Núm. 255
LA RECONQUISTA Por JUAN DE AREVALO
LA
RECONQUI STA
I COMIENZOS DE LA RECONQUISTA Resulta sumamente interesante estudiar los primeros tiempos de esta lucha singu lar porque en ellos encontramos un sin fín de cuestiones que determinan el pro ceso institucional posterior. En primer lugar, notamos que los nú cleos líe resistencia al invasor musulmán se extienden a lo largo de la cadena mon tañosa que forman los montea Cantábri y los Pirineos, es decir, desde Astu cos y rias al Mediterráneo. Pero estos focos múl tiples no tienen entre s( relación en los primero» siglos y, por otia parte, el co mienzo de la Reconquisla en las dos gran des zonas —Cantábrico, Pirineos— pre senta características propias, pues, mien tras en Asturias se trata de un movimien to autóctono, sin vínculos ni ayudas ex teriores, en el Pirineo, la acción de la ve cina monarquía francesa determinó la acti tud de estos brotes de rebeldía ante el in vasor. Ya volveremos sobre este punto para sacar de él algunas consecuencias. Ante todo, tod o, surge uní un í consideración considerac ión cuando pensamos en el eacenario geográ fico de estos primeros pasos de la Re conquista. Los hombres que levantan la bandera de la independencia 6on monta ñeses, en general poco romanizados, en los cuales late ese sentimiento innato de rebeldía que distingue a los hombres de la montaña de los del llano. Ellos irán descendiendo penosamente hasta recons truir una nacionalidad al borde de los y en las infinitas llanuras de la pe ríos y nínsula. —
Volvien Vol viendo do a las diferencias entre las las dos zonas señaladas, encontramos en Asturias un heuliu fundamental y de la mayor tras cendencia para el futuro de la unidad es pañola. Pelayo y los suyos reivindican des de el primer instante la continuidad de la monarquía visigoda. Representan, según ellos, el poder visigodo vencido en Guadalele, y esta legitimidad será esgrimida des pués muchas veces como argumento para detentar una hegemonía política sobre los reglantes reinos de la península. Otra nota característica es la prontitud de la apari ción de estos focos de resistencia, apenas diez años después de. la invasión. También es de notar que estos comienzos se cono* cen, en líneas generales, aparte detalles de fechas concretas, valoración exhaustiva de su importancia, etc., a diferencia de lo que ocurre en el núcleo oriental, donde la complicación misuia que supone la mul tiplicación de focos resistentes y la ayuda del otro lado del Pirineo nos hace cami nar en estos primeros tiempos por la vía de las conjeturas y la leyenda. Para com* prender estas dos actitudes debemos te ner en cuenta un factor geográfico deri vado de la misma invasión. Mientras por la parte occidental, despues de las prime ras correrías de los musulmanes, pronto quedó una zona desértica por replegarse hacia el sur las fuerzas invasoras —zona que, más o menos, se extendía del Duero hacia el norte—, en la parte oriental, la penetración de los musulmanes fue menos constante e intensa, llegando hasta las es tribaciones mismas del Pirineo, e incluso dominando los pasos de esta cordillera pa ra, a través de ellos, penetrar en el sur de Francia. De este modo, tan sólo las altas cumbres quedaban libres, y la presión del 3
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sur fue en estos tiempos macho más in tensa por este lado que por la reciente monarquía asturiana. En cuanto a los hechos, en los valles cántabros, junto a los naturales del paía, se refugian algunos fugitivos de la parte visigoda, que serán serán los que dan ese tono ton o de continuidad desde el primer momento, enlazando esta9 primeras escaramuzas con la historia inmediatamente anterior. Los primeros siglos transcurren en una alerta continua, ya que lo precario de la situa ción pone siempre en peligro la existen cia de esta monarquía, que bajará de As turias a León para hacer de esla última ciudad su centro político. Detrás, van que dando las tierras liberadas y que se van repoblando. Tempranamente también, tie ne lugar un suceso de la mayor impor tancia : el nacim n acimiento iento de Castilla, Castilla, que se desgaja de la monarquía leonesa y se presenta desde los primeros instantes con unos caracteres netamente acusados de au dacia, que la llevarán, cuu el tiempo, a atraer sobre bí el centro de interés de la reconquista en la meseta. Estos primeros siglos son de una «rudeza incompatible con el florecimiento de la vida del espíri tu», como ha dicho un gran historiador. El instinto primario de defensa domina so bre todas las otras cuestiones. Pero, lo que es indudable es que, desde los primeros momentos, se piensa eu la reconstrucción y, de una unidad nacional preexistente, y, esta idea, más o menos expresada en do cumentos, se nos aparece clara a lo largo de los siglos posteriores. Por el lado del Pirineo, Navarra se pre senta desde el principio en lina posición geográfica difícil. Sus fronteras, por los cuatro puntos cardinales, tienen siempre ana gran tensión. Por el norte, los fran cos, por el sur, los islamitas, y por el este y el oeste, los otros núcleos de reconquista, que presionan sobre la monarquía de Pam plona, enyo proceso en loe primeros tiem pos es rapidísimo como en ningún otro lu gar. Nacida en relación con los francos, a fines del siglo VIII surge ya la monar quía alrededor de la familia de Iñigo Aris ta y pronto, por una serie de circunstan cias, sus reyes, en el siglo XI, llegan a ha
cerse dueños de la situación hasta crear un reino que comprendía las tierras de Na varra, Aragón y Castilla, y pareció, por un momento, que iba a realizar la unidad de la reconquista. Pero aquel sueño se vino abajo en 1035, a la muerte de Sancho el Mayor de Navarra. Nacen ahora como reinos Castilla y Aragón, vecinos de Na varra, que al presionar sobre ella acaba rán por cerrarla su proyección hacia el sur, para terminar, muchos siglos después, absorbiéndola en la unidad nacional. Los comienzos de Aragón son parecidos a los de Navarra. Dominada primero por la monarquía francesa, a mediados del si y comienza glo IX se hace independiente y a marchar por sí sola, para caer bajo el dominio de Navarra, hasta esa fecha de 1035, ya señalada, en que reanuda su vida propia con una fuerza paralela a la de Castilla, para cumplir un papel semejante a esta zona de la reconquista. Lo mismo se podría decir de loa otros pequeños ceutros de resistencia, Sobrarbe, Ribagorza, Pallara, etc., que, con orígenes similares, sucesivamente fueron absorbidos por los reinos más poderosos. En Cataluña ann se ve más claro esta subordinación de origen a la monarquía de los francos. Al sur de los Pirineos, Carlomagno y 6us sucesores crean la Marca Hispánica, territorio de cobertura y pro tección del Imperio Carolingio, con una serie de vínculos que irán debilitándose conforme decaiga el poder de la monar quía franca, hasta conseguir eu total inde pendencia. Pero este sello de origen per durará mucho tiempo y, a lo largo de la Edad Media, las presiones de sur a norte serán constantes, hasta constituir una ca racterística fundamental de la historia de Cataluña. Esta proximidad efectiva de las zonas de reconquista oriental con la monarquía francesa hace que, desde sus orígenes, la influencia influe ncia ultrapirenaic ultrap irenaicaa He muestre clara en todos los aspectos, y marque los carac teres diferenciales con las monarquías de la Meseta. Pero, tanto en un lado co mo en otro, desde los primeros instantes, el fin se vio claro y se luchó por él con la misma intensidad.
n RECONQUISTA Y REPOBLACION Frecuentemente caemos en la falsa apre ciación de que la Reconquista fué sólo una lucha a lo largo y a Ju ancho de la penín sula y nos dejamos seducir por el ruido de las anna9, olvidando que este largo perío y variados aspectos, do entraña múltiples y tan interesantes o más que los puramente militares, aunque se deriven de estas úl timos. Pensemos, sencillamente, que, du rante estos ochocientos años, se está for mando España, lo que supone movi miento de hombres, nacimiento de ins y creación de formas culturales. tituciones y Por otra parte, la verdadera historia con siste en esa profunda vida que late bajo y los nombres sono el ruido de la guerra y ros. Naturalmente que esta idea está pre sente en los especialistas, pero no tanto en el espectador sencillo que se asoma por primera vez a los hechos del pasado, y, por ello, es necesario a veces iniciar estas sen cillas calas en aquellos aspectos de la his toria, ya cultivados por I09 investigadores —como p.n el enso que d o s ocupa, referen te a la repoblación de España, estudiado entre otras obras en la titulada aLa Re conquista española y la repoblación del país», Madrid, 1951, en que colaboran un grupo de notables especialistas. La situación y los hechos son los si guientes: conform con formee avan avanzan zan hacia el sur sur los reinos crútianos nacidos en las estriba ciones pirenaicas y cantábricas, las tierras que se conquistan al musulmán, preciean de una ocupación para hacer efectiva en ellas la vida. Hay que llevar población que se instale, unas veces en las casas y tierras abandonadas, y otras que ponga en rendi miento las tierras yermas entre la fronte ra cristiana y la musulmana. Pero el fe nómeno es complejo, porque presenta va riantes según las diversas zunas, y a la vez evoluciona conforme se adelanta de norte a sur. Por otra parte, la sitnación de las tierras incorporadas a los reinos cristianos d o tiene siempre la misma fisonomía; en ocasiones, la población mora sigue vivien do en ellas, y los nuevo» ocupantes ten
drán que convivir con estos hombres de distin distinta ta relig re ligión ión;; en otras, otras, por po r el contra rio, la repoblación se hará de'raíz, pero a su vez puede realizarse por el esfuerzo pri vado o bajo la dirección de la corona. Sim plemente bastan estos datos —que no son los únicos a tener en cuenta— para per catamos de la importancia de estos hechos, al mismo tiempo que de su dificultad. Para fijar un poco el desarrollo, en este largo proceso podemos señalar algunas lí neas en el tiempo y en el espacio que de terminan, en parte, las variantes a que noa liemos referido. Si tenemoB en cuenta la dirección fundamental de los ríos españo les, en sentido de los paralelos, estas corrientes fluviales marcarán los escalones como de herbó representaron los limites de grandes períodos de avance en la mar cha de la reconquista. Por una parte, en la meseta serán el Duero, el Tajo y el Guadalquivir; Guadal quivir; y, en los reinos orientales, orientales, »1 Ebro, como frontera principal que di vide dos períodos. En el tiempo, con el peligro que repre senta siempre en historia determinar fe chas-tope, señalaremos la conquista de doE ciudades como jalones que dividen los dos períodos principales. Son éstas, Toledo, reconquistada en 1085, y Zaragoza, que pasó a dominio cristiano en 1118. Es decir, que, hasta íines del siglo XI y comienzos del XII, la repoblación tiene unos carac teres que se van a modificar a partir de este momento, sin cambiar, desde luego, el Bentido final del hecho. En cnanto a la forma, en la primera época, lo predominante ee la «presura», es decir, la ocupación de la tierra para su cultivo. Se presupone que la tierra arreba tada al musulmán pertenece al rey y a los hombreB de su reino que se dirigen a ella para ocuparla. De la hueste que dominó el territorio, unos cuantos se quedan en él con todas las consecuencias posteriores de levantar núcleos de población, roturar campos, creación de instituciones, etc. Los «presores» u ocupadores actuaban unas veces en plena iniciativa —la audacia de la reconquista— y otras como delegados de la nobleza, de los monasterios o del mo narca. Había, pues, varios tipos de ocupa*
vida, determinadas por la permanencia en ción, abundando las colectivas, que tie nen una extraordinaria importancia por la España ¿rabe. Además están I09 pobla dores vencidua, lus musulmanes, que en la la fuerza que representan. Las circunstan cial se imponen en estos primeros siglos, mayoría de los casos quedan viviendo en b u s propiaa tierras, después de establecer en los que la realeza carece aún de un po con el vencedor determinadas condiciones. der capaz de obrar con la intensidad re Tenemos también a los judíos, en número querida. Precisamente en la segunda eta notable, que se mezclan a los grupos an pa, cuando estas monarquías se hallan ro bustecidas, recogerán estos esfuerzos para teriores con características muy precisas; y, por último, nos encontramos con gran darles una dirección más global, al mis des contingentes de fuera de España que mo tiempo que perfilan los vínculos jurí dicos que entrañan. A partir del siglo XII llegan a ella a través de los caminos de van desapareciendo las presuras para dar peregrinación o atraídos por la reconquis lugar a la repoblación por iniciativa de los ta misma, y, muchas veces, llamados por reyes en exclusiva, con la creación de los reyes y y que se instalan en sus propios grandes y numerosos municipios y con el barrios que lian dejado su nombre en mu trasiego de poblaciones, sorprendentes a chas ciudades españolas. veces por su origen y por su variedad. A Con estos elementos va a realizarse la re éstos debemos añadir la aparición de las población a partir de los primeros núcleos órdenes militares, que, si representan una al borde del Cantábrico y de los Pirineos. gran ayuda en la reconquista, serán tam Esta última zona, y en su parte más alta, bién las que reciban las mayores exten mientras en las estribaciones centrales de siones del territorio recién liberado pura bió quedar la antigua población, que cons establecer en el la población. Así, a par tituye, en relación con los territorios fran tir del Tajo, en la Mancha, Extremadura ceses, los primeros fucos de rebeldía, en y Andalucía, encontramos las tierras de las tierras más cercanas al mar, que habían las órdenes militares con sus grandes ciu quedado arruinadas, se hizo la repoblación Lass últimas por montañeses, mozárabes y habitantes dades, encomiendas y castillos. La y tienen ya del norte del Pirineo. Pero cuando pene presuras son del siglo XIII, y únicamente el valor de meras reliquias. tramos más al sur nos encontramos, hacia Quizás el aspecto más interesante de es el valle del Ebro, con una circunstancia te fenómeno de la repoblación sea la hete que dominará en todo este territorio, y con rogeneidad de la masa de ocupantes. La la que tienen que enfrentarse Io b reinos Edad Media, lejos de lo que se podría orientales; orien tales; la permanencia en sus sus tierras tierras creer con una visión superficial, filé nn» de los vencidos musulmanes, a los que se ¿poca de mezclas, de trasiego, de despla añade la población nueva que viene del zamientos de hombres, y, para España, norte en número suficiente para asegurar de convivencia de razas y religiones que el dominio efectivo. La norma general es se entrecruzan unas veces, chocan otras, que ee da a los moros un tiempo de per se superponen aquí y allá, pero, en defini manencia en la ciudad, pasado el cual se tiva, viven en el mismo suelo. A la hora les sitúa a extramuros, conservando sus de dar vida a esas tierras que han entrado bienes, así como sus mezquitas y sus leyes. en el ámbito de los reinos cristianos, hay Estos hechos determinan la permanencia que contar con todos estos elementos de de esta base morisca en las tierras de Ara población. Existirán los cristianos que vie gón hasta muy avanzada la Edad Moder nen de los territorios del norte, los con na. También en estos territorios es nece quistadores a los que m miman aquellos sario destacar la importancia de las pobla otros cristianos que permanecieron vivien ciones con contingentes de extranjeros que do entre los musulmanes, los mozárabes, vienen aquí por el Camino de Santiago y en número considerable, a veces con des son instalados por los reyes con privilegios plazamientos masivos que determinan unas a veces superiores a los indígenas. Así te características especiales en sus formas de nemos pobladores de este origen en Jaca,
