La oración de Abraham 1. Introducción al libro de Génesis
Podemos dividir el libro de Génesis en dos partes. La primera parte se trata de la prehistoria de Israel, y la segunda parte la historia de los patriarcas: Abraham, Isaac, y Jacob (o Israel). La historia de salvación comienza con Abraham. Aunque no con precisión, podemos localizar Abraham en tiempo y lugar. Era uno de los seminómadas semitas, que vivió en la primera mitad del segundo milenio a. C. La primera parte de Génesis son relatos populares qu e explican el origen de del universo, del hombre, y del pecado (Gen 1-11). Revelan algunas verdades fundamentales en un lenguaje simple y lleno de imágenes. Son cuentas populares de carácter mítico. No quiere decir que son fábulas. Más bien, Dios inspiró los israelitas para comunicar ciertas verdades a través de un género literario típico de los mitos que encontramos también en las diversas culturas. Es importante tomar en cuenta el género gén ero literario para interpretar correctamente un texto de la Biblia. Podemos tomar el ejemplo del primer relato de la creación. Allí, la creación en en siete días es un aparato literario para subrayar la importancia del sábado. No quiere decir que la creación fue obra de Dios en 6 días de 24 horas. El relato quiere subrayar que el sábado es una institución divina. Por eso narra que el séptimo día Dios descansó de su labor y lo bendijo. Por la falta de d e apreciar el género literario, se imaginan un conflicto entre las Escrituras y la ciencia donde no existe. Los autores sagrados no tenían la inten ción de ofrecer afirmaciones científicas sobre la evolución de la vida en la tierra. Siempre tenemos que ver lo que realmente los autores quisieron afirmar por sus escritos y lo que Dios quiso comunicar a través de ellos. De los primeros relatos de Génesis, podemos sacar algunas verdades fundamentales importantes para entender la situación del hombre histórico y la situación en que Dios llamó a Abraham. a. Las verdades que encontramos en el primer relato de la creación Hay un solo Dios. No a politeísmo. Dios es bueno y omnipotente. Dios no es el principio del mal. No el dualismo. Dios creó la tierra y el cielo, es decir, todo el universo. Las criaturas no pueden ser dioses, el sol, las estrellas, unos animales, el hombre. No a panteísmo.
b. Las verdades que encontramos en el secundo relato de la creación Todos los hombres son descendientes de una pareja. El hombre es un ser libre, pero hay límites de su libertad. Tiene que obedecer ob edecer los mandamientos de Dios para preservar su vida. Dios es providente. El hombre tenía todo lo necesario por su vida y su felicidad. En el estado de inocencia, el hombre vivió en harmonía consigo mismo, con Dios, y con los demás hombres.
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c. Las verdades que encontramos en la Caída de Adán y Eva (Gen 3): El mal y la muerte son consecuencias del pecado. Dios no es su autor. El pecado daña la harmonía interior del hombre y daña el hombre en su relación con Dios, y en su relación con los demás. Dios no abandonó el hombre al pecado. Más bien le ofreció una promesa de salvación.
d. Las consecuencias del pecado (Gen 4-11) Caín mató su hermano Abel. Aquí vemos la malicia del pecado. Con el relato de Noé vemos la universalidad del pecado, su extensión por todo el género humano. Dios castiga el pecado y los pecadores, pero sabe como salvar el hombre justo. Hablando de Noé, el autor sagrado narra sencillamente que, “Noé caminaba con Dios” (Gen 6, 9). La torre de Babel (Gen 11) explica el origen de los diferentes idiomas y grupos étnicos. Las divisiones entre los grupos étnicos son también consecuencias del pecado, de la soberbia humana. Esto prepara el terreno por la llamada de Abraham, y el inicio de la historia de la salvación.
e. Los patriarcas (1850 – 1700 a. C.)
