Miguel Márquez Calle
El riesgo de la confianza "SAL DE TU TIERRA..." (ABRAHAM) Al paso de la oración, debemos reencontrar el hombre o la mujer unificados e integrados que podemos llegar a ser. De mirada única, de presencia entera, de atención centrada. " Aquí estoy" estoy" es el mejor modo de iniciar la oración, con el deseo de que todo yo, toda mi persona persona esté esté allí, allí, en la presencia presencia de Dios. "Aqu "Aquíí estoy estoy ante ti, con todo lo lo que soy, tengo y siento". Con mucha frecuencia no estamos donde estamos, anclados en el pasado o angustiados por el futuro, descentrados por tanta luz intermitente de colores, ajenos a nosotros mismos... Se nos olvida el presente hondo, vivo, real, que es nuestra única verdad. No escuchamos, no vemos, no sentimos lo que pasa ante nosotros, porque vivimos descentrados, al amor de muchas realidades que dispersan la vida. Siempre conviene comenzar a orar reconciliándonos: con nosotros, con Dios, con el entorno. Recuperar la atención interior, tan derramada hacia afuera. Comenzar a amar a Dios es recuperarse a sí mismo. Decir "Aquí estoy" supone que acepto mi debilidad, mi limitación, mi pobreza. Esto es el comienzo de toda sabiduría. "Aquí estoy, desnudo ante ti". Implica confiarse a Él, que nos conoce bien y cuida siempre nuestros caminos. Esta será la actitud de Abraham, la que le hará "nuestro padre en la fe". "Heme aquí", es su respuesta a la llamada de Yahvé (Gn 22, 1). Si confiar en alguien despierta su capacidad creadora, su originalidad, confiar en Dios nos abre al descubrimiento de algo nuevo y sorprendente en Él. Abraham creyó contra toda esperanza. Su fe aparece como insensata desde fuera: ¿por qué salir de su tierra?, ¿por qué interceder por un pueblo despreciable?, ¿por qué sacrificar a su único hijo? La confianza de Abraham sólo se entiende desde la clave del amor. Su confianza habla de algo misterioso sucedido entre él y Yahvé. Toda la historia de Abraham se entiende desde la fascinación que este misterioso Dios ejerció sobre él. Recordamos tres actitudes en el vivir y obrar de Abraham: - Salir - Confiar en la noche - Interceder
SALIR "Sal de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré... Marchó, Marchó, pues, pues, Abram, Abram, como como se lo había había dicho dicho Yahvé" Yahvé" (Gn (Gn 12, 1. 4a). Nómada, Nómada, peregrino peregrino,, errante... errante... busca buscando ndo la patria, patria, el hogar hogar prometido prometido por Dios, Dios, Abram Abram sale de su casa y se pone en camino hacia un lugar desconocido, fiado en Dios. El orante, el creyente ha de ser, por definición, un buscador, un peregrino. ORAR es, ante todo, buscar la voluntad de Dios sobre la propia vida. La fe es una aventura, una peregrinació peregrinación, n, un riesgo. riesgo. La oración de Abraham no es de palabras, sino de gestos y acciones en las que demuestra su fe. Su valor está en lo desconocido de Dios. Desconoce a Dios, al que denomina "El Shaddai", Dios de las montañas. Se convierte en descubridor de Dios por su fe. Estaba solo. La historia de la fe en Yahvé comienza prácticamente con él. Dios es para él terreno no desbrozado, no andado y, por eso mismo, su vida se convierte también en algo insospechado, arriesgado. Todo el futuro de Abraham pende de un acto absoluto de fe. La fecundidad de su vida y de su posteridad arrancan de su fe y se asientan en la promesa y fidelidad de