l c$ntico se intensi&icó Kur%has% vio (ue sus captores tenían babas blancas alrededor de las comisuras de la boca. -antuvo la espalda mu recta mientras el líder de la tribu desen&undaba una espada avanzaba hacia la línea de guerreros arrodillados, gritando. Kur%has% intercambió miradas con los dem$s. >9espu"s de esta noche, estaremos con los espíritus veremos las colinas de nuestro hogar >les gritó>. l %han se enterar$ arrasar$ estas tierras. 'u tono calmado pareció llevar al espadachín $rabe a un grado a6n m$s alto de &uria. !as sombras parpadearon contra su rostro mientras hacía girar la hoja sobre uno de los guerreros mongoles. Kur%has% observaba impasible. Cuando la muerte &ue inevitable, cuando sintió su aliento en el cuello, se dio cuenta de (ue podía dejar a un lado todo su temor en&rentarse a "l con tran(uilidad. Al menos eso le hizo e8perimentar cierta satis&acción. Con&iaba en (ue sus esposas derramaran muchas l$grimas cuando les dieran la noticia de su muerte. >'" &uerte, hermano >e8clamó Kur%has%. Antes de (ue pudiera contestar, la espada le cercenó la cabeza al guerrero. !a sangre empezó a salir a chorros los $rabes chillaron golpearon el suelo con los pies en se7al de aprobación. l espadachín esbozó una ancha sonrisa: sus dientes relucieron mu blancos contra la piel oscura. 9e nuevo, la espada caó otro mongol se derrumbó hacia un lado sobre el polvoriento suelo. Kur%has% sintió (ue se le cerraba la garganta por la ira hasta (ue estuvo a punto de ahogarse en ella. A(u"lla era una tierra de lagos cristalinos ríos de monta7a, a m$s de tres mil %ilómetros de ?en%ing. !os aldeanos (ue se habían encontrado se habían asombrado al ver sus e8tra7as caras, pero &ueron amistosos. sa misma ma7ana, Kur%has% había sido despedido con bendiciones unos empalagosos caramelos (ue se le habían pegado a la dentadura. abía cabalgado bajo el cielo azul sin llegar si(uiera a imaginar (ue las tribus de las monta7as estaban haciendo correr la voz de (ue estaban allí. )odavía no sabía por (u" los habían atacado, a menos (ue &uera simplemente para robar los regalos los artículos para el true(ue (ue llevaban consigo. 3ecorrió las colinas con la vista tratando de encontrar a su hijo, con&iando una vez m$s en (ue su muerte tuviera testigos.
-i pueblo te volver$ a ver >dijo Kur%has%. l a&gano vaciló, incapaz de comprender. >@;ue el polvo te llene la boca, in&iel >e8clamó, pero sus palabras &ueron un mero balbuceo en los oídos del o&icial mongol. Kur%has% se encogió de hombros con cansancio. >a&irmó.
!a espada caó.
13#-3A 1A3)
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El viento soplaba en la alta cadena de monta7as. !as oscuras nubes se desplazaban por el
cielo, creando &ranjas de sombra (ue avanzaban a trav"s de las rocas. !a ma7ana estaba tran(uila las tierras parecían vacías mientras los dos hombres cabalgaban a la cabeza de una estrecha columna, un jagun de cien jóvenes guerreros. !os mongoles habían estado solos durante m$s de mil (uinientos %ilómetros, 6nicamente el crujido del cuero los bu&idos de los ponis rompían el silencio. Cuando se detuvieron a escuchar, &ue como si el silencio se replegara ante ellos sobre el suelo polvoriento. )subodai era uno de los generales del gran %han su posición resultaba evidente en su porte actitud. !levaba una armadura mu gastada de escamas de hierro sobre cuero, con agujeros herrumbre en muchos sitios. 'u casco e8hibía las marcas de las ocasiones en las (ue le había salvado la vida. )odo su e(uipo estaba abollado, pero el propio hombre se mantenía tan duro e implacable como la tierra invernal. n tres a7os de razias en el norte, sólo había perdido una escaramuza menor regresó al día siguiente para destruir a la tribu responsable antes de (ue la noticia se di&undiera. abía dominado su o&icio en una tierra (ue parecía tornarse cada vez m$s &ría con cada %ilómetro (ue avanzaban por a(uel ermo territorio. ;u" es lo m$s importante (ue llevas en tus al&orjasD >preguntó )subodai de repente. Bochi levantó la vista hacia el tormentoso cielo por un instante. A )subodai le gustaba ponerle a prueba. >!a carne, general. 'in carne no puedo luchar. >in(uirió )subodai>. 'in arco, (u" eresD
>Cuando se haa acabado toda la carne, durante cu$nto tiempo puedes vivir a base de sangre lecheD >9iecis"is días como m$8imo, con tres monturas para repartir las heridas. >A Bochi no le hacía &alta pensar. )subodai le había estado inculcando las respuestas desde (ue habían partido con diez mil hombres de la ciudad del emperador Chin. >Cu$nta distancia puedes recorrer en ese tiempoD >dijo )subodai. Bochi se encogió de hombros. >Enos dos mil %ilómetros con monturas &rescas. !a mitad si duermo como sin bajarme de la silla. )subodai notó (ue el joven no estaba concentrado los ojos le brillaron cuando cambió de t$ctica. >Cu$l es el problema (ue tiene la cresta de la monta7a (ue tenemos en&renteD > preguntó. Bochi alzó la cabeza, sobresaltado. >hF >@9eprisa !os hombres est$n esperando (ue tomes una decisión. a vidas (ue dependen de tu palabra. Bochi tragó saliva, pero en )subodai había tenido un buen maestro. >)enemos el sol a la espalda, así (ue nos ver$n durante %ilómetros al llegar a ella. > )subodai empezó a asentir, pero Bochi continuó>: a mucho polvo en el suelo, si avanzamos con cierta velocidad, vamos a levantar una nube. >=ien, Bochi >aprobó )subodai. -ientras hablaba, clavó los talones en su montura dirigió su caballo hacia la cresta de las monta7as. Como Bochi había predicho, los cien jinetes levantaron una niebla de tierra rojiza (ue (uedó &lotando por encima de sus cabezas. 'in duda alguien los vería daría noticia de su posición. )subodai no se detuvo al alcanzar el risco. Avanzó con su egua al trote hasta m$s all$ del borde las patas traseras removieron las piedras sueltas. Bochi le imitó , a continuación, tragó una bocanada de polvo (ue le obligó a toser contra su mano. )subodai había parado a unos cincuenta pasos despu"s de la cresta, donde el terreno accidentado empezaba a descender convirti"ndose en valle. 'in esperar órdenes, sus hombres &ormaron una amplia &ila doble a su alrededor, como un arco dibujado en la tierra. acía mucho tiempo (ue se habían &amiliarizado con el car$cter ardiente del general (ue Gengis había elegido para liderarlos. )subodai miró con &ijeza hacia lo lejos, &runciendo el ce7o. !as colinas rodeaban una plana llanura a trav"s de la cual discurría un río, cargado de lluvia primaveral. A lo largo de sus orillas, una lenta columna avanzaba al trote, portando brillantes banderas estandartes. n otras circunstancias, la visión le habría dejado sin aliento , aun cuando se le encogió el estómago, Bochi no pudo evitar sentir una punzada de admiración. 9iez, (uiz$ once mil caballeros rusos cabalgaban juntos, con los colores de su casa en oro rojo ondeando tras sus cabezas. En n6mero casi igual de personas los seguían en una hilera &ormada por monturas de re&resco carromatos cargados con el bagaje, las mujeres, los ni7os los sirvientes. l sol eligió ese momento para atravesar las oscuras nubes encender el valle con un potente rao (ue hizo (ue los caballeros resplandecieran. 'us caballos eran animales inmensos, lanudos, (ue parecían pesar casi el doble (ue los ponis mongoles. #ncluso los hombres (ue los montaban eran una raza e8tra7a a los ojos de Bochi.
Cabalgaban como si estuvieran hechos de piedra, sólidos pesados en la armadura met$lica (ue les cubría desde las mejillas hasta las rodillas. 'ólo sus ojos azules sus manos (uedaban desprotegidos. !os caballeros estaban pertrechados para la batalla portaban largas lanzas acabadas en una punta de acero. !levaban las armas enhiestas, con los e8tremos apoados en una especie de copa de cuero (ue colgaba junto a los estribos, por detr$s. Bochi vio hachas espadas pendiendo de los cinturones notó (ue todos los hombres llevaban un escudo en &orma de hoja enganchado a la silla. !os banderines serpenteaban por encima de sus cabezas su aspecto era imponente bajo las móviles &ranjas de sol sombra. >)ienen (ue estar vi"ndonos >murmuró Bochi, lanzando una ojeada a la nube de humo (ue volaba sobre ellos. l general le oó hablar se volvió en la silla. >'abes (ue tu padre envió a un jinete para decirme (ue debía regresar a casaD >dijo )subodai. >)odos los hombres lo saben >asintió Bochi. >Con&iaba en poder llegar a6n m$s al norte, pero so uno de los hombres de tu padre. l habla o obedezco, comprendesD Bochi clavó la mirada en el joven general, olvidando por un momento a los caballeros (ue cabalgaban por el valle. >1or supuesto >dijo, sin dejar (ue su rostro revelara nada. )subodai le devolvió la mirada, divertido. >spero (ue sea verdad, Bochi. )u padre es un líder, el tipo de hombre (ue los dem$s siguen. -e pregunto cómo reaccionar$ cuando vea lo bien (ue has crecido. 9urante un momento, la ira des&iguró el rostro de Bochi, pero suavizó sus rasgos respiró hondo. 9esde muchos puntos de vista, )subodai había sido m$s un padre para "l (ue su propio padre, pero no olvidaba cu$l era la aut"ntica lealtad de a(uel hombre. A una sola orden de Gengis, )subodai lo mataría. -ientras observaba al joven general, pensó (ue sentiría un cierto pesar, pero no el su&iciente para detener el golpe. >aseguró Bochi>. -i padre no nos haría regresar para construir algo o para descansar. abr$ encontrado otro territorio (ue hacer pedazos. Como el lobo, siempre est$ hambriento, hasta el punto de arriesgarse a (ue le reviente el estómago. )subodai &runció el ce7o ante a(uella descripción del %han. n tres a7os, no había
percibido ning6n tipo de a&ecto en Bochi cuando hablaba de su padre, aun(ue, en ocasiones, había notado una cierta a7oranza, (ue &ue apareciendo cada vez menos a medida (ue pasaban las estaciones. Gengis se había despedido de un muchacho, pero sería un hombre el (ue volviera ante "l. )subodai se había asegurado de (ue &uera así. A pesar de su amargura, Bochi mantenía la cabeza &ría en combate los hombres le miraban con orgullo. Bochi estaba preparado. >)engo otra pregunta para ti, Bochi >dijo )subodai. Bochi sonrió durante un instante. >Como siempre, mi general >contestó. >emos hecho (ue esos caballeros de hierro nos siguieran durante cientos de %ilómetros, agotando a sus caballos. emos capturado a sus e8ploradores los hemos interrogado, aun(ue no conozco esa HBerusal"nI (ue buscan, o (ui"n es ese HCristo blancoI. > )subodai se encogió de hombros>. ;uiz$ me encuentre con "l un día al otro e8tremo de mi espada, pero el mundo es grande so un solo hombre. -ientras hablaba, contemplaba a los caballeros con sus armaduras las &ilas de bagaje (ue los seguían, esperando (ue vieran a sus jinetes mongoles. >-i pregunta, Bochi, es "sta. sos caballeros no son nada para mí. )u padre me ha pedido (ue vuelva podría regresar ahora, mientras los ponis est$n gordos por la hierba del verano. 1or (u", pues, estamos a(uí, esperando (ue nos lancen su desa&íoD Cuando respondió, los ojos de Bochi tenían un brillo &río. >-i padre diría (ue eso es lo (ue hacemos, (ue un hombre no tiene mejor manera de pasar sus a7os (ue luchando contra sus enemigos. 1odría decir tambi"n (ue t6 dis&rutas de esto, general, (ue no necesitas ninguna otra razón. !a mirada de )subodai no vaciló. >)al vez dijera eso, pero te escondes detr$s de las palabras. 1or (u" estamos a(uí, BochiD 'i no es por eso, no lo s". >1or ti, Bochi >contestó )subodai con seriedad>. Cuando vuelvas junto a tu padre, habr$s participado en todo tipo de batallas, en todas las estaciones. )6 o hemos tomado pueblos asaltado ciudadesJ hemos cabalgado a trav"s de desiertos de bos(ues tan tupidos (ue apenas podíamos abrirnos paso a trav"s de ellos. Gengis no encontrar$ ninguna debilidad en ti. >)subodai sonrió brevemente al ver la e8presión impasible de Bochi>. -e sentir" orgulloso cuando los hombres digan (ue aprendiste tus habilidades a las órdenes de )subodai el 5aliente. Bochi no pudo evitar sonreír al escuchar el apodo de los propios labios de )subodai. n los campamentos no había secretos. >Ahí est$ >dijo )subodai entre dientes, se7alando a un distante mensajero (ue corría a la cabeza de la columna rusa>. )enemos a un enemigo (ue dirige a sus ej"rcitos desde el &rente, un líder mu valeroso. Bochi se imaginó la s6bita consternación (ue habría surgido entre los caballeros al avistar a los guerreros mongoles en la hondonada entre las colinas. )subodai emitió un suave gru7ido cuando toda una &ila se separó de la columna enemiga empezó a ascender las laderas al trote, con las largas lanzas en ristre. !a distancia (ue los separaba empezó a disminuir el joven ense7ó los dientes. n su arrogancia, iban a cargar en una cuesta arriba. staba deseando hacerles ver el error (ue habían cometido. >)ienes ahí tu paitze, BochiD ns"7amelo.
