x t n . -8 1 B -81
ENSAYO S O B R E
EL PRINCIPIO GENERADOR DE LAS CONSTITUCIONES POLÍt I C A S .
X
SOBRE
EL
PRINCIPIO GENERADO DE
LAS Y
CONSTITUCIONES
D E MA S I N S T I T U C I O N E S H U M A N A S :
ESCRITO POR
POLÍTICAS
EL
EN PRA NC ES
CO N D E
Y T R A D U C I D O
DE
M A IST R E ,
AL CASTELLAN O
el Jáven difunto D. José Miguel Saenz de Manjarrés: 1 L O D A A L U Z S U H E R M A N O P O L Í t ICO
D O N
JUAN
PIO
JAEN.
¡Hijos de los hombres! Hasta cuándo os habéis de dexar arrastrar de la pasión que os domina dom ina ? Por qué os deleitáis en formar vanos proye proyecto ctoss contr contraa m í , cuando cuando de ellos ell os no sacais sacai s mas mas fruto fruto que vues vu estr troo mismo mis mo enga en gaño ño?? P s. I V . 3.
CON
l i c e n c i a
:
P AM P LO N A : IM P R E N T A D E J A VIE R G A D E A
18 25.
N
o t á
d e l
E
d it o r
.
L a temprana y sensible muerte del joven traductor de este precioso opúsculo en los mismos dias que lo estaba corrigiendo ^ no le permitió hacer este pequeño obsequio a los buenos Españoles , que como él odiaban el tan decantado sistema constitucional. A n imado de los propios sentimientos , jy movido de las instancias de algunos respetables amigos suyos y que conocen el mérito de esta hermosa producción del C o n d e , d e M a i s t r e , acreditado ya por las otras que también han merecido traducirse a nuestro idioma ^ me he determinado a publicar este E n s a y o ^ por no frustrar las lisongeras esperanzas que de su lectura imparcial se prometia el TTra ductor. í Plegue al cielo que ella sirva para desengaño de dlgunos jóvenes alucinados é infatuados con el falso brillo de las nuevas teorías 1
It
Coj)ia de la censura que por comisión del Tribunal JEclesids tico de Pamplona dió d esta obrita el Doctor Don Ignacio Rufino Fernandez , P resbítero , Canónigo de la misma Santa Ig lesia,
c
la mayor satisfacción he leído y examinado el pre-
cioso opúsculo de M / el Conde de Maistre , titulado : Ensayo
sobre el principio generador ( ó creador ) de las Constituciones políticas y y demas instituciones humanas , traducido al castellano por el joven difunto D , José M ig u el Saenz de M a n ja r rés ^ que V . S . se lia servido remitirme pa ra su censura; y no he hallado en él n in gu na cosa qu e se opon ga á nuestra Santa F é y buenas costum bres, antes bien su acreditado A u to r descubre con la m ayor claridad la in sensatez y ío cW a d'e tantos ilusos , que sé figuran poder con stituir
de
n ue vo
las Naciones según las ridiculas teorías de sus desorganizadas ca b e z a s, escribiendo ciertos fo llet o s, que son el oprobio de este d ecan tado siglo de las luces. Por tan to soy de sentir qu e pu ede imprimirse; con utilidad en nuestro idiom á con las apre ciables N otas del T ra d u c to r, para desengaño de muchos alucinados, á quienes parece que devora cierto prurito de ino varlo to do sia reflexio nar sus tristes y naturale s consecuencias.
III
Coj)îa de ¡a censura que por acuerdo del Supremo Consejo dd Reyno de N a v a r r a extendió D . José Francisco Lecm ib erri, Presbítero y Vicario de la Parroquia de S. N icolás de Pam plona sobre este opúsculo.
ara desempeñ ar la ho nro sa, aun que delicada comision que en el auto precedente tuvo á bien darme el Sup rem o C o n sejo de este R ey u o , he leído despacio el m anuscrito tradu cid o del francés é intitu lad o :
E
n s a y o
s o b r e
e l p r i n c i p i ú
G E N E R A D O R D E Z A S C O N S T I T U C I O N E S P O L I T I C A S , &C . , f
despues de un detenido examen , juz go conven iente preven ir, com o fundam ento de mi censura , el mérito y la utilidad de este opúsculo en general, por medio de una sencilla esposi cion de su principal obgeto. Este es desvanecer las teorías abstractas en materia de constituciones políticas: teorías obscuras, emb rolladas y tan ru in os as , qu e por un racim o de N a b o t , por una escudilla de
de la vina
lentejas, han alborotado á
tod o el iiiiiverso ; han sacado de sus quicios todas las cosas pííblicas , religiosa s y c ivile s; han arrojado un d iluvio de males sobre todos los pu eblos en don de fueron aco gidas y plantad as á la ba yon eta ; y especialm ente han tenido la loca pretensión de derribar las dos supremas Potestades, que el mismo Dios estableció para go bier no de los hom bres , y de substituir en su lugar estas dos palabras, Igualdad^ L ib e r ta d : dos palabras que no tienen verd adero sentido , y que no obstante las h e mos visto sentadas co n .d esv erg üe n za , y con furor
sobre las
magestuosas y venerables sillas de los Pontífices, y de los
IV R e y e s, pro stituyén d olas, pisándolas, y
despedazándolas con
el fin de es clav izarn os bajo el solo im pe rio de la filosofía, de la infernal filosofía. Es el obgeto principal del
E n
s a y o
sos-
tener con toda justicia las soberanías R ea l y P on tific ia, y arran car , si posible fue ra , las armas de las m anos á los
en -
carnizados enemigos del Altar y del Trono. Es por último persuadir á los lectores , que toda ino va cio n
hech a po r los
pestíferos regeneradores del linage h u m an o , tomand o la vo z del pueblo súbdito ( imp osible es que ni siquiera una v e z sea soberano ) contra los derechos de su leg ítim o M on arc a , efi siemp re su b ve rsiv a, siempre desastrosa , siempre pe ro
siempre tamb ién
no solo
para
pon er
de testable;
estudiada por sus venenosos
autores,
en práctica á beneficio suyo ex clus ivo
aquel com ún prov èrb io , cum flúmen est túrhidum piscatorum
est Iticrum , sino tam b ién , como ya he d ic h o , para acabar con
todos
verdadera
los Rey es , exterm inar del m u n d o , no dig o la R e lig ió n , sin o
to da
R e lig ió n por falsa que sea
( ni puede menos de serlo contra la cató lica ) , y reducir los hombres á andar en cuatro bellota s. P or
p ie s, á pacer
y e rb a s, y comer
lo cual soy de parecer qu e d icho m anuscrita
dad o á lu z por la I m pr en ta , será gra to á los católicos E s pa ño les, y útil para confirmarlos en sus verdaderos
p rin ci-
p io s, primeram ente á favor del V ica rio de Jesuc risto, Pastor, no solo de
las o ve .jas, sino de los Pasto res mismos , se gú n
la hermosa espresion
del célebre francés
San B e rn a rd o , y
sup erior á todos los O b is p o s , y á todos los concilios ; pues clar o está que todos ellos ju n to s, no son ni pue den ser el verdadero Pontífic e R o m an o j el su cceso r de San P e d r o , único
V soberano de toda la cristiandad ; y en segu nd o lugar á favo r de nuestro Augusto Monarca el Señor D o n F
e r n a n d o v i i
,
'd e sus legítim os sucesores en la C o r o n a , y de cuantos P rín cipes tengan iguales derechos. T a l ve z desengañará á algunos de los mu chos q ue aun están ilusos y obstinados con tra estos puntos religiosos y p o lítico s; porq ue al fin despues de las espantosas revoluciones, y de los rios de sangre que han visto correr sobre la tie r r a , posible es q ue abran los ojos para ve r que no
puede haber orden ni p a z en el m undo sino vo l-
viendo á los prin cip ios relig io so s, y á la s A utoridades le g ítimas.
%
VII
A D V E R T E N C I A D E L E D I T O R F R A N C E S .
2
^
odo botnhre que de luen a f é haya querido indaga r la causa de este espíritu inquieto que hace mas de treinta años tiene agitado el universo , ha debido reconocer que ¡os sistem as prof ducidos por la moderna filosofía , son los que ban dislocado q destruido las verdaderas bases de la sociedad. Una porcion de novadores atrevidos , entreteniendo a l hom* hre con sus pretendidos derechos , y dexandole ignorar una parte de'^ sus mas principales deberes , han procurado lisongear su( pasiones , inspirándole pretensiones inauditas , y le han conducido bien presto al estremo de poner en duda las preciosas verdades que la esperiencia de todos los siglos habta confirr mado. D esd e entonces todo ha venido d ser problèm a', la s leyes mas inviolaUes han desaparecido : el gobierno de ¡os Estados no ha tenido ya una regla fix a : la armonía política se ha desconcertado , y ha sido fo rzoso recoger en el campo de la re~ volucion los fr uto s demasiado multiplicados de la s nuevas doctrinas. L os legisladores mas antiguos ponian sus leyes bajo ¡a sa lvaguardia de ¡os dioses , establecían ceremónias religiosas , y habian reconocido ¡os principios constitutivos de ¡os Estados^ y si bien muchos pueblos de aqueÜos remotos tiempos hriüaron y desaparecieron succesivámente , esto fu é porque apoyándose
V I I I
ADVERTENCIA DEL EDITOR FJRANCES.
sobre religiones f a ls a s é insubsistentes , care dan de una hase sólida. E l establecimiento del Cristianismo ha hecho menos f r e cuentes las revoluciones , y solo d él debemos la fe lic id a d que ha g ozado la Fr an cia por espacio de catorce siglos. S i la Providencia ha permitido que nuestra p a tr ia esperimentase tan funestas catástrofes , es porque nos habíamos alejado de las santas máximas de nuestros mayores, queriendo recordarnos con esta lección terrible , que sin religión iodo es error y car lamidad. E sta prim era verdad de donde se derivan todas las demás, ha sido desenvuelta por Mr. Maistre con igual fu e r za que lógica en su obrita titulada: Ensayo sobre el principio ge n erador de las constituciones políticas. Aunque ya la habia esclarecido en sus C on sidera cione s sobre la Fra n cia , ha,creido no obstante debia hacerla obgeto de un tratado separado , p a r a dar la tod avia un nuevo carácter de evidencia , desnudándola ■de todas las circunstancias particulares que pare dan aplicarl¿l únicamente d la revoludon francesa»
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IX
PROLOGO»
L
política i qn e entre todas las ciencias pued e decirse la
mas espinosa , en razon de las nu eva s dificultades qu e á cada paso se ofrecen para discernir lo que h a y de fixo ó
de
m udab le en sus ele m en tos , presenta un fenóm eno estraño á la ve rd a d , y m uy propio para h acer temblar á todo ho m bre sábio llam ado á la adm in is tració n de los Esta dos j á sa ber , que lo que el buen sentido percib e en ella á prim era vista com o una verdad e v id e n te , se halla casi sie m pre , despues de haber hab lado la es pe rien cia, no solo fa lso , si tam bién perju dic ia l y fu nesto. Y
com enzando por las bases: si
jamas se hubiese
hab lar d e gobiernos , y los hom bres hubiesen sido con voc ados para deliberar por ex em plo sobre la monarquía he red itaria ó e le c tiv a , se miraria justamente como
un
insensato el
qu e se decidiese á favo r de la prim era , pues los argu m entos contra ella se ofrecen tan natu ralm ente á la razo n ,
qu e es
inútil recordarlos. N o obstante , la história qu e es la política esperimen tal, nos demuestra qu e
la m ona rqu ía here ditaria es el
mas es tab le, el m as fe li z , el mas
natural
gob ierno
al hom bre j asi
com o por el contrario , la e lectiva es la peor form a de g o bie rno que se conoce.
oido
K
PRÓLOGO. En punto de poblacion , de comercio , de leyes pro hi-
bitivas y otros m il
asuntos im portantes ,
la mas
plausible
teoría se h a lla casi siem pre en contradicción y anulada
por
la esperiencia. Chitemos algunos exemplos.
¿ Cómo se ha rd poderoso un Estado ? =
Es menester lo
primero (se dirá) favorecer la poblacion por todos los medios posibles. „
Por el contrariò , toda l e y que tiend e direc-
tam ente á favore cer la po blac ion , sin respecto á otras conside racion es , es m ala.
D e b e procurarse establecer en el Esta^
d o cierta fuerza m oral que propenda á disminuir el
núm ero
de los m atrim on ios, haciéndolos menos precipitados. L a ve n ta ja ó exceso de los niños qu e nacen sobre los que m ueren , n o prueba po r lo com ún sino el nu m ero de los miserables. L o s econom istas franceses hicieron en bosqu ejo la dem ostració n d e esta^ ve rd ad es ,si bien los bellos trabajos de M.^ M a lthus han logrado acabarla. <
Cómo ie ed ita rd la carestía y el hambre ? = N o h a y
cosa mas sencilla al parecer : „ prohibiendo la ex po rtació n de granos. „ = Pues al contrario , debe concederse un premio á aquellos que los exp ortan . E l exemplo y
autoridad de
In -
glate rra nos han forza do á convenir con esta parad oja. 2 Gómo se sostendrá el cambio en fa v o r de un pats\ r „Im p idie n do ( se responderá ) la estraccion del num erario , y vela ndo por medio de leyes represivas y fuertes para que el Estado no compre mas de lo que vende. „ =
T od o al con-
trario ; pues cuantas veces se han em plead o estos m ed io s, su resultado fu é hacer bajar el ca m bio , ó lo que es lo
mismo,
aum entar la deud a de la nación ; y nu nca se tomará el rum^
S»RÓtOGO.
XI
bo o p u e sto , sin hacerlo su bir , esto e s , sin patentizar el au^ xnento del crédito de la nación sobre sus vecinos. P ero donde con mas frecue ncia tiene luga r la observación d e qu e se trata , es precisam ente en
lo m as substancial y
fundam ental de la política , qu iero d e c ir , en la constitución m isma de los im perios. H e o ído decir , que los filósofos a le manes inventaron la palabra metapolüica por ser á la de /?o
líiica , lo que la metafísica, es á la de fís ic a ; y en verdad q u e no puede darse una expresión mas adecuada para sig n ificar la metafísifa de la política } porqu e e s induda ble qne esta ciencia ex iste , y que merece toda la atención de los o b servadores. Un escritor anónimo que dedicó gran parte de sus tarea^ i
este género de observa ciones, y i sondear los fundam en-
tos ocultos del edificio so cial, se cr ey ó á fines del siglo pa r sado con derecho de ava nzar incontestables ,
las
com o otros
siguientes proposiciones
tantos
axioma?
diam etralmen tc
opuestas á las teorías del tiempo. I.*
N ing u n a Constitución p ued e ser el resultado de una
^deliberación; los derechos de los p u e b lo s , ó no se han escrito ja m a s, ó solo com o simples decla racio nes de dere chos an teriores no escritos ( i ) . a.»
L a acción hum ana está circunscrita para
«stos casos
ftn térm inos de que los age ntes son solo las circunsta ncias.
(i) Sería preciso estar loco para preguntar ^ukn ha dado la libertad J las ciudades de Esparta y Roma. Estas rcpúblUas tío recibieron süs ^ t a s de los hombres. Dios y la na tur alexia se las dieron. ( Sydneí* Dise, spb. eJ gol^, tora« I, § 2 ). El autor no es cierumente sospechoso.
XII 3.*
prólogo
;
L os derechos prop iam ente tales de los pu eb los, traen
casi siem pre su orige n de la concesión de los So be ra n os , y entonces pu ede constar de ellos histó ricam en te; pero los derecho s del Sobe rano y de la aristocracia no tienen autores conocidos.
4.*
da ta ni
•
Esta s mismas conce siones han sido precedidas constan-
tem ente de un estado de cosas que las ha necesitado , y qu e no dependia dcl Soberano. 5.^
A u n qu e las leye s escritas no sean mas qu e
declara-
ciones de derechos anteriores, sin embargo falta mucho para qu e todos estos dere chas p ued an escribirse. 6.®
T a n to es mas déb il una institución , cu anto m as se
escribe ( * ) . .............. 7.a N in g u n a nación puede darse á sí misma la libertad, si no la tiene ( i ) , pues la influencia hum ana n a se estiende mas q ue á de sen volver los derechos existentes. 8.a
L os legisladores propiamente tales son unos hom bres
extraordinarios, que sin duda solo pertenecen al mundo antig u ó y a la primera isdad de las naciones. 9.a
i
Estos legisladores con todo su m aravilloso pod er
no
(*) La razón qu e da el autor es clara. Las leyes, dice , no son mas que declaraciones de derechos , y estos no se aclaran sino cuando son Atacados, de suerte que la multtfiícidad de leyes constitucionales escritas , solo prueba el (hoque y el peligro de una destrucción. Tor esta (ausa la institución mas vigorosa de la antigüedad profana fué. la dt ■Lacedemonia, en la que nada constaba por ( Con sid. sob. h Francia, cap. V I , pag. 88 ). ^ (i) Véase el testimonio de M aquiabelo: Vn pcfpulo uso 4 viven sotto un principe, se per qualche accidente diventa Mero , con difficgita ^ m n tim la lihrtd. (D isc. sopr. T it. L iv i, lib i'i g cap. 1 6 ;.
TROLOGO.
X lll
han h ech o etra cosa qu e reunir los
elementos preexistentes,
obrando siempre á nombre de la Divinidad. 10 .a L a libertad en cierto sentido es un don de los R e yes , pues por ellos fu eron constituidas casi todas las naciones libres ( i ) . 1 1 .a Jamas hubo una nación libre que no tu viese en sii constitución natural el germen de libertad tan antiguo como ella misma ; y n ingu na ha pretend ido eficazmente dese nvo l v er por medio de leyes fundam entales esciita s , otros derech os que los que ya existían en su cons titución na tural. 12 .a
U na asamblea cualquiera de hom bres no puede con s-
tituir á una nación
í
sem ejante empresa debe ocupar un lugar
distingu ido entre los actos mas ex trav ag an tes de locura (2 ). ( O Esta idea adquiere m ay or fuerza con respecto á las m onarquías modernas : porque como toda franquicia ó esencion de esta clase, para ser legítima y sama, debe partir del Soberano, cualquiera violencia que se haga á su person a, merece notarse con el sello del anatèma. Escribir una ley , decia muy bien Demóstenes, fiada vale ; el asunto estd en hacerla querer. ( Olinth, JII ). Y si esto se dice con verdad del Soberano respecto al pueblo , ¿ qué diremos de una nación , ó hablando mas propiamente de un puñado de teoristas acalorados que tuviesen ia osadía de proponer una Constitución á su Soberano le g ít im o , como se propone una capitulación á un general sitiado? Esto sería indec oro so , absurdo , y sobre todo nulo {*). (^) Este sería el atentad© mas escandaloso, la perfidia mas inaudita , la infracción mas notoria de todas las leyes divinas y hu manas que pueda cometerse en la sociedad de los hombres; pero ello es ciertoque la ca tólica España , la nación mas íiel y amante de sus Reyes, ha vistoen nuestros dias consumada esta iniquidad execrable , cuyos tristes res ultados lloram os los que no tuvimos parte en ella. Traduci. (2) E necessario che uno sta quello che dia il modo e della cui m m c dipenda qualunque simile ordinatione. ( Maquiab. ibid, cap. 4.
X IV
ÍROLOGO.
Desdp cl año 1 7 9 6 en que se hizo la primera edición de la obra que citamos ( i ) , no creemos que haya ocurrido
ea
el m undo cosa que pud iese obligar al autor á retractarse de su teoría. Cr eem os po r el contrario que ahora mas que nun* ca con ven drá d esen volve rla en todas sus partes y segu irla en todas sus consecuencias, Y
con efecto una de las mas im por*
tantes es sin du da la que se halla enu nciad a al capitulo X de dicha obra en estos términos. E l hom bre no pued e constituir á un soberano. Lo mas qu e podrá es servir de instrumento para des po seerle, y ladar sus estados á manos de otro soberano hecho y a
tras-
p rín ci-
pe. P or lo demás nunca h a existido u na fa m ilia sobe ran a d
la que p u ed a asign arse un origen plebeyo. S i ap are ciese un fenómeno semejante , fo r m a r ía época en el mundo ( 2 ) . ju sticia divin a acaba de confirmar esReflexionese que ta tesis del mod o mas solemn e. Pero ¿ qu ién sabe si
la i g -
norante veleidad de nuestro siglo dirá todavia en tono gra v e : Si Napokon hubiese querido , aun sería Emperador ds
los fran cese s ? asi como está repitiendo despues de dos siglos: S i R icar d o Cromwel hubiese tenido el genio de su p a d r e , hu hiera Jíx a d o el protectorado en su fa m ili a ; mas esto en subs tancia qu iere decir : S i esta fa m ilia no hubiese dexa do dt reinar aun reinaría. Escrito está : Y o s o r q v i e n m a g o z a s s o b e r a n o s ( 3 ) . Y
(1 ) Consideraciones sobre la Francia, cap. V I , edic. de Paris, 1822, (2) Consid. ibid., pág. 189. (5) Per me Reges regnant. Prov. V I H , i j .
rÍLÓLOGO.
