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Justo las desventuras de un confesor en el siglo
XVI
PATRICIA NETTEL
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD XOCHIMILCO
El precio justo o Las desventuras de un confesor en el siglo XVI
El precio justo o Las desventuras de un confesor en el siglo
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Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco
XVI
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
Rector General Dr. José Luis Gázquez Mateas Secretario General Lie. Edmundo Jacobo Malina UNIDAD XOCHIMILCO
Rector Quimico Jaime Kravzov Jinich Secretaria de Unidad M. en C. Marina Altagracia Martinez Director de la División en Ciencias Sociales y Humanidades Dr. Guillermo Villaseñor García Coordinador de Extensión Universitaria Dr. Bernardo Navarro
Primera edición, 1997 Diseño de portada: Marina Garone ISBN 970-654-205-1
© Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco D. R. Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, Calzada del Hueso 1100, colonia Villa Quietud, 04960, México, D. F.
Impreso y hecho en México
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A la memoria de mí padre A mí madre A la memoria de mi hermana Conchíta
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Indice
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Agradecimientos
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Introducción 1.
2.
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U na representación moral del comercio Ley natural, justicia y don El comerciante . . . . . . . . . . . . . El control estatal de los precios y la confesión como regulador social: una solución utópica
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Mecanismos económicos y ética del comercio Trabajo y caudal . . . Azar y precio justo . . Compra-venta y crédito Venta afiado El comercio con América
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·59
3. Aspectos teóricos y morales a propósito del cambio de moneda . ·93 El cambio y el primer mercado mundial . ·93 Consideraciones morales sobre el cambio .102 Causas de la decadencia española . . . . . . . . . . . .106
4. Codicia versus liberalidad: la usura Contra la usura . 5. Restitución, honor, fama y honra en el marco de la moral del don La restitución . . . . . . . . . . . . . . . . . La restitución de honra y fama y la regulación social Epílogo Bibliografía
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A Avel-lí Artís Gener y a Gloria Artís M. por traerme desde Barcelona un regalo: un ejemplar de la edición crítica del tratado de Tomás de Mercado; a Boaventura de Sousa Santos por su búsqueda de artículos sobre la Escolástica tardía que me eran indispensables; a Mauricio Beuchot y Giovanni Levi por leer mi trabajo y señalarme numerosos aspectos a mejorar. Finalmente quiero destacar entre las personas con quienes quedo especialmente agradecida: a Bolívar Echeverría por discutir aspectos generales y parciales de este trabajo; a Liza y Antonio García de León por una ya larga amistad que comparte la pasión por el recuerdo de un pasado que libera; aJosé Nettel Díaz por su constante apoyo. ~
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Introducción
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La historia, como sabemos, siempre ha sido un traje sin costuras y establecer periodos -cuándo se inicia y cuándo termina una época- ha sido siempre una tarea compleja. Y sin embargo, es necesario hacer una cronología y un esbozo de periodización para la historia que vamos a narrar. Ésta gira en torno de las desventuras de un confesor llamado Tomás de Mercado, quien en el siglo XVI, además de tratar de explicar las causas de la crisis económica del mundo hispánico, se propuso resolver los problemas de conciencia de comerciantes y banqueros. Esto sucedió en un periodo de transición: España y su imperio se encuentran inmersos en el primer proceso de globalización; la hegemonía española declina y el mercado mundial empieza a organizarse (véase ilustración 1). De ahí que para un confesor, cuyos valores se enmarcaban en una moral aristocrática del gasto y la liberalidad, guiar las conciencias de mercaderes y cambistas era una tarea muy dificil. La dificultad consistía en armonizar los ideales caballerescos del don con la fuerte inclinación de los negociantes a la racionalidad económica. Dicho en los términos morales de aquella época: a la codicia y en consecuencia a la usura. No es, entonces, extraña para nuestro personaje la problemática de Don Quijote. Ésta era la expresión de la crisis en los valores de un tipo de sociedad en vías de transformación; nuestro confesor se planteaba los mismos conflictos que el personaje [13
El precio justo
14
1.
Mapamundi del siglo
XVI
(1537).
• siglo XVI (1537).
El precio justo
Introducción
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de Cervantes aunque con una postura menos radical y en consecuencia conciliatoria y de adaptación a las nuevas realidades sociales y económicas. Esta situación de tránsito de una constelación de valores a otra es la razón de que el oficio de confesor de hombres de negocios requiriera profundos conocimientos teológicos, además de una amplia experiencia en las actividades comerciales y financieras. También era necesaria una reflexión moral en torno del mercado, que tenía como noción clave la de precio justo, cuyos conceptos antagónicos eran los de monopolio y usura. El precio justo fue el concepto de la moral económica escolástica con el que se trató de poner un dique a las tendencias monopólicas de todo mercado. Las dificultades para aplicar una ética económica en las actividades comerciales y financieras entre Europa y América eran tales -según nos explica el confesor que nos interesa- que el precio justo en el mercado americano era tan "inencontrable como la cuadratura del círculo o el Anticristo". La utilización de esta metáfora es, además de curiosa, significativa porque en esa época, en el puerto de V eracruz (véase ilustración 5), no era extraño que a la Inquisición se le informara de la posible llegada de este último personaje. Por ello se ordenó vigilar estrechamente a los viajeros que desembarcaran en dicho puerto de la Nueva España.' Esto nos muestra un rasgo de la personalidad de nuestro personaje: es un escéptico ante este tipo de expectativa apocalíptica común en su época. Veamos ahora, brevemente, los sucesos del sistema económico mundial que correspondieron a la época de Tomás de Mercado." Poco conocemos de la 1 2
Agradezco esta información a Antonio García de León. Tomás de Mercado nació probablemente en Sevilla. La fecha de su
. El precio justo
16
2.
Sevilla en el siglo
XVI.
3. Vista de la Lonja y de la catedral de Sevilla.
El precio justo
o XVI.
1
Y de la catedral de Sevilla.
Introducción
17
vida de este fraile de la orden de Santo Domingo. No sabemos si nació en Sevilla o en Nueva España (véanse ilustraciones 2, 3, 4, 5 Y 6). Pero sí tenemos la certeza de que fue confesor de los comerciantes de las ciudades de México y Sevilla. Especialmente de los comerciantes y banqueros de las "gradas" de Sevilla que se dedicaban al comercio ultramarino. Las gradas eran los escalones de la entrada al edificio de la Lonja, situado al lado de la catedral, donde se acostumbraba realizar las transacciones comerciales y financieras del mercado americano, como puede verse en las ilustraciones. Mercado, confesor y conocedor de los problemas de conciencia que ocasionaba el mercado americano en ambos lados del Atlántico, escribió un tratado de moral que resultó ser un excelente observatorio que describe, desde la perspectiva moral de la época, el funcionamiento de la economía-mundo europea y los avatares de su expansión, entre las crisis del mercado mundial. En 1992, especialmente en España y América, los historiadores y los políticos se propusieron rememorar los 500 años de la llegada de Colón a América. En ese momento también fue necesario preguntarse por la significación de tal acontecimiento. Al respecto, hay que hacer una breve incursión en la expansión mercantil iniciada por los comerciantes europeos de la Edad Media. El más célebre de estos mercaderes-aventureros es Marco Polo. Quienes entre los siglos xv y XVI continuaron tales hazañas no son menos importantes: Colón nacimiento nos es desconocida. Sabemos que en la Nueva España ingresó a la orden de Santo Domingo y en 1551 se ordenó sacerdote. Allí estudió teología con fray Pedro de Pravia. Es poco lo que se sabe de la vida de este fraile por lo que no es posible dar una biografía más amplia.
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en 1492 llegó a América intentando encontrar un nuevo camino hacia la India; Vasco de Gama en 1498 llegaba a la India bordeando África; Magallanes y Elcano en 1519 realizaron la circunnavegación del globo terrestre. Este momento histórico tiene una especial significación ahora, porque los europeos, en la comunicación y el comercio, realizaron una unificación planetaria que tuvo como consecuencia la microbiana, como lo demostró Le Roy Ladurie en un admirable artículo.l Hoy, en vísperas del segundo milenio, presenciamos una de las crisis más profundas del sistema mundial, que es el resultado de aquellas hazañas. La realidad de la unificación microbiana tiene ahora, como mejor ejemplo, una pandemia a nivel mundial: la del virus del sida. Las prospectivas que realizan hoy los historiadores, los economistas y los políticos hacia los años 2025-2050 son inquietantes, para el mundo en general y para el tercer mundo en particular. Desde mediados. del siglo XVI, cuando la primera modernidad y la hegemonía española entran en crisis, Tomás de Mercado, confesor y habitante de las ciudades de México y de Sevilla, analiza la situación económica de España y América, que él observa transitar del centro a la periferia del sistema mundial. Sus reflexiones prefiguran las de un economista norteamericano actual preocupado por la historia contemporánea, y habitante de Nueva York, ciudad que vemos empezar a desplazarse, como la Sevilla de fines del XVI, Y a ser sustituida en sus funciones económicas por las ciudades norteamericanas del océano Pacífico. Este economista es Immanuel Wallerstein, quien considera que para el segundo
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Introducción
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Ulú.i en el siglo
XVII.
J Emmanuel Le Roy Ladurie, "La unificación microbiana del mundo", Historias 21.
El precio justo
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6. Vista de la ciudad de México en el siglo
XVI.
El precio justo Introducción
ad de México en el siglo XVI.
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milenio escaseará la paz, la estabilidad y la legitimidad entre los bloques económicos surgidos hoy como las nuevas realidades políticas de fines del siglo xx. Los bloques han venido a aglutinar a los estados-nación que surgieron entre los siglos XI y XVI como organismos económico-políticos de la primera época moderna. Durante el siglo XVI, visto a través del comercio entre España y América -de la que esta última fue un motor importante- el auge económico se inicia en 1504 y termina aproximadamente en 1550. La recesión se instala de 1550 a 1562; la economía se reactiva entre 1563 y 1592, para terminar en la gran crisis del siglo XVII. Tomás de Mercado, en 1569, en plena debacle económica de España y su imperio americano, escribe, además de "cómo" confesar a los hombres de negocios, sus preocupaciones y advertencias por la proximidad de la así llamada decadencia del imperio español. Sabemos que en 1917, al terminar la primera gran guerra del siglo XX, se inició la hegemonía de Estados Unidos de Norteamérica y que después de la profunda crisis de 1970, el desplazamiento de este país de su posición de primera potencia económica tiene inquietantes semejanzas con la situación española en el fin del siglo XVI. Estados Unidos es actualmente, como lo fue España en el XVI, un país fuertemente endeudado, con una enorme burocracia y con gastos militares excesivos. Leer las reflexiones de Wallerstein y de Gore Vidal nos permite comprender la enorme actualidad de las preocupaciones de Tomás de Mercado, que, además de sus vaticinios sobre la pobre salud económica y social de España, a pesar de su imperio americano, propone soluciones que nunca fueron escuchadas ni por los gobernantes ni por los hombres de negocios a quienes confesaba.
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Las opiniones y preocupaciones de fray Tomás de Mercado se concentran en su tratado de moral para comerciantes antes mencionado: Tratos y contratos de mercaderes y tratantes (véanse ilustraciones 7 y 8), publicado en Salamanca en 1569 por Matías Guast. El libro fue dedicado al consulado de comerciantes de Sevilla de los cuales el autor fue confesor. Tal fue su éxito que apenas dos años después se editó por segunda vez, con un nuevo título: Suma de tratos y contratos, tal vez por que se le agregaron seis capítulos. En 1576 Mercado cae enfermo y muere durante un viaje de regreso a la Nueva España. La obra, sin embargo, sobrevive a su autor. Se reedita en 1587. En 1591 Pedro María Marchetti la tradujo al italiano; fue leída por autores tan importantes como Luis de Molina (1593) yel cardenal Lugo (1642), quienes la citan, y pasa incluso a formar parte de los autores clásicos de la Escolástica tardía." Construiremos nuestra historia a partir de reconsiderar la Suma de tratos y contratos, a la luz de la antropología, lo que, entre otras cosas, permite descifrar la enigmática relación entre economía y religión en la primera modernidad europea. Para lograr esto tomaremos el hilo conductor que nos proporciona la teoría del don de Marcel Mauss y la noción de cultura en tanto que sistema simbólico. La importancia de entender el vínculo estrecho entre religión y economía para esta época se hace evidente si a nuestros elementos de análisis añadimos otro: la idea de que la doctrina de la usura, estrato básico de todos los tratados de moral económica de la Edad
4
Tomás de Mercado, Suma de tratos y contratos, Madrid, Instituto de
Estudios Fiscales Ministerio de Hacienda, 1977. Para una amplia referencia de Tomás de Mercado véase el estudio preliminar de Nicolás Sánchez Albornoz de esta edición.
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Introducción
25
Media y del Renacimiento, constituye un paradigma social que forma parte de las estructuras mentales europeas de la baja Edad Media.' El cambio de este paradigma social se inicia en Europa con la reforma protestante y termina por ser superado en el siglo XVII al eliminarse las distinciones escolásticas entre justicia conmutativa y distributiva. 6 Los elementos básicos de la justicia conmutativa eran el precio justo y la usura; ambos conformaban las dos caras de una misma moneda y establecían como única transacción "natural" el intercambio simple de mercancías producidas por campesinos y artesanos que se vinculaba con un agente "sospechoso": el intermediario, el comerciante." Los primeros obtienen su sustento por su acti-
5
Bartolomé Clavero, Usura. Del uso econ6mico de la religi6n en la histo-
ria, Madrid, Tecnós, 1985. Tomamos de Clavero la noción de la usura como paradigma social y compartimos con él la idea de considerar al principio de reciprocidad como el elemento económico básico que la explica. De manera que, en términos generales, nos apoyamos en la perspectiva planteada por Clavero. 6
La justicia distributiva se refería al lugar que ocupaba cada uno de
los miembros de la jerarquía social y la justicia conmutativa tenía como objetivo establecer la equidad o igualdad en el comercio. Pero, como ex-
Con licencia,y T'reuilegio leal.
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Hernando Diaz Impreífor de Libros. en la calle dela Sierpe.
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plica Clavero, a partir de Hobbes la preocupación por la injustica se centra en la desigualdad entre los hombres y ya no en la igualdad en la equivalencia de los valores que se intercambian, pues ya no hay más ley en los contratos que la voluntad y conveniencia de los contratantes. En síntesis, la inversión de paradigma de la usura elimina la desigualdad social jerárquica y ya no se ocupa el control de la producida en el comercio y desde la perspectiva moral se deja el campo libre al beneficio capitalista. 7
de tratos y contratos.
Femand Braudel, Civilizaci6n material, economía y capitalismo. Siglos xv-
XVIII, 2.
Losjuegos del intercambio, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
., El precio justo
26
vidad, y el segundo, de una ganancia que en términos morales está teñida de avaricia y tiene que legitimarse como el justo salario pagado por el trabajo y el riesgo debido a su actividad. Las fórmulas de Marx M-D-M y D-M-D' para definir la circulación simple y la capitalista, permiten ver el momento de articulación de las dos formas de circulación: la primera "natural" y la segunda "parasitaria" de esta primera. Tanto para Braudel como para Marx la segunda forma es problemática y necesita ser explicada." Para los escolásticos esta última también es "sospechosa" y "antinatural"; de allí que se la asocie con el "pecado nefando", es decir, con la homosexualidad como el ejemplo paradigmático de lo antinatural. Para la Escolástica las dos modalidades de circulación que se entrecruzan en la evolución de la economía mercantil sólo pueden llegar a vincularse a través de la noción de precio justo que implica el principio, más que de equivalencia, de igualdad. Este principio tiene como referente la noción de reciprocidad equilibrada o, dicho en términos religiosos, los de justicia y equidad. El paradigma social usura-precio justo pierde vigencia en la Europa protestante pero no desaparece en el mundo católico sino hasta 1 83o, cuando el papado acepta el crédito dinerario. En consecuencia, es evidente que, a partir de la reforma religiosa de Lutero y Calvino, Europa se divide en dos subáreas culturales: la protestante y la católica. El universo cultural católico en España renueva sus fundamentos ideológicos a través de una revitalización del tomismo llevada a Bolívar Echeverría, "El concepto de capitalismo en Braudel y en Marx", en Carlos Aguirre, et al., Primeras Jornadas Braudelianas, México, 8
uNAM-Instituto Mora-1FAL, 1993, pp. 54-70.
El precio justo
indo, de una ganancia que en términos morale avaricia y tiene que legitimarse como el juslo por el trabajo y el riesgo debido a su actividas de Marx M-D-M y D-M-D' para definir la iple y la capitalista, permiten ver el momento de las dos formas de circulación: la primera segunda "parasitaria" de esta primera. Tanto rmo para Marx la segunda forma es problemáser explicada.f Para los escolásticos esta últi"sospechosa" y "antinatural"; de allí que se la pecado nefando", es decir, con la homosexuaejemplo paradigmático de lo antinatural. Para as dos modalidades de circulación que se ena evolución de la economía mercantil sólo l vincularse a través de la noción de precio jus1 el principio, más que de equivalencia, de principio tiene como referente la noción de quilibrada o, dicho en términos religiosos, los uidad. la social usura-precio justo pierde vigencia en estante pero no desaparece en el mundo cató1830, cuando el papado acepta el crédito dineecuencia, es evidente que, a partir de la refor~ Lutero y Calvino, Europa se divide en dos .ales: la protestante y la católica. El universo o en España renueva sus fundamentos ideolóde una revitalización del tomismo llevada a
everría, "El concepto de capitalismo en Braudel y en Aguirre, et al., Primeras Jornadas Braudelianas, México, lora-IFAL, 1993, pp. 54-70.
Introducción
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cabo por la escuela de Salamanca, a la que perteneció Tomás de Mercado. El fundador de esta tradición de Escolástica tardía es Francisco de Vitoria y sus continuadores son autores tan importantes como Soto, Malina y Suárez. Esta escuela realiza, a partir del tomismo, una teorización sobre los fundamentos políticos y religiosos de la sociedad en confrontación con el pensamiento protestante y humanista; de esta manera, los teólogos de la escuela de Salamanca, particularmente los jesuitas, que arrebatan el liderazgo intelectual a los dominicos, hacen una propuesta alternativa, en el nivel político y eclesiológico, de gran importancia para la teoría moderna del Derecho Natural del Estado." La Suma de tratos y contratos de Tomás de Mercado es una reflexión moral en torno de las realidades del comercio mundial a través del paradigma social de la usura, y es también una propuesta de regulación social que prefigura los planteamientos políticos que los jesuitas desarrollarán en el siglo XVII. ¿Por qué analizar un tratado de moral para comerciantes y cambistas del siglo XVI que se estructura en torno del paradigma social de la usura en vías de ser superado por el protestantismo? La respuesta es múltiple. En primer lugar, la importancia del tratado de Tomás de Mercado reside en que sintetiza, desde la perspectiva de la moral económica, una visión del mundo que representa una de las posibles opciones civilizatorias de la modernidad: la de la renovación del tomismo por la Escolástica tardía española. 10 Segundo, porque Quentin Skinner, Losfundamentos delpensamiento politice moderno. La Reforma, México, FCE, 1986, vol. n, 10 Bolívar Echeverría, "Modernidad y capitalismo", Review Pernand 9
Braudel Center, vol. XIV, núm. 4, otoño de 1991.
, 28
El precio justo
esta opción civilizatoria, que culmina con la cultura del Barroco, será predominante en los países católicos y configura las posibilidades de desarrollo de una peculiar modernidad tanto en lo político como en lo social. Y fmalmente porque, desde las ciudades de Sevilla y México, Mercado -uno de los observadores más agudos de su época- hace una reflexión de crítica moral sobre los mecanismos económicos que, como dijimos, ya están situando a España y su imperio en la periferia de la economía-mundo de entonces. Pero, ¿cuáles son las circunstancias económicas y sociales a las que responde la obra de Tomás de Mercado? En 1568, desde puntos estratégicos del comercio mundial de entonces -Sevilla y la ciudad de México-, Mercado interpreta moralmente la revolución de los precios y sus consecuencias en España y las Indias. En Suma de tratos y contratos explica ampliamente el problema: observa que, en general, los cambios de moneda son perjudiciales a España y benéficos para Flandes e Italia. En el interior de España favorecen a Medina, Burgos, Valladolid, Barcelona y son desfavorables para Sevilla. Mercado establece una vinculación entre los metales preciosos americanos y los precios europeos, y entre el fenómeno de aumento de precios y el cambio exterior. Larraz plantea a Mercado una pregunta de tipo contrafactual: ¿cuál fue la posibilidad de aprovechar el imperio colonial en beneficio de la economía española?!! Mercado, que ve la destrucción tanto de esta economía como la de las Indias, responde, no como podría haberlo hecho un mercantilista que pensara en términos de los intereses de un Estado-nación (España) y 11
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José Larraz, La época del mercantilismo en Castilla.
1500-1700,
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Introducción El precio justo
.ilizaroria, que culmina con la cultura del Badominante en los países católicos y configura -s de desarrollo de una peculiar modernidad ítico como en lo social. Y finalmente porque, des de Sevilla y México, Mercado -uno de ~s más agudos de su época- hace una reflemoral sobre los mecanismos económicos que, ya están situando a España y su imperio en la .conomía-mundo de entonces. s son las circunstancias económicas y sociales a de la obra de Tomás de Mercado? En 1568, stratégicos del comercio mundial de entonces iudad de México-, Mercado interpreta moolución de los precios y sus consecuencias en dias. En Suma de tratos y contratos explica am'oblema: observa que, en general, los cambios L perjudiciales a España y benéficos para Flan1 el interior de España favorecen a Medina, olid, Barcelona y son desfavorables para Sevitablece una vinculación entre los metales prelOS y los precios europeos, y entre el fenóme:0 de precios y el cambio exterior. Larraz ado una pregunta de tipo contrafactual: ¿cuál id de aprovechar el imperio colonial en benelamía española?!! Mercado, que ve la destrucsta economía como la de las Indias, responde, .a haberlo hecho un mercantilista que pensara los intereses de un Estado-nación (España) y
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en la función de sus colonias (las Indias), sino como un teólogo que se preocupa, ante todo, por el bien común de todas las poblaciones que pertenecen al imperio cristiano español. Recomienda una fórmula: regular estatalmente las exportaciones a las Indias rectificando la política liberal acostumbrada: el comercio con América debe realizarse bajo el control del Estado para poder vigilar los precios. Dicho en pocas palabras, el plan de Mercado es regular la masa monetaria que ocasiona la inflación que afecta tanto a España como a sus reinos americanos. Propone como actitud moral la moderación en las ganancias, y atribuye a la "codicia" el prevaleciente desorden del comercio. Como es sabido, a partir de los siglos XII y XIII este pecado desbanca de su puesto central al orgullo. I2 La moral está reaccionando a las realidades históricas de la expansión de la economía de mercado. El fraile es también sensible a las condiciones económicas de su época y su tratado gira en torno del problema de la avaricia y el robo, pero en relación con una circunstancia histórica precisa: la revolución de los precios del siglo XVI. En realidad, el análisis moral de Mercado le permite describir el tránsito que vivió España hacia la "decadencia" y que no es sino su reubicación, dentro del marco de la naciente economía-mundo capitalista, en las orillas del sistema. Desde la perspectiva de la dinámica de las estructuras económicas y sociales, este tránsito es casi un destino, reforzado por el sistema de valores y representaciones que en ella predominaban. Así la pregunta contrafactual del hispanista Larraz 12
Lester K. Little, "Pride goes befare avarice: Social change and the
vices in Latin Christendom", The American Historical Review, núm. 76,
La época del mercantilismo en Castilla.
1500-1700,
Madrid,
1971.
'r El precio justo
30
sobre una solución viable para la economía de España respecto de la explotación de su imperio americano encuentra una respuesta negativa. En efecto, si se hubiera construido en España una industria manufacturera que aprovechara el mercado de las Indias, habría sido inevitable la invasión de plata americana, lo que habría ocasionado un desnivel de los precios internacionales contra Castilla. El problema de España, como bien lo señala este historiador, es la posesión de las minas del Nuevo Mundo. La única salida posible apuntaba a la solución propuesta por Tomás de Mercado en el sentido de que el Estado regulara las ganancias de las colonias en beneficio tanto de España como de sus reinos americanos. Finalmente, la perspectiva de este trabajo es la de una historia que es ciencia del cambio y la diferencia, por lo que es necesario establecer, ante el pasado, la distancia habitual en el antropólogo con las sociedades que estudia. La historia así planteada hace evidente, en el caso estudiado, que la usura y el precio justo son el anverso y el reverso de un paradigma: el de la usura, que fue central en el mantenimiento del orden de un sistema social. 13 ~
13
Clavero, op. cit., p. 29.
El precio justo .ión viable para la economía de España respec-
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Una representación moral del comercio
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LEY NATURAL, JUSTICIA Y DON
El análisis de la Suma de Tomás de Mercado, cuyo referente es el tomismo renovado de la Escolástica de Salamanca, tiene como hilo conductor, desde la perspectiva del conjunto de representaciones y de las estructuras simbólicas que organizan su cosmovisión, el concepto de reciprocidad como principio de distribución y circulación de bienes en las sociedades precapitalistas. 14 Esto porque, si bien nuestro autor vive ya en una sociedad de mercado autorregulado, es decir, que tiene como fundamento la ley de la oferta y la demanda, sus es14
Para Mauss, los principios elementales de todo intercambio en la
sociedad primitiva, que prefiguran el contrato, se expresan en la siguiente fórmula: "rehusarse a dar, negarse a invitar y rechazar tomar equivale a declarar la guerra, rechazar la alianza y la comunión". El intercambio implica entonces tres obligaciones: dar, recibir y devolver, fundadas en un antagonismo potencial que puede desembocar en la guerra. Además, como señala Lévi-Strauss en su introducción a este ensayo, el intercambio en este tipo de sociedades tiene una significación económica, social, religiosa y mágica. Mauss Marcel, "Essai sur le don. Forme et raison de l' échage dans les sociétés archaiques", eh Sociologie et anthropologie, París, cit., p. 29.
PUF, 1980,
p. 162.
