El ideal del yo Ensayo psicoanalítico sobre la «enfennedad de idealidad»
J anine Chasseguet-Smirgel Introducción de Christopher Lasch
Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid
Bibliolt•ca ele psirnlo¡;iu y pi,icoanalbi s ll11·t•clun·s: .Joqw Colapinto y Duviu Maldavsky Tite EJ:o Ideal. A Psydwunrdytic Hssay 011 tl1e Malady ofthe lckal, Janine Cl111s,;cl{ut>t·S mi rge1 ~ Jnninc Chasseguet-Smirgcl, 1975
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Amorrortu editores España SL CNelázquez, 117 · 6" izqda. · 28006 Madrid Queda hecho el depósito que previene la ley nº J1.723 llldustria argentina. Made in Argentina ISB'.': 950-518-516·2 ISBN 0-946960-13·5, edidón inglesa
Chasseguet-Smirgel, J Rnine El ideal del yo : ensayo psicoanalítico sobre la enfermedad dl' idealidad.- 1" ed. l" rcimp. ·Buenos Aires: Arnorrortu, 2003. 340 p. ; 23x14 cm.- CBibliot~a de psicología y psicoanálisis) Traducción de: José Luis Etcheverry ISRN 950-518-516-2 l. Psicoanálisis l. Titulo CDD 150.195
Impreso en los Talleres Graficos Color Ete, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenos Airl!s, en diciembre de 2003. Ti radu de esta edición: 1.500 ejemplares.
Indice general
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Nota prelimina r lntroducción, Christophcr Lasch Introducción de la autora
30 1. El ideal del yo y la perversión 4 7 2. El ideal del yo y su evolución 67 3. El ideal del yo. el enamoramien to y la genitalidad 97 4. El Ideal del yo y el grupo 116 5. El ideal del yo y la sublimación en el proceso creador 170 6. El ideal del yo y el sometimiento del yo al exam e n de realidad 191 7. El superyó y el idea l del yo
214 A modo de conclusión 245 Apéndice 272 Bibliografia
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Nota preliminar
La presente obra es la versión corregida de un inlormc presentado ante el 34° Congreso de Psicoanallstas de Lenguas Romances (París. abril de 1973). Los brC'ves agregados que introduje no son sino los esbo/.os de respuesta que dirigí a los colegas que tuvieron la deferencia de intervenir en el debate sobre mi trabajo. Es notable el interés que actualmente despierta en psicoanálisis el concepto de narcisismo. del que el ideal del yo constituye un avatar. En Francia. Béla Grunberger estudia este concepto freudiano desde 1956. De t.'Sla manera ha abierto para el psicoanálisis una nueva dimensión de la psique. al tiempo que ha permitido aprehender mejor los efectos a menudo misteriosos de la cura psicoanalítica como tal. Sus escritos. rcu· nidos ahora en un único volumen (B. Grunberger. Narcissism. Psychoanalytic Essays. Nueva York: In ter· national Universities Press. 1979). constituyen una in· cursión en un dominio cuya importancia se vuelve evi· dente en ciertos fenómenos socioculturales contempo· ráneos. Aun si mis hipótesis sobre nel ideal del Yº" divergen a veces de las que él propuso. lo cierto es que no habrían visto Ja luz sin ellas. Por eso este libro le C'stá dedicado. Pido la indulgencia de mis lectores de lengua in· glesa a causa de una circunstancia a que se puede ver sometido un autor extranjero. Cuando estuve a cargo de la Freud Professorship e n el University College de Londres. no tenia motivos para esperar que mis c on· ferencias y seminarios se publicarían. y . mucho me· nos. que esta obra anterior se tradujera al inglés des· pues de Creativity and Perversion. Ahora han apare· <'ido las dos, y pido disculpas por las repeticiones de 9
ejemplos que. en algunos casos. pude haber cvilado si hubiera previslo el fuluro. También las argumentaciones de estos libros se superponen. aunque de una manera que es parle de lo que deseo proponer a la consideración del público. Consigno mi agradecimiento a todos los que. dentro de mi disciplina o no. pertenecieran a mi familia o no. estén vivos o rr~uertos, han desempeñado un papel en la formación dt mi propio ideal del yo.•
• Por su valor informauvo. no he mos querido omitir los dos últimos párrafos de la •Nota preliminar•. que se incluyen en la edi· clón en inglés; de esta. tomamos también la •Introducción• de Chris· lopher Lasch. y criterios gráficos y de presentación de la bibliogra· fía. La traducción dcl texto se hizo de la edición france:,a original. IN. delE.J
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Introducción C'hrlstopher Lasch
La obra de Béla Grunberger y de Janine Chasjalona una nueva etapa en el estudio psil'oanalitiC'o del narcisismo. Los ensayos de Grunl)('rgn referidos al na rc isismo ya han sido traducidos a l inglés. pero la relación entre narcisismo e ideal del yo sólo alcanza evidencia plena en la obra de su l'sposa y ocasional colaboradora. Es cierto que fragmentos de su obra habian aparecido en lengua inglesa. pero unos en sayos dispersos no revelan toda su dim ensión e importancia teórica. El presente estudio demuestra por prtmera vez lo indispensable que es alcanzar una inteligencia del ideal del yo. Es la obra de una teórica de gran originalidad y vigor. Una vez que se ha distinguido con claridad el ideal del yo del superyó. se vuelve posible comprender muchas cosas que permanecían oscuras en la teoría psicoanalítica. Una inteligencia correcta del ideal del yo devuelve a l concepto psicoanalitico de narcisismo algo de su acepción popular de autoestima. El narcisismo es el estado de plenitud arcaica en que el yo hace las veces de su propio ideal. segun la formulación de Chasseguet-Smirgel. Siguiendo la sugerencia anotada por Freud en su ensayo principal 11lntroducción del narcisismo» {sugerencia que por desdicha él abandonó en s u obra posterior. donde ·ideal del Yº" y •superyó" aparecen como términos intercambiables). Chasseguet· Smirgcl ve en el ideal del yo el heredero del na rcisism o primario. a saber. el heredero de la ilusión infantil de omnipotencia y de los sentimientos de dicha asociados a ella. La separación de la madre perturba la autoestima porque obliga al niño a hacerse cargo de su propia debilidad e Independencia: la distancia en· sq~uct-Sm irge l
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lre el yo y el ideal d e l yo. que durante el resto de nu<'stra vida nus esforzaremos e n salvar. Chasseguet-Smirgel deja en claro. desde luego. que las heridas narcisistas en manera alguna se reducen a esta injuria de nuestra a utoestima. A medida que el niño alcanza una percepción clara de su situación dependiente y desvalida en e l mundo. se resquebraja su ilusión de encontrarse en una fusión perfecta con la madre y el ambiente. Es este descubrimie nto de Ja frontera entre el yo y el no-yo lo que abre los ojos del niño sobre su depende ncia de fuentes externas de cuidado y nutrición . La experiencia original de contento basada e n Ja ilusión de una autosuficiencia absoluta y. al mismo tiempo. d e una unión beatifica con el mundo, deja paso a un penoso sentimiento de inferioridad. Pero el recuerdo del contento y Ja grandiosidad primordiales pe rsiste en la forma de una concepción ideal d e la persona. el ideal del yo. con arreglo al cual p rocura modelarse el yo en desarrollo. Si se lo suele considerar equivocadamente un simple modelo de rol que se basaría e n las imágenes interiorizadas de los padres y de otras autoridades. el ideal del yo. según lo expone Chasseguct-Smirgel. Uene su origen en las experiencias más tempranas y encarna "el deseo humano raiga! de retornar al s eno mate rno". Los introyectos pare ntales idealizados sirven d espués como otros tantos recordatorios de aquella perfección perdida. Según Chasseguet-Smirgel cela evolución humana" e n su conjunto brota de .. Ja nostalgia de un paraíso perdido11; todos n osotros "estarnos siempre "en busca del tiempo perdido",,, Esta inextinguible añoranza de un ideal de felicidad inalcanzable -la •enfermedad de idealidadu- es Ja base de los logros humanos más excelsos así como de las formas más degradadas d e Ja locura. Su vigor y persistencia dan testimonio de la prematurez de la criatura humana. que Chasseguet-Smirgel. siguie ndo a Freud. considera como el hecho que preside toda la vida a nímica. El nino llega al mundo demasiado pronto. con ambiciones que sus capacidades físicas no sustentan . •La prematurez del ser humano, que se sitúa en el origen de la formación de un ideal del yo. proba-
hlt-nwnle Imprima caraetcristicas e specificas a nues1ra vida pulsionalu. Gobierna la traducción de las nect·stdadt•s corporales al registro del deseo. Convierte 111 placer en algo más que una simple descarga de ten· Klón. Es que la satisfacción pulsional concurre al mis1110 tiempo a reducir la distancia entre yo e ideal del yo. Pero su unión perfecta es inalcanzable. y por eso d deseo queda siempre insatisfecho. Los seres humanos se singularizan entre todos los animales por Ja constancia del impulso sexual: y su lalla de periodicidad sexual insinúa la trasformación ele la vida pulsional por la sobreimposición de un anlwlo narcisista. La pulsión sexual deja de ser instintiva en el sentido estricto: y el anhelo narcisista de unión primordial influye sobre todas las demás pulsiones biológicas. Ese anhelo -que enraíza en el afán de su· perar el hecho de la separación y la conciencia de l desvalimiento- es intenso al punto de prevalecer induso sobre las pulsiones de autoconservación. Esto no se debe a que el ideal dd yo obedezca a una 11pulsión de muerte" sino a que el narcisismo en que se basa. oriundo de un estadio de vida anímica anterior a todo sentimiento de distinción entre el yo y el mundo exterior. no concibe la muerte y. por lo tanto. demuestra indiferencia a la posibilidad de su propia extinción. Entre los diversos conceptos psicoanalíticos iluminados por esta nueva comprensión del narcisismo y del ideal del yo. la pulsión de muerte siempre fue el más problemático e inasequible. Estamos ahora en mejores condiciones para comprender las razones por las cuales es preciso rechazarlo y. al mismo tiempo. de apreciar la justa intuición que esconde: esta nace de las especulaciones esbozadas por Freud primero en su ensayo sobre el narcisismo pero oscurecidas después en su empeño en hallar una base pulsionaJ para esta desconcertante posibilidad que planteaba la teoría del narcisismo primario: la de que algo dentro del yo año· rara regresar a una condición anterior a toda tensión y porfia, sin cuidarse de l bienestar del yo corporal. El principio de Nirvana. como Freud lo llamó, busca un alivio absoluto de tensión y. de este modo. aun los ha· lagos del principio d e placer son experimentados co·
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n10 u11a pl'rlurbadora Intrusión en el contento uterino que aquel desea restaurar. Pero e l principio de Nirvana. como ahora podemos verlo. no se origina e n e l •instinto de muerte.. sino e n el narcisismo primario. con su ilusión de vida perdurable y su indiferencia a las demandas corporales. La intuición de Freud lo orientó hac ia algo situado •más a llá del principio de placer•, algo más profundo y oscuro que la apetencia de satisfacción libidinal. Pero supuso. con arreglo a su teoría de la primacía de las pu.lsiones. que eso mismo tenía que ser pulsional. De ahi la errónea hipótesis del instinto de muerte. Grunberger y Chasseguet-Smirgel desprendieron el principio de Nirvana del concepto de instinto de muerte y postularon en cambio .. una dialéctica continua entre e l yo pulsional y el si-mismo narc isista". con palabras de Grunberger. Su teoría contribuye a explicar. entre otras cosas. la razón por la c ual •la persona narcisista... según apunta Grunberge r. •se ama sin duda a si misma. pero se a ma apenas o en modo alguno11. Otra intuición freudiana, a saber. que la frustración proporciona la fuerza motora del desarrollo psicológico. alcanza Inteligibilidad más plena a la luz de la teoría de Chasseguet-Smirgel sobre el ideal d el yo. En su añoranza de recuperar la experiencia de unic idad y omnipotencia primordiales. el ideal del yo puede seguir la vía directa. sumaria. regresiva. indicada por el principio de Nirvana. o el camino largo y difícil de la madurac ión y el desarrollo. Este camino está e rizado de obstáculos. Presenta al niño la evidencia plena de s u inferioridad y desvalimiento. Pero la frustración le sirve también como incentivo para que se e nse ñoree de su ambiente. luche contra la adversidad . siga e l ejemplo d e sus padres y otras a utoridades. se convierta en un adulto y así r ecupere e l sentimiento de unicidad no por la vía de desmentir el hecho de la separación. sino por la de superarla en la búsqueda de un idf"al -erótico. estético o religioso- d e d evoción y autosacrificlo. La pasión erótica idealizada. el arte y la religión, según Chasseguet-Smirgel. contribuyen a remplazar la ilusión original de fusión perfec ta con experiencias
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<¡lit' rt'L'upcran al~o ele su embeleso pero reconocen la nllt'ridad así como las imperfecciones de los objetos. Aceptar las limitaeiones del compañero -la indulgenda qui:' distingue a la ternura-. he a hí lo que diferenda u na pasión madura y sensual de la idealización del amor Lan característica de la adolescencia. En el arte. la representación de una belleza con defectos nos conmut>vt· más profundamente que las imágenes ideallZéldas que nos presentan la publicidad y la cultura de 111asas. De la misma manera. la insistencia en los obsLáculos para la salvación es lo que distingue a la reli· ~Ión, en sentido estricto. del misticismo o de los cultos contemporáneos de Jesús, que "esfuman el rostro de l padre y d e esta manera franquean la linea que separa la religión del misticismo. El reino absoluto del hijo implica. por su contenido latente. la unión con la madre•. a saber: una unión que no reconoce impedimentos para su consumación. en la forma de prohibiciones paternas o aun de una presencia del padre. La desmentida de estos obstáculos es lo que define el atajo del Nirvana. la vía de las ilusiones. ChasseguetSm!rgel inicia su estudio del ideal del yo con el de la perversión sexual porque es en e lla donde el m ecanis· mo psíquico de la desmentida se muestra con más evidencia y deja ver con más nitidez su origen narcisista. La perve rsión, como explica Chasseguet-Smtrgel. es una estrategia para mantener ilus iones narcisistas. Niega asi tanto las diferencias de género como las generacionales; y la conexión estrecha entre estos dos tipos de desmentida queda explicada con claridad. quizá por primera vez. en la teoría de Chasseguet-Smirgel. La perversión encarna la ilusión de que el varoncito es ya un compañero perfecto para su madre. a quien él. además. dota de falo, a fin de desmentir que necesite el de su esposo. En la mujer, este mismo tipo de ilus ión adopta la forma de una fanlasia en que la nifilta da a luz un hijo sin intervención paterna. Elevada a la condición de ideología en determinados movimientos recientes que proponen un separatismo sexual, esta fantasía brota del afán de no adml· tir la dependencia recíproca de hombres y mujeres. Chasseguet-Smirgel cita el S.C. U.M. Manifesto de Va-
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lérk Solamts: .. La reproducción de la especie es técni· camentc posible sin el concurso del varón. En lo sucesivo las mujeres se podrán reproducir de mujeres. ron exclusividad". La desmentida del papel masculino en la reproducción concurre también a desmentir la diferencia entre las generaciones. Si la madre no necesita de esposo. le bastan su hijita o su hijito. Por la vía de remover las diferencias generacionales y de género. la perversión remueve la distinción más fundamental entre el yo y el no-yo. que es la fuente de las demás distinciones. Supera Ja angustia y el dolor de la separación por el recurso de anular todo conocimiento de los obstáculos que impiden la reunión de madre e hijo. En lugar de superarlos. se limita a desmentir su existencia. El análisis del ideal del yo conforme a Chasseguet· Smírgel no ofrece sustento a programas recientes de liberación sexual y revolución cultural que cantan alabanzas a Ja perversidad polimorfa. a los derechos de los homosexuales y a una sociedad sin padres. Pero tampoco postula un programa normativo de desarrollo psicológico a la manera de la psicología del yo. ni idealiza al yo autónomo. radicalmente separado, que seria el producto final de aquel desarrollo. Tomar en cuenta el ideal del yo. en tanto se opone al yo. nos permite ver que el desarrollo no se silúa en una progresión lineal por las fases oral. anal y fálica. claramente deslindadas. que culminaría en el logro de la sexualidad genital, sino en la unión amorosa con el mundo. sin que ella impida el simultáneo reconocimiento de su alteridad. Con su insistencia en los lazos entre perversión sexual y arte. entre narcisismo y pasión erótica, o entre idealización y sublimación. Chasseguet-Smirgel nos hace ver que las actividades más sublimes tienen su base en las fantasías y los anhelos más regresivos. que procuran restaurar un estado de cosas en que el propio ser se confundía imperceptiblemente con su contorno. Un desarrollo psíquico adecuado no puede tener por finalidad remover ese recuerdo. como tampoco la de anular el conocimiento de la separación y la dependencia. Chasseguet-Smirgel recurre al distingo 1fi
entre ser y llegar a ser para esclarecer la diferencia entre soluciones regresivas y evolutivas del problema básico de la separación. Pero no quiere dar a entender que- el desarrollo. que se propone llegar a ser y no ser un padre admirado y envidiado. alcance su correcta finalidad t>n la desmentida de los nexos con el mundo exterior. e n el desdén por la mujer o en un repudio de l costado femenino de la experiencia. La Importancia que Chasseguet-Smirgel atribuye a la maduración y al desarrollo se debe entender. entonces. no como una condena de la homosexualidad o un intento de instituir una norma rigurosa de conducta sexual. sino como una critica de la ideología de la perversión y de la ideologia en general. que nace del afán de preservar la ilusión infantil de omnipotencia. Algunas de las páginas más esclarecedoras de esta obra tratan de la psicología de grupos: otro aspecto de la teoría freudiana que sólo adquiere Inteligibilidad plena en el contexto de una comprensión correcta del ideal del yo. Mientras que Freud vio en el grupo una revivencia de la horda primordial. en que el conductor era una figura paterna y el grupo constituía una banda de hermanos, Chasseguet-Smirgel sostiene que muc has formas de la psicología de grupo tienen su origen en la misma ilusión que está en la base de la ideología de Ja perversión sexuaJ. Sobre todo en el mundo moderno . los grupos parecen encontrar su fantasía dominante no en el sometimiento al padre sino en la reunión colectiva con lamadre. 11EI grupo es autoengendrado. El mismo es una madre omnipotente. No se trata de organizarse en torno de un personaje central (el director) sino en torno del grupo como talu. De este modo. el grupo represen ta "el anhelo de fusión entre el yo y el ideal del yo por los m edios más regresivos». El nazismo. por ejemplo. rindió culto, más que al padre. a la diosa madre (•sangre y tierra11). Promovió "una verdadera erradicación d el padre y del universo paterno. al mismo tiempo que de todos los derivados del Edipo". En la ideología nazi. según Chasseguet-Smirgel, uel retorno a la naturaleza, a la antigua mitología germánica, manifiesta la aspiración a fusionarse con la madre omnlpotenteu. La 17
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psicología de los grupos con frecuencia responde en nuestra época más al afán de ilusión que al afán de liderazgo. y la ideología moderna contribuye a promo· ver la ilusión de omnipotencia de la masa. Los grupos tienden a elegir como conductor no al hombre de ac· ción. la figura paterna dominante, slno aJ maestro ilu· sionista diestro en la propaganda y las artes histrión!· cas. que ofrece a cada miembro del grupo •la oportu· nidad de creer que no necesita llegar a ser como su padre ni identificarse con él•. Chasseguet-Smirgel finaJiza su estudio con unos apuntes. demasiado breves. sobre religión y ciencia. También en este campo sostiene que el m.isticismo y el culto de la droga. a diferencia de la religión. toman el atajo de Nirvana. Este análisis, de pasada. ayuda a explicar que la muerte de Dios no haya dado al horn· bre más independencia y confianza en si mismo. La quiebra de las ilusiones religiosas no ha hecho sino allanar el camino a ilusiones más insidiosas. y la ciencia misma. en lugar de convertirse en la promotora de la ilustrac ión general. concurre a reactivar apetitos in· fantiles y el afán infantil de ilusiones insinuándose en la vida de las personas como una serie interminable de milagros tecnológicos. drogas y curas maravillosas. así como de ingenios electrónicos que soslayan la ne· cesidad del esfuerzo humano. uEn el nivel de Jos pro· cesas primarios. la ciencia. en cuanto a sus resultados. es experimentada como magia•. Alienta una in· quietud y una impaciencia insaciables ucomo si el hombre ya no se pudiera acomodar a los procesos na· turales de la vida sino que se hubiera puesto a funcio· nar según el modelo de las máquinas que él mismo ha creado. De este modo. paradójicamente. parece que la propia ciencia actuara como una potente activado· ra de la ilusión•. Corno se advierte por estas ideas. que relacionan ilusiones e ideología. el concepto del ideal del yo. se· gún lo ha investigado Chasseguet-Smlrgel. no sólo ilumina la psicología del narcisismo en el individuo sino muchos de los nexos entre vida psíquica y sociedad. l•:s "un concepto axial entre lo individual y lo colecti· v11 Ahorda las experiencias que llevaron por primera 11
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vt·z al Individuo a percatarse de su existencia separada . Al mismo llempo. alañe a toda la serie d e los m e<'anismos psiqulcos. regresivos y progresivos, por medio clt' los cuales hombres y mujeres procuran restablcl'cr una conexión satisfactoria con su medio. Pero l'Sto no rs todo. El concepto d el ideal d e l yo contribuye también a esclarecer las relaciones entre el hombre y Ja naturaleza. Nos recuerda que e l ser humano pertenece al mundo natural pero tiene Ja capacidad de trascenderlo. Nos ayuda a comprender. de igual modo. que la capacidad de autorre flexión critica. la observancia de las nom1as más rigurosas de conducta. y el heroísmo moral. tienen su raíz en el costado biológico de la naturaleza humana: el miedo a la muerte. la sensac ión de desvalimiento y d e inferioridad. y Ja añoranza de restablecer w1 sentimiento de unidad primordial con el orden natural d e las cosas.
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Introducción de la autora
¡Qué poca cosa. Jos impacientes! ¿Sanó una herida si no fue por etapas? Por ingenio obramos. no por ensalmo Y el ingenio necesita un tiempo dilatado. Otelo (acto II. escena 3)
La expresión ideal del _yo es harto elocuente para que aun el lector no avisado la cargue de afecto si tropieza con ella en un libro o en el curso de una conversación. Empero. no atinará a dilucidar su sentido preciso. Los psicoanalistas mismos no suelen mostrarse mucho más adelantados que los no especialistas en este punto. En efecto. no deja de sorprendernos el hecho de que. más o menos. todos los analistas hablen de ideal de l yo sin precisar nunca la significación que atribuyen a este concepto, como si existiera un consenso tácito en ese sentido. Ahora bien. el examen de los escritos de Freud. según lo expondremos (véase el •Apéndice•), revela que a partir de 1923 el ideal del yo fue literalm ente absorbido por el superyó. Freud m e nciona sólo en muy raras ocasiones el concepto Introduc ido (de manera expresa) en 1914. Entre •Introducción del narcisismo" y El yo y el ello. lo utiliza en a cepciones variadas. Ahora bien. me pareció que d ebía de aplicarse al vocabulario analitico Jo mismo que vale para el de la lengua en general: el uso de un término se introduce y persiste si adhiere a su objeto tanto que sólo la desaparición de este lo volveria caduco; y se equivocan los puristas que desean expurgar términos que resisten y se aferran a la lengua con la tenacidad 21
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que les confiere la existencia de la idea o de la cosa que designan. Pero, si es relativamente sencillo definir los contenidos de las iRstancias de la segunda tópica -aunque el superyó no deja de plantear problemas según se piense. con los kleinianos, que existe a partir de los primeros introyectos. o, con Freud. que es el heredero del complejo de Edipo. y de un Edipo relativamente tardío-. en lo que concierne al ideal del yo las cosas son mucho más complejas. Por eso. en una revisión de aquellos textos en los que Freud se refiere al ideal del yo. citaré algunos artículos anteriores a 1914 en los cuales. sin tratar formalmente de esta expresión. considera -me parece- una problemática que prefigura y condiciona en cierto modo la introducción del concepto. No nos resulta fácil seleccionar esos textos porque sólo nos podemos orientar por opciones personales. en este caso -al menos respecto de algunos de ellos-. mis propias concepciones acerca del ideal del yo. Pero este factor subjetivo quedará en parte morigerado. según espero. por la convergencia de un conjunto de ideas que Freud retoma en la sucesión de sus trabajos. Notemos la asimetría entre esta tentativa y la que consistiría en recopilar los textos freudianos que prefiguran al superyó. Todos los analistas coincidirían en pensar que para esto habría que revisar los escritos donde figuran •la censura... ula barrera de l incesto ... cela instancia crítica.. y •el ideal del yo en algunas de sus funciones. En lo que concierne al Ideal del yo, los términos •sobrestimación• o •sobreevaluación•. asi como el de unarcisismou. nos resultan sin du· da de alguna utilidad. pero opino (y ya estamos aquí en el dominio de las opciones personales} que nos debemos orientar también hacia ideas mucho menos pre· cisas. como ..fantasías de ambición". unovela familiar". Reparemos en otra dific ultad todavía: quien pretenda tratar del ideal del yo d eberá. sin duda. tomar posición sobre sus nexos con el superyó y su estatuto respecto de esta instancia. Ahora bien, el ideal del yo de 1914 y el superyó de 1923 pertenecen a tópicas diferentes. El ideal del yo. en la medida en que no s e lo considere idéntico al superyó. y en que. además, se haya adoptado la segunda tópica, se encuentra por lo 11
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tanto 1:11 la situación (incómoda) de cabalgar sobre dos concepciones diferentes del aparato psíquico. Si. por otra parte, reparamos en que el ideal del yo de 1914 y el superyó de 1923 se inscriben en una teoría de las pulsiones también diferente, no puede dejar de impresionamos la complejidad del problema. (El superyó fue introducido en 1923 en relación con el dualismo de los instintos de vida y de muerte de 1920.) Pero cabe esperar que un abordaje de inspiración clínica consiga introducir alguna claridad en este embrollo. Por un artificio de presentación, pero también con arreglo a los datos clínicos. me veré llevada. en el cur· so de casi toda mi exposición, a hablar del ideal del yo sin referirme al superyó. como si se tratara de una entidad autónoma. Por lo demás, lo que puede parecer un artificio se adecua de hecho a la historia de la teoría psicoanalítica -el ideal del yo apareció en la obra de Freud mucho antes que el superyó- y. al mismo tiempo. a la génesis -el ideal del yo es el heredero del narcisismo primario, y el superyó. el del complejo de Edipo. Si bien la uenfermedad de idealidad· de lgitur (véase Mallarmé) se aplica a la depresión y aun a l síndrome de Cotard {t
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dinlcas que me encaminaron por una vía diferente. por la que rspero que el lector quiera seguirme. A saber: me ha sorprendido en muchas ocasiones -lo mismo que a otros colegas. imagino- que sujetos que presentan una sintomatologia muy florida. de orden neurótico pero a veces también pre-psicótico, y hasta una apariencia física curiosa, revelen en el análisis -pero puede tratarse también de sujetos encontrados fuera del consultorio analítico- ser poseedores de un notable insight. un conocimiento intuitivo de lo que ellos podrían ser si no mediaran sus trabas conflictuales. y que, cuando emprenden un análisis. se sostengan durante su cura. aun más allá de sus resistencias. a menudo muy importantes. por una suerte de aprehen· sión profunda de las etapas que los conducirán a llegar a ser lo que ellos son. Por otro lado. sucede que sujetos e n apariencia poco afectados. de éxito social en algunos cas os brillante. asistidos por cualidades Intelectuales evidentes. manifiesten -más aJlá de las resistencia s clásicas- una suerte de incomprensión. no menos profunda que aquella intuición de los anteriores. sobre lo que el proceso analitico es, y, como espero mostrarlo. lo que es cualquier proceso e n general. El analista echa de menos en tales casos la complicidad que crea, en los pacientes. la presencia de cierto factor que m e veré llevada a definir. Por lo demás. tal vez se lo pudiera asimilar a •la alianza terapéutica" cara a Jos autores norteamericanos, que de este modo abordaríamos de una manera más precisa y desde un punto de vista más analítico. Ceñir la cualidad respectiva del ideaJ del yo en estos dos tipos de estructura nos permitirá. según espero. echar algo de luz sobre problemas taJes como. por ejemplo. el estado de enamoramiento. los fenómenos de grupo. los di· ferentes tipos de creadores. el rol de los pares en la evaJuación de nuestro propio yo .. . Freud dice que •quien conozca Ja vida anímica del hombre sabe que no hay cosa más dificil para él que la renuncia a un placer que conoció. En verdad, no podemos renunciar a nada; sólo permutamos una cosa por otra" (uEl creador literario y el fantaseo ... Freud. 1908). La concepción freudiana de l ideal del yo (1914) 24
consecuencia directa de t'Sa comprobación. El l
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"Razón última de todas las inhibiciones intelectuales y de trabajo parece ser la inhibición del onanismo infantil. Pero acaso llega más hondo. no se trata de su inhibición por influjos externos. sino de su naturaleza insatisfactoria en si. Siempre falta algo para el pleno aligeramiento y la satisfacción -"en attendant toujours quelque chose qui ne t'enait point"-11 (OC. vol. xxm. pág. 302: anotación del 3 de agosto de 1938: la frase escrita en francés está así en el original) ·•esperando siempre algo que no venía" (ibid .. nota al pie). Y además: uLo perdió la este objeto. el pecho] sólo más tarde, quizá justo en la época en que el niño pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción• (Tres ensayos. Freud. 1905). Y por fin : uLo que en sentido estricto se Ilarna "fe licidad" corresponde a lasatisfacción más bien repentina de necesidades retenidas. con alto grado de estasis. y por su propia natura· leza sólo es posible como un fenómeno episódico (E/ malestar en la cultura. Freud. 1929). La época en que el niño era para él mismo su propio ideal no traía consigo ni insatisfacción. ni deseo. ni pérdida. y en nosotros existe como el engrama de la felicidad perfecta y permanente. Freud nos da a entender de este modo -hasta el último momento- que si el hombre se afana sin descanso en la búsqueda de su perfección per11
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dida. jamás podrá alcanzarla verdaderamente. Al parecer. esa búsqueda se encuentra en la base de los logros más sublimes pero también de los errores más nefastos de l espíritu humano. Espe ro que mi exposición contribuya a la inteligencia de esta con tradicción aparente. Insisto e n que mis r eferencias a la bibliografía a nalítica dedicada al superyó serán limitadas. De hecho disponemos sobre este tema de una documentación incomparable: la que ha reunido para nosotros Marce! Roch (Roch. 1966). y me permito remitir a ella al lector y expresar mi gratitud a este autor por el precioso instrumento de trabajo que ha puesto a nuestra disposición. La uenfermedad de idealidadu está universalmente difundida: si no todos morimos a causa de ella. a todos nos afecta. Y un estudio sobre el ideal del yo conduce a una reflexión sobre el ser humano en general. Por eso tal vez asombre ver que este trabajo comienza con un examen d c:- La s relaciones entre el ideal del yo y la perversión . En realidad. me pareció que ese punto de partida p ermitiría comprender m ejor lo que es el ideal del yo en un d esarrollo que no haya sido trabado por ciertos factores que consiguen desviarlo en el sentido literal del término. y creo que. desde este ángulo, mi ensayo se pue de considerar como una refle xión sobre la «normalidad». Además. el exam en de los nexos del ideal del yo y de la perversión permite. e n mi opinión. comprender mejor a la vez la perversión misma y algunas al"ecciones psiquicas que presentan con ella un núcleo común que he intentado dilucidar. núcleo operante e n estructuras que cada vez con mayor frecuen cia encontramos en la clínica. Este ensayo intenta contribuir e ntonces al estudio de la evolución de una patología sobre la cual tantos trabajos insiste n hoy. La pers pectiva que he escogido para el conjunto d e mi obra implica una focalización en la prematurez humana y el concepto fre udiano de Hil11osigkeit (la impotencia primaria del niño para valerse por sí mismo) . El resquebrajamiento de la fusión primaria, que nace de esta impotencia y conduce al sujeto a reconocer el no-yo. parece ser el momento primordial en que la om26
nlpotcnc!a narcisista que le es arrancada se proyecta MobrC' el objeto. primer ideal del yo del niño. omnipotencia narcisista de la que en lo sucesivo estará separado por una hiancia que durante toda su vida se esforzará en colmar: tendencia que pasará a ser enton t'es el primum mmrens de su educación y de sus actividades en diversos dominios. Así. el ideal del yo es abordado como un fenómeno antropológico {en el sentido lato del término) especifico por el cual el ser humano sobrepasa la simple búsqueda de satisfacción instintual. Estudiar el ideal del yo es estudiar lo que hay de más humano en el hombre, aquello que más lo aleja d el animal. sin duda en mayor medida aún que el superyó. Freud dijo en Esquema del psicoanálisis ( 1938) que- los mamiferos superiores debian de tener un superyó: aludía con esto a los perros. corno lo indica una de sus cartas a Marie Bonaparte. Ser hombre es sin duda y ante todo sentir la nostalgia de su antigua perfección. El hombre es entonces un animal enfermo en busca del tiempo perdido. aquel en que ·•él fue su propio ideal• (Freud. 1914}. Esto implica un seguimiento eterno de esa parte de narcisismo que la defusión primaria Je ha arrancado. Muy a menudo los psicoanalistas reducen el ideal del yo a un modelo que el sujeto desea alcanzar. Me parece que no se lo puede comprender de este modo si se lo considera. con Freud, •el sustituto del narcisismo perdido de su infancia» (se trata del ser humano). El hecho de elegir portadores para ese narcisismo bajo Ja forma de modelos no es más que una consecuencia -capital, sin duda. para la evolución. pero secundaria respecto del movimiento profundo que anima al sujeto- del deseo de colmar la falla entre el yo talcomo es y tal como quisiera ser (lo que se refiere siempre. en último análisis. al momento en que «él fue su propio ideal,,). La proyección de este ideal sobre un soporte es. por esta razón. siempre un tanto irrisoria. y el logro de este fin (la semejanza con el modelo admirado y. en consecuencia. su supresión} nunca es real y definitivamente satisfactorio (lo que tal vez ~ea un factor de progreso). porque. de hecho. no se trata sino 27
de representaciones efímeras. parciales y sustitutivas de un proyecto mucho más grandioso y quizás inal· canzable salvo en el orgasmo. ta regresión más pro· funda (la psicosis) y la muerte. El narcisismo arrancado al yo primitivo se podría comparar. si se quisiera, con la idea platónica (salvo la diferencia. capital. de que en realidad se trata de una energía) que buscara encarnarse. Pero es la existen· cia de la idea la que predomina sobre sus encamacio· nes. que no son sino sus modestos y sucesivos avatares. La educación. aliada al deseo del niño de librarse del objeto, es decir. de la dependencia primaria, y el complejo de Edípo lo empujan a hacerse autónomo por medio de identificaciones que confieren a su ideal del yo rostros diversos, o sea, lo desperdigan en ideales que imprimen una forma (y. por lo tanto, trazan unos limites) a su narcisismo perdido. Se podría entonces concebir un ideal del yo trascendente respecto de ideales temporarios e indefinidamente renovables. Si ganar dinero (o despreciarlo), poseer un departamento suntuoso (u ostentar una vida de bohemio). vestirse de manera agradable u original. tener hijos hermosos. practicar una religión. darse a la bebida. ad· herir a una ideología. amar y ser amado. escribir un libro inteligente. producir una obra de arte. etc .. pue· den constituir tentativas diversas de disminuir la distancia entre el yo y el ideal, no es menos cierto que allende la búsqueda de esas satisfacciones como tales. el hombre es guiado por algo más profundo. más absoluto. más permanente. que rebasa los contenidos cambiantes. las apariencias múltiples y momentáneas en que él irá plasmando su deseo fundamental de recuperar su perfección perdida. Esas tentativas. que no son sino otros tantos relevos por un camino que no lleva a ninguna parte salvo a la muerte. lo incitan empero a vivir. Esta perspectiva no desdeña. creo yo. el papel del deseo y del placer, ni, sobre todo, el del com· piejo de Edipo. Al contrario. concedo a la fantasía in· cestuosa y al deseo edipico un alcance fundamental; los relaciono, en efecto. con el ideal del yo. El soporte del deseo edípico no se reduce a la simple necesidad de suprimir la tensión sexual; y en esto es profunda28
humano en tanto se enlrama con caracteristiespecificas de la condición humana: la prematu11·z de la criatura. su aflicción, su dependencia. Me part'<'I' indispe nsable diferenciar la fantasía incestuosa ele- la pulsión (sexual) en general. Recordemos -pero tendré ocasión de evocar otros kxtos en que Freud ha bla de laHilflosigkeit- este extracto de Inhibición . síntoma y angustia (1926):
111t·11te
c·.is
.. 1.:1 (factor] biológico es el prolongado desvalimiento y dependencia de la criatura humana. La existencia intrauterina del hombre se presenta abreviada con reladón a la de la mayoría de los animales: es dado a luz m ás inacabado que estos. Ello refuerza el influjo del mundo exterior real. promueve prematuramente la dilt•renciación del yo respecto del ello. eleva la significatividad de los peligros del mundo exterior e incrementa e normemente el valor del único objeto que puede proteger de estos peligros y sustituir la vida intrauterina perdida. Asi. este factor biológico produce las prim eras situaciones de peligro y crea la necesidad de ser ama do. de que el hombre no se librará más'"
De esta concepción de la Hilflosigkeit y de sus consecuenc ias se sigue la necesidad de hacer del complejo de Edipo -del deseo incestuoso y de sus derívadosno solamente el núcleo de las neurosis» sino el de la psique humana en general. 11
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1. El ideal del yo y la perversión
"La llamó a su aposento y Je dijo: "Ve al jardín y tráem e una calabaza". Cenicienta corrió a recoger Ja más hermosa que hubiera. y se Ja llevó a su madrina. pero no adivinaba cómo esa calabaza le permítiría ir al baile. Su madrina la vació hasta dejar sólo la cáscara. la tocó con su varita y la calabaza se trasfonnó al instante en una gran carroza toda dorada. D espués fue a inspeccionar su trampera. donde encontró seis ratones todos con vida: dijo a Cenicienta que levantara un poco Ja tapa. y a cada ratón que salia. lo tocaba c on su varita. y en el acto el ratón se trasformaba en un brioso corcel: así quedó formado un buen tiro de seis caballos. de un lindo gris arratonado con pintas. Como no se le ocurría con qué hacer un cochero: ..Voy a ver -dijo Cenicienta-. si no hay alguna rata en la trampa. haremos con ella un cochero". "Tienes razón -dijo su madrina-. anda y mira". Cenicienta Je trajo Ja trampa. donde había tres grandes ratas. El hada tomó una de las tres. a ca usa de su majestuosa barba. y así que Ja tocó. se trasformó en un robusto cochero. que tenia uno de los mostachos más imponentes que se hubieran visto . .Después le dijo: "Ve al jardín. allí encontrarás seis lagartijas detrás d e Ja regadera. tráemelas". Apenas se las hubo traído. la madrina las trasformó en seis lacayos que subieron con presteza de trás de la carroza con sus libreas brillantes y tangallardos estaban como si no hubieran h echo otra cosa en su vida. La madrina dijo entonces a Cenicienta: "Y bien. ahí tienes con qué ir al baile. ¿no te contenta?"H,
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Cuando. en 1914. Vreud introdujo el ideal del yo en la teoría psicoanalítica al mismo tiempo que el narcisismo. lo consideró el heredero del narcisismo primario Hntroducción del narcisismo», Freud. 1914). El st'r humano. incapaz de renunciar a una satisfacción de que una vez gozó. "ººquiere privarse de la perfección narcisista de su infancia· y oprocura recobrarla en la nueva forma del ideal del yo. Lo que él proyecta frente a si como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal". Según este texto, el ser humano es arrancado de la perfección narcisista de su infancia por el conjunto de 11las admoniciones .. de otros y por nel despertar de su juicio propio•. En realidad . la ruptura del estado nar· cisista primitivo obedece. como lo dice Freud en una nota de •Pulsioncs y destinos de pulsión" ( 1915). al desvalimiento del sujeto, que lo constriñe a reconocer el no-yo. el objeto. al que terminara invistiendo con su propia omnipotencia perdida. La idea de que el reconocimiento del objeto encuentra su origen en el desvalimiento primario del niño y. por lo tanto. en su dependencia (tema permanente de la obra freudiana) aparece ya en el •Proyecto de psicología11 (Freud. 1895. Primera parte. Plan general): 11El organismo humano es al comienzo incapaz de llevar a cabo la acción específica [se trata de una acción susceptible de rebajar las excitaciones in temas gracias a una vivencia de satisfacción). Esta sobreviene mediante auxilio ajeno: por la descarga sobre el camino de la alteración interior. un individuo experimentado advierte el estado del niño . Esta vía de descarga cobra así la función secundaria. importante en extremo. del entendimiento". Sabemos que el narcisismo •proyectado frente a si•. y que fonna precisamente el ideal del yo. pasará después a investir otros objetos y. en el caso del varón. recaerá sobre la figura paterna en el momento del Edipo. Sin entrar todavía en el detalle de esta evolución. podemos comprobar desde ahora que es largo el trayecto entre el momento en que el sujeto es para sí mismo 31
su propio !
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Mt·xualldad Infantil. era para ella un compañero perfc-cto. que en consecuencia nada Lenia que envidiar a -.11 padre. deleniéndolo de este modo en su evolución. Su ldt'al del yo. en lugar de pasar a investir al padre J.!enltal y su pene, quedará en lo sucesivo adherido a 1111 modelo pregenital. Lo que cuenta. desde luego. es que esta Ilusión se mantenga. Ella (la ilusión de que el perverso es un compañero adecuado para la madre. y un día la poseerá) es revivida en la trasferencia. Un enfermo per· Vt'rso creía (esto no era del orden de la fantasía) que el análisis culminaría en una relación sexual entre él y yo. He hallado la misma creencia en un paciente descrito por Ruth Lebovici ( 1956). Y la Ilusión en efecto se mantiene en diversas condiciones. aun cuando la actitud de la madre no corresponde al esquema que acabamos de describir. Por ejemplo, cierto paciente perverso parece haber sido rechazado por su madre. Pero diversos factores se sumaron para conferir una función organizadora de su perversión al relato que ella le hizo de las circunstancias en que lo concibió: joven virgen. ella habria danzado desnuda con el padre del niño y habría sido fecundada en esa ocasión sin que hubiera penetración. El parto la habría desflorado. Este caso (comunicado por un colega) muestra con clartdad que en la escena primitiva así representada el padre no hace nada que el hijo. con su sexualidad pregenital. no fuera capaz de hacer (danzar desnudo). Más aún. la madre. en este relato de un nacimiento por concepción inmaculada. otorga al hijo un papel más .. genitaln que al padre. puesto que la habria desflorado al nacer. Se averiguó una constelación familiar todavía más alejada del prototipo que he descrito en un paciente fetichista cuyo padre. desde hace años. presenta rasgos paranoicos evidentes. La madre es descrita como la víctima dulce y sumisa de ese tirano doméstico que escribe cartas anónimas. hace agujeros con un tala· dro en la pared de los dormitorios para poder observar a los diversos miembros de la familia. etc. Todo parece haber sucedido para el paciente como si los caminos que llevaren a la identificación con el padre genital le h ·1bieran sido clausurados porque la conducta
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del padre -identificado con una imago materna fálic'a sádico-anal- se prestaba muy particularmente a la fantasía de un padre sin pene genital. provisto en cambio de un taladro-fetiche. También en este caso el pequeño podía vivir de ilusiones: nada tenía que envidiar a su padre en el plano genital. El. con su erotismo infantil sádico-anal. podía pretender igualarlo. En esta perspectiva se puede comprender. m e parece. que una niña demasiado tiernam ente amada por su padre. quien la "prefiere" de manera ostensible a su esposa -caso que se observa con frecuencia-. no devenga perversa sino neurótica: y tal vez también que la perversión sea más rara en la mujer que en el hombre. Freud había señalado que entre los hijos de una misma familia los varones a menudo llegaban a ser p erversos mientras que las niñas se volvían neuróticas (Tres ensayos. 1905. y •La moral sexual "cultural" y la nerviosidad moderna". 1908). En efecto. creo que la niña nunca tiene la certidumbre totaJ de ser un objeto satisfactorio para el objeto. puesto que su padre es un objeto que se ha hecho esperar: antes e lla ha vivido una relación materna inevitablem ente frus· trante. no sólo por los conflictos precoces inevitables en lrn:• dos sexos. sino también por la restricción intrínseca que constituye para una niña el hecho de nacer de una persona de su mismo sexo. que no es su uverdadero11 objeto sexual (como lo ha señalado B. Grunberger en •Outllne for a Study of Narclsslsm in Female Sexuality11, 1964). Además. la niña no es in· vestida por la ma dre como lo es el varón (salvo excepción. en madres que son perversas e llas mismas. véa· se el r.aso descrito por Robert Bak. 1971). Francis Pasche (1956) explica el proceso del feti c hismo (creo que esto se puede generalizar al conjunto de las perversiones) diciendo que se debe a Ja existencia de un obstáculo para la idealización d el padre. Del mismo modo. sin duda. se podria estudiar esa fal-
ta de proyección de l idcaJ del yo sobre el padre en el futuro pe rverso en función de los dos ejes de la sexualidad masculina descritos por Denise Braunschweig y Mlcllcl Fain en su sugerente obra Eros et Antéros (1971) -el instinto materno y la estructuración edi34
pica-. considerando que el padre no vino a arrancar lu madre a su bebé para convertirla de nuevo en su muJcr. Ahora bien, nunca debemos olvidar. en la descripdón de este esquema, lo que pertenece en propiedad al varoncito: su deseo de ser el compañero de lamadre y de borrar por todos los medios la realidad que viene a prohibir ese deseo: la actitud de los padres. en <·sto. tiende. sea a confirmarlo con desdén de la verdad sexual. sea a contrariarlo de diversas mane-ras más o ml"nos intempestiva::; que desembocan en soluciones neuróticas. y aun psicóticas (por falta de investidura materna erótica y narcisista). sea a promover una fe· liz evolución del yo gracias a una ruptura mesurada del lazo materno. En ningún caso. sin embargo. la actitud del ambiente es responsable de la existencia del deseo en el niño. No hace más que orientarlo en la selección de las soluciones posibles. De hecho. esta distorsión del ideal del yo que no se proyecta sobre el padre se acompaña de una correlativa distorsión de Ja realidad (y. por lo tanto. del yo). Joyce McDougall. cuyos notables trabajos han he· cho progresar mucho nuestros conocimientos de la estructura perversa, pone el acento sobre el papel de la integración de la diferencia de los sexos en nuestra aprehensión de la realidad en general, y sobre Ja des· mentida de que ella es objeto en el perverso. Esta tesis no es nueva. pero lo que la autora destaca -y que coincide plenamente con mis propias conclusioneses que Ja visión de Jos órganos genitales femeninos des· provistos de pene no es sólo terrorífica porque- confirme la eventualidad de la castración. sino también porque la falta de pene en la madre obliga al niño a reconocer el papel del pene del padre y a no negar más la escena primitiva (McDougall. 1971 ). Pienso. en efecto. que Ja roca de la realidad no consiste sólo en la diferencia de los sexos sino en lo que le es absolutamente correlativo. como la otra cara de una misma medalla: la diferencia de las generaciones. La realidad no consiste sólo en que la madre es castrada: la realidad consiste en que la madre tiene una vagina que el pene del varoncito no podría colmar. La
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realidad consiste e n que el padre tiene un pe n e y prerrogativas que no son sino virtuales en el peque ño. La negación d e la ausencia de pene en la madre recubre la negación de la presencia de su vagina. La visión de los órganos genitales femeninos es ta n "l.raumalizan· te• porque enfrenta al varoncito con su insuficien cia. lo obliga a reconoC'er su fracaso edipico; un fracaso al que Catherine Parat se ha referido luminosamente en su trabajo sobre .. L'organisation oedipienne du stade génltaJ .. (Parat, 1966). Freud se preguntó en uFetichismon (1927) por qué. si la visión de los órganos genitales femeninos y el miedo de castración que de ella deriva no son ahorrados a ningún hombre. ciertos individuos quedaban marcados hasta el punto de volverse homosexuales o feti· c his tas mientras que la gran mayoría tomaba el camino de la heterosexualidad normaJ . Tal vez se podría sostener que se vuelve perve rso el que . ayudado e n esto a menudo por s u madre. no ha podido resolverse a abandonar la ilus ión d e ser s u compañero adecuado ; en cambio, los factores que favorecen la proyección del ideal del yo sobre el padre ayudan al varón a superar s us miedos del órgano femenino desprovisto de pe ne . Si es verdad que al atribuir un falo a su madre el fetichista se defiende de sus miedos de castración. se defiende al mismo tiempo de reconocer una relación genitaJ entre sus padres: si su madre tiene un pene. ella no necesita el del padre -hombre adulto-, y él. el varoncito. puede satisfacer a su m adre por medio de su sexualidad pregenital. El niño. com o lo señaló Freud en uEl sepultamiento del complejo de EdiPº" ( 1924). tiene únicamente •representaciones• muy imprecisas de lo que constituye el comercio amoroso satisfactorio, pero sabe que en este el pene desempelia un papel. En Esquema del psicoanálisis (1938). Fre ud vuel· ve a referirse a la fase edípíca, en que el varoncito •inicia e l quehacer manual con el pene. junto a unas fantasías simultáneas sobre algún quehace r sexual de este pene en relación con la madre ... Curiosamente. Freud babia llegado mucho más lejos en el reconoc imiento de los d eseos masculinos de penetración de un órgano
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l'ornplementarlo cuando en 1908 (11Sobre las teorías se· xuales Infantiles•) describe ..unos impulsos oscuros a 1111 obrar violento, a penetrar, despedazar. abtir en aJ. ~una parte un agujero•. "Pero•, agrega. neuando el niño parece estar así en el mejor camino para postular la existencia de la vagina y atribuir al pl'ne del padre esa penetración en la madre como aquel acto por el cual se engendra el hijo en el vientre ma· temo. en ese punto la investigación se interrumpe. desconce rtada. pues la obstaculiza la teoría de que la rnadn: posee pene como un varón. y la existencia de la cavidad que acoge al pene permanece ignorada para el niño11 . ¿Se podría haber dicho con más claridad que esta tea· ria viene a impedir el acceso al conocimiento del rol del padre? ¿Y no se puede pensar que existe sólo en función del afán de mantener ese desconocimiento? En este punto. uno puede preguntarse si toda la concepción del Edipo masculino. tal como se expresa e n Freud. no debería someterse a revisión (tentativas se han hecho muchas. por lo demás). en esta perspectiva: afirmar que e n el momento del complejo de Edipo el hijo varón no tiene ningún deseo de penetrar a su madre (porque no tiene conocimiento alguno. ni siquiera inconciente . de la existencia de la vagina) me parece que convalida las d efensas masculinas en general y la de los perversos en particular. Esta concepción sustrae al Edipo una parte de su carga dramática y. aJ mismo tiempo. de su carácter decisivo para la formación del yo y el correlativo desa· rrollo del sentido de la realidad. Cabe observar que Catherine Parat. en su trabajo ya citado. lo mismo que Béla Grunberger en s us trabajos sobre «The AnaJytic Situation11 (1956)y11The Oedipus Complex and Narcissism" (1967) . en tanto ponen el acento en la inmadurez biológica del niño en la edad edípica y en la herida narcisista que de ello resulta. sostienen una concep· ción del Edipo fundada en un conocimiento. al menos inconciente. de la diferencia de los sexos. Además. para Catherine Parat. •las diferencias sexuales. la comple·
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mentariedad del otro. son una adquisición típicamente edipicau. Y me parece que la necesidad de preservar la ilusión de una falta de diferencia entre los sexos. correlativa de un desconocimiento de la diferencia de las generaciones (donde esta gobierna a aquella). común a todas las perversiones. explicaría la razón por la cual el fetichismo se descubre en todas las perversiones. como lo ha mostrado Rosolato ( 1967). Es también la opinión de R. Bak. para quien «el fetichismo es la perversión de baseu (Bak, 1968). Por lo demás. Freud, ya desde 1905. consideraba que la búsqueda de un pene en la mujer •cumple un importante papel en la conformación de múltiples perversiones•. Cuando el niño es constreñido a reconocer la diferencia de los sexos en su complementariedad genital. se ve constreñido al mismo tiempo a reconocer la diferencia de las generaciones. lo que. e n Ja perspectiva del perverso. equivale a ser enviado a la nada. Por eso recurrirá a todos los medios para evitar esta terrible toma de conciencia. La sexualidad pregenital. con sus zonas erógenas y sus objetos parciales, tiene que ser sometida ella misma a un proceso de idealización. Freud ya había señalado esto en Tres ensayos: uQuizá justamente en las más horrorosas perversiones es preciso admitir la más vasta contribución psíquica a la trasmudación de la pulsión sexual. He aquí una obra del trabajo anímico a la que no puede negarse. a pesar de su horrible resultado, el valor de una idealización de la pulsión11. Cuando en 1914 Freud introduzca el ideal del yo en la teoría psicoanalítica. destacará el hecho de que la idealización concierne al objeto. y la sublimación. a la pulsión. Tendremos ocasión de volver sobre este importantísimo distingo. Pero desde ahora podemos anotar que en su texto de 1905 él se refiere sin duda a una idealización de la pulsión, distinta de una sublimación. puesto que se trata precisamente de una pulsión parcial descargada de manera directa en el acto perverso. Parece posible. en efecto. considerar la idealización de una pulsión en el caso -tan frecuente- en que el acto perverso -y no solamente su objeto- es sobrestimado. Basta con leer a Sade para ver las prácticas
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<·oprófllas más repugnantes elevadas al rango d e un pla<'c r de los dioses, y los que no se e ntregan a ellas. trat a dos con desprecio por no ser •conocedores" ni sen·s libres. Por lo demás. ¿no estaba e l Olimpo poblado d e dioses y de semidioses. Afrodita. Eros. ninfas y sát tros que personificaban a los deseos sexuales human os bajo una forma idealizada (deificada)? Cie rta investidura narcisista de las pulsiones es in· hcrente a la integración pulsional, es decir. a su a ceptn<'ión por el yo. a su uegotización•, como lo ha apuntado Grunberger en varias ocasiones. De otra manera la pulslón permanece extraña al yo. experimenta di· ve rsas vicisitudes. por ejemplo la represión o la pro· yección y. en el limite. da nacimiento a la umáquina d e influir... Ahora bien. esta investidura narcisista se d e be distinguir de la sublimación puesto que la meta (sexual) de la pulsión permanece intacta. En la idealización de u na pulsión. algo viene a agregarse a esta egotizació n . Idealizar una pulsión (o un objeto) es conferirle una dimensión . un valor. un akance. un brillo que Intrínsecam e nte no posee (lo que puede no quitarle nada d e su crudeza; esta misma crudeza puede ser puesta por las nubes). Es exaltarla haciéndola pasar por lo que ella no es. En esta perspectiva. la pulsión pregenital es idealizada a fin de crearse. y d e c rear en los demás. la ilusión de que ella es ig ual y aun superior a Ja pulsión genital. Si. en el caso de un desarrollo "normal•, el ideal del yo St> proyec ta sobre el pa· dre genital y la genitalidad. esta última. una vez que se alcanza. no podria ser objeto de una idealización: como es un punto de llegada, no se la puede evaluar por referenc ia a algo que no sea ella misma. Por eso la genitalidad , que contiene a todas las pulsiones parciales. tampoco se podría simbolizar: com o el símbolo es un sustituto, la genitalidad sólo se podría s ustituir a sí misma. La concepción del carácter g lobal y unifi· cador de la genltalidad es una constante de Ja obra fre u diana desde Tres ensayos hasta Esquema del psicoanálisis. donde señala que ..1a organización plena sólo se alcanza en la pubertad. en una c uarta fase, "genital" ••. La idealización del amor y la proyección del ideaJ d el yo sobre el objeto en el enamoramiento pertene39
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cen a un registro particular. sobre el que volveremos. La idealización de la pregenitalidad responde. siempre, al constrictivo afán de reprimir y de contrainvestir la idea. percibida en cierto nivel. de que "eso no es•. Es decir que el rasero sigue siendo. a pesar de todo. la genitalidad (y el padre genital), según tendremos ocasión de verlo. Con respecto a la idealización del objeto parcial pregenital en el perverso. Freud mencionó la reverencia del fetichista por el fetiche (.. Fetichismo•. Freud. 1927). La idealización del fetiche ha sido destacada particularmente, en Francia, por Pasche y Rc-nard en su articulo sobre la perversión ( 1956). En su obra sobre uRégression. perversion, névrose", Francis Pasch e insiste en la idealización del objeto por el perverso ( 1956. págs. 106. 107 y 108). También Glover (1933) estudió el fenómeno de idealización de los objetos parciales pregenitales en el perverso. Según él. la idealización nunca recae. en el pervt'rso. sobre objetos adultos sino siempre sobre "ob· je tos parciales. comida. heces. orina. zonas erógenas• , donde los objetos de la fase sádico-anal desempeñan un papel privilegiado: En un caso típico. el anillo esfint eriano era fantaseado como una suerte de halo suspendido en el cielo. Asi era contemplado, adorado e idealizado. Las cualidades que se k atribuían eran místicas, y toda la actitud del paciente e ra de orden religtoso11. Pero esa extraña elevación no tiene nada que pueda sorprendernos. La a<:titud religiosa hacia el objeto parcial (el fetiche es ~n el origen un dios). lo mis· mo que en el acto sexual. es frecuente en los perversos. Así. un paciente que se habia masturbado con fan · tasias eróticas perversas. anunció a su analista: uOtra vez he dicho misa" (comunicación personal de Jean Guillaumin). Un niño pasaba precisamente sus domin· gos en decir la misa en el C'scritorio de su padre médi· co. No hace falta decir que s e trataba en este caso de un sustituto del juego del doctor. que equivalía a imitar al padre en las actividades misteriosas que realiza· ba con sus clientes en el secreto de su consultorio. y remitia. por lo tanto. a la escena primitiva. Después. el paciente adquirió el hábito de hacerse fustigar de 11
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una manc·rn muy rltualiL:ada con un crucifijo. (Me han C'nntado de otro sujeto que se entregaba a este juego dt· la misa. en las mismas condiciones. durante su in· fancia, pero que se hizo sacerdote.) La C'C'iebración religtosa se superpone fácilmente al ceremonial perverso. no sólo porque en los dos casos se trata de un ritual (punto en el que no podemos de· tenemos aquí) sino en razón de Ja idealización que les es común . Ya O. Pfister. en Die Frommigkeit des Gra· (en von Zinzendorf, había destacado el nexo existente entre la ensoñación religiosa y el erotismo perverso. según la cita que de él hace Freud en .. contribución a Ja historia del movimiento psicoanaJitico• (1914) . Recordemos que para Freud ..Ja idealización jla proyección de l narcisismo primario sobre el objeto que pasa a ser soporte del ideal de/ yo] es posible tanto en el campo de la libido yoica cuanto en el de la libido de obje to. Por ejemplo, la sobreslimación sexual del objeto es una ideaJización de este" Hntroducción del narcisismo", Freud. 1914). ¿Cómo podemos comprender esta propensión tan viva del perverso a idealizar sus objetos parciales y el acto pe rverso com o tal? (Esto se corresponde con lo que existe en el sujeto que. habiendo Investido su Ideal del yo sobre el padre. puede pro· yectarlo después sobre su objeto de amor total en e l enamoramiento.) Opino que d ebemos tener siempre presente la obligación en que él se encuentra de conservar el engaño de ser el compañero adecuado de su madre. no obstante el estadio infantil pregenital de su sexualidad. Como lo señala Joyce McDouga ll. el a m or genital es despreciado por el perverso en tanto es lo propio del padre castrado. Podemos decir que uel amor a la manera de papá• es desvalorizado en beneficio de los juegos sexuales pregenitales de l niño. (Sabemos que hoy existe una fuerte corriente colectiva que tlen· de a denigrar la genitalidad procreadora. forma •repre· siva.. de la sexualidad. y a promover en cambio una sexualidad •liberada•.) Para Joyce McDougall. el perverso tiene la impresión de conocer el secreto de los dioses, de haber descubierto una «recetan particular. AJ m ism o tiempo lo deja pasmado comprobar el interés de su s semejantes
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por las mujeres e n tanto objetos genitales. Ahora bien. la idealización del acto perverso y de los objetos parciales es para él absolutamente obligatoria. En mi opinión, está destinada a expulsar y a contrainvestir la percepción que le produciría un s entimiento de verdadera derrelicción: la percepción de que el padre genital posee poderes de que él carece; porque en alguna parte e n el espíritu del perverso existe de todos modos un ideal del yo más asentado sobre la realidad y que encontramos en el análisis, por ejemplo, en la forma de un padre héroe que volvió enfermo de la guerra. o alcohólico, o brillante director de empresa. victima de la crisis económica. La imagen del antiguo esplendor del padre se ha mantenido cuidadosamente reprimida para resguardar el engaño de ser el único objeto de la madre (y también en razón de los sentimientos de culpabilidad que despierta). Su surgimiento en el analisis se suele acompañar de un intenso afecto depresivo: el castillo de naipes de la ilusión se ha derrumbado aJ mismo tiempo que se ha despertado la nostalgia del padre. Para evitar el trágico sentimiento de haber sido atraído por un espejismo en detrimento de relaciones objetales auténticas, conviene magnificar el látigo o la bota, la flagelación o la coprofagia. decretando que hay ahí más placer y belleza que en el coito genital con una mujer. Glover dice en son de burla, a propósito de la idealización en el perverso: •Por desprovisto que esté de idealización de las relaciones adultas, habitualmente considera que sus gansos son cisnes•. Porque en definitiva es el ser mismo del perverso el que está en cuestión. Sus gansos (sus objetos. sus pulsiones) son al propio tiempo su propio falo pregenital que él tiende a hacer pasar por equivalente del pene paterno genital. Como en la historia del ruiseñor del emperador de China (Chasseguet-Smirgel, 1968), se trata de símbolos fálicos de los que el m<.'nos valioso (el ruiseñor mecánico. el ganso) tiende a hacerse pasar por igual o superior al otro (el verdadero ruiseñor. el cisne}. En mi ensayo. que tomaba como punto de partida el maravilloso cuento de Andersen. apunté precisamente un parentesco entre el ·falsificadorn y el perverso. Mostré que 42
rl lalo .,falso• f'ra un fetiche -palabra que tiene raíz l'omún <'on ..facticio••- que designaba al falo pregeni· fal (anal) del sujeto. que él pretende hacer pasar por 1111 pene genital. En ese Lrabajo me referí a las producl'lont's artísticas. literarias o intelectuales de sujetos qw· no habían podido. en razón de sus conflictos. !den1llkarse con el padre edípico introyectando su pene genital. La completud narcisista obtenida por la creación cid falo ·falso" puede producir ilusión. Sin embargo. numerosos ejemplos muestran que los autores de lo 11falso11 viven bajo la amenaza de que la superchería se descubra. de que el pene anal -el fetiche- se trasluz· ca bajo el brillante barniz que lo recubre. del mismo modo como el perverso teme (más o menos. según la or· ganización de su yo) que se le destape la olla y se averigüe que su milagrosa 11receta» sexual y sus objetos Idealizados no son más que ínfimos juegos infantiles con fetiches u objetos excremenciales todavía más evidentes. y que él mismo no está dotado. a guisa de falo triunfante. sino de un ridículo pene de muchachito im· púber. (Un paciente exhibicionista mostraba su pene sólo en estado semifláccido. En el análisis se averiguó que procuraba así turbar a las mujeres -sustitutos maternos- a pesar del carácter miserable -infantilde su sexo.) Decididamente. sus cisnes no son más que gansos (quitadas las plumas de pavo real. queda un miserable grajo). La idealización de sus pulsiones y de sus objetos parciales confiere al perverso una completud narcisista porque desemboca en la idealización de su propio yo. De este modo él se confunde con sus objetos pregenitales idealizados. y el fetiche reverenciado le de· vuelve Ja imagen trasfigurada de sus propios atributos infantiles. Así se remonta a la época en que él era su propio ideal. Se mira en sus pulsiones exaltadas. en sus objetos magnificados. como antaño miraba en los ojos de su madre para beber en ellos la confirma· ción de su adorable perfección. No obstante. la siem· pre posible revelación del carácter infantil y trunco de su yo travestido lo vuelve particularmente exigente en cuanto a la calidad de lo que lo rodea. sobre todo en el plano estético. Buscará Ja perfección exquisita de 43
los adornos. las obras de arte más consumadas. los poemas más logrados. las decoraciones más refinadas. Glover ( 1931) observa que "la actividad perversa es ejercida más libremente si se dan ciertas condiciones estéticas... El perverso será un hombre de gusto, un amateur esclarecido. un esteta, más a menudo que un artista real porque s u producción conoce la traba de su imposibilidad de identificación paterna. necesaria para el proceso de sublimación: l'Omo Osear Wilde. pondrá su genio en su vida. y su talento. en su obra. Esto explica. en mi opinión. que el refinamiento más exquisito coexista en ciertos perversos con las prác ticas más repugnantes. porque esta idealización. que distingue su ambiente con un toque estético y delicado. no sólo no le impide sino que le permite. en otras circunstancias. traspasar ratas con agujas y gozar con ello (ProustJ . En el filme genial de 1 director checo J. Herz, L 'incinérateur de cadavres. e l héroe. encarnado por el prodigioso actor R. Hrusinsky, es un psicótico perverso y criminal que enmascara el carácter anal-sadico de su necrofilia idealizando su oficio (trabaja en un crematorio): explica a un aprendiz que la cremación permite al alma librarse del cuerpo (identificado claramente con una mancilla de la que él le ayuda a desembarazarse). que la muerte es una cosa bella y útil que abrevia los sufrimientos. etc. (él mismo se convertira en el asesino de su mujer y de sus hijos. que contien en una sangre ftimpura11). Ama la 11bella música". adquiere 11hermosos• cuadros (de un gusto kitsch que deja traslucir la analidad que él intenta imperfectamente recubrir). se pasea por •bonitosn cementerios cuyas estatuas admira. Su mujer es un «ángel11, su unión con ella le ha valido una 11vida angélica•. Acaricia el rostro de las jóvenes muertas. peina su cabellera y. enseguida. se peina él mismo. (El peine es asimilado aquí al fetiche.) Al propio tiempo es místico. está fascinado por el budismo. Imagina un inmenso crematorio colectivo donde por fin las almas se librarán rápidamente. más rápidamente que en un crematorio ordinario; se pone al servido de los nazis, y por último se identifica con el Da lai Lama. Vemos con claridad que el misticismo, 44
aquí. sirve para magnificar la actividad sádico-anal. y para arrancarle su carga ·fecal•; para trasfonnar los ex· c·n·mcntos en oro. y la digestión -que. como la incineración. es una combustión-. en una alquimia ma· ravtllosa. que libra al alma de ese desecho que cs el cuerpo. Gnmberger \ 1959) mene-lona la digeslión en tanto consiste en •un fraccionamiento de los alimen· los ingeridos y en su degradación sucesiva en unida· dl."s cada vez menos diferenciadas. que progresivamen· le pierden sus partícularidades originales. y terminan por formar una masa homogénea. el bolo fecali>. he· cho este que él pone. entre otras cosas. en relación con la expresión del 1rauleiter de Auschwltz. que llamaba a su campamento nel ano del mundo•. Y bien. el héroe del filme observa que las cenizas en que lennina el proceso de cremación están perfectamente homogenei· zadas: u Todas idénticas entre ellas•. Sería poco convincente decir que bastó a este perverso psicótico ejercer su actividad •en nombre del superyó• para volverla licita. Ante todo se trata de su propio yo. y de la posibi· lidad de conservarle una Investidura narcisista gracias a la idealización de su pregenltalidad y de sus objetos en general. Me parece entonces que las afinidades del perverso con el arte. con lo bello. se explican a la luz de su compulsión de idealizar. que no es menos fuerte que su compulsión sexual. Lo cierto es que la conlrainvestidura de la genitalidad y de los objetos genitales. al mismo tiempo que la ausencia de proyección narcisista sobre el padre. se mantienen con rigor. (Esto puede conducir a una fecalización del padre y del universo paterno.) De no m ediar este movimiento de idealiza· ción del mundo pregenital a expensas de la genitalidad. el perverso se deprimiría profundamente. Hasta creo que si a veces tenemos a los perversos sobre nues· tro diván. es sobre todo debido al fracaso de esa "trasferencia" del ideal del yo. de la genitalidad y del padre. sobre las pulsiones y los objetos parciales. Del mismo modo. el resultado de la eura de los perversos m e pa· recl" que depende de la movilidad del ideal del yo. es decir. de la posibilidad de una relnvestidura narcisista de la imagen paterna. lo que se confunde. en cierto 45
nivel. con una debilidad relativa de los mecanism os antidepresivos y una insuficiencia d e los mecanismos vicariantes (toxicomanía. por ejemplo).