Bochi se dio media vuelta alargó la mano hacia la &unda de su arco, (ue estaba atada a la silla. !evantó una solapa de rígido cuero sacó una tabla de oro macizo, (ue llevaba grabada una cabeza de lobo. Con veinte onzas, resultaba pesada, pero era lo su&icientemente pe(ue7a para cogerla en una mano. )subodai hizo caso omiso de los hombres (ue ascendían obstinadamente la colina para en&rentarse al hijo maor de Gengis. >)e he dado ese paitze el derecho a comandar a mil hombres, Bochi. !os (ue lideran un jagun poseen uno de plata, como "ste. >)subodai sostuvo en alto un blo(ue m$s grande de metal blan(uecino>. !a di&erencia es (ue el de plata se le da a un hombre elegido por los o&iciales de cada uno de los arbans (ue tiene a su mando. >!o s" >dijo Bochi. )subodai lanzó una r$pida mirada a los caballeros (ue subían trabajosamente, cada vez m$s cerca. >!os o&iciales de este jagun me han pedido (ue los lideres t6, Bochi. !e tendió el paitze de plata Bochi lo cogió con alegría, pas$ndole a su general la placa de oro. )subodai actuaba con solemnidad deliberada &ormalidad, pero le brillaban los ojos>. Cuando regreses junto a tu padre, Bochi, habr$s pasado por todos los rangos posiciones. >l general hizo un gesto, cortando el aire con la mano>. A la derecha, a la iz(uierda en el centro. >-iró hacia las cabezas de los es&orzados jinetes (ue trotaban colina arriba, notando el parpadeo de un movimiento en un pe7asco lejano. )subodai asintió bruscamente>. s la hora. 'abes lo (ue tienes (ue hacer, Bochi. l mando es tuo. >'in una palabra m$s, )subodai palmeó al muchacho en el hombro se alejó por el risco, dejando el jagun de jinetes al cuidado de un líder repentinamente nervioso. Bochi sintió las miradas sumadas de cien hombres sobre su espalda mientras se es&orzaba por ocultar su placer. Cada arban de diez elegía a un hombre para liderarlos, despu"s esos hombres elegían a uno de su grupo para liderar a los cien en la batalla. 'er elegido era un honor. Ena voz en su mente susurró (ue sólo estaban honrando a su padre, pero la acalló, neg$ndose a dudar. 'e había ganado el derecho la con&ianza (ue sentía crecer en su interior. >@!íneas de ar(ueros >e8clamó Bochi. A&erró las riendas con &uerza para esconder su tensión mientras los hombres &ormaban una línea m$s amplia con el &in de (ue hubiera espacio para (ue todos los arcos pudieran disparar. Bochi lanzó una mirada por encima del hombro, pero )subodai se había ido de verdad, dej$ndole solo. !os hombres seguían observ$ndole se obligó a mantener una e8presión impasible, sabiendo (ue recordarían (ue había mostrado calma. -ientras alzaban los arcos, Bochi sostuvo el pu7o cerrado en alto, esperando con el corazón batiendo dolorosamente en su pecho. Cuando sus rivales estuvieron a cuatrocientos pasos, Bochi dejó caer su brazo la primera r$&aga de &lechas silbó en el aire. abía demasiada distancia a(u"llas (ue alcanzaron a los caballeros se astillaron contra sus escudos, (ue ahora sostenían en alto hacia delante de modo (ue sus cuerpos (uedaban protegidos casi por completo. !os largos escudos mostraron su e&icacia cuando la segunda descarga golpeó las &ilas sin (ue caera un solo jinete. !os poderosos caballos no eran r$pidos, pero, aun así, la distancia disminuía mientras Bochi, inmóvil, los observaba. A doscientos pasos, levantó el pu7o una vez m$s otras cien &lechas aguardaron en las tensas cuerdas. 9isparad como si nunca hubierais poseído un arco >gritó. !os hombres (ue le rodeaban sonrieron las &lechas partieron con un chas(uido. Bochi se
estremeció instintivamente al ver (ue los proectiles pasaban con claridad por encima de las cabezas de sus enemigos, como si los hubieran lanzado unos necios asustados. 'ólo unas cuantas &lechas hicieron blanco , de "sas, un n6mero a6n menor derribó un caballo o un hombre. Ahora podían oír el estruendo de la carga vieron las primeras &ilas empezar a bajar sus lanzas, prepar$ndose. Al tenerlos &rente a sí, Bochi dominó su miedo con un s6bito arrebato de ira. 3etirada hacia el risco >gritó. )iró de las riendas su caballo corcoveó salió a la carrera. !os hombres de su jagun lanzaron gritos incoherentes, gir$ndose caóticamente tras su general. 9etr$s de "l, oó voces guturales emitiendo aullidos triun&ales notó cómo le subía un sabor $cido por la garganta, aun(ue ignoraba si era por miedo o por rabia. #la -ajaev parpadeó para (uitarse el sudor de los ojos cuando vio (ue los mongoles daban media vuelta como los sucios cobardes (ue eran. Como había hecho mil veces antes, tomó las riendas de su montura con suavidad se dio varios golpecitos en el pecho, rezando a santa 'o&ía para (ue los enemigos de la &e caeran bajo sus cascos. 1or debajo de la cota de malla la t6nica acolchada, llevaba un &ragmento del hueso de su dedo en un relicario de oro, su posesión m$s valiosa. !os monjes de ntr"gamelos, oh, 'e7or, les romper" los huesos pisotear" a sus &alsos dioses > susurró para sí. !os mongoles corrían como locos pendiente abajo, pero los caballos rusos eran &uertes la brecha (ue los separaba se reducía poco a poco. #la sentía el estado de $nimo de los hombres (ue lo rodeaban, (ue gru7ían se llamaban entre sí. abían perdido algunos compa7eros bajo las lluvias de &lechas (ue habían caído sobre ellos en la oscuridad. 5arios e8ploradores habían desaparecido sin dejar rastro, o peor, habían sido hallados con heridas cua sola visión era insoportable. n un a7o, #la había visto m$s pueblos arder de los (ue podía recordar las nubes de humo negro le habían hecho emprender muchas persecuciones desesperadas. )odas las veces, cuando llegó, se había encontrado con (ue las partidas de mongoles se habían ido. spoleó a su montura para (ue se pusiera al galope, aun(ue los costados del cansado animal a subían bajaban palpitantes escupiduras de saliva blanca saltaban desde su boca golpeando los brazos el pecho de #la. >@Oh, hermanos >gritó #la a los dem$s. 'abía (ue no des&allecerían teniendo a los hombres de las tribus por &in a su alcance. !os mongoles eran una a&renta contra todo lo (ue #la valoraba, desde las pací&icas calles de
polvo. #la chillaba órdenes sus hombres se unieron &ormando una sólida columna, cincuenta &ilas de veinte en &ondo. Ataron sus riendas a los cuernos de las sillas de montar se echaron sobre los cuellos de los caballos con el escudo la lanza en ristre, impulsando a los animales sólo con las rodillas. @'in duda nunca había habido una &uerza así de hombres hierro en la historia del mundo #la ense7ó los dientes anticipando la primera sangre. !a ruta (ue los mongoles habían tomado en su huida les llevó al otro lado de una colina cubierta por viejos olmos haas. Al atravesarla como un rao, vio (ue algo se movía en la verde penumbra. Apenas tuvo tiempo de gritar una advertencia antes de (ue el aire se llenara de silbantes saetas. Aun entonces, no vaciló. abía visto cómo se rompían las &lechas contra los escudos de sus hombres. 5oci&eró la orden de mantener la &ormación, sabiendo (ue podrían abrirse paso arrollarlos. En caballo relinchó chocó contra "l desde su iz(uierda, le aplastó la pierna estuvo a punto de desmontarle. #la, dolorido, soltó una maldición se giró, cogiendo una brusca bocanada de aire al ver al jinete colgando sin vida del animal. 9e los oscuros $rboles llegaba descarga tras descarga de &lechas , horrorizado, vio a varios de sus hombres caer al suelo desde las sillas de montar. !as saetas atravesaban las cotas de malla como si estuvieran hechas de lino, haciendo brotar un chorro de sangre con cada disparo certero. #la gritó como un salvaje, espoleando a su montura para (ue avanzara , entonces, &rente a "l, vio cómo los mongoles daban media vuelta al unísono, como una m$(uina per&ecta, se encontró con la mirada &ija de su comandante clavada directamente en "l. !os mongoles no se detuvieron para tensar los arcos: sus ponis se arrojaron hacia delante como uno solo los guerreros dispararon sus &lechas mientras cabalgaban. #la notó (ue una &lecha se hundía en su brazo, pero, al instante, las dos &uerzas chocaron se dispuso para la lucha. 'u larga lanza alcanzó a un guerrero en el pecho, pero "ste se la arrancó de la mano con tanta rapidez (ue pensó (ue le había roto los dedos. Con una mano demasiado entumecida para a&errar nada, sacó la espada. abía polvo rojo por todas partes , en medio de la nube, los mongoles cabalgaban como diablos, arrojando con calma &lecha tras &lecha sobre las apretadas &ilas de sus hombres. #la levantó su escudo el envite de una saeta, cua cabeza surgió claramente a trav"s de la madera, le empujó hacia atr$s. l pie derecho se le salió del estribo se tambaleó, perdiendo completamente el e(uilibrio. Otro proectil le hirió en el muslo antes de (ue pudiera recuperarse chilló de dolor, alzando la espada mientras cabalgaba hacia el ar(uero. -ientras se acercaba, el mongol lo observó con el rostro vacío de toda emoción. #la se percató de (ue no era m$s (ue un muchacho imberbe. l ruso blandió su acero, pero el mongol se agachó es(uivando el golpe le empujó al pasar por su lado. l mundo giró en silencio durante un momento , a continuación, #la se estrelló contra el suelo, aturdido. !a pieza de nariz de su casco se había hundido por el impacto, rompi"ndole los dientes delanteros. #la se puso en pie, cegado por las l$grimas escupiendo sangre &ragmentos de diente. !e &alló la pierna iz(uierda caó torpemente, buscando desesperado la espada (ue se le había caído de la mano. Oó el ruido de cascos a su espalda en el mismo momento en (ue descubría su arma tirada sobre el polvoriento terreno. Alargó la mano hacia el relicario (ue colgaba de su pecho murmuró una oración mientras la hoja mongola hendía su cuello, casi seccion$ndole la cabeza.
cual(uier movimiento de la columna principal, Bochi desmontó para e8aminar a los muertos. !a cota de malla rusa no los había salvado. -uchos de los cuerpos despatarrados habían sido heridos m$s de una vez. 'ólo los cascos habían aguantado. Bochi no pudo encontrar a un solo hombre derribado con una &lecha en la cabeza. 3ecogió uno de los cascos &rotó con el dedo una brillante raja de metal donde había rebotado una &lecha. ra un buen dise7o. !a emboscada había &uncionado tal como )subodai había planeado, pensó Bochi con ironía. l general parecía poder leer la mente de sus enemigos. Bochi respiró pro&undamente, haciendo un es&uerzo para controlar el temblor (ue le invadía despu"s de cada batalla. 1or (u" estamos esperando a(uíD >preguntó ;ara de pronto>. )subodai atacar$ mientras nosotros olemos la hierba permanecemos mano sobre mano. A Bochi le o&endieron sus palabras, pero habló con ligereza, como si ;ara no hubiera hecho m$s (ue saludarle. 'i a(uel hombre hubiera sido un verdadero líder, a habría iniciado el regreso con )subodai. Con una s6bita intuición, Bochi comprendió (ue ;ara todavía esperaba órdenes de "l, a pesar de su descenso en rango. -irando a -e%hali a Altan, descubrió (ue ellos tambi"n le estaban observando. )al vez &uera sólo un h$bito (ue tenían, pero notó (ue una idea empezaba a &ormarse en su mente supo (ue no debía dejar pasar el momento. >5es su armadura, ;araD >in(uirió>. !a primera pieza cuelga del casco, cubriendo todo el rostro e8cepto los ojos. !a segunda capa de anillos de hierro llega hasta las rodillas. >replicó ;ara encogi"ndose de hombros>. Cuando no van a caballo, se mueven tan despacio (ue es &$cil derribarlos. 'í (ue la necesitamos, ;ara.
n lo alto de las colinas (ue descendían hacia el valle, )subodai aguardaba a pie, mientras su poni ol&ateaba las agujas de pino del suelo. Casi cinco mil hombres descansaban a su alrededor, esperando su decisión mientras "l aguardaba a los e8ploradores (ue había enviado a rastrear. 9oscientos hombres habían salido en todas direcciones sus in&ormes le permitirían al general hacerse una idea de las características de la zona en muchos %ilómetros a la redonda. 'abía (ue la emboscada de Bochi había sido un "8ito casi antes de (ue concluera. -il enemigos menos dejaban sólo diez mil, pero todavía eran demasiados. !a columna de caballeros avanzaba despacio a trav"s del valle &luvial, aguardando (ue el grupo de ata(ue regresara victorioso. Cu$ntos e8ploradores han mandado ellos de reconocimientoD >preguntó. l guerrero (ue estaba dibujando respondió sin vacilar. >9iez en retaguardia, general, en una batida mu amplia. 5einte al &rente a los lados. )subodai asintió. 1or &in sabía lo su&iciente para avanzar. >9eben morir, sobre todo los (ue est$n detr$s de la columna de caballeros. Asaltadlos cuando el sol est" m$s alto no dej"is (ue escape ni uno. Atacar" tan pronto como me indi(ues con la bandera (ue han sido abatidos. 3epite tus órdenes. l guerrero habló deprisa, repitiendo sus órdenes palabra por palabra, como había sido entrenado para hacer. )subodai no permitía (ue hubiera ning6n tipo de con&usión en el campo de batalla. 1or mucho (ue emplearan las banderas para comunicarse en grandes distancias, seguía estando obligado a con&iar en el amanecer, el mediodía el anochecer como los 6nicos indicadores de tiempo. Alzó la vista entre los $rboles al pensarlo, viendo (ue el sol no estaba lejos del mediodía. !o alcanzaría pronto sintió el &amiliar cos(uilleo en el estómago (ue llegaba antes de cada batalla. !e había dicho a Bochi (ue los atacaba para &ormarle era verdad, pero no era toda la verdad. )subodai le había ocultado (ue los caballeros transportaban &orjas port$tiles en los carros de bagaje. !os herreros eran m$s valiosos (ue ning6n otro artesano (ue pudieran capturar a )subodai le habían intrigado los in&ormes (ue hablaban de carros de hierro (ue escupían humo mientras rodaban. )subodai sonrió para sí, dis&rutando de su creciente e8altación. Como Gengis, no lograba amar el sa(ueo de aldeas ciudades. ra algo (ue había (ue hacer, por supuesto, como un hombre derramaría agua hirviendo en un nido de hormigas. 1ero eran las batallas lo (ue )subodai ansiaba, ponerse a prueba o aumentar su maestría en cada nuevo combate.
e8plorador (ue esperaba pacientemente, sobrecogido por el respeto (ue le inspiraba su general. >5e hasta Bochi averigua (u" le ha retrasado >ordenó )subodai>. !o situar" a mi derecha en este ata(ue. >Como desees, se7or >dijo el e8plorador, haciendo una reverencia antes de subir apresuradamente a su caballo partir como alma (ue lleva el diablo a trav"s de los $rboles. )subodai entrecerró los ojos para mirar al sol entre las ramas. 'e pondría en marcha mu pronto. 3odeado por el ruido atronador de diez mil caballos, Anatol -ajaev echó una mirada por encima del hombro hacia el risco por el (ue había desaparecido el pe(ue7o #la. 9ónde se había metido su hermanoD 'eguía pensando en "l como el pe(ue7o #la, a pesar de (ue le superaba tanto en m6sculos como en la &uerza de su &e. Cansado, Anatol meneó la cabeza. !e había prometido a su madre (ue cuidaría de "l. #la los alcanzaría, estaba seguro. Cabalga hasta mi hermano dile (ue ata(ue a la partida (ue tenemos a la espalda. 9ebe evitar (ue se unan a la batalla. l joven se alejó a la carrera, sin sentir el peso de la coraza o las armas. Anatol se volvió hacia el &rente, ahora con creciente con&ianza. )eniendo la retaguardia segura, superaba en n6mero a los guerreros (ue galopaban hacia "l. 'ólo había perdido un instante dando las órdenes sabía (ue podía per&orar el grupo de mongoles como un pu7o blindado. Anatol pasó su larga lanza por entre las orejas de su montura.
