Teoría y Análisis Literario Teórico Nº 20
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Secretaría de Publicaciones Materia: Teoría y Análisis Literario Cátedra: Rodríguez Pérsico
Dictador por Mario Cámara. Teórico: N° 20 - 6 de noviembre de 2009 – Dictador Tema: Deleuze y Guattari
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.Hola, buenas tardes. Esta clase, y la que dio anteriormente Isabel Quintana, integran el grupo de clases sobre el postestructuralismo, que comprende autores como Roland Barthes, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Deleuze, Félix Guattari y Jacques Derrida. El pos-estructuralismo, del que ya les habrán dicho algo, surge de una sospecha: la sospecha de que la pluralidad de sentidos que atraviesan el mundo no son articulables en una identidad común. O sea, no habría un suelo común, una racionalidad en común. Esto presupone una crisis del sentido, se ntido, una crisis irremediable del sentido. Gilles Deleuze es un filósofo, no es un crítico literario. Es un filósofo que a veces trabaja con literatura, que a veces trabaja con artes plásticas y a veces con cine. Pero también, desde ya, le dedicó gran parte de sus reflexiones a filósofos y al pensamiento filosófico en sí, dedicando estudios a Bergson –un filósofo de comienzos del siglo XX–, Leibniz, Spinoza y Nietszche. En un texto que se llama “Del Anti-Edipo a Mil Mesetas”, que está publicado en un libro muy recomendable, Conversaciones –lo recomiendo porque son entrevistas donde Deleuze es muy claro para explicar conceptos que están en sus libros–, él declara que se siente próximo a Lucrecia, a Hume, Spinoza o Nietszche “por la crítica de lo negativo, la cultura de la alegría, el odio a la interioridad, la exterioridad de las fuerzas y las relaciones y la denuncia del poder”. Esos serían, me parece, los fundamentos de su obra. Isabel les habló de El Anti-Edipo, el primer libro que escribieron en conjunto Deleuze y Guattari. Guattari es un psicoanalista, en principio lacaniano que, luego, se fue 1
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distanciando. Guattari siempre queda un poco opacado en relación con Deleuze, pero lo cierto es escribieron juntos varios libros: El Anti-Edipo, Mil mesetas, Kafka… y ¿Qué es la filosofía? El Anti Edipo
se publicó en 1972 y Mil Mesetas en 1980. Michel Foucault
denominó El Anti Edipo como “un libro de ética que permitiría vivir una vida no fascista”. Estos textos surgen de las consecuencias de un acontecimiento muy importante para Francia, que fue el Mayo del ’68. A esas revueltas se plegó la Université París VIII, que era una universidad experimental, mucho más democrática que el resto de las universidades de París. En las aulas de esa universidad enseñaron, entre otros, Foucault y Deleuze. Los cursos de Deleuze tenían las características de abiertos; podía asistir cualquiera que quisiera participar. Muchos de esos cursos están en internet, en un sitio que se llama www.webdeleuze.com, y muchos de ellos están traducidos al español. Hay cursos sobre cine, sobre filosofía, y sobre las cuestiones que abordan en El Anti-Edipo y Mil mesetas. Rizoma es
un texto oscuro, difícil, lleno de términos desconocidos. En un libro
posterior, ¿Qué es la filosofía?, Deleuze y Guattari van a definir la tarea de la filosofía: inventar conceptos. Y eso es algo que ellos hicieron mucho. Rizoma es un texto lleno de conceptos inventados. De hecho, hay “diccionarios Deleuze”, hay al menos dos. Yo voy a definir ocho términos durante el transcurso de esta charla, en parte basándome en uno de esos diccionarios. Vamos a hacer, en principio, una aproximación bastante superficial, y aclarando que no es sencillo salir de una aproximación superficial a un texto como Rizoma porque una aproximación profunda requeriría varias reuniones. Así que vamos a ir como sobrevolando el texto, y yo me voy a concentrar sobre todo en la reflexión en torno al texto o a los textos –porque Rizoma, además de su reflexión en torno al texto, abarca otra serie de cuestiones que no es que no vengan al caso sino que complicarían un poco la exposición. Rizoma tiene
dos ejes que a nosotros nos interesan. Uno es el sujeto; el otro es el
libro o el texto. Lo primero que vamos a hacer es ver cómo piensan al sujeto y cómo piensan al libro. Pero antes de eso vamos a definir qué tipos de abordajes ellos imaginan para el libro. Básicamente dos: lo arbóreo y lo rizomático. O sea: emplean dos imágenes botánicas para pensar dos modos de lectura. Una raíz rizomática, para que ustedes tengan una idea, sería el jengibre.