Dios. La fe cambia toda su vida y consiste en poner toda su historia en manos de Dios. Cuando la fe es dar a Dios lo que sobra, algo superfluo, unas migajas de obligado cumplimiento, cuando la vida está a salvo y Dios se mantiene en la raya fronteriza que le hemos marcado, cuando Dios es un recurso de emergencia y la fe no roza la vida, no cambia la vida, no cuesta vida, esa fe no nos llevará, como a Abraham, a descubrir el rostro fascinante de Dios, a comer amigablemente con la Trinidad. Abraham nos enseña que tener fe es atreverse a salir fiados sólo en Él. No es conocer o recitar verdades, sino jugarse la vida por aquél o aquellos a quienes se ama, fe es una manera de vivir, un estilo de estar en la vida. Y crece cuando en los momentos cruciales nos atrevemos a SALIR de nuestra tierra, de la casa paterna, esto es, de nuestras seguridades paralizantes, para anclarnos en la única seguridad que será capaz de llevarnos a alta mar, la de los pobres de Yahvé que sólo esperan en Él la salud y la plenitud. Salir es responder a la llamada de Dios. La iniciativa la tiene Él. Salimos no caprichosamente, sino tocados por Él. Ponerse en camino es ir al paso de Dios. Y Dios llama siempre enamorando la vida. Salir obliga a soltar lastre, a desembarazar lo que ata, a dejar lo superfluo. El nómada no puede puede llevar llevar muchas muchas cosas cosas,, sólo se es es peregrino peregrino del del Absoluto, Absoluto, ligero ligero de equipaje. equipaje. Al abandonar nuestros nidos de seguridad y echar a volar lo hacemos fiados en su Palabra: "No temas, yo estaré contigo". Su fidelidad y su promesa son la única seguridad. Santa Teresa decía que "oración y regalo no se compadecen"; añadimos que oración y pereza, pereza, oración oración y asenta asentamient mientoo no se se sufren. sufren. Orar Orar supone supone estar estar abierto abierto a Dios hasta hasta el el punto de poder poder cambiar, cambiar, no sólo sólo de sitio, sino sino de actitud, actitud, de ideas, ideas, de costum costumbres bres... ...
En otro momento (Gn 22), Yahvé pide a Abraham el sacrificio de su único hijo; y vuelve a demostrar una fe absoluta, poniendo en manos de Dios lo más amado para él. El mismo Dios que le ha prometido una descendencia como las estrellas del cielo, le pide ahora la vida del que puede hacer realidad esa promesa, su único hijo. Ante esta actitud ("levantóse ("levantóse de madrugada... se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios " -Gn 22, 3-, se dispuso a ejecutar la orden de Dios, pero, El mismo se lo impide...). El Ángel de Yahvé se deshace en bendiciones; parece que la fe de Abraham hubiera tocado lo más hondo del corazón de Dios; la confianza en Él lo vence. Sin entrar en un comentario amplio de este relato, se nos muestra que el SALIR del capítulo 12 ("Sal de tu tierra...'), no se refiere sólo a una acción puntual, sino a una actitud vital. La fe no vive de rentas, hay que salir constantemente al encuentro de Dios, eso es amor. La leña de ayer, los gestos y detalles de ayer no mantendrán el fuego de mañana. La vida de Abraham fue salir al encuentro de su Amigo, el Dios de las montañas, de Él se fió hasta la locura y la insensatez, movido por amor. Cada vez que Dios le había buscado, allí estaba Abraham abierto a la escucha, dispuesto siempre a obedecer y a caminar en la presencia presencia de su Dios Dios con con absoluta absoluta integrid integridad. ad.
