Por el Maestro
Omraam Mikhaël Aïvanhov
CONÓCETE A TI MISMO - IV “EL JNANI YOGA”
Obras Completas – Tomo 17-4 OM-105-04 – 9 conferencias de 34
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Obras Completas Tomo 17 - IV
“CONOCETE A TI MISMO” 4/5
Relación 4to lote 9 conferencias de 34 Palabras del Maestro Pensamiento LA VERDAD I – LA SIMPLICIDAD Del 20 de abril de 1965
LA VERDAD III – LA OBJETIVA OBJETIVA Y LA SUBJETIVA Del 11 de Agosto de 1965
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD -1 Del 18 de Julio 1967
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD MULTIPLICIDAD -2 -2 Del 19 de Julio de 1967
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD -3 Del dos de Enero de 1969
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD -4 Del 31 de Enero de 1971
LA VERDAD IV – EL CONJUNTO Y LOS DETALLES Del 2 de Enero 1969
LA VERDAD V – LAS DOS CARAS DE LA VERDAD - 1 Del 1 de Febrero de 1970
LA VERDAD V – LAS DOS CARAS DE LA VERDAD - 2 Del 31 de Julio de 1970
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“CONOCETE A TI MISMO” 4/5
Relación 4to lote 9 conferencias de 34 Palabras del Maestro Pensamiento LA VERDAD I – LA SIMPLICIDAD Del 20 de abril de 1965
LA VERDAD III – LA OBJETIVA OBJETIVA Y LA SUBJETIVA Del 11 de Agosto de 1965
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD -1 Del 18 de Julio 1967
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD MULTIPLICIDAD -2 -2 Del 19 de Julio de 1967
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD -3 Del dos de Enero de 1969
LA VERDAD II - LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD -4 Del 31 de Enero de 1971
LA VERDAD IV – EL CONJUNTO Y LOS DETALLES Del 2 de Enero 1969
LA VERDAD V – LAS DOS CARAS DE LA VERDAD - 1 Del 1 de Febrero de 1970
LA VERDAD V – LAS DOS CARAS DE LA VERDAD - 2 Del 31 de Julio de 1970
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PALABRAS DEL MAESTRO
La Iniciación tiene por fin arrancar al ser humano del círculo imitado de su yo inferior para proyectado hacia el círculo imitado de la conciencia cósmica. Esta conciencia ya vive dentro de él, pero todavía no tiene una conciencia clara. Sí, comprended que existen dos polos: vosotros mismos, aquí, la conciencia que tenéis de vosotros mismos, es decir vuestro yo inferior, y después, vuestro Yo superior, vuestro Yo sublime que también vive en vosotros, que trabaja y se manifiesta, pero del que no tenéis plenamente conciencia. Este Ser sublime quiere conocerse a través de la materia densa que sois; se conoce ya arriba, es verdad, pero quiere conocerse también abajo. Gracias al esfuerzo que hacéis para representar esta aproximación de vuestro Yo superior, se producirá un día tal iluminación que vuestra conciencia no tendrá ningún límite; estaréis en la luz y os sentiréis, finalmente, uno con este Yo divino.
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Conferencia del Maestro
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres 20 de Abril Abril de 1965
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – Y LA SIMPLICIDAD Pedid la luz, pedid comprender bien las cosas, pensar correctamente. Todavía no veis lo importante que es pensar correctamente de acuerdo con las medidas y las reglas del mundo divino. Muchos creen pensar correctamente porque respetan unas norrmas que son correct no ctas as par araa el mun und do. Y en eso sí que son corre cor recto ctoss tod todos, os, Dios mío mío,, nin ningu guno no se sale de las tradicio tradiciones nes,, de las reglas y del buen tono de la sociedad. Sólo que lo que es correcto, para los humanos todavía no es correcto para los Iniciados Por eso hay que revisarlo todo, en función de las normas de los Iniciados. Ya sé que pensáis que lo que os pido es demasiado complicado para vosotros. No, al contrario, porque os llevo hacia la simplicidad. Sois vosotros los que os encontráis en plena complicación, y por eso sois desgraciados. Simplemente, porque en vosotros todo es complicado. Seréis felices cuando volváis a encontrar de nuevo la simplicida si mplicidad. d. Los hombres no han comprendido la simplicidad, la ven de una manera exterior; simplicidad en el vestir, en las maneras, simplicidad en la forma de vivir; no, no han comprendido nada. La simplicidad es una actitud filosófica que consiste en alejarse dell mun de undo do material de los fenó nóm meno noss par araa elevar arse se ha hassta los principios. Esto es la simplicidad: ir hacia el centro, hacia la cima. Mientras que la complicación no es otra cosa que un alejamiento, una dispersión, un descenso. Cuando salimos de la claridad, de la
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simplicidad, de la unidad, nos encontramos frente a tantas cosas que ya no vemos claro, ya no vemos cómo se organizan las cosas entre sí de acuerdo con con las leye leyess de la afin afinidad. idad. La simplicidad simplicidad es saber dirigirse hacia arriba. Los humanos tienen demasiadas cosas complicadas en su cabeza. Reconozco sus grandes talentos, sus grandes conocimientos, pero les falta esta unidad y por eso no encuentran la verdad. La verdad es simple, es pura luz. Lo que complica las cosas es la personalidad, porque ésta sólo sól o ve las facetas facetas in innum numer erabl ables es de la vid vidaa ma mater terial ial y fís física, ica, y es el cuento de nunca acabar. Mientras que la individualidad, el espíritu, que pertenece al mundo de la unidad, sólo busca la simplicidad, sólo quiere volver a esta simplicidad. La personalidad lo complica c omplica todo, es la que causa los tormentos, t ormentos, los malentendidos y todas las actividades inútiles a diestro y siniestro. Creen que esta agitación les dará la felicidad, pero no, esto es un error, y hay que desprenderse de este error. Para ello hay que encontrar instructores que vengan de esta unidad, que hayan realizado esta unidad y que puedan instruirnos sobre la unidad. Entonces, si, se acabó a cabó la complicación. complicación. ¿Veis, mis queridos hermanos y hermanas?, de repente ya no sentís fatiga, porque al hablaros h ablaros os llevo sin que lo sepáis hacia la unidad, y la unidad está siempre ahí, viva, desbordante, generosa. Mientras que en la multiplicidad, en la complicación, nos dispersamos, y el movimiento se debilita, ya no hay ninguna concentración. Ahí tenéis otra prueba del poder de la unidad. Cuando tenéis demasiadas cosas en la cabeza, cuando queréis alcanzar a la vez varios objetivos, es como si tiraran de vosotros en todas direcciones, y vuestras fuerzas se van. Mientras que si llegáis a concentraros en una idea, en un deseo, todas vuestras fuerzas se orientan hacia este objetivo y desarrolláis un poder fantástico. Cuando un país está en guerra, si tiene que enviar su ejército por todas partes, a todos los frentes, sus fuerzas se dispersan y no tienen tanta eficacia como si estuviesen concentradas en el mismo lugar. Es algo tan evidente y fácil de comprender.
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Tomad una lupa y concentrad los rayos de Sol en un punto: podéis incendiarlo todo. Pero si los rayos siguen dispersos no se producirá nada, aunque sostengáis la lupa en la mano durante años Esta concentración del fuego, de la luz, o del pensamiento, esta concentración de la actividad, es un poder cuyo alcance nunca se ha podido medir. El láser es un ejemplo fantástico del poder de la concentración de la luz. Pero, en realidad, el hombre mismo está construido como un láser: su columna vertebral es la barra de rubí, y la luz verde es la serpiente kundalini, que se eleva en espiral. El Iniciado que ha logrado hacer subir la serpiente hasta la cima desarrolla una fuerza formidable que, saliendo a través de su cabeza, puede realizar maravillas. Bueno, queridos hermanos y hermanas, continuaremos en otra ocasión. Pero pensad en la simplicidad, procurad llegar a ser simples. Siempre se subestima demasiado la simplicidad, la prueba la tenéis en que cuando se habla de los "simples de espíritu", no es algo muy bueno que digamos. Por eso la traducción que hicieron de las palabras de Jesús: 'Bienaventurados los simples de espíritu" no es una buena traducción, ni tampoco "pobres de espíritu". Los pobres de espíritu nunca entrarán en el Reino de Dios. En el Cielo no hay sitio para esta gente y los devuelven a la Tierra para que se instruyan
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Conferencia del Maestro
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Bonfin, 11 de Agosto de 1965
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – III LA VERDAD OBJETIVA Y LA VERDAD SUBJETIVA
En la vida corriente, en las conversaciones, las actas, los testimonios, se pide a los hombres que sean objetivos, es decir, exactos, precisos, que no pongan sus impresiones personales en primer lugar. Y tienen razón, porque a menudo la persona que se expresa no está muy desarrollada mentalmente, está dominada por los sentimientos, y farfulla, se aleja de la cuestión, lo mezcla todo... Cuando alguien os cuenta un acontecimiento al que ha asistido, evidentemente, si empieza a mezclar en él sus propios puntos de vista, sus sentimientos, sus impresiones, e incluso a veces su imaginación, no os haréis una idea exacta de lo que pasó verdaderamente. Por eso le pedís que reproduzca solamente lo que vio y oyó: las palabras, los gestos, el tiempo, las distancias, exactamente como si todo hubiese sido grabado por una cámara fotográfica, por un magnetófono Pero, en realidad, cuando le pedís que sólo cuente lo que sucedió en el plano físico, material, le pedís que se limite, que sólo hable de un aspecto de las cosas, lo que tampoco es completo, y, finalmente, no estáis más informados sobre la realidad exacta que en el primer caso en el que la persona se dejaba llevar por su subjetividad. Un ser humano no es solamente una forma, unos gestos, sino que posee interiormente toda una vida impalpable que emana, que se propaga, y, si no podéis ver ni sentir nada de esta vida para presentarla y explicarla, ¿cómo podréis tener razón al decir: "Soy objetivo"?
