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Escuela de Graduados
Maestría en Psicoanálisis
Avance de tesis Nº 1
TÍTULO: Complejo de Edipo y Narcisismo su vigencia y actualidad
Autor: Dr. Daniel Roberto Ambroggio
Director: Dra. Amelia Imbriano
COHORTE 2011
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Introducción
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Introducción
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Presentación del tema
El tratar los conceptos del Complejo de Edipo y Narcisismo y en un mismo contenido y verificar su actualidad y por ende su vigencia, puede llegar a ser una tarea ardua pero no por ello deja de ser apasionante y enriquecedora. enriquecedora. Esta temática plantea ya desde su inicio una serie de cuestiones, a las cuales trataremos de darles respuestas adecuadas, ya desde su comienzo y a los fines del posterior devenir del tema en cuestión, estas materias a dirimir son las siguientes:
Son entidades articulables entre si? si?
Tienen vigencia en la actualidad? actualidad?
Con respecto al primer interrogante, si bien el Complejo de Edipo y el Narcisismo surgen de fuentes conceptuales distintas, el aislarlos entre puede servir para dar un mejor marco teórico y conceptual de cada tema en particular; sin embargo la coyuntura de los mismos, nos dará lugar a valorar las innegables interrelaciones entre ambas entidades, dando un marco contextual a las relaciones mutuas que se dan entre el Complejo de Edipo y el Narcisismo, lo cual redundará en lo referente a los conexiones teóricas, clínicas y fundamentalmente el abanico investigativo que sobre tales conceptos se abre a la luz de los conocimientos actuales. En un comienzo, Freud plantea el complejo de Edipo como la conjunción del deseo amoroso del hijo al progenitor del sexo opuesto y del deseo hostil frente al
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progenitor del mismo sexo, lo cual supone la co-existencia en ese niño de ciertas ideas, sentimientos, emociones e impulsos en relación a sus padres. El niño y bajo la amenaza de la castración, intentará borrar dichas emociones y/o afectividades de su conciencia mediante el mecanismo de la represión, lo que sin embargo no se llega a cumplir ya que si bien quedan excluidas las representaciones de la conciencia, estas retornan bajo diversas formas o manifestaciones, tales como síntomas, sueños, lapsus u otras. Freud en a en Psicología de las masas y análisis del yo, toma nuevamente el concepto y lo amplia, lo extiende, entonces en el complejo de Edipo se dará una ambivalencia afectiva y que se dirige hacia ambos padres, el niño hará una opción, una identificación y como consecuencia de ello se dará lugar a la instancia del Superyó y por ende, correlativamente el carácter. Posteriormente y en una tercer interpretación por parte de Freud, se dará mayor valor al complejo de castración y esta instancia será el núcleo, el motor del complejo. Sin lugar a dudas, dudas, para Freud el complejo de Edipo tiene un carácter carácter estructurante para el sujeto, esto quiere decir que no hay sujeto que preexista a la relación con los padres. El mito edípico puede ser pensado como tragedia, como destino y, fundamentalmente, como estructura constituyente del sujeto. El complejo Edipo es un concepto base, estructural del psicoanálisis, pues es no sólo el complejo nuclear de las neurosis sino también el momento decisivo en que culmina la sexualidad infantil y en el que se decide el porvenir de la sexualidad y
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de la personalidad adultas, fundamentalmente, a través de las identificaciones que posibilitan y definen la posición sexual masculina o femenina y la manera de ser en general; es entonces la estructura que organiza el acontecer humano alrededor de la diferencia de los sexos y la diferencia de las generaciones, permitiendo articular lo estructural con lo histórico, es decir, con los acaecimientos reales y fantasmáticos de las relaciones del niño con sus padres. Los amores y los odios edípicos pueden ser hechos observables en la clínica, pero todo lo que tiene lugar al nivel manifiesto de los afectos no trasciende el nivel descriptivo y no explica por sí mismo la conflictiva edípica, esta se expresa en el inconsciente del sujeto, el complejo de Edipo nos permite observar y valorar la organización libidinal y de la estructuración del inconsciente mediante la construcción de un sistema de inscripciones pulsionales que fijan la pulsión y sin las cuales la pulsión sería una pura tensión, es decir una simple y mera excitación. El Edipo inscribe la pulsión y la somete a la represión, y en esta organización permite obtener satisfacciones acordes con la realidad o que la sexualidad encuentre nuevas canalizaciones a través de la sublimación. Lo que llamamos psico-sexualidad supone la intercalación de la pulsión sexual sobre la psiquis del sujeto, articulando el sexo físico con el sexo psíquico y proporcionando la temática fantasmática que fija el deseo organizando los distintos componentes pulsionales, encontrando la pulsión sus objetos y también los límites que la realidad impone en su pasaje por el Edipo, en el que el deseo se orienta hacia un objeto que a partir de ese mismo momento estará prohibido, en donde el objeto perdido es el objeto que causa el deseo.
