Abasia (astasia-abasia) Tipo de afección característico de la histeria de conversión*, aunq aunque ue tamb tambié ién n se lo encue encuent ntre re en algu alguno noss tras trasto torn rnos os neurológicos. Consiste en una fuerte dificultad de caminar, la que que pued puede e lleg llegar ar hast hasta a la impo imposi sibi bili lida dad d abso absolu luta ta,, sin sin tene tenerr el paci pacien ente te pará paráli lisi siss en los los miem miembr bros os infe inferi rior ores es y pudi pudien endo do real realiz izar ar con con ésto éstoss otro otro tipo tipo de movi movimi mien ento toss correctamente. Es el síntoma* predominante de Elisabeth von R.*, una de las pacientes más famosas de la primera época de Freud. “[La señorita Elisabeth von R.] padecía de dolores en las piernas y caminaba mal [...] Caminaba con la parte superior del cuerpo inclinada hacia adelante, pero sin apoyo; su andar no respondía a ninguna de las maneras de hace hacerl rlo o cono conoci cida dass por por la pato patolo logí gía, a, y por por otra otra part parte e ni siquiera era llamativamente torpe. Sólo que ella se quejaba de grandes dolores al caminar, y de una fatiga que le sobrevenía muy rápido al hacerlo y al estar de pie; al poco rato buscaba una postura de reposo en que los dolores eran menores, pero en modo alguno estaban ausentes. El dolor era de naturaleza imprecisa; uno podía sacar tal vez en limpio: era una fatiga dolorosa. Una zona bastante grande, mal deslindada, de la cara anterior del muslo derecho era indicada como el foco de los dolores, de donde ellos partían con la mayor frecuencia y alcanzaban su máxima inte intens nsid idad ad.. Empe Empero ro,, la piel piel y la musc muscul ulat atur ura a eran eran ahí ahí part partic icul ular arme ment nte e sens sensib ible less a la pres presió ión n y el pell pelliz izco co;; la punc unción con con aguja ujas se recib cibía de manera más bien indiferente. Esta misma hiperalgesia hiperalgesia de la piel y de los músmús culos no se registraba sólo en ese lugar, sino en casi todo el ámbito de ambas piernas. Quizá los músculos eran más sensibles que la piel al dolor; inequívocamente, las dos clas clase es de sens sensib ibil iliidad dolor oloros osa a se encon nconttrab raban más acusadas en los muslos. No podía decirse que la fuerza motriz de las piernas fuera escasa; los reflejos eran de mediana intensidad, y faltaba cualquier otro síntoma, de suerte que no se ofrecía ningún asidero para suponer una afección orgánica más seria. La dolencia se había desarrollado poco a poco desde hacía dos años, y era de intensidad intensidad variable” variable” (1893a, A. E. 2:. 151-2). 151-2). En el historial
de “Elisabeth von R.” Freud logró hacer una reconstrucción bastante exhaustiva de cada uno de los elementos de la conversión histérica correspondientes a su parte asociativa, vinculándolos con distintos momentos en que a través de éstas, las zonas histerógenas*, se habían concretado cierto tipo de vínculos con el marido de su hermana, todos los que participaban a su vez de una fantasía global incestuosa en el vínculo con este cuñado y ante la cual la parálisis expresaba, simbólicamente, el giro lingüístico de “No avanzar un paso” (A. E. 2:188). Durante el tratamiento la cura del síntoma síntoma histérico histérico se va produciend produciendo o a medida medida que vuelven vuelven a la memoria consciente todos estos hechos traumáticos cargados de momentos de hiperexcitación libidinal; como pruebas de su participación en la idea global incestuosa. El significado del síntoma va entonces pasando al proceso secundario*, y se puede así expresar ahora el deseo* con pala palabr bras as y desc descar arga garl rlo o por por abre abreac acci ción ón*. *. No se nece necesi sita ta más, por lo tanto, de la expresión corporal sintomática. El significado del síntoma tiene aquí entonces dos vertientes: como símbolo mnémico* de los sucesos que produjeron la excitación o las contigüidades de ellos, dejando hiperalgesia o anestesia de esas zonas histerógenas. La otra otra está está en su glob global alid idad ad impi impidi dien end do la acci acción ón,, como como contrai contrainve nvesti stidur dura* a* del deseo* deseo* incest incestuoso uoso,, del que es un ret retoño oño el amo amor al cuña cuñad do. A este ste últi últim mo cor corresp respon onde de esencialme esencialmente nte la astasia-aba astasia-abasia sia que es un trastorno trastorno motriz cont contra rari rio o al dese deseo o repr reprim imid ido. o. Serí Sería a una una metá metáfo fora ra cuya cuya significación es la contraria a la satisfacción del deseo, a favor de la represión defensiva yoica.
Abreacción Mecanismo principal de la cura de la psicoterapia propuesto por Breuer y Freud en la “Comunicación preliminar”, de Sobr Sobre e el mecan mecanis ismo mo psíq psíqui uico co de fenóm fenómen enos os hist histér éric icos os (1893a). La cura consistía básicamente en la expresión en palabras del suceso traumático reprimido, acompañada de la libe iberaci ración ón del del afe afecto* cto* rete reteni nido do en opor portuni tunida dad d del del trauma*, ambas cosas no recordables en la vida normal de vigilia. Para la revivencia, la técnica más utilizada era la hipnosis. “[...] los síntomas histéricos singulares
desaparecían enseguida y sin retornar cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocas ocasiionad onado or, conv convoc ocan ando do al mism ismo tiem iempo el afe afecto cto acom acompa pañan ñante te,, y cuand cuando o lueg luego o el enfe enferm rmo o descr describ ibía ía ese ese proceso de la manera más detallada posible y expresaba en palabras el afecto” (A. E. 2:32). La abreacción consistía en la descarga del afecto retenido junto a la representación* responsable de él, la que había sido separada, al formarse el síntoma*, de la consci sciencia cia* a una una “conscienci ncia segunda”. Se la retornaba de ésta por medio de la hipnosis. Al ser entonces recordada y hablada la escena traumática, se “abreaccionaba” el afecto correspondiente que no había sido descargado en su momento, por diferentes causas. Derivado el afecto, la escena traumática perdía su valor patógeno, pasando a ser idéntico al de una representación cualquiera, y cesando por lo tanto el síntoma. Definiríamos, entonces, la abreacción como una descarga afectiva actual, producida durante la cura, del afecto correspondiente a un trauma psíquico de otrora, que no se descargó en aquel momento, quedando, mientras tanto, en una consciencia segu segund nda a alej alejad ada a del del comer comerci cio o asoci asociat ativ ivo o y gene genera rand ndo, o, desde ahí síntomas y ataques histéricos*. El esquema básic sico, a pesar de estar princi ncipalmente nte cen centrad en la revi revive venc ncia ia con con desc descar arga ga afec afecti tiva va y el recu recuer erdo do** de la escena traumática, y no en la reelaboración* de ella, y de no tene tenerr todav odavíía clar clariidad dad conc conce eptual ual el conc conce epto pto de inco nconsc nsciente* más que merced a lo que aquí aquí llama “consciencia segunda”, es muy similar al luego trabajado por Freud en la primera tópica e incluso en la segunda. Se cumplen, en gran parte, reglas psicoanalíticas importantes como el hacer consciente lo inconsciente (aquí “consciencia segunda”) y rellenar ciertas lagunas mnémicas. El centro de la escena lo ocupa el alivio sintomático, lugar de que fue desplazado* con el tiempo, quizá en demasía, volviéndose importante su recuerdo actualmente, en una nueva “vuelta de tuerca”, para darle el lugar que le corresponde en el mecanismo de la cura.
Acción específica (o acorde a un fin)
Acci Acción ón adec adecua uada da real realiz izad ada a por por el suje sujeto to en el mund mundo o exterior al que altera en algo. Merced a ella produce una descarga duradera en la fuente de la pulsión*. Se cont contra rapo pone ne,, en ese ese sent sentid ido, o, a la “alt “alter erac aciión inte intern rna” a”** (expresión de emociones) y a la satisfacción alucinatoria de deseos*, las que, justamente, no producen descarga en la fuen fuente te puls pulsiional onal.. Freu Freud d la menc mencio ionó nó en el Proy Proyec ecto to de psic psicol olog ogía ía (195 (1950a 0a [189 [1895] 5])) y en La inte interp rpre reta taci ción ón de los los sueños (1899-1900), pero está implícita en muchos de sus otro otross trab trabaj ajos os,, desde sde el texto xto sobre obre “la “la neu neurosi rosiss de angustia” (1894-1895), pasando por La represión (1915), hasta El malestar en la cultura c ultura (1929-1930). Por ejemplo, ejemplo, en Pulsiones y destinos de pulsión (1915) dice que la fisiología “[...] nos ha proporcionado el concepto de estímulo y el esquema del reflejo, de acuerdo con el cual un estímulo apor aporta tado do al teji tejido do vivo vivo (a la sust sustan anci cia a nerv nervio iosa sa)) desd desde e afuera es descargado hacia afuera mediante una acción. Esta acción es “acorde al fin”, por el hecho de que sustrae a la sustancia estimulada de la influencia del estímulo, la aleja del radio en que éste opera”. Renglones más abajo dice que “la pulsión sería un estímulo para lo psíquico [...] el estímulo pulsional no proviene del mundo exterior, sino del del inte interi rior or del del prop propio io orga organi nism smo” o”,, adem además ás de que que “no “no act actúa com como una una fuerz uerza a de choq choque ue mome omentán ntáne ea, sino sino siempre como una fuerza constante”. [ ... ] “Será mejor que llamemos ‘necesidad’ al estímulo pulsional; lo que cancela esta sta nece necesi sid dad es la ‘sat ‘satis isffacci acción ón’. ’. Ésta Ésta sólo ólo puede uede alcanzarse mediante una modificación, apropiada a la meta (adecuada), de la fuente interior de estímulo” (1915, A. E. 14:. 114). Por lo tanto la acción específica debería ser el fin del arco que comienza en el polo perceptual* del modo de una sensación displacentera que se expresa como afecto* (alte altera raci ción ón inte nterna, rna, expre xpresi sión ón de emoci ocione ones, llant lanto, o, inervación vascular) y que se dirige a través del aparato psíquico* luego, ligándose con las representaciones* que conducen a la acción específica. Esta debe realizarse en el polo motor* y disminuirá, entonces, la sensación de tensión que se había producido al entrar el estímulo en el aparato psíq psíqui uico co.. El conc conce epto pto de acci acción ón espe specíf cífica, ica, referid rido ori origina ginalm lme ente nte a la puls pulsiión de auto autoco cons nse ervac rvació ión* n*,, se complejiza muchísimo al referirlo a la pulsión sexual*, pues es en los avatares de ésta donde existe básicamente el conflic conflicto to genera generador dor de las escisio escisiones nes y enfren enfrentam tamien ientos tos entre partes del aparato psíquico. Y se complejiza aún más
si agregamos la pulsión de muerte* y su deflexión hacia el exterior del sujeto a través del aparato muscular, o sea pulsión de destrucción*. Incluso la reintroducción de ésta vuelta contra el yo* desde el superyó*, o la que queda flotando desde un principio en el aparato psíquico como masoquismo* primario o erógeno. En todos estos casos la acción en que debe culminar el esfuerzo (Drang) de la pulsión pierde especificidad o ésta se hace más relativa. Por ejem ejempl plo: o: ¿Se ¿Se pued puede e cons consid ider erar ar a la subl sublim imac ació ión* n*,, una una acción específica? ¿Y a la perversión*? La pulsión busca la descarga. En su enfrentamiento con la cultura* (en parte exterior, al aparato psíquico, en parte interior a él como es el caso del superyó) puede “sucumbir” o se desinvestida su repr repres esen enta taci ción ón (sep (sepul ulta tami mien ento to** o repr repres esió ión n exit exitos osa) a),, o pued uede satisfa sfacerse en forma sust ustitutiva como en 1 sublimación (satisfacción parcial, pero satisfacción al fin). Tam Tamb bién ién pue puede desca escarg rgar arse se en part arte a travé ravéss de la alteración interna (expresión afectiva) por ejemplo como angustia*; o por retorno de lo reprimido* por fallas de la represión que generan síntomas (degradación de la pulsión, o satisfacción pulsional que no puede de ser sentida como tal) neuróticos. La pulsión también puede descargarse en form orma perv perve ersa. rsa. De Desd sde e lueg uego pued puede e hace hacerl rlo o e form orma “normal”, como lo serían las acciones sexuales permitida en gener neral por la cultura. En términos nos generales la problemática hasta ahora expuesta respecto de la pulsión sexual gira alrededor de la libido* objetal y sus conflictos. En cuanto a la libido narcisista también ésta tiene su propia problemática cuando no consigue devenir en libido objetal. En el caso caso de las las perv perver ersi sion ones es,, se cons consig igue ue u espa espaci cio o intermedio de satisfacción libidinal entre objetal y narcisista (obj (objet etal al por por sati satisf sfac acer erse se en un obje objeto to y narc narcis isis ista ta por por representar éste al yo). Si se satisface entonces la pulsión narcisista erotizada se generarán conflictos con la cultura, en lo vínculos sociales, al no estar la pulsión homosexual inhibida en su meta (pulsión social). Incluso puede haber conf confli lict ctos os con con el supe supery ryó ó y ésto éstoss gene genera rarr los los aspe aspect ctos os neuróticos (sentimiento de culpa*) de una perversión. La libido narcisista se satisface en gran parte (en el adulto) complaciendo al ideal del yo* que exige sublimación. Por lo tanto, las acciones que realizará el yo deberán apuntar en es dirección; también la libido narcisista se satisface con el amor proveniente de los objetos*. En las psicosis*, la libido es puramente (en términos generales) narcisista y la acción
es auto autopl plás ásttica* ica*.. No se nece necesi sita ta modi odifica ficarr el mund undo exterior, se puede regresar al autoerotismo*. La acción es pura o casi pura “compulsió “compulsión n de repetición”*, repetición”*, pierde pierde así su característica de acorde a un fin. En cuanto a las principales posibilidades que poseemos de acción específica existen, entonces, los ya mencionados actos sexuales permitidos por la cultura, cultura, y básicament básicamente e los vínculos vínculos de meta inhibida inhibida como como la tern ternur ura, a, la amis amista tad, d, las las acti activi vida dade dess grup grupal ales es y social sociales, es, las activid actividade adess sublim sublimato atoria riass en genera generall (libid (libido o homosexual). Al irse inhibiendo la meta se va generando la necesidad de variación del tipo de acto, dado lo parcial de su satisfacción, lo que a su vez da cabida y hasta impone la actividad creativa y cambiante, característica de la cultura pero no de la pulsión. La creación resulta, entonces, más bien bien un efec efecto to cult cultur ural al sobr sobre e la comp compul ulsi sión ón repe repeti titi tiva va puls pulsio iona nal. l. Resu Resumi mien endo do:: la acci acción ón espe especí cífi fica ca o “acc “acció ión n acorde al fin”, es la descarga parcial o total de la fuente que realiza el yo en forma adecuada (según la pulsión esté más o menos desexualizada*). Esta adecuación se produce, en forma importante, al ser aceptada la acción de descarga por el superyó (representante de la cultura y el narcisismo* en el aparato psíquico) y por la cultura (su no adecuación a ésta le producirá “angustia social”). Las así diferentes y cambiantes formas de descarga pulsional, aunque limitadas seriamente por todos estos procesos, producirán bienestar. Implican una acción en el mundo exterior “que cambiará la faz de la tierra”, una adecuación al principio de realidad*, pleno funcionamiento del proceso secundario*, incluyendo probablemente cierta dosis de agresión* (odio* perteneciente en parte a la pulsión de autoconservación, a la pulsi ulsión ón sexu sexual al y a la puls pulsió ión n de dest destru rucc cció ión) n),, y tan tan extrema complejidad se consigue contadas veces en la vida del suje ujeto, a merced ced de tantos vasallaje ajes opuestos cons consta tant ntem emen ente te.. De toda todass mane manera rass es una una aspi aspira raci ción ón constante y debe ser incluida en el concepto de salud.
Activo-pasivo Puede hablarse de varias polaridades en la vida anímica: sujeto sujeto (yo*)-obje (yo*)-objeto* to* (mundo (mundo exterior) exterior),, placer*-di placer*-displac splacer*. er*. Activo-pasivo es una de ellas. La actividad es una
característica universal de las pulsiones* que tiene que ver con el esfuerzo (Drang) o sea su factor motor, la suma de fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que representa. Toda pulsión, en ese sentido, es un fragmento de actividad. Pero ¿hay pulsiones pasivas? Una pulsión es activa en cuanto a su esfuerzo, su perentoriedad, su factor motor, pero puede ser activa o pasiva en cuanto su meta. A esto último aluden los destinos de pulsión anteriores a la repr repres esió ión* n*,, como como la vuel vuelta ta cont contra ra la pers person ona a mism misma* a* y vuelta de la actividad a la pasividad. Los ejemplos más claros son los pares sadismo-masoquismo y el mirar-ser mirado, en los que de la meta activa (sadismo, mirar) se pasa a la pasiva (masoquismo*, ser mirado). Pueden ocurrir en la vida del sujeto, en su prehistoria infantil sobre todo, situaciones situaciones traumáticas traumáticas** que fijen fijen a la pulsión pulsión o a su meta, transformándola de activa en pasiva y derivar luego esto en rasgo de carácter*. En el análisis del “Hombre de los lobos”, Freud mostró cómo en la pulsión inicialmente ambivalente (act (activ iva a y pasi pasiva va)) pred predom omin inab aba a al prin princi cipi pio o la tend tenden enci cia a activa. Después de un hecho traumático (ser seducido por la hermana), precedido por un amenaza de castración, la pulsión regresó de su incipiente y adelantada genitalidad, a la fase sádico-an -anal con meta pasiva, 1 que hiz hizo que cambi cambiar ara a su cará caráct cter er de bond bondad adoso oso a dísco díscolo lo busc buscand ando o masoquistamente el castigo paterno. Esta pasividad quedó fijad ijada a y. deri derivó vó en un rasg asgo de cará caráct cte er dist distiintiv ntivo o de “Hombre de los lobos” adulto. También apareció en uno de su síntomas* histéricos más rebeldes, como la constipación. En el pequeño Hans aparecen algunos ejemplos de la dupla mirarmirar-ser ser mirado mirado como como alter alternat nativa ivame mente nte cambia cambiante ntes, s, los que que post poster erio iori ri** son son repr reprim imid idos os y tran transf sfor orma mado doss en ese ese diqu dique e puls pulsio iona nall que que es la verg vergüe üenz nza* a*.. Las Las puls pulsio ione ness de meta activa o pasiva se presentan tanto en el niño como en la niña. Lo más común es que las pasivas predominen en la niña y las activas en el varón. A lo que por supuesto contribuyen de hecho las costumbres culturales. Después de la puber uberta tad, d, prác prácti tica came ment nte e toma tomará rán n el cará caráct cter er de masculinas (activas) o femeninas (pasivas). La pulsión de meta pasiva retiene el objeto narcisista (el yo), a diferencia de la activa, cuya meta está en el objeto. De aquí podrán derivarse las diferencias que posteriormente existirán entre las las mane manera rass del del enam enamor oram amie ient nto o masc mascul ulin ino o (el (el dese deseo* o* activo de amar al objeto) y el amor* femenino (el deseo pasivo de ser amada por el objeto), como características
masculinas y femeninas en general. Las pulsiones sexuales* son, entonces y en cuanto a su meta, activas o pasivas (aunque pueda haber variaciones de acuerdo a los hechos traumáticos que sucedan al sujeto) desde un principio. Con el advenimiento de la etapa fálica, se les suma la difere diferencia nciació ción n fálico fálico-ca -castr strado ado,, la que llega llega a mascul masculino ino-femenino en el momento del desarrollo puberal.
Acto fallido Acto Acto aparen aparentem tement ente e errón erróneo eo realiz realizado ado por el yo* oficia oficiall (Prec. y Cc.), que posee un significado de realización de deseos* reprimidos. En realidad no es un error sino un acto que puede ser sumamente complejo de realizar, pero que es visto o juzgado por la consciencia* o, mejor dicho, por el yo consciente, como fuera de sus intenciones. Las intenciones son las del ello* inconsciente, las que a través de símbolos, de analogías* o de contigüidades* entre las representaciones* consiguen por un momento comandar la acci acción ón y, en cie cierta rta mane anera, ra, prod roduci ucir la ident dentid idad ad de percepción*. Se da lugar así a una filtración del proceso primario* en el proceso secundario* a través de un acto (el hablar también es un acto cto), esto lo consi nsidera el yo consciente como un error, o acto fallido. Freud describe distintos tipos de actos fallidos como el olvido*, en el habla o en la acción, de nombres propios, palabras extranjeras, nombres y frases, impresiones y designios; el trastrabarse, deslices en la lectura y en la escritura, el trastrocar las cosas confundido, acciones casuales y sintomáticas, errores en general y operaciones fallidas combinadas. Serían, al igual que los sueños y los síntomas, realizaciones de deseos repr reprim imid idos os Inc. Inc.,, no recon reconoc ocid idos os como como prop propio ioss por por el yo ofic oficiial. al. La expl explic icac ació ión n dada dada por Freu Freud d al fenó fenóme meno no se sustenta solamente (como en el caso de los sueños y los síntomas excepciones) en la primera tópica y primera teoría pero se puede enriquecer con la teoría de la pulsión y la estructural (véase: aparato psíquico), utilizando para ello expl explic icac acio ione ness real realiz izad adas as por por él mism mismo o con con resp respec ecto to a similares, es el caso de los sueños punitorios* que como “[...] cumplimientos de deseos, pero no de las mociones pulsionales, sino de la instancia criticadora, censuradora y
punitoria de la vida anímica” (1933, A. E., 22:26), o del humor*. En esta misma línea Freud describe a las personas con neces cesidad de cas castigo*, la que se infi nfiere por su propensión a accidentes, enfermedades autodestructivas, etcétera. Los castigos son atribuidos al destino, etcétera. En real realid idad ad provi rovie enen nen del del sup superyó* yó* incon nconsc sciiente ente o son buscados buscados inconsciente inconscientement mente e por el yo para expiar expiar el sentimiento inconsciente de culpa* que le produce el superyó. A diferencia del acto fallido clásico, en éstos se satisfaría el autocastigo* producido por el sadismo del superyó Inc. o el masoquismo* del yo. Se trata de actos involuntarios también bién vivi vivido doss como como erro error, r, que que prod produce ucen n fraca fracaso so,, casti castigo go,, autodestrucción, a los que habría que ubicar dentro de las desmezclas pulsionales*, por lo tanto acciones más allá del principio de placer*, regidas por el principio de nirvana*, pura purass comp compul ulsi sion ones es de repe repeti tici ción ón*. *. Los Los acto actoss fall fallid idos os también pueden expresar la resistencia*, producto de la contrainvestidura* defensiva del yo Inc., por lo tanto no satisfaciendo a la pulsión sino a la defensa* contra ella, sin necesidad de pertenecer, por lo menos absolutamente, a la necesidad de castigo, pero sí a la parte Inc. defensiva, la resi resist sten enci cia a del del yo. yo. Ésta Ésta pued puede e prod produc ucir ir,, por por ejem ejempl plo: o: olvidarse de concurrir a una sesión, el llegar tarde, o una equivocación de horario, etcétera, actos todos vividos como errores por el yo Cc. del paciente y en realidad producidos por causas Inc. contrarias a las satisfacciones de los deseos Inc. Mezclándose de todas maneras con las otras formas de satisfacción, la pulsional y la necesidad de castigo.
Afecto Sensación que es registrada por la consciencia* (PCc-polo perce percepci pción-c ón-consc onscien iencia cia*, *, 1915-1 1915-17) 7) corres correspon pondie diente nte a los aumentos o disminuciones en la unidad de tiempo (el ritmo, 1924 1924)) de las cant cantid idad ade es de exci excita taci ción ón** libid ibidiinal nal proproveni venien ente tess desd desde e dent dentro ro de la supe superf rfic icie ie corp corpor oral al.. Los Los aument aumentos, os, en térmi términos nos gener generale ales, s, son regist registrad rados os como como disp displa lace cer* r* y las dism isminuc inuciione ones com como plac place er*; r*; en las vari variac aciiones ones cual cualit itat ativ ivas as (pro (produ duci cida dass por por la form forma a o el tiem tiempo po en que se prod produc ucen en esto estoss mism mismos os aume aument ntos os o dism dismin inuci ucione ones) s) exis existe tent ntes es entr entre e cada cada uno uno de esto estoss dos dos
extremos, se sitúan los otros diferentes afectos placenteros o displacenteros. Dentro de los displacenteros, uno es la moneda corriente a la que los demás toman como referencia: la angustia*. En el Proyecto de psicología (1950a [1895]) Freud habló explícitamente del afecto refiriéndose al recuerdo* de la vivencia de dolor*, la que deja una elevación de la tensión cuantitativa Qη en Psi y con ello unos motivos compulsivos a la descarga. Es decir: tras la vive vivenci ncia a de dolo dolor, r, qued queda a como como secu secuel ela a la apar aparic ició ión n del del afecto (seguramente se refiere al miedo o angustia real) ante cualquier cualquier hecho que se asemeje al que otrora produjo dolor. dolor. En el mismo mismo texto, texto, al hablar hablar de “alteración “alteración interna”* interna”* -forma corporal esencialmente vascular y respiratoria de expr expres esió ión n de los los senti sentimi mien ento tos, s, que que acomp acompañ añan an al grit grito o prototípico-, esa válvula de escape previa al aprendizaje de la “acción específica”*, estaba hablando también del origen del afecto o de la descarga afectiva como sentimiento que anuncia el deseo del objeto*. En los escritos metapsicológicos de 1915 habla de un psiquismo compuesto por representaciones-cosa* y representacionespalab alabra ra** y un mont ontante ante de energ nergíía libid ibidin inal al (pulsi ulsión ón sexual*) que las inviste (representa éste la perentoriedad, Dran Drang, g, o esfu esfuer erzo zo de trab trabaj ajo o de la pulsi ulsión ón*, *, al mism mismo o tiempo que “enciende” a la representación* convirtiéndola en deseo*). A este montante de energía libidinal se lo llama también monto o “quantum de afecto”*. Corresponde al fact factor or cuan cuanti tita tati tivo vo de la pul pulsión sión (inv (invis isti tien endo do y sien siendo do investido a su vez por la representación) y como tal es perc percib ibid ido o por por el polo polo perc percep epci ción ón cons consci cien enci cia a (o PCc. PCc.). ). Mientras no hay descarga de la fuente pulsional, a través de la “alte altera raci ción ón inte nterna rna” se lo perc perciibe com como afe afecto cto displacentero de diferentes tipos. Cuando se produce la descarga total o parcialmente merced a la realización de la acción específica, se sienten afectos esta vez placenteros, tamb tambié ién n de dive divers rsa a índo índole le.. En el incon inconsci scien ente te** exis existe ten n representaciones. La mayor o menor investidura de éstas es registrada directamente por la consciencia (PCc) como afecto. Por lo tanto, el afecto en rigor no es inconsciente dado que es sentido en forma inmediata por la consciencia. La que puede ser inconsciente es la representación que lo produce. Esto está siempre referido al afecto producido por causas representacionales, por lo tanto psíquicas, por lo tanto históricas. Algunos afectos son producidos por causas biológicas o mecánicas (como la angustia de las neurosis
actua actuale les*, s*, prod produci ucida da por por la acum acumul ulac ació ión n de cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón sexu sexual al somá somáti tica ca,, 1894 1894-1 -192 925) 5),, en los los que que la problemática no está referida a lo representacional, por lo menos nos dire irectam ctame ente nte. De todas odas maner aneras as la ang angusti ustia a también en esta ocasión es consciente. Cuando Freud descri cribe en Inhi Inhib bici ición, ón, sínt síntom oma a y ang angusti ustia a (1925 1925-2 -26) 6) la “angustia señal”*, dice que la angustia en ese caso no es producida como algo nuevo a raíz de la represión*, sino que lo es como estado afectivo siguiendo una imagen preexistente, el recuerdo de las situaciones traumáticas * de la infancia que ahora devinieron en situaciones de peligro*, señ señale ales de peligro que obligan al yo* Inc. nc. a uti utilizar mecanismos de defensa* (o represiones en sentido amplio), auto automá máti tica came mente nte.. Los Los esta estado doss afec afecti tivo voss adem además ás está están n incorporados en la vida anímica como unas sedimentaciones de antiquísimas vivencias traumáticas y, en situaciones parecidas, despiertan como unos símbolos mnémicos*. En ese mismo sentido, el trauma* del naci nacimi mien ento to pres presta tarí ría a el mode modelo lo que que lueg luego o toma tomará rá el yo como símbolo mnémico de la angustia, al que usará como señal para conducir al ello* adonde el yo quiere; en otras palabras, le aplicará sus mecanismos de defensa inconsciente inconscientes. s. A la angustia señal, en este caso, no le cabe una explicación económica pues consiste en una reproducción, un recuerdo, un símbolo mnémico, de una situación que fue traumática y ahora es peligrosa. No es más que una señal, es más representación que quantum de afecto en sí, de éste resulta solamente una pizca de lo que podría llegar a percibirse, en caso de persistir la pulsión del ello en la dirección en que iba y llegar al yo Prec., y con ello al hecho de ser pensada o a la posibilidad de la acción. Este tipo de angustia le da gran poder al yo, pues merced a ella consigue dominar al ello, usando a su favor el omnipotente prin princi cipi pio o de place placerr-di disp spla lace cer, r, y util utiliz izand ando o para para esto esto los los mecanismos de defensa inconscientes, que se rigen por el mismo. La explicación sería: lo que en un momento formó parte de una acción específica puede participar a posteriori* como símbolo afecto. Por ejemplo: lo que fue necesario para el bebé, para su autoconservación (respirar intensamente, taquicardia), queda como símbolo mnémico en la mism misma a hipe hiperp rpne nea, a, taqu taquic icar ardi dia, a, hipe hipers rsud udor orac aciión, ón, etcé etcéte tera ra,, comp compon onen ente tess corp corpor oral ales es de la angu angust stia ia que que expres expresan an unas sensac sensacion iones es de displ displace acerr muy partic particula ular, r, cuyo recuerdo será usado como señal por el yo Inc. para
defenderse del ello. En un sentido más amplio del concepto de afecto se podría incluir a los sentimientos en general, los que tienen una explicación más compleja y más particular para ara cada cada caso caso (vé (véanse nse: amor amor,, odio, io, agres gresiión, ón, dolo olor, etcé etcéte tera ra). ). Todo Todoss tien tienen en una base base comú común n corp corpor oral al en la “alte “alterac ración ión intern interna” a” (expre (expresió sión n de las emoci emocione ones, s, grito, grito, inervación vascular), la que va tomando mayor dimensión psic psicol ológ ógic ica a a medi medida da que que se suce sucede den n las vive vivenc nciias de satisfacción* y dolor que se viven con el objeto. Las huellas dejadas por estas vivencias forman los complejos representacionales cosa, compuestos por la imagen de un obje objeto to lue luego gene genera rad dora ora del dese deseo o de él, y la de un movimiento a realizar con él para que se produzca una sensación (afecto) que es la esencia de lo deseado. La repr repres esen enta taci ciónón-co cosa sa,, inve invest stid ida a por por el (e invi invist stie iend ndo o al) al) quantum afectivo, va a constituir la base del psiquismo inconsciente. La investidura es mutua, es el punto de unión de la cantidad de excitación con el representante estrictamente psíquico.
Agorafobia Ti Tipo de fobia* bia*,, cons consis iste tent nte e en el temor emor a hal hallars larse e en espacio abiertos (miedo a salir “afuera”, “a la calle”). Es más com común en los adul adulto toss que en los los niño niñoss. Fre Freud lo atribuye al temor del neurótico a la tentación de ceder a sus concupiscencias eróticas, lo que le haría convocar como en la infancia, el peligro de la castración o uno análogo. Pone el ejemplo de un joven que temía ceder a los atractivos de prostitutas y recibir como castigo la sífilis. La agorafobia gana terreno paulatinamente, como toda fobia, y va imponiendo limitaciones al yo* para sustraerlo de los peligros pulsionales. Puede conducir al encierro del sujeto y su aislamiento social (introversión libidinal*), para evitar los peligros de “la calle”. Se produce, a la vez, una “regresión* temporal” a la época infantil en que podía “salir a la calle” siempre que fuera acompañado por alguien que lo cuidara. Ahor hora este ste acom acompa paña ñant nte e lo cuid cuidar aríía, más que que de los peligros reales, de sus propias tentaciones pulsionales que merced al desplazamiento* y proyección son sentidos como peligros provenientes de “afuera”, “de la calle”, lo que era
de alguna manera “real” en la infancia. En esta misma formación sintomática se hace evidente e influjo de los factores infantiles que gobiernan al adulto a través de su neurosis*. En contraposición aparente a la agorafobia está la “fobia a la soledad”, una forma de la claustrofobia, que Freud explica como el querer escapar a la tentación del onanism nismo o solitario. La agorafobia se instaura com como enfermedad, por lo general, después de haber vivenciado un ataq ataque ue de ang angusti ustia a en algu alguna na de la circ circun unst stan anci cias as desencadenantes y luego temidas, a las que se dedicará a evitar. Cuando no lo logra, reaparece el ataque angustioso.
Aislamiento Mecanismo de defensa* o forma de la represión secu secund ndar aria ia*, *, prod produci ucido do por por el yo* yo* Inc. Inc. ante ante la angu angust stia ia señal* sentida por éste frente a una pulsión* que le ha sido prohib hibida por el superyó*. La representa ntación-cos cosa* pulsional, sin embargo, puede tener acceso a la representación-palabra* (por lo tanto al yo Prec. y la Cc.), siempre que ésta permanezca desafectivizada; para lo que se la aísla de todas sus conexiones posibles (asociaciones*, ligaduras, etcétera) con las demás. Se logra así el efecto represivo sobre la pulsión por parte del yo y el impedimento del del acce accesso a la acci acción ón esp específ ecífiica*; ca*; en este ste sent sentid ido o el mecanismo es eficaz. El paciente realiza acciones en las que están representadas la desconexión del vínculo entre las representaciones*. Dice Freud: “Recae también sobre la esfera motriz, y consiste en que tras un suceso desa desagr grad adab able le,, así como como tras tras una una acti activi vida dad d sign signif ific icat ativ iva a realizada por el propio enfermo en el sentido de la neurosis, se interpola una pausa en la que no está permitido que acon aconte tezc zca a nada nada,, no se hace hace ning ningun una a perc percep epci ción ón ni se ejecuta acción alguna” (1925, A. E. 20:115). Es como si se cort cortar aran an los los puen puente tess con con aque aquell llo o que que se quie quiere re aisl aislar ar,, dejándolo exactamente así, como una isla. El sujeto realiza acto actoss que repr repres esen enta tan n este este hech hecho o (com (como o la “ray “rayue uela la”” secreta que va jugando el obsesivo con las baldosas, o la dificultad de encontrar relaciones entre un tema y otro, o entre una sesión y otra, por ejemplo). Al conseguirse el aislam aislamien iento, to, la repres represent entaci ación ón queda queda desafe desafecti ctiviz vizada ada (el (el
quantum de afecto* lo da, en estos casos, la investidura representacional y su posibilidad de asociación con otras rep represe resent ntac aciione ones), s), y no es posib osible le que partí artíci cipe pe del comercio asociativo, de la actividad de pensamiento*. Por lo tanto queda fuera de la posibilidad de ser usada por el yo Prec. El aislamiento es un mecanismo de defensa típico de la neurosis obsesiva*. Cae dentro de uno de los mecanismos de la represión secundaría, la sustracción de investidura Prec., con la salvedad de que -en vez de desinvestirse* la palabra o desplazarse* su investidura a otra o a una una ine inervac rvació ión n corp corpor oral al-- la pala palabr bra a perm perman anec ece e en el preconsciente* pero desafectivizada y cortados sus puentes de asociación con el resto de las palabras. Incluso puede mezc mezcla lars rse e o afia afianz nzar arse se con con otro otross mecan mecanis ismo moss como como el desp despla lazzamie amient nto o a lo nim nimio, io, etcé tcétera tera.. El aisl aislam amie ient nto o pertenece, en medidas moderadas y usado con plasticidad, al pensamiento normal, es parte de la tendencia al orden, rasgo rasgo sublima sublimator torio io anal. anal. En su contra contrapar partid tida a patoló patológic gica, a, llevado a su extremidad, constituirá el “defire de toucher” (delirio de ser tocado), que en parte configura su esencia, el no ser tocado, lo que se extiende a que nada se “toque” entre sí.
Alianza fraterna En la hipótesis freudiana, expuesta en Tótem y tabú (19121913), consiste en los vínculos de unión homosexual que se esta establ blec ecie iero ron n entr entre e los los herm herman anos os echa echado doss de la hord horda a primitiva* por el padre primitivo. Así merced a la invención de un arma y a esos lazos de unión que se generaron en el dest destie ierr rro, o, logr lograr aron on consu consuma marr el parr parric icid idio io y devo devora rarr al padr padre e omni omnipo pote tent nte e y crue cruel. l. De Desp spué uéss del del ases asesin inat ato o del del padre, que descargó el odio* contra él, quedó como resabio la añoranza* del mismo y la culpa* por lo realizado, amén de un deseo* de mantener los vínculos conseguidos entre los hermanos en el destierro. Así fueron naciendo, desde dentro de su propio psiquismo, las leyes básicas de prohibición del incesto y del parricidio, leyes sobre las cuales se edif dificó la cult cultur ura* a*.. El cam cambio bio de estru struct ctur uras as soci social ale es gene genera rado do por por la ali alianza anza frat frater erna na y su cons consec ecue uenc ncia ia,, el parricidio, posibilitó así el progreso a un nivel más alto de
nivel cultural, nuestra cultura actual en general, y configuró a su vez vez una una nue nueva estru struct ctur ura a del apar aparat ato o psíq síquico uico** hum humano, ano, deja dejand ndo o com como leg legado ado para ara sie siempre pre en él al supe supery ryó* ó*.. Se pact pactó ó dura durant nte e este este perí períod odo o hipo hipoté téti tico co una suer suerte te de cont contra rato to soci social al:: “Nac “Nació ió la prim primer era a form forma a de organización social con renuncia de lo pulsional, reconocimiento de obligaciones mutuas, erección de ciertas instituciones que se declararon inviolables (sagradas), vale decir: los comienzos de la moral y el derecho. Cada quien renunciaba al ideal de conquistar para sí la posición del padre, y a la pose osesión de madre y hermanas nas. Así se establecieron el tabú del incesto y el mantenimiento de la exogamia. Buena parte de la plenipotencia vacante por la eliminación del padre pasó a las mujeres; advino la época del matriarcado. La memoria del padre pervivía en este período de la "liga de hermanos". Como sustituto del padre hall hallar aron on un anim animal al fue fuerte rte -al -al comi comien enzo zo,, acas acaso o temi temido do tamb tambié iénn-.. Pued Puede e que que seme semeja jant nte e elec elecci ción ón nos nos pare parezc zca a extr extraña aña,, pero pero el abis abismo mo que que el homb hombre re esta establ blec eció ió más más tarde entre él y los animales no existía entre los primitivos ni existe tampoco entre nuestros niños, cuyas zoofobias hemos podido discernir como angustia frente al padre. En el vínculo con el animal totémico se conservaba íntegra la orig origin inar aria ia bi-e bi-esc scis isiión (amb (ambiv ival alen enci cia) a) de la rela relaci ción ón de sent sentim imiiento entoss con con el padre adre.. Por un lado, ado, el tóte tótem m era considerado el ancestro carnal y el espíritu protector del clan clan,, se lo deb debía honr honra ar y resp respet etar ar;; por por otro otro lad lado, se instituyó un día festivo en que le deparaban el destino que había hallado el padre primordial. Era asesinado en común por todos los camaradas, y devorado (banquete totémico, según Robertson Smith). Esta gran fiesta era en realidad una celebración del triunfo de los hijos varones, coligados, sobre el padre” (1939, A. E. 23:79). Esta cita de Moisés y la religión monoteísta es la mejor definición y subrayado de la importancia otorgada por Freud, hasta el final de su obra, de sus hipótesis expuestas en 1913, dentro de las que se desa desarr rrol olla la el conc concep epto to de alia alianz nza a frat frater erna na,, liga liga entre ntre hermanos unidos para realizar el parricidio, consecuencia posterior de aquella. Germen de la cultura humana.
Aloplástica, conducta
Es la que resulta adecuada a fines, la que a su vez se empeña en modificar la realidad*, sin desmentirla (véase: desmentida), en un trabajo sobre el mundo exterior que prod produce uce camb cambio ioss en él. él. De Dent ntro ro de ella ella pode podemo moss incl inclui uirr todos los tipos de acción específica*, o sea acciones que desc desca argue rguen n la fuent uente e de la pulsi ulsión ón*, *, en la form orma más comp comple leta ta posi posibl ble. e. Incl Inclui uimo moss en ella ellas, s, por por ejem ejempl plo, o, la producción o captura de alimentos, la posesión del objeto* sexu sexual al,, y toda todass las las subl sublim imac acio ione nes* s*,, gene genera rado dora rass de y generadas, por la cultura*. La aloplástica es un tipo de conducta que conduce a la descarga pulsional. Por el hecho de funcionar dentro del principio de realidad*, produciendo cambios en el mundo exterior, como por ejemplo los hechos de la cult ultura misma, podemos empare arenta ntarla con el concepto de salud. Cuando son desexualizadas, fruto de identificaciones* con atributos de seres que antes tuvieron investidura de objeto, constituyen las sublimaciones. Éstas son son aque aquell llas as que que just justam amen ente te pier pierde den n su capa capaci cida dad d de real realiz izar ar los los para paranoi noicos cos al rese resexu xual aliz izár árse sele less los los víncu vínculo loss homosexuales con los objetos, generando el yo* la defensa* paranoica contra éstos. La libido* homosexual desexualizada es aquella de la que están compuestos los vínculos sociales.
Alteración del yo Conce Concept pto o expu expues esto to por por Freu Freud d en Anál Anális isis is term termin inab able le e interminable (1937) y el Esquema del psicoanálisis (1938), donde expresa que el yo* cooperador del paciente es una ficción ideal. El yo está “alterado” directamente en relación con con las las marc marcas as que que le deja dejaro ron n las las expe experi rien enci cias as vivi vivida das, s, especi especialm alment ente e las situaci situacione oness traumá traumátic ticas* as* (cuant (cuanto o más traumáticas y menos formado el yo en el momento de su vivencia, más alterado o más defendido y con defensas* más extremas quedará fijado el yo Inc.) y las situaciones de peligro* en las que sus defensas le sirvieron. Estas últimas si bien bien pued pueden en perm permane anece cerr actual actualme ment nte e en acció acción, n, en parte parte forman forman una infrae infraestr structu uctura ra Inc. Inc. yoica, yoica, formá formándos ndose e sobre ellas una superestructura Prec., también yoica, que desconoce la anterior pero cuyas acciones pueden estar
más o menos modeladas desde el yo Inc., en algunos casos de tal tal mane manera ra que que el funci funciona onami mien ento to yoic yoico o tota totall qued queda a alterado. Constituyendo, entonces, especialmente cuando las defensas yoicas están muy consolidadas, una de las dificultades del progreso del tratamiento, pues en lugar de coop cooper erar ar surg surgen en como como verd verdad ader eros os obst obstác ácul ulos os para para ello ello.. “Cada persona normal lo es sólo en promedio, su yo se aproxima al del psicótico en esta o aquella pieza, en grado mayor o menor, y el monto del distanciamiento respecto de un extremo de la serie y de la aproximación al otro nos servirá provisionalmente como una medida de aquello que se ha designado, de manera tan imprecisa, "alteración del yo"“ yo"“ (193 (1937, 7, A. E. 23: 23: 237) 237).. Está Está incl inclui uida da dent dentro ro de los los fact actore ores que que hace hacen n prol prolon ong gar el perí períod odo o de análi nálisi siss creánd creándole ole inconve inconvenie niente ntes, s, resist resistenc encias ias** o direct directame amente nte generando imposibilidades de curación. La “alteración del yo” está formada, entonces, principalmente por los diferentes mecanismos de defensa* inconscientes del yo, los que pueden ser más o menos regresivos, más o menos comprometedores de las investiduras yoicas. Los mecanismos de defensa yoicos Inc. generan, amén de su función específica, y cuando la función defensiva contra lo pulsio pulsional nal especi especialm alment ente e se rigidi rigidific fica a o result resulta a extrem extrema, a, div diverso ersoss tipos ipos de trast rasto ornos rnos alte altera rad dore ores del yo. Ahí ubicamos los rasgos patológicos de carácter* (más o menos rígi rígido dos) s),, la pato patolo logí gía a narc narcis isis ista ta en gene genera ral, l, desd desde e las perv perve ersi rsione ones* hom homose osexual xuale es (cua (cuand ndo o las las fijac ijaciione ones* producidas por las represiones primarias* se producen en el período del primer nivel de reconocimiento de diferencias sexuales, en el período fálico, y la fijación se basa en la desm desme enti ntida de la dife iferenc rencia ia,, por eje ejemplo) plo),, hast hasta a los fenóm enóme enos nos de restit stituc uciión* ón* psicó sicóttica. ica. La funci unción ón que cumplen los mecanismos defensivos yoicos, a pesar de la alteración yoica que puedan producir, es, entonces, la de defende nder al yo de los peligros gener nerados a él por la pulsión*. En líneas generales lo consiguen, descono desconocié ciéndo ndola, la, devolv devolvié iéndo ndola la al ello* ello* inconsc inconscie iente nte.. Al proponerse justamente el analista como investigador y por cons consig igui uie ente nte algu alguie ien n que que busc busca a cono conoce cerr la puls pulsió ión, n, el mecanismo de defensa perteneciente al yo inconsciente del paciente puede generar una resistencia del yo contra el progreso del análisis. No olvidemos que el yo llama en su ayuda al “omnipotente principio de placer*” para generar sus mecanismos de defensa inconscientes y que, por lo
tanto, éstos se rigen por aquel. Ubicándonos en esa tesitura vemos que el desconocimiento de la pulsión resguarda al yo de la angustia*, por lo tanto, sería raro que de alguna manera manera no opusiera opusiera resistenci resistencias as contra el conocimiento conocimiento de la historia de su pulsión, Cuando esto es lo absolutamente predominante, dominando al yo, decimos que éste está alterado. El mecanismo de defensa es, en parte, un sistema de desconocimiento de sí mismo, de la pulsión, el deseo*, el “[...] núcleo de nuestro ser” (1900, A. E. 5: 593). Mecanismo que por un lado protege al yo, formando la parte inconsciente de él y dándole cierto nivel de ligadura que sofoca a la pulsión y le impide esencialmente el llegar a la acción, además de desconocerla y transformarla en “[...] tierra extranjera interior” (1933, A. E. 22: 53). Por otro lado, o por el mismo, empobrece al yo, pues todo lo que queda inconsciente pasa a no ser sentido como algo propio, de él; verbigracia no lo puede pensar, sublimar*, gozar, etcétera, en realidad deja de pertenecer al yo Prec. y pasa a engrosar las filas de lo reprimido, presente en el temido ello. Por cierto también cumple su objetivo principal: conseguir que la pulsión no acceda al yo y por lo tanto a la acción, const constit ituy uyén éndo dose se así así una una infr infrae aest struc ructu tura ra yoic yoica a Inc. Inc. que que perm permit ite e el funci funciona onami mien ento to de la supe supere rest stru ruct ctura ura Prec Prec., ., menos apremiada por la pulsión, si bien en los casos en que la infrae infraestr struct uctura ura defens defensiva iva es demas demasiad iado o import important ante e se lleva la mayoría de la investidura energética, alterando así tant tanto o al yo, que éste ste result sulta a enton ntonce cess muy difí ifícil cil de modificar. La superación de las “alteraciones del yo” y sus resi resist sten enci cias as conco concomi mita tante ntes, s, pasa pasan n así así a ser ser una una de las las metas del psicoanálisis y principalmente del análisis del yo, incluido su carácter. Un yo que funciona dominado por sus mecanismos de defensa inconscientes, es un yo empo empobr brec ecid ido, o, un yo alte altera rado do ante ante sus sus capa capaci cida dade dess de enfrentarse con las dificultades de la realidad, que es su esencia. , Este yo se enriquecerá cuando conozca aquello interior de lo que se defiende automáticamente y además sepa que se defiende. Entonces podrá elegir si defenderse o no, o sí vale la pena defenderse, la defensa podrá pasar a integrar su comercio asociativo, su actividad de pensamiento*, con lo que se logrará así un domeñamiento* en un nivel más alto de la pulsión, enriqueciéndose. Es interesante recordar que en el manuscrito K,* de 1896, Freud expone la alteración del yo como uno de los medios de form ormació ación n de los sínt síntom omas as** del yo, los que lo van van
alterando. Esta alteración consiste en el delirio* que va formando el paciente, a partir de los síntomas primarios (desconfianza) y de los síntomas de retorno de lo reprimido* (las alucinaciones*). En esta conceptualización se toma al delirio como alteración del yo. Lo que por otro lado resulta evidente: cualquier defensa altera aquello que está está defe defend ndie iend ndo; o; si la defe defensa nsa es extr extrem ema, a, difi dificu cult lta a el retornar las cosas a su punto original.
Alteración interna Fenómeno conceptualizado por Freud en relación con la form orma de expre presió sión emocio ociona nall, descri scritto en prin princi cipi pio o respecto del recién nacido, pero extensible a los adultos. Fre Freud lo exp expuso uso en el Pro Proyect yecto o de psic psicol olog ogía ía (1950 1950a a [1895 1895]) ]),, La inte interrpre pretaci tación ón de los los sue sueños ños (19 (1900) 00) y lo mencionó en otras obras, como Lo inconciente (1915), en donde dice: “La afectividad se exterioriza esencialmente en una descarga motriz (secretoria, vasomotriz) que provoca una alteración (interna) del cuerpo propio sin relación con el mundo exterior; la motilidad, en acciones destinadas a la alteración del mundo exterior” (A. E. 14:175. Nota al pie). Tam Tambi bién én la menci mencion ona a en Inhib Inhibic ició ión, n, sínt síntom oma a y angu angust stia ia (1925), como formando parte del síntoma* neurótico: “El proceso sustitutivo es mantenido lejos, en todo lo posible, de su descarga por la motilidad; y si esto no se logra, se ve forzado a agotarse en la alteración del cuerpo propio y no se le permite desbordar sobre el mundo exterior; le está prohibido (verwehren) trasponerse en acción” (A. E. 20:91). Esencialmente la alteración interna consistiría en la primera forma de descarga que tiene el cuerpo ante el Drang (esfuerzo, fuerza de trabajo) de la pulsión* que en lugar de producir una alteración en el mundo exterior (provisión de alimento, acercamiento del objeto* sexual), produce una alteración en el interior del cuerpo mismo, expresándose ésta cualificada como emoción, a través del llanto y la inervación vascular. La alteración interna va a ser entonces la forma de expresión de las emociones (grito, inervación vascular), las que tendrán, así, una forma de expresión corpora porall prin princi cipa palí lísi sima ma.. En Inhib Inhibic ició ión, n, sínt síntom oma a y angus angusti tia a (1925) describe para la angustia* tres partes
constituyentes: una pequeña descarga corporal, la percepción* de esa descarga y por último la percepción de una sens sensac ació ión n disp displlace acente ntera parti articu cullar. ar. Esta Esta últ última ima es la percepción cualitativa de la cantidad por la que deviene esencialmente sensación psíquica, La forma de descarga corporal está principalmente compuesta por taquicardia e hiperpnea y dice también que esta modalidad de descarga e.- adquirida durante el trauma* del nacimiento. En ese mome omento nto, esta sta reac reacci ción ón corp corpor oral al es la adec adecua uad da, la específica, dado que es la forma de conseguir oxígeno, después del cambio de sistema respiratorio. Sin embargo pareciera que el organismo quedara fijado a esta situación prototípica, y respondiera luego a toda otra situación de peligro* con este tipo de respuesta. Pasa así esta vía a ser expresión de angustia y expresión de las emociones en general. Al aume umentar poste steriormente la tensi nsión de necesidad* en el organismo, el bebé expresa su emoción a trav través és del del llan llanto to y la inerv nervac aciión vasc vascul ular ar.. Lueg Luego o esta esta “alteración interna” es entendida por un “asistente ajeno”*, generalmente la madre, encargado en ese momento de real realiz izar ar la acci acción ón espe especí cífi fica ca*. *. Ésta Ésta hará hará desc descen ende derr la cant cantid idad ad de estim stimul ulac aciión en la fuent uente e de la pulsi ulsión ón,, produciéndole una “vivencia de satisfacción”*. La expresión de la emoción, simple descarga corporal al principio, se irá transf transform ormand ando o paulat paulatina iname mente nte en llamad llamado, o, en el mismo mismo vínculo que se irá estableciendo entre madre e hijo, y ésta ser será una de las bases sobr obre las que irá nacie ciendo ndo el lenguaje*. El concepto de “alteración interna” es, por lo tanto, un concepto dinámico, pues se refiere a un proceso que por un lado se va transformando (de expresión de emoción, deviene en llamado y de éste en lenguaje) y por otro otro pers persis isti tirá rá siem siempr pre e como como form forma a de expr expres esió ión n de la emoci emoción ón,, prin princi cipa palm lmen ente te de la angu angust stia ia.. Una Una form forma a de resp respue uest sta a biol iológic ógica a se va tra transf nsform ormand ando en vínc víncul ulos os soci social ales es con con las las sens sensac acio ione ness que que ésto éstoss prod produce ucen, n, manmanteniéndose a su vez como respuesta corporal. Es interesante entonces volver a subrayar los diferentes temas, que nos llevan a otros insospechados, provenientes todos de este concepto: la expresión de las emociones (la angustia), el grito (el lenguaje), y la inervación vascular (patología psicosomática.
Alucinación Percepción* de un deseo, un pensamiento*, un recuerdo*, incluso un castigo o una- amenaza también provenientes del del ace acervo rvo mném némico, ico, corn corno o si provi rovini nier era an del del mund undo exterior, registrados -corno cualquier percepción y, por lo tanto dándole creencia* de real- por el aparato perceptual (PCc.). Hay alucinaciones cuando el yo* se altera momentáneamente, como en los sueños*, o se pasa por un estado de privación por causas externas. Otras veces la causa es tóxica (drogas alucinógenas). Puede deberse a una alteración del yo* más o menos profunda, como en los casos de las alucinaciones de las psicosis* histéricas y las psicosis alucinatorias agudas o amencia de Meynert*. En ellas la alteración consiste en 'no poder discriminar el yo entre las fantasías de deseo y las percepciones visuales reales. En el caso de la histeria*, más que deseos realiz realizado ados, s, pueden pueden ser alucina alucinados dos castigo castigoss deriv derivado adoss de ellos, o también deseos disfrazados que generan angustia*, a la manera de los sueños de angustia, por ejemplo: la alucinación de las víboras en Anna 0. * En la amencia o psic psicosi osiss aluci alucina nato tori ria a agud aguda a las las aluci alucina naci cion ones es está están n más más relacionadas con procesos de desmentida* de duelos* ante la pérdida de un objeto, desmentida producida junto a una regresión* del yo a la percepción, retirándole la investidura al PCc. (sistema (sistema de percepción percepción consciencia). consciencia). Merced a esto el PCc., perteneciente al yo, confunde el recuerdo deseante del objeto* con su percepción real. En los casos de esquizofrenia*, la esquizofrenia paranoide y la paranoia*, la regresión yoica es mayor: se perciben los propios pensam pensamien ientos tos preco preconsc nscien iente tes* s* como como provin provinien iendo do desde desde afuera, com como si el yo aho ahora estuvi uviera en máquinas nas (símbolos* del cuerpo,) o en otras personas que lo manejan. También como percepción de la parte crí crítica del yo (superyó*), que es sentida como percepción por el PCc., dándosele creencia en la realidad*. Lo que debiera ser un sim simple ple pensam nsamie ient nto o propio opio es sent sentiido como omo una voz exterior, lo que sucede por la regresión a la percepción, de la mane anera en que originalmente nte lo fuera (las voces obse observ rvad adora oras, s, crít crític icas as de los los padr padres es). ). En esta estass últi última mass afecciones con retracción libidinal* narcisista, predominan las alucinaciones auditivas, mientras que en la histeria y en la amencia predominan las visuales.
Amencia de Meynert (confusión alucinatoria aguda) Tipo de psicosis* mencionada por Freud varias veces en su obra y descrita por uno de- sus maestros, el psiquiatra Meynert. Es un tipo de psicosis aguda que se produce como reacción ante la pérdida de un ser querido (quizá con una previa discriminación incompleta entre yo* y objeto*), al desmentirse la percepción* de este aspecto doloroso de la realidad*. Freud trae el ejemplo de la madre que perdió su bebé y sigue acunando un leño, y el de la novia abandonada que sigue esperando la llegada de su novio en cada llamada de la puerta. Se desmiente* la pérdida del objeto*, al que se sigue percibiendo, o mejor dicho, se recibe como percepción el recuerdo* de la imagen de aquel, Hay una alteración del yo* por la que éste retira investidura del polo percepción consciencia* (PCc.) y pasa a funcionar regido por el principio de placer* en vez de por el principio de realidad*, para el que es tan necesario el aparato perc percep eptu tual al;; conf confun undi dién éndo dose se,, ento entonc nces es,, la fant fantas asía ía de deseo* de la presencia del objeto con la percepción real de su ausencia. La amencia de Meynert se diferencia de otro tipo de psicosis. Por ejemplo en la psicosis histérica, las fantasías* que se perciben como alucinación* son repr reprim imid idas as (dis (disffraza razada das, s, angu angust stia iant ntes es,, reto retorn rnan an de lo reprimido*) mientr ntras que en la amenci ncia no, todo lo contrario, son queridas por el yo. En la esquizofrenia*, la investidura se retira de la representación-cosa* con lo que se pierde el deseo* inconsciente del objeto, siendo que éste es el motor del aparato psíquico. Para que pueda suceder semejante hecho, o como consecuencia de él, el yo queda prácticamente arrasado e incluso se lo proyecta al mundo exterior, siendo percibido en forma alucinatoria retornando desde él (sonorización del pensamiento*), también a través de órdenes enviadas por máquinas (símbolos del cuerpo, origen del yo) u observaciones críticas (el superyó*, que también es proyectado y percibido alucinatoriamente) de sus actos. En la amencia la alteración es menor y mucho menos profunda, por lo tanto menos irreversible, aunque pued pueden en exis existi tirr cuad cuadro ross inte interm rmed edio ios, s, o un cuad cuadro ro pued puede e
devenir en el otro y esto dependerá del grado de alteración y regresión* yoica que se produzca.