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Un Iniciado, que posee el conocimiento de todos los mundos, os da los medios para discernir cuándo estáis en el dominio subjetivo, ilusorio, brumoso, enfermizo. Pero os explica también que el mundo objetivo no es sólo lo que percibís con los cinco sentidos, y que, por tanto, las informaciones que los cinco sentidos os proporcionan son incompletas. Os da, entonces, medios para desarrollar otras facultades Os hace atravesar esta zona de percepciones ilusorias y os conduce a las regiones espirituales, en donde veis las cosas con la misma claridad, con la misma exactitud y precisión que en el plano físico. Entonces contempláis la verdadera vida, tenéis una visión completa de las cosas, y, cuando tenéis que explicarlas o describirlas, presentáis la exacta realidad, porque no contáis solamente historias personales, ni tampoco os quedáis en el contorno, en la apariencia de las cosas. Porque, más allá de lo que vemos y de lo que oímos, suceden muchos otros fenómenos para los que no tenemos ni oídos, ni ojos, ni cerebro superiores. Y así va el mundo, ¡lleno de mentiras y de inexactitudes! Y si os pruebo ahora que todo es subjetivo, ¿qué diréis? Sí, porque, justamente, si no tenéis esta vida subjetiva, esta vida psíquica, con vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, ¿qué os quedará de objetivo? Nada. Ni siquiera el mundo objetivo existirá para vosotros. Esta vida objetiva, de la que estáis tan orgullosos, sólo existe gracias a vuestra vida subjetiva. Suprimid la vida subjetiva y ya no habrá nada objetivo para vosotros: estaréis muertos, y para los muertos ya no hay nada objetivo ni subjetivo, se acabó. Para los vivos, gracias a su vida subjetiva, existe algo que llamamos mundo objetivo. ¿Cómo puede saber un muerto si existe el Sol, las estrellas, los árboles, las montañas? Está muerto... ¿Qué debe hacer, pues, el discípulo? Bajo la conducta de su instructor, debe echar una mirada sobre su vida interior, sobre su vida subjetiva, si queréis, para sobrepasar esta zona de bruma, de polvo y de niebla que existe realmente (¡yo nunca os he dicho
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que teníais que aceptar todo lo que hay en vuestro mundo interior!) y subir muy arriba, hasta la cima de las montañas espirituales, es decir, hasta alcanzar el plano causal. La niebla son todas las emanaciones groseras del corazón humano, la emotividad, la sensiblería, la sensualidad. Y el polvo son todas las ilusiones, todos los cálculos personales del intelecto. Cuando el hombre no trabaja correctamente con su corazón, su sentimentalismo y su sensualidad exagerados producen niebla, y esta niebla oscurece su vista. Y cuando el intelecto humano tampoco trabaja correctamente y remueve demasiadas cosas, produce polvo que impide también ver las cosas claras. Hay que subir muy arriba, pues, más allá de la región de las nieblas y del polvo, hasta el plano causal, hasta las altas montañas espirituales. Entonces comprenderemos que, aunque existe un mundo subjetivo inferior en el que los humanos se dejan extraviar, existe también un mundo subjetivo superior en el que obtendrán la visión clara de las cosas, la verdad. El mundo subjetivo es el origen de todo, la causa de todo, el centro de todo, no el mundo objetivo. El mundo objetivo es una pantalla, una formación, una manifestación, una concretización, una emanación del mundo subjetivo que está, por tanto, en primer lugar. Pero, para no caer en las mentiras y las ilusiones, hay que elevarse hasta los grados superiores del mundo subjetivo. Por eso los humanos que no conocen el camino que les permitiría escapar del mundo subjetivo inferior, tienen unas nociones completamente erróneas del mundo subjetivo. Hay que instruirles, pues, enseñándoles a subir muy arriba, hasta esta región de la claridad: el plano causal. No os imaginéis que concentrándoos en el dominio objetivo llegaréis a ver las cosas claras. No, porque la claridad no se encuentra ahí. Está, claro, pero sólo en la medida en que seáis capaces de proyectar en él vuestra propia luz. Pero, si no tenéis esta luz, este faro, este proyector de vuestro mundo subjetivo, no obtendréis ninguna claridad en el mundo objetivo. Nunca le es dado al mundo objetivo tener luz, y. si no hay un haz luminoso que venga desde el otro mundo, siempre estará sumido en las tinieblas y el caos. Así que, si os refugiáis en él, como hace
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todo el mundo, os alejáis de la luz, os alejáis de la vida, de la fuente. Hay que liberar a los humanos de todos los errores, porque, si no, nunca podrán encontrar la verdad. No podemos ser objetivos, siempre somos subjetivos, de una forma inferior o superior. No podemos ser objetivos, porque el mundo objetivo es siempre algo que está fuera de nosotros, no está en nosotros. Así pues, cuando os piden que seáis objetivos, es exactamente como si os dijesen: "¡No sean ustedes mismos, por Dios, para que yo esté contento!" Esto no es posible. ¿Para ser verídicos, pues, tendríamos que dejar de ser nosotros mismos? ¡Vaya idiotez! No podemos no ser nosotros mismos, somos lo que somos. ¿Está claro ahora? Cuando un Iniciado presenta un acontecimiento, describe lo que ve, lo que ha visto y los demás no ven. Mirad San Juan, por ejemplo... Cuando cuenta sus visiones en el Apocalipsis, ¿es objetivo o subjetivo? Todos encontrarán que es subjetivo y. por tanto, no serio, y que hay dejar de lado todo eso. Hasta la Iglesia se ha dejado embarcar en la objetividad y ha descuidado el Apocalipsis. Decidme, pues, ¿era objetivo o subjetivo San Juan? ¿Vio realmente todas estas cosas? ¿Estaba en el plano físico o en el plano espiritual?... Ahí tenéis problemas a elucidar. ¿Por qué creó Dios el mundo? ¿Y qué es el mundo?... Para que esté más claro para vosotros, tomemos un ejemplo. Un artista (un escultor, un pintor...) necesita una materia para modelar, mármol o tela con colores. Si no tiene esta materia, no puede exteriorizar nada de lo que él lleva dentro. La creación se explica de la misma manera. Dios creó la materia para poder modelarla, y para crear esta materia tomó algo de Sí mismo, una quintaesencia que condensó. Se dice que creó el mundo de la nada. En realidad, lo sacó de SI mismo y lo proyectó fuera. ¡Éste es el mundo objetivo! El mundo subjetivo es Dios mismo, y el mundo objetivo es la pantalla en la que Dios quiso proyectarse. En cuanto a los humanos, los hombres y las mujeres, que han sido creados a imagen de Dios, no hacen más que reproducir el trabajo del Señor sobre la materia, y el resultado de este trabajo son los hijos. Lo
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que sucede aquí, abajo, no es más que el reflejo de lo que sucede arriba. Dios es un artista, un escultor. Y tenía necesidad de una materia para poder modelar sus estatuas y, a medida que las creaba, se extasiaba: "¡Qué bello!"... "Y vio Dios que era bueno", escribe Moisés en el Génesis. Y lo que no quedaba bien, lo demolía y volvía a empezar. Y ahora, sí estáis indignados por mis explicaciones, id a preguntarle si es verdad. Lo más sorprendente es que os dirá: "Sí, es verdad, éstas son las explicaciones que corresponden, de momento, al grado de comprensión de los humanos. Cuando estén más evolucionados se les darán otras explicaciones." Dios es un artista, y es feliz, trabaja, se ocupa. Así pues, cuando los humanos trabajan la materia para modelarla, están en la verdad, porque Dios mismo también lo hace Sólo que hay una diferencia, y es que Dios nunca se olvida de que es Dios: se ocupa de la materia, pero nunca se olvida en la materia. Sabe que Él es la causa de todo, y modela la materia, es decir, el mundo objetivo, sin olvidar que todo depende de Él, que Él es el factor esencial, y no la materia. Mientras que los humanos, cuando se ocupan de la materia se dejan engullir por ella, han olvidado que son ellos el factor esencial, que lo poseen todo dentro de sí mismos, que son divinidades. El ser humano no debe dejar de ocuparse de la materia, pero debe comprender que existen varias clases de materia, y que, más allá de la materia densa y grosera, existe otra más sutil, más tenue, cristalina, pura, luminosa, dispuesta a tomar todas las formas, todos los matices más divinos que el espíritu quiera darle. Debe empezar, pues, a ocuparse de esta materia que tiene dentro de sí mismo para darle formas, colores... Y, de esta manera, en el futuro, será un artista que poblará la Tierra y el universo entero con todas sus creaciones aladas. El hombre nunca dejará de ocuparse de lo objetivo, de la materia, pero se producirá, cada vez más, un ensanchamiento en su conciencia, un enriquecimiento, y cambiará de actividad, cambiará de tema: seguirá ocupándose de
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la materia, pero de una materia virgen, de una materia celestial. Diréis: "¡Pero entonces, usted no está en contra de los sabios, que se ocupan de la materia! ¡Nosotros pensábamos que estaba furioso contra ellos porque hubiese querido que se ocupasen del espíritu!" Quizá no había condiciones favorables para que me explicase claramente. Impedir que los hombres trabajen la materia, que sean creadores, artistas, es no comprender nada de nada. Si yo critico a los sabios es porque la mayoría de ellos se ocupan sólo de la materia y niegan todo lo demás. ¡Hay tantas cuestiones que podrían estudiar, incluso en el dominio objetivo, en el dominio de la materia! Porque, en el mundo etérico, en el mundo astral, la materia existe también. ¿Creéis que los Iniciados se han ocupado solamente de trabajar con el espíritu? ¿Cómo, entonces, descubrieron la alquimia, la astrología, la magia? ¿Cómo dejaron toda una ciencia sobre las plantas, los cristales, los animales? Si se ocupaban solamente del espíritu, ¿cómo exploraron la materia? Sólo que, para ellos, la palabra "materia" tenía un sentido mucho más amplio, mucho más vasto que para los sabios oficiales, que todavía no saben lo que es. Por otra parte, ya van teniendo algunas sorpresas, porque todas las nociones que tenían sobre la materia están ahora patas arriba, y la materia se ha vuelto para ellos una especie de energía. Pero, esperad, todavía harán otros muchos descubrimientos, dentro de algún tiempo, y se acercarán, cada vez más, a las nociones de los Iniciados. Los Iniciados sabían muchas más cosas sobre la materia que los sabios actuales, pero hay materia y materia... Comprendedme bien, no hay nada malo en ocuparse de la materia, en trabajar con ella para modelarla y descubrir todo lo que contiene. Dios lo hace cada día, los Iniciados lo hacen desde la creación del mundo. Y yo, ¿de qué creéis que me ocupo? De la materia. Trabajo noche y día con una materia que no veis, con mi propia materia. No trabajo con una materia extraña, sino con la materia que el Cielo me ha dado y que me pertenece Mientras que los sabios se ocupan de una materia que está fuera de ellos y de la que no obtendrán gran cosa, porque no les pertenece; y pierden el tiempo... Los
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escultores se ocupan de modelar la madera, la piedra y el barro, o no sé qué, pero nunca su propia materia... Los pintores colorean las telas o las paredes, pero nunca se colorean ellos mismos... Y los químicos trabajan con sus probetas para combinar elementos, pero no tratan de entrar en sus laboratorios interiores para realizar en ellos una alquimia espiritual... Nunca me considerarán un artista o un sabio, porque mis cuadros no se ven, no se ven mis estatuas, ni mi laboratorio. Pero, un día, el mundo entero se ocupará de este trabajo y comprenderá que todo lo demás es cero al lado de este trabajo que podemos hacer sobre nosotros mismos, con nuestra propia materia. Y para hacer este trabajo hay que ser omnisciente: hay que ser mecánico, químico, biólogo, astrónomo, pintor, músico... Como los humanos no tienen todos estos conocimientos, se ocupan de la materia objetiva para lo que les basta con saber pocas cosas. Mientras que el trabajo de los Iniciados es mucho más difícil, pero es la plenitud. Este trabajo sobre nuestra propia materia es el trabajo de Dios. Dios trabaja su propia materia, y por eso está en la plenitud, lo sabe todo, lo puede todo. Mientras que el hombre que no trabaja su propia materia, sino algo que no es él, se debate en el vacío. Cuando tiene dinero, aparatos, armas, se imagina que es todopoderoso, y, efectivamente, es todopoderoso mientras los tiene a su disposición. Pero, si los pierde, es tan débil, enclenque, vulnerable, que tiene miedo. Sí, porque todo eso no le pertenecía verdaderamente. Mientras que todo lo que poseen los Iniciados es verdaderamente suyo. Aunque les quitaseis todas sus posesiones materiales se siguen sintiendo luminosos, poderosos, en la plenitud, porque sus riquezas, sus aparatos, sus armas, no están fuera de ellos. Todos aquéllos que poseen algo exteriormente, no poseen nada en realidad, porque no les pertenece. Ésta es la verdad, y por eso yo compadezco a esta gente: han acumulado riquezas fuera de ellos, poseen armas fuera de ellos, y siguen siendo pobres, siguen siendo débiles. Mientras que los Iniciados, que han comprendido dónde está la verdadera fuerza, acumulan esta fuerza dentro de sí mismos, y la tendrán para siempre, nadie se la podrá quitar.
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Cualesquiera que sean los cambios en el mundo, ellos han comprendido dónde está la fuerza, dónde está la riqueza. ¿Queréis convencerme ahora de que son los demás los que tienen razón y están en la verdad? Dejad que me ría, veremos dentro de algún tiempo si están en la verdad. Todo lo que hacen fuera de ellos no les pertenece, y de todos estos aparatos que hacen no tendrán ni uno sólo en ellos o con ellos. Es como el general al que todo el mundo saluda por sus galones. Pero, cuando está en el baño, enclenque, canijo, gangrenoso, nadie levantaría ni siquiera la mano para saludarle. Mientras que los Iniciados, que han trabajado sus aparatos interiores, los transportan con ellos por todas partes. Es necesario que tengáis una idea clara de lo que son los verdaderos Iniciados. Digan lo que digan de ellos, están en la verdad, porque, con su espíritu, que es divino, trabajan sobre su propia materia: ellos son los verdaderos artistas, los verdaderos creadores, y el mundo entero vendrá un día a instruirse con ellos, porque son los únicos que tienen la verdad. Trabajan como el Señor, que trabajó con la materia que Él mismo creó y que le pertenece. ¿Veis?, queridos hermanos y hermanas, estoy tocando las cuestiones más importantes, cuestiones esenciales, cuestiones eternas. Queramos o no, no nos podemos salir de ellas... Lo que hoy os he dado, son verdaderos tesoros.
