CAMINOS DEL SILENCIO EDITH ESTHEIN EL MISTERIO DE LA NOCHEBUENA
1 Adviento y Navidad
1 Cuando los días se acortan paulatinamente y en un invierno normal comienzan a caer los primeros copos de nieve, surgen tímido y calladamente los primeros pensamientos de la Navidad. De la sola palabra brota ya un encanto especial, al cual apenas un corazón puede presentar resistencia. Aquellos Aquellos que no comparten nuestra fe y an los no creyentes, cr eyentes, para los cuales la vie!a "istoria del Ni#o de $el%n carece de significado, se preparan para esta festividad y discurren modos y maneras de encender aquí y all& un rayo de felicidad. 's como si desde semanas y meses atr&s un c&lido torrente de amor se desbordase sobre la tierra. (na fiesta de amor y alegría, esto es la estrella "acia la cual marc"amos todos en los primeros meses de invierno. )ara los cristianos y, en especial para los católicos, significa algo todavía m&s profundo. *a estrella los conduce "asta el pesebre con el Ni#o que tra!o la paz al mundo. 'l arte cristiano nos lo presenta ante nuestros o!os en numerosas y tiernas im&genes+ vie!as melodías, en las cuales resuena todo el encanto de la infancia, nos "ablan de %l. *as campanas del rorater orate- y los c&nticos del Adviento despiertan en el corazón del que vive con la glesia un an"elo santo+ y aquel que "a penetrado en el inagotable manantial de la liturgia se siente día a día m&s profundamente estremecido por las palabras y promesas del )rofeta de la 'ncarnación que dice/ 0ue caiga el
rocío del cielo20ue las nubes lluevan al !usto23saías 45,67. 0'l 8e#or est& cerca, venid ador%mosle209en, ven 8e#or, no tardes20Al%grate :erusal%n, ll%nate de gozo por viene tu 8alvador23;acarías <,<7-. = Desde el 1> "asta el =4 de diciembre resuenan las solemnes antífonas ?"- del @agnificat 30?" 8abiduría2+ ?" Adonai2+ Adonai2+ 0?" Baíz de :es%2+ 0?" *lave de David2+ 0?" Amanecer2+ 0?" Bey de los pueblos27 llamando cada cada vez m&s fervientes y ansiosas/ 09en a salvarnos2- Cada vez m&s prometedor resuena tambi%n el e aquí que todo se "a cumplido- 3en el ltimo domingo de Adviento7+ y finalmente/ oy ver%is que el 8e#or se acerca y ma#ana contemplar%is su grandeza-. )recisamente cuando al anoc"ecer se enciende el Arbol de Navidad y comienza el intercambio de regalos, una ansia todavía insatisfec"a nos impulsa "acia afuera, "acia el resplandor de otra luz, "asta que las campanas tocan a la @isa del allo y el misterio de la Noc"ebuena se renueva sobre los altares cubiertos de flores y de luces/ 0E el 9erbo se "izo carne23:n.1,147. 'sa es la "ora de la plenitud.
= 'l s%quito del i!o de Dios "ec"o "ombre
1 Fodos nosotros "emos sentido alguna vez una tal felicidad en la Noc"ebuena, aun cuando el cielo y la tierra todavía no se "an unido. *a estrella de $el%n es todavía "oy una estrella en la noc"e oscura. Apenas dos días despu%s se quita la glesia las vestiduras blancas y se reviste del color de la sangre, al cuarto día del morado de la tristeza. 8an 'steban, el )rotom&rtir, el primero que siguió al 8e#or en el martirio y los 8antos nocentes de $el%n y de :ud&, los ni#os de pec"o brutalmente degollados por los soldados de erodes, son el corte!o del Ni#o del )esebre. u% significa estoG Dónde est& el !bilo de los e!%rcitos e!%rcitos celestialesG Dónde la callada beatitud de la Noc"ebuenaG Dónde la paz sobre la tierraG )az en la tierra a los "ombres de buena voluntad-. )ero no todos tienen buena voluntad.
rocío del cielo20ue las nubes lluevan al !usto23saías 45,67. 0'l 8e#or est& cerca, venid ador%mosle209en, ven 8e#or, no tardes20Al%grate :erusal%n, ll%nate de gozo por viene tu 8alvador23;acarías <,<7-. = Desde el 1> "asta el =4 de diciembre resuenan las solemnes antífonas ?"- del @agnificat 30?" 8abiduría2+ ?" Adonai2+ Adonai2+ 0?" Baíz de :es%2+ 0?" *lave de David2+ 0?" Amanecer2+ 0?" Bey de los pueblos27 llamando cada cada vez m&s fervientes y ansiosas/ 09en a salvarnos2- Cada vez m&s prometedor resuena tambi%n el e aquí que todo se "a cumplido- 3en el ltimo domingo de Adviento7+ y finalmente/ oy ver%is que el 8e#or se acerca y ma#ana contemplar%is su grandeza-. )recisamente cuando al anoc"ecer se enciende el Arbol de Navidad y comienza el intercambio de regalos, una ansia todavía insatisfec"a nos impulsa "acia afuera, "acia el resplandor de otra luz, "asta que las campanas tocan a la @isa del allo y el misterio de la Noc"ebuena se renueva sobre los altares cubiertos de flores y de luces/ 0E el 9erbo se "izo carne23:n.1,147. 'sa es la "ora de la plenitud.
= 'l s%quito del i!o de Dios "ec"o "ombre
1 Fodos nosotros "emos sentido alguna vez una tal felicidad en la Noc"ebuena, aun cuando el cielo y la tierra todavía no se "an unido. *a estrella de $el%n es todavía "oy una estrella en la noc"e oscura. Apenas dos días despu%s se quita la glesia las vestiduras blancas y se reviste del color de la sangre, al cuarto día del morado de la tristeza. 8an 'steban, el )rotom&rtir, el primero que siguió al 8e#or en el martirio y los 8antos nocentes de $el%n y de :ud&, los ni#os de pec"o brutalmente degollados por los soldados de erodes, son el corte!o del Ni#o del )esebre. u% significa estoG Dónde est& el !bilo de los e!%rcitos e!%rcitos celestialesG Dónde la callada beatitud de la Noc"ebuenaG Dónde la paz sobre la tierraG )az en la tierra a los "ombres de buena voluntad-. )ero no todos tienen buena voluntad.
's por eso que el i!o del 'terno )adre tuvo que ba!ar desde la grandeza de su gloria a la peque#ez de la tierra, ya que el misterio de la iniquidad la "abía cubierto de las sombras de la noc"e. *as tinieblas cubrían la tierra y Hl vino a nosotros como la luz que alumbra en las tinieblas, pero las tinieblas no lo recibieron. A aquellos que lo recibieron, les tra!o Hl la luz y la paz+ la paz con el )adre en el cielo, la paz con todos aquellos que igualmente son "i!os de la luz y del )adre celestial y la profunda e íntima paz del corazón. )ero de ninguna manera la paz con los "i!os de las tinieblas. 'l )ríncipe de la paz no les trae a ellos la paz, sino la espada. )ara ellos es %l piedra de tropiezo, contra la cual c"ocan y se estrellan. 'sta es una verdad difícil y muy seria ser ia que no debemos encubrir con el po%tico encanto del Ni#o de $el%n. 'l misterio de la 'ncarnación y el misterio del mal est&n muy íntimamente unidos. Irente a la luz que "a venido de lo alto se vuelven las tinieblas del pecado tanto m&s oscuras y lgubres. 'l Ni#o del pesebre eJtiende sus bracitos y su sonrisa parece predecir lo que m&s tarde pronunciar&n los labios del "ombre/ 9enid a mí todos los que est&is cansados y agobiados, que yo os aliviar%-
[email protected],=67. A aquellos que escuc"aron su llamada, a los pobres pastores, a quienes el resplandecer del cielo y la voz de los &ngeles les anunciaron la buena noticia en los campos de $el%n y que, poni%ndose en camino, respondieron a esa llamada diciendo/ 9amos 9amos a $el%n- 3*c.=,157+ tambi%n a los reyes que desde el le!ano ?riente "abían seguido con fe sencilla la maravillosa estrella, a todos ellos les fue derramado el rocío de la gracia que emanaba de las manos del peque#o Ni#o y fueron colmados de un gran gozo- 3@t.=,1K7. 'sas manos conceden y eJigen al mismo tiempo/ vosotros sabios, deponed vuestra sabiduría y "aceos sencillos como los ni#os+ los reyes, entregad vuestras coronas y tesoros e inclinaos "umildemente ante el Bey de los Beyes y aceptad sin titubeos los traba!os, penas y sufrimientos que su servicio eJige. De vosotros ni#os, que no pod%is dar nada todavía voluntariamente, de vosotros toman las manos del Ni#o :ess la ternura de vuestra
vida, antes casi de que "aya comenzado. 'lla no podría ser me!or empleada que en el sacrificio por el 8e#or dela 9ida. = 08ígueme2 De esa manera se eJpresan las manos del Ni#o, como m&s tarde lo "ar&n los labios del "ombre 3@c. 1,1>7. Así "ablaron sus labios al discípulo que el 8e#or amaba y que a"ora tambi%n pertenece a su s%quito. 'l mismo :uan, el m&s !oven de todos, el discípulo con corazón de ni#o, lo siguió sin preguntar a dónde o para qu%. Abandonó la barca de su padre y siguió al 8e#or por todos sus caminos "asta la cumbre misma del ólgota. 08ígueme2*o mismo "izo tambi%n 'steban. 8iguió los pasos del 8e#or en la luc"a contra el poder de las tinieblas y contra el enceguecimiento de la incredulidad empedernida+ finalmente dio testimonio de 'l con su palabra y con su sangre. *o siguió tambi%n en el espíritu+ en el espíritu de Amor que combate el pecado, pero que ama al pecador y que, an frente a la muerte, intercede ante Dios por sus asesinos. 'stas son las figuras de la luz que se arrodillan en torno al pesebre/ los tiernos ni#os inocentes, los fieles pastores, los "umildes reyes, 8an 'steban, el discípulo entusiasta, y :uan, el apóstol del amor. Fodos ellos siguieron la llamada del 8e#or. Irente a ellos se eJtiende la noc"e cerrada de la incomprensible dureza de corazón y de la ceguera de espíritu/ la de los escribas, que podían se#alar con eJactitud el momento y el lugar donde el 8alvador del mundo "abría de nacer, pero que, sin embargo, fueron incapaces de deducir de allí un decidido/ 9amos a $el%n3*c.=,157+ y la del rey erodes que quiso quitar la vida al 8e#or de la 9ida. Irente al Ni#o recostado en el pesebre se dividen los espíritus. 'l es el Bey de los Beyes y 8e#or sobre la vida y la muerte. 'l pronuncia su sígueme- y el que no est& con 'l est& contra 'l. 'l nos lo dice tambi%n a nosotros y nos coloca frente a la decisión entre la luz y las tinieblas. El Cuerpo Místico de Cristo
4 *a unión en Dios
5 &gase tu voluntad L *os Caminos de 8alvación
El Cuerpo Místico de Cristo
1 *a unión con Dios
No sabemos lo que el Ni#o divino nos tiene reservado en esta tierra y tampoco debemos pregunt&rnoslo antes de tiempo. 8ólo una cosa es cierta/ que todo lo que sucede a quienes aman al 8e#or es para su propio bien. E adem&s, que los caminos que nos conducen al 8alvador traspasan los límites de la vida terrena. 0?" admirable intercambio2 'l creador del g%nero "umano nos presenta su divinidad al tomar un cuerpo. 'l 8alvador "a venido al mundo para realizar esa obra admirable. Dios se "izo i!o del ombre para que todos los "ombres llegaran a ser "i!os de Dios. (no de nuestra raza "abía roto el lazo de nuestra filiación divina, y uno de nosotros "abría de unirlo nuevamente para alcanzar la remisión de los pecados. Nadie de la vie!a y enferma raza podría "aberlo "ec"o+ por eso "abía de florecer un brote nuevo, sano y noble. Así llegó a ser 'l uno de nosotros, pero no sólo eso, sino tambi%n uno con nosotros-. e aquí lo maravilloso del g%nero "umano/ que todos somos uno. 8i fuera de otra manera, si todos vivi%semos separados, independientes los unos de los otros, la caída de uno no significaría la caída de todos. )or otra parte la eJpiación de uno no podría "aber sido aplicada a todos/ si su salvación no pudiese transmitirse a todos, en ese caso no sería posible la !ustificación. )ero 'l vino para formar
con nosotros un cuerpo místico, para transformarse en nuestra Cabeza y a nosotros en sus miembros. )ongamos nuestras manos en las manos del Ni#o Divino, respondamos con un 8- a su 8('@'- y entonces seremos de verdad suyos y el camino estar& libre para que su vida divina llegue a nosotros. = 'ste es el principio de la vida eterna en nosotros. No es todavía la visión beatífica de la luz de la gloria, m&s bien es la oscuridad de la fe, pero que ya no pertenece a este mundo, sino al Beino de Dios. Cuando la $ienaventurada 9irgen @aría pronunció su fiat- entonces comenzó el reino de los cielos en la tierra, y ella fue su primera servidora+ y todos los que con palabras y "ec"os, antes y despu%s del nacimiento del Ni#o, se proclamaron suyos M8an :os%, 8anta sabel con su "i!o y todos los que estaban !unto a 'l en el pesebreM entraron a formar parte de ese reino celestial. Fodo aconteció de modo muy diverso a lo que se podría pensar despu%s de la lectura de lo que dicen los salmos y profetas sobre la implantación del Beino de Dios. *os romanos continuaron siendo los dominadores del país, y los 8umos 8acerdotes y 'scribas siguieron sometiendo a los pobres del pueblo, ba!o el pesado yugo de la ley. Fodos los que pertenecían al 8e#or llevaban, sin embargo, imperceptiblemente el Beino de Dios en sus corazones. *a carga terrestre no les fue quitada, incluso se les "izo m&s pesada, pero lo que ese reino les ofrecía era una fuerza alentadora que "acía el yugo suave y la carga ligera. *o mismo ocurre "oy en día con todo "i!o de Dios. *a vida divina que se enciende en el alma es la luz que brilla en las tinieblas, el milagro de la Noc"ebuena. 'l que lleva esa luz consigo comprende lo que se dice de ella+ para los otros, sin embargo, todo lo que se dice de ella es un balbuceo ininteligible. Fodo el 'vangelio de 8an :uan es un canto a la *uz eterna que, simult&neamente, es vida y amor. Dios en nosotros y nosotros en 'l, en esto consiste nuestra participación en el Beino de Dios, cuyo fundamento "a sido colocado con la 'ncarnación del 9erbo.
4 *a unión en Dios
'l primer paso es estar unidos con Dios, pero a %ste le sigue inmediatamente un segundo. 8i Cristo es la Cabeza y nosotros los miembros del Cuerpo @ístico, entonces nuestras relaciones mutuas son de miembro a miembro, y todos los "ombres somos uno en Dios, una nica vida divina. 8i Dios es Amor y vive en cada uno de nosotros, no puede suceder de otra manera, sino que nos amemos con amor de "ermanos. )or eso precisamente es nuestro amor al pró!imo la medida de nuestro amor a Dios. 'ste ltimo es, sin embargo, distinto al amor natural que tenemos por los "ombres. 'l amor natural vale sólo para aquellos que est&n unidos a nosotros por un vínculo de sangre, por una afinidad de caracteres o por intereses comunes. *os otros son eJtra#os-, que poco nos interesan, y que incluso pueden provocarnos un cierto rec"azo, de tal manera que "asta los evitamos físicamente. )ara los cristianos no eJisten los eJtra#os-. Nuestro )ró!imo- es todo aquel que en cada momento est& delante de nosotros y que nos necesita, independientemente de que sea nuestro pariente o no, de que nos caiga bien o nos disguste, o de que sea moralmente digno- o no de ayuda. 'l amor de Cristo no conoce fronteras, no se acaba nunca y no se ec"a atr&s frente a la suciedad y la miseria. Cristo "a venido para los pecadores y no para los !ustos, y si el amor de Cristo vive en nosotros, entonces obraremos como 'l obró, e iremos en busca de las ove!as perdidas. 5 'l amor natural busca muc"as veces apoderarse de la persona amada para poseerla, en la medida de lo posible, enteramente. Cristo "a venido al mundo para reintegrar al )adre la "umanidad perdida, y quien ama con su amor quiere tambi%n a los "ombres para Dios y no para sí. 'ste es, sin duda alguna, el camino m&s seguro para poseerlos eternamente, pues si "emos acunado a un "ombre en Dios, entonces llegamos a ser uno con %l en Dios, mientras que el af&n de conquistarlo- para nosotros
nos lleva casi siempre Mtarde o tempranoM a perderlo para siempre. 'Jiste un principio v&lido para todas las almas y para los bienes eJteriores/ quien se ocupa afanosamente de ganar y acopiar, ese pierde+ pero el que ofrece a Dios, ese gana para siempre.
L &gase tu voluntad
Con esto referimos un tercer signo de la filiación divina. *a unión con Dios era el primero+ que todos seamos uno en Dios el segundo+ el tercero se eJpresa de la siguiente manera/ 'n esto reconozco que me am&is, en que cumplís mis mandamientos- 3:n. 14,157. 8er "i!o de Dios significa/ caminar siempre de la mano de Dios, "acer su voluntad y no la propia, poner todas nuestras esperanzas y preocupaciones en las manos de Dios y confiarle tambi%n nuestro futuro. 8obre estas bases descansan la libertad y la alegría de los "i!os de Dios. 0u% pocos, an de entre los verdaderamente piadosos y dispuestos al sacrificio "eroico, poseen este don precioso2 @uc"os de ellos marc"an por la vida encorvados ba!o el peso de sus preocupaciones y deberes. Fodos conocen la par&bola de los p&!aros del cielo y de los lirios del campo
[email protected],=L ss.7, sin embargo, cuando encuentran a un "ombre que no tiene ni fortuna, ni !ubilación, ni garantías, ni seguros, pero que sin embargo vive feliz y despreocupado de su futuro, entonces menean la cabeza y lo contemplan como un caso eJtraordinario. 8in duda alguna que se equivoca el que espera que el )adre Celestial se ocupe de su sueldo y el nivel de vida que %l considera digno. 'l que piensa de esa manera tiene que "aber "ec"o un muy mal c&lculo. *a confianza en Dios puede llegar a ser inamovible solamente si presupone la disposición de aceptar todo lo que venga de
la mano del )adre. 8ólo 'l sabe con certeza qu% nos "ace bien. E si alguna vez son m&s convenientes la necesidad y la privación que una renta segura y bien dotada, o el fracaso y la "umillación me!or que el "onor y la fama, "ay que estar tambi%n dispuesto a aceptarlo. 8ólo actuando de esa manera se puede vivir feliz en el presente y en el futuro. 'l 0"&gase tu voluntad2-
[email protected],1K7 en todo su sentido y profundidad tiene que ser el "ilo conductor de toda vida cristiana. 'sa disposición debe regular el curso del día, de la ma#ana a la noc"e, el pasar de los a#os y, en suma, la vida total. 'sa "abr& de ser adem&s la nica preocupación del cristiano. Fodos los dem&s cuidados los toma el 8e#or sobre sí. 'sa, sin embargo, permanece ba!o nuestra responsabilidad durante toda nuestra vida. ?b!etivamente "ablando nunca tendremos la certeza absoluta de permanecer "asta el fin en los caminos de Dios. Así como los primeros "ombres pasaron de la filiación divina a apartarse de Dios, de la misma manera cada uno de nosotros se encuentra en el filo de la nava!a entre la nada y la plenitud de la vida divina, y tarde o temprano lo percibimos individualmente. > 'n la infancia de la vida espiritual, cuando comenzamos a abandonarnos a la mano conductora de Dios, lo percibíamos con fuerza e intensidad+ con toda claridad veíamos qu% teníamos que "acer u omitir. 8in embargo esta situación no puede permanecer siempre así. uien pertenece a Cristo debe vivir la vida de Cristo en su totalidad, "a de alcanzar la madurez del 8alvador y andar por el camino de la Cruz, "asta el etsemaní y el ólgota. E todos los sufrimientos que vienen de fuera son nada en comparación con la noc"e del alma, cuando la luz divina "a desaparecido y la voz del 8e#or no se escuc"a m&s. Dios est& allí presente, pero escondido y silencioso. E por qu% sucede esto de esa maneraG 8e trata de secretos de Dios, sobre los cuales "ablamos, pero que en definitiva nunca podremos dilucidar totalmente. 8ólo alcanzamos a vislumbrar algunas facetas de ese misterio y por eso Dios se "izo "ombre, para "acernos participar de una manera nueva de su vida divina.
'se es el comienzo y la meta final, pero en medio eJiste todavía otra cosa. Cristo es Dios y "ombre al mismo tiempo y quien quiere compartir su vida tiene que participar de su vida divina y "umana. *a naturaleza "umana que 'l asumió le dio la posibilidad de padecer y morir+ la naturaleza divina que 'l poseía desde toda la eternidad le dio a su pasión y muerte un valor infinito y una fuerza redentora. *a pasión y muerte de nuestro 8e#or :esucristo se continan en su cuerpo místico y en cada uno de sus miembros. Fodo "ombre tiene que padecer y morir, pero si %l es un miembro vivo del cuerpo místico de Cristo, entonces su sufrimiento y su muerte reciben una fuerza redentora en virtud de la divinidad de la Cabeza. 'sa es la razón ob!etiva de por qu% los santos an"elaban el sufrimiento. No se trata de un gusto patológico por el sufrimiento. A los o!os de la razón natural puede parecer esto una perversión, pero a la luz del misterio de la salvación es lo m&s razonable. 's así que los que est&n realmente unidos a Cristo permanecen inquebrantables, aun cuando en la oscuridad de la noc"e eJperimentan personalmente la le!anía y el abandono de Dios. uiz& permite la divina )rovidencia el sufrimiento precisamente para liberar a quienes est&n atados. )or eso, "&gase tu voluntad-, tambi%n y sobre todo en la noc"e m&s oscura.