^
XV
ÍJO se píense que esta es ana frase de iglesia' , ó una metáfora de predicador ; es Ia verda d lite r a l, sencilla y
p alp a-
ble i es una ley del mundo político. Dios hace los Reyes al pie de la Jetra. E l prepara las estirpes re a le s, él las saz ona en m edio de una nube que ocu lta su origen :
aparece»
luego coronadas de gloria y honor ; colocanse en el lug ar qu e Ies corresponde , y he aquí la señal mas grand e de su le g itim idad. Se avanzan como por sí m ism as, sin violencia por una parte , y sin deliberación m arcada por otra , con
una
especie de tranq uilidad magestuosa. que n o es dado ex plicar .
Usurpación, legitima sería la expresión mas p r o p ia , si no pa reciese demasiado a v en tu ra d a , para caracterizar el origen
de
estas dinastías qu e el tiem po se apresura á consagra r. N o nos dexemos pues deslumbrar con apariencias hu m anas por brillantes que sean. ¿ Q u ié n mas feliz en
reunirías
que ese personage estraordinario, cuya caída resuena todavia h o y en la E uro pa ? ¿ H ub o jamas una soberanía
al
pare cer
mas afianzada , una reunión mas gran de de m ed ios, un ho m bre en íin mas poderoso , mas a c t iv o , mas tem ible ? ¿N o v imos por largo tiempo veinte naciones diferentes holladas ba jo sus pies sin atreverse á resp irar , asombradas de terror
y
«spanto ? < N o vim os su po der colosa l ech ar unas raíces tan profundas , que podian hacer desesperar d la misma
espe-
ranza ? C o n todo eso él c a y ó , y cayó tan to, que al contem plarlo , h u ye presurosa la com pasion por no sentirse co n ino vida. Per o no nos desviem os de l asunto. En cierta obrita conocida de muy pocas personas en Pe tersbourg habia dicho el autor en 18 10 : Cuando dos par'
XVI
!próióG ( 5.
tidos chocan en una revolución , y se ven caer de la m d parte preciosa s •victimas , hien puede asegurarse que este par~ tido saldrá victorioso , d pesa r de todas las apariencias con irarias.
<
Esta es un a aserción cu y a verdad acaba de justificarse del modo mas brillante y menos previsto. El orden moral tiene sus leyes así com o el físico , y la inve stiga ción de estas le ye s es á la verdad m uy dign a de ocupar la atención de un verd adero filósofo. Despues de un siglo entero empleado en futilidades criminales, tiempo es ya de recordar lo que somos , y de elevarnos hasta el verd ade ro origen de las ciencias.
Esto es
lo que m ovió al autor de este opúsculo á perm itir que se e x trage se de su cartera , temeroso de hab erlo d etenido mas de cinc o años. L a amistad ha provocado su pu blicación seg ún se escribió en aquella ép oc a , y sin retocarse po r el autor j mas como quiera que sea, el espíritu que la ha dictado goza de un pr ivileg io conocido. Podrá sin duda equivocarse sobre algun os puntos ind ifere n tes, podrá tal ve z exag erar ó usar de espresiones dem asiado f u e rt e s, podrá finalm ente faltar á la pu reza del lenguage ó dcl buen gusto: si asi fuese, la maligna crítica lo gr ar la esta ventaja ; pero siem pre quedará al au tor la esperanza mas bien fundada de no
haber ofendido á
nad ie , porq ue ama á todos sin escepcion ; y ademas la ce rte za de interesar á un a clase de homb res bastante num erosa y m uy d ign a de aprecio , sin perju dicar jamas ni á uno so« l o : esta persuasión tranq uiliza sobre m a n e u e l espíritu.
17
ENSAYO
■i
.
' S O B R E
EL PRINCIPIO GENERADOR / DE LAS CONSTITUCIONES POLITICAS/
y DEMAS INSTITUCIONES HUMANAS,
I.
grandes errores del siglo que h izo p ro -
fesion de todos, ha sido el creer que una constitución política pod ia ser escrita y creada d p r io r i , m ientras qu e la ra» zon y la esperiencia se reúnen para demostrar que una con stitución es obra de solo D ios , y
que precisam ente lo mas
fundam ental y esencialmente constitucional de
las
leyes
de
una nación, no puede estar escrito. IL Suele pregun tarse con gra cia á los franceses ¿ en qué
libro se halla escrita la ley sálica^ A l a s G e r ó n i m o B i g n o n ha respondido muy apropósito y quizá sin conocer á fondo todo el peso de su razón , que aquella ley estaba escrita, e»
iS
el corazon de ¡os fra ns eses. (*) En efecto , supongamos que una ley de esta importancia no existe sino porque está escrita í es evid en te q ue cualquiera autorid ad que la h ay a
es-
crito , tiene el dere cho de borrarla ; asi pues la ley no tendrá aquel carácter de santidad é inmutabilidad que distingue las leyes verdaderamente constitucionales. La esencia de una ley fundam ental consiste en que nadie teng a derecho para
abo-
liría ; siendo pues hec ha por alguno ¿ cóm o podrá ser
supe-
rior 4 todos ^ E l acuerdo y
conformidad del pueblo es im -
posible ; y aun cuando asi no fuese , un acuerdo no es una le y , ni puede por consiguiente obligar á nadie , si
no h ay
un a autoridad superior que la sancione, L o c k e hizo
consis-
tir el carácter de la le y en la expresión de
las volun tade s
re u n id a s; mas en esto, so lo e ncon tró el carácter que precisamente' escluye la idea de ley» Con efecto, las voluntades reunidas podrán formar á lo mas un reglamento , m as no una
ley y la cual supone manifiesta y necesariamente una vo lu n tad superior que se hace obedecer ( i ) . „
Eln el sistema de
H obbes “ ( que tanta fortuna ha hecho en nuestro siglo ba» j,o la pluma, de L o c k e ) „ la fu erza de las le yes civ iles no se
(* ) La ley sálica es una ley antigua y fundamental de Francia po r la que son excluidas las hembras d e la succesion á la corona, ( i) „ E l hombre en el estado de naturaleza no tenía m as qu e. jjd erechps Entrando en la sociedad, renuncia su voluntad pri „vada para conformarse á la ley que es la voluntad general,, — E i •Espectador francés se ha reído justamente de esta definición in ventada por Locke para abrir el camino á los trastornos de su siglo , y seguida despues por los democráticos para apoderarse del mando, y oprinur á los pueblos. .......
„deriva jino de una cón ven cioñ ;
pero l de qu¿ sirve hacer
„ le y e s , si no h ay una ley natural que mande
obedecerlas,?
„ L a s prom esas, los em pe ño s, los juramentos no son mas que „palabras : con la misma facilidad que se forma este nudo „fr ív o lo , puede romperse. Sin el dogm a de un D ios
legisc
„la d or toda obligación moral es quim érica. V iole n cia por una , , parte , deb ilidad p or otra : he aqu í todo el vín culo de lajp „sociedades humanas.,, (i). L o que un sabio y p rofundo teólogo ha dicho
aqui de
la o bliga ción m oral , se aplica con igu al verdad á la po lítica ó civil. La ley no puede decirse propiamente ley , ni adquiere una verdadera sanción , sino suponiéndola em anada de un a voluntad su p e rio r; de suerte que su carácter esen cial es el no
ser la 'voluntad de todos. D e otro m odo las leye s no serán., com o acabamos de decir , mas qu e meros reglamentos j y có m o dice el autor poco ha citado :
„ Lo s que han tenido li
„b erta d de hacer estas co n ve n cio n es , no se han privad o del „p o d e r de revocarlas ; y sus descendientes que n ing un a parr „ t e han tenido en ellas , todavía están m enos obligados á ob „s er va rla s,, ( 2 ) . D e aquí es que todo buen sen tido,
feliz-
mente anterior á los soíismas, ha buscado en todas partes la sanción de las leye s en una potestad superior al h o m b re, y^ sea reconociendo que la soberanía viene de D i o s , ó y a v e nerando ciertas, leyes no escritas como emanadas de él. in .
(0
Los redactores de las leyes romanas han introduci
Bcrgier. T rata do hist, y dogm . de la R elig io n , tom, III , cap. I V , pág. 550. (2) Bergier, ibid, » .
ftO d o , sin ad ve rtirlo, en el primer cap iíulo de su coíeccion un
Entre las leyes que nos gobiernan, dice este pasage , unas están escritas y otras no lo están. Na da mas sencillo ni mas p ro fu n fragmento de jurisprudencia griega muy notable.
do. ¿ H a y por ventura alguna ley en T urq uía que permita exp resam ente al soberano enviar un ho m bre al cadalso ,
sin
la decisión intermed ia de un tribunal? «'Hay algun a le y
es^
( f i t a , aun religiosa , que lo prohíba á los Sob eran os de la Eu ropa cristiana? ( i )
Sin embargo á un Tu rco no le sor-
pren de mas el v er que su Señor
manda inmed iatamente
un
hom bre á la m uerte , que verle ir á la m ezq uita. E l cree con toda la Asia y aun con toda la an tigü ed ad , que el derecho de muerte exercido inmediatamente es una atribución legítim a de la soberanía. Pe ro nuestros Príncip es se estrem ecerían á la sola idea de cond ena r por sí mismos un hom bre á m ue rte ; porq ue según nuestro modo de ve r ,
esta conden ación
se miraria como un asesinato abom inable; y no obstante y o dudo que fuese posible el prohibírselo p or una ley fun da m en tal escrita , sin acarrear al Estado m ayo res males que Jos que se quisiesen evitar. JV .
Pregún tese á la história romana , cuál era
el po-
der del Sen ado j ella quedará enm udecida , por lo menos en
CO La Iglesia prohibe á sus hijos aun con mayor rigor que las leyes civiles , el hacerse justicia por sí mismos j y guiados de este espíritu los Reyes Cristianos, tampoco se la toman en los delitos de lesa magcstad , sino que entregan â los delincuentes en roanos de los jueces para que los castiguen según las leyes y trámites de justicia» ~ (Pascal X IV . lettre prov .}.
QI cuan to á fixar sus precisos límites. E n gen eral nos d ic e , q ue el poder del pueblo y el del Senado se balanceaban mutuam ente y que no cesaban de combatirse ; q ue el pa triotismo ó la apatía , la debilidad ó la viole n cia term inab an estas luchas peligrosas ; pero nad a mas sabemos.
R ec orrie nd o estas
gran de s escenas de la historia , se siente uno á v ece s ten tado á creer que las cosas irían m uc ho mejor , si hubiese le y e s para circunscrib ir los p oderes; mas este sería un gran d e error , porque semejantes le y e s, h allándose com prom etidas á cada instante por casos inesperados y por excepciones forzosas , ó no h ub ieran du rado seis meses , ó ha brían
trastorn a-
do la república. V .
L a constitu ció n ingle sa com o mas cercana á nosotros
será la mejor prueba. E xam ínesela
aten tam en te ,
y se v e -
rá que su marcha consiste precisamente en no marchar ( si es perm itido este juego de p ala b ra s). E lla no se sostiene s in o á fuerza de excepciones. L a ley
del habeas
corpus por
e x e m p lo , (*■) ha sido tantas ve ces y por tanto tiem po suspen dida , que justamente ha podido dudarse si la excep ción h a bia venido á ser la regla . Supongam os por un m om ento que los autores de este fam oso acto hubiesen ten ido la prete nsión de fixar los casos en que podia ser sus pe nd ido : ellos le h ub ieran aniquilado por el mismo hecho. V L
E n la sesión de la cámara de los comunes de 26 de
ju nio de 18 0 7 , citó un L o rd la autorid ad de un grande born-
ia ) Es una ley mediante la cual un preso por ciertos delitos en Inglaterra puede salir de Ja prisión dando fianzas. T u L
br b r e d e e s ta d o p a r a p r o b a r , qu$ el R e y no tiene derecho de
disolv dis olver er e l parlam par lam ento mientras mientras duran duran sus ses sesione ioness : esta opin ión fué desliec desliechada hada al m omento. omento. Mas ¿c on qué ley ? P ó n gase algu no á ha cerla , y
á íi íixar xar
p o r e s exclusivam exclusivam ente po
xr x r ito it o el caso caso en que e l R ey t iene ene este est e derec ho ; él p ro vo ca rá una revolución. E l R ey , dixo entonces uno de los miem br b r o s , tiene ese derecho en cualquiera ocasion de importancia^ p er o ¿ qu é se e n tie n d e , ó cuando se verifica esta esta ocasion ocasion im*
po p o r tan ta n te ? P rué be se alg uien á decidiila decidiila po r escrit escrito. o. V I I *
P e r o a u n se e n c u e n tra tr a o tra tr a c o sa mas ma s s i n g u l a r . T o -
dos saben saben la g ran cuestión cuestión agitada agitada con tanto tanto calor en In g la terra el año i8 o 6 . Discutíase sobre obre si si e l obten obtener er
a l mism mismoo tiempo un empleo de judicatura , y una silla sill a en el con consejo ejo p r i -
vado , era er a compatible ó no co con los los princ pr incipi ipios os de la constitución inglesa. E n la sesión sesión de est esta misma cámara de ios co m unesdel nes del 3 de m arzo , u n miembro miembro observó que
la
Inglaterconse j o pri p rivado vado ) que la ra es gobernada por un cuerpo ( el consej constitu constitución ción ignora. ignora . E l l a no hace hace mas ( a ñ a d i ó ) que dexarh ■obrar. V é a s e p u e s e n la sabi sa biaa y jus ju s tam ta m e n te a lab la b a d a I n g l a t e r r a un cuerpo cuerpo que g ob iern a, y que qu e real realmente mente lo lo hace hace to d o ; pero pe ro ^ue
la constitución no conoce. D elolm e se olvidó de
este este h e-
cho
, que yo pudiera apoya r con con ot otros muchos. E n
vist vistaa de
esto esto , que
ve n ga n á hablarnos hablarnos de constituci constituciones ones e sc rita s, y
de leyes constitucionales hechas 4 priori N o se concibe concibe cierciertamente cómo un hombre sensato puede soñar la posibilidaJ d e seme jante ch im era.
Si se se tratas atasee de h acer una ley en In -
glaterra para dar una existencia constitucional al<:onsejo pri
va v a d o , y
p a ra r e g l a r y c irc ir c u tis ti s c f ib ir c o n p r e c isió is ió n siis a t r i -
bu b u c ion io n e s y p r i v i l e g i o s , c o n las p r e c a u c io n e s n e c esa es a rias ri as
p ara
limitar su influencia influencia é im im ped ir el abuso de ella , llegaría á arruinarse el Estado. La verdadera constitución inglesa es aquel espíritn espíritn pú blico , adm irable, ùnico ùnico en
su e sp ec ie, in falib le,
super sup erio iorr á tod o
elo g io , por el cual todo se d irige , todo se se conse rva y tod o so salva. salva. L o que está escr escrit itoo no vale nada ( i ) . V i n .
A fines fin es d e l s ig lo p a s a d o se g r i t ó a lta lt a m e n t e c o n t r a
«n m inistr o, porque habia habia concebido el pro yec to de introdu introdu cir est esta misma con stitución inglesa ( ó lo que se llam llam aba con este este nom bre ), en un
reyn o que est estaba aba en conv ulsión, y qu©
con cierta especie de furor pedia u na , cu alquiera que fues e. E l m inistro inistro pad eció en ello un e rr o r, si así quiere decirse, decirse, aunque disimu disimu lable lable , especialmen te cuand o se cam ina de buena f é , lo que ciert ciertamente amente debe supone sup oners rsee en a q u el, y y o lo Creo con todo mi corazo n. Pero pregun to , ¿qu ién tendría d erecho para condenarle? Vel duo , vel nemo. El no pretendía destruir nada por sí m ism o; solam ente inten taba substitui substituirr una cosa que le parecía ra zona ble á otra que ya no sé q u er ía, y que aun de hecho y a
noexistí no existía. a. S i p or otra parte se supone
mo sent sentado ado el el principio ( y lo estaba estaba en efecto efecto ) ,
co -
que el
hombre puede crear una constitución , este este m inistro inistro que tam bié b ié n e r a h o ftib ft ibre re c o m o l o s í e m a s , t e n i a tan ta n to y a u n m as d e
Esta, constitu tituci cióón turbulenta, dice ( i ) Es dice M. H um e, siempre fiuc^ turne entre la prerrogativa y el pfivilegio , pre prese sen nta una multit ultitud ud de Inglat at.. jac . 1 ) Hume dice dice autoridades autoridades en pro' pro'yy en contr contra^ a^ (H ist. de Ingl una verdad, sin faltar por eso al respeto que debe á su pais.
24 recho de hacer la suya que otro cualquiera. ¿ Las doctrinas
sobre este p un to acaso e ran dudosa dudosass ? ¿N o se creía creía en todas todas partes que una constitución es obra del ingenio, como lo es una oda ó una traged traged ia ? ¿ N o habi habia declarado declarado el fa famoso moso T o mas P ay n e con una profundidad que arrebataba arrebataba la
adm ira-
ción de las las universida des , que una constitución no existe mien
iras no se pueda llevar en el bolsillo ? C o m o el s ig ig lo lo X V I I I de nada se ha recelado , así así también también d e nad a ha dud ado : baxo este este su pu esto , no creo que haya producido un solo solo m ozalvete de cualquier ta le n to , que al al sal salir ir del del cole gio no hay a he ch o tre tress cosas, á saber; una neopédia (*), una constitución y un mundo. Si pues un hombre en la madurez de la edad y del juicio , profund am ente versado versado en las ciencias ciencias económ icas y e n la filo filoso sofí fíaa del tiem po , no emprendiese sino
la segu nd a de
esta estass tre tress cos as, y o le tendría tendría por e xce sivam en te m oderado; y c o n fie fi e so q u e m e p a r e c e u n v e r d a d e r o p r o d i g i o d e s a b i d u ría ría y m odestia odestia , cu and o le v e o , prefir prefiriendo iendo ( según según él creía creía ) la ex p er iên cia á las las
locas locas teor teoría íass , ped ir sumisamente
un a
constirucion á los in g le s e s, en vez de hace rla por sí mismo.
Esto no le era posible ^ me dir dir á n . Y o l o sé muy b ien , pero él lo igno raba ; y ¿ có m o lo habia d e saber saber ? D íga sem e, quien se lo habia de haber enseñado. IX .
C ua nto mas mas se examine e l influxo influxo de la acc acció ión n hu-
m ana en la form acion d e las las
constituciones constituciones políticas políticas , tanto
r«as r«as se co nv en cer á cua lquie ra de que ella
solo solo entra de un
m odo in finitam ente subo rdina do , ó co m o [un simple
lluevo mod modoo d i andar.
instrii instrii
25
m e n tó ; y no creo que quede la m enor duda
acerca de
la
incontestable verdad de las proposiciones siguientes: 1.a
Q u e las raíces de las constituciones políticas
existen
antes que toda ley escrita. 2.a
Q u e una le y constitucional no es ni puede ser otra
cosa que el desarrollo ó la sanción de un de recho pre ex isten te y no escrito. 3a
Q u e aquello que h ay de mas es en cia l, mas intrinse^
camente constitucional ,
y verdad eram ente fundam ental , ja-
mas se halla escrito , ni po dria escribirse sin ex po ne r el E stado. 4 ,a
Q u e la debilidad y fragilidad de una constitución es-
tán precisam ente en razon directa de la m ultitu d de. artícjulos constitucionales escritos ( i ) ( * ) .
(i) Esto puede servir de comentario á aquel célebre dicho de Tácito : Péssimm Repúblicit plúrimA leges. (*; H é aquí uno de los victos intrínsecos de que adolece la desean* tada Constitución pohtica de la monarquía española , comprendida nada menos que en 584 artículos : victo que contraxo de La comiitu tion francesa de 1791 , 7 que d poca reflexión hace concebir la idea mas miserable actrca de su m ér ito, y de su permanencia. Una Constitución (perm ítasem e insertar aquí lo que dice un sábio español) no es otra cosa que el cimiento y los pilares que sostienen el Estado, y por eso se llama ley fundamental : así todo 1o que puede estar ó dexar de estar sin que el edificio faite ó se resienta, no es asunto de constitución; cuanto pertenece á 1a elegancia , á la com odidad, á la distribución, por interesante y precioso que sea, 110 puede coiisiderarse com o cimiento , ni colocarse en el lugar del cimiento. A s í , una parte considerable de los artículos de la constitución, no puede tener cabida en e lla , á no ser que se crea que es lícito dar a todas las leyes el carácter de fundamentales.. Ni debe confundirse el cimiento con la tierra que lo soporta, porque Ja tierra .....
