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ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfgh Rocío Burgos Salinero
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Irene García Martín
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jklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjkl Grado de Criminología, 2ºA
zxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx URJC, Campus Alcorcón
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ACOSO MORAL EN UNA RELACIÓN DE PAREJA .
MOTIVOS DEL PERVERSO NARCISISTA Y EMOCIONES DE SU VÍCTIMA En primer lugar, ¿Qué son los motivos? Según la definición tradicional son las causas, factores o impulsos internos que mueven a los perversos narcisistas a llevar a cabo el acoso moral. Pero, ¿cuáles son esas causas, factores o impulsos internos del perverso narcisista? y ¿por qué se comporta así?1 Se trata de motivos secundarios que están determinados por las circunstancias de la vida en sociedad y la no consecución de estos motivos no suele afectar a la supervivencia, pero si al estado emocional del perverso. Por otra parte, estamos ante unas motivaciones intrínsecas, el sujeto siente interiormente un placer a su manera dándose protección y dependencia al tratar de dañar a la víctima2. Según las teorías psicológicas de la motivación encontramos:
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Teoría homeostática acuñada por el psicólogo conductista Clark Hull, la cual trata de la existencia de un equilibrio en el organismo y cuando hay una ausencia se produce una necesidad de restaurarlo3. Por lo que el perverso narcisista encuentra su equilibrio al descargar sobre otro el dolor que no sienten y las contradicciones internas que se niegan a percibir. A ellos los hirieron en su infancia y no saben vivir de otra manera. Esto les permite valorarse en comparación de los demás4. Teoría del incentivo, es decir, lo que desde fuera atrae al perverso a realizar esa acción. Tras haber vivido el sufrimiento de esa infancia, les atrae las víctimas con excesiva energía y emotividad además de ser fáciles en padecer depresión, las cuales quiere destruir y comenzará atrayendo a su víctima con un gran encanto y atractivo irresistible5. Escala de necesidades de Maslow, a partir de la cual encontramos al perverso en la escala dos, dándose una seguridad psíquica que solo adquiere mediante esa transferencia de dolor que no siente interiormente y no le permite vivir produciéndole una dependencia y una necesidad de producir daño. Evidentemente, estas necesidades se activan cuando el rango de necesidades fisiológicas está cubierto, que en este caso es el rango primero. Dentro de las teorías de las necesidades de Murray y McClelland, el perverso tiene una necesidad de poder, es decir, quiere controlar, influir,
Vid. García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto. Vid. Hirigoyen, M. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana.
Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 3 Vid.
García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto. Vid. Hirigoyen, M. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 5 Ibíd. 4
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persuadir y dictar a su víctima vulnerando su seguridad psíquica. Todo esto de forma que la víctima no se dé cuenta directamente, como puede ser mostrando un menosprecio a su autovalía con razones que aparentemente parecen coherentes pero que no se basan en nada y así, de esta manera, poder manejarla a su antojo y que no exista ninguna rebelión que le induzca al fracaso. No hay que olvidar que se trata de un narcisista, una persona que tiene un necesidad de liderazgo y control hacia los demás mediante métodos manipuladores6. Teorías cognitivas, la cual Tolman planteo que el sujeto elabora hipótesis, genera expectativas y prueba su cumplimiento por medio de la acción7. El perverso al ser una persona indiferente afectiva y de carácter frio planea como aumentar el estrés de la victima para obtener su beneficio: que sienta dolor 8. Por ejemplo, cuando hay una separación y existen niños de por medio, el perverso intenta influir el comportamiento de los niños con intención de que estos generen ansiedad en la víctima y cumplir sus objetivos. Según la teoría de la equidad, el perverso considera que la víctima es un factor desfavorable al poseer tanta vitalidad y energía que él no tiene, y por ello necesita aniquilar eso que le recordar que debido a su infancia no siente ni dolor ni felicidad ( y esta nunca la sintió, por lo que no la soporta)9.
En relación con su identidad, hay que decir que el perverso tiene una fachada con la que se beneficia para influir al entorno de la víctima y que esta no adquiera ninguna ventaja al sentirse apoyada y poder dirigirse contra él. Esto hace que a la hora de gestionar las impresiones, su control absoluto emocional pueda manipular a su antojo tanto a jueces como a los familiares o a cualquier persona que sepa que mantenga una relación con la víctima. Por otro lado, ¿qué pasa cuando la víctima se da cuenta de que esta frente a un perverso narcisista e intenta huir o cuando intenta hablar con él para llegar a un acuerdo? Son situaciones en las que el perverso se siente frustrado (baja tolerancia a la frustración unido a su condición de narcisista) al ser consciente de la fortaleza de la víctima y necesariamente se activa su agresividad mediante un maltrato psicológico atroz imparable. Según Dollard, Miller y otros psicólogos de la Universidad de Yale, elaboraron la teoría conocida como frustración-agresión, según la cual allí donde hay frustración aparece necesariamente agresión y viceversa: no hay agresión sin frustración previa10. Como dijimos anteriormente, el perverso actúa así debido a la frustración sufrida en su infancia y aumenta 6
Ibíd. 7 Vid. García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto. 8 Vid. Hirigoyen, M. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 9 Ibíd. 10 Vid. García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto.