, El precio justo
tructuras mentales y sus fundamentos morales derivan de una religiosidad basada en el principio del don de las sociedades organizadas por la vida comunitaria primitiva. En este universo religioso del catolicismo español del siglo XVI, en el marco del cual se constituye el mercado mundial, el fundamento ético-económico consiste en el amplio espectro de la reciprocidad.v Si bien la obligación de la reciprocidad equilibrada y generalizada se establece en el catolicismo para la "comunidad humana", dado su universalismo, la compulsión a la caridad o don puro no es sino una recomendación para llegar a la perfección espiritual y se limita, como obligación, a los parientes cercanos. Pero además hay otros dos elementos del principio de la reciprocidad que interesa resaltar y que son propios de la sociedad arcaica y de la moral católica: el parentesco y la jerarquía. En las sociedades arcaicas y en las tradicionales, la reci-
15
Según Marshall Sahlins las transacciones económicas de la sociedad
primitiva se pueden definir como un sistema de reciprocidades que estructuran la comunidad. La reciprocidad es un espectro cuyo primer extremo es el "don puro" o reciprocidad generalizada, que según la definición de Malinowski es un "ofrecimiento por el cual no se da nada a cambio" y en el cual no hay acuerdo abierto de retribución. En el otro extremo está la reciprocidad negativa o apropiación egoísta, cuyas caracteristicas son la astucia, el regateo, la artimaña y la violencia. La reciprocidad generalizada en términos morales se define como generosidad que, sin embargo, genera una contraobligación aunque la expectativa de reciprocidad sea indefinida. El punto medio entre los dos polos es la reciprocidad equilibrada y es "la entrega habitual del equivalente de la cosa recibida sin demoras" y que, en un tiempo limitado, la falta de reciprocidad plantea el conflicto. Véase M. Sahlins, Economía de la edad de piedra, Madrid, Akal,
1983,
pp.
211-212.
El precio justo
Ies y sus fundamentos morales derivan de una ada en el principio del don de las sociedades r la vida comunitaria primitiva. En este unidel catolicismo español del siglo XVI, en el se constituye el mercado mundial, el fundaonórnico consiste en el amplio espectro de la Si bien la obligación de la reciprocidad equializada se establece en el catolicismo para la Imana", dado su universalismo, la compulsión ton puro no es sino una recomendación para cción espiritual y se limita, como obligación, .ercanos.
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). Véase M. Sahlins, Economía de la edad de piedra, Map. 211-212.
Una representación moral del comercio
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procidad equilibrada es obligatoria en relación con la distancia del parentesco, que organiza a la comunidad. En la sociedad tradicional, la familia es también el principio comunitario elemental del que se deriva la" asociación de fieles en el seno de la Iglesia. Y la jerarquía en estas sociedades implica la reciprocidad porque, "nobleza obliga", el código del honor y la fama son elementos centrales de su sistema de valores. El honor es la conciencia privada y pública de haber respetado y practicado la virtud moral. La fama y la honra son las consecuencias sociales de la posesión del honor. En realidad, en las sociedades tradicionales donde el instinto agonal o de competencia aún es un eje central de su metabolismo social, el honor es su motor e implica la dialéctica del desafio y la réplica del don y el contra-don. 16 Ahora bien, el principio de reciprocidad explica a la sociedad arcaica, como a la tradicional, no sólo en el nivel de las estructuras económicas y políticas, sino también en el religioso. Porque la religión, "lejos de ignorar a la sociedad real, y de hacer abstracción de ella, es su imagen". 17 Esto lo ilustra la noción de sacrificio, esencial en toda religión, cuyo fundamento es el principio de reciprocidad. Porque éste es, en primer lugar, comunión con la divinidad y, en segundo, don. Y en este último elemento, la oblación es lo más importante. 18 Esto porque el don, como el sacrificio, crean la relación con la divinidad que a su vez da origen a la relación comunitaria entre los miembros del grupo que realiza el ritual. Si bien el
16
Pierre Bourdieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991, p. 175.
17
Ernile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, Tlahua-
pan, Colofón, 1988, p. 432. 18 Ibid., p. 343.
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sacrificio, es decir el don, establece la comunicación con los dioses, también produce la paz con la divinidad y entre los hombres, ya que los rituales religiosos aminoran las tendencias antagónicas en el interior del grupo y establecen el sentido de pertenencia a la comunidad. Una vez trazado un esbozo del principio de la reciprocidad en el nivel religioso podemos establecer la relación entre este principio y una noción de la teología católica que es central para entender el tratado de Tomás de Mercado: la jerarquía de bienes planteada por San Agustín. La teología de San Agustín'? aborda, desde el nivel religioso, el problema de la adquisición e impulsa a ella, pero la sublima a través de la idea de un sumo bien, común a todos los hombres: la divinidad. A la posesión de este fin debe subordinarse la persecusión de todos los demás bienes. La sabiduría es optar por el sumo bien; inclinarse, en cambio, por por las cosas sensibles es la codicia, negación del orden divino. En la posesión de los bienes eternos, la avaricia no es un problema porque éstos tienen la característica de ser "universales", es decir, comunes a todos los espíritus. La virtud que puede corregir la tendencia a la codicia es la caridad, elemento central del alma. Ser caritativo con otro hombre, para San Agustín, es establecer una relación de perfecta igualdad. Respecto de. la relación del hombre con la divinidad se establece el continuum de la reciprocidad: don puro como caridad entre Dios y los hombres; perfecta igualdad o reciprocidad equilibrada para los hombres entre sí; la reciprocidad negativa se encarna en la
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Etienne Gilson, Introduction a l'etude de Saint Agustin, París, Librairie
Philosophique J Vrin, 1969.
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Una representación moral del comercio.
noción moral de codicia y tiene como consecuencia, en el nivel religioso, la pérdida del sumo bien. Desde este marco de referencia, leer a Tomás de Mercado es aventurarse en las zonas opacas del universo moral de una sociedad agraria y aristocrática, del sistema de significaciones que organiza su cultura y que da coherencia a esa sociedad en vías de atomizarse por la generalización de lá circulación mercantil y del mercado autorregulado. Sin embargo, en pleno siglo XVI, en el mundo hispano, la dimensión religiosa funciona como "la comunidad" de fieles. Es decir que, desde el ángulo de su sistema de valores, la sociedad española está organizada comunitariamente, en su nivel religioso, a través del principio de reciprocidad. En ella se oscila entre la reciprocidad equilibrada (equidad y justicia) y la reciprocidad generalizada (misericordia y caridad) y se ponen diques a la reciprocidad negativa caracterizada como avaricia y codicia, violencia y robo. Esto no significa que la jerarquía social con sus diferentes "estados" no implique el conflicto y la canalización del trabajo excedente de un sector a otro. En efecto -como dice Clavero- existen dos modalidades de la extracción de plustrabajo que se impugnan o aceptan en la sociedad aristocrática: la ganancia mercantil capitalista y la renta feudal. Y el paradigma usura-precio justo es una barrera ideológica para evitar la penetración de los mecanismos económicos de extracción del plustrabajo y una defensa de los procedimientos que tienen como base el derecho señorial: la renta. Tomás de Mercado inicia su obra con la clarificación de su objetivo: determinar lo lícito y lo ilícito en los negocios "por no perder el bien eterno tratando de lo temporal" .20
ilson, Introduction a l'etude de Saint Agustin, París, Librairie . Vrin, 1969.
35
20
Mercado, op. cit., p. 14.
, El precio justo
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Esta frase, que en apariencia es perfecta y transparente en su significado, en realidad nos invita a una lectura que permita develar su real opacidad, debida a la relación paradójica que se establece entre comercio, negocios y salvación eterna. Sólo su referente, el concepto de jerarquía de bienes que implica la reciprocidad, permite empezar a descifrar esta enigmática relación. De manera que para entender el significado de todo el tratado es necesario, como proponen los historiadores contextualistas, entre ellos Darnton, ir del texto al contexto, y de nuevo de éste al texto, para hacer explícito el esquema fundamental de valores. El movimiento texto-contexto proporciona la distancia que los etnólogos logran establecer -al poner entre "paréntesis" sus coordenadas culturales- con las sociedades que estudian para comprender cosmovisiones y culturas distantes de las suyas. El tratado de Mercado es, desde la perspectiva etnológica, un código restricto" ordenado al ritual de la confesión, cuyo objetivo es crear, en torno de la prohibición fundamental de la usura, un llamado a la solidaridad de la comunidad. La caridad a los pobres, por ejemplo, es un reclamo de redistribución, y su objetivo, más que remediar la pobreza, pues los pobres son "necesarios", 22 consiste en crear lazos simbólicos
2I
Bernstein define el código restricto de la siguiente manera: "es un
código que inclina al que lo utiliza a una determinada forma de relación social precisa y desnuda de ambigüedad, donde la autoridad se manifiesta de forma clara y sirve de guía para la acción", en Mary Douglas, Símbolos
naturales, Madrid, Alianza Universidad, 1988, p. 44. 22 Recordemos que en la sociedad medieval el ideal cristiano de pobreza era una recomendación para realizar una vida espiritual perfecta y los pobres, más que otros sectores sociales, lo personificaban.
El precio justo -n apariencia es perfecta y transparente en su
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Alianza Universidad, 198 8, p. 44· is que en la sociedad medieval el ideal cristiano de po-
Una representación moral del comercio
con los sectores bajos de la jerarquía social. Los sacramentos, entre ellos la confesión, tienen un papel mediatizador. La función mediadora de la institución eclesiástica "administra" la "gracia". La noción de gracia corresponde a la idea de armonía total con las reglas morales establecidas por la divinidad; su transgresión implica una sanción punitiva que en última instancia destina a la "condenación", a la marginación eterna del cuerpo social y religioso. El ritual mediador por excelencia entre la gracia' y la condenación es la confesión que implica un código. Desde esta perspectiva, el tratado de Tomás de Mercado es un código elaborado para la realización del ritual de la confesión. Los rituales son formas de comunicación que dan cohesión a la sociedad, y en las sociedades tradicionales se hace posible una vinculación no verbal entre sus miembros a través de la acción simbólica y ritual. Los rituales son transmisores de cultura. Ésta se elabora a través de la interacción de las relaciones sociales y ejerce un efecto restrictivo sobre la comunidad social. Porque la religión, como el habla, contribuye a reafirmar el orden socialy ambas tienen como función hacer explícitas las percepciones individuales y establecer lazos entre supuestos distintos.:" Los códigos restrictos están profundamente implantados en la estructura social: transmiten información pero al mismo tiempo expresan la estructura social reforzándola y legitimándola. Según Bernstein, a través del aprendizaje de este tipo de códigos el individuo asimila las exigencias de la estructura social que lo rodea, y cada vez que los utiliza se refuerza en él la estructura social de la que forma parte, así como se perfila su identidad social. Son elementos integradores del individuo;
omendación para realizar una vida espiritual perfecta y
le otros sectores sociales, lo personificaban.
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23
Douglas, op. cit., p. 42.
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en el momento en que surge una transgresión al código, la autoridad puede convertirse en punitiva.r' Hagamos, en términos de Geertz, la descripción densa'? del tratado de Tomás de Mercado; orientémonos mejor por la lectura intensiva de la Microhistoria italiana. El tratado de Tomás de Mercado es, además de un código restricto, una reflexión económico-sociológica sobre las actividades comerciales y financieras tanto en España como en sus dominios de América. Pero, en tanto que código, su objetivo es establecer las reglas que permitan conservar la salud moral de comerciantes y cambistas: ellas enseñan lo permitido o lo prohibido en los negocios y la forma de alcanzar la vida eterna. Mercado establece los dos fines que en su visión del mundo debe tener el comerciante: el bien común y la salvación del alma. Los medios para realizarlos son las virtudes de equidad y justicia. Éstas son las herramientas que permiten al comerciante realizar sus negocios sin "agraviar al pueblo". El tratado de Mercado, como código restricto, informa al hombre de negocios cómo conservar su "salud moral" y evitar su deterioro por las prácticas mercantiles, las que, sin esta orientación, podrían conducirlo a la condenación eterna. En síntesis, los elementos centrales de este código son planteados metafóricamente por el autor como tratamiento
24
Ibid., pp. 44-45.
2j
Clifford Geertz, "Descripción densa: hacia una teoría interpretativa
de la cultura", en La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa, 1989, p.
22.
Para Geertz la descripción densa "define el objeto de la etnografia:
una jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a las cuales se producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños", es decir, todos los elementos culturales.
El precio justo
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Una representación moral del comercio
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médico para el alma: la justicia y la restitución. El primer remedio es preventivo y el segundo correctivo. Las categorías justicia y restitución, en el tratado de Tomás de Mercado, están inmersas en una cosmogonía que hay que descifrar para comprender realmente lo que significan. Para lograr esto es necesario entender que el problema planteado por este autor es, desde la introducción y a lo largo de toda su obra, el de la regulación social de una sociedad jerárquica, aunque inmersa ya en una economía de mercado y, en consecuencia, en conflicto con las nuevas realidades sociales que ésta implica. La categoría central del código que analizamos es el principio de reciprocidad. Y las nociones religiosas: equidad, justicia, caridad y misericordia, en el nivel simbólico, se referirán a este principio, pero con un complemento necesario: las nociones de honor y restitución. En esta representación de la sociedad en general y de las actividades comerciales en particular, el principio de racionalidad capitalista del máximo beneficio del mercado autorregulado es acotado con límites flexibles pero precisos, a través de lo que B. Clavero define como un paradigma social: la usura. Este paradigma es propio de una sociedad jerárquica que tiene como fundamento el control del plusproducto a través del derecho señorial de la tierra. Dicho paradigma, o marco de comprensión, es defendido por la última Escolástica en general y, en particular, por Tomás de Mercado, a través de dos elementos básicos: el precio justo y su opuesto, la usura. Ambos elementos aplicados a la actividad comercial limitan el avance de la especulación mercantil en la dimensión espacio-tiempo, de manera que no subvierta la base de la expropiación del plusproducto señorial. 26 26
Clavero, op.cit., p. 29
r ,
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4°
Tomás de Mercado, al plantearse el problema moral del comercio y las finanzas como una cuestión de regulación social, utiliza dos categorías del sistema religioso cristiano que son los dos ejes que le permiten interpretar el intercambio bajo la forma del contrato, como reciprocidad. Éstos son la "justicia" y la "Ley Natural". Las dos, ante la realidad de los hechos económicos, deben interrelacionarse armónicamente. La segunda es definida por Tomás de Mercado como "la estrella que en la noche oscura nos guia'"? y, según la definición tomista, es "la participación eterna e impresión de la lumbre divina en el alma racional" .28 La noción de "Ley Natural" funciona como el eje vertical de la cuadrícula que se forma con el eje horizontal: la noción de ''justicia''. Éstas son, entonces, las nociones mediadoras que estructuran y ordenan el cosmos cristiano en su polaridad: alto-bajo, bien-mal, dios-(los hombres)-demonio. Se refieren al mundo de los hombres entre sí y en su relación con la divinidad, como expresión del orden que la ley divina supone. Su observancia implica la salvación o la condenación eterna en términos trascendentes y respecto de la vida práctica dirá el autor-, la tranquilidad del alma o la mala conciencia. Como Mauss, Mercado considera, si bien de forma implícita, que la violencia potencial está en la base del intercambio; a la pregunta sobre cuál es el fundamento temporal de la observancia de la justicia, Mercado responde que la "Ley Natural" ordena: "guardarás fielmente las treguas y paces que hicieres con tus enemigos y los contratos y pactos que con tus vecinos't.:'? Porque todo convenio de paz, como todo
2S
Mercado, op. cit., p. 34. lbid., p. 35
29
lbid., p. 43.
27
El precio justo
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l.
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41
contrato, implica potencialmente su transgresión, por lo tanto el conflicto y, en última instancia, la guerra. Mercado plantea también la interrogante fundamental para toda sociedad: cómo mantener la paz. A ella responde: cristianos y no cristianos la conservan por la observancia de la "Ley Natural", lo que significa guardar la equidad en los contratos o igualdad, es decir, la reciprocidad equilibrada que a su vez quiere decir "vender por su precio justo, no más caro fiado que de contado, prestar gratis sin interés, celebrar cambios reales y evitar los secos o fingidos". 3° Estos cuatro elementos son la base de todo el tratado y los analizaremos en los capítulos posteriores. Lo que importa señalar es que, para el autor, todos los hombres, "sin importar su estado o condición", están obligados a ello. El porqué de esta obligación se debe a que el hombre es un ser social, vive en sociedad y la "Ley Natural", que es la expresión del orden del cosmos en que ella está inmersa, debe ser respetada: primero, como se ha señalado, por un objetivo trascendente -la vida eterna- y, segundo, pero no menos importante, porque proporciona los medios para llevar una vida "política", es decir, organizada y pacífica. Para el fraile tanto el Evangelio como los filósofos de la Antigüedad dieron un principio básico, de "Ley Natural", que debe dirigir el actuar: "hacer el bien que para ti propio querrías, no hacer lo que holgarías que nadie hiciese contigo'l.!' en otros términos y sintéticamente planteado es el principio de reciprocidad. No hacer el mal, no agraviar a nadie -según esta moral- es obligatorio y hacer el bien es voluntario: la reciprocidad equilibrada está en la base de la
cit., p. 34. 30 31
Ibid., p. 45. Ibid., pp. 47-48.
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obligación, y el "don puro" es una recomendación. En realidad Mercado está proponiendo, como todo el catolicismo del siglo XVI, "un orden social fundado en la virtud" ya que ésta, según nuestro autor, en sus diversas manifestaciones, ordena al hombre con su prójimo, para que "puedan vivir muchos juntos a provecho de todos". 32 El orden social propuesto se sintetiza en la siguiente cita: "viviendo y tratando con muchos en ventas y compras, préstamos y cambios" puede no agraviarse a nadie, y la fórmula que se propone es "dando a cada uno [...] lo suyo, esto es lo que le pertenece y conviene [...] sea honra -porque no sólo posee cada uno su hacienda particular y se le debe dar, sino también la reverencia y obediencia que su estado y el nuestro pide". 33 Es decir, la reciprocidad, como justicia, se enmarca con una moral del honor y una concepción jerárquica de la sociedad. Después de considerar la justicia en general, Tomás de Mercado pasa a analizar la justicia en particular y distingue dos tipos: la legal y la conmutativa. La primera reside en "el príncipe que gobierna a través de leyes que establecen lo justo Y lo verdadero't.v' la segunda es una noción propia de la tradición escolástica y central en la visión de las transacciones económicas, ya que su principio fundamental es la igualdad en los intercambios contractuales. En palabras de Mercado, la justicia conmutativa "inclina al hombre a no agraviar a otro", y se ejercita principalmente en los contratos y consiste "en haber en ellos igualdad, esto es, que iguale lo que se trata en estima y precio, y el ser ellos ilícitos, en ser desiguales y no 2
3
33 34
Ibid., p. 48. Ibid., p. 49. Ibid., p. 51.
r El precio justo
'don puro" es una recomendación. En reali;tá proponiendo, como todo el catolicismo n orden social fundado en la virtud" ya que .ro autor, en sus diversas manifestaciones, arcan su prójimo, para que "puedan vivir muwecho de todos"'p El orden social propues.i la siguiente cita: "viviendo y tratando con tas y compras, préstamos y cambios" puede radie, y la fórmula que se propone es "dando .0 suyo, esto es lo que le pertenece y conviera -porque no sólo posee cada uno su har y se le debe dar, sino también la reverencia Le su estado y el nuestro pide". 33 Es decir, la rmo justicia, se enmarca con una moral del ncepción jerárquica de la sociedad. considerar la justicia en general, Tomás de Lanalizar la justicia en particular y distingue ;al y la conmutativa. La primera reside en "el .bierna a través de leyes que establecen lo jusro";34 la segunda es una noción propia de la stica y central en la visión de las transacciones que su principio fundamental es la igualdad bias contractuales. En palabras de Mercado, la ativa "inclina al hombre a no agraviar a otro", incipalmente en los contratos y consiste "en gualdad, esto es, que iguale lo que se trata en 1, y el ser ellos ilícitos, en ser desiguales y no
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ajustarse".35 Aquí Tomás de Mercado introduce la categoría económica clave, junto con la usura, de toda la ética económica escolástica: el precio justo. Según esto, un contrato debe ceñirse al precio del mercado, es decir al que se establece a través de los mecanismos de la oferta y la demanda libres y que para el autor representa el "juicio del pueblo";3 6 el contrato injusto, en consecuencia, es aquel que transgrede esta "igualdad". A primera vista podría parecer que el fraile se está refiriendo al principio de equivalencia de la sociedad capitalista; sin embargo, como se ha visto y como se analizará a lo largo de este trabajo, la igualdad se refiere al principio de reciprocidad equilibrada y no al de reciprocidad negativa donde el interés por el máximo beneficio permite utilizar la astucia y la violencia. Para el religioso, dadas las deficiencias de la sociedad de mercado generalizado, el respeto de la reciprocidad equilibrada es imposible. Por ello, a la justicia conmutativa se le tiene que sobreponer la legal, que actúa supletoriamente; el autor retoma el tema de la violencia inherente al intercambio, pero le da una explicación religiosa: su origen es el pecado original del que se deriva "el estado de corrupción actual". Y si la violencia es permanente, por lo tanto es necesaria la potestad pública que castigue y refrene a los "perniciosos". Ante la insuficiencia del principio de reciprocidad (en sus palabras, la falta de caridad) que, según el fraile, debería ser espontánea como lo fue en los orígenes de la sociedad, el Estado es una solución. Pero además, para este autor existe otro nivel de control social: la confesión. Este sacramento que ha evolucionado 35
lbid., p. 54.
36
[dan.
El precio justo
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desde la baja Edad Media.F de una moral exteriorizada a una de intenciones, es la pieza clave del tratado y, como el eje de una placa giratoria, es transformado en un elemento esencial que apoya al Estado en la regulación social. En efecto, es evidente que la obra que analizamos tiene su origen en la experiencia de un confesor de comerciantes que intenta hacer explícitos los principios de un código de comportamiento que funciona como regulador social a partir de la conciencia de los individuos. Esta propuesta está fundada en una moral interiorizada que regula la acción de las personas a través de las intenciones, diferente a la moral de una sociedad primitiva basada en la regulación de los hechos exteriorizados en la convivencia social y que, sin embargo, aún conserva reductos de ella como las nociones de restitución y honor, que veremos más adelante.
EL COMERCIANTE
Desde esta perspectiva se puede pasar ahora al personaje central de la obra: el comerciante. Mercado, en el volumen dos de su obra, dedica cinco .capítulos del tratado a definir el estatuto moral de este personaje. Esto permite analizar cuál es la posición del mercader en la representación que tiene Mercado de la sociedad jerárquica renacentista en relación con el momento que le tocó vivir: la revolución de los precios del siglo XVI. 37 Jacques
Le Goff, "Tiempo de la Iglesia y tiempo del mercader en la
Edad Media", en Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval, Madrid, Taurus, 1983, p. 58.
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45
Mercado explica que escribió su tratado en lengua vulgar para que los comerciantes, sin intérpretev" entiendan cómo han de comprar, vender y todo lo referente a sus negocios, con el objetivo de que puedan "ver los malos pasos que hay en el camino peligroso de su arte". 39 No es casual el deseo del autor de escribir su tratado en castellano cuando la teología se acostumbraba escribir en latín. La razón es que la sociedad española se encuentra en una crisis de valores propia de una transición. En consecuencia, Mercado -el confesor- percibe claramerite la necesidad de hacer explícito el código de valores propios de la sociedad que él intenta preservar. Esto queda claro en su descripción de la realidad del comercio en Sevilla y la ciudad de México. El autor, como testigo de la constitución del primer mercado mundial, explica que la Casa de Contratación de Sevilla es, en todo el "orbe universal", la más rica y famosa por ser el centro del comercio del mundo.t? Agrega que, si antes del descubrimiento del Nuevo Mundo Andalucía era el extremo de la tierra, después de la llegada a las Indias es el corazón porque las mercancías de más valor de las partes de la tierra ya conocidas llegan a ella para ser llevadas a las nuevas, donde todo tiene un precio excesivo. Sevilla "arde en todo género de negocios" -dice Mercado- y como el polo principal del nuevo mercado mundial realiza comercio y transacciones financieras (cambios) con todas las ferias de España y el extranjero; con tal envergadura que ni Tiro o Alejandría se le comparan. Él nos hace notar un fenómeno social propio del 8
.e Goff, "Tiempo de la Iglesia y tiempo del mercader en la
3
en Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval, Madrid,
39
Mercado, op. cit., p. 64. Idem.
p. SS.
4°
Mercado, op. cit., p. 63.
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El precío Justo
descubrimiento de las Indias (recordemos que el autor escribe entre 1559 y 1589) por las nuevas oportunidades que ofrecía el comercio: "los príncipes" quisieron ser mercaderes; la enorme posibilidad que dio el Nuevo Mundo a los comerciantes de volverse ricos es la causa de que "se ha ennoblecido su estado", ya que los caballeros por codicia o por necesidad "han bajado" a emparentar con comerciantes y los tratantes con "apetito de nobleza o hidalguía" suben al establecer grandes mayorazgos." Hay, pues, una crisis de transición y por lo tanto de valores, de la que es signo el ascenso social de los comerciantes, por lo que se hace necesario integrar al comercio en la cosmovisión del autor, aunque siempre se reafirme como defensor de una sociedad predominantemente agraria y aristocrática. Un ejemplo es su visión de la sociedad española: no hay "negociación ahidalgada que no dependa de la tierra", pero toda actividad está en relación, agrega, con un relativismo propio de la época, de la situación del país: si la tierra es favorable a la agricultura, pero está rodeada de enemigos, entonces tiene necesidad además de agricultores, de comerciantes. Explica que en España, en general, todos son labradores y pastores o estudiantes y soldados; en Sevilla, en particular, "primer polo del comercio indiano", todos cultivan la tierra o son mercaderes; y en las Indias, en cambio, todos son mineros y comerciantes, pues allí abundan la plata y el oro y falta el resto de productos necesarios para vivir. Hay que notar que en esta representación económico-social de España y su imperio americano no existe la industria manufacturera, y que hay una visión de la sociedad eminentemente agraria en que la relación con el 4
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Idem.
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comercio y los comerciantes es profundamente ambigua. Esto porque el autor es consciente de que esta actividad tiende a corromper el orden social jerárquico, y que la codicia es el gran motor de la movilidad social, ya que por ella -dice Mercado- unos bajan (los nobles se empobrecen) y otros, los grandes comerciantes, suben, pero siempre con el afán de integrarse a la nobleza, lo que los asimila al polo más alto de la jerarquía. Una vez descritas las realidades del presente, Mercado se refiere a los "orígenes de la sociedad" para situar y definir el comercio y sus actores. Para este autor, como para la visión tradicional cristiana, en los inicios de la sociedad no existe la propiedad privada, pero ésta surge por el pecado de la codicia. Esta situación se debe a "la miseria y flaqueza" del hombre, y el estado ideal de los inicios sólo lo conservan los religiosos que imitan "aquella inocencia original votando pobreza y poseyendo los bienes en común" Y Mercado asevera que antes del pecado "los hombres, que eran en sí para sí tan bastantes y dependían tan poco o tan en nada de los bienes temporales'l.f y aquí su referente es la noción de jerarquía de bienes de San Agustín, que subordina los bienes materiales a los espirituales (lo bajo a lo alto). Ahora, en cambio, es necesario que cada uno tenga "su hacienda" porque para que no existiera la propiedad sería necesario "no amar" las cosas exteriores, y estar dispuesto a compartirlas. Pero lo que ha sucedido, explica el autor, es que ha crecido la codicia, es decir, el amor a las cosas particulares. Antes los valores eran el bien común y la caridad; ahora se prefiere el bien parti4
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Mercado, op. cít., p. 65-66.
