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Introducción: >La importancia de la Catequesis en la Iglesia < La catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: “ consigna: “hacer hacer discípulos a todas las pueblos” pueblos” (Mt. 28,19), enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado. Él les confiaba de este modo la misión y el poder de anunciar a los hombres lo que ellos mismos habían oído, visto con sus ojos, contemplado contemplado y palpado con sus manos, acerca del Verbo de vida. Al mismo tiempo les confiaba la misión y el poder de explicar con autoridad lo que Él les había enseñado, sus palabras y sus actos, sus signos y sus mandamientos. mandamientos. Y les daba el Espíritu para cumplir esta misión. < Muy pronto se llamó catequesis al a l conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fi n de que, mediante la fe, ellos tengan la vida vi da en su nombre, para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo >
La catequesis ha sido siempre para la Iglesia un deber sagrado y un derecho imprescriptible. Por una parte, es sin duda un deber que tiene su origen en un u n mandato del Señor e incumbe sobre todo a los que en la Nueva Alianza reciben la llamada al ministerio de Pastores. Por otra parte, puede hablarse igualmente de derecho: desde el punto de vista teológico, todo bautizado por el hecho mismo de su bautismo, tiene el derecho de recibir de la Iglesia una enseñanza y una formación que le permitan iniciar una vida verdaderamente cristiana; en la l a perspectiva de los derechos del hombre, toda persona humana tiene derecho a buscar la verdad religiosa y de adherirse plenamente a ella. Finalmente la catequesis tiene necesidad de renovarse continuamente en un cierto alargamiento de su concepto mismo, en sus métodos, en la búsqueda de un lenguaje adaptado, en el empleo de nuevos medios de transmisión del mensaje. Esta renovación no siempre tiene igual valor, junto a un progreso innegable en la vitalidad de la actividad catequética y a iniciativas prometedoras, las limitaciones o incluso las «deficiencias» de lo que se ha realizado hasta el presente. Estos límites son particularmente graves cuando ponen en peligro la integridad del contenido. El «Mensaje «Mensaje al pueblo de Dios» subrayó justamente que, para la catequesis, «la repetición rutinaria, que se opone a todo cambio, por una parte, y la improvisación irreflexiva que afronta con ligereza los problemas, por la otra, son igualmente peligrosas». La repetición rutinaria lleva al estancamiento, al letargo y, en definitiva, a la parálisis. La improvisación irreflexiva engendra desconcierto en los catequizados y en sus padres, cuando se trata de los niños, causa desviaciones de todo tipo, rupturas y finalmente la ruina total de la unidad. Es necesario que la Iglesia dé prueba hoy — hoy —come come supo hacerlo en otras épocas de su historia — historia — de de sabiduría, de valentía y de fidelidad evangélicas, buscando y abriendo caminos y perspectivas nuevas para la enseñanza catequética.
E.A - CATECHESI TRADENDAE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II “MARANATHA” CURSO DE FORMACIÓN CRISTIANA Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
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< 1 > FORMACIÓN DEL CATEQUISTA
Si observamos a nuestro alrededor la cantidad de personas que dudan, que se preguntan sobre el sentido de Dios, de la Iglesia, de su vida, nos daremos cuenta que para responder a éstas y otras preguntas es necesario estar mejor preparado. El aconsejar al que lo necesite es una obra de misericordia espiritual, implica dar el consejo recto, usar las palabras correctas y guiar hacia Dios a la persona. Para esto, es necesario estudiar, leer, vivir la Palabra de Dios; ya no es posible dar respuesta a esta necesidad en la Iglesia sólo con el curso que tomaste hace años o con la plática que se te da antes de tu clase, es necesario que como catequista decidas ser protagonista en la misión de la Iglesia, o ¿Qué harás cuando alguien te pregunte sobre un tema que no preparaste o estudiaste antes de la clase? ¿O de la confusión que se crea al no estar seguro de lo que se dice? La respuesta es formarte apostólica y pastoralmente para saber dar razón de tu Esperanza y nunca desfallecer en ella.
Importancia de la formación de los catequistas
El catequista debe estar consciente que cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo catequísticos no son eficaces si no se utilizan por catequistas bien formados. Dado el papel de “educadores en la fe” que tienen, deben motivarse fuertemente a ser, al mismo tiempo: maestros, educadores y testigos, ya que la catequesis “cumple, al mismo tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción” (D.G.C; 31). Deberán, en efecto, formar al cristiano en el conocimiento del misterio de Cristo, en la vida evangélica, en la oración y en la liturgia, así como en el compromiso evangelizador.