La segunda parte del libro de Génesis cuenta la historia de los tres grandes patriarcas: Abraham, Isaac, y Jacob. Con Abraham comienza la historia de la salvación. Eso no significa que encontremos referencias directas de Abraham fuera d e la Biblia. Pero, sabemos por los estudios del mundo antiguo y los descubrimientos arqueológicos que grupos de seminómadas llamados amorreos infiltraron Palestina desde Mesopotamia a partir del segundo milenio a. C. Estos pastores nómadas siguieron más o menos la misma trayectoria que siguió Abraham, bajando a Palestina y Egipto. Podemos fijar la llegada de Abraham a las tierras de Canaán aproximadamente en el año 1850 a.C. A partir del narrativo bíblico le parece que los patriarcas vivieron en tiempos de paz, sin invasiones de los reinos de Egipto o Mesopotamia, indicando una debilidad por ambas partes. El tiempo de los Patriarcas encuadra mejor en la primera mitad del segundo milenio a. C., que en cualquier otra época. La ciudad de Ur, donde vivía Abraham en Mesopotamia antes de emprender su viaje hacia la tierra prometida, gozaba de un dominio sobre esta región hasta que fue conquistada cerca 1950 a. C. Eso podría explicar porqué su familia salió de Ur.
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2. La llamada de Abraham (cap 12)
La religión de Abraham era más sencilla que surgió en Israel durante la monarquía. No hubo un templo único en Jerusalén, y tampoco una clase sacerdotal. Abraham función tanto como jefe de su tribu como sacerdote. Vemos que Abraham construyó altares a Dios en diferentes lugares, y también frecuentaba lugares sagrados preexistentes. Gen 12, 1-3: Yavé dijo a Abram: “Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu
padre, y anda a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una gran nación y te bendeciré; voy a engrandecer tu nombre, y tú serás una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra.” La llamada de Abraham era la iniciativa de Dios. No aparece que Abraham era buscando Dios. Dios le llamó y le tocó Abraham a responder. Dios le llamó a salir de su país y dejar su familia. La llamada divina implicaba un gran desprendimiento. Abraham tenía que desprenderse de su voluntad y de sus preferencias. Tenía que dejar detrás su familia, y quizás una vida un poco más fácil y cómoda para caminar con Dios. Por su parte, Dios le ofreció a Abraham unas promesas. Entrar en la oración, es entrar en las promesas y bendiciones de Dios. Con Abraham, Dios hizo tres promesas: a) Haré de ti una gran nación (Gen 12, 2). b) En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra (Gen 12, 3). c) Le daré esta tierra a tu descendencia (Gen 12, 7). Estas tres promesas son el hijo conductor de la primera parte de la historia de salvación, desde Abraham hasta David. Fue el rey David quien realmente terminó la conquista de la tierra prometido. Después de David el eje de la atención es sobre su descendencia, y la promesa que su hijo reinará para siempre.
Haré de ti una gran nación (Gen 12, 2). En este momento Abraham tenía 75 años de edad y su mujer 65. No tienen hijos y Sara era estéril. Todas las promesas, dependieron de una descendencia. Sin hijo, no llegará a ser una nación. Sin ser una nación, no puede tomar posesión de una tierra. Y sin nación y tierra, es difícil ver como van a ser una bendición para todos los pueblos. Todo depende que Abraham tuviera un hijo.
En ti serán bendecidas todas las razas de la tierra (Gen 12, 3). Hay dos sentidos posibles. Uno, que Dios bendice Abraham tanto que su nombre sea conocido como una bendición. La gente va a decir, “que sea bendecido como Dios había bendecido Abraham”. El otro sentido, es que todos los pueblos van a ser bendecidos a través de Abraham y su descendencia. Esta bendición se cumplió últimamente en Jesus, el hijo de Abraham.