Ibid., p. 65.
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cular. Sin embargo, Mercado justifica la propiedad privada por la productividad y explica que una vez perdida la primera caridad fue necesario partir, ya no del amor universal, sino del particular por las propiedades que moviesen a los hombres a conservarlas, porque si quedaran sin repartir, supuesto el pecado, nadie se preocuparía por ellas y disminuirían. Después explica la aparición del comercio por la división del trabajo: debido a que a cada uno le tocaron diversos bienes, surgió la necesidad del intercambio a través del trueque, definido por él como el "primer contrato o negociación" del género humano.r" Sin embargo, nos explica que ésta es todavía una contratación "manca", incapaz de un aprovisionamiento eficaz, que fue usada en la antigüedad por los griegos y los bárbaros y, en ese momento, por los indios occidentales a pesar de la abundancia de oro y plata en el Nuevo Mundo. Según Mercado, la necesidad de obtener cosas con facilidad y abundancia impulsa a los hombres a "una negociación más larga": comprar y vender por su precio justo. Esto significa para el tratadista establecer el valor de las cosas por su utilidad,45 además de hacer que el precio "común y general" de todas las cosas sea el oro y la plata. Escoger estos metales preciosos como "precio de todo lo vendible" tuvo dos razones: su durabilidad, la necesidad de bienes y la posibilidad de obtener ganancia por el intercambio impulsaron el comercio. Una vez descrito el origen del comercio, Mercado lo define, y para ello dice inspirarse en san Gregario. En realidad, está recurriendo para su definición a los valores de una socie44
Ibid., p. 67.
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En la escolástica tomista la utilidad, la rareza y la estimación común
son las cualidades del objeto que determinan el precio justo.
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:ica tomista la utilidad, la' rareza y la estimación común lel objeto que determinan el precio justo.
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dad eminentemente agraria: el arte del comerciante, dice Mercado, "es mercar ropa junto y, sin que se mude en otra especie [...] revenderla por menudeo o traerla fuera de la ciudad o llevarla a otra parte del reino o a otro reino". Para el autor, una cosa define al comerciante: no busca que "se mude la substancia de lo que vende, sino el tiempo y, con él el precio, o el lugar". 46 En contraste con el agricultor, que busca la transformación de la semilla de la siembra a la cosecha, el comerciante vende sin que exista ninguna modificación en la calidad y sólo aumenta el valor del objeto que vende porque lo cambia de lugar.f? Mercado agrega que se prohíbe a los clérigos comerciar porque al vender se obtienen ganancias sin transformación. En cambio, se les permite sembrar y criar animales aunque sea para el comercio porque en todo esto hay "conversión en la naturaleza y gran mudanza".4 8 El mercader es sospechoso porque lucra con el espacio y el tiempo (el tiempo es invendible porque es de Dios), además de que, agrega el fraile, la ocasión del comercio fue el pecado, y la "malicia" del comerciante lo multiplica. No obstante, Mercado justifica el comercio a pesar de su visión pesimista: en la Antigüedad -explica el tratadista- el comercio a larga distancia fue muy apreciado por tres razones:"? primero, porque proveía de cosas necesarias; segundo, porque como consecuencia de su actividad, produjo la abundancia de mercancías; tercero, como elemento positivo del comercio a larga distancia retoma el relativismo político pro-
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Mercado, op. cit., p. 70. Idem. Mercado, op. cit., pp. 70-7I. Ibid., p. 70.
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pio de la época.?" los que practican esta actividad conocen diferentes costumbres y diversos tipos de gobierno y como consecuencia de esta experiencia se transforman en "hombres universales cursados y ladinos para cualesquiera negocio que se les ofrezca">' y ayudan, agrega Mercado, a edificar ciudades "populosas y ricas". Sin embargo, una vez más el autor insiste en su primer argumento negativo: la codicia. Al transformarse el oro y la plata en el fin principal, a "juicio del pueblo", esta actividad se volvió afrentosa por asociarse con el robo y con un apego excesivo a las cosas particulares, en este caso al dinero. Mercado vuelve a analizar el problema que le plantea el comercio desde otra perspectiva: la de una moral de intenciones cuyo referente es la noción de jerarquía de bienes. Toda acción, según este autor, puede ser buena, mala o indiferente porque todo depende de si fue hecha con un fin legítimo. Para Santo Tomás de Aquino, afirma, el comercio es de "mala cara y peores hechos" porque propicia, entre otros vicios, la avaricia. Parecería, agrega, que esta actividad estuviera subordinada a tal vicio porque el deseo del comerciante es aumentar sus riquezas al infinito; sin embargo este deseo debe tener límite porque los objetos materiales son sólo un instrumento, ya que la vida del hombre está ordenada a la obtención infinita de bienes espirituales. No obstante, para el confesor las oportunidades de obtener ganancias del comercio tientan a la codicia y ésta fue la razón por la que tanto los
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gentiles como los católicos lo prohibieron. Para redondear su argumento Mercado cita el salmo 70 que dice: "Señor, esperanza tengo de entrar en tu gloria y gozar de tu descanso porque no fui mercader." Y concluye el autor: "no porque el trato de suyo sea vicioso, sino por las grandes y continuas ocasiones que ofrece al hombre para serlo y olvidarse de su Dios y su alma". 52 Después retorna al inicio de la argumentación cuando afirma, desde la perspectiva de la moral de las intenciones, que el comercio en sí es indiferente. El religioso concluye que no es predicador para exhortar a: dejar una actividad tan llena de riesgos morales, sino teólogo claro y breve que debe limitarse a enseñar lo lícito e ilícito con el fin de "mostrar qué intento debe tener el mercader en sus negocios, qué medios debe escoger, para que pueda ganar de tal modo su vida que no pierda la futura". 53 Finalmente Mercado llega al argumento que salva la ambigua situación de la actividad mercantil: el comerciante merece como "estipendio y salario" la ganancia que obtiene al vender más caro de lo que compró, ya que su actividad tiene una utilidad: abastecer de bienes a la sociedad. Mercado dice haber tomado este argumento del Evangelio, al que cita: "digno es el obrero de su jomal'L'" pero en realidad el referente es la Escolástica tomista donde, en oposición a la visión de San Agustín, se ha justificado tanto la propiedad privada como el comercio y el trabajo asalariado. Concluye que, si bien el comercio es de gran utilidad, debe practicarse con rectitud y equidad, es decir, enmarcado por el principio de o
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la ley que debería adaptarse a las condiciones de cada
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Ibid., pp. 74-75.
con el tiempo.
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Ibid., p. 78.
p. cit., p. 72.
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reciprocidad cuyo objetivo es conservar la igualdad en la transacción comercial, que es la meta de la justicia conmutativa. Para terminar plantea: "Una sola cosa me atrevería a decir [...] que no sea mercader en todo sino en una especie-o cargue en Indias o traiga de Flandes y Levante o dése a la labranza y granjería de la tierra. Vivirá más recogido y menos ocasionado a pecar". 55 Mercado, si bien se asombra de que en la antigüedad Licurgo se opuso a la existencia del comercio, llega a la conclusión de que no se deben mezclar tan diversas actividades como el comercio y la agricultura. En realidad al hacer esta recomendación el religioso quiere acotar el espacio en el que debe actuar el capital mercantil, que está invadiendo el de la actividad agrícola, y que es el propio de la renta señorial y del pequeño campesino autosuficiente. Una vez definido el estatuto moral del comerciante, Tomás de Mercado se plantea dos objetivos: analizar cuáles son los fines que deben mover a aquél y los medios para conseguirlos, pero enmarcándolos en los ideales de una sociedad estática y de autosubsistencia. Para ello tiene que hacer una distinción entre comprar para consumir y comprar para vender. 56 Explica que el primer tipo de contrato es natural y lícito y su fin es obtener el sustento. Otra situación lícita y natural es vender los sobrantes de lo producido sin llegar a ser comerciante. Para nuestro autor, lo que distingue al comercio como profesión es llevar a otras partes las mercancías o aguardar a otro tiempo para poder revenderlas a más de lo que costaron; es decir, que esta actividad es una especulación sobre el tiempo y el espacio y por ello es necesario bus55
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carle una justificación pues en sí misma no es "natural", ya que no está orientada por la necesidad del sustento sino por la ganancia. 57 Los tres fines que propone Mercado al comerciante son el bien común representado en la actividad de proveer de productos a la sociedad, la caridad a los pobres y el propio sustento. Respecto del primero pone como ejemplo el aprovisionamiento de las ciudades, que, según él, es una actividad de gran mérito ante Dios y muy "ahidalgado" por el servicio que se presta en regiones donde todo escasea, como en las Indias. De esto deduce que ningún "caballero" desdeñaría esta tarea. Pone también como ejemplo el caso de Sevilla, donde falta trigo con frecuencia y nos dice sería de gran beneficio a la república si un "principal o ilustre" enviara tres o cuatro naos a Nápoles o Sicilia por cuarenta mil fanegas "aunque quisiese interesar algo en ello".ss El caso de América es más ilustrativo, por padecer mayor escasez. Para el fraile, realizar comercio con aquellas tierras y obtener por ello un "moderado interés" por salario le parece justo; sin embargo, Mercado plantea el problema: en estos casos puede suceder que "pensando que se busca el bien común, busca su provecho particular'L'" Saber la intención del comerciante es fácil para el autor pues, primero, si busca el bien común no le pesa que al llegar al puerto por abundancia de mercancías el precio baje, aunque no gane, siempre que no pierda; segundo, no lo almacenará para épocas de mejores precios como se hace tanto en Indias y España. Aquí el religioso se muestra como perfecto conocedor de
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Mercado, op. cit., p. 79.
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Ibid., p. 80. Idem.
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los mecanismos del mercado amencano siempre en crisis, con frecuencia producidas artificialmente, que daban ganancias extraordinarias y que se transformaron en el motor del mercado mundial. El segundo fin consiste en favorecer con las ganancias a los pobres, siempre y cuando antes se obtenga el sustento necesario. Este fin lo expone brevemente el fraile, consciente de la crisis de valores que sufre el mundo hispánico que dio origen al Quijote, porque concluye con desaliento: exponer los méritos de ello sería "hablar con sordos, llover palabras en el desierto".60 El tercer fin propuesto por Mercado es el del propio sustento, pero únicamente para mantenerse "conforme a su estado". Este fin, sin embargo, permite que quien lo practique pretenda "aun mejorarse algo por esta vía en su casa y suerte, como no sea de repente -porque muy mala señal entre los sabios por las prestas y aceleradas riquezas-". 61 El autor sabe que la acumulación acelerada de capital no está exenta de violencia. A Tomás de Mercado le preocupa que estos tres fines parezcan muy rigurosos a los comerciantes y para demostrar que son practicables argumenta que los gentiles pudieron no tener como objetivo la ganancia sino el propio sustento, sólo guiados por la razón natural; asimismo considera que a los cristianos no se les exige mucho ya que está en juego su salvación eterna. Los tres fines propuestos por Mercado están además relacionados con la jerarquía de bienes: le preocupa una subversión de los valores por el "vulgo" dado a los delei»u;« 6r
Mercado, op. cit., p. Sr.
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le Mercado le preocupa que estos tres fines paigurosos a los comerciantes y para demostrar icables argumenta que los gentiles pudieron no bjetivo la ganancia sino el propio sustento, sólo a razón natural; asimismo considera que a los se les exige mucho ya que está en juego su sall. Los tres fines propuestos por Mercado están onados con la jerarquía de bienes: le preocupa In de los valores por el "vulgo" dado a los delei-
op. at., p. 81.
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tes y a la sensualidad que "pervierta" esta jerarquía y sólo pretenda el último fin como "criaturas faltas de conocimiento, formadas para el servicio de su vientre, o como si el lustre y prosperidad aparente de esta vida fuese la verdadera felicidad humana que buscamos'U" Explica el religioso que Licurgo consideró que el único fin justificado era el propio sustento; y al respecto el fraile se pregunta: "¿Qué pensamos dijera de los que no buscan ya, tratando, la sustentación sino riquezas y tesoros, como el día de hoy muchos hacen -intento corrupto y mortífero?,,63 Para el religioso querer sustentarse y querer enriquecerse son dos fines opuestos. Al primero lo impulsa una voluntad recta, al segundo, viciosa porque "el apetito de sustentarse a sí mismo y a su familia es natural, mas el deseo de la riqueza es aborninable't.?" Tomás de Mercado concluye que la búsqueda de la riqueza es "vicio nefando [porque] es contra toda razón en un trato común de la república, como es la mercancía, pretender o solo o principalmente, el provecho particular, cuanto más buscar con daño y agravio de todos su singularísima vanidad y fausto". 65 Según el fraile entre los dos fines hay una distancia insalvable porque el segundo plantea el problema de la infinitud del deseo de adquirir. Para el autor este problema, que como él explica ya lo había planteado Aristóteles, puede llevar al comerciante al "laberinto de cambios, usuras, censos y tributos, donde viven más desosegados que cuando pobres" .66 Ade-
Ibid., p. 82. Idem. 64 Idem. 65 Idem. 62
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más aconseja desistir de este intento para que no pierdan su "caudal" y con él puedan "poner y mantener en estado sus hijos e hijas, según su estado y condición". 67 En este momento, antes de pasar a exponer los medios para obtener los fines propuestos, da una serie de reglas de vida para el comerciante, poniendo como eje central la motivación de la fama y el honor, la moderación y la ocupación en temas espirituales. Plantea la necesidad de que el comerciante tenga un confesor, pero con tales características que nos permiten entender que Mercado no es un católico rigorista, sino un sacerdote sensible al probabilismo. En la práctica de la confesión del mundo cristiano existieron tres tendencias: rigoristas, probabilistas y laxistas. Julio Caro Baraja explica que la lucha de los rigoristas contra probabilistas y laxistas se desencadena en el siglo XVII y en ella sobresale la célebre crítica de Pascal y los jansenistas a los jesuitas. Aunque el probabilismo tiene sus orígenes en la antigüedad griega con Carnéades, se desarrolló posteriormente, de forma original, en el mundo cristiano, ya que el mismo San Agustín tuvo momentos de probabilismo. En realidad, la posición de los probabilistas frente al rigorismo es que no hacen una aplicación rígida de los principios de la moral cristiana, sino que por la experiencia en el confesionario analizan los laberintos de las pasiones humanas refiriéndose a la experiencia de muchos autores y a su opinión probable. Como explica Caro Baraja, la idea de Carnéades de que los principios morales de distintos pueblos son diferentes entre sí, se vuelve a encontrar en los casuistas del siglo XVI, cuya experiencia evangelizadora, ligada con la expansión comercial a Ó7
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escala mundial, les permite adoptar un relativismo casi etno'J:: 68 granco. Mercado, que tuvo la experiencia de conocer la Nueva España en el siglo inicial de la conversión de los pueblos aborígenes, fue seguramente un buen confesor probabilista, que aconsejaba en su tratado a los comerciantes escoger uno que fuera experto en los negocios; que no fuera escrupuloso, pero tampoco muy laxo y que los enviara con "sabor y quietud" al infierno.i" La práctica permisiva del probabilismo en Mercado es explícita en los siguientes párrafos: que el confesor dado tenga una opinión y la defienda, no regle por ella al penitente si no quiere ser reglado, ni seguirla, y la que sigue es probable y tiene sus razones, fundamentos y autores. Basta con aconsejarle lo que tiene por más cierto o más le agrada; pero si al penitente le desagrada y lo que hace se puede hacer y lo aprueban muchos autores aprobados, gran tochedad [sic] y arrogancia sería porque él lo repruebe, no absolverlo si no desiste de ello [... ] Habiendo en un contrato por una parte y por otra opiniones buenas entre doctos, cada uno es libre de seguir la que escogiere.?" En síntesis: el confesor no puede imponer su opinión y cada uno es libre de seguir la más probable, si está autorizada. Mercado llega a la conclusión de que un buen confesor dará la li-
68 Julio Caro Baraja, Lasformas complejas de la vida religiosa (religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII), Madrid, Sarpe, 1985,
pp. 535-593· 69 Mercado, op. cit., p. 88. 7°
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bertad necesaria al comerciante en sus transacciones." Pero veamos en detalle las reglas de conducta que él propone al comerciante y que denomina "consejos [...] tales que si los tomaren no ganen gran hacienda [sino] una gran reputación y buena opinión en el pueblo y excusarán gastos dañosos [... ] y no muy honrosos". Estos consejos hacen explícitos los principios morales propuestos. El primero sugiere un nivel de vida modesto que tiene dos ventajas: ahorrar y "hacerse bienquisto y acreditado", es decir, tener fama y honor. La razón de este reconocimiento social opuesto a una probable mala reputación por una acción contraria, según Mercado, es que el pueblo no puede "sufrir" que de su bolsa salgan "las vanidades" en el vivir de los comerciantes y cuando esto llega a suceder se desencadena el rencor social: "blasfemarán con despecho y rabia del mercader". El segundo principio es la circunspección en el hablar, pues si no la tuviera hablaría de sus propias utilidades. El tercero es no jurar y el cuarto dar limosnas generosas. Estas últimas ayudan a compensar lo que llegan a ganar cuando no es posible llegar al precio justo y se incurre en cargos pequeños que tienen que restituirse. Pero aclara que las deudas grandes sólo pueden pagarse a sus dueños y no con limosnas ya que Dios aborrece el "sacrificio con cosa ajena". El quinto principio, leer buenos libros, tiene el objetivo de equilibrar una vida muy inclinada a la vida material. El sexto principio es oír misa diariamente ya que se tiene tan cerca la catedral de Sevilla. En esta parte del libro, Mercado vuelve a su visión pesimista del comercio y dice "su arte es una rueda de molino muy pesada que los inclina [...] a lo terrestre -la lección continua de buenos libros les serán alas [... ] con que 7
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al comerciante en sus transacciones.?' Pero e las reglas de conducta que él propone al codenomina "consejos (...] tales que si los tal gran hacienda [sino] una gran reputación y n el pueblo y excusarán gastos dañosos (...] y )S". Estos consejos hacen explícitos los princiipuestos. El primero sugiere un nivel de vida ne dos ventajas: ahorrar y "hacerse bienquisto s decir, tener fama y honor. La razón de este social opuesto a una probable mala reputa.ión contraria, según Mercado, es que el puesufrir" que de su bolsa salgan "las vanidades" IS comerciantes y cuando esto llega a suceder el rencor social: "blasfemarán con despecho y der". El segundo principio es la circunspecr, pues si no la tuviera hablaría de sus propias rcero es no jurar y el cuarto dar limosnas getimas ayudan a compensar lo que llegan a gaes posible llegar al precio justo y se incurre en ; que tienen que restituirse. Pero aclara que las sólo pueden pagarse a sus dueños y no con li)ios aborrece el "sacrificio con cosa ajena". El ), leer buenos libros, tiene el objetivo de equinuy inclinada a la vida material. El sexto prinl diariamente ya que se tiene tan cerca la cateEn esta parte del libro, Mercado vuelve a su del comercio y dice "su arte es una rueda de ada que los inclina (...] a lo terrestre -la lecIe buenos libros les serán alas [...] con que
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suban a contemplar los bienes eternos't.?" y al terminar cita el Apocalipsis: "Profetizado está [... ] que hemos de ver tiempos do perezcan todos los mercaderes. "73
EL CONTROL ESTATAL DE LOS PRECIOS Y LA CONFESIÓN COMO REGULADOR SOCIAL: UNA SOLUCIÓN UTÓPICA
El ritual de la confesión toma su verdadera dimensión cuando Mercado hace una propuesta utópica de sesgo estatista y teocrático. En ese momento, el fraile es consciente de la crisis económica que viven España y sus reinos de ultramar por la revolución de los precios. Con su plan intenta cerrar el paso a la inflación. Considera que la regulación estatal del comercio y la confesión son las dos caras de la solución a los problemas económicos y sociales que está enfrentando el imperio español. Tanto la regulación estatal del comercio como la confesión tienen el objetivo de poner límites a la codicia. Porque, según el fraile, ésta domina al comerciante ya que su deseo básico es "querer mercar barato y vender caro"; en cambio el Estado, cuyo objetivo es el beneficio de todos, busca que se venda al precio más bajo posible. En consecuencia se proponen tres cosas para las cuales el Estado tiene autoridad: expulsar de la ciudad a los comerciantes, en especial los extranjeros; seleccionar un número limitado de los primeros para que provean de todo lo necesario, y tasar el precio de las mercancías por los costos. 72
Mercado, op. cit., p. 86.
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Es necesario referirse aquí al problema del valor y del precio en la tradición escolástica si se quiere situar en su contexto la propuesta de la regulación del comercio por el Estado entre España y su imperio americano. Roover explica que el uso de la moneda en el intercambio no es sino la medida del valor en términos monetarios" y que éste es un problema central en todas las teorías económicas. Entre los economistas, los enfoques sobre el valor son diversos: para unos teóricos éste tiene su origen en la utilidad y la rareza, para otros en el trabajo. La primera teoría es planteada por los economistas neoclásicos y la segunda por los ricardianos y los marxistas. Los escolásticos también tuvieron una posición al respecto: el valor surgía de la utilidad y la necesidad de la colectividad de consumidores." Se planteaba, además, el problema de cómo una comunidad puede fijar los precios y se daban dos respuestas posibles: uno, a través de la libre oferta y demanda del mercado; dos, por la intervención arbitraria del Estado en éste. Para los tomistas, el "precio justo" era el corriente en el mercado. Sin embargo, los seguidores de Duns Escoto (I2Ó5?-I3üS) consideraban que el precio justo lo determinaban los costos; los nominalistas favorecían, en lo posible, la reglamentación de los precios por el Esta74
Raymond de Roover, La pensée économique des scolastiques doctrines et
méthodes, París y Montreal, LibrairieJ. Vrin-Institute d'Études Médiévales, I97I, p. 45. 75 Roover, op. cit., p. 46. Según Roover, los primeros escolásticos en plantear e! problema son Jean Pierre Olivi (I248-1298) y Buridan (I297I3 58), para quienes las fuentes de! valor son: raritas, virtuositas y complacibi-
litas, que significan rareza, utilidad y preferencia. Buridan considera, además, que estos principios son también válidos para establecer e! precio del trabajo.
El precio justo
referirse aquí al problema del valor y del preón escolástica si se quiere situar en su contexde la regulación del comercio por el Estado .u imperio americano. jea que el uso de la moneda en el intercama medida del valor en términos rnonetarios/" 1 problema central en todas las teorías econó; economistas, los enfoques sobre el valor son nos teóricos éste tiene su origen en la utilidad otros en el trabajo. La primera teoría es planonomistas neoclásicos y la segunda por los rimarxistas. Los escolásticos también tuvieron respecto: el valor surgía de la utilidad y la neolectividad de consumidores.P Se planteaba, .lema de cómo una comunidad puede fijar los oan dos respuestas posibles: uno, a través de la emanda del mercado; dos, por la intervención stado en éste. Para los tomistas, el "precio jusente en el mercado. Sin embargo, los seguidocoto (I26S?-1308) consideraban que el precio iinaban los costos; los nominalistas favorecían , la reglamentación de los precios por el Estae Roover, La pensée économique des scolastiques doctrines et
vlontreal, Librairie J. Vrin-Institute d'Études Médiéva-
Una representación moral del comercio
do.7 6 El nominalista Jean de Gerson (1363-1429) llega al punto de recomendar la tasación de todos los precios, pues considera que el legislador es más sabio e imparcial que los interesados.i? El planteamiento de los escotistas de que el precio lo deben determinar los costos va en contra de su propia teoría del valor fundada en la utilidad, y no se plantea el problema del comerciante que vende productos cuyo valor de producción es demasiado elevado y en consecuencia no podrá vender competitivamente sus artículos. 7 8 Tomás de Mercado, a pesar de ser un tomista consecuente en su observación económica, en su propuesta toma elementos de la tradición derivada de Escoto y del nominalismo. Inspirado en éste propone un monopolio corporativo de corte estatista, y al eliminar la libre concurrencia en el comercio con las Indias recurre al criterio escotista de fijar los precios de las mercancías por su costo. El autor, como buen escolástico , está en contra de los monopolios, pero en el caso del comercio indiano y por el bien común, considera necesario -para controlar "la codicia" de los hombres de negocios- que el Estado cree una organización comercial limitada, con capital privado pero controlando los precios y otorgando una moderada ganancia. Veamos detalladamente su propuesta. El primer punto -expulsar a los comerciantes, en especial los extranjeros- se fundamenta con el argumento de que estos últimos deterioran la prosperidad de cualquier nación donde se establecen, porque la despojan de sus riquezas
cit., p. 46. Según Roover, los primeros escolásticos en
ma son Jean Pierre Olivi (1248-1298) y Buridan (1297-
es las fuentes del valor son: raritas, virtuositas y complacibi-
n rareza, utilidad y preferencia. Buridan considera, ade-
ncipios son también válidos para establecer el precio del
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R oover, op. CIt., . p. 52. Ibid., p. 62. 78 Ibid., pp. 61-62. 76
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e introducen costumbres corruptas. Su objetivo es el bienestar y progreso de su propio país y no de aquél donde están implantados. Según el autor esta actitud es natural en todos los hombres, y lo mismo harían los españoles en otras tierras. Para ilustrar su propuesta cita una ley de Indias de 1569 que dice: "Mandamos que ningún extranjero pueda tratar en Indias, ningún extranjero ni morisco ni erriero [sic] pueda mercar oro ni plata ni barra en pasta, so pena de perderlo y destierro perpetuo." Y su comentario es tajante: "Porque mercadeando los de fuera ni hay riqueza durable en el reino, ni buenas costumbres antiguas, de los cuales daños y males son testigos de vista España, Sevilla y las Indias"."? Aquí, el autor parece estar muy cerca de las propuestas mercantilistas y de su incipiente nacionalismo; sin embargo, su planteamiento puede considerarse más bien como la tradicional visión tomista de un comercio natural basado en la reciprocidad equilibrada entre los miembros de la comunidad. En cambio, el comercio realizado con extraños es visto como sospechoso de codicia al caracterizarse por la reciprocidad negativa con su cortejo de astucia y violencia. El segundo punto de la propuesta es que el Estado otorgue la facultad de comerciar a un número restringido de personas. Reconoce el fraile que "sería negocio trabajoso pero muy provechoso", éste consistiría en "dar a dos o cuatro de la misma república el dinero con que traigan lo necesario señalándoles por su factoría un tanto, y no dándoles el caudal, sino que ellos lo pusieren, concederles una moderada ganancia que fuese a todos leve y fácil". 80 Para Mercado, esta me79 8°
Mercado, op. cit., p. 93. Idem.