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Obviamente, van a ser dos modos de lectura antagónicos, aunque siempre se los está pensando como funcionando en paralelo, o juntos en una relación de necesidad: se requiere lo arbóreo para producir lo rizomático. Lo que tendríamos es: lo rizomático vs. lo arbóreo. Deleuze y Guattari dicen: “Un rizoma no comienza y no termina. Siempre está en el medio, entre las cosas, es un ser entre, un intermezzo. El árbol es filiación, pero el rizoma es alianza, únicamente alianza. El árbol impone el verbo ‘ser’, pero el rizoma tiene por tejido la conjunción ‘y, y, y’. En esta conjunción hay fuerza suficiente para desenraizar el verbo ‘ser’. Entre las cosas no designa una relación localizable y que va de uno a otro, y recíprocamente, sino en una dirección perpendicular, un movimiento transversal que lleva uno al otro, arroyo sin comienzo ni fin, que corroe sus orillas y toma velocidad entre las dos ”.
La metáfora del rizoma les permite ejemplificar un tipo de lazo entre contenidos cognoscitivos. Lo arbóreo remite a una articulación más usual, que se constituye como un modo de ramificación progresiva, desde un concepto inicial (el tronco) a una serie de conceptos subsidiarios o secundarios (las ramas). Éste es el modo más habitual de la articulación de contenidos en las ciencias formales. Se comienza por unos contenidos iniciales, o tesis, y luego se van articulando progresivamente argumentos que la confirmen. El rizoma viene a romper con esa lógica. Para Deleuze y Guattari nosotros tendríamos árboles plantados en la cabeza. Nuestra forma de pensamiento, como está configurada por las redes de poder, hace que estructuremos el mundo de una manera arbórea y no rizomática. El poder y la sociedad siempre son arborescentes y eso se manifiesta en nuestra manera de pensar. Siempre hay un punto de origen, un centro, y todo remite a él. Siempre hay una máquina, que puede ser binaria o dicotómica y se expande a través de ramas repartidas. Es un orden jerárquico, donde hay una instancia central, una memoria recapituladora, un futuro y un pasado, unas raíces y una copa, una historia y una evolución. Este esquema lo podemos ver, por ejemplo, en la organización de la policía, que va de la Central a todas las comisarías; pero también los vemos en la Universidad de Buenos Aires, donde el árbol va desde el Rector hasta todos los ayudantes de todas las materias. Esto lo podemos percibir retrospectivamente: Dios, Papa, reyes, etc. En el plano de la Filosofía Deleuze y Guattarí, lo encuentran en el platónico, que parte de una idea (bella,
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buena y verdadera) y llega a las emanaciones imperfectas que de ella surgen. Lo que se proponen Deleuze y Guattarí es, justamente, la inversión o deconstrucción de este sistema platónico. Alumna: ¿Por qué sería platónico?
Profesor: Porque Platón postula un mundo de las ideas, con el cual el mundo material y
concreto siempre está en una relación de imitación imperfecta. Habría una zona de verdad y una zona de imperfección. Atrás de esto también hay un pensamiento que está contra la idea de representación. Deleuze y Guattarí se oponen a esa idea de representación. Lo rizomático, por su parte, sería un modo deseable de pensar los textos, lo social, lo económico, lo cognoscitivo y lo subjetivo. En el pensamiento rizomático se destituyen las jerarquías y se privilegia una organización horizontal. Las consecuencias de este nuevo paradigma son múltiples y se dan tanto en el arte como en lo social y lo subjetivo. Pensemos en los subjetivo. Deleuze y Guattari piensan un sujeto sin centro, en el que el deseo puede circular de una manera diferente a la que lo hace en una organización arbórea. Pensando esta idea diferente de sujeto se estarían enfrentando al psicoanálisis y por eso llaman al primer volumen El Anti-Edipo . Se trata de dejar de remitir todo deseo y todo delirio a un núcleo familiar. La subjetividad (con todas sus neurosis y perversiones) ya no es pensada con un origen familiar. La familia, para ellos, construye “una máquina que obtura nuestros flujos deseantes”. Aunque cueste creerlo, la familia no sería la raíz de todos nuestros problemas. Pasemos al libro. ¿Qué es el libro, o qué hay en un libro? Deleuze y Guattari van a decir: “En un libro, como en cualquier otra cosa, hay líneas de articulación o de segmentariedad y estratos, territorialiades, pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y de desestratificación”. O seas: en un libro hay muchas cosas. Sin embargo, en ese dictado que nos dan Deleuze y Guattari podemos reconocer dos grupos: por un lado, las líneas de articulación, los estratos y las territorialiades; por el otro, las líneas de fuga, los movimientos de desterritorialización y de desestratificación. Teniendo en cuenta la idea de rizoma, el grupo que más les va a interesar a ellos es, obviamente, el segundo.
