INTRODUCCIÓN El trabajo aborda el estudio de la Pragmática así como los elementos relacionados en ella centrándose en la pragmática literaria, cuyo tema resulta como uno de las más importantes y sus representantes, así se estudiarán su teoría, que ha incorporado el significado y el contexto y tiene principios que
regulan
el proceso comunicativo
en
tres
dimensiones: semántica, sintáctica y pragmática; así también su unidad de observación en el acto comunicativo y
su contexto, el cual se
complementa con un tiempo y espacio entre un emisor y un receptor influyendo en ellos las relaciones sociales, económicas y culturales, que permiten que la esencia llegue al receptor. Por lo que en el siguiente trabajo se profundizará en el estudio de la Pragmática como ciencia que busca más allá de significado, a partir de los elementos que influyen en el acto de comunicación. De esta manera la siguiente monografía proporcionará a los lectores una no menospreciable información para posteriores trabajos investigativos.
CAPÍTULO I: GENERALIDADES 1.- La Pragmática y su objeto de estudio La Pragmática es el estudio del modo en que el contexto influye en la interpretación del significado. El contexto debe entenderse como situación, ya que puede incluir cualquier aspecto extralingüístico. La Pragmática tiene un carácter interdisciplinario: la filosofía, la lingüística, la sociología, la antropología y la psicología hablan de ella. Pero para los lingüistas, el término Pragmática entra como uno de los componentes de la Semiótica, junto con la Sintaxis y la Semántica, triple clasificación que se remonta a Peirce. A pesar de que algunos niegan la existencia de un campo propio y coherente de la Pragmática, sin embargo, autores tan destacados como Herbert E. Brekle, János S. Petöfi o Teun A. Van Dijk, hablan de ella como una disciplina que debe investigar las relaciones que se establecen entre las expresiones de lengua y sus condiciones de uso para producir actos de habla. Según estudios realizados, la Pragmática, actualmente ya establecida y reconocida como una disciplina crecientemente empírica, incluye en sus análisis los factores sociales, psicológicos, culturales, literarios, que
determina la estructura de la comunicación verbal y sus consecuencias. En esta se relacionan la semántica y la sintaxis: la semántica hace abstracción de los usuarios y la sintaxis expresa la relación entre los signos sin tener en cuenta a los usuarios; sintetizando todo el proceso en el estudio del qué se dice y lo que literalmente se quiere decir. La interacción lingüística que se produce entre emisor y receptor resulta de una serie de actos de habla de diferentes interlocutores, según las reglas convencionales, respetando el Principio de Cooperación, lo que implica y presupone toda una serie de informaciones no expresas, pero que se generan con las inferencias pragmáticas. Entre emisor y receptor se dan toda una serie de procesos que explican cómo se comprenden, almacenan, reproducen y producen los enunciados o los textos según Van Dijk (Van Dijk, 1983: 20-21)1. Es fundamental analizar también las huellas que emisor y receptor dejan en el texto. Así, por ejemplo, la presencia de un “yo” que se dirige a un “tú” puede imprimir una cierta fuerza persuasoria al mensaje, al introducirse, consciente o inconscientemente, el autor en el texto en un intento de modificar la conducta de la persona que recibe el mensaje. Muchas disciplinas, además de la Lingüística, han aportado importantes ayudas para la descripción de las estructuras del texto. Éste, entendido como la unidad de comunicación eficaz, debe contar con una gramática que explique el sistema de reglas, en sus diferentes niveles, que son la base de la producción y la comprensión de los enunciados de una lengua natural. Corresponderá a la Semántica ocuparse, no sólo del nivel del significado, sino investigar además el porqué del sentido de ese texto, en este nivel, 1
VAN DIJK, T. A. (1978).La ciencia del texto. Barcelona, España: Paidós.
según Van Dijk, se estudian las diferentes conexiones, lineales y globales, que producen la coherencia de un texto (Van Dijk, 1980: 125-238) 2. La comunicación textual depende también de otros elementos no lingüísticos, como son el tiempo y el lugar de la enunciación, la tradición literaria
en
el
caso
de
textos
muy
concretos,
y
cualesquiera
otros recursos extratextuales que los emisores utilizan para conseguir un acto de expresión eficaz.