Cí6 X ,
V iv im o s engañados en este punto por un sofisma tan
natu ral , qu e en teram ente se escapa á nuestra aten ción . Se persuade el h o m b re , que porque él obra , es él solo quien obra, y porque conoce que es libre, olvida su dependencia. En el órden físico ya con oce la raz ón , pues co nv ien e sin dificultad en que aun cuando pu ed a, por exem plo, plantar una be llota, regarla & c ., no es él quien hace los en cin os , porque v é com o crece y se perfec cion a el árbol sin que el poder hu m ano se m ez • d e en nada j y por otra parte vé también que la bellota no es obra suya ; mas en el orde n social como es presente y a g e n te , sc persuad e á que él es realm ente el autor directo de tod o cu an to se ex ec u ta por su m edio , y esto se parece en cierto mo* ¿ o á la llana del albañ il que se creía a rquitécto. E l hom bre
es otra clase de cim iento mas general ; y de la misma manera hay otras leyes mas generales que las fundam cntaíes, y q ue son com o quien dice la constirucion de las leyes fundamentales , que tam poc o deben corifiindÍFse con elías por la misma razón ; y tales son los principios sociales y morales, que no son mas propios de la constitución española que de otra cualquiera , y que sin em bargo se prescriben en ella , como si necesitasen de su autoridad para obligar á ios españoles. Esta confusion de cosas ( prosigue ) , esta reunion de partes heterogéneas, y esta mescolanza tan mal combinada favorece poco al concepto de nuestros legisladores, y lío penmice considerarlos ir>sprrados de aqueí fuego celestial, que ha baxado en todos tiempos á sancionar d e un modo ú otro todas las grandes instituciones humanas. ( Reflex, sob. la Con stit. polit. àe la mon. esp., pag. l o i y sig. ). Ruego A fodo bm n español que procure hacerse cm esta preciosà ehtita y donde se demuestran con el major tino y evidencia los absurdos, m o re s y contradicciones del fa ta l sistema con stitm ion d, qu£ tantos es t r a p s ha causado en nuestra España, y causará mfaliblemente , donde é¡uiita qm fttaèlex,ça» Irad^
*r es inteligente, es libre, es sublime sin duda alguna j mas no por eso dexa de ser un instrumento de Dios según la íiclíx exp resión de Plu tarco en un herm oso pasage que por sí m ism o vie n e á colocarse, en este lu ga r. „ N o ha y que maravillarse , dice , de qu e las mas b e „lía s y mas grandes cósss del mu ndo sucedan pot la volun ,,tad y pro viden cia de D i o s , si se considera que en las ma^ ,,yo re s y mas principales partes del universo h ay una alma: „ e l órgan o é instrumento del alma es e l cu erpo , y esta ,,ma es el instrum ento de D ios.
Y
al
así com o el cuerpo tiene
„ d e suyo muchos m ov im ientos, aunque la m ayor
parle d^
„e llo s y los mas nobles procede n de l alma ; así tamb ién el a l „ m a execu ta ni mas ni menos alguna s
de tsus operaciones
„m o vid a por sí m ism a; pero en otras se dexa dirigir y ma „n eja r por D ios segú n le place , siendo el ór ga no mas bello, „ y el mas d k sir o instrumento de qu e puede servirse ; por „q u e á la verdad sería bien extrañ o qüe el v ie n to , el agua , „la s nubes y lluvias fuesen instrumentos de D ios , con los cuales cria y alimenta muchas criaturas, destruye y pierde „ á otra s, y que no se sirviese en manera a lguna de los a „nimaJes para executar una sola de sus obras. Por tanto es m ucho mas verisímil , que atendida
su total
depen dencia
„del poder de Dios sirvan i sus designios y egecuten sus vo „ lu n ta d e s , mas bien que los arcos se acomod an á los Sc ytas , .„y las liras á los G rie go s„ ( i) .
^ ( i ) Plutarco, Banquete de los siete Sabios de Grecia. Traduc*» cion de Aroyot.
28 N ad a puede decirse m e jo r; ni creo que estas bellas reflexiones teng an en ning un a otra
parte
una aplicación mas
justa que en la form acion de las constituciones p o lític a s, donde puede decirse con igual verdad q^ue el hombre lo hace to
do y no hace nada, X I.
N o h ay una cosa mas
sabida
que la com paración
de C ice ró n acerca del sistema de E picú ro ,
quien pretendía
haberse formad o el m und o con el ch oq ue fortuito y casual de los átomos en el ayre. u4 ntes me hartan creer , decia aqu el grande orador , que arrojadas al 'viento unas letras , se
diesen co nfina r de ta l modo que a l tiemjjo de caer for m as en m p oem a . M illares de lenguas han repetido y celebrado este pen sam iento ; mas á pesar de es to , observo que á nadie ha ocurrido hasta ah ora darle el com plem ento que le falta. P o rq u e , sup ongam os qu e de lo alto de un a torre se dexa n caer á manos llenas unos caracteres de im pren ta , y que llega ndo k la tierra vienen á formar v. g. la Atdlia de Racine :
sidido d la ca íd a y convinacion de estos car acte res. El buea sentido jamas inferirá otra cosa. X II.
R eflexionem os ahora sobre una constitución cua l-
quiera , la de Ing laterra por exem plo.
Es cierto
que
ella
no ha sido creada d p r io r i. Jamas hu bo una reunión de ’. hom bres de Esta do que se dixeran : reíamos d c rea r tres pode res ,
y d balancearlos de ésta 6 de la otra manera &c. nadie ha pensado e n tal cosa. Aq ue lla constitución es obra puram ente de las circ u ns tan cia s, y el numero de estas es infinito. Las leyes romanas, las eclesiásticas, las feudales : las costumbres
29 de los S ax on es , Norm andos y Daneses : los pr ivi leg io s, las preocupaciones y pretcnsiones de todas las clases ; las guerras , tumultos, revoluciones , conquistas y cruzadas : todas las virtud es, los v ic io s , los co n o cim ie n to s, los errores y las pasione s :
todos los elem entos en fin
obran do juntos , y
for^
mando por su mezcla y acción recíproca mil y mil convina ciones multiplicadas, han venido á producir al cabo de muchos siglos la unidad mas com plicad a , el mas be llo
eq u ili-
brio de fu erzas políticas que jamas se v i é e n e l m undo ( i ) . ' ( O Tác ito era de parecer que esta forma de gobierno nunca sería mas que una teoría id eal, ó una espericncia passgcra. „ E l m ejor de todos los gobiernos , dice ( siguiendo á Cicerón „ ( * ) com o es notorio ) sería el que resultase de la niczcla de los „tre s poderes balarKeados el uno con el otro 3 pero este gobierno „jam as tendrá existencia ; ó si Ja tiene , no será duradera. „ (Ann. IV . 55. ) Sin em barg o el buen sentido ingles podrá hacerle durar mucho mas tiempo del que pudiera imaginarse, subordinand o sin cesar ya mas ya menos Ja teoría, ó los que se llaman principios ^ i Jas lecciones de Ja experiencia y de la moderación ; lo cual no podria verificarse si estos principios se hubiesen escrito. (^) Cicerón ponderó también la excelencia del gobierno m ixto. Stáítuo, decia , esse optmé comtitutam rempubltcám , qu<& ex tri^ bus genéribus iÚis. , regaü , o'pttmo, & populari modicé confusa. ( Frag ment). N o ha faltado quien apoyándose en los pasages citados ha querido hacer á Cicerón y á T ácito partidarios del gobierno que llaman reprensentativo. Pero aquelJos grandes hombres estuvieron muy kjos de pensarlo. Es cierto que prefirieron el gobierno m ix ta , y que ambos querían que tuviesen intervención en el gobierno tan to los grand es, com o el R e y y el pueb lo; pero nunca Jes ocu rrió que la intervención personal deJ pueblo pudiera suplirse por meros representantes suyos, así como no pudieron figurarse que en lugar de la persona de l R ey pudiera introducirse un mero representante del Rey. Los antiguos, pues, no tuvieron idea de tal gobierno representativo , que tanto aclaman los sectarios de núes S
3<> X III.
A h or a bien : estos elementos así arrojados en el
espacio , h an form ado un compuesto tan bello , sin qu e e ntre la mu ltitud inu m erable de hombres qu e
han obrado en
este vasto camp o , un o solo siquiera h a y a sabido lo que hacia con relación al todo , ni haya prev isto lo que habia de resultar ; de don de se sigue que dichos eleme ntos eran gu iados en su caída por una m ano infalible y superior al hom bre. L a m ay or locura qu izá del siglo de las locuras , fué el creer que las leyes fundamentales pudieron escribirse d p r io ri , cuan do ellas son eviden tem ente
la obra de
una fuerza superior
al hombre ; y cuan do el arte mismo de es crib ir, como una invención m uy posterior á las leyes fun da m en tales, es la m e jor señal de su nulid ad. X IV .
Es m uy de notar que habiéndose dignado D ios
ha blar á los hom bres , ha man ifestado
po r sí m ismo estas
verdades en las dos revelaciones que de su bondad tenemos lecibidas. U n hom bre ingeniosisimo y
que á mi
parecer ha
he cho épo ca en nuestro siglo, en razón de la oposicion qu e nos pre sen ta e n sus es crito s, entre las preo cup acione s mas terri bles del tie m p o , de la s e c ta , de los h á b ito s, y las mas p o -
tros dias , y á cuya sombra se acogen para alborotar el mundo entero. Su origen, tomado de los principios protcsrantes, no su be mas allá de los siglos X V y X V I , si bien Locke en el pasado puede decirse propiamente su autor. Y no por esto se crea c^uc el gobierno representativo tiene mas lug ar en os pueblos ó naciones m od erna s, porque ni la Francia ni la Inglaterra misma tienen, hablando con propiedad, una verdadera representación nacional. (Léase el sabio disc. sob. la introd. del gob. represent. en Esp. donde se expone con toda amplitud esta materia).
mas
31 recto y
los cono cimientos mas preciosos ; este sab io, d igo ,
ha dad o
ras intencion es, los m ovimientos del corazon
po r cosa sentada „ que una instrucción ^venida de Dios inme
f^diatámente , ó dad a j)or sola su orden , debía ante todas co ^^sas certificar d los hombres la existencia de este S E R , „ Pu ntua lm ente es todo lo contrario ; porque el prim er carácter de esta ins tru cc ión , es no haberse revelado en ella d irec tam en te, ni la existencia de D io s , ni sus atrib u tos , sino sup one rlo todo esto cono cido ya de antem ano sin saberse por qu é ni cóm o. A sí es , que ella en luga r de decir : N o hay mas
que un solo D io s , ó no creáis m as que en un D io s eterno ^ todo poderoso & c . , comienza por estas palabras en forma p uramente narrativa : A l principio crió D ios el cielo Scc, ; po r don de la misma revelación supone qu e ha y conocim iento del dogma antes que de la escritura. XV.
Pasemos al cristianismo que es la mas grand e de
todas las instituciones im ag in ab les , com o que es toda
d ivi-
na , hec ha para todos los hom bres y para todos los siglos. V erém o sla som etida á la ley gen eral. C iertam en te su d ivin o autor bien pudo como dueño absoluto escribirla por sí mismo
6 hacerla escribir ; sin em barg o no h izo ni lo uno ni lo otro, por lo menos
en forma legislativa.
El
N u e v o Testamento^
posterior a la m uerte del legislado r y aun al establecim iento de su relig ión , presenta una narración de a vis os , de precep tos m ora les,
de exo rtaciones, amenazas & c. ; pero de ningún
modo una coleccion de dogmas enunciados en forma imperativa . A l referirnos los Eva ng elistas aqu ella ultima cena en q ue D ios nos dexó la m ayor prueba de su amor injinito , tenian la, »
3 ^
mas bella ocasion para trascribirnos nuestra creen cia j ellos no obstante se gu ard an bien de declarar ni ordenar cosa algun a. En su admirable historia leemos; i d ,
: pero de nin -
guna manera , enseñad esto ó aquello. Si el dogma se presenta algu na ve z bajo la pluma del historiador sa g ra d o , es» te lo enuncia simp lemente como cosa y a anteriorme nte cono cida ( i ) . Lo s símbolos qu e aparecieron despues no son que unas profesiones de fé , hechas pa ra
mas
reconocerse m utu a-
m ente , ó para contrade cir los errores de l m om ento. Al l í se lee : Nosotros creemos ; jamas nosotros creeréis. Es verdad que nosotros los rezamos en particular, los cantamos en los tem*' píos con la lyra y el órgano ( 2 ) ; co m o verdaderas súplicas porq ue ellos son unas fórmu las de sum isión , de co nfianza y de fé dirigidas á D io s , y no ordenanzas dirigidasá los ho m bres. M uch o gusto tendría y o en ver la confesion de Aus^
hurgo , ó los treinta y nueve artículos puestos en música : es* to sería muy gracioso (3).
(r) Es bien notable que los mismos Evangelistas tardaron en tomar la plu m a, y principalmente lo hicieron para contradecir las hisiórias falsas publicadas en su tiempo. Las epístolas canónicas nacieron también de causas accidentales : jamas entró la escritura en el plan primitivo de los fundadores. M ili , aunque protestante , lo ha reconocido espresamente ( Pre leg. in nov. test. gr
33 L ejo s de contenerse en los prim eros símbolos todos nu estros d o g m a s, los cristianos de aquel tiempo hubieran
por el
contrario mirado como un gran crimen el enunciarlos iodos. L o mism o sucede en las santas escrituras ; jamas hu bo idea mas van a que la de buscar en ellas la totalidad de los do g mas católicos ; no ha y
una
sola línea en aq uellos
escritos
que indiqu e ni aun d ex e percibir siquiera el p roy ecto de h a cer un c ó d ig o ,
ó una declaración dogm ática de todos los ar-
tículos de fé. X V I.
Pero ha y mas todavía. Si algún pueblo
poseyese
uno de estos có digo s de creencia , se pu eden teíier por se gu ras tres cosas, i. a Q u e la re ligió n de aquel pueb lo es falsa: 2.a que solo en un acceso de íiebre ha p odido escribir có dig o. 3.a que dentro de poco
tal
tiem po se burlará de el la
misma nación , y que no puede tener fuerza ni duración. T a les son por e x e m p lo , esos famosos artículos que se escriben,
mas de lo que se leen , y que se léen mas de lo que se créen, (i)
Y
no solo en el pais que le vió nacer , se reputa por
nada ó casi nada semejante catálogo de dogmas, sino que aun en el con cep to de los estrangeros
es evid en te , q ue los
ilustres poseedores de este p lieg o de pape l se hallan con él muy
embarazados.
Bien
quisieran
ellos
que
desapareciese.
voluntad. Un teólo go filósofo ha dicho con mucha verdad y fíhüi ra : „E ntre cre er, y juzgar qu e es necesario creer , hay una no table diferencia.,, A lm i eji creciere , aliud ju dicare esse credendum Prttdejlmatione ). ( León. Laúí Opúscula. lugd. 1651 ( i ) GMofiy en sus M em orias, tom. 1. cap. 6, traducción frau^ cesa.
34 po rqu e solo sirve para atormentar el
bu en
sentido nacional
¡lustrado por el tiem po , y para recordarles un origen desgraciado ; pero la constitución está escrita» X V II.
Los mismos ingleses no hubieran pedido cierta-
mente la gran carta, á no haber sido violados los privilegio s de la nación ; pero tam poco la ha brían pedido , sí estos no hubiesen ex istid o antes que la carta. L o mismo que Estad o sucede respecto de la Iglesia ; pues si nun ca
del
hubiese
sido atacado el cristianismo , nunca hu biera necesitado escribir para fixar el dogma , y si este se ha íixado por escrito , es porqu e y a anteriorm ente existia en su natural esta do , que es el de la jjalabra. Lo s verdaderos autores del concilio de T re n to no son propiamente sino los dos grandes novadores del siglo X V I ( i ) . Sus d iscíp u los, menos acalorados y a , nos han propuesto despues borrar
esta ley
fund am ental, porque contiene
nas palabras difíciles para ellos ; y han sayos una
al in te n to ,
hech o algun os en -
demostrando como posible á este precio
reunión que en
cóm plice s :
alg u -
mas esta
lugar de hacernos a m ig o s,
nos haría
pretensión ni es teo lóg ica ni filosó-
fica. Ellos mismos introdug eron tiempo há en el idioma religioso las m ismas palabras que tanto les fatigan . L o qu e de« searnos es qu e ap rend an h o y á pronunciarlas. L a fé sería mil veces mas angélic a , si la sofistica oposicion no la hubiese fo r
(0
Esta misma observación puede hacerse remontándonos hasta A rrío ; la Iglesia jamas ha procurado escrifcár sus dogmas ; siem pi'e se ha visto obligada á hacerlo por la necesidad.
3S
3ado á es c rib ir ; ella no pued e meno s de lam entarse de tan^ tas decisiones arrancadas po r la re b e lió n ; decisiones qwe Síem^ pre deben mirarse com o verdaderas de sgra cias, pues que todas ellas suponen la duda ó el a ta q u e, y de consiguiente no han podido nacer sino en medio de las mas peligrosas con^ m oc ion es . £ l estado fatal de la g ue rra fue quien le va st ó es» tos ven erables reductos en torno d e la verd ad .*ellos seguramen* te la defienden , p ero tam bién ía ocu ltan : ha cen la inconquis^ tab le , p ero po r la misma razó n m eno s accesible. *, A h ! no es esto lo que ella busca ; lo que sí qu isiera es po der estrechar en» tre sus brazos i todo el linag e hum ano . X V III.
H e hablado del cristianismo como si fuera un sis^
tema de creéncia : ahora v o y á considerarle com o soberaní« en
la mas numerosa
ascciacion. T o d o s saben que esta es
m onárqu ica , ni pue de de xar de serlo ; porque atendida la na^ tur ale za de las co sa s, es tanto mas necesaria la
m onarquía,
cuan to es mas num erosa la sociedad que abraza.
C ierta len-
gu a , aunq ue impu ra , mereció no obstante la aprobación en nuestros dias, cuando dixo , que la Francia era geograji^a'
mente tnonárquica. C o n efecto : no pued e darse una verdad mas incontestable ni m ejor expresa da.
Y
si á la extensión
de la Fra n cia repu gn a la sola idea de otra especie de g o bierno nará
que el m onárquico , con m ucha mas á
esta
razón re p u g -
soberanía de que se trata , com o que po r 1^
esencia misma de su constitución tendrá siempre súbditos en todos los puntos de l g lob o : la exp erien cia en este pa rticular se halla de acuerdo con la teoría. E s to su pu es to: ¿quien »0 creería que en un a moní^rquía se me jaiite ha bían d e estar
S6 determ inadas y circunscritas con mas precisión que en todas
las demas las pre rrog ativa s de su xe fe ? Sin em ba rgo
suce-
de todo lo contrario. L éa n se los innum erables
volúm enes
producidos
guerras ya in testin as, ya estran gera s, y
por las
se verá que de to -
das partes no se citan mas que h e c h o s ; siendo lo mas nota ble que el tribunal suprem o haya consta ntem ente dexado disputar sobre la cu estió n mas fund am ental que se pre sen ta á los ojos de to d o s, sin hab erla querido decidir jamas po r m edio de una le y form al ; y así debia suceder si yo no me en ga ñ o m uch o , á causa de la importancia fun da m enta l de la cues* tion. E s verdad qu e algunos hombres sin m isión , y temerarios por debilidad , intentar on decidirla de un gran de ho m bre
en 16 8 2 á despecho
; pero esta fu é una de las mas so-
lemnes imprudencias que se han cometido en el mundo..
(*) El Iluftre M / de Fenelon, Arzobispo de Cambray. Adviértase como se explica sobre este proycdo el S, P. Pío V I. al fin de su Bala dogmática Auñdrem fidei de 1794* „ Ni „d eb e pasarse en silencio aqueüa grande temeridad del Sínodo Tde „ P ií to y a ) llena de fraud e, con que se atreve no solo á cele „brar con grandísimas alabanzas la declaración de la Asamblea Ga«« „lican a de 1682 , reprobada por la Sede Ap ostólica, sino también ,,á incluirla insidiosamente en el decreto que intitula de Ja Fé , á „adoptar abiertamente los artículos <^ue en ella se contienen, y i „sellar con la pública y solemne confesion de estos artículos cuan’* ,,to enseña en diversos parages de este mismo decreto ..... Por lo „c u al habiendo en uso de su Apoftóiico ministerio reprobado , rcs „cin dido y dado por nulas y de ningún valor dichas Acias de Ja „A sam ble a Galicana lueg o que se dieron á luz nueílro venerable , , predecesor Inocencio X I en sus letras en forma de Breve de n „ d e Abril de 1682 , y despues mas expresamente Alexan dro VIII 5,en su constitución Inter multí^ikes de 4 de A go sto de i6po í con
37 E l monum ento que de ello nos lia quedado ,
es con de-
nable bajo todos aspectos i pe ro sobre todo lo es por la pa rte que hasta ahora nadie ha adv ertid o , á pesar de que pre? senta el flanco mas que ninguna otra á una crkica ilustrada. L a famosa de claración osó de cidir po r escrito y sin necesidad^ aun a paren te ( lo cual hace subir la im pru de nc ia hasta lo s u m o ), una cuestión que debia estar constantemente abandon a d a á cierta sabiduría p rá c tic a , esclarecida por
la con cien-
cia U N I V E R S A L . Este es el único pu nto de vista que tiene con exion
con
el designio de esta obra; pero él es muy digno de las meditaciones de todo espíritu justo , y de todo
corazon bien
dispuesto. X IX .