>@Cambio de &ormación @1or el Cristo blanco, avanzad l e8plorador de Anatol atravesó el polvoriento terreno a galope tendido. Con dos ej"rcitos abalanz$ndose a la vez sobre la columna, la velocidad lo era todo. Cabalgaba con el cuerpo tan apretado contra la silla como podía la cabeza de su caballo subía bajaba junto a la sua. ra joven estaba nervioso casi había llegado hasta los hombres de #la -ajaev cuando &renó en seco, aturdido. 'ólo cuatrocientos habían regresado del risco los supervivientes habían vivido un in&ierno: muchos de ellos e8hibían manchas marrones de sangre , mientras se apro8imaban a "l, percibió algo e8tra7o en su manera de cabalgar. 9e repente, el e8plorador comprendió , presa del p$nico, dio un &uerte tirón de las riendas. ra demasiado tarde. Ena &lecha se clavó bajo su brazo levantado el joven se desplomó por encima de las orejas de su caballo, haciendo (ue el animal echara a correr desbocado. Bochi los dem$s mongoles pasaron al galope junto a la &igura tendida sin mirarla. abían tardado mucho tiempo en despojar a los muertos de su cota de malla, pero el ardid estaba &uncionando.
diez mil. !os caballeros muertos habían sido despojados de todo objeto de valor el general había complacido a los hombres rechazando su diezmo personal. 1ara a(u"llos (ue no recibían ning6n pago por sus batallas, la colección de relicarios, anillos gemas manchados de sangre era algo codiciable en la nueva sociedad (ue Gengis estaba creando. En hombre podía enri(uecerse en el ej"rcito de las tribus, aun(ue los guerreros siempre medían su &ortuna en t"rminos de cu$ntos caballos podrían comprar con ella. A )subodai le interesaban m$s las &orjas de los caballeros, así como las propias ruedas con raos de sus carros, re&orzadas con círculos de hierro m$s &$ciles de reparar (ue los discos macizos (ue utilizaban los mongoles. )subodai a había dado instrucciones a los armeros capturados de (ue ense7aran la t"cnica a sus carpinteros. Bochi estaba e8aminando la pezu7a delantera de su poni &avorito cuando )subodai llegó trotando a su lado. Antes de (ue el muchacho pudiera hacer una reverencia, )subodai inclinó la cabeza ante "l, honr$ndole. !os hombres del jagun (ue Bochi había comandado se llenaron de orgullo. )subodai levantó la mano le mostró a Bochi el paitze de oro (ue el chico le había entregado antes del mediodía. >iciste (ue me preguntara cómo podían los rusos regresar de entre los muertos >dijo )subodai>. a sido una apuesta audaz. Coge esto otra vez. 5ales m$s (ue la plata. !anzó la placa de oro al aire Bochi la cogió al vuelo, es&orz$ndose por guardarla compostura. 'ólo el elogio del propio Gengis habría signi&icado m$s para "l en ese momento. >-a7ana nos vamos a casa >continuó )subodai, tanto para los hombres como para Bochi>. stad listos al amanecer.
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Chagatai sintió un tremendo picor en la a8ila iz(uierda: bajo su mejor armadura
resbalaban gruesas gotas de sudor. Aun(ue era el segundo hijo del %han, intuía (ue no estaría bien rascarse ahí mientras esperaba al re de Koro. 'e arriesgó a echar un vistazo al hombre (ue le había llevado hasta la remota ciudad amurallada de 'ongdo. !a sala de los rees resultaba as&i8iante en el calor del mediodía, pero Belme no dejaba traslucir ninguna incomodidad en su armadura lacada. Como los cortesanos la guardia real, el general mongol podría haber estado tallado en madera. Chagatai podía oír el rumor de un curso de agua a lo lejos: de alg6n modo, el opresivo calor silencio reinantes magni&icaba el suave sonido. l picor llegó a ser e8asperante luchó por pensar en otra cosa. -ientras su mirada descansaba en el alto techo de escaola blanca antiguas vigas de pino, se recordó (ue no tenía ning6n motivo para sentirse intimidado. A pesar de su dignidad, la dinastía ang no había sido capaz de aplastar a los KaraLKitai cuando a(uel pueblo entró en sus tierras llegado desde el territorio Chin construó sus &ortalezas. 'i Belme no hubiera o&recido su ej"rcito para acabar con ellos, el re de Koro todavía estaría semiprisionero en su propio palacio. Con (uince a7os de edad, Chagatai sintió una vaga petulancia al pensarlo. )enía todo el orgullo la arrogancia de los jóvenes guerreros, pero en este caso sabía (ue estaba justi&icado. Belme sus guerreros habían llegado desde el este para averiguar (u" ej"rcitos podrían en&rentarse a ellos ver el mar por primera vez. !os KaraLKitai se habían revelado como sus enemigos los mongoles los habían e8pulsado de Koro como perros apaleados. Chagatai sabía (ue era justo (ue el re pagara un tributo, independientemente de (ue hubiera pedido auda o no. 'udando en a(uel aire tan cargado, Chagatai se torturó con el recuerdo de la brisa (ue salía del mar en el sur. l &resco viento había sido la 6nica cosa buena de a(uella vastedad azul, en su opinión. A Belme le habían &ascinado los barcos de Koro, pero la idea de (uerer viajar sobre las aguas desconcertaba a Chagatai. 'i no se podía cabalgar sobre ellas, a "l no le servían de nada. l recuerdo de la barcaza real balance$ndose mientras estaba anclada hizo (ue el estómago se le encogiera. 'onó una campanada en el patio. l eco de su tono resonó a trav"s de jardines en los (ue los enjambres de abejas zumbaban en torno a las &lores de acacia. Chagatai se imaginó a los monjes budistas moviendo con es&uerzo el tronco (ue ta7ía la gigantesca campana se enderezó una vez m$s, consciente de su postura. l re estaría de camino su tormento tocaría a su &in. 1odía soportar el picor un poco m$s: sólo pensar en el momento en (ue lo aliviaría lo hacía parecer tolerable. !a campana retumbó de nuevo unos sirvientes corrieron con suavidad varias mamparas, abriendo la sala al aroma de los pinos de las colinas circundantes. 'in poder evitarlo, Chagatai e8haló un suspiro cuando el intenso calor empezó a disminuir. !a multitud se desplazó ligeramente en su es&uerzo por ver al re Chagatai empleó ese momento de distracción para hundir dos dedos en su a8ila rascarse vigorosamente.
&lotando por una entrada adornada con tallas. 'upuso (ue su nombre era ang, por su &amilia, pero (ui"n sabía o a (ui"n le importaba cómo se llamaban entre sí esas gentes menudas nervudasD Chagatai miró a un par de jóvenes siervas (ue &ormaban parte del s"(uito del re. Con su delicada piel dorada, eran mucho m$s interesantes (ue el hombre al (ue servían. l joven guerrero las miró con &ijeza mientras revoloteaban alrededor de su amo, colocando sus ropas cuando tomó asiento. l re no parecía consciente de la presencia de los mongoles mientras aguardaba a (ue los miembros de su s"(uito conclueran su labor. 'us ojos tenían casi el mismo color amarillo oscuro de los de Gengis, aun(ue carecían de la capacidad de los de su padre para in&undir terror. Comparado con el %han, el re de Koro era sólo un cordero. 1or &in, los siervos terminaron sus tareas la mirada del re se posó en el arban de diez guerreros (ue Belme había traído consigo. Chagatai se preguntó cómo podía soportar a(uel hombre un traje tan grueso en un día de verano. Cuando el re habló, Chagatai no entendió ni una sola palabra. Como Belme, tenía (ue esperar a la traducción en la lengua Chin, (ue había aprendido con grandes di&icultades. Aun así, casi no pudo entender lo (ue decía su &rustración &ue creciendo a medida (ue seguía escuchando. ab"is mantenido vuestras promesas >dijo solemnemente el traductor, interrumpiendo los pensamientos de Chagatai>. !as &ortalezas de los KaraLKitai han ardido durante muchos días ese inmundo pueblo ha desaparecido de las altas hermosas tierras. l silencio caó de nuevo Chagatai, incómodo, cambió de posición. !a corte de Koro parecía deleitarse en la lentitud. 3ememoró su e8periencia con la bebida (ue ellos llamaban Hno% chaI. Belme había &runcido el ce7o al ver el modo en (ue Chagatai apuraba la taza de un sorbo la alargaba pidiendo otra. Al parecer, ese lí(uido de color verde p$lido era demasiado valioso para beberlo como si &uera agua. @Como si un guerrero debiera preocuparse por cómo otro bebía o comía Chagatai comía cuando tenía hambre con &recuencia olvidaba asistir a las elaboradas comidas de la corte. /ue una suerte (ue los KaraLKitai decidieran atacar a mis e8ploradores. n su destrucción, nuestras mutuas necesidades se unieron. ablo ahora en nombre del gran %han, cuos guerreros han salvado a tu país de un terrible enemigo. 9ónde est$ el tributo prometido por tus ministrosD Cuando escuchó la traducción, el cuerpo del re se puso ligeramente rígido en su asiento. Chagatai se preguntó si a(uel tonto se sentía insultado por las palabras de Belme. A lo mejor se le
había olvidado (ue el ej"rcito estaba acampado en las a&ueras de la ciudad. A una sola orden de Belme, prenderían &uego a las relucientes vigas (ue rodeaban la cabeza del re. 9e hecho, para Chagatai seguía siendo un misterio por (u" no habían ardido. Gengis los había enviado para poner a punto sus habilidades, noD Chagatai comprendía lejanamente (ue había un arte en las negociaciones, (ue "l todavía tenía (ue aprender. Belme había intentado e8plicarle (ue era necesario tratar con las potencias e8tranjeras, pero Chagatai era incapaz de verlo. En hombre era un enemigo o un amigo. 'i era un enemigo, podían arrebatarle todo lo (ue poseía. Chagatai sonrió mientras contemplaba la idea. En %han no necesitaba amigos, sólo sirvientes. Ena vez m$s, se perdió en enso7aciones sobre cómo gobernaría a su pueblo. !as tribus nunca aceptarían a Bochi, su hermano, si es (ue era si(uiera hijo del %han. Chagatai había contribuido a propagar el rumor de (ue Bochi era el &ruto de una violación, acaecida hacía muchos a7os. Con su trato distante hacia el chico, Gengis había permitido (ue los cuchicheos desarrollaran hondas raíces. Chagatai sonrió para sí al recordarlo dejó (ue su mano resbalara hasta la empu7adura de su espada. 'u padre se la había entregado a "l en vez de a Bochi, un acero (ue había sido testigo del nacimiento de una nación. n lo m$s íntimo de su corazón, Chagatai sabía (ue nunca prestaría juramento de lealtad ante Bochi. Eno de los ministros del re se inclinó hacia el trono para intercambiar unas palabras, en susurros. !a conversación se prolongó lo bastante como para (ue las &ilas de cortesanos languidecieran visiblemente en sus ropajes joas, pero, por &in, el ministro se retiró. l re habló de nuevo, sus palabras &ueron traducidas con &luidez. >spero (ue nuestros honorables aliados acepten varios regalos como símbolo de una nueva amistad, como hemos hablado >dijo el re>. 'e han preparado cien mil l$minas de papel aceitado para vosotros, el trabajo de muchas lunas. >!a muchedumbre de nobles de Koro murmuró al oír a(uellas palabras, aun(ue Chagatai no lograba imaginar por (u" el papel podría considerarse tan valioso>. 'e han tejido diez mil prendas de seda se ha a7adido el mismo peso en jade plata. 'e han traído doscientos mil %Man de hierro la misma cantidad de bronce de nuestras minas del gremio de los trabajadores del metal. 9e mis propios almacenes, se han tomado sesenta mil pieles de tigre se han envuelto en seda para disponerlas para vuestro viaje. 1or 6ltimo, ochocientos carros de roble haa componen el regalo de la dinastía ang, como agradecimiento por la victoria (ue hab"is obtenido para el pueblo de Koro. Ahora, id en paz honor contad siempre con nosotros como aliados. Belme asintió con &ría &ormalidad cuando el traductor terminó. >Acepto vuestro tributo, majestad. En ligero rubor había aparecido en su cuello. Chagatai se preguntó si el general ignoraría el intento del re de mantener las apariencias. l tributo se entregaba a los con(uistadores Belme permaneció en silencio largo tiempo mientras consideraba las palabras del re. Cuando volvió a hablar, su voz era &irme. >'ólo pido (ue a7ad$is seiscientos jóvenes de entre doce diecis"is a7os de edad. !os entrenar" en las habilidades de mi pueblo vivir$n muchas batallas con gran honor. Chagatai se es&orzó en no mostrar su aprobación. ;ue se atragantaran con esa matización, con toda su palabrería sobre regalos honorables aliados. !a demanda de Belme había revelado el aut"ntico e(uilibrio de poder en la estancia los cortesanos estaban visiblemente consternados. l silencio se e8tendió por la sala Chagatai observó con inter"s cómo el ministro del re se inclinaba una vez m$s hacia el re. 5io cómo los nudillos del re se ponían blancos al aumentar la &uerza con la (ue se agarraba a los apoabrazos. Chagatai estaba cansado de sus gestos cara a la galería. asta las mujeres de suaves miembros acomodadas a los pies del re
habían perdido su encanto. ;uería salir al aire &resco (uiz$ ba7arse en el río antes de (ue el sol perdiera su calor. 'in embargo, Belme no movió ni un m6sculo su mirada desa&iante pareció poner nerviosos a los hombres (ue le rodeaban. 'us r$pidas miradas carecían de e&ecto sobre los silenciosos guerreros, (ue esperaban de pie un resultado seguro. !a ciudad de 'ongdo tenía menos de sesenta mil habitantes un ej"rcito de no m$s de tres mil. l re podía darse todos los aires (ue (uisiera, pero Chagatai conocía la verdad de la situación. Cuando por &in llegó la respuesta, no hubo sorpresas. > dijo el re. 'u e8presión era amarga, pero Belme miró al int"rprete, (ue recitaba nuevas e8presiones de buena voluntad (ue Chagatai no escuchó. 'u padre había mandado a Belme regresar a casa tras tres a7os de e8plorar el este. 'ería estupendo ver las monta7as de nuevo Chagatai apenas podía contener su impaciencia al pensarlo. Belme parecía pensar (ue ese papel era importante, aun(ue Chagatai dudaba de (ue Gengis lo valorara. n eso, al menos, su padre era predecible. ra una suerte (ue Belme hubiera e8igido la seda las maderas duras. ran cosas (ue valía la pena poseer. 'in una se7al evidente, la campana sonó de nuevo en el patio e8terior, concluendo la audiencia. Chagatai observó a las siervas mientras preparaban a su amo para (ue se pusiera en pie salían tras "l cuando se marchó. 'uspiró cuando la habitación se relajó ligeramente a su alrededor, dis&rutando de poder rascarse la a8ila una vez m$s. Casa. Bochi regresaría tambi"n, con )subodai. Chagatai se preguntó cu$nto habría cambiado su hermano en tres a7os. A los diecisiete a7os, habría crecido del todo seguro (ue )subodai le habría entrenado bien. Chagatai se cogió el cuello entre las manos lo hizo crujir, entusiasmado ante la perspectiva de los retos (ue le aguardaban. n la mitad meridional de las tierras Chin, los guerreros del tercer ej"rcito de Gengis estaban bebiendo hasta perder el sentido. A sus espaldas, los ciudadanos de Kai&eng esperaban detr$s de sus altos muros puertas, perdida a toda esperanza. Algunos de los Chin habían acompa7ado al propio emperador cuando se había trasladado al sur desde ?en%ing tres a7os antes. abían visto el humo en el cielo del norte mientras su ciudad ardía. 9urante un tiempo, creeron (ue los mongoles les habían pasado por alto, pero entonces el ej"rcito de Khasar &ue a por ellos, dejando marcas de destrucción en la tierra al avanzar, como un hierro al rojo las deja en la carne. Kai&eng era una ciudad sin le, incluso en las calles del corazón de la ciudad. A(u"llos (ue contaban con guardias armados podían escalar los muros observar el ej"rcito de sitio. !o (ue vieron no les consoló ni les dio esperanzas. 1ara los Chin, incluso la naturaleza in&ormal del asedio de Khasar era un insulto. se día, el hermano del gran %han se estaba divirtiendo con una competición de lucha entre sus hombres. !a disposición de las numerosas gers de Khasar carecía de un patrón claro sus vastos reba7os de animales vagaban sin rumbo por la llanura, importunados en raras ocasiones por los largos l$tigos de los pastores. !os mongoles, m$s (ue cercar Kai&eng, lo (ue habían hecho era acampar allí. 1ara los Chin, (ue los odiaban temían, era morti&icante ver cómo el enemigo dis&rutaba con sus juegos deportes, mientras Kai&eng empezaba a pasar hambre. Aun(ue los Chin no eran ajenos a la crueldad, los mongoles eran m$s insensibles de lo (ue podían comprender. Al ej"rcito de Khasar no le importaba en absoluto el su&rimiento de los habitantes de Kai&eng sólo pensaban en ellos como la molestia (ue retrasaba la caída de la
ciudad. !levaban allí tres meses mostraban una terrible paciencia sin límites. !a ciudad imperial de ?en%ing había caído ante esos primitivos jinetes. 'us grandes ej"rcitos no los habían detenido. Con ese precedente, nadie en Kai&eng tenía verdaderas esperanzas. !as calles estaban gobernadas por bandas despiadadas sólo los &uertes se atrevían a salir de sus casas. !a comida era distribuida desde el almac"n central, pero había días en los (ue no tenían nada. 1$rtelo en dos >e8clamó. !a muchedumbre ahogó un grito mientras =aagbai, de repente, se apoaba sobre una rodilla dejaba caer a su oponente sobre el muslo e8tendido. l crujido de la columna vertebral al romperse resonó en el claro todos los hombres bramaron e intercambiaron los vales de las apuestas. =aagbai los miró esbozando una sonrisa desdentada. Khasar retiró la vista mientras el lisiado era degollado con un tajo en la garganta. ra un gesto compasivo no dejarle vivo a merced de los perros las ratas.
