EL JUSTO MEDIO Todos los seres humanos deseamos de una manera o de otra encontrar la felicidad. Cada quien tiene su definición de lo qué es la felicidad y ese cómo para lograrla. Para Aristóteles "la felicidad se encuentra en la virtud 1, en la perfección de la función propia del hombre, la razón. La virtud ética es un hábito de elección que conduce a optar por el equilibrio entre dos extremos viciosos ("justo medio"). Es un hábito porque no basta con haber elegido bien una vez, para considerarse virtuoso. La tendencia permanente a obrar correctamente se adquiere por una serie larga de repeticiones en la elección de lo correcto que genera en nosotros una costumbre. La razón es la que determina en cada caso cuál es el justo medio: éste no puede ser establecido por anticipado mediante una regla. Por ejemplo, lo que en una circunstancia determinada para uno sería valentía para otro puede ser temeridad (si decide realizar un acto para el que no tiene capacidad, fuerza, conocimiento o posibilidad alguna de éxito). La prudencia es la virtud que adquiere el hombre que ha elegido correctamente el justo medio en muchas oportunidades. Se puede confeccionar un esquema que ayude a entender la noción de "término o justo medio"2, tal como está expresada en la definición definición de virtud. De un lado se pone el "más" de una emoción y del otro el "menos", por ejemplo de la emoción del miedo. Se dibuja un trazo continuo entre el más y el menos, que es la emoción del miedo: término medio + – Se entiende que el miedo está correlacionado con determinados tipos de situaciones, las situaciones de peligro. A su vez, frente al miedo, se puede reaccionar más o menos. La respuesta que va en dirección del más es la propia del cobarde y la que va en dirección del menos es la respuesta propia del temerario. Por las razones indicadas antes, ni el cobarde cobarde ni el temerario temerario están en condiciones condiciones de reaccionar reaccionar adecuadamente adecuadamente frente frente a las situaciones situaciones de peligro. La cobardía es un vicio moral, pero la temeridad también lo es. No se recomienda la temeridad, sino la valentía, que consiste en el modo adecuado de tratar con la emoción del miedo y con las situaciones respectivas. Hay tres ejemplos del “justo “justo medio que Aristóteles Aristóteles destaca: 1) El valor valor,, equil equilib ibri rioo entr entree la coba cobard rdía ía –exag –exager erada ada sens sensac ació iónn de mied miedoo- y la teme temeri rida dadd – inconciencia ante el peligro. 2) La temp templa lanza nza,, que medi mediaa entr entree el li libe bert rtin inaj ajee –ent –entre rega ga tota totall del del homb hombre re al plac placer er-- y la insensibilidad –carencia absoluta de inclinación hacia él. 3) La dulzura o mansedumbre que está entre un exceso –la cólera, la irritabilidadirritabilidad- y un defecto- la flema, la impasibilidad. También se refiere a otras virtudes éticas: la generosidad, equidistante del despilfarro y la avaricia; la veracidad, que media entre la disimulación y la fanfarronería, y la amabilidad, entre la adulación y la aspereza. Podemos acotar finalmente que la virtud ética más elevada es la justicia, que se relaciona directamente con la noción de d e término medio ya que la idea de justicia implica la de equilibrio.