Le daré esta tierra a tu descendencia (Gen 12, 7). Abraham es un nómada. No tiene un lugar suyo en la tierra. Una tierra propia es prob ablemente el sueño de todos los seminómadas. 3
Abraham tenía responder en fe, fe en Dios, en su providencia, en su fidelidad a las promesas. La fe requiere que vayamos a un lugar desconocido. Abraham tenía que salir de su pasado para caminar hacia al futuro, sin más seguridad que la palabra de Dios. Gen 12, 5-6: Tomó a su esposa Sarai, a su sobrino Lot, con todos los bienes que
habían adquirido y todas las personas que habían reunido en Jarán, y se encaminaron hacia la tierra de Canaán. Al llegar a Canaán, Abram recorrió el país hasta el l ugar santo de Siqu em , hasta la encina de Moré. En ese tiempo, los cananeos ocupaban el país. Abraham fue hasta “el lugar santo de Siquem, hasta la encina de Moré”. Su viaje le parece casi como una peregrinación. Se detuvo en los lugares sagrados para ofrecer sacrificios a Dios. Gen 12, 7-8: Entonces el Señor se apareció a Abram y le dijo: «Yo daré esta tierra
a tu descendencia». Allí Abram erigió un altar al Señor, que se la había aparecido. Después se trasladó hasta la región montañosa que está al este de Betel, que quedaba al oeste, y Ai, al este. También allí erigió un altar al Señor e invocó su Nombre. Abraham erigió un altar. El texto no menciona un sacrificio, pero es la consecuencia obvia de construir un altar. Tiene además un sentido de un recuerdo, un monumento para marca el lugar y el encuentro con Dios.
Abraham invocó el nombre de Dios. Probablemente no se trata del nombre “Yavé,” que fue revelado a Moisés siglos después. La primera forma del nombre de Dios es “El” o la forma plural “Elohim.” Significa “ser primero” o ser señor o ser fuerte y poderoso. No es un nombre exclusivo de Dios de Israel, pues se u sa para referirse a los dioses falsos, como
encontramos en Salmo 95, 3 (“ Porque el Señor es un Dios grande, el soberano de todos los dioses (Elohim)”). Elohim se usa también para la divinidad, o los ángeles, como Sal 8, 5-6 (“¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles (Elohim) , lo coronaste de gloria y esplendor”). Se encuentra también la forma “El Šadday,” que podemos traducir como, “Dios de las montañas” o “Dios todopoderoso”. Encontramos este nombre por ejemplo en Gen 17, 1. El Biblia de Jerusalén lo traduce: “Yo soy El Šadday.” Otras traducciones: “Dios de las Alturas” (Biblia Latinoamericano) y “Dios Todopoderoso” (traducción argentina del Libro Pueblo de Dios). El nombre significa la persona. Invocar el nombre de Dios es hacerle presente o reconocer su presencia en tal lugar. Invocar el nombre de Dios significa que es conocido como persona. Dios no es una fuerza impersonal. Invocar su nombre es el inicio de un dialogo, una conversación.
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La oración de Abraham es una oración de fe. No hubo más garantías que su Palabra. Es caminar con Dios, según su voluntad. Es una relación de confianza. Es una aventura. Se sale del conocido hasta un país desconocido, pero en cada parada se encuentra su Dios, El Šadday. 3. La perseverancia de Abraham (cap 15)
Dios le prometió a Abraham una descendencia, pero no lo realizó inmediatamente. Abraham era anciano cuando Dios había prometido una descendencia, con 75 años de edad. Pasaba los años, y nada. No llegó un hijo, y no llegó un hijo, y no llegó un hijo. Nada. Entonces, la oración de Abraham tenía que cambiar. Con su fe inicial tenía que ir mezclando la perseverancia. Gen 15, 1-4: Después de estos sucesos, Yavé dirigió su palabra a Abram en una visión,
y le dijo: “No temas, Abram, yo soy tu protector. Tu recompensa será muy grande.” Abram respondió: “Señor Yavé, ¿qué me quieres dar? Soy un hombre sin hijos, y todo lo que poseo pasará a Eliezer de Damasco. Ya que no me diste descendencia, tendré por heredero a uno de mis sirvientes.” Entonces le llegó una palabra de Yavé: “Tu heredero no será Eliezer, sino un hijo tuyo, nacido de tu propia carne y sangre.” Una vez más Dios tenía la iniciativa. Dios quiso renovar sus promesas. En una visión le dijo a Abraham: “No temas, yo soy tu protector”. No hay lugar para el temer cuando el Dios todopoderoso es su protector. Dios estaba a su lado. Confianza en su protección.