Amnesia infantil Proceso universal por el cual el ser humano no recuerda en general todos los sucesos acaecidos en su vida antes de los cinco años, más o menos, a pesar de haber poseído durante gran parte de ese período recursos, si bien incipientes, para reco record rdar ar (le (lengua nguaje je*, *, pens pensam amie ient nto* o*,, yo*, yo*, prin princi cipi pio o de realidad*, angustia de pérdida de objeto*, reconocimiento de éste como fuente de placer*, etcétera). La amnesia se produce después del sepultamiento* del complejo de Edipo* y la inst instau aura raci ción ón defi defini niti tiva va del del supe supery ryó* ó* en el apar aparat ato o psíq psíqui uico co,, el que que actú actúa a como como una una inme inmens nsa a cont contra rain inve vesstidura* que engloba todas las contrainvestiduras previas (repr repre esion sione es prim primar ariias*) as*) prod roducie uciend ndo o la repre epresi sión ón** (tam tambié bién prim rimaria, ria, inclu ncluy yend endo tod todas las rep represi resion one es primarias anteriores) y, por lo tanto, el olvido* de toda la sexu sexual alid idad ad infa infanti ntil* l*.. Ésta Ésta podr podrá á lueg luego o ser ser reco recons nstr trui uida da merced al psicoanálisis de sueños*, síntomas*, recuerdos encu encubr brid idor ores es*, *, acto actoss fall fallid idos os*, *, etcé etcéte tera ra.. Un inte intere resa sant nte e ejemplo ejemplo de amnesia amnesia infantil es el de Hans, primer paciente niño de la historia del psicoanálisis, que se trató entre los tres y los cinco años. A sus diecinueve años, Hans no recordaba casi nada de su proceso analítico y de todos los sucesos durante él acaecidos. El producto de la amnesia infantil no es ni más ni menos que la sexualidad infantil comandada ya por la zona erógena* fálica; con la unión bajo su supremacía de todas las zonas erógenas generando un yo realidad definitivo*, que definitivamente reconoce al obje objeto to** (cen (centr tro o de la real realid idad ad*) *) como como fuen fuente te de place placer, r, ahora con características diferentes del yo (tiene otro sexo, aunq aunque ue la difere erenci ncia recon conoci ocida sea sea solam olamen ente te la de posesión o no de falo), en fin, toda la problemática edípica. Ésta se “hundirá” o pasará al estado de represión y, junto con ella, toda la problemática anterior; así terminarán de constituirse la represión primaria, el superyó y el aparato psíq psíquic uico o en gene genera ral. l. Se hunde hunde o repr reprim ime e la sexu sexual alid idad ad infantil y nace el inconsciente* reprimido -descubrimiento
crucial de Freud- conteniendo a toda esa sexualidad infantil en su interior.
Amor En Pulsiones y destinos de pulsión (1915) Freud define el amor como “[...] la relación del yo con sus fuentes de plac placer er”” (A. (A. E. 14:1 14:130 30). ). Las Las fuen fuente tess de place placer* r* del del yo* yo* pueden estar en su propio cuerpo, en sí mismo o en el objeto*. Cuando las fuentes están en el propio cuerpo, esto lleva el nombre de autoerotismo*. Una vez que el cuerpo se constituye en yo y la libido* se ubica en él, hablamos de narcisismo*. La libido que encuentra placer en el yo se llama narcisista. El narcisismo sería una forma del amor: el amor al yo. Cuando se comienza a reconocer al objeto como la fuente principal de placer del yo, la libido que busc busca a comp compla lace cers rse e en el vínc víncul ulo o con con él se llam llama a libi libido do objetal*. Ésta constituirá el amor más elevado, el amor por excelencia, el amor objetal, el que puede a su vez poseer diferentes matices, clases o formas. La capacidad de amor objetal se va desarrollando junto con el yo de una manera muy compleja. “Luego que la etapa puramente narcisista es relevada por la etapa del objeto, placer y displ splacer significan relaciones del yo con el objeto. Cuando el objeto es fuente fuente de sensaci sensacione oness place placente nteras ras,, se establ establece ece una tendencia motriz que quiere acercarlo al yo, incorporarlo a él; entonces habíamos también de la “atracción” que ejerce el objeto dispensador de placer y decimos que llamamos al obje objeto to”” (191 (1915, 5, A. E. 14:1 14:131 31). ). En las las prim rimeras eras etap etapas as infantiles el amor es ambivalente, no se distingue totalmente del odio*. Tampoco se distingue el ser* y el tener*. De ahí que la forma primera del lazo afectivo sea la identificación*. El modelo analógico es el del canibalismo, en el que la tendencia amorosa hacia el objeto implica el incorporarlo, por lo tanto su desaparición y transformación en parte del propio ser. Es un tipo de amor que lleva implícita la destrucción del objeto como tal. En el apoderamiento de la etapa anal (véase: erotismo anal y puls pulsió ión n de apod apoder eram amie ient nto) o) la ambi ambiva vale lenc ncia ia** es meno menorr aunque más evidente, y mayor la diferenciación entre las categorías ser y tener. Cuando la síntesis de las pulsiones
sexuales* se ha cumplido, estableciéndose la etapa genital (véase: genital), el amor deviene el opuesto de] odio y coin coinci cide de con con la aspi aspira raci ción ón sexua sexuall tota total. l. Exis Existe te toda toda una una gradación de posibilidades dentro del fenómeno del amor. Durante el periodo del complejo de Edipo* el niño encuentra un primer objeto de amor en uno de sus progenitores; en él se reúnen todas sus pulsiones sexuales que piden piden satisf satisfacci acción. ón. La repres represión ión que despu después és sobrev sobrevie iene ne obliga a renunciar a la mayoría de estas metas sexuales infantiles y deja como secuela una profunda modificación de las relaciones con los padres. En lo sucesivo el niño permanece ligado a ellos, pero con pulsiones que es preciso llam llamar ar de “me “meta inhib nhibid ida” a”,, Los Los sent sentiimient ientos os que en adelante alberga hacia esas personas amadas reciben la designación de “tiernos”. Este amor de “meta inhibida” o ternura es el que logra crear ligazones más duraderas entre los seres humanos, 1.0 que se explica por el hecho de no ser susceptible de una satisfacción plena. El amor sensual está está dest destin inad ado o a exti exting ngui uirs rse e con con la sati satisf sfac acci ción ón;; para para perdurar tiene que encontr ntrars arse mezclado desde el comienzo con componentes puramente tiernos, vale decir, de meta inhibida, o sufrir un cambio en ese sentido. El amor de meta inhibida es el que liga a los miembros de la masa* y es factor esencial generador generador de cultura*. El amor sensual es antisocial, la pareja quiere intimidad, no puede compartir su amor. También “[...] el niño (y el adolescente) elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción. Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son vivenciadas a remolque de funciones vitales que sirv sirven en a la autoc autocons onser erva vaci ción ón.. Las Las puls pulsio ione ness sexu sexual ales es se apuntalan al principio en la satisfacción de las pulsiones yoicas, y sólo más tarde se independizan de ellas; ahora bien, ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de que las personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los primeros objetos sexuales; son, sobre todo, la madre o su sustituto”. En otros casos no se elige el objeto siguiendo el modelo de la madre, sino el de la persona propia: “Decimos que [el sujeto] tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió” (1914, A. E. 14: 84). De ellos saldrán los modelos de la elección de objeto* según el tipo de apuntalamiento* (más comúnmente masculino) y según el tipo narcisista (más típicamente femenino). El amor, entonces, podríamos decir que deriva de complejizaciones realizadas por el yo de los
dest destiinos nos de la puls pulsió ión n sexu sexual al.. Ésta sta prod roduce uce a su vez vez mezclas com complejas con con la tende ndenci ncia a la vuelta a lo inorgánico, propia de la pulsión de muerte*. El principal obstáculo -casi podríamos decir el único- que encuentra la pulsión de muerte en su camino hacia lo inorgánico, es esta complicación que le surge con los fenómenos de la vida, de los cuales el principal exponente es el amor. A medida que aumenta la complejización, aparecen fenómenos diferentes. La pulsión sexual se mezcla* con la pulsión de muerte y con eso consigue domeñarla. El acto sexual genital llevado a su meta final, el amor sensual, resulta la principal forma de domeñamiento* de la pura cantidad (véase: cantidad de excitación), de la no-cualidad, de la pulsión de muerte. La cultura está edificada, básicamente, sobre la sofocación* de la pulsión sexual, específicamente del incesto. La represión* hace cabeza de playa en la represión del incesto y luego se va extendiendo hacia toda la sexualidad posible. También se sofoca la pulsión de destrucción* que resulta de un primer nivel de mezcla con la pulsión sexual, en el que no se distinguen el odio del amor, en cambio sí se perciben en la agresión* y el apoderamiento (en el primero se ve quizá más claro el, dominio de la tendencia destructiva sobre la -.morosa, no así en el segundo que retiene al objeto por amor, sin tener en cuenta que en esa retención está implícito el daño al objeto). Las ligazones libidinales sobre las que se forman las masas culturales, son de meta inhibida. Todas las creaciones culturales son fruto de esta libido que podríamos llamar sublimada. El domeñamiento de la pulsión de muerte en ellas es menor. Queda un plus de pulsión de muerte no mezclado. Así nace la paradoja de que esta complicación que le surgió a lo inorgánico y que generó los fenómenos de la vida, de los que a su vez nació la cultura, lleva incluida en su propio interior las pulsiones de muerte con cierta libertad, no domeñadas, en la esencia de la creació ción del hecho cho cult ultura ural. Cultura ura en la que entonces pareciera que por momentos predominaran las tendencias destructivas del ser humano sobre las del amor. [sida]
Amor de transferencia
Situación por la que pueden pasar algunos tratamientos psicoanalíticos. Consiste, según el ejemplo freudiano, en el enamoramiento básicamente sensual de la paciente mujer por su terapeuta hombre. Cabe que pueda enamorarse un paciente hombre de su terapeuta mujer aunque Freud, por alguna causa que no podemos adjudicar simplemente a machismo, no la menciona. También puede darse, obviam obviament ente, e, cuando cuando pacie paciente nte y terape terapeuta uta perte pertenec necen en al mismo sexo, pero en esos casos tendríamos que pensar más detenidamente si entran dentro de la categorización específica del fenómeno descrito, dada la libido* narcisista puesta en juego en ellos. En el caso de que el enamorami ramien ento to prov proven enga ga desd desde e el tera terape peut uta a se trat trata a de un fenómeno de la contratransferencia*. El fenómeno descrito es considerado, desde luego, un obstáculo para el análisis, parte de la “transferencia* negativa” y como tal expresión de la resistencia* del yo* del paciente con serios riesgos para para la cont contin inui uida dad d del del trat tratam amie ient nto. o. Si bien bien en últi última ma instancia todo amor* es transferencial, en estas ocasiones lo que suel uele estar en juego es más la transfe sferenci ncia inconsciente que el amor. Cada caso tendrá su espe specifi cifici cida dad d y cada cada terap erape euta uta deberá berá recur currir rir a su creatividad para salvar la situación, pero básicamente la actitud debería ser la de siempre, la actitud analítica, no recha rechaza zand ndo o al paci pacien ente te ni acept aceptán ándo dole le sus prop propue uest stas as.. Simplemente a éstas se las tomará como un emergente más del inconsciente inconsciente** que se está repitiendo repitiendo en la transferencia en forma vívida, por lo que el correcto análisis y cons constr truc ucci ción ón** de los hech hechos os que que se repi repite ten n perm permit itir irán án avanzar más profundamente en el conocimiento del yo. Cier Cierto to grad grado o de “enam “enamor oram amie ient nto” o” del del tera terape peut uta a hay hay en cual cualq quier análisis sis, y como cual ualquie uier otro implica el fenómeno de la idealización*, la que se va desvaneciendo con el progreso del tratamiento, pero este “enamoramiento” por lo general es deserotizado y por lo tanto tanto más manej manejabl able, e, menos menos compul compulsiv sivo, o, incluso incluso puede puede tener ner momentos o cierto grado no desexual ualizado ado y particip cipar de la transf nsferencia cia posit sitiva por “amor al tera terap peuta” uta” com como otro otrora ra lo fuer uera con con los pad padres res de la infancia. En ese caso las “mejorías” serán por amor a él. De toda todass mane manera rass si no se debe debela lara ra dura durant nte e el curs curso o del del trat tratam amie ient nto o no se gene genera rarí rían an camb cambio ioss en el yo, yo, habr habría ía simples repeticiones, nada más. El tratamiento psicoanalítico busca conocer la verdad histórica* del yo y
de la hist histor oria ia puls pulsio iona nall del del paci pacien ente te y en esa esa tare tarea a el anal analis ista ta debe debe enco encont ntra rars rse e con con situ situac acio ione ness que que pone ponen n a prueba su propio yo, sus propios afectos*. De este y otros tipos de situaciones nació la necesidad de la institucionalización del análisis didáctico en las instituciones psicoanalíticas.
Anna O. [psicoan.] Nombre figurado de la primera paciente a la que se le aplicó el método que dio a luz a lo que luego sería el psic psicoan oanál ális isis is.. El trat tratam amie ient nto o fue fue real realiz izad ado o por por J. Breu Breuer er entre 1880 y 1882. Es uno de los historiales publicados por Breuer y Freud en los Estudios sobre la histeria (1895). Se trata de un caso de psicosis histérica de una joven de veintiún años sumamente inteligente, razonadora, de una voluntad enérgica y tenaz, uno de cuyos rasgos de carácter princ rincip ipal ale es era su bond bondad ad com compasi asiva. va. Sus sínt síntom omas as princ rincip ipal ale es eran: ran: paraf arafas asia ia,, stra strabi bism smus us conv conve erge rgens, ns, perturbaciones graves de la visión, parálisis por contractura, total en la extremidad superior derecha (con cierta anestesia especialmente en el codo) y en las dos infe inferi rior ores es,, parc parcia iall en la extr extrem emid idad ad supe superi rior or izqu izquie ierd rda, a, paresia de la musculatura cervical; también alucinaciones visu visual ales es,, sona sonamb mbul ulis ismo mo,, tuss tussis is nerv nervos osa, a, asco asco ante ante los los alim alime entos ntos,, imp imposib osibil ilid idad ad de bebe beberr pese pese a tene tenerr sed sed, ataques de sueño a ciertas horas, etcétera. A medida que avan avanzó zó el trat tratam amie ient nto o apare pareci cie eron nuevo uevoss sínt síntom omas as:: alteraciones progresivas del lenguaje, primero con pérdida de pala palab bras ras, lueg luego o pérdid rdida a de gram ramátic ática a y sint sintax axis is y conjugación del verbo, utilización de un infinitivo creado a partir de formas débiles del participio y el pretérito, sin artí artícul culo. o. Lueg Luego o falt faltar aron on casi casi por por comp comple leto to las las pala palabr bras as,, reb rebuscá uscánd ndol olas as tra trabaj bajosam osame ente nte entre ntre cuatr uatro o o cinc cinco o leng lengua uass, enton ntonce cess ape apenas nas si se le ente ntendí ndía. Escr Escrib ibíía también en este trabajoso dialecto. Hubo un período (dos semanas) en que estuvo en total mutismo. Breuer entiende que algo la había afrentado mucho y ella se había decidido a no decir nada. Al comunicarle esto a la paciente, ceden algunas contracturas y comienza a hablar en inglés y a entender el alemán, sin darse cuenta de que contesta en
ingl inglés és.. Esta Esta sint sintom omat atol olog ogía ía no era era perm permane anent nte, e, sino sino de algunas horas del día (a la mañana, a la tarde). Después de hablar con Breuer de ella, se sentía alegre y jovial pero no recordaba nada del episodio anterior, hecho al que Breuer llamaba “condición segunda”. La enferma estaba fragmentada en dos personalidades: a ratos era psíq psíquic uicam amen ente te norm normal al y a rato ratoss entr entrab aba a en “cond “condic ició ión n segunda”, alienada. Como desencadenantes de la enfe enferm rmed edad ad coin coinci cide den n el desc descub ubri rimi mien ento to de una una gran gran dolencia en el padre y la posterior muerte de éste. Cuidaba a su padre en el lecho de enfermo cuando, al comenzar a presentar presentar un cuadro cuadro de debilidad debilidad con las contracturas, contracturas, tos, espa espasm smo o de glot glotis is,, etcé etcéte tera ra,, se deci decidi dió ó sepa separa rarl rla a del del paci aciente, nte, el que que un tiem iempo des después pués falle alleci ció. ó. Bre Breuer uer realizaba sesiones con ella en las que reconstruía todos los hechos y fantasías que había tenido Anna 0. en relación con los síntomas, llegando al motivo de su origen. Por ejemplo, la paci pacien ente te reco record rdó ó en esta estado do hipn hipnót ótic ico, o, cond conduci ucido do por por Breuer, que la contractura con parálisis y anestesia del brazo derecho había comenzado cuando una noche en que cuid cuidab aba a a su padre adre en su lecho cho de enfe nfermo rmo, estan stand do semi semido dorm rmid ida, a, tuvo tuvo una aluci alucinac nació ión: n: “vio “vio cómo cómo desd desde e la pared una serpiente negra se acercaba al enfermo para morderlo morderlo”” (en el parque parque de la casa solía haber haber serpientes serpientes). ). “Quiso espantar al animal, pero estaba como paralizada; el brazo derecho, pendiente sobre el respaldo, se le había "dormido", volviéndosele anestésico y parético, y cuando lo obse observ rvó, ó, los los dedo dedoss se muda mudaro ron n en pequ pequeñ eñas as serp serpie ient ntes es rema remata tada dass en calav calaver eras as (las (las uñas) uñas).. Prob Probab able leme ment nte e hizo hizo intentos por ahuyentar a la serpiente con la mano derecha paralizada, y por esa vía su anestesia y parálisis entró en asociación con la alucinación de la serpiente. Cuando ésta hubo desaparecido, quiso en su angustia rezar, pero se le denegó toda lengua, no pudo hablar en ninguna, hasta que por fin dio con un verso infantil en inglés y entonces pudo seguir pensando y orar en esa lengua” (A. E. 2:62). Tras estas reconstrucciones, la gravedad de los síntomas cedía. Luego podían surgir otros, hasta que se realizaba el mismo tipo de cura y demás. En el período que pasaba hasta que se lograba encontrar el recuerdo (hecho que al ser hablado con el terapeuta producía la mejoría), podía haber un cierto reag reagra rava vami mien ento to de los los sínt síntom omas as,, “est “estos os entr entrab aban an en la conversación”. Esta talentosa paciente se curó, al cabo de dos años de tratamiento, de su psicosis histérica y de todos
los los sínt síntom omas as neuró neuróti ticos cos que que la acomp acompaña añaba ban. n. A ella ella se deb debe el ace acertad rtado o nom nombre de “tal “talki king ng cure cure”” (cura cura de conv conver ersa saci ción ón)) y el humo humorí ríst stic ico o de “chi “chimn mney ey-sw -swee eepi ping ng”” (limpieza de chimenea) para la tarea realizada por Breuer. En el historial los síntomas que surgían en la condición seg segunda unda se comp compar aran an con con los los meca mecani nism smos os del del sueñ sueño. o. Además se habla del soñar despierto o fantaseo diurno habitual de esta paciente como c omo predisponente de la histeria y generador de síntomas. as. La paciente nte llamaba aba a su fantaseo su “teatro privado”. Dice Breuer: “Yo acudía al anochecer, cuando la sabía dentro de su hipnosis, y le quitaba todo el acopio de fantasmas (Phantasme) que ella había acumulado desde mi última visita. Esto debía ser exhau xhaust stiivo si se querí uería a obte obtene nerr éxit xito. Enton ntonce cess ella lla quedaba completamente tranquila, y, al día siguiente, amable, dócil, laboriosa, hasta alegre” (A. E. 2:54-5) pero luego volvía volvía al estado estado anteri anterior, or, insist insistent entem ement ente. e. Tambié También n son menc mencio iona nada dass en este este hist histor oria iall como como disp dispar arad ador or de la “condición segunda” y aparición consecuente de los síntomas, las asociaciones por analogía o contigüidad. Además se expone exponen n otros otros múltip múltiple less síntom síntomas as e interp interpret retaci acione oness teóricas dignas de ser reconsideradas y profundizadas. .
Analogía Una de las leyes de la asociación, junto a la contigüidad*, la opos oposiición ción** y la caus causaa-e efect fecto o. Ha sido sido descri scrita ta desd desde e Aristóteles, pero tomó impulso con la escuela asociacionista de la psico sicollogí ogía, que exp explica licab ba todo todoss los los fenóm nómenos nos psíq psíquic uicos os como como form formas as de asoci asociaci ación ón** sin sin nada nada que que las las rigiera más que la forma de asociación en sí. Esta escuela tuvo tuvo cier cierto to pred predic icam amen ento to entr entre e fine finess del del sigl siglo o XVII XVIIII y prin princi cipi pios os del del XIX. XIX. Entr Entre e sus sus miem miembr bros os más más dest destac acad ados os figura John Stuart Mill, a quien Freud tradujo y a quien cita en su trabajo sobre La concepción de las afasias (1891) (escrito en el que, entre otras cosas, expone ideas muy interesantes sobre las representaciones-cosa* y representaciones-palabra*). Freud no abrazó esta filosofía, aunque extrajo de ella algunos conceptos que le fueron útiles para sus propios razonamientos y descubrimientos. Él concibe un psiquismo compuesto por representaciones* y
energía (libidinal básicamente). La energía que circula entre ella ellass invi invist stié iénd ndol olas as (la (la ene energía rgía adqu adquie iere re el nomb nombre re de libido* en el momento que inviste a la representación) en busca de la descarga. Las leyes por las cuales la libido pasa de la investidura de una representación a otra, son las de la asociación. Una de ellas es la ley de analogía*. El proceso primario* aprovecha las analogías para producir identidades más fácilmente. Cuando hay un yo* con un proceso secundario*, esto se modera. Dicho de otro modo, la acti ctividad de pensam samiento* permite distinguir la contigüidad de la identidad (véase: identidad de percepción e identidad de pensamiento), la analogía de la identidad y hasta la oposición, aproximándose más a la causa-efecto. La asociación por analogía además será la principal generadora de los símbolos universales*, previos o probablemente simultáneo simultáneoss a la aparición aparición del lenguaje* lenguaje* (en la humanidad) y luego uego olvi olvid dados ados y perte ertene neci cie ente ntes al inco incons nsci cie ente nte*. Símbolos que reaparecen en los sueños*, en los mitos* de los pueblos e incluso en algunos síntomas* neuróticos. El mecanismo de la represión*, realizado por la parte inconsciente del yo, elige su formación sustitutiva*, también por leyes analógicas (o por contigüidad) con la representación reprimida, de manera que el parecido pueda escapar a la consciencia*. El parecido o analogía se produce sobre una de las cualidades de la representación. Al confundirse el atributo con el todo, la identidad lograda es aparentemente total cuando en realidad es parcial. El proceso de discriminación tendrá que hacerlo el yo con su proceso secundario, distinguiendo entre analogía e identidad, entre el atributo y la cosa*.
Angustia Afecto*, o estado afectivo displacentero particular, que va acompañado de un tipo de proceso de descarga corporal tam tambié bién típic ípico, o, y la perc perce epció pción* n* de este ste proc proce eso de descarga. El proceso corporal consiste predominantemente en hipe hiperp rpne nea, a, taqu taquic icar ardi dia, a, aume aument nto o de la sudor sudorac ació ión n y secreciones en general. El modelo de la respuesta corporal es tomado por un lado del primer tipo de reacción de la cría humana ante el trauma* del nacimiento nacimiento -trauma -trauma producido producido
esenc senciialm almente ente,, y entre ntre otra otrass cosa cosas, s, por por el aum aumento ento tremendo de la cantidad de excitación* corporal que se produce al pasar de la oxigenación onfalomesentérica a la respiración pulmonar- por otro lado es un relicto de lo que otrora, en la prehistoria de la humanidad, fueran acciones acordes a un fin y ahora permanecen simplemente como altera alteracio ciones nes intern internas* as*,, expres expresione ioness afecti afectivas vas.. El bebé bebé al nacer expresa la alteración interna (expresión de emoc emocio ione nes, s, grit grito, o, iner inerva vaci ción ón vasc vascul ular ar); ); esta esta form forma a de respuesta es adecuada al principio ya que así el cuerpo reci recib be la oxi oxigenaci nación ón nece necesi sita tad da. Pero Pero despué spuéss será será adoptada por el yo* como el prototipo de la reacción contra el peligro. La primera reacción en la vida posterior frente a una situación de peligro*, interior o exterior, consistirá en la angustia. En algunos momentos de su obra -manuscritos a Fliess, los trabajos sobre la neurosis de angustia- Freud cons consiider dera otro otro mod modelo de la ang angusti ustia: a: las reac reacci cion one es producidas durante el acto sexual. Ambos se complementan. El modelo de reacción frente al peligro está más cerc cerca ano en gene genera rall al conc conce epto pto de seña señall y el de acumulación tóxica a la homologación con la excitación sexual. La angustia es el afecto displacentero por excelencia y es la moneda común a la que remiten los otros afectos displacenteros. El yo no quiere sentirla. Se defiende de ella. Así surgen las neurosis*
Angustia, teoría de la Suele decirse que Freud postuló dos teorías de la angustia*. Sin embargo seguiremos la hipótesis de que hay una sola que se va complejizando a medida que se profundiza el conocim conocimien iento to del funcio funcionam namie iento nto menta mental. l. En el fondo fondo la angustia es una y la misma, lo que puede variar son los motivos que la ocasionen o las diferentes explicaciones que tengamos sobre ella. En sus trabajos sobre la neurosis de angustia*, la explica como producto de la acumulación de tens tensió ión n sexu sexual al som somáti ática (cant cantid idad ad de excit xcitac ació ión* n* no transformada en libido*, en deseo* sexual, al no estar unida a representaciones*). Cuando por alguna causa no psíquica (la (la caus causa a no es la repr repres esió ión* n* de las las repr repres esen enta taci cion ones es psíquicas, sino un efecto mecánico actual producido en el
hec hecho mismo de la acci cción sex sexual, al, por ejemplo: una incorrecta relación sexual, o una relación sexual insa insati tisf sfac acto tori ria) a) se prod produc uce e una una inad inadec ecua uada da desc descar arga ga sexual, la cantidad de excitación acumulada, sin ligadura psíquica, deviene automáticamente en angustia. Esta teoría implica la concepción de que no toda acción va unida a representaciones, o tiene un correlato psíquico; o si así lo fuer fuera, a, de que cada cada acci acción ón tien tiene e tamb tambié ién n un corr correl elat ato o mecánico ajeno a lo psíquico (en el sentido de representación), o corre paralelamente a él por otra vía produc producien iendo do efect efectos os corpor corporale aless y, por este este lado, lado, gener genera a afe afectos ctos** (ang angusti ustia a auto autom mátic ática* a*)). Esta Estass sens sensac aciione ones displacenteras, en algunos casos muy intensas y en otros compuestas casi únicamente por afecciones corporales, son percibidas por el polo percepción consciencia* (PCc.) donde adqu adquie iere ren n cual cualid idad ad** displ isplac ace er*, r*, por por lo que el yo* en segunda instancia busca encontrarle ligadura con representaciones-palabra* preconscientes* y darle cualidad repr repres esen enta taci cion onal al,, cosa cosa que que difí difíci cilm lmen ente te cons consig igue ue.. La conclusión es que la cantidad de excitación acumulada es perci percibi bida da auto automá máti tica came mente nte por por el apar aparat ato o perc percep eptu tual al** como angustia. Esta base teórica influirá hasta 1925 en la teoría de la represión y junto con ella, en la teoría de la angustia de la primera tópica. En ese período, Freud dice que la represión genera la angustia, en tanto separa la repr repres esen enta taci ción ón de su inve invest stid idur ura, a, que que se tran transf sfor orma ma en afecto y principalmente en angustia. Al ir profundizando su conocimiento del yo y luego de describir su segunda tópica o teoría estructural en 1923 en El yo y el ello, inte interr rrel elac aciionar onará á la expl explic icac ació ión n de la form formac ació ión n de los los síntomas* neuróticos con la de los mecanismos de defensa* cont contra ra la angust angustia ia,, adem además ás de dife difere renci nciar ar y vinc vincul ular ar la angu angust stia ia ante ante las puls pulsiione ones* con la angus ngusttia ante ante los los pelig peligros ros exteri exteriore ores. s. Entonce Entoncess se enhebr enhebrará arán n todas todas estas estas teor teoría íass contr contrad adic icto tori rias as hasta hasta ese ese mome moment nto. o. La sínt síntes esis is bril brilla lant nte e se expo expone ne en Inhi Inhibi bici ción ón,, sínt síntom oma a y angu angust stia ia (1925) (1925).. Mantie Mantiene ne la primit primitiva iva explic explicaci ación: ón: “Vemos “Vemos ahora ahora que no necesi necesitam tamos os desva desvalor loriza izarr nuestr nuestras as elucid elucidaci acione oness anteriores, sino meramente ponerlas en conexión con las intelecciones más recientes” (A. E. 20: 133); sirve aún para explicar las neurosis actuales* o el factor actual neurótico de toda psiconeurosis, incluso la angustia automática en el brote esquizofrénico, a lo que se podrían agregar neurosis traumá umáticas cas* y alguna patología psicoso osomática. La
acumulación de cantidad de excitación explica el trauma* del del naci nacim mient iento o y aque aquell lla a es la máxim áxima a sens sensac aciión de desvalimiento* temida. Ella, prácticamente, es la que se vuelv uelve e a produc oduciir cuan cuand do la ang angusti ustia a autom utomát átic ica a es síntoma*. Para defenderse el yo va generando mediaciones, gracias a las cuales va a poder dominar al ello*. El yo será “el almácigo de la angustia”. La cultivará en él trans ransfform ormándo ándola la en seña señall y la insi insinu nuar ará á a la pulsi ulsión ón proveniente del ello y a la parte inconsciente del yo para que el mecanismo defensivo yoico, guiado por el principio de placer*, reprima a la pulsión y se evite entonces el displacer al que podría conducir su satisfacción. Este tipo de angustia es angustia señal*, es una señal que utiliza el yo para manejar a la pulsión y reprimirla, para que no se descargue. Es la angustia señal la que genera entonces la represión y no a la inversa. A esta angustia no se necesita explicarla tampoco por acumulación cuantitativa, es una tramitación, un recuerdo* de lo que podría pasar si.... que consigue que la pulsión retroceda y el proceso no siga adelante (cuando la represión tiene éxito, obviamente, pues cuando falla resurge la angustia automática, que sí requiere explicación económica). La angustia señal nace en íntima vinculación con la realidad*, pues se basa en hechos reales o vividos com como reales (véase: verdad hist histó órica) ca) en determinados momentos de la vida, como lo son la pérdida del objeto, la amenaza de castración o de pérdida de amor. Podemos decir que la angustia de castración* va a ser el prototipo de las angustias señales y a ella van a remitir las otra otrass ang angusti ustias as com como la de pérd pérdid ida a de obje objeto to**, la de pérdida de amor*, la angustia ante el superyó* y la angustia soci social al*. *. Como Como ya vimo vimos, s, toda todass esta estass angu angust stia iass señal señales es pueden fallar -por alguna causa psíquica (esquizofrenia*), o no psíq psíqui uica ca (neu (neuro rosi siss actu actual ales es))- y ento entonc nces es el apar aparat ato o psíquico es invadido por la cantidad de excitación y, por lo tanto, la angustia automática ocupa el panorama.
Angustia ante el Superyó Tipo de angustia señal* sentida por el yo*, debido al hecho de que éste produce mecanismos defensivos frente a la moci moción ón puls pulsio ional nal,, ante ante la amen amenaz aza a de casti castigo go reci recibi bida da
desd desde e el supe supery ryó* ó*,, cuand cuando o exis existe te el peli peligr gro o del del avanc avance e pulsional proveniente desde el ello*. Implica la formación del superyó, entonces, producida merced a la introyección de la figura de los padres (principalmente el padre), corno identifi identificacione cacioness secundarias* secundarias* prohibido prohibidoras ras y castigadora castigadorass de la satisfacción pulsional. Así los sentía el sujeto en su infancia. Después del hundimiento del complejo de Edipo* devi devini nier eron on en iden identi tifi fica caci cion ones es*. *. La sola sola pres presen enci cia a del del deseo* Inc. investido es pasible de sanción para el superyó. Esto refuerza, por un lado, la necesidad de su desconocimiento con la utilización de los mecanismos de defensa* del yo, los que producen el desconocimiento del deseo, de todas maneras insuficiente para el yo, ya que al tener el superyó una parte inconsciente*, capta al deseo Inc. pulsional in statu nascendi, produciendo el yo de todas maneras la señal de angustia, que luego toma el matiz del sentimien sentimiento to de culpa*. culpa*. La angustia* angustia* ante el superyó remite a la angustia de castración* en el varón y a la angustia de pérdida del amor* del objeto* en la mujer, que eran las angustias más temidas durante el período del complejo de Edipo, cuyo uyo sep sepult ultamiento* y represió sión* originó la form formac ació ión n del del supe supery ryó. ó. Para Para evit evitar ar la angu angust stia ia ante ante el supe supery ryó, ó, tamb tambié ién n se gene genera ran n ento entonce ncess meca mecani nism smos os de defensa. Este tipo de angustia señal es el que predomina en la neurosis obsesiva*, en la que son so n típicos el aislamiento* y la anulación de lo acontecido*. En las fases más tardías de la neurosis obsesiva la angustia coincide con el sentimiento de culpa, culpa del yo ante el superyó, independiente de los hech hechos os de la real realid idad ad** (por (por ejem ejempl plo o las las leye leyess socia sociale les) s).. Obviament Obviamente e la angustia angustia ante el superyó superyó también también pareciera pareciera ser típica de la melancolía* aunque en esta afección el superyó ha tomado el poder sobre el yo y lo castiga sin piedad. La angustia ante el superyó puede aparecer en los tratamientos psicoanalíticos con la forma de angustia de muerte* o ante el destino (representantes del castigo del superyó).
Angustia automática Angus ngusttia* producid cida por la presencia cia en el aparato psíquico* de una hipercantidad de excitación libidinal. Es
como una repetición del trauma* del nacimiento, tal es la indefensión o desvalimiento* del psiquismo ante la tensión de necesidad. Tiene diferentes causas: es la única existente en las neurosis actuales*, como expresión de un monto de exci xcitaci ación no lig ligado ado por el apar aparat ato o psí psíquico uico;; o com como expresión neurótica actual de toda neurosis de transferencia* en lo que concierne a la porción de excitación no ligada a representaciones*. También aparece cuando, por alguna causa, la angustia señal* utilizada u tilizada por el yo* falla o los mecanismos de defensa* no han funcionado ante la angu ngustia señ señal, al, siendo ndo arrasado el yo por la exci excita taci ción ón,, gene genera rand ndo o así así ataq ataque uess de angu angust stia ia en las las neur neuros osis is hist histór óric icas as o tran transf sfer eren enci cial ales es.. En la psic psicos osis is** esquizofrénica, dados la grave alteración del yo y el retiro de la investidura de las representaciones-cosa* Inc. con la pérd pérdid ida a del del dese deseo* o* obje objeta tall consi consigu guie ient nte, e, la cant cantid idad ad de excitación* queda sin posibilidad de ser ligada y se expresa auto automá máti tica came ment nte e como como angu angust stia ia o, mejo mejorr dicho dicho,, como como angustia automática.
Angustia de castración Angustia* sentida por el niño varón cuando comprende la diferencia de los sexos en términos de fálico-castrado. En este período (fálico) el niño comprende el genital femenino confundiéndolo con la falta del masculino, merced a un juicio* basado en la percepción* (que lo es de una falta), el que le acarr arrea la angus ngusttia reali alista* de que sea una una posibilidad cierta el que ese peligro le pueda ocurrir a él. A posterior¡* deviene en la angustia señal* por excelencia (posteriormente al hundimiento o represión* del complejo de Edip dipo* e inst nstaura auraci ción ón del del sup supery eryó* en el apa aparato rato psíquico*). La angustia de castración aparece, entonces, en la cumbre del complejo de Edipo y es generadora de las neurosis infantiles (el pequeño Hans, el “hombre de los lobos”*), generalmente zoofobias*, relictos del totemismo*; luego va tomando las características del símbolo mnémico* que que cult cultiv iva a en su “alm “almác ácig igo” o” el yo* yo* para para prod produc ucir ir sus sus mecanismos de defensa* ante lo que siente como el peligro pulsional. La angustia de castración es también un nivel de angustia señal, más alto en su complejidad que la angustia
de pérdida de objeto*. Se la siente básicamente ante el padre, rival edípico, y es resul sultado, en la hipótesis filogenética freudiana, de que en las épocas de la horda primitiva*, éste castraba a sus hijos para poder poseer a todas las mujeres de la horda, En Inhibición, síntoma y angustia (1925) dice Freud que la angustia de castración remite a la angustia de pérdida de objeto, pues la posesión del pene sería la condición para, en este nivel, poder tener* a éste. éste. El recono reconocim cimien iento to defini definitiv tivo o de la difere diferencia nciació ción n sex sexual ual, con con toda oda su conf confli lict ctiv iva a a cue cuestas stas,, trae rae mayor ayor complejidad al vínculo con el objeto*. La carencia objetal remite, en última instancia, al peligro de volver a caer en la tensión de necesidad, la angustia automática*. La angustia de castración sería una angustia señal que llevará al yo a hace hacerr efec efecti tivo vos, s, autom automát átic icam amen ente te,, sus mecan mecanis ismo moss de defensa, generando así nuevas mediaciones que lo alejen de ese peligro. En el adulto la angustia de castración es reemplazada por lo general por la angustia ante el superyó* y la angustia social*, cuyo sustrato es en el fondo. Pero esas angustias implican un grado aún mayor de mediación y com complej plejid idad ad.. La ang angusti ustia a de cast castrració ación n será será facto actorr principalísimo en la creación de síntomas neuróticos, en las así así llam llamad adas as neur neuros osis is hist histór óriicas cas o de trans ransffere erencia ncia*, *, principalmente la histeria de angustia* y sus fobias*. Es interesante acotar que el yo realidad definitivo* culmina su constitución en el período fálico, cuando el falo haciendo caer bajo su supremacía al resto de las zonas erógenas* les da una unidad, la que va a ser llamada yo. Esto es otra muestra de la importancia de la angustia de castración en la cons consti titu tuci ción ón del del apar aparat ato o psíq psíqui uico co masc mascul ulin ino o (may (mayor or imperativo categórico, mayor dramaticidad en la formación del superyó, la que a su vez es más temprana, termina con el complejo de Edipo y no en la pubertad, como en el caso femenino). Por lo demás, esta angustia es realista en el niño niño duran urantte el compl omplej ejo o de Edi Edipo, po, lueg uego devi devien ene e en angustia señal cultivada por el yo y usada como símbolo mnémico ante las pulsiones* que pretenden retornar desde lo reprimido* y satisfacer la sexualidad infantil* reprimida primariamente, y de las cuales el yo se defiende con sus represiones secundarias* o mecanismos de defensa.
Angustia de muerte
Tipo de angustia realista* preconsciente*, que resulta una forma de elaboración secundaria* de la angustia ante el superyó* inconsciente* (por ejemplo: como angustia* ante el dest destin ino) o),, y en ocas ocasio ione ness la angu angust stia ia de cast castra raci ción ón*, *, tamb tambié ién n incon nconsc scie ient nte e (por (por ejem ejempl plo: o: angu angust stia ia ante ante los los accid acciden ente tes, s, enfe enferm rmed edad ades es vené venére reas, as, etcé etcéte tera ra). ). No hay hay repres represent entaci ación-c ón-cosa* osa* inconsc inconscien iente te de la muerte muerte propi propia, a, pues no pudo haber vivencia de ella. Las representaciones* surgen de las vivencias, son huellas de éstas en última instancia. Para tener una noción de la muerte propia e incluso de la ajena, hay que poseer representación-palabra* que permita pensarlas preconsciente o conscientemente. A partir de ahí, entonces, se vinculan la muerte ajena con la propi ropia, a, per pero ape apenas nas si se tie tienen nen teorí orías, as, fant fantas asíías y representaciones exteriores básicamente creadas merced a las las pala palabr bras as (“el (“el frío frío de los los sepu sepulc lcro ros” s”)) habl habland ando o de la muerte y no una representación cabal o vívida de lo que es. Por lo tanto, la angustia de muerte resulta una elaboración preconsciente de la angustia. La angustia señal* se produce ante el peligro. El peligro real durante el complejo de Edipo* es la--- castración; antes lo había sido la pérdida del objeto, y después el castigo del superyó, todos a su vez niveles de mediación ante la indefensión o desvalimiento* frente a la cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón** o tens tensió ión n de nece necesi sida dad, d, cuyo cuyo prototipo es el trauma* del nacimiento.
Angustia de pérdida de amor Tipo de angustia señal* percibida principalmente por la niña al entrar en el período fálico, por lo tanto, en el complejo de castración*. Al comprender la diferencia de su cuerpo c uerpo con el del niño, en fin, con lo que ella entiende como niño no castrado, comprende ésta como si a ella le faltara el genital y no como sexo femenino (proceso al que deberá llegar trabajosamente el yo*, tras un esfuerzo de actividad de pensamiento* complejo y al que arribará en la pubertad, en el mejor de los casos). Por lo tanto, en la época de este crucial descubrimiento, sucumbe a la envidia del pene*. Se agrega a la diferencia anatómica el hecho de que aparece
una desigualdad con respecto al niño en la constitución del yo, dado que el falo no tendría en este caso la suficiente primacía (véase: primacía fálica) sobre el resto de las zonas erógenas* (el falo es el clítoris en todo caso, de ahí la envidia). Lo que en el período del complejo de castración en la niña es entendido como falta de genital, paulatinamente es reemplazado por el cuerpo erógeno todo, y la vagina en parti articu cullar (pe (pense nsemos en lo dif difuso uso y gener neraliz alizad ado o del del orgasmo femenino). Por eso el narcisismo* de la mujer no se constituye de un principio como “amor propio” sino que predomina en ella una necesidad* de ser amada, lo que la hace más dependiente del objeto*. También esto puede ser otro elemento que puede ayudar al hecho de que algunas muje mujere ress cons consti titu tuya yan n su yo más más como como obje objeto to que que como como sujeto. En el período del complejo de castración, en la niña la necesidad de ser amada (en un principio por la madre) se hace extrema; de ahí lo intenso de la angustia de la pérdida de su amor. Posteriormente viene, por lo común, un tiempo en el que culpa a la madre por su minusvalía, rompe con ella, y pasa a querer poseer un hijo, símbolo del pene anhelado (a este pasaje se lo llama ecuación simbólica). Por este este camin camino o cond conduce ucent nte e a su femi femini nida dad, d, encon encontr trar ará á al padre adre com como obje bjeto y pasar asará á a sent sentir ir angus ngusti tia a ante ante la pérdida de amor de éste, de quien ahora espera su hijopene pene.. Más Más tard tarde, e, en la adol adoles esce cenc ncia ia,, hará hará su elec elecci ción ón defi defini niti tiva va de obje objeto to** exog exogám ámic ico* o*,, elec elecci ción ón que que llev llevar ará á incl ncluida la historia con sus objetos primarios y las angust angustias ias** corres correspon pondie diente ntes. s. El supery superyó* ó* femen femenino ino tarda tarda más que el masculino en constituirse, asimismo es menos drás drásti tica ca su form forma a de estr estruc uctu tura raci ción ón.. La angu angust stia ia de la pérdida de amor femenina se prolonga más en el tiempo y prob probab able leme mente nte esto esto infl influy uya a incl inclus uso o en la gene genera raci ción ón de diferencias respecto de las angustias posteriores, frente al superyó* y la angustia social*. La angustia de pérdida de amor “[...] desempeña en la histeria un papel semejante a la amenaza de castración en las. fobias, y a la angustia frente al superyó en la neurosis obsesiva” (1925, A. E. 20:135), lo que seguramente tiene alguna relación con que la histeria sea predominantemente femenina.
Angustia de pérdida de objeto
Angustia* sentida por el bebé cuando en su camino de salida del yo placer purificado* (en el que el objeto* en la medida en que producía placer* era considerado yo*) va reco recono noci cie endo ndo poco poco a poco poco a la madr madre e como como obje objeto to de placer, como omo no-y no-yo o, por lo que pasa a ser deseada (recordemos que en el yo placer se reconocía como no-yo todo lo odiado). Comienza a pasar de la categoría ser*, a la categoría tener*, por lo tanto, a la posibilidad de no tener; esta posibilidad generará angustia pues la presencia del objeto se ha mostrado importantísima, hasta impr impres esci cind ndib ible le,, para para no ser ser invad nvadid ido o por por la tens tensiión de necesidad*, la cantidad de excitación*, en otras palabras, la angu angust stia ia auto automá máti tica* ca* del del traum trauma* a* del del naci nacimi mien ento to.. Esta Esta angustia de pérdida de objeto es la primera angustia que actúa como señal, generadora de mecanismos de defensa* del yo, inconscientes algunos, y de formas de defensa que aunque no se las pueda considerar mecanismos quizá sean las más eficientes que pueda tener el yo. Fruto de este tipo de angustia, irán surgiendo entonces los juegos infantiles, el lenguaje*, etcétera, que harán las veces del objeto de placer al que, de esta manera, se podrá tener. La angustia de pérdida de objeto se expresa en la clínica básicamente como angustia ante la soledad, la oscuridad, la presencia de extr extrañ años os,, etcé etcéte tera ra.. De toda todass mane manera ras, s, tamb tambié ién n esta esta angustia tiene como trasfondo a la angustia de castración*. La angustia de pérdida de objeto consiste en una señal que es producida en ínfima cantidad por el yo, lo que hace que automáticamente nte y en forma incon conscie ciente surj urja el mecani canism smo o de defensa ensa que que ori originar nará una una form ormació ación n sust sustit itut utiv iva* a*,, una una tran transac sacci ción, ón, la que que prod produci ucirá rá el efec efecto to buscado de inconscientizar a la pulsión*, y en este sentido será eficaz. Esta forma de angustia no necesita explicación econó conóm mica, es produci ucida por el yo (como todas las angustias señales*) con ínfimas cantidades y basándose en el recuerdo*, la representación* peligrosa. El resultado del mecanismo defensivo puede ser la generación de síntomas*, rasgos de carácter*, etcétera. En el adulto se puede producir por regresión* yoica, pues es más primitiva (la distinción yo-objeto de placer, en el período infantil en que este tipo de angustia predomina, es menos clara) que la angustia de castración, la angustia ante el superyó* y la angustia social*, aunque se pueden mezclar y ser difíciles de distinguir. Es el tipo de angustia predominante en los
mecanismos defensivos (desmentida*) de la amencia de Meynert*. Si por alguna causa los mecanismos defensivos yoico oicoss falla allan, n, pued uede deve deveni nirr el ataq ataque ue de ang angusti ustia a y producir cirse la angusti stia auto utomáti ática, la cual sí tiene explicación económica, pues es producida por la cantidad de excitación, o lo que es lo mismo, la invasión de la tensión de necesidad.
Angustia neurótica A diferencia de la angustia realista*, esta angustia* no se siente frente a la percepción* de un peligro exterior sino fren frente te a uno inte intern rno, o, aunq aunque ue éste éste sea sea inco incons nsci cien ente te*, *, o mejor, a pesar de que el yo* lo desconozca. Es la angustia del yo frente a sus pulsiones*, mejor dicho frente al peligro exte exteri rior or que que paul paulat atin inam amen ente te las las puls pulsio ione ness impl implic ican an a medida que se distingue al yo del objeto* de placer* (la pérdida, la castración), su satisfacción o el deseo* de su satisfacción. En el niño, durante el período del complejo de Edipo*, la angustia de castración* es realista, luego, en el adulto, es una señal recordatoria de aquella angustia; pasa así así a conv conve ertir rtirse se en angus ngusti tia a gene genera rad dora ora en el yo de mecanismos de defensa*, los que cuando fallan pueden ser origen de síntomas*. Entonces angustia neurótica es, a la vez, producto de neurosis y generadora de neurosis. Otro capítulo es el de las neurosis actuales* en que la angustia no está ligada a representaciones*, expresión automática de la cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón*. *. En la esqu esquiz izof ofre reni nia* a*,, la angustia se explica como en las neurosis actuales pero las causa causass son son dife difere rente ntes. s. En este este pade padeci cimi mien ento to psic psicót ótic ico o narci narcisi sist sta, a, el arra arrasa sami mien ento to del del apar aparat ato o psíq psíqui uico co por por la cant cantiidad de excit citació ción que se produce ante nte la desinvestidura* de sus representaciones-cosa* Inc., deja a la cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón sin sin liga ligadu dura ra,, o con con una una liga ligadu dura ra ende ndeble porque la represen sentació ción-pa -palabra* no está stá sustentada por la representación-cosa, ahora desinvestida o proyectada* (como, por ejemplo en los delirios* paranoides).
Angustia realista Estado afectivo displacentero particular que se siente frente a la percepción* de un peligro exterior. Se asimila al miedo, afecto* que queda después de la vivencia de dolor*. Dice Freud: “[...] la angustia realista aparece como algo muy racio aciona nall y com compren prensi sibl ble e. De ella lla dire iremos que que es una una reacción frente a la percepción de un peligro exterior, es decir, de un daño esperado, previsto; va unida al reflejo de la huida, y es lícito ver en ella una manifestación de la puls ulsión de autoconse nservació ción” (1917, A. E. 14:358). Renglones más abajo pone en tela de juicio la adecuación de la respuesta angustia* ante el peligro, diciendo que la respuesta adecuada sería enfrentarlo o huir. Entonces la angustia realista es adecuada si es una simple señal que permite al yo* encontrar la acción adecuada, si la angustia por el contrario paraliza al yo, éste pierde la posibilidad de autoconservarse. En Inhibición, síntoma y angustia (1925) incluye como angustias realistas, las angustias sentidas por el niño en su proceso de reconocimiento del objeto* como fuente de placer*: como son la angustia de pérdida de objeto* y la angustia de castración*. Son angustias realistas desde que (en esa época) el peligro proviene del exterior. Dejan de ser realistas cuando son usadas a posteriori* por el yo, como señales basadas en recuerdos* para generar los mecanismos de defensa* contra las pulsiones* provenientes del interior del cuerpo.
Angustia señal Señal producida y sentida por el yo*, el que la utiliza para lograr dominar a la pulsión*. Esto lo hace mediante los meca mecani nism smos os de defe defens nsa* a* ante ante ella ella.. Util Utiliz iza a para para ello ello el principio de placer* en contra de la satisfacción pulsional, paradójicamente, pues tras la instalación de la represión prim primar aria ia** la posi posibi bili lida dad d de la sati satisf sfac acci ción ón puls pulsio iona nall le generaría displacer* (angustia*) al yo. Al enviar el ello* una investidura de deseo* pulsional Inc. (o lo que es lo mismo, una representación-cosa* investida buscando repr repres esen enta taci ciónón-pa pala labr bra* a* para para pode poderr ser ser conoc conocid ida a por por la
consciencia* perteneciente al yo), el yo puede no aceptarla como propia produciendo la angustia señal, para lo que utiliza el recuerdo* de momentos de angustia que fueron real reales es en la infa infanc ncia ia,, por por ejem ejempl plo: o: la visu visual aliz izac ació ión n del del genital femenino en el caso de la angustia de castración*. La angustia señal está basada, entonces, en la experiencia. Éste es el caso de la angustia de pérdida de objeto* cuando el bebé comienza a reconocer al objeto* como tal. También el de la angustia de castración que surge en la etapa fálica del varón, cuya contrapartida contrapartida en la mujer es la angustia de la pérdida de amor* del objeto. En el adulto no neurótico (a excepción del neurótico obsesivo en el que predomina la angustia ante el superyó*, pero como amenaza de castigo inconsciente) las angustias señales suelen ser las que se producen ante el superyó* y la angustia social*. La angustia seña señall es para para el yo un recu recurs rso o suma sumame ment nte e efic eficaz az para para dominar a la pulsión, si bien muchas veces costosísimo, los daños en su estructura son un efecto no buscado (por lo menos nos dent dentro ro del princ rinciipio de place lacer) r) que no pued uede atri atrib buirs uirse e a la ang angusti ustia a seña señall sino ino a los mecani canism smos os defensivos que produce el yo gracias a ella. Así y todo es de subrayar la eficacia defensiva; ante la señal auto automá máti tica came ment nte e se desi desinv nvis iste te** la repr repres esen enta taci ción* ón* (de (de palabra o de cosa según el caso, lo que también va a indicar niveles de gravedad en la patología o alteración del yo) y la pulsión, “desactivada”, pierde su eficacia.
Anulación de lo acontecido Mecanismo de defensa* o forma de la represión secundaria* por la cual, utilizando el pensamiento* mágico, se hace “desaparecer” algo sucedido, en la mayoría de los casos realizado o fantaseado previamente por el mismo sujeto. La anulación de lo acontecido es un mecanismo yoico oico inco incons nsci cie ente nte* típico pico de la neur neuros osis is obse obsesi siva va** y produce produce en general general los llamados llamados “síntomas* en dos actos”, donde el segundo cancela al primero como si nada hubiera ocurrido. También es generador de ceremoniales obsesivos*. Ambos actos son compulsivos, a pesar de que el yo* del sujeto intenta explicarlos con racionalizaciones*. La representación-cosa* de la pulsión* del ello* prohibida
por por el supe supery ryó* ó*,, reci recibe be inve invest stid idur ura a prec precon onsc scie ient nte* e* de palabr palabra a (aunqu (aunque e liger ligerame amente nte despl desplaza azada* da* de la origin original, al, disfrazada) a pesar de no haber sido nunca aceptada como propia por el yo. Tenemos entonces una representación de deseo* deseo* precons preconscie ciente nte,, aunque aunque no acepta aceptada da como como propi propia a por el yo, al que se le impone como pensamiento comp compul ulsi sivo vo,, incl inclus uso o pued puede e lleg llegar ar a acci acción ón comp compul ulsi siva va (véase: compulsión). Ésta es la transacción a la que llega el yo con con la puls pulsiión al sent sentir ir la angu angust stia ia seña señal* l* fren frente te al superyó. Como para justificarse ante éste debe realizar el segundo acto, en el que consiste estrictamente la anul anulac ació ión; n; util utiliz izan ando do la magi magia* a*,, el yo cons consig igue ue hace hacerr “desaparecer” el hecho realizado, o la fantasía* no actuada, como si nad nada hubiera suce ucedido. La anul nulación de lo acon aconte teci cido do es gene genera rado dora ra de múlt múltip iple less sínt síntom omas as de la neurosis obsesiva: a) los síntomas de dos tiempos: lavarse y ensuciarse las manos, abrir y cerrar las llaves del gas (el famoso sacar y poner la piedra del “Hombre de las ratas”), etcétera, y b) los síntomas de un solo tiempo, un solo tiempo de acción, cuando el “primero” se ha quedado en fant fantas asía ía.. (Est (Este e últi último mo caso caso es el tras trasfo fond ndo o de much muchos os cere ceremo moni nial ales es obse obsesi sivo vos. s.)) El sínt síntom oma a en dos dos tiem tiempo poss es expresió sión a su vez de la ambivalenci ncia* afectiva, la expres expresión ión del del amor*amor*-odi odio* o* en dos dos moment momentos os difere diferente ntes. s. Esta técnica cumple además un papel destacado en las prác prácti tica cass de los los enca encant ntam amie ient ntos os,, en los los mito mitos* s* de los los pueblos y los ceremoniales religiosos, pues es tributaria de la primitiva actitud animista hacia el mundo circundante. Podemos decir que la anulación tiene relativamente poco ,éxito en reprimir a la pulsión, la que, especialmente en los síntomas de dos tiempos, puede llegar a la acción más o menos simbolizada, aunque luego sea anulada. Además, suel suele e nece necesi sita tarr exte extend nder erse se a la mane manera ra del del para parape peto to fób fóbico* ico*.. En todo todo este este laps lapso, o, hast hasta a que que se cons consig igue ue la anulación, la angustia* se hace h ace presente.
Añoranza, investidura de Intensa investidura de la libido* objetal que se produce ante la real realid idad ad** irre irrepa para rabl ble e de una una pérd pérdid ida a de obje objeto to*. *. La añor añoran anzza es por la sob sobrein reinve vest stid idur ura a que al no pode oder
satisfacerse, no tiene posibilidad de salida, produciendo el dolor* psíquico durante el proceso de duelo*. En el caso del dolor* físico hay para Freud una cantidad de excitación* prov proven enie ient nte e de las las “mas “masas as en movi movimi mien ento to”” del del mund mundo o exterior (Proyecto de psicología, 1950a [1895]) que penetró en el cuer uerpo por una soluc oluciión de con continuid uidad de su supe superf rfic icie ie.. Tamb Tambié ién n pued puede e ser ser por por una enfe enferm rmed edad ad de alguno de sus órganos, a la que se agrega un monto de libido narcisista que se agolpa en el órgano dolorido (1925). Algo análogo ocurre en el caso del dolor psíquico. Hay un agolpamiento muy intenso, pero ahora es de libido objetal, investidura de añoranza. La realidad muestra que el deseo* del objeto perdido no se satisfará nunca más como otrora, con lo que aquel se intensifica y choca ante la imposibilidad real, situación que se repite en cada ocasión que remeda al objeto perdido. El proceso de duelo consiste precisamente en el ir desp despe egando ando de la real realid idad ad la inve nvestid stidur ura a de añor añoran anzza. Este ste proc proce eso se podrá odrá real realiizar zar en tant tanto o la investidura predominante haya sido de libido objetal, pues si la elección de objeto* previa fuera predominantemente narcisista* se producirá seguramente retracción libidinal*, la que volverá al yo*, como en el caso de la melancolía*. En esta última, el sentimiento de culpa* del yo ocupa el lugar de la añoranza por el objeto.