CONFIAR EN LA NOCHE La confianza ilumina siempre el incierto camino de Abraham hacia la nueva tierra. Esta confianza, la fe "contra toda esperanza", pasa por la prueba más fuerte cuando se hace la tiniebla. "Cuando estaba el sol ya para ponerse cayó un sopor sobre Abraham, y fue presa de un gran terror terror y le envolvió envolvió densa densa tiniebla tiniebla"" (Gn 15, 12). El sopor, el terror y la tiniebla dibujan la noche de Abraham, es otro momento clave en la vida del creyente. El orante habrá de aprender a " esperar en desnudez y vacío la llegada de su Bien" Bien " (San Juan de la Cruz). Este momento es inevitable, es la gran tentación de los orantes, muchos aún no curtidos en la contradicción. Dios desconcierta la vida, y nos despoja de lo accidental de nuestra fe. como sube sube hasta hasta vuestra vuestrass copas copas y acaric acaricia ia vuestras vuestras más frágiles frágiles ramas ramas que que tiemblan tiemblan " Así como al sol, también penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra. Como gavillas de trigo os aprieta contra su corazón. Os apalea para desnudaros. Os trilla para liberaros de vuestra paja. Os muele hasta dejaros blancos. Os amasa hasta dejaros livianos; y luego, os mete en su fuego sagrado, y os transforma en pan místico para el el banquete banquete divino. divino. Todas Todas estas estas cosas cosas hará hará el amor amor por por vosotros vosotros para para que podá podáis is conocer los secretos de vuestro corazón, y con este conocimiento os convirtáis en el pan místico del banquete divino" divino " (J. GIBRAN) Tras sufrir la noche, Dios puede sellar su pacto con Abraham: " Aque " Aquell día firmó firmó Yahvé Yahvé una alianza con Abraham... ", por la cual daba la tierra a su descendencia.
INTERCEDER
Interceder es una forma de orar muy bella, por la que alguien se planta ante Dios con humildad para suplicarle en favor de otro. En este caso, Abraham intercede por Sodoma y Gomorra, aduciendo que no es justo que mueran los justos por pecadores. Interceder es arriesgarse a ser rechazado, es ir ante Dios en nombre de otro que, en este caso, ha caído en desgracia culpablemente. Abraham, desinteresadamente -no pide nada para sí- mantiene mantiene con Dios Dios un diálogo diálogo en favor favor de de esos esos pueblos, pueblos, diálogo diálogo familiar, familiar, confiado, muy "humano", en el que Dios va cediendo gustosamente a las sugerencias de su amigo. Hay en Abraham una actitud que le hace digno de dialogar así con Dios: su humildad, la verdadera puerta para abrir el corazón de Dios (Gn 18,27). Así como la arrogancia nos hace incapaces de Él. No se trata de cambiar cambiar la opinión opinión de Dios, Dios, sino sino de gritar para para que que se haga lo que, que, en verdad, Él quiere: que el pueblo se salve. Para ello reclama nuestra fidelidad y colaboración. Dios busca intercesores; se complace en aquellos que claman en favor de otros contra la injusticia, el dolor, la oscuridad, el pecado... para que sean liberados. Dios quiere que intercedamos porque ama a su pueblo. En Jeremías se afirma que un solo justo habría bastado (Jer 5, 1), y en Ezequiel Dios se queja de que no hay quien interceda: " He " He buscad buscadoo entre ellos alguno que constru construyera yera un muro y se mantuviera de pie en la brecha ante mí, para proteger la tierra e impedir que yo la destruyera, destruyera, y no he he encontra encontrado do a nadie" nadie " (Ez 22, 30). Se intercede porque se ama. El que desprecia al otro no intercede por él. Hoy hacen falta intercesores, y no tanto acusicas. Hay que renovar la fe en el ser humano. La intercesión es muestra de madurez, porque logra separarse del ámbito puramente egocéntrico. Es una oración limpia la que nos brinda Abraham en este episodio. Se intercede plenamente desde dentro del pecador, desde dentro del mal, la oscuridad y el vacío que viven los hombres, no como quien se sabe a salvo, libre, con las manos limpias, sino desde el NOSOTROS Sólo así la oración de intercesión es un grito, un clamor sincero, y no una fórmula bella. Éstos son algunos de los rasgos de la oración y actitud de Abraham, nuestro padre en la fe. Él nos obtenga de Dios una fe ardiente y viva, capaz de testimoniar esperanza; una amistad que crezca en confianza atrevida; para poder ver su rostro.