Tu recompensa será muy grande. Una vez Dios más promete que su recompensa será muy grande. Es una alusión a las tres promesas anteriores. En este momento, Abraham expresa todo el problemático de su vida, su angustia con su suerte y la aparente inactividad de Dios. Abraham es sincero con Dios, y no oculta sus dificultades. Llega a su oración como está, con sus inquietudes y preocupaciones. “Señor
Yavé, ¿qué me quieres dar? Soy un hombre sin hijos, y todo lo que poseo pasará a Eliezer de Damasco. Ya que no me diste descendencia, tendré por heredero a uno de mis sirvientes.” Podemos escuchar su angustia, pero esto no significa la pérdida de su fe. Sabe que Dios es capaz de darle a un hijo. Pero no lo hizo y Abraham no sabe el porqué. Esto es su dificultad. Gen 15, 5-6: Yavé lo sacó afuera y le dijo: “Mira al cielo y cuenta las estrellas, si
puedes. Así será tu descendencia.” Y creyó Abram a Yavé, el que lo tuvo en adelante por un hombre justo. Dios quiere ayudar Abraham crecer en su fe. “Cuenta las estrellas”, le dijo. ¿Quién puede contar las estrellas? Es imposible. “Así será tu descendencia.”
La respuesta: Abraham creyó a Dios. Aunque no hubo más garantías que su palabra, creyó Abram a Yavé. Sus promesas son seguros y fiables.
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Por su fe, Abraham perseveró en su obediencia. Cumplió la voluntad de Dios. Esto es el significado del ser un hombre justo.
4. La alianza y la circuncisión (Gen 17).
Pasaba más tiempo hasta que Abraham tenía 99 años de edad. Es 24 años después de la primera promesa, y todavía Abraham espera su hijo prometido. Yavé aparece para renovar su alianza. En esta ocasión, Dios cambia el nombre Abram (padre venerado) a Abraham (padre de una muchedumbre). Su promesa futura es una realidad presente por Dios. Ya es padre de una muchedumbre, aunque todavía no tiene un hijo. Dios lo consideró como un hecho realizado. Gen 17, 1-8: Tenía Abram noventa y nueve años, cuando se le apareció Yavé y le dijo:
“Yo soy el Dios de las Alturas. Camina en mi presencia y sé perfecto. Yo estableceré mi alianza entre Yo y tú, y te multiplicaré más y más.” Abram cayó rostro en tierra, y Dios le habló así: “Esta es mi alianza que voy a pactar contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. No te llamarás más Abram, sino Abrahán, pues te tengo destinado a ser padre de una multitud de naciones. Yo te haré crecer sin límites, de ti saldrán naciones y reyes, de generación en generación. Pacto mi alianza contigo y con tu descendencia después de ti: ésta es una alianza eterna. Yo seré tu Dios y, después de ti, de tu descendencia. Yo te daré a ti, y después de ti a tu posteridad, la tierra en que vives como peregrino, es decir, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua, y seré el Dios de los tuyos." Camina en mi presencia y sé perfecto. La oración de Abraham es un caminar hacia
la perfección. Es vivir siempre en la presencia de Dios. Yo estableceré mi alianza entre Yo y tú. Aquí vemos la humildad de Dios. Entra en una alianza con el hombre como iguales, aunque no lo son. Es algo increíble que Dios quiere relacionarse así con el hombre. No es un soberano caprichoso. Los dos partes tienen derechos y responsabilidades. Abram cayó rostro en tierra. Es una respuesta de reverencia y de profunda humildad. Es una posición de sumisión y abandono. Abraham está ante su Dios y sabe que no es digno. Abraham acepta plenamente lo que Dios está pidiendo de él. es una alianza eterna. Dios promete hacer de Abraham no solamente el padre de una gran nación sino de una multitud de naciones. Reyes saldrán de él. No es una promesa por un tiempo. Es para toda la eternidad. Yo seré tu Dios y, después de ti, de tu descendencia. La relación con Dios requiere el monoteísmo. Abraham no puede servir Dios con un corazón dividido. No se puede caminar en su presencia adorando otras cosas como si fueron dioses.
Dios no solamente cambia el nombre de Abraham, también el nombre de su esposa, Saray, indicando que ella será la madre del hijo prometido, y no otra mujer.