Aparato psíquico Mode Modelo lo para para repr repres esen enta tarr el func funcio iona nami mien ento to psíq psíqui uico co.. Probablemente Freud lo tomó del materialismo mecanicista de fines del siglo pasado, principalmente a través de la escue scuella de Helm Helmho holt ltzz, tamb ambién ién sig siguie uiendo ndo el mode odelo anat anatóm ómic ico o y fisi fisiol ológ ógic ico o (apa (apara rato to circ circul ulat ator orio io,, apar aparat ato o resp respir irat ator oriio, etcét tcéte era) ra). Al lle llevarl varlo o hast hasta a sus sus últi últim mas consecuencias, muy rápidamente lo deslindó de localizaciones anatómicas o neurofisioquímicas, sin por eso dejar de pensar que de alguna manera éstas existieran, más bien lo enfocó desde otra óptica. Su terreno fue la psicología, generando una nueva manera de entenderla. Si bien el modelo es mecanicista predomina en la explicación de su funcionamiento la dinámica psíquica, su funcionalidad y su sist sistem emat atiz izaci ación ón.. Está Está const constit itui uido do por por un intr intrin incad cado o
meca mecani nism smo o con con dist distin into toss elem elemen ento toss que que se acop acopla lan n u opon oponen en entr entre e sí. sí. Este Este apar aparat ato o psíq psíqui uico co se “con “const stru ruye ye”” paulatinamente y se hace más complejo a medida que se van teniendo nuev uevas experiencias. as. Su descr scripción corr corres espo pond nde e a la meta metaps psic icol olog ogía ía freu freudi dian ana; a; por por lo tant tanto o tiene un sentido tópico, uno dinámico y uno económico. La teoría del aparato psíquico tiene, a lo largo de la obra freu reudian diana a, des desarr arrollo ollos, s, conf confiirmac rmaciione ones, agre agrega gado dos, s, rectificaciones y/o cambios. En el manuscrito Proyecto de psicología (1895) -publicado póstumamente en 1950, que forma parte de su correspondencia con Fliess y es contemporáneo a otros intentos similares de la época como el de Sigmund Freud y el mismo Breuer en la parte teórica de los los Estu Estudi dios os sob sobre la hist hister eria ia (189 (18933-95 95))- expo expone ne un aparato psíquico con cierta raigambre anatóm atómiicocohistológica, de la que en el transcurrir del texto paulatinamente va desprendiéndose. Habla ahí de neuronas * que alojan a las representaciones* primero y paulatinamente aquellas van deviniendo en éstas, lo que se hará explícito en el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900). Se observa en el “Proyecto” una metodología de pensamiento sumamente rigurosa, como la de un fisiólogo que pondrá bajo el microscopio a los temas psicológicos. Se vislumbran en esta obra ideas que serán desarrolladas muchos años después, y su lectura se torna impres imprescin cindib dible le para para poder poder entend entender er razonam razonamien ientos tos muy posteriores. Postula ahí un aparato psíquico compuesto por neuronas y cantidad de excitación*, una cantidad a la que no toleran, y toda la compleja defensa* que la red neuronal debe desarrollar, entonces, para no estar a merced de ella. Hay neuronas fi, neuronas psi y neuronas omega . Las neur neuron onas as fi está están n en cont contac acto to con con el mund mundo o exte exteri rior or y reciben las grandes excitaciones provenientes de éste a las que atenúan, por medio de filtros o pantallas defensivas; la excitación atraviesa estas neuronas sin dejar rastros, los que pas pasan a que quedar regist istrado radoss en otras tras que que son son las las encargadas de la memoria: las neuronas psi. Por último, la cualidad* perceptual es registrada por las neuronas omega, las que no registran las cantidades, sino la temporalidad de sus sus movim ovimie ient ntos os,, el perí períod odo* o*.. El apa aparato rato psíqu síquic ico o se constituye en íntima relación con el vínculo objetal, pues se pone en movimiento después de las vivencias de satisfacción* y dolor* vividas con el objeto*. Estas vivencias dejan huellas mnémicas* en él, principalmente del objeto,
que al unirse con las cantidades de excitación que provienen de las vías de conducción corporales configurarán los deseos* objetales. Al nacer el deseo queda inaugurado el principio de placer*. Se explica también en el “Proyecto” la acti activi vida dad d de pens pensam amie ient nto* o*,, la defe defens nsa a prim primar aria ia,, la defensa normal y patológica, y todo su esquema se hace más complejo paulatinamente. También Freud habla aquí de un yo*, sed sede del proces ceso secund cundar ariio*, form orma de inhib nhibic iciión* ón* de la aluc aluciinaci nación ón** (esta sta últi última ma pro propia pia del proceso primario*), para lo que se necesita instaurar el principio de realidad*, que de esta forma se genera. Cinco años después, en La interpretación de los sueños (1900), se separa definitivamente del modelo anatómico pasando a hablar de tópica y lugares psíquicos virtuales (imaginarios). El aparato psíquico que describe en el capítulo VII de esta obra es completado en 1915 en su célebre “Metapsicología”. Tiene el arco reflejo como base dinámica del esquema, el que posee a su vez una puerta de entrada y una de salida de la cantidad de excitación (libidinal en gene genera ral) l).. La canti cantida dad d de exci excita taci ción ón pene penetr tra a por por el polo polo perceptual*, deviene por un lado en quantum de afecto* y es percibida como displacer* en aquel, genera además una tendencia, que al irse ligando a representaciones, toma el nombre de deseo. Tales representaciones son de dos tipos: repres represent entaci ación-c ón-cosa* osa* prime primero ro y repres represent entaci ación-p ón-pala alabra bra** después, cuando el sujeto aprende el lenguaje*. Gracias a las representaciones-palabra la consciencia* conocerá a las repr repres esen enta taci cione ones-c s-cosa osa y por por lo tant tanto o podr podrá á pensa pensarl rlas as y eventualmente conducir la libido* al polo motor*, donde debe terminar el circuito con una acción específica* que desca descarg rgue ue la puls pulsió ión* n* en la fuen fuente te.. De Desca scarg rga a que que será será,, entonces, sentida por el polo perceptual como placer*. Todo esto ocurre en el caso de ser la pulsión aceptada por el preconsciente*, o sea una vez superadas las censuras*. En cuan cuanto to a las cens censur uras as exis existe ten n tópi tópica came ment nte e dos: dos: la de represión*, situada en el límite entre el Inc. y el Prec., es la que va formando el Inc. reprimido con las pulsiones de la sexualidad infantil* que culminó en el complejo de Edipo* y cuyos retoños (o sea deseos análogos o contiguos a los reprimidos e identificados por eso con ellos) son a su vez repr reprim imid idos os,, lo que que gene genera ra los los sínt síntom omas* as* neur neurót ótic icos os,, la angu angust stia ia*, *, los sueñ sueños os*, *, los los acto actoss fall fallid idos os** en gene genera ral, l, etcétera. La segunda censura es consciente y refuerza a la primera. Está basada en la sustracción de la investidura de
atención* Cc., y es la que el analista le pide al paciente que suprima para cumplir con la “regla fundamental”* de la técnica psicoanalítica*. Resumiendo: este nuevo esquema está stá com compuest uesto o por incon nconsc scie ient nte e*, preco recons nsci cie ente nte* y consc nsciencia* cia*.. Al Inc. nc., sed sede de los deseos infa nfantiles reprimidos por la represión primaria* (originalmente, en la infancia), posteriormente se le van agregando los retoños análogos o contiguos, incluso opuestos y por eso identificados con aquellos, por lo que pasan a ser reprimidos por la repre represió sión n secund secundari aria* a* o repres represión ión propi propiame amente nte dicha. dicha. Ambas características (primaria y secundaria) corresponden a la represión, primera forma Inc. de censura que escinde al aparato psíquico en un Inc. y un Prec. A ella se agrega como como refu refuer erzo zo,, la segu segund nda a cens censur ura, a, cons consci cien ente te.. En el inconsciente (Inc.) hay representaciones-cosa. Entre ellas la energía* fluye libremente (proceso primario) siguiendo las leyes de la asociación*, buscando identidades de percepción* y utilizando condensaciones* y desplazamientos*, para ello. Es el tipo de funcionamiento mental propio, pero no exclusivo, de los sueños. Escindido del inconsciente merced a la represión está el preco recons nsci cien ente te (Prec. rec.), ), com compuest uesto o pri princip ncipal alm mente nte de repres represent entaci acione ones-p s-pala alabr bra, a, las que entre entre otras otras funcio funciones nes representan a las representaciones-cosa ante la consciencia, lo que les da el nivel más alto de ligadura, con fuerte investidura y débil desplazamiento, característica del proc proces eso o secu secund ndar ario io,, de la acti activi vida dad d de pens pensam amie ient nto, o, gracias a la cual también busca la identidad con lo deseado, pero ahora la identidad de pensamiento*. Las repres represent entaci acione ones-p s-pala alabr bra a perten pertenece ecen n al lengua lenguaje je,, forma forma creada por el género humano para que lleguen los deseos a la consciencia (circunscribiendo ésta, como hace Freud, a un mero aparato perceptual*), para lo que ésta lo único que debe agregarle a ellas es una investidura de atención. Por lo tanto si la palabra es el medio más idóneo para conocer los deseos, también será el medio elegido por la represión para su propio objetivo, que es el de desconocer. Utilizará las leyes de la asociación para reemplazar las representaciones -palabra originales por otras contiguas o análogas y así conseguir sustraer la investidura Prec. alas representaciones que ahora pasarán al Inc. reprimido, o “al estado estado de represión represión”. ”. Esta sustracción de investidur investidura a Prec. será uno de los mecanismos de la represión secundaria o propiamente dicha, que junto a la atracción de la
compulsión de repetición* del Inc. y a la contrainvestidura* (éste a su vez único mecanismo de la represión primaria), son los otros mecanismos que forman parte de aquella, también traducida como “a posterior¡* de la represión”. La representación Prec. debe a su vez también vencer una censura consciente para poder ser hablada, expresada y regida más firmemente todavía por el proceso secundario, al tener la palabra emitida, incluso escrita, un efecto real, social, de comunicación. Si no vence esta censura consc conscie ient nte, e, pued puede e perm permane anece cerr más más en el terr terren eno o de la fantasía* y acercarse a las representaciones mestizas entre Prec. e Inc. regidas por el principio de placer, pero con palabras y con cierta lógica del proceso secundario. Estas fantasías o sueños diurnos se pueden convertir rápid ápidam amen ente te en ret retoños oños del del Inc Inc. y genera nerarr sínt síntom omas as neur neuró óticos, sueñ ueños, etcétera. En el último artículo ulo correspondiente a la metapsicología de 1915 al hablar del duelo* y la melancolía* aparece el tema de la identificación*, que reaparece poco después como uno de los mecanismos generadores de la masa* en Psicología de las masas y análisis del yo (1921). En estas dos obras (Duelo y melancolía y Psicología de las masas y análisis del yo) reaparece, desplegándose más, el tema de la identificación y también el del yo, el que es constituido básicamente por aquella. En la segunda obra lo hace a través de la conceptualización del líder de la masa, así como del ideal del yo* como una parte del yo diferenciada de él. En 1920 expuso su segunda teoría pulsional, tratando de explicar fenómenos repetitivos en la conducta de los paci pacien ente tes, s, que que pare pareci cier era a func funcio iona nan n no regi regido doss por por el princ rincip ipiio del place lacer, r, sino sino más all allá de él. Tod Todos estos stos fact factor ores es,, más más la obse observ rvac ació ión n clí clínica nica de la resi resist sten enci cia* a* inconsciente a la curación, van haciendo que el objetivo terapéutico se amplíe en adelante y sea importante no sólo hacer consciente lo reprimido, sino también lo represor. Esto último, a pesar de ser desconocido por el paciente, no puede pertenecer sino al yo. Lo que lleva a replantearse o a complejizar el aparato psíquico, que ya no alcanza para expl explic icar ar todo todoss esto estoss fenó fenóme meno nos. s. Por Por lo pron pronto to se hace hace imprescindible la descripción del yo como estructura y el hecho de que una parte importante de él sea inconsciente; por lo demás hay que dar cuenta del ideal del yo y de la consciencia moral*, tan sobresaliente en algunos cuadros clínicos como la neurosis obsesiva* y la melancolía. En El yo
y el ello (1923) se expone entonces la segunda tópica o teoría estructural. Ahora el aparato psíquico posee un ello* inconsciente, con la salvedad de que no todo lo inco incons nsci cien ente te está está en el ello ello.. En el ello ello está están n toda todass las las pulsiones provenientes del cuerpo con sus representaciones-cosa, además de las tendencias hereda heredadas das filoge filogenét nética icame mente nte.. Las repre represen sentac tacion ioneses-cosa cosa reprimidas son solamente una parte del ello. El yo surge en la periferia del ello, en el contacto de éste con la realidad*. Se forma esencialmente de identificaciones con atributos de los objetos (primarias, esencialmente). El yo es la sede prin princi cipa pall de las las repr repres esen enta taci cione oness-pa pala labr bra a y del del proc proces eso o secundario. Se rige, en su parte Prec., por el principio de realidad, realiza entonces el examen de la realidad*, es también la sede del pensamiento el que posee, entre otras más, una función sintética, ésta debe hallar una síntesis entre amos opuestos a los que sirve permanentemente: las pulsiones, el superyó* y la realidad. En esta difícil tarea se puede resquebrajar y producir las escisiones del yo*. Tiene, hasta cierto punto, el control de la acción. Hemos anticipado que una parte del yo es Inc. Dicha parte lo provee, merced a la ayuda del principio de placer por el que pasa a regirse (reprime o se defiende de las pulsiones, pues el pode oder sent sentiir a éstas stas como omo prop ropias ias lo angu angust stiia), a), de recursos defensivos ante la angustia señal* que él mismo cultiva en su “almácigo” y emite como aviso del peligro que podría acarrear la satisfacción de las pulsiones provenientes del ello. Otra parte del yo se escinde de él, lo observa, se le enfrenta, lo critica, vigila y castiga al yo, si éste no es como lo quiere el ideal. Esta parte, esta tercera instancia (superyó-ideal del yo) tiene un triple origen. Es la experiencia heredada de la especie que se repite de alguna manera (simbólicamente) en la experiencia individual. En esta hipótesis filogenética Freud incorpora muchos de sus pensamientos acerca del origen de la comunidad humana (par (parri rici cidi dio, o, prohi rohibi bici ción ón del del inces ncesto to,, alia alianz nza a frat frater erna na*, *, totemismo*, etcétera). Además de heredado, el superyóideal del yo resulta de la transformación, en el adulto, del narcisismo* infantil, para el cual era yo todo lo placentero (básicamente, esta transformación corresponde al ideal del yo, la segunda parte de la expresión compuesta, “superyóideal del yo”). Por último, el superyó es de nuevo heredero, esta vez no de la especie, sino de la propia prehistoria del individuo, de su complejo de Edipo. En él quedarán como
prec precip ipit itad ado o las las iden identi tifi fica caci cion ones es secu secund ndar aria ias* s* con con los los proge rogeni nito tore res, s, ocup ocupan ando do el puest uesto o princ rincip ipal al el padre adre omni omnipo pote tent nte e de la infa infanci ncia a y sus susti sustitu tuto toss post poster erio iore ress (mae (maest stro ros, s, guía guíass espi espiri ritu tual ales es,, líde lídere ress de todo todo tipo tipo). ). Se constituye constituye así la consciencia consciencia moral. Podríamos Podríamos decir decir que el supe supery ryó ó está está hecho hecho de aspi aspira raci cione oness y proh prohib ibic icio ione nes. s. La consc conscíe íenci ncia a mora morall prohí prohíbe be,, bási básicam camen ente te,, el ince incest sto o y el parricidio y sus derivados. El ideal del yo exige perfección, la perfección de la que gozaba el yo omnipotente de la infan nfanci cia. a. Tant Tanto o en form orma filoge logené néttica ica com como tóp tópica ica el superyó enraíza en el ello. Se genera así el “sentimiento incon nconsc scie ient nte e de culp culpa” a”**, tam también ién llam llamad ado o por por Fre Freud “neces cesidad de castigo”*, producto de la desme smezcla pulsional* generada por la desexualización* de la pulsión sexual* exigida por el ideal a través de la sublimación*. En aque aquell lla a “res “resis iste tenci ncia a del del supe supery ryó” ó” (Inhi (Inhibi bici ción ón,, sínt síntom oma a y angustia, 1925), el Destino con mayúscula pone a prueba todos los recursos terapéuticos del psicoanálisis.
A posteriori Característica particular de la pulsión sexual* por la cual se traslada en el tiempo una situación de excitación por lo gene genera ra trau traumá máti tica ca (can (canti tida dad d de exci excita taci ción* ón* ocur ocurri rida da a dest destie iem mpo, cua cuando ndo no hay hay posib osibil ilid idad ades es de liga ligad dura ura psíquica), y por la que aquella sensación (o la defensa* ante ella), se hace actual. Se corresponde con la necesidad* de investidura* previa que poseen todos los órganos perceptuales, entre ellos las zonas erógenas*, para captar las sensaciones producidas por los estímulos (los objetos*), relacionar éstos con representaciones* de otras situaciones similares previas y encontrar cierto grado de identidad -por lo menos en lo que concierne a la sensación y conseguir ligaduras de pensam samiento*, comprendiendo así sus experiencias. Este hecho (la necesidad de la investidura perc perce eptual tual previ revia a al estím stímul ulo) o) es caus causan antte de que la estimulación de una zona erógena, cuando ésta no está prev previa iame ment nte e inve invest stid ida a (por (por ejem ejempl plo: o: una esti estimu mula laci ción ón genital en un niño en que todavía predomina el erotismo anal anal** o el erot rotism ismo oral oral*) *),, se torn torne e traum raumát átic ica, a, y no precisamente cuando sucede el hecho traumático (aunque
éste deje un punto de fijación*), sino cuando el sujeto haga su entrada en la etapa erógena correspondiente (o en su reedición en la pubertad). Sólo entonces estarán investidos el órgano y las representaciones ligadas con las vivencias de place lacer* r* que a travé ravéss de él se prod roduje ujeron, ron, y estas stas vive vivenci ncias as reto retorna rnará rán n desd desde e lo repr reprim imid ido*, o*, y se torn tornar arán án trau traumá máti tica cass “a post poster erio iori ri”, ”, lo que que gene genera rará rá sínt síntom omas as** neuróticos. Este concepto fue trabajado por Freud en el Proyecto de psicología 1950a [1895] y retomado con todo su esplendor y brillantez en el caso del “Hombre de los lobos” correspondiendo a una revitalización de la teoría del trauma* sexual y a su vez una complejización de ella.
Apremio de la vida (ananke) También llamado necesidad*. Está referido al queb quebra rant ntam amie ient nto o del del prin princi cipi pio o de iner inerci cia* a* al que que está están n someti sometidos dos los organi organismo smoss comple complejos jos al recib recibir ir estímu estímulos los desde el elemento corporal mismo, estímulos endógenos lueg luego o llam llamad ados os puls pulsio ione nes* s* que que debe deben n ser ser desca descarg rgad ados os,, pues pugnan por ello. Éstos provienen de células del cuerpo y dan dan por por resul resulta tado do las las grand grandes es nece necesi sida dade des: s: hambr hambre, e, respiración y sexualidad. El quebrantamiento del principio de inercia se crea por el desfase entre la cantidad de estímulo que provee la necesidad y la cantidad de energía necesaria que posee el organismo para satisfacerla. Al ser esta última menor es imprescindible el pasaje a un nuevo nive nivell que que guar guarde de ener energí gía a para para pode poderr real realiz izar ar la acci acción ón espe specíf cífica* en el momento oportuno. no. El org organism nismo o nece necesi sittará, ará, ento entonc nce es, mant antene ener un nive nivell de ener nergía const constan ante te (pri (princ ncip ipio io de const constanc ancia ia*) *).. Esta Esta cant cantid idad ad de energía constante permanecerá ligada a representaciones*, dando origen al aparato psíquico* en general y al yo* en particular. La energía proveniente del cuerpo que demanda la acción acorde a un fin, se corresponde probablemente con lo que Freud en Pulsiones y destinos de pulsión (1915) llama el esfuerzo (Drang) de la pulsión. O sea “[ ... ] su factor motor, la suma de fuerza o la medida de la exigencia de tra trabajo bajo que que ella lla rep represe resent nta a (re (reprase rasent ntie iere ren) n).. Ese Ese cará caráct cter er esfo esforz rzan ante te es una una prop propie ieda dad d univ univer ersa sall de las las pulsiones, y aun su esencia misma” (1915, A. E. 14:117).
Apronte angustiado Esta Estado do de sob sobrein reinve vest stid idur ura* a*,, con con ener energí gía a quie quiesc scen ente te** (ligada), del aparato perceptual o sistema de percepciónconsciencia (PCc.) del yo* (atención*), preparado ante el peligro. Es en realidad el último bastión de la protección antiestímulo*. Freud piensa que quizá haya sido el estado perm perman ane ente nte del del ser ser prim rimitivo tivo ante ante los pelig ligros ros de la Naturaleza (1915). Un hecho exterior resulta traumático si consigue superar la barrera protectora antiestímulos; o si al no existir esta sobreinvestidura de atención en el momento del hecho, se produjo la invasión de estímulos, por lo que el aparato psíquico no pudo ligarlos con representaciones* del pasado, apareciendo la sensación de terror*. La secuela del suce suceso so trau traumá máti tico co es la neur neuros osis is trau traumá máti tica ca*, *, con con sus sus síntomas* típicos, como los sueños* repetitivos del hecho traumático. Estas repeticiones no están, en forma directa al menos, al servicio del cumplimiento de deseo*, “[...] buscan recuperar el dominio (Bewaltigung) sobre el estímulo por medio de un desarrollo de angustia cuya omisión causó la neurosis traumática” (1920, A. E. 18: 3 l). Si se consigue cier cierta ta liga ligadu dura ra del del estí estímu mulo lo,, éste éste pasa pasa a pert perten enec ecer er al principio de placer* y la búsqueda de cumplir con el deseo. Suce ucede que el polo olo de perce rcepción ción cons consci cien enci cia a (PCc. PCc.)) nece necesi sita ta esta estarr inve invest stid ido o para para pode poderr sopo soport rtar ar mejo mejorr los los estímulos externos; una vez rebasado, el aparato psíquico repite el hecho (en sueños por lo común y en ocasiones en acciones), por compulsión a repetir* por un lado, y por otro para lograr la sobreinvestidura angustiada que podría ligar la cantidad de excitación* a las otras representaciones de la historia previa del sujeto. Resulta interesante agregar que en el caso de las neurosis actuales*, como la neurosis de angustia*, Freud describe un estado base de la misma que llama “expectativa angustiada” y lo describe como un estar alerta permanente ante el peligro, claro que el peligro (para el aparato psíquic uico) en este ste caso es la can cantidad de excitación sexual somática no descargada o mal descar cargada ada y no el mund undo exterior. Pero el estado expe expect ctan ante te,, con con un polo polo perce percept ptua uall sobr sobrei einv nves esti tido do con con
hiperinvestidura de atención, productora de angustia*, es similar.
Apuntalamiento o apoyo Camino facilitado por la pulsión de autoconservación del yo* a la pulsión sexual* para escoger sus predominantes zonas erógenas* y sus elecciones de objeto*. “El quehacer sex sexual ual se apun apunta tala la (anle anlehn hne en) prim rimero en una una de las funciones que sirven a la conservación de la vida, y sólo más tarde se independiza de ella” (Tres ensayos de teoría sexual, 1905, agregado de 1915. A. E. 7:165). Formando part parte e prim primer ero o de las las sensa sensaci cion ones es corr corres espo pond ndie iente ntess a la vivencia de satisfacción* realizada con la madre, va separándose un plus de placer* que estaba unido en un principio a la puls pulsió ión n de auto autoco cons nser erva vaci ción ón,, de la que que la puls pulsió ión n sexual paulatinamente se va separando, en forma independiente del hecho de que en las primeras épocas para para la puls pulsió ión n sexu sexual al pred predom omin ine e el yo-p yo-pla lace cer* r* que que no distingue a la madre como objeto*. En cambio, ya en las primeras épocas para la pulsión de autoconservación es vigente el yo realidad inicial*. De ahí que en un sentido el objeto pueda ser reconocido como tal y en otro no tanto y pase a predominar el autoerotismo*. Cuando el incipiente yo* inve nvestido de pulsión sex sexual comi omienza nza o llega a reconocer al objeto como la fuente de su placer, se decide a tenerlo*; por ello el primer objeto elegido es la madre, tanto para la niña como para el niño. Después del complejo de Edipo*, una vez interiorizada la prohibición del incesto a través del superyó*, pese a ello y justamente sin que el yo se aperciba, se elegirá en general al objeto que posea atri atrib butos utos en alg algo sem semejant jantes es a los prim rimeros ros obje bjetos tos, satisf satisfaci acient entes es de sus pulsio pulsiones nes de autoco autoconse nserva rvació ción. n. De esta manera, se elegirá según los modelos de la madre nutricia o el padre protector. Si predominó más absolutamente el autoerotismo o el “yo placer purificado”, y no se pudo aceptar en forma importante la diferencia de los sexos, probablemente se haga elección de objeto de tipo más o menos narcisista*. Sin embargo, podríamos decir que en ambos casos, la pulsión sexual siempre se “apu “apunt ntal ala” a” sobr sobre e la puls pulsió ión n de auto autoco conse nserv rvaci ación, ón, sobre sobre
todo cuando lo hace sobre los atributos de los primeros objetos; pero con más razón incluso en caso de hacerlo sobre atributos del propio yo.
Arte Una de las más elevadas creaciones de la cultura* humana, prod product ucto o de la subl sublim imac ació ión* n* de las las puls pulsio ione ness sexu sexual ales es** infantiles rechazadas por esa misma cultura. El arte logra por un rodeo peculiar una reconciliación del principio de placer* con el principio de realidad*. El artista originariamente rechaza la realidad* al no poder aceptar la renuncia a la satisfacción pulsional que desde aquella se le impo impone ne.. Se entr entreg ega a ento entonc nces es a sus fant fantas asía ías* s* obje objeta tale less (eróticas y de ambición); hasta aquí no se distingue del neur neurót ótic ico o com común, ún, pero pero a dife iferenc rencia ia de éste ste cons consig igue ue retornar a la realidad, merced a dotes propias, transformando sus fantasías en un nuevo tipo de realidades valor alorad adas as por por los los demás hom hombre bres, las obra obrass de arte arte.. Cons Consiigue así así en cie cierto rto modo odo ser ser el héro héroe e*, el rey, rey, el creador, el mimado de la fortuna que querría ser (para lo cual cual debe debe tene tenerr éxit éxito o como como arti artist sta) a),, sin sin nece necesi sida dad d de alterar profundamente el mundo exterior. Los espectadores o lect lector ores es u oyen oyente tess (tod (todos os los los consu consumi mido dore ress de arte arte), ), insatisfechos con sus propias pulsiones*, se identifican con la nueva realidad creada por el artista y participan a través de esta identificación* con su goce. El arte, como el juego infantil, infantil, es una “fantasía actuada”, que implica una acción, acción, una escenificación (Formulaciones sobre los dos principios del del acae acaece cerr psíq psíqui uico co,, 1911) 911).. Prob robabl ableme emente nte el arte rte prim primit itiv ivo o tuvi tuvier era a su orig origen en en la magi magia* a*,, técn técnic ica a de la conce concepc pció ión n animi animist sta a del del unive univers rso o incl inclui uida da dent dentro ro de la omni omnipo pote tenci ncia a del del pensa pensami mien ento to*, *, y los los prim primer eros os obje objeto toss art artísti ísticcos surg surgie iera ran n com como expr expre esió sión de la pul pulsión sión de apoderamiento* para poder dominar a los enemigos, a los objetos de la Naturaleza, o realizar sus deseos* a través de crear objetos análogos a los deseados o temidos (Tótem y tabú tabú,, 1913). 13). Tam También ién en el niño niño existe iste este ste perí períod odo o animista y probablemente sus primeras creaciones tengan similares significados para él. En ambos, tanto en el niño com como en el arti rtista, sta, está stá prese resent nte e la def defensa* nsa* ante ante la
angu angust stia ia de pérd pérdiida de obje objeto to** cuand uando o se empiez ieza a reconocer el objeto* como fuente de placer. En ese caso el niño busca poseer el objeto o ser querido por él, el artista busca lo mismo en los retoños de aquellos padres de la infancia (sus admiradores). Pero también el artista es el héroe, el que en la fantasía mítica mató al padre, es Edipo en la encrucijada de Tebas, como cada niño durante el período que lleva su nombre. El niño juega a ser grande, a hacer todas las acciones específicas* que supone que los grandes hacen, el artista es un grande que puede volver a jugar como cuando era niño, sin saberlo, y sin dejar de ser grande.
Asco Forma especial de la angustia* que funciona como dique represor (fijación*) de una pulsión* relativa a determinada zona erógena* predominante en un período, y pasar este predom predomini inio o a otra otra más evolu evolucio cionad nada, a, con probl problem emáti áticas cas más más comp comple leja jas. s. Es prod produc ucto to de la repr repres esió ión n prim primar aria ia** normal y constitutiva de la primera línea defensiva yoica (véase: yo), en parte entonces contribuyente a la creación de su infrae infraestr structu uctura ra Inc. El mecani mecanismo smo metap metapsico sicológ lógico ico que constituye el asco es la contrainvestidura* y origina un punto de fijación al que se recurrirá en el caso de regresiones* pulsionales ulteriores. Al pasar de] período* oral al anal suele ser común en los niños el sentimiento de asco a la leche, al pecho o a la nata de la leche (representación* del pezón); al superar el período de la satisfacción anal como zona erógena predominante queda asco a las heces, principalmente de los demás, así como a todo lo vinculado con ellas. En el caso de lo fálico, puede quedar cierto asco a lo sexual si se permanece fijado a esta zona zona eróge rógena na,, razó razón n por por la cual cual los los obje objeto tos* s* dese desead ados os inconscientemente son predominantemente incestuosos, o derivados próximos a ellos, fenómeno típico de la histeria. Hay Hay dive divers rsos os grad grados os de fija fijaci ción ón,, prod produci ucido doss por por lo que que resulta ser uno de los diques pulsionales, el asco, y por el que se trasto storna el afecto* ante la posi osibilidad de la sati satisf sfac acci ción ón puls pulsio ional nal (lo (lo que que era era plac placen ente tero ro,, se vuel vuelve ve asqueroso). Estos grados de fijación dependen de cuáles
hayan sido los montos de excitación que ocurrieron en cada época. oca. Por lo tanto anto tamb ambién ién dep depende nden de los los hech hechos os traumáticos transcurridos en ellas, los que obligaron al yo* débil a aumentar la contrainvestidura (único mecanismo de la represión primaria) para frenar a la pulsión, cambiándole el afecto, que en este caso sin llegar a ser definitivamente angustia, es, no obstante, una forma especializada de ella. A mayor mayor contra contrainv invest estidu idura, ra, mayor mayor fijac fijación ión,, más asco. asco. El asco lo siente el yo ante el peligro de que la pulsión consiga su objetivo de descarga. El yo utiliza ento ntonce nces sus mecanismos de defensa*, de los que el asco resulta un deto detonan nante te,, una una señal señal para para que que aque aquell llos os se desp despli lieg egue uen n (dan (dando do orig origen en a conve conversi rsione ones* s* hist histér éric icas as,, por por ejem ejempl plo) o).. Sit Situad uado en ple pleno frent rente e de batal atalla la,, pue puede cont contiinuar nuar sintiéndose en forma consciente y egosintónica (y formar parte también de ciertos rasgos de carácter*). Dentro de ciertos límites, controlados por el yo, forma parte de la normalidad.
Asistente ajeno Nomb Nombre re usad usado o por por Freu Freud d en el Proy Proyec ecto to de psic psicol olog ogía ía (1950a [1895]) para señalar al otro, al semejante, cuya prese resenc ncia ia es vit vital para ara el niño niño des desvali valid do, adem demás de mostrarnos lo importante de la presencia del objeto* en la estruc estructur turaci ación ón misma misma del aparat aparato o psíqui psíquico* co*.. Tambié También n lo mencio nciona na en La inte nterpre rprettació ación n de los sue sueños ños (1900 1900)), Inhi Inhibi bici ción ón,, sínt síntom oma a y angu angust stia ia (192 (1925) 5),, etcé etcéte tera ra.. En el mome moment nto o del del naci nacimi mien ento to,, el bebé bebé entr entra a en esta estado do de desvalimiento* ante la cantidad de estímulos provenientes del interior de su cuerpo, de sus pulsiones*. Esto mueve al proceso de descarga más primitivo, la alteración interna* (expresión de emociones, grito, inervación vascular). A todo este complejo, centrado en la invasión de la cantidad de excitación*, con un aparato psíquico demasiado incipiente para para liga ligarl rla a por falt falta a de expe experi rien enci cias as de vida vida con con qué qué relacionarla, se le llama también “trauma* de nacimiento”. La alteración interna del bebé es una válvula de escape. Para que el bebé sobreviva y se puedan constituir las bases de su aparato psíquico, la alteración interna debe convertirse en una llamada que deberá ser comprendida
por un “asistente ajeno” (la atención de la madre, ni más ni menos, o alguien que cumpla sus funciones) que cubra las nece necesi sida dade des* s* prim primit itiv ivas as y de dive divers rsa a índo índole le del del bebé bebé,, hacié ciéndo ndole dismi sminui nuir las cantidades de excitación: alimentándolo, limpiándolo, dándole calor, ternura, etcétera. Ésta implicará implicará una vivencia vivencia de satisfacci satisfacción*, ón*, que dejará dejará prof profund undas as huel huella lass fund fundant antes es del del funci funcion onam amie iento nto de un psiquismo cada vez más complejo. Las huellas principales serán las del objeto, sus movimientos y la sensación de descarga producida en el contacto con él. En adelante, ante las nuevas apariciones de la cantidad de excitación en el aparato psíquico ya en formación, quedará facilitada* su ligazón con las huellas mnémicas* de la anterior vivencia. Así Así pasa pasa a cons consti titu tuiirse rse una una repr repres esen enta taci ción ón** de dese deseo* o* psíquic uico (represen sentación de deseo del objeto y los movimientos, para poder sentir la sensación buscada), de lo que era cantidad de excitación somática. El razonamiento de Freu Freud, d, apar aparen ente teme ment nte e biol biológ ógic ico, o, es esen esenci cial alme ment nte e soci social al,, o mejo mejorr dich dicho o una una exce excele lent nte e y dinám dinámic ica a ensa ensammbladura entre lo biológico, lo social y lo psicológico. La representación del objeto (el asistente ajeno de la vivencia de satisfacción) es inauguradora del psiquismo. El deseo surgirá cuand uando o reaparezca la tensi nsión de neces cesidad somá somáti tica ca,, la que deve devend ndrá rá ahor ahora a en dese deseo o del del obje objeto to,, inde indepe pend ndie ient ntem emen ente te de que que el obje objeto to sea sea al prin princi cipi pio o reconocido como tal por el narcisismo* reinante en el yo placer purificado*. La representación-cosa* así fundada es prin princi cipa palm lmen ente te repr repres esen enta taci ción ón del del obje objeto to,, de las las cosas cosas sent sentid idas as con con él. él. Su pres presen enci cia a fund fundó ó el psiq psiqui uism smo o de la desvalida cría humana.
Asociación Mecanismo de vinculación de una representación* con otra. Se produc produce e por el despl desplaza azamie miento* nto* de energí energía* a* libidi libidinal nal (quantum de afecto*). Este desplazamiento puede ser de dos dos mane manera ras: s: a) Por Por libr libre e desp despla laza zami mien ento to,, en que que las las cant cantid idad ades es pued pueden en pasa pasarr de una a otra otra repr repres esen enta taci ción ón regi regida dass por por las las leye leyess de la asoc asocia iaci ción ón:: las las anal analog ogía ías* s*,, contigüidades*, etcétera. Éstas se confunden con identidades y por lo tanto las rige la identidad de
percepción* y el proceso primario*, y son repr repres esen enta taci cione ones/ s/cos cosa* a* prin princi cipa palm lmen ente te de tipo tipo visu visual al.. Corresponden al Inc.* y son las que se ven en los sueños*. b) Con más o menos fuerte investidura y débil desplazamiento nto, pues ues un mayo ayor nivel de ligadura hac hace más complicado asociar una representación con otra, existen más más trám trámit ites es para para ello ello.. Se dist distin ingu gue e tamb tambié ién n entr entre e los los motiv otivos os de la asoc asocia iaci ció ón (la anal analog ogía ía,, etcét tcéte era) ra) y la identidad (no bastará que algo tenga un atributo análogo a algo deseado para ser eso deseado). Pese a que busca también la identidad con lo deseado, lo hace usando el pens pensam amie ient nto* o*,, busc busca a la “ide “ident ntid idad ad de pens pensam amie ient nto” o”*. *. Funciona con representaciones-palabra* y corresponde al yo* Pre Prec., c., la act activi ividad de pensa ensam miento nto y el proce roceso so secundario*. El concepto de asociación proviene predominantemente del “asociacionismo”, escuela dentro de la cual Freud se acercó a John Stuart Mill y de la que tomó tomó sus sus leye leyess de vinc vincul ulac ació ión n entr entre e repr repres esen enta taci cion ones es agregándoles una direccionalidad, una tendencia, signada por el princi ncipio de place acer* y el deseo* puls ulsional nal. La asoc asociiaci ación tom tomó así así las cara caract cte eríst rístic icas as de medios ios de vinculación entre representaciones, pero con un objetivo: la descarga pulsional. Las representaciones-palabra mestizas propenden propenden a cierta cierta libertad libertad de asociación asociación que hace posible el fantaseo, el sueño diurno. En ellas hay mayor desplazamiento que en la actividad de pensamiento. Las palabras están regidas principalmente por el principio de placer e incluso cierto nivel de identidad de percepción. En cambio en el pensamiento es más rigurosa la tramitación del pasaje del quantum de afecto entre las rep represe resent ntac aciione ones, hay débil bil desp despla lazzamie amient nto, o, rige ige el principio de realidad*, se busca la identidad con lo deseado pero pero pens pensan ando do,, cali calibr bran ando do hast hasta a dónd dónde e es así así y hast hasta a dónde no, se estudian los atributos del percepto y de la repres represent entaci ación ón compar comparánd ándolo olos, s, se reali realiza za el exame examen n de realidad*, etcét cétera. En general el libre fant antaseo es rechaz hazado por la cen censura* Cc. En el caso aso de que las fantasías* se conviertan en retoños de las representaciones reprimidas pueden ser a su vez reprimidas por la censura Inc., pudiendo así ser base de actos fallidos*, síntomas* neuróticos, sueños, etcétera.
Asociación libre Regla técnica fundamental del psicoanálisis. Se le pide al paciente que diga todas sus ocurrencias, que suprima su censura* consciente* e invista con atención las representaciones-palabra* que se van vinculando por las leyes asociativas con un débil nivel de ligadura y un cierto libre desplazamiento*. En otras palabras, se invita en forma act activa al paci pacie ente nte a que que exp exprese rese en voz voz alta lta su libr libre e fantaseo, su soñar diurno, que habitualmente es censurado por la censura Cc. No todos los pacientes consiguen asociar en igua iguall medida dida.. La asoc asociiació ación* n* es más libre ibre cuan cuand do predomina la transferencia* positiva, hay pocas resist resistenc encias ias*, *, no existe existen n rasgos rasgos de caráct carácter* er* demas demasiad iado o rígidos, etcétera. En esas palabras -que en otro contexto podrían parecer insensatas o absurdas- irán apareciendo indicios, rastros dejados por el deseo* Inc.* reprimido en su huida, escondidos tras el síntoma*. El analista podrá gracias a ellos ir armando las interpretaciones -construcciones* que van van haci hacien endo do cons consci cien ente te lo inco inconsc nscie ient nte. e. En real realid idad ad la asociación libre es un camino paulatino hacia lo reprimido. En ese ese cami camino no surg surgen en las las resi resist sten enci cias as (al (al asoc asocia iar, r, por por ejemplo) provenie niente ntes del yo*. El anál nálisis de estas resistencias insumirá gran parte de la tarea analítica. No serán sólo resistencias ante lo reprimido sino también ante lo represor, inconsciente también pero perteneciente al yo. El aná análisi lisiss de las las resi resist ste encia nciass tomar omará á cono conoci cim mient iento, o, entonces, predominantemente de la parte Inc. del yo (los rnecanismos de defensa*, por ejemplo), por lo tanto, de su carácter y de su grado de alteración*.
Ataque histérico Forma aguda de la sintomatología de la “gran histeria” a la que Freud describe como ataques convulsivos con un aura y tres tres fase fasess (par (para a Char Charco cott eran eran cuat cuatro ro las las fase fases, s, pues pues postulaba un delirio* terminal). El aura proviene de una sensación de las zonas histerógenas*, lugares hipersensibles del cuerpo cuya estimulación desencadena el ataque. La primera fase es la epileptoide y semeja un
ataque epiléptico común; la segunda, de los “mouvements”, muestra movimientos de gran envergadura, como los “movimientos de saludo”, el “arc de cercle” y contorsiones. Los movimientos son desarrollados con elegancia y coordinados y no torpes como los de los epilépticos. La tercera fase es alucinatoria, de las “attitudes passionelles “. Se caracteriza por posturas corres correspon pondie diente ntess a escena escenass apasion apasionada adass alucin alucinada adas. s. Lo más frecuente es que la consciencia* se mantenga durante casi todo el ataque, salvo momentos, semejantes al clímax de la excitación sexual. En algunos casos cualquier fase del ataque se puede presentar por sí sola y subrogarlo. Son impo import rtant antes es tamb tambié ién n los los ataq ataque uess apop apoplé léti tico coss llam llamad ados os “attaques de sommeil”. El ataque histérico está compuesto por fantasías* proyectadas sobre la motilidad, repr repres esen enta tada dass pant pantom omím ímic icam amen ente te y desf desfig igur urad adas as a la mane anera de los los sue sueños* ños*.. Se exp expresa resan n en dicho icho ataq ataque ue múltip múltiples les fantas fantasías ías conden condensad sadas as y con identi identific ficaci acione ones* s* múlt últiples (representán ntánd dose en este ste cas caso dos o más pers person onaj ajes es), ), a vece vecess con con acti actitu tude dess opue opuest stas as entr entre e sí, sí, Asimismo tiene la facultad de invertir la secuencia temporal de los hechos fantaseados. fantaseados. El ataque puede ser convocado asoci asociat ativ iva a u orgá orgáni nicam camen ente te y como como tend tenden enci cia a prim primar aria ia (consuelo) o beneficio secundario* (por ejemplo: el ataque se produce ante determinadas personas) de la enfermedad. El ataque es el sustituto de una satisfacción autoerótica ante anteri rior or resi resign gnad ada a (mas (mastu turb rbac ació ión* n*), ), que que reto retorn rna a sin sin ser ser registrad registrada a por la consciencia. consciencia. La pérdida pérdida de consciencia, consciencia, la “aus “ausen enci cia” a” del del ataq ataque ue hist histé érico rico,, provi rovien ene e de aque aquell lla a pasajera pero inequívoca privación de consciencia que se regi regist stra ra en la cima cima de toda toda sati satisf sfac acci ción ón sexu sexual al inte intensa nsa (incluso autoerótica). Lo que señala a la libido* reprimida el cam camino hacia cia la descar carga motriz en el ataque, es el mecanismo reflejo de la acción del coito.
Atención Ener Energ gía libi libidi dina nall (en (en un sent sentid ido o ampl ampliio, que que incl incluy uye e el inte interé rés* s* de la auto autoco cons nser erva vaci ción ón)) del del yo* yo* (en (en real realid idad ad proveniente del ello*, pero ligada y almacenada por el yo) que inviste inviste el sistema sistema de percepciónpercepción-conscie consciencia ncia (PCc.); (PCc.); es
imprescindible para que algo sea sea registrado por la consc conscie ienci ncia* a*.. Funci Funcion ona a en dos dos nive nivele les: s: uno uno libr librem emen ente te flotante, con bajo nivel de investidura y que registra todas las percepciones* posibles por igual; y un segundo copioso, con fuerte investidura; este último es el que otorga fuerte nitidez a la percep cepció ción. Cuan uando es descubi ubierta una perc percep epci ción ón que que se pued puede e vinc vincul ular ar con con algo algo dese desead ado o o temido, entonces en este segundo paso el sistema PCc. recibe una fuerte investidura de atención, tomando nitidez de consciencia. La atención sirve, ciertamente, para percibir el mundo exterior, pero también registra, a través de las representaciones* lingüísticas, la actividad de pensamiento* proveniente del mundo interior. Para hacer consciente un pensamiento se necesita de la repres represent entaci ación-p ón-pala alabra bra** precons preconscie ciente nte** (Prec. (Prec.)) invest investid ida a por la atención que la hace consciente. Esta investidura es mane maneja jada da por por el yo consc conscie ient nte e prin princi cipa palm lmen ente te desd desde e la censura* consciente. Cuando a un paciente le pedimos que “asocie libremente”, en realidad le estamos diciendo a su yo que invista de atención a sus asociaciones* de palabra, que que leva levant nte e la cens censur ura a crít crític ica a cons consci cien ente te que que inte intent nta a desinvestirlas para evitar conflictos que generen angustia*. Le esta estamo moss pidi pidien endo do que no siga siga refo reforz rzan ando do desd desde e la censura consciente, la represión* inconsciente*, generadora de síntomas* y neurosis*. La percepción no es pasiva. La inve invest stid idur ura a de aten atenci ción ón incl incluy uye e inve invest stid idur ura a de dese deseo* o* incon nconsc scie ient nte e, mediada iada por el yo, yo, que que com como ante ntenas nas tentaleantes (Nota sobre la “pizarra mágica”, 1924-25 y La negación, 1925) registran todas las percepciones posibles, pues lo deseado o lo temido pueden estar entre las mismas.
Atención libremente flotante Actitud que Freud aconseja tener a los analistas durante la sesión psicoanalítica, por lo menos en su iniciación. El analista tratará de inhibir sus representaciones meta* y de estar parejamente dispuesto a percibir todas las perc perce epcion cione es*, s*, sin sin busca uscarr ning ningun una a en espe special cial.. Es la aplicación en la técnica del primer nivel de atención* con baja investidura y libre desplazamiento, abierta tanto como se pueda a las percepciones, pues lo deseado puede estar
entre ellas. Las situaciones deseadas por el analista son indicios de situaciones significativas que trae el paciente: recuerdos*, asociaciones*, sueños*, actos fallidos*, en fin, vías de entrada hacia el Inc.* En este caso se pasa al segundo nivel de atención, la cual, entonces, se hará más copiosa y con mayor nivel de ligadura, se pondrá mayor grado de expectación. autocastigo (automartirio) Trastorno hacia lo contrario* (transformación de la actividad a ctividad en pasividad) del sadismo*. Hallamos la vuelta contra la persona misma* sin la pasividad hacia una nueva. Es una etap etapa a inte interm rmed ediia de la tran transf sfor orma maci ción ón del del sadi sadism smo o en masoquismo* para la que no se necesitará la presencia de un objeto* que haga las veces de sujeto sádico. En el auto autoca cast stiigo típi ípico de la neur neuros osis is obse bsesiva siva*, *, aunq aunque ue presente en la neurosis* en general, el verbo en voz activa no se muda a la voz pasiva, sino a una voz intermedia reflexiva. El objeto es resignado y sustituido por la persona misma. El autocastigo llega más lejos que el autorreproche*, pues implica acción (el castigo) pero está antes del masoquismo, que requiere la presencia de un suje sujeto to sádic ádico. o. El autoc utocas asttigo igo perman rmane ece dentro ntro del del narcisismo*, el masoquismo necesita por lo menos de una elec elecci ción ón narc narcis isis ista ta de obje objeto to*, *, pero pero obje objeto to al fin. fin. Este Este conc conce epto pto lo expon xpone e Fre Freud en Pulsi ulsion one es y dest destiinos nos de pulsión (1915). Agregando elementos de obras posteriores, como Más allá del principio de placer (1920) y El yo y el ello (1923), podemos decir que hay en él elementos de mezcla pulsional* entre Eros* y pulsión de muerte*, cierto grado de mezcla que implica cierto grado de desmezcla* también. Por cierto que si bien no es necesaria la presencia del objeto en lo real, existe una identificación* del yo* con él, por por lo que que el supe supery ryó* ó* cast castig iga a al yo, yo, apro aprove vech chan ando do la sit situac uación. En oca ocasiones nes el yo se defiende nde (neurosis sis obsesiva), en otras se entrega dulcemente, como en la melancolía*, esta última neurosis narcisista por excelencia.
Autoerotismo Característica o modalidad de satisfacción predominante de la libido* de la sexualidad infantil*, por autoestimulación
(tocam (tocamie iento nto,, frota frotació ción n rítmic rítmica, a, compre compresió sión n de mucosas mucosas,, visua visuali liza zaci ción ón de zonas zonas eróg erógen enas* as*,, etcé etcéte tera ra)) del del prop propio io cuerpo, que produce placer* de órgano. Aunque predomine -como se dijo- en las primeras épocas, en parte se extiende a toda la vida. Por el hecho de predominar en la sexualidad infantil, se dice que ésta es autoerótica. El autoerotismo es previo a la constitución del yo realidad definitivo*. Este yo*, si bien tiene un origen corporal y se basa en parte en la imagen del cuerpo, paulatinamente deviene en una entidad o estructura psíquica compleja, que parte del cuerpo pero que lo supera en otro nivel, con funciones cada vez más sofisticadas. La libido que busca sat satisface acerse en esta estr structura psíq síquica llama amada “yo “yo”, va a cons onstituir el narcisismo*. Una vez instalado el narcisismo, el autoerotismo deviene una modalidad de satisfacción de la libido narcisista; aunque esto es más complejo aun, pues en la masturbación* adolescente, por ejemplo, se puede estar sati satisf sfac acie iend ndo o libi libido do obje objeta tall a trav través és de las las fant fantas asía ías* s* masturbatorias. En este caso, la masturbación puede ser un tipo de satisfacción autoerótica que descarga, por la acción, libido narcisista y, por la fantasía, libido objetal (introvertida* de la realidad* y refugiada en la fantasía). Esto se hace todavía más complejo, pues la elección de objeto* narcisista consta a la vez de libido objetal y de libido narcisista, o de una intermedia entre ellas denominada libido homosexual. En la esquizofrenia*, por otro otro lado ado, se pro produce duce una una retrac tracci ción ón lib libidinal inal** total otal (respecto de sus objetos deseados o de desear los objetos). No hay refugio en la fantasía del objeto, sino únicamente se sobrecarga de libido el yo (lo que se expresa clínicamente com como vive vivenc ncia ia de fin de mund undo*, o*, por la retr retrac accción, ión, e hipo hipoco cond ndrí ría* a* o mega megalo loma maní nía* a*,, por por la sobr sobrei einve nvest stid idura ura** yoic yoica) a).. La regr regres esió ión* n* libi libidi dina nall pued puede e lleg llegar ar,, en la form forma a clínica de la esquizofrenia “simple”, al autoerotismo, la cual serí sería a ento entonce ncess libi libido do invi invist stie iend ndo o al cuer cuerpo po sin sin que que éste éste configure un yo, o haciéndolo con lo último que queda de él (el cuerpo), destruido el yo como entidad psíquica.
Autoestima (sentimiento de sí)
En general, forma de satisfacción de la libido* narcisista en el adulto. Produce una sensación de bienestar indefinido, no relacionada en forma directa con descargas pulsionales; es más bien un estado básico. Está relacionada de manera íntima con la confianza en sí mismo, con el talante o estado anímico, con la autovaloración. En estos sentidos es pilar básico de la salud y de la fortaleza yoica. Una parte del sentimiento de sí es primaria, el residuo del narcisismo* infantil. Éste proviene del autoerotismo* y de las relaciones obje objeta talles inf infant antile iles, las que son son de mane anera esenc sencia iall narcisistas (no se distingue en un principio entre el yo* y el objeto* de placer*). Estas relaciones fueron más o menos placenteras, más o menos traumáticas, dejando diferentes tipos de huellas en la estructuración, del yo y del aparato psíquico*; de forma que un niño que se sintió de manera predominante querido por sus padres, conseguirá primariamente un nivel de autoestima que le dará fortaleza a su yo para alcanzar mejor los otros niveles de satisfacción de la autoestima, o soportará mejor su posterior insatisfacción. Todo esto puede variar como consecuencia del pasaje por el complejo de Edipo* principalmente, el que es posible que deje severas heridas narcisistas cons consti titu tuye yent ntes es de post poste erior riores es “roc “rocas as de base” ase”** en la estructuración del aparato psíquico. En el caso femenino, del del comp comple lejo jo de cast castra raci ción ón** qued queda a much muchas as vece vecess una una sensación de autodesvalorización que en muchas ocasiones llega a ser básica en su carácter* y que fuerza entonces a la nece necesi sida dad d de aume aument ntar ar la auto autoes esti tima ma en las las form formas as posteriores, satisfaciendo al superyó-ideal del yo (por lo que la mujer resulta más dócil, más adaptada a la realidad* social en general), o necesitando recibir en forma importante satisfacción narcisista desde la libido de objeto (es más dependiente del objeto, de su amor*). Recapitulando: una parte del sentimiento de sí o autoestima es primaria, el residuo del narcisismo infantil. Hay otras dos partes. Una brota de las acciones realizadas por el yo que cumplen con los mandatos del ideal del yo*, y que por lo general están referidos a la sublimación*. Desde luego también son respecto de muchas otras cosas, como el tener hijos, principalmente en la mujer, pero también en el hombre por el mandato de la descendencia descen dencia (recuérdese a Schreber). Todos los éxitos del yo en el cumplimiento con los mandatos del superyó* elevan la autoestima y dejan una prof profund unda a sensa sensaci ción ón plac placen ente tera ra,, liga ligada da con el sent sentii-
miento de omnipotencia narcisista. La última parte proviene del amor de los objetos, el ser querido, consiste en la forma de satisfacción narcisista correspondiente al vínculo objetal. El enamoramiento es un desborde de libido narcisista en el objeto, que vacía al yo y por lo tanto disminuye la autoestima. Ésta se recupera siendo amado. Un trastorno severo de la autoestima retrae libido de los objetos y la ubica en el yo, como para restañar sus heridas, transforma así la disminución de la valoración yoica en la situación cont contra rari ria, a, lo que que se expr expres esa a como como dive divers rsos os rasg rasgos os de carácter* del tipo de la altanería y la arrogancia. En los cas casos más graves se llega al delirio* de grand andeza o megalornanía*. Es el caso de las afecciones narcisistas en general y la manía* y la paranoia* en particular. En las neur neuros osiis de tran transf sfe erenc rencia ia** la autoe utoest stiima sue suele estar star disminuida, pues la libido inviste los deseos* objetales de la fantasía*, los cuales son imposibles de satisfacer por haber sido reprimidos. Esto vacía de investidura al yo, dism dismiinuye nuyend ndo o en cons conse ecue cuenci ncia la aut autoest oestim ima. a. En el tratamiento psicoanalítico de las neurosis transferenciales, cuan cuando do se cons consiigue gue leva levant ntar ar repres presiione ones* haci hacie endo ndo consciente* lo inconsciente*, se dejan libres investiduras libidinales que refuerzan así al yo y aumentan su autoestima y por lo tanto su capacidad de amar. Un caso especial de disminución de la autoestima lo constituye la melancolía*, en ella la pulsión de muerte* se desmezcla. El objeto es confundido, por la identificación*, con el yo. Y entonces el odio* al objeto se convierte en odio al yo.
Autoplástica, conducta Se dice de un tipo de conducta, propio de las psicosis* y en parte de las neurosis*, que en su empeño de modificar una realid realidad* ad* inacep inaceptab table le,, se limita limita a alter alteraci acione oness intern internas* as*,, que a lo sumo modifican la percepción* (alucinación*), la concepción de la realidad (delirio*), o producen alteraciones del cuerpo propio (síntomas* neuróticos, algunos equivalentes de angustia* y la angustia misma), pero no la real realid idad ad mism misma. a. Freu Freud d habl habla a de esta esta adje adjeti tiva vaci ción ón de la conducta en su artículo de 1924: La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis.
Autorreproches Reproches dirigidos al yo* por el superyó*. En el caso de la neur neuros osis is obse obsesi siva va** en part partic icul ular ar o de las las neur neuros osis is** en general, por no acercarse el yo al ideal del yo* pretendido por el superyó. En la neurosis obsesiva los autorreproches son particularmente sádicos, pues la libido* ha regresado* a la etapa del erotismo sádico-anal* y arrastrado con ella al yo y el superyó. La actitud del yo es la de sometimiento fren frente te al supe supery ryó, ó, pero pero bajo bajo prot protes esta ta y espe espera rand ndo o una una distracción de éste para rebelarse. Esto producirá la queja (es la del yo ante su superyó que lo somete), como rasgo de carácter* obsesivo. En el caso de la melancolía*, los autorreproches son casi patognomónicos, y su presencia permite diferenciar a la melancolía del duelo*. Corr Corres espo pond nden en a una rupt ruptur ura a libi libidi dinal nal con con el obje objeto to*, *, la desinvestidura* de la representación* inconsciente* (Inc.) de éste, y la identificación* del yo con el objeto, como en la época del yo-placer*. Pero el vínculo de odio* que antes se tenía con el objeto ahora se tiene con el yo y por eso se le “reprocha” desde el superyó. En este caso el yo no se rebela y esto puede conducir al paciente al suicidio, que imaginariamente sería un asesinato del objeto identificado con el yo.
Banquete totémico Concepto desarrollado por William Robertson Smith, que Freud aprovechó como parte de su construcción teórica, su por por él llam llamad ado o “mit “mito o cien cientí tífi fico co”, ”, sobr sobre e el orig origen en de la cultura* humana en general y del totemismo* en particular. Robertson Smith formuló “el supuesto de que una peculiar ceremonia, el llamado banquete totémico, había formado part parte e inte integr grant ante e del del sist sistem ema a tote totemi mist sta a desd desde e su mism mismo o comienzo” (Tótem y tabú, 1912-13, A. E. 13:. 135). En este banquete se sacrificaban en determinadas fechas, animales cuya carne y cuya sangre tomaban en común el dios y sus
adoradores. Un sacrificio así era una ceremonia pública, la fies fiesta ta de un clan clan ente entero ro.. “El “El pode poderr étic ético o del del banq banque uete te sacrificial público descansaba en antiquísimas representaciones acerca del significado de comer y beber en común. Comer y beber con otro era al mismo tiempo un símbolo y una corroboración de la comunidad social, así como de la aceptación de las obligaciones recíprocas. [ ...] El animal sacrificial era tratado como pariente del mismo lina linaje je;; la comu comuni nid dad sacr sacrif ific icad ador ora, a, su dios dios y el anim animal al sacri sacrifi fici cial al eran eran de una una mism misma a sang sangre re,, miem miembr bros os de un mismo clan” (1912-13, id. pág. 136-38). Robertson Smith identifica pues, sobre la base de abundantes pruebas, al animal animal sacrificia sacrificiall con el antiguo antiguo animal totémico. totémico. Todos los anim animal ales es sacri sacrifi fici cial ales es eran eran orig origin inar aria iame mente nte sagr sagrad ados os,, y solamente en oportunidades festivas y con la participación de la tribu era lícito comer su carne. “El clan, en ocasiones solemnes, mata cruelmente y devora crudo a su animal totémico, su sangre, su carne y sus huesos; los miembros del linaje se han disfrazado asemejándose al tótem, imitan sus sus grit gritos os y movi movimi mien ento toss como como si quis quisie iera ran n dest destaca acarr la identidad entre él y ellos. [...] Consumada la muerte, el anim animal al es llor llorad ado o y lame lament ntad ado. o. El lame lament nto o toté totémi mico co es compulsivo, arrancado por el miedo a una amenazadora repr repres esal alia ia,, y su prin princi cipa pall prop propós ósit ito o es [... [...]] saca sacars rse e de encima la responsabilidad por la muerte”. A continuación prosigue la fiesta, la cual “[ ... ] es un exceso permitido, más bien obligatorio, la violación solemne de una prohib hibición ción”” (id. pág. 142). Para Fre Freud el banquet uete totémico, acaso la primera fiesta de la humanidad, sería la repetición y celebración recordatoria del momento en que en la horda primitiva* darwiniana, se unieron todos los hijos en el destierro y mataron al padre devorándolo. Este hecho gene generó ró y fue fue gene genera rado do por por la “ali “alian anza za frat frater erna na”* ”* que que produjo luego los vínculos sociales. Apareció la prohibición del del ince incest sto o y el parr parric icid idio io desd desde e dent dentro ro de ello ellos, s, como como producto de la añoranza* por el padre y la culpa* por haberlo matado, generando el superyó*. Se repetiría en esa fiesta, ahora desplazado al animal tótem, aquella hazaña memorable y criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión.