N i son estrañas á los filósofos de la antigüed ad es-
tas ideas tomadas así en g en era l : ellos han con ocid o bien la d eb ilida d , mejor diré la nulidad de la escritura en las gra n des institucione s ; pe ro nadie ha visto ni espresado esta
ver-
dad m ejor que P lato n , á quien siemp re se le h alla el pr im ero en la senda de las grandes verdad es. E n su con cep to „ el „h o m b re que debe toda su instrucción á lo escrito , nunca ten
y^drd mas que ¡a apariencia de sabiduría, ( i ) . L a p alabra,
„m ayor razón exige de Nos la solicitud pastoral que reprobemos „ y condenemos la reciente apropiación tan viciosa de eíh s A d as a,hecha por el Sínodo , como temeraria , escandalosa é injuriosa ,,e n gran manera á la Sede Apoftólica , especialmente despues de „publicad os los decretos de nueftros predecesores , com o por eíta „presente conftitucion nueítra la reprobamos y condenamos, y que „remos sea tenida por reprobada y condenada. Tradu¿i, . (O ‘ Plat, in Ph sdr. Op p. tom. X . 6
„ a ñ a d e , es á k escritura lo que un hom bre es á su retrato. „ L a s prod ucciones escritas se presentan á nuestros ojos
como
„ v i v a s ; pero si se las hace una pregu nta , g uarda n silencio „con dignidad : Lo propio sucede con la escritura , jpues ni
fuella sabe lo que h a de decir d un hombre , ni lo que ha y^^de ocultar d otro. Si algu no quiere atacarla injustamente ó „insultarla, no puede defenderse; porque el que le dió el ser „«0 estd allí para sostenerla. D e m an era, que el que se ima „ g in a poder establecer únicamente por escrito „ c l a r a y d u r a b l e , es «« insigne mentecato»
una
doctrina
S i este tal pose
„y e se realm ente el gérm en de la verdad , se guardaría bien „de creer que con un poco de licor negro y una pluma habia „ d e extenderla por el U n ive rso , d efenderla contra
la incle
„m en cia dé los tiem p os , y comunicarle la eficacia necesaria. „ E n cuanto á aquel que se pone á escribir
leyes 6 constituí'
^yciones civiles , figurándose que solo co n escrib irlas, ha pod i ,,do darles la evide nc ia y estabilidad co n ve n ien tes, sea quien „fu e re este hom bre , particular ó leg isla d or , téngasele ó no „p o r ta l, ya ha perdido el concep to; pues con ello ha da „ d o una prueba de qu e no sabe distinguir la inspiración y „ e l delirio , lo justo y lo injusto , el bien y el mal } y esta „ig n or an cia es ciertamen te una ignom inia , aun cuando sea a „plau díd o de la masa entera del vulgo ( i ) .
( i) Ibid. H e aquí com o piensa un filósofo gentil acerca de los fabricadores de conftitucion es políticas. § Qpé diría si hubiese vivido en el siglo pasado ó el presente, tan fecundos en obras conftitu cicnales ? Ciertamente no hallaría términos con que ponderar Ja arrogante ignorancia, el sumo aturdimiento de nueíbros Jegisladoreí jr
39 XX.
Despues de haber oído á
k sabiduría
de las na-
ciones , pienso que no será in ú til oir todavía la filosofía cristiana. , , H ubiera sido m u y de desear ( dice el mas elocuen te d^ ,,]cs Padres g r ie g o s ) , que nunca hubiésemos tenido necesidad „ d e la escritura , y que los precep tos d ivino s solo estuviesen „esc ritos en nuestros corazones po r la gracia , asi com o
io
,,,están en los libros con la tin ta ; pero supu esto hem os per* ,,d id o esta grac ia por nuestra cu lpa , tenemos que asirnos po r „necesidad d una tab la en lugar de la nave , „o lv id a r
p or eso la superioridad del
prim er
aunqu e sia
estado.
D ios
„n u n ca reve ló cosa algun a por escrito á los escogidos del an „ tig u o T estam ento : siempre les ha bló directamente , porque y,v eía la pure;sa de sus co ra zo n es; mas habiéndose p recip ita „do el pueblo hebreo en el abismo de los vicios, fué precio s o echa r m ano de los
libros y de Iaj> leyes.
Esta
m isma
„m a rc h a se ha repetido bajo el im perio de la nueva revela .,\CÍon ; pues Jesu cristo no ha de xad o ni un solo e scrito á „su s Áp óstolés. E n lugar de libros les
prom etió el E spíritu
„ S a n t o . E l e s , jes d ixo , quien os hispir ara lo que habéis d^
^ydecir, P ero com o en la sucesión de los tiempos los hom bres „s e hicieron culp ab les, revelándose contra ios dogm as y co a „ tr a l a m ora l, fué indispensable servirse de libros.„ ( i )
reformadores. | Y esos son no obftante los que pretenden dirigir todavía la iluñracion d d siglo ! Pero por fortuna la experiencia ha enseñado á todo hombre juicioso lo que puede esperarse de seme jantes cabezas. Jradu¿l. (i) Chrysüft. Hom . in Máth. I , i .
40
XXL
H e aquí reunida toda la verdad en estas dos au-
toridades. E llas mu estran la profunda im becilidad ( usando el leng ua ge de Platón que nunca se alt er a) , la profunda insensatez , dig o , de esas pob res gentes qu e se im agin an qu e los legisladores son hombres ( i ) ; que las leyes son de papel, y que se pueden constituir con tinta las naciones. Ellas por el contrario nos d em ue str an , que el recu rrir á la escritura es siempre una señal de debilidad , de ign oran cia ó de pe ligro; qu e cua nto es mas pe rfec ta una institución ,
tanto menos esr
cribe ; de manera que la única verdaderam ente divina no ha escrito un a sola letra al tiemp o de establecerse , para hacernos conocer que toda ley escrita no es mas que un mal necesario, producido por la fragilidad ó por la malicia humana ; y que nada v a le , si no ha recibido una sanción anterior y no escrita.
XXir. A q u í es donde se debe g e m ir sobre el paralo gism o fundam ental de un sistema que tan d esgraciadam ente tiene dividida la E ur op a. Los partidarios de este sistema han d icho : Nosotros no creemos sino d la p a la b r a de D ios
.........
..
¡ Q u é abuso de expresiones ! ¡ Q ué estraña y funesta ign or ran cia de las cosas divin as ! Nosotros
solos somos
creemos d la p a l a b r a , mientras que vosotros
los que
os obstináis
en no creer sino d la escritura', co m o si D ios hu bie se po>
(i) Entre varios rasgos admirables que brillan en los Salmos de ‘ D a v id , se diítingue el siguiente : Conftitue , Domine ^ legislatorem 'super eos , ut sciantquomam homines sunt es de cir: , , Po ne d, Se jjñ o r , uü legislador que les presida , para que sepan que son hom ,>bres.„ Hspresiones bellas porcierto.
41 dido ó q uerido mu dar la na turaleza de las las cosa cosass de que
es
autor , y com unicar á la escri escritura tura la vida y efic eficaci aciaa que no tiene !
Pues qu é ¿ la Santa Es critu ra dexa de ser ser
escritura
po r ser ser sama ? i N o ha sido trazada con una pluma y un
po p o c o d e lice li cerr n e g r o } \ S a h e lo que, conv co nvien ienee d e c ir . d un h o m leían n en ella bre y ocultar d otro.i l L eib n itz y su criada no leía unas mismas palab'ras i’ ¿ Pu ed e ser ser esta esta Es critu ra otra cosa cosa qu e e l retrato del Verbo ? Y
aunque infinit infinitamente amente digna de v e -
neración neración bajo este este as p ec to; sí se la quiere preg un tar a lg u na cosa ¿no g u a r d a r á un sile si lenn cio ci o divi divinno'^ o'^.
Fin alm en te si se. se.
la ataca ó insulta ipodrd defenderse estando ausente el que
la engendró} ( i ) .
G loria lori a
á la verdad ver dad ! Si
na m en te viv a no vivifica vivifica la á ser p a l a b r a y esto es vida.
escritura escritura , Invo qu en
ésta
p a l a b r a eterjamas jamas lleg ará
otros enhorabuena
cuanto quieran la p a l a b r a m u d a ; nosotros nosotros nos reirém os de esta f a l s a d e i d a d ; agu ardan do siempre con una tierna tierna im p aciencia ciencia el m om ento
en que sus p artidarios artidarios y a
desengañados
qu ieran arrojar arrojarse se en nuestros nuestros b ra z o s , abiertos desde tres tres siglos. ,X X I I L
T od o buen buen espí es pírr i t u acaba acabará rá de conven con vence cers rsee en eses -
te pun to , á poca reflexi reflexión ón que haga sobr sobree un axiom a igu almente sensible por su importancia que por su universalidad, á sa b e r. Q U E
N IN G U N A
. G R Á l^ l^ ’ D E S P R I N C I P I O S ,
CO SA
GR AN D E
í ^ o i 's ' s e h al a l l a rá rá e n
TIEN E la h i s t o r i a
de todos, los sig los una. sc^la ,esc?pcion ,esc?p cion á esta es ta le y . Cresdt oc-
culto mlut. arhor <^^0, : .tal es, la e tern te rn a d ivisa ivi sa de tod a g ra n de institu ción , y d e aquí vie n e que toda toda institución institución fa fals lsaa es
(O
Véase la pagi pagina na 58, 58,
4^ cribe m uch o , po rqu e siente su debilidad y busca dond e apo^ ya y a r s e . D e esta es ta v e r d a d q u e aca ac a b o d e a n u n c i a r , resu re sult ltaa la in^ destructible destructible co n sec ue n cia , de que nin gu na instit institución ución grande y real re al p u e d e estar es tar f u n d a d a sobr so bree u n a l e y escr es crit itaa ;
p u es q u ?
los los mismos mismos ho m bres , instrumentos instrumentos succesívos succesívos del estab lecim ient o , ign ig n or an lo que ha d e v enir á s e r; y porqu e en todo ór<» den de cosas cosas el inc rem en to insens insensibl iblee es de su dura ción .
la
señal verda ve rda dera de ra
M uc ho s escrit escritores ores han ga stado desde el
sí»
g lo X V I un prodigioso fondo de eru dición para para p ro b ar , re= m ontánd ose hasta hasta la cun a del cristi cristianis anismo mo , que los los O bispos de R om a no eran en los los primeros primeros siglo s lo que fueron
des^
pues ; suponien do de esta esta manera manera com o un pu nto acordad o, qu e todo lo que no se encuentra en los los tiemp tiemp os prim itivos es u n abuso abuso.. Pues y o d ig o sin sin el meriOr espíritu espíritu dé co n tie n d a , y sin sin ánim o de ofend er á nadie , que en
esto esto muestran tanta
filoso filosofía fía y verdííde ro saber , com o si se em em peñas en en m edir por la estatur estaturaa d e u n niño
las las verda deras
dimensiones
hom bre y a form form ado. L a sobe sobera raní níaa del cristi cristianismo anismo
ha
del
nacido nacido
co m o las las demas , y ha ido crecieíí crecieíído do lo mismo mismo q u e las las de* de* mas. Es ciert c iertam am en te un a lást lástimj imjtt ver á ta tantx^s excel ex celen en tes
in -
genios como se atormentan para probar por la infancia, que el estado viril es un abuso ; no no debien de bien do ignor ar , que supo ner u na instit in stituc ución ión cUal cUal^u ^uié ié^í ^íáá adalta ad alta en su nacimiento^ es el el m ayo r d e losa bs urd os, y ; una verdadera verdadera coút coútra radic dicci cici cin n Í¡ógi Í¡ógi* * ca. ca . S i los los ilustres y generosos enem nemiigos* gos* dé esta esta potestad (q u e á la ve rda d los tiene en grande abu nd an cia ) , exa m inan ía ía cuestión ba xo este este pu nto de vista vista , com o encarecidam ente les les suplico ,
no dudo qu e todas todas esas obge(;iones tom adas
de la
43 an tigüe da d , desaparecerán desaparecerán á su vísta cóm o «na. ligera nieb nieblla»
C o n respect respectoo á los ab u so s, no debo ocuparm e de ellos ellos en este este luga luga r. Solo diré ( ya que mi pluma toca est este pun» pun» to ), que ha y m uch o que rebaja rebajarr de las declamacio declamaciones nes que e a el ùltimo siglo se han hecho en esta materia. Tiempo vendrá en que los Papas contra quienes mas se ha g rita d o , ta l es por exem plo como G rego rio V I I , ser seráán mirad mirados os en to dos los los paíse paísess , com o los los am igos ,
los los tutores y
salvadores
del géne ro hum ano , com o los verd verdad ader eros os,, gén ios co ns tituye ntes tes de la E ur op a. N ad ie dudará dé est esto desde desde que los sasa bio b ioss fra fr a n c e s e s sean se an c r i s t i a n o s , y los lo s sabi sa bios os in g les le s e s se h a g a n católicos, lo que ciertamente no tardará en verificarse. • X X IV .
M a s I con qu é palabr as , po r pen’ pen’fetr fetran ante tess q u e
fuesen fuesen , podría podría y o en este este m om ento hacerme entender de un sig lo infatuad o con los escri escritos tos y em brollado con las palabras, hasta hasta el pun to de creer qu e los los homb res p ued en crear constituciones , lenguas y aun sober soberaní anías as : de un siglo para qu ien todas las las realidade s son son m entiras, en tiras, y todas Jas mentiras me ntiras dad es; que ni siquiera siquiera v é lo qu e pasa pasa d elante de
re a li-
sus ojos; ojos;
que alimentándose de libros va ú buscar lecciones equívocas en Tu cídides ó T ito L iv io , cerrando cerrando enteram entera m ente los los ojos á la ve rda d qu e resplandece hasta en las las gacetas de nuestros dias ? Si los votos de un simple mortal fuesen dignos de obtener de la Pro vide nc ia uno de aq uellos uellos
decretos decretos
mem orables orables
qu e forman las gran des épocas de la historia historia , y o
le sup li-
caría que á cualquiera nación poderosa inspirase, en castigo de alguna alguna grave ofens ofensaa co m e tid a ,
el orgulloso orgulloso pensai pens ainie niento nto
44 de constituirse políticam ente á sí m ism a'co m en zan do desde las bases.‘ Y
si á pesar de 'mi in dig nid ad m e fuese perm itid a la
familiaridad de un an tigu o'P atria rca , ex clam aría: ,,ded todo á este p u e b lo !
,, ¡Go nce
Da dle ta le n to , sabidu ría., ri^ue«
, , z a s , valor ; sobre todo u na
con fianza
desmesurada . en sí
, , mismo , y aquel ge n io dócil y . em prended or á la v ez , que „ e n nada se detiene y nada le acobarda. D estruid su gobier* „ n o an tiguo , borrán dole hasta su m em oria : saciad todos sus , , deseos : esparcid el terror y espanto en derredor suy o : ce ,,ga d á sus en e m ig o s: ordenad á la victoria que
vele
sobre
„todas sus fronteras, de manera que ninguno desús vecinos „p u e d a mezclarse en sus ..asunto s, ni tur ba rle en sus op era ,,cione s. Q u e sea ilustre en las cie n cia s, rico en filosofía , em „briagado de poder humano, libre de toda preocupación, de „to d a sugecion y de toda influencia superior.
D ad le
cuanto
„p u ed a a p e te c er , sin temor de que a lgú n dia pueda quejar „ s e y d e c i r : esto me f a lt a 6 aquello me incomoda j que obre ,,en fin librem ente con tanta inmensidad de m ed ios , para que „ d e este modo llegu e á s e r , bajo vuestra protección inexo „r a b le , una lección eterna á todo el gén ero humano.!!! „ XXV.
N o puede esperarse á la verdad una reunión se-
m ejante de circu n sta n cias , porque esto
sería un
m ilagro al
pie de la le tr a ; p ero c on todo , no de xan de presentarse en la historia , especialmente en la de nuestros dias', acontecimientos del mismo orden, aunque menos considerablesque si bien no tienen esta fuerza ideal con que acabo de pin tarlos , tam poco dex an de encerrar grand es instrucciones. N os otros mismos hemos sido testigos del poderoso esfuerzo que
45 hora 25 años se ha hecho para regen erar una gran
nación
m ortalmente enferma. Este era el p rimer ensayo de la g ra n de obra , y com o el prefacio , digámoslo así, del espantoso li* bro que despues nos han hecho le er. Todas
las precaucio nes
se tom aron al in ten to. L os sabios del país cre ye ron debian co n sultar á la mod erna divinidad en su santuario estran ge ro. Escri bieron á Delfos , y dos famosos P on tífices respondieron solemn em ente ( 1 ) . Lo s oráculos que p ron un ciaron en esta oca sion no fue ron com o en otro tiem po unas hojas ligeras q ue se las lleva el v iento : ellos están e n cu ad er n ad o s,
Quidque hí¡ec Sapientia pessit^ Tune patuit...,,,,.
.........
Es preciso no obstante hacer ju st ic ia , con fesando qu e en aquello que la nación no debia sino á su propio buen sentido , habia cosas que aun h oy pued en admirarse. T o d o s
los
med ios se reunían sin dud a en la sabia y aug usta cabe za lia* m ada á tomar las riendas del go bie rn o : los principales interesados en el sosten de las an tiguas
leye s hacian vo lun ta-
riam en te un gen eroso sacrificio al pú blico , y para fortificar la A uto rida d suprema se prestaron á cambiar un
ep iteto de
la soberanía. Pe ro ay ! L a sabiduría hum ana qu ed ó b urlada, y todo vin o á conclu irse por la m uerte. XXVL
A l gu n o s dirán : Bie n conocidas nos son la s cau-
sas que desconcertaron la empresa. 5 C óm o ?
< Se quiere
acaso que Dios en vie áiigeles en figura human a encargados de
(O
Mabiy y Rousseau.
46 hacer pedazos .una constitución í Siempre será menester emple ar las causas segun das , mas el que sea ésta ó aqu ella ¿ qué im porta ? T od os los instrumentos son exc elen tes en
manos
de un gra nd e artífice : pero es tal la ceg ue da d de los ho m bres , que
si m añana por exem plo vinie sen
de constituciones á org an izar
unos
forjadores
un pu eblo , y á con stituirle
can un poco de licor negro , se apresurará la m ultitu d á dar crédito al m ilagro an unciado.
Dirá nu evam ente : N a d a f a l -
ia en esta constitución ; todo estd sabiamente escrito ; cuan do el mismo
hecho
de hallarse todo p re vis to ,
discutido y
es-
c rito , sería una p ru eb a dem ostrativa de que la con stitución es nula , y de qu e no presenta á la vista
mas que una ap a-
riencia efímera. X X V il .
Recuerdo haber leído en alguna parte , que hay
muy pocas soberanías en estado de poder ju s t^ c a r la legitimidad de su origen. Admitamos la justicia de esta aserción, seguros de qu e no resultará la menor tacha contra
los suc
cesores de un xefe cuyas acciones pudieran sufrir alguna ob* gecion : la nube qu e ocultase mas ó menos el o rige n de su autoridad no sería m as q ue un ligero incon ven iente ,
conse-
cuencia necesaria de una ley del m und o m oral. D e otra suerte , se segu iria que ‘Un soberano no po dria
reinar leg itim a
m ente sino en virtud de una deliberación de tod o el pueblos C9 decir, por gracia del pueblo i lo que no sucederá jamas, porque nada ha y tan cierto como lo qu e dixo
el
autor de
las Consideraciones sobre la Francia ( i ) , á saber ,
(i)
2 9
Cap. IX p3g, 147. edic, de P arís , 1822,
que el
47 puehh aceptara, pero nunca elegird por s í d los que le han de m a n d a r . Siem pre es preciso qu$ el o rige n de la soberanía se muestre superior á la esfera de l pod er hum ano , de m anera que los mismos hombres qu e parecen m ezclarse d irecta m ente en e lla , no tienen otro carácter que el de meras circunstancias. Po r lo que hace á la legitim ida d , si en un p rin cipio ha podido parecer am bigua , D ios se exp lica por m edio de su prim er ministro cerca de el dep artam ento de este m u n d o, que es el tiempo. N o
h ay duda que á veces cier-
tos presagios coetáneos dan m ar ge n á equ ivocacion es para los que son capaces de observarlos , pe ro los de talles sobre
este
pu nto serían ob ge to mas pr op io de una obra separada. X X V III.