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2. El ideal del yo y su evolución
uE/ niño es t!ntonces mucho más lento que el animal rn recibir Ja educación individual: pero. por esta razón. se vuelve susceptible de recibir la de Ja especie. Los auxilios multiplicados. Jos cuidados asiduos que exige durante un lapso prolongado su estado de debilidad. manrienen, aumentan el apego de padres y madres. y. al cuidar el cuerpo. ellos cultil'an el espíritu. El tiempo que hace falta al primero para fortificarse redunda en beneficio del segundo•.
Buffon. Hisroria natural
El yo de aquel sujeto masculino cuyas tendencias -que todos llevarnos en nosotros en mayor o menor medida- a evitar tener que enfrentar el rival. la castración y el doloroso fracaso edipico. no hayan sido sos· tenidas ni alentadas. s e ve llevado a buscar. a descubrir y a admirar lo que hace dei padre el objeto de la madre y a trasladar así al futuro. a •proyectar frente a si•. según los términos de Freud. el deseo de parecérselc: el padre pasará a ser el ideaJ del yo del muchacho. Apuntamos que es la prematurez humana la que funda el concepto que nos ocupa. Debe su origen a la impotencia primaria del niño (Hilflosigkeit). a través del resquebrajamiento de la fusión primitiva. A la imposibiHdad de recuperar enseguida la fusión con la madre por m edio del incesto (es ulncestuoso• el que no está castrado. el que no ha perdido su omnipotencia) en razón de su Inmadurez fisiológica (su debilidad genital): a esa imposibilidad. entonces. debe él la evolu-
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ción de su ideal del yo, el proyecto de idenWkaclón con el padre genital continente. a favor de la fantasia incestuosa implícita. la esperanza de retorno a la fusión primitiva. Recordemos aqui la teoría de la genitalidad de Ferenczi tal como se expresa en su admirable Thalassa ( 1924), donde establece que el deseo de retornar al seno materno es el deseo humano fundamental El coito genital permite satisfacer r.se deseo de tres mane ras: ·El organismo completo lo realiza de manera sólo alucinatoria, como en el sueño: el pene. con el que se identifica el organismo entero, lo logra ya en parte. es decir, simbólicamente, pero sólo el esperma tiene e l privilegio, en su papel de representante del yo y de su doble narcisista. el órgano genital. de alcanzar además realmente la situación intrauterina". (Precisemos que el estado narcisista primario se extiende. para mi -y en esto sigo la concepción de Freud-, por un periodo que empieza antes del nacimiento.) La acmé del desarrollo humano contiene entonces la prom esa de un retorno al seno materno. es decir. a la fase más arcaica del desarrollo. Lo que nos impulsa hacia adelante es la nostalgia de nuestro pasado glorioso (del tiempo en que éramos nuestro propio ideal). Entre esos dos momentos se extiende empero toda Ja evolución psicosexua1 del ser humano. La fijación incestuosa. la viscosidad de la libido del varón que no puede renunciar a la posesión sexual de su madre son remitidas implícitamente por el propio Freud a l estado intrauterino y a Ja díficultad de abandonarlo. cuando dice, a propósito de la problemática superación del Edipo: •Aquí se impone la comparación con la forma del cráneo del recién nacido: si el parto es prolongado. cobrará la que le imprima la abertura pelviana de la madre .. (•Contribuciones a Ja psicología del amor. I•. 1910). En 1924. en una nota agregada a Tres ensayos. escribe: •Rank recondujo el vinculo con la madre a la prehistoria embrionaria. y así demostró el fundamento biológico del complejo de Edipo•. Si la unión sexual con la madre constituye la posibilidad de recuperar el estado narcisista primario. la diferencia establecida por Freud. en el texto de 1914. entre la elección de objeto narcisista y la a n aclitica (o
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•por apuntalamientou) tiendt' a atenuarse porque. en c·I punto de partida. una y otra procuran recuperar la compktud narcisista anterior a la pérdida de fusión l'Oll el objeto primario. A la teoría freudiana de la sexualidad que se apoya 1·11 las funciones corporales. tal e-orno se afirma desde Tres ensayos y cuando se introduce la dualidad instlntuaJ de pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. donck la satisfacción sexual no constituye primero más qu<" una prima de placer, y sólo después se la busca <'orno un fin en sí. se podría agregar una concepción complementaria: la sexualidad se apoyaría igualmente sobre el deseo de recuperar el yo cósmico (Federn) del narcisismo primario. y Ja madre. que seria a la vez el objeto anaclítlco y el objeto al que el ni no quiere unirse para volver a la fusión primitiva. constituiría el objeto sexual privilegiado, por un doble apuntalamiento en cierto modo . .. EJ desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Est<:> distanciamiento acontece por m edio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo•. dice Freud en su texto de 1914. Si estamos de acuerdo con esta concepción de Freud. me parece que ella justifica toda tentaliva de comprender la evolución humana en térm inos de nostalgia de un paraíso perdido: es cierto que pueden diferlr las elaboraciones que se hagan de esta idea (Ferenczt. Grunberger). Se entiende que el fracaso del sujeto en el at'ceso a este ideaJ . los obstáculos con que tropieza en s us tentativas de alcanzarlo (en particular la ubarrera del incesto• en el momento del Edipo) pueden llevarlo a regresar hacia un modo más arcaico de urestablecimiento narcisistau. e incluso hacia la megalomanía psicótica. donde s e reproduce la indistinción original entr<:> percepciones internas y percepciones externas. La originalidad del ideal del yo t'onsiste, en realidad, en ser un concepto bisagra entre el narcisismo absoluto y la objetalidad. entre el principio de placer y el principio de realidad. puesto que resulta de la escisión entre el yo y el objeto. (El ideal del yo es. segün Freud. ffun grado en el desarrollo del yon.)
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Fue en Tótem y labti ( 1912) donde Freud presentó d estatuto particular d<'I ideal del yo. poco tiempo an· tes de darle un nombre: lo hizo a propósito de la técni· ca mágica del primitivo animista. que reposa en la om· nipotencia de las ideas. Freud distingue. corno sabe· mos, tres fases en la evolución de las concepciones humanas del universo: animista, religiosa y clcntifi· ca. por cuyo trascurso él persigue el destino de la om· nipotencia de las ideas: «En el estadio animista, el hombre se atribuye la om· nipotencia a sí mismo: en el religioso. la ha cedido a los dioses. pero no renuncia seriamente a ella. pues se reserva, por medio de múltiples influjos. guiar la voluntad de los dioses de acuerdo con sus propios de· seos. En la cosmovisión científica ya no queda espacio alguno para la omnipotencia del hombre. que se ha confesado su pequenez y se resigna a la muerte". Freud compara la fase animlsta con el narcisismo; la fase religiosa. con el momento en que. tras haberse alcanzado el estadio objeta). el narcisismo es proyecta· do sobre los padres: y la fase científica. con la fase de madurez en que el individuo se aviene a las exigen· cías de la realidad (aunque él se muestra escéptico en cuanto a la posibilidad de alcanzar plenamente ese estadio. porque los residuos del animismo persisten en .. Ja vida modeman). La fase religiosa, según Freud. co· rrespondería "ª aquel grado del hallazgo de objeto que se caracteriza por la ligazón con los padres11. La pro· yección del narcisismo infantil sobre los padres. cons· titutiva del ideal del yo. se prese nta así como un paso adelante en la conquista del sentid o de la realidad y de la objetalidad. puesto que la megalomania prima· ria se abandona en beneficio del objeto. Al mismo tiem· po. la formación del ideal del yo es conforme al principio de realidad por el hecho de que no elige la vía de descarga más corta hacia la satisfacción (que es lo pro· pío del principio de placer). He señalado varias veces que el ideal del yo implicaba la idea de proyecto. Fain y Marty (1959) hablan. más concretamente todavía. de esperanza. Esperanza 50
y proyeclo implican posposición. rodeo. inscripción
temporal. que son característicos de un modo de funcionamiento mental según el principio de realidad . El conjunto ('voca la idea de desarrollo . de evolución. En realidad. es a la madre a quien incumbe esencialmenh' -al menos al comienzo de Ja vida- el cuidado d e conducir a su hijo para que proyecte su ideal del yo sobre modelos sucesivos cada vez más evolucionados. Frustraciones y gratificaciones bien dosificadas deben impulsar al nli'lo a despre nderse de satisfacciones ligadas a la adquisición de ciertas fun ciones y a determinado ·•modo de ser•. para adquirir otros nuevos. Cada etapa de su desarrollo debe proporcionarle suficientes gratificaciones para que no le den ganas de volver atrás. y suficientes frustraciones para que no quiera deten erse en ella {fijarse): para conservar. en suma. la esperanza que permitirá al niño seguir trepando los escalones de su evolución. En esta vía es guiado por su madre . quien lo ayuda a proyectar ,.frente a sí» su Ideal del yo: ella sustenta entonces el papel motor del ideal del yo. es decir. obra de modo que conserve s u aspecto de "promesa•. Fain y Marty ( 1959) m enciona n la necesaria npresión del objeto. ideal del yo. presión que tiende a orientar al sujeto en un sentido progresivo. al tiempo que satisface sus deseos pasivos. receptivos ... Desde este ángulo s e pueden comprender ciertos fenómenos de ufidelidad de la investidura" («Análisis terminable e interminable ... 1937). como los que Freud comprobó e n el Hombre de los Lobos (1918). quien. "una vez adoptada una posición libidlnal. pro· curaba preservarla por angustia ante la pérdida que importarla resignarla y por desconfianza ante la pro· babilidad de que la nueva posición no le brindase un sustituto cabal. Es Ja importante. la fundamental par· ticularidad psicológica que en Tres ensayos de teoría sexual definí com o aptitud para la fijación». Esta dlficultad de a bandonar una fase del desarrollo por una nueva. esta inercia libidinal. tal vez se puede comprender. al m enos en parte. como ligada a carenc ias preco· ces que impidieron al niño (el futuro Hombre de los Lobos) investir su evolución en tanto tal; evolución en la que desempeña un papel importante la proyección 51
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~frente a sindel ideal del yo. ¿Cómo progresar. en efecto, si cada nueva adquisición, que de hecho siempre se acompaña de la pérdida (al menos parcial) del objeto así como del modo de ser precedentes, y en consecuencia implica un duelo (el destete, por ejemplo. implica el duelo del pecho y de un modo oral-narcisis ta de funcionamiento), no viene a compensar aquello a lo que fue preciso renunciar (si, por ejemplo. no es valorizado el hecho de comer por si solo}? ¿ Qué hacer si el abandono de las satisfacciones anales pasivas no es seguido de una entronización de la actividad anaJ con el dominio y el orgullo que puede procurar. en un momento en que se introducen los rigores de l entrenamiento esfinterlano? Rozamos aquí los problemas ligados al uplacer de funcionamiento•, estudia dos por J . y E . Kestemberg (1965). La confirmación narcisista de que habla B. Grunberger debe por lo tanto inte rvenir a sabiendas para permitir el avance de l niño: si es Insuficiente. no permite que el yo adquiera s u cohesión. (La investidura narc isista que la madre vuelca sobre su hijo como un uconjunton se liga a los cuidados y a las caricias que le prodiga. con lo cual ella unifica su yo corporal y psíquico. y valoriza sus diversas funciones. En ciertos mamíferos. aquella cria de una camada que no ha sido lamida por su madre esta des· tina da a morir. Si ella olvidó lamer sus órganos geni· tales. el pequeño no orina.) Pero s i fuera demasiado importa nte, podria llegar a pervertir la evolución impidie ndo que el ideal del yo invista al padre ge nital. corno vimos a propósito del perverso. De hecho. en e l futuro perve rso, la confirmación narcisista se duplica con una seducción sexual. El niño es entonces. por excelencia, ese •juguete erótico" que mencionó Freud (..Contribuciones a la psicología del amor, U", Freud. 1912). y la seducción sexual misma es precisamente aquella confirmación narcisista de que el niño esta avJ.do: él es el compañero adecuado de s u madre y. e n consecuencia, coincide con su propio ideal del yo. No creo que aquí Eros y Antéros se opongan; justamente, de su demasiado entero y precoz encuentro nacerá la fijación perversa. El papel de la madre es, en efecto, muy delicado . Su riesgo consiste en fluctuar entre de-
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111asía
y carencia; las satisfacciones narcisistas y pul·
Klo11alcs. cuando armonizan con el yo. aumentan la
.111toestima (según lo mostró Freud en ulntroducción flc·l narclsismou). y por lo tanto disminuyen la distan· da entre el yo y el ideal; de este modo. sustraen al ideal del yo una parte de su megalomanía y. en el límite. pueden llevar a su extinción prematura o. en lodo caso. a eliminar su carácter •motor•¡. mientras que frus1raciones demasiado grandes le conferirían un carác· IC'r arcaico y una propensión regresiva. La ausencia. en el alba de la vida. de satisfacciones narcisistas puedt· conducir a una genitalizactón prematura de las pul· siones (teoría de la activación de Melanie Kletn): así el narcisismo queda clivado de la corriente pulsional y pasa a investir un ideal del yo desmesurado. La prematurez humana. que está en el origen de la formación de un ideal del yo. probablemente impri· ma a nuestra vida pulsionaJ caracteres específicos. Esta no persigue una mera des~arga automática, y el placer no es el resultado puro y simple de una baja de tensión. Como toda satisfacdón obtenida se acompaña de una disminución de la distancia entre el yo y el ideal del yo. todo placer pulsional egosintónico es inseparable de una satisfacción narcisista a causa de la reinvestidura del yo por un quantum de libido narcisista liberada. Desde luego. los conflictos alteran notablemente ese esquema. Como lo ha mostrado Grunberger. en particular en 0bservatíons on the Distinction between Narcissism and lnstinctual Maturation" ( 1960). existe un antagonismo entre el narcisismo y las pulsiones (en particular. la analidad). y es objetivo esencial del analista reducirlo; las perspectivas de Grunberger son. en fin de cuentas. menos pesimistas que las expresadas recientemente por D. Braunschweig y M. Fain. para quienes. me ha parecido. el antagonismo es irreductible. Si. para el varoncito. la proyección del ideal del yo sobre el padre contiene la promesa de una abolición de la distancia entre el ideal del yo y el yo en la fantasía de una realización incestuosa. no ocurre lo mismo en el caso de la niña, porque la realización incestuosa no tiene para ella, a priori. el sentido de un retorno 11
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·''
a la fusión primitiva. que sólo la unión con el objeto primario puede consumar. (Es probable que este fac· tor se agregue a los ya mencionados en el capítulo uEI ideal del yo y la perversión• para explicar el hecho de que la perversión sea m enos frecuente en la mujer que en el hombre.) Considerado desde este ángulo. sólo el incesto madre-hija tendría para la niña un verdadero valor incestuoso (en el sentido etimológico del térmi· no). Es la implícita opinión de Ferenczi, quien s e ve obligado a hablar de identificación de la mujer con el pene del hombre en el coito para que resulte asegurada la satisfacción simétrica en los dos sexos del deseo de retorno al seno materno. Este h echo de que sólo el incesto con la madre constituya un re tomo a la fu. sión ortginal. entre otros factores registrados por diferentes autores (C.-J. Parat. B. Grunberger. D. Braunschweig y M. Fain). permitiría comprender que el in· cesto padre-hija rara vez termine en psicosis, mientras que el incesto madre-hijo provoca la umuerte psíquica11 (S. Lebovici) en el varón. Esta muerte psíquica e s el resultado de haberse aniquilado la evoluc ión de l yo. que la imposible unión con la madre habia suscitado. La coincidencia al fin obtenida entre ideal del yo y yo suprime las adquisiciones de la hominización. que se han vuelto inútiles y molestas para <'Onsumar la fu· sión, y desemboca en alteraciones graves del yo. En efecto. si la satisfacción completa y total que el niño conoce en la fusión primitiva hubiera persisti· do. no sólo nunca se habrta desprendido de ella. como lo dice Freud en ..contribuciones a la psicología del amor. I", sino que nunca habría adquirido ni la diferenciación e.ntre las instancias ni las funciones de l yo. Es que a partir de la frustración ha nacido el yo y se ha desarrollado el sistema de percepción-conciencia. y de la renuncia a cierto número de satisfacciones y de objetos sucesivos ha surgido la necesidad de en<'ontrarles sustitutos. de operar desplazamientos (adqui· sición de la actividad simbólica y de la sublimación). De la espera de una satisfacción nacieron la vida de fantasía. la elaboración del deseo. el lenguaje. etc. Todas las fases del desarrollo han contribuido a esas adquisiciones gracias a su aporte específico. Es la fase
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1111al la que permite al nlno salir de la indistinción pri111arla. le confiere un adentro y un afuera. lo inscribe
el lwmpo y en el espacio. Es la situación cdipiea la prohibición del incesto la que consolida la adq11lsit·1ón de la tercera dimensión. (Lo ha percibido inlultivamente Michel Thevoz en su libro sobre el pinlor suizo Soutter.) La inmediatez de La satisfacción nos d<.'Ja en la proximidad absoluta del objeto. inmersos 1·11 e l. Las frustraciones progresivas (que con posterlorlcJad . por otra parte. son susceptibles de adquirir un st"ntido cdipico) y la situación triangular nos pem11ll'n mantenernos a distancia del objeto, nos abren una perspectiva. Basta escuchar a Ja enferma de Margue· tite Sechehaye (Autobiography of a Schizophrenic Girl) c uando nos describe el terror que le produce. en el mo· m ento de estallar su enfermedad. ver que los objetos se precipitan sobre ella. por pérdida del sentido de la perspectiva. para comprender que no se trata de una simple figura retórica . Dicho de otro modo. el acceso a la realidad, la existencia del yo y del proceso secundario, sólo son posibles en ausencia de una satisfacción total de nuestros deseos. que la unión con lama · dre nos conferiría. En el mismo sentido, Michel Gressot {1966) ha insistido en la prohibición del incesto. ·formación-hebilla11 que impide la regresión. 11punto de aseguramiento de las otras prohibicionesu...garantía del destete por interdicción del incesto". Todas esas adquisiciones que nos han convertido en se res humanos se derrumharia n como un castillo de naipes s i quedara abolido lo que les dio nacimiento. A la inversa. la escena primitiva signitica la pérdi· da de la esperanza de fusión genJtal con la madre. Se puede comprender. e n tal perspectiva. que semejante unión represente un factor desencadenante esencial de la despersonalización. es decir. como tuve ocasión de demostrarlo en una contribución aJ 20° Congreso de Psicoanalistas de Lenguas Romances (ChasseguetSmirgel. 1958). la regresión a una fase e n que la relación objetal se disuelve para dejar lugar a la fusión primitiva. El hombre no puede. sin daño para el mismo . recuperar la completud perdida, salvo con un objeto sustitutivo. en el enamoramiento. según hemos de ver. 1·11
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Dicho de otro modo, alcanzar plenamente esa comple· tud Je está prohibido. Freud imagina la posibilidad de que 11haya algo en la naturaleza de la pulsión sexual misma desfavorable al logro de la satisfacción plena .. y atribuye este hecho a dos factores: el primero es que la barrera del incesto hace que •el objeto definitivo de la pulsión sexual ya no es nunca el originario. sino só· lo un subrogado de este" («Contribuciones a la psicología del amor. 11... 1912). Tendremos ocasión de volver sobre el segundo factor en cuestión. Si el único incesto es el incesto con la madre. la hija debería conocer una homosexualidad insaciable. conclusión a Ja que llegan. por lo demás. los aulores de Eros et Antéros siguiendo una vía enteramente diferenle. No obstante. la diferencia de los sexos empuja la hija hacia el padre. y si -siempre en la perspectiva que hemos adoptado- su erotismo marcha en sentido contrario de su desc:>o de abolir la distancia entre el ideal del yo y el yo en la fusión narcisista primaria. no es menos cierto que la niña tiene una salida que de algún modo le permite conciliar su deseo erótico que va hacía el padre y su deseo de recuperar la fusión primitiva con la madre: es Ja maternidad. Lamadre puede revivir con su hijo. es cierto que de un modo muc.ho más evolucionado. la fusión que ella vivió con su propia madre. Vemos que. por razones evidentes. la niña se ve llevada a proyectar su deseo sobre el futuro. Y. por lo tanto, a constituirse un ideal del yo que contenga el proyecto de llegar a ser la madre en tanto madre y en tanto mujer del padre. que ha recibido de él un hijo. Como Ruth Mack Brunswick ( 1940). en el artículo que escribió en comün con Freud. creo que el deseo de tener un hijo es un deseo muy precoz. anterior a la envidia del pene. (No considero aqui el deseo de tener un hijo en el varoncito.) Pero. mientras que ella le asigna como ünico origen el deseo de poseer lo que la madre omnipotente posee por si, yo creo que ese deseo contiene de hecho el de re· constituir la unidad primaria madre-hijo. El correspon· diente del escamoteo perverso del varón en cuanto a la diferencia de los sexos y de las generaciones. que lo instituye en compañero de la madre, seria, en la ni-
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na. ~C'~ún esta perspectl\'a, la negación de que sea nerrsario un padre del hijo (es decir. la negación de toda 1.1 cvolu<.'ión que va de la ruptura del narcisismo primario al Edlpo): hay que ver que la niña difícilmente a menos que delire- puede creerse capaz de hacer un hijo por sí, salvo en forma simbólica o fantaseada. l'Uando en verdad. í'omo acabamos de recordarlo, la actividad simbólica y la actividad fantaseada se relat'lonan con la obligación de renunciar a la satisfacción Inmediata o alucinatoria de los deseos. De hecho. terwr hijos sin intervención masculina está inscrito en d programa de la S.C.U.M. (Society for Cuttlng Up Men): "La reproducción de la especie es posible técni· camente sin el concurso del varón. En lo sucesivo las mujeres se podrán reproducir de mujeres. con exclusividad• (Valérie Solanas. S.C. U.M. Manifesto}. La creación de la muñeca rusa es sin duda la ex· presión de la fantasía de Ja nii'lita que podría dar in· mediatamente nacimiento a una nlflita encinta. etc .. saltando toda la evolución que desemboca en el Edi· po. No es sin duda casual que aquella sea de fabricación popular en Rusia. porque esa exclusión del principio paterno. al mismo tiempo que esa fantasía de omnipotencia ele la madre. verosímilmente reflejan la relación del pueblo ruso con la figura materna. que Alain Besarn;on ha descrito de manera tan pertinente en Le Tsarévitch immolé ( 1967).
Pero no hay que perder de vista que si el varoncito -salvo en í'aso de incesto realizado- nunca se reúne con su madre en la fusión primera. la identificación materna de la hija hecha madre tampoco se puede su· perponer a un retorno real a los origenes. En primer lugar. porque lo adquirido nunca se pierde por completo (los psicóticos. en medio de la regresión más profunda. conservan vestigios truncos de ello. irreconoci· bles a menudo. pero de una patética presencia). y aun· que el embarazo y la maternidad hagan regresar a la mujer. esta regresión contiene residuos ediplcos muy importantes. y deseos más evolucionados se sacian igualmente en la maternidad (de otro modo las madres no desearían tener hijo varón, por ejemplo). Además. la barrera del incesto desempeña su papel en el contra-
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Edipo matl'rno: le es prohibido reintegrar al ser que ha salido dC' su seno. Nu nw parece posible seguir enteramente a Ferenczi cuando dice que la analidad. como la oralidad , contiene -por la utilización conjugada de las pulsiones del yo y de las pulsiones s exuales- la tentativa de rea· lización del deseo de retornar al cuerpo de la madre. primero penetrando con los dientes el interior de su cuerpo. después idenillicándose con la madre (conti· nente). donde el propio contenido intestinal d el niño es identificado con el hijo. En efecto. si la oralidad esta en condiciones de buscar. en cierto modo. la fusión primitiva, y esto gracias a la inclusión en el yo del mundo exterior (el pecho) por introyección mas que por mordida. el cuadro va a cambiar a parlir del momento en que intervengan los dientes (y el destete). así como la educación esfinteriana. El niño adquirirá. por una parte. nuevos modos d<:> incorporación (que pasará a ser selectiva) y. por otra parte, utilizará una nueva forma de satisfacción narcisista y pulsional: el dominio. Sus nuevas adquisiciones van en el sentido de un ideal del yo activo y autónomo. Diferenciarse de los demás. dominarlos, pasará a ser la meta narcisista busc.ada, al parecer opuesta a la precedente. que era la de fusión pasiva (aunque no podemos desconocer que la analidad contiene tambien posibilidades de satisfacción pasiva especifica). Estos ideales del yo prcgenitales son ideales de corlo plazo que provisionalmente y de una manera parcial remplazan al ideal del yo edípico genital que constituye la promesa de cumplimiento narcisista. El ideal del yo edípico genital contiene todos los ideales del yo prcgcnitales a la manera -si se quiere- en que Hegel habla de «sobrepasar conservando• (au/heben}. Me parece qur todo ocurre como si la misión del ideal del yo genital fuera promover un yo constituido gracias a la buena integración de todos sus componentes por medio de las identificaciones consumadas en las diferentes etapas de su evolución (esto es el uyo genital El ideal del yo tie ne exigencias en cuanto al modo e n que el yo se ha constituido y no tolera fallas en esta edificación. 11 ) .
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Formul<.' por primera vez esta hipótesis en un trahalo muy breve. •Note clinique sur les réves d'examen"
(C'hassegue t-Smirgel. 1967). A decir verdad. se trata· ha de una nota no menos teórica que clínica. La quiero resumir muy sucintamente: •lkcordemos que la interpretación de los sueños de rxamen -sueños típicos- propuesta por Freud se ba~a en la comprobación que él atribuye a "un versado colega" de que sólo Jos exámenes logrados en la realidad son objeto de estos sueños. Para Freud. ese "sueilo angustioso" sobreviene la vísµ era de una empresa dificil: "La objeción que oponemos al sueño. 'Pero es que ya soy doctor. etc.', sería en realidad el consuelo que el sueño nos dispensa y que podríamos formular así: 'No temas el mañana: mira la angustia que tuviste antes del examen de suficiencia. y después nada malo te sucedió. Hoy ya eres doctor. etc.'. Ahora bien. la angustia que imputamos al sueño provenía de restos diurnos" ... Muy bien. pero. ¿no sería más simple, más conforme al deseo del durmiente. soñar que sale adelante con su proyecto? ¿Por qué ese rodeo complicado? Ejemplos clínicos m e han conducido a la hipótesis siguiente: los exámenes sancionan la5 diversas etapas de nuestra carrera escolar y universitaria. Son asimi· lables a las distintas etapas de nuestra evolución, de nuestra maduración (el examen de suficiencia del bachillerato se llama en varias lenguas matura). En la mayoría de los casos. el examen que se pasó bien en la realidad. y con el cual se sueña, se considera logrado por azar. o por fraude. o por error. Siempre es un logro que se vive como inmerecido. La madurez simbólica así adquirida se experimenta como un simulacro que no se basa en integraciones reales. Es. creo, el ideal del yo el que no está satisfecho con la s lagu· nas del yo indebidamente disfrazadas por un logro apa· rente: en los sueños de examen se expresaría el deseo narcisista. gobernado por el ideal del yo. de subsanar las fallas de la maduración por el recurso de retomar el proceso defectuoso. Este deseo moviliza una o va59
rias pulsiones. y suscita angustia porque choca nuc· vamenle con barreras que aún no han sido abolidas. Cabe anotar que el exa men con el qu<' Freud , S<'· gún él mismo nos confía en la sección de la Traumdeutung dedicada a los sueños de exam en . sueña con más frecuencia, es precisamente un examen que a probó a costa de un ligero fraude (es decir, con enmascaramiento de una laguna): «En los s u enos de exámenes de la escuela media por lo general rindo historia. prueba que pasé brillantemente. pero sólo porque [en el exa m en oral! m i a m able profesor (el m édico tuerto de otro sueño) ha bía reparado en que en la hoja d e examen que yo k devolví había ta chado con la una la segunda de las tres preguntas. como aviso de que no debía insistir en ella 0 •
En la sección H del capitulo VI de La interpretación Jos sueños, Fre ud estudia los que llama .. sueños hipócritas... que ..someten a una dura prueba la teoría del cumplimiento de deseo ... Después de haber contado el famoso sueño recurrente de Rosegger. extraído de Fremd gemacht Hunto a mí discre ta existencia de estudioso y de literato he arrastrado por largos años Ja sombra de una verdadera vida de sastre . como un fantasma del que no podía liberarme .. . 11), Freud ofrece la narración de uno de s us propios sueños. que considera emparentado con el de Roseggcr: de
"Recién recibido de médico. trabajé mucho tiempo en un instituto de química sin poder aportar nada a las artes allí empleadas. y por eso en la vigilia nunca pienso de buena ga na en ese episodio infecundo, y en verdad bochornoso !las bastardíllas son mías). de mi aprendizaje. E n cambio. sueño recurrentemente con que trabajo en el laboratorio. hago análisis. tengo diversas vivencias. etc.: escas sueños provocan el mismo desasosiego que los sueños de examen [las bastardillas son mías]. y nunca s on muy nítidos. En la interpretación de uno de ellos, reparé por fin en la palabra ''análisis", que me dio Ja clave para entenderlo. Es que desde entonces m e he hecho "analista" . ha go análisis
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1¡1w l'><>tt muy alabados: en vC"rdad. son pslco-análisis. Ahorn entiendo: si en la vida diurna me enorgullezco 111- csl<" tipo de anáJisís y querria alabarme por haber llt·gado tan lejos. por la noche el sueño m<" hace prew11h's C'sos otros análisis malaventurados de los que 111> tengo razón alguna para estar orgulloso". l..1:-. Interpretaciones que Freud da de sus sueños son múltiples: s e trataría de suC"ños de castigo. de una tendl'n!'ia masoquista. e igualmente. del deseo de •ser jovc•nn. Creo que también aquí se trata en esencia del tkseo de no disfrazar un fracaso narcisista (un factor
Cada vez que me encuentro en estado de crisis !dice Alixj. lengo el mismo sueno. Fracaso rn mí examen de bachillerato. y me digo: "Pero si ya he cursado estudios superiores ... entonces esto no tiene importancia•. Al mismo tiempo acude a mí la idea de que es os estudios no son válidos puesto que no poseo mi título de bachiller. y en consecuencia hay una falta . En la realidad. efectivamente fracasé en mi examen de bachillerato. aunque era muy buena alumna. Las monjas no dejaban de hablanne del sacrificio que mis padres habian hecho para costear mis est udios. Sólo pude acceder a los estudios superiores diez años después. cuando se dic tó el decreto que autorizaba el ingreso a las facultades a través de un exa men especial. Seria demasiado largo y. creo, inútil referir las asociac\ones de la paciente con respecto a la "crisis" que men61
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clona como origen de su sueño. Bastarán unos breves comentarios. Se trata aquí de un sueño que. contrariamente a aquellos de que habla Freud. pone en escena un exa· men efectivamente malogrado; la paciente parece haber tropezado con problemas edipicos no resueltos (sus hermanas mayores no habían proseguido sus estu· dios). Después tuvo la posibilidad de presentarse a un •examen especia),, que aprobó y que en apariencia {oh· jetivamente) reparó el fracaso precedente, pero sin que lograra disfrazar Ja falca (es su propio término) real que simbolizaba el examen malogrado de bachillerato: la falta que concernía a su propio yo. en este caso. la no integración de su rivalidad hacia sus hermanas ma· yores. Me parece que el anhelo de la soñante consiste en no conformarse con una emparchadura que enmascare la falta. sino que desea colmarla realmente enfrentando sus problemas edipicos. Si vuelve a tener el mismo sue ño en cada momento de ucrisisu e n su vida. es porque cada vez queda colocada ante el mismo dilema: re tomar las cosas por su raíz o soslayarlas. escamotearlas gracias al «examen especial-. El ideal del yo prefiere las soluciones absolutas. Desde luego. en la situación analítica. este sueño se dirige a la analis· ta; y la cura analitica (contrariamente a ciertas formas de psicoterapia y a todos los tratamientos psicofarmacológicos) es el método que, por definición, no se con· forma con colmar las fallas. obturar las faltas. sino que cuestiona al conjunto de la personalidad. a la totalidad de la evolución (el New Beginnlng de Ballnt}. Vistos desde esta perspectiva. los sueños de examen son por excelencia sueños-programas y traducen la intuición que alguien puede tener del sentido mismo de Ja cura analítica, antes de haber alcanzado el menor conocimiento conciente de él. Se puede imaginar la existe ncia de un programa innato del desarrollo psicosexual (del yo y de las pulsiones). del mismo modo como existe una necesidad biológica absoluta en el embrión de desarrollarse se· gún incitaciones específicas que provienen de los organizadores, y como está presente una tendencia natural a la cicatrización, cuyos diferentes mecanismos
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s1· ponen en acción si~ulendo un orden establecido de a11tf'mano. Esla idea no es ajena a Freud. Asi. en la -conf<'rencia 22.. de Conferencias de introducción al psicoanálisis ( 19 l 7). escribe:
"No erecmos que los intereses libidinosos de una persc>11 a se encuentren de entrada en oposición a sus inl<'reses de autoconservación; más bien el yo se afanará en cada etapa por mantener el acuerdo con la organización sexual que en ese momento tiene y por subordinarse a ella. Dentro del desarrollo libidinal. el relevo de cada fase por otra sigue probablemente un programa prescrito: empero. no puede descartarse que este decurso sea Influido por el yo. y quizás estaríamos autorizados a prever una determinada correspondenc ia entre las fases evolutivas del yo y la libido: y aun la perturbación de esa correspondencia podría revelarse como un factor patógeno". En el mismo sentido, ya hemos visto que ha blaba de uun decurso natural de los procesos de desarrollo" (1931) .
Kurt Eisslcr supone que el curso del desarrollo está de algún modo dirigido por un •meta-plan del yo
11 •
mientras que Anna Freud ( 1966) piensa que existe una tendenc ia innata a completar el desarrollo [las bastardillas son de ella!. Además. Freud. cuando estudia 11El sepultamiento del complejo de Edlpo". cancilla una concepción füogenética con una concepción ontogenética del Edipo: 110tra concepción dirá que el complejo de Edipo tiene que caer porque ha llegado el tiempo de su disolución . asi como los dientes de leche se caen cuando salen los definitivos. Es verdad que el complejo de Eclipo es vivenciado de manera enteramente individual por Jamayoría de los humanos. pero es también un fenómeno determinado por la herencia. dispuesto por ella. que tien e que desvanecerse de acuerdo con el programa cuando se inicia la fase evolutiva siguiente. predetermínadau.
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En ese mismo trabajo. dice además: "También el individuo íntegro, por su nacimiento. ya está destinado a morir: y acaso ya su disposición orgánica contiene el indic io de aquello por lo cuaJ morirá. Empero, sigue s iendo interesante averiguar cómo se cumple ese programa congénito y cómo c iertos daños accidentales sacan partido de la disposición». Ahora bien, si se admite que la genitalidad implica la integración de las organizaciones pregenitales con "una correspondencia de las fases evolutivas del yo y la libido•. se puede comprender que el ideal del yo proyectado sobre la genitaJidad traiga consigo Ja exigencia de esta integración. es decir. de una evolución todas cuyas etapas hayan sido integradas. Si Ja renuncia obligatoria al narcisismo primario se a compaña de un desasimiento de ese narcisismo bajo la forma de idea l del yo. y si este ideal del yo implica la promesa de un retorno a la fusión primitiva por identificación con el padre genita l que s e une sexualmente con la madre. se puede comprender que este ideal del yo impulse a la reaJización de una genitalización consumada. necesaria para el cumplimiento del proyecto iniciaJ. Entre este último y la promesa de s u realizació n por el coito genital. Jos bagages con los que el niño ha venido al mundo h a n sido llenados. progresivamente . por sus pulsiones. Toda laguna en esta integración se ha presentado en e1 nivel d el ideal del yo genital como una castración. puesto que destruye el ordenamiento de l haz sobre el cual la genitaJidad establece su prim a do. que de este modo resulta altera do. Las perturbaciones del desarrollo . los conflictos entre las instancias vuelven, como sabemos. problemática es ta integración {y dejan por lo tanto insatisfecho al ideal del yo). Freud apuntaba precis amente como segundo motivo de la inlrínseca dificultad de la pulsión sexual para alcanzar la plena satisfacción. la integración problemá tica de sus componentes: en particular. los componentes coprófilos y sádicos (•Contribuciones a la psicología del amor. 1111, 1912). En consecuencia. sostengo que el ideal del yo tiene un carácter naturalmente m a durativo. {Cosnier. 1970. distingue este ideal del yo madurativo, al que había tenido ocasión de referir-
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nw en otra parte. y un ideal del yo megalomaníaco, los euales. en ciertos sujetos. podrían existir de mane· rn paralela. concepción esta que se aproxima a algunos d e los puntos de vista que desarrollo en Ja presente obra . Ese carácter es el que consiguen volver casi inoperante unas profundas alteraciones d el desarrollo como las que he intentado describir en el caso del perverso. Cuando completaba mi bibliografía. encontré una definic ión de ciertas funciones del ideal del yo muy próxima a Ja que he intentado exponer aquí. Es la de Gerharl Pie rs (Piers y Singer. 1953): .. Et ideal del yo se encuentra en inte rfunc1ón dinámica continua con el conocimiento (conciente o inconciente) de las potencialidades del yo. Esta parte del ideal del yo tiene que contener las metas de lo que se ha designado de manera variable como "instinto de dominio" (Hendrick), "principio de dominio" (Fenichel). etc. Un término mejor para lo que tengo en mente seria pulsión de maduración. Significaría una representación psíquica de todos los procesos de crecimiento. de maduración y de individuación del ser humano 11 •
El autor pasa a extraer las consecuencias de ello en cuanto a las relaciones del ideal del yo y Ja vergüenza. Si se quiere poner en relación el ideal del yo así concebido con el dualismo Eros-Thanatos. se puede con· siderar que está al servicio de Eros: entre su punto de partida (el narcisismo primario) y su proyección sobre la organización genilal. lmpulsa al hombre a cumplir «esos rodeos que la vida toma en su carre ra hacia la muerte" (Más allá del principio de placer. 1920). Esos rodeos se ligan a su vez. como hemos dicho. a la ins· tauración del principio de realidad. aun si el deseo organizador del ideal del yo es la descarga de las tensiones por un retorno a los orígenes. Las perturbaciones de la evolución hacen correr al sujeto el riesgo de abandonar esos rodeos para alcanzar la satisfacción siempre esperada. a favor de la via más corta. por regresión. proceso que podemos considerar como ligado a la acción de la pulsión de muerte. 65
En Más allá del principio de placer. Freud habla dl' la tendencia. nunca abandonada. a repetir una satisfacción primaria: "Todas las formaciones sustitutivas y reactivas. y todas las sublimaciones. son insuficientes para cancelar su lensión acuciante. y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante, que no admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas. sino que. en las palabras del poeta. ··acicatea, indomeñado. siempre hacia adelante .. (Fausto) ... Si la fantasía de unión con la madre es un organizador potente de nuestra vida psicosexual. si es ella la que nos 11acicatea. indomeñada. siempre hacia adelante" (y en los casos malos. hacia atrás). ¿qué se hace de ella tras la declinación del complejo de Edipo? Tal es La pregunta que debemos hacernos ahora.
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3. El ideal del yo. el enamoramiento y la genitalidad
y pronto pareció que un día a un día se hubiese unido. cual si Aquel que puede con otro sol hubiera ornado el cielo. B eatriz en las esferas eternales fijaba /a mirada. y _vo mis ojos volvía a ella sin pensar la altura. Su aspecto m e produjo en lo más hondo Jo que al gustar Ja hierba sintió Glauco cuando el mar lo admitió entre sus dioses.
Dante. u Paraíso,,, canto l. La divina comedia•
·El florecimiento temprano de la vida sexual infantil estaba destinado a sepultarse porque sus deseos eran inconC'!llables con la realidad y por la insuficiencia de la elapa evolutiva en que se encontraba el niño. Ese ílorC'C'imiento se fue a pique a raíz de las mas penosas ocasiones y en medio de sensaciones hondamenl<' dolorosas . La pérdida de a mor y el fracaso dejaron como secuela un daño perma nente del sentimiento dC' sí. en calidad de cicatriz narcisista. que. tanto según mis experiencias como según las puntualizac!ones de Marcinowski (1918). es el más poderoso aporte al frecuente "sentimiento de Inferioridad" de Jos neuróticos. La investigación sexual. que chocó con la barrera del desa· • Edlr.iones Carlos Lohlé. Bueno~ Aires: 1972. Traducción. prólogos y notas dt> Angel J. Batl1s1~ssa . (N. dd E.1
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rrollo corporal del niño. no obtuvo conclusión satisfactoria; de ahi la queja posterior: "No puedo lograr nada; nada me sale bien". El vinculo tierno establecido casi siempre con el progenitor d el otro sexo sucumbió al desengaño. a la vana espera de una satisfacción. a los celos que provocó el nacimiento de un hermanito. prueba indubitable de la infidelidad del amado o la amada; su propio intento. emprendido con seriedad trágica. de hacer él mismo un hijo así. fracasó vergonzosamente: el retiro de la ternura que se prod igaba al niñito. la exigencia creciente de la educación, palabras serías y un ocasional castigo habían terminado por revelarle lodo el alcance del desaire que le reservaban•. Tal es el dramático cuadro que Freud traza del niño edípico en Más allá del principio de placer ( 1920). La re nuncia al objeto edipico se presenta. e n este contexto. ligada al doloroso reconocimiento. por parte del niño. de su pequeflez. su insuficiencia. La tragedia del niño es aquí la de las ilusiones perdidas. En "El sepultamiento del complejo de Edipo•. cuatro años después. Freud vuelve sobre el mismo cuadro: " ... la falta de la satisfacción esperada. la continua denegación del hijo deseado. por fuerza determinarán que los pequeños enamorados se extrañen de su inclinación sin esperanzas. Así. el complejo de Edi· po se iría al fundamento a raíz d e su fracaso. como resultado de su imposibilidad interna... Sabemos. sin embargo. que e n este mismo texto. sin abandonar la idea de una disolución espontánea del Edipo por irrealizable (y. en consec uencia. por sometimiento a la realidad), Freud pone el acento en el complejo de castración y la instauración del superyó. En un capítulo anterior recordé la tesis conforme a la cual Ja barrera del incesto constituye una protección para el niño edipico frente a la herida narcisista de tener que reconocer su propia impotencia. La prohibición dejaría a salvo la ilusión. El problema que se plantea es saber hasta qué punto la renuncia al objeto edipico -que. a mis ojos. se confunde con el objeto de la fusión primaria, en cierto nivel. según he intentado mostrarlo apoyándome. por Jo demás. en otros autores- es total y definitiva.
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lw~ta qué punto podemos hablar de pulverización del füllpo. aun en el easo 11ideaJ,. considerado por Freud. Re· t•ordemos que para Freud •el proceso ... es más que 1111a represión; equivale. cuando se consuma idealmenlt·. a una destrucción y cancelación del complejo• (.. EJ ttcpultamiento del complejo de Edipo11. Freud. 1924). El trabajo de C. Parat sobre este asunto expresa la o.;lt uaclón de una manera notablemente matizada:
.. f<~n los casos más afortunados, lras las modificacio1ws del periodo de latencia. tras el enriquecimiento de las identificaciones y de las investiduras sublimadas. tras el recomienzo de la pubertad. el desenlace será la posibilidad de establecer un amor con su parte obJctal y su parte narcisista. Si es imposible hablar del Edipo sin hablar del amor. tampoco se puede hablar clrl amor sin evocar el Edipo. El amor edipico corresponde a la primera constelación genital. al primer modelo del amor". Parat retoma además la célebre fórmula que Freud presenta en Tres ensayos: «El hallazgo de objeto es propiamente un reencuentro•. lo que alude al objeto primario perdido. (Apunto. por mi parte. que concibo el objeto primario como aquel que aún no ha sido diferenciado del yo y que sólo a posteriorí es vivido como 11objeto11.) Y agrega: «Este reencuentro. más allá de la trayectoria edipica indispensable. contribuye a conferir a la relación amorosa su dimensión de placer reconquistado. de mundo antiguo ya entrevisto. perdido y recuperado•. No obstante. en la relación amorosa genital. el objeto no es un "sustituto edipico... Paralelamente, C. Parat destaca la fragilidad de la estructuración edipica genital por ella descrita: "Toda dificultad endógena o en apariencia exógena hace revivir el conílicto edípico•. Siguiendo en esto a Christian David. ella piensa que 11siempre el arnor se edifica en parte. pero en parte solamente. sobre el antiguo amor edípico». Al mismo tiempo. el amor contribuye a borrar 11el traumatismo narcisista edipico Se puede entonces ver que para C. Parat. el amor de la organización edípica genital se fw1· 11 •
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da al mismo tiempo en d doble modelo del amor primario y del amor edípico. sin ser su calco fiel. Ella supone que tras la declinación del Edipo se adquiere una dimensión nueva que se reflejará en el tipo de amor de la organización que entonces se establece. Pero la reactivación. siempre posible. del conflicto edipico. sobre la cual la autora pone el acento. muestra que ella no cree en esa desaparición total del Edipo, incluso en el nivel del inconciente. que Freud imagina. es cierto que como oidealu. En cuanto a David. en su interesante libro L 'état amoureux (1971). demuestra también el doble origen del amor: uLa inducción recíproca del impulso pasional. además de sus fuentes edipicas. proviene de la simultaneidad en la revivcncia de los traumatismos de separación. Ahora bien. uno de los principales objetivos de la intención amorosa es. a no dudarlo, ;a abolición de sus efectos. el ingreso en un universo de completud y de comunión. La soledad se pretende exorcizada definitivamente: uno ya no será incomprendido. tendrá al menos un ser junto a sí al que pueda comprender en Lodo y siempre. Comprender por medías palabras o sin palabras. romo una madre comprende a su hijo (las bastardillas son mías). como un perro comprende a su anlO••.
