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Graves, Robert Los Mitos Griegos
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Claudio El Dios Robert Graves
31911-31928-1PB
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El mito de Narciso en versión textual de Robert Graves 2
Narciso
a. Narciso3 era tespio, hijo de la ninfa azul Liríope, a la que el dios fluvial Cefiso había rodead ocasión con las vueltas de su corriente y luego violado. El adivino Tiresias le dijo a Liríope, la persona que consultó con él: «Narciso vivirá hasta ser muy viejo con tal que nunca se cono mismo.» mismo.» Cualquiera podía excusablemente excusablemente haberse enamorado enamorado de Narciso, Narciso, incluso cuando cuando llegó a los dieciséis años de edad su camino estaba cubierto de numerosos amantes d sexos cruelmente rechazados, pues se sentía tercamente orgulloso de su propia belleza.
b. Entre esos amantes se hallaba la ninfa Eco, quien ya no podía utilizar su voz sino par tontamente los gritos ajenos, lo que constituía un castigo por haber entretenido a Hera co relatos mientras las concubinas de Zeus, las ninfas de la montaña, eludían su mirada celosa y h escapatoria. Un día en que Narciso salió para cazar ciervos, Eco le siguió a hurtadillas a tr bosque sin senderos s enderos con el deseo de hablarle, pero incapaz incap az de ser la primera en hablar. Por fin viendo que se había separado de sus compañeros, gritó: —¿Está alguien por aquí? —¡Aquí! —repitió Eco, lo que sorprendió a Narciso, pues nadie n adie estaba a la vista. —¡Ven! —¡Ven! —¡Ven! —¡Ven! —¿Por qué me eludes? —¿Por qué me eludes? —¡Unámonos aquí! —¡Unámonos aquí! —repitió Eco, y corrió alegremente del lugar donde estaba oculta a Narciso. Pero él sacudió la cabeza rudamente rud amente y se apartó: —¡Moriré antes de que puedas yacer conmigo! co nmigo! —gritó. —Yace —Yace conmigo —suplicó Eco. Pero Narciso se había ido, y ella pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, consumiéndose y mortificación, hasta que sólo quedó su voz.4
Sign up to votemás on this title c. Un día Narciso envió una espada a Aminias, uno de sus pretendientes insistentes, y cuyo
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1 Graves, , p. 316-318. 2 El «narciso» utilizado en la antigua corona de Deméter y Perséfone (Sófocles: Edipo en Colona 682-4), llamad
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Graves, Robert Los Mitos Griegos
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lleva el río Aminias, tributario del río Helisón, que desemboca en el Alfeo. Aminias se ma umbral de Narciso pidiendo a los dioses que vengaran su muerte.
d. Ártemis oyó la súplica e hizo que Narciso se enamorase, pero sin que pudiera consumar su a Donacón, Tespia, llegó a un arroyo, claro como si fuera de plata y que nunca alteraban el gan aves, las fieras, ni siquiera las ramas que caían de los árboles que le daban sombra, y cuando s exhausto, en su orilla herbosa para aliviar su sed, se enamoró de su propio reflejo. Al principio abrazar y besar al bello muchacho que veía ante él, pero pronto se reconoció a sí mismo y embelesado contemplándose en el agua una hora tras otra. ¿Cómo podía soportar el hecho de no poseer al mismo tiempo? La aflicción le destruía, pero se regocijaba en su tormento, pue menos sabía que su otro yo le sería siempre fiel pasara lo que pasase.
e. Eco, aunque no había perdonado a Narciso, le acompañaba en su aflicción, y repitió compasi sus «¡Ay! ¡Ay!» mientras se hundía la daga en el pecho, y también el final «¡Adiós, joven inútilmente!» cuando expiró. Su sangre empapó la tierra y de ella nació la blanca flor del narcis corolario rojo, de la que se destila ahora en Queronea un ungüento balsámico. Éste es recom para las afecciones de los oídos (aunque puede producir dolores de cabeza), como un vulnerar curar la congelación.5
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