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Alumno: ¿Y por qué no los dos?
Profesor: Porque el primero es un grupo jerárquico, que estaría obturando el deseo y las
líneas de fuga. Es un grupo donde se producen cristalizaciones fascistas. Vamos a definir estos conceptos que a ellos le interesan. El primero es la desterritorialización.
Es un concepto que crean en 1972, y que aparece en El Anti-Edipo.
Concierne a toda cosa que sale de un territorio y entra en uno nuevo cambiando funciones y sentidos. Necesariamente, lo que se mueve cambia de función y de sentido, se transforma en otra cosa. Es un proceso que libera un contenido –flujos– de todo código. ¿Qué es un código? Pensado desde el punto de vista social, un código es un sistema significante basado en el consenso social. Es lo que, de algún modo, permite la comunicación. Desterritorializar significaría liberar un flujo del poder del código. Si pensamos el consenso como un poder, con un significante que está dominando una serie de discursos, descodificar un flujo es liberarlo de esa significación dominante y que pueda adquirir otras significaciones posibles. O sea que habría un parentesco entre desterritorialización y descodificación. Y aclaro que no están pensando en términos geográficos esta idea de desterritorializar, sino en términos políticos, o estéticos o filosóficos. El segundo concepto que voy a tomar es el de línea de fuga. La línea de fuga es un vector de desorganización de identidades fijas o pares binarios. Es lo que desestructura los binarismos como alto/bajo, hombre/mujer, blanco/negro, arriba/abajo, categorías con las que estamos acostumbrados a vivir. Deleuze no piensa, sin embargo, en salir por completo del binarismo. Esto es un rasgo de todo el post-estructuralismo: no están pensando en algún horizonte donde se dé una suerte de reconciliación de los opuestos, sino en pervertir un orden imperante. La línea de fuga, entonces, pervierte lo existente sin pretender transformarlo del todo y sin que ella implique el caos absoluto –aunque el peligro del caos o la catástrofe siempre existe. En las clases de París-VIII Deleuze hacía bastante hincapié en el uso de drogas como instancia de fuga, y parece que varios estudiantes experimentaron demasiado en esa línea y él decidió cancelar esas recomendaciones. Volviendo al libro, están estas fuerzas que mencionábamos –líneas de fuga, desterritorialización pero también reterritorialización– y lo que van a decir Deleuze y Guattari es que todas ellas constituyen un agenciamiento –que es otra palabra del
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vocabulario deleuziano. Existe un agenciamiento –van a decir, y éste es el tercer concepto en este orden que les propongo– cuando podemos identificar y describir el acopiamiento de un conjunto de relaciones materiales y de un régimen de signos correspondientes. Puede haber, por ejemplo, un agenciamiento conyugal. Un matrimonio es un agenciamiento. Tiene un conjunto de relaciones materiales –quién hace los mandados, por ejemplo, y quién saca a pasear al perro– y un régimen de signos correspondientes –que serían los discursos articulados al interior del matrimonio, o que están pensados para su desarrollo al interior del matrimonio. La universidad sería un agenciamiento, que tiene una serie de prácticas –exámenes, monografías– y un tipo de escritura, un régimen de signos. Esta clase es un agenciamiento. El Estado es un agenciamiento. Los agenciamientos que nombré son agenciamientos estables que tienden a reducir el campo de experimentación del deseo. La idea es cómo intervenir en los agenciamientos más estables, que son los que más obturan la experimentación con el deseo de los sujetos. Digamos: ustedes están obturados en su deseo al estar tan presente este agenciamiento estable que es la universidad. Una de las caras del agenciamiento es lo que ellos definen como lo “molar”, que sería lo mayor, lo arbóreo. Podríamos rescribir el título de Kafka: por una literatura menor y decir Kafka: por una literatura molecular. Ésta es la otra modalidad de pensamiento. Si lo molar es lo mayor, lo molecular es lo menor. Entonces, “menor”, “molecular” y “rizomático” serían tres palabras que constituyen una cadena fuertemente entrelazada. El agencimiento molecular puede estar obstruido por el agenciamiento molar. Lo que plantean Deleuze y Guattari es que en todo árbol puede haber un rizoma. El tema es cómo hacerlo surgir. Una de las maneras de hacer surgir ese rizoma es a través de las líneas de fuga, que rompen o desesntructuran lo mayor, lo molar. De todas formas, siempre existe el riesgo de lo que lo molar se reconstituya y vuelva a aparecer. De hecho de esa Universidad de París VIII hoy queda muy poco, porque el aparato estatal la ha ido transformando en una universidad mayor, molar y arbórea. La posibilidad de intervenir en los agenciamientos mayores no significa que haya un sujeto que esté antes del agenciamiento. El sujeto siempre surge como resultado del agenciamiento, no antes. Es decir: no hay un sujeto que diga “ahora voy a intervenir” sino un sujeto que surge en esa intervención. En la medida en que ustedes son estudiantes,