El precio justo
stumbres corruptas. Su objetivo es el bienesle su propio país y no de aquél donde están gún el autor esta actitud es natural en todos o mismo harían los españoles en otras tierras. oropuesta cita una ley de Indias de 1569 que JS que ningún extranjero pueda tratar en Inranjero ni morisco ni erriero [sic] pueda merni barra en pasta, so pena de perderlo y des." y su comentario es tajante: "Porque s de fuera ni hay riqueza durable en el reino, mbres antiguas, de los cuales daños y males vista España, Sevilla y las Indias"."? Aquí, el ar muy cerca de las propuestas mercantilistas nte nacionalismo; sin embargo, su planteaonsiderarse más bien como la tradicional viun comercio natural basado en la reciprocientre los miembros de la comunidad. En ercio realizado con extraños es visto como codicia al caracterizarse por la reciprocidad cortejo de astucia y violencia. 'unto de la propuesta es que el Estado atore comerciar a un número restringido de pere el fraile que "sería negocio trabajoso pero r", éste consistiría en "dar a dos o cuatro de lca el dinero con que traigan lo necesario seu factoría un tanto, y no dándoles el caudal, pusieren, concederles una moderada gananodas leve y fácil". 80 Para Mercado, esta me-
Una representación moral del comercio
dida es recomendable tanto para España como para Nueva España y Perú, ya que los tres reinos padecen los mismos males, pues los comerciantes los proveen de mercancías pero los despojan "de toda la plata y oro y de todas las otras riquezas [... ] tanto que en cada partida de flota quedan tan esquilmadas y vacías de metales que en dos meses enteros no parece punta de plata ni tejuelo de oro".sr Dice el fraile que los cabildos podrían organizar las flotas "y llevar lo que fuese necesario y venderlo a los vecinos por tan bajos precios cuanto bastaren a sacar las costas y una moderada ganancia pues. todo era provecho común; y aun a España le estaba bien, pues no habría tanta saca cuanto la codicia y desorden causan el día de hoy". 82 En el marco de este plan de control, recomienda que el Estado se reserve la venta de algunas mercancías para recaudar sus propios fondos, y considera que posee autoridad suficiente, si la tiene, para realizar el primer aspecto de su plan. Sin embargo, observa, se debe ser muy cuidadoso porque los estancos, es decir los monopolios, son perjudiciales para el pueblo cuando se distribuyen a particulares, porque . los precios suben sin límite. 83 Estas medidas, dice el autor, sólo deben realizarse por el bien de la comunidad y concluye que, si por ellas disminuyeran las rentas reales, debería considerarse como bueno por el beneficio que obtendrían los vasallos del rey. Pero es consciente y lamenta que el plan resulte imposible porque, explica, ya no hay gobernadores celosos del bien común. El tercer punto de su propuesta para detener la inflación 811dem.
cit., p. 93.
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Mercado, op. cit., p. 94.
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lbid., p. 95.
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es la tasación de los precios de las mercancías por el Estado. El argumento dado por el fraile es que el Príncipe establece el precio de las "mercancías que de suyo no lo tienen" como el oro y la plata.t" Sin embargo, Mercado agrega que la necesidad es lo que da el valor y precio a todas las cosas terrenales. Desarrolla esta afirmación cuando introduce tanto la noción de precio justo como del tasado por el Soberano.Í" Aclara que el precio tasado no puede transgredirse en un céntimo porque obliga a la restitución bajo pecado mortal, porque "el intento de la república en evaluar la ropa es ir a la mano a la codicia del que vende, mas no impedir la ventura del que " 86 F"lila1mente, M ercompra SI" por menos pue d e comprar1a. cado acude a su argumento fundamental para reforzar la propuesta: tanto el precio justo como la tasa que establece el príncipe deben ser respetados, no tanto porque no se quebrante la autoridad real, que para él es un buen argumento, sino porque hacer lo contrario es violar la "Ley Natural", es decir, no agraviar al prójimo. La última consideración que hará el autor respecto de su plan económico-religioso es sobre el procedimiento para tasar justamente los precios y en caso necesario variarlos. Dos elementos deben ser considerados: primero respetar el bien común y, segundo, la ganancia de los comerciantes para que por interés provean a la ciudad. y deben, además, tenerse en cuenta los costos, el riesgo y el tiempo que se tiene invertido el dinero, y añadir un moderado interés, para establecer el precio justo. Esta forma de tasar sirve tanto a las mercancías traídas del exterior como a las Ibid., p. 96. Ibid., p. 98. 86 Ibid., p. 102.
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le los precios de las mercancías por el Estado. dado por el fraile es que el Príncipe establece : "mercancías que de suyo no lo tienen" como 1. 84 Sin embargo, Mercado agrega que la neceda el valor y precio a todas las cosas terrenales. afirmación cuando introduce tanto la noción o como del tasado por el Soberano. 85 Aclara tasado no puede transgredirse en un céntimo a la restitución bajo pecado mortal, porque "el epública en evaluar la ropa es ir a la mano a la le vende, mas no impedir la ventura del que menos puede comprarla". 86 Finalmente, Meru argumento fundamental para reforzar la proel precio justo como la tasa que establece el n ser respetados, no tanto porque no se queridad real, que para él es un buen argumento, acer lo contrario es violar la "Ley Natural", es rviar al prójimo. La última consideración que .especto de su plan económico-religioso es soimiento para tasar justamente los precios y en , variarlos. Dos elementos deben ser considerarespetar el bien común y, segundo, la ganancia iantes para que por interés provean a la ciudad. más, tenerse en cuenta los costos, el riesgo y el : tiene invertido el dinero, y añadir un moderara establecer el precio justo. Esta forma de tasar las mercancías traídas del exterior como a las
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Una representación moral del comercio
producidas en la tierra, pues las cosechas también tienen sus riesgos y costos.V Otro elemento a considerar es la abundancia o carencia que hay en el momento, de manera que, si una mercancía abunda, debe tasarse en relación con la coyuntura, para favorecer al consumidor. Así fijada la tasa, debe considerarse: 1] abundancia o escasez de mercancías, 2] mucha o poca demanda, 3] mucho o poco dinero. Se está en contra de que la tasa permanezca estable mucho tiempo, pues si se considera la variabilidad de los precios del mercado, el pueblo respetará la tasa debido a que los gobernantes están atentos a su beneficio. El objetivo de esta medida es que bajen los precios, y explica que una vez persuadidos todos los sectores de la sociedad de respetarlos, éstos no subirán y, de esta manera -por mencionar el ejemplo de las Indias-, mineros y comerciantes se beneficiarían porque los segundos comprarían los esclavos a bajo precio, y los primeros podrían comprar más negros y sacar más plata; así, los quintos reales del rey serían mayores. Aquí Mercado entra en contradicción con una de las causas de la inflación que él mismo consideró: el alza de los precios se debe a la gran afluencia de metales preciosos del Nuevo Mundo. Ante las posibles críticas que se le podrían hacer a su plan, como la de que tasar los precios no produciría ningún efecto contra la inflación porque no se respetaría, el autor del tratado acude a la posibilidad del control a través de la confesión, y en este punto desarrolla toda su argumentación en torno de la importancia de este sacramento como elemento básico de civilidad y regulación social. El que Tomás de Mercado considere la confesión como herramienta indispensable en la regulación de la sociedad se 87
Ibid., p.
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debe a su explicación moral de la revolución de los precios. Si bien entiende que la inflación es causada por el flujo de metales preciosos llegados de América, como moralista acude de manera natural a la confesión como única instancia que puede controlar la codicia. Para Mercado, el Estado monopoliza y regula la violencia a través de la promulgación de leyes positivas, mientras que a la Iglesia le corresponde la regulación de la violencia simbólica a través de la confesión. Mercado llega incluso a usar como sinónimos de la confesión las palabras Joro y tribunal espiritual. El planteamiento de regulación social a través de la confesión se introduce en el tratado una vez que se han expuesto todos los medios seculares para vigilar los precios y ante la certeza del autor de la dificultad de regularlos. El uso de la confesión como herramienta de gobierno, dice Mercado, se 10 inspiró el primer virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, para quien en la gestión del poder temporal "no hay cosa que más se requiera y aproveche que buenos confesores'Y" por su acción se establece la paz y, en consecuencia, se evitan muchos males. Además, sucede algo fundamental en la vida política a través de este ritual: se plantan virtudes cívicas. Para Mercado, los jueces, sin apoyo de los confesores, no pueden establecer una disciplina "política y ciudadana" ya que el "vulgo" sólo la adquiere mediante la confesión que es freno del alma y del apetito. Para el religioso, tanto la ley divina como el "foro" de la conciencia individual son fundamentales porque, en la cristiandad, corresponde al Príncipe y al confesor establecer, hacer cumplir y ejecutar el Derecho. El confesor trabaja con los 88
Ibid., p.
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penitentes como juez de la conciencia.Í? Según el autor, Jesús, ante la insuficiencia del poder secular, instituyó el poder eclesiástico y la confesión, pues "la gente común no entiende la virtud y la obligación de las leyes civiles sino en la confesión; ni las estima en conciencia -dejada la pena aparteen más de lo que el confesor se las pone y según ve que por ellas le pregunta y procede en la administración de su sacramento'I.?" La razón de esto es que el confesor hace comprender al penitente cómo es necesario obedecer a los príncipes, jueces, leyes y pagar tributo.?' Mercado pone el ejemplo de los protestantes que, según él, viven en constante rebelión porque para ellos sólo la fe salva y en consecuencia "el vulgo que a Dios no teme, no puede gobernarle con justicia la justicia del rey",92 La larga disquisición sobre la confesión lleva al autor al punto inicial de su argumentación: la regulación de los precios por el Estado, y concluye que los confesores deberían ser "los padres de la república", pues son sus principales gobernadores al hacer observar sus leyes a "los penitentes". Sin embargo, considera que también es necesario que los príncipes sean prudentes en tasar los precios de manera que los comerciantes que sirven a la sociedad ganen en sus negocios. En consecuencia, no se debe pretender que un precio se mantenga toda la vida, ni le parece buen argumento el propuesto por aquellos que están en contra de la flexibilidad ante el aumento: que al subir los precios los comerciantes pedirán más por las mercancías y el efecto de la
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Ibid., p. 114. Ibid., pp. lI5-1I6. Ibid., p. 1I6. fdem.
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modificación de los precios se neutralizaria.f" El punto inicial de su argumentación -la regulación de los precios- lo lleva una vez más al problema de la codicia. Y en consecuencia, hecha su propuesta utópica, el fraile inicia el análisis moral del comercio. ~
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TRABAJO Y CAUDAL
Tomás de Mercado comienza la descripción de los mecanismos económicos del comercio y su relación con la moral en el capítulo VIII de la segunda parte del tratado. En él da la definiciónde precio justo como el que surge del libre juego de la oferta y la demanda, pero el desarrollo de todo el problema económico y moral del comercio realmente se inicia con el capítulo IX, en el que, como prolegómeno al tema de "ventas y compras", el autor considera necesario describir cómo los comerciantes se organizan para realizar sus actividades. A través de esta descripción establece nuevos elementos ético-económicos. El fraile afirma que las sociedades de comerciantes son necesarias porque, además de requerir gente de confianza para realizar todo tipo de transacciones, permiten acumular más "caudal", pues se tiene claro que entre más capital se concentra mayores son las ganancias.?" Comenta que existen básicamente dos tipos de "compañías": 1] en las que se invierten trabajo y dinero por partes iguales y las ganancias son iguales;
. cit., pp.
94 116-117.
Mercado, op. cit., p.
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2] cuando dinero y trabajo se ponen en diferente cantidad y la ganancia es proporcional. Sin embargo, el problema consiste, para nuestro autor, en dos elementos: el trabajo y la habilidad en los negocios por un lado; y el riesgo por el otro. Respecto de este último es necesario, entonces, que se haga una estimación en dinero del peligro que corre la vida de los socios según la calidad de las personas, es decir, dependiendo de su rango social. Como hemos visto, la visión jerárquica de la sociedad impregna todo su pensamiento. Y sobre el riesgo se dice que querer ganar sin exponerse a pérdida o daño es "usura paliada" .95 En este momento de la argumentación, Mercado introduce el tema de la valoración del trabajo en relación con los socios que no tienen capital y por ello viven una situación de explotación. El primer argumento de su defensa es religioso: la venganza de Dios que recae sobre los ricos que oprimen y maltratan a los pobresj'" y el segundo se refiere al trabajo: "Si oro es, según dicen, lo que oro vale, oro pone quien su solicitud, sudor e industria mete, pues oro vale."97 Es necesario, en consecuencia, valorar el trabajo y no aprovecharse de la necesidad del pobre que no tiene capital, porque estas personas por necesidad se dejan "cautivar como negros".9 8 Mercado recurre, entonces, a la "caridad" para buscar una solución a estas situaciones y propone la regla de oro de "hacer con el otro lo que quisiera que con él hiciesen". Añade que para poder evaluar justamente un negocio debe valorarse más el trabajo que
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Ibid., p.
129.
Ibid., p. 130.
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Ibid., p.
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Mecanismos económicos JI ética del comercio
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el capital, porque el socio capitalista obtiene ganancias y recupera su inversión, mientras que el otro sólo obtiene la ganancia. Y si no hay ganancias, el primero recupera el dinero invertido pero el que trabajó pierde su esfuerzo. De esa forma llega a la conclusión de que trabajo y capital se han de comparar y si igualan en "estima", ganarán lo mismo.P? Mercado tiene el cuidado de explicar que esta valoración del trabajo es novedosa. 100 Y verdaderamente lo fue, en particular, en el contexto económico y social del siglo XVI, en el que el ocio aristocrático, difundido en todas las capas sociales, era una de las causas de la así llamada decadencia de España. Los testigos más lúcidos de la crisis económica y social de España fueron los autores laicos de memoriales, quienes, con un incipiente mercantilismo, inician una revaloración del trabajo. En efecto, la posición de Mercado está profundamente anclada en el presente y el futuro, a pesar de tener un referente conservador. Dice, por ejemplo, que no hay que atribuir la ganancia al dinero sino "al ingenio e industria con que se negocia", pues algunos llegan a enriquecerse con poco capital y "otros aun, con mucho pierden y empobre" !O! S'm em b argo, conc1uye su argumentacion ' respecto cen. del trabajo con elementos discursivos tradicionales: "solo el dinero jamás gana y, si sólo alguna vez gana, como en la usura, es contra natura su ganancia, ganancia nefanda; una sola diligencia gana lícitamente y enriquece muchas veces al hombre". !02 Considera Mercado el capital financiero como
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Ibid., p. Idem. Idem.
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Mercado, op. cit., p.
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estéril y el trabajo como el único creador de riqueza; en consecuencia lamenta que en España, en caso de pérdida, las leyes establezcan que entre quien invierte un capital de 200 ducados y otro de 100 más el trabajo, el primero, capitalista mayoritario, perderá dos terceras partes, y el segundo la tercera. El fraile insiste: el que pone su trabajo "pierde más que en dinero pues pierde esto y con ello todo el tiempo y su trabajo". 103 Mercado se sitúa en el parteaguas de la sociedad tradicional y de la moderna. Su referente general es una moral señorial jerárquica que considera que la actividad más "ahidalgada", la más noble y agradable a Dios, es la producción agrícola. Sin embargo, se enfrenta a su correspondiente moral de ocio y gasto suntuario y, como el más lúcido de los autores laicos de memoriales, propone la moderación y el trabajo.
AZAR Y PRECIO JUSTO
Mercado, cuando plantea el problema económico del comercio, explica que es necesario saber cómo resolverlo en el marco de la justicia. Retoma dos temas ya tratados: la equidad en los contratos de compra-venta y el precio justo. Explica que la equidad -aquí hace referencia a la reciprocidad equilibrada- "consiste en dar a cada uno [...] lo que es suyo y hacer igualdad". El precio justo lo define como" el que corre de contado públicamente y se usa esta semana y esta hora, como dicen en la plaza, no habiendo en ella fuerza ni enga10]
Idem.
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o como el único creador de riqueza; en conIta que en España, en caso de pérdida, las leque entre quien invierte un capital de 200 de 100 más el trabajo, el primero, capitalista ~derá dos terceras partes, y el segundo la tersiste: el que pone su trabajo "pierde más que oierde esto y con ello todo el tiempo y su trasitúa en el parteaguas de la sociedad tradicioerna. Su referente general es una moral señolue considera que la actividad más "ahidalgaoble y agradable a Dios, es la producción lbargo , se enfrenta a su correspondiente mosto suntuario y, como el más lúcido de los aumemoriales, propone la moderación y el tra-
JUSTO
ido plantea el problema económico del col que es necesario saber cómo resolverlo en el sticia. Retoma dos temas ya tratados: la equitratos de compra-venta y el precio justo. Exuidad -aquí hace referencia a la reciprocidad 'consiste en dar a cada uno [...] lo que es suyo d". El precio justo lo define como "el que copúblicamente y se usa esta semana y esta hora, ! la plaza, no habiendo en ella fuerza ni enga-
Mecanismos económicos y ética del comercio
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ño, aunque es más variable, según la experiencia enseña, que el viento". I04 Al precio justo se le agregan dos elementos: que no haya defecto en la mercancía en cantidad o en calidad, y ninguna práctica monopólica por parte del vendedor o del comprador; esto porque en ambos sectores pueden ponerse de acuerdo para fijar los precios. El monopolio, por ser en extremo dañino, se castiga con la confiscación de todos los bienes y el destierro.i'" En el capítulo XI se retoma el problema del precio justo englobando en él el tasado por el Estado y el fijado por el mercado. Para el religioso una de las condiciones para que el comercio pueda mantenerse en el marco de la justicia es la libertad entre las partes. Esto porque la "necesidad", que es un desequilibrio de fuerzas de los contratantes, hace proclive al que tiene la ventaja de aprovecharse y quebrantar la "igualdad" requerida en la transacción. Para terminar con las condiciones o reglas del comercio el autor explica que si hay vicio en el precio natural o de mercado, sólo se puede acudir a la justicia si éste excede en más o en menos de la mitad de su justo valor. I06 No se puede recurrir a la justicia humana por faltas menores. Éstas sólo pueden tener una solución religiosa: se remiten "al supremo y soberano tribunal, do no pasa mal sin castigo" . I07 En caso de no respetarse el precio justo se está en obligación de restituir, pues para la "Ley Divina" es ilícito "no guardar en las vendiciones la igualdad y la justicia". I08
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Mercado, op. cit., p. rr8.
Ibid., p. 126. Ibid., p. 14 8. Idem. Mercado, op. cit., p. 149.
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Otro elemento que introduce Mercado es el precio tasado en el que el Estado no permite oscilaciones, y cualquier transgresión, por pequeña que sea, se castiga como menosprecio de la justicia y la autoridad real. I09 Después de incursionar en la noción de precio justo y sus posibles transgresiones, el fraile vuelve a un elemento que es central en su argumentación y en toda su representación del mercado: el azar, el riesgo. El comerciante debe asumir que éste es inherente a su actividad: " [estar] aparejado en el ánimo a ganar o a perder; ora pierda porque le costó más ora gane porque menos, debe vender por el valor que el día de hoy tiene su ropa en público". 110 Ante el azar propio del precio justo, considera una posibilidad: si hay abundancia del producto para no perder podrá el tratante guardarlo, pues no puede venderlo a lo que le costó porque "a esta variedad y ventura está sujeta el arte del mercader". 1 1 1 El problema planteado es que el comerciante no asuma la regla del juego de los negocios, y alejado del espíritu de apuesta, siempre qUIera ganar: y no es menester que a cualquier ganancia en particular le corresponda su riesgo y peligro en el mismo negocio; basta que en todo el trato arriesgue. Ejemplo de esto propísimo el juego de la primera [sic], do tan a la ventura del naipe está todo el resto, mas uno puede lícitamente alguna mano hacer un envite yendo muy seguro de la ganancia [... ] Basta que en todo el juego se pone en discrimen de perder o ganar; no es necesario
1°9 110 ¡II
Ibid., p. 150. Ibid., p. 143. Idem.
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Mecanismos económicos }' ética del comercio
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ue introduce Mercado es el precio tasado en no permite oscilaciones, y cualquier transueña que sea, se castiga como menosprecio autoridad real. IO~
que todo envite particular sea dudoso y tenga su grano de peligro, bien se puede hacer uno del todo seguro, como la seguridad no le venga de alguna fullería.II2
icursionar en la noción de precio justo y sus .iones, el fraile vuelve a un elemento que es umentación y en toda su representación del , el riesgo. El comerciante debe asumir que . a su actividad: "[estar] aparejado en el ániperder; ora pierda porque le costó más ora nos, debe vender por el valor que el día de pa en público". 1 JO Ante el azar propio del isidera una posibilidad: si hay abundancia del ) perder podrá el tratante guardarlo, pues no a lo que le costó porque "a esta variedad y eta el arte del mercader". 1 1 I El problema ~ el comerciante no asuma la regla del juego , y alejado del espíritu de apuesta, siempre
En este punto Tomás de Mercado tiene como referente un elemento central en la sociedad tradicional: el factor lúdico I I que Huizinga ha analizado. } Para este autor, el juego, la caza y el comercio son actividades libres que tienen como elemento central la tensión que significa el azar. Existe, en consecuencia, una dimensión común tanto en el juego como en el comercio tradicional: la competitividad o el instinto agonal. Esta dimensión agonal viene acompañada de la noción de "ganar", que en realidad significa mostrarse superior a otro en el desenlace de un juegc '?" y que en la sociedad tradicional tiene como eje fundamental la obtención del prestigio. Esto claramente lo establece Tomás de Mercado en sus consideraciones sobre el comerciante: quien desde la Antigüedad ha procurado el bien común a la república aprovisionando a la sociedad y al que llega a comparar con los hidalgos que defienden a su nación. Y también queda perfectamente claro en la parte del tratado que dedica a la restitución de la fama y la honra, además de sus constantes referencias a estos elementos a lo largo de la obra. En la sociedad tradicional, como en la sociedad moderna, el riesgo y la perspectiva de "ganar" pertenecen tanto al juego como a la empresa económica. Sin embargo, la diferencia
ster que a cualquier ganancia en particular le colesgo y peligro en el mismo negocio; basta que o arriesgue. Ejemplo de esto propísimo el juego sic], do tan a la ventura del naipe está todo el resiuede lícitamente alguna mano hacer un envite :guro de la ganancia [... ] Basta que en todo el en discrimen de perder o ganar; no es necesario
Il2
Mercado, op. cit., pp. IJ8-139.
Ir]
johan Huizinga, Homo Ludens, Buenos Aires, Alianza Editorial-
Emecé, 1968. "4 Huizinga, op. dt., p. 68.
El precio justo
es cualitativa, porque para Tomás de Mercado ésta se sitúa en el marco de un conjunto de reglas estrictas, que la orientan hacia el prestigio, hacia el rango superior y la superioridad sobre los otros. IIS En consecuencia, tiene como base el espíritu lúdico de competencia tradicional centrado en la lucha por la gloria y el honor. Esto implica un orden jerárquico en torno de la virtud, que es una noción inseparable de la de honor. De estos elementos se desprende la noción de nobleza para la cual, según Mercado, la virtud central es la valentía, de la que hacen "profesión" los aristócratas. II6 Huizinga afirma respecto de la relación entre virtud y nobleza que en el marco de la sociedad tradicional la primera es "un haz de propiedades que [... ] capacita para luchar y mandar". Y este haz, para el fraile, lo constituyen la caridad, la generosidad, la prudencia, la justicia y la valentía. Como bien explica Huizinga, de la sociedad primitiva a la sociedad tradicional y moderna cristiana hay una transición de una noción de virtud concreta a "la idea abstracta de perfección moral medida por los mandamientos de un poder divino supremo". 1 17 Éste es el punto a partir del cual se da el cambio de la moral de prestigio exteriorizada por sectores de las sociedades primitivas a la moral universal abstracta del catolicismo, medieval y moderno, pero que aún conserva los rasgos de una moral exteriorizada del honor y sus secuelas: la fama y la honra con base en la cual Mercado construye su visión de la sociedad y el mundo.
1)6
Ibid., p. 78. Mercado, op. cit., p.
rr7
Huizinga, op. tit., p. 82.
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620.
El precio justo
lue para Tomás de Mercado ésta se sitúa en onjunto de reglas estrictas, que la orientan hacia el rango superior y la superioridad En consecuencia, tiene como base el espínpetencia tradicional centrado en la lucha ionor, Esto implica un orden jerárquico en i, que es una noción inseparable de la de lementos se desprende la noción de noblegún Mercado, la virtud central es la valenen "profesión" los aristócratas.V? Huizinga ~ la relación entre virtud y nobleza que en ::iedad tradicional la primera es "un haz de :...] capacita para luchar y mandar". Y este lo constituyen la caridad, la generosidad, la icia y la valentía. Como bien explica Huilad primitiva a la sociedad tradicional y molY una transición de una noción de virtud a abstracta de perfección moral medida por s de un poder divino supremo". 117 Éste es lel cual se da el cambio de la moral de pres1 por sectores de las sociedades primitivas a L abstracta del catolicismo, medieval y moaún conserva los rasgos de una moral exte)r y sus secuelas: la fama y la honra con base do construye su visión de la sociedad y el
:it., p. 620.
cit., p. 82.
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COMPRA-VENTA Y CRÉDITO
Mercado inicia el tema de la usura en el comercio cuando analiza la venta a crédito con ganancia de intereses, la que considera, esencialmente, como una transgresión del precio justo. Según el autor, vender a fiado es el mare magnum de la codicia, porque en él no hay "regla que se siga, ni ley que se guarde", es "un destierro de la justicia, un constituir por reina y gobernadora la avaricia del que vende y la necesidad del que compra". 8 Aquí el confesor toma de nuevo los elementos que caracterizan al juego: realizar una actividad libre y en torno a un sistema de reglas. En la venta a crédito (fiar), en cambio, se lucra con la necesidad del comprador y con ello se limita su libertad transgrediéndose además el precio justo por el cobro del interés. La virtud de la generosidad se margina por la codicia: el ansia de acumular. Mercado hace una advertencia muy significativa respecto de los títulos que pueden justificar la venta a crédito: lucro cesante y daño emergente. Éstos, explica, no pueden ser utilizados por los que no son mercaderes: primero, príncipes y señores que venden dehesas, rentas, juros, pueblos y lugares, porque "no las compraron, y si las compraron no les costaron nada y si costasen lo han ya ahorrado con las rentas de tantos años";119 segundo, son "los caballeros que venden los esquilmos y cosechas o sementeras, no para emplear ni revender, sino para expander sus rentas en gastos cotidianos"; tercero, son los labradores "que venden sus lanas, trigo, vino y aceite". 120 Todos estos sectores de [j
Mercado, op. cit., p. r64. Subrayado por nosotros. "9 Ibid., p. r66. 120 Idem.
