A. An¡r,o, A. Anan¡as, M.-H. Bnoussc, G. Cr¡srnes, A. D¡ Cnccn, A. Fnvo, F. I¡cuu., H. Mp¡vano, A. Mnru¡r, D. Mrrpn, J.-A. Mrlan, J. Ravann, A. Srawus, M. Srneuss, R. Wenrei,
LA ENVOLTURA FORMAL DEL SINTOMA
MANANTIAL
I SINTOMA Y trNVOLTURA F'ORMAL Dlseño dc tapa: (ir¡st¡¡vo M¡u'¡l
Hecho cl dcpí>slto (ll¡(' rr¡¡u('¡l lrr lry I l.Tilil Imprcso t'rr lrr Argt'rrltrrrr
O 1989,
I.lcll<:lt¡r¡cn Mnn¡urll¡rl l'ltl, Urugu:ry 2(;3, lo Plrr¡. ol. lll Bucnos Alrr.s, Ar¡¡r.nllrur 'l'cl 45 lJo2rI
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RBFLEXIONES SOBRE Iá. ENVOLTURA FORMAL DEL SINTOMA Jacques-Alaín Miller
¿Existe algún psicoanalista que prescincla del concepto de sintoma o al menos no tenga la noción práctica cle este concepto? No lo creo. Aunque podamos pensar que se prescinde fácilmente del de estructura,
aunque hasta podamos dudar de que las estructuras cl¡n¡cas sean estructuras estancas -yde hecho en todaun áreade laprácticadel psicoanálisis se cree en una suerte de continuo clinico, se multiplican los casos borderline, se habla de estados y no de estructura-, Ia noción de
FUENTES YTRADUCTOITES [.os textos de J,-A. Miller V M,-H. Brousse fucron pulrll<:ados c¡l lils A<:tcs de I'Ecole de laCause freudieine, Ne IX, LesJormes clu sürlptcirle, y trudur:lclos por Irene Agoff y Adrtana Torres resPectivamente.
sintoma, porel contrario, aparece como básica, comoverdaderamente elemental. En cierto modo responde a la conciencia natural, a la filosofia espontánea del terapeuta o del rnédico, puesto que es constitutlvo de la posición médica el referirse a Ia noción de arrnonia, de lo que funciona perfectamente en conjunto, de lo que anda en consonancia, y aqui el sintoma aparece como lo que perturba esa arnonia, la altera, la destruye. Asi pues, no hay síntoma sin la referencia a cierta sinfonia que se veria perturbada por una disonancia, por la aparición de un accidente. Este es el valor griego de sumptóma -que curiosamente conserya el sun de la sintesis. de la reunión, del conjunto-, o sea de lo que se produceJunto y coincide. El sintoma lleva consigo esa connotación médica, esa conexión con la armonia, e inevitablemente cambia de valor cuando ya no se lo aborda desde la posición médica sino en el discurso analíttco. Admitimos que en este discurso ya no está articulado con una armonía supuesta sino con una referencia de otro orden que sin embargo podemos considerar completamente contraria: el sintoma cambia radicalmente de sentido cuando se lo vincula noya con una armonia slno con una disarmonia, es decir, Io que abreüamos llamándolo castración. Podriamos decir que el sintoma, en el psicoanálísis, es ar-
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I^A EWOLTURA Flf,RI\,fAL DEL
JACQTJI,]S.AI,AIN MII,LI'IT
mónico con la castración. Y esto es lo que crea problernas para aislztr el ser clel sintoma en el psicoanálisis. I)ara decirlo rápiclartnente y concluir esta introducción: no podemos aislarlo más <¡ue como ttn ser hablante, el ser hablante clel sintoma. Abreviemos clicienclo: el hablanteser del sintoma. Hace poco tuve ocasión cle decir cle qué moclo pocliamos iltrapar en la práctica al hablanteser del sÍntoma, y ello partienclo de l-a«:an. I-lamé a esta intervención "sintomay fantasma", y no hubiera pasarclo
SINII)MA
II
Hoy no voy a responder a esta cuestión pues es preciso que esta_ -blezca preüamente algunosJalones, es preciso que trace las coordenadas cartesianas del sintoma, sus dos ejes, de los que se puede declr que La.can desplazó elacentodel unoalotroalo largode su enseñanza: el eJe del mensaJe y el eJe del goce. El sfntoma analÍtico, ¿es un mensaJe o un goce, una manera de gozaf? creo haber demostrado ampliamente en mi curso que el abordaJe de Lacan se desplaza de una deflniclón a la otra, q,r..r, "Función ycampo de lapalabraydel lenguaJe", el sintomaes abordado como un mensaje, y que en su semtnario "RSI", por eJemplo, lo sitúa como una manera de gozar. curiosamente, éste es un trayecto que repite el de Fteud' qulen partió del sintoma histérico como interprltablá y llegó a Ia reacción terapéutica negativa, al masoquismo primordial y á ta i"tslón de muerte, es decir a la cuestión de aquello que se satisface, de una manera cerrada, en el sÍntoma. No voy a reiterar esta demostraclón, hoy ampliamente conocida, pero puedo intentar ilustrarles con una anécdota -elevada, si puedo, al apólogo- cómo puede ser poslble gozar de un mensaJe. El ejemplo que voy a dar es muy reclente, data de ayer por la tarde y no sucedió aqui, puesto que falté a las charlas de la tarde ¡ra que tuve
que visitar a mi abogado
y por
moüvos sumamente ligados a la
enseñanza de [,acan; lncluso podría decir: a su envoltura formal. y como durante nuestra conversación pensaba constantemente en lo que lba a decir aqui respondtendo a la inütación de Jacques Adam, páso a exponerles lo que se me ocurrió. ¿Por qué fui a ver al abogado en vez de estar aqui? Lo hice porque voy a presentar una querella. ¿eué me pasa que quiero presentar una querella? Cabe señalar que presentar una querella es ya un grado más del queJarse.* Me pasa que hay gente que hace cosas que me disgustan, cosas que me producen, diré, un displacer. Mi queja esta regida, pues, por el princlplo del placer. ¿eué es lo que hago entonces? C-omo soy clvilizado, recurro a un abogado, es declr ¿ aláulen que va a hablar por mi, que va a hacer pasar esa queJa, debtda al diiplacer que ocperlmento' al grado de presentar una querella. ¿y en qué consrite presentar una querella? Preclsamente en que este abogado va a for_
mallzar mt queja.
relacfón entre "querella'y 'queJa' es ¡¡r¡is maniflesta en francés. En querella', plainte es 'queJa" y se plabrdre, .eueJarse'. Obsérvese que en castellano, una acepcbn ae.queraU.-caida en desuso es lgualmente "queJa'. fN. de T.l
- 'la'
etecto, porter-platnte es "presentar
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JACOUES.AI./\IN
MI
IA ENVOTIUIIA FOITMAL DEI. SINIOMA
IJ.I'R
Las formas de la queja son formas prescriptas, previstas por el clerecho. El formulará entonces mi queja en térrninos que pueclan ser entenclidos porJueces. El es el operador que hani hablar a mi queja en el campo del lenguaje del Otro. El eonüerte esta queja que emerge clesde el fondo cle mi displacer, en un mensaje, del que podemos clecir simpletnente -y todo el mundo lo comprencle- que será emitido clesde el lugar del Otro y en su lenguaje. A partir cle mi queJa, a la que se le han puesto las formas convenientes, he aqui que yo voy a existir de una nueva manera en el campo del Otro, y en una forma constituicla, lo que además en ese campo se lla¡na'constituirse en parte civil". y observen bien que esa forma constituida en el campo del Otro clel derecho es una forma completada, ya que en él no puedo existir sino representado por un abogado, por alguien que habla por mi en las formas clel Otro. En este orden, no me hago sujeto sino acoplado con un abogaclo. Además esto permite distinguir entre sujeto e inclivicluo: sl varios incltüduos se constituyen en parte civtl, forrnan un único sujetojuriclico. Esto en cuanto a la forma del mensaje, en cuanto a la transformación de la queja en forma constituida en el campo del Otro. AI mismo tiempo, por supuesto, esta formalización desnaturaliza mi queja, porque está lo que se puede deciry lo que no se puede decir, hay una lógica propia del Otro que se lmpone ante ustedes y qrre coagula, fiJa vuestra queja. Y entonces ella sigue su curso. Pero hay algo más en esta formalización de la queJa. Es que mientras vuestro abogado filtra, formula, formalizavuestra queja, ustecles se percatan de que en alguna parte esto los satisface. En el proceso mismo de formalización, y mientras que nada cle vuestr
plus-de-gozar arrancado, sonsacado al displacer mlsmo a través de esta formalización. I-o que acabo de exponer es tan sólo una anécclota, destinada a ilustrar la conversión del mensaje y cle su for¡nallzaclón en goce. Diré más: laverdad de la c¡ueJa movillza el saberdel derecho, y este saber trabaja para un goce. Veamos otro ejemplo que slgue la mlsma dlrecclón. lo que hace unos años vl practlcar en Senegal en un villorrlo de curanderos. ¿Cómo curan éstos, tradiclonalmente? Inscriben clertas fór¡nulas en unas
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pequeñas cintas -fórmulas que pueden ser coránicas, por ejemplo-, después las disuelven en un vaso cle agua, y ustecles toman este brebaje, que los cura. Esto es del mismo orden que el presentar qrrerella, aun si la operatividad es más inmediata y quizais hasta de un orden más elcvaclo.
'lbmbién pueden encontraresta conversión en el Iibro delApocalipsis, que frre soberbiamente ilustrado por Durero. cuya obra se reproduce en la tapa del Ne I 6 cle OrnicafT:'Luego la voz clel cielo que habia oido me habló de nuevo: 'Ve a tomar el librito abierto en la ¡nano clel ángel de pie sobre el mary sobre la tierra'. Entonces ful a rogarle al ángel que me entregara el librito y él me dijo: -foma, cómelo, te llenará la entrañas de amargor, pero en tu boca tendrá la dulzura de la ¡niel'. ltrmé el librito de la mano clel ángel y lo engullí. En mi boca tenia la dulzura de la miel, pero cuando lo tragué llenó mis entrañas de amargor'. Esta es tarnbién una referencia de Lacan, de la que tal vez diré unas palabras al final de mi intervención. De estos apólogos, que tienen el fin de establecer los jalones de la cuestión, voy a nuestra experiencia del sintomay la tomo por lo más simple, a ras del fenómeno cotidiano. ¿En qué lugar ponen ustedes la observación que, como analistas, hacen de su paciente? Cierto clia pueden observar su palidez, sus facciones tensas o incluso su febrilidad, y decirse: "Hay algo que no marcha", Pueden tener buenas razones para pensarlo, pero saben que aqui no hay sintoma para ustedes como analistas, pues todavia es preciso que él lo diga. y cuanclo reciben a alguien por primera vez, eso es lo que esperan: el relalo de lo que no marcha. Si cuenta sólo todo lo que anda de maravillas, ustedes se dicen que algo realmente no marcha. Hay que observar el relieve del relato de lo que no marcha. ya que ése es el hablanteser mismo del síntoma. El problema es que en un sentido hay una armonia psicoanalitica, el problema es que ustedes no pueden dejar de pensar que en el propio relato del infortunio hay en realidad un arreglo, y que el sintoma satisface ahi mismo donde se lo presenta como doloroso. Esta es la paradoja que I-acan sitúa al definir la demanda como la 'de uno que sufre", en Teleuisión" y que él describe también en Teleuisión, asÍ: 'El sujeto es fellz. Esta es incluso su definición, puesto que no puede deber nada sino a la suerte, a la fortuna, dicho de otra manera, y que toda suerte le es buena para aquello que lo mantiene, o sea para que él se repita". Esto implica que en el nivel al que se refiere lacan, donde el sujeto es feliz, el sintoma no es una dlscordancia sino que se
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JACOUES-ALAI N MI f ,LDII
clisuelve, puesto que satisface,
y
satisface especialnrente
IA
a
la
repetición. ¿Y qué es lo que caracteriza a este nivel, a esa cierta parte clonde el sintoma satislace? [-o caracter?a, por lo menos, el tratarse cle un nivel distinto clel que corresponcle al hablanteser del sintoma, distinto de aquel cloncle el sintoma es hablado. En este sentido, el sinto¡na, tal como se articula y vehiculiza en la palabra qtre se dirige al analista. lbrmaliz¿rdo en el campo clel Otro, es una mentira. Es, si pueclo expresarne asi, trna alegoria cle sintoma; el término "alegoria'me resulta irreststible clescle qtre hace ¡nucho, en laSección Clinica, looi ulilizarcle la maneramás inoportunaclel mundo a propósito de la angustia. El sintoma es una mentira, pero ¿qué qttiere clecir esto? No que tan pronto como uno entra en análisis se convierte en un enfermo inlaginario, aunque el analizante se incline a creerlo, puesto que puecle creer cle buena gana que mientras esté en análisis no le puede ocurrir nacla. Decir qtre el sintoma es una mentira no es un insulto aI dolor, al contrario, es decir <¡ue el hablanteser del sintoma pertenece a la dirnensión de laverclad. puesto que sólo ahi se plantean lo vercladero y lo lalso. Y por eso Lacan formula que el sintoma es verclad, "hecho de la misma madera cle la c¡ue está hecha ella, si planteamos en sentido matertalista que la verclad es lo que se instaura por la cadena significante'. Hay que entender lo que implica esta afirmación sobre el fonclo de que 'la verdad tiene estructura de ficción": basta con superponer estos dos asertos cle l:lcan para que
uno inliera, para su gobierno, que el sintoma tiene estructura de ficción. No nos precipitemos. No hay ahi tarnpoco insulto al clolor. y ni siquiera a la queja; equivale sólo a plantear que no el dolor, no Ia queja, sino cabalnrente el sinto¡na co¡no analitico, en ct¡anto formalizaclo en el campo del Otro, constituido como lo que se instaura por la caclena signilicante, tiene estructura de ficción. Esto es lo que hace de la histeria la condición propia del sintoma como analitico, hasta el punto de que se habla usualmente, después de lacan, de la hlsterlzaclón clel suJeto como condlción previa para su instalactón en el
ENVOL.I.URA I.OITMAI,
DI'I, SIN'IOI!,[A
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nivel clonde el sujeto es t'eliz, cle ese nivel que podenros llarnar cle la pulsión, clel nivel, ciigamos, clel objeto a La histeria desaloja al sintoma y corno ser cle ver¿id
tundencia. observen que si el sintoma tiene estructura de ficción, la posición inicial cle Lacan cle que hay "un li¡nite donde la envoltura formal clel sintoma se inüerte en efectos de creación' ya nos..restllta meno§ opaca. Pero se.trata cle saber cómo se articulan y clistingtren ticción y cieación, que elespués cle todo son clos modos de fabricaciÓn. Diré brevemente que no es lo mismo ser poeta que ser poema' En el nivel clel sinto¡na el sujeto es poenla, aun si se persuade gustoso' si es histbrico, de que es poeta. Pero serpoeta es otra cosa; e§, diria don Perogrullo, producir poemas' Ser creadores producir formas, y formas que no están Ya en el Otro. Hay en nuestra lengua una ambigüedad fecunda cle la palabra'[orlo *.-, é". palabra qu" L""t acopla cle buena gana a la de sintoma' que sólo puede sorprender si confundimos la for¡nay la figura' ya que
el sintoma alterarÍá la bt¡ena forma que la lengua alemana distingue ümo Gestalt. Ahora bien, aqui hay que enlender lbrma co¡no esta otrq traducción que nos ofrece la lengua alemana, Porm, que encontramos que esen lógica formal. Porque si el sintoma tiene formas, son formas envolde el ténnino Y aqui tán piegaclas a la lógica ¿e su vaciamiento. es toclo no sintoma el envuelto: de lo tura foímal plantei la cuestión sintodel formal por envoltura esa evocado y negativo lo signilicante, *á q.r. él Lnvuelve goce, materia gozante. [o que en consecuencia
"" en el análisis, en cierto modo natllralmente, es clecir se efectúa lógicarnente, es un trabajo sobre la envoltura formal' trabajo r¡ue que es colnsiste en llevar el sinto¡na al lilnite donde se vuelve agudeza' cálculo.
Aqui sólo puedo ser alusivo, pero ese punto en el que se vuelve al inicio no es otro que el punto clave de la lógica del fanlasma' aquel donde la operaciÓn transferencia retorna al punto inicial como subli-
mación por la eliminaciÓn del sujeto supuesto al saber' Es decir que sólo hay creación, retorno clel sintoma a su punto inicial donde devie-
to
JACOUES-AI.¿\I N
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ILLI'R
ne sublirnación, en la meclicla en que hay atravesamiento clel fantas¡na o cle lo que ha«:e sus veces, asi fuera sólo un pasa.ie al acto, en la medicla en que abre la via para que lo formal se disocie clel material de goce que él envuelve p¿rra que este lbrmal juegue su particla por su lado y se apreste a gozar. Esto supone que el sujeto se clesprencla de la creencia de que el Otro gozaya cle su sintoma. ¿Basta clecir que el strjeto es vectc¡r cle lo nuevo, de lo inéclito, de lo que en el Otro no está, que el suieto se enfrenta con la falta en el Otro? I-a. castración entonces seria la cc¡nclición de la creación, pero enfrentarse con lafaltaen el Otro no seria menosválido en ct¡anto.al sintoma. La condición de la creación es que el suieto sepa en alguna parte que el Otro no existg. ¿Pero por qué no aclmitir que el sintoma lambién es un hecho de creación, cle creación de sentido? Y esto es lo que supone homologarlo con la nretáfora. El sintoma opera en Ia creación: cle ahi que siempre tiente a los analistas hacerel psicoanálisis cle los creaclores. Pero clebe aclvertirse que, en la creación, lo que opera es el sinIeIEa en cuanto separado clel goce que él envolvia for¡nalmente. I-a obra de arte ¿es un sÍntoma? ¿Por qué no? A ¡nenuclo se la llama presagio, signo precursor. Pero si ella es sintoma, es un síntoma pronto a transportar, pronto a captar nuestro goce a través de los siglos. El sintoma es goce como sentido gozaclo del sujeto. mientras que la obra ofrece senticlo a gozar a quien quiera hacerlo, segi¡n el encuentro. rr eso el vaciamiento cle la envoltura formal del sinto¡na es lá Por la ición de la creación, en ct¡anto ella procecle exnihilo, como se exLo que quiere decir: ¡para escribir tu libro, sabe comerte tu I)oseÍn!
EL SINTOMA Y LA PULSION I\4
aríe - H éléne Brous se
El sintoma es un concepto que remite a la clínica. I;r clinica analitica, la que se elabora en el dispositivo freudiano, dispositivo de palabra, ha hecho sin embargo necesar¡a su redelinición. No como signo cle una realidad a la que remitiría, en relación con la ctral permitiria elaborar un diagnóstico, sino como formación de ese inconsciente freudiano del que el psicoanálisis forma parte por constituir el destin¿rtario. El sintoma es entonces, en el discurso analitico, complementado por el analista. Es una de las vÍas de acceso al inconsciente del su.ieto, en tanto maniliestaen lamaterialidad de la cadena signilicante unaverclad que se repite e insiste, de la que el sujeto está separado, pero en la que encuentra, sin embargo, alguna consistencia. "Represión y sintomas son homogéneos y reductibles a funciones de signilicante".r El los sitira en un extremo de la experiencia analitica. En el otro extremo ubica la interpretación, señalanclo "el cleseo al que
IT]
EL S¡NroMA Y
MARII]-TIIILEND I]ROUSSE
ro, y lltego para Lacan, uno de los conceptos funclamentales: ¿por c¡tté, en ese caso, ft¡nclamental?
Funda¡nental, dice Lacan, a titulo cle Jiccíón. Comparilble en su función con el míto (l.acan se reliere a éste en stt articulo "Del T¡'icb de Freud y del deseo del psicoanalista"z como 'mitos de Freucl"), el concepto de pulsión es introduciclo para responcler a una contr¿rclicción fundamental en el psicoanáIisis, contradicción que señala la ocur:rencia de lo real. Pone por Io tanto orclen en la aparición cle una l¿¡lta en la estructtrra, verdad horrible, que él señala y cubre al ¡nis¡no tiernpo. Esta contraclicción central se Ie manifestó prirnero a Freud en cierto número de fenómenos que representaron, después cle 1920, ptrntos cle referencia de la historia del psicoanalisis: reaeción terapétrtica negativa, problema clel masoqtrismo originario, cuestión clel linal o intenninabiliclad clel análisis. La pulsión es entonces la licción que trata, en el núcleo de la experiencia analitica, sobre la paracloja de la satisfacción en el sujeto: estar satisfecho no es tener aquello que su corazón o su cuerpo necesita, pide y hasla desea. 'Ibclas las tentativas que I-acan estigmatiza ya en "Función y campo de la palabra y del lengu a.le en psicoanálisis"3 de entremezclar el desciframiento del inconsciente y la teoria de los instintos sólo son formas de en¡nascarar la divislón entre el ser hablante y su goce. ta pulsión manifiesta las consecuencias, sobre el goce, de la inscripción en el orden sitnbólico. Es la respuesta lieucliana a esta subversión de la satislacción en el tsien, respuesta ctryo origen Lacan ubica en Kant. Cuando la satislhcción de la necesiclad implica el retomo cle un objeto. su consumo y la repetición clel mismo, la satisfacción pulsional exige la ausencia clel objeto, como causade una §palltrngen el sttjeto, ylarepetición de lodiferente: es por lo tanto despliegue cle un trayecto circular. De éste, Lacan mostrará que se efectúa por montaje. ya que la sexualiclacl no eslá cle acuerdo con el inconsciente. Ese montaje trata de enunciar la disyunción entre la sexualidad fálicayel goce del otro lado: si bien la pulsión sexualiza una parte de ese real haciéndolo pasar por los desfilacleros signilicantes de Ia demanda del Otro, deja un resto: en eso, es parci:ll: Io funclamental del sexo es inte§rable, no por la pulsión genital, es decir por una libiclo bisext¡al, sino por la pars. La pulsi(rn es entonces, en la articulación clel sujeto con la dernanda clel Otro, la concllctón del surgimiento de la lalta del Otro: S {d ). Aquello que justilica en consecuencia articular el sinto¡na con la pulsión, sin pasar por el fantasma, es en realidad la relación prtvllegiada que el neurótico mantiene con esta demanda, por la que se con-
I^A'
PTjI,SIoN
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sagra a rellenar la falta en el otro, preservando así la posibiliclacl de
un clominio del cleseo. De esta manera hace homogéneos lántasma y pulsión.
En un caso que los posfreudianos no hubieran teniclo clilicultad en lnterpretar a partir cle la fijación en un estaclio instintivo, me gustaría sacarlas consecuencias cle esta indicación cle Lacan, yclelimiiar las relaciones entre el sintoma y la demancla del Otro. El analizante aI que voy a referirme es músico. Su activiclacl profesional y sentimental se ve acosada por las cludas, por una parte, y las obligaciones, porla otra. sea que se trate cle su esposa o de su c.ri..a, mezcla una indeterminación que hace alternar las proposiciones contraclictorias ("me quedo con ella, la clejo.; .ser concertista, no, ser profesor") con una programación muy estricta de toclas sus activiclailes, que lo agota: programa de trabajo preüsto hora por hora, programa de clistracción, programa de comiclas. Ducla cle tener vocación cle ¡núsico, cluda de su pareja, cluda cle haber elegido los fragmentos musicales convenientes, etcétera. Estos pensamientos clevoran su tiempo y las alternativas que suscitan le impiclen tocla elección. si bien a[ principio de su análisis se quejaba de su impotencia, se reveló bastante pronto que se trataba en realidad de la instalación de una estrategla del rechazo, cuya consecuencia era rechazar cle su propio laclo el iieseo y transformarlo en demanda, dirigicla a é1. Iruecle, por lo tanto, jugar con ese rechazo como con un simulacro de deseo que, sin embar_ go, no llega nunca totalmente a terminar en un clesagraclo profunclo, arraigándose, no en un lantasma, en el senticlo cle u¡ra construcción, sino ¡nás bien enfashes que provocan en él t¡n horror ante un goce por él mismo ignoraclo; para repetir las célebres palabras: carne viva de nrtrjer bajo el escalpelo, boca y sexo 'co¡no imagen cle una rata clisecada en el liceo". Pero su actiüdad de pensamiento compulsivo va a recaer cacla vez más sobre su carrera musical, y su vocación musical, en la medicla en que en ésta encuentra más fracasos. La ducla sobre esto va a tomar la siguiente formal ¿estuvo acertaclo al elegir la música y, por otra parte, realrnente Ia eligló? Elección que remite a otras eleiciones, cle fragmentos, por eJemplo. La música, efectivamente, mantiene para él su misterio, no en la técnlca. sino en cuanto al destinatarto: ¿para quién tocar? La reorientación a la que se entreglaba lo volvió a llevar al comienzo de su actividad como instrumentista, luego al momento crucial de la elección de la música como profesión. Alliincontró el mismo
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I\,IAIiIE.Iil'I-ENE BIIOUSSE
tlpo cle sinto¡na por el que está dominaclo hoy. Su vocación pareció surgir de la nada clurante la aciolescencia y no ser nrils clue clociliclacl ante una proposición materna. Cuando algunos años ¡nás tarcle, en el momento cle una elección cle carrera, se irnpuso el olicio cle ¡ni¡sico, lo h?o a partir de una confrontación agitada entre su rnaclre y su prol'esor. De ese conllicto, que recorclaba haber organizado él mismc, sur-
gió una clernancla cle su profesor, que provocó la decisión. 'lbmbién entonces el rechazo a satislácer la efgencia paterna
EL SIMIOMA Y I,A
PI.JI,SION
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ocupable por cualquier objeto y del que sólo conocemos la instancia bajo la fornra de objeto perdido", escribió Lacan en Los cu atro concep' tos.,.a No se trata entonces de una actividad autoerótica, y algo fracasa en esa operaeión, sin tomar, sin embargo, el lugar en su fantasrna de la demanda del Otro: si, musicalmente, tiene hoy una única certeza, es la de la bellezadel sonído, belleza inmaterial, cle attsencia, que él procluce. Pero ese sonido perrnanece innterso en Lula búsqueda clolorosa de la perfección técnica, que le impide la invención cle una interpretación. En ese punto, el superyó gozador, en acción en la repetición si¡¡nificante de esas escalas, es el artilice que continúa organizando
actualmente su síntoma, hacienclo que se eternicen preparaciones sin Iin y programas nunca logrados. El deseo queda allí cletenido, domlnado por el atractivo de una fórmula de la ptrlsión que manifiesta su relación reversiva con la fuente y con el objeto: 'hacerse jorobar", Iórmula que es su imperativo de goce. ¿Cómo separarla música de esa demanda del Otro que separa al suJeto de su deseo, que él mismo desconoce? Es ta¡nbién plantearse la siguiente pregunta: ¿porqué un sintomayno la sublimación? Paraé1, se trata de que el objeto sea reabsorbido en la repetición significante
y asi, satisfacer, por sustitución, lo más cerca posible del autoerotismo, aquello que está reprimido, o sea la pulsión. En consecuencia, no hay sublimación por la música, si sublirnación es elevar un ob¡eto a la digniclad de la cosa, más allá de la gravitación signilicante, como Jacques-Alain Miller lo señaló en su curso de 1983. Para que este surgimiento resultara posible, talvez haria falta que el objeto perclido se convirtiera en esa ausencia que lo hace objeto de deseo del Otro.n Ia reducción del fantasma a la pulsión se repite en otros lugares de las disposiciones pulsionales: por eso, cuenta que cuanclo empezb amas' turbarse lo hizo de la siguiente manera: habientlo recibido cle regalo un equipo de 'pequeño quimico', metia su espenna en tubos y retortas y los dejaba ahi, dia tras dia, a la vez escondidos y ofrecidos a la lnvestigación materna. Pero en el momento de elegir estudios de quimlca, renunció a hacerlo. La actividad sexual está sometida, hoy todavia, al igual que la actlüdad musical, al imperaüvo del deber, pero no articulable con un obJeto causa del deseo: hacer el arnor, como hacer música, es un trabaJo, un trabajo a la fuerza, un trabaJo de esclavo. En otras palabras, un trabaJo del que el yo fuerte puede mantenerse amo, sostenido como lo
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MARID.HCI,END I]ITOUSSD
está por esa castración irnaginaria de la que Lacan habla en "Subversión clel strjeto...".6 Aveces, sin embargo, la ¡nirsica cleviene terrorifica:
'sobrenatural", dice: 'entonces, cuanclo toco, es conto t¡n disco".