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podrían producir un agenciamiento menor dentro de este agenciamiento mayor, y no antes. El agenciamiento menor busca producir líneas de fuga. No hay un sujeto observador, separado e individualizado, que es diferente de la realidad que observa. El sujeto observador está inmerso en una red, con la que mantiene un flujo de intercambios constante. En esta red el sujeto está en relaciones de interdependencia son los sucesos. En esta nueva posición del sujeto tenemos que incluir, por un lado, el trabajo de construcción de las percepciones que tenemos; y, por otro lado, el posterior trabajo de interpretación o conceptualización de eso en lo que estamos inmersos. En una situación rizomática el sujeto es resultado de la situación y la situación es resultado del sujeto. En este sentido, el libro no estaría separado de nosotros sino que nosotros, cuando leemos, hacemos rizoma con un libro. Si vemos al libro como un objeto, en cambio, estamos pensando de manera arbórea. Pregunta inaudible de un alumno: Profesor: Sí, absolutamente, eso está en relación directa con una lucha de poder. En
términos políticos, un pensamiento de izquierda pone como objetivo de la lucha tomar el poder. Recuerden la famosa frase de Trotsky, de “tomar el cielo por asalto” o tomar los palacios de invierno. Pero el pensamiento deleuziano no funciona de esa manera. La idea sería un devenir permanente. El pensamiento de Deleuze y Guattari ha sido definido, por un lado, como neo-vitalista y, por el otro, neo-anarquista. Esta transformación epistemológica pone en cuestión la idea de que es el sujeto el que constituye el objeto (que viene de Saussure) y la otra idea de que hay un objeto que preexiste al sujeto que debe observarlo y aislarlo. En relación a Saussure, al decir que el objeto no preexiste, está dejando intacto al observador. Lo que viene a poner en cuestión Deleuze es, justamente, el observador. Nosotros con el libro no establecemos una relación de sujeto-objeto sino un rizoma. Entonces, un libro es un agenciamiento, donde están recogidos en forma de lenguaje una serie de flujos. Y además de un agenciamiento un libro es una multiplicidad. Vamos a definir este cuarto concepto: la multiplicidad. En principio, es lo contrario de lo Uno. Estamos acá abordando una cuestión clave de la filosofía: la relación entre lo uno y lo
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múltiple. O sea: entre Dios y sus manifestaciones –si lo ponemos en términos religiosos. Es la discusión del pasaje de lo perfecto a esa multiplicidad que es el mundo: discusión que viene de la Grecia clásica y llega al mundo moderno. Pero Deleuze y Guattari no piensan en lo múltiple sino en la multiplicidad, que es diferente. La multiplicidad es lo contrario de lo uno –lo múltiple sería la manifestación de lo uno. Una multiplicidad, dicen, no es un múltiplo ordinal ni un conjunto cardinal; designa una variedad de dimensiones que no cesa de cambiar el orden de sus relaciones cada vez que es considerada. Siempre la multiplicidad es diferente de sí misma. Acá está la cuestión de la identidad como una instancia que nunca es estable. Veamos una cita de la página 10: “Un libro es una multiplicidad, pero no sabemos muy bien qué significa lo múltiple cuando cesa de ser atribuido, es decir, cuando es elevado al estado de sustantivo. Un agenciamiento maquínico está orientado hacia los estratos, que sin duda lo convierten en una especie de organismo, o bien en una totalidad significante, o bien en una determinación atribuible a un sujeto; pero también está orientado hacia un
cuerpo sin
órganos que no cesa de deshacer el organismo, de hacer pasar y circular partículas asignificantes, intensidades puras, de atribuirse los sujetos a los que tan sólo deja un nombre como huella de una intensidad ”.