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la sociedad no pueden fiar con interés porque los títulos de lucro cesante y daño emergente corresponden únicamente a aquellos que tienen como oficio el comercío. El primer título no se les aplica pues su actividad económica debida a su posición social no son los negocios; y el segundo tampoco puesto que lo que venden "no les costó más de lo que les dan". I2I Toda esta argumentación nos sitúa, nítidamente, en ellugar que para el autor debe tener el comercio dentro de la sociedad agraria señorial: según este sistema de valores el comerciante ocupa un lugar marginal, secundario y únicamente puede igualarse con la élite aristocrática si se enriquece de acuerdo con las "reglas del juego" establecidas. Éstas son propiciar el bien común y practicar la caridad. Ambas virtudes son las piezas claves que pueden ennoblecer ("ahidalgar") esta actividad, siempre y cuando el comerciante respete el precio justo y evite radicalmente la usura, que se podría definir como la especulación capitalista sobre el tiempo-espacio y la necesidad del hombre. Aquí se ha hecho explícito el marco de comprensión o, como lo define Clavero, el paradigma social, cuyo objetivo es preservar una sociedad que tiene como base el trabajo agrícola y la renta señorial. Ahora veamos, en detalle, en qué consiste lo "justo" y lo "injusto" en la práctica de fiar entre los comerciantes.
VENTA A FIADO
Fiar consiste en cobrar más según el plazo que se pide para pagar. Mercado explica que, para Santo Tomás de Aquino, al 12[
Idem.
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ueden fiar con interés porque los títulos de laño emergente corresponden únicamente a en como oficio el comercio. El primer título no su actividad económica debida a su posición negocios; y el segundo tampoco puesto que no les costó más de lo que les dan". I2l umentación nos sitúa, nítidamente, en elluutor debe tener el comercio dentro de la so-ñorial: según este sistema de valores el co. un lugar marginal, secundario y únicamente con la élite aristocrática si se enriquece de ; "reglas del juego" establecidas. Éstas son 1 común y practicar la caridad. Ambas virtus claves que pueden ennoblecer ("ahidalgar") .iempre y cuando el comerciante respete el lite radicalmente la usura, que se podría defieculación capitalista sobre el tiempo-espacio del hombre. Aquí se ha hecho explícito el .rensión o, como lo define Clavero, el parauyo objetivo es preservar una sociedad que e el trabajo agrícola y la renta señorial. Ahora alle, en qué consiste lo "justo" y lo "injusto" e fiar entre los comerciantes.
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I
cobrar más según el plazo que se pide para explica que, para Santo Tomás de Aquino, al
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vender fiado a un precio mayor que de contado se vende dos veces o a dos precios la mercancía: el primero es el precio que realmente vale y el segundo es el de esperar el pago. Hacer esto es prestar y cobrar el precio natural y un interés por el crédito.F" Los dos títulos O argumentos válidos con los que los comerciantes justifican su práctica son: 1] lucro cesante y 2] daño emergente que para nuestro autor sólo legitiman una cierta forma de crédito, pero no la práctica de fiar en sí misma. Estos títulos, como dijimos, sólo pueden aplicarse a los comerciantes y, aunque no eran considerados como derivados de la Ley Natural, la Iglesia los permitía como formas de compensación. De manera que, cuando se le solicitaba a un comerciante que vendiera la mercancía que guardaba en previsión de que aumentara el precio, se podía pedir una cantidad extra al precio justo del momento y que correspondía a la ganancia que se obtendría por el tiempo que la almacenara. Debía eliminarse del precio lo que se obtendría por el riesgo y la incertidumbre de ganar evitados.l'" La razón de esta excepción se debía a que el comerciante vendía a solicitud del comprador, quien le impedía la posibilidad de ganar más en el futuro. He aquí la razón de la compensación. Mercado explica: los objetos que pueden ser fiados, es decir vendidos a crédito y con interés a través de los títulos de "lucro cesante y daño emergente" son monedas y productos vendidos por los comerciantes. La razón es que la actividad mercantil debe tener un espacio en la sociedad por los beneficios que proporciona, pero un espacio económico y social restringido. Estamos lejos de que la mercancía pene122
123
Mercado, op. cit., p. 165. Ibid., p. 167.
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tre todos los niveles de la socialidad, pero ya estamos en el momento histórico inicial del desarrollo del primer mercado mundial. Mercado, como agudo observador, agrega que en la venta a fiado las prácticas solapadas de usura se deben a la enorme competencia que hay en el mercado y que incita ,a los mismos comerciantes a "invitar a comprar por adelantado". En esta situación el comerciante "está fingiendo que deja de aventurar't.V" pero al no existir una real posibilidad de ganancia no tienen derecho a pedir recompensa por una probable pérdida. En resumen, no hay daño emergente ni lucro cesante si, primero, vende por su voluntad y no por interés del que compra; segundo, si no está esperando el aumento del precio como ocasión real de ganancia a futuro y quiere vender en ese instante. De esta manera -sentencia el fraile- dejar de ganar no es justo título para pedir interés al fiar sino únicamente cuando "fuere el otro causa, a lo menos con su ruego o petición de que yo desista de mi propósito que era guardar la ropa para adelante, si hay alguna probabilidad moral valdrá más". 125 En los precios tasados por el Estado no se puede pedir interés por el crédito. Admitir el lucro cesante sin estas condiciones es arriesgarse a pecar. Y además, agrega, vender fiado con engaño es "violentar el tiempo" ya que es querer ganar donde no hay oportunidad. 126 El problema expuesto son las consecuencias de esta práctica que introduce el desorden en la sociedad de la manera siguiente: los comerciantes de Sevilla que tienen relación con Flandes, Ita12
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Ibid. p, 169, Ibid" p. 171, ldem.
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no agudo observador, agrega que en la venta cas solapadas de usura se deben a la enorme e hay en el mercado y que incita a los mises a "invitar a comprar por adelantado". En 1 comerciante "está fingiendo que deja de ero al no existir una real posibilidad de ga1 derecho a pedir recompensa por una probaresumen, no hay daño emergente ni lucro ero, vende por su voluntad y no por interés l; segundo, si no está esperando el aumento J ocasión real de ganancia a futuro y quiere nstante. De esta manera -sentencia el frainar no es justo título para pedir interés al fiar = cuando "fuere el otro causa, a lo menos con .ción de que yo desista de mi propósito que opa para adelante, si hay alguna probabilidad íS".12 5 En los precios tasados por el Estado no interés por el crédito. Admitir el lucro cesanndiciones es arriesgarse a pecar. Y además, fiado con engaño es "violentar el tiempo" ya anar donde no hay oportunidad. 126 El problen las consecuencias de esta práctica que introen en la sociedad de la manera siguiente: los e Sevilla que tienen relación con Flandes, Ita-
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lia y Castilla llegan a negociar, sin ningún capital, pidiendo fiado hasta r 2 000 ducados, alargándose el pago hasta que llegan una o dos flotas de Indias; el resultado se expone con indignación y asombro: "¡Qué precio, pensamos, llevará, por la ropa quien la fió por dos años!". 127 Vuelve a plantearse la preocupación fundamental: la subida general de precios, con un efecto de desorden para la sociedad señorial fundada, con respecto al mercado, en el precio justo, que debe girar en torno de dos ejes: "el trabajo y la suerte de ganar o perder" del comerciante. Dice Mercado que fiar con interés no es una buena obra aunque algunos así se lo planteen: "como si fuese lícito venderle aun el provecho que el otro ha de sacar . dustna . y de su ropa " . I?8 con su 10 - Esto va contra 1a Ley Natural ya que, primero, no se debe vender a nadie lo que ha de ganar con su trabajo; y segundo, la mercancía es del que la compra en el momento en que el vendedor la entrega. Además, no debe pretender el que fia compartir la ganancia que depende de la "diligencia y ventura" del otro, porque si no se arriesgó a perder no tiene derecho a compartir la ganancia. Hemos visto que los títulos de lucro cesante y daño emergente tenían como fundamento que el comerciante guardara las mercancías para una época propicia, y con frecuencia se utilizaban dos títulos que pretendían justificar el almacenamiento de mercancías: .r] si se sabía que en ciertas épocas solían aumentar los precios, por ejemplo la certeza de que llegara la flota de Indias; 2] si había rumores de guerra. En el primero el fraile considera legítimo el interés por la venta a crédito, pero no en el segundo, porque dada la frecuencia de
1, 12
7
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Idem. Idem.
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las guerras, si se aceptaba no habría mercancía que no costara más de su valor. El justo precio -explica Mercado, con una posición más flexible ante el crédito- tiene tres dimensiones: bajo, mediano y alto, y al vender a crédito debe darse el de contado en su límite bajo, pudiéndole añadir un 4 o un 5 por ciento. Pero si se vendiera al precio justo mediano o sumo no se puede añadir ningún interés. 12 9 En cambio, la venta al menudeo, por implicar una cantidad mayor de trabajo, puede ser siempre más cara. Esto porque si los mayoristas fían y cobran interés a los minoristas, estos últimos no podrían obtener ganancias: "no queda aquí qué ganen y si ganan, ha de ser subiendo los precios a costa de los ciudadanos't.L'? Concluye el autor que casi todas las ventas a fiado son sospechosas porque son raros los que siguen las reglas de moral económica propuesta por él.13 1 Mercado, en el capítulo xv, expone otro argumento usado por los que fiaban para justificar su actividad: vender en relación con el costo de las mercancías. Al respecto el autor afirma que debe considerarse si la mercancía realmente valía lo que se pagó por ella, ya que si no corresponde al valor real no puede venderse al precio que costó. Respecto de la doctrina de aquellos teólogos que siguen a Duns Escoto en el sentido de que el precio de los productos se determina por los costos, Mercado dice: "si tienes por regla cierta del justo precio el costo y costas pasadas, serás obligado muchas veces a vender a menos de lo que vale,"132 porque "si se juzga por
[30
Mercado, op. cit., p. 18I. Idem.
[31
Mercado, op. cit., p. 182.
132
Ibid., p. 185.
[29
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.eptaba no habría mercancía que no costara
-explica Mercado, con una posición más -dito-e- tiene tres dimensiones: bajo, media.der a crédito debe darse el de contado en su ndole añadir un 4 o un 5 por ciento. Pero si .io justo mediano o sumo no se puede añadir En cambio, la venta al menudeo, por implimayor de trabajo, puede ser siempre más : si los mayoristas fían y cobran interés a los últimos no podrían obtener ganancias: "no anen y si ganan, ha de ser subiendo los pres ciudadanos". 13° Concluye el autor que casi · fiado son sospechosas porque son raros los ,. '1 131 ,rlas de mora1 econonuca propuesta por e . el capítulo xv, expone otro argumento usaiaban para justificar su actividad: vender en :osto de las mercancías. Al respecto el autor considerarse si la mercancía realmente valía or ella, ya que si no corresponde al valor real rse al precio que costó. Respecto de la docs teólogos que siguen a Duns Escoto en el el precio de los productos se determina por ado dice: "si tienes por regla cierta del justo T costas pasadas, serás obligado muchas veces )s de lo que vale,'H32 porque "si se juzga por
· cit., p. 181.
· cit., p. 182.
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yerro seguir el costo bajo habiendo crecido, también será patente error vender por el costo habiendo bajado".133 El religioso comenta que si fuera lícito, para no perder al fiar, vender al costo aunque el precio fuera mayor que el del mercado, esto también debería permitirse en la venta al contado. Pero, en realidad y con frecuencia, el excedente en el precio no se debía al costo, sino al interés que se cobraba por fiar y que era usurario. Según el fraile, algunos comerciantes argumentaban que si el comprador aceptaba el precio, aunque fuera excesivo, no se le hacía injuria porque lo aceptaba voluntariamente. Esta regla -señala el religioso- no es válida ya que el comprador era forzado a comprar así porque "género de fuerza es, y no pequeña, la necesidad". 1 34 Sin embargo, Mercado considera respecto del crédito que todas las deudas deben pagarse, porque no respetar los contratos es "turbar" el orden político y destruir "la conversación y la contratación humana't.P? Plantea que no siempre es posible comprar al contado, y que no pagar las deudas perturbaría la paz social y en consecuencia faltarían las cosas más necesarias. En consecuencia, al no saldarse las deudas a tiempo se ocasiona un daño al acreedor. Existe, sin embargo, un problema: con la venta a crédito y a muy largos plazos, muchos se enriquecían no pagando a su debido tiempo.t " La consecuencia negativa de esto era que los que vendían a crédito vendían caro por el temor de que no se les pagase a tiempo, en perjuicio directo de los consumidores y no negociantes.
133
Idcm.
134 135
Mercado, op. cit., p. 187. lbid., p. 189.
!J6
Ibid., p. 191.
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Las dos últimas formas de venta que describe Mercado son las de pago por adelantado con dos modalidades: 1] calculando el precio que valdrá en el momento de la entrega y
2] dando una suma a cuenta y establecer el precio hasta el momento de la entrega de la mercancía. Esta última era una transacción frecuente en productos como el trigo. En estos casos, del lado de los compradores, podía haber usura cuando por pagar por adelantado se pedía rebajar el precio. Esto era una especulación sobre el tiempo.U? Mercado refiere que en el comercio con las Indias solía lucrarse con la necesidad del comprador, excediéndose en los precios al doble y, en ocasiones, hasta seis veces más de lo que la mercancía valía. El argumento utilizado era que el vendedor arriesgaba porque en Sevilla entregaba la mercancía que sería pagada en América, según como estuvieran allá los precios. Esta práctica era ilícita porque el precio justo era el que tenía la mercancía cuando se entregaba, y no donde se acordaba o donde se pagaba el precio. Solamente sería lícita si se vendía por ruego del comprador, y se justificaría a través del título de lucro cesante, pero el interés pedido tendría que ser menor al que entonces se pedía en las Indias. La regla era vender al precio donde se hacía la entrega. Y si el pago se realizaba en las Indias sólo se podía obtener un excedente por asegurar la cantidad al regreso. En conclusión: todas estas transacciones eran ventas a crédito y no era justo cobrar interés por ellas.r "
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Ibid., p. 193. Ibid., pp. 197-198.
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as formas de venta que describe Mercado lar adelantado con dos modalidades: 1] cal) que valdrá en el momento de la entrega y rna a cuenta y establecer el precio hasta el .ntrega de la mercancía. Esta última era una .ente en productos como el trigo. En estos : los compradores, podía haber usura cuando elantado se pedía rebajar el precio. Esto era , sobre el tiempo.P" ere que en el comercio con las Indias solía -cesidad del comprador, excediéndose en los y, en ocasiones, hasta seis veces más de lo a valía. El argumento utilizado era que el ;aba porque en Sevilla entregaba la mercan;ada en América, según como estuvieran allá práctica era ilícita porque el precio justo era ercancía cuando se entregaba, y no donde se ie se pagaba el precio. Solamente sería lícita ruego del comprador, y se justificaría a través ~o cesante, pero el interés pedido tendría que ~ entonces se pedía en las Indias. La regla era donde se hacía la entrega. Y si el pago se reafías sólo se podía obtener un excedente por :idad al regreso. En conclusión: todas estas 111 ventas a crédito y no era justo cobrar inte-
Mecanismos económicos y ética del comercio EL COMERCIO CON AMÉRICA
Veamos ahora los problemas que planteaba la venta a crédito en el comercio americano según la doctrina de Mercado. Un primer aspecto, muy conocido, pero que aparece en este tratado en primer plano es que en el comercio con América las prácticas monopólicas predominaban, en particular con la Nueva España que es el caso analizado por el autor. Esto fue así hasta fines del siglo XVIII. El consulado de comerciantes de la ciudad de México utilizó prácticas monopólicas, en la producción y venta del maíz y el trigo realizadas por los hacendados también se las usó constantemente. La posición de Tomás de Mercado al respecto es crítica y lo explica: es un problema de conciencia "atravesar", es decir, monopolizar cualquier género de mercancías y al respecto describe la situación en Nueva España, donde se almacenaban los productos que llegaban de Sevilla en Veracruz mientras que había escasez en el interior del país. En relación con esta práctica, Mercado explica que los comerciantes están obligados a vender existiendo demanda, porque almacenar productos necesarios, como el trigo, para ganar aún más es un deseo "irracional". Dice que tal vez los productos se puedan guardar en el caso de que los costos sean mayores que el precio, pero sólo hasta que se obtenga una ganancia razonable. En cambio, en cosas no necesarias como joyas, brocados o tapicería se puede acaparar sin riesgo para la conciencia. Al respecto comenta: ¿qué diremos de muchos caballeros, labradores ricos, eclesiásticos, que tienen de su cosecha, sementera o rentas gran cantidad de trigo encaramado o de cualquier otra especie de bastimen-
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tos, que, habiendo falta, aguardan la haya extrema por vender a precios excesivos? Que' ciertamente pecan mortalmente en ello; sino que deben comenzar a vender y están obligados a lo menos, ya que no luego al principio de la necesidad, como los primeros que la habían mercado, al medio de ellas y, por hablar claro, a quince, cuando mucho a veinte días que la haya habido; detenerlo más es crueldad y inhumanidad. '39 La descripción de esta práctica monopólica explica los mecanismos comerciales usados para obtener grandes ganancias y mantener el mercado siempre en crisis de abastecimiento, 10 que influyó no poco en el alza de los precios del siglo XVI. Pero, además, los cargadores o comerciantes de las Indias -dice el fraile- realizan todas sus compras a crédito (fiadas) a largos plazos y en consecuencia muy caras. Por ejemplo, una vara de terciopelo sale en las Indias 100 por ciento más cara: en Sevilla vale 1 000 maravedíes; al comprarse fiada aumenta a 1 400, Y al llegar a América vale 2 800. Si bajara, sólo sería entre 2 y 3 por ciento. En síntesis, los productos llegan a las Indias con precios altos y allá además se tiene en cuenta, para incrementarlos, la coyuntura en que llega la flota, la cantidad de navíos que lleva y la necesidad y abundancia que hay en la tierra. Sin embargo, según Mercado, una de las causas de la inflación es que tanto ricos como pobres se dediquen al comercio de do viene esta disolución que pobres y ricos cargan, y, cargando, destruyen a ambas repúblicas, a España y a las Indias. A España haciendo subir el precio con la gran demanda que tie139
Ibid., p.
228.
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esta disolución que pobres y ricos cargan, y, car-
uyen a ambas repúblicas, a España y a las Indias. A
Mecanismos económicos y ética del comercio nen y con la multitud de mercaderes que acuden a los extranjeros y aun a los naturales. 14°
La cuestión era que en el momento de llegada de la flota del Nuevo Mundo a España los precios subían y no volvían a bajar. En realidad, Mercado es un testigo que analiza, con su visión jerárquica de la sociedad, la enorme competencia por el crédito y considera una solución posible: al eliminar a los 'pequeños comerciantes el precio de éste bajaría. En lo referente al rechazo de los teólogos por la venta a crédito, tanto en España como en las Indias, Mercado toma distancia al respecto y, consciente de la diferencia entre América y Europa, afirma que, si bien "todos en fin no sólo somos hombres de razón, sino de una patria y nación espa- 1a, "141 a f m de cuentas en esas tierras . no todo es "diferentísimo", por lo que se requiere residir muchos años en las Indias para juzgar atinadamente. El primer problema es que en las Indias todo es más caro de contado que a crédito porque el precio justo de contado no exíste. Ante esta situación algunos teólogos proponían tres soluciones: 1] que se evaluara el costo de los productos y se añadiera un interés. Esta propuesta no tomaba en cuenta el libre juego de la oferta y la demanda y no convencía a Mercado a pesar de ser un aspecto de su propuesta utópica; 2] que se pusiera el precio que corría al contado en Castilla. Mercado se opone a esta solución, contra sus propios argumentos que consideran que el precio se debe establecer en el momento y lugar de la entrega del producto. P-iensa que esta solución es injusta porque el comer-
endo subir el precio con la gran demanda que tie~8.
14°
Ibid., p.
208.
1
Ibid., p.
209.
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ciante perdería entre un 6 u 8 por ciento que es el porcentaje que aumentaría los precios de los productos en América por el lapso que pasaba entre viaje y viaje, el peligro a que exponía sus mercancías y el que tenía ocupado el dinero. 3] La tercera solución, que le parece la más viable, es la que se practicaba en la Nueva España. Esta forma de venta a crédito, dice el fraile, es cierto real y ahidalgado, muy diferente del que se usa en ~oda España, ni en Sevilla, ni fuera del reino en Flandes o Italia, y es que se vende toda la cargazón junta, pequeña o grande,
y no
osarán despernada ni sacar de ella cosa [... ] toda va junta, do entra lencería, paños, sedas, telillas, mercadería de Flandes y ropa menuda, hasta herrajes y cera; es una cargazón casi todas las cosas vendibles, porque todas comúnmente entran en ella. 14 2
En España, en cambio, se vende todo por separado al mayoreo y si se tía siempre hay precio de contado que sirva de regla. 14 3 En las Indias, además, si se tiene necesidad de un artículo en particular, es tal la demanda que no se duda en comprar una cargazón si esa mercancía viene. Llegada la flota se le pone precio al envío y se toma en cuenta si la flota es grande; si hay escasez o abundancia de mercancías y de dinero; si llegará pronto otra flota. De manera que, antes de empezar la feria, se saben los precios; por ejemplo: 70 por ciento bruto a un año en dos o tres pagos. Este precio, afirma Mercado, es justo pues se vende por cargazones y, si bien se Ibid., p. 143 Idem.
142
212.
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re un 6 u 8 por ciento que es el porcentalos precios de los productos en América .asaba entre viaje y viaje, el peligro a que ncías y el que tenía ocupado el dinero. 3] 1, que le parece la más viable, es la que se ueva España. Esta forma de venta a crédis
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mbio, se vende todo por separado al mayonpre hay precio de contado que sirva de reias, además , si se tiene necesidad de un artiar, es tal la demanda que no se duda en ~azón si esa mercancía viene. Llegada la flota ) al envío y se toma en cuenta si la flota es :asez o abundancia de mercancías y de dine1tO otra flota. De manera que, antes de ernsaben los precios; por ejemplo: 70 por cien10 en dos o tres pagos. Este precio, afirma o pues se vende por cargazones y, si bien se
Mecanismos económicos y ética del comercio
debe tratar de seguir el precio justo de cada mercancía, el cálculo global puede hacerse apreciando todo junto de lo que resulta que unos precios con otros se equilibran. Sólo se debe tener cuidado en que el precio de las mercancías no resulte mayor del que COrre y que no salgan fiadas más caras o tan caras como al menudeo. Sin embargo, en el comercio con el Nuevo Mundo se llega a cometer usura cuando el precio de la cargazón llega a 65 por ciento y si se hace en tres pagos por solicitar que aumente el plazo el precio aumenta 80 por ciento. En síntesis, la usura consiste en determinar aumento o disminución del precio si los plazos son cortos o largos o si se paga al contado el precio es mayor o menor. El crédito en el comercio debe ser gratuito. En resumen, los dos factores que aumentaban, según el fraile, los precios en el mundo hispánico eran: 1] la enorme demanda del mercado americano; 2] la competencia por el crédito entre comerciantes grandes y pequeños; 3] las prácticas monopólicas de comerciantes y hacendados. Para el confesor el segundo y el tercer factor eran problemáticos y tenían su origen en que en las Indias el precio justo era "tan inencontrable como la cuadratura del círculo o el Anticristo" porque no funcionaban realmente los mecanismos de la oferta y la demanda libres. Un último problema que se trata es el de una mercancía peculiar cuya materia procede de las Indias: la plata y, en consecuencia, el dinero. Según Mercado, los metales preciosos, a diferencia de las demás cosas, obtienen su precio no de la necesidad sino de la "voluntad" del rey. En las Indias sin embargo, según el testimonio del fraile, la plata y el oro se tienen por "una especie de mercadería" que sube y baja su valor por las mismas causas que las de otros productos, aun-
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que su aumento o disminución es muy pequeño y el precio tasado por la leyes muy cercano a estas oscilaciones.U" Comenta Mercado que en este comercio no se castiga si no se respeta el precio tasado por ser la cosa con que más se negocia. En Nueva España, por ejemplo, los tratantes de dinero, que meten plata en la Casa de Moneda, venden reales sencillos para la compra de la cochinilla y cobran un 12 o 15 por ciento, por tener esta moneda fraccionaria gran demanda entre los indios. Para el autor del tratado, ese interés es injusto porque es excesivo, en moneda de baja determinación y dentro de una misma ciudad, ya que una ganancia tolerable sería entre el 1 y el 2 por ciento. Pero, añade, la necesidad lo llega a subir hasta el 25 por ciento, por tener gran demanda. Esto merecería restitución, pues no debe pedirse por nada más de lo que vale según la ley, ya que se está lucrando con la necesidad del prójimo. [45 Sólo está permitido pedir por el dinero más de lo que vale cuando se trata de monedas raras o . 146 preciosas. Mercado tiene, respecto del dinero, la posición tomista que contrasta con la nominalista, más secularizada.l"? Para él el dinero es un instrumento casi sagrado, producto y territorio de la voluntad del Príncipe. Sin embargo, a pesar de reconocer que en las Indias la plata funciona como una mer144 Mercado, '45 '4
6
'47
Ibid., p.
op. cit., p.
220.
222.
Idem. Para los nominalistas escolásticos como Oresme y Buridan el dine-
ro pertenece al conjunto de la comunidad y no al Papa o al príncipe. La visión tomista del dinero es la de un instrumento casi sagrado que permitía organizar a los hombres en tomo del príncipe en un cuerpo estructurado jerárquicamente y cuya meta era el fin trascendente de la salvación.
El precio justo
) disminución es muy pequeño y el precio es muy cercano a estas oscilaciones. [44 Colue en este comercio no se castiga si no se asado por ser la cosa con que más se negopaña, por ejemplo, los tratantes de dinero, n la Casa de Moneda, venden reales senci'a de la cochinilla y cobran un 12 o 15 por esta moneda fraccionaria gran demanda ena el autor del tratado, ese interés es injusto va, en moneda de baja determinación y sma ciudad, ya que una ganancia tolerable -l 2 por ciento. Pero, añade, la necesidad lo el 25 por ciento, por tener gran demanda. -stirución, pues no debe pedirse por nada e según la ley, ya que se está lucrando con ,rójimo. 145 Sólo está permitido pedir por el ::¡ue vale cuando se trata de monedas raras o :, respecto del dinero, la posición tomista 1 la nominalista, más secularizada.if? Para él strumento casi sagrado, producto y territo1 del Príncipe. Sin embargo, a pesar de reas Indias la plata funciona como una merit., p.