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Podemos hablar de psicosexualidad a partir del momento en que la pulsión es inscripta y que de esta inscripción surge un representante que es el que configura el lado psíquico de dicha pulsión, mientras que su fuente configura su faceta propiamente somática. Freud definió la pulsión como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático, en donde la función de transcripción producida por el Edipo posibilita la articulación de lo somático con lo psíquico. Tampoco podemos dejar de lado el papel del objeto en la estructuración del inconsciente, pues el registro representacional puede realizarse gracias a la mediación materna, una de cuyas funciones más importante es la de proveer al niño de un mundo de representaciones que va a permitirle organizar su psiquismo. El Edipo de la niña no es simétrico como el del niño, el varón sale del complejo de Edipo mediante la castración y su angustia, en donde el rasgo que lo distingue es la renuncia a su madre. En cambio en la niña se registra la ausencia de pene como un perjuicio sufrido y al que se intenta, compensar o reparar, la niña se siente privada del falo por parte de su madre y ese resentimiento la aparta de la figura materna y elige a su padre como el objeto de su amor, siente que su padre podría darle un pene o bien su equivalente y de una forma simbólica que es un niño, supera de esta manera la envidia del pene por el deseo de un niño por parte del padre. La niña debe desprenderse de un objeto del mismo sexo, que no otra cosa que la madre, para investir y elegir otro de sexo diferente y que es el padre.
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La niña debe salvar la dominancia de la zona genital clitoridiana, heredera de las investiduras orales y anales, que es más semejante al pene del niño, a investir la vagina como órgano principal de placer. Como puede observarse el complejo de Edipo es mucho más complicado, menos comprensible en la niña que en el niño, ya que no nse da con certeza y claridad la explicación acerca de cómo llega la niña a renunciar a la madre y a tomar en su lugar al padre como objeto amoroso, ya que al no influir en ella el complejo de castración, falta el incentivo para salir del Edipo, en donde la niña lo deja en forma lenta o progresiva y por ende puede persistir largamente el vida psíquica de la mujer. Freud en sus estudios sobre la sexualidad femenina descubrió la importancia del primitivo vínculo con la madre, que puede determinar que algunas mujeres queden fijadas a esta primera relación y tal como dijimos, la abandona en forma lenta y hasta puede quedar fijada en la vida anímica de la mujer. De esta manera queda patente que tanto la feminidad como la masculinidad no están afirmadas desde el comienzo sino que se van estructurando a través del tiempo y por el pasaje por la fase fálica y el complejo de Edipo articulado con el complejo de castración. Siguiendo con nuestra propuesta, vemos, observamos que Freud articula en sus conceptos la relación del complejo de Edipo y el narcisismo, estableciendo a este último como una etapa articular, intermedia, un estadio del desarrollo entre el autoerotismo y el amor de objeto. El autoerotismo es relevado por el narcisismo, en el que una carga libidinal agracia al cuerpo propio como objeto y constituye al
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yo, en donde el narcisismo en cierto momento del desarrollo del individuo toma como objeto sexual a su propia estructura corporal y es a partir de ese instante, en donde se da la él concepto freudiano de que el dualismo pulsional, entre pulsiones sexuales y/o pulsiones de autoconservación, va a ser suplantado por libido del yolibido de objeto. En razón de lo expuesto, se suele interpretar que Freud extiende lo sexual al campo del yo, con lo cual, las funciones de auto-conservación ya no pueden ser entendidas como asexuadas, en donde el el Yo se va formando en estrecha interdependencia con los otros integrantes de la estructura familiar. Freud conjetura la existencia de un punto de confluencia entre lo que llama narcisismo primario, que no es otra cosa que la auto-investidura libidinal propia del niño, y el narcisismo parental, es decir una investidura libidinal parental trasladada sobre el niño. Esto nos conduce una vez más a la idea de estructura intersubjetiva, ya que el niño sin los adultos que lo rodean y cuidan no puede afirmar su propio narcisismo, sin dejar de tener en cuenta que dicho narcisismo parenteral se desplaza hacia el hijo y da sustento al narcisismo propio de los padres. Se da como un hecho necesario para la estructuración del aparato psíquico, la identificación del yo con la imagen realzada de los padres, imagen de la perfección, en donde el narcisismo tiene su imbricación con el complejo de castración, cuando acomodado en la problemática edípica, y mediando tanto la percepción de la diferencia de los sexos como la amenaza por la masturbación, el niño atraviesa la angustia por la pérdida de su pene y la niña, lo que Freud denominó la envidia del pene, entendido este o el falo como sinónimo, a la propiedad o atributo de máximo valor.