¿Cótno aceptarya no mantenerse como a¡no cle ella. ser hecho por ella, cómo apelar al Yo (Je) en el lrrgar del yo (moi)? Su relación con la castración se sitúa en ese punto: trabajar como un esclavo del significante
para seguir sienclo amo del mismo, y no ofrecer al Otro la castración resultar de esto. Que el Otro poclria clemanclársela, incluclable¡r'lente tiene algunas razones particulares para estar convenci(lo de ello, que se despliegan en su relación con su pa(lre. Especialmente, tiene con él una deuda inraginaria: le robó en su inÍancia un disco, clisco qtre nunca ptrdo escuchar, hoy inescuchable, rayado; quecla limitado a Ia espera laboriosa de una certeza. Pero el linal cle esa espera exige necesaria¡nente la pérclicla clel objeto, por la cuarl la castración es ese único medio que cla acceso al cleseo. No hay más salida que la construcción del fantasma en el an¿ilisis. Es el punto hacia el cual se encamina, ya que está aferraclo en el discurso clel análisis. c¡tre poclria
IIEFERENCIAS I]IBLIOGNAFICAS
l. rI. lacan, El semdnarío, Libro X, Ios cuotro co¡veptostund.amentales del psicoanálisús,Scuil,Paris, 1972,págs. l6O-161.l'raduccióncspañola:P¿¡idós, Bucnos Aircs, 1986. 2. J. I;rcan, Escri¿os, Scuil, Paris, 1966, pírg. 853. Traducr:ión csperriola: Escrílos, Slglo ,XXI, Bucnos Alres, 1985. 3. J. I;rcan, ob. cit., pág. 261. 4. J. Lrcan, ob. cit., pág. 164. 5. J. Lrc¿¡rr, ob. cit., pág.825. 6. J. Lac¿rn, ob. cit., pág.826.
II EL SiNTOMA, DEL SIGNO AL SIGNIFICANTtr
EL SINTOMA, DEL SIGNO AL SIGMFICANTE Antonio Di Claccia
FUENTES YTRADUCTORES ['os textos de A. Di ciaccia, M. strauss y G. clastres fueron publlc:rdos cn ras Actes de I'Ecole de la Cause freudienná, No IX, Ls Formes d.u símpt6me, y traducldos por Irene Agoff.
La tesis de Lacan: el inconsciente estructuraclo corno un lengtraJe, viene a aclarar, en relación con el sintoma, varios puntos. Primero, que el síntoma no es un signo cle una afección sino una expresión para ser leida, que sólo se interpreta en el orden del significante, el cual no tiene sentldo más que por su relación con otro significante y sólo en esta articulación resicle la verdad del sintoma. r En segunclo lugar, que la oposición de los dos sistemas psiquicos que son origen de la formación delsintoma no es laoposición entre lo consciente y lo inconsciente ni la oposición entre el yo y el ello, sino la oposición entre la cadena que representa al sujeto y el objeto que presenta al goce. Por último, la tesis de I-acan implica aclemás que en la cura el propio analista es primeramente un elernento signilicantey un trozo de real después, en cuyo derredor sejuega el destino de un análisis. Y por lo tanto que el sintoma y el analista están constituiclos zunbos por el rnismo paño signilicante y por la rnisma capacidad de lo real. Por toclo esto, aunque la metamorfosis del sintoma de signo a signilicante se anuncie mucho antes del encuentro con un analista, sólo pnr el signilicante de la transferencia se constituye el sinto¡na como analitico y se hace demanda dirigida al Otro. Pero aún será preciso que intervenga la función del deseo del analista para que el sintoma se precipite en una escansión que pueda mostrarse operativa. Por otra parte, esta operación no tiene el mismo alcance según que se trate de una neurosis o de una psicosis. En el caso de la neurosls, el sintoma es el sintbma del sujeto, y por la demanda dirigicla al Otro el sinto¡na se encuentra capturado en el engranaje signilicante baJoel báculo del Nombre del Padre. Esta operación tendrá como consecuencia la construcción del Iantasma, que ofrecerá al suJeto el ma¡co don-
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cle alojar al goce que el análisis ha clesalojaclo clel sinto¡na, goce que figura, en este estadio, como exponente áe la lunción clel ciáseo
pudo decir que el psicótico es normal. porque el otro es quien .rq{o Entonces el destino de este síntoma depenclerá intimamente,Áo solo "". del logro, siempre problemático, cle ponlr en movirniento el frgranaje signillcante sin descar.ilar, sino que clepende t¿r¡,bién ae/heáno ae que, no estando cnbierto el deseo clel otro por el Nombre clel Paclre, el analista deberá inventar una cobertura clá suplencia. Al revés cle la neurosis, doncle el sintoma seria la crivisión clel sujeto respecto del Otro, en la psicosis el sintorna sella c¡ue el suieto y su ótro están completados, en el senticlc¡ propio y en el ligura,rclo.'En Ía ner¡roelQt¡o es el agt¡ero por cloncle escapa el goce clel sintoma y tarn_ ¡i1, bién del fantasma; en la psicosis, el Otro cierrá para el su.ieto toclo es_ cape cle goce. Llegado el caso, está a cargo clel analista eñcontrarahi la lisura.
I)rocuraré ilustraresto con el fragrnento cle ese mornento cle un análisis que llamamos sesiones preliminares. se trata de una señora de cierta ecracl que, la primera vez que nos vemos, rne agraclecerá el haberle ofrecido la oportunirl¿rcl de ser oícla y -me clice- el haberla llamaclo. su respuesta a mi pregunta sobre las razones cle su visita no recaerá -con1o es usual en el nJtrrólicn- sobre los problema del amor o del trabajo, sino que será cle entracl¿r url rlespliegue de historias cle una loctrra corriente. Pero a continuación, «,.n el correr cle las sesiones, el volt¡men cle su voz clis¡ninuir¿i hasla re
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caso volumen que le quedaba. Por lo demás, en los raros momentos en que el volumen era sulicientemente más consistente que los rr"¡iclos
que pueblan habituahnente el silencio de una habitación, su voz me atribuia interpretaciones cle las que mi rnernoria no conseryaba ninguna huella. Sin embargo el analista, clesde Freud, traba ja con una especie de memoria que podrÍamos llamar fi¡era de la represión, hasta tal punto no conoce el dessaste del tie¡npo. Mucho clespués cornprencli que un analista, en toclo como yo, le soltaba inlerpretaciones en sesiones que -decia ella- tenian lugar en los sueños. pueclo asegurarles que, cuanclo las escuché, esas interpretaciones revelaban a un analista cle profunclo conoci¡niento y excepcional saber, lo que no era ¡ni caso. Esto no impedia que Ia dama confuncliera al analista de los sueños y al cle carne y hueso. Eta como si hubiera engranado con un
analista automático.
Decicliclamente, la perplejidacly el asombro estaban de ¡ni lado. Me permito hacei algunas observaciones qLre ilustrarán, asi lo espero, nri procecler ulterior. Prímo, en lo tocante alavoz, por lo común la vertiente significante esconde su vertiente objeto. Hay, por ejemplo en el neurótico, una suerte de recubrimiento del valor de objeto de la voz efectuado por su valor significante, que, por el relevo de otro signilicante, surnerge al analizante en la alienación cle la cadena y en la dependencia clel Otro. Por el contrario, en el psicótico, la vertiente objeto de la voz cobra relieve alli doncle, en aparienci¿r, la voz se ausenta. El sujeto eslá reclu-
cido al silencio y la cosa h¿rbla. Sin embargo,lavoz
fbna
aunque
áfona, esya unavoz que se dirige al Otroy, aLtnque inauclible, esta función cle lavoz indica que haycadena signilicante articul¿,rcla. De ahí que íuera preciso tratarde tomarlavoz en el orclen clel signilicantemás que cle dejarla caer sobre la vertiente del olrjeto, aunque en lugilr cle un rectrbrimiento apareciera una proximidacl entre la voz co¡no significante y la voz como objeto. Por lo clem¿is, otros fenómenos, co¡no el hecho cle qtre todo le daba serlales cle una signilicación r¡ue la concernia, claban lb cle esa peligrosa proximiclacl. Secttndo, en estas sesiones preliminares yo estaba reclucido a la inrpotencia de poder introducir a la persona en Llna primera localización cle su posición en Io real.3 Esta localización es siempre necesaria para evitar interpretar la causa del deseo antes cle que éste sea localizado con respecto al falo. Ahora bien, a esta local2ación ella rne oponia o bien la vertiente objeto cle la voz, o bien un analista no encarnado. corno si intentara tomar la senda de la libre asociación sin que el falo y
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el crerpo clel analista formaran parte clel ft:te, sienclo que, cle toclas maneras, no hay análisis posible sin falo cle un laclo y analista cle carne y htreso clel otro. Tertio, porlo común, en el neurótico, paralelamente al recubrimiento clel objeto por el signilicante, hay clel iaclo del analista recubrimiento cle la lalta clel otro por el otro clel significante. Del otro tot¿rl al otro banaclo, es el Nombre clel l)aclre el quI funciona corno hilo concluctor y, en senticlo propio y ligtrraclo, como parapeto. y el que permite el pa_ so clel otro del signilicante aI signilicante ialtante clel oiro. Por eso el Nonrbre del I)aclre pertenece al mismo orcren qre el sintoma, conlo recttercla J.-A. Miller en su clrrso cle lgg2.a por eso el Nombre del I)aclre es el garante, para el sujeto, cle que la falta clel Otro sea soportable. Paralelamente, el srjeto supuesto al saber, completanclo en el neurótico al sintoma, haciénclolo apto para ser clescifraclo, haciénclolo signo para alguien o para un saber, oculta, al mismo tiempo que reveli, el enigma del deseo clel Otro. Este enigma es el que prwocará la met«r_ nirnia deseante del ana-lizante, pero tambié., .Í qrá la cretencrrá sobre la metáfora que equivale a la causa cle ese deseo. Ahora bien, en esta cura los dos aspectos clel Otro, que por lo común se recubren y que el análisis separa, estaban cle entracla clisociaclos. con la conseóuáncia de que por un lado la certezaclelirante habria pocliclo ocupar el lugar de la suposición clel saber, y que por el otro lacio el deseo áel Otro, en vez de mantener su enig¡na, habria poclicro clar consistencia al otro
perseguick:r.
Quarto, por lo común, a Ia dernancla que se clirige al analisla éste responcle' para poner al sintoma a trabajar, con otri clernanrra q[¡e no
es en
absohlto simé(rica a la prirnera. En efecto, el analizante, ¡nerlian-
te su clemancla, se clirige a t¡n satrer para ser libracro cre su si¡rtoma, nrientras c¡ue la demanda clel analista, qrre se presenta en generarl en for¡na de-rn irnperativo, concer¡riente por ejenrplo a la regla.naliüca, ocultayclisirntrlaeldeseoclel otroe i.rpia. ási surgimiJnto
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SIGNITüCANI]i
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da no se reenlaza con el Otro del psicótico, y en este caso el analista está excluiclo cle la relación delirante entre el psicótico y su Otro, o bien esta dernanda pasa a ser el enunciado mismo clel deseo del Otro con el riesgo de que el analista resulte idéntico al Olro perseguiclor. Si en psicoanálisis la estrategia es siempre coactiva, en el análisis con psicóticos también y en cuanto a la táctica la capaciclacl cle maniobra es escasa. Se hace rnenester entonces que esa pnrclencia que menciona Lacan y que permite, clescle Aristóteles,5 calcular el impacto en la realización de lo contingente en lo particuiar, inclique la politica a seguir, no p¿1ra rtna técnica clel hacer sino para una ética clel acto. De este rnoclo al final de una sesión, en la ptterta, le pecli que me fuera a busczLr leche y cigarrillos. Ftte preciso c¡t¡e al linal cle varias sesiones le repitieraestaextrañaclemanclayrltre las cajzrs se apilaran sin ser abiertas ni utilizaclas para que li¡rallnente ella me dijera, sin tinbre en lavoz:'Usted no necesitaleche ni cigarrillos. Ustecl c¡uiere decirme algo". 'Eso no irnpicle qlle vaya a buscármelos", le replir¡ué. El enigma estaba por lin de su lado. Esla extraña intenención clio lugar a varios efectos. Pritnero, el de restittrir lavoz al sujeto, aunque la señora siguiera emitiendo t¡na voz á[ona. I)esptrés, que a partir de ahí la señora comenzó a hacenne oir lo que le sucedia desde hacia mucho tiernpo. De este moclo el engranaje significante pudo ponerse en rnovimiento para un analistade carneyhueso, yen el aposteriori pucle constatar que el clesfile signilicante habia tenido el pocler cle domesticar un cierto goce con la consigLliente separación del objeto respecto cle la c¿rclena. No comentaré ahora ni el trabajo de la libre asociación ni la separación clel objeto. Me lirnitaré a dos observ¿'tciones. La prirnera ser¿lei estatuto cle sintorna concerniente a la voz. En el «:aso cle la neurosis, la falta cle voz habri¿,r podiclo ser movilizacla sólo a trar'és clel trabajo cle la asociación libre, que habria hecho aparecer el nexo con otro m¿rterial y, en últirna instancia, con el rnaterial reprinticl«r. En este ejemplo, por el contrario, la lálta de vozerael resultaclo cle la relación del sujeto con su Otro, que por su parrte hablaba y la redttcía al silencio. SeSunda obsen'ación. Esa palabra es restituicla pues al sujeto por .la intervención del analista, porque éste viene a clescompletar a la pareja delirante. En ese espacio entreabierto, será la presencia del analista lo que funcionará descle entonces como tercero entre el sujeto y su Otro. Era como si de un lado, se trubiese abierto t¡na fisura en el Otro delirante y, cle rel¡ote, clel otro lado, al sujeto psicótico le llegara
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ANIONIO I)I CI,\CCIA
EL SINTOMA EN
una pregunta. Asi pues. la intervención le habia labricaclo una pregunta al suieto, una pregunta qtre recaia, sin clejar de disociarlos, sobre la relación entre el Otro y el goce. Por supuesto, si bien esta intervención volvia a poner en carrera al analista evitánclole al mismo tiempo prestar su piel al Otro perseguiclor, ella facilitaba no obstante a la señora establecer con su analista una relación cle erotomania, que es -si pueclo exp¡esarrne así- una especie de concreción del fantasma. Esta relación erotomaniaca es lo que permite al psicótico -como decia Michel Silvestre-G tener una cierta gestión cle su goce.
ITEI¡ERENCIAS f]II]I.IOGRAT.'ICAS
l,
2. 3. 4. 5. 6.
Scuil, I)¿rris, 1966, págs. 234-235. J.-A. Millcr, curso dcl 20 de abril dc 1983. J. l,¿¡c¿rn, Escr[fos, ob. cit., p.rg. 596. J.-A, Mlllcr, clase dcl i3 dc encro dc 1982. Aristótclcs, Etica a Nícómaco, cap.Vl. M. Silvestre, Acfes de l' ECF, lV, pág. 57. .J. Lacirn, EscrÍtos,
I-\ CURA Morc Strouss
Partiré
los la cuestiÓn sig¡uiente: ¿de qué moclo podemos diferen^ciar
sÍntomas neuróticos dil sintoma del neurótico en an¿ilisis? ¿Qué pasamos del caracteriza a esta operaciÓn cle sin§ularizaciÓn donde que a mepaso de Apuntemos plural de los sintomas a su singular'?
áiá. q"" avanzala teoria éste ño es el único concepto que sufre esa
transformación: Freud pasó de las transferenclas a la transferencia' llegado el los fantasmas se convirtieron en el fantasma, fundamental' caso.
que resaltan En cuanto a los sintomas de los neuróticos, sabemos lo cual los inconsciente, clel formaciones las cle ñiiá.f enfoque "t u"" t"t, interpreiables como los sueños, lapsus y chistes' Corresponá"" u."u fogiá aet signincante que Lacan formalizóbasándose en tres ir.U"1o" fr.i,dianos que le sirvieion cle referencia; Lainterpretací,nde los que' eslos srjeños, Elchistey Psicop atologiadelauidacotidianoen le cosintoma un A jeciatmente en los sintomaÁ, los e¡emplos prrlulan' sobredeterminaciosus que desprende iesponde la interpretación significantes que los constituyen. se trata del sintoma ""aos ""i'lo" se corñplernenta cón el Otro, el Otro pleno del significante' ., Esp".",-ru.rto m"ái".iOn ¿eisuJeto supuesto al saber, saber la significación. a expen§as o beneficio ie tipo de interpretaóion puede practicarse-en llegado el caso' y de qlien quieri prestarsé a ela, un Joven latinista clinica' en la pu.áe practicarse asimismo estas forLo que aqui quisiera desarrollar es que estos sintomas' en la interpretaciÓn por una ler¡antados maciones del inconsciente, es moültzado' se saber al supuesto sujeto que el puesto transferencia ,., prrrio esencial de lo que podemos llamar el sintoma distinguen
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MAIIC STRAUSS
en Ia cura. Mi insistencia en la interpretación que levanta el sintoma anuncia sulicientemente que situaré mi exposición clel laclo del sintoma como incurable. Pero antes de abordar con un ejemplo este punto, me gustaria evocar, como contrapunto, uno de esos casos de curación rnaravillosa digna de los primerÍsimos tiempos del an¿ilisis, esos primeros tiempos cuya desaparición ciertos analistas lamentan.
apelaba en su demanda de curación, demanda redoblada por el fracaso de los neurólogos. Precisamente, el haber interpretado a partir del sujeto supuesto al saber permitió tal vez que el paciente dejara de sufrir su hemiplejia, pero no modilicó en nada su posición subjetiva. Podemos tener la seguridad de que el sintoma fue a alojarse a otra parte. ¿En qué se distingue esta entrevista de una cura? Primeramente,
unos veinte años que habia pasaclo tres se-
en el plano de la transferencia, podemos decir que si habia cabalmente
manas en un servicio de neurologia por una hemiplejia presentada cuando iba a salir de la prisión clonde lo habian encarcelaclo por una malversación menor. Era una hemiplejia muy seria, que durante esas tres semanas fue minuciosamente exploracla: cuatro arteriograhas, scanner, tomografias, EEG, etc. Como los resultados fueron negattvos, los neurólogos deciclieron derivarlo a los psiquiatras planteanclo por descarte la hipótesis de una hemiplejia histérica. Y, en efecto, bastó con preguntar a este mt¡chacho cómo estaba para que él mismo ofreciera la clave, la armadtr ra en la que se hallaba p aralizaclo. Se apre suró a decir que las cosas no podian ir melor para é1. iba a salir de la cárcel, iba a casarse con la mujer que amaba y que lo amaba, cuando esa hemiplejia... Claro está que el hecho de que esta pasión'más fuerte que la muerte" se volcara en una persona algo mayor que su madre no tenia en su opinión ninguna importancia, a lo sumo podia irritar a algunos espiritus amargados y divertir a los otros, sobre todo a sus amigos. En sintesis, bastó con dejarlo hablar, insistiendo un poco, para que al fin de cuentas se revelara a si mis¡no que sólo estaba decidido a meclias a unirse para siempre con esa futura tierna mitad. Salió clel despacho caminando con las clos piernas. I-a historia se interrumpe aqui pues aquél fue nuestro único y último encuentro, ya que su futura esposa se aprestrró a sacarlo de las garras del hospital haciéndc¡le lirmar el alta esa misma tarde. Pero aunclue la historia se interrumpa aqui no está desprovista de enseñanzas, sólo que por la negativa. Es dificil discutirle a esta hemiplejia el estatrrto de sinto¡na. Y c¡ué rneJor e.jemplo de su función metafórica, de su inscripción en el lugar clel Otro, del Otro significante, que su levantamiento mecliante Ia interpretación significante, tanto más irrefutable cuanto que fue el propio sujeto el que Ia profirió al hilo de su discurso y que bastó señalarlo para que, sorprendido, se oyera clecir algo distinto de lo qtre creia y el sintoma cayera. lbdo este montaJe se apoya desde luego en el sujeto supuesto al saber al que
una llamada al sujeto supuesto al saber, no habia en ningún caso particularidad de este lazo con aquel que lo interrogaba. En segundo lugar, y correlativamente, no fue que el sujeto hubiese iniciado un trabajo, trabajo de un pregunta que supone ya una pérdida de soce; en su exigencia, en su reivinclicación de curación, seguia sumido en é1. Por lo tanto sólo lue a medias 'una clinica bajo transferencia', y en absoluto un clínica con ética. Si presenté esta observación, que no se presta particularmente a dejarnos satisfechos, fue para mostrar cómo es posible que una pÉctica se apoye en una cierta referencia a Freud y al psicoanálisis, y hasta
Se
trata de un joven
EL SINTOMA EN LI\ CURA
cle
se prolongue, girando indelinidamente la rueda de sintoma interpretado en sintoma interpretado, sin que lo que está en juego. lo que cons-
tituye la apuesta del sujeto, sea rozado de manera alguna. Pero linalmente, en la cura freudiana según el narcisismo, no interpretamos más sistemáticamente los sintomas de lo que develamos los fantasmas o las transferencias. Un analizante habla de sus sintomas y cle otras cosas. 'fodo esto es tomado en Ia ola de la asociación libre y, llegado el caso, nos enteramos de que cierto sintoma del que se quejaba ha desaparecido, a veces meses atrás. Se da inclusive el caso de que en un primer momento no lo haya notado, de todas maneras no sabe cómo fue y el analista tampoco. Qué queda entonces clel sinto¡na para delimitar en la cura, siendo que, como decia Jacques-Alain Miller en su curso'Del sintoma al fantasmayretorno": "No hay sintoma fundamental en el suJeto'. Sabemos que desde el momento en que Jacques Lacan toma en cuenta el goce y lo real del objeto en la causación del sujeto, pone igualmente el acento en lo que el sintoma tiene de real, con una restricción para los síntomas de Dios, para el cual, como contrapartida, el conocimiento es paranoico. Dice esto, entre otras cosas, en la Universtdad de Columbia en I975. Recuerda que si el sintomaes curable, eso reslste igualmente: el sintoma es lo que muchas personas üenen de más
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real. Propone asi la túada: simbólico, imaginario, sintoma. En efecto, lo simbólico es por definición el ltrgar del Otro, lo itnaginario no es propiedad de nadie, por el contrario el sintoma caracteriza a alguien con mucha precisión. Por él se manifiesta aquello por lo cual el sujeto está determinado, aquello que lo toma desprevenido, el fantasma que cierra la identidad del suJeto de manera muchisimo más fiJa que el significante. Si porlo tanto la cura tiene, desde su instauración, un efecto de precipitación de los sintomas por el establecimiento cle la llamada al Otro, tiene también el efecto cle dirigir al sujeto hacia un sintoma cadavez más puro, un callejón sin salida clel cual sólo su cerca¡¡riento permite el atravesamiento del fantasma y el desprendimiento del objeto, o sea una mutación del sintoma que no sea mero desplazamlento. Me gustaria llustrar esto con un caso para examinar clespués su valor de ejemplo. Se trata de una mujer joven, de la que ya hablé en Estrasbur§o con otro enfoque, puesto que se trataba de poner el acento en un momento crucial de su análisis que se habia jugado en torno de una deuda que habia contraido conm¡go. En esa época no me pregunté por el estatuto de esa deuda, cosa que quisiera hacer hoy. Esta muJer vlno al análisis para tratar una bulimia y acabar con un sentimlento de mentira que minaba su vida, prohibiéndole reconocerse en el menor compromiso y menos aún en uno cualquiera de los é:
tirle a su analista, 'camelearlo" sin consecuencla lnmediatamenle perceptible. En cambio, como además de estudiar trabajaba, se encontró con que tenÍa que pagar impuestos. Asi contraJo esa deuda, falta de dlnero para pagar lo que ella llamaba las sesiones excepcionales, que sin embargo decia necesitar. Las sesiones excepcionales eran las que tenian lusar en la semana además de las tres habituales. Su análisis dio un vuelco cuando esta deuda comerzó a inquietarla.
EL SINToMA DN
IA CURA
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Para ser más precisos, Io que la inquietaba era que yo pudiese no saber el importe de su deuda. de la que por su parte ella se jactaba cle llevar una contabilidad exacta. Una frase, en su angustia, expresaba su turbación ante la ausencia de reaseguro por mi parte en cuanto al conocimiento de la cifra de la deuda: -lbngo miedo de que usted no sepa lo que le debo'. Esta frase la detuvo, la soprendió en su equívoco y le mostró brutalmente hasta qué punto consagraba su üda a pagar. Frente al otro, cualquiera que fuese, ella tenia la sensación cle tener que saldar algo, y comprobaba no saber ni qué ni por qué. ¿El otro lo sabia? Es clecir, que una gran parte de sus conductas en la existencia, de su manera cle ser, por primera vez se le apareció como sintomática. Aqui se trata de un rasgo de carácter, de una manera de ser converticla en sintoma construido en el análisis; no es qtre no existiera antes,
pero para el strjeto pasaba inadvertido. Este fue un momento crucial en la cura, por su causa se vio enfrentada con su montaje consistente en operar una escisión que la dejaba fuera de juego: ella expulsaba sobre el Otro un saber cuya impostura le erafácil denunciarsise hacía
pretexto para el ejercicio de un dominio, mientras que tomaba a su cargo unaverdad ciertamente lndecible, pero cuán deliciosa, que le garantizaba el goce de estar siempre en otra parte. En cuanto a esa parte de goce en el sintoma, Lacan la formula en el texto de 1967: 'De la psychana\rse dans ses rapports á la realité'. En la página 58 de Scilicet Ne l, en una frase que responde, agregándole los conceptos de goce y resistencia, a la de los Escrilos que hace un momento recordé, dice: 'Asi, laverclad halla en el goce cómo resistir al saber. Esto es lo que el psicoanalisis descubre en lo que llama síntoma, verdad que se hace valeren el descrédito de larazón-, Las consecuencias de este momento de vuelco en el análisis Íueron harto considerables sobre su modo de considerar la existencia, pero la deuda subsistió, siempre imposible de saldar. Esta deuda cuyo importe no varia es lo que tomó un estatuto particular en la cura, un estatuto de sintoma. En efecto, la anal2ante se queja cle ella. se siente molesta por ella, quiere librarse de ella, pero inclefectiblemente, y pese a su buena voluntad, acaba utilizando para otra cosa el dinero reseryado a esa cleuda. Finalmente, y sobre todo, habla de ella pero no puede decir nada. Esta deuda está en función, en su lugar de imposibilidad. Lo interesante es que no habla de ella en cualquier momento; esa deuda es, para retomar la ima§en de Lacan en "Intervenclón
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MAITC STRAUSS
sobre la transferencia', el límite en el cual el carro debe girar para revertir una última vez su carrera. En este análisis, el sujeto trabaja con el signilicante alrecleclor de ese limite al que se acerca cadavez más, con un movimiento en espiral. La médula de este mojón, del que el sintorna es vestimenta, tiene un nombre que conocemos, el objeto cu La deucla viene a significar su puesta en función. En elbcto, el dinero no es solarnente el equivalente general de toclas las significaciones, clominio en el que la analizante es experta, sino ta¡nbién el que hace las veces, el representante de su ser de objeto, esa iclentidad clue se le escapa, que la presiona. Además, el conocimiento de este objeto escapa también al analista, él puede verilicar simplernente que está en función, sin que nada permita designarlo, ni en términos de analiclad con el pretexto de que se trata de dinero, ni en términos de oralidad con el pretexto de que se trata de bulimia. Dije que la paciente no habla de ello en cualquier momento, y esto es por supuesto cadavez más preciso. Aislaré pues la secuencia que me parece esencial y que anuncia explicitamente la liquidación delinitiva de esa deuda. Comienza con una reactivación de la angustia cuando su compañero amoroso parece distanciarse. Inmediatamente la embarga su temor de siempre: el otro no tiene nada que hacer con ella, ella no vale nada. Ia vergüenza frente a su deseo, que sigue intacto, la invade. Aqui es cuando vuelve a hablar de su deuda y del hecho de que su padre la deseó demasiado cuando ella era aclolescente y de que, sobre toclo, no se lo disimuló. Vuelve a pedir entonces una sesion excepcional, la prirnera clesde que habia contraido la deucla. En esta sesión co¡nunica dos recuerdos cle su primera infancia que tienen en co¡nún el que trató de alterar a sus padres enloqueciéndolos, la primeravez chillandoy la segitrncla contando una mentira, pero en los clos casos el padre no se dejó embaucary puso firmemente las cosas en su
lugar.
