocracias de la Universidad del Estado de Colorado y de la Clínica Mayo.
Max había ingresado al Acc el 6 de febrero. El 6 de marzo, Bill ya había logrado un acuerdo para transferir al Acc una de las't' viejas cámaras de la Clínica Mayo, mientras podían adquirir un modelo más moderno. Bill aportó 400.000 dólares para la Clínica Mayo; otro instituto de investigación afiliado a la clínica aportó 165.000 dólares y el Acc se comprometió a conseguir el resto del dinero. Bill necesitó casi un mes para hacer todos los arreglos, un tiempo insoportablemente largo para él pero increíblemente rápido para la clínica y la universidad. La instalación de la cámara, que por lo general toma tres semanas, se hizo en cinco días. Doug Collins viajó de inmediato desde Minnesota para examinar las imágenes nucleares del tumor de Max. El tumor ocupaba el 80 por ciento del ventrículo derecho. Greg solicitó un permiso especial al estado para aplicar una quimioterapia agresiva experimental, pero Max comenzó a dar señales de desfallecimiento. Un día, regresando al hotel, Bill vio a Max triste y cansado en el asiento trasero. A pesar de todo, quería intentar un tratamiento más. "En los negocios, tienes que intentar convencer a la gente de hacer lo imposible", dijo Bill. "Mi lema siempre fue no rendirse". Pero al llegar al hotel vio que Max no respiraba. Lo llevó de urgencias al Acc, donde los veterinarios trataron de reanimarlo, pero Max se había ido. En la autopsia, Greg comprobó que el tumor había llenado por completo la cámara de su corazón. Cuando cuento la historia de todo lo que luchó Bill y todo el dinero que invirtió en su intento por prolongar la vida de Max, la gente lo tilda de loco. Después de todo, Max no era sino un perro. Pero Bill se muestra muy seguro de sí mismo. "¿Qué harías por tu mejor amigo?", preguntaba. "Alguien que es incondicional y maravilloso contigo, que te ha aceptado totalmente en su mundo y lo hace con la convicción de que tú también cuidarás de él. Si sientes esa conexión amorosa, significa que debes hacer todo cuanto esté en tus manos. Otras personas no tienen el dinero para hacerlo, pero yo sí lo tenía. Entonces, ¿por qué no?" Bill se siente orgulloso del legado de Max porque, dentro de
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algunos años, lo que el ACC está haciendo con esta cámara tendrá un impacto sobre el tratamiento del cáncer en los humanos. De hecho, la investigación en animales llevada a cabo por el ACC a finales de los años ochenta ya ha sido trasladada al campo de los humanos, como lo demuestra la historia de una perra en un pequeño pueblo en Colorado. Chieko, una perra grande producto del cruce de san bernardo y pastor alemán, nació con siete kilos de peso. Cuando ya estaba adulta pesaba 56 kilos. Era una mansa gigante, amiga de todos los niños del barrio donde vivía la familia Herrick en Wheat Ridge, Colorado. Su espíritu de juego era increíble. Estaba dispuesta a pasear a cualquier hora del día por la montaña, le fascinaba llevar a los niños sobre su lomo y acompañarlos a esquiar a campo traviesa. Bastaba con seguir las risas de los niños en la calle para encontrar a Chieko. En diciembre de 1988, cuando Connie volvió con sus compras de Navidad, Chieko la saludó un poco desanimada y se echó al pie de la escalera. Connie vio una gran protuberancia en la pata izquierda de Chieko y con su esposo Rohn la llevó de inmediato al veterinario, quien hizo un diagnóstico de osteosarcoma, un cáncer de huesos agresivo que se desarrolla típicamente en las razas de perros grandes y en los humanos de buena estatura. El veterinario propuso dos opciones. Podían amputar (y Chieko podría vivir otros tres meses) o llevarla a un programa experimental en el Acc de la Universidad del Estado de Colorado, dirigido por el doctor Stephen ] . Withrow, donde tratarían de preservarle la pata. En lugar de amputarle la pata, los cirujanos del Acc cortan el tejido canceroso, tratan la zona con quimioterapia y reemplazan el hueso afectado con otro hueso del tamaño apropiado tomado de un banco de huesos. Gracias a injertos de huesos del paciente, los músculos y nervios se reacomodan usando esta pieza prestada. El procedimiento es difícil, pero cuando tiene éxito el animal vuelve a caminar, y tan sólo pierde un poco de amplitud de movimiento. Los Herrick llevaron a Chieko al ACC. En la sala de espera hizo
reír a todos porque había aprendido que si levantaba la pata, vendada después de la biopsia, la gente la consentiría y hasta le darían algún regalo, y había perfeccionado su aspecto digno de compasión al hacerlo. Steve había dicho que sería necesario hacer radiografías de todo el cuerpo para determinar si había cáncer en algún otro lugar. Si Chieko era aceptada en el programa, los Herrick tendrían que pagar mil dólares, pero el resto sería pagado por el programa de investigación. El tratamiento no garantizaba la curación, que sólo ocurría en el lO por ciento de los casos, pero les aseguraba que tendrían a Chieko uno o dos años más a su lado. Los Herrick decidieron dejar a Chieko en el ACC para una evaluación. De regreso a casa, los Herrick guardaron un silencio sólo interrumpido por sollozos. Para la familia sería difícil pagar esos mil dólares. Al bajarse del auto, Connie comenzó a recoger todos los juguetes de Chieko antes de que Rohn los viera. Había recogido seis o siete y se echó a llorar. Los signos de Chieko estaban por todas partes: sus juguetes, los platos de la comida, el hueso de roer, la mancha en la pared, los rasguños en la puerta. Decidieron que si Chieko era admitida en el programa, usarían el dinero que habían ahorrado con la intención de comprar un tapete nuevo. Después de todo, el viejo tapete azul todavía no se veía tan mal. Chieko fue admitida y durante la semana de Navidad permaneció en el Acc para la operación y el postoperatorio. Steve los llamaba dos veces al día para informarles sobre el estado de Chieko. Rohn, cuya madre también estaba en el hospital enferma de cáncer, estaba sorprendido de ver que recibía mejor atención del veterinario que del oncólogo de su madre. "Si algún día me enfermo de cáncer, tráeme al Acc", le dijo a Connie. Cuando Chieko regresó para la noche de Año Nuevo, los Herrick durmieron en el piso junto a ella para hacerle compañía. En mayo de 1991, el cáncer hizo metástasis y fue necesario amputar la pata trasera derecha. Aun con tres patas, Chieko salía a correr con Connie por las mañanas. En septiembre, cuando el cáncer hizo metástasis en la otra pata trasera, el doctor Withrow consideró que ya no se
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podía hacer más por ella. En una hermosa mañana de otoño, los Herrick, Steve y otros de los que habían atendido a Chieko se reunieron a su alrededor bajo un álamo cerca del hospital para decirle adiós. Rodeada de amor, se le administró una droga y Chieko murió. Pocos meses más tarde, cuando los Herrick consiguieron un cachorro golden retriever, lo llamaron Withrow en honor de los dos años y medio que habían compartido con Chieko gracias a este médico y amigo. El nuevo cachorro de los Herrick también se convirtió en la adoración de los niños, en particular de un vecino llamado Pete Knuti. Rubio y alto para su edad, Pete tenía cierto parecido con Withrow, a quien llamaba "Winthrow". Lo mismo que Withrow, el niño era conocido por su arrojo. Le gustaba mucho el deporte, en el cual participaba activamente -era miembro del equipo de fútbol de su colegio- y como espectador. A los once años, tres años después de la muerte de Chieko, Pete se aprestaba 'para el primer partido cuando su madre, mientras le arreglaba el uniforme, vio en su pierna izquierda una protuberancia del tamaño de una pelota de béisbol. Su madre insistió en llevarlo de inmediato al médico, a pesar de las fuertes protestas de Pete por no poder participar en el juego. El médico le diagnosticó sarcoma de Ewing, una forma de cáncer de hueso similar al osteosarcoma que había tenido Chieko. El cáncer óseo tiene mayor incidencia en los perros grandes y en los humanos que crecen rápidamente, y éste era sin duda el caso de Pete. Ya era alto para su edad y su padre, Lee, entrenador de baloncesto, media dos metros. Según la teoría, este cáncer óseo está de algún modo relacionado con un metabolismo celular anormal en los huesos que crecen rápidamente. Durante los períodos de rápido crecimiento, la actividad intensa puede causar microfracturas que posteriormente inducen el cáncer. El médico de Pete, Ross Wilkins, también vecino de los Herrick y los Knuti, recomendó un nuevo procedimiento para preservar la pierna de Pete. Se trataba del mismo procedimiento que cinco años atrás se había comenzado a desarrollar en la Universidad del Estado de Colorado, en donde el doctor
Wilkins había trabajado estrechamente con un veterinario llamado Steve Withrow. El legado de Chieko estaba vivo. Pete fue sometido a este procedimiento y se le instaló una prótesis de titanio en la rodilla. Volvió a casa en silla de ruedas y tuvo que seguir un tratamiento de quimioterapia cada tres semanas durante nueve meses. "Winthrow" se convirtió en un vínculo que acercó a las familias Herrick y Knuti. Pete solía invitar a Connie y a "Winthrow" para que lo acompañaran en la caminata que diariamente hacía con su madre. Al comienzo del verano, Pete acababa de terminar su quimioterapia y se estaba recuperando muy bien. Connie sugirió que lo llevaran al Sky High Hope Camp, un campamento para niños con cáncer en donde ella trabajaba como voluntaria desde la época en que Chieko había enfermado. Steve y Greg visitaban todos los años el campamento porque les daba esperanzas y nuevas energías para su trabajo. El niño que viene un año en silla de ruedas, al año siguiente ya camina perfectamente, o el que viene con los estragos de la quimioterapia, vuelve con una cabellera floreciente al cabo de un año. "El cáncer es la más curable de todas las enfermedades crónicas", dice Greg. "Las caras de los niños en este campamento nos muestran la esperanza y los progresos que hemos hecho". Otra cosa buena de este campamento es que allí aceptan también a los hermanos de los niños enfermos, que sufren de su propio estrés y soledad. Como la familia vuelca toda su atención sobre el niño enfermo, los hermanos que están sanos necesitan aunque sea una mínima consideración. Y debido a la tensión que estas situaciones crean entre los padres, muchos matrimonios se separan, lo que se refleja en un estrés aun mayor para los hermanos. Ese año, Pete y su hermana Kristi fueron al Sky High Hope Camp y allí conocieron a Steve Withrow. En las carreras de canoas con las que se clausura el campamento, Pete escogió a Steve como su compañero y ganaron la codiciada Copa Styrofoam. Desde la playa los animaban Connie Herrick y Greg Ogilvie "Ése era el hombre que había hecho posible salvar las piernas de muchos niños, y uno
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de esos niños era quien lo acompañaba en una carrera de canoas", dijo Connie. Steve y Pete se hicieron amigos y ganaron la Copa Styrofoam durante tres años seguidos. En la Navidad de 1997, cinco años después del primer diagnóstico de Pete, se le descubrió leucemia, que es un efecto secundario de la quimioterapia en el dos por ciento de los casos. Steve llamó a Pete tan pronto como se enteró del diagnóstico y lo acompañó a Denver para asistir a las finales de la liga nacional de fútbol americano. A partir de ese momento, fue a visitarlo todas las semanas. Pete estaba programado para un transplante de médula ósea cuando presentó una infección en la pierna que los médicos no pudieron controlar. Por lo tanto, fue necesario programar una amputación antes del transplante. El día de la amputación, Steve llamó a Pete para desearle buena suerte. Se hizo un tatuaje con el signo del cangrejo del cáncer en un círculo partido con la palabra "no" en la parte superior y las iniciales P. K. en la parte inferior. Le envió a Pete un fax con el tatuaje, donde le decía: "Duele muchísimo, pero no tanto como tu amputación". El transplante de médula ósea fue un éxito. Cuando Pete regresó a su casa, todo el vecindario le dio la bienvenida. Su recuperación se convirtió en un proyecto comunitario. Los vecinos organizaron una campaña de donación de sangre que tuvo excelentes resultados y vendieron camisetas con la leyenda "Por Pete ... y por todos". Kristi, que había iniciado ya sus estudios en Harvard, viajó a verlo todos los fines de semana con millas de viajero frecuente donadas por los vecinos. Los vecinos se encargaron de cuidar la casa, hacer las comidas, e incluso lavar la ropa de la familia mientras Pete estuvo en el hospital. Pero la permanencia de Pete en su hogar no duró mucho. Volvió al hospital en abril de 1998, donde murió poco después de Semana Santa. A su funeral asistieron más de mil personas, y una multitud se reunió en la cafetería del colegio a escuchar el servicio a través de unos parlantes. Steve Withrow estuvo presente. Aún
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conserva la Copa Styrofoam que ganaron juntos y la exhibe con orgullo en su consultorio en el ACC. Y Kristi, que hizo su tesis sobre el campamento Sky High Hope Camp, fue aceptada en la facultad de medicina de la Universidad del Estado de Colorado, donde piensa estudiar oncología pediátrica. Diez años más tarde, aún sigue vivo el legado de Chieko y los demás perros tratados dentro del marco del programa de investigación del Acc. Cuando los doctores Ross Wilkins y Steve Withrow comenzaron a investigar juntos sobre el cáncer de huesos en 1986, otros pensaban que su empeño serta inútil. El tratamiento habitual consistía en amputar el miembro afectado porque, en la mayoría de los casos, cuando los médicos detectaban el cáncer éste ya había hecho metástasis. Sin embargo, a pesar de que en el 80 por ciento de los pacientes se practicaban amputaciones, el 80 por ciento de ellos moría. En su investigación, Steve y Ross hicieron experimentos para administrar la quimioterapia a través de la arteria nutrida del tumor canceroso, de modo que una fuerte dosis se dirija directamente al tumor. Fortalecieron los injertos óseos con un cemento mezclado con antibióticos para combatir la infección, y fueron pioneros en el cultivo de factores de crecimiento a partir de tejidos de donantes para estimular el cuerpo a aceptar el nuevo hueso. Hoy, más de diec_iséis años más tarde, el 90 por ciento de los pacientes conserva sus extremidades y el 80 por ciento de ellos sobrevive. Cuando las personas dicen que están luchando contra el cáncer, en realidad lo que están combatiendo es el miedo y la soledad que produce un diagnóstico que suena como una sentencia de muerte. Cuando una persona tiene a su lado a su mascota, no se siente tan sola y, sobre todo, se siente viva, amada, necesitada. El equipo que formaron Billjohnson y Max para combatir el cáncer es un microcosmos de la experiencia que muchas personas tienen con las mascotas y con el cáncer, ya sea que el cáncer lo tenga la mascota o el humano. Los avances médicos rebotan del animal al humano y viceversa, como en el caso de Bill, que logró que un radiólogo de la
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Clínica Mayo examinara a su perro con cáncer. Para los Herrick y Chieko, el gasto económico no fue tan extravagante como para Bill, pero sí fue más difícil para ellos conseguir los mil dólares. El vínculo afectivo con las mascotas se refleja bellamente en la manera en que ambas partes obtienen provecho no sólo de los progresos médicos, sino de la unión espiritual contra un enemigo común. Así, la lucha contra el cáncer deja de verse como la de unos investigadores en sus laboratorios, por un lado, y la de unas familias solas con su dolor y sus miedos, por el otro, sino como un motivo de unión entre los vecinos, como fue el caso en Wheat Ridge, donde la enfermedad de un perro y la de un niño movilizó tantas vidas. En el Sky High Hope Camp hay ahora dos voluntarios novatos, Mike Lingenfelter y Dakota, además de mi hijo Lex y yo mismo. Los animales también están siendo utilizados para la detección temprana del cáncer. El dermatólogo Armand Cognetta ejerce en Tallahassee, Florida, una región en donde los melanomas son más comunes que las orejas de Mickey Mouse. Después de un breve período especialmente agobiante durante el cual descubrió más de cien melanomas con su microscopio manual, el doctor Cognetta empezó a preguntarse si no podría encontrar un mejor método para detectar a tiempo los melanomas. Una noche escuchó en la radio la noticia de que la policía estaba buscando un cadáver en el fondo de un lago con la ayuda de un perro que olfateaba desde la proa de un bote. Si un perro, pensó el doctor Cognetta, puede detectar un cadáver a una distancia de seis a nueve metros bajo el agua, tiene que ser posible adiestrar a alguno para que detecte el melanoma. Y se propuso encontrar un adiestrador que estuviera dispuesto a trabajar en esta idea. Encontró a Duane Pickel, un hombre que ha dedicado su vida a amaestmr perros para olfatear anomalías. Cuando Duane estuvo en Vietnam, adiestró perros para que encontraran francotiradores en los árboles. Duane y su perro, al cual llevaba con una traílla de menos de un metro, se arrastraban por la hierba, avanzando silenciosamente. Si el perro olfateaba a alguien, Duane sentía el
gruñido en la garganta antes de que se hiciera audible, y la dirección de las orejas levantadas marcaba perfectamente la ubicación del francotirador. De regreso a su país, Duane adiestró perros para detectar bombas para el primer presidente Bush y trabajó durante veinte años como oficial canino en el Departamento de Policía de Tallahassee. Afirma que, literalmente, no puede contar el número de veces que los agudos sentidos de sus amigos caninos le han salvado la vida. "Creo que los perros son más inteligentes que el 80 por ciento de las personas con quienes y para quienes trabajo", dice. El sentido del olfato de los perros para algunos olores es diez millones de veces más agudo que el nuestro. Los humanos tenemos de cinco a quince millones de receptores para el olfato, y los perros tienen 250 millones, dice Jim Walker, director del Sensory Research Institute [Instituto para la investigación sensorial] en la Florida. Duane confía tanto en las capacidades olfativas de los perros que está seguro de poder adiestrarlos para detectar cualquier cosa que sea diferente de su medio circundante. Por eso, a pesar de haber trabajado siempre con bombas y narcóticos, Duane aceptó gustoso el reto del melanoma. Y tenía el perro preciso para ese trabajo: George. George era un schnauzer estándar. Duane lo eligió por su inteligencia, por la superioridad de su raza y por su tamaño pequeño. Tradicionalmente, para la detección de bombas y narcóticos se usa un perro más grande, pero Duane quería uno que pudiera deslizarse en los espacios estrechos de los aviones. George ya estaba muy bien adiestrado cuando llegó la propuesta del doctor Cognetta. Había ganado seis títulos del American Kennel Club, dos campeonatos de obediencia, cuatro récords mundiales y cuatrocientos primeros lugares en competencias. En una competencia de la policía canina de los Estados Unidos, George fue el único perro en la historia del evento en encontrar las 4 7 bombas que habían sido camufladas durante una semana de pruebas. El doctor Cognetta le suministró a Duane varios tubos de
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ensayo con muestras de tumores. Duane entrenó a George para distinguir el olor del melanoma del de los cánceres benignos y las muestras de piel no cancerosas. Cuando George detectaba el cáncer, daba una señal pasiva de alerta: simplemente, se quedaba quieto. En ese momento, Duane le ordenaba: "Muéstramelo", y George tocaba suavemente el tubo de ensayo con su hocico. Al preguntarle una segunda vez, George ponía su pata sobre el tubo de ensayo. Cuando alcanzó una tasa de precisión del 99 por ciento, decidieron ensayarlo en humanos. El experimento se realizó con algunos voluntarios a quienes el doctor Cognetta convenció de dejarse olfatear por George. Es increíble lo que las personas pueden llegar a hacer. En las fotos se ven tiradas en el piso en traje de baño, con el cuerpo salpicado de muestras de diferentes tipos de tumores. Cuando George olfateó hasta el último rincón, encontró todas las muestras de tumores cancerosos, sin equivocarse una sola vez. Luego de olfatear a algunos valientes pacientes que estuvieron dispuestos a realizar el experimento desnudos, George encontró seis melanomas que no hubieran podido ser detectados con un microscopio manual. "El perro está oliendo algo que es específico del melanoma", dice el doctor Walker quien, intrigado con el éxito de George, resolvió, en compañía de su esposa, Dianne Beidler Walker, también investigadora, trabajar con Duane para seguir adelante con esta investigación. George murió a finales de 2000, así que Dianne y Duane empezaron a entrenar otro schnauzer llamado Stormy para reemplazarlo. También están haciendo estudios para identificar el marcador químico exacto que el perro detecta, analizando las moléculas que flotan en el aire alrededor de las muestras del melanoma. Una vez que Stormy esté adiestrado y cuando haya sido identificado cuál es el marcador que él detecta, será posible construir una máquina que detecte el melanoma. No obstante, habrá quienes prefieran que el trabajo lo haga un perro. "Algunas familias con alto riesgo de melanoma nos ruegan que venga un perro a olfateadas", dice Dianne
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En el caso de Nancy Best, su perra labrador dorada, Mía, le salvó la vida por haber olfateado a tiempo su cáncer de mama. Nancy había tenido problemas de salud por varios años, había consultado a muchos médicos y cada uno de ellos intentaba manejar síntomas específicos. Ninguno había abordado con una perspectiva holística el dolor crónico que Nancy, de 39 años, sentía en todo su cuerpo, con síntomas de fatiga, insomnio, aumento de peso y depresión. Mía llegó a su vida en 1998, unos meses antes de que se le diagnosticara fibromialgia. Nancy volvía a casa todas las tardes para dormir una siesta de hora y media antes de que su hija llegara del colegio. Por lo general, se acostaba en el sofá con Mía a su lado. En septiembre, cuatro meses después de haber obtenido un resultado negativo en la mamografía, Mía empezó a molestar constantemente con la blusa de Nancy, oliéndole y lamiéndole el seno derecho. Al cabo de tres días, Nancy resolvió dejar a Mía afuera porque no la dejaba dormir su siesta. Una tarde, cuando su hija abrió la puerta, Mía logró entrar y se lanzó directamente sobre el seno derecho de Nancy. La presión le causó un terrible dolor, mucho más fuerte que el dolor crónico de la fibromialgia. Nancy tocó el punto doloroso y sintió una masa. Era un cáncer de crecimiento muy rápido que, de no detectarse tempranamente, puede matar a una mujer en seis meses. Nancy no se habría practicado más exámenes de control porque su mamografía reciente mostraba un resultado negativo y no había historia familiar de cáncer. "Mía lo supo y, además, se aseguró de que yo lo supiera", dijo Nancy. "Sin ella, habría muerto". El médico de Nancy, Mark Phelps, está de acuerdo. "Tenemos que aprender a prestar atención a nuestro mundo y apreciar los sentidos de nuestros perros", dijo. "Cuando estamos enfermos, debemos escuchar no sólo nuestros cuerpos, sino también a nuestras mascotas". Nancy tuvo que someterse a radiación durante cuatro meses, a una mastectomía parcial y a la quimioterapia más agresiva que ~u cuerpl' podía soportar "El pelo se me cayó en catorce días··,
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recuerda. Ya no tiene cáncer en el seno derecho, pero debe hacerse un control cada tres meses durante los próximos cinco años para asegurarse de que no hay recurrencias. Han sido tres años muy duros para Nancy, y ella está segura de que no habría sobrevivido sin Mía. Pasa la mayor parte de sus días manejando el dolor de su fibromialgia, un estado que es invisible para la mayoría de las personas ajenas a su familia. "A veces siento que debería ponerme un número en el pecho para que la gente sepa el nivel del dolor que estoy soportando", dijo. "Pero Mía siempre sabe cuándo algo no está bien". "Cada vez que hay un cambio emocional o biológico, en el cuerpo se produce un cambio químico, y éste es el que el perro puede detectar", dice Duane Pickel. "Detectan algo en sus amos porque los aman y son parte de sí mismos. Pero esto es muy diferente del perro que busca el cáncer en otras personas". Aunque los resultados son similares, porque tanto George como Mía detectaron el cáncer, el punto de conexión es opuesto. Duane Pickel se acerca al problema como un detective que busca una nueva pista. Quiere adiestrar a un perro para que use su agudo sentido del olfato como un dispositivo que no falle para olisquear el cáncer en cualquier persona. Se trata en realidad de un reto que va más allá del cáncer propiamente dicho. Duane está convencido de que los humanos apenas han comenzado a usar el sorprendente poder de los sentidos de los animales en beneficio del hombre, y cita, por ejemplo, a los perros que trabajan en el oleoducto de Alaska: pueden detectar una parte de gas natural en mil millones de partes de aire. En cambio, lo que Nancy tiene en Mía es similar a lo que Mike tiene en Dakota: una criatura que está siempre tan atenta que puede detectar la más ligera variación de humor, físico o mental. La expectativa es diferente a la de Duane y está más estrechamente ligada al servicio más importante que los animales prestan a los pacientes de cáncer: hacerles sentir que no están solos en esos momentos de desesperanza.
Jack Stephens, fundador y gerente de Veterinary Pet lnsurance, es un veterinario que ha sido amigo mío por casi veinte años. Es un hombre robusto, le gusta estar al aire libre, siempre prefirió las razas de perros grandes para cacería y nunca fue sensible a la relación • afectiva entre el hombre y la bestia. Durante muchos años, jack se limitaba a poner los ojos en blanco cuando yo empezaba a contarle alguno de mis sueños sobre el vínculo afectivo. jack, naturalmente, ama a las mascotas y ha tenido animales a su alrededor toda la vida. Pero cuando sus clientes estallaban en lágrimas al ver a sus perros enfermos o cuando describían actos fastidiosos como el rasgo más simpático de un animal, jack debía controlarse para no decirles lo que pensaba de esa "insensatez canina". En 1989, a Jack le diagnosticaron cáncer de garganta en estado evolutivo 4. "En ese momento, pensé que deberían existir hasta 12 niveles", dijo jack. "Pero el cuarto era el último, lo peor a lo que podía llegar ese cáncer. Me dieron sólo de seis meses a un año de vida". El área afectada es un espacio muy estrecho y la radiación podría dañar gran parte del delicado tejido que rodeaba el tumor. Sus médicos le propusieron extirparle la lengua y la mandíbula. "¿Qué obtendría con eso? No podría ni comer ni hablar. No sería una vida muy agradable", pensó jack. Pocos meses antes de su diagnóstico, la esposa de jack, Vicki, había conseguido un doberrnan pinscher miniatura al que llamó Spanky. Al principio, a jack le molestaba. Detestaba los perros pequeños, le parecía que había algo en ellos que era indecoroso. "No es de hombres tener perros pequeños", decía. "Y no tienen propósito alguno". Pero Spanky se hizo querer de jack debido a su expresivo rostro y a su personalidad beligerante. Spanky tenía ideas claras sobre la forma en que deseaba ser tratado. No le gustaba que lo dejaran solo. Con frecuencia, cuando lo dejaban en la casa, al volver los Stephens encontraban que Spanky había expresado su disgusto regando por toda la casa el papel higiénico, como una broma de adolescente en la noche de las brujas. Por alguna razón, a pesar del carácter brusco de jack, Spanky se sentía atraído hae1a él, más aun cuando se le descubrió el cáncer.
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Seguía a jack a todas partes, descansaba sobre sus rodillas cuando él se sentaba, o en el apoyacabezas cuando él estaba manejando, y ponía la cabeza en la almohada al lado de jack durante las noches. En estos momentos de necesidad, los prejuicios de jack acerca de los perros pequeños y pegajosos desaparecieron. "Me demoré un poco en aceptar que podía estar con él en público, pero no mucho. Antes tachaba de locos a quienes iban con sus perros a todas partes, como si el animal no supiera cuál era su lugar", dijo jack. "Luego empecé a llevarlo al supermercado, a las tiendas de computadores, y a hablarle todo el tiempo. Parecía adivinar mis estados de ánimo y mis necesidades, y era muy, muy atento y afectuoso conmigo". Cuando jack empezó su radioterapia, llevó a Spanky consigo. En las largas noches de insomnio que siguieron, Spanky era su compañero constante. "A veces me sentía realmente enfermo, y él sabía cuándo, dónde y cómo acercarse a mí", recuerda jack. En sus momentos de depresión, Spanky se subía en sus brazos y le pedía que lo acariciara. Otras veces se quedaba a un metro de distancia, pues sabía que jack realmente no quería que nadie se le acercara. También obligaba a jack a hacer ejercicio. "Se paraba frente a la puerta y no dejaba de saltar hasta que lo sacaba a pasear", cuenta jack. "De no haber sido por eso, yo me hubiera quedado por ahí sentado, sintiendo pena de mí mismo. Definitivamente, esta espiral descendente a la que te lleva el cáncer es la que las mascotas te ayudan a superar". En honor a Spanky y a Skeeter, otro doberman miniatura que tuvo después, jack fundó la Fundación Skeeter, una institución que otorga subvenciones para la investigación en el campo del poder sanador de las mascotas. Edward T. Creagan, profesor de oncología en la facultad de medicina de la Clínica Mayo, ha comprobado en su consulta el poderoso efecto que ejercen las mascotas para aliviar la depresión causada por el impacto emocional de un diagnóstico de cáncer, y por lo general recomienda a sus pacientes conseguir una mascota. Hace diez años, cuando estaba en consulta con una mujer que tenía cáncer de pulmón en estado evolutivo 4. ella em]Jezó a hablar de
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Reggie de un modo tan optimista que el doctor Creagan asumió que era su esposo. Pero resultó ser su gato. "Ahora me gusta conversar sobre las mascotas, porque diluyen la angustia y el sufrimiento producidos por el cáncer", dice Creagan. "Las mascotas traen bienestar. Esta mujer no vivía recluida, como les sucede a muchos pacientes. Para ella, cuidar a Reggie, comprarle comida y llevarlo al veterinario eran actividades físicas que le subían el ánimo". El doctor Creagan se propuso escribir en la historia de sus pacientes el nombre de sus mascotas y preguntarles por ellas en cada consulta. "El hecho de reconocer a la mascota alivia en cierto modo la angustia de la consulta", afirma. El dar amor a una mascota crea una imagen positiva de estar cuidándose a si mismo en un momento en que el paciente se siente muy dependiente. "Ayuda a sanar el alma, canaliza de manera positiva algo de la rabia y el resentimiento". Larry Lachman, psicólogo de Carmel, California, afirma que la principal ayuda que las mascotas dan a los pacientes de cáncer es su capacidad de escuchar sin juzgar, pues considera que una de las mejores maneras de manejar el trauma de una enfermedad crónica es hablar de ella. "A las mascotas no les importa escuchar una y otra vez la historia de la enfermedad, y esto ayuda a los pacientes a superar el estrés postraumático de la enfermedad y el tratamiento": Uno de los traumas del cáncer es el temor que puede inspirar en los demás. Hasta los mejores amigos se acercan cautelosamente a un paciente de cáncer, como si temieran ser contagiados. Esto es algo que afecta profundamente al paciente. El propio doctor Lachman, sobreviviente de un cáncer de próstata que superó con la ayuda de Max, su perro, rechazaba temeroso el contacto físico que tanto ansiaba. "Con tanta manipulación quirúrgica y médica, rechazaba cualquier contacto por temor al dolor", dijo. "Pero los animales dan permiso para tocar y ser tocados. Así fue como mi perro y mi masajista me desensibilizaron y le enseñaron de nuevo a mi cuerpo a nivel visceral que el contacto no siempre es traumático". Las mascotas también tienen un sexto sentido para percibir
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algo que está por venir, mucho antes de que se envíe o reciba una señal real, o para dar la alerta de peligro. Retado por un conductista, observé a mis perros mientras dormían dentro y fuera de la casa durante un período de varias semanas, y siempre, incluso cuando los miraba a través de la ventana, estando ellos a una distancia de seis metros, los alertaba mi mirada y levantaban la cabeza como diciendo: "¿Qué pasa?". Este sexto sentido también funciona cuando una mascota parece conocer cómo se siente uno después de la quimioterapia o cuándo uno llega a casa temprano del trabajo. Nuestros animales acompañantes pueden detectar la depresión producida por la enfermedad y nuestra necesidad de juego, y así ,distraernos de n~estras aflicciones. Por eso, no sorprende que los humanos traten por todos los medios de rendir homenaje a ese vínculo afectivo con sus mascotas, sacrificando tiempo, dinero y en algunos casos la profesión, para salvarlas de esta temible enfermedad del cáncer en la que los beneficios del afecto son recíprocos y fortalecen la salud y el bienestar de todos.
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Dolor crónico: juégue con dos mascotas y llámeme mañana
HERMANO MAYOR, BOB, HEREDÓ EL NOMBRE de nuestro padre y, con él, su perfeccionismo. Bob se fue de la finca al terminar sus estudios de secundaria y se dedicó al derecho comercial, con un territorio mucho más grande que explorar que una finca. Estoy seguro de que su ojo crítico para encontrar la imperfección le ayudó mucho en sus negocios, pero lo convirtió en una persona con quien resultaba difícil estar en las reuniones familiares, únicos momentos en que nos veíamos pues vivíamos en extremos opuestos del estado. En familia nos burlábamos de él diciendo que sufría de la enfermedad del movimiento, un deseo incontrolable de irse aun antes de haber llegado a su destino. Volvía la cabeza hacia cualquier movimiento o sonido y con frecuencia le rechinaban los dientes mientras escuchaba. A veces me hacía recordar el sonido de los potes de mermelada de mi mamá dentro de la olla a presión cuando el agua empezaba a hervir lentamente.