descubierto otra verdad: (ue ser el líder era tan emocionante como agotador. !os errores (ue cometía eran sus errores, pero tambi"n el triun&o era suo. A medida (ue transcurrían las estaciones, Khasar había ido cambiando sutilmente no deseaba regresar al hogar. -ientras aguardaba a (ue caera Kai&eng, era el padre de diez mil hijos. -iró a su alrededor a los hombres (ue le habían acompa7ado tan lejos de casa. 'u lugarteniente, 'amu%a, estaba tan serio como siempre, observaba la lucha con un distante gesto de diversión. Ogedai, pe(ue7o al lado de los guerreros, gritaba sudaba a causa de la bebida. Khasar recorrió al muchacho con la mirada, pregunt$ndose cómo se tomaría la noticia de (ue debían volver. A la edad de Ogedai, todo era nuevo emocionante Khasar pensó (ue se alegraría. 'u humor se agrió m$s todavía mientras estudiaba a sus hombres. Cada uno de ellos había demostrado su valía. abían capturado millares de mujeres, caballos, monedas armas, tantos (ue catalogarlos llevaría toda una vida. Khasar e8haló un largo suspiro. 'in embargo, Gengis era el gran %han a Khasar le resultaba tan inimaginable rebelarse contra su hermano maor como (ue le salieran alas sobrepasara volando los muros de Kai&eng. o 'a pareció percibir el des$nimo del general le tendió un odre de airag negro en medio del creciente ruido del combate de lucha. Khasar sonrió con tensión, sin placer. Bunto con 'amu%a, o 'a tambi"n había oído el mensaje del e8plorador. l día estaba arruinado ambos hombres lo sabían. n otro tiempo, el o&icial Ni Nia se habría estremecido al pensar en beber con los piojosos guerreros de las tribus, Antes de (ue llegaran los mongoles, o 'a había vivido una vida de sencilla austeridad, orgulloso de su lugar en el ej"rcito del re. 'e había despertado cada amanecer para hacer una hora de ejercicio antes de ba7arse, para luego comenzar el día con un t" negro un trozo de pan untado en miel. !a e8istencia de o 'a había sido casi per&ecta , en ocasiones, la a7oraba, aun(ue a la vez le horrorizaba lo rutinaria (ue era. n noches mu oscuras, cuando todas las pretensiones humanas (uedaban al descubierto, o 'a sabía (ue había encontrado un lugar una vida (ue nunca habría dis&rutado entre los Ni Nia. abía ascendido hasta ocupar el tercer puesto en el mando de un ej"rcito mongol hombres como Khasar le con&iaban sus vidas. !as picaduras de pulgas piojos eran un pe(ue7o precio a cambio de eso. 'iguiendo la oscura mirada de Khasar, o 'a, borracho, tambi"n observaba Kai&eng con el ce7o &runcido. 'i todo lo (ue un emperador sabía hacer era encogerse asustado tras altas murallas, entonces no era un emperador, por lo (ue a o 'a respectaba. )omó otro trago del claro airag e hizo una mueca al sentir el escozor del lí(uido pasando por un corte en sus encías. A veces, o 'a echaba de menos la paz las rutinas de su antigua vida, pero sabía (ue continuaban e8istiendo en alg6n lugar. se pensamiento le con&ortaba cuando se sentía cansado o estaba herido. )ambi"n le audaba saber (ue poseía una &ortuna en oro plata. 'i alg6n día retornaba a casa, tendría esposas, esclavos ri(ueza. l segundo encuentro &inalizó con un brazo roto ambos hombres se inclinaron ante Khasar antes de (ue les permitiera marcharse para (ue curaran sus heridas. !as luchas celebradas ese día le costarían (uiz$ una docena de heridos unos cuantos muertos, pero merecía la pena para inspirar a los dem$s.
ntendería su hermano (ue esperara un a7o m$s a (ue caera la ciudad &orti&icadaD Khasar le dio una patada a una piedra, sobresaltando al e8plorador (ue esperaba &rente a "l. Conocía la respuesta. Gengis esperaría (ue lo dejara todo regresara, llevando al hijo del %han, Ogedai, con "l. ra morti&icante Khasar clavó la mirada en Kai&eng como si pudiera derribar los muros sólo con su ira. Apenas atendió al tercer combate de lucha, aun(ue a la alcoholizada multitud (ue le rodeaba le estaba gustando mucho. >3ecita otra vez las órdenes >dijo de pronto Khasar. !os ensordecedores gritos de los guerreros le obligaron a repetir dos veces la &rase para hacerse oír. l e8plorador asintió con la cabeza, incapaz de comprender el estado de $nimo (ue había provocado su mensaje. >5en a casa bebe airag negro con nuestro pueblo, hermano mío. n primavera, beberemos leche sangre. >so es todoD >e8clamó Khasar con agresividad>. 9ime (u" cara tenía cuando te dijo (ue partieras. l e8plorador se movió incómodo en su sitio. >'e7or, el gran %han estaba hablando con sus hombres de con&ianza sobre sus planes. )enían ante sí mapas sujetos con pesos de plomo, pero no oí nada de lo (ue dijeron antes de (ue el %han me hiciera llamar. o 'a alzó la cabeza al escuchar esas palabras, con los ojos vidriosos por el alcohol. >!a leche la sangre signi&ican (ue planea una nueva guerra >dijo. l ruido de la multitud disminuó de repente ante sus palabras. Ogedai se había (uedado totalmente inmóvil para escucharle. #ncluso los luchadores se detuvieron, sin saber si debían continuar. Khasar parpadeó luego se encogió de hombros. !e daba igual (ui"n pudiera oírle. >'i mi hermano ha sacado sus preciosos mapas, entonces es por eso. >'uspiró, ensimismado. 'i Gengis supiera (ue su hermano estaba ante las murallas de Kai&eng, seguro (ue esperaría. l ni7o emperador se les había escapado en ?en%ing. !a idea de (ue la corte imperial Chin viera cómo se marchaban los mongoles era casi insoportable. >a llamado mi hermano a )subodai a BelmeD >preguntó Khasar. ?o no llev" esos mensajes, se7or. >1ero lo sabes. !os e8ploradores siempre lo saben. 9ímelo o har" (ue te arran(uen la lengua. l joven mensajero se tragó sus dudas habló con rapidez. >Otros dos hombres partieron para decirles a los generales (ue regresaran junto al %han, se7or. so es lo (ue he oído. >? los ej"rcitos (ue se (uedaron en casaD st$n entren$ndose prepar$ndose, o est$n a la esperaD >!es han ordenado (ue entrenen para librarse de la grasa del invierno, se7or. Khasar vio a 'amu%a sonreír soltó una maldición entre dientes. >ntonces se trata de una guerra. 3egresa por el camino (ue o mismo cre" dile a mi hermano: H?a voI. so bastar$. >9ebo decirle (ue estar$s allí antes del &inal del verano, se7orD >in(uirió el e8plorador. >'í >contestó Khasar. Cuando el mensajero se alejó a toda velocidad, escupió en el suelo. abía con(uistado todas las ciudades en un radio de cientos de %ilómetros alrededor de Kai&eng, sembrando la destrucción en torno al emperador e interrumpiendo la entrada de sus
suministros. 'in embargo, se marcharía justo cuando la victoria estaba asegurada. 5io (ue los ojos de Ogedai brillaban de emoción Khasar tuvo (ue mirar hacia otro lado. 'e dio cuenta de (ue se alegraría de ver a sus hermanos de nuevo. 'e preguntó despreocupadamente si Belme o )subodai podrían igualar las ri(uezas (ue les había arrebatado a las ciudades Chin. =os(ues enteros habían sido talados para construir su&icientes carros para transportarlas todas. #ncluso había reclutado hombres entre los Chin, de manera (ue ahora retornaba con un e&ectivo (ue superaba en dos mil hombres a a(u"l con el (ue partió. 'uspiró otra vez. !o (ue había deseado era llevarle a Gengis los huesos de un emperador. !os dem$s botines de guerra le daban e8actamente igual.
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Gengis dejó (ue su egua corriera libre por la abierta llanura: a galope tendido, el c$lido
aire le golpeaba el rostro hacía ondear en el viento sus largos negros cabellos. !levaba sólo una t6nica ligera (ue dejaba los brazos al descubierto, revelando una tupida telara7a de blancas cicatrices. !os pantalones (ue se apretaban contra los &lancos de la egua estaban viejos tenían el tono oscuro (ue daba la grasa de oveja, como las suaves botas (ue se apoaban en los estribos.