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Conferencia del Maestro
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Bonfin 18 Julio de 1967
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – II Unidad y Multiplicidad Sí, mis queridos hermanos y hermanas, yo soy simple, sin complicaciones, sin disimulos, como un niño. Me presento ante vosotros tal como soy. Y, como soy simple, empiezo a parecerme a la verdad. Porque la verdad es simple, sin mezcla. Cuando llegamos a sincronizarnos con una cosa, a vibrar al unísono con ella, ya recibimos sus fuerzas, sus ondas. Por eso he descubierto la verdad, sí, en la simplicidad. Gracias a la simplicidad encontramos la verdad. Los niños no son sofisticados, les deforman más tarde en las familias, en las escuelas; les meten en la cabeza unas nociones erróneas, y se vuelven artificiales, dejan de ser naturales, verídicos. ¿Cómo volver a la simplicidad? Desgraciadamente, la simplicidad no le gusta mucho a la gente. Mostraos simples y perderéis vuestro prestigio. Hay que haber reflexionado mucho de antemano sobre cómo hacer esto o aquello para engañarles con falsas apariencias. Entonces, sí, sois alguien, os respetan, os estiman, os aprecian. Todo el mundo deja de lado a aquél que es sencillo, natural, porque encuentran que no es interesante. Cuando una chica es natural, cuando no emplea toda clase de artificios para atraer a los chicos, pasa desapercibida. Ser sencillo es tener un solo pensamiento, un solo deseo. Mientras dejéis que se paseen en vosotros toda clase de pensamientos y de deseos que se contradicen entre sí, habrá desorden en vosotros y no sabréis dónde estéis. Muchos vienen a
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decirme: "Maestro, ya no sé ni dónde estoy." Yo descifro este mensaje y me digo: éste está metido hasta el cuello en las complicaciones, ha deseado y acumulado demasiadas cosas heteróclitas, ¿por qué ha querido engullirlo todo?... Alguien va al bar y pide oporto, coñac, whisky, y sale medio muerto. ¡Habla que ser simple y beber agua pura! ¿Y qué hacen los chicos y las chicas? No les basta con acostarse con uno, o con una... necesitan dos, tres, diez, y entonces todo se complica debido a esta mezcla. ¡Las mezclas perjudican enormemente! Desde siempre os he dado el ejemplo del diamante. Si el diamante es tan puro es porque es simple, sin mezcla, es puro carbono. Añadidle otro elemento y ya no es un diamante. Y los discípulos que no cesan de mezclar toda clase de pensamientos y de sentimientos crean en ellos mismos una ciénaga en la que ningún rayo de luz puede penetrar. Si se volviesen simples, es decir, si quisiesen comer un alimento puro, tener pensamientos y sentimientos puros, vivir bajo los rayos del Sol, llegarían a ser como el diamante, pura luz. La luz lo simplifica todo. Los discípulos que quieren probar todo, tocar todo, experimentar todo, conocer todo, pierden su valor de diamante y ya no son más que piedras opacas. El verdadero discípulo debe dirigirse solamente en una dirección, tener un sólo ideal, un sólo deseo, un solo alimento. Todo para él es simple, es decir, puro. La simplicidad es, pues, el equivalente de la pureza, pero también, en otros casos, de la sinceridad, de la honestidad, de la integridad; la palabra simplicidad puede trasladarse a todos los dominios. La simplicidad es una cualidad que encontramos también en el dominio del intelecto, del corazón y de la voluntad. En el dominio intelectual la simplicidad es no tener más que una filosofía, la filosofía de la luz. En el dominio del corazón, es no tener más que el deseo de amar al Creador y de unirse a Él. Y en el de la voluntad es tener una sola actividad ordenada. ¿Veis?, está claro. Pues bien, justamente, en el dominio del pensamiento la simplicidad es la claridad. Y para el ser entero la simplicidad se
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manifiesta con la armonía, con la paz. En medio de elementos contradictorios la paz desaparece, y aparece el desorden, el jaleo y los sufrimientos. E incluso en una familia, si cada uno desea una cosa diferente, no hay más que peleas, y, al final, la familia se disgrega. ¿Por qué los hombres se han vuelto tan complicados? Cada vez se encuentran menos parejas unidas, menos amistades duraderas, porque en vez de caminar todos hacia arriba, por el camino de la simplicidad, están descendiendo. Y. cuando descendemos, las cosas se complican, vemos cada vez más las diferencias, las complicaciones. Cuando tomamos el camino hacia arriba, constatamos que la multiplicidad de los hechos y de los fenómenos tiende a simplificarse cada vez más y a reducirse a algunas leyes. Sí continuamos subiendo, vemos que las leyes se resumen en unos principios, y, más arriba aún, lo que descubrimos es la unidad. Ésta es la simplicidad; el número 1. Por eso, cuando nos alejamos de la Fuente, del Creador, para explorar la periferia, comienzan las complicaciones, y nos encontramos con toda clase de cosas con las que chocamos. Todos los malentendidos, todas las luchas provienen de que las criaturas han abandonado la "casa paterna" para ir a aventurarse en la periferia para probar suerte. Todo se explica por la simplicidad (la unidad, el retorno a la Fuente) y la complicación (la multiplicidad, el alejamiento de la Fuente). Ahí busco yo siempre la razón de cualquier acontecimiento. Todas las complicaciones, todas las desgracias y las tragedias provienen, de que el hombre, en su ignorancia, se ha alejado de la Fuente. Y todas las dichas, todas las prosperidades, provienen, al contrario, de que el hombre ha sabido volver a encontrar el camino hacia la Fuente, hacia la unidad, hacia el Alma universal, hacia el Señor, es decir, hacia la simplicidad Como los humanos no tienen ningún criterio, van a buscar en los libros de filosofía explicaciones complicadas de lo que les sucede, ¡cuando es algo tan sencillo! Cuando sentís que algo os perturba, que algo no vibra al unísono con la Causa primera, debéis saber que os estáis alejando; eso es todo, no busquéis otras
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explicaciones. Y cuando, interiormente, todo se os hace más fácil, cuando sentís que os volvéis hijos de Dios, debéis saber también que os estáis acercando al Sol espiritual, y debéis continuar. Evidentemente, siempre habrá algunas variaciones, como sucede con el tiempo: primavera, verano, otoño e invierno. Pero hay que saber tener paciencia, soportar, porque el invierno pasará y de nuevo llegará la primavera. Estos inviernos y estas primaveras pueden durar algunas horas, o algunos días, o algunos siglos. Pero todos deben pasar por estos estados. Sólo hay que mantener siempre la misma dirección hacia la unidad, porque, si no, no hay salvación, nadie podrá ayudaros. Fuera de esta filosofía no encontraréis ninguna solución. Os digo la verdad, es simple y clara, no busquéis en otra parte. Abandonad todo, si queréis, salvo la buena dirección hacia la unidad, hacia el centro del universo, hacia el Señor, hacia esta luz deslumbrante. El tiempo que necesitéis, las peripecias por las que tengáis que pasar, los sacrificios que tengáis que hacer, las desgracias que debáis soportar, todo eso no debe tener ninguna importancia, estaba previsto, estaba marcado, eran deudas a pagar, karma Y, a través de todo eso, mantened la misma dirección; la simplicidad, la unidad, la verdad. Mientras busquemos soluciones en otra parte, viviremos en las complicaciones y sufriremos. Os resumo hoy en unas palabras la enseñanza de todos los libros sagrados; ésta es la quintaesencia de la sabiduría, de la religión, de la verdad. ¿Veis?, es simple, ¿qué queréis de más? Desgraciadamente, a la gente no le gusta la simplicidad, no cree en la eficacia de lo simple. Hay que decirles cosas inverosímiles. 'Procuraos el diente de un lobo rabioso, encontrad una golondrina azul de la que tomaréis el corazón, y un cierto pez verde, del que tomaréis el hígado... Machacad todo eso en un mortero, etc., etc... Y así podréis abrir todas las puertas, todas las cajas fuertes...'' ¡Mirad lo que se encuentra! ¡Si creéis que gustan las cosas simples! Por ejemplo, a menudo he hablado con médicos sobre la eficacia del agua caliente hervida, y me han dicho: "Claro que conocemos la eficacia del agua caliente, pero si recetásemos eso a
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nuestros clientes, tendríamos que cerrar la consulta." No aprecian el agua caliente porque es fácil de preparar y no cuesta nada. La naturaleza humana es muy rara, sólo confía en los remedios complicados y también hay que tener toda clase de aparatos -a veces, bien inútiles- para impresionar a la gente. La simplicidad, la complicación, acercarse, alejarse... Os acercáis a la Fuente y todo se simplifica. Os alejáis, y todo se complica, primero en vuestros pensamientos, y después en vuestros sentimientos y en vuestros actos, y, de esta manera, toda vuestra vida se complica, y ya no sabéis dónde estáis. Si no me creéis, podéis ir a verificarlo, repasad todos los libros sagrados, preguntad a todos los Iniciados y os dirán lo mismo. No es tan difícil encontrar la verdad Yo quise ser simple y, en esta simplicidad, la verdad, que es simple, se me reveló. Los hombres esperan siempre algo formidable, y no, se equivocan, hay que volver al número 1. La simplicidad es el número 1 Con el 2 ya empieza la complicación, porque 2 es la división, la polarización, la contradicción, y por tanto la guerra. Después están el 3, el 4, el 5 y el 6... Y la división puede ir hasta el infinito, que es el enésimo grado de complicación. En matemáticas existe la fórmula tiende a 0. Interpretada simbólicamente, esta fórmula significa que el ser humano, que ha querido alejarse del centro, se ha dispersado y dividido tanto en las complicaciones de la periferia que ya casi no queda nada de él; está muerto, enterrado, aniquiladores un cero. Cuando dividimos el 1 entre infinito, encontramos la muerte. La vida está en el 1, y, por tanto, debemos trabajar cada día para acercarnos al número 1, que es Dios mismo. Cuando Jesús decía: "Mi Padre y yo somos uno". 3 mostraba que él había realizado esta gran verdad, esta gran simplicidad. Quiso fundirse en el Padre para llegar a ser Uno con Él. Todas las criaturas que no se han inspirado en la filosofía de Jesús se complican la existencia. Retened estas palabras. Si me comprendéis, vuestra vida tomará otra dirección, otro aspecto, otra luz, otro color, otro sentido: el sentido de la vida.
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A lo largo de los siglos los profetas del Antiguo Testamento no cesaron de repetir al pueblo hebreo: "Shema Israel, Adonaí Elohénou, Adonai éhad; Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, el Señor es Uno." Pero Israel no comprendía, buscaban otras
divinidades: Baal, Belfegor, Astarot o Astarté. Todas las divinidades babilónicas, asirías, fenicias... ¡Qué lucha entre la unidad y la multiplicidad! Encended un fuego: sube, tiende hacia la unidad. Mientras que el agua se extiende, tiende hacia la multiplicidad. Por eso se ha escogido el fuego (y el aire) como símbolo del espíritu, y el agua (y la tierra) como símbolo de la materia. El aire alimenta el fuego, que, sin él, se apaga. El aire y el fuego se comprenden, suben siempre hacia arriba El fuego y el aire son dos hermanos, mientras que el agua y la tierra son dos hermanas que se aman enormemente: el agua penetra siempre la tierra. Algunos dirán: ¡Pero es la vida la que nos empuja a ser complicados! Nos encontramos en unas condiciones que nos obligan a tener necesidad de toda clase de cosas, que nos obligan a luchar, a pelearnos..." ¿Pero quién ha creado esta vida? Los humanos, y unos humanos que no estaban muy instruidos. Si vienen sabios e Iniciados la vida tomará una dirección completamente diferente.