"HE OÍDO EL CLAMOR DE MI PUEBLO" (MOISÉS) Hacía tiempo que Moisés había huido de Egipto. Era pastor del rebaño de su suegro Jetró. "Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios. El ángel ángel de Yahvé Yahvé se le apareció apareció en forma de de llama llama de fuego en medio medio de de una zarza" zarza" (Ex 3, 1-2). Sólo con estos elementos que nos aporta el comienzo del riquísimo capítulo tercero del libro del Éxodo se podría hacer un comentario evocador: Moisés ha huido de Egipto, lugar donde Israel vive esclavo. Va más allá del desierto; Dios siempre se esconde tras el desierto, tras la desnudez y la ausencia de autosuficiencia. Llega a la montaña, símbolo de la presencia y del encuentro con Dios. Allí se le descubre, antes que el Nombre, un símbolo vivo de Dios: una zarza que arde sin consumirse; zarza que impone distancia, respeto y fuego que fascina, atrae, sobrecoge y no se deja asir. Huida, desierto, montaña, zarza ardiente... Nos regala siempre el texto bíblico una profundidad profundidad y capacida capacidadd de evoca evocación ción en en sus símbolos símbolos viva viva a miles miles de años de distancia distancia.. Este capítulo tercero del libro del Éxodo y toda la historia de intimidad entre Yahvé y Moisés sigue teniendo hoy un encanto especial para el que está tocado de Dios, un encanto que se esconde más allá del relato bíblico escrito. Veamos los elementos más característicos de la oración de Moisés: Adoración e Intercesión.
ADORACIÓN Resulta llamativo y sobrecogedor que Dios se haya dejado percibir de una manera tan hermosa, sorprendente e incontrolable por Moisés, gratuitamente, sin méritos de su parte. La zarza ardiente matiza y relativiza nuestro lenguaje sobre Dios y lo traslada a lo poético -simbólico, que respeta más la intuición propia de la fe. Este mismo símbolo indica al hombre una actitud de respeto profundo. Dios no puede ser fotografiado: el fuego es calor y distancia, atracción y respeto, es vivo, dinámico, alegre e indefinible, es bello e inapresable. Dios dice a Moisés: "No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estas es tierra sagrada" (Ex 3, 5). Esta es una de las actitudes más bellas del orante, descalzarse de todo poder, privilegio, autosuficiencia, dominio; desnudarse de toda insensibilidad e impermeabilización. El que se descalza se hace sensible al lenguaje de la tierra, siente el palpitar de la tierra, se hace próximo al barro del cual procede y comprende su limitación y su verdadera grandeza. Esta es la humildad en sentido
etimológico y teresiano. Comenzaremos, pues, nuestra oración como Moisés diciendo "heme aquí" (Ex aquí" (Ex 3, 4). Dios mismo indica a Moisés la puerta para entrar en una verdadera actitud de adoración: no acercarse irrespetuosamente, y descalzarse. Respetar la grandeza de Dios y desenterrar constantemente la sencillez, la sensibilidad y la capacidad de asombro. Estas dos actitudes hacen posible la adoración. Moisés se convertirá, a partir de aquí, en el adorador del misterio de Dios. En él se aunarán una intimidad, amistad y cercanía con Dios entrañables, junto al sobrecogimiento y adoración más respetuosos. "Yahvé hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo" (Ex amigo" (Ex 33, 7-11). Uno de los pasajes culminantes de la vida de Moisés y de todo el Antiguo Testamento es la revelación del nombre de Dios. Esta revelación no constituye el final de un proceso de soy" o "Yo seré quien seré" . De búsqueda, búsqueda, sino sino el principio principio de una misión. misión. "Yo soy el que soy" o modo que el ser de Dios se define en su ser y actuar ahora y hacia el futuro. Queda expresado en aquellas palabras: "Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado el clamor que le arrancan sus capataces; pues yo conozco sus sufrimientos. He bajado bajado para para librarle.. librarle..." ." (Ex (Ex 3, 7-8). En el diálogo con Yahvé descubre Moisés su querer. Orar es abrirse a Dios que se manifiesta en este momento de la historia como liberación del pecado y de toda opresión, orar es dejar que Dios pronuncie su Nombre sobre nosotros, es dejarse mirar por Él y acoger en esa mirada nuestro propio nombre, nuestra misión. Adorar, por tanto, nunca será una actitud pasiva, sino la más dinamizadora de las actitudes. Adorar es dejar que Dios nos contagie sus sentimientos, su prisa por liberar, su querer. Él nos lanza a la misión enamorándonos de ella y de Él. "Una sed de Dios se apoderó de Moisés: en medio de sus trabajos (...) Moisés está perpetuamente entregado a la búsqueda del rostro de Dios, del Dios en el que ha hallado gracia y que le conoce por su nombre" nombre" 1 Los cristianos, enfrascados en el ajetreo cotidiano, tenemos poco tiempo y disposición para pode poderr adorar, adorar, tendremos tendremos que replant replantear ear con con valor valor y coraje coraje los los elementos elementos que a Moisés le acercaron al misterio gratuito de la zarza ardiente: huida ( "me hice perdidiza y fui ganada" ganada" dirá dirá San Juan de la Cruz; ¿somos imprescindibles?); desierto (que nuestras seguridades sean puestas en crisis); montaña (escalar decididamente al encuentro con Dios, confiados sólo en Él); zarza ardiente (por más que comprendamos de Él, siempre lo tenemos todo por descubrir, sólo cabe adorar, nunca querer dominar el misterio). Indudablemente este programa requerirá de nuestra parte, si no queremos caer en piadosas reflexiones y buenas intenciones, tiempos y espacios concretos de dedicación. Sólo orando se aprende a orar, sólo descalzándose se hace uno sensible...