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Una mañana de abril de 1998 Bob se levantó con parálisis bilateral en sus extremidades, y poco tiempo después le diagnosticaron esclerosis múltiple. Hizo muchos viajes con su familia en busca de una cura y consultó con muchos especialistas, pero no encontró alivio. El estado de Bob empeoró rápidamente. Perdió parte de la vista y el oído y comenzó a sufrir un dolor constante en las piernas, que no respondía a drogas ni a masajes, ni siquiera a la imposición de manos por parte de los eclesiásticos de su familia. Intentó valientemente mantener un ritmo de vida similar al que llevaba antes de enfermar. En el primer verano siguiente a su
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diagnóstico, fueron en familia, como era la costumbre, a pescar en Stanley, ldaho, donde habían alquilado la misma cabaña a orillas del río Salmon durante más de diez años. Pero esta vez el terreno resultó demasiado escarpado y resbaladizo para las inseguras piernas de Bob, quien tuvo que observar desde la distancia a su esposa Lisa y a sus hijos Sam y joe mientras pescaban en su lugar favorito. En 2000, la salud de Bob se había deteriorado tanto que ni siquiera se tomaron la molestia de hacer las reservaciones. Su voz al teléfono se había vuelto vacilante y monótona, su fachada al borde de derrumbarse. Yo me sentía a veces inútil y estúpido tratando de animarlo, como quien intenta dibujar una cara feliz sobre una máscara de dolor. Le decía que confiara en los milagros, que le entregara su problema a Dios, que se concentrara en las cosas que aún podía hacer y dejara la solución en manos de Dios. Mi madre me dijo que Bob estaba pasando por una semana especialmente difícil. Un médico conocido le había creado expectativas con una cura milagrosa pero ésta tampoco había tenido éxito. Cuando lo llamé, reemplacé el discurso de que no hay que desanimarse por una nueva táctica. Para no llevarlo, como suele suceder, a describir su desesperanza y así poderle expresar mi comprensión, decidí hacerle una pregunta que lo concentrara en el momento presente: "¿En qué momento es cuando mejor te sientes?" Imaginaba que me diría que el mejor momento era cuando envolvía sus doloridas piernas en una cobija eléctrica, o cuando Lisa le hacía un masaje, o quizás cuando se tomaba las nuevas píldoras para el dolor o se aplicaba morfina con su nueva bomba de alta tecnología. Pero respondió: "Cuando mejor me siento es en el momento en que Buddy corre a saludarme al volver del trabajo, o simplemente al pasar de un cuarto a otro", me dijo alegremente, refiriéndose al terrier Yorkshire que tenía desde hacía menos de un año. "Al sentarme en la silla, Buddy salta sobre mis rodillas y el calor de su cuerpo alivia mis piernas. Luego, lava mis pies y mis rodillas con miles de lametones. Eso me encanta. Marty, tienes que conocerlo". Cuando aquéllos que sufren de un dolor crónico dicen que
Dolor crónico
su mascota es su mayor ayuda, es algo que puedo ver y sentir y en lo que creo, pero debo admitir que no entiendo cómo funciona. Mi esposa, por ejemplo, tiene artritis reumatoidea y algunas mañanas le cuesta trabajo levantarse. Siempre lo logra, gracias a los medicamentos y a la motivación: tiene que hacerlo, dice, por los perros. Sé cuándo Teresa ha entrado en la cocina por el ruido que hace Scooter al corretear para ir hacia la despensa, bailando alegremente sobre el piso. En un tono de voz insoportable, Teresa le pregunta qué prefiere comer y Scooter le responde mordiéndole la pierna al mejor estilo de un Freddy Krueger canino. Teresa asegura que siempre sabe lo que va a escoger su perrita. Todas las mañanas repite la misma pregunta, y acaricia a Scooter mientras come. Con Lllucky el ritual es mucho más tranquilo. Mientras Lllucky come, Teresa lo acaricia rítmicamente desde la punta de la nariz hasta la punta de la cola. De pequeño, sólo comía cuando Teresa lo acariciaba, pues tenía el trauma de haber sido tratado abusivamente. Ya no está traumatizado, pero Teresa lo sigue acariciando mientras come y, en las mañanas en que sus articulaciones le duelen más que de costumbre, continúa acariciándolo hasta mucho después de que ha -terminado la comida. Una persona que siente dolor espera encontrar cualquier cosa que funcione para aliviarlo y está dispuesta a explorar remedios que no tengan drogas y que a veces los médicos dejan de lado. Esa persona sabe que la agonía del dolor crónico no está toda "en su cabeza", pero los expertos dicen que sí podrían estarlo muchos de los medios para combatir ese dolor. Muchos estudios sobre la ayuda de las mascotas en las enfermedades crónicas señalan como uno de sus beneficios la manera en que estimulan la rutina. Para las personas que deben tomar píldoras varias veces al día o vigilar su alimentación, la actividad necesaria para cuidar a una mascota crea una estructura subyacente en la cual el humano puede acomodar las nuevas tareas. Teresa tiene cosas que hacer todos los días, y al hacerlas olvida el dolor. "Las
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mascotas, que funcionan como el valium pero sin efectos secundarios, tienen un poderoso efecto ansiolítico que disminuye el umbral del dolor", dice Virginia Byers-Kraus, M.D., Ph.D., reumatóloga y profesora asociada de medicina de la facultad de medicina de la Universidad de Duke. "Además, los estudios demuestran que las personas con artritis severa se mueven aun menos que las personas sedentarias. Encuentro que muchos pacientes hacen por sus mascotas lo que no harían por sí mismos. Las mascotas inducen actividad, y de la actividad brota la salud". Los últimos avances en el tratamiento del dolor ponen énfasis en los cuidados paliativos. Paliar (del latín palliare, que significa "tapar") es hacer que algo parezca menos severo e intenso. La doctora Ann Berger, responsable del manejo del dolor y de los cuiaados paliativos en los Institutos Nacionales de Salud, manifiesta que el dolor está compuesto por el dolor en sí mismo y por un elemento más amplio que es el sufrimiento, que amplifica la percepción del dolor, y señala que no existe una manera de medir la cantidad de dolor que está afectando a una persona. "En realidad el dolor es lo que la persona diga que es", dice. "Ninguna imagen de resonancia magnética o tomografía puede medir el dolor. El componente del sufrimiento es el lado emocional de la enfermedad: el temor a la pérdida del trabajo, a la incapacidad, al aislamiento y consideraciones espirituales. La sola medicina nunca puede ayudar a combatir el sufrimiento". Ann citó el ejemplo de una persona que consulta al médico por una tos. Luego de una serie de costosos exámenes, le diagnostican cáncer de pulmón. "Comienza entonces todo un plan de tratamiento con quimioterapia, radiación, tal vez cirugía, pero nadie se preocupa por la persona como un ser íntegro", dice Ann. "Siempre hemos actuado así en la medicina. Claro, queremos curar el cáncer, pero también debemos intentar curar a la persona". En su consultorio, en los Institutos Nacionales de Salud, hay un juego de té de plata, finas tazas de porcelana y varias cajas de costosas galletas europeas sobre un carrito de té de cuyas manijas
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cuelgan pelucas, sombreros, bufandas y boas de plumas brillantes. Los pacientes que han perdido el pelo debido a sus tratamientos pueden usar estos accesorios cuando Ann les sirve una merienda a las tres de la tarde. Ann también usa terapia con música y con arte, tai chi, acupuntura, biodanza, psicoterapia y dirección espiritual. Pero entre sus herramientas favoritas están las mascotas. En los programas gubernamentales de investigación médica que se desarrollan en los Institutos Nacionales de Salud, que cuentan con el primer hospital de investigación al norte de Washington, D. C., en Bethesda, Maryland, participan pacientes de todo el país y del mundo. Muchos de ellos llevan largo tiempo enfermos y han estado recluidos en un hospital por períodos prolongados, alejados de sus familias, lo que les dificulta mantener una identidad más allá de ser un conjunto de síntomas y resultados de exámenes. Los lunes y los jueves, cuando vienen los equipos de terapia asistida por animales de Capital Canines, Ann elabora una lista de los pacientes que, según ella, obtendrían provecho con una sesión. Personalmente acompañé a un equipo a visitar a un adolescente que sufría de un problema gástrico severo y tuvo que ser internado durante su penúltimo año de secundaria. Cuando llegamos a su habitación, tenía las luces apagadas y la televisión prendida y dijo que no quería ver a nadie. Ante la insistencia de uno de los terapeutas, accedió a que entrara M.G., un pequeño shih-tzu. El joven tenía unos 62 ganchos conectados a lo largo de su cuerpo y estaba agobiado de dolor y soledad. M.G. había sido entrenado • para deslizarse por debajo de las cobijas hasta el vientre del paciente, para acercarse lo más que pudiera al enfermo. La cálida presión del perro calmó a este muchacho, quien buscó con su mano al perro y empezó a acariciarlo. Sonó el teléfono y dijo: "No puedo hablarte ahora, estoy con un perro". Colgó y siguió acariciándolo. Fue sorprendente ver cómo se derrumbó este muro gracias a la fortaleza del vínculo afectivo entre el joven y el animal. Hay un claro componente emocional en este breve intercambio entre el adolescente y M. G. En una época en que la mayoría de sus
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amigos prácticamente se mueren cuando les sale un grano en la cara y sufren por saber cuál es la camiseta que mejor conviene en cada ocasión, el atuendo de este joven se había convertido en tubos y cables. Su enfermedad había creado una gran tensión en su familia y las visitas de sus parientes se habían vuelto muy difíciles. Sus padres estaban en problemas y él había empezado a sentirse culpable por ello. Pero M. G. no sabía nada de esto. Él simplemente sentía el dolor del muchacho y quería ayudarlo. Menos evidente es la producción de sustancias químicas poderosas que se desencadena en el cerebro de este joven con la presencia de M. G. Muchos de nuestros sentimientos, pensamientos y actitudes responden a los cambios en la química del cerebro. La feniletalamina (similar a las anfetaminas), la dopamina, la betaendorfina, la prolactina y la oxitocina son sustancias bioquímicas naturales cuya presencia en el flujo sanguíneo aumenta con el vínculo afectivo y estimula sentimientos de alegría, seguridad, tranquilidad, felicidad, satisfacción, cariño y amor. Cuando el profesor surafricano johannes Odendaal estudió la base fisiológica de la eficacia de la terapia asistida por animales, quería averiguar cuánto tiempo necesitaba estar el humano con la mascota antes de que pudieran registrarse los beneficios del contacto mutuo. Hizo un experimento con perros bien educados, haciendo que las personas los acariciaran y les hablaran suavemente mientras él registraba en ambas especies la presión arterial, comenzando a medirla a los diez minutos de haber dado inicio la sesión. Al cabo de diez minutos, la presión sanguínea bajaba en ambas especies de 5 a 10 por ciento. En ese momento, Odendaal tomaba muestras de sangre y las analizaba en comparación con pruebas anteriores de triglicéridos y colesterol para buscar sustancias bioquímicas que pudieran haber alterado el estado de ánimo. Los análisis de sangre revelaron que las sustancias bioquímicas positivas aumentaban significativamente tanto en las mascotas como en las personas. Los humanos que interactuaban con sus propias mascotas presentaban alzas aun mayores de estas sustancias en su
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sangre, lo cual demostraba efectos positivos incluso más poderosos del vínculo afectivo con el animal cuando éste iba más allá del simple contacto. Odendaal concluyó que había "encontrado una razón fisiológica para intentar establecer[ ... ] esta interacción positiva". No obstante, así como las anfetaminas no deben convertirse en un sustituto de la búsqueda del placer natural o de la emoción, tampoco las mascotas deben usarse como sustituto del vínculo afectivo entre los humanos. Pero hay que reconocer que, cuando más se necesitan, constituyen una droga poderosa. He podido comprobar con mis propios ojos cómo Teresa se relaja, de cuerpo, mente y alma, cuando acaricia a Lllucky. Ese simple hecho hace bajar su presión arterial y armoniza su pulso, según demuestran los estudios. Casi idéntico a lo que sucede cuando una madre alimenta a su hijo, el humano que acaricia a un perrro se siente seguro, amado y muy tranquilo. Como lo demuestra el estudio de Odendaal, éste es un momento en el que los sistemas nerviosos de ambos reciben un baño de hormonas y neuropéptidos. Este movimiento simple y calmante expulsa del cuerpo a ese dúo destructivo del estrés -adrenalina y cortisona-, lo mismo que al sufrimiento. Como dice la doctora Ann Berger: "Cuando hay sufrimiento es cuando necesitamos remedios no farmacológicos". Con sólo acariciar a Lllucky, Teresa no se va a curar de su artritis, eso es claro. Pero tampoco lo hará tomando medicamentos que sólo suprimen los síntomas y alivian el dolor. Ambos factores --el vínculo afectivo con sus mascotas y los medicamentos- están ayudando a Teresa a llevar una vida productiva a pesar de su enfermedad. No me arriesgaría a quitar uno de ellos, pues su salud podría verse afectada. El estudio de Odendaal también demuestra que las mascotas ofrecen un beneficio incluso a quienes no las tienen ni desean tenerlas. Cuando un gatico dorado apareció en el uptbral de la puerta de Sharon Weisswasser, llevando en el cuello un mensaje de "por favor, dame un hogar", ella sólo quería que se fuera. No le gustaban los gatos y ya tenía un perro que había comprado hacía
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dos años para que le ayudara con su dolor de la esclerosis múltiple. Cuando encontró el gato, estaba muy desanimada. Tenía esta enfermedad desde los dieciocho años y había tenido que renunciar a su cargo como gerente de una firma de contadores porque la fatiga y los problemas de visión le impedían seguir trabajando. Pero mientras ella y sus hijos buscaban un hogar para este gato extraviado, ella se volvió loca por Gato, que se convirtió en un gran compañero para su labrador chocolate. También se convirtió en un gran compañero para Sharon. Permanecía a su lado, la acompañaba en los momentos de depresión que seguían a sus inyecciones beta y siempre estaba allí cuando la fiebre le subía a más de 41 oc. Ella no podía hacer más que mirar por la ventana todo el día, pero los animales, especialmente Gato, nunca la abandonaban. Gato, que apareció con Sharon en el calendario "Poder de las mascotas" de la Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple para 200 l, no pesa más de tres kilos y es feliz cuando Sharon lo alza en sus brazos como un bebé. "Hay un efecto sanador cuando me siento y lo alzo en mis brazos", dijo Sharon. "El cuerpo simplemente no puede rechazar el poder sanador del animal que tienes abrazado". El dolor crónico es en parte estructural, dice jeff Burgess, médico del Centro del Dolor de la Universidad de Washington. Los huesos, músculos, articulaciones y nervios pueden ser fuente de dolor. A medida que éste se vuelve crónico, la actividad normal se detiene. Al letargo suelen seguir ansiedad y depresión. "Las mascotas pueden ayudar a las personas a relajarse, a levantar el ánimo y a mantenerse en movimiento", dice el doctor Burgess. Para las personas con artritis, que suman cerca de 4 3 millones en Estados Unidos, de lo que se trata es de "movimiento". "Si antes pensábamos que el buen estado físico era imposible para las personas con artritis, ahora sabemos que el ejercicio es una de las mejores maneras de manejar esta enfermedad y reducir el grado de incapacidad de quienes la sufren", dice Marian Minor, profesora de fisioterapia en la Universidad de Missouri-Columbia y codirectora
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del Centro de Investigación y Entrenamiento para la Rehabilitación de la Artritis. Por eso, los animales no sólo ayudan a aliviar el sufrimiento sino que también estimulan la terapia física. "Las mascotas motivan a la actividad y dan energía a quienes con frecuencia están preguntándose: '¿Me levanto o me quedo aquí sentado?'", dice la doctora Minor. joan Neely, quien sufre de artritis reumatoidea hace veinte años, mantiene sus articulaciones en movimiento adiestrando su caballo Chinook tres a cuatro veces por semana. Ella agradece la paciencia de Chinook, pues durante casi cinco años han repetido los mismos ejercicios con sólo un mejoramiento marginal. "Él puede hacer cambios de dirección, pero no cuando yo manejo las riendas, y nuestro galope y las piruetas no son muy buenos", dice joan señalando el pobre estado de sus esfuerzos. "Él lo haría mucho mejor con un mejor jinete". En la doma de caballos, el jinete tiene que ser suave y flexible. "Lo que se califica es el modo de andar", dice joan. "Si el jinete está rígido, el andar del caballo será forzado". Chinook le ayuda a combatir la tendencia del artrítico a proteger sus hombros y su columna vertebral. "La columna y los brazos, desde los hombros, deben ser muy flexibles. A mí me tomó cinco años relajar mis hombros, aprender a sentirlos". El efecto de esta terapia le dura a joan hasta el día siguiente. Si sale de vacaciones o pierde algunas sesiones, debe volver a aprender a liberarse de la tensión. Otro efecto del trabajo con el caballo es la estimulación sensorial al percibir cómo se siente el animal y cómo huele, y la concentración para lograr que el caballo se mueva como uno quiere. "Cuando uno se concentra en el caballo, es como si sacara la mente del cuerpo. Lo que yo quiera que haga el caballo pasa a él a través del cuerpo", observa joan. "Hay un verdadero sentimiento de logro cuando haces esta conexión; saber que, especialmente para una persona con artritis, lograste que tu cuerpo y tu mente se movieran como uno solo". Meredith Heick, reumatóloga de joan en Spokane, Washing-
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ton, dice que la mayoría de sus pacientes hacen esfuerzos tan sólo para poder continuar las actividades diarias básicas. joan ha escogido la doma equina, un deporte que requiere habilidad física y técnica. "El hecho de poder competir y mejorar en este exigente deporte produce en ella un efecto relajante y tiene una enorme recompensa mental, lo que modera la severidad de su artritis", dice.· "Las mascotas ayudan a las personas de dos maneras", dice el doctor Burgess. "Al desencadenar la respuesta de relajación, las mascotas logran que las personas olviden su dolor y mejoren su estado de ánimo; por otro lado, a través del contacto físico, pueden bloquear la transmisión de su dolor de la periferia al sistema nervioso central y así cierran los centros de procesamiento del dolor". Menciona un reciente articulo de la revista Pain [Dolor] en el que se muestra una tomografia por emisión de positrones de una persona que usaba un contrairritante para bloquear el dolor; se observaba reducción del flujo sanguíneo y de las actividades en esas áreas. Es como si la alta tecnología confirmara lo que muchos pacientes han estado sintiendo y diciendo durante años: que la hipnosis y otras terapias no tradicionales, como las mascotas, funcionan. Aunque el doctor Burgess se refería específicamente al acto de acariciar a un animal, es claro que para muchas personas que sufren de algún dolor crónico, el efecto distractor aumenta durante el tiempo en que la persona deja de pensar en el dolor y se concentra en sus mascotas. Otro aspecto de gran importancia es que las mascotas siempre están mostrando su interés y su amor por sus compañeros humanos. Muchas personas, no sólo las que sufren de dolor crónico, mencionan cómo sus animales sencillamente saben cuándo algo les duele y cómo acercarse lo suficiente para ayudarles a aliviar la sensación. Es muy reconfortante sentir que esa criatura no teme estar contigo en esos momentos aciagos. Después de haber hablado con los especialistas del dolor sobre la eficacia de las mascotas para controlarlo, fui a conocer a Buddy, el mágico terrier Yorkshire de mi hermano Bob. Saludé a mi hermano en la puerta y, siguiendo la dirección de su dedo índice que me señalaba
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el piso, me encontré con un loco frenesí de bienvenida. Buddy daba volteretas a mis pies y rastrillaba el aire con sus patas delanteras como un semental en miniatura. Me arrodillé para verlo más de cerca y Buddy se abalanzó sobre mi y comenzó a dispararme besos sobre todo pedazo de piel que encontraba. Como un padre que prepara a su hijo para una foto, Bob había acicalado a Buddy, de brillante pelo azulado en el cuerpo y la cola y marrón en la cara y las patas. Tenia las orejas levantadas como dos triángulos perfectos y al abrir la boca mostraba unos dientes ultrablancos. De carácter animado y alegre, su característica más definida era la expresividad de sus ojos. Como veterinario, he visto cientos de terriers Yorkshire en mi larga carrera, pero nunca había visto un perro con ojos más expresivos que los de Buddy. Eran del tamaño de una uva pequeña, oscuros y reflexivos, brillantes de inteligencia y con un misterioso aire de entendimiento. Senté a Buddy sobre mis piernas cruzadas. Comencé a acariciarle el vientre con un movimiento de lámpara de Aladino y levantó su pata trasera derecha, moviéndola lentamente. Lo miré a los ojos, diciéndole: "¡Qué lindo eres, Buddy, te quiero!", y empecé a rascarle las orejas. Luego de cinco minutos de esta intensa maratón de caricias, Bob dijo: "¿Viste? Cuando está muy feliz se sonríe, cierra la boca y luego asoma su pequeña lengua rosada por entre los dientes". Como el mejor de los anfitriones, Buddy estaba pendiente de todas mis necesidades emocionales e interrumpía con frecuencia nuestra conversación. Se me acercaba, se recostaba contra mí como si fuéramos dos adolescentes en autocine, y de vez en cuando me miraba fijamente, regalándome ese contacto visual que sólo tiene un significado: te amo. De repente, Buddy se incorporó y se lanzó de cabeza a darme besos en la boca, como en sus mejores días de sangre azul en los que cazaba bichos por entre las ratoneras. Repulsivo para quienes no aman las mascotas, este gesto era· un honor para un fanático del vínculo afectivo con las mascotas como yo: darle tanto afecto a una mascota que ella quiera besarme en la boca. Miré a Bob, quien
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no dejaba de sonreír como un padre orgulloso, disfrutando la forma en que su hermano menor y su mejor amigo habían hecho una conexión tan rápido. Era muy diferente del Bob que yo recordaba de nuestras tensas reuniones familiares. Nunca antes había visto este lado de Bob, tan relajado y recibiendo tanta alegría personal, no sólo de ver a los demás felices sino sencillamente disfrutando de la presencia del otro. Si fuimos capaces de estar juntos de esta nueva forma más íntima fue, en parte, gracias a Buddy. Los animales tienen una manera especial de crear un espacio de seguridad emocional en el ambiente, una base común de valores en la cual puede comenzar una dimensión diferente de sanación. Esto lo he comprobado incluso con personas que me disgustan verdaderamente. Había una mujer en un pueblito cercano que siempre se quejaba de las cosas que yo valoro de la vida en un pueblo pequeño: que es pequeño, que queda lejos, que es simple y sin interés. Por lo general, yo daba por terminada rápidamente su conversación, yéndome al otro lado del almacén para no dejarme atrapar por su negatividad. Un día me enteré de que esa mujer vivía con doce gatos y tres perros inválidos. Eso cambió por completo mi percepción sobre su frialdad. Se necesita un espíritu muy generoso y amoroso, así como mucha energía para cuidar de tantos animales. Cuando la vi de nuevo, le pregunté por sus mascotas y fue tan calurosa para mí como el sol de mediodía. Mascota por mascota, le pregunté por la historia del nombre de cada una de ellas, sus apodos, los lugares donde más les gustaba que las rascaran y otros detalles. Viendo mi amor por las mascotas, ella ya no tenía miedo de revelarme su verdadero ser, algo que por lo general reservaba para sus mascotas. Ya no la desdeñé más, sino que admiré su compasión y la' aprecié como un ser único. Todo ese dolor se había aliviado gracias a la conexión con las mascotas. De un modo diferente, algo similar estaba pasando entre Bob y yo. Al admirar a su brillante compañero y celebrar sus ocurrencias,
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mi hermano y yo nos acercamos más. Aunque amo profundamente a sus hijos, nunca pasaría tanto tiempo con ellos, elogiándolos y aceptando sus características especiales, y mucho menos tocándolos y dejándolos besarme muchas veces en la boca (¡como si les gustara!). Normalmente, cuando su hermano alardea de sus hijos, usted responde diciendo algo aun mejor de los suyos. Pero Buddy había creado para nosotros un espacio de total acuerdo en el cual era seguro ser emotivo, vulnerable y honesto. Ese día fue muy sanador para ambos de muchas maneras.
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Vida sedentaria: una caminata de corazón a corazón
EN LA IGLESIA BAUTISTA DE TYLER STREET a donde íbamos con mi familia cuando vivíamos en Twin Falls, ldaho, yo no era la persona que atendía consultas bíblicas ni a quien se escogía para dirigir el coro. Yo era el abrazador oficial. Hacia el final del servicio dominical, el ministro nos pedía saludar a los fieles. En ese momento yo buscaba a las diez o doce mujeres de edad que necesitaran un abrazo. Aunque sólo las abrazaba por unos segundos, ese instante me permitía entender cuál era mi misión. Muchas de estas mujeres habían enviudado hacía tiempo y tenían una profunda necesidad de algún contacto físico. Algunas de ellas respondían con un apretado abrazo. Pero me di cuenta de que otras venían cada vez menos semana tras semana. Como veterinario, había desarrollado la habilidad de saber cuáles animales podrían sobrevivir y cuáles terminarían por rendirse. En la iglesia, sentí que Ruth, una mujer grande de unos setenta años, se estaba encogiendo, no en tamaño sino en espíritu. Cuando su esposo murió diez años atrás, la pérdida no había sido muy difícil de sobrellevar porque habían vivido alejados durante mucho tiempo. Pero empezó a consumirse desde que murió Drake, su adorado labrador negro. "Seré la próxima", es lo que parecía decir con cada fibra de su cuerpo. Se le empezaron a hundir los hombros y los labios se le estaban congelando de soledad. Comencé a invitar a Ruth a desayunar de vez en cuando para romper su aislamiento. Se ponía su mejor vestido e intentaba ser
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buena conversadora, pero nada parecía subirle el ánimo. En uno de mis viajes a Houston, vi en el aeropuerto una publicidad con una imagen de una mujer ancian~ que llevaba un perro. La leyenda decía: "Como todas las personas de su edad, ella merece tener una casa: la suya". De repente, vi el rostro de Ruth superpuesto sobre el de la mujer de la fotografía. Al regresar, ya tenia un plan para cuando la invitara a desayunar. -¿Por qué no vamos al refugio de animales a buscar una mascota? -le dije mientras pagaba la cuenta. -Oh, no -dijo-. Estoy muy vieja para tener otra mascota. -Es para mi -contesté. Mientras íbamos en el auto, seguía protestando: -Yo no quiero vivir más que mi perro -manifestó. Me quedé callado. Pensé que no debía usar la lógica si había de darse una conexión de amor. Apoyo a las personas que discuten sobre cuál es la mascota que mejor se adapta a su estilo de vida, a sus habilidades y expectativas, pero también a aquéllas que se enamoran de una mascota por todas las razones equivocadas. Nada de ciencia, sólo amor. Me resulta difícil visitar un refugio de animales, pues me gustaría poder llevarlos a todos a mi casa. Caminé detrás de Ruth para ver cuál de ellos le llamaba la atención. Evitaba a propósito mirar yo mismo los perritos y gaticos, por miedo a que la familia Becker se encontrara con otro miembro de cuatro patas, además de los diez que ya tenía. jaula tras jaula, fila tras fila, Ruth pasaba derecho frente a los inquietos cachorros, sin siquiera mirarlos; echaba una ojeada a los más crecidos, parecidos a ella en su ritmo, esperanzas y etapa de la vida. Ya casi terminando el recorrido, se detuvo frente a un viejo mestizo un poco más pequeño que un cocker spaniel y lo miró directamente a los ojos. El perro había sido completamente negro en su juventud, pero la edad le había salpicado el pelaje. Era demasiado viejo para moverse alegremente en señal de saludo, como
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los cachorros cruzados de labrador de la jaula de al lado. Éste no se levantó, tampoco levantó la cabeza del piso, pero miró fijamente a Ruth. Lentamente empezó a batir la cola. Ruth se acercó y la cola se movió más rápido. Pasó la mano a través de la malla, y el perro la estudió cuidadosamente. Finalmente se levantó y se acercó a Ruth. Sacó la lengua y le lamió suavemente los dedos. -Si lo quisiera llevar a casa, ¿qué nombre le pondría? -pregunté, pensando en el cierre de mi plan. Pero Ruth no necesitaba que la convenciera y no se dejó presionar. -Siempre encuentro el nombre perfecto para mis mascotas -dijo muy orgullosa, ya segura de que el perro era suyo-. No me afano por buscarlo. Al domingo siguiente, cuando la abracé en la iglesia, parecía que alguien le hubiera puesto pilas nuevas. Le pregunté si ya había elegido un nombre para su perro. -Oh, si -me dijo alegremente-. Mickey. -¿Mickey Mouse, por las orejas? -¡No! -contestó, asombrada-. Porque desde que lo vi la primera vez, sentí que Dios me soplaba ese nombre. Ese soplo es la relación con un animal que inspira salud y que puede servir como un estímulo para hacer ejercicio y para interactuar con el mundo de un modo en que, si estamos completamente solos, con frecuencia desechamos. Durante años, el médico de Ruth le había aconsejado caminar un poco todos los días para controlar su peso, mantener saludables sus articulaciones y su corazón y mejorar su estado de ánimo. Pero Ruth, que se encontraba un poco deprimida, no consideraba que el esfuerzo valiera la pena. Una vez que Mickey entró en su vida, tuvo que hacerlo para sacar el perro a caminar. Cuando Ruth empezó a salir dos veces al día a pasear con su perro, se abrió para ella el mundo de su vecindario. Mickey caminaba despacio pero olfateaba todo el territorio. Llevó a Ruth más lejos de lo que ella nunca había ido sola. Perdió algunos kilos y la luz volvió a brillar en sus ojos. Quienes solamente la habían
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visto pasar en su auto para ir al supermercado o a la iglesia, ahora se detenían para hablar con ella sobre su simpática mascota. Con el tiempo, Ruth recupen? su optimismo y su orgullo. No es posible decir cuál de todos estos cambios contribuyó más a prolongar su vida, pero vivió cinco años más después de haber adoptado a Mickey. La semana anterior a nuestra visita al refugio, yo hubiera jurado que no viviría más de un año. Uno de los poderes más sorprendentes de las mascotas es su habilidad para combatir con alegría, y no con una disciplina rígida, la crónica condición mórbida de una vida sedentaria. Un estudio demostró que las personas que tienen mascotas hacen ejercicio semanal tres o más veces que las que no las tienen; otro, que las personas que adoptan perros aumentan considerablemente su tiempo de caminata. Muchos estudios sobre las actividades de los pacientes cardíacos y de los que tienen mascotas afirman que los que tienen animales acompañantes hacen más ejercicio, especialmente los que tienen perros. Un estudio demostró que las personas de la tercera edad que tienen perros pasan en promedio 1,4 horas diarias afuera con sus perros. El ejercicio regular y moderado que se logra paseando al perro durante quince minutos dos veces al día, por la mañana y por la noche, es exactamente el que recomienda el Servicio Nacional de Salud Pública en Estados Unidos, recomendación que suele ignorarse. Personalmente experimenté la dificultad de recuperar el estado físico de mi juventud. En 1995, entrando en mis cuarenta, empecé a usar ropa más holgada, fui corriendo el hueco en que ajustaba mis cinturones cada vez más anchos y fui agregando algunas X a la L de mis camisas. Llegué a pesar más de cien kilos y sentía mi cuerpo como encajonado en concreto. No tenía que preocuparme por mejorar en los deportes; ya me resultaba difícil algo tan simple como amarrarme los zapatos, los que ya ni siquiera alcanzaba a ver por encima de la curva de mi abultado vientre ... Empezaron a llamarme la atención los zapatos sin cordones. Como regalo de fin de año me obsequié una máquina para hacer ejercicio,
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que siete años después reposa casi nueva en el depósito de mi casa, así como en muchas otras. El problema con estas resoluciones para mejorar el estado físico es que trabajar en máquinas es aburrido. Cuando el prolapso de mis vértebras me produjo una crisis de mortalidad e inmovilidad, acercándome ya a mis cincuenta años, con renuencia le prometí a Teresa bajar de peso trabajando treinta minutos al día en nuestra rueda de molino mecánica y caminando por las tardes con nuestro perro Sirloin. Mientras resoplaba en los pedales del molino, me sentía como Piegrande atrapado en una gigante rueda de hámster, aburrido y encerrado, esperando en el reloj a que pasara el tiempo como una sentencia de muerte. Ninguna parte de mí sentía la alegria del movimiento, el funhtionslust. Me invadían pensamientos de negocios u otras actividades pendientes y tenía que encontrar un lápiz y un papel para escribirlos. Al día siguiente me sentía tan dolorido como si hubiera jugado un partido de fútbol contra una multitud de toros. Una mañana resolví no bajar al molino y quise que Sirloin saliera solo a caminar. Pero cuando pasé por la ventana del frente, la penetrante mirada de Sirloin dijo: "Hey, deja la pereza y vamos a caminar". Impotente ante esa mirada suplicante, lo hice. Dejé mi trabajo y me puse mis guantes y mis botas de invierno. Las mascotas escuchan todas sus palabras, cambios de tono o chillidos de la silla, conocen secretos de su lenguaje corporal, sienten sus pisadas desde lejos. Sentadas en el piso, han estudiado cada contracción de sus músculos, cada movimiento de su frente. Por eso saben cuándo es el momento de salir a pasear y no aceptan un no por respuesta. He sido testigo de varios intentos divertidos, todos fallidos, de engañar a una mascota para no sacarla a pasear. Como un amigo mío que se escondía detrás de la puerta trasera, sólo para encontrar a su perro mirándolo desde una ventana, como diciéndole: "¡Buen intento, viejo!" Hasta los más entusiastas del ejercicio pierden de vez en cuando el interés. Según los estudios, una vez que se percibe la dificultad
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de alcanzar el objetivo, la frustración y la insatisfacción aumentan, a la vez que disminuye lo, que los investigadores llaman la "eficacia personal", es decir, la confianza en que uno es físicamente capaz de comenzar un programa de ejercicios y estar comprometido emocionalmente a continuarlo. Al día siguiente de haber comenzado, la eficacia está en su más bajo nivel. La persona no siente los efectos maravillosos de hacer mover de nuevo el cuerpo, la gracia de los músculos estirados y tonificados y la fuerza de los huesos fortalecidos. La determinación puede hacer que la persona continúe por un tiempo, pero a la larga necesitará un compañero o resultados rápidos y visibles para continuar hasta alcanzar el objetivo. Las personas que hacen ejercicio con regularidad tienen mejor autoestima, duermen mejor, son menos ansiosas y tienen buen estado de ánimo. Pero cuando el cuerpo está dolorido y uno confirma su mal estado físico, resulta dificil mantener el esfuerzo. Los estudios dicen que el factor que más ayuda a seguir adelante es el apoyo de la familia. Y un perro, además de ofrecer de vez en cuando gestos de estimulo, como puede hacerlo un miembro de la familia con buenas intenciones, sabe cuál es el momento en que uno debe salir a hacer sus ejercicios y puede hacerle la vida un infierno si intenta escabullirse. janet Schulenberger, quien tiene un negocio para alojar mascotas y pasear perros en Omaha, Nebraska, dice que después de estar tres horas al día paseando perros, a veces quiere dar una caminata más tranquila con su esposo jason, pero siempre se interponen Ike, su caniche miniatura, y Russ, un cruce de bichon de pelo rizado y pinscher enano, que por su cuenta agarran sus correas y bajan las escaleras para salir cuando escuchan a janet decir en clave: "¿Jason, quieres salir a C?" O como le sucede a Sid Goldberg, a quien le gusta salir a pasear por su condominio en Sarasota, Florida, a las cinco de la tarde. Pero Maggie, su perrita terrier Yorkshire, prefiere salir más temprano y a las cuatro y media salta encima de Sid y con una mirada al estilo militar le recuerda que "ya es hora", olisquea la correa y finalmente se para en el brazo de la silla sin
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dejar de mirar a su renuente ex recluta hasta que éste cede y se levanta. La compañía es otro factor que aumenta las posibilidades de mantenerse en un programa de ejercicios. Un estudio realizado con personas que adoptaron perros demostró que la adquisición de un animal aumentaba la cantidad de tiempo que las personas pasaban fuera de su casa, especialmente las personas de la tercera edad que, definitivamente, necesitan una motivación para estar en movimiento, lo que los mantiene más flexibles y aumenta la confianza en sí mismos. Las mascotas también hacen que la persona se sienta más segura explorando nuevas rutas, con nuevos vecinos y en horas no habituales. Con el aumento de peso viene la depresión, como le sucedió a Maureen Keller cuando terminó su matrimonio después de catorce años de casada. Subió diez kilos cuando las cosas empezaron a funcionar mal, dos años antes de empezar los trámites legales. Después de la separación empezó a tomar cerveza para poder conciliar el sueño. A los seis meses, cuando ya se había ido a vivir con su hermana y su familia en Littleton, Colorado, había aumentado otros quince kilos. Su hermana Kathy y su familia tenían un labrador llamado Bunker, ya bastante viejo y de andar pesado, tanto que pensaban que no podrían llevarlo al campamento de verano. Maureen lo sacaba a pasear todos los días por los lados del canal Highline que abastece de agua las fincas de la región. Mientras caminaban por la orilla del canal, veían serpientes, zorros y docenas de especies de pájaros. "Había una colina hacia el final, por donde subíamos resoplando y jadeando. Era terrible", dijo Maureen sobre sus caminatas matutinas. "Terminábamos agotados, y Bunker apenas podía levantar la cabeza para saludar por las noches a su familia". Maureep también se inscribió en el gimnasio, tomó antidepresivos y se sometió a un programa de control de peso. La combinación funcionó. Perdió quince kilos en tres meses, poco después consiguió un empleo y pudo irse a vivir sola. Cuando estaba empacando le
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pidió a su hermana que la dejara llevarse a Bunker. Su hermana no estuvo de acuerdo, y Mau:r;een lo aceptó con la condición de que lo siguieran sacando a caminar. Desde entonces, Bunker pudo acompañar a la familia a los campamentos de verano todos los años. Maureen recibió uno de sus propios perros en el reparto del divorcio, un beagle con el que sale a caminar durante 45 minutos todos los días cuando llega de su trabajo. Los estudios recientes demuestran que incluso una diminuta cantidad de ejercicio, mientras se haga con regularidad, puede tener un impacto significativo sobre la salud. Un reciente estudio realizado en Harvard demostró que las mujeres que caminan, aun sin prisa, tienen la mitad del riesgo de sufrir enfermedad coronaria que las que no se mueven en absoluto. Un estudio finlandés demostró que una reducción de peso de tan sólo cinco kilos disminuía en un 58 por ciento el riesgo de diabetes. Como dice Kris Berg, profesor de educación en salud: "Sacar a pasear al perro no te prepara para el maratón, pero sí favorece tu salud". Otro aspecto importante es la interacción social que se promueve al sacar a pasear al perro. En un estudio británico reciente, una mujer que paseaba diariamente con su labrador dorado fue seguida durante cinco días cuando iba con el perro y durante otros cinco días cuando iba sin el perro. Cuando iba con el perro, habló con 156 personas, o más de treinta al día; cuando iba sin el perro, sólo habló con cincuenta personas. La investigadorajune McNicholas, profesora de psicología en la Universidad de Warwick, dice que las relaciones motivadas por el perro son la clave para lograr una mayor sensación de bienestar psicológico. "Esto nos puede ayudar a entender por qué los dueños de mascotas suelen ser más saludables que los que no las tienen", dice McNicholas. "Un mayor número de contactos sociales casuales puede crear una mayor sensación de bienestar y compañía". El efecto del perro funciona independientemente de la apariencia del humano. En una segunda parte del experimento, el humano, en vez de ir vestido con pantalones apretados, chaqueta deportiva
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y corbata (¡esos británicos!), se puso un bluyín, unas botas gastadas, una camiseta vieja y una chaqueta manchada. Las personas que pasaban junto al paseante del perro se fijaban en el perro antes que en el atuendo del humano. Y el contacto social era significativamente mayor para los que paseaban con perros, sin importar su atuendo. Creo que usted ya puede entender lo que quiero decir. Los Institutos Nacionales de Salud estiman que los estadounidenses gastan 33 mil millones de dólares al año en productos y servicios para perder peso, cuando la mejor herramienta para nuestra salud está sentada y hecha un ovillo sobre nuestra cama, tratando de sacarnos al mundo por una fracción de ese costo. Lo que un perro -o, en esencia, cualquier entrenador personal de cuatro patas que no cobra por trabajar- nos ofrece no es una cura maravillosa y caprichosa que nos devuelva nuestro físico de adolescentes, sino la invitación a romper nuestro ciclo de aislamiento e inactividad para que volvamos a ver el mundo, caminando y hablando con nuestros vecinos y sintiéndonos más confiados y contentos con nosotros mismos, con nuestro ser físico y animal.
Hipoterapia: sentimiento equino
de veterinaria, yo le tenía pavor al curso práctico sobre caballos. Cuando mi padre era pastor en las montañas jarbidge, en el norte de Nevada, tuvo varios accidentes a caballo y nos enseñó a ser muy cautelosos con ellos. Nos contó los detalles de cuando un caballo lo había mordido, le había dado coces, lo había tirado al piso, en particular la historia vívida de una vez que cayó sobre la punta de la silla, golpeándose en un lugar muy sensible. Durante un corto tiempo tuvimos un caballo en nuestra finca, y la única vez que intenté montarlo movió bruscamente la cola, yo me bajé de la silla y salí corriendo. Cuando ingresé a la facultad de veterinaria, nunca había montado un caballo, examinado sus cascos o sentido la suavidad de su hocico. Durante los tres meses de la "rotación equina" me vería obligado a pasar hasta cuatro horas diarias como médico de caballos en entrenamiento. Tendría que tomarles el pulso, la temperatura y la respiración, ponerles inyecciones, darles medicamentos revueltos con su alimento, cambiar sus vendajes o ponerles pomada en las heridas, a veces subido en una escalera de tijera para alcanzar las incisiones en la parte superior del cuello. Y, sí, tendría que ir solo a los establos. El primer día de la rotación me encontré, pues, estetoscopio en mano, en el corredor poco iluminado de la sección de animales grandes del hospital de la facultad de veterinaria de la Universidad del Estado de Washington. Un estudiante escoltaba hasta el establo a un magnífico caballo de carreras que estaba herido. Los caballos de carreras se asustan fácilmente, y el nuevo entorno lo aterrorizó.
SIENDO ESTUQIANTE DE TERCER AÑO
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Tuve que pegar mi espalda contra la pared cuando se encabritó al pasar junto a mí, con miedo en los ojos y la cabeza inquieta como si estuviera en el partidor automático. Recé para que no fuera yo quien tuviera que atender a ese caballo. Mis plegarias no fueron escuchadas. Al día siguiente fui asignado para ayudar a que este animal de más de quinientos kilos se despertara tranquilo de su anestesia y pudiera levantarse sin problemas. El procedimiento normal era asignar a dos estudiantes, uno en la cola y otro en la cabeza, para que esperaran en la oscura sala de recuperación a que el caballo despertara y lo ayudaran a levantarse, algo que en circunstancias normales era una acción coordinada pero que esta vez, estando el animal todavía borracho por las drogas, podría ser tambaleante. A mí me preocupaba más mi seguridad que la suya. Bastaba con que el caballo diera un golpe con las patas para que yo cayera al piso al instante. El único ruido que se escuchaba era la respiración continua y profunda del caballo, mientras mi compañero y yo ocupábamos nuestros sitios en extremos opuestos, avanzando sigilosamente para no asustarlo. Yo temblaba. Miraba sus fuertes patas, cofonadas con unos cascos enormes. El contorno de sus músculos y venas se veía aterciopelado en la luz tenue. Los minutos pasaban lentamente y el animal no mostraba signos de despertar. Tuve mucho tiempo para pensar. ¿A qué le tenía miedo realmente?, me pregunté. Había pasado sin problema por la unidad de animales pequeños (perros y gatos, ganado y marranos), que conocía muy bien desde mi infancia. Había sido tan fácil que me había sentido como una especie de líder. Pero entre los caballos no era líder. Envidiaba la calma de quienes se sentían seguros con los caballos y no quería parecer torpe, no quería mostrar mi lado débil. El caballo estaba simplemente allí, inconsciente, mientras yo, sentado frente a sus cuartos traseros, nadaba en el miedo, la insuficiencia y la arrogancia, lo que no me ayudaría para nada a
Hipoterapia
manejar el animaL Para que esto saliera bien, yo tenía que controlar mis emociones y tener siempre presente el objetivo. Los caballos son los artífices naturales de la verdad. Toda relación con ellos hace que cualquier emoción que uno esté sintiendo salga a la superficie. El tamaño y el poder del caballo exigen que uno lo confronte. Como dice Pat Parelli, conocido entrenador equino: "Todo aquél que tiene un caballo está sometido a hipoterapia". La hipoterapia es terapia con caballos, no con hipopótamos; viene del griego hippós, caballo, y significa simplemente hacer tratamientos con la ayuda de un caballo. Aunque la equitación se ha usado con fines terapéuticos durante más de un siglo, la disciplina ganó importancia con la experiencia de Liz Harwell, quien ganó la medalla de plata en doma equina en los Olímpicos de Helsinki en 1952, a pesar de tener sus piernas casi paralizadas por la polio. La victoria de Liz Harwell sobre la invalidez inspiró a la fisioterapeuta noruega Elsbeth Bodthker, quien organizó grupos de equitación para niños inválidos, usando el movimiento de los caballos para estimular el control muscular y la coordinación del jinete. Medio siglo después, existen programas de hipoterapia en 24 países, y las funciones del caballo se han ampliado a usos terapéuticos para personas con problemas físicos, psicológicos, cognitivos, sociales y de comportamiento, tales como parálisis cerebral, espina bífida, retraso mental y depresión. La Asociación Norteamericana de Equitación para los Discapacitados establece una diferencia entre la hipoterapia, que es terapia física con la ayuda de caballos supervisada por un terapeuta profesional, y la equitación terapéutica, que utiliza varias técnicas para mejorar la fortaleza, el control muscular, la coordinación ojo-mano y las habilidades sociales. En ambas técnicas, el caballo es una herramienta para integrar el cuerpo y el espíritu, pudiendo ser el jinete una mujer que ha sufrido de abuso y está en busca de una metáfora positiva para recuperar su poder personal, o un paciente con parálisis cerebral que trabaja la postura y la coordinación.