T od o , p u es , nos conduce á esta regla gene»
ral : E l hombre no puede hacer una Constitución ; y ningu-
na Constitución legítima puede ser escrita.
se ha es crito , ni
se escribirá jamas i priori y d com plexo de leyes fundam entales qu e deben constituir una sociedad , sea civ il ó religiosa. C u a n d o h sociedad se halla
y a constituida
sin que pue da
decirse de qué m o d o , solo se podrá hacer declarar ó exp licar por escrito ciertos artículos particulares; mas tales declaraciones casi siempre son el efecto ó la causa de
gravísimo s
m a-
les , y siempre cu estan á los pueblos mas de lo que va len . ^ X X IX .
A está re gla ge ne ra l que ninguna Constitución pue-
de escribirse 6 forrm rse d priori , no pued e op onerse mas que una ex ce p ció n , y es la legislación de M oysés. E lla sola fu é arrojada co m o una estátua , dig ám oslo asi , y escrita hasta en los mas menudos detalles por Un hombre prodigioso á quien le bastó decir un f í a t , sin qu e
su obra h ay a tenido
48 despues acá necesídacJ de ser corregida , suplida ó
modifica-
da ni por él ni por nadie. Ella es la única que ha
podido
desafiar á los tie m p o s, po rqu e nada les debia y nada espera ba de ellos :
ella
sola
ha
subsistido por espacio de 1500
a ñ o s , y no obstante haber pasado despues otros 1 8 si g lo s, y hab er caído sobre ella el g rand e ana tem a en el p lazo prefixa do ; la vem os vivir a un con una segu nd a v id a , estrechar con no sé q ué lazo misterioso , que no tiene n o m b re , las d iferentes fam ilias de un pue blo que tod avía perm anece d isperso sin estar desunido ; de manera qu e sem ejante á
la fu er za
de atracción obra á larga distancia , y form a un to d o , de una m ultitud de partes incon exa s entre sí. E s pues evide nte
á to -
do enten dim iento ilustrado , que esta legislación sale del círculo trazado al pod er del hombre ; y
esta magnífica e x c e p -
ción de una ley general que no ha cedido mas qué una sola v e z , y esta únicam ente á su a u to r, demuestra por sí m ism a la misión divina del gran legislado r de los H e b re o s, mas bie n que el libro en tero de aquel prelado in gles , que a u n que dotado del m ay or talento y de una erudición inm en sa , tu v o no obstante la desgracia de apoyar una gran verdad sobre el mas triste paralogismo. XXX.
Ah ora bien : Supuesto que toda constitución
divina en su p rin cip io , se sigue que el hom bre nada pu ede hacer en este gé ne ro sino es apoy ad o por Dios ,
de quien
vie ne á ser ento nces un m ero in strum ento ( i ) . E sta es una (i)
Y aun puede generalizarse esta aserción sin temor de errar.
Que ninguna injiitucion, cualquiera que sqa, puede ser durable^ si nQ ejta fundítda sobre la religión*
es
49 Terdad i la que todo el gé ner o hum ano en masa no ha c e -
sado de dar el mas brillante testim onio. A bram os la historia que es la política ex p er im en tal, y hallaremos la cuna de las naciones rodeada constantemente de sacerd otes, y la D iv in idad llam ada siempre
en socorro de la debilidad y flaqueza
human a ( i ) . L a fábula , harto mas verdadera que la historia antigu a para los ojos bien disp ue sto s, corrobora todavia mas la dem ostración. Siem pre es un orácu lo el que fun da las c iu dades ; qu ien a nu ncia la pr otecció n d iv in a , y los sucesos del héroe fundador. Los Reyes principalmente, Xefes de los impé rios nacientes, siempre son designados , y como marcados por el cielo de un modo extraordinario ( 2 ). ¡C ua n tos hom
( i) Platón en un pasage admirable habla de cierto tiempo primitivo en que Dios habia confiado el eftablecinúento y régimen de los imperios , no d la dirección de hombres^ sino de genios tutelares: ha blando Juego de Ja dificuJtad de crear constituciones permanentes, añade: Es innegable que si Dios no ha presidido al efiablecimiento de una Ciudad, y solo ha tenido un principio humano , no puede li-
brarse de los mas grandes males. Debe pues procurarse por todos los medios imaginables imitar el régimen primitivo; y confiadas en lo que el hombre tiene de inmortal debemos fundar las casas y los efiados^ consagrando como leyes las voluntades de la suprema inteligencia. Pues si un Ejiado {cualquiera que sea su form a) efid fundado sobre el vi* C í o y gobernado por gentes que atropellan la jujiaa , ya no le rejla medio alguno de salvarse. ( Plat. de Leg, Toin. VIH. Edit. Bip. p. 180 , 1B I.) (i) Suele hacerse un grande uso en la controversia de la famosa regla de R icardo de San V i d o r : Qued semper, quod ubique^ quod ab ómnibus &c. Cíla regla general pudiera explicarse asi: Toda cree'ncia confiantemente universal es verdadera , y siempre que separando de una creencia cualquiera , ciertos anículos peculiares d ütfe^
rentes naciones rejia alguna cosa de común d todos jéjíe algo es tam, bien una verdad.
50
bres superficiales se han reíd o de la santa ampolla , sin reflexionar que la santa ampolla no es mas que un geroglifico, y que no se trata sino de saber leer ! ( i ) X X X I.
L a consagración de los R eye s trae el mismo ori-
ge n . Jam as hubo una ceremonia , m ejor diré , una profesion de fé mas significativ a ni mas digna de
respeto. Siem pre el
ded o del pontífice toc ó la frente de la soberanía en su nacim iento . L os ¡numerables escritores qu e en tan augustas ceremon ias no han visto sino miras ambiciosas , y un con ve nio expreso entre la superstición y la tiranía , han hablado co n tra la verd ad , y casi todo s aun contra su misma co nciencia. Este punto debería examinarse con otra detención. Unas v e ces los mismos Sobera nos han solicitado el co n sa gr ar se , otras la relig ión ha buscado á los So b er a n o s; también se ha visto algu na v e z reusar estos la consagración com o una
señal de
depen dencia. N o me faltan hechos suficientes para poder ha cer un juicio sano en esta materia ;
pe ro sería m enester dis-
tin gu ir con cuidad o los hom bres, los tiempo s ,
las naciones
y los cultos. Basta por ahora insistir so bre la opin io n gene ta l, que cons tantem ente ha reclamado la potestad divina para el establecimiento de los imperios. X X X IL
Las naciones mas famosas de la antigüedad , es*
(r) T o d a religión produce naturalmente una mytolo gía seme jante á ella. La de la religión Criftiana es por lo mismo siempre p u ra , siempre ú til, y muchas veces sublime , sin que por eñ o se confunda jamas con la religión misma ; y asi en ve2 de ser per judicial ningún rito cristiano , merece frcGuentemenie toda la atención del observador.
pe cíalm cn tc las mas grav es y
sabias ,
como los
E p ig cio s,
los Etruscüs, los Lacedemonios y los Romanos tenían precisam en te las con stituciones mas religiosas ; y la duración de los imp erios fué siempre prop orcionada al grad o de influencia que el p rincip io religioso habia adq uirido sobre la constitución p o lítica. Los pueblos y naciones mas inclinadas a l culto di'üim
han sido siempre la s mas durables y las mas s ab ias , a s i como los siglos mas religiosos han sido los que mas se han distinguido j)or el genio ( i ) . ( * ) X X X III.
Es constante que las naciones no han sido c i-
vilizadas sino por la relig ió n . N in g ú n otro in strum ento conocido tiene la virtud de conquistar al
hom bre salvage.
S in
recurrir á la an tigü ed ad , que es lam a s decisiva en este pun* t o , vemos una prueba sensible de ello en la A m érica . T re s siglos hace que llevamo s allá nuestras le y e s , nuestras artes, nuestras cie n cia s, nuestra civilizació n , nuestro com ercio y nuestro luxo; pero \ q u é ventajas hem os conse guido sobre el estado de aquellos salvages ? N in g u n a absolutamente. L o que ha cemos es destruir á estos infelices con el y e rr o , y el a g u a rdie nte ; rech azán doles po co á p oc o al interio r de los desier** t o s , hasta que por fin desaparecen en tera m en te, víctimas d e nuestros vicios y de nuestra cruel superioridad. XXXIV.
I A qu é filósofo se le ha pasado ¡amas por la
im aginación el dex ar su patria y sus p lac er e s, para ir á (i) (*)
Xenofbnte , Memor. Socr. i , 4 , 16.
los
la palabra genio puede significar la deidad que svponian los gentiles ásifiia d cada persona \ como también la natural disfosicion y buen gujlo para las ciencias ^ artes, &C. T r a d u d .
bosques de A m éric a en busca de
sa lv a g e s, inspirarles aver-
sion á todos los vicios de la barbarie,
y enseñarles una mo-
ral ? ( i ) . Pero bien lexos de eso, los filósofos han comp uesto libros m uy
hermosos para pr o b ar , q ue el estado natural del
hom bre es el sa lva g e , y que no podíamos apetecer m ayor fe licidad que asemejarnos á él. Condorcet se ha dexado decir que
Jos misioneros no llevaron a l A s ia y d la América mas que vergonzosas supersticiones (2 ). Rousseau ha dicho con una locura v erdad eram ente inconcebible , que los misioneros no son d su pa recer mas sdhios que ¡os conquistadores (3 ). En fin el corifeo de aqu ellos ha tenido valor para vom itar el mas grose ro sarcasmo con tra estos pacíficos co nq uist ad or es, á q u ienes la antigüedad habría ciertamente divinizado (4), ■ XXXV,
Estos misioneros son , no obstante , los que han
obrado una maravilla tan excesivamente superior á las fuer
(1) Con dor ce t nos ha prometido que los filósofos se encargarían incesantemente de la civilización y felicidad de las naciones bárbaras. ( Bosquejo de un cuadro biftorico de los progresos del espí" ritu humano, en^° pag 555.) Aguardam os que ellos S. S. tengan á bien dar principio á una obra tan memorable. (2) Bosquejo & c. ( Ibid pag. ). (3) Carta al Arzobispo de París. (4) Eh ! a?nigos núos, ^para qué os habéis tomado tanta moleflia^
^ no ejiabais mejor en vuejira patrtal Es cierto que en ella no hubierais encontrado diablos , pero st hubierais hallado otras tantas bobertas^ ( Voltaire , Ensayo sobre las costumbres & c. Introduce, de la má gta. ) 2 Puede darse mayor sinrazón , mas indecencia , y mas mal gü ito ? Pocos capítulos de este libro están esentos de rasgos semejantes ; y sin embargo á efta pomposa fruslería es á lo que nuestros modernos entusíaílas no se avergüenzan de llamar un monumenti
del espíritu humano.
zas y ’auíi i la voluntad hu m an a. Ellos solos
han
recorrido
de una extrem idad á otra el vasto c ontinente 'de h América con el fin de form ar homb res. E llos solos han he ch o lo qu e la política ni aun hu biera osado im agina r. Pero nad a'pued e co m pararse en este gé ne ro á las misiones de l P ar ag u ay i alíí es donde se ha manifestado de una m anera mas sen sib lela atrto ridad y poder exclu sivo de la religión para 'la civilización de los homb res. M uc h o se ha ensalzado este p ro d ig io ., mas no lo bastante. E l espíritu del siglo X V I I I
en unión con otro
espíritu su cofrade' ( * ) , han logra do sufocar en parte la v o z de la justicia , y
aun
de la adm iración. D ia vend rá qu izá
( porque debemos esperar qu e tan g randes y nobles trabajos vu elvan á em p ren d erse), que en e l seno de una opule nta c iu dad situada sobre una an tigu a y dilatada prad ería , se levan* te una estatua al padre de estos misioneros, en cuyo pedestal se lea esta insc ripción : A L
O S I R I S
“ C R I S T I A N O ,
Cuyos enviados han recorrido la tierra para arrancar á los hom bres de la m iséria,
¡
del embrutecimiento y de la ferocidad, enseñándoles la agricultura, . D A N D O L E S
L E Y E S ,
instruyéndoles en el conocimiento y servicio de Dios, amansando de este modo al desgraciado salvage
(* ) El Jansenismo, heredero fideicomisario de los reformadores del siglo XVI.
8
.^4 vN O POR L A
F U E R Z A D E L A S A R M A S,
^
porque nunca necesitaron servirse de ellas,
;
sino con la dulc e persuasión , to n los cantos morales,
y con la •virtudpoderosa de los bymnos^ ;
í3é suerte ^ tj e . fueron
reputados por unos A ng eles ( i ) .
Ostris Hfij de ^glpíQ , fué el primero que liberto d los igjp. "iios de la nda miserable, trabajosaj¡ salvage que llevaban ^enseñan '■d'olfs d sembrar y plantar ; les dio leyes, y Íes inftruyo en el modo ^de honrar y venerar d los Dioses ; tuaríbando despues per toda el 'mundo le suavizo las (ojhmbres, sin emplear en manera alguna la ''fuérxJ'A de las armas, sino atrayendo y ganando la mayor parte de ios pH(f>ios con dulces persuasioiies, con operas y representacianes púa tas en todo genero de música , por lo cual le tuvieron los Griegos par el mismo Dios Baca. ( Plutarco de Isis y O siris ). En una isla del rio Pénobscot se encontro' poco ha una población salvage , que todavía cantaba una gran porcion de cánticos piadosos é injiruciiS^os'en indio , d imifación de U música de nuejiras iglesias ; con ■ttna .precision qm 4p£nas h halla.ria en nuefiros Coros mas bien arre,, glados : una de las mejores arias de la iglesia de Bojion h4 venido de efios indios (quienes la habian aprendido de sus macítrós hace mas de 40 años), sin qtíe desde entonces ¡rayan tenido aqtfellos infelices ningún género de injiruccion. ( Mere, de Francia 5 Julio dje 1806 ), El padre Salvatierra ( propio nombre de misionero ) llamado juftamenif el apojiol de la. California , se atrahia los salvages mas (.1)
intratables que se han conocido hafta aq u i, sin otra arma que un laud que tocaba piímórosainénte. Poniase á cantar : In voi ere* do d Dio mió ! ikc. y al instante se veía rodeado de una multitud de hombres y mugeres que le cÜaban escuchando con el mayor silencio. M uratori dice., hablando de eíVe hom bre admirable : Pare fdvola quella d'Orfeo ; ma chi sd che non sia succeduto in simi{ •casQ'^. Los misionepos son los únicos que han com prendido y demoílrado la verdad de (¡ia fdbula. Qbsprvas^ tafn^iien que ellos habian descubierto aquejia clase de música digna de asociarse á eftas grandes creaciones. „ Enviadnos v escribían á sus amigos de Europa ), enviadnos las árias de los grandes maeftros jle Italia essm armmiosissimi , senzia tanti iwbrioglidt vitltni obligatti. ( M u ratori, en¡tianeumo felice &C,. cap. 1 2 , p. 284)^.
M
X X X V r.
SI A ho ra ^u es v al consiítóráf que ès'te: O rde n bgi§i
ládér qü s refftaba en el P ara gu ay por el ascendiente ú6ico de las virtudes y d« los ta le n to s , sin separarse ¡amas de
la
sum isioa y obediencia debidas á la autoridad legítima por le xan a qu e estuviese ; al reflexionar, d igo , qu e este ord en ve pía á arrostrar eit nuestras c á rce les , en nuestros hospitales y lazaretos, todo cu an to la m iseria , la enferm eda d y la deses* peracion tienen de mas terrible y de mas
rep u gn an te ;
quó.
estos mismos ho m bre s, que al prim er av iso corrían á recostar se so bre la^ pa¡a al lado dé la in digencia , se d ex á b a n ve r íü©*' g o en los cíícos y asambleas ma« brillan tes ,
Como
los mismos
naturales del país^j que subían á los cadalsos^^#^<« dair las
nhimas palabras á las víctim as d e la justicia hH m an a, y quo; desde estos feaK^íos de ho rror vo lab an á b s púlipítos para tr o nar allí ante la presencia de los Re ye s ( i ) ; qu& manejaban tíi pin cel en k C h in a y el telescopio en
nuestros obsé rvate
río s , la lira dé O ífé o e n medio de los salvages , y que ha* bi’árt fbím ád'o t<3 kio el sig lo de L u is X I V : cuafldo^ se piensa* cil fin qüe ünáv detestable coalicfG^n de ministros pcf?versos ^ de m
vá n ag íoríá fse
del triuáfiO', ¿rlé^ un o è^ai^ 'vien dó a^ítól fafiitíSo locó , qu e ponià^ mufy lífano el pite; sobre on deftdole :
de
fáitfiq uera , di*,
te'^uit'aré lás g^andé di^ Hacer mas timido. Pero
Loí^eóar de tefi'moñüi' tms m conspectu re^ m ¡ & non con ftmdebar. Ps. G X V ÍU , 46, Efta es la inscripción que se haJia d e bajo del retrato de Bourdaioue, y que han merecido muchos de sus xluítres concóie^s. # ' (i>
S<5 ¿qué es Io que digo? Un loco no es culpaSíe. X X X V II.
H e debido insistir principalm ente sobre la for-
mación de los imperios como obgeto el mas importante; pero todas las instituciones humanas están igualmente sugetas á la misma r e g la , y todas ellas serán nulas ó peligrosas si no descansan sobre la base fundam ental d e toda existencia.
B a-
jo este in conte sta ble prin cipio , ¿ qué hem os de pen sar de una generación que todo lo ha puesto en el aire, hasta las bases mismas del edificio social, haciendo qu e la educa ción sea pu. ram eníe científica.^ Parec ia imposible llegar i
engañarse d e
un modo mas
di
terrible ; pues
todo
sistema
educación
qu e no repose sobre el principio religioso caerá al, menor im pulso, ó no hará mas que derramar el veneno en el Estado , siendo la religión el balsamo que impide la corrupción .ds
las ciencias , como admirablemente dixo el canciller Bacon, X X X V IIL Suele; preguntarse m uchas veces: : < V òr qué ba de haber una misma escuela de Teología en todas las univer^ sidades ? L a respuesta es bien se ncilla : Porque a s í conviene p a r a que subsistan , y. no se corrompa la enseñanza» Vxim{* tivam en te las universidades no e ra n ,si n o unas, escuelas, te o ló g ic a s, á las que viniero n á reunirse las demas, facultades como subd itas c erca d e una, reyn a. E l ed ificio de ;la iíistruccioñ publica colocado; sobre
b a se h a b ia .,d u ra d o hasta nuestros,
dias. L os que le ha.n ,;a|>rujpado.ij3n',,su p a ís , ta l, ve z se arrepentirán de ello por largo tiempo , aunqu e ¡nutilme nte. P a ra abrasar una ciud ad no es menester m as q u e un niño ó un in se n sa to ; m as 'pa ra v olve rla á edificar se necesitan arquitectos^ m ater iales, o br ero s, millones y sobre to d o , tiem po.
,,
57 X X X IX .
Los que se han contentado con corromper so-
lam ente las instituciones a n tig u a s, conservando sus formas e x teriores , han he cho qu izá tanto mal ¿1 linage h um an o; puesto* qu e y a es manifiesta la influencia de las modernas un ivers idades sobre las costumbres y el esp irita na cion al, en una gran parte del continente de Europa; ( i ) . ' Las universidades d e Inglaterra han conserva do en esta parte mas reputación que las o tr a s , bien sea porq ue lo? ingleses saben m ejor callar ó e nsalzarse cuando les co n v ien e, ó bien porq ue el .espiritu p u b lic o , que á la verdad tie ne en aquel pais una fuerza e x traordina ria , h a sabido preservar mejor que en otras partes estas escuelas venerables de l anatem a
gen eral.
N o obstante
ellas tam bién de ben sucum bir ; pue s en este particular la fran
(i) N o hablaré y o , por mas a preciables que sean los con ocimientos que pudiera publicar; pero permítaseme reproducir lo que cñá ya im preso, haciendo hablar á un aleman acerca de su país. Asi se explica sobre las universidades de Alemania un hom bre á quien nadie tachará seguramente de eftar infatuado con ideas antiguas ó ráncias. „ T o d a s las universidades de Alem ania sin exceptuar las mejo ,,res, necesitan de grandes reformas en punto de coftumbres.....,..' „Aun las mas acreditadas, no son otra cosa que un golfo don ,,d e se pierde sin remedio la inocencia , la salud y la futura feli „cidad de una multitud de jovenes., y de donde salen arruina jjdos en el cuerpo y en él alma , sirviendo mas de carga que „d e provecho á la sociedad & c. ¡ Plegue á Dios que eílas pág i „nas sirvan de pressrvativo para los jovenes ! ¡ ü xalá puedan Jeer jjSobre las puertas de nuetiras universidades la inscripción siguien ,,te: Mira joven l aquí es donde vmthos de tus semejantes perdieron „ítt dicha juntamente con la inocencia.,, ( M. Campe, Colecc. de via ges para inftrucc, de la juvent. T o m . II p. 129^.