&uerza , con ella, el deseo de aplastar a a(u"llos (ue se habían atrevido a matar a sus hombres. ;uería (ue sus enemigos &ueran orgullosos &uertes, para (ue su venganza les hiciera caer desde m$s alto, con m$s violencia. Gengis alargó la mano hacia otra &lecha , al notar (ue sus dedos se cerraban en el vacío, suspiró. !os ni7os las ni7as de los campamentos se precipitarían ahora sobre los animales con martillos cuchillos para concluir la matanza empezar a cocinar las presas para celebrar un gran ban(uete. !os e8ploradores del %han habían in&ormado de (ue los ej"rcitos de Khasar )subodai estaban a sólo unos cuantos días de camino. onraría a sus generales con vino de arroz airag negro cuando volvieran. Gengis se preguntó cómo habrían crecido sus hijos en los a7os de separación. ra emocionante pensar en ir a la guerra con Chagatai Ogedai, con(uistar nuevas tierras para (ue ellos tambi"n pudieran ser %hanes. 'abía (ue Bochi tambi"n volvería, pero "sa era una vieja herida no se demoró en ella. abía dis&rutado de unos a7os de paz con sus esposas sus hijos pe(ue7os, pero si el padre cielo tenía un propósito para "l, sabía (ue no era pasar sus días tran(uilamente mientras el mundo dormía. Gengis se dirigió hasta Kachiun, (ue palmeaba a Arslan en el hombro. ntre ambos, el suelo estaba rojo de sangre piel, los muchachos pasaban como &lechas, casi meti"ndose bajo las pezu7as de los caballos, gritando llam$ndose unos a otros, llenos de e8citación. >5ist"is el gato (ue tumb"D >preguntó Gengis a los dos hombres>. ra tan grande (ue tuve (ue utilizar dos &lechas sólo para &renarlo. >/ue un lance e8celente >gritó Kachiun, con la cara brillante de sudor. En ni7o &lacucho se acercó demasiado a los estribos de Kachiun mientras "ste hablaba el guerrero se agachó para darle un coscorrón (ue le tiró al suelo para diversión de sus compa7eros. Arslan sonrió cuando el muchacho se levantó lanzó una mirada airada al hermano del %han antes de alejarse a la carrera. >'on tan jóvenes, esta nueva generación >dijo>. ?o casi ni me acuerdo de haber sido tan pe(ue7o. Gengis asintió. !os ni7os de las tribus nunca conocerían el temor de ser perseguidos (ue su&rieron sus hermanos "l mismo. Al escuchar sus risas sus agudas voces, no podía dejar de admirarse de lo (ue había conseguido. 'ólo unos pocos pastores seguían vagando por los valles monta7as de su tierra natal. abía reunido al resto los había convertido en una nación liderada por un solo hombre bajo el padre cielo. )al vez "se &uera el motivo por el (ue anhelaba responder al desa&ío de las tribus del desierto. En hombre sin enemigos se ablandaba engordaba con rapidez a una nación le iría mal si no tenía a alguien (ue vigilara con atención sus campamentos. 'onrió ante la idea. !levo muchos meses pensando, se7or, (ue es hora de (ue renuncie a mi puesto de general. -e esto haciendo demasiado viejo para soportar una campa7a invernal (uiz$ demasiado cauteloso. !os hombres necesitan a alguien m$s joven (ue pueda arriesgarlo todo en una sola tirada de tabas. >)odavía te (uedan a7os >respondió Kachiun con igual seriedad. Arslan meneó la cabeza, mirando a Gengis para ver cómo reaccionaba ante sus palabras. >s el momento. sperar" a (ue regrese mi hijo Belme, pero no deseo volver a abandonar mi patria. s ante ti ante (uien prest" juramento, Gengis, no lo romper". 'i dices
(ue cabalgue contigo, cabalgar" hasta caerme. >ablaba de la muerte. . as estado conmigo desde los primeros días >dijo con suavidad>. Gracias, mi se7or %han. >Cuando alzó la vista, su rostro estaba enrojecido por la emoción>. )e conocí cuando estabas solo acorralado. 5i grandeza en ti entonces cuando te entregu" mi vida. 'abía (ue este día llegaría he preparado al lugarteniente de mi tum$n. s decisión tua, pero recomiendo a Purgadai para sustituirme. >dijo Gengis al instante>, pero honrar" tu elección tu sabiduría una 6ltima vez. Conozco a ese Purgadai, al (ue llaman Bebe, la &lecha. >Como mandes. !e conociste por primera vez cuando te en&rentaste al clan =esud hace a7os. -ató a tu caballo >e8plicó Arslan haciendo una leve mueca. Gengis soltó una e8clamación de sorpresa. >@?a me parecía (ue conocía el nombre 1or todos los espíritus, sabía utilizar un arco. ;u" había, trescientos pasosD -e acuerdo de (ue casi me abro la cabeza. >'e ha sosegado un poco, se7or, pero no demasiado. a sido totalmente leal a ti desde (ue le perdonaste la vida a(uel día. Gengis asintió. >ntonces, entr"gale a "l tu paitze de oro luego invítale a mi tienda de consejos. Convertiremos el ban(uete en una celebración de tu vida. !os narradores cantar$n tus alabanzas al padre cielo todos los jóvenes guerreros sabr$n (ue un gran hombre ha abandonado las &ilas. >'e (uedó un momento pensativo mientras Arslan se sonrojaba, orgulloso>. )e dar" mil caballos de mi propia manada doce siervas para tu mujer. nviar" a tres jóvenes para (ue sean tu guardia en la vejez. s un gran honor para mí, mi se7or, pero necesito mu poco. Con tu permiso, me llevar" a mi esposa sólo un reba7o pe(ue7o de cabras caballos en edad de procrear. Buntos, encontraremos un lugar tran(uilo junto a un arroo allí nos (uedaremos. ?a no ha ladrones en las colinas si por casualidad encontramos alguno, mi arco mi espada seguir$n respondiendo por mí. >'onrió al muchacho (ue había visto convertirse en un con(uistador de naciones>. 1uede (ue construa una pe(ue7a &orja haga una 6ltima espada para (ue me entierren con ella. A6n ahora oigo los sonidos del martillo en mi cabeza esto en paz. Gengis notó (ue las l$grimas brotaban de sus ojos al mirar al hombre (ue había sido un segundo padre para "l. 9esmontó tambi"n le dio a Arslan un r$pido abrazo, haciendo (ue los ni7os (ue gritaban a su alrededor enmudecieran de repente. >s un buen sue7o, viejo.
con una di&erencia de un día entre ellos. =ajo el liderazgo del %han, la nación había crecido siempre había ni7os chillando en alguna parte. 9esde (ue volvió de la capital Chin, Gengis había construido un campamento casi permanente junto al río, rechazando la llanura de Avraga. Cierto (ue Avraga siempre sería un lugar sagrado por haber sido testigo del nacimiento de su nación, pero era una tierra seca plana. n comparación, una catarata pró8ima trans&ormaba las aguas del Or%hon en blanca espuma los caballos las ovejas podían beber hasta saciarse. Gengis había nadado multitud de veces en sus hondas pozas, recobrando su &uerza. Khasar había sido el primero en llegar abrazó a sus hermanos: Gengis, Kachiun, incluso a )emuge, (ue no era un guerrero, sino (ue coordinaba los campamentos solucionaba las disputas entre &amilias. Khasar traía consigo a Ogedai. l chico apenas había cumplido los trece a7os, pero era musculoso tenía largos miembros (ue prometían (ue alcanzaría la altura de su padre. n los a&ilados rasgos de la cara de Ogedai, los hermanos podían ver un eco del muchacho (ue una vez los había mantenido con vida cuando habían sido desterrados se habían (uedado solos, a escasos bocados de morirse de hambre. Khasar a&erró a Ogedai por la nuca le empujó hacia su padre, mostrando lo orgulloso (ue estaba de "l. >s mu h$bil con el arco la espada, hermano >aseguró Khasar, inclinando un odre de airag negro dirigiendo un chorro del licor hacia su garganta. Gengis oó el grito encantado de su esposa =orte en la ger &amiliar supo (ue su hijo estaría rodeado por mujeres en unos instantes. >as crecido, Ogedai >dijo, algo violento>. sta noche me gustar$ escuchar todo sobre tus viajes. >Observó cómo Ogedai, cuo rostro ocultaba cual(uier emoción, hacía una inclinación &ormal. )res a7os eran mucho tiempo, pero a Gengis le complació el mozalbete guerrero (ue había regresado a su lado. Ogedai tenía sus mismos ojos amarillos Gengis aprobó su tran(uilidad su calma. )ienes edad para beber, muchachoD >preguntó Gengis levantando un odre en la mano. Cuando su hijo asintió, se lo lanzó Ogedai lo cogió con limpieza, abrumado con las im$genes los sonidos de su pueblo, (ue le circundaban por todas partes. Cuando su madre se adelantó le abrazó, se (uedó tieso, tratando de demostrarle a su padre (ue a no era un ni7o no se desharía en sus brazos. =orte apenas pareció notarlo sostuvo su cara en ambas manos, llorando al verle retornar sano salvo. >9"jalo tran(uilo, =orte >murmuró Gengis junto a ella>. s su&icientemente maor para luchar cabalgar a mi lado. >'u esposa hizo caso omiso de sus palabras Gengis suspiró, embargado por un humor apacible. Gengis sintió una opresión en el pecho al ver a )subodai avanzar trotando hacia "l a trav"s de la abarrotada llanura, con Bochi junto a "l. Ambos desmontaron Gengis vio (ue Bochi caminaba con el paso $gil de un guerrero nato. abía crecido hasta ser un par de centímetros m$s alto (ue el %han, aun(ue sus ojos oscuros le seguían recordando a Gengis la posibilidad de (ue su padre no &uera "l. asta entonces no había sabido cómo reaccionaría al encontrarse con Bochi, pero instintivamente Gengis se dirigió a )subodai, ignor$ndole. >!os has llevado a todos ante ti, generalD >dijo. )subodai respondió ri"ndose entre dientes. >e visto muchas cosas e8tra7as, mi se7or %han. abría llegado m$s lejos si no nos hubieras hecho volver. s la guerra, entoncesD Ena sombra cruzó el rostro de Gengis, pero meneó la cabeza.
>-$s tarde, )subodai, m$s tarde. )e dar" algunos perros (ue azotar, pero Arslan deja su puesto de general cuando llegue Belme, celebraremos su vida. )subodai se entristeció al oír las noticias. >!e debo mucho, se7or. -i poeta es un hombre e8celente. 1uedo o&recer sus serviciosD Gengis sonrió. >1ara el general espadero, tengo docenas de poetas narradores pele$ndose como perros por ese honor, pero tu hombre puede unírseles tambi"n. Gengis notaba (ue la madre de Bochi le estaba observando mientras hablaba. =orte estaría esperando alg6n tipo de aceptación p6blica de su primog"nito antes de darle la bienvenida al hogar ella tambi"n. Cuando caó el silencio, Gengis se giró por &in hacia Bochi. acía mucho tiempo (ue en los campamentos ning6n hombre se había atrevido a devolverle la mirada al %han de esa manera Gengis sintió (ue su corazón se aceleraba, como si se en&rentase a un enemigo. >-e alegra ver (ue est$s sano &uerte, padre >intervino Bochi, con una voz m$s grave de lo (ue Gengis esperaba>. Cuando me march", todavía estabas debilitado por el veneno del asesino. Gengis vio (ue la mano de )subodai se movía ligeramente, como si hubiera estado a punto de alzarla para advertir a Bochi. l general era m$s listo (ue Bochi, por lo visto. l joven guerrero se erguía orgulloso &rente a "l como si no &uera un mocoso nacido de una violación, apenas bienvenido en las gers de su &amilia. Gengis se es&orzó por contener su ira, mu consciente de la presencia silenciosa de su mujer. >1arece (ue so di&ícil de matar >dijo con suavidad>. )e do la bienvenida a mi campamento, Bochi. 'u hijo permaneció inmóvil, aun(ue el hecho de (ue Gengis le concediera derechos de invitado como a cual(uier guerrero era una provocación sutil. -e honras, mi se7or %han >contestó Bochi, haciendo una inclinación de cabeza para (ue su padre no pudiera ver la &uria de sus ojos. Gengis asintió, considerando al joven mientras tomaba las manos de su madre con dulzura en las suas hacía una reverencia, con el rostro p$lido tenso. !os ojos de =orte se llenaron de l$grimas de alegría, pero había m$s compostura entre madre e hijo de la (ue había habido con Ogedai. n ese ambiente, no podía abrazar al joven alto guerrero. Antes de (ue Gengis pudiera volver a hablar, Bochi se giró hacia su hermano menor toda su rigidez se desvaneció de repente. >)e he visto, hombrecito >dijo Bochi. Ogedai esbozó una ancha sonrisa se adelantó para darle a Bochi un pu7etazo en el hombro, provocando un combate de lucha (ue terminó con su cabeza atrapada bajo la a8ila de Bochi. Gengis los observaba irritado, deseando decir algo m$s (ue pudiera arrebatarle a Bochi esa espontaneidad. n vez de eso, Bochi se llevó a Ogedai, (ue protestaba mientras su hermano le &rotaba la cabeza con el pu7o. l %han, en realidad, no le había dado a su hijo permiso para retirarse Gengis abrió la boca para hacer (ue volviera. >)u hijo ha aprendido bien, se7or >aseguró )subodai antes de (ue llegara a llamar a Bochi>. a comandado a mil hombres en batalla contra los guerreros de 3usia los hombres le respetan. Gengis &runció el ce7o, sabiendo (ue el momento de hablar había pasado. >preguntó.
)al vez un hombre m$s d"bil se hubiera mostrado de acuerdo con "l, pero )subodai meneó la cabeza de inmediato, leal al joven (ue había tenido a su cargo durante tres a7os. >Aprendió mu deprisa lo (ue signi&ica estar al mando, se7or, (ue todos los hombres miren sólo hacia ti en busca de &uerza. -i poeta ha escrito muchos versos sobre Bochi los hombres hablan bien del hijo del %han. 'abe liderar. 1ara mí no ha elogio mejor. Gengis lanzó una mirada &ugaz hacia donde Bochi se reía con Ogedai. Buntos parecían m$s jóvenes, se parecían m$s a los ni7os (ue habían crecido en su tienda. Asintió a rega7adientes, pero cuando volvió a hablar, las esperanzas de )subodai se desvanecieron. >!a mala sangre puede salir a la super&icie en cual(uier momento, general. n una carga, en una batalla, podría cambiar. Cuídate de no dejar tu vida en manos de "se. )subodai no podía replicar al %han por(ue sería un insulto, aun(ue ardía en deseos de contradecir esa injusticia. Al &inal, su lucha &ue interna e inclinó la cabeza. >Belme Chagatai est$n sólo a tres días de camino >dijo Gengis, su e8presión se iluminó>. ntonces ver$s a un hijo mío, )subodai, sabr$s por (u" esto orgulloso de "l. #luminaremos la tierra con l$mparas comeremos beberemos tanto (ue los hombres hablar$n de ello durante a7os. >Como desees, se7or >respondió )subodai, ocultando su disgusto. A lo largo de tres a7os, había visto cómo Bochi se convertía en un hombre e8celente, un hombre capaz de liderar ej"rcitos. )subodai no había encontrado ninguna debilidad en "l sabía (ue tenía talento para juzgar a las personas. -ientras seguía la mirada del %han hasta su hijo maor, )subodai se entristeció por el dolor (ue Bochi debía de sentir.