Al mismo tiempo. todavía más que Parat. él insiste en que el amor es irreductible al Edipo. y en la creación nueva que todo amor constituye. Pero no estoy de acuerdo con él cuando atribuye la distancia entre el amor edipico y el amor llamado •genital• esencialmente al no conocimiento de la diferencia de los sexos antes de la pubertad. Ya he dicho que a mi juicio esta concepción del Edipo que Freud nos ha legado convalida nuestras defensas y constituye en si una tentativa de restañar la herida narcisista inherente a la situación edípica. David. al mismo tiempo. se refiere a •la herida edípica. siempre pronta a reabrirse" y. en consecuencia. siempre presente en el inconclente. Los dos autores que acabo de citar admiten. pues. las fuentes 70
t•diplc·as y na rcisislas fus ionalcs del e n a moramie nto, al llempo que le atribuyen una especificidad más allá el<· sus dos orígenes. IJ. Braunschweig, en su trabajo 11Psychanalyse et réulllr• (1971). se expresa acerca de la estructuración edípica: uAde más. la experiencia clinica nos ha ensc· 1)ado que en los casos en que esta eslructuración ha sido sólidamente establecida. la re nuncia al objeto edípico, que e n el curso del psicoanálisis es consiguiente al despejamiento de la represión de las representaciom·s de este objeto y del deseo que recaía sobre él. conllene ta mbién la elaboración del duelo primario•. Esta rf'fle xión, que conjuga el objeto primario y el objeto cdipico. armoniza por entero con las hipótesis que he Intentado formular aquí. Pero me parece difkilmente sostenible la concepción de un duelo total real del objeto edlplco que contuviera al •objeto prtmari0>•. O , más exactam e nte . e n la medida en que el deseo edípico ha sido portado -apuntalado- por el deseo de reencon· trar el objeto primario. m e parece proble mática su completa desaparición del inconciente. Si esto ocurriera d e plano. si este doble duelo se realizara totalmente. el ideal del yo se reabsorbería porque el sujeto habría renunciado a reencontrar el paraíso perdido. Aho· ra bien. a lo que asistimos. en el periodo d e late ncia. es a una relativa desidealización del progenitor del mismo sexo (lo que Anna Freud llama udesencanto ..). ligada. verosímilmente. a la decepción edípica: el niño renuncia a lomar a su padre por modelo a fin de poseer a su madre. pero ello en favor de otros modelos (sus maestros. por ejemplo). movimiento que coincide con su desapego relativo de los objetos parentales y lo que se suele llamar su socialización. Pero el conflicto edi· pico pem1anece latente. y la pubertad lo reactivará, lo mismo que ese otro periodo de perturbación fisiológica en Ja mujer: la menopausia (verosímilmente existe un movimiento simétrico en el hombre e n el mo· m e nto de la pérdida de sus capacidades genésicas) . La pere nnidad del deseo edipico (y de l deseo de reencon· trar el objeto primario que se encuentra en su base) aparece claramente en esta fase de la vida genital fe· menina. 71
Hélene Mlchel·Wolfrom (conocida ginecóloga que ha muerto hace unos años) decía que la mayoria de las mujeres que frisando los cincuenta años venían a consultarla a causa de una detención de las reglas se creían encintas. Esta denegación de la realidad muti· lantc y este anhelo de tener un hijo. que la sustituye. parecen tener relación directa con el Edipo. a juzgar por un caso conmovedor que debí tratar. Era una médica. madre de familia. a quien yo ha· bía tenido en análisis hacia unos quince años y que me visitó ocho años después del final de su cura porque . lras una detención de las reglas que duraba ya varios meses. había vuelto a sufrir angustias y miedos hipocondriacos debidos a una menopausia inci· pientc. Vino cuatro veces y suspendió espontánearnen· te sus sesiones cuando comprendimos. a través de un material onírico muy rico. que la menopausia había reavivado su deseo de tener un hijo del padre. Por ejemplo. soñaba con un hombre parecido a su padre, que urevolvíai• con una vara un gran repollo dentro de una inmensa marmita. (En Francia se dice que los varones nacen en repollos.) La pérdida definitiva de esa esperanza. representada por la menopausia. fue vivida como resultado de un castigo infligido por la madre en razón de sus anhelos culpables. Por esa razón ella vino a solicitarme -en el nivel de la trasferencia materna- que no la castigara privándola de sus capa· cidades procreadoras (es inútil decir que ese deseo y esos temores habían sido objeto de una larga elabora· ción durante su análisis). Sus reglas. por lo demás. reaparecieron durante la semana de este breve lratarnicn· to. y tengo todas las razones para pensar que ella acep· tó mejor su desaparición después. puesto que no volvió a recurrir a mi asistencia. El embarazo y el nacimiento de un hijo reactivan del mismo modo en la mujer (y en el hombre). como se sabe. el conflicto edípico (y pre-edípíco. desde lue· gol. Pero Jo que tal vez se sabe menos. y de lo que pu· de tomar conciencia a través del caso de una pacien· te. es que si el deseo de hijo contiene clásicamente el deseo de revivir la relación con la madre y. en el nivel edípico. el de tener un hijo de l padre. el nacimiento 72
cid hijo puede ser vivido. a la inversa. como decepcio·
nanlt' en la medida en que el hijo «real• no es precisa111t·nte un hijo del padre. Así. una paciente que deiit·aba ardientemente un hijo y que se había sometido ,, un tratamiento prolongado y arduo para vencer cier-
tas causas de esterilidad. presentó un estado depresivo tras el nacimiento tan esperado. estado que no se pudo atribuir sólo a los motivos que habitualmente se Invocan. Durante las sesiones en que se quejó de su depresión. mencionó un «amorio" que había tenido anIC's de su matrimonio. y que. si había durado varios años. nunca se concretó en relaciones sexuales completas. Mientras yo permanecía perpleja ante la aparición en ese momento de la imagen de su ex companero. ella aportó un sueño en el que mantenía relaciones sexuales con el hombre en cuestión. que estaba casado. en su sueño. con una empleada de banco. En la realidad. su padre tenia por amante una empleada de banco. El nacimiento del hijo. en consecuencia. había despertado una nostalgia edípíca: los afectos depresivos se debían al hecho de que el hijo •real• la obligaba a consumar el duelo del hijo del padre. (Denise Braunschweíg. e n su discusión del trabajo de C. Parat. apun· ta que "cuando un proyecto cualquiera. que responde a una fantasía cuyo contenido inconciente está ligado a las vicisitudes de la evolución pulsional. se concreta en la realidad [ ... ] se produce un despertar del sufri· miento narcisista por desautorización de la fantasía". y menciona acerca de esto 11la irremediable distancia entre el deseo edípico de- la infancia y la satisfacción actual11 .) Mis observaciones confirman. en general, las de Parat. cuando ella señala que ·Todo sucede como si cada reestructuración sólo pudiera producirse por una nueva recorrida del conflicto edípico y l·on auxilio de esta nueva recorrida... Me inclino a atribuir esla resexualización de las pulsiones tiernas de meta sexual inhibi· da. vestigios pos-edípicos autorizados por el superyó. a una reactivación -o a una pérdida- de la esperanza de acceder a la fusión primitiva. es decir. de abolir el margen entre el yo y su ideal. cada vez que una con· moción libidinal (fisiológica o no) sacude la economía
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dd sujeto. En suma. el acceso a la realidad. que sólo se volvería posible por la renuncia definitiva al objeto edipico y al retorno a Jos orígenes. parece un estado -cuando se lo alcanza- extremadamente inestable. Esta comprobación se suma a la de Freud en Tótem y tabú (1912-1913) acerca del acceso problemático del ser humano al estadio científico en que "Yª no queda espacio alguno para la omnipotencia del hombre, que se ha confesado su pequeñez y se resigna a la muerte•. Hasta cabe preguntarse si la realidad así mirada en pleno rostro no tendría el brillo enceguecedor de la muerte. Porque, en fin, ¿dónde encontraría el hombre eso que lo .. acicatea. indomeñado. siempre hacia adelante". si no lo moviera la esperanza de reparar cierta laguna fundamental (el "restablecimiento narcisista" de Grunberger)? El abandono de la esperanza de encontrar. por los rodeos que el principio de realidad imprime al trayecto pulsional. la satisfacción última, traerla consigo una regresión mortífera. Se puede decir entonces. por una parte, que la renuncia al objeto edípico, en el momento de la declinación del complejo de Edlpo. tiene sólo un valor rclati· vo. y que. por otra parte. no existe una renuncia absoluta a colmar el margen entre el yo y el ideal del yo. Este último. a través de las integraciones pregenitales. habrá adquirido dimensiones menores por obra de las satisfacciones obtenidas. de las adquisiciones y las identificaciones efectuadas, que. al reforzar la autoestima, liberan una parte del narcisismo retenido por el ideal y permiten reinvestir el yo. No obstante. la herida narcisista infligida por el fracaso edípico podría. como lo señak <:tntes. si desembocara en un duelo real absoluto del objeto en su doble significación. disolver el ideal de l yo. o bien. al contrario, si esta herida permaneciera siempre abierta, podría engrosar de manera df>smesurada el ideal por un nuevo arrancamiento de l narcisismo del yo en su beneficio. y ensanchar en esa medida el foso que lo separa del yo para convertirlo en una llaga hiante. Pero en la mayoria de los casos asistimos a la institución de un ideal que sr sitúa a igual distancia entre los dos extremos. Me parece que esto se debe a tres factores esenciaks: 74
l. A la Instauración dC'l superyó. heredero del com plejo de Edipo. que puede ser considerado a la luz de los trabajos de Jones. Grunberger y C. Parat como una lnslancia que protege el narcisismo del niño ediplco atribuyendo a una interdicción lo que es producto de su miseria sexual intrínseca: el superyó. que actúa como un bálsamo sobre la herida narcisista. impide una hemorragia libidinal del yo en dirección de su Ideal (otra eventualidad podría ser una regresión de carác· ter psicótico). 2. A la iniciación. particularmente importante en el periodo pos-edipico. de las actividades sublimatorias (volveremos después sobre las relaciones entre el ideal del yo y la sublimación): este último punto está ligado. entre otras cosas. al desplazamiento de la proyección del ideal del yo sobre nuevos modelos. 3. A la posibilidad de buscar la fusión perdida en el amor con un objeto que ya no es el objeto edípico (aunque virtualmente pueda ser investido como tal). En lo que concierne al tercer elemento. que e n este momento nos interesa. sabemos que Freud sitúa e n el punto focal del enamoramiento la proyección del ideal del yo sobre el objeto: "Discernimos que el objeto es tratado como el yo propio. y por tanto en el enamoramie nto afluye al objeto una medida mayor de libido narcisista. Y aun en muchas formas de la elección amorosa salta a la vista que el objeto sirve para sustituir un ideal d el yo propio. no alcanzado [ ... [ La situación puede resumirse cabalmente en una fórmula : El objeto se ha puesto en el lugar del ideal del Yº"· Freud. como sabemos. insiste en el empobrecimiento que sufre el yo en este proceso: ·El yo resigna cada vez más todo reclamo. se vuelve m ás modesto. al par que el objeto se hace más grandioso y valioso; al final llega a poseer todo el amor de si mismo del yo. y la consecuencia natural es el autosacrificio de este. El objeto. por así decir. ha devorado al yo. Rasgos de humilla· ción. restricción del narcisismo. perjuicio de sí. están presentes en todos los casos de enamoramiento•. Ya en •Introducción del narcisismo• (1914). traba· jo del cual Psicología de las masas y análisis del yo (1921) parece ser e n muchos senUdos com o una con-
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tinuación. Freud decía: La investidura libldinal de los objetos nu eleva el sentimiento de sí ( ... j el que está enamorado está humillado11. Ahora bien. esta ·• limitación del narcisismo" no es sino aparente. Si fuera real. debería provocar afectos depresivos; nada de eso ocurre. Ahi está para decírnoslo la exaltación que acompaña al amor. Ella ha sido comparada justamente por David con el estado maníaco. •Exaltación ... néxtasis•. son términos que se asocian de manera estrecha con el enamoramiento y cuya etimología (elevación. trasporte fuera de si y del mundo) es exactamente opuesta de la de ccdepresión". que significa "hundimiento". En un capitulo de su libro. David opone con pertinencia y sutileza el duelo al enamoramiento. Refiriéndose al amor -compartido. es cierto-. el autor prorrumpe: uYa no es más aquí la sombra del objeto la que cae sobre el yo. es el yo, iluminado por el súbito resplandor del objeto. el que se eleva hacia este... Y prosigue: EI brillo del objeto ilumina entonces al yo maravillado. a quien esta repentina claridad enceguece pero exalta... Sólo la falta de reciprocidad aproxima el amor al duelo. dice el autor. Tal vez yo iría en este punto más lejos que David. En efecto. no considero que el yo se exalte solamente en el caso de un amor compartido. Me parece que en el amor -y esto desde los primeros Instantes-. desde el momento de la elección. el sujeto y el objeto representan la objetivación del nexo entre el yo {el sujeto} y el ideal del yo (el objeto). Dicho de otro modo. el sujeto se encuentra en la vecindad de su ideal encarnado. Primero. la abolición tan esperada del margen que los separa es vivida en el modo de la satisfacción alucinatoria de deseo. por anticipación. Sólo un prolongado desengaño. un rechazo reiterado. inducirán al enamorado desdeñado a tratar de producir el desapego necesario y. en consecuencia. a consumar un trabajo de duelo (así como la experiencia de la insatisfacción será la que ponga fin a la satisfacción alucinatoria del deseo}. Pero los primeros momentos del amor -con independencia de la respuesta del objeto- rebosan de júbilo exaltado, de una expansión egótica. En efecto, el resplandor del objeto (del ideal del yo) cae sobre el yo: y me inclino a decir que 0
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la proposición dt> Frcud .. ~¡ objeto. por así dec ir. ha devorado a l yo• se puede comprender como "El ideal del yo ha devorado al yo•. o s ea. como la fusión de las dos Instancias e n la fiesta. como el reencuentro de l vinculo original anterior a la diferenciación dt'I yo y el noyo. Cabe notar que la oposición entre la sombra y el resplandor del objeto se impone aquí: toda una serle de fenómenos que implican una zambullida más o me11os efímera en el universo narcisista primario (con una abolición concomitante. no hay que olvidarlo. de la diferenciación de las instanc ias del aparato psíquico) es figurada por una luz enceguecedora: la inspiración del artista o del sabio s e designan como una uiluminación•. las apariciones de la Virgen y de los santos. así como las teofanias, s e acompañan de fulgores brillantes. de vivos destellos (Moisés y la zarza ardiente, por ejemplo). La teosofia. mística que tiene por objeto la unión <:on Dios. es un •iluminismo ... y los visionarios en general son unos •iluminados•. Los psicóticos presentan sus intuiciones delirantes como un acceso repentino a la ulucidezu, como una comprensión que recibieron nen un relámpago•. El insight es vivido con frecuencia como una •fulguración". El poeta Prévert clice d e los niños que se aman que se encuentran •·en la enceguecedora claridad de su primer amor". En c uanto al reconocimiento a primera vista que a menudo el enamorado hace de su objeto. ¿no se lo llama coup de fou dre? Esto es signo de que. desde el primer instante. Ja fusión se ha producido en cierto nivel. con descompartimentación de las instancias y abolición de las fronteras del yo. El enamoramiento. si constituye uno de Jos principales destinos pos-edípicos del ideal del yo en el sentido de que es característico de la adolescencia (aunque existen amores infantiles pre-puberales). no por ello es representativo de una organización edípica genital en el sentido de Parat. En efecto. se sabe -y Freud Jo destaca (•Enamoramiento e hipnosis11, en Psicología de las m asas y análisis del yo. 1921)- que el amor poético del adolescente puede estar desprovisto de deseo sexual conciente o es susceptible. c uando la síntesis entre la corriente sensual y la corriente tierna es
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defectuosa. de desembocar en la impotencia. En estos casos. se puede comprender el enamoramiento como la m a nifestación del deseo de recuperar el narcisismo primario a través de la proyección del ideal de l yo so· bre el objeto de m a nera regresiva. sin que . en esta bús· queda. Intervengan las adquisiciones psicosexuaJes de la evolu('ión. en realidad insuficientemente integradas. La sexualidad pregeni tal -y en particular la anali· dad-. asi como la plena capacidad orgástica adquirí· da en la pubertad, en lugar de aparecer como donadoras d e nuevos medios para alcanzar la completud tan anhelada a través d e la unión sensual. se experimentan <'orno incompatibles con el proceso de idealización y com o un estorbo para el logro de la felicidad perdida. El clivaje entre la maduración pulsional y el narcisismo, descrito por B. Grunberger. es aquí particularm e nte sensible. El •resplandor• del objeto entra enton· ces en pugna con las tinieblas pulsionales. sobre todo con aquellas d e la componente anal í!os temas de luz y de claridad de que antes hablamos son ve rosímilme nte a ntitéticos de la analidad). Este amor es «etéreo" porque se le ha sustraído el espesor carnal. Es el caso de los amores de los que está excluida la consumación carnal; a veces hasta un único encuentro. un rostro apenas entrevisto. bastaron para que naciera el sueño de una celebración d e las nupcias del yo y del ideal: Dante y Beatriz. Laura y Petrarca. son de estC' modo para nosotros eternamente héroes. en el sentido en que Rank emplea ese término. por incestuosos en la unión misrica del yo y del ideal del yo. El a mor cortés d el siglo XII -época d e las catedrales. de las c ruzadas a Tierra Santa. de la búsqueda del Santo Grial. y también de Ja herejia cátara e n su pleno florecimiento- se coloca por e nte ro bajo el signo de l clivaje e ntre el narcisismo y las puJsioncs. El objeto, en el limite . no es más que un pretexto para Ja asunción gloriosa del yo. para la cual la e ncamación re presenta un obstáculo. ¿Acaso el trovador no jura fidelidad a una dama -a menudo princesa lejana a la que nunca vio- más a1lá de la veje z y de Ja muerte, es decir. m ás allá de las contingencias de la carne? En un articulo muy in·
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krcsantc. ,Jacques Sédal ( 1972) recu erda Jos ritos del amor cortés y la insa tisfacción (carnal) fundamental quC' es en él la condición n ecesaria para alcanzar el goce: No hay amor que contente m i corazón Si no es aquel que nunca h e vivido exclama J a ufré Rudel. cantor de la dama lejana. El contento no es ni el placer (limitado. en definitiva) ni Ja simple alegria. sino Ja beatitud misma: uEl rchusamiento del placer. la anorexia hacia las satisfacciones es la re nuncia obligada para ponerse en la busca de l goce" (Sédat ). Detrás de este amor. manifiesta mente edípico -el trovador es siempre un célibe que escoge por dama la esposa de un noble señor-. es fácil a divinar la homosexualidad latente. p ero también . y sobre todo. Ja bus· ca de la exaltación narcisista pura. la elación que la contemplación imaginaria del objeto brinda. •por los ojos del alma.. , objeto con el cual el trovador se une más allá de las contingencias de Ja carne, de la m a te· ria perecedera, del espacio y del tiempo. com o los vi· s ionarios místicos se fusionan en Dios en la experien· cia extática. como el platónico alcanza la idea por en· cima de la multiplicidad de sus encarnaciones, por en cima de la encarnación misma. En El banquete lo que importa es llegar a ver 11Lo bello en si, en su integridad, en su pureza sin m ezcla. en lugar de la belleza mancillada por la carne y los colores humanos. y una multitud de otras fruslerías mortales". Si se tiene e n cuenta la evolución del yo tal como es descrita por Ta usk (1919) . quien postula Ja existen· cia de u n yo psíquico anterior al yo corporal. vivenciado al comienzo como extraño. y cuya integración será la tarea del y o psíquico. se compre nde que por el ca· m ino de retorno a la fusión narcisista primaria el suje· to viva s u cuerpo como un pingajo del que hay que librarse para perder los limites que la e ncarnación le asigna. Es la descripción de este proceso lo que Grunberger destaca en su trabajo sobre la mela ncolía ( 1966): «Existe en cada uno de nosotros una tendencia a su79
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perar la dependencia respecto de nuestro despojo mortal•. Estamos aquí en pr<:>sencia del pensamiento gnóstico. cuyos avatares. como lo ha mostrado Pasche ( 1959) con gran penetración. son eternos. A su juicio. el pensamiento occidental (sea religioso o ateo) se define frente a la gnosis. (Y esto parece aún más manifiesto hoy que en el momento en que Pasche pronunciaba su bella conferencia.) El hombre, para el gnóstico. debe liberarse de Ja materia. de sus envolturas terrestres. Su cuerpo debe convertirse en un cuerpo aéreo. después en un cuerpo etéreo. y. por último. en una pura esencia luminosa y espiritual (véase Leisegang. La Gnose). Entonces alcanzará el Espíritu y la Luz de Dios. Hay consustancialidad entre su espíritu y la divinidad. Desembarazarse del propio cuerpo permite entonces acceder a la unión con lo divino. al conocimiento absoluto. Esta fusión con lo divino representa sin duda. en mi opinión. el retorno a la unión del yo y del ideal. a la indistinción primaria. Me parece que al mismo tiempo ella constituye una trasgresión de la barrera del incesto. El conocimiento, en la Biblia. es asimilado al coito. Conocer a una mujer es penetrarla: y el conocimiento absoluto. ¿no será el de la madre? El hombre no debe comer del fruto del árbol del conocimiento. Debe permanecer para siempre separado. segregado. del conocimiento supremo. El incesto le está interdicto. Que el amor cortés guarde relación con la gnosls parece evidente cuando se examinan algunos de sus ritos. referidos por Sédat. En particular. la contemplación de la mujer desnuda y el Asag. Se trata de una ascesis que trabaja sobre la purificación de la mirada y del sentimiento a moroso. El Asag es una prueba de cohabitación casta con la dama. cohabitación que excluye el hecho (la referencia anal es manifiesta aquí). El amor puro es el Fin"Amors. es decir. el amor perfecto. completo. Estos ritos se pueden comparar con ciertas prácticas gnósticas (y. sobre todo. cátaras). a unque el desprecio del cuerpo no sea en estas tan concientc. (Pasche recuerda las metáforas -polvo. barro. verdín- con la~ que es designado el cuerpo en los escritos gnósticos.) Se puede comprender que ese cliva-
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jt.' entre el narc1s1smo y las pulsiones en ciertas formas dt' amor. lejos de representar una accesión al estadio genital. expresa sólo la nostalgia lancinante de la fusión primaria. que se confunde con la del yo y del Ideal. Más que reunir sus pulsiones en un haz. el suje· lo las abandona para lanzarse. cuerpo inmate rial. hacia «las Hijas del Fuego... mezclando «el sueño y la vida... en el intento de sustraerse d el nSOI negro de la melancolia11 (alusiones al poeta Gérard de Nerval. que terminó psicótico). Porque esos amores angélicos que arrastran a la regresión se inscriben a menudo sobre un fondo psicótico. en particular cuando persisten o nacen después de la adolescencia. La revivencia del Edipo en la adolescencia suele reforzar mucho la represión de la corriente sensual. Que el enamoramiento así vivido sea principalmente característico del adolescente no tiene nada de asombroso para nosotros si pensamos en los enormes cambios económicos por los que él debe pasar. El desasimiento que él en consecuencia opera entre su ideal del yo y el con· junto de su maduración no constituye. las más de las veces. sino un momento de su evolución. como si la integración del bullir pulsional que Jo agita demanda· ra cierto tiempo. El enamoramiento puede ser entonces considerado como una tentativa de compromiso entre las pulsiones sexuales violentas del adolescente y su used de ideal y de pureza• antlpulsional. porque sin duda su objeto es una mujer (o un hombre. en el caso de la niña. aunque al comienzo de la adolescencia pueda tratarse de un objeto homosexual). y por· que a pesar de todo son las pulsiones sexuales -incluso reprimidas- las que están en juego. acerca de lo cual el adolescente no suele engañarse. En este sen· tido. tal vez tenga clara conciencia de l clivaje que se opera e n é l. Dicho de otro modo, el enamoramiento del adolescente contiene en germen la posibilidad de una reunión ulterior del narcisismo (proyectado sobrr el obj eto bajo la forma del ideal) y de las pulsionrs sexuales. lo que no sucede cuando él adhiere a una ldeologia. adhesión que es ascética por su esencia, cualquiera que sea el contenido manifiesto de la ideología en C'uestión. No obstante. en ciertos casos -basta leer las no· 81
tiC'ias policiales para comprobarlo- el amor de losado· lesccntes. a un si se acompaña de una realización sen· sual. no suporta someterse a las contingencias de la vida. y el menor obstáC'ulo (en general representado por los padres. que desempeñan aquí el papel del rl· val edíplco y. a la vez. el de. la realidad que estorba la fusión narcisista consumada) puede empujar al sui· cldio de la pareja: la muerte se vive en taJ caso como el triunfo del narrisismo primario sobre la realidad. Más todavía: no sólo ocurre que la falta de correspondencia del objeto no disminuye la exaltación del enamorado. sino que este ame y quiera amar únicam e nte e n silencio (··Mi alma tiene su secreto. mi vida tiene su misterio. y la que yo amaba nunra lo conoció ... 11) como si la menor tentativa de realización amenazara romper el e ncanto. Pensemos también en esos amores adolescentes por ídolos distantes, a veces fa. llecidos hace mucho tiempo (Rodolfo Valentino. James Dean ... ). Si el amor puede inscribirse en un tipo de organi· zaC'lón muy regresiva de la libido y del yo. ¿se puede sostener la Idea de una forma particular de relación objctaJ ligada a la organización g<.>nital de la Ubido, y -para decirlo de una vez- se puede hablar de "una forma consumada del amor" (Freud) bajo el primado genital. o conviene abandonar esta noción por ser puramente moralizadora y normativa? Parece que dos argumentaciones. en a pariencia opuestas. h an oscurecido un tanto el problema. La primera. de Reich. consiste en poner el acento en la capacidad orgástica y e n la función del orgasmo. La capacidad orgástica define la salud y la norma: ..EJ carácter genital está regido por una economía libidinal normal. La denominación de "carácter genital" está justificada por el hecho de qut" sólo la primacía y la potencia orgástlca (determinada por una eslnl<'tura caraclerial bien definida) pueden asegurar una economía libidina l conformt" a la norma... En el capitulo de su Charactcr Analysis que trata de ..carácter genital y carácter neurótico", W. Reich se refiere a la coraza del carácter:
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•· l~I carácl<·r del yo st· compone de elementos lomados dt'I mundo exlerior como prohibiciones. inhibiciones t' Ide ntificaciones. Los contenidos de la coraza de l carácter son por lo tanto de origen exterior. social [ . .. ] La evolución que lleva de la situación primitiva a la civilización moderna ha exJgido restricciones considerables de orden libidinal y de otra indole. El desarrollo humano se ha caracterizado por sofocaciones sexuales cada vez mayores. En particular, la institución de la sociedad patriarcal condujo a la desorganización y la sofocación de la genitalidad [ ... ) Para conjurar las angustias consecutivas de amenazas reales (provenientes del mundo exterior). los individuos se encontraron en la obligación de inhibir sus pulsiones: ya no tienen el derecho de pasar al ataque aun si se mueren de hambre. Los instintos sexuales son contrariados por las normas y los prejuicios sociales. Cualquier infracción de las nunnas constituye un peligro para el individuo: corre el riesgo de que lo castiguen por ''robo·· o masturbación infantil. el homosexual o el incestuoso aguardan la cárcel. En la medida misma en que se evita el miedo originado en un ataque exterior. aumentan la estasis libidinal y la estasis de angustia: hay interdependencia estrecha entre la estasis de angustia y la angustia provocada por las amenazas exteriores: la disminución de una provoca el aumento de Ja otra. y a la inversa. El intrépido satisface sus necesidades Ubi· dinales afrontando el riesgo del ostracismo socialu.
La coraza del carácter defiende al sujeto del mundo exterior y le evita asi la angustia (realista) al mismo tiempo que almacena la angustia proveniente de la estasis libidinal (libido no descargada por el orgasmo genital}. El carácter genital. por su parte. ureduce periódicamente la presión de las exigencias instintuales por medio de las descargas orgásticas del ello sobre el yo [ ... J Es cierto que el yo del carácter genital tiene también coraza. pero dispone libremente de ella en lugar de sufrir su ley [las bastardillas son míasl [ ... j El carácter genital puede ser en extremo alegre. pero también conocer una cólera intensa. Reacciona a la pérdida del 83
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objeto con tristeza. sin quedar abrumado; es capaz de un aJTior ardiente y de un odio implacable•. etc. En cuanto a las instancias. ellas coexisten pacíficamente: .. El superyó del carácter genital adopta frente a la sexualidad una actitud positlva [las bastardillas son de ReichJ; por esta razón. una armonía profunda reina entre el ello y el superyó. Puesto que el complejo de Edipo ya no está investido. la contrainvestidura del superyó se ha vuelto superflua... (En el mismo capítulo. el superyó es definido como ccun cuerpo extraño. oriundo del mundo exterior, poblado de amenazas y de prohibiciones•.) En el plano práctico. se puede decir que no existen prohibiciones sexuales en el nivel del superyó. El superyó desconoce el sadismo no sólo por las razones antes indicadas, sino también porque la ausencia de estasis libidinal evita que se activen las tendencias sádicas. ,,EJ yo ideal y el yo real se asemejan. lo que se traduce en una ausencia de tensión" [las bastardillas son mías). En cuanto aJ yo. •asume sin mngún sentimiento de culpa [las bastardillas son de ReichJ la libido genítaJ así como ciertas tendencias pregenitales del ello [ ... ) El yo (beneficiario de satisfacciones sexuales indispensables) no experimenta sino una escasa presión de parte del ello y del superyó". Esta edad de oro de Psique. en que el león se apacienta con el cordero. es posible gracias al orgasmo. El neurótico. por su parte. es en cambio •incapaz de una liberación orgástica de su libido flotante y no sublimadau. Sabemos que. según Reich. la ausencia de liberación orgástica (ligada a la angustia •realista• del mundo exterior) hace que la libido refluya sobre los objetos infantiles. que son resexualizados -de donde la actualización del complejo de Edipo en el neurótico-. y sobre las fases pregenitales de la libido. Parece que la crítica esencial que se puede hacer a la concepción de Reich del carácter genital (conviene recordar que ella data de 1928-1932. época en la que él aún pertenecía aJ movimiento psicoanalítico) es estar de esa manera centrada precisamente en el orgasmo. Nathaniel Ross (1970) señaJa que la clínica indica una ausencia de paralelismo entre la capacidad orgástica y el nivel de madurez de la relación objeta!.
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En el rni8mo senlidu. Charles N. Sarlin ( 1970) insiste c:n la significación perfectamente autoerótica que pue de: adquirir el orgasmo. En cuanto a Heinz Lichte nstein ( 1970). asigna al orgasmo -siguiendo en esto a Eissler- la función esencial de confirmar al sujeto en su sentimiento de existir. función que es por entero independiente de la relación de objeto y que incluso puede estar en perfecta contradicción con un nivel evolucionado de esta. Permitaseme una hipótesis sobre el lugar privilegiado de la capacidad orgástica en el sistema reichia· no. hipótesis que me parece legitimada por la evolución ulterior de los escritos de Reich cuando pasó 11Del psicoanálisis a la biofísica de Orgon• (Character Analysts). Sabemos que. partiendo de la coraza del carácter. llegó a describir una coraza muscular cuya naturaleza se vuelve más precisa a medida que avanzamos en su obra. Así. se apunta que esta coraza obedece a una disposición segmental. que comprende varios anillos. Un esquema muestra ·la corriente orgonótica que discurre de manera perpendicular a los anillos de la coraza Esta corriente se desplaza gracias a contracciones onduJatorias. El esquema y el comentario que lo acompaña evocan incuestionablemente los movimientos peristálticos del intestino. Una relajación insuficiente de la coraza da lugar a la observación siguiente (en mayúsculas en el texto): ·TAN PRONTO COMO LA EXPRESION DE ABANDONO TROPIEZA CON BLOQUEOS QUE IMPfDEN SU UBRE EXPANSION. ELLA SE TRUECA EN IRA DESTRUCTIVA•. El conjunto de esta descripción sugiere una problemática en el nivel del entrenamiento esfinteriano. Creo que se puede proponer la idea de que la coraza (del carácter y muscular), que es. recordemoslo. de origen externo. corresponde a una fantasia de persecución que se registra con frecuencia: la de encontramos apretados e inmovilizados en el recto del perseguidor que nos impide actuar. Esta fantasía se activa a raíz del entrenamiento esflnteriano porque el progenitor que lo pone en práctica pretende bloquear la descarga (anal) del niño haciéndola dependiente de su albedrlo. corno si el niño estuviera encerrado en el esfinter de su •entre11 •
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nador11. En tales condiciones. el orgasmo no es sino un equivalente de la descarga anal vivida como un triunfo sobre el entrenador-perseguidor cuyo aferramiento ha conseguido el sujeto aflojar. La coraza-recto es entonces. también, la proyección de un superyó regresivo. constrictivo (Reich identifica la coraza con la ley; cf. supra). En verdad, no me parece que el orgasmo en si mismo posea una dignidad específica. Se trata sin duda de una descarga de tensiones. y esta no es, intrinsecamente. otra cosa que una evacuación (Alexander habla de odrenajeu) aun si las tensiones en juego son de índole más compleja que las anales. Ahora bien. desde el momento en que en el orgasmo intervenga ante todo la fantasía de hacer soltar al enemigo su presa (por más que esta fantasía pueda estar activa en num erosos sujetos en un plano edípico o pregenital). se vuelve abusivo atribuirle un papel director en una teoria de la genitalidad que supone el logro pleno del desarrollo psicosexual en su conjunto. Recordemos a Freud l ~Pulsiones y destinos de pulsión11, 1915): ccSi no solemos decir que la pulsión sexual singular ama a su objeto. y en cambio hallamos que el uso más adecuado de la palabra "amar" se aplica al vinculo del yo con su objeto sexual. esta observación nos enseña que su aplicabilidad a tal relación sólo empieza con la síntesis de todas las pulsiones parciales de la sexualidad bajo el primado de los genitales•. Se comprende también que al atribuir a factores externos la no coincidencia del yo y del ideal. así como la ausencia de goce completo, Reich preserva la fantasía megalomaniaca de que sería posible un a cceso a lo Absoluto. Opuesta a esta argumentación me parece la de Bouvet cuando describe .. ta relación genital de objeto" ( 1956). En efecto, contrariamente a Reich. no coloca en el cenlro de su discurso la manifestación del instinto sino que invierte más bien los factores cuando describe una estructura cuyos elementos corresponden. a su juicio. al concepto de genitalidad. por oposición a la relación objetal pregenital que él mismo ha expuesto antes, y sin que encontremos referencia a las raíces instintuales de su descripción. Por ejemplo:
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.. ~1 yo tiene aquí la estabilidad qut' no corre el riesgo de ser comprometida por la pérdida de un objeto significativo. Permanece independiente de sus objetos 1.•• 1 Los afectos y las emociones presentan matices que van de sentimientos apenas esbozados a la pasión notoria 1.•. ] Y, sobre todo. como las pulsiones que lo animan están genitalizadas. ya no toman ese carácter de afán de posesión incoercible, ilimitada. incondicional. que lleva consigo un aspecto destructivo. Son verdaderame nte tiernas. amorosas y. si el sujeto no por ello se muestra oblativo ( .. . ), es en este caso capaz de comprensión, de adaptación a la situación del otro 11 •
Esta descripción ha sido muy criticada. Pero no es cierto que no contenga algunos elementos de verdad. Lo que le confiere ese carácter moralizador y normativo tan a menudo señalado es su aparente gratuidad. Parece en efecto desprendida de su funda mento instintual. y que existiera junto a él y no en relación con él: o. más bien. los lazos que los unen no son perceptibles. Estamos. en consecuenc ia, frente a dos descripciones de la genitalidad; una que insiste en ciertas capacidades instintuales que ipso facto traerían consigo la aparición de relaciones humanas perfectas. y otra que pone el acento en la descripción de relac iones objetales evolucionadas. que implicarian la adquisición del primado genital. Sin duda que en uno y otro caso presentimos la existencia de una intuición válida. Pero el m ecanismo de la conversión de un orden de fenómenos en el otro. y su reciprocidad {las manifestaciones del instinto y Ja relación objetal). pennanecen rodeados de misterio para nosotros. En los dos casos reconocemos un mismo puritanismo 11cientifico". La dlvertidisima critica hecha por M. Ballnt del concepto del amor genital (1948). en el a rtículo m ás misógino de toda la bibliografía ps icoanalítica. ofrece sin embargo. paradójicamente. a mi juicio. argumentos en favor d e una tentativa de definir el amor genita l. tentatíva que n os reconducirá a Freud. (La misoginia se inscribe en filigrana a todo lo largo del artículo y se vuelve m anifiesta cuando el a utor pasa a sostener que el a mor apareció primero en una forma homosc-
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xual entre los hermanos de la horda primitiva. así como. al final del ensayo. cuando protesta contra las reivindicaciones femeninas de igualdad.) Balint se ve llevado a revisar el concepto psicoanalítico de •ternura.. en tanto componente del amor genital. Llega a la con · clusión de que •ternura• connota (él se apoya en diversas etimologías) enfermedad. debilidad . inmadurez. y pregunta: •¿Cómo el amor genital. la forma de amor que ha alcanzado la madurez. se ha m ezclado con esta compañia dudosa?". Señala que "se considera que esta mos obligados a dar y recibir gentilezas. atención. consideración. etc .. aun en momentos en que no existe ni deseo ni satisfacción genital. Esto se opone a los hábitos de la mayoóa de los animales. que sólo en la época de l celo muestran interés por el otro sexo. En cambio. se espera del hombre que manifieste un interés sin desmayo y miramientos continuados hacia su compañera•. Un fenómeno parale lo a esta exigencia d e miramie ntos sostenidos reside en la infancia prolongada del hombre . Mientras que en los animales los lazos filiales se desatan muy pronto. del hombre 11se espera que manifieste amor. miramientos. respeto. temor. gratitud hacia s us padres durante toda la vida: y. en general. él así lo hace. Es algo similar a lo que se exige en el amor... Y pasa el autor a considerar que el amor genital es «Un artefacto de la civilización como lo son e l arte y la religión., y que 11nos es impuesto sin que se tengan en cuenta nuestra naturaleza biológica ni nuestras necesidades... Balint sostiene que 11la plena función genital es asociada a un comportamiento infantil" (se trata de la ternura) . Acerca de esto, dice además: •Lo que llamamos amor genital no guarda sino muy escasa relación con la genitalidad; de hecho. utiUza la sexua lidad genital sólo como un tallo e n el que se Injerta algo por esencia diferente•. En res umen. según el autor. el h echo de que eso d e esencia diferente sea arcaico (la ternura) induce a pensar que el a m or representa un peligro que. a semejanza de la psicosis y la toxicomanía. amenaza al yo débil. Este texto nos sugiere reflexiones centradas en dos puntos. En el curso de su argumentación. el autor com-
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para al hombre con los animales. ¿No cabria precisamente ceñir mejor Ja genitaJidad humana invocando las diferencias esenciales entre la evolución del hombre y la evolución animal. a saber. en el hombre. la prematurez y la existencia de la barrera del incesto? Un segundo argumento propuesto por el autor consiste en mostrar que la sexualidad genitaJ. para alcanzar el amor genital. se debe acoplar con un elemento arcaico. heterogéneo (la ternura). En 11Contribuciones a la psicología del amor. 11• (1912). Freud afirma. con referencia aJ origen de la ternura. que ella corresponde a la elección de objeto infantil primario. ¿Y no se puede. precisamente. mostrar la necesaria conjunción -para que se alcance una forma (relativamente) consumada de la relación de objeto- de elementos arcaicos (vividos con el objeto primario) y de una sexualidad evolucionada. puesto que la genitalidad contiene al conjunto de la maduración y que el objeto genital contiene al objeto primario. según he intentado ponerlo de manifiesto? Además. ¿no implica el complejo de Edipo un deseo diferente del de una simple descarga de la tensión sexual? El objeto. en tal caso. adquiere por lo menos tanta importancia como la pulsión. Por definición. es en el momento del Edipo cuando el objeto deja de ser. en relación con la pulsión, esa 11variable• de la que Freud habla en uPulsiones y destinos de pulsión" (1915). La satisfacción sexual ya no es busC'ada por ella misma sino que está subordinada por entero al objeto: el padre o la madre. En cambio. la búsqueda de una satisfacción obtenida con un objeto intercambiable -que no fu era sólo un medio de descarga- nos retrotraería a la fase anal (las heces son equivalentes entre sí), al objeto parcial. al autoerotismo (en el senti· do de 1905) o al placer de órgano. El hecho de que en el amor genitaJ el objeto cuente por lo menos tanto como la descarga pulsíonaJ es un vestigio del paso por la fase edipica. y en esto el ser humano en nada es comparable al animal que. por no conocer la barrera del incesto. tampoco conoce el deseo edípico. es decir, la predilección por un objeto entre todos los demás. (Aunque en ciertos animales pueda existir elección exclu-
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s iva.) Es también el deseo edípico -y s u no aplacamiento e n s us dos vertientes- el que explica la perennidad (relativa) del apego filial (uEs interesan te ver que justamente las aspiraciones sexuales de m e ta· inhibida logren crear ligazones tan duraderas entre los seres humanos•. •Enamoramiento e hipnosis•, Freud. l 92 l ). apego que la prematurez humana ha bía creado ya antes haciendo al n iño entera mente dependiente de quien es Jo rodeaban. Es muy c urioso comprobar que en este punto ciertos autores se interesan por el modo de organización genital de la libido y por s u s nexos con la relación objetal, pe ro omiten mencionar que el a.mor genital de que h abla n es pos-edipico y queda para siempre marcado por el Edipo. No ocurría lo mismo con Freud. de quien la reflexión. la insistencia en la necesidad de que confluyan la corriente sensual y la corriente tierna. •cuya re u nión es lo único que asegura una conducta a m orosa plenamente normal" (uContribuc iones a la psicología del amor, TI•, Freud . 1912). me parece que constituye e l fundamento de lo que se puede decir. todavía hoy . acerca del a m or genital. (Esta confluencia puede. por lo dem ás. cotejarse con lo que afirma Abraham del carác ter pos-ambivalente de la fase genital.) Si Freud no menciona 1•el amor ge nital•. es sin embargo indudable que la idea de una forma de amor completo - uel pleno amor de objeto" (e.Introducción del narcisismo... Freud, 1914). «el amor genuino .. (uContribuciones a la psicología del amor. ll•, Fre ud. 1912)no es infrecuente e n su obra (acabamos de ver que habla i~ualmente de amor «normal•): y c uando estudia los tropiezos de la vida amorosa humana, que se traducen precisamente en la n o confluencia de las dos corrie ntes. lo hace con referencia cons tante al Edipo. En el m o m ento e n que el niño. en la pubertad (es d ecir, para Freud. cua ndo se establece el primado genital). tropiece con la barrera del Incesto, •exteriorizará el afán de ha llar lo m ás pronto pos ible el paso desde esos objetos. inapropiados en la realidad, hacia otros objetos. ajenos. con los que pueda cum90
pllrs(' una real vida sexual. Es cierto que estos últimos se escogen siempre según el arquetipo (la ímago) de los Infantiles. pero con el tiempo atraerán hacia sí la ternura que estaba encadenada a los primeros. El varón dejará a su padre y a su madre -según el precepto bíblico- y se allegará a su mujer: así quedan conjugadas te rnura y sensualidad" (11Contribuciones a la psicología del amor. Ilu. Freud. 1912). Se puede entender que Freud concibe el amor genital como resultante de la conjunción de los deseos. de las pulsiones. de los afectos de los cuales la madre ha sido el objeto -como objeto primario y como objeto edípíco- y del conjunto de las pulsiones sexuales que el niño ha sido obligado a reprimir o a metamorfosear en razón de la barrera del incesto. y que, con el nuevo objeto. encuentran libre curso; salvo si existe una fijación edípica que. por identificación del objeto de amor actual con el objeto incestuoso. conduzca a la impotencia o al clivaje de la corriente tierna y de la corriente sensual. La ternura se expresa entonces hacia objetos sobrestimados (idealizados) que son sustitutos del objeto incestuoso. mientras que la corriente sensual se vuelca sobre objetos denigrados. Hoy destacaríamos más bien el clivaje entre madre edípica (sobrestimada) y madre pre-edipica (rebajada), mientras que las pulsiones agresivas ligadas al conflicto materno pregenitaJ no se pueden manifestar si no es con objetos indignos. uTan pronto se cumple la condición de la degradación. la sensualidad puede exteriorizarse con libertad. desarrollar operaciones sexuales sustantivas y elevado placer• (•Contribuciones a la psicología del amor. n... Freud. 1912). Se ve que aquí no se trata de un me· ro nexo entre Ja descarga sexual orgásllca (que puede ser altamente satisfac toria porque se la vive con un objeto degradado, anal) y e l establecimiento de una relación evolucionada, puesto que una relación objeta) en apariencia completa puede estorbar la capacidad s exual. Tampoco se trata de moral. No se es castigado por no haber podido establecer una relación de objeto evolucionada. Hasta es posible obtener con ello mu91
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cho placer. Sin embargo. la herida edíplca no será eli· minada (en la medida en que puede serlo por el amor). y tampoco se salvará la distancia entre el yo y el ideal. porque no ha podido consumarse la satisfacción sexuaJ con un objeto investido con los deseos que recaian so· bre el objeto incestuoso (y sobre el objeto primario). Asi. uno puede alcanzarse uno de los ideales de la vida sexual. la unifícación de todos los anhelos en un objelo11 (nota de 1915 a Tres ensayos). La concepción de un ideal del yo madurativo. tal como intenté dilucidarla en páginas anteriores. permite comprender que el ideal del yo empuje al yo a realizar todas las Integraciones a fin de volver posible el cumplimiento de su proyecto de fusión de un modo que englobe el conjunto de las capacidades adquiridas en el curso de su evolución. Cabe cotejar esta tentativa que concibe -siguiendo a Ferenczi- la genitalidad como un medio de recupc· rar el objeto primario (y el momento <>n que el yo era su propio ideal} por un C'.amino que no sea el de la re· gresión. con el ensayo dr Abraham (1924) donde. sien· do el estadio narcisista-oral pre-ambivalente. el esta· dio genital se describl." como pos-ambivalente. y en consecuencia uno y otro están signados por la ausencia de ambivalencia; así. uno se asimila al otro tras la lar· ga trayectoria efectuada por el yo y las pulsiones. Sin embargo. la ausencia total de ambivalencia solamente se puede concebir ligada a la satisfacción plena. Existirá siempre en el ser humano. a causa de la prematurez y de la prohibición del incesto, una distancia entre su deseo y su satisfacción. de modo que la genitalidad. como reconciliación definitiva de.I hombre consigo mis· mo y su objeto. pertenece al registro del ideal toda vez que se nos la presenta como un estadio realmente al· canzable en permanencia. Es de temer que en tal caso participe de la ilusión. A la inversa. una negación de la tendencia humana a consumar la sintesis de las puJsiones entre ellas. y de esas pulsiones así unificadas con la ternura. se funda todavia más en la ilusión. Se trataría. en tal caso. por la supresión de las nociones incluso de evolución y de maduración, y. por lo tanto. de diferencia. de abolir la distancia entre el deseo y \.}2
la satisfacción, entre el yo y el ideal; en efecto. SC' niega lSU existencia misma. En d mejor de los casos, el desenlaee pos-edipico del deseo de recuperar la fusión primitiva puede lle~ar a poner a su servicio la evolución del yo y de las pulsiones. que ha encontrado su despliegue en la adquisición de Ja plena capacidad orgastica. es decir. de una fusión que pasa por Ja integración de las pulsioncs genitales y pregenitales. El objeto sigue siendo el soporte de la proyección del ideal del yo del sujeto. como en el adolescente que describimos antes. pero en un grado menor, me parece. porque las satisfacciones pulsionales obtenidas en las relaciones sexuales. cuando son acordes con el yo, disminuyen la cantidad de narcisismo proyectado, del que una parte pasa a rein· vestir el yo y. a cambio. lo deja disponible para nuevas investiduras objetales. Una evolución satisfacto· ria del yo y de las pulsiones bajo el primado genital favorece verosímilmente más el amor que el enamoramiento. Si la exaltación del enamoramiento se acompaña. obligadamentc. de una sumersión en el universo ilimitado del narcisismo, donde "amor" conjuga con 11siempre ... el desarrollo genital logrado parece más capaz de dar al amor su pan de cada día. Un ideal del yo que haya investido la evolución habrá perdido algo de su m egalomanía. y soportará la relatividad, por lo tanto. la cotidianidad. El enamoramiento es por dcfl· nición un estado; el amor implica el establecimiento de una relación. y de una relación duradera. Como lo señala Freud. uEl amor sensual está destinado a extln· guirse con la satisfacción; para perdurar tiene que encontrarse mezclado desde el comienzo con componen· tes puramente tiernos. vale decir. de meta inhibida. o sufrir un cambio en ese sentido.. (uEnamorarniento e hipnosis... Freud. 1921). Ahora bien. en realidad. dudo de que el enamoramiento. si lo oponernos al amor. ponga en juego principalmente la corriente tierna. La proyección del ideal del yo sobre el objeto no se confunde con la ternura. que en muchos casos está por completo ausente en la pasión. La ternura. como su etimología lo indica. s e opone a la dureza. es decir. a la agresividad. Consiste en una sofocación voluntaria 93
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(y no en una represión) de la violencia. Uno se enternece ante la inocencia y la fragilidad. La sola proyección del ideal del yo sobre el objeto no convierte a este en un representante adecuado de la debilidad (quiero decir que la investidura narcisista no se confunde con la ternura). Me parece que la ternura se liga esencialmente a la indulgencia. es decir. a una posibilidad de tolerar las fallas y las imperfecciones del compancru y. por lo tanto, de tener un ldeaJ del yo menos exigente, menos absoluto. (Ella interesa sobre todo a la relación precoz madre-hijo. que la pareja reconstituye en cierto nivel.) La Imagen del ideal del yo taJ rnmo se dibuja a través del amor de la organización edípíca del estadio genital me parece entonces compuesta por elementos complejos que intentaré resumir: a . La esperanza de recuperar la completud primaria perdida no es abandonada. pero los medios de alcanzarla serán diferentes: ya no se la buscará sobre todo a través de la fantasía incestuosa. aunque esta pueda s er pasajeramente reactivada . b . La actividad sublimatoria y las satisfacciones sexuaJes completas permiten una reinvestidura narcis ista del yo. que disminuye en la misma medida al ideal del yo. c. La realidad (interna y externa) susceptible de aportar satisfacciones narcisistas y pulsionales es Investida positivamente. El ideal del yo se proyectará. en parte. sobre el acceso a la realidad como tal. En el planu Intelectual. la verdad se preferirá a la ilusión. la ciencia. a la superstición. En el plano amoroso. el compañero será amado en su finitud y s u vulnerabili dad y no por una perfección imaginarla (en esto, por lo demás, la investidura de que es objeto difiere esencialmente de la Investidura edípica). d . Los residuos de la búsqueda. en el amor. de la fusión primitiva y de la satisfacción incestuosa se m anifestarán sobre todo por el apego al objeto (no consi· d ero aquí. desde luego. los casos de fljación patológica que no gua.rdan relación aJguna con el amor).
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Fn·ucl no pasó por allo el cará<.:ter exclusivo de la rdación c;bjelal en el amor. Escribió: 11Con igual faci· IJclad se inserta en esa trama infantil el rasgo sobres· timador. que convierte a la amada en única e insus· liluibl(>: en efecto. nadie posee más que una madre. y el vinculo con ella descansa sobre el fundam ento de un suceso a salvo de cualquier duda e irrepetible• 1 ~contribuctones a la psicologia del amor. i.. Freud. 191 OJ. En efecto. si en el estadio anaJ el objeto calcado sobre las heces es intercambiable. el Edipo -como lo dije antes- aporta una modificación radicaJ a la elec· ción objeta! (pero la infidelidad es. para Freud. un signu posible de fijación edipica: los objetos sustitutivos dejan al sujeto eternamente insalisfecho). En .. Enamoramiento e hipnosis•. Freud atribuye el apego pe rmanente al objeto a 11la certidumbre de que Ja necesidad que acababa de extinguirse volvería a des· perlar•. Esta concepción. un poco utilitaria. fundada en la experiencia de satisfacción y en la búsqueda de identidad de percepción facilitada por la estabilidad del vínculo objeta!. se completa en e l capítulo XII de Psicología de las masas y análisis del yo con algunas con· sideraciones sobre la monogamia:
11Las dos últimas observaciones nos han preparado para este descubrimiento: las aspiraciones sexuales directas son desfavorables para la formación de m asa. Es verdad que en la historia evolutiva de la familia el amor sexual conoció vínculos de masa (el matrimonio por grupos), pero a medida que el amor scxuaJ iba adquiriendo valor para el yo. y se desarrollaba el enainoramiento. más urgente se hacia el reclamo de la limitación a dos personas -una cum uno-. prescrita por la naturaleza de la meta genital. Las inclinaciones polígamas se vieron precisadas a satisfacerse en Ja sucesión del cambio de objeto . ..Las dos personas comprometidas entre si con el fin de la salisfacción sexual se manifiestan contra Ja pulsión gregaria. contra el sentimiento de masa . en la m edida en que buscan la soledad. Mientras más enamoradas eslán. tanto más completamente se bastan una a la otra ( . . . J Sólo cuando el factor tierno (es de95
cir. personal) de la relación amorosa queda totalmrn· te relegado tras el factor sensual. se vuelve posible el comercio amoroso de una pareja e n presencia de terceros o la realización de a c tos sexuales simullá n eos dentro de un grupo. como en la orgia. Pero a sí se da una regresión a un estado anterior de las relaciones entre los sexos. en que el enamoramiento no desem· pcñaba todavía papel alguno y los objetos sexuales eran juzgados de igual valor, aca so en el sentido del maligno apotegma de Bemard Shaw. s egún el cual estar enamorado significa sobres timar indebidamente la diferencia entre una mujer y otra". En realidad. me parece que esta exageración de la diferencia se debe poner e n la c uenta no sólo del amor edipico -porque el progenitor amado es único- sino también de la reparación del hecho de no haber sido el único objeto del progenitor amado. El objeto en el amor es único. tal como uno mismo es narcisistamenLe único y como quiere serlo para el objeto (una de las razones de la infidelidad compulsiva m e pa rece que es el deseo de invertir la situación edípica vivida en
otro tiempo). El amor - Freud lo volverá a decir- es una fuerza disgregadora para la colectividad. Por eso es combatido por todos los regímenes totalitarios como uegoistan, 11posesivo•. 11individualistaw. Ahora bien. ¿no se podría a gregar. a los caracteres que se ha intentado atribuir a la genitalidad. este: que el sujeto llegado a la organización llamada genital es un individuo? El estudio d e las relaciones entre el ideal del yo y los fenómenos de grupo me permitirá. espero. justificar esta observación.
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4. El ideal del yo y el grupo
•Cada mañana. unus coches llevan a los trabajadores al campo. y Jos traen de regreso al atardecer. La gente
enarbola estandartes. organiza fiestas. come pasteles. Cada mujer. si Jo desea. posee tres hombres: el marido. el amante y el reproductor. Para las solteras. se ha instituido el bayadcrismo. »"Eso me conviene", dijo Bouvard. Y se perdió en los sueños del mundo annónico. •Por Ja restauración de Jos paisajes. Ja tierra se volverá más bella: por el m estizaje de las razas. Ja vida humana será más larga. Se dirigirán las nubes como se lo hace hoy con el rayo. lloverá durante las noches sobre las ciudades para limpiarlas. Navíos atravesarán Jos mares polares, que se habrán deshelado bajo las a uroras boreales•. Flaubert. Bouvard y Pécuchet
Todos iremos al Paraíso (canción. 1972)
Para anticiparnos a lo que examinaremos más adelante, podemos señalar desde ahora que en cierto nivel existe una diferencia fundamental entre el ideal del yo. heredero del narcisismo primario. y e l superyó. heredero del complejo de Edipo. El primero constituye - e n el orige n al menos- una te ntativa de recuperación de la omnipotencia perdida. El segundo. e n la perspectiva freudiana, ha nacido del complejo de castración. E l primero tiende a restaurar la ilusión: el segundo, a promover la realidad . El superyó separa al hijo de la madre: el ideal del yo -hemos dicho- lo 97
empuja a Ja fusión . Si la instilución del superyó mitiga las exigencias ilimiladas del ideal del yo porque es· tablece Ja barrera del incesto y trasforma la impoten· cía intrinscca del niño en obediencia a una prohibición (lo que le permite no sólo salvar Ja cara sino extraer una satisfacción narcisista de su misma obediencia). y si es verdad, en general. según Jo destaca F. Paschc en su artículo uDe la dépression• (1961) . que a menudo resulta más fácil obedecer a principios morales que llegar a ser una personalidad de primer plano. no es m enos cierto que el deseo de ser, como en la aurora de la vida. su propio ideal. nunca parece definitivamente abandonado por la mayoría de los seres humanos. en quienes. en grados diversos. ese deseo persiste inmutable. a pesar de las vicisitudes que en otro nivel experimenta. paralelamente a la evolución del yo, que en este respecto tal vez sufra un proceso de clivaje aná· logo al que Freud describe en el fetichista. El superyó freudiano es. por su fecha de aparición . la última de las instancias del aparato psíquico. Sabemos que cuando Freud introduce el superyó, en la segunda tópica, lo confunde con el ideal del yo. Escribe: •Empero, el superyó no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello. sino que tiene también la significatividad de una enérgica forma· ción reactiva frente a ellas. Su vinculo con el yo no se agota en la advertencia: "Asi (como el padre) debes ser'', sino que comprende también la prohibición: "As! (como el padre) no te es licito ser. esto es. no puedes hacer todo lo que él hace: muchas cosas le están reservadas"u (El yo y el ello. Freud, 1923). Dentro de nuestra perspectiva. y para continuar con la distinción entre el ideal del yo y el superyó. podemos decir que el mandato positivo proviene del heredero del narcisismo. y el negativo. del h eredero del complejo de Edipo. Recordemos además que. según Freud. muchos adultos nunca alcanzan una verdadera «conciencia moral" resultante de prohibiciones interiorizadas. ni experimentan un real .. sentimiento de culpa". sino apenas una angustia social•: en suma: no 11
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poscc>n superyó. y sólo el temor de ser descubiertos ks Impide delinquir (El malestar en la cultura. Freud, 1929). Esta idea ya había sido objeto de similares observaciones con anterioridad. en rclntroducción del narcisismo" ( 1914) y en Psicología de las masas y análisis riel yo (1921. capitulo Vil, •La identificación•), cuando Freud aún no había introducido la segunda tópica. En 1932. cuando estudia 11La descomposición de la personalidad psíquica" (Nuevas conferencias de introducción al psicoaná/lsis. Freud, 1932). es todavía más radica l: 11En lo que atañe a la conciencia moral. Dios ha realizado un trabajo desigual y negligente. pues una gran mayoría de los seres humanos no la han recibido sino en escasa medida. o no en la suficiente para que valga la pena hablar de ella». Parece que e n la bibliografia psicoanalítica no se ha tenido muy en cuenta esa proposición freudiana ; al contrario. se ha insistido en la universal severidad del superyó. omitiendo -me parece- distinguir entre diversos órdenes de factores adjudicados todos al heredero del complejo de Edlpo. Ocurre de hecho que a favor de ciertas circunstancias. esta instancia de implantación reciente, a veces casi inexistente según Freud. y en todo caso verosímilmente frágil. puede ser como barrida por el antiguo deseo de unión entre el yo y el ideal. que en ese momento se reactiva. Cuentan que un paciente de Alexander dijo que el superyó es soluble en alcohol (Alexander. 1938). Lo que disuelve al superyó es sin duda la elac ión narcisista. el reencuentro del yo y el ideal. Los fenómenos colectivos parecen particularme nte aptos para provocar Ja desaparición del superyó. Freud lo señalaba ya en Psicología d e las masas y análisis del yo: uNos bastaría con decir que el individuo. al entrar en la masa. queda sometido a condiciones que le permiten echar por tierra las represiones d e sus mociones pulsionales inconcien tes. Las propieda d es en apariencia nuevas que entonces se muestran son. justamente. las exteriorizaciones de eso inconciente que sin duda contiene. como disposición. toda la maldad del al· ma humana: en estas circunstancias. la desaparición de la conciencia moral o del sentimiento d e responsa99
bil1dacl no ofrece dificultad alguna para nuestra concepción. Hace ya mucho tiempo afirmamos que el núcleo de la llamada conciencia moral es la "angustia social" ... Y también: "En obediencia a la nueva autoridad es licito rescin· dir la anterior "conciencia moral" y entregarse a los halagos de la ganancia de placer (las bastardillas son mías) que uno de seguro alcanzará cancelando sus in hibiciones. En definitiva. no es tan asombroso. pues. que los individuos de la masa hagan o aprueben cosas a las que habrian dado la espalda en su vida ordlnariao.
Freud dice además: "Debería admitirse que en cualquier multitud se manifiesta con harta facilidad la tendencia a la formación de una masa psicológica... Freud. según se sabe. considera la masa "como un renacimiento de la horda primordial". que estaba formada por un "individuo hiperfuerte en medio de una cuadrilla de compafleros iguales ¡ ... ] El padre primordial es el ideal de la masa. que gobierna al yo en remplazo dC'l ideal del yo•, mientras que los miembros que componen la masa. tras haber de ese modo remplazado su ideal del yo por un mismo objeto. se identifican entre ellos. La cohesión de la masa depende esencialmente de su relación c:on el conductor. que impulsa a los miembros componentes a la pérdida de su individualidad. Cada miembro de la masa se asimila así a los demás:
oSi el individuo resigna su peculiaridad en la masa y se deja sugerir por los otros. recibimos la impresión de que lo hace porque siente la necesidad de estar de acuerdo con ellos. y no de oponérseles: quizás. entonces. "por amor de ellos" ¡, .. ] Mientras la formación de masa perdura o en la extensión que abarca. los in· dividuos se comportan como si fueran homogéneos".
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Y nuC'vamente: 11/\si recibimos la Impresión de un estado en que lamo('[ón afectiva del Individuo y su acto intelectual personal son demasiado débiles para hacerse valer por sí solos. viéndose obligados a aguardar su potenciación por la repetición unifonne de parte de los otros. Esto nos trae a la memoria cuántos fenómenos d<:> dependencia de esta indole forman parte de la constieución normal de la sociedad humana, cuán poca originalidad y valentía personal hallarnos en ella. cuán dominados están los individuos por aquellas actitudes d e un alma de las masas que se presentan como prople· dadcs dc la raza. prejuicios del estamento. opinión pública. etc.•. Esta borradura de los caracteres individuales. ligada a la ide ntificación de los miembros de la masa en tre ellos. tras haber constituido un ideal del yo común y haberlo proyectado sobre el mismo objeto: el conductor. parece entonces tanto más absoluta cuanto m ayor debilidad presentan intrínsecamente los caracteres individuales. En la horda primitiva. "La voluntad del individuo era demasiado débil. no sc atrc-vía a la acción. No sobrevenian otros Impulsos que los colectivos. existía sólo una voluntad común. no una singular. La representación no osaba trasponerse en voluntad cuando no se sentía fortalecida por la percepción de su difusión general... Además. parce<: exislir una voluntad de unlformizaclón de los miembros dC' la masa. que tendría su origen en la rivalidad fraterna : .. 5¡ uno mismo no puede ser el preferido. entonces ningún otro deberá serlo [ .. . 1 Ninguno debe querer destacarse. todos tienen que ser iguales y poseer lo mismo. La justicia social quiere decir que uno se deniega muchas cosas para que tambicn los otros deban renunciar a ellas o. lo que es lo mismo. no puedan exigirlas... lOl
Cuando examina el instinto gregario. Freud afirma que •todos los individuos deben ser iguales entre sí. pero todos quieren ser gobernados por uno. Muchos iguales. que pueden ídC'ntificarse entre si. y un único superior a todos ellos... y más que ddinir al hombre como animal gregario. lo denomina animal d e horda. ucl miembro de una horda dirigida por un jefe11. El conjunto de las proposiciones de Freud nos reconduce. por consiguiente. a una situación relacionada con el com plejo paterno, donde el jefe es un sustituto del padre. y los individuos que componen la masa constituyen un análogo de la fratria. Me parece que no todas las asociaciones humanas. y menos todavía la masa. responden a ese esquema que se aplica a una situación relativamente evolucionada. Un articulo muy esclarecedor de Didicr Anzieu ( 1971) viene en apoyo de la tesis que intentaré defender aquí. El autor establece una analogía entre el grupo y el sueño. Toda situación de grupo. sostiene. es vivida como cumplimiento imaginario del deseo. Además. "con mil variantes en el curso d e la historia de las ideas. el grupo ha sido imaginado como ese lugar fabuloso en que todos los deseos serian satisfec hos... se tratara de ula Utopia de Tomás Moro. de la abadía de Théleme de Rabelais. del falansterio de Fourier. de los compañeros de Jules Romains .. ·" (Anzieu. 1971). Prosigue diciendo que en el grupo como en el sueño el apara.lo psíquico sufre una triple regresión. Temporalmente. el grupo tiende a regresar al narcisismo primario: tópica.mente. el yo y el superyó ya no pueden ejercer su control. El ello toma posesión del aparato psíquico con el yo ideal que utrata de realizar la fusión con Ja madre omnipotente y Ja r estauración introyectiva del primer objeto de amor perdido (las bastardillas son míasJ. El grupo pasa a ser, para sus miembros. el sustituto de este objeto perdidon. (En cuanto a la regresión formal. se manifiesta por el recurso a modos de expresión infiltrados por el proceso primario. afines a los primeros intercambios entre el hijo y Ja madre.) Didier Anzieu muestra de esta m anera que un grupo que funcione por sí mismo (sin ningún organism o de control encargado d e llevar a cabo el examen 102
de realidad) ,,funciona naturalmente en el orden de Ja ilusión".