INTERCESIÓN
La adoración convierte a Moisés en siervo de Dios y de sus hermanos. La adoración se traduce en servicio y disponibilidad. Conoce a Dios y se le hace patente la necesidad que tienen sus hermanos. Participa del sentimiento de Dios al escuchar el clamor de su pueblo y dolerse de su sufrimiento. Dios bajará a librarlos en la persona de Moisés. Todo el que de verdad se encuentra con Dios no puede dejar de oír el clamor del pueblo hoy. Es un dato para discernir nuestra oración. El que llegue a adorar de verdad será el mejor capacitado para ser libre y liberar, porque participa de Dios en su voluntad de seguir salvando lo débil y caído. "Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto" (Ex Egipto" (Ex 3, 10). Dios le dinamiza, le empuja a la liberación de los suyos, superando sus complejos y aparente incapacidad (tartamudez). Esa incapacidad es la prueba de que Dios es el protagonista y no el profeta. La intercesión cobra el carácter de pregunta cuando se recrudecen las cargas del Faraón contra los israelitas por culpa de Moisés: ¿Por qué, Señor? (Ex 5, 22-23). El profeta se pone también también en el lugar lugar del puebl puebloo cuando cuando no no entiende entiende,, hace de voz voz e interce intercesor sor del pueblo pueblo ante Dios. Estos "por qués" qués" dan a nuestra nuestra oración oración una una tonalidad tonalidad real y sincera. sincera. Hoy hay muchos "por qués" latiendo de forma interrogativa en el corazón de mucha gente sencilla, "por qués" que no hay que disfrazar, esquivar o anular con respuestas prefabricada prefabricadass de teolog teología ía rancia. rancia. La oración oración será será un lugar lugar privileg privilegiado iado para para encara encararr sin miedo preguntas mordientes de difícil respuesta, sin ánimo de solución inmediata. La intercesión de Moisés en favor del pueblo adquiere su expresión más clara en Ex 32, 11-14, con motivo del becerro de oro. "¿Por qué, oh Yahvé ha de encenderse tu ira contra tu pueblo? (...) Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel...". ¡Cómo se diferencia esta oración de la de algunos profetas de calamidades actuales que desearían ver el mundo castigado hace tiempo por la "cólera divina". Tales psicologías religiosas, en muchos casos, evidencian una alarmante falta de verdadero espíritu cristiano: com-pasión, ternura, bondad, intercesión... y se hacen necesitados, ellos sobre todo, de la piedad de Dios que no alcanzarán con sus "obras impecables"! ¿Por qué se hace de Dios tantas veces un justificador de nuestras intransigencias? Una determinada justicia religiosa habría actuado "lógicamente" la destrucción del pueblo, pueblo, pero pero la posición posición de Moisés Moisés como como "dentro "dentro", ", incluido, incluido, no francotirando francotirando a su pueb pueblo, lo, por amor amor a él, él, marca marca la diferenc diferencia ia y, lo lo que es más, más, arranca arranca a Dios la piedad piedad y el el perdón. perdón. Cuando Moisés consigue que se aplaque Yahvé, baja del monte y les habla y reprende sin miramientos, les desenmascara y enfrenta con la verdad. Dios nos hace valientes para expresar la verdad. 1. J. LOEW, En LOEW, En la escuela escuela de los los grandes grandes orantes orantes , Narcea, Madrid, pp. 58-59. volver
