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Sumario Editorial Pensar, esa maravilla Por las Facultades / San Rafael Ritualismo y cultura contemporánea / C. del Uruguay Un quiebre cultural. Homenaje a Néstor Kirchner Universidad Nacional de Avellaneda DOSSIER: La memoria entre ruinas y fantasmas La memoria como asedio III Seminario Internacional Políticas de la Memoria Huellas de vos La memoria contra la fábrica de presente Los elegidos de La tela Vinculación Tecnológica Entrevista a Ignacio Copani De la sabiduría (divina) a la dialéctica (trágica). Sócrates (I) Fogwill. El maestro de la injuria Correo de lectores Arte de Latinoamérica. Carybé
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Colaboran en este número: Eduardo Julio Giqueaux, Pablo Llonto, Enrique M. Filgueira, Carlos Ricciardelli
Este número de La tela cierra un nuevo año junto a ustedes. Pero no uno más. Cuando comenzábamos esta aventura encendimos, cuidadosos pero entusiasmados, una llamita. La protegimos ahuecando la mano, número tras número, para que no se apagara. Ahora arde con otros, muchos otros fuegos poderosos, fuegos de futuro. Según me dijeron en la costa colombiana, un hombre viejo, pobre, pescador negro pudo subir al alto cielo y desde el alto cielo vio la tierra. A la vuelta contó y dijo que los humanitos somos un mar de fuegos, hay fuegos grandes, fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Ningún fuego es igual a otro fuego. Algunos fue gos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros fuegos arden la vida con tantas ganas que no se pueden mirar sin parpadear y quien se acerca se enciende. Néstor Kirchner fue uno de esos fuegos y será difícil apagarlo.
Eduardo Galeano Correspondencia Correspondencia (opiniones, críticas, sugerencias)
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Difícilmente el texto que sigue pueda disimular las marcas del dolor y la angustia que nos asaltaron la mañana del pasado 27 de octubre. Quienes habíamos diseñado este número especial de La tela dedicado, justamente, a las políticas de la memoria memoria, estábamos muy lejos de imaginar lo que iba a ocurrir aquella mañana. Queremos dedicar esta edición a la memoria de Néstor Kirchner, que tanto ha contribuido con esta tarea de alcanzar la verdad y la justicia. En estos últimos años, de un modo abrumador e incluso inesperado, proliferaron en nuestro país interminables discusiones, debates y polémicas sobre las más variadas cuestiones vinculadas con el vivir comunitario. La política, el conicto, el consenso,
las alianzas, los medios, la justicia, los años 70, la memoria... Es cierto, y no podemos dejar de señalarlo, que estos contrapuntos estuvieron atravesados por intereses empresariales y corporativos que hallaron en los grandes medios una herramienta indispensable para posicionarse en la disputa. Las políticas distributivas que sucedieron a la crisis de 2001 (contracara de los salvatajes a los bancos de Europa y EEUU) fueron vividas como una amenaza para los intereses del capital concentrado obstinado en presentarlos como intereses de la Nación toda.
No obstante, con las dicultades del caso, estos debates fueron
invadiendo a la sociedad en su conjunto, llegando a poblar las redes sociales, los foros, los medios cooperativos y comunitarios, las organizaciones barriales y los movimientos sociales. A medida que las voces se iban multiplicando y lograban burlar las trampas de privilegiados (in)comunicadores, se incrementaba la crispación de los grupos monopólicos y de sus “independientes” periodistas-estrella. periodistas-estrella. Más temprano que tarde, la amante Ley de
Medios –demorada y demonizada por las medidas cautelares de algunos jueces sospechados de complicidad con la dictadura– podrá ocuparse de garantizar aquella indetenible diversidad.
Desde la anulación de las leyes del perdón y el inicio de los juicios contra los responsables de delitos de lesa humanidad (hasta la fecha se calcula que existen cerca de 800 procesados y casi 500 represores con condena efectiva), resurgieron algunos relatos que las políticas de impunidad habían tornado innecesarios. Volvimos a escuchar a los eternos promotores del olvido, el perdón y la reconciliación como exclusivas y excluyentes políticas de la memoria. Pero lo realmente novedoso de estos últimos meses es que algunas reconocidas guras del denominado progresismo denominado progresismo
no dudaron en sumarse a este coro de olvidadores seriales. Tal como lo hacemos en cada edición de La tela, los invitamos a compartir (y criticar y discutir y/o combatir) el presente dossier sobre las formas de rememorar el pasado (sobre las políticas de la memomemoria), diseñado por nuestro Consejo de Redacción. Esperamos que sirva menos como involuntaria conclusión que como un punto de partida para continuar dialogando con nuestros lectores. Lic. Sebastián Puig Secretario de Extensión Universitaria Universitaria
La tela de la ara ña. UTN. 3
Movimientos Sociales
Por María Gabriela Barro Gil
A lgo está cambiando, algo está pasando, algo se está gestando, y en las mentes más inquietas surgen dudas, interrogantes, cuestionamientos, que llevan a analizar las transformaciones producidas en el tejido social luego de treinta años de neoliberalismo y de idas y vueltas en la participación política. En el marco del Ciclo Conversaciones Imagen organizado por Imagen Cristal , , espac espacio io de produc produc-ción y pensamiento, Nicolás Sguiglia, Casa Invisible , de de España, y Diego Sztulwark, Colectivo Situaciones y Tinta Limón Ediciones , de de la la Argentina, compartieron sus experiencias. 4. UTN. La tela de la ara ña
En el barrio de Palermo, y bajo una lluvia torrencial, dio comienzo “Experimentaciones en Latinoamérica y España”, charla abierta en la que se invitó a escuchar y analizar experiencias que se están llevando a cabo en dos contextos y culturas diferentes. Ambas unidas en una dinámica de autogestión, y en la búsqueda de espacios de autonomía. Nicolás, representante de la Casa Invisible, dio una breve presentación sobre el contexto español de los últimos años, en el que describe una sociedad poco politizada, y explica el estallido de tipo productivo provocado por las continuas reformas laborales y el consecuente debate en el mundo sindical.
Casa Invisible Es característica europea un accionar particular sobre tomar espacios y autogestionarlos, con un perl si milar al de los movimientos urbanos que tuvieron su auge a mediados de
la década del ochenta (contraculturales, punk), explica Nicolás. El 10 de marzo de 2007, se abre la Casa Invisible, dos mil metros cuadrados de un espacio tomado en Málaga, al sur de Andalucía. Si bien hubo una larga y conictiva mesa de negociación con
la Municipalidad, en la actualidad este accionar se lleva adelante “convocando al vecino, a organizaciones de inmigrantes, al ámbito universitario. Gestión ciudadana que opera dentro de la legalidad”, alejados de la marginalidad con que actúan los grupos antisistema, o el movimiento Okupas. Bajo el nombre Nuevo Centro Social y Cultural de Gestión Ciudadana comienzan a desarrollar las líneas de acción basados en un análisis del sector obrero, según su composición técnica y su composición subjetiva: “¿Qué había pasado después de treinta años de liberalismo?, ¿dónde trabaja la gente?, ¿qué tipo de contrato tienen?, ¿cuál es la composición patronal?, ¿cuál es su espacio
Movimientos Sociales
de negociación?”. Y, a la vez, “tratar de comprender el tipo de emociones que estaba sufriendo esta gura
productiva, que construía una sub jetividad en la que el relato obrerista de los setenta tampoco conmovía”. “Observamos un proceso de precarización que tocaba aspectos que iban más allá del lugar de trabajo. El desafío fue poner en marcha dispositivos de acción que abarcaran al conjunto de la población trabajadora, y que nos permitiera acceder a aquellos sectores a los que sindicatos no llegan como, por ejemplo, trabajadores inmigrantes o trabajadoras domésticas”. Surge así la iniciativa denominada Ocinas de Derecho Social. A
través de asambleas y encuentros de discusión, dan lugar a espacios de enunciación colectiva que fomentan la autoorganización ciudadana. La Casa Invisible pasa a ser, a la vez, un referente cultural. Y aquí surge otra inquietud que los lleva a realizar un trabajo de investigación: ¿Quién está detrás de la cultura? En el ámbito de la producción cultural se observa una dinámica cooperativista; procesos que, además, no tienen al individuo o a la empresa como protagonistas. “Comenzamos entonces a trabajar en cuencas de cooperación” con esta nueva gura
productiva que son las redes sociales: “Formas de vida que dan lugar a procesos de innovación y de creación de valor”. Para que todos estos procesos cooperativos se puedan desarrollar, se extiendan y mantengan su intensidad, es necesario el espacio físico. Este fue el planteo que desde la apertura de la Casa Invisible se hicieron sus integrantes: “¿Qué tipo de servicios e infraestructura necesita la multitud para producir más cooperación, libertad, autonomía, alegría compartida, más creatividad, más producción?, y ¿cómo articular lo común en un contexto marcado por la heterogeneidad cotidiana, la precarización, la dispersión generalizada?”.
El “Centro Social es una institución de lo común”, entendiendo lo común como algo que no pasa por la organización estatal, sino por la autoorganización social. “La idea de institución está cerca de la noción de instituciones monstruosas que acompañaron las luchas obreras, espacios que permitían la construcción de comunidad y de procesos de autoorganización”.
Colectivo Situaciones
Comienza el turno de Diego Sztulwark. Cuenta que Colectivo Situaciones surge en 2000, poco antes del estallido social de 2001. “Con la idea de que el militante es quien acerca el compromiso y la ética, aunque está dispuesto a sacricar la complejidad,
y el investigador, el que está dispuesto a realzar la complejidad al punto tal que el compromiso y la ruptura pasan a ser secundarios, es entonces que nos propusimos la gura del mi litante investigador”, explica. “No llega a la situación diciendo qué hay que hacer, sino que acompaña procesos intentando formular preguntas pertinentes para el desarrollo de la potencia de las situaciones, y a la vez puede independizar la investigación de criterios institucionales, de tiempo, y no tiene conrmada una hipó tesis a priori”. Diego compartió sus inquietudes e invitó a la audiencia a analizar este período comprendido entre la Argentina de 2001 y nuestros días, desde la perspectiva observada y analizada por Colectivo Situaciones respecto de una falta de representación, evadir la idea de polarización actual, impasse en la capacidad de innovación “desde abajo” en la teoría y en la práctica, y el concepto de infrapolítica. “La situación de nuestro país sufrió un cambio radical. El último período no favorece el espacio de interpelación. ¿Cómo deberíamos, entonces, pensar las preguntas, evadiendo a la vez la idea de polarización actual?”.
La crisis de legitimidad de 2001 abrió un amplio abanico de cuestionamientos: “En aquel momento trabajamos con diferentes agrupaciones. Toda una cantidad de prácticas de rasgos autónomos que nos ofrecía una visión que no era meramente la del inerno
sino de una creatividad social y política que puso estas experiencias en un lugar muy colectivo”. “A partir de 2003, la situación cambia. Se produce el retorno a una organización política más clásica. En el marco de una compleja relación entre movimientos sociales y Estado, se rearticula una suerte de orden dentro de una dinámica de polaridad política”. 2008 nos ofrece otro cambio rotundo, continúa Diego, el gobierno convoca a la sociedad, pero “no se encuentra la representación, y por mi parte no sabía en qué plaza estaba convocado yo, faltaba la plaza de los compañeros con los que había estado articulado. Esta incomodidad nos llevó a una discusión dura y compleja, dentro y fuera del colectivo”. Una parte de este análisis tenía que ver principalmente con la dicultad para el desarrollo de esas
instituciones que fueron llamadas “no estatales” o “monstruosas”. “Qué pasa con esas instituciones monstruosas que en 2001 hicieron una suerte de exhibición impresionante de sus posibilidades, de su capacidad de innovación; qué pasa con el desarrollo de estos espacios, discursos, prácticas, de rasgos autónomos, en momentos de retorno a la política”, de recomposición del sistema político. Estos análisis quedaron plasmados en el artículo “Inquietud en el Impasse”. Allí se reeren a un impasse que no implica de modo alguno derrota ni repliegue, sino que al investigar los núcleos potentes de resistencia en esta situación concreta, observan una suspensión de la capacidad de generar innovación en el terreno teórico y en el práctico, una dicultad de pensar en el plano
propio de esas experiencias; a esta situación observada a partir de 2001, la La tela de la ara ña. UTN. 5
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presentan como un impasse. “Notamos una disminución muy fuerte en la capacidad de que aquellos rasgos más autónomos de los movimientos sociales se fortalecieran. Nos preguntamos entonces, ¿cómo en un momento en que se vuelve a politizar la sociedad, simultáneamente se pueden desarmar por abajo rasgos de politización más comunitaria? ¿Esto quiere decir que cuando hay bienestar económico, resulta inevitable que la politización se reencauce hacia programas más tradicionales?, ¿es inevitable o es un proceso de impasse en la innovación desde abajo?”.
Tomando cierta distancia de una traducción directa de la coyuntura política”. Y aclara que la posibilidad de “innovar desde abajo en formas de politización que no dependan de si se alinean o no con el gobierno; cómo se avanza en la experimentación de otras formas de lenguaje, o qué espacios de autonomía somos capaces de desarrollar, no es el estereotipo de un tercer lugar, es el estereotipo de un conjunto de problemas nuevos y para abordarlos será necesario horadar la imagen de politización que viene de los setenta”.
Infrapolítica
Subjetividad, lugar común, autonomía
Este concepto, explica Diego, se reere a “una suerte de fractura entre
una sensibilidad que se pone en juego en la movilización y la manera de traducción de la política. La existencia de esta dimensión infrapolítica no se reere a repliegue ni a desinterés
respecto de la actividad pública. Existe para muchos de nosotros la necesidad de abrir un espacio infrapolítico donde reconocer iniciativas que no se reducen al juego de instituciones y de la relación política con el gobierno.
6. UTN. La tela de la ara ña
A medida que la lluvia va mermando, la charla se enriquece, y en este punto de las conversaciones se abre un espacio de opinión muy rico en la diferencia y en las conclusiones con las que hay que ir dando n al en cuentro. Lo que surge de estos saberes y prácticas presentados en la charla es el hecho de que tenemos por delante un gran desafío: pensar. En buscar espacios que nos permitan autodesarrollarnos. En cómo convocar, sumando
y no excluyendo, con una dinámica colectiva y horizontal. Entender que es desde abajo que se deben renovar estas posibilidades de “innovar formas de politización que no dependan exclusivamente de la polarización ni que se dejen traducir con el lenguaje de la macropolítica”. Pensar en construir un espacio de lo común como forma de gestión que implique la actualidad de la vida compartida. En que estamos construyendo una nueva subjetividad que nos pertenece, un relato diferente que nos permitirá ir dando forma a este “movernos en defensa propia y poder armar los espacios en donde defendemos estos procesos como propios”. Desaprender lo andado para aprender lo que vivimos. Lo que nos deja pensando “en una nueva lógica que rompe con la lógica tradicional. Se abre una nueva lógica que incluye las afectaciones”. Una nueva subjetividad en donde lo macro no entra. Y así, con estos pensamientos, nos fuimos despidiendo justo cuando la lluvia había parado. www.imagencristal.com.ar www.lainvisible.net www.situaciones.org www.tintalimon.com.ar
Por las Facultades
F. R. San Rafael
Visita a la estancia Los Álamos
En el marco de Biblioterapia, un espacio de cultura organizado por la Facultad Re-
gional San Rafael de nuestra Universidad, y la Universidad Nacional de Cuyo, se realizó el miércoles 8 de setiembre último un encuentro de escritores regionales en las locaciones de la Estancia Los Álamos, en Cuadro Bombal de San Rafael (Mendoza). El evento fue de gran riqueza artística y literaria y, como miembros del Centro de Estudiantes, tuvimos la oportunidad de presenciarlo en su totalidad, en una hermosa mañana llena de recuerdos y vivencias para no olvidar. Por Pablo Francese
Entre muros que albergan casi doscientos años de historia, se mantiene fresca la tinta de la pluma y los trazos artísticos latentes, de quienes se convirtieron en pilares de la cultura argentina. Al enfrentarnos al casco de la estancia, nos encontramos con una inmensa fortaleza que actualmente encierra un tesoro cultural invaluable. Al adentrarnos en su gran jardín, jardín, traspasando traspasando esas murallas, murallas, experimentamo experimentamoss una transición espacial y temporal. Cada galería y la vegetación autóctona se conjugan, creando un marco propicio para el arte y la meditación. Recorriendo sus galerías, se entrecruzan historias que tienen vida propia en cada rincón de sus largos pasillos. Los muebles, esculturas y manuscritos que complementan el lugar representan un tesoro en sí mismos, adornados con el paso de los años. Al entrar en los cuartos, vemos reejadas distintas
emociones, sensaciones y anhelos, con sus muebles, ventanas y hermosos murales dotados de gran signicación, y con el complemento de decenas de libros,
en un exquisito espacio literario ubicado en la misma habitación. Esa mañana, una vuelta de página nos transporta al living comedor de la estancia, en un viaje entre aviones de papel, alrededor de innitas historias re latadas por grupos de escritores regionales que par-
ticiparon de las jornadas de Biblioterapia quienes, con gran talento, nos sumergen en la vida literaria, movilizados por las paredes donde Borges supo inspirarse en tiempos pasados. Continuando con la tradición, las puertas del lugar ahora reciben al turismo internacional. El laberinto La mejor forma de terminar nuestra visita, es contemplando el gran laberinto en honor a Jorge Luis Borges, ubicado en uno de los jardines de la estancia. Un monumento único que reeja vida y obra, en
íconos, de uno de los escritores más importantes y emblemáticos del planeta. La gran creación realizada con árboles boj , representa un gigantesco libro abierto con senderos que forman el nombre del escritor y dibujan sus símbolos preferidos: relojes de arena, espejos, un bastón, la cabeza de un tigre, un signo de interrogación y las iniciales de María Kodama (quien fuera su mujer y lazarillo). En palabras del gran escritor, una gran verdad: “Las palabras son símbolos que postulan una memoria compartida”. En efecto, así es, y este monumento cultural lo reeja
en cada centímetro de su composición. Para más información, recomendamos visitar: www.fincalosalamos.com La tela de la ara ña. UTN. 7
Por las lasFacultades Facultades Por
F. R. Concepción del Uruguay
Por
Eduardo Julio Giqueaux
De una manera más o menos evidente o bien más o menos encriptada, la cultura contemporánea se encuentra fuertemente impregnada por el ritualismo. De todas las especies. Y esto vale tanto para la vida secular como así también para la religiosa. El hombre de todos los tiempos ha considerado que los rituales rearman su seguridad —psicológicamente, sin duda alguna— frente a los inmanejables
avatares de la existencia cotidiana. Es dable apreciar que la mayoría de los cultos de las religiones modernas han tenido sus antecedentes en los rituales de las culturas arcaicas. Anteriores o posteriores al mito, los ritos —que
no fueron en sus comienzos sino las representaciones simbólicas de los acontecimientos considerados primordiales— se encuentran siempre en estrecha rela -
ción con él, y esta relación es tan íntima ínti ma que el ritual puede considerarse como un mito escenicado. M. Eliade ha evi -
denciado que a través del ritual el hombre arcaico se proponía lograr la abolición del tiempo profano, reactualizando los acontecimientos paradigmáticos y asistiendo de este modo a la recreación del mundo y de sí mismo. 8. UTN. La tela de la ara ña
Por las Facultades
Jean Jea n Cazene Caz eneuve uve defi d efine ne a los l os ritos ri tos como actos “cuya eficacia (real o pretendida) no se agota en el encadenamiento empírico de causas y efectos”. A su juicio, considerados desde un punto de vista genético, los ritos podrían haber surgido como una respuesta del hombre que, angustiado por sentirse a sí mismo como un misterio, habría considerado alternativamente en ellos la posibilidad de definir la condición humana por medio de reglas inmutables, y permanecer a la vez más poderoso que las reglas mismas, ostentando el poder de sobrepasar todo límite. Una tercera posibilidad, que de cierto modo transpone las dos opciones antagónicas anteriormente mencionadas, nos conduciría a interpretar los ritos como un temprano intento de “fundar la condición humana, definida y estable, sobre una realidad trascendente”. Es indudable que los rituales míticos, sobre los que más tarde se apoyarían los ritos mágicos, constituyen las primeras manifestaciones de actos periódicamente realizados en procura de una finalidad preestablecida y bien determinada. Llevados a cabo en escenarios especialmente dispuestos, estos actos pretendían alcanzar sus fines específicos forzando o soslayando el acontecer natural de los fenómenos. Sobre ellos, a su vez, vendrán a insertarse posteriormente los rituales religiosos. Estas tres clases de rituales que hemos mencionado —míticos, má gicos y religiosos— pueden dife renciarse —a pesar de ciertos ras gos que por su misma naturaleza
bre garantizaba la eficacia operatoria de sus acciones de tal modo que, mientras el mito reinó soberano, no tuvo necesidad de recurrir a otras prácticas para asegurar el éxito de sus diferentes empresas. En el ritual mágico, en cambio, que se desarrolló como consecuencia de la pérdida de confianza en la efectividad del mito, el hombre procuró actuar directamente sobre la naturaleza pretendiendo obligarla, por medio de prácticas y fórmulas predeterminadas, a producir los efectos deseados. El ritual religioso, finalmente, como Frazer lo había ya observado, es más bien un ritual de carácter imploratorio, pues el hombre, habiendo reconocido la ineficacia coactiva de las fórmulas y cobrado conciencia de su pequeñez frente a la omnipotencia divina, le ruega a su dios para que intervenga en el curso del acontecer natural y satisfaga sus demandas. A pesar de las diferencias relativas a la realización de los diversos tipos de rituales antes menciona-
les son comunes— por su modus operandi. Primera concepción del
bre procura alcanzar —eludiendo o forzando las leyes naturales— fine s específi espe cíficos cos en los que ciertos fines
mundo forjada por el hombre, el mito le permitió insertarse en la vida con seguridad. A través de los ritos que lo escenificaban repitiendo modelos arquetípicos, el hom-
dos —diferencias que se derivan
de los marcos conceptuales que les sirven en cada caso de fundamento— es posible comprobar que,