4 *os Caminos de 8alvación
1 )ero..., cómo podemos pronunciar ese 0"&gase tu voluntad2- si no tenemos ninguna certeza de lo que la voluntad de Dios eJige de nosotrosG Fenemos algn medio que nos mantenga en sus caminos cuando se apaga la luz interiorG 'fectivamente, eJisten esos medios y son tan fuertes que "acen casi absolutamente improbable la posibilidad de equivocarnos. Dios vino al mundo para salvarnos, para unirnos con %l y para "acer nuestra voluntad seme!ante a la suya. 'l conoce nuestra
naturaleza y cuenta con ella, por eso nos "a regalado todo aquello que nos puede ayudar a alcanzar la meta. 'l Ni#o divino llegó a ser nuestro maestro y nos "a dic"o qu% es lo que tenemos que "acer. No basta con arrodillarse una vez al a#o frente al pesebre, de!&ndose cautivar por el m&gico encanto de la Noc"ebuena para que la vida "umana sea inundada de la vida divina. @&s bien es necesario que toda nuestra vida est% en contacto con Dios, que pongamos oído atento a las palabras que %l "a pronunciado y que nos "an sido transmitidas y que las llevemos a la pr&ctica. 8obre todas las cosas, "emos de rezar tal como el mismo 8e#or nos lo ense#ó y con insistencia nos lo inculcó/ )edid y recibir%is- 3@t.>,>7. 'sa es la garantía de que seremos oídos. E quien cada día y de corazón dice 8e#or, "&gase tu voluntad-, puede confiar plenamente en que no actuar& en contra de la voluntad de Dios, aun cuando no tenga una certeza sub!etiva. = )or otra parte, Cristo al subir al cielo no nos de!ó como "u%rfanos, sino que nos envió su 'spíritu para que nos ense#ara la verdad plena. Adem&s fundó la glesia, que es conducida por el 'spíritu 8anto, y puso en ella a su representante por cuya boca nos "abla su 'spíritu con palabras "umanas. 'n la glesia "a unido Cristo a todos los creyentes en una comunidad viva, y quiere que todos se apoyen mutuamente. De esa manera no estamos solos, y cuando la confianza en el propio entender y "asta incluso en la oración fallan, nos sostiene la fuerza de la obediencia y de la intercesión. 0E el 9erbo se "izo carne2- e aquí la 9erdad sublime del establo de $el%n. 'sa verdad, sin embargo, alcanzó todavía una nueva plenitud/ 'l que come mi carne y bebe mi sangre, ese tiene la vida eterna-. 'l 8alvador que sabe muy bien que somos "ombres y que permanecemos "ombres, que cada día tenemos que luc"ar con innumerables debilidades, viene en nuestra ayuda de manera verdaderamente divina Así como el cuerpo necesita del pan cotidiano, de la misma manera necesita la vida divina de un sustento duradero. 'ste es el pan vivo ba!ado del cielo- 3:n. L,567. uien "ace de 'l su pan cotidiano realiza en su persona cada día el misterio de la
Noc"ebuena, de la 'ncarnación del 9erbo. E ese es el camino m&s seguro para alcanzar la unión duradera con Dios y para integrarse cada día m&s fuerte y profundamente en el Cuerpo @ístico de Cristo. 8% muy bien que esto puede parecer a algunos un deseo demasiado radical. 'n la pr&ctica significa para la mayoría de los que se convierten un cambio total de la vida interior y eJterior. E esto es precisamente lo que debe ser. 'n nuestra propia vida tenemos que "acer sitio para el 8alvador de la 'ucaristía, para que 'l pueda transformar nuestra vida en la suya. 8ignifica esto pedir demasiadoG @uc"as veces tenemos tiempo para tantas cosas intiles, para leer tonterías en libros, revistas y diarios de poca seriedad+ para pasarnos "oras enteras en los caf%s, o para malgastar un cuarto o una media "ora en la calle. Fodo esto no es m&s que disipación en la que derroc"amos el tiempo y las fuerzas. 's que no es posible a"orrar una "ora en la ma#ana, en la que podamos recogernos en vez de distraernos, en la que no malgastemos nuestras energías, sino que ganemos fuerzas para vencer con ellas en las luc"as que nos depara el díaG 8in duda alguna se necesita para ello algo m&s que una "ora. emos de vivir de tal manera que a la una se suceda la otra y %stas preparen las que vienen. De ese modo se "ace imposible de!arse llevar por la corriente- del día, aunque no sea m&s que transitoriamente. Adem&s no podemos escapar del !uicio de aquellos y aquellas cosas con las que cotidianamente estamos ocupados. An cuando no se diga una palabra, cada uno percibe qu% es lo que los otros piensan de nosotros. Cada uno intenta tambi%n adaptarse al ambiente que lo rodea, y si esto no es posible, la vida se convierte en un tormento. *o mismo ocurre en nuestra relación diaria con el 8alvador/ cada día crece nuestra sensibilidad para percibir lo que le agrada y lo que no le agrada. 8i "asta ese momento est&bamos relativamente contentos con nosotros mismos, a partir de nuestro encuentro con 'l se van a transformar muc"as cosas de nuestra vida. 9amos a descubrir muc"as facetas de nuestra vida que no son del
todo buenas e intentaremos cambiarlas en la medida de lo posible, y otras que tampoco son buenas, pero que a la vez son casi imposibles de cambiar. Con ello podremos crecer en "umildad y llegaremos a ser pacientes y comprensivos frente a la pa!a en el o!o a!eno, pues tendremos clara conciencia de la viga en el propio. Iinalmente aprenderemos a aceptarnos tal cual somos a la luz de la presencia divina y abandonarnos a la misericordia de Dios que puede alcanzar todo aquello de lo que nuestras propias fuerzas son incapaces. Desde la satisfacción propia del buen católico- que cumple con sus obligaciones-, que prefiere las buenas lecturas- y que toma las opciones correctas-, pero que, en suma, "ace sólo aquello para lo cual se siente inclinado, "ay todavía un largo camino "asta la conducción de la propia vida de y en las manos de Dios, con la sencillez del ni#o y la "umildad del publicano. 8in embargo, quien "a comenzado a andar por ese camino no le abandonar&, por duro que %ste sea. 8egn esto filiación divina- significa al mismo tiempo grandeza y peque#ez. 9ivir eucarísticamente quiere decir así, salir por decisión personal de la estrec"ez de la propia vida para crecer en la inmensidad de la 9ida de Cristo. uien busca al 8e#or en su propia casa no va a ocuparse m&s sólo de su persona y de sus asuntos particulares, sino que m&s bien comenzar& a interesarse por los asuntos de Dios. *a participación en el sacrificio eucarístico cotidiano nos sumerge imperceptiblemente en la totalidad de la vida litrgica. *as oraciones y los rituales del culto divino nos presentan, en el ciclo del a#o litrgico, la "istoria de la salvación y nos permiten penetrar m&s profundamente en su sentido. 'l sacrificio eucarístico acuna en nuestra alma el misterio central de nuestra fe, que a la vez es el e!e de la "istoria universal/ el misterio de la 'ncarnación y de nuestra salvación. ui%n podría participar del sacrifico eucarístico con un espíritu y un corazón abierto sin ser invadido por el sentido profundo de este sacrificio y sin sentirse penetrado por las ansias de que la peque#ez de su persona sea integrada en la grandiosa obra del BedentorG
4 *os misterios del cristianismo son una totalidad indivisible. Cuando profundizamos en uno de ellos somos conducidos autom&ticamente a todos los otros. Así nos lleva el camino de $el%n forzosamente al ólgota y el pesebre a la Cruz. Cuando la 9irgen @aría presentó al Ni#o :ess en el templo le fue profetizado que una espada atravesaría su corazón y que ese Ni#o sería ocasión de caída y de resurrección para muc"os, un signo de contradicción. 'se fue el preanuncio de la )asión, de la luc"a entre la luz y las tinieblas, que ya se manifestaba en el pesebre. Algunos a#os se celebran casi simult&neamente las fiestas de la Candelaria y de 8eptuag%sima, la fiesta de la 'ncarnación y la preparación de la )asión. 'n la noc"e del pecado reluce la estrella de $el%n. 8obre el resplandor que desborda de pesebre se proyecta la sombra de la cruz. *a luz se eJtingue en la oscuridad del 9iernes 8anto, pero se eleve esplendorosa como el sol de la gracia en la ma#ana de la Besurrección. A trav%s de la cruz y del dolor a la gloria de la resurrección, ese fue el camino del i!o de Dios "ec"o "ombre. Alcanzar con el i!o del ombre la gloria de la resurrección a trav%s del sufrimiento y de la muerte es el camino para cada uno de nosotros y para toda la "umanidad.
LA ORACIÓN DE LA IGLESIA
)or 'l, con 'l y en 'l, a ti, Dios )adre omnipotente en la unidad el 'spíritu 8anto, todo "onor y toda gloria por los siglos de los siglos-. Con estas solemnes palabras concluye el sacerdote en la celebración de la 'ucaristía las oraciones que tienen como punto central el acontecimiento lleno de misterio de la Fransubstanciación. Al mismo tiempo se resume allí de la manera m&s concisa lo que es la oración de la glesia/
loria y "onor del Dios (no y Frino por, con y en Cristo. Aun cuando estas palabras est%n dirigidas al )adre, es de notar que no "ay una glorificación del i!o y del 'spíritu 8anto. *a doJología proclama la gloria que el )adre comparte con el i!o y ambos con el 'spíritu 8anto por todos los siglos de los siglos. Foda alabanza dirigida a Dios acontece por, con y en Cristo. )or 'l, porque la "umanidad tiene acceso al )adre sólo por Cristo y porque su ser "umanoMdivino y su obra de salvación representan la glorificación m&s perfecta del )adre. Con 'l, porque cada oración aut%ntica es el fruto de la unión con Cristo y al mismo tiempo un refuerzo de esa unión+ adem&s porque cada alabanza del i!o es una alabanza del )adre y viceversa. 'n 'l, porque Cristo mismo es la glesia orante y cada orante en particular un miembro vivo de su Cuerpo @ístico y, adem&s, porque el )adre est& en el i!o y en el i!o se "ace visible el resplandor y la gloria del )adre. 'l sentido doble del por-, con- y en- se transforma de esa manera en la eJpresión del car&cter mediador del 9erbo 'ncarnado. Así podemos decir que la oración de la glesia es la oración del Cristo viviente y encuentra su modelo original en la oración de Cristo durante su vida terrena.
*a oración de la glesia como *iturgia y como 'ucaristía
)or los relatos evang%licos sabemos que Cristo rezó como rezaba todo !udío creyente y fiel a la ley. Fambi%n sabemos que, en los a#os de su infancia con sus padres y mas tarde con los discípulos, peregrinaba en las %pocas prescritas a :erusal%n para celebrar las grandes fiestas en el Femplo. 8in duda alguna cantó !unto con los suyos lleno de entusiasmo los "imnos de gozo que brotaban de la alegría inmensa de los peregrinos/ 0ue alegría cuando me di!eron, vamos a la casa del 8e#or2- 38almo 1=1,17. *as narraciones del ltimo encuentro de :ess con sus discípulos, que estuvo dedicado al cumplimiento de una
de las m&s sagradas obligaciones religiosas, a saber, la celebración solemne de la Cena )ascual, en conmemoración de la liberación de la esclavitud de 'gipto, nos testifican que 'l pronunciaba las antiguas bendiciones !udías, tal como se rezan todavía "oy sobre el pan, el vino y los frutos del campo. uiz& sea precisamente ese encuentro el que nos pueda dar la visión m&s profunda de la oración de Cristo y la clave para la comprensión de la oración de la glesia. E mientras estaban comiendo tomó :ess el pan, lo bendi!o y d&ndoselo a sus discípulos di!o/ Fomad y comed, ese es mi cuerpo. *uego tomó el c&liz Oy dadas las gracias se lo dio diciendo/ Fomad y bebed todos de %l, porque esta es la 8angre de la Nueva Alianza que ser& derramada por muc"os para el perdón de los pecados/3@t.=L,=LM=67. *a bendición y fracción del pan y la bendición y entrega del vino pertenecían ya al rito del banquete pascual, pero ambos gestos reciben en este momento un sentido totalmente nuevo. 'n este preciso instante comienza la vida de la glesia. 'lla se presentar& pblicamente, como una comunidad visible y llena del 'spíritu, el mismo día de )entecost%s, pero aquí, durante la Cena )ascual, se realiza el in!erto de los sarmientos en la vid, lo cual "izo posible que les fuera derramado el 'spíritu. *as antiguas bendiciones se convirtieron en boca de Cristo en palabras creadoras de vida. *os frutos de la tierra se convirtieron en su Cuerpo y su 8angre y fueron colmados de vida. *a creación visible de la cual Cristo "abía tomado parte por medio de la encarnación se fusionaría con 'l de una manera nueva y misteriosa. *os elementos que sirven para la constitución del cuerpo "umano son transformados sustancialmente y, por su recepción, son transformados tambi%n los "ombres, son introducidos en la unidad de vida con Cristo y plenificados con su vida divina. *a fuerza vivificadora de la palabra est& íntimamente unida a la víctima inmolada. *a )alabra se "izo carne para ofrecer en "olocausto la vida carnal que "abía asumido+ para ofrecerse a sí misma y, por su entrega, presentar la creación redimida como ofrenda de alabanza al Creador.
*a memoria de la Antigua Alianza se convirtió, en la (ltima Cena de Cristo con sus apóstoles, en el banquete pascual del Nuevo Festamento, en la ofrenda de la cruz del monte Calvario, en el gozoso banquete entre la )ascua y la Ascensión al cielo, en el cual los discípulos reconocieron al 8e#or en la fracción del pan, y en la ofrenda eucarística con la santa comunión. Cuando :ess tomó el c&liz, dio gracias+ aquí podemos pensar en las palabras de bendición que est&n contenidas en una acción de gracias al Creador. Fambi%n sabemos que Cristo acostumbraba a dar gracias cuando, frente a un milagro, elevaba los o!os al cielo. 'l daba gracias al )adre porque sabía que le escuc"aba. Cristo da gracias por la fuerza divina que lleva en sí mismo y a trav%s de la cual puede presentar a los o!os de los "ombres el poder infinito del Creador. 'l da gracias por la obra de salvación que "a venido a realizar, y tambi%n a trav%s de ella, que en sí misma es glorificación de la divinidad trinitaria, porque por esa obra de salvación se renueva y embellece la imagen y seme!anza divina de la creación que "abía sido deformada por el pecado. De esta manera podemos interpretar la ofrenda perpetua de Cristo Men la Cruz, en la 'ucaristía y en la gloria eterna del cieloM como una nica acción de gracias al Creador, como una acción de gracias por la creación, la salvación y la plenificación. Cristo se ofrece a sí mismo en nombre el mundo creado, cuyo modelo es 'l mismo y al cual "a descendido para transformarlo desde dentro y para conducirlo a la perfección. 'l invita tambi%n a toda la creación a unírsele en el ofrecimiento de acción de gracias debido al Creador. 4 A la Antigua Alianza le "abía sido dada ya la comprensión del car&cter eucarístico- de la oración/ las im&genes milagrosas del tabern&culo y m&s tarde el templo del rey 8alomón, que "abía sido construido segn indicaciones divinas, fueron interpretados como modelos de toda la creación que se rene en torno a su 8e#or en actitud de contemplación y de servicio. *a tienda, en torno a la cual acampaba el pueblo de srael durante su peregrinación por el desierto, se llamaba la morada de la presencia de Dios- 3'J.6,=17. 'sa era la morada inferior-
en contraposición a la morada superior-. 'l salmista canta/ Ea"ve", yo amo la belleza de tu casa, el lugar donde se asienta tu gloria- 38almo =5,67, porque la tienda de la Alianza tiene el mismo valor que la creación del mundo. Así como en la narración de la creación el cielo fue eJtendido como una alfombra, de la misma manera estaban prescritas numerosas alfombras como paredes de la tienda, y así como las aguas del cielo fueron separadas de las aguas de la tierra, así estaba separado el 8anto de los 8antos de los recintos eJteriores por un velo. 'l mar de bronce- est& "ec"o tambi%n segn el modelo del mar que fue contenido por las costas. Como símbolo de las estrellas del cielo se encuentra en la tienda el candelabro de los siete brazos. Corderos y aves representan la muc"edumbre de seres vivientes que pueblan las aguas, la tierra y el aire. E de la misma manera que la tierra fue entregada a los "ombres, así se encuentra en el santuario el suma sacerdote, que fue consagrado para servir y obrar en nombre de Dios. *a tienda, una vez terminada, fue bendecida, ungida y santificada por @ois%s, de la misma manera que Dios bendi!o y santificó la obra de sus manos el s%ptimo día. Así como los cielos y la tierra son testigos de Dios, así "abr& de ser su morada un testimonio de la presencia de Dios en la tierra 3Dt.K,1<7. 5 'n lugar del templo salomónico Cristo edificó un templo de piedras vivas, la comunidad de los santos. Cristo se encuentra en el centro mismo de ese templo como sumo y eterno sacerdote, y 'l mismo es la ofrenda depositada sobre el altar. E nuevamente vemos a toda la creación integrada en la *iturgia-, en la solemne ceremonia divina/ los frutos de la tierra como ofrenda misteriosa, las flores y los candelabros con las luces, las alfombras y el velo, el sacerdote consagrado, la unción y bendición de la casa de Dios. Fampoco faltan los querubines que, cincelados por las manos del artista, "acen guardia en formas visibles !unto al 8anto de los 8antos. 8eme!ante a los &ngeles y como sus im&genes vivientes rodean los mon!es el altar de la ofrenda y se ocupan de que los "imnos de alabanza a Dios no enmudezcan, así en la tierra como en el cielo. *as oraciones solemnes que ellos elevan al cielo, en tanto que
son los labios orantes de la glesia, rodean la ofrenda santa y traspasan y santifican todas las otras obras del día, de tal manera que la oración y el traba!o se convierten en un nico oficio divino-, en una nica *iturgia-. *as lecturas de las 8agradas 'scrituras y de los )adres, de los documentos de la glesia y de las proclamaciones doctrinales de sus pastores son un inmenso y constantemente creciente "imno de alabanza a la acción de la )rovidencia divina y al desarrollo evolutivo del plan eterno de salvación. *as oraciones matinales invitan a la creación entera a reunirse en torno al 8alvador/ los montes y las colinas, los ríos y las corrientes de agua, el mar, la tierra y todo cuanto "abita en ellos, las nubes y los vientos, la lluvia y la nieve, todos los pueblos de la tierra, las razas y naciones y, finalmente, tambi%n los "abitantes del cielo, los &ngeles y los santos/ todos, y no sólo sus im&genes "ec"as por manos "umanas, "an de participar personalmente de la gran 'ucaristía de la creación Mo m&s precisamente, nosotros "emos de unirnos a trav%s de nuestra liturgia a su viva y eterna alabanza divina. Fodos nosotros My eso significa no sólo los religiosos cuya profesión- es la alabanza de Dios, sino todo el pueblo de DiosM manifestamos nuestra conciencia de "aber sido llamados a la alabanza divina cada vez que en las grandes solemnidades nos acercamos a las catedrales y abadías y cada vez que participamos de las grandes corales populares y a trav%s de las nuevas formas litrgicas nos integramos llenos de alegría a esa alabanza. L *a eJpresión m&s fuerte de la unidad litrgica entre la glesia celestial y la terrena Mambas dan gracias al )adre por Cristo-M se encuentra en el )refacio y en el 8anctus de la 8anta @isa. *a liturgia no de!a, sin embargo, ninguna duda de que todavía no somos ciudadanos perfectos de la :erusal%n celestial, sino peregrinos en camino "acia la patria eterna. Antes de atrevernos a elevar los o!os a lo alto, para entonar con los coros celestiales el -8anto, 8anto, 8anto-, necesitamos prepararnos debidamente. Fodo lo creado que es utilizado en el servicio divino tiene que ser apartado de su uso y sentido profano, tiene que ser consagrado y santificado. 'l sacerdote "a de purificarse a trav%s del reconocimiento de sus pecados antes de subir las gradas del altar y, !unto
con %l, tambi%n todos los creyentes. Antes de cada nuevo paso en el sacrificio de la ofrenda tiene que repetir la splica del perdón de los pecados, por %l mismo, por los allí presentes y por todos aquellos a quienes "abr&n de alcanzar los frutos de la ofrenda santa. *a ofrenda del altar es un sacrificio que !unto con los dones presentados transforma tambi%n a los creyentes, les abre el Beino de los Cielos y les "ace aptos para una acción de gracias agradable a Dios. Fodo lo que nosotros necesitamos para ser acogidos en la comunidad de los espíritus celestiales est& resumido en las siete peticiones del )adrenuestro, que Cristo no rezó en nombre propio, sino para que aprendi%ramos de 'l. Nosotros rezamos el )adrenuestro antes de comulgar y si lo "acemos sinceramente y de corazón y luego recibimos la comunión con espíritu recto, entonces nos proporciona ella el cumplimiento de las peticiones/ ella nos proporciona el perdón de los pecados y nos da fuerzas contra la tentación. *a comunión es el pan de la vida que necesitamos diariamente para ir acerc&ndonos a la vida eterna+ ella "ace de nuestra voluntad un instrumento dócil de la voluntad de Dios, ella es el fundamento del Beino de Dios en nosotros y nos da un corazón y nos labios puros para glorificar el santo nombre de Dios. De esa manera se manifiesta cu&n íntimamente unidos est&n el sacrificio, el banquete de la ofrenda y la alabanza divina. *a participación en el sacrificio y en el banquete de la ofrenda transforman el alma en una piedra viva de la ciudad de Dios, y a cada una de ellas en particular en un templo divino.
'l di&logo personal con Dios como oración de la glesia
0'l alma de cada "ombre concreto es templo de Dios0 'sta frase nos abre "orizontes totalmente nuevos. *a vida de oración de :ess es la clave para la comprensión de la oración de la glesia. Ea "emos visto que Cristo participó en el Culto Divino pblico y
legalmente establecido de su pueblo 3es decir, en lo que llamamos normalmente liturgia-7. 'l puso ese culto en íntima comunicación con la ofrenda de su vida, d&ndole de esa manera su sentido total y propio 3el de acción de gracias de la creación al Creador7 y de esa manera llevó la liturgia del Antiguo Festamento a su realización y transformación en el Nuevo. Cristo, sin embargo, no participó solamente del culto pblico. *os 'vangelios nos cuentan, quiz& con m&s frecuencia an, que Cristo oraba solo, en el silencio de la noc"e, sobre las colinas o en la soledad del desierto. 8u vida pblica fue precedida por cuarenta días y cuarenta noc"es de oración en el desierto
[email protected],1M=7. Antes de elegir y enviar a predicar a los doce apóstoles se retiró a la soledad de un monte para orar 3*c. 1,1=7. 'n el monte de los olivos se preparó para el camino del ólgota. *o que 'l di!o al )adre en esa "ora difícil de su vida nos fue revelado en unas pocas palabras, palabras que nos "an sido dadas como guías en nuestras "oras de etsemaní/ )adre, si es posible que pase de mi este c&liz, pero no se "aga mi voluntad sino la tuya- 3*c. ==,4=7. 'sas palabras son como un rayo de luz, que por un momento nos de!an entrever la vida interior de :ess, el misterio inconmensurable de su ser divino y "umano en di&logo con el )adre. 8in duda alguna que ese di&logo se eJtendió a lo largo de toda la vida y nunca fue interrumpido. Cristo oraba interiormente no sólo cuando se ale!aba de la multitud, sino tambi%n cuando estaba en medio de los "ombres. )ero una vez nos dio una larga y profunda visión de ese misterioso di&logo. No fue muc"o antes de la "ora del monte de los olivos, m&s precisamente, !usto antes de ponerse en camino "acia allí, al acabar la (ltima Cena, en la "ora en que nosotros consideramos que nació la glesia. E 'l, que "abía amado a los suyos... los amó "asta el eJtremo- 3:n.1,17. Cristo sabía muy bien que ese sería su ltimo encuentro y por eso quiso darles an todo cuanto podía+ sabía tambi%n, sin embargo, que ellos no podrían soportarlo ni entenderlo. )rimero "abría de venir el 'spíritu de la verdad para abrirles los o!os. E despu%s de "aber dic"o y "ec"o todo lo que 'l "abía de "acer y de decir elevó los o!os al cielo y "abló en presencia de ellos
con el )adre. 'sa oración la llamamos la oración de Cristo 8umo 8acerdote, pues tambi%n esa oración tenía su imagen en el Antiguo Festamento. 6 (na vez al a#o, en el día m&s santo y solemne, en el día de la 'Jpiación, entraba el sumo sacerdote en el 8antuario y se postraba ante la presencia de Dios para orar por sí mismo, por su casa y por toda la comunidad de srael, para rociar el trono de la gracia con la sangre del ternero y del mac"o cabrío que "abía sacrificado anteriormente, para eJpiar sus propios pecados y los de su casa y para preservar al 8antuario de las impurezas de los "i!os de srael, de sus faltas y transgresiones. Nadie podía estar en la Fienda 3en el &mbito sagrado frente al 8anto de los 8antos7 cuando el sumo sacerdote se postraba en ese santo lugar en la presencia de Dios. 'l sumo sacerdote era el nico que tenía acceso a ese recinto y solamente a una "ora determinada. 'n esa ocasión "abía de ofrecer el incienso ...para que la nube de incienso envuelva el propiciatorio que est& encima del Festimonio y no muera- 3*ev. 1L,17. 'n el m&s profundo misterio se realizaba entonces ese di&logo. 'l día de la 'Jpiación es la imagen veterotestamentaria del 9iernes 8anto. 'l cordero que era degollado por los pecados del pueblo representaba al Cordero de Dios inmaculado, así como aquel otro que, determinado por la suerte y cargado con los pecados del pueblo, era enviado al desierto. Fambi%n el sumo sacerdote de la casa de Aarón representa la imagen del 8acerdote eterno, :esucristo. Así como Cristo en la (ltima Cena anticipó su sacrificio, de la misma manera anticipaba 'l la oración sacerdotal. Cristo no necesitaba ofrecer una ofrenda eJpiatoria por sí mismo, pues 'l no tenía pecado+ 'l no necesitaba esperar la "ora indicada por la ley, ni tampoco dirigirse al 8antuario en el templo, 'l est& siempre y en todas partes en la presencia de Dios, su misma alma es el 8antuario y ella no es solamente morada de Dios, sino que est& inseparable y esencialmente unida al mismo Dios. 'l no necesita protegerse del )adre con una nube de incienso, contempla sin ningn velo el rostro del 'terno y no tiene porqu% temer, la mirada del )adre no va a producir su muerte. De esa manera desvela Cristo el misterio del
sumo sacerdocio+ todos los suyos pueden oír cómo "abla al )adre en el santuario de su corazón+ sus discípulos "an de eJperimentar de qu% se trata y "an de aprender tambi%n a "ablar con el )adre en sus corazones 3Cfr. :n.1>,1,ss.7. < *a oración sacerdotal de nuestro 8alvador nos revela el misterio de las vida interior/ la intimidad de las )ersonas divinas y la morada de Dios en el alma. 'n esa misteriosa profundidad se preparó y realizó, escondida y en silencio, la grandiosa obra de la salvación, y así se continuar& "asta que al final de los tiempos todos alcancen la perfección en la unidad. 'n el silencio eterno de la vida divina fue concebida a sentencia de la salvación. 'n la soledad del silencioso aposento de Nazaret descendió la fuerza del 'spíritu 8anto sobre la 9irgen orante, llevando así a plenitud la 'ncarnación del 8alvador. Beunida en torno a la 9irgen, silenciosa y orante, esperaba la glesia en gestación el nuevo derramamiento del 'spíritu )ar&clito que "abría de vivificarla y conducirla a la claridad interior y a una actividad eJterna llena de frutos.
'l apóstol )ablo esperaba, en la noc"e de la ceguera que Dios "abía derramado sobre sus o!os y en oración solitaria, la respuesta a su pregunta/ 8e#or, qu% quieres que "agaG 3ec"os <7. 'n la oración privada se preparó tambi%n )edro a ser enviado a los gentiles 3ec"os 1K7. E así permaneció a trav%s de todos los siglos. 'n el silencioso di&logo de las almas consagradas a Dios con su 8e#or se prepararon todos los acontecimientos visibles de la "istoria de la glesia y que renovaron la faz de la tierra. *a 9irgen, que guardaba en su corazón toda palabra salida de la boca de Dios, es el modelo de aquellas almas dispuestas, en las cuales se vivifica siempre de nuevo la oración sacerdotal de :ess. E las mu!eres, que lo mismo que ellas se olvidaron de sí mismas en la entrega total a la vida y pasión de Cristo, fueron elegidas por el 8e#or con amor preferencial como su instrumento para realizar grandes obras en la glesia.