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De todos los animales con los cuales los humanos suelen crear un vínculo afectivo, el caballo es el único que es considerablemente más grande. Quienes aman los caballos enfrentan continuamente los temas del equilibrio, el poder y el control. En cualquier caso, el encuentro con un caballo siempre es estimulante. Mientras yo esperaba a que el caballo despertara en la sala oscura del hospital, supe que tenía que hacer frente a las consecuencias de mis emociones. Si mostraba miedo, aumentaba las posibilidades de un resultado desafortunado. Si me mostraba arrogante e intentaba obligarlo a hacer algo, estaría poniendo en peligro fisico a mi compañero y a mi mismo. Para que el caballo se despertara sin pánico, tenía que encontrar la forma de que mi cuerpo y mi mente reflejaran de manera calmada y deliberada mi intención de alcanzar el objetivo. Algo encajó en mi esa tarde, porque el caballo de carreras ni siquiera se sobresaltó. Gracias a él, a algunos grandes profesores y a los muchos caballos -que he encontrado en los últimos 22 años desde mi graduación, ya no les temo. A lo largo de mi vida, los caballos dejaron de ser mis enemigos para ser mis amigos. y mi familia. Tenemos cinco caballos de silla en nuestra finca y nos gusta salir a cabalgar en familia por las montañas de Idaho. Creo que nunca seré tan bueno montando a caballo como Teresa y Mikkel, quienes pueden hacer que el caballo haga exactamente lo que ellas quieren, cuando y como ellas quieren, con sólo girar ligeramente la cabeza o moverse de manera imperceptible en la silla. Ellas saben algo más que simplemente montar a caballo, que, como dice Parelli en broma, no es más que aprender a no caerse. Para ellas, una orden empieza en la cabeza, pasa por el corazón y se le expresa al caballo a través de las extremidades, lo que ilustra la descripción que hace Parelli de la relación ideal, que no debe ser la de amo y señor, sino la de una "compañia". En la hipoterapia, como en el verdadero espíritu de cualquier compañia exitosa, la relación debe funcionar en ambos sentidos. Según los fisioterapeutas, montar un caballo es un movimiento tridimensional. Cada vez que uno da un paso, la pelvis se inclina
Hipoterapia
un poco hacia arriba, hacia los lados, hacia delante y luego hacia atrás. El caballo replica la secuencia y la sensación de estos movimientos para las personas con incapacidades físicas o neurológicas, familiarizándolas de nuevo con la forma en que deben moverse sus músculos. La presión de los cascos del caballo contra el piso es otro movimiento multidimensional que estimula las rodillas, las caderas y la columna vertebral del jinete, mucho más allá de lo que los fisioterapeutas pueden recrear con sus máquinas. Las ventajas de la fisioterapia a caballo, dicen los hipoterapeutas, es que el movimiento es ritmico pero sin repetición perfecta, poniendo constantemente a prueba el equilibrio del jinete. "Creemos que el movimiento estimula el cerebro, que hay un circuito en ambos sentidos", dice joann Benjamín, fisioterapeuta de la Asociación Norteamericana de Equitación para los Discapacitados, que ha expedido licencias profesionales a cerca de 1.500 hipoterapeutas en Estados Unidos. "Realmente sentimos que logramos un impacto directo sobre el sistema nervioso". He visto a joann Benjamín trabajar con niños con parálisis cerebral y síndrome de Down, y también con adultos afectados por esclerosis múltiple. En este tipo de hipoterapia, el paciente en realidad no maneja el caballo, porque no puede controlarlo. El movimiento rítmico de un caballo especialmente entrenado le transfiere al jinete la coordinación motriz y el equilibrio, mientras a su lado camina un fisioterapeuta profesional que va ajustando la posición y los movimientos del jinete. El objetivo de la terapia de Dolly Dorsey, una paciente de joann, es lograr un buen trote, lo que significa levantarse ligeramente y un poco hacia delante hasta una posición semierguida, manteniéndose al ritmo del caballo a medida que trotan por la pista. Antes de contraer la esclerosis múltiple en 1982, Dolly hacía esto fácilmente en competencias de equitación. Ahora debe coordinar el movimiento de su sólida y fuerte pierna izquierda con el de la derecha, mucho más débil. A través del caballo, también trabaja el equilibrio y la fuerza.
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la sesión de terapia en el centro de equitación terapéutica Ride On en Chatsworth, California, incluía cuarenta minutos a caballo. Dolly usaba un caminador para ir desde su auto hasta Gem, su caballo de silla, cuyos pasos cortos le conferían un andar seguro. Estaba ubicado cerca de una rampa desde la cual ella podía montarse más fácilmente. Tres personas la acompañaban mientras ella daba la vuelta a la pista con Gem o mientras hacía una pausa para trabajar algunos movimientos específicos a la sombra de un árbol: una que llevaba el caballo, otra que caminaba a su lado, pendiente de su seguridad, y Joann, quien así estaba libre para observar y ajustar los estiramientos y movimientos de Dolly para ayudarla a alcanzar su objetivo. Al terminar la sesión, Joann comentó lo mucho que Dolly había mejorado en fuerza y coordinación durante los seis meses que llevaban trabajando juntas. Con una sola sesión, ya arrastraba menos su pierna derecha, como vimos cuando se dirigió confiada en su caminador de vuelta a su auto. A lo largo de cuatro años de hipoterapia y clases de yoga con varios instructores, había aprendido a sentarse más recta, inclinándose cada vez menos hacia la izquierda. A los 66 años, Dolly ya no espera una recuperación total pero está feliz de haber podido detener la degeneración. Pat Parelli enseña en sus seminarios cómo dirigir un caballo no por la fuerza y la intimidación, sino por la presencia. Partes iguales de amor, lenguaje y liderazgo, dice. Este método forma una compañía entre el humano y el caballo que permite, por ejemplo, hacer que un caballo entre a un remolque desde una distancia de quince metros mediante un simple comando de voz, o montar un caballo mientras se entrena a otro a su lado para saltar un obstáculo. A pesar del renombre internacional que ha ganado por su método, el trabajo que le ha dejado la mayor satisfacción personal es el que ha hecho con su propio hijo, Caton. Siendo muy niño, Caton contrajo hidrocefalia, una acumulación de líquido dentro del cráneo que a menudo se llama "agua en el cerebro". Esta acumulación de líquido cerebroespinal causa
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presión en el cerebro y puede afectar la visión, el equilibrio y la coordinación motriz. La cabeza de Caton comenzó a crecer hasta centímetro y medio al día. A los tres meses, entró en coma y sus padres lo llevaron al hospital infantil en Oakland, California, donde los médicos le instalaron un drenaje en el cerebro. Cuando regresaron a su casa en Colorado unas semanas después, el pronóstico era poco alentador: si Caton vivía, nunca podría caminar o hablar. "Nunca" es una palabra retadora para Pat Parelli, un fornido vaquero de más de 1,90 metros de estatura y bigote estilo Dalí. "Me dije: '¿Ah, sí? Veremos qué es lo que hace falta. Sólo se necesita más amor, más lenguaje, más liderazgo"', recuerda Pat. El primer reto era mejorar la coordinación motriz y fortalecer las extremidades inferiores de Caton. Desde los seis meses, Pat lo montaba a caballo por la finca llevándolo entre él y la cabeza de la silla. Una vez que el niño pudo sentarse erguido, Pat lo montó amarrado en Sparky, el mejor de sus caballos. Sparky estaba tan sintonizado con las órdenes de Pat que con sólo llamarlo desde el otro lado del corral, el caballo paraba en seco. Parelli pensó que esta seguridad era indispensable para el siguiente paso de Caton hacia la autonomía. "Cada vez que pones a un niño sobre un caballo, estás apostando tu vida a que esto funciona", dice Parelli. Pat observaba a Caton con cuidado y veía en su rostro el deseo de que el caballo se moviera hacia delante, pero Sparky no entendía el mensaje. "Su corazón sentía el deseo, pero su cuerpo no comunicaba el mensaje", dijo Pat. "Un día, a los diez años, se le iluminó la mente. Caton supo que tendría que hacer que algo sucediera en la parte inferior de su cuerpo para que el caballo echara a andar". Y empezó a hacer un esfuerzo para que la mitad inferior de su cuerpo reflejara sus intenciones, apretando las piernas alrededor del cuerpo del caballo e inclinando el peso en la dirección en que deseaba moverse. Una vez que logró hacer esto con el caballo, todo el cuerpo de Caton empezó a moverse de un modo diferente. "Su mente y su cuerpo empezaron a trabajar juntos", dice Parelli. "Entendió que podía controlar su mundo".
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Después de ese momento de iluminación, las habilidades de Caton como jinete empezaron a mejorar dramáticamente. "Pasó de montar amarrado a la silla a montar como el viento", dijo Pat. Antes de estos progresos en la silla, Caton se demoraba diez minutos caminando sesenta metros porque arrastraba los pies y se caía varias veces. Cuando pudo controlar mejor sus músculos, empezó a recorrer la misma distancia en un minuto. Diez veces más rápido. Es casi la velocidad de la luz. Pat descubrió que no sólo su amor, el lenguaje y el liderazgo estaban ayudando a Caton, sino también que el tiempo que pasaba con el caballo era tiempo de juego. A pesar de su aspecto de rudo vaquero, el caballo le enseñó a Pat que necesitaba ser más alegre. "Todos aprendemos más rápido a través del juego, de la diversión", dice Pat. "Lo que descubrí con Caton es que la clave para sus logros era dejarlo divertirse". Además del trabajo con el caballo, Pat también trabajó con Caton en un gimnasio mental. Hacían sumas y restas con caramelos pequeños. Si Caton daba la respuesta acertada, Pat lo dejaba comerse el caramelo. También hacía juegos con transposiciones de palabras. "En lugar de decirle: 'Busca la bolsa de comida para perros', le decía: 'Busca la bolsa de perros para comida', o le pedía que me pasara la taza anaranjada mientras le señalaba una taza blanca", cuenta Pat. "Caton me miraba como si yo fuera un tonto. Era hermoso verlo hacer muecas. Significaba que había entendido". Este espíritu de juego no sólo ayudó a Caton, sino también a Pat a ser mejor profesor. A medida que aumentaron la confianza y la habilidad de Caton, Pat comenzó a dejarlo ayudar a acorralar el ganado e incluso hizo que se presentara en ferias y seminarios ecuestres para hacer una demostración de las técnicas de Pat en la enseñanza de la equitación. Hace poco Caton obtuvo su grado de bachiller, un logro sorprendente para una persona que, según los pronósticos, nunca aprendería a caminar ni a hablar. Ahora participa muy feliz en cabalgatas para conseguir fondos para la Asociación Norteamericana de Equi-
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tación para los Discapacitados, pero no se considera a sí mismo inválido. Pat no es un hipoterapeuta profesional, pero entendió el increíble poder del vínculo afectivo entre los humanos y los caballos. "Son pocos los animales que logran someternos a su poder. Con los caballos, nos entregamos a su estado mental y emocional", dice Pat. "Ninguna persona, ningún médico hubiera podido darle a Caton un apoyo mayor que ése". Lisa Greer también supo que su hijo Nathaniel necesitaba otro tipo de apoyo. Nació tan pequeño que le decían "el pequeño cacahuete" y no crecía a un ritmo normal. A los cinco meses y medio pesaba tan sólo 3,6 kilos y no parecía asimilar bien el alimento. Nathaniel vomitaba hasta veinte veces en un día y el pediatra decía que todo se arreglaría con el tiempo. Pero no fue así y Lisa persistió. Lo llevó a consulta con un gastroenterólogo. Éste le implantó material radioactivo en el tracto gastrointestinal y las radiografías revelaron un defecto congénito. La mitad de su estómago estaba en el tórax, justo debajo del esófago. Por no haber comido adecuadamente durante varios meses su estómago se había atrofiado y, según los exámenes, había girado 180 grados, lo que comprometía la irrigación sanguínea y aumentaba la posibilidad de gangrena. El especialista operó de urgencia a Nathaniel para poner el estómago en su lugar. Por un tiempo pareció haberse curado, pero a las tres semanas tuvieron que llevarlo de nuevo al hospital. El tejido cicatricial de la primera operación le estaba obstruyendo el intestino. "Siempre pasaba algo nuevo", dice Lisa al recordar esos días difíciles. En total, Nathaniel fue sometido a tres operaciones y seis hospitalizaciones antes de cumplir su primer año y medio de edad. justo cuando Lisa y su esposo, David Blumberg, empezaban a perder la esperanza, un especialista en el manejo del dolor, de la Universidad de California oen Los Ángeles, sugirió nortriptilina, una droga comúnmente usada como antidepresivo tricíclico para adultos. Fue una idea genial. De repente, el sistema nervioso de Nathaniel se
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estabilizó y su estómago se relajó. A la semama de estar tomándola, se sentó por sí solo y comenzó a gatear. Finalmente, después de dos años traumáticos de entradas y salidas del hospital, el estado de salud de Nathaniel fue manejable. Lisa y David lo ayudaron entonces a aprender todas las cosas que no había podido hacer por haber estado enfermo. Podía gatear y levantarse algo tembloroso, pero no lograba caminar. Aunque estaba atrasado en el desarrollo del lenguaje, Lisa y David veían en el brillo de sus ojos que él entendía mucho más de lo que podía expresar. Lisa llevó a Nathaniel al Ride On, con la esperanza de que los caballos lo ayudarían más allá de la sola estimulación de su sistema nervioso. "Las cirugías le habían dejado fuertes impresiones de dolor y muchos traumas. Yo esperaba que las imágenes, sonidos y texturas de las caballerizas le ayudarían a mitigar un poco ese impacto emocional", dice Lisa. Además, también quería enseñarle algunos modales. "Médicamente frágiles, los niños con retraso en su desarrollo se vuelven más dependientes de los adultos", dijo Lisa. "Pueden volverse mandones y tiránicos, un poco autoritarios hacia ellos, como resultado de estar siendo siempre atendidos. Quise que él se relacionara con los animales, que desarrollara empatía con ellos". Al comienzo, Nathaniel no quiso cooperar. En la primera sesión se aferró a los hombros de Lisa y joann tuvo dificultad para separarlo. Lisa se avergonzó, pero joann la animó a tener paciencia. Había notado que a Nathanielle llamaba la atención ver a los caballos comiendo y defecando, dos funciones biológicas básicas que él no podía realizar. Por eso, consiguió un permiso especial de la administración para que Nathaniel pudiera alimentar a los caballos con zanahorias. Los alimentó semanalmente por tres meses, afianzándose y adaptándose poco a poco, hasta que empezó a imitarlos. El primer bocado de comida que Nathaniel se llevó a la boca fue una zanahoria sucia de la comida de los caballos. "Me aterraba pensar en la cantidad de gérmenes que tendría esa zanahoria", dice Lisa. "Pero me sobrepuse al verlo comer por sí solo".
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Cinco meses después, Nathaniel estuvo listo para cabalgar, encajando su cabecita en el casco de la talla más pequeña. Su reacción fue nada menos que un milagro. "Empezó a ser más expresivo en su lenguaje, más atento a las llamadas y mucho más locuaz", dijo Lisa. En teoría, una de las razones de que cabalgar sea terapéutico para las p.ersonas con dificultades de habla y lenguaje radica en la forma única en que el caballo estimula todo el sistema nervioso. "La terapia del lenguaje trabaja a nivel de la boca y el cerebro, sin conexión con el resto del cuerpo", dice Ruth Dismuke-Blakely, una terapeuta del lenguaje de Nuevo México que ha utilizado la hipoterapia con sus pacientes desde 1981. "El habla y el lenguaje dependen de la integridad de todos los demás sistemas. El caballo tiene un sistema neurológico altamente organizado. Un caballo de media tonelada usa una diminuta contracción de una parte específica de su piel para espantar una mosca. En la terapia, es como si él pusiera su ordenado sistema al servicio de un sistema desordenado". La terapeuta del lenguaje de Nathaniel, joann Schumacher, que vive muy cerca de Ride On, decidió observarlo cabalgar. Quedó tan impresionada por la receptividad del niño que decidió efectuar sus sesiones de terapia en las caballerizas. Los terapeutas del lenguaje involucran cada vez más a sus pacientes en actividades de la vida real durante sus sesiones porque han descubierto que aprenden más rápidamente en la acción que tratando de reproducir algún sonido al azar. La hipoterapia se adapta bien dentro de esta tendencia terapéutica de vida diaria y, según dijo Dismuke-Blakely, está . aprobada por la Asociación de Fonoaudiología de los Estados Unidos. joann Schurnacher, la terapeuta del lenguaje, llega una hora antes de la sesión que Nathaniel tiene con joann Benjamín. Camina con él alrededor de los establos, hablando sobre los perros, los gatos y, por supuesto, sobre el popó. Recogen naranjas y admiran las flores. Una vez que Nathaniel se monta, joann Schumacher camina a su lado trabajando en su habla, mientras joann Benjamín trabaja en su cuerpo.
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Lisa admite que tal vez la hipoterapia no es la razón principal de que su hijo esté aprendiendo a hablar a un ritmo tan rápido, porque "el mundo de la terapia se ha volcado sobre mi pequeño hijo". Ella redujo su trabajo como defensora pública a tres días a la semana, para así poder supervisar las terapias del pequeño, que incluyen la psicológica, la ocupacional y la física, además del trabajo con la terapeuta del lenguaje y con Joann en Ride On. Cualquiera de éstas, o quizás la combinación de todas ellas, está significando un gran avance para Nathaniel. Nathaniel no puede hacer muchas cosas que otros niños a su edad ya han aprendido a dominar, tales como comer e ir al baño. Él debe permanecer quieto de quince a dieciséis horas diarias mientras es alimentado con un líquido nutriente a través de un tubo conectado a su estómago. Gran parte de esto se hace mientras duerme, pero Lisa admite que el niño ve más televisión de lo que a ella le gustaría. Por eso, dedica largos ratos a pasearlo en su coche por · los centros comerciales de Los Ángeles mientras se alimenta. Usa quiere tener control sobre algunas cosas, antes de que se convierta en un pequeño dictador usando sus rabietas para manipular a los adultos. "Cuando él está sobre el caballo a más de un metro y medio del suelo, los adultos son esenciales para su supervivencia", dice Lisa. "Aunque es el centro de atención, no siempre se sale con la suya. Esperan que sea más cortés cuando pide lo que quiere". Además de la estimulación física con el caballo, Lisa espera crear en Nathaniel un sentido de responsabilidad por sus acciones y actitudes. El caballo simplemente es lo que es, un caballo, y camina rápidamente o con lentitud por la pista, dependiendo de lo que joann quiere que él haga. Las personas vuelcan sus inquietudes sobre el caballo, no importa cuáles sean, y como resultado se sienten muy relajadas. "Para los niños, los caballos ofrecen una experiencia de aventura que requiere de su cooperación", dice Maureen Fredricksen, presidenta de la Asociación para la Salud Mental Asistida por Caballos, una organización cuyos miembros usan los caballos como una herramienta en la psicoterapia.
Hipoterapia
Marilyn Sokoloff, psicoterapeuta con Ph.D. de la Universidad de Florida, utiliza los caballos con este propósito en su programa de terapia de grupo para mujeres, HorseMpower. En la terapia tradicional, el paciente y el terapeuta se sientan y discuten sobre hechos que sucedieron fuera de la sala, mientras que en la terapia asistida por caballos, el hecho ocurre en las caballerizas con el caballo. Marilyn ha encontrado que la naturaleza táctil de la terapia y la escala caballo-humano aceleran muchísimo el proceso. El hecho de tener una experiencia en vivo para interpretar permite superar obstáculos que por años han impedido avanzar. Marilyn y su socia, Memree Stuart, han realizado sesiones de grupo de dos horas semanales en las caballerizas de Memree, en el condado de Marion, Florida, durante dos años. La sesión comienza con una lenta presentación del caballo. En la primera hora, las mujeres, instaladas en sillas que forman un circulo en el centro de las caballerizas, escuchan a los caballos moverse en su corral. A medida que la sesión se torna más emocional, los caballos se acercan a las puertas de los corrales para observar, llamando más la atención del grupo. A las mujeres no se les permite montar los caballos sino varias semanas después de haberse encargado ellas mismas de su cuidado. Al principio permanecen quietas encima de ellos. "Las animamos en lo posible a tener un buen contacto físico con los animales", dijo Marilyn. "Es un período para sensibilizarlas". La dificultad para ejercer poder y control es un problema común en todas las pacientes de Marilyn, que sufren desde depresión, ansiedad y desórdenes alimenticios hasta historias de abuso. "¿Cómo podrías tener control sobre este enorme animal, como no sea maltratándolo para someterlo?", se preguntan. "¿Alguna diferencia respecto a lo que yo conozco?". Una de las pacientes de Marilyn, Amy, había sufrido de abuso sexual. Cuando ingresó en el programa HorseMpower, en febrero, había perdido su trabajo y estaba muy deprimida. Amy llevaba más de un mes cuidando su caballo, llamado Casino, cuando le confesó
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a Marilyn que no confiaba en él. "Debido a su tamaño, puede elegir hacer siempre lo que él quiera", dijo Amy. Marilyn le sugirió imaginar a Casino como la persona que había abusado de ella. Amy lo empujó dudosa, pero Casino no se movió. Cuando puso sus manos sobre el pecho del caballo, logró empujarlo a través del corral. Esto le produjo una sensación de poder. Las otras mujeres se habían reunido frente al corral y la animaban alegremente mientras ella empujaba una y otra vez a Casino. "Ella demostró físicamente dónde quería ponerlo en su vida. Sin abuso, pero lo puso donde ella quería", dijo uno de los expectadores. Para Amy, los minutos que pasó empujando el caballo en el corral fueron un gran adelanto. Un mes más tarde, Amy se sintió mucho mejor para ir a una entrevista de trabajo. Consiguió el empleo y hace poco se trasladó a otra ciudad donde comenzará este nuevo período de su vida. "No es tanto el poder, sino más bien el hecho de ser capaz de ponerme en primer lugar", dijo Amy acerca del efecto del caballo en sus relaciones con los demás. "Creo que preguntarse lo que uno quiere, hablar claramente para conseguirlo y no aceptar respuestas negativas es lo que se requiere para dirigir un caballo y también para dirigir tu vida. Lo que este programa me ha enseñado es a no verme como un observador de mi vida, sino a ser participe de ella". Como bien lo supe desde mis insoportables minutos en la oscura sala de la facultad de veterinaria, esperando a que el caballo de carreras despertara, enfrentarse a un caballo prácticamente destruye todos los miedos. El caballo ofrece una forma de combatir la raíz del miedo y de seguir adelante. En el caso de personas con discapacidades físicas, el caballo les presta todo su poder para que ellas estimulen y ajusten su sistema nervioso. Y en el caso de quienes tienen dificultades para ejercer poder y control, el caballo les permite ver el. problema más claramente. Pat Parelli lo llama amor, lenguaje y liderazgo; Marilyn Sokolofflo llama equilibrio, límites y respiración. De cualquier manera, ambos describen la forma en que este encuentro contribuye a la integración de la mente y el cuerpo; y a que nuestras acciones y decisiones reflejen nuestras verdaderas intenciones.
Terapia asistida por animales: la droga milagrosa y otros animales sanadores
L\ DOCTORA WILLOW, RESIDENTE DE CUARTO AÑO de los Institutos Nacionales
de Salud en Bethesda, Maryland, sale del ascensor en el piso trece del centro clínico y se dirige a la sala de oncología pediátrica para comenzar su ronda semanal. Ella es fina, tiene la nariz afilada, el cabello casi totalmente blanco y los ojos oscuros y brillantes, pero no tiene novio. A pesar de que es inteligente y muy intuitiva, con frecuencia la llaman perra. Al pasar por el puesto de enfermería, todos los que allí se encuentran la miran. Una enfermera incluso le da unas palmaditas en la cabeza. Cuando entra en el cuarto 1301, la doctora Willow se concentra totalmente en su trabajo. Se sienta en la cama al lado del paciente Lucas Sparks, de dieciocho años, y es toda oídos. Escucha tranquilamente sin interrumpir. La doctora Willow es un buen medicamento, de acuerdo. Por la expresión del rostro de Lucas, resulta evidente que él se siente reconfortado por su presencia, como si hubiera tomado una píldora de la felicidad. Antes de salir a visitar al próximo paciente, la doctora Willow pone su cabeza en el regazo de Lucas para que le dé un abrazo. La doctora Willow es una perra whippet de siete años que ha estado impartiendo terapia durante cuatro años en los Institutos Nacionales de Salud con su compañera de equipo, Linda Solano, de la empresa National Capital Therapy Dogs, Inc. Como ellas, hay
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más de cincuenta equipos formados por mascotas y personas que vienen dos veces por semana al primer centro de investigación médica de la nación para ayudar en la rehabilitación de los pacientes con enfermedades muy graves que participan en ensayos clínicos. Los equipos certificados de terapia con mascotas se reúnen en una sala justo al lado de la entrada principal, una hora antes de la hora programada para las visitas. Todos los animales deben ser examinados por un veterinario para verificar que no tengan pulgas o garrapatas, llagas u otras afecciones de la piel, antes de que se les permita ingresar a las salas de pacientes. La persona acompañante también debe asegurar que el perro ha sido bañado en las últimas 24 horas. Una vez terminado el examen del veterinario, un representante del departamento de terapia recreativa indica a los equipos de terapia asistida por animales (TAA) la tarea que les ha sido asignada. Los médicos señalan a qué pacientes, algunos de los cuales permanecen durante meses en el hospital, les gustan los animales, y cuáles aceptarían la visita de un equipo TAA. Los animales son empleados para animar a alguien que está deprimido, disminuir la ansiedad, ayudar a manejar el dolor crónico o ayudar en la fisioterapia. Un equipo puede ser llamado para administrar varias terapias en un mismo día, dependiendo de las necesidades individuales de los pacientes de la sala que le ha sido asignada. Lucas, por ejemplo, ha usado la terapia asistida por animales en cada etapa de su larga batalla contra una oscura enfermedad de la sangre, una deficiencia en la adhesión de leucocitos, enfermedad hereditaria en la cual los glóbulos blancos de la sangre no pueden salir de los vasos sanguíneos para combatir las infecciones en la piel y los tejidos. Cuando llegó por primera vez hace dieciocho meses, Lucas estaba deprimido y retraído. ¿Qué adolescente no lo estaría? Tuvo que abandonar sus estudios para pasar la mayor parte de su año final de bachillerato a muchos kilómetros de sus amigos y de su pueblo natal, Sparta, en Tennessee. El equipo TAA lo visitaba dos veces por semana y lo animaba. Antes de dejar su hogar le acababan
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de regalar un cachorrito. Por eso, pasar el tiempo con un perro amistoso, cálido y reconfortante fue para él como un apoyo familiar, un pedacito de hogar. Al cabo de una semana, su comunicación con el personal había mejorado. Cuando se iniciaron los tratamientos, el papel de sus amigos caninos cambió. Lucas sentía muchísimo dolor. En lugar del contacto tranquilo y silencioso, empezó a consentir más a los perros. El sistema inmunológico de Lucas estaba afectado por la falta de buenos glóbulos blancos y le llevaba largo tiempo curarse del más leve rasguño. Al mismo tiempo que trataban su química sanguínea, los médicos también querían curarle las llagas que no habían sanado. Le practicaron una serie de injertos de piel en las llagas de las piernas. Para conseguir que los injertos se fijaran, tenía que mejorar la circulación sanguínea. Los animales le ayudaron en eso también. La noche de mi visita, Lucas era el paseador de perros más entusiasta. Estaba dando vueltas alrededor de la sala pediátrica con Willow a su lado. Fui a otro piso para observar otro equipo, y más tarde vi a Lucas correteando con el perro de otra persona. Finalmente, cuando las visitas se terminaron y los equipos TAA regresaron a la sala de recepción, allí estaba Lucas tratando de convencer a alguien de que le prestara un perro para pasearlo. Que lo dejen pasear a uno de esos perros, pensé. Pero, mientras la parte humana del equipo informaba sobre lo que había observado en las sesiones con los pacientes, los perros estaban extenuados, echados a los pies de sus compañeros de equipo. Un par de spaniels King Charles estaban dormidos en un pequeño carro rojo que había sido usado para llevarlos al hospital, como una casa remolque para perros. Uno de ellos incluso roncaba. El que piense que la terapia asistida por animales es una actividad pasiva no ha visto nunca a los animales después de finalizar su trabajo. Mientras los equipos describen cómo actuaron los pacientes con el animal, Rene Stubbs, jefe de terapia recreativa y enfermera, toma extensas notas que luego agrega a la historia del paciente. Los equipos dan opiniones imparciales acerca de si creen que la sesión
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fue eficaz o no, recomiendan si es necesaria otra visita y, si lo es, sugieren lo que se debería hacer en la siguiente visita, tres días después. La seriedad con la cual se realiza la terapia asistida por animales en los Institutos Nacionales de Salud es un signo de su aceptación cada vez mayor como herramienta terapéutica. Aun cuando los animales han sido empleados para calmar a los enfermos desde el siglo noveno, sólo en los últimos veinte años la comunidad médica ha comenzado a incluir encuentros con animales en los planes de tratamiento de personas que tienen sentimientos positivos hacia los animales. La Delta Society, que certifica los equipos de acompañante y mascota, establece una diferencia entre las actividades asistidas por animales (AAA) y la terapia asistida por animales (TAA). En las AAA, un voluntario especialmente entrenado -una amable dama de edad madura con un conejillo en una cesta, por ejemplo- puede llevar su mascota a una escuela o a una institución para pacientes de Alzheimer con el fin de hacer que los residentes interactúen· con ella y sonrían. Por el contrario, la TAA tiene objetivos terapéuticos específicos. . Por ejemplo, en las AAA se envía a un voluntario a los hospitales para que haga una rápida visita semanal con su perro a los pacientes que lo soliciten; en la TAA, un especialista en rehabilitación emplea a un equipo específico por un tiempo determinado para ayudar a manejar el dolor. La TAA también puede tener una meta de terapia física, como ayudar a un paciente a trabajar un tipo de movimiento con una nueva prótesis de brazo, jugando en el corredor del hospital a lanzarle algo al perro para que lo traiga. Para que esas interacciones sean exitosas hay que entrenar a los dos miembros del equipo, es decir al acompañante y a la mascota. Con este fin, la Delta Society estableció estándares de destreza y comportamiento para los equipos TAA en 1990 y comenzó a certificar a aquéllos que fueron aprobados como equipos de acompañante y mascota. En 2001 había más de 450 equipos Delta trabajando en 45 estados y cinco países, con la meta de aumentar el número a
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seis mil equipos en el curso de 2003. Delta tiene una lista de espera de cien instituciones que quieren abrir sus puertas a equipos de acompañante y mascota, pero aún no hay suficientes equipos calificados para satisfacer la demanda. Charlie Brugnola, un antiguo oficial de policía de la unidad canina, a la que renunció después de 22 años para entrenar perros, evalúa los equipos propuestos para TAA. Su compañía en el Apple Valley de California se llama Good Dog [Buen Perro]. Dice en broma que "saca a las mascotas del infierno" y las convierte en ángeles. Su larga experiencia con perros le ha enseñado a reconocer un ángel cuando lo ve, y esto fue ciertamente lo que pensó la primera vez que vio a Sweetheart. Sweetheart es una perrita callejera, alegre y tierna, que fue quemada por dos adolescentes en 1999. Los brutos la regaron con gasolina y le prendieron fuego con un encendedor. Una pareja que estaba comiendo en un restaurante cercano vio las llamas. Rápidamente envolvieron la perrita en una chaqueta y fueron a buscar un veterinario que la tratara gratis. Sweetheart tenía quemaduras de tercer grado en la mayor parte de la mitad inferior de su cuerpo. Cuando el doctor Rick Mori se enteró de cómo la perrita había sido quemada, le costó mucho trabajo contener la ira, pero después miró a Sweetheart. "Ella movía la colita y no se quejaba, aunque sabíamos que su dolor debía de ser terrible", dijo el doctor Morí. "Expresaba muchos sentimientos con sus ojos, pero el principal era 'salgamos de esto'". El doctor Morí le cortó el pelo chamuscado y le puso antibióticos fuertes por vía intravenosa para combatir la probable infección que la amenazaba. Le limpió y le vendó las heridas con un material especial para mantener la piel húmeda. Luego ofreció mil dólares de recompensa por la captura de los dos adolescentes. Cuando se comentó lo que le había ocurrido a Sweetheart, la comunidad se puso en acción de inmediato. Su historia se publicó en los periódicos, la radio y la televisión. La gente pasaba por la clínica para contribuir con su rehabilitación. Al final, las donaciones
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llegaron a nueve mil dólares y la lista de gente que quería adoptarla llegaba casi a cien. El doctor Morí contrató a un veterinario de Nueva York especialista en piel para que le hiciera un injerto a Sweetheart. Tomaron tiras de piel de quince por siete centímetros de los lados del cuello de Sweetheart y las pasaron por una máquina especial. La máquina maceró la piel para adelgazarla y formar una cinta más delgada y más ancha que cubrió un espacio mayor que la zona quemada. Bárbara Réyez es casi tan responsable como Rick Morí de la supervivencia de Sweetheart. Cuando leyó la historia en el periódico, se puso en marcha de inmediato hacia la clínica para pedir que se la dejaran adoptar. Cuando el personal de la clínica le informó acerca de la lista que ya tenían, ella ofreció sus servicios de todas maneras. Bárbara es terapeuta ocupacional. Ofreció ir a la clínica con Lauren, su hija de doce años, para atender a Sweetheart. Así pues, cada día después del trabajo, durante dos meses, Bárbara y Lauren se sentaban con Sweetheart y la reconfortaban mientras tomaba su baño de la tarde en la piscina de hidromasajes para estimular el crecimiento de la nueva piel, y luego le ponían crema humectante. La devoción de Bárbara por Sweetheart le ayudaba en parte a curar sus propias heridas. Hacía tres años, estando de vacaciones en México con Lauren, la mitad inferior de su cuerpo se quemó en la explosión de un tanque de gas propano. Bárbara estaba con una depresión profunda por su propio cuerpo quemado cuando se presentó en el hospital veterinario. Nunca se había acostumbrado a la forma en que se veían las quemaduras y aún tenía mucho dolor. Ella se describía como "en la olla de la autocompasión" y sentía que sus plegarias no obtenían respuesta. Se mantenía preguntando a Dios por qué le había ocurrido eso. "Si todo sucede por una razón, muéstrame un signo de cuál es la razón para esto", decía.' Cuando vio a Sweetheart en el periódico, ése fue para Bárbara el signo de "ve allí". El doctor Morí y el personal del hospital quedaron tan conmovidos con la historia de Bárbara y con la compasión y constancia con que cuidaba a Sweetheart, que decidieron dársela en adopción.
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Sweetheart fue instalada sobre tres cojines de terciopelo para el viaje a casa: uno en la cabeza, otro en las piernas y uno pequeño para evitar que sus delicadas piernas se rozaran entre sí. Bárbara encontró que su tiempo con Sweetheart le producía un mejor efecto que los antidepresivos. Cuando le daba masaje en las piernas a Sweetheart, sus propias piernas vibraban de energía. "Es posible vivir una tragedia y superarla", dice Bárbara acerca de la lección que ha aprendido de su perra. "Sweetheart no guarda rencor ni siente lástima por sí misma". Aquí es cuando Charlie Brugnola aparece. Bárbara quería que Sweetheart fuera la mascota de un equipo de terapia, pensando que si había tenido ese efecto restaurador en ella, era su deber esparcir ese don hacia otros. Llamó a Charlie, quien era el único evaluador licenciado en la zona. Él también se había horrorizado con la historia de Sweetheart y se había preguntado qué habría sido de esa perrita. Estaba encantado de tener la oportunidad de conocerla. Charlie no exagera cuando dice: "No se puede sino amar a Sweetheart". Quien la mira directamente a los ojos no puede menos que recibir la esperanza y el afecto que irradia su dulce mirada. Contemplándola más de lejos se ve lo desfigurada que está. Tiene una tira de pelo a lo largo de la columna vertebral, desde la cola hasta la mitad del cuerpo, donde comienza de nuevo el pelo. La piel quemada quedó brillante y rosada, suave e insensible al tacto. El otro signo del trauma que soportó está en la oreja izquierda, que le quedó destrozada por las chispas del fuego. Con solo verla, Charlie se enamoró de ella. Sin embargo, a pesar de su alegría y todo su afecto, Sweetheart era inmanejable. No conocía las órdenes básicas de obediencia, un requisito indispensable para ser mascota acompañante de un equipo TAA. Pero eso era un obstáculo pequeño desde el punto de vista de Charlie, quien se ofreció a entrenarla gratis. Por sus más de diez años de experiencia en TAA con su perra pastor alemán, Molly, él sabía lo poderosas que podrían ser Sweetheart y Bárbara trabajando con pacientes quemados.