sea cual fuere su tipo o su clase, poseen una estructura y una finalidad comunes, que han permanecido prácticamente inalterada a través del tiempo. En cuanto a su estructura se refiere, todo ritual presupone un conjunto de reglas operatorias que, derivadas de sus respectivos encuadres doctrinales están dirigidas a regular un conjunto de actividades prácticas, merced a cuya realización el hom-
está directa y existencialmente interesado. Estas actividades teleológicas y regladas constituyen representaciones simbólicas que pue-
den conservar inmodificada su estructura no sólo por su constante tendencia a la formalidad sino básica y principalmente por su carácter subordinado: si bien los ritos constituyen, gracias a su formalidad, estructuras autónomas (sean de la clase que fueren se definen en función de los mismos componentes), desde el punto de vista de su contenido son esencialmente dependientes y subordinados, porque adquieren su significación adjetivados desde el contexto cultural que los pone en acción y al cual en última instancia tienen la obligación de servir. De ahí que no haya rito por el rito mismo, y sólo cobren sentido como rito mítico, rito mágico, rito religioso, etc. Por otro lado, en cuanto a su finalidad general atañe —al servicio de la cual
se encuentran los objetivos más específicos (protección, reproducción, caza, lluvia, etc.)— los ritos,
como todas las demás creaciones culturales, procuran garantizar la sobrevivencia del grupo humano en las mejores condiciones de existencia posible. También aquí es dable comprobar, como tantas veces lo hemos afirmado, que la cultura no es otra cosa que lo que el hombre hace para lograr su sobrevivencia y permanecer en el tiempo. La magia, muy próxima en sus orígenes a la conciencia mítica, conserva aún en gran medida el carácter de unidad que le era antaño inherente a esta forma de conciencia. Eso ha hecho posible que se la vinculara indistintamente con la religión y con la ciencia, es decir, con dos orientaciones del pensamiento fundamentalmente diferentes por su actitud frente a lo real. Como lo percibieron claramente los antropólogos de fines del siglo XIX y principios del XX (Frazer, Tylor y otros), el ritual mágico y la ciencia comparten la La tela de la ara ña. UTN. 9
Por las Facultades
misma confianza en el principio de causalidad: a igualdad de antecedentes, igualdad de consecuentes. Sin embargo y al propio tiempo, la magia comparte con la religión (los milagros) la certidumbre de que bajo ciertas condiciones, es posible alterar, eludir o suspender el orden natural de los fenómenos: “Si la magia se presenta a primera vista como una técnica que posibilita la excepción de la regla —subraya Cazeneuve— hay que añadir sin
embargo que ella tiene sus propias reglas y se la ha llegado a considerar como una especie de ciencia rudimentaria”. Cazeneuve viene a sumarse así a la mayoría de los antropólogos —incluso Freud lo ha hecho— que desde fines del si -
glo XIX han otorgado a la magia e l valor de una técnica. Precisamen-
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te, porque la magia responde aún al principio de la unidad válido para la conciencia mítica, ambas tendencias pueden coexistir en su seno sin contradicción. Hemos dicho que el culto de las religiones modernas tiene sus antecedentes en el ritual de las culturas arcaicas. Hay, sin embargo, entre el ritual mítico y el culto una diferencia esencial, imposible de soslayar: el ritual nunca llegó ni hubiera podido llegar a ser, como lo es a menudo el culto, una acción privada, personal. También en el culto, la influencia del pensamiento racional ha conducido una vez más al hombre hacia el individualismo. En efecto, el hombre ha ido haciendo del culto algo cada vez más interior, a la inversa de los rituales propios de las culturas
míticas, de los que —salvo las consabidas excepciones— todo
el grupo humano participaba. Esta tendencia la encontramos aún en las primitivas prácticas religiosas de la Grecia y Roma antiguas: Fustel de Coulanges —en una obra clásica ya— ha
señalado que todos los ciudadanos debían asistir obligatoriamente a las ceremonias de purificación de la ciudad; se los contaba escrupulosamente, pues al faltar alguno, la ciudad no podía ya considerarse enteramente libre de máculas. Si bien es cierto que las divisiones corrientemente establecidas de culto interno y externo, privado y público, etc., evidencian que el culto no ha perdido por completo su pro-
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yección al exterior y su carácter social, la existencia del culto interno y privado nos demuestra que es posible ocultar a la mirada del prójimo nuestra íntima disposición espiritual frente a los valores trascendentes. La paulatina interiorización experimentada por el culto, interiorización que hasta cierto punto en estos últimos años se ha procurado revertir, ha conducido paralelamente a una interiorización cada vez mayor de la religión, que tiende a ser concebida como algo personal y privado, atinente por completo al yo individual. Y así las manifestaciones religiosas, que fueron en sus orígenes una realidad eminentemente pública y comunitaria, se han ido convirtiendo lentamente, gracias a la progresiva influencia del pensamiento lógico, en una “cuestión de conciencia”, al mejor estilo del yo pienso cartesiano. Es dable constatar que las prácticas rituales no sólo han mantenido hasta nuestros días la plenitud
de su vigor, sino que además se han extendido considerablemente, afectando de una u otra manera todas las manifestaciones de la vida social: se las encuentra por igual en los ámbitos de trabajo, en el deporte, en el estudio, en la vida de relación, en fin, en todos aquellos segmentos de la actividad en los que el deseo y las aspiraciones del hombre procuran alcanzar los mejores niveles de realización dispersando toda clase de maleficios y fuerzas dañinas o perjudiciales. Por extraña paradoja, en un mundo que por su desarrollo debería conducirse por la senda de la razón y la tecnología, el ritualismo ha proliferado de una manera exponencial, como si el hombre ya no confiara enteramente en la previsión racional y optara por refugiarse en prácticas que valora como una garantía de seguridad frente a la incertidumbre de los acontecimientos. Hoy como ayer, el hombre parece convencido de que empleando fórmulas rituales
—Freud hablaba de “omnipoten cia de las ideas”— la naturaleza no
tendrá más remedio que obedecer, facilitando así la concreción de sus deseos. Borremos lo que está en la “superficie” —es decir, lo que nos ha dado la civilización— solía
decir Bergson, y no tardaremos en encontrarnos con el hombre supersticioso y primitivo. El hombre confía en la ciencia y la tecnología, pero esconde también en la manga, por las dudas, el polimorfo naipe de las creencias. Bibliografía Eliade, Mircea (1964), Traité d’Histoire des Religions, Payot, París. Cazeneuve, Jean (1958), Les Rites et la Conditions Humaine, P.U.F, París. Giqueaux, Eduardo J. (1979), El Mito y la Cultura, Castañeda, Bs. As. Frazer, Jorge (1956), La Rama Dorada, F.C.E., México. Tylor, Edward B. (1888), Antropología , Madrid. Freud, Sigmund (1943), Totem y Tabú, América, Bs. As. Coulanges, Fustel de (1951), La Ciudad Antigua, Emecé. Bs. As. La tela de la ara ña. UTN. 11
Homenajes Homenaje
Néstor Kirchner (1950 - 2010)
E Por Claudio Véliz
Sobre grietas, puentes y fueguitos En su discurso del 25 de mayo de 2003, el entonces presidente electo había deslizado algunas armaciones que
no supimos o no quisimos ponderar. Aunque inquietos como de costumbre, ninguno de los grupos que controlan desde las sombras los destinos de nuestra nación, había optado por agitar, de un modo temerario, sus miedos e incertidumbres (aunque hayan expresado claramente sus preferencias por Menem y López Murphy). En aquella oportunidad, Néstor Kirchner se había referido con insistencia a un “cambio”, a las “prioridades nacionales”, a las “políticas de Estado a largo plazo”, a un “avance decidido hacia lo nuevo”, a la necesidad de “dar vuelta una página de la historia”. Pocos, muy pocos habían reparado en semejante osadía por parte de un presidente “débil” que acababa de asumir con el 22 % de los votos. Nos resultaba inimaginable que sus medidas de gobierno pudieran inquietar a los mercados –ese vil eufemismo para designar a inescrupolosos nancistas y especuladores cuya
prosperidad se compadece con una mayor frustración de los sectores populares–. Tampoco el establishment –esa
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otra entelequia que disimula el espantoso rostro de los bancos, las corporaciones y el capital concentrado– habría de tener razones de peso para temer ante las amenazas de un aco desgarbado y desprolijo que llegaba desde el sur. Al menos eso era lo que nosotros, ingenuos, suponíamos. No abundaremos aquí en las decisivas transformaciones sociales y económicas que se pusieron en marcha inmediata e inesperadamente, aunque no sin dicultades (desde los rmes
controles estatales hasta la recuperación de las AFJP, desde los desplantes al FMI hasta la AUH, desde el imparable crecimiento productivo hasta el proyecto del “fty-fty”). Creemos
que en el legado de Néstor Kirchner emerge algo tanto o más importante que estas tan postergadas como necesarias reivindicaciones: una profunda grieta introducida en el anquilosado entramado de nuestra cultura. Fuimos testigos, e incluso protagonistas, de un auspicioso retorno de la políti pol ítica ca después de haber sido demonizada durante décadas, con el consiguiente endiosamiento del pragmatismo y de la más infame frivolización y espectacularización de los asuntos públicos. Volvimos a creer que era posible abrir una brecha en la férrea coraza de un tiempo clausurado que se había de-
vorado nuestros sueños libertarios. La memoria, la verdad y la justicia también regresaron “freudianamente” por sus fueros, asediando este presente tan fascinante como promisorio. La maravillosa pueblada del bicentenario nos obligó a repensar la idea de consenso (verdadero caballito de batalla de los eternos defensores del statu quo) pero también nos incitó a recrear los tradicionales vínculos con lo público. La ley de matrimonio igualitario y la llegada de los pueblos originarios a la Rosada, por primera vez en la historia, nos invitó a reexionar sobre nuestros más
arraigados prejuicios y preconceptos culturales. La decidida batalla contra los monopolios mediáticos nos permitirá diseminar y multiplicar las voces, y democratizar efectivamente la comunicación y las relaciones humanas. La reciente movilización de millones de almas dolidas por una muerte irreparable, y reticentes a desandar el camino recorrido, signará con seguridad nuestros pasos futuros. Ya no podremos de jar de esc escuch uchar ar est estos os men mensaj sajes, es, de pre presstar los oídos y el corazón a estas voces juveni juv eniles, les, ren renova ovadas das,, desen desenfad fadada adas. s. Aunque simplemente sea por este resquicio que que se abre, por los miles de fueguitos que se encienden, por las inumerables manos tendidas hacia al futuro... gracias, muchas gracias, Néstor.
Homenaje Homenajes
Por Pablo Llonto *
L o que te puteamos Flaco. Las cosas que dijimos de vos
cuando en la imbécil tentación del engreído revolucionario decíamos de vos, el monigote de Duhalde. Las marchas que te hicimos. Queríamos decirles a los argentinos que estabas dilapidando nuestra plata dándosela en bandeja al FMI. Cuántas palabras envueltas en desprecio y sorna. Instruidos en las sabias esgrimas marxistas, enumerábamos los siniestros enemigos de los que te rodeabas. Casi, casi, te ordenábamos que fueses puro. Como nosotros. En los rudos textos, en las vehementes intervenciones radiales, despedazamos tus confusas relaciones con el poder. Claro que sí, qué otra cosa era un hombre saludando a Bush con una sonrisa. No prestabas atención a nuestra pedagógica manera de llevar adelante el protocolo. El propósito era que nos escuchases. Que leyeras nuestros volantes, nuestros aches, nuestras banderas. Tenías
que hacerte, de un día para otro, justiciero expropiador de todos los sinvergüenzas. Tenías que rendirte ante nuestras luchas. Queríamos ser testigos de un milagro que honrara a nuestros santos leninistas: la conversión acelerada de un político burgués a tigre trotskista, como aquel que posa en nuestros posters. Queríamos verte echando a todo tu staff, tus ministros, tus amigos, tu familia, desprendiéndote de cuentas bancarias, bienes, alquileres. Si era posible Flaco, tenías que tirar los mocasines y la birome Bic. Y desaliarte del PJ.
Un día, Flaco, nos enteramos que hablabas en la ESMA. Que entrabas allí con las viejas y con los hijos. Pedazo de oportunista, dijimos. Luego, procuramos escuchar bien aquello que decías. “Como presidente de Argentina, vengo a pedir perdón en nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”. Carajo. Exasperabas nuestra incredulidad eterna. De pronto, un presidente argentino, de la Casa Rosada, les pedía perdón a las Madres; a las mismas Madres que un tiempo atrás (diciembre 2001) habían sido gaseadas, mojadas,
arrojadas a caballos por los infames de la Casa Rosada. Ebrios de indiferencia, pensamos que debíamos aplaudir ese gesto, no más de 24 horas. No podíamos ser aventurados en el elogio. No tolerábamos que no cumplieras, una a una, todas nuestras utopías. Ni cuando aprobaste la jubilación para los que no tenían aportes. Incluida nuestra vieja, y nuestra suegra. Ni cuando le brindaste a Chávez, y a otros, el escenario adecuado para mandar a la misma mierda, el asesino ases ino ALCA. Ni cuando le sacaste el fútbol de las manos al pulpo eterno. Ni cuando quisiste poner un poco de justicia con la 125 cumpliendo tu máxima peronista de llegar al fty fty. Ni cuando desaaste a Clarín y sus tentáculos. Ni cuando ideaste el nal del monopolio de Papel Prensa.
Ni cuando impulsaste el matrimonio igualitario. Ni cuando te enojaste con las claudicaciones de la ex intachable Corte. Ni cuando apagaste las privatizaciones de Aerolíneas, el saqueo de las AFJP, el choreo macrista del Correo. Ni cuando te extenuaron los impostores, los Alberto Fernández, los Lavagna, los Solá, los Cobos, los Pedraza. Ni cuando apoyabas una ley que resolviera un cacho de participación en las ganancias. Ni siquiera cuando tu última opinión sobre los burócratas sindicales contenía una frase premeditada: “hay que dar con el último de los autores intelectuales del crimen de Ferreyra”. Ahora que estás en Santa Cruz, rodeado de los combativos mineros de Río Turbio que adorábamos en los 90, ahora es como un poco tarde, Flaco. Queríamos decirte simplemente que los anarquistas somos, a veces, muy de vez en cuando, un laberinto de contradicciones. Y que pensábamos votarte. Era nuestra mínima y secreta manera de pedirte perdón. * Publicado originalmente en www.hipercritico.com La tela de la ara ña. UTN. 13
Educaci ón
Por ley del Congreso de
la Nación se crearon, en diciembre de 2009, cinco nuevas universidades en el conurbano bonaerense. Son las de Avellaneda, Florencio Varela, Moreno, Merlo y José C Paz. Las tres primeras comenzaron a inscribir el 1º de noviembre. San Isidro y Almirante Brown esperan otra ley. Miles de bonaerenses podrán comenzar a concretar sus sueños desde marzo de 2011. En la Argentina, el 82% de los universitarios argentinos cursa sus estudios en instituciones públicas. Estas nuevas universidades vienen a sumarse a las existentes y a instalarse en partidos con una población cercana al 1,5 millón de personas. 14. UTN. La tela de la ara ña
Universidad Nacional de Avellaneda La Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), surge como resultado del debate sobre planicación universitaria en el partido de Avellaneda y en virtud de la necesidad de contar con una Casa de Altos Estudios. Un proyecto que se remonta a 1994. Sin embargo, es recién en octubre de 2006 que el municipio de Avellaneda logra presentar en el Congreso de la Nación el proyecto para la creación de la Universidad Nacional de Avellaneda que nalmente es
aprobado por la Cámara de Diputados el 11/11/2009. El 14/06/2010, el decreto 842 del Poder Ejecutivo Nacional, designa como rector organizador al ingeniero Jorge Fabián Calzoni, quien cuenta con una reconocida trayectoria en materia universitaria. La UNDAV cuenta con seis Departamentos que articulan cada uno las distintas carreras que en ella se brindan: Cultura y Arte; Actividad Física, Deporte y Recreación; Ciencias Ambientales; Producción y Trabajo; de Articulación Transversal de Ciencias Sociales y de articulación Transversal de Ciencias de la Salud.
DEPARTAMENTO DE CULTURA y ARTE
Carreras Propuestas: Licenciatura en Gestión Cultural. Es una carrera de grado universitario, con cuatro años de duración. Está orientada a la profesionalización de la gestión cultural de políticas públicas y empresas del sector de las industrias culturales. Su ob jetivo es formar profesionales profesional es capaces de diseñar, implementar, gestionar y ejecutar políticas culturales. Ciclo de Complementación Curricular para la Licenciatura en Realización Cinematográfca
Es una carrera de grado universitario, con dos años de duración. Pensada para los graduados del Instituto Municipal de Arte Cinematográca que
deseen continuar sus estudios en el ámbito universitario.
DEPARTAMENTO DE ACTIVIDAD FÍSICA, DEPORTE y RECREACIÓN
Carreras Propuestas: Licenciatura en Actividad Física y Deporte. Es una carrera de grado universitario, con cuatro años de duración. Su objetivo
Educaci ón
es crear profesionales para desempeñarse en la gestión y organización de eventos deportivos, ya sea en ámbitos privados o públicos, para tomar decisiones fundamentales y estratégicas además de organizar y gestionar áreas de investigación. Ciclo de Complementación Curricular para Profesores de Educación Física para la Licenciatura en Actividad Física y Deporte con Orientación en Gestión de las Organizaciones Deportivas Es una carrera de grado universitario, con 1 ½ a dos años de duración. El ob jetivo es la formación de profesionales para desempeñarse en la gestión de organizaciones deportivas en situaciones y ámbitos diversos, ya sea en el ámbito público o privado.
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS AMBIENTALES
Carrera: Licenciatura en Ciencias Ambientales. Es una carrera de grado universitario, con cuatro años de duración. El objetivo es formar profesionales capaces de diseñar, implementar y evaluar ambientalmente proyectos productivos, de servicios y de protección e intervenir en problemas ambientales.
DEPARTAMENTO DE PRODUCCIÓN y TRABAJO
Carrera Propuesta: Tecnicatura en Diseño de Marcas y Envases. Es una carrera de pre-grado, con tres años de duración. Su orientación es formar profesionales que puedan interpretar los requerimientos de la industria y elaborar propuestas innovadoras sustentables en el diseño de marcas y envases.
DEPARTAMENTO DE ARTICULACIÓN TRANSVERSAL DE CIENCIAS SOCIALES
Carrera Propuesta: Tecnicatura en Periodismo. Carrera de pre-grado, con tres años de duración. El objetivo
es formar periodistas con pleno dominio de aspectos expresivos, tecnológicos de gestión y administración de los medios de comunicación, organismos e instituciones.
DEPARTAMENTO DE ARTICULACIÓN TRANSVERSAL DE CIENCIAS DE LA SALUD Carrera Propuesta: Tecnicatura en Enfermería Universitaria. Es una carrera de pre-grado, con tres años de duración. El objetivo es capacitar al profesional en servicios de atención médica y programas de salud, así como también desarrollar habilidades y actitudes para la atención integral de la salud.
INGRESO Para ingresar a la Universidad los alumnos deberán realizar un Curso Introductorio que se dictará a partir del 31/01/11 de lunes a viernes de 18 a 22 hs. Está compuesto por dos Seminarios: • Introducción a la vida universitaria. • Comprensión y producción oral y
escrita. CICLO LECTIVO 2011
La Universidad dictará sus clases en el Centro Cultural Hugo Caruso sito en Colón y España, Avellaneda Centro. La preinscripción está abierta desde el 1 de noviembre de 2010 y las clases comenzarán el 14 de marzo de 2011. MÁS INFORMACIÓN: Los interesados en recibir mayor información podrán acercarse de lunes a viernes de 8 a 14 hs. al Palacio Municipal sito en Güemes 835, comunicarse de 14 a 19 telefónicamente al 4201-5050 int. 120, escribir a
[email protected] o ingresar en www.undav.edu.ar La tela de la ara ña. UTN. 15
Dossier
... esa justicia conduce a la vida más allá de la vida presente o de su ser-ahí efectivo, de su efectividad em pírica u ontológica: no no hacia la muerte sino hacia un sobre-vivir cuya posibilidad viene de antemano a desquiciar o desajustar la identidad consigo del presente vivo así como de toda efectividad. Por tanto, hay espíritu. Espíritus. Y es preciso contar con ellos. No se puede no deber, no se debe no poder contar con ellos, que son más que uno: el más de uno.
La verdadera imagen del pretérito pasa fugazmente. Sólo como imagen que relampaguea en el instante de su cognoscibilidad para no ser vista ya más, puede el pretérito pretérito ser ser aferrado (…) Pues es una imagen irrecuperable del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca aludido en ella. Walter Benjamin, Benjamin, Sobre el concepto de historia
Jacques Derrida , Espectros de Marx
Tras la catástrofe civilizatoria propiciada por el terrorismo de Estado –con su trágica secuela de desapariciones, torturas, asesinatos y robo de niños–, las contiendas relativas al problema de la memoria y la identidad no cesaron de sobrevolar las afebradas mentes de
artistas, escritores e intelectuales. Las polític políticas as de la memoria memoria se convirtieron en el escenario de un verdadero campo de batalla , durante durante las tres tres últim últimas as décadas. décadas. Se Se sucedieron un sinfín de debates, charlas y seminarios obsesionados en dirimir las diversas formas de entender/ recuperar/ recrear/ leer los desoladores acontecimientos recientes, y la persistencia de sus marcas imborrables. Desde entonces, nuestras producciones artísticas e intelectuales no pudieron eludir la exigencia de un pasado trunco aunque pendiente, ni los reclamos de un presente saturado de tensiones. Por otra parte, tras la anulación de las leyes del perdón, se han iniciado cientos de juicios a los militares responsables de delitos de lesa humanidad, e incluso a algunos cómplices civiles y religiosos. Decenas de políticos, artistas e intelectuales del mundo entero llegaron a considerar a nuestro país como un verdadero foro por los de16. UTN. La tela de la ara ña
rechos humanos, como el escenario de una experiencia inédita y esperanzadora que venía a interpelar al resto del planeta. Sin embargo, de un modo paradójico e inesperado, algunos de nuestros más respetados periodistas que otrora hubieron bregado por el inicio de los juicios, juicios, han llegado llegado a manifestar manifestar cierto cierto hartazgo por la rememoración del pasado, y por la continuidad de esta obstinada búsqueda de verdad y justicia que, sin embargo, acaba de comenzar. Amparados en las acusaciones de “demagogia” y en la pretendida “apropiación”, por parte del gobierno nacional, de esta “causa nacional”, estos comunicadores se vienen ocupando de boicotear, voluntaria o involuntariamente, la frme decisión de transitar por la
senda redentora. Tanto aquellos inagotables debates de la “primavera democrática”, como estos sorpresivos contrapuntos contrapuntos sobre la/s política/s de la memoria (o bien, lisa y llanamente, del olvido) en estos tiempos de recomposición e integración social, y política , nos han llevado de reapertura de la discusión política llevado a preparar el presente dossier que queremos compartir con todos nuestros lectores.