esta p obla ob laci ción ón:: Villagallegos, Villagallegos, Sangüesa, Estella, Pamplona —donde esta origen de esta Bascones, Viliabascones, Toldanos, etc. población llegó a superar a la indígena, es tablecida en barrios cercanos—. Notemos Como se ha dicho más arriba, la con de pasada que estos ultrapirenaicos no se quista de Toledo inicia una nueva etapa limitan a la zona de Aragón, y los encon en este proceso repoblador. Se pasa de la tramos después diseminados por toda Es zona del Duero a la del Tajo, en cuanto paña, como en León, Astorga, Segovia, al espacio y el territorio se llena de po Avila, Salamanca, Salamanca, etc. derosos concejos dueños de un extenso te La población mozárabe da las riberos rritorio que ha nacido bajo la dirección real. La ocupación de la antigua capital del Ebro se vió considerablemente aumen tada a partir de 1126, tras la expedición de de los visigodos supuso la definitiva repo Alfonso Alfo nso I el Batallador por po r tierras tierras andalu blación de la tierra entre el Duero y el zas, trayendo al regreso más de diez mil Tajo y a su vez la penetración en la Man cha y el posterior salto a Andalucía. La de estos cristianos que habían vivido en te mása de población seguirá siendo funda rritorio musulmán. Cuando en el siglo XIII los monarcas de mentalmente la misma, pero con predo minio ahora de los cristianos del norte la Casa de Aragúu se lancen a la reconquis ta de las tierras de Levante —Valencia, aunque es muy interesante las últimas oleadas de mozárabes que llegan a la zona Murcia, Baleares—, la repoblación se ha del Tajo a mediados del siglo XII, hu rá bajo la dirección de lr»s reyes, y tam bién aquí permanecerá la base morisca en yendo del nuevo clima de opresión reli el cultivo de la tierra, protegidos por los giosa impuesto por almorávides y almoha des. También por la zona de Extremadura propios señores entre los que se ha repar tido el territorio, Como norma general, se irá creando una tupida red de ciuda des y tierras repobladas con toda la se puede señalarse la desaparición de la re población privada, que se sustituye por la cuela de fueros, libro do repartimiento, oficial en' zonas y lugares determinados que etcétera, que caracterizan a este período. se fijan por medio de comisiones npartito- Por último, en Andalucía, la técnica de res» o divisores y se consignan en los libros la repoblación, en su aspecto jurídico lle gará a su máxima perfección, an ejemplo de repartimiento. En la meseta hay un primer momento de' lo cual es la que tiene lugar en Sevilla. asentamientoo de la pobla po bla en que las zonas al sur de las montañas Así termina el asentamient ción española. cantábricas quedan desiertas, y a ellas co mienzan a bajar Io b primeros pobladores de un lento y difícil proceso, en especial ni en lo que se refiere a lo que luego sería Castilla. En los anales castellanos se dice qne en el ant) 814 «salieron de Malaeuera CARTAS-PUEBLAS Y FUEROS los trasmontanos y vinieron a Castilla». El sistema es, desde luego, la presura, y la Directamente enlazado con el tema de masa de población está compuesta de cán la repoblación en la Reconquista, está el tabros, astures y vascones. de la organización jurídica de las villas Más al centro, en el territorio que for y ciudades ciud ades en los lo s reinos rein os cristiano cris tianos. s. Como Co mo mara el reino de León, limitado por el primer dato debemos apuntar la falta de Duero, la población se lleva a cabo a unidad legislativa para todo el territo todo lo largo del siglo IX hasta alcanzar rio. No hay una ley general, sino que por a fines de la centuria los bordes del río: el contrario, la costumbre domina en to Simancas (899), Zamora (893) y Toro dos sitios y ello determina la formación (900). Las gentes procedían de Galicia, del derecho loeal de cada ciudad. Esta Asturias Asturias y de la zona musulmana. musulmana. Los situación es característica de los siglos XI nombres de lugares son expresivos en la al XIV y tiene su expresión en las llama mayoría de los casos para determinar el das cartas-pueblas fueros. fuer os. y
En na primer momento, cuando m r> a ción procuran lijar claramente, con todas las garantías posibles, los privilegios de crear un núcleo de vida en las tierras re cién incorporada», aparece la carta-puebla todo orden que han ido conquistando deaque no es otra cosa que un documento, de su fundación, lo que da lugar a la re mis o menos extenso, en que se fija la dacción de estos fueros o costumbres que concesión otorgada por el rey o señor a son loa estatutos de las ciudades y pobla los habitantes o nuevos pobladores de no ciones en los que se recogen todas estas exenciones así como las normas fijadas lugar eo el que se estipulan las condicio por la práctica, las «fazafias» o sentencian nes de posesión y se establecen las nor mas mínimas y fundamentales para la vida dictadas por sus jueces según su libre al bedrío, todo lo cual forma la constitución de la comunidad. Estas cartas-pueblas po dían darse a lugares nuevos o a loa que ya del municipio. F.w muchos casos, al prin tenían población a fin de atraer a ellos cipio de esta redacción escrita de privile gios se coloca la carta-puebla fundacional mayor número de personas. y a partir de ella todos los demás aspec Naturalmente que estas cartas de pobla ción alcanzan nna gran diversidad, según tos de la vida jurídica que han sido dados la zona en que había de establecerse la por el señor, el rey, el obispo, o aprobados por el propio municipio y que se some población o la época en que se data el do ten a la confirmación del soberano para su cumento. Las concesiones eran más gene rosas para aquellas localidades situadas en garantía total. Una circunstancia a tener en cuenta territorio próximo a la frontera musul dentro de esta variedad dominante en la mana, o los que, en ciertos casos, se lle España medieval es lo que se denomina gaba a fijar el derecho de asilo para cri familias de fueros fuero s que viene a minorar eo minales. La forma de atraer a una masa familias parte esta heterogeneidad jurídica. Con de hombres a estos territorios reconquis siste en que algunos de estos fueros da tados consistía en la concesión de una se rie de franquicias o exenciones que iban dos para una localidad determinada se constituyendo en cada caso un conjunto copian en su totalidad o en parte y se conceden a otras, lo que motiva una agru de privilegios que celosamente se defien den por los habitantes y que motivan esa pación en la que puede reconocerse el fuero originario y qne alcanza a veces una diversidad jurídica a que nos hemos refe rido. notable extensión. Así ocurre, por ejem Podrían señalarse varios tipos que van plo, con los de Sepúlveda, Salamanca, desde la máxima sencillez hasta los de Logroño, Teruel, etc., que sirvieron de redacción más amplia y complicada. Los modelos a otras muchas ciudades. En al gunos lugares, encontramos dos fueros, primeros vienen a ser una especie de con trato agrario colectivo entre un señor, uno, primero, breve, y otro, segundo, más extenso y detallado. Pueden estar escritos dueño de un lugar, y un grupo de hom bres que van a poblarlo. Partiendo de en latín o romance y frecuentemente ve mos traducciones del mismo fuero del la aquí la carta-puebla va ampliando tu con tín al castellano para una mejor com tenido hasta llegar a ser un verdadero es prensión del pueblo que iba olvidando la tatuto que delimita jurídicamente las re laciones de la comunidad consigo mismo lengua de Roma. En estas sucesivas redac y con el señor. Se han conservado muchas ciones es también corriente encontrar adi de estas cartas-pueblas, pero a título de ciones que muestran el proceso de enri ejemplo, citaremos sólo la concedida a quecimiento de la vida jurídica de la ciu Brañosera por el conde Ñuño Núñez dad. en 824. Generalmente suelen dividirse estos fue fuer os o costumbre costu mbress (costums) co ros en breves y extensos, siendo los pri Los fueros mo se denominan en Cataluña, represen* meros, en general, más antiguos. También tan, en general, un proceso más avanzado. podrían clasificarse según la persona otor Los municipios surgidos de la repobla gante gante : el rey, un señor, un obisp ob ispo, o, etc.
Entre los brevM, citaremos los de León? do en los primeros siglos de la Recon Toledo. Sahagún, Logroño, Guadalajara, quista. El camino 6erá largo y dificultoso porque estas comunidades, parapetadas etcétera. Entre loa redactados por el con cejo y Orinados por el rey (Alfonso Vlil), tras sus mnralla9 y sus fueros, se resisten tenemos el de Madrid (1202) y entre los a entrar cu esa unidad legislativa, a la concedidos por uu obispo, el de Falencia. que tiende el estado en formación. En De los extensos, ejemplos eon loa de Cuen esta marcha que no culminará hasta muy avanzada la Edad Moderna, indicaremos ca, Sepúlveda, Zamora, etc. En lo que respecta • los otros reinos algunos de los más conocidos códigos sin do la Reconquista, señalemos en Nava pretender determinar la línea completa: Fuer o V iejo ie jo de Castilla, Castilla, Fuero Fue ro Real Rea l rras los Fueros de Estella, Tíldela y el Fuero Fuero General d e Nav Navarra arra,, importantísi (1255), el extraordinario monumento ju Partidas de Alfon Al fonso so X el mo tanto por sa contenido como por la rídico de las Partidas lignificación qne tiene para todo el dere Sabio, elOrdenamiento de Alcalá, etc., cho territorial navarro. En Aragón tuvie- más la realidad fué que todos estos corpus ruu fuero, entre otros lugares, Jaca, Ca- fueron superponiéndose a las distintas le lataynd, y en Zaragoza rigió el denomi gislaciones locales sin conseguir, de he Privil Pr ivilegi egioo d e Las Veinte Ve inte,, por ser este cho, la unidad que se pretendía. nado Hemos visto así la ocupación humana el número de personas que intervienen en el juramento, notable también por otros de las tierras de España a la vez que la j formas jurídicas que red de instituciones j detalles curiosos de bu contenido. En Cataluña se denominan costumbres enraizan al hombre con esta tierra. por constituir la redacción de las costum bres jurídicas de la localidad, y tenemos ejemplos numerosos y de la mayor sig rv Re cognov noveru erunt nt proc pr ocer eres es oCos nificación Recog tumbres de Barcelona confirmadas por LAS GRANDES BATALLAS DE LA Pedro III en las Cortes de 1284, qne for RECONQUISTA man nno de los volúmenes más caracte rísticos del derecho catalán, dadas en rec ogerr en un esquema breví brev í principio para la ciudad de Barcelona, Vamos a recoge simo los principales choques que tuvie pero que se extendieron después consi derablemente. También recogieron SUS ron lugar entre cristianos y musulmanes privilegios y franquicias en forma de Cos en la Reconquista. Les dedÜcamos un ca tumbres, Lérida, Tortosa, Gerona, etc. pítulo aparte para que ee vea en sí mis Si hubiéramos de hacer un estudio compa mo este aspecto bélico que se pierde mu rativo de este derecho local con el caste chas veces a lo largo de una exposición llano, nos encontrarían!oh con nnan dife conjunta de reinados e instituciones. rencias que muestran en Cataluña una De nuevo vamos a fijar unas líneas en mayor penetración da formas feudales el mapa y unas fechas en el tiempo para que aparecen más mitigadas en los ranos dividir en dos períodos estos combates a de la meseta. fin de apreciar con cierta claridad las di Pero junto a este fenómeno de la diver ferencias fundamentales que se manifies sidad jurídica que acabamos de ver cabe tan con la evolución del tiempo. Tenemos, indicar el esfuerzo de los reyes por cons por una parte, las batallas localizadas al tituir un derecho territorial uniforme. norte del río Duero, y anteriores al si Precisamente lo más característico de ese glo XI. Todas ellas tienen lugar durante proceso de reconstrucción del poder de la el emirato y el califato de Córdoba, es Monarquía que representa la Baja Edad decir, en los siglos de mayor poderío del Media, lo más interesante es este interés dominio árabe en España. Militarmente por recoger en códigos básicos y unifor consideradas no alcanzan ntmea grandes mes ana soberanía que se había disgrega proporciones, pero tienen en cambie el
valor uiuiLólico de representar nombres gloriosos en los que se afianza el espíritu de los conquistadores para proseguir una lucha difícil. Entre estos nombres están Covadonga, Roncesvalles y Calatañazor, que por bí solas tienen una profunda sig nificación en la Historia de España. Un segundo período se extiende desde el siglo XI al VX y los campos de lucha es tán situados al sur del Duero, cerca del Tajo, el Guadiana y en Andalucía. En lo que respecta al Islam en España, rota la unidad califal, los reinos taifas tendrán que acudir en sus momentos de angustia a sus hermanos de Africa que vendrán en formas de invasiones —almorávides, al mohades y benimerines— para oponerse al incontenible avance de los reyes cristia nos. Es ahora cuando encontramos esas batallas de cuantioso número de comba tientes y de una gran dureza. En ellas se va a decidir la suerte de España porque en cada caso la situación de la penínsu la varió notablemente. Este período está representado por los nombres de Zalaca, Uclés, Alarcoa, las Navas y el Salado. E b imposible, aunque esto sería muy interesante, detenernos en el detalle de cada una de ellas. Señalaremos única mente el hecho fundamental con sacrificio do los episodios. Alrede Alr ededo dorr de la batalla batalla de Covadonga han crecido exuberantemente las flore6 de la leyenda ha9ta desfigurar bastante el hecho militar que tuvo lugar entre los años 718 a 722. Mientras las crónicas cristianas hablan de un monumental combate en las estribaciones de Asturias en el que las fle chas de los infieles se vuelven contra ellos y los montes se desploman para liquidar a sesenta y tres mil enemigos, en la histnringrnfía árabe no aparece reseñado el encuentro, aunque sí la presencia en el norte de España de Pelayo y los suyos que «se alimentaban de la miel de las abe jas». jas ». Pero Per o independientemente independien temente de la im portancia real de e9ta batalla fue y es para nosotros el comienzo de un período histórico y eu huella es imperecedera. Las mismas crónicas lo expresan claramente pe queñ eñoo cuando hacen arrancar de este pequ montículo la salvación de España.