T 1,
Mecanismos económicos y ética del comercio
cancía y que el valor del dinero está fundado en los mecanismas reales del intercambio, como su preocupación es el alza generalizada de los precios, propone que el valor y la ley de la moneda sean durables. 148 Porque la función del dinero es ser valor y medida de todas las cosas: "[ése es] su oficio y dignidad no valiendo de suyo nada". 149 El dinero -argumenta el fraile-, como cualquier medida, debe ser fija para que como "señal inmóvil" pueda saberse "la mudanza y variedad de las otras [cosas]". "De modo que por la moneda entendamos la diferencia y carestía". [5° Agrega: "si ser pudiere, en doscientos años, [no suban ni bajen la moneda] y que haya una cosa en la república, medio divina y consagrada, a que no sea lícito llegar ni hablar en su mudanza".15[ El argumento principal de Mercado es que la variabilidad en el valor de la moneda desestabiliza la sociedad señorial: "porque bajar y subir la moneda es aumentar y disminuir la hacienda de todos, que toda últimamente es dinero, y en resolución es mudarlo todo, que los pobres sean ricos y que los ricos pobres". [52 Tomás de Mercado concluye esta segunda parte del libro comentando que habría que "escrupulear", en cuanto al peligro que corren los comerciantes de las Indias, "por antojo o codicia". Y propone el ideal de la moderación en las ganancias propio de una economía estática:
220.
ialistas escolásticos como Oresme y Buridan el dine-
8 14
nto de la comunidad y no al Papa o al príncipe. La ero es la de un instrumento casi sagrado que permi-
149
.nbres en tomo del príncipe en un cuerpo estructuy cuya meta era el fin trascendente de la salvación.
15 15
0 1
152
Mercado, op. dt., p. Idem.
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Idem. ldem,
Mercado, op. cit., p.
221.
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Si los mercaderes pretendiesen ganar poco, seríales éste poco más que el mucho que ahora desean; cargarían de contado, partirían a buen tiempo, serían allá muy mejor recibidos y con tales medios habrían muy raras pérdidas. Mas cuando no hay moderación en el desear, no hay modo en el negociar, y el negocio desaforado puede precipitar al tratante en la pobreza.I "
Asevera que la moderación es la virtud más razonable, sabiendo que en las Indias la necesidad de todo género de mercancías va a subsistir muchos siglos. 154 ~
[53
154
Ibid., p. 249. Ibid., pp. 249- 250.
El preciojusto
es pretendiesen ganar poco, seríales éste poco cho que ahora desean; cargarían de contado, tiempo, serían allá muy mejor recibidos y con orían muy raras pérdidas. Mas cuando no hay el desear, no hay modo en el negociar, y el neJ puede precipitar al tratante en la pobreza. 153
3
Aspectos teóricos y morales a propósito del cambio de moneda
~
.ioderación es la virtud más razonable, saIndias la necesidad de todo género de merstir muchos siglos. 154 ~ EL CAMBIO Y EL PRIMER MERCADO MUNDIAL
Soyous considera que Mercado tiene un lugar de honor entre los primeros teóricos del cambio dinerario.P? Schumpeter, al referirse a la Escolástica, dijo que el análisis económico de los tratadistas con facilidad "absorbió todos los fenómenos del capitalismo naciente [y] sirvió perfectamente de base para el trabajo analítico de los autores posteriores, incluido Adam Smith". 1 56 Esto viene al caso porque la Escolástica tardía española en general, y en particular Tomás de Mercado, se sitúan en la encrucijada que da lugar a la sociedad capitalista, y aunque los tratadistas la interpretaron en el marco conceptual de una tradición que se inicia en la baja Edad Media, llevaron a cabo innovaciones con las que realizan aportaciones de
¡SS
A. E. Soyous, "Observations d'écrivains du xvr-érne siecle sur les
changes et notamment sur l'influence de la disparité du pouvoir d'achat des monnaies", Revue Économique International, núm. 20 (1928), vol. 4, p. 3 1 9. ¡56
-25°·
Joseph A Schumpeter, Historia del análisis económico, Barcelona,
Ariel, 1982, p. 133.
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94
primer orden en la historia de las ideas económicas. W. Weber I 57 llega a la conclusión de que la Escolástica tardía española logra comprender, teniendo como observatorio una economía estática, problemas tales como los de un sistema uniforme de precios, determinar los precios por los principios de escasez y utilidad y desarrollar la teoría cuantitativa antes que Bodin, así como plantearse a partir de ésta la teoría de la paridad del poder adquisitivo. Tomás de Mercado escribe la parte del tratado sobre el cambio con el mismo procedimiento que utilizó para describir el comercio, al colocar los problemas de doctrina económica en su contexto histórico de la revolución de los precios en Europa, en particular en España y su imperio americano. En esta parte del tratado es aún más claro cómo el autor es testigo consciente de la creación del mercado mundial a partir del comercio trasatlántico. Veamos, primero, cómo describe el contexto económico en España, para luego explicar los resultados de sus observaciones en cuanto a la teoría económica y, finalmente, tratar los aspectos morales del cambio. Del comercio mundial, Mercado dice: Este trato de mercaderes, como el día de hoy se hace, es especial en estas gradas, cierto me admira, con no solerme espantar cosas comunes y vulgares. Es tan grande y universal que es necesario juicio y gran entendimiento para ejercitarlo y aun para
'57
Wilhelm Weber, Celd und Zins in der Spanichen Spiitscholastic,
Münster Aschendorffschen Verlagbuchhandlung, 1962. Este trabajo es uno de los análisis más sobresalientes de los aportes a la teoría económica de la escolástica tardía española y fue un referente básico en todo mi trabajo. La traducción es de Inge Kóhler.
El precio justo
historia de las ideas económicas. W. Wemclusión de que la Escolástica tardía espa-ender, teniendo como observatorio una , problemas tales como los de un sistema ios, determinar los precios por los princiutilidad y desarrollar la teoría cuantitativa así como plantearse a partir de ésta la teoría 1
ooder adquisitivo. rcado escribe la parte del tratado sobre el smo procedimiento que utilizó para descriII colocar los problemas de doctrina econóK:tO histórico de la revolución de los precios rticular en España y su imperio americano. tratado es aún más claro cómo el autor es ~ de la creación del mercado mundial a partrasatlántico. Veamos, primero, cómo des, económico en España, para luego explicar sus observaciones en cuanto a la teoría ecoente, tratar los aspectos morales del cambio. mundial, Mercado dice:
lercaderes, como el día de hoy se hace, es espeidas, cierto me admira, con no solerme espantar y vulgares. Es tan grande y universal que es neT gran entendimiento para ejercitarlo y aun para
A propósito del cambio de moneda
considerarlo [... ] Tienen, lo primero, contratación en todas las partes de la cristiandad y aun en Berbería. 158 El autor sitúa el origen del cambio en las necesidades del comercio: De modo que cualquiera de éstos de gradas [los comerciantes] con quien particularmente hablamos, tiene necesidad de tener dineros en todas partes o para comprar o pagar o cobrar, porque en todas deben y les deben. Y este ser su trato tan universal fue causa principal hubiere cambiadores. [59 Observa que si los negocios de los comerciantes son grandes, mayores son los de los cambistas. Su oficio consiste en tener crédito en todo lugar, y a través de letras librar el dinero procurando siempre tenerlo disponible para sus clientes. Concluye el autor que el fundamento del cambio es el crédito. r60 Mercado explica que la oportunidad de ganancias para los cambistas surge cuando el dinero escasea, pues de esta forma suben los intereses. Esta oportunidad la crean ellos mismos acaparando el dinero, y cuando los comerciantes lo requieren, el mismo dinero que adquirieron de ellos les es devuelto con intereses excesivos. De manera que, concluye, el secreto de este negocio es "oler mucho antes dónde habrá falta de dineros y gran necesidad de ellos, para juntar con tiempo unos cien mil o dos cientos mil escudos". r6r Dice el fraile
'eber, Geld und Zins in der Spanichen Spatscholastic, rffschen Verlagbuchhancl1ung, 1962. Este trabajo es
nás sobresalientes de los aportes a la teoría económica Iía española y fue un referente básico en todo mi traes de Inge Kohler.
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15 8
'59 lúa IÚ'
M . p. 374. . erca d o, op. at., Ibid., p. 375. Ibid., p. 376. Idem.
El precio justo
que si al adquirir el dinero puede perderse algo, al volverlo a cambiar en época de escasez se gana hasta el 25 por ciento. Mercado desglosa el mecanismo a través del cual se realizan las ganancias: Perpetuamente, de fuera del reino -como no sea de Indiasa Sevilla se interesa y, al contrario, de ella a cualquier parte se pierde, porque excede en dinero y riqueza todas. De Roma a ella se gana quince a veinte por ciento, de aquí allá se pierde ocho a diez. De Flandes aquí se interesa ocho y nueve, de vuelta se pierden cinco y seis [... ] crecen o bajan estos intereses, principalmente por la abundancia o falta de moneda: si hay mucha, baja; si poca, crece. Si hay cantidad en gradas, pierde quien da; si en Flandes hay copia de oro y plata, gana quien toma. Concurre también al mismo aumento y disminución si hay muchos o pocos que pidan a cambio, lo cual es causa que anden tan subidos durante la feria. 162
La ferias eran el lugar donde se llevaban a cabo los cambios, ya que en estos centros ésa era la principal actividad además de los pagos. En España las ferias, por ejemplo la de Medina, se realizaban en función de la llegada de la flota de las Indias, pues -explica el religioso- de ello dependía la abundancia o escasez de dinero. 16 3 A esta feria en España acudían comerciantes y cambistas de toda Europa a pagar o contratar seguros y a cambiar, y era talla cantidad de transacciones por letras que el dinero no se utilizaba. Además los cambistas de Sevilla eran los tesoreros de los comerciantes porque con 162
Mercado, op. cit., p. 379.'
163
Ibid., p. 3 8 1.
El precio justo ~l dinero puede perderse algo, al volverlo a
de escasez se gana hasta el 25 por ciento. osa el mecanismo a través del cual se reali-
de fuera del reino -como no sea de Indiasresa y, al contrario, de ella a cualquier parte se excede en dinero y riqueza todas. De Roma a nce a veinte por ciento, de aquí allá se pierde Flandes aquí se interesa ocho y nueve, de vuelinca y seis [...] crecen o bajan estos intereses, por la abundancia o falta de moneda: si hay poca, crece. Si hay cantidad en gradas, pierde Flandes hay copia de oro y plata, gana quien e también al mismo aumento y disminución si pocos que pidan a cambio, lo cual es causa que 10s durante la feria. 162
lugar donde se llevaban a cabo los cambios, centros ésa era la principal actividad además España las ferias, por ejemplo la de Medina, función de la llegada de la flota de las Inilica el religioso- de ello dependía la abunde dinero. 16 3 A esta feria en España acudían .ambisras de toda Europa a pagar o contratar oiar, y era talla cantidad de transacciones por ero no se utilizaba. Además los cambistas de tesoreros de los comerciantes porque con . cit., p. 379·
A propósito del cambio de moneda
97
ellos depositaban su dinero una vez llegada la flota de América. Este negocio de cambios, en el marco de una moral del gasto, lo califica Mercado de "ahidalgado", pues, según él, los cambistas servían a los comerciantes "gratuitamente". Aunque, explica, de esta "liberalidad" obtenían grandes intereses ya que concentraban la plata de todos los comerciantes de Sevilla, de la que se servían en sus negocios; y al acaparar este metal de una flota en dos o tres meses ganaban de tres a cuatro mi'1 escu dos. 1 6 4 Pero veamos qué problema se está planteando: que en América y en España, por la enorme demanda de mercancías, el poder adquisitivo del dinero era menor y en el resto de Europa, de donde éstas provenían, éste había aumentado: describe en realidad la inflación constante, durante todo el largo siglo XVI, que se dio a partir de la explotación de las minas de metales preciosos de América, y que se conoce como la revolución de los precios. La conclusión a la que llega es que el nivel de los precios depende de la abundancia o escasez de los metales preciosos. Y respecto de este problema explica: [hay que tener en cuenta] no ser lo mismo el valor y el precio del dinero y su estima. Ejemplo clarísimo de esto: que en Indias vale el dinero lo mismo que acá, conviene a saber, un real treinta y cuatro maravedís, un peso de minas trece reales, y lo mismo vale en España. Mas, aunque el valor y precio es lo mismo, la estima es muy diferente entre ambas partes, que en mucho menos se estima en Indias que en España [... ] Tras las Indias, do en menos se tiene es en Sevilla, como ciudad que
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Ibid., p. 382.
El precio justo
recibe en sí todo lo bueno que hay de allá; luego, las demás partes de España. Estímase mucho en Flandes, en Roma, en Alemania, en Inglaterra, la cual estima y apreciación se causa, primero, de tener gran abundancia o penuria de los metales, y como en aquellas partes nace y se coge, tiénese en poco, que aún los hombres, según el refrán, no se honran ni estiman comúnmente en su patria. ¡ó.\ Para Mercado la diversa valoración del dinero depende también de la oferta y la demanda de mercancías. Al ejemplificarlo dice que en las Indias, donde hay mucha demanda de todo tipo de productos, se estima el dinero en menos por su abundancia'f" mientras que en otras partes vale mucho porque de allí se exportan todas las mercancías que van hacia las Indias. 16 7 En resumen, Mercado describe el problema de la teoría cuantitativa del dinero y de la paridad de los cambios, y considera el problema moral de justificar el interés en dichos negocios. Como para Mercado, desde la perspectiva de la justicia conmutativa, el problema, tanto en el comercio como en el cambio, es el de la igualdad, llega a la conclusión de que si la estima del dinero es desigual al precio se requiere, para que se "iguale", diversidad de lugares. Por ejemplo, 100 ducados en Sevilla y 95 en Amberes son iguales en estima y desiguales en cantidad. En síntesis, para que se justifique el interés en el cambio son necesarias la distancia y la diferencia de lugares donde la estima es distinta. En contraste, comenta que sería usura si "sin pasar por estos caminos, gana 16
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Ibid., pp. 388-389. Ibid., p. 389. Idem.
El precio justo
) 10 bueno que hay de allá; luego, las demás l. Estímase mucho en Flandes, en Roma, en glaterra, la cual estima y apreciación se causa, :r gran abundancia o penuria de los metales, y lS partes nace y se coge, tiénese en poco, que " según el refrán, no se honran ni estiman col patria. 165
liversa valoración del dinero depende tamy la demanda de mercancías. Al ejemplifilas Indias, donde hay mucha demanda de Iuctos, se estima el dinero en menos por su -ntras que en otras partes vale mucho porortan todas las mercancías que van hacia las imen, Mercado describe el problema de la a del dinero y de la paridad de los cambios, oblema moral de justificar el interés en di.orno para Mercado, desde la perspectiva de rtativa, el problema, tanto en el comercio rio, es el de la igualdad, llega a la conclusión la del dinero es desigual al precio se requieiguale", diversidad de lugares. Por ejemplo, Sevilla y 95 en Amberes son iguales en estien cantidad. En síntesis, para que se justifiel cambio son necesarias la distancia y la di~es donde la estima es distinta. En contraste, ía usura si "sin pasar por estos caminos, gana
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por la sola necesidad del que la pide". 168 En conclusión los cambios con el extranjero son válidos siempre y cuando en el país con el que se cambie la estimación del dinero sea diferente. En los cambios dentro del país sólo se puede ganar interés si existe esta diversa valoración del dinero según las distintas regiones. En consecuencia, estaba prohibido lo que nosotros llamaríamos crédito. La razón es que para la Escolástica el dinero no es vendible por considerarse "estéril" (desde la perspectiva de valores de una sociedad agraria); sólo puede ser objeto de trueque y la ganancia obtenida por el cambio dinerario la puede justificar únicamente el mecanismo antes descrito. Otro elemento a considerar es que para los tomistas como Mercado, que tienen una posición nominalista monetaria, el dinero no es una mercancía y su existencia depende de la voluntad del príncipe. En el siglo XVI, en España, ante la pregunta "¿qué es el dinero?" se responde ya con un nominalismo monetario moderado.l'? Se llegó a adoptar esta opción por la necesidad de prever, en relación con los príncipes absolutos, medidas arbitrarias respecto del dinero. De manera que si bien se considera que el valor del dinero depende de la voluntad real, se acepta que está hecho de una materia que por sí misma vale, 10 que es una posición realista. Mercado dice sobre 10 anterior que "la plata y el oro no valen de suyo más
168
Mercado, op. cit., p. 395.
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La escolástica tomista, desde la perspectiva de la teoría monetaria,
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tiene una posición nominalista (la moneda depende de la voluntad del príncipe). La escolástica nominalista, en cambio, respecto de la moneda es realista (la moneda es una mercancía entre otras y como éstas adquiere su precio en el juego de la oferta y la demanda).
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que la real institución lo estima y aprecia", pero complementa la idea anterior con una visión realista monetaria cuando dice que la moneda tiene su valor y nuestra necesidad la baja o la sube. 17° Y si bien el dinero no se considera una mercancía, mediante la noción de "estimación común" se incorpora a un sistema valorativo uniforme que permite que sea comparable con el resto de los demás bienes. Así, al reconocer que el dinero está sometido como las demás mercancías a las mismas fluctuaciones, lleva a los escolásticos españoles a fusionar las teorías del dinero y del precio. A través de la noción de la "común estimación" se explica que un bien escaso se convierta en un bien valioso: la demanda o la escasez determinarían la jerarquía de un bien económico. De manera que el valor de todos estos bienes dependía de su rareza relativa (éste era el término usado por los escolásticos). Una vez solucionado el problema que les planteaba su afirmación de que el dinero era invendible, estéril y sólo objeto de trueque, fue fácil llegar a la teoría cuantitativa del dinero, formulada por primera vez por Martín de Azpilcueta (Doctor Navarrus) en 1556, en su "Comentario resolutorio de cambios". Azpilcueta explica allí que lo que hace subir o bajar el dinero es su escasez o exceso y que, en consecuencia, la inflación de su época (Revolución de los precios) se debía a la llegada de la plata americana. Mercado en 1569 habla de la fluctuación del poder adquisitivo del dinero y de sus causas: en las Indias se compra a precios muy altos porque la mercancía viene de lejos y la cotización del dinero es baja por su gran abundancia. W. Weber hace notar que la teoría cuantitativa aparece primero en España, luego en Francia y después en Inglaterra, 17°
Mercado, op. cit., p.
218.
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:m lo estima y aprecia", pero complemen-
con una visión realista monetaria cuando 1 tiene su valor y nuestra necesidad la baja .ien el dinero no se considera una mercancía, n de "estimación común" se incorpora a va uniforme que permite que sea compaie los demás bienes. Así, al reconocer que etido como las demás mercancías a las mislleva a los escolásticos españoles a fusionar ro y del precio. A través de la noción de la m" se explica que un bien escaso se convalioso: la demanda o la escasez determinale un bien económico. De manera que el .tos bienes dependía de su rareza relativa o usado por los escolásticos). Una vez soluma que les planteaba su afirmación de que ndible, estéril y sólo objeto de trueque, fue oría cuantitativa del dinero, formulada por vlartin de Azpi1cueta (Doctor Navarrus) en nentario resolutorio de cambios". Azpilcue. lo que hace subir o bajar el dinero es su esT que, en consecuencia, la inflación de su ón de los precios) se debía a la llegada de la Mercado en 1569 habla de la fluctuación del ) del dinero y de sus causas: en las Indias se ; muy altos porque la mercancía viene de ~e n del dinero es baja por su gran abundanCIa. ace notar que la teoría cuantitativa aparece ña, luego en Francia y después en Inglaterra, . cit., p.
218.
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101
cuando consecutivamente se vio el enorme aumento de la importación de la plata americana y las consecuencias de su llegada a estos países. Jean Bodin hace esta misma explicación en 1568 y John Hales en 1581. Si bien Mercado da cuenta de estos problemas un año después que Bodin, logra observar las diferencias en el poder adquisitivo del dinero y el papel que desempeña el crédito en la determinación del precio. Explica también que el crédito en España y el Nuevo Mundo disparaba los precios. Según Keynes, la teoría cuantitativa únicamente es válida y útil en situaciones económicas extremas (empleo total, oferta de empleo totalmente inelástica, cambios en la demanda efectiva en igual proporción al cambio de la cantidad de dinero) porque sólo así existe una relación funcional en el cambio en la cantidad de dinero y el cambio del nivel de precios; ella permitió, en el siglo XVI, interpretar la situación económica de la Revolución de los precios, que era una situación extrema. 17 1 La teoría de la paridad del poder adquisitivo del dinero es el perfeccionamiento de "la teoría cuantitativa en relación con el valor externo del dinero. Mercado la utiliza al no aceptar ya como válidos los viejos argumentos escolásticos para justificar el interés: 1] el dinero presente vale más que el ausente, 2] el argumento de que para poder cobrar interés por los cambios de moneda era necesario tomar en cuenta los costos del transporte. En resumen, dicho en lenguaje moderno, para Mercado el poder adquisitivo del dinero es la razón para una diferente cotización del cambio de moneda.
!7!
W. Weber, op. cit.
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CONSIDERACIONES MORALES SOBRE EL CAMBIO
Después del enfoque realista monetario de Mercado sobre los cambios y la situación del mercado mundial de su tiempo, pasemos ahora a sus consideraciones morales de esta práctica. El autor inicia su argumentación al plantear que un cambio sólo será justo cuando sea verdadero: "que realmente se trueque una moneda por otra". 17 2 Este énfasis en la veracidad de los cambios se debe a que la práctica común para cobrar interés por los préstamos era aparentar la realización de cambios de moneda que la Escolástica denominaba "cambios secos". Éstos consistían en fingir cambios de plaza en plaza y cobrar interés como compensación por no realizarse el pago de la letra librada. I73 Este procedimiento se fundamentaba en el hecho de que la Escolástica sólo aceptaba, como ya dijimos, el interés en los cambios por el diverso valor del dinero en distintas partes. Mercado comenta: y en seis meses de ida y vuelta fingida, le sale al caballero el gasto de su fausto a veinte y cinco por ciento. Algunas veces algo escrupuloso el cambiador, pareciéndole que el hierro estuvo en no enviarla, la despacha en efecto a Flandes, avisando a su correspondiente que, hechas sus solemnidades, la recambien a como anduviere la lonja. Otros hay que, por no tomar este trabajo de balde, si el otro les dice no tener quién responda por él, prefieren de dárselo, si da por la factoría dos por ciento. 174
172
Mercado, op. cit., p. 397.
m Ibid., pp. 4 0 2-403. 174 Ibid., p. 39 8.
El precio justo MORALES SOBRE EL CAMBIO
:jue realista monetario de Mercado sobre uuación del mercado mundial de su tiemra a sus consideraciones morales de esta inicia su argumentación al plantear que un usto cuando sea verdadero: "que realmente meda por otra". 17 2 Este énfasis en la veraci>s se debe a que la práctica común para co)s préstamos era aparentar la realización de da que la Escolástica denominaba "cambios sistian en fingir cambios de plaza en plaza y no compensación por no realizarse el pago .173 Este procedimiento se fundamentaba en la Escolástica sólo aceptaba, como ya dijil los cambios por el diverso valor del dinero ~.
Mercado comenta:
:s de ida y vuelta fingida, le sale al caballero el
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a veinte y cinco por ciento. Algunas veces
A propósito del cambio de moneda
103
Mercado expone brevemente el argumento moral que prohíbe el ganar interés en el cambio sin que la transacción se lleve a cabo: es un préstamo usurario porque no es válido cobrar interés por prestar. La razón es que no es posible pretender ganar dinero con dinero ya que éste es estéril y en consecuencia no es posible almacenarlo como el comerciante hace con sus mercancías para esperar que aumenten su precio.Y" En la visión de la sociedad y de la economía de Tomás de Mercado el argumento de la esterilidad del dinero pone límites a la especulación y al crédito dinerario. En los cambios secos o fingidos Tomás de Mercado explica que la nobleza obtenía préstamos usurarios inicialmente por tres meses, aunque se sabía que se pagaría en un año; los cambistas enviaban cada tres meses la letra del "caballero" que pedía el préstamo a un factor y al ser rechazada se incrementaban los intereses. Concluye el autor: y sin que en ello entienda el triste mayorazgo, que anda embebido o dormido en la corte con sus pretensiones, andan ellos ambos acá jugando con su firma y letra, lastimándole peor en
.o el cambiador, pareciéndole que el hierro estu-
arla, la despacha en efecto a Flandes, avisando a
ente que, hechas sus solemnidades, la recambien iere la lonja. Otros hay que, por no tomar este e, si el otro les dice no tener quién responda por
~ dárselo, si da por la factoría dos por ciento.'?"
. cit., p. 397· ~-403·
175 Ibid., pp. 4 2 0-429. Es necesario señalar que aquí Mercado considera que la mercancía es fértil y puede ser almacenada y aumentar de precio; sin embargo, cuando trata el problema de! comercio y su justificación en capítulos anteriores, dice que a los clérigos les está prohibido e! comercio por no haber en él "conversión en la naturaleza y gran mudanza" y que se justifica la ganancia porque e! comerciante cambia las mercancías de lugar. Este indicio es significativo porque quiere decir que Mercado está integrando, en e! opúsculo sobre el cambio, al comercio en su sistema de valores de una sociedad eminentemente agraria y sólo está marginando por la "esterilidad" a la actividad cambiaria; véase Mercado, op. dt., p. 70.
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cada bote que si le dieran con la pelota de viento en la cabeza, porque, pasado el año, le traen de daños en cincuenta por ciento sobre el principal-única y la mayor carcoma de las grandes rentas y muchos cuentos de los señores, que se empeñan en esa corte, para sus locuras, en cincuenta y en cien mil ducados, que no pagan ellos con cincuenta mil más. 176
Aquí Mercado, como en el opúsculo sobre el comercio, incluye una serie de lineamientos de conducta, pero en esta ocasión no para los cambistas, sino sólo para los comerciantes en relación con los cambios y la usura correspondiente a éstos. Porque el fondo de su preocupación, además de que la usura deteriore el nivel económico de la aristocracia, es que el capital financiero destruya la actividad comercial en España y que ésta pase de la autonomía a la dependencia del extranjero. En este capítulo se lamenta: a fin de cuentas en los cambios usurarios todos pierden, unos el alma, otros el capital, además del deterioro de la sociedad.l" Se pregunta cuál es la necesidad que impulsa a los comerciantes de Sevilla a pagar todo lo que ganan en las Indias con gran peligro y riesgo en sus cargazones, por los intereses de los "cambios secos y usurarios". Responde que no es necesidad sino ceguera por la locura de cargar mucha mercancía teniendo poco capital y no querer tener pausa en el comercio. Por esto necesitan tomar préstamos en las ferias con grandes intereses y pagar las letras hasta que regresa la flota, de donde resulta que deben en Sevilla más de lo que ganan en Indias. La causa de que el fraile se oponga a que los comerciantes pobres, con poco ca6
Ibid., p. 43 I. 177 Ibid., p. 488.