#5
lgo arrancó a Belme de un sue7o pro&undo. n completa oscuridad, se incorporó
escuchando con m$8ima atención. l agujero para el humo de la ger estaba cubierto no podía ajustar su visión a la &alta de luz. A su lado, una mujer Chin se revolvió Belme alargó la mano para tocarle la cara. >susurró. Conocía los sonidos del campamento: el relincho de los ponis, las risas o los llantos nocturnos (ue le acunaban hasta dormirse. Conocía los sonidos (ue emitía su pueblo el m$s mínimo cambio (ue se producía en ellos. Como en un perro salvaje, había una parte de "l (ue nunca dormía del todo. ra demasiado veterano para desechar la cons(uilleante sensación de peligro achac$ndola a una pesadilla. n silencio, retiró las pieles (ue le cubrían, (ued$ndose con el pecho desnudo, ataviado sólo con un viejo par de pantalones. ra bajo lejano, pero el sonido del caballo de un e8plorador era incon&undible. A medida (ue el ruido se iba e8tinguiendo, Belme se estiró para agarrar una espada (ue colgaba de la estaca central de la tienda. 'e puso unas botas suaves, se echó un pesado abrigo por los hombros se agachó para atravesar la puerta salir a la noche. l campamento a estaba despert$ndose a su alrededor: los guerreros montaban entre murmullos, chas(ueando la lengua para calmar a sus animales. staban apenas a un día a caballo de Gengis, Belme no tenía ni idea de (ui"n podía estar tan loco como para arriesgar las patas de caballos tan valiosos haci"ndoles cabalgar en la oscuridad. Ena madriguera de marmota en el lugar e(uivocado podía (uebrar una pata delantera. Belme no podía imaginar (ue hubiera un enemigo en las desiertas llanuras, nadie (ue se atreviera a atacarle. Aun así, se prepararía. )oma cien hombres, Chagatai >e8clamó con brus(uedad, revelando su tensión>. 3econoce el terreno a ver si ha un enemigo, cual(uier cosa. Alguien est$ ahí &uera esta noche. l joven príncipe se alejó con rapidez, silbando a para llamar a sus subo&iciales. Belme reunió a los hombres, organiz$ndolos sin una sola vacilación. !os e8ploradores le habían dado tiempo no pensaba desperdiciarlo. !as &ilas se &ormaron en la oscuridad , de pronto, la noche se llenó de ruidos cuando todo hombre, mujer ni7o empezó a preparar armas o a esconder suministros a amarrar objetos a los carros. Guardias bien provistos de armas atravesaban en parejas el campamento buscando atacantes o ladrones. Belme estaba situado en el ojo del hurac$n, sintiendo el remolino de movimiento a su alrededor.
cargar, morirían hombres caballos. l &río, (ue Belme notaba ahora por primera vez desde (ue se levantara, hizo (ue apretara con &uerza la mandíbula. Gengis galopaba en la oscuridad, completamente borracho tan ligero (ue sentía (ue los estribos le servían para impedirle salir volando. Como e8igía la tradición, "l había sido el encargado de comenzar todos los odres de airag de tomar unas cuantas gotas por los espíritus (ue guardaban a su pueblo. abía escupido m$s de lo (ue había bebido en las hogueras del ban(uete las llamaradas subsiguientes habían hecho (ue se tambaleara envuelto en humo dulce. A pesar de todo, una cantidad considerable había alcanzado su garganta había perdido la cuenta del n6mero de odres (ue había acabado tirando al suelo. l &estín había comenzado dos días antes. Gengis había dado o&icialmente la bienvenida a sus hijos sus generales honr$ndolos delante de su pueblo. #ncluso el constante ce7o de Bochi se había suavizado cuando aparecieron las grandes bandejas de carne procedente de la caza. )ambi"n Khasar Ogedai se habían abalanzado sobre los mejores pedazos con un grito de placer. abían comido muchos manjares e8tra7os en a(uellos a7os pasados en países remotos, pero nadie de Koro o de las tierras Chin podría haber servido una bandeja de cordero alimentado con la m$s verde hierba en las mesas de los rugientes guerreros. sa carne había sido enterrada el invierno anterior toda había permanecido allí hasta el regreso de los generales. !os ojos de Khasar se llenaron de l$grimas, aun(ue aseguraba (ue era por el amargor de la carne podrida no por la nostalgia de a(uella rara delicatessen. Chagatai Belme est$n sólo a una breve cabalgata de a(uí, Arslan >le había dicho por encima de los rasgueos acordes de los instrumentos de viento cuerda>. 5ienes conmigo al encuentro de nuestros hijosD Arslan había sonreído, borracho, había asentido al instante. >-e llevar" a los poetas para escuchar historias sobre ti, viejo >le dijo Gengis, arrastrando las palabras. ra una magní&ica idea , con una sensación c$lida en el pecho, convocó a su consejo de generales. )subodai Bochi habían pedido sus caballos, mientras Khasar Ogedai llegaban tambale$ndose. Ogedai tenía un tono ligeramente verdoso, pero Gengis no había tenido en cuenta el $cido olor a vómito (ue desprendía su hijo. /ue Kachiun (uien había traído la egua gris del %han, un animal e8celente. >@s una locura, hermano >e8clamó Kachiun con alegría>. ;ui"n se lanza a cabalgar por la nocheD Alguno se caer$. Gengis se7aló con un adem$n la oscuridad luego a sus compa7eros. >@había declarado los ebrios hombres (ue le rodeaban le habían
vitoreado al oírle>. )engo a mi &amilia a mis generales. )engo al espadero Arslan a )subodai el 5aliente. ;ue el suelo nos tenga miedo a nosotros si nos caemos. @!o abriremos en dos con nuestras duras cabezas st$is listosD >@ar" todo lo (ue t6 hagas, hermano >había contestado Kachiun, contagi$ndose del alocado estado de $nimo. Ambos hombres se situaron al trote a la cabeza de la pe(ue7a columna, (ue &ue creciendo a medida (ue m$s guerreros se le unían. l cham$n, Ko%chu, estaba allí, uno de los pocos (ue parecía sobrio. Gengis había buscado al 6ltimo de sus hermanos, )emuge, le vio de pie, meneando su redonda cabeza con gesto desaprobador. !e dar" una egua blanca a cual(uier hombre (ue llegue antes (ue o al campamento de Belme de mi hijo Chagatai >había hecho una pausa de un segundo para (ue los guerreros asimilaran sus palabras observar las salvajes sonrisas de sus hombres>. @Cabalgad a toda velocidad, si os atrev"is >había bramado entonces, hincando sus talones en los &lancos de su egua poni"ndola al galope instant$neamente a trav"s del campamento. !os otros, casi tan r$pidos como Gengis, salieron tras "l dando gritos. Enos dos mil hombres habían seguido al %han hacia la pro&unda oscuridad, todos los (ue tenían a sus monturas cerca cuando el %han se encaramó a la sua.
podía hacerlo. 'i su hijo elegía penetrar directamente hasta el &ondo de las gargantas de hombres nerviosos con arcos en ristre, todo lo (ue Gengis podía hacer era tragarse el repentino &río (ue le había (uitado de un tirón la borrachera. )odo cuanto podía hacer era cabalgar. Belme escudri7ó la negra noche, con sus hombres preparados en los &lancos. A(uellos guerreros (ue montaban como salvajes en la oscuridad estaban casi encima de ellos. abía e8tendido dos alas de hombres envolviendo a su columna, de modo (ue se dirigían hacia el &ondo de una copa. A pesar de (ue apenas podían ver m$s (ue una negra masa bajo la luz de las estrellas, en un segundo podía hacer (ue el aire se llenara de &lechas. 5aciló. )enía (ue ser Gengis, cabalgando a la cabeza. ;ui"n si no podía ser tan temerarioD 'in embargo, no se había oído ning6n grito de aviso. Belme sabía (ue no dejaría (ue un enemigo se estrellara contra sus mejores hombres. Antes de eso, enviaría un diluvio de &lechas contra ellos. ntornó los ojos, girando la cabeza a iz(uierda a derecha para distinguir con claridad las móviles sombras. 1odía ser el %hanD abría jurado haber oído a alguien cantar en la columna (ue estaba cargando contra "l. n la oscuridad, sólo "l estaba iluminado por la luz de una antorcha, para ser visto. Alzó un brazo a lo largo de las líneas miles de arcos se tendieron a la vez. >@1reparados >bramó Belme, tan &uerte como pudo. 'entía cómo el viento en&riaba el sudor en su cara, pero no tenía miedo. @=ajad las armas >rugió de pronto> 9ejadles pasar. Ampliad la &ormación. 'us o&iciales repitieron las órdenes a lo largo de las &ilas. Belme sólo podía esperar a ver si los jinetes se detendrían o golpearían sus líneas, iniciando una masacre. Observó las borrosas sombras llegar a cien pasos de "l, en pleno centro de la copa (ue &ormaban las alas. Cincuenta pasos todavía seguían a su líder, (ue los conducía directamente hacia la destrucción. Belme vio (ue unos cuantos jinetes a&lojaban la marcha desde las alas algunos de sus hombres saludaban al reconocer las voces de amigos &amiliares. Belme se relajó, agradeciendo al padre cielo (ue su instinto hubiera sido correcto. 'e volvió hacia el &rente se (uedó con la boca abierta al ver (ue la apretada &ila &rontal chocaba contra sus guerreros con un estruendo (ue hería los oídos. 5arios caballos jinetes caeron , de repente, todas las manos a&erraron una espada o un arco una vez m$s. >@Antorchas @)raed antorchas, a(uí >gritó Belme. !os esclavos corrieron hacia las &ilas para iluminar la escena de hombres gimiendo bestias pataleando despatarradas. Belme reconoció a Gengis en el centro de la mel" palideció ligeramente, pregunt$ndose si el %han pediría su cabeza. 9ebería haberse retirado o haber abierto un camino para ellos entre sus tropasD 8haló un lento suspiro mientras Gengis abría los ojos maldecía, sent$ndose con es&uerzo. Belme indicó con un gesto a dos guerreros (ue audaran al %han a ponerse en pie, pero "ste apartó de "l sus manos. >9ónde est$s, generalD >e8clamó Gengis, sacudiendo la cabeza. Belme se adelantó, tragando saliva cuando vio (ue Gengis se tocaba la mandíbula se dejaba un rastro de sangre junto a la boca. >sto a(uí, mi se7or %han >dijo, enderez$ndose tanto (ue le dolía.
Gengis se giró hacia Belme , por &in, su mirada se en&ocó. >so creo, mi se7or %han >contestó. Gengis se volvió hacia los hombres (ue estaban tras "l, asintiendo con una e8presión satis&echa en su rostro a6n aturdido. >!a noche acaba de empezar a me duele la cabeza. Gengis esbozó una ancha sonrisa Belme vio (ue se había roto un diente en el lado derecho de la cara. Observó cómo Gengis escupía sangre en la hierba &ulminaba con la mirada a un guerrero cercano (ue se echó para atr$s visiblemente. >nciende hogueras, Belme. )u padre est$ por alg6n lado, a(uí cerca, aun(ue no ha sido tan r$pido como o, ni mucho menos. 'i Arslan sigue vivo, brindaremos por su vida con vino de arroz airag lo (ue puedas o&recernos para comer. >)e do la bienvenida a mi campamento, mi se7or %han >anunció Belme, &ormalmente. Al notar el humor (ue reinaba entre los hombres (ue habían cabalgado hasta "l, empezó a sonreír. #ncluso su padre se reía entre dientes, incr"dulo, mientras se incorporaba se apoaba en un estoico joven guerrero. >Así (ue no &renaste, ehD >le susurró, con humor, Belme a su padre. Arslan se encogió de hombros, meneando la cabeza, los ojos se le encendieron al recordar la escena. >;ui"n podía pararD l nos arrastra a todos. !os diez mil de Belme continuaron el &estín en a(uel desierto terreno. asta los ni7os m$s pe(ue7os &ueron despertados para (ue vieran al gran %han, (ue recorría a grandes zancadas el campamento. Gengis se preocupó de poner la mano en las cabezas de los pe(ue7os, pero estaba distraído e impaciente. abía oído el sonido de los cuernos llamando a los jinetes de los &lancos sabía (ue Chagatai se estaba acercando.
desde un corazón de brasas anaranjadas. 9esde su puesto, Bochi miraba con &ijeza a los generales de su padre por un momento, antes de retirar la vista, se encontró con los ojos de Kachiun. #ncluso en ese breve contacto, había e8istido una cierta comunicación. Bochi no volvió a mirar, sabiendo (ue Kachiun le estaría mirando con agudo inter"s. !os ojos dejaban ver el alma siempre eran la parte m$s di&ícil de disimular. Cuando Chagatai entró a caballo, lo hizo acompa7ado por el aullido de su jagun de guerreros. Belme se sintió satis&echo al ver (ue el ebrio aletargamiento de Chagatai se había desvanecido tras la cabalgada. Cuando bajó de un salto de su caballo, el segundo hijo de Gengis tenía un aspecto vital &uerte. Gengis se puso en pie para saludarle los guerreros gritaron contentos cuando el padre tomó el brazo de su hijo le palmeó en la espalda. >as crecido mucho, muchacho >dijo Gengis. )enía los ojos vidriosos por la bebida la cara hinchada con manchas. Chagatai hizo una pro&unda inclinación ante su padre, como un hijo per&ecto. -antuvo una actitud distante al estrechar manos palmear los hombros de los guerreros de su padre. 1ara irritación de Bochi, su hermano caminaba bien, con la espalda derecha sus blancos dientes relucían cuando reía sonreía. A sus (uince a7os, apenas tenía cicatrices en la piel m$s all$ de las mu7ecas los antebrazos, así como tampoco marcas de en&ermedad. Gengis lo miraba con evidente orgullo. Cuando Bochi vio (ue Chagatai era invitado a sentarse en un puesto pró8imo a Gengis, se alegró de (ue una alta hoguera ocultara el rubor de la ira (ue le invadió. Chagatai había echado una &ugaz mirada de &río reconocimiento hacia Bochi.
5
l raar el alba,
el poeta de )subodai estaba relatando la historia de la =oca del )ejón, donde Arslan se había en&rentado al maor ej"rcito nunca visto por ning6n hombre de su pueblo. Con Gengis los generales observ$ndole, el poeta &ue m$s honesto de lo habitual al describir las proezas de Arslan. )odos habían actuado bien en el paso entre monta7as (ue había antes de llegar a ?en%ing. )odos ellos recordaban a(uellos días sangrientos, en sus venas el orgullo la admiración se mezclaban con el vino.