* En este mismo siglo VIII, en el año Lutos en la que el 794, so da la batalla do Lutos general Abd-al-Malik es derrotado estre pitosamente cuando regresaba de una ex pedición a Oviedo. Annqne las crónicas árabes quisieron disminuir la importan cia de este encuentro, evidentemente re sultó un gTan alivio de estos primeros años de la lucha. La batalla de Clavijo está llena de problemas que van desde la negación del hecho hasta la atribución a distintos re yes. Dado el enlace que tiene con el pos terior roto de Santiago, estas cuestiones no han perdido interés. Para unoa, el su ceso tuvo lugar en el reinado de Hamiro I, quien vonco a los ejércitos de Abd-alRahman II; para otros, el voto filé he cho por Ramiro II después de la batalla de Simancas y, por último, lo más cierto parece la existencia de una batalla de Cla vijo en la que Ordeño II, en el año 859 vence a Musa ben Musa Qasi. Pero tam bién aquí nos encontramos con un hecho que, si discutido históricamente, tiene la enorme fueran de la leyenda. La epopeya se apoderó muy pronto del Roncesva lles para crear cuu ¿1 nombre de Roncesvalles uno de sus capítulos más bellos a través del cual es difícil seguir con exactitud la realidad de los hechos. En el año 777 una embajada de musulmanes de Zaragoza se presenta ante Carlomagno en solicitud de ayuda con la promesa de entregarle sus ciudades. Al año siguiente el rey francés al frente de un gran ejército penetra en la peninsnla, conquista Pamplona y llega a Zaragoza, pero loa habitantes se niegan a cumplir lo pactado y la plaza se resiste. Carlomagno decide el regreso y al atrave sar el Pirineo I09 vascos aniquilan eu ejército, derrota que produjo perdurable impresión en Francia. Siglos después, es ta campaña se transformará, por obra de la leyenda, en una gesta de cruzadas, y para los peregrinos de Santiago aquella entrada había tenido como fin rescatar el Bepulcru del apóstol. De este modo la pre sencia en España de Carlomagno se convir tió en aliento espiritual de aquella co rriente europea que recorrió España en
rretas a lo largo de todos los caminos del peregrinación a lo largo de muchos si Islam. En ningún momento como en ésto glos. Vienen luego las batallas batallas del siglo X : puede hablarse con más exactitud de usa San Eslcban de Gormaz (917), donde los guerra santa para ambos ejércitos. Años después, en 1108, se repite el duro golpe m u s u l m a n e s fueron vencidos a mano de loa junquera junque ra (920), que fué de los hombres del sur. El ejército cristia cristianos. Valdv cuy o frente frente va el joven príncipe la contundente réplica de Abd-al-Rali- no, a cuyo man 111 a la derrota anterior. Leoneses y Sancho, hijo de Alfonso VI, es derrotado eu Ucléa, y por un momento peligran tu navarros. unido9, sufrieron un gran desas tre. y <¡ran número de cautivos cristianos das las conquistas del Tajo. Pero la des siguieron penosamente hacia el sur a las composición interna de los almorávides tropas vencedoras. Pero el Duero seguirá permite ni reajuste y se salva el peligro. En la centuria siguiente otra vez los mu siendo campo de cita para estos choques sulmanes españoles reciben recibe n la ayuda de en.1re cristianos y musulmanes. En el año sulmanes Afr ica. Los almohades vienen en socor soc orro ro 939. Abd-er-Rahmán III prepara una ex Africa. pedición con más de cien mil hombres qne de los taifas andaluces y acuden a la considera definitiva, como lo atestigua al Mancha para detener la Reconquista, que denominarla «campaña de la omnipoten llega ya a los bordes de Sierra Morena. En cia». Mas, en un esfuerzo supremo, Rami Atareos (1195), tiene logar otra de estas ro II, aliado con la regente de Navarra do batallas de grandes consecuencias. Almanña Toda y el conde Fernán González, de sur Yacub cae sobre el ejército de Alfon tienen este este alud guerrero y en los muros de so VIH en pleno mes de julio y las flechas Simancas asestan un duro golpe a las tro- almohades cansan estragos en los fatigados pan árabes. Las crónicas europeas se hacen cristianos. Las historias árabes hablan de eco con elogios de esta batalla, y por últi miles de muertos y la huida del rey cris mo, en el año 1000, tiene lugar la acción tiano. de Calatañaxor, sobre la cual la leyenda Sin embargo, el suceso decisivo y cen cristiana forjó —de una derrota real su tral de esta lucha de siglos no tardaría en frida por los castellanos, leoneses y nava llegar. Las Navas de d e Tolosa abren con bri rros, a uiunos de Almanzor— el poema de llan llante tess el el siglo siglo X m . Alfonso Alfonso VIII quiere quiere una victoria cristiana con la muerte inclu vengar vengar el desastre desastre de Alareos y dar a esta esta so del caudillo musulmán «que fué ente guerra el carácter de Cruzada. Sus emisa rrado en los infiernos», según dice la cró rios recorren la cristiandad occidental y el nica. Papa Inocencio III alienta a los cruzados A partir parti r del siglo X I, com co m o ya hemos para que vengan a España. En el mes de dicho, comienzan las luchas decisivas. A mayo de 1212 empiezan a acudir a Toledo la caída de Toledo, en 1085, los taifas lla los nobles y obispos franceses seguidos de man en su ayuda a los duros nlmoraviües sus hombres. Llega también el rey de Araque acuden a restablecer el pode po derío río del pon y se inicia la marcha. Pero mnv pron Islam. En las tierras de Extremadura, cer to, al recorrer los secos caminoe de la me ra de Badajoz, se va a dar, en 1086, la ba seta, aquellos hombres extraños a nuestra Zula ca, en la que ee tierra y a nuestras costumbres empiezan talla de Sagrajas Zulaca, o mueven grandes grandes contingentes de tropa. a abandonar, y así cuando el ejército cris Los cristianos son machacados material tiano se sitúe en el valle al sur de Despemente por los feroces africanos y la acción ñaperros frente a las tropas de Al-Nasir, tiene como fondo el monótono y aterrador únicamente serán españoles los combatien sonido de los tambores almorávides que tes. tes. Las Las tropas de Sancho VII V II el Fuerte ponen espanto en las tropas de Alfo Al fon n de Navarra unidas a las del monarca de so VI. Terminado el combate, Yusuf, el Aragón y a las castellanas, castellanas, rivalizarán rivalizarán en caudillo vencedor, marca el campo de la valor. Después de una penosa marcha a lucha con las pirámides de cabezas de cris través de senderos de montaña para elegir tianos que más larde serán llevadas en ca el sitio, el 16 do julio los musulmanes se 11
rán aniquilados totalmente. Desde ahora la suert suertee est estáá decid de cidida ida;; el final de la Re* Re* conquista dependerá únicamente del tiem po que quieran tomarte los cristianos. Como final —antes de la guerra de Gra nada— tenemos la acción del Salado, que podemos titular, por eu significación, uel Cuadalete al reveas, ya que el campo de lucha íué muy cercano al de aquel otro en el que los musulmanes vencieron a los vi sigodos y se abrieron de eata manera las puertas de España. Ahora, a mediados del siglo XIV, Alfonso XI acude a levantar el sitio que tienen puesto a Tarifa el Cau dillo de loa benemerines, Abulhassan, aliado del rey de Cranada Yúsuf I. En el ejército de Alfonso figuran las mesnadas de los Concejos Concejo s andaluce andalucess junto jun to a los hombres hom bres del norte nor te — vascos, vascos, asturian asturianos, os, montañeses mont añeses d e Santander—■ Santander —■ , porq po rqu u e Es paña se ha extendido ya de mar a mar. El rey de Castilla y el de Portugal, Alfon so IV, obtienen un triunfo total que seña la el dominio del estrecho c impide ya la ayuda que Africa podía prestar a sus her manos de la península. De esta manera, hay una línea bélica que va de C.ovadonga a Granada entrete jida ji da de triunfos, derrotas, leyenda leye nda y san gre que puntea este hecho que denomina Reco nquista.. mos Reconquista
de un período de preparación porque casi siempre los musulmanes defendían brava mente estas posiciones. La entrada en la ciudad era el remate de unu larga campa ña y después seguía un gran derrumba miento en las zonas próximas lo que de terminaba una etapa de repoblación del territorio. La entrada en la ciudad sucedía des pués de un largo asedio y una devastación del territorio llevado a cabo metódicameute. En muchos casos se utilizaron inge nios de guerra, como torres de madera, defensas, etc. £1 bloqueo resultaba tan penoso para los sitiadores como para los sitiados a qnienes únicamente se podía do meñar por hambre, dada la sólida estruc j los escasos medios tura de las defensas j de ataque. De aquí la frecuencia de las capitulaciones y pactos antes de llegar a la destrucción total porque el desgaste de los atacantes les movía a la transacción a fin de acabar la campaña. En líneas generales, puede decirse que estos conquistas no comienzan basta fines y principios del XII, coin del siglo XI y cidiendo con la ruina del califato de Cór doba y el establecimiento de los reinos de taifas. Precisamente las luchas entre los reyezuelos moros facilitaron el avan ce por la falta de cooperación entre ellos. Primero, se establece la denominada po lítica de «parias», por la cual los reinos taifas aseguraban su independencia me diante el pago de cantidades estipuladas V por los reyes cristianos. Luego, desde Al LA CONQUISTA DE LAS GRANDES fonso VI, 6e plantea la liberación de las principales urbes de la España musul CIUDADES mana. Toledo representaba para uno y otro Entre los hechos más notables de la Re y conquista está el de la ocupación por los bando la antigua capital de los visigodos cristianos de las ciudades principales de había sido dentro de la España musulma la España musulmana. La mayoría de las na un foco de inquietud y de poderío. Por veces estas conquistas dieron lugar a epi ello su caída bajo el dominio cristiano fué y tuvieron una resonan un golpe que se acusó en todo el Islam y sodios bellísimos y cia grande tanto na el occidente de Europa provocó una reacción que se manifiesta como en todo el Ialam, lo que ocurrió en en la llegada a España de las oleadas afri el caso de Toledo. Vamos a fijamos en la canas de los almorávides. Alfonso VI, que reconquista de cinco de estaa ciudades co había vivido desterrado en la ciudad del mo las las más más significativas: Toled To ledo, o, Za Tajo bajo la protección de su rey Almaragoza, Valencia, Sevilla y Granada. mún conocía perfectamente la situación Generalmente la campaña iba precedida de aquella tierra y meditaría muchas ve-
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cea durante su destierro la campaña. Te nía dinero y amigo» en la ciudad y por «fio tan pronto como so sienta en el tro no de CaEtilla y León decide realizar su *neño. T.op .op hechos hec hos de esta conqu co nquist istaa se presentan confusos; son machos los fac tores que juegan en el la : luchas intern internas as en la ciudad, ambiciones de otros reres taifas, debilidad del monarca toledano. La campaña durará oficialmente seis años, desde 1079 a 1085, mezclada de lucha», pactos y cercos. Reinaba en Toledo un nie to de Almamún, el protector de Alfon so VI, Alcadir, Alcad ir, joven jov en débil dé bil que tenía tenía en frente un fuerte partido de oposición que liorna en su auxilio al rey de Badajoz para arrojar a Alcadir. En este momento entra en juego el rey de Castilla quien se pone de acuerdo con el destronado para la conquista de la ciudad que quedaría en poder del castellano a cambio de poner al rey moro en el trono de Valencia. Los «uceso «ucesoss se se precipi pre cipitan; tan; el rey de Badajoz liuye de Toledo y Alcadir vuelve a la ciu dad para continuar en ella las ludias. Al fonso VI entra en el reino de Toledo y lo somete a una dura devastación, tal vez de acuerdo con los propios toledanos que de esta manera querían justificar ante el Is lam la entrega pactada de antemano. Por i’dtinio, el rey cristiano instala su campa mento en la Huerta del Rey, a orillas del Tajo y cierra el cerco; cuando los sitia dos comprueban la falta de ayuda de los otros taifas, humillados ante el poder de Alfonso, Alfo nso, deciden decid en su entrega, que qu e se reali real i za el 6 de mayo de 1085 en condiciones benignas. Seguirían en la ciudad, conser vando sns mezquitas y b u s instituciones. el El rey castellano a quien se proclamó el soberano de hombres de las dos religiones entra en la ciudad el 25 de este mismo mes y tuvo buen tacto para establecer la con vivencia de cristianos, musidmanes y ju díos. Si grande fuá el eco de la conquista de la antigua capital de los visigodos en el mundo musulmán, no lo fu¿ menos en el terreno práctico de la España cristiana. Consecuencia de la caída de Toledo fué la repoblación de la ancha zona entre el Duero v el Tajo. Después de Toledo ge
repoblaron Salamanca, Avila, Arevalo, Olmedo, Medina, Segovio, Cnéllar y M conquistaron Talayera, Maqueda, Madrid, Uceda, Cnadalajara, Hita, Mora, Uclés, etcétera. En el valle del Ebro se da la conquista de Zaragoza la que determina un fenóme no semejante en cuanto a la caída poste rior de un gran territorio. La entrada en la ciudad tuvo lugar tras una hábil cam paña de Alfonso I el Batallador que some te a las ciudades cercanas e impide toda comunicación con el exterior. Es do seña lar la aportación humana de las tierras al norte del Pirineo cuyos hombres acudían, según las crónicas, como hormigas. La la cha se desarrolló entre los años 1114 y 1118 y en el cerco final se emplearon to rres de madera a fin de dominar las mura llas. La reacción de los almorávides a la conquista de la ciudad no se hace esperar, pero su contrataque es deshecho definiti vamente en la batalla de Cutanda, que ase gura esta zona reconquistada. En lo que respecta a Levante, Valencia fué reconquistada definitivamente por Jai me I el Conquistador el año 1236 como final de una expansión profunda a partir de la línea del Ebro. Como en los otros casos, primero se domina una serie de vi llas y castillos, Burriaoa, Peñiscola, Chisvert, etc., hasta que en abril de 1238 se cerca definitivamente la ciudad, situándo se el campamento en el Grao. El ejército es numeroso —unos 60.000 hombres— constituido por catalanes y aragoneses. Cuando francasa el intento naval de avi tuallar a la ciudad, sos habitantes capitu lan el 28 de septiembre y entra el rey ara gonés, «llorando y besando la tierra» con "ran emoción. La conquista de Sevilla constituye el capítulo más bello del reinado del tercer Fernando. Una serio de acontecimientos alrededor del suceso central le dan un ca rácter sumamente interesante. Las fuer zas del rey avanzan a lo largo del río deade Córdoba y sistemáticamente van pre parando el golpe final. El rey instalado en el campamento de Tablada contempla el avance de las naves del almirante Ra món Bonifaz, que ha librado encuentros