"MI DIOS ES YAHVÉ" (ELÍAS) "Elías tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: Vive Yahvé, Dios de Israel a quien sirvo" (1 Re 17,1). Así emerge Elías en el relato del primer libro de los Reyes, después de una serie de capítulos en que el lector queda afectado por la frecuente infidelidad de Israel a Yahvé en la persona de los reyes. Elías surge como defensor del Dios vivo y verdadero. Nos fijarem fijaremos os en la la oración oración de Elías en en el sentido sentido amplio amplio de de su relación relación con con Dios, Dios, centrados en los capítulos 17-19 del primer Libro de los Reyes, que invito al lector a repasar previamente. El nombre en Israel define a la persona. Elías significa "Mi-Dios-es-Yahvé" . Toda misión profética, profética, toda toda vocación vocación y, por ello mismo, mismo, toda oració oración, n, está está marcada marcada por por un ambiente. ambiente. Ese ámbito en que nos ha tocado vivir, las circunstancias que nos rodean matizan y definen nuestra oración. Oramos a Dios según el momento que estamos viviendo y desde lo que somos. Elías siente y sufre en propia carne el difícil momento de Israel y se hace su servidor proféticame proféticamente nte en en un tiempo tiempo en en que no está está de moda -todo lo contraríocontrarío- seguir seguir a Yahvé, Yahvé, sino a Baal. Nos encont encontramos ramos con Elías Elías alreded alrededor or del año año 860 860 antes antes de Cristo, Cristo, en en la conflue confluencia ncia de de los reinados de Morí-Ajab (padre e hijo). Hubo tres años de sequía que Elías interpreta como castigo de Dios. Ajab consolidó el poder de su padre, se alió con el rey de Tiro y firmó tal alianza casándose con su hija Jezabel. El crecimiento económico se basaba en la injusticia y en el olvido de los pobres. Dejó de lado a Yahvé y permitió que Jezabel introdujera el culto a Baal en el templo de Samaria; los profetas compañeros de Elías fueron perseguidos perseguidos y muertos. muertos. Con Con Jezabe Jezabell vinieron vinieron más de 400 400 profetas profetas de de Baal. Baal. Elías se había había quedado prácticamente solo en esta situación. Aquí entraría la consideración de la oración de Elías, en este contexto viene a ser una imperiosa necesidad orar a Dios y mantener la comunión con Él. Resumiríamos simplistamente toda la oración de Elías en la búsqueda de la verdadera imagen de Dios; orar es buscar el verdadero Rostro de Dios, su presencia viva, no domesticada ni conceptualizada por ninguna palabra o teología dominadora.