Barreras-contacto En el Proy Proyec ectto de psic psicol olog ogía ía (195 (1950a 0a [189 [1895] 5]), ), form forma a de vinculación entre las neuronas* psi que además actúa como barrera entr ntre ellas para el pasaj saje de la cantidad de estímulo. Merced a esta función de barrera, las neuronas psi con consig siguen mant antener cierta can cantidad de energía alma almace cena nada da,, nece necesa sari ria a para para post poster erio iorm rmen ente te real realiz izar ar la acci acción ón espe especí cífi fica ca*. *. Esta Esta últi última ma nece necesi sita ta en gene genera rall de mayo mayorr cant cantid idad ad de ener energí gía a que que la prove roveni nie ente nte de los estí estímu mulo loss que que busc buscan an desc descar arga ga,, pues pues el indi indivi vidu duo o está está expuesto al “apremio de la vida”*. Las barreras-contacto corresponden, entonces, a la función secundaria, el aparato psíquico pasa así del principio de inercia* al principio de constancia*, pues se cuenta con una cantidad constante imprescindible para producir la descarga cuando llega el estímulo. En ese sentido cumple con la función secundaria (principio de constancia) y la primaria (principio de inercia), pues pues es nece necesa sari ria a la secu secund ndar aria ia para para pode poderr real realiz izar ar la primaria. Además las barreras -contacto participan de cierta explicación sobre la memoria, que aquí es definida como la aptitud de las neuronas para ser alteradas duraderamente (su (su mane manera ra post poster erio iorr de desc descar arga gar, r, o la form forma a de ser ser atravesadas por el estímulo) por un proceso único. Al pasar el estímulo de una neurona a otra, lo hace de una dete determ rmin inad ada a mane anera, ra, esta sta forma rma de pasaj asaje e indic ndicar ará á (facilitará) el camino a ulteriores pasajes, que sin embargo en ocas ocasio ione nes, s, por por otra otrass caus causas, as, toma tomará rán n otra otra dire direcci cción ón,, dejando, desde luego, nuevas huellas y facilitaciones*. La memoria estará constituida, entonces, por las facilitaciones existentes entre las neuronas psi; o mejor dicho, lo estará por por las las difer iferen enci cias as de faci facili lita taci ción ón que que se crea crean n en los los diferentes pasajes entre las neuronas psi. Cuánto estímulo dejará pasar sar la barrera-co -contacto dependerá de los siguientes factores: a) que el estímulo esté más o menos facilitado (la facilitación a su vez la produjo la cantidad de estímulo que pasó y el número de repeticiones del proceso, a mayor cant antidad y mayor núm número de veces ces, mayo ayor facilitación), b) la cantidad de estímulo actual (la cantidad act actual ual tamb ambién ién facil aciliita el pasaj asaje e), c) la prese resenc ncia ia de cantidad en una neurona contigua (aquí ya a la cantidad de excitación* deberíamos llamarla investidura*), la que actúa como polo que atrae (éste es el mecanismo que va a usar el
yo*, yo*, poni ponien endo do inve invest stid idur uras as cola colate tera rale less que que desv desvía ían n la circu circula laci ción ón de la ener energí gía, a, consi consigu guie iend ndo o de esta esta mane manera ra cond conduc ucir irla la). ). Las Las barr barre erasras-co cont ntac acto to son son un meca mecani nism smo o pensado en el contexto de un esquema neurológico y en ese sentido es mencionado por J. Lacan: “En 1895, la teoría de la neur neuron ona a no exist xistía ía.. Las Las ide ideas de Freud reud sob sobre la sinapsis son enteramente nuevas. Freud toma partido por la sinapsis como tal, es decir, por la ruptura de continuidad entre una célula nerviosa y la siguiente” (Seminario II). Para nosotr otros princi ncipalmente nte son válidas com como modelos psicológicos, en especial si sustituimos a las “neuronas” por “representaciones”* (como, por otro lado, lo hace el mismo Freud a medida que transcurre el texto del “Proyecto”) y a las barreras-con tacto como modelos de formas de vínculo entre ellas, como las distintas formas de asociación*, o de relaciones lógicas, por ejemplo. ¿No se produce a través de esas barreras el pasaje al proceso secundario*. ¿Éste no se construye con relaciones lógicas entre la s representaciones? Este tipo de relación entre repres represent entaci acione oness ¿no necesi necesita ta fuerte fuerte invest investidu idura ra y débil débil desp despla lazzamie amient nto* o*?? ¿A travé ravéss de qué qué se prod roduce ucen los desplazamientos? Se producen a través de estos puentes. Son los mismos “puentes”, estas barreras -contacto, que trata de romper el obsesivo con su mecanismo de aislamiento*.
Belle indifférence Característica de los pacientes (en general mujeres, pues la histeria es más típicamente femenina, de ahí lo de “belle”) histér histérico icoss de conver conversió sión* n* princip principalm alment ente e con trasto trastorno rnoss moto motore res, s, pero pero tamb tambié ién n cuan cuando do los los sínt síntom omas as** mayo mayore ress residen en el área sensorial. Fue descrita por Charcot. En la histeria de conversión, la represión* de los retoños de las represen sentaciones nes* ince ncestuosas es exitosa, sa, en tanto nto consigue hacer desaparecer tanto la representación como el monto de afecto*, mientr ntras que en la histeria de angustia* y en la neurosis obsesiva* la angustia* se hace presente. El contenido representacional de la pulsión* se ha sustraído radicalmente de la consciencia*. En ella no queda ningún tipo de representación-palabra* que pueda “hablar”
de lo reprimido. Ha sur surgido en su reemplazo, como omo formación sustitutiva* (al mismo tiempo como síntoma) una iner nervación hiperintensa nsa (somática), una unas veces ces de naturaleza sensorial y otras motriz, ya sea como excitación o como inhibición. Al ser exitosa la desaparición del monto de afecto, se hace notoria la indiferencia de la paciente ante un síntoma corporal, como la parálisis de un miembro, que en un caso de enfermedad orgánica debería despertar angustia realista*, cuando menos.
Beneficio primario (de la enfermedad) enfermedad) Tipo de solución a la que arriba el yo* frente a un conflicto psíquico*, probablemente la económicamente más cómoda. El yo está sometido a exigencias muchas veces contrastantes y conflictivas. Por un lado están las pulsiones* del ello*, que suelen chocar con las aspiraciones provenientes del superyó/ideal del yo*. El yo debe hallar una síntesis entre éstas, lo que implica un arduo trabajo de elab laborac oraciión, ón, y mient ientra rass tant tanto o debe defe efende nderse rse de la angustia señal* con que lo amenaza el superyó* (angustia ante ante el supe supery ryó* ó*), ), de la real realid idad ad** (ang (angus usti tia a real realis ista ta*, *, angu angust stia ia soci social al*) *).. No le qued queda, a, por por lo comú común, n, más más que que apelar al principio de placer* y automáticamente desplegar los mecanismos de defensa* inconscientes*, que generen trans ransac acci cion ones es cre creand ando sínt síntom omas as** neur neurót ótiicos, cos, rasg rasgos os patológicos de carácter*, incluso escisiones del yo*. El yo evita así el conocimiento del conflicto haciéndolo inconsciente. El beneficio primario va a resultar una fuerte resistencia* yoica contra la cura. El tratamiento psicoanalítico lítico tendrá que sacarlo sacarlo a la luz y traerlo traerlo a la consciencia*, consciencia*, al conocimiento del yo Prec.
Beneficio secundario (de la enfermedad) Tipo de resistencia* cia* yoica a la cura ura, o sea sea al hace acer cons consci cien ente te** lo inco incons nsci cie ente* nte*,, por por lo tant tanto o rell rellen enar ar las las lagu laguna nass mném mnémic icas as e inte integr grar arla lass al yo* yo* desp despué uéss de un
trabajo de reelaboración*. Se basa en una cierta integración del síntoma* en el yo, merced a la cual se consigue, por ejemplo, cuidados o atención* de parte de los objetos* que quizá de otra manera no se hubieran conseguido (según lo siente el paciente). No está en la base de la enfermedad ni es causa usa de ella, pero aparece secund undariamente nte y contribuye a sostenerla y hasta actúa como motivo para no aband abandon onar arla la,, o como como resi resist sten enci cia a a hacer hacerlo lo.. Di Dice ce Freu Freud: d: “Cuando una organización psíquica como la de la enfe enferm rmed edad ad ha subs subsis isti tido do por larg largo o tiem tiempo po,, al fina finall se comporta como un ser autónomo; manifiesta algo así como una pulsión de autoconservación y se crea una especie de modu moduss vive vivend ndii entr entre e ella ella y otra otrass secc seccio ione ness de la vida vida anímica, aun las que en el fondo le son hostiles. Y no faltarán entonces oportunidades en que vuelva a revelarse útil útil y apro aprove vech chab able le,, en que que se gran granje jee, e, dig digamos amos,, una una función secundaria que vigorice de nuevo su subsistencia. [ ... ] Lo que en el caso de la neurosis corresponde a esa clase clase de aprove aprovecham chamien iento to secunda secundario rio de la enferm enfermed edad ad pode odemos adj adjunt untarl arlo, com como gana gananc nciia secu secund ndar aria ia,, a la primaria que ella proporciona” (Conferencias de introducción al psicoanálisis, 1915-17, A. E. 16: 349-50). En Inhibición, síntoma y angustia (1925) Freud la incluye como una de las tres resistencias yoicas, junto a la de represión* y la de transf nsferenci ncia*; además de las del ello* y el superyó*.
Cantidad de excitación Monto de energía que penetra en el aparato y es percibido en el polo percepción consciencia (PCc.), proveniente del mundo exterior (la naturaleza, los semejantes), del propio cuerpo, o de ambos lugares en forma combinada. El PCc. está está comp compue uest sto o esen esenci cial alme ment nte e por por los los órga órgano noss de los los sentidos, en los que se ubican también las diferentes zonas erógenas nas*. Sea que provenga de la nat naturaleza, los semejantes o el propio cuerpo la energía produce un primer tip tipo de resp respue uest sta: a: una una “alt “alte eraci ración ón inte interrna”* na”*,, tipo de reacción inespecífica, respuesta refleja, relicto de lo que en la filogenia pudo haber sido una acción sujeta a un fin y ahora expresa una emoción, un afecto*. La cantidad, al ser
perci percibi bida da en el PCc. PCc.,, se torn torna a cual cualid idad ad*: *: disp displa lace cer* r*.. La cantidad de estímulo proveniente del propio cuerpo, una vez penetrada en el aparato psíquico, también se liga con una representación* (primero representación-cosa* o sea Inc., luego representación -p al abra* si quiere llegar a la Ce. del yo* y por lo tanto a la acción). Al ligarse con una represent representación ación se transforma transforma en deseo* deseo* de algo que ahora posee una meta, y por lo tanto toma cualidad representacional. Si el deseo es sexual se llamará también “lib “libid ido” o”*; *; si está está rela relaci cion onad ado o con con la auto autocon conse serv rvac ació ión, n, “interés”*. La denominación de “Eros”* abarca a los dos, si bien es verdad que el uso -empezando por el de Freud- hizo de “libido” sinónimo de “Eros”. En realidad, este último es más amplio, ocupa a las pulsiones de vida* en general, incl inclui uida dass las las puls pulsio ione ness de auto autoco cons nse ervac rvaciión*. ón*. Eros Eros es ento entonc nces es puls pulsió ión n de vida vida,, en opos oposic iciión a la puls pulsió ión n de muer muerte te*. *. La puls pulsió ión n de muer muerte te no tien tiene e repr repres esen enta taci ción ón inconsciente* (de cosa) de la muerte propia (las repr repres esen enta taci cion ones es-c -cos osa a son son pri princip ncipal alme ment nte e huel huella lass de vivencias, verdades históricas*). Por lo tanto no nos queda más que relacionarla con la representación de la muerte de otro otro,, lo que que la tran transf sfor orma ma en puls pulsió ión n de dest destru rucc cció ión* n* (véase: angustia de muerte). Esta última se muestra en distintos grados de mezcla*, incluso es llevada a la acción o no, o reprimida*, como puede serlo el odio* o la pulsión de apoderamiento*. Sin embargo, en parte queda libre en el aparat aparato o psíqui psíquico co sin repre represen sentac tación ión,, como como masoqu masoquism ismo* o* primario, tomando la característica de una tendencia a la desligadu desligadura ra de la cantidad cantidad con la represent representación, ación, contraria al principio de placer*, una tendencia a volver a transformar la ya lograda cualidad (representacional) en pura cantidad (lo inorgánico). En última instancia la pulsión de muerte busc busca a eso: eso: volv volver er a la cant cantid idad ad,, hace hacerr desa desapa pare rece cerr el mund undo de la cual cualid idad ad,, mucho ucho más vinc vincul ulad ado o con las puls ulsiones nes de vida. La pulsión de muerte, cuand uando o es deflexionada hacia el mundo exterior, gracias al aparato muscular, lleva el nombre de “pulsión de destrucción” e implica ya alguna mezcla con Eros. El aparato psíquico no soporta grandes cantidades de excitación y se edifica como una gran complejización que tiende a moderarlas. Lo hace transformándolas en complejidad o en cualidad. La cualidad para el aparato psíquico nace de la percepción* consciente, y la representación es el recuerdo*, más o menos desfigurado, de ella. Al ligarse la cantidad a
representaciones toma cualidad representacional, cualidad psíquica; ésta busca volver a tener cualidad perceptual o sea a “reencontrar”* (La negación, 1925) al objeto ahora deseado en el mundo exterior y poder, mediante una acción específica* más o menos compleja, dar salida al nivel de cantidad de excitación que había dado el “puntapié inicial”. La energía se liga con las representa ntaciones nes de dos maneras: como energía libremente móvil* y como energía lig ligada ada o energ nergía ía quie uiesce scente* nte*.. Com Como energ nergía ía lib libre se desplaza* de una representación a otra utilizando las leyes de la asoci asociaci ación* ón* como como iden identi tida dade des, s, típi típica ca del del proce proceso so primario* Inc. con representaciones-cosa. Como quiescente la energía tiene fuerte investidura y débil desplazamiento, con representaciones-palabra típicas del proceso secundario*, del pensamiento*, cuya sede es el preconsciente* perteneciente al yo. La cualidad está dada aquí por la palabra, al ser ésta de por sí una percepción consciente y por significar, simbolizar o representar a la representación de la cosa ante la consciencia*. La cantidad de excitación, si excede cierta proporción, es traumática. La que proviene de la naturaleza o de la pulsión de destrucción de los semejantes puede originar las neurosis traumáticas*, con sus síntomas* típicos. La cantidad de excitación que prov provie iene ne de las las puls pulsio ione ness sexua sexuale les* s* de los los seme semeja jante ntes, s, produciendo excitaciones en zonas erógenas no despiertas todavía en la vida del niño, por lo tanto sin posibilidad de ser ser comp compre rend ndiidas das por por el apar aparat ato o psí psíquic quico, o, prod produc ucir irán án traumas* sexuales y se generarán los puntos de fijación* de la sexu sexual alid idad ad infa infant ntil il*, *, orig origen en de ulte ulteri rior ores es rasg rasgos os de cará caráct cter er** o neur neurosi osis*, s*, etcé etcéte tera ra.. Cuan Cuando do a aque aquell lla a zona zona erógena le llega la época de su predominio, lo hace con el monto de excitación excitación que correspond corresponde e al hecho traumático, traumático, lo que hace que el yo tienda a defenderse con una contrainvestidura* extrema. No en todas las épocas de la vida vida es igua iguall la canti cantida dad d de exci excita taci ción ón prov proven enie ient nte e del del cue cuerpo. En el período del complejo de Edipo* y sus “reediciones”, la pubertad, adolescencia y menopausia, el aflujo es mayor y por eso se suelen originar momentos de descompensación o neurosis. En los escritos metapsicológicos de 1915 Freud llama quantum de afecto* a esta esta cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón que que circ circul ula a de dist distin inta tass formas por el diferente tipo de representaciones. Quantum y representación tienen a veces destinos diferentes, en el caso de la represión por ejemplo, lo que se reprime es la
rep represe resent ntac aciión, ón, esto sto prod roduce uce dism dismin inuc uciión o no de la descarga afectiva pues ésta es independiente de aquella. De todas formas cuanto más se disminuya o desaparezca el afecto (la angustia*) más exitosa resulta la represión (es más exitosa en ese sentido en la histeria que en la fobia* o la neurosis obsesiva*). El trauma del nacimiento consiste con siste en una invasión masiva de cantidad de excitación desde las nece necesi sida dade dess corp corpor oral ales es fund fundam amen enta talm lmen ente te,, la que, que, en condiciones normales, es calmada por un semejante, por alguien (objeto* psíquico) del entorno del niño al que Freud llamó “asistente ajeno”*; por lo cual y de distintas maneras, de su necesidad de objeto el individuo “no se desprenderá jamás”. Los distintos tipos de angustia de que se defenderá el yo (angust ustia de pérdida de objeto*, angus ngusttia de castración*, angustia ante el superyó* y angustia social*) será serán n medi mediaci acion ones es ante ante aque aquell lla a fund fundam amen enta tall que que es la invasión de cantidad sobre el aparato psíquico, la angustia automática*. El esquizofrénico es víctima en los inicios de su enfermedad (cuando rompe con el deseo Inc. del objeto desi desinv nvis isti tie endo ndo la rep represe resent ntac ació iónn-co cosa sa de éste ste) de la inva invasi sión ón masi masiva va de cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón o angu angust stia ia automática (la cantidad de excitación después de dete determ rmin inad ada a mag magnitu nitud d auto automá máti tica came ment nte e devi devien ene e en angustia), esto coincide con la vivencia de fin de mundo*, producto de la desinvestidura* de la representación Inc. de los objetos, lo que deja inerme al aparato psíquico para pode oder ligar igar a la cant cantiidad dad de exci xcitaci tació ón y cual cualif ifiicarl carla, a, complejizarla (Lo incon concie ciente, 1915; Complemento nto metapsicológico a la doctrina de los sueños, 1915-17).
Carácter El carácter de una persona es esencialmente la manera de funci uncion onam amie ient nto o de su yo*, yo*, su mane manera ra de rea realiza lizarr sus sus acci accion ones es espe especí cífi fica cas* s* o de no hace hacerl rlas as,, sus sus punt puntos os de fijación*, sus mecanismos de defensa* más comunes ante sus pulsiones* y ante los peligros del mundo exterior, sus act actitud tudes, sus atri atrib butos utos,, en sum suma las car caracte acterí ríst stiicas cas principalmente de su yo. Por lo tanto el carácter se va form ormando ando de la mism isma mane anera y a medida ida que que se va formando el yo de una persona. Freud describe al yo como
formándose desde la “superficie” del individuo (El yo y el ello, 1923), o sea en contacto con la realidad* exterior, com como prod roducié uciénd ndos ose e en el víncul nculo o con con ella lla. Y, ¿cóm ¿cómo o pene penetr tra a la real realid idad ad exte exteri rior or en el apar aparat ato o psíq psíqui uico co** del del indivi individuo duo?? Cierta Ciertame mente nte,, empiez empieza a penet penetrand rando o por el polo polo perce percept ptual ual** (PCc (PCc.) .).. Pero Pero,, ¿cuán ¿cuándo do,, cómo cómo y por por qué qué una percepción* se transforma en el yo de un individuo? Lo hace porque el aparato psíquico busca la identidad. El yo introduce la realidad en sí mismo volviéndose igual a ella, idén idénti tica ca a ella ella,, iden identi tifi ficá cánd ndos ose* e* con con ella ella.. Y ¿cuá ¿cuáll es la realid realidad ad exteri exterior? or? Fundame Fundamenta ntalme lmente nte aquell aquella a de la que provi rovie enen nen las las vive vivenc nciias de plac place er* y dol dolor* or*, o sea sea la realidad de los objetos*, la realidad de que éstos son las fuentes deseadas de placer (lo que en forma paulatina se reconoce, “casualmente” a medida que va formándose el yo). La identificación es “[...] la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona” (Psicología de las masas y análisis del yo, 1921, A. E. 18: 99). El nombre completo de esta identificación, primera en el tiempo, es “identificación primaria”* también porque es anterior al reconocimiento del objeto de placer como ajeno al yo. Los atributos del objeto, aunque no reconocido como tal, pasan a integrar el yo, pasan san a ser sus propios atributos, su manera de manejar la acción. También se inclu ncluye yen, n, com como tend tende enci ncia, los los punt puntos os de fijac ijaciión, ón, los mecani mecanismo smoss defen defensiv sivos, os, etcét etcéter era. a. Estas Estas identi identific ficacio aciones nes primarias se producen en un aparato psíquico que funciona con la categoría del ser*. A medida que se reconocen los objetos como fuente de placer, se van estableciendo con ellos distintos vínculos. Unos serán “elecciones de objeto”* en los que predominará la categoría del tener*. Éstas se van haciendo por apuntalamiento* de la pulsión sexual* sobre la pulsión de autoconservación*. Con otros objetos habrá identificación, en la que se mantiene la categoría del ser. La elección de objeto y la identificación con el mismo llegarán a ser opuestos, en especial tras el reconocimiento def definit initiivo de la dife iferenc rencia ia de los sex sexos. os. Despué spuéss del del complejo de Edipo* declina la atracción por los objetos que pert perten enec ecen en a este este perí períod odo o (pas (pasan an a ser ser sent sentid idos os como como incestuosos), gran parte de los atributos de ellos terminan de pasar al yo “reforzando de ese modo la identificación primaria” (El yo y el ello, 1923, A. E. 19:33) y en especial van a integrar, por identificación secundaria* entonces, una parte del yo que se llamará superyó*. En el varón reforzará
o dará origen oficial a su masculinidad, a su vez reforzará su carácter*; le dará una modalidad más definitiva en la que que se inte integr grar arán án más más firm firmem emen ente te los los meca mecani nism smos os de defensa nsa o represion sione es secunda ndarias* as* que si son son muy intensos y/o se rigidifican, generarán una “alteración del yo”* o de su carácter, constituyéndose en caracteropatía. El yo es una enti entida dad d emine eminent ntem emen ente te defe defensi nsiva va cont contra ra las las puls pulsio ione ness prov proven enie ient ntes es del del ello ello*, *, y las las cara caract cter erís ísti tica cass prop propiias de esto estoss méto método doss defe defens nsiv ivos os van van a cons consti titu tuir ir tamb tambié ién n cier cierta tass parti particu cula lari rida dade dess de dife difere rent ntes es tipo tiposs de carácter. Una de las principales y más exitosas maneras de defenderse contra la pulsión es la sublimación*, o sea la tran transf sfor orma maci ción ón de la puls pulsió ión n en una una acci acción ón acep acepta tada da soci social alm mente nte y por lo tant tanto o por el yo y el super uperyó yó.. La trans transfo form rmac ació ión n de las las puls pulsio ione ness anal anales es en tend tenden enci cia a al ord orden, al ahor ahorro ro o la tena tenaci cid dad, ad, es uno uno de los tant tantos os ejemplos. También la de las pulsiones fálico-uretrales en ambición. En estos casos las sublimaciones no son meros act actos satis atisffact actori orios, os, sino sino que toman oman el rasg rasgo o de una una característica yoica, una manera de hacer, se transforman en rasgos de carácter. En relación a los mecanismos de def defensa nsa, el parad aradig igm ma de los los gene generrador adores es de rasg rasgos os caracterológicos es la formación reactiva*, la que consigue la “salud aparente, pero, en verdad, de la defensa lograda” (Nue Nuevas vas puntu untual aliz izac aciione ones sob sobre las neur neurop opsi sico cosi siss de defensa, 1896, A. E. 3:170), típica del período de latencia* en gene genera rall y del del cará caráct cte er obse bsesivo sivo en part partiicula cularr. Los Los mecanismos mecanismos defensivos defensivos en la medida en que se rigidifi rigidifican, can, incl incluy uyen endo do en ello elloss la desm desmen enti tida da** de la dife difere renci ncia a de sexos perversa, generan rasgos de carácter más o menos patológicos. En suma, el carácter no es una estructura en sí, sino los atributos de una estructura que se llama el yo, en la que participa también el superyó, parte especializada de aquel. Atributos defensivos, entonces, de una estructura yoic yoica a cont contra ra la pulsi ulsión ón del del ello ello,, prov proven enie ient nte e desd desde e la realidad exterior y presionada a su vez por otra estructura que surge en el aparato psíquico después del complejo de Edipo y que se va a escindir del yo reforzando la constitución del carácter: el superyó. El carácter termina siendo, por lo tanto, la manera de ser de una persona; prec precip ipit itad ado o de su histo histori ria, a, sus hech hechos os traum traumát átic icos os,, sus sus fijaci fijacione ones, s, sus compul compulsio siones nes repeti repetiti tivas* vas*,, sus víncul vínculos os y eleccio elecciones nes de objeto objeto,, sus mecani mecanismo smoss defens defensiv ivos, os, todos todos éstos a su vez íntimamente vinculados con sus distintos
tipos de identificaciones. El carácter de una persona ayuda a mante antene nerr su “nor “norm mali alidad” dad”,, no es nece necesa sari riam ame ente nte patológico. Tomará este rumbo cuando se torne rígido, con pocas pocas vari variab able less para para enfr enfren enta tarr las las frust frustra raci cion ones es** de la realidad. Se constituirá así en caracteropatía, la que puede result resultar ar basame basamento nto de poste posterio riores res neuros neurosis* is* o cualqui cualquier er otro otro cuadr cuadro o pato patoló lógi gico co.. El psic psicoa oanál nális isis is pued puede e prod produci ucirr cambios en el carácter, profundizando en el análisis del yo, de sus defensas*; reconstruyendo también la historia de ellas que es en gran parte la historia de la formación del yo. Historias que vuelven a ser presente, en forma vívida, en el fenómeno de la transferencia*. El carácter es un triunfo del yo sobre la pulsión, pulsión que pasa a estar integrada en él. En tanto hay carácter no hay retorno de lo reprimido*, no hay síntomas*, no hay neurosis. Uno podría hasta decir que no hay conflicto psíquico*. Ocurre que la pulsión está sofocada*, lo que da el aspecto de falta de conflicto. Así y todo todo,, cual cualqu quie ierr aume aument nto o en la cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón fácilmente genera descompensaciones, con lo que retorna lo repr repriimido ido y reap reapar arec ece e la neur neuros osis is con con su conf confllicto icto subyacente.
Carta 52 (a Fliess) Una de las más famosas cartas de Freud a Fliess (véase: manuscritos a Fliess), fechada en Viena el 6 de diciembre de 1896. En ella hace un esbozo de ordenamiento de las rep represe resent ntac aciione ones* que le van ace acercan rcand do a defini inir su primera tópica, mientras formula otras ideas importantes que van a perdurar en el resto de su obra. Habla ahí de que la representación de los deseos* psíquicos se va generando por estratificación sucesiva, la que sufre reordenamientos y retranscripciones. La memoria* no es simple sino múltiple. Se regi regist stra ra en dive divers rsas as vari varied edad ades es de sign signos. os. Esta Estarí rían an primero las neuronas* que registran las percepciones*. La primera trascripción sería el signo perceptivo que se asocia por simultaneidad. Luego se pasaría al inconsciente*, en donde intervendrían nexos tal vez causales, las huellas aquí será serán n recue recuerd rdos os** de conce concept ptos os.. En este este últi último mo sent sentid ido o globalizador se podría pensar su correspondencia con lo que más adelant adelante e llama llamará rá repres represent entaci acione ones-co s-cosa* sa*.. Estas Estas
últimas pueden volver a la consciencia* a través de su traducci cción a un tercer tipo de trasc ascripció ción ligado a represent representacione aciones-pala s-palabra*, bra*, correspond correspondiente iente al yo* oficial, oficial, aquí llamado indistintamente preconsciente*. En la carta se detalla el camino que va desde la percepción, su forma de inscripción en el aparato psíquico*, hasta la posibilidad de su recuerdo merced a la palabra. También se explica el mecanismo de la represión*, relacionando cada una de las trascripciones con distintas épocas de la vida. Para Freud, en la traducción traducción de una trascripci trascripción ón a otra una defensa* es normal si las trascripciones corresponden a la misma fase psíquica. En cambio existe una defensa patológica contra una huella mnémica* no traducida de una fase anterior, Esta defensa se llama represión y sucede con la sexualidad* por la particularidad que tiene en su desarrollo evolutivo. Una estimulación genital* sólo será comprendida o “sentida” “sentida” en el período* que le correspond corresponde; e; en períodos períodos previos no, sucederá el fenómeno del “a posteriori”* por el que aquella será “recordada” en el período genital, con un mont monto o de exci excita taci ción ón prov proven enie ient nte e del del ante anteri rior or epis episod odio io exci excita tato tori rio, o, por por lo que que éste éste se torn torna a trau traumá máti tico co y este este displacer* generará la defensa o represión. Volvamos un párrafo atrás para aclarar mejor algunas cosas. Freud dice que una trascripción es traducida a otra. “Según mi mejor saber o conjeturar” se refiere aquí al hecho de que las repres represent entaci acione ones-c s-cosa osa son traduc traducida idass a repre represen sentac tación ión-palabra para poder llegar a la consciencia. Si los sucesos que que ocur ocurri rier eron on deja dejand ndo o repr repres esen enta taci ción ón-co -cosa sa,, lo fuer fueron on ante anteri rior ores es a la posi posibi bili lida dad d de pose poseer er repr repres esen enta taci cione onesspala palabr bra a que que “com “compr pren enda dan” n” (véa (véase se:: compr compren ensi sión ón)) a las las representaciones-cosa, corresponden a una zona erógena* todavía no desarrollada, y por lo tanto a las situaciones traum raumát átiicas* cas* que dich dichas as rep represe resent ntac acio ione ness-co cosa sa conconmemoran. Se apela, entonces, a la represión, que en este caso es sólo contrainvestidura* (represión primaria*), pues no hay palabra a la que desinvestir*. Si la representacióncosa encuentra una sexualidad correspondiente al nivel de la zona erógena en una forma convenientemente desarrollada, comprendida, “pasada por una investidura* corporal”, por lo tanto con las representaciones-palabra con un cierto nivel de elaboración y vinculación entre ellas, se puede establecer una defensa normal, si no es así deberá usarse aquella que aquí llama patológica, pero que es la más com común: ún: la rep represi resión ón.. En la mism isma cart carta a trat trata a de
relacionar los recuerdos de los hechos con la causa de la neurosis*, la histeria*, la neurosis obsesiva* y la paranoia*. “[. “[...] ..] los los recu recue erdos rdos rep reprim rimidos dos fue fueron act actuale uales, s, en la histeria, a la edad de un año y medio a cuatro; en la neurosis obsesiva, a la edad de cuatro a ocho años, y en la paranoia, a la edad de ocho a catorce años" (1896, A. E. 1: 277). Otra consecuencia de las vivencias prematuras es la perversión*, cuya condición pareciera ser, a esta altura de la teorí eoría, a, que que la defensa nsa no sobr sobre eveng venga a ante antess que que el aparato psíquico se haya completado, o que no se produzca defensa alguna. Posteriormente, a partir de Pegan a un niño (1919) y del historial del “Hombre de los lobos” (1914), se comprende que esta afección es producida por otro tipo de represión o defensa ante el reconocimiento de la diferencia de sexos que aparece en la etapa fáli álica, durante el complejo de Edipo (fálico-castrado), etapa y período a los que queda fijado, fijación* basada en una desmentida* de aquella diferencia, a la que a partir de entonces se debe dedicar a sostener, produciendo escisiones en su yo*.
Castigo, necesidad de También llamada incorrectamente “sentimiento inco incons nsci cien ente te de culp culpa” a”*. *. Es prod produc ucto to de la puls pulsió ión n de destrucc ucción* (deflexión al exterior de la pulsión de muerte*), reintroducida en el aparato psíquico merced a su ligadu ligadura ra por el superyó superyó** inconsci inconscient ente*. e*. La necesi necesidad dad de castigo no es percibida por el sujeto como algo en especial, se infiere de su conducta, o de la persistencia arraigada de su neurosis*. neurosis*. Ocasiona, Ocasiona, cuando es predomin predominante ante y crónica, crónica, car caracte cteres* patológicos como “los que fracasa asan al triunfa nfar”*, ”*, o “los que delinquen por sentimiento nto de culpa”*.Además es una de las resistencias* más fuertes a la cura cura,, gene genera rado dora ra de la llam llamad ada a “rea “reacc cció ión n tera terapé péut utic ica a neg negativa”* consi nsistente en el empeoramiento nto de la enfermedad cuando se ha conseguido reconstruir o develar el sentido de un síntoma*, de un sueño*, de una compulsión de repetición* o de un rasgo de carácter. Esta resistencia corresponde al superyó. También se puede expresar como tend tenden enci cia a a los los acci accide dent ntes es,, incl inclus uso o a las las enfe enferm rmed edad ades es orgá orgáni nica cas. s. En esto estoss casos casos suel suele e llam llamár árse sela la “neu “neuro rosi siss de
destino”. No olvidemos que el destino para el inconsciente corr corre espon spond de al padre adre,, en últ última ima insta nstanc nciia al cast castig igo o paterno.
Catarsis Fenómeno de descarga de la cantidad de excitación*. La descarga puede ser simultánea al hecho traumático y en ese caso el aparato psíquico* actúa casi meramente como arco reflejo, por el princip cipio de iner nercia*, volviendo ndo inmediatamente al estado anterior (del nivel de estímulo).Puede también ocurrir que se retenga el afecto*. Por ejemplo: cuando una zona erógena* es estimulada en un momento de la vida en que todavía no esté capacitada para la descarga. Cuando llega el momento de la vigencia de la zona eróg erógen ena a en cue cuestió stión, n, el hech hecho o traum raumát átic ico o retorna “a posteriori”* produciendo las sensaciones que no produjera otrora y de las que el yo* ahora se defiende con la represión* y su consecuente generación de síntomas* (cuando no es exitosa y permite el retorno de lo reprimido*) o*).El psicoanálisis aquí busca reencontrar los recue recuerd rdos os** traum traumát átic icos os que que retu retuvi vier eron on el afec afecto to** en su oportunidad, para abreaccionarlo* mediante la catarsis*, y descargarlo. La abreacción, productora de la catarsis, fue el primer método que suplantó la orden hipnótica, de la que se mostró como mucho más eficaz. Antecedente o primer nivel de psicoanálisis, el que nunca lo dejó de lado, más bien lo incluyó como parte de sí.
Catarsis, según Freud Escribe Freud en “Dos artículos para enciclopedia”: “De las investigaciones que constituían la base de los estudios de Breu Breuer er y míos míos se dedu deducí cían an,, ante ante todo todo,, dos dos resu result ltad ados os:: primero, que los síntomas histéricos entrañan un sentido y una signif significa icación ción,, siendo siendo sustit sustituti utivos vos de actos actos psíqui psíquicos cos normales; y segundo, que el descubrimiento de tal sentido incóg ncógni nitto coi coincid ncide e con con la supre upresi sión ón de los los sínt síntom omas as,,
conf confun und diénd iéndos ose e así así, en este este sect sector or,, la inv investi estiga gaci ció ón cien cientí tífi fica ca con la tera terapi pia. a. Las obse observ rvaci acion ones es había habían n sido sido hechas en una serie de enfermos tratados con la primera paciente de Breuer, o sea por medio del hipnotismo, y los resultados parecían excelentes hasta que más adelante se hizo patente su lado débil. Las hipótesis teóricas que Breuer y yo edif edific icam amos os por por ento entonce ncess esta estaba ban n infl influi uida dass por por las las teorías de Charcot sobre la histeria traumática y podían apoyarse en los desarrollos de su discípulo P. Janet, los cuales, cuales, aunque aunque public publicado adoss antes antes que nuestr nuestros os Estudi Estudios, os, eran eran cron cronol ológ ógic icam amen ente te post poster erio iore ress al caso caso prim primer ero o de Breuer. En aquellas nuestras hipótesis apareció desde un principio, en primer término, el factor afectivo; los síntomas histéricos deberían su génesis al hecho de que un proceso psíquico cargado de intenso afecto viera impedida en algún modo su descarga por el camino normal conducente a la conciencia y hasta la motilidad, a consecuencia de lo cual el afecto así represado tomaba caminos indebidos y hallaba una derivación en la inervación somática (conversión). A las ocas ocasiione ones en las que nací nacían an tale ales rep represe resent ntac aciione ones patógenas les dimos Breuer y yo el nombre de traumas psíquicos, y como pertenecían muchas veces a tiempos muy pretér pretérito itos, s, pudimo pudimoss decir decir que los histéri histéricos cos sufría sufrían n pred predom omin inan ante teme ment nte e de remi remini nisc scen enci cias. as. La cata catars rsis is era era entonces llevada a cabo en el tratamiento por medio de la aper apertu tura ra del del cami camino no cond conduc ucen ente te a la conc concie ienc ncia ia y a la descarga normal del afecto. La hipótesis de la existencia de procesos psíquicos inconscientes era, como se ve, parte impr impres esci cind ndib ible le de nues nuestr tra a teor teoría ía.. Tamb Tambié ién n Janet Janet habí había a labora laborado do con actos actos psíqui psíquicos cos inconsc inconscien ientes tes;; pero, pero, según según actuó en polémicas ulteriores contra el psicoanálisis, ello no era para él más que una expresión auxiliar, une manière de parler, con la que no pretendía indicar nuevos conocimientos. En una parte teórica de nuestros Estudios, Breu Breuer er comu comuni nicó có algu algunas nas idea ideass espe especul culat ativ ivas as sobr sobre e los los procesos de excitación en lo psíquico, que han marcado una orientación a investigaciones futuras, aún no debidamente practicadas. Con ellas puso fin a sus aportaciones a este sector científico, pues al poco tiempo abandonó nuestra colaboración”.
Cäcilie m.
[psicoan.] Se trata de una paciente histérica mencionada much muchas as vece vecess en Estu Estudi dios os sobr sobre e la hist hister eria ia (189 (18933-95 95). ). Freud dice haberla conocido más a fondo que a las otras, pero pero que que razo razone ness pers person onal ales es le impi impide den n comu comuni nicar car con con detalle su historial clínico. En una nota al pie sobre los enlaces falsos pone el ejemplo de Cäcilie M., en aquella dice que “[...] el talante perteneciente a una vivencia, así como su contenido, pueden entrar con toda regularidad en una referencia desviante con la conciencia primaria” (1893, A. E. 11:90). Aparentemente esta apreciación está dirigida a las racionalizaciones como una forma de enlaces falsos, pero pero al habl hablar ar del del tala talant nte e y la repr repres esen enta taci ción ón como como el pasaje aje de una una escena a otra, no deja de referirse al problema de la transferencia y al fenómeno de la represión. Dice que aparecían reminiscencias, como si se repitieran escenas que eran precedidas por el talante correspondiente. La paciente se volvía irritable, angustiada, desesperada, sin vislumbrar en ningún caso que ese estado de ánimo no pertenecía al presente, sino al estado que esta staba por aquej uejarla. En ese período de transici sició ón esta establ blec ecía ía un “enl “enlac ace e fals falso” o”.. En otra otra nota nota al pie pie, trae trae ejemplos de comunicaciones del paciente que recuerda en dete determ rmin inad ado o mome moment nto o un sínto síntoma ma ya super superad ado o tiem tiempo po atrás y éste reaparece al ser recordado, como si fuera esto una especie de vislumbre o presentimiento, cosa relativamente com común en Cäcilie. “Era siempre una vislumbre de lo que ya estab staba a listo y formado en lo inco inconsc nscie ient nte, e, y la conc concie ienci ncia a "ofi "ofici cial al"" (par (para a empl emplea earr la designación de Charcot), sin sospechar nada, procesaba la repres represent entaci ación ón que aflora afloraba ba como como repent repentina ina ocurre ocurrenci ncia a dándole la forma de una exteriorización de satisfacción, que en cada caso, con harta rapidez y puntualidad, recibía su mentís” (1893, A. E. 2:96). Luego: “[...] uno sólo se gloria de la dicha cuando ya la desdicha acecha” (1893). Este tema de los presentimientos o vislumbres, lo va a retomar, según mi entender, mucho más adelante en la teoría, en una nota al pie del artículo La negación (1925), sin embargo, es traducido ahí por Etcheverry como invocación. Por último Cäcilie M. es usada como ejemplo de formación simbólica de síntoma. La paciente posee una violentísima neuralgia facial que emerge de repente dos o tres veces por año. Cuando Freud intentó convocar la escena traumática, “[...]
la enferma se vio trasladada a una época de gran susceptibilidad anímica hacía su marido; contó sobre una plática que tuvo con él, sobre una observación que él le hizo y que ella concibió como grave afrenta (mortificación), luego se tomó de pronto la mejilla, gritó de dolor y dijo: "Para mí eso fue como una bofetada"“ (A. E. 2:190-191). Con ello tocaron a su fin el dolor y el ataque. Esa neuralgia había pasado a ser, por el habitual camino de la conversión, “[.. “[...] .] el sign signo o dist distin inti tivo vo de una dete determ rmin inad ada a exci excita taci ción ón psíquica; pero en lo sucesivo pudo ser despertada por eco asociativo desde la vida de los pensamientos, por conversión simbolizadora” (id.). El síntoma, en este caso, se form forma a orig origina inalm lmen ente te por por asoci asociaci ación ón por por simu simult ltan anei eida dad, d, merced al conflicto y defensa, y luego se lo evoca por simbolización principalmente de palabra, o sea por analogía de la expresión lingüística. En otra ocasión atormentaba a Cäcilie M. un violento dolor en el talón derecho, punzadas a cada paso, que le impedían caminar. En el análisis se evocó una oportunidad de una internación clínica en la que le había expresado al médico el miedo de “no andar derecha” en esa reunión de personas que le eran extrañas. Freud dice que en ninguna otra paciente ha podido hallar un empleo tan generoso de la simbolización, pero que ésta se debe extender a la histeria en general y que el síntoma conversivo no hace más que animar las sensaciones a que la expr expres esió ión n ling lingüí üíst stic ica a debe debe su just justif ific icac ació ión. n. Así Así por por ejemplo, las frases: “[...] me dejó clavada una espina en el corazón”, o el “tragarse algo” (id.192), son metáforas de hechos concretos corporales que pueden expresar el dolor o cie cierto rto some ometim timient iento. o. En estos stos caso casoss en vez vez de ser ser expre xpresa sad dos como omo metáf táforas oras verb verbal ale es vue vuelven lven a ser ser “sentidos”, o realizados, en la histeria. Estas sensaciones o acci accion ones es corp corpor oral ales es a su vez vez “sim “simbo boli liza zan” n” a aque aquell llas as metáforas verbales, sin que la consciencia, así, tome nota del significado. La representación-palabra en la normalidad pued uede expresar en forma metafórica, ca, com como en esos ejemplos, los afectos correspondientes a representaciones de dese deseo. o. En la hist hister eria ia,, al ser ser esta estass repr repres esen enta taci cione onesspalabra desinvestidas por la represión, no le queda al deseo Inc. más que la posibilidad de expresar la misma frase metafórica pero en forma corporal, utilizando el cuerpo en un sentido simbólico de lo que alguna vez fue concreto, para poder saltear la represión, y retornar así lo reprimido. Se apoya en que para Darwin la “expresión de las
emoc emocio ione nes” s” cons consis iste te en ope operaci racion ones es que que en su orig origen en estaban provistas de sentido y eran acordes a un fin, por más que hoy se encuentren en la mayoría de los casos debi debili lita tada dass a punt punto o tal tal que que su expr expres esió ión n ling lingüí üíst stic ica a nos nos parezca una transferencia figural. Es harto probable que todo eso se entendiera antaño literalmente, y la histeria acie aciert rta a cuan cuando do rest restab able lece ce para para sus sus iner inerva vaci cion ones es más más intensas el sentido originario de la palabra.
Celos Estado afectivo normal, que está en directa relación con el aspecto de pulsión de apoderamiento* perteneciente a la pulsión sexual*. Se vincula con la intimidad que busca la pareja amorosa, pues la pulsión sexual es asocial en ese sentido. El amor* sexual no es compartible, más que con la propia pareja. Freud describe tres niveles de celos: 1) los de com compet petenci encia a o norm normal ale es; 2) los los proye royect cta ados dos y 3) los los delirantes. Los primeros están compuestos del duelo* por el obje objeto to** de amo amor que que se cre cree perd perdiido y por la afre afrent nta a narcisista sufrida. Pueden existir sentimientos de hostilidad hacia los rivales y un monto mayor o menor de autocrítica. A pesar de ser normales, son irracionales.“[...] arraigan en lo profundo del inconciente, retoman las más tempranas mociones de la afectividad infantil y brotan del complejo de Edipo o del complejo de los hermanos del primer período sexual” (Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad, 1922, A. E. 18: 217). En muchos casos incluso son vivenciados bisexualmente, por ejemplo los celos entre amigos, etcétera. El segundo tipo, los celos proyectados, provienen de la propia infidelidad, sea sea prac practi tica cada da,, fant fantas asea eada da,, o repr reprim imid ida a y en segu segund nda a instancia proyectada como alivio del yo* ante su consciencia moral* y ante los embates de lo reprimido*.“Los celos nacidos de una proyección así tienen, es cier cierto to,, un cará caráct cter er casi casi deli delira rant nte e, pero pero no ofre ofrece cen n resistencia al trabajo analítico, que descubre las fantasías inconcientes de la infidelidad propia” (1922, id. 218).Los celos del tercer tipo o estrato (Freud los considera diferentes tipos pero éstos pueden coexistir) también provienen
de anhelos de infidelidad reprimidos, pero en este caso los objetos de fantasía* son del mismo sexo; las diferencias sex sexuale ales está stán previame amente desme smentidas* y lueg uego rep reprim rimidas das de una una mane anera muy parti articu cullar, ar, en la que intervienen la desinvestidura* de la representación-cosa* y ulterior proyección* del deseo* inconsciente en el objeto. Corresponden a una forma de la paranoia*, aquella que desmiente la moción homosexual no aceptada por el yo, o sea su “protesta masculina”, la “roca de base”*, tan poco profunda en la paranoia, por lo que se torna tan difícil su acces acceso o tera terapé péut utic ico. o. La para paranoi noia a de celo celoss desm desmie iente nte la moción homosexual que le retorna desde lo proyectado, con la frase “No yo amo al varón - es ella quien lo ama” (en el varón) o “No yo amo a las mujeres - sino que él las ama” (en (en la mujer mujer)) (Puntu (Puntuali alizac zacion iones es psicoa psicoanal nalít ítica icass sobre sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente, 1911, A. E.12:60).“Frente a un caso de delirio de celos, habrá que estar preparado para hallar celos de los tres estratos, nunca del tercero solamente” (1922, A. E. 18:219).
Censura Este concepto sufre una evolución particular en la obra freu freudi dian ana. a. Es el proc proces eso o en que que a una una repr repres esen enta taci ción ón -retoño (de otra representación reprimida primariamente) se le impide el acceso a un nivel superior del psiquismo (a la palabra, al preconsciente*), o se le permite siempre que esté bien disfrazada y no sea reconocida como propia por el yo*.Freud define en primer término la censura onírica. Su función función es desfigura desfigurarr la representa representación* ción* intolerable intolerable para la consciencia*. En el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900) y en los escritos metapsicológicos de 1915 llevará el nombre de “represión”*. Esta represión escindirá el aparato psíquico en un Inc.* y un Prec. y a su vez tendrá dos tiempos: la represión primaria*, que se producirá en los distintos momentos de la sexualidad infantil* creando sus fija fijaci cione ones* s* que que culmi culmina nan n en el perí períod odo o del del comp comple lejo jo de Edi Edipo* y gene genera ran n la amne amnesi sia a inf infantil ntil** post poste erio rior; y la represión secundaria*, que da caza a los retoños de aquella sexualidad infantil ya reprimida, la que intenta retornar de
lo reprimido* a través de ellos, generando, si lo consigue, entre otras cosas los síntomas* neuróticos.Freud describe también una censura consciente que impide el pasaje de las representaciones-palabra* Prec. a la consciencia (Cc.), restándoles valor, o por productoras de vergüenza*, etcétera. Esta censura, cuya forma de acción es la de quitarle a la representación-palabra la sobreinvestidura* de atención* que necesita para acceder a la consciencia*, es la que se le pide pide al paci pacien ente te que que depo depong nga, a, al entr entreg egar arle le la “reg “regla la fundamental”* de la “asociación libre”*.En términos de la segunda tópica, la censura es en ese caso ejercida por el superyó* hacia un yo que no accede al nivel del ideal del yo* exigi xigid do. Tom Tomando ando la form orma de aut autorre orrep proch roche* e* o auto autoce cens nsur ura a, expr expre esio siones nes de sent sentim imie ient nto o de cul culpa*. pa*. También el superyó puede castigar al yo por permitir éste al ello* ciertas libertades no aceptadas por la consciencia mora moral* l* (act (actua uada dass o fant fantas asea eada das) s).. Es un resa resabi bio o de la censura de los padres en el momento de la educación; cens censur ura a que que remi remite te ento entonc nces es,, en el inco incons nsci cie ente, nte, a la amenaza de castración*.El yo censura en forma automática a la moción pulsional cuando su representación-cosa* busca representación-palabra en alguna forma asociada por el yo con algo no aceptado por el superyó, pues si no le produce angu angust stia ia seña señal* l* al yo. yo. Éste Éste se defi defien ende de de la angu angust stiia aplicándole a la pulsión* los mecanismos de defensa* que al sustraerle investidura Prec. (a la representación-palabra) impiden su conocimiento y acceso al yo. Estos mecanismos de defensa son formas cada vez más sofisticadas de la censura.
Ceremonial obsesivo Compulsión* compleja a la que en ocas casiones se ve someti sometido do el pacien paciente te neurót neurótico ico obsesi obsesivo* vo*.. Le sirve sirve para para controlar la angustia*, la que se hace presente si alguna causa impide su realización. Aunque el ceremonial suele ser mole molest sto, o, el paci pacien ente te no pued puede e impe impedi dirl rlo. o. Freu Freud d trae trae un ejemplo de un niño de once años:“No se dormía hasta no haberle contado a su madre presente, con los mínimos pormenores, todas las vivencias del día; sobre la alfombra del dormitorio no debía haber por la noche ni un papelito y
ninguna otra clase de basura; la cama tenía que arrimarse por completo a la pared, debía haber tres sillas delante de ella y disponerse las almohadas de una manera precisa. Y él mismo, antes de dormirse, tenía que entrechocar sus pie piernas rnas cie cierto rto núm número ero de vece veces, s, y luego uego poner onerse se de costado” (Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa, 1896, A. E. 3:173, nota).El ceremonial tiene un fundamento aparentemente racional, siendo absolutamente irra irraci ciona onal. l. Tien Tiene e moti motiva vaci cione oness inco incons nsci cien ente tess que que en la mayoría de los cas casos pueden ser ser reconstr struidas*, s*, y encontrarse así el significado y con él la posibilidad de la vuelta a la racionalidad de la actividad de pensamiento*, propia del yo*. El caso de ese niño “[...] se esclareció de la sigu siguie ient nte e mane manera ra:: Años Años ante antess habí había a ocur ocurri rido do que que una una sirv sirvie ient nta, a, enca encarg rgad ada a de llev llevar ar a la cama cama al bell bello o niño niño,, aprovechó la oportunidad para acostársele encima y abusar sexu sexual alme mente nte de él. él. De Desp spué ués, s, cuand cuando o este este recue recuerd rdo o fue fue desp despe ertad rtado o por por una una vive vivenc ncia ia reci recien ente te,, se anun anunci ció ó a la conciencia a través de la compulsión al ceremonial descrito, cuyo sentido era fácil de colegir y fue establecido en detalle por por el psic psicoa oaná náli lisi sis: s: Sill Sillas as dela delant nte e de la cama cama,, y ésta ésta arrimada a la pared... para que nadie más pudiera tener acceso a la cama; almohadas ordenadas de cierta manera... para para q_ estuvi estuviera eran n ordena ordenadas das divers diversame amente nte que aquell aquella a noche; los movimientos con las piernas... echar fuera a la persona acostada sobre él; dormir de costado... porque en la escena yacía de espaldas; detallada confesión ante la madre adre.. .... pues ues le hab había call calla ado esa y otra otrass vive ivenci ncias sexu sexual ales es,, por por proh prohiibici bición ón de la sedu seduct ctor ora; a; por por últi último mo,, mantener limpio el piso del dormitorio... porque el principal reproche que hasta entonces había debido recibir de la madre era que no lo mantenía así” (1896, 3:173, nota). El ceremonial obsesivo es expresión de mecanismos defensivos* del yo como la “anulación de lo acontecido”* y el “aisla “aislami mient ento”* o”*,, cuya cuya progr progresi esiva va falla falla permi permite ten n cada cada vez más el retorno de lo reprimido*; o sea es expresión de la neurosis obsesiva, aunque en algunos caracteres* anales normales la tendencia al orden por momentos tome ciertas cara caract cter erís ísti tica cass de cere ceremo moni nial al.“ .“El El cere ceremo moni nial al neur neurót ótic ico o consiste en pequeñas prácticas, agregados, restricciones, orde ordena nami mien ento tos, s, que, que, para para cier cierta tass acci accion ones es de la vida vida coti cotidi dian ana, a, se cum cumple plen de una una mane anera idé idéntic ntica a o con variaciones que responden a leyes. Tales actividades nos hace hacen n la impr impres esió ión n de unas unas mera merass "for "forma mali lida dade des" s",, nos nos
pare parece cen n caren carente tess de sign signif ific icad ado. o. De igua iguall mane manera ra se le presentan al propio enfermo, pese a lo cual es incapaz de abandonarlas, pues cualquier desvío respecto del ceremonial se castiga con una insoportable angustia que enseguida fuerza a reparar lo omitido. Tan ínfimas como las acci cciones nes cer ceremonial niale es misma smas son las ocasion sione es y actividades adornadas, dificultadas y en todo caso sin duda reta retard rdad adas as por por el cere ceremo moni nial al;; por por ejem ejempl plo, o, vest vestir irse se y desv desve esti stirse, rse, meters terse e en cam cama, la sati satisf sfac acci ción ón de las necesidades corporales. Puede describirse el ejercicio de un ceremonial sustituyéndolo de algún modo por una serie de leyes no escritas” (1907, A. E.9:101-2).“En casos leves, el ceremonial se asemeja bastante a la exageración de un orden habitual y justificado. Pero la particular escrupulosidad de la ejecución y la angustia si es omitida singularizan al ceremonial como una "acción sagrada". Los hechos que lo perturban se soportan mal, las más de las veces, y casi siempre están excluidas la publicidad y la pres presen enci cia a de otra otrass pers person onas as mien mientr tras as se lo cons consum uma” a” (id. (id.). ).De Deja jamo moss la pala palabr bra a a Freu Freud, d, tan tan clar clara a resu result lta a su exposición. Solamente resaltaremos el carácter de acción sagrada del ceremonial obsesivo, lo que lo vincula más con el ceremonial religioso. El hecho de que cuando es leve puede pasar inadvertido o secreto, y entonces aparecer una crisis de angustia, al impedirlo alguna causa externa. Por último la vinculación que suele tomar con actos normales cotidianos relacionados con el tocamiento del cuerpo, las zona zonass eróge ógenas* nas*,, su visu visual aliz izac aciión, ón, embell belle ecim cimient iento, o, etcé etcéte tera ra,, por por lo que que ésto éstos, s, ento entonc nces es,, se torn tornan an tare tareas as interminables, tormentosas (asearse, cambiarse, acostarse, comer, etcétera).
Chiste Procedimiento intelectual por medio del cual un rápido empleo de un proceso primario* ahorra parte del gasto que dem demand andaba aba la rep represi resió ón* de las las puls pulsio ione ness sexu sexual ale es* ince ncestuo stuosa sas, s, de las pulsi ulsio ones nes destru struct ctiivas* vas* y de sus sus retoños. Se descarga, entonces, la energía* así ahorrada, energía cuya descarga da origen al placer* de la risa, la que según la clase de chiste (como en el chiste tendencioso)
llega a ser risa franca, hasta carcajada. El método que por un instante se utiliza es el de usar un proceso primario, en forma parecida al sueño*, pero sin regresión* de palabra a imagen percibida, sino tratando a la palabra como si fuera repr repres esen enta taci ción ón-c -cos osa* a*,, o apro aprove vech chan ando do los los dife difere rent ntes es significados que tienen las palabras y también las varias cosas a las que aluden. A veces se cambia una letra o una sílaba, o las palabras se descomponen en sílabas, gracias a cond conden ensa saci cion ones es** y desp despla laza zami mien ento tos* s* que que apro aprove vech chan an contigüidades*, analogías*, homofonías, oposiciones*. Son asoc asocia iaci cion ones es** supe superf rfic icia iale less de las las pala palabr bras as (ana (anallogía ogíass form formal ales es)) que que ocult ocultan an asoci asociac acio ione ness más más prof profun unda dass (de (de significados).En fin, se vuelve a jugar con las palabras como jug jugab aba a el niño niño duran urantte la época oca del apre aprend ndiizaje zaje del del lenguaje*, para el que las palabras más que representar a las cosas, son una más de éstas. Existen varios tipos de chistes: del juego infantil con las palabras pasamos al chiste inocente o abstracto cuyo efecto nunca es excesivamente reid reider ero; o; en gene genera rall nos nos prod produce uce una simp simple le sonr sonris isa. a. El chiste que produce más placer suele ser el tendencioso, que nace de la pulla grosera o insulto sexual con carácter alegre de los grupos con bajo grado de cultura o inhibición. En el chiste tendencioso, en forma oculta, mediante condensacio ciones nes y desplazamientos, se busca usca agredir* sexualmente (desnudar) a alguien o agredir simplemente (desacreditar, degradar a una autoridad por ejemplo). Para esto se necesita de un tercero que escuche el chiste, éste es el que que prin princi cipa palm lmen ente te,, ento entonce nces, s, sent sentir irá á el place placerr al producirse la descarga con la risa. Por lo tanto en el chiste tend tenden enci cios oso o hay hay tres tres pers person onaj ajes es:: a) el crea creado dorr que lo cuenta, b) la persona de quien se cuenta algo (imaginaria o ausente por lo general, salvo en la pulla grosera) y c) el tercero que es el que goza. En el autor o relator del chiste el placer empieza sie siendo ndo ínfimo, pero por contagio (identificación* con el que goza) llega a ser intenso. Este complejo mecanismo hace que el chiste tenga un efecto social buscado, necesita espectador, no se puede disfrutar en soledad. Los mejores chistes equilibrarán el disfraz con lo ente ntendib ndible le para ara un terc tercer ero; o; si es muy com complej plejo o le demandarán a éste demasiado esfuerzo y perderá el efecto placentero al demandar gasto. Si es excesivamente fácil necesita de un talante alegre previo del tercero, en el que las inhibiciones* estén disminuidas y se convierta en pulla grosera, con lo que el nivel cultural desciende. Si el tercero
es el que que más más goza oza es porq porque ue la oper operac ació ión n inte intele lect ctua uall creativa, el uso momentáneo del proceso primario insertado en un discurso en proceso secundario* en forma repentina, le viene regalada por el autor, no le demanda el gasto que exig exige e la ocur ocurre renci ncia a crea creati tiva va.. Consi Consigu gue e así, así, medi mediant ante e la operación intelectual del otro, dar cierto nivel de satisfacción a una pulsión* prohibida interiormente en su aparato psíquico*. Pero el autor necesita del tercero para gozar, pues como hemos dicho el chiste en soledad no produce placer, sólo al producir la risa en el tercero el autor puede sentir placer al contagiarse, por identificación, de la risa de aquel. Esto transforma al chiste en un fenómeno social por excelencia, diferenciándose así del humor* que es un tipo de placer parecido, pero con libido* narcisista. En el humor el sujeto puede sonreírse de sí mismo, o de los problemas de la reali alidad*, gastánd ándoles una broma, dism dismin inuy uyén éndo dole less con con ésta ésta el valo valor, r, torn tornán ánd dose ose por por un inst instan ante te omni omnipo pote tent nte e el yo*. yo*. El humo humorr no nece necesi sita ta de terceros, si bien éstos pueden disfrutar de él, al sujeto no le son imprescindibles para gozar. El chiste es una válvula de escape que en lo social permite desinhibición de pulsiones sin llegar a la acción. Puede estar ayudado por una fachada cómica (véase: cómico), la que va preparando previamente el ambiente para el placer chistoso.