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con las escuadras musulmanas de Tánger concibe esta guerra con un carácter total Y Ceuta hasta situarse entre Sevilla y Tria- y sin compromisos. Pero la tenacidad em na para impedir la comunicación de estos pieza a ceder cuando los granadinos ven levantar sobre el campamento cristiano dos núcleos. El cerco se ve diariamente in quietado por las frecuentes salidas de los incendiado, una ciudad de nombre simbó Santaa Fe. Desde aquí todo es fá c il; il ; moro» y por ello requiere constante vigi lico : Sant lancia. Las naves de Bonifaz han roto los la oleada popular de entusiasmo se res puentes sobre el río y los infantes han to quebraja y acepta las capitulaciones fir mado el castillo de Triana. Al fin, como madas por su rey, y el 2 de enero de 1492 Biempre, comienzan las negociaciones que sobre las torres de la AUiambra se levan y complicadas. La entrega se tan los signos cristianos. Días después —«I son largas y haría con el abandono de los musulmanes 6 de enero—- los reye» hacen su entrada que podían llevar sus bienes muebles, pero solemne. T.a Reconquista lin terminado. dejando intacta la ciudad. El 23 de uoviembre de 1248 ondea la enseña cristia na en el Alcázar. Femando, ya enfermo, VI ha cumplido su sueño. Frente a Sevilla ha nacido la escuadra castellana y 6e ha do EL SIGLO XIII. PLENITUD DE LA minado definitivamente al musulmán. RECONQUISTA Como broche de oro de la Reconquis ta tenemos la entrada en Granada en ese La Edad Media alcanza su cénit en la año hermoso de la historia de España, 1492. Si en las anteriores ciudades hemos centuria de 1200 a 1300. Todos los presu puestos que caracterizan esto período his hablado de una campaña previa, en Gra j difícil guerra «lius- tórico llegan ahora a su madurez. Gran nada fue una larga j ta arrancar los granos uno a uno». La des figuras que llevan a cabo extraordina rias empresa emp resas; s; avances avances importantísimos importantí simos arción final comienza en 1490 cuando se rias cul tura; a; el pensamiento, pensamiento, que qu e se se exige a Boabdil la entrega de la ciudad en la cultur conforme a lo pactado con los Reyes Cató concreta en una filosofía imperecedera; licos en convenios anteriores, pero el gra el arte, que encontrará en el gótico una y en la ciudad prende un de sus más espléndidas expresiones. Es el nadino se niega y espíritu de feroz resistencia que prolon siglo XIII la ¿poca de las Universidades, gará dos años la caída final. En el cerco de la Escolástica, de la recepción del de roman o, de los ’ trovadores provenae van a dar episodios dignos de figurar recho romano, en las viñetas de los libros de la época. Los zalea, de la Escuela de Traductores de y cristianos compiten en Toledo, de la obra literaria de Alfonso X caballeros moros y y gallardía. Allí Hernando del el Sabio y de las Cruzadas de San Luis, heroicidad y «ii d e las Hazañas, entrará un día entre otras muchas cosas. Alguien dijo que Pulgar, « audazmente para clavar el cartel del «Ave en el siglo XIII y comienzos del XTV se María» en la puerta puerta de la mezquita; allí habían construido cuatro cosas definiti ante la presencia de la reina lucharán ji vas : la Summa Theologica, de Santo To netes moros y cristianos hasta convertir más; la arquitectura gótica; la Divina Partidas, Partidas, de estas escaramuzas en verdaderas batallas. Comedia, del Dante, y las Alfo nso el Sabio. Esta Esta enumeración enumer ación peca Pero por debajo do estos episodios de ar Alfonso mas se realiza en secreto las negociacio por defecto ya que deja fuera todo el es nes para la entrega de la ciudad. Si va fuerzo reconquistador español y la pro lientes son los guerreros, no menos valor funda transformación que empieza a di demuestran los negociadores, como el cas bujarse en las tierraB de Europa con la y el musulmán aparición de la ciudad y dentro de ella tellano Hernando de Zafra y la nueva mentalidad de sus habitautes. Abulcasim, Abulca sim, que qu e tienen que verse verse con pe ligro de sus propias vidas. Mientras Boab Para España y su reconquista es esta la dil quiere llegar a la rendición, el pueblo centuria donde plenamente podemos ha
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blar de una guerra total planteada con el la conquista de las principales ciudades. decidido propósito de someter a los mu F.n las Navas se dan cita todos los reyes sulmanes de la península. El voltunen de cristianos a excepción del leonés Alfon tierras que se incorporan a los reinos cris so IX, que realizará, por su parte, una tianos es superior a ningún otro siglo y notable obra política en sus tierras. La Iras las campañas de Alfonso IX, Feman destrucción de los almohades en esta ba do III y Jaime I, el Islam en España eerá talla supone la debilidad definitiva de los lun sólo un pequeño rincón sin fuerza y moros españoles. Desde aliora lodo será siempre a la defensiva en espera de su más fácil. Los reinos cristianos, regidos por llora filial. En la primera mitad no boy grandes monarcas, se lanzarán decididos momento momen to He. reposo. repo so. Van caye c ayendo ndo las ciu ci u contra lo» ninRulninnes. colo sal despliegue, dades en manos de los reyes cristianos a A la manera de un colosal la par que se funden reinos y territorios sobre ellos caen las fuerzas de cuatro rei —como León y Castilla— en ese camino nos que incesantemente golpean su forta de unificación que es uno de los procesos leza. Portugal, León, Castilla y Aragón más interesantes de nuestra historia me son esas cuatro flechas que se van clavan dieval. Luego, en su segunda mitad, se ini do para siempre en las tierras de la mo ciará el período brillante de la cullura a risma. El padre de San Femando, Alfon la vez que los monarcas de Castilla y Ara so IX de León, es un rey activo, inquieto, gón se enlazan con los problemas del Im que mantiene durante muchos años un ás perio en sus versiones alemana —Alfon- pero pleito con sus vecinos de Castilla, 10 X— e italiana —Pedro III y su6 suce incluso con su propio hijo, pero que no le sores. Este esfuerzo reconquistador está impide actuar decisivamente en la recon expresado bellamente en laB siguientes pa quista de las tierras que se extienden al labras de la Crónica General: «...en sur de su reino. Así León hará Buyas las aquella sazón era la guerra de los moros tierras de Extremadura y las tropas de hi inuv inuv gran gr ande de;; e así así los reyes, condes, e Alfons Alf onsoo entrarán entrarán en Cáceres Cáceres (1227), Mélos altos homes e los otros caballeros, que xida y y Badajoz (1230). Junto a esto aun se prsaciaban de armas todos, paraban los ha tenido tiempo el rey leones para orga caballos dentro 'en las cámaras, donde te nizar los Estudios que serán la base de nían sus lechos, donde dormían con sus la futura Universidad de Salamanca y rea mujeres, porque luego que oyen dar el lizar en bu reino una profunda obra de re apellido, tuviesen prestos sus caballos e población acompañada de acertadas me sus armas, e cabalgasen luego sin otra tar didas en lo administrativo. danza ninguna». Y a su muerte, asistimos asistimos a un hecho hec ho de El anuncio de esta etapa bélica es la gran trascendencia en la historia. Sus dos batalla batalla de d e Al arcos (1195), con la que los esposas —pues estuvo casado dos veces, musulmanes cierran el siglo XII en ana siendo amboB matrimonios disueltoB por última gran victoria sobre las armas cris parentesco de los cónyuges—i dando ana tianas mandadas por el rey Alfonso VIII prueba de sensatez ejemplar, deciden que de Castilla. Muy pocos años después este sea Femando, rey ya de Castilla, hijo mismo monarca, después de reenperar las de doña Berenguela y Alfonso, el here tierras de la Mancha, se lanzará decidido dero del trono. De esta forma venían a contra los enemigos más allá de Despeña- unirse definitivamente los dos grandes perros, en los bordes de Andalucía. Tiene reinos de la meseta. Desde este instante la así la acción de las Navas de Tolosa (1212) fuerza redoblada de los cristianos será la significación de ser el comienzo de la incontenible en las tierras del sur. recuperación de la más densa tierra del Is Hablar de Fernando HI el Santo des lam eu España. Por esta Andalncia, en borda cualquier posibilidad de espacio. cfecto, llevará sus huestes el rey Fernan El representa el símbolo del rey comba do hasta borrar casi su presencia políti tivo, cristiano, en paz siempre con sus ca tras tirios años qne están marcados por vecinos porque siente como ningún otro — IB —
la empresa común ante la cnal es preciso (1243) reconquistada por el infame Don Alf onso,, el futnro Rey Sabio, Sabio , con ayuda de deponer todas las cuestiones en busca de Alfonso una eficacia real contra el enemigo que no las tropas aragonesas de sn yerno el rey es otro que el musulmán. Por ello h« he Jaime, quedará en la posesión de Casti cho el fírme propósito de no combatir lla que desde el puerto de Biar, en Ali contra un rey cristiano y lo cumple a pe cante, hace suya en exclusiva la tarea de sar de loa momentos difíciles que le crea hacer cristianas las tierras del sur. Un su propio padre. Es el rey que percibe cla ejemplo más de esa sensatez que paree* ramente el carácter de cruzada de esa gue presidir la historia de esta centuria. La ac rra secular de los españoles contra la mo titud posterior de los aragoneses no pue risma y por ello responde sabiamente cun de ser más noble. Cuando los moros de una negativa a la llamada de su primo San Murcia, pasados unos años, se levante® Luis cuando éste le solicita para bus ex contra el rey castellano, serán la9 tropas pediciones al Oriente. «Bastantes infie de Jaime el Conquistador las que dominen les tiene él en bu reino» contra los que la situación, realizando la verdadera con emprenderá la campaña más bella de nues quista para devolver, según lo pactado, la tra Edad Media en lo territorial. plaza al rey castellano. Descendiendo a través de los fuertes Porque también Aragón y Cataluña van paredones de Despeñaperros y sierra Mo a realizar en esta centuria y en la siguien rena hasta llegar al ancho valle del Gua te una obra histórica de gran alcance. El dalquivir, el Rey Santo ira haciendo suyas paralelo de Jaime I y Femando III ei las ciudades y las tierras de Córdoba obligado, dejando de lado conductas y (1236), Jaén (1246) y Sevilla (1248) ante hechos personales. Los dos comienzan su la que despliega los primeros barcos de la reinado en edad temprana, y bus prime escuadra dn Castilla, de esa Castilla que ros años son difíciles y duros, en manos había llegado, como dice la Crónica «de de deudos y ambiciosos. Pero también mar a mar», desde el Cantábrico al Atlán ambos ton pronto como tengan en sus ma tico. tic o. Y aun piensa en llevar llev ar sus sus armas armas a nos el poder serán reyes enérgicos, poseí Africa, Afr ica, mostrando mostr ando a sus sus sucesores sucesores nn ca mino geográfico que nunca debieron ol dos de su misión que van a realizar de una vidar porque eu él estaba la garantía de forma espléndida. Mientras Castilla se ex España. Y al paso de estas armas va na tiende por Andalucía y Murcia, Jaime lle ciendo el habla de Castilla y repoblándo vará a los aragoneses y catalanes a través se estas lujuriantes tierras del snr con los de las tierras al sur del Ebro hasta con duros hombres de la meseta que se que quistar Valencia por los mismos añoi, darán aquí para siempre encantados por (1238), en que San Fernando hacía suya el murmullo de tantas cosas que forman Córdoba. También aquí se llevará a cabo el secreto de los paisajes cuya pérdida una gran obra de repoblación a base de habían de llorar durante siglos los musul catalanes y aragoneses que deja teñida la conquista de influencias humanas, lin manes. Pero además, la tendencia castellana a güísticas y culturales. Desde Jaime el dominar el este de la península tiene eu Conquistador, Valencia constituirá nn rei este reinado el capítulo final representa no más de esa monarquía poderosa que un día se unirá a los reinos de la meseta. do por la nonqnista de Murcia. A lo lar go de la Edad Media, los reinos de Aragón Pero aun hace más el Conquistador. Li quida la expansión catalana más allá del y Castilla han firmado una serie de trata dos —Tudellén (1151), Cazóla (1179)— Pirineo con el Tratado de Corbeil (1258) en Iob que se delimitaba la pertenencia de para dejar su reino cerrado en el parén las tierras musulmanas por conquistar. tesis de dos pactos, Almizra-CorbeiL, y Fernando HE suscribirá con Jaime I de lanzarse decididamente por los camino* Aragón el de AlmizTa AlmizT a (1244) por e l que se del mar. Con él comienza la expansión fijan loa límitce de ambos reinos. Murcia catalanoaragoneaa por el Mediterráneo,
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Laa Ca L Casa del del Cord Cordóón (Bu (Burgos rgos). ).