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su agresividad cuando observa la vitalidad que aún mantiene su víctima y sus expectativas no se han cumplido como él quería. Otra manera de actuar cuando aparece esta situación es mediante un logro indirecto, es decir, el perverso no cambia de objetivo pero si la forma de obtenerlo. Por ejemplo, cuando la mujer dice que no puede más y que se va de casa, él la suplica que se quede, que sin ella no puede vivir. En segundo lugar, ¿qué son las emociones? Las emociones son estados afectivos o sentimientos, acompañados de cambios fisiológicos que, con frecuencia, influyen en la conducta. Es un proceso complejo y pluridimensional en el que diferentes factores se condicionan mutuamente sin solaparse o fusionarse entre sí 11.
¿Qué siente la víctima? Según James-Lange, sentimos emoción después de experimentar la respuesta fisiológica y en cambio, según Cannon-Bard la experiencia emocional y la activación fisiológica se producen al mismo tiempo. En cualquier caso, se observa de forma clara el sufrimiento de esta víctima que lo padece con intensidad y es de larga duración. Estas situaciones llevan a sentir, por parte de la víctima, un miedo que termina en un estrés crónico que produciendo una constante ansiedad12. Dicha expresión de emociones se ve reflejada en la comunicación no verbal de ella, pero el perverso se encarga de desacreditarla y culpabilizarla, de tal manera que hasta ella misma se lo cree y de cara al entorno exterior den la razón al perverso intercambiando sus roles de víctima y agresor. Además, hay que tener en cuenta que la víctima es escogida por su tendencia a la melancolía y por ello asume todas las culpabilidades y preocupaciones, lo que la impide sentir emociones como alegría u otras de carácter positivo13. Wundt clasificó las emociones en tres tipos de fuerza: placer-displacer, excitación-depresión, tensión-relajación14. Podemos clasificar a la víctima en un displacer que la conduce a una depresión permanente manteniéndose en un estado de relajación, es decir, en una indefensión aprendida: “esto me lo merezco porque soy una inútil ”. Según William James, quién consideró la emoción como la experiencia de una reacción orgánica a un hecho percibido, cree que la víctima percibe la amenaza a través de esa frialdad del agresor. A continuación tiene una respuesta motora asociada a reacciones orgánicas como aceleración del
11 Ibíd. 12
Vid. Hirigoyen, M. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Ibíd. 14 Vid. García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto. 13
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pulso, aceleración del ritmo respiratorio, etc., dando lugar a la experiencia del miedo15. Lo que si es cierto, es que muchas veces no toda respuesta emocional requiere de un pensamiento consciente, es decir, esta víctima puede dirigirse al mercado a realizar sus compras rutinarias, y expresar una emoción de tristeza sin ser consciente de la relación de esta emoción con sus experiencias con el perverso narcisista. Además de su expresión facial, esto puede ser observado en su tono de voz con un descenso y disminución de la intensidad o en su posición corporal con los hombros caídos. Cuando la víctima se separa del entorno del agresor, siente un alivio que la devuelve una vitalidad que se desencadena en emociones positivas que aún son mas claras de ver en su comunicación no verbal 16. Y tras esto, siguiendo la teoría John Watson, las respuestas emocionales suscitadas por estímulos incondicionados pueden transferirse a otros estímulos asociados a los primeros17. Es decir, la víctima ha asociado esas emociones a experiencias vividas y posteriormente en sus relaciones siguientes detectará al verdadero perverso narcisista con mayor rapidez para huir.
Conclusión: Los perversos narcisistas al principio son encantadores e increíbles que facilita enamorarse de ellos. Ellos no nacieron así, pero su infancia fue dolorosa y aprendieron como defensa a no ser empáticos ni sentir ningún sufrimiento y además, no soportan que la gente sea feliz. Por ello, su motivación interna es transferir ese dolor que no siente para destruir esa felicidad que no son capaces de soportar. En cuanto a la victima, ella no detecta fácilmente el maltrato psicológico que siente. Muchas veces son conscientes pero rápidamente se intentan autoengañar, evitando ese dolor que las produce pensar que esa persona no la quiere como realmente ella le quiere y por ello, muchas personas son capaces de soportar el maltrato psicológico antes que lo anterior. Este tipo de mentalidad esta influida por la sociedad, ya que hace ver amor como un sentimiento que puede llegar a doler, mientras que esto no es así: amor no conlleva a sufrimiento, al contrario conlleva a felicidad. De modo que la victima siente pena por la infancia del agresor e intenta “comprenderlo” adquiriendo una actitud de sumisa, que en definitiva, conllevan a sufrimiento. Sin embargo, cuando se separan del agresor observan una evolución en la víctima volviéndose a valorar y teniendo interés por la vida, aunque lo que sí que es cierto es que es difícil olvidar
15 Ibíd. 16
Vid. Hirigoyen, M. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto.
17 Vid.
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BIBLIOGRAFÍA Apuntes de clase. García, J. M., & Vela, J. A. (2009). Psicología. Editorial Laberinto. Hirigoyen, M. (1999). El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
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