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Al mismo tiempo que le enseñaba las reglas básicas de obediencia, Charlie trabajó en el aspecto emocional, ayudándole a Sweetheart a mitigar el impacto que habían dejado en ella los inenarrables horrores que había vivido. Recorrieron el vecindario donde ella había sido quemada y, usando su entrenamiento como policía, Charlie le preguntaba a todos los que encontraban si sabían algo acerca de los dos muchachos, pero hacía bastante tiempo de eso y el rastro era vago. En casa, le daba masajes cerca de un fuego crepitante. Cuando Sweetheart se sintió más tranquila con esto, Charlie ocasionalmente accionaba un encendedor cerca de su cabeza; esto la hacía estremecerse y salir corriendo. Y, aunque parezca cruel, lo más efectivo fue hacerla lamer un encendedor cubierto con queso fundido. Sweetheart ostenta ahora la certificación Delta como el perro de un equipo de acompañante y mascota para TAA y trabaja en el Arrowhead Hospital. A Charlie le gusta llevarla a las unidades de quemados, especialmente para visitar a quienes van a recibir injertos de piel. Recuerda que hace poco visitaron a un joven ansioso y retraído que, por acercarse mucho a una hoguera, se incendió la ropa y sufrió graves quemaduras en la espalda. Charlie le contó la historia de Sweetheart y el muchacho, derramando algunas lágrimas, contó la suya. Estiró la mano para acariciar a Sweetheart y, cuando se detuvo sobre la piel rosada y brillante, Charlie explicó que ésa era la zona donde se había hecho el injerto de piel. El joven la observó detenidamente por un rato y luego dijo: "Es suave y cálida, no se ve muy mal". No habían pasado más de cinco minutos cuando vino la enfermera a decirle que estaban listos para la cirugía. "Le dio mucha fuerza", dijo Charlie sobre la sesión. "Sweetheart le quitó el miedo a lo desconocido". Cuando el joven fue llevado en la camilla, sus palabras fueron: "Si esa perrita pudo superarlo, yo también puedo". Como buen evaluador, Charlie también es descubridor de talentos. Cuando un equipo pasa el examen, los evaluadores escriben una recomendación que indica qué tipo de instituciones son más ade-
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cuadas para él. Si se trata de un border collie muy juguetón, por ejemplo, él lo recomendaría para trabajar en un albergue para mujeres maltratadas. Su fogosa energía puede espantar las depresiones y los niños van a estar encantados con la aptitud del animal para los trucos. En cambio, un gato impasible sería recomendado para cumplir sus labores con gente mayor. Pero hasta el más hábil evaluador se rascaría la cabeza con sólo echar una mirada a Lucky, el gato de Donna Francis. Lucky es el más pequeño de la camada que tuvo la vieja gata de los padres de Donna Francis a sus dieciséis años. Nació de un tamaño que era la mitad del de los otros de la camada. Se aferró a la vida a pesar de que el lado izquierdo de su cara no se desarrolló apropiadamente. Tenía solamente un ojo, paladar hendido y un tocón de colita. Donna temía también que tuviera daño cerebral porque su manera de andar era como los tropezones de un ebrio. Donna lo llevó a su apartamento, donde lo crio con la diestra asistencia de su caniche miniatura, que decidió que ella era la madre adoptiva de Lucky y lo mimaba todo el tiempo. Después de alimentarlo con biberón, Lucky ganó peso rápidamente y con sus siete kilos llegó a pesar más que los demás habitantes de la casa excepto Donna. A pesar de su aspecto de pirata camorrista, Lucky parece creerse la criatura más bella e inteligente del mundo. ¡Ah, si todos pudiéramos tener el aplomo de Lucky! Lucky y Donna son un equipo de acompañante y mascota. Donna lo lleva una vez por semana a la escuela elemental de Fairview en Sherman, Texas, donde ella enseña a niños sordos. Es un glotón emocional y le encanta ser el centro de atención, de suerte que se queja ruidosamente hasta que no lo hayan saludado en debida forma todos los niños. Cuando todos están sentados a la mesa, él toma su sitio que es exactamente en el centro. Se acuesta boca arriba y espera a que todos los niños lo consientan. De pronto, Lucky decide que ya han tenido suficiente aprendizaje y se acuesta encima de los trabajos de los niños. Se deja caer pesadamente sobre los papeles, levanta la cabeza y mira indignado
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hasta cuando todas las manos se han estirado para acariciarlo. Lucky ronronea tan fuerte que vibra, lo cual es fantástico para estos niños. Antes de que conocieran el signo para el ronroneo, ellos manifestaban que Lucky estaba "sacudiéndose". Donna cree que la lección que Lucky ejemplifica a los niños es que se puede tener confianza y alta autoestima sin importar la forma que se tenga. Lucky necesita el amor de los niños, y no es nada tímido para solicitarlo. "Ellos ven que él es diferente pero que, aun así, se siente muy bien. Es un gato muy exitoso", dice Donna. Lucky también hace TAA en el centro de rehabilitación Reba McEntire, donde entrega un mensaje completamente diferente. tis personas que están ansiosas y con dolor son atraídas por su fuerte ronroneo y su necesidad de afecto. Donna cree que el valor terapéutiee-está-enio-mucho que Lucky aprecia lo. que esas personas pueden darle. Los pacientes son pasivos y retraídos, pero Lucky los necesita pues tienen el poder de hacerlo feliz. Además, Lucky también es un símbolo. Los pacientes van en sus sillas de ruedas sólo para ver las características faciales únicas de Lucky. Donna recuerda a una mujer que se disgustó porque Lucky no se detuvo cerca de ella. Se bajó de la cama, se subió a la silla de ruedas y recorrió el centro de rehabilitación hasta que lo encontró. Una vez que lo tuvo enfrente, lo observó largamente y dijo: "¡Dios mío, es peor que nosotros!" El mismo gato deja un mensaje completamente opuesto en dos poblaciones diferentes. Para los niños, el mensaje en la actividad asistida por animales es: la vida puede ser mejor. Para los adultos, el mensaje en la terapia asistida por animales es: la vida puede ser peor. No todos los animales tienen un efecto curativo en todas las personas, por lo cual algunos programas ofrecen muchas posibilidades de elección. Si bien los perros son mayoría entre los equipos de acompañante y mascota (aproximadamente el 80 por ciento), todos los animales domésticos pueden ser considerados para ingresar en el programa. Por lo general hay perros, gatos, conejos, caballos, pollos, burros, llamas, pájaros y cerditos barrigones.
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He venido describiendo escenas en las cuales los animales son un estímulo para la recuperación, y ciertamente éste es un componente enorme de su utilidad en los hospitales. Además, y como un alivio y liberación de todas las intromisiones en la vida privada, los animales se convierten para los pacientes en algo que subvierte la disciplina de los hospitales y los imperativos médicos. Durante la sesión con el animal, el tiempo se detiene y se rige por reglas distintas. En realidad no son reglas, sino caprichos y antojos, un trato secreto, un lametón pícaro, el escape táctil de acariciar una piel peluda y suave y de mirar unos ojos amorosos. En tiempos de trauma, las mascotas también pueden mostrar a los pacientes que la vida volverá a ser mejor, como lo hicieron con los estudiantes sobrevivientes de la escuela Columbine. El cambio de actitud producido por ese breve encuentro -usualmente no mayor de cinco minutos- puede ser tan poderoso que todos los acompañantes de equipos TAA con los cuales he hablado han visto cómo su animal es el catalizador para que alguien que no ha dicho una palabra en semanas o incluso en meses comience a hablar. Del mismo modo, los animales en los hospitales también pueden ser muy importantes cuando es tiempo de guardar silencio. Cherilyn Frie tiene dos perras de terapia, sus spaniels bretonas Belle y Teigh. Teigh es muy activa y vivaz. Si una persona necesita un estímulo, Teigh sabe cómo hacerlo, incluso hasta el punto de ponerle las patas alrededor del cuello. Pero si el trabajo se desarrolla en el hospicio para moribundos, Cherilyn lleva a Belle, que es estoica y calmada. Con frecuencia, la sesión de terapia comienza en el momento en que Belle y Cherilyn entran en un cuarto donde alguien está muriendo. La sola llegada de Belle les permite a los seres queridos liberar emociones que habían estado guardando en su interior. "Por alguna razón, ella les permite expresar su aflicción", dice Cherilyn. "Los trae a la realidad, al momento presente y así pueden hablar y recordar". Por lo general, todos los miembros de la familia quieren abrazar a Belle. Algunas veces, toman la mano de la persona que
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está muriendo y la dirigen hacia Belle, sobre todo cuando esa persona tuvo una mascota a la cual quiso mucho. Hubo un caso dramático con una familia budista. Todos sabían que la hora de la madre estaba cerca y la estaban velando en silencio en su cuarto, muy consternados porque la mujer tan sólo tenía cincuenta aftas. La hija estuvo de acuerdo en que Cherilyn los visitara con Belle, pues la madre había tenido perros toda la vida. Cherilyn estaba en cuclillas consintiendo a Belle mientras hablaba con la familia, cuando de pronto Belle se paró en las patas traseras, olisqueando y aspirando como si hubiera escuchado un silbido silencioso. Se deslizó hacia la cama de la enferma y trató de subirse, respondiendo a algo que nadie más veía o escuchaba. "No sé qué está haciendo", dijo Cherilyn a la familia, "nunca lo había hecho antes; creo que la madre está muy cerca de morir". La hija estalló en lágrimas. Los demás miembros de la familia también comenzaron a llorar y todos se abrazaron. Se reunieron alrededor de la cama de la mujer, abrazándola y despidiéndose. Cherilyn decidió sacar a Belle del cuarto. Su agitación no ayudaba para nada, pensó, y la familia necesitaba tiempo para estar sola. Normalmente, después de un turno de dos horas Belle llega exhausta al auto. Esta vez, Cherilyn tuvo muchos problemas para controlarla. Belle se escapó. Las puertas se abrieron cuando alguien salió y Belle entró corriendo, directamente hacia el cuarto de la mujer que estaba muriendo. Con gran esfuerzo Cherilyn la llevó de regreso al auto. Diez minutos después se enteró de que la mujer acababa de morir. La extrafta conducta de Belle había llevado a la familia a vivir el momento presente y a afrontar lo que estaba ocurriendo cuando estaba ocurriendo, en lugar de estar allí, como habían estado, atrapados tras un muro de emociones. Más tarde, la hija y el hijo menor buscaron a Cherilyn para agradecerle. "Es maravilloso lo que ustedes hacen por los moribundos y sus familias", dijo la hija. La medicina moderna tiene la capacidad de prolongar la agonía y frecuentemente enfrentamos nuestra muerte no rodeados de las
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caras familiares del médico en quien confiamos y de nuestra familia, nuestros amigos y nuestras mascotas, sino en un ambiente extrafto: un hospital urbano altamente tecnificado, diseñ.ado para prolongar la vida. Las mascotas, incluso las de otros, tienen la habilidad de ayudamos a morir. Según Cherilyn, esto se debe a que, en esas situaciones cargadas emocionalmente, los animales hablan el lenguaje del alma. "Tienen inocencia, ninguna razón o pensamiento cognitivo nubla su percepción", dice. "Son totalmente conscientes de lo físico, sienten lo que está ocurriendo. Pueden olerlo, pueden sentirlo". Cuando alguien está muy enfermo o muriendo, sentir emoción es algo que muchos de nosotros tiene miedo de hacer. Si comenzamos a sentir tristeza o pesar, ¿cómo podemos controlarlo? En esas situaciones, el animal se convierte en nuestro modelo de cómo experimentar la sobrecogedora magnitud de lo que está ocurriendo, estando presentes, fuertes y sin miedo. Los animales nos enseftan, con el ejemplo, no a controlar o suprimir nuestras emociones, sino a experimentarlas totalmente y dejarlas pasar. Verdaderamente, ésta es una terapia para reafirmar la vida.
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Animales de servicio
Animales de servtcto: ¿Qué haría sin mis amigos?
Dos VECES AL MES, CAROL KING SE REÚNE con SUS amigos del club de ejercicios Poway en Oceanside, California, para ~jercitar a sus animales de servicio. Los perros juegan libremente durante una media hora y luego sus compañeros humanos les hacen practicar el recorrido de agilidad. Escalan un pequeño marco en A, corren sobre un balancín y sobre mallas y hacen otras pruebas diseñadas para mantener su fortaleza, resistencia y agilidad y así poder ayudar mejor a sus compañeros humanos discapacitados. El ejercicio más difícil pa:ta muchos de ellos es el de pasar de peldaño en peldaño por una escalera de casi dos metros que está tirada en el suelo, una maniobra delicada que imita el cruce de una rejilla de alcantarilla. Al terminar los ejercicios, pasan a tomar refrescos a una cafetería cercana. Hace unos años, Carol y su perro de servicio, Bubba, estaban en el restaurante con los demás, cuatro en sillas de ruedas y otros con bastones, cuando una de las clientas protestó por la presencia de los perros, diciendo que Bubba no era un perro guía y no se podía permitir su presencia en el restaurante. De acuerdo, Bubba no es el estereotipo de un animal de servicio, ni Carol encaja en el molde de lo que tradicionalmente se piensa de un discapacitado. Bubba no es un perro de gran tamaño, sino un terrier Yorkshire de apenas tres kilos de peso, tan pequeño que Carol con frecuencia lo carga en una bolsa de tela terciada sobre un hombro. No es el perro que va a sacarla de una situación peligrosa, pero su presencia es vital para que Carol pueda llevar una vida plena
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y productiva. Carol sufre de agorafobia y le da pánico salir sola de su casa. En 1996 consiguió a Bubba y empezó a salir con él a su lado (o bajo su brazo), al comienzo acompañada por un adulto y, unos meses después, sola con Bubba. La administradora del restaurante intentó explicar a la clienta que Bubba sí era un perro de servicio, pero la señora estaba tan furiosa que exigió llamar a la policía. Carol siempre lleva consigo copias de las leyes locales, estatales y federales sobre los discapacitados y sus animales, una tarjeta de la Administración de los Ciudadanos Discapacitados en la que se resume la ley y se da un número de línea de ayuda gratuita, y una nota en la cual su médico certifica que Carol necesita a Bubba por razones de salud. Mostró estos documentos a los cuatro oficiales de la policía que acudieron al lugar, quienes le explicaron a la airada dama que Bubba sí era un perro de servicio autorizado. El psiquiatra de Carol, Bryan Bruns, le prescribió un perro pequeño que la ayudara con su ansiedad y su depresión durante ese período en que ella no podía salir de su casa. "Algunas personas sólo salen acompañadas por sus hijos o su cónyuge", dice el doctor Bruns. "Bubba se convirtió en la zona de seguridad de Carol. Cuando uno enfrenta el miedo una vez y sobrevive, y lo enfrenta otra vez y sobrevive, el miedo comienza a disminuir hasta que pierde significado. Ésta ha sido la ayuda que Bubba le ha dado a Carol". Hay dos elementos en el manejo de la depresión: el aspecto biológico y el psicológico, dice Bernard Vittone, presidente del Centro Nacional para el Tratamiento de las Fobias, la Ansiedad y la Depresión. Las mascotas ayudan a mejorar la autoestima y el autocontrol del paciente, a combatir la desmoralización, y contribuyen a crear nuevos y mejores hábitos. Se han dado muchos casos exitosos en que la combinación de terapia, medicamentos y mascotas -un enfoque del tipo "mascotas y Prozac"- ha convertido la depresión en exuberancia. Los agorafóbicos a veces contratan a alguna persona que les dé la misma seguridad que Bubba le da a Carol. Pero estas personas tienen su trabajo y su propia vida y es muy difícil para ellas estar
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disponibles de manera constante. "Las mascotas, en cambio, siempre están ahí y nunca se quejan", dice el doctor Vittone. Sue Shapiro, psicóloga de Nueva York, tiene varios pacientes que usan animales de servicio para sus discapacidades invisibles y ha visto que el hecho de proyectar la incomodidad en una mascota hace que las personas con trastornos de pánico se sientan mejor. Es lo que sucede cuando una persona tímida alza a un bebé y, de repente, se siente bien. Esta "identificación proyectiva" les permite hablar sobre su incomodidad y concentrarse en la manera de tratarla con éxito, y así, por extensión, se están haciendo a si mismas un tratamiento. Hoy en día, Carol viaja por todo el país para hablar sobre Bubba y los perros de servicio psiquiátrico y es miembro de varias comisiones locales sobre los derechos de acceso de los discapacitados. Ha tenido enfrentamientos con varios establecimientos que no están de acuerdo con las reglamentaciones de la Administración de los Ciudadanos Discapacitados. "¿Qué es esto? ¿Un signo de recuperación?", se pregunta. Se tiene la idea generalizada de que los perros qu!! trabajan con discapacitados son perros robustos, labradores o golden retrievers que guían a los ciegos para que puedan cruzar las calles. Esta idea está tan arraigada, dice Ed Eames, presidente de la Asociación Internacional de Perros de Servicio, que a veces en los restaurantes les dan menús en braille a los sordos que llegan con sus guías animales. Pero sólo el 3 por ciento de los discapacitados de Estados Unidos son ciegos, de modo que los animales de servicio pueden trabajar en muchos otros campos. Por ejemplo, más de diez millones de estadounidenses sufren del trastorno de ansiedad social, que se caracteriza por un miedo intenso de ser escudriñado y humillado por otros. Es el más común de los trastornos de ansiedad y constituye el tercer problema psiquiátrico después de la depresión y el alcoholismo. Por fortuna, estas fobias sociales pueden ser tratadas con medicamentos, psicoterapia y mascotas.
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Un maníaco-depresivo no se ve diferente, ni siquiera en su fase maníaca. joan Esnayra, Ph.D., genetista de National Academies, antes Academia Nacional de Ciencia, ha sufrido de depresión toda la vida. Sus padres tuvieron ambos enfermedades mentales: su padre sufría de trastorno de estrés postraumático y su madre era bipolar. Durante su infancia fue víctima de abuso sexual, pero logró salir adelante refugiándose en el estudio y el deporte. Sin embargo, de vez en cuando se sume en la depresión. Hace unos años tuvo un episodio de depresión severa durante el cual era incapaz de salir de su casa y oscilaba entre la depresión profunda, la manía fuerte y la rabia. En esa época empezó a buscar un ridgeback rodesiano que la acompañara, porque había estado muy cerca de un perro de esa raza durante una época difícil de su infancia. De una camada de ocho cachorros, joan escogió uno muy tranquilo que se quedó dormido en su regazo (los otros siete no paraban de saltar y abalanzarse sobre su cara). Lo llamó Wasabe en recuerdo de la vez que su novio la convenció de probar el sushi, que a ella le producía mucho disgusto. Lo probó, le gustó y, en el mejor estilo bipolar, quedó obsesionada con el wasabe, ese picantísimo condimento verde que acompaña el sushi. Con su ridgeback quería intentar algo de lo que no estaba muy segura, por eso lo llamó Wasabe: tal vez terminaría gustándole. Durante el mes siguiente, joan empezó a notar que mientras ella trabajaba durante horas en el computador, Wasabe le golpeaba el brazo varias veces con el hocico. Ella se desesperaba y le gritaba que no lo hiciera más. De pronto se dio cuenta de que Wasabe sólo lo hacía cuando ella se obsesionaba con el computador en un estado maníaco. Era la advertencia de que un episodio maníaco estaba por comenzar. ¿Por qué lo hacía? Buscó en Internet sobre los perros de servicio y encontró información alusiva a aquéllos que alertaban sobre ataques. "Si los perros pueden predecir los ataques", pensó, "Wasabe está en buena compañía". Un problema de la enfermedad psiquiátrica es que afecta la capacidad de la persona para reconocer su estado mental. Si se trata
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de un cáncer o una pierna rota, nadie lo duda. Pero cuando los bipolares entran en estado maníaco, se sienten superiores al resto del mundo, que consideran un lugar muy aburrido y conservador. Si alguien les hace notar su cambio de comportamiento -gastan dinero como locos y pasan días enteros sin comer bien ni dormir-, le dicen que está equivocado. Ellos nunca habían estado mejor. "Nunca les creen a sus amigos y suelen dudar de sus médicos. En cambio, los mensajes de las mascotas son verdad para ellos", dice Mark Smith, psicofarmacólogo e investigador de los Institutos Nacionales de Salud, especializado en trastornos del humor. "Es muy dificil discutir con el perro. Aun en las peores épocas se preserva una función lógica básica, y les resulta muy difícil acusar al perro de estar conspirando contra ellos. El perro es como una visión láser hacia su interior. Me gustaría poder entrenar más perros para que olieran o sintieran esto en sus inicios". Que Wasabe pueda advertirle sobre sus estados maníacos es algo ya conocido, dice joan, pero el servicio que le presta su perro va mucho más allá. Ella y Wasabe pasan el 90 por ciento de su tiempo juntos y la constante presencia de su mascota le ha ayudado .a joan a mantener a raya su depresión y a regresar al mundo. Incluso ha sido un apoyo en momentos en que algún hecho le trae malos recuerdos. Hace poco, joan estaba en un almacén de discos buscando un título especial de música nativa de los Estados Unidos y se encontró con uno de un hombre que la había violado cuando estaba en la universidad. Quedó paralizada y empezó a escuchar un ruido cada vez más fuerte a su alrededor, señal de un ataque de pánico. Se acercó al mostrador con movimientos robóticas y le contó al vendedor lo que ese hombre que aparecía en la carátula le había hecho. Se agachó y comenzó a hablarle a Wasabe, diciendo: "Estamos en 2001, este hombre ya no puede hacerme daño". Si Wasabe no hubiera estado allí, dice, probablemente hubiera terminado hospitalizada. joan y Carol nunca saben qué puede desencadenarles un ataque de pánico. Los estímulos llegan sin avisar y sus defensas son in-
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adecuadas. En el caso de ataques de enfermedades físicas, la ayuda que los animales de servicio pueden prestar es similar e igualmente poderosa. Sonya Worthy dice en broma ser "joven y decrépita". Aunque apenas tiene veintisiete años, ha sufrido problemas graves de salud debido a una diabetes juvenil severa que la dejó ciega. No tiene visión periférica y siempre debe movilizarse colgada a una bomba de insulina para evitar que sobrevenga una crisis. Si puede asistir cumplidamente a sus clases en la Universidad del Sur de lllinois en Carbondale es gracias a Baby, su terrier de seis kilos que la guía por las calles y la espera sentada en su morral mientras está en clase. Si está montando en bicicleta o paseando con sus amigos, Baby resulta el mejor glucómetro que jamás hubiera podido comprar. Cuando van caminando hacia la universidad, Baby es su perra guía, a pesar de su tamaño. Se detiene en las aceras y recuesta su cuerpo contra los tobillos de Sonya para indicarle que debe evitar algún objeto. "Sería bueno que Baby fuera más grande", dice Sonya, "pero así está muy bien, ya me ha salvado la vida más de una vez". En un campamento de verano, hace cuatro años, Sonya tuvo una crisis en la mitad de la noche. Baby fue hasta la cabaña de la jefe del campamento, hizo ruido hasta que la despertó y la llevó al rescate de Sonya, y se. quedó a su lado gimiendo hasta que llegó el médico. Si es en la casa cuando Sonya está por sufrir un ataque diabético, Baby se queda mirándola, se sienta en su regazo y pone su nariz cerca de la boca de Sonya, lo que le indica a Sonya que debe medir su nivel de glucosa y hacer ajustes en su alimentación y en su medicación. El duro trabajo de Baby ha reducido los ataques de Sonya de uno a la semana a uno cada seis meses. Si le da una crisis, Baby corre para avisarle a otra persona o rasca la puerta del apartamento para llamar la atención de los vecinos. Cuando no puede obtener rápidamente ayuda, está entrenada para llamar a urgencias presionando un botón grande en un teléfono especialmente adaptado.
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la persona que adiestró a Baby es Marilyn Pona, de Branson, Missouri, directora de Assistance Dog for Living [Perros de Servicio para la Vida]. Marilyn cree que los perros, prácticamente cualquier raza, pueden ser entrenados para este trabajo si el animal es muy cercano a su dueño y si éste presta atención a la manera especial y única en que el perro da la alerta. El entrenamiento es un proceso largo y comienza pidiéndole al humano que lleve un diario que le permita distinguir entre la actividad normal del animal y la que ella llama "comportamiento de comunicación". "Algunos perros dan la alerta saliéndose de la habitación", dice. "Otros comienzan a morder los pies de su amo y otros se agitan y se vuelven agresivos". Marilyn pasa muchas horas con el humano y con el animal. Cuando el humano sufre un ataque, Marilyn lleva al animal cerca de la boca del humano, incluso le ordena que lama sus labios, pues la teoría dice que, especialmente en los diabéticos, lo que el animal detecta es un cambio en el olor. Cuando el nivel de glucosa en la sangre está alto, el diabético emite un olor dulce y afrutado; cuando baja, emite un olor fuerte a amoníaco. Marilyn cuenta que una vez un perro alertó sobre una baja en el nivel de azúcar cuando su amo estaba bajo la ducha, aetrás de una puerta cerrada. Otra vez, un labrador que estaba entrenado para esperar a su dueña en la recepción del salón de belleza, sintió que algo no estaba bien; se acercó a ella, le alcanzó la cartera y esperó pacientemente .hasta que ella midió su nivel de azúcar y se llevó a la boca uno de los dulces que carga justo para esas ocasiones. Sharon Hermansen, adiestradora de Carolina del Norte, dice que en realidad ella no entrena a los perros, "sólo refuerzo una habilidad que es innata en ellos". Sharon entrenó un perro para Leigh Meyer, quien sufría de epilepsia. En 1995, después de un ataque en el que causó un choque múltiple y perdió la conciencia y la memoria reciente, Leigh quiso encontrar la forma de proteger a sus cuatro niñas pequeñas en ocasiones futuras. Aunque estaba controlada con su medicación, aún sufría ataques varias veces al año. Por esos días oyó hablar de los perros de servicio que alertaban
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sobre los ataques en humanos. Por lo menos, pensó, un perro bien entrenado podría avisarle con el tiempo suficiente para poner a sus niñas fuera de peligro mientras pasaba el ataque. Su búsqueda fue frustrante. Encontró que el perro y el entrenamiento podrían costarle entre diez mil y veinte mil dólares, cifra inalcanzable para ella; que tendría que dejar a su familia entre seis y ocho semanas y, para completar, que no le garantizaban el resultado. "Si fallamos, sólo obtendremos un perro que ama realmente a su dueño", dice Marilyn Pona, señalando que, de todos modos, el porcentaje de éxito es bastante alto. Finalmente, en un almacén de alimentos para mascotas Leigh vio la tarjeta de Sharon, especializada en obediencia y entrenamiento básicos de perros de servicio para discapacitados. la llamó enseguida. En la carnada escogieron a Boris por ser el más despierto, el que les mordía los zapatos y parecía estar pendiente de todo lo que estaba sucediendo. "No es necesario que sea un perro líder. Lo importante es que sean protectores, pero no muy dominantes ni territoriales porque impedirían, por ejemplo, el acceso de los paramédicos en caso de un ataque en un centro comercial". Boris era bullicioso. Se comía la ropa, las medias, los muebles y los controles remotos. "Más de una vez mi esposo estuvo a punto de estrangularlo", dice Leigh. Un día, mientras Leigh estaba en el baño y su esposo james en la cocina, Boris comenzó a gemir y a caminar nerviosamente. james pensó que el cachorrito de tres meses quería salir o jugar, pero de pronto escuchó el ruido de la cabeza de Leigh contra el piso del baño. Leigh había tenido un ataque y Boris lo había presentido, aunque ella estuviera detrás de una puerta en otra habitación. En ese momento, su entrenamiento estaba apenas comenzando. Más tarde aprendió muchas habilidades para poner a salvo a las niñas si a Leigh le daba un ataque. Sharon y Leigh le enseñaron a mantenerlas lejos de la estufa, a cerrar las llaves de la ducha y a quitar el tapón de la tina. Con el tiempo se volvió más insistente al avisar que un ataque estaba por venir. En una ocasión, le hizo quitar a Leigh las
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manos del teclado del computador e hizo rodar la silla por el estudio diez minutos antes del ataque. "Sólo se alborotaba cuando algo estaba por suceder, un ataque o una fuerte migraña", dice Leigh. "Hacia lo que fuera por llamar mi atención. Por lo general, algún comportamiento extraño que no hubiera mostrado desde que era un cachorro". Y ésa era la señal para que Leigh se asegurara de dejar a las niñas en un lugar seguro mientras ella esperaba en su sillón a que pasara el ataque. Desafortunadamente, una de las niñas desarrolló alergia a Boris y tuvieron que dárselo a otra familia. Lo reemplazaron por Lani, un caniche estándar que también mostró grandes dotes. En tres meses aprendió las reglas de obediencia básica. Adquirió las mismas habilidades de Boris. Además, vigilaba a las niñas cuando jugaban en frente de la casa y ladraba con fuerza si alguna de ellas se iba a la calle. Si la familia se separaba en un almacén -unas niñas con Leigh, otras con James-, Lani se ponía nerviosa, sus instintos le decían que debían estar todos juntos. Y cuando Leigh sufría un ataque, se aseguraba de que las niñas estuvieran fuera de peligro y se sentaba sobre el sillón, ayudando a sostener a Leigh para que no se hiciera daño. Como Boris, Lani se ponía insoportable unos diez a veinte minutos antes de un ataque. Un día, Lani empezó a _gemir y a correr entre Darden, la bebé de seis meses, y Leigh. Leigh llegó a tiempo para ver que su bebé había tenido lo que se llama un ataque relámpago, un destello de episodio que recorre al bebé en unos segundos. Inmediatamente después, Darden soltó un grito aterrador que, para Leigh, significaba que la niña estaba sufriendo migraña, como ella misma después de los ataques. Darden fue hospitalizada para someterla a observación. La neuróloga pediatra le hizo un electroencéfalograma y pudo comprobar cómo Lani se puso inquieta unos cinco a diez minutos antes de que la máquina registrara las ondas cerebrales de Darden al tener otro ataque. ¿Cómo se explica esta capacidad de los perros? ¿Huelen algo, notan un cambio de conducta o algo en el campo electromagnético?
Los entrenadores por lo general rechazan la idea del cambio de conducta, porque muchos de los perros detectan los ataques a través de puertas cerradas. Deborah Dalziel, investigadora de la Universidad de Florida, en un estudio financiado por Able Trust, una organización caritativa dedicada a conseguir empleos a los discapacitados, hizo un seguimiento de epilépticos que tenían perros. El 10 por ciento de los perros alertaba a su amo sobre los ataques. Durante éstos, todos los humanos experimentaron las mismas cinco auras (cambios en la percepción sensorial, tales como ver destellos blancos o agudizar el sentido del olfato). Tal vez lo que sienten los perros es un cambio electroquímico provocado por el aura. Antes de que ocurra un ataque, la actividad eléctrica en el cerebro aumenta. Según médicos franceses en informes publicados en The Lancet, siete minutos antes de un ataque epiléptico es evidente el incremento de las cargas eléctricas en el cerebro. Una teoría afirma que los perros sienten estas cargas eléctricas, del mismo modo en que pueden, bajo un cielo azul, detectar una tormeu.ta que se avecina. "Es frecuente que los miembros de la familia sepan cuándo su pariente va a sufrir un ataque. En eso, las madres son las mejorés", dice Bill Bell, director del Centro para la Epilepsia del Centro Médico Bautista de la Universidad de Wake Forest, en Winstom-Salem, Carolina del Norte. "Tal vez los perros son como las madres: no saben cómo saben, sólo saben". ¿De dónde viene este sexto sentido canino? La explicación predominante apunta al extraordinario sentido del olfato de los perros. "Antes de un ataque, en el cerebro se produce alguna actividad anormal", dice en una entrevista al Reader's Digest Steven Schachter, profesor asociado de neurología en la facultad de medicina de Harvard y presidente de la Fundación para la Epilepsia, de la Junta Consultiva Profesional de Estados Unidos. "Es probable que esto, a su vez, produzca sudor o alguna otra secreción poco habitual que un perro pueda percibir por el olfato". El cardiólogo de Mike Lingenfelter, Eugene Henderson, sos-
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pecha que Dakota detecta cambios en la química sanguínea de Mike, los cuales empiezan a producirse horas antes de que tenga un ataque cardíaco. Duane Pickel sigue investigando, con la ayuda del Instituto Smithsonian, cómo su schnauzer George podía detectar los melanomas por el olfato. Sin duda, lo que huelen los perros que detectan ataques diabéticos debe ser horrible, porque hasta los humanos, con nuestro primitivo olfato, podemos sentirlo. Volviendo al comentario de Bill Bell, tal vez la nariz canina simplemente sabe. Larry Myers, de la facultad de veterinaria de la Universidad de Auburn, ha probado las capacidades olfativas de más de tres mil perros. Ha demostrado que la nariz humana, relativamente pequeña, contiene solamente de cinco a quince millones de receptores de aromas, y que sólo una pequeña porción del cerebro interpreta las señales que envían estos receptores. Por el contrario, la nariz del perro tendría hasta 250 millones de receptores. Además de la diferencia en el número de receptores olfativos, los perros pueden detectar algunos olores con una sensibilidad diez millones de veces mayor que la de los humanos. Los resultados que Duane Pickel obtuvo con su schn3J.1zer George están siendo formalizados por Kim Walker y su esposa, Dianne Beidler Walker. jim comparó la agudeza de una nariz con una cámara digital profesional. Para hacer una mejor cámara digital no se requieren mejores receptores, dice, sino una mayor cantidad de ellos. Con el número insignificante de receptores olfativos que tenemos los humanos y la diminuta cantidad de materia gris dedicada al olfato, si mucho podemos oler una colonia barata en un salón, mientras que un perro macho puede oler a una perra en celo en toda la ciudad. Entre el humano y el perro hay un pacto antiguo que se forjó alrededor de las fogatas mediante el contacto físico, como resultado del respeto y la necesidad mutua. El hombre aprendió que los lobos podían ser sus ojos, sus oídos y su nariz, protegiéndolo así de los peligros que lo acechaban y ayudándolo en la cacería. A su vez, los lobos se fueron acostumbrando a que el hombre les diera la
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comida, perdiendo poco a poco su afición por la caza. Hoy, sacamos provecho del extraordinario sentido del olfato canino para detectar desde cadáveres hasta bombas, desde drogas hasta personas desaparecidas. Tomando en conjunto la evidencia y la experiencia, no resulta tan sorprendente que un perro pueda detectar un cáncer o alertar sobre crisis diabéticas o ataques epilépticos. Pero los perros son más que simples mecanismos sensoriales superiores que ayudan a nuestra salud y bienestar. Como dice Harold Krug, el veterinario de Dakota: "Creo que muchos perros tienen la capacidad de alertar sobre un ataque cardíaco, pero muchos te miran y piensan que no vale la pena decírtelon. Es una broma del doctor Krug, pero nos lleva a un aspecto muy interesante de los animales de servicio. Para los perros de servicio psquiátrico, lo más importante es el vínculo afectivo con su amo. Su mayor contribución a sus compañeros humanos es la seguridad de una presencia sin fallas con la que pueden contar en momentos difíciles. Cualquiera de ellos dirá que, como la muerte y los impuestos, los animales de servicio son una de las cosas seguras de la vida. A diferencia de los perros de servicio psiquiátrico, los guías para ciegos deben realizar muchas tareas impresionantes. Por esta razón, en la organización más antigua de perros de servicio, Guide Dogs for the Blind (Perros Guía para Ciegos], se trabaja cuidadosamente en su reproducción para asegurar cierto tamaño y resistencia. Pasé un momento muy agradable cuando visité la sede de Guide Dogs en San Rafael, California. Un equipo de voluntarios va una vez a la semana para jugar con los cachorros de golden retriever, labrador y pastor alemán. Son llamados "socializadores de cachorrosn y su objetivo es que los cachorros se acostumbren, prácticamente desde que abren los ojos, a los humanos amistosos y amorosos. Los cachorros la pasan muy bien desde el comienzo. Sp infancia es monitoreada por cámaras de video para vigilar que su madre los cuide bien. Una vez destetados, pasan parte del día jugando en un jardín donde tienen pelotas, cuerdas y muchos juguetes. Los socializadores
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anotan en un registro si se sobresaltan fácilmente, si son tímidos o si manejan bien la traílla. A las ocho o diez semanas de nacidos son entregados a otros voluntarios que se ofrecen a cuidar de los cachorros durante un año o más siguiendo normas muy estrictas de dieta, obediencia, ejercicio y socialización. Los perros van a todas partes con su familia humana para que durante el mayor tiempo posible sean parte integrante del mundo. Representantes de Guide Dogs los visitan regularmente para vigilar el cumplimiento de las normas y resolver problemas eventuales. Un perro puede ser retirado en cualquier momento del programa de Guide Dogs (Perro guía) si, por ejemplo, muerde a alguien, muestra fuertes impulsos de cazador, se sobresalta al escuchar ruidos agudos o no cumple órdenes. En ese caso, se le asigna otra "carrera". Cuando cumplen un año o año y medio, los perros regresan a s~n Rafael para una evaluación médica general y para que el equipo de adiestramiento determine si son física y temperamentalmente aptos. Son muchos los que no cumplen los requisitos. Menos de la mitad en cada año terminan siendo verdaderos guías o siendo utilizados como sementales. Una vez elegidos los que ingresarán al programa de perros guía, el equipo de adiestramiento entra en escena. Trabajan durante todo el día con los perros, llevándolos al centro comercial y familiarizándolos con las escaleras eléctricas, las multitudes, las aceras, los cruces y el caos general de la vida urbana y suburbana. Durante esta etapa es posible que algunos perros sean descalificados por problemas de comportamiento o de temperamento. Simultáneamente, cada dos semanas llegan grupos de ciegos para comenzar el entrenamiento con los perros guía que serán sus compañeros. En primer lugar se les enseña a usar las órdenes que los perros ya han aprendido. Los entrenadores observan cuidadosamente a los estudiantes porque la pareja de humano y animal que van a formar debe durar de ocho a diez años. "El entrenamiento va rnás dirigido a la relación que a las tareas", dice Bonnie Bergin,
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presidenta del Instituto de los Perros de Servicio y fundadora de Canine Companions for Independence [cc1, Compañeros Caninos para la Independencia). "Debemos asegurar que la personalidad del perro sea compatible con la del humano, en sus intereses y en la respuesta a las cosas, de modo que no sea un esfuerzo para la persona lograr que el perro haga lo que hay que hacer. Es como una pareja de baile en la vida". A los tres días, después del almuerzo, finalmente conocen a sus nuevos compañeros. "Es tal la expectativa que uno ni siquiera recuerda qué almorzó", dice Ken Altenburguer, un ciego que administra la guardería en Guide Dogs. Su perro, Honcho, duerme a sus pies. "Uno sólo piensa en el perro. Ese día, uno oye por primera vez el nombre del perro y empieza a darse cuenta de que es una realidad. Cuando nos presentaron, Honcho se echó a mis pies y ahí se quedó". Empiezan el entrenamiento aprendiendo a manejar aceras y cruces dentro de los límites de Guide Dogs. Los estudiantes muestran de inmediato más seguridad y velocidad al caminar. Cuando ya están familiarizados con l.fis órdenes y con el perro, los entrenadores los llevan a un centro comercial y a San Francisco por la noche y durante el día, para que aprendan a manejarse en la gran ciudad. A las dos semanas se hace la graduación de los equipos de humano y animal, en una ceremonia muy conmovedora que siempre, aunque la hayamos visto docenas de veces, nos hace aguar los ojos. Los perros guía no tienen ningún costo para los ciegos, lo cual significa que la organización siempre está recaudando fondos que le permitan entregar estos perros a quienes los necesitan. En algunos casos, grupos cívicos como los Leones o los Kiwanis pagan el valor de un perro. En otros casos, hay donantes privados generosos que patrocinan un perro. La propuesta es costosa, pues cada perro tiene un costo estimado de setenta mil dólares, cálculo en el cual se tiene en cuenta la elevada tasa de animales que no califican para el programa, cercana al 50 por ciento. Por esta razón, Guide Dogs y otras organizaciones similares como cc1 tienen programas intensivos de crianza que ponen
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mucho énfasis en la genética para sacar perros cada vez más perfectos. Hay una gran demanda de perros para ciegos y para otros discapacitados, como los que tienen problemas de audición. Se requieren perros robustos, no muy pesados, de buenas caderas y lomo fuerte y sin problemas visuales como cataratas. Los programas de crianza se han convertido en intensas sesiones de estrategia matemática donde los especialistas examinan los rasgos genéticos de los ancestros de un perro hasta cinco generaciones atrás para determinar si ese perro ingresa al programa. Los instructores de todas estas organizaciones deben adaptarse a las necesidades cambiantes de sus clientes. Guide Dogs, por ejemplo, fue fundada en 1942 al servicio de los veteranos ciegos que regresaban de la Segunda Guerra Mundial, cuyo único problema, por lo general, era la ceguera. Hoy en día, los estudiantes de cc1 y de Guide Dogs tienen otros problemas físicos y, en su mayoría, pertenecen a la tercera edad. "Los perros ahora deben ser tranquilos y discretos, muy manejables", dice Patty Olsen, presidenta de Guide Dogs. "Además, hoy deben trabajar en entornos más complejos, con escaleras eléctricas y todo tipo de sistemas de transporte". Un reto cada vez más importante para los perros lo constituyen los autos, que cada vez son menos ruidosos y resultan más difíciles de escuchar. Existe también la organización Paws With a Cause (PwAc, Patas con una Causa] que, a diferencia de las anteriores, siempre ha intentado utilizar animales de los refugios. En 2000, el 98 por ciento de los guías para sordos y el 30 por ciento de los perros de servicio fueron sacados de los refugios. Sin embargo, cada vez es más difícil encontrar en los refugios animales que cumplan todo~ los requisitos del programa. Se usan entonces perros donados por criadores o por particulares, u obtenidos en un pequeño programa de reproducción. PWAC empieza por pedirle a sus clientes que filmen su casa y especifiquen sus limitaciones físicas y sus fortalezas para poder escoger el perro que mejor se adapte a sus necesidades. Después
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de un entrenamiento intensivo de dos semanas en las instalaciones de PWAC, un instructor empieza el entrenamiento del perro y de la persona en su casa, en su lugar de trabajo o en ambos sitios. Mike Sapp piensa que este enfoque es mejor que el de la enseñanaza en grupo. "Un mismo perro no sirve para un estudiante universitario y para una mujer de cincuenta años", dice. Terminado el entrenamiento, los instructores regresan cada dieciocho meses para refrendar la certificación, porque en la mayoría de los casos se trata de personas con discapacidades que van cambiando, sobre todo en las de más edad. "Si la persona ya no puede, por ejemplo, prender las luces, entrenamos a su perro para que realice esta nueva tarea", dice Mike. En PWAC se entrenan perros para muchos tipos de discapacidades: parálisis cerebral, distrofia muscular, esclerosis múltiple y lesiones de la médula espinal. En estos casos, los perros deben aprender a empujar sillas de ruedas, abrir puertas pesadas, recoger objetos caídos, prender y apagar luces, alcanzar medicamentos, descolgar el teléfono cuando suena, meter y sacar la ropa en la lavadora y alcanzar alimentos y bebidas. Hay un entrenamiento especial para los perros de servicio para sordos. Uno de los entrenamientos más sorprendentes en PWAC y en otras organizaciones como Independence Dogs lnc., en Chadds Ford, Pennsylvania, es el de los perros de servicio para la enfermedad de Parkinson, que produce rigidez en los músculos y temblores involuntarios. Los pacientes de Parkinson dicen que lo más frustrante de su enfermedad es sentirse como prisioneros en su propio cuerpo, rígido y descoordinado. Mi padre tuvo esta enfermedad, por eso conozco bien sus efectos perturbadores. Según los expertos, los medicamentos son eficaces para controlar los temblores y la rigidez muscular, pero no para la inestabilidad postural o los bloqueos. Cuando un paciente se bloquea, el cerebro se mueve pero los pies no. No se siente débil, o sea que sigue intentando moverse hacia adelante, pero no logra hacerlo. Este bloqueo causa ansiedad
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y las personas tienden a aislarse socialmente. Los medicamentos casi nunca ayudan, los perros sí. Un animal de servicio especialmente adiestrado puede tocar el pie del enfermo de Parkinson y éste comienza a moverse de nuevo. Es como una imposición de patas, y el resultado es instantáneo. Fue Matthew Stern, director del Centro para los Trastornos del Movimiento y la Enfermedad de Parkinson en Filadelfia y profesor de neurología en la Universidad de Pennsylvania, quien le sugirió a Jean King, fundador de Independence Dogs Inc., darles este adiestramiento a los perros. Una vez entrenados, los perros no solamente pudieron desbloquear al enfermo con un golpe de su pata, sino que aprendieron también a anticipar el bloqueo y evitar que se produjera. Peter Morabito, de 61 años, odontólogo jubilado de Potomac, Maryland, padece la enfermedad de Parkinson hace dieciséis años y ha tenido dos perros entrenados por Independence Dogs. Actualmente, su perro es un gran danés llamado Niles. Los gran daneses son buenos para los enfermos de Parkinson porque son tiernos, grandes, fuertes y sensibles. Peter usa a Niles para la estabilidad y el equilibrio. Camina con él como si fuera un bastón de cuatro patas a su lado izquierdo y usa una muleta en el lado derecho. Hay días en que Peter se cae hasta cuarenta o cincuenta veces, y Niles lo ayuda a levantarse. . Dependiendo de cómo estén obrando sus medicamentos, Peter se \ bloquea de diez a veinte veces al día y Niles se para sobre sus pies para desbloquearlo. El mayor beneficio es que lo hace feliz. Cuando está en público, a veces la gente cree que está borracho o drogado, pero al ver a Niles se tranquilizan. "Los perros humanizaron a Peter frente al público", dice su esposa Marilyn. El doctor Stern quedó sorprendido por el apoyo emocional que los perros significan para los enfermos de Parkinson. "Las mascotas ayudan maravillosamente con los problemas físicos y emocionales", dice, y cuenta que ahora siempre les recomienda a sus pacientes tener una mascota, que no es precisamente lo que le enseñaron en
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la universidad. "El único problema es que toma meses entrenar a uno de estos perros y no hay suficientes para satisfacer la demanda". Ed Eames cuenta la historia de Kirby, su perro, que tuvo un problema que parecía imposible de resolver. Kirby aprendió muy rápido dónde quedaba su banco y cuáles eran los restaurantes favoritos de Ed. También era un buen compañero de viaje, algo necesario para Ed y su esposa Toni, ciega como él. Ellos viajan juntos por todo el país dando conferencias sobre los problemas de acceso de los discapacitados. A los seis años, a Kirby le diagnosticaron un cáncer en la pata delantera derecha. Esta noticia afectó mucho a Ed y Toni. Sufrían por Kirby y no querían cambiar tan pronto de perro. Los estudiantes de la facultad de veterinaria de la Universidad de California en Davis, donde Ed y Toni daban una conferencia el día del diagnóstico, se opusieron a que Kirby fuera retirado como perro de servicio una vez que le amputaran su pata. Citaron muchos ejemplos de perros que seguían trabajando aun con tres patas. Insistieron en que Kirby podría seguir haciendo su trabajo si las extremidades restantes eran fortalecidas. De regreso a casa, los Eames se divertían recordando el optimismo de los estudiantes. Un perro de tres patas sería como una mesa de tres patas, no muy firme. Imaginaban que tal vez Kirby se caería en la acera. Pero después de la amputación, Kirby siguió igual de animoso y parecía igual de fuerte. Decidieron darle la oportunidad y contrataron a un niño del vecindario para que ayudara a fortalecerlo sacándolo a correr todos los días por el parque. "Cojeaba mucho, pero nos dimos cuenta de lo fuerte que era". Resolvieron reforzarle el arnés para que el peso descansara más sobre sus tres patas, y Kirby conservó su empleo. ¿Pensará la gente que estamos abusando de este perro discapacitado?, era la preocupación de los Eames. Pero Kirby fue aceptado públicamente, en parte por su cola, que formaba un círculo completo y siempre se estaba moviendo, y porque siguió siendo muy alegre y siguió amando su trabajo. Con el tiempo, los Eames
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entendieron que su importancia iba más allá de su actitud siempre feliz. Se convirtió en un símbolo y en un tema frecuente de sus conferencias, pues Kirby representaba lo que muchos desean en la comunidad de los discapacitados: el derecho a seguir trabajando. Como dice Ed: "Muchos como nosotros, que somos ciegos y sordos, sólo pedimos eso, que nos den una oportunidad. Con algún pequeño ajuste, podemos hacerlo".