1K Así, por e!emplo, 8anta $rígida o 8anta Catalina de 8iena. E cuando 8anta Feresa, la gran reformadora de la ?rden del Carmen, quiso ir en ayuda de la glesia en una %poca de gran decadencia de la fe, vio que el medio mas apropiado para ello era la renovación de la verdadera vida interior. *a noticia de la decadencia de la vida religiosa, que se eJtendía continuamente en torno suyo, la preocupaba de manera especial/ ...diome gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el 8e#or y le suplicaba remediase tanto mal. )arecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muc"as que allí se perdían. E como me vi mu!er y ruin, e imposibilitada de aprovec"ar en lo que yo quisiera en el servicio del 8e#or, y toda mi ansia era y an es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos, determin% a "acer eso poquito que era en mí, que es seguir los conse!os evang%licos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que est&n aquí, "iciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios que nunca falta de ayudar a quien por 'l se determina a de!arlo todo+ y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en algo al 8e#or, y que todas ocupadas en oración por los que son defensores de la glesia y predicadores y letrados que la defienden, ayud&semos en lo que pudi%semos a este 8e#or mío, que tan apretado le traen aquellos a los que "a "ec"o tanto bien, que parece le querrían tornar a"ora a la cruz, y que no tuviese donde reclinar la cabeza... 0?" "ermanas mías en Cristo2ayudadme a suplicar esto al 8e#or, que para eso os !untó aquí+ este es vuestro llamamiento, estos "an de ser vuestros negocios, estos "an de ser vuestros deseos, aquí vuestras l&grimas, aquí vuestras peticiones- 3Camino de )erfección, Cap.17. 11 A la 8anta le parecía necesario que aquí suceda lo que en tiempo de guerra. ame parecido es menester como cuando los enemigos en tiempo de guerra "an corrido toda la tierra y vi%ndose el 8e#or de ella apretado, se recoge a una ciudad que "ace muy bien fortalecer, y desde allí acaece algunas veces dar en los contrarios, y ser tales los que est&n en la ciudad, como es gente escogida, que pueden m&s ellos a solas que con muc"os
soldados, si eran cobardes, pudieron, y muc"as veces se gana de esta manera victoria... @as, para qu% "e dic"o estoG )ara que entend&is, "ermanas mías, que lo que "emos de pedir a Dios es que en este castillo que "ay ya de buenos cristianos, no se nos vaya ya ninguno con los contrarios, y a los capitanes de este castillo o ciudad los "aga muy aventa!ados en los caminos del 8e#or, que son los predicadores y teólogos. E pues los m&s est&n en las religiones, que vayan muy adelante en su perfección y llamamiento, que es muy necesario... 0$uenos quedarían los soldados sin capitanes2+ "an de vivir entre los "ombres y tratar con los "ombres y estar en los palacios y an "acerse algunas veces con ellos en lo eJterior. )ens&is, "i!as mías, que es menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo y tratar negocios del mundo... y ser en lo eJterior eJtra#os del mundo... y, en fin, no ser "ombres sino &ngelesG )orque, a no ser esto así, ni merecen nombre de capitanes, ni permita el 8e#or salgan de sus celdas, que m&s da#o "ar&n que provec"o+ porque no es a"ora tiempo de ver imperfecciones en los que "an de ense#ar. E si en lo interior no est&n fortalecidos en entender lo muc"o que va en tenerlo todo deba!o de los pies y estar desasidos de las cosas que se acaban y asidos a las eternas, por muc"o que lo quieran encubrir, "an de dar se#al. )ues con qui%n lo "an sino con el mundoG No "ayan miedo se lo perdone, ni que ninguna imperfección de!en de entender. Cosas buenas, muc"as se les pasar&n por alto, y an por ventura no las tendr&n por tales+ mas mala o imperfecta, no "ayan miedo. A"ora yo me espanto qui%n los muestra la perfección, no para guardarla, que de esto ninguna obligación les parece tienen..., sino para condenar, y a las veces lo que es virtud les parece regalo. Así que no pens%is es menester poco favor de Dios para esta gran batalla adonde se meten, sino grandísimo... Así que os pido, por amor del 8e#or, pid&is a su @a!estad nos oiga en esto. Eo, aunque miserable, lo pido a su @a!estad, pues es para gloria suya y bien de su glesia, que aquí van mis deseos... 9ean las que vinieren que teniendo santo prelado lo ser&n las sbditas, y como cosa tan importante ponedla siempre delante del 8e#or+ y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen por esto que "e
dic"o, pensad que no "ac%is ni cumplís el fin para que aquí os !untó el 8e#or- 3Camino de )erfección-, Cap.7. 1= u% es lo que proporcionó a esa religiosa, que "abía vivido en oración desde "acía decenios en una celda conventual, el ardiente deseo de "acer algo por la causa de la glesia y una mirada aguda para las necesidades y eJigencias de su tiempoG )recisamente el "ec"o de "aber vivido en oración, de "aberse de!ado llevar por el 8e#or cada vez m&s profundamente a las moradas interiores del castillo del alma, "asta esa ltima donde 'l podía decirle ...que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas y 'l tendría cuidado de las suyas, y otras palabras que son m&s para sentir que para decir- 3@orada >, =,17. )or eso no podía ella sino ocuparse con diligencia de las cosas del 8e#or, el Dios de los e!%rcitos. 3)alabras de nuestro 8anto )adre 'lías que fueron tomadas como lema en el escudo de nuestra ?rden7. uien se entrega incondicionalmente al 8e#or es elegido como instrumento para construir su Beino. 8ólo Dios sabe de cu&n gran ayuda fueron las oraciones de 8anta Feresa y de sus "i!as para evitar el cisma de la fe en 'spa#a, y qu% poder increíble desarrolló esa oración en las luc"as de fe en Irancia, olanda y Alemania.
*a "istoria oficial no menciona esos poderes invisibles e inquebrantables, pero a confianza de los pueblos creyentes y el eJaminante y cuidadoso !uicio de la glesia les conocen perfectamente. E nuestra %poca se ve cada vez m&s obligada, cuando todo fracasa, a esperar de esa fuente escondida la ltima salvación.
*a vida interior, las formas eJternas y las obras
*a obra de la salvación se realiza en la soledad y el silencio. 'n el di&logo silencioso del corazón con Dios se preparan las piedras vivas de las cuales est& construido el
Beino de Dios y se modelan los instrumentos selectos que ayudan en la construcción. *a corriente mística que atraviesa los siglos no es un afluente errante que se separó imperceptiblemente de la vida de oración de la glesia+ ella constituye precisamente la instancia m&s íntima de su vida orante. Cuando rompe con las formas tradicionales, sucede porque en esa corriente vive el 'spíritu que sopla donde quiere, que "a creado todas las formas de la tradición, y que va creando siempre nuevas formas. 8in el 'spíritu y sin las corrientes místicas en las que 'l se manifiesta no "abría ni liturgia ni glesia. No era el alma del salmista real un arpa cuyas cuerdas sonaban ba!o la caricia del aliento del 'spíritu 8antoG Del corazón rebosante de la 9irgen llena de gracia brotó el "imno de gozo del @agnificat-. 'l c&ntico prof%tico del $enedictus- abrió los labios enmudecidos del anciano ;acarías cuando vio realizarse visiblemente las misteriosas palabras del &ngel. *o que en aquel momento emanaba de los corazones inundados del 'spíritu y encontraba su eJpresión en palabras y obras, fue transmitido luego de generación en generación. *a corriente mística de que antes "abl&bamos constituye de esa manera el "imno de alabanza polifónico y siempre creciente al Creador, Dios (no, Frino y 8alvador. 's por eso que no se trata de contraponer las formas libres de oración como eJpresión de la piedad sub!etiva- a la liturgia como forma ob!etiva- de oración de la glesia/ a trav%s de cada oración aut%ntica se produce algo en la glesia, y es la misma glesia la que ora en cada alma, pues es el 'spíritu 8anto, que vive en ella, el que intercede por nosotros con gemidos inefables 3Bom. 6,=L7. 'sa es la oración aut%ntica, pues nadie puede decir P8e#or :essQ, sino en el 'spíritu 8anto- 31Cor. 1=,7. u% podría ser la oración de la glesia, sino la entrega de los grandes amantes a Dios, que es el Amor mismoG *a entrega de amor incondicional a Dios y la respuesta divina Mla unión total y eternaM son la eJaltación m&s grande que puede alcanzar un corazón "umano, el estadio m&s alto de la vida de oración. *as almas que lo "an alcanzado constituyen verdaderamente el corazón de la glesia, en cada uno de ellas vive el amor sacerdotal de :ess. 'scondidas con Cristo en Dios no pueden sino transmitir a
otros corazones el amor divino con el cual "an sido colmadas, y de esa manera cooperan en el perfeccionamiento de todos y en el camino "acia la unión con Dios que fue y sigue siendo el gran deseo de :ess. 14 De esa misma manera entendió @aría Antonieta de euser su vocación. 'lla se sentía llamada a realizar la gran empresa del cristiano en medio del mundo y el camino que ella siguió tiene sin duda alguna car&cter de modelo para los muc"os que "oy se sienten movidos a comprometerse en la glesia a trav%s de una entrega radical en su vida interior, pero que no les "a sido dada la vocación de seguir al 8e#or en el recogimiento de un convento. 'l alma que "a alcanzado el grado m&s alto de la oración mística en la actividad apacible de la vida divina, no piensa ya en otra cosa, sino en entregarse al apostolado al que 'l la "a llamado. 'sa es la tranquilidad en el orden y a la vez la actividad liberada de toda atadura. 'l alma se presenta a esa luc"a llena de paz, porque ella est& actuando segn el sentido de los decretos divinos. 'lla sabe que la voluntad de su Dios se plenifica por el crecimiento de su gloria, pues, si bien muc"as veces la voluntad "umana pone barreras a la omnipotencia divina, es siempre la omnipotencia divina la que triunfa, y la que realiza una obra grandiosa con el material que queda. 'sa victoria del poder divino sobre la libertad "umana, que a pesar de todo permite obrar libremente, es uno de los aspectos m&s grandiosos y m&s dignos de admiración del plan de salvación...- 3@arie de la Frinite-, carta del => de septiembre de 1<1>7. Cuando @aría Antonieta de euser escribió esta carta se encontraba ya en los umbrales de la eternidad+ sólo un velo suave la separaba de esa ltima perfección que nosotros llamamos la vida de gloria. 'n los espíritus bienaventurados que entraron a formar parte de la unidad de la vida divina, todo es uno/ actividad y quietud, contemplar y obrar, "ablar y callar, escuc"ar y eJpresarse, entrega total receptora del amor y sobreabundancia de ese amor que se derrama en cantos de alabanza y agradecimiento. Fanto tiempo como nos
encontremos todavía de camino 3y cuanto m&s le!ana la meta, tanto m&s intensamente7, estaremos su!etos a las leyes de la temporalidad, y no podremos prescindir del "ec"o de que para la realización de la vida divina en nosotros es necesaria una evolución y una complementación mutua de todos los miembros del Cuerpo @ístico. 15 Fodos necesitamos de esas "oras en las que escuc"amos en silencio y de!amos que la )alabra divina obre en nosotros "asta el momento en que ella nos conduce a ser fructíferos en la ofrenda de la alabanza y en la ofrenda de las obras concretas. Fodos nosotros necesitamos de las formas que nos "an sido transmitidas y de la participación en el culto divino pblico, para que de esa manera nuestra vida interior sea motivada y conducida por rectos caminos y para que allí encuentre sus modos de eJpresión m&s convenientes. *a solemne alabanza divina tiene que tener tambi%n un lugar en este mundo, donde "a de alcanzar la m&s grande perfección de la que los "ombres son capaces. 8ólo desde aquí puede elevarse al cielo por el bien de toda la glesia, y transformar a sus miembros, despertar la vida interior y animarla a la co"erencia eJterior. *a oración pblica, a su vez, tiene que ser vivificada por dentro en tanto que de!a espacio en las moradas interiores del alma para una profundización silenciosa y recogida. De no ser así se convertiría en una c"arlatanería est%ril y falta de vida. *as moradas de la vida interior ofrecen un refugio contra ese peligro, ellas son los lugares donde las almas est&n en presencia de Dios en silencio y soledad, para convertirse en amor vivificante en el corazón de la glesia. Cristo es el nico camino "acia el interior de nuestra vida, así como "acia el coro de los espíritus bienaventurados, que cantan el 8anctus- eterno. 8u 8angre es el velo a trav%s del cual entramos en el santuario de la vida divina. 'n el bautismo y en el sacramento de la reconciliación nos purifica de nuestros pecados, nos abre los o!os para la luz eterna, los oídos para percibir la palabra de Dios y los labios para cantar "imnos de alabanza y para rezar oraciones de eJpiación, de petición y de agradecimiento, que no son sino distintas formas de adoración y
veneración de las criaturas ante el Dios todopoderoso y de infinita bondad. 'l sacramento de la Confirmación marca y fortifica a los luc"adores de Cristo en el testimonio valiente de la fe+ pero el sacramento que nos "ace miembros de su Cuerpo @ístico es sobre todo el de la 'ucaristía, donde Cristo est& real y personalmente presente. 1L 'n tanto que participamos en el banquete eucarístico y en tanto que somos alimentados por su Cuerpo y por su 8angre, en la misma medida somos transformados en su Cuerpo y su 8angre. E sólo en tanto que somos miembros de su Cuerpo podemos ser vivificados y conducidos por su 'spíritu. ...el 'spíritu es el que vivifica, pues el 'spíritu es el que "ace de los miembros, miembros vivos+ el 'spíritu, sin embargo, vivifica solamente los miembros que se encuentran en el cuerpo... )or eso nada "abr& de temer el cristiano tanto como la separación del Cuerpo @ístico de Cristo, pues si %l es separado del Cuerpo de Cristo, de!a de ser su miembro y no puede ser ya vivificado por el 'spíritu- 38an Agustín, Fract.=>, in :oannem7. @iembros del Cuerpo de Cristo somos adem&sR...no sólo por el amor, sino en verdad por la unión con su cuerpo. *a unión misma es causada por el alimento que 'l nos "a regalado para probarnos sus ansias de permanecer con nosotros. )or eso "a querido sumergirse en nuestra propia eJistencia y proyectar su cuerpo en el nuestro para que todos seamos uno como la cabeza y el cuerpo son uno- 38an :uan Crisóstomo, omilía L1 al pueblo de Antioquía7. Como miembros de su Cuerpo, animados por su 'spíritu, nos ofrecemos tambi%n nosotros como víctimas por 'l-, con 'l- y en 'l- y entonamos con los coros celestiales el eterno "imno de agradecimiento. )or eso la glesia, despu%s del banquete sagrado, reza/ 8aciados con tan grandes dones, te pedimos 8e#or, conc%denos que los dones que recibimos nos sirvan para nuestra salvación y para que nunca abandonemos la alabanza de tu nombre.
LOS CAMINOS DEL SILENCIO INTERIOR
1 'n una conferencia que intentaba describir una imagen del alma femenina que correspondiera a su determinación eterna se mencionaban los siguientes atributos/ amplia, tranquila, vacía de sí misma, c&lida y luminosa. 8imult&neamente se planteaba la pregunta de cómo se puede llegar a la posesión de tales cualidades. 8in duda alguna no se trata de una multitud de caracteres que "ayan de ser tomados en cuenta o elaborados individualmente, m&s bien se refieren a un estado general del alma que, en esos atributos concretos, es contemplada desde diversos puntos de vista. 'se estado no puede ser elaborado voluntariamente, sino que tiene que ser producido por la gracia. *o que nosotros podemos y tenemos que "acer es/ abrirnos a la gracia. 'so significa renunciar totalmente a nuestra propia voluntad, para entregarnos totalmente a la voluntad divina, poniendo nuestra alma, dispuesta a recibirle y a de!arse modelar por 'l, en las manos de Dios. 'ste es el conteJto primario que nos permite vaciarnos de nosotros mismos y alcanzar un estado de paz interior. Nuestra interioridad se ve colmada por propia naturaleza de muy diversas maneras y "asta tal punto, que una cosa empu!a a la otra y todas ellas mantienen el alma en un movimiento constante+ a menudo incluso en conflicto y perturbación. *as obligaciones y preocupaciones del día se acumulan en nuestro entorno en el momento mismo de despertarnos por la ma#ana, si es que no interrumpieron ya la tranquilidad de la noc"e. 'n ese momento se plantean ya cuestiones tan incómodas como estas/ Cómo puedo sobrellevar tantas cosas en un solo díaG Cu&ndo podr% "acer esto o aquelloGRCómo puedo solucionar tal o cu&l problemaG )arece que quisi%ramos lanzarnos agitadamente o precipitarnos sobre los acontecimiento del día, para poder tomar las riendas en las manos y decir/ 0ec"o2
)ero lo realmente importante es no de!arse turbar en ese momento. @i primera "ora en la ma#ana le pertenece al 8e#or. oy quiero ocuparme de las obras que el 8e#or quiere encomendarme y 'l me dar& la fuerza para realizarlas. De esa manera quiero subir al altar del 8e#or. Aquí no est& en !uego mi propia persona o mis cuestiones personales, peque#as y sin importancia, aquí se trata de la gran ofrenda eJpiatoria. Eo puedo participar de ella para purificarme y llenarme de alegría y para ofrecerme en el altar con todas mis obras y mis sufrimientos. E cuando recibo luego al 8e#or en la comunión puedo preguntarle/ 8e#or, qu% quieres de miG 'n ese momento me decido a realizar aquello que, despu%s de un di&logo silencioso con Dios, considero que es mi próJima empresa. = (na profunda paz inundar& mi corazón, y mi alma se vaciar& de todo aquello que pretendía perturbarla y sobrecargarla, si comienzo con mis tareas cotidianas despu%s de la celebración matinal de la eucaristía+ y, a la vez, ser& ella colmada de santa alegría, de valentía y de fortaleza. 8us "orizontes se agrandan y amplían, porque ella salió de sí misma para entrar en la vida divina. 'l amor arde en ella como una llama suave que "a encendido el 8e#or y la incita a eJpresar ese amor y a transmitirlo a los otros. Ilammescat igne caritas, accendat ardor próJimos-. E con toda claridad contempla ella el próJimo pedacito de camino que tiene por delante+ ella no puede ver muy le!os, pero sabe que cuando "aya alcanzado el punto que a"ora limita el "orizonte, se le abrir& un panorama totalmente nuevo. E a"ora comienza la tarea cotidiana. uiz& cuatro o cinco "oras seguidas de traba!o en la escuela. 'so significa constante concentración en una cosa y cada "ora una distinta. 'n esa o en aquella "ora de clase no se puede alcanzar lo que se pretendía, o quiz& en ninguna. 'l propio cansancio, las interrupciones imprevistas, las deficiencias de los alumnos, el des&nimo, las insurrecciones, los temores. ? bien en la oficina/ contacto con un !efe o colegas desagradables, pretensiones irrealizables, acusaciones in!ustas, miseria "umana y necesidades de todo tipo. asta que llega el mediodía. Cansados y agotados
volvemos a casa donde posiblemente nos esperan nuevos conflictos y tribulaciones. Dónde queda la frescura matinal del almaG De nuevo quisiera eJplotar y precipitarse/ des&nimo, disgusto, arrepentimiento. E, a pesar de todo, 0queda todavía tanto por "acer "asta la tarde2 's que tenemos que comenzar inmediatamenteG No, por lo menos no antes de "aber encontrado un momento de tranquilidad. Cada una debe conocerse lo suficientemente a sí misma como para saber dónde y cómo puede encontrar sus momentos de tranquilidad. *o me!or, si es posible, es desa"ogarse un momento frente al tabern&culo y volver allí todas nuestras preocupaciones. uien no pueda "acerlo, porque quiz& necesita un poco de serenidad física, puede tomarse un respiro en la propia "abitación. E si esa tranquilidad eJterior no fuera de ninguna manera posible, si no se tiene ningn lugar en el que uno pueda retirarse un momento y si las obligaciones apremiantes nos privan de una "ora de tranquilidad, entonces deberíamos por lo menos por un momento cerrarnos a todas las otras preocupaciones para poder remontarnos al 8e#or. 'l est& siempre allí presente y puede darnos en un instante todo lo que necesitamos. Así se desarrollar& el resto del día, quiz& con muc"o m&s cansancio y fatiga, pero en paz. E cuando llega la noc"e y la revisión del día nos muestra que muc"as de nuestras obras fueron fragmentarias y otras, que tambi%n nos "abíamos propuesto, quedaron sin "acer y se despierte en nosotros una suerte de vergSenza y arrepentimiento, en ese momento "abremos de tomar las cosas tal cual son, "emos de ponerlas en las manos de Dios y abandonarlas a 'l. De esa manera se puede descansar en 'l, para, despu%s de recuperarnos verdaderamente, comenzar el nuevo día como si fuera una nueva vida. 4 'sta es sólo una peque#a indicación de cómo podríamos organizar nuestro día para dar lugar en nuestra vida a la gracia de Dios. Cada una en particular sabe cómo puede aplicar estos conse!os de la me!or manera a su propia vida.
A"ora sólo resta mostrar cómo el domingo "a de convertirse en una gran puerta, a trav%s de la cual la vida eterna puede penetrar en nuestra vida diaria, para darnos fuerzas en el traba!o de toda la semana+ y cómo las grandes fiestas, los tiempos solemnes y los de penitencia, vividos en espíritu eclesial, proporcionan a las personas, a#o tras a#o, la paz eterna del sabbat-. (na importante tarea de cada una en particular consistir& en pensar cómo podr& ella organizar su plan diario y anual, segn sus propias aptitudes y circunstancias eJistenciales, para preparar los caminos del 8e#or. *a distribución eJterna de las actividades tendr& que ser distinta para cada una, y tambi%n con el correr del tiempo tendr& que adaptarse el&sticamente al cambio de las circunstancias. Adem&s, la situación anímica es diversa en las distintas personas. E no todos los medios aptos para establecer una relación con el 'terno o para mantenerla viva o revivificarla 3meditación, lectura espiritual, participación en la liturgia, devociones populares7 son igualmente fructíferos para cada una en particular y en diversas circunstancias. *a meditación, por e!emplo, no puede ser e!ercitada siempre por todos y de la misma manera. 's muy importante encontrar lo m&s efectivo para cada una y aprovec"arse de ello. 4 “SANCTA DISCRETIO EL DON DEL DISCERNIMIENTO
1 *a regla de 8an $enito de Nursia es llamada a menuda discretione perspicua-, distinguida por la discreción. *a discreción se convierte de esa manera en el cu#o especial de la santidad benedictina. 'n realidad no eJiste santidad sin ella+ m&s an, si se la entiende en profundidad y en todas sus dimensiones, coincide con la santidad misma.