Tres observaciones sucesivas de grupos de formación en los que el autor tiene la experiencia como director pondrán de manifiesto ciertos temas constitutivos de la ilusión grupal. Se trata de Ja articulación de una teoría igualitaria: •Que los valles y las eminencias sean nivelados. los jefes aplastados. cada quien reducido al común denominador». Proposic ión que él in· terpreta como la negación de la diferencia de los sexos y. de manera más general. la de las fantasías primarias. Esta ideología igualltarista nos defiende de la angustia de castración. Aparece además en el grupo una denegación de la escena primitiva. El grupo es autoengendrado. El mismo es una madre omnipotente. No se trata de organizarse en torno de un personaje central (el director) sino en torno del grupo como tal. La ilusión grupal sería en consecuencia el cumplimie nto del deseo de curar sus heridas narcisistas» y de identificarse con el pecho bueno (o la madre omni· potente). Me parece que el trabajo de Didier Anzie u permite explicar mejor ciertos fenómenos colectivos. En efecto. Jo que él describe es. con toda precisión. el cumplimiento del anhelo de fusión entre el yo y el ideal por los m edios más regresivos. los que son propios del principio de placer. que toman la vía más corta y vienen a abolir todas las adquisiciones de la evolución. De hecho, la figura paterna ha sido expulsada. excluida del grupo, lo mismo que el superyó. Todo ocurre como si la formación colectiva en sí constituyera el cumplimiento alucinatorio de una toma de posesión de la madre por la fratría. según un modo muy regresivo. el de la fusión primaria. El jefe puede existir. sin embargo (no hay mas que pensar en las masas nazis). Pero. en mi opinión. no se Jo podría confundir con el padre: el jefe es en este <'aso el que activa el antiguo deseo de unión del yo y del ideal. Es el promotor de la ilusión. el que la hace resplandecer ante los ojos fascinados de los hombres. aquel por quien ella·se cumplirá. Se ha dado la sen.al de los tiempos. el Gran Día lo el Gran Crepúsculo) advendrá. la Jerusalén celeste 0
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se ofrecerá a nuestra mirada absorta. nuestras necesi· dades serán satisfechas. los arios conquistarán el mundo. despuntará la aurora y resonaran los cánticos. etc. La m asa tiene menos sed de un amo que sed de llusio· nes. Y ella escoge por a mo aJ que le promete la unión del yo y del ideal. El conductor es Cagliostro. No existe j efe absoluto que no sea portador de una ideología. De hecho. él es intermediario entre la masa y la ilusión ideológica, y d etrás de la ideología se esconde siempre una fantasía de asunción narcisista. En consecuencia. el jefe participa m ás de la madre omnipotente que de l padre. Es como Moisés que vuelve del Slnaí después de haber visto a Dios: su rostro está radiante porque se ha posado r n él un poco d el resplandor de la divinidad. (Freud. en un comentario de este episodio de la Biblia. dice que "C'omo e n el mediador e ntre los primitivos. una parte d el mana se ha fijado e n él•.) A menudo se ha comparado el n azismo con una religión; las asambleas de Nuremberg. con mi· sas: y a Hitler. con un gran sacerdote. En realidad. el culto que así se rtnde tiene como objeto más a la diosa madre (Blut und Boden) que al padre. En las masas constituidas de este modo se asiste a una verdadera erradicac ión d el padre y del universo pa terno. al mismo tiempo que d e todos los derivados de l Edipo. y, e n lo que concierne al nazismo. el retorno a la natural<'· za. a la antigua mitología germánica. m a nifiesta la aspiración a fusionarse con la madre omnipotente. Se comprende mejor. c reo, e n esta pe rspectiva. que el superyó pueda ser apartado de ma nera tan violenta y absoluta (como. por lo demás. e l ideal d el yo evolucionado) toda vez que la ilusión es ac tivada e n un grupo humano . Si el reenc u entro del yo y del idea l es posible. todas las adquisiciones de la evolución resultarán inútiles e incluso embarazosas (puesto que han sido conseguidas de manera progresiva en razón, justamen· te. del dis ta nciamien to entre el yo y el ideal). Jose ph San
ceptos del superyó. si puede ganar de otra parle un uporte narC'isista suficiente. Observamos este Impresionante fenóme no en los sorprendentes cambios que a veces sobrevienen en los ideales. el carácter y la mo· ralidad como consecuencia de llevar un uniforme y del sentimiento de identidad con un grupo. SI el aporte narcisista proporcionado por una identificación con los ideales de un grupo o los de un conductor es suficiente. entonces el superyó puede ser desdeñado por completo. y sus funciones ser asumidas por los ideales. los preceptos y el comportamiento del grupo. Si esos ideales del grupo permiten una gratificación directa de los deseos instintuales. puede sobrevenir una trasformación completa del carácter: y la extensión del abandono del superyó en ese caso es evidente en las espantosas atrocidades cometidas por Jos nazis antes de la última guerra y en el curso de ella... No puedo sino estar de acuerdo con J. Sandler. puesto que pongo el acento en la restauración narcisista que sirve de proyecto a los grupos fundados e n una ideología. En cambio. me parece que la capacidad de consumar atrocidades (como satisfacción pulslonal) no es solamente el resultado de una adopción de los criterios morales del grupo (que pasan a sustituir aJ superyó personal), sino la necesaria consecuencia de la ideología del grupo. Todo lo que estorbe el cumplimiento de la ilusión debe desaparecer. Y bien: como la m eta de Ja ilusión es la idealización del yo. y no existe Idealización del yo s in proyección, los soportes de la proyección deben ser perseguidos y aniquilados lmpladosamente. Creo que no basta con decir que el asesinato es en ese caso cometido en nombre del superyó, y que por e llo se vuelve lícito: me parece que se perpetra ante todo en nombre del ideal, como el de los infieles por los cruzados en el camino de Jerusalén . Así. toda reactivación de la ilusión es ineluctablemente seguida de un baño de sangre con tal que el grupo tenga m edios a la altura de su violencia. El principio del maquiavelismo politico •el fin justifica los medios• es en realidad un precepto idealista que se aplica cada vez que la ilusión se reactiva. El fin (el reencuentro del yo y 105
del ideal) justifica los medios (aniquila el superyó). 11¡LI· bertad. cuántos crímenes se cometen en tu nombre!• es un grito que no ha cesado de resonar. (Basta imagl· nar sustitutos de u}ibertad .. como Pureza. Felicidad. Grandeza. Justicia. Igualdad. Revolución, etc.) Es importante destacarlo: no es necesario que Jos miembros de los grupos que vengo considerando se mantengan reunidos en un mismo lugar: no se trata sólo de masas reales sino de indi\·iduos (miembros de mas as virtuales) unidos por una idéntica convicción política. o mística, o místico-política (una religión en el sentido etimológico), incluso fuera de los momentos en que s e encuentran: en consecuencia, la regresión que sobreviene en estos ~rupos no es inducida sólo por condiciones materiales precisas (que Didier Anzieu describe en su artículo: estar en un lugar cerrado. apartado del mundo exterior. etc.). aunque estas puedan favorecerla. Por ejemplo. en mayo de 1968, Girad de l'Ain titulaba en Le Monde un artículo sobre la Sorbona ocupada por los estudiantes ·Le bateau ivreu. Su metáfora mostraba su intuición del carácter intrauterino (el bajel) y elacional (la borrachera) de la regresión del grupo. La regresión me parece. en cambio. estrechamente tributaria de la Ilusión. cuyo advenimiento es prometido por el conductor. Si se piensa que esta promesa activa el deseo de unión del yo y del ideal por intermedio de la regresión. e induce al yo a fusionarse con el objeto primario omnipotente. a englobar el universo entero -el yo cósmico de Federo (1952)-. se puede comprender que. de una manera general. la propensión a la pérdida de los límites del yo haga al individuo particularmente apto para Identificarse no sólo con cada miembro del grupo. sino con la formación colectiva entera. Su megaJomania queda aJlí bien pagada. puesto que el yo de cada uno se extiende al conjunto del grupo. Los miembros de este pierden su lndividuaJidad. se asemejan a hormigas o termitas: y esta pérdida de las particularidades personales es tanto más necesaria cuanto que contribuye a la homogeneización de la masa en su conjunto. En efecto. permite que cada miembro no se sienta una ínfima partícula indife106
n·nclada de un gran conjunto sino. al contrario. se lclcntlflquc con el grupo global, confiriéndose con ello un yo omnipotente. un cuerpo colosal . Las manifesta· rlones de portivas dt> Ja juventud en los países totalita· rlos. donde un conjunto de individuos dibuja. con ayu· da d<' banderolas o de paneles d e colores. inmensas letras de consignas o retratos gigantescos. materiali· za esta fusión del yo individual con la colectividad. Pero si el observador extraño a1 grupo supone que una dis· mlnución narcisista debería acompañar al hecho de verse así reducido a representar apenas un minúsculo fragmento sobre un trazado monumental. la exaltación de los participantes (y de la masa de los espectadores que comulga con la misma ilusión) Indica que lncon· clentemente el yo psíquico de cada uno se ha amplia· do hasta abarcar la masa entera de los miembros. Esta extensión dd yo al grupo permite a los individuos que lo componen gustar por anticipación (o más bien por una suerte de realización alucinatoria del deseo) el júbilo de l reencuentro entre el yo y el ideal del yo. El grupo es a la vez el yo. el objeto primario y el ideal del yo. al fin confundidos. F'reud. e n Psicología de las masas y análisis dc:-1 yo ( 1921 ). atribuye el exame n de realidad al ideal del yo. En E/ yo y el ello ( 1923). lo atribuye al yo. Sin e mbargo. parece que. en la situación de grupo. este examen de realidad se puede confiar a l ideal del yo. representado por el grupo y el conductor. encargados de promover y conservar la ilusión. El yo individual (que. por lo demas. se ha fusionado con el grupo. como intenté mostrarlo e n los últimos párrafos) abandona sus prerrogativas en beneficio del grupo. Pasa a ser verdade· ro y justo lo que el conjunto d el grupo aprecia romo tal. El que no piensa como el grupo es excluido. es perseguido. lo matan o lo d eclaran loco. En L 'incinératcur de cadavres. que he mencionado antes. una mujer agitada hace apariciones episódicas. acompañada de su marido. quien intenta en \•ano refrenar sus estallidos. De este modo. una secuencia del filme -en una figuración alegórica de los campos de concentración- representa una feria donde personajes de cera miman escenas históricas sangrientas (a 107
la manera dt'l Musée Grévin). El brazo de uno de- lm, personajes sostic-ne un cuchillo y. con gesto de saC'll· dida. como movido por un m ecanismo de relojería. lo hunde en la espalda de otra figura dl' cera. En ese mo· mento. la mujer se pone a gritar: u¡Es sangre. sangre de verdad. ya lo había dicho yo!11. Su mando trata de hacerla callar y se la lleva con presteza. al tiempo que dice. dirigiéndose al público que se apiña e n torno de las figuras de cera: "Ella está completamente loca". No hace falta decir que las figuras de cera representan a los deportados. a quienes les ha sido sustraída la di· m e nsión humana. Más exactamente. la relación de victima y verdugo es desrealizada d e ese modo. (Cf. •Anna O . . . "·en Freud y Breuer. 1895: «La gente se le con· vertía como en unas figuras de cera, sin relación con ellan.) Sólo la mujer los ve como seres de carne y san· gre. f:lla representa al individuo solitario cuyo yo no ha delegado a la masa su función de verificar la reali· dad . Pero la realidad . en ese momento. pasa a ser la de la m asa represen tante del ideal del yo. y por eso el personaje que no ha abdicado de su función de exa· m t>n de la realidad en beneficio de ella c-s considerado un Joco. {No quisiera que se entendiera este ejemplo como confirmatorio de la antipsiquiatria. cuya empresa es a su vez profundamente ideológica, en el se'nlido de que ..procura promover la Ilusión ... ) A medida que e l filme avanza. las apariciones de la mujer son cada vez m ás infrecuentes, y hacia el fin d esaparece. míen· tras su marido la busca con d esesperación. signo de que el examen de realidad ha pasado por entero a manos d e la m asa. Todo el mundo s e ha vuelto rinoceronte. como en Rinoceronte de lonesco. pieza de tea· tro en la que este autor muestra la instauración del totalitarismo. Y la masa e n lo sucesivo pondrá el marbete de la realidad únicamente a lo que concuerde con la ilusión . Para una formación fundada en la ideología. es de hecho impos ible no hacer proselitismo y no proc urar destruir no sólo a sus enemigos. n o sólo a los soportes de proyección que mencionamos antes, sino también a todos· tos que se mantengan fuera de e lla. En tanto no e ntren en el j uego de los que sostienen la ilusión. 108
rstos representan una falla en la ilusión misma. Por d hecho de no abandonar el examen de la reaHdad a los turiferarios de la ilusión. ipso facto cuestionan es-
ta (-los que no están con nosotros están contra nosotrosn). En consecuencia. es vital reducir a los indiferentes (y a los escépticos) y obligarlos a ceder a los "creyentes" la función de examen de la realidad (Der Führer hat immcr rechl. 11EI partido siempre tiene razón•). Aun en circunstancias ordinarias. tenemos cierta proclividad a abandonar el examen de realidad al grupo o, aJ menos. al otro, cuando uno creemos en nuestros propios ojos11. Entonces solemos preguntar a un compañero: 11¿Ves ahí lo que yo veo?•. y señalamos el objeto cuya percepción nos inquieta o nos asombra. Esto con el fin de controlar el carácter externo (real) de nuestra percepción (cf. Freud, La negación, 1925). Sin embargo ese control únicamente es eficaz en auSl."ncia de "locura colectiva•. de alucinación inducida o compartida. En La quimera del oro se extrae un efecto cómico de una propensión inversa que lleva a la conservación absoluta del examen de realidad por el yo; es el momento en que la cabaña. que se ha desplazado durante la noche. se encuentra por la mañana a caballo sobre el precipicio y oscila peligrosamente. Carlitas lo atribuye entonces a su náusea. (Es decir que traslada su percepción externa a una percepción interna. que es el trayecto contrario del que por lo común efectúa un examen de realidad desfalleciente.) Cuando su compaflero le dice. angustiado: .. La casa se mueve•. él responde con calma: •Lo sé, es el estómago.. (se trata de la versión pos-sincronizada). El examen de realidad efectuado gracias a que el grupo confirma la percepción individual está lmplicito en la descripción del afecto vivido por Freud en su viaje a los Estados Unidos (Presentación autobiográflca. Freud. 1925): "Cuando en Worcester subí a la cátedra para dar mis Cinco conferencias sobre psicoanálisis. me pareció que se realizaba un increíble sueño diurno. El psicoanálisis ya no era. pues, un producto delirante; se había convertido en un valioso fragmento de la realidad». 109
Es comprensible que sea a la vez peligroso y duro no someterse a la ley del grupo. ser un •aguafiestas•: si no siempre corre riesgo su vida. el individuo ve cegada su fuente de aprovisionamiento narcisista. Pasa a ser un paria condenado a la soledad, que ha perdido el derecho al amor de sus semejantes. No obstante. siempre hay alguien que diga: Eppur si muove. o ueso no le impide existlrn. Se puede pensar que obra de este modo no sólo porque posee un superyó edípico mejor arraigado. sino también porque su ideal del yo ha investido. como intenté mostrarlo en el capítulo dedicado a la evolución del ideal del yo. la maduración misma. y encue ntra -a pesar del sufrimiento que inflige a cualquier persona la falta de amor- un aprovisionamiento narcisista en el hecho mismo de no haber cedido a la seducción de la ilusión . Según dije antes. no es propio de la cura psicoanalítica prometer el cumplimiento de la ilusión. Si las coordenadas de la situación analítica Inducen - como lo ha mostrado Béla Grunberger ( 1956)- una regresión narcisista y la proyección del narc isismo del sujeto (de s u ideaJ del yo) sobre el analista. sólo puede tratarse del ideal del yo madurativo. porque si el sujeto permaneciera adherido a la solución de la fusión del yo y del ideal segün e l modo de la ilusión. el proceso analítico quedaría bloqueado. las integraciones pulsionales nunca s e podrían cumplir. y el narcisismo. lejos de constituir un motor de la cura. representaría su principal freno. Un estudio sobre "la analizabilidad" podria válidamente fundarse en la cualidad del ideal del yo de los candidatos a la cura analítica. La selección misma de los futuros analistas ganaría si se tuviera e n cuenta este criterio. a falta de lo cual el análisis. vivido al comienzo como la promesa de realización de la ilusión, s erá dcsinvestido a Ja primera ocasión en be neficio de alguna mística o de alguna forma disidente del psicoanálisis mismo (y las disidencias participan. todas. de la ilusión). Creo que si tomamos e n cuenta este factor. nos habilitamos para comprender mejor los motivos de la dolorosa experiencia que hizo Freud a propósito de las 110
disidencias. según Ja describe en ..contribución a Ja historia del movimiento psicoanalítico" (Freud. 1914): •l labria podido evitar la desilusión que me depararon 1••. J En efecto. yo comprendía muy bien que en su primera aproximación a las desagradables verdades del análisis alguien pudiera emprender la huida, y yo mismo había aseverado siempre que las represiones de ca· cla individuo (o las resistencias que las mantienen} le atajan toda inteligencia. a raíz de lo cual en su reladón con el análisis no puede superar un determinado punto. Pero no estaba en mi expectativa que alguien. habiendo comprendido el análisis hasta una cierta profundidad, pudiera renunciar a esa inteligencia, pudiera volver a perderla. Y no obstante. la experiencia cotidiana había mostrado en los enfermos que la total reflexión de los conocimientos analíticos puede producirse desde cualquier estrato más profundo en que se encuentre una resistencia particularmente fuerte [ ... j Me estaba deparado aprender que en los psicoanalistas puede ocurrir lo mismo que en los enfermos bajo análisis". Ademas. en los momentos en que la ilusión es activa· da por el contexto social, el análisis en ciertos sujetos se vuelve imposible en la medida en que la competencia entre el largo camino que el psicoanálisis propone para la consumación -muy relativa- dt> la unión en· tre el ideal del yo y el yo (la distancia nunca se abolirá totalmente) y la vía corta ~frecida por una mística cualquiera. aquel corre en desventaja. El ideal del yo de estos sujetos no investirá (o lo hará en escasa medida) el análisis ni al analista sino que se fijará en el grupo ideológico del que el sujeto forme parte. En su libro sobre los pequeños grupos, Bion ( 1961) habla de la hostilidad del grupo (dependiente) hacia el objetivo grupal: 11Para aprehender mejor la índole de esta hostilidad, es, preciso considerarla dirigida contra cualquier método científico y. en consecuencia. con· tra un método que pudiera aproximarse a ese ideal•. Menciona también la exigencia de magia en ese tipo de grupo (y de que el conductor sea un brujo). Creo 111
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que esto se aplica a todo grupo donde la ilusión haya sido reactivada. Gustave Bychowskl ( 1969) ha mostrado -sobre la base de ejemplos clínicos- el influjo del •clima social" sobre las resistencias de ciertos pacientes. La pertenencia a grupos políticos. independientemente de su ideoJogia y de sus motivaciones -por nobles que es· tas sean-. permite. según el autor, que el individuo en análisis idealice sus propias tendencias y fantasías. (Podriamos comparar esta idealización con el proceso perverso que he descrilo páginas antes.) La utilización del clima social para racionalizar la resistencia al análisis puede ser observada a veces en el tratamiento de los homosexuales: uSu tendencia a or~anizarse y a reclamar la aprobación pública ayuda a numerosos individuos a considerar su perversión no como una enfermedad sino como una forma diferente. y aun superior. de e xistencia humana... (Dicho de otro modo. el grupo convalida el escamoteo de la evolución y de las identificaciones en que el sujeto ha incurrido. y lo ayuda a idealizar su pregenitaJidad: no es casual, desde luego. que los ejemplos escogidos por el autor se refieran todos a Ja perversión, donde existe una perturbación particular en el nivel del ideal del yo. segun Jo he sostenido.) Bychowski piensa que- habria sido imposible analizar individuos en periodos de la historia que hubieran proporcionado pasto a sus resistencias. sobre todo a los envueltos en las guerras de religión o en movimientos politicos fanáticos. Si hay concordancia entre la regresión del individuo y la del grupo. dice el autor. y si el sistema de valores de uno y otro es análogo. la regresión y el sistema de valores de aque l encuentran un sostén en este. y la reversibilidad está cuestionada. En tales condiciones es dificil establecer la alianza terapéutica. Serge Lebovici. en su intervención oral en un seminario de perfeccionamiento realizado en enero de 1970. comunicó dificultades del mismo orden que sobrevenía n. en particular. en ciertas curas de adolescentes. Creo que un examen del papel del ideal del yo en estos fenómenos permite. si no resolver la dificultad con que se encuentra el analista -en efecto. con-
trarlarnentC' a lo que se dice. no todo se analiza. y las posibilidades del analista sobr(' quien el sujeto no ha proyectado su narcisismo se encuentran infinitamente reducidas-, al menos -lo espero- comprenderla mejor. Por cierto que la estructura de las formaciones colectivas que intento describir en este capítulo es particularmente regresiva. y no se presenta en los grupos que no descansan en una ideología (no incluyo en el cuadro de las ideologías los sistemas de pensamiento que no prometen un cumplimiento de la ilusión: un conjunto de ideas. una receta de gobierno. por ejemplo. un programa de objetivos limitados no forman. en esta óptica. una ideología en sentido estricto). Así. en otros grupos. el conductor podrá tener un papel de padre. como en el esquema freudiano, y aun el de un simple delegado de la fratria que. en la fantasía colectiva. puede revestir la figura de padre o de héroe (en el sentido en que Freud. siguiendo a Rank. emplea el término en Psicología de las masas y análisis del yo. 1921: el que ha vencido al padre y ha ocupado su lugar. buen portador del ideal del yo de los demás). A la inversa. en los grupos fundados en ula ilusión11. el conductor desempeña ante los miembros del grupo el papel de la madre del futuro perverso. que deja creer a su hijo que no necesita ni crecer ni identificarse con su padre. haciendo así coincidir su maduración inacabada con su ideal del yo. A propósito de mi trabajo sobre "Le rossignol de l'empereur de Chine". E. Kestemberg me apuntó que habia omitido el papel del maestro de música !la auto· ridad que declaró: uel autómata es mejor que el verdadero ruiseñor. no sólo por su aspecto esplendoroso. sino también en su fuero interioru: y que uescribió veinticinco vohimenes sobre el pájaro mecánico. extensa obra. muy erudita. plagada de palabras chinas escritas en los caracteres más difíciles, de suerte que todos decían haberla leido y comprendido. porque de otro modo habrían sido declarados tontos y habrían recibido golpes sobre el vientre11). Hoy yo respondería a su penetrante observación diciendo que el maestro de música que mueve a la masa a preferir •lo falso" (la ilu. ·l ºl'S
siónl a •lo verdadero" desempeña precisamente el papel de conductor taJ como ahora intento definirlo. En su libro sobre Jos pe quenos grupos. Bion habla de grupos que manifiestan 11un rec hazo agresivo del proceso de desarrollo... uEn el grupo se advierte que Jos miembros anhelan sustituir los procesos grupales. y en cambio introducirse ellos perfectamente equipados. como seres adultos capaces de saber por instinto . sin evolución y sin aprendizaje, cómo es preciso vivir, obrar y establecerse en un grupo••. Creo que este rechazo de Ja maduración no concierne solamente a los procesos grupales, sino que traduce el deseo de esca· motear la evolución personal gracias a la magia del conductor-brujo (cf. supra). En consecuencia. antes que clasificar los grupos según sus dimensiones o su grado de organización. propondría una clasificación que tuviera en cuenta su vinculo con la ilusión. De ese modo se podria establecer una distinción esencial e n tre los grupos ideológicos y aquellos otros que en ma· yor o menor grado conservan la dimensión edípica de la psique, en tanto los primeros tienden al narcisismo primario y. por Jo mismo. a dejar de lado las adquisi· ciones de la evolución. A. Besan~on ( 1971) ha comparado la ideologia mis· ma con Ja perversión: "El saber perverso se construye sobre una desmenLida que permite evitar la percepción insoportable (la vi· sión de los órganos genitales femeninos) [ ... J Para mantener abierta la vía del placer. el saber ha pasado a ser un falso saber. Se le requiere afirmar que lacas· tración es una mentira. que la ley separadora Inherente a l padre. en el triángulo edipico. carece de vigencia y de existencia. lo que permite ahorrarse el duelo del pla· cer infantil [ ... ] Consumar inmediatamente la moción de deseo sin el rodeo que imponen el due lo, la renun· cía pasajera. el cambio de objeto y la acción materiaJ y cognitiva; ahorrarse el saber sobre el peligro con ayu· da de un falso saber que presenta el peligro como In· existente. tal sería la maniobra inicial que se desarrolla ulteriormente en las perversiones Intelectuales del adulto•. 114
Que Ja ideología funcione como un equivalente perverso. y que al mismo tiempo sea sinónimo de Ilusión, 1·s decir. de una falaz promesa de reencuentro entre el yo y el ideal. tal vez nos permita esclarecer en algo la diferencia entre sublimación e idealización. introducida por Freud en su trabajo de 1914.
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5. El ideal del yo y la sublimación en el proceso creador
..Habían vendido por los bulevares un perro diminuto a Ja seriara A. D. f . .. J Ella entra. deja el perro en el suelo para ir en busca de agua. Vuelve. y encuentra al perro colgado sobre el marco de un cuadro. Era una rata en una piel de perro~. J ean Cocteau. Opiums
«Convie ne indagar las relaciones que esta formación de ideal mantiene con la sublimación. La sublimación es un proceso que atañe a la libido de objeto y consiste en que la pulsión se lanza a otra meta. distante d e la satisfacción sexual: el acento recae entonces en la desviación respecto de lo sexual. La idealización es un proce so que envuelve al objeto; sin variar de naturaleza. este es engrandecido y realzado psíquicamente. La idealización es posible tanto en el campo de la libido yoica cuanto en el de la libido de objeto. Por ejemplo. la sobrestimación sexual del objeto es una Idealización de este. Y e ntonces. puesto que la sublimación describe algo que sucede con la pulsión. y la idealización algo que sucede con el objeto. es preciso distinguirlas en el plano conceptual. 11La formación de un ideal del yo se confunde a m enudo. en detrimento de la comprensión. con la sublim ación de la pulsión. Que alguien haya trocado su nar· cislsrno por Ja veneración de un elevado ideal del yo no implica que haya alcanzado la sublimación de sus pulsiones libidinosas. El ideal del yo reclama por cier to esa sublimación. pero no puede forzarla: Ja sublimación sigue siendo un proceso especial cuya inicia116
dón puede ser incitada por el ideal, pero cuya ejecuC'ión es por entero independiente de tal lncilación11 (.Introducción del narcisismo11, Freud. 1914). He intentado mostrar. en el capitulo dedicado a las re-
laciones entre el ideal del yo y la perversión, que el perverso idealizaba sus pulslones: y puedo recordar que en 1905, Freud había apuntado precisamente la idealización del instinto en el perverso. La noción de una idealización de las pulsiones está también presente en Fenichel ( 1934). quien Utula una de las secciones de su obra •La racionalización y la idealización de las pulslones• y menciona "ideales pervertidos•. El mismo autor considera ademas •una suerte de idealización instintual• en relación con los comportamJentos asociales y el acting-out. M. Balint. en su artículo ya citado ( 1948), tampoco titubea en aplicar el concepto de idealización a los instintos. y también Mark Kanzer (1957) señala «la tentativa del adolescente de idealizar sus pulsiones eróticas... Otro tanto se puede decir acerca de G. Bychowski ( 1969). Pero no creo que la noción de una idealización de la pulsión modifique fundamentalmente el distingo introducido por Freud en 1914 entre los procesos sublimatorios y los regidos por el ideal del yo sin sublimación concomitante. En efecto. si la idealización puede recaer tanto sobre el instinto como sobre el objeto. por si sola no podría modificar la naturaleza del instinto. Es lo que Freud parece enunciar ya en 1914. aunque. recordémoslo. la teoría de la sublimación se encontraba lejos de haber sido fijada en ese momento. si es que lo fue después. (Aqui sólo estudiaré la sublimación en sus relaciones con el ideal del yo: su examen mas completo únicamente se concebiría en el marco de un trabajo dedicado por entero a este concepto, uno de los mas atractivos e Imprecisos de la bibliografía psicoanalítica. Al finaJ de este libro el lector encontrará una lista de los escritos de Freud sobre la sublimación. compilada por Pauktte Letarte. qujen ha presentado una interesante reseña, todavía inédita. de este concepto.) Hasta 1914. la sublimación st· define esencialmente como ndesvlaeión de las fuerzas pulsionales sexuales 117
de sus metas. y su orientación hacia metas nuevas.. (Freud. Tres ensayos. 1905). El acento recae sobre el cambio de meta de la pulsión en este proceso. En 1908. Freud vuelve a producir esta definición precisándola: ••La pulsión scxuaJ ¡ ... J pone a disposición del trabajo cultural unos volúmenes de fuerza enormem ente grandes. y esto sin ninguna duda se debe a la pecuUaridad. que ella presenta con particular reUeve. de poder desplazar su meta s in sufrir un menoscabo esencial en cuanto a intensidad. A esta facultad de permutar la meta sexual originaria por otra. ya no sexual. pero psiquicamente emparentada con ella. se le llama la facultad para la sublimación" (11La moral sexual "culturaJ"•). Pero es muy evidente que la noción de "cambio de mrta11 de la pulsión deja flotando un equívoco en cuanto a la real modificación experimentada por la pulsión misma . El texto de 1914. c uando señala la diferencia entre idealización y sublimación. permite entrever una trasformación de la naturaleza mis ma de la pulsión en la sublimación y. en consecuencia. la necesidad de agregar un complemento a la teoría de la sublimación. complemento que sólo será introducido en El yo y el ello ( 1923). Ahora bien. desdr 1911. a propósito del caso Schreber. Frcud habla de la <•resexuallzación• de los Instintos sociales como un factor desencadenante de la paranoia, lo que implica una desexualización previa de la pulsión homosexual. Pero no describe todavía el proceso mismo de la desexualización y su relación con el narcisismo. En efecto. sólo en 1923 mostrará que el proceso de la sublimación está ligado a la desexualización de la pulsión misma (y no sólo al trueque de una meta sexual por una meta no sexual). desexualización que se vuelve posible por la trasformación de la libido sexual e n libido narcisista. gracias a una fase de retiro de la libido sobre el yo. En realidad. fue la introducción del narcisismo la que permitió a Freud anclar la hipótesis de un a escala en el yo efectuada por la libido en el curso del proceso 118
sublimatorio. No obstante.:. todo ocurre como si en 1914 l'St<' argumento. aunque directamente deducible de su lt>xto. no se le hubiera presentado con la claridad sufl<'ientc: y me inclino a pensar que el distingo que en ese momento traza entre sublimación. que se aplicaría a la pulsión. e idealización. referida al objeto. proviene de que todavía no dispone del concepto de desexuallzación. Este último permite explicar la diferencia entre idealización y sublimación de una pulslón según que estemos frente a una desexuaJización suficiente o a una ausencia de real desexualización. Lo que me parece importante para nuestro asunto es el papel que en lo sucesivo se otorga a la libido narcisista en la sublimación. aunque no se debe olvidar que la pulsión de que se trata tiene su fuente en el ello y que después de su trasformación en el interior del yo ella continúa su trayecto hacia los objetos. El proceso de creación de los sujetos movidos a crear por su ideal del yo sin la sublimación correspondiente de sus pulsiones y el proceso de los que alcanzan una sublimación adecuada no difieren. al parecer. en cuanto a los fines perseguidos. En efecto, en todos los casos. el acto creador es promovido. en mi opinión. por el deseo (narcisista) de recuperar la completud perdida (véase Chasseguet-Srnirgel. 1963). y. en consecuencia. representa. también él. en determinado nivel. un medio de alcanzar el reencuentro del yo y del ideal. Mientras más profunda sea la herida que resuJte de la inadecuación entre las aspiraciones narcisistas y la representación del yo real. más imperiosa será la necesidad de aparejar los medios para colmar esa fatal distancia. De manera inmediata se puede inferir que los problemas de identificación ocupan aquí un lugar central. En efecto. hemos visto que la evolución del yo se consumaba por la proyección de la omnipotencia perdida sobre el objeto. que de este modo pasaba a ser el representante del primer ideal del yo del niflo. El objeto (la madre. en ese estadio) tiene la dificultosa tarea d<' conducir al niño a trocar ese primer ideal por ideales cada vez más evolucionados. gracias a la integración de las diversas fases de la maduración. integración que se lleva a cabo por identificación con el 119
objeto parlador del ideal del yo correspondiente a la etapa de que se trate. Destaqué lo indispensable que era dosificar frustraciones y gratificaciones para qut> el niño no se viera tentado ni de volver atrás ni de fl. jarsc en el estadio en que se encontraba. Cada etapa de la evoluc ión debe ofrecer suficientes satisfacciones para que el niño presienta que la siguiente le ofrecerá otras. e Insuficientes. para que se preserven su interés y su curiosidad por nuevos placeres. En el logro de este equilibrio se compendia la ed ucación. El yo del niño se enriquece de este m odo con s u cesivos intro· yectos e identificac iones (secundarlas) que se oponen aJ reencuentro regresivo del yo y del ideal. efectuado por medio de la Identificación primaria. Las identifi · caciones deben disminuir el margen que exis te entre el yo y el ideal. por m edio de las nuevas adquisiciones efectuadas. Al mismo tiempo. la introyección de las cualidades del objeto al que el niño se quiere parecer. la identificación con el objeto soporte del ideal del yo. permiten a l yo ser amado por el ello: ·Mira . puedes amarme también a mi: soy tan parecido al objeto ... " (Freud. 1923): por ese camino llega a regla r lo que los autores anglosajones llaman self-esteem. dicho de o tro modo, el afecto que resulta de la distancía más o menos grande entre el yo y el ideal. Llegado al estadio edipico. el niño varón proyecta s u ideal del yo sobre s u padre. C'Om o lo dice Freud en un pasaje famoso: uEI varoncito m anifiesta un particular interés hac ia su padre: querría crecer y ser como él. hacer su s veces en todos los terrenos. Diga mos. simplemente: toma al padre como su ideak Y también : "Sólo se discierne que la identificación aspira a con fi · gurar el yo propio a semejanza del otro. tomado como " modelo"u (•lde ntificación 11, en Psicología de l as masas y análisis del yo. Freud. 1921). Recordem os qut' dos años después. Freud insis tirá en la identificación d o ble y en los nexos entre las identificaciones y el nacimiento del superyó: 11D1sccrnJendo en los progenitores. en particula r en el padre. e l obstáculo para la realizac ión de los deseos del Ed!po, el yo infantil se fortaleció para esa opera120
dón
rt>prcslva erigie ndo dt·ntro de si ese mismo obs-
tántlo. En cierta medida toma prestada del padre la luerza para lograrlo. y este empréstito es un acto ex-
traordinariamente grávido en consecuencias. El superyó conservará el carácter del padre ! . . . )•. Y prosigue: •Ahora que hemos osado emprender el análisis del yo. a aquellos que sacudidos en su conciencia ética clamaban que. a pesar de todo. es preciso que haya en el ser humano una esencia superior. podemos responderles: "Por cierto que la hay. y es la entidad más alta. el Ideal del yo o superyó. la agencia representante de nuestro vinculo parental. Cuando niños pequeños. esas entidades superiores nos eran notorias y familiares. las admirábamos y temíamos; más tarde. las acogimos en el interior de nosotros mis mos'· (11EI yo y el superyó• en El yo y el ello. Freud . 1923). Recordemos que en el momento de introducir Freud el superyó, precisamente en este texto. lo confunde por entero con el ideal del yo (o yo ideal). Sabemos del papel que desempeña el periodo de latencia en la adquisición de la capacidad de sublimar. Freud se refiere a esto desde Tres ensayos . Y volverá a mencionar el hecho. en particular en "El sepultamienlo del complejo de Edipo• (1924) . Según advertimos. las identificaciones edípicas y la instaurac ión del su· peryó tendrán un importante papel que desempeñar en los procesos de sublimación y, en consecuencia. en la creación. La mayoría de los analistas que ha n estudiado el proceso de la creación -y para Francia pienso sobre todo en Pierre Luque t (1963). en Mic.:hel de M' Uzan (1965) y en Gérard Mendel (1964)- han insistido en la Importancia de las identificaciones en el ca:;o del creador. Mcndel afirma que •La sublimación artística y las identificaciones están ligadas de manera indisoluble" (las bastardillas son de él).
No existe ccgrande hombre" -artista. científico. escritor o pensador- que no haya tenido modelos. maestros. padres espirituales. Todo ocurre como si. en el 121
dominio de la creación. la flor más bella, la más singular. brotara del terreno de la tradición donde hunde en profundidad sus ralees. Los grandes innovadores han conocido el entusiasmo que nos provoca la frecuentación de los seres sobre quienes proyectamos nuestro ideaJ del yo y a quienes deseamos parecernos. La libido homosexual desempeña aquí un papel muy importante y. detrás de las figuras exaJtadas y admi· radas. es fácil reencontrar al padre de las dos vertientes del Edipo. La propia obra de Freud constituye el ejemplo de una perfecta originalidad. alimentada empero por influencias de las que él nunca renegó:
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11Al fin. en el laboratorio de fisiología de Ernst Brücke hallé sosiego y satisfarción plena. así como las personas a quienes podía respetar y tomar como modelos•• . uEl giro sobrevino en 1882. cuando mi veneradísimo maestro corrigió la generosa Imprevisión de mi padre advirtiéndome. con severidad. que dada mi mala situación material debía abandonar la carrera teórica. Seguí su consejo 1- •• ) Pasado cierto tiempo fui promovido a médico interno y presté servicios en diversas secciones: entre ellas. duranle más de seis meses. junto a Meynert, cuya obra y personalidad ya me habían C'autivado en mi época de estudiante» . "En la lejanía destellaba el gran nombre de Charcot. y así concebí el plan de obtener el puesto de Dozent en enfermedades nerviosas. a fin de poder después completar mi formación en París". ulngresé como alumno en la Salpetriere 1.•• ] Un día oí a Charcot lamentar que el traductor de sus conferencias al alemán no hubiera dado señales de vida después de la guerra; siguió diciendo que le gustaría que alguien tomara a su cargo Ja versión alemana de su nueva serie de conferencias. Yo me ofrecí por escrito a hacerlo 1 ••. )11. Estas pocas citas extraídas de Presentación autobiu· gráfica ( 1925) muestran, a cuál mejor. la naturaleza
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()(· la rclal'lón qul' Frt"ud mantenía con sus maestros . la cual no le arredraba e l sometimiento. El ideal del yo. proyectado sobre los objetos homosexuales, permite. de este modo. captar las cualidades del objeto. Fain y Marty ( 1959) han descrito luminosamente l'l papel que en el d esarrollo y en el proceso analíti<'O desempeña la pulsión homosexual. que favorece la Identificación con los objetos portadores del ideal d e l yo del sujeto, gracias a una acepta... ión de la posición pasiva. No dejaron de señalar los obstáculos que se interponen en este proceso de enriquecimiento del yo. y abundaron sobre los casos e11 que el obje to es experimentado como peligroso: 11Más allá de cierto grado de proyecciones. la posibilidad de convertir al objeto en un ideal del yo. en una esperanza. se arruina. porque sólo el aspecto amenazador de este objeto pasa a ocupar el campo de conciencia•. Semejante situación implica una upobreza libidinal d e las idenillicactoncsu. Después. los autores consideran la pulsión homosexual «como una pulsión de crccimienton. Aquí cabe apuntar que la pulsión homosexual -aun cuando interviene relativamente tarde en el desarrollo- está grávida de una prehistoria ligada a las identificaciones y los introyectos precoces que tuvieron por objeto el pecho y la madre. Faín y Marty insisten igualmente en las consecuencias ulteriores. para la pulsión homosexual. de la falta de aporte narcisista de parte del objeto primario. Por lo cual cabria hablar. me parece. de una síntesis incipiente de las pulsiones parciales en la puesta en juego de la pulsión homosexual en el momento del Edipo. síntesis que precisamente no se produce en los casos de homosexualidad manifiesta. Si la libido homosexual desempeña un papel decisivo en el ideal del yo. según lo muestran los citados autores desarrollando una tesis de •Introducción del narcisismo" (1914), y si concurre al cumplimiento de las identificaciones edipicas. no desempeña un papel menos decisivo en la instauración del superyó (como int€riorización de la barrera del incesto), según ya lo mencioné. Ahora quiero proponer rsta hipótesis de trabajo: los sujetos que no han podido proyectar su ideal ('ti
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del yo sobre su padre y su pene (me refiero aquí a los sujetos masculinos) y por e so hicieron identiflcacionc~ defectuosas. se verán llevados, por razones narcisis tas evidentes. a conferirse la idt!ntidad que les falta. para lo cual recurrirán a diversos medios: la creació11 represe ntará uno de estos. La obra así creada sirnboli· zará el falo. en tanto la ide ntidad lacunar es asimilada a la castración. La identificación imposible con el padre (o con sustitutos paternos) hará empero que el su· jeto fabrique y no engendre su obra. que. como él mismo. no obedecerá al principio d e filiación. Puesto que la introyección de las cualidades paternas -simbolizada por la de sus atributos- no se ha podido efectuar. y los deseos ligados con este proceso se reprimieron o <'ontrainvistieron. el sujeto no dispondrá de la libido dt·sexualizada (sublimada) necesaria para la confección d e su ,,hra. El promotor de esta será. en canse· cuencia. el ideal del yo. pero la materia prima utilizada no habrá sido modificada en Jo fundamental. Hijo de nadie. el creador que describo no podría ser el padre de una obra autentica. que extrajera sus fuerzas vivas de una libido rica y plena. La identidad que se confiera será obligatoriamente usurpada. porque se funda en la negación de su pertenencia a una estirpe. El falo simbólico asi creado no podria ser a su vez sino faclicio. es decir, no otra cosa que un fetiche. Quiero retomar aquí. para completarlas. algunas proposiciones que enuncié en 11Le rossignol de l'empereur de Chine" ( 1968). porque me parece que guardan relación estrecha con el te ma que vengo tratando e n eslas páginas. Quie ro decir que la idealización. en la perspectiva que adopté entonces. se superpone a Jo falso". mientras que la creación ..auténtica• implica pulsiones sublimadas. Ya en un trabajo anterior ( 1962) sobre el filme de Alain Resnais y Alain Robbe-Grillet, El año pasado en Marienbad. había intentado c eñir la esencia de lo ofalsou. porque el decorado ubarroco• (en el sentido de Eugenio d'Ors: la mayoría de las escenas del filme se tomaron e n los castillos de Luis 11 de Baviera) y las indicaciones de guión de Robbe-Grillet se prestaban particularmente al estudio de la ilusión: las molduras trabajadas. las cornisas complicadas. con0
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torneadas. los frisos. las esculturas que obturan las parlt·:. más ínfimas de las paredes y los techos. todo ese tlrlirio de estuco es comentado de esta manera por i{obbe-Grillet en su guión: «Como si todas esas moldu1 as y esos revestimientos en madera no bastaran para c•olmar la inmensidad de las superficies. "falsos capildcs". "puertas falsas". "falsas columnas". "perspectivas trucadas", "salidas simuladas" vienen a sumarse a esa orgía ornamental" (L 'année derniere a MarienIwd [El año pasado en Marienbadj. einé-roman. Ed. de Minuil. las comillas son de Robbe-Grillct). Dije entonces. dentro d e la óptica del conjunto de aquel ensayo. quc la utilización de:- trucos. de lo falso. d e lo engañoso. s e podía considerar una tentativa de rodear el obstáculo (como resultado de difi<'ullades en la relación objetal) sustituyendo una cualidad de investidura por una forma artificial de ella. porque la investidura auténtica e ra inalcanzable. Desde ahora quiero señalar que en los procesos de idealización volveremos a encontrar esta tentativa de rodear el obstáculo. mientras que la sublimación im plica modificar la cualidad misma de la pulsión. Permítas('me aquí una metafora culinaria que. a mi juicio. describe elocuentemente la diferencia entre los dos órdenes de procesos: Jos gourmets saben distinguir la cocina "brillante», de la que desconfían. de la auténti· ca buena cocina. La primera utiliza. por lo general. ingredientes uexóticosu preparados en una salsa complicada. y el todo suele ser flambé con un alcohol costoso y presentado al cliente en una bandeja de plata rícament(' cincelada. Si se trata de vino. tal vez le agre· garon bisulfilo o lo adulteraron de otro modo. pero infaltablemenle lo traerán en botellas de forma original cuya etiqueta -de preferencia negra y dorada- lleva un nombre fantasioso. biensonante, pintoresco o pretencioso: estamos en el dominio de la idealización. Nos han "llenado el ojo•. nos han "echado polvo e n los ojos•. pero la sustancia misma que nos han servido deja qu(' desear: "hacer pasar gato por liebr('", dice la sabiduría popular. Podríamos comparar este simple disfraz de una sustancia no modificada con el nombre del bien conocido establecimiento bancario italiano .. sanco di 125
Santo Spirito11 (en este sentido existe también la ex· presión udorar la pildora .. ). En el caso de la sublimación. es la carnr misni.i del animal la que habrá experimentado un cambio. gracias a su preparación y cocción. que la harán sa· brasa. Tal vez la fuente en qur nos la traigan sea de modesta loza y el vino ubueno11 que la acampane sr conforme con un vulgar jarro o una botella cualquiera. Y es muy probable que así sea: el cambio intrínseco de la sustancia ahorra la Imperiosa necesidad de depender d e las apariencias. mientras que en el caso de la idealización estas son los únicos eleme ntos con que se opera. Bien se entiende que la idealización de un obje to en el sentido en que Freud la presenta en 1914, es decir. la proyección sobre él del ideal del yo. no se puede confundir con el proceso de creación que intento definir aqui como correspondiente a lo ••falso". a la Ilusión. En efecto, la proyección de l ideal del yo sobre un objeto no equivale a una creación y no implica obligatoriamente la desexualización de las pulsiones. En el amor. es incluso. por el contrario. la represión de la sexualidad (la que por lo demás no equivale a una real desexualización) la que constituye un proceso patológico. Cuando e l ideal del yo es proyectado sobre un objeto homosexual. la desexualización puede intervenir, pero tampoco hay en este caso una creación, y no se podrían aplicar las categorías de lo uverdaderou o de lo «falso». Se trata enton ces de hacer coincidir el yo y el ideal del yo. saltando por encima eJ proceso de sublimación. del que h emos dicho que implicaba una identificació n paterna. Dicho de otro modo. se trata de ahorrarse conflictos de introyección. Propongo que pasemos a examinar los tipos de individuos -y. por lo tanto. las estructuras- que intentan ese ahorro. He tratado de mostrar. e n el capítulo dedicado a los problemas de l perverso en ligazón con su ideal del yo. que. ayudado en esto por s u madre. o por las circunstancias particulares de s u historia personal. aquel había terminado por proyectar su ideal del yo sobre sus pulsiones pregenitales y sus objetos parciales en lugar de proyec tarlo sobre su progenitor 126
para ldcnllliearsc con él.
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perverso debe conservar
d engaño de que no tiene que crecer (puesto que pla-
a su madr<" tal como es} ni llegar a ocupar el lugar de su padre (puesto que ya lo posee). El engaño podría p<>rcnnizarse si no existiera la genitalidad. En ese caso. su ilusión de haber ocupado el lugar del padre -y 110 tener nada que envidiarle. por lo tanto- sería perfectamente conforme a la verdad. Asi se conseguiría una completa abrasión de las difere ncias (entre el hijo y el padre. e ntre el pequefio pene del hijo y el órgano genital del padre), y hemos visto que este no reconocimiento de la diferencia de las generaciones se enlazaba de manera estrecha con el no reconocimiento de Ja diferencia de los sexos (si la madre tiene un pene y no una vagina. ella está colmada y no necesita del pene del padre, según lo apuntó con acierto J. McDougall). Pero vimos que el perverso nunca desconoce por completo que su padre posee un pene provisto de prerrogativas y capacidades de que el hijo carece. Por eso. a fin de salvar la ilusión . deberá hacer pasar su pequeño pene pregenital por un pene genital, idealizándolo. A mi parecer, la creación del perverso realiza ese fin: representa a su propio falo magnificado que, por falta de una identificación paterna adecuada. no podria ser sino facticio, es decir. un fetiche. En realidad. este proceso se puede poner en descubierto en otros casos además de1 de la perversión. to· da vez que encontremos una falla importante en las identificaciones en el nivel de las dos vertientes del Edipo. acompañada de una proyección del ideal del yo sobre imagos pregenitales arcaicas. con una ausencia de ideal del yo madurativo (por razones históricas precisas). que impulsan al sujeto a elegir el mantenimiento de la ilusión -el simulacro- antes que el cegamiento de las lagunas. a lo cual aspiran el neurótico o el 11normalu. Aunque en cierto nivel sea legitimo diferenciar la estructura perversa propiamente dicha de entidades en que la sexualidad perversa, sí bien está presente. no ofrece todos los caracteres propios del yo per· verso (según los ha definido J . McDougall). para el tema que nos ocupa en estas páginas puede resultar. aJ contrario, interesante el intento de ceñir el núcleo común <'<'
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a diversas entidades nosológicas que van de la pervcr· sión en sentido estricto a ciertas formaciones caracle· riales o psicopáticas. incluso toxicomaniacas. Si las examinamos bien. se trata de soluciones patológicas en que el acting-out está siempre presente. y en qu<' la obra misma puede ser considerada como un acting· out que viniera a colmar milagrosamente el foso qm· separa el agua del vino; el pene pregenital. del penf' genital; el hijo. del padre. Mark Kanzer ( 1957]. precisamente. ha mostrado las diferencias entre acting-out y sublimación desde el punto de vista de las identificaciones: "En la sublimación 1..• 1 estamos habituados a des· cubrir identificaciones sólidas y una gran capacidad para tolerar las tensiones: las sublimaciones mismas sirven: l) como satisfacciones sustitutivas: 2) como mecanismos de diferimiento. y 3) como proveedoras últimas de objetos para la satisfacción instintual. Mi<'n· tras que el acting-out regresa de la fantasía a la acción. lo contrario se produce en el caso de la sublimación. que. puesto que depende más de las identificaciones que de la Inmediata posesión del objeto para afirmar el sentimiento de seguridad. favorece la interiorización de la descarga motriz. es decir. la ligazón de la ener· gia. que alcanza importante influjo en la formación del superyó. El proceso de interiorización se entrama con el remplazo de objetos externos por símbolos que. se· gún lo averigua el análisis. representan. en un nivel profundo. figuras parentales abstractas. 11La intelectualidad creadora de la sublimación inctica la buena capacidad integradora del yo en un ni· vel evolucionado del desarrollo: en cuanto al actingout. se caracteriza por tendencias desintegradoras [ ... ) Desde el punto de vista de la ldentifícación. se asimila el progenitor idealizado en la sublimación. se proyecta y destruye el progenitor malo en el acting-
out•. A modo de resumen de su texto. el autor dice: •1Fallas en la identificación predisponen para el actJng-out: identificaciones logradas refuerzan las tendencias a la 128
tnlcriorlzación y a la sublimación•. En un artículo est•1 lto t·n 1956. Mclitta Schmideberg expresa un punto ck vista próximo a mi tentativa de aprehender el uúclco común a una serte de entidades nosológicas que 1-:u·n fuera del registro neurótico o psicótico, cuando ronsidera que uciertos actos delincuentes pueden clatdlkarse entre las perversiones o ser equivalentes fetl· d1istas". Estas estructuras constituyen. precisamente. Indicaciones dudosas para el análisis clásico; Jullt'n Rouart {1968). en su importante informe sobre el acting-out. ha puesto en evidencia su carácter «anticatártico". Del mismo modo podríamos considerar aqtú la idea fecunda de Sauguel (1968). quien propone comparar proceso analítico y proceso neurólico: estos sujetos se situarían fuera de esas dos dimensiones. La obra consumada por los sujetos que presentan d núcleo estructural que he tratado de describir -por separada que esté de sus raíces paternas. y aun por esa misma razón y por original que pretenda ser- se· rá esencialmente una imitación. una copia del pene genital. Esta imitación se liga a la naturaleza misma de las identificaciones arcaicas que intervienen aquí. y a la ausencia de identificaciones evolucionadas. edí· picas y pos-edipicas. Los trabajos de ciertos autores. notables muchos de ellos. me ayudarán a reforzar mi hipótesis. En su estudio ya antiguo sobre la estructura ucomo si», Hélene Deutsch ( l 934) describía "una re· !ación con la vida que supone una falta de autenticidad y que sin embargo. vista desde el exterior. se desenvuelve "como si" fuera completa•. El primer caso dínico citado es el de una joven que. dotada para el dibujo. ingresa. durante el análisis. en una escuela de arte. La analista recibió un informe del profesor, quien se declaró impresionado por la rapidez con que la jo· ven había adoptado su técnica y su umanerau, pero le encontraba algo indefinible que lo dejaba reticente y y perplejo. Agregaba que invitada lajoven a cambiar de profesor, se había adaptado enseguida con la ma· yor facilidad a las peculiares concepciones técnicas y teóricas de este. Al parecer. semejante facilidad para cambiar de identificaciones se descubre en los ucomo si• en su 11adhesión entusiasta a una filosofía que puede 129
ser rempla zada. de manera n i.pida y completa. por olra p erfectamente contradictoria. s in la menor huella ck trasformación interna". Olra paciente de estrucl uni análoga «iba a emborracharse a los barrios bajos. e11 tregándose a toda clase de perversiones sexuales. y st• se ntía tan cómoda en ese mundo corrompido como t'll la secta pietista. el grupo artístico o el movimie nto po· lítico de los que después . sucesivamente. fue adepta". Una tercera paciente. que también tenia dotes artisti cas, demandó análisis con la esperanza (secreta) de lk· gar a ser analista. En realidad . a pesar de su declarado interés por la psicología y la teoría freudiana. y la cantidad impresionante de sus lecturas sobre estos te· mas. tenia d<.> ellos una comprensión en extremo su· perficial y un abordaje por completo irreal. Su objeti· vo profundo era solamente ide ntificarse con la analista. En cuanto a lo demás. actuaba sus fantasmas de prostitución y se entregaba a múltiples perversiones. 11Emergia de esos desenfrenos identificándose con alp;una p ersona común y d e esa manera consumaba una suerte de sublimación cuya forma dependía del objrto en cuestión". Un joven homosexual. dotado e n apariencia. de hecho carecía de originalidad: 11Todo lo que hac ia o decía en maleria científica mostraba un gran talento formal. pero. cuando intentaba producir algo original. por lo general no resultaba otra cosa que una repetición dc ideas que e l ha bía comprendido con una particular claridad ... La autora insiste en el h echo de que la relación aparentemente normal de estos sujetos c on el mundo corresponde a la aptitud del niño para imitar y n o es sino mimetismo. 11Es común a todos estos ca sos una profunda perturbación del proceso sublimatorio. nacida d e un fracaso en la síntesis de las diversas identlficaciones infantiles e n u na personalidad única e in te· grada. y al mismo tiempo de una sublimación imperfecta. unilateral. puramente intelectual de las tendencias instintualesn. (Entrevcmos aquí un proceso en el que d e hecho interviene sólo el ideal del yo, como tendre mos ocasión de mostrarlo.) Siempre según H. Deutsch. •la etiología de este estado de cosas se liga ante todo a la devaluac ión del objeto que sirve de modelo a la 130
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p<"rscmalidad del niño". En cuanto al superyó. sostie111 · la autora l¡ue ha sido insuficientemente intcriori111<10. y los sujetos •<·nmo si• _ adoptan los criterios mo111l1·s de sus objetos de identificación del momento. a l11l1a de criterios internos independientes. l<:n un trabajo posterior ( 1955). la misma autora esl11dia el caso del impostor. Se trata del relato de Ja psi<·otcrapia de un joven. Este. nacido diez años después tll'I hermano que lo precedió. y once af1os después del mayor. era adorado por su madre y hermanos. de quie111·s constituía •el juguete predilecto". El padre. hombre poderoso y temible. se desinteresó de él. y lo dejó por entero en manos de la madre. En un movimiento de revuelta. los dos mayores abandonaron la casa. y entonces el padre se volvió hacia el benjamín. que en ese momento tenía más o menos cuatro anos. cifrando en él todas sus esperanzas. y acunándolo en sueños de grandeza. En esto. enfermó gravemente. quedó por completo inválido y. separado de su hijo. murió cinco años después. El joven, antes y en el curso de su tratamiento. emprendió toda una serie de actividades. En todas sus empresas representaba un papel, se vestía de cierta manera. se teñía cabellos y cejas cuando era un gentleman farmer. posaba de intelectual cuando eoncurria a un salón literario. etc. A veces la impostura se hacía evidente: deformaba su nombre de manera que fuese casi idéntico al de un personaje célebre. Estaba de continuo uen busca de su Identidad ¡ ... ) la desmentida de su propia identidad era, a mi juicio. el motivo principal de sus actos. como se observa en el caso de los otros impostores•. En un estudio de impostores célebres. la autora muestra que en ciertos casos habrían podido adquirir prestigio bajo su propio nombre. pero que siempre elegían otro, el de hombres a los que habían deseado parecerse (como el nombre es lo que establece la filiación. me parece que el cambio de nombre equivale a una renegación de los orígenes. es decir. del padre y de sus atributos). La autora sostiene que. en razón de su incapacidad para sublimar. su paciente •no tenia la posibilidad de satisfacer sus fantasías de grandeza salvo a través de un acting-out ingenuo. pretendiendo 131
que estaba realmente de acuerdo con su ideal del yo•. Ahora bien. entre las actividades emprendidas por el paciente. algunas e ran creaciones. Así. se puso a escribir. después se dedicó a la investigación científica. concretó Invenciones. Esto me lleva a pensar que. también e n este caso. el proceso de creación está guiado únicamente por el ideal del yo: a causa de fallas de identificación, las sublimaciones no sobrevienen. de modo que nos encontramos ante la siguiente paradoja: mientras más dolorosamente perciben los sujetos la distancia entre su yo y su ideal. o temen que se ponga de manifiesto. más se ven tentados de uUlizar la creación para colmar lo que viven como una herida profunda. Ahora bien. algunos de estos sujetos presentan una falla tanto más importante entre su yo y su ideal (falla que a veces niegan ilusoriamente): no han podido integrar sus identificaciones de manera válida. Estas lagunas en su yo. causadas por identificaciones defectuosas. traen consigo precisamente una perturbación para el cumplimiento de las sublimaciones. Como en tal caso la obra tendría por objetivo colmar por vía mágica esas lagunas. la consecuencia seria que un número considerable de creaciones -en diversos dominios- obedecería a un proceso fundado en el ideaJ del yo sin modificación intima de las pulsiones. Para Phyllis Greenacre {1958). los impostores presentan tres características esenciales: 1. ellos se ven forzados a actuar su novela fanliliar; 2. tienen una identidad y un sentido de la realidad deformados: 3. su superyó presenta una malformación tanto desde el punto de vista de la conciencia como desde el punto de vista de los ideales. Pues bien, cabe anotar que las significaciones de la novela familiar. aunque estén sobredelerminadas. implican e mpero un rechazo de la filiación. una tentativa de romper Ja cadena de las generaciones y. en consecuencia. de conferirse una nm·va (y falsa) identidad. (Esas significaciones han s ido esclarecidas por Michel 132
Soult; <'n su tan vívido trabajo sobre la adopción. 1968.) Samuel Novey ( 1955b) define esto así: uLa "novela fa. millar" no representa solamente una tentativa de prolt'gt'rse de la problemática edípica por medio de una producción de fantasía. sino también una tendencia de C'stablecer su unicidad. Representa un ejemplo cen1ral de Ja huida del hombre ante la idea de una existencia ligada al determinismo biológico•. En cuanto a la constelación familiar del impostor. Phyllis Greenacrc la describe muy semejante a la del perverso: lamadre estuvo muy adherida a su hijo. como si fuera una parte de dla misma. El padre es inexistente. "El hijo es colocado en una posición de clara superioridad frente al padre•. Además. Phyllis Greenacre escribe: oEn otra parte he indicado que si el niño ha sido expuesto en estas condiciones {se trata del niño cuya constelación familiar obedece al esquema antes indicado] a la visión de Jos órganos genitales de un adulto varón, puede producir la fantasía de un Ilusorio agrandamiento de su propio falo. que entonces pasa a ser una suerte de impostura localizada que interesa a l órgano y se suma a la tendencia. ya en formación , de impostura generalizada". Los impostores citados por Phyllis Greenacre son a menudo creadores {existen casos célebres entre los pintores: Van Meegeren. De Hory. Maklat. etc.). La sexualidad de los impostores descritos por la autora es por lo general perversa y a veces se asocia a la toxicomanía. En mi opinión. convendría comprender de una manera general la impostura (se manifieste o no a través de una creación) como respuesta al afán. que he intentado dilucidar. existente en ciertos sujetos. de hacer pasar su peque ño pene por un gran falo genital. El impostor de Abraham ( 1925). en lugar de adquirir un pene a través de identificaciones progresivas con su padre. obtiene (de manera inmediata) un falo sim· bólico por el recurso de renegar de sus orígenes. Deseaba .. una caja de lápices decorada con lacas multicolores". o un lápiz de un color particular; entró en una librería haciéndose pasar por el hijo de un general que vivia en la vecindad: inmediatamente le entregaron los objetos que anhelaba. Abraham dice de él: "No tuvo 133
la posibilidad de elevar a ~u padre al rango de figura ideal: al contrario. precozmente. d eseó otro padr<'•" Annie Reich . en tres articulas fundamentales (195:\. 1954. 1960). describe los trastornos en las identifica ciones, y sus nexos con el ideal del yo y las sublima ciones. Ella habla de la uidentificac ión mágica" con d progenitor idealizado. que ocupa el lugar del deseo (evolucionado) de llegar a ser como él. HLa formación del superyó se basa en la aceptación de la realidad. De hecho. representa la tentativa más potente de adap· tación a la realidad. El ideal del yo. por su parte. st· basa en el deseo de aferrarse a la negación de los limites del yo•. En el desarrollo normal. el ideal d el yo S<' modifica. se vuelve más realista. y se mezcla con el superyó. Los casos que la autora nos presenta no nos muestran identificaciones reales sino imitaciones su· perficiales. Da un ejemplo que permite distinguir imitación e identificación: la imitación (o identificación mágica) es la del niño que sostiene el periódico como su padre. La identificación sobreviene cuando el niño aprende a leer. En la imitación se trata de ser el progenitor envidiado. y no necesariamente de llegar a ser/o. Nos encontramos en el dominio del cumplimiento mágico. uDcsde muchos puntos de vista, el niño no puede ser plenamente como los adultos. Lo normal es que se de· sarrolle una facultad de autoevaluación que impulse al cumplimie nto gradual de la identificación [ . .. 1 Es el ideal del yo normal ( ... 1 En los casos patológicos. en lugar de Identificaciones sólidas persisten imitaciones o el deseo de ser como el progenitor. no acompañado del deseo de hacer Jo preciso para conseguirlo". El ideal del yo megalomaniaco. segu.n A. Relch, muestra a veces rasgos sexuales groseros. no sublimados. La sublimación suele ser deficiente. La necesidad de inflación narcisista se liga a miedos profundos de destrucción del cuerpo y de castración. El engrandecimiento del yo tiene el valor de una denegación mágica de la castración. Incluso existe una oposición entre las fantasías narcisistas destinadas a negar la castra-
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dú11 y las exigencias del superyó .. porque aquellas cont h·1w11 numerosos elementos instintuales no sublima-
dos". S<-' trata de un narcisismo antC' todo corporal; aho1a bif'n, dice la autora. cualquier real modificación del narcisismo corporal depende ante todo de la capacidad de sublimar. En su articulo de 1954. Edíth Jacobson diferencia IJ,!;ualmcnte las identificaciones precoces. mágicas. prec.·dipicas. que ella compara con la personalidad "como sl11 de H. Deutsch. de lo que Uama las verdaderas identlfkaciones del yo. ligadas a representaciones de simismo y de objeto. El ideal del yo mueve al comienzo a hacerse uno con el objeto (la madre). y sólo después a llegar a ser como el objeto. Freud. en La interpretación de los sueños (capítulo IV). distingue identifica<'ión e imitación: uPor lo tanto, la identificación no es simple imitación. sino apropiacióno. En su trabajo sobre las identificaciones tempranas. Pierre Luquet ( 1961) describe con su l ileza el proceso de apropiación: uSi n o hay obstáculo. la apropiación es completa. y en-
tonces el yo reunido con el objeto se hace cargo d e la función. El objeto pasa a ser constituyente del yo. Como el yo se conoce en el objeto. puede concebirse en la función de este objeto. Todo ocurre como si la di· mensión Instrumental del yo quedara revelada tras ese restablecimiento de la unidad. como si el yo tuviera necesidad de pasar por el objeto para concebirse en su función. Existe sensación de fusión con el objeto en beneficio del yo. Digo que ahí hubo apropiación ... El otro término d e la alternativa sería. según P. Luquet. la •introyección imagoica". cuando el objeto es interiorizado pero no confundido con el yo. Gaddini ( 1969) distingue la imitación de la introyccción y de la identificación (que parece en él coincidente con la apropiación tal como ha sido d efinida por P. Luquet). La imitación se ligaria a fantasías incon· cientes de omnipotenria. •En mi experiencia ( ... 1 el m ecanismo de la imitación ( ... ) es prácticamente un rasgo constante en las perturbaciones del carácter en 135
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general y se lo encuentra con mucha frecuencia en la homosexualidad masculina o femenina así C'omo en C'I fetiC'hismo y el travestismo•. Descubrimos aquí, otra vez. una serie de perturbaciones que presentan el núcleo común de que antes hablé. Según Gaddini. el prototipo de la imitación es la satisfacción alucinatoria dd deseo. Se trata de un medio mágico de ser el objeto. ulmitar no sólo no significa introyectar. sino que puede ser un medio de defensa ante la angustia provocada por los conflictos de introyección11. En los casos qut· nos ocupan aqui. sin embargo, la falla en el yo consti· tuida por la ausencia de introyección y de apropiación del padre y de su pene -proceso inconciente que implica una rt"'lación hecha de amor, de admiración y de proximidad carnal- no es colmada por una imitación del padre y de los atributos paternos (desinvestidos narcisistamente) sino por una tentativa de desprenderse por entero de los vínculos de filiación. La imitación estará referida al falo genital en su esencia. tal como es fantaseado por el sujeto. Los modelos. en la medida en que existan, serán lejanos o abstractos. Cuando se encarnen, sera en personas que no representen sustitutos paternos idealizados sino. precisamente. tales que a su vez hayan logrado sortear los conflictos de introyección y se hayan dado un falo mágico autónomo o prometan a sus émulos que podrán adquirirlo ahorrándose el doloroso proceso de la evolución. Se trata. en suma. de un personaje que ya conocemos: el con· ductor •ideológico" tal como intenté definirlo a propósito del grupo. El sujeto perteneciente a una de las estructuras que aquí nos ocupan pasará a ser entonces discípulo de un •mago .. a falta de (o antes de) hacerse mago él mismo. He dicho que el conductor "ideológico• era el que hacía resplandecer la ilusión, es decir. la promesa del encuentro entre el yo y el ideal. El perverso y las estructuras afines buscaran siempre. de una manera o de otra. realizar la fantasía que está detrás de la teoría sexual infantil del monismo sexual fálico. a saber: la doble negación de la diferencia de los sexos y de las generaciones. La te.aria del monismo sexual fálico es el prototipo infantil de sus ideologías de adultos. Se trata. para ellos. de ahorrarse la evolución. 136
lkknt· Dt'ulsch dice. acerca de su Impostor. que ,,no podía aguardar e l despliegue de su proceso de creci1nlcnto11.
En la definición que Reich. Jacobson y Gaddini ofrecen de la imitación a diferencia de la identificación. st· contiene la idea de que por arte de magia se puede 110 llegar a ser grande sino serlo de manera inmediata. con escamoteo de la maduración. Ahora bien. el único pene que se puede poseer sin pasar por Ja evolución que conduce a la genitalidad es el pene anal. El sujeto que presenta el núcleo estructural que he intentado dilucidar fabricará una obra que represente un pene anal idealizado. es decir. un pene anal que <:'! inlentará hacer pasar por un pene genital o. mejor: por un pene superior al genital. Puesto que sólo una sublimación auténtica fundada en identificaciones edípicas permitiria una real tras· formación de la analidad . el sujeto se verá constreñido a contrainvestir las pulsiones que participan en la creación. Una de las consecuencias posibles de esa contrainvestidura es el carácter de upreciosidad· que revestirá la obra. La 11preciosidad• reaparece de mane· ra periódica en el arte y la literatura cuando no en el pensamiento mismo. Pero no siempre conoce la difusión que tuvo en Europa occidental a fines del siglo XVI y en el XVII. se llamara gongorismo. conceptis· mo. eufuismo o marinismo. En las obras que intentan enmascarar la analidad idealizándola sin lograr metamorfosearla verdaderamente, según la definición de Fe· nichf"! (11en la sublimación. la pulsión original desapa· rece es Imposible descubrir huella alguna de esa •larga vía regrediente" de que ha hablado M. Fain ( 1966). Un verso de Ulalume . un cuadro cualquiera de Paul Klee o de Nicolas de Stael. unos acordes de Bach, nos hacen recorrer en un instante una vasla región de la psique: y asistimos maravillados al brotar de multitud de emociones ligadas al despliegue de una panoplia de representaciones condensadas. nacidas de la pulsión primitiva. Como el buzo de aguas profundas que descubre un reino sumergido. la obra esclarece de repente lo inconciente, y la luz que proyecta se irradia hasta la superficie. A pesar del carácter global e inme11 ) ,
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diato d el fenómeno. podemos. descomponié ndolo ('!l sus elementos. redescubrir los desplazamientos. loH símbolos sucesivos y las imágenes condensadas que· convergieron e n la expresión conciente definitiva. Al parecer. una de las fuentes principales de la emo· ción estética reside e n la desproporción entre la riqut
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111 fornlél prete nda s er d espojada, ello corresponderá a real pobreza. En una carta a Abraham (1914), Freud refiere un t•jt·mplo d e la técnicajunguiana. trasmitido por Janes . r111ien a su vez lo conocía por una paciente; Jung habría Interpretado la trasferencia amorosa de su pacienll' comunicándole uque ella no está en realidad ena mora da d e l a nalista sino que por primera ve z se deba te por comprender una Idea Unive rsal e n el sentido platónico del término". Abraham. en su respuesta. di· <'<'que r econoce en la técn.lcajunguiana el distingo que Fre ud ha trazado (ese mismo año ) e ntre los procesos gobernados por el ideal del yo y la sublimación. Se tra taría. e n esta técnica. de a tenerse al ide al del yo y d e evitar la sublimación. En re alidad. todo el junguismo se puede compre n der como una tentativa «idealizanteu . Jung y sus partidarios 1111a
uhan estudiado en d e talle el modo en que el material de las representaciones sexuales procedentes d el com· piejo familiar y d e la elección incestuos a d e objeto es e mpica do en la figuración de los supremos intereses é ticos y religiosos de los hombres; vale decir. han es clarecido un importante c aso de sublimación de las fuerzas impulsoras erótica s y de s u trasposición a as· piraciones que ya no pue den llamarse eróticas" (•Contribución a la historia de l movimie nto psicoanalítico•., Fre ud. 1914). Pero los junguianos. como muestra Freud, no pudieron soportar •esta sexualización de la moral y de la religión". La moral y la religión no debe n ser sexualizadas. porque ellas d esde el comienzo e ran algo •más elevado". Pero como es imposible negar que la mora] y la religión derivan del complejo familiar. se pretenderá que el complejo mismo no debe ser interpretado •li· teralme nteu. para poder de este modo conciliarlo con ulas ilaciones de pensamie ntos abstractos de la ética y de la nústica religiosa... El complejo de Edipo se vuelve abstracto. desencarnado. La madre simboliza lo inalcanzable (y no: lo inalcanzable. a la madre); •el padre. 139
a quien se da muerle en el mito de Edipo. es el padre "interior" del que es preciso emanciparse para devl'· nir autónomo•. En 1924. Freud escribió lambién : •La derivación parcial del arte. Ja religión y el orden social de la cooperación de fuerzas pulsionales sexuales fue tildada de degradación de los bic-nes supremos de la cultura• Las resistencias contra el psicoanálisisu). (Por el contexto. «parcial• alude a las pulsiones agresivas.) Esl<' articulo ya no está dirigido a los jungulanos sino a los ataques generales de que eran objeto el psicoanálisis y su fundador. cuya acción deletérea se atribuía a su pe rtenencia racial . Opino que se reconoce aqul Ja tendencia a idealiza r sin Ja correspondiente sublimación de las pulslones. es decir. el empeño está dirigido a descuajar Ja cultura de sus raíces naturales. carnales. Desde luego. lo que aquí está en juego es la concepción de la esenc ia misma de la cultura . Esto no significa que los individuos que participan de esta concepción sean incapaces de consumar una obra -si es que son creadores- que suponga un real proceso de sublimación. ni que. a la inversa. la adopción. en el plano racional. del punto de vista freudiano confiera. ipso facto. la aptitud para sublimar. Pero no es menos cierto que semejante concepción de la cultura es apta para desempeñar. e n el plano de la creación. el papel de la afirmación del perverso que pretende que su •receta" sexual es superior aJ coito genital de su padre (cf. McDougall. 1971). No es imposible. por lo demás. que la tendencia a la idealización sin la correspondiente sublimación de las pulsiones esté presente. bajo otra forma. en la concepción según la cual cierto número de funciones. e ntre ellas la actividad creadora. pertenecerían a un yo autónomo. Cuando intenlé estudiar •lo falso•. pensaba. es verdad . en ciertas producciones estética s o intelectuales contemporáneas que no podemos dejar de percibir descuajadas de sus fucnks vivas. de las zonas erógenas y las pulslones. Es lo que expresaba Marce l Roch en su trabajo sobre el superyó: ( 11
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•No es raro. en nuestra época. qut> los resultados dl' la creación artística muestren una pobreza y una estereotipia del fantaseo. una esterilidad de la función de lo Imaginario que cede el lugar al producto de un ejercicio en vacío de medios instrumentales por el solo placer narcisista de su funcionamiento, disociado del movimiento instlntual sublimado... No obstante. creo que es prudente atenerse en este dominio a la aprehensión de l proceso interno del creador a quien su ideal del yo impulsa a crear sin que sus capacidades sublimatorias estén en condiciones de nutrir su obra. en lugar de aplicar hipótesis teóricas a obras contemporáneas. Por otra parte, nada más dificil que justificar una selección personal en el dominio estético. sobre todo cuando el tiempo no permite una suficiente toma de distancia respecto de la obra. 11EI tiempo es buen juez... se suele decir. Creo que nos habilita sobre todo para distanciarnos de la opinión del grupo. Pero no es exclusivo de nuestra época producir obras -en el dominio del arte o del pensamiento- que estén así movidas por el afán narcisista de conferirse la completud sin evolución real del yo y de las pulsioncs correspondientes; y si hoy el fenómeno tiende a cobrar extensión. el ejemplo de Ja preciosidad. que he citado páginas antes. nos invita a pensar que estamos frente a una tendencia permanente, aunque latente en muchos casos. del espíritu humano. Recordemos que la obra de Moliere está dominada por la lucha contra ulo falso ... tanto e n el dominio estético como en el de los sentimientos. Con la penetración propia del genio. él supo reconocer la esencia común de la impostura. se tratara del falso devoto (una versión de Tartufo llevaba el titulo de Panufle l'imposteur). de la falsa ciencia (los médicos de su época) . de la falsa nobleza y de la usurpación de títulos (El burgués gentilhombre), de la falsa distinción (Las preciosas ridículas) . de la falsa cultura. la falsa poesía o la falsedad general del mundo (E/ misántropo). Dondequiera. se trata de desenmascarar al hipócrita. al •ingenio exquisito... al falso amigo. a los amores interesa141
dos o sin consistencia. y de hac-cr triunfar la simpllddad, la verdad. el buen sentido_ El carácter especifico de la idealización que no hace sino recubrir con un barniz brillante el pene anal que ha permanecido inmutado se pone en evidencia sobre todo e n Las preciosas ridículas cuando los dos lacayos. disfrazados de vizconde d<' Jodelet y de marqués de Mascarilla. después de haber engatusado a las dos preciosas con s us di· chos galantes. su elegancia. su habilidad para improvisar y componer madrigales, son apaleados por sus amo~ (o sea los verdaderos gentilcshombres). quienes les arrancan sus vestidos y hacen aparecer Ja librea bajo el hábito bordado. Uno de mis pacientes, que tenía actividades perversas múltiples. se puso a hablar en sesión de su deseo de escribir. después ele haber mencionado Ja lectura que había hecho de uno de mis artículos. Se preguntaba por la manera de conseguirlo, cuando acudió a su memoria el sueño siguiente (que él había olvi· dado): Me encontraba en un aserradero. Había un enormc montón de leños todos iguales que yo debía pintar cuidadosamente de plata. Debía poner atención en recubrir bien cada lefio: esto me hace pensar en el chocolate qul' saboreaba cuando era pequeño y además en los cigarrillos de chocolatc- que compraba en el despacho de tabacos. qut' vendia también bombones. Se trata. en consecuencia. para el perverso y las estructuras afines. de recubrir el chocolate (el pene anal) con un papel de plata que lo idealiza pero que nomodifica su naturaleza intima. Un proceso semejante opera en la costumbre americana de maquillar a los muertos. de vestirlos con sus mejores ropas. de rodearlos de flores y de periumes. de envolverlos en mús1ca. para hacer olvidar la descomposición que sufrirá la carne y la equivalencia inconciente entre el cadáver y el excremento. Pero basta rasguñar la superficie. y bajo la capa brillante se descubrirá el carácter excr em enticio del falo o. para hablar como Napoleón, la mierda en la media de seda (se refería a Talleyrand). 142
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Desde luego que es más fácil -lo indicó Freudcomprender ciertos infortunios del desarrollo y sus rft'ctos negativos que aprehender la razón por la cual u11 individuo. colocado en las mismas condiciones desfavorables. s e salva de la enfermedad. De igual modo. 110 todos los sujetos que presentan el micleo estructural común que he intentado poner de relieve carecen de capacidades de sublimar. No sólo existen diferen· clas en cuanto a las cantidades de libido descargadas directamente en las actividades perversas o emparentadas con ellas. sino que las lagunas identificatorias son de importancia desigual. Si bien existen muchos perversos que son creadores por la5 razones que he i11dicado. los hay que llegan a producir obras auténticas y pasan a ocupar un Jugar importante en nuestro patrimonio cultural. Ante el examen. parece que. en· tre los perversos. serían sobre todo los homosexuales los que presentan más aptitudes para la sublimación. Esto en verdad plantea el problema de la homosexualidad como tal. de la que Freud decía que apenas merecía el nombre de perversión, porque la relación objeta! de los homosexuales es muy diversificada según los individuos. y puede ir de un a mor de objeto solamente parcial a un amor de objeto total. mucho más próximo a la genitaJidad (Presentación autobiográfica, 1925).