ORACIÓN LIBRE Y LIBERA LIBERADORA DORA La oración convierte a Elías en un hombre libre y diferente. La oración aparece así como vehículo de libertad y fuente de diferencia y originalidad frente al poder dominador. Orar sinceramente es no rendirse a la solapada injusticia de los que controlan el poder (político, social, religioso, medios de comunicación...). Ponerse frente a Dios, dejarse mirar por Él, es descubrir dentro de sí la diferencia que nos hace creadores, la distancia que nos permite
mirar y ver con sentido... Atravesar, incluso, la cáscara de lo religioso, de lo establecido y expresarlo con tus palabras, no conformarse con un barniz espiritual. Esta oración lúcida no interesa al poder e incomoda a los que añoran cristianos repetidores fieles de preceptos. Discernir esta oración, preguntarse por su autenticidad es buscar dos aparentes extremos unidos: la verdadera humildad y una peligrosa originalidad. Son dos señales de que el orante ha sido tocado por el misterio del Dios vivo de Elías en oposición a los Baales. La oración así no es sólo un ejercicio esporádico más o menos frecuente, sino una actitud. Actitud, por cierto, poco rentable hoy desde el punto de vista publicitario. ¿Por qué?, porque porque lo primero primero que la la oración oración ha de desperta despertarr y liberar liberar es la la capacida capacidadd de elegir elegir (caballo de batalla de toda la publicidad). No se puede orar vigilante y sinceramente dejándose llevar de los instintos. "Oración y regalo no se compadecen", decía Teresa de Jesús. Sintetizando, diremos que orar es pedir a Dios su luz, sus ojos para mirar y ver la vida desde Su lugar. Situarnos a distancia de los problemas y los éxitos, de las ideas propias y ajenas, de querencias, apetitos y odios... para que Dios tenga espacio y pueda reconducir nuestras opciones o relativizar nuestras ideas o contagiarnos su sonrisa cuando dramatizamos sobre menudencias. Una oración así es poner en ejercicio la mejor fe, fiarse y abandonarse en Dios. Relativizar todo y asegurar la vida sólo en Él; sentirse pobre y débil y, por eso mismo, asegurado en sus manos. Ha sido siempre éste, camino de valientes e intrépidos aventureros, capaces de decir una palabra, pronunciar un grito, entonar una canción sin detenerse en la propia imagen, porque es en nombre del Dios Altísimo y sólo en su Nombre. Nombre. Así es la oración de Elías, porque arde en Dios: la mirada en Él y en su corazón UN nombre: Yahvé.
YAHVÉ, UN DIOS SIEMPRE MAYOR La oración nos sitúa ante un Dios siempre mayor, del cual no somos dueños; ningún poder poder político político o religioso religioso es dueño dueño de de Dios. Dios. Orar Orar desde desde Elías Elías es relativiza relativizarr el poder poder humano, asumir que la vida se vive, no se apresa. Esta es la gran denuncia de Elías a los poderes poderes de su momento momento (pretendían (pretendían que que Yahvé Yahvé justificara justificara y formara formara parte parte del del sistema sistema político establecido establecido...). ...). Sólo Sólo Yahvé Yahvé es es el Dios Dios vivo, vivo, digno digno de adoración. adoración. Orar es crecer en sensibilidad, vincularse radicalmente al "pathos" de "pathos" de Dios, al sentir de Dios, que lo tiene. Dios es "simpático": etimológicamente, capaz de sufrir con otro, de reír y llorar con el ser humano. Unirse al "pathos" de "pathos" de Dios es no justificar alegremente todo, no "pasar" de los problemas, no lavarse la manos o inhibirse, es -como Elías- arder en celo por el Dios verdadero y gritar la verdad que se descubre en Dios: Elías gritó la injusticia. Por eso, una oración que no despierta la vida en orden a entregarse, a ponerse
en camino cuando sea preciso, es una oración neutralizada, y un amigo de Dios está lejos de ser alguien neutral, sin sal, que no toma partido. Elías causa problemas, provoca un conflicto, es "azote de Israel" (1 Israel" (1 Re 13,17), exaspera al Rey y a los falsos profetas. El que no quiera complicarse la vida que no ore, que no se acerque a Dios, pero no se lamente de vivir camuflado, disfrazado y huido. El fin de la oración cristiana no es la "apatheia" , la ataraxia, el nirvana, la paz y tranquilidad deseables, sino la comunión con Dios en todo lo que somos y hacemos, y eso es muy comprometido, tanto como la fracción del Pan Eucarístico. La disponibilidad de Elías ante Yahvé, su atención a la Palabra y a los mandatos de Dios le descubrían al Dios vivo y no una falsa imagen. Así, partiendo de una profunda experiencia, fue para el pueblo instrumento del Dios verdadero frente a la imagen deformada difundida por el rey.