Esta era la secuencia clinica. Vemos que ante un avatar de Ia ausencia de relación sexual, el sujeto, en un estado de angustia, convoca en el análisis lo que hice la hipótesis de llamar su sÍntoma analítico, la deuda. Unavez más se verifica la frasC-de I-a.can, siempre en la Columbia: "Las relaciones hombres-mujeres cumplen un papel detenninante en los sintomas cle los seres humanos'. Ella quiere encontrar en el Otro su ser, su temor de ser indiferente para este otro lo dice suficientemente. El [antasma, en su vertiente de sostén del deseo, que constituye el placer propio del deseo, como dice Lacan en "Kant
con Sade", la impulsa a sexualizar ese ser significante, a intentar reaIizarlo en su malogramiento, en la inconsistencia de su ser signilicante en el Otro y en el objeto al que ella está ligada. La deuda es asirnismo la imposibiliclad de colmar la falta en el Otro, lmposibiliclad que se presenta en forma de impotencia y como una clefensa del sujeto, quien no renuncia a cubrir su división en el Otro. Más allá de su buena voluntad y cle su celo, eso resiste a la defensa, a su pesar no puecle salir del paso, mientras que su fijeza sella la presencia, ahi, del objeto y del goce que él le asegura. En este punto, entonces, esta deuda es una lbnnación de compromiso entre su aspiración
a la realización de su lálso ser signilicante y su sujeción a un goce lmposible de decir. Esta deuda no es lo incurable del sexo, lo representa velánclolo. Y esto permite plantear que el levantamiento cle esta
deuda sólo puede obtenerse mediante un atravesamiento del Iántasma, afectando al goce en él encubierto. ¿Cuál es ese goce? Quizá sus dos recuerdos de infancia nos permitan comenzar a deducirlo: ella intenta inscribirse como falo mecliante el gritoy lo que llama camelo, o sea dandovoz. Amenuclo también maniliesta su sulrimiento de sentirse obligada a hablar, aunque sea para no decir nada. Verdad o mentira, confesión o camelo, qué importa la vestirnenta con tal de que haya una voz. En algún mornento dice cuán cruelmente le falta la mia aveces, hasta el punto cle haberme llamaclo ya por teléfono sólo para oírme. Producir lo incurable de la falta en el Otr<1, advertir lo incurable del saxo, hacer pasar el goce al decir para aprencler a obrar con él es la tarea del análisis, qrre equivale a separar al sujeto de ese goce sin quedar en paz por ello con lo real. Espero haber clenrostraclo alrecleclor de qué lugar determtnado, que en si no tiene más importancia que la capilla de las ¡netáforas militares de Freud, se jugaba el proceso de la cura. Este lugardel sintoma que novale sino por lo que representa deter¡nina no obstante, como la topografia de un lugar las opciones estratégicas de los combatientes, lo queyo llamaré el caÉcter de la cura, aquello que le da su estilo propio. Sobre este punto quisiera hacer algunas observaciones, en forma de preguntas y a modo de conclusión. ¿I)or qué este caso rros sirve de
ejemplo?
Entre nosotros no hablamos de analisis del carácter porque Freud, en la segunda parte de su texto AnálÍsis terminable e interminable, a parür del momento en que insiste sobre la fase creacionista del psico-
MARC SIÍIAUSS
análisis, y [.acan, hacen del yo una formación del inconsciente; para ellos no es una instancia autónoma. No hay. y Freucl es en este punto tajante, yo normal, no hay mils r¡ue un ideal de nor¡naliclad. Por el contrario el sttjeto hace opciones, opta porrnecanisrnos cle delbnsa, algunos y no otros, consenanclo la represión originaria su lugar aparte. Si para nosotros el psicoanálisis clebe ¡nás bien clebilitar al yo y no reforzarlo, es porque lo real del análisis noyace en las identilicaciones simbólicas y en sus efectos irnaginarios. El análisis, rnás allá clel Yo, apunta al punto real del irnposible encuentro y procluce este punto a través del sinto¡na en la cura, en ct¡anto manifestación concreta, el'ectiva, de la puesta en función clel objeto c¿como causa. El sintoma, para decirlo con otras palabras. es el lugar, el campo circunscripto clel combate entre la defensa del suieto y la resistencia del ob.ieto. Cabe preguntarse si este sÍntoma en su particulariclacl no es lo qtre da su estilo propio a cacla análisis, preligurando lo que ptrecle advenir como el esti.lo del sujeto, o sea la marca de Io real en su discurso, por la transformación de la contingencia en necesidad. 'Estilo" es, evidentemente, un término un tantovago queexigirÍa un mejoracotamiento. En cualquier caso, no deja de evocar el irnpacto de un cliscurso y su valor de transmisión. Me parece que podúa ser uno cle los medios para calillcar de una manera más particular a trn sujeto. co¡no cleterminando los subconjuntos de los grandes conjtrntos -ahi cloncle rntrcha gente se aloja- de las estrategias del sujeto frente a la Ialta en el Otro, en el origen cle nuestras grandes tipologias. En el fondo, esto debe ser lo que hacemos, después cle Fret¡cl, ctrando observamos el celo, la buena voluntad cle Dora y el esfuerzo, la coacción, Zwang, del obsesivo. Partir de un rasgo de carácler contingente, pasanclo por el cariícter de una cura hasta el 'obrar con", ¿no nos permite hablar cle 'encontrar su estilo- como una cle las realizaciones de lo irnposible. uno de los nombres de lo incurable producido por un an¡ilisis?'lbrminaré gustoso reiterando Ia frase de Jacques-Alain Miller que ya he citaclo: "No hay sintoma funclamental', para proponer añaclirle: puede haber
un estilo.
EL SINTOMA Y EL ANALISTA Gur; Clostres
En l9 tO, hallándose Freucl en plenamadurez, en la cúspide cle su producción, y mientras se preparaban, sin que él lovalorara exactamente, las tormentas que iban a sacudir al movimiento analitico, se (lirigia a Ferenczi en estos términos: 'A pesar cle todo el atractivo de sus trabalo inti¡né sin emJos (se trata cle los trabajos deJung sobre mitologia), bargo a que volviera a tiempo a las neurosis: tenemos aqui a nuestra m"dr. pátria, y en ella debemos fortificar nuestro imperio contra todo y contra toclos". Pues bien, el tema de estas jornaclas nos retrotrae cabalmente a la inquietud de Freucl, y asi es precisamente porque en lo que se da en llamar el mundo de los psicoanalistas, debemos contarnos entre los últimos que se preocupan todavia por la senda freudiana. El sinto¡na nos interesa aqui por varias razones: porqtle pretenclernos responder a él co¡no médicos, psiquiatras, psicólogos o psicoanalistas, pero lgualnrente porque poclemos padecer cle é1. Elasta con clecir esto para convenir fácilmente en que hay una varieclad cle senticlos acorclacla a este término, sintonra, variedacl que supone unavariación, fuente de cambio, cle moclificaciÓn y hasta de desüaciones en el valor que se cla al sintomaen nuestro campo. Esta inestabilidad de la delinicion resulta
Ala entracladel psicoanálisis. en el campo clel saber, está el sintoma -con el nuevo valor que Freud le da-y además está para cada cua-l su propia entrada en el análisis: ésta puede tener lugar a causa del sin-
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GIJY CI.ASI'ITDS
I'L SINTOMA Y I'f,
toma, que cacla cual somete a ese nllevo l'alor; cada demancla cle análisis, que se hace en nombre del sintoma, üene a verificar la verclacl freudiana, pero también la relación clel analista, al que ella se clirige, con esa verdad. El campo freucliano se estableció, corno sabemos, en el a posteriori del acto de FYeud, que consistió en antrclar el sintoma, como realizado, con la verdad como reprimida. En medicina el sintorna hace de signo: hace de signo para el méclico de una causa supuestamente situable en el ctrerpo, crterpo que
establece la medida del campo de exploración del méclico, por la mirada. En psiquiaLría, el síntorna hace de si.gno cle una norma alterada; la comparación de los cliversos signos permitió establecer una clÍnica que comprobarnos sirve cada vez menos como punto cle referencia, para dejar lr¡gar a su en¡{anche aI efecto procluciclo por los principios activos de las subslancias ingericlas, revelanclo la sensibilidad del cuerpo a sus principios. La psic¡uiatria moclema. que se califica a si rnisma cle médica, strstituye la Jahct persislente cle la car-rsalidad en el campode loüsible porla realizacióncle unaquirnicaquehace susveces: inversión en laque puecle leerse, asimismo, el lin cle una clinica. En estos dos casos (psiquiatúaymedicina), el sintonra representa algo para alguien que está ahi y que responcle con una demanda de salter, Cuanclo la histeria cesó de poblar los conventos y de provocar a los exorcistas, cuando los médicos la instalaron en la escena hospitalaria, produjo una demanda que, como sabemos, puclo tomar fonnas dlversas: surnisión necesaria a la voluntacl méclica por la intervención cle métoclos educativos, coacciones cliversas, sugestiones, otras tantas manifestaciones en las c¡tre puecle leerse la relación cle la histeria con el amo (cf. tesis cle Gérarcl trVajeman, Le Mqitre ett,HAsbrtqtrc).1,o (lue me parece importante subrayaraql¡i es que en este encuentro entre l¿l histeria y el médico la clernancla aparece clesplazacla clel lado del méclico. Con Freud se produce el vr¡elco del que hoy somos testigos. pues no es tanto de su demanda de lo que va a tratarse en su encuentro con la histeria, ya que renuncianclo a ella dejara clesplegarse I a talking cure a parlir de su cleseo de saber más de ella: la demancla qtrecla resituada entonces ahi donde clebe estar, y el sintoma sukirá el clesplazamiento en el que se revela su estmctura signilicante. Si bien continúa haciendo de signo, ya no representa ese algo para un alguien con el cual este alguien puede cegarse. Hace de signo del Otro, corno lugar, doncle ese alguien se borra para dejar su lugar a otra cosa muy dife-
ANAI,ISTA
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rente que es, justamente, aquello en lo que consiste el campo freudiano, campo que hay que encontrar y reencontrar. Entre el psicoanalizante y el psicoanalista el sintoma plantea al Otro como cuarto, como ese lugar doncle cada uno de ellos tiene que ubicarse a partir de lo particular de su relación con la verdad. Pues el acto de Freud hace entrar la verdad en el sintoma co¡no la causa que sólo se alcanza por el rodeo de la palabra por el Otro: en este pasaje que va del signo al significante, doncle ca¡nbia el valor del sintoma, Freud hace surgir al padre como garante de la verdacl. El paso de Freud, en su encuentro con la histeria, establece, por el cliscurso que él produce, la relación signilicante entre el padre y el sintoma, en nombre de la verdad. Lo que Freud inaugura es un nuevo discurso que va acompañaclo de un signo: el nuevo a¡nor, aquel que surge en este desplazamiento en el orden del discurso. Este nuevo amor es lo que nosotros Ilamamos transferencia. Hay desde ese momento clos vertientes para el sintoma. Del lado del analizante, la demanda, con el engaño inevitable que implica; del lado del analista, el deseo que se maniliesta por esa demanda en lo que la separa del goce. Para el analista, el sintorna pasará a ser ese cuarto que anuda, para separarlos, los campos doncle vienen a jugar la demanda, el deseo y el goce; los anuda porque marchan juntos, pero los separa porque traza el limite de cada uno de los campos en el que participa. El analista es aquel a quien se inüta -digamos más bien a quien se ordena- a orientarse en estos campos a partir del hilo que constltuye el encadenamiento signilicante del sintoma: esto es lo que lirnita su libertad, tanto en la dirección de la ctrra como en el uso de la interpretación. Intentaré evocarcle qué modo él se aplica a reencontrar una libertad donde no puede sino extraviarse, como lo clemostró Lacan. La libertad que el analista puede aplicarse a obtener, a pesar de lo que puede tener el sÍntoma de estructurado, reside en que, en el campo freudiano, él hace de signo del Otro: todo clepencle, en lo sucesivo, de la concepción que el analista va a hacerse del Otro y, con ella, del inconsciente. A esta altura de mi exppsÍción es conveniente tomar apoyo en el §rafo, justamente elaborado por Lacan para precaverse del riesgo de extravio que implica ese lugar del Otro; grafo que sigue siendo para nosotros el referente esencial donde se demuestra la estructuración de la experiencia analiüca. Ese lugar de cuarto, que ya mencioné a propósito del síntoma, está inscripto en el grafo en el lugar del s (A), ocasión que tengo de recordar, de acuerdo con Jacques-Alain Miller, Ia
Gl]Y CII\STRES
enseñanza, del constancia mantenida por Lacan hasta el final de su juntos' no marchan evidentemente, 4 de la estructura. Estos cuatro,
havmaneradeaislarunoparadarleprimacia;porestomismoellos i"Jtii"y." para el analista el imperativo de un orden donde la nece-
á."á" a partir de lo imposible. I-a libertad del analista pa§a en"ia"a tr"tot.""""¡oyloimposible,toquenoleprocuracomodidad'Para nosotfos la "u."iión seguirá. --"volr"rno"
."iaber
de qué modo puede imaginar que la con-
pues, al grafo. Este nos muestra el lugar que figura
(A), lugar donde concomo eI cruce donde eliintoma se manifiesta s con el yo (m)' el fantasorientadas' vectoriales vergen las relaciones captar lavapermitirán nos conexiones tres Estas y otro. el *á? o o i["a ¿"i"U.rdaje del síntoma por los psicoanalistas, quiero decir los que nos precedieron y nosotros mi§mos' al síntoma' JacquesQuisiera comenzar por el lazo-del fantasma que para buen número de curso' de año un consagrb le Miller Alain pequeña connosotros resultÓ muy esclarecedor: voy a aportarle mi análisls por en o entrar por síntoma un tribución. Entrar en análisis de las aforuna retomar Para mismo. lo absolutá en es un fantasma no
'Del sintoma uno se tunadas ficrmulaciones deJacques-Alain Miller: queJa,enelfantasmaunosecomplace".Elsíntoma.encuantosostiei. iá á".1., abre la puerta a la transferencia a partir de la instalación del sujeto suPuesto al saber. que se podria demandar un análisis a parttr del fantasma' ¿Cámo
."tá
placomo la pantalla de la respuesta que da su marco al
.Quiero ser ana]ista'', .quiero ser"..., .quiero com"oi""uao sin embargo: cer? Y p.".rd.., dominai', 'quiero comprender a los demás"' y otras formas justamente la demanda que suele oirse en quienes se encuentran
ie
enposicióndetenerqueresponderalademandadelOtro:médico'psieducador. cólogo, __L ^-. - - -"§uiero que... ", es una demanda' un lVunsch' como
ser el que.... la en su diriiFreud, que no se apoya más que en un fantasma' al menos (el anaper§onaje presta a ese que se vertiente imaginaria: la-dál ser
y del-que lista), del que"el sujeto no sabe nada en su particularidad' ni al comarca' su que constituye lo el ser que sea pr"d. decir ,,o de una cura puede esperar "" se final' al Oué especialmente ni *i.-t pártir de una demanda semejante -a la que et analista il;ñ.; mismavena' habria dado su consentimiento-o de cualquier otra de la al consistente volver en que culmina flnta esa de ;;;i" realización
"";"t"supuestoalsaberenelmomentomismoenquedebeúacaer:
EL SINTOMA Y EL ANALISTA
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acabamos pues nuevamente en la cuestión, ya ampliamente debatida, del atravesamiento del fantasma. El sintoma, tal como está colocado en s (A), es el indicio de un atravesamiento del fantasma ya efectuado. En cuanto se define como el signiffcado del Otro, el sintoma es el resultado producto de un atravesamiento del fantasma, del que el sujeto nada puede decir porque nada sabe de é1. Aquí está incluso su dificultad, pero también su resistencia en la cura, pues el fantasma asi sacudido se ve restablecido en lo imaginario para sostener al neurótico en el valor que va a dar a su sintoma, como soporte de su ser. Si ahora me sitúo del lado del analista el problema se complica, pues por un lado tenemos la posición del anallsta con respecto al fantasma del neurótico, y por el otro su posición con respecto a su propio fantasma, que él puede desconocer (donde lo uno, además, no está desyinculado de lo otro). Por un lado está el lugar que cla al fantasma en la cura, y por otro su concepción acerca del lazo del sintoma al fan-
tasma; llegado el caso, el fantasma es lo que le va a servir para interpretar el sintoma: es decir que el analista puede interpretar según su fantasma, contra Ia verdad del sintoma, como lo atestigua en abundancla la literatura analítica y la necesldad en que se encontró Lacan de estructurar la ecperiencia respectiva. Precisamente es la estructura la que da Ia razón de la posición tomada por el analista en relación con el fantasma. En resumidas cuentas diÉ esto: según el grafo, el analista, frente al sintoma, tendrÍa la alternativa de, o bien el fantasma, o bien el yo; posiciones que ilustra el moümiento analiüco, desde las teorias de Melanie Klein hasta las de la qgopsgcholqg. Lo que aqui debemos subrayar es que Lacan, como el sintoma, no nos deJa esa alternativa: l.acan la fuerza partiendo del valor de verdad que otorga al síntoma como fornación del inconsciente, es decir como realización de un sujeto puesto en cuestlón como $. ¿Cómo conJugar, en efecto, la parte que ocupa el sintoma en la demanda y esa funclón suJeto? ¿De dónde saca el analtsta la certeza en la que basa su acto, st el Otro no puede responder de ella: '. S (/()? Esto me conduce, Justamente, a la pulslón. Tambtén la pulslón es uno de los cuatro de la estructura y ella mlsma, en el pensamlento de Fteud, no marcha sln el cuatro; en suma, la pulstón reconslderada por [acan impllca el cuaternarlo de la estructura, pero de la estructura en cuanto lncorporada: la pulsión no marcha sin el cuerpo, cosa que Fteud diJo siempre y lacan tras é1.
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GUY CIASI]IDS
Recorclaré algunas clefiniciones de la pulsión en la enseñanza cle I-acan: "Es incorporada como la estructura hace el al'ecto", o asimismo: "l.a pulsión es el eco en el cuerpo del hecho cle que hay un decir, pero para que este decir resuene, paraque consuene, hace lálta que el cuerpo sea sensible a é1, y es un hecho que lo es" (Seminario 'Le sinthorne",
Ornicarfl.
Esto es lo que demtrestra la histeria: su ataque lue es una accióninstituye un Otro, cuyo lirturo podrá dar cuenta del hecho cle que su cuerpo se fragmenta en lo imaginario; imaginario que no clepencle cle su imaginación sino que participa de un real. En la neurosis obsesiva el sintoma se plantea, en cambio, como separación del cuerpo y del Otro, y ello por el artificio de la función cle lo imaginario, interpuesta como pantalla entre la clemanda, que sostiene al sintoma, y el Otro, como lugar clonde el sujeto debe reencontrar su causa significante. Esta relación ¡narcacla por lo irnposible entre S y D no puecle establecerse sino por la intervención cle un elemento tercero, factor
determinante para instalar ahi el rornbo: el deseo del analista, en
cuanto él mismo está enganchaclo a la pulsión. por lo tanto, sólo a partir clel sintoma podrá el analista, si se deja orientar por é1, establecer el nudo entre $ y D donde la pulsión se reconoce. l.es recuerclo esta frase de Lacan que figura en el Seminario )O: 'El reconocimiento cle la pulsión es lo que permite construir con la mayor certeza el funcionamiento denominado por mi de clivisión del sujeto o de alienación.. Saben ustedes cuán problemáüca es para el obsesivo esta división del sujeto. Ln cual me induce a interrogar este término acttralmente de moda en nuestro grupo: la histerización del sujeto en la cura. IJroponclré ilustrarlo a partirdel sujeto obsesivo como el efecto procluciclo a partir del montaje pulsional, tal como puede resultar del encuentro con el analista ct¡ando éste consiente vercladeramente en ocupar ese lugar del a. Apartemos primero ese sueño que consistiria en imaginamos que volvemos histérico al sujeto. Se trata de obtenerel desplazamiento clel goce del sinloma, tal como refuerza, por lo imaginario del fantasma, al ser, ese falso ser que el neurótico se da. La histerización del obsesivo seria conclucirlo a reencontrar lo que él se empeña en borrar, o sea el eco donde su cuerpo ha resonaclo al clecir del Otro, es clecir a la demanda del Otro, clonde le será preclso reencontrar los signilicantes de la suya, de aquella que él plantea precisamente en nombre de su sintoma. El obJeto a encuentra su lugar en ese eco que, en el obsesi-
EL SINIOMA Y EI.
ANAI.ISTA
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é1, la hister2ación comienza por la angustia, en cuanto ella da señal del Otro en el cuerpo mismo. I-a histerización seria producir el nudo del síntoma y del cuerpo. Este desplazamiento del goce está subordinado al desplazamiento del analista en su relación con el saber, lo que Lacan llamó su cleseo de saber. Este cleseo de saberle es propio, pues él seria el único que responde en este mundo, en nombre de una pulsión descarnada, a la demanda, tal como ella surge del Otro; seria el único en responder a ella por el efecto de su división, lo que más arriba llamé su sumisión al par: necesario/imposible. Pareceria que esta sumisión condujo a Lacan a insistir cada vez más en la función del sintoma, lo cual me mueve a concluir con una pregunta. ¿No hay que comprencler entonces esa insistencia como lo que da testimonio de una consistencia nueva otorgada al sintoma, consistencia que éste tomarÍa en la propia cura en el revés del fantasma, de su borradura, pero mucho más aún en el sentido del trazado de un limite donde el sujeto neurótico podria calibrar por fin su saber hacer, es decir sin imasinarse sometido a lavoluntad oscura del Otro o sin creerse él mismo el Otro?
vo, retorna en la angustia; en
u ir
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TI SINIOMAS
LA OBSESION, UN NOMBRB DEL SUPERYO Dominique Miller
FUENTES YTRADUCTORES
If:
lextgs de D. Miller, A. S-tevens y H. Menard fueron publicados en las Actes de l'Ecole de la Cause freu9lT"", ¡,¡o X, y tr"A,r"iao" Ag.mñ
t;;;
Fryd fue presentado en el v Encuentro Iíternacional i". del campo Freudiano y los de A. Arenas y J. Ravard en el IV Encuentro Internacioiral del Campo Freudiano. El texto de R. wartely F. trguil fue publicado en las A"t á.i e*r. de la cause Freudienne, Ne vII, -De r'rnlor,sc,ei¿ á u ga: " incíderrces cldnrgues, y trarl¡rcido por Adriana Torres. El texto de A. enJ" r"" t p.. i;;-¿r. con la mlaboración de Gabriela Roth. El texto de A. Merlet"J".ia. fue puülicado en las Actes de I'Ecole Freudienne, Ne VIII, crinique des Névroses et ifístérr,? ttr;Jucido por Adriana Torres.
á. e.
Una de las cuestiones clinicas que me parece fundamental profundizar en el canrpo freudiano es la de las mujeres obsesivas. ¿Me contraclirán ustecles si cligo que tocla mujer que se presenta al analista es fácilmente considerada, apenas se ha descartaclo el diagnóstico de psicosis, como una histérica en potencia? Los Estudios sobre Ia hrsteria, Dora y el hombre de las ratas nos convencieron de ello, y lo mismo üenen hacienclo nuestros propios relatos clinicos a lo larso de estos últimos años. El estilo obsesivo en una mujer nos inspira máxinra desconlianza,y muy pronto esperamos que se despierte la histeria. Señalemos que los ocho ejemplos tomaclos por Freud en Néurose, Psychose et Peruersion para ilustrar casos de obsesiones y rituales, son todos femeninos. ¡Sin embargo, hecho tanto más sorprenclente, Freud no los comenta! Lacan por su parte, en cualquier caso, afirma en "El psicoanálisis y su enseñanza" una concordancia entre el sexo y la estntctura: 'l)ejando por ahora ahi a la dama", dice 'regresaremos a lo masculino para el sujeto de la estrategia obsesiva" (EscrÍtos,'l'.1, pág. 434).* y ac¡ui es fiel a su idea según la cual el psicoanalista no clebe guiarse por el sintorna para definir la estructura del sujeto. 'El strjeto de la estrategia obsesiva" es el sujeto inconsciente, el del juego, la astt¡cia con la muerte, con el Otro. La referencia al sintoma está aqui ausente para dellnir Ia neurosis obsesiva. Por consiguiente, no basta hallarse en presencia de síntomas obsesivos para sacar conclusiones. Ife ahi nuestra desconlianza... Mucho más adelante en los Escrilos, en 'St¡b-
* [.a paginación citada, al igual que las subsiguientes, corresponden a la edición francesa: Ecrits, Seuil, París, 1966. tN. de T.l
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DoMIMOUD Mlr.ER
versión del sujeto y dialéctica clel deseo", I;rean propone jtrstamente criterios diferentes cle los sintomas. A partir del fantas¡na. es clecir de la relación del sujeto con el deseo del Otro, se prteclen cliscernir clos estructuras: el obsesivo "nie§a el deseo clel Otro al formar su fantasma acentuando lo imposible del desvanecimlento del sujeto", mientras que en el histérico su deseo no "se mantiene en el lantasma sino por la insatisfacción que se aporta a él al sustraerse en él co¡¡rr¡ objeto". Sin embargo, esta concepción, que deja al sintoma apartaclo del diagnóstico, merece ser modilicada después de las últimas conclusiones de lacan sobre el sintoma. Plantearel síntomaya no sólo en el registro de lo imaginarioy de lo simbólico sino también de lo real, acerca el sintoma al fantasma. Con la categoría de Io real, la iclea lretrcliana del fantasma como causadel sintoma cobra un aspecto nuevo. I.o real enJuego en el sintoma demuestra pertenecer al mismo registro que el que está en juego en el fantasma: la falta que afecta al sujeto clel sintoma recubre la falta en el Otro, activa en el fantasma. De este modo, una mujer que presenta sÍntomas obsesivos puede tener perfectamente una estructura del nlismo nornbre. Como esta alirmación no posee el valor de evidencia que después de todo se le podria reconocer a primeravista, hay que verificarla mediante la cura misma. Verificación que recae sobre el fantasma. Continuando con esta cuestión de la muJer obsesiva tomaré un ejemplo clinico. Un ejemplo sobre el cual no he sacado conclusiones definitivas. Pues Florence, ¿es
cabalmente obsesiva? Hablé de esto con Michel Silvestre y él lo alir-
mó sin vacilar. Incluso añadió: "Un caso rnuy clásico". I-as obsesiones de Florence son palentes, pero srr conteniclo importa menos para ella qrte el hecho mismo cle pensar a la manera obsesiva. Como no las soporta más, se dirige a mi. Ya ha hecho una importante experiencia de análisis, pero esa experiencia no bastó para suprimir sus obsesiones. Y quizás hasta fueron alimentaclas por cierta orientación de su analisis precedente. Asi pues, esta clemancla conserva, a pesar de Ios años, un carácter estrictamente terapéutico. I-a obsesión la asalta en cualquier momento. Si abre el Bottin' y encuentra la palabra'Vecino", pensará en'asesino'. Si entra en la cantina doncle trabajayve un cuchillo, se dirá "acuchillar". Si su mirada se detiene sobre un cartel donde un perro devora su conricla, strrgirá la idea "despedazar'. Si lirm¿r una factura cualquiera de la administración, se impondÉ el pensamiento "criminal". Su pensamiento está
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Guia tele6nica frances¡¡. [N. de T.l
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OI]SESION. UN NOMBRD DIiI.