En realidad. los sujetos que presentan el núcleo estructural que acabo de describir no tienen la exclusividad de Ja creación inauténtica. La primera vez que me referí a la creación de un falso falo fue a propósito del paranoico (1966: cf. 1965. 1968). No puedo sino retomar aquí los elementos dilucidados e n mis trabajos anteriores. El origen de la creación de 11!0 falso" e n el paranoico se encuentra igual· mente en su identificación paterna insuficiente. Pero los motivos de esta insuficiencia son, como se sabe . diferentes de los motivos de los sujetos que pertenecen a las estructuras antes descritas. Se puede decir que el futuro paranoico. cuya ímago materna fálica es sie mpre mala. no ha encontrado en su padre. en razón de ciertos factores históricos específicos. sustento para una nueva triangulación . El sujeto no ha podido 143
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pasar por la fase de idealización del padre. que. ma11 tenida den! ro de ciertos límites. es indispensable para las identificaciones edipicas. El pene paterno es para él un objeto erótico y agresivo pero no ~s parlador de su ideal del yo. Es para él un pem· y no un falo según la distinción tra7..ada por B. Grunberger ( 1963). Lm, miedos por el yo impedirán al futuro paranoico intro· yectar al padre y sus atributos. y lo llevarán a ideali· zar su propio yo: y en esta idealización se contienen las primicias de su megalomanía delirante. La para· noia mística representa. entonces. una tentativa dt· proyectar el ideal del yo sobre una figura divina. aleja· da del padre carnal. y constituye una evolución feliz de la enfermedad. tal como Freud lo ha mostrado en Schreber. porque permite arrancar una parte del nar· cisismo al yo propio y reconciliarse. en cierta medida. con la pulsión homosexual. Si el paranoico fracasa en esta tentaUva y conserva su yo propio como ideal (esto de una m a nera rdativa en los es tados no delirantes). investirá ferozmente las fronteras de su yo en detrimento de sus investiduras objetales. y rechazará todas las introyecciones. que él vivirá como otras tantas intrusion~s
peligrosas y destrurtoras.
La investidura del yo constituye una de las princi· pales defensas frente a la atracción homosexual. El sujeto elaborará entonces fantasías y actos orientados a demostrar que él poser ya un pene de una potencia absoluta. perfecto en todo sentido: superior a todos los otros. ese pene lo es también. evidentemente. al de su padre. del c ual. por lo tanto. no tiene necesidad alguna. Dado que la existencia de ese pene se basa en una laguna (la introyección del pene paterno no efectuada). y. precisamente. tiene por objetivo enmascararla. presentará características específicas. Una de ellas es disccmiblc de manera inmediata: ese pene es concebido por su •inventor• -y sabernos que la invención es una de las actividades que ya la psicología clásica presentaba romo característica del paranoico- de un modo •megalomaniacou. Porque se ha evitado el proceso natural de adquisición de un pene. la creación de un falo autónomo se situará fuera del principio de realidad y revestirá un canicter mágico. El falo mágico 144
autónomo ocupará por eso mismo. dentro de su yo. un lugar desmesurado. que vendrá a inflar su orgullo. ~s igualmente sabido. en psiquiatría clásica. que se encuentran muchos autodidactos entre los paranoicos. Ellos de esa manera osaltanu por encima del estado de alumno: en efecto, la ciencia que viene del maestro es asimilada al pene paterno. que se trata de lomar en si. La necesidad de soslayar la fase de intro· yección del pene paterno (puesto que la investidura narcisista positiva de ese pene ha recaído sobre el yo} tendrá por resultado imprimir a las producciones del paranoico. destinadas a representar su pene en toda su gloria. un carácter de inautenticidad. porque esconden una falla capital. Si logran engañar a otros -por razones que abordaremos más adelante-. son insufi· cientes para dar certidumbre plena a su autor. quien las blandirá en toda ocasión y se verá obligado a aumentar sus dimensiones siempre más para negar la idea. que él percibe en cierto nivel. de que no se trata sino de una cáscara hueca sin contenido verdadero. Para librarse de esta percepción en extremo angus· tiante. que haria zozobrar todas sus defensas. el para· noico se ve obligado a proyectarla sobre el mundo exterior. que se le aparece en consecuencia como facticio. Una percepción y una denuncia semejantes de lo falso en el universo que rodea al paranoico. son muy notables en la obra literaria y autobiográfica de Strindberg. a la que he tenido ocasión de referirme en otra parte. Me limitaré a recordar aqui dos ejemplos particularmente elocuentes. Su drama La casa incendiada le fue inspirado. al parecer. por la visión de las ruinas de Ja casa donde trascurrió su infancia. El Extranjero, que en realidad es uno de los hijos de la casa. llega al sitio del incendio. La familia moradora vivia en ver· dad del contrabando: 11la tintoreria no era más que una fachada destinada a ocultar el contrabando de lana. que era tefüda para que fuera irreconocible». La casa había sido construida con paredes dobles para esconder la mercadería. Entonces. la 11honorable familia .. se dedicaba a actividades ilegales. Y bien. después del incendio. el Extranjero ·•Sacará a luz todas las viejas su145
eiedades•• (el Extranjero se acerca a los objetos salvados del incendio y examina algunos libros). •La misma porquería que cuando yo era joven. La Historia dt> Roma de Tito Livio. donde no hay una palabra verdadera .. . Pero, ¿qué es esto? El paran te de una eama de acajú. aquella en la que nací. ¡Maldita s ea! Además: el pie de la mesa del comedor. bien familiar trasmitido de padre a hijo !las bastardillas son miasj. ¡Vaya! Prete ndian que era de ébano. todo el mundo la admiraba. y ahora. cincuenta años después, descubro que era de sauce teiiido. Todo era teñido en nuestra casa. maquillaban todo [las bastardillas son mías) ... Una farsa. la mesa de ébano . . . "· (Se acerca a un reloj de péndulo:) ·Déjame ver un poco lo que tienes en el vientre. querido amigo... (Lo toma. el reloj se rompe en pedazos.) ·S e deshace cuando se lo toca. Todo se deshacía en esta casa cuando se lo tocaba, todo ... M, No es demasiado aventurado suponer que nel bien familiar trasmitido de padre a hijo•. así como el contenido del vientre del reloj de péndulo, representan el falo del padre. símbolo de la sucesión de las generaciones. sobre la que el Extranjero proyecta su senti· miento de ·falsedad•, como se advierte claramente en La sonata dr: Jos espectros: El Coronel es. también él. un falsario y un usurpador a quien el Viejo va a desenmascarar.
Anciano: Todo. todo lo que se ve aquí. es de mi propiedad. todo es mio. Coronel: Sea. eso le pertenece, pero mi blasón, mi noble apellido, estos son míos. Anciano: No. de ningún modo. tampoco lo son. (Silencio.} Usted no es noble. Coronel: ¿Cómo se atreve? Anciano (saca un papel}: Cuando haya leído este extracto de la heráldica. se convencerá de que la familia cuyo apellido lleva se extinguió hace un siglo. Coronel (lee): Ya había oído rumores de ese genero, pero yo llevo el apellido de mi padre ... (Sigue leyendo.) Es cierto. usted tiene razón ... No soy noble. ¡tampoco eso! Entonces me quito el anillo grabado con mi se· llo. Es cierto. le pertenece: tome. 146
Anciémo (guarda el anillo en su bolsillo): Muy bien. pro·
sigamos. Tampoco es usted coronel. Coronel: ¿Es que no lo soy? Anciano: No. usted fue antiguamente coronel en un C"U<'rpo de voluntarios americanos. pero después de la ~ucrra d e Cuba y de la reorganización del ejército to· dos esos grados fu e ron abolidos ... Coronel: ¿Es verdad eso? Anciano (lleva la mano a su bolsillo): ¿Quiere usted leer? Coronel: ¡No. no es necesario! Pero. ¿quién es usted para tener el derecho d e despojarme de esta manera? Anciano: ¡Lo verá usted! Pero. hablando de despojar. ¿sabe usted quién es? Coronel: ¿Cómo tiene la audacia? Anciano: Quítese su peluca y mírese e n el espejo. sin olvidar d e sacarse la dentadura postiza y de afeitarse el bigote. hágase desatar por Bengtson su corsé. y en· tonces veremos si no se reconoce al doméstico XYZ. el que sabía ser lavacopas en cierta cocina. Esos decorados dc:" cartón pintado. esas situaciones fal· sas. esas funciones usurpadas. esos sentimientos facticios. esos rostros maquillados. esas máscaras. esas paredes dobles. esos crímenes ocultos. esos valores engañosos. esas supercherías. esos enganos. esos plagios, esas mentiras que pueblan el universo dramático de Strindberg y que él denuncia de manera infatigable se presentan. sobre todo en esta última escena. corno surgidos d el sentimiento profundo de la propia inautenticidad de su identificación paterna. Este Coronel que es progresivamente despojado de sus falsos em blemas narcisistas y que resulta ser pinche de cocina. ¿no es el alter ego. sin duda inconcie nte, de aquel que Strindberg llamaba .. EJ hijo de la sirvienta•? (Recuerdo que él dio este titulo al conjunto de su obra autobiográfica.) En La seiiorita Julia. da al pinche el mismo nombre que él se pone en su autobiografía. El ejemplo de Strindberg muestra que una identificación paterna no consumada puede no cerrar el acceso a los procesos de sublimación. y ello e n condicio· nes cuya realización implica un equilibrio muy in147
estable que se destruye con facilidad. En efecto. la actividad literaria del dramalurgo sueco cesó prácticamente entre 1892 y 1897. La cesura es brusca: en 1892 todavía escribió seis piezas. Al parecer. la separación de su primera esposa. Siri von Essen. constituyó el factor desencadenante de este episodio de esterilidad literaria y de fecundidad en el plano patológico. La vida conyugal constituye una defensa contra la homosexualidad gracias a las satisfacciones homosexuales indirectas que procura por identificación con la compañera. El alejamiento de su esposa parece haber constreñido a Strindberg a recuperar sus deseos femeninos. a pesar de él mismo. La presión persecutoria aumen tará. Entonces Strindberg remplaza la creación literaria por la invención «Científica•. Me parece que Ja invención "cientifica• de Strindberg representa la tentativa de alejar los peligros que se ligan a la pulslón homosexual pasiva gracias a la posesión de un falo omnipotente fabricado ex nihilo, que en consecuencia participa de la magia. En 1894. tras un matrimonio relámpago. se separa de su segunda esposa. continúa con más ahínco sus investigaciones químicas. pero como su esposa. su medio y los sabios se negaron a convali· dar sus 11descubrimientos11, se resolvió a udar un golpe decisivo• y a fabricar oro. El viejo sueño de los alquimistas es. por excelencia, el representante del deseo de obtener el falo omnipotente a partir de nada (es decir, fuera de toda continuidad genética). y cabe recordar en este sentido que Joseph Balsamo. quien pretendía el titulo de conde de Cagliostro. mago. aventurero. impostor. charlatán y estafador. fue igualmente alquimista y. al comienzo de su vida. copista de pinturas (la copia puede constituir una tentativa de identificarse con los maestros pero también. como he dicho. representar una imposibilidad: la de metabolizar el objeto). En El camino de Damasco. es particularmente evidente la significación que tiene para Strindberg el deseo de fabricar oro como falo mágico autónomo y omnipotente que hace a su poseedor invulnerable. superior a todos e igual a Dios: •el Desconocidon, es decir, el héroe de la pieza. se encuentra en el laboratorio con 148
la Madre. Se propone realizar la síntesis del oro. La madre exclama: •¡Pern es un desafio a Dios. esto es magia negral•. "El Desconocido· le explica que 11los honores son para los hombres las ilusiones más duraderas" y que espera obtener esos honores gracias a su descubrimiento. asimilado a la construcción de la torre de Babel que «Con la intención de asaltar a los poderes de lo alto»debía elevarse hasta el cielo. Al mismo tiempo poseerá el poder supremo: «Tengo en mi crisol el destino de la Tierra [ .. . ] Soy aquel que ha hecho Jo que ningún otro ha podido hacer antes [ .. . }•. Parece que el deseo de adquirir un falo mágico autónomo. de lo cual la sintesis del oro es el prototipo. seria capaz de invertir el sentido de la persecución anal que degrada y fecaliza el universo. y lo trasforma en un •infierno excremenclal~. Este es el nombre que da Strindberg al universo delirante en el cual se encuentra durante su periodo de investigaciones «científicas .. , periodo descrito en Inferno. El ténnino uinfiemo excremencial11 está tomado de Swedenborg. al que Strindberg lee en ese mismo periodo. Este proceso de fecalización es puesto en escena muy a menudo en el teatro de Strindberg. Por ejemplo. en El camino de Damasco. el banquete en la taberna se instala en un ambiente lujoso con profusión de luces. ornamentos de oro. de plata. y cristalería. Poco a poco. todo se degrada: •Las servidoras han remplazado las copas de oro por jarros de metal oscuro. y empiezan a retirar los pavos. los faisanes. etc. [ ... ) Las mesas están desnudas. les han quitado manteles y candelabros, y ahora s e dejan ver las tablas de madera blanca montadas sobre caballetes. Traen una copa grande de grava. y jarras de grava del modelo más grosero son depositadas sobre la mesa del festejo ( ... )•. Y un poco después: uUn panel ricamente decorado con palmeras y aves del paraíso ha sido quitado. ahora se ve un horroroso despacho de bebidas con su estantería; la moza está ubicada detrás del mostrador y llena los vasos. Noctámbulos. mujeres cubiertas de andrajos beben sobre el mostrador•. Esta escena es tanto más significativa cuanto que el banquete ha sido organizado para homenajear al Desconocí149
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do. el héroe de la pieza. a quien se atribuye haber logrado la sintesis del oro. pero al final de la obra pa· rece que se han querido burlar de él y finalmente es tratado de charlatán. Vemos entonces que ser desenmascarado como charlatán es idéntico a revelar que detrás de los dora· dos y los cristales. detrás del panel ornado de palme· ras y de aves del paraíso. se encuentra un tugurio In· fame. es revelar el universo anal que se oculta tras el decorado: «Un día lei que el oro que el diablo da a sus victimas por lo general se muda en mierda; y al dia siguiente me dice de manera repentina el señor E .. quien informa sobre los delirios de dinero de su niñe· ra (y por el desvío Cagliostro-orifice-caga ducados) que el dinero de Louise era siempre mierda• (carta 57 de Freud a Fliess): en fin. es anular el proceso que ha con·
las pulsiones que intervinieron en su •fabricación• para que reaparezca la analidad bajo su forma primitiva <'orno la madera de álamo bajo la capa de pintura que la recubre, y que "las antiguas porqueriasu sean utraidas a la luz del día" (cf. la cita de La casa incendiada de StrindbergJ. Convendría agregar que. en los dos casos. la creación del falo mágico autónomo -el falso falo- representa un lazo en el que caen los incautos o los que se fían en las apariencias (el papel de plata que envuelve al chocolate. el oro y los cristales que disimulan el tugurio. la pintura que recubre la madera de álamo. la salsa que permite tragar el pescado. o. en •Le rossignol de rempereur de Chine... los diamantes y las piedras preciosas que adornan al pájaro mecánico. y también la media de seda que contiene mierda): el disfraz hace aqui las veces del follaje que disimula el lago o el foso de la trampa. En efecto. para el fabricante de lo ·•falsou se trata de llegar a burlar al espectador. al oyente o al lector. de manera de hacerle admitir la creación-fetiche como superior al verdadero pene genital. Es en el paranoico en quien resulta más evidente, en razón de la relación objeta] que está en juego. Ja significación de lazo, secundariamente revestida por· «el falo mágico autónomo". En efecto. la defensa que el paranoico opone a la penetración pasiva lo obliga a una constante penetración del otro o a su captación (seguida de una destrucción y de una eyección) en su esfinter anal (el lazo). La relación termina por limitarse a una lucha imaginaria sin respiro: para decidir quién se introducirá en el otro o lo capturará en el lazo. La relación del perverso (y de los sujetos que pertenecen a las estructuras emparentadas) con su •público11 es a menudo menos sádica y destructora (salvo que en ella se mezclen, lo que no es excepcional. elementos paranoicos o deseos de venganza contra lamadre que ha seducido y que finalmente no ha dado nada). Se trata, a la manera del ilusionista y del prestidigitador {aunque en estos casos la relación se inscribe en el marco de una convención previamente establecida). de maravillar al espectador. al oyente o al lector 151
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por medio de acrobacias intelectuales o verbales. dt· un virtuosismo técnico, una ingeniosidad y una aslu cia en la expresión formal que valdrán al perverso la admiración beata que antaño le prodigaba su madre· en confirmación de su papel de compañero sexual adc· cuado y del correlativo no valor paterno. Nuestro llu· sionista entonces. por el recurso de ilusionar al públi· co, trata de preservar su propia ilusión. Los norteamC'· ricanos tienen una expresión significativa para cierto tipo de individuo que intenta «hacerse valer•: •Look mum. no hands11 (•Mira. má. sin manosn); es una alusión del niñito que muestra a su madre sus proezas en la bicicleta, y que, con sus escasos medios. realiza acrobacias a menudo inaccesibles a los adultos. o que él imagina tales. El ejemplo más perfecto de un proceso de idealiza· ción sin lrasfonnación C'Oncomitante del material utilizado me parece que es el de la obra siguiente. visi· ble. en el momento en que esto escribo. en el Grand Palais (Doce años de arte francés contemporáneo. muestra organizada por el Ministerio de Cultura de Francia): se trata de un bocal que encierra un liquido verdoso y que lleva el titulo uMi orina en 1962... Es cierto que la chanza (la palabra francesa para •chanza.. sue· na a •cánula tiene virtudes liberadoras. pero Dada da· ta de la Primera Guerra Mundial y el orinal expuesto por Ducham p es de la década de 1920. Se trata en con· secuencia de una chanza encendida desde mucho antes y que no es más que un plagio. Además. cabe tem er qur algunas personas -y el propio comité de selección- piensen que se trata verdaderamente de una obra de arte (conforme al título de la exposición). Este ejemplo es tanto más significativo cuanto que el carácter cxcremencial del objeto ni siquiera está enmascarado. y es promovido a la condición de uobra• por la sola virtud mágica de la voluntad de su autor y de la complicidad del espectador. (Una tela entera· m e nte negra lleva de manera semejante el tílulo: ·Yo soy negro y soy hermoso•. donde el valor •estético• del objeto proviene únicamente de la afirmación del •arlista• que parafrasea a la Sulamita.) He visto hace algún tiempo en una galería cierto número de orinales 11 )
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Idénticos a su ancestro hecho célebre por Duchamp. y vendidos a un precio muy superior al que figura en d catálogo Jacob-Delafon. Ahora bien, tenemos que preguntarnos de dónde proviene la libido utilizada en la idealización. puesto que hemos visto que la idealización implica en este caso una ausencia de desexualización. Todas las máscaras que lleva el falo anal nos remiten. lambién ellas, a la analidad: el oro. la plata. las piedras preciosas. lo ostentoso y brillante. pertenecen al registro anal. Sabemos. desde Freud. que •los nexos más abundantes s on Jos que se presentan entre los complejos. en apariencia tan dispares. del interés por el dinero y de la defecación .. (uCarácter y erotismo anal Freud. 1908). Freud intenta explicar estos nexos: 11 •
..Es posible que la oposición entre lo más valioso que el hombre ha conocido y lo menos valioso que él arroja de sí como desecho (refuse. en inglés) haya llevado a esta identificación condicionada entre oro y caca. 0tra circunstancia concurre todavía a esta equiparación en el pensar del neurótico. Como ya sabemos. el interés originariamente erótico por la defecación está destinado a extinguirse en la madurez: en efecto. en esta época e1 interés por el dinero emerge como un interés nuevo. inexistente en la infancia: ello facilita que la anterior aspiración. en vías de perder su meta, sea conducida a la nueva meta emergente ... 11
Freud muestra de este modo Ja oposición manifiesta entre. por una parte. el objeto original (las heces) y el objeto derivado (el dinero), y. por otra parte. la cesura aparente entre el interés por el dinero y la defecación. mientras que en el nivel inconciente existen la identidad y la continuidad. Pero el carácter precioso del oro parece ser en este texto un dato Intrínseco. Fue Ferenczi ( 1914) quien. después. mostró la filiación existente entre el interés original por las heces y el interés tardío por el dinero, las piedras preciosas y las materias brillantes: destacó la evolución que va de los excrementos con todas sus características (olor. consistencia. aspecto) a las 153
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materias primas en apariencia las más alejadas (llm plas. sólidas. secas. brillantes) del objeto original. pa sando por los estadios intermedios que la obscrvació11 de los niños y sus juegos permite aprehender (barro. arena. piedritas. conchillas. botones. bolillas. ele.). Son las formaci ones reactivas las que promueven esta apa· re nte inversión de los valores. "Así. las piezas de dinero no son otra ··osa que excrementos desodorizados. deshidratados y lustrados. Pecunia non o/et•. Se podría citar aquí la expresión «reluciente como centavo nuevo... Además. para Ferenczi. la estética tie· ne sus raíces en la analidad reprim1da. Convendría estudiar el efecto producido por la pérdida de la omnipoten cia y del valor que originalmente el niño atribuye a las heces. Esa omnipotencia y ese valor. como todas las satisfacciones de que C'I ser humano ha disfrutado una vez y que no pueden desaparecer. según Freud. sino que son permutadas por otras. parecen no ser enteramente tras feridas sobre las satisfacciones Inheren tes a las fases ulteriores de la evolución: tienen necesidad de sustitutos en apariencia nuevos. de características inversas a las del objeto original. Los rasgos de signo contrario los vuelven aceptables para el yo. que los inviste con la potencia y el valor alribuidos pri· mitivamente a los excrementos. Al comienzo del proceso. parece destinada a hacer este papel toda materia que posea atributos que le con· fieran un aspecto opuesto al del objeto original: un guijarro coloreado. una piedra brillante. un trozo de metal. etc. Poco a poco. el ser humano. imagino yo. ha inte ntado conciliar el principio de placer. Implicado en la posesión de sustitutos del objeto original. y el principio de reaJldad: invistió para ello materiales cuyas c ua lidades intrínsecas justificaban -en parte por lo menos- el Interés que despertaban. No sólo la rareza interviene aquí - propiedad que. si bien se opone al carácter trivial y común de las heces. desborda la problemática anal: cada ser humano es raro y hasta único. como lo son el pene y e) objeto ediplco- . sino que también participan cierto número de caracteristlcas evidentes (como la inalterabilidad) que hacen de l oro y de ciertas piedras preciosas soportes aderuados del 154
valor. La convención social que los erige en patrón de valores se basa en elementos ligados al principio de placer a sí como al de realidad. Dicho de otro modo. al comienzo del proceso que trasfiere la investidura del obje to anal originario sobre unos objetos que se le opom: n rasgo por rasgo. sólo las formaciones reactivas intervienen. Ferenczi. en su obra. mezcla sublimaciones y formaciones reactivas. como lo había hecho Freud en 1905 (Tres ensayos) y en 1908 (11La moral sexual .. cultural'" y .. carácter y erotismo analu). No obstante. parece necesario seguir las formulaciones ulteriores de Freud cuando insiste en la ausencia de represión y de contralnvestidura en la sublimación. por oposición a la formación reactiva (a pesar de la dificultad que a veces presenta diferenciar. en esta perspectiva. ciertos fenómenos). En efecto. es imposible concebir que en la formación reactiva intervenga una desexualizn, ción. Así. el ideal del yo. en tanto rija él solo la producción de la obra. no puede llegar a modificar la analidad como no sea sometiéndola a diversos avatares no ligados a la sublimación sino al desplazamiento y a la s formaciones reactivas. en lo cual seguirá el modelo. propuesto por F'erenczi. de la ontogénesis del interés por el dinero. Me inclinaría entonces a pensar que la cobertura que intenta hacer pasar el falo anal por un objeto de gran valor nunca está hecha de oro puro ni de piedras preciosas sino de pacoti11a. más brillante que las gemas auténticas: así. los diamantes tallados a la antigua tienen un brillo apagado y discreto. que cualquier vidrio trabajado sobrepasa infinitamente en intensidad. Vauvernagues escribió: uLo falso presentado con arte nos sorprende y fascina». Sin duda. porque la pulsión anal o el excremento están simplemente disfrazados en su contrario -y lo contrario lleva siempre la impronta indeleble de lo que niega-. es posible reconocer el carácter anal del falo no solamente detrás del ornato brillante que lo vela sino también en e l brillo mismo de este ornato (cf. nLa negación», Freud. 1925). De este modo. el pueblo de ..Moncul11 (uMiculo~) acaba de pedir que su nombre se trasforme en el de «Monrosier" (11Mirrosaln). 11
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Recordemos. sobre esto. la respuesta dt> AlcC'stcs al sonclo de Oronte. en El misántropo de Moliere: Francamente. es para arrojarlo al escusado: Se ha atenido usted a modelos muy malos. Y sus expresiones no son naturales.
¿Qué es eso de 11Distrae un tiempo nuestro (abatimiento..? ¿O de 11Nada viene en su seguimiento»? ¿Y lo de "No debía tomarse el trabajo De darme no más que la esperanza••? ¿O 11Philis, se desespera Si solamente se espera..? Es<" estilo figurado. que usan por vanidad, Falta al recto carácter y falta a la verdad; Es un juego de palabras, es una afectación pura. Y en modo alguno es así como habla Ja natura.
El mal gusto del siglo. en esto. me da pavor: Nuestros padres, si toscos. lo tenían mejor. Estimo mucho me-nos lo que la gente admira Que una vieja canción, y me dispongo a decirla: ! ... 1 No es sutil la rima. el estilo es anticuado. Pero, ¿no ve usted que es su tono más alzado Que el de esas fruslerías que el buen gusto censura Y que la pasión. en ella. se expresa loda pura? { • •• 1 A pesar de sus raros ingenios. señor burlón. Más la aprecio que a lada la pompa florida de esos (falsos Brillantes que arrancan grititos de admiración [todas
las bastardillas son mías). Si Alcestes no da crédito a las fruslerias . y prefiere la uverdad• y Ja 11naturalcza11, son numt>rosos los que dan grititos de admiración ante el espectáculo de los ,.falsos brillantes". ¿Por qué? La observación de Abraham sobre 11el caballero de industria.. contiene muc hos elementos que muestran el ascendiente que ese personaje ejercla sobre quie nes lo trataban: ·Anotamos des de ahora la facilidad de N. para conciliarse los favores de personas de toda edad. 156
dt· toda condición. y dl' ambos sexos. para engañarlas
N. logró burlar a todos sus guardianes de prisión. Abraham cuenta el siguiente episodio:
ensc~uida 0 •
•Por mi sugerencia. e 1 tribunal decretó que N. debía srr alojado en un altillo. Para impedir su huida. !>e instituyó una vigilancia particular. Se ordenó que tres ca· bos. especialmente seguros e inteligentes. montaran una guardia pf'rmanente ante la habitación de N. Para evitar todo ascendiente de N.. se dio a los guardianes la orden rigurosa de no franquear su umbral ni entrar en conversación alguna con él. uAsi. N. fue conducido al hospital m ililar por sus tres guardianes. Díi:-z minutos después de la admisión. me quise asegurar de que N. habia sido alojado y era vigilado según las consignas. Para mi sorpresa. no encontré ningún centinela ante la puerta. sino unas sillas vacías. Al entrar en la habitación. se m e ofreció un espectáculo inesperado. N. estaba sentado a una mesa. en tren de dibujar. Uno de sus guardianes posa · ba como modelo mientras los otros dos miraban". El impostor de Hélene Deutsch no ejerce menos fasC'inación sobre quienes lo rodean: uEn C'Se momento. eligió C'omo colaborador a un médico experimentado y. en muy poco tiempo. logró hacer creer a este hombre que él era un genio. Con una increíble habilidad . creó un ambiente taJ que el médico se convenció de que sus propios logros eran inspirados por Jimmy. el genio». Y también: ccSu éxito en convencer ternporariamente a sus profesores de que él era un destacado es· tudiante de filosofía formaba parte de la farsa ... Se podría pensar que la necesidad en que se encuentra el impostor (o el creador de lo ufalso11) de hacer reconocer la identidad que él se ha conferido. para volverse semejante a su ideal del yo. desempeña un papel determinante en su facultad de seducción y su poder de convicción diabólicos. y este es ciertamente un elemento muy importante para comprender la relación que mantiene con su •público... Pero esta rt>lación demanda dos términos. y sin complicidad del otro no existiría impostor. 157
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Phyllis Greenacre insiste en el hecho de que C'I lm· postor juega con el apetito de ilusiones de l público: "Ot· acuerdo con los más célebres ejemplos de Imposturas. parece. c-n verdad, que el fraude prevalece sólo por· que muc has personas. como el propio defraudador. están ávidas de ercer en el fraude. y el éxito de estas im· posturas depende tanto de ponderables factores socia· les cuanto de factores individuales y de una especial receptividad para la engañifa... Creo. en efecto. que •lo fa lso• ejerce sobre' todos nosotros. en grados diversos. una r eal fascinación. En El chiste y su relación con Jo inconciente ( 1905). freud pone el acento en la noción del uahorro11 que el chiste es capaz de producir en el oyente: "Por así decir, se lo regalan les decir, le regalan el placer del chiste). Las palabras que oye del chiste generan en él de mane ra necesaria aquella representación o conexión de pensamientos cuya formación, también en su caso. habría lropezado con obstáculos internos igualmente grandes. Habría debido gastar empeño propio para producirlas espontáneamente corno primera persona. al m enos un gasto psíquico de magnitud correspondiente a la intensidad de la inhibición. sofocación o represión de ellas. Es este gasto psíquico lo que se ha ahorrado11. Esta concepción del chiste se puede superponer a la que Freud ofrece. en varias ocasiones. de la obra de arte y de sus efectos sobre el público. Acerca de la creación literaria. escribe: ·El goce genuino de la obra poética proviene de la liberación de tensiones en el inte· rior de nuestra alma. Acaso contribuya en no m enor m edida a este resultado que el poeta nos habilite para gozar en lo sucesivo. sin remordimiento ni vergüenza algunos. de nuestras propias fantasías• (•El creador literario y el fantaseou, Freud. 1908). En cuanto al placer estético. seria una uprima de placer" ofrecida a fin de permitir la liberación de un goce superior que eman a de fuentes psíquicas más profundas. Por mi parte. no creo que se pueda de este modo disociar el placer estético del conjunto que forma la obra y reducirlo al papel de un cebo. 158
Si la atracción ejercida por la obra de arte (o el chisreside. t>n parte al menos. en un ahorro de energía que de otro modo se emplea en la represión. ¿qué clase de ahorro nos permite la obra ..falsa ... la que resulta de la idealización y no de la sublimación. a punto tal qu<' a veces nos provoca a dmiraciones más intensas que la obra verdadera? Creo que nos infunde la ilu· sión de que nuestros propios conílic tos introyectivos. nuestra propia evolución (que es siempre !acunar e inacabada. cualesquiera que st>an nuestra edad y nuestra estructura) pueden ser soslayados. evitados (como por un pase de prestidigitación). y se puede consuma r con el menor gasto la completud narcisista -la abolición de la distancia entre nuestro yo y nuestro ideal. El admirador de lo .. falso• se enfrenta así con laposibilidad de adquirir el falo de manera inmediata. fuera de la dimensión conílictual. y e llo para siempre en un universo del que está excluida la castración. El falo anal es incastrable porque es siempre renovable: cs por definición el único pene indestructible . a la vez muerto (la castración y la vida son inseparables. romo lo son la muerte y la analidad para el inconcienleJ y eterno. Como el av<' fénix. renace de sus propias cenizas o se recrea por autofecundación. Como ella, está ornado de colores brillantC's que •la vuelven más hermosa que el más espléndido de los pavos reales• (Grima!). El mito del ave fénix me parece entonces que figura la fanlasia del falo incastrable (renace de s us cenizas) obtenido sin relación con el progenitor (se fecunda a sí misma); y su carácter obligadamente anal. por una parte. e idealizado. por la otra. está representado por las c enizas y el brillo de sus colore.s. Sí. e n el curso de la evolución. el falo anal prefigura el pene genital. con posterioridad se convierte en su imitación (las prótesis. los instrume ntos ortopédicos susceptibles de remplazar un miembro o de compensar una función deficiente se identifican. en el inconciente. con el falo anal; y a menudo se los elige como fetiches). Gracias a la idealización. el falo anal se propondrá como pene genital: enmascarando los cararteres inherentes a su esencia excremencial. conservará la invulnerabilidad que le es propia; por así dell')
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cir, operará en dos frentes. De esle modo. el que se ve ank lo •falso•· se enfrenta. al mismo liempo. a un logro particular en la evitación del conflicto y de la ca::;· tración . es decir. a la ilusión misma. En este sentido. Marccl Roch. en su trabajo, menciona el éxito obteni· do por un sujeto cuya obra desembocó en una aridez dominada por uuna complacencia narcisista que lo alie· naba ron un público «ansioso de cualquier exhibición que cohonestara las necesidades narcisistas". Exislen obras cuya ambición (confesa) es imitar lo vivo, lo real. Por ejemplo, los cuadros pintados ..en trompe J'oeil11 y los autómatas: no creo que se los pue· da asimilar a lo ,.falso" de que hablo. aunque la fanla· sia que preside su creación participe del deseo de ..fa· bricaru lo real o. en el caso del aulómata. un ser humano. sin engendrarlo. (Me ha parecido que ciertos sueños muestran que Jos autómatas son vividos en lo inconcienle como falos. y la animación. como una erección.) A la interpretación de Freud ( Lo ominoso•" 1919) según la cual Olimpia seria el doble femenino de Nathaniel y representaría su actitud pasiva hacia el padre, se podria agregar que la muñeca, criatura fabri· cada y no engendrada. es enteramente dependiente de su creador. quien la anima y la inmoviliza a voluntad. Ese doble femenino de Nathaniel está entonces enteramente poseído por su creador y quedará a merced de él de una manera análoga a la que constituye el núcleo del delirio de influencia. Olimpia puede ser considerada como la máquina de influir de Nathaniel. Este no se pertenece. es ajeno a su propia voluntad. asi como la erección parece producirse. a juicio de los jovencitos. sin participación alguna de su yo. La impresión de "inquietante extrañeza,. producida por la locura y Ja epilepsia. que Freud reconduce a la manifestación de fuerzas misteriosas que el observador presiente de manera oscura como presentes t'n su propia persona. vale igualmente para la erección. y este fenómeno tal vez explique en parte su origen. En otro nivel. la seducción que ejercen los autómatas sobre numerosas personas se liga. verosímilmente. aJ despertar de la ilu· sión ante el espectáculo mágico de una vida creada sin progenitores carnales. y, por lo tanto. de una exclu11 •
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slú11 de la castración y del conflicto. Cierta vez visité una maravillosa exposición de autómatas presentada por un coleccionista. anciano señor rubio . empolvado y rizado. pero el número de espectadores y su atenrlón apasionada testimoniaban que el interés hacia los autómatas no se circunscribe a los individuos que presentan notorios problemas de identidad. El proceso de creación de los fabricantes de autómatas no se superpone al de Jos productores de Jo ..falso ... porque no sólo buscan de m anera abierta el artifir.to. sino que el logro de este exige una extraordinaria h a bilidad técnica y aptitudes artísticas. La instaJación de l m ecanismo de relojería que anima a las criaturas artificiales se acompafia de sublimaciones verosímilmente muy ricas. y si, en el cuento de Andersen. un ruiseñor m ecánico se opone a un «Verdadero" ruiseñor. es porque la esencia de lo ufalsou se revela de manera inmediata en él. pero la construcción de un objeto que se da por tarea conciente y confesa imitar la naturaleza puede perfectamente participar de la creación auténtica. Es lo que oc urre con las perspectivas trucadas de Andrea Palladio. cuya contemplación procura un vértigo poético. La fascinación que ejerce lo ..falso" es muy parecí· da a la que producen las ideologías: es la esperanza de una reunión del yo y del ideal del yo, por las vías más cortas. Ja que renace en uno y otro caso. No obs· tante . tampoco aquí el atractivo obra de la misma manera sobre todos. En el cuento de Andersen. los que se aceptan corno son (que no experimentan demasia· do dolorosa la distancia entre s u yo y s u ideal. aquellos en quienes se consuma de mane ra favorable la re· gulación de la self-esteem. podríamos decir} -el pobre pescador y la moza de cocina- conceden más valor al modesto volátil gris (el overdaderou ruisefior} que al pájaro recubierto de piedras centelleantes (el ufalso" rui· sefior). mientras que el maestro de música. el caballe· ro y Jos cortesanos -de quienes Andersen traza un re· trato muy próximo al de Orante y los pequefios nobles de Moliere- sucumben al encanto desnaturalizado del pájaro mecánico. en el que reconocen a su propio yo idealizado: es decir. siempre habrá individuos que pre161
fieran lo verdadero a lo ofalso": y. por lo demás. el atral'· tivo que ejerce lo ufalso11 es a menudo sólo transitorio. como lo es la adhesión a una ideología. ¿No se ha di· cho que los alemanes. tras el fracaso del nazismo, s1· encontraban como al despertar de un sueño? Lo 11fa(. so" y las ideologías pueden considerarse también uno~ sueños donde se cumple e) deseo del reencuentro d<:'l yo y del ideal. y, por lo tanto. se realiza la fusión in· cestuosa. S e puede pensar. a la inversa. que la sublimación constituye una de las salidas esenciales pos-edípicas -es decir. que siguen a la instauración de la barrera del incesto- del viejo deseo de unión del yo y del ideal. Antes puse el acento en el hecho de que Freud, quien en otros aspectos modificó muchas veces s u teoria de la sublimación, la ligó desde el comienzo con el perio· do de latencia. Casi todos los autores que tratan de los problemas (ya mencionados en este libro) de identidad y de identificaciones, describen dificultades para su· blimar en los sujetos de s us observaciones, y hablan de su ideal del yo arcaico y de su superyó insuficientem e nte interiorizado (cf. M. Kanzer. Phyllis Greenacre, Annie Reich). Karl Abraham ( 1925). a propósito de su cabaJlero de industria, señala de manera explícita: 11Es natural que los procesos de sublimación. que son prueba de un dominio completo del complejo de Edipo [las bastardillas son mías]. no se hayan podido consumar... Si el superyó. c:omo formación anti-instintual. está siempre en contacto con el ello (11hunde profundame n· te sus raíces en el ello", dice Freud en 1923). es empero resultado de una introyección de un elemento esencial de la realidad. representada por el padre que en· carna la barrera del incesto. Annie Reich ( 1953) sostiene con mucha frrmeza que ula formación del superyó se basa en la aceptación de la realidad: de hecho. representa la más pote nte tentativa de adaptación a la realidad•. Esto es particularmente cierto si se considera que el ideal del yo impulsa. por el contrario. a la unión con la madre: por lo tanto. a la trasgresión de la barrera del incesto. (Aunque no cr<>o que el superyó sea una verdadera tentati· va de aceptación de la realidad, porque pienso. con B. 162
Grunberger. que aquel representa todavía cierta recuperación del narcisismo. por la vía de atribuir a una prohibición lo que proviene de Ja impotencia sexual del niño. resultante del anacronismo del deseo edípico en relación C'on la capacidad de satisfacerlo. El superyó seria, en esta perspectiva. una formación de compromiso. sin duda la más aceptable relativamente .) A partir de la Ins taurac ión del superyó. la economía narcisista del sujeto experimenta una modificación profunda, y en este punto coincido con todos Jos que insisten en diferenciar el heredero del complejo de Edipo de sus eventuales precursores . Así, incluso si se piensa. con Melanie Klein, que el superyó se establece desde los primeros introyectos. me parece necesario distinguir la interiorización de la barrera del incesto de otras prohibiciones interiorizadas antes (y de las prohibiciones en general). lo que es válido sobre todo para el caso del sujeto de que nos venirnos ocupando. Para lo sucesivo. en efecto. la expansión narcisista tropezará con lim ites precisos. y la creación que resulte de sublimaciones tendrá la particularidad de simbolizar una completud obtenida por medios muy definidos. a través de canales muy estrechos. Me coloco aquí en una perspectiva que creo próxima a la de Marcel Roch cuando plantea la cuestión siguiente: 11Me pregunto si el Influjo del superyó en la actividad creadora no es determinante. y ello en dos sentidos opuestos: >>l. Por su actividad selectiva. el superyó puede favorecer la creación fijando los límites en los cuales las fuerzas actuadas del artista o del inventor tendrán plena libertad de expresión. ,,2. Cua ndo las actividades del superyó se encuentran en régimen de regresión. parece observarse una selección inversa. que no permitirá precisamente al creador construir su obra con lo más valioso que él posee en si ni con su m ejor talento" (Roch . 1966). En su trabajo sobre .. une variante de la position phallique narcissique• ( 1962). André Green insisl<.' igual· 163
mente e n los nexos que la sublimación mantiene con el superyó y el ideal del yo: según él. la sublimación aparece en el momento del complejo de castración. (No obstante, yo no lo sigo en su creencia en que existe una fase de organización genital fálica fundada en una ignorancia de la diferencia de los sexos en el nivel mis· mo del inconciente.) En la creación ligada a la adqui· sición pos-edípica de las capacidades sublimatorias. la necesidad de encontrar sustitutos para los objetos in· cestuosos prohibidos favorece verosimilmente la actividad simbólica. como lo señalaba Kanzer (cf. supra). Ferenczi describe de este modo el nacimiento de la actividad simbólica en el niño: "El psiquismo del niño (y la tendencia del inconciente que subsiste en el adulto) tiene -en lo que concierne aJ cuerpo propio- un interés primero exclusivo. después preponderante, por la satisfacción de sus pulsio· nes. por el goce que le procuran las funciones excreto· rías y actividades como succionar. comer. tocar las zonas erógenas. No es entonces asombroso que retengan su atención en primer lugar cosas y procesos del mun· do exterior que le recuerden, incluso por una seme· janza lejana. sus más caras experiencias. "Asi se establecen esas relaciones profundas, que persisten toda la vida. y que llamamos simbólicas. entre el cuerpo humano y el mundo de los objetos. En ese estadio, el niño no ve en el mundo más que las reproducciones de su corporeidad y, por otra parte. aprende a figurar por medio de su cuerpo toda la diversidad del mundo exterior" (uThe Ontogenesis of Symbolsn, Ferenczi. 1913: cf. A. Balint. 1953). Podemos deducir de este texto que la formación de los símbolos. que en de finitiva consiste en una extensión del cuerpo propio en el espacio exterior. representa una tentativa de retorno al yo cósmico (semejante proceso no deja de tener relación con el animismo y la magia de los primitivos; vemos reaparecer en el esquizofrénico una confusión entre el cuerpo propio y la naturaleza. entre la micción y la lluvia, por ejemplo: cf. Se· chehaye, 1950). Aquella tentativa no es regresiva en 164
1·sc estadio porque se apoya en los prtmeros efectos dt:I reconocimiento de la distinción entre el yo y el noyo: la aprehensión del cuerpo propio y la tentativa concomitante de aprehensión del mundo exterior. así corno los deseos que la ruptura de la fusión ha hecho aparecer y que llevan a buscar una identidad de percepción susceptible de producir la satisfacción (donde las parles del cuerpo son objetos auloeróticos). En cuanto a Melanie Klein. es conocida su concepción acerca de la formación de los símbolos. que ella liga ( 1930) a la angustia suscitada por los temores de retorsión df:' parte de Jos objetos parciales sobre los cuales se ejercen las fantasías de destrucción. lo que impulsa al niño a encontrarles equivalentes. En cambio, tal vez no se recuerden tanto sus puntos de vista de 1923. En esa epoca atrtbuía la actividad simbólica a la distancia entre el deseo y la satisfacción obtenida en la realidad (tesis para la cual ella invocaba a Freud}. La concepción de Ferenczi y la de Melanie Klein en 1923 pone n e ntonces el acento en la actividad simbólica como tentativa de restaurar Ja plenitud perdida. Que los conflictos en Ja relación objetal pasen a reforzar el proceso y a complicarlo -y. en particular. a hundir e n el Lnconciente el objeto simbolizado-. he ahi algo que parece evidente. Pero no es menos cie rto que Ja aclividad simbólica como creadora de sustitutos nace de la insatisfacción humana fundamental. ligada a la prematurez, y conoce una reactivación durante el período de late ncia e n razón del necesario abandono de las investiduras incestuosas en su forma sexual directa: la instauración del superyó signa la renuncia al reencuentro del yo y del ideal del yo por medio d<:> la unión genital con la madre. que «contiene" la fusión primaria. El símbolo, dice Melanie Klein. constituye •la base de toda fantasía y de toda sublimación ... Tene· mos aquí un ejemplo de la manera en que el superyó. y la puerta estrecha por la que en lo sucesivo circulanin los procC'sos cr('adores, Influyen sobre la obra. En lugar de situarse en un ilimitado campo de expansión. la creación se verá obligada a arrancar sus materiales de un estrecho terreno bordeado de precipicios. Tendrá que satisfacer a varios a mos a la vez. ya no sólo
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al narcisismo aliado a las pulsiones (aunque la oposi· ción que propongo sea aqui ficticia. porque el sujeto que crea una obra regida por el solo ideal del yo esta también obligado a tener en cuenta la realidad externa. pero en una medida cada vez más débil. porqw· esta hoy se pliega facilmente a su voluntad}. Freud consideró que el arte conciliaba el principio de placer y el principio de realidad. "El artista es originariamC'nte un hombre que se ex· traña de la realidad porque no puede a venirse a esa renuncia a la satisfacción pulslonal que aquella primero le exige. y da libre curso en la vida de La fantasía a sus deseos eróticos y de ambición. Pero él encuentra el camino de regreso desde ese mundo de fantasía a la :ealidad: lo hace. merced a particulares dotes. plasmando sus fantasías en un nuevo tipo de realidades efectivas que los hombres reconocen como unas co· pias valiosas de la realidad objetiva misma. Por esa vía se convierte. en cierto modo. realmente tn el héroe. el rey. el creador. el mimado de la fortuna que querría ser. sin f"mprender para ello el enorme desvío quepasa por la alteración real del mundo exterior. Ahora bien. sólo puede alcanzarlo porque Los otros hombres sienten la misma insatisfacción que él con esa renun· cia real exigida. porque esa insatisfacción que resulta de la sustitución del principio de placer por el principio de realidad constituye a su vez un fragmento de la realidad objetiva misma• (•Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico••. Freud. 1911). La instauración del superyó y de los procesos de sublimación otorgan un papel más importante al principio de realidad y la admiración del público por el artista obedece. creo. aJ sentimiento de que él ha conse· guido. a pesar de los obstáculos. como un equilibrista sobre la cuerda, una completud narcisista simbólica. Existe una satisfacción particular en dominar los obstáculos. en alcanzar el placer a despecho de las emboscadas y los desvíos que nos impone la realidad. un poco a la manera en que experimentamos alegria cuan166
clo nos filtramos en aulomóvil a lravés de los embote·
llamienlos. He tc:-nido ocasión (•A propos de . .. "· 1967} il
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dt· tratar de poner en evidencia los mecanismos que 1·n ese caso operan: puede ser muy confirmatorio para d yo superar lo feo. penoso. malo. inarmónico. d efec· t uosu. colmar las faltas . suturar las heridas. cerrar las
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hianc ias y. d e ese modo. alcanzar el dominio de los objetos malos y borrar la castración. La confianza del yo en sus capacidades de repararse (y d e reparar sus objetos) se acrecienta con ello. Y no es por puro maso· quismo q ue ciertos escritores y poetas se imponen re· glas, que algunos artistas se complacen en trabajar ma· teriales indóciles. con lo que agregan voluntariamen· te obstác ulos externos a sus obstáculos internos y hasta dan la impresión d e que jugaran con la dificul· tad para mostrarse superiores a ella. De esta manera el creador se procura la prueba de que es posible el dominio de sus escollos objetales y mucisistas. Es cier· to que la via que elige es m ás corta. según dice Freud. que la que pasa por modificar la realidad externa. Pe· ro la obra a uténtica no escamotea todos los obstácu· los como lo hace la producción ,falsan. Se podría decir que encuentra su camino a través de La evolución y a pesar d e ella. mientras que la otra tiende a abolir la evolución. En "Le rossignol . . . n (Chasseguet-Smirgcl. 1968). s egui las peripecias de la creación en ciertos ne uróti· cosque podían sólo imitar o copiar, y que no se exprc· saban de manera original. Ahora bien, sus inhlbicio· nes son muy diferentes de las del perverso (o del para· noico). Los conflictos de introyección que les impiden m etabolizar el objeto se ligan e n lo esencial a temores por el objeto (y no por el yo) y participan de la proble· mática edípica. Por lo generaJ es relativamente fácil remover esas inhibiciones. En el caso de Carine (Diat· kine y Simon. 1972). los autores muestra n con mu· cha claridad la evolución. en la pequeña enferma, de una imilación de la madre (..ser com o su madre ... "haciendo como si", es decir. manifestando al mismo tiempo s u incapacidad ldentificatoria pág. 394) a la iden lificación con esta. tras la integración de las pul· sionrs sádicas. 11 ,
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Ahora bien. aquella prueba que el artista se adml· nistra (y, por lo tanto. administra al público) está liga· da. por lo general, a dudas inconcientes profundas. Esto implica una difícil regulación de la self-esteem asociada a conílictos objetales y narcisistas y a un hiato doloroso entre el yo y el ideal. Por mi parte. en modo alguno estoy convencida de que Ja creación sea producto de un excedente libidinal. exclusivo de sujetos perfectamente integrados y equilibrados. Que las iden· tit1cacioncs edipicas y el superyó desempeñen en esto un papel preponderante, que el ideal del yo tenga CSt' aspecto madurativo de que antes h e hablado, no im · plica ni la ausencia de fijaciones. ni Ja de regresiones. Mi~hel de M'Uzan (1965) muestra que el proceso crea· doren modo alguno es idílico: 11Ahora bien. no hay ahí un idilio. sino que se trata de una empresa aleatoria. siempre insegura•>. Dice también que ..eJ proceso c rea· dar es un dramau. Seria un idilio si respondiera a Ja idea -ella misma idílica- de un quehacer fundado e n la riqueza. Ja integración y el equilibrio de la personalidad. Pero si fuera simplemente la expresión de un excedente de energía. no tendría ni el carácter de coerción que presenta ni el valor último que reviste tanto para el artista como para el público. Melanie Klein ha dicho ( 1957) que las capacidades creadoras son objeto de la más grande envidia. y las reconduce a la capacidad malerna de traer hijos al mundo. En verdad. en cierto nivel. el proceso c reador es un parto. y la obra es un hijo-pene. Pero aJumbrar hijos nos sitúa en el orden biológico que es el destino común. a1 menos el de las mujeres. del que el hombre participa a través de la paternidad y. sobre todo. en razón de su doble identificación. Y aun si la creación se ligara en el hombre. como se ha dic ho. aJ deseo de procrear. a seme· janza de la mujer. no por ello sería nwnos cierto que la obra constituye un producto más narcisista: es. pa· ra el arlista, más uun hijo según su corazón»: •Ahora bien, si consideramos esta simple ocasión d e a ma r a nuestros hijos por haberlos engendrado. en vir· tud de la cual los denominamos unos "otros nosotros mismos", parece indudable que existe otra producción 168
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proveniente de nosotros que no s eria de menor reeomenda<:ión: en efecto. lo que engendramos por el alma. los alumbramientos de nuestro espíritu. de nuC'stro e-oraje y suficiencia. son producidos por una parte más noble que la corporal. y son más nuestros; en esta generación somos padre y madre aJ mismo tiempo. Nos cuestan mucho más y nos aportan más honor. cuando son algo bueno: porque el valor de nuestros otros hijos c-s mucho más de ellos que nuestro. la parte que en él tenemos es bien escasa. pero de estos, toda la belleza, toda la gracia y el valor son nuestros. Por Jo tanto, ellos nos representan. y nos dan mucho más fruto que los otros. Platón agrega que estos son unos hijos inmortales que inmortalizan a sus padres. y hasta los deifican . .. '" Así se expresa Montaigne en uDe la afeí'ción de los padres por los hijosu (Ensayos). El papel acordado al superyó en la sublimación. asi como la puesta en evidencia de los motivos de la admiración del publico por el artista. ligados. como lo creo. a su logro en alcanzar una completud en pugna con los obstáculos y las emboscadas. me parece que llevan a disminuir la importancia del factor social en la sublimación. papel sobre el que Freud vuelve con frecuencia. a saber. que Ja meta en la sublimación llegue a ser socialmente aceptable o que Ja pulsión sublimada adquiera un valor social. Wilfrid Sebaoun (comunicación verbal) dijo un día que la teoria de la su· blimación ganaría si prescindiera de la explicación social. Jones ya había escrito. a propósito de la uescuela inglesa" (1935). que "ºº existe un peligro serio de que los analistas descuiden la realidad exterior. mientras que siempre es posible que subestimen la doctrina freudiana de la Importancia de la realidad psíquica". El valor social de la sublimación provendría entonces. en lo esencial. de factores internos.
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6. El ideal del yo y el sometimiento del yo al examen de realidad
..Le causaria un placer inmenso contemplar el retrato. Así podría e.Y.plorar Jos repliegues ocultos de su alma. Seria un espejo mágico. Como le había revelado la imagen de su cuerpo. a partir de ahora Je revelaría su alma11. Osear Wlldc. El retrato de Dorian Gray ~f .. . ] Producir sobre muchos un movimiento que te entregue a cambio Ja emoción de haber sido tú su prin· cipio. por lo tanto existes -de Jo cual nadie. de ante· mano. se cree seguro".