PROCESO DE LA ORACIÓN DE ELÍAS Centrados en los tres capítulos 17-19 del Primer Libro de los Reyes podemos sugerir un proceso, proceso, en en tres momen momentos, tos, de de la oración oración de Elías Elías que que formularem formularemos os así: así: 1º Fuego. 2º Humildad. 3º Gratuidad. Antes de decir una breve palabra sobre cada momento el orante ha de tener presente en su vida de amistad con Dios que la oración es un camino, proceso, una "historia de amistad". Aunque la imagen que tenemos de Elías en estos capítulos de la Biblia es parcial, el proceso proceso que narran narran es riquísimo riquísimo y muy muy clarificado clarificador. r. Vamos Vamos a verlo brevemente brevemente::
1. Fuego (Mediodía) Este momento (1 Re 17-18), que coincide con una sequía de tres años, se caracteriza por el celo de Elías, su arranque. Es una oración valiente. Elías sabe a dónde va y encuentra fuerzas. Es mediodía, su corazón rebosa. Se atreve a salir de su epicentro de Seguridad para dar Dios Dios a los los demás. demás. Elías Elías escucha escucha repetidas repetidas veces veces la voz de de Yahvé Yahvé y se pone pone en camino sin miedo al rey ni a los profetas de Baal. Su oración se caracteriza, sobre todo, por la fe desborda desbordante nte en Yahvé. Yahvé.
2. Humildad (Noche cerrada) "Él tuvo miedo, se levantó y se fue para salvar su vida (...) Se deseó la muerte y dijo: '¡basta ya, Yahvé! ¡Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres!'" . padres!'" . Elías experimenta su soledad. Es una oración en tierra. Dios parece apartar su mano y emerge el miedo. Es el tiempo del desconcierto; hay tormenta y la brújula no funciona. Anochece... Se impone orar en esta desnudez y ser sinceros, no disfrazar los sentimientos. Elías lo reconoce ante Dios bajo la retama: tiene miedo y se le desdibuja la esperanza, pero ora ora y lo lo hace hace con verdad verdad humilde. humilde. Experim Experimenta enta su su pobreza pobreza y debilidad debilidad hasta el límite límite de estremecerse. Si algún asomo había habido de orgullo personal, ahora no tiene sentido. Elías es un niño temblando. Su oración se caracteriza por la sinceridad y la humildad.
3. Gratuidad (Amanece) Dios sale al paso de Elías cuando más por tierra lo ve (1 Re 19, 5-18). La oración es vivida como gracia. Elías va al Horeb, el monte de Dios, empujado por la gracia de Dios significada en el ángel que lo toca, en la torta cocida y el jarro de agua. Ahora sí, ahora está en disposición interior inmejorable para oír el susurro de Dios, la experiencia del Dios vivo, a ejemplo de Moisés. Culmina aquí el proceso de su oración que habíamos definido como búsqueda del Rostro de Dios; en el mismo lugar donde a Moisés se le revela por vez primera el Dios de la Alianza. El susurro simboliza la intimidad del trato entre Dios y el profeta. Dios le regala su presencia cuando menos seguro está de si mismo. La oración se caracteriza por el abandono en manos de Yahvé. En los tres momentos la actitud de Elías ha sido salir y ponerse al descubierto ante Yahvé: 1º. "Sal de aquí…" 1 aquí…" 1 Re 17,3; 2º. "¡Toma mi vida...!" 1 vida...!" 1 Re 19,4; 3º "Salió y se puso a la entrada de la cueva" 1 cueva" 1 Re 19,13. En estos tres momentos, inspiradores del Carmelo durante generaciones y generaciones hallamos una hermosa página de oración, de las más bellas de la Biblia. El Carmelo, tradicionalmente, ha acentuado la primera característica de la oración de Elías -el "Fuego"- (así lo testifica el lema del escudo carmelitano: "Ardo en celo por el Señor Dios de los Ejércitos"), pero me permito sugerir que más esencial en la tradición orante carmelitana ha sido el segundo y tercer momento, humildad y gratuidad, sin minusvalorar el primero. Sólo cuando Elías ha saboreado su debilidad hasta el punto del miedo y del amargo fracaso se hace consciente de su más dolorosa y rica verdad: Dios es su única fuerza. Pan, desierto, Horeb... son la pedagogía dura y entrañable del Dios de Elías, de nuestro Dios.