)or e!emplo, si se confía algo a alguien ba!o discreción-, eso significa, se espera que se guardar& en secreto. )ero la verdadera discreción es muc"o m&s que la sola reserva. 'l discreto sabe, sin que se lo pidan eJpresamente, sobre qu% cosas puede "ablar y qu% es lo que debe callar. 'l posee el don de distinguir lo que debe ocultarse en el silencio, de lo que "a de ser revelado+ el momento en el que "ay que "ablar y el momento en el que "ay que callar+ a qui%n se le puede confiar algo y a qui%n no. Fodo esto es v&lido no sólo para las cuestiones que le ata#en personalmente, sino tambi%n para aquellas que se refieren a otros. 8e considera tambi%n una indiscreción- cuando alguien "abla sobre cuestiones propias, pero en un lugar o en un momento poco indicados. 'l discreto no toca tampoco con sus preguntas lo que no debe ser tocado y sabe muy bien cómo y cu&ndo una pregunta es conveniente+ y si fuera "iriente sabe de!arla de lado. = (na suma de dinero nos puede ser entregada tambi%n a discreción-, lo cual significa que podemos disponer de ella. 'sto no quiere decir, sin embargo, que podamos utilizarla arbitrariamente. uien nos entrega esa suma nos da libertad de ación, pues est& convencido de que nosotros somos quienes podemos determinar me!or qu% es lo que se puede "acer con ella. 'n ese caso la discreción es tambi%n un don de discernimiento. De manera muy especial tiene necesidad de ella quien tiene a su cargo la dirección de otras personas. 8an $enito "abla de la discreción en relación con lo que se "a de eJigir del Abad 3Begla de 8.$enito, Cap.L47/ 'l Abad tiene que ser en sus ordenaciones previdente y refleJivo+ ya se trate de una ocupación divina ya "umana, que %l imponga, debe distinguir y sopesar, teniendo en cuenta aquel discernimiento de :acob que di!o/RP8i a!etreo demasiado a mi reba#o, moriría todo en un solo díaQ 3en.,17. 'l Abad "abr& de cobi!ar en su corazón ese y otros testimonios en favor del don del discernimiento, la madre de todas las virtudes, para poder tomar aquellas determinaciones que eJige el valiente y que no asustan al d%bil-. 'n este caso se puede entender la discreción como la sabia mesura-, pero la fuente de una tal mesura es el
mismo don de poder distinguir qu% es lo que conviene a cada uno. De dónde viene es donG )or una parte "ay algo natural que nos capacita para el discernimiento "asta un determinado grado. A eso don natural le llamamos tactoo delicadeza- y es fruto de un cultivo del alma y de una sabiduría "eredada o bien adquirida por diversas actividades formativas o eJperiencia vitales. 'l Cardenal NeTman decía que el perfecto entlemann- se confunde casi con el santo. 8u actitud alcanza sólo "asta un determinado nivel de sobrecarga. )or encima de ese nivel se rompe el equilibrio del alma. *a discreción natural no llega tampoco a niveles muy profundos. 'lla sabe cómo tratar a los "ombres- y como un aceite suave se adelanta a los roces en el engrana!e de la vida social, pero los pensamientos del corazón, el centro m&s íntimo del alma, le son desconocidos. Allí llega solo el 'spíritu que todo lo penetra, "asta las profundidades mismas de la divinidad. *a verdadera discreción es sobrenatural. 'lla se encuentra solamente allí donde reina el 'spíritu 8anto, donde una persona, mediante el ofrecimiento indivisible de sí misma y la capacidad de entregarse libremente, escuc"a la voz suave de su "u%sped y est& atenta a sus inspiraciones. 4 8e puede considerar a la discreción como un don del 'spíritu 8antoG 8in duda alguna no se la puede tomar como uno de los siete conocidos ni tampoco como un octavo nuevo. *a discreción pertenece a cada don en particular y se puede llegar a afirmar que los siete dones constituyen la "uella visible de este nico don. 'l don del temor distingue- en Dios la divina ma!estas- y determina la distancia inconmensurable entre la santidad de Dios y la propia imperfección. 'l don de la piedad distingue en Dios la pietas-, el amor paternal, le contempla con amor filial y respetuoso, con un amor que sabe distinguir lo que es debido al )adre en el cielo. 'n la prudencia es donde se ve con m&s claridad que la discreción es un don de discernimiento+ ella determina qu% es lo m&s conveniente para cada situación concreta. 'n la fortaleza podríamos inclinarnos a pensar que se trata de algo puramente voluntario, sin embargo la distinción entre
la prudencia que reconoce el camino recto y una fortaleza que se impone ciegamente es posible sólo en el &mbito natural. 'l espíritu "umano obra dócilmente y sin disgusto allí donde reina el 'spíritu 8anto. *a prudencia determina el obrar pr&ctico sin ninguna restricción y la fortaleza se ve de esa manera iluminada por la prudencia. Ambas posibilitan a la persona "umana para adaptarse fleJiblemente a las m&s diversas situaciones. )recisamente cuando ella se "a entregado sin resistencia al 'spíritu, es capaz de sobrellevar todo lo que le acontece. *a luz del 'spíritu le permite, como don de ciencia, ver con absoluta claridad todo lo creado y todo lo acontecido en su ordenación a lo eterno, comprenderlo en su estructura interna y otorgarle el lugar debido y la importancia que le corresponde. Iinalmente le concede, como don de entendimiento, la penetración en las profundidades de la divinidad misma y de!a resplandecer ante ella con toda claridad la verdad revelada. 'n su punto culminante, como don de sabiduría, le une con la Frinidad y le permite penetrar de alguna manera "asta la misma fuente eterna y "asta todo aquello que emana de ella y que le tiene como sustrato en ese movimiento vital y divino que es amor y conocimiento !untamente. 5 *a sancta discretio- se distingue, segn esto, radicalmente de la inteligencia "umana, an de la m&s aguda. 'lla no distingue a trav%s de un pensamiento discursivo escalonado como el espíritu "umano que investiga+ ella no desmembra y resume, no compara y rene, concluye y prueba. *a sancta discretio- distingue de la misma manera que el o!o "umano percibe el entorno de las cosas sin esfuerzo alguno a la luz del claro día. *a penetración en los detalles particulares no le "ace perder la visión de todo el conteJto. Cuanto m&s alto sube el caminante tanto m&s se amplía el "orizonte, "asta llegar a la cumbre donde la visión del entorno es completa. 'l o!o del espíritu, iluminado por la luz celestial, alcanza las le!anías m&s distantes, nada de desvanece, nada se "ace indistinguible. Con la unidad crece la plenitud, "asta que todo el mundo se "ace visible ba!o el simple rayo de la luz divina, como acaeció en la magna visio- de 8an $enito.
AMOR !OR LA CRU"
1 Algunas refleJiones con motivo de la fiesta de 8an :uan de la Cruz
8iempre se nos "a querido mostrar que 8an :uan de la Cruz no deseaba para sí otra cosa que el sufrimiento y el desprecio. oy nos preguntamos por los motivos de ese amor por el sufrimiento. 's que se trata solamente del recuerdo amoroso del camino sufriente de nuestro 8e#or en la tierra, una suerte de apremio de la sensibilidad "umana por acerc&rsele a trav%s de una vida que se aseme!a a la suyaG 'sto parece no corresponder a la elevada y estricta espiritualidad del maestro místico+ casi significaría que, en virtud del varón de dolores-, se olvida al Bey triunfante sentado en el trono, al divina 9encedor sobre el pecado, la muerte y el abismo. Acaso no "a desterrado Cristo la esclavitudGRNo nos "a conducido tambi%n al Beino de la *uz y nos "a llamado a ser "i!os felices del )adre CelestialG *a visión del mundo en que vivimos, la necesidad, la miseria y el abismo de la maldad son causa suficiente para aplacar el gozo del triunfo de la luz. *a "umanidad luc"a todavía en el fango y el reba#o de los que se liberaron de %l en la cumbre m&s alta de los montes es an muy peque#o. *a batalla entre Cristo y el Anticristo no "a concluido todavía. 'n medio de esa luc"a tienen su puesto los seguidores de :ess y su arma principal es la Cruz. Cómo podemos entender estoG 'l peso de la Cruz con el que Cristo se "a cargado es la corrupción de la naturaleza "umana, con todas sus consecuencias de pecado y sufrimiento, con las cuales fue acunada la "umanidad caída. 'l sentido ltimo de la Cruz es liberar al mundo de esa carga. 'l retorno de la "umanidad liberada al corazón del )adre celestial y la aceptación de la "erencia legítima es un don libre de la gracia y del amor misericordioso de Dios. Fal liberación no "abr& de suceder, sin embargo, a costa de la santidad y la !usticia divinas. *a suma total de
los errores "umanos, desde el pecado original "asta el día del !uicio final, tiene que ser borrada por una obra de eJpiación de medidas equivalentes. E esa eJpiación no es otra cosa que el calvario, el camino de la Cruz. *as tres caídas de Cristo ba!o el peso de la Cruz corresponden a la triple caída de la "umanidad/ el pecado original, el rec"azo del 8alvador por su pueblo elegido y la caída de aquellos que llevan el nombre de cristianos. = 'l Bedentor no estaba solo en el camino de la Cruz y los que le rodeaban y apretu!aban no eran solamente sus adversarios, sino tambi%n "ombres y mu!eres que le apoyaban/ la @adre de Dios, @aría, como modelo de los seguidores de la Cruz de todos los tiempos+ 8imon de Cirene, como e!emplo para todos aquellos que aceptan el sufrimiento que les "a sido impuesto y que encuentran su felicidad en tanto que lo soportan+ 9erónica, como representante de las almas amantes que se sienten impulsadas a servir al 8e#or. Cada uno de los que a la largo de la "istoria "an cargado con un destino difícil en memoria del Bedentor sufriente, o bien voluntariamente tomaron sobre sí la eJpiación del pecado, "an ayudado con ello al 8e#or a cargar con su yugo y "an disminuido, en parte, el peso brutal del pecado de la "umanidad. @&s an, Cristo mismo como Cabeza realiza la eJpiación del pecado en esos miembros concretos de su Cuerpo místico, que se "an puesto a disposición de su obra de salvación en cuerpo y alma. @uy bien podemos suponer que la presencia de los amigos que "abrían de seguirle en el camino del dolor dio muc"as fuerzas al 8alvador en la noc"e del monte de los olivos. E la fuerza de esos Cargadores de la Cruz- viene en su ayuda despu%s de cada caída. *os !ustos del Antiguo Festamento son quienes le acompa#aron en el camino entre la primera y la segunda caída. *os discípulos y discípulas, que se reunieron en torno a 'l durante su vida terrena, fueron sus ayudantes en el segundo tramo. Iinalmente, los amantes de la Cruz, que 'l "a suscitado y "abr& de suscitar siempre de nuevo en la "istoria cambiante de una glesia controvertida, ser&n sus compa#eros "asta el fin de los tiempos. )ara ello "emos sido llamados tambi%n nosotros.
)or lo tanto, si alguien an"ela el sufrimiento, no lo "ace por un recuerdo puramente piadoso de los sufrimientos del 8e#or. *a eJpiación voluntaria es lo que nos une verdadera y m&s profundamente con el 8e#or. Fal unión est& por encima de la ya eJistente con Cristo, pues el "ombre natural "uye del sufrimiento, y la bsqueda del dolor para satisfacer una inclinación perversa al sufrimiento, nada tiene que ver con las ansias de sufrimiento como eJpiación de los pecados. *a inclinación perversa por el dolor no es, adem&s, una aspiración espiritual, sino una pretensión puramente sensible y, en cuanto tal, no es me!or que otros vicios de la concupiscencia, sino precisamente peor por ser antinatural. 8olamente quien tiene abiertos los o!os del espíritu para el sentido sobrenatural de los acontecimientos del mundo puede eJperimentar ansias por el sufrimiento eJpiatorio. 'so, sin embargo, sólo es posible para aquellos en los cuales vive el 'spíritu de Cristo, que como miembros de un cuerpo, reciben de la cabeza su fuerza, su sentido y su dirección. *a eJpiación, por otra parte, nos une m&s íntimamente con Cristo, de la misma manera que cada comunidad se siente m&s íntimamente unida en la realización de una tarea con!unta y como los miembros de un cuerpo se unifican cada vez m&s en el !uego org&nico de sus funciones. 'l amor por la Cruz y la gozosa filiación divina, adem&s, no se oponen, pues la unión con Cristo es nuestra beatificación celestial y el crecimiento evolutivo en esa unión representa nuestra felicidad en la tierra. Ayudar a cargar con la Cruz de Cristo nos proporciona una alegría fuerte y pura, y quienes pueden y tienen derec"o a "acerlo, los constructores del Beino de Dios, son sus verdaderos "i!os. De a"í que la preferencia por el camino de la Cruz no signifique de ninguna manera que olvidemos que el 9iernes 8anto ya "a sido superado y la ?bra de la 8alvación consumada. 8olamente los redimidos, los "i!os de la gracia pueden ayudar a Cristo a cargar con la Cruz. 'l sufrimiento "umano recibe fuerza eJpiatoria sólo si est& unido al sufrimiento de la cabeza divina. *a vida del cristiano consiste en sufrir y en ser feliz en el sufrimiento, en ser
parte del mundo, andar por los miserables y &speros caminos de esta tierra y, a pesar de todo, reinar con Cristo a la derec"a del )adre, en reír y llorar con los "i!os de este mundo y cantar ininterrumpidamente con los coros de los &ngeles las alabanzas de Dios, "asta que despunte la aurora de la eternidad. L A#E CRU$%S!ES UNICA
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1 0$endita seas, Cruz, esperanza nica2 De esta manera nos invita la glesia a implorar, en el tiempo dedicado a la contemplación de los amargos sufrimiento de Nuestro 8e#or :esucristo. 'l grito de gozo del aleluya pascual "izo enmudecer el solemne "imno de la Cruz, pero el signo de nuestra salvación siguió bendici%ndonos en medio de la alegría pascual, en tanto que nosotros rememor&bamos el "allazgo del que "abía desaparecido. *a Cruz nos bendice al t%rmino de las grandes fiestas de la glesia, desde el corazón mismo del 8alvador. E a"ora que el a#o litrgico ya declina, %l ser& elevado delante de nosotros y "a de mantener nuestras miradas cautivas "asta que el aleluya pascual nos invite nuevamente a olvidar por un momento la tierra, para colmarnos de gozo en las bodas del Cordero. Nuestra 8anta ?rden nos permite comenzar el tiempo de penitencia con la fiesta de la eJaltación de la 8anta Cruz y nos conduce "asta el pie de esa misma Cruz para renovar nuestros votos. 'l Crucificado nos contempla y nos pregunta si estamos todavía dispuestas a serle fieles en lo que le "emos prometido en una "ora de gracia. 'l tiene razón de pregunt&rnoslo pues, "oy m&s que nunca, se "a convertido la Cruz en un signo de contradicción. *os discípulos del Anticristo le "acen ignominias muc"o peores que las que le "icieron antiguamente los mismos persas que la saquearon. 'llos profanan la imagen de la
Cruz y "acen los esfuerzos posibles para arrancarla del corazón de los cristianos. *amentablemente, con bastante frecuencia "an tenido %Jito, incluso con aquellos que, como nosotras, "abían prometido ya cargar con la Cruz de Cristo. )or eso el 8alvador nos contempla "oy, serio y eJaminante, y nos pregunta a cada una de nosotras/ uieres ser fiel al CrucificadoG 00)i%nsalo bien22 'l mundo est& en llamas+ el combate entre Cristo y el Anticristo "a comenzado abiertamente. abiertamente. 8i t te decides por Cristo, te puede costar la vida+ refleJiona por eso es o muy bien sobre aquello que prometes. *a profesión y la renovación de los votos es algo terriblemente serio. Fu "ar&s una promesa al 8e#or del cielo y de la tierra y si eso no te es lo suficientemente sagrado como para poner todo tu empe#o en cumplirlo, caer&s en las manos del Dios viviente. = 'l 8alvador cuelga en la Cruz, delante de ti, por "aber sido obediente "asta la muerte y muerte de Cruz. 'l vino al mundo no para "acer su voluntad sino la voluntad del )adre. 8i tu tambi%n quieres ser la prometida del Crucificado, tienes que negar incondicionalmente tu propia pr opia voluntad y no tener ningn otro an"elo, sino el de cumplir la voluntad del )adre. 'lla se te eJpresa en la 8anta Begla y en las Constituciones de la ?rden. 'lla te "abla a trav%s del suave Aliento del 'spíritu 8anto, en lo m&s íntimo de tu corazón. 8i quieres ser fiel a tu voto de obediencia tienes que oír, noc"e y día, atentamente esa voz y seguir sus mandamientos. 'so significa, adem&s, crucificar cada día y en cada momento tu voluntad y tu amor propio. Fu 8alvador cuelga en la Cruz delante de ti, desnudo y abandonado, porque 'l "a elegido la pobreza y quien quiera seguirle "abr& de renunciar a todos los bienes terrenos. No es suficiente que una vez lo "ayas abandonado todo y que "ayas venido al monasterio. F tienes que tomarlo tambi%n a"ora muy en serio. Acepta agradecida lo que la providencia de Dios te envía y prívate alegremente de lo que %l te "ace carecer+ no te cargues de cuidados por tu propio cuerpo, ni por sus capric"os e inclinaciones, sino entr%gate m&s bien a aquellas
ocupaciones que te "an sido encomendadas. No te preocupes por el día que viene, ni por la próJima comida. Fu 8alvador cuelga delante de ti con el corazón traspasado. 'l "a derramado la 8angre de su propio corazón para ganar el tuyo. 8i tu quieres seguirle en santa pureza, entonces tu corazón tiene que estar libre de todo an"elo terreno y :ess, el Crucificado, ser el nico ob!eto de tus apetitos, de tus deseos y de tus pensamientos. Fe estremeces ante la grandeza de lo que los santos votos eJigen de tiG )ues no tienes porqu% temer. 8eguro que lo que t prometiste est& por encima de tu debilidad, de tu "umana fortaleza, pero no est& por encima de la fuerza del Fo Fodopoderoso y ella ser& tuya si t te confias a %l, y si %l acepta tu !uramento de fidelidad. Ea Ea lo "izo en el día de tu profesión y "oy quiere "acerlo nuevamente. 's el corazón amante de tu 8alvador quien te invita una vez m&s a seguirle. (n seguimiento tal eJige de ti obediencia, pues la voluntad del "ombre es d%bil y ciega. 'lla sola no puede encontrar e camino en tanto no se entregue totalmente a la voluntad divina. 'ste seguimiento te pide la pobreza, porque tus manos "an de estar vacías v acías de los bienes de la tierra para poder recibir las delicias del cielo. 'l te pide castidad, pues sólo el desapego de todo amor terrenal libera tu corazón para amar a Dios. *os brazos del crucificado est&n eJtendidos para atraerte "acia su corazón. 'l quiere tomar tu vida para ofrecerte a suya. 000Ave CruJ,spes unica222 4 'l mundo est& en llamas 'l incendio puede "acer presa tambi%n en nuestra casa+ pero en lo alto por encima de todas las llamas, se elevar& la Cruz. 'llas no pueden destruirla. 'lla es el camino de la tierra al cielo y quien la abraza creyente, amante, esperanzado, se eleva "asta el seno mismo de la Frinidad. Frinidad. 0'l mundo est& en llamas2F llamas2Fe e apremia apremia eJtinguirlasG Contempla la Cruz. Desde el corazón abierto brota la sangre del 8alvador. 'lla apaga las llamas del infierno. *ibera tu corazón por el fiel cumplimiento de tus votos y entonces se derramar& en %l el caudal del Amor Amor divino
"asta inundar todos los confines de la tierra. ?yes los gemidos de los "eridos en los campos de batalla del 'ste y del ?esteG Fu no eres m%dico, ni tampoco enfermera, ni puedes vendar sus "eridas. Fu est& recogida en tu celda y no puedes acudir a ellos. ?yes el grito gr ito agónico de los moribundos y quisieras ser sacerdote y estar a su lado. Fe Fe conmueve la aflicción de los viudas y de los "u%rfanos y tu querrías ser el Ungel de la Consolación y ayudarles. @ira "acia el Crucificado. 8i est&s unida a %l, como una novia en el fiel cumplimiento de tus santos votos, es tuVsu sangre preciosa la que se derrama. (nida a %l, eres como el omnipresente. Fu no puedes ayudar aquí o allí como el m%dico, la enfermera o el sacerdote+ pero con la fuerza de la Cruz puedes estar en todos los frentes, en todos los lugares de aflicción. Fu Amor Amor misericordioso, Amor del corazón divino, te lleva a todas partes donde se derrama su sangre preciosa, suavizante, santificante, salvadora. *os o!os del Crucificado Crucificado te contemplan interrogantes, eJaminadores. uieres cerrar nuevamente tu alianza con el CrucificadoG u% le responder&sG -8e#or,Ra -8e#or,Ra dónde iremosG 8ólo F tienes palabras de vida eterna-.
000A9' CB(W, 8)'8 (NCA222 LAS BODAS DEL CORDERO
14 de septiembre de 1<4K
1 9enerunt nuptiae Agni Agni et uJor eius praeparavit se3Apoc. 1<,=>7. an llegado las $odas del Cordero y la esposa ya est& dispuesta- De manera tan "ermosa sonaron estas palabras en nuestro corazón la víspera de nuestra profesión, y así deber&n sonar nuevamente cuando renovemos solemnemente nuestros sagrados votos. )alabras colmadas de misterio que ocultan en sí la profundidad misteriosa del sentido de nuestra sagrada vocación. ui%n es el CorderoG ui%n es la noviaG De
qu% $anquete de $odas se "abla aquíG Eo contempl% y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y de los ancianos estaba un cordero como degollado3Apoc.5,L7. Cuando el vidente de )atmos contempló ese rostro latía todavía en %l el recuerdo de aquel inolvidable día !unto al :ord&n, cuando :uan el $autista le mostró al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo- 3:n.1,=<7. 'n aquel momento "abía comprendido %l la palabra y a"ora comprendía la imagen. 'l era el que antes caminaba !unto al :ord&n y e que se le "abía manifestado a"ora en blancas vestiduras, con sus o!os como llamas de fuego y con la espada del que !uzga, el )rimero y el ltimo3!0:n.1,1 ss.7. 'l llevó a plenitud lo que los ritos de la Antigua Alianza sólo manifestaron en figura. Cuando en el m&s solemne y santo día del a#o, el 8umo 8acerdote entraba en el 8anto de los 8antos, en el terrible y sagrado lugar de a presencia de Dios, tomaba del pueblo dos mac"os cabríos/ el uno, para cargar sobre %l los pecados del pueblo y llevarlos al desierto, y el otro, para rociar con su sangre el Fabern&culo y el Arca de la Alianza 3*ev.1L7. 'se era el sacrificio de eJpiación por el pueblo. Adem&s de eso, el 8uma 8acerdote tenía que sacrificar un becerro !oven por % mismo y por su casa y ofrecer en "olocausto un ternero cebado. Con la sangre del becerro tenía que rociar tambi%n el trono de gracia, y cuando el sacerdote, no visto por o!o "umano, "abía orado por sí mismo, por su casa y por todo el pueblo de srael, salía afuera, donde estaba el pueblo eJpectante, y rociaba tambi%n el altar para eJpiar sus pecados y los del pueblo. *uego enviaba e carnero vivo al desierto, ofrecía su propio "olocausto y el del pueblo y "acía quemar los restos del sacrificio eJpiatorio delante del campamento 3m&s tarde, frente a las puertas de la ciudad7. = (n día solemne y sagrado era tambi%n el día de la Beconciliación. 'l pueblo permanecía en oración y ayunaba en el 8antuario+ y cuando al atardecer todo se "abía consumado, "abía paz y alegría en el corazón, porque Dios les "abía quitado el peso del pecado y les "abía donado su gracia. u% "abía producido esa reconciliaciónG Ni la sangre de los animales degollados, ni
el 8uma 8acerdote de la Iamilia de Aaron Meso o aclaró insistentemente 8an )ablo en la carta a los ebreosM, sino la verdadera víctima de Beconciliación, que estaba prefigurada en todas las anteriores víctimas prescritas por la *ey, y el 8umo 8acerdote, segn el orden de @elquisedeX, en cuyo lugar estaban los sumos sacerdotes de la casa de Aaron. 'l es tambi%n el verdadero Cordero )ascua, por cuya causa pasó de largo el &ngel eJterminador frente a las casos de los "ebreos, cuando castigó a los egipcios. 'l mismo 8e#or eJplicó esto a sus discípulos cuando comió con ellos el Cordero )ascual por ltima vez, y se entregó a sí mismo como alimento. )ero... porqu% "abía elegido el Cordero como símbolo preferidoG )orqu% se muestra 'l todavía en esa forma en el trono de la eterna gloriaG )orque fue inocente y "umilde como un cordero y porque %l "abía venido para de!arse llevar como un cordero que es llevado al matadero.
:uan presenció tambi%n eso cuando el 8e#or permitió que le apresaran en el @onte de los ?livos y luego se de!ó clavar en la cruz en el ólgota. Allí, en el ólgota, fue consumada la verdadera 9íctima de la Beconciliación y con ella perdieron su eficacia todas las antiguas ofrendas, y muy pronto cesaron totalmente, así como el antiguo sacerdocio cuando la destrucción del Femplo. Fodo esto le tocó presenciar a :uan+ por eso no le asombraba el Cordero sobre el trono, y porque fue un fiel testigo suyo le fue mostrada tambi%n la esposa del Cordero. 'l vio la PCuidad 8antaQ, la Nueva :erusal%n que descendía desde el cielo, del lado de Dios, engalanada como una novia que se adorna para su esposo- 3Apoc.=1,=+ < ss.7. Así como el mismo Cristo descendió del cielo a la tierra, así tiene tambi%n su esposa, la 8anta glesia, su origen en el cielo. a nacido de la gracia de Dios y con el i!o de Dios "a descendido del cielo, de modo que est& unida a 'l indisolublemente. a sido construida con piedras vivas y su piedra basal fue colocada cuando la )alabra de Dios asumió la naturaleza "umana en el seno de la 9irgen. 'n aquel tiempo el alma del Ni#o Divino y de la @adre 9irgen estaban enlazadas con el vínculo de la m&s íntima unión, que "oy llamamos desposorio. *a :erusal%n celestial vino a la tierra escondida a los o!os del mundo y de ese primer
vínculo nupcial nacieron todas las piedras vivas 3cada alma, en particular, llamada a la vida por la gracia de Dios7, que luego ensamblaron la vigorosa construcción. *a @adre 9irginal llegaría a ser la @adre de todos los redimidos, y como la c%lula fecunda, de la cual se desprenden siempre nuevas c%lulas, construiría ella la ciudad viviente de Dios. 'ste misterio escondido le fue revelado a :uan cuando estaba !unto a la 9irgen @adre al pie de la Cruz y fue entregado a ella como "i!o. Allí se abrió la glesia visiblemente al ser. 8u "ora "abía llegado, pero no todavía su ltima perfección. 'lla vive y "a sido desposada por el Cordero, pero la "ora del festivo banquete nupcial llegar& cuando el dragón sea definitivamente vencido y el ltimo de los redimidos "aya luc"ado su combate "asta el final. Así como el Cordero tuvo que ser degollado para ser elevado sobre el trono de la gloria, así conduce el camino de la gloria, a trav%s de la Cruz y el sufrimiento, a todos aquellos que fueron elegidos para el $anquete de $odas del Cordero. 'l que quiera desposar al Cordero tiene que de!arse clavar con %l en la Cruz. )ara esto est&n llamados todos los que fueron marcados con la sangre del Cordero, y %stos son todos los bautizados. 8in embargo, no todos comprenden esa llamada y le siguen+ pero "ay una llamada para un seguimiento m&s estrec"o, que suena m&s penetrante en el interior del alma y que eJige una clara respuesta. 'sa es la llamada a la vida religiosa, y la respuesta son los votos. 'n aquel, a quien el 8e#or llama en medio de las circunstancias m&s normales 3familia, pueblo, ambiente7, para entregarse solamente a 'l, se destaca el vínculo nupcial con el 8e#or con m&s fuerza que en la multitud de los redimidos. )or toda la eternidad tienen que pertenecer de manera preferida al Cordero, seguirle a donde 'l vaya y cantar el "imno de las vírgenes que ningn otro puede cantar 3Apoc.14,17. 8i se despierta en el alma el deseo de la vida religiosa, es como si el 8e#or pidiera su mano en desposorio, y si ella se consagra a %l a trav%s de los votos y acepta el 9eni, sponsa C"risti-, se prefigura el banquete de las bodas celestiales.