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Tercera edad: el amor de una mascota siempre hace milagros
MI MADRE, VIRGINIA, BROMEA DICIENDO que SU segundo nombre, Solita, pasó a ser "Solía" desde que cumplió setenta años. Por ejemplo: Virginia Solía medir 1,60 metros de estatura; Virginia Solía tener una visión 20-20; o Virginia Solía manejar la finca. Ella siempre enfrentó los momentos difíciles con humor. En Twin Falls, a donde se mudó en 1996, cuando mi padre murió, la gente la llama cariñosamente "la loca Virginia", porque anda por el pueblo contando los últimos chistes que leyó en Internet y con una cartera llena de caricaturas (casi siempre subidas de tono) para regalarle a quien se acerque a conversar con ella. Presume de que "al verme venir, las personas siempre saben que algo las hará reír". Hay que conocer muy bien a mi madre para adivinar la tristeza que esconde tras su permanente sonrisa. Más allá del ingenio, las tres frases que usa para bromear con su nombre describen el panorama de la pérdida que sufrimos al envejecer: perdemos la estatura y la agudeza de los sentidos y dejamos de hacer aquello que definía nuestra identidad. El problema de esa broma para mí es que yo aún veo a mi madre como ella solía ser. No pienso tanto en lo que ha perdido como en lo que perdura en ella. ¿Qué importa si ya no tiene una visión 20-20? Aún tiene los ojos más agudos. Yo no puedo ver cómo se encoge, porque para mí sigue siendo una persona de gran estatura.
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Mi recuerdo más lejano es su perfil contra el sol de primavera mientras manejaba el tractor a través de los campos. Y es una visión en primer plano, porque yo la veía, no desde la ventana en el horizonte, sino desde una cuna de madera que mi padre había amarrado al lado del tractor y que mi madre había acolchado con cobijas viejas. Cuando ya fui muy grande para la cuna, me asignaron algunas tareas. El día comenzaba a las cinco y media de la mañana, cuando mi madre, con un vaso de agua en la mano, entraba en el cuarto que yo compartía con Bobby y cantaba su propia versión del toque de Diana: "Es hora de levantarse, de levantarse, por la mañana". Y nos teníamos que levantar, pues de no hacerlo ella derramaba el agua sobre nuestra cabeza. Pasadas las dos horas en que ayudábamos en algunos oficios y en el ordeño de las vacas, mi madre nos servía un abundante desayuno que nos daba más calorías en una sola sentada de lo que consumo hoy en todo un día. Siempre nos daba huevos con tocineta o salchichas, cereal caliente en invierno y frío en verano, además de panqueques o waffles, y tomábamos leche entera de nuestra mejor vaca holstein. Además de ocuparse de la casa, mi madre llevaba las cuentas, negociaba todos los contratos y manejaba a los trabajadores temporales. Para mí, eran como dos gigantes trabajando la tierra: mi padre parecía el coloso de los campos, doblegando la naturaleza a su voluntad, y mi madre era una artista manejando la casa con sus hábiles negociaciones. Pero a medida que envejecieron, cambiaron las proporciones del mundo que los rodeaba. De tener una familia grande a trav~de la cual se conectaban con la vida de la comunidad, pasaron a vivir solos. Mis hermanas se fueron primero; luego, mi hermano se estableció con su familia a doscientos kilómetros de allí. Yo abrí mi consultorio veterinario con un socio en Twin Falls, Idaho, a unos cincuenta kilómetros. Allí empecé mi familia con Teresa, pero ahora vivimos en el extremo opuesto del estado, casi a mil kilómetros de nuestra finca. Cuando mi padre se retiró, en 1982, arrendó la tierra a otro
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agricultor pero siguió viviendo en la casa. Por fortuna, el arrendatario era tan exigente como él, pues de lo contrario no lo habría soportado. Con el tiempo, empecé a preocuparme porque, sin distracciones y con muy pocas responsabilidades -tan sólo unas vacas que cuidar-, mi padre tenía unos tremendos cambios de humor que resultaban difíciles para mi madre. El médico le había recetado algunos medicamentos para esto, pero la mayor parte del tiempo no sabía en qué ocuparse. Algunas veces llegaba a mi clínica y me pedía que lo dejara barrer el parqueadero, sólo para sentirse útil. Pensé que un perro le ayudaría a manejar la depresión. En una edad en que cada vez menos criaturas dependían de él, quizás un perro era lo que necesitaba para sentir deseos de levantarse cada mañana. Un día estuve sentado durante más de una hora en medio de una camada de schnauzers miniatura tratando de imaginar qué personalidad debería tener la mascota ideal para él. Mi padre nunca había tenido su propio perro, o sea que la escogencia resultó más difícil de lo que pensé. Elegí el macho más grande, más oscuro, uno que se asemejara en algo a mi padre. Cuando llegué a la puerta de su casa y les mostré la sorpresa que llevaba oculta bajo mi abrigo, fue amor a primera vista. Le puso por nombre Pepsi, como su gaseosa favorita, y se volvieron inseparables. Poco después, mi madre consiguió para ella otro schnauzer al que llamó Ginger. Funcionó de maravilla. Adonde fueran los abuelos, iban los perros. Cuando la conversación con mis padres degeneraba en quejas o se convertía en una sarta interminable de problemas de salud, era muy fácil evadirla con sólo preguntar por los perros, a quienes adoraban más a que a sus propios nietos. Cuando viajaban en verano, siempre llevaban agua congelada para refrescar el sitio donde dormían los perros. Me enloquecían cuando iba de pasajero, pues podían pasar hasta quince minutos dando vueltas en el parqueadero hasta encontrar un sitio con sombra para que los perros estuvieran cómodos mientras entrábamos al centro comercial. Siempre insistían en tres aspectos de seguridad y comodidad para sus mascotas: sombra,
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bolsas de hielo y la ventana abierta o el aire acondicionado encendido cuando el auto estaba andando. A los niños, las mascotas les enseñan responsabilidad y dedicación. A las personas de edad, les proporcionan un medio para conservar esas mismas habilidades. Es un lugar común de la cultura popular y un tema recurrente de los dibujos animados ver a los abuelos jugar sin vergúenza con las mascotas. Es tal el deleite de las personas mayores con lo que pueden hacer por sus mascotas que el vínculo afectivo que se crea entre ellos puede ser realmente almibarado, pero significa un aliciente y un motivo para la vida. Así lo demuestran las investigaciones médicas y veterinarias que se han realizado en este campo. Las personas mayores que tienen mascotas van menos al médico que las que no las tienen, de acuerdo con un estudio realizado por judith Siegel, profesora de salud pública de la Universidad de California en Los Ángeles, con cerca de mil pacientes de Medicare. El ]ournal of the Royal Society of Medicine confirmó este resultado en un estudio que, por su lado, demostró que tan sólo un mes después de haber adquirido un perro o un gato, los problemas leves de salud de las personas de edad, tales como articulaciones dolorosas, fiebre del heno, insomnio, estreñimiento, ansiedad, indigestión, gripas y resfriados, cansancio general, palpitaciones o dificultad para respirar, dolor de espalda y dolor de cabeza, disminuían en un 50 por ciento. En un estudio realizado en la Universidad de Montana, se pidió a personas de la tercera edad señalar entre una lista las razones por las cuales adquirían una mascota. Tener compañía fue la respuesta de más del 70 por ciento; el 52 por ciento afirmó buscar amor y afecto, y el36 por ciento dijo buscar protección, necesidades especialmente agudas en este grupo de personas. De igual importancia para su salud es tener algo que las mantenga activas y las impulse a salir al mundo. En un estudio canadiense, la profesora de salud comunitaria Parminder Raina, de la Universidad de Guelph, utilizó la escala de actividades de la vida cotidiana para comparar, en más de mil personas de edad, la autosuficiencia
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de las que tenían mascotas con la de aquéllas que no las tenían. Esta escala pregunta si la persona puede realizar sin ayuda tareas sencillas como levantarse y acostarse, comer, vestirse, bañarse y arreglarse. Las que tenían mascotas resultaron más activas y los puntajes permanecieron casi idénticos para ellas durante el año que duró el estudio, mientras que disminuyeron para las que no tenían mascotas. Al comenzar el estudio, la doctora Raina pensó que este efecto se aplicaba únicamente a las personas que tenían perros, porque los perros suelen ser más activos y exigentes que los gatos, pero se sorprendió al descubrir que los puntajes eran altos tanto en los dueños de perros como de gatos. "De algún modo esto se relaciona con el sentido de responsabilidad, con la necesidad de cuidar a otro", dijo. En 1996, los investigadores de Colorado establecieron un vínculo directo entre el hecho de tener una mascota y la mayor actividad en las personas mayores. Las que tenían una mascota caminaban distancias más largas y presentaban índices más bajos de triglicéridos que las que no tenían mascotas. Igual resultado arrojó un estudio realizado en 1993 por Lynette Hart, profesora de veterinaria en la Universidad de California en Davis, quien siguió a las personas de edad que caminaban con sus mascotas o sin ellas a través de un parque de casas rodantes en el que vivían. Encontró que las que llevaban perro caminaban el doble que las que no llevaban, y demostraban una mayor satisfacción con su vida social y física y con sus estados emocionales. Lynette Hart también estudió los tipos de conversación de las personas mayores que tenían perros. Hablaban amorosamente de sus mascotas, usando sus apodos y contando sobre sus hábitos y necesidades y, al pasearlas, la gente las abordaba en la calle para preguntarles por su perro. Tener un perro era un rasgo positivo de identificación para ellas, sin importar otros aspectos de su vida. Virginia "Solía" también es una prueba de esto. Mi madre se las arregla para deslizar con orgullo en cualquier conversación el hecho de que "se me conoce por ser la mascota de los schnauzers".
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Una de las observaciones más interesantes de la doctora Hart surgió de manera subsidiaria en el estudio. Descubrió que las personas que no tenían un perro sólo hablaban del pasado, mientras que las que si tenían su mascota hablaban del presente. En mi opinión, esta observación secundaria es uno de los resultados más impactantes de este estudio. Muchas personas mayores creen que todas las cosas buenas sucedieron en el pasado y que los días se van como las hojas del almanaque. Los animales las traen al presente y le conceden valor al momento. El mismo fenómeno ha sido observado en los estudios de cómo disminuyen el ritmo cardíaco, la presión arterial y el estrés al consentir a una mascota: trayendo al presente al individuo hipertenso o estresado y, a través de la mascota, dándole valor a algo aquí y ahora. Tal vez esto explica en parte que nuestros viejos se vayan volviendo cada vez más dependientes de sus mascotas cuando necesitan apoyo emocional en tiempos difíciles, algo que también demostró el estudio realizado por Judith Siegel, diseñado para examinar el apoyo que las mascotas brindan a las personas de edad en momentos de estrés. Por ejemplo, luego de perder a un cónyuge o a un amigo cercano, las que no tienen mascota acuden más al médico que las que sí tienen. Otro interesante estudio realizado en Kansas por Carolyn Keil intentó medir la manera en que las personas mayores se apegan a sus animales. ¿Cómo pasaban su tiempo juntos cuando el humano no se sentía de buen ánimo? Carolyn Keil estableció una correlación entre los puntajes de estrés y soledad y las mejores características de las mascotas señaladas por los sujetos del estudio. Los que se sentían más solos y estresados calificaban como muy importante la capacidad de sus mascotas para mirarlos de un modo tranquilo. Mientras mejor les parecía la mirada de su animal, más apegados se sentlan a él. Pero en este estudio falta el tema del contacto físico. Todos sabemos que quien tiene una mascota no se limita a mirarla y admirar su belleza desde lejos tratando de hacer contacto visual. Siempre
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acariciamos su suave piel mientras observamos su amorosa mirada. "Es frecuente que los viejos sientan que no merecen amor y afecto", dice Timothy Tobolic, miembro de la Academia de Medicina Familiar de los Estados Unidos. "Y de esto, las mascotas dan en abundancia y de manera consistente". El contacto físico es algo que todos necesitamos, pero las personas mayores son las que menos lo reciben. Mara Baun, profesora de enfermería en la Universidad de Texas, que ha investigado la relación entre las personas de edad y sus mascotas en los hogares de ancianos, ha observado la torpeza con que los hijos ya adultos abrazan a sus padres. "Cuando se llega al punto del contacto físico, es como si entrara en juego toda una vida de relación con esa persona, llena de cosas en el fondo", dijo. "Pero nada de eso existe con los animales". Sin embargo, lo que no pueden cuantificar los estudios es que la relación con una mascota es una relación real con una criatura que tiene su propia mente. No es sólo mirarla, acariciarla y reducir el ritmo cardiaco. También se trata de risas, de distracción y de peleas. Conocí a Don y Sharon Dooley en 1990 durante una conferencia de expertos en administración veterinaria. Sharon, sonriente y amable, con su pelo recogido en un moño, tenía, sin embargo, una mirada opaca. Había sido operada de los oídos en 1982 y desde entonces había comenzado a quejarse de dolores de cabeza. Poco a poco fue perdiendo la memoria hasta que, a los 49 años, se le diagnosticó un daño cerebral que le afectaba la memoria y sus capacidades analíticas. Fue necesario internarla en Üna institución especial y Don se quedó viviendo solo en el gran espacio que había compartido con su esposa y con su gato Suertudo durante tantos años. Don visita a Sharon todos los días. Y en casa, "estamos trabajando nuestra relación con Suertudo", dice. La primera disputa tuvo que ver con cuál de los dos era el verdadero dueño del escritorio de Don. Cuando Sharon se fue, Suertudo comenzó a sentarse justo en medio del escritorio mientras Don
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intentaba trabajar. Una vez, Don estuvo fuera casi todo el día y Suertudo se había quedado encerrado en el estudio. Al regresar, Don encontró que el gato se había hecho popó debajo del escritorio y había ocultado el vergonzoso episodio con unos papeles que había tomado del escritorio. Don no le permitió entrar al estudio durante unas dos semanas. Al final, Suertudo se salió con la suya y aprendió a quedarse en una esquina del escritorio. También aprendió en qué rincones del jardín puede hacerse para que no lo alcancen los chorros que Don sorpresivamente le echa con la manguera. Los investigadores no pueden cuantificar lo que una mascota aporta a un hogar con esa espontaneidad. La voz de Don se oye llena de amor mezclado con resignación cuando cuenta que, en sus visitas diarias, le lleva animales de peluche a Sharon, quien hoy muestra el alegre entusiasmo de un niño en un campo de verano perpetuo. Cambia el tono por uno divertido e impaciente cuando habla de Suertudo: "Si Suertudo se muriera, pronto conseguiría otro gato en el refugio, uno viejo como yo", dice Don. "Tuve aquí unos días a mi nieta, pero los gatos son mejores. Nunca me falta al respeto ni me levanta la voz". La relación de Don con Suertudo le brinda a su vida amor y humor. Algo muy diferente a lo que se siente al entrar en la casa de un anciano que vive solo, que deja el radio prendido todo el día para que haya otra voz en la casa, que se asusta al contestar el teléfono porque no ha oído el timbre en varios días. De pensar todo el tiempo en las pérdidas y las enfermedades, cualquiera siente lástima por sí mismo. Para una mujer como mi madre, que fue el centro de una familia grande, no tener algo de qué sentirse responsable sería una profunda y difícil pérdida de identidad. Cuando mi padre murió, mi madre tuvo miedo de quedarse sola en la fmca. La vendió y compró una casa nueva en una urbanización moderna en Twin Falls. A mí me parece claustrofóbica, sobre todo si se compara la vista que ella tenia desde la cocina de la finca a la que tiene hoy. Ella hablaba por teléfono desde esa ventana, que daba al sur, hacia las montañas de Nevada y Jarbidge, donde mi
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padre cuidaba las ovejas siendo joven. Había muy pocos árboles y adonde quiera que miraba, veía nuestros animales. Hoy, desde su cocina, ve las cercas traseras de cuatro vecinos, un pequeño jardín con algunas plantas bien cuidadas y unas estatuas de hierro de búhos y ciervos en lugar de los animales reales. La pérdida de la vista de la ventana de la cocina me duele más a mí que a mi madre, quien nunca lo menciona. A ella le fascina su diminuta casa blanca, construida completamente a su gusto. La pequeña chispa de espontaneidad que anima su ambiente son sus dos nuevos schnauzers, Peanut Butter y Shelby. Mi madre no se siente sola en absoluto. Me dice que los perros se sientan en su regazo cuando ella está jugando solitario o escribiendo correos electrónicos en su computador. Sé que están ahí cuando hablamos por teléfono porque me los pasa para que los salude. Trabaja como voluntaria en el hospital local y tiene programadas varias visitas diarias o semanales. Saber que ha echado raíces en la comunidad me ayuda a sentirme mejor por el hecho de que no nos vemos sino unas pocas veces al año. Y me alegra tanto como a ella que comience cada día saludando a sus perritos y que ellos salten de felicidad cuando mi madre vuelve a casa. John Stevenson sentía el mismo tipo de culpa con su anciana tía. "Ella siempre quería que yo la visitara los fines de semana", dice. "Todas las personas de edad que conozco necesitan algo en su vida que las mantenga ocupadas y activas. Para evitar que sientan lástima por sí mismas y que fomenten un sentimiento de culpa en sus hijos, pienso que deberíamos conseguirles una mascota". John Stevenson es el presidente de la North Shore Animal League de Long lsland, organización que inició en 1993 el programa "Senior to senior" [De mayor a mayor] con el objetivo de formar parejas de mascotas y personas mayores que tuvieran más o menos los mismos achaques y el mismo ritmo de vida. A pesar de los beneficios obvios de un animal para las personas mayores, sólo el 30 por ciento de las que viven solas tienen una mascota en su casa. Sabiendo que muchas de ellas dudan de
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conseguir una mascota porque piensan que va a costarles mucho o que no podrán mantenerla bien, el programa ofrecía el servicio de recogerlas y llevarlas gratis al veterinario y, una vez al mes, a la peluquería. La respuesta fue sorprendente y muy pronto los costos representaron una parte importante del presupuesto de la liga, por lo que hace dos afios dejaron de reclutar nuevos miembros. Hoy en día, el programa cuenta con unos quinientos miembros, la mitad de los cuales se mantienen en contacto semanal con su directora, jonnie Coe, quien afirma que "para muchos de ellos, la mascota es toda su vida". A través de las mascotas, el programa se ha convertido en un servicio social ad hoc para la tercera edad. "Mi hija presenta mi declaración de renta, mi vecino me recuerda cuándo debo tomar mis medicamentos, ya entregué mi licencia de conducir, pero nadie puede quitarme mi perro", dice Kitty Buckwalter, codirectora del Centro de la Tercera Edad de la Universidad de Iowa, para describir el estado de ánimo característico de las personas de edad. "En una época de la vida en que se acumulan sin tregua las pérdidas, la mascota es una constante. Son una fuente muy importante de solaz y de compafiía". Más allá de la compafiia, la mascota obliga a las personas de edad a mantener cierto nivel de vida. La escocesa Dorothy Alster, experta en educación, describió a una mujer que no paraba de presentar infecciones respiratorias porque se negaba a encender la calefacción en su casa. No creía que valiera la pena gastar tanto dinero en calefacción si ella era la única en la casa. Cuando consiguió un canario, comenzó a mantener la casa razonablemente caliente porque le habían dicho que eso era conveniente para la salud de su pájaro. Cuando una persona mayor tiene una mascota, rara vez se pregunta: "¿Para qué preocuparse?", cuando se trata de mantener el hogar y seguir una rutina para la salud y la seguridad del animal, lo cual redunda en su propio beneficio. Tal vez se piense que una mascota nunca puede reemplazar el cuidado amoroso de los miembros de la familia, o que es triste que estos viejos inviertan tanto de su vida emocional en sus mascotas.
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De acuerdo, sería mejor si estuvieran en el seno de su familia y en una comunidad que los invitara a salir y se preocupara por su bienestar. Pero si no lo están, la mascota se convierte en una chispa de vida. Mi amiga Lori Sweetwood, una terapeuta que hace terapia de grupo en hogares de la tercera edad en Nueva jersey, lo explica muy bellamente: "La calidad de vida es percepción tanto como hechos, es a la vez subjetiva y objetiva. Si una persona percibe que ya no es digna de amor y que ya nadie la necesita, entonces así es", dice Lori. "Si su sistema de creencias cambia y quiere mantenerse saludable para cuidar de otro ser, entonces si se siente digna de ser amada y toda su percepción del mundo es diferente". Hay otro aspecto más profundo del efecto que una mascota produce en las personas de la tercera edad al ponerlas en contacto con el mundo. La noción de biofilia expresada por el profesor de zoología Edward O. Wilson sugiere que el cerebro humano está disefiado para prestar atención selectiva a diferentes especies de plantas y animales. Según Wilson, el hecho de estar rodeado de diferentes formas de vida mantiene la agudeza de los sentidos y fomenta un sentimiento de bienestar. Ésta es quizás la razón de que la salud de las personas de edad que tienen mascotas siempre es mejor que la de las que no las tienen, independientemente de cuáles sean sus achaques. Si se cree, como yo, en la hipótesis de la biofilia, el contacto con los animales y las plantas y con el resto del mundo natural es un factor que contribuye a la buena salud. Esto fue evidente para mi cuando mi suegro, jim Burkholder, decidió dejar de'trabajar. jim trabajó toda su vida dirigiendo su propia compafiía maderera. Algunas veces tenía cuarenta hombres bajo sus órdenes, otras veces era simplementejim. Por lo general se internaba solo en las montafias durante una semana, durmiendo en un refugio de madera hecho por él mismo y que instalaba en la parte de atrás de un camión. Se acercaba a los setenta afios cuando la naturaleza le dio la sefial de que había llegado la hora de retirarse. Mientras aserraba un tronco que acababa de talar, la sierra falló y la cuchilla se le enterró
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en la pierna izquierda. Aunque el corte llegó hasta el hueso y destrozó la fibra muscular que salía por la herida abierta, a él no le pareció tan grave, se puso unas curitas y siguió trabajando. Luego, una rama se desprendió de un árbol y cayó desde una altura de tres metros, golpeándolo directamente en la cabeza. Después de tambalearse durante algunos minutos por el bosque tratando de recordar quién era y dónde estaba, bajó la montaña manejando, caminó hasta la puerta de su casa, se sentó en su silla en la mesa de la cocina y le dijo a Valdie, su esposa de cincuenta años: "Me retiro". Jim tiene más manías y hábitos que un adicto esquizofrénico. Durante cincuenta años ha usado una gorra verde, siempre ha llevado una navaja en el bolsillo derecho y un par de cortauñas en el bolsillo izquierdo, nunca olvida desenchufar la cafetera cuando sale de la casa y clasifica el dinero en su billetera por orden de denominaciones. Además, en la mesa del comedor tiene su propio puesto en la cabecera que mira hacia el interior de su diminuta casa y nunca lo cambia. Cualquiera se puede imaginar la sorpresa de Teresa y la mía cuando un día, poco después de haberse retirado, lo encontramos sentado en la otra cabecera. Al principio no lográbamos articular palabra. "¿Qué haces ahí?", le preguntamos incrédulos. Jim señaló la ventana que mira hacia el jardín, donde los pájaros estaban comiendo y las ardillas jugaban alrededor de un árbol. "Las ardillas me hacen reír", se limitó a decir. Nunca fue necesario convencer a Jim de que necesitaba la naturaleza. Se había ganado la vida con ella y pasó en ella gran parte de sus horas de trabajo, pero apreciarla no estaba en su lista. Cuando comenzó a pasar la mayor parte de sus días en el interior de su casa, la naturaleza significaba la supervivencia de su espíritu. Ya no miraba la colección de tazas de Valdie en la alacena ni la biblioteca combada llena de viejas revistas National Geographic. Ahora disfrutaba las flores, el estanque de los peces y, estirándose un poco, alcanzaba a ver el río Kootenai que corría a unos doscientos metros.
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Abandonó su puesto de poder en la cabecera de la mesa porque quería más tiempo para reír y más estímulos para sus sentidos. Miraba siempre su libro de las aves tratando de identificar otra vez la misma especie (lo olvidaba fácilmente) o espiaba con sus binoculares a una manada de gansos que dormitaba en un banco de arena en medio del río. Mantener los sentidos activos y estimulados es lo fundamental en la batalla para mantenernos jóvenes de cuerpo y espíritu. Mara Baun y Barbara McCabe, profesoras de enfermería de las universidades de Texas y de Nebraska, insisten en que los animales tienen la capacidad de ayudar a las personas de edad, sin importar cuál de sus sentidos las ha abandonado. Sugieren el uso de perros adiestrados cuando empiezan a decaer en el anciano los sentidos de la vista y el oído, y afirman que las personas mayores empiezan a consumirse, en parte, porque al perder el sentido del gusto y del olfato, la comida no les parece tan apetitosa. Las mascotas -dicen- las motivan a preparar los alimentos, además de brindarles contacto social a la hora de las comidas. Lori Sweetwood señala que la pérdida y el control son los aspectos más importantes de la vejez. "Las personas de edad ya no controlan ni cuándo pueden orinar, ni cuándo pueden comer; viven furiosas, retraídas, hoscas y sin esperanza". Cuando ella llega con su perra Shayna al hogar de ancianos, "la presencia de la mascota despierta de inmediato en todos un sentimiento de alegría. Durante esa hora, los que tienen Alzheimer recuerdan cosas. Los recuerdos son un remedio natural". Mara Baun decidió probar el efecto de los animales sobre las personas que ingresan en un hogar de la tercera edad porque se había observado un incremento en el número de muertes durante los tres primeros meses siguientes al traslado. Ya se había demostrado que los residentes eran más felices cuando había un perro. También, en otro estudio, se mostró que los que tenían pájaros en su habitación mostraban actitudes más positivas hacia sus compañeros y hacia el personal y tenían una mejor salud psicológica.
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Baun y los investigadores Jill jessen y Frank Cardiello pusieron jaulas de pájaros en las habitaciones de sólo algunos de los nuevos residentes. Esperaban que la presencia de unos alegres pajaritos podría mejorar la depresión, la soledad y el ánimo. Los residentes no debían abrir las jaulas y algún empleado se encargaba del cuidado de los animales cuando los residentes estuvieran fuera de su cuarto. Los investigadores observaron que el personal de salud y los ayudantes permanecían más tiempo en los cuartos donde había pájaros. Un participante contó lleno de alegría cómo su médico llegaba todas las mañanas a su habitación y le cantaba una canción al pájaro. No sorprende, por lo tanto, que los pájaros tuvieran un fuerte efecto positivo sobre la depresión de los residentes. Muchos se pusieron muy tristes cuando el experimento terminó y los pájaros fueron retirados. Algunos de los médicos pensaron en recetar a sus pacientes la presencia de pájaros, debido al efecto positivo sobre su estado de ánimo, dijo Mara. Es cada vez más frecuente que en los hogares de la tercera edad haya animales, porque se ha visto cuánto ayudan a alegrar el ambiente. Sin duda apoyo esta idea, pero me preocupa la calidad de vida que pueden tener estos animales si el personal no está de acuerdo. Es muy difícil para un perro vivir las 24 horas del día en un lugar donde los residentes pueden estar llamándolo todo el tiempo. Los animales necesitan que una persona se encargue de ellos, que los lleve a descansar por las noches y se asegure de cortarles las uñas y de aseados. De otro modo, lo que podría ser maravilloso para romper la monotonía de un hogar de ancianos podría convertirse en un desastre. Los revolucionarios hogares Eden Alternative, fundados por el gerontólogo y médico familiar Bill Thomas, se basan en la hipótesis de la biofilia. Tradicionalmente, los hogares de ancianos son el único lugar del mundo donde sólo vive una especie -ancianossin ninguna biodiversidad, dice el doctor Thomas. Así era cuando él comenzó a trabajar en el ancianato Chase Memorial en 199.1. Para
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que este lugar pareciera menos un depósito de moribundos y más un hogar verdadero, él y sus colaboradores comenzaron a llevar plantas, animales, pájaros y niños. llevaron jaulas con pájaros a las habitaciones de quienes quisieran tenerlas. También consiguieron perros, gatos, conejos y pollos. Se creó una relación positiva entre el personal y los internos, que se divertían al ver cómo las diferentes especies se acomodaban a la convivencia: los gatos tratando de mirar amablemente a los pájaros, o los perros durmiendo acurrucados junto a los gatos. Según Thomas, la tasa anual de rotación del personal certificado de enfermería, que en la industria en general es del104 por ciento, disminuyó en Chase en un 26 por ciento. En dos años, el número de prescripciones de medicamentos tomados diariamente por los internos en Chase bajó de 3,7 a 2,4 y se redujo significativmanete el uso de medicamentos psicotrópicos para controlar la agitación. La filosofía de los hogares Eden, a partir de la conversión de este primer hogar en 1992, se difundió rápidamente y hoy existen más de doscientos hogares Eden en todo Estados Unidos. Visité uno en Escondido, California, especial para enfermos de Alzheimer. Mientras me dirigía hacia el Silverado Senior Assisted Living, temía encontrar un lugar lleno de internos sentados sin hacer nada en una sala común, drogados para asegurar su obediencia. Mis temores desaparecieron en el momento mismo en que llegué. El edificio de un piso, bien mantenido, quedaba en una colina al norte de San Diego, rodeado de jardines y juegos de niños. El lugar tenía mucha vida. Fui recibido en la puerta por un labrador amarillo muy juguetón y en la distancia alcancé a ver un gato atravesando el vestíbulo. El primer sonido que escuché fue el de las fuertes voces de los viejitos destrozando por completo la canción Let me cal! you Sweetheart. Entre una y otra canción se escuchaban las voces de los cincuenta pájaros que estaban repartidos en sus jaulas por toda la institución. Un hombre llegó al vestíbulo con su chaqueta puesta y su cobija bajo el brazo.
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-Me voy a casa -le dijo a Pat Thompson, la directora del programa-. Me aburrí de este lugar. -¿Se va usted? Bueno, lo sentiremos mucho -respondió ella-. Su hija se sorprenderá de no encontrarlo esta noche cuando venga a visitarlo. -Me voy, y usted no puede detenerme -insistió el hombre señalando a otro interno-. Él me llevará. Nos vamos ambos. -Está bien. Pero supongo que no tiene afán, ¿verdad? ¿Puede sentarse un minuto? -dijo Pat con calma-. Sólo me gustaría llamar a su hija para estar segura de que no piensa venir esta noche. Tome asiento mientras tanto. Pat le señaló un sofá, dejó su cobija a un lado y llamó a uno de los ocho perros de la institución. El perro descansó su cabeza sobre la rodilla del hombre y lo miró de frente. El hombre sonrió y empezó a consentirlo. Yo me quedé observando unos minutos. Quería ver cuánto duraría esta interacción y si el hombre aún querría irse después. Consintió al perro durante un rato y luego se desconectó, su mente parecía estar a cientos de kilómetros, o quizás había retrocedido unos treinta años. Cuando dejó de consentir al perro, éste le dio un golpecito en la mano y lo llevó de regreso la sala. El hombre sonrió y comenzó a consentirlo de nuevo. Esto no fue más que un momento, pero dice mucho acerca de la forma como se manejan en esta institución los arranques de ansiedad que asaltan a los internos cada día, y a veces cada hora. La enfermedad de Alzheimer desorganiza la personalidad y trastorna las prioridades de los sentidos. "Hay un mundo interno que los saca del mundo externo", dice Enid Rockwell, psicogerontólogo y profesor de la Universidad de California en San Diego. "Han perdido la capacidad de discernir, o por lo menos de establecer prioridades, casi como en la esquizofrenia. Les preocupa más cómo sienten la ropa sobre su cuerpo que una conversación, pero no pueden hablar, o sea que no tenemos cómo saberlo. La dificultad está en encontrar una forma de llegarles. Y cualquiera de ellos, hasta el más inválido, le tiende la mano a un animal".
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En otro lugar, a este hombre le habrían quitado su cobija y le habrían dicho: "¿A dónde cree usted que va?", aumentando su sensación de impotencia y su agitación. Aquí, en Silverado, con suavidad fueron distrayéndolo hasta que él mismo se calmó. "Así como la memoria reciente y las habilidades del lenguaje van disminuyendo, así también se agudizan las emociones y la intuición", dice Pat. "Durante un tiempo, cuando esta enfermedad comienza, la persona sabe que se está comportando de manera inadecuada pero no puede hacer nada para corregirlo. Esto le produce rabia y frustración. Quienes la ven en el vestíbulo no saben si tuvo una idea o si está totalmente desconcertada y no sabe dónde se encuentra. Yo puedo tomar esa pérdida y salvar ese momento. Con varios de estos momentos hago un día". El efecto que el perro produjo en este hombre está respaldado por los estudios realizados con pacientes de Alzheimer durante las visitas de equipos de terapia asistida por animales en los hogares de la tercera edad. Cuando hay animales, los enfermos de Alzheimer suelen ser más positivos y receptivos. En un estudio llevado a cabo por Baun y otros investigadores, los pacientes sonreían, se inclinaban hacia delante, tocaban y hablaban más. También expresaban más sus emociones, diciendo, por ejemplo: "¿Entiendes, verdad?" y "Qué lindo perro eres, ¿lo sabes?" No se conocen la causa ni la cura definitiva para la enfermedad de Alzheimer. Por lo tanto, el tratamiento se dirige a aliviar algunos de los síntomas y a modificar el entorno para reducir la agitación. Una manera de hacerlo, como observó Kitty Buckwalter en su estudio sobre el comportamiento social y los pacientes de Alzheimer institucionalizados, es asegurarse de ofrecerles una estimulación adecuada a su comportamiento. Si es demasiada, su agitación puede volverse peligrosa; si es muy poca, se vuelven aislados y retraídos. En su estudio sobre los pacientes de Alzheimer y los perros, Baun y McCabe demostraron que un animal bien entrenado para la terapia en la mayoría de los casos aprende a ofrecer la estimulación adecuada. También puede servir como amortiguador en las disputas
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que a veces surgen entre los pacientes. En un estudio de Buckwalter, cuando dos internos en un hospital de veteranos comenzaron a discutir, E!l perro se interpuso entre ellos y comenzó a ladrar. "Tan pronto como los internos se fijaron en los ladridos, olvidaron el motivo de su disputa", dijo Buckwalter. Con frecuencia, las familias reconocen la utilidad de la terapia asistida por animales antes de que la investigación científica lo demuestre. Kitty Buckwalter cuenta que las familias de los veteranos en el hospital donde ella realizó su investigación consideraban que el perro que alli trabajaba era muy importante para el bienestar de sus seres queridos. Por eso, crearon un fondo común para el mantenimiento del animal cuando el hospital tuvo problemas de presupuesto. Para los ancianos, la mascota constituye un puente entre su casa y el mundo, un mundo que comenzó a correr cada vez más rápido y los estaba dejando rezagados. Con sus mascotas como medio de acceso, se presentan ante el mundo como personas amorosas y el mundo a su vez les entrega amor.