Dossier
Por Claudio Véliz (Director)
Para abordar los pro-
blemas que acabamos de introducir recientemente, hemos decidido retomar la senda trazada por dos pensadores europeos: Walter Benjamin y Jacques Derrida. Nuestras lecturas procurarán el auxilio de las ideas benjaminianas de despertar y rememoración , para pa ra hacerlas colsionar con las nociones derridianas de asedio y espectro , con el objeto de aportar una nueva mirada a este debate que no deja de desvelarnos. Abrir un recinto clausurado En Benjamin, el eco de las voces sepultadas por el huracán civilizatorio, el rastro de las ruinas acumuladas por el paso avasallador del cortejo triunfal, o, para decirlo de otro modo, el espectro irredento de la materialidad violentada, irrumpen, en cada presente peligroso, de un modo intempestivo, fugaz, relampagueante. Y esta (in)oportuna irrupción, ajena tanto a las bienintencionadas voluntades como a los cómplices silencios conciliadores, viene a anunciarnos que el pasado, aun en su irremedia-
ble trunquedad, (nos) reclama su redención. De un modo similar al de la proustiana memoria involuntaria, estas mesiánicas chispas irredentas sobrevuelan el mundo de los vivos, nos asedian, nos amenazan, nos interpelan, nos exigen la tarea imposible de hacer justicia con las víctimas. Ben jamin propone leer la historia como cifra ruinosa y cadavérica de un reclamo, de un grito apenas perceptible, de una materialidad acuciante. Leer el presente como catastróco,
las ruinas como exigencia, la amenaza espectral como tarea pendiente, y la detención/suspensión del vértigo arrollador, como promesa de justicia. El lósofo berlinés instaura una política de la lectura como redención de lo irredento, de la traducción
como recuerdo de los nombres sepultados en los signos, de la memoria despertar des-miticador de como un despertar des-miticador la vigilia. Pero el carácter intempestivo de este gesto radica en que no toda traducción logra (re)componer los fragmentos estallados de un lenguaje absolutamente otro; no toda lectura consigue hacer justicia con las ruinas acumuladas por la tempestad; no toda obra de arte (y sobre esto había insistido Adorno) podía aspirar a producir una negatividad, una disonancia capaz de articular –no un novedoso punto de vista sino– una nueva forma de la visibilidad (escamoteada por los monumentales documentos de cultura), una sin-
gular dialéctica de la mirada; no toda imagen puede constituirse como “el recuerdo involuntario de una humanidad redimida” (1), como repentina iluminación dialéctica donde “lo sido comparece con el ahora a la manera del relámpago en una constelación” (2);
no toda rememoración (nos) permite despertar de la pesadilla que pesa sobre el presente, despertar de la ruinosa vigilia de un tiempo vacío que no es posible “pensar sin espanto”, es decir, sin remitirlo a la catástrofe de “lo sido”. Despertar es, para Ben jamin, “abrir un recinto en el pasado, hasta entonces clausurado” (3), producir un nuevo saber sobre ese pretérito pretendidamente cerrado para tornarlo inacabado; un saber del resto, del exceso que relampaguea en los márgenes desde siempre, impidiendo/ suspendiendo/ diriendo
la sutura. Y este gesto de apertura propiciado por la lectura de lo nunca escrito, por el montaje de una imagen redentora, por el despertar , constituye, justamente –tal como lo expresa Benjamin de un modo explícito–, la clave de la praxis política. Pero además, estas guras-imágenes efímeras e intermitentes no constituyen, meramente, iluminaciones dialécticas de lo sido (del pasado) en su comparecencia con el ahora de la cognoscibilidad, cognoscibilidad, es decir, del peligro; sino que también pueden articularse como la promesa de una lengua y/o de una historia redimidas, de una lenLa tela de la ara ña. UTN. 17
Dossier
[Rememorar el pasado] es saber dónde estoy, desde dónde voy a pensar, voy a recordar o voy a querer rescatar la historia. Aquello que voy a buscar al pasado, en realidad impregna este presente. En la revivicación de las luchas, es extraer
esta chispa de esperanza, este vigor, este coraje, que es probablemente aquello que ya me está animando a ir al encuentro [con el pasado]. Pero este encuentro no es un encuentro llano. Es una batalla que se libra para extraer sentidos, y el sentido lo da mi perspectiva, es decir, desde donde yo lo voy a pensar. [La justicia con las víctimas del Terrorismo de Estado] es la que estamos construyendo entre todos, cada uno desde su especicidad, desde su lugar. Parafra seando a Foucault, el poder está en todos lados, circula. Mucho es lo que podemos hacer desde la función que desempeñamos, sea la investigación académica, el arte, etc. Yo crié a un hijo que no conoció a su padre porque fue secuestrado cuando yo estaba embarazada. Esto es hacer justicia también, darle continuidad a la vida, continuidad de lucha, de esperanzas, de sueños. Telma Lilia Mariasch. Doctora en Servicio Social, investigadora.
18. UTN. La tela de la ara ña
gua y de una historia absolutamente otras. Paradójicamente, el lenguaje de la teología le sirve a Benjamin como anuncio anticipatorio (manifestación de la otredad en la barbárica continuidad de lo mismo) de una verdad y una justicia tan profanas y profanadoras que, al igual que la felicidad felicidad, jamás serían alcanzadas por la vía teologal, y que sólo pueden ser pensadas en/como la suspensión del presente.
Entre la memoria y la espera Ya se trate de una imagen (dialéctica) que abre un surco clausurado en el pasado o de una constelación (monádica) premonitoria en que la redención irrumpe como promesa (o bien de la simultaneidad de ambos acontecimientos), estos relámpagos fugaces, estas chispas mesiánicas irrumpen como alegóricas figuras de lo inapresable, del asedio, de la amenaza, del peligro, de la inminencia, del exceso. Y es entonces cuando nos sobrevuelan los fantasmas derridianos… fan tologí ogíaa que nos También la fantol
propone Jacques Derrida alude a la exigencia y el asedio de un otro que nunca está presente como tal sino como espectro inasible del pasado y/o del por-venir. El fantasma es un muerto que no muere jamás, jam ás, y que siempr sie mpree está es tá amenaame nazando con (re)aparecer; es lo que asedia la ontología, lo que acontece más allá del ser y del no ser, de la presencia y de la ausencia, de lo vivo y de lo muerto. Como en Benjamin, la fantología derridiana alude tanto a los pretéritos espectros como a los fantasmas del porvenir, permitiendo la apertura de un juego no dialectizable entre la memoria y la espera (4). Entre la vida y la muerte, ni vivo ni muerto, ni presente ni ausente, el fantasma desafía todas las estrategias ordenadoras/controladoras de la lengua y de la metafísica: elude la presencia y el dominio, la identidad y la apropiación, la seguridad y la calma, la continuidad y el cálculo. Siempre de un modo intempestivo, el fantasma asedia, sobresalta, intranquiliza, interpela, dis-junta, des-quicia.
Dossier
Si para Benjamin, la redención remite al índice secreto inscripto en el pasado, al secreto acuerdo entre nuestra generación y la tradición de los vencidos, para Derrida, el porvenir sólo podía concebirse a partir de la memoria y la herencia. La espectralidad que nos habita, irremediablemente, es la única garantía del exceso que impide las suturas definitivas, las reconciliaciones anunciadas, el fin del duelo. Dice Mónica Cragnolini: “Ese ser-con los espectros es una política
de la memoria, de las generaciones y de la herencia. Por ello la justicia se rige por un principio de responsabilidad que desquicia todo presente vivo” (2002).
Escrituras rememorantes. Museo, progresismo y empatía
La idea del pasado como instancia inacabada y como deuda, y la voluntad de relacionarnos con las víctimas asumiendo la responsabilidad por la actualización de las injusticias, inaugura un relato pro ducee co mo visib v isib le (así entenque produc día Althusser la lectura sintomal ) lo que la narración moral (auto) justif jus tifica icator toria ia articu art iculab laba, a, inevit ine vitaablemente, como invisible. Esto no implica, de ningún modo, contribuir a la “distribución social” de las responsabilidades por lo sucedido (si todos somos culpables nadie lo es) sino, por el contrario, la decisión de actualizar la vigencia de las injusticias como política de la memoria, la herencia y las generaciones violentadas. Tal como nos enseñaron algunos pensadores del viejo continente, la memoria nos enfrenta a un doble desafío: por un lado, el de recordar los crímenes pasados para evitar su repetición (el adorniano
imperativo pedagógico), y por el otro, el desafío redentor (y ben jaminia jami niano no ) consistente en “hacer justic jus ticia ia con las víctim víc timas” as”.. El filófil ósofo español Manuel Reyes Mate (RM), dice al respecto: “si resulta que sólo recordamos para que la historia no se repita, estaríamos como sacando el último jugo a los muertos en beneficio de los vivos. Bajo el señuelo de una reflexión responsable lo único que se oculta es nuestra propia supervivencia. Sólo pensamos entonces en nosotros mismos. Recordar, además, para hacer justicia a las víctimas es salir de nosotros mismos, alcanzando así un nivel de reflexión inhabitual en la moral y en la justicia” (2003:244).
Un pensamiento que no sólo se conmueva (se espante, se horrorice, como el Ángel benjaminiano) ante las violencias de la historia sino que, al mismo tiempo, no esté dispuesto a privarse (en nombre de algún purismo metodológico apriori ) de ejercer sus propias violencias –es decir, que no renuncie a las tensiones, las paradojas y las aporías inherentes a su trágica consistencia– no podrá dejar de formularse este interrogante/problema: ¿qué significa “hacer justicia con las víctimas”? En primer pol ílugar, digamos que sólo una política entendida como justic jus ticia ia (y según Derrida, éste es el único modo posible de seguir leyendo el legado marxiano), estará en condiciones de ofrecer alguna respuesta para las injusticias pretéritas y presentes; sólo una lectura de los crímenes del pasado como materia irredenta; sólo un pensamiento de lo sido que lo conciba como el lugar de lo trunco y, al mismo tiempo, como el escenario de un inacabamiento que impide la sutura y que nos asedia desde esas mismas heridas abiertas. La particularidad
Walter Benjamin pensaba que la memoria puede detectar aspectos invisibilizados del pasado si es capaz de escuchar el eco de las esperanzas mutiladas de nuestros predecesores. La actividad de rememorar no supone por ello museali zar el e l pretérito pre térito efectuand efec tuando o un procedimi proc edimiento ento aditivo aditiv o que, que , saturándonos de información indiferenciada, lo conne a un
recinto clausurado, sino, más bien, recuperar la posibilidad de habitarlo, de permitir que nos hable y de responderle, en un diálogo entre generaciones del cual depende la efectiva transmisión de esas experiencias. En los intersticios de la historia nalmente consumada, los pro yectos violentamente frustrados de las y los afectados por el terrorismo de Estado subsisten como atisbo de lo posible. Salvar su sentido es, por eso mismo, salvar el presente. Se me ocurre que, sin erigirse en la posición del juez que dirime los sentidos de esas vivencias, el único modo de hacerles justicia just icia es e s constru co nstruir ir con co n ellas ell as un legado que permita, como quería Benjamin, “encender en el pasado la chispa de la esperanza”. Y, para ello, ante todo, evitar la tentación de reponer imágenes idealizadas, recuperando la posibilidad de discutir con agudeza y profundidad crítica los anhelos de esos sujetos que sólo fueron al n y al cabo
-y no está de más recordarlo profundam prof undamente ente humanos. human os. Débora Cerio. Cerio. Docente en Historia, Fac. de Humanidades y Artes, U. N. de Rosario, becaria doctoral del Conicet. La tela de la ara ña. UTN. 19
Dossier
Benjamin dice que la lucha no se hace en función de la liberación de nuestros hijos, sino en función de la redención de los mártires del pasado (…) Durante mucho tiempo ha predominado en América Latina la historia ocial ocial de la
colonización (…) eso ha empezado a cambiar en el siglo XX con la Revolución Mexicana, que introdujo una reorganización de la Historia, y con la obra de autores como José Carlos Mariátegui y, más recientemente, Eduardo Galeano, uno de los grandes pensadores contemporáneos de América latina que ha aportado una historia a contrapelo exactamente en el espíritu benjaminiano. En su célebre obra “Las venas abiertas de América Latina”, el que Chávez regaló a Obama para que entienda el territorio, Galeano presenta un acta de acusación de la colonización ibérica y de la explotación imperial, precisamente desde el punto de vista de las víctimas: los indígenas, los esclavos negros, los mestizos (…) cito a Galeano: “Hay que rescatar las antiguas tradiciones del continente como el modo de vida comunitario de los indígenas porque el pasado nos habla de cosas que interesan al futuro”.
de la memoria –continúa diciendo RM–, “a diferencia del logos , es e s que q ue abre expedientes que la razón (el derecho o la ciencia) dan por clausurados (...). La memoria rompe las limitaciones temporales (declara vigente una injusticia independientemente del tiempo transcurrido) y espaciales (no se atiene a los límites geográficos del Estado), así como las que tiene el causante del daño (el que el deudor no sea solvente en nada empece la vigencia de la injusticia)”
Michael Löwy. Löwy. Director de investigación emérito en el Centre Nationale de
(op.cit.:252). Y es esta (re)apertura de los recintos clausurados por los relatos hegemónicos de la historia y de la filosofía, lo que Derrida denominaba espacialización del tiempo y temporalización del espacio. No se trata, como no pocos han creído, de ponderar una memoria absoluta (como la del Funes borgeano) capaz de recordarlo todo tal como ha sido. El rememorar se halla más cerca del olvido que de aquello que comunmente asociamos con el recuerdo. El recuerdo no es más que un pliegue de la urdimbre tramada por el olvido. Dice Benjamin: “Cada
la Recherche Scientique, París
mañana, despiertos, la mayoría de las
20. UTN. La tela de la la ara ña
veces débiles, ojos, tenemos en las
manos no más que un par de franjas del tapiz de la existencia vivida, tal y como en nosotros las ha tejido el olvido” (1988: 18). Sin ese olvido “nece-
sario para la vida” (así lo planteaba Nietzsche) estaríamos condenados a la eterna repetición de lo mismo, a la museicación del pasado (que el lósofo intempestivo denominaba historia monumental), a la ingenua ce-
lebración de la efeméride. Una de las políticas del olvido –así lo entiende también Héctor Schmucler– consiste en levantar monumentos recordatorios (1995:51). Un relato crítico del pasado debe renunciar a la razón historicista (anticuaria la llama Nietzsche) que inmoviliza el pasado para recuperar, únicamente, aquellas voces con las que pretende reconocerse, tornando invisible la violencia que abortó las voces de los vencidos; a la razón progresista que justica la barbarie inherente a la marcha violenta y continua del cortejo triunfal, y diere eternamente hacia el futu ro el acontecimiento redentor; y a la razón empática (conmemorativa) que procura vestirse con el ropaje
Dossier
de los vencidos, reproducir sus voces y repetir sus hazañas, retardando, de este modo, el advenimiento de la novedad radical. He aquí las más “seductoras” tentaciones para un pensamiento inerte e incapaz de violentar sus propios presupuestos, de pasar el cepillo a contrapelo de la historia. La memoria que reclama justicia con/a las víctimas es “la que hace presente la felicidad que fue posible hasta que el criminal impidió su realización”, la que “trae a nuestra presencia la injusticia pasada y declara que sigue vigente” (RM, op.cit.:253).
No es cuestión –como dice Eduardo Grüner– de perder la memoria, pero tampoco “de hacer un culto fetichista del recuerdo como valor en sí mismo”, no es que tengamos que
volver a empezar de cero sino, simplemente, que intentemos “utilizar el pasado para pensarlo en tiempo presente, y no para imitar un pretérito que, convengamos, fue bastante imperfecto” (2005:377). No se trata, por
consiguiente, de una mirada de la historia que simule la mirada de las víctimas, de un dolor que equipare su sufrimiento, de un compromiso con esa misma forma de entender la lucha que precipitó su caída. Sí, en cambio, de avizorar la colisión de ese pasado trunco con nuestro presente peligroso, recuperándolo menos “como realmente fue” que tal como relampaguea en la urgencia del instante; sí se trata de declarar la vigencia incondicional de las injusticias pasadas; de propiciar un acuerdo secreto con los vencidos como condición ineludible para enarbolar una convivencia ajena a las relaciones de dominio. O para decirlo con Derrida, de “una política de la memoria, de la herencia y de las generaciones” que sólo pueda pensarlas en nombre de la justicia, “ahí donde la justicia aún no está, aún no ahí , ahí donde ya no está (…) donde ya no está presente y
ahí donde nunca será, como tampoco lo será la ley, reductible al derecho”
(2002: 11).
Interrogar desde la urgencia
También Pilar Calveiro, lo pensaba de una forma muy similar:
“Todo acto de memoria se interroga por su fidelidad, sin hallar jamás respuestas definitivas. Lejos de la idea de un archivo, que fija de una vez y para siempre su contenido, la memoria se encarga de deshacer y rehacer sin tregua aquello que evoca. Y, sin embargo, no deja de inquietarse, con razón, por la fidelidad de su recuerdo. La repetición puntual de un mismo relato, sin variación, a lo largo de los años, puede representar no el triunfo de la memoria sino su derrota. Por una parte, porque toda repetición ‘seca’ el relato y los oídos que lo escuchan; por otra, porque la memoria es un acto de recreación del pasado desde la realidad del presente y el proyecto de futuro. Es desde las urgencias actuales que se interroga el pasado, rememorándolo. Y, sin embargo, al mismo tiempo, es desde las particularidades de ese pasado, respetando sus coordenadas específicas, que podemos construir una memoria fiel” (2005:11). Si el his-
toricismo radical nos condena a la eterna repetición de lo mismo, y, por lo tanto, a una segura derrota; la visión del presente como absoluta novedad nos conduce a su ingenua celebración, renunciando al secreto acuerdo con la tradición de los vencidos, y a la posibilidad de abrir un recinto clausurado del pasado. Únicamente, entonces, una experiencia anamnésica siempre nueva y orgullosa de su diferencia (aun en un mundo que se ha quedado sin experiencias), y dispuesta a vivir-con-los-fantasmas ,
Rememorar el pasado sería producir una construcción de aquello que ha sido olvidado, suprimido, de modo tal que el presente sea sacudido por esa recuperación del pasado, por esa construcción del pasado, reconociendo en este presente no el punto de llegada a una historia que necesariamente tenía este presente sino como una construcción de tantas posibles (…) Rememorar sería construir una relación pasado presente con la cual ambos se abren. El pasado que no estaba inscripto en los relatos tradicionales deja de ser aquello que conocemos como pasado y que conduce necesariamente al presente; y el presente deja de ser la culminación de ese pasado que conocíamos, y debe pensar que al haber otros pasados también otros presentes podrían haber existido, y por lo tanto otros futuros (…) Hay un elemento de la injusticia que es insu primible, los muertos están muertos. Lo que se presenta es una posibilidad de clausurar ese pasado sobre la base de la fuerza vengadora del sujeto oprimido que lucha. Se hará justicia al no ocultar la verdad, al no ser empático con el discurso de los vencedores (…) y ver que los costos no tienen que ver con algo fortuito, sino con cierta estructuración de la sociedad. Roberto Pittaluga. Pittaluga . Licenciado en Historia de la Universidad de Buenos Aires, docente en la FFyL (UBA), fundador del CEDInCI. La La tela tela de de la la ara arañña. a. UTN. UTN. 21 21
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Rememorar el pasado es, para mí, fundamentalmente, apropiarse de las memorias de la existencia y de la lucha de las generaciones pasadas, y actualizarlas, como seres en lucha en confrontación con las relaciones de dominio (…) Una memoria abierta es una memoria que critica las formas de cierre de la sociedad. Entonces, la memoria trabaja a partir de otra temporalidad donde la relación entre pasado, presente y futuro no esté escindida (…) La memoria no trabaja, creo yo, sobre el tema de la identidad de nuestra existencia y las formas institucionales, más bien trabaja la crisis de esa relación entre esas formas institucionales y las crisis de nuestra existencia cotidiana. Yo creo que esas condiciones todavía existen y por lo tanto no es la forma institucional la que creará condiciones de una sociedad más abierta y libertaria en la Argentina, sino que fundamentalmente fundamentalmente los movimientos desde abajo son los que tienen que construir esto. Y esto se construye haciendo ver que hemos sido derrotados y que las formas institucionales de nuestra existencia no obedecen necesariamente a la realización de un ideal de una sociedad emancipada. Y para eso hay que luchar mucho. Sergio Tischler. Tischler. Prof. del Posgrado de Sociología del Inst. de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
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nos permitirá producir relatos, imágenes e intervenciones que “hagan justicia” con (rediman) lo irredento. Según sus pretensiones y sus lazos con la experiencia del presente, la memoria puede ser –continúa diciendo Calveiro– o bien resistente (peligrosa), o bien funcional al poder vigente y a su “único relato”. La memoria es peligrosa para el presente si es capaz de desvelar “que éste se asienta sobre un olvido compuesto de ruinas y cadáveres; de ahí que la obsesión de los que mandan sea definir las ‘políticas de la memoria’” (RM, op.
cit.:257). Más allá de las “buenas intenciones” de sus ideólogos y promotores, ciertas políti pol íticas cas de la memomem oria ingenuas, inertes e incapaces de redención se han conjugado a la perfección con algunas polí pol íticas del olvido que han resultado sumamente “eficaces” a la hora de conjurar los espectros tanto del pasado como del porvenir: el escamoteo de las ruinas, el silenciamiento de las voces sepul-
tadas, la celebración del impulso arrollador del cortejo triunfal. El silencio –dice Héctor Scmucler– “no es una mera ausencia; puede ser el acto de eludir la responsabilidad de mantener la memoria que sostiene el mundo. Olvido, memoria y responsabilidad se interpenetran y forman el sustento más sólido en el que se edifica lo humano” (1995:51).