que sus sucesores concluirán sin desma yos. Lo» sucesores de Fernando y Jaime, en la segunda mitad del siglo, seguirán dis tintos derroteros. Alfonso el Sabio divi dirá su su actividad actividad en d o s : la cultura cultura y la política. Ed la primera dejará una eBtela profunda, mientras en la segunda, concre tada en las ambiciones del Imperio, úni camente le acarreará sinsabores y fraca sos. El «fecho del Imperio» fné la causa del divorcio con ras súbditos, el abando no de la reconquista, y la amargura del viejo rey que por soñar demasiado tuvo un día que mendigar la hospitalidad de sus propias ciudades, levantadas contra él por su hijo Sancho. Había demasiada doctri na en su Código de las Siete Partidas, que no podía ser asimilado todavía por los castellanos. Tan sólo nos queda en su ha ber de la reconquista, los nombres de Niebla, Cádiz, Jerez y algunos otros al sur de Sevilla. Con San Fernando y Jaime el Conquistador, había terminado la gran etapa de las cabalgadas por tierra de mo ros. Pero con todo, el siglo XIII había contemplado la obra de reyes guerreros juutu a monarcas de fina sensibilidad cul tural. VII VI I EXPANSION CATALANO CATA LANO ARAGON ESA POR EL MEDITERRANEO Es curioso que para muchos españoles la idea de la salida al mar de España está unida al descubrimiento de América y a la fecha de 1492. Unicamente el capítulo At lántico está presente en la conciencia de muchos cuando la verdad es que algunos siglos antes los españoles realizaron por el Mediterráneo una acción larga, bella y profunda. En efecto, el reino de Aragón, con sus dos grandes zonas, Cataluña y Aragón, llevó a cabo ca bo a lo largo de dos si glos por las tierras del Mediterráneo una empresa en el más amplio sentido de la palabra por cuanto supuso guerras, inte reses comerciales, huella cultural y, en definitiva, comienzo de la gran política
española posterior por estas latitudes. Y asi es. Cuando a comienzos del siglo XVI España b« lanza a la rosa de los vientos de su acción en el mundo, la dirección medi terráneo-italiana y por ende hacia Europa, vendrá marcada por estas conquistas de los monarcas de la casa de Aragón y esta conjunto de intereses e influencias que se crearon durante estos siglos medios. España en la Edad Media no sólo rea lizó la ingente tarea de la Reconquista, sino que estuvo presente en el movimiento comercial y político que tiene por esce nario el Mediterráneo y que a partir del siglo VI adquiere una importancia funda mental en Europa. Las Cruzadas, y el choque —fatal para ambos— del Pontifi cado y el Imperio hacen que este mar in terior de Europa recobre todo su valor y con él se Bituen en primer plano los pulsea ribereños del Imperio, islas y penínsulas que se convierten en centro de interés y escenario de luchas por lina hegemonía que llevaba implícita riqueza e influen cias. La Corona de Aragón que ha cum plido su papel de reino de la reconquista arrebatando al musulmán las tierraB del sur que caían dentro de su esfera, a la vez que realizaba una política ultrapire naica tendente a la creación de una na cionalidad que comprendiera los países a un lado y a otro de ln gran cordillera, al llegar llegar el el siglo siglo X n i se ve frenada frenada por po r su sus vecinos en estas tendencias. Por un lado, Castilla que se irroga el papel único en la futura reconquista, a partir de Murcia; v, por el otro, Francia que se ha lanzado decididamente hacia el sur y que hace su yas las tierras del Pirineo, liquidando, de hecho, esa tendencia española. Pero queda el mar enfrente, que por otra parte siem pre hubiera atraído a la rica burguesía catalana con una decidida vocación por estos derroteros. Y es ahora cuando da co y lleno de inte mienzo ese capítulo largo y rés que se le llama la expansión catalana por el Mediterráneo. Si nos detenemos unos instantes a con templar el escenario, el mar azul que fes tonea las costas meridionales de Europa, lo primero que se uos aparece es un carác ter de vado, interrumpido aquí y allá do
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islas y tierras que permiten cruzarlo a «altos, de una en otra. Esto tiene para nosotros un gran interés porque a6Í se rea lizará la expansión que relatamos. No hay romo en los grandes océanos distan cias en el sentido colosal de la palabra. En el Mediterráneo todas las tierras son vecinas y 6e mueven siempre en el mismo uiuudo de iutercses e ideas; su proximi dad hace que eu dominio tenga que ser siempre por fuerza el choque con otros vecinos que también se sienten llamados a eu conquista. De esta manera, Jaime el Conquistador, Pedro DI, Jaime II y los demás reyes de Aragón y Cataluña irán saltando de piedra en piedra —de isla en isla— hasta asentar su poderío sobre to das las riberas de este mar. Y aún otra cosa. A lo largo de estos siglos podremos ver dos momentos claramente diferencia dos. Uno primero en que se siembran in tereses en forma de estados con príncipes de la Casa Aragonesa, pero dueños de eos destinos des tinos;; y nna segunda etapa en que se recogen esos intereses, incorporando ple namente estas tierras a la propia corona que les dió vida. Es una realización per fecta que tiene como fruto a fines del si* glo XV una poderosa monarquía exten dida en la península y a todo lo ancho de las aguas del Mediterráneo, con nna vo cación marcada por todos los problemas que tengan alguna referencia con este mar y sus tierras ribereñas. Tal vez loe hechos posteriores, la gran empresa española en Indias, hayan apagado un poco el valor de estas gesta», pero imborrablemente tienen en sí un mérito y una trascenden cia que no debemos olvidar. Comienza el reinado de Jaime I con la conquista de Baleares. La marina y el co mercio de Cataluña empajan al animoso rey que en 1229 se lanza sobre las islas próximas. La técnica naval y el entusias mo de Jas gentes realizarán lo demás. Una batalla victoriosa al desembarcar y un lar go sitio de la capital, Palma, que, al fin, cae en manos del rey. Las tierras conquis tadas serón repartidas entre los catalanes que han sido los principales colaboradores, con lo que se establecerá un enclave lin güístico y humano que pesará mucho en
los hechos posteriores. Luego se incorpo rarán las demás islas. Menorca en 1231 e Ibiza en 1235. Pero cuando muera Jaime el Conquis Con quistad tador, or, estas estas tierras tier ras pasarán a formar un reino independiente para su se gundo hijo Jaime, empezando asi ese pro ceso de segregación a que nos hemos re ferido antes. Señalamos también que en la lueule del Conquistador estuvo presente el viejo sueño europeo de las Cruzadas y un día salió de las costas catalanas ca mino de Jerusalén, pero el mar y lo gasta do de la idea sin eco y ya en los corazones occidentales le detuvieron. El camino estaba trazado y será su hijo Pedro III el Grande el que lleve a cabo la segunda y más importante etapa de este proceso histórico. Muchas cosas habían ocurrido en Europa cuyas consecuencias se iban a reflejar eu España. El Sacro Impe rio Romano Germánico, detentado por los Staufen, ha caído vencido en la persona de su emperador Federico, y las tierras del sur de Italia. Sicilia y Ñapóles que domi naron estos emperadores como el último florón luminoso de su gran creación 6on ahora manzana de las discordias de reyes y pueblos. Al Mediterráneo también se asoma Francia, representada por la Casa de Anjou que se apoya eu el Pouliíicado para crearse un dominio en Italia. Pe dro III está unido a los Staufen por la persona de su esposa Constanza, sobrina de Federico y así cuando caigan los últi mos representantes de esta familia, el rey aragonés heredará los intereses en Italia. El duelo duel o está está plante pla ntead ado: o: monarquía monarqu ía ara ara gonesa contra CaBa de Anjou que contará siempre con el Papa. Los hechos van a ser rápidos y decisivos. La superioridad de la marina catalana vencerá una y otra ves a su rival por aquello de que quien domi ne el mar será dueño de la tierra. Un día los sicilianos puestos bajo el dominio de los Anjou por el Papa se levantan en las Vísperas Sicilianas Sicilianas (1282) (1282) y llaman a Pe dro que acude y vence. Son los años del gran almirante Roger de Lauria. La supe rioridad es siempre catalana. La respuesta de los enemigos no puede ser más fuerte. El reino de Aragón es puesto en entredi cho, su rey excomulgado y los franceses
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apoyados en estas armas espirituales se za, son encumbrados por el emperador lanzan sobre Cataluña. Pero el rey y 6us v suscitan los celos de los príncipes y dig vasallos responden espléndidamente y la natarios que un día se deciden a emplear amenaza es rechazada no sin momentos ni arma del asesinato para librarse de sus de gran dificultad. Gerona será la clave molestos vecinos. Entonces, aquellos hom y cou ella la derrota de los franceses. La bres enloquecidos, al grito de venganza ca talana se hacen dueños de tierras que acción en el mar continuará. Los catala nes no se irán de Sicilia y desde alnora mantienen en feroz independencia duran te varias décadas, formando así un domi junto jun to a la guerra estarán estarán las conversacio conversac io nio en el corazón de Grecia uno de cuyos nes y los tratados con Francia y el Pa pado que tratan de compensar a los mo centros será la vieja Atenas. Y estos cata narcas aragoneses con vistas a un arreglo. lanes durante muchos años, como dice un historiador, «hacían esta cosa milagrosa: Los Los hijos de Pedro el Grande Grande,, Alfonso m v Jaime II repetirán las las mism mismas as situacio situacio oían misa eu el Fnrtenón. Palas Atenea nes. Cuando lleguen al truuo dejarán en ¿c había convertido en la Virgen Ma Sicilia a su hermano r dialogarán cou el ría». Los hechos siguen. Luchas en Córcega y Pontificado para concluir la guerra. El nno ajustará la Paz de Tarascón (1291) por Cerdeña donde se desgasta esta monar la qne promete convencer a su familia del quía. Por último, la llegada al trono de abandono de la isla. Es no más que una Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) que tregua. Jaime II cuando llega al trono de incorporará, de una forma n otra, todas Aragón, después de su reinado en Sicilia, estas monarquías al tronco de donde sa volverá a los tratados con los enemigos. lieron. Más tarde, ya con los Trastamaras, En la isla ha quedado sn hermano Federico Nápolcs será tambicn conquistado por Al que se identifica con los intereses locales. fonso V. Pero no se trata tan sólo del ruido de Jaime II suscribirá el Tratado de Anagni (1295) por el que, a cambio de luchar las armas. Por todas estas tierras correrá contra su hermano Federico, Tecihía la por estos mismos años la sangre de la cul investidura de Córcega y Cerdeña —nue tora catalana, en forma de consulados del viajer eros os míst místic icoos, como como R a m ó n vas piedras del vado—. que de esta manera mar, viaj entran en la órbita de Aragón. La lucha Lluch, Arnaldo de Vilanova, libros y ma entre los hermanos carece de nervio por pas que marcan ana profunda huella. Este parte del rey aragonés, que es vencido has fué el eco de la expansión catalanoarata que se llega por todos los contendientes, gonesa por el Mediterráneo. Pontífice, Anjou, rey de Aragón y rey de Sicilia al Tratado de Caltabellotn (1302) por el que queda reconocido Federico co VIII VI II mo rey de Sicilia. La constancia y la pe ricia han dado el triunfo a estos hijos de LOS LOS REINOS DE LEON Y CASTILLA Jaime el Conquistador. DURANTE LA RECONQUISTA A partir parti r de este momento mom ento se inicia inic ia el ca pítulo más novelesco y emotivo de este Hemos visto ya en capítulos anteriores viaje histórico de los catalanes por el Me los aspectos más característicos de la Edad diterráneo. Las tropas desocupadas de Si Media española tanto en lo que se refiere cilia, Ion duros almogávares cuya fama se a movimiento de población, instituciones, hace eco por todas las tierras de este mar, batallas más significativas, reconquista de son Domados al Oriente por el emperador las grandes ciudades, etc., y corresponde bizantino bizantino Andrónico Paleologo (1203) (1203).. Allí ahora presentar la evolución de las mo vencen de nnevo a los enemigos del Im narquías que conviven en este periodo en perio, los turcos, y constituyen la única el suelo de España. De esta manera que fuerza efectiva hasta el punto de que sns dará más claro su desarrollo hasta el mo jefes, jefe s, Roger Rog er de Flor, Flo r, Berenguer de Enten- mento final de la unificación.