Cloaca Segunda de las tres principales teorías sexuales infantiles*. La primera atribuye a todos los seres humanos un pene y la tercera es la concepción sádica del coito. La teoría de la cloaca surge de la ignorancia que tiene el niño sobre la existencia de la vagina como genital, o si se quiere, de la desestimación* de la diferencia de los sexos que el niño realiza. De ahí que atribuya el nacimiento no a un parto sino a una evacuación. Si los hijos nacen por el ano, los varones pueden parir igual que la mujer (esto se corresponde con la primera teoría que dice que las mujeres tienen pene). En realidad, según esta teoría no existirían dos sexos más que por los caracteres sexuales secundarios, la función en la familia, el tipo de preferencias, de manera de ser, etcétera, pero no por lo esencial. Una vez
reco recono noci cida da la dife difere renc nciia de los los sexo sexos, s, al meno menoss en un primer nivel (la oposición* fálico-castrado), la teoría cloacal es dese desech chad ada. a. Sin Sin emba embarg rgo, o, pued puede e perm perman anec ecer er en el inconsciente* reprimida o incluso dentro del yo*, merced a mecanismos de escisión yoica* que en parte reconozcan la castración y en parte no. Esto último sucede, en forma característica, en el caso de la desmentida* de la diferencia de los sexos que se produce en la perversión sexual*. En el historial del “Hombre de los lobos” (1918), Freud plantea esta problemática y la manera compleja en que aparece en el caso. El paciente poseía en su yo tres actitudes dife difere rent ntes es fren frente te a la cast castra raci ción ón:1 :1 ) Abom Abomina inaba ba de ella ella desde su “pr “protesta sta mascul culina”, na”, lo que originaba la angustia* de su fobia* (angustia de castración*).2) Tenía una segunda corriente que aceptaba la castración y se consolaba con la feminidad como sustituto. Ésta originaba sus síntomas* de constipación como conversión* histérica.3) Había una tercera más antigua y profunda que podía todavía ser activable y que seguramente es la teoría de la cloaca desestimadora de la castración, que moment momentáne áneame amente nte podría podría resurg resurgir ir durant durante e un conflic conflicto to agud agudo. o. Con Con la teor teoría ía cloa cloaca call se vincu vincula la ínti íntima mame mente nte la trasm rasmut utac ació ión n de las las puls pulsiiones ones** anal nales a travé avés de la ecuación ecuación simbólica simbólica:: heces-pene heces-pene-niño-r -niño-regal egalo-dine o-dinero, ro, todas identidades para el inconsciente*.
Cómico Operación anímica placentera, cuyo medio de descarga es la risa. Se origina como un hallazgo de algo no necesariamente buscado en los vínculos sociales entre los sere seress hum humanos anos,, que que tam también bién se puede uede ext extende enderr a la apre apreci ciaci ación ón de cier cierto toss anim animal ales es,, obje objeto toss inan inanim imad ados os o situaciones, que resultan con ciertos atributos exagerados, caricaturescos, cómicos. La descripción corresponde, por lo general, a hechos cómicos acaecidos a personas adultas o por lo menos enos con con un apar aparat ato o psíq psíqui uico co** termi rminado nado de establecer; con un ello*, un yo* y un superyó*, y en el que está bien definida la frontera entre lo que es inconsciente* y lo que es preconsciente* y consciente*. Lo cómico es una operación que corresponde al yo en su parte preconsciente
(Prec.), lo que pertenece ala actividad de pensamiento*, al juicio*, al proceso secundario*. No interviene el inconsciente en su gestación, como en el caso del chiste*. Lo cóm cómico es algo que se halla en personas, en sus movi movimi mien ento tos, s, form formas as,, acci accion ones es y rasg rasgos os de cará caráct cter er*; *; originariamente es probable que sea sólo en sus cualidades corporales, más tarde * también en las anímicas o bien en sus sus mani manife fest stac acio ione nes. s. Por Por otro otro lado lado,, como como decí decíam amos, os, se puede extender a animales, cosas o situaciones. Reímos de los movimientos del clown porque, desmedidos y desacordes con un fin, nos recuerdan la torpeza infantil. Reímos de un gasto de energía demasiado grande; desde la comicidad de los movimientos se puede ramificar lo cómico a las formas del cuerpo y los rasgos del rostro.¿Por qué produce efecto cómico lo desmedido y carente de fin del movimiento, que incluso luego deriva a otras situaciones? Freud lo atribuye a la comparación entre el movimiento observado en el otro y el que uno habría realizado en su lugar. Por el proceso de juicio y a través del “complejo del semejante”* “Adquiero la representación de un movimiento de magn magnit itud ud dete determ rmin inad ada a ejec ejecut utan ando do o imit imitan ando do ese ese movimiento, y a raíz de esta acción tengo noticia en mis sen sensaciones nes de inervaci ación de una una medida para ese movimiento” (El chiste y su relación con lo inconciente, 1905, A. E. 8:182). Comprendemos a un sem semejante realizando sus mismas acciones; luego, una vez conocidas éstas, podemos pasar a compararlas con las nuestras. El proceso se irá simplificando a medida que participe en él la memoria, lo que nos dispensará de realizar el acto cada vez, vez, susti ustitu tuyé yén ndolo dolo por un gast gasto o de inve invest stid idur ura* a* de repr repres esen enta taci ción ón*. *. Al ver ver a un prój prójim imo o real realiz izan ando do acto actoss desmedidos o desacordes a un fin -en la comparación que automáticamente hacemos, para comprender, con la acción que realizaríamos nosotros en la misma situación- hay un ahor ahorro ro de inve invest stid idur ura a de repr repres esen enta taci ción ón.. Esa Esa ener energí gía a ahorrada se descarga por el mecanismo placentero de la. risa risa.. Así Así “[.. “[...] .] la géne génesi siss del del place lacerr por el movi movimi mien ento to cómi cómico co serí sería a un gast gasto o de ine inervac rvació ión n que que ha deve deveni nido do inaplicable como excedente a consecuencia de la comparación con el movimiento propio” (1905, id. 185). El placer de lo cómico surge entonces de un gasto de investidura de representación que la desproporción del movimiento realizado por el semejante, nos ahorra.
Complejo de castración Excitaciones y efectos relacionados con la pérdida del pene. El desarrollo sexual del niño se realiza en dos tiempos. El primero dura hasta los cinco o seis años, la sexualidad infantil* que cae bajo el manto de la represión*, luego es seg seguido uido por por un perí períod odo o de late latenc ncia ia*, *, y el segu segund ndo o que que resu resurg rge e en form forma a defi defini niti tiva va en la pube pubert rtad ad y post poster erio iorr adolescencia. En la culminación del período sexual infantil la zona zona eróg erógen ena* a* pred predom omin inant ante e es la fáli fálico co-ur -uret etra ral* l*;; al advenir el predominio de esta zona ocurren simultáneamente múltiples cosas. Por lo pronto se abren distintos caminos en la evolución del niño y la niña. En el nivel infantil de conocimiento se notan diferencias sexuales, las que son vividas como posesión o no de genital (el que no lo posee es porque fue castrado, el que sí lo posee corre peligro de serlo). Esta realidad difícil de enfrentar y resolver con el aparato psíquico* infantil, es aceptada en parte, lo que originará angustia de castración* en el niño y envidia fálica en la niña. También puede ser desmentida* en ambos casos y esto señalar el camino a las perversiones sexuales*, las que se pueden extender a algún tipo de psicosis*. Tanto en la niña como en el varón, en el nivel infantil de pensamiento* no se reconoce del todo la existencia de la vagina femenina como órgano genital (no obstante, es de suponer que para el yo* realidad todavía incompleto, en part parte e sí, sí, adem además ás para para las las puls pulsio ione ness sexu sexual ales es** obje objeta tale less también, no hay más que fijarse en los símbolos universales* de ella que aparecen en los sueños*, provenientes del inconsciente*), lo que en forma definitiva deberá lograrse en ambos casos en el largo camino hasta la pubertad y adolescencia. La vagina y el clítoris son vividos por ambos, en la etapa fálica, como la castración del único genital que en última instancia es considerado como tal en este ste nive nivell infan nfanttil, il, el falo. alo. Al miedo edo del del varó varón n ante nte la posibilidad de la castración, comprobada entonces en la visi visión ón del del geni genita tall feme femeni nino no,, se lo llam llamar ará á angu angust stia ia de castración, y es aquella de la que se defende nderá, principalm principalmente ente,, el yo del neurótico neurótico adulto adulto con los mecanismos de defensa ensa** incon nconsc sciiente entes, s, orig orige en de rasgo asgoss de carácter* y síntomas* neuróticos. En la niña la aceptación
de la existencia de la castración origina el complejo de castración por excelencia. Fundará su yo basado en esta (sen (senti tida da por por ella ella)) muti mutila laci ción ón.. Esta Esta situ situac ació ión n orig origin inar ará á sen sensación de minus nusvalía, dependenci ncia extrema, la cons consti titu tuci ción ón de su supe supery ryó* ó* será será más más lent lenta, a, no esta estará rá acuc acucia iada da por por la urge urgenc ncia ia de la angu angust stia ia de cast castra raci ción ón.. Respecto a este punto Freud señala que en la mujer hay tres tres cami camino noss princ rincip ipal ales es en su evol evoluc ució ión n sexu sexual al:1 :1 ) La represión de la sexualidad* en general.2) La no aceptación de la cast castra raci ción ón,, cond conduc uce ente nte a la mascu asculi lini nid dad en el cará caráct cter er,, o a la homos homosex exua uali lida dad* d* como como perve pervers rsió ión. n.3) 3) El pasaj pasaje e a la femi femini nida dad d acep acepta tand ndo o la dife difere renc ncia ia entr entre e los los genitales femeninos y los masculinos, entre la masculinidad y la feminidad, con sus características propias. No como una castración de la posesión de una única forma posible de genital (el falo). Este último paso podrá ser logrado a partir de la pubertad y obviamente será el camino normal, el que sin sin embar mbargo go incl ncluye uye en parte arte,, repri primidos idos,, los anteriores.
Complejo de Edipo Período* culminante de la sexualidad infantil* en el que termina de desarrollarse la pulsión sexual* objetal, la que va a toma tomarr la cara caract cter erís ísti tica ca de ince incest stuo uosa sa,, pues pues se ha apuntalado en la pulsión de autoconservación* y por lo tanto elegirá como objeto*, al mismo que satisfacía a esta pulsión*. Así, se originarán diferentes tipos de problemáticas, al ser justamente la prohibición del incesto uno uno de los los pilar ilare es bási ásicos cos sob sobre los que que se edific ificó ó la cult cultur ura* a* huma humana na.. Tran Transc scur urre re dura durant nte e un perí períod odo o de la evolución del infante, alrededor de los cuatro a seis años. Luego el niño entra hasta la pubertad en un “período de latencia”* de la sexualidad*, similar a las glaciaciones en el desarrollo de la humanidad. Es decir, la evolución sexual humana se realiza en dos oleadas: desde el nacimiento hast hasta a el perí períod odo o culm culmin inan ante te del del comp comple lejo jo edíp edípic ico, o, su post poster erio iorr repr repres esió ión* n* o sepu sepult ltam amie ient nto* o* junt junto o con con toda toda la sex sexual ualidad idad infa infant ntil il previ revia a (lo que gene genera ra la amne amnesi sia a infantil*) y una segunda y definitiva oleada en la pubertad y adol adoles esce cenci ncia. a. En el inte interv rval alo, o, el perí períod odo o de late latenci ncia. a. La
repr repres esió ión, n, o el sepu sepult ltam amie ient nto, o, del del comp comple lejo jo de Edip Edipo o centrada en el incesto y el parricidio es condición para el acce cceso a la cul cultura. En su luga ugar, como “mo “monumento nto conmemorativo se establece una estructura en el aparato psíquico* llamada superyó*. Es el “complejo nuclear de las neurosis”, pues toda la patología psíquica representacional proviene de la defensa que realiza el aparato psíquico ante la conflictiva que directa o indirectamente surge en ese período de la vida. Durante la evolución sexual infantil, al entrar en el período en el que predomina la zona erógena* fálica como punto principal de las sensaciones placenteras, suced ceden varias cos cosas. Por lo pronto nto todas las zonas erógenas predominantes previas (oral, anal, etcétera), con satisfacciones parciales y aisladas entre sí, caen bajo la supremacía fálica, lo que les da una unidad a las distintas sensaciones sensaciones corporales, corporales, y consolida consolida la formación formación de un yo* cuyo origen es básicamente corporal. Al mismo tiempo que concl ncluye de formarse éste que será un yo realidad definitivo*, también lo hace el objeto, que ya venía siendo reconocido como tal en diferentes niveles a medida que prog progre resa saba ba el apar aparat ato o musc muscul ular ar,, con con la real realiz izac ació ión n de juegos infantiles y el aprendizaje del lenguaje*, “com “comen enzzados ados”” en la etapa tapa anal nal. El objet bjeto, o, decí decíam amos os,, termina de ser reconocido (o su reconocimiento tiene un prim primer er nive nivell de conc conclu lusi sión ón)) como como prin princi cipa pall fuen fuente te de placer*, al mismo tiempo que se admite definitivamente (suele haber avances y retrocesos) que no se lo es (como en el yo-placer*) y por lo tanto que se desea tenerlo. La aparición de la categoría del tener* sobre la del ser* implica reco recono noci cimi mien ento to de la opos oposic ició ión* n* yo-o yo-obj bjet eto o y en part parte e comi comien enza za de entr entrad ada a con con el yo real realid idad ad inic inicia ial* l*,, se va afirmando en la etapa anal y se confirma en la fálica con el agre agrega gado do en ésta ésta de la dife difere renci ncia a sexua sexuall que que apar aparec ece, e, además de la presencia del rival. Hay un primer nivel de elección de objeto* al ser reconocido éste como principal fuente de placer, apuntalado en parte sobre las pulsiones de auto autoco cons nser erva vaci ción ón y en part parte e desd desde e el narc narcis isiismo* smo* provenie niente de] objeto (objeto en ese momento no reconocido como tal, sino como yo en la medida en que producía placer). Por lo tanto el primer objeto elegido tanto por la niña como por el varón, más allá de que sea ésta una elección narcisista o por apuntalamiento, será la madre. En la niña niña,, el vínc víncul ulo o mate matern rno o pree preedí dípi pico co** es más más firm firme e y dura durade dero ro que que en el varó varón, n, desd desde e aquí aquí part parten en dist distin into toss
derr derrot oter eros os ya prev previa iame ment nte e visl vislum umbr brad ados os en las las meta metass activas y pasivas de la pulsión (véase: activo-pasivo y meta pulsional), que luego se irán separando cada vez más. El adve adveni nimi mien ento to defi defini niti tivo vo del del yo de real realid idad ad hará hará que que el autoerotismo*, antes predominante, dé paso al narcisismo; éste podrá ser desexualizado, devenir así en el amor* sobre una abstracción surgida del propio cuerpo (donde tiene su sede principal) pero que no es el cuerpo: el yo. ¿De qué cuerpo nace el yo? De uno con historia y con lenguaje, que puede hablar de él, que puede pensarse, recordarse. Es una creación humana producto de su historia y productora a su vez de historia, y también de las huellas dejadas por ella en ese cuerpo. Llegada la etapa fálica, sucumben las teorías sexuales infantiles* previas, como la teoría de la cloaca* y la madre fálica*. El niño y la niña se enfrentan a un primer nivel de diferencia sexual, en que se valora narcisistamente el masculino como único genital. Esto resulta traumático: la niña siente que no lo tiene y el varón que corre peligro de ser despojado de él. La diferencia sexual, en este período, se plantea en términos de fálico-castrado. El reconocimiento de la diferencia sexual, necesario para la evolución de la libido* objetal, es una encrucijada para el narcisismo o, lo que es lo mismo, la libido que se satisface en el yo. A este yo que termina de consolidarse con el pred predom omin inio io fáli fálico co no le resu result ltar ará á nada nada fáci fácill supe supera rarr la posibilidad de perder eso que concentra el narcisismo, el amor a sí mismo; además de que es el arma para amar, desde la libido objetal, al objeto y ser amado por él. Como conse consecue cuenci ncia, a, surg surge e el comp comple lejo jo de castr castrac ació ión* n*,, que que se acompaña en el varón de la angustia de castración* y en la niña de envidia del pene*. En la niña la castración parece consu consuma mada da,, mien mientr tras as que que en el niño niño se pres presen enta ta como como posible, por lo que en 61 se va configurando un complejo de Edipo positivo: el objeto deseado es la madre y el temido castrador es el padre (esto último, apoyado en la filogenia). Por lo tanto, en el niño varón que va reconociendo a su madre como castrada y es atraído, desde la libido objetal, por por ella ella,, comi comien enza za a host hostil iliz izar arse se la iden identi tifi ficac cació ión* n* que que principalmente había tomado hasta ahora de su padre y tem teme a la cast astraci ración ón com como prove roveni nie ente nte de él o de un sustituto, que generalmente es un animal (relicto totémico), orig origen en de las zoof zoofob obia ias* s* infa infant ntil iles es.. El caso caso hast hasta a aquí aquí expuesto en forma somera y típica es el del complejo de Edipo positivo en el varón, con predominio de libido objetal
sobre la narcisista. Pero, como todo ser humano, posee una bisexualidad* constitucional y a veces los avatares dificultosos del vínculo con el objeto hacen que predomine la libido narcisista. Se tiene entonces mayor necesidad* de la pertenencia segura del pene en sí, y no sólo como medio para amar al objeto, como sostén del narcisismo. En ese caso se recurrirá a defensas* más extremas al llegar el momento del reconocimiento de la diferenciación sexual. La diferencia de los sexos será desmentida*. Si así ocurre, ¿a dónde regresar sino a la teoría infantil de la cloaca? Por lo común la desmentida se alcanza en forma parcial, lo que genera una escisión del yo*, por la que simultáneamente se acepta y no se acepta la diferencia sexual. En estos casos, se busc buscar ará á como como obje objeto to al padr padre e del del mism mismo o sexo sexo,, ello ello puede derivar en una ulterior fijación* homosexual, la que a su vez puede ser causa de una ulterior perversión sexual*, o generarle rechazo al yo desde la “protesta masculina” y produc producirl irle e angust angustia ia señal* señal* de castrac castración ión,, siendo siendo posibl posible e reprimirla por éste de diversas maneras. Esta angustia an gustia sería de castración, pues el ubicarse en una posición femenina en el vínculo con el padre, en este nivel, de psiquismo infantil, implica la aceptación de la castración propia. Ante este peligro se puede reprimir todo esto (fijación homosexual sexual con desme desmenti ntida da inclui incluida) da),, pasand pasando o a constru construirs irse, e, sobre el complejo de Edipo negativo desplegado de esta maner manera, a, una fijac fijación ión,, motor motor poste posterio riorme rmente nte de neuros neurosis is hist histér éric icas as*, *, fobi fobias* as* o neur neuros osis is obse obsesi siva vas* s* (por (por ejem ejempl plo: o: “Dora” y el “Hombre de los lobos”); y por supuesto, la paranoia*, psicosis* en la que además intervienen otros mecanismos (Schreber). El complejo de Edipo positivo y el neg negativo se supe uperponen nen en diversas proporciones nes, conf config igur urand ando o el llam llamad ado o comp comple lejo jo de Edip Edipo* o* comp comple leto to.. Tanto en el positivo como en el negativo se teme que la castración provenga del padre, y en la fijación neurótica, la angustia de castración es percibida como angustia realista* en el período de la aparición del complejo edípico. El yo la usará, tiempo después, como señal para poner en acción los mecanismos de defensa* ante la pulsión con libido más o menos narcisista, más o menos objetal (con un yo desconocedor nocedor o recono reconoced cedor or previa previame mente nte de la dife diferen rencia ciació ción n sexual). Estos mecanismos de defensa generarán rasgos de carácter* a veces patológicos que derivan en caracteropatías, o bien en neurosis*, cuando fallan en sus objetivos. Es probable que surja la homosexualidad* o el
fetichismo* estructurado más o menos sólidamente, cuando la desmentida de la diferencia de los sexos predomine y consiga su objetivo de que no se le produzca angustia de castración al yo; o cuando la necesidad del reaseguro de la imposibilidad de la existencia de la castración, supere a la posibilidad de tolerancia de la angustia de castración. Las vicisitudes de la niña son diferentes. Su vínculo preedípico* con la madre es más largo y profundo (hasta los cuatro o cinco años), al punto de que podríamos decir que el vínculo de la mujer con el objeto madre comienza siendo preedípico y se va conv convir irti tien endo do en edíp edípic ico o nega negati tivo vo,, en todo todo ese ese período infantil primero existe la desestimación* que luego va deviniendo en desmentida de la diferenciación sexual. Cuando comienza a aceptar ésta, se va formando el puerto de arribo al complejo de Edipo positivo. Al descubrir la niña la diferencia entre su clítoris -zona erógena rectora de la etapa fálica en la mujer- y el pene, se siente objeto de una injusticia, injusticia, de una minusvalía minusvalía que en un principio principio es sentida sentida como un castigo propio, luego se extiende a otras niñas y más tardíamente a la madre y a la mujer en general. La com compara paraci ció ón del clít clíto oris ris con con el pene la hace hace sent sentiirse rse mutilada, y envidia ese órgano al niño, del que siente haber sido despojada; esta envidia la impulsa a sofocar rápidamente la masturbación clitoridiana. El sentimiento de menoscabo deja huellas profundas en el carácter femenino y ayuda, junto al predominio previo de la pasividad como meta puls pulsio iona nall*, a que que su apa aparato rato psíqu síquic ico o se form orme predominantemente como objeto más que como sujeto, a las dificultades en la constitución de su yo. Si el sentimiento de menoscabo es reprimido y queda confundido en ella lo femenino con lo castrado, no podrá superarlo justamente por estar reprimido, fuera del alcance de la actividad de pens pensam amie ient nto* o*.. Ento Entonce ncess lo feme femeni nino no será será sinón sinónim imo o de desv desval alor oriz izad ado o (coi (coinci ncidi dien endo do en esto esto con con el niño niño), ), y ella ella tend tendrá rá un idea ideall masc mascul ulino ino al que que nunca nunca podr podrá á acce accede der. r. Caerá presa, entonces, de la envidia fálica e intentará ser un varón o hacer todo lo que se supone que hace un varón, como una forma de obtener el pene anhelado (el juego de las muñecas también implica cierta forma activa de poseer un pene). Su narcisismo sufre una herida fundamental en esta época de la formación definitiva de su yo, herida que, como decíamos, genera marcas indelebles en el carácter femenino (su gran necesidad de ser amada, mayor que en el varón, su menor autonomía y su mayor dependencia en
consecuencia). En el momento de reconocer la castración como característica universal femenina, por lo tanto la no exist xiste encia ncia de la madre adre fáli álica, ca, la niña niña hace ace cul culpab pable precis cisame amente a su madre de su minusv usvalía y rompe agresivamente su vínculo preedifico y edifico negativo con ella, el que pasa al estado de represión. Al mismo tiempo se acerca al padre en procura de un pene. Por la ecuación simb simból ólic ica a hece hecess-pe pene ne-n -niñ iño, o, va deri derivá vánd ndos ose e este este anhe anhelo lo hacia el deseo* de poseer un hijo del padre. Así entra en el período del complejo de Edipo positivo, el que dura también más que en el varón ya que no hay angustia de castración que fuerce a la represión urgente (la angustia an gustia de pérdida de amor* pasa a sentirse respecto del amor del padre y la acerca a éste, más que alejarla). Paulatinamente, se irá inst instau auran rando do un super superyó yó más más laxo laxo y más más prec precons onsci cien ente te** (Prec. ) que el del varón, más dependiente de las circunstancias exteriores reales y más tardío. A lo largo del camino irá descubriendo las sensaciones relacionadas con el resto del aparato genital femenino y desarrollando así su femi eminida nidad d adul adulta ta,, una una opor oporttuni unidad dad para para rest restau aura rarr su narcisismo disminuido por el complejo de castración. Éste será reprimido al inconsciente*, y desde allí podrá ser la caus causa a de ulte ulteri rior ores es perí períod odos os depr depres esiv ivos os,, para parano noid ides es o neuró neuróti tico coss en gene genera ral, l, cuand cuando o aumen aumente te la cant cantid idad ad de excitación* (como sucede en la adolescencia o la menopausia). Después del período del complejo de Edipo, en el varón, víctima de la angustia de castración, toda la sexualidad infantil será reprimida y se consolidarán todas las represiones primarias*, contrainvestiduras* a las que había apelado el yo incipiente ante los hechos traumáticos previos al comp omplejo de Edipo y recomp omprendi ndidos “a post poster erio iori ri”* ”*.. Se term termin ina a de estr estruc uctu tura rarr así así un apar aparat ato o psíquic uico con con un ello*, un yo y un supe uperyó. El ello es inconsciente; los otros dos tienen sectores inconscientes, preconscientes y conscientes*. La pulsión sexual incestuosa en el caso “normal” o ideal, es sepultada y desaparece en parte; una parte pasa a integrar el yo como energía libidinal desexualizada, integrando rasgos de su carácter. Otra parte se sublima* a través de acciones yoicas. Si en cambio se reprime, genera rasgos patológicos de carácter o, cuando reto retorn rna a de lo repr reprim imid ido* o*,, neur neurosi osis. s. Como Como “mon “monum umen ento to conm conmem emor orat ativ ivo” o” del del comp comple lejo jo de Edip Edipo o -el -el perí períod odo o más más trau traumá máti tico co de la sexu sexual alid idad ad infa infant ntil il-- se inst instal alar ará á en el aparato psíquico el superyó, diferenciación del yo que le
exige a éste ser corno el ideal del yo*, el que surge de la aspi aspira raci ción ón narc narcis isis ista ta de los los padr padres es sobr sobre e el bebé bebé y del del narcisismo infantil previo. Este superyó se formó como una inme nmensa nsa cont contra ra¡¡ n vest vestiidura ura cont contra ra la pulsi ulsión ón sexu sexual al infa infant ntil il,, medi mediant ante e iden identi tifi ficac cacio ione ness secun secunda dari rias* as* con con los los padres y con el superyó-ideal del yo, de los padres. 1 La instau instauraci ración ón de la identi identific ficaci ación-s ón-secu ecunda ndaria ria “super “superyó” yó” se suma a la identificación primaria* previa (ubicada en el yo), reforzando su carácter y en el varón también su masculinidad, la que, también podríamos decir, tiene su “verdadero” origen aquí.
Complejo del semejante Conc Concep epto to vert vertid ido o en el Proy Proyec ecto to de psico sicolo logí gía a (195 (1950a 0a [1895]). Consiste en una reflexión sobre el origen de la comprensión* de los actos expresivos ajenos. Freud plantea que en el acto de la percepción* se clasifica el complejo perceptivo. Se lo divide en dos partes básicamente: una central, que no cambia y que es esencialmente lo buscado, a la que llama la cosa*, y otra cambiante y factible de relacionar con características propias, que constituiría los atributos de la cosa. Freud extiende este mecanismo de jui juici cio o a los sem semejant jante es. En éstos stos hay hay parte artess que que les car caracte cterizan y que no son pasi asibles de comp omprende nder, simplemente son así y esto es lo central, lo no cambiante del objeto* (sus rasgos, por ejemplo), la cosa del objeto. En los semejantes además hay atributos: el movimiento de sus manos, sus gritos, sus actitudes en general. Los atributos son pasibles de ser comprendidos siendo relacionados con noti notici cias as del del prop propio io cuer cuerpo po,, movi movien endo do por por ejem ejempl plo o uno uno mismo las manos, gritando o recordando los propios gritos y lo que ellos significaban o a qué estaban vinculados. Tal es la manera de comprender al semejante, haciendo pasar sus sus atri atribu buto toss por por el prop propiio cue cuerpo, rpo, poni ponién énd dose ose “en “en su lugar”. Es el “valor imitativo” (1950a [1895]) identificatorio (véase: identificación y narcisismo), de toda percepción. El complejo del semejante corresponde al proceso secundario*, a la actividad de pensamiento*, aunque participa en él también el afecto* (los gritos, la risa). Las representacionespalabra* no son imprescindibles para este tipo de pensar,
ya funciona en el bebé prácticamente sólo con el pensamiento reproductor* basado en imágenes o representaciones-cosa*, y ciertos movimientos corporales (véa (véase se:: yo). yo). Obvi Obviam amen ente te,, el apre aprend ndiz izaj aje e del del leng lengua uaje je hablado, con su representación-palabra, lo complejiza en forma geométrica. El “complejo del semejante”, entonces, consiste en la emisión de un juicio de existencia* y de un juicio de atribución* sobre el semejante. Es realizado por el yo realidad definitivo* en ciernes, y pertenece, en parte, al “examen de realidad”*.
Complejo materno Tipo particular de relación de la hija con su madre. Ésta es la prim primer era a elec elecci ción ón de obje objeto to** sexua sexuall para para aque aquell lla, a, por por apoy apoyat atura ura de la puls pulsió ión n sexu sexual al** sobr sobre e las las puls pulsio ione ness de autoconservación*. Es previa a la entrada en el período edíp edípic ico o (pre (preed edíp ípic ica* a*)) y lueg luego o devi devien ene e edíp edípic icoo-ne nega gati tiva va cuan cuando do ya pert perten enec ece e a él, él, al toma tomarr val valor vive vivenc ncia iall las las diferenci ncias sex sexuales. En esta inte ntensa relación ción,, más prolonga ngada que en el caso aso del varón, va cre creciendo paulatinamente su ambivalencia*, especialmente al entrar en el período edípico. Es entonces cuando debe abandonarla y reconocer la diferencia de sexos (en este nive nivell de zona zona eróge rógena na** fáli fálica ca,, reco recono noce cers rse e cast castra rada da)) camb cambia iand ndo o de obje objeto to*, *, pasa pasarr al padr padre e, de quie quien n pod podrá recibir el pene-h ne-hiijo anhe nhelado. En todo este ste tiempo determinado, el vínculo con la madre se torna cada vez más hostil, generándose a veces fijaciones* que dificultan el pasaje al padre (el vínculo con el padre, de esta manera, de entrada es transferencial del anterior, materno), o este pasaje se realiza con matices pertenecientes a aquel. La niña acepta de mala gana la nueva situación. Debe pelearse con con la madr madre e (has (hasta ta ento entonc nces es prim primer era a elec elecci ción ón de objeto) y hacerla responsable de su minusvalía, con lo que cons consiigue gue a duras uras penas nas ale alejárs jársel ele e. Es un pasaj asaje e muy doloroso que, si no se supera, retorna en la adolescencia y la torn torna a torm tormen ento tosa sa.. Como Como siem siempr pre, e, en su supe supera raci ción ón -siem -siempre pre humanam humanament ente e relati relativava- inter interven vendrá drán n las series series comp comple leme ment ntar aria ias. s.“C “Cua uand ndo o la madr madre e inhib nhibe e o pone one en susp suspe enso nso la afi afirmac rmaciión sexu sexual al de la hija hija,, cum cumple ple una una
func funció ión n norm normal al que que está está pref prefig igur urad ada a por por vínc víncul ulos os de la infancia, posee poderosas motivaciones inconcientes y ha recibido la sanción de la sociedad. Es asunto de la hija desasirse de esta influencia y decidirse, sobre la base de una motivación racional más amplia, por cierto grado de permisión o de denegación del goce sexual. Si en el intento de alcanzar esa liberación contrae una neurosis, ello se debe a la preexistencia de un complejo materno por regla gene genera rall hipe hiperi rinte ntenso nso,, y cier cierta tame ment nte e no domi dominad nado, o, cuyo cuyo conflicto con la nueva corriente libidinosa se zanja, según sea sea la disp dispos osic ició ión n apli aplica cabl ble, e, en la form forma a de tal tal o cual cual neuro neurosi sis. s. En todo todoss los los casos casos,, las las mani manife fest staci acione oness de la reacción neurótica no están determinadas por el vínculo presente con la madre actual, sino por los vínculo ulos infantiles con la imagen materna del tiempo primordial”. (Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica, 1915, A. E. 14:267).
Complejo paterno Tipo de relación del hijo varón con su padre, en ésta hay una importante coincidencia de sentimientos de amor* y odio* odio* (ambiv (ambivale alenci ncia*) a*).. Se origi origina na durant durante e el perío período do del complejo de Edipo*, positivo y negativo, pues en ambos casos siente que el peligro de la castración proviene de él. En el adulto es inconsciente*, se apoya fuertemente en la “roca de base”* y, retorna de lo reprimido* a través de las relaciones que se establecen con las figuras correspondientes a la línea paterna (los maestros, el líder, Dios, etcétera). etcétera). Incluso con el psicoanalista, psicoanalista, y en este caso constituirse en una de las resistencias* más sustantivas a la cura. Fruto de esa fijación* a este tipo de vínculo ambi ambiva vale lent nte e con con la figu figura ra pate patern rna a orig origin inal al,, apar aparec ecer erán án entonces, de manera transferencial, el miedo, el desafío y la descon sconffianz ianza a a cual cualq quie uier poste osteri rior or figu igura pate aterna rna sust sustit itut utiv iva. a. El comp comple lejo jo pate patern rno o jueg juega a tamb tambié ién n un rol rol importante como base de la constitución de la masa*, en la que existe una compulsión a la repetición* de la historia hip hipote otetiza tizad da por por Fre Freud; ud; los los hijo hijoss varo varone ness de la hord horda a primitiva* asesinaron al padre (parricidio) y establecieron después la alianza fraterna*, generadora de la cultura*. La
masa crea al líder al que se somete, al mismo tiempo que comienza a atacarle buscando ocupar su lugar. El complejo pate aterno rno pued uede estar star tamb ambién ién en la base base del delir lirio* io* paranoico de persecución. Donde más claramente se lo ve es en la compulsión obsesiva, en la que hay una relación ambivalente del yo* con el superyó*, a la manera que en la infancia lo era la del niño con su padre. En Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica (1910) dice Freud:“En pacie ciente ntes del sex sexo mascul culino las resistencias cias más sustantivas a la cura parecen provenir del complejo paterno y resolverse en el miedo al padre, el desafío al padre y la incredulidad hacia él” (A. E. 11:136).
Comprensión Actividad del pensamiento* por la cual una persona puede entender lo que le sucede a otra, poniéndose en su lugar, sintiendo lo que ella siente o haciendo lo que ella hace, pasando por una investidura* corporal propia (todo esto en form forma a miti mitiga gada da y cont contro rola lada da por por el yo*, yo*, por por supue supuest sto) o).. Forma parte del “complejo del semejante”* por el cual el bebé comprende a su madre imitando sus actos. Si ella mueve una mano, comprende qué significa esto al mover la mano propia; si ella llora, la comprende al llorar, si ríe al reír. En adelante será una de las formas del aprendizaje humano. Corresponde, por lo tanto, al proceso secundario*, a la actividad del pensamiento, por el cual los atributos del otro, del semejante, semejante, se van haciendo yoicos. En esta forma de pens pensam amie ient nto o se perc percib ibe e el “val “valor or imit imitat ativ ivo o de una una percepción” (Proyecto de psicología, 1950a [1895], A. E. 1:379).Es un mecanismo consciente pero está íntimamente emparenta ntado con la identificación* (incl ncluso con con la identificación primaria directa, en tanto el bebé repite lo que hace la mamá, sin considerar a ésta necesariamente un objeto* separado del yo). La comprensión implica no sólo lo inte intele lect ctua ual, l, sino sino los los sent sentim imie ient ntos os (la (la iden identi tifi fica caci ción ón es también la primera forma de amar) y la cur curiosidad, ad, perteneciente a la pulsión sexual* infantil. Justamente la curiosidad sexual infantil le permite al niño ir descubriendo, a medida que se acerca a la etapa fálica, la diferencia de los sexos. Comprenderá entonces las “escenas primarias”*
entr ntre los padres y los hechos traumáticos suf sufridos previa previame mente nte.. Los compren comprender derá á “a poster posterior iori”* i”*,, al poder poder sentirlos ahora corporalmente. El niño descubre el genital femenino deseado por la libido* objetal y no puede comprenderlo fácilmente, no puede ponerse en su lugar así como así así, pues esto implica para su narcisismo* la aceptación de la posibilidad de la pérdida de su pene. Nada menos que la pérdida de la sede de todas las sensaciones placenteras que dieron unidad a su yo. La curiosidad infantil sucumbe sucumbe entonces entonces a la represió represión*. n*. Origínase Origínase así el período de latencia* que se extiende triunfal hasta la pubertad, en que que nueva nuevame ment nte e será será abie abiert rto o el expe expedi dien ente te.. Grac Gracia iass al rebrote de la libido objetal podrá acercarse poco a poco a la muje ujer y comprenderla como a un ser con con genit nitales dife difere rent ntes es a los los prop propio ios. s. Un proc proces eso o acti activo vo que que debe deberá rá realizar el yo Prec., con su actividad de pensamiento y su “exa “exame men n de la real realid idad ad”* ”*,, los los que debe deben n supe supera rarr sus sus temores infantiles a la castración, reprimidos, por lo tanto pasi pasibl bles es de hacer hacerse se nuev nuevam amen ente te pres presen ente tess y torna tornars rse e eficaces. La comprensión también es usada por la persona adulta, si bien en ésta está mitigada su necesidad de acción para para pode poderr comp compre rend nder er.. Usa, Usa, ento entonce nces, s, por por un lado lado los los recuerdos* en imágenes, vinculando sus atributos entre sí, utilizando también para ello el universo simbólico de las palabras o las representaciones de ellas, en fin, piensa. Pero en este pensar está incluido el afecto* a fecto* (la expresión de las emociones), la comprensión, el “ponerse en el lugar del otro”, no es indiferente, conmueve, como dice Freud: “es reco recond nduc ucid ido o a una not noticia icia del cue cuerpo propio opio”” (1950 1950a a [1895], A. E. 1:377).
Compulsión Característica irrefrenable propia propia de algunos actos, ocurrencias, fantasías*, síntomas*, incluso rasgos de carácter* o limitaciones del yo*; a raíz de una gran intensidad psíquica aunada a un intenso desplazamiento*. Es decir, representaciones* no inhibidas, no ligadas por el proceso secu secund ndar ariio* del yo Prec. rec.,, quie uien las sie siente nte com como alg algo extraño a él, algo que se le impone desde dentro de sí mism mismo. o. Las Las compu compuls lsio ione ness mues muestr tran an adem además ás una una ampl amplia ia
inde indepe pend nden enci cia a resp respec ecto to de la orga organi niza zaci ción ón de los los otro otross proc proces esos os aním anímic icos os corr corres espo pond ndie ient ntes es al yo Prec Prec., ., esto estoss últimos por lo común permanecen adaptados a los reclamos del mundo exterior real y cumplen las leyes del pensar lógico. Compulsiva es una acción que tiene la lógica del princ rincip ipiio de place lacer* r*:: la no exist xiste encia ncia del del tiem iempo y el espac spacio io,, de la cont contra rad dicci icción ón,, en fin, del del pri princip ncipio io de realidad*. La compulsión proviene de las pulsiones* o de la defensa* contra ellas, la contrainvestidura* superyoica; o lo que es más común, de ambas simultáneamente. Alíes el caso de los síntomas obsesivos, como los ceremoniales y las mismas obsesiones. El paciente suele no llevarse bien con sus compulsiones, las critica, abjura de ellas, en tanto no vayan siendo englobadas por el yo dentro de su carácter y perdiendo la egodistonía, lo que equivaldría a un triunfo del del proce proceso so prim primar ario io** sobr sobre e el proce proceso so secun secunda dari rio, o, del del principio de placer sobre el principio de realidad, del ello* o del superyó* sobre el yo. Aunque esto también puede ser visto como lo contrario, como una victoria a lo Pirro del yo, en la que éste se limita a desconocer como propio lo que se satisface fuera de la razón, ya sea la satisfacción o el castigo, o una transacción entre ambos. Otros ejemplos de actos compulsivos son: la masturbación* compulsiva de la adol adole esce scenci ncia, con con su típi ípico cic ciclo de aut autopr oprohib ohibic iciiónónmasturbación-culpa-autoprohibición y vuelta a empezar. La cleptomaní cleptomanía, a, incluso incluso algunas algunas adicciones adicciones como la tendencia tendencia al juego, al alcoholismo y drogadicciones, son, según Freud, derivados inconscientes del ciclo masturbatorio compulsivo (Dostoievsky y el parricidio, 1928b).
Compulsión a la repetición Característica universal de las pulsiones* que esfuerza a retornar a un estado anterior. Es expresión del principio de inercia*, primera ley del movimiento de la física clásica, aplicado aquí a la vida orgánica en general y a la psíquica en espe especi cial al.. Clín Clínic icam amen ente te se expr expres esa a como como tend tenden enci cia a a repeti repetirr deter determin minado ado tipo tipo de accione accioness comple complejas jas,, recrea recrearr situaciones en forma involuntaria, las que son más o menos dolorosas o frustrantes para el sujeto, sin que éste pueda impedirlo.¿A qué estado anterior se quiere volver? A uno en
el que el organismo permanecía previo a la aparición de cierto estímulo (pulsiones de vida*, Eros*), o bien a uno previo a la existencia misma del organismo (pulsión de muer muerte te*) *).. Entr Entre e esto estoss dos dos extr extrem emos os exis existe ten n toda todass las las vari variac aciiones ones de repe repeti tici ción ón,, o toda todass las las prop propor orci cion ones es de mezc mezcla la o desm desmez ezcl cla a puls pulsio iona nal* l* posi posibl bles es.. La compu compuls lsió ión n repetitiva se presenta en el tratamiento psicoanalítico como síntoma* neurótico (típicamente en la neurosis obsesiva*, aunque también en la fobia* y en la histeria), como rasgo de carácter*, también como perversión sexual*. Incluso es rast rastre reab able le en los los deli deliri rios os** psic psicót ótic icos os.. Cuand Cuando o el hecho hecho traumático es actual da origen a las neurosis traumáticas* con con sus sus sueñ sueños os** repe repeti titi tivo voss típi típico cos. s. En los los “nor “norma male les” s” pued puede e apar aparec ecer er como como “ne “neuros urosis is de dest destin ino” o”.A .Ade demá más, s, especialmente, y éste es el punto más importante para las posi posibi bili lida dade dess tera terapé péut utic icas as,, tamb tambié ién n se “rep “repit ite” e” en la trans transfe fere renc ncia ia** que que se esta establ blec ece e con con el psic psicoa oana nali list sta. a. A veces el paciente “actúa” en transferencia episodios de su infancia, generalmente hechos traumáticos reprimidos y a lo que está por lo tanto “fijado”, sea que los pase de pasivo a acti activo vo o que que los los rep repita ita tal cual cual.. Aque quella lla neur neuros osiis se transforma en esta neurosis, una neurosis transferencial* con con su anal analis ista ta;; neur neuros osis is arti artifi fici cial al,, situa situaci ción ón inte interm rmed edia ia entre la enfermedad y la vida; sobre la que el psicoanalista podrá ahora influir en vivo conociéndola y haciendo conocer al yo* del paciente a su pulsión*, de la que se defiende, por qué lo hace y cómo lo hace. La compulsión de repetición es un paradigma del tipo de funcionamiento del inconsciente* con sus “facilitaciones”* y su búsqueda de la “identidad de percepción*”, unas veces queriendo satisfacer el principio de placer*, otras más allá de él, y casi siempre con ambos fines en diversas proporciones. Lo más característico es, entonces, ese buscar la identidad, una situación idéntica, sea ésta una vivencia de placer o una vivencia traumática. Es también una forma de “recordar” después del “olvido”* producido por la represión*. Se transforma por ello en una de las fuertes resistencias* a la cura, la resistencia del ello*. El ello quiere repetir (una forma del recuerdo*), no recordar (en el sentido de recordar con la actividad de pensamiento*). El que quiere recordar con palabras es el yo Pre Prec., c., el que que busca usca la cura curaci ción ón.. La meta tera terap péutic utica a principal, en este caso, es la “reelaboración”* por el yo Prec. de la situación repetida que se hizo actual en la transferencia, utilizando para ello esta elaboración basada
en las construcciones* de las historias de la sexualidad infantil* con sus situaciones traumáticas*. Se consigue así que estos sucesos olvidados y disfrazados reaparezcan en sus representaciones-palabra*, haciendo que la s repeticiones se vuelvan pensa nsables, comprensi nsibles, vinculables con otras representaciones por el yo Prec. y su act activid vidad de pensam nsamie ient nto. o. Recu Recup perand rando o así así para para la consciencia* del yo, el pasado “olvidado” que volvía en la mera repetición. Freud menciona una “repetición demoníaca”, la más rebelde a la cura, la más resistencial. Probablemente sea la que tenga en sus proporciones de mezcla, más tendencia al retorno a lo inorgánico o a todo lo que se le acerque (pulsión de muerte). Se atribuye a la repetición demoníaca que el paciente deje el tratamiento a mitad de cami amino, que enfe nferme, lueg uego de curada su neurosis, con afecciones somáticas más o menos graves, que comience a padecer accidentes. A veces es sinónimo de “reacción terapéutica negativa”*, cuando el paciente, a pesar del progreso del tratamiento, empeora sus síntomas. En estos últimos casos participa el sentimiento inconsciente de culpa* o necesidad de castigo*, el que se compone de puls pulsió ión n de dest destru rucci cción* ón* liga ligada da por por el supe supery ryó* ó* y vuel vuelta ta contra el yo.
Conciencia Freud la define en La interpretación de los sueños (1900) como a “[. . . ] un órgano sensorial para la percepción de cualidades psíquicas” (A. E. 5:603) . Se ubica en toda la superficie corporal, por lo tanto es lo que limita al cuerpo con el mundo exterior. Corresponde a los conceptos de: polo polo perc percep eptu tual al** (véa (véase se el esqu esquem ema a del del capí capítu tulo lo VII VII de aquella obra) y al polo percepción-consciencia (PCc. ) (del Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños, 1915 1915)). La cons consci cien enci cia a reg regist istra las cual cualiidad dades* de los estímulos provenientes del mundo exterior pero no tiene memo memori ria, a, no guar guarda da huel huella la de aque aquell llas as,, está está siem siempr pre e disponible para registrar nuevas cualidades. Las huellas son “arc “archi hiva vada das” s” en otro otross “lug “lugar ares es psíq psíqui uico cos” s” (Pre (Prec, c, Inc. Inc. ). Además de registrar los estímulos exteriores como cualidades, la consciencia registra las sensaciones
correspondientes al interior del cuerpo, en una gama que va del displacer* al placer*. Por lo común los aumentos de cantidad de excitación* interior son sentidos como cualidad “displace “displacer” r” y las disminucione disminucioness como cualidad “placer”. En un principio no hay otro tipo de registro cualitativo del mundo interior, a excepción de la alucinación* que surge cuando la tensión de necesidad* en el bebé es muy grande y probablemente tienda a percibir momentáneamente las condiciones de la satisfacción. Pero la frustración*, real, le enseñará a inhibir* la satisfacción alucinatoria de deseos*, para lo que irá naciendo un yo* inhibidor, antecedente o primera forma del yo realidad definitivo*. Freud describe de varias maneras (no excluyentes) el aparato psíquico*. En la que dio en llamarse la primera tópica, la consciencia es uno de los tres “lugares psíquicos”: inconsciente*, preconsciente* y consciente. En la llamada segunda tópica (1923) pasa a ser una parte del yo, del que es su núcleo. En el Proyecto de psicología (1950a [1895]) había hablado, quizá sea donde más lo hizo, de la consciencia. La desc descri ribí bía, a, ento entonce nces, s, como como comp compue uest sta a por por dos dos tipo tiposs de neuronas* que perciben el mundo exterior: las neuronas fi que registran las cantidades, y las neuronas omega que lo hacen respecto de la cualidad de las cantidades, el período* de la cant cantid idad ad.. Esta Estass últ últimas imas serí serían an las las prop ropias ias de la consciencia. A partir del Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños (1915-17) percepción* y consciencia son una misma cosa, la que lleva el nombre de sistema perce percepc pció ión-c n-cons onsci cien enci cia a (Pcc (Pcc.. ). En Nota Nota sobr sobre e la piza pizarr rra a mágica (1924-25) el inconsciente, por medio del sistema PCc. , envía al mundo exterior unas antenas para tomar muestras de éste y retirarlas enseguida. Son inervaciones tentaleantes que muestran a una consciencia influida por el resto del aparato psíquico, básicamente por sus deseos* inconscientes (aunque en un artículo contemporáneo, La negación, 1925, dice que esas inervaciones le llegan a la consciencia desde el yo). De todos modos, entonces, la consciencia no es un simple registrador pasivo de percepciones*, sino que va a la búsqueda de determinadas percepciones y huye de otras. Lo que está íntimamente vinculado con las diferentes magnitudes de atención* que el yo envía a la consciencia. consciencia. Esquemátic Esquemáticament amente e los niveles de magnitud son dos: un bajo nivel de investidura* y otro con atención copiosa. Esta última da la nitidez de consciencia cia y es el regi regist stro ro cons consci cien ente te por por anto antono noma masi sia. a. Si la
consciencia adquirió un nivel más alto en el ser humano es porque pudo registrar las huellas mnémicas* como lo había hecho con el mundo exterior en general. Así pudo relacionar a las huellas mnémicas, en formas complejas entre sí, gracias al lenguaje*. Las palabras son sentidas nuevamente como cualidad perceptual (por la audición). Este nuevo tipo de representaciones* (las representaciones -palabra*) representan a las representaciones de las cosas concretas ante la consciencia. A medida que el aparato psíquico se va complejizando, las representaciones-palabra significan a cadenas de otras representaciones-palabra, las que de todas maneras tienen a las representaciones -cosa* como significad cados últimos. os. Apare areció entonces en la consciencia la posibilidad de conocer el pensamiento*. No sólo se perciben las representaciones-palabra significantes de las representaciones-cosa, sino también las diferentes formas de relaciones lógicas entre ellas (con representaciones -palabra asimismo), lo que utilizado por el yo Prec. , le dio un medio eficientísimo para perfeccionar la acción que cambió “la faz de la tierra”. La consciencia es una parte del yo que también se encarga de realizar el “examen de realidad”*, por el que se distingue entre un dese deseo o inte interi rior or y una una perc perce epci pción exte xterio rior. Al estar star en cont contac acto to con con el mundo undo exte xterio rior func unciona iona com como cap capa protectora de estímulos*, los que así moderados pueden ser proce procesa sado doss por por el apar aparat ato o psíq psíqui uico co.. Resum Resumie iend ndo: o: el yo ofic oficiial se form forma a desd desde e el exte exteri rior or haci hacia a el inte interi rior or del del aparato psíquico y posee en su porción más externa al PCc. Éste busca ciertos registros por un lado y registra todo lo que que perc percib ibe e por por otro otro (pue (puess lo dese desead ado o pued puede e esta estarr en cualquier percepción, lo que muestra la influencia Inc. en las percepciones Cc. ), con un bajo nivel de investidura general. Cuando algo atrae con más intensidad al yo, éste le envía al aparato perceptor (PCc. ) un mayor grado de investidura de atención, registrándose entonces cualidad consciente perceptiva con mayor nitidez. Respecto a los pensamientos, para llegar a la consciencia se va haciendo cada vez más imprescindible en determinado momento de la evolución que se vehiculicen mediante palabras, las que deben estar investidas de atención. La representación-palabra sin sin inves nvesti tidu dura ra de ate atenci nción, ón, o con con una una muy baja, aja, permanece en el preconsciente (Prec. ). Si a la repr repres esen enta taci ciónón-pa pala labr bra, a, repr repres esen enta tant nte e de la repr repres esenentaci tación ón-c -cos osa a ante nte la cons consci cie enci ncia del del yo, yo, se le reti retira ra la
inve invest stid idur ura a Prec Prec.. y se desp despla laza za** la inve invest stid idur ura a a otra otra palabra, de significado análogo u opuesto, por ejemplo, o a una investidura corporal, etcétera, esta representación o inerva inervació ción n corpor corporal al funcio funcionará nará como como contrai contrainve nvesti stidur dura*, a*, pasa pasand ndo o aque aquell llas as al esta estado do de repr repres esió ión* n*,, deja dejand ndo o de pertenecer al yo, con lo que su acceso a la consciencia se tornará imposible si no es levantada la represión. Para las representaciones Prec. existe una censura* de la consciencia (la que funciona restándoles valor, prohibiéndolas, ocultándolas por vergüenza*, etcétera). En realidad esta censura pertenece al yo Prec. , por lo que es factible de hacerse fácilmente consciente con una simple investidura de atención. Por eso el analista le pide a su paciente que la suprima en lo posible (véase: asociación libre), buscando que los retoños de lo reprimido muestren el camino al Inc. , a las representaciones reprimidas.
Conciencia moral Una de las partes o funciones del superyó*, aquella que realiza la función de juez. La que en la prehistoria infantil y especialmente durante el desarrollo del complejo de Edipo* estuvo a cargo de la figura del padre, otrora admirado como objeto de identificación* anhelada y luego visto como rival en la posesión del objeto* que se ha tornado incestuoso (en el complejo de Edipo positivo del varón; en el negativo, se forma por el complejo paterno*; en la mujer en términos generales se va formando de manera diferente y más lenta, culminando hacia la pubertad). La figura de ese padre ya reconocido claramente como objeto con las características del rival (del odio* al rival, producto de la desmezcla* de pulsión de muerte*, viene precisamente la fortaleza extrema que alcanza el superyó, lo agresivo para con el yo* de su “imperativo categórico”) se entroniza en el aparato psíquico* del hijo, generando la estr struct uctura ura superyoica encargada de mostrarle al yo cómo debe ser y cómo no debe ser; por lo tanto, lo que está bien y lo que está mal, nada más y nada menos que las limitaciones étic éticas as.. La consc conscie ienci ncia a mora moral, l, en térm términ inos os gene genera rale les, s, se dedica a las prohibiciones, de las que la prohibición del incesto y la prohibición del parricidio son las principales, las
que originan todas las demás. La otra parte, subestructura o función del superyó, es el ideal del yo*. Éste se genera desde otra vertiente proveniente del narcisismo* infantil, exigente de omnipotencia, de perfección (como consecuencia de la indefensión infantil, “fuente primordial de todo todoss los los moti motivo voss mora morale les” s” (Pro (Proye yect cto o de psic psicol olog ogía ía,, 1895 1895~1 ~195 950, 0, A. E. 1:36 1:363) 3).. Al ser ser part partes es de una una mism misma a estructura -el superyó-, tanto la consciencia moral como el ideal del yo trabajan juntos. La consciencia moral vigila que el yo cumpla con los requisitos del ideal. Sí cumple, lo premia con un aumento nto de la auto utoestima*. a*. En caso contrario le castiga con la culpa*. La consciencia moral es heredera del complejo de Edipo. Se instala en el aparato psíquico y resulta de una identificación secundaria* con el padre castrador, la que pertenece al mismo complejo. En ese sentido es un destino de la pulsión sexual* humana o una forma especial de contra¡ n vestidura* que se forma en el aparato psíquico para impedir la satisfacción directa de la pulsión*. En otro sentido es una forma de ligadura que tiene el apara arato psíquic uico para la pulsi ulsión ón de destrucci cción* (def (defle lexi xión ón de la pulsi ulsión ón de muer muerte te), ), usad usada a por por él para para mantener a raya tanto a la pulsión sexual anticultural, como a la misma agresión* producto de la deflexión de la pulsión de muerte. En la primera infancia los padres observaban, daban órdenes, juzgaban y amenazaban con castigos al niño, a partir de la instauración del superyó, éste cumplirá esas esas func funcio ione ness con con el yo del del adul adulto to.. Otra Otra vert vertie ient nte e del del superyó, decíamos, viene del narcisismo infantil. Es el ideal del yo. La consciencia moral exige al yo ser perfecto como otrora lo era el yo ideal* infantil, ahora ideal del yo, pues esa perfección la aspira el yo para sí. Si las acciones del yo se acercan al ideal, se disipan las críticas de la consciencia moral y la autoestima crece. El yo se siente estimado por su ideal del yo. Pero si la distancia entre el yo y el ideal del yo es grande, crecen las críticas de la consciencia moral y la auto autoes esti tima ma desc descie iend nde e, lo que que produ roduce ce sent sentim imie ient nto o de culpa. La consciencia moral está formada principalmente de palabras, las recomendaciones, amenazas y reconve nvencion cione es de los padres. Se origina desde sde la percepción* Cc. , una parte permanece en la memoria del Pre Prec. y otra otra part arte enraí nraíza za fuert uerte emente nte en el ello* llo*,, lo filogenético por lo pronto, y lo pulsional fruto de mezcla y desmezcla de pulsiones de vida* y muerte, que la componen. Por lo tanto también hay una parte Inc. de la
consciencia moral y con ello representaciones-cosa* de ella (las representaciones temidas). En el Inc. no sólo está lo más bajo; también lo más elevado forma parte de él.
Condensación Una de las formas características de funcionamiento del proceso primario* respecto de las representaciones-cosa*, aunque en ocasiones también respecto de las representaciones-palabra*, propio del Inc. Se origina en la tendencia a la identidad de percepción* con que funciona el inconsciente*. Es un tipo de mecanismo que se ve clínicamente en los sueños*, en algunos síntomas*, actos fallidos*, mitos*, etcétera. Merced a la condensación los distintos elementos se unen por sus atributos, que permiten vincula vinculacio ciones nes,, sean sean de analog analogía* ía*,, sean sean de contig contigüid üidad* ad*.. Éstos son con confundi ndidos por el proces ceso primario con con identidades. De manera tal que un elemento, por el hecho de estar cerca de otro, es éste y aquel, o por el hecho de tene tenerr un atri atribu buto to simi simila lar, r, tamb tambié ién n ser ser los dos. dos. Exis Existe ten n diferentes tipos de condensaciones: a) Un solo elemento es varios a la vez (elemento común intermedio de¡ sueño). b) Por el hecho de estar varios elementos unidos se genera una figura nueva con diferentes atributos de cada uno de ello elloss (per (perso sona na de acum acumul ulac ació ión) n).. e) Suma Sumada dass toda todass las las características, los elementos comunes aparecen resaltados y los diferentes borrosos persona mixta. La condensación forma parte del “trabajo del sueño”* y sirve también a los fines de la censura* pues los elementos que aparecerán en el sue sueño, ño, cond conde ensa nsados, dos, será serán n inent nente endi ndible bles para ara la consciencia*. Por la condensación el contenido manifiesto del sueño* es escueto, en comparación con su contenido latente* (las asociaciones* que parten de aquel). Sufren cond conden ensa saci ción ón tamb tambié ién n los los sínt síntom omas as,, prin princi cipa palm lmen ente te los los histéricos y todos los productos del inconsciente, como el chis chiste te*, *, los los acto actoss fall fallid idos os,, etcé etcéte tera ra.. La cond conden ensac sació ión n se produce con energía libre*, con un nivel de ligadura entre energía de investidura* y representación*, que permite un libre desplazamiento* de la energía de una representación a otra. Por efecto de la condensación una representación es muchas a la vez (lo que habla de sobredeterminación) y
está entonces sobreinvestida*, o muchas representaciones se mezclan entre sí.