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Conferencia del Maestro
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Bonfin 19 Julio de 1967
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – II Unidad y Multiplicidad - II
Hoy añadiré unas palabras a lo que os dije ayer sobre la simplicidad y la complicación. Ya habéis comprendido que la verdadera simplicidad es el número 1, la Divinidad. Para llegar a él hay que subir hasta la cima, o, para emplear otra imagen, hay que ir de la periferia al centro. Hoy me gustaría insistir más sobre lo que representa desde el punto de vista filosófico este fenómeno de la salida del centro, que no es otra cosa que la creación, la manifestación, la materialización. Aquél que llega a comprender este doble proceso, la salida del centro y el retorno al centro, posee, la clave del saber. El retorno a la Fuente, esta unión, esta fusión con nuestro Padre celestial, es la meta de todas las religiones Es lo que se llama la reintegración de los seres. La preocupación esencial de todas las religiones es hacer recobrar al hombre su estado primordial, este estado de equilibrio, de paz, de gozo, de éxtasis y de luz que saboreaba en el seno del Eterno. Las religiones no se ocupan mucho de la creación. Moisés, por ejemplo, no escribió más de una página para decir cómo creó Dios el mundo. Claro que algunos filósofos, algunos teólogos y grandes Iniciados se han ocupado de esta cuestión, pero, en general, se considera que no es demasiado útil instruir a los humanos sobre este tipo de problemas, y se han preocupado mucho más de darles consejos, métodos, ejercicios para hacerles volver hacia el centro. La creación presupone la materialización y, como los humanos ya están bien materializados, si siguieran ocupándose de
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la materialización, seria la perdición total. Por eso esta cuestión se ha dejado de lado, hasta el día en que tengan suficiente luz, sentido moral y equilibrio. Así que, ¿veis?, la salida y el retorno... la involución y la evolución... Conocéis la parábola del Hijo pródigo, que se había ido de la casa paterna para buscar aventuras por el mundo y que volvió a la casa de su padre, pobre, hambriento y enfermo. Todos los Libros sagrados contienen también imágenes, relatos que ilustran estos dos procesos Cuando los alquimistas hablan de "solve" y "coagula" es otra forma de presentar la cuestión. Incluso la naturaleza nos habla de estos dos fenómenos: miráis el cielo, que está azul, límpido, tranquilo. Al cabo de algún tiempo aparece un vapor, un velo: es vapor de agua que se condensa, y ahí están las nubes. Después, algún tiempo después, todo desaparece, las nubes parecen haberse disuelto. Por todas partes en el universo veréis estos dos fenómenos que están ahí para invitar al discípulo a estudiarlos, a reflexionar para comprenderlos: aparición y desaparición, nacimiento y muerte, creación y retorno a la nada. Si os preguntáis ahora por qué y cómo el Señor creó el mundo, nadie podrá responderos, es el mayor misterio. ¿Había un espacio?, ¿llenaba Dios este espacio?, ¿qué era Él en realidad? Nadie lo sabe. Incluso está escrito en los Vedas que los dioses llegaron después de la creación del mundo. Y si queréis conocer mi opinión a este respecto, pues bien, yo pienso que el Señor creó el mundo porque se aburría: se encontraba sólo, ¿comprendéis?, y vivir sólo es muy difícil. Entonces creó el mundo para tener espectáculos Además, los mejores espectáculos son los que le dan los humanos. Cuando el Señor los mira desde arriba, se ríe. Sí, se ríe. ¡Se parte de risa! Es una buena explicación, ¿verdad? Pero, escuchad, he leído tantas explicaciones inverosímiles sobre el origen de la creación que yo también me he decidido a inventar algo. Y quizá ésta sea la explicación más plausible; el Señor se aburría. ¿Por qué creó Dios el mundo? Quizá para sufrir a causa de
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los humanos Porque, si bien todas las criaturas del universo, incluido el Diablo, le obedecen, los humanos, en cambio, hacen lo que les da la gana. Por otra parte está escrito en el Génesis que Dios se arrepintió de haber creado al hombre, ¡así que el hombre se las trae!... ¡Ahora sí que estamos en plena complicación! Al principio no existía nada fuera de Dios. Él lo era todo. Él era Uno. Con la creación del mundo apareció la división, la polarización. Porque cada manifestación es una polarización en positivo y negativo, en luz y tinieblas, en bien y mal, en sutil y espeso. Al principio todavía no había ni bien ni mal, sino sólo unos esbozos, unos gérmenes de bien y de mal que sólo se fueron manifestando a medida que se condensaba la materia, pero que ya se encontraban ahí en potencia. La Cábala explica la creación del mundo por emanaciones. Dios emanó una sustancia, una quintaesencia, no se puede decir una materia sino quizá un proyecto de materia, y fue la séfira Kether, o sea la luz, esta luz que Moisés escribe que Dios creó en primer lugar diciendo: "¡Hágase la luz!". Esta luz era la séfira Kether. Pero esta emanación de Dios, esta luz tan sutil, no es la luz física que vemos, que es en comparación muy densa, muy grosera, material. En francés sólo tenéis una palabra para designar a la luz. En búlgaro tenemos dos; svetlina, la luz física, y videlina, la luz interior, mística, espiritual, la luz que poseen los Iniciados Esta palabra corresponde a Zohar, en hebreo, que es justamente, el título del libro que trata de la meditación cabalística. Está escrito: "AI principio..." Pero el principio es también una noción incomprensible. Porque ¿dónde situar este principio, puesto que el tiempo aún no existía? Para nosotros, el tiempo lo miden el Sol, la Luna y las estrellas, que no fueron creados hasta el cuarto día... Y ahí también, ¿de qué "día" se trata? No hay día sin movimiento de la Tierra alrededor del Sol, ¡y el Sol todavía no había sido creado! Y cuando se dice: "Hubo tarde, hubo mañana: primer día... Hubo tarde, hubo mañana: segundo día", ¿qué era este día? Porque desde la tarde hasta la mañana no transcurre un día, ¡sino una noche! Así que, ¿veis?, ahora nos encontramos en la complicación, cuando antes todo era simple y claro: hay que
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dirigirse hacia el centro para volver a encontrar la unidad. Ahora que salimos de la simplicidad se presentan ante nosotros muchos caminos, porque de un centro salen una multitud de rayos que se van hasta el infinito. Un círculo tiene 360°, hay, pues, muchos caminos posibles para alcanzar un punto de (a circunferencia. Para ir desde un punto de la periferia al centro, sólo podemos seguir una dirección, pero, para salir del centro, se presentan toda clase de caminos, a la derecha, a la izquierda, hacia delante, hacia atrás... incluso hacia arriba y hacia abajo. Hay seis direcciones y 360°, los rayos son, pues, innumerables. Al salir del centro, la primera luz formó la séfira Kether, cuyo nombre significa Corona. En esta luz vivían unas criaturas, los Serafines, que fueron los primeros que salieron, pues, del seno del Eterno. Siguiendo el ejemplo de Dios. Kether, en su plenitud, en su riqueza, emanó de sí misma la segunda séfira: Hohmah. Hohmah es más densa, más material que Kether, pero es también un mundo con su organización, sus criaturas, sus fuerzas, sus colores, su música. Hohmah, a su vez, emanó Binah. Pero, a partir de Binah, ya es otra organización. Binah constituye una frontera, a partir de Binah empezó la estabilización de los sistemas que forman el armazón, el esqueleto del universo. Y Binah emanó Hessed, Hessed emanó Guebourah. Guebourah emanó Tiphereth. Tiphereth emanó Netsah. Netsah emanó Hod, Hod emanó lesod, y, finalmente, lesod emanó Malhouth, en donde se encuentra la Tierra, que es el mundo de la mayor densidad, opacidad y pesadez. Así es cómo fue creado el universo. Cada séfira es un mundo, cada uno de estos mundos tiene su sustancia, su organización, su densidad, y la mayor materialización corresponde al plano físico en el que nosotros vivimos. Para encontrar la sutileza, la luz y el esplendor que hay arriba debemos recorrer de nuevo el camino de la evolución. ¿Por qué salimos de este esplendor para llegar a este grado de materialización? ¿Por qué tenía Dios necesidad de llegar hasta ahí? Podía no haber creado el mundo, o haberlo creado de otra manera. ¿Por qué creó Dios al hombre tal como es, sabiendo que
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iba a extraviarse, para obligarle después a retornar a la Fuente? Se trata de misterios. Podemos comprenderlos, pero sólo si vamos muy arriba. Aquí, en la Tierra, no los podemos comprender. Alguien os pregunta, por ejemplo, por qué existe el mal. Le respondéis que el mal no tiene existencia propia, que su existencia depende de la Fuente, del Creador. Pero el Creador no puede crear nada malo, ¡puesto que es perfecto!... ¡Así que id a resolver el problema! Igualmente, el Infierno, el Diablo, no pueden existir por sí mismos. Puesto que toda vida viene de Dios, la vida que posee el Diablo también viene de Dios. Es Dios quien lo sostiene y alimenta, y si Él quiere retirarle la vida el Diablo desaparecerá. ¿Y cómo comprender esto, puesto que se presenta siempre al Diablo como un enemigo del Señor? Yo he estudiado estos problemas y ya os he explicado muchas cosas.5 Pero hoy estamos en la complicación. Así que nada de explicaciones, ¡todo será complicado hasta el final! Cuando el hombre se aleja del centro para ir a la periferia ya no puede comprender las manifestaciones de Dios. En la periferia ya no hay luz. Cuanto más nos alejamos, más oscuridad hay, y en esta oscuridad no podemos comprender. Por eso los humanos no cesan de pelearse, sosteniendo cada uno una teoría que no es más exacta que la del vecino: porque están en la periferia. Para comprender hay que retornar hacia el centro, hacia Dios, pensar en Él, amarle. Y de esta manera poco a poco se hace la luz, porque vuelve a tomar el camino hacia la Fuente y, en este camino, cada séfira le da sus cualidades: lesod, la pureza; Hod, la inteligencia; Netsah, la belleza; Tiphereth, la luz; Guebourah; la fuerza; Hessed, la generosidad; Binah, la estabilidad; Hohmah, la sabiduría; y Kether, la omnipotencia. Lo que es extraordinario es que, cada vez que tengo ocasión de ver lo que los humanos producen actualmente en el dominio del arte, constato una tendencia al alejamiento. En la música, la danza, la pintura, la escultura, la arquitectura, la poesía, todos tienen el deseo de encontrar algo nuevo, y nadie se da cuenta de que, buscando esta novedad, se alejan cada vez más de la verdadera belleza. Por eso el arte se ha vuelto algo tan
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extravagante. No está prohibido buscar la novedad, al contrario, pero ¿por qué buscarla siempre abajo, alejándose cada vez más de la Fuente? Los artistas no están guiados por Iniciados. Sólo para ver este alejamiento de la Fuente, como yo lo he visto, ya hay que tener una ciencia y una filosofía profundas. Sin ellas el hombre se abandona al instinto, al impulso de crear. Claro que siempre puede crear, cualquiera que sea la dirección que tome, buena o mala. Alejándose de la Fuente, del Sol espiritual, encontrará también formas, aspectos nuevos hasta el infinito. Y estas formas contribuyen todavía más a alejar del centro a todos aquéllos que las contemplan. Hoy en día, por todas partes, en la música, en la pintura, en la literatura, constatamos este alejamiento. Incluso en las relaciones humanas, en la forma de amarse. Es maravilloso ser un creador de música, de cuadros, de películas... o de hijos, pero hay que preguntarse sobre el valor de lo que hacemos, porque, si no. ¡creamos monstruos! Se ha creado algo, muy bien, pero ¿qué es lo que aporta?... ¿A dónde lleva? Pero no piensan en esto. La gente os explica que tienen necesidad de hacer salir algo de sí mismos. Sí, todos los seres tienen necesidad de hacer salir, de una u otra manera, algo de sí mismos, pero ¿es necesario mostrar todo lo que sale? Dos o tres veces al día, todo el mundo tiene necesidad de expulsar algo de dentro, pero no lo presentan en un plato para que lo huelan... Sin embargo, en el dominio del arte, de la literatura, de la filosofía, eso es lo que hacen algunos creadores. Presentan a los demás sus excrementos para que los respiren, para que se los traguen. Diréis: "¡Esto es exagerado!" No, ¡no es exagerado! 1 Pero cuando los artistas estén instruidos en las Escuelas iniciáticas, les mostrarán cuál es el verdadero camino de la creación y producirán obras de arte que expresarán el Cielo, que inspirarán y dilatarán las almas humanas. Mientras que ahora, ¿qué inspiración podéis tener ante semejantes fealdades? En el pasado muchos artistas eran discípulos de Escuelas iniciáticas, en donde les revelaban cómo elevarse hacia las
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regiones superiores para captar en ellas formas, colores, sonoridades Meditaban, contemplaban, para recibir inspiraciones celestiales. Cuando llegaban a concretizarías en sus obras, éstas actuaban sobre los humanos impulsándoles a tomar el camino hacia las alturas. Por eso, desde hace siglos, estas creaciones actúan aún en nosotros. Ahora, los artistas salen de las academias con toda clase de diplomas, pero no conocen ninguna ley iniciática. Os cuentan toda clase de teorías para explicaros que su arte abstracto contiene una filosofía, un pensamiento que la masa no puede comprender. ¿Pero por qué han ido a meterse en las abstracciones menos estéticas? Las abstracciones son para los Iniciados, no para los pardillos. Pero ahora cualquier pardillo os presenta su cuadro abstracto: lo miráis, le dais vueltas en todos los sentidos... ¿Qué hay a ver o a comprender? Nada, idioteces, ¡cosas absurdas! Ni siquiera los artistas mismos saben lo que es el arte, su papel, su misión. Y sin embargo es sencillo, yo puedo decíroslo en dos palabras. La misión del arte es hacer volver a los humanos al Cielo, a la Fuente. Me gustaría ahora añadir unas palabras más sobre la simplicidad. Cuando más descendemos a la materia, más constatamos variedades y complejidades en la forma, pero, por otro lado, constatamos también una similitud mucho más grande entre los individuos que pertenecen a la misma especie. Las hojas de los árboles, por ejemplo, mirad todas las diferencias que existen entre sus formas... Pero las hojas de un mismo árbol son todas parecidas. Mirad también los peces, los insectos, etc. ¡Cuántas formas diferentes! ¿Pero podéis encontrar la diferencia entre una mosca y otra mosca? Ahora, comparad las caras de algunos hermanos que tienen una gran vida espiritual; ¡qué diferencia y qué riqueza en la expresión! Y observad a los hombres muy groseros, muy primitivos, que no tienen ninguna vida interior: todos se parecen. Por un lado, pues, está la simplificación, y por otra la diferenciación. Cuanto más subimos hacia el Cielo, más nos simplificamos y nos unificamos, y nos volvemos más expresivos, vibrantes, vivos, con matices. Y, cuanto más descendemos entre las criaturas inferiores, más se multiplican las formas, y perdemos más nuestra expresividad y