Mallarmé. Quant au livre. L 'action restreinte
Hemos visto que la creación tiene por objetivo esencial re forzar la autoestima disminuyendo el hiato existente entre el yo y el ideal. suponga o no el proceso creador la operación de pulsiones sublimadas. De este modo. la obra representa la imagen del yo idealizado del artista, que. en cierto nivel. se confunde con un falo. símbolo de la completud. "Toda obra de arte es un re trato del artista". decía Osc;ar Wilde. Es cierto, pero a condición de agregar que tiende a representarlo en su perfección primera. Por ello prefiero la formula· ción de Bazaine ( 1959) según la cual las producciones artísticas serían udobles prodigiosos del hombre•. Basta que la obra que tiende a ser la proyección del yo idealizado del artista contenga una falla para que el autor sienta su doloroso eco en su propio yo. 170
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Así. según Miró, la sangre circula en sus telas. y cuando Ja circulación encuenlra tropiezos. cuando Ja composición es defectuosa. él expertmenta un malestar car· diaco. Hemos apuntado que el fabricante de lo ufalso11 tenía una n<"cesidad coercitiva no sólo de crear sino también de Imponer su creación. es decir, de hacerla reconocer por el público. Esto es válido. aunque en menor medida. para todo creador. Y. en efecto. sabemos que en grados diversos dependemos de 11la opinión•. Es un punto que no hemos hecho sino rozar a propósito del grupo. y que en realidad concierne al problema más vasto de las relaciones del sujeto con sus semejan tes (sus pares). ¿Por qué la regulación de nuestra .. autoestima" depende tan a menudo d~ los otros? Hemos dicho que el superyó. instancia tardía. podía ser interiorizado insuficienlemente. y yugulado por la activación de la ilusión. Hemos recordado que, según Freud. muchos seres humanos no conocen la culpabilidad sino sólo la angustia social. No obstante. la clíni· ca muestra numerosos ejemplos en los que un superyó severo se redobla con una angustia social importante (en ciertos deprimidos. sobre todo). La angustia social a su vez comprende. al parecer. elemenlos dispares. Cuando Freud la define en El malestar en Ja cultura ( 1929). pone el acento en la angustia ante el reti· ro de amor. Al mismo tiempo. habla de aquellos adultos que 11se permiten habitualmente ejecutar lo malo que les promete cosas agradables cuando están seguros de que la autoridad no se enterará o no podrá hacerles nada [las bastardillas son mías], y su angustia se dirige sólo a la posibilidad de ser descubiertosu. Y Freud agrega en nota: 11Piénsese en el famoso "Mandarín" de Rousseau". Creo que esta definición de la angustia social está referida a dos diferentes órdenes de hechos (y. por lo tanto. de afectos). Consumar una fechoría si se está seguro de no sufrir castigo pertenece a lo «no visto, no capturado• o al miedo al gendarme. y da lugar a un afecto de miedo más que de angustia (salvo que se hable de real Angst). Se trata sin duda. en este caso. de una no interiorización de las prohibiciones. de una ausencia de superyó y dt: culpabilidad. En cambio. el 171
mit'do al retiro de amor parece más complejo. En 1914. Freud dice que ser amado aumenta la autoesUma. qu(' ·depende de manera particularmente estrecha de la 11· bido narcisista•. Es •el cumplimiento del ideal• el qul' refuerza el narcisismo del yo. Ser amado ayuda entonces a la realización del ideal. El retiro de amor por parte de 11la sociedad.. conduciria por lo tanto a aumentar la distancia entre el yo y el ideal. y sería el equivalente de una herida narcisista. Las consecuencias de esk estado de cosas son muy diferentes. m e parece, de un simple temor a ser castigado. De manera efectiva. en 1914. Freud. hacia el final de su articulo. habla de angustia social en un sentido muy cercano a las elaboraciones que acabo de intentar: uDesde el ideal del yo parte una importante via para Ja comprensión de la psicología de las masas. Además de su componente individual, este Ideal tiene un componente social: es también el ideal común de una fa. milla. de un estamento. de una nación . Ha ligado. además de la libido narcisista. un monto grande de la libido homosexual de una persona. monto que. por ese camino. es devuelto al yo. La insatisfacción por e l incumplimiento de ese ideal libera libido homosexual. que se muda en conciencia de culpa (angustia social). La conciencia de culpa fue originariamente angustia frente al castigo de parte de los padres: mejor dicho: frente a la pérdida de su amor: después los padres 8011 remplazados por Ja multitud indeterminada de los compañeros. La frecuente causación de la paranoia por un agravio al yo, por una frustrac ión de la satisfacción en el ámbito del ideal del yo. se vuelve asi más comprensible 1••• J• (.Introducción del narcisismo... Frcud. 1914). La pérdida de amor. en la medida en que equivale a una pérdida de estima. o sea. cuando el amor es ante todo un alimento narcisista. puede inducir afectos muy particulares (que todos experimentamos en mayor o menor medida) que han sido referidos a la vergüenza. Plers y Singer ( 1953) se esforzaron en distinguir la vergüenza de la culpabilidad. Piers recuerda que la ver172
gü<'nza es referida por Frcud al exhibicionismo (ser vis· to). También Nunberg la reconduce al exhibicionismo. Feníchel la relaciona con la pérdida del control esfin· leriano (uretral). Se opondría a la ambición. Pero. apunta Piers. controlar la micción es no ser visto en tren de orinar. y la ambicbn es de orden narcisista. Por lo tanto. Piers refiere la vergüenza al narcisismo. Para este autor. aquella provendria de una tensión entre el ideal del yo y el yo. y no entre el superyó y el yo como en la culpabilidad. Mientras que la culpabilidad sobre· viene cuando se afecta o se trasgrede una frontera (establecida por el superyó). la vergüenza aparece cuando no se alcanza una meta (presentada por el ideal del yo) . La vergüenza acompaña al fracaso. la culpabilidad. a la trasgresión. Por otra parte. para Piers. ccexiste un intercambio mutuo constante entre el ideal del yo individual y sus proyecciones en la forma de ideales colectivos. Es importante reconocer que las imágenes que participan de esta parte del ideal del yo en modo alguno son obligadamente parentales. El grupo de semejantes y el grupo de pares son mucho más significativos•. En realidad. fue Alexander (1938). cuando distinguió entre los sentimientos de inferioridad y los de culpabilidad. referidos los primeros al narcisismo. y los segundos. a la ccconciencia moralu. quien despejó el camino a los autores que desean diferenciar los fenómenos que dependen del ideal del yo de aquellos que pertenecen al registro superyoico. Se puede decir que esta diferencia entre la vergüenza y la culpabilidad no se halla totalmente ausente del pensamiento de Freud cuando escribe: "El adulto se avergüenza de sus fantasías y se esconde de los otros. las cría como a sus intimidades más personales. por lo común preferiría confesar sus faltas a confesar sus fantasías" (11El creador literario y el fantaseo". Freud. 1908: cf. infra. nuestro apéndice sobre •·El ideal del yo en la obra de Freud•). Sin embargo. en ccLa descomposición de la personalidad psíquica•, de Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932}. se rehusará a diferenciar los 173
sentimientos de inferioridad de los de culpabilidad, por· que a su juicio unos y otros se refieren a una tensión entre el yo y el superyó. Antes de examinar. en el próximo capitulo. la se· paración propuesta por Piers entre ideal del yo y su· peryó, me propongo ligar entre sí ciertos elementos que han sido conectados con el afecto de vergüenza. Que esta se relacione con el exhibicionismo. he ahi algo que me parece confirmado por las representaciones a que da lugar este afecto: •Habría querido que me tragara la tierra; habría preferido desaparecer11. dice el sujeto que ha vivido una fuerte humillación. Ademas. Piers destaca la Importancia de los "semejantes• en lo que concierne al ideal del yo individual y al grupo. En con· secuencia podemos decir que tememos ser vistos por nuestros semejantes en situaciones narcisistamente insatisfactorias. En tal caso. ellos desempeñan para nosotros el papel de un espejo en el que se refleja nuestro yo con sus posibles fallas. Todo ocurre como si nuestro sentimiento de valía personal. nuestra autoes· tima. la tensión o. al contrario. la armonía entre nues· lro yo y nuestro ideal dependieran. en considerable medida. de la imagen que nuestros pares nos devuelven de nosotros mismos, como si a través de nuestros semejantes recibiéramos la prueba de la valía o de la ausencia de valía de nuestro yo. Creo que nos vemos llevados a medir nuestro yo en el espejo que nos tienden nuestros semejantes en razón de una dificultad intrínseca para evaluarlo de otro modo. En efecto, Freud señaló que el examen de realidad se fundaba en la distinción entre percepciones internas y percepciones externas ("La negación". Freud. 1925). Una representación es real cuando podemos reencontrar su objeto en el mundo exterior. 11Lo no real. lo m eramente representado. lo subjetivo. es sólo interior; lo otro. lo real. está presente también ahi afuera• . No lenemos prácticamente medio alguno de efectuar el examen de realidad en lo que concierne a nuestro yo psíquico. porque a su representación Interna no corresponde rúngún objeto externo. Por eso nos vemos constreñidos a encontrar espejos para percibir 174
en ellos a nuestro yo psíquico. análogos a los espejos en que se refleja nuestro yo rorporal. que. por lo demás. logramos aprehender virtualmente de manera directa en su casi totalidad. salvo el rostro y la espalda. La forma en que somos vistos. percibidos por los otros. constituye el equivalente de la proyección. en el mundo exterior. de nuestro yo psíquico, y representa en consecuencia una posibilidad esencial de someterlo al examen de realidad. En consecuencia, existe una relación entre esta evaluación de nuestro yo psíquico y la homosexualidad; esta normalmente se encuentra inhibida en cuanto a su meta. desexualízada de m anera más o menos perfecta. y pasa a formar los «instintos sociales... Freud. e n su estudio de la paranoia (el caso Schreber. Freud. 1911). asigna el papel de factor desencadenante de esta psicosis a "mortificaciones y relegamientos sociales" y relaciona esas heridas narcis istas con la pulsión homosexual. porque el usentimtento social .. tiene su raíz uen el deseo erótico sensual grosero... Freud describe la evolución que va del narcisismo -concebido. en este texto. como la síntesis en una unidad de las pulsiones sexuales que pasan a investir el cuerpo propio: "E n este sí-mismo tomado como objeto de a mor puede ser que los genitales sean ya lo princi· palo- a la homosexualidad. Y dilucida los nexos exis· tentes entrí' esa s dos etapas de la libido: •La continuación de ese cami no lleva a elegir un objeto con genitales parecidos; por tanto. lleva a la heterosexualidad a través de la elección homosexual de objeto... Estas formulaciones. tan conocidas. corroboran. a mi juicio. la idea de que nuestra percepción de la m anera en que nuestros semejantes. nuestros dobles narcisistas y. por lo tanto. homosexuados, nos perciben. nos permite evaluar nuestro propio yo. Al mismo tiempo. podemos abordar.ciertos aspectos del exhibicionismo (en tanto pulsión parcial). En «Pulsiones y destinos de pulsión" (1915). Fr<:>ud estudia el destino del voyeurismo y del exhibicionismo. y muestra que estas dos pulsiones parciales están ligadas al narcisismo porque. si el exhibicionismo consiste en permutar una meta activa (ver) por una meta pasiva (ser visto). y un objeto externo 175
por el yo propio. el voyeurismo. por su parte. ti('ne un origen narcisista: primitivamente tuvo como objeto el yo propio, y como meta. verse a sí mismo. Fenichcl {1934) considera que. a causa de este origen. uel exhl· bicionismo sigue siendo más narcisista que todas las otras pulsiones parciales. Su placer erógeno está siempre ligado a un acrecentamiento de la autoestiman. Como el yo psíquico no tiene representante en el mundo exterior. se vale a menudo del yo corporal, con el que se identifica. para que lo represente (de donde. me parece, la confusión no sólo entre los valores morales y los estéticos sino también entre los juicios de valor en general y la estética: ·él ha hecho una bdla exposición», "este es un hennoso logrou. etc.). El examen de realidad en cuanto al valor de nuestro yo psíquico tiende de este modo a confundirse. en cierto nivel. con el juicio referido a nuestro yo corporal. En el curso de la evolución. el yo corporal debe ser asimilado al yo psiquico e investido con libido narcisista. según lo ha expuesto Tausk (1919). Si esta ..egotización" se deshace, en el curso de regresiones profundas. se asiste no sólo a fenómenos tales como la constitución de la máquina de influir (proyección del cuerpo propio o de los órganos genitales) sino. como creo que lo muestra la clínica. a una proyección del yo psiquico en el propio yo corporal. Asi. una paciente a quien una amiga (y, al propio tiempo. rival: estaban enamoradas del mismo hombre) espetó en un momento de cólera: "Tal vez te imaginas que tienes bellos sentimientos". creyó percibir. los dias siguientes, manchas oscuras en su propio rostro. En este ejemplo. el cuerpo es vivido como extraño al yo. y el yo psíquico (los sentimientos que no son bellos) es proyectado sobre el yo corporal. La ganancia que se obtiene es la de toda proyección: el mal ya no es interno y se lo puede dominar (la paciente esperaba borrar esas manchas gracias a un tratamiento externo). Es verosímil que mecanismos semejantes operen en el caso de ciertos sujetos que recurren a la cirugía estética. sujetos de quiene s además sabemos que en muchos casos están psíquicamente muy afectados . Opino que en realidad han regresado a un nivel en que 176
el yo corporal se ha desprendido del yo psiquico y ha pasado a ser un lugar de proyección. En el caso en que, a la inversa. existe una identificación total del yo corporal con el yo psíquico. y aquel desempeña el papel de representante de este. estamos del mismo modo en presencia de una situación regresiva, aunque en menor grado. En efecto. si es normal 11egotizaru el yo corporal. no se lo podría confundir con el yo psíquico. Una coalescencia absoluta de los dos aspectos del yo, coalescencia cuyo objetivo me parece ligado. según antes señalé. a la necesidad de consu· mar el examen de realidad. termina de hecho por alterar este último. puesto que el yo psíquico no es Idéntico a la envoltura corporal: un cuerpo hermoso no implica ni un alma bella ni capacidades grandiosas. Es sin duda una confusión regresiva entre esos dos aspectos del yo la que existe en ciertos sujetos •narcisistas" que parecen no investir sino su cuerpo. son intolerantes a la menor imperfección física y no soportan envejecer. El cuerpo es de hecho. para ellos. mucho más que el cuerpo: el representante mismo de su ser intimo. El mito de Narciso, que contempla su imagen adorándose. indiferente a los objetos (}as ninfas y los jóvenes). responde verosímilmente a esta confusión (quiero decir que no se toma sólo como objeto sexual sino que. al contemplar su cuerpo exquisito. es su alma misma la que él intenta aprehender}. Est<' repliegue sobre el cuerpo propio es común. como se sabe. a muchas regresiones psicóticas. pero en realidad subsiste. en el nivel del proceso primario. una identidad entre yo psíquico y yo corporal. identidad de la que podemos reconocer numerosos retoños a lo largo de la vida de sujetos cuya evolución se ha cumplido satisfactoriamente. El examen de las relaciones entre la psique y el cuerpo. que hacen del yo corporal un "doble» del yo psiquico. doble que puede llegar a ser soporte de proyección y. por lo tanto. perseguidor. asi como el examen de la relación ulterior entre el sujeto y sus pares en tanto dobles homosexuados. muestra. me parece. el carácter complementario de la teoría d<.' los delirios de Tausk y la de Freud: si se concede que el objeto homosexual desempeña un papel de relevo 177
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respecto del cuerpo propio en la evaluación del yo (psi· quico). no hay contradicción en considerar ora el cuerpo (la máquina de influir) . ora el objeto homosexual como lugares de proyección y. por lo tanto. persegui· dores. La evaluación del yo psiquíco se producirá más adelante gracias a la interiorización de los padres que observan al hijo y le manifiestan su contento o su de· saprobación. Al comienzo es en esencia a la madre a quien incumbe la tarea de aportar una confirmación narcisista al hijo (Grunberger). Si el niño siente que es amado por su madre (pero no seducido por ella) simplemente porque él existe. podrá interiorizar. en cierta medida. una facultad de autoevaluación que lo volverá menos tributario del ambiente en la regulación de su autoestima. Ferenczi ha mostrado que el pene es un doble miniaturizado del yo. En consecuencia. se lo puede utilizar en la evaluación del yo. La ausencia de este doble en la mujer contribuye sin duda a que sea más tributaria de «la opinión», refuerza su dependencia y su necesidad de confirmación narcisista. De manera más amplia. Ja consumación de las identificaciones con objetos soportes del ideal del yo permitirá al niño adquirir una buena autoestima: su yo será identificado con los objetos idealizados: así se aproximará a su ideal y podrá. al mismo tiempo. ofrecerse al amor del ello (El yo y el ello, Freud. 1923) . Su autoestima resultará acrecentada y lo volverá más autónomo respecto de nla opinión". Las identificaciones (secundarias tardías) permiten. de una manera general. una mejor evaluación del yo propio. porque sus objetos fueron antes exteriores y. por lo tanto. estuvieron sometidos al examen de reali· dad. Cuando la madre -siguiendo una distinción certeramente establecida por ciertos autores- no ama al hijo por lo que él es. sino sólo por lo que él hace. la evaluación del yo. el refuerzo de la autoestima tendrá que consumarse a través de actos. Los actos permiten en principio una justa evaluación del yo porque. en tanto representan una objetivación. una proyección en el espacio y en el tiempo. pueden ser sometidos al exa· men de realidad. Pero de hecho la actitud de la madre ha viciado el aspecto 11objetivo11 del acto. que ya no se178
rá utilizado como una prueba en sí de las capacidades del yo sino, rn cambio. como un medio de hacerse confirmar (aprobar) por los otros. tal corno antaño por la madre. Además. los actos no se viven en tanto expresivos de la totalidad del yo. sino sólo de los aspectos fragm e ntarios de este. En consecuencia. no constituyen una prueba de su valor global. Sólo la creación permite esta evaluación del yo en su totalidad (uTu acto siern· pre se aplica al papel: porque meditar sin huellas se vuelve evanescente, por más que se exalte el instinto en algún gesto vehemente y perdido que buscaste" [Mallarméj). De ahí su importancia para la abolición de la distanc ia entre el yo y el ideal. Hemos visto que el reconocimiento de la obra por otro era absolutamente indispensable al creador de la obra inauténtlca. Diji· mos que son precisamente conflictos de lntroyecciones. de identificaciones no realizadas. los que desembocaban en este típo de creación. y apuntamos que sus autores tt>nían conocimiento. en cierto nivel. del carácter trunco de su yo (aun si proclamaban con desesperación lo contrario). Ellos carecen. por lo tanto, de una regulación autónoma de su autoestima. y se ven obligados a pasar por el reconocimiento de otro. Esta búsqueda de confirmación por objetos externos adquiere a menudo un carácter m enos absoluto en los creadores que hacen intervenir en sus producciones pulsiones sublimadas. Según vimos. estos han integrado más sus idenlificaciones edipicas. y sin duda lo podemos considerar com o el origen de su m ayor a utonomía respecto de la opinión. Autonomía que. empero. nunca es total: y si Freud prescindió durante mucho tiempo de la aprobación de sus contemporáneos. no dejó de comunicar sus descubrimientos a un corresponsal privilegiado de quien esperaba juicio y confirmación. En realidad. los creadores esperan que su obra sea reconocida por otro. La •publican» o la 11exponen11 a este fin. y pienso que si tuvieran una buena re· gulación de su autoestima, una madre amante interiorizada. simplemente no crearían. ¿Por qué proyectaria su yo idealizado al mundo exterior el que tiene la intima convicción de s u valía? Esto lleva a pensar 179
que el equilibrio de Jos creadores es frágil. Estoy e n un todo de acuerdo con Michel Fain. quien. e n su exposición sobre el trabajo de Gérard Mendel (1964). des· pués de referirse a un paciente que le leyó en sesión un cuento en que se expresaba la esencia de su núcleo conílictual. concluye: uLa acción que acompaña a ese acto sublimado. su exhibición. hacen remontar genéticamente este conjunto a la fantasía actuada delante de los padres. mientras que la integración e n tanto actividad fantaseada interiorizada exige una identificación con el observador. o con el oyente. en el caso antes citado. Mostrar· se. ver la reacción del otro. adquirir así un sentimiento de existir. secuencia que caracteriza al exhibicionismo. muestran la dificultad experimentada en ser observador de si mismo. es decir. en poder asegurar la regulación de su autoestima". Pero sostuve antes que existía una dificultad intrínseca para someter nuestro yo al examen de realidad y que . por esa razón. nos servíamos de nuestros semejantes a fin de que nos devolvieran nuestra imagen. Creo que. en cierta medida, esta dificultad nunca se resuelve del todo. ni siquiera cuando el observador ha sido interiorizado. porque las proyecciones y los constreñimientos educativos han hecho que este observador no sea por entero bueno. De aquí resultará una insatisfacción en cuanto al propio yo. una distancia entre este y el ideal. que dejará al sujeto al acecho de gratificaciones exógenas. Además, es verosímil pensar que cada etapa del desarrollo exige una nueva Interiorización: el niño se muestra al observador con las adquisiciones que acaba de hacer. y la educación mejor conducida corre el riesgo de fracasar en la integración de alguna de esas fases. De m a nera que la relación con nuestros semejantes desempeña siempre un papel en la regulación de nuestra autoestima. más o menos grande según las contingencias de nuestro desarrollo personal. Claro está que en ciertos casos ese papel será de poca monta. mientras que en otros. se volverá invasor. 180
La exhibición que se hace entonces. como ya dije. en lo esencial ante dobles (homosexuados) del sujeto. que desempei'lan el papel de espejo. produce. cuando fracasa en obtener la satisfacción narcisista esperada. un afecto de vergüenza. Me parece que esta se liga no sólo a la herida narcisista sino a la resexualización de la homosexualidad que de ahí resulta. En efecto. la herida narcisista que deriva del no reconocimiento por otro (el doblt' homosexuado} me parece que es inme· diatamente sexualizada. es decir. asimilada a una castración genital que se vivencia como si hubiera de traer consigo una penetración pasiva. Me ha sorprendido que los autores que hablan de la vergüenza -al menos los que tuve ocasión de consultar. como Piers y Singer (1953) y Levín ( 1971)-. cualquiera que sea en lo demás el interés de sus trabajos. omiten explicar el hecho de que la vergüenza hace enrojecer -lo que indica la presencia de una fantasía sexual- mientras que en cambio son bien conocidos los nexos entre la eritrofobia y la paranoia. Una paciente eritrofóbica soñó con una luna roja: no se podría condensar mejor el exhibicionismo anal. el deseo de ser penetrada que se relacionaba con él. y el rubor del rostro. proyectado el todo hacia afuera. hacia el cielo. El miedo de ruborizarse se liga en consecuencia al de la emergencia inminente del deseo anal. deseo que. según el paciente. corre el riesgo de ser adivinado por el observador. e Interpretado como una manera de ofrecerse a él pasivamente. uCaérsele a uno la cara•. miedo último en ciertos sujetos y en ciertas civilizaciones (llamadas •civilizaciones dC' la vergüenza•) implica. así. descubrir el trasero (el ano). El que tiene vergüenza se tapa la cara. De este modo. no sólo intenta enmascarar los signos de la rescxualización de sus pulsiones homosexuales anales (su rubor) sino el desplazamiento de atrás hacia adelante de que es objeto: se le ha caído la cara y esta ha pasado a ser su trasero (cf. la ecuación mejillas = nalgas). El hecho de no poder ver ni la propia espalda ni la cara (sin espejo) probablemente no sea extraño a este desplazamiento. Tiene que existir alguna relación entre el uso del velo. la homosexualidad y el miedo de que a 181
uno se le caiga la cara en .. Jas civilizaciones de la vergüenza•. Es evidente que mientras mas frágiles. es decir. insuficientemente dcsexualizados. sean los instintos sociales". en tanto que la pulsión homosexual pasiva reprimida tiene una fijación narcisista importante. más violenta y patógena será la resexualización de la homosexua1idad. que arrastrará al sujeto a la regresión narcisista. Es posible que en este punto yo coincida <.:on las interesantes teorías de Jean Mallet sobre la paranoia ( 1964. 1966). cuando este autor insiste en el papel de la fratría en el futuro paranoico y. más en particular. del hermano mayor •reduplicación del sujeto en el mundo exterior•. También Catherine Parat (comunicación personal) se refirió un día al importante papel que desempeñaba el hecho de pertenecer a una misma generación. Pienso que esto refirma el papel de espejo atribuido a nuestro alter ego. Que Ja exhibición que fracasa en su función de alimentar nuestro narcisismo gracias a la imagen halagadora que nos devolverían los otros de nuestro propio yo conduzca a una resexualízación de. la homosexualidad (pasiva). he ahí algo que me parece rastreable en el analisis que hace Freud de uEI sueflo de turbación por desnudez•: 11
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uEJ sueño de estar desnudo o mal vestido en presencia de un extraño se presenta a veces con el agregado de que eso no produjo vergüenza. etc. Pero el sueno de desnudez sólo nos interesa cuando en él se siente vergüenza y turbación, queremos escapar u ocultarnos y en eso sufrimos una extraña inhibición: no podemos movemos del sitio y nos sentimos impotentes para modificar la situación penosa. Sólo con esta conexión es típico el sueño: el núcleo de su contenido. en lo demás. puede incluirse en los más variados contextos y combinarse con agregados individuales. Lo esencial [en su forma tipical es la sensación penosa. la vergüenza que provoca querer ocultar la desnudez (casi siempre por la locomoción) y no poder hacerlo. Creo que la mayoría de mis lectores ya se habrán encontrado en sueños en esta situación. 182
u Por lo común. la índole de la desnudez es poco clara. Oírnos contar. por ejemplo. "Yo estaba en camisón", pero rara vez es esta una imagen nítida; casi siempre la ausencia de vestidos es tan indeterminada que se la refiere mediante una alternativa: "Estaba en camisón o en enaguas". Por regla general. la falta de ropas no es tan grave que parezca justificar la vergüenza sobreviniente. En los que llevan uniforme militar. la desnudez es muchas veces remplazada por una contravención a la ordenanza: "Voy sin sable por la calle y veo que unos oficiales se me acercan", "o estoy sin corbatín". o "llevo un pantalón civil a cuadros". etc.• (La interpretación de Jos sueños. Freud, 1900).
De hecho. Freud no explica por qué ciertos sueños de desnudez no provocan vergüenza. En cambio. todos los ejemplos que él da se centran principalmente en la castración. Para Freud. la impresión penosa. la vergüenza. provienen de la censura. Pero, ¿por qué la censura trasformaría el deseo de exhibirse -porque en efecto Freud afirma que se trata de esto- en exhibición de la castración, tanto más cuanto que según Freud este tipo de sueño termina siempre en pesadilla? Puesto que la teoría de la pesadilla implica la inminencia de la realización de un deseo inconciente que choca al preconciente. ¿por qué pensar que nos encontramos ante un deseo (el de exhibirse) ya modificado por la censura (que lo habría trasformado en lo contrario: lo exhibido es Ja castración). cuando lo propio de la pesadilla es realizar el deseo de manera apenas disfrazada? Me parece que el deseo del soñante. en los ejemplos que da Freud. es el de ofrecerse pasivamente a los observadores (piénsese en los oficiales que se acercan al soñante sin sable). Me parece que confirman esto las referencias a la paranoia que por dos veces aparecen en el texto. Tras considerar el placer que encuentran los niños en exhibirse. y el hecho de que esta exhibición es a menudo impedida por los adultos. dice: •En la historia infantil de ciertos neuróticos el desnudarse frente a niños del otro sexo cumple importante papel: e n la paranoia. la obsesión de que a uno Jo observan cuando se viste o se desvistC' ha de 183
reconducirse a esas vivencias..: y también: •Y cosa notable: las personas a que se dirigió e n la infancia nuestro interés sexuaJ son omitidas en todas las reproducciones del sueño. de la histeria y de la neurosis obsesiva: sólo la paranoia reinstala a los espectadores y. aunque pem1anezcan invisibles. co n fanática convicción infie re su presencia•. Me parece posible. en consecuencia. ligar entre sí c ierto número de elementos descubiertos por Freud y por aquellos autores que, como Piers. tratan de diferenciar la vergüenza. que pertenecería al registro del ideal del yo. de la culpabilidad. que es de l orden del superyó. En efecto, si el ideal del yo está ligado al narcisismo y a la homosexualidad, m e parece que la vergüenza depende de esas mismas posiciones libidina· les. Además. he intentado dilucidar la siguiente secuencia: el deseo de recibir una confirmación narcisista de los s em ejantes :de disminuir el margen entre el yo y el ideal) conduce al sujeto a exhibirse ante ellos. Si esta exhibición fracasa en procurar la satisfacción (si se produce una h erida narcisista o una mortiflcacíón social-). la resexualización de la homosexualidad hace que la herida narcisista se vuelva equivaJente a una castración, y la exhibición, a una exposición del ano. Esta udada vuelta" (literal) de la exhibición de un falo narcisistamente investido en una e xhibición anal puede ser comparada a lo que se describió en el capitulo anterior a propósito del descubrimie nto del falo anal bajo los dorados que lo enm ascara n. Un ejemplo de esa "dada vuelta... aplicada esta vez al objeto. nos es proporcionado por el juego de palabras "patriarca -Vacerarsch .. (uParalelo mitológico de una representación obsesiva plástica... Freud. 1916). La vergüenza expresa la proxim idad de esa fantasía sexual. En los casos predispuestos. según Freud los define. s e puede desen<:'adenar entonces un proceso paranoico. La angustia social. en esta perspectiva. s e ligarla es encialmente a l miedo de la resexualización de las pulsiones homosexuales pasivas por falta de gratificaciones narcisistas de parte de los semejantes. Convendría distinguir esto de lo que obedece al simple •miedo al gendarme". 0
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¿Cómo integrar en este conjunto un elemento al qm' se aludió a propósito del sueño de exhibición. a saber. el delirio de ser observado? No me parece demasiado aventurado distinguir uel comentario de los actos• de las otras formas de delirio de persecución. En efecto. en 1914. Freud utilizó el ejemplo de los delirios de ser observado para anunciar. por anticipación se diría. el advenimiento de l superyó: •No nos asombraría que nos estuviera deparado hallar una instancia psíquica particular cuyo cometido fuese velar por eJ aseguramiento de la satisfacción narcisista proveniente del ideal del yo. y eon este propósito observase de manera continua al yo ac tual midiéndolo con el ideal. Si una in~tancia así existe. es imposible que su descubrimiento nos lome por sorpresa: podemos limitarnos a discernir sus rasgos y nos es líc ito decir que lo que llamamos nuestra conciencia moral satisface esa caracterizaclón11. uLos enfermos !que sufren d el delirio de ser observados! se quejan de que alguien conoce todos suspensamiC'ntos. observa y vigila sus acciones; son informados del imperio de es ta instancia por voces que. de manC'ra característica. les hablan en terc-era persona. ("Ahora ella piensa de nuevo en eso" : "Ahora él se marcha ... )• (•Introducción del narcisismo•. Freud. 1914). Me parece que este tipo de delirio puede ser cotejado con otros dos síndromes. uno de orden psicótico. y otro que encontramos en ciertas neurosis llamadas del carácter. El primero. del que hoy tengo un ejemplo entre mis pacientes. consiste en imaginar que actos y palabras son imitados o repetidos (•si levanto el brazo. hay alguien que levanta el brazo. Si digo " victoria" . hay alguien en la jornada que dice " victoria"•, e~ decir. un automatismo mental). En C'uanto al síndrome neurótico, es descrito en la bibliografía anglosajona bajo la denominación de selfconsciousness. Se trata de esos sujetos que no pueden 185
presentarse a la vista de otros sin una conciencia agu zada y constante de sw; gestos. de su porte. y que st· sienten espiados por quienes los rodean. Annie Reid1 [ 1960) dice d e ellos: uPicnsan que la atención se focaJl· za en dlos en realidad de una manera negativa, como si los otros. en lugar de quedar admirados. discernic· ran la inferioridad de la que tratan de defenderse de· tras de la falsa fac hada". Esta autora atribuye esta ac· Utud de nconc.:iencia de Sl mismo·· a una insuficicnlt· dese xualización de las funciones del yo. A mi juicio. seria correlativa dc una imposibilidad de evaluar el yo salvo por exhibición ante Jos objetos externos. a causa de la inexistencia de observador interno y de identificaciones integradas. al mismo tiempo que esta excesiva conciencia de si índica una falta de cohesión dd yo y. por Jo tanto, del sentimiento de Identidad . Si de continuo se es concie nte de ser uno mismo. ello s e debe a que se corre el riesgo d e perder esa certeza y a que las diferentes identificaciones que componen el yo están muy cerca de deshacerse. Me parece que de hecho estos sujetos tienen instintos sociales insufi· cientemente desexualizados (o que han sido resexualizados) porque. en lugar de recibir una confirmación na rC'isista de parte de los otros {que quedarían nadmi· rados11 ). son desenmascarados (•detrás d e la falsa fachada•), en tanto su .. infcrforidad11 (su castración) es re velada. con la humillación resultante; a propósito de esta. he formulado la hipótesis d e que equivalía a una e xhibición anal (de lo que verdaderamente está detrás de la fachada•). Descubrimos nuevamente aquí los miedos descritos en el capítulo anterior. concernientes al descubrimiento del falo excremenciaJ detrás de las fruslerías admirables. No obstante. las personalidades que presentan esle síndrome de self-consciousness no son obligatoriamente productoras de ,,falsedades•· y pueden poseer un ideal del yo madurativo. Un sentimiento de profunda vergüenza se liga en ciertas jóvenes a la aparición de una mancha de sangre de sus reglas en sus vestidos. La exhibición de la castración no explica suficientemente. a mi juicio. este afecto (esas mismas jóvenes pueden hablar de sus reglas sin turbación). Es preciso tener en cue nta que 11
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la mancha st· silúa siempn: sobre las nalgas y que así la exhibición de la genitalidad es remplazada por la ele la zona anal. El que se cree imitado en sus palabras y e n sus ac-tos ha alcanzado un grado de regresión mucho más profunda. Su yo ha perdido su capacidad de autoevaluación . La función del otro como espejo que devuelve al yo su imagen es caricaturesca en este caso. Las identificaciones se han desperdigado. las acciones. las palabras. no se viven como pertenecientes por entero al yo. C:I yo está al mismo tiempo en e::;e extraño que lo imita. y ese extraño ha tomado posesión del yo vacilante. El conjunto del fenómeno tlrne siempre para el sujeto una tonalidad persecutoria. El delirio de ser observado obedecería. según Freud. a una reproyección de la instancia critica {futuro superyó) hada a fuera. Pero. e n tal caso. no habría diferencia entre los insultos que el paciente alucina. con cernientes en general a su sexualidad. y el comentario de los actos. No obstante. Fre ud describe el caso d e una paciente que intenta escapar del reproche de ser "una mala persona• alucinando chismes que hacían correr sobre ella sus vecinas (esto tras una tentativa de seducción de que había sido objeto). Pero a ese reproche. dice Freud. uhubo de oírlo desde afuera... "El contenido posít/vo se conservó entonces imperturbado. pero algo varió en la posición de toda la cosa.
Antes era un reproche interno. ahora era una insinuac ión que venia desde afuera. El juicio sobre ella habia s ido trasladado hacia afuera. la gente decía lo que ella habría dicho de sí misma. Algo se ganaba c-on ello. Al juicio pronunciado desde adc-ntro habría debido aceptarlo: al que llegaba desde afuera podía desautoriza rlo. Con esto. el juicio. el reproche. era mantenido lejos d el yo. •La paranoia tiene. por tanto, el propósito de defenderse de una representación inconciliable para el yo proyectando al mundo exterior el sumario de la causa que la representación misma establece•• (•Manuscrito H•1, Frcud. 1895).
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No parece entonces posible asimilar la función de la proyección de un reproche (exteriorización del superyó) a la del comentarlo de:- los actos. que a mi juicio traduce la exteriorización del observador encargado de devolver al sujeto la imagen de su yo. y ante el cual este buscaba una confirmación narcisista tendiente a acercar su yo y su ideal. Hemos visto que este papel -y Freud lo d ecía ya en 1914-, que era otorga do a los padres. es desempe ñado después por los usemejantes•. Ahora bien. el paranoico tiende. como sabemos. a regresar a la megalomania narcisista, es decir, a la época en que era para él mismo su propio ideal. Si lo consiguiera totalmente. no tendria necesidad de ningún objeto que evaluara su yo. La proyección de los elementos que forman el superyó se comprende con facilidad: el superyó (como instancia interiorizada) no puede sino estorbar la regresión megalomaníaca. La evaluación del yo por el comentario de los actos me parece que no constituye tanto un mecanismo de defensa por proyección c-uanto un síntoma ligado al fracaso del delirio de grande za y . por lo tanto. a los vesUgios de las relaciones objetaJes homosexuales. Efectivamente. mr parece que también aquí se descubren los influjos de la pulsión homosexual que de algún modo reclama lo que le es propio. uEI observador... vivido como exterior al yo. procura así desmantelar la defensa megalomaníaca. En uLo ominoso.. (1919). Freud de nuevo plantea el problema del delirio de ser observado. y lo relaciona con el •doble11 (y también. siguiendo a Otto Rank. con los espejos y la sombra): uEn el interior del yo se forma poco a poco una instancia particular que puede contraponerse al resto del yo. que sirve a la observación de si y a la autocrittca. desempeña el trabajo de la censura psíquica y se vuelve notoria para nuestra conciencia como "conciencia mo· ral" . En el caso patológico del delirio de ser notado. se aísla. se escinde- del yo. se vuelve evidente para el médico. El hecho de que exista una instancia así. que puede tratar como objeto al resto del yo; vale decir. el hecho de que el ser humano sea capaz de observación de sí. posibilita llenar la antigua representación 188
del doble con un nuevo contenido y atribuirle diversas cosas. principalmente todo aquello que aparece ant(' la autocritica como perteneciente al viejo narcisismo superado de la época primordial». En un primer tiempo. el doble sería -Frcud retoma aquí una idea de Rank- una garantía de supervivencia. afan nacido del narcisismo primario: y el primer udobJe,. podría ser el alma inmortal. Esta idea de una evolución del doble desde el narcisismo primario hasta la conciencia moral permite tal vez asignar nuestro observador a dos fases de la evolución. la primera de las cuales no implica la interiorización del superyó posedípico. Por otra parte. en el articulo de 1914. Freud parece aludir a esa posibilidad cuando habla de icla actividad de esta instancia de observación crítica que se aguza en la conciencia moral y en la introspección filosófica.., En cuanto al ,.fenómeno funclonal11 d<" Silberer, que él cita en apoyo de su tesis. difícilmente puede ser reconducido al efecto de Ja conciencia moral. La observación de si k es necesaria. pero no es reductible a ella. Del mismo modo. si la función dC'l yo de· pendiera únicamente del superyó. se debería admitir que en un lrastorno como la despersonallzaclón. por ejemplo. la parte del sujeto que observa el proceso que está produciéndose -y numerosos autores que han es· tudiado Ja despersonalización insistieron en la importancia de la observación de si e n este fcnómeno- seria el superyó. Ahora bien. es rasi seguro que se trata en este caso de una función del yo encargada del examen de realidad del yo global. que. en ciertos casos. y por razones que he tratado de definir. es delegada en objetos externos: el grupo de los semejantes. El sujeto no aspira entonces a que el yo realice un ideal moral (lo que dependería del superyó) sino a que se adecue a lo que el grupo espera (o se supone que espera) de él. le devuelva una Imagen satisfactoria y lo apro· xime así a su ideal. Esta distinción tiene alguna lm· portancia en lo que concierne a la térnica analítica a diferencia de la técnica psicoterapéutica. Es sabido que el analista no debe apaciguar a un paciente que manifiesta una culpabilidad con respecto a sus prácticas 189
masturbatorias. diciéndole por ejemplo: uPero si todo el mundo hace eso ... En e l acto de obrar asi. no sólo no ha analizado la trasferencia y ha abandonado la neutralidad. sino que ha favorecido un ideal del yo regresivo, el que impulsa al yo a allanarse al deseo del grupo para escapar de la vergüenza y. por lo tanto. de la rcsexualización de las pulsiones homosexuales. Así el analista escamotea la integración de la homosexualidad del paciente. que debería conducirlo a adquirir una autonomía más grande frente a sus pares. a refor· zar el narcisismo del yo y. en consecuencia. a disminuir realmente el margen entre e l yo y el ideal. Y escamotea tambien e l análisis de los conílictos e ntre sus pulsiones. sus deseos y s u superyó.
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7. El superyó y el ideal del yo
·Los hombres. siguiendo una ley de Ja naturaleza. se di\•idcn en general en dos categorías: la categoría infrrior (los hombres ordinarios) por asi decir. la masa que sirve únicamente para engendrar seres idénticos entre si. y la otra categoría. aquella. en suma. de Jos verdaderos hombres. o sea. Jos que tienen el don o el talento de decir en su medio una palabra nuetra / ... . ] "En la segunda categoría, todos caen fu era de Ja legalidad. son dest.ructores 1- .. ) Los crímenes de estas personas son. evidentemente. relativos y diversos: las m ás de l as l'eces ellas exigen. bajo formas muy variadas. Ja d estrucción de Ja organización actual en nombre de algo mejor. Pero si uno de estos hombres encuentra necesario pasar sobre un cadáver. puede. en mi opinión. arrogarse ese derecho en conciencia f . . . J •Los primeros perpetúan el mundo y lo aumentan en número: los segundos lo hacen mover hacia un objetivo. Unos y otros Ucnen un derecho absolutamente igual a la existencia. En una palabra. para mi. todos tienen Jos mismos derechos y vive la guerre étemelk hasta la Nueva Jerusalén. como debe sen•.
Dostoievskl. Crimen y castigo
Antes de proponer un punto de vista personal. quisiera exponer de manera sucinta la~ concepciones de algunos autores que han procurado definir las relaciones entre el superyó y el ideal del yo. Lo hicieron ora concluyendo en la necesidad de diferenciar los dos conceptos. ora haciendo del ideal del yo una simple función del superyó (es decir. adoptando en principio las 191
últimas formulaciones de Freud, donde, si no identitl ca dd lodo ambos conceptos, empero hace del id<'al del yo una función deJ superyó porque este propmw al yo modelos a los cuales lo obliga a sujetarse). Corno lo senalan Joseph Sandler et al. ( 1963), me parece qu<" con acierto: «puesto que el antiguo concepto de ideal del yo inclu· ye algo diferente del concepto mas tardío de superyó. un abanico muy amplio de funciones se debe entender tras la denominación d e "superyó", Jo que trae por consecuencia que proposiciones tales como "conflicto con el superyó" o "tensión entre el yo y el superyó" corran el riesgo de ser teórica y clínicamente impreci· sa!:> si no se las especifica con cuidado». Entre los autores que se vieron llevados a separar el ideal del yo del superyó. sorprende e ncontrar a Nun berg y a Jones, quienes lo hicieron en vida de Freud.
1927. Janes Asimila al superyó la parte inconcienle de las prohibiciones interiorizadas. mientras que la parte conciente y mas amante formaría el ideal del yo.
1932. Nunberg Sostiene. respecto del ideal del yo: 11Cuando se re nuncia a la satisfacción de los instintos por miedo a perder el objeto de amor. este es absorbido por el yo y catectizado con Ubido: pasa a ser parte del yo. Se Jo llama ideal del yo, por contraposición al yo ideal. En virtud de su amor por este ideal. el ser humano se adhiere a él y acata sus exigencias 1•.• ] el ideal del yo es una imagen de Jos objetos amados. en el yo. y el superyó es una imagen de los odiados y temidos [ .. . J El ideal del yo parece contener mas libido materna. y más libido paterna el superyó•. 192
1946-1954. Edith Jacobson
Ya ml' he referido de pasada a los puntos de vista de Edith Jacobson (véase el capítulo 5). En 1954. ella postula el origen materno del ideal del yo. Las fanta sías de incorporación (total) del obje to gratificante aparecen como la expresión d el deseo de restablecer la unidad perdida. •Parece que es te deseo nunca ces a de dese mpeña r un papel en nuestra vida emocional. Hasta la experiencia de fu sión física y de identidad d e placer en el acto sexual puede albergar e leme ntos de felicidad derivados del sentimiento de regresar a Ja unión original perdi· da con la madre. uAsí. esas precocísimas fantasías d e deseo d e fusión y de ser uno con la madre (con el pecho) son los ci· mie ntas sobre los cuales se construyen las identifica c iones futuras" . El ideal de l yo primitivo se liga con el deseo de ser uno con el objeto de amor. "Aun nuestro combate incesa n· te por la unidad entre el yo y el ideal del yo refleja la eterna persistencia de ese deseo". No obstante. la autora no separa el superyó del ideal del yo. uSiempre próximo al ello y sin e mbargo indispensable al yo. el ideal del yo [ .. . J t's una parte del sistema dd superyó. un piloto y un guia para el Yº"· "Las vicisitudes del ideal del yo reflejan. sin duda. el desarrollo de la escala d e valores infantil. Su núcleo alberga derivados de nociones precoces de valores. como la idea de felicidad e terna. d e ensalmo y riqueza. de poderío físico o mental. ideales que pueden desempeñar un papel muy importante en los pacientes cuyo superyó nunca ha alcanzado la ma durez... En la niña pequeña. existe un ideal de l yo maternal. •el ideal de una niñita no agresiva, limpia. prolija. físi· camente atractiva y decidida a renunciar a las activi· dades sexuales11. 193
En s u artículo de 1954. Edith Jacobson estudin 1·1 ideal del yo del deprimido, que eslaria personilka
1953- 1954· 1960. Annie Reich
E n los trabajos que he tenido ocasión de c itar (véase e l capítulo 5). distingue el superyó. fundado en la aceptación de la realidad. del ideal del yo. ubasado en e l deseo de aferrarse de una m a n era o d e otra a la negación de los 1ímitt>s del yo. así como a los de los pa· dres. y de recuperar la omnipotencia infan til por identificación con el progenitor idealizado". Un ideal de l yo megalomaniaco se liga a un yo débil y a un superyó insufic ientemente desarrollado. Proviene de una perturbación de las relaciones precoces. La libido adhie· r e sólo de manera insufic ie nte a los objetos. e inviste el ideal d el yo. Este. e n su origen. es una identificación con la madre primitiva. pero después puede pro· yectarse sobre el penr paterno con miras a una n egación del miedo de castración. Se lrala de fusionarse con ese pene idealizado ( 1953). En su articulo de 1954. Annie Reich sostiene: uEl ideal del yo represen ta lo que se d esea ser: e l superyó, lo que se- debería ser". El su·
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pt·ryú es el resultado de identificaciones tardías destinadas a restringir la sexualidad incestuosa. pero exisll'll idenllficaciones más precoces. Normalmente. las ldenllfic.:aciones primitivas se fusionan después con las identificaciones más tardías. Esas identificaciones precoces con las cualidades envidiadas y admiradas de tos padres persiguen la meta de reparar una herida nar· cisista. Se trata de desear ser como el progenitor idealizado (y no forzosamente de llegar a ser como él). Esas aspiraciones deben ser descritas como ideales del yo. El yo se mide respecto de ellos,_y la self-cstcem depende de la distancia entre ellos y el yo, así como. después. entre el yo y el superyó. Del grado de desarrollo que haya alcanzado el yo dependerá la realización de C'sas aspiraciones. En una fase primitiva, se tratará de fantasías narcisistas de cumplimiento imaginario magico. Las identificaciones precoces no son más que Imitaciones de lo que. en un momento dado. el sujeto considera apto para remover su herida narcisista. Son. en consecuencia. identificaciones cambiantes. «Desde muchos puntos de vista. el niño no puede ser plenamente como los adultos. Lo nonnal es que se dPSarrolle una facultad de autoevaluación que promueva el cumplimiento gradual de la identificación. En ese l'aso el progenitor es evaluado más C'on arreglo a su real medida. Es el ideal del yo normal". Habitualmente. tras la pubertad. el ideal del yo y el superyó se fusionan pero .. parece que toda tentativa de comprender estados narcisistas no psicóticos requiere el concepto de ideal del yo•. La patología de los ideales del yo se vuelve mas evidente en los casos en que es mayor la perturbación en el desarrollo del yo. No sólo los aspectos megalomaníacos del ideal del yo son pronunciados, sino que a menudo los ideales muestran rasgos sexuales crudos. no sublimados. La autora ha retomado esta última idea en su artículo de 1960: en ocasiones existe una oposición entre las fantasías narcisistas y las exigencias dt·l superyó. pues aquellas contienen nume· rosos elementos de carácter instíntual no sublimado.
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1953. Piers
Recue rdo aquí las opiniones de Píers e xpuestas 1·11 el capitulo precedente y la dístinción que este autrn propone entre vergüenza (que depende del ideal dd yo) y culpabilidad (que. por su parte. pertenece al r<'· gistro superyoico).
1955. Novey
Propone (en uThe Role oí the Superego . .. •) consi· derar el ideal del yo como uuna institución psíquica dis· tinta ligada al yo y al superyó... A su juicio. el idea l del yo define uesc segmento particular de los objetos introyectados cuya operación funcional se relaciona con los estándares propuestos en el dominio del pen· samiento, del sentimiento y de la conducta. adqulri· dos con posterioridad al superyó edípico, pero que tle· nen sus raíces en las operaciones pregenitales narc.i· sistas precoces contra la angustia11.
l 958. P. Kramer
Supone que el superyó se compone de tres partes: el ideaJ del yo. el superyó prohibidor y el superyó be· névolo. El ideal d el yo representa lo que una persona quiere ser. los fines a los que aspira. La tensión entre el ideal del yo y el yo produce vergüenza. un sentimiento de inadecuación. una disminución de la autoestima. La armonía e ntre el ideal del yo y el yo lleva a la autosatisfacción. a un sentimiento de orgullo. El superyó prohibidor presenta rasgos por entero diferentes. Es exigente. severo. punitivo. Su protolipo es el progenitor prohibidor y. en consecuencia. odiado. Está inveslido con energías agresivas. El superyó benévolo deriva de la imagen de los padres amados (sobre todo de la madre). Si del superyó prohlbidor se teme el castigo. del superyó benévolo se teme el aban· dono. Lo normal es que estos tres componentes se confundan en el momento de la resolución del Edipo. No 196
obstante. clínicamente. se comprueban tensiones entre ellos. De hecho. el sentimiento de culpa implica el mnor. y e l funcionamiento del superyó prohibidor solo conduciría al terror. La ausencia de compon ente benévolo impide la real interiorización del superyó y puede llevar al sujeto a comportamientos asociales.
1961 . Jeanne Lampl-de Groot
Propone examinar por separado la formación del ideal y la de la instancia punitiva y autocritica. La alucinación (Ja realización alucinatoria del deseo) es el fundame nto del ideal del yo. uEJ ideal del yo es un agente de la realización de l deseo•. El superyó es e n esencia restrictivo y prohibidor. El ideal del yo y el superyó tie nen un origen fundam entalmente diferente pero s u confus ión nace del hecho de que í'n el momento del Edlpo ser com o los padres y hacer lo que ellos exigen se fundan por igual en una identificación con ellos. Pero. en realidad. sus funciones tienen objetivos opuestos. El ideal del yo es una instancia gratificadora, el superyó es restrictivo. Si el desarrollo es armonioso. estas dos instancias sc unen y ya no se las distingue. salvo en periodos de c risis (adolescencia. m enopausia) . 1964. John M. Murray
A juicio de este autor. el superyó nace de los confl ictos edipicos y s u agente de ejecución es la angustia derivada de los miedos de castración . tan pote ntes en ese momento. El ideal del yo es el h eredero del narcis ismo original: en otros términos. •proviene del esfuerzo de reconstituir el Shangri-la perdido de las relaciones con la madre primaria omnidonadora•. Un problem a evolutivo muy importante es el paso d el Ideal del yo prim itivo a un ideal del yo más maduro.
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1964. Hélene Deutsch
Muestra que el ideal del yo puede consumarse <·11 algunos individuos por vía del ascetismo. y. en otros, de las satisfacciones sexuales directas {se puede est;11 orgulloso de sus proezas sexuales): no impone sublt maclones.
1964. Grete Bibring
Se propone definir el ideal del yo por referencia al superyó. El ideal del yo es sobre todo narcisista. Mientras que el superyó ejerce una presión y blande una amenaza de castigo. el ideal del yo deja entrever una promesa. El ideal del yo. genéticamente. extrae su fuer· za de los deseos libidinales positivos; el superyó. de las fuerzas de agresión. No obstante. a pesar de estos contrastes. existirían relaciones estrechas entre ideal del yo y superyó. Siguiendo a Murray. la autora en· tiende que es preciso restaurar el ideal del yo de ciertos sujetos e imagina que el analista propone su ideal del yo (que ella define como compuesto por las virtudes clásicas de la Grecia antigua: sabiduría. temperancia. justicia y valentía) (sic) en remplazo del narcisismo arcaico del paciente.
1964. Hendrick
También separa ideal del yo y superyó. Considera que se debe tener en cuenta la fragilídad del ideal del yo en los procesos psicóticos. El ideal del yo debe evolucionar hacia la abstracción y no fijarse en una persona viva. Esta última eventualidad es la que se presenta en la depresión. No se han producido suficientes desplazamientos del objeto de amor durante el periodo de latencia. El ideal del yo ha permanecido prepuberal.
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l9G4. M. Laufer
Designa el ideal del yo como «Un aspecto del superyó... En su opinión, el ideal del yo sólo merece esa denominación cuando pasa a ser una función del super· yó. No obstante, habla d e "precursores pre-edipicos11 del Ideal del yo. y a un de 11precursores edipicos11, en refere ncia al ideal del yo de los adolescentes. Cita a Ritvo y Solnit ( 1960): .. El ideal del yo se puede considerar surgido de varias fuentes diferentes: la idealización de los padres por el niño. la idealízación del niño por los padres y la idealización del self por el niño•. Define el ideal del yo como «aquella parte d el superyó que contiene las imágenes y los atributos que e l yo se esfuerza en adquirir a fin de restablecer el equilibrio narcisista... Fija objetivos al yo. Según el autor, el contenido del ideal del yo. como parte del superyó. permanece inmutable después de su internalización. Los ídolos de la adolescencia son reflejos del self perfecto (y no de los padres idealizados} . En caso de que h a ya lucha contra una identificación (femenina. por ejemplo, e n un varón). se presenta un seudo ideal d e l yo. Las relaciones con los otros contemporáneos son posibles porque representan una parte de si. más que al padre edípico. El yo luc ha por preservar la imagen de si mismo que se esfuerza en adquirir. y trata de negar toda dependencia de los objetos originales.
1962. Evel_vne Kestemberg
1964. R. Mises
El punto de vista anterior s e puede comparar con el d e Evelyne Kestemberg, quien menciona la necesidad del adolescente de producir un rechazo brutal de los padres y sus ideales. y también con el de R. Mises. quien señaló que el ideal del yo procede a veces de una tendencia a rehusar someterse al superyó, a probarse de esta manera la propia libertad proponiéndose metas lo más alejadas posible d e los ideaJes de los padres.
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1967. B. Grunberger
En una conferencia que dictó en febrero de 19G7, "The Child's Treasure Hoard and the Avoidance of tlw Oedipus Complexu, B. Grunberger abordó la crisis de· la adolescencia y la consideró esencialmente ligada al rechazo de los padres. no como efecto del Edipo. sino por rehusamienlo de identificación con el mundo dl' los adultos y, en consecuencia. por evitación del Edipo. Agregaba que la cada vez más frecuente prolonga ción de la crisis de Ja adolescencia parecía constituir un acusado rasgo de la civilización contemporánea. Podríamos resumir del siguiente modo las opinion es de los au tares que acabamos de mencionar: 1. Todos. aun los que afirman que el ideal del yo forma parte del superyó. distinguen funciones que pertenecen al ideal del yo y que toman en cuenta su carácter narcisista. arcaico. pre-edípico. en comparación con el superyó. 2. Algunos autores relacionan entre si el ideal del yo y el deseo de fusión con la madre. 3. A m enudo se considera que el ideal de l yo se liga a Ja libido . y el superyó. a la agresión. 4. Los autores que distinguen con claridad el ideal del yo del superyó no indican si para ellos aquel es una Instancia con el mismo derecho que este. 5. Ciertos autores no parecen diferenciar la proyección del narcisismo sobrt> el objeto. constitutiva del ideal del yo. de la introyccción de los padres idealizados. y aun de los modelos restrictivos Impuestos al sujeto desde fuera. Por eso se lo concibe a veces como consecutivo de las identificaciones secundarias. Para la mayoria de los autores. el ideaJ del yo evoluciona después del Edipo y. sobre todo, en el momento de la adolescencia (pareciera que este rasgo lo distinguiera del superyó). 6. NormaJmente, el ideal del yo y el superyó terminan por fusionarse.
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1961. Pierre Luquet
Entre las opiniones de los psicoanalistas franec.:ses. encontramos posiciones más o menos afines a las que acabamos de citar. En su trabajo sobre uLes idenUficalious précoces ... "· Pierre Luquet distingue las irnagos precoces de las imagos tardías. A su juicio. el ideal del yo es una imago precoz. es decir. el resultado de una introyección de un objeto no asimilado por el yo: en este caso. de un objeto prohibidor primitivo. mientras que el superyó se ligaría a la introyección de una imago tardía. la del padre ediplco. 1964. B. Grunberger
En el Coloquio de la Sociedad Psicoanalítica de París sobre Le narcissismt'. Héla Grunberger sostuvo que. en una evolución normal. superyó e ideal del yo no son discernibles. No obstante. el superyó es de origen pulsional (complejo de Edipol. es impuesto en parte desde fuera. mientras que el ideal del yo, de origen narcisista. es esencialmente «individualista.. y expresa la independencia frente al afuera. En una evolución inar· mónica. el yo debe satisfacer las exigencias a veces opuestas del superyó y del ideal del yo. Es la existencia de este conflicto la que lo conduciría a hacer del ideal del yo una instancia.
1964. E . Kestemberg
1965. E. y J. Kestemberg
Evelyne Kestembcrg considera que el ideal del yo nace de las identificaciones precoces con los padres y sus valores (no parece una posición que ella haya con servado cntt>ramente puesto que. en el trabajo que presentó en común con Jean Kestemberg. el acento recae en la distinción necesaria entre el ideal del yo y la introyección de las imagos parentales idealizadas).
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1964. F. Pasche
Este autor. por su parte, sostiene que el ideal
1970. J. Bergeret
A su juicio. se observaría en los estados fronteri· zos una hipertrofia del ideal del yo y una atrofia d~I superyó.
1962. Hartmann y Loewenstein De manera más o menos opuesta a las concepcio· nf's de autores franceses y de otros paises que acaba· mos de anotar (pero. creo. muy próximas a Las de F. Pasche). Hartmann y Loewenstein se proponen resituar el ideal del yo en el marco del sistema superyó. tomando corno base Ja fonnulación de Freud de 1932 según la cual el superyó es el vehículo del ideal del yo (véase infra. el uApéndice11). Los autores sostienen que no se debe atribuir al superyó un papel demasiado precoz. porque con ello se corre el ríesgo de descui· dar las propiedades defensivas del yo como tal y el papel que la realidad desempeña en su desarrollo. Recuerdan los puntos de vista de Anna Freud. para quien existiría una hostilidad primaría del yo hacia las pulsiones. (Tengamos en cuenta que esto coincide con las perspectivas del propio Freud, tal como las expone en uPulsiones y destinos de pulsión". 1915. y en .. La represión•. 1915.) La denominación de superyó se d ebe reservar al desenlace del conflicto edíplco.
11No querríamos. según se lo ha propuesto a veces. considerar el ideal del yo como un sistema separado -separado de otro sistema- que comprendería otras 202
!unciones del superyó. por ejemplo. la conciencia moral. Veremos más adelante que las conexiones entre el ideal del yo y los aspectos prohibidores del superyó son tan estrechas que es preciso considerar a ambos como aspectos de un mismo sistema {... )n. El ideal del yo es "un aspecto del superyó•. Cuando estudian las relaciones entre el ideal del yo y el superyó. los autores señalan que la idealización de si y de los objetos aparece antes que el superyó (edipico). Pero para ellos se trata de distinguir entre continuidad genética y caracterización funcional. Y en efecto. conviene situar en paralelo las idealizaciones precoces y las determinantes precoces del superyó. y considerarlas como precursoras del ideal del yo. El ideal d el yo es una función del superyó entre otras. así como existen numerosas func iones del yo (percepción. pensamiento. defensas. etc.); el conjunto de ideal del yo-superyó forma "el sistema moral .. de un individuo.
Melanic Klein
Tenemos que otorgar aquí tratamiento aparte a las opiniones de Melanie Klein sobre el ideal del yo y la idealización. Han sido muy finamente resumidas en un trabajo inédito presentado por J ean Bégoin en 1971 . Hay que señalar que el concepto de idealización aparece muy temprano en la obra de Melanie Klein (1925). pero que s ólo alcanza su pleno desarrollo en el c urso de sus trabajos sobre la posición depresiva y la descripción de las angustias esquizo-paranoides (sobre todo en Klein. 1940. 1946). La idealización se liga a la renegación de la agresividad propia del sujeto. Su cometido es luchar contra la persecución por el objeto malo. m ediante objetos dotados de la perfección absoluta . De este modo. Ja idealización se relaciona con Ja posición maníaca. Representa, al mismo tiempo. un mecanismo esencial del duelo, porque el triunfo (maniaC'o) sobre el objeto disminuye la creencia en la bondad de los objetos inlemos. La idealizac ión permite 203
soportar los miedos de retorsión de parte del objeto muerto. En 194 7. Melanie Klein define la identificación pro yectiva. en la que intervienen los mecanismos de cllvaje. de renegación. de omnipotencia y de idealización. Esta última se liga al clivaje: el pecho perfectamenk bueno ayuda a protegerse del pecho perseguidor. La idealización es una consecuencia de los miedos de per secución. Se relaciona también con la intensidad de las pulsiones que aspiran a una satisfacción ilimitada gracias al pecho ideal inagotable. La satisfacción alucinatoria del deseo sólo es posible por un clivaje del objeto que se acompañe de una renegación tanto de la persecución como de la exis· tencia de los objetos malos (o sea, de la agresividad) del sujeto: una renegación, entonces. de un entero fragmento de la relación con el objeto. y del yo. y por con· siguiente de la realidad psíquica. El niño debe proyectar partes buenas en el objeto (la madre. el pecho) pa· ra establecer una relación objeta! satisfactoria. Pero si se excede en este proceso. desemboca en un empobrecimiento del yo, que resulta de una desapropiación de sus partes buenas proyectadas sobre el objeto. que así llega a ser el ideal del yo. El objeto idealizado intro· yectado permanece inasimilado, y el yo. que huye de sus perseguidores. se vuelve de este modo enteramente dependiente de su objeto interno idealizado. La relación de objeto aquí descrita es esquizoide y narcisista. Cuando el ideal del yo es proyectado sobre el objeto. este es amado porque es depositario de las partes "buenas" del sujeto. Jcan Bégoin. en su informe sobre la obra de Melanle Klcin referida al concepto de idealización. recuerda que ella postula la existencia de un yo desde el nacimiento. Se advierte entonces. sin lugar a dudas. que la ausencia. en su teoría. de una fase narcisista primaria altera fundamcnlalmente toda su concepción del ideal del yo respecto de la de F'reud. Dlsiento un poco de Jean Bégoin cuando afirma. en su excelente trabajo. que uel concepto de idealización (kleiniano) se sitúa en continuidad directa con las descripciones de Freud... Pienso que estamos aquí en una dimensión distinta. 204
Mientras que para Freud. en 1914. el ideal del yo sólo se puede comprender como un desplazamiento del narcisismo primario. en virtud de la no renuncia a una satis facción experimentada antaño. y la utilización defensiva de semejante empeno puede intervenir secundariamente. una vez establecida la rela ción objeta!. en Mela nie Klein -y Jean Bégoin destaca este puntola idealizac ión es un mecanismo de de fensa que ella conc ibe "más en el origen de los fenóm e nos narcisistas que como su consecuencia". Estoy de acuerdo con las conclusiones dr Jean Bégoin cuando insiste en los nexos e ntre el concepto kleiniano de idealización y e-1 instinto de muerte: •Siguiendo a Freud. ella piensa que el yo. al servicio del instinto de muerte. proyecta en parte hacia a fue ra la amenaza representada por las pulsiones d e muerte internas . De dondr la inmediata aparición d e una viole nta angustia persecutoria que trae consigo una n ecesida d inmedia ta de idealización y Ja fantasia de que existe en alguna parte algo capa z de s alisfacer todas las necesidades. La necesidad de idealización es la neces ida d d e negar la e xistencia del ins tinto de muerte... Me inclinaría incluso a pensar que ..Ja objetalización• d el ideal en Freud a partir de 1923, que señalé siguiendo a Sandler et al. (1963). se liga direc tamente, e n e l propio Freud. a la introducción del instinto de muerte. No es m enos cierto que las descripciones kleinianas de la idealización, que son de una verdad clínica evidente r n gran número de cas os. desconocen a mi juicio -a causa de la a use ncia de narcisis mo primario en la teoría de Mela nie Klein- el origen de la formación d el ideal del yo. nacido de la defusión prima ria. y su func ión de conservar la perfección dct sujeto, de que el desarrollo del yo lo ha despojado.