Conflicto psíquico Un conflicto se produce cuando existen dos tendencias de sentido opuesto que chocan. La noción de conflicto psíquico implica dinámica mental y pertenece a la esencia misma del psicoanálisis. Por supuesto no siempre los conflictos son patoló patológic gicos os o gener generad adore oress de patolo patología gía.. Pero Pero podría podríamos mos recordar que cualquier conflicto consciente puede reactivar a conflictos inconscientes que le subyacen y, en ese caso, ayudar a la aparición de neurosis*. Además, un yo* con un cará caráct cte er* que en form forma a frecu recue ente nte tie tiene tend tende encia ncia al conflicto, es fuente potencial de patología. Consideramos dife difere rent ntes es perí períod odos os de desa desarr rrol ollo lo libi libidi dina nal. l. En cada cada uno pred predom omin ina a una una dete determ rmin inad ada a zona zona eróg erógen ena* a* sob sobre las las demás. A través de las zonas erógenas se suceden diversos tipos de conflicto: entre amor* y odio*, o entre activo y pasivo* (ambivalencia* con el objeto*, en ambos casos), entr entre e libi libido do** obje objeta tall y narc narcis isis ista ta,, o entr entre e las las puls pulsio ione nes* s* libidinales y el yo que se angustia y defiende de ellas. También el yo debe afrontar continuos conflictos con el ello*, el superyó* y la realidad*. Debe mediar entre todos estos factores y lograr una síntesis. Cuando no lo consigue tendrá que escindirse (véase: escisión del yo). El conflicto por excelencia -una especie de núcleo al que los demás conf confli lict ctos os se van van a refe referi rirr- es el edíp edípic ico, o, un comp comple lejo jo sumamente “complejo”. En el varón, se origina el conflicto de amor y odio al padre por sentirlo rival de su deseo* que se ha con convertido en inces cestuoso (complejo de Edipo positivo); o un conflicto entre el deseo homosexual al padre y la angustia de castración* que aquel implica (complejo de Edipo negativo). También conflicto entre aceptar o no la exist xiste encia ncia de la cast castra raci ción ón,, y otr otros más. ás. Todo odos estos stos conflictos deberán ser superados por el yo mediante una síntesis síntesis satisfacto satisfactoria; ria; de lo contrario contrario se reactivará reactivarán n cuando aparezcan situaciones semejantes en la vida, o ante una intensificación pulsional se potencien con ella conflictos que en otra otrass circ circun unst stan anci cias as habí habían an logra ogrado do cier cierto to nive nivell de solución. En última instancia, todos los conflictos neuróticos
suceden entre las tendencias libidinales y las exigencias de la realidad social, esta última ubicada dentro mismo del aparato psíquico (el superyó y el mismo yo, son marcas de lo social dentro de aquel), agazapada, buscando buscan do conflictuar, está está la puls pulsió ión n de muer muerte te*. *. Suce Sucede de que que las las tend tenden enci cias as libi libidi dinal nales es pert perten enec ecen en a las las puls pulsio ione ness de vida vida** pero pero no deja dejan n de esta estarr mezc mezcla lada dass con dive divers rsas as prop proporc orcio ione ness de pulsión de muerte, de las que probablemente provenga el div diverso erso grad grado o de ambi ambiva vale lenc ncia ia y la mayor ayor tende endenc nciia conf confllicti ictiva va.. Adem demás, ás, sabe sabem mos que el supe supery ryó ó es una una contrainvestidura* libidinal que pide ayuda a la pulsión de muer muerte te para para acab acabar ar con con la libi libido do.. Esta Esta “ayu “ayuda da”” puede uede torna tornars rse e exce excesi siva va,, como como en la mela melanco ncolí lía* a*.. El super superyó yó,, enton ntonce ces, s, resu resullta “una una sue suerte rte de cult ultivo ivo puro uro de las pulsiones de muerte” (El yo y el ello, 1923, A. E. 19:54). De esta manera compleja e intrincada, en la que la pulsión de muerte muda está representada por el grado de mezcla pulsional con la pulsión de vida y sus representaciones*, podemos entonces hablar de conflicto entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte.
Construcción Una Una de las las arm armas prin princi cipa palles del del arse arsena nall terapé rapéut utiico psic psicoa oana nallític ítico. o. Cons Consiiste ste en el rear rearm mado ado lógic ógico o de las las verdades históricas* vivenciadas por un sujeto, a través del análisis minucioso y exhaustivo de un sueño*, un síntoma*, un acto fallido*, etcétera. En general el término «construcción» se refiere a los hechos no recordables. Por lo tanto las construcciones son hipótesis, pero hipótesis que surg surgen en de prue prueba bass vale valede dera rass prov proven enie ient ntes es de los los dato datoss surg surgiidos del aná análisi lisis, s, por ejem jemplo plo de un sue sueño. ño. Una Una secuen secuencia cia lógica lógica que sirve sirve como como explic explicaci ación ón aclara aclarator toria ia para una serie de conductas, hechos, síntomas, etcétera, posteriores. Se les encuentra nuevas relaciones lógicas a conteni contenido doss repres represent entaci acional onales es que el pacien paciente te posee posee en form forma a dispe ispers rsa, a, no rela relaci cion onad ados os entr entre e sí, sí, o que que está están n apar apare ente ntemente nte olvi olvid dados ados y rea reapare arecen cen merce rced a un síntoma, recuerdo encubridor*, acto fallido, sueño, etcétera. La construcción se hace, pues, sobre la historia y prin princi cipa palm lmen ente te sobr sobre e la preh prehis isto tori ria a infa infant ntil il,, prev previa ia al
complejo de Edipo*, e incluso al aprendizaje del lenguaje*. Sin embargo, también se realizan construcciones de épocas posteriores olvidadas por lo traumáticas (ciertos períodos de la adolescencia, por ejemplo). La construcción la hace el analista gracias a los datos aportados por el paciente, en ocasiones es el paciente mismo el que la esboza a partir de asociaciones* previas. Es una manera del levantamiento de la represión*; de reencuentro con lo olvidado, víctima de aquella. La construcción suele despertar recuerdos* y éstos a su vez generar nuevas construcciones, nuevas maneras de comprensión* de la verdad histórica. Con la construcción lo reprimido es puesto en palabras y las palabras pueden ser pensadas, ligadas. Lo que era reprimido pasa a ser integrante del yo* Prec. , el que así se va fortaleciendo. No siempre una construcción despierta recuerdos. Pero si el paciente la acepta, si la siente real y le abre un panorama sumamente novedoso en la comprensión de sí mismo, a los fines de levantamiento de represión puede resultar algo sim similar ilar al recu recue erdo rdo. Lo imp import ortante ante es que una una buena uena construcción producida durante el proceso analítico, puede hacer desaparecer síntomas, pero además puede modificar al yo, sus rasgos de carácter*, y generar cambios profundos en él. Pero también puede sucederlo contrario, por ejemplo lueg luego o de conc conclu luid ida a una una cons constr truc ucci ción ón,, una una pers person ona a con con «rea «reacci cción ón tera terapé péut utic ica a nega negati tiva va»*, »*, pued puede e reag reagra rava varr su sintomatología, pues el sentimiento inconsciente de culpa* o necesidad de castigo* le obliga a permanecer aferrado a su enfermedad. En estos casos suele suceder lo mismo con cualquier otra arma terapéutica, como la interpretación*, el anál anális isis is de la tran transf sfer ere encia ncia*, *, etcé etcéte tera ra.. Otro Otro elem elemen ento to importantísimo en el armado de una construcción es la compulsión compulsión de repetición repetición** que se genera genera en el tratamiento tratamiento psicoanalítico. El paciente repite vivencias de su pasado olvidado transferidas a su analista. Cuando se produce en grad grado o mode modera rado do la «neu «neuro rosi siss de tran transf sfer eren enci cia» a»** con con el anal analis ista ta,, se conti continúa núa con con la const constru rucci cción ón incl incluy uyen endo do la repe repeti tici ción ón tran transf sfer eren enci cial al en ella ella,, pues pues el hech hecho o de ser ser repetición muestra que su origen está en la historia. La construcción así se va haciendo a medida que aparecen asociacione asociacioness y recuerdos recuerdos de escenas escenas parecidas parecidas vividas con los objetos* primarios, o sucesos posteriores pertenecientes pertenecientes al período de latencia*, o a la adolescencia y que incluso ya habí habían an surg urgido ido en otra otrass oca ocasion sione es ref referi eridas das a otra otrass situaciones situaciones.. Al hacerlo ahora en el vínculo terapéuti terapéutico, co, dan
una impresión sión aca acabada de lo vivido entonce nces por el paci aciente nte en su pasad asado o olvi lvidad dado, se encue ncuen ntra tra así así el significado de la repetición o nuevos matices de significado que hasta ese momento no habían aparecido. Ese pasado olvi olvida dad do está está pres presen ente te en la tran transf sfer eren enci cia a y ahor ahora a es posible comprenderlo, pudiendo ser usado por el yo, por su proceso secundario*. La construcción es entonces un arma terapéutica para hacer consciente* lo inconsciente*, ella tiene tiene connot connotaci acione oness teóri teóricas cas profun profundas das,, tornánd tornándose ose casi casi sinó sinóni nim mo de proce roceso so de pensam nsamiiento* nto*;; pens pensam amie ient nto o ejercid cido en este ste caso sobre elementos del proces ceso primario*, recuperando proceso primario y transformándolo en proceso secundario, en yo, el objetivo del psicoanálisis. La palabra «construcción» tiene además un sentido más laxo que la acerca al de interpretación. Por ejemplo: en el análisis de un síntoma, al reconstruir muchos de los hechos pasados en conexión con él y que contribuyeron a generarlo, se encuentra el significado reprimido del mismo. Estos hechos pueden ser recordables, y no por eso deja de ser ésta una tarea de construcción. Ocurre que prosiguiendo la tarea una vez develado el núcleo patógeno de un síntoma, se encuentran otros núcleos patógenos que pueden vincularse con el anterior. Si se analiza de la misma manera la historia de ciertas maneras de ser, cara caract cter erís ísti tica cass del del yo del del paci pacien ente te,, se van van a desc descub ubri rirr nuevos significados y aparecerán a la luz otros recuerdos e incluso rasgos de carácter más o menos patológicos que hasta ahora no lo habían hecho, los que también traerán nuevos significados. Y el análisis se irá complejizando cada vez más. Pero llegarán momentos en que ya no se encont encontrar rarán án más recuer recuerdo dos, s, faltar faltarán án algunas algunas pieza piezass de] de] «puzzle». Entonces se esbozarán hipótesis que «encajen» con todo todo el trabaj trabajo o previo previo.. Tales Tales hipóte hipótesis sis segura segurame mente nte estarán más cerca de la verdad histórica cuando ensamblen en forma lógica con más piezas del análisis previamente realizado y cuando éste haya sido lo más completo posible.
Contenido latente (del sueño) Cant Cantid idad ad de asoc asocia iaci cion ones es*, *, ocur ocurre renc nciias, as, recu recue erdos rdos*, *, pens pensam amie ient ntos os*, *, que expre xpresa sa el pacie acient nte e a part artir del del
contenido manifiesto* de un sueño*. Está compuesto por restos diurnos*, o sea por elementos tomados de hechos sucedidos el día anterior, aunque puede haber también en él recuerdos mucho más antiguos. El contenido latente o pensam pensamien ientos tos del del sueño sueño tiene tiene una extens extensión ión muchís muchísimo imo mayor que la del contenido contenido manifiesto. manifiesto. Es que éste ha sido condensado* en el proceso de «trabajo del sueño»* hasta que resulta terminado el contenido manifiesto. Del análisis y reelaboración* del contenido latente se llega al sign signif ific icad ado o del del sueñ sueño, o, al cono conoci cimi mien ento to de qué dese deseo* o* ínconsciente* se realiza gracias a él. Por extensión, a este significado que era inconsciente también puede llamárselo cont conte enid nido late latent nte e, pero pero en forma rma estri strict cta a lo late atente nte corresponde a los pensamientos preconscientes*, a partir de los cuales el analista puede llegar a los deseos inco inconsc nscie ient ntes es repr reprim imid idos os.. Se lleg llegó ó al cont conten enid ido o late latente nte cumpliendo con la «regla fundamental»*. Por ésta se le solicita al paciente que quite la investidura* de atención* a su censura* consciente* y se deje llevar por las ocurrencias que surgen a partir del conte ntenido manif nifiesto. Estas ocurrencias son preconscientes y constituyen el contenido late latent nte e del del sueñ sueño. o. A part partir ir de ella ellass esta estará rá faci facili lita tado do el cami camino no para para enco encont ntra rarr el sign signif ific icad ado o inco incons nsci cie ente nte del del mismo.
Contenido manifiesto (del sueño) Es el sueño* tal cual es percibido por el paciente y, por extensión, como lo cuenta al analista. En tanto percibido, el primer caso es un proceso mental que ha sufrido un trabajo por el cual regresa* a imágenes, recibidas como perce percepc pcio ione nes* s* por por la consc conscie ienci ncia* a* del del sujet sujeto o dura durant nte e el dorm dormir ir.. El sueñ sueño o expr expres esa a un dese deseo* o* repr reprim imid ido o que que se satisface en forma disfrazada. Como relato, el sueño es el retorno a palabras de lo percibido como imagen. Tanto en uno como en otro caso actúa la elaboración secundaria*. Obviamente al contar el sueño el paciente vuelve a darle un mant manto o de inte inteli ligi gibi bili lida dad d al serv servic icio io de la cens censur ura* a* que que pued puede e oscu oscure rece cerr más más el sign signif ific icad ado o ante ante la consc conscie ienc ncia ia.. Dice Freud en El interés por el psicoanálisis (1913): «El
sueñ sueño o tal tal como como lo reco record rdam amos os tras tras el desp desper erta tarr debe debe llamarse contenido manifiesto del sueño» (A. E. 13:174).
Contigüidad Una de las leyes de la asociación*, probablemente la más anti antigu gua a en el apar aparat ato o psíq psíqui uico* co*.. Hay Hay conti contigü güid idad ad en el espacio y contigüidad en el tiempo. A ésta se la llama «sim «simul ulta tane neid idad ad». ». Un hech hecho o se asoci asocia a a otro otro que que ocur ocurre re sim simult ultánea neamente nte o está al lado del que ocur curre. Así almacenados en la memoria, pueden ser recordados luego el uno por el otro. Para el inconsciente* la contigüidad se transf nsforma en identi ntidad y enton ntonce cess un hecho no es recordado por haber estado al lado de otro significativo, sino que pasa a serlo. Así en el «sueño de la inyección de Irma» de La interpretación de los sueños (1900) Irma es la amiga (preferida como paciente por Freud por su docilidad), por el hech hecho o de figu figurrar en el sueño ueño** bajo ajo la vent ventan ana a contigua, donde había visto a la amiga de Irma. También en el fetichismo* por las pieles o las ropas interiores femeninas Freud atribuye la elección del fetiche al momento anterior (contiguo) al descubrimiento de la castración femenina; por lo que en este sentido no constituirían símbolos genuinos del pene (como analogías* de él), sino que lograrían una especie de retrotraimiento retrotraimiento de las cosas a momentos previos al conocimiento de la diferenciación sexual, cuando todavía era válida la teoría sexual infantil* de la madre fálica*. El trabajo del pensamiento* preconsciente* está en distinguir entre contigüidad e identidad, cada vez que el inconsciente se valga de una de ellas para acercar un retoño del deseo reprimido. La contigüidad puede servir como medio para la instalación de otros fenómenos como la transferencia* por ejemplo, o síntomas* neuróticos, incluso delirios* paranoides. En todo delirio existen desplazamientos*, y una de las leyes por las que se desplaza la libido* entre las repr repres esen enta taci cione ones* s* es la de la cont contig igüi üida dad. d. Lo mism mismo o el fenómeno de la transferencia cia, producto de «falsos enla enlace ces», s», algu algunos nos esta establ blec ecid idos os por por anal analog ogía ía,, otro otross por por contigüidad. A veces el paciente queda en silencio. Si se le preg pregun unta ta dice dice que que «no «no se le ocur ocurre re nada nada impo import rtan ante te». ». Después suele admitir que su pensamiento versaba sobre
objetos del consultorio del psicoanalista, en sus muebles, etcétera, en todo lo contiguo a él, lo que para su inconsciente es el psicoanalista.
Contrainvestidura Inve Invest stid idur ura* a* defe defens nsiiva del del yo* yo* a una una repr repres esen enta taci ción ón*, *, cont contra rari ria a por sus sus atrib tribut utos os,, a los los de una una cant cantid idad ad de excitación* que penetra en el aparato psíquico* proveniente en ocasiones del mundo exterior, rompiendo la protección anties antiestím tímulo* ulo* (vive (vivencia ncia de dolor* dolor*,, situaci situación ón traumá traumátic tica* a* actual), o en ocasiones del interior (pulsiones sexuales*, las que necesitan del «a posteriori»* para ser traumáticas). La formación de la contrainvestidura, defensa* extrema, único mecani canissmo de la represió sión primaria* (esfuerzo de desalojo), deja una fijación* y en algunos casos, como lo es el de la formación reactiva* -prototipo de contrainvestidurala inversión de la forma de satisfacción, o mejor dicho, el trastorno del afecto*, respecto de la satisfacción pulsional original. La represión primaria (fijación) es el corolario final de múltiples contrainvestiduras defensivas ante los hechos traum traumát átic icos os exte exteri rior ores es e inte interi rior ores es ocurr ocurrid idos os dura durant nte e la sexual sexualida idad d infant infantil* il*.. Se consoli consolida da defin definiti itivam vament ente e con la represión* del complejo de Edipo* y el establecimiento del superyó*. Del superyó podríamos decir también que es una enor enorme me cont contra rain inve vest stid idur ura, a, la que que term termin ina a de inst instal alar ar la represión primaria, unificando así todas las contrainvestiduras previas, formadas durante el predominio de cada zona erógena* (en unas se forman más cont contra rain inve vest stid idur uras as que que en otra otras, s, depe depend nde e esto esto de los los sucesos vividos con los objetos*, dando origen así a los diferentes puntos de fijación). Cada fijación previa -cuando se cons consol olid ida a la repr repres esió ión n prim primar aria ia edíp edípic ica a orig origin inan ando do la amnesia infantil* y la culminación de la escisión del aparato en un inco nconsci nscie ente nte* y un precon consci sciente*- y toda la sexualidad infantil previamente reprimida es resignificada «a posteriori»* a la luz del complejo edípico quedando en estado de represión. Pugnará siempre por retornar desde lo reprimido, como deseo* Inc. ; a veces lo consigue, siempre que encuentre puntos débiles en la represión. Después de la insti nstitu tuci ción ón def definit initiiva de la rep represi resión ón prim rimari aria y la
estructuración del superyó, la represión se realiza sobre los retoños de la pulsión* -incestuosa y parricida- original. Se la denomina, entonces, «represión secundaria»* o represión propiamente dicha. Ésa es la represión observable en la clínica, se establece en un sujeto con un aparato psíquico terminado de constituir, con un ello* inconsciente, y un yo y un superyó que tienen partes inconscientes, preconscientes y conscientes*. La represión secundaria (esfuerzo de dar caz caza) tiene iene tres tres mecani canism smos os:: 1) la sust sustra racc cció ión n de la inve invest stid idur ura a Prec Prec.. (de (de la repr repres esen enta taci ción ón -pal -palab abra ra*) *),, 2) la atracción ejercida desde la represión primaria hacia el Inc. , y 3) también la contrainvestidura. En la represión secundaria secundaria la contrainve contrainvestidu stidura ra es usada para reforzar reforzar a la desinvestidura* Prec. ; con el monto de investidura libidinal proveniente de la sustracción se inviste a otra represen sentación, la que así desaloja oja al retoño de la reprimida, actuando como tapón e impidiéndole el acceso al Prec Prec.. Tamb Tambié ién n esta esta cont contra rain inve vest stid idur ura a se inst instal ala a en el sistema percepción -consciencia (PCc. ). Se pueden percibir, en form forma a contr contrai ainv nves esti tida da afec afecti tiva vame ment nte, e, los los estí estímu mulo loss exteriores de la pulsión sexual reprimida (por ejemplo, el asco* ante los estímulos sexuales) y a veces hasta no se los perc percib ibe e (com (como o en el caso caso de la cegu ceguer era a hist histér éric ica) a).. La contrainvesfidura de la represión secundaría es a su vez la fuer fuerza za cont contra rari ria a al avan avance ce del del anál anális isis is que que se mues muestr tra a clín clínic icam amen ente te como como una una de las las resi resist sten enci cias as** del del yo. yo. Se defi define ne a la cont contra rain inve vest stid idura ura prin princi cipa palm lmen ente te desd desde e dos dos punt puntos os de vist vista: a: econ económ ómic ico o y repr repres esen enta taci cion onal al.. . Es la inves nvesti tidu dura ra de otra otra repre eprese sent ntac aciión dife iferent rente e y hast hasta a opuesta a la original. La original es desalojada al inconsciente, del que no podrá volver. , mientras la nueva representación esté actuando como contrainvestidura y el yo Inc. «tratando de dar caza» a toda otra representación cercana o parecida. En el dolor* o los hechos traumáticos exte extern rnos os,, se cont contra rain invi vist ste e narc narcis isis ista tame ment nte e el órga órgano no dolorido o dañado. Se percibe, entonces, un gran esfuerzo yoico. Éste retira libido* del resto de los lugares psíquicos y la ubica ahí, en el lugar del cuerpo dañado, luchando por evitar el dolor, restañando el cuerpo herido con el cariño narcisista, y tratando de alejarse de lo traumático. Esta expl explic icac ació ión n mues muestr tra a a la cont contra rain inve vest stid idur ura a funci funcion onand ando o dentro del principio de placer*. En el caso de que en el hecho traumático la cantidad de excitación sobrepase sus posi posibi bili lida dade des, s, pued puede e entr entrar ar a tall tallar ar el «más «más allá allá» » de la
puls pulsió ión n de muer muerte te*, *, apunt apuntand ando o más, más, todo todo el fenó fenóme meno no,, hacia la tendencia a la repetición de lo traumático, como marca la fijación. . Esta repetición será por la necesidad* de rep repetir tir la situ situac aciión traum raumát átic ica a para ara ree reelab labora orarla* rla* y recuperarla para el principio de placer, por un lado, o por mera repetición, por otro.
Contratransferencia Sent Sentir ir incon inconsci scien ente te** del del psic psicoa oanal nalis ista ta vinc vincul ulad ado o con con los los cont conten enid idos os inco incons nsci cien ente tess o cons consci cien ente tes* s* del del mate materi rial al expuesto por el paciente. Freud aconseja al psicoanalista discernirlo y dominarlo en sí mismo (Puntualizaciones sobre el amor amor de tras trasfe fere renci ncia, a, 1914 1914-1 -191 915) 5).. Un ejem ejempl plo o en el tratamiento psicoanalítico. Cuando se despliega el amor de transferencia* de un paciente (dejo de lado de ex profeso la diferenciación de los sexos, a ese respecto creo que se pueden dar todas las situaciones posibles) por el analista, deberá ser discriminado por éste como. una compulsión repe repeti titi tiva va** en la trans transfe fere renci ncia* a* del del paci pacien ente te y no como como efec efecto to de sus apti aptitu tude dess o enca encant ntos os pers persona onale les. s. Afir Afirma ma Freud que ningún psicoanalista podría ir más lejos en el anál anális isis is de lo que que le perm permit iten en sus sus prop propio ios, s, comp comple lejo jossRecomienda, entonces, profundización de sus psicoanálisis personales en los analistas, principalmente en lo que hace a esto stos puntos ntos.. El tema de la con contratransf nsferenci ncia fue posteriormente tratado por S. Ferenczi y en especial se puso mucho énfasis a partir de los. trabajos de Melanie Klein y sus discíp cípulo ulos (W. R. Bion, por ejemplo). En Argentina fue especialmente estudiado por H. Racker.
Conversión Síntoma característico de la histeria, la que por ello lleva justamente el nombre de «histeria de conversión»*. Fruto de la represión* de una fantasía* de deseo*, retoño, de otro deseo perteneciente a la pulsión sexual* infantil y reprimido primariamente, luego efecto del retorno de lo reprimido*.
Genera como formación sustitutiva*, y al mismo tiempo como síntoma*, una hiperintensa inervación somática, unas vece vecess de natur natural alez eza a sens sensor oria iall y otra otrass motr motriz iz,, sea sea como como exci excita taci ción ón o como como inhi inhibi bici ción* ón*.. El luga lugarr hipe hiperi rine nerv rvad ado o se revela como una porción de la representación* reprimida que ha atraído hacia sí, por condensación*, la investidura* íntegra. La conversión al condensar la realización de deseos puls ulsional con la cont ontrainvesti stidura*, constituye uye una form formac ació ión n de comp compro romi miso so de la que que resul resulta ta el sínt síntom oma a conversivo. La condensación predomina en la conversión hist histé érica rica.. En un mismo smo sínt síntom oma a está están n rep represe resent ntad adas as diferentes fantasías que remiten a distintas escenas en las que se vivieron situaciones vinculadas con las fantasías de dese deseo o repr reprim imid idas as.. La conv conver ersi sión ón se pued puede e form formar ar por por meca mecani nism smos os de asoc asocia iaci ción ón** (véa (véase se:: Elis Elisab abet eth h von von R.) R.) (contigüidad*, analogía*, etcétera), o lo hace como símbolo mnémico*, en este último caso no es necesario recurrir a las asociaciones para su interpretación* (véase: Cäcilie M.). La conversión consigue generalmente uno de los principales efectos buscados por la represión (producida por el yo* utilizando la angustia señal* para conducir conduc ir la energía): el no sentir displacer*. «Lo sobresaliente en ella es que consigue hace hacerr desap desapar arec ecer er por por comp comple leto to el mont monto o de afec afecto to.. El enfermo exhibe entonces hacia sus síntomas la conducta que Charcot ha llamado ado la "belle índi ndifférence nce* des histériques"» (La represión, 1915, A. E..14:150). El proceso represivo de la histeria de conversión se clausura con la formación de síntomas*. En cambio, los de la histeria de angustia* angustia* y la neurosis neurosis obsesiva* obsesiva* necesitan necesitan recomenzar recomenzar en un segundo tiempo. En la conversión también existe una imp import ortante ante reg regresi resión ón** yoi yoica, ca, reg regreso reso a una fase ase sin sin separación de Prec. e Inc., por lo tanto sin lenguaje* y sin cens censur ura* a* (Manus anuscr crit ito o «Pan «Pano oram rama de las neur neuros osis is de trans ransfferenc renciia» 1915 1915). ). En esa fase ase el nive nivell posi posib ble de lenguaje era corporal, a través de la mímica, tema éste también tratado por Freud en El chiste y su relación con lo inco inconci ncien ente te (190 (1905) 5),, cuand cuando o desc descri ribe be el fenóm fenómen eno o de lo cómico*. También existe cierto grado de regresión libidinal a la etapa fálíca* con sus objetos* ince ncestuos uosos y su proble problemát mática ica edípic edípica a relaci relaciona onada da con lo fálico fálico-cas -castra trado, do, corno el nivel de diferenciación sexual de ese momento.
Cosa (del mundo) La cosa del mundo es aquello referido al mundo exterior, a la realidad* externa, en la que ocupa un lugar privilegiado el obj objeto*, to*, el seme semejjante ante,, pero en la que cier cierttame amente nte participa la Naturaleza y el mismo cuerpo biológico. Freud en el Proyecto de psicología dice que el mundo exterior está compuesto por «masas en movimiento, y nada más» (1895-1950, A. E. 1:353). Nuestro aparato perceptual* les prest resta a cual cualiidad dad* al percib rcibir irla las, s, haci aciéndo éndollo con con más preci recisi sión ón al descri scribi birr que en real realid idad ad se perc percib ibe e una una característica temporal de sus movimientos (el «período»*). La cosa del mundo, entonces, es la cosa objetiva percibida a través de la subjetividad. La ciencia pretende conocer cada vez más esta cosa objetiva, o quizá se conforme con una una form forma a cohe cohere rent nte e y raci racion onal al de subj subjet etiv iviz izar arla la.. Los Los comp comple lejo joss perc percep epti tivo voss que que se nos nos pres presen enta tan n ento entonc nces es,, entre los cuales el del objeto o el semejante es el privilegiado pues es el que está más directam ctame ente rela relaci cion onad ado o con con la sati satisf sfac acci ción ón de los los dese deseos os*, *, está están n compuestos de una parte central y de atributos. La parte central se repite y es intrínseca a la cosa, no la podemos conocer, comprender*. Los atributos son la otra parte. A éstos los podemos aprehender, hacer nuestros a través de imitar sus movimientos, momento en el que los comprendemos. Sabemos lo que significa mover la mano cuando lo hacemos, comprendemos el significado de la risa cuando nos reímos, o del grito o el dolor (tanto es así que para poder sentir el placer sádico se debe pasar por la experiencia masoquista primero: el sádico goza identificatoriamente el placer* del masoquista). Comprendemos, entonces, al semejante cuando hacemos pasar por nuestro cuerpo -por una investidura* de un determinado movimiento corporal- sus atributos. Aquellas partes de él con las que no podemos hacerlo -sus rasgos, lo propio de él que no responde a su manera de moverse- corresponden a su núcleo cosa, intrínseca a ellos, incognoscible, inasible, por lo tanto, para nosotros. Esas cosas del mundo inco incomp mpre rens nsib ible les, s, que que no pode podemo moss comp compre rend nder er por por no pasarl pasarlas as por una invest investidu idura ra corpor corporal, al, quedan quedan entonc entonces es como objetivas, cantidad de excitación* no ligable por el aparato psíquico*, quedando fuera de él. Lo que al decir de Kant configuraría la «cosa en sí». Freud no agrega nada
teórico a este concepto kantiano; lo que hace es integrarlo a su teoría de la cura. Es más, las partes no comprensibles, no liga ligabl bles es con con una una repr repres esen enta taci ción ón*, *, se pued pueden en torn tornar ar trau traumá máti tica cas, s, fáci fácilm lmen ente te se unen unen con con el mont monto o libr libre e de pulsión de muerte* pugnando por una repetición más allá del del prin princi cipi pio o de plac placer er*. *. El mund mundo o inte interi rior or al apar aparat ato o psíquico empieza por tener representaciones de las cosas, no las cosas en sí sino las huellas subjetivas de éstas. Esen Esenci cial alme ment nte e son son las las huel huella lass de los los obje objeto tos, s, es más, más, podríamos decir que de la historia del vínculo con ellos. Víncul culo que se hiz hizo a través del aparato percep ceptual (recordemos que las zonas erógenas* son parte de éste) que las subjetívizó en el momento de su percepción* y mucho más a posterior¡*. Aquellas que no pudo subjetivizar, qued uedaron como las «co «cosas sas del mund undo», «masas sas en movimiento», cantidades de excitación -traumáticas por lo tant tantoo- que que pued pueden en comp compul ulsa sarr al apar aparat ato o psíq psíqui uico co a su repetición en un intento de comprenderlas, o aliarse con la pulsión de muerte y quedar en mera compulsión repetitiva*.
Creencia (en la realidad) Se dice que el yo* cree que algo es real cuando es percibido por los sentidos, cree en ellos, en lo que le muestran de la realidad*. Para ello el yo sobreinviste* el aparato perce percepc pció ión* n* consc conscie ienci ncia a (PCc (PCc.) .) con con ener energí gía a aten atenti tiva va,, e incluso puede realizar el examen de realidad*, por lo que deb deberá realiz alizar ar movim vimient ientos os,, estud studiiar lo perci rcibid bido, etcé tcétera. era. Cuan Cuando do se retira tira inve nvesti stidur dura* del del apar aparat ato o perceptual* (como en el sueño*, o en algunas psicosis* como la amencia de Meynert*, incluso la psicosis histérica), se puede producir una regresión* tópica de la actividad del pens pensam amie ient nto* o*.. Se pasa pasa,, ento entonc nces es,, de repr repres esen enta taci ción ón-palabra* a representación-cosa* (imagen), y al estar el polo perc percep eptu tual al** poco poco inve invest stid ido, o, se perc percib ibe e el dese deseo* o* -o la cont contra ra¡¡ n vest vestiidura dura** defe efensiv nsiva a cont contrra él, com como en la psic psicosi osiss histé histéri rica ca-- como como real real,, como como aluci alucina naci ción* ón* (en (en los los cas casos descritos aquí, uí, gener neralmente nte visual). El polo perceptual (PCc.) registra en ese caso percepción* y el yo entonces le da creencia a esta percepción, la siente como
real, y sus afectos* se expresan en consecuencia. En el sueño, la inmovilidad del aparato muscular hace que se saltee el examen de realidad, el que vuelve a surgir al desp desper erta tar. r. En las las psic psicosi osiss anter anterio iorm rmen ente te menci mencion onad adas as -amencia de Meynert y psicosis histérica- la desinvestidura* del aparato perceptual por un lado, hace que se registre perc percep epci ción ón de lo que que es una una fant fantas asía ía** real realiz izad ador ora a de deseos, y la fuerza del deseo que se realiza con la alucinación sumada a la momentánea debilidad yoica para inhibir la alucinación; por el otro, hace que se deje de lado el «ex «exame amen de real realiidad»* ad»*.. En la «esq «esqui uizzofre ofreni nia a», en cambio, no hay regresión de palabra a cosa. Las alucinaciones son predominantemente de palabras, las que son escuchadas como provenientes del exterior. En esta afe afecció cción n el yo y el sup superyó* ryó* han han sido sido proy proye ectad ctados os al exterior, o sea devueltos a su lugar de origen (la identificac cación* se había produci ucido con los objetos* exteriores). Pero de allí retornan como palabras escuchadas. En los grados avanzados de esquizofrenia el aparato psíquico* está casi destruido, y aunque los restos del yo intenten realizar el examen de realidad, éste no alca alcanz nzar ará á para para dist distin ingu guir ir el aden adentr tro o del del afue afuera ra,, dada dada la magni agnitu tud d de la ali alienac enaciión (el yo es más exte xterior rior que inte nterio rior, com como cuan cuand do se era beb bebé). Para Para el apar aparat ato o psíquico todo lo que es percibido por el sistema percepción consciencia es lo real. Él no se mueve en busca de la realidad sino de la identidad con lo deseado. Mejor dicho, quiere «reencontrar» a lo deseado en la realidad (Proyecto de psicología, 1895; La negación, 1925). Por eso todo lo percibido es estudiado por el pensamiento, para lo que se realiza un juicio de existencia* y un juicio de atribución*. Se puede entonces llegar a la conclusión de que el objeto existe, y que tiene determinadas características. A través de estas stas cara caract cte eríst rístic icas as justa ustam mente, nte, el yo trata ratará rá de encontrar la identidad de pensamiento*. Buscará, utilizando el pens pensam amie ient nto o y estu estudi dian ando do en form forma a minu minuci cios osa a sus sus atributos, hasta dónde se acerca el objeto -ése en cuya existencia se creyó- al deseado. Así, con esta complejidad debida a que lo que se busca encontrar es lo deseado (incluyendo que lo que no se busca es lo temido) podemos habl hablar ar de un exam examen en de real realid idad ad.. Se comp compli lica ca más más al incluirse la pulsión de muerte*, pues los deseos, entonces, incluyen mezcla pulsional* con ella; de todas maneras el
examen de realidad no varía, lo que sí lo hace es aquello que se trata de hallar en la realidad.
Cualidad Cara Caract cte eríst rístic ica a que adqui dquier ere e un fenóm enóme eno cuan cuand do es percibido por un sujeto a través de su sistema percepción consciencia (PCc.). La cualidad entonces es perceptual, es part parte e de la subje subjeti tivi viza zaci ción ón de las las «cos «cosas as de] de] mund mundo» o»*, *, inclu ncluso so una una mane anera que tiene iene el apa aparato rato psíqu síquic ico o de defenderse de las cantidades de excitación* exteriores. En el mund mundo o real real exte exteri rior or no exis existe ten n mas mas que que «mas «masas as en movi movimi mien ento to» » (Pro (Proye yect cto o de psic psicol olog ogía ía,, 1895 1895-1 -195 950) 0).. El aparato perceptual* las percibe como cualidades, lo hace hasta que llegan a un máxi áximo más all allá del cual ual son registradas como dolor*, y con un mínimo, debajo del cual no se perci rciben. ben. En el medio dio tod todos los matic atice es de las las cualidades: los colores, las formas, los olores, en fin todo lo percibible por los sentidos. El PCc. percibe como cualidades las masas del mundo exterior y percibe también sus propios camb cambio ioss ener energé géti tico cos, s, de mane manera ra que que los los aume aument ntos os de energía son sentidos como displacer* y las disminuciones como como plac placer er*. *. Cuand Cuando o apar aparec ece e el leng lenguaj uaje* e*,, la pala palabr bra a pued puede e ser ser perc percib ibid ida a como como una una perc percep epci ción ón** cual cualiitati tativa va exterior, pues ha sido emitida con el habla y por lo tanto ha sido sido oíd oída. En cons consec ecue uenc ncia ia el sist siste ema de perce ercep pción ción cons consci cien enci cia a (PCc (PCc.) .) pued puede e perc percib ibir ir de esta esta mane manera ra las las relaciones entre sus representaciones -cosa* gracias a las representaciones-palabra* que las simbolizan, moderando merced a la acción inhibidora del yo* Prec., los pasajes entre ellas, característica propia del proceso secundario*, cuya máxima expresión es la actividad de pensamiento*. Luego, gracias a la memoria sobre las emisiones de las representaciones-palabra, este proceso puede obviarse y percibirse el pensamiento sin necesidad de volver a ser emiti itido com como pala palab bra, ra, torná ornánd ndo ose autom utomát átic ico. o. Tod Toda cantidad de excitación que proviene del cuerpo al ligarse a representaciones* (por ejemplo: la pulsión* o el deseo*), toma toma ento entonc nces es cuali cualida dad d repr repres esen enta taci ciona onal, l, la que que no es cualidad perceptual, pero que nació de ella. Es el recuerdo ahora deseado, buscado, de volver a encontrarse con la
cualidad perceptual, con el objeto* que la produjo. Para ello se requerirá realizar la acción específica*.
Culpa, conciencia de Tipo de culpa también llamada «angustia* social»* que se produce cuando el sujeto realiza actos no bien vistos o prohibidos por la autoridad. Cuando en los niños todavía no se ha instaurado el superyó*, es el único tipo de culpa posible. En el adulto, se suma la angustia de la consciencia moral* o del superyó o sentimiento de culpa*, siempre que se realizan actos contr ntrari arios a las leyes que rigen la comu comuni nida dad d soci social al.. Éste Éste es, es, por por ejem ejempl plo, o, el caso caso de las las perv perver ersi sion ones es*, *, como como la homo homose sexu xual alid idad ad*, *, que que pued puede e producir consciencia de culpa o angustia social. El individuo se siente condenado por la comunidad, lo que aumenta su aislamiento* narcisista; o intenta contrarrestarla buscando ser aceptado por ella, sea con actitudes conciliatorias, sea con actitudes altaneras y desafiantes. También es el caso de las personas que cometen delitos conscientes contra las leyes soc sociales, de los que lueg uego se arrepiente nten. La cons consci cien enci cia a de culp culpa a se expí expía a con con el arre arrepe pent ntim imie ient nto, o, merced al cual se recuperan el amor* de la autoridad, en el niño, y la reinserción en la comunidad, en el adulto, quien además deberá cump umplir las penas nas impuestas por la comunidad humana para el delito cometido.
Culpa primordial En la hipó hipóte tesi siss freu freudi diana ana culpa culpa orig origin inar aria ia de la cult cultur ura* a* hum humana ana sent sentiida por los hij hijos, os, herm herman anos os ali aliados ados,, que que cometieron el asesinato del padre primordial de la horda primitiva*. Como la relación con el padre incluía admiración, y por lo tanto amor*, al descargarse el odio* qued uedan la añor ñoranz anza* y la cul culpa por la cual cual se inhib nhibe e definitivamente la pulsi ulsió ón* inces cestuos uosa y parricida, instaurándose el superyó*. Estos sucesos, deducidos según la lógica freudiana, apoyada en los estudios antropológicos
de la époc época a -Dar -Darwi win, n, Atki Atkins nson on,, Robe Robert rtso son n Smit Smithh- pero pero avanzando sobre ellos a partir del descubrimiento de las fantasías* fantasías* Inc. de sus pacientes, pacientes, se deben deben haber haber producido producido en la prehistoria según la hipótesis freudiana. Freud piensa que por un lado son heredados por cada sujeto, a través de las «fantasías primordiales»* y los «símbolos universales»* y por otro vueltos a vivir por cada sujeto «haciéndolos suyo suyos» s»,, dura durant nte e el perí períod odo o de su comp comple lejo jo de Edip Edipo* o*.. Ento Entonc nces es los los dese deseos os de muer muerte te haci hacia a el padr padre e suel suelen en desplazarse a un animal (relicto totémico) y originar las fobias* infantiles. La culpa primordial habría sido generada por por aque aquell llos os acto actoss que que hici hicie eron ron posib osible le la cult cultur ura. a. La humanidad deberá pagar esa conquista eternamente con esta sensación displacentera, que se hará carne al revivir cada individuo una historia similar. Las religiones hablan de «pecado «pecado original». original». En el cristianism cristianismo, o, religión religión del hijo, éste ofrece su vida como redención para pagar una ofensa de la humanidad a Dios Padre. ¿Y cuál puede ser la ofensa que se paga con la muerte si no la muerte misma (ley del talión)? La muer muerte te del del padr padre e de la hord horda a primi rimiti tiva va,, que deri deriva va prim primer ero o en Tóte Tótem, m, anima animall sagr sagrad ado o y lueg luego o recup recuper era a la forma humana en el Dios Padre. Con esta culpa nacen la moral, las religiones, la ética, las prohibiciones máximas de toda cultura: la del incesto y la de matar.
Culpa, sentimiento de Ti Tipo esp especial cial de angu angust stia ia** que que sie siente nte el yo* yo* ant ante el superyó* cuando sus atributos se alejan del ideal del yo* exigido por aquel; también lleva el nombre de «angustia de la consciencia moral»* o «angustia ante el superyó»*. Al ser ésta una angustia yoica que se siente ante otra estructura interior al aparato psíquico, no cede con el arrepentimiento, pues el superyó, que proviene en parte del ello* y es en sí una contrainvestidura* contra sus pulsiones*, tiene noticias directas del deseo* inconsciente*, de la pulsión sexual*, que que aunq aunque ue repr reprim imid ida a sigu sigue e exis existi tien endo do.. Por Por lo tant tanto o el sent sentim imie ient nto o de culp culpa a se sigu sigue e sint sintie iend ndo o en este este caso caso inde ndepend pendiiente entem mente nte de los los act actos y de las las fanta antasí sías as** cons consci cie ente ntes o preco recons nsccient iente es*, s*, pues ues provi rovie ene de las pulsiones reprimidas inconscientes. Dándose el efecto de
que que a mayo mayorr beat beatit itud ud del del yo -mayo -mayorr contr contrai ainv nves esti tidu dura ra,, formación reactiva* o inclus cluso o sublimación*-, n*-, mayor sentimiento de culpa. Se podría decir que una consciencia de culpa proveniente desde la autoridad exterior inicia la sofo sofocac cació ión* n* de la puls pulsió ión. n. Luego Luego,, post poster erio iorm rmen ente te a los los sucesos edípicos, se instala el superyó, con su sentimiento de culpa o angustia ante la consciencia moral, consciencia moral que se dedica en adelante a sofocar más y más a las pulsiones y a castigar al yo por no conseguirlo. El sentimiento de culpa es inherente entonces -claro que en dife difere rent ntes es grad grados os-- a la estr estruc uctu tura ra del del apar aparat ato o psíq psíqui uico co** humano, es universal. Se lo observa en todas las neurosis y orig origin ina a el frec frecue uent nte e sent sentim imie ient nto o de infe inferi rior orid idad ad,, pero pero especialmente aparece en la neurosis obsesiva* y en una afec afecci ción ón narc narcis isis ista ta como como la mela melanco ncolí lía* a*.. En la neur neuros osis is obsesiva se expresa en los autorreproches*, la escrupulosidad, en algunos síntomas* como ceremoniales*, etcé tcétera, era, los que son son prod roduci ucidos dos por mecani canism smos os de defensa* ante esta angustia de la consciencia moral, y que en la neurosis obsesiva puede ser o no conocida por la consc conscie ienci ncia* a*.. En la mela melanco ncolí lía, a, el sent sentim imie ient nto o de culp culpa a ocupa todo el cuadro. Es culpa: consciente por lo tanto, lo que desconoce el sujeto Y es la causa. El superyó se ensaña sádicamente con el yo identificado con el objeto*, yo que masoquistamente se somete al superyó sádico. El sent sentim imiiento ento de culp culpa a es, parad aradój ójic icam ame ente nte, caus causa a de delincuencia, como sí el yo buscara alivio teniendo una causa real para esta displacentera sensación; ésta resulta una explicació ción inte nteresante nte para alg algunos nos casos de personalidades asociales (véase. «Los que delinquen por sentimiento de culpa»). Un integrante bastante común de las fantasías Prec. o Ce. que generan sentimiento de culpa es la masturbación* de la pubertad. A través de ella se escon sconde de toda oda la sex sexual ualidad idad infan nfanttil* il* repr repriimida, ida, cuy cuya actividad es casi exclusivamente autoerótica* y de la que su segundo ndo nivel de masturbació ción está car cargado ado de fant antasía asíass ince incest stuo uosa sass y parri arrici cida dass, preci recisa sam mente nte las las edípicas. Las fantasías perversas onanistas y masoquistas de algunos adultos (como las fantasías de Pegan a un niño (1919) o fantasías de paliza), llevan entrelazados entre sus motivaciones procesamientos del sentimiento de culpa. Por ejem ejempl plo o el maso masoqu quis ismo mo** feme femeni nino no (pre (prese sent nte e más más en el varó arón) y mucho ucho más el maso asoquis quism mo moral oral,, en que el sent sentim imie ient nto o de culp culpa a es part parte e prin princi cipa palí lísi sima ma,, aunq aunque ue
inco incons nsci cien ente te.. Resp Respec ecto to a los los grad grados os de mezc mezcla la** de las las pulsiones Freud expone la hipótesis de que «cuando una aspiración pulsional sucumbe a la represión, sus componentes libidinosos son traspuestos en síntomas, y sus comp compon onen ente tess agre agresi sivo vos, s, en sent sentim imie ient nto o de culp culpa» a» (El (El malestar en la cultura, 1929-30, A. E. 21:134).
Culpa, sentimiento inconciente (o necesidad de castigo) Tipo especial de resistencia* a la cura de la enfermedad y al bienestar, generada por el superyó*. Éste quiere penalizar al yo* yo* (cul (culpa pabl ble e segú según n aque aquel) l),, con con la perm perman anen enci cia a del del sufrimiento que le causa su enfermedad. Es probablemente la más más difíc ifícil il de supe supera rarr de las las resi resist sten enci cias as.. Se suel suele e manif anife esta star en la clí clínic nica com como «re «reacci acción ón tera terapé péut utic ica a negativa»*, es decir, cuando avanzado el tratamiento, al conc conclu luiir una una cons constr truc ucci ción ón** que deve devella el sig signif nificad icado o inconsciente de un síntoma* o de un rasgo de carácter* del yo, en vez de desaparecer el síntoma o producirse cambios en el yo, se agravan ambos, como si el paciente se aferrara a la enfermedad, sin saberlo. La culpa no es sentida. Es la deuda que se cobra el superyó con el sufrimiento del yo causado por la enfermedad. Se manifiesta también en un tipo de personas a las que Freud llamó «los que fracasan al triunfar»*. Cada vez que se les está por cumplir algo muy deseado, lo evitan o tratan por todos los medios de que no suceda; o enferman somáticamente o comienzan a tener accidentes accidentes.. En éstos, la culpa se infiere de la conducta conducta que denota la necesidad de ser castigado*. El término sentimiento inconsciente de culpa es incorrecto entonces, pues ues no hay aquí ningún senti ntimiento. Se llega a la conclusión de la existencia de la necesidad de castigo, por el afer aferra rami mien ento to al sufr sufrim imie ient nto o prod produc ucid ido o grac gracia iass a la permanencia de la enfermedad, en algunos casos, o a los diferentes tipos de castigo sufridos, en otros. El grado de mezcla o desmezcla* de pulsión de vida* con pulsión de muerte* (con cierto predominio de esta última), están en directa relación con este tipo de fenómenos, prestos a agregarse en las causales en cuanto éstas se lo permitan.
Cultura (humana) Freud la define como a todo aquello en lo cual la vida huma humana na se ha elev elevad ado o por por enci encima ma de sus sus cond condic icio ione ness animales y se distingue de la vida animal. Se distinguen dos aspectos: por un lado, todo el saber y poder hacer que los homb hombre ress han han adqu adquir irid ido o para para domin ominar ar las las fuer fuerza zass de la naturaleza y arrancarle bienes que satisfagan sus nece necesi sida dade des; s; por por el otro otro,, comp compre rend nde e toda todass las las norm normas as necesarias para regular los vínculos recíprocos entre los homb hombre ress y, en part partic icul ular ar,, la dist distri ribu buci ción ón de los los bien bienes es aseq asequi uibl bles es.. La cult cultur ura a es, es, ento entonc nces es,, una una crea creaci ción ón del del hom hombre bre; está stá edif dificad icada a sob sobre una una com compuls pulsió ión* n* y una una renuncia de lo pulsional. Paradójicamente es una creación humana y el peor enemigo de la cultura es el hombre mism ismo. Fre Freud hipo hipottetiz etiza a el orig rigen de la cult cultur ura a en el complejo de Edipo*, Tiene antecedentes: la bipedestación, o sea el pasaje a la postura vertical que aleja al hombre de los estímulos olfatorios, y la separación de los períodos menstruales como forma de atracción del objeto* sexual. Pasan a tener mayor relevancia los estímulos visuales (ante la visualización directa de los genitales) y posteriormente los auditivos. (La alteración interna* como expresión de las emociones mediante el grito que deviene en llamado al objeto, los ruidos de la escena primaria*, y por último la aparición del lenguaje aje* y con con ello la posibilidad del pens pensam amie ient nto* o* consci conscien ente te y prec precons onsci cien ente te merc merced ed a la palabra y su significado.) Otro escalón en el acceso a la cultura es el aprendizaje del control de esfínteres, del que nace el afán cultural por la limpieza (El malestar en la cult cultur ura, a, 1930 1930). ). En Sobr Sobre e la conq conqui uist sta a del del fueg fuego o (193 (1932) 2) hipotetiza que la cultura se estructura también sobre la renuncia pulsional al placer* de extinguir el fuego mediante el chor chorro ro de orin orina. a. La hipó hipóte tesi siss freu freudi dian ana a expu expues esta ta en Tótem y tabú (1913) explica el advenimiento definitivo a la cultura gracias a la represión* de los deseos* sexuales y agresivos provenientes del complejo de Edipo. Los hijos no soportan al padre omnímodo, jefe de la borda primitiva*. Se le rebe rebela lan. n. Le ases asesin inan an.. Se esta establ blec ece e la prohi prohibi bici ción ón del del incesto.. Toda cultura se edificaría sobre estas dos básicas prohibiciones: la del incesto y la de matar. El ser humano es apto para entrar en la cultura una vez que reprimió su
sexualidad infantil*, una vez que se instaló en su aparato psíquico un superyó*. La historia de la humanidad desde sus orígenes es una lista interminable de matanzas y luchas por el poder. Así y todo la cultura perdura. ¿Cómo hace la cul cultura para dominar nar las pulsiones*? Les asigna un rep represe resent nta ante nte dent dentrro del apar aparat ato o psíq síquico uico** de cad cada indi indivi vidu duo, o, llam llamad ado o super superyó yó*, *, enca encarg rgad ado o de domi domina narr las las puls pulsio ione ness sexu sexual ales es** y dest destru ruct ctiv ivas as,, incl incluso uso apel apelan ando do a armas a su vez más destructivas, pues este superyó liga pulsión de destrucción* y pulsión de muerte* en su interior para defenderse de la pulsión sexual, ¿con el objetivo de adecuar adecuar ésta a la cultura? La masa* humana se vincula vincula por pulsiones homosexuales de meta inhibida (la ternura, la amistad), que son las que establecen los lazos culturales. Las grandes creaciones de la cultura surgen también de la inhibición* de la meta de las pulsiones sexuales para que éstas sean aceptadas socialmente. Este producto y este proceso llevan el nombre de sublimación*. Tenga o no el hombre un «pecado original», la cultura tiene un «problema orig origin inal al». ». Ha sido sido edif edific icad ada a sobre sobre la sofoc sofocaci ación ón** de las las puls ulsiones nes. La sof sofocac cación no pued uede sino gener nerar un malestar, también la existencia de las neurosis y enfe enferm rmed edad ades es ment mental ales es en gene genera ral, l, como como form formas as del del pade padece cerr huma humano no,, un alej alejam amie ient nto o de la posi posibi bili lida dad d de felicidad. La sublimación desexualiza a la pulsión. Lo que impl implic ica a desm desmez ezcl cla a puls pulsio ional nal*, *, por por lo tanto tanto libe libera raci ción ón de puls pulsió ión n de mue muerte rte o dest destru rucc cció ión, n, con con lo que que la cult cultur ura a tendería radicalmente a la destrucción (El yo y el ello, 1923; El malestar en la cultura, 1929-30). En esta contradicción dial dialé écti ctica se mueve ueve la cult cultur ura, a, cre creaci ación hum humana ana que cambia la naturaleza, que llena de prótesis al ser humano haci hacién éndo dolo lo cada cada vez vez más más pode podero roso so,, pode poderr que que pued puede e generar su propia destrucción.
Curación por el amor Fantasía* de curación del neurótico (opuesta por lo general a la analítica y utilizada a menudo como resistencia* contra el tratamiento) que «busca, entonces, desde su derroche de libido en los objetos, el camino de regreso al narcisismo, escogiendo de acuerdo con el tipo narcisista un ideal sexual
que que pose posee e los los méri mérito toss inal inalca canz nzab able less para para él» él» (191 (1914, 4, A. E..14:97). Se ama en estos casos a lo que posee el mérito que falta al yo* para alcanzar el ideal, característica del neurótico, quien inviste excesivamente sus representaciones* de objeto* en detrimento de las del yo. A veces el paciente llega al tratamiento en busca de esto, conseguir el amor* de un objeto. Si lo consigue, por algún levantamiento transitorio de la represión*, piensa que ya está curado. A veces esto se concreta en la persona del analista. Se gener nera en este ste último caso aso el amor de tran transf sfer eren enci cia* a*,, una una de las las resi resist sten enci cias as más más fuer fuerte tess al tratamiento. «Este plan de curación es estorbado, desde luego, por la incapacidad para amar en que se encuentra el enfe enferm rmo o a conse consecue cuenci ncia a de sus sus exte extens nsas as repr repres esio ione nes» s» (Int (Intrroduc oducci ción ón del del narc narcis isis ism mo, 1914 1914,, id.) id.).. Dura urante nte el tratamiento, al levantarse algunas represiones, el paciente suele elegir un objeto de amor idealizado. A la satisfacción de este este amor amor conf confía ía,, ento entonce nces, s, su comp comple leto to rest restab able lecicimiento. Ésta no es la curación psicoanalítica. Si no están levantadas la mayoría de las represiones, reconstruida toda la época de la sexualidad infantil* y la constitución del yo, no están cumplidos los objetivos del psicoanálisis. Éstos siguen siendo el levantamiento de las represiones, de todas ellas, por lo menos las representaciones primarias*, y la posterior «reelaboración»* de lo reprimido, el relleno de las lagunas nas mnémicas -la -las que eran producidas por las represiones- y el advenimiento del yo sobre el ello* (el domeñamiento de la pulsión* del ello por parte del yo, cono conoci cién éndo dola la y acep aceptá tánd ndol ola a como como prop propia ia). ). Podr Podría íamo moss contentarnos con el desenlace de la curación por el amor «[ ... 1 si no trajera consigo todos los peligros de la oprimente dependencia respecto de ese salvador» (1914, id. 98). La curac curació ión n psic psicoa oana nalí líti tica ca busca busca el desa desarr rrol ollo lo del del proc proces eso o sec secundario* a través del conoc onociimiento nto del proces ceso prim primar ario io*, *, busc busca a dome domeña ñarr a las las pulsi ulsion ones es merc merced ed a su conocimiento, a su ligadura. La posibilidad de vivenciar y expresar el amor, distinto de esta «curación por el amor», es buscada por el tratamiento. Una verdadera relajación de la represión de la sexualidad infantil con reelaboración de ésta, permite al yo, por ejemplo, la posibilidad de amar al objeto sin necesidad de tener que reprimir sus deseos* incestuosos inconscientes. De hecho el yo es fuerte, entre otras cosas sas, por su cap capacid cidad de ama amar, y porque no necesita tanto del ser amado para mantener su autoestima;
es más libre del objeto aunque también necesite de amarlo y ser amado, enriqueciéndose en ese amor.