Otra vez aparece la división: entre el organismo, por un lado, y el cuerpo sin órganos por
el otro –éste es otro concepto que ahora voy a abordar. Si tuviéramos que
establecer un paralelismo, el organismo tiene que ver con lo arbóreo, y el cuerpo sin órganos con lo rizomático. Entonces, tenemos ese agenciamiento del que se dice que es “maquínico”. Deleuze y Guattari están frecuentemente pensando en términos de máquinas, y esto tiene que ver con algo que, si leyeron Rizoma, les habrá quedado: lo importante frente a un texto es ver cómo funciona. Y todo agenciamiento posee una doble orientación. El libro posee una doble orientación, porque siempre existe la posibilidad de producir una línea de fuga. Y recuerden que Deleuze y Guattari piensan que esta doble orientación es necesaria: para que se dé una línea de fuga tiene que haber una lectura dominante –por eso hablan de una
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literatura menor y de una lengua menor en relación con una mayor a la cual ésta vendría a afectar. La doble orientación de todo agenciamiento, decíamos: por un lado, hacia los estratos que lo convierten en un organismo, y, por el otro, hacia un cuerpo sin órganos. Éste es el quinto concepto que voy a tratar de definir. No hay un método para descubrir la orientación molecular de un agenciamiento. Siempre vamos a tener que descubrir en qué lugar está el punto de fuga. Lo primero que tendríamos que hacer es hacer rizoma con el libro. El cuerpo sin órganos es un concepto que Deleuze y Guattari toman de Antonin Artaud, un escritor maldito, disidente del surrealismo, que estuvo internado en instituciones psiquiátricas, y también lo toman de un filósofo que es muy importante para Deleuze y que ahora se está traduciendo y comenzando a leer aquí en Argentina: Gilbert Simondon. El cuerpo sin órganos no significa un cuerpo despedazado, sino la transformación del pensamiento sobre el cuerpo de un modo que critica la noción de organismo y, a través de ella, critica al poder que se reserva al centro del organismo y al reparto jerárquico de funciones. Es desarrollar un pensamiento sobre el cuerpo que deje de verlo como un conjunto jerárquico, tal como fue pensado en la filosofía desde Aristóteles o en la medicina. En la filosofía el pensamiento sobre el cuerpo desde un primer momento dio lugar a una jerarquía: lo espiritual sobre lo corporal, y esa distribución atravesó todos los siglos. Ustedes quizás sepan, por ejemplo, que para el Vaticano las mujeres no tenían alma, eso hasta no hace mucho tiempo. Haciendo un repaso salvaje, ¿qué tenemos hasta ahora? Tenemos un filósofo y un psicoanalista
que
inventan
conceptos.
Vimos
algunos
de
esos
conceptos:
desterritorialización, agenciamiento, líneas de fuga, multiplicidad, cuerpo sin órganos. Tenemos un sujeto sin centro que se constituye en contra del psicoanálisis puesto que se considera que el psicoanálisis no hace otra cosa que reterritorializar el deseo. Y tenemos un pensamiento sobre el libro o el texto como un agenciamiento maquínico que está orientado hacia los estratos, hacia el organismo (que siempre es jerárquico), pero también hacia esta cuestión del cuerpo sin órganos. Y acá aparece otro concepto relacionado con el texto, que es el plano de consistencia.
El plano de consistencia es el momento en el que las desterritorializaciones y
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los puntos de fuga adquieren cierto sentido. Si desterritorializar significa descodificar pero sin caer en el caos absoluto (que sería la catástrofe) o, si lo pensamos en términos puramente físicos, escapar de lo social sin morirte –si te drogás mucho te morís: ésa es también la idea–, el plano de consistencia sería el momento en el que pueden confluir los puntos de fuga, las desterritorializaciones, formando un dibujo con algún sentido. Se adquiere así una cartografía, siempre contingente, siempre precaria y dispuesta a seguir cambiando, pero es el momento en que se llega a una suerte de “éxito” –si se puede hablar de éxito en esto. Veamos ahora qué es un libro para ellos. En primer lugar, van a decir que un libro no tiene objeto. Y también que en un libro no hay nada para comprender. ¿Por qué? Porque lo importante es saber que un libro es una maquina, y una máquina es un sistema que transporta flujos. En algún punto, una máquina es un agenciamiento: una instancia a la cual llegan flujos que se organizan de determinada manera. Un libro, o una clase como ésta, es un agenciamiento y es una máquina. Lo importante es saber con qué conecta esa máquina. Hay máquinas estatales –que serían las que obturan el deseo– y hay máquinas de guerra –éste es otro concepto importante. La máquina de guerra como concepto es en algún punto sinónimo de deseo. Ellos toman esta imagen bélica inspirándose en la hipótesis de que los ejércitos históricamente no formaron parte del Estado sino que fueron grupos nómades –y este concepto de nómade es también importante– cooptados por el Estado, pero que el Estado podía capturar y cooptar siempre de forma contingente, nunca en una captura total. El deseo, piensan ellos, funciona como una máquina de guerra, y los Estados se apropian del deseo para ponerlo a producir a su servicio pero nunca consiguen apropiarse del todo de él. Y ahí se da el espacio disponible para ejercer una resistencia. El pensamiento del postestructuralismo se puede describir como un pensamiento de la resistencia. Entonces, decíamos, la máquina de guerra sería un equivalente al deseo, y el deseo es algo excesivo, nunca del todo capturable. Entonces, van a decir que la literatura es un agenciamiento y nada tiene que ver con la ideología. No hay, nunca ha habido una ideología. Esto quiere decir que la literatura no representa nada, sino que conecta. Escribir no tiene nada que ver con significar sino con cartografiar o hacer mapas.