Si bien nuestros relatos e imágenes –lo hemos dicho- se hallan urdidos por olvidos y silencios, la imposición del silencio como clausura del pasado, como conciliadora necesidad de olvidar lo inolvidable, no puede sino obligarnos a denunciar la violencia de ese gesto pretendidamente pacificador, a leer allí el interesado borramiento de la barbarie, a despertar de una vigilia que apenas puede disimular las huellas de sus catástrofes constitutivas. Tal como lo había advertido Freud –refiriéndose al retorno de lo reprimido– es imposible evitar que lo olvidado regrese, inesperadamente, intempestivamente, para tornar insoportable, monstruosa,
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la perversa trama tejida por las silenciosas complicidades. Y agrega Schmucler: “no es la ‘verdad histórica’ lo que intenta olvidarse, sino la responsabilidad de preguntarse por qué el crimen se hizo posible”
(ibíd.). Además del asesinato, la tortura y la humillación, en nuestro país se implementó la desaparición forzada de personas, un crimen que se asienta, de antemano, no exactamente en el olvido sino en la (de)negación misma del crimen, una perversa narración que colisionó aun con las políti pol íticas cas del olvido que reclamaban la clausura, el perdón y la necesidad de recon pol ítica ca de d e la meciliación. Sólo una políti moria orientada a afirmar la vigencia insoportable de las injusticias pasadas –es decir, a leerlas como ruina irredenta– podrá renovar –concluye Schmucler– “la existencia de una reflexión en la que se arriesga la responsabilidad de cada uno: cómo fue posible” (ibíd.:53).
Por su parte, Nicolás Casullo había expresado de modo contun-
dente sus temores sobre el porvenir de las políticas de la memoria: “... a la vista de las lapidarias secuelas sociales, culturales, económicas y éticas que la crónica del terror de Estado y los desaparecidos dejaron en la Argentina (sustentadas en el pacto de silencio como corporación mafiosa de las Fuerzas Armadas), enfocar la cuestión de la memoria es preguntarse qué es posible discutir para que las políticas críticas de la memoria no concluyan también realizando esta historia ciega e inescuchable sobre sí misma, en vez de develar de esa historia su estado terminal. Qué es posible debatir para que aquello no pase a historia, no adquiera su forma final como historia, sino como conciencia de un gran impedimento de la comunidad, en lugar de homogeneizar un pasado, ahora con el problema del genocidio adentro, simplemente legalizado como pasado” (2004:83).
Lo que para Renan era condición indispensable de la consolidación de la Nación (el olvido de las violencias, la consideración del pa-
Rememorar el pasado puede querer decir muchas cosas. Una de ellas es tratar de darle un sentido y que ilumine nuestra acción política de hoy. Como propone Walter Benjamin, con la idea de redención de los vencidos en la historia. Esa es la tarea del historiador, y no lo que convencionalmente se ha entendido, que es consagrar una visión de los hechos coincidente con los intereses de los que dominaron y, por lo tanto, impusieron su versión. Siempre está la posibilidad de desenterrar otra historia (…) La justicia está en marcha a través de los juicios. Pero también habría que hacer una justicia cultural, que es mucho más difícil y más lenta. Creo que un como el Haroldo Conti puede abrir un camino en la medida en que da espacio a debates, a pers pectivas diferentes, que son las que nos ayudan a elaborar y reelaborar, a iluminar recíprocamente el pasado y el presente con preguntas y cuestionamientos siempre nuevos. Esa idea de Benjamin también es muy fructífera, la de pensar la historia como algo que nunca se concluye. Aunque el pasado haya quedado atrás, se ilumina a partir de las preguntas que surgen en el presente. Marta Vasallo. Vasallo. Periodista, traductora y docente
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sado como monumento inmóvil, como episodio clausurado, aunque perpetuamente conmemorado/museificado de modo irreflexivo), en Casullo (re)aparece, a la inversa, como el “impedimento de la comunidad”, como la herida siempre abierta y relampagueante que impide la sutura del relato obsesionado en disimularla. ¿Qué es posible discutir para evitar la clausura?, se pregunta este autor; ¿cómo aprender a vivir con los fantasmas? –disparaba Derrida–, ¿qué podemos hacer con los espectros, con sus intempestivas (re)apariciones?, ¿de qué modo debemos leer el asedio fantasmal para evitar la ciega repetición de la misma barbarie? O como se lo plantea la socióloga Gisela Catanzaro, inspirada en la propuesta de Renan: “qué olvidos necesarios conforman la trama de nuestras teorías actuales de la identidad”, “cómo fue que llegamos a producir estas opciones y cuáles son las fallas necesarias, los agujeros invisibles que sostienen la visibilidad de nuestras teorías sobre la identidad agujereada” (2004:61). Sólo haciéndonos cargo de esas fallas, prob pr oblem lem atiza ati zand ndoo las inconsisten-
cias de la ficción, produciendo un extrañamiento respecto de las consagradas representaciones, podremos estar a la altura de las urgencias del presente y desnudar, en ese mismo gesto intempestivo, la resistente trama de las complicidades. Notas: (1) “Nueva tesis B”, en Walter Benjamin, La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Traducción de Pablo Oyarzún Robles. (2) [N 2 a, 3], “Obra de los pasajes (Convoluto N)”, en La dialéctica en sus penso… op. cit. (3) “XVIII, Apéndice a Sobre el concep-
to de historia”, en La dialéctica en sus penso… op. cit. (4) Ver Cragnolini, Mónica: “Una ontología asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera en Derrida”, Escritos de losofía, Academia Nac. de Ciencias, Bs. As., 2002. Bibliografía Benjamin, Walter (1988): “Una imagen de Proust”, en Imaginación y sociedad (Iluminaciones I), Taurus, Madrid. / (s/f): La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia; traducción, introducción y notas de Pablo Oyarzún Robles, Arcis-Lom, Santiago de Chile. Calveiro, Pilar (2005): Política y/o violencia, Norma, Bs. As. Casullo, Nicolás (2004): Pensar entre épocas. Memoria, sujetos y crítica intelectual, Norma, Bs. As.
Catanzaro, Gisela (2004): “Nación, imaginación y materia: Para una crítica de las comillas”, en E. Vernik (comp.): Qué es una nación. La pregunta de Renan revisitada , Prometeo, Bs. As.
Cragnolini, Mónica (2002): “Una ontología asediada por fantasmas: el juego de la memoria y la espera en Derrida”, Escritos de losofía, Academia Nac. de Ciencias, Bs. As. Derrida, Jacques (2002): Espectros de Marx. El estado de d e la deuda, el trabajo traba jo del duelo y la nueva Internacional, Editora
Nacional, Madrid. Grüner, Eduardo (2005): La Cosa política o el acecho de lo Real , Paidós, Bs. As. Renan, Ernest (2001): “¿Qué es una nación?”, en Fernández Bravo (comp.): La invención de la nación, Manantial, Bs. As. Reyes Mate, Manuel (2003): Memoria de Auschwitz. Actualidad moral y política, Trotta, Madrid. Schmucler, Héctor (1995): “Formas del olvido”, en Connes nº 1, Bs. As. Todorov, Tzvetan (1998): Les abus de la mémoire, arléa, París.
No hay un pasado, hay múltiples pasados. Según (Siegfried) Kracauer, todo pasado es una construcción que implica voces, redescubrimientos. Al resp r espect ecto, o, tomo dos aporte apo rtess de (Walter) Benjamin, uno es que cada época rearma su pasado pas ado,, en el sentid sen tido o de d e que q ue desde nuestro presente vemos dimensiones del pasado que antes eran inaccesibles, y el segundo es que el pasado es un espacio de luchas, es decir, hay modos de reconstruir el pasado según la posición que se asume, según el lado en el que estás. Con lo cual la memoria tiene un sentido directamente político. Hoy en día, el lenguaje de la política para hablar habl ar de d e la l a memor me moria ia del d el pasado pas ado deberí deb eríaa evita e vitarr el e l uso us o propio pro pio de la prop p ropaga aganda nda de la sociedad de masas, de modo tal que realmente las víctimas puedan pue dan hablar. habl ar. (…) Benjamin dice que uno de los grandes problemas del capitalismo es que les arrebata (a las víctimas) no sólo las vidas sino también su lengua je, y que q ue habría habr ía que q ue “excav “ex cavar” ar” para sacar sac ar a la supe s uperfi rficie cie esa dimensión discursiva, afectiva, experiencial (sic) que las víctimas no pueden pronunciar, y el problema es que hablen ellas, no que uno contribuya a ocultar su lenguaje imponiendo un discurso político. Miguel Vedda. Vedda. Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires, profesor titular de Literatura Alemana en la FFyL (UBA), investigador del Conicet. La tela de la ara ña. UTN. 25
III Seminario Internacional Políticas de la Memoria
Informe y entrevistas:
María Gabriela Barro Gil y Lucía Herrera
Con fechas reprogramadas por el
luto nacional ante el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, los días 30, 31 de octubre y 1º de noviembre se realizó el III Seminario Internacional Políticas de la Memoria “Recordando a Walter Benjamin. Justicia, Historia y Verdad. Escrituras de la Memoria”, en el Centro Cultural Haroldo Conti (CCHC) que funciona en dependencias de la ex Esma. Durante estos tres intensos días se sucedieron 46 mesas temáticas, en las que casi 400 ponentes compartieron sus producciones en torno a los ejes Memoria, Estética y Literatura, Historia y Vida urbana, vinculados al pensa-
miento del lósofo alemán. “Recordar a Benjamin en uno de los centros emblemáticos de exterminio y tortura montados por la dictadura ar gentina, en el que 5000 personas fueran desaparecidas, desaparecidas, es admitir cuán fecundo 26. UTN. La tela de la ara ña
puede ser su pensamiento para nuestros trabajos de memoria. Contra quienes hoy reclaman el olvido y la denegación de justicia, seguimos como Benjamin buscando en nuestra historia esa chispa de esperanza y reconocemos la deuda con un pasado que aún espera redención”, fundamentaron los or-
ganizadores desde la convocatoria. Además del CCHC, convocaban al evento el Archivo Nacional de la Memoria y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, y co-organizaban la Biblioteca Nacional, el Centro Franco-Argentino de Altos Estudios, el Centro Universitario Germano-Argentino, las Facultades de Ciencias Sociales y Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y la Universidad París VIII. Entre los participantes e invitados
extran jeros, se destacó la presencia de investigadores de universidades alemanas, francesas y brasileñas, como Michael Löwy, Jeanne Marie Gagnebin, Marc Berdet, Meike Schmidt-Gleim, Stéphane Douailler, Ralph Buchenhorst, por citar algunos, así como intelectuales provenientes de diversos países latinoamericanos, España y Estados Unidos. Por otra parte, La tela de la araña tuvo también una intervención directa a través de su director, Claudio Véliz, quien disertó sobre Lenguaje, crítica y deconstrucción, en la mesa “Benjamin y Derrida: Justicia, Derecho y Violencia / En honor a las rmas. Derrida y Benjamin, una
historia de herencias cruzadas”.
Recordar, relatar y proyectar en clave benjaminiana Con disparadores que abarcaban desde los conceptos de historia, experiencia y redención en Benjamin, hasta sus aportes a la crítica literaria y estética, así como la puesta en diálogo de sus teorías con las de Jaques Derrida, Derrid a, Michel Foucault, Foucault , Theodor Adorno, Hannah Arendt, el marxismo y el psicoanálisis, y por supuesto la proyección de su mirada sobre los procesos actuales
Por las Facultades
de reconstrucción de la memoria en nuestro país, una a una las distintas mesas dieron lugar a profundas reexiones y demos traron, tal como manifestaban los organizadores, la fecundidad y vigencia de sus escritos. No cabe duda de la pertinencia de estas discusiones en el marco, nada menos, de una institución que se propone contribuir a la resignicación del predio donde funcionó el mayor centro clan destino de detención y exterminio durante la última dictadura militar, para construir allí un espacio de creación, producción y difusión de la cultura de la memoria y los derechos humanos. El director del CCHC, Dr. Eduardo Jozami, le contó a La tela que la decisión de tomar a Benjamin como punto de partida tuvo que ver con su fuerte inuencia en el debate histórico de los últi mos años: “el pensamiento de Benjamin ha penetrado mucho en nuestras discusiones sobre la memoria. Tal vez sea un autor más citado que estudiado, y nos pareció que era muy importante, en este ámbito, profundizar profundiz ar su conocimiento. conocimient o. Creemos que no sólo es relevante relevan te su obra en los múltiples aspectos que ha tratado, desde la estética, la critica literaria y tantas otras, sino que hay un legado político que de alguna manera se recupera en estas discusiones sobre la memoria”. Asimismo, durante el cierre del Seminario volvió a destacar que “lo que nos une con Benjamin es su heterodoxia, su apertura a todas las ideas […] un Benjamin exiliado, perseguido, apátrida y víctima de la represión nazi tiene, naturalmente, un lugar en este espacio de memoria” .
Pero no sólo sobre las marcas de la historia más reciente arrojó su luz la mirada del autor alemán. También la proble mática y la cosmovisión de los pueblos originarios fue un tópico recurrido en diversas oportunidades, reactualizados en el cuestionamiento a la sociedad de consumo y la destrucción de los recursos naturales, y relacionados con la crítica benjaminiana a la idea de progreso. Al respecto, el investigador franco-brasileño Michael Löwy relató en la apertura que durante un encuentro contra el cambio climático realizado en Bolivia, con fuerte participación de los movimientos indígenas, se había hecho referencia a la cita de Benjamin donde éste proponía que en lugar de la tesis marxista sobre las revoluciones como motor de la historia, se debía pensar en la revolución como freno del tren del capitalismo: “los ecosocialistas ecosocialistas dijeron que hoy el tren de la civilización capitalista avanza con rapidez creciente hacia un abismo catastróco que es la crisis ecológica y el cambio climático, y que nuestra única esperanza es una revolución en el sentido en el que la plantea Benjamin: que interrumpa esta corrida suicida de la civilización del capital”.
En este sentido, y siguiendo a Benjamin, si los relatos del historicismo burgués describen el pasado como un objeto sólo pasible de ser observado, sin duda jornadas como las vividas en el CCHC dan cuenta tanto de la presencia dialéctica del pasado en el presente, como de la necesidad de seguir profundizando en la tarea de “pasar el cepillo a contrapelo de la Historia”. Para más información http://www.derhuman.jus.gov.ar/ conti/default.htm
Por las facultades Dossier
Rememorar el pasado es de alguna manera una necesidad para responder a las demandas del presente presente.. En el Movim Movimiento iento de Derec Derechos hos Humanos Humanos y dentro de la política que está siguiendo el gobierno nacional, hablamos de Memoria, Justicia y Verdad, tres aspectos que son indisociables. Verdad, porque todavía es mucho lo que falta saber sobre lo que ocurrió en nuestro país (…) Justicia, porque sin justicia, justicia, el mismo mismo orden orden jurídico jurídico carecería carecería de senti sentido do si los responsables de los crímenes más importantes que se han cometido en este siglo quedaran impunes. Y Memoria, porque el pasado está muy presente presente,, y tenem tenemos os que que tratar tratar de recup recuperar erarlo, lo, de profundi profundizar zar la la discus discusión ión para para entender entender mejor mejor lo que ocurrió en nuestro país. Y la reparación a las víctimas es parte fundamental de la política de justicia y también de la política de memoria, porque no sólo es necesario castigar a los desaparecedores sino también hay que recuperar la vida de los desaparecidos. Walter Benjamin ha penetrado en nuestras discusiones sobre la memoria (…), nos ha dejado un legado político que de alguna manera se recupera en estas discusiones.” Eduardo Jozami. Jozami. Docente, periodista, director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Es imposible una vida que no se enfrente una y otra vez al recuerdo y a lo que de eso permanece hoy. No puedo puedo ni imagin imaginar ar una socie sociedad dad o un un indi individ viduo uo que pued pueda a clau clausu surar rar de modo modo den deniti itivo vo su relac relació ión n con con el
pasado pasado.. Pero Pero [remem [rememora orarr el el pasa pasado do]] tamb también ién es una manera de interrogar lo que nos pasa ahora, de jugar en espejo. Nos habilita para abrir aquello que parece cerrado, para comprender lo que parece imposible de ser comprendido. El pasado nos habita. Una sociedad sin pasado, o un individuo sin pasado, es alguien vacío, sin horizontes, sin perspectiva, sin futuro. Quien olvida el pasado también inhabilita el futuro. Walter Benjamin comprendió con profundidad que el pasado no es algo cerrado, clausurado, sino que es rehabilitado continuamente por cada presente y cada generación que lo interroga. Hay un hilo secreto, profundo, a veces subterráneo y que otras veces se hace visible, entre ciertos acontecimientos del pasado que se han convertido en memoria, y la manera a través de la cual el presente se lo apropia, lo discute, lo debate y lo pone en la intensidad de sus propios días. Benjamin intentó justamente romper esa idea de un pasado perdido o convertido en objeto (...) En estos días estamos de duelo por aquel aquel que habilitó habilitó que la memor memoria ia se vuelva vuelva también justicia. Una justicia en el sentido de la reparación jurídica, ya que hay otras formas que tienen que ver con la reparación social, con la llegada de los tiempos redencionales, como diría Benjamin, de una justicia más ligada a la antigua metáfora de la transformación radical de la sociedad. Pero en términos cotidianos, está vinculado a la decisión de volver a colocar en la escena aquello que había sido clausurado primero por las leyes de impunidad y luego por el indulto (...) Generando memoria y articulándolo con la justicia, se avanza hacia la idea del Nunca Más. Ricardo Forster. Filósofo, investigador, ensayista. La tela de la ara ña. UTN. 27
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Por Julia Aibar (Consejo de Redacción)
Algo
pasó, entre esa señora y yo, para que su recuerdo se haya transformado en una ceremonia casi cotidiana. Cualquier pretexto parece bueno, aunque no, dicho así suena a casualidad. Sería más preciso decir que, de manera inconsciente, he activado mis sentidos para que ciertos colores y sabores jueguen el juego de la memoria. Sembrar en una maceta de mi balcón una planta de poleo fue una de esas cosas que hice sin pensar demasiado, casi por el mandato de una tradición de las mujeres de la familia. El perfume del poleo es el perfume de mi abuela, de su mate cebado a media mañana, compañero 28. UTN. La tela de la ara ña
inseparable de los trajines que se repetían, puntuales, mientras preparaba la comida. En los días en los que no me siento con ánimos para salir, corto dos hojitas de ese yuyo y me dispongo a desayunar en compañía de Palmira. Pero ella no viene sola, trae consigo su casa, su ambiente, ese lugar al que identifico con la felicidad y el resguardo. Palmira era una abuela que, en muchos aspectos, se parecía a la de los cuentos. En otros, no. Una asturiana de carácter fuerte y mirada dura, rebelde, de juicios implacables, que había ido a parar a ese rincón árido del mundo que es Belén, en la provincia de Ca-
tamarca. Atea declarada a gritos, no desaprovechó la oportunidad de despotricar contra santos y vírgenes mientras le servía, todas las semanas, un plato de sopa de verduras a Fermín, el cura del pueblo, su amigo incondicional. Una amistad tan férrea que ni Dios pudo interponerse. Fue a sus misas sólo en los bautismos y comuniones de sus nietos; y hasta pareció volverse una fiel creyente en aquel tiempo en que algunos locos del pueblo fueron protagonistas de lo que se llamó “la resistencia belicha”. Los Saadi, pesados personeros de la política, intentaron destituir al intendente Borda porque se atre-
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vió a desobedecerles alguna orden y eso desató una reacción, sobre todo entre los jóvenes, que pintaban paredes con consignas incendiarias, amparados en la callada soledad de la madrugada. Pero no, tampoco era por Dios que Palmira iba a misa en aquellos días rebeldes. Era que el cura (el mismo cura Carrizo, Fermín, que años más tarde encabezaría junto a Marta Pelloni las marchas del silencio por el crimen de María Soledad Morales) usaba su púlpito de tribuna para predicar el Evangelio a su manera, como una herramienta contra la injusticia, el atropello y la impunidad con la que estos nefastos caudillos actuaban, una vez más. Cómo no iba a estar ahí Palmira, en primera fila, si el autoritarismo le revolvía las tripas. No era mujer de dudas, y muchas veces metía la pata con sus juicios, pero siempre creía que, cuando la empresa era importante, había que estar de un lado o del otro, tomar partido, que le dicen. Le costaban los besos, sospecho que porque le faltaron siempre, pero sus manos supieron expresar lo que su boca no podía. Me acuerdo de cada detalle de sus manos, manchadas por el paso de los años, siempre rojas de tanto usarlas, torpes para escribir y, sin embargo, capaces de hacer maravillas con un poco de hilo y una aguja de crochet. Pasaba horas viéndola “enredar hilos”, como decía ella. Me hipnotizaba al punto de perderme, muchas siestas, el juego con mis amigas en la vereda. La vereda del juego en la infancia, la del mate cebado por ella para todos nuestros amigos en la adolescencia; la misma vereda que ella
custodiaba todas las mañanas, en los tiempos de pelea, para que los empleados de la Municipalidad no borren las pintadas que “la resistencia” hacía contra los Saadi. Los esperaba al alba, los brazos abiertos, la actitud desafiante: “Aquí no blanquean nada, che. La pared me gusta así, como está”. Palmira todavía vive. A mí los pasos me llevaron lejos, y sólo puedo verla una vez por año. Está vieja, apenas camina y el Alzheimer nos llevó a las nubes trastornadas de recuerdos que se borronean irremediablemente. Tengo noticias de ella siempre, pero no es la abuela de mis recuerdos y, aunque algunas veces me invada la culpa por sentirlo así, porque Palmira también es ésta, la de ahora, mi memoria persiste en su afán de hacer trampa. Me trae a la abuela más joven, a la de los cuentos con su comida sabrosa y los te jidos jid os;; y a la l a otra o tra,, a la “incor “in correc recta” ta”,, a la que hablaba a boca de jarro , la que atesora entre sus hazañas haber cacheteado a Leticia, típica monja mala de pueblo, cuando tuvo la pésima idea de dudar de la moralidad de una de mis tías sólo
porque usaba mucho maquillaje. Pocas veces me había puesto a pensar en todo esto. Será que estoy más grande y necesito saber de qué estoy hecha, que mi Lela, que está cumpliendo sus 91 años, vuelve y vuelve cada vez más como huella que como recuerdo. La huella tiene eso, te invita a seguirla, para bien o para mal. No todas son buenas, no todas te llevan a buen puerto, claro; tampoco tienen carteles señalizadores, pero no hay que asustarse porque, si se quiere, se las ve, y cuando no la veo clara, puedo dibujarla. Lo imposible es hacer como que no está. No, no es casual que ahora esté pensando en estas cosas. Es mi abuela y también las Plazas y las calles del 27 y del 28 de octubre, las que me trajeron a mi cabeza y a mi corazón, este “asunto” de las huellas. Éramos muchos los que estábamos ahí —viejos, no tan viejos, los muy jóvenes—
recordando, siguiendo, eligiendo, torciendo, dibujando, según sea el caso, las huellas sembradas, los trazos intensos que empezaron a construir otro país, otro nosotros, po rveni eni r . otras plazas. Otro porv
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c o n t r a
Sólo una cosa no hay hay.. Es el olvido. Jorge Luis Borges, Borges, “Everness”,, en El otro, el mismo (1964). “Everness”
Por Carlos Zeta (Jefe de Redacción)
L a ferocidad de la bata-
Memoria colectiva
lla con la que se intenta la institución de un presente caótico, crítico, abismal, exhibe —con apenas velado disimulo— la pretensión de tornarlo absoluto. Fábrica de un hoy cristalizado. Un debate que nos exige retornar a las hermenéuti-
Vivimos un momento en el que parecen acentuarse las tensiones de un recorrido dramático, sugerente, inquietante, tan prometedor como amenazante, tan inédito como complejo, tan tumultuoso como insoslayable. En buena cuenta, una concentración de tiempos, de urgencias, de llamados, de insinuaciones profundas, que no sólo demandan sino que exigen de la palabra, del lenguaje que
cas, manifestas y ocultas,
del pasado reciente, tanto como a sus usos políticos y a las tensiones en conicto. Nuestra pretensión declarada es atisbar chispas de otra cosa; quizá, contribuir a una reconstrucción, a correr el velo de lo que hemos reprimido, de lo que hemos desplazado, conscientemente y no, hasta tornarlo invisible.