SUPERYO
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constantemente invadiclo por estas jaculatorias qtre le hacen te¡lter que un dia pasará al acto tan súbitamente como se le aparecen. La coyuntura etiológica de este sintoma es fiel a la concepción [reucliana: una escena de masturbación con un joven compañero masculino representa para Florence su prirner encuentro con la sexualiclad. En este cara a cara, la angustia hace presa rle ella. Entonces recurre a una tia. Le ct¡enta la escena. La anciana no encuentra nacla rnejor que gritarle: "¡Malclita seas!" Y encierra en un ctrarto al muchacho seductor sin castigar en cambio a mi paciente. Durante la sesión en que comunica esta escena, se plantea la cuestión de la coincidencia entre el recuerdo traumático y la aparición de sus primeras obsesiones. De pronto se acuercla de una cle ellas. Su padre, que era carnicero, está abajo en su negocio. Ella, en el piso superior, hace los deberes en su habitación en conrpañia de su hermana mayor. Está afilando trn lápiz cuando oye el ruido de la picaclora de carne en la carniceria. Entonces la asalta un pensamiento: 'Acuchillar un sexo'. La articulación freudiana según la cual un recuerdo traumático de masturbación üene a asociarse a la formación de una obsesión, se formula en [,acan en términos estructurales. Efectivamente, el recuerdo ilustra la intrincación de dos momentos determinantes en la estructura del sujeto: el estadio clel espejo y la metáÍora paterna. En el cara a cara especular de los dos niños, hace irrupción en lo real una significación desconocicla: la signilicación fálica bajo la figura del órgano en erección. La chiquilla no tiene otros recursos que el de apelaral saber del Otro, <1uien responde, pero le suministra, con la signil'icación fálica, con la signilicación de la falta, la del horror, la culpa, el crimen, la maldición. Eros con'lánatos. Esta última significación qtre clebe pennanecer cerracla para el sujeto, inconsciente, hace irrupción a través de un Otro real, porque no se contenta con ser el soporte cle la ley que Lacan conceptual?ó a partir del padre muerto freudlano. t¿ tia da una respuesta que no impide la simbolización de la signtficación fállca, pero pone al desnudo la moral de goce que ésta recubre. La obsesión se instala, aqui, como sintoma. Es el recurso del suJeto frente a lo que implica esa revelación de la falta, la emergencla de un goce lnsoportable. Laobsesión es su represión. Sin embargo, también es su moclo de satisfacción sustitutiva, y reasume sus tendenclas en una forma significante. Estas tendencias siguen cargadas con la significación criminal u obscena. En lo sucesivo, el Otro es aquel que puede presentarse en todo momento como portadorde la muerte, del crimen. El Bottin, el cartel publicitario, la factura de la administraclón repre-
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DoI\ÍINIoUI,) MII,LER
sentan otras tantas ocasiones donde el saber clel Otro es pillado en falta y donde puede hacer irrupción un imperativo cle goce mortifero. Ese mandamiento del Otro puede actuar también a partir de la identilicación. Asi, Florence reviste los rasgos mórbiclos clel padre. Carnicero, ex pupilo del Estaclo, ex delincuente, su historia masiva brinda los ele¡nentos de esa iclentificación. 'Era trn muerto en vicla', dirá r¡arias veces. Por un el'ecto de espejo, toclas las tentativas profesionales o anlorosas que emprende para llevar una vida normal y no ya marginal, fracasan, como si estuviera atrapada por el aliento destructor del Otro. Llama la atención comprobar hasta qué punto la iclentilicación y la obsesión se dan la mano para, a lavez, satisfacer los apetitos cle destrucción del Otroy neutralizarlos. Cuando la iclentilicación fracasa en ese cara a cara con el ¡nuchacho secluctor, la obsesión surge para asegurar la represión de esta satisfacción mórbida. El obsesivo se extenúa en estejuego. Y comprendemos porqué el inmovilismo representa para él el único modo de respuesta: no salir más, no atender más el teléfono, no leer más el diario. El Otro puede descubrirse a cada momento. La obsesión nos interesa porque revela quizás más que cualquier otro sintoma el vinculo entre el sinto¡na y esa incompletud del Otro. Lo que el obsesivo no soporta es la estructura misma clel signilicante, el corte inherente a la cadena significante. Cualquier interrupción de la cantinela del analizante en el diván, la interrupción de la sesión pero tarnbién la irrupción de una palabra inesperada, de un lapsus, el enunciado incongruente de un adyerbio, provocan ansustia. I-a obsesión es Ia realización de ese corte. Ella üene a quebrar el pensamiento, toma entonces un carácter absurdo y sorprendente, pero lo quiebra con significante, con otro pensamiento, y recose la desgarradura del pensa¡niento. La obsesión de la máquina de picar came llustra la relación que Frend construyó entre el sintoma y la angustia de castración. Ella enmascara y al mismo tiempo realiza la castración. La chiquilla corta el sexo pero con el pensamiento, no en acto, y esto en respuesta al ruido de la picadura efectuada por el padre. La obsesión es un pensaJniento por un acto. Aparece por ejemplo como una alternativa a la masturbación: 'O me masturbo, o me obsesiono'. La forma signtficante que adopta, y esto es ejemplar en Florence, merece que nos detengamos en ella. El infinitivo es su modo de expresión, "acuchillar'. 'despedazar'. El inlinitivo cumple aqui el papel del imperativo de la pulsión en juego.
tJ\ OI]SESION, UN NOMBITD DI'I,
SUPEIIYO
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Corno si la pulsión se expresara en una fonna bruta e instantánea. Esto da tocla su amplitud al goce que contiene (en los dos senticlos clel término) la obsesión. Pero, aclemás, funciona de maner¿r ¡netonimica. Se clesplaza al inlinito y se al'erra a cualquier objeto
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Pero la obseslón no tiene solamente una vertiente significante. La obsesión tiene afinidades con el objeto: en esto habremos de poner el acento. Y además esto es lo que nos permite establecerya una diferencia con el cerernonial obsesilo. Lo que el ceremonial pone en primer plano es la significación, en cambio la obsesión pone en primer plano el acto mismo de pensar. Podriamos contraponer el ceremonial como sintoma metafórico a la obsesión, adecuada para manifestar a nuestros ojos la insistencia de la pulsión, que Freud entenclió n-ruy pronto como misión del sintoma. Esta insistencia se clebe a un hecho, irreductible: la impotencia inherente a la pulsión para hallar el objeto adecuaclo para satislacerla. Ella se debe a ese del'ecto estructural en el
saber del Otro que Lacan despejó partiendo cle estas conclusiones freudianas. Por lo tanto, la pulsión no está regida únicamente por el principio del placer. Hay en ella una parte arcaica que impulsa a buscar sin tregua la satisfacción. Freud barruntó esto incluso antes de elaborar su Mas alládelprin' ctpío del placer. En un principio identificó este más allá en la neurosis obsesiva a partir de un mecanismo por lo menos sorprenclente. Por haber provocado una excesiva plenitud de placer en el sujeto al producirse su primer encuentro con la se¡rualidad, la pulsión se vio reprimida. Asi pues, el trauma es ya interpretado por ese más allá. I-a pulsión, escribe Freud en 1897 y aún en I9O7, busca desde entonces
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DoMIMoUE MILI,DR
hacerse representar. cueste lo que cueste. Asi utiliza las conerdones simbólicas, 'cargadas de sentido", como él mismo dice. para engancharse a una'falsa'representación. Saben ustedes que éstas son sus propias palabras. Pero el afecto, aunque reprimido, acompaña a Ia pulsión en sus desplazamientos y no se deja contar en ellos. Permanece siempre igualmente vivaz y carga oscuramente a la nueva repre§entación, por eJemplo en forrna de reproche. 'Presiona" al suJeto. La presión es una de las traducciones posibles del término freudlano de
Zwarrgsneurosq la neurosis obsesiva. Siendo esto, el compromiso formado por el sintoma de la obsesión'amenaza sin cesar con fracasar'. En este momento de la teorÍa freudiana el afecto es ya un lndlclo de real, de un irreductible. Introduce un desequilibrlo en los arregllos simbólicos entre las representaciones. Después de su formulacfón de Mas olld del princíplo del placer, Freud identillca una instancia capaz de retomar por su cuenta esa parte de la pulsión impostble de satisfacer. El superyó, como relevo del ello, forma de esta manera un imán para el sujeto, donde se concentra un lmperativo a saüsfacer. Asi pues, el superyó permite a FYeud explicar la presencla de un mecanismo inconsciente distinto de la represtón, donde el afecto puede desplazarse sin porello estaren deflación. La obsesión establece un anudamlento entre lo simbólico cuando ella asume el defecto de la representación, cuando suelda Ia brecha que surge en el saber del Otroy lo real, cuando se carga con la lnslstencia de la pulsión. ¿No es asi como debemos entenderla en Freud cuando la califica de "actividad de pensamiento erotlzado'? la obseslón tiene doble cara. Esto es lo que nos tmpulsa a considerarla como un nombre del superyó. La investidura de goce que tiene que asumir da a lo real su preeminencia en la obsesión. Esta preeminencia seJuega a través de la acción subterránea del objeto, que aqui hay que entender en la vertiente plus-de-gozar. Contraponiéndose a esta carga pulslonal, lo simbólico enmarca a la obseslón y precipita en pensamlento el encuentro intolerable. Esto da al analista una lndicaclón valtosÍslma para Ia dlrección de la cura. No hay que lnterpretar Ia obseslón, darle una stgnlflcaclón. La confrontaclón con el saber del anahsta no haria más que propulsar al suJeto una vez más a su sfntomay a su compulslón a pensar. Pues sabemos hasta qué punto la confrontación con el saber del Otro lnctta al suJeto a denegar su flsura. Ia apuesta tlene que recaer en el amor de transferencla. Apostar a que es por éste como lo real del sfntoma, aqui desplegado en las obseslones de Florence. llegará a conectarse con el que cubre su fantasma.
HACBR EL PERSONA.'E
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SER EL PERSONA^JE AdetaAiclaF47d
Un niño que retoma
Gastónteniacuatroañoscuandocornenzósutratamiento.VivÍaentoncesenlacasadesusabuelos.Sumaclre,clivorciacla,describiaasu ropero y darle ex mariclo como "alguien al qr" se puecle meter en un agu¡erito'' de un través de comer a que tuvo esta cura: la etapa inQuisiera articular los dos áomentos fanit y la del reanálisis que comienza en su adolescencia' los miedos del [,os motivos inicia]es clel trabajo se centraron sobre miedo a la teaescuela' la cle niño: miedo a clos herrnanos' conriañeros mi propia voz a miedo por madre' la narraclos tralización de cuentos invesen la primeras entrevistas. Asisto a un clespliegue de diferentes la lede mayoria §u tiduras, teatral2aciones cle personajes saliclos en a Ju8ar preferidos' sus Sohtario levisión, sienclo Meteoro y .i Llut.tó me mo¡nento ese ya en pero niños; los en hacer el personaje es "otño,de la teatralización' sorpr"náia la envergadura las figuras de En el transcurso del análisis irrumpe el ¡niedo hacia ser caspue{e que autoriclad. Gastón se posiciona en el lugar clel niño el conEn personaJe' inclefeciiblemente a reprásentarel
tiluáo; rr.trr. Relata sultorio (algio que ocurre aún hoy), ia angustia lo atormenta' y dibttio un Hace arriba' pisoáe el que en vive tnquilino q"" ti"". u'n dique lnquilino el lo una señalización en forma
H^CER EL PI'IISON,\]D - SER EL
56 Es pectador-Espectado:
PI.:RSONAJE
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ADEIA AIDA FRYD
lo miren. Muestra la dimensión de esa mirada infinita, tan presente en su estatrrto imaginario, en el ofrecerse a la demanda de la maclre, velando fallas y atrapado en la actuaeión de un personaje. Se coloca en
Un juego de ojos
Gastón retoma el análisis a los 15 años. Está viüendo, desde hasu nueva pareja, ambos pertenecientes al medio artÍstico. Los miedos que ahora lo acosan se sintetizan en el temor a las chicas, en el pavor que le produce no poder dejar de pensar y volver a pensar, como el personaje 'Rogelio' de Tla Vicenta. [¡s adolescentes tienen que asumir su identidad, asi dicen... Me encuentro en el mismo punto donde se interrumpió el análisis infantil. Hacer el personaje es tiplco en los adolescentes, pero a Gastón los personajes no lo han abandonado, convive con ellos y los representará para mi en la transferencia. Dice: 'Soy el Chirolita de mamá; de niño y de grande me formé a imagen y semejanza de los héroes de la televisión". Imagina permanentemente escenas en las que despliega un papel parecido a... (para Gastón todos los galanes rudos se convierten en una imagen deseable). §uele enclaustrarse en su habitación, en pijamas y con la radio prendida. Es un espectador atento de actitudes que en la madre y su pareja ironDa, despreclay sostiene como especiales. 'No los soporto... Quisiera volver con mis abuelos porque ése es mi verdadero hogar'. La insistencia provocativa en volver con sus abuelos, lugar en que vivia cuando comenzó su tratamiento, produce una respuesta por parte del marido de la madre que lo acusa de refugiarse, veranos y fines de semanas, en la casa de los padres de su esposa. Le dice: 'tu abuela no es tu madre; tu abuelo no es tu padre; tu tio no es tu hermano. Yo soy lo más parecido a un padre que tenés'. Gastón se enfurece. Intervengo haciéndole escuchar que, por primera vez, alguien le dijo que'quiere ser su padre". Esto produce un vuelco forzoso hacia el exterior; se impone salir con amigos, y la forma en que lo hace es siendo parecido a... disfrazado de... mirando como... Siempre culmlna con alguna actuación. El paciente cuenta que unavez, alllegara su casa, oculta unas califlcaclones y se para delante de la madre. Ia mira lijo y piensa "quiero que no sepa': trata de ocultar cualquier traslucimiento que pueda haber en sus gestos. I-e señalo que 'quiere ocultar nada'. Gastón asocia con el juego de magia que de pequeño solia jugar en mi consultorio. Gesticula mecánicamente, recordando aquellos pases con "Shh, mi pasión por la magia. ¿Te acordás?' Con el hechizo buscaba apartar la mirada aplastante y lograr que
una posición cle objeto: objeto metonimico que, como lo inclica Lacan, es una posición del niño: ofrendar su ser como objeto para colmar la falta de ser del Otro. La pregunta sobre el deseo cle una muier no se hace esperar pero no surge de la imaginarización, ya que se clelimita dentro de lo que podria llamarse una patologia de lo imaginario, con una lhlla en la mediatización. Gira Gastón. pertrechaclo en su f;antasmagoria relativamente cómocla, que pretende apaciguar la demanda de la madre. ¿Qué es lo que quiere esta madre creyente del arte? I-o qtre ella quiere. quisiera ser su "yo' (el de Gastón), ofrecido en un emplazamiento agahnático, como un objeto cubierto por un brillo fálico que le otorga una particular pureza. I;r intervención del marido de la maclre [ue, por Io tanto. un momento decisivo en el análisis; el hecho de que tuüera efecto, de que lo conmoviese, muestra retroactivamente qtre el Nombre del Padre habia operado en la estructura. Por otro lado, opera metafóricamente, haciéndolo salir de la trampa, produciendo una asociación que resignifica su lugar en la tnfancia. Esta secuencia refleja también que está presente la estructura de ficción: se necesita que algo no esté para segulr jrtgando Por esta época se introducen dos elementos importantes: Gastón repite con insistencia "Yo tengo qtre ser un superguacho"; y escribe en la pared clel colegio un gralliti ('vicedecana puta") que le vale la expul-
ce una década, con la madre y
sión. I-a versión cle Gastón:'Estaba muy an gustiado. No pude parar. Habia ido aver una película de terror que comenzaba diciendo que lo que alli suceclia poclia ocurrir al volver a casa. Y al terminar el lilm, repetian: no se olvicle que usted vuelve a su casa. Estuve mal todo el clia. En la clase los pibes empezaron a hacer lio. Entonces escribi Vicedecana puta'en Ia pared. Senti miedo. pero no quise borrarlo por temor a que mis cornpañeros me gritaran maricón'. ¿Qué es esta voz que retorna en relación con esa voz ausente, siempre dentro del discurso?
IT
tÍ
¿Qué es esa dent¡ncia vicedecana/superguacho? ¿Esta escritura podria ser una forma de hacerse representar, ante el riesgo de aparecer como maricón o superguacho?
*: li FIACI'R
ADIII,A AIDA FRYD
Las palabras dan cuenta de aquellas máscaras imaginarias que ar-
ticulan lo inadecuado del deseo del otro, de la angustia
cle castración
mal sostenida desde el otro. Dds..¡fi'cces
Gastón üno un dia muy contento con su nuevo profesor de psicologia: 'Un tipo bárbaro que me contó algo sorprenclente: un chico üvió encerrado en un ropero; lo alimentaban a través de un agujerito.' Le digo que aquella frase se la habia escuchado a su maclre, muchos años antes, cuando él era un nene. A lo que el paciente contesta: "yo trabajo y mi mamá escribe el guión". Luego habla del placer que sentia porJugar en el ropero de su abuelo y de un sueño repetitivo, angustiante: alguien con barba, viejo-üeJa, lo aplasta en un cajón. Al poco tiempo cuenta que se ha puesto talco en la cara, una toalla y ante el espejo ensaya cómo serÍa ser una mujer. Agrega: 'siempre lo mismo (¿Qué es lo mismo?). Yo no voy a gustar, soy medio negro'. Se trabaJó con el signilicante'negro'y recuerda que ése era el apoclo con que solian llamar a su padre. Gastón se mete en el rop€ro para salirvestido cle los personajes que gustan a su madre. Retorna en su discurso el eco de las palabras maternas. La insistencia de lo real, lo visto-lo oido reaparece y retorna en lo simbólico. Entre fantasma y yo hay una relación de homologia üstble. El circuito le permite decir a Lacan que el yo es metonimico: no está incluido de entrada en el lugar del Otro; exige una escansión para estabilizarse, si no si§ue girando. En este caso, si bien hay un deslizamiento continuo, siempre está a la pesca de determinados modelos de personajes. Si hay identilicación, hay incidencia del signilicante sobre esta identilicación. Esto es lo que otras escuelas denominan patología "como si". ¿Por qué no nombrarla de esta manera? Porque esta determinación soslaya el punto esencial de la significación fálica regulada por la artlculación signilicante. I-a no sintomatizaclón, el rondar sin estabilizarse, ese apresamlento en el discurso de la madre, los diálogos que mantiene con sus personajes, cuya imaginarización es a veces dudosa, el personiflcarse como una mujer, la metonimia imparable de su discurso, nos interroga acerca de la psicosis. Sin embargo, de "gosoy lomds parecidoque tenés aunpadre',aso-
I'L PERSONA]D -
SER
IiI,
PEITSONA]E
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a "t9nés un padre encerraclo en el ropero" y que "puede comer treués de un agu,jeríto" (palarbras cle la macire) pnli^i , q*,
ciaclo o.
aurTque deJicientemente alimentaclo, en¡laqueiido, ".¡rÁi,Ápru et paáre hq tenido su ltr11ar. "t com. analista me enfrenté clesde su infancia con ra resistencia permanente para sarircle raposición cle objeto. Estehecho llegó a ha".rrrr" duclar de la neurosis infantil que sostíene ra prrrnera parte del anárisis, y que sólo puedo calificar aprés-coup. - Podria pensarse en casi la pureza cle una patologia clel yo. Sin emba1go, hay y-n sujeto que sufre sienclo po"t"iórr a.l oU.i"to po. iur_ go tiem po' objeto que se oriece a la ", y no atl"goce cremancla aei otrl, castón cree que la macrre quiere qtre salga
deseo.
Eles un poeta que protagoniza sus personajes con su yo, conquista nuestra sirnpatia como Freucr clice, 'révelándóse sin s;ü"_ jestad e-l Vo_ . Pero el poeta conternpla desde afuera ""1ü..ro p.."o*¡"", et en cambio los ha encarnaclo. """ En la medida que cae el personaJe, cae el artista y empieza a hacer arte' Gastón está pintando, está esóribiendo, está ernpezándo a hacer. El destino cle esos personajes se ha ido convirtiendo poco a poco en discurso, lo que cla ct¡enta del inicio de un análisis.
ANORE)(A MBNTAL Y ESTRUCTURA SURiETTVA Alexandre Steuens
En L' enchqnteurpourrissant, Apollinaire pone en boca del monstrtro maullante Chapalu esta frase: "El que come ya no está solo'. Expresión risible, 'Jocosa", dirá más adelante el encantaclor, y que cleja sin respuesta el enigma que le formulan las eslinges. Me parece que el anoréxico parte de esta misnra idea. sólo que invirtiéndola: dejo de eomer para estar solo, para que el Otro cese de
atracarme con
su papilla asllxiante. Para instalar asi, jugando,
como dice Lacan'con una repulsa como con un deseo", un agujero en el Otro y hacer aparecer un deseo, trn enigma, que sea interrogable. El analizante del que voy a hablarles es un joven de l7- l8 años. Ya es interesante subrayar de paso que se trata de un ho¡nbre. Ustedes satren que el doctor Lacan, en una notita de I935 -que apareció en Ornicar?, Ne 3l - señalaque havisto unos treinta casos de anorexia mental y, dice, "todos esos casos se referian a muchachos". Es inhabitual oir esto, y hasta en la literatura psicoanalÍtica, incluso reciente, casi siempre sólo se mencionan casos deJovencitas. Aqui no me extenderé más sobre el punto; Eric Laurent lo comentó en forrna más minuciosa en una conferencia que dictó en Bélgica, y cuyo texto aparecerá muy
pronto. Michel entonces -llamémoslo asi- se puso a Jugar con un recha-
zo como si fuera un deseo". Yo decia: para hacer aparecer un deseo que
sea interrogable. ¿Qué quiere decir esto? En su historia hallamos cosas muy 'clásicas" que vemos en sujetos enrolados bajo el significante 'anorexia mental'. Su madre Io atracaba, lo asfixiaba; su padre no intervino nunca para poner alguna distancia en esta pareja. Además, si comencé evocando la figura del monstruo Chapalu fue porque me hi-
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ALEXANDRE S'IIiVENS
ANOITEXIA MENTAL Y IiS'N{UCTURA SUI].'D1]VA
zo pensar en él el dia que me dijo, reliriéndose a su madre: 'La veo co-
mo un vieJo monstruo alado, sediento de sangre". Seria tentador vincular este tipo de cosas con lo que se observa en madres de niños psicóticos e intentar tomar esta dilicultacl con el deseo del lado de la psicosis. ¡De ninguna manera! No es que el cleseo clel Otro resulte para él ininscribible. Se trata más bien de un rebajarniento, de una insistencia del Otro en rebajar el deseo a la necesiclad. Quizá conozcan ustedes esta pequeña historia en fonna cle chiste: se trata de un niño c¡ue nunca habló, que nunca profirió una palabra; sus padres consultaron a un montón de gente y todo el mtrnclo Io encuentra normal excepto que no habla. Y un dia, en la ¡nesa, pronuncia su primera frase y dice: 'Madre, quisiera la sal". Entonces sus padres se sorprenclen:'¿Porqué nunca dijiste nadaantes?" "Bueno" responcle el niño, "hoy es la primera vez que no está la sal en la mesa". Pues bien, algo de esta clase está en juego en la anorexia. Michel tuvo. en efecto, no todo lo que le podia apetecer sino todo lo que habria p«lido necesitar. Y cuando pocos meses atrás -en realidad algo más de un año- encuentra al Otro bajo su lbrma enigmática, al Otro sexo bajo la forrna de una muchacha de la que se prenda con un amor platónico, es decir sencillamente que nunca se atreverá a dirigirle la palabra y que todo se limitará al lntercambio de miradas, entonces lo golpea el enigma de la mirada de ese Otro con el deseo qtre podria suponerse en ella. Y cuando vt¡elve a casa (esto sucedió en época de vacaciones), la mirada de su madre sobre sus necesiclades, tanto más celosa cuanto que justamente entonces padece de una mononucleosis y pasará un largo tiempo encerraclo solo con ella. esa mirada de su maclre le hará comenzar lo que él llzuna su 'revolución'y que es simplernente t¡na huelga de hambre, de la que dice: 'Poclian imponérmelo todo y decidir por mi, pero me cli cuenta de que habia al menos una cosa que no me podían prohibir: que me negara a vivir'. Seria tentador leer esta liase conro una versión cle la alienación: la libertad o la muerte. Fn cualquier caso digamos que lo que el sujeto dice aqui ilustra clara¡nente la tentativa por la cual estos anoréxicos agujerean el deseo del Otro con su protesta. Observen que, siendo niño, Michel habÍa hecho lo que sin duda era una primera tentativa de "regular'la mirada de su madre sobre sus necesidades. En efecto, elaboró una fobia a los búhos. Pero muy pronto la conJuró mediante una reacclón inversa: se puso a coleccionar pequeños búhos de porcelana.
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Ala "mirada" de su madre sobre sus necesiclacles cabe agregar que
lf
su paclre tomaba la misma posición. Hombre su¡namente obsesivo, habia instalado un micrófono en la habitación de su hijo para el caso de que hubiese un incendio. Temia sin ducla que un cleseo lo inflamara. Imponia toda una serie de otras precauciones, en especial ritos alimentarios y preceptos dietéticos a veces aberrantes: por ejemplo, durante su infancia Michel nunca puclo comer pan frescó, poiqué su
padre esparcia los pedazos de pan sobre el racliaclor duranté unás horas para que no resultara demasiado indigesto. AsÍ pues, lo que pasó con él fue que el otro .confunde sus ct¡iclaclos con el don de su amor' (Lacan, "ta dfrección de la curaylos principios de su poder', .Escntos, pág. 608). 'A¡nares darlo que nose tiene. (ibicl.,
pá9. 5e8). Cito a Lacan en 'I-a dirección de la cura...": .El deseo es lo que se maniliesta en el intervalo que cava la demanda más acá de ella misma' en la medida en que el sujeto al articular la caclena sisnificante, trae a la luz la falta de ser con el llamado a recibir el compremento del Otro, si el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de esta carencia' (pág. 607). I-o que asi es solicitado en el Otro, es lo que éste no tiene. Ahora bien, en la anorexia mental el lugar de esta falta en el otro está taponado por una respuesta que insiste sobre la satisfacclón de la necesidad. como bien dice Agustin Menard en un articulo publicado en OrnÍcar?, Ne 32, lo que funda al clon es la repulsa: .El dón surge si primero es anulado, si puede darse o no a la llamada,. Es declr, si el objeto del don puede ser asimismo "nada,. Hay en la historia de Michel, la que él escribe sobre el cliván, una pequeña historia de don un tanto singular. Sucede al nacer su hermano. Recuercla muy bien que cuando le anunciaron el nacimiento una frase pasó por su mente: "Ella me ha traicionaclo", frase que él aclmite se refiere a su madre. Y cuando su abuela le propone que en la prtmera visita a su hermanito le lleve un regalo, él quiere ofrecerle un hueuo; y para que yo lo entienda bien. añade: "No t¡n huevo cle chocolate, un huevo de huevo'. Un huevo que representa cabalmente, por tanto,
la susodicha traición.
"El deseo del Otro'no sisnificaporsupuesto que su madre debió haber tenido un deseo más para é1, sino más bien que habria teniclo que desear en otra parte. Y cuando esto sucede, como al nacer el hermano, le parece increible. Además, no imagina que pueda haber deseo sexual entre sus padres. No le habrÍa sorprendido, clice, que su padre fuese homosexual, desde que un clia encontró en su biblioteca un lt-
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AI.E.XANDRI.]
SI],VI'NS
bro sobre Ia homosexualidad. y asocia esto con el hecho de que hubo una época en que pensó que tocras las mtrjeres eran lesbiánas. Asi pues, porese lado no haynin¡{ún peligro. No hay peligro, en efecto, ya que recientemente me cuenta que en la institución psiqtriátrica en que está intemado y de la que vino a verme no hace mucho tie¡npo para iniciar una cura, otros enfer¡nos le hicieron obsen'ar que una muchacha, también internada, está prenclada cle é1. Es algo que ni se le habia ocurrido, pero ahora que se lo clijeron lo aclmite cón iocla naturaliclad. Me clice inclusive que, en el fonclo, deberia levantársela,r 'pero". añade. *es fastidioso porque no me despierta el apetito.. Si ustedes me lo permiten, yo diría que la inapetencia que experi_ menta frente a esta mujer es anorexia mental. En todo caso en el Lentido en que el doctor Lacan habla de ella respecto clel caso cle Kris, bien conociclo ahora gracias a Lacan bajo el nombre cle "el hombre de los sesos frescos'. 'Anorexia en cuanto a lo mental-, precisa. En este ejemplo, asi como en el caso de Kris, se aclvierte claramente que la anorexia mental depende de la fr¡nción del significante. No hay signo alguno a-lli de enfermedad dirigido a] méclico, sino más bien un signilicante bajo el cual se aloja el sujeto. y este significante conclensa c-ierto número de rasgos de su historia: tanto la papilla obsesionante de su maclre como las obsesiones dietéticas cle su padre, tanto el huevo ofrecido a su hermano comola respuesta cle su madre clespués de este nacimiento, que fue volver a darle el biberón. o sea una forma cle compromiso que hace pensar en la histeria, 'un moclo cle expresión del dos en uno", como lo situabaJacques-Alain Miller partiencio clel texto de Freud, en las jornadas de Borcleau,x. De paso quisiera hacerles notar que esta climensión de conclensación, de compromiso, opone cle manera tajante la anorexia mental a lo que pueden ser fenómenos psicosomáticos. I-o aclaro porque a veces (sobre todo en psiquiatria), se asocia la anorqKia menlál con la pst_ cosomática. No hay ninguna comparación posible entre la conclensación y lo que dice Lacan respecto de los fenómenos psicosomáticos. cito: "cuando el primer par de signilicantes se solidifica, se hace holofrasis", lo que signilica precisamente que el fenómeno en cuestión no se eleva a la dignidad de significante. Vuelvo a Michel para recordarles lo que dije al principio, o sea que
I
En el .riginal, la sauter, forma de expresión popular quc, al margen de las acepciones estrlctas del verbo, se utiliza con el senticlo de -seducir,; cabe consignar que también significa "reventar de hambre". [N. de T.l
ANORBXIA
MI'M)\I. Y ES IITUCI'L'T(A SUL].]EI'IVA
su anorexia comerzó tras el encuentro de un deseoenigmáticobajo los rasgos de una muchacha. Este encuentro, por lo tanto, provoca el sur-
gimiento del discurso histérico.