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nuestra luminosidad. Esto es muy importante, pero los humanos ni siquiera se han dado cuenta de que es así. Cuanto más subimos, más simples nos volvemos, pero eso es una forma de hablar. Simple no quiere decir idiota, pobre, miserable, privado de todo. No. cuanto más simples os volvéis, más os acercáis a la Divinidad: escapáis de las complicaciones y tenéis, por tanto, más posibilidades de manifestaros verdaderamente en la luz, el amor, el poder. En la complicación, estas posibilidades disminuyen, pero, evidentemente, otras aparecen. Las de sufrir, llorar, gritar, ser malvados, romperlo todo... ¡Ahí también hay grandes posibilidades! Dante, que estaba instruido en la filosofía esotérica, describe el Infierno como un cono invertido. Cuanto más culpable había sido un hombre, más debía descender a las profundidades del cono para sufrir limitaciones. Y es verdad: cuanto más descendéis a la materia, sois más desgraciados, estáis más limitados. Mientras que, cuanto más subís para acercaros a la Fuente, más os simplificáis y más aumentan vuestras posibilidades de ver, de crear, de desplazaros y de expresaros. Ahora bien, cuando hablo de descender a la materia tenéis que comprenderme. Todos nosotros hemos descendido a la materia, puesto que estamos encarnados. Yo también. Me encontraba muy bien arriba, pero descendí voluntariamente. Cuando era muy joven, el Maestro Petar Deunov me reveló que yo había firmado un contrato ante los Veinticuatro Ancianos, los Señores del karma, para venir a hacer un trabajo en la Tierra. ¿Creéis que este descenso es agradable? Yo también debo sufrir el terror de la materia. La materia, que está ahí, que nos limita, que nos encarcela, nos impide ver, comprender, oír. Sí, pero es para obligarnos a hacer con ella un trabajo especial y no para hacer experiencias que nos alejen cada vez más del mundo divino. Os sentís atados, limitados, esclavizados, y os preguntáis: "¿Dónde me he metido?... ¿Cómo puedo salir de ahí?" Hay una sola respuesta: volved a tomar el camino hacia arriba, no esperéis
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a no poder hacer ya nada. Imaginaos a alguien que pisa el cemento. Evidentemente, mientras el cemento está blando aún, puede volver a sacar los pies de él. Pero, si se despista pensando en otra cosa, divirtiéndose, el cemento se endurece mientras tanto, y se queda atrapado en él. Ahora tiene que romper el cemento, con el riesgo de lastimarse. Sí, es así, el tiempo endurece las cosas. Si tardáis en salir de ciertos estados, pronto ya no podréis "sacar los pies". Yo estoy aquí para deciros estas verdades. Los hombres quieren explorarlo todo, probarlo todo, porque otros lo hacen, y se alejan, se alejan... y, a menudo, allí donde esperaban encontrar mucho gozo, placer, felicidad, no encuentran sino cárcel y esclavitud. No pretendo haberos explicado perfectamente el tema de la simplicidad y de la complicación. Siempre hay lagunas en mis exposiciones. Pero, de todos modos, siento y veo que, poco a poco, la luz se hace en vosotros. La Tierra es una escuela a la que hemos descendido por varias razones, y, principalmente, para liberarnos de las deudas que hemos contraído en encarnaciones precedentes, para comprender la situación en la que nos encontramos actualmente, y, finalmente, para descubrir, despertar, desarrollar ciertas cualidades que hay depositadas en nosotros. Éste es el sentido de la vida, mis queridos hermanos y hermanas. La mayoría de los hombres ni siquiera saben por qué han descendido a la Tierra, ni lo que deben hacer en ella; se contentan con comer, beber, dormir, divertirse, pelearse, y después se van al otro mundo, y, cuando vuelven a descender, vuelven a hacer las mismas estupideces. Mientras que aquél que tiene las cosas ciaras, sabe que debe liberarse de su karma y trabajar para perfeccionarse. Después, trata de comprender por qué se encuentra en tal país, en tal familia, lo que piden de él, y la razón por la que fue enviado a la Tierra. Finalmente, se esfuerza en desarrollar todos los gérmenes de las cualidades y de las virtudes que el Creador ha depositado en él desde toda la eternidad. ¿Veis por qué es tan indispensable una Escuela iniciática? No hay nada por encima de la luz que esta Escuela le aporta al discípulo sobre estas tres cuestiones; de dónde viene, por qué ha venido, y a
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dónde va. Han sido unas palabras sobre el descenso, sobre la creación. Un día, cuando haya terminado su trabajo. Dios hará desaparecer la creación. Absorberá el universo en su seno. Será el reposo que los hindúes llaman "pralaya", que se extiende durante millones y millones de años. Después, de nuevo hará aparecer otro universo. Dios respira: cuando espira aparece el universo, y cuando inspira desaparece. Y como nosotros somos creados a su imagen, también inspiramos y espiramos. ¡Sólo que la espiración definitiva es completamente diferente! Meditad, de momento, sobre la simplicidad, salid de esta complicación en la que están sumergidos los humanos y que no les trae más que guerras y miserias. Bienaventurados aquéllos que han simplificado su vida en la luz y la pureza, porque, mientras trabajan en la Tierra, viven ya en el Cielo.
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OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres 31 de Enero 1971
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – II Unidad y Multiplicidad - IV Cuando estudiamos las condiciones de la vida en la Tierra, nos damos cuenta de que, a causa de nuestro descenso a la materia, que empezó hace ya tanto tiempo, tenemos ahora necesidad de todo lo que existe en la naturaleza. No es, pues, del todo malo utilizar lo que está puesto a nuestra disposición, pero sólo si nos servimos de ello para volver a la Fuente. Ahora estamos tan lejos que, si queremos volver a la Fuente, así, directamente, sin ningún medio, sin ningún útil o instrumento, sería todavía más difícil. Siento que tampoco me habéis comprendido a este respecto. Alguien se dice: "Como tenemos que ser simples me desprenderé de todo y me iré directamente al Cielo, y me fundiré con el Señor." No. esto no es posible. Era posible cuando estábamos mucho más cerca del Cielo; ahora, que estamos muy alejados de él, debemos servirnos de todo lo que hay en nosotros y a nuestro alrededor. Es mucho más sabio utilizar todo lo que poseemos, siempre que lo hagamos para volver a la unidad y no para dispersarnos y alejarnos todavía más de ella. Lo que cuenta es el objetivo, la dirección. Es decir, la razón por la cual hacéis las cosas. Está bien que comáis, que respiréis, que os paseéis, que trabajéis, que améis, si lo ponéis todo en acción para retornar a la unidad, Pero si decís: "No, no, no emplearé nada, ni mis piernas, ni mis pulmones, ni mi estómago, no andaré, no comeré, no respiraré... Yo soy un espíritu, y quiero volver a la Fuente'", quizá, en efecto, volváis a ella, ¡pero de una forma no demasiado deseable! La simplicidad es, en primer lugar, la simplicidad en el pensamiento, comprender que hay que vibrar al unísono con el principio divino.
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Después es la simplicidad en el corazón, es decir, no tener tantos deseos que se combaten y se destrozan entre sí. Y, finalmente, la simplicidad en la forma de trabajar, la voluntad de actuar siempre en el mismo sentido para introducir por todas partes el orden y la armonía. Entonces es fácil saber si estamos en la simplicidad o en la complicación. En cuanto sintáis el desorden, las tinieblas, los sufrimientos, es señal de que os estáis alejando. Entonces, inmediatamente, buscad cuándo y cómo habéis introducido este elemento que ha perturbado la armonía y alejadlo con todos los medios que la Enseñanza pone a vuestra disposición para perfeccionaros y purificaros. Ya sé que, en realidad, la simplicidad no es tan simple. Es incluso la cosa más complicada. Los humanos se han alejado tanto en la periferia de la vida, que les es difícil ahora volver hacia el Sol, hacia el centro, hacia la unidad. Hay que tener muchos conocimientos, medios, capacidades, para poder despojarse de todos los elementos extraños y contradictorios que forman ahora en el ser humano una mezcla inextricable. Despojarse, liberarse, desprenderse, eso es la simplicidad. ¿Acaso no es complicado? ¡Qué saber, qué voluntad, qué fuerza hay que tener para lograrlo! Así que no es tan sencillo. Es sencillo, claro, decirlo, pero para realizarlo no hay nada más complicado que la simplicidad Es por esta razón, justamente, por la que se dan en la Enseñanza tantas explicaciones, tantos métodos, tantos ejercicios y actividades. ¡Qué trabajo hay que hacer para poder limpiarse, por fin, de todas las concepciones erróneas, de todos los sentimientos negativos, de todos los hábitos nocivos que hemos acumulado! Podemos, sin embargo, llegar a ser simples instantáneamente, pero solamente en el pensamiento. En el comportamiento, en los sentimientos, es mucho más difícil. Pero, si trabajamos cada día para introducir la simplicidad en el pensamiento, poco a poco esta simplicidad va a introducirse en los sentimientos, en los actos, y va a invadir nuestro ser entero hasta que se vuelva como un diamante, puro, transparente, resistente, precioso. Para llegar a esta simplicidad, a esta limpidez, el discípulo debe desprenderse de toda la herencia de ideas erróneas que ha recibido de su familia y de la sociedad y que contradice la filosofía de
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los Iniciados. Sí, porque eso obstaculiza su evolución. Aquí estáis en la enseñanza de la simplicidad, en la enseñanza de la luz, y conserváis todavía las opiniones y los puntos de vista de muchas otras personas que nunca han vivido en esta simplicidad. Todo está mezclado en vosotros, por eso no avanzáis. Ahora debéis hacer una selección, revisar, pesar y analizar todo lo que habéis recibido; conservad lo que se corresponde con lo que se os enseña aquí para dirigiros hacia la unidad, hacia la perfección, hacia el Señor, ¡y rechazad todo lo demás! Estamos al principio de un nuevo año, y éste es el trabajo que el Cielo os pide que hagáis: revisar todo lo que habéis aprendido, todo lo que habéis recibido, ver si está en armonía con la idea fundamental de la Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal; si, si lo está, subrayadlo, reforzadlo, profundizadlo. Pero si hay pequeñas cosas que contradicen la Enseñanza y os crean obstáculos, rechazadlas. ¡Qué liberados os sentiréis después! Estaréis asombrados al ver cómo subís, cómo voláis... Por el momento, todavía estáis sobrecargados con demasiadas cosas que os retienen en la Tierra, vuestro globo no puede subir, debéis deshaceros de todos estos pesos tan pesados. Ahí tenéis, pues, el trabajo que tenéis que hacer este año. Es algo serio, muy serio. Si no sabemos qué trabajo tenemos que hacer, pasan los años y no avanzamos. Ayer un hermano me decía: 'Maestro, siento que desde hace años no he hecho ningún progreso... Dígame lo que debo hacer para no perder más el tiempo." Bueno, ¡al menos alguien se ha dado cuenta de que había perdido mucho tiempo! Muchos creen que basta con estar en la Enseñanza. No tienen en la cabeza un trabajo preciso, determinado, y sin embargo esto es lo que cuenta: tener un programa a realizar. Cuando os fijáis un programa, aunque no podáis realizarlo, hay al menos algo que se graba, como un surco, y las fuerzas del subconsciente vienen a trabajar para realizarlo, para llenar estos canales que habéis preparado. Si no habéis preparado ningún canal, pasará el año sin que haya ninguna realización. Cuando cae la lluvia, el agua sigue exactamente los regueros que habéis preparado. Debéis, pues, preparar el terreno, preparar los regueros... Sucede como en un
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transistor: se trazan unos circuitos con un poco de pintura metálica, y la corriente circula siguiendo exactamente el trazado, como si fuesen hilos eléctricos. Este año, pues, poned la selección en vuestro programa. Tanto si se trata de una actividad, de una asociación, de una empresa, de una amistad, examinadlo bajo este ángulo: preguntaos si os llevará hacia la unidad, hacia la simplicidad, hacia la perfección, hacia Dios, o al contrario... Siempre hay signos que nos advierten. Si sentís una oscuridad en vuestros pensamientos, una perturbación en vuestros sentimientos e indecisión en vuestra voluntad, no os comprometáis, porque éste es un criterio absoluto. Muchos son conscientes de estas advertencias, pero, como tienen ganas de satisfacer sus deseos, no hacen caso de estas advertencias y después, evidentemente, lo lamentan. Siempre hay una advertencia, pero a menudo no la tomamos en consideración, porque la cosa nos tienta demasiado, nos atrae demasiado. Aunque os hable de esta manera sé muy bien que los humanos prefieren la complicación. Si se les dice, por ejemplo, que sería posible vivir en un mundo sin enfermedades, sin miserias, sin cárceles, sin guerras, llevando una vida simple, normal, natural, en primer lugar, ni siquiera creerán que esto sea posible, y, después, no harán nada para conseguirlo. Y, sin embargo, mirad ahora lo que sucede: se ven obligados a detener a gente, a juzgarles, a castigarles... o a construir tantos hospitales, con tantos aparatos, fabricar tantos remedios para curarles... ¡Y todas estas guerras, con tantas víctimas y devastaciones!... Diréis: "¡Pero siempre ha sido así!" No, no siempre ha sido así. La Biblia, como la mayoría de los Libros sagrados, habla de un periodo en el que los humanos vivían una vida simple. En el Paraíso, Adán y Eva vivían en el gozo y en la luz una vida sin mezcla de elementos extraños. Con la serpiente empezó la mezcla, y entonces la vida se volvió complicada: el hombre tuvo que ganarse el pan con el sudor de la frente y la mujer dar a luz con dolor. Después vino el primer crimen: Caín, que mató a Abel, etc., etc. Moisés presentó esta idea del alejamiento de la Fuente bajo la forma de un relato, pero se