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El reino de León e9 el Heredero directo de la primitiva monarquía asturiana que realiza durante los siglos VIII y IX una notable obra de expansión por Galicia, Cantabria, y tierras del norte del Duero. Corresponde e9te período a los reinados meritorios de Alfonso I, que comienza a descender de la montaña al llano, para verse interrumpida esta expansión por el coutralaque musulmán de los grandes emires cordobeses, en especial de Abdal-Raman I. Años difíciles vienen luego para esla incipiente monarquía encerrado* bajo la leyenda de unos reyes tristes y desgraciados, Fruela, Silo, Aurelio, Bermudo I para brillar de nuevo bajo el do minio de Alfonso U y Alfonso 111. Ha pa sado la tormenta que descargaba desde el sur y Be reanuda la marcha recouquisladora. Pero al llegar el siglo X los hijos de Alfons Alf onsoo III II I se reparten el reino y entonentonoes, año 910, aparece con caracteres pro pios el reino de León, separado de los de Asturias Asturias y Galicia. Galici a. Este Este siglo X representa representa para la nueva monarquía otro momento de gran peligro. En Córdoba, el Islam es pañol llega a su cumbre política. Apare cen los terribles debeladores de la España cristiana, Abd-al-Raman III y Almanzor, que golpearán insistentemente las fortale zas del norte. No obstante estas luchas y estos peligros, la población se ve incre mentada por la llegada de grandes masas de mozárabes. También Tam bién esta esta monarquía leonesa, que corrobora la conciencia de continuidad con respecto al reino visigodo de Toledo que tuvo Asturias, continúa afirmando su poder teórico sobre los de más reinos peninsulares, hasta plasmar tiempos después con el título de empera dor que se darán sus reyes. Al peligro pel igro exterior exte rior que representan los ataques musulmanes se añaden las luchas intestinas entre los pretendientes al trono, hijos de reyes que se disputan ferozmente con la intervención de tropas cordobesas, el trono de sus antecesores. Así Sancho y Alfonso Alfon so IV, Ordoño Ord oño III y su hermano Sancho I el Craso. Es entonces cuando los territorios más apartados del centro de la monarquía empiey.an a forjar los antago nismos que les llevarán un día a la sepa —
ración, como Cartilla y Portugal. Pero cuando el califato se destruye para saltar en pedazos los reinos de taifas, las his toria tomará un signo positivo para Ids reines cristianos. El reinado de Alfonso ▼ en León es una época de gran importan cia en la obra legislativa (Fuero de León 1017). Sin embargo, entonces se va a pro ducir un hecho de las mayores consecuen cias. Ha nacido Castilla. Al este del reino de León, León , en las ribe ras del Ebro y norte de Burgos, en abo que diario con loe ejércitos cordobeses que buscaban esta vía para su penetración en el norte de la península, aparece al me diar el siglo IX un territorio fronterizo de hombres audaces, pequeños propieta rios libres, con un derecho consuetudina rio rebelde a toda legislación y un mar cado espíritu antileonés. Esta es Castilla, cuyos orígenes están sembrados de leyen das que la historia va interpretando. No tamos las primeros brote* de rebeldía a comienzos del siglo X, en el reinado de Ordoño II de León, quien se ve obligado a apresar a tres condes castellanos. En rea lidad Castilla como núcleo propio de re conquista no surge hasta los tiempos del conde Fernand-González, hábil político que sabe aprovechar todas las oportuni dades de sus enemigos a la vez que se de fiende contra los musulmanes. Consigne de Ramiro II la investidura de los distin tos condados que formaban el territorio y se titula comes totius C.aslelle. Tras va rias peripecias, que han dejado so huella en los romances, consigue transmitir a ni hijo el condado engrandecido e inamovi ble, aunque no independiente. Vienen lue go varios condes embellecidos también por la poesía hasta que el último de elloe, el infante García, muere en I^nn asesinado el día de sus bodas, pasando el condado a manos del rey de Navarra Sancho III el Mayor, para a su muerte, ser heredado por su hijo Fernando I titulado va rey de Cas tilla. Desde este momento el eje de la re conquista en la meseta será Castilla que pronto, en el mismo reinado de su pri mer monarca, se anexiona a León, consti tuyendo una poderosa monarquía que ex tiende sus límites más allá del Duero y
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hasta \ iseo, Luna L unago go y Coimbra Coimbra e presionada por los reyes vecinos. Faces, inicia sn tendencia a abrirse hacia Levan* luchas, alianzas, y contralianzas con los otros reyes peninsulares resulta la cons te como lo pmeba las campadas del mis mo Fernando 1 contra Valencia. Interior tante política de estos reyes a la vez que van extendiendo b u s dominios sobre las mente sa va institucionando y enriquecien do de contenido hustu culminar poco tierras de Extremadura con la conquista tiempo después en eso titulación imperial de Alcántara, Cáceres, Badajoz, etc., rea lizando en lo interno una notable obra le a qne antea no* hemos referido. gislativa. Muerto Fernando I (1050), viene un pe Por su parte, Castilla en este período va ríodo de lachas entre sus hijos que ha de* jado ja do una estela estela profunda profu nda en el romancero a tener en su trono un gran monarca, Al (romances del rey don Sancho, del cerco fonso VIII, el derrotado en Alarcos, pero de Zamora, del desafío del Cid, etc.) que vencedor en las Navas de Tolosa, con el que llega hasta los límites de Andalucía, se termina con la llegada al trono de Al dejando ubi las tierras de la Mancha en po fonso VI, el conquistador de Toledo, ciu dad que un día le sirvió de refugio eu su der de cristianos. Al fin j para siempre, destierro. Con Alfonso VI de Castilla y Castilla y León se unen en la persona de León llegan al Tajo a la vez que el mejor Femando III el Santo, de cuya obra ge caballero de Castilla, el Cid Campeador, nial ya se habló anteriormente (El siglo enemistado con su rey, lleva sus armas KIII, plenitud de la Reconquista). hasta Valencia. Estamos en uno de los Su hijo y sucesor, Alfonso X el Sabio, es grande grandess momentos momento s de la Reconquist Recon quista: a: la una figura eumbre de nuestra historia tan España de Alfonso VI 7 del Cid. Los reinos to por lo que soñó —ambición a coronarse andaluces pagan tributo al poderoso señor emperador del Sacro Imperio Románi y uu díu aterrorizados aule uu co— y fracasó, como por su valor literario de Toledo y inminente ruina llaman a sua hermanos de y jurídico. La España de Alfonso X el Sa Africn, loa almohades, que vendrán a pe bio es una de las épocas más bellas de lear en Zalaca y T'clés contra el poderoso nuestro pasado, inquieta, abierta a todos rey cristiano. los horizontes de la cultura, que transmi Tradu c Luego del calamitoso paréntesis de la te a Europa desde su Escuela de Traduc tores de Toledo todo el saber griego y hija de Alfonso VI, doña Urraca y su ma trimonio con Alfonso I de Aragón, llega oriental acumulado por las largas corre al trono de León y Castilla otro Alfonso, rías de los musulmanes 7 que estos depo el VII, que extiende su influencia entre to sitaron en España. Si es verdad que eu es dos loa reinos de la península (Imperator te momento ee detiene la Reconquista no Totiw» ffispanae) y lleva sus armas a tra lo es menos que España comienza a mar vés de Andalucía hasta Almería para ter char con pa*o seguro por los caminos de minar con él noto hegemonía representada la cultura y de la influencia en el mundo. per loe reinos centrales. A su muerte van Los sucesores del soñador Alfonso tie j Castilla para nen planteado ante si, aparte de luchas a separarse otra vez León j vivir así cerca de un siglo hasta su defi intestinas (infantes de la Cerda contra nitiva unidad eu 1230. Sancho IV, minoridad de Alfonso XI), el Los monarcas privativos de León hasta problema del Estrecho, la puerta de Afri y Alfonso ca, amenaza de España. Irán cayendo en esto período son Femando II y IX que realizan una importante obra de manos cristianas, para conservarse o per reconquista en Extremadura a la vez que derse luego, Tarifa, Gibraltar, etc. hasta libran una ininterrumpida batalla militar que un rey, Alfonso XI, legislador y gue y diplomática con los reinos vecinos de rrero, cierre la puerta definitivamente en y Castilla, ya que las fronteras la batalla del Salado (1340) para ir a mo Portugal y nunca estuvieron delimitadas claramente y rir frente a los muros de Gibraltar. la monarquía leonesa, situada en una faja Tras el enloquecido reinado de Pedro I, continua en el centro de la meseta, se veía cuando loa bandos en lucha traen a las
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tierras de Castilla mesnadas extranjeras hasta INájera, ocupando gran parte de la para dirimir s u b pleitos —Bellrán Dugues- Rioja y amenazando Tudela. Soporta bien clín y el Príncipe Negro —llega al trono los caviles de Abd-al-Rahman III en Valla dinastía de loa Trastamaras con sus re dejunquera y Pamplona y cuando llogun yes Enriques y Juanes, sucesivamente, en los tiempos de Almanzor, eu el terrible cuyo tiempo, entre luchas internas y re siglo X, sabrá realizar nna buena pnlítira beldías de la nobleza se va terminando la de amistad para quedar libre de las cam Edad Media. Hábiles políticos unos, dé pañas del caudillo musulmán. En el siglo biles reyes otros, en su haber tienen triun XI, X I, entre los años 1000 1000 y 1035 1035,, alcanza alcanza su fos y fracasos. Juan I quiere anexionarse momento cumbre, el que representa el reiPortugal, y es derrotado en Aljubarrota uado de Sancho el Mayor que tuvo en sus (1385) iniciándose así la ilusión de Por manos la unidad de los reinos de la Re tugal unido. Con Enrique III, Africa y conquista. Además, también ahora, por el Canarias entran en el ámbito de España. portillo de Navarra, van a entrar en Es El caballero Bethencourt llevará bajo el paña notables influencias ultrapirenaica vasallaje de Enrique de Castilla a las is representadas por loe monjes cluniacenses las Afortunadas que serán un día futuro con el rito romano, el cambio de letra ea las últimas piedras del vado para saltar la escritura nacional y tantas cosas más. a América. Por último, en los reinos de Pero este tiempo áureo para Navarra Juan II y Enrique IV son el ejemplo de terminó con la muerte de su rey. Después reyes dcbiles con la sombra de las privan fuertemente presionado por sus dos pode zas (don Alvaro de Luna) qne merman la rosos vecinos Aragón y Castilla que le autoridad de la monarquía hasta preci cierran el paso de la Reconquista hacia el pitarla en una ruina total de la que la sur, sólo merced a una inteligente polí sacarán, titánicamente, los últimos reyes tica pudo conservar su independencia en de la Edad Media y los primeros de la un equilibrio difícil entre Francia y Es Edad Moderna, Fernando e Isabel. paña. En el año 1076 al ser despeñado ra rey Sancho por sus hermanos se incorpo ra a Aragón, para recobrar su indepen dencia en 1134 con García Ramírez, qne IX inicia una nneva y gloriosa etapa de histo ria. Entre b u s reyes posteriores sobresale NAVARRA. ARAGON Y CATALUÑA Sancho VII el Fnerte, de vida iuquieta, DURANTE LA RECONQUISTA viajero, con airea de personaje de novela, que un día marcha a Africa al servicio Paralelamente a lo que se ha visto en de loa musulmanes y y otro se encierra vo el capítulo anterior sobre los reinos de la luntariamente en Tudela, ausencias que meseta, vamos a considerar ahora a gran fueron aprovechadas por Alfonso VIII de des rasgos el desarrollo de las monarquías Castilla para arrebatarle parta de su te orientales durante la Edad Media. Sabe rritorio —Alava y Guipúzcoa— y recortar mos ya que de la multitud de núcleos apa- aún más los lo s limites limit es de d e Navarra. Es este reridns a lo lnrgo del Pirineo quedaron, mismo Sancho VTI el Fuerte el que com tras un proceso de anexiones y ampliacio bate bravamente en las Nava» de Tolosa nes, los de Navarra, Navarra, Aragón y Cataluña, Cataluña, en alianza con el rey castellano a In vez cuyos orígenes también lian sido conside qne haría vasallos suyos a algunos señores rados ya. del otro lado del Pirineo. Pero el destino La monarquía de Navarra—en realidad, de Navarra había de sufrir muchas vici monarquía monarqu ía de Pamplon Pam plonaa hasta e l siglo situdes en la Edad Media. En 1234 pasa XII X II—surgida —surgida alreded alre dedor or de la ciadad cia dad que le el trono a la Casa de Chamapaüa en la da nombre y por el esfuerzo de la lamilla persona de Teobaldo I y más tarde se in de loa Arista, inicia con Sancho Garcés I corpora a Francia por matrimonio de su ana nueva dinastía que amplía el territorio reina Juana con el rey Felipe I y así per—
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niunrcc hasta que otra reina, Juana II, re cupera la personalidad independiente del rrino ni contraer matrimonio con Felipe de Evrcux. Nos encontramos ya en la ba.ia Edad Media y el rey de Navarra Carlos II, monarca violento, iracundo, de fuerte per sonalidad, juega un gran papel en Francia durante la guerra de los Cien Años. Esle rev turbulento y viajero aspira a incorpo rarse Ins tierras limítrofes de Navarra en Francia y por ello busca las alianzas con Inglaterra y los reinos peninsulares. Pri sionero unas veces, árbitro do la política en el vecino país otras, sn reinado repre senta un cuadro de azares e inquietudes muy de eu época. En su tiempo, los nava rros al mando dol infante Luía, hermano del rey, lnchan en Albania y Gracia, don de fundan nn dominio qne se mantuvo hasta 1402. Como contraste violento, el reinado de su hijo, Carlos III, es un cuadro de paz, de equilibrio, de prestigio del monarca ante quien acuden los otros reyes en bus ca de solución solu ción para sus sus conflictos. conflicto s. Es un rey constructor, pacífico, buen orga nizador, en cuyo tiempo, sin embargo, empiezan a dibujarse las luchas entre agramonteses y beaumonteses, que aeran la causa de la ruina posterior del reino. Los últimos años de la historia medieval de Navarra aon bien tristes. En ellos te nemos la figura delicada de sn reina doña Blanca, esposa de Juan II de Aragón, jun to a la de su hijo don Carlos de Viana, personaje clave con su tragedia de los he chos posteriores. Al fin, otra vez Navarra ▼iene a caer en manos de una dinastía ultrapirena ultrapirenaica, ica, la de Albret, Albre t, que difícil difí cil mente podía preservar al reino de las ten dencias francesa y española en choque a comienzos del siglo XVI. El año 1512, el rey Fernando con las fuerzas castellanas incorporará Navarra a la unidad de Es paña, dejando intactas sus instituciones que han perdurado entrañablemente guar dadas por sus hijos hasta nuestros días. Por su parte Aragón, con unos co mienzos pobres y difíciles, muy pronto comienza a marchar con una fuerza que le hará situarse rápidamente a la cabeza de la Reconquista. Desde su primer mo