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Alumna: ¿Qué es lo que conecta esa literatura?
Profesor: Fuerzas, flujos, discursos, prácticas. Para traducirlo a un lenguaje actual: la web,
en su imagen ideal sería un perfecto rizoma. La idea del link estaría permitiendo un atravesamiento que destituye todas las jerarquías. Tengan en cuenta que yo hablé de una imagen ideal de la web; porque, en su estado actual, la web está absolutamente arborizada. Eso se hace evidente desde el momento que en que todos entramos a Google para buscar las cosas. Pero también hay puntos de fuga, como enclaves libertarios y demás. Dleuze y Guattari tienen tres formas de pensar el libro (o el arte). La primera es el modo rizomático, que veníamos definiendo. En segundo lugar tenemos el modo arbóreo. El libro arbóreo se correspondería con el libro tradicional, como imitación del mundo. Ellos en esta modalidad ubicarían, por ejemplo, a un autor como Lukács, que haría análisis arbóreos. En este sentido, si pensamos al mundo como raíz, el libro sería una rama. En tercer lugar habría un modo que definen como sistema-raicilla o raíz fasciculada: “ El mundo ha devenido caos pero el libro continúa siendo una imagen del mundo, caosmos-raicilla en lugar de cosmos-raíz”.
Y también sostienen que el libro como raíz fasciculada “la
modernidad lo invoca con gusto. Pese a que hay caos, pese a que la raíz principal ha sido abortada
(esto lo podríamos traducir como el “dios ha muerto”, de Nietzsche)” la unidad
principal sigue subsistiendo como pasado. Pensado en términos políticos esto podríamos traducirlo en ciertos nacionalismos, ciertas etnias que se imaginan un pasado determinado; o en otros grupos que se imaginan un futuro, como sucede en la idea de Revolución Comunista. Este tipo de pensamiento opera con una multiplicidad, en crecimiento, pero con una reducción de las posibles combinaciones. Es como si tuviéramos links, pero no infinitos sino en una cantidad limitada. El libro que resultaría de esta raíz fasciculada nos llevaría a pensar en la idea de montaje. Es un montaje que daría por resultado un orden que no es visible en el caos de la realidad. Uno de los modos de pensar el montaje, por ejemplo es artes plásticas, es éste. El montaje permitiría articular elementos discímiles, cuyo resultado permite una comprensión más profunda de eso que en el mundo material y concreto no se comprende. En este tipo de libros estaría funcionando una idea de verdad o una estructura
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profunda. Con este tipo de montaje trabaja, por ejemplo, el Dadá berlinés, que es la parte más política del movimiento. Hay un montaje muy interesante sobre Hitler que ha hecho John Heartfield, que pueden ver en Internet. Allí se monta la idea de exterminio o asesinato con la anuencia del catolicismo. En ese sentido, el resultado de ese montaje nos estaría ordenando una realidad que, quizá, en ese momento no se llegaba a entender. Esta tercera modalidad de libro también la podríamos rastrear en los cut-ups de William Burroughs, armados con texto e imagen. Aquí funciona la idea de una comprensión más profunda del mundo. El pensamiento rizomático trabaja en contra de la idea de profundidad. Finalmente, ellos van a abordar la figura del rizoma y le va a dar seis características. En la primera y la segunda características, ellos hablan de principios de conexión y de heterogeneidad; en la tercera, del principio de multiplicidad; en la cuarta, principio de ruptura asignificante; en la quinta y se la sexta, principio de campo y cartografía –están divididas así, con la primera y segunda juntas, y del modo la quinta y sexta. En la primera y segunda características van a decir que el rizoma puede ser conectado con cualquier otra máquina y por cualquier lugar. A un rizoma se puede entrar por cualquier lugar, y así debe ser. Esto no sucede en un árbol, donde siempre está ese origen que sería la raíz. En este punto, ellos hablan de agenciamientos colectivos de enunciación –que sería el octavo concepto–, lo que significa producción y distribución de enunciados en un campo social dado. La idea es salir de las nociones de sujeto de la enunciación y sujeto del enunciado porque remiten a una subjetividad más tradicional. El agenciamiento colectivo remitiría a una subjetividad anónima y plural como un modo de intervenir sobre los códigos, sobre los regímenes de signos. Es como apropiarse de la lengua, apropiarse de un discurso y ponerlo a funcionar de otra manera. Sería una remodificación positiva ésta del agenciamiento colectivo de enunciación. En un rizoma, entonces, estos agenciamientos funcionan dentro de esa máquina llamada libro. Un rizoma, van a decir, “no cesa de conectar eslabones semióticos, organizaciones de poder, circunstancias relacionadas con las artes, las ciencias y las luchas sociales”. Es decir: múltiples conexiones con esas otras instancias que también son máquinas.