Digo "discurso histérico' porque se puecle decir -ignoro si se lo puede decir de cualquier anore"xia mental, pero en este caso si- que la lbrmadel sintoma for¡naahi un nudode signilicación, yque en ellugar clel Otro es esperado el significante amo, el signilicante que seria el de ese deseo que gira alrededor de "nada" (co¡ner 'nacla"), y esto de entracla bajo el signo de la impotencia, puesto que justamente el resorte de este sintoma hace obrar un rechazo. 'Iambién seria tentador vincular esta anorexia ¡nental, como comer'nada", con un sintoma como la afonia de Dora, o sea decir'nada". Con la salvedad de que la afonia de Dora presenta una escansión temporal particular marcada por la ausencia, mientras que la anorexia se caracteriza más bien por una presencia excesivamente plena. Asi pues, lo que intento ¡nostrar hasta aqui es que la anorexia mental, lejos cle tener que ser considerada como un tipo clinico particular debe ser tomada como una forma singular del síntoma, desde el momentoe\que en ella se localiza su captura en los efectos del significante. Esto es lo que muestra el análisis de Michel a partir del momento en que él evocó ese 'apetito* que no tiene por una mujer, y que yo señalé. Volveré sobre esto. Evidentemente, este "comer nada", esta huelga de hambre de Michel tuvo toclos los caracteres de gravedad que observamos a veces en estos casos de anorexia mental. El año pasado lo obligó a interrumpir sus esludios. Un dia, al comienzo de su análisis conmigo, poco antes del verano, me habló de reanuclar sus cursos. Y como lo repetia diciéndon-re que le venclria muy bien, yo cai en la trarnpa que me tendiayme permitidecirle: '¡En efectol" Lo que él entendió, según me comunicó después, es que yo encontraba que él tenia necesídad de eso; mecliante lo cual cornete el acling out si§uiente: una noche, poco después, atrapa a un gato en el sótano clel centro terapéutico en el que está internado y le hace pasar un mal cuarto cle hora, y algo más, golpeánclolo brutalmente. Lo que dice después es que no puede entender cómo pudo hacer esto, pero que por otra parte bien hecho está, porqtre después de todo el gato lo traiciona ya que se sube tanto a las rodillas de los demás como a las suyas. Se trata claramente cle la traición de su madre, y debo tenerlo por dicho: no es ct¡estión de rebaJar su deseo a una necesidad. Lo que por el contrario me inclica es que él quiere dar a entender que
AI,I.:XAN I)ITII
S'IliVI'NS
su s¡ntoma cor:rcierne a un saher. En efecto, descle el comlenzo de la cura Michel introclt¡ce un nexo entre el sinto¡na yel saber. Me inlbrma que las moclaliclades de su anorexia se han puesto a variar: toma alimentos pero siguienclo regimenes dietéticos muy estrictos: se pone a estudiar los regimenes y a variarlos, y hace suyos cierto núrnero cle preceptos dietéticos de su paclre (que forman en éste un tejido de sinto¡nas obsesivos). Pero sobre toclo pretende clecirme que todo esto le viene cle los libros, todo esto está en un libro cle clietética al que llama su Biblia. Podemos tornar esto como la inclicación de que es
cuestión de un saber en el sir¡torna. C«rmer Ia Biblia es comer significante. Lacan, en el seminario "Prc¡blemas cruciales para el psicoanálisis", dice lo sisuiente: 'Hay siempre en el sinloma Ia inclicación cle que es cuestión de saber". 'En la categoria del saber es donde yace lo que nos permite distinguir radicahnente la función del sintoma, si es verdad que podernos dar al sinto¡na su estatuto de definidor del carnpo analizable, o sea diferente de un signo". Evidentemente, el saber del sintorna no es el de los libros de dielética. De lo que se trata es de un saber insabiclo. Encuentro única¡nente en esos libros, c¡re conducen su sintoma, la indicación que él nos da de que en el sintoma está en cuestión un saber. Este saber sobre la dietética al que él apela está ligaclo a los ritos alimentarios practicaclos por su padre. Y en cuanto a esta figura clel padre, él tiene que someterse a ella tanto como matarla. Asi lue como comenzó a organizar numerosas transgresiones a esos re¡limenes, clesptrés cle las cuales espera con cierta angustia el mo¡nento de Ia incligestión, de su 'castigo", como él lo llama. Hay en esto un f¡oce, no exento además de sufrimiento. La forma más pura de esas transgresiones consiste en lo sigttiente: §e compra unos srancles pasteles, los rnete en su armario y, cuanclo empiezan a enmohecerse. varios clias clespués, los come, 'por deber de economia', clice. Ac¡ui se trata de algo que ya no pertenece al orclen del compromiso, corno sitúo yo la anorexia, sino más bien a una elección que consiste en no perder nacla, y que evoca la fórmula cle la alienación tal co¡no la proponia, para el obseslvo, Jacques-Alain Miller: 'la bolsa y la rnuerte'. He ar¡uí una primera etapa cle este análisis en que aparece pues rápidamente, más allá de esa forma de histerización que es Ia anorexia mental, una estructura obsesiva. Para sostener esta a-firmaclón poclría dar sin ducla otros ejernplos, y en particular una for¡na de 'charla
ANORI'XIA MENTAI, Y DS-I]IT.IC'ILIRA SU&TIiTIVA
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consigo mismo"que pone bien en eüdencia ese goce del pensamiento propio del obsesivo. Ahora quisiera volver sobre el nexo entre el sintoma y el saber. El analista üene a tomar parte en el sintoma (como dice Lacan en su Seminario "El objeto del psicoanáLlisis") para que el síntoma se clespliegl¡e como ser de verdacl. Cuanclo Michel me habló de aquella mujer que no le clespierta el apetito, puntualicé sirnplemente la palabra.apetito". Esto lo solprendió y después le hizo pensar que en efecto tenÍa que haber en sus relaciones con la cr:micla algo que se asemejara al goce sexual. y para re[or¿ar esto, agrega que además tiene una pequeña expresión para hablarse cle sus transgresiones alimentarias. I-a expresión e§: "me levanto-, como se puede decir'levantarse a una mujer-. Desprrés cle lo cual trocará sus libr<¡s de dietética por trabajos cle Freucl, interesaclo en el sentido sexual de sus sintomas. y esto lo va a desarrollar con abundancia, explicándome asi un dia la relación entre la garganta y el sexo femenino: relación de descripción anatómica. Sin duda alguna, tras la sorpresa del hallazgo efectuaclo en el sÍntoma, su interés por los libros de Freud es más bien una tentativa cle cerrar del lado del saber la fisura entreabierta. Sin embargo, ello provocó un desplazamiento en sus preocupaciones, que hasla entonces eran exclusivamente alimentarias; y me comunicó un últinto sueño: 'Yo estaba eyaculando una cantidad enorme cle esperma, y una pera; justamente el dia anteriorhabia comido peras'. Lo cual es cle todas formas un pequeño desplazamiento en relación con algunos de sus sueños precedentes, que trataban cle canticlades enonnes cle vómitos. Aqui terminaré, concluyendo simplemente esto: la anorexia mental rnuestra ser en este caso una forma del sintorna -en el senticlo cle sintomaanalizable-debiclo a que responcle a una histerización del discurso. Lo cual no impide a Iin de cuentas que Ia estructura subjetiva resoonda a la problemática del obsesivo. pero la anorexia no inicia ahÍ su despliegue sino por obra de una interpretación que la situó en su campo: el del significante.
EL SINTOMA: "LOLITA" Huguette Menard
¿Qué lugarocupael compañero sexual en laexperienciaanalitica? I-acan afirmó que era un síntoma. [,a evocación de numerosas figuras fe-
meninas escande diversos hitos de su enseñanza, desde Sygne de Coúfontaine hasta el pestañeo de la Beatriz de Dante. La atracción eJercida por las ninfulas lngresó en la lengua con la novela de Nobokov bajo el nombre de Lolita. Esta obra lróntcay destemplaclay cuya aparición sisnificó un auténtico escándalo, no pasó inadvertida para el doctor Lacan, quten aludió varias veces a ella en su Seminario. En ciertas curas de neurosis obsesiva, y particularmente en la que da origen a este trabaJo, se perfila la sombra ambigua de una Loltta. Asi pues, voy a referirles los tormentos de Laurent. De edad madura, acudió a mi para quejarse de su existencia, de una profesión que detesta, de repetitivos fracasos sentimentales. Iaurent arrastra el fasticlio de unavlda incolora cuyas causas enumera: una madre abusiva, un padre borroso tempranamente lállecido, amigas o compañeras que. no bien comparten su vicla. se transforman en arpías, a lmagen de la madre. En los comienzos de su vida profesional se topó conJóvenes adolescentes y esto desencaclenó una angustia que lo obligó a dejar de trabajar o a hospital?arsey que linalmente lo llevó a un diván. Siguiendo los consejos del analista del momento, intenta moülizar su energia para obtener una promoción. Gran fiasco bajo la mlrada intolerable de un examinador. Fiasco también en un nuevo arnor con una mujer más joven. Impotente, vegeta en una abulia total, en una estéril rumia sobre la incomprensión de su pareJa, que se escabulle. El sueño de ser un Pigmalión se desmorona. pero él se queda frÍo como el mármol. liberaclo de una presencia que no supo responder a sus anhelos. Sur-
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TITJGUI}'I-TE MI'NAIID
§e otra pasión. el psicoanalisis, e inicia una nueva etapa y nuevas aventuras amorosas. La trama cle las palabras y del comporta¡niento de u n obsesivo eslá hecha de meras trivialidades. Relataré sunariamente, ya que mi objetivo es otro, las aventuras del héroe de Nobokov, el profesor Humbert-Humbert: niñoadulado, ciertoverano se enamorade un chiquilla de su edad. Sus jugueteos son prematuramente inlerrumpidos porun arnigo de la familia. Roto el encanto, ha de pasar un cuarto de siglo para que aquella chiquilla se reencarne en otra. Los años cle juventud se caracterizaron por higiénicas relaciones que las mujeres venales bastaban para colmar. FrecuenLando los parques, Ias muchedumbres del subterráneo, a la búsqueda de contactos furtivos o acechando la ventana de enfrente, él espera la visiór-¡ que disparará su éxtasis. Un matrimonio sin pasión acaba rápidamente en el clivorcio. Su existencia de rata de biblioteca lo conduce a los Estados Unidos, donde conoce a Lolita, una muchachita de trece años, "la misma niña", encarnación de su a¡nor de otrora. Ahora bien, en Ia "lntroducción a la edición de los .Escrifos en lengua alemana", l,acan observa que "mientras que hay una clinica que deriva de la estructura, no hay análisis más que de lo particular, pues lo que deriva de la misma estmctura no tiene por fuerza el mismo sentido'. Laurent, como el profesor Humbert-Humbert, yive lanzado a la búsqueda repetitiva de la mujer ideal. A ello consagró una parte de su existencia. Vemos perlilarse aqui el lugar del objeto metonírnico que
sustenta su deseo. Pero la sustitución de una mujer tras otra, la imposibiliclad de establecervínculos estables le parece tan sólo una trastada de la suerte. La división del objeto, clásica desde la observación clel hombre cle las ratas. entre la mujer rica y la mujer pobre, permanece velacla para el sujeto por la repetición. Sin embargo, cabe señalar que la elección va inmediatamente acompañacia de una anulación. Él vitupera entonces contra su compañera, acumulando sobre ella reproches de incomprensión. Ella misma cae bajo el sello de la prohibición, prohibición que llega a la impotencia durante los ultimos dos años de su primer análisis. Fortuitamente, después de este incidente él reanuda una cura, no sin antes haberse desembarazado tanto del analista como de la amiga. Pero la anulación no recae únicamente en el compañero sexual. 1'ambién aisla al analista, el Otro destinatario al que intenta colocar en una posición cadaverizada donde se despliega la estrategia obse-
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siva. Un primer camino fue llevarlo a la pregunta'¿qué me quiere el Otro de la transferencia?" De esto se clecluce una constataciÓn, la de que los numerosos encuentros fe¡neninos malogrados no se debian a lá malicia cle algún genio maligno sino que pertenecian al orden de la tyché. Pero al ifual que Alcestis en su bella alma, Laurent insiste en .io .."oro""r que él é" a un tiempo el domador y la liera de su circo' En este punto, una intervención clesbarata su certeza sobre el origen de sus clisgracias. Este viraje aporta nuevos elementos sobre stt vi(la sentünentá. Algo se le corráboró: al paso cle los años su elecciÓn habia recaiclo en mu.¡eres cuya eclacl se iba distanciando cacla vez más de la suya. ddesaparición cle la abulia le permite asumir una carga que legitimamente le correspondia pero que él siernpre habia rehusado para quedar bien a resguardo. Sobre esta mutaciÓn y sus consecuencias habla poco y con parsimonia. hasta el clia en que aparece el nombre cle sotia, una aclolescente con la que trata. Además, su e:rtraña conducta hacia estajovencita se le revela en toda su verdad. con ella se concluce como un enamorado transido: verdad del sintoma, tan cierto es, según la fórmula de Lacan' que el sintoma es verdad que resiste a la fisura del saber. El reconocimiento de este arnor por la ninfula lo trastorna y da lugar a la evocación cle los acontecimientos de su vida' Al igual que para il heroe de Nabokov, esta I¡lita es la reencarnaciÓn de su primer alnor tnfantil, una niñita rubia; su celosa actitud de entonces atraia las sonrisas socarronas de quienes lo rocleaban. Aclemás, en laviviencla familiar habia clos retratos enmarcados, el de un chtco y el de una niñita rubia. Ante el cuaclro que representaba a la niñita' un día' en su preque sencia, tuvo una crisis, una convulsiÓn. "Me quedé rigiclo". Añade precedido cle pequeño una abunclante cabellera mbia y rizacla habia a su calvicie actual. Por último, el juego de los signilicantes se tiende hacia un nudo: su maclre, clurante tocla su infancia y mucho después' se dirigiaa él diciéndole: "Mi hija" o'este chico es mi hija'. Ella se habia opiresto a la menor autoriclad del padre, afirmando: 'Mientras yo viva no tocarás un solo pelo de su cabeza". Partiendo de este mo¡nento de una cura procuraré interrogarme sobre el lugar de la ninfula, punto tope a la metonimia deseante entre sintoma y fantasma. La vida amorosa de este paciente puede dividirse en dos tiempos' metonimia y la vertiente metáfora. vertiente la
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HUGUETII' MTINAII,D
La primera está ritmada por la metonimia, que es la manera que tiene el obsesivo de negar el deseo del Otro y el suyo propio. Para el obsesivo el otro es intercambiable: real¡nente es una por otra, una tras la otra, y de ahi la sucesión de elecciones caracterizada una y otra vez por el rechazo y la desvalorización. Esta agresividad respecto clel otro es una manifestación sostenida por la castración, que mantiene la i¡nposibilidad que afecta aI deseo. Este tiempo puede ser ilustrado por la escritura de lacan del fantasma obsesivo que él forjó en cierto punto de su enseñanza: I 0 q (a a' a' a"'). Colette Soler hace poco subrayó que para el obsesivo la defensa se maniliesta en forma de doble negación: -negación respecto del compañero, que no conv¡ene nuncay es rebajado o rechazado a las mazmorras, en este caso totalmente ilus-
trativa;
- defensa del sujeto contra la castración que mantiene el cleseo imposible, lo que es defensa contra el goce. ¿Se puede hablar de compulsión, de Zwang, en la reiteración de las elecciones femeninas que tienden a borrar la cuestión del deseo del Otro y de la angustla? L,acan señaló (seminario sobre la transferencia) la relación del obsesivo con lo múltiple: el ejemplo ilustre es el hombre de las ratas, donde la "dtüsarata', término utilizado porFreud en "Apuntes originales sobre un caso de neurosis obsesiva" es el patrón, la moneda de cambio de las diversas formas de la rata, de los diversos objetos que tienden areunirse en un condensadorde goce, elobjeto a plus-de-gozar, pues la metonimia transliere el goce. Pero Laurent, en este momento, cree en el encuentro de la elegida. La llusión cómica de este sentimiento, el amor, no se revela sino en este punto crucial: ¡un veJete de su edad prendarse de unaJoven A§nés! Hasta aquí él se mantenia fuera delJuego. El obJeto elegido, sellado por la prohibición para mantenerse a distancia de la angustia de castración, es reemplazado una y otra yez. la búsqueda desenfrenada de una compañera ideal, signo de un malestar, permanece en el nivel de una clinica descrlptiva del comportamiento, signo de lo que coJea y cuya matriz es el fantasma, una manera de responder a la pregunta sobre el deseo del Otro. la división del objeto largo tiempo velado en su opacidad subJeüva se revela: de un lado el infierno conyugal, del otro el amor por la ninft¡la, que deja al sujeto atónito. Desconcertado. e
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una muchachita no del todo niña pero no mujer todavia. Sofia-Lolita, laVenus de Botticelli, evocadas en las asoclaciones de Laurent. estas formas ligeras aparecen como soporte de la imagen narcisistica, obJeto de oraltación donde lo que él ama es una clerta imagen de si mismo. La sombra ambigua evocada al comienzo de este texto indlca la captura libidinal efectuada a partir de esa lmagen. En este caso, además, es en el nivel del rasgo unario, del S, en cuanto rublo, cabellos rublos, "en la relaclón del sujeto con el campo del Otro, donde ope ra el ldeal del yo, punto en que el sujeto se ve amable", para retomar los términos del Seminario )í. punto en que él responde a la llamada de la demanda del Otro. EI valor de esta imagen narcisistica reside en su brillantez fáltca. La astucia de este paciente que con su elección lntentaba borrar toda huella del deseo del Otro, fracasa aquÍ ante la atracción ejercida por su tolita. Si sucumbe a su encanto es porque para él es "agalmátlca', es decir la presencia del objeto airncluyendo (- q): a . [.a emergencia
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de la significaclón fálica provoca una vacilación. Pigmalión quedadesconcertado, su mundo de dominio se derrumba. Aparece la diüstón del sujeto. El amor por su ninfula permite que se ponga a trabajar el sujeto del lnconsciente, que se ponga en evidencla lo que Lacan observa al decir "que el trabajo del inconsciente prescinde de pensar, de cal-
cular. Supone un sujeto, un trabajador, derArbeitef. En lugarde racionalizaciones sobre su conducta surgen actos fallidos, sueños, formaciones del inconsciente. El juego de Ios stgnificantes desemboca en el mensaje del Otro: "mi hiJa', metáfora que produce un efecto de significación, saber apresado en la articulación signlficante. Ser el falo de la madre bajo su mirada que lo coagula es lo que más le importa. Como todo neuróüco, él hace "pasión de la castración', o sea $Í . no quiere saber nada de ella, ocupado como está en servir al
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goce del Otro para asegurarse del Otro.
Vayamos al lncidente bautizado como convulslón por los profesores, ocurrido cuando tenia tres o cuatro años. Dirige su mlrada al
cuadro de la chiquilla y queda rigido: 'Fue', dice, 'traumatizante". Aqui se tndica una vacllación, el suJeto se eclipsa, se tacha:¡fudfrig del suJeto, y cae, para precaverse de la angustia; frente a la falta del Otro edge un fantasma que vela el horror de Ia castración materna. Lolita, encarnación del {- q), girl-falo "en poslclón de obJeto que lo
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HUGUI'I-IN MDNA]TD
adecúa a un fantasma'frente ala demanda del Otro, es un libreto imaginario que oculta lo real del fantasma. Frente al abismo de la horrenda verdad, el falo imaginario se yergue como un fantasma perverso, espejismo del neurótico. Este doble de si mismo lo trastorna y Io mueve a formular su pregunta sobre el deseo del Otro. [a puesta en juego de la cadena significante a través de las st¡stituciones de la metálbra -rubio, niñita, t olita-, trae aparejado un efecto de significación: 'qué soy, una niñita rubia', con lo que se articula su queja, 'no pueclo ser un hombre, he malo§rado mi existencia". Asi pues, esta Lolita se sitúa en un cruce de sobredeterminaciones entre la imagen narcisÍstica yoica, el descifrado del significado del Otro y el episodio del cuadro que da un panorarna sobre la cuestión del fantasma. Este momento de cura en que surge lolita, soporte de la función fálica, compañera falicizada, corresponde a ese tiempo en que la castración permite el advenimiento del sintoma, hecho de discurso, y el comienzo del trabajo de este paciente hasta ahi coagulado, diria incluso petrilicaclo en un comportamiento, encerrado en lajaula de su narcisismo, y üene a romper la repetición.
IA DESPERSONALIZACION
EN LA NEUROSIS Y I-A PSICOSIS Agnés AJlalo
I.
Introduccíón
La despersonalización, tal como nos llega de la clinica psiquiátrica, se presenta como no especifica. Por eso debe ser doblemente cuestiona-
da. ¿Qué serie de fenómenos constituyen la despersonalización? Nuestras referencias de estructuras que determlnan un sujeto en tan-
to neurótico o psicótico ¿permiten o no en cada caso, diferenciar y especilicar esta despersonalización? Por razones de comodidad, en este trabajo no nos referiremos a la pewersión sino a una oposición neurosis-psicosis en singular. thmpoco daremos ninguna definición de la personalidad, por más que el titulo la implique. Esta unidad cuesüonada en la despersonalización será pues tratada, no en el nivel de la fenomenologia en que se mantiene para la psiquiatria, sino en el nivel de la estructura tal como el psicoanáisis permite ubicarla en el campo freudiano. Sin embargo conüene recordar que la tesis del doctor Lacan constittrye la primera tentativa seria de ordenamiento de la primera a partir de la segunda. ¡
Por eso es que, a manera de introducción, quiero proponerles examinar rápidarnente cómo el D.S.M. III, biblla de los psiquiatras actuales, analiza este tema.2 El D.S.M. III considera como criterio único el de Ia adaptación socio-profesional en torno de la cual se orclena una oposición entre la despersonalZación como sintomaycomo trastorno. El sintoma: ladespersonahzación, puede sersintomática en casi todas las categorias definidas por el D.S.M. III, incluyendo las lesiones orgánicas. En cuanto a los trastomos de la personalidad, se los considera como accesorios. un trastorno entre otros. El trastorno: la despersonalización se convierte en una entidad cli-
AGNES AFI.I\LO
nica, o sea es una enfermedad cuyos criterios son dados en el estilo médico más puro: comienzo brusco y final lento; evolución: crónica; el terreno: los adolescentes y adultosJóvenes (raramente de más de 4O años); las complicaciones: de tipo hipocondriaco; los factores predisponentes: cansancio, dolores, estrés y depresión...; los signos asociados: desreal ización, vértigo, rumiación obsesiva. En lo referente a la descripctón clinica de la patologÍa, ésta permanece sin cambios desde hace un siglo. O, para ser más exactos, diremos que es un poco más confusa. En efecto, si la despersonalización excluye toda modificación de la percepción de la realidad, la desrealización que la acompaña casi siempre implica una pérdtda sistemática
de dicha percepción. Podemos legitimamente preguntarnos para qué nos sirve esta recopilaciónya que es estrictamente imposible precisar lo que recubre este
término de 'despersonalización". Todas las categorias clinicas son movilizadas y estallan al mismo tiempo. Un grado tal de confusión nos tmpone una critica rigurosa del D.S.M. III.3
II. Después de Ffeud. Para los freudlanos de los años veinte, no cabia duda de que la unidad cuestionada por la despersonalZación era la delyo. Tfas h formu-
laclón de la segunda tópica, ciertos analistas intentaron reformularla despersonalización a partir de la libido y del narcisismo.a Para estos posfreudianos de la primera generación, lo importante es aislar una causa desencadenante. Se trata de una redistribución de la libido. Al respecto, Numberg se opone a Fedem.s Según Number§, la pérdida de libido infligida al yo, herida narcisística, es una consecuencia de la investisión narcisisüca libldinal de objeto. Segfin Federn, la pérdida de libido narcisistica es directa. Por lo tanto hay una definlción disünta de la despersonallzación. Numberg consideraque luego de la pérdidade libido delyo, ésta sedesplazahacia un fantasma, que conclerne a las zonas erógenas del cuerpo. Para Federn esa pérdida narclsistica directa de la libido narclsistica se reflere a la representaclón psiquica de las fronteras corporales del yo. O sea, que la despersonalizaclón surge cuando las fronteras del yo no colnciden ya con el esquema corporal (Kórperschema). Retengamos aqul dos puntos, uno se reflere al cuerpoyotro al goce. 1)Ya se trate de zonas erógenas o de fronteras corporales, lo que
I^A DI'SPDITSONAI,IT.ACION EN I,A I¡IiURoSIS Y I,¡r
PSICOSIS
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parece común a la interrogación de Numberg y de Feclern es la definición de un cuerpo, de sus li¡nites. Es decir, de la delinición cle sus re-
laciones con lo imaginario del yo: lo simbólico de la Vorstellung Re' pre sanlaruy Io real clel goce. 2) La redistribución de la libido y la emergencia del fantasma plantea la cuestión cle la relación clel sujeto con el goce (S 0 a).
lII. Con Fheqd 1. Enunciado de un prtncípio El principio de descentramiento clel yo del sujeto obeclece a la consigna clel retorno a Freud cle Lacan. Sin embargo, esta distinciÓn nunca fue hecha por la IPA Por esta raz6n en los años sesenla Bouvet se vio llevado a proclucir una enticlad clinica llamacla neurosis de despersonalización.G Es el mismo recorrldo que volvemos a encontrar un cuarto de siglo más tarde en el D.S.M. III. Frente a lo que se presenta como unidad clel yo, debemos oponer el ser del suJeto.
El yo como unídqd Tanto en Freud como en Lacan, el yo tiene coordenadas inconscientes. Al tomar en cuenta los tres tiempos de la teoría freudiana,T I-acan
reformula la cuestión del yo de un e
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El
I.A DDSPERSONAI,IZACION EN T.A NEUROSIS Y
AGNES AI-I-AI-O
ser del sr4ieto
El ser no concierne al yo, es asunto de sujeto. Tanto para Freud como para Lacan, del lado del sujeto no hay unidad sino división. S e" el matema lacaniano de la Ich-Spaltung freudiana. Si el modo de ser del sujeto es ser barrado, tachado, desde el origen, es legltimo que nos preguntemos cómo un tal suJeto puede experimentar el menor desfallecimiento de su senümiento de existir. Tenemos que distinguir acá, no dos maneras de ser del sujeto, sino dos modos de no-ser. O más exactamente dos posiciones subjetivas del ser. Es lo que clesarolla Lacan en el Seminario )(II'o y que J.-A. Miller nos aclaró en su curso.rr I-a allenación significante es un estado cero del sujeto y la separación de la cadena significante es un estado menos uno del sujeto. Dos negatividades del sujeto son definidas de esta manera. Y la afrenta de una existencia subjetiva problemática en si puede aclararse si se üene en cuenta lo que J.-A. Miller llamaba la metáfora subjetiva.)2 En efecto, la paradoja de la existencia es levantada mediante la operación simbólica, la única que permite una afirmación de la negatividad.rs
El suJeto está bien constituido mediante una elisión signtficante, pero esa f;alta se convierte en sisnificante en el lugar del Otro. Y la metáfora subJetiva está condicionada por otra metáfora, la del Nombre del Padre. El ser del suJeto está vehiculizado por los significantes de la cadena, es el margen más allá de la vida que el lenguaje asegura al ser en tanto él habla.'a Pero no todo el signilicante representa al sujeto, hay un resto de la operación de división y ese resto es lo más real del ser del sujeto, es el objeto rr"
Cnrdenadas estructurales del go g del sqjeto Debemos ahora articularla estructura minima en la cual Lacan sitúa el descentramiento del yo y del sujeto. El ldeal delyo: al sujeto en su nostalgia de ser, el rasgo unario no le confiere una idenüdad, a lo sumo, le abre la posibilidad de las lden-
üflcaclones. Pero para que haya ldeal del yo como identillcaclón simbólica es necesarlo que el lugar vacio del suJeto sea simbolizado. Y es esta identificactón ldeal la que determina la posición del suJeto; a partir de la cual el suJeto podÉ tomarse como yo. El yo como formación imaginaria es estrictamente correlativo al ad-
IA PSICOSIS
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dejado-vavenimiento si¡nbÓlico del ideal del yo' El yo ocupa el lugar nos dice qué Lacan por entender permi[e que nos cio por el sujeto. Lo nada' hay no la máscara que tras i-agache l)aniel sobre en iu escritá que es lo Y eso ser' En efecto, tras la máscara deiyo, la nada es la del desconoce el Yo. sujeto Entonces podemos decir que el sujeto personalizado es un fuera sujeto un deipersonalZado' sujeto yo. el Y ¿.1 irrt"gr""io., enmascaraser su de "o., leJia fuera cte i0. De tal manera que lo real detyo ,lbnelugar. do hasta entonces aparece ahora como presencia en otro tiempo en que mos pues que concebir la despersonalizaciÓn como un de falta' el su3eto tendúa que 'reconocer' su ser en e§e punto real descende principio Débemos concluir con laa-firmación de que ese
tramientoprocluceunaruptura'LadespersonalizaciÓnnopuecleser del yo' considerada ya como patolÓgica' Es un estado normal
2.
Ftand.
g Lacon, otro sene de fenÓmenos
NienFreudnienLacan,ladespersonalizaciÓnrecubreunaentidad que reclinica. En ninguna parte la serie heterogénea de fenÓmenos lo revancha' En único' estructural cubre se agrupa en un mecanismo
Freud y Lacan es la misma serie de la despersofenÓmenos no especilicados: el fenómeno del dos otros con nalizaciÓn doble y el de lo siniestro' esta serie' He áqui algunas referencias que permiten fundamentar en asociados están doble del y alucinaciÓn siniestro En Fieud:i5 lo la en el articulo Das lJnheimticie; lo siniestro y la despersonalizaciÓn en y siniestro ca¡ta a Romain Rolland. En I-acan:16 despersonalización sobre "observación en narcisistica el seminario III: siniestro e imagen del doble en el el inlbrme de Daniel Lagache.;-siniestro y alucinación en 'De nuesdoble seminario x despersonálDación y alucinación del
qrr"
..r"or,ir^*o".t
tros antecedentes'.