SEGUNDA PARTE
La prescripción de una mascota
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$1 USTED CREE QUE LAS MASCOTAS ayudan a conservar la salud, una pregunta incómoda podría poner en duda esa creencia: si más del 60 por ciento de los hogares estadounidenses tienen mascotas, ¿por qué la mayoría de nosotros no tenemos mejor salud? Para que una prescripción sea eficaz, debemos aplicarla como se nos indique. El problema está en que no aprovechamos tanto como podríamos ese vínculo con las mascotas. Las historias que he contado en este libro muestran que las personas que desarrollan los vínculos afectivos más profundos con sus mascotas son las que obtienen los mejores beneficios para su salud. Aunque siempre viví rodeado de animales, nunca exploré realmente los poderes curativos de mi pequeño zoológico hasta que me enfermé. Cuando la enfermedad me obligó a concentrarme en el aquí y el ahora, mis mascotas se convirtieron en mis fisioterapeutas, mis consejeros para el manejo del dolor, mis entrenadores personales y mis consejeros psicológicos. Y si pude recibir estos beneficios fue porque me tomé el tiempo de fortalecer el vínculo afectivo entre nosotros: acomodarme a su ritmo más lento, seguir sus instintos y comenzar, como ellas, a escuchar mi corazón y a expresar gratitud por los regalos más sencillos. En esta sección presentaré varias pautas que ayudarán a construir ese vínculo afectivo. Es un proceso que comienza con la selección de la mascota que mejor se adapte al estilo de vida individual, a
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Encuentre la mascota que mejor pueda ayudarlo a sanar
las expectativas y a las necesidades de cada uno; se recomiendan también algunos tipos específicos de mascotas para diferentes trastornos de salud. De ahí pasaré a dar algunos consejos sobre la socialización y el entrenamiento de las mascotas, incluso algunas tácticas ya probadas para llevarse mejor con los animales que se tengan en casa. También compartiré lo que aprendí mientras fortalecía mi propio vínculo afectivo con mis animales. Entrevisté a varios expertos en los hospitales y entre las autoridades, desde el editor de una revista sobre gatos hasta un hippie que trabajaba en el refugio local de animales. Fue una sorpresa descubrir que podía incorporar fácilmente, en mis relaciones diarias con mis mascotas, los pasos que debía dar para fortalecer mi vinculo afectivo con ellas. Pude ver que aunque no estuviera enfermo y siguiera en el carrusel de la vida, estos pasos no me quitarían tiempo. Lo más importante fue que ante mis propios ojos se produjo una transformación gratificante. Al pasar más tiempo con ellas, mis mascotas se convirtieron en modelos de completa alegría y, al final del día, también yo me sentía recargado y rejuvenecido.
Elija bien su mascota En esta sección exploraremos cómo determinar las características que debe tener su mascota para que se adapte bien a su estilo de vida y complemente su personalidad. El primer reto para determinar la mejor "marca" y el mejor "modelo" de mascota para usted es lo que he llamado el Gran Debate Auto-Mascota. Piense por un momento cuánto tiempo le dedicó a la elección de su último auto, comparado con el que se demoró escogiendo su última qtascota. Apuesto que le tomó más tiempo elegir el auto, a pesar de que las mascotas duran más. Quien va a comprar un auto consulta catálogos, mira tablas de colores, hace viajes de prueba e involucra a otros miembros de la familia en la decisión. Pero cuando vamos a elegir una mascota, tenemos la tendencia a dejarnos llevar por
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nuestras emociones y buscamos muy poca información. El amor a primera vista es una realidad cuando se trata de cachorritos, y es una poderosa fuerza de la naturaleza y confieso que no soy inmune ' a ella. En la primavera siguiente a nuestra mudanza a Bonners Ferry, íbamos un sábado de picnic hacia el lago, Teresa manejando y Scooter y yo a su lado, y paramos para comprar pan fresco en un mercado al aire libre. Cuando volví con el pan, Teresa y mi hija Mikkel se apresuraron a mostrarme un par de gatitos idénticos, color crema, de ocho semanas de nacidos. -¿Podemos llevarlos a casa? -preguntaron en estéreo. -Claro que no -respondí-. No sabemos qué historia médica tienen. Además, ¿qué haremos con ellos mientras estemos en el lago? -y terminé mi discurso como siempre-: Cuando sea el momento, les prometo conseguir algunos gatitos. El niño que había traído los gatos miró a Teresa y a Mikkel, y dijo: -Si no encuentro hoy un hogar para ellos, mi padre dijo que los dormiría. Supe que no. había nada que hacer. -Prepárate, Scooter --dije mientras arrancamos con dos nuevas mascotas: Turbo y Tango. Mi historia de adopción impulsiva tuvo un buen final. Durante años, Turbo y Tango han patrullado alegremente nuestro establo para espantar las ratas. Pero en muchos casos, ceder a este impulso termina en desastre. La naturaleza ha querido que los jóvenes en cualquier especie sean irresistibles como una forma de protección. Con sólo mirar un cachorro podemos caer en la trampa de la naturaleza, con nuestro corazón a toda marcha y nuestra razón con freno de emergencia. Nuestras emociones nos dicen "sí" y nuestro cerebro no considera el impacto pleno de lo que significa el compromiso de cuidar diariamente durante unos quince años a una criatura. Nos llevamos a la casa el cachorro sin ningún plan y sin estar preparados para la vida con la mascota adulta. Cuando la
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relación comienza a dañarse porque la mascota ensucia la casa, rasguña los muebles, cava huecos en el jardín o ladra demasiado, nos inclinamos de nuevo a responder impulsivamente para quitarnos esos dolores de cabeza no previstos. Los refugios para animales reciben anualmente seis millones de mascotas no deseadas. Condenamos a muerte a nuestras mascotas por el "crimen" de no ser deseadas o producirnos fastidio. En la mayoría de los casos, estos comportamientos que contribuyen a las rupturas familiares hubieran podido ser prevenidos fácilmente y, con la atención adecuada, corregidos. Los animales de pura raza no están exentos de esta sentencia de muerte. Con mis colegas veterinarios hemos hecho frente a los problemas médicos y de personalidad derivados de la reproducción irresponsable de algunas razas, motivada por películas y programas de televisión exitosos. Ejemplos de estas razas populares son el pastor alemán (Rin Tin Tin), el pastor collie (Lassie), el cocker spaniel (La dama y el vagabundo) y, más recientemente, el labrador dorado (Air Bud), el dálmata (101 dálmatas) y el terrier jack Russell (Eddie en Frasier). Nos estremece pensar en cuál será la próxima raza que se pondrá de moda, pues sabemos que la reproducción hecha por aficionados puede liberar los problemas recesivos de cualquier raza en el campo de la salud y el comportamiento. Como ven, para escoger el compañero de cuatro patas que nos acompañará durante un largo tiempo es importante ver más allá de las apariencias. Lo mismo que al elegir a nuestra pareja humana, debemos, además de la atracción física, analizar nuestra compatibilidad y estar seguros de que estamos listos para sellar un compromiso. De otro modo, podemos caer en diferencias irreconciliables y llegar al dolor de una ruptura familiar. Espero poder mostrarle a usted cómo tomar una decisión inteligente, con partes iguales de amor y de lógica, para que pueda encontrar una mascota amorosa que lo acompañe en la vida sin ponerle condiciones de ninguna clase.
¿Estoy listo para una mascota?
COMO NOS LO HAN DICHO LOS PSICÓLOGOS durante años, no estaremos listos para entablar una relación estable y amorosa hasta no sentirnos bien con quienes somos y haber definido lo que queremos. Para tomar una decisión correcta en la adquisición de una mascota, teniendo en cuenta las necesidades y las expectativas del caso, responda las siguientes preguntas: l. ¿Tengo tiempo cada día para alimentar y entrenar a mi
mascota, para cuidarla, jugar con ella y sacarla a pasear? 2. ¿Alcanza mi pr~supuesto mensual para pagar el veterinario, el entrenador, el seguro, la comida, la peluquería y todo lo demás que necesite mi mascota? 3. ¿Tengo la fuerza suficiente para manejar un perro adulto grande y activo? ¿Tengo alguna limitación física o de espacio que haga difícil, si no imposible, sacar a pasear al perro con regularidad? 4. De acuerdo con mis condiciones de vida, ¿tengo alguna restricción en cuanto al tamaño o al tipo de mascota? 5. ¿Alguien en mi familia tiene alergia al pelo o a la caspa de las mascotas? 6. Si pienso conseguir otro gato, teniendo ya uno o varios en la casa, ¿hay espacio suficiente para evitar los conflictos territoriales entre ellos? 7. ¿Qué haré con mi mascota cuando salga de vacaciones o
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cuando por razones de trabajo deba estar fuera de casa por períodos largos? Lleve más lejos su imaginación y visualice una mascota en su mundo. Por ejemplo, si usted es una persona que vive sola en un apartamento y trabaja catorce horas diarias, tal vez quiera un perro que no ladre durante todo el día y moleste a los vecinos pero que sí lo haga durante la noche si algo lo asusta. O si su motivación no es tanto la seguridad como tener compañía, quizás sería mejor que eligiera un gato. ¿Quiere un perro grande, pesado y tontarrón, o prefiere uno pequeño, veloz y muy listo? ¿Quiere un perro que tenga el pelo suave para acariciarlo, o prefiere uno de pelo corto que no le deje la ropa como si se hubiera disfrazado de su perro? ¿Quiere que a su gato le guste jugar con los niños persiguiendo un ovillo de lana, o prefiere uno al que le guste dormir en las bibliotecas? Pensando en qué ejercicios hacer para aprender a buscar nuestra mascota, le pedí ayuda a Rolan Tripp, médico veterinario experto en comportamiento animal y profesor de la Universidad de Colorado, quien diseñó unas pruebas llamadas Cuestionarios de Tripp (Tripp Tests] para la selección de una mascota nueva. Si se responden con honestidad, estas pruebas ayudan a reducir el campo de posibilidades. No todo es pura lógica, claro está. Escoger la mascota adecuada, lo mismo que escoger al compañero adecuado, también tiene algo que ver con la magia de ... la química. Si desea adoptar una mascota del refugio local de animales perdidos, puede usar la guía especial de selección del doctor Tripp, que presenta unas herramientas paso a paso para la ocasión. Estas herramientas son tan sólo la superficie de su amplio conocimiento aplicado del mundo interactivo de las personas y sus mascotas. Puede conseguir información más detallada en el sitio web del doctor Tripp: www.AnimalBehavior.net.
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Guía para encontrar su pareja Para encontrar la mascota que mejor se adapte a usted y a su vida, le recomiendo que analice estas catorce cuestiones vitales antes de responder los Cuestionarios de Tripp que encontrará más adelante. Las palabras entre paréntesis que aparecen después de cada título son una referencia a preguntas específicas del cuestionario. l. CUESTIÓN DE TAMAÑO (Tamaño)
Cuando quiera elegir un perro según su tamaño, la primera consideración es sencillamente de volumen. Recuerde que mientras más grande sea el perro, más prolongado es el aseo. Por otro lado, los perros más grandes por lo general maduran más rápido, pero viven menos tiempo que las razas más pequeñas. Y con los perros más pequeños, tal vez la cuenta de la comida resulte menos elevada, pero es posible que sea necesario llevarlos con más frecuencia al dentista. Cuando tenga en sus brazos el cachorro, haga un esfuerzo por imaginarlo con su tamaño y su personalidad de adulto. Ese pequeño cachorro rottweiler de dos kilos que usted lleva fácilmente bajo el brazo, en menos de seis meses·lo estará intimidando con sus cuarenta kilos de influencia. Si uno de sus objetivos al conseguir un perro es la protección física, piense en uno grande y oscuro como ese rottweiler, cuya sola apariencia produce intimidación visual, pero prepárese para un riguroso programa de entrenamiento en obediencia, de cachorro y de adulto, para prevenir comportamientos incontrolables e indeseados. Si prefiere un perro más pequeño, algún tipo de terrier bien decidido hará sonar la alarma de manera convincente. Los terrier, como los rottweiler, son dominantes y por lo tanto requieren ser entrenados desde pequeños y de manera constante. Si no se le enseña a un terrier y a otras razas de perros activos e inteligentes lo que uno quiere que ellos hagan, tienden a crear s~s propias funciones. Por ejemplo, los
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terrier ratoneros y los beagle excavarán, los basset hound rugirán, los border collie harán rondas con sus juguetes y los labradores nadarán en la piscina. Tal vez a usted le guste más un perro pequeño que se deje consentir mientras duerme en su regazo. Piense entonces en una raza más pequeña y sedosa como el pequinés o el maltés. Los carlinos o doguillos son una raza pequeña fácil de entrenar, son buenos con los niños y siempre están dispuestos a jugar y divertirse. Los habaneros y malteses, los lhasa apso, los shih-tzu y los caniches son más tranquilos que los terrier y no se les cae el pelo, pero deben ser llevados periódicamente a la peluquería. Si le gustan los perros de piernas largas, con ojos apagados y labios gruesos, recuerde que mientras más largas sean las piernas, más largo será el paseo que su perro le pida diariamente. Los ojos apagados como los de los sabuesos pueden partirle el corazón, pero recogen más polvo y son más propensos a las infecciones. Y los labios gruesos de un san bernardo y un terranova le darán besos más húmedos, dejándolo lleno de babas. Las orejas caídas son más propensas a las infecciones que las orejas levantadas. El perro de orejas levantadas tiene un aspecto más intimidante y puede moverlas cuando siente interés o alegría, lo mismo que la cola larga ... que también puede destruir lo que encuentre a su paso. 2. ¡QUÉ CALOR! (Pelo y peluquería) El calor es bueno, pero puede ser demasiado para las mascotas de pelaje largo o con doble capa de pelo que fueron criadas para tirar trineos en la nieve. ¿Dónde vivirá su mascota la mayor parte del tiempo? ¿Afuera o adentro de la casa? ¿Cuáles son las temperaturas extremas del clima donde usted vive? ¿Podrá usted mantener abrigada a una mascota de pelo corto, o mantener fresca a una de pelaje grueso? Hace poco me sentí impotente al ver un samoyedo jadeando y tratando de refrescarse en un caluroso local de Miami. Y, en el
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otro extremo, en una cabaña en la montaña, un chihuahua tiritando y desesperado a pesar de su elegante suéter de lana; Los pelajes largos requieren más peinilla, cepillo y peluquería. ¿Está su bolsillo preparado para llevar a su caniche al salón de belleza cada cuatro a seis semanas? Conozco clientes exigentes que semanalmente llevan sus perros a los profesionales para bañarlos, cepillados profusamente y cortarles las uñas. Esto cuesta una pequeña fortuna, pero produce una apariencia hermosa. No crea que las mascotas de pelo corto mudan menos el pelo que las de pelo largo. En general, mientras más corto el pelaje, más se cae, porque los pelos gastan más tiempo reemplazándose en lugar de crecer más. Cualquier tipo de pelo puede producir algún tipo de alergia. Gatos como los persas y perros como los samoyedos tienen doble capa de pelo, un subpelo delgado y una capa superior que se cae continuamente. Se dice que las razas de doble pelaje pueden provocar más reacciones alérgicas porque liberan más caspa cuando mudan el pelo. En cuanto al color, piense en elegir una mascota del color de los pisos de su casa para ayudar a camuflar los pelos. 3. EDADES Y ETAPAS (Edad) Adoptar un cachorro es como empezar a trabajar una bolita de arcilla suave y húmeda. Será más fácil moldear la personalidad y los hábitos durante el período crítico de aprendizaje entre los dos y los cuatro meses de edad, cuando el cerebro del cachorro es como una esponja. Una buena clase de entrenamiento y socialización desde pequeño reducirá comportamientos agresivos, aumentará el deseo de jugar y mejorará el vínculo afectivo de su mascota con toda la familia, incluyendo otras mascotas. La madurez, sin embargo, también tiene sus ventajas. Cuando se adopta un perro adulto, con sólo verlo se sabe cómo es. Su personalidad ya está establecida y puede probar su temperamento de manera más confiable que con un cachorro. Como un auto económico,
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los perros adultos jóvenes pueden ser menos costosos y alcanzar buen kilometraje. Ya usted no tiene que encargarse de las vacunas ni de la castración, ni tampoco de enseñarle a estar dentro de la casa. De todos modos, hay que estar atento a su "bagaje" de problemas de salud o de comportamiento que hicieron que su anterior dueño lo diera en adopción. Es el riesgo que se corre al querer alcanzar la fruta más madura en lo más alto del árbol. No descarte la adopción de una mascota adulta. Es más fácil calmar y alegrar perros y gatos en sus años dorados, e ideal para una persona que prefiera pasar sus ratos de ocio a bajo ritmo. Sólo asegúrese de poner dinero suficiente en su alcancía. Como los autos con buen kilometraje, las mascotas en sus años geriátricos pueden requerir un mantenimiento imprevisto y más costoso, como limpieza de dientes y el cuidado de las orejas, los ojos y la piel, además de un chequeo médico anual. 4. CUESTIÓN DE SEXO (Género)
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Por lo general, las peleas, el vagabundeo y la marcación del territorio con orina son más comunes en los perros o gatos machos no castrados. Las hembras no esterilizadas pueden presentar problemas médicos y tumores en su sistema reproductivo. Una gata no esterilizada puede enloquecerlo con su interminable e indecoroso ciclo de gemidos, fricciones y revolcones durante el celo. Y una perra no castrada puede mancharle de sangre su tapete blanco favorito durante los pocos días que le dura el celo, dos veces al año. A menos que usted sea un apasionado de la reproducción orientada a proteger la integridad de la raza, es muy recomendable castrar o esterilizar a su mascota, no sólo para reducir el riesgo de problemas de salud y de comportamiento, sino también para disminuir la sobrepoblación de perros y gatos sin hogar. Una vez hecha esta operación, la diferencia de personalidad entre machos y hembras queda esencialmente neutralizada.
S. ENCANTADORES (Actitud hacia las personas) Lo mismo que nosotros, hay mascotas a las que les encanta divertirse. Ésas son las que se desesperan cuando están solas. Los perros vividores se pondrán a morderlo todo, a cavar y a ladrar o gemir para calmar su ansiedad mientras llega su dosis de personas y comienza de nuevo la acción. Estos perros simplemente quieren estar cerca de usted. Si los perros o gatos no han crecido rodeados de niños, es probable que no les guste estar con ellos o, aun peor, que se pongan nerviosos, los muerdan o los rasguñen. Nunca deje de vigilar a un niño pequeño si está con un perro que no le es familiar. Asegúrese también de que los niños traten bien a las mascotas, que sean amables y suaves con sus animales. Enséñeles a pedirle al perro que se siente y a recompensado con una galleta para perros. ¿Qué perros son buenos compañeros para la gimnasia? Si usted pasa sus ratos de ocio en zapatos tenis y le gusta divertirse corriendo, piense en un perro deportivo (retrievers, setters, pointers, spaniels o, tal vez, un vizsla o un braco de Weimar) o de trabajo (akita, malamute, boxer, pastor, doberman, gran danés, rottweiler o mastín de los Pirineos). Son perros de mucha energía y pueden acompañarlo a usted en bicicleta o trotando. En este' caso, debe prepararlos gradualmente si está buscando alcanzar la categoría de minimaratón. Con el cerebro y la aptitud para aprender que tienen estas razas, las sesiones de entrenamiento pueden resultar muy divertidas. Si usted prefiere una mascota tipo velero, que no se le despegue y prefiera estar con usted a jugar con sus juguetes o sus hermanos animales, haga esta prueba de personalidad antes de tomar una decisión. En un ambiente cerrado y neutral, alce al animal y juegue con él un rato; luego póngalo en el piso y aléjese. Si la mascota lo sigue, considérelo un buen signo de interés social. Si lo ignora o se aleja de usted, tal vez esté en presencia de una mascota tímida y retraída. Si la mascota le ataca la pierna en señal de juego, es el primer signo de que está ante un luchador profesional. ¡Aténgase!
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6. ES HORA DE COMPARTIR (Actitud hacia otras mascotas) ¿Cree usted que su actual mascota realmente quiere o necesita un compañero cuadrúpedo? ¿Será usted acusado de suponer que conoce los sentimientos de su mascota? La verdad del asunto es que no todos los gatos o perros quieren compartir su casa con un extraño y se resistirán a compartir su jardín, sus juguetes y el afecto. Cuando su gata se frota la cara contra el sofá o contra la puerta, es como si plantara una estaca para delimitar su territorio. Los gatos no son instintivamente animales de manada porque no cazan en grupo. Que a usted le parezca que su gata está sola durante el día no significa que ella quiera competir por su afecto cuando usted esté en casa. Los gatos que no quieren compartir su morada empezarán a dejar olorosas señales de orina por toda la casa para que el intruso sepa claramente quién estaba allí primero. En cuanto a los perros, tampoco les gusta ser tratados como iguales y debemos aprender a respetar sus jerarquías. No olvide que también será más duro para usted entrenar dos perros, sacar a pasear dos perros y hasta alimentar dos perros a la vez. Si de todas maneras usted decide llevar otra mascota a su casa, le daré algunas pautas para que el primer encuentro sea exitoso. En primer lugar, organice el encuentro en un lugar neutral, como un parque o la playa, para diluir el argumento de "después de todo, ¿de quién es esta casa?". Lo mismo que las personas, algunos perros se entienden bien desde la primera vez, otros no. Si a la familia va a llegar un nuevo gato, instale temporalmente durante varios días al recién llegado en un .cuarto aparte, que puede ser un baño, para que la presentación sea gradual. Póngales la comida a lado y lado de una puerta cerrada y frótelos con una misma toalla para que vayan asociando sus mutuos olores y como estrategia para reducir hostilidades. En ambos casos, trátese de gatos o perros, respete los privilegios de rango de la mascota residente. Salúdela primero, déle de comer primero, déjela estar en más lugares (desde su regazo hasta su casa) y préstele más atención. Ella se lo ha ganado.
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7. ¿QUIÉN HABLA MÁS? (Rasgos vocales/territoriales) Algunas mascotas simplemente tienen algo más que aecir que otras, dependiendo de la raza y del entrenamiento que hayan recibido. Los perros de caza aúllan, y otros como el pastor alemán o el schnauzer miniatura son criados para que ladren cuando hay intrusos. A veces, simplemente les gusta escuchar el sonido de sus propias voces. ¿Le parece alguien conocido? Si su perro ladra demasiado, la relación con sus vecinos puede verse afectada. Así como hay personas que hablan por teléfono para aliviar el estrés, hay perros que ladran para no sentirse solos y aburridos, o porque sienten alguna incomodidad o se ponen nerviosos al ver que algún gato invade su territorio. Si usted quiere que su perro sólo escuche mientras usted habla, intente esta prueba antes de elegir su mascota. Haga rebotar una bola, haga chirriar un juguete, haga subir y bajar una golosina y observe qué tanto se emociona el perro y qué tan rápido y por cuánto tiempo se pone a ladrar. Si usted prefiere una buena conversación, puede desarrollar los talentos vocales de su mascota recompensando sus llamadas con comida, con caricias o con atención exclusiva. Si se trata de un gato, búsquelo de una raza programada genéticamente para la cháchara, como los siameses, balineses y tonkineses. Los más tranquilos suelen ser más pesados y peludos, como los persas y los domésticos atigrados. 8. ¿ALGUIEN QUIERE UN ESPRESSO? (Grado de actividad) ¿Cómo resistirse al cachorro más animado de la camada y que más reclama su atención? Si usted es una persona muy activa, éste puede ser el que más le conviene. Pero si al final del día cualquier movimiento lo saca de quicio y usted prefiere la paz y la tranquilidad, busque un cachorro que espere pacientemente a que usted se le acerque y se anime poco a poco. Éste se adaptará mejor a su personalidad y lo acompañará en una velada que usted quiera pasar con un buen libro y música clásica. Si su perro es activo, manténgalo ocupado, o él hará trabajos que usted no pidió, como
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reciclar la tierra de su jardín o convertir en aserrín la pata de la mesa. Y no lo hace para molestarlo, sino para divertirse o liberar su energía, como nosotros cuando nos comemos las uñas, golpeamos con los nudillos o caminamos impacientemente de arriba para abajo. Muchas personas son impacientes y, considerando que estos son problemas de comportamiento difíciles de controlar, resuelven salir de su mascota. Por eso, piénselo muy bien antes de elegir un perro cazador o deportista. Entre las razas de perros grandes, los más calmados son el gran danés y el galgo, aunque éste puede salir corriendo sin volver la vista atrás para perseguir una ardilla o un gato. 9. PURO NERVIO (Excitabilidad) La excitabilidad es un poco diferente del grado de actividad. Una mascota excitable puede estar tranquila mientras usted no accione el gatillo. Si algo nuevo o divertido atraviesa su vista, puede entregarse a una demostración de ladridos, saltos, trompos y carreras y será dificil encontrar el interruptor para apagarla. Una mascota excitable puede distraerse durante una sesión de entrenamiento. Las personalidades más calmadas tienen periodos de atención más largos y resultan más fáciles de entrenar. 10. PURA DIVERSIÓN (Ganas de jugar) Si usted quiere una mascota jugueto!la, lleve juguetes para hacerle pruebas antes de decidirse por alguna. Si es un gato, perseguirá el juguete, se abalanzará sobre él o lo golpeará con sus patas. Si es un perro, lo perseguirá o lo agarrará con la boca, parará las orejas y moverá la cola; háblele, bata las palmas, agáchese y golpee el piso con las manos para ver si el cachorro le responde en actitud juguetona. Los gatos y los perros pueden ser tímidos al comienzo. Para comprobar sus aptitudes de juego, pase largos periodos con la mascota
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en un ambiente tranquilo hasta que el animal se relaje y le muestre quién es y qué lo hace moverse. Si insiste en ser un aguafiestas y para usted el juego es de una importancia considerable, busque otro. 11. ALUMNOS ESTRELLA (Entrenamiento) Los perros son felices con las rutinas y cumpliendo las reglas domésticas. Si usted está buscando un sabueso estilo Einstein o un caniche aventajado que pueda dominar órdenes avanzadas, necesitará un perro que tenga buena capacidad de concentración, que sea inteligente y le guste agradar. Los perros inteligentes pueden volverse sabelotodos. Un perro inteligente mal entrenado puede tomar las riendas de su casa. Si el perro tiene tendencias naturales de líder, asumirá que él lleva los pantalones y se quedará observándolo a usted servirle la comida y limpiarle sus necesidades. Para hacerle entender que es un subordinado en la familia, hay que saber mostrarle quién está a cargo. Un perro hará lo que se le diga si entiende que, obedeciéndonos, puede confiar en nosotros para su supervivencia. En lugar de darle la comida así no más, debemos pedirle primero que se siente o que cumpla alguna otra orden, para recordarle que nada en la vida es gratis y para que nos demuestre su lealtad y su voluntad de seguir al líder. Los perros adoran naturalmente a sus lideres. Las órdenes que demos al perro deben ser claras para no confundirlo. A veces los culpamos de desobedientes cuando en realidad sólo están confundidos por nuestros métodos de entrenamiento. Con unas clases de obediencia, podrá aprender a comunicarse exitosamente con su perro y a construir la relación estructurada que el perro requiere. Un factor importante en la aptitud del perro para el aprendizaje es su capacidad de atención. Para probarla, atráigalo primero poniéndole una golosina frente al hocico y diciéndole con voz animada "Mírame". Exagere sus gestos faciales para llamar la atención del
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perro hacia su cara. Cuando el perro lo mire a los ojos, felicítelo como a un bebé y observe cuánto tiempo permanece el perro concentrado en usted. Si es posible, entréguele la golosina mientras todavía lo está mirando y repita la secuencia con una nueva golosina. Asegúrese de comparar varios perros antes de elegir al que será su mascota. 12. ¡UN PERRO MUY MACHO! (Obstinación) ¡Quiero tener un perro muy macho! ¿Significa que quiere un perro audaz, fuerte y obstinado? Es probable que nos sintamos más protegidos con un perro muy macho, pero en realidad podríamos estar corriendo un riesgo mayor. Los perros demasiado confiados y dominantes con frecuencia terminan mordiendo a sus amos, en lugar de protegerlos. Si usted es fuerte y está dispuesto a trabajar diariamente con su perro enseñándole las órdenes y a respetar las reglas de su casa, anímese a tener un perro fuerte y obstinado. Si prefiere tener una mascota que se deje mimar, le recomiendo un perro más pasivo, al que le guste agradar, que acepte las órdenes sin protestar y le permita a usted expresar su espontaneidad. 13. SÓLO EL PELUQUERO PUEDE SABERLO (Color)
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¿Son más divertidos los rubios? Algunos criadores, conductistas y veterinarios sugieren que el color del pelo de un gato indica ciertos rasgos de personalidad. Por ejemplo, es bien sabido que los atigrados son muy sociables, afectuosos y buenos cazadores, y que los negros son tranquilos, inteligentes y amistosos. En cambio, no le aconsejo traerle compañia a un gato con manchas o aspecto de tortuga, porque no le gusta cambiar sus rutinas ni compartir su realeza. En todo caso, el debate en este tema es tan extenso y apasionado --entre veterinarios, criadores y otros interesados en determinar las cualidades únicas de las diversas razas de gatos- que opaca cualquier debate político.
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Se dice de todo, pero también hay estadísticas~ Veámoslas. Los gatos y los perros blancos, especialmente los de ojos azules, son propensos a perder la audición con el tiempo. Y los gatos oscuros, según la Academia de los Estados Unidos para las Alergias, el Asma y la Inmunología, tienen dos a cuatro veces más probabilidades, respecto a los felinos de tonos amarillos, de desencadenar estornudos y dificultades respiratorias en las personas. 14. ¡NO APAGUE EL MOTOR! (Voz/ronroneo) Nunca un gato ronronea demasiado. Este sonido nos alegra el corazón y nos hace sonreír. Poner el oído sobre el pecho del gato para escuchar el ronroneo es tan importante como para un bebé escuchar los latidos del corazón de su madre. ¿Cómo saber de antemano si un gato será bueno para ronronear? Cuando lo alce, fíjese si lo hace y por cuánto tiempo y si el sonido se escucha hasta el otro lado del cuarto. Por regla general, mientras más fácil ronronee un gato, más buscará su compañia, lo seguirá por todas partes y se quedará sentado en su regazo. Si quiere pasar largos ratos con su gato, elija una máquina de ronronear. ¡Ya viene la siesta!
Buscando el amor donde está
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PELO y PELUQUERÍA Caída del pelo: _ninguna_ moderada_ fuerte_ necesita cepillado regular _ necesita corte de pelo regular EDAD _ menos de seis meses _ de seis meses a un año _ adulto de más de seis años dos a seis años
HEMOS LLEGADO AL MOMENTO CLAVE para ayudarle a elegir el perro O gato que mejor se adapte a usted. Usaremos los Cuestionarios de Tripp para descubrir todos sus caprichos y evaluar sus expectativas. Si usted vive con otras personas, déles copias y compare los resultados. Clasifique las características presentadas como de alta, mediana o baja prioridad. ¿Listo?
Cuestionario de Tripp para elegir un perro nuevo ASPECTOS EXTERIORES PRIORITARIOS En cada categoría, marque B, baja prioridad; M, mediana prioridad; A, alta prioridad. "A" es lo más cercano a su perro ideal, IdealDogTM.
GÉNERO _ macho no castrado _ macho castrado _ hembra no esterilizada _ hembra esterilizada ASPECTOS DE PERSONALIDAD PRIORITARIOS
ACTITUD HACIA LAS PERSONAS _ independiente _ le gusta agradar _ vividor _ tipo velero ACTITUD HACIA OTRAS MASCOTAS _ amoroso _ amistoso _ antisocial _ hostil RAsGos vocALES/TERRITORIALES _ ladra rara vez _ ladra, para rápidamente _ ladra moderadamente ladra mucho
TAMAÑO _ muy pequefiito _ pequefiito _ hasta la rodilla _ hasta la cintura _ muy grande
GRADO DE ACTIVIDAD _ superatleta _ guerrero de fin de semana _ paseo en el parque _vueltas por el patio _ perezoso
PELAJE _ corto y suave _ suave y esponjoso _ _ rizado _ doble capa
EXCITABILIDAD _ puro nervio _ agitado _ muy inquieto _ reflexivo _ impasible
largo _
(OLOR un solo color _ con manchas _ varios colores
áspero
GANAS DE JUGAR _ sólo diversión _ los fines de semana _ el trabajo antes que el placer _ aguafiestas
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ASPECTOS DE PERSONALIDAD PRIORITARIOS ENTRENAMIENTO
_ perro de exhibición _ perro de trabajo _ perro doméstico _ perro sin problemas _ perro salvaje
ACTITUD HACIA LAS PERSONAS
_ juego del escondite _ _ adicto al regazo
independiente _
le gusta saludar
ÜBSTINACIÚN
_ decidido _ independiente _ compañero de equipo _ pasivo
ACTITUD HACIA OTRAS MASCOTAS
_ distante _ hostil _ compinche
Cuestionario de Tripp para elegir un gato nuevo
RASGOS VOCALES/MAULLIDOS
_ mudo _ maúlla para saludar _ historia sin fin
ASPECTOS EXTERIORES PRIORITARIOS
RAsGos vocALES/RONRONEO
En cada categorla, marque B, baja prioridad; M, mediana prioridad; A, alta prioridad.
_ tono menor _ sinfonía mayor _ el silencio es oro
"A" es lo más cercano a su gato ideal, IdealCatn<. GANAS DE JUGAR
TAMAÑO
_ pequeño _ mediano _ grande y alto
_ a todas horas _ cuando haya oportunidad _ al despertar de la siesta
PELAJE
fORMA DE REACCIONAR
_ corto _ esponjoso _ largo
_ gato invisible _ algo curioso _
CoLOR _ un solo color _ con manchas _ bicolor _ tricolor PELO Y PELUQUERIA
_ se baña solo _ cepillado moderado _ necesita arreglo profesional EDAD
_ cachorro _ adulto _ adulto mayor GÉNERO
macho no castrado _ macho castrado _ hembra no esterilizada hembra esterilizada
¡espérame!
Elegí la mascota perfecta para Lilly A comienzos de mi carrera como veterinario, Lilly se convirtió en una de mis clientas favoritas. Cuando se le murió su adorada mascota, pasaron muchos años antes de que se decidiera a reemplazarla. Considerando el espíritu indomable de Lilly, con entusiasmo le recomendé un labrador negro como Luke, el perro que yo tuve siendo niño. Desafortunadamente, hice esta recomendación movido únicamente por mi lealtad a los labradores, y no pensé si las características de esa raza se ajustaban a las necesidades, capacidades y estilo de vida de Lilly.