2. Semántica pragmática Uno de los avances más significativos de la lingüística en los años ochenta y noventa del siglo veinte fue el haber comprendido que todo enunciado debe ser interpretado en el contexto en el que éste surge, que es donde se encuentran vivos y dispuestos a revitalizarla los agentes de su significación, este presupuesto pragmático era la consecuencia tardía de la tesis de Carnap sobre el carácter pragmático de la semántica de las lenguas naturales (CARNAP, R. 1970: 233) 3. El DRAE define la Pragmática como la “Disciplina que estudia el lenguaje en su relación con los usuarios y las circunstancias de la comunicación” (Real Academia Española, 2010)4.
2
VAN DIJK, T. A. (1977). Texto y contexto. Semántica y pragmática del
discurso. Madrid, España: Cátedra. CARNAP, R. (1970). Significado y necesidad un estudio en semántica y
3
lógica modal. 2da Ed. Chicago, EE UU: The University of Chicago Press. Real Academia Española (2010) .DICCIONARIO DE LA LENGUA
4
ESPAÑOLA. 22ª Ed. Madrid, España. Espasa Libros.
La Pragmática literaria observa las condiciones que intervienen en la producción y en la recepción del texto, intentando comprender los grados de presencia del autor y del lector en la obra discursiva y el modo en que ésta se relaciona con los contextos reales y literarios. Como estudio del uso del lenguaje, la pragmática atiende a la adaptación de las expresiones lingüísticas a los contextos referenciales, interpersonales, accionales y situacionales del discurso. Son pragmáticos los rasgos que dan a un signo lingüístico una función en un acto de lenguaje, por simple que sea, o en un juego más complejo de comunicación lingüística. La pragmática se interesa específicamente por todo lo que es función de la ocurrencia de los signos y, en consecuencia, del uso que se hace de ellos en la estrategia comunicativa del discurso, característica no sólo de la retórica sino de toda la literatura. Un ejemplo ilustrará este concepto de estrategia comunicativa. No es lo mismo escribir o leer en la portada de un periódico: “El enemigo público número uno ha asesinado a otra víctima inocente”, que escribir o leer: “Otra víctima inocente ha sido asesinada por el enemigo público número uno”. La diferencia entre las dos frases es ante todo pragmática, aunque no cabe negar que la opción pragmática tiene consecuencias sintácticas y semánticas: sintácticamente la segunda frase es la inversa de la primera, y semánticamente se ha pasado de un sentido activo, que focaliza la atención del lector sobre el criminal, a un sentido pasivo, que lo focaliza sobre su víctima. Un discurso, o un texto, no está hecho de frases desconectadas del mundo, sino de enunciados enraizados en él, ya que son frases enunciadas por un locutor sobre un tema determinado dentro de un universo de sentido, y
dirigidas en un tiempo y en un lugar precisos a un interlocutor igualmente determinado. En consecuencia, la interpretación del enunciado está condicionada no solamente por la frase que se enuncia, sino también por el conjunto de los factores de su enunciación. Este conjunto de factores incluye: un locutor que enuncia el enunciado sobre un tema determinado dentro de un universo de sentido; un destinatario a quien el locutor dirige el enunciado; un tiempo y un lugar del acto de la enunciación; y un discurso global que precede y que continúa el enunciado concreto en el mismo universo de sentido; en suma, un contexto interno y un contexto externo de la enunciación. Lo cual equivale a decir que la perspectiva pragmática es importante para interpretar el discurso o el texto que lo trascribe, porque un discurso es siempre y necesariamente un acto de lenguaje enraizado en el mundo mediante un universo de sentido.
CAPÍTULO II: PRAGMÁTICA LITERARIA 1. Pragmática y crítica literaria La disciplina de la pragmática cuenta con varias décadas de desarrollo, ya que fue formulada, en 1938, por el filósofo Charles Morris, al intentar dividir las orientaciones de que se debería de ocupar una “semiótica”, concebida como verdadera ciencia de los signos; Morris establecía tres cauces de investigación: la “sintáctica”, o el estudio de la relación formal de los signos entre sí, la “semántica”, o el análisis de las relaciones que los signos establecen con los objetos a que son aplicables, y la “pragmática”, o el estudio de las relaciones de los signos con los intérpretes. La pragmática, en realidad, es una lingüística de la actuación y se ha visto fomentada, sobre todo, por las investigaciones de carácter sociológico, que son las que han posibilitado el estudio de las expresiones como resultado de casos situacionales. Estos elementos son de enorme interés porque la pragmática parecía orientada a ocuparse de trazar una teoría del texto, superando las limitaciones formales que llevaba implícita una investigación centrada sólo en el lenguaje literario; la pragmática desecha los esquemas positivistas de la lingüística, para atender a otros factores como los condicionamientos y consecuencias sociales del lenguaje, los mecanismos interactivos de la conducta de los emisores-receptores, las implicaturas conversacionales, las presuposiciones, los actos de habla o la estructura de la conversación. La aplicación de estas propiedades y valores al estudio de la literatura descubre una trama de significaciones y de procedimientos que permiten hablar, por vez primera, de un análisis del “uso literario” .