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Un rizoma requiere pensar la lengua como una instancia que nunca es ideal sino siempre heterogénea. No hay lengua madre sino toma del poder de una lengua dominante. Como hacerle un golpe de Estado a la lengua. Un agenciamiento colectivo de enunciación es eso: capturar una lengua dominante y transformarla. Esto es lo que ellos pensaron en relación con Kafka, que captura el alemán y lo transforma. El tercer punto es el principio de multiplicidad. Habíamos dicho que la multiplicidad no tiene sujeto ni objeto sino determinaciones, tamaños, dimensiones. Y cada vez que uno de esos elementos cambia, cambia la naturaleza de la multiplicidad. Por eso la identidad nunca es igual a sí misma. Nosotros nunca somos iguales a nosotros mismos; en todo caso, nuestra identidad sería el resultado de una repetición. Un agenciamiento molecular, un rizoma, lo que hace es potenciar esas transformación. Potencia la multiplicidad, el cambio de función y de sentido. Van a decir que la noción de unidad sólo aparece cuando se produce en una multiplicidad una toma de poder por el significante. Dicen Deleuze y Guattari: “ El libro ideal sería, pues, aquél que lo distribuye todo en ese plan de exterioridad, en una sola página, en una misma playa: acontecimientos vividos, determinaciones históricas, conceptos pensados, individuos, grupos y formaciones sociales”.
Es un texto que pueda organizar horizontalmente saberes y experiencias
heterogéneas. La cuarta característica del rizoma es el principio de ruptura asignificante. Este principio de ruptura asignificante se enfrenta a cortes significantes que separan las estructuras. Un corte significante sería aquello que no permite conectar, que no permite que fluya el deseo ni se de un cambio de función ni de sentido. Van a decir que las líneas de fuga son siempre “democráticas”, y que los cortes significantes siempre son “fascistas”. Respecto de eso, en una clase del 16 de noviembre de 1971 –de las que están ahí en la web– Deleuze decía que “una sociedad sólo le teme al torrente”. Es decir, a lo que escapa a la codificación. En esa misma clase del 71 a la que me referí, Deleuze lo ve en el uso del pelo largo. Que también es una marca de época. Ahora suena gracioso, pero en los 70 siendo hombre ibas preso si llevabas pelo largo, y te lo cortaban. Entonces, él ve ahí un punto de fuga, y ve también que todo punto de fuga puede ser capturado. La captura del pelo largo sería sencillamente que sea capturado por la industria de la moda, como sucedió.
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Participación inaudible de un alumno: Profesor: Eso que vos decía está muy bien, porque pone en evidencia los límites de la
teoría de Deleuze y Guattari. Es una teoría que está fundamentada en el valor de lo nuevo. Ese desplazamiento continúo es en función de lo desconocido. Y el Capitalismo aprovecha esa lógica tratando de captar lo nuevo que va surgiendo para transformarlo en mercadería. De hecho el capitalismo, en los regímenes laborales modernos, se las arregló para capturar nuestros deseos. Esto lo trabajan muy bien Antonio Negri y Michael Hardt en Imperio.
Cuando el régimen fordista y taylorista entra en crisis, el capitañlismo produce su
salto productivo a partir de una reformulación del trabajo. A través de un régimen aparentemente muy flexible, como en Microsoft o Google (con un gimnasio, tiempo para dormir la siesta, mesas de ping pong y video juegos, etc.), lo que se está haciendo es chupar la voluntad de los empleados, para seguir capturando la plusvalía. Eso también está muy bien trabajado en “Postscriptum a las Sociedades de Control”, uno de los textos de Conversaciones,
que se puede encontrar en la web. Allí Deleuze trabaja el modo de
organización capitalista a partir de los años ’60. Nueva pregunta inaudible: Profesor: Exacto. Además el proceso de desterritorialización debe ser continuado. No se
llega a una desterritorialización para quedarse ahí. Es un proceso que no se debe detener. Si quisiéramos ser fieles al rizoma tendríamos que leer a Kafka y hacer un análisis absolutamente diferente del que hicieron Deleuze y Guattari porque, de otro modo, estaríamos territorializando lo que ellos habían desterritorializado. Pregunta inaudible:
Profesor: Es una idea muy nietzscheana: Yo afecto soy afectado por lo que me rodea y, a
su vez, yo afecto a lo que me rodea. En ese juego donde se establece la línea de fuga, la desterritorialización, etc. Deleuze y Guattari dicen que siempre existe el riesgo de que reaparezcan, en las líneas de fuga, organizaciones que reestratifican el conjunto.