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Por ello la articulación entre el complejo de Edipo y Narcisismo son estructuras que se constituyen concurrentemente en el psiquismo, en el cual la valoración del falo, como expresión universal, es vivido como un triunfo frente al rival edípico. El falo tiene un papel articulador del complejo de Edipo con el narcisismo, en donde la representación del deseo sexual masculino tiene un papel defensivo y reasegurador para el narcisismo, por su parte el deseo y el goce femeninos, en la medida que no aparecen ligados a ningún órgano visible, nos enfrentan a algo peligroso por desconocido e insondable, este goce no perceptible de la mujer, que escapa a una simbolización fálica, es imaginado como algo inconmensurable y se llega a pensar que es mucho mayor que el del varón, ya Freud mencionaba la feminidad como de un “continente negro”. El deseo y el goce femeninos vienen a significar no sólo la irrupción de lo desconocido e ilimitado, algo que la mujer vive o vivencia mejor dicho como desorganizador, en donde las pulsiones pasivas que determinan la feminidad y que en la seducción primaria es tratado como un objeto de goce para el otro. Observamos claramente como el falo es el insignia del narcisismo y que se encuentra en el desarrollo tanto del niño como de la niña, que son evoluciones diferentes en el seno del complejo de Edipo y de la fase genital, en que la economía narcisista debe ser re-negociada, en donde lo amenazado por la castración no es tanto el pene como órgano real, sino lo que él representa, la representación universal del pene, es el reflejo narcisista idealizado del sujeto y que teme perder, no es otra cosa que la pérdida narcisista de la autoestima
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encarnada en el pene a que nos remite la angustia de castración propiamente dicha. EL MITO DE EDIPO Cuando la obra de Edipo Rey apareció en escena en la Atenas del siglo V, los personajes y el argumento que en ella aparecían debieron resultar muy familiares para los espectadores de dicha época. La historia que aparece contada en escena está tomada de la mitología griega que a modo de cuentos o narraciones habían venido circulando primero de forma oral, y luego por escrito, desde tiempos inmemoriales. En muchos de sus elementos estas historias poseían un fondo conocido que los griegos habían oído relatar, ya desde pequeños de boca de sus padres y familiares. Tal como hoy en día en nuestra tradición escuchamos relatos de nuestras tradiciones latinoamericanas. Esto explica porqué les parecía conocida la estructura narrativa de la obra y así de inmediato el público reconocía personajes y argumentos y, si estaban bien contadas, que volvieran a deleitarse con ellas. Edipo Rey ilumina en solitario siglos de teatro, de reflexiones y de dudas sobre la naturaleza del ser humano, se implanta como una fuente infinita de correspondencia entre el poder, la familia, el sexo, el misterio de la existencia y la muerte. Hay verdades que llevan a la locura, y eso Edipo lo averiguará una vez que el ciego Tiresias le revele una madeja de verdades ocultas a la luz de la verdad.