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Gen 17, 15-19: Dijo Dios a Abrahán: “A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray,
sino Sara. Yo la bendeciré y te daré de ella un hijo. La bendeciré de tal manera, que pueblos y reyes saldrán de ella.” Entonces Abrahán, agachándose hasta tocar la tierra con su cara, se puso a reír, pues p ensaba: “¿Acaso le va a nacer un hijo a un hombre de cien años? ¿Y puede Sara, a sus noventa años, dar a luz?” Y dijo a Dios: “Si al menos aceptaras a Ismael para servir tus designios.” Pero Dios le respondió: “De ninguna manera, pues va a ser Sara, tu e sposa, la que te dará un hijo y le pondrás por nombre Isaac. Estableceré mi alianza con él, y con su descendencia después de él para siempre.” Las promesas de Dios son maravillosas y increíbles. No se puede creerlas, pero se cree. La reacción normal es reírse. Hay espacio en la oración de Abraham para reírse.
“¿Acaso le va a nacer un hijo a un hombre de cien años? ¿Y puede Sara, a sus noventa años, dar a luz?” Pues sí, nada es imposible por Dios. 4. La oración de intercesión por Sodoma.
En capitulo 18, Dios aparece ante Abraham con dos ángeles. Es un relato muy interesante. Abraham está presentado como un amigo íntimo de Dios. Por ser amigo, Dios no puede ocultar nada de él. Y por ser su amigo, Abraham puede interceder por estas personas, y por ser su amigo, Dios le concede todo lo que le pide. El relato nos enseña que Dios es misericordioso. Pero, quiere que sus fieles intercedan por los pecadores. El hombre justo puede salvar una cuidad de pecadores. Aquí vemos como Abraham es una bendición para todas las razas de la tierra. Gen 18, 16-19: Los hombres se levantaron y marcharon en dirección de Sodoma,
mientras Abrahán los acompañaba para indicarles el camino. Y Yavé se preguntó: “¿Ocultaré a Abrahán lo que voy a hacer, cuando justamente quiero que salga de él una nación grande y poderosa, y que a través de él sean bendecidas todas las naciones de la tierra? Pues lo he escogido para que ordene a sus hijos y a los de su raza después de él, que guarden el camino de Yavé y vivan según la justicia y haciendo el bien, para que Yavé cumpla con Abrahán todo lo que le ha prometido.” Dios considera un hecho que Abraham va a recibir sus promesas y que va a ser una nación grande y poderosa. Pero, este poder debe ser ejercitado en favor de los demás. No debe ser un tirano, más bien una bendición, y una bendición a través de la oración. Como hombre de oración, sabe como meterse en la brecha para salvar las almas. Gen 18, 20-26 Dijo entonces Yavé: “Las quejas contra Sodoma y Gomorra son
enormes, y su pecado es en verdad muy grande. Voy a visitarlos, y comprobaré si han actuado según esas quejas que han llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré.” Los hombres partieron y se dirigieron a Sodoma, mientras Yavé se quedaba de pie delante de Abrahán. Se acercó entonces Abrahán y le dijo: “¿Es cierto que vas a exterminar al justo junto con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿es cierto que vas a acabar con todos y no perdonar el lugar en atención 7
a esos cincuenta justos? ¡Tú no vas a hacer algo semejante, permitir que el bueno sea tratado igual que el malvado! ¿O es que el juez de toda la tierra no aceptará lo que es justo?" Yavé le dijo: "Si encuentro en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar en atención a ellos." Es curioso como Dios mandó los ángeles para investigar Sodoma y Gomorra. Dios ha escuchado cosas y quiere verificarlas. Actúa como un juez bueno y justo. Esto acentúa también la cercanía de Abraham. Le parece como dos amigos tratando de algunos asuntos. Abraham no atreve meterse en las cosas de Dios, y de hecho es lo que Dios quiere de él.