narca Ramiro I, este reino montañé* se lanza a la conquista dpi valle del Ebro. Sancho Ramírez y Pedro I hacen suyas Graus, Monzón, Huesca (1096) y Barbastro v llegan hasta cerca de Zaragoza, ciudad que hará cristiana Alfonso I el Batalla dor quien domina también ambas orillas del Ebro y deja constituida así la base de lo que será el territorio aragonés. A b u muerte, sobreviene sobrevi ene para la monarquía un momento difícil por las tendencias am biciosas de Alfonso VII de Castilla, pero sabrá en su día librarse de este vasallaje gracia graciass a 6U 6U fuerte personalidad. personalidad. P or otra parte realizará la unidad con Cataluña para constituir un sólido bloque que se extenderá por el sur de Francia, por el Mediterráneo y por las tierras musulma nas del sur. Cataluña, hasta la unidad con Aragón, tiene también una historia apasionante. La Marca Hispánica fnndada por Carlomagno y sus sucesores empieza a mani festar pronto tendencias antifrancesas, y 8u b hombres, aprovechando la debilidad de los reyes franceses, consiguen paulati namente su independencia, que .se per sonifica eu el cunde Viíredo el Velloso, que reúne bajo su gobierno los condados de Barcelona, Gerona, Ausona, Urgel, Besalú y Cerdeña. A la vez, Cataluña no ha olvidado la tarea de la Reconquista, y Ramón Berenjruer III (1096-1131) llega hasta Tarragona y hace expediciones con tra los piratas musulmanes del Medite rráneo. Kn tiempos de este conde tiene lu gar el abrazo de Aragón y Cataluña con los esponsales de Petronila, hija de Ra miro II el Monje, de Aragón, con el con de catalán (1137). El bijo de este matri monio, Alfonso II, hace efectiva esta anión e inicia las dos direcciones funda mentales de la política catalanoaragonesa : hacia hacia el norte — dominio domin io e influen influen cia en el sur de Francia— y hacia el sur, labor reconquistado». En el primer capí tulo tenemos la entrada en la órbita del monarca aragonés de los condados de Provenza, Toloaa, Bearn, Bigurru, Carcasona, etc., con lo que Cataluña se in corpora a ese interesante mundo cultural y se asoma a la llanura valenciana. Dea-
de ahora Castilla tendrá en Aragón un fuerte rival que le disputa las tierras de España. Esta rivalidad estará señalada por una serie de tratados —Tndellen, Ca zóla, Almizra—■entre ambos reino9. pa ra delimitar las zonas de influencia y los límites de las tierras por conquistar. Con Pedro II, Aragón y Cataluña ven como se derrumba toda bu política ultra pirenaica. La herejía albigense ha turba do la vida de Provenza y feroces luchas detienen el renacimiento temprano de es ta región. El monarca aragonés, presente también en las Navas de Toloea (1212), acude en ayuda de m i s aliados del otro lado del Pirineo, y en la batalla de Muret (1214), encuentra la muerte y precipita al reino en uua crisis gravísima. Su hijo Jaime 1, niño aún, está en poder del ene migo, y cuando llega al trono tiene que salvar los años de su minoría, su que ludo parece venirse abajo. Pero cuando alcan za la mayoría de edad, su genio político abre la más bella historia de la monar quía oriental. El paralelo de Jaime el Conquistador y Femando III ya quedó hecho en otro momento, así como el co mienzo de la política naval de Cataluña por el Mediterráneo. Con él, Aragón al canza los límites de eu expansión recon quistadora, y b u s sucesores, gTandes reyea la mayoría de ellos, como com o Jaime II, II , van van a culminar este proceso de engrandeci miento, no sólo en la península, sino fue ra de ella. Y es interesante señalar que, a la vez que se realizaba esta expansión, los monarcas aragoneses tienen qne librar una dura batalla interior contra la noble za —privilegios de la Unión— que culmi na a veces en luchas armadas, como laa qne Rostiene Pedro IV, quien da el gol pe definitivo en la batalla de Epila, para encaminar a la monarquía hacia un asen tamiento y equilibrio que le permitirá salvar las más difíciles coyunturas. En 1410, cuando la soberanía aragonesa se extiende basta Sicilia, y por lodo el occi dente del Mediterráneo, la muerte sin su cesión de Martín I el Humano, motiva el Compromiso de Caspe, por el que se instala en el trono de Aragón Femando de Trastornara, cuyos hijos, Alfonso V y
Juan II, últimos reyes privativos de Ara gón y Cataluña, van a llevar a cabo, en lo exterior y en lo interior, una obra me ritoria. Eli primero incorpora Nápolea, y su figura se encierra ya en el marco del Renacimiento; el segundo, con sus luchas conLra su hijo, el principo de Viuua, y los catalanes sublevados, va a ser un ejemplo perfecto de los reyes de fines de la Edad Media, ambiciosos, políticos, turbulen tos, pero, a la vez, iniciadores con sus he chos de una nueva edad. Juan II de Ara gón, que un día vió a su reino arder en feroz lucha, cuyo centro era su propia persona, pudo contemplar, al fin, como el sol tras la tormenta, el matrimonio de su hijo Femando con la princesa Isabel. -La historia de Aragón separada de los reinos peninsulares había terminado.
X PROCESO DE UNIFICACION TERRI TORIAL DURANTE LA RECONQUISTA Los ocho siglos que dura la lucha con tra los musulmanes tienen, aparte de su finalidad concreta : la lucha contra el mu sulmán, el interés de un proceso paralelo de fusión de reinos hasta llegar a la uni dad territorial a fines del siglo XV con los Reyes Católicos, quedando únicamen te fuera de ella Portugal, que se incor porará, aunque sea brevemente, a fines del siglo XVI, con el reinado de Feli pe II. Resulta sumamente difícil sintetizar en pocas líneas esta marcha hacia la unidad, porque no sigue un ritmo ininterrumpi do, sino que, más bien, el espectáculo consiste en un hacerse y deshacerse de España. Reinos que se unen hasta formar una gran monarquía, que se fragmenta de cuero a la muerte de uno de sus monar cas, para volver a empezar las anexiones, los matrimonios, etc., qun constituyen el cañamazo de este proceso. Si partimos de loe núcleos iniciales de la Reconquista y loa reducimos a los fun-
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de Castilla, Aragón y llega a dominar dámenteles, nos encontramos con qne es ta síntesis territorial se va a realizar a en León. Pero, a su muerte, el hecho mas notable de este proceso que venimos vien cargo de León —primero, monarquía as do : esta masa territ ter ritori orial al se fragmenta pa* turiana—, Castilla, Navarra, Aragón y Ca taluña. Forzando el esquema para una ra constituir los reinos de Navarra, Casti mayor claridad, diremos que ee forman lla, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. De nuevo, vuelta a empezar. dos grandes zonas qne van a realizar pri mero la fusión de los reinos integrantes Más al oriente, y posterior a estas fe de su ámbito para, en un hecho final, unir chas, Aragón y Cataluña, en 1137, por la se a la vez ambas. Tendremos así la zona vía matrimonial, se unen para siempre. central, que cuwieuza cou la monarquía Luego, constituidos asi estos dos grandes asturiana, constituida dcspucs en monar bloques, Caslilla-Leóu y Aragón-Cataquía leonesa, de la que se separa Castilla luña, realizarán realizarán paralelamente 6U 6U obra de en el siglo X, para formar primero un reconquista con momentos de paz y gue condado independiente, elevado después rra entre ellos, hasta los últimos años del a reino. Un nuevo núcleo, Portugal, Be siglo XV, en que, con la boda de Fernan separa en el siglo XII, para constituir un do e Isabel, se realizará la unidad en la contrapeso en el oeste de la península. forma de una monarquía dual, que repre La unidad en la meseta se constituirá, senta la pervivencia de las formas institu pues, a base Je Leóu y Castilla, que pre cionales propias de cada uno de los viamente han absorbido a Galicia y las reinos. sonas limítrofes de su base geográfica. Veamos Veam os ahora las circunstancias circunstancias escue Esta unidad, lograda a mediados del si tas de estos distintos momentos. El uaciglo XIII, forma una de las dos colum miento de Castilla tiene lugar, en líneas nas sobre las que 6e montará el arco de generales, en el 6Íglo X, sin descender a finitivo de la unidad, a fines del siglo XV. pormenores de matices y fechas. F.n el si En el otro lado, encontramos un des glo siguiente, en 1029, Sancho el Mayor arrollo paralelo cuyos factores factores son: son : Ara incorpora Castilla por matrimonio con gón y Cataluña, que forman la otra co doña Mayor, hermana del último conde. lumna del arco. En el centro queda Na A su muerte, com co m o ya hemos hemo s dich di cho, o, el varra, que si un día estuvo a punto de antiguo condado es elevado a reino de lograr la unidad siendo ella el eje, des Castilla en la persona de su hijo Fernan pués ee anquilosa para vivir su vida pro do I. Este rey incorpora León a la muerte pia y ser incorporada manu militari a co de Bermudo III, con cuya hermana, San mienzos del siglo XVI. Al igual que en la cha, estaba casado. Pero esta gran monar zona central, aquí los otros pequeños te quía vuelve a deshacerse, momentánea rritorios iniciales de la Reconquista, co mente, a la muerte de Fernando, origi mo Sobrarbe, Ribagorza, Pallás, etc., se nándose un período de luchas intestinas sumieron pronto en las grandes monar entre sus hijos, que se resuelven con el quías. triunfo de Alfonso VI, rey de Castilla y En una línea resumidísima, las etapas León. Tras él surge otra vez la posibili de esle proceso son las eiguientes: la mo dad de la unidad, con el matrimonio de Alf onso I el Batallador, de León, León , y doña narquía astur-leonesa, como centro ori Alfonso ginario del que se desgaja Castilla, y más Urraca, hija de Alfonso VI y reina de tarde Portugal; un período de unidad de Castilla. Mas este enlace se convirtió en León y Castilla, para separarse de nuevo un semillero de discordias y choques per en 1157 hasta su unión definitiva en 1230 sonales entre los cónyuges, haciendo in con Femando III el Santo. En el siglo XI, útil esta posibilidad. Tras el reinado de el gran momento de Navarra, representa Alfonso Alfo nso V II de Castilla Castilla y León, Leó n, una una vez do por el reinado de Sancho 111 el Ma más se separan ambos reinos para sub yor (1100 a 1135), que incorpora a su sistir así bajo el gobierno de reyes proreino patrimonial Navarra, las tierras p i o s —Fernando —Fernando II, Alfonso Alfonso IX, IX , en
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actos de mayor sensatez política de la León, y Sancho, Alfonso VIII y Enri Edad M edia ed ia:: el Compromiso Compromis o de Caspe Caspe que I, en Castilla—, llanta que, en la per (1412). Vacante el trono de Aragón por sona de Fernando 111, se unen definitiva la muerte sin sucesión de Martín 1, en mente (1230). Por el lado oriental, después He la cumplimiento del testamento de este rey, se unen en Catpe compromisarios de Ara fragmentación de la monarquía de San gón, Cataluña y Valencia, y eligen por cho el Mayor, viven independientes Na rey al infante castellano don Fernando de varra y Aragón hasta 1076 en que los na Antequera, tío de Juan Juan II de Castilla. Castilla. Sua varros, asesinado su rey, se incorporan hijos, los infante* de Aragón, interven voluntariamente a Aragón, permanecien drán insistentemente en los asuntos de do así hasta 1134, a la muerte de Alíou- Castilla, marcando de este modo su ten so I el Batallador. Después, Navarra con dencia, que culminará con la llegada al tinuará independientemente su historia trono de Aragón de uno de ellos, Juan II, hasta 1512. verdadero artífice de la unidad, a través Aragón y Cataluñ Cataluñaa dieron un paso tras tras del matrimonio de su hijo Fernando con cendental en este camino el año 1137, con la princesa Isabel de Castilla. De esta el matrimonio de Ramón Berenguer IV forma, penosamente, en lucha con la geo con Petronila, hija de Ramiro II, rey de grafía y con el temperamento español, Aragón. Unidos así, así, realizarán realizarán una una gran gran culminaba el proceso de unidad territorial obra de reconquiste y de expansión por —quedando intactas las esencias genuinas el Mediterráneo, sin perder ambas zonas y tradicionales de cada reino— a la vez sus características propias. casi que terminaba el argumento central la Edad Media española español a : la lucha con En el siglo XV va a fraguar esta unidad de la tra los musulmanes. En 1479 muere territorial, aparte de la tendencia geo Juan H, con lo que quedan reyes de Cas gráfico natural y de los ideales subsisten tes a lo largo de la Edad Media, por la tilla y Aragón Fernando e Isahel. Pocos obra de una dinastía, los Trastamaras, con años después, en enero de 1492, las tro una enorme vocación unificado». Reyes pas de los Reyes Católicos entran en Gra de Castilla, una de sus ramas subirá al nada. Diríase la llegada a una cita histó trono de Aragón en virtud de uno de los rica con precisión casi matemática.