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puede presentar bajo toda clase de formas, y yo os la presento bajo una forma geométrica: el centro del círculo y la circunferencia. Así pues, a medida que los humanos se alejaron del centro, todo fue cada vez más complicado. Y ahora se ha vuelto inextricable Como tuvieron que crear redes de espionaje, han tenido que crear también redes de contraespionaje. Por todas partes no vemos más que comités, sociedades, organizaciones oficiales o secretas. Hay que vigilar esto, desconfiar de aquello, y los que se sienten vigilados se organizan, a su vez, para vigilar a los demás. Desde el momento en que empezaron a desviarse, a salir de la luz, a transgredir una ley, las cosas no hacen más que complicarse. Os daré una imagen. Es verano, el Sol brilla, hace calor: la vida es muy simple. Pero llega el invierno: hacen falta aparatos de calefacción, de carbón, de fuel-oil... Hay que hacer provisiones... Se necesitan más vestidos, más alumbrado. Y, después, hay niebla, nieve, las comunicaciones son menos buenas, tenemos más riesgo de accidentes, etc. Así que, menos luz, menos calor, y todo es más complicado. Volvemos a encontrar, pues, otra vez, este símbolo del Sol, que siempre os he dado. Cuanto más nos alejamos del Sol, más disminuyen el calor y la luz, y entonces la vida también disminuye, puesto que la vida no es otra cosa que el calor y la luz del Sol. Entonces todo se complica: hay que tratar de alumbrarse, de calentarse, de protegerse... Y como en los pensamientos, en los sentimientos, en todos los dominios de la vida, los humanos se han alejado del Sol, evidentemente, su existencia se ha vuelto complicada. El día en que los humanos comprendan que deben dirigirse hacia el Sol, hacia la luz, hacia el Señor, todo se volverá claro, simple, fácil. No de repente, claro, se necesitarán años para restablecer todo, pero éste es el único medio, el único camino, et único método: no olvidar nunca que cuando nos alejamos de la luz, del calor o de la vida, todo se complica ¿Qué le pasa al animal que se ha alejado demasiado de su nido o de su guarida? ¿Y al niño que se ha alejado de la casa?... E incluso en algunos repartos aquéllos que están más cerca del
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repartidor se llevan las tajadas más grandes y así, luego no queda nada para los que se encuentran más lejos. ¿Veis?, la palabra lejos es catastrófica... salvo cuando estamos lejos del Infierno, lejos de las tinieblas, lejos de las locuras... Porque, entonces, estamos cerca del Cielo, de la luz, de la sabiduría. Cada día, por la mañana, por la tarde, debemos acercarnos a la luz, al calor y a la vida de este Sol espiritual que es Dios. Hay que vivir, claro, hay que comer, hay que respirar, pero todo hay que hacerlo con el objetivo de acercarnos a la Fuente. En el momento en que sintamos que empezamos a alejarnos, debemos paramos para enderezar las cosas, y entonces, de nuevo, recibimos interiormente una abundancia de luz y de gozo: porque hemos enderezado la situación, hemos sido sabios, perspicaces, hemos estado atentos. Mientras que todos aquéllos que, a pesar de las advertencias, continúan viviendo en el desorden, divirtiéndose, despilfarrando sus energías, dejan que la situación se agrave, hasta llegar a la ruina. Lo que les impide a los humanos comprender es que, a menudo, las cosas se desarrollan muy lentamente y la ruina no llega inmediatamente, ni la mejora. Entonces dicen: "¡Ahí!, ¿qué nos cuenta usted? Yo estoy bien, como, bebo, tengo éxito." Sí, a pesar de los desórdenes, de las locuras, de las pasiones, tienen éxito, triunfan. Pero estos éxitos no duran. El error que cometen los humanos es que sacan conclusiones en función de lo que sucede ahora, o en un pequeño periodo, porque no saben que las leyes son implacables y que, un día u otro, tendrán que sufrir. Todos nosotros hemos venido a la Tierra, hemos tomado un cuerpo para reparar nuestros errores del pasado y para aprender, salvo algunos, muy pocos, que han venido para ayudar a los demás. Y, claro, el cuerpo físico es difícil de transformar, de mejorar, porque es pesado, grosero, está petrificado. Pero hay otras regiones dentro de nosotros, las regiones del alma y del espíritu, que son extremadamente sutiles, y ahí es donde podemos hacer un trabajo para mejorarnos, embellecernos, enriquecernos. Tenemos que empezar, pues, con el pensamiento, porque el cuerpo físico seguirá después, aunque mucho más lentamente, pero eso no tiene ninguna importancia. Lo importante es que en el alma, en el espíritu, en el pensamiento, en el sentimiento, tenemos una libertad absoluta para trabajar para mejorar las cosas.
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Quizá este trabajo no se refleje absolutamente en el cuerpo físico, pero, de todas formas, et cuerpo físico mejorará también, y un día volveremos con unos cuerpos completamente nuevos, flexibles, bellos, expresivos, porque nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro pensamiento habrán hecho un trabajo gigantesco Podemos mejorar el estado del cuerpo físico Siempre he insistido en ello: podemos, por ejemplo, retrasar el envejecimiento, la decrepitud. Pero, poder mantenerlo durante miles de años, ya es otra cuestión, necesitaríamos el elixir de la vida inmortal, y éste no es el objetivo de nuestra Enseñanza. Por supuesto que el cuerpo físico mejora también al participar en el trabajo espiritual, pero no debemos concentrarnos en él, porque el cuerpo está limitado, tiene un comienzo y un fin. Nuestra verdadera preocupación es la vida interior, rica, ilimitada, infinita, y en eso es en lo que debemos trabajar. Al descender a la materia el hombre se cargó con toda clase de complicaciones de las que ahora ya no puede desembarazarse La vida es complicada porque la naturaleza del hombre es complicada, pero eso no debe durar toda la eternidad, el hombre debe volver de nuevo a la simplicidad. Diréis; "¡Qué aburrido será!" Es posible; es posible que la simplicidad sea aburrida, mientras que la complicación es muy divertida y muy absorbente; al menos os hace correr y tiraros de los pelos, y esto es muy interesante. Mirad, por ejemplo, la vida de los hombres honestos: ¿cómo se pueden hacer novelas o películas con su vida? No hay nada que presentar. Mientras que la vida de un criminal, de un agente secreto, de un espía, ¡ah!, ¡qué peripecias!, ¡qué complicaciones palpitantes! Y la vida de una chica sencilla, inocente, no es muy interesante, pero la de una mujer fatal, seductora, perversa, ¡si que lo es! Lo comprendo muy bien, pero no hay razón para que esto siga así eternamente, y, si me decís que la vida simple será aburrida, os responderé que no sabéis de lo que habláis. ¿Cómo es que los Ángeles, los Arcángeles, o incluso los grandes Maestros, que viven esta vida simple, luminosa, divina, no se han aburrido todavía? La vida simple es extraordinariamente abundante, variada,
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diferenciada. La luz es simple, pero tiene colores, sonidos, perfumes. No hay que confundir la simplicidad con la pobreza. Se habla, claro, de vida simple para referirse a los campesinos, a los iletrados, a los salvajes, pero la vida simple, tal como la comprenden los Iniciados, es la vida más rica, la más bella, porque dispone de todo el Cielo. El diamante también es simple, es carbono puro, pero es considerado como la más bella de las piedras preciosas: lo miramos, nos maravillamos, y muchos han hecho de todo - ¡incluso crímenes! para tenerlos en sus anillos, en sus collares, en sus coronas... ¿Veis?, la verdadera simplicidad es el diamante, entonces, ¿cómo podéis pensar que la simplicidad es pobre, aburrida, monótona? ¿Empieza a aclararse esta cuestión, mis queridos hermanos y hermanas? Toda la vida nos suministra materiales para eso, toda la vida, toda la naturaleza, todo el universo nos proporcionan los argumentos, los elementos para verlo claro
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OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres 31 de Enero 1971
Tomo 17 Obras Completas Capítulo I
LA VERDAD – II Unidad y Multiplicidad - III
Nada existe fuera de Dios, ninguna criatura. Los Ángeles, los Arcángeles, lo humanos, son los pensamientos del Señor, que es, pues, al mismo tiempo, el actor y el espectador de su creación. Si admitimos que existe algo fuera de Dios, Él ya no lo contiene todo, ni es, por tanto, todopoderoso ni omnisciente. En realidad, el universo no es más que una ilusión, una pompa de jabón que revolotea durante unos segundos y después estalla. Sólo queda el Creador. Diréis que el mundo no desaparecerá tan rápido, que le quedan aún miles de millones y miles de millones de años de existencia. Si, ¿pero qué es eso ante la eternidad? Nosotros no podemos saber por qué creó Dios el mundo y todo lo que cuentan a este respecto sólo son explicaciones para niños. "Mamá, ¿cómo nací? - Te trajo la cigüeña - o - Te encontramos debajo de una col." Para saber la verdad hay que ir a preguntarle a un Ángel o a un Arcángel, y ni siquiera es seguro que los Ángeles y los Arcángeles estén al corriente. Conocen todo lo que ha sido creado, ¿pero saben exactamente los proyectos del Señor? Que los Serafines me perdonen, pero me pregunto si, incluso a ellos, el Señor se lo ha revelado todo. No diré grandes palabras, pero me pregunto si el Señor no habría corrido grandes peligros revelándolo todo... Diréis: "¿Cómo?, ¿acaso el Señor puede correr peligros?" Reflexionad, si hubo un Arcángel de luz que se rebeló, ¿por qué no iban a hacerlo otros? Si el Señor lo hubiese dicho todo, habría dado todas las armas contra Él. Mientras que no revelando todos
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los secretos está a resguardo. Los humanos serian desestabilizados por la verdad, por eso les dicen pequeñas mentiras, y así funciona, no se producen daños A vosotros también sólo se os revela lo que podéis soportar, porque, si no, vais a abandonarlo todo. Es lo que sucede con los hindúes. ¡Cuántos ya ni quieren vivir, porque han comprendido la inutilidad de muchas cosas: ganarse la vida, casarse, tener hijos! Se hacen tantas cosas, y finalmente todo desemboca en nada...7 Hay que dejar, pues, que los humanos se ocupen y suden un poco, que se imaginen que hacen algo. Como los niños cuando construyen pequeños castillos de arena. Cuando los adultos ven con qué interés, con qué pasión lo hacen, son felices, y dicen: "¡Ah!, nuestros hijos han pasado un buen día." De la misma manera, los adultos de arriba, que nos miran, dicen: "Es maravilloso ver lo ocupados que están: pastelitos, muñequitas, pequeños castillos,... ¡Qué ardor!" Y lo aceptan, si, ¡es la edad!, ¡son niños!... Y ahora, si decís: "Entonces, ¿su Enseñanza es una mentira?" Sí, una mentira, pero la mejor, la más conveniente, la más útil, la más práctica. Puesto que todo son mentiras, de entre todas las mentiras yo he escogido la mejor, la más digerible. En realidad, es la verdad, la verdad más grande, ¿por qué tendría que engañaros? Pero en la verdad hay grados y grados, y el último grado de la verdad puede ser que sea el vacio, la nada, el caos. En todo caso, no es necesario llegar hasta ahí, no os lo aconsejo. Seguid con las ocupaciones y los festejos... Estamos en la Tierra y debemos jugar nuestro papel en ella, no hay que querer escaparse, pero sin olvidar que es teatro. Mirad lo que sucede en el teatro; dos hombres se detestan y uno de ellos acaba asesinando al otro. Pero ¿qué es lo que vemos después de la representación? ¡La víctima está brindando en un bar con el asesino!... Y cuando dos países están en guerra, por ambas partes hay millones y millones de muertos. Pero cuando se encuentran en el otro mundo, ¡si los vieseis!, dicen: "¡Ahí!, ¡qué buena comedia hemos interpretado! ¡Qué curiosa! ¡Venga, brindemos ahora!", y se abrazan, mientras que antes se exterminaban. En realidad, no se detestan; tenían que
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interpretar estos papeles Durante la guerra, ¡qué abrazos se daban los alemanes y los franceses cuando se encontraban en el otro mundo! Seguro que estaban sentados en un bar ante un vaso de vino o de cerveza, ¡y se reían! ¡Cuántas cosas aún que no conocemos! Pero detengámonos ahí. Hay algunos que quieren saberlo todo y eso es muy malo. Son como niños. Sólo los niños hacen preguntas inverosímiles: quieren saberlo todo, pero no pueden comprenderlo. ¿Por qué ir a buscar ahora la razón por la cual creó Dios el universo? Ni siquiera debéis plantearos esta cuestión, porque sobre eso, en realidad, nadie podrá responderos. Dios se ha guardado la razón para Sí mismo. Había un día un curioso que le hacía esta pregunta a un pastor: "Señor pastor, ¿qué hacía el Señor en el Paraíso?" Y el pastor, que no tenía ni idea del asunto, le respondió iracundo: "Cortaba las ramas que iban a servirle para fustigar a los que hicieran preguntas semejantes." Lo que es útil es vivir correctamente, es hacer nuestro trabajo sin rompemos la cabeza pensando en cosas tan lejanas. Los humanos viven como animales y quieren conocer los secretos de la creación. Se lanzan a la metafísica y se han olvidado de vivir correctamente.