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nombre sin inocencia, con coraje y determinación, que tome su lugar para decir y para ser: las voces y los cuerpos de la pluralidad democrática. En efecto, la democracia se abate cuando se la reduce a mera formalidad, cuando renuncia al litigio por el sentido, cuando abandona su combate por el relato que nombre —por sus nom bres— a los incontables de la historia,
a los desposeídos tanto de los bienes, como de su identidad. La perspectiva liberal de la democracia, la impo-
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sición de una forma universalizante de la política centrada en la armonía de intereses y en el consenso, están siendo desplazadas en América latina. Las difusas fronteras político-sociales, así como el desinterés por los proyectos políticos, ceden ante el retorno inaugural de nuevas pasiones y deseos. Oposición a los consensos, al decir de Chantal Mouffe (2007), y énfasis en la ineluctable ineluctable existencia de conictos. La confrontación no sólo es inevitable, sino benéca: sólo re -
quiere de los marcos políticos para expresarse democráticamente. Pero, maniestamente, es demasiado para
grupos inmoderadamente acostumbrados a “crear” consensos a sangre y fuego o con la insoportable artillería mediático-monopólica. El conic to abre la posibilidad de un escenario de confrontación legítima: redenir
el rol de la política, y particularmente el de la democracia, en los procesos de constitución de lo social. Repiten una letanía empecinada: la democracia amenazada, las instituciones prostituidas y, con particular énfasis, la memoria infectada de irreparable insanía. Con esos argumentos labran la pretensión impiadosa de imponer el relato de lo que somos y de lo que podemos ser. Un arsenal que se despliega con impudicia y con pretensiones de verdad, y que disimula poco, y esconde cada vez menos, una voluntad de todos modos inconfesable: reducir la democracia a la defensa irrestricta de intereses corporativos. Tzvetan Todorov distingue, en Los abusos de la memoria (2000), entre la memoria literal y la memoria ejemplar. Ésta se presenta liada a las causas nacionales, políticas, ideológicas; lee el pasado en busca de ejemplos, se transforma según el acontecer histórico, de acuerdo con su sucesión paradigmática, condicionando otros modos de la memoria, tendiendo a
sostener una relación articial con el
En este sentido, bajo un mismo acontecimiento, se incluyen diversos recuerdos, vale decir, distintas experiencias particulares; como indicara Pollak (2000) “no existe una memo-
pasado, de catarsis. Entonces, ¿cómo dejar testimonio? Es una pregunta
ria, siempre hay muchas memorias de un mismo suceso” . Sus alcances
que toca llagas y exige reexiones
implican disímiles dimensiones: lo individual y lo colectivo, lo ob jetivo y lo subjetivo, lo pasado y lo presente, lo explícito y lo implícito. No se trata sólo de admitir, sino de enaltecer la presencia de múltiples memorias colectivas andando simultáneamente que pugnan, que es-
la miticación. De algún modo, se
trata de una memoria que calla lo complejo. La memoria literal es la memoria del museo como forma de
no contingentes, contra toda construcción articial, y contra toda pre tensión de sellar el pasado. En todo caso, asumimos el ejercicio polémico de recuperar a la política como herramienta, y a la historia cultural como elemento clave para la comprensión del presente. No es sólo un interés, sino sobre todo una necesidad: la que tenemos de recuperar el pasado. Se trata de procesos históricos que nos solicitan volver a ser explicados, no exactamente por ser desconocidos, sino porque es ahora cuando los relatos posibles encuentran un lugar, validan la palabra, comienzan a pronunciar lo no pronunciado. La lengua que nombra el pasado reciente es una lengua en construcción o re-construcción en pos de una identidad estallada. Una memoria colectiva. Hugo Vezzetti plantea, sobre la memoria colectiva, que “Se trata de una práctica social que requiere de materiales, de instrumentos y de soportes. Su forma y su sustancia no residen en formaciones mentales y dependen de marcos materiales, de artefactos públicos: ceremonias, libros, films, monumentos, lugares”
(2009: 32). La memoria colectiva elabora representaciones del pasado adaptando la imagen de los hechos a las necesidades del presente: “Finalmente, el presente condiciona esa recuperación del pasado, pero además la causa de la memoria depende de las fuerzas y la perdurabilidad de sus soportes y de una acción que sea capaz de renovar su impacto en el espíritu público” (Ibíd.: 33).
tán en conicto, por la signicación
de lo ocurrido. Sí es indispensable la conciencia plena de esa circulación heterogénea y diversa, de esa lucha por el sentido, en un modo cuya pluralidad esté a salvo de la deliberada e interesada distorsión de quienes pretenden imponer otro sentido/ otros sentidos, valiéndose del inmenso poder de la corporación mediática. La memoria es política por cuanto tiene que ver con la signi cación que otorgamos a nuestro pasado reciente, pero además, porque alude al décit de justicia, de verdad
y de democracia que predominaron hasta los primeros años del nuevo milenio en nuestro país. Sentimos ineludible aludir a la fantología derridiana desquiciando el triste propósito tranquilizador de las conciencias sistémicas. Intimando a un elemental sentido de responsabilidad. No hay estrategia posible. Incluso asumiendo la heterogeneidad radical y necesaria de una herencia. Aun cuando seamos (y lo somos, en más de un sentido, en todos los sentidos presentes y ausentes) conscientes de la imposibilidad de reunir una herencia, aun entonces, el llamado a intervenir en la batalla, asumir no tanto y no sólo el derecho a pugnar, sino entender la obligación de combatir con los fantasmas para La tela de la ara ña. UTN. 31
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...A una madre que le secuestran los hijos, le destruyen la vida, pierde toda la familia… Yo no tengo que rememorar el pasado, el pasado vive en mí, me acompaña, me ayuda a luchar, a pelear, a sentir, a amar, porque porque quien quien se hace revolu revolucio cionar nario io lo hace por amor. Mis hijos me enseñaron esto, y mi pareja –que también perdí–, mi marido, mi hermano. El pasado vive conmigo, me acompaña en todos los momentos y todos los instantes de mi vida. Yo no necesito rememorarlo, necesito reivindicarlo. Que la gente entienda no el dolor sino la lucha; que la gente entienda que es necesario condenar a todos los asesinos; que todo el mundo tome en cuenta que el dolor es privado, único e irrepetible y que cada uno tiene un dolor diferente. Es importante que reconozcan la lucha de las Madres; a la sociedad le cuesta reconocer esa lucha ¡y vamos a cumplir 1.700 jueves en la Plaza!; le cuesta reconocer que a pesar pesar de todo todo el el dolo dolor, r, las Madres Madres hayamo hayamoss construido todo lo que hemos construido: un Café Literario, una Librería, la Universidad, Prensa Madres, la Radio, el ECuNHi, la revista, dos periódicos, una Imprenta, una Editorial y Sueños Compartidos, que es lo más grande que las Madres tenemos. Me parece muy fuerte que a partir de esto –que no tengo que rememorar porque me acompaña todo el tiempo–, sobre esto, con esto, con el pasado, estamos construyendo la Patria, ésa que amaron nuestros hijos, por la que dieron dieron la vida vida (... (...)) A mí me parece parece muy import importante ante que La tela le de el carácter de política a la memoria. Si no, es ambigua: uno nunca sabe dónde está, si en la derecha o en la izquierda. La memoria tiene que ser política y la política es esta memoria que instalamos las Madres: la “memoria fértil”, la que produce, la que reproduce, la que crea, la que inventa, la que se pone al frente, la que construye, la que tiene que ver con el conocimiento. Ésa es la memoria, la fértil; la otra es la de los fachos –ni aquí ni allá, un poquito de acá o un poquito del otro lado–, que tiene mucho que ver con la teoría de los dos demonios que las Madres rechazamos de plano. Por eso a nosotras no nos interesa el Nunca el Nunca Más: Más: porque más que nunca tenemos que pelear pelear para para que que la memo memoria ria sea fértil fértil y esté viva como nuestros hijos, que jamás morirán mientras haya un solo pibe que pelee, pelee, que luche luche y que que quiera quiera constr construir uir el país país que que ellos ellos quería querían. n. Hebe de Bonafni.
Plaza de Mayo
Asociación Madres de
32. UTN. La tela de la ara ña
construir el sentido último del relato colectivo, es el deber ético que no podemos ni queremos rehuir (2002: 34). La inyunción se rearma eligiendo (1). ¿Cómo contribuir a la escritura de una historia social y cultural de la Argentina sin asumir con coraje y determinación la exigencia de esta hora? El desafío está planteado. El pasado reciente, en su manera de ser asumido o en sus pretensiones de ser soslayado, sigue moldeando nuestro paisaje mental, social y político. ¿Es posible, acaso, deshacernos de las representaciones recortadas, in-completas, tan parciales que lo tornaban imposible como tal? Comprender una época, o aun un acontecimiento decisivo, es imposible sin estudiar sus diversas representaciones; pero no sólo en la historiografía, es decir, en sus antecesores sino —de manera particular—en toda la
sociedad. Puede ser hecho en profundidad o supercialmente, pue de tener una vocación heurística o, por el contrario, constituir un tema principal, y en esas elecciones se juega buena parte del presente y, sobre todo, del futuro; son elecciones indispensables. Se trata de ubicar nuestro propósito en la cadena de las representaciones que prevalecieron antes y que aún prevalecen: es decir, ubicarse en ésta, nuestra contemporaneidad. La historia de la memoria colectiva requiere de una ruptura epistemológica, que debería tornar posible una relectura completa, siempre cuestionable pero indiscutiblemente original, de nuestro pasado inmediato. Se vuelve así una condición previa que da precisión a las cuestiones implicadas y revela los determinantes ocultos.
De la responsabilidad
La cerrada resistencia por la verdad, la voluntad de ocultamiento
que ha emergido de manera indudable de la mano de las corporaciones mediáticas, de los oscuros negocios privados teñidos con la sangre del genocidio, persiguen un propósito indudable: que permanezcan no sólo velados sino, sobre todo, impunes. Esto solo re-sitúa los desafíos éticos en pugna. Cobran otro sentido, así, cuáles son los esbozos que tensan la posibilidad latente de denir una historia social y cultu ral, la voluntad de tener en cuenta los desafíos éticos planteados, la redenición de una lucha por la iden tidad nacional. Es cierto que puede decirse, respecto de la memoria colectiva que, sin desconocer y, todavía más, asumiendo las muchas cuestiones teóricas que plantea, no deja de ser una realidad empírica. Pero, ¿acaso el modo en que se pretende cristalizar el debate, es decir, la cristalización de un (sin)sentido, por parte de las corporaciones de la palabra, no representa —a todas luces— de manera dramática una construcción vacía cuya voluntad articial es la de sacralizar
un modo del pasado? Como si la palabra “memoria” encerrara en sí misma una dimensión ética y consintiera disminuir la incertidumbre respecto de la legitimidad de ese relato ensangrentado. La necesidad de construir, en cambio, una memoria colectiva, es la de reunir un conjunto de manifestaciones que no sólo revelan, hacen ver, leer o pensar la presencia del pasado, sino que tienen la función de estructurar una identidad. Es innegable la fuerza de los procesos sociales para hacer posible representaciones cuya inuencia contribuye a estructurar el relato de la memoria colectiva. La “testaruda” persistencia de los organismos de derechos humanos es un ejemplo elocuente. Podemos referirnos, en particular, a la lucha incansable de
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Abuelas de Plaza de Mayo, y su porado combate por restituir la identi dad de centenares de seres humanos nacidos en cautiverio y cuya historia les ha sido robada, expropiada, sus padres secuestrados, torturados, desaparecidos, asesinados. ¿Podríamos, sin sentirnos degradados en nuestra dignidad, en nuestra lucha por la integridad de la subjetividad humana, en nuestra más íntima condición, sentir que a propósito de esto ya “se ha hablado demasiado”? ¿Tenemos derecho, tenemos algún oscuro derecho a sentirnos “cansados” de este tema? ¿Podríamos, además, abusar del lugar de comunicadores sociales para expresar este cansancio en la inocultable tentativa de instalarlo como un “cansancio social”? ¿Podríamos sin ser, de una manera nada velada, cómplices, respecto de lo que este cansancio arrojaría como resultado brutal, impiadoso, miserable? ¿No es, acaso, este oscuro posicionamiento, un modo de tornar prescriptible lo imprescriptible? Cuando en 1997 se cumplieron veinte años del nacimiento de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, eran 59 las personas que habían recuperado su identidad, y a su familia. Entonces se hizo inevitable una reexión estremecedora que fue,
al mismo tiempo, un suceso extraordinario: esos nietos habían crecido, y eso traía consigo la posibilidad de contar con ellos en la búsqueda de su identidad. Ya no se trataba de buscar niños, se trataba de convocar a jóvenes que podían asumir esa búsqueda en primera persona. Hoy son 102 los nietos encontrados, y muchos de ellos fueron protagonistas activos de ese reencuentro esencial con sus propias historias. El carácter imprescriptible de los crímenes contra la humanidad, es decir, el hecho de que un acto esté inscripto para siempre y de manera
inamovible en la conciencia colectiva, sin duda modicó fuertemente y
sin darnos cuenta del todo, nuestra visión tradicional de la Historia.
Sobre los medios de comunicación
Jesús Martín-Barbero (1998) ofrece una lúcida perspectiva: Y ¿memoria de quién? —nos preguntábamos—. ¿Quién hace hoy memoria? En realidad son muy diversos los modos de recordar, y no hay posibilidad de un discurso que recuerde de verdad sin que la palabra guarde cicatrices. Lo que hoy abundan son modos de recuerdo que acaban siendo una manera de borrar el pasado, de tornarlo borroso, difuso, indoloro. Y una política informacional, no escrita en ningún manual de redacción o de partido, parece sin embargo regular la forma como el recuerdo debe circular para que no ofenda a nadie, esto es, no como memoria viva, lacerante, conflictiva, sino como discurso neutro, indiferente, por más gestos dramáticos que adornen y «dramaticen» ese discurso. No hay memoria sin conflicto, porque nunca hay una sola memoria; siempre existe una multiplicidad de ellas en lucha. Con todo, la inmensa mayoría de la memoria de que dan cuenta los medios es de consenso, lo que constituye la etapa superior del olvido. “No hay memoria sin conflicto” significa que por cada memoria activada hay otras reprimidas, desactivadas, enmudecidas, por cada memoria legitimada hay montones de memorias excluidas. Las Madres de la Plaza de Mayo son una memoria reprimida, sin legitimidad, continuamente devaluada por los medios, salvo algu-
No se puede construir el porvenir sin memoria. La memoria debe estar en el presente para que no se repitan jamás, por ejemplo, los hechos abeaberrantes a los que fuimos sometidos a partir de la impunidad y el terrorismo terrorismo de Estado. Las Madres de Plaza de Mayo nos mostraron, claramente, ese camino. Fueron lúcidas y revolucionarias cuando no permitieron, con su lucha, que desapareciera la verdad tal como desaparecieron a los hijos. Ellas apelaron a su coraje, transformaron su dolor, escribieron la historia con mayúscula y nos dieron una lección de vida extraordinaria. Las Madres demostraron que se puede devolver con amor cada cosa a su lugar. Tomaron los sueños de los hijos y los echaron a andar. Los convirtieron en realidad. Los hicieron posibles. Su obra es grandiosa y nos habla directamente al corazón. Las generaciones venideras no olvidarán esta hazaña. Sabrán que las Madres, en nombre de los hijos, los propios y todos los demás, cambiaron odio por amor, muerte por vida y nos dejaron su luz alumbrando los caminos del porvenir. No hay mejor manera de mantener viva la memoria. Ahora bien, sin políticas de Estado es muy difícil construir memoria, es imposible asegurar justicia, es inimaginable transformar la historia, generar conciencia, edicar futuro. El
Estado no puede ni debe ser prescindente. Necesitamos (y, por suerte, hoy tenemos) un Estado activo cuidando, profundizando, restableciendo, instalando en la agenda más urgente la justicia, juzgando a los genocidas, esclareciendo los crímenes, llegando hasta las ultimas consecuencias de lo vivido y encarcelando a los culpables para que la sociedad sanee su espíritu mancillado. Para que recupere su honor, su dignidad, sus espejos más transparentes, necesarios para que el porvenir tenga la oportunidad de suceder en un mundo mejor. Esto que estamos viviendo hoy en la Argentina es lo mejor que nos podía pasar. A partir de esta nueva realidad habremos de conseguir que la esperanza no se rinda. Teresa Parodi. Directora del Espacio Cultural Nuestros Hijos – ECuNHi – Fundación Madres de Plaza de Mayo. La La tela tela de de la la ara arañña.a. UTN. UTN. 33 33
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En México estamos rememorando el pasado constantemente porque tenemos una historia muy devastadora de opresión colonial, tanto acerca de la cuestión ambiental como de la explotación humana. Y no es tanto un trabajo que estamos haciendo nosotros, son los mismos pueblos originarios los que han estado presentándonos y recordándonos esa imagen de la conquista como un proceso que no paró ahí, sino que sigue. La conquista se actualiza permanentemente (…) En ese aspecto, los que más han sido afectados son los pueblos originarios. Ellos, con sus interrupciones, nos están alumbrando -iluminaciones en términos benjaminianos- (…) Todos tienen que estar constantemente transmitiendo este legado, esta memoria de la injusticia, esta memoria de la barbarie, esta política de la memoria tiene que estar continuamente reactualizada (…) porque si se olvida, como diría (Walter) Benjamin, los muertos no podrían descansar. La única forma de que estos muertos tengan descanso es reactualizando, llenando con la memoria los espacios. Este espacio vacío ya no tiene a los sujetos. Nosotros, a través de estos eventos, estamos dándoles voces a los sujetos. Somos como el papel del narrador, llevamos el sujeto allí en donde ya no está el sujeto. Ulises Castro Conde. Maestría en Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Rememorar el pasado signica la posibili -
dad de repolitizar el presente, teniendo en cuenta el proceso histórico. Como historiadora me encuentro permanentemente con los silencios que los archivos ociales y la
historia nacional imponen sobre determinados márgenes de la historia, como por ejemplo la historia indígena. La memoria social y colectiva nos permite hacer audibles los silencios y nos estimula a continuar pensand pensando o el el pasa pasado do en func función ión de nuestr nuestro o futuro. Pilar Pérez. Docente de la Escuela de Estudios Sociales y Humanidades de la Universidad Nacional de Río Negro, becaria doctoral del Conicet. 34. UTN. La tela de la ara ña
nos pocos que aún son capaces de acompañarlas de cuando en cuando. Evidentemente, la memoria de las Abuelas de la Plaza de Mayo es muy distinta de la que han hecho muchos de los partidos políticos en Argentina. Incluso la mayoría de los intelectuales están hartos de las Madres de la Plaza de Mayo, hartos de esas «viejas que no son capaces de olvidar». Ahí emerge el conflicto de memorias, mientras lo que los medios buscan es la cuadratura del círculo: una memoria que suprima el conflicto, que no nos perturbe, que apacigüe, que cierre la herida, pero en falso; una cicatrización en falso. Algo de lo más hondo y decisivo que nos legó la pedagogía de Estanislao Zuleta es que “hay que saber vivir con el conflicto”, pues más democrático que reprimirlo o suprimirlo es descifrarlo en lo que tiene de dinámica social y dimensión constitutiva del convivir colectivo. Frente a eso, lo que encontramos en los medios es un recuerdo neutro o revanchista: en ambos casos se trata de un recuerdo instrumental, funcionalizado, incapaz de hacer memoria y de olvidar. Como nos enseñan algunos textos que se hacen cargo de las vicisitudes de la memoria, en las posdictaduras del Cono Sur, la memoria es tensión irresuelta entre recuerdo y olvido, pues remite por una parte a los miles de rostros reclamados desde las fotos que invocan a los desaparecidos, y por otra a la escena de los insepultos, de los que no han acabado de morir porque a sus familiares y amigos se les ha negado el derecho al duelo, a terminar de enterrarlos. La memoria está hecha de una temporalidad inconclusa, que es el correlato de una memoria activa, activadora del pasado y reserva/semilla de
futuro. Sin embargo, esa memoria sólo emerge al desplegar los tiempos contenidos, reprimidos, amarrados por la memoria oficial o negados, neutralizados por los medios. […] Los medios —y éste es el segundo oficio que el fin de siglo parece otorgarles— son máquinas de producción de espectros. No hay sociedad que se pueda comprender hoy sin esa espectralidad de los medios de comunicación, sin su referencia a los muertos, a las víctimas, a los desaparecidos, que estructuran hoy nuestro imaginario social. (2). Pretensión de unos y porada lu -
cha de otros. En esta tensión se juega buena parte de nuestro presente y de las preciosas posibilidades de nuestro futuro.