1961. H. Rosenfeld Melanie Klein n o menciona ck m a ne ra explícita el nexo e ntre superyó e ideal d(') yo. H. Rosen fe Id ( 1961 ). 205
por su parte, define el ideal del yo como "el aspecto del superyó que deriva de una identificación con los objetos idealizados•. Si ahora retomamos algunas de las proposiciones que· se han enunciado en e) presente trabajo. tal vez consi gamos formular hipótesis sobre las relaciones del ideal del yo y el superyó. derivadas de cJlas. En primer lugar. he considerado el ideal del yo rn la perspectiva de 1914. y sin duda llevándola hasta sus últimas consecuencias. como una uoperación de rescate" del narcisismo que el sujeto efectúa por su propia cuenta. en virtud de su nostalgia de la época en que era para sí su propio ideal. Este ideal es Hproyecta· do frente a sí11. como una esperanza. una promesa. una guía. Es. en consecuencia. ante todo. una formación espontánea. Se inserta e n el programa de desarrollo del sujeto. el anhelo del niño de llegar a ·•se r grande" (Freud. 1907-1908). es decir, de reC'onquistar la per· fección perdida que vivió e n el universo fusiona] primario. por la via de integrar los estadios pulsionales y los grados de evolución d e l yo que le permitirán alcanzar la genitalidad. la identificación con el padre po· seedor de la madre en cJ cumplimiento del incesto. La fantasía incestuosa contiene la del reencuentro con el objeto primario. de otro modo. El ideal del yo así concebido es madurativo. es decir. conduce al sujeto a adquirir un yo que lntegre todas las fases de su evolución. La f'ducación (ideal), en consecuencia. sería la que correspondiera al grado de integración óptima que permita al yo realizar su proyecto. Ella comprende en esencia una sucesión de identificaciones con modelos. re novados estos en cada elapa. Tales identificaciones con los objetos soportes del narcisismo del sujeto (los objetos parciales o lolalcs idealizados) no me part>ccn constitutivas del ideal del yo sino su efecto. porque el yo. en el afán de reducir el margen que lo separa del ideal. cngJoba sus objetos idealizados. Estas identificaciones son capitales para la evolución del ideal del yo (y del yo) en tanto permiten al yo acercarse a su ideal: 206
1. Por la adquisición de capacidades reales. 2. Por la Integración de sus pulsiones y de su relación de objeto. 3. Por la satisfacción narcisista que resulta de un cumplimiento parcial. que el yo vive en lo inconciente como algo que lo encamina gradualmente hacia la reconquista de su plenitud. En este sentido. es sin duda inexacto decir que el ideal del yo se vuelve menos exigente; el fin perseguido es siempre igualmente grandioso (se trata del incesto). pero el sujeto no esta ya sometido a la ley de l todo o nada. a la necesidad de una satisfacción inmediata y total. M(" parece que estas idC'ntificaciones deben ser distinguidas -aunque sea desdí! un punto de vista heurtstico- de las que tienen por objeto modelos impuestos por los padres. como el de la niñita (•modelo•. precisamente) descrita por Edith Jacobson. Modelo es una palabra de la misma etimología de nmoldeu. y la niñita limpia. aseada. atractiva y sin sexualidad es el perfecto producto anal. hecho en el molde. de un entrenamiento esfinteriano materno demasiado logrado. El ideal del yo madurativo no forzosamente coincide con lo que corre el riesgo de desembocar. en este caso, en una mala integración de la fase anal. en tanto la madre ha conducido a su hijo a investir narcisistamente (a idealizar) formaciones reactivas. en general por la amenaza de un retiro de amor o de un castigo. He mostrado. además. que este ideal del yo madurativo puede ser eclipsado si s e activa la esperanza de abolir el margen entre el yo y el ideal del yo por otros caminos que los de la evolución. en lo cual la madre puede desempenar un papel fundamental udesviando· (en el senlido literal del término) aJ sujeto. es decir. apartándolo de la via •normal" deJ desarrollo. Después. el conductor (ideológico) es capaz de asumir una condición idéntica. En este sentido. uvia normal del desarrollo» se debe entender del mismo modo que en el caso del desarrollo físico. Sabemos que una planta necesita estar expuesta a la luz de cierto modo. Si se coloca la fuente luminosa (el ideal del yo) en una posición inadecuada. el fototropisrno hará que la planta adquiera. en el curso de su crecimiP.nto. una forma torcida. 207
He sostenido en el capitulo 4. uEl ideal del yo y <'I grupo". que existía aJ parecer una diferencia fundame11 taJ entre el ideal del yo. heredero del narcisismo prl· mario, y el superyó. heredero del complejo de Edipo. nacido el primero de una tentativa de reconquistar la omnipotencia. y el segundo. del complejo de castra· ción: aquel impulsa al sujeto a la fusión incestuosa. y este separa al hijo de la madre mediante la barrera del incesto. Dije también que el idt·al del yo es el pri· m er escalón del desarrollo del yo. mientras que el superyó constituye su grado último. Considérese el momento en que se ha alcanzado el estadio de desarrollo en que el deseo de realización del incesto por el coito genital. después de haber atravesado las fases pregenitaJes. está en su acmé (y he sostenido la hipótesis de que ese momento se situaba en la fase edipica clasica. y no solamente en la pubertad): se puede comprender que la institución del superyó como barrera frente aJ incesto desempeñe el papel que le ha atribuido Béla Grunberger, el de salvar al narcisismo del niño atribuyendo a una prohibición (proveniente del padre) lo que ante todo obedece a su propia impotencia. Pero se podría apuntar que el nar· cisismo así salvado cambia de rostro. Porque en principio debe ser abandonado el proyecto. propuesto por el ideal del yo. de que se consume el reencuentro del yo y del objeto primario a través del incesto. Una real interiorización del superyó deberia 11idealmente•. como dice Freud. no sólo hacer estallar el Edipo. sino también disolver de hecho el ideal del yo. si. como he tratado de sostener. el ideal del yo y la fantasía incestuosa están estrechamente ligados. El superyó deberla pasar a ser la gran. si no la única. fuente de aprovisionamiento narcisista del yo. Este deberia extraer su sentimiento de valía y su orgullo de su conformidad a las exigencias del superyó. Se puede se.ñalar de pasada que la naturaleza de la satisfacción narcisista resulta de este modo muy modificada: quien dice superyó dice límites (como lo sugiere el término mismo. la tercera instancia corona al yo. o sea que pesa sobre él: uno se somete a su superyó). Como lo afirma Annie Reich. el superyó es un poderoso agente de la rea208
lidad. Notemos. empero. que así como e l estallido del Edipo no es sino relativo. la absorción del ideal por el superyó es incomple ta. Sería sin duda total si la ins· taurac-ión del superyós<:: hubiera producido tras un real reconoc imienlo de Ja inferioridad orgánica dd niño y dc-1 papel del pa dre en la escena primitiva con aban· dono consiguiente. en todos los niveles. de Ja teoría infantil del monismo sexual fálico. Pero el superyó pa· rece nac ido -en parte al menos- de la necesidad pre· cisamente de negar esta realidad. En suma. aquello de que •muchas cosas le están reservadas• (1923). para ser integrado verdaderamente. deberla incluir la aceptación de que entre las cccosas• reservadas al padre figura el coito genital, no sólo porque esta es una prerrogativa del padre sino porque él e:s capaz de consu· marlo: o sea. no sólo porque el coilo está prohibido al niño sino porque él no tiC'ne la capacidad de llevarlo a cabo. En la hipótesis que he adoptado. según la cual el incesto contien e la fusión con el objeto primario y Ja · del yo con el ideal. se ven mejor -me parece- los motivos de la pe rennidad del deseo edípico. que sobrepasa. y con mucho. la procura de una saciedad pulsional. Por lo demás. no hay pulsión edipica. no hay sino una pulsión sexual. Nuestro deseo edipico tendría por portadora la büsqueda de nuestra omnipotencia perdida. No quiero desdeñar aquí el pape l d e la sexualid ad en el deseo edipico: quiero simplemente destacar que. si 11el amor es mucho más que el an1oru, el deseo de penetrar a la propia madre contiene al de reencontrar lo ilimitado. lo absoluto, la perfección d e un yo cuya herida. hiante d esde que el individuo fue arran· cado de su narcisismo. habría por fin cicatrizado. De hecho. si ta hipótesis de un superyó fundado en un compromiso con la rea lidad y . por lo tanto. corre· lativamenle. con el narcisismo. contiene un elemento de verdad. se puede comprender que la absorción del ideal del yo por la nueva formación no sea ni total ni siempre definitiva puesto que el yo. •Su Majestad el Yo•. no parece dispuesto a renunciar a su antiguo esplendor. Creo que esta persistencia -al menos latente- del ideal d el yo junto al superyó. que da lugar 209
a las activaciones de la ilusión de que he hablado. 110 se debe confundir. tampoco aquí. con el ideal del yo uimpuesto desde fuera ... según lo describió Pasche t'll los deprimidos: uEn la depresión. el yo se siente abandonado a causa de un cortocircuito de investidura entre el superyó personificado y cierto ideal del yo cuyos caracteres deben ser precisados. En efecto, este ideal es absolutizado. sobrepasa las posibilidades del sujeto: además. no corresponde al yo. no es suyo. no es sino una producción narcisista del superyó personificado: es. por lo tanto. impuesto al sujeto desde fuera••. Creo que este ideal desmesurado que en efecto vemos operante en el deprimido. junto a un superyó cruel y sádico. se liga con lo que antes recorde acerca de la niñita modelo de Edith Jacobson. Aunque esas aspiraciones (impuestas al sujeto) de ser perfecto en todo sentido parecen superponerse a los modelos grandio· sos que aJgunos se fijan a si mismos. me pregunto si se las debe considerar pertenecientes realmente al re· gistro del ideal del yo. aJ menos según yo lo entiendo. me parece que en armonia con el articulo de 1914: me pregunto además si no se debe pensar que dependen de un superyó que ha hecho regresión a la fase sádicoanal. en tanto que de algún modo e) narcisismo del sujeto ha sido desvirtuado en beneficio de ese superyó. Tales modelos uimpuestos desde fuera" envaran al sujeto más que lo exaltan. como la coraza del carácter de Reich. a propósito de la cual he sostenido. precisamente. que era la representación fantaseada del recto parental en el momento del entrenamiento esfinteriano. Vemos lo poco que el ideal del yo ha sido realmente absorbido por el superyó en el momento de la crisis dt> la adolescencia. cuando entra en conflicto con el superyó. según lo han puesto de relieve numerosos autores. Creo que uno de los ideales del yo de Jos ado· lescentes. que parece estar en la más palmaria oposición con el superyó. es el del superhombre. Notemos que dos héroes de la literatura. seguidores de Nietz210
sche. Lafcadio y Raskolnikov. son adolescentes. (Veas<' Lebovici. 1971. sobre Raskolnikov y el sentimiento de culpa.) En este último. la lucha entre el ideal del yo y el superyó es particularmente evidente. Ahora bien, el superhombre en su acepción ordinaria -el todopoderoso que está por encima de las leyes- se opon e rasgo por rasgo. a mi juicio. al superyó tal romo Frcud lo define en Nuevas conferencias: uAsi, el superyó del niño no se edifica en verdad según el modelo de sus progenitores. sino según el superyó de ellos; se llena con el mismo contenido. deviene portador de la tradición de todas las valoraciones perdurables que se han reproducido por este camino a lo largo de las generacionesu. Retomará esta idea del superyó como vehiculo de la tradición en el Esquema. Pienso que es en eco de esta concepción como hay que comprender la descripción que hace F. Pasche del padre del deprimido: uEn cuanto a este, habría sido necesario que aceptara situarse por debajo de su superyó en lugar de apropiárselo. de embolsárselo. Naturalmente, esta subordinación al superyó implica una suerte de pasividad y corresponde a una castración: creo que esta castra· ción debe ser aceptada por el padre y que esa es la más importante consecuencia, al mismo tiempo que la prueba. de la liquidación de su propio Edipo. Por otra parte. es preciso que e l hijo registre la castración del padre. lo que no puede hacer s in reconocer su culpabilídad hacia él (el pecado original en el sentido freudiano) y su irreductible inferioridad no respecto del pa· dre. sino del superyó• (Pasche. 1961 ). Jean Gillibert ( 1967) presenta también una idea que deriva, me parece. de la última concepción freudiana del superyó. cuando dice: u( .•. J en el superyó hay una idealidad. no como una
idea platónica que planeara y esperara la encarnación para descender. sino que mi padre no es el padre. que 211
no puedo pensar a mi padre sino sobre el fondo de la paternidad. Pero el padre no es Dios. Pa ra que llegue a serlo. haría falta que figurara una idealidad narcisista. dechado de todas las perfecciones. El padre es la castración. su ejecutor. El ideal del yo. avatar del hombre a imagen de Dios. infinitamente. etc .• es un medio trasgresivo y no defensivo de negar la castración ! ... J mi padre es ese momento particular y privilegiado de la experiencia humana en que yo he aceptado la finitud (la suya. como la mía) ...
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Dicho de otro modo. todo ocurre como si el bullir pulsional de la adolescencia volviera a cuestionar. si no al superyó integro, al menos a algunos de sus aspee· tos. en particular al que es definido por Freud ( 19321938) y explicitado de manera penetrante por nuestros dos colegas franceses. Aceptar el superyó es insertarse en la tradición. es convertirse en un eslabón de la cadena. es resignarse también a no ser más que un hombre. Ser un superhombre es negar en bloque todo eso. es decir. la condición humana. Se comprende que grandes conmociones energéticas puedan devolver actualidad al antiguo sueño. 11No. no m e someteré. no seré como mi padre. Rechazo el mundo de mis padres11. Este movimiento de revuelta. en un momento en que se rebosa de nuevas savias. es cuasi biológico. He dicho que sin embargo podia producirse en otros momentos de la vida por poco que se hiciera espejear la ilusión ante unos ojos proclives a la fascinación. En cuanto a decidir si el ideal del yo es una instancia con el mismo título que el superyó. me parece difícil. Creo que habría que tomar en consideración el papel que desempefia en cada caso. En efecto, no creo que se lo pueda reducir al papel de imagen o de modelo. Desde el momento en que arrastra al yo (global) en determinado sentido. en que entra en conflicto con otras instancias. por ejemplo cuando se alía con el ello contra el superyó. me parece que dispone de una autonomía suficicntc para que se lo asimile a una instan cia. Cuando. al contrario. vive en armonía con el su· peryó hasta el punto de desaparecer como formación autónoma. ya no merece el nombre de instancia (este
último punto debe ser distinguido de una absorción del ideal del yo por el superyó. tal como la que exisk en el deprimido). Notemos que Laplanche y Pontalis. en su Vocabulaire de la psychanalyse ( 1967). hacen del ideal del yo una instancia. De una manera general. parece que incluso un su· peryó muy bien establecido no basta para proporcionar al ser humano los alimentos narcisistas que nc<'esita. y que en las evoluciones relativamente armoniosas el sujeto es capaz de conciliar las exigencias de su superyó con sus antiguos deseos (adormecidos) de completud. en el amor (como he intentado mostrarlo) y en la sublimación. amando al objeto a pesar de su finitud y por ella. y al acto creador en razón de los trabajos que impone. El ser humano necesita de pan y de rosas. El ideal del yo puede vivir er:i buena amistad con el superyó cuando él mismo ha adquirido ese carácter madurativo de que hable. y cuando se han efectuado cierto número de integraciones pulsionales. En ese caso puede investir, en cierta medida, cualidades o comportamientos ligados a las desilusiones sucesivas que el yo debió enfrentar: la lucidez. el coraje intelectual. el amor por la verdad. Estas cualidades pueden integrarse al ideal del yo cuando el superyó está establecido. Protegen al hombre de la hybris. Son indispensables para quien quiera hacer obra de sabio. Que toda huella de megalomanía infantil este ausente en este caso. es algo de lo cual no estoy segura. Y por lo demás. ¿sería indispensable? No lo creo. Me inclino a pensar. al contrario. que toda obra científica conjuga el abordaje de la realidad (sea psíquica o material) con la investidura narcisista de ese procedimiento como tal. uQue me den un punto de apoyo. y con una palanca levantare el mundo•. Este apóstrofe célebre pone en evidencia, a mi parecer. el hecho de que en d seno de todas nuestras actividades. aun las más 11secundarizadas11, yace -trasformado sin duda. pero irreductible- nuestro sueño de omnipotencia que nos «acicatea, indomeñado. siempre hacia adelante ...
213
A modo de conclusión
Antes de despedirme del lector que ha tenido la buena voluntad de acompañarme hasta aquí. quisiera recordarle algunas de las hipótesis que h e propuesto en mi ensayo. Para estudiar la "enfermedad de idealidad". enfermedad universal del género humano. me vi llevada a centrar primero mi atención en las relaciones entre el ideal del yo y la perversión. y a dilucidar un núcleo comün a ciertas afecciones psíquicas. hoy cada vez más difundidas. y que parecen tener por finalidad. todas eJlas. remover. por medios no psicóticos. el doloroso límite que Ja realidad viene a oponer al deseo de expansión infinita del hombre. En efecto. sl es frecuente, sobre todo después de un articulo de Bertram Le win (1948), asimilar la aprehensión de Ja realidad a la de la diferencia de los sexos. y si se admite. como creo que hoy se lo hace. o al menos es lo que yo opino. que es preciso completar este aserto con el reconocimiento de la diferencia de las generaciones. puntos estos dos que constituyen Ja roca de la realidad. he considerado necesario mostrar los nexos que los unen y los vuelven correlativos uno de otro. como a las dos caras de una misma medalla: la negación de la ausencia de pene en la madre recubre la negación de la presencia de su vagina. es decir. de un órgano que el varoncito. en Ja edad del Edipo. es incapaz de penetrar y de colmar. Cuando Freud dice del padre, refiriéndose al superyó (1923). que •muchas cosas Je están reservadas•. me parece indispensable incluir entre eUas el coito genital con la madre. no sólo porque e l cumplimiento de ese coito está prohibido al pequeño por la presencia del padre. sino porque no tiene la capacidad de consumarlo. Me parece 214
Imposible convalidar en este punto las opiniones de Freud. para quien el varoncito no tendría el deseo de penetrar a su madre. ni el conocimiento. aun inconciente. de la presencia en ella de un órgano complementario dd suyo. deseo y conocimiento que adquiriria sólo en la pubertad. Recordemos que en la teoría del Edipo masculino que nos legó Freud , el pene del varoncito. en sus fan· tasias incestuosas. está implicado sólo de una manera vaga. Las desmentidas de la clínica. en particular la de niños y. lo que es más importante. la desmentida del propio Freud (¿cómo Interpretar la fantasía del pequei'l.o Hans de ver que e l plomero le introducía un Wiwimacher grande como el de su padre. si no se la liga c:on el deseo de colmar genitaJmente a su madre?); esas desmentidas. insisto. que la clínica inflige cada día a aquella teoría, y la existencia d e otras teorías de la sexualidad infantil que se han sumado a la teoría de Freud, no han conseguido empero eclipsar esta última. Mi hipótesis es que su éxito se liga grandemente con el hecho de que sustrae del Edipo una parte importante de su carga dramática y convalida las defensas masculinas ante la herida narcisista infligida por el anacronismo del dese o edipico en vista de las capacidades de satisfacerlo. defensas que culminan y triunfan en la instauración de la perversión. Me he visto llevada entonces. como Jo dice Janes respecto de su propia teoría sobre el Edipo (¡ya en aquella época!). a ser •más papista que el Papa•. La perversión es favorecida por ciertos factores. generalmente por la actitud de la madre misma. que impulsan al varoncito a vivir en el engaño de que él. con su pene impúber. su sexualidad pregenltal. está en condiciones de satisfacer a Ja madre. objeto adulto. y que él no tiene nada que envidiar a su padre. igualmente adulto. porque est e no le ha ce a la madre nada que el pequeño no pudiera consuma r. As í. la abrasión de la diferencia de Jos s exos y de las generaciones trae por consecuencia abolir la idea mis ma de evolución. de desarrollo. de madura· ción: en suma: de proceso. El futuro perverso no tiene ninguna razón para proyectar frentt· a sí su narcisism o y esperar ser un día. como su pa dre. el compañero 215
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de su madre. por la vía de convertirlo en su ideal. pues· to que vive e n la ilusión de ser. desde ahora mismo. un objeto erótico adecuado. Para que nada venga a alterar su convicción. le es preciso proyectar su narcisismo sobre sus zonas erógenas pregenltales y sus objetos parciales. y someter unos y otros a un proceso de Idealización. Su ideal del yo permanecerá de este modo fijado a un modelo pregenital. La pregenitalidad debe ser idealizada por el perverso. a fin de que él pueda darse. y dar a los otros. la ilusión de que es igual y aun superior a la genitalidad. Las burlas que recibe su ilusión. la existencia de intereses genitales en sus semejantes, vuelven absolutamente obligatoria esa idealización porque el perverso vive siempre. en cierto nivel. bajo la amenaza de que se descubra el carácter infantil de sus atributos sexuales. de sus objetos y de su yo. A su compulsión sexual, que es un aspecto a menudo comprobado. propongo que se agregue una compulsión de idealizar que explica. a mi juicio. sus paradójicas afinidades con el Arte y la Belleza: paradójicas, en efecto. para quien descarga directamente sus pulsiones parciales. materia prima del proceso de sublimación. Este últi mo punto me ha llevado. en el curso de mi estudio, a retomar. en la perspectiva del ideal del yo. problemas que ya había abordado antes (1968). referidos a la creación y sus contingencias, en particular el exam e n de los mecanismos que conducen a Ja elaboración de producciones esteticas inauténticas. y el estudio de las ide ntificaciones del creador. que permiten distinguir las producciones sometidas al proceso de idealización de aquellas gobernadas por la sublimación. Me vi llevada a otorgar una importancia primordial a la premalurez humana y a lo que de ella deriva: Ja Hil/Josi~keit que ocupa un lugar central en la obra freudlana . para quien quiera leerla bien. La defusión primaria -he insistido en esto- conduce al reconocimiento del objeto, del no yo. y a Ja vez a la formación del ideal. del que el yo entonces queda segregado. La llaga viva. así tallada en su yo. sólo se podría cerrar por un r e torno de la fusión con el objeto primario. Es216
ta esperanza se trasferirá sobre el deseo incestuoso que implica el retorno al cuerpo materno por medio del coito genital. La debilidad genital del hombrecito le prohíbe realizar inmediatamente su deseo. Sólo puede alcanzar el incesto si proyecta al futuro su fantasía d<:> unión con la madre. En lo sucesivo se ve conducido a descubrir lo que hace del padre el objeto de la madre y a erigir corno ideal el padre genital. Lo que nos acicatea hacia adelante seria entonces el deseo de recuperar el tiempo bienaventurado en que éramos para nosotros mismos nuestro ideal. Estamos siempre en busca del tiempo perdido: perdido. de hecho. en el momento en que se arruinó la fusión primaria. Entre ese momento y aquel otro. proyectado ha· cia adelante, en que se pretende cumplido el incesto. se sitúa toda la evolución psicosexual humana. La solución del perverso. y la de los sujetos que pertenecen a las estructuras emparentadas. escamotea. por Jo tanto. Ja evolución. Esta se vive como satisfactoria. es de· cir que suscita el mínimo de tensiones entre el yo y el ideal. cuando todas sus etapas han sido integradas; el proyecto incestuoso implica la adquisición de una. capacidad genital consumada. que se ha vuelto posible gracias a la integración de las fases pregenitales (y no a su represión). Cualquiera que sea el carácter adulto aparente del yo. el escamoteo de alguna de las etapas del dC'sarrollo no podría escapar al ideal del yo. que se muestra tan severo ante las falsas apariencias como el superyó ante la trasgresión. El estudio. retomado en estas paginas. de los sueños de examen me permite sustentar la hipótesis del carácter madurativo del ideal del yo cuando sucesos externos no intervienen para trastornar el curso natural del desarrollo. Así. imagino la existencia de un programa innato del desarrollo psicosexual. que obedece a leyes comparables a las que rigen los fenómenos biológicos. idea que no me pareció del todo ajena a Ja obra de Freud. Este programa es sustentado de algún modo. en todas sus etapas. por la fantasía del reencuentro del yo y del ideal. qu<' se confunde con la de la fusión en el objeto primario a través de Ja realización del deseo incestuoso.
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En esta perspectiva. el examen del enamoramil'n· to permite someter a renovada c ritica el aserto de Freud según el cual este constituye una limitación del narcisismo. En mi opinión. el enamoramiento -y no sólo en el caso del amor compartido- exalta al yo. crf'a un afecto ligado a la expansión narcisista. porque el sujeto y el objeto representan en él la objetivación del ref'ncuentro (vivido por anticipación en una suerte de cumplimiento alucinatorio de deseo) del yo (el sujeto) y del ideal del yo (el objeto): y más que decir. con Freud. uel objeto absorbe al Yº"· convendria decir «el ideal del yo absorbe al Yº"· y considerar el enamora· miento como el retomo al vínculo original que Jos unía antes que se rompiera la fusión primaria. Se puede comparar el enamoramiento con la regresión narcisista del comienzo de ciertas curas analíticas. taJ como ha sido descrita por Béla Grunberger: con la 11luna de mielu analítica de Freud. cuyo carácter de elación resultaría. para el analizado. del hecho de encontrarse en la proximidad d e su ideal del yo encarnado. es decir. el anaJista. soporte de su proyección. Esa vivencia de elación se ligaría. entonces. a la reactivac ión de la Uusión, o sea. de la promesa del reencuentro del yo y d e l ideal. Pero si el análisis permite consuma r esta unión. de una manera en verdad muy relativa -el margen entre el yo y el ideal nunca será abolido del todo-. y por un camino largo y dificultoso. los grupos proponen a menudo una vía mucho más corla hasta el antiguo deseo de unión del yo y del ideal. Estos grupos se fundan. para el caso. en la ideología. que. psicoanalílicamente. se puede definir como un siste ma d e apariencia más o menos racional. que corresponde a la fachada del sueño y a la elaboración secundaria. y que siempre contiene una fantasía de asunción narcisista ligada al retorno a la fusión primaria. que al mismo tiempo excluye el conflicto y la castración. y que, en consecuencia. funciona e n el registro de la ilusión. No m e parece que el jefe, en esos grupos ideológicos, sea un representante del padre. -puesto que esos grupos propenden de hecho a la e rradicación del Edipo y del universo paterno- sino, mucho más. un análogo de 218
la madr~ del perverso. Así como esta hace creer a su varoncito impúber que él no tiene ninguna necesidad de crecer ni de madurar para ocupar el lugar de su pa· dre y. al mismo tiempo. le evita enfrentar el conflicto y la castración. el jefe mece a la multitud e n la ilusión de un acceso posible a la felicidad absoluta, en una plenitud recuperada. la ·del hombre tota1u (según Marx) que tendrá todas sus necesidades satisfechas. y en que reinará •el mundo armón!cou (según Fourier) donde la humanidad ya no soñará ...cuando los hombres sean completos y libres. ya no soñarán mas por las noches", dice Paul Nizan en Adén Arabia. Dentro de la perspectiva que he adoptado. me parece que el prototipo infantil de las ideologías del adulto es la teoría del monismo sexual fálico. que permite al varoncito alimentar el engaño de que es posible. por medio de Ja abrasión de la diferencia de los sexos y. correlativamente. de las generaciones. ahorrarse la evolución. Freud inic ialmente asignó el examen de realidad al ideal del yo (1921). Después (1923) lo convir· tió en prerrogativa del yo. Parece que e n los grupos regidos por la ideología y. en consecuencia. por la ilusión. esta función se delega en el ideal del yo grupal. Al individuo solitario que no participa de la ilusión no sólo lo persiguen, lo matan. sino que lo declaran loco. De hecho, toda situación en que se activa la ilusión conduce a un abandono más o m enos grande del examen de realidad en manos del representante del ideal del yo: el grupo integro o su jefe. Lo propio ocurre no sólo en el enamoramiento o en la hipnosis sino en la situación analítica como tal; y me parece que los abusos de poder en este dominio se deben atribuir me· nos a la trasferencia histórica propiamente dicha que a la proyección del ideal del yo sobre el analista C'uando la contratrasferencia de este lo lleva a convertirse en el depositario vitalicio del narcisismo del analizado. a la vez que sigue haciendo bailar ante sus ojois el cumplimiento de la ilusión. Pero, en tal caso. ¿la si· tuaclón analítica no se ha inclinado por completo ha· cia el lado de la magia. la ideología y la fe? 11Yo soy la puerta. quien entre por mí será salvado• (Evange lio según San Juan) . 219
Existe un dominio en que el cxanwn de realidad, que en esencia consiste en reencontrar e n el mundo exterior el representante de una percepción. resulta particularmente arduo. Es que no tenemos medio alguno de someter nuestro yo psíquico al examt'n de realidad para cotejarlo con nuestro ideal del yo. puesto quC' ningún objeto del mundo exterior corresponde a su representación interna. En consecuencia. estamos obligados a encontrarle espejos. análogos a aquellos de que disponemos para m edir nuestro yo corporal. es decir. unos expedientes que nos permitan a la vez ir por la calle y mirarnos pasar. Creo que en esencia esos expedientes son tres: · l. Podemos crear obras que constituyan dobles de nuestro yo. 2. Podemos proyectar nuestro yo psíquico en nuestro yo corporal (me parece que el mecanismo que he descrito no se superpone enteramente con el dilucidado por Fedem a propósito de la conversión histérica): y nuestro yo corporal puede ser proyectado él mismo. lo que da lugar, en el limite, a la formación de Ja má· quina de influir. 3. Finalmente. la manera en que somos percibidos por los otros, nuestros semejantes, nuestros alter ego. nuestros dobles homosexuados. puede hacer las veces de espejo para nuestro yo psiquico. Por eso todos dependemos de la opinión, aunque <'S cierto que en grados diversos.
Si el yo corporal es un espejo. un doble para el yo psíquico. y el cuerpo propio un eventual perseguidor: si el objeto homosexual desempeña lambié n un papel en la evaluación de nuestro yo. se puede entender que la teoría de Jos delirios de Tausk y la de Freud no sean contradictorias sino comple mentarias. La dificultad de constituirnos, de una vez por todas. como observado· res de nuestro yo. lo que nos permitiría evaluarlo con relación a nuestro ideal. es en ocasiones muy grande y crea una tensión constante y penosa entre el yo y el ideal. 220
Si el arte y la literatura constituyen por si un puente que tiene una base a cada lado del foso que separa al yo y al ideal del yo. la literatura. en sus contenidos mismos. abunda en descripciones de la tensión entre esas dos partes del yo global. de los afectos que suscita y de sus consecuencias. se trate de Lancelot<' o de Perceval en busca del Santo Grial. del Caballero de la Triste Figura en la persecución de la estrella imposible. o de cualquier otro ejemplo entre los millares que hay. La historia patética de la siempre excesiva y a menudo cansadora Marie Bashkirtseff me parece que pone bien en evidencia los efectos del doloroso desgarramiento que ha afectado a su yo alejándolo de su ideal. Cuando se leen sus Cahíers intimes (no el Joumal. que es una versión abreviada y edulcorada por André Theuriet). se descubre en ellos que su vida ansiosa y breve (murió a los veinticuatro años de una tuberculosis que parece haberse extendido a la laringe. a los ojos. al oído. interno y a los pulmones) estuvo dominada enteramente por un constreñimiento absoluto. abrumador. el de recibir un alimento narcisista indispensable para su supervivencia. constreñimiento que la condujo a agolarse en la persecución de logros susceptibles de valerte admiración y aprobación. y que. destinados a hacerla vivir. tenninarian por matarla. Unos días antes de su muerte. consignó en su Journal. primer espejo en el que se contempla y se ofrece a la mirada del lector. quien -dice ella- habrá de leerla dentro de cincuenta años: •No se me comprendió, siempre se me juzgó mal. incluso en mi familia. y es un poco "de eso que yo muero"•. cada uno de s us Cahiers intimes lleva como epígrafe la divisa Gloriae Cupidilas . Confia a su espejo: •Es a ti a quien amou. Pero este aparente amor de si. como en lodos los casos en que parece desmesurado. no es sino un efecto engañoso de su búsqueda narcisista insaciada que recubre una duda profunda y lancinante cn cuanto a su valor personal: ella misma dirá •No valgo nada•, pero. en otro lugar. •Tengo una elevada opinión de mi misma y c uando soy idónea no quepo en mi de sorpresa y de satisfacción•. Sus Cahiers abundan e n descripciones 221
de sus arreglos personales y de sus actitudes: "El gl' neral Bihovitz. Collignon. mi tia y mamá. Yo me ma11 tenía sentada cerca de la chimenea apoyándome so bre una mesilla los pies regiamente instalados, y loca da con un gorro Maria Estuardo, no los pies. yo. Lo:. pies calzan pantuflas rojas confeccionadas por Rublnl a imitación de las medias egipcias que me impresJo. naron en Aida". O también:
.. ¡ ... 1 es en el paseo de los ingleses donde nos espera la verdadera sensación. Los caballos blancos. la carroza blanca. las damas blancas. los cabellos blondos, los fa. nales relucientes con los últimos rayos del sol. parect'· mos una caravana feérica. Ocupada en guiar y en con· servar un aire natural y fácil. todo el mundo sin e m· bargo me ha visto y mi nombre circula entre la multitud de una mane ra asombrosa 1• .. ]•. Se encontrara e n sus Cahicrs mil descripciones de es te tipo. c-uyo conjunto proporcionaría al especialista una documentación probablemente inigualable sobre la moda de fines de los años setenta y comienzos de los años ochenta. o1El lujo físico es necesario aJ lujo moral". dice ella de sus vestidos. aserto que me parece corroborar lo que he intentado sostener acerca de la evaluación dd yo psíquico por intermedio d el yo corporal. Marie lee con avidez todo lo que los periódicos escriben en la página mundana sobre sus apariciones en el baile. e n la Opera. en el concierto. en el skating, en la Cámara. porqu<' ella se interesa en la política y está fast'inada por los políticos célebres. se trate del bona. parlista Paul de Cassagnac. de quien se enamorará. o de Garnbetta. Corre de Niza a Florencia, Nápoles. Roma. Madrid. Burgos. Sevilla. Córdoba. Granada. París. Biarritz. San Remo: ocMc gustaría quedarme aquí hasta las carreras. ir después a Sorrento. y también a Trouville. Aix-lcs-Bains. y a los baños de mar en Inglaterra: no alcanza el tiempo. la vida es tan corta... Todavia no se sabe enfe rma cuando esc ribe estas lineas y. no obstante. sufre los primeros ataques de laringitis tuberculosa. Le impedirán ejercer su voz. que la tien e 222
divina. dice ella: toca la mandolina. monta a caballo. caza. habla el francés. el italiano. el alemán. el cas· tellano. y el ruso desde luego, se perfecciona en grie· go y en latín. escribe poemas. se interesa en las artes y pinta. Aun cuando su gusto no sea muy sólido -prefiere Carolus·Duran y Bastien-Lepage a Manet-. tie· ne un talento muy sincero que los años habrian podido madurar e independizar de sus primeras iníluen· cías: quiere ser célebre: .. cuando leo la historia de Miguel Angel por Stendhal. me dan de veras ganas de matarme de desesperación por no tener genio: para qué vivir sin genion. Pinta. con encarnizamiento. de la mañana a la noche. concediéndose apenas dos horas de reposo des· pués del mediodía cuando la enfermedad progresa: aprende pintura con Julian y está al acecho de las menores señales de aprobación de sus maestros o del pu· blico y de la critica cuando expone. porque: «No. vea usted. lo que haría falta para que yo viviera seria te· ner mucho talento•. Pero también: •¡Ah! me he divertido con ese diablo de Carolus-Duran. Sólo que al cabo de todo ello. ¿qué? Yo no sé qué de forzado . . . porque después de todo yo no sé qué ... ¡Ah! nunca tendré talento ... "· 4
·•Ya no sé adónde ir, ni qué hacer. no tengo íuerzas ni para hacer un simple estudio. es preciso siempre que emprenda demasiado. y como eso no sale bien. caigo en la desesperación. y hoy. es un estado nervioso ... Por lo demás. nunca pintaré. nunca he podido pintar bien un fragmento. Van tres años y medio que pin· to .. . De ellos perdí la mitad. lo admito. pero es lo mis· mo . . . ·Al íin me quedé sin aliento ... Pero entonces viene esta terrible convicción de que no podré. de que no pintaré ... Entonces modelar ... De todos modos vol· vería a la pintura. pero todavía más debilitada ... ¿Y entonces? Entonces, más vale morir...
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La regulación de la autoestima de Marie se muestra muy dificil. La distancia entre su yo y su ideal. qui· ella de continuo intenta colmar. termina por volverla hiperactíva. siempre en busca de nuevas hazañas por cumplir para suscitar Ja admiración de su medio. S1· la siente efectivamente "sin aliento". sin respiración. en mil empresas que la agotan. la consumen literal· mente. uncida a esta tarea sin esperanza: la abolición de la fatal desgarradura que arrancó su ideal a su yo. Sin pretender ofrecer aquí u11a teoría de la enfer· medad tuberculosa que reclamara alguna generalidad. me ha sucedido comprobar. sea en mi práctica analitica. sea por observación directa. que cierto número de tuberculosos estaban también e n busca de un id eal del yo que los empujaba a una hiperactividad que los vaciaba de su energía libidinal. hemorragia que precedía o acompañaba a las cavernas y las hemoptisis. y los dejaba exangües sin resuello. semejantes al ayunador de Kafka en la ejecución de su trágica y vana proeza. Antiguamente. se atribuía a la toxina tuberculosa y a la elevación de temperatura esa fiebre y esa exaltación qur son de observación corriente en los tu· berculosos. que de hecho desembocan en una consunción libldinal no m enos que propiamente somática. Notemos que en Marie, en la medida e n que sus Cahiers puedan ser suficientemente reveladores en este sentido. existe una herida narcisista fundamental. pero tal vez no primaría. en el hecho de que su padre las ha abandonado. a ella y a su madre . Vive con otra mujer de quien tiene hijos naturales. Se puede pt'nsar que Marie busca en su espejo. su diario íntimo. su obra. sus semejantes -otros tantos dobles-. que reparen las consecuencias de rechazo paterno. Ahora bien. es ese mismo rechazo el que la conduce. probablemente. a rechazar a todos los hombres que quieren desposarla. a escoger a uno de ellos que. ironía de la suerte. le pide que acepte al hijo natural que ha tenido de otra mujer. lo que ella no se resuelve a hacer. sin que consiga anudar a su propia historia familiar los tormen· tos por los que entonces atraviesa. Conoce finalmente un amor sin esperanza por un hombre a quien ella no int<.>resa y que elegirá a otra. Escribe entonces: "Es pre224
ciso, es absolutamente preciso que me case para que él vea que no me importa. y sobre todo que me e-ase de una manera inmensa ... ». 11Hace falta una revancha brillante o morir•. Al día siguiente, anota en su Cahier. a propósito de su padre: •Le he dicho. a mj padre. yo no quiero ir allá. para contrariarlo. porque estoy harta de todos ellos. porque no quiero tener nada en común con él. porque é l me es inservibleu. Dicho de otro modo. el amor. que constituye una de las modalidades humanas esenciales que permiten aproximar los dos labios de la herida que separa al yo del ideal. se le escapa porque es justamente de esa herida misma de donde nació el conflicto que volvió imposible todo amor. Al mismo tiempo que. según un modo afín a la definición que da Jean Kestemberg de la relación erotomaniaca. ella se apega o cree gustar a personajes prestigiosos. Por lo demás. no parece haber alcanzado realización sexual: cuando la considera. es e n una mezcla de vergüenza y de culpabilidad donde el ideal. a pesar de Epicteto. parece predominar sobre el superyó. y donde la brecha que separa al yo del ideal parece percibida con conciencia: 11En cuanto a tener un amante. ni pensar e n ello con un carácter como el mío. Tan humillada estaría. tan atormentada. tanto sufriria. La primera yo misma tal vez no dijera nada. pero la segunda. la que desea toda suerte de cosas para la primera, la que se acuerda de Epicteto y que no quiere nada para ella, pero que ha puesto toda su dicha en la primera. esta no lo permitiría. y justamente ante ella sentiría la primera vergüenza de obrar mak El mundo pulsional permanece en lo sucesivo, en Maríe, separado del mundo narcisista: su cuerpo ya no consigue proporcionarle satisfacciones eróticas objetales; con el tono irónico que le es propio. cuenta un episodio en que tuvo que desvestirse delante de unas mujeres: "Habia que ver a esas tres viejas, las miradas que intercambiaban. las palabras apenas musitadas: eso no 225
me halaga. desde hace tiempo sé que no hay en d mundo nada más hermoso que mi cuerpo y que es 1111 verdadero pecado. una infamia no hacerme esculpll o pintar. Bellezas así no pueden pertenecer a una p<"r sona en particular. Es como un museo que está abier to a todos los ojos11. Desde luego. se puede ver en esta investidura -ante todo narcisista- del cuerpo una defensa frente al Edipo. una fidelidad al padre, una represión de la homosexualidad ... No es menos cierto que traduce una síntesis imposible entre el narcisismo y las pulsiones. Ese mismo clivaje es probablemente. en parte. un efecto de la herida narcisista infligida por el rechazo paterno. Sus deseos edipicos se acompañan efectivamente de un odio terrible que aparece en sus sueños. donde figuran hombres heridos. banados en mares de sangre. mientras que la agresividad hacia su madre. hecha responsable del abandono de que ellas han si· do víctimas. permanece profundamente reprimida. Se manifiesta, sin embargo, cuando Marie llora y se rehúsa a salir con una madre que se descuida. pretende ella. o en el relato complaciente y en extremo cruel que hace de una corrida donde los cuernos del toro destripan al caballo (por lo demás. narra varios sueños de escena primitiva). La pregenitalidad. y muy en particular la analídad. es reprimida o sofocada: a propósito de una escrófula o de un forúnculo del que ha sido operado alguno de sus allegados. escribe: «Admiro a Zola. pero hay cosas que todo el mundo dice y que yo no m e puedo resolver a decir. ni aun a escribir. Empero. para que no piensen que se trata de horrores, les diré que la más fuerte es la palabra purgado: me molesta lncluir aquí semejante palabra: no vacilo en decir ni canalla ni otras cosas de ese género. pero aquellas pequeñas suciedades inocentes me repugnan". Y también: •He soñado que me explicaban lo que tengo en el pulmón derecho: en ciertas partes. el aire no
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penetra . . . lo que hace aumentar .. . pero es dema· siado repugnante para contar. basta con que esté afectada... Se comprende que. en esas condiciones. una de las otras vías que pudieran conduc irla a colmar un poco la falla entre su yo y su ideal, la de la creación artísti· ca, se encuentre a menudo también obturada, porque el proceso de sublimación se halla impedido en parte por la represión de las pulsiones pregenitales. El fra. caso de sus tentativas de .. restablecimiento narcis ista• (Grunberger. 1956) alcanza perfecta expresión en el informe que da de una representación de Fausto a la que asistió. Se trata de la intérprete del papel de Mar· gartta. a quien le falta enteramente la voz: uAl comienzo creí que estaba emocionada, asustada. y cuando a cometió el aria del Rey de Thule, temblé por ella y m e causó tanta vergüenza. un espanto tal. que me escon· dí en el fondo del palco como si fuera yo la cantante». En este episodio reencontramos la vergüenza como afecto que cara cteriza un fracaso (aquí por identifica· ción) en el nivel del ideal de l yo. fracaso ante testigos (los espectadores) y que conduce a querer esconderse o desaparecer. En el curso de este libro me he referido al nexo que la vergüenza mantiene con la analidad . La exhibición que pretende ser confirmada narcisista· mente por los pares (concebidos como objetos homosexuados. alter ego). si yerra su objetivo, equivale a una desidealizacíón del yo, a una caída de la cara : di· cho de otro modo, a un devela.miento del ano con una concomitante resexualización de las pulsiones horno· sexuales. He podido observar la siguiente secuencia en una paciente. secuencia que a mi parecer se refiere a la misma problemática, aunque situándose en el seno de una estructura diferente. Se trata de una joven. abandonada durante su análisis por el hombre a quien ama. quien se casa con otra mujer. Mi paciente reacciona a ese abandono con un odio violento y numerosos pa· sajes al acto (cartas. llamadas telefónicas. etc.). En la trasferencia. yo soy ora el hombre que la abandona. ora la rival. a veces los dos simultáneamente. Sin embargo. es patente el aspecto maternal y homosexual 227
del conflicto. de cuyas raíces infantiles no hemos dt· ocuparnos aquí. A propósito de una de mis interven· ciones. me acusa de ser destructiva porque. dice, doy la impresión de suponer que ella no es amada por esk hombre (recuerdo que él acababa de casarse con olra mujer y que. según sus relatos. parecía manifestar verdadero cansancio ante sus pasajes al acto). Un tiempo después. ella cuenta haberlo encontrado y haber advertido que él quedaba subyugado: de ella se despren· dia una luz. un resplandor que lo sedujeron totalmente. Ante el aspecto erotomaníaco de estos dichos. le dije que tal v ez le resultara insoportable presentarse ante mi como rechazada. porque esto la dejaba en una posición humillante. Al decir esto yo tenia la intención de rozar la significación del aura resplandeciente (y. por lo tanto. idealizante) de que intentó adornarse en mi presencia cuando me contó la manera en que había subyugado a su ex amigo. En algunas de sus descripciones. Marie Bashkirtseff se reviste también ella con un resplandor casi idéntico. Se puede apuntar que esta uaura" es el correspondiente de aquella de que se revisten el objeto. en el enamoramiento. o sus uapariciones en los estados místicos {véase nuestro capitulo sobre el enamoramiento). De hecho. como vimos, había sido rechazada por su padre . Ser rechazado, abandonado como Marie. como mi paciente. puede de una manera general hacer que el sujeto se viva como un desecho. un d esperdicio. es decir. un excremento. Ahora bien. en el nivel del proceso primario, contenido y continente se confunden. Mostrarse fecalizado o exhibir su ano son una misma cosa. El lenguaje ratifica esta identidad contenido-continente en las expresiones .. tomar un vasou o "ª cielo abierto•. por ejemplo. 11 ,
En el caso d e m1 pacie nte. en aquel momento m e pareció comprender que la herida narcisista debía ser enmascarada a mis ojos en tanto el rechazo experimentado equivalía a una exposición anal pasiva anle mi. Esta intervención tuvo por efecto apaciguarla inmediatamente. En la sesión que siguió. ella aportó un sueño en el que debía tomar dos píldoras anticonceptivas.
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una que concernía a ~u amante (se trataba de un amorío pasajero). y la otra. a una persona rubia. Ella misma analizó su sueño: expresaba su dest>o de recibir de mi. como madre. un hijo. No solamenlc las manifestaciones de una trasferencia homosexual positiva sc volvieron más nítidas. sino que el aspecto un poco inquietante de su malcrial dejó silio a un mayor insight. A veces la vergüenza. ligada al fracaso narcisista. puede conducir no al delirio sino. como sabemos. al suicidio. Se trata entonces de la realización de la fantasía que acompaña a este afecto: la de desaparecer. de no encontrar la mirada de los prójimos. Se dice tam-· bién del que tiene vergüenza que ya no puede mirar a los otros en Ja cara. que no puede enfrentar a los otros. cara y frente sobre las cuales el ano oculto se ha inscrito. Se •mucre de vergüenza•. y si se dice que el ridículo no mata. es por desmentida. Paralelamente. el deseo de hacer desaparecer los testigos de una afrenta. de una infamia. para borrar de ese:' modo sus huellas y su recuerdo. es un motivo de homicidio muy frecuente. No m e refiero aquí sólo al deseo de matar a quienes son la causa directa de la vergüenza. como en la venganza por honor. sino de la muerte de aquellos ante los cuales el sujeto apareció humillado. La fantasía de la desaparición de los tesligos de la vergüenza es muy frecuente. Así. un cantante. dotado de una hermosa voz. y el mejor hombre del mundo si lo hay. me cuenta que en sus comienzos. mal aconsejado, incluyó en su repertorio una obra que. en ocasión de una función de gala. le valió burlas. Ocurre que conocía a casi todos los oyentes (esto sucedía en una ciudad de provincia). Tiempo despué,, supo del fallecimiento de uno de los asistenLes. sintió como un alivio. ¡y su ambición confesada es que se complete de t"Se modo toda la lista! Porque sólo en ese momento la vergüenza quemante desaparecerá. Se puede C'omparar esta fantasía <'on la orden. dada por la Castiglione que envejecía. de velar todos sus espejos. testigos de su herida narcisista. Recordemos tam· bién el pasaje ya citado donde Marie Barshkirtseff ha· ce raspar una de su~ telas. lo cual la mala. dice (se trata de un doble de ella misma). pero la alivia. 229
En la mujer. una de las modalidades de regulación de la autoestima reside en la fantasía de poseer un p<'· ne. He tenido ocasión de decir en otra parte que el prl mer objeto sobre el que se proyecta la omnipotencit-t perdida. el pecho. y después la madre. se vive al mis· m o tiempo como causa de haber sido arrancado d<'I narcisismo. y que a través de las vicisitudes de los conflictos pre-edipicos. la posesión de un pene. órgano que faJta a la madre. puede ser fantaseada como el triunfo realizado sobre la madre y, por lo tanto. como la re· conquista de la omnipotencia perdida. Muchas muje· res piensan que todos sus problemas y. en fin de cuen· tas, el de la coincidencia de su yo y de su ideal. se resolverían por la posesión de l órgano masculino. La envidia del pene se trasluce claramente en Marie Bashkirtse ff. No sólo ella practica tiro, caza. monta a cabaJlo. sino que pertenece al movimiento ·El derecho de las mujeres". Escribe: •Tengo un zapatero que se llama D ... y que hace de mi pie. ya pequeflo. un objeto de curiosidad. No se com prende que se pueda caminar con eso. Es delgado. pun· tiagudo. nada natural pero bonito y asombroso. Esto ha causado una especie de estupefacción entre las damas de Palacio. y M. de M . . . no oculta s u asombro. él mira el pie. Ni siquiera creo que lo encuentren boni· to. pero es extraorclinario11. Si la envidia del pene resulta de la gana por el órgano que falta a la madre. no es menos cierto que. e n Jos casos en que existe una fuerte tensión entre el yo y el ldeal. la envidia del pene se puede concebir como una tentativa de focalización. análoga a Ja que existe en Ja fobia. de un dolor torturante por su vaguedad. su perma nencia y su extensión. Se t rata de un dolor del ser y no del tener. aunque el símbolo nos intro· duzca obUgatoriamente en el registro del tener. puesto que el ser no se simboliza. Pienso que podemos apli· car. de mane ra general. a la envidia del pene en la mu· jer y sus relaciones con la tensión entre el Ideal del yo y el yo. la interpre tación que da Green del suicidio de Ayax: 230
11Ayax se mata porque las armas de Aquiles se adjudican a otro. Pareciera que en su caso se trataría de la relación con un tener de que fue privado. No nos en· gañemos. Ayax sufre una herida del ser 1••. J Es un atributo fálico el que le falta. pero en tanto le procuraría la admiración de amigos y enemigos. Por eso su reacción es la vergüenza, como si su atribución a otro signara su desgracia y su no-valor" (Green. 1969). La mención por Freud ( 1937) de depresiones graves que sobrevienen en ciertos análisis cuando se trata de hacer renunciar a la paciente a su envidia del pene sólo se comprende, me parece. si el pene focaliza las aspiraciones de unión entre el yo y el ideal. porque en tal caso la paciente seria invitada a abandonar la esperanza de recuperar una plenitud de ser. En este libro he insistido en ciertas formulaciones freudianas referidas al ideal del yo: el deseo de 11scr granden. la proyección del ideal •ifrente• al sujeto. lo que me condujo a conferirle el sentido de una promesa que. así. s e inscribe en el futuro; esto me sugirió retornar la terminología de Michel Fain y Pierre Marty. que comparan ideal del yo y esperanza . El afecto caracteristi· co de la depresión es la ausencia de esperanza o la desesperanza. signo del abandono -más o menos totaldel proyecto de unión entre el yo y el ideal. Aunque reducida a considerar sólo una porción del espectro de la enfem1edad de idealidad. y habiendo renunciado a estudiar verdaderamente la depresión. sin embargo tuve que referirme a ella. Me sumé a la opi· nión de Francis Pasche, quien ve en el ideal del yo del deprimido "una producción narcisista del superyó personificado [ ... J impuesto al sujeto desde fuera•. También opiné que se trataba de un superyó que había hecho regresión a la fase sádico-anal. e Investido. narciststamente, un «molde• presentado por el educador. análogo a la coraza del carácter de Reich. que Interpreté como representante d el recto parental en el periodo del entrenamiento esfinteriano. A menudo el ideal del yo propuesto al deprimido está representa· do por un progenitor muerto prematuramente y que. adornado de todas las perfecciones por el progenitor 231
supérstite por obra de sus propios conílic'tos con l'I muerto. es presentado al niño como un mod("lo inal canzablc. La comparación entre el esquema de la manía y el de la depresión nos conduce. rreo. a corroborar la. necesidad de operar una distinción entre et ideal dl'I yo y el superyó. distinc ión que por lo demás he in ten lado sustentar y matizar en el último capítulo de este libro. En la depresión. el objeto ambivalenciaJ perdido está incluido en el yo. y el superyó. a liado a este idea l del yo •impuesto desde fuera•. se encarniza con el yo. En tal caso no hay lugar, me parece . para el ideal dd yo personal. En la manía. según lo dice Freud todavía en 1921. el yo se fusiona con el ideal del yo y no ron el superyó. según lo afirmarán Rado y Lewln. cualquiera que sea la multiplicidad de sentidos que contenga el ideaJ del yo en Psicología de las masas y análisis del yo. Lewin insiste sin embargo en la unión del niño y del pecho en el curso de los estados de elación maníaca: ahora bien. me parece que esa unión es. en el nivel oraJ. una representación de la fusión con el objeto primario. es decir. un retorno al estado de indiferen ciación del yo y del no-yo. inherente aJ momento en que el narcis ism o no había sido a ún arrancado aJ yo. Que ese estado se acampane de un destabicamlento de las instancias y, por lo tanto. de la desaparición del superyó. he ahí algo que me parece evide nte. En cuanto al nivel anal. la omnipotencia que se ejerce e n él contra los objetos. de los cuaJes sabemos. desde Karl Abraham, que están sometidos a un proceso rápido e incesante de incorporación y de e xpulsión. verdadero juego intrapsíquico del ·•Carretel•. puede conducir al sujeto a la fantasía megalomanfaca bien conocida de Sf'r capaz de resucitar (Incorporar) y dt> hacer morir (expulsar) al ob· jeto ad libitum . Así. una paciente. durante una de mis ausencias. sonó que dejaba morir a una planta a la que después regaba. y esto aJternadamente varias veces se· guidas. Del m ism o modo. alimentaba y después deja· ba morir de hambre a un pequeño hamster que se ponía flojo y cerraba un ojo hasta que una nueva ración lo reanimaba. El objeto <>s reducido entonces al estado
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de un objeto parcial perteneciente al sujeto y del que este se convierte en el amo absoluto. lo que lo pone a salvo de toda pérdida de la que él no fuera el agente. En este caso es el ideaJ del yo el que se ha unido al yo. hasta donde una unión absoluta de ese orden es posible fuera de los primerísimos estados de la vida o en la muerte. y es esta coincidencia misma la que ha removido al superyó. pero de algún modo se trata de un efecto secundario. Y existe, en la manía. una razón suplementaria para la desaparición del superyó: es. precisamente. la manipulación que el sujeto ejerce sobre sus introyectos y. por lo tanto. sobre el superyó. La prueba de que sin embargo la coincidencia entre el yo y el ideal no es absoluta nos la proporciona la evidencia de que se conservan las categorías del adentro y el afuera. lo que acerca el yo maníaco al yoplacer purificado, en que los objetos son Incorporados (tragados) o expulsados (escupidos) según sean placen: teros o displacenteros (cf. 11La negación... Freud. 1925). El cuerpo del maniaco (y del toxicómano) es semejante al que describen Evelyne y Jean Kestemberg con Simone Decobert en su estudio sobre los anoréxicos (1973): un tubo abierto en sus dos extremos por donde penetran y se evacuan sin fin los objetos. No es que pretenda reconducir la anorexia a la manía o a la toxicomanía, pero se trata de un punto quC" me ha sorprendido por S 'J congruencia C'On lo que st." observa en esas entidades nosológicas. Porque el maníaC'o y el toxicó· mano que ejercen ese control omnipotente sobre sus objetos tratan de volverse lo más independientes posible de lodo aporte exterior. en una tentativa de creación de un sistema autárquico que los ponga a salvo del abandono y. por lo tanto, de la depresión. y que en consecuencia tiende a mantener el yo en la proximidad de su ideal. Así. uno de mis pacientes, alcohólico. soñó que estaba en una institución donde la orina recogida era tratada de manera de extraer el alcohol que al parecer contenía. alcohol que se podía ingerir de nuevo. Dos de mis pacientes. sin ser anoréxicas. se provocaban vómitos después de haber comido. Una de ellas 233
presentó una toxicornania transitoria. Las dos hah1.111 tenido varios abortos, lo cual reproducía. en olro r1I vel. ese movimiento de Uenado y de vaciamienlo q111· se manifestaba en sus vómitos provocados después di' la absorción de alimento. De este modo, su cuerpo 1·ra vivido como el tonel de las Danaides. Enseguida vol veré sobre el caso de una de estas pacientes. Anlt's quiero apuntar que con esta salvedad de que los ma niacos no han desembocado en una confusión total cou el objeto, se trata en ellos. sin duda. de una aproxima ción entre su yo y su ideal. No se explica de otro modo Ja inversión total de los afectos que se verifica en los hipomaniacos con relación a los deprimidos: los prl· m eros son de un incurable optimismo. consen·an la esperanza más allá d<' toda verosimilitud -es el universo del happy end (gracias a la desmentida de fragmentos enteros de la realidad)- mientras que los segundos se desesperan o. dicho de otra manera. ni siquiera fan tasean ya el reencuentro del yo y del ideal. (Me he referido a los hipomaniacos y no a los manía· cos porque. si se quiere oponer esperanza a desesperanza. no se puede. en verdad. comparar los maníacos con los deprimidos. puesto que los primeros están incluso más allá de la esperanza, que todavía pospone la felicidad al porvenir. Es aquí y ahora como el maníaco se realiza en la fiesta.) Una de las dos pacientes vomitadoras a que m e acabo de referir presenta. me parece. un material que aclara un punto que tal vez no se puso suficientemente en evidencia. si bien creo que se trasluce en filigrana en la mayor parte de mi trabajo: el papel de las pulsion<.>s anales en el proceso de idealización. Mélanie Blanche es una joven de veintiocho años cuando acude a consultarme. hará de esto unos siete años. Se queja por no poder terminar s us estudios de letras. y por estar angustiada. Hasta donde lo recuerdo. ese fue el motivo esencial de su demanda. En la adolescencia había hecho un análisis cuya última parte se realizó cara a cara. Es una bella joven inteligente y culta. amanerada en exceso. que durante las sesiones entrelazará sus dedos con aire soñador en un mechón de sus cabellos que usa largos. manipulará ani234
llos antiguos l'On preciosidad, y pasará horas enleras C'n detenerse ante la pronunciación de ciertas palabras. como vagina. nalgas. pubis. pelos. etc. Perpetuamcn· te a punto de dar. me deja sin embargo perpetuamente frustrada. Interpreto ese comportamiento. en ocasiones sucesivas, como una manera de •encenderme• sin dejar que m e satisfaga: después. como una manera de negarme sus deposiciones. La primera interpretación se liga al hecho de que ya al comienzo de su anáJisis me dijo que estaba embarazada y contenta de estarlo porque llega a mi presencia 11provista.. , que no va a guardar el hijo, que es su tercer embarazo y que este último. como el anterior. será interrumpido por su padre. El análisis de su relación con el padre muestra lo mucho que de continuo intenta seducirlo. Se turba en su presencia, no puede permanecer con él en la misma habitación. etc. También dirá que sus padres no mantienen ninguna relación sexual. duermen en ca mas separadas. La actitud del padre, quien le proporciona una pera de inyección y le explic-a el modo de emplearla cuando ella parte de vacaciones con un amigo. y que le introduce una sonda cuando está encinta. parece corroborar sus fantasías de ser el objeto sexual único de su padre. Excitarme dejándome con las ganas es hacerme vivir lo que le hace vivir su padre que la mantiene en la ilusión de sC'r su compañera. sin sa tisfacerla de verdad. salvo en el modo dr una penetración sádica y mutiladora. En este mismo período me cuenta que tenía el hábito. cuando pequeña. de comer glotonamente chocolates hasta el hartazgo. y provocarse después vómitos. Entonces pasamos a elaborar su dificultad para guardar lo que incorpora. y después su dificultad para expulsarlo si piensa que alguien (su madre o yo) podría tomarle lo que tiene en el vientre (sus palabras. su hijo. sus deposiciones . _ . }. Así intenta ponerme fuera de circuito: por el hecho de llegar ••llena... me muestra que no tiene ninguna necesidad de tomarme algo: está. según sus propias palabras. •provista•. y si empero se desembaraza de lo que tiene en el vientre. no es para dármelo sino para reinteriorizarlo. El conjunto me evoca con evidencia una problemática de duelo no consu235
mado. pero por el momento nada en el material riw pe rmite sustentar mi hipótesis. De manera corrdall va a ese s istema autárquico de circulación del objclo, la paciente con fiesa una vida sexual pobre e n vista de· una actividad masturbatoria importante. lo que ta m bié n sucedía con mi otra paciente vomitadora y poli · a bortante. Sus fantasias se centran esencialmente t·11 la iniciación de una joven por parte de una mujer se· vera. directora de escuela por ejemplo. Apareció entonces el personaje de una vieja nodriza. Mme Hork n · se. que hoy tiene ochenta años y que permaneció c 11 casa de la familia hasta que la paciente cumplió los veinte. Pero no sale a luz ningún recuerdo. salvo e l de la severidad y la devoción de esta mujer. Al mismo tiempo la paciente. que se ha animado un poco a llamar pan al pan y vino al vino. no ha perdido nada dt> su amane ra miento y tiene frecuentes sueños de nieve y bla ncura. Sueña también con Greta Garbo. que le parece un ideal fem enino de belleza y de pureza. Pero sueña que •la Divina" muere. Le sugiero entonces que tal vez esté harta de su .. pureza,. y que su ideal recu· bre en realidad otros deseos. Es en esta época cuando elaboramos el problema que recubre s u rechazo de s u pertenencia judía . En efecto. se hizo católica en la ado· lesce ncia. pero ya no practica. Lo judío es identifica· do por ella con la analidad . Pasa a soñar con Anouk Airnée . n acida Dreyfus. Al tiempo que esto ocurre . m e e leva <.:oncientem entc por las nubes: ha leído uno de mis escritos. y lo ensa lza. Sobreviene un sueño que sacude este bello edificio: un artista llamado Allamira expone en una galería. Sopla viento e n el local. Altamira es la analista. dice ella; esto expresa su ualta ad · mlraeión• por mi obra. Yo apunto entonces: •pero eso es sólo vie nto•. (Por lo de más. cabe observar que Alta· mira es tambien;'e l nombre de unas cavernas. y que de este modo se percibe e l lugar donde. secretamente', coloca ella mi obra: en s u caverna. donde sopla vien · to.) Su idealización de mi misma. de sus pulsiones. así como s u esteticismo en general. recubren sus pulslo· nes sádico-anales. l!:.stas interpretaciones hará n que aflore un mate· ria) que m e dejará perpleja durante largos meses. El 236
cáncer de un tío y el ano artiflcial del que es después portador servirán de restos diurnos para una serie de sueños que invadirán el campo analítico. Así . ella sueña. de manera sucesiva y repetitiva. con la muerte de todos los miembros de su familia: padre. madre. tios. tías. etc. Yo misma muero. y a veces es a Freud muy viejo y canceroso a quien se ve aparecer. En un sueño. s u padre tiene una gran mancha de sangre sobre su piyama. a la altura del ano. En otro sueño. se encuentra con él en una biblioteca circular donde se ven libros encuadernados en cuero. sopla viento. Esa misma noche, está con su tío portador del ano artificial. Dentro de una bolsa de goma se evacuan los excrementos. Ella está excitada. Después. cementerios que regresan cada noche con ataúdes. olores de podredumbre. Yo no comprendo gran cosa de esas hecatombes. de esos olores que me suben hasta la nariz. me invaden y casi me hacen lamentar la época en que esos cadáveres en descomposición estaban recubiertos por una pura y alba idealización. Me consuelo absolviéndome de mi irritación contratrasferencial que acompañaba al amaneramiento y el esteticismo de mi pa· ciente durante la prolongada fase anterior. a maneramiento y esteticismo que escondían un osario. a la manera en que las flores más delicadas crecen sobre las tumbas. Me consuelo también diciéndome que no es dado a todos tener una necrófila sobre el diván. En ese momento. Mme Hortense enfermó de una hemiplejía consecutiva de un ataque cerebrovascular. Mélanie Blanche corre hacia ella. en provincia. donde permanece en cama. inválida. incontinente. en su vieja casa. una chata pestilente junto a su lecho. las fotos de sus muer· tos en las paredes. Mélanie Blanche. acostada en el dormitorio vecino. la puerta entreabierta. se masturba . Percibo con claridad los elementos perversos. pero no comprendo el porqué de estos precisamente. ¿Por qué la muerte. los cementerios? Es cierto. seria más simple si un duelo infantil m e permitiera ver que Mélanie Blanche se ha hecho el receptáculo. la tumba del obje· to perdido. identificado con los excrementos según la clásica descripción de Karl Abraham. Pero no hubo
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duelo infantil. y además eso no bastaría para explicar los elementos perversos. sádico-anales y necrófilos. Mélanie Blanche sigue con sus sueños de cementerio. Así, ante una tumba recubierta de flores piensa que estas se nutren del cadáver que se pudre en la lle· rra. Esto la hace vomitar. Le digo que ya no consigue reprimir lo podrido. lo negro. las pu1siones anales con ayuda de las flores que están a su vez contaminadas por lo que ahora en vano tratan de enmascarar. Ella misma es la flor que se nutre del cadáver. y. ante esta toma de conciencia de su necrofagia (desde luego no es el término que utilizo). se ve obligada a expulsar lo que ha tragado. La interpretación me parece correcta pero incompleta. ¿De qué cadáver se trata? Ella me vuelve a hablar d e Mme Hortense. De repente. siguiendo el hilo de mis asociaciones. salgo de la situación analítica y le pregunto:
se
"¿Tenia marido Mm(" Hortense?•. •Sí. pero nunca lo vio•. •¿Y a qué se dedicaba?... ••Era sepulturero. ¡Ah! si. eso es, nunca había pensado en ello. Es divertido. Mme Hortense había tenido un primer marido. que murió. Había sido necesario. no sé por qué razón. exhumarlo. Mme Hortense hablaba a menudo de esa ex· humación ... Un día Mme Hortense abrió un placard. Porque yo no se lo he dicho: yo vomitaba en el baño. pero a veces en bolsitas. alineadas en un placard. Mme Hortense las descubrió. Yo tendría dieciocho años. Ella me pilló pero no dijo nada. Cuando era más pequeña, escondía ropa interior ensangrentada en un cochecito de muñeca. Fue mi padre quien la descubri6 11 •
«¿La exhumó?•, pregunté. A todas luces no era indife-
rente que hubiera sido yo quien. al cabo de seis años de análisis. hubiera llegado a desenterrar los maridos d e Mme Hortense. maridos que nunca habían sido mencionados hasta entonces. Esta sesión marcó un punto de giro en la cura. Mélanie Blanche ha abandonado casi por completo su tono precioso y su esteticismo amane rado. Sus inhibiciones intelectuales han cedido en parte. Dejan lugar a un tipo de sublimación más auténtica. Su insight ha 238
aumentado. Trata de comprender lo que ella misma llama su necrofilia y su perversión. Por mi parte imagino que las fantasías de la nodriza han debido de desempeflar un papel importante en la elaboración de los temas sexuales de Mélanie Blanche. Sin duda, anles de ser el objeto sexual del padre. ha debido ser el de la nodriza. y la ausencia del marido de esta. su oficio. la exhumación del primer esposo tan a menudo relatada. han debido de fijar las fantasías de escena primitiva de Mélanie Blanche. ¿Aquel cadáver no sería el marido sepultado en las entrañas de Mme Horlense. reducido a un objeto parcial, a un fetiche? Todavía me faltan algunos elementos que una remoción más completa de la amnesia infantil pudiera aportarme para poder comunicar esta reconstrucción a Mélanie Blanche. Recientemente me ha hablado de su abuela, muerta cuando Mélanie Blanche Lenia ocho años y paseaba en las montañas en invierno. (Encontramos aquí la nieve de sus primeros sueños.) Le ocultaron esta muerte. Ella durmió con los manguitos de su abuela hasta la edad de dieciocho años. Ha vuelto a tener un sueño de ce· menterio: recubierto este por una capa de hielo en cuya superficie unos patinadores hacen gráciles evoluciones. Dice a un hombre. con quien me asocia: 11Son elfos. no gusanos". Es asi. precisamente. como se podría definir la ideallzación según he intentado mostrarla en el perverso en particular. oponiéndola a la sublimación. Una capa de hielo, de belleza. de pureza. que recubre excrementos; sólo una comunicación entre los dos niveles vuelve posible la sublimación. 11Son elfos. no gusanos" es también lo que afirman, en el plano de las pulsiones. los que proclaman sus ideales morales. y sabemos que esta exhibición suele ser sospechosa. Ferenczi. en una entrevista de que he tomado conocimiento hace poco tiempo. y que se incluye en la edición francesa de sus obras. dice que no hay que asombrarse si se descubre la vida privada y las relaciones personales de los grandes idealistas tan a menudo marcadas por una brutalidad grosera. porque el idealismo sirve precisamente de máscara de pulsiones sádicas no sublimadas. 239
No se podria hablar dC'l id eal del yo sin referirst· al prototipo de la Ilusión que es. según F'reud. la relf~tó11 . El camino que tomaré para hacerlo me permitirá. asl lo espero. formular algunas hipótesis sobre la evolu c ión de la patología que he intentado dilucidar a partir del modelo de la perversión. Cua ndo Freud tra ta del nacimiento de las religiones e n Tótem y tabú. libro que. decía él a Abraham. estaba destinado a asestar un golpe mortal a la religión. lo hace. según recordamos. a partir del .. mito científico• darwiniano de la horda primitiva. retomado por Atkinson : «Un padre violento. celoso. que se reserva todas las hembras para si y expulsa a Jos hijos varones cuando crecen • es as<'sinado un día por los hermanos expulsados y coligados contra él, después s u cadáver es devorado por esos primitivos caníbales que así desean apropiarse de sus c ualida des envidiadas. Pero muy pronto un sentirnien· to profundo de culpa. favorecido verosímilmente por la ina n idad del asesinato -porque ninguno de los hi· jos pudo tomar el lugar del padre muerto-. hizo que los m iembros de la fratria escogieran un tótem. por lo general un animal. común a la tribu. e instituyeran la prohibición de matarlo. salvo una vez por año cuando el animal era sacrificado ritualmente y devorado por toda la tribu. Al mismo tiempo. por una s uerte de obe· diencla retrospectiva al padre muerto. se rehusaron a recoger los frutos de su acción y se prohibieron tener relac iones sexuales con las mujeres a quienes habían liberado. El sentimiento d e culpa de los hijos engendró de ese m odo ulos dos tabúes fundamentales del to· tcmismon, que se confunden con los deseos reprimi· dos dC'I complejo de Edipo. La religión expresa la reverencia hacia el padre muerto. adorado en lo sucesivo bajo la forma de tó· tcm . y aJ m ismo tiempo conserva el recuerdo del triun· fo sobre e l padre muerto por la reproducción del rito del banque te totémico. La ternura y el arrepentimiento hacia el padre muerto son entonces la fuente única de la moral y de la religión . Pode m os ver. a través de esta descripción del totemismo. que el padre muerto es idealizado en la forma del tótem . No obstante, creo que este ideal del yo así erigido (y que se proyectará
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después sobre las divinidades. y lu<'go sobre el Dios único de las religiones monoteístas bajo la forma de la omnipotencia que se le atribuye) se liga a factores complejos que no lo convierten en el heredero directo del narcisismo primario. En efecto. esta idealización del padre muerto se funda aquí en la necesaria represión de las pulsiones agresivas de que ha sido objeto y que han dejado lugar al miembro positivo del par ambivalente amor-odio, lo que aproxima esta idealización al mecanismo descrito por Melanie Klein. Por otro lado. y es lo que me parece fundamental en las religiones, el padre. al menos en la misma medida en que es e l representante del ideal del yo. figura en ellas el del superyó. Una vez más. código moral y religión son inseparables. según lo destaca Freud. Señalemos de pasada -como el superyó no es nuestro tema no nos detendremos en esto- que la instancia moral tal como está constituida filogenéticamente e n el esquema freudiano se presenta más evolucionada que en su surgimiento en el desarrollo individual. En el primer caso. ha nacido del sentimiento de culpa (por lo tanto. del miramiento por el objeto), y. en el segundo. del miedo de castración (por lo tanto. de los miedos por el yo). Comoquiera que sea, el Edipo y el superyó ocupan un lugar decisivo en la religión. Freud imaginaba. de manera por una vez optimis· ta. que la ilusión. de la cual la religión era a su juicio el representante por excelencia. tenía un limitado porvenir, y que un día la ciencia ocuparía su lugar. Opinaba que no sólo Tótem y tabú estaba destinado a destruir la religión cuyas raíces inconcientes ponía en evidencia. sino que la humanidad. según corno él lo dejó entender. entraría finalmente en la era científica. •Ojalá un día el intelecto. la razón, ejerzan su dictadura sobre el espíritu humano. tal es nuestro más ardienk anhelo... proclamó ( 1932). Oponiendo ciencia a religión. consideraba que el psicoanálisis. rama de Ja primera. apresuraría ese feliz acontecimiento. De hecho, la ciencia ha hecho progresos gigantescos desde que él escribió Tótem y tabú. El porvenir de una ilusión y Nuevas conferencias. pero el espíritu humano como tal está lejos de haber entrado en la era científica. Es cierto 241
que la religión ha recibido un fuerte golpe. pero ha sido para ceder el lugar a las Ideologías, a la superstición. o para degradarse en una mística. Así. más qut· nunca. •la vida verdadera está más alláu. Paradójicamente. este optimismo no era el de Saint-Simon. a quien se atribuye haber pronunciado en su lecho d<: muerte esta frase profética: uLa religión no puede desaparecer. sólo puede trasformarse• ( 1825). Max Weber. cuya obra, en el dominio de la sociología, es comparable en ciertos aspectos con la de Freud. ha dicho que la ciencia produce un desencantamiento del mundo . Todo ocurre. en efecto. como si la ciencia. con su explicación racional de los fenómenos. hubiera destruido las religiones en tanto también ellas pretenden constituir sistemas explicativos del universo; pero la necesidad de ilusión quedó vacante. Y en el momento en que esto sucedió. aquella necesidad insaciada destronó la razón de manera mucho más violenta que lo habían hecho las religiones. Porque la ilusión tiene sus grados. y un sistema en que la dimensión edipica de la psique es conservada no merece ese nombre con igual fundamento que uno que la aniquila. La mística. a la inversa de la religión. no se entrama ni con el Edipo ni con el superyó. (Como tampoco lo hacen, por lo demás. las ideologias, según he intentado definirlas.) Ella corresponde al afan de unión del yo y del ideal por la vía más corta. Constituye una fusión en el objeto primario. y aun e n los casos en que este último está representado concientemcnte por Dios, no deja de ser. e n el fondo. un equivalente de la madre anterior a la diferenciación. Dive rsas descripciones de éxtasis místicos nos lo prueban. Así. San Francisco de Sales dice que, en ese estado, el alma es como un niñito de pecho, a quien la madre, para llenarlo de su ternura cuando aún lo tiene en brazos, destila la leche en su boca sin que él tenga que mover siquiera los labios. Freud. que admitía la existencia del sentimiento oceánico. el sentimiento primarto del yo. pero pretendía no haberlo experimentado nunca. y que proponía al padre como objeto de la identificación primaria. parece haber dejado de lado. con ello. todo un aspecto de la psique humana que hoy tiende a ocupar un lu-
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gar cada vez más grande. La búsqueda del sentimie nto oceánico a través de la droga. la mística y las ideologías. ha remplazado a la vía mucho mas larga que ofrecen las re ligiones. en las que el paraíso se gana a costa de muchos sacrificios, al menos e n los casos en que lo prometen. lo que no sucede en la religión judía. Pero nunca se trata de Paradise Now. La religión misma. en la medida en que subsiste. experimenta una alteración en el sentido de una abrasión de su dimensión edipica. Freud, cuando en Moisés y Ja religión monoteísta ( 1939) retoma la historia del origen de las religiones. muestra que el anhelo de los hijos de ocupar el lugar del padre casi se ha realizado en el cristianismo, donde Dios Padre pasa a un segundo plano. y el compromiso religioso fundador de la moral. que concilia el arrepentimiento y el triurúo sobre el padre. se zanja en él claramente en favor de ese triunfo. Sin embargo -agregaremos nosotros-. el hecho de que el Padre subsista allí junto aJ Hijo. aunque sólo fuera como brillante segundo. representa los vestigios del arrepentimiento y, por lo tanto. el mantenimiento del superyó. Karl Barth. que en este punto expresa una poderosa corriente dentro del mundo cristiano actual, preconiza un cristocentrismo que disuelve la figura del padre y, de ese modo. franquea el paso que en mi opi· nión separa la religión de la mística. porque el reino absoluto del Hijo implica de manera latente la unión con la madre. Un slogan de los American Jesus Freaks aconseja: •Después de la religión. ensayen con Jesús11. Más todavía: si la ciencia es aborrecida porque destruye el alimento espirttual: la ilusión. de la que el hom· bre está ávido. sin embargo en un plano mucho más profundo s e la vive como activadora de esa misma ilusión. En efecto. el progreso científico. si pone en práctica los procesos secundarios. si exige una sucesión de actos. de tanteos. de pruebas. si es el resultado de un trabajo siempre recomenzado. de una acrisolada paciencia. y si se inscribe en una dimensión psíquica donde campean las diferencias y. por lo tanto. la evolución. no por ello se deja de experimentar, en el nivel de los procesos primarios. en cuanto a sus resultados. como si fuera magia. El hombre. cuando contempla 243
en la televisión el alunizaje. no sólo ve un polvo grisáceo en sustitución del uastro de la argentada frente•" la reina nocturna)., la uantorcha fúne bre•. 110iana11 o ·Selen<.'H, lo que aniquila uese reino d el Sueño. provin· cia de la Ilusión, capital de la Pompa de Jabón•, para no retomar sino algunas de las m etáforas poéticas cé· lebres que ha inspirado nuestro satélite. sino que pronto encuentra nat ural. trivial y aburrida la extraordi· naria proeza de la que se lo invita a ser testigo. Y lo que me parece que resulta de esto. e n el nivel de los procesos primarios. es una impaciencia creciente. como si el hombre ya no se pudiera acomodar a los ritmos naturales de la vida sino que se hubiera puesto a funcionar según el modelo de las máquinas que él mismo ha creado. Así, paradójicamente. Ja ciencia parece actuar como una potente activadora de la ilusión. Aunque el psicoanálisis siempre tenga inte rés en referirse ante todo a los fa ctores internos para expli· car los fenómenos de que trata. y en no considerar la sociedad como si estuviera aislada de las raíces inconcientes individuales. a modo de un Golem que se independizara de su creador o. en el límite. de una umáquina de influirn. en lo que concierne al ideal del yo. concepto axial entre lo individual y lo colectivo. me parece legitimo tomar e n cuenta activaciones de orí· gen externo (pero que Uenen sus raíces e n la psique individual de cada ser humano) del viejo deseo del reencuentro del yo y del ideal. por la vía más corta. la de la ilusión. La evolución de la patología. según he tratado de ponerla en evidencia. tal vez -no es más que una hipótesis- se pueda atribuir a esos factores que tienden a tomar los progresos d e la ciencia como la confirmación de una reunión imposible e inmediata del yo y del id('al y a remplazar la religión por la mís tica y la idcologia. Un hombre que funcionara según el modelo de la máquina ya no podría ser una "máquina deseanten (una expresión d e Oele"uze y Guattari) -puesto que el deseo implica proceso. evolución y diferencias- sino que sería una máquina que giraría ('ll el vacío y terminaría por destruirse a sí mis ma como ciertas creaciones de Tinguely. Asi. el •anti · Edipo" no puede sino desembocar en la muerte. 11
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Apéndice
El ideal del yo en la obra de Freud Como sabemos, Freud emplea por primera vez el término 11ideal del Yº" en «Introducción del narcisismo... en 1914. No obstante. desde un punto de vista meto· dológico parece apropiado examinar Jos textos ante· riores a ese año. en los que la noción. sin ser nombra· da, se- presenta ya con mayor o menor claridad. Este relevamicnto cronológico permitirá sin duda seguir mejor la línea argumental que conducirá a Freud a in· traducir formalmente el concepto de ideal del yo en el psicoanálisis.