5:3 q u cz a de G ibb o n nos cs.cusa de oÉras pruebas cxíra ña s ( 1 ) , Fina lm ente para no salir de gen era lidad es ; si no volvemos i k s m áxim as an tig u a s, si no se confía
la educíicion al esta-
do ecle siás tico , y si las ciencias no oc u pa n
en todas pa rte t
©1 segu nd o luga r , son incalculables los males, qu e nos ag uar dan : qu edar em os eriibrutecidos con la misma ciencia , que es el ultimo grado del embrutecimiento. XL.
N o solo no es dado al poder del hombre el crear
ins titu cio n es , sino qu e aun para mejorar las y a establecidas necesita de una jyarticular asistencia. Si algo
hay
evidente
en es^e mundo, es la existencia de dos fu e r za s opuestas que
se están combatiendo sin intermisión. El mal desíigura y altara todo lo bue no , asi com o el bien com prim e y ataca cuan» to ha y de malo , progresando siempre todo lo que existe á un estado mas per fecto ( 2 ) . Estas dos fuerzas se encu entran «■^■■1
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' (i), Véanse sus M em or ias, en lasqu e despues de habernos hecho muy bellas revelaciones sobre las universidades de su pais, di'> ce en particular de la de O xford : Bkn ^ucM renunciartííe por hiJo\ sttyo , de tan buena gana cmo jo la renuncw por mAdre^ _N o dud a que efta tiprna m adre, sensible como debia á una declaración seme*' jante , habrá mandado ponerle un magnífico epftáfio í itibens métito, Pata advertir la oposición y contrapeso de eítás dos fuer(i) zas no se necesita mas que abrir los ojos. Bl bien es contrario d m a l , j/ la vida d U tnuerte^^.. Examínense todas tas obrai del simo , y se hallaran así: dos j dos: opueftos el uno al otro ; Ecíé^* XXXIÍI. De aqui nace ( para decirlo de paso ) la re gh del bella ideal» C o m o en la natura eza no hay una cosa que sea cual debe ser, el verdadero y único artífice que puede decir r Ejl Detis in mbis, tiene solamente el misterioso poder de discernir los rasgos aun menos alterad os, y reunirlos para formar con ellos , unos todos per fedos que no exiüei> sino en su entendimiento,
en todas paftw. Igualmente se las ve en la vegetación de las planta s com o en la ge ne ració n de
los an im ales } en 1»,
form acion de las lengu as y en la de los imp erios
( cosas
ambas inseparables ) & c. E l poder hum ano apenas se ex tien de mas que á rem ove r ó á com batir el m al para sacar él el bien , de xan do le exp ed ito á ün
de
de que pueda brotar
y difundirse según su nvituraleza. E l celebre Z a n o tti ha d icho : E s di/ífultoso mudar '■las cosas d mejor ^ejiado
E s-
te pensam iento , bajo la apariencia de una gran se n c ille z, eur cierra un sentido m uy profu nd a. E l concuerda perfecta me ut te con aque l otro dicho de O ríge ne s , qu e .por sí salo vale tan to com o un precioso libro. JSfada.y dice , puede.cambiatr
se entre los hombres con utilidad , I M D I V J N A M E N T E , ( 2 ) T o d o hom bre sientse ren sí m ismo esta verdad , aunq ue no se ha lle en estado de pod er dar :1a razó n de ella . D e aj* qu i esta a versió n m aquinal de todo rbuen espíritu á las inno? vaciones. L a pala bra reforma en
sí misma y
antes de todo
ex am en , será siem pre sospechosa ¿á todo verd ad ero sabio , y la ex per ien cia de todos los siglos justifica esta especie de instinto. B ien á nuestra costa hemos llega do á saber qual ha sido íbI fru to de las mas bellas especu laciones en este g én er o. ( 3 )
DifjicHe eji mutare in rnelius. Zanotti citado en el Trassunto "della R. Accademia di Torino. 1788^ 89^ in 8.0, pag. 6. (1)
(2) O 'si se quiere expresar eila idea con mas claridad , y desnu 'da de toda licencia gramatical , Sin la ayuda de Dios , nada fuedg &c. Grig. adv. Cels. i. 6 , <-(0 'Nihil matum ex antiquo pébahile eji. Tit. Liv. XXXIV , 55. (*) N o ha sido menos ceítosa la lección que se ha dado á los españoles en nueftros dias. Sin recordar los horribles eftragos que
6o
'
.
X L I . Si aplica m os estás máxim as generales^: á nn caso particular , aunqu e y o no me considero capa z de dar un v o to decisivo y razonado sobre la gran cuestión de la reforma parlame ntària , que tan violentamen te y por tanto tiempo trae agitados los espíritus en Inglaterra, solo al considerarei extremo peligro que ofrecen las innovaciones fundadas sobre simples teorías h u m a n a s , me siento arrastrado á creer que esta idea ha de ser m u y funesta para los in g le se s, y que si se entreg an á ella con demasiado ca lo r, tendrán por último que arrepentirse. Pero los abusos , me d irán los partidarios de la reform a ( porq ue este es su gran de argVimento ) , los abusos
son y a dem asiado chocantes é incontestables ; y qué < un abu^ so , un 'vicio rea l y 'verdadero pu ede acaso ser 'constitucionalÍ Sin duda que pu ed e serlo ; porque toda constitución política tiene d efe d os esenciales anexos á su naturaleza , é inseparables de ella : y lo que debe hacer temblar á todo reformado r , es el consid erar qu e estos defe¿i:os pueden cam biar co a las circunstancias ; d e manera que no por demostrar que son
de medio síí^Io acá eílá causando en la Europa el gènio revolucionario veítido con rrage de reformas , tenemos k prueba rna« dolorosa en la España conftitucional, durante ellos cuatro últimos años que ha dom inado aquel infernal prurito. Hemos viíto sus efecto s: aun palpamos sus consecuencias en k alteración de lo s'principios so ciales, en la división de ánimos., en el trallorriQ c(e familias , en k corrupción espantosa de cqftum breSjen el abatimiento de la Religión & c. Sin embargo de, todo eíio no nos^ desengañamos : todavía hay españoles fanáticos q ue siguen adelante con sus errados proyedós de reforma d lo Itberd , y que trabajan por envolver tercera vez á su patria en un abismo mayor de calamidades. Ju d ,
i
6i
n u e v o s , SC prueba qtie no sean necesarios ( i ) . ¿ Q u é h o m bre sensato no se estremecerá al poner manos á la obra ? L a harm onía social está sug eta á la le y
del temperamento , asi
en el teclado general. Si se templan las quintas rigorosamente , las octa'vas como lo está la harmonía propiamente dicha
desafinarán , y asi respe étiva m en te en las demas conson ancias. Siend o pues inev itable la d isonancia ; en v e z de qu itarla enteram en te , lo q ue no podria cons eguirse , se ha de procura r atem perarla , haciend o la distribución ( * ) . Así que , el de
fe eto en uno y otro caso es un elemento de ¡a perfección posible. Esta prop osicion solo es una para do xa en la a pariencia, Pero ¿ dónde efld la regla ( me replicarán todav ía , ) p a r a dissernir los defectos puramente accidentales , de los que son
( I ) Es menefter, dicen , recurrir d las leyes fundamentales y primitivas que ha abolido una cofiumbre injufia; mas eíle es un juego seguro para perderlo tcd o : nada se h aliara jufio en efia balanz,a:
m objiante el pueblo prejia con gujlo sus oídos d semejantes discursos^ ( Pascal pensanj. i. part. art. 6. ) N o puede decirse cosa mejor ; pero [ ó ceguedad de los ho m bres ! El autor de efta obsei vacien y la horrible seda á que pertenece el Jansenismo (, ), no han cesado de jugar dejie juego infalible para perderlo todo ; y con e fe d o , tal ha sido el éxito de eftc juego . Voltaire ha hablado en eíte punto lo mismo que Pascal. 5,Eí una idea bien xana ^ d i c e , ^ un trabajo bien ingrato , querer rol ^¡verlo todo d los usos antiguos , “ & c ( ¿nsa yo scb ie las costumb. cap. 85 ). Oígast lc en seguida hablar de los Pap as, y se verá qué bien ha observado su máxima. Los que tengan un conocimiento perjfedo del modo dea finar el teclado , entenderán el sentido de eíla expresión. Por falta de aquel conocimiento sucede , que muchos Dunca aciertan á templar bien el Fortepiano aunque gañen horas enteras por con seguirlo; la diáculiad ya la apunta el autor. lradu¿t. .....
6a intrínsecos d ta misma naiurahz,a üe ías m a s , y t¡\íe m st puedsn evitar ? M as esta clase de pr eg un tas solo son propias de h o m b re s, á quienes la naturaleza
no ha dado mas qu e
orejas materiales : el hom bre de oído delicado c a ll a , y baja la cabeza, X L II.
D ebe tenerse ademas gran c u id ad o , cuando se tra-
ta de a b u so s, en no juz ga r de las instituciones políticas sino por sus e feílo s co n sta n tes, y nunca por sus causas cualesquiera qu e ellas sean , porque nada significan ( i ) : m enos aun de be ju zga rse po r ciertos inconvenien^tes colaterales ( si, pued o esplicarme asi ) , que con facilidad deslumbran los ojos débiles, impidiéndoles ver el todo. Efe(ílivamente no debiendo tener 1a causa , se gú n la hipótesis probada , nin gu na relación ló gic a con el efecílo ; y no siendo los inconven ientes de una institución
buen a
en s í , como acabo de decir , otra
cosa que una disonancia inevitable en el teclado g e n e r a li có m o podrá hacerse ju icio perfcd lo m ente po r las cansas y
de
las institucioíies única*
los i neo aven ientes \ Voltaire , que poí
espacio d e un siglo ha h ablado de tod o , sin herir jamas la corteza de una dificaha d , ha hecho un gracioso razon am iento sobre la venta de los oficios de magistratura que se permitía en Fra n cia ; y adeq uad o pa ra
ningú n ex em plo se hallará tal ve z mas
hacer sentir la verd ad de la teoría q^ue v o y
exponiendo. L a prueba , di^e, de que esta venta es un abu^
( i) A l menos por lo que respeta al mérito de la< ififtitucionj porque bajo otros puntos de vista, puede ser muy imporcaiKc el ocuparse de ellas. A\
^3
JO , es qut ella no fr é producida sino 'per otro atuso ( i ) . V o ltílire no se en gaña aquí com o cualquiera hom bre que está sugeto á engañarse. El comete un y^rro muy vergonzoso» y que piiede decirse un eciipse ceRtral d el sentid o comua*
¡Todo lo que nace de un abuso es también un abuso l Al contrario se diría mas bien ; pue s una de las leye s mas generales y mas evid entes de aquella fuerza y a se csib le , y a o cu lta , pero que obra y se dexa percibir en tcdo lu g a r , es que el remedio del abuso nace de l ab u so ,
y que el mal en
llcg:ando á
un cierto pun to , se destru ye por sí mismo . como debe sucede r ; porqu e siendo e l m al una pura carencia , tiene por med idas de dimen sión y
de du ración las jriismas del ser al
que está un ido , y al que necesaTÍamente va aniquilando. E l m al existe como la gian gren a, qu e no puede consumir sino acabandose
ella
misma.
M as
Vá realidad vien e á ocupar
en aquel instante una nue
el lu gar de la que desapare ce,
jo rque la naturaleza tiene horror a l vacío , y el bien... Pero me v o y ale xand o demasiado de V o lta ire . X L III.
^
E l error pues de este grand e éscHtor provenía de
que dividido entre veinte ciencias dijlintas ^ como él lo confiesa de sí mismo , y por otra
parte ocup ado
continu am ente
en instruir al u n ive rs o , no le quedaba sino m u y poco tiem jpo para m editar. „ U n a corte voluptuo sa y disipado ra , reducida á los iil < „tim os
apuros por sus dilapid acion es ,
trata
de ven der los
„oficios de m agistratura , crea nd o de esta manera
(2)
Resumen del siglo de Luis X V cap. 4 1,
( lo que
5^ „jamas habría hecho libremente y con conocímienfo ác cati ,,sa ), creando , dig o , una magistratura r ic a , inamovible é in „d ep en d ien te ; de suerte qu e el po der Inlinito , que se en
y^tretiene con la s cosas de efte mundo ( i ) , se sirve de la cor „ru p cio n misma para crear
tribunales incorrup tibles „
( en
cuanto lo permite la flaqueza humana ) . N o hay en verdad cosa mas p lau sib le, ni mas dign a
de la
m editación
de un
verdadero filósofo ; nada mas conform e á las grandes analogías , y á aqu ella le y incontestable que ha ce que las institu ciones mas importan tes no sean jamas el resultad o de un a d eliberación ,
sino
d e las circunstancias.
He
aquí
un
p ro -
blem a casi resuelto no bien se propone , com o sucede á to dos los demas. ¿ Un pa is como la Fr an cia podía ser juzg a'
do mejor que por magijlrados hereditários ? Si se d e c id e , co: mo supon go , por la afirm ativ a, es preciso prop oner en segu ida el segun do problema en esta form a. ¿ Habien do de ser
hereditaria la magijlratura , hay un medio mas ventajoso p a ra conjlituirla primero , y , perfeccionarla despues , que el que atesorando milknes a l mas bajo precio en las arcas del Soberano, asegura a l mismo tiempo la riqueza , la indepen* dencia y aun la nobleza de los jueces superiores} N o co nsiderándose la venalidad sino como un m edio de hereda r , to do espíritu justo se tran qu iliza , mirando la bajo este punto de vista
que es el verdadero. E l profundiz ar mas
la
cuestión
no es propio de este lug ar ; basta lo dich o para probar qu e V o l taire ni siquiera llegó á divisarla.
(i)
lu á m in orbe tm m m , Prov, V I I I , 51,
X L IV ,
«s Supongamos ahora puesto al frente de los n e go -
cios un hombre como el
mismo V o ltair e , reuniendo
por
una infeliz combinación la lige reza , la incapacidad y la te m eridad ; él obrará ciertam en te según sus locas teorías de le yes y de abusos. T om ará din ero prestado con in terés de q u in ce
po r
ciento para resarcir á
los
m agistrad os titulares a
creedores al cinc uen ta ; irá pre para nd o los espíritus con
una
m ultitud de escritos pagados para insultar la magistratura y privarla de la confianza pub lica.
B ien pronto la protección ,
m il veces mas né cia que la fortu na , abrirá la lista etern a de sus desaciertos; el hom bre disting uido , no viend o y a en la m agistratura hered itaria un con trape so á los
trabajos qu e
le ab ru m a n , se retirará para siemp re ; y los grandes tribunales serán entregado s
á cualquier aven turero
sin
nom bre,
sin fortuna y sin consideración, en lugar de aquella magistratura venerab le , en quien la virtud y la ciencia habian lle g a do á ser hereditárias, así como sus dignidades: verdadero sacerdó cio
que
las
naciones estrangeras p udieron en vidiar á
la F ra n cia , hasta el m om ento en que el filosofismo , despues de ex clu ir la sabiduría de todos los luga res que antes frequ entab a, terminó tan brillantes hazañas arrojándola fuera de su seno. XLV.
T a l es la imagen natural de la m ayor parte de
las reform as; p o rq u e , como he dicho an tes , no solo la creación no comp ete al h om bre , m as la reforma misma no le pertenece sino de un modo secundario , y con una m ultitud de restricciones. Partiendo de estos principios incontestables, cada cual puede juzg ar de las instituciones de su entera se gu rid a d ; pued e sobre tpdo
pais con
apreciar en su justo va
356 lor todos esos creadores , legisladores y rejlauradores de las n a cio n es , tan amados de nuestro siglo , y á quienes la posteridad m irará co n lástima , si no y a con horr or. P reciso es decirlo : En E ur op a y fuera de ella se han fabricado torres de viento . L os detalles serían tal vez odiosos , pe ro yo
no
creo faltar al respeto de n a d ie , suplicand o sinceramen te á los hombres qu e reflex ion en , y que juzg ue n al menos resultados , y a q ue se obstinan en
por
los
rehusar otro gé ne ro
de
instrucción. E l ho m bre constituido en relación con su C ri a dor , es sublime y su acción es creadora : por el contrario, lu eg o qu e separándose de D ios obra con solas sus fuerzas, aunq ue es verdad que no dexa de tener p o d e r , porque este es un pr ivilég io de su naturaleza ; pero su acción es entonces negativa , y solo se dirige á destruir. X L V I.
N o se hallará en la historia de todos los siglos
un solo hecho que contrad iga estas m áxim as. N ing u n a institución humana puede ser durable , si no está sostenida por la m ano qu e sostiene todas las cosa s; es d e c ir , si no se la co n sagra de un modo especial en su or igen . C ua nto m ayor parte tenga en ella
el
principio d iv in o ,
tan to
mas larga seri
su dura ción. ; Estraña cegu eda d por cierto la de los hom bres de nuestro siglo ! E llos hacen alarde de sus lu c e s, cua ndo todo lo ign ora n , pues se ignora n á sí mismos. N i saben
lo
que son , ni lo que pued en. U n or gu llo indom able los arrastra de continuo á trastornar todo lo qu e no ha
nacido de
ellos; y para obrar nuevas creaciones se separan del principio de toda existencia. E l mismo Ju an San tiago Rousseau ea m edio de sus
Ire fequeñe y vano
, tnuéjlram
tu foier , y yo te mnjìraré
tu flaqueza. C o n igua l verdad aun qüe con mas pro ve ch o pu* diera decirse : Hom bre vano y despreciabk , confiesame tu fla queza , que yo te mojlraré tu poder. C o n efesító : desde el m om ento en que el hom bre reconoce su nu lidad , ya tie* ne mu cho ad elan tad o, porque está m uy próxim o á buscar üa a po yo en el qu e lo p uede todo . E5>tG es precisa m ente lo co ntrario de lo que ha hecho el sig lo que acaba de pasár : (ah! / la lástima es que no pasó sino en el calen dario ! ) . E jta* niinense todas sus ertjpresas , t^das sus
institu cion es cu ale s-
qu iera que sean , y se le verá con stantem ente ocupad o en se^ pararlas de la d ivin id ad . E l ho m bre se ha creído un ser in^ dependiente , y ha profesado u n verdadero
ateismo prácti-
co , mas perjud icial quizá y mas culpable que el especulativo. X L V II.
D istrahido por sus va na s ideas de la &nica cien-
cia que realmente le interesa, se ha persuadido que tenia en sí mismo el poder de c r e a r , cua nd o ni siquiera tiene el de
imponer nombres á las cosas. Sin habilidad para p roducir un insecto, ó una pequeña yerbecilla, ha llegado á Creer que era nada menos qu e el auto r inm ed iato de la Soberan ía i es d e c ir, d e la cosa mas im p or tan te, la mas sagrada y la mas fundamental del mundo móral y
político ( i ) > conjo tam -
El principio de que todo ptder legítimo yiene del ptcblo ^ aun ^ue noble y cspeiioso en sí mismo , sin embargo ejiá desmentido por todo el peso de la hifiorÍAy de la esprkncia^. H u m e, hift. dé higU Carlos 1. cap. L iX . * (*) Pudiera añadirse también j por todo el peso de las Santás Isíri turas y aun de la raz^on. Tra d,' ‘ ii)
68
bien , que tal ó cual dinastía reyna porque así lo ha querid o este ó aqu el pu eb lo ; cuand o está cerca do de pruebas in contestables de qu e tod a familia soberana rey n a por haber sido escogida por un pod er superior. Si él no vé estas prue bas , es porque cierra los o jo s , ó porque las mira m uy de cerca. T am bié n ha creído ser el inven tor de las len g u as , pu diendo ver fácilmente que toda lengua se aprende , pero no
se inventa ; y que ninguna hypótesis im agin ab le en el círculo del p oder h u m an o, puede exp licar con la m enor ap ariencia d e pr ob ab ilida d , ni la formacion ni la diversidad de las len gu as. H a creid o que pod ia, con stituir las naciones, ó en otros términos , que pod ia crear aquella unidad nacional^
en virtud de la cual una nación no es la otra. F i n a l m e n te ha creid o q ue así com o estaba en sus facultades el
crear
in stitu cio n es , con m ucha mas razon pod ría pedirlas prestadas á otros R e y n o s , y trasladarlas á su pais , aun con el m ism o nombre que tenian en aquellos p u e b lo s, para p articipar com o ellos de las m ismas ventajas. L o s papeles franceses me sum inistran un exe m p lo singular sobre este pun to, X L V IIL
H ace algunos aííos que ocurrió á los franceses
la idea de establecer en París ciertos cxerc icios ó ca rre ra s, á las que en algunos periódicos se les dió el nombre de ju e-
gos olímpicos. E l raciocinio de los qu e inventaron , ó
mas
bien copia ron este bello nombre , no era á la verdad m u y complicado. "En otro tiempo ( dirían ellos) se hadan carreras á
p ie y d caballo sobre la s orillas dcl rio A ¡feo : hoy se ha cen también sobre las del Sena ; luego lo mismo es une qus otro. N o ha y cosa mas sencilla j pero sin preguntarles por
69
qué no llamaban á estos juegos parisienses , en luga r de llamarlos olímpicos , h abría qu e híicer otras muchas ob ser vac iones. Para instituir los juegos olímpicos se consultó á los o rá culos : los dioses y los héroes t uv ier on tam bién inte rve nc ión en ellos : nun ca se com enz aban sin que precediesen los
sa-
crificios y otras cerem ónias religiosas ; en fia estos juegos se m iraban como los grandes comicios de la G r e c ia , y como la cosa mas aug usta. Y
p reg un to, gantes de establecer los pa-
risienses sus carreras ó ju egos tomados de los griegos , ron á Roma
límina apojlolorurn ^
fue-
consultar al Papa?