Olvido y memoria
Renan (1983) enuncia al olvido como un mecanismo que permite habitar el presente sin tener que dar cuenta de las sombras y de las violencias del pasado: alude a la herida original. Derrida advierte que El olvido no es, en el caso de la nación, el simple borrarse psicológico, un desgaste o un obstáculo insignificante que hacen más difícil el acceso al pasado, como si el archivo se hubiese destruido por accidente. No, si hay olvido, es porque no se soporta algo que estuvo en el origen de la nación, una violencia sin duda, un acontecimiento traumático, una especie de maldición inconfesable (2004).
En Para una crítica de la violencia Benjamin (1995) buscó en el origen esa violencia fundadora, ese acto a través del cual en el inicio algo colo-
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sal le aconteció a la comunidad, tan colosal que tuvo que ser reprimido, ubicado en un pasado cuyo destino, en el presente, no sería otro que la reconstrucción, la pura interpretación que se basa, entre otras cosas, en el desplazamiento de esa violencia originaria, hasta tornarla invisible. ¿Puede una nación perpetuarse recordando, de manera persistente, su fondo bárbaro, la violencia que sacudió su cuerpo de un modo brutal, exterminador? Que el exterminio esté en el origen torna indispensable el olvido. Solicita que la reescritura de la historia sea apta para salvarla del trauma. Pero lo que ningún relato puede impedir, por más compasivo que sea, es la herencia de esa violencia que reelegirá sus propios modos de manifestarse. Para Renan una nación es un alma (1983), un principio espiritual que se eleva por sobre todas esas particularidades que obstruyen su luminosidad. Si ese principio sólo habla desde el pasado termina congelándose. Por ello, busca ser acechanza en el presente, resplandor de la nación hacia el pasado y el futuro. Todo debe ser leído, es decir, interpretado, a la luz del presente y de sus necesidades. Nelly Richard, por su parte, advierte con lucidez, que La memoria es un proceso abierto de reinterpretación del pasado que deshace y rehace sus nudos para que se ensayen de nuevo sucesos y comprensiones. La memoria remece el dato estático del pasado con nuevas significaciones sin clausurar que ponen su recuerdo a trabajar, llevando comienzos y finales a reescribir nuevas hipótesis y conjeturas para desmontar con ellas el cierre explicativo de las totalidades demasiado seguras de sí mismas. Y es la laboriosidad
de esta memoria insatisfecha, que no se da nunca por vencida, la que perturba la voluntad de sepultación oficial mirado simplemente como depósito fijo de significaciones inactivas (2001: 29-30).
La corporación mediática fabrica un presente sin futuro. Construye un presente que pretende bastarse a sí mismo. Apagan premeditadamenpremeditadamente el pasado, la conciencia histórica, reduciéndolo a las formas de sus propios intereses, y de los intereses que esas corporaciones representan. El pasado deja de ser, así, parte de la memoria, de la historia, y se convierte en una miserable operación. Y un pasado así no puede alumbrar el presente, ni relativizarlo, ya que no nos permite tomar distancia de lo que estamos viviendo en lo inmediato, contribuyendo así a aplastarnos en un presente sin fondo, sin piso y sin horizonte. Pretende cimentar la alucinación posmoderna de la muerte de las ideologías y, sobre todo, de las utopías, porque ambas se vinculan, inexorablemente, con los tiempos de una construcción más larga, más paciente, con voluntades colectivas que lleven sus manos a la arcilla, con una forma social y activa de la esperanza que se busca desalentar expropiando la relación con el pasado que nos provee la conciencia histórica. Y esto no implica, ni es nuestro propósito — todo lo contrario—, pretensiones de
objetividad. objetividad. Conviene, al respecto, tener en cuenta la indicación de Laclau, Toda objetividad es una objetividad amenazada. Si a pesar de esto ella logra afrmarse parcialmente como ob jetividad, esto sólo puede darse sobre la base de reprimir aquello que la amenaza. Estudiar las condiciones de existencia de una cierta identidad social es equivalente, por lo tanto, a estudiar los mecanismos de poder que la hacen posible (1993: 48).
Camino al Revés De vez en cuando camino al revés es mi modo de recordar. Si caminara sólo hacia delante, te podría contar cómo es el olvido. Humberto Ak´Abal, Ak´Abal, poeta guatemalteco Mi subjetividad, mi cuerpo, son una serie de constelaciones, de historias, de tiempos, de memorias, que han sido silenciados por una historiografía. Para mí, es muy importante mirar el pasado, no para mirarlo románticamente, sino para intentar ver cuáles son las constelaciones que están participando en las nuevas reconguraciones del presente, de los
movimientos sociales, de las subjetividades; pensando o reexionando
esas historias sobre nuestros propios cuerpos o nuestras propias subjetividades. Antes de plantear una política de la memoria, yo creo que hay que volver a pensar el concepto mismo de política (...) es decir, volver volver a pensar cómo vivir y cómo actuar en el mundo. Volver a repensar la política no como algo externo sino como algo cotidiano. Romper la distancia con este mundo institucional de la política, y pensar la política desde abajo, pensarla con el mundo real, concreto: las relaciones sociales. Regresar, entonces, a la problemática que existe en el concepto política y volverlo a actualizar, volver a darle vida, actividad, pensamiento, reexión, actua ción, para pensar mi relación con el otro pero también mi relación con la naturaleza. Con el mundo en el que yo vivo. Fernando Matamoros Ponce. Ponce. Profesor investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales, París. La tela tela de de la la ara arañña. a. UTN. UTN. 35 35 La
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Este debate guarda múltiples intereses. Nos importan, sobre todo, los intereses colectivos, que nos incluyen como pueblo. No será aquí y no será ahora que podamos detenernos en ello y, sin embargo, Honduras antes y Ecuador ahora no son alarmas que puedan pasarse por alto. Convocan la urgencia del cuerpo y de la lengua: la lucha por el sentido. Para batallar con los “cuadros” de la oligarquía agraria, los que agitan las cacerolas VIP. Pero también, con cierto “progresismo” cansado, tan temprano. Recuperar, para la memoria, un sentido auténticamente colectivo.
La rememoración del pasado es inevitable. La propia identidad se construye con la memoria por lo que constantemente se está evocando ese pasado. Lo importante es captar el valor que tiene para la personalidad del sujeto individual, y conectar esta evocación del pasado con la identidad colectiva, con la sociedad. (…) Lo que descubrís es una textura de la experiencia que solamente tiene dimensión real cuando la pensás en esa totalidad comple ja que es el sujeto sujeto portad portador or de la conciencia y el contexto. No se puede evitar, se vuelve exasperado cuando lo que está disponible para evocar tiene un contenido de desafío y dolor inmenso, pero no es necesario retrotraerse a ese momento tan duro socialmente. Existe un imperativo moral (…) pero aun para una persona insensible no hay manera de desentenderse de la función de la con ciencia. Hacer justicia mediante políticas de la memoria es una lucha, hay que sostener esa memoria, es una memoria intencionada, necesaria para una cierta perspectiva, presci prescindi ndible ble para para otra otras. s. La lucha lucha es esa (…) establecer la perspectiva de hasta dónde debemos recordar ciertas cosas.
Notas (1) Derrida denomina inyunción a ese momento-movimiento, ese intervalo en el tiempo que imbrica dos instantes sin llegar a unirlos. La inyunción es el momento de la inminencia, donde todo debe ocurrir, donde el espectro debe necesariamente re-aparecer. (2) Martín-Barbero, Jesús (1998), “Medios: olvidos y desmemorias”, Medios para la Paz, Tertulia en la Fundación Santillana, Bogotá.
Alberto Pérez. Universidad Nacional de La Plata.
Bibliografía Benjamin, Walter (1995), Para una crítica
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Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan, y ese lugar es mañana.
de la violencia, Leviatán, Buenos Aires,
trad. del inglés por Héctor A. Murena. Título del original: Zur Kritik der Gewalt, 1921. Derrida, Jacques (2002), Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional, Editora
Nacional, Madrid. ____________ (2004), Kant, el judío, el alemán, Trotta, Madrid, trad. de Patricio Peñalver. Halbwachs, Maurice (2004), Memoria colectiva, Prensas Universitarias, Zaragoza, España. Laclau, Ernesto (1993), Nuevas reexioreexiones sobre la revolución de nuestro tiempo , Nueva Visión, Buenos Aires. Mouffe, Chantal (2007), En torno a lo político, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. Pollak, M. (2000), “Compte rendu”, en Annales E.S.C., Nº 5, citado por Milos (2000: 49), “Memoria colectiva: entre la vivencia histórica y la signicación”, en Mario Garcés et al. (comp.), Memoria para un nuevo siglo. Chile, miradas a la
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Los elegidosBicentenario de La tela
En cinco cinco minutos minutos levántate María
Pablo Ramos Alfaguara, Bs. As, 2010
Con esta novela Pablo Ramos cierra la trilogía que empezó con El origen de la tristeza, tristeza, y a la que le siguió La ley de la ferocidad, ferocidad, un libro notable. En cinco minutos levántate María tiene la voz de su madre que, en ese tiempo urgente, dibuja los trazos esenciales de la familia. Gabriel ya es uno de los nuestros. Vivimos los pliegues entrañables de su infancia, lo vimos luego desnudo, herido, al borde de todos los abismos, en el segundo libro de su saga biográfca. Allí Ramos golpeaba con rabia, con dolor, con las entrañas, partiendo de los tres días del velorio del padre del personaje, Gabriel, a la postre su alter ego. ego. Era una narración violenta, vertiginosa, desmedida, en la que la escritura era fe, misticismo e idealismo, catarsis y salvación. Teclas golpeando para derrotar a la muerte, que daban en el centro de nuestra propia incertidumbre, en el corazón caliente, palpitante, furioso de la precaria consistencia de nuestras propias certezas de cristal. Esta vez quien desnuda a Gabriel es María, su madre. Nos ofrece su alma, su mirada sobre los momentos clave de su infancia, los momentos decisivos de su vida. El modo en que fue forjando su personalidad. Pero el giro es decisivo. La voz, la protagonista es, esta vez, la madre de Gabriel, y la novela está escrita en primera persona. Habla una mujer, y es una mujer grande, una mujer que nos habla todos esos cinco minutos, en los que caben toda una vida. Una mujer grande, urgida por la mesa y por
las compras, por las vecinas, por los muchos latidos del barrio, por una suegra italiana que quiere manejar todo, en especial, la vida de los otros, sobre todo, la vida de María. Habla desde la cama el día en que su marido amanecerá muerto. Hay un momento en La ley de la ferocidad en el que Gabriel dice “No busco consuelo, busco entender que la vida pende de un hilo, pero que si ese hilo aguanta qué importa que penda de un hilo”. ¿Cuál es ese hilo? ¿Quién es ese hilo? Esas preguntas son las que se propone contestar esta novela. Ese hilo es María, su madre, la que ahora toma la palabra. Gabriel es mirado desde la madre de Gabriel. Desde el amor a Gabriel. Si, como él mismo suele suponer, los lectores de Ramos esperan que lo dé todo, lo mejor posible, pero todo, pues entonces no se sentirán defraudados. María se despierta en medio de madrugada, sabe que no volverá a dormir y empieza a pensar. De repente algo frío, una sombra siniestra, oscura, se agacha sobre su marido y ella la ve. Se enfría la pieza. No sabe aún que su marido va a morir esa misma noche, ¿no lo sabe? Ramos, que fjó su residencia en Berlín, Alemania, vuelvuelve a retratar al barrio, a sus personajes entrañables, a sus sentimientos esenciales con una sensibilidad y una forma literaria envidiables. En cinco minutos… logra momentos impecables cuya efcacia trascienden por mucho lo valioso que para el escritor bonaerense debió ser contar con los diarios de su madre. El libro es producto, en todo caso, de otra cosa: la mutua pasión de un vínculo indestructible. En cinco minutos… asume su dimensión más cabal si la comprendemos como el último escalón de la trilogía. Ramos la pensó como un modo de entregarle a su madre un ramo de rosas. No tenemos dudas de que habrán sido bienvenidas. (C.Z.) La tela de la ara ña. UTN. 37
Los elegidos de
La tela
Elogio de la seriedad. Una Una epistemología basada en las obras de Gilles Deleuze y Alain Badiou Elaleph.com, 2010, Bs. As.
Stchigel sostiene que la ciencia sólo puede prosperar en la ilusión de alcanzar el todo, el saber absoluto. Y es esta “cción necesaria” la que le permite crear conceptos y trazar mapas que organicen el fondo caótico de lo real. A la in-
versa, la losofía se mantiene el a una verdad que sabe no poseer, y es movilizada por su deseo de saber. “Mientras la ciencia cree que sabe –dice–, la losofía sabe que no sabe, por eso lo serio de la lolo sofía es serle el a la falta de fe en cualquier saber”. Cuando la ciencia parece haber alcanzado, por n, todas las herramientas necesarias para lograr un pensamiento uniuni cador (una “ciencia única”) y para elaborar una teoría del Todo, surge un nuevo obstáculo, un nuevo desfasaje entre los conocimientos parciales que contribuye a impedirlo. Si cada ciencia se ocupa de un acontecimiento diferente, deberíamos hablar menos de una ciencia única que de muchas ciencias que ni por separado ni en conjunto podrían elaborar una teoría unicada. Y precisamente por ello, resulta imprescindible diseñar una epistemología dinámica (de lo nuevo) capaz de dar cuenta de estos movimientos del pensamiento cientíco, como
alternativa a la estática epistemología tradicional. Este doctor en losofía y profesor universitario (de quien se ocupara La tela tras la aparición de su texto anterior: El código científco) científco) se propone, aquí, revisar la idea de seriedad en la ciencia y en la losofía, a la luz del platonis mo materialista de Alain Badiou y de la maquinaria deleuziana. En un mundo “átono”, carente de tensiones y sin la exigencia de un compromiso con tal o cual causa, no queda lugar para la seriedad, según lo entiende Stchigel siguiendo a Badiou. No existe aún una epistemología que se haya ocupado de denir lo serio, y precisamente por ello, este lósofo decide correr ese riesgo. Este libro, nos advierte el autor, es el corolario de un derrame (una idea con notables resonancias deleuzianas); es decir del intento de producir un plano inmanente de seriedad frente a esta era de caótica in-decisión (C.V.).
678 La creación de otra realidad María Julia Oliván y Pablo Alabarces Paidós, 2010, Bs. As. Conviene empezar por lo más importante: 678 es un programa de televisión y es mucho más que un programa de televisión. La salida de este libro es una de sus tantas conrma ciones. Un programa con un formato raro, en la televisión pública, que se fue convirtiendo, de manera sostenida, en motivo de miles de conversaciones formales e informales; que “nadie veía”, y que, actualmente, tiene más de 200.000 seguidores en las redes sociales, una gesta pionera en la televisión argentina. Las novedades que aporta 678 son muchas y muy importantes. La que lo convierte en un programa histórico es que, por primera vez, los periodistas critican a sus colegas. Plantan bandera. Rompen el pensamiento corporativo. Oliván y Alabarces revelan el “detrás de escena” del programa y de la televisión misma, y logran hacerlo con un balance adecuado entre un texto al alcance del público no especializado que, al mismo tiempo, no descuida el interés para especialistas. La elección de la forma de diálogo entre los autores, tampoco parece casual. Recoge el espíritu de discusión, de arena política, de choque de ideas que ha retornado al debate público. Y que es bienvenido. La perspectiva que asumen los autores es polémica, crítica, dura. Aun cuando es cierto que hay un esfuerzo por habilitar nuevos interrogantes, nuevas preguntas y nuevos problemas. En todo caso, hay un desafío, un reto para pensar, para discutir, sin clausuras ni respuestas demasiado cerradas. Es cierto que, por momentos, el tono crítico adquiere ribetes desmesurados, como cuando arriesgan que “el `matrimonio´ Menem-Neustadt sería lo más cercano en carácter ocialista a 678”; o al trazar una equivalencia inexistente entre el
“poder” comunicacional del programa respecto del poder real que le asiste, en este terreno, a las corporaciones mediáticas concentradas. Pero justamente estas armaciones son las que tornan indispensable la lectura del libro de Oliván y
Alabarces. El retorno del debate, de la polémica, de la discusión política para construir un presente más completo, más complejo, más apasionante de nuestra actualidad. Buen aporte para la siembra de un futuro mejor. (C.Z.) 38. UTN. La tela de la ara ña
Agradecemos a Editorial Paidós por el envío de sus novedades editoriales
Vinculaci Vinculació n Tecnol Tecnoló gica ón ógica
Por Ing. Enrique M. Filgueira Secretario de Vinculación Tecnológica
A l cierre de esta edición la araña , la de La tela de la Secretaría de Vinculación Tecnológica de nuestra Universidad, presentaba la amante edición de Vinculación Tecnológica. Experienciass de transfor Experiencia transformación . El libro marca un
momento del esfuerzo colectivo y cotidiano que se lleva adelante en esta tarea, desafante, exigente, apasionante. Las reexio-
nes que siguen pertenecen al principal artífce de esta
obra, el secretario del área, Ing. Enrique M. Filgueira.
El origen Seguimos una huella, que estaba en el origen y que, por eso mismo, acompañó desde siempre, en todo su devenir, el crecimiento de nuestra Universidad: la vocación y el espíritu de vinculación. El objetivo primero, cuando apenas despuntaba la segunda mitad del siglo XX, era poner en pie una Universidad que satisciera la creciente necesidad de
formar profesionales directamente ligados a la producción. La Universidad Obrera Nacional nacía con propósitos claros. El impacto fue inmediato. Un sector social que, hasta entonces, tenía bloqueadas sus posibilidades formativas, ingresaba a los estudios universitarios y, de manera inseparable, se acentuaba la creación de pequeñas y medianas empresas,
impulsadas por nuevos graduados tecnológicos emprendedores. Una nueva fase de producción y generación de empleos estaba en marcha. Es importante reexionar acerca
de estas huellas originales, pues nos permite —además de situar correctamente el recorrido, los empujes que desde siempre acompañaron el desarrollo de la Universidad Tecnológica Nacional— comprender la
naturaleza misma de los diferentes momentos, los marcos contextuales en los que la Universidad desarrolla su tarea. En efecto, en aquel comienzo la creación de nuestra Casa respondía a la imperiosa necesidad de contar con profesionales que acompañaran el proceso de industrialización que se proyectaba como estratégico para el crecimiento y desarrollo del país. Luego, los procesos La tela de la ara ña. UTN. 39
Vinculaci ón Tecnológica
socio-económicos a nivel mundial, regional y nacional provocaron cambios importantes que modicaron el
esquema de desarrollo basado en la dependencia de la gran industria. Eso hizo necesario incorporar, en la formación de nuestros estudiantes y graduados de ingeniería, nuevos conocimientos que les permitieran generar sus propios emprendimientos laborales y productivos. Esos latidos de la vida social y productiva, los ecos de las nuevas necesidades que planteaban, encontraban una resonancia positiva en nuestra Casa. La demanda de una mayor relación y vinculación con la Universidad venía de los nuevos esquemas productivos, del carácter familiar de las pequeñas y medianas empresas que se fueron gestando en
40. UTN. La tela de la ara ña
los centros urbanos y rurales. El capital extraordinario que representa contar con más de treinta sedes distribuidas en gran parte del territorio nacional hacía lo suyo: la necesidad era federal, la Universidad se vio inmersa en ese proceso de relación con el medio social y productivo, aún sin saber que se llamaba vinculación tecnológica.