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Si me hubiera tomado el tiempo de hacerle preguntas, habría sabido que Lilly sufría de artritis severa y que se le dificultaban movimientos simples como cepillarse el pelo. También habría descubierto que Lilly era propensa a las caídas debido al vértigo, que era alérgica a la caspa de las mascotas y que su inmaculada casa estaba llena de muebles antiguos. Ya imaginarán el orgullo que sentí cuando supe que Lilly había adoptado un cachorro de labrador negro y que lo llamó Tizón. Pero bien sabemos los veterinarios que los labradores son aficionados a morder y que sueltan mucho pelo. Resulta que a Tizón le llamaron la atención las patas de los inestimables muebles de Lilly. Además, su pelo volaba por toda la casa y puso a Lilly a estornudar y a usar a toda hora sus inhaladores para controlar la alergia. A los seis meses, Tizón pesaba dieciocho kilos y tiraba de su correa como si fuera melcocha mientras Lilly hacía esfuerzos con sus lastimadas caderas para sacarlo de entre sus muebles a la hora del paseo nocturno. Y a los visitantes los recibía de inmediato agitando la cola, y no como lo haría un fiero protector. Frente a estos problemas difíciles que ella no podía controlar, Lilly se vio obligada a encontrarle a Tizón un hogar más adecuado en el campo. Yo aprendí una poderosa lección a expensas de esta dama. Hice para ella una segunda elección, esta vez basada en una cuidadosa evaluación de sus deseos, sus necesidades y su estilo de vida: una gatica callejera que teníamos en el hospital veterinario que mudaba muy poco el pelo. Miss Clairol, como la llamó, acompañaba a Lilly mientras ella veía televisión, o leía por las noches, hecha un ovillo a su lado en el sofá. En realidad, Lilly no necesitaba un perro guardián que la protegiera de los extraños sino un gato tranquilo y amoroso que la protegiera de una amenaza mayor: la soledad. Si entonces hubiera conocido los cuestionarios de Tripp, habría podido proteger a Lilly de mis propias preferencias. Se dice que el amor es ciego. Esto también es cierto en relación con nuestras mascotas. Es comprensible que sintamos lealtad por una raza con
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base en nuestros recuerdos de una mascota favorita. Los criadores responsables que promueven las mejores cualidades de la raza que están reproduciendo son conocidos por suministrar información objetiva acerca de ella. Su consejo incluirá las alegrías y las dificultades que una persona puede esperar al elegir a una mascota de esa raza. Sin embargo, cada persona ve a su mascota como lo mejor y, a la hora de recomendar alguna raza, cada cual opina según su experiencia personal. Por eso, es importante no confundir las opiniones de la familia o de los vecinos con los hechos. Cuando quiera elegir una mascota, diríjase a una fuente confiable. Busque información en Internet o pídale consejo a su veterinario sobre el tamaño, los cuidados requeridos y los rasgos de personalidad de las diferentes razas de perros y gatos. Si ha respondido los Cuestionarios de Tripp, analice los resultados con su veterinario de confianza. Muchos piensan que un hospital veterinario moderno sólo ofrece servicios médicos y quirúrgicos. En los años ochenta, la selección de una mascota, su socialización y su entrenamiento ni siquiera figuraban en los programas académicos. Se creía que estos temas nos distraían de lo esencial de la medicina y la cirugía. Hoy en día, son muchos los que asisten a las clases o conferencias sobre comportamiento animal, y en las bibliotecas de los hospitales veterinarios hay estanterías llenas de documentos de referencia sobre el tema. Además de dar consejos sobre las razas, su veterinario puede ponerlo en contacto con criaderos, refugios y entrenadores conocidos, así como con algún especialista en comportamiento animal. Ésta es una profesión relativamente nueva que puede ayudarle a escoger la mejor mascota o a comprender y resolver cualquier problema de incompatibilidad o de malos hábitos que puedan poner en peligro su relación con la mascota y debilitar ese vinculo afectivo. CÓMO SELECCIONAR UN PERRO ADULTO EN UN REFUGIO En los refugios se encuentran perros con gran potencial y fuertes personalidades. El doctor Tripp ha diseñado una estrategia
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para aprender a encontrar, en medio de ese panorama acongojador de las múltiples jaulas de los refugios, el perro que se adaptará a usted. El común denominador en los buenos perros consiste en un carácter tranquilo y no hiperactivo, una actitud amistosa hacia las personas y hacia otras mascotas y una inteligencia básica cimentada en una capacidad de atención estable. Veamos cómo reconocer estas cualidades redentoras. l. Recorra el lugar observando todas las jaulas. Esté atento
a sus primeras impresiones para ver si alguno de los animales en particular le despierta una "conexión" inmediata. Mire lo que hacen los perros cuando usted pasa frente a ellos, si se acercan y lo miran amistosamente o si saltan frenéticamente en sus jaulas o muestran signos de agresión. Descarte a estos últimos. 2. Al acercarse a un posible candidato, actúe lo más calmadamente posible, descansando su peso sobre un pie para mostrarle indiferencia. Mire en dirección al perro pero evite el contacto directo con los ojos. El perro ideal es el que se acerca a usted, lo mira con interés y luego se sienta en actitud sumisa. Es aceptable que el animal le responda con algún sonido vocal, pero que no gima ni ladre demasiado. Un contacto moderado con la mirada es signo de inteligencia y deseo de agradar. Aunque estas observaciones hacen difícil encontrar el perro perfecto, buscar estas cualidades es un buen comienzo para hacer la mejor elección posible. 3. La edad del perro debe ser de cuatro meses mínimo para reducir el riesgo de alguna enfermedad grave que haya podido propagarse en el refugio. Aunque son bien intencionados, a veces los refugios alojan una población excesiva. 4. Si tiene más de un buen candidato, es bueno que ponga a prueba la forma de reaccionar del perro. Desde fuera de la jaula, levante súbitamente sus manos por encima de la cabeza y embista levemente al perro. Si éste reacciona con
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mucha agresividad, es probable que no tenga muy buena disposición y se convierta en un ser difícil de manejar. Si se echa para atrás en actitud temerosa, suspenda esta prueba y pase de inmediato a la siguiente. 5. Diciéndole amistosamente: "Sólo estaba molestando, quiero que seamos amigos", agáchese, muéstrese alegre, golpee el piso o su pierna con la mano y animelo a que se acerque. Si el perro no perdona esta prueba de forma de reaccionar, quizás sea demasiado miedoso para ser una buena mascota. Si lo perdona y se acerca a usted de buen grado, sigue siendo un buen candidato. 6. Pida autorización al personal del refugio para sacar de las jaulas algunos candidatos, uno cada vez. Cuando el perro se calme, ya fuera de su jaula, prepárese para ver si muestra interés por usted o lo ignora para irse a investigar el lugar. 7. Evalúe el grado de actividad del perro dentro y fuera de la jaula. Es normal que se excite un poco al sentirse liberado, pero si no se calma pronto tal vez no sea el perro que usted desee o pueda manejar. Busque un perro que permanezca tranquilo la mayor parte del tiempo y se entusiasme cuando sea apropiado. 8. Dediquele por lo menos dos minutos a cada candidato para hacerse una idea de su personalidad cuando se haya calmado. Evite los perros que muestran un carácter dominante y temeroso. Prefiera los que son amables y buscan agradar. 9. Acaricie al perro en la cabeza y por el lomo para averiguar si le gusta ser tocado y si pide más, o si lo ignora y trata de retirarse. Si pide más caricias, recorra su pelaje en sentido inverso para ver si se disgusta o si lo acepta con facilidad. 10. Llevándolo con una traílla, paséelo frente a las jaulas de los otros perros y observe cómo se comporta con ellos: agresivo, miedoso, juguetón o indiferente. Por lo general, es mejor escoger uno que sea amigo de los perros, pues
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una de las mayores alegrías para su perro será poder jugar con otros perros mientras viva con usted. CÓMO SELECCIONAR UN GATO ADULTO EN UN REFUGIO Si está buscando un gato que lo acompañe, siga la guia de siete pasos diseñada por el doctor Tripp. l. Vaya caminando y simplemente mire los gatos que están disponibles para adopción. Fíjese bien en su primera impresión, para ver si tiene una experiencia de amor a primera vista. A partir de este primer paso, determine los gatos a los que quiere hacerles pruebas.
2. Fíjese muy bien en el pelo. Mientras más largo, más cuidados necesita. Muchos veterinarios creen que los gatos atigrados de cualquier color tienen tendencia a ser más amorosos y mejores cazadores, por lo tanto más juguetones, mientras que los gatos con la piel manchada son menos flexibles. En general, la atracción hacia un color determinado es cuestión de preferencia personal. 3. Cuando vea uno que le guste, fíjese si el gato reconoce su presencia desde el otro lado de la jaula. Evite los gatos temerosos. Al principio, muchos gatos lanzan bufidos pero se calman a los pocos segundos cuando se dan cuenta de que usted no es una amenaza. Busque un gato que se acerque al frente de la jaula intentando llamar su atención y ganarse su afecto. 4. Haga la prueba de los "ojos tiernos". Párese frente a la jaula en posición relajada y entrecierre sus ojos del mismo modo en que lo hacen los gatos cuando están muy relajados. Háblele suavemente, como murmurando "gatico, gatico, gatico" y evite cualquier sonido en S, que para ellos suena a amenaza. Si el gato responde frotándose contra la jaula o levantando una pata contra la jaula, considérelo un buen candidato.
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5. Lleve un juguete para gatos, como una cuerda o algo que lo invite a jugar. Un gato juguetón es divertido y más fácil de entretener dentro de la casa con juguetes. No olvide que los gatos pequeños y activos también son más propensos a subirse por las cortinas, a rasguñar los muebles y a treparse por las biblotecas. 6. Pida autorización al personal del refugio para sacar de las jaulas a los finalistas, uno cada vez, y llevarlos a un lugar cerrado. Sostenga al gato en sus brazos y observe si el animal acepta su compañía o si intenta escapar. 7. Si el gato se deja alzar, observe el ronroneo. ¿Qué tan rápido y qué tan fuerte ronronea y cuánto tiempo se queda ronroneando? ¿Parece agradecido por sus caricias y lo acepta? En caso afirmativo, usted tiene en sus brazos un gato ideal en potencia. Por lo general, mientras más ronronea un gato, mejor es su personalidad. CONCLUSIÓN ¡Uf! Como puede ver, escoger un perro o un gato va mucho más allá de la primera impresión, de una consulta con el vecino o del mero instinto. Estas pruebas no pretenden calificarlo a usted, sino ayudarles, a usted y a su futura mascota, a construir un vinculo afectivo fuerte y amoroso desde el comienzo.
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Recetar la mascota perfecta
Recetar la mascota perfecta
UNA MASCOTA BIEN RECETADA DEBE cumplir el propósito de mejorar SU calidad de vida y satisfacer sus necesidades. Encontrar la receta perfecta no es tarea fácil. De hecho, se requiere paciencia, estudio, trabajo en equipo y buena información para lograr la pareja perfecta, una sociedad de humano y animal en la que ambas partes encuentran plena satisfacción. En esta sección quiero compartir con usted la historia de Darlene y Shadow, un ejemplo de cómo fue posible encontrar la mascota ideal para una persona gracias a un estudio cuidadoso y a la ayuda de profesionales. Enseguida miraremos ciertos trastornos comunes de salud que presentan sus propios retos y veremos lo que opinan los expertos médicos sobre el valor de las mascotas para la salud y la felicidad de sus pacientes.
Shadow: alma gemela de cuatro patas, centinela y salvador de Darlene Darlene Werremeyer divide su vida en dos et_apas: antes y después de Shadow. Su salud comenzó a deteriorarse en 1991. Una diabetes no diagnosticada le había provocado estrechamiento y obstrucción de las arterias. En 1997 se le practicó una angioplastia, pero el procedimiento falló y estuvo al borde de la muerte debidÓ a la ruptura de una arteria. En enero de 1998 sufrió un accidente cerebrovascular que paralizó sus cuerdas vocales y le produjo trastornos del habla. Una vez que se estabilizó, Darlene se reunió con su esposo jon en un encuentro familiar en Yakima, Washington,
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donde conoció a una schnauzer miniatura llamada Maggie, que pertenecía a la abuela de jon. Darlene se dio cuenta de que se sentía más tranquila y hablaba mejor cada vez que tenía cerca a Maggie. Su neurólogo, el doctor David Greeley, le habló de los estudios que había leido sobre el papel de las mascotas en la reducción del estrés y le recetó un perro. Investigaron en la biblioteca y en Internet sobre el temperamento, el costo de los cuidados, la muda de pelo y el entrenamiento y decidieron que un schnauzer miniatura serta su mascota ideal. Siguiendo la recomendación de un veterinario, fueron al conocido criadero de judy Zimmerman, quien le ayudó a Darlene a escoger el cachorro perfecto, el más pequeño de la camada, que tenia tan sólo cinco días de nacido. Darlene fue a visitarlo durante varias semanas mientras lo destetaban, y el día de su cumpleaños fue a recogerlo con jon. El cachorro, al que llamó Shadow, demostró rápidamente su inteligencia: en tres días aprendió a obedecer con relativa facilidad las órdenes de sentarse, quedarse quieto, dar la mano, dar la vuelta, levantar las patas y hacer la reverencia. Pero los verdaderos talentos de Shadow aparecieron cuando tuvo seis meses. Dos días antes de Navidad, Darlene, sintiéndose cansada, decidió recostarse en el sofá. Shadow no dejaba de tocarle el brazo con su pata y de quejarse, sin dejar de mirar hacia el medidor de glucemia que se encontraba cerca del sofá, hasta que Darlene tomó el aparato e hizo su autoanálisis: su nivel de azúcar en la sangre estaba demasiado bajo. Y ésta no fue la única vez. Un mes después, Shadow comenzó a molestar a Darlene, lamiéndole la cara, sin dejarla sola ni un segundo. Cuando logró llamar su atención, Shadow miró hacia el medidor de glucemia. Darlene repitió la prueba de glucosa y confirmó que la insistencia de Shadow no era un capricho: le estaba advirtiendo que sus niveles de glucemia estaban muy bajos y quería evitar que perdiera la conciencia. Los Werremeyer resolvieron contratar entrenadores profesionales para convertir a Shadow en un perro de servicio de "alerta
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médica". Ahora, cuando salen, Shadow viste con orgullo su chaleco de servicio anaranjado fosforescente, y Darlene lleva una copia de la prescripción del doctor Greeley. El doctor Greeley, a quien siempre le han gustado los perros, reconoció el efecto poderoso que tuvo el perro sobre la salud de Darlene. "El hecho de que ella, después de su accidente cerebrovascular, no haya venido a consulta durante más de dos años, es la mejor prueba de que Shadow ha hecho maravillas en su rehabilitación y en su calidad de vida", dice. Convencido del poder sanador de las mascotas, el doctor Greely ha formulado perros a pacientes con epilepsia y depresión, y gatos a pacientes con dolor crónico o insoportable. Antes de Shadow, Darlene entraba en shock tres o cuatro veces al año por su diabetes y tenía que ser llevada a urgencias. Después de Shadow, nunca ha tenido que ser llevada al hospital por una baja de azúcar en la sangre. Al comienzo, la endocrinóloga de Darlene, Carol Wysham, se mostraba escéptica respecto al valor de un perro en el control de su enfermedad, pero ya comenzó a apreciar el efecto positivo que ha tenido sobre Darlene la compañía de Shadow. Aunque todavía toma diez medicamentos al día, Darlene dice que Shadow es su "bendición" y su "milagro médico". "Shadow es el mejor remedio que me han podido formular", dice. "Si una píldora hubiera producido en mí la maravillosa diferencia en mi vida que produjo Shadow en los planos físico, mental y social, la habríamos aclamado como un medicamento milagroso".
Las mascotas y su importante papel en las enfermedades crónicas Darlene es un ejemplo de alguien que hizo bien todo. Evaluó su enfermedad y sus limitaciones físicas y económicas. En equipo con un veterinario, con su médico, con un criador y un entrenador, eligió una mascota que se acomodara de manera perfecta a su vida y respondiera a sus necesidades. Shadow también dio una nueva dimensión de seguridad y amor a la vida de Darlene. Casos como
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éste son cada vez más frecuentes. Veamos algunos ejemplos de mascotas que se acomodan perfectamente a diferentes trastornos de salud. ALERGIAS Y ASMA Cerca del 15 por ciento de la población sufre de alergia a los perros o a los gatos, y cerca del 30 por ciento de los asmáticos son alérgicos a los animales peludos. Pero muchas personas alérgicas o asmáticas quieren o necesitan una mascota. Y, contrariamente a los instintos de muchos padres y a las creencias de muchos médicos, los niños que crecen con perros o gatos tienen menos probabilidades de sufrir asma o alergias en la vida, según indican las investigaciones preliminares. 'Tradicionalmente, se ha creído que mientras mayor es la exposición a estos alergenos, mayor es el riesgo de desarrollar alergias", dijo Darryl Zeldin, del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de Estados Unidos. "Pero estas conclusiones están siendo revaluadas". Según nuevas investigaciones, la exposición a las mascotas en las etapas tempranas de la vida ayudaría al organismo a construir defensas contra el asma y las alergias, protegiendo a los niños para que no desarrollen reacciones, en lugar de desencadenar esas reacciones, como siempre se ha creído. "Al parecer, los niños que han estado expuestos a los animales son más saludables", dice Christine C. johnson, Ph.D., investigadora en epidemiología del Henry Ford Health System en Detroit. El estudio de johnson, que fue presentado en la conferencia de la Sociedad Torácica de los Estados Unidos en 2001, hizo el seguimiento de 833 niños mayores de siete años y demostró que la exposición a dos o más gatos y perros a la edad de un año había hecho a los niños menos susceptibles a otros alergenos cuando alcanzaron los siete años, y que incluso dicha exposición había mejorado las funciones pulmonares en algunos de ellos. Thornas Platts-Mills, especialista en asma y enfermedades alérgicas en la Universidad de Virginia, dirige allí una "casa de gatos". Su
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reciente investigación, publicada en The Lancet, sugiere que los animales en la casa (gatos, en este caso) pueden disminuir el riesgo de asma al hacer que los humanos produzcan ciertas células ayudantes especializadas que funcionan como una forma de tolerancia. Un grupo de investigadores suecos llegó a la misma conclusión. Sin embargo, Platts-Mills advierte que las alergias también pueden tener otras causas. "No sabemos si la presencia de un gato puede disminuir el riesgo de desarrollar alergia a los ácaros del polvo. Muchos niños que son tolerantes a los gatos son alérgicos a los pólenes". O sea que el animal no crea necesariamente una protección absoluta contra todos los agentes que desencadenan asma y alergias. Los nuevos hallazgos podrtan confirmar lo que los médicos han llamado la "hipótesis de la higiene". Según esta teorta, el asma y las alergias se volvieron muy comunes durante las tres últimas décadas, a medida que se redujo el tamaño de las familias y aumentaron los estándares de higiene personal, lo cual indicaría que una falta de contaminantes ambientales provoca una reacción excesiva del sistema inmunológico cuando encuentran sustancias inductoras de asma o alergias. Otros estudios han demostrado que un estilo de vida rural, la vida en una finca o en un ambiente donde haya animales cerca de la casa, o la presencia de perros en la casa protege contra el asma. "Aún no podemos sacar conclusiones", dice Linda Ford, quien fue presidenta de la Asociación Pulmonar de los Estados Unidos. "Es muy pronto para afirmar que ésta es una protección". Los gatos y los perros son apenas "amigos soportables" para muchos alérgicos, mientras que pueden ser una amenaza para la vida de los asmáticos. John es una adorable mascota que vive en la sala de espera de la doctora Ford. Le gusta que la alcen y la acaricien.· John es una rana. No tiene pelos ni plumas, porque todos los pacientes aquí son alérgicos o asmáticos. "Nos gusta mostrarles alternativas a los pacientes", dice la doctora Ford. "Una mascota no tiene por qué ser siempre un perro o un gato". Entre las que no tienen pelos ni plumas están reptiles como
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las iguanas, culebras, lagartos y salamandras, y anfibios como la ranaJohn. También pueden ser buenas mascotas para niños y adultos las tortugas, los peces y los cangrejos ermitaños. Recuerde: "Los gatos tienen más probabilidades que los perros de desencadenar asma y alergias", dice la doctora Ford. Y los gatos machos mudan más el pelo que las hembras. Según investigadores del Long Island College Hospital en Brooklyn, Nueva York, los gatos de pelo oscuro producen de dos a cuatro veces más respuestas alérgicas, moderadas a severas, que los de pelo claro. Y no existe, contrariamente a la creencia popular, una mascota hipoalergénica, que no mude el pelo. Todos los gatos y perros cambian de pelo, pero, según la raza, cada persona puede reaccionar de una manera diferente. Cuando algún paciente suyo insiste en tener una mascota peluda, la doctora Ford le sugiere un perro pequeño de pelo corto, más fácil de bañar y de cuidar, y recomienda que el aseo de la mascota se haga semanalmente. TERCERA EDAD: CUANDO LA MENTE COMIENZA A VIAJAR O EL RELOJ A ATRASARSE Un perro grande de una unidad de cuidados de la tercera edad en un hospital se apegó mucho a un paciente de Alzhe_imer que, por no estar tan avanzada su enfermedad, todavía podía interrelacionarse con el perro más que los demás internos. Lo sacaba a pasear, jugaba con él a la pelota y le daba regalos. Cuando la salud de este hombre comenzó a declinar y sus aptitudes mentales se sumieron en el desconocido mundo de la demencia del Alzheimer, el hombre comenzó a mostrar comportamientos de agitación. Un día, empezó a golpear con insistencia la puerta de la unidad y su frustración aumentaba con cada intento vano. El personal quiso distraerlo. Pero el perro, por su propia intuición, supo lo que debía hacer. Simplemente lo agarró del puño de la camisa con el hocico y lo llevó suavemente a su cuarto. A diferencia de muchos de nosotros, las mascotas aceptan
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incondicionalmente las limitaciones de una persona. "A los perros no les importa tu aspecto ni que hayas olvidado amarrarte los cordones de los zapatos", dice Kathy Riehards, RN, Ph.D., investigadora pediátrica de la Universidad de Arkansas. "Las mascotas proporcionan ese contacto social que necesitan las personas de edad". El uso de mascotas en el manejo de los pacientes con Alzheimer es una práctica probada y cada vez más aceptada. La doctora Richards recuerda una unidad de Alzheimer donde una perra labrador era la "terapeuta" y donde periódicamente llevaban cabras y corderos y otras mascotas con las cuales los pacientes más difíciles lograban establecer una relación. Recuerde: Un perro o gato amistoso, de cualquier raza y tamaño, puede ayudar al personal de salud a mejorar la calidad de vida de los enfermos. La piel de los ancianos es muy delicada, por lo que no se recomiendan mascotas con dientes afilados. Mirar un acuario de peces es una actividad pasiva pero reconfortante, lo mismo que ver volar los pájaros dentro de una jaula grande, ver cómo hacen sus nidos y cómo se alimentan. "Esto es mucho mejor que poner a los enfermos a ver televisión", dice Kathy Richards.
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tenga los huesos frágiles por la osteoporosis debe tener cuidado con cualquier cosa que pise, ya sea un tapete o un gato. El doctor joel E. Rutstein, director del Centro para el Diagnóstico y el Tratamiento de la Artritis en San Antonio, dice que es importante sopesar los beneficios psicológicos y de compañía de una mascota frente a los riesgos de caer sobre ella y exponerse a una lesión. Recuerde: Para una persona con artritis, la mascota ideal es un perro pequeño. Es fácil alzarlos y, además, al sacarlos a pasear con la correa no representan esfuerzo para los brazos ni piden jadeando que uno los ponga a correr. Al contrario, les gustan las caminatas cortas. El doctor Rutstein recomienda a las personas con artritis que ejerciten sus manos acariciando mucho a sus mascotas. "Por lo general, un perro o un gato se dejaría acariciar el vientre todo el día. Uno cree que así hace sentir mejor a la mascota, pero en realidad es uno el que se siente mejor al mover las manos. Es una sensacón muy relajante", dice el doctor Rutstein, quien considera esta actividad como una forma de autohipnosis. LA MASCOTA PROZAC: CAMINAR Y SANAR
ARTRITIS: LO MEJOR NO ES LO MÁS GRANDE La artritis tiene muchas formas. De hecho, la Fundación para la Artritis en Estados Unidos ha elaborado una lista de más de cien afecciones que caben dentro de la definición de artritis, desde un simple dolor de codo o una bursitis hasta'la artritis reumatoidea, la osteoartritis, la fibromialgia o la osteoporosis, que son muy incapacitantes. Para personas con artritis, es importante considerar el tamaño al escoger una mascota. Pasear un perro grande puede ser un ejercicio agradable para un artrítico hasta que el perro vea una ardilla y salga corriendo con todo y el hombro y el brazo que sostienen la traílla. Este esfuerzo puede incluso recrudecer la artritis. Una persona que
Helen Curlee y su perra Hillary, una mezcla de pastor australiano y perro esquimal, sufrían ambas de una forma dolorosa de artritis degenerativa conocida como osteoartritis. Hillary necesitaba perder peso y su veterinario le recomendó caminatas cada vez más largas. Helen también admitia que ella necesitaba perder algunos kilos. ¿Ejercicio? "Es muy aburrido", decía Helen. "Hace varios años tengo sobrepeso, y la artritis me acompaña desde que tengo diez años. No me he cuidado como me indican los médicos. No me alimento bien, no hago ejercicio y no pierdo peso". Helen no se dio cuenta de que la receta del veterinario para Hillary redundaba en su propio beneficio. Empezaron a caminar
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dos veces al día por el conjunto residencial donde viven y el resultado fue que ambas perdieron peso. Ahora, ambas toman los mismos medicamentos para la artritis y una baja dosis diaria de aspirina. "Al ver que le estaba haciendo daño a mi perra, me miré a mf misma y reconsideré mi estilo de vida", dice Helen. HIPERACTIVIDAD Y OTRAS COSAS DE LOS NIÑOS Las mascotas y los niños son, como el pan y la mantequilla, una combinación natural, siempre y cuando la elección de la mascota sea adecuada. A nadie le gustaría ver a un niño muy agresivo lidiar con un chihuahua, o a uno con parálisis cerebral tratando de librarse de un labrador negro. Los niños con problemas emocionales, de comportamiento o de salud necesitan una consideración especial a la hora de elegir una mascota. Perro grande al rescate: Para los niños hiperactivos, incluso aquéllos que presentan trastorno de déficit de atención con hiperactividad, conviene un perro grande. "Los niños hiperactivos son físicos", dice la psicóloga infantil Bunni Tobías, Ph.D., quien tiene su consultorio privado en California. "Un perro grande y dócil puede ser más tolerante para el juego brusco, especialmente cuando un niño se tumba sobre el perro". Recomienda que el niño abrace al perro. El contacto alivia tanto al perro como al niño. Como los bebés, los niños se relajan con los latidos del corazón, y sentir esta aceptación incondicional es un amor qu~ puede reparar un corazón roto o aquietar el alma. Si se elige un perro peludo, hay que tener en cuenta que los síntomas de las alergias pueden parecerse a los de la hiperactividad. Por lo tanto, hay que descartar una alergia en caso de mal comportamiento, agitación o dificultad para concentrarse, pues pueden ser causados por ésta. En el caso de un niño que ha causado daño a alguna mascota, es mejor no tener ningún animal (y buscar un hogar temporal para
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alojar a la mascota de la casa, si la hay) hasta no haber descubierto con ayuda profesional la razón de este comportamiento. Apóyate en mf: Después de un divorcio o de una muerte, es probable que los niños se porten mal y necesiten quién los escuche. Según Bunni Tobías, un amigo peludo y cálido puede consolar a un niño cuando su mundo parece venirse abajo. Si un niño reacciona de manera excesiva, empujando, pateando, mordiendo y apretando, es probable que no conozca su propia fuerza y un abrazo suyo podría resultar demasiado apretado. Por lo tanto, no hay que darle por mascota un hámster, un conejo o un pájaro. Los niños con problemas neurológicos leves tienen tendencia a ponerse nerviosos con los animales. Los perros, por ejemplo, se mueven rápidamente y los asustan. Para ellos, la mascota debe elegirse de acuerdo con el temperamento del animal y no con su edad. Un cachorro juguetón resultaría abrumador; es mejor una mascota tranquila y controlada. Conviene contar con la ayuda de un entrenador de perros para hacer una buena elección. Un gato es un remedio perfecto para niños enfermos o débiles que tal vez no tengan la energía para tirarse al piso a jugar con una mascota más activa. Un niño que debe guardar cama o que anda en silla de ruedas tal vez sea feliz jugando con una cuerda para que el gato la atrape. Bien elegido, un gato se hará un ovillo sobre el regazo de un niño que viva aislado y le dará mucho consuelo. Después de todo, es una experiencia mágica ser elegido por un gato. Un niño que tenga dificultades para conciliar el sueño se dejará llevar por el suave ronroneo de un gato para dormir siestas de vez en cuando. Los niños con serias limitaciones físicas disfrutarán enseñándole a hablar a un loro o viendo el entusiasmo con que éste les responde. Cualesquiera que sean la mascota y el tipo de niño, Bunni Tobías sugiere que se contrate a un entrenador profesional. "A la clase deben asistir el niño y el animal", dice. "El niño se sentirá más motivado a aprender con el entrenador, así sus padres le estén dando la misma información".
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CÁNCER: ¿VIVIRÉ MÁS QUE MI MASCOTA? Edward T. Creagan ha tratado a más de cinco mil pacientes durante casi treinta años en la Clínica Mayo, uno de los primeros centros médicos de los Estados Unidos. "No hay duda de que una mascota da una nueva dimensión a la vida que le queda al paciente", dice el doctor Creagan. "Las mascotas dan significado y propósito a la vida de los enfermos de cáncer en los momentos más difíciles. Los optimistas viven más que los pesimistas". Cuando el sistema inmunológico está debilitado por el cáncer y la quimioterapia, el hecho de estar feliz y en paz, dos cualidades que las mascotas pueden brindarnos, estimula las células agresoras naturales que matan el cáncer. El beneficio clínico del amigo peludo que acompaña al enfermo, dentro de una amplia red social de apoyo, es que aumenta la fe. Como dice el doctor Creagan, "cualquier cosa es posible para aquéllos que creen". La mejor mascota: Para un adulto enfermo de cáncer y en tratamiento riguroso, es más razonable un perro adulto y calmado que un cachorro de labrador dispuesto a morderlo todo o un perro que necesite largas caminatas. Los pacientes de cáncer necesitan cuidarse primero ellos mismos, de modo que lo ideal es una mascota que no necesite muchos cuidados, como un gato dormilón. Sólo habría que programar quién lo cuidará mientras su amo esté en el hospital o en las sesiones de quimioterapia. DEPRESIÓN: MÁS QUE SACAR UN CONEJO DE UN SOMBRERO Ayudar a curar la depresión en niños y adultos es más dificil que sacar un conejo de un sombrero, dice Aubrey H. Fine, .Ed.D., psicólogo pediatra y mago profesional. Sin embargo, Aubrey usa en su consultorio un conejo llamado Houdini, además de sus tres perros, tres cacatúas, lagartos y peces. La depresión es una de las enfermedades mentales más comunes. Según los expertos, la depresión clínica es causada por un desequi-
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librio químico en el cerebro, especialmente de serotonina. En las personas vulnerables, la depresión causa sentimientos de impotencia y desesperanza, mucho más que la simple tristeza por haber obtenido una mala nota o por haber terminado con un novio. Desafortunadamente, son pocas las personas que buscan tratamiento. La mascota de la familia puede ser parte del sistema de soporte de la persona, explica Aubrey. "La persona deprimida se aísla y se siente sola, o puede elegir estar sola. Un animal puede animarla a salir y entrar en contacto con el mundo". Aubrey usa el vínculo afectivo con los animales para ayudar a sus pacientes. Recuerda a una joven adolescente que estuvo hospitalizada por depresión severa e intento de suicidio. Como le interesaban mucho los animales, Aubrey la llevó a prestar servicio voluntario en un refugio de animales donde empezó a pasear a los perros, adoptó unos gatos y poco a poco se recuperó de su enfermedad mental. Especialmente en invierno, cuando la depresión golpea más duro, un perro que necesita su paseo diario puede lograr que una persona deprimida salga de su encierro. Para quienes prefieren animales de interiores, un canario o un perico australiano puede ser ideal para crear un vinculo afectivo. DIABETES: UN SALVAVIDAS CON OLFATO CANINO Llámese sexto sentido o de otro modo, es increíble que un perro pueda decir cuándo el nivel de azúcar en la sangre está bajo, y esto puede ser un milagro que le salve la vida a una persona con diabetes, en particular si se trata de diabetes tipo 1, la forma más grave. Esta capacidad de percepción de los perros puede deberse a que las personas sudan más o presentan temblores musculares durante un episodio de hipoglucemia, y ellos responden a esta alteración del organismo.
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ENFERMEDAD CARDÍACA: MEDICINA NATURAL PARA LA PRESIÓN ARTERIAL El corazón humano es un barómetro sensible de nuestro entorno. Y la presión arterial es el "balancín vascular de todo el diálogo humano", en palabras de James Lynch, Ph.D., profesor de Johns Hopkins y director del centro de salud Life Care en Baltimore. Lynch ha observado que la presión arterial sube cuando hablamos con otras personas, pero baja cuando nos relacionamos con animales. La relación con los animales pone al organismo en modo de hiperrelajación, lo que constituye una medicación "natural" para la presión arterial. Sus investigaciones fueron de las primeras en documentar el efecto de las mascotas en la presión arterial. Mientras las compañías farmacéuticas anuncian con bombos y platillos los últimos medicamentos para los problemas cardiacos, James Lynch expone sus argumentos a favor de la terapia asistida por animales en los salones de clase. Su programa consiste en promover que a los niños se les ponga en contacto con las criaturas del mundo viviente, que disfruten de su compañia y se comuniquen con ellas. La enfermedad cardiaca comienza cuando somos jóvenes, por lo cual una intervención temprana en la salud de los niños a través del poder sanador de las mascotas tendría un efecto poderoso. En uno de sus estudios, Lynch demostró que la sola presencia de una mascota en el salón de lectura hacia bajar la presión arterial de los niños, sin necesidad de que ellos tuvieran ningún tipo de relación con la mascota. Recuerde: Los estudios científicos han demostrado repetidas veces que una persona tiene más posibilidades de vivir un año más después de un ataque al corazón si posee una mascota. Y la mejor mascota para un paciente cardíaco es un perro. Los perros exigen ejercicio regular y moderado, algo que es vital para la salud del corazón. Tanto los perros como los gatos prestan una ayuda maravillosa en la reducción del estrés, pero el perro es la mejor herramienta para la rehabilitación cardíaca.
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ACCIDENTE CEREBROVASCULAR: PREVÉNGALO CON UNA MASCOTA "La medicina trata el accidente cerebrovascular con elementos de alta tecnología, como cirugía y medicamentos", dice el doctor David Wiebers, profesor de neurología y presidente del departamento de enfermedades cerebrovasculares en la Clínica Mayo. "Todo eso está muy bien, pero no se tiene en cuenta lo suficiente el impacto menos dramático de la prevención orientada a los cambios en el estilo de vida, incluyendo el papel de los animales". Una acción médica rápida o una droga suministrada a tiempo puede salvar la vida de quien sufre un accidente cerebrovascular. Pero los mejores resultados se obtienen con las medidas preventivas, y las mascotas juegan un papel importante en la reducción de uno de los principales factores de riesgo de accidente cerebrovascular: el estrés. Los efectos del estrés pueden manifestarse en forma de una presión arterial elevada, entre otros signos biológicos. El impacto de los animales como medida preventiva "será mucho mayor en la sociedad que cualquiera de las intervenciones de alta tecnología que se han desarrollado", dice el doctor Wiebers. Según él, una relación adecuada entre la persona y su mascota puede prevenir un accidente cerebrovascular, "reducir la presión arterial, el ritmo cardiaco y la ansiedad, así como mejorar el estado de ánimo, como lo han demostrado las investigaciones". Recuerde: Para alguien con severas limitaciones, el doctor Wiebers recomienda una mascota pasiva que no requiera muchos cuidados, como un canario que cante melodiosamente. Algunas personas que han sufrido accidente cerebrovascular no pueden hablar, pero la comunicación con el animal no necesita palabras y sí puede constituir un vinculo vital. La mascota puede ayudar a su amo discapacitado en sus actividades diarias y durante sus largos y rigurosos periodos de rehabilitación.
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DOLOR, DOLOR, NO TE QUIERO El dolor crónico del cáncer y otras enfermedades graves dificulta la vida diaria de muchas personas, dice Ann Berger, oncóloga especialista en dolor y cuidados paliativos en los Institutos Nacionales de Salud, donde, además de los ensayos clínicos con las medicinas más experimentales, se están explorando tipos alternativos y complementarios de medicinas. El hecho de sostener o simplemente tocar a una mascota aparece como una pieza esencial en el tratamiento del dolor. "Para ayudar a soportar el sufrimiento debemos recurrir a todos los campos", dice Anne. "El aspecto espiritual es muy importante porque, aunque una persona no sea religiosa, siempre surgen preguntas como: '¿Por qué me sucedió esto a mi?'. Se puede usar el arte, la música. La terapia con animales ayuda a algunos pacientes, y en ese campo estamos trabajando mucho". Si tiene dolor, ensaye un terrier, no una aspirina. Las mascotas, especialmente los gatos y los perros, milagrosamente atinan con el sitio donde nos duele. Se suben a nuestra cama y, de algún modo inexplicable, se acomodan como un vendaje peludo para aliviar nuestro dolor.
TERCERA PARTE
Fortalecer el vínculo afectivo con su mascota
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Cómo obtener lo mejor de su relación con una mascota
mascotas como Si fueran nuestros nietos favoritos, podemos ahondar más en esta relación y fortalecer ese vínculo afectivo. Yo había creído equivocadamente que mi relación con mis mascotas era perfecta, pero descubrí que mi nivel de intimidad con ellas era tan superficial como el baño de un pájaro, pudiendo ser tan profundo como el océano. Experimenté este duro despertar después de haber contestado los cuestionarios que incluyo en esta sección. Creía que mi experiencia con las mascotas me había servido para tener buen ojo y que mis mascotas eran felices y saludables. Pero el resultado que obtuve en el cuestionario fue C menos, y no A más, como yo esperaba, y eso me creó una fuerte conmoción. Para fortalecer el vínculo con una mascota hay que estar con ella. Un beso de buenas noches que me dio Sirloin me indicó que su aliento era despedidor y poco invitaba al beso. Con sólo mirar una maraña de pelo que empezaba a crecer cerca de la cola de Lllucky supe que tenía que cepillado con más frecuencia para que su pelo invitara a ser acariciado. Me di cuenta de que Scooter reclamaba más contacto físico, y de que nuestros gatos, Turbo y Tango, andaban por su cuenta. Usted sentirá un vínculo afectivo más profundo con su mascota si ésta tiene el pelo suave y buen aliento y si disfruta jugando con ella. Los resultados de mi cuestionario me hicieron sentir culpable de inconsistencia. Mi ignorancia y mis acciones inconscientes esINCLUSO QUIENES MIMAMOS A NUESTRAS
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taban poniendo en peligro la salud y el bienestar de mis adoradas mascotas. Ellas, además, estaban pagando el precio de mi sobrecargado horario, porque las saludaba con golpecitos rápidos en la cabeza, las caminatas eran apresuradas y siempre rompfa las promesas de jugar con ellas. Hice, pues, lo que harta cualquier estudiante animoso: busqué ayuda. Consulté con expertos en bienestar canino y felino. Luego, con partes iguales de escepticismo y entusiasmo, digerf esta nueva información y decidf cambiar mis costumbres. Mi objetivo en este aprendizaje práctico era ver si estas innovaciones, algunas de las cuales me parecfan realmente tontas, sacarfan a mis perros y gatos de lo que muchos consideraban una vida saludable, feliz y plena para llevarlos al nirvana canino y al éxtasis felino. Prestándoles más atención a mis perros y gatos supe cómo modificar sus rituales diarios para fortalecer al máximo el vinculo afectivo entre ellos y yo. También supe cómo reconocer sus verdaderos deseos y necesidades. Ahora puedo recomendarle a usted el proceso que vi vi. Fortalecer el vínculo afectivo con su mascota es el mejor regalo que puede darle a ella (y a usted mismo), mucho mejor que un ratón de juguete o un jugoso trozo de carne. ¿Cómo está su relación con su mascota? ¿Qué puede hacer para mejorarla? En esta sección encontrará tácticas y herramientas esenciales para fortalecer el vínculo con su mascota.
Califique su relación con su mascota
TóMESE UN MOMENTO PARA CONTESTAR estOS cuestionarios del programa IdealPet™ [la mascota ideal]. Son pruebas rápidas diseñ.adas para evaluar el estado en que se encuentra su mascota, perro o gato, en comparación con su ideal de mascota, y para ayudarle 'a lograr que su mascota exprese todo su potencial genético. El programa IdealPet™ es la versión para mascotas del lema be al! you can be [sé todo lo que puedas ser] del ejército de los Estados Unidos. Y recuerde que usted juega un papel importante en los resultados de este programa. Con sólo comprender verdaderamente y establecer una comunicación clara con su mascota usted puede lograr la mejor relación posible. En equipo con el doctor Rolan Tripp desarrollamos un nuevo enfoque para hacer que su gato o su perro sea más feliz, más juguetón y más amoroso. El programa IdealPet™ no pretende señ.alar sus fallas ni las de su mascota, sino guiarlos a ambos para que se acerquen cada vez más al nirvana de la relación ideal.
Cuestionarios sobre el perro ideal (IdealDog™ Tests) Aunque ústed piense que ya tiene un perro ideal, este cuestionario le dará puntos de comparación. Mientras mayor sea el número de respuestas afirmativas, más cerca estará de experimentar su ideal.
246 El poder sanador de las mascotas
EL PERRO IDEAL PARA LA CASA (IdealHouseDog™) Veamos qué tan buen anfitrión es su perro. Responda "sí" o "no" para describir las costumbres de su perro en la casa.
-•
11
Califique su relación con su mascota
14. Se acerca y entra en la casa cuando se le llama
Sí
No
15. No muestra interés por destruir la casa
Si
No
Si
No
l. Hace sus necesidades en los lugares que se le han asignado
Sí
No
16. Cuando se le pide hacerlo, busca las llaves del auto, el control remoto de la televisión y otros objetos marcados con olor
2. Se sienta cuando se le pide hacerlo en cualquier circunstancia
Sí
No
17. Parece estar cerca del peso ideal
Sí
No
18. Su pelo es brillante y sedoso
Si
No
3. No se acerca a determinados muebles a menos que se le invite a hacerlo
Sí
No
19. No tiene mal aliento
Si
No
4. Se retira cuando se le ordena
Si
No
5. Hace caso omiso de la basura y los objetos masticables que encuentra en áreas prohibidas
Sí
No
16-19 12-15 8-ll
7 o menos
247
Recibió un grado magna cum laude de la Uniyersidad del Buen Perro Hizo buen uso del dinero de sus padres en la universidad Sabia que no serta admitido en esa hermandad Su titulo desapareció en llamas
6. Saluda amistosamente a personas deseonocidas cuando se le indica hacerlo
Sí
No
7. Se resiste a salir corriendo por la puerta o a vagabundear por el vecindario
Sí
No
l.