17
El precio justo ~ dieran con la pelota de viento en la cabeza,
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A propósito del cambio de moneda
105
pital, participen en el comercio trasatlántico es que al recurrir a préstamos usurarios elevan necesariamente los precios de todas las mercancías: el núcleo de las preocupaciones del religioso es que la revolución de los precios destruya a España y a las Indias. Además, considera que no son los más pobres de la sociedad los que caen en manos del usurero porque éstos, primero, pueden trabajar con sus manos y segundo, más que solucionar sus problemas pierden con el crédito. Son los comerciantes ricos los que se enredan en préstamos usurarios quienes si "se moderasen en los tratos y gastos, no les faltaría bastante según su estado". 17 8 El autor, que considera que el lujo y el gasto suntuario es innecesario, pues "el faustoy aparato [... ] es mero viento, no substancia", 179 propone las siguientes reglas de conducta para evitar la cárcel por deudas: Trata tu hacienda con prudencia, no la fíes toda a la fortuna, ten una parte en salvo, un pie en la mar, otro en la tierra. Mide tus tratos con el caudal, no extiendas los brazos a más de lo que puedes apretar con tus fuerzas, saca las alhajas de tu casa y gastos de mesa de tus intereses lícitos, no expendas más que ganas: yo salgo por fiador, no que serás de futuro rico, sino de presente, que en seguir este orden de vida consiste tu riqueza, porque no está ser uno rico en muchos dineros -como dice Boecio-, sino que de muchos o pocos que tenga le sobre.I''? Mercado añade: la prosperidad segura sólo viene por este camino porque
17
8
Ibid., p. 491.
179
Idem.
180
Mercado, op. cit., p. 491.
El precio justo
IOÓ
el concierto de una casa y la modestia de una persona y la equidad y justicia en los negocios son de suyo riquezas tan amables que exceden con gran ventaja el oro y la plata, y todos los haberes temporales se han de posponer justamente por adquirirlas o, adquiridas, por conservarlas; cuánto más si ellas te son aun remedio para enriquecer corporalmente y librarte de mil usuras y obligaciones estrechísimas, do te mete y pone tu profanidad, tomando, para cumplir con ella, grandes cambios, do vives atado y cautivo -que género de cautiverio es deber a otros.I'"
CAUSAS DE LA DECADENCIA ESPAÑOLA
y dice el fraile "andan nuestros naturales tan al revés del deseo general de las gentes, que se venden por traer a las mujeres galanas, las casas aderezadas, ellos muy acompañados y la mesa muy espléndida, gastos que los traen siempre metidos en la cadena de deudas.,,182 Al respecto explica que los co-
merciantes que no desisten del gasto inmoderado acusan a los usureros extranjeros de ser la causa de sus males cuando en realidad lo es su "perniciosa" vanidad; se quejan de los cambistas extranjeros pero insisten en utilizar sus créditos como si les causara más placer la vanidad que la avaricia. 183 Hay que subrayar que Mercado en este preciso punto critica un principio de la ética económica de la aristocracia: la moral del gasto y la liberalidad que forma parte de su propio referente 181 Ibid., p. 492. 182
Idem.
18]
Mercado, op. cit., p. 493.
El precio justo una casa y la modestia de una persona y la a en los negocios son de suyo riquezas tan .den con gran ventaja el oro y la plata, y todos orales se han de posponer justamente por adiridas, por conservarlas; cuánto más si ellas te
, para enriquecer corporalmente y librarte de gaciones estrechísimas, do te mete y pone tu LUdo, para cumplir con ella, grandes cambios, cautivo -que género de cautiverio es deber a
'\DENCIA ESPAÑOLA
idan nuestros naturales tan al revés del de~entes, que se venden por traer a las muje1S aderezadas, ellos muy acompañados y la lida, gastos que los traen siempre metidos eudas.'>I82 Al respecto explica que los codesisten del gasto inmoderado acusan a los JS de ser la causa de sus males cuando en oerniciosa" vanidad; se quejan de los carnlera insisten en utilizar sus créditos como si icer la vanidad que la avaricia. l83Hay que .ado en este preciso punto critica un prin.conómica de la aristocracia: la moral del ad que forma parte de su propio referente
:., p. 493·
1 !
A propósito del cambio de moneda
10 7
general: el principio de reciprocidad. l84 Mercado es un precursor de aquellos que realizaron, desde una posición puritana, una crítica moral al gasto suntuario de las cortes de las monarquías en la crisis del siglo XVII. l8S El fraile Mercado llega a una conclusión pesimista: si el consumo lujoso es inevitable, en consecuencia, no puede dejar de haber usureros "naturales o forasteros". Entonces es imposible impedir que éstos acaben con el capital de muchos de los comerciantes de Sevilla. Sin embargo, según él, todavía este peligro podría evitarse si se cambiara esa forma "corrupta" de negociar con usura. Sobre las quejas de los comerciantes contra la usura en los cambios monetarios Mercado comenta que sería necio por parte de los cambistas, desde la perspectiva humana, dar las grandes sumas que cambian o fían sin interés. Más bien los locos son los mercaderes que les dan a ganar tantos intereses usurarios. Si los comerciantes necesitaran una cantidad pequeña sería inhumano no prestárselos gratis, pero pedir veinte mil ducados al año para sus negocio trasatlántico y quejarse de que les cobren interés es una locura extraña ya que la caridad está tan muerta. Mercado explica que cuando esta virtud tenía gran vitalidad én el cristianismo seguramente tampoco se encontraría quien prestara cinco mil ducados dos o tres veces al año, como necesitan los comerciantes, si 1e en parentesco o amistad". . d" l 86 Pero, no tiuera por " tocar
18
4
George Duby, Guerreros
y campesinos,
México, Siglo Veintiuno,
1985· 185 H. R. Trevor-Roper, "La crisis general del siglo XVII", en Trevor Astan, comp., Crisis en Europa 1560-1660, Madrid, Alianza Universidad, 1983, pp. 7 2-109. 186 Mercado, op. tit., p. 493. Subrayado por nosotros.
El precio justo
ro8
agrega Mercado, si los extranjeros prestaran sin interés a los comerciantes españoles, ellos mismos considerarían que era un error salir de la patria a beneficiar a gente extraña. 187 El autor concluye: la avaricia de los comerciantes es la que les hace creer que es un agravio el que no pongan los otros su riqueza a su servicio "como si fuera debido venir gentes quinientas leguas a prestarles su caudal o a fiárselos por largos plazos".188 Considera asimismo que más valdría que, antes de exagerar la malicia de los extranjeros, los españoles entendieran su error: "El negocial bárbaro de nuestra gente y su presunción loca de ser iguales entre sC89 y hacer lo que otro, aunque les cueste la vida, es señuelo que llama a los extranjeros a que vengan, como aves de rapiña, a comerles las carnes con cambios y recambios, así a príncipes como a otros particulares.:"?" Mercado explica que la usura reina en Alemania, Flandes, Francia e Italia. Es un vicio que destruye la fe, la religión cristiana y las otras virtudes, y en consecuencia alarbe. En cambio, si España fuera rica, próspera, autónoma para sí, podría evitarse la dependencia de los extranjeros a los que se les ha concedido las cosas más importantes del reino. Los ex.tranjeros tienen en España "las mejores posesiones suyas, los más gruesos mayorazgos, toda la masa del reino en sus manos, esto es, todas las rentas reales y de caballeros [oo.] ¿Qué mayor sujeción se ha de temer?"I9 1 Mercado, en el marco de
18 7
Idem. 188 Mercado, op. cit., p. 494. 18 9 Subrayado nuestro. Una vez más el prejuicio jerárquico del autor sale por sus fueros. 19° Mercado, op. cít., p. 494. 191 Ibid., p. 495.
El precio justo
i los extranjeros prestaran sin interés a los 101es, ellos mismos considerarían que era 187 l patria a beneficiar a gente extraña. El avaricia de los comerciantes es la que les un agravio el que no pongan los otros su o "como si fuera debido venir gentes quirestarles su caudal o a fiárselos por largos =ra asimismo que más valdría que, antes de de los extranjeros, los españoles entendieiegocial bárbaro de nuestra gente y su preuales entre se 89 y hacer lo que otro, aunque ~s señuelo que llama a los extranjeros a que s de rapiña, a comerles las carnes con camasí a príncipes como a otros particulaexplica que la usura reina en Alemania, Italia. Es un vicio que destruye la fe, la rers otras virtudes, y en consecuencia al orbe. aña fuera rica, próspera, autónoma para sí, Iependencia de los extranjeros a los que se 1S cosas más importantes del reino. Los ex1 España "las mejores posesiones suyas, los .razgos, toda la masa del reino en sus malas rentas reales y de caballeros [...] ¿Qué ha de temeri'?':" Mercado, en el marco de
't., p. 494. stro. Una vez más el prejuicio jerárquico del autor
A propósito del cambio de moneda
109
su visión tradicional del mundo, considera 1] que el parentesco y la amistad es el núcleo a partir del cual debe iniciarse el continuo de la reciprocidad; 2] que la sociedad es necesariamente jerárquica, y 3] que la pretensión de igualdad y, su consecuencia, la tendencia a la emulación (en el consumo y en los negocios mercantiles) son la causa de la ruina de su país, que a través de la usura ha sido entregado a los extranjeros. Se lamenta, en realidad de manera profética, del proceso que lleva a España a quedar situada del centro a la periferia de la economía-mundo cuando dice: Yana hay grosura, ni lana, ni vellón en nuestro hato, porque en naciendo se corta y se lleva a Italia. En Flandes, en Venecia y Roma, provincias estériles de metales, hay tanta copia de moneda hecha en Sevilla, que los techos pueden hacer de escudos. España, reino fecundísimo, está falto, porque no vienen tantos millones de nuestras Indias cuantos extranjeros pasan a sus ciudades. )92 Al llegar este despojo a los últimos rincones del imperio español, considera Mercado que pronto se tendrá que volver al trueque: "trato antiquísimo de nuestros padres, que era trocar una cosa por otra, no mercar ni vender, porque no ha de haber moneda que sea precio y con que se trate y com'" pre " . 193 R egresar a1 trueque, conc1 uye, sera el Justo castigo por abusar del cambio: se arruinará el comercio al asociarlo a los préstamos usurarios extranjeros. Todo esto se podría evitar, según Mercado, si se practicara la virtud de la modera192
Idem.
193
Mercado, op. cit., p. 496.
t., p. 494.
110
El precio justo
ción: al no invertir más que el propio capital sería poca la ganancia, pero ésta, pensando en la relatividad de la riqueza, sería mucha y provechosa. Finaliza diciendo que si bien todo este discurso moral lo dirigió a los comerciantes, se puede aplicar a todos los estados porque a todos son muy útiles la modestia y la templanza para evitar males y producir grandes bienes. En pocas palabras, lo que el autor propone como solución a las desastrosas consecuencias de la revolución de los precios en España y su imperio es, primero, el ideal del justo medio, de la mediocridad dorada, punto opuesto del "antinatural" deseo de comerciantes y cambistas de acumular al infinito, y, segundo, que toda actividad económica debe orientarse a la subsistencia de cada quien según su estado. ~
El precio justo
más que el propio capital sería poca la gaensando en la relatividad de la riqueza, sechosa. Finaliza diciendo que si bien todo 1 lo dirigió a los comerciantes, se puede estados porque a todos son muy útiles la lanza para evitar males y producir grandes alabras, lo que el autor propone como soosas consecuencias de la revolución de los y su imperio es, primero, el ideal del justo ocridad dorada, punto opuesto del "anticomerciantes y cambistas de acumular al fa, que toda actividad económica debe istencia de cada quien según su estado. ~
1 I 1
!
4 Codicia versus liberalidad: la usura
~
CONTRA LA USURA
Si como ya dijimos el paradigma de la usura tiene como referente el principio religioso de la fraternidad o, en términos económicos, el de la reciprocidad, en consecuencia todo préstamo debe ser gratuito. El argumento utilizado para justificar esta regla es que el dinero, o toda cosa fungible (que se consume con el uso), se prohíbe que se alquile, y toda ganancia que resulte de este tipo de contrato se defina como usura. El contrato de alquiler se reserva para aquellas cosas que tienen durabilidad en el uso, cuyo mejor ejemplo son las propiedades territoriales, y de las cuales se deriva una renta. La división entre cosas que se consumen con el uso y las de uso durable fundamenta la prohibición, básicamente, del alquiler del dinero y pone diques al lucro con base en el tiempo porque es antagónico a la esencia de la relación de la sociedad tradicional: la obligación que se deriva del don. Pasemos a la descripción detallada de los argumentos morales con que el autor fundamenta este planteamiento. La usura, para Mercado, es el más abominable de los pecados, al punto de compararlo con el "nefando", es decir, con las relaciones homosexuales, pues es una actividad que se re[ 1 II
El precio justo
112
aliza "contra la naturaleza" de la cosa usada. Éste es el caso del dinero, ya que según el tratadista, y para la Escolástica en general, no fructifica pues, a diferencia de los bienes territoriales, es estéril. En contraste con el usurero, el comerciante obtiene su ganancia a través del esfuerzo que significa su trabajo y el riesgo que padece en sus transacciones. La función natural del dinero es la de ser medio de cambio y es contranatural pretender, "únicamente", de él ganancia. En esta parte del tratado Mercado además de hacer una revisión de todos los contratos usurarios, tanto en el comercio como en los cambios, se refiere, en primer lugar, a la reciprocidad en los préstamos; y en segundo lugar, a las características del contrato de arrendamiento para demostrar por qué no es posible "alquilar" el dinero. Respecto de este segundo punt? el tratadista argumenta que las propiedades territoriales, por su naturaleza, son las que pueden ser arrendadas y sólo de ellas puede derivarse el único tipo de crédito que genera intereses legítimamente: el censo, y éste se apoya siempre sobre una propiedad territorial. 194 Mercado explica, inmediatamente después de exponer esta argumentación, la necesidad social del préstamo. El punto de partida de su reflexión es la naturaleza social del hombre; sobre ello asegura: "no hay hombre tan bastante para sí y abundante que no tenga en muchas cosas necesidades de otro [... ] el hombre por sí solo es tan insuficiente que en todo casi ha menester otro le ayude". 195 Desde la creación, reflexiona, Dios vio la necesidad de Adán y le puso a Eva para que lo ayudase; "Todos dependemos unos de otros, y con esta ley y '94 195
Clavero, op. cit., pp. 38-49. Mercado, op. cit., p. 523.
El precio justo
turaleza" de la cosa usada. Éste es el caso según el tratadista, y para la Escolástica en ica pues, a diferencia de los bienes territon contraste con el usurero, el comerciante ia a través del esfuerzo que significa su trale padece en sus transacciones. La función es la de ser medio de cambio y es contra, "únicamente", de él ganancia. En esta vlercado además de hacer una revisión de s usurarios, tanto en el comercio como en fIere, en primer lugar, a la reciprocidad en en segundo lugar, a las características del :larniento para demostrar por qué no es podinero. Respecto de este segundo punt? el Ita que las propiedades territoriales, por su ; que pueden ser arrendadas y sólo de ellas l único tipo de crédito que genera intereses censo, y éste se apoya siempre sobre una "Íal. 194
ica, inmediatamente después de exponer m, la necesidad social del préstamo. El punu reflexión es la naturaleza social del hom:gura: "no hay hombre tan bastante para sí y ) tenga en muchas cosas necesidades de otro )r sí solo es tan insuficiente que en todo casi le ayude" .1 9 5 Desde la creación, reflexiona, .idad de Adán y le puso a Eva para que lo dependemos unos de otros, y con esta ley y
Codicia versus liberalidad
113
obligación de ayudamos y socorrernos nacimos.t'{'" La conclusión a la que llega es que el hombre, además de su beneficio, debe buscar también el de sus parientes y el de la sociedad. Deduce que nacimos para el bien de todos, de lo que se deriva, según el derecho y la razón, "la caridad que debemos a los prójimos porque [aparte del mandato de Dios] el bien grande y utilidad que recibimos unos de otros nos obliga a querernos y amarnos " . 197 Así, Mercado explica a la sociedad por el referente de su código: el amor, la caridad como reciprocidad. Para él, además, la reciprocidad equilíbrada hace dar a cada quien lo suyo: al trabajador su salario, al que arrienda su renta y al que vende su caballo el precio justo. Si no se retribuyera el servicio, la sociedad se destruiría. He aquí, expuesta de forma sencilla, la necesidad de la paz del don con su contrapartida, la violencia potencial. Por otro lado, Mercado agrega que, si bien el que trabaja realiza un esfuerzo y recibe una retribución, además merece la honra que corresponde a dicha actividad, pues dice que de ello resulta "una desigualdad tan conforme e igual, que todos están en su peso y cada uno se sustenta y se mantiene en su lugar". 19 8 Aquí Mercado plantea su visión de la sociedad como necesariamente jerárquica, derivada, de forma natural, de la división social del trabajo, y la honra que le corresponde a cada actividad es la sanción social. El tema de la honra como un elemento de regulación social lo veremos más adelante; tratemos por ahora otro elemento fundamental en su argumentación: no todos los actos 196
Idem.
t., pp. 38-49.
[97
Mercado, op. cít., p. 524.
cit., p. 523.
198
Idem.
El precio justo
114
humanos son mercantiles. Para él, a pesar de reconocer que en su momento todo tiene un precio en dinero, existen, por voluntad divina, aún ciertos actos gratuitos: "dar limosnas al pobre y prestar al necesitado", para ejercitar una virtud "magnífica e ilustre", la liberalidad.l"? Todos los temas tratados por Mercado nos conducen finalmente a la economía medieval de gasto y al principio del don. El préstamo, dice, en consecuencia, debe hacerse sin interés "aunque -afirma-lo tienen anexo muy grande, porque, si no se interesa en lo temporal, da Dios galardón y premio eterno a quien por su amor, socorre al prójimo".20o El religioso explica, con el referente del don puro, que aquellos que por misericordia prestan a los pobres y dan a los menesterosos imitan a la divinidad que da sin retribución y reciben en pago el cielo."?' Prestar para Mercado es un acto de liberalidad y misericordia, y ambas virtudes son antagónicas "de precio y paga", porque esta práctica debe realizarse teniendo presente que cualquiera puede caer en la misma necesidad o en otra aún mayor. Prestar con usura, finalmente, es un pecado, primero contra la misericordia y, segundo, contra la justicia o equidad, que es dar a cada quien lo suyo (reciprocidad generalizada y equilibrada). El autor infiere que prestar con usura finalmente requiere, para su perdón, necesariamente la restirución.r'" En el capítulo x se vuelve, respecto de la usura, al problema del don y su título es "De cómo y cuánto puede uno ga199 Mercado,
op. cit., p. 524.
200
Idem.
201
Mercado, op. cit., pp. 524-525.
202
Ibid., p. 525.
El precio justo
rtiles. Para él, a pesar de reconocer que ) tiene un precio en dinero, existen, por . ciertos actos gratuitos: "dar limosnas al necesitado", para ejercitar una virtud , la liberalidad.l''? Todos los temas trataos conducen finalmente a la economía al principio del don. El préstamo, dice, -be hacerse sin interés "aunque -afir:0 muy grande, porque, si no se interesa Dios galardón y premio eterno a quien ~ al prójimo".20o El religioso explica, con puro, que aquellos que por misericordia y dan a los menesterosos imitan a la divitribución y reciben en pago el cielo.?" .0 es un acto de liberalidad y misericores son antagónicas "de precio y paga", 1 debe realizarse teniendo presente que er en la misma necesidad o en otra aún usura, finalmente, es un pecado, primero lia y, segundo, contra la justicia o equila quien lo suyo (reciprocidad generalizan autor infiere que prestar con usura fi, para su perdón, necesariamente la
se vuelve, respecto de la usura, al probleilo es "De cómo y cuánto puede uno ga-
P·5 24·
, pp. 524-5 25.
Codicia versus liberalidad
II5
nar prestando". Mercado considera así que es dificil para muchos aceptar que el préstamo es un acto puramente gratuito. A este respecto responde que a los actos gratuitos en la Antigüedad se los consideró obra de reyes y actualmente como obra divina propia de Dios. Pero, agrega, si no queremos crecer tanto, imitándolo, es necesario ver .sus ventajas y cómo se puede "interesar" mucho prestando gratuitamente. Prestar liberalmente, dice Mercado, significa que uno ama y no le puede faltar quien le corresponda. De igual modo tiene tanta fuerza la buena obra, que restablece la paz con el enemigo y al extraño lo inclina a la amistad. Tenemos aquí explícitamente planteada la función del don de establecer la sociabilidad y la paz. Mercado agrega otro beneficio de las buenas obras: el crédito y la obtención de "temporalidades", porque el préstamo da origen a ventajas incluso a buenas relaciones con príncipes y/o prelados de los cuales el que presta obtiene provecho. El fraile tiene claro que los dones implican consecuencias económicas (contraprestaciones) que además dan origen a relaciones políticas: la obligación implica jerarquía. Sin embargo, advierte, hay que tener cuidado en no caer en la usura mental pues, si bien el amor ocasiona provecho, puede llegar a actuarse mal al dar por cálculo de los bienes que posiblemente se pueden recibir. En conclusión sólo se debe dar por benevolencia y amistad. El autor concluye explicando, una vez más, los títulos de daño emergente y lucro cesante vistos en la parte del comercio. Al respecto Dempsey.r'" quien sigue a Keynes en su interpretación de la doctrina escolástica de la usura, considera 20J
B. W. Dempsey, Interest and usury, introducción de J. A. Schum-
peter, Londres, 1948, citado por W. Weber, op. cit., capítulo 3.
116
El precio justo
que, en el marco de una economía estática donde no existe el rédito, el daño emergente (daño producido) se refiere a la pérdida relativa que se produce por la utilización alternativa de capital; y el lucro cesante (utilidad perdida), a la utilidad relativa que se origina después de la utilización alternativa. Esto supone que, cuando existen diversas posibilidades de uso del capital, los títulos que justifican el interés son una puerta abierta para el crédito y su evolución consecuente a una economía dinámica. Según W. Weber, el principio económico representado en los títulos que justifican el crédito tienen su origen en la necesidad de dar oportunidad de ganar interés, es decir, recibir una compensación, como explica Clavero, ante la pérdida real de una oportunidad de inversión. Según W. Weber, estas oportunidades de inversión, de los siglos XVI al XVII, cada vez fueron más numerosas, por lo que a partir de estos títulos existió las posibilidad de una evolución hacia el crédito y a la justificación de la tasa de interés. En 1830 el papado acepta la realidad del crédito puramente dinerario que no tiene como base la propiedad territorial (censo), que hasta entonces fue el único crédito permitido por la Iglesia. ~
El precio justo
una economía estática donde no existe ergente (daño producido) se refiere a la ;e produce por la utilización alternativa cesante (utilidad perdida), a la utilidad la después de la utilización alternativa. Landa existen diversas posibilidades de ítulos que justifican el interés son una l crédito y su evolución consecuente a ica. Según W. Weber, el principio ecoI en los títulos que justifican el crédito 1 necesidad de dar oportunidad de ganar :ibir una compensación, como explica Iida real de una oportunidad de inverier, estas oportunidades de inversión, de cada vez fueron más numerosas, por lo :ítulos existió las posibilidad de una evoo y a la justificación de la tasa de interés. icepta la realidad del crédito puramente ene como base la propiedad territorial ntonces fue el único crédito permitido
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Restitución, honor, fama y honra en el marco de la moral del don -=::J
LA RESTITUCIÓN
La economía del don contempla, cuando el principio de reciprocidad se ha transgredido, una compensación por el daño que en las sociedades primitivas se denomina precio de la paz y/o precio de sangre. Pero además, como Bourdieu explica, el motor de este tipo de sociedad es la noción de honor que se expresa en la fama u opinión que la comunidad tiene de sus miembros y que, económicamente, se manifiesta en una mayor o menor disponibilidad de crédito: quienes poseen honor en la sociedad tradicional "pueden permitirse el lujo de ir al mercado con su rostro, su nombre, su honor como única moneda" .204 Y precisamente la última parte del libro de Mercado trata sobre la restitución de la honra y la fama y tiene en cuenta constantemente el problema de "un crédito o descrédito" respecto de la fama o infamia. Bourdieu explica que el motor de la sociedad tradicional es la competencia o instinto agonal en tomo de la virtud (el honor). Y Mercado se refiere a este aspecto de la cultura de la sociedad tradi20
4 Bourdieu,
op. cít., p.
200.
[ II7
El precio justo
118
cional como el eje de su propuesta de regulación social. En este capítulo aparece aún más claramente planteado el que este tratado pueda considerarse como un código restricto que reglamenta la conducta del individuo en la sociedad. Mercado explica que los concilios de Florencia y el de Trento disponen de dos elementos para el ritual de la confesión: el primero es ayuno y oración como elementos de reconciliación con la divinidad; y el segundo, devolver lo que se le debe al prójimo. Esta compensación que el catolicismo del siglo XVI denomina restitución, no forma parte ni es en sí misma, sacramento, pero es una estricta obligación religiosa. 2 0 S La restitución en el tratado de Tomás de Mercado corresponde a lo que en la sociedad primitiva o tradicional, una vez violado el principio de reciprocidad, se exigía como compensación: el precio de la paz o el precio de la sangre.i'" que es una parte de los elementos de la venganza de cualquier ofensa. Pero para el fraile la violencia entre los hombres debe ser reclamada ante la divinidad. Dice textualmente que Dios no puede dejar de "vengar y castigar". 2°7 Para Mercado la ira divina se desencadena por dos razones: la transgresión del orden y el agravio al prójimo en su persona,jama y hacienda. Y para poder recuperar la gracia, es necesario, primero, volver a la obediencia y, segundo, compensar al ofendido, es decir restituir. En resumen, restituir significa devolver los bienes que contra la justicia se habían robado.r'" Posteriormente 20
5 Mercado,
206
op. cit., pp. 596-597.
B. Malinowski, Crimen y costumbre en la sociedad salvaje, Barcelona,
Ariel, 198z. 20
7
208
Mercado, op. cit., p. 594.
Ibid., p. 599.