Virtud para Aristóteles es "una predisposición para hacer el bien; una motivación interna que nos lleva no sólo a hacer lo que es correcto sino a amar lo que es correcto". Tomado de: Alejandro G. Vigo. Ética general. Centro de Ética Ética Aplicada. Pontificia Universidad Universidad Católica de Chile. Disponible en: http://etica.duoc.cl/documentos-pdf http://etica.duoc.cl/documentos-pdf/fet00/manual/manual.pdf /fet00/manual/manual.pdf [Resumen] 1
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SUMO BIEN (O SUPREMO BIEN). SÍNTESIS ENTRE LA VIRTUD Y LA FELICIDAD. En este mundo la vida buena no coincide necesariamente con la vida feliz. La ética establece que la conducta buena no puede descansar en la preocupación por alcanzar la felicidad. Sin embargo la filosofía no olvida la importancia de ésta en la vida humana por lo que la introduce en el Sumo Bien. En el Sumo Bien se reúnen las dos aspiraciones humanas fundamentales, la de la virtud y la de la felicidad . Analizaremos ahora la respuesta de Aristóteles a la pregunta ¿Qué es el bien? El filósofo comienza reflexionando que toda actividad, dentro de cualquier campo, ha de tener necesaria, imprescindiblemente, un fin; para aquél que realiza una acción, ésta se le presenta además, como capaz de reportarle un bien. Siendo como son muy numerosas las actividades humanas también lo son los fines que nos podemos proponer. Aristóteles da algunos ejemplos relacionados con las artes y las ciencias: “el fin de la medicina es la salud, el de la construcción naval, el navío, etc.”. Además no todos los fines son jerárquicamente iguales; algunos son más importantes que los demás y así, los primeros subordinan a los segundos. Advertimos entonces que se presentan ante el hombre verdaderas cadenas de fines, cuyos eslabones no constituyen, en última instancia, sino medios. Sin embargo no es suficiente hablar de fines “finales”, en el sentido de fines que se persiguen por sí mismos. Para que nuestro desear tenga un sentido es imprescindible que todos nuestros fines converjan hacia un fin último que valorice a los demás: a ese fin último lo denomina Aristóteles, Bien Supremo o Sumo Bien – y lo compara con el blanco al que deben apuntar los arqueros. Pero ¿cuál es y dónde está el Sumo Bien? Aristóteles señala que la gente lo identifica con la felicidad. Noción que incluye tanto la de comportarse bien como la de vivir bien- pero no todos coinciden respecto de aquello en lo que reside. ¿Cómo se puede reconocer al Sumo Bien? ¿Qué requisitos debe reunir para ser tal? El primero: “ser siempre apetecible por sí mismo y no por otra cosa”, esto es, ser absolutamente final; y el segundo “tornar la vida amable por sí solo” es decir, ser autosuficiente. El Bien Supremo tendrá que ser el más elevado y como tal permitir al hombre gobernarse a sí mismo. ¿En qué consiste la felicidad? Para establecerlo mejor Aristóteles comienza preguntándose cuál es la actividad específicamente humana. El hombre, según la concepción aristotélica, es la razón; toda su excelencia reside en su capacidad de pensar. Pero hay dentro de la actividad racional dos partes: una, puramente teórica, especulativa, cognoscitiva, inmortal, “que posee la razón” y otra práctica, que no sobrevive a la corrupción del cuerpo y “que obedece a la razón”. Esta última dirige la vida apetitiva, la que a su vez escucha sus consejos y se torna mesurada, equilibrada. Para que esa función propia del hombre que, a su vez, engendra una actividad constituya el sumo Bien, basta agregarle una cualidad: la excelencia. El Sumo Bien es el ejercicio perfecto de la función propia del hombre. Y al hablar de “excelencia” nos estamos refiriendo a la noción de “virtud”. El Sumo Bien sería entonces la actividad racional según la más alta virtud y a través de toda la vida. Según la más alta virtud pues hay muchas virtudes, unas superiores a otras. Estamos ya en condiciones de decir cuál es la más alta virtud y en qué consiste la vida feliz para Aristóteles: es la vida dedicada a la búsqueda de la sabiduría.