Marco normativo y recorrido
La Ley 23877 de Promoción y Fomento de la Innovación Tecnológica, promulgada en 1990, es la norma que, por primera vez, se ocupa del tema. Es a partir de su sanción que comienzan a crearse las Unidades de Vinculación Tecnológica (UVT), encaminándose las tareas de innovación, emprendedorismo, asistencia técnica y fomento al sector productivo bajo esta denominación, dependiendo indistintamente de las áreas de Extensión o Ciencia y Tecnología. Este marco normativo sin dudas tuvo y tiene aún una gran importancia. No menos importante es el aporte que hicieron quienes habilitaron, en diferentes momentos, los espacios, las decisiones, las políticas para abrir camino y desarrollar esta tarea. Son decisiones de gestión, se trata de personas que advierten posibilidades donde éstas parecen difusas,
inciertas y, sin embargo, apuestan por ellas, invierten esfuerzos y recursos: nada más y nada menos que el emprendimiento decidido de una construcción. En el ámbito del Rectorado de la Universidad, la preocupación sobre estos temas surge en la década del noventa con el Ing. Alberto M. Espiñeira en el ámbito de la Secretaría de Extensión Universitaria, a cargo del Ing. Ricardo Grisendi. Luego, con el Ing. Daniel Ferradas como titular de Extensión continuamos trabajando con las Facultades que en ese momento habían comenzado con sus actividades como UVT. En 2002, con el Lic. Sebastián E. Puig a cargo de la Secretaría de Extensión Universitaria, toma la posta en forma exclusiva el Ing. Andrés Mendivil, hasta 2005. Durante ese periodo se incrementa en forma signicativa el
tema vinculación en la Universidad, y se comienza a participar desde la gestación en la que, con posterioridad, sería la Red de Vinculación Tecnológica de las Universidades Nacionales e Institutos Universitarios (RedVITEC). A partir de 2005 se crea, en la Secretaría de Extensión, la Subsecretaría de Extensión y Vinculación Tecnológica, cargo para el que fui designado. Esta Subsecretaría constituiría el primer espacio dentro del Rectorado dedicado a temas especícos de vinculación tecnoló gica, buscando consolidar todos los esfuerzos previos y sostenerlos en el tiempo. Comienza, entonces, un período de expansión de las unidades de vinculación tecnológica en las dependencias de la Universidad, y a incrementarse la participación, la mejora del nivel de profesionalidad y jerarquización de nuestro posicionamiento en ámbitos públicos y privados con desarrollo y nanciamiento en temas de vincu lación. Entre las acciones de fortalecimiento, es importante destacar
Vinculaci ón Tecnológica
la creación del Consejo Asesor de Vinculación Tecnológica integrado por los responsables de vinculación de diferentes dependencias con mayores desarrollos en el tema; la integración, tanto en la planicación,
como en la presupuestación, con la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Posgrado y la creación de un área de coordinación dedicada a llevar todos los aspectos técnicos, convocatorias, relación con los responsables de vinculación, etc. Acá es esencial destacar que la integración entre las Secretarías es la muestra más representativa de la función de vinculación tecnológica. Integración de equipos de trabajo, de recursos presupuestarios, de acciones y propuestas técnicas y la oferta tecnológica. Un trabajo coordinado entre los secretarios Lic. Sebastián Puig (Extensión Universitaria) y el Dr. Walter E. Legnani (Ciencia, Tecnología y Posgrado), desde su nombramiento en 2007, quien designó para la tarea de articulación a la Ing. Violeta Colpachi. La creación, en este año, de la Secretaría de Vinculación Tecnológica es, sin duda, un paso trascendente que puede explicarse por este recorrido previo. No sólo se reconoce con ello la importancia de los desarrollos alcanzados, sino que es un llamado a redoblar esfuerzos en busca de mayor especialidad en vinculación tecnológica.
Experiencias de transformación
Como toda experiencia colectiva, también en este caso la edición de
Vinculación Tecnológica. Experiencias de transformación, es probable que
no pueda ser encerrada en un solo propósito. En todo caso, atrapará un momento, será una muestra del trabajo desarrollado hasta el presente. No esperamos tanto que resulte un
testimonio acabado y sí, en cambio, que motive nuevas reexiones, que
propicie nuevos desafíos. Aguardamos con igual ansiedad los señalamientos críticos que nos ayuden a mejorar nuestra tarea, como las sugerencias innovadoras que nos empujen a redoblar el compromiso. Pensar el libro signicó pensar, entre
otras cosas, en la fuerza transformadora que tiene nuestra Universidad. La Vinculación Tecnológica es una de las herramientas de esa transformación pero es inseparable del todo institucional y social del que nos nutrimos y al que resulta tan placentero volver, con soluciones surgidas de las aulas, de los laboratorios, de los departamentos, de las carreras, de las autoridades, en n, de esto
que somos: una comunidad universitaria. Es por ello que el destino de esta modesta obra es la totalidad de la comunidad universitaria tecnológica, nuestros pares en otras Universidades y todas las instituciones públicas y/o privadas que dedican sus esfuerzos por comprender y mejorar la vinculación con el entorno socio-productivo local y regional. A todos esperamos que les sirva como aliciente para profundizar el tema. Es un placer destacar el trabajo del Consejo Asesor de Vinculación Tecnológica, motor de esta obra y de nuestras actividades y, especialmente, la tarea desempeñada por quien tiene a cargo su coordinación, la Mg. Lic. Mónica Francés. Y, además, agradecer al señor rector, Héctor C. Brotto, a los señores secretarios de Extensión Universitaria, Sebastián E. Puig, de Ciencia, Técnica y Postgrado, Dr. Walter Legnani, al equipo de la Unidad de Coordinación de Vinculación, y a todas Facultades Regionales que se han sumado con sus experiencias a enriquecer esta obra. La tela de la ara ña. UTN. 41
Entrevista a Ignacio Copani
Por Claudio Véliz y Carlos Zeta
La tarde se va despacio. Apuramos los últimos pasos hasta una casa de Caballito. Siempre es intrigante pensar cómo va a comenzar una entrevista. Pero esta vez es diferente. Ignacio Copani abre la puerta y, antes que nosotros, ya está en tema. Sabe de qué quiere hablar. Quiere hablar de lo que siente, de lo que piensa. “Con la muerte de Néstor se han dado muchas muestras realmente impactantes. Ver a esos tipos inmensos, grandotes, quebrados, llorando, en n. Hay, en medio de un escenario trágico, inesperado, devo luciones inmediatas que tal vez no esperábamos en este tiempo. Quiero decir, se están produciendo modicaciones estructurales cuyo impacto más poderoso será más claro
en un futuro mediato. Hoy, quien sufre un episodio de inseguridad con un pibe de 15 años, debe reparar en que ese pibe nació en 1995, con nada alrededor. Un pibe que nace hoy enhace esta más Argentina, nace con amparos otrodetipo. Con otras caricias, también instiDesde de tres años, el Hall de las de Artes la Universidad Tecnológica NacionalRegional Avellaned Avellaneda recibe a los Universal más diversos quienes ofrecen sus mejores obras tucionales. Como laaAsignación porartistas, Hijo, por ejemplo”. Entren con nosotros. gratuitamente Vale la pena. a toda la comunidad. “
La tela: Hubo resultados que, en efecto, se han dado de manera vertiginosa... Ignacio Copani: Sí, hay cambios vertiginosos. En lo económico, para la clase media, fue espectacular. En rubros como los nuestros, en los espectáculos y en todo lo que tiene que ver con lo cultural, es una revolución. Hoy querés grabar y no conseguís estudios, y eso que hay muchos, porque la tecnología ha
ña 42. UTN. UTN. La tela de la ara arañ
contribuido enormemente a que haya muchos, pero aún así es muy difícil. Los técnicos vuelven a cotizarse, a los diseñadores grácos ya no los contratás por diez pesos. No te paran en las veredas para ofrecerte dos por uno las entradas. Juegan River y Boca y están agotadas diez días antes del partido, y eso a pesar de lo mal que andan… una avidez por pertenecer a las cosas que te importan. Antes, el acceso era sólo a través de un dinero del que no se disponía… Lt: Qué curioso. El impacto de esos cambios alcanzó claramente a la clase media que, sin embargo, se muestra aún muy resistente. IC: Entran en juego muchos factores. El de la comunicación es uno muy fuerte. Los medios son un bombardeo constante. Cuando Susana dijo “el que mata tiene que morir”, mi vieja esa tarde me llamó y me dijo “el que mata tiene que morir”. Y mi vieja es peronista,
Entrevista
es kirchnerista, tuvo hijos exiliados. No debería estar en el target de esta gente. Pero lo repite porque es potente y porque lo dice una gura. A mí alguna de
esas cegueras me dan bronca y otras me dan lástima porque las entiendo como producto de una absoluta ignorancia. Pero las cosas están cambiando. Abajo se ve más el reconocimiento. Hablás con la gente más humilde, en los barrios y la diferencia es notable. Yo estaba seguro que se iba a expresar, en algún momento, un gran reconocimiento a Kirchner, porque las transformaciones producidas fueron muy grandes. De hecho eso fue elocuente en las expresiones tan variadas que ha habido, ¿no? Desde un ex combatiente hasta un cocinero, una jubilada y un empresario del campo… y tan amplio. No solamente, además, en lo puntual económico, sino en otras cosas que nos completan. Nunca imaginé, por supuesto, que sería a costa de su muerte. Pensaba, sí, que con la elección de 2011 sería ese gran reconocimiento, porque lo hecho no se puede tapar. Por más TN que haya. Todos los indicadores económicos lo expresan. No conozco una persona que pueda decir que está peor que antes. Lt: ¿Cuál es tu opinión acerca del lugar que ha recuperado la política? IC: IC: Yo tengo mucha conanza en la política. Nadie puede decir que la simpatía que tienen los intendentes con el kirchnerismo es porque los sobornó. En todo caso los apuntaló institucionalmente y supo distribuir para que haya obras públicas. Hoy la mayoría de los intendentes son queridos por su pueblo y entendieron también ese mensaje: que si mejor hacés más capital político tenés. Hay compromiso, las ideas del Estado Nacional rebotan enseguida: todo eso se maneja desde el plano institucional con las intendencias, no tienen que ser mendigos del gobernador. Este tejido es muy novedoso y es una política de Estado. Un Estado que te abraza, que se hace cargo, que no mira
para otro lado cuando hay algo que no puede resolver. Hay otros poderes, en cambio, que son independientes, y que alguna vez se tienen que hacer cargo. Por ejemplo, el Poder Judicial. Todo lo que se ha logrado avanzar ha sido por la lucha de los compañeros, de quienes sobrevivieron, y ahora por las decisiones rmes desde el gobierno. Pero no porque haya habido una ingeniería desde el Poder Judicial que nos haya llevado a todo esto. Si hubiera sido por eso, más el pacto de silencio de los radicales… En n, yo creo que
a testigos valientes como Julio López, por ejemplo, el Poder Judicial debió acompañarlos hasta la cama, taparlos, cuidarlos, sabiendo que son los mejores actores que tenemos para esclarecer estos temas, pero también que son mártires de nuestra República, de la recuperación de la democracia. Lt: De hecho, Massera muere sin la condena que ha merecido. IC: Massera muere repudiado por el pueblo. En nuestra memoria muere sin perdón, como un perro, pero no en una cárcel. Y no era un asesino más, él tenía un proyecto orgánico. Eso de mostrar las cartas de agradecimiento de los torturados… por suerte no se avizora una sola posibilidad de volver a eso. Es mejor que la derecha lo entienda, que no se ilusione que eso puede volver. Me parece que hay un recambio generacional en la derecha también. No creo que los nietos de Mirtha Legrand añoren a los milicos, y deben ser tan de derecha como ella. Lt: No albergan ilusiones con la corporación militar, pero sí hubo toda una maquinaria destituyente.
IC: IC: Me da la impresión de que piensan que un rayo divino cayó alguna vez sobre la faz de la tierra y dividió las clases… En todo caso, es interesante, ahora, una reexión que nos permita
pensar de qué modo esto afecta, en proporciones completamente diferentes, está claro, a cada uno. Incluso a las personas de izquierda. Habrá quien se sienta liberado de todo, pero todavía debemos luchar contra algunas cosas personales que son malas, y hay que asumirlas, para corregirlas. Y también en esto Kirchner ha dado un impulso fundamental. Cuando se le da institucionalidad al matrimonio igualitario, el respeto institucional a las minorías, el protagonismo que han tomado en el Censo las distintas comunidades, incluso el respeto dialéctico de decir palabras sin adjetivar, esos gestos, son cambios culturales. Para mí es un gran desafío de todos los gobiernos de América Latina. Pensar en un ascenso cultural. Para nosotros puede que sea un poco menos difícil. Evita lo soñó así. No hacía simplemente comedores, hacía centros recreativos, escuelas, capacitación. Para mí, el único país que logró un gran ascenso cultural en América latina es Cuba. En realidad de toda América. No podría hablar de Canadá porque no conozco bien, pero en EEUU el nivel cultural es espantoso, la injustica y la crueldad son peores que acá y no sólo con el tema de los ilegales. A un estadounidense que no tiene tarjeta de seguridad social lo sacan a patadas de un hospital. Y la desinformación exagerada… Ante la desinformación brutal de los EEUU, preero a Crónica. Pero, retomando, el país que
está más cerca del ascenso cultural que La tela de la ara ña. UTN. 43
Entrevista
logró Cuba es Argentina. Es un desafío para los gobiernos populares. Ofrecer la posibilidad para que todos tengan educación, cultura, conocimiento, es un gran desafío: construir un pueblo con pensamiento propio, que sepa ser crítico. La JP ha cuestionado a su líder, cosa que no hace ninguna organización con el suyo. Entonces, este es un desafío maravilloso de un gobierno que no entrega zapatillas sino netbooks. Lt: Hay quien dice que Néstor Kirchner era un muchacho de la JP, quiero decir: que nunca dejó de serlo. IC: Dalmiro Sáenz decía “los hombres toda la vida son niños, lo que pasa es que los juguetes cada vez son más caros”. Es cierto. Siempre somos los mismos y Néstor me parece que conservaba cosas cándidas, discursos que, fuera de contexto, podrías tildar de idealistas. Como la confesión delante de los muchachos de los sindicatos de que amaba a su mujer. Una cosa espectacular. La Cámpora es una refundación de la JP, pero con el tono que trae este tiempo maravilloso. Yo estuve en el acto del Luna Park cuando apareció esa gura de El Eternauta con los ojos de Néstor. A mí me la había dado mi hija con una frase de la canción de los Redondos: “Mi único héroe. Néstor vive”. Una piba de 21 años que te dice “Mi único héroe” y es un político, es sensacional. Lo de La Cámpora de la mano, absolutamente en todas las consignas, de la juventud sindical, pero no para quedar bien, sino porque se ve que se ha aprendido de la historia, es maravilloso, una agrupación no excluyente sino integradora, con su propia personalidad, que es mucho más de lo que antes se llamaba la Tendencia. Entienden que el futuro es ahora. Estamos, como decía el poema de Machado, “haciendo camino al andar”. Pero antes éramos conejitos de india para lo que quería dictar el poder, y ahora no. Y eso la juventud, siempre tan castigada, tan estigmatizada, tan sospechosa siempre, ¿no? lo percibe. Este es un movimiento de amor, con las puertas 44. UTN. La tela de la ara ña
abiertas. Néstor tenía de verdad un tono cándido. Era él quien decía “este es el partido del amor”. Hablar de crispación es realmente desconocerlo. Lt: ¿Cómo ves a la oposición? IC: IC: Si fuera opositor estaría muy descolocado. Néstor puso todo blanco sobre negro. El discurso “ético” de la oposición es un discurso vacío. Porque si ésa fuera la discusión, entonces empecemos a hablar seriamente de la historia radical, de los muertos en los gobiernos democráticos, de las elecciones con proscripciones. Yo creo que es hora de que se sumen a un movimiento popular. De hecho, los verdaderos radicales populares que hubo se hicieron peronistas, o en todo caso de izquierda, como los grandes pensadores que queremos tanto, Jauretche, Marechal, Discépolo... Tendrían que denir
de una vez por todas cuál es su posición dentro de la sociedad. ¿Alguien me puede decir que pueden estar en un mismo partido un compañero militante radical con uno de sus más altos dirigentes diciendo que la Asignación Universal por Hijo se va por la canaleta de la droga y el juego? A nadie, pero a nadie de quienes están defendiendo el actual proyecto nacional se le aceptaría una barbaridad como ésa. Pero Sanz dijo eso y nada. Ni una sanción, nadie salió a contradecirlo. Los que dicen que siempre han acompañado los reclamos de los derechos humanos ¿pueden estar por delante de Madres? ¿No tendría te ndría que haber un toque de humildad? ¿Alguien desde la izquierda puede decir que tiene mayor derecho a hacer un reclamo por su lucha más que el que tienen las Madres? Esa lucha logró ciento y pico de nietos recuperados, la derogación de las leyes de la impunidad. Lt: Una actitud soberbia respecto de los derechos humanos, mientras no han tenido reparos en estar del lado de la Sociedad Rural en el conicto
por la 125. IC: Siendo parte de ese agrupamiento, juntándose con los que avalaron la
represión de los 70, es una hipocresía. Los dirigentes de la Federación Agraria junto con la Rural para ver si rapiñaban un cinco por ciento menos de retenciones. Estuvieron con los que los han masacrado, porque el nacimiento de la Federación Agraria tiene que ver con sangre… eran milicos mandados por la Rural. Pero, como dice León Gieco, “todo está guardado en la memoria”. No sé cómo van a explicarle a sus hijos dónde estaban ese día. Aun así yo no puedo evitar sentir que son mis compañeros. No critico ni su ideología, ni sus expectativas. Sí me duele pensar ¡cuántos abrazos se están perdiendo! La vida necesita graticaciones, no podés estar siempre en una sucesión de mala onda y de despreciar todo porque sí, porque además ya saben que sus prácticas no los llevan a ningún lado. Trabajaron mucho rompiendo las asambleas vecinales, y no les sirvió para nada. No pudieron darse ni un abrazo con la Ley de Medios o con la Asignación Universal. Pero, insisto, para mí son compañeros, no son enemigos míos. Lt: ¿Cómo vivís con tus colegas músicos este momento que estamos atravesando? IC: La mayoría somos un poco solitarios, hay algunos que tienen más amigos y otros que no. En general en mis compañeros, con excepciones de gente que tiene una formación y un compromiso como Teresa (Parodi), como (Horacio) Fontova —y no me
quiero olvidar de alguno, pero son los que veo— que están en actos cuando
las papas queman, el resto se moviliza más durante los festejos masivos. El músico un poco especula, el artista en general. Ahora es un momento maravilloso, en el que se maniestan más,
sueñan, aprecian que hay vida más allá de Canal 13, que si lo que tenés que pagar es que no te van a contratar para tal cosa, bueno hay vida… Muchos de estos artistas viven un fervor militante quinceañero que ojalá se sostenga. Los más jóvenes, desde hace un
Entrevista
tiempo, en lo social tienen una mirada “correcta”, se maniestan con total
soltura por las mejores causas, no vas a encontrar nunca un artista que diga que no le importa que maten a las focas en Groenlandia o ese tipo de cosas. Pero le cuesta mucho expresarse sobre el metro cuadrado que pisa porque especula mucho cómo le va a afectar en el laburo, en lo profesional. Y eso incluso pasó con una Ley de Medios que el artista necesita, porque es quien se tiene que bancar que la gura del
año sea Ricardo Fort. Y esto me duele un poco porque los necesitamos. Buena parte de nuestra ideología se la debemos a Serrat, a Piero, a Sui Generis, a Goyeneche, a Mercedes. Mucho más que a los maestros de Instrucción Cívica. ¿Qué tenemos de eso? Muy poco. A mí me motivó a trabajar sobre un disco que estoy terminándolo y que se llama Yo nunca me metí en política. Tiene 18 canciones, todas militantes, al estilo de “Cacerolas de teón”.
Yo me siento un trabajador de la cultura orgánico, trato de aportar algo, no sé cómo, no sé desde dónde, para que esto no sólo sobreviva, sino que se multiplique por siempre. LT: Más que un “artista”, vos preferís considerarte un “trabajador de la cultura”... IC: Una de las cosas que exige la militancia, es estudiar, no simplemente estudiar para repetir de memoria una cosa, sino para estar a la altura de tus compañeros en la próxima discusión. Entonces, una cosa es el fervor militante y otra cosa es sostenerte con el compromiso que implica. Volviendo
al disco, la frase la tomé de Osvaldo Soriano. Uno de los personajes de No habrá más penas ni olvido, la menciona. Favio la retoma en Gatica, incluso hay quienes se la atribuyen al Mono. Esa frase, además de expresar cierta ternura... representa una identidad, una cosa muy de nosotros que excede al partido... Quizá el fracaso del socialismo tenga que ver con esto, con no haber compatibilizado ciertas certezas doctrinales con los deseos, con los sentimientos, con las motivaciones más íntimas del ser humano, e incluso con las ambiciones populares. Lt: En sintonía con esto que acabás de decir, seguro sabés que Aníbal Fernández suele citar en su blog a Mordisquito... IC: Pero sí. Para la presentación de mi disco, el próximo 3 de diciembre en el ND Ateneo, tengo pensado montar una escena con un actor rosarino que va a representar una carta de Mordisquito que no sé si la conocen: Té de Ceilán... Lt: Sí, claro, es genial... IC: Las conquistas se suceden una tras otra pero no hay Té de Ceilán... cuántas similitudes con esto que nos está pasando ¿no? Lt: ¿Y en qué otros proyectos estás trabajando? IC: Estamos organizando todos los domingos unas jornadas artísticas, deportivas y culturales en los bosques de Ezeiza con un grupo de actores, La Cofradía. Es un espacio recuperado por el Ministerio de Desarrollo Social.