2 An tes de lanzarse á la carrera para dive rtir á los esp eciado í e s , hacian por ventura cantar la misa m ayor Ì ¿ Q u é d e sign io político se pro pon ían en semejantes e xer cícios ? ¿
mo se llam aban sus fundadores ? P ero esto es ped ir dem asiado : todo buen sentido , por vu lga r y ordinario que s e a , conoce desde lueg o la nada y aun lo, ridículo
de esta im ita-
ción. X L IX .
Sin em bargo en un diario publicado por hom -
bres de espíritu ilu strad o, y que no te n ía n ,otra falta , ú otra d esg ra cia , que el profesar las doctrinas m od er n as , se leía h a ce alguno s años con relación á aque llas carreras el pasage si gu ien te , que solo pud iera ser dictad o po r el mas loco e n tusiasmo \ Y^o lo pronojiíco : los juegos olímpicos de los fran-
ceses atraerán algún dia la
Europa
a l campo de M a rt e.
iQ u e olma ta?i f r í a y tan poco sensible es preciso tener p a ra no advertir aquí mas que unas meras carreras ! Vor lo ^ue d mí hace , yo veo en ellas ün espeBdculo , qual nunca ofreció el mundo otro semejante desde la s de E lid a ^ en donde 10
7^ ia Grecia servia de espeSidcuh d la misma Grècia. circos de los romanos , los torneos de nu ejìra antigua caballería en nada se p ar ecía n d ejlos ( í ) . Pues yo por mi parte creo y aun ase gu ro, que ninguna institución hu m an a es d ur ad er a, si no tiene una base reli* giosa ; y si ademas ( rueg o que se íix e la atención en est o ) , no tiene un nombre recibido de la lengua d d p a ís , y
como nacido de s í mistfio , sin Hinguna deliberación anterior y conocida, L.
L a teoría dé los nombres es
también uii obgeto de
grande imp ortancia. L o s nombres de nin gu na manera son ar* bitrários, cóm o lo han afirm ado tanto s hombrés que perdie-
ron el suyo. So lo D ios se llattia : Y O S O J T ; y toda ériátura Sé llama : JTo soy ejlo. C o m o el nombre de un ser ¿spiritual de^ be íefeíirse necesarián íénte' á su a c c ió n , que eí su cualidad distintiva ; de ahí vien e que entre los a ntiguo s el m ay or honor para una d ivinidad era lapolyoñymia , esto e s , la plu ra li-
dad de nombres, que anunciaba la de las funciones , ó áeá la estension del p od er. L a antigua m yto iog ía fíos presenta á
(O Décad a fílósofica , O du bre 1 7 9 7 , n. i. pag« (1809), Efte pásdge considerado por su fechá reciénfe', tiene el doble mérito de ser eminentemente ridículo y digno de ser meditadov Por él se vé con qué ideas se entretenían entonces eftos n iñ o s ,y qué es lo que ellos sabían acerca díé lo que principalmente debe saber el hombre. Desde entonces acá un nuevo Orden dé cosás ha re* futado suficientemente eítas bellas imaginaciones ; y si toda la Eurolos juega, pa es hoy anaftrada d Parts, no lo es ciertamente para Qlímpicos ( 1 8 1 4 ) .
7^ P U iía , c«$fìd0 aun w a ní6a , pldienáo i Jíipiter este h o nor , y en los ver^so« atribuidos á O.fjíéo es celjebrada a q u ella diosa bajo el nombre ds .demoniopoJyoítymo .( géoio dp mu^ chos no m bres) ( i ) . Es;tjo quier,^ d^cir en sustancia q.u,e á soIq Dios pertenece .el derfchp de dar m mm¡?re^ El es fftéliva. m e n te qu ien Jo im puso á todas las e«>sas, cpni.o qu e las crio
i todas. E l ha dad^ nombres á Jas e to U a s ( 2 ) y á los espíritus , sin qu e e ntr e esitos ultinvos h.aga njen eion ra sino de tre s, y todos tr^s re b tiv o s
la E sc rit u -
al de stino
de estos
ministrjos. L o ánismo sucede co n ;los ha m bres .á q,iii
los vencedores un nombre nuevo ( 4 ) ,
propor cionad o ;á sia« hazaña s ? Y
honabtes ^ hechos d
semejanza de Dios ¿ han haljlado ika?sta aho ra un m od o mgs solexnne de recompensar á los vence do res , que e l de d arlas
m nuevo nombre^ el mas hooorificoj juicio de Ips hombres, cu al es el d e las naciones veac ida s ( 5 ) .^ Sie m p je ^que
un
(1) Véase la nota so'bre el 7.^ verso del hyipno á Piana de Callim aco { edición de Span'heim ) ; y á Lanzi , Sagto di letteram ra‘etrmca Síc. in ‘8.” tom. II pag. 24 1, nota. Los hymnos de Ho> riè ro no son otra cosa en el fondo que colecciones de epítetos , lo cual coincide con el mismo principio de la pljonjmia. (2) isaias X L . 2^;.. , (^) Tráiga se á la memoria el nom bre mas augnilo que se ha dado .divina y direétamente a un hombre ( Jesu Cristo ) . ' La razón •del norabre seidió en efte caso con el mismo nom bre, el cual ex ipresa el,deftino , ó lo qye yicne ,á ser lo mismo , la poteftad de que se halla reveftido. (4) ADocal. ÍÍL 12. (5^ Eíta observación es del autor .anónimo , aunqu e bien co
7» hom bre va á mucîar d e v id a , y á recibir un nuevo carácter,
por lo regular recibe también un nuevo nombre. Esto se vé en el ba u tism o , en la con firm ación , en la filiación so lda d os , en el ingre so de alguna re ligión , en el
de
los
rescate
de los esclavos & c; en una pa lab ra , el nombre de cada cosa espresa lo que ella e s , y en todo esto nada h ay de arb itrario. La espresion vulgar ejle tiene un nombre , aquel no le
tiene , es m uy justa y m uy expresiva ; c om o que nadie puede ser contado entre los que son llamados d las asambleas y que tienen un nombre ( i ) , si su familia no está marcada con una señal que la distin gu e de las demas, LL
L o que se ha dicho de los individuos puede aplicar-
se igu alm en te á las naciones : entre estas h ay
algun as quff
absolutamente carecen de nombre, H erod oto observa , que la Tràcia sería el pueblo mas poderoso del universo si estuviesen unidos sus naturales ; pero ejla union , añade , no puede
verdearse , porque todos tienen un nombre diferente entre sí. ( 2 ) Esta es una observación muy importante. H ay también pueblos modernos que no tienen nombre , así com o h a y otros que tienen muchos;
\z. polyoñymia es tan to mas funes-
ta para las nac ione s , cua nto se conside ra m as ho norífica pa^ ra los genios.
nocido , del libro aleman intitulad o: D’ ie Siegsgeschichte der chrißU eben Religion , in einer gemeinnütz,igen Erklärung der Offenbarung. Johannis in 8.® Nu rem berg, 1795) p. 85).C ontra efta pagina nada hay que decir. ( í ) N u m . XVI. 2. (2) H erqd, Terpsic. V . 5,
73 LU.
Siencîo pues cierto que en les nombres nada h ay
de arbitrario, y que traen su origen, como todas las cosas, iDas ó menos
inm ediatam ente de
D ios ; no debe creerse
que el h om bre tiene derecho ilim itado de imp on érselo, se gu a la idea que se forma , aun á aquellas cosas de que en a lg u a m odo pued e mirarse como su au tor. D io s se reserva en esta parte una especie de jurisdicción que
es im posible desc on o
cer (i). / O mi querido H erm ógen es ! L a imposición de los nom-
bres es una cosa muy sublime , que no puede pertenecer a l hombre malo , ni aun a l hombre 'vulgar».,, E jle derecho solo es propio de un creador de nombres ( ono m aturgo ) , ejlo es , de solo un legislador ; pero lo mas raro de todos los creadores humanos , es un legislador ( 2 ) . L U I.
A pesar de esto nada gusta mas al homb re que el
im po ne r nombres. Esto es lo que hace cuando por e xe m plo , ap lica á las cosas epítetos significativos ; talen to que distin gu e al gi'ande escritor y especialmente al gran poeta. L a imp osición feliz de un epíteto ilustra un sustantivo , hac iéndo le c é lebre bajo este nuevo signo ( 3 ) . L os exemplos abundan en todas las leng uas ; mas para co ntrah erno s á la de este pu eblo,
(1) (2)
Orig. adv, Cels. I » 8 , 24. Plato in Crat, Opp T o m .l ll . p. 244, „ P o r manera que (c om o lo ha observado D ionisio de H a licarnaso) , si el epiteto es dijiintivo y natural, tiene la misma fu er z,a y valor en el discurso que un nombre.^, ( De la poesía de H omero cap. 6. Y aun en cie no modo puede decirse que vale m as, porque lleva el mérito de la creación, sin tener eí vicio del neologismo.
74 qu e se ha 'dado'a si m ism o tin nombre tan g ra n d e , |)iicsto que de él sc de riva la palabra franqueza ó ingenuidad ; ¿
literato
ign ora los epítetos de „ íavar^ Achéron , les coursiers at*
Untifs , U lit effronte , les timides siepplivaíions , le frem isje mcnt argenté , le dejlructeur rapide , íes f á k s adulateurs krd ( « ) (■) E l ho m bre nun ca olvidará sus derechos primitivos ; y aun pu ed e decirse en cie rto sentido que siem pre los ex ercerá : p ero ] cuan to los ha Testría'gído su prop ia degradación / V é a se agu í una le^' tan verd ade ra como e l mism o D ios que la ha hecho:
A l hombre le e fld prohibido im>pmer grandes nombres d Jas cosas de que es autor , aunqm las considere como tales ; P>ero s i ha obrado legítimamente , el nombre mulgar de la co ka serd ennoblecido por ella y vendrá d ser gran de con el tiempo» L IV .
Sea que se trate de creaciones materiales ó politi-
za s , la Te>gla es la m isma. N o h ay una cosa mas sabida en ía hrstória gríeg'a que la palabra cerámico (*) : era la mas augu sta que se conocia en Aténas. V ivie n d o A ttico len aquella cap ital , m ucho despues de haber esta pe rd ido sus graa~ ^
y su existencia política ,
escribia
preocup ado en cierta
(*) Estas expresiones perderían to d o sa mérito si se ^ r tiesen a nuestro idioma. ( í) N o recuerdo de ningún epíteto iluílre de Vo ka ire , puede ser ■que consífta en mi fdlta de memoria. ( =») El lugar en que se enterraban con la mayor pompa T á colla d¿l públic o, los que morían en defensa de la patria.
X
75 ocasión á su ilustre amigo ; Hollándome el ofro día en el
Cerámico , & c. y C icer ón no ob starte le za hirió en su respuesta repitiendo sus mismas expresiones ( i ) , ^ Q u é significa en sí m ism a, aquella otra tan célebre de
(2}.? N o
h ay un a cosa mas vu lgar ; pero las cenizas de los héroes iBezcladas con la tierra q ue sirve de cim ien to á aquel palacio, la habian co ns ag rad o, y la tierra ha consagrado el nombre; siendo bastante sin gular que despues de una t an larga distaría cia de tiempos y lugare s , esta misma palabra TidUrías , ^ mosa antigua m ente como nom bre de un lugar de
sepulcro,
haya sido ilustrada de nuevo con el nombre de un palacio. La poderosa autoridad que fué á habitar las pensó en darles un nombre im pon ente
Tulletías , no
que tuviese algun a
j^roporcion con ella . Si hubiese com etid o un yerro semeja«^ te , no habria razon para que jarse de que al siguien te d ia filóse ha bitado este Itfgaí por estafadores y rameras, LV.
H ay también otra razón que aunquetom ada de un
o r ig é a menos a lto , debe no obstante hacernos desconfiar de todo nombre pomposo impuesro d priori ; y consiste en qufe com o la conciencia dc l ho m bre le advierte casi siemp re
lös
defedlos de la obra que acaba de prod ucir , no pn díen do cft ganarle k sí mismo su prop io o r g u ll o , busca á lo menos co«
Para contcftar á vueflra frase ; halUndome el otro dia en el cérainico , digo , & c. Cic. ad Att. í. 10. (2) Palacio y járdin suntuoso en Paris , así llamado porque eti tiempos pasados se fabricaron texas en aquel sitio. Véase el Diccio^ nario francés verb. Les TuiUries, En un sentido Jato íigniíica también haxtlU de bmo. Trád. (1)
7*5 m o enga ñar á los d em a s, inventando
un nombre honorífico
gu e precisamente supone el mérito co n tra río ; de manera que en ve z de testificar realm ente la excelen cia
de la obra , es
una verdadera confesion del vicio que la distingue. El siglo X V I I I , tan rico y abundante en todo lo que se puede imag in ar d e falso y
d e ridículo , ha subm inistrado en esta pa r-
te una m ultitud de exem plos curiosos en los títulos de libros, en epígrafes, en inscripciones y otras cosas de este generó. A s í pues , si v. g . leem os en una de las prin cip ales obras de este siglo:
Tantum series jm Bu raq ue p o lkt ’. Tantum de medio sumpis accedit honoris. Desde luego podemos borrar tan presuntuoso epígrafe, •sustituyen do en su lug ar , aun antes de abrir e l lib r o , y sin ■ el m en or tem or de ser in ju sto s:
N on
^
'R u d is indige¡laque moles\ leñé junBarum discordia semina rerum.
.
C o n efe¿lo : el caos es la im agen verdadera de este li .bro , y el epíg rafe espresa eminen temen te aquello mismo q u t em inentem ente falta á la obra. Si leemos á la cab eza de otro l i b r o : H ijló ria filosójica y política , y a sabemos , sin leer la historia anunciad a por el título , qu e ni es filo sófic a ñip o
lítica y y sa bremos adem as despues de haberla le ído , que es la obra de un fren ético. jo de
Atré vese un hom bre á escribir ba*
su propio retrato : V itam impendere vero ? Pues ya se p u easegurarsin necesidad de inform aciones que es el
retrato
de un mentiroso ; y é l mismo lo confesará si alg un a ve z le dá la m anía de decir lá verdad. ^ C ó m o po drá leersp al pie
77 erît ^ mnc charusam i idc otro retrato : Postgenitîs hic charus ■ m ; sin recordar al m om ento aqu el verso tan felizm ente ro bado al origin al
para pin tarlo de un m odo algo diferente :
•J'eus des adorateurs
è ' neus p a s un am iì Pues que à la
verdad , acaso no ha existido jamas un hom bre literato m e nos aproposito para sentir la a m ista d , y menos dig n o de inspirarla , & c . & c. L as obras y empresas de cualquiera otro gén ero dan lu gar á la misma observación. Si sucede por exemplo , que la m úsica lleg a en una nación c éleb re á ser de repen te un ne^ g o cio de estado ; si el espíritu de l se de materias , conce de á este
siglo , cieg o en toda cla -
arte un a falsa prote cción é
importancia, bien diferentes de las que pudiera necesitar; si finalm ente se erige un tem plo á la n¡úsica bajo el antigu o y magnifico nombre de G D E O N (*') ; es una prueba infalible de qu e el arte está en d ecaden cia , y nadie deberá admirarse de oir á un célebre crítico d ee ste p a is, publicar en segu ida con estilo bastante vigo roso , que sin ning ún incon ven iente se pu ed e escribir en la portada del tem plo este aviso : Cuarto ds
alquiler ( i ) .
(#) Especie de teatro que hubo antiguamente en Atenas. Trrfí/. ( i) „L a s mismas piezas executadas en el Odeon no producían Teatro de mú ,,en raí la sensación que esperimentaba en el donde las oíd arrebatado en éxtasis. Nueítros artiftas han „perdido la tradición de aquella obra macílra ( el Stabat de Per „golési) ; para ellos eftá escrito en lengua eftranger.'i ; dicen las „n o ta s sin conocer el espíritu ; su cxecucion es sumamente fria, „desnu da de alm a, de sentimiento y de espresion. La O rqutíta »jniisma juega maquinalmcnie, y con uua languidez que deíhuye
II
78 LVL
Pe ro todo esto , como he dich o, no es mas qüe
un a o bservación de segun do orden :
volvam os al principio
general ; Que el hombre no tiene derecho para imponer nom-
bres d las cosas ( por lo menos en el sentido que llevo e x plicado ) . Re flexione se atentamente y se v e rá , que los nom bres mas respetables tie nen vu lg a r.
en todas las lenguas un origen
Jam as el nom bre es proporcio nado á la cosa ; por
el con trario la cosa es la que siempre ilustra e l nom bre. Es necesario que el nom bre nazca y
germ ine , digám oslo asi,
pu es sin esta c ircun stan cia será falso. ¿ Q u é significa la pala bra Trono en su origen? Una silla , ó escabel. ¿ Q u é la de
cetro Ì un bastón para apoyarse ( i ). Mas el bastón de los
,,el efe do. La música antigua era la rival de la mas sublime poe ,jSÍa , la nueftra no lo es sino del go rgéo de los pájaros. Gesen, „ p u e s , nueftros virtuosos modernos de zaherir las composijciones „su blim es...., y sobre todo no se burlen de Pergolési, que íes de „m asiado papel para ellos.“ ( Diario del Im p er io ,28 m arzo 1812) ( * ) (*) Sin duda que cuando el autor insertó efta nota en apoyo de su opinion acerca de la música de aquel tiempo , habr/a llegado á perderse en Francia el buen gu fto de dicho a rte ; pues de otra manera no se atreviera á decir que solo era la rival del gor ^géo de los pájaros, cuando todos saben que desde que el inmortal Bajdn dió una nueva vida á la música , se ha ido perfeccionando sucesivamente hafta nueftros dias. No pretendo rebajar el mérito de Pergolési , pero tampoco creo que se le haría ningún agravio comparándolo con nueftro Rossini : ese hombre singular, que h oy dia eftá recorriendo las Córtes de Europa , y arrebatando la admiración de eftas con la sublimidad y exquisito gufto de sus composiciones. Traduót. (f) En el libro 2 .° , de la Iliad a, quiere impedir Ulíses á los Griego s el que renuncien cobardemente su empresa. Si en medio del tumulto excitado por los descontentos se encuentracon un rey;
79 R ey es se distin gu ió bien pro nto de todos los demas , y este nombre subsiste en su nue'va significación despues de tres m il años. I H ay cosa mas noble en la literatura y mas baxa en su origen que la palabra tragedia ? Y
el nom bre casi fétido
de drapeau ( trapo ) , levantado y ennoblecido por la lanza de los guerreros ^ qué fortuna
no ha
hecho
en la lengu a
francesa ? O tros m uchos nombres v ien en , y a mas ya menos, en apoyo del mismo principio, como por exemplo : Sena
do , diUador , cónsul , emperador , iglesia , cardenal , m ariscal , & c. Term inem os por los de condestahle y canciller^ qu e se dan á dos eminentes dignid ade s de los tiempos m od ern o s; el prim ero no significa en su origen prim itivo mas que el Gefe de la caballeriza ( i ) , y el s eg un d o el hombre que
estd detrás de una reja ( para no ser atropellado por la multitud de suplicantes ) .
ó con un noble , le dirige palabras dulces para persuadirle ; mas si algún plebeyo tiene la desgracia de caer' en' sus' maiios , lo mkíé á fulos fuertemente con un cetro. ( Iliad. II. 198,'1.99 ,) En otro tiempo se hizo 3 Sócrates un crimen por haberse apropiado los versos que pronuncia Ulíses en eíla ccasion , y por ha berlos citado para probar al pueblo que nada es y que nada sabe. {^Xenof^ Memor Soír. I. II. 20. ) Píndaro puede citarse aquí á proposito cuando, nos refiere lá anécdota de aquel antiguo rey de Rod as , que íiv'átó'á palos‘á uií cuñado suyo en la p la za , sacu diéndole en un m omento de cólera y sin mala intención , con un cetro que se encontro' p r una fatal casualidad hecho de un palo muy duro. ( O lym p. V Jli v. 49. 55. ) ] Bella lección por cierto para aligerar el peso délos cetros! (1) Condefiable es una contracción del latin Comes Stahul't ; el
íompanero rhast
q
mimbro del Frímipe cuando ya. d visitar Us (Aballe
8o L V II.