Finalidad y naturaleza de la formación
La catequesis tiene como centro a Cristo, su finalidad es propiciar la comunión con Jesucristo en el convertido, (Catechesi Tradendae, 5). Lo que ésta persigue no es otra cosa que lograr que el catequista pueda animar eficazmente a la comunidad y lograr que se:
Anuncie a Jesucristo. Dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de la Salvación. Explique su misterio de Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros. Ayude finalmente, al catecúmeno y a la comunidad a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación. “MARANATHA” CURSO DE FORMACIÓN CRISTIANA Parroquia Ntra. Sra. de la Merced
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El hecho de que la formación busque capacitar al catequista para transmitir el Evangelio en nombre de la Iglesia confiere a toda la formación una naturaleza eclesial. La finalidad última de la formación, por tanto, trata de hacer apto al catequista para realizar un acto de comunicación, para ser un transmisor, realizando una entrega. Entonces, la formación de catequistas trata de:
Situar al catequista en la misión evangelizadora de la Iglesia. Capacitarle para poder iniciar en la totalidad de la vida cristiana al hombre de hoy. Con la pedagogía original del Evangelio.
Todo ello dentro de un clima comunitario y de diálogo. Mientras el catequista va madurando como hombre, creyente y educador de la fe.
Criterios inspiradores de la formación
Se trata ante todo de ser catequistas que respondan eficazmente a las necesidades evangelizadoras de este momento histórico con sus valores, sus desafíos y sus sombras. Para responder a él se necesitan catequistas dotados de una fe profunda, de una clara identidad cristiana y eclesial y de una honda sensibilidad social. La Formación tendrá presente, también, el concepto de catequesis que hoy propone la Iglesia. Se trata de hacer que los catequistas puedan impartir no sólo una enseñanza sino una formación cristiana integral, desarrollando tareas de “iniciación, de educación y de enseñanza”. El catequista debe ser, a un tiempo, maestro, educador y testigo. El movimiento catequético que vive la Iglesia invita también, a los catequistas a ser integradores, que sepan superar “obstáculos, diferencias, problemas” y ofrecer una catequesis plena y completa. El catequista debe además estar formado con una espiritualidad de laico, y con un gran estilo y sensibilidad que le permitan desempeñar mejor su ministerio.
Las dimensiones de la formación
La más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación, en efecto, le ha de ayudar a madurar ante todo como persona, como creyente y como apóstol. Después, está lo que el catequista debe saber para desempeñar bien su tarea. Esta dimensión, penetrada de la doble fidelidad al mensaje y a la persona humana, requiere que el catequista conozca bien el mensaje que transmite y, al mismo tiempo, al destinatario que lo recibe y al contexto social en que vive. Finalmente, está la dimensión del saber hacer ya que la catequesis es un acto de comunicación. La formación lleva al catequista a ser un educador del hombre y de la vida del hombre.
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Estas dimensiones son metas que: No se consiguen de una vez, sino a lo largo de toda la vida formativa, se van adquiriendo gradualmente. Se desarrollan con mayor o menor profundidad y extensión según los diferentes niveles de formación. Se complementan y relacionan mutuamente, como guías de ayuda, ya que no son aislados.
Lo que las une, es el hecho de que preparan al catequista para realizar el acto de transmisión del Evangelio que “Íntegro y vivo” (Dei Verbum, 7) se conserva en la Iglesia.
< 2 > EL “SER”
DEL CATEQUISTA
IDENTIDAD DEL CATEQUISTA
< UN CRISTIANO QUE TIENE EXPERIENCIA DE HABERSE ENCONTRADO CON JESUCRISTO > “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” “Encontrarse con los cosas no es verlas externamente y de pasada; es mirarlas en su interior, comprenderlas y dejarlas entrar en nuestra vida; es dejarnos cautivar por su belleza y su bondad; en definitiva, es amarlas y dejar que lo que ellas son enriquezcan el sentido de nuestras vidas.” “Igualmente encontrarse con una persona no es cruzarse con ella en el camino, sino que es conocerla y reconocerla, quedar impresionado por sus valores, sentirse interrogado por su vida: es amarla y desear hacerse amigo de ella” “En el encuentro, lo decisivo, es lo que se experimenta”. >Los encuentros, provocan una vivencias, que finalmente si maduran se convierten en experiencias<
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NOS ENCONTRAMOS CON DIOS A TRAVÉS DE MEDIACIONES
Las mediaciones, son medios, por los que Dios, se comunica, entra en contacto y nos habla. Puede ser: un acontecimiento, un sentimiento interior, un hecho, una circunstancia, su Palabra escrita.