Les ofrecemos a los pibes un encuentro participativo y no competitivo: hacemos teatro, improvisaciones, deportes, contamos cuentos, organizamos talleres de plástica, tenemos una radio abierta todo el día... y siempre con alguna guía temática. Tratamos de fomentar ciertos valores como la cooperación y la solidaridad, y pensamos como obstáculos a las conductas egoístas y vanidosas. El público mayoritario son pibes que no tienen muchos lugares de este tipo adonde ir, ni countries, ni clubes, ni campos de deportes sindicales. Aquí tienen un espacio hermoso, parquizado, gracias al trabajo de empresas cooperativas (aserraderos, guardaparques, etc.) y bueno... Alicia (Kirchner) tuvo la idea de invitarme a participar y aquí estamos haciendo esto con mucho amor, con mucho contenido... También contamos la historia de este territorio, de cómo lo soñó Evita, y de cómo fue dinamitado por Rojas y la Libertadora en 1956... El lugar es realmente hermosísimo y los invito a conocerlo cuando puedan; la verdad es que a mí me dan muchísimas ganas de participar en esto, me hace muy bien, y mi sueño es que este lugar vaya transformándose en una experiencia cada vez más comunitaria. Te juro que no soy un tipo optimista porque sí, trato de fundamentar el optimismo, creo que el super optimismo pasa en ese fervor militante y está bueno, pero después uno conoce los sinsabores y todo eso y es un desafío interno, el que está en la militancia sabe que es para siempre, porque es maravilloso, es lo que soy desde antes de ser músico. La tela de la ara ña. UTN. 45
Filosofía
Por Claudio Véliz (Director)
Según la Apología Apología platónica, Sócrates habría nacido en una fecha cercana al año 469 a.C.
Si bien conocemos de su pensamiento en virtud de los escritos de Platón (que lo convirtió en protagonista excluyente de sus Diálogos), también Aristófanes (lo eligió como personaje central de su comedia Las nubes) y Jenofonte aportan algunas pistas al respecto. El hecho de que Sócrates no haya dejado ningún texto escrito, nos obliga a conar en el testimonio
de los principales testigos de su actividad. Resultará demasiado osado, y quizás absurdo, pretender distinguir entre lo que Platón puso en boca de Sócrates y una losofía (estricta mente) platónica. Sin embargo, el trabajo de algunos eruditos ha permitido entrever ciertas distinciones, articulando las observaciones de Platón, Jenofonte y Aristóteles (aunque este último no llegara a conocerlo). 46. UTN. La tela de la ara ña
Filosofía
Considerado un sosta, por algu -
nos; y un sabio, por otros, Sócrates procuró escapar de ambas designaciones. Abominaba por igual el sosterelativismo destructivo de la sostería; y la pretensión de un saber enciclopédico en tanto acumulación de múltiples conocimientos sobre las más diversas cuestiones. Partiendo de la más absoluta ignorancia (de quien confesaba no saber nada), Sócrates se proponía aprender y ayudar a “vivir bien”; nos enseña que lo más importante es alimentar la personalidad ( psykhé ), el alma, el yo psykhé ), más íntimo; nos sugiere que es preciso vivir en armonía con ella, enriquecerla; nos invita a que vivamos de acuerdo con ciertos valores, aun a costa de nuestra vida. En su “forma socrática” (tal como podemos advertir en los diálogos platónicos), la dialéctica se constituyó como una herramienta deconstructiva, un ejercicio destinado a evidenciar la estructura arbitraria de ciertas opiniones, más cercano a las conclusiones escépticas que a las soluciones conciliatorias. Sócrates hace suyo el “conócete a ti mismo” inscripto en el oráculo délco, proponiendo una búsqueda en nuestra propia psykhé (el alma, el ser íntimo, la psiquis ). Y para esta
tarea, la pedagogía socrática se propone como mero auxilio, como ayuda, como amigable despertar. Y sin embargo, a pesar de tratarse de un cuidado centrado en el individuo en tanto tal, algunos autores han querido ver en esta preocupación socrática, una inquietud política ; según lo habría insinuado Sócrates en la Apología , sólo se logra alcanzar la propia humanidad dejando de lado los asuntos particulares para “abrazar a la ciudad en sí misma”. A la inversa, muchos otros críticos han preferido subrayar el desinterés por los asuntos públicos como el rasgo más destacado de su personalidad. El método propuesto por Sócra-
tes consistía, entonces, en interpelar a sus interlocutores de modo que ellos mismos (es decir, sus almas) produzcan los conocimientos que, recién entonces, estarían en condiciones de asimilar. Pero antes de esta “etapa productiva” (en que emergerían los valores desde la interioridad de cada individuo) era menester atravesar un “momento purgatorio” (kátarsis ) de las falsas nociones. Muy lejos de considerarse a sí mismo un maestro, Sócrates se contenta con ayudar a parir los conocimientos. Sólo consigue lo sofar –dice– aquel que admite que no sabe y que, como consecuencia, desea saber. Esta mayéutica socrática (en explícita correspondencia con el trabajo de comadrona de su madre) consistía en colaborar con el parto de las verdades, y se valía de todos los recursos dialécticos que, por entonces, utilizaban los grandes maestros de la oratoria (y que Sócrates articulaba con una gran ironía); sólo que, a diferencia del procedimiento destructivo consistente en tenderle trampas al interlocutor hasta destruirlo, Sócrates se proponía (o al menos así lo armaba)
recuperar los saberes ocultos tras la aparente ignorancia; aunque para ello fuera menester desenmascarar la necedad de aquellos que aseguraban poseer saberes. Sócrates fue, por sobre todas las cosas, una gura tan enigmática
como polémica. Inspiró por igual amores y odios, adhesiones y rechazos. Si en algo coincide la caracterización de Aristófanes (Las nubes) con la de Platón, es en considerarlo un ser inestable, escurridizo, inapresable. Aunque protagonista absoluto de los primeros diálogos platónicos (que no casualmente fueron llamados “socráticos”), será El Banquete el texto que desarrolle el retrato, por excelencia, del ironista. El pensamiento socrático ha sido caracterizado como una suerte de
“intelectualismo ético”, ya que para este singular “partero del saber”, la falta moral estaba directamente vinculada con el desconocimiento, con un insuciente o inecaz ejer cicio intelectual. Sólo la razón –ar maba Sócrates– podrá contribuir al alumbramiento; sólo se educa el intelecto. En su debate con los sos tas, armaba que la virtud no se e nseña, y que se alcanza únicamente a través de una búsqueda personal. A su turno, Aristóteles y Nietzsche criticarán estos socráticos “excesos intelectualistas”. El primero le recriminará por haber desestimado el influjo de los apetitos y deseos irracionales del alma, en la conducta humana; el segundo hace responsable a la razón socrática por “la muerte de la tragedia” que, paradójicamente, se consumaría con Aristófanes (el más “socrático” “socrático” de los poetas trágicos, según Nietzsche). Para otros, su extremismo intelectualista debería interpretarse a la luz del carácter subjetivo e individualista de una ética que se desinteresa del “bien común”, de la relación con los otros, del bienestar de la polis, es decir de la vida política . Esta mayéutica intelectualista que comienza por confesar la ignorancia del “partero” respecto de una supuesta sabiduría (recordemos el gran lema socrático: “Sólo sé que no sé nada”), nos impide hablar de la existencia de una losofía o de un cuer po doctrinario en Sócrates. De haber existido un corpus semejante –observa Hegel– no resultaría comprensible el surgimiento de las más diversas corrientes losócas a partir del enigma socrático. Por consiguiente, el le-
gado de este personaje tan particular, de este verdadero artista de la interrogación, debiera pensarse menos a partir de una práctica teórica que de un método original: la dialéctica irónica. Más allá de la persuasión retórica de los sostas y de los discursos La tela de la ara ña. UTN. 47
Filosofía
grandilocuentes, Sócrates propone un diálogo sustentado en ciertas pautas metodológicas que contribuyan al nacimiento de los saberes ocultos en el alma de cada individuo. El ironista –dice la filósofa Mónica Virasoro(2000)– “es el que tiene una irreparable necesidad de conversar, por algo se le decía charlatán. Por todos lados en el ágora, en el gimnasio, en la calle, se lo veía interpelando a toda clase de personas sin distinción de oficio o condición social, hablaba con sastres, curtidores y zapateros en sus talleres, con esclavos y hombres de Estado, con jóvenes jóve nes o viejos. viej os. Decían Dec ían sus compatriotas que prefería a los bellos mancebos. En tales ocasiones se trataba de ejercer su oficio de comadrona, ayudar a alumbrar; el diálogo comenzaba siempre desde la esfera empírica, lo concreto, desde donde partían los interrogados para avanzar en un juego de arabescos hacia la idea, lo general, la esfera de las esencias” (pág. 163). Sin embar...Fui a ver a uno de los que pasan por sabios (...) No hace falta que diga su nombre, sólo diré que era un político y que, al examinarlo, me pasó lo que voy a referiros: llevé a cabo el examen a que lo sometí por medio de la conversación y tuve la impresión de que ese hombre parecía sabio a muchos y sobre todo a sí mismo, pero no lo era, y seguidamente procuré demostrarle que creía ser sabio, pero no lo era. A consecuencia de esto me gané su enemistad y la de muchos que estuvieron presentes, y partí pensando para mis adentros: “Yo soy más sabio que este hombre; es posible que ninguno de los dos sepamos cosa que valga la pena, pero él cree que sabe algo, pesa a no saberlo, mientras que yo, así como no sé nada, tampoco creo saberlo”. Platón, Platón, Apología Apología de Sócrates. 48. UTN. La tela de la ara ña
go –sigue diciendo Virasoro–, el ironismo socrático ha sido caracterizado como una dialéctica negativa , una dialéctica que suspende, indefinidamente, el momento de la superación, del alumbramiento; para volver a empezar una y otra vez. La figura del ironista también ha sido comparada con la de un mago que sorprende con sus trucos y siempre se guarda un as en la manga. Su objetivo –concluye esta filósofa– “es poner en evidencia el error, el carácter contradictorio de la doxa , decons de construi truirr los presupue pres upuestos stos y las convenciones del hombre autosatisfecho, del que cree que sabe y se complace con los discursos grandilocuentes, esas puras huecas palabras que Sócrates califica de “bagatelas verbales” (pág. 164).
Aunque muy a su pesar (o no tanto) esta propuesta “pedagógica-deconstructiva” también suele utilizar algunos recursos “destructivos” de la dialéctica zenoniana y de la retórica sofista. El
momento culminante del diálogo no está dado por la emergencia de una verdad sino por el acto de rendición de quien acaba reconociendo su ignorancia. Y sin embargo, bastará un giro inesperado para recomenzar la tarea desde otro lugar. La promesa de verdad-iluminación-saber nunca se concreta, se diluye en el instante mismo en que el partero anuncia su nacimiento. Y entonces, habrá que reiniciar el trabajo de parto, indefinidamente. Bibliografía Aristófanes (1984): Las nubes, Orbis, Bs. As. Cordero, Néstor Luis (2008): La invención de la losofía, Biblos, Bs. As. Mondolfo, Rodolfo (1996): Sócrates , Eudeba, Bs. As. Platón (1984): Apología de Sócrates / Critón, Orbis, Bs. As. Valls Plana, Ramón (1982): La dialéctica. Un debate histórico , Montesinos, Barcelona. Virasoro, Mónica (2000): Los griegos en escena, Eudeba, Bs. As. Estrepsíades: ¡Sócrates!... ¡Mi pequeño Sócrates! Sócrates (Colgado de una canasta): ¿Por qué me llamas “criatura de un día”? Entrepsíades: En primer lugar, ¿qué haces ahí? Te conjuro a que me lo digas. Sócrates: Camino por los aires y contemplo el sol. Estrepsíades: Entonces es desde una canasta desde donde miras de arriba abajo a los dioses, y no desde la tierra. Sócrates: Nunca, en efecto, habría podido yo aclarar exactamente las cosas celestes, si no hubiera colgado mi espíritu y hubiera confundido mi pensamiento sutil con el aire semejante a él. Si hubiera permanecido en la tierra para observar desde abajo las regiones superiores, nunca habría descubierto ninguna cosa; no lo hubiera hecho, porque la tierra atrae fuertemente hacia sí la savia del pensamiento. Es exactamente lo que ocurre a los berros. Aristófanes, Aristófanes , Las nubes.
Homenaje
Bibliografía de Rodolfo Fogwill
El maestro de la injuria E l pasado 21 de agosto murió, a los 69 años, Rodolfo Enrique Fogwill, víctima de una enfermedad pulmonar que se empeñó en no darle revancha. Excéntrico, irónico, verborrágico, políticamente incorrecto, Fogwill hizo de sí mismo un personaje tan disparatado como polémico. Había nacido en Buenos Aires en 1941. Fue sociólogo, docente, escritor, publicista, editor, experto en marketing. Al igual que Sócrates, Platón y Aristóteles –sugirió alguna vez–, terminó rmando sus libros
sólo con su apellido; algo así como una marca registrada digna de un publicista de su categoría. Desde entonces, “Fogwill” pasó a ser su propio personaje de cción, su más
lograda creación publicitaria. En los tiempos sombríos del Onganiato, fue expulsado de la Universidad de Buenos Aires por “comunista”, una verdadera afrenta –cuenta– para quien, por ese entonces, militaba en el trotskysmo. Pero a pesar de su contagioso entusiasmo sesentista, no dudó en dar el salto hacia el mundo publicitario que le permitió incrementar ostensiblemente los guarismos de su cuenta bancaria; aunque no tardaría mucho tiempo en dilapidar todo su capital. Las marcas de automóviles, de cigarrillos y de otros tantos objetos de
consumo masivo poblaron, desde entonces, las páginas de sus libros. Incluso, alguna vez Borges llegó a descalicar sus virtudes literarias, al denirlo como “el hombre que
más sabe de cigarrillos y automóviles”. No es para nada casual que haya ganado el premio Coca Cola con Mis muertos punk hacia nes de los
setenta. Y sin embargo, se mostraba asqueado por ese universo de poder, dinero y manipulación que supo conocer de cerca mientras duraron sus éxitos comerciales. Entendió precozmente que los “sentidos comunes” de su época eran el efecto de la producción y circulación mediática, de los discursos políticos, publicitarios, periodísticos (Efecto de realidad es, precisamente, el nombre de su primer libro); y precisamente por ello, ponderó al lenguaje como un campo de batalla y puso su literatura al servicio de la irreverencia, de la injuria, del desparpajo. Fue un crítico mordaz de la vida académica, y en particular, de la que transcurría en las aulas de la Facultad situada en la calle Puán. Escribió poesías, cuentos, novelas y otras locuras... Quizá su mayor obra sea Los pichiciegos (1983), escrita en apenas tres días, bajo los efectos de 12 gramos de cocaína, durante la guerra de Malvinas. La literatura acaba de perder a uno de sus más audaces “combatientes”, quizá el más valiente, quizá el más desvergonzado, pero seguramente el más encantador exponente de una marca registrada, indeleble.
El efecto de realidad. Poesía. Rodolfo Fogwill, Tierra Baldía, Buenos Aires, 1979. Las horas de citar. Poesía. Rodolfo Fogwill, Tierra Baldía, Buenos Aires, 1980. Mis muertos punk. Cuentos. Rodolfo Fogwill, Tierra Baldía, Buenos Aires, 1980. Música japonesa. Cuentos. Rodolfo Fogwill, Universidad de Belgrano, Buenos Aires, 1982. Ejércitos imaginarios. Relatos. Rodolfo Fogwill, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982. Los pichiciegos. Novela. Rodolfo Fogwill, Ediciones De la Flor, Buenos Aires, 1983; Interzona, Buenos Aires, 2004. Pájaros de la cabeza. Cuentos. Rodolfo Fogwill, Catálogos, Buenos Aires, 1985. Partes del todo. Poesía. Rodolfo Fogwill, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1990; Sudamericana, Buenos Aires, 1998. La buena nueva. Novela. Rodolfo Fogwill, Planeta, Buenos Aires, 1990. Una pálida historia de amor. Novela. Rodolfo Fogwill, Planeta, Buenos Aires, 1991. Muchacha punk. Cuentos. Rodolfo Fogwill, Planeta, Buenos Aires, 1992; Sudamericana, Buenos Aires, 1997. Restos diurnos. Relatos. Rodolfo Fogwill, Sudamericana, Buenos Aires, 1997. Cantos de marineros en las pam pas. Novela. Rodolfo Fogwill, editorial Mondadori, Barcelona (España), 1998. Vivir afuera. Novela. Rodolfo Fogwill, Sudamericana, Buenos Aires, 1998. La experiencia sensible. Novela. Rodolfo Fogwill, editorial Mondadori, Barcelona (España), 2001. Lo dado. Poesía. Rodolfo Fogwill, editorial Paradiso, Buenos Aires, 2001. En otro orden de cosas. Novela. Rodolfo Fogwill, editorial Mondadori, Barcelona (España), 2002. Urbana. Novela. Rodolfo Fogwill, editorial Mondadori, Barcelona (España), 2003. Runa. Rodolfo Fogwill, Interzona, Buenos Aires, 2003. Canción de Paz. Poesía. Rodolfo Fogwill, editorial Paradiso, Buenos Aires, 2003. Últimos movimientos. Poesía. Rodolfo Fogwill, editorial Paradiso, Paradiso, Buenos Aires, 2004. La tela de la ara ña. UTN. 49
Correo de lectores
La educación como acto político, existencial y comunitario M otivado por el interesante Dossier de La tela
dedicado a la Educación, me permito enviarles este comentario. Les agradezco su publicación y saludo a la revista. En los años sesenta Althusser sacudía al mundo académico denunciando a la escuela, junto con otras instituciones nacidas al calor de la modernidad burguesa, por ser uno de los aparatos ideológicos del Estado que mejor reproducía el statu quo. quo. El sistema educativo fabricaba, decía Althusser, Althusser, obreros, ocinistas, gerentes, intelectuales de la represión e
intelectuales de la conducción capitalista. Todos nosotros ocuparíamos un lugar en el sistema, según el momento en que nos desgranáramos de él. Los hijos de obreros serían, por supuesto, los primeros en ser expulsados del sistema escolar, escolar, para ir rápidamente a las fábricas, y así sucesivamente, hasta ocupar los distintos lugares y jerarquías dentro de la sociedad capitalista. La escuela, según Althusser, Althusser, nada podía hacer para modicar esto.
Durante los últimos lustros, tanto en Argentina, como en la mayoría de los países latinoamericanos, la escuela se ha transformado en un lugar de inclusión y socialización de vastos sectores que durante dos décadas fueron no sólo abandonados por las políticas neoliberales, sino eliminados por el gatillo fácil y el aumento del consumo de drogas de mala calidad. Cientos de miles de hermanos sobrevivieron organizándose en torno a espacios educativos como jardines y escuelas municipales; cooperadoras, comedores y merenderos comunitarios. Algunos de gestión estatal y otros autogestionados por los mismos vecinos de las barriadas más castigadas. Mi práctica educativa me ha llevado por distintos lugares. He trabajado y aún lo hago en espacios formales y no formales de educación, privados y estatales. Pero en todos los espacios he comprobado que gran parte de los frutos o del “éxito escolar” se debió al compromiso asumido con la tarea. Educar es un acto político, existencial y nos educamos en comunidad. dad. Cuando el acto educativo se transforma en tal, el docente y los estudiantes salimos transformados de esa experiencia. La enseñanza es dialógica, es plural. En el verdadero y sincero intercambio de experiencias se produce el conocimiento, el aprendizaje profundo que permitirá la modicación del estado anterior a
la construcción del nuevo conocimiento. Paulo Freire sostenía, a través de su inclaudicable praxis políticoeducativa, que el hombre debía convertirse en sujeto de la historia para transformarla. Y eso era posible a través de una educación para la libertad basada en el diálogo con el otro. Dándole a ese otro la posibilidad de hacer oír su voz. Abandonar la educación bancaria, en donde el único poseedor del conocimiento es el docente y quien decide cómo, cuándo y hasta dónde transmitir ese saber. Abandonar ese lugar de poder, de privilegio sigue siendo hoy un desafío. Estoy convencido de que si queremos trabajar desde el ámbito de la educación para construir una sociedad más democrática y solidaria tenemos que asumir el riesgo y abandonar ese lugar de poder para ir al encuentro de ese otro desconocido que son nuestros jóvenes. Y digo desconocidos no sólo por una cuestión generacional —nos separan 10, 20 y hasta 40 años— sino también por una situación social que, a pesar de los importantes avances de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, Kirchner, sigue siendo muy preocupante.
Carlos A. Ricciardelli Ricciardelli Docente y miembro del colectivo cultural Radio Abierta de Parque Patricios
50. UTN. La tela de la ara ña
Arte de Latinoamérica
Fue pintor, grabador, ceramista, escultor, muralista, periodista e historiador. historiador. Nació en Argentina, en la ciudad bonaerense de Lanús, en 1911, y falleció en Salvador de Bahía, en 1997. Viajó muy tempranamente a Italia, se radicó luego en Río de Janeiro, y más tarde hizo de Bahía su residencia denitiva. Fue bautizado como Héctor Julio Páride
Bernabó, pero en Río recibió el apodo de Carybé (en alusión a un tipo de piraña) que utilizó desde entonces. Creó unas cinco mil piezas de arte, entre pinturas, tallados, murales, ilustraciones, dibujos, esculturas y bosquejos. Ilustró algunos libros de Jorge Amado y los Cien años de soledad de García Márquez. Exhibió sus obras en varias muestras colectivas e individuales desde 1940, entre ellas se destacan las realizadas en el Museo Municipal de Buenos Aires, en las galerías Nordiska, en la galería Oxumaré de Salvador, en el Salón de Arte Moderno de Río y en la 1º Bienal Nacional de Artes Plásticas de Bahía. Una parte importante de su obra se halla en el Museo Afrobrasileño de Salvador: una veintena de paneles representando a los orixás del candomblé de Bahía. Murió a causa de una insuciencia cardíaca durante una sesión
en un terreno de de candomblé. candomblé. .
El Espacio Cultural de la Embajada del Brasil tiene el agrado de presentar la muestra del artista argentino-brasileño Carybé. El evento abrió sus puertas al público el pasado 5 de noviembre, en el Espacio Cultural Embajada del Brasil. Se propone como un homenaje a la identidad de los pueblos de América, la cultura popular y las representaciones sociales, además de intentar rearmar los lazos americanos y de conmemorar los 200 años de la emancipación Argentina. La muestra puede ser visitada de lunes a viernes de 12 a 19 hs. y los sábados de 11 a 16 hs.
Espacio Cultural Embajada del Brasil Arroyo 1142. Buenos Aires. Argentina www.brasil.org.ar La tela de la ara ña. UTN. 51
U T N
www.utn.edu.ar/latela