'us generales se habían reunido en torno a una jaula de hierro (ue estaba colocada sobre un carro, pero Gengis no los miró a ellos ni a Chagatai, (ue se erguía con gesto de orgulloso propietario. l animal atrapado tras los barrotes era m$s grande (ue ning6n otro &elino (ue hubiera visto nunca Gengis sólo podía menear la cabeza asombrado, cerrando un ojo para aliviar el dolor de su diente roto de una punzante migra7a. 1ara anestesiar la zona, pidió m$s airag con un adem$n vertió un chorro de lí(uido en su garganta. 9ecid, no es un regalo digno de un %hanD >dijo Chagatai. Gengis sólo lo miró un segundo, pero Chagatai perdió parte de su petulancia con ese aviso. !a multitud (ue los rodeaba había enmudecido mientras esperaba la reacción del %han. Belme se hallaba visiblemente incómodo, Gengis se volvió hacia "l asintió, apreciativo. >l tigre es un regalo para ti, se7or, del re de Koro. !o criaron desde cachorro, pero estas bestias no pueden ser domesticadas. -e han contado (ue derribaría incluso a un hombre a caballo mataría tanto a la montura como a su jinete. Gengis se situó mu cerca de los barrotes miró al tigre a los ojos. Cuando sus miradas se encontraron, el animal saltó sin previo aviso su peso sacudió la jaula al golpear los barrotes. Gengis estaba demasiado borracho para es(uivarlo sintió el desgarrador impacto de una zarpa en su brazo. -iró con vaga sorpresa la sangre (ue brotó de su manga rota. Ena 6nica garra le había alcanzado, hendiendo su carne pro&undamente. >@;u" velocidad >e8clamó maravillado>. e visto serpientes m$s lentas. @? con ese tama7o 1uedo creerme la historia de (ue mataría a un hombre a su caballo. sas &auces podrían romper un cr$neo. >Gengis se balanceaba ligeramente al hablar, pero nadie de los presentes mencionó la herida por temor a avergonzar a su %han. >n Koro, ha guerreros (ue cazan tigres >e8plicó Chagatai, con m$s humildad>, aun(ue trabajan en grupo utilizan arcos, lanzas redes. >-ientras hablaba, la mirada de Chagatai tropezó con Bochi su e8presión se tornó pensativa. 'u hermano maor estaba tan &ascinado por la bestia como el propio Gengis estaba situado demasiado cerca de los barrotes >. )en cuidado, Bochi >le advirtió Chagatai en voz alta>. )e herir$ a ti tambi"n. Bochi le lanzó una mirada hostil. ubiera deseado contradecirle, pero no podía alardear de su velocidad con su padre allí, sangrando. >as cazado alguno de estos tigres en las tierras de KoroD >preguntó Bochi. Chagatai se encogió de hombros. >=ajo la impasible mirada de Bochi, no pudo evitar continuar>: abría participado en una cacería, si hubieran encontrado uno. >1uede ser >dijo Bochi, &runciendo el ce7o>. Aun(ue dudo (ue Belme hubiera arriesgado la vida de un muchacho contra un monstruo así. !a cara de Chagatai se puso roja como la grana algunos hombres se rieron entre dientes. -omentos antes, había dominado al gentío como un maestro de ceremonias. 9e alg6n modo, su padre Bochi le habían robado ese momento, así (ue tenía (ue de&ender su orgullo. A los (uince a7os de edad, estaba lleno de rencor atacó sin re&le8ionar al 6nico (ue se atrevía a
desa&iar. >Crees (ue podrías en&rentarte a un tigre, BochiD Apostaría una &ortuna para ver algo así. Belme abrió la boca, pero la ira de Bochi saltó como un resorte habló con precipitación. >1on t6 las condiciones, hermano >contestó>. Considerar" la posibilidad de ense7arle a tu gato un poco de respeto. Al &in al cabo ha derramado la sangre de mi padre. >sto es una estupidez de borrachos >e8clamó Belme. >respondió Chagatai con igual rapidez>. Apuesto cien carros de mi parte del tributo de Koro. -ar&il, metal, oro madera. >Agitó la mano como si no importara nada>. 'i matas al tigre, todo ser$ tuo. >? te arrodillar$s ante mí, delante de todas las tribus >a7adió Bochi. !a ira le consumía, haci"ndole mostrarse imprudente. 'us ojos destellaban mientras miraba a Chagatai, pero el joven siguió burl$ndose de "l. >1ara eso, tendr$s (ue hacer algo m$s (ue matar a un tigre, hermano. 1ara eso tendr$s (ue ser %han. )al vez ni si(uiera eso bastaría. !a mano de Bochi se deslizó hasta el pu7o de su espada la habría desen&undado si Belme no hubiera puesto una mano en su mu7eca. >5ais a pelearos como unos ni7os delante de todo el campamentoD !a noche (ue se honra a mi padreD l tigre es un regalo para el %han. 'us ojos estaban llenos de &uria Chagatai bajó la mirada, instant$neamente sumiso. 9urante su entrenamiento, había soportado duros castigos c$usticos sermones del general. l h$bito de la obediencia estaba mu arraigado. 1or &in, habló Gengis, tras observar todo el intercambio de palabras. >Acepto el regalo >dijo. 'us ojos amarillos parecían del mismo color (ue los del &elino (ue rugía a sus espaldas. Bochi Chagatai inclinaron la cabeza para evitar (ue estallara la cólera del %han. Cuando estaba borracho, Gengis podía mu bien tirar a un hombre al suelo sólo por mirarle &ijamente. >1odríamos &ormar un círculo apretado de guerreros armados con espadas lanzas apuntando hacia el centro >a7adió Gengis, pensativo>. En hombre podría en&rentarse a la bestia entonces, si así lo desea. >sos animales son m$s peligrosos (ue nada (ue o haa visto >objetó Belme, con la voz cargada de tensión>. Con mujeres ni7os por todas partesF >'e sentía atrapado entre la necesidad de obedecer a su %han la conciencia de la locura (ue Gengis parecía estar considerando. >!l"vate a las mujeres a los ni7os, general >contestó Gengis, encogi"ndose de hombros. !a instrucción militar de Belme estaba demasiado interiorizada para discutir e inclinó la cabeza aceptando lo inevitable. Chagatai no se atrevía a mirar hacia "l. >-u bien, se7or. 1odría hacer (ue mis hombres ataran varias tablas pesadas para hacer el círculo. 1odríamos usar las catapultas para &ormar la estructura. Gengis asintió, sin importarle cómo se solucionaban los problemas. 'e volvió hacia Bochi, (ue asistía atónito a la escena (ue su rabia su orgullo habían desencadenado. #ncluso Chagatai parecía impresionado, pero Gengis estaba tomando todas las decisiones todo cuanto podían hacer era mirar. >-ata a esa bestia (uiz$ tu hermano doble la rodilla ante ti >dijo Gengis con suavidad>. !as tribus est$n observando, chico. 5er$n a un %han en tiD >O a un cad$ver, o a ambos >respondió Bochi sin vacilar.
sto listo. >ntonces &ormad el círculo colocad la jaula en su interior >ordenó Gengis. -ientras Belme daba instrucciones a sus hombres para (ue trajeran madera cuerdas, Bochi le hizo se7as a Chagatai para (ue se acercara. )odavía aturdido, el muchacho descendió $gilmente del carro, haciendo (ue se tambaleara provocando un gru7ido del tigre (ue les puso los nervios de punta. >sentenció Bochi>. !a tua. Chagatai entornó los ojos, es&orz$ndose por ocultar su triun&o. Bochi no podía sobrevivir ante un tigre. 'abía (ue los habitantes de Koro nunca los cazaban sin contar al menos con ocho hombres , adem$s, bien entrenados. staba mirando a los ojos de un muerto no podía creerse su buena suerte. Con un impulso repentino, desató la espada (ue Gengis le había entregado tres a7os antes. 'intió la p"rdida cuando su peso le abandonó, pero su corazón seguía henchido de gozo. >!a recuperar" cuando esa bestia te haa arrancado la cabeza >murmuró. ;uiz$ >respondió Bochi. 3ealmente es mu apropiado, Bochi. 'e alejó, dejando a Bochi &urioso, con la mirada clavada en la espalda de su hermano. Cuando se puso el sol, el círculo tomó &orma sobre las llanuras de hierba. =ajo la mirada vigilante de Belme, una sólida construcción de roble haa traídos desde Koro, amarrada con gruesas cuerdas re&orzada en todos los puntos con las plata&ormas de las catapultas, se levantó ante "l. Con un di$metro de cuarenta pasos, sin entrada ni escapatoria. Bochi tendría (ue trepar por las barricadas abrir la jaula "l mismo. -ientras Belme ordenaba (ue se encendieran antorchas alrededor del círculo, la nación entera se api7aba luchando por situarse lo m$s cerca posible. Al principio, daba la impresión de (ue sólo los (ue pudieran subirse a las barricadas podrían ver algo, pero Gengis (uería (ue el pueblo presenciara el reto, por lo (ue Belme había colocado carros (ue &uncionaban como plata&ormas en el círculo e8terior había elevado a la gente sobre pir$mides de escaleras de pino, claveteadas toscamente entre sí. 'e movían sobre las torres como hormigas m$s de un idiota borracho se caó sobre las cabezas de los de abajo, (ue &ormaban un pelotón tan apretado (ue no se veía el suelo. Gengis sus generales estaban situados en los mejores sitios el %han los había arrastrado a otra sesión desen&renada de alcohol durante el tercer día de &estejos. abían brindado una otra vez por Arslan, le habían honrado, pero para entonces todo el campamento sabía (ue uno de los hijos del %han se en&rentaría a una bestia e8tranjera estaban e8citados por la pro8imidad de la muerte. )emuge había llegado en el 6ltimo carro venido del campamento junto al río Or%hon. /ue "l (uien se ocupó de recopilar la maoría de las apuestas de los guerreros, aun(ue sólo sobre la duración de la lucha (ue estaba a punto de tener lugar.
apostaba por la victoria de Bochi sobre el monstruo raado (ue golpeaba con su cola la jaula la recorría arriba abajo, mir$ndolos &ijamente a todos. Cuando caó la noche, la 6nica luz en las llanuras era ese círculo, un ojo dorado rodeado por la palpitante masa de la nación mongola. 'in (ue nadie se lo hubiera pedido, los ni7os tambores habían empezado a tocar los sones de la guerra. 1or la tarde, Bochi se había retirado a la tienda del propio Belme para descansar ahora todos le aguardaban, lanzando miradas constantes hacia allí para captar la primera imagen del hijo del %han cuando saliera. Belme, de pie, miró al joven (ue estaba sentado en una cama baja con la espada de su padre apoada de trav"s en sus rodillas. Bochi vestía la pesada armadura (ue le había dado )subodai, cuas escamas de hierro de un dedo de grosor le protegían desde el cuello hasta las rodillas. abía un &uerte olor a sudor $cido en la ger. >)e est$n llamando >dijo Belme. >!es oigo >contestó Bochi, apretando la boca. >Belme comenzó a mover una mano hacia "l, con la intención de posarla en el hombro del joven. n vez de eso, la dejó caer suspiró>. 1uedo decir (ue lo (ue vas a hacer es una estupidez. 'i hubiera sabido lo (ue iba a pasar, habría liberado a ese tigre en los bos(ues de Koro. >?a est$ hecho >murmuró Bochi. Alzó la vista hacia el general de su padre con una mueca amarga en los labios>. Ahora sólo tengo (ue matar a ese enorme gato, noD Belme esbozó una sonrisa triste. /uera, el volumen del ruido de la multitud había subido ahora podía oír cómo entonaban el nombre de Bochi. 'ería un momento glorioso, pero Belme sabía (ue el muchacho no podía sobrevivir. -ientras se construía el círculo la jaula era bajada desde el carro, había estado estudiando al animal había visto el &le8ible poder de sus m6sculos. -$s r$pido (ue un hombre cuatro veces m$s pesado, sería un rival imposible de detener. 'e (uedó en silencio, con un mal presentimiento, cuando Bochi se puso en pie empezó a calentar los m6sculos de los hombros. l primog"nito del %han había heredado la asombrosa velocidad de su padre, pero eso no bastaría. l general vio cómo una enorme gota de sudor resbalaba por la cara de Bochi. Gengis no le había dado oportunidad de interpretar sus órdenes, pero seguía en&rent$ndose a su arraigado sentido de la obediencia. Belme le había traído el tigre al %han. star" sobre las barricadas con un buen arco. 'i caes, intenta aguantar lo matar". 5io (ue al oírle, se encendía un destello de esperanza en los ojos del joven. Belme recordó la 6nica cacería (ue había visto en Koro, cuando un tigre había recibido una &lecha en el corazón todavía había logrado destripar a un hombre e8perto en el manejo de la red. >a7adió Belme con suavidad>. 1ase lo (ue pase. 'i vas a morir esta noche, muere bien. 1or el honor de tu padre. Como respuesta, Bochi lanzó una mirada &uriosa al general. >'i depende de mí para mantener su honor, es m$s d"bil de lo (ue pensaba >e8clamó. >Aun así, todos los hombres deben morir >continuó Belme, haciendo caso omiso de su arrebato>. 1odría ser esta noche, el a7o (ue viene o dentro de cuarenta a7os, cuando est"s desdentado sin &uerzas. )odo lo (ue puedes hacer es elegir cómo te comportas cuando llegue. 9urante un instante, en la cara de Bochi apareció una sonrisa. >ntonces debería decirte esto: m$talo tu hermano se arrodillar$ ante ti delante de las
tribus. )u nombre ser$ &amoso , cuando te vistas con su piel, todos los hombres te mirar$n con admiración respeto. so est$ mejorD >'í, mucho mejor >respondió Bochi>. 'i me mata, ten preparado tu arco. !anzó un hondo suspiro, ense7ó los dientes un momento, luego se agachó para atravesar el bajo dintel salir a la noche. 'u pueblo rugió al verle el sonido invadió las llanuras ahogando los gru7idos del tigre, (ue parecía esperarle. !a muchedumbre se apartó para dejarle pasar Bochi no vio sus miradas &ijas, sus rostros e8citados (ue le vitoreaban mientras se apro8imaba a los muros (ue cerraban el círculo. !a luz de las antorchas se agitó chisporroteó cuando subió con agilidad a la parte superior de las barricadas luego saltó a la hierba del interior. l tigre lo observaba con una atención terrorí&ica sintió (ue no (uería abrir la jaula. Bochi levantó la vista hacia las caras de los miembros de su pueblo. 'u madre era la 6nica mujer (ue pudo ver apenas se atrevió a sostener su mirada por miedo a (ue le amedrentara. Cuando su mirada se deslizó sobre ella, vio (ue las manos de =orte se movían sobre la madera, como si (uisiera tenderlas hacia su primog"nito. l rostro de su padre permaneció inmóvil e impenetrable, pero su tío Kachiun le saludó con una inclinación de cabeza cuando sus ojos se encontraron. )subodai había adoptado la e8presión impasible del guerrero , al hacerlo, ocultaba el dolor (ue Bochi sabía (ue estaría sintiendo. l general no podía hacer nada para &renar la voluntad del %han, pero Bochi sabía (ue "l, al menos, no dis&rutaría de la lucha. #nstintivamente, Bochi inclinó la cabeza ante su general )subodai respondió con el mismo gesto. l tigre rugió , &rustrado e irritado por el círculo de aulladores, abrió su enorme boca para roer uno de los barrotes. Bochi vio (ue el animal era un macho joven, sin cicatrices sin e8periencia. 'intió cómo le empezaban a temblar las manos la &amiliar boca seca de los momentos previos a la batalla. 'u vejiga se hizo notar Bochi agarró con &uerza la espada con cabeza de lobo de su padre. ra un acero e8celente hacía tiempo (ue la deseaba. res poderoso veloz >dijo entre dientes>, o tambi"n. 'i te mato, llevar" tu piel con orgullo hasta el &in de mis días. >;uitó la barra abrió la puerta de golpe, retir$ndose con presteza. l gentío enmudeció: todos los guerreros miraban la &igura raada (ue salió de la jaula desliz$ndose como un chorro de aceite. Bochi dio seis amplias zancadas hacia atr$s se paró con la espada en ristre, hacia delante hacia abajo, lista para entrar a &ondo. l corazón le batía en el pecho se sentía pesado torpe en comparación con esa bestia a la (ue había venido a matar. Al principio, el tigre le ignoró. 3ecorrió las barricadas arriba abajo, buscando una salida. Cuando la multitud reanudó el griterío, agitó la cola, irritado e incómodo. Bochi observó cómo el animal se estiraba en toda su longitud contra uno de los muros, haciendo surcos en la dura madera con sus garras. n la jaula, su &uerza su gracia habían sido menos obvias. n movimiento, era sencillamente mortí&ero Bochi tragó saliva, nervioso, esperando a ser atacado. !a bestia era consciente de su presencia. 5io sus ojos dorados recorrer su cuerpo luego clavarse en "l, mientras se agazapaba con la cabeza levantada. !a cola daba latigazos contra la
hierba , una vez m$s, la muchedumbre se (uedó en silencio. Bochi o&reció su alma al padre cielo.