8e trata aquí, sin embargo, sólo de la espera por el banquete eterno. 'l gozo nupcial del alma consagrada a Dios y su fidelidad tienen que templarse en combates, ya ocultos, ya manifiestos, y en lo cotidiano de la vida religiosa. 'l esposo que ella elige es el Cordero que "a sido degollado, y si ella quiere entrar con 'l en la gloria celestial tiene que de!arse clavar ella misma en su Cruz. *os clavos son los tres votos. Cuanto m&s solícita se eJtienda el alma consagrada sobre la Cruz y soporte los golpes del martillo, tanto m&s profundamente eJperimentar& la realidad de estar unida con el Crucificado y así, el mismo "ec"o de estar crucificada, ser& para ella la fiesta de las bodas. 4 'l voto de pobreza abre las manos para que ellas de!en caer todas aquellas cosas que las tenían atrapadas y las su!eta luego de modo que no puedan ya lanzarse a las cosas de este mundo. 'l ordena, adem&s, las manos del espíritu y del alma/ los apetitos que siempre se inclinan a los placeres y los bienes materiales+ las preocupaciones que se desprenden de pretender asegurar la vida terrena en todas sus dimensiones, la agitación que se ocupa de cosas diversas, poniendo en peligro de esa manera la dedicación a lo nico necesario. (na vida en la abundancia y la comodidad burguesa contradice el espíritu de la santa pobreza y nos separa del pobre crucificado. Nuestras "ermanas, en los primeros tiempos de la reforma, se consideraron dic"osas cuando les faltaba lo necesario, y cuando las dificultades "abían sido superadas, temían que el 8e#or se "ubiera apartado de ellas, pues lo tenían todo a disposición en cantidad suficiente. Algo no funciona bien en una comunidad conventual si la vida eJterior toma tanto tiempo y fuerzas para sí que se resiente la vida interior+ y algo no est& del todo en orden en el alma de las religiosas, en particular, si comienzan a preocuparse de sí mismas y a preocuparse de aquellas cosas que satisfacen sus deseos e inclinaciones, en vez de abandonarse a la Divina )rovidencia y aceptar agradecidas lo que ella les manda a trav%s de las "ermanas responsables de la autoridad. Naturalmente, con eso no se eJcluye que se "aga notar a los superiores sobre aquello que eJige la obligatoria consideración de la
salud. )ero una vez que esto se "a "ec"o, "emos de liberarnos de toda otra preocupación. 'l voto de pobreza nos proporciona la despreocupación de los gorriones y de los lirios, para que el espíritu y el corazón permanezcan libres para Dios. *a santa obediencia su!eta nuestros pies para que no anden ya m&s por sus propios caminos, sino solamente por los caminos de Dios. 5 *os "i!os del mundo llaman libertad al no estar sometidos a ninguna voluntad a!ena y a que nadie les impida satisfacer sus deseos e inclinaciones. )or esa libertad se lanzan a sangrientos combates y sacrifican todo lo que tienen, los bienes y la vida. *os "i!os de Dios, sin embargo, entienden por libertad algo diferente. 'llos quieren seguir sin estorbos al 'spíritu de Dios y saben que los obst&culos m&s grandes no vienen desde fuera, sino que yacen en nuestro propio interior. *a razón y la voluntad del "ombre, que gustosamente quieren ser su propio se#or, no se percatan de cu&n f&cilmente se de!an persuadir por la concuspiscencia y se convierten en sus esclavos. No "ay me!or camino para liberarnos de esa esclavitud y "acernos dóciles a la dirección del 'spíritu 8anto que el camino de la santa obediencia. 'n la obediencia es donde mi alma se siente realmente libre-. 'sto "ace decir oet"e a la "eroína de uno de sus poemas, que est& fuertemente impregnado de espíritu cristiano. *a aut%ntica obediencia no consiste solamente en la no transgresión eJterna de las prescripciones de la 8anta Begla y de los preceptos y las órdenes de los superiores+ tiene, m&s bien, que convertirse en una aut%ntica renuncia a la propia voluntad. )or eso, el que obedece no estudia la Begla y las Constituciones para descubrir sutilmente cu&nta, así llamada, libertad se le permite todavía, sino para descubrir cada vez me!or cuantos peque#os sacrificios y oportunidades tiene cada día y cada "ora al alcance de la mano para el crecimiento en la renuncia de sí mismo. 'l toma sobre sí los preceptos y las normas como un yugo suave y una carga ligera, pues se siente, a trav%s de ellos, m&s estrec"a y profundamente unido con el 8e#or, que fue obediente "asta la muerte y muerte de Cruz. )uede que a los "i!os
de este mundo les parezca intil, irracional y estrec"a de miras obrar de esa manera, pero el 8alvador, que realizó durante treinta a#os su traba!o cotidiano en base a tales peque#os sacrificios, nos !uzgar& de una manera muy diversa. 'l voto de castidad busca liberar al "ombre de todas las ataduras de la vida mundana, para abrazarlo a la cruz por encima de toda agitación y de!ar tambi%n libre su corazón para su fusión total con el Crucificado. (n sacrificio tal no se lleva a cabo de una sola vez. @uy bien se puede estar eJteriormente apartado de las circunstancias que fuera conducen a la tentación, sin embargo en la memoria y en la fantasía permanecen todavía muc"as cosas que pueden perturbar el espíritu y quitar la libertad al corazón. 'Jiste, adem&s, el peligro de que en los protegidos muros del convento se creen nuevas ligaduras y así se resienta la total unión con el corazón divino. L Con nuestra entrada en la ?rden nos convertimos nuevamente en miembros de una familia y "emos de ver y "onrar en nuestras superioras y "ermanas a miembros vivos del cuerpo místico de Cristo. Con todo, somos "ombres y puede que se mezcle en el santo amor, infantil y fraternal, algo demasiado "umano. 'n ese caso creemos ver a Cristo en el "ombre que tenemos delante y no nos damos cuenta que nos apegamos "umanamente al "ombre y corremos el peligro de perder a Cristo de vista. A"ora bien, no solamente la inclinación "umana enturbia la pureza del corazón, pues peor que un demasiadoamor "umano es una demasiado poco- amor al corazón divino. Cada aversión, cada eno!o, cada rencor que toleramos a nuestro corazón cierra las puertas al 8alvador. *as agitaciones involuntarias se presentan, naturalmente, sin culpa nuestra, pero tan pronto como las consentimos tenemos que tomar ineJorablemente partido contra ellas+ de lo contrario nos ponemos en contra de Dios, que es Amor, y traba!amos en provec"o del adversario. 'l "imno que cantan las vírgenes en el s%quito del Cordero es con seguridad el "imno del m&s puro amor. *a Cruz es elevada nuevamente ante nosotras. 'lla es el signo de contradicción. 'l Crucificado nos contempla desde allí y nos dice/ uer%is abandonarme tambi%n
vosotrasG- 'l día de la renovación de los votos tiene que ser siempre el día de un serio eJamen personal. emos sido consecuentes con lo que profesamos con fervor inicialG emos vivido como conviene a las desposadas del Crucificado, del Cordero que "a sido inmoladoG 'n los ltimos meses "emos oído bastante a menudo que las muc"as oraciones por la paz no surtieron todavía ningn efecto. u% derec"o tenemos nosotras a ser escuc"adasG Nuestro an"elo de )az es, sin duda, aut%ntico y sincero, pero... procede de un corazón totalmente purificadoG emos rezado verdaderamente en el nombre de :ess, es decir, no sólo con el nombre de :ess en los labios, sino en el espíritu y en el sentir del 8e#or, sólo para la gloria de la 9oluntad del )adre y sin buscarnos a nosotras mismasG > 'l día en que Dios tenga poder ilimitado sobre nuestro corazón tendremos tambi%n nosotros poder ilimitado sobre el suyo. 8i tenemos esto presente, nunca tendremos el valor de condenar a "ombre alguno. No debemos, sin embargo, tampoco desalentarnos si despu%s de muc"o tiempo en la vida religiosa tenemos que decirnos a nosotras mismas que todavía somos aprendices e ineJpertas. *a fuente que mana del corazón del Cordero no se "a agotado. Fodavía "oy podemos lavar allí nuestras vestiduras como lo "izo un día el buen ladrón en el ólgota. 'n la confianza de la fuerza reparadora de esa sagrado manantial nos postramos ante el Frono del Cordero y respondemos a su pregunta/ 8e#or, a dónde iremosG 8ólo t tienes palabras de vida eterna. D%!anos beber de las fuentes de la santidad para nuestro bien y el de este mundo sediento. Danos la gracia de poder pronunciar con un corazón puro las palabras de la esposa, que dice/ 0009'N, 9'N 8'Y?B :'8Z8, 9'N )B?NF?222 LA E$ALTACIÓN DE LA CRU"
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1 8an $enito determinó en su 8ancta Begula- que el ayuno comenzara para los religiosos con la fiesta de la 'Jaltación de la Cruz. *a prolongada alegría pascual y las solemnidades del verano 3al final, todavía la fiesta de la Coronación de @aría como Beina del Cielo7 podrían quiz&s, empalidecer o "acer desaparecer de nuestra mente la imagen del Crucificado, de la misma manera que %sta permaneció escondida en los primeros siglos del cristianismo. )ero llegado su tiempo, apareció la Cruz resplandeciente en el cielo, amonestando a los "ombres a buscar el madero de la ignominia, escondido y olvidado, y a reconocer en %l el signo de la salvación, el símbolo de la fe y el emblema de los creyentes. Cada a#o, cuando la glesia la levanta ante nuestros o!os, "emos de acordarnos de la eJ"ortación del 8e#or/ uien quiera ser mi discípulo, que cargue con su Cruz y me siga-
[email protected],4+ *c.14,=>7. Cargar con la Cruz significa caminar por el camino de la penitencia y la renuncia. 8eguir al 8alvador significa, para nosotras, religiosas, de!arnos clavar en la Cruz con los tres clavos de los votos. *a 'Jaltación de la Cruz y la renovación de los votos est&n íntimamente unidas. 'l 8alvador nos "a precedido en el camino de la pobreza. A 'l le pertenecen todos los bienes del cielo y de la tierra. 'llos no significan para 'l ningn peligro+ 'l podía usar de ellos, manteniendo a la vez su corazón totalmente libre. 'l sabía, sin embargo, que a los "ombres apenas les es posible poseer bienes sin sucumbir ante ellos y sin convertirse en sus esclavos. Cristo abandonó por eso todo lo que tenía, mostrando así, m&s por medio del e!emplo que a trav%s de conse!os, que todo lo posee quien nada tiene. 8u nacimiento en el establo y su "uida a 'gipto nos muestran ya que el "i!o del ombre no "abría de tener ningn lugar donde reclinar la cabeza. = uien le sigue "a de saber que nosotros no tenemos en la tierra un lugar duradero. Cuanto m&s vivamente lo eJperimentemos, tanto mas apremiante ser& nuestra esperanza de lo venidero y nuestra alegría en la certeza
de que tenemos un lugar preparado para nosotros en el cielo. 's bueno que pensemos "oy que a la pobreza pertenece tambi%n la disposición a abandonar incluso los muy amados claustros conventuales. Nosotras nos "emos comprometido a vivir en clausura y lo "acemos siempre de nuevo, cada vez que renovamos nuestros votos. Dios, sin embargo, no est& obligado a mantenernos siempre dentro de los muros de la clausura. 'l no los necesita, pues tiene otros muros para protegernos. 8ucede algo parecido con los sacramentos. 'llos representan para nosotros los medios ordinarios de la gracia y ninguna disposición de nuestra parte es suficiente para recibirles, pero Dios no est& atado a ellos. 'n el mismo momento en que nosotras fu%ramos privadas por imposición eJterior de la recepción de los sacramentos, en ese mismo instante podría 'l, de otras maneras y en sobreabundancia, resarcirnos con su gracia y seguramente lo "ar& en la medida en que nosotras "ayamos permanecido anteriormente fieles a su recepción. )or ello se convierte en nuestra santa obligación el acatar lo m&s meticulosamente posible las normas de la clausura, para vivir sin obst&culo alguno, ocultas con Cristo en Dios. 8i permanecemos fieles en esto y fu%ramos arro!adas a la calle, el 8e#or nos enviar& sus &ngeles, que acampar&n en nuestro entorno para proteger nuestras almas con el batir invisible de sus alas, me!or que la m&s alta y m&s fuerte muralla. No "emos de an"elar una situación tal y podemos muy bien rezar para que no tengamos que vivir esa eJperiencia+ sin embargo, con el deseo sincero y serio/ 0ue no se "aga mi voluntad, sino la tuya2 'l voto de pobreza quiere ser renovado sin reservas. 0ue se "aga tu voluntad2 'se fue el contenido de la vida de nuestro Bedentor. 'l vino al mundo para realizar la voluntad del )adre, no sólo para eJpiar con su obediencia el pecado de la desobediencia, sino para retornar a todos los "ombres al camino de la obediencia. A la voluntad creada no le "a sido dado el ser soberanamente libre+ ella est& llamada a adecuarse a la voluntad divina. 8i se somete libremente a esa adecuación, entonces le es concedido cooperar libremente con el perfeccionamiento de la creación. E si la creatura libre se niega a esa adecuación, se esclaviza. *a voluntad del "ombre
mantiene todavía la posibilidad de elección, pero se encuentra an en la esfera de las creaturas+ ellas le arrastran y le empu!an en direcciones que se ale!an del desarrollo de su naturaleza querido por Dios, y con ello le ale!an tambi%n de la meta a la cual su libertad estaba originariamente dirigida. 'l "ombre pierde tambi%n, !unto con esa libertad originaria, la seguridad de decisión. *a voluntad se "ace inconstante e inestable, es acosada por dudas y escrpulos o se enquista en su eJtravío. Irente a esto no "ay otros remedio sino el del camino del seguimiento de Cristo+ del i!o del ombre, que no sólo obedeció directamente al )adre celestial, sino que se sometió a los "ombres que la voluntad del )adre "abía colocado sobre 'l. *a obediencia ordenada por Dios libera la voluntad esclavizada de las ataduras de las creaturas y la conduce de retorno a la libertad. 'n ese sentido es tambi%n el camino "acia la pureza del corazón. 4 No "ay ninguna cadena que sea m&s fuerte que la de la pasión. 'l cuerpo, el alma y el espíritu pierden ba!o su peso su fuerza y salud, su claridad y su belleza. Así como al "ombre, signado por el pecado original, apenas si le es posible poseer bienes sin atarse a ellos, así eJiste en casi todas la inclinaciones naturales el peligro de la degeneración de la pasión, con todas sus devastadoras consecuencias. Dios nos "a dado para ello dos remedios/ el matrimonio y la virginidad. *a virginidad es el camino m&s radical y por ello tambi%n el m&s f&cil. 'ste no es, sin embargo, el motivo m&s profundo por el cual Cristo la eligió para precedernos. 'l mismo matrimonio es ya un gran misterio como símbolo de la unión de Cristo con la glesia y, al mismo tiempo, como su instrumento. *a virginidad, por su parte, es un misterio m&s profundo an+ ella no sólo es símbolo e instrumento de la unión conyugal con Cristo y de su fecundidad sobrenatural, sino su misma participación. 'lla brota desde lo m&s profundo de la vida divina y nos conduce nuevamente a ella. 'l )adre eterno participó la totalidad de su esencia al i!o con amor incondicional y de la misma manera se la retorna el i!o al )adre. 'l paso de Dios "ec"o "ombre por la vida temporal nada podía cambiar en esa entrega absoluta de )ersona a )ersona. 'l i!o pertenece al )adre por los siglos de los siglos, y
por eso no podría entregarse a ninguna otra persona "umana. 5 *o que 'l "izo fue introducir, a los "ombres que querían entregarse a 'l, en la unidad de su )ersona divina y "umana como miembros de su Cuerpo @ístico, para ofrecerlos así al )adre. )ara eso vino al mundo. 'sa es la divina fecundidad de su virginidad eterna/ que puede engendrar en las almas a vida sobrenatural. E esa es tambi%n la fecundidad de las vírgenes que siguen al Cordero+ que reciben con toda su fuerza e indivisa entrega la vida divina para, en íntima unión con la Cabeza divina y "umana, transmitirla a otras almas y ganar de esa manera nuevos miembros para el Cuerpo @ístico de Cristo. A la virginidad divina va apare!ado un rec"azo absoluto por el pecado como antítesis de la santidad divina. De ese aborrecimiento por el pecado brota, sin embargo, un amor insuperable por el pecador. :esucristo vino al mundo para arrancar a los pecadores del dominio de las tinieblas y reconstruir de esa manera la imagen divina en las almas prostituidas. 'l vino al mundo como i!o del pecado 3eso muestra, por lo menos, su &rbol genealógico y toda la "istoria del Antiguo Festamento7 y buscó siempre la compa#ía de los pecadores, para tomar sobre sí todo el pecado del mundo y cargarle consigo en el madero ignominioso de la Cruz, que por ese mismo motivo se convirtió en signo de su victoria. )or eso, precisamente, las almas vírgenes no sienten ningn tipo de aborrecimiento por los pecadores. *a fuerza de su pureza sobrenatural no tiene miedo de contaminarse. 'l amor de Cristo las empu!a a penetrar en la noc"e m&s profunda y ninguna alegría maternal terrena puede compararse con la felicidad del alma que enciende la luz de la gracia en la noc"e del pecado. 'l camino "acia esa maternidad es la Cruz. A la sobra de la Cruz se transformó la 9irgen de las vírgenes en la @adre de la racia. < E!I&AN'A
1 Cuando la luz suave de las velas del Adviento 3una luz misteriosa, en medio de una oscuridad tambi%n misteriosa7 brilla en las tardes oscuras de diciembre se despiertan en nosotros los pensamientos consoladores de que la *uz divina, el 'spíritu 8anto, nunca de!ó de alumbrar en las tinieblas de la "umanidad caída. 'l 'spíritu permaneció fiel a la creación sin tomar en cuenta las infidelidades de %sta. E aun cuando las tinieblas no querían de!arse penetrar por la luz celestial, siempre "ubo lugares abiertos donde esa luz pudo ser derramada. (n rayo de esa luz cayó ya sobre los corazones de nuestros primeros padres en la "ora del !uicio al que "ubieron de someterse+ un rayo iluminador-, que despertó en ellos la conciencia de su culpa+ un rayo ardiente- que los "izo consumirse en el dolor del arrepentimiento+ un rayo purificador y depurante, que los preparó para recibir la luz tierna de la estrella de la esperanza, que les fue prometida en las palabras del protoevangelio. *os corazones de todos los "ombres fueron acariciados a lo largo de los siglos por ese rayo de luz divina, de la misma manera que lo "abía "ec"o con los corazones de nuestros primeros padres. *a luz divina, escondida a los o!os del mundo, iluminaba y acrisolaba esos corazones, ablandaba su materia dura, enquistada y, a veces, deformada, y les daba nueva forma, con mano segura de artista, segn la imagen de Dios. De esa manera, oculta a los o!os de los "ombres, fueron y son formadas las piedras vivas que constituyen la glesia primeramente invisible. De esa glesia invisible brota, sin embargo, la glesia visible, que se manifiesta siempre de nuevo con acontecimientos admirables y revelaciones divinas+ con epifanías- siempre nuevas. *a obra silenciosa del 'spíritu 8anto en lo m&s íntimo de sus almas "izo de los patriarcas amigos de Dios. )ero cuando ellos alcanzaron a plenitud necesaria para convertirse en sus instrumentos apropiados, los "izo protagonistas de obras admirables y soportes de la evolución "istórica, de manera que pudo "acer nacer de ellos a su pueblo elegido. Así fue educado tambi%n @ois%s, primero en la intimidad, para ser nombrado luego conductor y legislador de su pueblo.