1895. Proyecto de psicología
Proponemos retener rn primer lugar esta frase que se lee en la primera parte, titulada ·Plan general". del •Proyecto de psicología": .. EJ organismo humano es al comienzo incapaz de lle· var a cabo la acción especifica (o sra. una alteración del mundo exterior susceptible de disminuir las excitaciones inte rnas. por ejemplo. el aporte de alime nto. que produce una vivencia d e satisfacción Hgada a Ja desaparición de las tensiones). Esta sobreviene mediante auxilio ajeno: por la d escarga sobre el camino de la alteración interior (por ejt'mplo. el be rreo drl niño). un individuo experime mado advierte el estado del ni· ii.o. Esla vía de descarga cobra así la función secundaria. imporlante e n e xtremo. de la comunkación. y el inicial desvalimiento d e l Sl'r humano e s la fuente primordial de todos los moU\'OS morales ...
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Juzgué preferible proceder primero de manera fragm enlaria. citando los textos de Freud unos después de otros. para ensayar posteriormente una reconstruc-ción del rompecabezas que no dejará de formarse dl' ese modo. 1897. Cartas a Fliess
En estas cartas. Freud. en tres ocasionf's. m en cio· na la novela familiar. que después. en 1908. fue tem a de uno de sus artículos. sobre el cual he de volver. En la carta 57 del 24 de enero de 1897. opone la actitud humilde de la histérica hacia su padre magnificado. que está en el origen de una aspiración a ideales inaS<'quibles que le impiden la vía del matrimonio. a la del paranoico. cuya megalomanía. a la inversa. se com· bina con la creación de mitos relativos a su nacimiento. En una nola de la carta 63 del misrno ano, retoma su idea de la novela familiar del paranoico. En la famosa carta 71 del 15 de octubre , también de 1897. donde anuncia a Fliess el descubrimiento del complejo de Edipo a través de su autoanálisis. se refiere nuc· vamente a la novela familiar de los paranoicos -héroes o fundadores de religiones- (el modelo es aquí la no· vela familiar cristiana). En estos textos. la novela familiar se liga a la m egalomanía paranoica.
1905. Tres ensayos
En ellos encontramos m encionada una vez la idealización . y ello a propósito de las perversiones y. más precisamente . del factor m e ntal en las perversiones: •Quizá justamente en las más horrorosas perversiones es preciso admitir la más vasta contribución psiquica a la trasmudación de la pulsión sexual. He aquí una obra del trabajo anímico a la que no puede negarse. a pesar de su horrible resultado. el valor de una idealización de la pulslón•o.
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Entrevemos aqui un aspecto, muy importante en mi opinión. del proble ma de las perversiones en general. a saber: el ideal del yo en el perverso. que a mi parecer desempeña un papel fundamentaJ para la comprensión de las perversiones en general. por una parte. y del desarrollo normal. por la otra (punto que abordé en el capítulo ·El Ideal del yo y la perversión,,). así co· modela s relaciones entre el ideal del yo y la sublimación. a las que también dediqué un capítulo de este libro: •El ideal del yo y la sublimación en el proceso creador•. Sabemos en efecto que la descarga del perverso es la de las pulsiones parciales no reprimidas, no sublimadas. que empero han experimentado un proceso de idealización. como dice Freud en el texto.
1907-1908. El creador literario y el fantaseo Dos aüos después vuelve a plantar nuevos jalones que interesan a nuestro asunto. En primer lugar. es· ludiando el juego de los niños. dice: 11El jugar del niño estaba dirigido por deseos. en verdad por un solo deseo que ayuda a su educación: helo aquí: ser grande y adulto. Juega siempre a "ser grande", imita en el juego Jo que le ha devenido familiar de la vida de los mayores• (las bastardillas son mías]. He propuesto con-
siderar que el deseo de "ser grande de ser adulto y como los adultos. es uno de los contenidos esenciale5 del idcaJ del yo del niño en su desarrollo normal (esto ha sido estudiado en el capítulo "El ideal del yo y su evolución ..). De manera paralela al juego del niño de "ser grande ... Freud estudia las fantasías de los adultos. Y la primera cosa de que habla es precisamente de la actitud del adulto frente a sus fantasías: uEI adulto se avergüenza d e sus fantasías y se esconde de los otros. las cría como a sus intimidades mas persona· les. por lo común preferiría confesar sus faltas a confesar sus fantasías ... Y un poco más adelante trata de explicar esta vergüenza del adulto frente a sus fantasías: por una parte, este .. sabe lo que de él esperan: que ya no juegue ni fantasee. sino que actúe en el mun· do real: por la otra. entre los deseos productores de 11 •
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sus fantasias hay muchos que se ve precisado a esconder: entonces su fantasear lo avergüenza por infantil y por no permitidou. Aquí es también refiriéndose. según opino. anticipadamente. al concepto del ideal del yo, como Freud aborda el problema de las relaciones del adulto con sus fantasías. En efecto. tenemos que anticipar lo que dice en el articulo de 1914 y recordar que para Freud el ideal del yo es •proyectado frente a sí" por el individuo. aun si tiene sus raíces en la época bienaventurada y perdida en que el yo era para él mismo su ideal. es decir. la del narcisismo primario. El ideal del yo es en consecuencia un proyecto en el sentido pleno del término. y si ser grande f>s para el niño perfectamente sintónico con su ideal así considerado. las fantasías del adulto constituyen. en esta perspectiva. un retorno hacia atrás. hacia conductas infantiles. no adultas. ¿Hay que agregar que el fantaseo aparece aquí como una actividad autoerótica de tipo anal? (ulas cría como a sus intimidades más personales". dice Freud ... ). ¿Y agregar también que Ja actividad autoerótica, además de estar siempre ligada a una Intensa culpa, lo está más todavía a la herida narcisista infligida por la escena primitiva y la conciencia profunda del niño de ser un objeto sexual inadecuado. rechazado y humillado por los objetos mismos de su deseo (cf. "El ideal del yo y la perversión•)? La actividad fantaseadora. aun con independencia de su contenido. constituye entonces una inmersión en un universo en que el niño ha intentado superar su frustración y su impotencia por medio de la omnipotencia de su pensamiento. Ella parece poseer un estatuto particular puesto que, en relación con el ideal del yo adulto que impulsa al sujeto hacia la realidad. es regresiva. irrisoria y. en tanto constituye el recuerdo de una herida narc isista fundamental. provoca vergüenza: al mismo tiempo que. por sus contenidos. es capaz de compensar las faltas que le dieron nacimiento: •Los deseos pulsionantes 1••• 1 son deseos ambiciosos. que sirvf>n a la exaltación de la personalidad, o son deseos erólicosn. dit'e Freud en el mismo texto. y agrega que esos dos tipos de deseos casi siempre co248
existen. porque •la dama para la cual el fantaseador lleva a cabo todas esas hazañas" se descubre con facili· dad en muchos casos tras las fantasías de a mbición . Se puede pensar que la coexiste ncia tan común de las fantasías que hoy llamamos narrisistas con las fantasías e róticas obedece a la tentativa de reparar la conmoción precoz y profunda que ha experimentado la megalomanía infantil por obra de- la esce na primitiva . En cuanto a l sentimiento de vergüenza que en este ca· so sería m ás inte nso que la culpabilidad. se refie re. se· gún cie rtos autores a quienes he tenido oca sión d e mencionar. a las relaciones del yo con el ideal del yo. y no al superyó (que enge ndraría sentimiento de c ulpa). Recordemos también que, para F'reud, todo retor· n o a una ac tividad o a investiduras superadas s e acompaña d e vergüenza. y que el s ujeto que ha progresado por e l camino de su d esarrollo ha e rigido. por a sí de· cir. dios es nu evos (ideales nuevos) mientras que los dioses abandonados (los que la regresión le hace recn· contrar) s e han vuelto peligrosos y repugnantes (Tó· tem y ta bú . 1912-13: coLo ominoso •" 1919).
1908-1909. La novela familiar Al año siguiente. Freud definirá de manera m ás pre· cisa el anhelo del niño de •ser grande•. Nos aproximamos mucho. en cons ecuencia, a la noción de ideal del yo. al m e n os en el plano descriptivo: 11Llegar a parecerse a e llos -vale decir. al progenitor de igual sexo-. a ser grande como el padre y la m a dre: he ahi el deseo más inte nso y más grávido en consecuencias d e esos años infantilesn. En este te xto, Freud re toma su idea sobre la doble corriente de las fantasias: erótica y am· bic iosa. Del amor frustrado del niño y de s u ambición na<'era la novela familiar en la cual los padres que él se inventará serán siempre de rango social e kvado. En muchos casos. sólo el padre se rá un personaje presti· gioso, porque el niño se considera fruto d e la infideli· dad mate rna. Pero. según Freud. no hay que atribuir al niño se ntimientos únicamente hostiles hac ia el padre. Este es de hecho exaltado. sobrevaluado. Diría249
mos uidealizado•. como si el niño quisiera reencontrar en ese padre sustitutivo e] padre magnificado de su primera infancia. Un agregado de 1909 a La interpretación de los sueños. capitulo VI. en la parte que trata de los símbolos. menciona que 11El emperador y la em· peratriz (el rey y la reina) figuran de hecho, la mayo· ría de las veces. a los padres del soñante; él mismo es el principe o la príncesau. Cuando nos encaminamos hacia el texto fundamental de 1914. encontramos. a partir de 1910, cierto número de obras donde comienza a figurar el concepto que Freud introducirá al mismo tiempo que el de ideaJ del yo. y del cual será. en ese momento. inseparable. a saber. el narcisismo. 1910. Nolas de 11Tres ensayos" La primera referencia escrita que tenemos es una nota de 1910 de Tres ensayos. aunque el narcisismo hubiera sido mencionado por Freud en una reunión de la Sociedad Psicoanalitica de Viena el l O de noviembre de 1909. Desdichadamente. las minutas de esta sesión han desaparecido. La nota de Tres ensayos concierne a la homosexualidad. Freud menciona un apego breve y violento a Ja madre seguido de una identifi· cación, a consecuencia de la cual Jos futuros homosexuales se toman ellos mismos como objeto de amor. Es decir que proceden a partir de una base narcisista y están en busca de un joven que se les parezca y a quien puedan amar como Ja madre los amó a ellos.
1910. Leonardo
1911. Schreber
El mismo año. en Leonardo. retoma exactamente Ja misma idea. Pero me parece que será en 11El caso Schrebero y después. en cierto modo. en Tótem y tabú. donde Freud tocará más de cerca los problemas del ideaJ del yo y del narcisismo aun antes de haber dado un nombre al primero de esos conceptos. Recordemos algunas de las proposiciones esenciales de 250
Freud en .. EJ caso Schreber•: la demostración freudiana recaerá sobre todo en la evolución de la enfermedad -que pasa de una paranoia de persecución a una paranoia religiosa- y en la reconciliación. que esta evolución ha vuelto posible. con la fantasía de deseo homosexual pasivo. Al comienzo. la mudanza en mujer (la emasculación) es vivida. dice Freud, «como un acto de grave daño y de persecución. y que sólo secundariamente entró en relación con el papel de redentor. Es indudable. también. que al principio estaba destinada a producirse con el fin del abuso sexual y no al servicio de propósitos superiores. Expresado en términos formales: un delirio de persecución sexual se trasformó en el paciente. con posterioridad. en el delirio religioso de grandeza. E inicialmente hacía el papel de perseguidor el médico que lo trataba, profesor Flechsig; más tarde Dios mismo ocupó ese Jugaru. Sabemos que el propio Schreber. en un pasaje de sus Memorias citado por Freud. quien le atribuye una im-
portancia decisiva. muestra el carácter saludable de la evolución del delirio de emasculación: "Más adelante expondremos les Schreber quien habla] que una emasculación para otro fin -adecuado al orden del universo- se encuentra dentro del campo de Jo posible. y hasta puede contener la probable solución del conflicto11. La mudanza en mujer es vivida al comienzo. y Freud insiste en este punto. como un «abuso sexualn. Freud vuelve sobre esta cuestión de la vergüenza en otra ocasión: «Veía Ja mudanza en mujer como una irrisión a que Jo condenaban con un propósito hostil•. Cuando el objeto del deseo homosexual pasivo del Presidente se trasforme. y deje de ser un médico para convertirse en Dios. aquella vergüenza desaparecerá: .,5¡ era imposible avenirse al papel de la mujerzuela frente al médico. Ja tarea de ofrecer al propio Dios la voluptuosidad que busca no tropieza con igual resis· tencia del yo. La emasculación deja de ser insultante. deviene "acorde al orden del universo".,, 251
Releyendo •El caso Schreber•. m e ha sorprendido la importancia primordial que se da aquí a lo que tres años después se llamará el ideal del yo. En efecto. la feminización es. para un hombre. Incompatible con su id eal del yo. Se habrá reparado en que. como siempre que está en juego el narcisismo. el sentimiento dominante es la vergüenza: no quiero decir que no exista una posibilidad de descubrir la culpa detrás de todo eso. en especial porque Schreber conoció episodios depresivos. pero la vergüenza prevalece e n la fase persecutoria de su enfermedad . M ás aún. la fantasía de castración. tan terriblemente peligrosa para el yo. se vuelve aceptable a partir del momento e n que el ideal del yo se pone de su parte. Esto parece mostrar que existiría un miedo -al menos en la psicosis- más fundamental que el de la castración propiamente sexual. una pérdida del valor na rcisista del sujeto. una lesión profunda de su yo frente a su ideal. puesto que a partir del momento e n que esta castración se produce en beneficio de Dios. el sujeto la siente narcisistamente aceptable. El pierde su pene pero conquista un falo narcisista aJ servicio de los designios divinos. Ahora bien. ¿quién es Dios? Una relación demasiado erotízada o demasia do agresiva con el padre vuelve imposible la proyección del ideal del yo sobre el padre y su pene: el pene sigue siendo un pene. un objeto sexual. sin devenir un falo. E l sujeto no tiene más remedio que erigir su propio yo como ideal del yo. germen de su futura megalomanía. Pero sabemos. por otra parte. que el padre de Schreber fue ~ n la realidad el tipo de padre que vuelve la desexualización de la relación con su pene muy difícil y. en todo caso. precaria (cf. Racamier y Chasseguet-Smirgel. 1966). Por lo tanto. se puede suponer que la fijación narc isista es aquí muy importante. A propósito de l Presidente Schre ber y de la paranoia. justamente. Freud hablará de ese •estadio por el que se atraviesa en el camino que va del a utoerotismo al amor de objeto•. que é l llama narC'i· sismo. En este texto. e l autoerotismo corresponde a un estado en que yo y no-yo están confundidos. y en que la investidura libidinal sigue siendo vaga e ilimitada. mientras que el narcisismo consiste e n que 11d 252
individuo empeñado en el desarrollo. y que sintetiza en una unidad sus pulsiones sexuales de actividad autoerótica. para ganar un objeto de amor SC' toma prim ero a si mismo. a su cuerpo propio. antes de pasar de este a la elección de objeto en una persona ajena... Dicho de otro modo. el narcisismo es concebido aquí como la investidura de un yo bien deslindado y separado del objeto. La necesidad de reencontrar en el otro los caracteres del yo y. en particular. sus caracteres sexuales. conduce a la etapa siguiente -la elección homosexual de objeto-. y sólo después a la heterosexualidad. En ese momento. las pulsiones homosexuales no desaparecen: son desviadas de su meta. sublimadas. y pasan a formar los instintos sociales. Si. C'omo lo dice Freud en el texto de 1914. proyectar el ideal del yo sobre el objeto no supone ipso facto la sublimación de las pulstones en juego. me parece evidente que el mantenimiento del lazo erótico y agresivo con el objeto. que le impide llegar a ser un soporte adecuado del ideal del yo. implica una precaria su· blimación de las pulsiones homosexuales. 11Personas que no se han soltado por completo del estadio del narcisismo. vale decir. que poseen allí una fijación que puede tener el efecto de una predisposición patológica, están expuestas al peligro dt" que una marea alta de libido que no encuentre otro decurso someta sus pulsiones sociales a la sexualización. y de ese modo deshaga las sublimaciones que habían adquirido en su desarrollo». Prosigue Freud: 11Los paranoicos conllevan una fljación en el narcisismo. y declaramos que el retroceso desde la homosexualidad sublimada hasta el narcisismo indica el monto de la regresión característica de la paranoia11• El reflujo de la libido sobre el yo está en el origen de la m egalomrulia (o. más bien. de un retomo a la megalomanía infantil). El punto d e partida del proceso se encontraría. con la mayor frecuencia. en las mortificaciones. los relegamientos sociales. en los que se dis253
cierne -dice Freud- ula participación de los componentes homosexuales de la vida de sentimientos... Todas estas proposiciones de Fre ud anticipan el texto de 1914. donde establecerá el vinculo enlre el ideal del yo y la libido homosexual. Además. si volvemos a la pregunta u¿Quién es Dios?•. podemos decir que es el resultado final y en definitiva salvador (Freud considera la evolución hacia la paranoia mística como "una especie de curación de una tentativa de proyectar el narcisismo sobre el objeto. es decir. de constituirse un ideal del yo, siendo que la misma tentativa había fraca~ado cuando tenia por soporte a Flechsig (aunque se descubren en relación con él numerosas huellas de la misma intención: Flechsig habría pertenecido a ula más elevada nobleza celestial ... por ejemplo). Se puede pensar que la evolución hacia la paranoia religiosa sólo es posible a partir de la existencia de un núcleo a-con11ictual de la relación primaría con el objeto. y que el ideal del yo se alimenta de esta fuente. Parece que mientras más la relación con el objeto homosexual. el padre en este caso, haya sido conflic· tualizada y. por lo tanto. haya quedado sexuallzada. más la proyección del ideal del yo se hará sobre un personaje abstracto y grandioso, es decir. en el límite. Dios mismo. Se puede pensar entonces -y volveremos sobre esto a propósito de Tótem y tabú- que una parte de la megalomanía se alivia de ese modo. en la medida misma en que se ha vuelto posible la relación objeta! homosexual fantaseada. mientras que un repliegue casi total de la libido sobre el yo existe en la forma persecutoria de la paranoia. donde el sujeto. por eso. no puede ser sino su propio ideal. y alcanza en consecuencia un punto culminante de megalomania. Vista en esta perspectiva, la paranoia es. por excelencia. una enfermedad del ideal del yo. 11 )
1912-1913. Tótem y tabú
Me parece que Freud muestra en este texto, con mucha claridad y un año antes de haberle dado un nombre. el estatuto particular del ideal del yo. entre 254
la megalomanía infantil y el amor de objeto. entre el principio de placer y el principio de realidad. y ello a propósito de la técnica mágica del primitivo animista que se basa en la omnipote ncia de los pensamientos. Como sabemos, distingue tres fases en la evolución de las concepciones humanas del mundo: animista. religiosa y científica, y sigue el destino de la omnipotencia d el pensamiento a través de esas tres fases: «En el estadio animista. el hombre se atribuye la omnipotencia a si mismo: en el religioso. la ha cedido a los dioses. pero no renuncia seriamente a ella. pues se reserva . por medio de múltiples influjos. guiar la voluntad de los dioses de acuerdo con sus propios deseos. En la cosmovisión científica ya no queda espacio alguno para la omnipotencia del hombre. que se ha confesado su pequeñez y se resigna a la muerte ... Compara la fase animista con el narcisismo. la fase religiosa con el momento en que. alcanzado el estadio objeta!, el narcisismo es proyectado sobre los progenitores. y la fase científica, con la fase de madurez en que el individuo se aviene a las exigencias de la realidad (si bien. por lo demás. Freud se muestra escéptico acerca de la posibilidad de alcanzar plenamente ese estadio. y habla de los ccresiduos del animismo en la vida moderna,,). Es la fase religiosa la que correspondería. dice Freud. "ªaquel grado del hallazgo de objeto que se caracteriza por la ligazón con los padres". La proyección del narcisismo infantil sobre los padres es constitutiva. sin duda. del ideal del yo. que de este modo se presenta como un paso adelante en Ja conquista del sentido de la realidad. con un compromiso progrediente entre el principio de placer y el principio de realidad. en condiciones en que el niño ya ha aceptado abandonar su megalomanía primaria en beneficio del objeto. Si ahora intentamos re unir rápidamente los elementos que podemos extraer de estos textos anteriores a 1914. entrevemos que el ideal del yo: l. es un proyecto del niño de llegar a ser adulto (uLa creación lileraria y el fantasean) y. más precisamente. 2!15
como los padres, y sobre todo como el progenitor dd mismo sexo (oLa novela familiar .. ). La libido en cuestión será. en consecuencia, esencialmente homosexual (•El caso Schreber.. J: 2. es de origen narcisista. al tiempo que representa una evolución hacia la objetalidad. Tiende a mantener el narcisismo originario. a la vez que lo proyecta sobre el objeto (11El ('aso Schreber11, Tólem y tabú). pero nace de una conmoción de ese narcisismo primiti· vo. de la impotencia original del ser humano. que está obligado a buscar Ja satisfacción, la descarga de sus tensiones. en un objeto externo, adulto (11Proyecto11).
1915. Pulsiones y destinos de pulsión De manera antlcipatoria podemos cotejar este últi· mo texto con una nota de .. pulsiones y destinos de pu1siónu: "Por cierto. el estado narcisista primordial no podría seguir aquel desarrollo si todo individuo no pasara por un periodo en que se encuentra desvalido y debe ser cuidado. y durante el cual sus urgentes necesidades le fueron satisfechas por aporte desde afueran. Es en este punto, al parecer. donde se situará la primera formación del ideal del yo. proyección (sobre el objeto que pennite al yo impotente sobrevivir) de la megalomanía jaqueada. El nacimiento del ideal del yo sería contemporáneo de las primeras frustraciones y del nacimiento del objeto: 3. mantiene vinculas con la sublimación (.. Et caso Schreber11) pero no se lo podría confundir con ella. Concierne aJ objeto. en tanto que la sublimación concierne a la pulsión. No obstante. Freud menciona una idealización de la pulsión en el perverso (Tres ensayos): 4. si es posible dilucidar en esos textos anteriores a 1914 ciertos aspectos de lo que llegará a ser el ideal del yo. es en cambio muy dificil, en mi opinión. adivinar los nexos que Freud establecerá en .. introducción del narcisismo" entre esos aspectos del ideal del yo -que aparecen en lo esencial como una fantasía. un proyecto de identificación del niño con el adulto. con el padre del mismo sexo- y la instancia moral (salvo
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en el •Proyecto•). Un vistazo sobre el capítulo VII d e La interpretación de los suenos nos permite. e n efec-
to. cerciorarnos de que la censura que Freud sitúa e n la primera tópica entre lo inconciente y lo preconcien· te. por una parte. y lo preconciente y lo conciente. por la otra. no tiene nt'xos explíC'ilos con el ideal del yo nlatente.. que hemos intentado dilucidar. pe ro los tiene con lo que Freud describirá e n 1914 como lo constitutivo de una instancia critica: y esta función pasó a ser la que hoy te nl'mos el hábito de asignar al superyó.
1914. Introducción del narci sismo Ilernos \'isto que Freud ya ha hablado del narcisismo a n tes d e introducir e l conce pto en el cuerpo de la leona psil.:oanalitica. Sin retomar el conjunto de la con· cepción del narcisismo expresada e n este texto. recordemos sólo. en la m edida en que esta noción resulta indispensable para comprender el ideal del yo. que Freud no presenta aquí el narcis ismo como un esta dio o aun varios estadios evolutivos. sino como una investidura permanente. transevoluliva. del yo. a partir de la cual los objetos puede n ser inveslidos en grados diversos sin que el yo put'da nunra despre nde rse por completo de su libido en favor de los objetos. Es en la tercera parte de este trabajo donde Freud introduce e l concepto de ideal del yo. S . Shentoub me ha hecho notar. con acierto, que Freud debió d e hablar del ideal del yo ante los psicoanalistas vieneses d esd e 1912. como se lo puede comprobar C'n la corrC'spondencia entre él y Lou Andreas Salomé. "El hombre se ha mostrado incapaz de renunc ia r a la salisfacrión d e que gozó una vez», dice Freud. Esta satisfacción es la que le procuraba Ja perfección narcisista de s u infancia. •No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia. y [ . .. 1 proc ura recobrarla en Ja nueva forma dc·l ideal de l yo. Lo que él proyecta frente a si como s u idea l es el suslituto del narcisismo perdido de s u infancia. <'n la quC' é l fue su propio ideaJ ... Hay que notar que F're ud tiene aquí e n vista. en el a rran· 2!17
camiento del niño de su perfección inicial, las •admoniciones de otros" y el d espertar del juicio critico. y no la evolución espontánea del yo, lo que ligará el ideal del yo con la conciencia moral y. en particular, con la represión. que provendría •del respeto del yo por si mismo•. Erróneamente se interpreta a veces el ideal del yo en este tex'to como el equivalente de una instancia. Más bien se lo concibe allí como una fantasía •proyectada frente a sin, según dijimos antes, fantasía que tal vez pueda permanecer en parte inconciente. nacida de Ja perfección narcisista perdida bajo el influjo de la criti· ca parental. En cambio. existe junto al ideal del yo un a instancia cuyo cometido es •velar por e l aseguramiento d e la satisfacción narcisista proveniente del Ideal del yo• y que. con ese propósito, vigila de continuo al yo real y lo coteja con ese ideal. El delirio de observación de los paranoicos muestra la génesis de esta Instancia. porque aquí la incorporación de la critica parental fue disuelta. y reproyectada al exterior bajo la forma de voces. Es esencialmente la libido homosexual la que ha sido utilizada en la formación del ideal del yo. La autoestima se liga a la evaluación que la instancia critica (conciencia moral y censura) hace del yo en relación con el ideal del yo. Dice Freud: uEl desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece por medio del d esplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde fu era; la satisfacción se obtiene mediante el c umplimiento de este idealu. Esta noción de un ideal que se impone desde fuera me parece un punto importante de discusión en la medida en que nos podemos preguntar si no existe una formación mucho más espontánea del ideal del yo ligada. por un lado, a las identificaciones con los modelos parentales, independientemente -al menos en partede la formulación por parte de ellos de prohibiciones o de admoniciones. y, por la otra. a la existencia de 258
un programa innato del desarrollo psicosexual. es decir. del deseo de •ser grande•, punto sobre el que puse d acento en el capítulo sobre •El ideal del yo y su evolución•. F'reud concluye su articulo asignando al ideal d el yo un papel muy importante para la comprensión de la psicología colectiva. Es. en efecto. un concepto axial entre lo individual y lo colectivo. tema que él desarrollará en 1921 en Psicología de las masas y análisis del yo. •Ha ligado -dice-. además de la libido narcisista. un monto grande de la libido homosexual 1••• ) La insatisfacción por el incumplimiento de ese ideal libera libido homosexuaJ. que se muda en conciencia de culpa (angustia social) ... El término •angustia social" ha sido retomado por Freud en El malestar en la cultura ( 1929). en un momento e n que ya no utilizaba el término de ideal del yo sino que hablaba solamente del superyó. Y esa angustia social es relacionada. en ese texto. con una no interiorización del superyó. La nota tan profundamente narcisista de esta angustia ligada a Ja imagen que deseamos dar de nosotros mismos a los demás. donde el reflejo que ellos nos devuelven constituye para nosotros una apreciación de la conformidad de- nuestro yo con nuestro idea), la vergüenza que la acompaña. todo ello desaparece en esta segunda formulación que al mismo tiempo desdeña los lazos de este afecto con la homosexualidad. Me he referido a este problema en el capítulo «El ideal del yo y su evolución•. Por fin. Freud termina su artículo volviendo a referirse, a propósito de esto, al paranoico y al factor desencadenante en la paranoia: uLa frecue nte causación de la paranoia por un agravio al yo. por una frustración de la satisfacción en el ámbito del ideal del yo. se vuelve asi mas comprensible. como también el encuentro de formación de ideal y sublimación en el interior del ideal del yo. la involución de las sublimaciones y el eventual remodelamlen· to de los ideales en los casos de contracción de una parafrenía11.
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1916. Conferencias de introducción al psicoanálisis
En la conferencia 26ª. «La teoría de Ja libido y el narcisismo". Freud retoma lo esencial de sus proposi ciones de 1914 acerca del idc:-al del yo y la existencia de una Instancia critica encargada de apreciar la conformidad del yo con el ideal.
1921. Psicología de las masas y análisis del yo
Como se recordará. Psicología de las ma-.as y anádel yo parte de la idt>a de que existe una identidad de naturaleza entre Ja psicología colectiva y la psicología individual. El proyecto del libro se sitúa en la linea de Tótem y tabú. aunque en ciertos aspectos es continuación y desarrollo de ulntroducción del narcisismon, en particular de su último párrafo. Me limitaré a abordar los elementos que guardan relación con el tema que nos ocupa aquí. En el capítulo sobre 11La identificación•. Freud trata de estudiar las relaciones afectivas entre los individuos de una masa. Dos puntos retendrán aquí nuestra atención. En primer lugar. el capítulo comienza con la afirmación de la importancia de 1a identificación respecto del complejo de Edipo: el varonc.ito desea llegar a ser como su padre. a quien convierte en su ideal. Muestra con el padre "tma ide ntificación que lo toma por modelo•. Tres clases de identificaciones son posibles:
Jisi~
1. La identificación constituye la forma más primi· tiva de vínculo con el objeto. 2. Por regresión. ocupa el lugar del apego libidinal con el objeto. 3. La identificación se puede producir cada vez que una persona se d escubra un rasgo común con otra. Es lo que explica el apego de los individuos que componen una masa. en razón de su comunidad afectiva. que resulta de la índolr del vinculo que une a cada individuo con el jefe.
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Pero la lde ntificaciú11 l'Sla p1nw11'4' t11 mhi én en otros casos. Después de haber 11·t11111adn d 1·¡1·111plo d<' Tres ensayos y de Leonardo respt·c·to 1k 111 11k11ll11t·a ción e n el homosexual. Fr<'ud vuelvt· a 1·'
111 111 v m elancoliao ( 1916- 1917). El yo. explica Frt:ud. ~1· tllvl de en dos partes. una que st: en carn iza contra ot1a tl.1 que contiene al objeto perdido introyectado). La pm te agresiva del yo incluye a la uconciencia morak la instan cia critica del yo. "La llamamos -dice Freud"ideal de l yo". y le atribuimos las funciones de la observación de sí, la con cien cia moral. la cen sura oniii· ca y el ejercicio de Ja principal inlluenc ia en la represión. Dijimos que era la here ncia de l narc isismo originario. <"n el que el yo infantil se contentaba a sí mismo~. Se puede observar aquí que. si bien invoca su tra· bajo de 1914. Freud tiende a confundir el idea l del yo con la instancia critica (lo que e n 1914 no hacia). y a un a hacer que esta absorba a aquel. Hay quf:' agre· gar que fue e n s u trabajo sobre uDuelo y melancoliau donde la instancia critica ocupó todo e l espacio (no se trata allí de l ideal) que está en el origen de la elaboración. por Freud. de l concepto del superyó: allí desaparece el ideal del yo. si no en los términos. al menos e n cuan to a s us caracteres propios y a sus orígenes ante todo narcisistas. Aho ra bien, en Psicología de las masas y análisis del yo. el ideal del yo conserva un estatuto autónomo y unos caracteres específicos. En el desarroilo de su argumento. que se propone estudiar la organización libidina l de la m asa. F'reud pasa a examinar el enamo· ramiento y Ja hipnosis. En el primero. el objeto amado es sometido a una idealización: uel objeto es tratado como el yo propio. y por tanto en el enamoramiento afluye al objeto una medida m ayor de libido narcisista. Y aun en muchas formas de la elección amorosa salta a la vista que e l objeto sirve para s us tituir un ideal del yo propio. no alcanza do. Se a m a en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para 261
el yo propio y que ahora a uno le gustaría procurarse. para satisfac<:>r su narcisismo. por este rodeo". Freud dice que en todo enamoramiento encontramos una tendencia a la humiidad. a la limitación del narcisismo. y que el objeto absorbe. devora. por así decir. al yo que anula ante la persona amada. Simultáneamente a esta entrega del yo . .,fallan por entero las funcione~ que recaen sobre el ideal del yo. Calla la crítica. que es ejercida por esta instancia: todo lo que el objeto hace y pide es justo e intachable•. El amor es ciego y "la situación puede resumirse cabalmente en una fórmula: El objeto se ha puesto en el lugar del ideal del you. Tuve ocasión de aportar algunas observaciones sobre este problema en el capitulo "El ideal del yo. el enamoramiento y la gcnitalidacl1•, Para Freud. el hipnotizador está. respecto del objeto, en la misma situación que el objeto amado. El hipnotizador se ha puesto en el Jugar del ideal del yo (con exclusión del elemento sexual). Cabe apuntar. de pasada. que t:n este texto Freud atribuye al ideal del yo la función del examen de realidad. función que después devolverá al yo. Ahora bien. sostiene Freud. la relación hipnótica es semejante a la que liga al individuo de la masa con el conductor: ccUna masa primaria de esta indo/e es una mu!Utud de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo. en el Jugar de s u ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han identificado entre si en su yo•. Notemos que en este texto. el ideal del yo conserva sus caracteristicas especificas. en particular narcisistas. y que seria muy difícil remplazar en todos los pasajes •ideal del Yº" por •superyó". La masa tiene en común con la horda primordial que el conductor •sigue siendo el temido padre primordial; la masa quiere siempre ser gobernada por un poder irrestricto , tiene [ ... J sed de sometimiento. El pa· dre primordiaJ es el ideal de la masa. que gobierna al yo en remplazo del ideal del yo•. En realidad. el ideal del yo individual es abandonado en favor del ideal del yo colectivo encarnado por el jefe. Las particularidades individuales desaparecen en la masa. porque los individuos que la componen se identifican unos con 262
otros. Por lo tanto. en el nivel dd yo hay identifica· ción d e los miembros de la masa entre ellos. mientras un objeto externo común es puesto en el lugar del ideal del yo. Tal es la estructura libidinal de la masa. El carácter paterno del conductor ha sido discutido en el capitulo que dediqué a las relaciones del ideal del yo y del grupo. El ideal del yo constituye uun grado en el interior del yo (titulo del capitulo XI). Ahora bien. la separación entre el yo y el ideal del yo no puede ser sostenida por mucho tiempo. Ciertas instituciones permiten la regresión a un estado de indistinción entre el yo y su ideal: las fiestas. 11Ahora bien. el ideal del yo abarca la SL1ma de todas las restricciones que el yo debe obe· decer. y por eso Ja suspensión del ideal no podría menos que ser una fiesta grandiosa para el yo. que así tendría permitido volver a contentarse consigo mismo" !las bastardillas son mías] . Es Jo que ocurriría en la manía: el yo y el ideal del yo son uno. A la inversa. la miseria del melancólico es la expresión de una ten· sión extrema entre las dos instancias. 11
1923. El yo y el ello Freud introduce el término superyó como equivalente del ideal del yo y, cosa curíosa. para hacerlo se remite a su texto de 1914: uEn otros textos se expusieron los motivos que nos movieron a suponer Ja existencia de un grado ~n el interior del yo. una diferen· ciación dentro de él. que ha de llamarse ideal del yo o superyó" (cuando nunca habló del superyó antes de este texto de 1923). En una nota agrega que se equivocó cuando atribuyó a este superyó el examen de rea· lidad que pertenece al yo. Enseguida. aborda el proceso de identificación y la formación del •Carácter" qutresulta de la identificación con los objetos perdidos (In· troyección en el yo del objeto que se ofrece al amor del ello, donde la libido que el yo recibe tras las identificaciones es la fuente del narcisismo s~cundario). Los efectos de las primeras identificaciones son generales y duraderos. 26~
"Esto nos reconduce a la génesis del ideal del yo. pues tras este se esconde la idcntiiicación primera. y de mayor valencia. del individuo: la identificación con el padre de la prehistoria personal. A primera vista. no parece el rcsullado ni el desenlace de una inveslidura de objeto: es una identiflcac-ión directa e inmediata. y más temprana qur cualquier investidura de objeto. Empero. las elecciones de objeto que corresponden a los primeros periodos sexuales y atañen a padre y madre parecen tener su desenlace, si el ciclo es normal. en una Identificación de esa clase. reforzando de ese modo la identificación primaria... La complejidad de este problema se debe al carácter
triangular del Edlpo y a La bisexualidad. Al comienzo. el objeto del varoncito es el pecho de la madre. Y se asegura un dominio sobre el padre por identificación. Estas actitudes coexisten durante cierto tiempo. Después el padre pasa a ser un rival y la identificación se tiñe de hostilidad en razón del deseo de eliminarlo: es el Edipo propiamente dicho. La declinación del Edipo puede conducir a una identificación con la madre o. en los casos normales. a una identificación (reforzada) con el padre. La declinación normal del Edipo desemboca en una virilización del varoncito. No se trata de una identificación con el objeto perdido. aunque esta a veces exista. De hecho. la existencia del Edipo completo comprende cuatro tendencias y una doble identificación: uAsi. como resultado más universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo. se puede suponer una sedímentación en el _yo. que consiste en el establecimiento de estas dos identificaciones, unificadas de alguna mam:ra entre sr. Esta alteración del yo recibe su posición especial: se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del ,v o o superyó...
El superyó no es un simple residuo de los primeros amores del ello. y por eso se opone enérgicamente- a '.l64
esas elecciones. El superyó uk1· ·" VII u"J\••I (• 1111111 1 1 padre) debes ser", pero comprr11d1· 1.1111111111l1 p111ll1 bic]ón: "Así (como el padre) no te 1·s lldt11 '" 1, • •11111 no puedes hacer lo que él hace; muchas l'os,1 .. li· • 111\11 reservadas'·•. Aquí vemos surgir un antiguo <:onocimh-11\0, cid que a decir verdad Freud no habla en este texto. asa her. ula barrera del incesto" de los Tres ensayo~ . A
11El ideal del yo es. por Jo tanto. la herencia del complejo de Edipo [ ... J tiene. a consecuencia de su historia de formación. el más vasto enlace con Ja adquisición filogenética. esa herencia arcaica, del individuo. [ • • • 1 [y al mismo tiempo] satisface todas las exigencias que se plantean a la esencia superior en el hombre. Como formación sustitutiva de la añoranza del padre. contiene el germen a partir del cual se formaron 265
todas las religiones. El juicio acerca de la propia insuficiencia en la comparación del yo con su ideal da por resultado el sentir religioso de la humillación . que el creyente invoca en su añoranza. [ .. . ] La tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo es sentida como sentimiento de culpa. Los sentimientos sociales descansan en identificacion es con otros sobre el fundamento de un idéntico ideal del yo•. La religión. la moral. el sentimiento social forman la esencia más elevada del ser humano y se adquirieron a favor del complejo paterno. Al final de este capítulo. Freud denomina al superyó "el heredero del ello• y también ·formación reactiva frente al Edipo•1. La relación del yo ideal o superyó con el ello explica que esta formación sea en gran parte inconciente. Al comienzo del capítulo V, titulado .. Los vasalla· jes del yo••. Freud vuelve a describir la formación d el superyó: ·El superyó debe su posición particular dentro del yo o respecto de él a un factor que se ha de apreciar desde dos lados. El primero: es la identificación inicial. ocurrida cuando el yo era Lodavia endeble: y el segundo: es el heredero del complejo de Edipo. y por tanto introdujo en el yo los objetos más grandiosos. [ ... 1 Es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia e n que el yo se encontró en el pasado. y man· tiene su imperio sobre el yo maduro". La r eacción terapéutica negativa se ligarla al sentimiento de culpa debido al superyó. que impide al sujeto re nunciar a la enfermedad. El sentimiento de culpa (y de inferioridad) traduce el estado de tensión entre el yo ideal o superyó. y el yo. El poderosísimo superyó de la melancolía ha acaparado todo el sadismo del individuo y lo vuelve contra el ello; el superyó se convierte "en un cultivo puro de la pulsión de muertett. En esta concepción, el su· peryó es la vuelta sobre el yo de la pulsión de muerte que no ha sido dirigida hacia el exterior (cf. El males266
taren la cultura). De ahí el ht'<'ho !Ir q11r 11111111111•11111 nos agresivo sea el ser humano l'll el 1111111110<·1111'"11, más severo será su superyó (esto obt>dt·c·t· al ck'1ll1111 de la pulsión de muerte). 1923. Observaciones sobre Ja teoría y la practica de Ja interpretación de los sueños A partir de El yo y el ello. Freud ya casi no hablará del ideal del yo. En las uObservac!ones11, del mismo año, dice: "Nos basta comprobar que la separación del yo respecto de una instancia observadora. criticadora. punitoria (ideal del yo). vale también para la interpretación de los sueños... Se puede advertir que el ideal del yo así concebido ya no tiene nada en común con su precursor narcisista de 1914, y que . de hecho. está reducido a la instancia crítica.
1924. El problema económico del masoquismo
Al año siguiente. en 11El problema económico del masoquismo•. Freud considera que el propio superyó es un modelo y un ideal que resulta de la lntroyección de los padres idealizados. si bien es cierto que, en razón de la desmezcla pulsiunal que acompaña al proce· so identificatorio. serán sobre todo sus caracteres agre· sivos los que se retendrán. «Hemos atribuido al superyó la función de la concien· cía moral. y reconocido en el sentimiento de culpa la expresión de una tensión entre el yo y el superyó. El yo reacciona con sentimientos de culpa {angustia de la conciencia moral} ante la percepción de que no está a la altura de los reclamos que le dirige su ideal. su superyó. Ahora queremos saber cómo ha llegado el superyó a este exigente papel. y por qué el yo tiene que sentir miedo en caso de haber. diferencia con su ideal. ·Si ya tenemos dicho que el yo encuentra su función en conciliar entre sí. en reconciliar. las exigen267
cias de las tres instancias a las que sirve, podemos agregar que también para esto tiene <'n el superyó el arquetipo a que puede aspirar. En efecto. este super· yó es el subrogado tanto del ello como del mundo exterior. Debe su gc.>nesis a que los primeros objetos de las mociones libidinosas del ello. la pareja parentaJ. fueron introyectados e n el yo. a raíz de lo c ual el vínculo con ellos fue desexualizado. experimentó un desvio de las metas sexuales directas. Sólo de esta manera se posibilitó la superación del complejo de Edipo. Ahora bien. el superyó conservó c aracteres esenciales de las personas introyectadas: su poder. su severidad. su in· clinación a la vigilancia y e l castigo. Como lo he señalado e n otro lugar !El yo y el ello]. es fácilme nte concebible que la severidad resulte acrecentada por la desmezcla de puJsiones que acompaña a esa introducción en el yo. Ahora el superyó. la conciencia moral eficaz denlro de él. puede volverse duro. cruel. despiadado hacia el yo a quien tutela. De ese modo. el imperativo categórico de Kant es la herencia dir<"cta del complejo de Edlpo. nPero esas mismas personas que. como instancia de la conciencia moral. siguen ejerciendo una acción eficaz dentro del superyó después que dejaron de ser objetos de las mociones libidinosas del ello. pertene· cen. además. al mundo exterior real. De este fueron tomadas: su poder. tras el que se ocultan todos los influjos del pasado y de la tradición. fue una de las exkriorizaciones más sensibles de la realidad. Merced a esta coincidencia, el superyó, el sustituto d el complrjo de Edipo. deviene también representante del rnun· do exterior real y. así. el arquetipo para el querrr· alcanzar del you. Esta concepción del superyó como representante de· la tradición (los padres de los padres) se retomará e11 la tercera de las Nue,ras conferencias d e introducción al psicoanálisis (Freud. 1932).
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1932. Nuevas conferencias de ínlroducción al psicoanálisis En efecto. en el texlo de "La descomposición de la personalidad psiquican (1932), Freud. que aporta aqui elementos nue vos para la definición del superyó. introducr e n este. con más c laridad todavía. los "arquetipos ideales•: .. En el curso del desarrollo. el superyó cobra. además. los inllujos de aquellas personas que han pasado a ocupar el lugar de los padres, vale decir. educadores. maestros. arquetipos ideales•. «[El superyó] es también el portador del ideal del yo con el que el yo se mide. al que aspira a alcanzar y cuya exigencia de una perfección cada vez m ás Vé.!.Sta se empeña en cumplir. No hay duda de que ese ideal del yo es el precipitado de la vieja representación de los progenitores. expresa la a dmiración por aquella p erfección que el niño les atribuía en ese tiempo•. Si intentamos resumir brevemente estos puntos d<' vista. podemos señalar: l. Que aun antes de la introducción del superyó. las acepciones conferidas al ideal d el yo difieren notablemente d e un texto a otro. Así. en .ilntroducción del narc is ismo" y en Conferencias de introducción al psicoanálisis. es distinto de la instancia critica; en Psicología de las masas y análisis del yo. la instancia crítica es incorporada al ideal. 2. En este último texto es dondr parece comprender más significaciones nnarcisistas», al mismo tiempo que comienza a englobar caracteres que después se reconocerán al superyó y que se atribuirán d e man era expresa a la instancia crilica (la conciencia moral) en ..ouelo y melancolía". t:s interesante. en este sentido. siluar el texto de 1921 como 11he:-edcro11 del artírulo de 1914. pe ro al m ismo tiempo hay qui." tener en cuenta que fue escrito un año después de Más allá del principio de placer. es decir. con posterioridad a Ja introducción del instinto de muerte. A m e dida que nos alejamos del artículo de 1914. las raras alusiones al ideal del yo implican menos la 2fN
proyección del narcisismo sobre los padres que la in· corporación de los padres ideali1..ados. Recojo en este
punto w1a observación muy importante de Joseph Sandler y sus colegas ( 1963) . Señalan. en efecto. que:. en la evolución del concepto, Freud ha pasado de un ideal del yo que el sujeto constituye por si mismo (a fin de reconquistar su perfección perdida) a un ideal referido a los arquetipos parentales. Aunque estos dos movimientos puedan ser correlativos. el acento que desde 1923 se pone en el carácter prohlbidor y constrictivo del superyó (porque. no importa lo que se diga. los textos de Fre ud sobre esta Instancia la presentan sólo de manera por entero excepcional bajo una luz benévola. tal vez con la excepción de ·El humor•. 1927) confiere a los ideales un carácter que es igualmente objetal y constrictivo. Aunque se debe apuntar (cf. supra) que desde 1914 Ja frase uideal drl yo impuesto desde fuera .. introduce una ambigüedad. 4. Ningún texto de Freud reúne el conjunto de los caracteres que sus diversos trabajos. separadamente. reconocieron al ideal del yo. Al término de esta reseña. quiero decir unas pala· bras sobre el "Yº ideal•. Bien entendido que no se trata de un concepto freudiano. La lectura más atenta de los textos de Freud no permite detectar la menor dlferencla entre Idealicfl o lchideal (es decir. entre yo Ideal o ideal del yo). Sólo apasionados exegetas han podido empenarse (en Francia) en encontrar un sentido a lo que no es sino un artificio de lenguaje destinado a evitar la repetición. No obstante. Nunbcrg. y. tras él. cierto número de autores (en Francia. citemos sobre todo a Lagache). han intentado distinguir dos nociones en d interior del ideal del yo. basandose no en una intcrpretaclón errónea de los textos freudianos. sino en lo que les ha parecido ser una realidad clínica. Para Nunberg ( 1932). el yo Ideal corresponde al yo todavía desorganizado que se siente unido al e llo. Se· ria el yo del niño pequeño. y también el que encontra· riamos en ciertos accesos catatónicos o maniacos. en la demencia •Y hasta cierto punto también en las neu rosis ( .. . 1 En la fantasía de "retorno a l Sl'no matrr·
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no", el individuo trata de realizar ese estado Ideal de su yo [ ... Ju. Para Daniel Lagache (1966). Ucm· l11il'r<"s distinguir el yo ideal del sistema ideal del yo-s111)('ryó. 11El yo ideal. concebido como un ideal narcisista de· 0111 nipote ncia, no se reduce a la unión del yo con el dio sino que lleva consigo una identificación primaria con otro sc-r. investido de omnipotencia, es decir. la madre ... Por mi parte. no creí necesario distinguir e ntre ideal del yo y yo ideal. en la medida en que cualquier estudio del ideal del yo implica el de los diferentes modos de reconquista del narcisismo perdido. Que algunos de esos modos sean regresivos, que otros coincidan con las adquisiciones del desarrollo. he ahí justamenle lo qu<' m e h e propuesto mostrar. entre otras cosas. No me parece que se justifique introducir un concepto dis· tinto d el ideal del yo para designar las modalidades arcaicas del reen c uentro del yo y del ideal. Salvo que se lo haga por comodidad de lenguaje. lo que no debe hacer olvidar que se trata d e un deseo cuyo origen es análogo. aun si para realizarse toma por caminos diferentes: en todos los casos estamos en presencia d el narcisismo y de sus destinos.
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