PodemospuesdesmontarestaserieyverquéconclusionespodemosobtenerparanuestrotemadeladespersonalizaciÓn.Unaprime-
ra constatacián: despersonalizaciÓn y fenÓmeno del doble cuestionan a los la estructura del yo. Segundo, lo siniestro es un factor común otros dos fenÓmenos. espeio Fenómeno det dobte g regresiÓn tÓpica en el estadio del L,o
el sujeespecifico del fenÓmeno del 'doblerT es que no solamente
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AGNES AFI.AI,O
to se percibe alli donde no está sino que a esta imagen la reconoce a la vez por serla suya y al mismo tiempo radicalmente otra. Una prime_
ra tlusión del estadio del espejo se basa en que en su encuentro con su imagen, el sujeto se ve en el espejo aIIi donde no está. En el fenóme_ no del doble, ese encuentro con suimagen narcisistica lo hace percibirse como presencra en otro lugar, en cándiciones que hacen que esta imagen aparezca usurpando su lugar. otra ilusián del estaáio del espejo tiene que ver con que todo lo de lo real no está imaginaraado, pero la unidad de la imagen especular que precipita el Urbiá del yo cu_ bre ese real no imaginarizado. O sea i (a)- -+ _rJg_ - m tpl. Conüene agregar que la captación Oe la imalen como una depenun uno que introduce er prrmer signilicanie, el rasgo unario. y que la alteridad de la imagen no se refiere solamente al e-lemento heterogéneo (d que recubre. Esta alteridad está condicionada por la pura diferencia que introduce el Otro simbólico. Tenernos pues que concebir el fenómeno del doble de esta manera: la conservación de la unidad de la imagen indica el mantenimiento de la puesta en función del rasgo unario que la condiciona. La alteridad de la imagen que hace captar el yo como radicalmente otro se debe a que se mantiene el recubrimiento del elemento real a La vr¡elta a Ia idenüdad del yo y de la imagen del otro {r (a)) es pues consecuencia del borramien_to del espejo simbóltco (A). Este resurgimiento de la pareja a - 4 es el núcleo paranoico del yo, correlativo a la génesis delyo. Ve_ mos entonces que en el fenómeno del doble, el yo en[ra en el esüdo de un otro yo, es decir de un tú. Ahora bien, es precisamente esta cap_ tación por el sujeto de su estado de objeto lo que provoca lo siniestro, pues el suJeto se revela como no autónomo. pero hay que indicar aqui que el obJeto está todavia especularizado.
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de de
Despersonalizactón g regresión de las ident!ficaclones
La despersonallzación pone en Juego el narcisismo secundario, o sea el del fantasma, pero encuadrado por las identificaciones rdeales.
Estas identificaclones al objeto de amor son siempre regresivas, nos dlce Freud-18 La resresión concerniente es pues ta ¿át plano de la "caidentificáción ideal ldentificación que hace pasardel teneral ser. Esta que se formaa partirdel rasgo unario sólo se produce en laretroacción del Edipo. Es decir que la simbolización del deseo por el significante del falo es necesarra. podemos entonces escribirqul: la relaiión ima-
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t,A DESPIIITSONALIT-ACION
EN
IA
NEUROSIS Y
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PSICOSIS
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ginaria del otro y del yo está condicionada por el ideal del yo' de manera que I(§ produce una imagen i(a/ que localiza el objeto a: I(§ --+
i(a)-a.
I¿ relación imaginaria del primer piso del grafo debe ser completada por la del fantasma en el que el valor fálico se inscribe como obJeto imaginario faltante(- 9) . I-a falta real de la imagen incluye ahora la falta del objeto imaginario: t (a) : : . El yo producido por esta imagen
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cubre un sujeto cuya negatividad sé refiere a la incidencianegativadel falo, o sea: m ,r, -_É a Ia ilusión del fantasma redobla la del espejo. El sujeto no se ve alli donde está. Y, a causa del yo, desconoce que es a partir del Otro en I que se ve como lo que no es. Pues esta imagen clel Otro que hace que se perciba como pasible de ser amado, sólo tiene el brillo del agalma al velar que el falo es una falta. Es por eso que sólo con el sostén de la imagen puede el sujeto soportar el hecho de hacerse objeto del deseo del Otro en su fantasma. "El Otro puede desvanecerse anle el objeto que yo soy, pero deducción hecha de lo que yo me veo".re Cuando el sujeto asume como propio su discurso inconsciente. el borramiento del espejo simbólico le permite alcanzar el punto I al cual sólo accedia virtualmente. En este punto, la ilusión de lo que se hacia ser como unidad, desf;allece. En efecto, la afrenta hecha. a la identilicación deshace la imagen del Otro y el objeto a que aparece, üene a agregarse a la imagen especular. Resulta entonces una desorganización del campo de la percepción, ya que este objeto ha positiüzado la falta haciéndola aparecer en el campo de lo üsible, de donde, hasta ese momento, estaba elidida. Frente a este objeto no especularizable, el sujeto no puede ya reconocerse como yo, y se ve reducido al punto de la falta imaginaria del yo, es decir - g. Y es la angustia de castración. La despersonalización que sobreviene es la exacta contrapartida de la pérdida de las coordenadas simbólicas e imaginarias, puesto que el falo al que se reduce el suJeto no tiene imagen y su significante es el significante de la falta de significante. En este punto, el ser de lengude que el sujeto se hacia en su fantas-
ma se revela como el no serdel objeto al que se redujo. Vemos en qué lo siniestro puede calificar tal momento. Ya que alli también el sujeto se aprehende como objeto, pero esta vez el objeto no está más revestido por la imagen especular debido a la disyunción entre a y - 9. Podemos decirentonces que la despersonalización es unaetapa su-
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plementariadel fenómeno del doble que no la precede necesariamente. La disolucióndelyo es completa, el sujeto se revela conro presencia en otro lugar, en un objeto que lo exilia de su subjetividad debiclo a la ausencia de coordenadas imaginarias y simbólicas; el borranriento del espejo del Otro simbólico implica también la desaparición del rasgo unario, §i estos momentos, que son de atravesamiento, no cluran, es en la exacta medida en que, después de la separación respecto cle la cadena signilicante, una alienación significante es nuevamente posible. El sujeto vuelve a encontrar su lugar simbolizado en el Otro puesto de nuevo necesariamente en función. Acá conviene hacer dos observaciones. La despersonalización como tal requiere la simbolización del falo, inversamente aI Gnómeno del doble; lo siniestro no es únicamente un factor común de los clos fenómenos. I)ebemos ta¡nblén oponerlo a la despersonalización. En efecto, Freud en su carta a Romain Rolland establece una distinción: o bien, nos dice, es una parte de la realidad la que aparece extraña, o bien es una parte de nuestro propio yo. Y es sólo en este último caso que se debe hablar de despersonalización. Conviene entonces calilicar esta extrañeza en relación con el campo de la realidad. Es lo que vamos a tratar ahora. en el úlümo capítulo.
N. 1. EI lugar
Una distirrcióru¡[ronterq entre neurosis y psicosis
del Nombre del Pqdre
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Antes de ir más §os conüene diferenciar dos senticlos cle la palabra francesa étranger que se confunden en este idioma y que se distinguen en español o en lnglés: 'extraño" distinto
"stranger'distinto de "Joreígner".Conviene entonces oponer el caso en el que la realidad deviene extraña pero el mundo perrnanece globalmente familiar, del caso en que Ia realidad no es extraña sino extranjera. La conceptualización de la extimidad por J.-A. Miller 2r permlte aclarar este punto. Podemos decir del extranjero que no habla el idioma del pais, que está fuera de ese universo cle discurso. Pero lo e:
I^A DESPERSONALIZACION EN 1A NEUROSIS Y
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Esta oposición de Freud podemos pensarla con la ayuda de otra oposicióc la de la metáfora subjetiva y de la metáfora paterna'23 En eiecto, la metáfora del sujeto permite esclarecer el hecho de que el superciba como objeto en la despersonalizaciÓn' jeto - serévancha, la afrenta sobre la realidad impone una puesta en En funcionamiento de la metáfora paterna que la condiciona' Esta depende enteramente del registro simbÓlico. El impasse que la I.P.A. volviÓ III encuentra su lógicaestructural enel estérilyque retomó "tb.S.trt. campo-freudiano. I-a percepciÓn no es un dato innato del cuerpo' Esta priri"o función del yo está a¡ticulada al campo de la realidad. El yo no condiciona la realidad, está condicionado por ella' Acá se lmpone una dlferenciaciÓn entre psicosis y neurosis' Y debemos conslderar con Freud y Lacan que lo que importa en la pérdida de la realidad es el mecaniimo de lo que alli se sustituye.2a Para el neurótlco, la modificación de la libido que interesa al f;antasma, podemos formularla en tÉrminos de relaciÓn del suJeto con el goce tÉl 0 a). Para el psicótico, la retractación de la libido interesa al cuerpo' I,a dialect¡ca del deseo eseondida por las identilicaciones lle§a a un falocentrismo que sancionará o no la metáfora paterna' Si hay significante del Nombre del Padre habrá puesta en funciÓn del falo simbólico O : el sujeto se coloca bajo la significaciÓn fálica ( I : É )' En caso contrarlo,
s-a
el falo permanece irnaginario y su puesta en fun-
ción es un Óo. El falo será lo que del ser viviente se simboliza, a partír de lo cual se inscribe la significancia del ser üviente. SÓ1o la metáfbra paterna permite la extracción del falo. Es decir que todo lo que el sujeto tiene áe e:
áre ño condicionasolamente unaposición subjetivadel seryel campo de la realidad, condiciona también el hecho de que un suJeto tenga un cuerpo.
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AGNES AFI-ALO I.¿\ DI.]SI'ERSONAI,IZÁCION EN
El cuerpo es una rearidad, como lo recordaba c. soreren una de sus conferencias,2' en el senüdo en que la realidad, d""J. F;;;; da' Es decirque no se nace conl¡n cuerpo. ";;"" Lo que tenemos de partida es un organismo. ya sea en "El estadio del espe¡o", donde t.i. frlt. una imagen para hacer un cuerpo, ya sea en .Discurso el de Roma., donde lo simbólico es un cuerpo suiil que debe formar una unidad; ya sea en i'Otourait" donde ";.i;;;rp;ái-prr. es otJJ;ñ;;;;: rl sujeto, Je el que otorsa "l siempre como aparece "r "y.p? segundo. Nunca está dado de dnbada. "t "r.rpo para que un sujeto tenga un cuerpo es necesario que su goce esté simborizádo.n er abandona, el faro. Esto tiené por efecto ""árj."á-[". una atribución simbórica der cuerpo sobre elqueeljuiciode existencia podrá ejer""r". rrI.*""_ do tiempo- pero esta simborización tiene "rr erecto la mortificación f,oi del serüüente, negativizar su goce, que deviene fuera del ;;.". sentido, el falo es un órganó qr" ,ro conüene al cuerpo.";;;. f p!i. qu. l. máquina funcione, el goce será recuperado fuera der á".rpl llJoujetos plus-de-goce de Ia pulsión. "., La afrenta al campo de la-realidad provoca una nueva repartición del goce que, o quedará íuera der cuerpo amparado por !ie-n er fantasma (es el caso de la neurosis), o bien retoinará sobre el cuerpo en la psicosis. serÍa necesario acá diferenciar el otro del cuerpo deibláa.r lenguaje' para oponer esquizofrenia y pa.anoia.26 pero en todos los casos' en la psicosis, el daño ocasionádt a la existencia sóro es consecuencia de la ausencia de atribución simbórica der cuerpo. Es asi que podemos explicarnos qu e. en la llamada á."p.."o, una parte del cuerpo extranjera o que todo"iir;H;;";d"., á.ri.rr. {evi.1ne extranjero cuando el significante lo áeviene. O que al"f "r.rpo to á"je plantado cuando el Otro.del lengua¡. ",r.rpo r.ii.u. Es poreso que".un su_ jeto psicótico puede decir.estoy rñr.irto., ". o bien "yo .ro
t.r,gá"rr.rpo".
2. Oposictón entre identificación y díspersíón Conyiene recordar que el Nombre del padre como metáfora enmas_ cara la metonimia. Es decir que el padre ae ta r,ey, tV*O¡ padre del goce-de Iá horda legypre_el t¡x óxl. Ahora"."1áá" bien, la función
del ideal es prectsamáte u a. .nm.s"Jr", i" co,,.ta"ión entre el Nombre del PadJe y el goce. Esta función visibte
en la perversión, está enmascarada en Ia neurosis. y sólo en la psicosis sü dem¡mb; ;;._ voca un retorno del goce sobre el cuerpo.
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NT'I,]IiOSIS Y
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PSICOSIS
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Ahora debemos considerar a la identilicación en su relación con el deseo del Otro. El sujeto se ha identi{icado como respuesta al deseo clel Otro. Y es desde el lugar del Otro que le llega lo que él es en un "tir eres esto". Acá debemos entonces oponer la despersonalización a la no personalización para retomar esta expresión de Lacan en el Seminario III.27 Lacan se apoya en Benveniste para afirmar que no hay tercera persona. En Problémes de lÍnguistique générale,28 Benveniste explica que sólo yo (7e) y túr son personas ya que en sustancia sólo el yo (re) y el tú permiten una distinción de los planos del enunciadoyde la enunciación. Esto no se da con la tercera persona, de la cual tsenveniste nos dice que es una no-persona. Hay un caso particular que le interesa a Iacan, es aquel en el cual el tú pierde su propiedad y deviene como el é1. Entonces, nos dice Lacan, el tú no apunta más a ninguna persona, es un tú que despersonaliza. Y el eJemplo célebre que nos da es el del imperativo. La metáfora patema que condiciona la metáfora subjetiva nos pennite captar su implicación en el discurso. O bien la elisión primordial del yo (p) es reemplazada por un tú de metáfora, un tú creacionista y entonces, frente al deseo simbolZado del Otro, el
sujeto podrá adornarse con un signilicante ideal que lo crea co-
mo otro (tu es celuÍ qui me suiuras). O bien, el yo (leJ es reemplazado por un tú que funcionaÉ como un él; y frente al enigma del deseo del Otro no simbolizado, este tú no apuntará a ninguna persona, sino a una no-persona. Será un tú del comentario (tu es cehú quí me suiura). Es la afrenta dada a la identificación, o sea al'tú eres esto", lo que desencadena la despersonalización. Para la neurosis, en la que el deseo del Otro está simbolizado, sabemos que tal identificación es la del ideal del yo. Pero en la psicosis, ¿cómo entender esta iclentificación y relacionarla a un estatuto del deseo del Otro? En su escrito sobre Schreber, I-acan nos dice que "... la identilicación mecliante la cual el sujeto asumió el deseo de la madre, desencadena, al ser quebrantada, la disolución del tripode imaginario'.2e Entonces aqui también se trata de una identificación y relacionada al deseo de la madre, es decir, a un otro preüo.so ¿Cómo entender esta identificación? Lacan da una aproximación en su primera lección del Seminario Eldeseoysu lnterpretación. Nos dice que porel solo hecho de dirigirse al Otro, el suJeto se encuentra identificado. Esta identilicación no es el ideal del yo, que todavÍa no existe, pero, nos dice
lacan, es su núcleo. En el Seminario )(I, Lacan nos dice que esta
Il\
AGNES AIILALO
identilicación nos üene del deseo. Podemos entonces remitir esta identificación al rasgo unario y su quebrantamiento a la ausencia de este último. En el momento en que surge el enigma del deseo del Otro hay dos
posibilidades. O bien este deseo del Otro permite que el sujeto detenga el golpe de su abolición proveyéndose con una identificación idea1.31 Esta identificación puede o no funcionar según que mantenga o no el recubrimiento del objeto aen el fantasma. Si no lo mantiene, se da Ia despersonalización. En efecto, cuando el strjeto se descubre a partir del Otro, se percibe como amable, provisto cle objetos de intercambio. Pero en el momento en que debia asir esta identificaclón como una, es decir aquella que por fin hubiera sido la buena, la imagen se deshace. Se produce una anamorfosis en la que la ilusión yoica no cubre ya un cuerpo transido, es decir, muerto. vaciado de su goce.'Pero cuando el sujeto vuelve a su lugar dentro de la cadena significante, vuelve a formarse otra imagen ilusoria. En la seguncla eventualidad, en la que el deseo del Otro no ha sido simbolizaclo, el borra¡niento del rasgo unario no será seguido por otras identificaciones sino por una dispersión. En efecto, el Otro con el cual se relaciona el strjeto psicótico es un Otro previo, es decir un Otro metonimico. Por lo cual, al sujeto siempre le resulta posible volver a hacerse representar por un significante para otro. O incluso, es representado por un signilicante siempre otro33 hasta el infinito, pues este Otro no fue marcado por nin-
guna imposibilidad de esta representación. I¿can, en 1966, añade una última nota a pie de página a su escrito sobre Schreber. Relaciona el deseo del Otro con el acto de c... que calilica como "el hecho de sentir agruparse los elementos de su ser cuya dispersión en el infinito de su delirio hace el sufrimiento". Esta dispersión en el infinito del delirlo podemos captarla ahora en dos vertientes. En una, la del signilicante, Ios elementos son la serie metonimlca de los signilicantes S , que representan al sujeto S ,. La posición cero
s
Ahora se deben precisar ción de los registros R';'i'
EN IJ\ NIiTJROSIS Y I'A PSICOSIS
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puesta en funlas moclalidades de la nueva alhsignificante gracias al
E" la neurosis' el U.caaet't siAnificante permite separació";;;pJ;á" la subornisiaco, quecla cuanto al imaginario' éste retorno del uel uri"no"ü"dn gi nario e" ima lo icosi§,. l" 1:o-11?j" dinado al si gnifi cant..;""i; ;" hay una restauiepistro este cle tñ;;li;i""ión Después real's Es autonomia. ptlesto en continuidad con Io es ración tal que lo ilnaginario
ve su imagen
cllncle schreber .t p"'to'iitit"**á" goce se enctlentra iclenti'' este cle tt;;;' il real de muier (i ln)) en del ideal ocu"l i""].¿,.j'la funcion {icacto en el lugar ,r.r Ü[l]'rTi. I)' Si$niesquema del a"r páat" (el punto I panclo el lugar clel Noriürl ideal que Io unidacl esa a t"tu" yt separados'-pero Iicante y goce
lo que inclica
;;;;"ñ..
''o rio Ia alcanzará jalnás'3. schreber V. ConclusiÓn
que la per-
la consecuencia de Irer Lacan con Lacan nos impone tt"v t"'i¿ad del yo' no hay la essonalidad ." r^ pu'u"lit' i;;t;'q"t q"-" ü "o É"y yo (moi) en sentido personaliclad. En Ia #til;';;
"o
la ima§en' **á ""iAud es la fa-cticidadnodehay despers onaltza' Entonces se o total de Io "ott"r"sión: párcial u"" di"oiución *V '-p;;;;it"i"u oit ción en la psicosis' "s estados lÍmites' o bien' hay Poimaginario. Bt t"t"itllá"I|-hty normal clel yo en la neuy tJ sibilidad de dt"p"'"ñá"tlá" clesperso""-estado bien la locura es no pocler rosis. incluso en la ;i";;ñ;'-ó
tricto' lo que hay
"^,§lr;ilr"ñ*§[$:ide
lo ilnagiexplicares cómo tal funcióncle para
puede alcanzar tl"tln'i¿u¿ """ lo real' com"" En este sentido' convenclria tan ,t't Dreservar funciÓn esta 'plementar s"t''"r"r-"o;ty";' "it'"t]''""ii¿"¿' Es clecirt explorar 'p.tii""l.t que Lacan atribuyÓ al Ego de Joyce'
nario, puestt
del suJeto en el denominador de la fracción da una infinitización de los valores de su representación. En la otra, la del objeto, la parte es el ser
disperso que hayque concebircomo consecuencia delefecto fragmentante del goce que ha retornado sobre el cuerpo. Y el acto de c... permitirÍa a Schreber reagmpar su ser en la medida en que el excremento harÍa funclón de órgano que condensaria el goce que él abandona. Pero, falto del cerco del falo, su ser no se reagruparáJamás en un cuerpo unilicado.
I)I.:SI)IiIISONAI,IZACION
NO'I'A:
CAKIAY SEtt
en que auditivos' l'odos coinciden Del crimen sólo hay testimonios cuando divergen P;ro todos el asesino habl'ot;l'";;';;;;;;j"t"' clue cada lengua propuesta cuán-ta se trata de p,""i""ittlál'ñ;;" tt't'entra la solución olpin que la evoca' po' no es conocid"
"itt"tigo
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AGNES AFTALO
del enigma. Lo extranjero en cuestión aqui no calilica los elementos significantes del discurso. Lo fuera de discurso de lo extranjero para cada uno. se torna en un ortranjero radical a todos. L"a identificación del asesino no objeta en nada la consideración del clivaJe concernido en el discurso (C * C). I-o extranjero sólo puede calificaralelemento stgnificante que pertenece al discurso. Y es lo extranjero como radicalmente otro lo que califica la parte heterógena que ahi esta incluida baJo el modo de lo éxtimo.
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t I :
EN I^A DESPERSONALTZ\CION
LA NBUROSIS Y LA
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PSICOSIS
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es§ais'
(una perturbacjón del recuerdo en la Acrópolis) "*'' ?1HTi|'fl3f;o' Idées' Problémes' T II' PUF' (fsSO), ñJsuU at, 16. J. Lacan, El".**ot¿o,, l'tUrá oáPs. 3I l-315. J. Lacan, Ob. cit., Pág' 668'
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3i: Sf;iti;.,
Probtémes
29. Ob. cit., Pá9.565' 8o7' áó. 's"¡".i"ioñdu su¡et"'', ob' cit" Pág' "Posicfón del inconsciente"' véase *-;¿,ar"i ¡: 3 l. Para todo" lo" "r:-'?ü' citado' de J"A' Miller' .i",rr"o "Extimité", ya a" u oasse á I'ECF" 1986' inédito' g2. E.l¿urent, "1";;;ñ";"" "oitttt franqaise d9s rulmj1es d'un 33. J. Lacan, 'PÉ"f;;';"il;J;"ti'" --á+. '¿. "éJ'.ü,rr"'L'."¡,""p"-l;onalvseu'=*t:r:"rlirÍtitj]*'"?n*'"-bdi,.rr. l-acan, 'k sintÉorne' (1975-76)' Orn-ü cit" pág' 571' 35. J. Lacan, 'u". q"t"fon pÉliminaire"'"' ob'
T {* LA DUDA EN I-A OBSESION Alicía Arenas
Algo que llarna la atención en la neurosis obsesiva es su caracteristica de componer un rostro que, aunque con el fin de desconocer la estructura, defiende la autenticidad. Autenticidad fálica con la que cree res-
ponder al Ideal. El obsesivo aparece atornrentado por el ir y venir infinito entre preguntas altemativas que se hace y responde a si mismo, en un intento de dar consistencia a su pensamiento. Trabaja asi sin clescanso para dar respuesta a estas preguntas, sostenidas por ese mecanismo que tanto parece identificarlo: la duda. Sin embargo, no hay tales preguntas, la respuesta está de antemano, se trata de pura verilicación fálica. Sólo se permite dudar alrecleclor de temas que esquivan la pregunta que no quiere hacerse, esta pasión por la "verdad" oculta del saber clel inconsciente. Exhibe asi unyo-pura-conciencia que lo mantiene a distancia de su clivisión subjetiva. Paradójicamente, sin estas cluclas fallarÍa su certeza, pues el significante no alcanza para nombrar lo absoluto. En "Función ycampo de la palabrayel lenguaje" (1953), Lacan señala: "El obsesivo arrastra en lajaula de su narcisismo los obJetos en que su pregunta se repercute, yen la coartada multiplicada de figuras mortales, domesticando su altavoltereta, dirige su homenaje ambiguo hacia el palco donde tiene él mismo su lugar, el del Amo que no puede verse'. Trabaja pues, desdoblado, para sí mismo. Rellena compulsivamente todo intervalo significante sustituyendo la diüsión por la conciencia, punto de afirmación del )ro soy- obsesivo, en un circuito cerrado doncle ni piensa ni actúa. En el "no pienso" alarga el momento de comprender para nunca llegar al momento de concluir. Este circui-
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I-A DI]I)A I'N
AI,ICIA AIII'NAS
to le asegura su deseo como imposible. Se hace asi la más viva encarnación de la imposibilidad, esquivando Ia ausencia de relación sexual e insistiendo, alli donde lo que hay es ausencia, en la verilicación del ser. En el caso que quiero presentar, si bien se muestran estos mecanismos, lo llamativo es que no aparece la duda. Durante muchos años. alli donde el signilicante falla para el neurótico, responde en esta persona un hecho biográfico con el que se da una respuesta absoluta. Debido a esta particularidad, podemos inferir, quizás con mayor claridad aún, el porqué de la necesidad de la cluda en el obsesivo. Juan Pablo demanda análisis a la edad de 50 años. Ha muerto su padre y esto desencaclena una fuerte angustia, a ésta acompaña un sintoma: comete equivocaciones en el ejercicio de su profesión, asunto grave pues es una profesión técnica donde es alta¡nente valorada la precisión. Relata en la primera sesión un acontecimiento de su aclolescencia doncle sucecle un accidente fatal: por un error de Juan Pablo, alguien muere. Es en efecto un accidente y la leyde los hombres lo declara inocente. A pesar de la evidencia de los hechos, este suceso queda marcado para él con la convicción de que su destino cambió, y ésta será la clave de su construcción neurótica. El, con todas las posibilldades para triunfar en la vida, justificará a partir de alli, todo fracaso. Queclará asi amaestrado el deseo. Ante la pregunta por su destino, responderá una sentencia superyoica. Esta sanción moral se convertirá en el a¡no que regirá su vida. Describe, en el análisis, Ios años que siguen como un largo periodo donde se suceden una serie de situaciones que lo van dejando afectivanrente solo, mientras se acrecienta una fuerte inhibición del lado profesional. Se produce un alejamiento progresivo de lo que más le interesa en su campo, y dejando de lado sus más caras aspiraciones juveniles. se dedica a otras tareas que realiza bien y por las que es respetado, si bien no representan para él sus verdaderos i¡rtereses. Su üda durante este tiempo se define por el aislamiento afectivo y la inhibición en el campo de su deseo. Sin embargo, no puede decirse que le va mal, no se hace muchas preguntas y no surgen duclas. Ante Ias decisiones importantes. sin saber cómo, elige siempre sin dudar lo que mantiene esta forma de estar en el mundo, para luego sorprenderse cle que las cosas le sucedan de este modo, ya que no es su volun-
tad que resulten asi. Al ocurrir la muerte del padre se produce una fuerte irrupción de
t
Il\ oI]SI'SION
J3
I-a muerte paangustia en este er¡uilibrio, y esto lo lleva al análisis' no acostunrbracla que respuesta Ia tema erner¡¡e como ttn real pára el velo de peso el por toclo sostenida alcanza. Lo que era una sanción de§iplazarr"riento y rosimil, tomá su valor significante' se procluce un pregunta y la hace Este sintorna ;arec; un síntoma: la eq-uivocaciÓn' con el deseo de surge angustia la dirige al analista. Simultánea¡nente Sin emintereses' sus cle campo el en r""8ti""t su vida prol'eslonal que obsesivas con ideas presenta se atormenta, t"tg;, el sintomalo le dicen que se va a equivocar, y en efecto' se eqtlivoca' por el deseo' y El destino hasta ahlra jrrstilicirdo se ve amenazaclo un lla¡nado al hay equivocaciÓn la En g.rce retorna en el sintoina' y goce' el sa"t otro, a la sanciÓn clel otro, pero ya no coinciclen saberpara este stljeber falla. I-a fornra cle amo abiolutt r¡ue tenía el superyÓ con la muerte paterna' El aprás-ccup de suvida io qir.a. "u"stionacla pfJ"t"" ahora mucha§ preguntírsy la angrrstia no se hace esperar' piodLt" el dlsencadenamiento de la neurosis' De esta manera ". todo sujeto' se lo qtte era certeza, p""^ u ser equivocación' El' como lallas' pero sus cle ca¡npo el La profesión pasa ahora a ser responder' cómo "q.riuo".. hay no fÉnte a estas equivo"""io,,t" de culpa' la representación Queda asi cuestionado el sentimiento y el sintoma insiste' En el firme asiclero encuentra no otro el en la sanción' un amo que establezca llamado al analista busca una ley de la cura la clirección en paraclola Ii orclen' capaz de restablecer un hay que No i*pii"" 4"" rugares a los que el anaiista no debe responder' del lugar el ocupar con clesculpabiltr", ut ."rráüo y. a la vez' cuiclaclo pertransferencia la en analista te del Oios clá ¡dan. El lugar sign ililan
mitira,retroactivamenle,otorgarnuevas§lgnificacionesalaculpa' hacia otra Ia sanciÓn moral c¡ue esta persona puclo construirse no depenitencia' y pecaclos .o"" q.r" mantener la cuenta-exacta entre str-culpa' corno saldo la comprobación-de Janclo que " TótemgTobú nos inclüa cÓmo el neurÓtico construye un mito intentanoinscribiralpadreenlafunciÓnfálica'haciéndoseélculpaque casexistió el Dios ble de clesobecliencia de la ley. Para este hombre existir' pero su culpa lo hizo él cle la leyhum^',", po'qt'" tig.
