Conceptos básicos de Raymond Williams LENGUAJE
Raymond Williams sostiene que el marxismo es un sistema particular de pensamiento que a lo largo de la historia ha tratado de separar las categorías que forman parte de la definición del lenguaje (mundo, realidad, naturaleza, humano, lenguaje) para investigar sobre las relaciones que entre ellas se establecen. Williams sostiene que el marxismo ha contribuido muy poco a la reflexión sobre el lenguaje en comparación a otros aportes frente a problemas que han surgido en la historia. Propone a esta corriente de pensamiento poner (en su reflexión sobre el lenguaje) el énfasis sobre el lenguaje como actividad y sobre la historia del lenguaje. Estas dos cuestiones transformaron concepciones del lenguaje y modos de pensamiento acerca de los seres humanos en el mundo. Énfasis puesto en el lenguaje como actividad Williams hace un recorrido histórico en este sentido, y dice que antes del S XVIII, lenguaje y realidad eran categorías separadas que las investigaciones filosóficas buscaban conectar. En esta búsqueda surgieron como opuestos: lenguaje y realidad, conciencia y mundo material, actividad mental y física. Platón fundó el pensamiento idealista, constituido por el reino intermedio de las ideas y la esencia; investigar sobre el lenguaje o la realidad remite al mundo de las ideas. Pero, afirma Williams, las investigaciones acerca de los usos del lenguaje abrieron nuevos caminos:
El lenguaje como un modo de indicar la realidad: Lógica El lenguaje como un segmento accesible de la realidad:
Gramática El lenguaje como instrumento útil para propósitos específicos: Retórica y Poética.
Estas ramas se convirtieron en disciplinas específicas separadas (Trivium medieval). El concepto medieval de signo se basa en la distinción entre lenguaje y realidad. Este fue el punto de partida para investigar acerca de la actividad del lenguaje (pero no del lenguaje como actividad). Así, en el pensamiento medieval, de un modo poderoso y limitado, el Trivium se convirtió en una demostración de las propiedades formales de un determinado corpus de material clásico escrito. De aquí surgirán luego, los estudios literarios y la crítica. Descartes (en el S XVII) profundiza la distinción entre lenguaje y realidad; enfatiza en el criterio de conexión basado en el conocimiento científico, lo que suscita nuevos interrogantes. El filósofo italiano Vico se opone al pensamiento cartesiano; Vico sostiene que sólo podemos conocer aquello que podemos hacer o producir por nosotros mismos. Entonces, dice R. Williams, se descarta la concepción del pensamiento científico y la creación era nuevamente reservada a Dios. Pero, Williams hace una salvedad, si comprendemos a la sociedad en tanto la creamos, es a expensas de la actividad del lenguaje, central en este proceso.
Éste es para el autor un aspecto que abre una nueva dimensión. Vico plantea que en el desarrollo del lenguaje hay tres estadios: lo divino, lo heroico y lo humano; adscribir a esto impide una nueva visión, ya que esta solo surgió en el estadio de lo humano, poniendo en evidencia que el lenguaje es constitutivamente humano, ni dado por Dios, ni agregado como una adquisición. El lenguaje es una apertura humana del mundo y al mundo, afirma Williams. Surge entonces una nueva tendencia: el acento puesto en el lenguaje como constitutivo, como intento de preservar a la cultura y el desarrollo de la ciencia natural; un intento de afirmar una idea de la creatividad humana ante un mundo en continuo cambio. Las otras tendencias, las que se oponían, se desplazaron hacia un materialismo objetivo. Esta separación se ocultó tras una distinción convencional entre la esfera de la humanidad y la creatividad (arte), y la ciencia, el conocimiento positivo. Williams califica este hecho como “fatal” para el pensamiento subsiguiente. Arte, literatura,
ciencia, cultura, estética, experiencia y experimento cambiaron de sentido entre los siglos XVIII-XIX, generando confusiones y conflictos que no fueron postulados en el terreno del lenguaje. Pero el avance en el conocimiento empírico de los lenguajes ocurrido dentro del periodo histórico de la expansión colonial europea produjo un encuentro crítico de civilizaciones: se establecen contactos con nuevos métodos de gramática, que se enfrentaron al canon clásico europeo. Los estudios sobre el lenguaje tendieron al objetivismo; el método de acceso a las nuevas lenguas fue el de la observación científica: en los extranjeros se observaba una historia pasada, y en el habla, la actividad de pueblos subordinados a la actividad de pueblos dominantes. Williams reconoce que el objetivismo fue productivo a nivel de la descripción científica, pero, dice que a nivel de la teoría se reforzó el concepto de lenguaje como sistema objetivo, extranjero. No se vio el uso del lenguaje como activo y constitutivo del hombre. Los hábitos del lenguaje estudiados en los pueblos conquistados eran considerados como una conducta más que como vida independiente, creativa y auto dirigida. El objetivismo convirtió el habla en un texto, y el lenguaje pasó a ser visto como un sistema fijo y objetivo, un sistema “dado”, con propiedades teóricas y prácticas descritas como “expresiones”. El habla viviente en sus relaciones