La pragmática permitirá definir la cualidad de lo literario mediante los factores comunicativos que lo hacen posible. No importa conjeturar con las circunstancias que afirman la literariedad, sino determinar el sistema de convenciones literarias que permitan asegurar que un producto lingüístico es literario o no lo es. Este planteamiento involucra a la teoría de la comunicación en el análisis pragmático de la literatura.
2. Pragmática y literatura Encontrar una caracterización de la literatura que permita distinguirla de otros usos del lenguaje ha sido uno de los objetivos centrales de la teoría literaria. En ese intento se han propuesto muchas teorías:
Se ha pensado que la especificidad de la literatura radica en que existen temas y contenidos específicamente literarios. Un análisis de la literatura invalida ese criterio.
A partir de la idea de que en el lenguaje poético el elemento de comunicación que predomina es el mensaje, se han desarrollado una serie de teorías que tratan de buscar la especificidad de la literatura en las propiedades formales del lenguaje que utiliza. El problema es que resulta sumamente difícil encontrar propiedades formales o fenómenos lingüísticos que sean exclusivos del lenguaje literario y que sirvan para caracterizar a la literatura frente a otros usos del lenguaje.
Si la etiqueta de “literario” no depende de los contenidos ni de las propiedades formales del lenguaje utilizado, tal vez la solución resida en
ocuparse de las circunstancias que hacen de la literatura un acto de comunicación particular. Teniendo en cuenta que la pragmática se ocupa de los principios que regulan el uso del lenguaje y que la literatura no es más que un tipo particular de uso del lenguaje, la pregunta que surge es: ¿Puede la pragmática caracterizar la comunicación literaria frente a otros usos del lenguaje? En general, se acepta que la adopción de una perspectiva pragmática puede ayudar a encontrar criterios que establezcan la frontera entre lo literario y lo no literario. Un análisis pragmático puede señalar las características que diferencian a la literatura de otras formas de expresión verbal. Lo esperable es que los principios de análisis pragmático sean aplicables a la literatura y que, por un lado, demuestren que las obras literarias no son un tipo de comunicación tan diferente al lenguaje cotidiano y que, por otro lado, expliquen lo distintivo de la comunicación literaria con respecto a otros tipos de comunicación. La lengua literaria no es como la lengua natural sino reproducida, por lo tanto Lázaro Carreter (1980) acertó al decir cuatro cosas sobre el tema en particular a partir del esquema de la comunicación lingüística de Jakobson (emisor, receptor, contexto, mensaje y código), cuyos términos halló necesario matizar. Decía así: “El emisor comienza por recibir un nombre especial: el autor. Se trata de un emisor distante, que no conoce a sus receptores potenciales, y al que éstos, la mayoría de las veces, tampoco conocen personalmente. La intención que le lleva a emitir su mensaje no deriva de ninguna urgencia comunicativa inmediata ni de ninguna utilidad práctica: ni siquiera es seguro que sea él mismo quien nos habla desde las páginas de su obra. Su mensaje no hace sujeto a un contexto definido, sino que se
proyecta hacia otros tiempos y otros espacios. Además, tampoco desea respuesta, sino acogida: que su obra perdure y se difunda. El receptor, en contra de lo que ocurre normalmente, es el que tiene la iniciativa del contacto: es él quien se acerca al mensaje. Tampoco este acercamiento suele ser fruto de la urgencia comunicativa o la necesidad práctica. Su interacción con el emisor se realiza necesariamente a distancia: puede que no coincidan ni en el lugar ni en el tiempo. Por otro lado, y en virtud de este desconocimiento, el mensaje no está construido especialmente para él, sino que se presenta como una realidad cerrada, conclusa: podrá asentir o disentir, pero nunca dialogar, replicar o modificarla. El contexto no es único y compartido, como ocurre en buena parte de la comunicación cotidiana. Pueden variar el lugar, la época, la cultura… No puede hablarse, por tanto, de un contexto “exterior” único. La obra literaria tiene que crear ella misma su propio contexto, con arreglo al cual todo debe ser interpretado. El mensaje nace para ser siempre de la misma manera, perdurable, distinto y distinguible. Forma y contenido se han concebido para ir siempre indisociablemente ligados. El código no constituye un desvío de la norma común, sino un sistema propio: el de la lengua literaria. Además, cada tipo de género cuenta con sus proppias convenciones y restricciones”.5
3. El proceso de la comunicación literaria 5
LÁZARO CARRETER, F. (1980). "La literatura como fenómeno
comunicativo", en Estudios de lingüística, Barcelona.