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Conferencia del Maestro
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sévres 2 de Enero de 1969
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – IV El Conjunto y los Detalles
La vida es tener mucho amor en el corazón, no hay que buscar otra cosa. La vida sin amor no es vida, es un tormento. Si descuidáis y subestimáis este estado de conciencia que es el amor, siempre estaréis decepcionados. Amar depende de vosotros. Cuando queráis amar, podéis hacerlo. Ya sé que os faltan muchas cosas, pero sé también que existen muchas más en vuestro corazón y en vuestra alma, como si toda la Tierra, todo el Cielo, todo el universo os perteneciesen. Tenéis esta sensación y esta sensación es la realidad. De nada sirve poseer todas las ventajas materiales si, mientras tanto, vuestra conciencia se atormenta. Lo importante es amar, y entonces seréis felices en todas las circunstancias. Pero como el amor no cuenta en la cabeza de los humanos, siempre se preocupan de que no les falten las cosas materiales, y, a pesar de eso, son desgraciados. Mientras que, mirad: no tenéis gas, ni electricidad, ni coche, ni dinero, ni joyas, ni casa, ni mujer, ni marido... carecéis de todo, seguro, pero ¿por qué sois felices, ahí, todos juntos, después de haber escuchado música, después de haber cantado? Diréis: "Pero sólo dura un minuto, ¡eso no cuenta!" ¿Y quién os impide prolongar este minuto para que se convierta en una eternidad?, ¿quién? Nadie, sino sólo vuestra falta de saber, vuestra falta de luz. ¡Eso es lo que os falta, ninguna otra cosa! Ahora, más que nunca, la gente tiene de todo. En el pasado, es verdad, los humanos carecían de muchas cosas, pero hoy,
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incluso los más pobres tienen lo que no poseían los ricos antaño. Lo que falta, siempre lo he dicho, es la luz, el saber, y quizá también un poco de voluntad. ¿Cómo es que os veo felices? De repente, sois felices. Es cuando volvéis a vuestras casas cuando os sentís desgraciados, porque ya no pensáis en el poder del amor, volvéis a tomar contacto con "la realidad", supuestamente. ¿Acaso la realidad debe ser siempre fea y triste? No, pero eso depende mucho de la forma en que os han habituado a ver las cosas, creedme. ¿Por qué existen personas felices al margen de todas las condiciones físicas y materiales? Los humanos tienen cada vez menos contacto con este dominio interior, que es la verdadera riqueza, el verdadero esplendor, y esta actitud es la causa de todas las desgracias. No queréis comprenderme, para vosotros todo esto no son más que palabras y decís: "no, no, yo tengo necesidad de esto y de aquello..." Ya lo sé que tenéis necesidades, ¡todo el mundo tiene necesidades! ¿Y por qué no dar un peso más grande al poder del pensamiento, al poder del amor, de la vida? Como hoy, mirad, os siento felices, como si nada os faltase, ni siquiera los que estaban indispuestos y tenían preocupaciones lo sienten ya. Será después, cuando este estado desaparezca, cuando se darán cuenta de que estaban enfermos o preocupados. Pero antes, sólo había vida, felicidad, luz. De ahora en adelante poned el acento en todo esto y veréis cómo en todas las circunstancias encontraréis una razón para ser felices. Aunque vuestro marido os haya abandonado, diréis: "¡Ah!, no es el único en el mundo, ¡hay otros muchos millones de maridos!" Y, si estáis cansados, pensaréis: "Bueno, hoy estoy para el arrastre, pero eso no quiere decir que mañana sea igual." De vosotros depende el saber utilizar vuestro pensamiento para transformar una situación. Sólo los objetos inanimados están condenados a sufrir su destino durante toda la eternidad. Una piedra siempre es una piedra... Un trozo de vidrio siempre es un trozo de vidrio... Deben esperar a que la lluvia, el calor, la humedad, actúen sobre ellos. Mientras que el hombre tiene unas posibilidades extraordinarias. Pero, en vez de explorar el terreno
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para descubrir las posibilidades de las que dispone, se ocupa siempre de lo que le falta, y lloriquea, ¡grita! Escucho a gente por televisión, a grandes pensadores, supuestamente, ¡y qué imbecilidades dicen! ¡Ah!, sin duda tienen un intelecto que trabaja, pero su intelecto sólo descubre la apariencia de las cosas. Todo el mundo está maravillado: "¡Qué original!, ¡qué filosofía más profunda!". Sí, pero no es verídica. Llama la atención, asombra, estoy de acuerdo, pero no es verídica. Hay muchos pensadores así que envenenan al mundo entero; presentan unas ideas que pueden parecer verdaderas en apariencia, pero que no lo son en realidad. Y la masa está maravillada; como no tiene criterios, aplaude cualquier imbecilidad, ¡y así es como se propagan los errores! Hasta el día en que los pensadores se decidan a estudiar la Ciencia iniciática para comprender que, sin el conocimiento de ciertas verdades, nunca podrán juzgar o razonar correctamente, no tendrán ojos para ver la realidad, se fijarán solamente en la apariencia de las cosas. Como os decía ayer, cuando os eleváis, es decir, cuando os acercáis al principio divino, quizá no veáis algún detalle, pero veis una inmensidad, algo que es coherente, una unidad, y obtenéis una idea de conjunto sobre la naturaleza de las cosas. Mientras que si descendéis hacia el plano físico, hacia la materia, percibís los más pequeños detalles -lo que es interesante, sin duda- pero ya no tenéis para nada la misma visión de conjunto. Actualmente, los humanos sólo estudian la materia; pero para poder estudiar la materia hay que entrar en los detalles y limitarse. Ahí tenéis la diferencia entre el trabajo de la ciencia oficial y el trabajo de los Iniciados. Los Iniciados, que quieren ver el conjunto, que quieren hacer una síntesis, se alejan de la materia, y por eso tienen unas nociones completamente diferentes a los de los sabios, que han perdido la idea de conjunto para limitarse a los detalles. Por otra parte, la especialización muestra hasta qué punto ha debido limitarse el hombre para estudiar la materia. En medicina, por ejemplo, uno se dedica solamente a los oídos, otro a
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los ojos, o al corazón... Está bien estudiar los detalles, pero es preferible estudiar el conjunto. En realidad, todo depende de lo que queramos alcanzar: si queréis especializaros, evidentemente, conoceréis perfectamente un detalle, pero perderéis la visión del conjunto. Mientras que si estudiáis el conjunto no conoceréis los detalles. Pero yo pienso, de todos modos, que es más ventajoso estudiar el conjunto, porque eso nos da más posibilidades, estamos por encima, dominamos la situación y tenemos, por tanto, más posibilidades de intervenir y remediar. Gracias al conocimiento del conjunto estamos más cerca de la verdad. Actualmente, al dar la preponderancia al estudio del mundo físico, de la materia, la ciencia pierde la visión del universo y del Ser que dirige este universo. ¿Acaso es suficiente conocer vuestra nariz, o vuestro dedo del pie, sin saber cómo se desarrollan los demás procesos en el conjunto del cuerpo? Éste es, sin embargo, el estado actual de los humanos: se alejan cada vez más de lo esencial, se alejan del Creador del mundo de los principios. Al especializarse, se materializan, se debilitan. El camino de la especialización es un camino útil, desde luego, incluso necesario, y que hay que recorrer, pero solamente después de haber visto el conjunto, después de haber hecho la síntesis. Entonces podemos permitirnos concentrarnos en un pequeño rincón del universo para estudiarlo, ya que no habrá ningún peligro de perder la visión de conjunto. Pero si os dedicáis a explorar solamente una pequeña parcela sin haber estudiado el conjunto, os faltará siempre algo esencial; juzgaréis, razonaréis, clasificaréis las cosas de una manera errónea. Si tuviésemos tiempo para estudiar en detalle cada dominio, uno tras otro, sería mucho mejor, pero necesitaríamos una eternidad. El método de los Iniciados de ver en primer lugar el conjunto, aunque no nos dé una visión muy precisa de las cosas, nos da por lo menos una apreciación general exacta. Y, si después deciden concentrarse en un tema, lo profundizan mucho mejor que los especialistas, porque el conocimiento que tendrán del conjunto, de la unidad, les dará luz sobre esta pequeña parcela que está ahí, separada del todo, y les permitirá situarla exactamente. Si
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estáis influenciados por la filosofía actual, os volveréis especialistas, estudiaréis solamente los sapos, los mosquitos, los ratones, las mariposas... y no conoceréis nada del conjunto, de la inmensidad, de la vida que lo abarca todo. Yo no me he especializado... Aunque, si, me he especializado también un poco, porque estoy en la Tierra, tengo un diploma de pedagogía y de psicología, pero no conozco la pedagogía y la psicología debido a estos diplomas. Si soy un poco psicólogo y pedagogo es porque escogí estudiar lo más importante: la vida, la vida que viene de la Fuente. Os daré una imagen. Habéis visto en alguna parte una manzana, una pera, una fruta cualquiera. Pero esta fruta ya estaba desprendida del árbol y, si la estudiáis, veréis que es diferente de una fruta que estudiáis mientras está aún en el árbol, donde las fuerzas circulan todavía a través de ella. La fruta en el árbol extrae de él esta savia que viene del universo entero. En cuanto la desprendemos del árbol, ya no es lo mismo, está perdiendo su vitalidad. Lo mismo sucede con el hombre, hay que estudiarlo cuando todavía está conectado con el árbol, con el Árbol cósmico, porque es un fruto de este Árbol, y ahí está vivo, es bello, rico, radiante. La ciencia quiere estudiar al hombre cuando ya se ha desprendido, cuando ya se ha caído del árbol. Por eso lo que conoce de él no es todavía el hombre, sino algo muerto. Diréis: "Sí, pero al menos pueden disecarlo para ver cómo está hecho... Mientras que, cuando está vivo, no pueden hacerlo, grita..." Pues bien, eso prueba que hay que encontrar otro medio para estudiarlo sin cortarlo en pedazos, sin diviseccionarlo, un medio para estudiarlo vivo. Y estos medios existen. Cuando los tengan, descubrirán todas las corrientes sutiles que circulan, no solamente dentro del hombre, sino también entre él y el universo. Es toda una circulación extraordinaria, exactamente como la que existe entre la fruta y el árbol, o también entre la madre y el hijo que ésta lleva en su seno. ¡Qué circulación hay entre el árbol: la madre, y la fruta; el hijo! Cuando el niño nace, cuando se corta el cordón umbilical, estos intercambios entre la madre y él dejan de hacerse, pero otros intercambios siguen realizándose con el otro árbol al que la madre misma está conectada: el árbol único, el
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árbol de vida, el árbol cósmico. Cuando tomáis un avión, divisáis desde arriba montañas, ciudades, ríos. Pero cuando estáis en el suelo estáis limitados, sólo conocéis un poco de espacio con algunos árboles, con algunas casitas. Así pues, si subís muy arriba podéis ver toda la Tierra, y no sólo la Tierra, sino muchos otros planetas, el Sol, las constelaciones. Lo mismo se produce también interiormente. ¿Entonces, qué vais a escoger? Si yo también me hubiese concentrado en un dominio solamente habría sido aceptado por los sabios. Pero, como he optado por el conjunto, por la vida, nunca seré aceptado entre los sabios, pero sí entre los Iniciados, porque todos ellos han seguido este camino, y me reconocerán. En realidad, con vosotros utilizo los dos métodos: a veces desciendo para precisaros una pequeña cosa, para iluminarla de forma que la veáis bien, y después os llevo hacia el conjunto. Luego, de nuevo desciendo, etc. Me sirvo, pues, de los dos métodos, a veces del de los especialistas, y otras del de los Iniciados. Pero para mí, prefiero el segundo método: fusionarme con el todo, para que las energías circulen, porque eso es la plenitud. Cuando estoy sólo en mi casa, o bien en la montaña, o ante el océano, ¿por qué quedarme en las cosas pequeñitas? Lo que me gusta es la inmensidad, la unidad. Quiero sumergir mi alma en el océano cósmico y beber, desplegarme. Hay que darle la inmensidad al alma humana, porque en ella se alegra, respira 3 Dadle un espacio limitado y se ahoga, se siente prisionera. Esto es, por otra parte, lo que les sucede a los humanos: se han limitado demasiado a pequeñas cosas, y no tiene ni un minuto para sumergirse en la inmensidad y encontrar la plenitud. No tienen tiempo, según parece. Pues bien, esto es precisamente lo que fatiga a los humanos: todas estas pequeñas cosas en las que se dispersan. La limitación es necesaria, desde luego. Mirad el nacimiento de un niño: es una limitación; pero es necesaria para permitir la manifestación. Para descender a la materia el hombre debe limitarse, pero en el momento de la muerte vuelve a la
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unidad, a la inmensidad. La vida está hecha de estos dos procesos y, para ser felices, debéis saber aplicarlos en vuestra existencia: entráis en vuestro fuero interno, os conectáis con el universo, con el Alma universal, y después volvéis a limitaros para trabajar entre los humanos. Pero no os quedéis ahí demasiado tiempo, porque, si no. vais a aburriros y a sufrir. Volved a tomar de nuevo, pues, el camino hacia arriba, sumergíos en el océano cósmico. Si los humanos son desgraciados, si se sienten vacíos y desesperados, es porque no saben practicar estos dos métodos Hacen falta las dos cosas, la inmensidad y los detalles. Los humanos descuidan la inmensidad, porque, según ellos, es algo vago, indeterminado. Pero yo encuentro que con ella tendréis más luz que si os limitáis a los detalles, porque entonces ya no veis claramente el conjunto y todo se os escapa. La gente se imagina que en los detalles va a encontrar la luz, la precisión, pero no, esto es una ilusión. En lo "vago" y lo "impreciso" recibiréis una mayor luz. He ahí otra cosa a probar, ¡pero cuántas veces ya he hecho la experiencia! ¡Cuántas veces me ha asombrado ver que en este dominio, considerado como inexacto, impreciso, se encontraba la luz, la fuerza y el gozo, mientras que en lo que era muy preciso no había ninguna luz! Sí, me he visto obligado a constatarlo.