EL PERRO DE COMPAÑÍA IDEAL (IdealCompanionD_Qg™)
8. Va hasta el lugar que se le indique y espera allí sin impacientarse
Sí
No
ji
Este cuestionario le indicará qué tan bueno es su perro como compañero de viaje o para hacer ejercicio.
9. Se muestra satisfecho cuando está amarrado o dentro de un cajón para perros
Si
No
10. Permanece lejos de las personas y no, les salta encima para saludarlas
Sí
No
11. Ladra para advertir de algo pero no hace un ruido excesivo y molesto
Sí
12. Acepta con paciencia el baño, el corte de uñas y el cepillado de los dientes
Sí
13. No muestra signos de agresión cuando hay niños de visita
Sí
No No No
l. Regresa inmediatamente cuando usted lo llama después de haberlo dejado sin trailla en el parque o en la playa
Sí
No
2. Se detiene en todas las aceras y espera a que usted le dé permiso para continuar
Sí
No
3. No se muestra agresivo ni rebelde cuando encuentra nuevos perros
Sí
No
4. Juega alegremente con los perros que le son familiares
Sí
No
Califique su relación con su mascota
248 El poder sanador de las mascotas
11
EL. PERRO IDEAL PARA LOS TRUCOS (IdealTrickDog™)
Si
No
6. Sigue de cerca a su amo con la trailla en una multitud
Si
No
7. Sigue de cerca a su amo sin la trailla en
Si
No
l. Se sienta y levanta la pata para saludar a las personas
Si
No
Si
No
2. Se para y levanta la pata para saludar a las personas
Si
No
Si
No
3. Rueda y rueda hasta que se le ordena suspender
Si
No
10. Permanece tranquilo en posición de descanso hasta que es liberado
Si
No
4. Mueve la cabeza para decir "si" o "no" cuando se le indica
Si
No
11. Actúa con confianza entre niños y adultos cuando está en público
Si
No
5. Se hace el muerto, quedándose completamente quieto en posición acostado
Si
No
12. Deja de ladrar cuando se le da la señal
Si
No
Si
No
13. Responde como se le ordena cuando se le acerca un extraño
Si
No
6. Se hace el muerto, recostado sobre el lomo con las cuatro patas hacia arriba
7. Ladra cuando se le ordena
Si
No
14. No muestra miedo ni agresión cuando alguien lo manipula durante el baño y el arreglo del pelo
Si
8. Camina hacia atrás
Si
No
9. Responde a la orden de ir a sentarse sobre un tapete
Si
No
15. Viaja cómodamente en un cajón para perros o en un auto, bus o avión
Si
10. Busca y trae cualquier objeto que se le pida, como una bola, un palo o un frisbee
Si
No
11. Se acuesta sobre un tapete cuando suena el timbre de la puerta
Si
No
12. Describe ochos caminando y dando vueltas alrededor de sus piernas
Si
No
13. Salta en las cuatro patas
Si
No
14. Hace la reverencia cuando se le ordena
Si
No
15. Limpia el piso cuando ha regado comida
Si
No
S. Se comporta como un pasajero considerado en cualquier vehículo
11
un área segura
8. Hace sus necesidades cuando se le ordena en lugares especificados
9. Entra y se queda tranquilo en un cajón para perros cuando se le pide
12-15 9-11 6-8 S o menos
Califica con cinco estrellas Mantendremos las luces prendidas para usted Su mejor elección serta un albergue de mascotas ¿Ve el letrero? ¡Prohibidas las mascotas!
No
No 1
'1
Con este cuestionario usted podrá saber si tiene un perro prodigio a la hora de realizar trucos.
249
Califique su relación con su mascota
250 El poder sanador de las mascotas
12-15 8-11 4-7 3 o menos
Es un Puede Buena Puede zada
Copperfield peludo actuar en Las Vegas diversión para una fiesta infantil hacer que su familia humana desaparezca avergon-
EL PERRO DE EXHIBICIÓN IDEAL (IdealShowDog™) ¿Está listo su perro para enloquecer al público en una exhibición local? Veamos cómo le va a su perro frente a los mejores ejemplares.
l. Sigue de cerca a su amo con o sin traílla a diferentes velocidades
Sí
No
2. Permanece en posición acostado fuera de la vista de su amo hasta por cinco minutos
Sí
No
3. Permanece en posición sentado fuera de la vista de su amo hasta por dos minutos
Sí
No
4. Permanece en posición levantado fuera de la vista de su amo hasta por un minuto
Sí
No
Sí
No
Sí
No
7. Salta para subirse o bajarse de una mesa cuando se le ordena
Sí
No
8. Busca y trae el objeto que se le indique y lo pone en la mano de su amo
Sí
No
9. Discrimina olores, encuentra objetos marcados con el olor de una persona
Sí
No
10. Salta sobre cualquier objeto seguro y razonable
Sí
No
5. Se aleja de su amo, se tumba y luego
'
Sí
No
12. Trepa por un obstáculo razonable para continuar un camino
Si
No
13. Salta a través de un aro razonable
Si
No
14. Está inscrito para competir en pruebas de obediencia
Si
No
12-14 9-11 6-8 5 o menos
Superestrella de Guaullywood Semifinalista de Miss Uni-canes Los jueces encontraron que la mamá tenia pulgas Ganará algo más que "quince minutos de vergüenza"
Los perros se creen humanos;
los gatos, dioses
.
regresa cuando recibe la orden 6. Acata la orden de sentarse, acostarse o levantarse a distancia
11. Se arrastra por un tubo cuando la salida no es visible
251
Muchos consideran que el gato es un animal esencialmente independiente, que se domestica solo y que, hasta hace muy poco, habla sido valorado sobre todo por sus incomparables habilidades corno exterminador de alimañas. Sin embargo, nada puede estar más lejos de la verdad. Es cierto, si, que los gatos han exterminado con sus propias garras muchas plagas y que gracias a ellos nos ahorrarnos la segunda epidemia de peste bubónica. Pero mucho más importante que su valor corno exterminadores es su condición de sirnbolos vivientes y eternos del hogar. ¿Qué otra imagen evoca la paz, la alegría y la seguridad con tal fuerza como la de un gato que duerme en su silla favorita? ¿Y qué otro sonido puede ser tan suave y tranquilizador corno el de un ronroneo bien modulado? No debe sorprender que más o menos en la misma época en que se volvió popular el uso de drogas para la depresión corno el prozac y el zolof, también el gato empezó a desplazar al perro como la mascota más popular en Estados Unidos. Felinos de todos los
252 El poder sanador de las mascotas
Califique su relación con su mascota
colores, formas y razas constituyen la mejor medicina natural contra el estrés. Como puede atestiguarlo un veterano amo de gatos, éstos marchan según su propio ritmo interno. Si un gato siente el deseo, puede saltar sobre su periódico sin sentirse culpable, justo cuando usted se acaba de sentar a leerlo. Cuente con su gato para que camine sobre su teclado o se acueste sobre el ratón de su computador en el momento en que usted está terminando un informe que debió haber entregado el día anterior. Sólo una persona muy fuerte o muy estresada puede resistirse a abandonarlo todo para prestarle atención al gato. Un gato puede sacarle una sonrisa y recordarle que baje su ritmo de vida. ¿No le parecería bueno que hubiera un gato en cada oficina y en cada hogar? Veamos cómo hacer que ronronee de verdad el vínculo afectivo que usted tiene con su gato.
Cuestionarios sobre el gato ideal
4. Hace sus necesidades sólo en los lugares dispuestos para ese fin
Si
No
5. Se acerca cuando lo llamo para darle comida
Si
No
6. Es amistoso y confiado cuando llegan
Sí
No
7. No destruye los objetos de la casa
Sí
No
8. Acepta las golosinas sin morder ni
Sí
No
Sí
No
10. juega entusiasmado con diferentes juguetes
Sí
No
11. No se acerca a determinados muebles
Sí
No
12. No tiene sobrepeso
Si
No
13. No tiene mal aliento
Sí
No
personas nuevas
abalanzarse sobre ellas 9. Permanece tranquilo cuando lo baño
(IdealCat™ Tests) ¿Cree que su gato está muy bien? Marque "sí" o "no" frente a cada punto de este cuestionario. Mientras mayor sea el número de respuestas afirmativas, más cerca estará usted de tener la orgullosa compañía de su gato ideal. (No aparece un cuestionario sobre el gato ideal para exhibiciones, puesto que a los felinos no se les pide que hagan este tipo de demostraciones de habilidad en las ferias.) EL GATO IDEAL PARA LA CASA (IdealHouseCat™) l. Corre para saludarme cuando llego a casa
Sí
No
2. Busca con avidez que lo alce y lo acaricie
Sí
No
3. Le gusta descansar en mi regazo
Sí
No
10-13 6-9 5 o menos
Mi gato recibió los más altos honores académicos Mi gato es un atleta estudiante que siempre obtiene C en sus estudios Mi gato tiene futuro en la industria de comidas rápidas
EL GATO DE COMPAÑÍA IDEAL (IdealCompanionCat™) Este cuestionario le indicará qué tan buen compañero es su gato para pasear por el barrio o sólo para estar en casa. l. Sale a pasear fácilmente con arnés y trailla
Si
No
Entra en una jaula portátil cuando se le pide que lo haga
Sí
No
Sí
No
2.
3. Permanece tranquilo y relajado cuando
viaja dentro de su jaula
253
254
Califique su relación con su mascota · 255
El poder sanador de las mascotas
4. Permanece tranquilo en presencia de niños amistosos
Si
No
5. Se deja acariciar por personas extrañas amistosas
Si
No
6. Permite que personas extrañas lo alcen y lo acaricien
Si
No
7. Acepta sin signos de agresión o de estrés que lo peinen y lo aseen
Sí
No
-6-7 4-5 3 o menos
Califica con cinco estrellas Con orgullo luciré mi pelaje en este viaje ¿Dijo gato callejero?
EL GATO IDEAL PARA LOS TRUCOS (IdealTrickCat™) Veamos qué tal se comporta su gato a la hora de hacer algunos trucos del estilo "miau-¡uau!" para deslumbrar a sus amigos.
l. Se acerca cuando usted lo llama
Si
No
2. Maúlla al darle la señal
Sí
No
3. Se sienta y se acuesta cuando se le ordena
Si
No
4. Se sienta y permanece sentado por un rato corto
Si
No
5. Se sienta sobre las patas traseras
Sí
No
6. Salta para subir o bajar de algún lugar determinado
Sí
No
7. Baila sobre las patas traseras
Si
No
8. Responde al llamado de "déme esos cinco"
Si
No
9. Rueda al darle la señal de que lo haga
Sí
No
Sí
No
10. Recoge objetos cuando se le tiran
8-10 5-7 6-8 2 o menos
¡Nació una estrella! ¡Tiene un excelente miau-trabajador, amigo! Consiga un nuevo agente No nos llame, nosotros lo llamaremos
¿Cómo está la salud de su mascota?
¿Cómo está la salud de su mascota?
¡.
.1
NUESTRAS MASCOTAS SIGNIFICAN TODO para nosotros. El sólo hecho de amarlas puede mejorar nuestra salud, y ellas nos necesitan para estar en forma. Comience cada mes revisando estos veintiséis puntos necesarios para asegurarse del estado de salud de su mascota. Estas evaluaciones mensuales pueden servir para detectar a tiempo cualquier problema y proteger a su mascota de algún dolor innecesario, para evitar gastos o ... algo peor. Una respuesta negativa a alguna de estas preguntas le indica que debe consultar de inmediato al veterinario o llevar a su mascota a un chequeo general.
•
Mí mascota:
7. No se arrastra ni se desplaza sobre su trasero Sí
No
8. Tiene un pelaje brillante y completo, sin marañas, y no se le cae el pelo en exceso
Sí
No
9. No se rasca, no se lame ni se muerde en exceso
Sf
No
10. No tiene la piel inflamada, roja o rosada, con escamas, olores o grasa
Sí
No
11. No tiene pulgas, piojos, garrapatas o ácaros
Sí
No
12. No tiene protuberancias en el cuerpo
Sí
No
13. Las orejas están limpias y sin olor
Sí
No
14. No sacude la cabeza ni se molesta las orejas con las patas
Sí
No
15. Sus ojos están limpios y son claros y brillantes
Sí
No
16. Escucha normalmente y reacciona como siempre a los ruidos de su entorno
Sf
No
17. Camina sin rigidez, dolor o dificultad
Sí
No
18. Sus patas se ven saludables y tiene las uñas cortas (¡y buenas garras!)
Sí
No
l. Actúa normalmente y se ve animada
Sf
No
2. No se cansa fácilmente con ejercicio moderado
Si
No
19. Respira normalmente sin tensiones y sin tos
Sí
No
3. No presenta episodios de shock ni desmayos
Sf
No
20. Su sed es normal y toma diariamente la cantidad normal de agua
Sí
No
4. Tiene un apetito normal sin cambios de peso significativos
Sí
No
21. Orina normalmente, con la frecuencia, el olor y la cantidad normales
Si
No
5. No vomita ni regurgita los alimentos
Si
No
22. Tiene el hocico húmedo y limpio
Sí
No
No
23. Sus dientes están blancos y limpios, sin placa ni sarro, y tiene buen aliento
Sí
No
6. Sus movimientos intestinales tienen apariencia normal (firmes, sin moco)
.
Si
257
258
El poder sanador de las mascotas
24. Sus encías son rosadas y no presentan hinchazones ni enrojecimientos
Sí
No
25. No tiene hábitos agresivos (morder, cavar, ladrar, orinarse)
Sí
No
26. Está bien entrenada y respeta los horarios establecidos para hacer sus necesidades
Si
No
•1
Cómo alimentar el vínculo afectivo con su mascota
ESTOS CUESTIONARIOS SEGURAMENTE le ayudaron a descubrir muchas maneras de relacionarse con sus mascotas y a explorar otros caminos que lo llevarán a fortalecer al máximo ese vínculo afectivo. ¿Siente ahora que tiene más herramientas para medir la felicidad y la salud de su mascota? Ahora estamos listos para ahondar en la zona del perro ideal (IdealDog™) y del gato ideal (IdealCat™). Empecemos con lo que yo llamo cariñosamente el "ciclo del amor". Esta manera nueva y más próxima de amar a su mascota tiene como resultado un vinculo afectivo que se perfecciona a nivel hormonal y neurológico. En la práctica, basta incorporar ciertos elementos en los rituales diarios de su mascota para convertirse en un maestro del amor en la vida de su mascota: contacto físico terapéutico, más juego interactivo, cepillado de los dientes, sesión de peluquería, o incluso preparar ocasionalmente una golosina o una comida especial. Exploraremos también algunas formas diferentes de hablarle a su mascota. Por último, pasaremos a lo esencial en la crianza de una mascota: dejar que los perros sean perros y los gatos, gatos. Como buenos padres de mascotas, comenzaremos por comprender las tendencias innatas de cada especie y así resistimos a la tentación de transformar nuestras mascotas en pequeños humanos de cuatro patas cubiertos de pelaje.
260 El poder sanador de las mascotas
Cómo alimentar el vínculo afectivo con su mascota
El ciclo del amor Imagine a tres parejas, todas muy enamoradas, sentadas en la misma banca de un parque. En un extremo está una de las parejas: él le acaricia el pelo a ella, y ella le hace masaje a él en la nuca, mientras se miran profundamente a los ojos. ¡El nivel de hormonas se eleva! En el otro extremo de la banca, una madre acuna a su bebé. Esta imagen despierta sentimientos de amor y alegria en todo el mundo. El bebé responde con susurros mientras la mamá le habla amorosamente y le acaricia el rostro con las suaves puntas de sus dedos. Estas imágenes, sonidos y caricias tienen un efecto catalizador para una mezcla de instintos poderosos en el sistema nervioso central de cada uno de los participantes. En el medio de la banca está un señor ~e edad que acaricia de pies a cabeza a un perrito que descansa sóbre su regazo. El hombre mira los ojos adormilados de su perro y le dice ~.uánto lo ama. En el caso de esta pareja, también se eleva sinérgicamente el nivel hormonal. En cada uno de estos ejemplos, la intensidad y la duración de la experiencia alimentan continuamente un ciclo de amor. Se trata de un intercambio estrecho, familiar, afectuoso y amoroso, una intimidad que produce lo que podría describirse como un tratamiento hormonal completo para la mente y el cuerpo. La ansiedad y la tensión abandonan el cuerpo. Con un ciclo de amor, un sistema nervioso sereno usa de manera inconsciente el sistema hormonal para comunicarse con el sistema inmunológico y lograr una eficiencia óptima e increíbles beneficios físicos,_ emocionales y psicológicos. Ya la ciencia está pintando con números este ciclo del amor, creando una obra maestra física y emocional cuya existencia nos es conocida desde hace años. La piel es el mayor órgano del cuerpo y constituye la fuente más compleja de estimulo sensorial para el cerebro. Envía señales sobre el tacto, pero también sobre el dolor, la temperatura y la presión. A partir de esta información, combinada con la naturaleza
preexistente y los factores educativos, el cerebro libera las hormonas endocrinas que controlan el sistema inmunológico. Un cerebro confundido y ansioso envía mensajes confusos al sistema inmunológico. Un cerebro relajado y amoroso permite al cuerpo y a la mente trabajar en armonía natural. Éste es el mecanismo que explica por qué el ciclo del amor tiene tal poder curativo. Rebecca johnson, Ph.D., RN, de la Universidad d~ MissouriColumbia, citando el trabajo de investigadores como su colegajohannes Odendaal, profesor en Suráfrica, dice que los científicos ya pueden reconocer toda la cadena psicológica de eventos, desde la estimulación sensorial hasta la liberación de neurohormonas. Un ejemplo del ciclo del amor es cómo el tacto ayuda a liberar la prolactina, que estimula el vínculo afectivo social, y la oxitocina, que facilita el contacto táctil. Los receptores de oxitocina se encuentran en las áreas del cerebro que tienen que ver con el comportamiento alegre y afectuoso, dice Rebecca johnson. A medida que se liberan estas sustancias bioquímicas naturales que nos hacen sentir bien, se puede esperar que el individuo -animal o humano- busque situaciones que posibiliten estos efectos. Las mascotas y las personas buscan el placer y evitan el dolor. La belleza de este vinculo afectivo con las mascotas es que nos permite hacer esta búsqueda en compañia. La imagen de los perros o gatos que se lamen ellos mismos para curarse nos muestra c9mo pueden curarnos también a nosotros. Cada vez que acaricie a su perro o gato, y cada vez que reciba de ellos un lametón, f>iense que está participando en uno de los rituales más antiguos de sanación que conoce la humanidad. Imagine a mi hermano Bob, de casi 1,90 metros de estatura, dejándose lamer su rodilla y pies doloridos por la hiperactiva lengua de Buddy, su terrier Yorkshire. He visto cómo su mueca de dolor se convierte en una sonrisa a medida que hace efecto este tratamiento químico. En el ciclo del amor, el contacto intimo con su mascota permite que los poderes curativos fluyan en ambos sentidos. Mirar, escuchar, tocar y hablar son la chispa y el combustible de este ciclo del amor.
261
262
El poder sanador de las mascotas Cómo alimentar el vínculo afectivo con su mascota
En este caso, es cierto aquello de que "mientras más, mejor". Mientras más tiempo permanezca usted en este ciclo del amor, consintiendo a su mascota y jugando con ella, mayor será la recompensa. Sin duda el gato comenzará a ronronear y el perro a mover alegremente la cola, y esto lo motivará a usted a seguir consintiéndolo y jugando con él, lo que a su vez aumentará la respuesta positiva de la mascota. Con las mascotas, el proceso de intimidad parece fácil. La sociedad ha puesto tanto énfasis en la individualidad y ha creado tantas presiones sobre nosotros que, por contraste, las mascotas hacen posible amar incondicionalmente y en abundancia. En la realidad, la pareja de un extremo de la banca termina disolviéndose y empezando otras relaciones; el bebé crece y se convierte en un adolescente recalcitrante; pero la mascota permanece en el mundo del señor de edad y lo mira amorosamente. Tal vez la mascota envejezca, pero nunca dejará de necesitar estar cerca de su amo.
Lo placentero de las mascotas Para que sea óptimo el ciclo del amor, es necesario ~oner en acción unas cuantas estrategias especificas. En la búsqueda decómo desarrollar una relación más cercana con las mascotas, he descubierto que el \ pelaje suave que se deja acariciar, el aliento agradable, el masaje terapéutico, el juego divertido e interactivo y una comida ocasional preparada en casa son algunas de las cosas que ayudan a fortalecer el vínculo afectivo. PElAJE SUAVE ¿Está el pelo de su mascota tan enmarañado y sucio que a usted le gustaría mandarla a la lavandería? Todas las razas requieren algún tipo de arreglo periódico. A Sirloin, nuestro labrador, lo bañamos cada dos meses. A Scooter la llevamos al salón de bellezlJ una vez al mes y en la casa la bañamos cada quince días. Turbo y Tango, nuestros gatos de pelo corto, se bañan solos. Como regla general,
una mascota debe tener el pelo suave y limpio para poder acariciarla. Si no lo está, necesita un baño. Además, el aseo frecuente del pelaje hace que su mascota esté más cómoda y saludable. Imagínese a usted mismo si nunca se bañara o se cepillara el pelo. ¿Cómo se sentiría? Una maraña de pelo, con los cientos de pelos que puede tener adentrGl, al mojarse se encoge como un suéter de lana, al punto de volverse dolorosa e irritar la piel. Cualquiera que sea la forma que usted elija para bañar y arreglar a su mascota en el exterior, también es importante alimentar la piel y el pelaje desde el interior. El veterinario podrá recomendarle algún alimento rico en nutrientes que mantenga la piel saludable y le dé brillo y vigor al pelo. A casi todas las mascotas les gusta que las cepillen, especialmente si se acostumbraron a ello desde pequeñas. Piense en lo que usted siente cuando alguien le cepilla rítmicamente el pelo o le hace masaje en el cuero cabelludo mientras le aplica el champú. ¡Aaaaah! Además, es terapéutico. Como los pelajes de las mascotas son tan diferentes, lo que le gusta a un perro de pelo corto no sirve para uno de pelo largo, y los gatos, que tienen la piel sensible, necesitan un cepillo más suave que los perros. ALIENTO AGRADABLE Como veterinario que soy, sé que un diente roto es una superautopista bacteriana que conduce directamente al flujo sanguíneo. Sé que la enfermedad periodontal es increíblemente bioactiva y que, con cada mordisc~, una mascota que tenga los dientes dañados bombea bacterias directamente a la sangre. A largo plazo, la bacteriemia puede causar daño al hígado, a los riñones y al corazón. También sé lo que significa la expresión "peor que un dolor de muela", y sé que a veces mis mascotas tienen un aliento terrible. Si sabia que mi negligencia estaba envenenando a mis mascotas y causándoles malestar, además de hacernos guardar nuestras dis-
263
264 El poder sanador de las mascotas
tancias, ¿por qué no hacia nada para remediarlo? Lo cierto es que el 85 por ciento de las mascotas de más de tres afios tienen problemas dentales. Un cepillado frecuente y el cuidado profesional periódico de los dientes no sólo reduce o elimina el mal aliento de su perro, sino que puede prolongarle la vida unos dos afios, dice el dentista veterinario jan Bellows. Empecé lentamente este trabajo con mis perros, primero cepillándoles la cara, luego levantándoles los labios y tocando sus dientes con mis dedos. Poco a poco se fueron acostumbrando a los movimientos circulares del cepillo de dientes y empezaron a apreciar el tiempo que les dedicaba. . . y el rico sabor de las pastas de dientes especiales para perros. No deben usarse las pastas de dientes para humanos, pues contienen detergentes y no están concebidas para ser ingeridas. Las mascotas son como los humanos. ¿Cómo se verían sus dientes si usted los cepillara sólo una vez por semana? Lo ideal es cepillar los dientes de su mascota una vez al día, aunque seria ya un gran avance hacerlo tres a cuatro veces a la semana. Confieso, sin embargo, que todavía no he tenido el valor de intentar cepillar los dientes de mis gatos. MASAJE No se requiere ninguna experiencia para ser el masajista de su mascota. Comience lentamente, observe a su mascota para identificar dónde y cómo le gusta que usted le haga ell!lasaje. Además de los dedos, puede usar el cepillo para el pelo. El masaje fortalecerá el vinculo afectivo con su mascota, además de traerle beneficios terapéuticos. Háblele mientras le hace el masaje. Presione suavemente con la mano desde la cabeza hasta la cola, con los pulgares P,resione y masajee algunos puntos especificos alrededor de los ojos, las orejas, la cabeza y la columna vertebral. Concéntrese en las áreas donde
Cómo alimentar el vinculo afectivo con su mascota
haya tensión muscular o donde sienta más caliente la piel. Aproveche para verificar que no tenga pulgas o piojos. Es importante que aprenda a reconocer cuándo su mascota está a gusto con el masaje -si se derrite en sus brazos, ronronea o se ve relajadao cuándo es el momento de terminar la sesión -si se resiste, se mueve o se escapa-. · Mi perra Scooter es una prueba viviente de los beneficios del masaje como una terapia de rutina. Buscando aliviar los dolores de su artritis, seguí los consejos de dos especialistas en medicina integral, haciéndole masaje en los puntos donde hubiera tensión muscular o diferencias de temperatura. Las reacciones de Scooter me indicaban cuándo tocaba el punto correcto y con la presión adecuada. Se paraba en dos patas, empujando su cuerpo contra mis manos, con los ojos entreabiertos y jadeando de deseo. Mostraba tanto placer que yo sentia que debía asegurarme de que nadie estuviera observando. Ahora le hago masaje tres veces al día, feliz de poder aliviarla, y ella me agradece de la mejor manera en que sabe hacerlo: dándome un buen lametazo en la cara. JUEGO INTERACTIVO jugar todos los días es mejor para nosotros a corto y largo plazo que una pastilla diaria de multivitaminas. Todos sabemos que la risa es la mejor medicina. ¿Y qué produce risa'? ¡El juego! Con el juego aprendemos, respiramos mejor, soltamos el estrés, entramos en contacto con los demás y vivimos plenamente la vida. Esto también es cierto para las mascotas. · El juego es la prioridad para las mascotas, y a nosotros nos gustarla imitar la alegria y la diversión que ellas tan fácilmente encuentran en cada momento del día. Para ser felices y saludables, a las mascotas no solamente les gusta jugar, sino que al jugar construyen amor. Por eso, la próxima vez que su perro le traiga su juguete favorito, o que su gato esté correteando por la casa, piénselo
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dos veces antes de ignorarlo y termine lo que estaba haciendo. Siempre hay tiempo para incluir el juego en cualquier momento, por corto que sea. Dicen que loro viejo no aprende a hablar, pero un perro viejo sf puede aprender nuevos trucos. Las sesiones de entrenamiento pueden convertirse en una forma de juego. Aprenda a decir "sí" al estímulo positivo y "no" a las formas negativas de castigo. Si su perro de cuarenta kilos insiste en derribarlo con entusiasmo cada vez que usted llega de su trabajo, enséñ.ele a convertirse en el saludador oficial de su casa, que se sienta automáticamente cada vez que alguien cruza la puerta. Déle regalitos y muchas alabanzas cuando obedezca la orden de sentarse y haga caso omiso de sus errores. El perro sabrá que lo espera una deliciosa recompensa si se sienta en lugar de embestir contra la puerta como un rinoceronte. También puede enseñ.arle a buscar la golosina. Por las noches, antes de comer, haga que se siente primero. Luego esconda una porción de su comida, espere unos segundos y ordénele: "Busca la golosina", y felicitelo mientras se come su tesoro. A medida que aprende, ponga las golosinas en lugares menos visibles, como debajo de la mesa o detrás de una silla. Y aunque los gatos hacen lo que les place y son más difíciles de entrenar, algunos les gusta aprender. El secreto es ser consistente, cariñ.oso y paciente. Las sesiones deben ser cortas y divertidas y no una obligación. Tat vez no logre convertir a su gato en un actor para la segunda parte de la película Perros y gatos, pero pasará más tiempo con él, lo estimulará, fortalecerá su confianza y, así, construirá el vínculo afectivo entre atnbos. Su gato querrá entonces pasar más tiempo con usted y lo buscará. En realidad, se comportará cada vez más como un perro. Como a los perros, puede enseñ.arle a sentarse. El momento apropiado es cuando su gato tiene hambre, está calmado y está sentado. Sostenga a unos tres centímetros de su cabeza un trozo de comida y ordénele suavemente que se siente. Si salta o se levanta, no le entregue la comida. Cuando esté sentado de nuevo, repita la orden. Sólo cuando
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se siente y balancee su cuerpo sobre sus patas traseras puede entregarle la comida y felicitarlo. Repita la sesión varias veces al día. Tendrá mejores resultados si el trozo de comida que le ofrece es irresistible. Si a su gato le gusta recibir a los visitantes en la puerta, mejore esta función de embajador enseñ.ándole a dar la mano. Ponga al gato frente a usted. Tóquele la pata derecha con un pequeñ.o trozo de comida y ordénele que la mueva. Tan pronto como la levante, ponga su mano suavemente debajo de su pata, felicítelo efusivamente y déle la comida. Repita la sesión unas cuatro o cinco veces seguidas o hasta cuando su gato se aburra, le dé un manotazo o se vaya a dormir. COMIDA CASERA Por lo menos una vez a la semana conviértase en el chef de su mascota. Su veterinario podrá darle algunas recetas que sean miau-ravillosas para su gato y guau-deliciosas para su perro y que no les hagan dañ.o. A Sirloin, por ejemplo, a veces le sumeijo su juguete favorito en un caldo de carne, o se lo lleno con mantequilla de maní o con queso crema, y se lo sirvo como aperitivo antes de la hora de la comida. Esta versión canina de comerse el postre primero hace feliz a su perro. Encontrar la comida irresistible para los gatos es algo que ha resultado tan difícil como encontrar el Santo Crial. A Turbo y Tango, lo que más les gusta es que sus platos de comida estén siempre llenos. Muchos gatos tienen u,n problema de territorialidad cuando la comida está escasa y pueden volverse agresivos. Una vez a la semana Teresa les prepara algo especial que hace brillar sus ojos como gemas en una joyería. Eso sí, no espere demasiado. Aunque las mascotas expresen alegría cuando se les sirve al estilo gourmet en su propio plato, sus instintos pueden llevarlos a comer demasiado o comer algo que esté podrido. Una vez encontré a Sirloin masticando feliz un cadáver de zorrillo en descomposición. ¡Bon appétit!
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Busque el vinculo afectivo, sin obligaciones Los perros son muy sociables. Cuando Scooter vuelve a casa de su paseo por el bosque, Sirloin y Lllucky corren a saludarla con sus lametazos efusivos en el hocico. Sin embargo, a los perros les gusta comunicarse unos con otros desde la distancia, lanzando sus voces por el vecindario en la versión canina de una llamada en conferencia. Cada perro entiende lo que significa cualquier ladrido, aullido o gemido, ya venga de un gran danés o un chihuahua. Para crear el paraíso terrenal de su mascota, trate de no exceder sus esfuerzos por darle todo lo humanamente posible. Todos pecamos en algún momento por querer darles a nuestros perros o gatos demasiadas cualidades humanas. Debemos dejar que nuestros perros sean perros y nuestros gatos, gatos. No haga que su mascota abandone su verdadero ser para amoldarse a su rtgido esquema de los rasgos humanos ideales. Deberíamos preocuparnos más por el entorpecimiento de los sentidos de un perro ovejero que no tiene ovejas que cuidar, o de un gato cazador que sólo ve a su presa a través de la ventana. El no poder expresar su naturaleza biológica y social perjudica su salud, s:u felicidad y su longevidad. Las mascotas que no reciben la estirrrulación adecuada o, aun peor, que permanecen encerradas en una jaula o amarr!tdas a una cadena todo el dia, sienten la misma frustración que los animales en un zoológico. Para entenderlo mejor, imagine que usted está viendo una pelicula en tercera dimensión y le quitan l~s gafas, bajan el volumen gradualmente y poco a poco van haciendo desaparecer los colores hasta dejar la imagen en varios tonos de gris. Alli están los sonidos, pero distantes; la imagen sigue estando frente a usted, pero usted ya no la experimenta como antes. Por eso jugamos con Scooter a la persecución, dejamqs a Sirloin buscar y traer las bolas de tenis y jugamos con Turbo y Tango a la cacerta, para afinar sus reflejos. Sacamos a los caballos a la montaña para que puedan galopar en una pradera y liberar su energía. Cuando
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un pájaro cae herido por haberse golpeado contra la ventana y Sirloin va por él antes de que podamos salvarlo, o cuando Scooter caza una ardilla, o Turbo y Tango acechan a un saltamontes, me doy cuenta de que no es posible anular la estructura genética de un perro o un gato mediante ningún entrenamiento, socialización o compañia humana. Estos comportamientos se han grabado en sus cerebros a través de los milenios. Y la interacción con una mascota para encontrar los comportamientos deseables en un hogar moderno debe hacerse dentro de los limites de este código genético. En lugar de intentar imprimirle a su mascota una personalidad preferida por usted, estimule la personalidad única de su perro o gato. Si los deja expresar sus comportamientos naturales, también usted alcanzará el pináculo de la perfección en su relación con su mascota: el vinculo afectivo. LO HEMOS LOGRADO Muchos hemos sentido que a veces el vinculo afectivo con nuestra mascota es casi perfecto. Llámelo experiencia mágica, la gloria o un llamado de la naturaleza. En lugar de tratar de interpretar o suponer qué pasó, deberíamos tan sólo reconocerlo como lo que es -la prueba viviente de la poderosa conexión entre la humanidad y el resto del reino animal- y hacer que suceda con más frecuencia. Una vez, mi hijo Lex, de once años, resolvió imitar a algún campeón de lucha libre que había visto en la televisión e hizo un movimiento fuerte con su cuerpo, lanzándose sobre Sirloin, que dormía tranquilamente sobre la hierba. Sirloin, objetivamente, es un carnívoro c~>n cuarenta kilos de peso y sus colmillos están diseñados para descuartizar su presa. Pero Sirloin comprendió que éste no era un ataque sino un juego, recibió a Lex con un fuerte lametazo y se dispuso a jugar con él batiendo la cola. Esta escena se repite en los patios y parques del mundo, entre las mascotas y las personas. Si un extraterrestre la examinara, no
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conociendo el vínculo afectivo que se ha creado entre la humanidad y los perros, podría pensar que los humanos están locos al jugar
cuerpo a cuerpo con algo que desdende del lobo, el más temible depredador de su ecosistema. El misterio del vínculo afectivo con las mascotas está en que no lo admiramos tanto como deberíamos. De las más de cuatro mil especies de mamíferos que viven en la Tierra, sólo unas pocas docenas han sido domesticadas y sólo dos han traspasado el umbral de nuestro hogar y nuestro corazón en forma masiva. Las mascotas son como nosotros, pero también son diferentes de nosotros. En nuestra simbiosis, las hemos visto más humanas que los humanos en su forma de reflejar los mejores y más amables impulsos de la humanidad. Las mascotas no mienten ni hacen trampa, . mueren por lealtad y aman incondicionalmente. Estos atributos, que representan la base del mundo de las mascotas, rara vez se encuentran en los humanos. Nuestras mascotas nos ofrecen una manera práctica y confiable de relacionarnos con la naturaleza, de romper las cadenas de la humanidad y sus creaciones. Esta relación, esta conexión afectiva especial, el vínculo afectivo, nos da un sentido incomparable de unidad con !~:naturaleza; nos enseña que no estamos por encima de ella sino que~os parte de ella. Nuestros perros y gatos representan una mira~.intima e imperecedera de otras mentes y almas mamíferas y nos sÍrven como un hilo que nos vuelve a conectar con la naturaleza en toda su extensión. En este vínculo afectivo está arraigado, sin duda alguna, el poder ~anador. Las mascotas son tótems de los valores en que confiamos y nos conducen a las conexiones históricas entre el ser humano y la naturaleza. Ayudan a cultivar la conciencia de que no estamos solos en este mundo sino unidos a todas las cosas vivientes. Nos sacan de nuestro ensimismamiento y nos llevan de nuevo al mundo en que vivimos. Nos necesitamos mutuamente, y esta necesidad, en parte espiritual y en parte visceral, nos mantiene felices y saludables.
Agradecimientos
LA INTIMIDAD CON UNA ADORADA mascota o con un animal especial hace sentir a millones de personas como si cada día se ganaran la lotería. A diferencia de la mayoría de las cosas en la vida, con las mascotas damos muy poco comparativamente con lo mucho que, sin duda alguna, recibimos a cambio. He estudiado durante afios el poder sanador de las mascotas, he sido testigo y he escuchado cientos de historias de milagros médicos e incluso he experimentado el poder del vínculo afectivo con las mascotas durante mi propia enfermedad. Aun después de haberle dado vueltas a la idea de este libro durante casi diez afios, no podia saber que la tesis que en él planteo sería recibida con tanta aceptación. El tema es tan amplio que es una alegria haber emprendido este trabajo. Al comienzo, estaba confiado en que mi experiencia y las historias y estudios con que contaba serian suficientes para escribir un buen libro. Pero mi coautora, Danelle Morton, con su experiencia en periodismo investigativo y como escritora y entrevistadora, contribuyó a que el resultado fuera lo que espero que usted considere un gran libro. Agradezco a Danelle no sólo por su colaboración y sus ensefianzas sobre el oficio de entrevistar y escribir, sino por el regalo de su amistad. También quiero agradecer sinceramente a las siguientes personas que ayudaron en la investigación, revisión o redacción de algunas partes significativas de este libro: Arden Moore, Anne Sellaro, Rolan y Susan Tripp y Sandra Wendel, cuya contribución a este esfuerzo de equipo ha sido invaluable. Asimismo, agradecentt>s a Stephanie Voss, Bill Krauss y Roland Riksheim por su apoyo y ayuda en el manejo de las crisis que surgieron durante el agitado proceso de producción de este libro.
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Quiero expresar mi profundo agradecimiento a los más de 350 de mis colegas veterinarios, médicos y otros profesionales de la salud, investigadores, académicos, escritores, pacientes y amantes de las mascotas que nos permitieron entrevistarlos para este libro. Aunque no fue posible incluir toda la información que nos suministraron ni todas las historias que nos contaron, todos ellos son ingredientes de la receta. Quisiera singularizar y dirigir un reconocimiento especial a algunos fanáticos y partidarios del vinculo afectivo con las mascotas: R.K. Anderson, Scott Campbell, Steve Garner, john Payne, jack Stephens, Chuck Wayner y Jim Wilson. Gracias a nuestro agente y amigo inigualable, David Vigliano, quien sabe hablar duro y aplicar la polltica del garrote. Admiramos su conocimiento sobre todos los aspectos del arte de escribir. Gracias a todo el personal de nuestra casa editorial Hyperion, en especial a dos personas: a nuestra talentosa directora editorial Leslie Wells, cuya guia y entusiasmo consistentes y su firme sentido de lo que necesitábamos decir nos hizo persistir en el trabajo sin perder nuestro optimismo y alegria; y a Carrie Covert, quien en más de una ocasión parecfa menos una asistente editorial y más una maga para resolver problemas, mover montañ.as y conceder deseos. Este libro ~no habría sido posible sin nuestras quertdas familias, cuyo amor nos dio la "ihspiración para la transpiración" y en cuyos amorosos brazos nos acunamos al fin~l de nuestras jornadas de doce a dieciocho horas de trabajo. Finalmente, a mi's mascotas y animales, que me alegraron con sus regalos de amor, risa y lealtad y me permitieron probar mis teorías sobre el fortalecimiento del vinculo 'Íúectivo que creamos con ellas.