= No todos aquellos a quienes Dios toma como sus instrumentos tienen que ser preparados de esa manera. @uc"os "ombres pueden servir a Dios sin su conocimiento y "asta, incluso, en contra de su propia voluntad. 'ventualmente tambi%n, "ombres que no pertenecen, ni eJterior ni interiormente, a la glesia. 'stos son movidos como el martillo o el cincel del artista, a las ti!eras con que el vi#ador poda los sarmientos. 'n aquellos que pertenecen a la glesia puede preceder tambi%n temporalmente la pertenencia eJterior o interior, y esto puede llegar a ser muy importante, por e!emplo, cuando alguien es bautizado sin tener todavía conciencia de su fe, pero que la alcanza a trav%s de la vida eJterior de la glesia. 'l ltimo fundamento sigue siendo, sin embargo, la vida interior+ la formación del "ombre va desde dentro "acia fuera. Cuanto m&s profundamente est% el alma unida a Dios, y cuanto m&s desinteresadamente se "aya entregado a su gracia, tanto m&s fuerte ser& su influencia en la configuración de la glesia. E viceversa, cuanto m&s profundamente est% sumergida una %poca en la noc"e del pecado y en a le!anía de Dios, tanto m&s necesita de almas que est%n íntimamente unidas a 'l. )ero an en esas situaciones Dios no nos abandona. Desde la noc"e m&s oscura surgen las grandes figuras de los profetas y los santos, aun cuando, en gran parte, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. No cabe ninguna duda, sin embargo, de que los giros decisivos de la "istoria del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales poco o nada dicen los libros de "istoria. E cu&les sean las almas, a las que "emos de agradecer las transformaciones decisivas de nuestra vida personal, es algo que sólo "abremos de eJperimentar el día en que todo lo oculto sea revelado. 's posible "ablar de una glesia invisible-, porque las almas escondidas no viven aisladas, sino en un conteJto viviente y dentro del gran orden del plan divino. 8u efectividad y su íntima unión puede que permanezca oculta para ellos mismos y para los otros a lo largo de toda su vida terrenal. 8in embargo, es tambi%n posible que algo de ese orden salga a la luz y se "aga visible. 'se es el caso de las personas y los acontecimientos que
enmarcan el misterio de la 'ncarnación. @aría y :os%, ;acarías e sabel, los pastores y los @agos, 8imeón y Ana, todos ellos "abían vivido en la intimidad de Dios y estaban preparados para la tarea especial que les "abría de ser encomendada, antes an de "aber eJperimentado el admirable encuentro con el 8e#or y antes de poder entender el camino de su vida como un camino "acia ese punto culminante. 'n todos los "imnos que la tradición nos "a legado se eJpresa su admiración ante las maravillas de Dios. )or otra parte, encontramos en los "ombres que se reunieron en torno al pesebre una imagen clara de la glesia y de su desarrollo. *os representantes de la antigua dinastía real, a la cual le "abía sido prometido el 8alvador del mundo, y los representantes del pueblo fiel constituyen el lazo de unión entre el Antiguo y el Nuevo Festamento. *os @agos de ?riente representan a los gentiles, a quienes desde :ud& les sería dada tambi%n la salvación. Así tenemos entonces una glesia constituida por !udíos y gentiles. *os @agos llegaron tambi%n al pesebre como representantes de aquellos que en todos los países y pueblos buscan la salvación. *a gracia los "abía conducido "asta el pesebre de $el%n, antes de que pertenecieran a la glesia visible. 'n ellos vivía un deseo puro de alcanzar la 9erdad, que no se de!a contener en las fronteras de las doctrinas y tradiciones particulares. Dios es la verdad y 'l quiere manifestarse a todos aquellos que le buscan con sincero corazón+ por eso, tarde o temprano tenía que aparecerse la estrella a esos sabios-, para conducirlos por el camino de la 9erdad. )or eso se presentan ante la 9erdad encarnada y, postrados ante ella, depositan sus coronas a sus pies, pues todos los tesoros del mundo no son sino polvo en comparación con ella. 4 *os @agos tienen tambi%n para nosotros in significado especial. An perteneciendo ya a la glesia visible, percibimos muc"as veces la necesidad interior de superar los límites de las concepciones y costumbres "eredadas. Nosotros conocíamos ya a Dios, sin embargo sentíamos que 'l quería ser buscado y encontrado de una manera nueva. )or eso buscamos una estrella que nos indique el camino recto. 'sa estrella se nos manifestó en
la gracia de nuestra vocación. Nosotros la "emos seguido y al final del camino encontramos al Ni#o divino. 'l eJtendió sus manos para recibir nuestros dones y esperaba de nosotros el oro de un corazón liberado de los bienes terrenos, la mirra de la renuncia a la felicidad de este mundo, para recibir a cambio parte de la vida y de los sufrimientos de Cristo, y, finalmente, el incienso de una voluntad con altas aspiraciones, que se entrega totalmente para someterse a la voluntad divina. A cambio de esos dones el Ni#o divino nos entrega su propia vida. 'se admirable intercambio no fue, sin embargo, el nico. 'l plenifica nuestra vida toda. Despu%s de la "ora solemne de nuestra entrega nupcial siguió el que"acer cotidiano de la vida religiosa. Fuvimos que volver a nuestro país de origen-, pero por otro camino-, conducidos por la nueva luz que "abía iluminado aquella "ora solemne. 'sa luz nueva nos eJige tambi%n que busquemos con nuevos o!os. Dios se de!a buscar-, dice 8an Agustín, para de!arse encontrar. E 'l se de!a encontrar para que podamos buscarle nuevamente-. Despu%s de cada "ora marcada por la gracia nos da la impresión de que comenzamos a comprender nuestra vocación. 5 )or eso, el "ec"o de renovar cada a#o nuestros votos responde a una profunda necesidad interior y tiene especial importancia que lo "agamos el día de la fiesta de los tres Beyes @agos, cuya peregrinación y adoración del Ni#o es un modelo para nuestra propia vida. 'l Ni#o divino responde a cada una de las renovaciones de nuestros votos, "ec"as con sincero corazón, con una renovada aceptación de nuestra vida en una íntima comunicación interior. 'sa aceptación representa, por su parte, una nueva y silenciosa acción de la gracia en nuestra alma. uiz&s se eJpresa, incluso, en una epifanía, en una revelación de la obra de Dios en nuestra conducta eJterior y en nuestro obrar, que "asta, incluso, puede ser percibida en nuestro entorno. )ero puede tambi%n que produzca frutos que permanecen ocultos a los otros "ombres y de los cuales brotan las fuentes misteriosas de la vida. oy vivimos en una %poca que necesita urgentemente de una renovación desde las fuentes escondidas de las almas íntimamente unidas a Dios. ay muc"a gente que
tiene puestas sus ltimas esperanzas en esas fuentes de la salvación. 'sta es una amonestación muy seria/ de cada una de nosotras se eJige una entrega total al 8e#or que nos "a llamado, para que pueda ser renovada la faz de la tierra. 'n total confianza debemos abandonar nuestra alma a las inspiraciones del 'spíritu 8anto. No es necesario que eJperimentemos la epifanía- de nuestra vida, sino que "emos de vivir en la certeza de fe de que, lo que el 'spíritu de Dios obra escondidamente en nosotros, produce sus frutos en el reino celestial. Nosotros los veremos en la eternidad. De esa manera queremos presentar al 8e#or nuestras ofrendas y las depositamos en las manos de su @adre. 'ste primer s&bado fue consagrado especialmente a su nombre 3el L de enero de 1<4K fue s&bado N. Del F.7, y nada puede significar para su corazón una alegría m&s grande que la entrega cada vez m&s profunda de nuestro corazón al corazón de Dios. Adem&s, ella interceder& ante el Ni#o en el pesebre para que tengamos santos sacerdotes y para que su obrar sea colmado de bendiciones. 'sta es la petición que este s&bado sacerdotal eJige de nosotros y que la @adre de Dios "a puesto en nuestro corazón como elemento esencial de nuestra vocación carmelitana. EN TORNO AL !ESEBRE DE BEL(N
L M 1 M 1<41
1 (na vez m&s nos arrodillamos ante el pesebre, !unto a los tres Beyes @agos. *os latidos del Ni#o divino "an dirigido la estrella que nos condu!o "asta aquí. 8u luz, refle!o de la *uz eterna, se refracta en mltiples aureolas alrededor de la cabeza de los santos que a 8anta glesia nos presenta como corte del Bey de los Beyes que acaba de nacer. 'llos nos de!an entrever algo del misterio de nuestra vocación. @aría y :os% no pueden ser separados de ninguna manera de su i!o divino en la liturgia de la Navidad. 'llos
no tienen en ese tiempo una fiesta propia, pues todas las fiestas del 8e#or son sus- fiestas, fiestas de la 8agrada Iamilia. 'llos no se acercan- al pesebre, pues ellos "an estado siempre allí+ y quien se acerca al Ni#o se acerca tambi%n a ellos, que est&n totalmente sumergidos en su luz celestial. *a fiesta m&s cercana a la del Bedentor reci%n nacido es la de 8an 'steban. u% es lo que deparó al primer testigo de sangre del Crucificado este lugar de "onorG 'l realizó con entusiasmo !uvenil lo que di!o Cristo a venir al mundo/ @e "as dado un cuerpo+ mira, que "e venido a cumplir tu voluntad-+ se e!ercitó en la obediencia absoluta, que tiene su raíz en el amor y se eJpresa tambi%n en %l. 8an 'steban siguió al 8e#or en aquello que es quiz&s, naturalmente "ablando, lo m&s difícil para el corazón "umano, tanto que parece imposible/ cumplir con el mandamiento del amor a los enemigos de la misma manera que el Bedentor. 'l Ni#o que yace en el pesebre, y que "a venido a llevar a plenitud la voluntad del )adre "asta la muerte y muerte de Cruz, contempla en su espíritu a todos los que le van a seguir por ese camino. 8u corazón se inclina "acia el primer discípulo que ser& recibido en el trono del )adre con la palma del martirio. 8u manecita nos le presenta como a nuestro modelo y como si di!era/ @irad, este es el oro que yo espero de vosotros. = No muy le!os del primer m&rtir se encuentran las flores martyrum-, los p%talos tiernos que fueron arrancados antes de que "ubieran podido siquiera madurar para ofrecerse libremente como víctimas. 's un principio piadoso de la fe el que dice que la gracia se adelantó a los acontecimientos naturales y concedió a los ni#os inocentes la comprensión de lo que sucedería con ellos para "acerles capaces de entregarse libremente y asegurarse así el premio de los m&rtires. 8in embargo, ni an así pueden equipararse al confesor resuelto de la fe, que con valentía "eroica se compromete en la causa de Cristo. 'llos se aseme!an m&s bien a los corderos que, abandonados e indefensos, son llevados al matadero. 'n ese sentido son la imagen de la pobreza m&s eJtrema. 'llos no poseen ningn otro bien, sino su propia vida, que
a"ora tambi%n se les quita, sin que ellos puedan oponer resistencia alguna. *os 8antos nocentes rodean el pesebre para mostrarnos cu&l es la mirra que nosotros "emos de ofrecer al Ni#o divino+ quien quiera pertenecerle totalmente debe entregarse a 'l y a la voluntad divina como esos ni#os, en total desprendimiento de sí mismo. 'l Bedentor tampoco quiere eJtra#ar en el pesebre al discípulo que le fue particularmente fiel durante su vida, al discípulo que :ess amaba-. Nosotros le conocemos ba!o la imagen de la pureza virginal. 'l agradó al 8e#or precisamente porque era puro. 'l reclinó su cabeza sobre el pec"o de :ess y allí fue iniciado en los misterios del corazón divino. De la misma manera que el )adre dio testimonio de su i!o cuando di!o/ 'ste es mi i!o muy amado, oídle-, así parece se#alarnos el Ni#o divino a su discípulo amado y decirnos/ No "ay incienso que me sea m&s agradable que la entrega de un corazón puro. 'scuc"ad a aquel que pudo ver a Dios porque tenía un corazón puro. Nadie pudo contemplar m&s profundamente que %l los abismos escondidos de la vida divina. )or eso proclama %l solemnemente al final de la 8anta @isa, en las celebraciones navide#as, el misterio del eterno nacimiento del 9erbo divino. 3'n aquel tiempo se concluía cada celebración eucarística de la octava de navidad con la lectura del prólogo de 8an :uan. N.del F.7. 'l vivió las luc"as del 8e#or tan de cerca como sólo lo puede "acer un alma que ama. Y 'l nos mostró al $uen )astor que va detr&s de las ove!as perdidas. De %l podemos aprender cu&n preciadas son para el corazón divino las almas de los "ombres, y, adem&s, que la mayor alegría que podemos depararle es que nos entreguemos voluntariamente a 'l, como sus instrumentos en el camino del reba#o. 'l "a guardado cuidadosamente y nos "a transmitido numerosos testimonios en los cuales el Bedentor confesó su divinidad, frente a amigos y enemigos. 'l abrió ante nosotros el relicario del corazón divino en la reproducción de los discursos de despedida del 8e#or y de su oración sacerdotal. )or su intercesión sabemos qu% parte nos corresponde en la vida de Cristo Mcomo sarmientos in!ertados en la vi#a divinaM y del Dios Frinitario.
'l pudo contemplar, todavía en vida, al Dios "ec"o ombre como !uez del mundo, para dibu!arnos luego los grandiosos enigmas de las misteriosas profecías apocalípticas en ese libro que, como ningn otro, nos ense#a a comprender las turbulencias de nuestro tiempo como una parte de la gran batalla entre Cristo y el Anticristo. (n libro de ineJorable seriedad y consoladora promesa. *a presencia de 8an :uan !unto al pesebre nos dice/ @irad lo que se concede a quienes se entregan a Dios con un corazón puro. 'llos van a participar de la total e inacabable plenitud de la vida "umanoMdivina de Cristo como don real. 9enid y bebed de la fuente de agua viva que el 8alvador abre a los sedientos que caminan "acia la vida eterna. *a palabra se "izo carne y yace ante nosotros ba!o la forma de un peque#o Ni#o reci%n nacido. 4 oy podemos acercarnos a 'l para presentarle el don de nuestros votos, y luego "emos de andar un nuevo a#o !unto a 'l por los caminos de su vida terrena. Cada misterio de esa vida, en la cual intentamos penetrar en contemplación amante, es para nosotros como una fuente de vida eterna. E el mismo Bedentor, a quien la palabra de la 'scritura nos le presenta ba!o forma "umana en todos sus caminos terrenales, vive entre nosotros, oculto ba!o las formas del )an 'ucarístico, y viene a nosotros cada día como el )an de la 9ida. De una u otra forma est& siempre !unto a nosotros, y de una u otra forma quiere que le busquemos y encontremos. *a una apoya a la otra. 8i vemos a nuestro Bedentor con los o!os del espíritu, tal como nos lo dibu!an las 8agradas 'scrituras, entonces crecer&n en nosotros las ansias de recibirle como el )an de la 9ida. 'l )an 'ucarístico, por su parte, despierta en nosotros el deseo de conocer al 8e#or m&s profundamente en las palabras de la 'scritura y fortifica nuestro espíritu para un mayor entendimiento. 0(n nuevo a#o de la mano del 8e#or2Ni siquiera sabemos si podremos eJperimentar el final de este a#o, pero si bebemos cada día de las fuentes del 8alvador, entonces cada día nos "ar& penetrar m&s profundamente en la vida eterna y nos preparar& para separarnos m&s f&cilmente de la carga de esta vida terrena, cuando resuene la llamada del 8e#or. 'l Ni#o divino nos ofrece su mano para la
renovación de la alianza nupcial. Apur%monos a asir esa mano/ 'l 8e#or es mi luz y mi salvación, a qui%n temer%G UNA O&RENDA DE AMOR
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1 nduit nos, enetriJ Domini, vestimento salutis/ et indumento !ustitiae circumdedit nos, aleluya-. *a @adre del 8e#or nos cubrió con el vestido de la salvación y nos revistió con el manto de la !usticia, aleluya-. Así rezamos del día de la fiesta de @aría, Beina del Carmelo, en la solemnidad de nuestra 8anta ?rden. *a @adre del 8e#or es la mediadora de todas las gracias y, por ello, todos los "ombres que son rescatados de la perdición por su amor misericordioso reciben de su mano la vestimenta de salvación y la gracia santificante que los consagra y transforma en "i!os de Dios. )ero a nosotras, que podemos llamarnos sus "i!as y "ermanas predilectas, nos obsequia con una vestimenta de salvación todavía m&s especial. @aría, como @adre de Cristo, elige a las almas que va a conducir "asta su i!o y a cubrir, por su "onor y gloria, con el vestido nupcial. 'lla es la que plantó su ?rden en la cumbre del @onte Carmelo como un !ardín de delicias para el Bey celestial y tambi%n la que la eJtendió por todo el mundo. Como signo especial de su misericordia y de su protección materna nos obsequió finalmente con el 8anto 'scapulario. ace un a#o, querida "ermana, recibió usted ese 'scapulario !unto con el 8anto &bito, pero aquella vez solamente en pr%stamo, para poder e!ercitarse, como en un tiempo de prueba, con la armadura de Dios. A"ora lo recibe usted nuevamente, pues se "a decidido a sellar una santa alianza con el 8e#or del cielo y de la tierra. 'l "ec"o de que este celebración coincida con la fiesta de @aría Beina del Cielo es una prueba especial de amor maternal+ de la misma manera que es una prueba de amor que la @adre de Dios le "aya concedido a usted su propio nombre.
Fales pruebas de su amor nos obligan de manera especial a la acción de gracias. Cuando recibimos el santo "&bito del Carmelo nos comprometemos a servir no sólo a nuestro 'sposo divino, sino tambi%n a su santa @adre. 'l vestido de salvación es llamado tambi%n vestido de !usticia y nos es entregado con la amonestación de que "emos de abandonar el "ombre vie!o para revestirnos del nuevo, que fue creado a imagen de Dios en santidad y !usticia. *a 8agrada 'scritura entiende por !usticia la perfección, el estado del "ombre redimido que "a sido !ustificado- y así retornado al estado anterior al pecado original. )or la aceptación del vestido de la !usticia nos comprometemos, por lo tanto, a luc"ar con todas nuestras fuerzas por alcanzar la perfección y mantener inmaculada nuestra vestimenta sagrada. No podemos servir me!or a la Beina del Carmelo y tampoco podemos mostrarle me!or nuestro agradecimiento que contemplando su imagen e!emplar y sigui%ndola en el camino de la perfección. = 'n los 'vangelio nos "an sido transmitidas muy pocas y breves palabras sobre la 9irgen @aría, pero esas palabras se aseme!an a granos de oro purísimo. Cuando ellos se derriten en el crisol de la contemplación amante se derraman sobre nosotras y cubren toda nueva vida de un brillante resplandor dorado. *o primero que oímos de la boca de @aría, en su di&logo con el &ngel en el momento de la Anunciación, es/ Cómo podr& suceder esto, si yo no conozco varónG- 3*c.1,47. 'sta frase no es otra cosa que el reconocimiento de su pureza virginal. @aría "abía consagrado su corazón y todas las fuerzas de su cuerpo, de su alma y de su espíritu al servicio de Dios en entrega indivisible. Con ello agradó al Fodopoderoso, y 'l, aceptando su entrega, la premió con la admirable fertilidad de la maternidad divina. @aría pudo penetrar profundamente en el misterio de la virginidad, sobre la cual su i!o divino se eJpresó diciendo/ uien pueda entender, que entienda-. 8u corazón saltó de gozo cuando ella supo lo que Dios tenía preparado para aquellos que le aman. @aría no pudo regalar a sus preferidos nada me!or que la llamada al seguimiento de Cristo, en el camino por el cual se alcanza esa admirable fertilidad y una felicidad que supera todo lo pensable. Como símbolo de la belleza
resplandeciente, en la cual se encuentra sumida toda alma realmente virgen, le viste ella con el manto inmaculado y blanco. 'l manto blanco nos recuerda constantemente que "emos sido invitadas a las $odas del Cordero, que "emos sido llamadas a cantar el "imno del amor celestial, que sólo nosotras podemos cantar con el coro de las vírgenes, y que "emos de seguir al Cordero sin separarnos nunca de 'l. Cuando el &ngel escuc"ó la declaración de @aría, disipó inmediatamente todos sus temores. Dios no pensó ni un solo momento en desligarla de su promesa. De ninguna manera+ precisamente gracias a su virginidad, puede ser cubierta con la sombra engendrante del 'spíritu 8anto. @aría es, por ello, destinada a ser 9irgen y @adre. E a"ora de!emos sonar en nuestros oídos la segunda frase de la 9irgen/ e aquí la esclava del 8e#or. ue se "aga en mí segn tu palabra- 3*c.1,67. 'sa es la eJpresión m&s perfecta de la obediencia. ?bedecer significa prestar atención a la palabra de otro, para someter nuestra voluntad a la de %l. E es una virtud, un e!ercicio de la virtud de la !usticia, si el otro es un superior- que sabe dirigirnos me!or de como lo "aríamos nosotras mismas. 'n este caso no se entiende por !usticia la perfección total, sino la virtud cardinal, que da a cada uno lo que le corresponde. *a obediencia m&s perfecta es la obediencia que tenemos para con Dios/ la subordinación de la propia voluntad a la voluntad divina. :esucristo fue quien nos dio e!emplo de esa obediencia perfecta, ya que 'l no vino a cumplir su voluntad, sino la de Aquel que le "abía enviado. 'sa misma obediencia perfecta fue e!ercitada por @aría, que se llamó a sí misma la esclava del 8e#or, y, como tal, se consagró con todas sus fuerzas a su servicio. Nosotras, a trav%s de nuestro voto de obediencia, nos comprometemos a vivir tambi%n en esa obediencia perfecta. Nos comprometemos a someter nuestra voluntad a la de nuestros superiores, en la absoluta confianza de que el 8e#or nos "abla por sus labios y nos manifiesta en ellos su voluntad. E qui%n podría saber me!or que 'l qu% es lo que nos "ace faltaG 'l camino de la obediencia se convierte de esa manera en el camino m&s seguro para alcanzar nuestro destino eterno. E aun cuando en ella
misma no est% todavía contenida la perfección ltima, es la obediencia la que nos proporciona la llave para alcanzarla. Dios quiere sólo nuestra salvación, y si sintonizamos nuestra voluntad con la suya podemos estar seguros de que alcanzaremos la perfección eterna. :ess y @aría son tambi%n nuestros modelos en la subordinación de la voluntad a una autoridad y un orden dados por Dios. 'n "umilde obediencia se sometieron a cada insinuación que el )adre celestial "abía dado a la 8agrada Iamilia a trav%s de las autoridades visibles. Fodos fueron siempre fieles a las determinaciones de la ley que el 8e#or "abía dado a su pueblo y acataron las ordenaciones de las autoridades civiles y religiosas. 4 Como símbolo de los lazos de nuestra voluntad se nos a!usta el cinturón con las palabras que Cristo di!o a )edro/ Cuando eras !oven vivías y actuabas como un !oven, te vestías e ibas a donde t querías+ cuando seas vie!o, otro te vestir& y te llevar& a donde t no quieres...-3:n.=1,167. uien se de!a conducir como un ni#o en el andador de la obediencia, %se alcanzar& el Beino de los Cielos, que "a sido prometido a los que se "acen como ellos. *a obediencia condu!o tambi%n a la doncella real de la casa de David a la "umilde casita del pobre carpintero de Nazaret+ %l mismo se vio obligado a sacar a ambos santos del entorno pacífico de su modesto "ogar, para llevarlos a los caminos y al establo de $el%n, donde "abría de nacer el i!o de Dios en un pesebre. 'l Bedentor y su @adre recorrieron m&s tarde los caminos de :udea y alilea, viviendo en la pobreza de las limosnas de los creyentes. Desnudo y abandonado, fue clavado el 8e#or en la Cruz, y puso el cuidado de su @adre en las manos del discípulo que amaba. )or esta razón eJige 'l la pobreza de aquellos que quieren seguirle. 'l corazón del "ombre tiene que estar liberado de toda atadura a los bienes terrenales, de la preocupación por ellos, de su dependencia, de las ansias de poseerlos. 'sa libertad es necesaria para todas aquellas almas que quieren pertenecer al esposo divino de manera indivisible y para la voluntad que pretende seguir todas las insinuaciones de la santa obediencia en estado de disposición libre y absoluta.