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OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres 1 de Febrero de 1970
Tomo 17 Obras Completas Capítulo IX
LA VERDAD – V LAS DOS CARAS DE LA VERDAD II EL AMOR Y LA SABIDURIA
La verdad es una medalla que tiene dos caras: el amor y la sabiduría. Si buscáis la verdad independientemente del amor y de la sabiduría, no la encontraréis. Pero si poseéis el amor y la sabiduría, busquéis o no la verdad, la poseéis también. En la medida en que tenéis amor y sabiduría, estáis en la verdad. No se puede poseer la verdad sin la inteligencia y sin el corazón. Si no tenéis ni pensamientos ni sentimientos, estáis muertos, y los muertos no pueden conocer la verdad. Y, si no, es que los muertos están más vivos que los vivos: se han ido al otro mundo para estar más vivos y ahora están viendo cómo son las cosas. ¡Cuántos se asombran cuando, al llegar al otro mundo, echan un vistazo sobre su familia y sus amigos! Ni siquiera vale la pena deciros lo que ven... Ven incluso que nuestra Enseñanza es algo extraordinario (lo que no habían sido capaces de comprender cuando estaban en la Tierra). Os preguntáis cómo es posible que los humanos puedan conocer la verdad cuando están muertos y ya no son capaces de sentir el amor ni de manifestar la sabiduría que son necesarios para conocerla... En realidad, tienen más amor y sabiduría, porque la muerte libera al hombre del cuerpo físico que le mantenía en la ignorancia impidiéndole sentir y comprender. Por eso se sufre tanto en el otro mundo. Cuando ya no tenemos caparazón sufrimos más, salvo, evidentemente, si el hombre ha preparado ya
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algo de lo que pueda alegrarse en el otro mundo, viviendo en la Tierra de manera correcta e inteligente. Pero, si ha vivido estúpidamente, sufre; ahora, que es más lúcido, más sensible, las más mínimas cosas le hacen sufrir, y es atroz. Eso es lo que se llama Infierno. El Infierno no es otra cosa que un estado que ya nos hemos preparado en la Tierra, pero que no podíamos sentir porque la sensibilidad estaba embotada a causa del cuerpo físico. Si queréis, ¡el Infierno es una sopa que ya nos habíamos preparado, pero que todavía no habíamos probado! 2 Y ahora, que empezamos a saborearla, gritamos. Lo mismo sucede con el Paraíso. Aquí, en la Fraternidad, ya preparáis vuestro Cielo, pero, como no podéis saborearlo, ni verlo, ni sentirlo, ni oírlo, decís; "Trabajo en el vacío, todo eso es viento". No, pero todavía no podéis sentir nada. Aquí tenéis, pues, la verdad: amor y sabiduría. No olvidéis nunca que no encontraréis la verdad como algo separado. Si, ¿cómo podríamos concebir la verdad si no tenemos ni corazón ni intelecto? Cuanto más amor y comprensión tengáis, más os mostrará la verdad el mundo entero, porque la verdad es algo ilimitado. Se han escrito libros sobre la verdad, pero nunca la han concebido como yo os la presento. Hacen de ella un dominio separado, cuando, en realidad, no se puede concebir el mundo de la verdad independientemente del corazón y del intelecto. En la medida en que tengáis un corazón y un intelecto, la verdad existirá para vosotros. Y si vuestro corazón y vuestro intelecto no están a punto, no conoceréis el grado superior de la verdad. Por otra parte, si hay tantas verdades diferentes y contradictorias entre los humanos, es porque reflejan las deformaciones de su corazón y de su intelecto. Alguno de vosotros dice: "Para mí, la verdad es tal y cual..." En realidad, ésta es "su" verdad, y esta verdad habla de su corazón y de su intelecto, que son insuficientes, que están deformados, o que, al contrario, son muy elevados. Así es cómo se explica que cada uno tenga "su" verdad, aunque, en realidad, sólo haya una verdad. Si la verdad no tuviese ninguna relación con el corazón y con el intelecto, todo el mundo tendría que haber descubierto la
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misma. Pero no es éste el caso, lo sabéis bien. Todo el mundo descubre verdades diferentes, salvo aquéllos que poseen el verdadero amor y la verdadera inteligencia. Éstos han descubierto la misma verdad, y por eso hablan el mismo lenguaje. Desde la creación del mundo hasta el final, la verdad siempre será la misma, porque Dios ha puesto la verdad en el corazón y el intelecto, en el alma y el espíritu, y, si los humanos desarrollan armoniosamente en ellos estos principios, se verán obligados a ponerse de acuerdo en las mismas verdades. Esto también vale para los gustos. ¿Por qué alguien encuentra placer donde otro encuentra sufrimiento? Si estuviesen construidos según el mismo modelo verídico, todos deberían tener los mismos gustos. Pero los humanos están cada vez más depravados en sus gustos, en sus ideas, en sus creencias, y pronto ya no tendrán ninguna verdad en común. Unos aman la belleza y otros la fealdad, unos aman la luz y otros las tinieblas. Existen incluso criaturas tan deformadas que, al final, para ellas, la verdad es la mentira. Sí, para las criaturas infernales, las mentiras son la verdad. Todo depende, pues, del desarrollo armonioso del corazón y del intelecto, y, más arriba todavía, del alma y del espíritu. Si se produce una deformación, un desequilibrio, el hombre se alejará de la verdad. Escribirá libros para exponer su punto de vista, arrastrará a la gente, y. claro, será sincero, pero no estará en la verdad, porque no existen varios puntos de vista sobre la luz, sobre el amor, sobre la pureza, sobre la moral, sobre Dios, sobre la justicia, sobre la libertad, sino uno sólo. En el dominio espiritual también existe un Instituto de Pesas y Medidas en el que os pueden decir si estáis en la norma o si os habéis desviado de este modelo que Dios creó al principio. Los humanos se han alejado de la Fuente y han aceptado la esclavitud y la mentira porque han querido ser libres. Después, para justificar sus extravíos, están orgullosos de decir que para los gustos y los colores no hay que discutir. Y, para que la cosa parezca más profunda, más filosófica, lo dicen incluso en latín: "De gustibus et coloribus non disputandum". Lo que significa que cada uno tiene su locura particular y que tiene derecho a
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entregarse a todas las depravaciones imaginadas por su locura. No, existe una norma para los gustos: lo que es bueno y bello debe ser bueno y bello para todo el mundo. Sólo en la cantidad somos libres, no en la calidad. Debemos siempre escoger lo que es puro, luminoso, divino. Existen, por ejemplo, tantos Ángeles y Arcángeles que nadie os preguntará por qué habéis escogido tal Ángel y no tal otro, y podréis estar con él tanto como queráis. Pero, si habéis escogido un demonio, entonces os lo reprocharán. Ahora, si me habéis comprendido, podéis analizaros: "Veamos, ¿cómo siento las cosas en mi corazón? ¿Acaso es verdadero amor?... Y mi pensamiento, ¿cómo considera las cosas? ¿Se ha infiltrado en él algún elemento que pueda inducirme a error?"3 Veo que todavía no comprendéis las ventajas de estar en la verdad; pensáis que se puede vivir muy bien sin la verdad. ¡Pero si estuvierais en la verdad seríais libres! La verdad aporta la libertad. Jesús lo dijo: "La verdad os hará libres". Ninguna otra cosa puede liberaros. Ni el amor, ni la sabiduría. Si tenéis mucho amor, no seréis más libres, hasta puede ser que, al contrario, estéis más encadenados. Y si tenéis mucha sabiduría, quizá os volváis más orgullosos, lo que tampoco es una liberación. Pero con el amor y la sabiduría estaréis en la verdad, y la verdad os hará libres. Y ahora, si creéis que soy yo quien ha imaginado estos criterios, no, es la Inteligencia cósmica la que me ha mostrado cómo ve y comprende las cosas. Porque, supongamos que yo decido que he encontrado la verdad. No, con eso no basta, los locos también piensan que la han encontrado, e incluso están más convencidos que los demás. Hay que verificarlo, pues, y yo sé cómo verificarlo y en qué lugar de la naturaleza. Sólo cuando la naturaleza ha dicho que si acepto algo como una verdad. Si dice no, la rechazo, no acepto nada sin verificación. Un día fui invitado por un ingeniero, un hombre muy intelectual, que me mostró los cuadros que había hecho, unos dibujos geométricos muy interesantes que tenían, según él, un significado esotérico. Me los mostró colgados en las paredes de
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varias habitaciones. Le hice preguntas sobre lo que habla querido representar, y cuando me respondía: "Esto representa tal acontecimiento... tal fuerza de la naturaleza... tal torbellino", yo estaba asombrado al ver que no correspondía en absoluto. Le pregunté: "¿Ha ido usted a verificar en la naturaleza si todo esto es verdad? - ¿Cómo?, ¿si es verdad? Es verdad, ¡puesto que yo lo pienso! - Eso no basta, podemos pensar muchas cosas que no son verídicas. Hay que ir a verificarlo en la naturaleza y encontrar la verificación de lo que piensa en los dominios mineral, vegetal, animal, humano, y hasta en las estrellas. Si la naturaleza confirma su pensamiento, un día u otro el mundo entero se verá obligado a aceptarlo, sí, porque la naturaleza estará detrás para apoyarle. Pero si la naturaleza no está de acuerdo, aunque de momento el mundo entero haya aceptado sus teorías, al cabo de algún tiempo éstas se van a caer, puesto que la naturaleza no le sostiene." Para la mayoría de los humanos todo lo que se les pasa por la cabeza es verdad. También a veces me pasan a mí, cosas por la cabeza, pero no las acepto tan fácilmente. Yo verifico en la naturaleza y si ésta no está de acuerdo, ¡venga, fuera! Si tuviese que pensar ahora que todo lo que se me pasa por la cabeza es la verdad absoluta, ¿dónde estaría? Y vosotros también, tenéis que aprender que debéis verificarlo todo en la naturaleza.
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