< Nos encontramos con Jesucristo a través de la Palabra de Dios > Un encuentro, se
da entre dos personas, puede ser fortuito, buscado e inesperado. Todo encuentro, nos hace vivir unas vivencias que dejan huella, suscita dentro de nosotros sentimientos, origina muchos cambios interiores y exteriores, que después de un tiempo se convierte en experiencia.
Para profundizar y compartir: Mc 2,1-12; Lc 18, 35-43; 19,1-10.
El catequista: “es un cristiano, llamado por Dios para este servicio. Ha de ejercerlo conforme al modelo que le ofrece Jesús, Maestro. Movido por el Espíritu lleva a cabo su tarea con una espiritualidad peculiar. Desde su vinculación a la Iglesia realiza un acto eclesial que es, al mismo tiempo, un servicio a los hombres, lo que hace estar constantemente abierto a sus gozos y preocupaciones” .
Partiendo de esta definición, decimos que el catequista, es:
- Un llamado por Dios (Mc 2,13-17; Jn. 15,15) Con experiencia de Dios (Flp 3, 7-15; Rom
8,31-39) que por necesidad habla de Dios (Cf. 1ª Cor 9,16-18). - Al servicio de la catequesis (1ª
Cor 12, 4-11. Aunque hay otros servicios o carismas con entusiasmo, contagiando, educando, enseñando (2ª Cor 4,1-6; Hch 18,25) Narrando con pasión la historia de amor de Dios. (Cf. Hch 2,14.22-28) Sin olvidar que lo nuestro es sembrar; no recoger, porque el fruto depende de Dios (1ª Cor 3,6-9). - Al estilo de Jesús (Jn
10,1-16; Lc 24,13-35). Modelo y referencia. Dando la vida por ellos- viviendo lo que enseño- conociéndolos y poniéndome en su lugar- caminando con ellospreocupando de sus problemas y dificultades. - Dejándose llevar por el Espíritu. (Gal 6,16-26) consciente de ser un instrumento débil
(2ª Cor 12,7-10, 1ª 2,1-4) que confía más en la oración y en la gracia de Dios (1ª Tim 2,1-4) que respeta el proceso personal (Mt 13, 31-33).
- En nombre de la Iglesia (Mt 16-20). No va por mi cuenta, ni a título personal, haciendo
comunidad, en grupo.
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“El catequista, de hoy, debe ser, una persona de una fe profunda, de una clara identidad cristiana y eclesial y de una honda sensibilidad social”.
FE PROFUNDA
Es decir: El tener un profundo sentido religioso, una experiencia madura de fe y un fuerte sentido de Dios. Ser capaces de dar testimonio en Dios y de responder a las inquietudes más honda de los catequizados El haber vivido y seguir viviendo un encuentro profundo con Dios, que se traduce en una confianza renovada en Él y en una mayor fidelidad al Evangelio. El mantener el encuentro con Dios con la oración personal y comunitaria. La vivencia frecuente de los sacramentos de la Reconciliación, la Eucaristía. La liturgia de la Iglesia.
CLARA IDENTIDAD CRISTIANA
Es decir: Seguidor de Cristo. Firmes en las verdades esenciales de la fe. Viviendo los valores fundamentales del evangelio (Mt. 5, 1-11. Bienaventuranzas).
CLARA IDENTIDAD ECLESIAL
Es decir:
Que actúa como portador de la Iglesia, transmitiendo la fe que ella cree, celebra y vive. (Cf. EN 60). Sintiéndose enviado por la Iglesia. No actúa por libre, ni a título personal. Viviendo en comunidad con otros hermanos, compartiendo y celebrando su fe. Es una persona que trabaja y crea equipo, porque experiencia comunitaria.
HONDA SENSIBILIDAD MISIONERA
Es decir: Mirando el mundo desde la fe. Atentos e implicados en todo lo que ocurre a su alrededor. Con actitud de servicio.
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Para meditar y profundizar: Mc 4, 1 -20.
Bibliografía 1.
Formación apostólica y pastoral del catequista - La importancia de la formación de los catequistas. CATHOLIC.NET 2. El Ser del Catequista. CATEQUESIS.DIOCESISMALAGA.ES 3. Exhortación Apostólica: CATECHESI TRADENDAE, Juan Pablo II “MARANATHA” CURSO DE FORMACIÓN CRISTIANA Parroquia Ntra. Sra. de la Merced