-á".lla
nó f,re creada Por la biografia'
raAlli donde en el obseivo la cluda se desplaza en interminables
que se estableciera zonamientos. en e§te caso, el hecho biogralico hizo permitiÓ por años' que definitiva' un senticlo fijo, una interpretaciÓn tenia una detervicla que su de duclar No una particular homeostasis' este sujeto' En qtre sufria la cle neurÓtica la construcción minación es
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ALICIA AITENAS GUARDIA
OBSESTVA LA PROPINA, UN CASO DE NBUROSIS
el curso del análisis surgieron las dudas, podria decirse que por todas
partes, incluso en relación a si debia o no analizarse. Cuando la angustia se hace presente, la duda es el mecanismo privilegiado con el que el obsesivo restablece su fe en el signilicante. Con la duda instituye un orden que lo hace dueño de sus preguntas y sus respuestas, alli donde lo simbólico se muestra desfalleciente, donde el inconsciente pondría la verdad fuera de su control, enfrentándolo a un Otro sin consistencia alguna. Ante ese horror, el obsesivo se concede el artilicio de la duda.
Jttlietq Rauord
en er que la pregunta por el diagvoy a referirme a un r¡ricio de analisis de en principio' dacla la gravedad nóstico cle estructura "o "i" clara conotro cualquier qT en Ios sintoma" p"r".",to'ios y delirantá:' un
pago' q"t tiotro logre :1I*1"-,v el tema del aun ante cura' la cle djrecciÓn o¡entá'ilJv *J11ti 1"
á"í"
,.";;;;;
I
¿J
al acto'
pasaje su ionstante amenaza de un sigáparece como una demanda de salvaciÓn la Estabúsqueda de de la ley' otro del paterna' nificación. Hay inscrifcá; á; l" *"tafo'u i mercecl del goce mortifero
y lo cleJa pero cle una ley que b;;;;á;"t ley in absenfic¿ áel Otro' l,a ley es' precisamente' obsesiva' aunque no sin pret'""*is Opté por.r.r, oi"g"o"ti"áá" grave' en el qtre aparrce el signiguntarme qtté lo hace un caso tan y'
ficante invaclido p"t a la par, hace que
"t
á;;;1"
áLilit"
t""r'"q"" lo clava -que lo significa-
terribles hacia ideás paranoicles y a unas
ganas de morir' , del r^r r:-^r^. rnrant¡ pagar ñátar dos met meses dinero: intenta Comienza querienclo olüdarse un durante con§ecuencia' en cosaque no aceptoy'
por adelantado,
t"T[H:
il?[3tuJo*"
su matrimonio; cuales se
por que se le avude a salvar algo' empezando
r"g;i;;t"*
describe.o*o""
estuclios' etc" ante los
"iitu¡u;o'.los deJpojadoe impotente' i"'t'álido'
Es su po-
sición ante el Otro' él no la acepta a pesar de no Su mujer quiere la separació"'.Ptto susuegroque' desamada' ydic. qrr. ot qtiJtquieredivorciarseesde ahora como una Iipresenta le se pués de haber sido pH;;;il;;so'
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I-,\ I)ROP¡NA, UN CASo DE NDI]ROSIS
JLILIIIIA ITAVARD
gura persecutoria muy odiada y temida. 'Ianto, que pasa las noches armado de un palo, esperánclolo. En el análisis oscila entre el amory el temor a mis intenciones: constantemente se da vuelta a mirarme. Sufre de una serie de sintomas que lo agobian: lleno de rituales y prohibiclones, paralizado en su trabajo, padece una angrrstia muy fuerte que le imptde comery dormir. Surgen en él con frecuencia conjuras y maldiciones que luego le hacen senUrse muy culpable. Ducla de las lntenciones de todos. En las prhneras entrevistas comienza a hacer crisis el as¡na cle Ia inf;ancia, junto a una larga lista de enfermedades que demandan mi respuesta: una serie de trastornos fisicos de cierta gravedad que, siendo joven, le hacen aparecer rengo y achacoso como su madre hipocondriaca. Ella insiste sienrpre en que no ol'"ide su asma. Nudo de sintomas y repetición de su neurosis infantil: siempre ha estado sometido y lleno de odio. Hay un llamado de auxilio en su cle¡nanda angustiosa: pareciera no tener salida ante acciones limite en las cuales hay que advertirle del despojo y la invalidez a la que se somete. No vacilo en intervenir para impedirle ürmar un docurnento perjudicial, producto de una manlobra que le harÍa perder la patria potestad sobre sus hijos; y para que recupere su sueldo, reteniclo desde que comenzó el análisis. Estas intervenciones arrojan sorpresivamente un resto. Al recuperar su sueldo, me paga con un cheque cuyo monto incluye un excedente enigmático. A pesar de su inslstencia. no acepto el dinero de más y esto lo desconcierta: se trataba de una propina por mis buenos servicios. De nuevo vuelve a cleJar de pagarme. Ha recobrado lo que peclia salvar, y la separación está consumada. Su angustia y su dolor aumentan; me reclama, y se reclarna, no haber podido salvar su matrimonlo. No quiere a su mujer, pero debe unirse de nuevo a ella porque supone que ése es el deseo de su padre muerto, quien le manda un mensaje a través de un sueño de su hermana: que no se divorcie. Este mensaJe del padre se presenta como una clave para comprender lo que él llama su salvación, pues Ie impide separarse de algo que lo mantiene al capricho del goce del Otro. Qrriere salvarse de la muerte, y ello sólo Io logra manteniéndose impotente. Con frecuencia, se a§a durante varias semanas del análisis y se va a descansar a su pueblo y, como dice, a conseguir un modo de pagar sus deudas. Se desplaza entre el análisis, medicamentos, brujeria y religión.
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OI]SDSIVA al
tri-
trámites civiles' se ha dirigido Me informa que, después cle los del vinculo matrilnonial: disoluciÓn la eclesiástico parJobtener
bunal
un Otro divino
disolverlo' Busca como no puede -u,'t*"ito' intenta transgresor' Y' si' es culpable de stlpone que vinculo el que le disuelva goce' iransgresión: vive inmerso en el le g'un culia: quitarle a Ia lglesia yn1'loviac Confiesa ento.,""" conola él "' cuando p'o"trr'"i"t los votos Dios. Su mujer se aispo'ia a y serviolenta' es para él una-virgen át"ptt"i"'ro de ;; I ;lh ;;esar o prostitutas' No hay al servicio cle Dios. l,as álmas son ninfómanas mujeres' las con alternativa en su relación . ---r:^- -^r^^i/ relaciÓn t'i"t"tt pttt"J' revelar esta peculiar Algunos clatos de real inde punto "" un yer goce. Aparece incrisoluble entre er *igniñcant es la condena' una vivir porLl: salvable. moclo cle t.diltu";;Jpt^it pueblo de t t'Uti de hacenclaclos' caciques orclen superyoica' Es "ttt" una-l111olenta' Ha sido marcado p"tá3" y t'¡"" que imponen . *,r" {olno §e marca una res- con el ¡nenosprecio' a,elpadre' todo hombre se le Objeto de burlas y^;tJ;; p;r n.aJte violento' Esa violencia no es' transforma siempre tt' l'"t pti""guidor mujeres' Su madre es violenta tamempero, caprichosa cá-o tu ¿t fu" ha sometido: es su esclavo' se bién. acostumbrada Á^"¿"t' y él sé " con propinas y quejas mata haciéndole flavores que elia recompensa servicio como uno más de Ios niños sobre su inelicacia' Lo tiene a su que recoge para criar y pcxler golpear' ' i¿.ntiii"ádo con la Áadre' tan sólo puede manifestar su menosprecio, dando propinas o propinando $olpes' que recuerda insistentemente en la Hay una escena de su infancia a'Uol p"tt darle sus lecciones cle arit¡nécual la maclre to ^*^ttll.t"' propinaba un latigazg' Al- ca111rse tica. A ca(la error Oe calcuto se le
lamadre,éstahaciaqueelpadrecontinuase.Tienelaideafija:..ojalá Esta idea de muerte' la del otro o la se mueran estos vit¡o'" á"táito"-' pt pi"' le atormenta desde su infancia' el goce del Otro perEn este recuerdo repetido surge brutalmente some.terse' se deja amarrar para soJlicaclo en ambos pudtt"t acepta resto' tt'clt'"'ncio'^A¡narrado a ese goce' él como ser golpeaclo t "sta es un efror de cálculo' pagara aceptar sus propinas habia clejadode n.gauva mi Desde su deuda' no dejo lt po' me. Además a. h"""ilJp"gi' """iot'' su cálculo errado' su ilupues en'ecuerdo
que la olvide. Esto lo dáscóncierta' no interesada' esto es' en su sión era mantener conmigo una relación caso, escaPar cle la üolencia'
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JULIETA RAVARD
Me supone
un goce de espectador de - que puede su paráIisis: con Ia propina _lo unlco dar_-intenta .""l"rirrü otro a su angustia, ence_ gueciéndoro para que to compaaezü, ir, Inválido que tiran,a aI otro con sus demandls. " ""sarida. No;";;;;;;;k, Mis intervenciones rr pro"*á" tiene que mantener suturados s, y s,, no escLcha, t "o-ráJilcuitos, pierde el hiro. El, que habra en un lenguaJe depurado ""t.tilü, y reto.i"", qu. a'"ra. al diccionario in busca de palabras nuevas, antj-mi pregilt";;..:" de por qra ,," iái.¡., adopta un lenguaje prugua" áJ*Bái"** a.l campo para expresarsu molestia por mi incomprensión. En su discurso' y enla relacián transferencial,
se más
Roger Wartel
empiezan a anudar-
claram"",.
delirantes. Se pregunta si existe atguien "::.lg:"tin"*i"rr."-y"i.r".c, no interesaááI"l *."r" "iorr.s "";;;ñ;:i"". io],r"] flfo.padre.apaciguante v q".
"o ". ff:.ffi ft :#:;:,,1*11y;;#";:fr'Jffi:;:;ff jÉXi:J".§:-
Aparece entonces, en.el curso del análisis, una escena fantasmá_ tica que pareciera organizar lo" *""* J" iratamiento. comenta ha empezado a frecuentar iglesias que áoriJ., .xtu"¡.do, contempla al cristo agonizante .n l. Jiil v o iciendo: .padre, ¿por qué me has abandoldo? e" i""."rriá"-"]r"o_i.rrao
"r*,-iliiuiiJi
Más a,á der doble imagin.ri.;;;;;;ificación en ello una crave 'f;antasmática,
mi espiritu....
ar rdear, percibo
cryoá."unuaamientoy desciframiento suponen una larga trár."iu'."*r""' Pareciera que este p.a]r" o¡o", §i f"ff., lo abandona, yél acepta la r".-"a"q,,.il,,ili.¡g,."¿.iiíá,i,L"", cláve
;:11"'f...i::f #:::ff
.:?#:ffi::T;11*g? ¿de ra condena a m.uerte y viür invárido, ffi :""1:",:fi:,if [.¿x,1§,:xxEl*:AT;.'ilJi*:::ffi .
UNA PASION
il
La paciente a la que voy a referirme se expresa aveces en versos ale-
Jandrinos, sin esfuerzo, si se quiere... Estos que hoy coloco como exergo, bastante bien equilibrados, eran un poco excepcionales.
'-
Estar lo más cerca de Dios, anonadarme en é1... ... Pero no tanto, sin embargo, porque Dios quiere demasiado."
Reducir una cura a esto es un riesgo, seria incitar a la sentencia, a la sabidurÍa, fijar en algunos signilicantes aquello que está lejos de estar cerrado. El hagiógrano o el novelista podrian hacer de estos ver-
sículos la máxima de una vida. La üda de una soltera de cuarenta años. Enseña literatura clásica. Hace veinte años viüó con un hombre, un novio. El se fue sin que ella hiciera nunca el menor gesto para retenerlo, ya que, según su fórmula, 'siempre hay que dejar la prioridad al prójimo;. Impóner su propia presencia, de alguna manera, hubiera rebajado a ese hombre. Hubiera hecho falta "sacudirlo un poco'. Entonces, el prójimo tiene Ia prioridad: en su profesión es asi; con sus amistades también, esas amistades que comparte con un grupo de compañeros de caminata de los que acepta a pdort todas las decisiones con respecto al itinerario y el horario. Poner un pie delante de otro y recomenzar es una disciplina un poco irrisoria, pero ella nunca se opone. La caminata es dar una vuelta y volver al hogar. Esa docilidad constituye su libertad. Y después está Dios. No un Dios que exige una práctica, una fe, un proselitismo, que impone una regla. Dios es una especie de absoluto, referencia y reverencia en la que basta la palabra, que vindica un todo o nada. Su exigencia, su ley, seria pertenecerle. Sin embargo, I)ios no
UNA
loo
ROGEIT WARTI'L
parece poseer por si mismo, por su propia ürtud, esa fir¡neza, esa fuerza a la que conviene someterse. Al contrario, ella lo mantiene y lo alimenta: es ella quien exige un Dios exigente, ese Otro es ella quien lo modela, mientras que nutre su propia supervivencia en el hecho de no anonadarse en é1. Ella lleva las rienclas; Dios apareceria allÍ como su criatura que sólo tiene sus insignias porque ella decidió que las tengaylas cargue. Dios, ese Otro suspendido en los cielos, está sostenido por ella. "¿gué es Dios?", sin duda a esta pregunta ella podria contestar: "Dios es asunto mío'. Siendo niña, se constituia en centro de un teatro del mundo, en el que todo era, por su capricho, ficticio. Ella detentaba el poder de decidir que los objetos existieran o no. Ella jugaba, no sin una pizca de angustia, con su poder de reducir todo a la ilusión con sólo eerrar los ojos. Y hasta su propia existencia, su corporeidad en la que se apoyaba para ponerla en duda, podia evaporary ensendrarde nuevo con ese
artilicio. 'Anonadarme en él' es una especie de juego en el que ella se anula, pero manteniendo siempre una parte de si en reserva; ella misma también entierra y luego exhuma sus muñecas. L¿. demanda de entrega absoluta imputada al Otro surge de su propia ficción. Pero hacer la elección definitiva y sin retorno, la elección inmediata, la obliga a un intervalo, a un mediato, a una postergación: ése es el recorrido escandido de'hubiera podido" -'hubiera debido"-pero donde el acto a realizar para escapar al condicional y a la incompletud dolorosa nunca es decidible. Qué acto, qué palabra podrÍa al fin decidir sobre su vida. ¿Dar el paso? Ella sólo hace cortesías. "Yo siempre pongo la primera piedra", dice desgarrada. "Estar lo más cerca de Dios" se establece corno una especie de obseryatorio ideal, punto de üsta ideal sobre aquello que ella se clestinaría a alcanzar. I-a. distancia mantenida orgar,tza su vida sobre la que deberá, finalmente, decidir; de alli el análisis, cuyo instrumento adopta. ¿Decidir1ilbdavia no es posible, a falta de un signilicante que hiciera alcaruar la solución. ¿Qué hacer -qué debo hacer-? Como si luera necesario conlirmar que ella retuvo su lugar en Dios, en el Otro, sin haberlo ocupado. Menos sé, más soy, disfraz.ando con la búsqueda de un'saber qué hacer" las ganas de continuar. de seguir el camino. El analista hereda los atributos del Otro. Ella espera sus órdenes.
¿Hay que escribir
IOl
I)ASION
un diario, 'trabajar" los sueños? El analista
se deja hacer, se deja hacer el Otro, delegado o apoderado del poder clel Otro; pero se sabe que es ella la que delega y la que funda como un
lo hace
como Dios dibujaclo por ella
ella partenl" { 3": clura lo que dolninro' §u de el
lllrumento su labor asidLra clurar. su docilicla
o""'il;;ti;*ü
que
terminar''
-"^
contrato Pero ^ntenclló bien el procedimientoyel se desplaza de lo
jIft lümX?:'il:::'::ffi ily:-?:i:I?:§::'§lJ,lil" áálat punto áá"ttt' oecie de esptral, "t y t"o t"io importante para ella' "*1""j "t conserva' su suqruu. lo pueril' pt"n'L cuyo orimer factor seria " ¿tr tto"#lltgJ;"J'i conforta la eso ib inmutable ;:;';;;"tia" óo'il'o *ismo' misión un ta"to *t"ti'i[;: receta que administre áe sL destinot "'" de despeie debe en la búsqueda de ';ü ienlativa su t'ni cifra si eso cuya su üday
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"itr;;'''"'t'rtecha de anonadanriento' "iit conducirla u" tl't t ";;:fi't"i"nJ^J' tu" r"oi"p""sable que no falta está escrito' * t'"o'Il'i;;;t" que la próxima se rea;;;;;ll' h"tt se que nunca. ""au'"tsiÓnenel signilicante y slr rei"""tipción
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"t:"""";;;;'"'" que un dia' Dios' niños. habia proclamado un alma Efectivamente, un predicador comulgante' pt'* po'rliJut'" esa niña que 9: deslumbrado hac"t"" tt i¿ta áe focliclo en §u " deshonra' entonces' de ¿"t munclo' Dios'
o't"'iJi'l[á
pronto se hun¿iriJl"it"it¡L""
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r02
l]NA
}IOGEII WAR'TEL
infinita bondad, habia encantado, fulminado a la niña sobre el atrio mismo del'femplo, para que accediera íllico a la beatitucl. A partir de entonces surge, para la niña, la obligación cle tener siempre un pecadovenial en reserva pa.ra que Dios no la castigue. Sin duda,
Dios apareceria en este caso excesivo, pero se trata sobre todo de un Dios burlable, engañado porla confesión incompleta. Un Dios del que se pueden eludir los designios y cuya fulminación se podria desviar.
Otra falta, incluso más compleja: ella tiene cinco años cuando fallece su madre, después de una larga agonia de tuberculosis. Murió como una santa. Faltan algunos dias para Navidad. El padre quiere entonces que se mantenga la solemnidad de la Naüclad, pero'sin regalos'. Para ella, ésta es la prueba de la injusticia, el colmo, "sin regalo en Naüdad'. Por supuesto, ella esconderá su despecho, que deviene la falta inconmensurable, casi su ignominia. ¿Ella es acaso un monstn:o de ingratitud? Puesto que parece manifiesto que es la única de la familia que se atrevió a pensar en un regalo en tal situación. I-a falta que ella repite la sume más bien en la amargura. Es cierto que asume la intqnción, pero no siente que haya alli argumento y peso para una falta. Nadie la denuncia porque se trata de su fuero interno, pero ella lo siente como una falta aunque discuta el fundamento. La falta le parece más bien la desarmonia que introduce en el concierto familiar, ya que su llanto de ese dia de Navidad podía considerarse como debido al duelo por su madre, cuando sólo se debia a una naranJa en el pesebre. Y luego viene una revelación, un inconfesable, a pesar de su despojamiento casi geométrico. Ella nunca hubiera i¡naginado que lo contarÍa a alguien, restricción en el contrato de decir todo; pero tanto la extrañeza como la vivacidad se atenuaron curiosamente: entonces, ella ¡elata que desde la muerte de su madre sale antes para el colegio, pasa delante de la "bella iglesia", entra, luego sale, verilicanclo bien que nadie haya descubierto el desvio. Ella practicó este aislamiento, con esos tiempos de verificación, incluso durante su análisis. ¿Qué pasa entonces en la iglesia? Pues bien, nada, estrictamente nada, ni rezo, ni invocación, ni éxtasis. No for-
mula ninguna fórmula, ni anhelos, ni imprecación. lbmpoco espera ninguna respuesta, ningún logro. Son un tiempo y un lugar de ausencia. A lo sumo recuerda un estremecirniento, una horripilación. Es un paso obligado, hecho de silencio, zona de silencio entre el circulo de la familia y e[ circulo de la escuela. Una laguna, una especie de tesoro hueco, cuya revelación no le parece ni siquierajustificarsu esfuer-
1O3
I'ASION
el itiSi se evocaba recién de bttscarle sentklo' habitual trabajo z-o. su
i".;ll"r;i;;.:11::ix,nffi ffü"*ir;*::'xffi'11':1?,ll lo fort uito que entraña.ra.f:::i:;;;: e ."p""i" de objeto vacio' y :.'il;i;;;' * ;;;*.. óol.i
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Jeto a'.
A PROPOSITO DE UN CASO DE CELOS NEUROTICOS Flangois Leguil
Querúa hablar de un análisis en curso, el de un probable obsesivo,
para abordar un caso de celos. Se trata de un celoso obstinado, pero hasta ahora sin riva.l designado, ni siquiera sospechado. No se trata de sostener una paracloja sino de plantear la pregunta: ¿los celos sin rival son un síntoma que pide completarse? En un trabaJo de 1949,1Daniel t agache trata de reactivar la teoria canónica: los celos son una defensa contra el interés homosexual por el rival. Tiene en tratamiento a un homosexual desde hace tiempo declarado; la cura es contemporánea de una reorientación vital: un proyecto de casa¡niento. Su paciente piensa en presentarle a su maclre; luego quiere que Lagache conozca a su noüa. Este acepta, como para dar su aval al casamiento. Una crisis de angustia sobreviene ense§uida después de la entrevista, acompañada por una ensoñación de inlidelidad, luego por fantasrnas precisos de una práctica homosexual con el analistay, finalmente, porel desencadena¡niento de una temática celosa: ¿acaso el analista abusó de su posición para sobornar a lajoven, o se apresta a hacerlo? Lagache ve una avarzaday un "viraje decisivo en la evolución, en el que el sujeto inscribe en la realidad progresos que hasta allí habian sido virtuales'.2 La secuencia, conünúa en sustancia, dio lugar a la interpretación, llevando a la conciencia la naturaleza secreta del sufrimiento: una transGrencia homosexual con el analista. De una manera sln duda freudiana, pero, a decir verdad, trillada, Lagache sostiene que la contradicción está superada: la homosexualidad de que se trata en los celos no es la homosexualiclad .común,, ya que ésta es 'consciente', mientras que aquélla es latente, de olro
]06
FRANQOIS LI]GUII-
tipo' Iigada tanto a la angustia
va para con el padre.
¡ fl
cle castración
conl. a la actitucl pasi-
De Ia pluma del autor, que no se da cuenta cle que arruina en se_ guicla su puesta a punto, surge el siguiente: .Sería atrac_ tivo -escribe- considera. ."iá" ."ro" "o*"nário co*o una te.tativa cre cura-.3 ¿Cómo pretender entonces que curó a su paciente desprrés de que éste, tranquilizado, piensa qre anatisü es un hombre honesto? Sin embargo, estamos de acuerdo ", con l-agache: ctrró a te, pero no de los celos, lo curó de l. r".aua. "" Oá"""_ Por Lacan podemos. evitar Ia trampa, . el cenagal teórico cle la homosexualidad.
En el libro I d.l Se;;;qr¿o,a muestra que entre Marcel y Arbertine, ra homosexualrclacl constituye la crave cre los ceros del amante: inversamente, la homosexualicracl lrega hasta su
fondo en los celos: en los celos
TJN CASO DD CDLOS NIIUROTICOS
I
q".
inagotabre
cler deseo del otro". "á";"ótura De manera más racr.ical todavia, quiero decir en el &minarioAun Lacan ridieuliza ra explicación homos.*rul, "El año pasado me diverti con un lapsus ortográfreo que habia ;;;;;irigr¿. a una mujer: No sabrás nunca cuánto "o-"tiao." fuiste amaclo, por mi f"mlOo, en lugar de 'amada.]. Después me hicierán notar que ría decir que yo era homosexual, pero precisamente eso tal vez queIo que articulé el año pasado es que cuando se ama, nó es a"unto de sexo..s En Ia "cuestión preliminar...'Lacan r."lr*u -una reglamentación más estrecha del uso que puede hacerse de esa referencia (a Ia homo_ sexualidad) en ra teoría'.6 [-a. homosex,¡.ri.l"o -sóro se aclara con reraciones simbólicas. que la rleterminan yva_le por tu q"" ;i;"_ tea: Ia del padre en una relación él que "r."tiár, gana por.la mano, en el nivel de ros motivos, a ra crimensión "o., na."isr"ta. "ube, Aunque sea contra la verclad, Ios celosos,quieren saber. ,^l*g" destilación de sus tor_ mentos no se confuncre con el dolor irruptivJy perforante cle los hombr.:/ las mujeres que se sienten engriiaaás. Diez años más tarde, en un seminário todavia no establecido, L,a_ can vuelve a recordarlo: "El acto sexuar es Ia repetición der significante del edipo'.
¿Acaso to otüdarÍamr"?;;;;;;merempleo, eI rival det celoso es el padre, y no el alter-ego,V qr. i alter ego que reclama es una mujer que no lo ponga celoso. ,Lagachetizo de padre; como todas las demandas, la de su paciente
celoso puede ser exorbitante: demanda q". fr"y. Otro y que éste sea fiable. Como todas las quejas. los celos i.n"r.r, a aquello queya no se soporta del goce de un sintorna que ". lacan b¡en Ilamá h ]";;:;;;-
li
l07
ce".* Pero muchas veces, mejor que muchos sintomas, los celos brindan la oportunidad de hacer cornprender qué es engañarse si nos ponemos en el lu§ar en que el celoso demanda que lo desengañemos: el lugar del padre que cerrando "los ojos a los deseos" lograria, a pesar de eso, ver con qué fuegos puede arder un hijo. LIoy en dia desconocido, un médico escribió en lzr época en que el gusto por la clinica bastaba para sostenerel estilo: "Se pueden describir bastante antes los celos sin hablar para nada del rival. El rival es casi inventado, es Ia clave de ese enigima, ocupa el lugar preciso, casi seria grato". Esto está formulado con elegancia, pero ¿es acaso verdaderamente cierto? Es exacto que, más solicitada por el fantasma del celoso que temida en su sintoma, la competencia es artificial; la producción cle los rivales se torna casi una delegación de poder: cada uno de ellos puede ver enseguidasurolreducido alde unaLeporello bajo la máscaraque lleva ante Elüra: comisionado para que componga una mujer como la última afrenta que se le hace. Sin duda, por esto, los celos se instalan como un mal tórpido, para hacer del celoso la más mezquina de las compañias: aborda naturalmente al rival como a un cómplice, porque la maniobra es torva y pretende hacerlo cargar con la responsabilidad de la profanación. El celoso sufre una ausencia redhibitoria grave; incluso delirante, monstruoso o temible, no llega a lo trásico, si no pasa al acto. Interpretando un poco a [.acan, diríamos que en el celoso el sentl... miente, de una manera tanto más huraña y necesaria cuanto que no es reciproca, que es por excelencia el sentimiento de una reciprocidad contrariada. Extenuándose en una indagación llevada a cabo sólo para la fructilicación de la duda, bajo la tortura de una conücción hecha pedazos por la indigencia de las pruebas que obtiene, que no le demuestran que es burlado, el hombre o Ia mujer celosos, cansados por su sospecha, pueden pedlr socorro a alguien que no sea su compañero, de una manera que no sea una nueva promesa de fidelidad. Un hombre todaviaJoven comienza, hace tres años, su análisis, en un conte¡rto agudo. Este primer paso no lo calma inmediata¡nente. Durante meses me acosa para pedirme intervenciones, del tipo que él desea, que responden a su espera de que se demuestre que su padecer es obligatorio y su desgracia hereditaria. Asi como otros lmaginan que
I
Combinación de las palabras.,¡'ouússance ('goce') yJalousie ("celos"), que podría traduclrse como "gocelos". [N. de T.l
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UN CASO DE CELOS FRANQoTS r,EGtJlL
lo propio del dolor está en los nervios que lo conducen, él espera que la verdad de su sufrimiento esté en los genes que lo sustentan. No hay que burlarse de su recurso a las leyes de la herencia: esta referencla a una transmisión es una apuesta al padre. Su demanda, tal como un hombre que patalea y rezonga, toma a veces este giro: queyofracase en el tratamiento, queyo mismo, porejem-
plo, asuma la iniciativa de una ruptura. Con la significación identillcatorla de su sintoma, lo inquieta estar conclenado al mismo destino que su paclre, cuya probable paranoia arruinó su infancia y la de sus hermanos, después de haber sumido a su madre en la catástrofe de unaüda conyugal infernal, espiada en todo momento, acusada de comprometerse intimamente con el conjunto clel vecindario. Las cosas comenzaron para él cinco años después del casamiento, cuando la decisión de no tener más hijos, después del segundo, de no ligar ya a la procreaclón lo que hace con su mujer, lo priva de un medio habitual de recubrir lo soual con la significación fálica. Está con su mujeren una fiesta cuando ella nota que hay un hombre sin pareja. El piensa lo mismo que ella le dice: ese hombre parece un bobo. Su angustia estalla, intensa. cuando el hombre con aspecto de tonto invita a bailar ante sus oJos a su compañera, que acepta. Después de esta escena, comprueba que se precipita y hunde el sentido que le daba a su pareja y su virtud preventiva. '¿Seria posible que su mujer aceptara las miradas que los hombres no deben deJar de dirtgirle?" Ntngún procedimiento lo calma, nl una amante frecuentada con parsimonia, pero puntualmente y sin alegria, aunque con lnventlva, ni las ensoñaciones homosexuales más descabelladas a las que se entrega sin rodeos. atrevidamente asociadas a Ia situación analitlca. El ¡elato de su iniciación sexual, a los qulnce años, debe ser reproducido: un hombre lo masturba cuando entra en la habitación un tercero. Recuerda la sorpresa de una mirada cruzaday ahora lo alarma casi, su oscura alegrÍa. En la masturbación intem¡mpida, recuerdo de plenitud, nada separa al ominúscula de-9. A la inversa, cuando ante sus oJos parecen robarle una muJer a la que reprocha suficientemente pequeños pecados como haciéndola suya, ella sostenga su f;alta antes de bailar. Se concibe fácilmente que la escena del baile no neceslta serle interpretada: nombrando el objeto mirada, lo fijariamos, por el refuerzo de su fantasma, a lo que lo mueve: no saber nada del deseo del Otro encontrado en un intervalo en elque, según la famosa frase de los Es-
NEUROTICOS
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para motien ese intervalo' Otra cosa Bascritos, 'el suJeto experimenta discurso-'7 un solicita que lo varlo, que los efectos tI" ;iü;;;;
tayaampliamenteq"'"'"t"ro"'p*]'il^oi';,ilXi:'Jí';ix!ifi*: de su neurosis' que c
á.ái"¿.namiento un "¿puede acaso peraeci¿iaameiiJil;;;"t1" "uando cierto 'enodrjl s-e1que la perdiera?' Es sólo deimer se ve desviad;;;; "" pert la explicación
"r seDaración
t"-ndelidaá;
oue et celoso proy..,ullJiá^."i. es admisible
de un
clel contra$olpe ou"Ji"u;;;;;1i" también de la orden: ¡Goza! El "i "t en t""lá"iÓ" superyoico efecto "ot' ".oiio uiil para volver a dar
rival parece en esta siirllcü'iátt'*""u"rtemo' el-entendimiento y reconducir un sentido fálico a "o;:;i;;;;;xceclió de Ia falta' tolerable el asunto a Ia dimensió" -a" inatr gural del trastorno entre :e :l1Tia algo peor que un elron Establecer la analogia -esta Stein"' seria cometer v la inventada por "l.oiv' situaciÓn' conse apoyaria en una simple qúL yu unavulgaridua, diagnostica q'" y ¿t Lacan aqutlto ii "oio sujeto en servemo§ del un momento "ol"m"ntt ""'"t"t*iti Duras": "Homm con en su
el lazo adecuado
's"f"r;;;;;;;;;ie Esto consütuye ese paciente a resque'lo que ocurre tró it"rí"-' la reticenciá de el tema de estas ¡ornJá""' ""t"ao su orincipio: por haberse oetar la regla de h #;;;ñiiutt hostil a iden"'""t" t"lTt ffi' t''ii"" uu'r"' r'áy to '"*"s ,ri"to "orpr.rraiao s
el
"T*ff ffTJ,1?;?i,:;*::.:l*::XT,ffi :fi :::;1:::fi :l[: más inaH*13l*:;:;J;;;':*ilu::ü',1üx'";;:ñ;;;ieá't'aua¡os *¡n""';"tits morbosos"? ¡8ué acljetivo ilaborados bajo la
uno que la descones eüclentepara cada decuaclo, morboso' mos man tener la buena t'uiil"i ot'o t" "n""' si qt rere Iianza de un celos no son morbosos' Los "oo salud sin ha"""'rttt'?á""oi'áordinarost sexos' de mo'bo"t la diferencia los clinicos oliciales' esperar atutr,,o"l¿"J"ilio;td* tiemior ¿Acaso los celos a través del más materiald" b";;¿;;á;;;s? ¿§urdde 'etimologia de las pasiones"' ni lo" po? No cJnsiaeraciones socioló"""t-r""i* """t "" ". en eso que Lacan del esfuerzo para vivir"'e gicas refericl^" de otros tiempos " incompatibitidad la inlorman Notemos, g*"dt"-i"sg;os' barones los si breiona' " resentre los ..to" y"t "i"J'' i""r" ""taa frente a ellos' el adulterio de los celos ¿tr
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FITANCOIS LEGUIL
UN CASO DD CELOS NEUROTICOS
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ffi ri'§l::f: ::"o..:i.,m"aiato",i;:t***:*i§#::iffi poner la pasión, con.