En línea con las ideas propuestas en 1958 por Jakobson y a lo largo de la década de los setenta, varios teóricos se han preocupado por estudiar el modo en que los factores de la comunicación literaria intervienen en el trazado de las condiciones y propiedades de que se ve beneficiado el texto, entendido como producto, pero también como resultado de una recepción. Lázaro Carreter señaló los aciertos, pero también las desventajas, de una investigación exclusivamente pragmática: "La obra literaria, es decir, el producto concreto en que la literatura se manifiesta es un sistema significante y un mensaje. En el primer aspecto, cae dentro del ámbito de la semiología, como ya hemos dicho; en el segundo, es investigable por la teoría de la comunicación. Ambas perspectivas deben combinarse para lograr el deslinde que perseguimos" (Lázaro Carreter. 1980: 178-179) 6. Lázaro se preocupa por definir las características tanto del emisor de una obra concreta como del receptor de la misma, que han de orientar algunas de las propiedades del fenómeno literario, que no conviene disociar del texto en sí, salvo que se quiera correr el riesgo de perder la perspectiva sobre lo que ha de ser la literatura: “La inasistencia del autor al acto comunicativo, implica que no existe un contexto necesariamente compartido por el destinatario y el emisor. Pero, si por definición, el contexto es preciso para que la comunicación se produzca, ¿dónde habremos de buscarlo? Sólo en un lugar: en la obra misma (...) El mensaje literario remite esencialmente a sí mismo” (Lázaro Carreter. 1980: 182)7. Lázaro insiste en que no se ha de buscar la «situación» que define la literariedad en factores ajenos a la propia obra. El lector tiene que entrar en 6
LÁZARO CARRETER, F. (1980). "La literatura como fenómeno
comunicativo", en Estudios de lingüística, Barcelona. 7
Ibíd.
ese texto y aunque puede hacerlo desde la circunstancia concreta en la que habita, tiene que dejarse atrapar por el marco de lectura que atraviesa; ello no significa que el valor literario del producto textual dependa del lector; sí la «cualidad estética» que esa obra adquiera y que puede ser perfilada por medio de elementos contextuales. Por ello no debe olvidarse el verdadero soporte de la indagación crítica: "Sin embargo, al margen de esa invención (...), la obra literaria puede ser reconocida como tal en términos estrictamente semióticos y lingüísticos, con rasgos muy bien definidos frente a otras formas de comunicación" (Lázaro Carreter. 1980: 191-192) 8. La Pragmática posibilita un estudio más riguroso de las condiciones que intervienen en la producción y en la recepción del texto, a parte de explicar los grados de presencia del autor y del lector en la obra y el modo en que ésta se relaciona con los contextos reales o literarios.
8
Ibíd.
CONCLUSIONES. 1. La pragmática confronta a las significaciones elaboradas fuera de las realidades de las que surgen con esas mismas realidades que pretenden configurar, a las cuales dan sentido, expresándose en forma de reglas o de hábitos interpretativos admitidos como verdaderos en el seno de una comunidad, en un período históricamente dado, constituyéndose entonces el momento del análisis semiótico en el que sintáctica y semántica se unen. 2. La Pragmática posibilita un estudio más riguroso de las condiciones que intervienen en la producción y en la recepción del texto, a parte de explicar los grados de presencia del autor y del lector en la obra y el modo en que ésta se relaciona con los contextos reales o literarios.
BIBLIOGRAFÍA
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ESCANDELL,
M.
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(1993). Introducción
a
la
pragmática. Barcelona.
LÁZARO CARRETER, F. (1980). "La literatura como fenómeno comunicativo", en Estudios de lingüística, Barcelona.
Real Academia Española (2010) .DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA. 22ª Ed. Madrid, España. Espasa Libros.
REYES, G. (1990).La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje. Barcelona.
VAN DIJK, T. A. (1978).La ciencia del texto. Barcelona, España: Paidós.
VAN DIJK, T. A. (1977). Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso. Madrid, España: Cátedra.
GROVER HAZ LA CARÁTULA Y EL ÍNDICE…A VER SI LE AUMENTAS CONCLUSIONES.TE DEJO MI NOMBRE Y CODIGO: JANISSE EDITH VELA MAMANI : 2010 - 35316