Defensa Todo organismo vivo está expuesto a continuos estímulos, que en el caso de los organismos complejos provienen del mund undo ext exterior rior y del del propi ropio o inte nterio rior del del cue cuerpo rpo (las las puls ulsiones nes*). Los seres hum humanos poseen un aparato psíquico* que los defiende de los continuos estímulos a que están sometidos, los que les generan un impulso a volver al esta estado do anter anterio ior, r, el prev previo io a la lleg llegad ada a del del estí estímu mulo lo.. La defensa, en este sentido, es como la razón de ser del psiq psiqui uism smo o. Ést Éste ante ante todo odo quie uiere def defende nderse rse de los estí estímu mullos. os. La• La• mejo mejorr mane manera ra de hace hacerl rlo, o, ento entonc nces es,, es realizando las acciones específicas* que acaben con ellos. Si son exteriores, huyendo de ellos o destruyéndolos. Si son estímulos interiores (es decir, pulsiones), satisfaciéndolos. Para Para ello ello debe deberá rá incl inclui uirr el prin princi cipi pio o de real realid idad ad** en su funcionamiento y la instauración de un yo* que piense y maneje la acción en forma adecuada. Surgen sin embargo durante la evolución del ser humano serios problemas en la satisfacción de sus pulsiones (sexuales''` y destructivas*) pues pues ésta éstass choca chocan n con los los idea ideale less cultu cultura rale less prim primer ero o y luego con los que existen en el mismo aparato psíquico (ideal del yo*-superyó*). Por esto se van formando otros tipos de defensa dirigidos a impedir la satisfacción de la pulsión, o a desconocerla. A los mecanismos inconscientes encargados de que el yo Prec. no conozca la existencia de pulsi ulsion one es incom ncompa pati tibl bles es con con él, se los ha llam llamad ado o < mecanismos de defensa* del yo», los cuales pertenecen al yo Inc. Éste se encarga de defender al yo Prec. , sin que él lo sepa, del acoso de las pulsiones. Esta defensa tiene, por lo pronto, un precio: rasgos de carácter* y -cuando fallanneuros neurosis* is*.. Hay algunas algunas forma formass de mecani mecanismo smo defens defensivo ivo que que perm permit iten en cier cierta tass form formas as de plac placer er-, -, pulsi ulsion onal al,, por por ejemplo los mecanismos defensivos pertenecientes a las perve perversi rsione ones*. s*. Este Este tipo tipo de afecció afección n consig consigue ue satisf satisface acerr pulsio pulsiones nes sexual sexuales, es, parcia parciales les,, infant infantile iles, s, homose homosexua xuales les y narcisistas. Lo hace gracias a mantener relaciones sexuales reñidas con lo aceptado en el medio social (el sujeto sufre
por ello angustia social*, de la que a su vez se defiende). Lle Llevan van inclu ncluiidas en el mism ismo acto acto plac place ente ntero cie ciertos rtos meca mecani nism smos os de defe defens nsa a del del yo cont contra ra los peli peligr gros os que que deri deriva van n del del comp comple lejo jo de Edip Edipo* o*,, trat tratan an de ahor ahorra rars rse e la angustia de castración-, con la desmentida* de la diferencia de los sexos. La desmentida comprueba la ausencia de la cast castra raci ción ón,, ento entonc nces es,, en cada cada acto acto sexu sexual al (fet (fetic ichi hist sta, a, hom homose osexual xual,, exhi xhibici bicion onis ista ta,, etcé tcétera tera)). No lo logra ogran n totalmente, porque el yo se escinde*; en parte acepta la cas castració ción y en parte no, no, perdiendo ndo el yo la func unción sintética, pasando a ser dos yoes. Entonces, la manera más adecuada de defensa ante el estímulo pulsional, tendría que ser la síntesis que tiene que lograr el yo ante las presiones a que está sometido por el ello*, el superyó y la realidad*. Una vez conseguida esa síntesis, ha de llevarla a la acci cción (véas véase e: acci acción ón especí pecíffica) ica).. Respe specto cto de los estímulos del mundo exterior, el organismo establece una barrera de protección antiestímulo* en el sistema perc perce epción ción cons consci cie enci ncia (PCc. Cc. ), al cual cual pert perte enece nece la investidura* de atención* que es en realidad (como apronte angustiado*), el último nivel de esta barrera. Si ésta es sobrepasada, se siente dolor* orgánico, pudiendo llegar a inst instal alar arse se una una neur neuros osis is trau traumá máti tica ca** si la cant cantid idad ad de estímulo que penetra en el aparato psíquico va más allá de las las posi posibi bili lida dade dess de liga ligadu dura ra de éste éste.. En las las neur neuros osis is traumáticas queda una compulsión* a repetir la escena, primero en los sueños* hasta llegar a los actos, en busca de que que el apar aparat ato o psíq psíqui uico co pued pueda, a, merc merced ed a la repe repeti tici ción ón,, sentir el apronte angustiado que no sintió en el momento en que fue superada la barrera defensiva.
Defensa, mecanismos de Operaciones automáticas que realiza la parte inconsciente* del yo* para defenderse de las pulsiones*, o mejor dicho de los posibles peligros que la satisfacción de éstas podría generar. El yo Inc. , ante la aparición de la representación* de una pulsión incestuosa o parricida, o retoños de ellas, ape apela a una una seña señall, muest uestra ra de angu angust stia ia en pequ peque eña cant cantiidad. ad. Esta sta angusti stia señ señal* hace que el camino asoci asociat ativ ivo, o, guia guiado do por por el princ princip ipio io de plac placer er*, *, cambi cambie, e,
huyendo de la angustia señal. Consigue así que la pulsión ori origina ginall o sus sus reto retoño ñoss ret retorne ornen n al ello* lo* inco incons nsci cie ente nte, pasan asand do al estad stado o de rep represi resión ón*. *. De esta sta mane anera la defensa* yoica es eficaz en librarse de la pulsión, momentánea momentáneament mente. e. Para que la pulsión pulsión se quede allí, para que no pueda volver a introducirse en el yo, y por este medio llegar a la acción, habrá que dejar como centinela, una una cont contra rain inve vest stid idur ura* a* perm perman anen ente te.. El meca mecani nism smo o de defensa nsa por excel celencia es la represión. En algunos momentos de la teoría represión es sinónimo de defensa, pero desde Inhibición, síntoma y angustia (1925) pasa a ser el mecanismo específico de la histeria de conversión*. La represión, en cuya esencia está el desconocimiento, tiene dos pasos. La represión primaria* consiste únicamente en la contr ntrainve nvestidura que es el origen del resto de los mecanismos defensivos ulteriores o represiones secundarias*. En éstas se sustrae también investidura de la representación de la palabra (Prec. ), con lo que no puede ser nombrada por el yo y vuelve al ello inconsciente. La investidura retirada pasa a otra palabra o a una formación sustitutiva*, transacción entre el yo y la pulsión, que actúa como como contra contrainv invest estidu idura. ra. La contra contrainv invest estidu idura ra se instal instala a tamb tambié ién n en el apar aparat ato o perc percep eptu tual al** (PCc (PCc.. ) -par -para a evit evitar ar percibir en la realidad* todo lo que remita al conflicto-, o se desplaza a otras representaciones poco importantes, que pasan a ser obsesiones, por ejemplo. Además lo reprimido primariamente atrae al inconsciente a todo lo que puede remitir a él. Otros mecanismos de defensa clásicamente descritos son: la anulación de lo acontecido*, el aisl aislam amie ient nto* o*,, la form formaci ación ón reac reacti tiva va*, *, la proy proyec ecci ción ón*, *, la identifi identificación* cación* (histérica (histérica y melancóli melancólica), ca), la desmentid desmentida* a* de la diferencia sexual y de la pérdida del objeto, la negación*, la escisión del yo*, etcétera. Lo común de todos ellos es la inco inconci ncien enti tiza zaci ción ón de la moci moción ón puls pulsio ional nal para para evit evitar ar la angu angust stia ia seña señall que que sent sentir iría ía el yo. yo. Si el meca mecani nism smo o de defensa defensa falla, falla, la cantidad cantidad de excitación* excitación* puede puede arrasar arrasar con el yo y ocasi casio onar nar la angu angust stiia autom utomát átic ica* a*,, sim similar lar al trauma* del nacimiento. Esto último es una de las causas por las que si bien los mecanismos de defensa producen alteraciones patológicas, en algún momento se constituyan en un mal necesario que evita males mayores, como la angu angust stia ia autom automát átic ica, a, por por ejem ejempl plo. o. Adem Además ás no debe debemo moss olvidar que a part artir de los mecanism nismo os de defensa nsa inconscientes, el yo forma una infraestructura Inc. sobre la
que se instala la superestructura Prec. , la que entonces puede funcionar sin tener que estar acosada por la pulsión, a la que ignora. Cuando el yo se apoya demasiado en sus mecanismos de defensa y éstos comandan a su proceso secundario*, puede quedar una alteración del yo* más o menos severa, la que será un fuerte obstáculo para la cura y que que part partic icip ipa a de la form formac ació ión n de las las cara caract cter erop opat atía ías, s, dependiendo muchas veces el tipo de ésta, del mecanismo de defensa preferentemente usado, lo que a su vez tiene relación con los puntos de fijación*. Freud, en el Proyecto de psicología (1895-1950) describe cómo se va formando el yo a trav travé és de inve invest stid idur uras as cola colate tera rale les, s, cade cadena nass de pensamientos* que le hacen crecer cer, aprender de la expe xperie rienci ncia, acum acumul ular ar rep represe resent ntac aciione ones para ara pode oder comparar con los nuevos perceptos, etcétera. Cuando las cant cantid idad ade es de excit xcitac ació ión n exce xceden de cie cierto rto límit ímite e la investidura colateral es insuficiente para conducirla, y debe recurrir a una defensa primaria consistente en una contrainvestidura, que ahora impedirá el pasaje de la investidura a nuevas representaciones. Éstas, rechazadas por el yo, se acum acumul ular arán án en el inco inconsc nscie ient nte. e. La inve invest stid idur ura a cola colate tera rall enriquece al yo, modera a la pulsión haciéndola propia. La contr ntrainve nvestidura expulsa ulsa el estímulo ulo pulsio sional nal al inco nconsc nsciente. Una y otra van dando forma a partes dife difere rent ntes es dent dentro ro del del yo: yo: a) el proc proces eso o secu secund ndar ario io,, el pensamiento, el yo con su función sintética, su principio de realidad*; b)una parte que quedará inconsciente, funcionará automáticamente, fuera de la voluntad* del yo Prec. y que será el yo de la defensa, o los mecanismos de defensa del yo, el yo Inc. En la cura psicoanalítica se hacen patentes los mecanismos de defensa, dando expresión a la resi resist sten enci cia* a* yoic yoica. a. De Debe bemo moss de habé habérn rnos osla lass con con ello ellos, s, ento entonce nces, s, para para pode poderr lleg llegar ar al conoc conocim imie ient nto o del del dese deseo* o* repr reprim imid ido, o, bene benefi fici cián ándo dose se ahora ahora el yo del del dese deseo o ante antess reprim reprimido ido al coloca colocarle rle invest investidu iduras ras colate colateral rales. es. Haciend Haciendo o que participe del comercio asociativo, que vaya integrando el yo del pensamiento, del proceso secundario, el yo Prec.
Degradación del objeto erótico (o sexual)
Proceso que se produce por la bifurcación, en el desarrollo libidinal de un sujeto, de las corrientes tierna y sensual. La corriente sensual, totalmente reprimida durante el período del complejo de Edipo*, reaparece en la pubertad desp despla lazzada ada a w otros tros obje objeto tos* s*.. Como omo éstos stos tie tienen nen su fija fijaci ción* ón* inco inconsc nscie ient nte e en obje objeto toss ince incest stuos uosos os,, el yo* yo* se defi defien ende de de ello ello,, limi limita tand ndo o la elec elecci ción ón de obje objeto to*. *. La corriente sensual sólo busca objetos que no recuerden a las pers person onas as ince incest stuo uosa sass proh prohib ibid idas as.. Se produ roduce ce así así una una degradació ción psíquica del objeto sexual ual al buscar carse sexualmente un objeto opuesto al de la «madre pura» o madre nutricia. «Tan pronto se cumple la condición de la degr degrad adac ació ión, n, la sens sensua uallidad idad pued puede e exte exteri rior oriz izar arse se con con libert libertad, ad, desar desarrol rollar lar operac operacione ioness sexual sexuales es sustant sustantiva ivass y elevado placer» (Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa, 1912, A. E. T. XI, pág. 177), incluso buscar metas sexuales perversas cuyo incumplimiento es sentido como una pérdida de placer* y cuyo cumplimiento sólo es posible en el objeto sexual degradado, menospreciado. En ocasiones la escisión de la vida amorosa es tal que si establecen una relación tierna son impotentes sexuales y la pote potenc ncia ia sexu sexual al sól sólo surg surge e cuan cuando do el vínc víncul ulo o tier tierno no es imposible. Este tipo de trastorno es más común en el varón que en la mujer y además es más común de lo que aparenta. Freud dice: « [. . .] sustentaré la tesis de que la impotencia psíquica está mucho más difundida de lo que se cree, y que cierta medida de esa conducta caracteriza de hecho la vida amorosa del hombre de cultura» (1912, id. 178). En la mujer se nota apenas nas una neces cesidad de degradar al objeto sexual. En ella se produce una atracción mayor por lo secreto, lo prohibido. Esta condición de lo prohibido en la vida amorosa femenina es equiparable a la necesidad* de degradación del objeto sexual en el varón. Un sujeto que ha logrado superar el complejo de Edipo con pocas fijaciones incestuosas tiene mejores probabilidades de hace hacerr coi coincid ncidir ir tern ternur ura a y sens sensua uali lida dad d en la mism misma a persona, soslayando la degradación que quizá quede en algún lugar del psiquismo y pueda regresar en momentos de frustración* o aumento libidinal interior (adolescencia y menopausia).
Delirio
Fenomenológicamente y en términos generales, trastorno del contenido del pensamiento* que aparta al sujeto de la realidad*. Para ello el yo* debe estar severamente alienado o con con una una alte altera raci ción ón muy muy profu rofund nda. a. Freu Freud d exti extien ende de el término a alg algunas nas ideas y actos obsesivos -algunos ceremoniales*, locura de duda- incluso a productos de la omnipotencia del pensamiento* (la magia* y la superstición del obsesivo, etcétera), quizá para remarcar el alejamiento de la realidad al que son sometidos los neuróticos obsesivos* por sus síntomas* y en algunos casos por el carácter* del yo, pero en los que de todas maneras nunca la alteración del yo* es tan significativa. Hay varios tipos de delirios en diferente tipo de afecciones. Freud describe un delirio histérico apropósito de Norbert Hanold, el personaje de la «Gradiva» de Jensen (El delirio y los sueños en la "Gradiva" de W. Jensen, 1906-07). En los delirios de Hanold -re -realiz alizac acio ione ness de dese eseos diur diurna nass, a la mane anera de los sueñ sueños os** y con con mayo mayorr cree creenc ncia ia que que en las las fant fantas asía ías* s* o ensoñaciones diurnas- se mezclan sus recuerdos* infantiles reactivados por el presente merced a sus sublimaciones*: cre cree ver ver un pers person onaj aje e vincu incula lad do con sus estud studio ioss de arqueología en una jovencita, con la que había tenido un vínculo afectivo en su niñez, reactivado en el presente. La represión* aparece en el enmascaramiento del personaje amoroso (que alude a su sexualidad infantil*) a través de una alucinación* a la que se le da creencia* y que transp nsporta al sujeto en su arrobamiento a la época correspondiente a sus estudios de arqueología, lo que es ayudado por el lugar en que transcurre la acción, las ruinas de Pomp Pompey eya. a. Fre Freud desc descri ribe be otro otro deli deliri rio, o, prop propio io de la confusión alucinatoria aguda o amencia de Meynert*. En ella la pérdida de un objeto* amado en la realidad, resulta tan insoportable para el yo del sujeto que la desmiente*. Cree ver al objeto, o presiente que vuelve, o está en el cuarto contiguo, etcétera. Se produce en este caso una desinvestidura* del sistema percepción consciencia (PCc.). Al que quedar bloq bloque uead ada a la perc perce epció pción* n* de la real realiidad dad el sistema PCc. puede ser rellenado con la reactivación, por regresión* tópica, de la percepción del objeto deseado en su estad stado o bruto, igual que en el sueño. Se percib cibe, entonces, la alucinación, se le da creencia y sobre ella se elabora el delirio de la existencia del objeto perdido. El yo
esquiva el examen de realidad* y a veces hasta se vale de elementos de la misma para probar la existencia de lo deseado, que es consciente y no reprimido. En la amencia probablemente la «alteración del yo» sea mayor que en la psic psicos osis is** hist histér éric ica, a, pero pero en amba ambass porf porfía ía el dese deseo o del del obje objeto to.. Quizá uizá eso ayud ayude e a que que sean sean cuad cuadrros clí clínico nicoss agudos, aunque en ocasiones den paso a otros trastornos duraderos, más alteradores del yo. Examinemos ahora los principales tipos de delirio crónico, el delirio por anto antono nom masia asia,, el paran aranoi oico co y el corr corre espon spondi die ente nte a la esquizofrenia* paranoide. Éstos también son de diferentes tipos y se tramitan, en general, de la siguiente manera: primero la investidura* Inc. se retira de la representación* de objeto y por lo tanto del objeto mismo; luego la libido* se retrae al yo, de manera que la libido objetal deviene narcisista y desde el inconsciente* desaparece el mundo objetal. Al quedar desinvestidas las representaciones-cosa* o representaciones-objeto desinvestidas, la libido también en parte deviene pura cantidad de excitación* sin representación. Esto último implica invasión de cantidad en el aparato psíquico, lo que provoca angustia automática*, fruto del desajuste económico en virtud de la desi desinv nves esti tidu dura ra de la ` repr repres esen enta taci ciónón-co cosa. sa. A todo todo este este complejo que sucede al desinvestir la representación-cosa, con lo que desaparece el deseo inconsciente del objeto, más la angustia automática concomitante, se lo denomina «vivencia de fin de mundo» *. Decíamos que la otra parte de la libido objetal deviene narcisista al ser retraída al yo, lo que que clín clínic icam amen ente te se expr expres esa a como como deli deliri rio o de gran grande deza za.. Cuan Cuand do se ret retrae rae haci hacia a el cue cuerpo rpo llev lleva a el nom nombre bre de «hipocondría» *. Con las investiduras que quedan en el aparato psíquico, en las representaciones-palabra* (Prec.) se intentará reconstruir el mundo objetal. Estas palabras, ahora, no significan significan a las cosas o a las represent representacione acioness de ella ellas: s: es como como si las las repr repres esen enta taci cion ones es desi desinv nves esti tida dass no existieran. Entonces las representaciones-palabra pasan a ser las representaciones-cosa y a ser tratadas como tal. Funcionarán en gran parte con proceso primario* usando asoci asociaci acion ones es** por por conti contigü güid idad ad*, *, analo analogí gía* a* u oposi oposici ción* ón*,, incluso los símbolos universales*, para formar condensaciones* y desplazamientos*, que con una buena elabor elaboraci ación ón secund secundari aria* a* podrán podrán tomar tomar cierta cierta aparie aparienci ncia a lógica. Así se armará el delirio paranoide, compuesto de libido homosexual, libido no reconocedora de la diferencia
de sexos, a horcajadas entre la libido narcisista y la objeta]. Esta libido perderá su socialización, inhibición en su meta, o sublim sublimaci ación, ón, pues pues será será libido libido homose homosexua xuall erotiz erotizada ada.. He aquí un nuevo problema intolerable para el yo y del que se va a defender, ya que por estar la libido erotizada no puede sublimarla, relevará el amor* por odio -en especial en el delirio persecutorio que está en la base de los otros, el erotomanía erotomaníaco, co, el de celos* y el de grandezagrandeza- y proyectará* proyectará* el deseo Inc. El paranoico sentirá que lo que era deseo homose homosexua xuall provie proviene ne ahora ahora del del inconsci inconscient ente e del del objeto objeto,, rel relevado vado por odio odio.. 'D 'De e este ste modo odo se form orma el del delirio rio persecutorio, que resulta así una manera de no aceptar el deseo homosexual. Hay otros: los delirios de celos (véase: celos), el delirio erotomaníaco y el ya mencionado delirio de grandeza. Todos contradicen la frase «yo lo amo a él», en el caso caso del del varó varón, n, por por supu supues esto to.. Una Una «rec «recon onst stru rucc cciión del del mund undo» muy penosa nosa,, por cie cierto rto, hast hasta a que el deliri lirio o consi nsiga mediante el proceso primario un disfraz lo suficiente mente aceptable para el yo y éste pueda tolerar, merce rced a ello, el dese deseo o hom homose osexual; ual; en el deli elirio rio de Schreber éste llega a la conclusión de que es el elegido por Dios para darle hijos. Se logra así una paz endeble pero relativamente duradera, y hasta en algunos casos el yo, gracias a sus partes no alteradas, logra un cierto reacomodo con la realidad. Existen otros tipos de delirios típicos de la paranoia` y la esquizofrenia paranoide como el de ser observado, con alucinaciones auditivas que señalan todos sus actos (sonorización del pensamiento) o sensación de ser mirado, en ocasiones vinculado con persecución o erotom erotomaní anía. a. La alucina alucinació ción n auditiv auditiva a autoob autoobser servad vadora ora se produce por una regresión a la percepción. La observación que en su infancia sus padres realizaban sobre él y que luego devino en superyó* por identificación*, retorna ahora por la regresión a la percepción, mostrando así sus orígenes. En el delirio de influencia, la regresión es mayor. Todo el yo es proyectado al exterior, y el paciente siente que hay máquinas (símbolo universal del cuerpo, lugar de origen del yo) que influencian todos sus actos. El delirio, ento entonce nces, s, en la esqu esquiz izof ofre reni nia a para parano noid ide e y la paran paranoi oia, a, muest uestrra la part parte e ruido uidosa sa de la enfer nferm medad; ad; pero en realidad es el intento de curación que hace el paciente, intento de reencontrar el mundo de los objetos. Que este logro sea más o menos apacible, tendrá cierta relación con cómo se haya tramitado el complejo paterno* previo. El
delirio hecho con palabras, siguiendo el proceso primario, se funda en una verdad histórica* que está en el fondo de todo odo deli deliri rio o y que lo hace hace pasib asiblle de cons consttrucc rucciión* ón* o interpretación* a la manera de un sueño o un síntoma. Esto lo practica en buena parte Freud en el estudio realizado sobre la autobiografía de Schreber, también lo intenta con algunas pacientes en los comienzos de su carrera, como se puede ver, por ejemplo, en: Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896). En el momento agudo de la enfe nfermedad esto es imposi osible, pues ues la única posibilidad de transf nsferencia* es negativa o predominantemente nte negativa, por lo menos en el delirio persecutorio. Quizá el delirio erotomaníaco o celotípico se presten mejor para intentar una reconstrucción del pasado que se revive a través del delirio. En el «Hombre de las ratas» habla también de cuna suerte de delirio o formación delirante», en la que el niño sentía que sus padres conocían sus pensamientos porque él los habría declarado sin oírlos él mism mismo. o. «Dec «Decla laro ro mis mis pensa pensami mien ento toss sin sin oírl oírlos. os. » Esto Esto Freud lo explica como una proyección del hecho de que él tiene pensami amiento ntos que no conoce, ce, una percep cepción ción endopsíquica de lo reprimido. Freud también llama delirios a cierto tipo de formaciones obsesivas, como las series de pens pensam amie ient ntos os que que ocup ocupab aban an al paci pacien ente te en el viaj viaje e de reg regreso reso de las mani aniobra obrass mili ilitare tares; s; o al dispar spara atado tado accionar descrito en el que trabajando hasta altas horas de la noche, abría las puertas al «espectro» del padre, miraba lueg luego o sus sus prop propio ioss geni genita tale less en el espe espejo jo,, y trat tratab aba a de rectificarse con la amonestación: « ¿Qué diría el padre si real realme ment nte e vivi vivier era a toda todaví vía? a?». ». Esta Esta fant fantas asma mago gorí ría a cesó cesó después de que la hubo puesto en la forma de una «amenaza deliciosa». Si volvía a perpetrar ese desatino, al padre le pasaría algo malo en el más allá. Este tipo de «delirio obsesivo» se inscribe como formando parte de la «omnipotencia del pensamiento» y sus consecutivas magia y superstición, típicas de la neurosis obsesiva.
Depresión [freud.]Estado afectivo doloroso, displacentero, provocado a veces veces por una pérdi pérdida da de objeto objeto*, *, frustr frustraci ación*, ón*, fracas fracaso, o,
etcé tcétera. era. En tod todas estas stas ocas ocasiione ones el yo* yo* Pre Prec. está stá realizando el trabajo de duelo*, en el que cualquier objeto que recuerde en algo al objeto perdido reactiva la añoranza de él. él. Se incr increm eme entan ntan,, ento ntonce nces, las las inve nvestid stidur uras as de añoranza*, junto al hecho de que la realidad* muestra la imposibilidad de satisfacción, produciéndose así el dolor* psíquico. Y así se repite ante cada situación que recuerde al objeto objeto perdido, perdido, cada lugar en el que se estuvo estuvo con él, cada momento que se parezca a momentos vividos con él. El talante es de tristeza y el yo está enfrascado en la tarea de ir desinvistiendo* uno por uno los recuerdos* del objeto o ilus ilusió ión n perd perdid idos. os. Mi Mien entr tras as perm permane anece ce en este este dolo doloro roso so trabajo, el yo hace una introversión* de la libido* durante todo el período, apartándola de los deseos* Prec. de los objetos que no son el que se perdió. El yo podrá de esta mane manera ra,, en form forma a paul paulat atin ina, a, ir acep acepta tand ndo o la real realid idad ad,, torná tornánd ndose ose ésta ésta más más sopor soporta tabl ble, e, lo que que cons conseg egui uirá rá en form forma a defi defini niti tiva va cuan cuando do la libi libido do pase pase a inve invest stir ir a otro otro nuevo objeto y aparezca un nuevo deseo. Hasta aquí, la depresión* normal como respuesta a pérdidas exteriores que, por decirlo así, la justifican. Distinta es la depresión endógena: no hay causas exteriores o las causas exteriores aparentemente no explican la magnitud o lo prolongado de la misma. Entonces se dice que la pérdida es inconsciente*. La inconsc inconscie ienti ntizac zación ión consis consiste te en una identi identific ficaci ación* ón* del objeto en el yo. Es en realidad odio* (recordemos que en las primeras etapas se confunde con el amor*) al objeto, sin que el yo se aperciba de ello, ya que aparece clínicamente como autorreproche*. Pero en el tratamiento psicoanalítico el autorreproche se revela como un reproche al objeto, que está stá dent dentro ro del del yo. El supe superryó*, yó*, ni cort corto o ni pere perezzoso, oso, apro aprove vech cha a para ara suma sumars rse e a esto estoss repr reproc oche hess y apli aplica carl rle e severo castigo al yo por < todo lo que se merece» al no ser como el ideal. Se agrega por otro lado una mayor retracción* libidinal, se rompe con el mundo exterior, lo que habí había a com comenz enzado ado con con el inace nacept pta able ble odio odio al obje objeto to,, desp despla laza zado do al yo iden identi tifi fica cado do con con él. él. Esta Esta desc descri ripc pció ión n corresponde a la melancolía*. En un lugar intermedio entre el duelo y la melancolía se ubicarían los cuadros depresivos neur neurót ótic icos os con con su sent sentim imie ient nto o de infe inferi rior orid idad ad,, con con el sent sentim imie ient nto o de culp culpa* a* inhe inhere rent nte e a la form formac ació ión n de su apar aparat ato o psíq psíqui uico co*, *, en el que el yo difí difíci cilm lmen ente te pued pueda a satisfacer a un superyó que le exige lo ideal. Entonces el sentimiento de culpa casi es constante y por lo tanto el
esta estado do depr depres esiv ivo o es de base base.. Ante Ante cada cada nuev nuevo o frac fracaso aso frente al ideal, el estado depresivo se agrava, así como mejora cuando los éxitos lo acercan a lo pretendido por aquel. Salvo en el duelo, en el que el dolor psíquico se prod produc uce e por por la impo imposi sibi bili lida dad d de desc descar arga ga de la libi libido do objetal, en los otros tipos de depresiones el trastorno es un destino de la libido narcisista. En la melancolía conduce a una psicosis* narcisista y en otras depresiones a trastornos del del narc narcis isis ismo mo** o de la auto autoes esti tima ma*, *, prod produc ucid idos os por por no conformar el yo al superyó. En estos últimos no alcanzan para apartar al sujeto de la realidad, a retraer la libido de las representaciones Inc. de los objetos, de los deseos de éstos. En cambio, esto sí sucede su cede en la melancolía.
Deseo El deseo, en la teoría freudiana, consiste en una propuesta psíq psíquic uica a que que busc busca a ser ser comp compla laci cida da.. Ésa Ésa podr podría ía ser ser una una manera de presentación del tema. En rigor no hay una definición del deseo dentro de la teoría que pudiéramos llamar demasiado rígida o estricta, pese a que la teoría freudiana, en términos generales y en toda su tremenda extensión, sí lo es. El concepto, sin embargo, es bastante claro y conciso. Freud lo usa en determinados momentos de su desarrollo teórico más que en otros, pero nunca lo deja de lado. Lo usa para explicar más algunos fenómenos que otros, o algunos matices de éstos más que otros. Pero en ningún momento desarrolló una teoría específica del deseo, como sí lo hizo respecto de conceptos similares como el de pulsión* o de libido*. En términos vagos, podríamos decir que el concepto de deseo se mueve más cómodamente dentro de la así llamada «primera tópica» porque es en ella donde Freud desplegó toda su teoría representacional y el deseo está, como veremos, íntimamente relacionado con la investidura* de la representación*. Pero nadie dijo que en la llamada «teoría estructural», Freud haya dado de baja el tema tema de la repr repres esen enta taci ción. ón. Muy Muy por por el contr contrar ario io,, sigu sigue e siendo tema hasta en el «Moisés». Es que al explicar algo nuevo, un nuevo nivel de un problema, el teórico no tiene por qué repetir cada vez lo dicho antes. Por otro lado, si no es mediante la teoría representacional, ¿cómo se explican
los sueños*? Se sobreentiende que las estructuras de la «segund «segunda a tópica tópica» » son estruc estructur turas as repres represent entaci aciona onales les.. El ello*, el yo* y el superyó* son estructuras psíquicas, y lo que da la característica de fenómeno psíquico a algo es jus justa tame ment nte e la rep represe resent ntac ació ión. n. Por Por lo tant tanto, o, expl explíc ícit ita a o implícitamente en la teoría freudiana el deseo «siempre está» stá».. Pue Puede ocu ocurri rrir que apar apare ezcan can al surg surgiir nuev nuevos os conceptos, diferentes matices, nuevas aristas, que obliguen a aparecer nuevos conceptos o complejizaciones y en ese camino surjan confusiones, esto es verdad. No siempre es fácil diferenciar entre deseo y libido en algunos aspectos, y especialmente entre deseo y pulsión. El deseo nace en los momentos de formación del aparato psíquico*, luego de ocur ocurri rida dass las las prime rimera rass vive vivenc ncia iass de sati satisf sfac acci ción ón*. *. En adelante la necesidad corporal surgirá unida a las representaciones que habían dejado en el aparato psíquico aquel uellas vivenci ncias. La neces cesidad* ad* logró, entonce nces, represen sentación psíq síquica. Ésta provi ovino de la huel uella mnémica* que dejó la experiencia, deviniendo en deseo. A esta moción cine apunta hacia esta representación, a la ligazón que se establece entre la necesidad corporal y la representación, la llamamos «deseo». El surgimiento del deseo inaugura el psiquismo y será el motor del aparato psíquico. La vivencia de satisfacción deja en realidad un complejo representacional en el que se distinguen tres tipos de representaciones: 1) la que primero se activa cuando se reanima el deseo: la representación investida del objeto* satisfaciente: 2) la representación de los movimientos que se hicieron con éste y que éste hizo, y 3) la representación de la sensación de descarga en el r núcleo del yo («Proyecto», 1895-1950). El deseo será, por lo tanto, un deseo del objeto con el que se busca realizar actos y que el objeto realice otros, para poder volver a sentir la sensación de satisfacc acción o placer cer* en el núcle cleo. «Sólo ólo puede sobrevenir un cambio cuando, por algún camino (en el caso del niño, por el cuidado ajeno), se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción que cancela el estímulo interno. Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una cierta cierta perce percepci pción ón (la nutric nutrición ión,, en nuestr nuestro o ejempl ejemplo) o) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido se suscitará una una moci oción psíq síquica uica que que querrá rrá inve invest stir ir de nue nuevo la
imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera. Una moción de esa índo índole le es lo que que llam llamam amos os dese deseo; o; la reap reapar aric ició ión n de la percepción es el cumplimiento de deseo, y el camino más corto para ara éste es el que lleva desde la excit citación ción producida por la necesidad hasta la investidura plena de la percepción» (La interpretación de los sueños, 1900, A.E. 5:557-8). Entonces, el deseo es el deseo de volver a repetir la vive vivenc ncia ia de sati satisf sfac acci ción ón,, aque aquell lla a que que se vivi vivió ó en el vínculo con quien fuera el asistente ajeno* y ahora es el objeto deseado. Cada vivencia de satisfacción irá dejando nuevos deseos; las pulsiones de autoconservación* serán más más repe repeti titi tiva vas, s, el obje objeto to será será más más fijo fijo.. Las Las puls pulsio ione ness sexu sexual ales es*, *, en camb cambio io,, irán irán teni tenien endo do dife difere rent ntes es tipo tiposs de deseos según las zonas erógenas* de predominancia, por lo menos hasta llegar la supremacía supremacía fálica cuando todas ellas se organizan bajo su dirección y cuando se realiza una elecc lecció ión n de obje objeto to** que que por por tomar omar cara caract cte erís rística ticass de ince incest stuo uosa sa,, será será repr reprim imid ida. a. El obje objeto to de las las puls pulsio ione ness sexuales será mucho más cambiante, característica que va disminuyendo a medida que se van produciendo fijaciones*. Pued Pueden en tamb tambié ién n comp compla lace cers rse e en el propi ropio o cuer cuerpo po.. La elección de objeto sexual exterior se apuntalará* en parte en las satisfacciones de las pulsiones de autoconservación y en parte arte en el prop propio io cuer cuerpo po,, en cuya cuyass sens sensac acio ione ness el objeto tendrá un factor determinante de todas maneras, por lo que se irá eligiendo eligiendo conforme a las fijaciones fijaciones que irá dejando en el cuerpo la historia con el objeto (la historia del cuerpo y su representación van deviniendo en yo). En este período* preedípico*, el niño aprende a hablar, se ensaya con el lenguaje*. Los deseos Inc. de los objetos podrán llegar al Prec. ligándose a las representaciones -palabra* y generando así los deseos Prec. Después del complejo de Edipo* el aparato psíquico se escindirá y múltiples deseos (los incestuosos, parricidas y con ellos gran parte de los deseos infantiles) serán reprimidos, pasarán al estado de inconscientes* y a pertenecer al ello. No serán considerados co nsiderados parte del yo, el que les negará su aquiescencia, les quitará la invest investidu idura ra Prec., Prec., la invest investidu idura ra de la repre represen sentac tación ión-pala palabr bra. a. Esto Estoss dese deseos os repr reprim imid idos os nunc nunca a ceja cejará rán n en su deseo de retorno, directo o por medio de retoños Prec. que los representen y eviten la censura*. Ese retorno originará los sueños sueños,, los actos actos fallid fallidos*, os*, los síntom síntomas* as* neurót neurótico icos, s,
etcé etcéte tera ra.. Los Los dese deseos os Inc. Inc. pued pueden en tamb tambié ién n en algu alguna nass ocas ocasio ione ness supe supera rarr la cens censur ura a (des (desex exua uali lizá zánd ndos ose* e*,, por por ejemplo) y transformarse en deseos Prec., por lo que en ese caso el yo los sentirá propios y luchará por satisfacerlos. Aquí es importante, además de los factores reales externos, su proxi roxim midad dad a los los dese eseos ince ncestuo stuoso soss y parr parric icid idas as prohi prohibi bido doss (a mayo mayorr prox proxim imid idad ad,, meno menorr posi posibi bili lida dad d de satisfacción, por lo menos en el terreno de la «normalidad» y la neurosis). Los deseos Prec. del yo que no han sido reprimidos por él son: los de su autoconservación en parte (el deseo de dormir por ejemplo), otros configurarán con figurarán deseos con meta inhibida como la ternura o la amistad, o deseos desexualizados, podríamos decir. Otra parte serán aquellos deseos sexuales que, provenientes del ello, son aceptados por el yo, probablemente porque no le crean conflicto con el superyó o con la realidad*. Entonces podrá fantasearlos o llev llevar arlo loss a la acció acción n (baj (bajo o el recto rectora rado do del del prin princip cipio io de realidad*). También podrán ser condenados por el juicio* cuando el yo así lo considere, aunque algunas veces el yo simultáneamente los haga propios y los mantenga en el terreno de la fantasía*. Cuando los lleva a la acción, a costa de cierto tipo de escisiones en el yo*, estamos ante las «excentricidades de los normales», De todas maneras, el deseo será un deseo Prec. con mayor grado, en general, de liga ligadu dura ra y pasa pasaje je al proc proces eso o secu secund ndar ario io.. Freu Freud d tamb tambié ién n menciona deseos del superyó al atribuirle los deseos de los sueños punitorios*, de autocastigo*, los que se explicarían como realización de deseos del superyó (Nuevas confere conferenci ncias as de introd introducci ucción. ón. al psicoan psicoanáli álisis sis,, 1933). 1933). De algú algún n modo odo el sent sentiimient iento o inco incons nsci cie ente nte de cul culpa* o necesidad de castigo*, funciona en algunas personas a la manera de un deseo, incluso reprimido en el sentido de desconocido por el yo, que se satisface periódicamente con el sufrimiento de éste. Probablemente esto dependa de los dife difere rent ntes es grad grados os de mezc mezcla la** o desm desmez ezcl cla* a* de Eros Eros** y pulsión de muerte* que estén en juego en esos deseos (sadismo* del superyó y masoquismo* del yo). En términos generales, de cualquier manera, hablar de deseo remite a dese deseo o sexu sexual al (no (no se conf confund unda a con con geni genita tal* l*), ), aunqu aunque e la pose posesi sión ón de repr repres esen enta taci ción ón (de (de cosa cosa** y de pala palabr bra) a) le puede dar a la pulsión de autoconservación característica descante, Pero cuando nos referimos a deseo inconsciente, éste es sexual. ¿Puede haber un deseo correspondiente a la pulsión de muerte? Según Freud no, porque no hay en el
Inc. Inc. repr repres esen enta taci ción ón-c -cos osa a de ésta ésta.. Es un cont contra rase sent ntid ido o hablar de una «vivencia de muerte» que deje su huella en el apar aparat ato o psíq psíquic uico. o. En camb cambio io,, pued puede e habe haberr nece necesi sida dad d inconsciente de castigo, pero ella proviene del superyó. El deseo agresivo para con otro ya pertenece a la pulsión de auto autoco cons nse ervac rvació ión n o a la sexu sexual al,, merc merce ed al sad sadismo smo o pulsi ulsión ón de apode podera ram mient iento* o* y hast hasta a el odi odio* al riva rival. l. Para Paradó dóji jicam camen ente te sabe sabemo moss que que «exi «exist ste» e» una una puls pulsió ión n de muerte...«muda». Si «habla», es a través de las representaciones (de cosa y de palabra) del deseo sexual, con el que se mezcla cla. Podemos decir que la vemos, indi indire rect ctam amen ente te,, en los los ejem ejempl plos os ya menci mencion onad ados os de la agresión*, sadismo, apoderamiento, etcétera. El concepto de deseo se superpone con el de pulsión y hasta con el de libido en el deseo sexual. Por momentos parecen sinón sinónim imos os,, o dist distin into toss nive nivele less del del mism mismo o fenó fenóme meno; no; por por momentos, cosas diferentes. El de pulsión, para Freud, es un concep cepto límite entre lo somático y lo psíquico. Prob Probab able leme ment nte e esté esté más más del del lado lado de lo somá somáti tico co y el esfuerzo (Drang) hacia la acción y el deseo más del lado representacional. De ahí que Freud describa una «satisfacción ción aluci lucina nattoria oria de deseos seos»* »*,, no una una «sat «satis isffacci acción ón alucinatoria de pulsiones», y que hable de deseos cuando debe explicar los sueños, las fantasías, incluso los síntomas, es decir cuando el énfasis está en el contenido repr repres esen enta taci ciona onal. l. En camb cambio io,, cuan cuando do debe debe expl explic icar ar los los mecanismos de defensa* del yo ante las angustias señales* frente al peligro pulsional, o cuando explica el ello, habla del del apre aprem mio de la pulsi ulsión ón sob sobre el yo, yo, tamb ambién ién en la búsqueda de su satisfacción, que en última instancia es la misma que la del deseo. Veamos ahora qué diferencias hay entre deseo y libido. La energía sexual somática pasa a llamarse «libido» cuando se liga a una representación, es la energía que la inviste, el deseo está más ubicado en la repr repres esen enta taci ción ón (inv (inves esti tida da por por libi libido do), ), por por lo tant tanto o hay hay diferencias, pero un fenómeno es muy cercano al otro como para poder distinguirlos muy claramente. En La interpretación de los sueños (1900) habla de deseos, en Los tres ensayos de teoría sexual (1905) menciona la pulsión, en los los escr escrit itos os meta metaps psic icol ológ ógic icos os de 1915 1915 pred predom omin ina a el conce concept pto o de puls pulsió ión, n, aunq aunque ue tamb tambié ién n habla habla de dese deseos os,, especialmente respecto de los sueños, en El yo y el ello se refi refier ere e casi casi únicam únicamen ente te a las las puls pulsio ione ness del del ello ello (192 (1923) 3),, tam tambié bién en Inhi Inhibi bici ción ón,, sínt síntom oma a y angus ngusttia (1925 1925). ). El
concepto de libido está en toda la obra. Sin embargo hay diferenci ncias importante ntes que hacen cen que sean cosa osas diferentes. Por ejemplo se puede hablar de un deseo Prec., pero la pulsión por lo general está referida a un concepto Inc. También existen una libido objetal y una narcisista; sí se puede hablar de un deseo objetal pero es más difícil hablar de un deseo narcisista por lo menos puro, se puede hacerlo como extensión del concepto de deseo homosexual, por lo tant tanto o referid rido al obje objeto to.. Por Por ejem jemplo plo tal es la dependencia del niño del amor* del objeto en el período de latencia* que puede hacer propios los deseos del objeto. La educación en general se basa en estos principios: el niño resigna sus pulsiones a cambio del amor materno, de una manera tan radical, a veces, que se transforman en deseos Pre Prec., c., a travé ravéss de ide identi ntificac icacio ione nes* s* en el yo y princ rinciipalmente en el superyó, opuestos en general al deseo Inc., por lo tanto apoyando a la represión Inc. contra la emergencia de los deseos reprimidos. Podríamos pensar, ento ntonce nces, que la neces cesidad del amo amor del objeto es narcisista y en alguna medida lo es, pero no en el sentido más más estr estric icto to del del térm términ ino o (la (la libi libido do prov proven enie ient nte e del del ello ello invistiendo al yo). Uno no puede desearse, se tiene. Puede desear ser amado por el objeto, o desear ser el ideal, pero éste éste mism mismo o está está cons consti titu tuid ido o por por huel huella lass de obje objeto toss del del pasado infantil o de la omnipotencia infantil perdida. En ese sentido son deseos narcisistas, pero nunca falta el rastro del objeto en todas estas complejizaciones del deseo que a vece vecess conf confun unde den n el pens pensam amie ient nto* o*.. Qued Quede e clar claro o que que la diferencia definitiva entre estos conceptos, de todos modos, no está totalmente clara, non liquet, como diría en tantas ocasiones Freud. ¿Puede hablarse de una pulsión narcisista? A lo sumo de una pulsión sexual con satisfacción auto autoer erót ótic ica. a. Cuan Cuando do se habla habla de. de. narc narcis isis ismo mo en sent sentid ido o estri strict cto, o, se hab habla de libido bido en el yo. yo. Por últi últim mo: nos nos apoyamos en lo expresado por Freud en el capítulo VII de Lo inco inconc ncie ient nte e (191 (1915) 5) resp respec ecto to de la inve invest stid idur ura a de la representación, para justificar un deseo preconscíente del objeto. Cuando está investida la representación-cosa del Inc. Inc. más más la repr repres esen enta taci ción ón-p -pal alab abra ra Prec Prec., ., esta esta últi última ma significa o representa a aquella ante la Cc. Si se le retira la investidura Prec., el deseo pasa al estado de represión y a pertenecer al inconsciente. En las neurosis de transferencia*, la investidura de la representación-cosa Inc. está stá investi stida y quizá en demasía, pero no tiene la
representación-palabra Prec. para poder llegar a la Cc. Uno de los objetivos en el tratamiento psic sicoanal nalítico es recuperar para la investidura de la representación-palabra Prec la energía libidinal que mientras el deseo permanece en represión, pertenece únicamente a la representacióncosa Inc. La investidura en estas neurosis se ha desplazado o transferido a otras representaciones Prec. En la histeria de angustia* hasta constituir las fobias*. En la neurosis obse obsesi siva va** se han han aisl aislad ado* o* sus cone conexi xion ones es asoc asocia iati tiva vass y afectivas con el resto de las representaciones Prec. o se ha recurr urrido a mecani anismos mágicos para no senti ntirlas perte pertenec necien ientes tes al yo, en última última instan instancia cia angust angustián iándos dose e ante estas obsesiones nunca aceptadas como deseos del yo Prec Prec., ., pese pese a esta estarr ubic ubicad adas as tópi tópica came ment nte e en él. él. En la hist hister eria ia de conv conver ersi sión ón*, *, ha halla hallado do expr expres esió ión n merc merced ed a investiduras corporales elegidas asociativamente por leyes de contigüidad* o analogía*, convirtiéndose en el caso de las asociaciones* por analogía en símbolo mnémico* de las represent representacione aciones-cosa, s-cosa, ahora reprimid reprimidas as y que pugnan pugnan por retornar de ese estado. En las afecciones narcisistas (en especial en las psicosis*, cuyo máximo exponente es la esqui squizzofre ofreni nia* a* con con sus sus distin stinta tass formas rmas clí clínic nicas) as), se desinviste* la representación-cosa del objeto y se desvía esa esa inves nvesti tidu dura ra Inc. Inc. al yo. yo. Este Este proc proces eso o cons consis iste te en el narcisismo* por excelencia, el deseo Inc. del objeto está desinvestido. Repitamos: no hay deseo Inc. del objeto en estas afecciones, se retiró la investidura de la representación-cosa Inc. (ésta configura el deseo Inc. del objeto, el motor del aparato psíquico uico)). Quedan, sin embargo, representaciones Prec. que no representan a las Inc. Inc. sino sino que ocupa cupan n el lugar ugar que que dej dejaron aron aquel quella lass al desinvestirse. Por lo tanto se rigen por sus mismas leyes (el proces ceso primari ario*). Así se con configuran los delirios* paranoides que, quizá exagerando, hasta podríamos decir que son deseos Prec. del objeto sin sustento en un deseo Inc. Inc. Inte Intent ntos os de reco recons nstr truc ucci ción ón** del del dese deseo o del del mund mundo o objetal, pero no desde lo profundo del aparato psíquico, sino únicamente desde las palabras. Palabras que dejaron de ser significantes, y ahora remedan el significado.
Desesperación
Investidura de añoranza* a la que se agrega angustia de pérdida de objeto* o viceversa; el afecto* correspondiente al duel duelo* o* (la ya ocur ocurri rid da pérdid rdida a del obje objeto to**), más la angustia* de la posibilidad de su pérdida. Es probablemente, dice Freud, el afecto sentido por el lactante (Inhibición, síntoma y angustia, 1925) al comenzar a notar la ause ausenc ncia ia de su madre adre,, sin sin disti istin nguir guir todav odavía ía si la ausencia es transitoria o definitiva. En tanto transitoria se corre el peligro de que no vuelva cuando uno sienta la tens tensió ión n de nece necesi sida dad* d* (ang (angus usti tia) a).. En tant tanto o defi defini niti tiva va produciría duelo, añoranza. La experiencia va separando el dolor* de la angustia, aunque en determinadas circu circunst nstanc ancia iass (por (por ejem ejempl plo, o, cuand cuando o no se encue encuent ntra ra el cuerpo de una persona desaparecida, de la que la realidad muestra su ausencia definitiva) vuelven a juntarse ju ntarse y retorna la desesperación, al unirse el duelo y su añoranza con la angustia de pérdida de objeto.
Desestimación No aceptación, aceptación, por parte del yo* consciente, consciente, de algún dato nuevo de la realidad*, al que considera poco importante, quedándose con juicios* establecidos anteriormente. Este rechazo, previo a un juicio de existencia*, es universal, < normal» en la infancia. Los niños son renuentes a reconocer la dife difere renc ncia ia de los los sexo sexoss o de la cast castra raci ción ón que que llev lleva a impl implíc ícit ita a la etap etapa a fáli fálica ca.. La teor teoríía de la cloa cloaca ca** habí había a explicado hasta entonces el nacimiento de los niños de un modo mucho menos conflictivo. En general el niño ante la amen amenaz aza a de cast castra raci ción ón actúa ctúa com como el pequeño ueño Hans Hans (Análisis de la fobia de un niño de cinco años, 1909), si le amenazan con con la pérdida del “pipí” , no le produce angustia*: total, tiene el «popó» (en términos teóricos, la teoría de la cloaca). Aceptar como posible la existencia de la castración es el próximo paso. Una aceptación paulatina y tal vez siempre incompleta. La teoría de la cloaca en parte arte es sup superada ada al recon econoc oce erse rse la exist xiste enci ncia de la castración correspondiente a la etapa fálica, pero nunca absolutamente, y en parte permanece en el inconsciente* reprimida como todo lo relativo a la sexualidad infantil*.
Puede retornar desde ahí a través de un síntoma* intestinal con fantasía* de embarazo, como en el caso del «Hombre de los lobos» (1914-18), o como cualquier otro producto del inconsciente. Cuando el niño reconoce, siquiera parcialmente, la existencia 1. de la castración-] o que se vuelve inevitable al percibir el genital femenino y, por el complejo del semejante* comprende¡-* la diferencia- hace su entrada en el complejo de castración*. Una multitud de excitaciones y afectos* se enlazan, entonces, con la pérdida del pene; es el caso de la angustia de castración* en el niño y la envidia del pene* en la niña. El famoso sueño del «Hombre de los lobos» es una de las pruebas de que el niño había entrado, en el momento del sueño* al menos, en el complejo de castración. Por lo tanto había superado en parte la primera desestimación* de la misma, aunque la teoría de la cloaca sobre la cual se había instalado, podía reto retorn rnar ar en cual cualqu quie ierr mome momento nto y hasta hasta conv conviv ivir ir con el reconocimiento de las diferencias sexuales que generaban la angustia de castración. En un mismo síntoma conversivo conv conviv ivía ían n el reco recono noci cimi mien ento to de la dife difere renci ncia a sexua sexuall (la (la angustia ante la disentería) con la teoría de la cloaca (la fantasía inconsciente de embarazo intestinal). Ésta incluía un reconocimiento de diferencia sexual al ser tomado el ano como si fuera una vagina, lo que volvía a generar angustia de castración, cre creándo ndose aparente ntemente contradicciones, las que como sabemos no tienen cabida en el inconsci inconscient ente. e. Estas Estas repres represent entaci acione oness contra contradic dictor torias ias,, entonces, seguían perteneciendo al Inc., logrando gracias a esta estass form formac acio ione ness sust sustit itut utiv ivas as** -emb -embar araz azo o inte intest stin inal al simbolizado en la constipación- tener acceso al Prec. en form orma disfra sfrazzada ada. Se dese esestim stiman an tam también bién moci ocione ones pulsionales, siempre que sean conscientes o que tengan investidu investidura* ra* Prec. (represe (representació ntación-pala n-palabra*, bra*, investida investida con atención* o sin ella). En ese caso el yo puede desestimarlas a trav través és de la emis emisió ión n de un juic juicio io,, cond conden enán ándo dola las. s. El «juicio de condenación o desestimación»* es una de las últimas defensas* que tiene el yo ante la pulsión*, una vez superada la negación* y siendo aceptada la pulsión por el yo como propia; quizá sea la más evolucionada, la más relaci relaciona onada da con la ligad ligadura ura,, el domeña domeñamie miento nto pulsion pulsional. al. Freud llama «desmentida»* a la no aceptación de datos de la realidad, en adultos, como la existencia de la diferencia de los sexos (parcialmente en los casos de perversiones* sexu sexual ales es), ), o de dato datoss de la real realid idad ad dol doloros orosa a (com (como o la
pérd pérdid ida a de un ser ser quer querid ido o en la conf confus usió ión n aluc alucin inat ator oria ia aguda o amencia de Meynert*). En ambos se produce un enérgico mentís sobre los datos de la realidad, tapándolos con otra percepción*, el fetiche en el fetichismo*, el pene en la homosexualidad*, la alucinación* del objeto perdido en la amencia.
Desexualización Inhi Inhibi bici ción ón** en la meta meta de la puls pulsió ión n sexu sexual al*. *. La libi libido do** desexualizada* une a la masa* cultural, siendo base de la cultura* misma e iniciándose con ella; es la que le queda al hijo, en el vínculo con sus padres y hermanos, después de la represión* y sepultamiento del complejo de Edipo*. Es libido a su vez homosexual, dado que si tiene inhibida la meta meta sexual sexual no recono reconoce ce difere diferenci ncias as sexual sexuales. es. La libid libido o desexualizada forma los vínculos de ternura y amistad, y la sublimación*. Como su descarga completa está inhibida, mantiene los vínculos más perdurables. El yo* funciona con libido libido desexu desexuali alizad zada a normal normalme mente nte.. Tal libid libido o ha perdi perdido do algo de su perentoriedad (Drang) por haberse desplazado* su meta del objeto* u objetivo original, gracias a lo cual es más manejable por el yo. Cuando la libido en el yo se resexualiza, resultan las perversiones* narcisistas, como es el caso caso de la homo homose sexu xual alid idad ad*, *, o se gene genera ran n dist distin inta tass formas de defensa* contra aquella, como en la paranoia*. Las patologías narcisistas tienen sexualizada la libido narcisist sista a u homo homose sexu xual al.. Ésta Ésta se pued puede e repr reprim imir ir y orig origin inar ar neuro neurosi sis* s* («Do («Dora ra», », 1901 1901-0 -05; 5; el «Hom «Hombr bre e de los los lobo lobos» s»,, 1914 1914-1 -18 8). Las Las neur neuros osis is son, son, adem además ás de otra otrass cosa cosas, s, trastornos en la desexualización de la libido objeta], lo que obliga a su represión. Por otro lado es por causa de la represión que la libido objeta¡ no se desexualiza y «crece en las sombras». En tanto toda sublimación implica una desexualización, implica una desmezcla* de pulsiones de vida vida** y puls pulsio ione ness de muer muerte te*, *, y así así la dese desexu xual aliz izaci ación ón,, necesa necesaria ria para para la cultur culturali alizac zación ión,, paradó paradójic jicame amente nte liber libera a pulsión de muerte. Los vínculos desexualizados, basados en una inhibición en la meta sexual, pueden volver a resexualizarse por diferentes causas y también transformar transformarse se en amorosos. amorosos. Entonces Entonces se vuelven vuelven asociales asociales
nuevamente, pues la pareja busca exclusividad, cela* a su ser amado, no quiere compartir su amor*.
Desinvestidura (sustracción de la investidura) Forma de funcionamiento común a todos los mecanismos de defe defens nsa* a*,, por por el cual cual se le reti retira ra ener energí gía a psíq psíqui uica ca** (libido*): *): a representa ntaciones nes-pa -palabra* Prec. en las neuros neurosis* is*;; a repres represent entaci acione ones-c s-cosa* osa* Inc. en las psicos psicosis* is* narci narcisi sist stas; as; al apar aparat ato o perc percep eptu tual al o sist sistem ema a perc percep epci ción ón cons consci cien enci cia a PCc. PCc. en las las psic psicos osis is aluc alucin inat ator oriias agud agudas as,, psicosis histéricas y, en parte, en el fetichismo* y las otras perversiones sexuales*; o a todas las partes del aparato psíquic uico*, en el cas caso del sue sueño* ño*. La desinvestidura corresponde al segundo paso de la represión* o defensa*, o sea la represión propiamente dicha, complementaria de la represión primaria* cuyo mecanismo único es la cont contra raiinve nvesti stidura dura**. Esta Esta últi ltima tamb ambién ién actú actúa a en la represión secundaria* reforzándola y sosteniéndola. Cuando la ener energí gía a corp corpor oral al invi invist ste e una repr repres esen enta taci ción ón-co -cosa sa,, se trans transfo form rma a en psíq psíqui uica ca.. Se la llam llama a ento entonce ncess «pul «pulsi sión ón** Inc». Si es sexual se la llama también «libido» (poniendo en este este caso caso el énfa énfasi siss en la ener energí gía a invi invist stie ient nte) e),, prin princi cipa pall representante de las pulsiones de vida*. Cuando además de la repres represent entaci ación-c ón-cosa osa invist inviste e la repre represen sentac tación ión-pa -palab labra ra correspondiente, crea la precondición para el domeñamiento de la pulsión. Si se desinviste la representación-palabra, la investidura*, permaneciendo en la representación-cosa en estado de represión, genera el deseo* Inc. reprimido. En las psicosis narcisistas se retira la investidura de la representación-cosa Inc--- lo que deja al aparato psíquico sin deseo Inc., sin pulsión de vida; con cantidad de excitación* pura, sin poder ser ligada a una representación. Esto es liberación de pulsión de muerte*, tendencia a la vuelta a lo inorgánico, a la pura cantidad. Las representaciones-palabra están investidas entonces, como un puente sumamente endeble tendido hacia un mundo objetal, delirante, pero mundo al fin. Se formarán así los delirios*, las alteraciones sintácticas con tema hipocondríaco (lenguaje de órgano*). Se habrá perdido la
metáfora en estas representaciones-palabra, retornarán a su sentido de representación-cosa original.
Desmentida Mecanismo utilizado por el yo* ante una realidad* que le resu result lta a into intole lera rabl ble. e. Reti Retira rand ndo o las las inve invest stid idur uras as** del del polo polo percep ceptual* al* -ta -también llamado ado sistema percepción consciencia PCc.-consigue no percibir, no acusar recibo de su perc percep epci ción ón*. *. Como Como dice dice Fre Freud, ud, darl darle e un «ené «enérg rgic ico o mentís» a su percepción. La desmentida no consigue ser absoluta, pues siempre en parte la realidad, incluso la que específicamente se quiere desmentir, es en parte percibida. Esto implica la formación de una escisión en el yo* Prec, El que acepta y no acepta acepta un mismo mismo aspecto de la realidad realidad al mismo tiempo. Acepta una contradicción que no molesta a su proceso secundario*. Si el predominio de la desmentida sobre el reconocimiento de la realidad es muy franco, se establece una confusión alucinatoria aguda o «amencia de Meynert» *. Sobre el retiro de la investidura del PCc., éste regi regist stra ra aluci alucina nato tori riam amen ente te,, prev previa ia regr regres esió ión n tópi tópica ca (de (de palabra a imagen), la presencia del objeto* deseado y no reprimido (sin disfraz). Objeto que en la realidad se perdió. Resulta así una defensa* psicótica ante el duelo*, defensa poco poco dura durade dera ra a la que que a vece vecess recu recurr rren en pers person onas as no psic psicót ótic icas as,, con con esca escasa sa o nula nula «alt «alter erac ació ión n del del yo» yo» *, en situaciones en que la cantidad de excitación* resulta poco común. Cuando la desmentida de la realidad es pareja con el reconocimiento de la misma, se percibe claramente un yo escindido. Un yo que en su actividad de pensamiento* cons consci cien ente te acep acepta ta cont contra radi dicc ccio ione nes. s. Por Por ejem ejempl plo, o, en el feti fetichi chism smo* o*,, un tipo tipo de perv perver ersi sión ón** sexu sexual al que que evit evita a al sujeto la homosexualidad* efectiva. La 1 libido* con la que se vincula el fetichista con el objeto es homosexual, o sea desmentidora de la diferencia sexual, y no desexualizada. No obst obstan ante te,, consi consigu gue e en la acci acción ón la hete hetero rose sexua xuali lida dad d merce rced a la existe istenc nciia del fetich tiche, e, pues ues gracia aciass a su presencia obtiene el refuerzo de la realidad, que sostiene el < enér nérgico mentís» pues uesto al reconocim cimiento nto de la dife difere renci nciac ació ión n sexua sexual. l. Tant Tanto o en la psic psicosi osis* s* aluci alucinat nator oria ia agud aguda a como como en el feti fetich chis ismo mo,, la desm desmen enti tida da tien tiene e dos dos
pasos: 1) la no aceptación de lo real (la pérdida del objeto y la aceptación de la existencia de la castración respectivamente) y 2) el reemplazo activo de la realidad (la aluci ucinación ción** y la presenci ncia del fetiche che en la mujer, respectivamente). La escisión del yo en el fetichismo se observa clínicamente en el hecho de que, pese a que se logra la erección en el acto sexual, siempre que la mujer posea un fetiche (fetiche que se forma con represen sentaciones nes* extraíd aídas de las vivencias de la sex sexuali alidad infantil* desplazadas* por lo com común por contigüidad*, o por simbolismo* del pene femenino), en otro otross mome omento ntos, sin sin embarg bargo, o, se sie siente nte angus ngusti tia a de castración*, lo que muestra que en parte el yo desmintió la castración y en parte la aceptó (en tanto le angustia una asociación* que a ella remita). La escisión del yo en este caso es intrasistémica, se produce en el mismo yo Prec. Es una falla de su poder sintético por laque caben contradicciones en el proceso secundario, sin que el yo las considere un error.