INDICE PÁcs.
I. O. III. IV . V. V . VI. V I.
Comienzos de la Reconquista Reconquista j repoblación repoblac ión ... ... ........ Cortas-pueblan y fueros ... Las grandes batallas de la Reconqui Rec onquista. sta. La conquista de las las grandes grandes ciudades El siglo X I II. II . Plenitnd de la R econ ec on quista ........ VII V II.. Expansión catalan catalanoara oaragone goneaa aa p or el Me diterráneo .......................................... ............................................. ... VIH V IH..
IX. IX .
Los Los reinos reinos de León y Castilla durante la Reconquista ....................................
Navarra, Navarra, Aragón Arag ón y Cataluña Cataluña durante la Reconquista Reconqu ista .......................................... X. X . Proce Pr oceso so de unión uni ón territorial territ orial dorant dor antee la Reconquista ... ...................... .............
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TITULOS
N.° N.° N.« N.° N.° N.° N.° N.° N.® N.®
PUBLICADOS
1.—Vista,
suerte y al loro. 2.—Fiestas y ferias feria s de España. España. 3.—Artesanía. 4.—Los .—Los territorios territorio s españoles del Golf Go lfoo de Guinea. S.—ES .—ES cruc cr ucer eroo «Balear «Baleares*. es*. y Albénlz. e.—Pal .—Palla la.,., arañ ar añad ados os y 7.—Conqui .—Conquista sta por el terror, 8.—España en los altares. 9.—La gesta del Auto de los Leones. 10.—E 10.—EIx Ix combat ba tient en tes. es .
N.® 11.—La batalla de Teruel,
N.® 12.—Vida y obra obr a d e Menéndez Men éndez y Ptl P tlayo ayo.. N.® 13 13.—Resid .—Res idenc encia iass d e verano. verano . N.° 14.—Españoles esclavos en Rusia. N.® 15.—La 15.—La bata ba tall llaa del Ebro. Ebro. N.® 1«.—cuma, 1«.—cum a, suelo suel o y agricultura. agricu ltura. N.® 17.— 17.—El Elim imin inad ad ns.
N.® N.° N.® N.° H.* N.°
18 18.—La batal bat alla la de d e Brúñete Brúñete.. 19.—La Industrializa Industri alización ción de Espafia. 20.—La casa cas a tradici tra diciona onall en Españ Esp añaa 21.—E 21.—Eaa gene general ral Y agüe. 22.- -Museos. -Museos. 23.—Oviedo, ciudad ciu dad laureada.
N.® 24.—Frente dea Sur.
M.° 25.—División Azul.
N.o 26.—Dono 26.—Donoso so Cortés (2.» edición} edic ión}.. S.* 27.—Regeneración del preso. N.® 28.—La «semana trágica» de Barcelona. N.® 29 29.—Calvo .—Cal vo Sotedo (2.» (2. » edic edició ión) n).. N.° 30.—Bordados y encajes enca jes (2.* (2.* edición). N.° 31.—Seis poetas poeta s contemporán cont emporáneos. eos. N* 32.—El general Mola (2.» edición). N.® 33.—Mapa gastronómico. N.° 34.—Orellana, descubridor del Amazo nas. N.o 35.—«Yo. .—«Y o. el vina* (2 » edició edi ción). n). S.° 36. —E l t e a t r o . N.® 37.—Víctor Pradera (2.» «lición). N.® 38.—E 38.—ES S Alcáz Alcázar ar no no se rin r inde de (2.» edic ed ició ión) n).. M.» 39.—Onésimo Redondo (2.» edición).
X.® X.® 40.—C 0.—Ciud iudade adess de lana la na (2.® (2.® edición). edició n).
N.® 41.—Nuestro paisaje (2.® edición). N.® 42.—Fray Junípero Serra. S.® 43.—Pedro de Valdivia. N.® 44.—Andalucía. N.® 45.—Marruecos. N.® 46 46.—Agricul .—Agri cultur turaa y Comercio Com ercio.. N.“ 47.—Escritores asesinados por los rolos. N.® 48.—B 48.—Balea aleares res (2.* edici edi ción ón).). N.® 49 49.—El comun com unism ismoo en e n España. España . N.® 60 6 0. — L u c h a s i n te te r n a s e n l a Z o m a R o j a . N.® 51.—Navarra.
N.® 62—Cataluña (2.» edición).
N.o 53.—La Marina Mercante. N.° 64.—Las «checas». N.® 55.—ES mar y la pesca. N." 66.—Rosales. N.® 67.—Hernán Cortés. N.° 58.—Españoles en Argelia. N.® 59.—Galicia y Asturias. N.° 60.—Leyes fundamentales del Reino. (Tercera edición.) >í.® 61.—Medicina del Trabajo Trab ajo (2.» (2.» edición). N.® 62.—ES cante andaluz (2> edición). N.® 63.—Las Reales Academias. N.® 64.—Jaca C2.» edición). N.® 65.—José Antonio (2.® edición). N.® 66. 66.—La —La Navidad Navi dad en España Espa ña <2.®edi .® edici ción ón).). N.® 67.—Can 67.—Canar aria iass (2.® (2.® edic ed ició ión) n).. N.® 68.—ES bulo de los caramelos envene nados (2.® edición). N.o 69.—Putas y caminos. N ® 70.—Un año turbio. N.® 71.—Historia de la segunda República. N.® 72.—Portuny. N.® 73.—Eli Santuario de Santa Maria de la Cabeza <2 <2.® edición). N.® 74.—Mujeres de Espafia. N.« 75.—Valla .—Vallado’ do’Id Id (la ciudad ciud ad más román romá n tica de España). N.® 76.—La Guinea Española. N.® 77.—El general Varela. N.° 79.—Lucha contra el paro. N.® 79.—Soria. N.® 80—El aceite. N.® 81.—Eduardo de Hinojosa. N.® 82.—El Consejo Superior de Investigar clones Científicas. N.« 83.—El marqués de Comillas. N.® 84.—Pizarra. N.® 85.—Héroes españoles en Rusia. N.° 88.—Jiménez de Quesada. N.® 87.—Extremadura. N.® 88.—De la República al comunismo. (I y II cuadernos.) N.® 89.—De 89.—De CastUbianco anc o a Casas Vieja Viejas. s. N.® 90.—Raimundo Lullo.
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Es
H.“ 09.—Gre 09.—Gremio mio»» artesanos. N.° 100.—La Milicia Universitaria. N.® 101.—Universidades gloriosas. N.“ loa.—Proyección cultural de Espolia. N.# 103.—Valencia. N.® 104.—Cuatro deportes. N.« 105 105.—Forma .—F ormación ción profesi prof esional. onal. N.° 106.—EQ Seguro Seg uro de Enfermed Enf ermedad. ad. N.® 10".—Refranero español. N.® 108.—Ramiro de Maeztu. N.° 109.—Pintores españoles. N.” lio.—Primera guerra carlista. N.® 111.—Secunda guerra carlista. N.o 112.—Avicultura y Cunicultura. N.° 113,—Escultores españoles. N.° 114.—Levante. N.° 115.—Generales .—Gener ales carlist ca rlistas as (D. N.» 118.—Castilla la Vieja. N.® 117.— 117.—Un Un
N.« 185.—Rul2 de Alda N.° 166.—Playas y puertos. N ® 167.—Bé .—Béja jarr y sus paños. N.® 168—Pintores 168—Pinto res espa e spañoles ñoles (II). (II ). N.® 169.—García Morente. N.® 170.—La Rloju. N.® 171.—La dinastía carlista. N.° 172.—Tapicería española. N.® 173.—Glorías de la Policía. N.® 174.—Palacios y jardines. N.® 175.—VlUamarttn, N.® 178.—Hl toro bravo. N.° 177.—Lugares colombinos. N.® 178.—Córdoba. N.° 170.—Periodismo. N.° 180.—Pizarras bituminosas. N.« 181.—Don Juan de Austria. N.<¡ 182.—Aeropuertos. N.° 183.—Alonso Cano. N.° 184.—La Mancha. N.o 185.—Pedro de Alvaratío. N.° 186.—Calatañazor. N.° 187.—Las Cortes tradicionales. N » 188—Consulado del Mar. N.® 189.—La novela española en la postgue rra. N.° 190.—Talavera de la Reina Rein a y su co marca. N.° 191.—Pensadores tradiclonallstas. N.° 192.—Soldados españoles. N.° 193.—Fray Luis de León. N.a 194.—La .—La Españ España, a, del XIX X IX , vista por po r ' o j extranjeros. N.» 195.—VUdés Leal. N.® 196.—Las cinco villas de Navarra. N.® 197.—El moro vizcaíno. N.» 198.—Canciones infantiles. N.® 199.—Alabarderos. N.® 200.—Numancla y su Museo. N.» 201.—La Enseñanza Primarla. N.® 202.—Artillería y artilleros. N.® 203.—Mu 203.—Muje jere ress Ilustres. Ilustres. N.® 204.—Hierros y rejerías. N.® 205.—Museo Histórico de Pamplona. N.® 206.—Españoles en él Atlántico Norte. N.® 207.—Los guanches y Castilla. N.® 208.—La Mística. N.® 209.—La comarca del Cebrero. N.® 210.—Femando III el Santo. N.® 211.—Leyendas de ’.a vieja España. N.® 212.—ia valle de Roncal. N.® 213.—Conquistadores españoles en Batados Unidos N.° 214.—Mercados y ferias. N.® 215.—Revistas culturales de postguerra. N.® 216.—Biografía del Estrecho. N.® 217.—Apicultura. N,® 218.—España y él mar. N.® 219.—La minería en España. N.® 220 220.—P .—Puer uerta tass y mura mura lilis. N.® 221.—El cardenal Benlloch. N.® 222.—El paisaje pais aje español esp añol en la l a pintu pint u ra (I). N.° N.° 223.—El .—El p a ta je español en la pintu ra (II). N.® 924.—El Indio, en el régimen español. N> 225.—Las Leyes de Indias. N.o 226.—El duque de Gandía.
N • 227—ra tabaco. N.® 228.—Generales carlistas (ED. N.» 229.— Un día de larcn. N.« 230.—Carlos V y al Mediterráneo N.o 231.—Toledo. N.» 232.—Lope, Tirso y Calderón. N.» 233.—T« Armada Invencible. N.o 234.—Riegos del Guadalquivir. N.» 233.—La cleacla hispanoárabe, N.« 236.—Tribunales de Justicia. N.“ 237.—La guerra de la Independencia. N * 238.—(Plan jaén». N.» 23S.—Las fallas. N.a 240.—La caza en Espafia. N.* 241.—Jovell&nos. N.« 242.—«Plan Badajozi. N.* 243.—La Enseñanza Media N.» 244.—(Plan Cáceres».
N.° 245.—El valle de Salazar. N." 248.—San Francisco el Orande. N.*> 247.—Masa 247.—Masass cora' cora',es ,es N.” 248.—Isla de Fernando Peo. N.o 249. 249.—Leo —Leona nardo rdo Alenza. Alenz a. N.° 250.—Vaquclros de Aleada. N.o 251.—Iradler. N.o 252.—El teatro romántico. N." 263.—Biografía del Ebro. N.» 254.—Zamora. N.° 255.—La Reconquista. APARECERA APARECERAN N PROXIMAMENTE Gayarre. La Heráldica. Sevilla. La primera guerra dvlL