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El tema o argumento de Edipo Rey es la predestinación del destino y la locura de los seres humanos por transgredir las leyes divinas. En esta tragedia el narrador quiere dejar bien en claro que nadie puede escapar de su destino, y lo hace en dos momentos, cuando los padres de Edipo se enteran que su hijo iba a matar a su padre para casarse con su madre, tratan de evitar que esto pase mandando a la criatura lo más lejos posible y el otro momento se da cuando los oráculos le dicen lo mismo también a Edipo, el trata de escapar de su reino para no matar a su padre ni casarse con su madre. Finalmente y como era lógico en esa época, los oráculos se cumplen, y se comprueban las locuras que realizan los seres humanos para transgredir las leyes divinas. En esta obra se dan los elementos fundamentales de una tragedia típica y que son la fábula, el carácter, los dictámenes, la dicción, la melodía, y la perspectiva. La fábula es lo supremo y casi el alma de la tragedia, no es otra cosa que el retrato de la acción; por su parte el carácter es el que declara cuál es la intención del hablante en las cosas en las que no se trasluce, qué quiere o no quiere. El dictamen es sobre cosas en que uno decide cómo es, o cómo no es, lo que se trata, o lo confirma en general con un epifonema. La dicción se podría definir como la expresión del pensamiento por medio de las palabras.En referencia a la melodía es suavísima y la perspectiva es, sin duda, de gran recreo a la vista, pero la de menos estudio y menos propia de la poética. “Edipo Rey” en general cumple con los elementos principales de la tragedia típica, pero no con todos ellos; solamente con la fábula, los dictámenes y el carácter.
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En la tragedia de Edipo, la anagnórisis es el reconocimiento; y éste a su vez es la conversión o mutación de persona desconocida, en conocida. En esta tragedia podemos decir que la anagnórisis se da con Edipo, y se produce cuando éste se da cuenta de quién es realmente, cuando realmente se da cuenta de que no es el hijo de Polibio y Merinto, sino que es el hijo de Layo y de Yocasta, y de que el fue el verdadero asesino de su padre, y que, además, se casó, y fruto de esa relación matrimonial tuvo hijas con ella. Aquí el personaje de Edipo conoce a otro completamente distinto, produciéndose la anagnórisis. Justamente en esta tragedia la anagnórisis y la peripecia coinciden cuando el mensajero le revela a Edipo quién es realmente, pero el que inicia la gestación de la anagnórisis es Tiresias quien le predice a Edipo lo que le sucederá en el futuro, y que el es el verdadero asesino de Layo, es a partir de ese momento, que Edipo comienza a realizar investigaciones, encontrándose finalmente con la verdad. Se da entre la tragedia griega y su valoración psicoanalítica, un manifiesto enlace o conexión, a partir de dos elementos, a nuestro entender trascendentales, por una parte la “predestinación”, la cual podría entenderse y desde una óptica netamente cristiana como la enseñanza en la que el eterno destino de una persona viene predeterminado por la inalterable ley de Dios. Sin desmedro de ello, la predestinación no implica la irremediable negación del libre voluntad, el libre albedrío del sujeto. Se puede decir que la mayoría de los exponentes de la doctrina ha mantenido que sólo es el destino final del individuo el que está predeterminado, no las acciones del individuo, que siguen siendo fruto de la libre voluntad. Por otra parte y como elemento significativo, tenemos lo que se denomina fatalismo, sería la doctrina que afirma que todos los acontecimientos
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ocurren de acuerdo con un destino fijo e inexorable que no está ni controlado ni influido por la voluntad de los individuos, para este fatalismo los precedentes no guardan una conexión causal con los sucesos subsiguientes. Esta tragedia coincide plenamente con la doctrina de la predestinación ya que se advierte que el destino de Edipo está marcado y escrito, así lo predicen los oráculos y Tiresias, pero no ocurre de este modo con sus acciones, que están servidas a su voluntad. En lo referente a la obra clásica de Sófocles, cabe decir que Edipo es el mítico rey de Tebas, hijo de Layo y Yocasta, que mató, sin saberlo, a su propio padre y desposó a su madre. Al nacer Edipo, el Oráculo auguró a su padre lo que sucedería; y Layo, queriendo evitar el destino lo mandó matar recién nacido. Apiadado de él, su verdugo en lugar de matarlo lo abandonó en un monte, al pasar un pastor halló al bebé y lo entregó a los reyes de Corinto que se encargaron de su crianza. Cuando Edipo llegó a la adolescencia comenzó a sospechar que no era hijo de sus pretendidos padres y para salir de dudas consultó al Oráculo que le auguró que mataría a su padre y desposaría a su madre biológica. Ante esto, Edipo, creyendo que sus padres eran los que lo habían criado, decidió alejarse para huir a su destino. Emprende un viaje y en el camino hacia Tebas se encuentra con Layo en una encrucijada, discute con él por la preferencia de paso y lo mata sin saber que era el rey de Tebas y también su verdadero padre. Edipo es nombrado rey y se casa con la viuda de Layo, Yocasta, su verdadera madre, para descubrir posteriormente que es el hijo de Yocasta y Layo. Al enterarse Yocasta que se ha casado con su propio hijo se suicida y Edipo