T en em os pues dos reglas infalibles para juzgar de
todas las creaciones humanas, de cualquier género que seanj
á sab er, la
y el nombre : bien entendid as estas dos re-
gla s , nos dispensan de toda aplicación odiosa. S i la base es pura m ente hum ana , e l edificio no pu ede sostenerse ; y cu an tos mas hom bres
inte rve ng an , cuanta mas parte ten ga
deliberación , la c ie n c ia , sobre todo la escritura ,
la
y en fin
los m edios hum anos de toda clase , tan to mas frá gil será la institución. Por esta reg la principa lm ente
se debe hacer jui-
cio de cuantas empresas se h an intentado y realizado , sea por los Soberanos ó p or asambleas de h o m b re s, con el fin de civi* li z a r , co ns tituir, ó regenerar los pueblos, L V II I.
Por la razonin ve rsa , cuanto
na una institución
mas tiene de d iv i-
en sus b ase s, tanto es mas perm an ente y
duradera. Para su m ayo rclaridad conviene observar, que el prin cipio religioso
es por esencia creador y conserva dor de dos
maneras. E n primer lu g a r , como obra
con mas fuerza que
p tro /n iiigim o, sobr^, el espíritu human o , obtiene de él unos esfuerzos prodigiosos,. A sí por exem plo , p ersuadido el h o m bre por ios' dogm as de la religió n que profesa , de la g ran ventaja que consigue.^en que después,, de vado su cuerpo en to da la in tegridad
muerto
sea conser-
posible , sin que n in -
gun a inanp ^jndiscreta ó profan a se atre va á tocarle ; este h om b r e , d ig ó , despues de haber
agota do los
recursos del arte
de embalsamar , acabará por construir las pirámides de E g ip ' to. E n se gu n d o lu ga r , el principio religioso aunque tan efii ca z por lo que obra , lo es infinitam ente mas por lo que im pide , á causa de l respeto que infunde sobre todo lo que ta
8i m a bafo su proteccion . Si un simple gu ijarro llega á consag ra rs e , hay desde lueg o una razon para que se libre de las n an os que pudieran destruirle ó desnaturalizarle. E l m und o, está llen o de pruebas de esta ve rd ad . Los vasos etruscos por; e x e m p l o , conservados por la religión de los sepulcros , d p sí
s a r de su fr a g ilid a d han durado h as ta nuestros dia s en mucho mayor numero , que los monumentos del bronce y del m ármol de las mismas épocas Si querem os pues conservarlo t o d o , consagrémoslo toáo, L IX .
L a segunda regla que es la de los no m bres, no es.
á mí parecer menos clara ni menos decisiva que la pre ced en te. Si el nom bre se im pon e por una asa m blea: si se estab lece por una deliberación antecedente , de suerte que preceda á la cosa : si el nom bre es po m poso ( 2 ) : si tiene úna pro
(i)
Mercurio de Francia, 17 junio 1809.
(a) Así es que sí un hombre , no siendo so be ra no, se llama á sí mismo legislador^ es una prueba cierta de que no lo es ; y si una asamblea se atreve á llamarse legisladora , no solamente será eíta una prueba de que no lo e s , sino de que ha perdido el juicio , y que m uy en breve será entregada ai ludibrio , y befa de todo el mundo (*).
B é aqui anunciado de antemano por el autor el éxito que na~. turalwente debían tener míe jiras últimas Cortes de Vspaffa : eli a s se llamaban soberanas , conítituyentes, congreso augufto, respetable, legislativo , &c. Vero ¿ de qué les han servido todos ejlos pomposos diclados y sino de grangearse la risa y el desprecio de todo hombre jui~ doso ^ español y eJtrangero\ Pues, lel santuario de las leyes , aquel sagrado recinto donde se congregaban nuejiros legisladores , para eruc(*)
tar tantas necedades y fanfarronadas, en qu e ha venido a parar? Pregúntesele al pueblo de Madrid. Irad,
82 porcion gram atical con el obgeto que debe representar : finalm ente , si es tom ado de una lengua estrangera ,
y sobre
todo an tig u aí todos los caraiíléres de nu lidad se ha llan reu nidos , y se puede asegurar que el nom bre y la cosa nom brada desapare cerán dentro de m uy poco tie m po. L as suposiciones contrarias anuncian la leg itim id ad , y por con siguien te la duración de una institución. Debe tenerse m uch o cuidad o en no pasar ligeramente sobre este obg eto, U a verdadero filósofo jamas debe perder de vista el id io m a , ba lómetro perfecto cuyas variaciones anuncian infaliblemente el
bueno y el mal tiempo. Y
ciñendome al asunto de que tra-
to , es ev id en te que la introducción desm esurada de voces estrangeras , aplicadas especialmente á las instituciones nacionales
de cualqu ier g én er o , es una de las señales mas infalibles de la degradación moral de un pueblo. LX.
Si la form acion de todos los imperios , los pr og re-
sos de la civiliza ció n , y el concierto u nán ime de
todas las
historias y de todas las tradicio ne s, no fuesen aun bastantes pa ra conven cernos , la ruina misma de los im perios c on cluiria la demostración comenzad a por su nacim iento. A si com o
ti principio religioso es el que todo lo ha creado, asi tam bié n la carencia de este mismo prin cip io es la que todo lo iia destruido. L a sedla de Epicuro , qu e justamente pudiera llamarse la bien grac ia
antigua incredulidad^ degradó desde luego, y
pronto
d estruyó
los
gobiernos que tuvie ron
la des-
de darle aco gida . Lucrecia en todas partes anuncia
^ César. Pe ro
todas las esperiencias pasadas
desapa recen á
vis ta del exem p lo espantoso que nos acaba de dar el úJtimo
83
siglo (*). Embriagados aun los hombres con sus vapores, están m u y lexos todavía ( por lo menos en ge n er al) de tener toda U serenidad que se requiere para contem plar este
exem plo en
su verdad era lu z , y sobre todo para sacar de él las conse (*) E fedivam en te ; el siglo 1 8 formará la época mas memora ble en la hiftoiia d élas revolu cio nes, y la poüeridad no podrá menos que admirar, la profunda inmoralidad , el loco frenesí dei í.iglo llamado de las luces. La Francia fué el teatro principal don¿ de se executaron las horribles escenas fraguadas por sus humanísimos regeneradores. Propagada por ellos la deftructora filosofía, desde los primeros rangos haík las ínfimas clases , desde la corté haíta las aldeas y caserío s, habia fascinado con su ilusión y be^ lias promesas á grandes y á pequeños, á ricos y pobres , haít^ aquellos á quienes habia resuelto exterminar ; y concurriendo así el pueblo francés á las ideas de los filósofos, logró ver consumada en su seno la grande obra de la revolución. Patria , humanidad , pudor , religión , trono , altares, sace rdotes, nob leza......... todo desapareció en un momento , y eledrizados ios jacobinos con el triunfo , no paró su encono revolucionario baila proscribir en cuerpo a f eílado eclesiáüico, y á todo francés amante de su Re ligión y de su R e y . En España no hemos lle g a d o , es verdad , á tal extr em o: la filosofía no ha hecho entre nosotros los progre«. sos que hizo en Francia; pues si se exceptúan algunos cuerpos li terários bien co nocidos, y ciertas clases del eíla d o, en quienes la corrupción de coílum br’es habia preparado el camino al trailorn o de ideas; la inmensa mayoría de la nación no solo se ha preser vado del con tágio, sino que lo ha mirado con horror , haciendo los mas heroicos esfuerzos para sacudir el infame y ugo de la revolución que la tenia encadenada. Sin em bargo la España ( es preciso confesarlo aunque con dolo r y oprobio nueftro) , ha en^ trado también en los inicuos planes de la filosofia regeneradora, y recoge y a con usuras los amargos frutos de su imprudente amor á las fatales dod rin as , que artificiosamente han logrado esparcir ios apóftoles del error en su s; pen ád ico s, libros y folletos. R e cientes eftán aun los teftimonios de que nueftra amada patria ha sh do sobradamente afligida en eftos últimos tres años de cruel me n^oria. Sin hacer mérito de la fiera persecución suscitada coi)ir*i d
84 cuencias necesarias ; es pues m uy es en cia l'el dirig ir todas nuestras miradas sobre aquella escena terrible. L X I.
C o m o siempre ha hab ido religiones sobre la tierra,
é im píos que las han comb atido , asi tamb ién
la im pied ad
siem pre fu e un crimen ; porque asi com o no pu ed e h aber una religión falsa sin que tenga algo de verdadero , tamp oco nin gu n a
impiedad
dexa de combatir alguna verdad divina mas
ó menos desfigurada ; pero imp iedad verd ad era solamentepue
de hallarse en el seno de la verdadera religión ; y por una consecuencia necesaria ¡amas ha podido la impiedad producir en los tiempos pa sa d os , los males que ha prod ucido en nuestros d ia s ,, pues ella es siempre culpa ble en prop orcion de las luces que la rodean . Por esta re gla se ha de juz ga r del sig lo X V I I I ; porque bajo este pu nto de vista no se parece á otro ninguno . Com unm ente se o ye decir que todos los siglos
se asemejan , / que los hombres han sido siempre unos mis tnos ; pero no debe darse créd ito á estas m áx im as generales^ inven tada s por l a desidia ó la lige rez a
para dispensarnos de
reflex ion ar. Por el contrario , todos los siglos y todas las n a ciones manifiestan un carácter particular y distintivo (*) que éftado cclesiáftico secular y regular , y sin contar las innumerables W¿éÍTias de españoles fieles de. todas clases , barbaramente sacrificadas al furor de nueíiros filantrópicos se dár ios, con las demas particularidades que á ia hiíioria pertenece describir; solo la atrocidad inaudita, y lös crueles asesinatos cometidos en mi Vinmsa, en un Goffim . en un Elia, y en uu Ohispo de Vich ^ baíhrian para haéer eternamente execrable la memoria de aquellos y su idolatraTrad. do Siítema. ' >{*) El itidiferemismo reiigÍQSo \)Ucde decirse que es el siftema d el si^Io ¡títe €s el blanco á donde solapada^
%
Es cierto que siem pre h a
habid o vicios en el m und o ; mas estbs vicios pu eden variar en cuan tidad , en natu raleza , en su , calidad dom inan te , y en su intensión ( i ) . Aho ra bien ; aunque nunca
han
faltado im -
píos , sin em bargo jamas se habia visto antes del siglo X V i l I , y én
seno del cristianism o una insurrección contra Dios;
jamas se habia fo rm ado una conju ración sacrilega de todos los talentos co ntra su autor j y esto es caba lme nte lo que hem os prese nciado en nuestros dias. L o mismo se ha blasfem ado en la trage dia qu e en las co p las , en las fábulas y no ve las, com o en la historia y en la física.
L os hom bres de este siglo
han prostituido el ingenio á la irreligión, y según la admi' rabie espresion de San L u is al tiem po de m orir : Ellos han
hetho la guerra d D ios con sus mismos dones ( 2 } .
L a im -
piedad an tigu a nu nca se alte ra ; algunas veces explica sus con cep tos con razones ; ordin aria m ente es festiv^a y cho carrera, per o siempre sin acrim on ia. E l m ismo L u cre cio casi nunca se propas a al insulto ; y á pesar de que su tem peram ento som^
mente van á parar tpdos los tiros de nueftros reformadores. El. nombre solo de intolerancia les irrita ; claman eternamente contra la YAnk', mas apenas se apoderan del gobie rn o, ellos son los mas in Trad. tolerantes y tiranos. ( i) Tam bié n debe considerarse la mezcla de las virtudes con los vicios, cu ya proporcion varía infinitaraente. Demoítrandose Jos mismos géneros de excesos en tiempos y lugares diferentes, ya se que los creen algunos autorizados para concluir magiítralmente hombres han sido siembre los mismos^ N o hay un sofisma mas grosero ni mas común. (2 ) Join vilie, en la coleccion de materias relativas i k hifto iria deFrancia. £n 8.^ tom. 11p. 160.
12
S6
brío y m ela n cólico le co nducía á v e r las cos^s obscuram ente, aun cuando acusa á la religión de haber produ cido grandes m a les , lo hace con calma y sangre fria. Las religiones a ntiguas no valian la pena de que la incredulidad de su tieniT po se irritase contr a ellas. L X ÍL
Desde que el Evan gelio se extendió
* por el uni-
verso , el ataque vin o á ser mas violento ; pero no obstante sus enem igos guardaron siempre cierta circunspección y
m e-
dida. Si aparecen a lguna vez en la h istó ria , es de tarde en ta r d e , y constantem ente aislados. N u n ca se Ies vió hacer una reunión ó un a liga fo rm a l; jamas, se entregaron al furor de que hemos sido testigos. Ba ile m ismo , el padre de la incredu lidad m od erna , no se pa rece á sus succesores. A u n en sus mas damnables estravios no se advier te un g rand e em peño e a persuadir , m uch o menos el tono de irritación ó el espíritu de partido : él dud a mas bien que niega : pro du ce las ra z o nes en pró y en c o n tr a , y muchas veces es aun mas elocuen te en favo r de la buena qu e de la mala causa ( i ) . L X IIL
Así pues hasta la primera mitad del siglo X V I I I ,
la impiedad no lleg ó á ser realm ente una potencia.
D esd e
esta época se ha extendido por todas partes con una rap idez asombrosa. Desde el palacio hasta la mas pobre cabaña, se introduce suavem ente y todo lo infesta. E lla anda por cam inos en cu b ie rt o s, obra con una activida d o cu lta p ero infaji** ble ; de m anera que el mas atento observador , aunque
vea
(i) En prueba de ello véase con qué lógica tan fuerte ha com ’< batido el materialismo en el artículo Leuáp de su dicdonatio.
Jos cfeílos, no siem pre sabe descubrir los medios. prestigio inconcebible se hac e amar de
Por urt
aqu ellos mismos de
quienes es su mas m ortal en em igo ; y hasta la autoridad que está á punto de ser inm olada por su fero z cuch illa > la acaricia estúpidamente antes de recibir el g o lp e
B ien pron'*
to un sim ple sistema , lle g a á ser una ascc iacion form al , que rapid am ente se con vierte en ún a facción , y por fin en uua horrible conjuración , que se extiende por toda la Europa. L X IV .
Entonces es cuando se d exa ver por primera vez
este caraóicr de la im pie da d , qu e solo es pr op io del sig iò X V I I I . N o es y a aquel tono frió de la indiferencia , ó á lo mas aq uella ironía m align a del scepticism o ; es un odio m or tal ; es el tono ahanero de la c ó le r a , y muchas veces el de la desesperación. Lo s escritores de e á a é po ca , al menos los m as distingu idos , no consideran y a el cristianismo co m o uii error hum ano y sin consecuencia ; ellos le persiguen como á un ene m igo ca p ita l; le comb aten con todas sus fu er za s; le hacen una guerra de m u er te; y lo que parecería increíble si no tuviésem os á la vista su^ tristes pruebas , es que mu rhos de estos escritores qu e se llam aba n filósofos , pasaron desde el òd io del cristianismo hasta el òdio personal de su divino A u -
O
Parecería iñcreible á lá verd ád , si no lo hubiésemos viflo con nueftros mismos o jo s, que la revolución niveladora habia de tener tantos prosélitos; en las clases diftinguid as; pero el preftígio se desvanecerá cuando sé Considere que la licencia de sus coftum b re s, unida al espíritu de ínteres y del bajo egoismo que las te nian dominadas m uy de antemano , eran los resortes mas á proposito para franquear la entrada al siftema alha^üeño de Ja liberTraduót. tad y de las pasiones.
88
tor. Ellos llega ron á aborrecerle realme nte , com o
se
puede
aborrecer á un enemigo viviente. Dos hombres sobre todo, que para siemp re se verán cubiertos de los anatemas posteridad , se han distinguido por este gé ne ro
de la
de perfidia,
que parecía exceder á las fuerzas de la naturaleza humana mas depravada. LXV.
A pesar de esto, habiendo sido civilizada por el
cristianismo toda la Eu ropa , y obten ido sus ministros en to .dos jos países un a gra nd e existen cia
política ,
ne s civiles y religiosas se habian miezclado y
las instituciocom o am alga-
mado de una manera ad m irable; de suerte que podia decirse de todos los estados de Eu ropa , con mas ó men os
ve rda d,
io que Gibbon ha dicho de la Francia : qu& este Reyno ha^
hia sido form ado por los Obispos, Era pues inevitable que la filosofía del sig lo no tardase en odiar las in stitu cio n es so» cíales , de las qu e no le era posible separar
el
fun da m ento
religioso. Esto es lo que sucedió ; T od os los gobiernos y establecimientos de Europa le disgustaron porque eran cristia>.
nos% y á m edid a que lo eran , se apod eraba de todas las car bezas un desconcie rto de opin iones y
un descontento u n iver-
sal. E n F ran cia principalm ente .la rabia filosófica, y a no con oció lím ite s; y bien p ronto formándose una sola v oz form ida ble de tantas voces reu n id as, se la o yó gritar eo m edio de la culpable Europa: L X V I . „ A p á r t a t e de nosotros ( i ) ! Q u é < siem pre h e
(i)
Díxerunt Deo : Recede á.nobis j^scíetmam ymum tuarum tiQr
Imnus, ( Job. X X I. 14
. . .
«9 ),mos de temblar delante de los sa cerd otes, y recibir de ellos „ la instrucción que qu ieran darnos ? L a verdad sc ha lla obs „cu rec ida en toda la E uro pa por el hu m o del incensario : y a „e s tiem po
que
salga
de
esta
nube fatal.
Y a no habla
„r ém o s de ti á nuestros hijos ; á ellos les toca , cua nd o lle „g u e n á ser hombres , el av erigua r si tu existes ,
lo
que
„ « r e s , y lo que pretendes de ellos. C ua nto ha y en el m un i d o nos desagrada , po rqu e en todo está escrito tu nombre. , , N osotros queremos destruir y vo lver á edificar de nuevo to „d a s las cosas sin necesidad de ti. H u y e
inm ediata m ente de
„n ue stro s consejos ; a léx a te de nuestras academ ias y de nues „tros hogares ; para nada te queremos ; nosotros sabremos obrar solos ; /a razón nos basta; déxanos! „ Mas \ cóm o ha castigado D io s este execrable delirio ? D e el mismo
m odo
con
qu e cr ió
la lu z ; él há
dich o esta
sola palabra ; H A G A S E ; y el m und o po lítico se ha desplomado . V éa se pues cóm o se reúnen ambas demostraciones para herir los ojos menos perspicaces. Por una parte el p rin cipio religioso preside á todas las creaciones p o lític a s, y por otra todo desaparece desde el m om ento en que aquel se retira. .
L X V IL
L a Europa es delincuente por haber cerrado los
ojos á estas grandes v e rd a d e s, y ahora está sufriendo la pe na de este delito. E lla sin em ba rgo
toda via se resiste á la
lu z , y desconoce el brazo que la castiga. Pocos homb res h a y de esta g en era ción m aterial , que se hallen
en estado de co -
nocer \2i. fec h a ^ la naturaleza y la enormidad de ciertos crímenes cometidos por los individuos , por las naciones y por soberanías ; menos tod avía pued en co m pre he nd er la cla^e
de exp iación qu e estos crímenes necesitan , y el pro digio adorable con que se v é forzado el
mal á desm ontar
con
sus
prop ias manos el te rr en o, que el soberano artífice del univers o tien e ya destina do para sus m aravillosas construcciones.
L os
hombres de este siglo han tomado ya su partido. S e han j u -
rado d s i mismos de no mirar ja m a s sino d la tierra , ( i ) . P ero sería inú til y quizás peligroso el entrar en mayores d e-
profesar la verdad con amor
talles, habiéndosenos
(2). Es ademas preciso en ciertas ocasiones no profesarla sino con respeto ; y á pesar de todas las precaucione s im a g inab les , el pasar adela nte sería arriesga do aun pa ra el escritor mas pacífico y de mejor inten ción .
E l mu ndo
por otra
parte cuenta siempre con una m ultitud innum erable de ho m brés ta n p erve rso s, tan profundam ente corrom pid os, que
si
pu diesen po ne r en duda ciertas cosas , podrían tam bién aü» mentar su perversidad , y hacerse culpables , digámoslo asi, á manera de los áng eles rebeldes : A h ! p leg ue á Dios que su em bru tecim iento se refaerze tod avia m a s, si es posible , á fin
de
que
no
lleguen
á
ser
tan
den serlo los hom bres 1La cegu eda d
culpables com o
p u e-
es sin duda un castigo
terrible; sin em bargo á veces de xa entrever el am or *H é aquí lo que he creído íitíl decir por el momento. M a y o
(O
1809.
FIN.
.
<
Occtílos suds statacrunt declinare in terram. Ps. X V I* 2.
Ephes. IV . 15. La expresión que usa el texto grie go no pu ede traducirse. La Vul^ata queriendo mas bien hablar con em ití fhariíaie* que^ con , elegancia ^ dice ; F m én n s . (2)