¿Es cierto que vas a exterminar al justo junto con el malvado? Abraham sabe que Dios es bueno, justo, y misericordioso. Por eso exponga libremente lo que no se ve con toda claridad en el plan de Dios. Tampoco está contra la idea que los pecadores deben ser castigos. Abraham quiere intervenir para salvar los inocentes. Y aquí co mienza su negociación para rescatar las vidas. Gen 18, 27-31 Abrahán volvió a hablar: “Sé que a lo mejor es un atrevimiento
hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza, pero si faltan cinco justos para llegar a los cincuenta, ¿destruirás la ciudad por esos cinco que faltan?" Yavé respondió: "No habrá destrucción si encuentro allí cuarenta y cinco hombres justos." Abrahán insistió: "Pero a lo mejor se encuentran allí sólo cuarenta justos." Yavé contestó: "En atención a esos cuarenta, no lo haré." Abrahán continuó todavía: "No se enoje mi Señor si sigo hablando, pero tal vez no se encuentren más que treinta justos." Yavé contestó: "No lo haré si encuentro allí treinta justos." Abrahán insistió: "Sé que es una osadía por mi parte hablar así a mi Señor; pero, ¿y si se encuentran allí solamente veinte justos?" Yavé contestó: "No destruiré el lugar, en atención a esos veinte." Abraham se presenta ante Dios con humildad. Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Pero, a la vez tiene la firmeza para seguir adelante con su intercesión a favor de los inocentes, y rezar con constancia. Pide que Dios no se enoje con su insistencia, pero, Abraham de hecho está pidiendo lo que Dios quiere hacer. Dios quiere salvar los inocentes. Gen 18, 32-33 Abrahán dijo: “Vaya, no se enoje mi Señor, y hablaré por última
vez. Puede ser que se encuentren allí sólo diez.” Yavé dijo: “En atención a esos diez, no destruiré la ciudad.” Cuando Yavé terminó de hablar con Abrahán se fue, mientras Abrahán volvió a su casa. Destrucción de Sodoma y Gomorra (Gen 19). La destrucción de Sodoma y Gomorra es un símbolo del juicio de Dios sobre el pecado y los pecadores (cf. Dt 29, 22; Is 1, 7; Jer 23, 14; Ez 16, 49; Mt 10, 15).
Pero, dentro de este juicio y la destrucción, Dios sabe cómo salvar al hombre justo. Dios manda dos ángeles para salvar a Lot y a su familia. Los ángeles están presentes no
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solamente para investigar y cumplir los castigos mandados por Dios. Tambi én, están presentes para salvar. 5. La prueba final: el sacrificio de Isaac (Gen 22).
Sacrifica a tu hijo Isaac” (cf. Gn 22, 2). Abraham tenía que esperar 25 años por su hijo. Ahora, Dios le manda sacrificar a Isaac. Es una prueba dura. El autor de la Carta a los Hebreos interpreta el relato así: Heb 11, 17-19: Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac
como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo. La respuesta de Abraham es la fe. No pregunta. No discute. Cree, confía, obedece, y se entrega plenamente a Dios y su plan. Gen 22, 1-3: Tiempo después, Dios quiso probar a Abrahán y lo llamó:
“Abrahán.” Respondió él: “Aquí estoy.” Y Dios le dijo: “Toma a tu hijo, al único que tienes y al que amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te indicaré.” Se levantó Abrahán de madrugada, ensilló su burro, llamó a dos muchachos para que lo acompañaran, y tomó consigo a su hijo Isaac. Partió leña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Dios le había indicado. “Aquí estoy.” La respuesta es emblemática de Abraham. Expresa una actitud de escucha y una disposición de obedecer. Que hable Dios es su iniciativa. Pero, el hombre debe ponerse en una actitud de escucha, que incluye una disposición de obediencia. ¿Por qué se escucha? Para cumplir en todo la voluntad de Dios. Aquí se ve que la obediencia cuesta. Dios le pidió un sacrificio enorme. La narración enfatiza cuánto cuesta describiendo su hijo como su “al único que tienes y al que amas, Isaac.” Ama a su hijo, pero hay que amar a Dios sobre todas las cosas. Y aunque le parece que se pierde todo en este amor suprema a Dios, se ve que lo sacrificado vuelve como don de Dios. Dios pide lo que es más precioso. El relato habla de un único hijo, aunque tenía otro hijo en Ismael. Es una manera expresar este amor que tiene por Isaac. Lo que es amado es ofrecido a Dios y así Dios está amado sobre todas las cosas. Gen 22, 4-6: Al tercer día levantó los ojos y divisó desde lejos el lugar. Entonces