El precio justo
e su propuesta de regulación social. En aún más claramente planteado el que nsiderarse como un código restricto que .ta del individuo en la sociedad. que los concilios de Florencia y el de dos elementos para el ritual de la confeyuno y oración como elementos de reivinidad; y el segundo, devolver lo que se ~sta compensación que el catolicismo del restitución, no forma parte ni es en sí pero es una estricta obligación religioen el tratado de Tomás de Mercado con la sociedad primitiva o tradicional, una pio de reciprocidad, se exigía como comprecIO d e 1a sangre, 206 que d e 1a paz o el nreci elementos de la venganza de cualquier fraile la violencia entre los hombres debe 1 divinidad. Dice textualmente que Dios vengar y castigar" .207 Para Mercado la ira la por dos razones: la transgresión del orrójimo en su persona,jama y hacienda. y tr la gracia, es necesario, primero, volver egundo, compensar al ofendido, es decir en, restituir significa devolver los bienes cia se habían robado}08 Posteriormente
Rcstitucion, honor, fama y honra
Mercado establece una jerarquía de bienes a restituir: en primer lugar, la vida; en segundo, la fama y la honra; en tercer lugar, los bienes materiales. Estos tres tipos de bienes, según Mercado, pueden ser "robados" porque para él toda transgresión puede resumirse en el séptimo y octavo mandamientos: no robar y no levantar falsos testimonios. Y en efecto, el pecado central para Mercado es la codicia. Aquí Mercado hace un señalamiento interesante al decir "la restitución no se funda en la voluntad interior sino en el agravio exterior".209 Esta frase es todo un referente que tiene como marco la sociedad arcaica, fundada en el don con todo su cortejo de venganza y precio de la paz, y que está relacionada, en oposición con la sociedad tradicional católica del siglo XVI, con una moral exteriorizada. Cuando Mercado trata dos de los elementos del principio de reciprocidad, la restitución y el honor, y plantea nuevos elementos de su visión del orden social. Al hablar del primer tipo de bienes de su jerarquía -la vida-, se refiere directamente al control social y sus sanciones correlativas. Dice el autor que sólo hay dos frenos que detienen al hombre de la transgresión: el amor a la virtud y el temor al castigo. El primero es raro, yel segundo, "según la opinión de los sabios", es la base de todo gobierno.t'" Y si bien el decálogo ordena no matar, el castigo de la muerte puede ser aplicado a aquellos que "han bajado a la calidad de bestias". 2II La razón que nos da es la conservación de la sociedad, porque de no ser así "Bullirían y saldrían cada día a borbollones los maleficios en
. pp. 596-597· Crimen y costumbre en la sociedad salvaje, Barcelona,
, p. 594·
II9
20
2)0
Ibid., p. 6r2. Ibid., p. 610.
2II
Ibid., pp. 61O-6r 1.
9
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la ciudad y aun en la villa y aldea, si no hubiera horca, y no habría casa quieta, ni hacienda pacífica, ni aun vida segura, según el apetito de la gente es desenfrenado't.t'" Respecto de la vida, que es el primero de los bienes, Mercado nos dice que existe la obligación de defenderla y que lo que se haga por ello no obliga a restituir. Para defender la vida propone como mejor medio la huida. Aquí nuevamente surge su visión jerárquica de la sociedad, pues el autor explica que esta regla no es aplicable a los nobles, para quienes es "afrentoso" huir porque su profesión es la de ser valientes y, en consecuencia, pueden defender su vida con violencia. 21 3 En casos de homicidio, explica Mercado, se ha de restituir a todos los herederos y parientes con dinero para que desistan de la queja.r '" Aun cuando un reo purgara una condena estaría obligado moralmente a restituir porque la carcel es la "venganza" de la sociedad pero no la compensación del daño. 2I 5 La regla básica a seguir en la restitución es "[si no se puede] volver al justo lo que se usurpó, baste vuelva lo posible".216 Porque hay casos, como cuando se afecta el juicio o la vida de una persona, en el que no es posible hacer una restitución total pues su valor, dice el autor, excede a cualquier cantidad de dinero. En el caso en que el homicida muera ejecutado también debe compensar 1] porque quitó la vida a su prójimo y 2] "queda deudor de ella al difunto" y a sus herederos a quienes "afrenta y deshonra"; 3] escandaliza y agra-
212 213 21
Ibid. p. 6IO. Ibid. p. 620.
Ibid., p. 636. Ibid., p. 63 8. 2Ió Ibid., p. 607. 4
215
El precio justo
villa y aldea, si no hubiera horca, y no hacienda pacífica, ni aun vida segura, gente es desenfrenado". 212 Respecto de .nero de los bienes, Mercado nos dice ón de defenderla y que lo que se haga ·estituir. Para defender la vida propone 1 huida. AqUÍ nuevamente surge su vi.ociedad, pues el autor explica que esta L los nobles, para quienes es "afrentoso" sión es la de ser valientes y, en consender su vida con violencia. 213 idio, explica Mercado, se ha de restituir y parientes con dinero para que desism cuando un reo purgara una condena ilmente a restituir porque la carcel es la sciedad pero no la compensación del ca a seguir en la restitución es "[si no se ) lo que se usurpó, baste vuelva lo posi.asos, como cuando se afecta el juicio o .a, en el que no es posible hacer una resvalor, dice el autor, excede a cualquier En el caso en que el homicida muera ebe compensar 1] porque quitó la vida a .da deudor de ella al difunto" y a sus herenta y deshonra"; 3] escandaliza y agra-
o
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via a la ciudad ya lajusticia; 4] deja a muchos sin qué comer y sin la honra que los herederos obtenían por la autoridad y el oficio de la víctima. De manera que debe compensar daños y agravios en su grado y orden, unos por fuerza de la justicia y otros por voluntad sin que nadie se lo pida. 217 En el caso, por ejemplo, de cualquier golpe afrentoso (bofetadas, dar de palos, azotes) se debe, además de pedir perdón, satisfacer la ofensa con dinero porque, comenta Mercado, "ya es precio de todO".218 La cantidad debería ser tasada por personas discretas y considerar la calidad social del ofensor y el ofendido, sus posibilidades y el motivo de la afrenta.:"? Mercado insiste en su visión jerárquica cuando explica: "Más se han de dar si era el muerto persona de nombre y valor en el pueb~o que si vulgar y plebeyo, y más si no tuvo culpa que si fue culpado, y mucho más si es el reo rico que si es pobre. "220
LA RESTITUCIÓN DE HONRA Y FAMA Y LA REGULACIÓN SOCIAL
Mercado pasa del "robo" de la vida al de la fama y la honra, que tienen el segundo lugar en su jerarquía de bienes. Nos dice: Pero los varones que florecieron en sabiduría, cuyo entendimiento fue ilustrado y el ánimo ajeno de presunción o pasión,
217
Ibid., p. 639.
218
Ibid., p. 64I.
219
Ibid., p. 64 2 .
220
Ibid., p. 637.
El precío justo
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de tal modo ensalzan la honra y fama que la ponen sobre todas la riquezas, siguiendo en esto a la escritura divina, mas debajo y a los pies de la vida, a quien del todo dan el primado. ZZl Una vez más resurge la jeraquía de bienes de San Agustín. La fama consiste básicamente en ser considerado virtuoso. Tener fama, dice el autor, es tener "crédito" acerca de la virtud; y la infamia o mala fama es ser considerado persona de malas costumbres. Pero además, para el autor, la sociedad se organiza de tal manera que a cada "estado" (nobleza, clero y pueblo bajo) le corresponden determinados atributos: para algunos, por ejemplo, dice el autor, es necesario ser tenido por rico, sabio o ilustre. Y sería entonces pecado decir de ellos que son pobres, ignorantes o vulgares porque perderían su "crédito" moral.f" Infamar a una persona es "robarle el buen crédito" al hacer públicos sus delitos o defectos.Y' Y en esta acción hay tres grados: el primero se refiere a vicios adquiridos. Un ejemplo de este primer nivel es decir que tal persona es ruin. Pero puede agravarse la acción de infamar si se le agregan los siguientes atributos: hereje, soberbio, presuntuoso, avariento, ladrón, mentiroso, jugador, adúltero, homicida. El segundo grado en la acción de infamar se refiere a los vicios de nacimiento o de carácter: falto de juicio, apocado, rústico, necio, súbito, arrebatado en sus pasiones, lujurioso, lascivo. El tercer grado para el fraile sólo es propio de los españoles y se refiere a la pureza de sangre de sus antepasados.r'"
221
Ibid., p. 647.
222
Ibid., p. 649.
223
ldem.
224
Idem.
El precio justo II la honra y fama que la ponen sobre todas o en esto a la escritura divina, mas debajo y a quien del todo dan el primado.r"
la jeraquía de bienes de San Agustín. .ásicamente en ser considerado virtuoso. utor, es tener "crédito" acerca de la viraala fama es ser considerado persona de -ro además, para el autor, la sociedad se ra que a cada "estado" (nobleza, clero y sponden determinados atributos: para aldice el autor, es necesario ser tenido por y sería entonces pecado decir de ellos orantes o vulgares porque perderían su nfamar a una persona es "robarle el buen olicos sus delitos o defectos.r" Y en esta os: el primero se refiere a vicios adquirieste primer nivel es decir que tal persona agravarse la acción de infamar si se le :s atributos: hereje, soberbio, presuntuo, mentiroso, jugador, adúltero, homicida. 1 la acción de infamar se refiere a los vio de carácter: falto de juicio, apocado, o, arrebatado en sus pasiones, lujurioso, do para el fraile sólo es propio de los esla pureza de sangre de sus antepasados.F"
Restitución, honor, fama y honra
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Para el autor la fama no tiene precio (a pesar de que en otro lugar dijo que la ofensa a la fama puede restituirse con dinero que ya es precio de todo) y por ella las personas arriesgan su vida. Pero, además, la fama para Mercado permite a los hombres refrenar sus apetitos y pasiones. Para el religioso, los hombres "libres y generosos" pueden compararse al avaro cautivo del deseo de riquezas porque la adquisición de la fama también es una pasión: es un deseo por la virtud que puede transformarse en suerte de cautiverio como el vicio. 22 5 Una vez más encontramos en el tratado el eco de Don Quijote y su sistema de valores anclados en la sociedad tradicional jerárquica basada en la polaridad alto-bajo, bien-mal, virtud-vicio, fama-infamia, transgresión de la ley (pecado) u observancia (virtud), honor y deshonor. Mercado afirma que es pecado grave destruir la fama de una persona.t'" sin explicar la razón de ello, pero esta afirmación permite una conclusión respecto de una sociedad que tiene a la virtud y al honor como núcleos legitimadores de la regulación social. La fama y la honra, que son sus consecuencias en las estructuras de sociabilidad, funcionan como los elementos sancionadores colectivos más importantes. Pues si ambas son las manifestaciones concretas de un orden social fundado en el honor, desacreditar a alguien es subversivo y atenta contra el principio básico de "amor al prójimo", que traducido a términos sociológicos es la paz del don."? Mercado define a la honra como una manifestación exterior del reconocimiento de honor y virtud:
226
Mercado, op. cit., p. 650. Idem.
227
Mercado, op. cit., p. 649.
225
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es la reverencia y cortesía que a uno se le hace en quitarle la gorra cuando le topan, levantarse cuando pasa, un hacerle lugar cuando viene, un ponerle a la mano derecha cuando se sienta o se pasea, un hablarle destocado, un besarle la mano, un decirle veinte epítetos honoríficos y magníficos, con otras dos mil ceremonias que en diversas naciones se usan. 228
Pero las cortesías son relativas, señala el autor, y dependen de los usos y costumbres de cada país.zZ9 Plantea explícitamente el problema de la crisis de valores de la sociedad española de su época cuando dice que, si la sociedad estuviera realmente ordenada, "fama y honra" deberían siempre estar unidas ya que se honraría sólo al virtuoso. El problema para el autor es que "por ignorancia o malicia" la honra y la fama se han separado y se otorga la primera a quien merece mala fama, al infame. Explicar cómo se ha llegado a esta situación, dice Mercado, lo apartaría de su tema, pero agrega con un tono melancólico: no dejaré de decir que este nuestro abuso procedió de que, no conociendo los hombres la bondad de cada uno para honrarla, aplicaron la honra a los estados y pompa mundana, que es patente y sensible, por hacerla cierta y firme. Lo cual por Ventura entonces fue acertado, a causa que no solían ser sublimados en dignidad sino los más aventajados en virtud; mas ya por mil modos y casi mil años ha cesado todo esto y queda de lo bueno salvo y limpio solo esto: que se honre los estados de la república, así eclesiásticos como seglares. Z30
22S
229 2}0
Ibid., p. 650.
Ibid., pp. 650-65 I. Idem.
El precio justo
srtesia que a uno se le hace en quitarle la n, levantarse cuando pasa, un hacerle lugar ,nerle a la mano derecha cuando se sienta o destocado, un besarle la mano, un decirle irificos y magníficos, con otras dos mil ceersas naciones se usan.228 relativas, señala el autor, y dependen de de cada país. 229 Plantea explícitamente el de valores de la sociedad española de su le, si la sociedad estuviera realmente or:a" deberían siempre estar unidas ya que tuoso. El problema para el autor es que licia" la honra y la fama se han separado a a quien merece mala fama, al infame. legado a esta situación, dice Mercado, lo Jera agrega con un tono melancólico:
lue este nuestro abuso procedió de que, no nbres la bondad de cada uno para honrarla, 1 los estados y pompa mundana, que es par hacerla cierta y firme. Lo cual por Ventura do, a causa que no solían ser sublimados en nás aventajados en virtud; mas ya por mil lOS ha cesado todo esto y queda de lo bueno esto: que se honre los estados de la repúblicorno seglares. 23°
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Si casi mil años han pasado desde que honra y fama se han separado, y solo queda como resto de una "Edad Dorada" el respeto a los clérigos y gobernantes, mal anda el mundo para fray Tomás de Mercado. Sin embargo, la exposición de los siguientes argumentos, que fortalecen la legitimación de un orden social jerárquico que tiene como eje a la virtud, nos permite comprender mejor a Mercado pues el fraile, al criticar a la sociedad de su tiempo, lo hace porque no acepta ver cómo se extingue el mundo en que él nació y vivió. Para el religioso el orden social fundado en la virtud se deriva del orden cósmico querido por Dios: la Ley Natural; existe la estricta obligación de honrar la Ley Natural porque de no hacerlo se instauraría el desorden, la injusticia. Después, el fraile elabora una escala de dignidad de "virtudes" profundamente heteróclita: el primer lugar lo otorga a la virtud sin ninguna característica específica; en el segundo se encuentran la jerarquía eclesiástica y el oficio público (prelados y príncipesj.t!' el tercer lugar lo ocupan la sabiduría y las letras. Los generosos, los autores de grandes hazañas, que poseen la virtud de la fortaleza, ocupan el siguiente lugar. Y es de "tan alta estima" esta virtud que merece que los descendientes de los autores de acciones heroicas sean ilustres y estimados en la república. He aquí, para el fraile, el origen de la aristocracia.t'" El "postrero" lugar lo ocupan los ricos, pero no por la riqueza, "que es tierra", sino por "el aparejo y disposición que tienen en tenerlos para hacer bien a muchos y servir en negocios arduos a la patria" .2 33 Mercado se ve en la 2.1' 2.1
2
2.1.1
ldem.
Mercado, op. cit., p. 652. Idem.
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necesidad de explicar que no puso en primer lugar a "abuelos y parientes" porque es evidente el respeto que se les debe. Una vez más vemos que nuestro personaje oscila entre la melancolía ante la falta de virtud en el orden social y la necesidad de revitalizar el de una sociedad jerárquica que ya está en vías de extinción, en parte por esa "pretención de igualdad" que detecta el confesor entre los comerciantes pobres de ultramar que trastornan el orden por ocasionar la excesiva demanda del crédito dinerario que desencadena la inflación. Para Mercado la fama robada también es un bien que debe restituirse por el que cometió la falta. Éste tiene que retractarse tantas veces como sea necesario y sufrir la vergüenza de desdecirse, siempre y cuando el infame y el infamador sean iguales.P" Pero si no fuera así nos dice: con tanta desigualdad cuanta suele haber de la cabeza a los miembros, no es justo se desdiga ni infame por afamar al inferior. Basta le dé dineros y haga alguna merced y de ahí en adelante le favorezca, diga bien de él. Yo aseguro que de esta manera, según anda el mundo, se restituya mucho mejor que si se desdijese.N'
Lo segundo es que se ha de restituir la fama aun con riesgo de la vida. 2 36 Si por el peligro que implica desdecirse o por la dignidad de la persona no se puede restituir la fama, Mercado dice que si ésta no se puede devolver en propia especie "puede y debe restituirse en dinero, especialmente si la parte 234
Mercado, op. cit., p. 657.
235
Ibid., pp. 660-661. Ibid., p. 661.
236
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r que no puso en primer lugar a "abueue es evidente el respeto que se les debe. s que nuestro personaje oscila entre la ta de virtud en el orden social y la nece1 de una sociedad jerárquica que ya está , en parte por esa "pretención de igualconfesor entre los comerciantes pobres ornan el orden por ocasionar la excesiva dinerario que desencadena la inflación. fama robada también es un bien que ~l que cometió la falta. Éste tiene que recomo sea necesario y sufrir la vergüenza 'e y cuando el infame y el infamador sean 1 fuera así nos dice:
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se ha de restituir la fama aun con riesgo el peligro que implica desdecirse o por la na no se puede restituir la fama, Mercado ) se puede devolver en propia especie :uirse en dinero, especialmente si la parte p.657·
Restitución, honor, fama y honra
está en necesidad, porque el dinero es precio y valor de todas las cosas temporales, y tanto puede dar que el leso quede satisfecho y contento".237 Argumenta el confesor que si e! que mata paga en dinero el precio de la venganza, también puede darse una compensación dineraria por la fama. Pero todo depende del arbitrio del reo. Para restituir la fama no es necesario mentir sino alabar al infamado de manera que recobre su fama. Sobre la restitución de la honra (la reverencia y el aplauso exterior) el autor nos dice que la única auténtica es cuando a las personas se les otorga "dignidad y estado", es decir que pasa a formar parte de la aristocracia. Sólo de ésta se deriva la dignidad exterior. Esta observancia de la regla, "dar a cada uno la honra que se le debe", tiene profundas consecuencias sociales porque e! orden de! reino depende de su respeto y el desorden surge de su quebranto.f'f "Si lo que es supremo se menosprecia y lo ínfimo se ensalza" el desorden se instala y con él e! cinismo, la desvergüenza.f-? Por lo tanto Mercado considera que en la sociedad debe darse a la honra la dignidad de "peso y medida" pero, para que funcione como regulador social, debe ser concedida cuando realmente se merece. De esta forma, cuando los hombres se "aficionen" a ella al distribuirse continua y justamente, se "honraría a lo mejor y más excelente", y todos por emulación procurarían la excelencia otorgada a la aristocracia "porque comúnmente siguen y pretenden ser lo que más entre los señores se honra".2 4o Para concluir su tratado, Merca-
2)7
Ibid., p. 67 2 .
2]8
lbid., p. 674,
2)9
Idem.
24°
Mercado, op. cit., p. 675.
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do repite la propuesta insistiendo sobre los mismos argumentos: es muy importante que los gobernantes honren según los méritos porque es "la traza más fácil para encender la gente en virtud y conservarla en orden y policía, si lo tiene, o ponerlo, si no lo tiene". Para Mercado la corrección del pueblo consiste en invitarlo "a hechos heroicos en la virtud" y que los príncipes otorguen la honra a quien la razón dicta. Y este honrar a los que lo merecen consiste, "si algún Príncipe quiere saberlo para ejecutarlo", en tratar a las personas con "comedimientos y ceremonias honrosas" y otorgar dignidades y oficios (eclesiásticos o seculares) conforme a su estado, dotes y habilidades.r" En estas últimas afirmaciones es evidénte que la competencia lúdica en torno de la virtud que propone el fraile en la realidad de su tiempo está en trance de ser sustituida por la competencia económica y comercial de la que surge de forma inmediata "la loca pretensión de ser todos iguales". Para Mercado volver al ideal jerárquico, en el que los hombres situados en el lugar más bajo de la escala social imitaran a los nobles, a los aristócratas que "practican" la "virtud", daría la posibilidad de volver a un orden social fundado en el honor, la honra y la fama. Ésta fue una propuesta imposible: "un no lugar", una propuesta utópica vuelta a un pasado que tal vez nunca existió. Finalmente, Tomás de Mercado consideró que la repetición era la mejor forma de ser escuchado porque al terminar el capítulo de la restitución de los bienes exteriores sintetiza magistralmente en un párrafo los aspectos de ética económica que trató en toda la obra:
24'
Ibid., p. 677.
El precio justo
ta insistiendo sobre los mismos argumennte que los gobernantes honren según los 'la traza más fácil para encender la gente arla en orden y policía, si lo tiene, o po". Para Mercado la corrección del pueblo ) "a hechos heroicos en la virtud" y que en la honra a quien la razón dicta. Y este o merecen consiste, "si algún Príncipe ejecutarlo", en tratar a las personas con ceremonias honrosas" y otorgar dignidaisticos o seculares) conforme a su estado, 1 24 En estas últimas afirmaciones es evietencia lúdica en torno de la virtud que la realidad de su tiempo está en trance de competencia económica y comercial de ma inmediata "la loca pretensión de ser Mercado volver al ideal jerárquico, en el uados en el lugar más bajo de la escala soobles, a los aristócratas que "practican" la )sibilidad de volver a un orden social funa honra y la fama. Ésta fue una propuesta lugar", una propuesta utópica vuelta a un .iunca existió. nás de Mercado consideró que la repetiirma de ser escuchado porque al terminar stitución de los bienes exteriores sintetiza un párrafo los aspectos de ética económia la obra:
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Todos los que vendan y compren por más o menos del justo precio, en especial habiendo tasa; ítem los que, cumplidos plazos, no pagan y agravian al acreedor con la dilación; ítem todos los que dan a cambio, que llaman seco o injusto; los que prestan con usuras e intereses: están obligados a restituir lo que hubiesen llevado de más o hubieren dado de menos.
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128 .... N 'O
Epílogo
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La cosmovisión de Tomás de Mercado es jerárquica y se funda en la polaridad bien-mal (alto-bajo, cielo-infierno) que organiza el cosmos en tomo de la Ley Natural cuya manifestación es la justicia y que se expresa como respeto al orden establecido por Dios. La Escolástica dividía la justicia en 1] la distributiva, que consistía en repartir los bienes en proporción a la dignidad de las personas; 2] la legal, que se refería al derecho positivo derivado del Estado, y 3] la conmutativa, relacionada a los contratos y el comercio en general y que tenía como objetivo respetar la igualdad en las transacciones. En relación con este último tipo de justicia, el mercado debía funcionar sin trabas, permitiendo que los mecanismos de la oferta y la demanda equilibraran los precios y determinaran el "justo". Sin embargo, Mercado, que sigue esta doctrina, considera que, respecto de España y sus dominios americanos y ante la Revolución de los precios, el Estado debería tener el papel de regulador de éstos. El objetivo era el bien común ya que la inflación, que duró todo el siglo, dejó en la indigencia al mundo hispánico. Además se consideraba un peligroso disolvente social que "enriquece a pobres y empobrece a ricos". Este fenómeno histórico fue el que impulsó a Mercado a la reflexión sobre las posibilidades de un comercio libre, por un lado, y del intervencionismo estatal, por el otro. Así, el religioso, observando los hechos con un enfoque mo[ 131
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ral, encuentra que el origen de la revolución de los precios es la codicia que toma cuerpo en todas aquellas prácticas monopólicas y de carácter especulativo que deterioran la economía y la sociedad española de su época. Las nociones con que Mercado sale al paso de la codicia son la usura y el precio justo. La primera es especular con el tiempo y la necesidad de los hombres. La prohibición de la usura en la sociedad de la época junto con la obligación de respetar el precio justo constituyen un paradigma social que funcionó como dique de contención a la penetración de una socialidad mercantil en todos sus niveles. Porque el predominio del intercambio mercantil tiende a atomizar a la sociedad señorial y corporativa. La visión del mundo de este tipo de sociedad está fundada en una distinción básica: 1] la relación dentro de la "comunidad" se establece a través del principio de la reciprocidad y 2] su relación con el exterior se sustenta en tomo de un intercambio mercantil sin restricciones morales y religiosas. Para este tipo de representación del mundo la primera es la forma natural del intercambio y la segunda es, por lo menos, sospechosa de ser antinatural, por estar fundada con frecuencia en la astucia, la violencia y el robo. El esfuerzo realizado por Tomás de Mercado en el tratado analizado fue establecer de forma explícita los principios económicos de una moral reguladora en un orden social, que en ese momento entraba en crisis. El autor fue testigo de la crisis tanto económica como de los valores que llevaba a la "decadencia" al hasta entonces hegemónico mundo hispánico. Su propuesta fue un esfuerzo por revitalizar un ideal social anclado en el pasado. Hizo de su presente una aguda crítica porque lo comprendía muy bien; tal vez ésa fue la razón que le impidió aceptarlo. Este tipo de "crítica" del presente dio lugar a un
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gen de la revolución de los precios es ~po en todas aquellas prácticas monoeculativo que deterioran la economía de su época. Las nociones con que e la codicia son la usura y el precio recular con el tiempo y la necesidad ribición de la usura en la sociedad de .bligación de respetar el precio justo ma social que funcionó como dique etración de una socialidad mercantil orque el predominio del intercambio nizar a la sociedad señorial y corpoiundo de este tipo de sociedad está .ón básica: 1] la relación dentro de la ece a través del principio de la recin con el exterior se sustenta en tomo cantil sin restricciones morales y reli•representación del mundo la primera intercambio y la segunda es, por lo ser antinatural, por estar fundada con , la violencia y el robo. El esfuerzo reMercado en el tratado analizado fue cplicita los principios económicos de en un orden social, que en ese rno;. El autor fue testigo de la crisis tanto s valores que llevaba a la "decadencia" emónico mundo hispánico. Su propor revitalizar un ideal social anclado u presente una aguda crítica porque lo tal vez ésa fue la razón que le impidió : "crítica" del presente dio lugar a un
Epílogo
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último intento por preservar la sociedad aristocrática señorial, cuyo resultado fue el paradigma social del barroco hispanoamericano. Frecuentemente los especialistas han considerado que el barroco se inicia hacia principios del siglo XVII. Sin embargo, los estudiosos de la Escolástica tardía española a la que pertenece Mercado han calificado de barroca a esta corriente que empieza' con las enseñanzas de Francisco de Vitoria en la Universidad de Salamanca, en 1526. Como se dijo en la introducción de este ensayo: la historia es un traje sin costuras y todo esfuerzo por establecer periodos es siempre una frágil sugerencia. Bolívar Echeverría considera que la propuesta económica barroca de los jesuitas del siglo XVII para la América hispánica es una utopía peculiar: "una producción para el mercado, pero para un mercado 'domesticado', para un mercado dominado por un proyecto distributivo político-religioso" y que exige la presencia omnipresente del Estado.r'" Tomás de Mercado en 1569 ya tenía una propuesta semejante y junto con su reflexión sobre el mercado mundial en pleno Renacimiento prefiguraba ya el universo social, político y religioso del barroco. ~
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