las piernas llenas de tajos sangrantes (ue llegaban hasta las pantorrillas los pies. 1uedes levantarteD -e oesD >le gritó )subodai. Bochi se agitó, dejando una huella sangrienta en el deel del general. )subodai le cogió por la mu7eca le audó a ponerse en pie. Bochi no podía sostenerse por sí solo se apoó como un peso muerto sobre el general hasta (ue Belme tiró su arco al suelo lo sujetó por la a8ila. !os dos generales sujetaron al hijo del %han entre ellos le hicieron girar hacia su padre. >@st$ vivo, mi se7or %han >declaró )subodai, triun&ante. abía admiración respeto en los rostros (ue se api7aban en torno al círculo, como Belme había predicho. 'ólo Chagatai luchaba por ocultar su &uria. Belme vio el resentimiento en el joven (ue había entrenado durante tres a7os el gesto de su boca se endureció. Bochi se había hecho merecedor de un gran honor por a(uella e8hibición de valor Belme habló un momento con )subodai antes de alejarse, dej$ndole soportar todo el peso. l general recogió la espada ensangrentada (ue había (uedado tirada en la hierba la empu7ó. >'e ha ganado este acero, mi se7or, no es verdadD >dijo, sosteni"ndola en alto para (ue todos pudieran ver la cabeza de lobo en su empu7adura. !os guerreros mostraron su aprobación con un rugido golpearon las barricadas (ue &ormaban el círculo. l rostro de Gengis, una m$scara, no dejaba traslucir nada. Belme siguió esperando mientras la sangre del hijo del %han seguía manando. !os pensamientos de Gengis giraban como un torbellino el orgullo el placer (ue le había proporcionado el sanguinario espect$culo se mezclaban en su cerebro con una &uerte irritación. l tambi"n había pensado (ue Bochi moriría no había planeado una respuesta ante ese resultado. 'u dolor de cabeza retornó mientras clavaba la mirada en el escenario de la lucha notaba un gusto amargo en la boca. 1or &in, asintió Belme inclinó la cabeza ante su voluntad. 'in (ue la multitud circundante pudiera oírlo, Belme le habló a Bochi mientras colocaba la espada entre sus insensibilizados dedos. >3ecordar$n esto, muchacho >le susurró a Bochi al oído. l joven no dio ninguna se7al de haberle oído Belme se dio cuenta de (ue estaba inconsciente. >)odavía puede morir a causa de sus heridas >le dijo )subodai a Belme. l general se encogió de hombros. >so est$ en manos del padre cielo. !o (ue importa es (ue se en&rentó cara a cara con esa bestia.
pero Chagatai carecía de la capacidad para volver la situación a su &avor. 'e (uedó parado &rente a su hermano inconsciente, temblando de ira de humillación. n silencio, Chagatai miró una vez m$s a su padre. Creo (ue te tocó entrenar al mejor hijo, amigo mío >le dijo en un murmullo a )subodai. >spero (ue su padre lo sepa >respondió )subodai. Ambos hombres compartieron una mirada de comprensión antes de ordenar a algunos guerreros (ue bajaran empezaran a despellejar al tigre. !a carne alimentaria a tantos como &uera posible, trozos medio (uemados (ue los guerreros se obligarían a tragar. abía muchos (ue deseaban la rapidez la &erocidad de un animal así. Belme se preguntó si Chagatai paladearía el sabor de la carne esa noche, o sólo el de su propia rabia.
5#
Pasaron otros tres días antes de (ue Gengis &uera a ver a Bochi. )ras la desen&renada
noche (ue siguió a la lucha con el tigre, casi todo el campamento se había dedicado a dormir , tras tres días dedicados a beber sin parar, el propio Gengis se había levantado 6nicamente para vomitar durante todo un día una noche. l traslado de las inmensas huestes de regreso a las orillas del río Or%hon había llevado otro día. l campamento de Belme había sido un lugar e8celente para &estejar la vida de Arslan, pero los reba7os los caballos necesitaban agua hierba &resca. Con su habitual vitalidad, Gengis se había recuperado durante la cabalgada, aun(ue, cuando se detuvo &rente a la tienda del cham$n, Ko%chu, seguía teniendo las tripas &lojas. !e deprimió pensar (ue en otro tiempo habría superado los e&ectos del e8ceso de alcohol con una sola noche de sue7o. Gengis abrió la pe(ue7a puerta: ante "l se desarrollaba una apacible escena (ue le recordó a la muerte de su padre. )ragó $cida saliva se agachó para entrar, sin dulci&icar la mirada al posarla en la &igura vendada (ue acía en las sombras. Ko%chu estaba lavando a Bochi se giró irritado antes de ver de (ui"n se trataba. l cham$n se levantó e hizo una pro&unda reverencia ante el %han. /ue un alivio entrar en la tienda en sombra tras cabalgar bajo la despiadada luz del sol Gengis se relajó ligeramente, complacido de poder apartarse del bullicio del campamento. >'e ha despertadoD >preguntó. Ko%chu negó solemnemente con la cabeza. >'ólo por breves momentos, se7or. 'us heridas le han causado &iebre todo lo (ue hace es despertarse gritar antes de (uedarse dormido otra vez. Gengis se acercó, atraído por los recuerdos. Al lado de Bochi acía la espada (ue había ganado, un acero (ue el propio Gengis había heredado. Allí guardada en su &unda, le hacía remontarse a multitud de escenas del pasado no pudo evitar olis(uear el aire buscando el olor a podredumbre. ra doloroso evocar el momento en (ue llegó junto a su padre, (ue se estaba muriendo, víctima de un veneno (ue le había invadido todo el cuerpo. Ko%chu le observaba atentamente Gengis le devolvió la mirada con intensidad, antes (ue permitir (ue el cham$n lo mirara así sin reaccionar. >5ivir$, cham$nD e perdido la cuenta de las veces (ue me lo han preguntado. Ko%chu volvió a mirar al joven guerrero (ue seguía tendido, inmóvil. l pecho apenas subía bajaba, no podía estar seguro. izo un adem$n se7alando las vendas (ue le envolvían ambas piernas el brazo entablillado. >5es las heridas (ue tiene, se7or. !a bestia le rompió dos huesos del antebrazo adem$s de tres costillas. 'e le ha dislocado un dedo de la mano derecha, aun(ue eso es algo menor. !os cortes se han in&lamado supuran pus. >-eneó la cabeza>. e visto a hombres recuperarse de cosas peores. >as cerrado las heridasD >preguntó Gengis. Ko%chu vaciló, no (uería precipitarse al hablar. Cuando caó ?en%ing, se había llevado varios libros de medicina magia (ue valían m$s (ue todo el oro el jade (ue guardaban sus muros. 1oseo te8tos Chin (ue son asombrosos, se7or, por sus conocimientos sobre el cuerpo
humano. 'u pr$ctica es verter vino hirviendo en el corte antes de coser. so es lo (ue he hecho, adem$s de utilizar cataplasmas para bajar la &iebre. >ntonces, no las has cerrado a la manera de nuestro pueblo >respondió Gengis, con la mirada &ría>. az (ue traigan un brasero de cobre a la ger (uema las heridas como es debido. e visto cómo eso &uncionaba. Ko%chu sabía bien (ue no debía continuar la discusión. >Como desees, se7or. 1or el padre, presionaría hierro al rojo contra cada una de las heridas, aun(ue ahora lo consideraba una pr$ctica rudimentaria, (ue estaba por debajo de un hombre de sus conocimientos. Ocultó su desagrado Gengis pareció satis&echo. Ko%chu notó (ue el %han se disponía a marcharse volvió a hablar, intentando todavía comprender al hombre (ue lideraba las tribus. >l dolor ser$ intenso, se7or. 'i le despierta, debo darle un mensaje de tu parteD Gengis posó sus p$lidos ojos en el cham$n. 'alió sin pronunciar una sola palabra m$s. !os generales estaban reunidos en la tienda del %han, (ue tenía la mitad de altura el doble de anchura (ue las dem$s del campamento. Khasar Kachiun habían llegado con )emuge, aun(ue "l sólo era responsable del campamento en sí no se unía a ellos en las batallas. )subodai, Belme Chagatai habían sido convocados ocuparon sus puestos en el círculo de camas bajas (ue hacía las veces de so&$ para el consejo del %han. !a ger estaba tan desnuda como la del m$s pobre de los pastores, lo (ue recordó a todos (ue Gengis era indi&erente a la ri(ueza o sus símbolos. !a 6ltima pareja en entrar antes de Gengis &ue Arslan el joven (ue había elegido como su sucesor. Bebe, la &lecha, no pareció impresionado por la presencia de tantos líderes de su pueblo en un solo lugar. Cuando Arslan le indicó con un adem$n (ue se sentara, los saludó con una inclinación de cabeza como si tuviera todo el derecho de estar allí. !os dem$s sólo lo miraron, aun(ue saludaron a Arslan c$lidamente, dejando a un lado la e8presión impasible del guerrero para mostrar su aprecio por el anciano. )odos los presentes sabían a (ue Arslan había amarrado varios &ardos a tres eguas tres sementales (ue se marcharía hacia tierras desiertas con su esposa un pe(ue7o reba7o. !os ojos de Belme brillaban llenos de orgullo por su padre, le cedió el asiento a Arslan como un gesto signi&icativo. Ambos intercambiaron una mirada , aun(ue no hablaron, Arslan tambi"n pareció conmovido al percatarse de (ue el momento por &in había llegado. Cuando Gengis entró en la ger, los hombres (ue la ocupaban se enderezaron sutilmente. 'e dirigió a su sitio, una pila de mantas sillas de montar &rente a la puerta, le pidió con una se7a a un sirviente una taza de leche de cabra para calmar su estómago. Arslan aguardó hasta (ue el %han hubo terminado la bebida antes de hablar. >-i se7or, te encomiendo a este hombre, Bebe, al (ue t6 has nombrado. !a mirada de Gengis atravesó la tienda se posó en el nuevo rostro, notando la anchura de sus hombros. Bebe llevaba una t6nica abierta sobre el pecho desnudo el tono rojizo de su piel relucía saludable, cubierto de grasa de cordero. Aun sentado, parecía listo alerta, un guerrero nato. izo (ue Gengis se sintiera viejo. >)e do la bienvenida en mi tienda, Bebe. 'iendo Arslan (uien habla por ti, siempre ser$s bienvenido. n los pró8imos días, te pondremos a prueba. Aseg6rate de honrar su nombre en todo lo (ue hagas. >Así lo har", se7or >contestó Bebe. 'u con&ianza era evidente Khasar sonrió para si cuando Gengis retiró la mirada.
Gengis respiró hondo apoó las manos en las rodillas. 'abía tan bien como cual(uiera (ue la reunión (ue estaba a punto de celebrar con sus generales cambiaría el mundo, dis&rutó de ese momento de silencio mientras esperaban a (ue comenzara a hablar. >Cuando me dejasteis para concluir el sitio de ?en%ing, envi" emisarios a tierras lejanas. Algunos trajeron consigo bienes para comerciar sellaron alianzas en mi nombre. Otros &ueron atacados o, sencillamente, no regresaron. >izo una pausa, pero nadie habló. Casi ni respiraban mientras escuchaban al hombre (ue les haría salir al mundo como lobos de cacería. )odo el campamento sabía (ue se avecinaba una guerra era un placer ser los primeros (ue escuchaban los detalles>. En grupo se dirigió al oeste, a m$s de tres mil %ilómetros de distancia. 'ólo volvió un e8plorador, mientras (ue el resto de hombres &ueron asesinados. Al principio, no le di demasiada importancia. l e8plorador me dijo (ue el líder de esa tierra es uno (ue se hace llamar sah AlaLudL 9in -ohamed >Gengis pronunció el nombre con di&icultad, luego se7aló a )emuge con un gesto>. 1or consejo de mi hermano, envi" un grupo de cuatrocientos guerreros, bien armados, pero sólo como amenaza. !legaron hasta la ciudad m$s pró8ima, Otrar, se reunieron con su gobernador. !levaban cartas con mis palabras escritas en ellas para el sah. >Gengis hizo una mueca al recordarlo>. speraba (ue me entregara a los hombres implicados en el ata(ue, o (ue, al menos, me hiciera llegar la in&ormación de dónde tenían su campamento. !o llam" Hhijo (ueridoI sólo mencion" el comercio la amistad. >-ientras pronunciaba esas palabras, clavó sus &ríos ojos en )emuge hasta (ue su hermano tuvo (ue desviar la mirada. abía sido su consejo el (ue había &racasado de manera espectacular>. l bazar de Otrar es un lugar p6blico. -and" a tres espías con los guerreros para observar cómo eran tratados. >!a ira le invadió ense7ó los dientes durante un instante>. l gobernador comanda una guarnición de veinte mil soldados. Arrestaron a mis hombres e hicieron trizas mis palabras en un gesto p6blico ante toda la muchedumbre reunida en el bazar. >9e nuevo, &ulminó a )emuge con la mirada>. @Aun entonces, no reaccion" se sah tiene a un idiota sirvi"ndole, pero pens" (ue (uiz$ a6n podría hacer (ue tomara el camino recto. 'upe de la e8istencia de ciudades m$s grandes (ue Otrar en el este envi" a tres o&iciales de alta graduación a visitar al propio sah, e8igiendo (ue el gobernador &uera capturado entregado a mí para recibir su castigo, (ue liberaran a mis hombres. )ambi"n en esto se mo&aron de mí. >'u rostro había enrojecido los dem$s hombres de la ger sintieron (ue sus corazones se aceleraban con el de su %han>. l sah -ohamed me mandó sus cabezas >continuó Gengis. Apretó el pu7o derecho lentamente>. s Bochi. -i cham$n est$ curando sus heridas. >-iró a Chagatai mientras hablaba su hijo no pudo contenerse le hizo una pregunta. >5endr$ "l con nosotros tambi"nD !os ojos de Gengis se perdieron en la distancia. >-ató a un tigre delante del pueblo. ? nuestros e&ectivos han aumentado. >'u e8presión se endureció al recordar a Chagatai de rodillas ante "l>. Así como t6 tienes un lugar, tambi"n lo tendr$ "l, si sobrevive. Cruzaremos las monta7as Altai hacia el oeste les ense7aremos a esos hombres del desierto a (ui"n han elegido insultar.
Gengis Khan, el poderoso líder de una nación surgida de la unión de las tribus mongolas, obtiene la victoria en la larga guerra contra los Chin, su enemigo ancestral. Ahora los problemas proceden de otro lugar: sus embajadas en e n Occidente han sido rechazadas sus su s enviados, asesinados. !a nación debe embarcarse en su maor viaje, a trav"s de los actuales #r$n e #ra%, hasta los con&ines de #ndia. 'e en&rentan a los enemigos m$s poderosos (ue haan conocido nunca las decisiones de su %han les llevar$n, o bien a la victoria, o bien a la absoluta destrucción. Gengis ha demostrado su capacidad como guerrero como líder. Ahora debe a&rontar los desa&íos de la civilización. 'us hijos han sido ascendidos a generales ha de elegir entre ellos antes de (ue destruan todo lo (ue ha construido.