sociales con el mundo, quedaba reducida, según Williams, a instancias y ejemplos de un sistema mayor. La obra de Saussure fue la principal expresión teórica de esta forma de comprensión del lenguaje: el lenguaje, de naturaleza social, es un sistema estable y autónomo; la lengua y el habla eran usos individuales de un código lingüístico particular (S XX). Williams relaciona este enfoque con el marxismo a través del método de análisis que ambas corrientes emplean (marxismo y lingüística estructural): comparar y clasificar momentos de una sociedad a través del descubrimiento de ciertas leyes de cambio dentro del sistema; la afirmación de un sistema social dominante inaccesible a los actos de voluntad e inteligencia individuales. Pero, los marxistas notaron puntos de desacuerdo: por un lado, la desaparición de la historia del lenguaje, como actividad social; por otro, que son categorías burguesas las que hacen la distinción entre “lo individual” y “lo social”. Marx y
Engels dicen que el lenguaje es conciencia y sólo surge de la necesidad de
intercambio con los otros hombres. Williams encuentra esta descripción compatible con el enfoque puesto en el lenguaje como actividad práctica constitutiva; en este sentido, el lenguaje es comprendido como un elemento indisoluble de la auto creación humana. Pensarlo como algo “primario y original” (Vico) para hacerlo preceder a todas las actividades humanas supone que “mundo” y “realidad” sean formaciones preexistentes, a partir de las cuales surge
el lenguaje como respuesta. En cambio, dice Williams, Marx y Engels, en su definición apuntan a la totalidad y a la simultaneidad, es decir que el lenguaje es una producción humana material, que desde el comienzo es social, y surge ante necesidades, nuevas necesidades y la reproducción humana. Williams afirma que este enfoque es constitutivo en el sentido de entender el lenguaje como una indisoluble totalidad de desarrollo, pero dice que una corriente positivista marxista (fines del S XIX hasta mediados del S XX) desvía este enfoque, por analizar las actividades del lenguaje en términos de las categorías “ideología” y “superestructura”. Esta postura distingue entre “el mundo” y “el lenguaje con el cual hablamos de él”. Wilhem von Humboldt (S XVIII-SXIX) retomó el problema de
los orígenes del lenguaje. Él determinó que, de manera persistente, el lenguaje se encuentra presente (como una creación y recreación) en todo momento histórico como un proceso que se regenera constantemente. Con Humboldt, dice Williams, se proyecta dentro de las formas idealistas el acento puesto en el lenguaje como actividad. Williams sostiene que el positivismo y el materialismo objetivista redujeron el acento puesto en el lenguaje como actividad específica (fundamental aporte de Humboldt) a “ideas” de tal actividad, categorizadas como “nación”, “espíritu” o lo “individual creativo”. Queda excluido el “hacer” , y el lenguaje pierde su carácter constitutivo para transformarse en un instrumento utilizado por individuos cuando tenían algo que comunicar. Es deshecha la facultad de ser concientes, y por ende, de poseer la práctica activa del lenguaje. En términos de Williams, se reduce el lenguaje a su instrumentalidad. La idea del lenguaje como expresión surge como una teoría rival, que se hace evidente en la literatura y da lugar a poderosas y profundas categorías de separación: lo referencial y lo emotivo, lo denotativo y lo connotativo, lenguaje ordinario y lenguaje literario; estas categorías, dice Williams, señalaban el uso del lenguaje en situaciones específicas. Él lamenta que el marxismo no haya aprovechado estas circunstancias para cambiar su enfoque, y en cambio desarrolló sus propias formas de limitación y especialización: aplicó el concepto abstracto de “trabajo” como un origen efectivo, convirtiendo al trabajo y al lenguaje en “estímulos”, sin poner el énfasis en las prácticas asociadas a ellos, planteando
entonces, que las relaciones de trabajo dieron origen a la necesidad de hablar y comunicarse con los otros. Williams propone contrastar esta postura idealista con una teoría materialista en la que el trabajo y el lenguaje sean considerados constitutivos, y que retome el problema del proceso activo del lenguaje en cualquier época. Surge entonces, la propuesta de L. S. Vygotsky como una nueva teoría social. Dice
Williams que Vygotsky parte de la perspectiva del materialismo histórico: el lenguaje y la conciencia estaban liberados de la percepción física. Por esa misma época, la lingüística estaba sujeta al sistema del estructuralismo y la semiótica. Hacia los años 20, en Leningrado surge una escuela lingüística marxista; su mejor representante fue V. N. Voloshinov, con su obra El marxismo y la filosofía del lenguaje (1929-1930). Voloshinov reconsideró el problema del lenguaje (en términos marxistas, dice Williams) en su totalidad dentro de una orientación marxista general. Intentó recobrar el énfasis puesto sobre el lenguaje como actividad constitutiva, que “la conciencia individual” había debilitado. Voloshinov sostenía que el significado era
una acción social dependiente de una relación social. Para él, la conciencia existe y toma forma en el marial de los signos creados por un grupo organizado en el proceso de su interrelación social. La verdadera cualidad del signo es que resulta efectivo en la comunicación, donde se fusionan un elemento formal y un significado, y es también capaz de modificación y desarrollo. Williams asegura, como Voloshinov, que el elemento formal del lenguaje debe poder transformarse en un signo interior, en parte de una conciencia práctica activa. Por lo tanto, dice Williams, el signo es parte de la conciencia verbalmente constituida, y permite a los individuos el uso de signos por propia iniciativa individual, creativa o autogenerada. Finalmente Williams sostiene que la lingüística chomskiana avanzó hacia un concepto se sistema que acentúa la posibilidad de la iniciativa individual y la práctica creativa.