*os tres votos se complementan mutuamente. No se puede cumplir con uno a la perfección sin atender simult&neamente a los otros. *a @adre de Dios nos "a precedido en ese camino y quiere ser nuestra guía. uerida "ermana @iriam, confíese con un corazón de ni#o a esa @adre misericordiosa. 8i así lo "ace, no necesita tener miedo ante la grandeza delo que promete. 'l 8e#or, que la "a llamado y "oy la acepta como a su prometida, quiere otorgarle la gracia de permanecer fiel a su llamada, y quiere entreg&rsela a trav%s de las manos de su @adre. (sted tiene, adem&s, a su lado otra patrona/ 8anta Feresita del Ni#o :ess. 'lla nos muestra cómo podemos seguir al 8e#or y a la 9irgen del Carmelo "asta en los detalles m&s peque#os de la vida cotidiana. 8i usted aprende de ella a amar y a servir a Dios con un corazón puro y desprendido, entonces podr& cantar el "imno de gozo de la santa 9irgen @aría/ @i alma canta la grandeza del 8e#or y mi espíritu se alegra en Dios mi 8alvador. ' "a "ec"o en mí maravillas, pues 'l es poderoso y su nombre es santo- 3*c.1,4L7. E lo mismo que 8anta Feresita, podr& decir usted al final de su vida/ No me arrepiento de "aberme entregado al Amor-. 1=
LA CONDUCCIÓN DE LA #IDA SEGUN EL ES!'RITU DE SANTA ISABEL
1 )orqu% se "abr& convertido nuestra %poca en %poca &vida y, casi se podría decir, adicta a las celebracionesG No es quiz&s el peso opresivo de la miseria el que despierta el deseo de evadirse por un momento de la atmósfera gris y aplastante del presente, para calentarse un poco ba!o el sol de días me!oresG (na tal evasión representaría, sin embargo, un modo est%ril de celebrar nuestras fiestas, y "emos de suponer que es un deseo m&s profundo y sano, si bien no siempre igualmente consciente, el que dirige las miradas al pasado. (na generación pobre en espíritu, pero a la vez
sedienta de ese espíritu, vuelve su mirada "acia todos aquellos lugares donde en otro tiempo el espíritu fluyó en abundancia, para beberlo. (na inclinación tal es muy sana, pues el espíritu vive y no muerte !am&s Allí donde alguna vez colaboró en el cultivo de la vida "umana y de las obras "ec"as por la mano del "ombre, no de!ó solamente monumentos muertos, sino que contina eJistiendo misteriosamente, como una brasa oculta y bien protegida, que, apenas acariciada por una brisa vivificante, arde, brilla y enciende a otras. *a mirada penetrante y llena de amor del investigador, que reencuentra las c"ispas escondidas en los monumentos del pasado, es el soplo vivificante que permite reencender la llama. *as almas receptivas de los "ombres son la materia donde %l enciende ese fuego y donde se convierte en fuerza formante que ayuda a contener y a estructurar la vida presente. E si se trata de un fuego sagrado, que ardió alguna vez sobre la tierra y de!ó en ella las "uellas de su obrar, entonces se encuentran todos los lugares y vestigios de ese obrar ba!o una protección santa. *a brasa escondida es alimentada y mantenida, para ser reavivada como f%rtil y nunca vencida fuente de bendición. = (na tal fuente se nos abre en la memoria de esta santa encantadora que "ace siete siglos, en una temprana consumación de su vida, cerró los o!os a este mundo para entrar en el radiante esplendor de la luz eterna. *a "istoria de su vida se aseme!a a un cuento maravilloso/ la "istoria de la princesa sabel de ungría, que "abía nacido en el palacio de )ressbourg, mientras que, simult&neamente, el mago de 'isenac" [lingsor leía su nacimiento en las estrellas y proclamaba su fama futura y su importancia para el país de Furingia. *as descripciones de los tesoros, que la reina ertrudis acumulaba para dotar a su "i!ita, parecían sacadas de *as @il y una Noc"es-, y tambi%n las descripciones de la carroza en donde fueron cargadas todas esas maravillas, cuando el landgrave ermann de Furingia mandó buscar a la princesa, en edad de cuatro a#os, para desposarla con su "i!o, en la le!ana \artburg. *a reina prometió agregar an una cuantiosa dote. )ero sus esfuerzos por conseguir riqueza, esplendor y poderío encontraron un final inesperado, ya que fue asesinada por
unos conspiradores y la ni#a, que "abía enviado al eJtran!ero para asegurarle una corona, quedó "u%rfana. *as narraciones sobre la vida de los ni#os *uis e sabel nos recuerdan la ternura de los cuentos populares alemanes. Ambos crecieron !untos en un profundo amor fraternal y permanecieron unidos en una fidelidad indestructible, pese a todas la conspiraciones que su urdieron para separarles y pese a que paulatinamente todos se apartaban de esta ni#a rara y eJtra#a que prefería ocuparse de mendigos andra!osos en vez de participar en las alegres fiestas del palacio, y que m&s bien parecía "ec"a para la vida conventual que para ocupar un trono y ser el centro de una vida cortesana, suntuosa y brillante, como estaban acostumbrados los caballeros de Furingia desde los días en que el landgrave ermann reinaba sobre \artburg. A continuación sigue una novela de caballería/ la ceremonia de armar caballero al !oven landgrave y su toma de posesión del trono, el matrimonio esplendoroso y la felicidad !uvenil de los esposos príncipes+ la vida de sabel, como soberana del país, al lado de su esposo+ las fiestas, cacerías, cabalgatas por todo el país y, entro todo esto, la asistencia silencioso a los pobres y enfermos de los alrededores de \artburg+ m&s tarde, la creciente gravedad de los asuntos del reino/ cruzadas guerreras de su esposo, a regencia durante su ausencia, la luc"a contra el "ambre y las epidemias, que diezmaban al pueblo, y, simult&neamente, contra las resistencias de su entorno, que no le quería permitir atacar con todos sus ímpetus la miseria. Iinalmente, la promesa de la cruzada del landgrave, el profundo dolor de la despedida y de la desaparición y el derrumbe de la viuda consternada, cuando llega la noticia de su muerte. 8egn parece, el destino de una mu!er como el de muc"as otras. )ero lo que sigue es nuevo y no tienen ningn parangón. *a mu!er, acongo!ada por el dooor, se levanta como mulier fortis- 3tal como la presenta la liturgia en su fiesta7 y toma en sus manos su propio destino. 'n medio de la noc"e y de la tempestad abandona \artburg, donde no se le permite vivir segn los dictados de su conciencia. *a santa busca refugio para ella y para sus "i!os en
'isenbac" y, al no encontrar un alo!amiento adecuado, acepta moment&neamente la "ospitalidad de su familia materna. @&s tarde, una vez reconciliada con los "ermanos de su marido, que le piden que retorne a \artburg, para vivir allí con todos los "onores y en amor fraternal, no puede soportar permanecer allí por muc"o tiempo. sabel se siente llamada a concluir el camino que "abía emprendido y abandona su lugar entre los grandes-, para vivir entre los m&s pobres, como una de ellos. Iinalmente, pone a sus "i!os al cuidado de otras manos, para entregarse totalmente a Cristo y servirle en sus miembros sufrientes. Despo!ada de todo, se consagra por los votos al 8e#or, que se "abía entregado totalmente por los suyos. 'l 9iernes 8anto del a#o 1==< eJtiende sus manos sobre el altar desnudo de la iglesia franciscana de @arburg y toma el "&bito de la orden, a la que ya pertenecía desde "acía muc"os a#os como terciaria, sin "aber podido vivir totalmente segn las inclinaciones de su espíritu, tal como se lo dictaba el corazón. Desde entonces se convierte en la "ermana de los pobres y les sirve en el "ospital, que "abía "ec"o construir para ellos. 8in embargo, esta situación no "abría de durar muc"o tiempo, pues al cabo de dos a#os sus fuerzas estaban agotadas y a la edad de veinticuatro a#os entra a participar del gozo de su 8e#or. e aquí una vida que, encantadora y polifac%tica en sus acontecimientos eJteriores, nos invita a ocupar la imaginación y despierta asombro y admiración. 8in embargo, es necesario penetrar "asta aquello que se encuentra por deba!o de esos acontecimientos eJteriores, percibir los latidos del corazón que soportó tales destinos y supo llevar a cabo tales obras y, finalmente, recibir en nosotros el espíritu que los inspira. Fodas las cosas que se nos cuentan sobre sabel y todas las palabras que de ella nos "an sido transmitidas atestiguan un&nimemente que tenía un corazón ardiente, que acogía con amor c&lido, tierno, confiado y fiel a todo aquel que se le aproJimaba. 4 Así entregó ya de ni#a su mano a las manos del !oven que las aspiraciones políticas de sus ambiciosos padres le "abían dado por marido, para no abandonarlas
!am&s. De la misma manera compartió toda su vida con las compa#eras de !uegos, que le "abían sido dadas en la infancia, "asta poco antes de su muerte, cuando un maestro severo se las arrebató, para desarraigar de ese modo "asta el ltimo lazo de amor fraternal. Así llevó tambi%n en su corazón a los ni#os que dio a luz, siendo todavía casi una ni#a. E si ella m&s tarde los confió a otros, no fue esto sino una eJpresión de amor materno, que no quería "acerles compartir la dureza de su propio camino, ni que fueran privados de los modos de vida a los que "abían sido destinados naturalmente. Adem&s, sentía en su corazón un desborde tal de amor que la conducción de una vida distinta "ubiera sido sólo un obst&culo en la vocación a la cual Dios la "abía llamado. Desde su m&s temprana !uventud abrió su corazón, con amor c&lido y misericordioso, a todos aquellos que sufrían y estaban oprimidos. sabel se sentía impulsada a alimentar a los "ambrientos y a cuidar a los enfermos, pero nunca se contentaba con saciar sus necesidades materiales, sino que su deseo constante era acoger y dar calor en su corazón a los corazones abandonados. *os ni#os pobres de su "ospital corrían a sus brazos y la llamaban madre, pues sentían que recibían de ella un amor verdaderamente maternal. Foda esa riqueza desbordante brotaba de una fuente inagotable/ del amor del 8e#or, que la acompa#ó desde la m&s tierna infancia. Cuando su padre y su madre la de!aron partir de su lado fue 'l quien la acompa#ó a ese país eJtra#o y le!ano. Desde que supo que 'l "abitaba en la capilla del palacio, se sintió profundamente atraída a ese lugar, y para ir allí abandonaba incluso sus !uegos infantiles. 'se era su "ogar, y cuando los "ombres se burlaban de ella y la ponían en ridículo, encontraba allí su consuelo. Nadie podía compar&rsele en fidelidad. )or eso mismo tiene que permanecerle fiel y amarle sobre todos y sobre todas las cosas. Ninguna imagen "umana "abría de empalidecer la imagen de Dios en su corazón, por eso es arrebatada por un profundo dolor de arrepentimiento, cuando una vez las campanillas de la consagración le "icieron tomar conciencia de que sus o!os y su corazón estaban dirigidos a su marido en vez de seguir el santo sacrificio. Delante de la imagen del crucificado, que
colgaba desnudo y sangrante en la cruz, no se atrevía a llevar ni !oyas ni corona. 'l presentaba sus brazos abiertos para coger a todos los que estaban cansados y agobiados. 'lla misma se sentía llamada a transmitir ese amor a los cansados y agobiados para suscitar en ellos un amor similar por el Crucificado. 5 Fodos son miembros del Cuerpo @ístico de Cristo y ella sabe que sirve al 8e#or cuando les sirve a ellos. 8in embargo, no sólo les sirve, sino que tambi%n se preocupa de que se conviertan en miembros vivientes- del Cuerpo de Cristo a trav%s de la fe y el amor. Fodo el que se le acercaba era conducido por ella al 8e#or, y así e!ercía un apostolado colmado de bendiciones. Festimonio de ella son/ la vida de sus compa#eras, la evolución de su marido y la conversión interior de su cu#ado Conrado, que, despu%s de la muerte de sabel y ba!o su influencia evidente, se consagró en la vida religiosa. 'l amor de Cristo es, sin duda alguna, el espíritu que colmó y dio forma a la vida de sabel y del cual brotó su incesante amor por el pró!imo.
ay todavía otro aspecto del car&cter de sabel que se eJplica desde esta misma fuente/ su alegría, que ganaba los corazones. sabel amaba los !uegos indómitos y se complacía en ellos, aun cuando "abía superado ya la edad en la que, segn la educación y las buenas costumbres, se le podían "aber eJcusado. sabel eJperimentaba tambi%n un profundo placer en todo lo bello y sabía muy bien cómo engalanarse y cómo organizar fiestas espl%ndidas para complacer a sus invitados cuando así se lo eJigía su condición de princesa. )ero, sobre todo, buscaba llevar la alegría a la casa de los pobres. ?frecía !uguetes a los ni#os y !ugaba ella misma con ellos. ncluso la viuda acongo!ada, que fue su compa#era en los ltimos a#os de su vida, no llegó a perturbar su alegría y terminó por aceptar sus bromas. 'n lo m&s íntimo de su corazón se conmovió tambi%n el día de los pobres, en que sabel invitó a miles de ellos a @arburg para repartirles con sus propias manos el resto de sus bienes de viuda,
que le "abían pagado en efectivo. Desde la ma#ana "asta la tarde recorrió las filas de esos desdic"ados para darle a cada uno lo suyo. Al caer la noc"e quedaban todavía muc"os que se encontraban demasiado d%biles y miserables como para emprender el camino de retorno a sus "ogares. L Fodos ellos "abían acampado a la intemperie e sabel les "izo encender fuego+ así se sintieron muc"o m&s cómodos y se les oía elevar sus cantos desde las fogatas del campamento. *a princesa escuc"aba asombrada y esa alegría de los pobres le confirmaba aquello que ella "abía creído y e!ercitado durante toda su vida/ @irad que os "e dic"o, "ay que llevar la alegría a los pobres-. Desde "acía muc"o tiempo estaba absolutamente convencida de que Dios "abía dado la eJistencia alas creaturas para que fueran felices y que era muc"o m&s "ermoso elevar "acia 'l un rostro radiante. ' incluso esto le fue confirmado, porque la moribunda sabel fue llamada a la alegría eterna a trav%s del canto de un pa!arillo. (n amor y una alegría desbordantes se manifestaban en ella con una naturalidad que no se de!aba someter a ningn convencionalismo. 's que era posible andar con pasos medidos y delicados y susurrar eJpresiones elegantes cuando fuera, frente a las puertas del castillo, resonaba la se#al que anunciaba el retorno del 8e#orG sabel olvidaba irremediablemente todos los convencionalismos y se entregaba simplemente al ritmo y al tacto de su corazón cuando %ste comenzaba a latir agitadamente. ? es que se debe pensar en la glesia para saber cu&les son las formas socialmente permitidas para eJpresar nuestra devociónG A sabel le resultaba pr&cticamente imposible actuar de una manera distinta de como se lo indicaba el amor, aun cuando ello le valía severas reprimendas. Nunca pudo entender que fuera problem&tico ofrecer personalmente sus dones a los pobres, "ablar amistosamente con ellos, ir a sus c"ozas o atenderlos en su propia casa. No era su intención ser desobediente y obstinada y vivir en desarmonía con los suyos, pero las voces "umanas nada podían "acer frente a la voz interior que la impulsaba a actuar de esa manera. )or eso, a la larga, no podía vivir entre aquellos que
estaban atados a los convencionalismos y que no podían, ni querían, liberarse de costumbres ancestrales y de concepciones de vida firmemente arraigadas. Despu%s de la muerte de su esposo se vio obligada a abandonar los círculos en los cuales "abía nacido y "abía sido educada para seguir sus propios caminos. 8in duda alguna fue %ste un corte profundo y doloroso tambi%n para ella, pero con ese corazón lleno de amor, que no se detenía ante ningn obst&culo que pudiera separarla de sus "ermanos y "ermanas sufrientes, encontró el camino que tantos otros buscan "oy con buena voluntad y el empe#o de todas sus fuerzas, pero muc"as veces en vano/ el camino que conduce al corazón de los pobres. > A trav%s de los siglos se puede constatar una ansia de los "ombres que no alcanza nunca su plenificación y que se eJpresa algunas veces con suavidad y otras con gran potencia. Alguien, que eJperimentó este sentimiento de manera especial, encontró una fórmula muy elocuente para eJpresarlo/ el retorno a la naturaleza-. E uno que, abrasado por esas ansias, persigue ese ideal en vano durante toda su vida, "asta caer destrozado, %se se "izo una imagen muy eJtra#a de la persona, cuyo obrar brota en un movimiento incesante desde su interior, sin la consideración de la razón y el esfuerzo de la voluntad, movida solamente por el dictado del corazón+ a %se le correspondería el encanto de la marionetas 3einric" van [leizt, sobre el teatro de marionetas7. Besponde 8anta sabel a este idealG *os "ec"os mencionados que dan testimonio de su obrar espont&neo parecen confirmarlo. )ero las fuentes "istóricas nos dan testimonio de otros "ec"os, que muestran con no menor claridad que ella tenía una voluntad de acero y que "ubo de luc"ar incansablemente contra su propia naturaleza. *a santa dulce, alegre, !uvenil, admirable en su espontaneidad, es, a la vez, rigurosamente asc%tica. Desde muy temprano tuvo que reconocer que abandonarse sin reparos a las inclinaciones del corazón es una empresa que no est& del todo eJenta de peligros. (n amor eJcesivo por sus parientes, el orgullo y la ambición "icieron que la reina ertrudis fuera odiada por el pueblo "ngaro y prepararan su asesinato sbito e
inesperado. (na concuspiscencia desbordada "abía conducido a la "ermana de la reina ertrudis, Agnes de @eran, a una relación adltera con el rey de Irancia, y esto le valió un interdicto a todo el reino. *as ambiciones políticas desmesuradas le proporcionaron al landgrave ermann una vida de "ostilidades incesantes y le "icieron morir en estado de eJcomunión. sabel tuvo que ver muc"as veces a su propio esposo comprometido en luc"as in!ustas y eJcomulgado. 'staba ella liberada en su propio corazón de esas fuerzas inquietantesG De ninguna manera+ ella sabía muy bien que no podía entregarse a los dict&menes del propio corazón sin entrar, a la vez, en graves peligros. 6 Cuando la ni#a, con astucia piadosa, inventaba !uegos en los cuales podía escaparse a la capilla o arro!arse al suelo para recitar allí, en secreto, sus oraciones, no podemos ver en ello sino la poderosa acción de la racia que actuaba en su corazón infantil+ sin embargo, puede tambi%n que "aya tenido el presentimiento de que en el !uego corría el peligro de ale!arse de Dios. 'ste sentimiento es m&s evidente an cuando, una vez, despu%s de su primera danza, dio un paso atr&s y di!o con rostro serio/ (na danza basta para el mundo, a las otras renunciar% por la voluntad de Dios-. Cuando por las noc"es se levantaba de su lec"o y se ponía de rodillas para orar o, incluso, abandonaba su cuarto para "acerse flagelar por sus sirvientes no la impulsaba solamente el deseo generalizado de "acer penitencia o de sufrir voluntariamente por el 8e#or, sino la conciencia del peligro que corría al lado de su esposo de olvidar al 8e#or. sabel se sentía, sin duda alguna, muc"o m&s atraída por un ni#o naturalmente bello que por uno feo, y sentía un movimiento de rec"azo ante la visión y el olor de llagas repugnantes. 8i ella buscaba siempre precisamente a esas creaturas miserables, para ocuparse de ellas con sus propias manos, no lo "acía simplemente por amor misericordioso "acia los m&s pobres, sino por una decisión libre de su voluntad, que se propuso superar todo rec"azo por ellas. Al final de su vida, sabel pidió tres cosas al 8e#or/ el desprecio de todos los bienes terrenales, el don de aceptar gozosamente las
"umillaciones y la liberación de un amor eJcesivo por sus "i!os. A sus sirvientes pudo finalmente confiar que "abía sido escuc"ada en todos sus deseos. )ero el "ec"o de que "ubiera tenido que pedir por ellos es una prueba de que no pertenecían a la constitución de su naturaleza y de que tuvo que luc"ar largamente para conquistarlos. *a meta que sabel intentaba alcanzar, y no sólo para sí, sino, incluso, en una luc"a contra su propia naturaleza, era la conducción de una vida que agradara a Dios. Con absoluta conciencia y con la misma fuerza infleJible intentó actuar en su entorno. Como soberana se esforzó por rec"azar el eJcesivo lu!o en las vestimentas y por convencer a las damas de la nobleza a renunciar a tal o cual coquetería. Cuando comenzó a rec"azar todos los man!ares provenientes de rentas ilícitas se vio muc"as veces obligada a pasar "ambre frente a la mesa principesca, cargada de delicadezas. )ara ella era, adem&s, lo m&s natural que sus fieles compa#eras, uda e sentrud, compartieran sus privaciones, de la misma manera que m&s tarde le siguieron en la miseria y la pobreza del destierro voluntario. 0E qu% protesta inmensa contra las conductas de vida de su entorno significaba el cumplimiento de la pro"ibición de comer2 < *a conducción de una vida cada vez m&s austera fue, sin duda alguna, para su esposo muy difícil de comprender. *as actitudes de sabel eJigían de %l un comportamiento muc"as veces "eroico. 'l veía muy de cerca cómo sabel se trataba a sí misma con la m&s eJtrema dureza, cómo ponía en peligro su salud, cómo distribuía todos sus bienes a manos llenas y cómo todo esto suscitaba una actitud de rec"azo por parte de su familia y de toda la corte. Iinalmente "ubo de constatar sus luc"as por ale!arse de %l interiormente y las amargas lamentaciones por estar ligada a %l con el vínculo matrimonial. 'n este conteJto se entiende que el !oven landgrave, que soportaba todo ello con indecible amor y paciencia y se esforzaba fielmente por apoyar a su esposa en sus aspiraciones por alcanzar la perfección, "aya alcanzado entre el pueblo la reputación de un santo. )rimeramente, fueron, sin duda, los principios del 'vangelio y las pr&cticas generales de ascetismo de la
%poca las que condu!eron a sabel en sus esfuerzos por alcanzar la perfección. A menudo surgían ideas que iluminaban su espíritu y ella intentaba llevarlas a la pr&ctica. )ero lo que ella buscaba lo encontró, sobre todo, y ba!o la forma de un ideal de contornos precisos, cuando los franciscanos llegaron a Alemania y Bodrigo, como "u%sped de \artburg, le informó sobre el estilo de vida de los pobres de Asís. A partir de ese momento supo con eJactitud lo que quería y a lo que siempre "abía aspirado/ entregarse totalmente a la pobreza, mendigar de puerta en puerta, liberase de todos los lazos "umanos, e incluso de su propia voluntad, para pertenecer sólo y totalmente al 8e#or. 'l landgrave *uis no podía resignarse a desligarse del vínculo matrimonial y de!arla partir+ sin embargo, estaba dispuesto a ayudarla a llevar una vida ordenada y lo m&s acorde posible a su ideal. (na gran venta!a fue que su maestro espiritual no fuera un franciscano 3en ese caso no "abría alcanzado !am&s la satisfacción de sus aspiraciones7, sino alguien que supiera aplacar su celo con prudencia y que, simult&neamente, comprendiera sus necesidades m&s íntimas. *a persona indicada era el maestro Conrado de @arbourg, que le "abía sido recomendado al landgrave como director espiritual de su esposa. 'l maestro Conrado era un sacerdote del clero secular, pero que vivía tan pobremente como los frailes mendicantes+ para consigo mismo era en eJtremo riguroso y tambi%n para los otros+ estaba íntegramente consagrado al servicio del 8e#or, y así atravesó Alemania predicando la cruzada y luc"ando por la pureza de la fe. 1K sabel "izo ante %l voto de obediencia en el a#o 1==5 y permaneció ba!o su dirección "asta el día de su muerte. *a violencia m&s fuerte que ella impuso a su voluntad fue subordin&rsele y permanecer constantemente sometida a %l, pues %l no sólo asumió su deseo de luc"ar en%rgicamente contra las debilidades de la naturaleza, sino que dirigió tambi%n su amor a Dios y al pró!imo por caminos distintos a los que respondían a su impulso natural. :am&s le permitió des"acerse de todos sus bienes, ni antes ni despu%s de la muerte de su esposo+ se opuso a sus d&divas incontroladas, limit&ndolas poco a poco "asta pro"ibírselas totalmente. Iinalmente intentó
ale!arla del cuidado de enfermos contagiosos, pero %ste fue el nico punto en el que sabel no pudo ser doblegada. Ciertamente que el ideal de perfección del maestro Conrado no era inferior al de sabel. Desde el principio "abía reconocido claramente que el alma que le "abía sido confiada a su dirección era un alma santa, y %l quería "acer todo lo que estuviera en sus manos para que ella alcanzara la cumbre de la perfección. 8obre los medios para alcanzar esa perfección, sin embargo, no pensaba %l lo mismo que sabel. Al comienzo quiso ense#arle a realizar su ideal en su propio estado-, de la misma manera que %l no "abía considerado necesario entrar en una orden religiosa para alcanzarlo. )or ello le permitió unirse a los franciscanos como terciaria, ofreci%ndole una interpretación de sus votos acorde a sus condiciones de vida. @ientras viviera su esposo "abría de cumplir con todas las obligaciones matrimoniales, pero en caso de su muerte "abría de renunciar a un nuevo matrimonio. Debía vivir pobremente, pero sin dilapidar sus bienes de manera insensata, sino administrarlos prudentemente en favor de los pobres. 'l comienzo de esta vida en la pobreza fue marcado por la pro"ibición de tomar alimentos que no provinieran de ganancias lícitas de la corona. *a obediencia a esta pro"ibición es, segn las ltimas investigaciones, lo que "abría motivado su partida de \artburg despu%s de la muerte de su esposo. 's de suponer que su cu#ado einric" Baspe no quiso tolerar m&s su ausencia prolongada de la mesa principesca y le bloqueó las rentas de su pensión de viuda, para "acerla m&s obediente 3sin duda alguna para poner fin a su beneficencia dilapidante7. *a eJtrema miseria y abandono en la cual la "abía sumido ese destierro voluntario o involuntario le imposibilitaron totalmente readecuarse a su antiguo estilo de vida. 11 Despu%s de la reconciliación con la familia de su esposo volvió, sólo transitoriamente, a \artburg e inmediatamente se puso en contacto con el maestro Conrado para deliberar sobre el me!or modo de realizar su ideal franciscano. 'l no consintió con ninguna de sus propuestas+ no aceptó ni que entrara en un convento, ni
que llevara una vida de eremita o mendicante. *o que no pudo impedir es que renovara sus votos y que vistiera el "&bito de la orden. Adem&s permitió que se instalara en @arbourg, ciudad en la que %l tenía su propio domicilio. 'l le precisó su estilo de vida, segn le dictaba su propia prudencia, y con los fondos de sabel "izo construir un "ospital en @arbourg, en el cual le atribuyeron funciones muy precisas. )or propia iniciativa y de acuerdo con su maestro espiritual se decidió a no vivir m&s de sus rentas, sino del traba!o de sus manos, "ilando lana para el convento de Altenburg. *a tarea m&s dura e importante era, segn la opinión del maestro Conrado, guiar a su protegida por el camino de la obediencia. 'l estaba absolutamente convencido de que la obediencia es superior al sacrificio y de que no se puede alcanzar la perfección sin el desapego total de los deseos y las inclinaciones propias. 'n el celo por alcanzar su ob!etivo llegó, incluso, a infligirle disciplinas corporales, ante transgresiones reiteradas de sus órdenes. sabel estaba, sin duda alguna, de acuerdo con %l en lo m&s profundo de su alma. *a paciencia y la dulzura con que la soportó todas estas duras "umillaciones no son las nicas pruebas de ello. 'lla nunca "ubiera cedido en un punto tan esencial como lo era el de la renuncia a su ansiado estilo de vida si no "ubiese estado totalmente convencida de la importancia de la obediencia. 'l maestro espiritual, que le "abía sido dado y que ella no "abía elegido, era para ella el representante de Dios. 8us palabras y pensamientos manifestaban la voluntad de Dios con muc"a m&s fidelidad que las inclinaciones de su propio corazón+ y eso es lo nico que importa, conducir la propia vida segn la voluntad de Dios. )or eso ambos luc"aron denodadamente contra las inclinaciones de la naturaleza. 1= Algunas veces es la misma sabel la que da los primeros pasos y encuentra allí la aprobación de su maestro+ por e!emplo, con su traslado a @arbourg y la separación de sus "i!os+ otras es Conrado el que dicta las órdenes e sabel se somete dócilmente en obediencia+ por e!emplo, cuando %l la priva de las amadas compa#eras de la !uventud, reemplaz&ndolas con mu!eres casi insoportables que "abrían de vivir con ella. ? cuando le limita paulatinamente la satisfacción de dar limosnas