Desplazamiento Tipo de mecanismo característico del proceso primario*, por el cual cual la ener energí gía a psíq psíqui uica ca** (qua (quant ntum um de afec afecto to*) *) pasa pasa libremente de una representación* a otra, desinvistiendo* a una e invistiendo* a otra según las leyes de la asociación*. Para Para logr lograr ar la iden identi tida dad d de perc percep epci ción ón** bast basta a que que una una representación sea contigua a otra o análoga, u opuesta, etcé etcéte tera ra.. Una Una rep represe resent ntac ació ión n es la otra otra por por comp compar arti tirr atributos superficiales. La tarea del proceso secundario* es prec precis isam amen ente te inhi inhibi bir* r* este este meca mecani nism smo o (que (que seg según la hipó hipóte tesi siss freu freudi dian ana a es el orig origin inal al). ). Sola Solame ment nte e así así una una represen sentación es distingui nguib ble de otra. Entonce nces la investidura es fuerte y su desplazamiento débil. Característ rístic icas as ésta éstass del del proc proces eso o secu secund ndar ario io,, del del proc proces eso o de pensamiento* realizado por el yo* Prec. El yo Inc. puede sin embargo usar el desplazamiento con fines defensivos; lo hace mediante el libre movimiento de la investidura entre las representaciones siguiendo las leyes de la asociación, cons consig igui uie endo ndo así así un disfr isfraz az de la puls pulsió ión* n* o el dese deseo* o* prohibido. Así se observa el desplazamiento a lo nimio en la
neurosis obsesiva*, el que puede convertirse en rasgo de carácter* del yo (la puntillosidad detallista). Además es el mecanismo característico de la fobia*: el yo desplaza el miedo al padre castrador a un animal, o el temor a sus concupiscencias eróticas en fobia a los lugares abiertos o cerrados, etcétera. Incluso la misma transferencia* resulta una forma de desplazamiento, si bien intersistémica, del Inc. al Prec. Los sueños* más complejos y más difíciles de entender son aquellos con más desplazamiento, con más disfraces.
Desvalimiento Estado de indefensión del lactante invadido por la tensión de necesidad*. Se produce una gran perturbación econó conóm mica por el incremento de las magni agnittudes de estímulo en espera de tramitación. Este factor es el núcleo genuino del peligro. Corresponde al trauma* de nacimiento, cuan cuando do una una tens tensiión de nece necesi sida dad d invad nvadiió un apa aparato rato psíquic uico sin nin ninguna una cap capaci acidad de ligadura de esta cantidad de excitación*, por no poseer representaciones:' suficientes, o sólo las filogenéticas. En adelante ésta será la temida situación de peligro*. La experiencia va mostrando que el peligro se aleja con la presencia del objeto*. De ahí la angustia de pérdida del objeto''`, primer escalón de todas aque aquelllas las com complej plejiz izac aciione ones repre eprese sent ntac aciional onale es de la angustia*: la angustia de castración*, la angustia ante el superyó* y la angustia social*, que pasarán a ser señales de peli peligr gro o de que el apar aparat ato o psíq psíqui uico co puede uede entr entrar ar en la sit situac uación de desva svalimiento* (angusti stia auto utomática* ca* arrepresentacional). De varios modos puede ser invadido el aparato psíquico por la tensión de necesidad: cuando fallan los mecanismos de defensa* (neuropsicosis de defensa*), o cuando existe invasión de la cantidad de excitación externa (neuro (neurosis sis traumá traumátic ticas*) as*) o inter interna na proven provenien iente te de causas causas mecá mecáni nica cass por por fall fallas as en el meca mecani nism smo o del del acto acto sexu sexual al (neurosis actuales*), o por desinvestidura* de las representaciones-cosa* (psicosis* narcisistas). Se produce, ento entonce nces, s, el ataq ataque ue de angu angust stia ia autom automát átic ica, a, esta estado do de desvalimiento psíquico ante la invasión económica de la cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón,, repi repiti tién éndo dose se así así una una situ situac ació ión n
simi simila larr al «tra «traum uma a de naci nacimi mien ento to». ». Cuan Cuando do exis existe te un peligro real externo, si la magnitud de las fuerzas de éste son muy superiore superioress a las propias, se produce una situación situación de desvalimiento material, esta vez no frente al estímulo interno sino frente al exterior.
Dinámica psíquica El punto de vista dinámico sustenta -junto al tópico y al económ económico ico-la -la metap metapsic sicolo ología gía psicoa psicoanalí nalític tica. a. El dinámi dinámico co mues muestr tra a al apar aparat ato o psí psíquic quico* o* como como algo algo en acci acción ón con con cambios constantes, con fuerzas que buscan descarga* y con con otra otrass que se opone ponen n a ellas. as. Con Con prog progre resi sion ones es y regresiones*. Con momentos de estabilidad y descom descompen pensaci sacione ones. s. Con fuerza fuerzass y repres represent entacio aciones nes** en conflicto*. La energía* del aparato psíquico proviene de las pulsiones*. Gracias a la ligadura de éstas con repres represent entaci acione oness -cosa* -cosa* primer primero o y palabr palabra* a* despué después-l s-las as puls pulsio ione ness van van sien siendo do dome domeña ñada das. s. La ener energí gía a libr libre* e* ha pasado a ser quiescente, ligada*. En general va a ser la utilizada por el yo*Prec., éste a su vez está compuesto, en parte, por ella. El yo utiliza el proceso secundario*, el '^ pens pensam amie ient nto* o*,, form forma a míni mínima ma de acci acción ón con con poco poco gast gasto, o, preparació ción de la acción ción específ cífica*, a*, esta última sí dema demand ndar ará á grand grandes es cant cantid idad ades es de ener energí gía. a. Adem Además ás el sujeto cuenta con una capa de protección antiestímulo* que le protege de las cantidades exteriores. Si éstas penetran en el aparato psíquico en cantidades tales que éste no pueda ligarlas a representaciones, originan dolor físico y/o sit situaci uacio ones nes traum raumát átic icas as*. *. El apa aparato rato psíq psíqui uico co en su esquema estructural está compuesto por un ello*, un yo* y un superyó*. El yo tiene que conciliar las exigencias del ello con las del superyó, generalmente opuestas, lograr una síntesis y no cualquier síntesis sino una que sea adecuada a la realidad* realidad*.. Éstos son los avatares dinámicos dinámicos que suceden ante cada moción pulsional o ante cada percepción* de la real realid idad ad que que react reactiv ive e una moci moción ón puls pulsio ional nal.. El yo debe debe procurar soluciones con poco gasto de energía y descarga suficiente de todas las tendencias opuestas a las que se enfrenta.
Displacer Sensació ción desagradable percibida en el siste stema de perc perce epción ción consc onscie ienc ncia ia (PCc. Cc.) cuan cuand do se prod produc uce e un aumento de la cantidad de excitación*. Tiene importancia el lapso en que el aumento se manifiesta, cuanto más rápido mayor el displacer. También es importante el ritmo. Por supuesto supuesto algunos algunos aumentos aumentos de excitación excitación son placenteros placenteros,, por ejemplo el de la excitación sexual. Aquí probablemente tengan bastante que ver las pequeñas descargas que se van produciendo a través de cada zona erógena* (placer* preliminar*) y la recompensa del placer final buscado. El displacer genera la tendencia a huir de él. Existen diferentes formas del displacer. La forma común y de las que las demás se tiñen, es la angustia*. La angustia se explica por el aume aument nto o de cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón,, exce except pto o aque aquell lla a angu angust stia ia que que util utiliz iza a el yo* yo* como como angu angust stia ia seña señal* l* para para utilizar los mecanismos de defensa* ante las pulsiones* que eviten aquella anterior angustia, displacer por excelencia, debi debida da al aumen aumento to de cant cantid idad ad de exci excita taci ción ón (ang (angust ustia ia auto automá máti tica ca*) *).. Otra Otra sensa sensaci ción ón disp displa lace cent nter era a es el dolo dolor* r* físic ísico o que que tam también ién es caus causad ado o por por la acum acumul ulac aciión de excitación en el aparato psíquico debida a una alteración de la barrera de protección antiestímulo*. En el dolor psíquico, el duelo*, la investidura de añoranza* se sobreinviste ante cada cada com comprob probac ació ión n en la real ealidad idad** de la pérdid rdida a del del objeto*, originando la sensación dolorosa. ¿Qué decir del masoquismo*? Parecería-especialmente en el masoquismo mora moral, l, con la reac reacci ción ón tera terapé péuti utica ca nega negati tiva va** que que suele suele acompa acompañar ñarlo, lo, proven provenien iente te del del sadism sadismo* o* del superyó superyó** inconsciente y del masoquismo del yo- como que el aparato psíquico buscara el displacer, el castigo, que satisficiera o expiara una culpa* gracias al sufrimiento, preferentemente producido por la enfermedad psíquica, pero también por afecciones psicosomáticas, e incluso por cierta tendencia a los accidentes. Todas estas formas son las de las resi resist ste enci ncias* as* mayor ayore es y más com complej lejas a la cura cura.. En términos generales las reglas de funcionamiento del aparato rato psíq psíqui uico co segu seguir iría ían n el prin princi cipi pio o de plac placer er,, o sea sea la búsqueda de placer y la huida del displacer, pero existiría, sin embargo, un más allá de éste que lo atrae hacia lo
inor inorgá gáni nico co oponi oponién éndo dose se al ante anteri rior or prin princi cipi pio; o; gene genera rado do ahora por la pulsión de muerte*, que como co mo resultado de esa oposición* producida en la forma de mezcla y desmezcla pulsional*, hace que el sujeto pueda buscar el displacer. Repitiendo compulsiva y hasta diabólicamente, situaciones que le conducen directamente en esa dirección.
Dolor El dolor físico consiste en la irrupción de grandes cantidades de excitación* en el aparato psíquico*. Cualquier excit citación ción sensi nsible, aun de los órganos nos senso nsoriales superiores, cuando el estímulo supera determinada franja, produce dolor. También se siente dolor cuando hay una solu soluci ció ón de cont contiinui nuidad dad en el polo polo perce rceptual tual*; *; si se desb desbor orda da la barr barrer era a de prot protec ecci ción ón anti anties estí tímu mulo los* s*.. Por Por últi último mo el estí estímu mulo lo dolo doloro roso so tamb tambié ién n suele suele part partir ir de un órgano órgano interno, interno, entonces se reemplaz reemplaza a la periferi periferia a externa externa por la interna y la cantidad de excitación generadora del dolor proviene del propio cuerpo. La causa del dolor en el aparato psíquico es un gran acrecentamiento del nivel de cant cantid idad ad de excit xcitac ació ión, n, el que es, dentro ntro de cie ciertos rtos márgenes, primero sentido como displacer* por el sistema percepción consciencia (PCc.) o aparato perceptual*. Más allá del margen se siente dolor. El dolor deja una inclinación a la descarga* y una facilitación* entre ésta y la huella mném némica* del objeto* excitador de dolor. La huel uella entonces de la vivencia de dolor* es el afecto*, el miedo, origen a su vez de la defensa* primaria, la tendencia a huir de cual cualq quie uier situa ituaci ción ón que rem remita ita o se ase asemeje eje a la vivencia dolorosa. Lo hasta ahora descrito corresponde al dolor físico, éste puede participar a su vez de la excitación sexual. Por ejemplo en la etapa sádico anal*, a través de la puls pulsió ión n de apod apode erami ramien ento to*, *, el dolo dolorr físi físico co toma toma part parte e importante de aquella excitación. Cuando existen fijaciones nes* sádico-an -anale ales, por ejemplo en casos de perversiones nes* sádicas cas* o masoq soquist uistas as**, el dolor se convierte en un elemento primordial para la excitación; no porque el dolor sea buscado como meta en sí, sino porque gracias a él el individuo se excita sexualmente, logrando sentir placer*. Donde el dolor sí es buscado por sí mismo es
en el masoq asoqui uism smo o moral oral,, com como una una de las las form ormas de mezcla* de la pulsión de vida* ligando a la pulsión de muerte* y a la pulsión de destrucción, teniendo como otro de sus sus ingr ngrediente ntes la culp ulpa* a la que le sirve com como mecanismo expiatorio. Veamos ahora el dolor psíquico, el que se siente en el proceso de duelo*. Como en el dolor físico, hay una concentración de investidura*, pero en el dolor físico la libido-1 es narcisista* yen el duelo es objeta]. Es la investidura de añoranza* de la representación* del objeto deseado, cuya imposibilidad de satisfacción indica el examen de realidad*. Esto se repite ante cada situación análoga a una en que el objeto fuera investido inte intensa nsame ment nte. e. El yo* yo* en cada cada una una de esta estass situ situaci acion ones es deberá tomarse el trabajo de realizar ese retiro libidinal de la representación del objeto, momento en el que el dolor psíquico se hace otra vez presente, pues aumenta el nivel de libido objetal de añoranza y la imposibilidad real de su sati satisf sfac acci ción ón.. Por últi últim mo, tam también ién exist xiste e el dolo olor por por conversión histérica*, formación sustitutiva* de fantasías* reprimidas que logran retornar como símbolo mnémico* o por asociación* histórica, como en el caso de la neuralgia facia aciall de Cáci ácilie lie M.", .", que que expre presaba saba una una fant antasí asía de bofetada, o el dolor de la astasiaabasia* de Elisabeth von R.* producto de asociaciones por contigüidad*, que todas junta juntass expres expresan an simból simbólica icamen mente te una fantas fantasía ía incest incestuosa uosa con el cuñado. En todas estas fantasías participan tanto la satisfacción pulsional como el castigo por ella, merced a la condensación*.
Domeñamiento pulsional Decimo Deci moss que que una una puls pulsió ión* n* está está dome domeña ñada da por el yo*, yo*, cuando éste la puede «manejar con sus riendas»; por lo pronto la reconoce como propia, la acepta como un deseo*, ahora del yo, que le gustaría llevar a cabo, pero que puede resi resign gnar arlo lo o post poster erga garl rlo o en aras aras de otra otrass vari variab able less que que entren en su consideración, más o menos importantes para él en ese momento. El domeñamiento implica repr repres esen enta taci ciónón-pa pala labr bra* a* inve invest stid ida, a, repr repres esen enta tand ndo o a la representación-cosa* (también investida) ante el Prec. del yo. Por lo tanto la pulsión o su meta es conseguida como un
deseo propio del yo y con esto también inhibida (véase: inhi inhibi bici ción ón)) en su acci acción ón,, mome moment ntán ánea eame ment nte, e, hast hasta a la decisión final de si convertirla en acción o no. El tema quizá más importante resida en la posibilidad de elegir que el domeñamiento pulsional, merced a las relaciones de las rep represe resent ntac aciione ones-p s-palab alabrra prop ropias ias de la act activi ividad dad de pensamiento* pertenecientes al yo Prec., le otorgan al yo. Éste Éste ahor ahora a cono conoce ce a la puls pulsió ión, n, pued puede e habl hablar ar de ella ella,, lograrle un lugar ugar en la lógica de su pensam samiento, y entonces moderar su pasaje a la acción. En otras palabras, la repr repres esen enta taci ción ón-co -cosa sa pert perten enec ecie ient nte e al dese deseo o Inc. Inc. que que estaba en proceso primario* es lograda pasar al proceso secundario* y éste es uno de los objetivos esenciales de la cura psicoanalítica. Es absolutamente diferente a lo que produce el proceso de la represión*; éste esencialmente origina un desconocimiento de la pulsión y transformación de ella en otra cosa (síntoma*, acto fallido*) compulsivo e irrefrenable para el yo, con lo que logra el objetivo de impedir impedir su pasaje pasaje a la acción específica*, específica*, pero paga con su desconocimiento y consiguiente empobrecimiento del yo. El que sí se enriq nrique uece ce al cono conoce cerl rla a y dom domeñarl ñarla a con con la activ activid idad ad de pensa pensami mien ento to y dese desexu xual aliz izac ació ión* n* que que esta esta última conlleva, a la vez que se libera del esfuerzo de contrai contrainve nvesti stidur dura* a* que le demand demandaba aba la repre represió sión. n. Dice Dice Freud en Análisis terminable e interminable: «Acaso no sea ocioso, para evitar malentendidos, puntualizar con más precisión lo que ha de entenderse por la frase "tramitación duradera de una exigencia pulsionaV. No es, por cierto, que se la haga haga desa desapa pare rece cerr de sue suerte rte que que nunc nunca a más dé noticias de ella. Esto es en general imposible, y tampoco sería deseable. No, queremos significar otra cosa, que en términos aproximados se puede designar como el "domeñamiento" de la pulsión: esto quiere decir que la pulsión es admitida en su totalidad dentro de la armonía del yo, yo, es aseq asequi uibl ble e a toda toda clas clase e de influ nflujo joss por por las las otra otrass aspiraciones que hay dentro del yo, y ya no sigue más su camino propio hacia la satisfacción» (A. E. T. XXIII, pág. 227).
Duelo
Proceso doloroso normal que se produce ante la pérdida en la real realid idad ad** de un obje objeto to** dese desead ado, o, amad amado, o, «o de una una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un idea ideal, l, etcé etcéte tera ra» » (Due (Duelo lo y mela melanco ncolí lía, a, 1915 1915-1 -17, 7, A.E. A.E. T.XIV, pág. 241). Se caracteriza por el talante dolido, la pérdida del interés por el mundo exterior -a menos que recuerde lo perdido-, la pérdida de la capacidad de amar, de trabajar, etcétera. Esto muestra el esfuerzo que tiene que que hace hacerr el yo* yo* para para real realiz izar ar el proc proces eso o dolo doloro roso so de despegue del deseo* de la presencia del objeto amado, el que la realidad muestra que ya no está. Es un proceso de la libido* objetal que no encuentra salida, pues el objeto no pertenece más a la realidad, lo que produce a su vez un aumento de la añoranza* (perteneciente a la libido objetal ) de él. - Por lo tanto el duelo es un proceso más o menos prolongado que necesita el yo esencialmente para poder lleg llegar ar a acept aceptar ar la pérd pérdid ida a defi defini niti tiva va en la real realid idad ad del del objeto. Debe despegar el deseo de él de cada uno de los momentos que lo recuerdan, aquellos en los que dejó su rast astro. A veces este proces ceso afecti ctivo es largo, casi interminable. Pero por lo general con el tiempo el dolor se va mitiga tigand ndo o hast hasta a cas casi desa desap parece recer, r, dejan ejando do com como conmemoración un rasgo en el yo que pertenecía al objeto, una identificación*, una regresión* a querer ser- el objeto, ya que no se lo puede tener* más. Hay, al mismo tiempo, una introversión libidinal*, un retiro de la libido de todo lo que no corresponde al objeto perdido y los recuerdos con él relacionados. En cada situación en la que el objeto tuvo una sobrecarga de investidura*, se reproduce la situación de dolor* psíquico, al comprobar la realidad la imposibilidad de satisfacción de los deseos así reactivados. A medida que la investidura se va desprendiendo de la representación- del objeto perdido, va pasando a otro objeto que lo reemplace junto a un proceso de identificación en el yo con atributos del objeto perdido que facilita o posibilita la resignación del obje objeto to.. «Qui «Quizzás esta sta ident dentif ific icac aciión sea sea en gene genera rall la condición bajo la cual el ello resigna sus objetos» (El yo y el ello, 1923, A.E. T. XIX, pág. 31). La pérdida de un ser amado puede desencadenar una neurosiso cualquier otro tipo de pato patolo logí gía, a, conf config igurá uránd ndos ose e dife difere rente ntess form formas as de duel duelos os patológicos. Una forma grave es la desmentida* psicótica de la pérdida del ser querido, alucinando-1 su presencia, com como es el caso caso de la conf confus usió ión n aluc alucin inat ator oriia agud aguda a o amen amenci cia a de Meyn Meyner ert' t'k. k. Otra Otra pued puede e ser ser a trav través és de las las
diferente ntes formas de neur neuro osis, éstas seg segura uramente nte permanecían latentes y asintomáticas, reapareciendo ahora en los los sínt síntom omas* as*,, como como hist hister eria ias* s*,, neuro neurosi siss obse obsesi siva vas* s*,, etcétera. El duelo debe ser diferenciado del dolor físico, aunque éste, si es causado por la pérdida de una parte corp corpor oral al,, secun secunda dari riam amen ente te pued puede e orig origin inar ar a su vez vez una situación de duelo, duelo por la pérdida de una parte del yo, duelo narcisista entonces. El dolor psíquico del duelo es caus causad ado o por por una una sobr sobrei einv nves esti tidu dura ra** de la añor añoran anza za del del objeto sumada a la imposibilidad de satisfacerla, lo que gene genera ra el desv desval aliimient iento* o* cara caract cte eríst rístic ico o del que está stá pasando por este proceso. Es como si por el hecho de tomar consciencia de que no se va a tener más al objeto, se pret preten endi dier era a recu recupe pera rarr todo todoss los los mome moment ntos os place placent nter eros os vividos con él, incluso los que se hubiera podido fantasear, esto de una manera ideal regida por el principio de placer*; por ello, entre otras cosas, de la persona fallecida sólo se recuerdan las virtudes. Cuando la investidura de añoranza se mitiga y el deseo objeta] logra reemplazar al objeto perdido, el dolor psíquico disminuye. La melancolía* no es necesariamente desencadenada por un proceso de duelo. Es más bien un problema de la libido narcisista entre el superyó-ideal del yo* y el yo, que origina el sufrimíento del yo. En tal lugar aparece la forma inconsciente del vínculo de odio* con el objeto, pues este último está metido en el yo y en general es un objeto perteneciente a la historia de la sexualidad infantil*, que se introdujo de contrabando, merced a la identificación. El talante de la melancolía en general es fenomenológicamente similar al del duelo, pero predornina en ella el auto rreproche'1 y no la añoranza del obje objeto to.. El auto autorr rrep epro roche che es un repr reproc oche he inco inconsc nscie ient nte e al objeto que, sin éste saberlo, está en el yo.
Economía psíquica El económico es uno de los tres puntos de vista de la metapsicología freudiana, junto con el dinámico* y el tópico o estructural (véase: aparato psíquico). El punto de vista económico surge de las primeras concepciones freudianas del psiquismo como algo sujeto a las leyes generales del movimiento, por ejemplo al principio de inercia*. Éste es
aplicado en el «Proyecto» (1895-1950) a las neuronas* que procuran aliviarse de la cantidad de excitación. El punto de vista económico de todos modos permanece a todo lo largo de la teoría freudiana, con las complejizaciones y hasta aparente ntes con contradicci cciones nes que eran de espe sperar. La economía psíquica se refiere a todo lo que está relacionado con la cantidad de excitación. En el esquema freudiano el psiquismo está compuesto de dos elementos esenciales: las repr repres esen enta taci cione ones-' s-' y la ener energí gía* a*.. Las repr repres esen enta taci cione oness pueden pueden ser de dos clases, de cosa y de palabra. palabra. La energía energía circula entre las representaciones. En general proviene de las pulsiones*, que cuando éstas son sexuales* lleva el nombre nombre de libido*. libido*. Es almacenada almacenada por el yo* como energía energía ligada* y desexualizada, la que va invistiendo* y desi desinv nvis isti tie endo* ndo* a las rep represe resent ntac aciione ones. «[.. «[....] en las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las propiedades de una cantidad -aunque no poseamos medio alguno para medirla-; algo algo que que es susc suscep epti tibl ble e de aume aument nto, o, dism dismin inuc ució ión, n, desdesplaz plazam amie ient nto o y descar scarg ga, y se difu difund nde e por las hue huellas llas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos» (Las neur neurop opsi sico cosi siss de defe defens nsa, a, 1894 1894,, A.E A.E. T.II T.III, I, pág. pág. 61). 61). El aparato psíquico recibe entonces cantidades de energía, ene energía rgía que que se liga liga a repr repres esen enta taci cion ones es que vien vienen en de procesamientos de las huellas perceptivas directas (véase: «Carta 52») de las huellas mnémicas* de las vivencias de satisfacción* y dolor*, o sea de la memoria* de hechos perc percib ibid idos os,, que que tuvi tuvier eron on en algú algún n mome moment nto o cual cualid idad ad** perceptual. Al ligarse la cantidad con la representación se genera el deseo*, motor del aparato psíquico, el que ya es un cierto nivel de cualidad; cualidad representacional que como vimos es la huella que dejó la cualidad perceptual y quiere volver a ella. Es un deseo de volver a sentir lo que se sint sintió ió en la vive vivenc ncia ia de sati satisf sfac acci ción ón,, por por lo que que busc busca a repetirla. Es cantidad que se va cualificando a medida que se psicologiza y se psicologiza para convertirse en acción específica*. Esta acción culmina en una descarga de la carga que originó el circuito. En última instancia es una tremenda complejización del arco reflejo. Este arco reflejo es eje del punto de vista económico. El organismo genera cantidades que buscan descarga. Estas cantidades se unen a representaciones y toman los nombres de «deseos», « pulsiones», «libido», etcétera. Algunas son aceptadas por el
yo y otras rechazadas, reprimidas de diferentes maneras. En los trabajos de la metapsicología de 1915 se denomina a la cantidad circulante entre las representaciones «quantum de afec afecto to»* »*,, y todo todoss los los afec afecto tos* s* son son expl explic icad ados os como como dist distin inta tass form formas as de desc descar arga ga.. En Inhi Inhibi bici ción ón,, sínt síntom oma a y angustia (1925) Freud menciona un tipo de angustia* que no necesita explicación económica: la «angustia señal»*, angu angust stia ia culti cultiva vada da en pequ pequeñ eña a canti cantida dad d por por el yo para para generar sus mecanismos de defensa* inconscientes. No la necesita, porque es un recuerdo*, una representación, de otra otra angu angust stia ia (ang (angus usti tia a auto automá máti tica ca*) *) que que sí nece necesi sita ta explicación económica, y a la que por esta angustia señal, los mecanismos defensivos del yo, intentan evitar.
Elaboración secundaria Form Forma a de reacc reacció ión n del del sist sistem ema a perc percep epci ción ón consc conscie ienci ncia a (PCe.) perteneciente al yo*, ante todas las imperfecciones, incongruencias, errores, etcétera, de las percepciones* y hasta de las mismas actividades de pensamiento*. Tiende a rellenar, a tapar, no percibir las imperfecciones, y a darle una forma coherente y lógica adecuad uada al proces ceso secu secund ndar ario io*. *. En La inte interp rpre reta taci ción ón de los los sueño sueñoss (190 (1900) 0),, Freud considera considera que la elaboració elaboración n secundaria secundaria es el cuarto fact actor del traba rabajo jo del sueñ sueño* o* junt unto con con el tra trabajo bajo de condensación*, el sometimiento a una censura* del sueño y el miramiento por la figurabilidad. Sin embargo, en otros artículos como Psicoanálisis (1922-23) y Un sueño corno pieza probatoria (1913) dice que estrictamente nte no pertenece al trabajo del sueño, sino que es el trabajo del yo ante la alucinación* del sueño, por lo tanto una percepción a la que se le da creencia* y a la que se le trata de entender desde el mismo momento de la percepción y más aún, en el momento de ser contado el contenido manifiesto*. El efecto logrado es el contrario al aparentemente buscado por el yo consciente, pues con la elaboración secundaria el sueño se hace más coherente formalmente pero menos entendible en lo que hace a su lógica. Ello sirve a los fines de la censura, pues oculta el dese deseo* o* repr reprim imid ido. o. A la elab elabor oraci ación ón secun secunda dari ria a recu recurr rren en también los síntomas* neuróticos, especialmente los de la
fobia* y la neurosis obsesiva, en las que se confunde con la raci racion onal aliz izaci ación ón.. Es tamb tambié ién n part parte e impo import rtan antí tísi sima ma de la elaboración del delirio* paranoico.
Elección de objeto El reconocimiento por parte del niño de la importancia del obje objeto to** para para la obte obtenc nció ión n de plac placer er** no es un proc proces eso o simple, lineal. Parcialmente lo reconoce como tal desde un principio (yo realidad inicial*, pulsiones de auto autoco cons nse ervac rvaciión*) ón*) aunq aunque ue en forma rma pre predomin ominan antte (pulsiones sexuales*) lo confunde con su yo* en la medida en que le produce placer (yo placer purificado*), y no lo distingue de las zonas del propio cuerpo que a su vez le prod produce ucen n place placerr (aut (autoe oero roti tism smo* o*). ). A este este prim primer er esta estadi dio o libidinal se lo llamará narcisismo*, cuando el propio cuerpo unifique todas sus zonas erógenas y forme un yo. Reconocer un yo es reconocer un no-yo, un objeto, principal fuente del placer y de la calma de la tensión de necesidad. A este objeto se lo elige luego, apuntalándose* en aquel objeto reconocido por las pulsiones de autoconservación. Éste es el primer nivel de elección de objeto* o elección primaria de objeto, elección que recae, por lo tanto, en la madre nutricia. Cuando hay fallas en el vínculo con ella puede el incipiente yo refugiarse en el autoerotismo, cuna del narcisismo. Aún el autoerotismo necesita un mínimo de vínculo objetivo previo que lo «inaugure», lo que no quita que a partir de ahí predominen las elecciones de objeto tipo narcisista, buscando reforzar al yo, básicamente endeble, en el vínculo con el objeto, y prevaleciendo este motivo en el tipo ipo de elecc lecció ión. n. Com Como pront ronto o lle llega el per períod íodo del del complejo de Edipo* -con el reconocimiento de la diferencia de los los sex sexos, os, angus ngusti tia a de cast castra raci ción ón** y com comple plejo de castración* concomitantes-, esta primera elección de objeto se torna incestuosa. Sucumbe entonces a la represión* o subsiste pero inhibida en su meta, como ternura. En la adolescenci adolescencia a al reforzarse reforzarse el empuje empuje pulsional pulsional se volverá volverá a elegir objeto, una elección ya secundaria que llevará las marcas de aquella primaria reprimida, inconsciente. El otro tipo de elección de objeto que ya mencionamos es el que proviene del narcisismo. Se elige entonces en el objeto atri-
butos del yo, o del ideal del yo*; tal es la elección de objeto narcisista. La elección de objeto por apuntalamiento y la narc narcis isis ista ta suel suelen en dars darse e mezc mezcla lada das, s, pero pero una una de ella ellass prevalece. La elección de objeto por apuntalamiento está más relacionada con los avatares de la libido* objeta], la narci narcisi sist sta a con con la libi libido do narc narcis isis ista ta aunq aunque ue con la obje objeta tall también, en tanto resulta un refugio ante las dificultades de aquella e incluso surge por identificaciones* con los objetos.
Ello Una de las provincias anímicas de la «segunda tópica»; es la sede de las pulsiones*, de donde proviene la energía psíquica*. Al mismo tiempo pareciera ser una parte oscura, inacce inaccesib sible, le, de nuestr nuestra a perso personal nalida idad. d. Se lo descr describe ibe por por oposición respecto del yo*, el ello en realidad corresponde a lo que que en el Proy Proyec ecto to de psic psicol olog ogía ía (189 (18955-19 1950 50)) Freu Freud d llamaba el «núcleo del yo» (A.E. 1:373) o sea la parte del apar aparat ato o psíq psíqui uico co** que que esta estaba ba más más en cont contac acto to con con los los estím stímul ulos os prov prove enien niente tess del cue cuerpo rpo, estí stímulos ulos que al inves nvesti tir* r* las rep represe resent ntac aciione ones* toman oman el nom nombre de puls pulsio ione nes, s, y en La inte interp rpre reta taci ción ón de los los sueño sueñoss (190 (1900) 0) mencionaba como el «núcleo del ser» (A.E. 5:593). El ello: « [...] en su extremo está abierto hacia lo somático, ahí acoge dentro de sí las necesidades pulsionales que en él hallan su expresión psíquica» (Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, 1932, A.E. 22:68). El ello es inconsciente*, pero pero no es lo únic único o inco incons nsci cie ente nte: part artes del yo y del superyó* también lo son. Lo inconsciente en el ello no es sinónimo de reprimido, lo reprimido es sólo una parte del ello ello,, éste éste tien tiene e otra otrass part partes es que no corr corres espo pond nden en a lo reprimido. En el ello hay representaciones-cosa* con mayor o menor grado de investidura, vinculadas entre sí a través de asociaciones* por contigüidad* y analogía*. La energía* se desplaza* libremente entre ellas (energía libre*), regida por el princ rincip ipiio de place lacer* r*,, por lo tant anto busca uscand ndo o la iden identi tida dad d de perc percep epci ción* ón*.. «Las «Las leye leyess del del pensa pensami mien ento to,, sobre todo el principio de contradicción, no rigen para los procesos del ello. Mociones opuestas coexisten unas junto a las otras sin cancelarse entre sí ni debilitarse» (1932, id. 69). Estas mociones opuestas producen condensaciones. En
el ello no hay negación*, tampoco hay noción de espacio ni de tiempo. Las mociones de deseo* que nunca salieron del ello y las impresiones que fueron hundidas en él por vía de repr repres esió ión, n, son son virt virtua ualm lmen ente te inmo inmort rtal ales es.. «[.. «[...] .] el ello ello no conoce valoraciones, ni el bien ni el mal, ni moral alguna. El factor económico o [...], cuantitativo, íntimamente enlazado con con el prin princi cipi pio o de plac placer er,, gobi gobier erna na todo todoss los los proc proces esos. os. Investiduras pulsionales que piden descarga: creemos que eso es todo en el ello» (1932, id.). Rige el proceso primario* con la condensación* y el desplazamiento propios de él, para sus vínculos entre representaciones-cosa. El nombre de «ello» Freud lo tomó de Groddeck*. Lo eligió principalm principalmente ente por el significado significado de extraño extraño al yo que éste tiene, tiene, metaf metafóri óricam cament ente e “una “una tierra tierra extran extranjer jera a interi interior” or”.. Paradójicamente el ello, que sería lo más profundamente íntimo de nuestra vida interior, «el núcleo del ser», no es sentido por nuestro yo sino como algo ajeno a sí mismo, lo que ya nos muestra la «alienación» del yo en su misma estructura de formación. Dentro del ello está incluido todo el baga bagaje je fílo fíloge gené néti tico co de lo vivi vivido do por por las las gene generac racio ione ness anteriores, lo que queda resumido en las cinco fantasías prim primor ordi dial ales es** (esce (escena na prim primar aria ia*, *, sedu seducci cción ón,, cast castra raci ción, ón, retorno al vientre materno y novela familiar*) que, como las categ categorí orías as ka kant ntia iana nass del del ente entend ndim imie ient nto o (el (el tiem tiempo po y el espacio), funcionan dándole una orientación al ente ntendimiento nto del niño (lueg uego al adul adultto de maner nera inconsciente) sobre los fenómenos que se presentan a su perce percepci pción* ón*,, ubicánd ubicándolo oloss dentr dentro o de algunas algunas de aquell aquellas as «categorías» o fantasías primordiales (De la historia de una neurosis infantil, 1914). Son como un lecho premoldeado, que deberá ser rellenado con la experiencia, e incluso con otras otras huel huella lass mném mnémic icas as here hereda dada dass (Moi (Moisé séss y la reli religi gión ón mono monote teís ísta ta,, 1934 1934-3 -39) 9),, cond conduc ucie iend ndo o así así la mane manera ra de entender los fenómenos actuales, una especie de «saber instintivo» como el de los animales. Dentro de este haber filo filoge gené néti tico co,, tamb tambié ién n pert perten enec ece e al ello ello el simb simbol olis ismo mo universal*, que es familiar a todos los niños pese a la diversidad de lenguas.
Emma
[psicoan.] En el “Proyecto de psicología” (1895-1950) dice Freud que la compulsión histérica proviene de una forma de desplazamiento de energía que es un proceso primario. La fuerza que mueve este proceso es una defensa del yo, que reba rebasa sa lo norm normal al.. Pone Pone ento entonce ncess el ejem ejempl plo o de Emma Emma,, quien no puede ir sola a una tienda. Emma fundamenta esta actitud en un recuerdo de los doce años (poco después del inicio de la pubertad). Había ido a una tienda a comprar algo, vio a los dos empleados reírse entre ellos y salió corr corrie iend ndo, o, pres presa a de terr terror or.. Pien Piensa sa que que se reía reían n de sus sus vestidos y que uno de los empleados le había gustado sexualmente. Freud encuentra esta explicación inco incomp mpre rens nsib ible le.. Surg Surge e un segu segund ndo o recue recuerd rdo: o: a los los ocho ocho años había ido dos veces a la tienda de un pastelero pastelero y éste le pellizcó los genitales a través del vestido. El pastelero tenía una risa sardónica. Emma se reprocha haber ido por seg segund unda vez, com como si de ese modo hubiera querido provocar el atentado. Freud sostiene que al vincular una escena con la otra se explica mejor el temor. La conexión asociativa entre una y otra escena se hace por la risa (risa de los empleados y del pastelero). Una escena evoca a la otra, pero entretanto ella se ha hecho púber. El recuerdo de la primera escena despierta un desprendimiento sexual que se trasp raspo one en angu angust stia ia.. Es como como si en la sens sensac ació ión n corp corpor oral al actu actual al se “com “compr pren endi dier era” a” la esce escena na ante anteri rior or,, surgiendo la angustia como defensa del yo. Muestra luego Freu Freud d una una cade cadena na repr repres esen enta taci cion onal al en la que que algu alguna nass repr repres esen enta taci cione oness (las (las más más inoc inocen ente tes) s) lleg llegan an a la consconscien cienci cia a y otra otrass queda uedan n inco incons nsci cien ente tes. s. Expo Expone ne de una una maner nera clara y didáct áctica el proce oceso de la represión patológica y el concepto del hecho traumático sexual “a posteriori” que desplegará en el caso del “Hombre de los lobos” (1917) muchos años después, con mayor profundidad, y en el que incluye la ya descubierta sexualidad infantil, pero sin variar en demasía, salvo en su mayor nivel de complejidad, las ideas básicas expuestas en este caso. Aporte de Ricardo Bruno
Emmy von N.
[psicoan.] Primer paciente al que Freud aplicó el método de hipnosis catártica de Breuer. Emmy tenía cuarenta años, era vivida y madre de dos hijas adolescentes. El cuadro clí clínic nico es el de una neu neurosi osis mixta con sínt síntom oma as de neurosis de angustia, de fobias y de histeria, entre los que predominan los estados agudos de delirio, con aluc alucin inac aciiones ones,, que no son son reco record rdad ados os desp despué uéss por por la paciente, además de algunos síntomas permanentes como tics y tartamudeos, con pocas conversiones. La inte interp rpre reta taci ción ón que que hace hace Freu Freud d del del mate materi rial al es bast bastan ante te superficial comparándola con las posteriores. Nos interesa sobre todo para apreciar el proceso de descubrimiento que va realizando Freud, ya que la evolución del tratamiento se describe día a día. Además de aplicar la hipnosis catártica Freud analizaba el síntoma durante la hipnosis, hasta llegar a la conclusión de que la mejoría es más franca y duradera con este segundo sistema. Explica en esta ocasión los tics y tartamudeos como resultado de representaciones cont contra rast stan ante tes, s, expr expres esió ión n de una volu volunt ntad ad contr contrar aria ia.. El trata ratam mient iento o de Emmy tuvo uvo dos perí perío odos dos y cons consig igui uió ó suprimir los síntomas de la paciente, aunque sin producir los cambios estructurales que le hubieran dado a ésta las armas necesarias para no necesitar enfermar ante nuevos sucesos traumáticos. Aporte de Ricardo Bruno
Energía indiferente Tipo de energía neutra (ni erótica ni destructiva) desp despla laza zabl ble, e, que que si se agre agrega ga a una una moci moción ón erót erótic ica a o dest destru ruct ctiiva cual cualiitati tativ vame amente nte dife iferenc rencia iad da, eleva leva su cantidad de investidura* total. Esta energía podría estar en el ello* o en el yo*. La proveniente del yo sería Eros* desexualizado, o sea inhibido en su meta, que en general es el tipo de energía que inviste al yo. « [...] esta libido desplazable trabaja al servicio del principio de placer a fin de evitar estasis y facilitar descargas. En esto es innegable cie cierta indi ndiferenci ncia en cuanto nto al cam camino por el cual acontezca la descarga, con tal que acontezca» (El yo y el
ello, 1923, A.E. 19:45). Mucho más difícil es explicar una energía indiferente en el ello, ya que para tener carácter de psíquica, de cualidad psíquica, una energía debe ligarse a una una rep represe resent ntac aciión* ón*. Sin Sin la rep represe resent ntac ació ión n es mera cant cantiidad. ad. En todo cas caso se la podrá cualificar com como disp displa lace cer* r*,, incl inclus uso o como como angu angust stia ia** (auto automá máti tica ca*) *).. La indi indife fere renci ncia a de la ener energí gía a tamb tambié ién n se podr podría ía pens pensar ar si incre ncrem mentar ntara a moci ocione ones de amor amor** u odio odio*, *, que en el principio de la vida anímica son casi indiferenciables entre sí y sólo lo logran claramente en la etapa fálica. De todas maneras el odio en aquel momento indiferenciado forma parte de la pulsión* libidinal. Freud se plantea en la primera teoría pulsional la existencia o no de una energía psíquica indiferente entre la libido* sexual o la pulsión de autoconservación*. Aquí la problemática giraría en torno de si el hecho o no de la existencia del carácter de la energía se defi defini nier era a merce merced d a la liga ligadu dura ra con con una dete determ rmin inad ada a representación-cosa*, entonces dependería de los atributos de ella el carácter de sexual o de autoconservación de esta energía.
Energía libremente móvil Dícese del estado de la energía en el ello* y en lo que entendemos globalmente como inconsciente* (Inc.). Desde donde, regida por el principio de placer*, busca la identidad de percepción*, por medio de la cual alucina las condiciones de la satisfacción, o encuentra en pequeños atributos de las percepciones, identidades con la repr repres esen enta taci ción* ón* de obje objeto to** dese desead ada. a. Con Con esta esta ener energí gía a trabajan los mecanismos de defensa* inconscientes del yo*, los que también se rigen por el princi ncipio de placer cer, formando la infraestructura Inc. del yo sobre la que se edifica la superestructura Prec. Esta energía, al desplazarse libr librem emen ente te entr entre e las las repr repres esen enta taci cion ones es-c -cos osa* a*,, orig origin ina a desplazamientos* y condensaciones* permanentemente. En este estado la energía es ineficaz, necesita ser domeñada, por por lo meno menoss en part parte, e, para para acer acerca cars rse e a la desc descar arga ga.. Cuando es sofocada*, la energía libre alcanza cierta eficacia si retorna desde lo reprimido* a través de los síntomas*, actos fallidos*, compulsiones*, etcétera. Cuando es ligada
por la representac ntaciión-palabra* y/o la act actividad de pensamiento* del yo Prec., pasa a convertirse en energía liga ligada da*, *, meno menoss libr libre e pero pero con con mayo mayore ress posi posibi bili lida dade dess de alcanzar la acción específica*.
Energía ligada Estado de la energía psíquica (proveniente originariamente de las necesidades corporales), al ligarse con una representación-cosa* y una representación -palabra* que represente a aqueIla. Puede así encontrarle un sinfín de relaciones con otras representaciones-palabra, pert perten enec ecie ient ntes es al mund mundo o del del pens pensam amie ient nto* o* y mode modera rarr mediante esta tramitación inhibitoria* su pasaje a la acción. Es un tipo de energía merced a la cual quedan íntimamente unidos el Inc. con el Prec., el ello* con el yo*. Es el estado de energía que el analista busca que logre el paciente conoc nociendo su incon nconsscie ciente nte*, uni uniendo a éste ste con con la actividad de pensamiento del yo Prec., para así entonces domeñar la energía y lograr la descarga específica en el momento adecuado a la realidad*. La energía ligada es el estado al que debe llegar la energía para que sea posible la acción específica*; esto se consigue relativa e indirectamente, pues en las sesiones no se accede a la energía sino a las representaciones* a las que aquella se liga.
Katharina [psic psicoa oan. n.]] Esta Estand ndo o Freu Freud d de vacac acacio ione nes, s, Kat Kathari harina na,, muchacha de unos dieciocho años, le consulta por difi dificu cult ltad ades es en la resp respir irac ació ión. n. Freu Freud d diag diagno nost stic ica a ataq ataque ue hist histé érico rico con cont conte enid nido angu angust stiioso. oso. Katha athari rina na sie siente nte además opresión en los ojos, zumbidos, cabeza pesada, mareos, opresión en el pecho, miedo a la muerte y al ser atacada por detrás. Además ve un rostro horripilante que la amenaza y atemoriza. Freud atento, la deja hablar. En el estr estrec echo ho marc marco o de una una sola sola entr entrev evis ista ta (hec (hecha ha en esas esas
condiciones condiciones especiales) especiales) Freud averigua el origen origen del rostro rostro atemorizador. Su relato enmascara hechos de la vida de la paci pacien ente te por por razo razone ness étic éticas, as, algu algunos nos de los los cual cuales es son son recuerdos conscientes y otros se volvieron conscientes durante la “conversación” con Freud; en ningún caso de todos modo modoss eran eran reco recono noci cido dos, s, prev previa iame ment nte e a ella ella,, como como que que tuvieran relación con su sintomatología. Aparece entonces una historia con un tío (mejor dicho, con el padre, como se acl aclara ara al final nal del del hist histor oriial) al) con con tend tende encia ncia a real realiizar acciones incestuosas, incluso a tener relaciones sexuales con con su sobr sobrin ina a (hij (hija) a).. Se mues muestr tra a clar claram amen ente te,, en este este peq pequeño ueño hist histor oriial, al, cóm cómo los hech hechos os tra traumát umátiicos cos son son comprendidos “a posteriori”, y cómo lo “incompatible” de esta comprensión para el yo, fuerza a éste a reprimir y derivar en síntoma conversivo la libido en juego. Al poder ésta ser abreaccionada en la “conversación” con Freud, se produce el alivio sintomático. Freud averigua que se habían sucedido una serie de hechos traumáticos (insinuaciones incestuosas del padre) que no son cabalmente comp compre rend ndid idas as por por la paci pacien ente te.. Ésta Ésta sí las las comp compre rend nde e cuan cuando do pres presen enci cia a una una esce escena na sexu sexual al del del padr padre e con con su prim rima, esta sta esce scena cali califi fica cad da de auxi auxili liar ar es a su vez vez traumática en sí y desencadenante de la neurosis que se venía incuban uband do desde las situaciones traumáticas anteriores. La angustia que Katharina padecía no corresponde a una neurosis de angustia; es histérica, es decir, una reproducción acentuada de aquella angustia que emergió en cada uno de los traumas sexuales. s exuales. Aporte de Ricardo Bruno
Lucy R [psicoan.] El historial se puede leer en Estudios sobre la histeria. La de Lucy es una his histeria leve con pocos cos sínt síntom omas as,, arq arqueti uetipo po de hist histe eria ria adq adquiri uirid da sin sin “las “lastr tre e here heredi dita tari rio” o”.. Lucy Lucy es una una ingl ingles esa a de trei treint nta a años años,, que que trabaja de gobernanta en la casa de un director de fábrica, con dos niñas de éste a su cargo. (La madre de las niñas había fallecido hacía unos años.) Sus síntomas son: desazón y fatiga, analgesia general, mucosa nasal sin reflejos y -su
molestia mayor- unas sensaciones subjetivas consistentes en “olo “olorr a past pastel elil illo loss quem quemad ados os”. ”. Como Como la paci pacien ente te no respondía a la hipnosis, Freud renunció a ésta, lo que hizo que el análisis transcurriera en un contexto apenas distinto de una conversación normal. Este hecho provocaba una dificultad, pues la hipnosis producía un “ensanchamiento sonámbulo de la memoria [...] y justamente los recuerdos pató patóge geno noss [... [...]] está están n “aus “ausen ente tess de la memo memori ria a de los los enfermos en su estado psíquico habitual” (A. E. 2:127). Este hech hecho o se vuel vuelve ve concr concret eto o cuand cuando o el paci pacien ente te cort corta a sus ocurrencias y deja de asociar. Freud apela, entonces, a un artificio: con la mano presiona la frente nte y la insta sta a continuar, lo que la mayoría de las veces consigue. Freud cons consiider dera a este ste arti artiffici icio técni écnico co una una “[.. “[...] .] hip hipnosi nosiss mome moment ntán ánea ea refo reforz rzad ada” a” (A. (A. E. 2:27 2:277) 7),, que que venc vence e a la resistencia y deja libre el paso a las ocurrencias y recuerdos. Utilizando este método, en este caso, llega al recuerdo de la situación traumática en la que la paciente percibió de manera real el citado olor. Lucy recuerda una carta de la madre pidiéndole que vuelva, una escena de tern ternur ura a de las las niña niñass y el fant fantas asea earr culp culpos osam amen ente te que que debería abandonarlas a pesar de haberle prometido a la madre de aquellas el no hacerlo nunca. No toleraba más el clima de la casa (estaba peleada con el resto del personal). Simultáneo a esa escena, las niñas habían olvidado que cocinaban pastelillos y se percibía el olor de su quemazón. ¿Ésa es la escena traumática: el olor tomó el lugar de símbolo mnémico y es lo que se repite? Freud no queda satisfecho. Una condición indispensable para adquirir una hister histeria ia es que una repres represent entaci ación ón sea delib deliber erada adame mente nte reprimida de la consciencia, y eso falta. Freud arriesga una interpretación: Lucy está enamorada de su patrón y teme que sus com compañe pañero ross de trab rabajo ajo se rían ían de ella. lla. Lucy Lucy contesta: “Sí, creo que es así, [...] yo no lo sabía o, mejor, no quer quería ía saber saberlo lo;; quer quería ía quit quitár árme melo lo de la cabe cabeza za”” (id. (id. 134). En los días subsiguientes ese síntoma disminuye, y lo reem reempl plaz aza a otro otro,, olor olor a tab tabaco. aco. Freu Freud d insi insist ste. e. Surg Surge e el recuerdo de un visitante que besa a las niñas y, el padre que se lo prohíbe enojado mientras miss Lucy siente que se le clav clava a una una espin spina a en el cora corazzón. ón. Com Como los los seño señore ress estaban fumando, permanece en su memoria consciente el olor a cigarro. Esta segunda escena en realidad sucede antes que la anterior, en la que leía la carta de la madre, en su cronología real. El análisis prosigue. Aparece una tercera
escena más antigua aún: el director se había enojado con Lucy, y hasta había amenazado con despedirla. Esta escena había pulverizado sus esperanzas amorosas y probablemente era el verdadero núcleo patógeno, pues a partir de ese momento desaparecieron los síntomas, y miss Lucy se resignó y aceptó su realidad. El olor a tabaco, sím símbolo bolo mnér nérnico nico de la seg segund unda escen scena, a, sirv sirve e com como contrainvestidura de la tercera escena (la verdadera escena traumática: el rechazo del patrón). El tratamiento se realizó en forma irregular, aparentemente en el intervalo entre pacientes, durante nueve semanas, lo que era mucho para esa época. Hubo remisión absoluta de todos los síntomas, los que cuatro meses después no habían h abían reaparecido. Mathilde H. [psicoan.] Paciente mencionada por Freud en una nota al pie de los Estudios sobre la histeria, a propósito de las “conmemoraciones solemnes”, o sea de la repetición de la sintomatología en el aniversario del hecho traumático. Se pregunta Freud si en estas conmemoraciones que retornan año tras año se repiten las mismas escenas o cada vez son detalles diferentes los que se presentan para su abreacción, se decide por esto último. Pone entonces el ejemplo de Mathilde, bella muchacha de diecinueve años, a la que trata en dos ocasiones. Primero, por una parálisis parcial de las piernas y, unos meses más tarde, por una alteración del car carácte cter: desaz sazonad nada hasta la desga sgana de vivir, se mostraba desconsiderada con su madre, irritable y hosca. Mediante la hipnosis descubre la causa de su desazón: la ruptura de su noviazgo, ocurrida varios meses antes. En la relación con su prometido habían aparecido muchas cosas desa desagr grad adab able less para para ella ella y su madr madre, e, pero pero el enla enlace ce le traería muchas ventajas económicas, lo que le generaba un estado de indecisión, con gran apatía. Por fin su madre pron pronun unci ció, ó, en luga lugarr de ella ella,, el “No” “No” deci decisi sivo vo.. Tiem Tiempo po después despertó como de un sueño, pensó largamente la decisión ya tomada, haciendo pesar los pros y los contras, etcétera. Fue un largo período de duda con animadversión hacia la madre fundada en aquella ocasión de la decisión. Al lado de esta actividad de pensamiento, la vida se le antojaba una pseudoexistencia, algo soñado. Un buen día,
cercano al aniversario del compromiso, todo el estado de desazón cesó. Lo que fue interpretado por Freud como un estado de “abreacción reparadora”, como contenido de una neurosis de otro modo enigmática, en la que la conmemoración solemne había tenido efecto reparador.
Rosalía H. [psicoan.] Paciente mencionada por Freud en los Estudios sobre la histeria mientras se ocupa de los síntomas que se generan con efecto retardado, “a posteriori” (Nachträglich). Es decir cir que la conv conve ersió rsión n no es una una resp respue uest sta a a las impresiones frescas, sino al recuerdo de ellas. Rosalia tiene veintitrés años, y aprende canto. Se queja de que su bella voz voz no le obed obedec ece e en cier cierta tass esca escala las, s, tamb tambié ién n de sus sus sensaciones de ahogo y opresión en la garganta y de que las notas suenen como estranguladas, por lo que todavía no ha podi podido do canta cantarr en públ públic ico. o. La impe imperf rfec ecci ción ón,, que que sólo sólo afecta su registro medio y que no es constante, no puede explicarse por un defecto de las cuerdas vocales. A través de la hipnosis Freud averigua que era huérfana desde niña y había sido recogida por una tía, madre de muchos hijos, casada con un hombre que la maltrataba y maltrataba a los hijos de una manera brutal y que mantenía descaradas relaciones sexuales con las muchachas de servicio. Falleció la tía y Rosalia fue la prote otector ctora a de sus primos. os. Se esfo esforz rzab aba a en sofo sofoca carr las las exte exteri rior oriz izac acio ione ness de su odio odio y desprecio hacia el tío. Fue en esa época cuando apareció la opresión en la garganta. Posteriormente tuvo un maestro de canto que la alentó y con quien tomó lecciones en secreto. Como a menudo llegaba oprimida por las escenas hogareñas, se consolidó un vínculo entre el cantar y la parestesia histérica. Incluso después que abandonó la casa de su tío, siguió la opresión opresión de la garganta, principalme principalmente nte al cant cantar ar.. Freu Freud d trat trató ó de “abr “abrea eacc ccio iona nar” r” su odi odio al tío tío invitándola a insultarle en la sesión, y cosas similares, lo que le hizo bien. Mientras tanto pasó a ser huésped en casa de otro tío, lo que disgustó a su tía, quien pensaba que su mari marido do tení tenía a un espe especi cial al inte interé réss en Rosa Rosali lia a y trat trató ó de arruinarle a ésta su estadía en Viena. Además le envidiaba
las las incl inclin inac acio ione ness artí artíst stic icas as.. Por Por eso eso la sobr sobrin ina a no osab osaba a cantar ni tocar el piano si su tía estaba cerca. Como vemos, mientras Freud progresaba en el análisis se iban creando nuev nuevas as situ situac aciiones ones de exci excita taci ción ón.. En esos esos mome moment ntos os apareció apareció un síntoma síntoma nuevo, nuevo, una desagradab desagradable le comezón comezón en la punta de los dedos le hacía hacer movimientos como de dar papirotazos, para sorpresa de Freud, quien pensaba que el anál anális isis is de un sínt síntom oma a reci recien ente te resul resulta tarí ría a más más fáci fácil. l. Surgió entonces una serie de recuerdos de escenas de la primera infancia, los que tenían algo en común: ella había tolerado una injusticia sin defenderse, en la que la mano podía actuar. Luego apareció otro recuerdo con el primer tío: éste le había pedido que le masajeara en la espalda y mient ientrras ella lla lo hací hacía a se dest destap apó, ó, se leva levant ntó ó y quiso uiso atraparla; ella consiguió huir. No le agradaba recordar esa situación, pero al hacerlo surgió el recuerdo más reciente, tras el que se había instalado la sensación y los respingos en los dedos como símbolo mnémico recurrente. El tío en cuya casa ahora vivía le había pedido una canción. Ella, segura de que su tía había salido, tocó el piano y cantó. Pero la tía volvió y Rosalia se levantó de un salto, tapó el piano. La partitura cayó lejos. Se removieron entonces las hue huellas las mném némicas cas de aque aquell llas as injus njusti tici cias as ante anterriore ioress análogas a la actual, por la que debería irse de Viena, ya que no disponía de otro alojamiento. Mientras contaba esta escena Rosalia hacía movimientos con los dedos como si rebotara algo, o desechara una proposición (representación simbólica del rechazo yoico ante el deseo reprimido, que quie quiere re reto retorn rnar ar). ). Por Por lo tant tanto o la vive vivenci ncia a reci recien ente te había había despertado primero el recuerdo de parecidos contenidos anteriores, y el símbolo mnémico formado les dio validez a todos odos los otro otross en forma rma cond conde ensa nsada. da. La conv conve ersió rsión n entonces fue costeada en parte por lo recién vivenciado y, en parte, por un afecto cto recordado. Llega Fre Freud a la conclusión de que un proceso así en el que se unen el pasado y el presente, merced a un símbolo mnémico que los une como síntoma, debe ser la regla en la génesis de los sínt síntom omas as hist histér éric icos os.. El sínt síntom oma a va apar aparec ecie iend ndo o en dos dos tiempos, hasta que se afianza luego del segundo trauma, recordatorio del primero.