EL SUMO BIEN PARA SAN AGUSTÍN Para San Aguistín el Sumo Bien, la beatitud máxima que el hombre puede alcanzar Es Dios. En Dios, y en Él solamente, se encuentra la verdadera realización del hombre. La mente humana encuentra su meta en Dios, y en Él está completa. “Pero más bienaventuradas y dichosas son las personas en quienes Dios mora, y ellas lo saben. Este es el conocimiento más cabal, más verdadero, más feliz.” Pero Agustín conocía el problema ético que se cierne siempre sobre el hombre pecaminoso. Aunque fue creado para conocer a Dios, el hombre ha caído y se ha alejado de Dios, y ahora es el esclavo indefenso del pecado. Antes de que pueda amar a Dios y servirle, es menester que su voluntad esclavizada sea emancipada Esto es posible sólo por la gracia de Dios en Cristo. Entonces, y sólo entonces, puede el hombre disfrutar del conocimiento de Dios que es la salvación. De modo que para Agustín la libertad cristiana significa ser libre del pecado, para conocer a Dios y servirle. El sumo bien, por lo tanto, es disfrutar del Dios que escribe su ley en las tablas de nuestro corazón, y por cuya presencia es derramado en nuestro corazón el amor de Dios, el cual es el cumplimiento de la ley. Esta es la libertad que el evangelio de Cristo nos promete. Nada puede ser mejor que esta bendición, nada más feliz que esta felicidad: vivir para Dios, vivir en Dios, en quien está la fuente de la vida y en cuya luz veremos la luz. El amor es, por lo tanto, un elemento esencial del sumo bien. Esencialmente, conocer a Dios, y amar a Dios están ligados en el pensamiento agustiniano del bien supremo. “Este amor inspirado por el Espíritu Santo, guía hacia el Hijo, o sea a la sabiduría de Dios, por medio de quien el Padre mismo es conocido... Es un amor que pide, un amor que busca, un amor que llama, un amor que revela, y también, un amor que brinda continuidad en aquello que ha sido revelado.” (San Agustín). Lo que es más, este amor que es el sumo bien, es enteramente social. Agustín escribe: “Tú te amas en una manera que guía a la salvación cuando amas a Dios más que a ti mismo. Lo que entonces deseas o buscas para ti lo deseas o buscas para tu prójimo, o sea que él ame a Dios con un afecto perfecto. Pues tú no lo amas como te amas a ti mismo a menos que trates de atraerlo a ese bien que tú mismo estás buscando... De este mandamiento emanan los deberes de la sociedad humana”. “Dios será el fin de nuestros deseos, y Quien será visto por toda la eternidad, amado sin saciedad, alabado sin cansancio. La comunicación de este afecto, este empleo, será definitivamente, como la misma vida eterna, algo que todos tendrán en común.” (San Agustín) Agustín comienza esta obra Diciendo que Dios es el Sumo Bien de donde procede todos los bienes. Este Bien, que es Dios es Inmutable. Siendo la inmutabilidad, Dios es la plenitud del ser, es por tanto el bien absoluto. Por haber sido creado de la nada, nuestra naturaleza sólo es buena en la medida en que es, pero, en esta misma medida es buena. San Agustín afirma que todo espíritu y todo cuerpo es naturalmente bueno. Queda por examinar como existe el mal en el mundo o como diría San Agustín, es decir como explicamos el mal moral y la mortalidad de la criatura. Ser feliz es el objetivo final de todo ser humano; para serlo cada uno debe volverse hacia el soberano bien, quererlo y adherirse a Él. Se impone pues la necesidad de ser libre.
TRABAJO PARA EL 8 DE FEBRERO 2.
Tema: Intelectualismo y eudemonismo a. b.
Subrayar el texto con los criterios del punto anterior sobre el “Justo medio”. Hacer una síntesis (Extensión: media página), sobre: •
El justo medio
•
El sumo bien
c.
Escoja una idea que le llame la atención del texto leído e ilústrela con ejemplos tomados de sus propias experiencias (Extensión: Media página) d. Escriban una reflexión grupal sobre el aporte de este tema a su vida como persona, cómo ciudadano y como futuro profesional. (extensión: media página) Nota: Entregar la síntesis de los grupos en la secretaria de la coordinación inmediatamente después de clase, junto con la hoja de asistencia.