personalmente, "asta pro"ibírselo totalmente. 8ólo en un punto no llega a doblegarse nunca totalmente, y %ste era el cuidado de un ni#o, con una enfermedad particularmente repugnante y que ella retenía !unto a sí en una peque#a casa, al margen de su traba!o en el "ospital. 8egn informó el maestro Conrado al )apa regorio W, un ni#o atacado de sarna estuvo sentado en su lec"o de muerte. 'ste mismo )apa le "abía confiado al maestro Conrado el cuidado de la viuda, despu%s de la muerte del landgrave, y despu%s de la muerte de %sta, se dedicó con muc"o celo a conseguir su canonización. 9ista de esa manera la imagen que tenemos de 8anta sabel y de la conducción de su vida parecería contradictoria. )or una parte constatamos su temperamento ardiente, que sigue con espontaneidad las intuiciones de su corazón lleno de amor y de iniciativas y que no se de!a intimidar ni por refleJiones propias ni por ob!eciones a!enas. )or otra parte, una voluntad firme y tenaz, que se esfuerza incansablemente por dominar la propia naturaleza y que, conforme a sólidos principios y en oposición consciente a las inclinaciones del corazón, conduce su vida segn una estructura recibida de otros y sometida a reglas prefi!adas. 'Jiste, sin embargo, un punto desde el cual se puede comprender esta antítesis que a final se deriva en una armonía, que es la nica que puede satisfacer todas las aspiraciones naturales. 'n el reconocimiento de la eJistencia de una naturaleza, que es necesario dominar sin deformar, subyace la confianza de que eJiste una fuerza in"erente al "ombre que, obrando desde su interior y sin presiones y molestias eJteriores, le permite organizar su vida como un todo acabado y armonioso. *a eJperiencia, sin embargo, no confirma esta "ermosa convicción. 's cierto que la forma- est& escondida en el interior del "ombre, pero enredada en te!idos eJuberantes que impiden una manifestación pura de esa forma. 1 uien se abandona a los dictados de su naturaleza andar& a la deriva, de aquí para all&, sin alcanzar nunca una configuración y una conteJtura clara. E la falta de configuración no tiene nada que ver con la naturalidad. )or otra parte, el que intenta dominar la propia naturaleza,
encauzar los instintos y darles una forma apropiada, aun cuando "aya recibido esa forma pre"ec"a desde fuera, %se puede que alcance a proporcionar a esa forma el espacio necesario para su desarrollo+ sin olvidar, sin embargo, que puede violentarla, y en lugar de una naturaleza libremente constituida produce un monstruo o un mamarrac"o. Nuestro conocimiento es siempre fragmentario+ nuestro querer y nuestro obrar, cuando reposan sólo sobre sí mismos, no pueden crear ninguna forma acabada, pues ellos mismos no tienen absoluto poder sobre sí y se desplomarían antes de alcanzar su ob!etivo. 'sa fuerza interior configurante, que se encuentra contenida en sus propias fronteras, se dirige "acia una luz que la guía con paso seguro y "acia una fuerza que la libera y que le proporciona el espacio necesario para desarrollarse. 'sa es la luz y la fuerza de la racia divina. *a obra de la racia en el alma de la ni#a sabel fue muy poderosa. *a gracia ardía en su interior y las llamas refulgentes del amor divino se elevaban rompiendo todas las barreras y fronteras. *a ni#a puso su vida en las manos del artista divino y su voluntad se convirtió en un instrumento de la voluntad divina. uiada por ella se propuso dominar y podar su naturaleza y abrir el camino para la manifestación de la forma interior. sabel pudo encontrar tambi%n una forma eJterior que correspondía a la suya interior, y en la cual podía crecer sin perder su ordenación natural. Así fue como ella ascendió a los niveles de una "umanidad acabada, que es el efecto m&s puro de la naturaleza liberada y transfigurada por la fuerza de la gracia. 'n ese estadio carece de peligro el seguir las inclinaciones del corazón, pues el corazón propio "a penetrado en el corazón divino y late con su misma cadencia y ritmo. *a frase audaz de 8an Agustín puede llegar a ser en este caso el "ilo conductor de toda la vida/
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SOBRE LA HISTORIA ) EL ES!'RITU DEL CARMELO
1 asta "ace algunos a#os era muy poco lo que salía del recogimiento de nuestros claustros al mundo eJterior. 'n la actualidad esa situación "a variado bastante. 8e "abla muc"o del Carmelo y eJiste el deseo de saber, por lo menos, algo sobre la vida que se desarrolla detr&s de esos altos muros. 'sa evolución "emos de agradec%rsela, principalmente, a la gran santa de nuestro tiempo, que conquistó el mundo católico con una rapidez admirable/ 8anta Feresa del Ni#o :ess. Adem&s de ella, la novela carmelita de ertrud von *e Iort 3Die letzte am 8c"afot, []sel, @Snc"en, 1<17 orientó la mirada de los círculos intelectuales de Alemania "acia nuestra ?rden, de la misma manera que el "ermoso prólogo que ella escribió a las cartas de @aría Antonieta de eusers
[email protected] eusers, Cartas al Carmelo, )ustet Begensburg, @Snc"en, 1<47. u% sabe el católico medio acerca del CarmeloG ue es una ?rden de penitencia estricta, quiz&s la m&s estricta de todas, y que de ella proviene la vestimenta santa de la @adre de Dios, es 'scapulario marrón, que nos une con innumerables fieles en todo el mundo. *a solemnidad de nuestra ?rden, la fiesta del 8anto 'scapulario, el 1L de !ulio, es celebrada por toda la glesia. *a mayoría de los creyentes conocen tambi%n, aunque no sea m&s que de nombre, a 8anta Feresita- y a la @adre- Feresa, como nosotros la llamamos, o simplemente *a 8anta-. 'lla es considerada como la fundadora de la ?rden de las Carmelitas Descalzas. 8in embargo, quien conoce un poco me!or la "istoria de la glesia y de la ?rden sabe que nosotras veneramos al profeta 'lías como a nuestro padre y guía, aun cuando muc"os consideren que esto no es m&s que una leyenda de poca importancia. Nosotras, que vivimos en el Carmelo y que cada día rezamos a nuestro 8anto )adre 'lías, sabemos que %l no es una figura de la pre"istoria gris. (na tradición viviente nos "a legado su
espíritu, que actualmente determina nuestra vida. Nuestra 8anta @adre rec"azó siempre en%rgicamente la afirmación de que ella "abía fundado una nueva orden religiosa. 8u intención no era otra que la de revivir el espíritu original de la antigua regla. = 'n las primeras palabras en que las 8agradas 'scrituras nos "ablan del profeta 'lías se resume con brevedad y precisión el aspecto esencial de su carisma. 'l dice allí al rey A!ab/ 9ive Ea"ve", Dios de srael, frente a cuyo rostro me encuentro. No "abr& estos a#os rocío ni lluvia, m&s que cuando mi boca lo diga- 3 Beyes 1>,17. 'sa es nuestra vocación, estar postradas frente al rostro del Dios viviente. 'l profeta nos "a dado e!emplo de ello, pues %l mismo estuvo frente al rostro de Dios, que es el tesoro infinito, por el cual 'lías abandonó todos los tesoros terrenales. 'l no tenía una casa y vivía allí donde el 8e#or se lo indicaba, en la soledad !unto a la corriente del [erib, en la peque#a casa de la pobre viuda de 8arepta en 8idón o en el monte Carmelo. 8us vestidos eran de pieles, como los del otro gran profeta y penitente, :uan el $autista. *a piel de los animales muertos recuerdan que el cuerpo de los "ombres est& tambi%n su!eto a la muerte. 'lías no conoció la preocupación por el pan cotidiano y vivió siempre totalmente confiado a la asistencia del )adre celestial, que le protegía de manera admirable. (n cuervo le procuraba cada día su alimento en la soledad del desierto+ en 8arepta se alimentaba de la "arina y el aceite de la viuda piadosa, que se multiplicaba de manera milagrosa+ finalmente, es alimentado por un &ngel con el pan del cielo, antes de emprender su camino "acia el monte santo, donde se le "abría de aparecer el 8e#or. 'lías se convierte de esa manera para nosotros en un modelo de la pobreza evang%lica, que nosotras mismas "emos prometido, y en una imagen aut%ntica del 8alvador. 'lías se presenta ante el rostro de Dios, porque todo su amor le pertenece al 8e#or. 'lías vive, adem&s, fuera de toda relación "umanoMnatural. Nada sabemos de su padre o de su madre, de una mu!er o de un "i!o. 8us parientesson aquellos que, como %l, cumplen con la voluntad del )adre/ 'liseo, a quien Dios "izo su discípulo y sucesor, y los "i!os de los profetas-, que le consideran su guía y
conductor. 8u alegría es la gloria de su Dios y el celo por su servicio le consume/ Ardo en celo por Ea"ve", el Dios de los e!%rcitos- 3esas palabras de reyes 1<,1K+14, fueron asumidas luego como lema en el escudo de nuestra ?rden7. A trav%s de su vida penitente eJpió %l los pecados de su tiempo, y la ignominia causada a Dios por el pueblo, que adoraba a los ídolos, le producía tales sufrimientos que llega a desearse la muerte. Dios le consuela en este dolor como sólo lo "ace con aquellos que son sus preferidos/ 'l mismo se le aparece en la soledad del monte y se le revela en la suave brisa despu%s de la tempestad y le anuncia su voluntad con toda claridad. 'l profeta, que sirve al 8e#or en la absoluta pureza del corazón y en el abandono de todos los bienes terrenales, es tambi%n para nosotros un modelo de obediencia. 'lías se encuentra ante el rostro de Dios como los &ngeles frente al trono del 'terno, aguardando sus indicaciones y constantemente dispuesto a servirle. 8u voluntad es la voluntad del 8e#or. Cuando Dios se lo pide, se presenta ante el rey sin temor alguno y le transmite las noticias desagradables que despertar&n su odio. 8i Dios así lo quiere, se retira del país sumido en la violencia, pro retorna, aun cuando el peligro no "a desaparecido todavía, y todo por mandato divino. uien permanece incondicionalmente fiel a Dios, %se puede estar seguro de la fidelidad divina. 'se puede "ablar como alguien que tiene poder-, puede "acer que el cielo se cierre o se abra y puede ordenar alas aguas que le de!en paso sobre ellas a pie seco+ %l puede traer fuego del cielo para consumir la ofrenda, llevar a e!ecución la condena de los enemigos de Dios y dar a los muertos nueva día. 'lías estaba armado con todos los dones de la gracia que el 8alvador "abía prometido a los suyos. IKinalmente le es concedida la corona m&s grande de la gloria cuando, frente a los o!os de su fiel discípulo 'liseo, es arrebatado por un carro de fuego y llevado a un lugar misterioso, ale!ado de todas las ciudades de los "ombres. 8egn las revelaciones del Apocalipsis, el profeta 'lías volver&, cuando se acerque el fin del mundo, para sufrir por el 8e#or la muerte de los m&rtires en la luc"a contra el Anticristo.
4 'l día de su fiesta, que nosotros celebramos el =K de !ulio, el sacerdote se presenta ante el altar con vestimentas ro!as. 'se mismo día se convierte el convento de los )adres Carmelitas en el monte Carmelo, en el cual se encuentra la Cueva de 'lías-, en la meta de innumerables peregrinaciones. :udíos, musulmanes y cristianos de todas las confesiones compiten en la veneración del gran profeta. Nosotras le recordamos tambi%n en la liturgia de otro día, a saber, en la epístola y el prefacio de la Iiesta del @onte Carmelo-, como acostumbramos a llamar la fiesta de la consagración del escapulario. 'se día damos gracias a nuestra @adre porque nos "a cubierto con el vestido de la salvación. 'sta tradición surgió, sin embargo, muc"o m&s tarde en occidente. 'n el a#o 1=51 se apareció la bienaventurada 9irgen @aría a 8imón 8tocX, un ingl%s, general de nuestra ?rden, y le entregó el santo 'scapulario. 'l prefacio de la fiesta, por su parte, nos recuerda que Nuestra 8e#ora del @onte Carmelo fue la que dio a sus "i!os, muy le!os de la cuna original de nuestra ?rden, un signo de su protección maternal. 'lla, que fue revelada al profeta 'lías en la imagen de la peque#a nube que anunciaba la lluvia y en "onor de la cual los "i!os de los profetas- construyeron el primer santuario sobre el monte Carmelo. *a leyenda de la ?rden cuenta que la @adre de Dios visitaba con gusto a los eremitas del monte Carmelo, y es muy comprensible que se sintiera atraída "acia ese lugar donde desde muy antiguo se le deparaba una tal veneración y donde el 8anto )rofeta "abía vivido en el mismo espíritu del que ella "abía sido colmada durante su vida terrena. Durante su vida no "izo otra cosa que liberarse de todo lo terreno, para entregarse a la contemplación de Dios y amarle de todo corazón, para interceder por su gracia en favor del pueblo pecador, para ofrecerse ella misma en desagravio por su pueblo y para estar atenta a las inspiraciones del 8e#or como su "umilde esclava. *os eremitas del monte Carmelo vivían como "i!os del gran profeta y "ermanos de la 9irgen $ienaventurada-. 8an $ertoldo los organizó en una cenobio y por iniciativa de 8an $rocardo se "izo constar por escrito el espíritu que les "abía sido legado por sus antepasados+ así nació nuestra 8anta Begla. 'lla fue escrita alrededor del a#o
1=KK por 8an Alberto, patriarca de :erusal%n, y fue confirmada por el )apa nocencio 9 en 1=4>. 'n ella se resume, en una breve frase, el sentido de nuestra vida/ ue cada uno permanezca en su celda..., meditando día y noc"e en la ley del 8e#or y velando en oración, en tanto que no sea impedido por otros traba!os-. 9elando en oración...-, esto significa lo mismo que eJpresaba 'lías con las palabras/ ...postrados ante el rostro de Dios-. *a oración no es otra cosa que la mirada del "ombre dirigida "acia el rostro del 'terno. 'sto sólo es posible si el espíritu est& despierto "asta en sus ltimas profundidades y liberado de todas las preocupaciones y satisfacciones terrenas que le aturden. 'sa vigilia del espíritu no eJige la del cuerpo y el descanso que eJige la naturaleza no le obstaculiza. @editando la ley del 8e#or...-, %sta puede ser una forma de oración, si tomamos la oración en sentido amplio. 8i nos referimos, sin embargo, al velar en oración- como la penetración y el descanso en el misterio de Dios, que le es propia a la contemplación, en ese caso la meditación es sólo un camino "acia la contemplación. 5 u% es lo que se entiende por ley del 8e#or-G 'l salmo 116, que rezamos todos los domingos y solemnidades en la "ora prima, est& imbuido por ese deseo de penetrar la ley del 8e#or y de de!arse conducir por ella a lo largo de la vida. uiz&s el salmista pensaba en la ley del Antiguo Festamento, cuyo conocimiento eJigía efectivamente la dedicación de toda la vida y su cumplimiento un e!ercicio constante de la voluntad. Cristo, sin embargo, nos liberó del yugo de esa ley. *a ley del Nuevo Festamento es el gran mandamiento del amor, sobre el cual Cristo dice que resume toda la ley y los profetas. 'l amor perfecto de Dios y de nuestro pró!imo es, sin duda alguna, un ob!eto digno de contemplación para toda una vida. Fodavía me!or, podemos interpretar a Cristo mismo como la ley del Nuevo Festamento, pues 'l nos dio e!emplo con su vida de cómo debemos vivir nosotros. 8egn esto, sólo podemos cumplir con nuestra regla si tenemos constantemente frente a nosotros la imagen del 8e#or, para ir aseme!&ndonos cada vez m&s a ella. 'l 'vangelio es el libro que nunca "emos de cesar de estudiar.
)or otra parte, no tenemos acceso a nuestro Bedentor sólo a trav%s de los testimonios sobre su vida, sino que 'l est& constantemente presente en el 8antísimo 8acramento. *as "oras de adoración frente al Altísimo y la escuc"a atenta de la voz de Dios, presente en la 'ucaristía, son meditación de la ley del 8e#or- y vigilia en la oración-, simult&neamente. 'l estadio m&s alto se alcanza, sin embargo, cuando la ley vive dentro de nuestro corazón- 38almo 116,11 116,1177 y cuando estamos "asta tal punto unidos con el Dios (no y Frino, del cual todos somos templo, que se 'spíritu determina todo nuestro obrar. 'n ese estado no abandonamos al 8e#or, aun cuando estemos ocupados con traba!os que nos fueron encomendados por obediencia. 'l traba!o es inevitable mientras estemos sometidos a las leyes de la naturaleza y a las necesidades de la vida. Nuestra 8anta Begla, adem&s, nos ordena, segn las palabras y el e!emplo de 8an )ablo, que nos ganemos el pan con el traba!o de nuestras manos+ ese traba!o, sin embargo, tiene que tener un car&cter servicial y de medio, y nunca de fin. 'l contenido aut%ntico de nuestra vida sigue siendo el estar postradas ante el rostro de Dios. L *a conquista de Fierra Fierra 8anta por el slam eJpulsó a los eremitas del monte Carmelo. ace trescientos a#os pudo ser reconstruido un santuario en "onor de la 9irgen en ese @onte 8anto. 'l paso de la soledad del desierto a la vida agitada de los círculos culturales de occidente tra!o apare!ada una falsificación del espíritu original de nuestra ?rden. *os muros protectores del recogimiento, la penitencia estricta y el silencio profundo se desplomaron, y por esas puertas abiertas penetraron las alegrías y las preocupaciones del mundo. (n e!emplo de esas casas de la ?rden, que vivían segn una regla suavizada, era el convento de la 'ncarnación, en Avila, Avila, donde ingresó nuestra 8anta @adre Feresa en el a#o 15L. Durante decenios sufrió ba!o de discrepancia entre el enredo en las relaciones mundanas y la inclinación por una entrega total a Dios. )ero el 8e#or no la de!ó tranquila "asta que se liberó de todas las cadenas que la ataban al mundo para dedicarse con toda seriedad a la puesta en pr&ctica de su principio, que dice/ 8ólo Dios basta-.
'l gran cisma de la fe, que flagelaba a la 'uropa de su tiempo, y la p%rdida de tantas almas despertaba en ella el deseo ardiente de rec"azar esa desgracia y de ofrecerse como reparación. 'n esa situación, Dios le inspiró la idea de fundar un convento con un peque#o reba#o de almas elegidas, donde se viviera segn la regla y el carisma original, para servirle allí de la manera m&s perfecta. Despu%s de luc"as indecibles y grandes dificultades logró fundar el convento de 8an :os%, en Avila, y desde allí se eJtendió su gran obra de reforma. A la "ora de su muerte se "abían fundado treinta y seis conventos masculinos y femeninos de estricta observancia/ la ?rden del Carmen Descalzo-. *os conventos de la reforma "abrían de ser lugares donde se revivifique el espíritu del antiguo Carmelo. *a regla original y las constituciones, elaboradas por la misma 8anta Feresa, Feresa, formaban el cerco con el cual ella quería proteger a su vi#a de todos los peligros eJteriores. 8us escritos sobre la oración, que representan la eJposición m&s perfecta y viva de la vida interior, son son la "erencia preciosa a trav%s de la cual su espíritu vive an "oy entre nosotras. 'l antiguo carisma del Carmelo, subraya ella, resurgió con m&s fuerza todavía, influenciado por las luc"as de fe de su %poca, para reafirmar la eJpiación y apoyar a los servidores de la glesia que se encuentran en la vanguardia, frente a enemigo. > Como a nuestro segundo padre y maestro veneramos al primero de los carmelitas descalzos, 8an :uan de la Cruz. 'n %l encontramos el espíritu de los vie!os eremitas en su forma m&s pura. 8u vida nos da la impresión de que %l no "ubiera conocido ninguna luc"a interior. De De la misma manera que, desde ni#o, "abía estado ba!o la protección de la @adre de Dios, así se sintió atraído, al despertar de su conciencia, a la penitencia estricta y a la soledad, para liberarse de esa manera de todo lo terreno y alcanzar la unión con Dios. 'l fue el instrumento elegido para transmitir con su vida y con su palabra el carisma de nuestro santo padre 'lías a la nueva corriente de vida carmelitana. 'l fue quien formó, !unto con 8anta Feresa, a la primera generación de los los carmelitas y las carmelitas descalzas y, a trav%s de sus
escritos, nos ense#a el camino de la 8ubida del @onte Carmelo-. i!as de 8anta Feresa, formadas personalmente por ella y por 8an :uan de la Cruz, fundaron los primeros conventos de la reforma en Irancia y $%lgica+ de allí pasó la ?rden, con relativa rapidez, a la Benania. *a revolución francesa y las luc"as entre la glesia y el 'stado en Alemania Alemania intentaron subyugarla con violencia, pero en cuanto la presión cesó un poco volvió a resurgir con nueva vida. 'n ese !ardín floreció la peque#a rosa blanca-, que r&pidamente conquistó los corazones de los "ombres, muc"o m&s all& de las fronteras de la ?rden. No sólo fue una intercesora milagrosa, sino tambi%n conductora de las almas peque#itas- en el camino de la infancia infancia espiritual-. @uc"os conocieron ese camino a trav%s de ella, pero pocos saben que %ste no es un descubrimiento nuevo, sino e camino al cual conducen las condiciones de vida del Carmelo. *a grandeza de la peque#a 8anta consistió en que ella descubrió este camino con una penetración genial y le siguió con decisión "eroica "asta el final. *os muros de nuestro convento circundan un peque#o espacio. uien quiere construir allí el edificio de la santidad tiene que cavar profundamente y construir "acia lo alto+ tiene que ba!ar a la profundidad de la noc"e de la propia nada para ser elevado "asta la luz del amor y la misericordia divinas. 6 No todos los siglos necesitan de una reforma grandiosa como la de nuestra 8anta @adre Feresa, Feresa, ni en todas las %pocas eJisten tiranías que nos dan la posibilidad de apoyar nuestra cabeza en el cadalso para defender nuestra fe y el ideal de nuestra ?rden, como en el caso de las 1L carmelitas car melitas de Compiegne+ pero todas las que ingresen en el Carmelo tienen que entregarse totalmente al 8e#or. 8ólo la que valore su lugarcito en el coro frente al Fabern&culo Fabern&culo m&s que todas las glorias del mundo puede vivir aquí+ y aquí encontrar&, sin duda alguna, una felicidad como no la puede dar ninguna gloria del mundo. 'l orden de nuestro día nos garantiza "oras de di&logo con el 8e#or, y sobre ellas se fundamenta nuestra vida. 'n el Carmelo rezamos el $reviario, lo mismo que los sacerdotes y las otras órdenes antiguas, y ese ?ficio Divino- es para nosotras, como para ellos, una obligación
sagrada. )ero %se no es nuestro fundamento ltimo. *o que Dios obra en nuestras almas, en las "oras de oración interior, est& por encima de la mirada de los "ombres+ es gracia tras gracia, y todas las otras "oras de nuestra vida son una constante acción de gracias por ello. )ara las carmelitas, en sus condiciones de vida cotidiana, no eJiste otra posibilidad de responder al amor de Dios que cumplir lo m&s fielmente posible con sus obligaciones diarias, "asta las m&s peque#as+ ofrecer los sacrificios m&s insignificantes, que eJige de un espíritu vital la estructuración de los días y de toda la vida, "asta en sus detalles m&s peque#os, y esto día a día y a#o a a#o+ presentar al 8e#or todas las renuncias que eJige la convivencia constante con personas totalmente distintas a nosotras, y esto con una sonrisa en los labios. A eso se agrega, adem&s, lo que el 8e#or le pide a cada alma como sacrificio personal. 'se es el caminito-, un ramo de florecillas insignificantes que son depositadas cada día frente a 8antísimo, quiz&s un martirio silencioso que se eJtiende a lo largo de toda la vida y del cual nadie tiene noticia, pero que a la vez representa una fuente de paz profunda, de alegría y un manantial de la gracia que brota en medio del mundo, sin que nosotras sepamos a dónde se dirige y sin que los "ombres que la reciben sepan de dónde viene.
14 TESTAMENTO
1 8egn las prescripciones de nuestra Begla "e escrito un testamento antes de mi primera profesión, el =1 de abril de 1<5. Fal testamento fue guardado con los restantes en el Carmelo de Colonia. Antes de mi traslado a 'c"t, en diciembre de 1<6, lo destruí, con a anuencia de la querida @adre Feresa Benata del 'spíritu 8anto, priora del Carmelo de Colonia, pues "abría podido causar
complicaciones en el paso de la frontera. De cualquier manera "abía perdido ya su valor a causa de la modificación de las circunstancias. 'ste escrito tenga entonces la validez de un testamento. Apenas me queda algo sobre lo cual pueda disponer, pero, en caso de mi muerte, puede que sea una ayuda para los superiores conocer mi parecer al respecto. *os libros que tra!e conmigo, en tanto que no sean puramente científicos y de poca utilidad para las "ermanas, prefiero de!arlos naturalmente al convento. *os libros de car&cter científico ser&n recibidos seguramente con muc"o aprecio por nuestros )adres Carmelitas, los Frapenses o los :esuitas. = Buego tambi%n que se revisen mis manuscritos y, segn un criterio recto, sean destruidos, integrados a la biblioteca o regalados como recuerdo. *a "istoria de mi familia ruego que no sea publicada mientras viva todavía alguno de mis "ermanos y pido tambi%n encarecidamente que no les sea entregada a ellos. 8olamente Bosa podría tener acceso a ella, y despu%s de la muerte de mis otros "ermanos, sus "i!os. 8obre su publicación puede decidir directamente la ?rden. Fengo tambi%n dos manuscritos de unos amigos eJtran!eros. 8i no los "an recogida antes de mi muerte, rogaría que les fueran entregados a sus respectivos due#os, !untamente con algn peque#o recuerdo de mis propios manuscritos. *as direcciones son/ Dr.\int"rop $ell, C"ester, Nova 8cotia, Canad&. )rof. Dr. Boman ngarden, *eTov 3^*emberg7. )olen :abtonoTsXiel, 4.
*os manuscritos est&n se#alados con los respectivos nombres en los sobres. 8i mi libro sobre 'l 8er infinito y eterno- no "ubiere sido publicado antes de mi muerte, le pido a nuestro Bvdo. )adre )rovincial se ocupe generosamente del t%rmino de la impresión y de su publicación. Con este fin ad!unto una copia del contrato con la editorial. Ea que ese contrato fue "ec"o por el
Carmelo de Colonia, sería necesario el acuerdo del mismo, así como el del editor, ?tto $orgmeyer, en $reslau, para la realización de uno nuevo. Agradezco de todo corazón a mis queridas superioras y a todas las queridas "ermanas el amor con que me "an acogido y todo lo bueno que se me dio en esta casa. Desde a"ora acepto con alegría, y con absoluta sumisión a su santa voluntad, la muerte que Dios "a preparado para mí. )ido al 8e#or que acepte mi vida y tambi%n mi muerte en "onor y gloria suyas+ por todas las intenciones del 8agrado Corazón de :ess y de @aría+ por la 8anta glesia y, especialmente, por el mantenimiento, santificación y perfección de nuestra 8anta ?rden, en particular los conventos Carmelitas de Colonia y 'c"t+ en eJpiación por la falta de fe del pueblo !udío y para que el 8e#or sea acogido por los suyos+ para que venga a nosotros su Beino de loria, por la salvación de Alemania y la paz en el mundo. Iinalmente, por todos mis seres queridos, vivos y muertos, y todos aquellos que Dios me dio. ue ninguno de ellos tome el camino de la perdición.
9iernes de la ?ctava de Corpus C"risti < de !unio de 1<< 'n el s%ptimo día de mis e!ercicios
_ 'n el nombre del )adre, del i!o y del 'spíritu 8anto.
8or Feresa $enedicta de la Cruz ?CD