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Luego dicen que el rizoma es “anti-genealógico”. En un rizoma uno no puede volver hacia atrás, o deshacerlo. Si uno intentara volver en un rizoma estaría yendo hacia otro lugar, porque nunca se podría volver al lugar del que surgió ese rizoma. Se estaría en una configuración diferente. La quinta y sexta características hablan del principio de cartografía y de calcomanía. Básicamente, la idea acá es que el calco tiene que ver con la representación, con la lógica de lo arbóreo, mientras que la noción de rizoma tiene que ver con la idea del mapa, de cartografiar. El calco puede reproducirse hasta el infinito y, en cierta medida, es igual a sí mismo. Lo arbóreo, lógicamente, sigue la lógica del calco, que es una imagen cristalizada. Puede representar o mostrar el caos, pero es como una fotografía, donde el caos está quieto. El rizoma es cartografiar y ellos usan el verbo “hacer”. Aparece la idea de invención; cartografiar es inventar un trazado posible. Dicen que una cartografía “ puede dibujarse en una pared, concebirse como una obra de arte, construirse como una acción política o como una meditación. Una de las características más importantes del rizoma quizá sea la de tener siempre múltiples entradas”.
Trazar una cartografía es producir un
acontecimiento, por ejemplo, político. Hay lecturas que habla de que lo que sucedió en 2001 fue un acontecimiento. Del mismo modo podrían ser pensados el Mayo del ’68 o la Revolución Rusa. Una obra de arte que cambia el paradigma que la rodea puede ser un acontecimiento; el amor puede ser un acontecimiento. Resumo ahora las características que les estuve comentando del rizoma. - El rizoma conecta cualquier punto con otro punto cualquiera. - Cada uno de los rasgos del rizoma no remite necesariamente a rasgos de la misma naturaleza. - El rizoma pone en juego regímenes de signos muy distintos (noción de conexión entre máquinas). - No se deja reducir ni a lo uno ni a lo múltiple –es una multiplicidad. - El rizoma no está hecho de unidades –la unidad nos daría la imagen de algo cerrado– sino que está hecho de dimensiones o de direcciones o líneas cambiantes. - No tiene principio ni fin. Siempre debe tener un medio por el que crece y desborda.
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- Varía sus dimensiones. Y en la medida en que las varía cambia de naturaleza y de función. Como método de lectura o de aproximación a un texto, podríamos decir que el rizoma es un anti-método. Como verán, además, es un tipo de pensamiento que se adecua muy bien a una literatura de corte experimental, donde estas cuestiones (y otras relacionadas con el lenguaje) pueden aparecer mucho más fácilmente. Por eso, el pensamiento de Barthes, Foucault y Deleuze se relaciona tanto con las vanguardias históricas como con la literatura que se escribía en Francia en los ’60 y ’70. Deleuze lee mucho a Kafka, que no es una escritura experimental pero tiene una argumentación que le viene muy bien para su lectura. Y también lee mucho a William Burroughs, cuya escritura se adecua perfectamente al rizoma. Lo que nos dicen Deleuze y Guattari es que en el abordaje de un libro o en una situación cualquiera, para ser rizoma, funciona la invención y funciona el azar. Son dos dimensiones que ellos sostienen como constitutivas de la posibilidad de hacer rizoma. La idea de rizoma, además de usarse para pensar el interior de un texto, es muy interesante en función de un texto en relación con otros. La posibilidad de hacer rizoma es una operación que podría reconfigurar la historia literaria. Podríamos pensar, por ejemplo, que “Pierre Menard, autor del Quijote” es un texto que hace rizoma. Acercarnos a un libro tratando de tener una lectura rizomática sería que podamos hacer brotar de ese libro sus líneas de fuga. En cambio, acercarnos a un libro con una lectura arbórea, sería taponar, clausurar, cerrar, cercar, toda posible línea de fuga. Una lectura muy psicoanálitica de los cuentos de Felisberto Hernández, por ejemplo, estaría cerrando las líneas de fuga. Todas esas líneas de fuga serían atribuibles a una explicación psicoanalítica. Podemos pensar dos series. En una tenemos: sujeto, agenciamiento molar, máquina estatal, pensamiento arbóreo, jerarquías, binarismos y literatura como representación. Toda esta cadena constituye un modo de aproximación al texto y un modo de pensamiento. En la otra serie tenemos: multiplicidad, agenciamiento molecular, máquina de guerra, pensamiento rizomático, flujos, literatura como conexión, agenciamiento colectivo de enunciación y, por último, sujeto y cuerpo sin órganos. Vean que en la primera línea el
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sujeto aparece primero (porque se enfrenta a su objeto) y es la segunda aparece último (porque es el resultado de ese pensamiento rizomático). Por hoy dejamos acá. Muchas gracias.
Versión CEFyL
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