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a.srarobinski, a Magendie, para conrirmar, si
go_a.u"i.iIñJ.;.i.",'.'ffi::,:;f
:1i:*"*rc"J""áÁ.:,?.fisiótogo: -ra ",.*1:f:1dje,.et §i;H?fllXi;g;l:"':'¿"'Jü,i-";'J:::iffi11fl ::.r;:l-;; l:"]:n .: u"r
p.ogr."io.,
cle deseos
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"",."a".i1J"1iil¿::1.*'j:i"j::j,":"ianade¡.;;;;;;.Liá, -
Estas consideraciol
ái"l'"flirffiTür.TL',:a.r"ff *-,1"#*tr[i,ff:h:i# celos no son la resultante de dos ir"ir""",iil tan a dar testimonio, .r, .r *o., aJH;rT:^ ::-,¡arias: no se rrmi_ l,e zapa del odio. AI ser
lll
recibido en la Sorbona a fines de la década de i92O, ErnestJones, señala casi que los celos se inscriben en un déIicit de la pasión y no en un exceso como demasiado a menudo se piensa"r3 El abordar los celos por la via de la pasión los recluce a la mezcla de amoryodio: eso es confundirlos Iinalmente con una triüal concreción cle la ambivalencia general de los sentimientos. I-os psiquiatras encuentran, sobre este punto, la excusa de una concepción explicita tomada de Spinoza: 'Aquel que se imagina que la mujer que ama se prostituye con otro, no se entristece por el obstáculo que esta infidelidad puede constituir entre su pasión y él: sino que se ve forzado a unir a la imagen de lo que ama la imagen del sexo y las excreciones de ese otro. A la vista de esto, toma odio a esa mujer y los celos consisten en una perturbación del alma obligada a amar y odiar a lavez al mismo 'objeto' ".¡a Se puede apreciar, sin embargo, que más allá del odlo infiltrando el amor, el autor de la Etica moviliza, con atrevida crudeza, aI rival y el asco que engendra para evocar un goce diferente. El tratamiento del celoso tomando sólo en consideración su ambivalencia constituye un retroceso en el orden del saber. El qcamen médico de la pasión culmina con la triple distinción de las psicosis pasionales de Clérambault, hipóstasis nosológica probable, ligada a la estructura de un cuestionamiento de lo real de la mujer en la erotomania, del señalamiento del exceso imaginario en los celos, del presentimiento de una "patologÍa" de la demanda y de lo simbólico en el delirio de reivindicación.
ta pasión es 'aquello por lo cual el hombre está abierto a esta diüsión consigo mismo", formula Lacan ya desde el primer año de su seminario.rsEl hecho de no incluir los celos en esa categoría le permite mantener una posición incomparable. I¡s celos 'dan forma a su objeto más de lo que éste los determina", dice en su trabajo Ios complejosJamiliares,r6 Resumiendo el acuerdo de los clínicos de la posguerray la concepción de éstos acerca del desposeimiento y del déficit en Ias modalidades de la relación celosa con el otro, Lagache sostiene en su tesisrT que el celoso experimenta una
"fuga general del ser". -No, parece responderle Lacan con Alceste: igual que la locura, los celos son 'una estasis del ser en una identificaclón ideal'.r8 A aquellos que preconizan la ürtud terapéutica del pacto y de la fidelidad (es la solución palinódica de Uamour et I'Occident), Lacan responde que el lenguaje es en primer lugar el instrumento de la mentira. Al no encontrar ninguna tregua que equivalga a un tratamiento imaginario de su súplica, en el esquema "L'el celoso
I
12
FRANqOTS r.EGUrr.
revela que la trayectoria de su suplicio se clirige de S hasta A. Henri Ey deline los celos como'una conciencia dolorosa de frustración", lo que Lacan parece rectificar cuando, en su comentario del Amphitryon, describe a Sosia'siempre un poco cercenado de su propio goce'.te Vayamos entonces al fondo; se está celoso porque hay dos goces: el goce fálico es "el obstáculo -leemos en Aun- por el cual el hombre no llega a gozar del cuerpo de la mujer";2o el otro es el que 'hace la mujer no toda'; es necesario, precisa Lacan, 'que ése sea falta -entiénclase como culpabilidad-. falta del otro, que no es".2r El obstáculo y la fal-
ta son el lamento del celoso y su recurso. En razón de la dialéctica de la demancla y del deseo, el hombre y la mujer no se celan al unisono, sino que ambos sacan sus tormentos del hecho de que, engañadora o engañada, la mujer no existe, que hay 'siempre algo en ella que escapa del discurso".zz ¡Que eso se escriba entoncest Tal es el anhelo por el que el celoso recurre a la pasión en su rabia de rastrear realmente el depósito y la huella de un goce horripilante; correspondencia interceptada fijando la ialta, garra sobre el hombro de una letra escarlata, sangre de Tristán perdida en el suelo a pesar de su salto, mancha de esperma en la sábana que exhuma el alienado. Encontrar lo que busca no lo calmaria: entre sintoma y fantasma, los celos, en el "simple' nivel de fenómeno, demuestran que de entrada son una clínica de la angustia. Actuando como por un mecanismo escisiparo, dMden el mal y lo diferencian sobre otros tantos competidores. Asi, por desplazamiento, el rival se transforma a menudo en el lugar de la angustia del celoso, la que no engaña ni se divide. "Ia angustia es indiüsible': la oportunidad es demasiado adecuada como para no citareste adjetivo, "indivisible', y la fórmula, que proüene precisamente de la pluma del narrador de En busca del tiempo perdido cuando, en una célebre prosa marina, confiesa una noche haberse "embarcado en el sueño de Albertina' prisionera. REFERENCIAS BIBLIOCRAFICAS
L
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I 13
NEUROTICOS
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de l'i"É"1,.* iliá ii*'"r;ll':'*::f;i; r u"^", -t-."#fl:i¿HilifS;lf*,j""iH:*i-:irobp:Í 1,, É'crtt"'"r r' cit ' 3 li la téc' 'ffff1ü;Hl:?i:::::;i:;;'ñ;a{ Fteud 162. téc'¡ticos
pág
II'
y:^t"
teo¡ia de
\L l" 19. J. Lacan' EL Seminario'Libro p"iá0"' Éarcelona'' I 983' páa' 394'pág' I5' ntcap sicoanali'¡"t' ob]ciL' ¿'"' xx' 20. J. l-acan, er
75' 21. tbden P^g' ""'iii'ltíiiuio
22.
Ib:tdem Pág' 44'
g en
INTERES DEL CONCEPTO DE DEFENSA EN LA CURA DEL NEUROTICO AlaínMerlet
'Llego hasta el vértigo ante algo. No sé qué defiendo. En todo caso, si bien no es anáisis, es ml análisis. Yo deflendo. No hay nada que defender, en fln, más bien casi nada.'Tales son las expresiones de una analizante que me condujeron a trabaJar la cuestión de Ia defensa. Concepto inaugural del psicoanálisis de las neurosis, reintroducido por Fteud por necesldades de estructura en lnhtbtdón, sinfoma yangustia,la defensa es una noción desconocida, pervertida, yque sin embargo, hoy deberÍa suscitar una renovación del interés, J¡a que se reliere a la articulación repulsiva del sujeto y del goce. El contrasentido deAnna Freud, I que confunde la defensa con la resistencia del yo, resultó fuente de los peores males entendidos. La defensa, obstacuhzando un'más allá" siempre sospechoso de ocultar otro,2 se convirtió en blanco de los partidarios del análisis de las resistencias. De esto resultó una prácüca sln ética, basada sobre un ideal de desenmascaramiento. [.acan, después de haber denunciado a esos 'Purgones obsesionados por la defensa", 3 reformó de manera declsiva ese concepto, despla-
zando su punto de aplicación, del yo al sujeto. En cua¡rto a la acepción del térmlno mismo, que en nuestra lengua signilica tanto la acción de defender como la de defenderse, Lacan nos dio en sus Escrftos una valiosa lndicación, al inütarnos a tomar como ejemplo la precisión que regla el uso de este térmlno en dos sectores: la lnmunologia y la conducción de la guerra. En inmunologia, del latin fn munus, exento de cargo, la defensa es una respuesta del individuo a la acción de un antigeno interno o externo al organismo. Por otra parte, se necesitó cierto tiempo para sa-
l16
t17
EI, CONCI'INO DI' DEFITNSA
AIAIN MERLET
o
recuerdo encubridor
Itr al paso del horror autotoxíctts, postulando que el organismo no puede reaccionar contra si mismo (enfermedades autoinmunes). En cuanto a la guerra, un teórico tan riguroso como Clausewitz supo discemir Ia especiflcidad de la defensa y su disimetria en rela-
el recuerclo-pantalla En 1899, Freud planteÓ escarnotea -escribe;ü".raá-n."t¡la ya sea un electo como un efecto r]e.l"fJ;. vela, 'ro que pro
ción con la ofenslva. En el teatro de operaciones, la defensa tiene como
,,na irrDr€siór,
funclón rech¿tzaryesperar. Su obJetivo es negaüvo: conservar. SuventaJa en relación con el ataque está ligada aI üempo, ya que, lnutilizado, éste trabaJa para ella: como lo indica Clausewitz, "la defensa cosecha lo que no sembró', "beati suntpossidentes".a Asi delimitada, la defensa recuerda bastante los polos de la neurosls del sujeto: huida o conflicto. En la pÉctica, hay que reconocer que se encuentran más defensas contra deseos. que deseos decldidos. Fenomenológicamente, se trata de una defensa porel vacioy por la nada. ¿Acaso no repite el analizante una y otra vez: "No tengo nada que decir, tengo la cabeza vacia", o compmeba que trabaJa in{rttlmente y habla para no decir nada? En la frontera entre el deseo y el goce, la defensa provoca el interés del deseo del analista. Como conJunto vacio, debe operar sobre ese vaclo y sobre esa nada para transformarlos en algo. En relación con ese vaclo, el deseo del analista consütuye, como lo dice Lacan en el Semt¡rario )(I, ese clinamen. o sea esa distancia que permite que el anállsls no vlre hacia un ldealismo de pura negatividad. "¿Nada talvez? No, tal vez nada, pero no nada."s Antes de ilustrarmis palabras con ejemplos clÍnicos, tratare de deIlnir lo fundamental de este concepto desconocldo a través de la lectura de Freud y a partlr de la enseñanza de [,acan. Al prlncipio de su elaboraclón teórica referlda a las neurosisf Freud plantea como esencial la lnconciliabilidad delyoyde la sexualidad. En el histérico, al relacionarse la representación con lo sexual es objeto de una repulslón y de un 'olüdo", la representación es tratada como "no ocurrida'. De esto resulta una escisión consciente/inconsciente. En la neurosls obsesiva, la representación sexual no es olüdada slno desplazada y alslada, el efecto es dispersado aunque mantenido. En ambos casos, retengamos que ladefensatlene comofunción olüdar, separar la realldad sexual inconciliable, traumática, que hace "aguJero' flticke) en lo psiquico ('manuscrito K).
*
En francés déJendre signitca defender y prohibir. [N. de T.l
más que ".*ráiqr. cómico, ya sea una
caso
en toclo ttii"["*alt'ttaái"i"io' presenta aqui como se t*t'"#"ñ;;d¡*'il- ¿tr*""
ili:;:t[T:;::,Tiltx'"".Txiil:-"ll':'aerEsquema:esaquér
jix',,,,JtriAii'i,i::" o,::T;s:il;i:{g*Htf ti*:,",:"l 'ári, j"i"io', Freud funda rtt. respuesta prlr ""
[i'"?:iiHy"l':i;,tX,].H."#"T'T::Xi$ii¿:**.1: ffi ilü.á.'""-inaNebenmensll,¿iljJl,iTi;Xiijt"r"],i-á"",0"^"_::*-
j:0"'
fi:t?H".ü:,:f *'$,i;¡3ilii;]lL ll#fi :::fi:;iff t'""t":l :T;.'i,'#$1}1.":it:i"' ., ¿" ün trabaJo primoroti '"*'*J'l'J'^u" defensa Retengamos que esta
inherente a
elecciÓn de la neuroaet sul"to y preside la que se la puede empaai
l"
"o'"tii'"ion sis. Es preferible " t"ttai.;;;ái,, orlginar-ia represlÓn i" ;;
;;;;;
ii*ra Tili.1 de haber escrito la verneide defensa'
á concepto "¿:mi::mlr,.t,.l;11'Ti:üi;;;Ñ;;;veobrigadoa at"p'áI'á;;;;" á;"inteÉs' que unalnnoreintroducir' representa algo más Para
é1,
'el reempleJl h
vación cle orden
tt""i"ot
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al apat'l 1':"o modo de acceso el eso yo' clel rt a'isiÓn estructural
más bien
Io"'iá"
rato psiquico''" d#;;;;;;;át v el superyó' v tt""tl'á'
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ese la primacia del falo' reutiliza
i'::'"T,ffi.1i:J#:ff'1T::;r::,']rracasoderarepresiónsede la anguscundariapt'*"o,,ütliiut*igt"óra'pulsional' mgain-c3-"u concepción lo que segundo ü;;';ffit angustia la sino -yen es l" tu angustia' iJ[ttl tia: va no "'"" "ot"liál
*'"
"*il'Hf":tl'*raderensa*?:111'::l:*n::?l1ll""::ilf por aet outeto esta representada
c*#;ü;ti" pEio'¿.t ra'angustia.""v'ü;;'J'::i;:;::l:*:ff 5',''?,T"f'ffi'""1 ; pu bionar ?J':iñftffi :*:'"il:"' *',rr: ::lm:* en el proceso de u ¿t iéáá'-"'tt""i"r" aayo En su últim" #;ffi i:1T:l derensa',Freucr";ilñ;"i""llTiÍ:ilS::mi::Íif cl que el suJeto se atnpara'
el peligro de
la manera en
I
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EL CONCEI1O DIi
119
DDITENSA
AIÁIN MERLcT
lación de ese "punto de falta que es el falo", como también lo escribe Lacan en *[.a ciencia y la verdad". Para Lacan. 'la defensa es una piedra de toque que permite juzgar y distinguir a los teóricos del psicoanálisis". A remolque de su critica ala egopsgcholqg, Lacan denunció sobre todo el mal uso de ese concepto. Antes de que hubiera reemplazado y distinguido al suJeto en relación con la estructura, I-acan subestimó sin embargo el alcance cle este concepto, hacléndolo equivaler a aquello que resulta de los e[ectos de retórica del lnconsciente. Pero a partir de 196O, o sea en el momento de su se¡ninario sobre "laético",yen su articulo'Observación sobre el informe de Daniel Iasache', devuelr..e a la defensa toda su fuerza, al desplazar su punto de aplicación, que ya no es el yo, sino el sujeto. Defensa del sujeto, debe situarse entonces en la matriz de la Vemeínttng: "el modo original de elisión significante que intentamos concebir aqui como la matriz de la Vernetnung, afirma al suJeto baJo el aspecto de lo negativo reservando el vacio en que se encuentra su lugar',e escribe Lacan. En otras palabras, el sujeto es heterogéneo con el Eso; mora en la ampliaclón del corte significante. instancia negaüva al igual que la defensa de Clausewitz; es discontinuidad radical, es
actosexual,conlalmplicac:,""",r1"fnilt*iiffil"*:::,:":" á"811"§:,ffi
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Entonces, al recaer estrictamente sobre el sujeto, el efecto de la defensa no tiene ningún ascendiente sobre la pulsión, tal como Io aflrma Lacan en el mismo articulo: 'Ninguna supresión de slgnificante, aunque operacr algún efecto de desplazamiento y produJera esa sublimación que traduce en alemán el AuJhebung, podria hacer más que liberar de la pulsión una realiclad que, por más escaso que sea el alcance de la necesidad de la misma, sólo resultará más resistente por ser un resto'. "El efecto de la defensa procede... modilicando no la tendencia slno al suJeto.' De Io contrario, dice, frente a Ia resistencia del objeto pulsional, hay siempre fracasode la defensaque, con el significante, lucha con armas deslguales con lo real. A causa de esta heterogeneidad radlcal, no hay entonces nlngún amoldamiento posible de la defensa sobre Ia pulsión como lo creyó Kris en el caso llamado del hombre de los sesos frescos. En "La lógica del fantasrna', [¿.can insiste con "la no colncidencia de la resistenciay la defensa"; esta filtima es "propiamente lo qrre cle-
limitaypreseryaexactamente
t2/66).
el Jlo no soy'' (seminario
lnéditodel2l
/
En su informe del mismo semlnario,ro [acan precisa aquello contra lo que trata de prevenirse la defensa, la realidad sexual: "Sólo hay
[ifHl'*Hi:'rffísu]'Yt:§kii:".'l:.::;xg**
::,,;ü;;;::':1fl iil,.:;;;Jáose¡emptosctif;,";:iillJi,Xf "¿";.;ii;en caso de comienzos t" lo que voy a tra:a\,:: ;ffi;iltá;s
tratara de mi Práctica' se
"o"o, de
análisis.
cada
poco a.pedir Ie cli. vino hace
"""."1'm:it"ffilo:Tt§-$:?"rl,$il;üá.,,,"existenciaque Xh,1XX,[H":.":Ai:,::]lmi4'iil!l3l"o".odejaperpreja:en h'';l';;ñ*ñ;v "': t':-TXj:*H'Ñ;fj'il*llllira pared d'
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;5t*i::::'¡.-,:lüi""+Eii:1j=i:tiii*?.*:r;r::* traa':pu""'" t"-"á"' "" re escapa' se que di::'::1:";;."';:;J" li3;Il3J:-:::':,-*;J;i; agujereado§ "uu'"'" obietos m. 9""' las vec' "' la mayor parte de i.1ü-tu¡tt""'
EL CONCEPI'O DI!
t20
I
AIÁIN MERLET
aparecen en sus sueños, Iiguran luego en su fantas¡nagoríay surgen oportunamente en el hilo del discurso. Su última producción difiere sin embargo de las demás: se trata de pompas de jabón. Siempre le gustaron las pompas de jabón: lo que la fascinaba era verlas o imaginarlas en su apogeo antes de que ocplotaran. Incluso compró un equipo para poder hacerlas, 'pero desde luego', dice, 'nunca lo usé". La pompa encarna el espacio en el que se encuentra: 'Estoy en una pompa, o más bien ni adentro ni afuera, y sin embargo, me veo de espaldas-. En suma, está en el centro, pero
excluida. Un dia, sin embargo, una nimiedad hizo explotarla pompay cambiar el curso de Ias sesiones. Ella tuvo la bondad cle recordármelo: 'Para mi, todo cambió desde el dia en que usted corrigió lo que yo clecia a partir de una palabra. Le decia que yo era muy coherente. usted repitió: 'si, muy co-errante'.* Ahora queda la angustia, cargo con una cosa sin fondo. ytemo terminarcomoesamujer cuyahistoria creo que escuché en la radio, que un dia se sentó a la mesa y se comió". Esta es una persona que encarna hasta el vértigo la defensa del suJeto, defensa aérea y heroica. Frente al capricho del Otro que amenaza con pisotear su espacio, frente a la demanda devorante de su madre. organlza el espacio vacio de su vida. En cuanto a los hombres, evita intentar su conquista y no cesa de obsesionarlos. La risita que la sacude aveces no es más que el efecto de vacio que le revela por fogonazos su posición de 'no soy". A su pregunta relterada'¿hago en realidad un análisis?'. una respuesta conÍorme hubiera carecido de interés. A veces es grancle la tentación de llenar un discurso también aéreo; pero al querer cuadricularel espaclo, ¿no se correria acaso el riesgo cle redoblar la coartada del sujeto? Más vale seguir Ia defensa por las huellas, como lo indica el efecto de nuestra interpretación. Desde nuestro punto de vista, ésta parece haber producido un efecto de báscula del sujeto, oyéndose decir precisamente lo contrario de lo que dice. Ciertamente, Célidée huye siempre, pero no hacia cualquier lugar, a causa del objeto oral a cuya repulslón se consagra en su huida. Etimológicamente, coherente proviene de cohaerens, de lwerere, que signilica atar o adherir. Nuestro segundo analizante, Denis, ilustra otravertiente de la de-
*
12
I)EFENSA
Juego de palabras por homolicnia entre: ahérente (coherente)
errante {co-errante), [N. dc T.l
y
co-
T;,:r.§XXXilil"rTljSiñ1":iffi f f ,*'iH; HXSJ§:X:H;:§J:::,H:i11i::f :;:t'f :*:I?ffitr1:X:3;"
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se áe'¡ga !-1b]::;.na que, al querer llenar todos saberlo sin Esta es una Pe ;"t!u"' ¿á"t"'-"ttincando dicaba pennde';";d";;-
o.,.toare'"=":.#$xi::m:i"ttli*illil,T'";ii-#'l'lL1x'i analiz'ante' c otra
122
EI, CONCITPIO DE
ALAIN MERI,ET
el mejor medlo de cercenarse y de sustraer su cuerpo a la
palabra'. No
hay por lo tanto motivo para analizar tal defensa, defensa narcisista lÍ la) - m) del sujeto, que no es más que un escudo de vidrio desplazado
sin cesar, Este ceremoniante, que hacÍa uso de la religión como de un ceremonial, a pesar suyo ve de repente su defensa desbaratada por la
brusca revelaclón del falo negativado, al mismo tiempo que, horrordel goce ignorado por él mismo, se encuentra confrontado a la verdadera naturaleza del amo al que servia. Aqui, la defensa, en el momento en que cede. nos parece situarse en la frontera del deseo y del goce: en el punto en que toda estrategia vacila. A manera de conclusión, les entregaré un apólogo, resumiéndoles un texto fragmentario de Kafka, muy conocido: "La madriguera', escrito seis meses antes de su muerte. Un animal cavador no identilicado cavó durante mucho tiempo su madrigueraen silencio, multiplicando las galerias, disponiendo sus provisiones, y circunscribiendo un lugar vacio. Después de haberloveriflcado todo, descansa, gozando de su tranquilidad. Pero un dÍa, un ruido imperceptible 'salvo para un oÍdo eJercitado de propletario', le llama la atención y suscita en él ensegutda una inquietud creciente. Se trata de un ruido discontinuo, siempre el mismo, un silbido, muy poca cosa. Apartirde entonces tendrá que contar con ese huésped. del que nada se sabe y que no sabe nada de uno. "Aparte de eso, nada cambió", concluye Kafka.
REFERENCI,AS BIBLIOGRAFICAS
l.
2.
J. Lacan,.Escritos, Seuil, Paris, 1966, pág. 336, J. [,acan, El Seminarü¡, Libro I, Los escrdtos técnicos de Fleud, §eufl, Pa-
ris, 1975, pág.313. 3. J. Lacan, Escr¿tos, ob. cit., p^9.377.
4. C. von Clausewttz, De la guerre, pág. 399-4OO, 5. J. l-acan, El Semnarlo, Libro XI, "[-os cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisls', Seuil, París, 1972, págs.6l-62. 6. S. Freud, 'l,es psychonéwoses de défense", en Psychose , néwose et peruersion7. S. Freud, "Sobre los recuerdos encubridores'. 8. S. Freud, lnhíbtción, sínúoma g angustfa, pág. 92. 9. J. I-acan, Escritos, ob. cit., págs.665-666. lO. J. Lacan, 'Reseña del Seminario XIV', Ornfcar?Ne 29, pág. 16. Reseñas de enseftanza, Mananttal, Buenos Aires, pág. 43.
DIiFENSA
dans scs raPports avec la Éalité"' 11. J' l"acan, "De Ia psychanalyse I, pág. 53'
" í2"'¿. lacan, Escritos, ob' cit" iá. ¿. L""", Escritos' ob' cit''
Pág' ??9' Pág' 825'
I23 Scüücet
INDICE
I. Síntoma y erunlfiraJormal Refledones sobre la envoltura formal del sintoma. Jaqtes-Alaln Mtller El sintoma y la pulsión, Marie-Héléne Brousse
9
t7
II. El síntoma, del stgno al signtficante El síntoma, del signo al stgnificante, Antonio Dí Ciaccta El sintoma en la cura, Marc Stra¿rss................. El sintoma y el analista" Grtg Clastres
III.
25
3l 39
Síntomas
La obsesión, un nombre del superyó, Donttnlque Mtlter.,.......... 49 Hacer el personaje - Ser el personaje, Adela A. FlUd ................ . 55 Anorexia mental y estructura subJetiva, Alexandre Steuens ...... 6l El sintoma: "L¡lita', Hnguette Menqrd ................... 69 La despersonalización en la neurosis y la psicosis, ................ 75 AgnésAflalo La duda en la obsesión, AlictaArencr.s............ ........ 9l La propina, un caso de neurosis obseslva, Julieta Rauard......... 95 Una pasión, RogerWartel ................. ..................... 99 A propósito de un caso de celos neuróticos. Flangois Leguil ......105 Interés del concepto de defensa en la cura del neurótico, Alaín
Merlet
..................1 15