dijo a los muchachos: “Quédense aquí con el burro. El niño y yo nos vamos allá arriba a adorar, y luego volveremos donde ustedes.” Abrahán tomó la leña para el sacrificio y la cargó sobre su hijo Isaac. Tomó luego en su mano el brasero y el cuchillo y en seguida partieron los dos. 9
Abraham vio el lugar desde lejos. Es como una pausa para considerar el sacrificio que va a hacer. Indica un camino de muchos días, y muchísimo tiempo para reflexionar sobre lo que Dios está pidiendo de él. ¿Va a perseverar en su obediencia? Gen 22, 7-8 Entonces Isaac dijo a Abrahán: “Padre mío.” Le respondió: “¿Qué
hay, hijito?” Prosiguió Isaac: “Llevamos el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?” Abrahán le respondió: “Dios mismo proveerá el cordero, hijo mío.” Y continuaron juntos el camino. Por fin Isaac habla, y su dialogo expresa el amor filial. “Padre mío” “Hijito” Isaac no es un bebe. Isaac probablemente es un adolescente o un joven. Pudo hablar y cargarse con la leña. Podemos leer el relato también desde su perspectivo, aunque está narrado desde el perspectivo de Abraham. Pero, Isaac también tenía que aceptar el sacrificio. Isaac es una figura de Jesucristo, cargándose con la leña de la cruz y subiendo a su calvario. Gen 22, 9-11: Al llegar al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un
altar y puso la leña sobre él. Luego ató a su hijo Isaac y lo colocó sobre la leña. Extendió después su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo, pero el Angel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: “Abrahán, Abrahán.” Contestó él: “Aquí estoy.” Otra vez Abraham contesta: “Aquí estoy”. Era dispuesto sacrificar su hijo, pero al final Dios no le pidió este. Algunos quieren interpretar el relato como un cue nto didáctico que enseña una moral más que un relato con fundo histórico. Es decir, que Dios no actualmente pidió el sacrificio. Era un cuento para decir que Dios no quiso sacrificios humanos. Es verdad que Dios no quiere sacrificios humanos, pero pidió mucho sacrificio de Abraham desde el inicio de su relación, culminando en esto. Es como el broche de oro, y una transición hacia la fe de Isaac. Personalmente prefiero la interpretación de la Carta a los Hebreos que hemos visto al inicio de este capitulo. Gen 22, 12-14 “No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a
Dios, ya que no me has negad o a tu hijo, el único que tienes.” Abrahán miró a su alrededor, y vio cerca de él a un carnero que tenía los cuernos enredados en un zarzal. Fue a buscarlo y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel lugar “Yavé provee”. Y todavía hoy la gente dice: "En ese monte Yavé provee.” Antes, Abraham había dicho con fe que Dios mismo proveerá el cordero. Ahora puede ver
su realización. Por eso le llamó a aquel lugar “Yavé provee.” Según la tradición de los Israelitas, este lugar es donde Salomón construyó el Templo. Hoy día hay un templo de los musulmanes allí. Ellos mantienen que Abraham ofreció Ismael y no Isaac. 10
Veo que temes a Dios. Aquí vemos la frase el temer a Dios. Como vemos en el relato es un a disposición de obediencia a Dios. Gen 22, 15-18: Volvió a llamar el Ángel de Dios a Abrahán desde el cielo, y le dijo:
“Juro por mí mismo -palabra de Yavé- que, ya que has hecho esto y no me has negado a tu hijo, el único que tienes, te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tus descendientes, que serán tan numerosos como las estrellas del cielo o como la arena que hay a orillas del mar. Tus descendientes se impondrán a sus enemigos. Y porque has obedecido a mi voz, todos los pueblos de la tierra serán bendecidos a través de tu de scendencia.”
Dios confirma sus promesas solemnemente. Por su obediencia “todos los puebles serán bendecidos a través de tu descendencia.” Somos la descendencia de Abraham. Él es nuestro padre en la fe. También serán bendecidos los pueblos por nuestra obediencia.
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