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abrumado por la gran tragedia, creyó no merecer más ver la luz del día y se sacó los ojos con su espada. Sus dos hijos le expulsaron de Tebas y Edipo se fue al Ática donde vivió de la mendicidad y como un pordiosero, durmiendo en las piedras. La obra de Edipo Rey, produce tanto en el teatro como en el estudio de la obra de Freud, una verdadera “catharsis”, ya que, el sujeto se siente identificado con el personaje al ver que éste es honrado y noble, y siente compasión luego, cuando se revela la verdad, y pasa de la fortuna, a la desgracia o peripecia, entendida esta como revolución; y revolución es la conversión de sucesos en contrario. Ante esto no se puede dejar de sentir consternación en el momento en que Edipo se quita los ojos,a lo largo de toda la tragedia se van mezclando los sentimientos de terror y compasión, pero el momento en el que la catharsis adquiere mayor intensidad es cuando se producen la peripecia y la anagnórisis. El complejo de Edipo es el conjunto de representaciones, parcial o totalmente inconscientes y provistas de un poder afectivo considerable, a través de las cuales se expresa el deseo sexual o amoroso del niño por el progenitor del sexo opuesto, y su hostilidad al progenitor del mismo sexo. Esta es la forma positiva del complejo, que se presenta como en la historia de Edipo Rey. Esta representación puede invertirse y expresar amor al progenitor del mismo sexo y odio al progenitor del sexo opuesto. El Edipo completo consiste en la combinación de ambas representaciones, que nunca falta. El Complejo de Edipo son sentimientos derivados de la vinculación erótica del niño con el padre del sexo opuesto. Para Freud el complejo de Edipo es una etapa
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fundamental en el desarrollo psicosexual del niño y estableció que ocurría en los niños entre los 2 y los 5 años de edad , cuando los niños experimentan intensos sentimientos de celos, amor, odio, que desaparecen una vez que el niño se ha identificado con el padre y ha aprendido a reprimir sus instintos sexuales. El niño que queda fijado en esta etapa, llamada fálica, del desarrollo libidinal, o en cualquiera de las otras etapas señaladas por Freud, como la oral, anal, latente, puede experimentar problemas en su vida adulta debido a la falta de gratificación de sus necesidades. Freud indicó que el Complejo de Edipo, constituye el complejo nuclear de las neurosis, y que la tarea terapéutica del psicoanálisis consiste en elaborar la fijación edípica (el amor a la madre y el odio al padre), de manera que el sujeto pueda encontrar sustitutos socialmente aceptables de su madre y así reconciliarse con su padre. Freud consideraba que esta misma estructura de relaciones, pero invertida (el amor al padre y el odio a la madre), constituía el complejo de Edipo femenino, denominado también como el Complejo de
Electra.
SIGMUND FREUD Y EL COMPLEJO DE EDIPO El Complejo de Edipo son sentimientos derivados de la vinculación erótica del niño con el padre del sexo opuesto. Para Freud el complejo de Edipo es una etapa fundamental en el desarrollo psicosexual del niño y estableció que ocurría en los niños entre los 2 y los 5 años de edad , cuando los niños experimentan intensos sentimientos de celos,amor, odio, que desaparecen una vez que el niño se ha identificado con el padre y ha aprendido a reprimir sus instintos sexuales. El niño que queda fijado en esta etapa, llamada fálica, del desarrollo libidinal, o en
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cualquiera de las otras etapas señaladas por Freud, como la oral, anal, latente, puede experimentar problemas en su vida adulta debido a la falta de gratificación de sus necesidades. Freud indicó que el Complejo de Edipo, constituye el complejo nuclear de las neurosis, y que la tarea terapéutica del psicoanálisis consiste en elaborar la fijación edípica (el amor a la madre y el odio al padre), de manera que el sujeto pueda encontrar sustitutos socialmente aceptables de su madre y así reconciliarse con su padre. Freud consideraba que esta misma estructura de relaciones, pero invertida (el amor al padre y el odio a la madre), constituía el complejo de Edipo femenino, es decir el denominado complejo de Electra. La primera mención que hizo Sigmund Freud del complejo de Edipo fue en una carta escrita nro.: 71, en 1897, del 15 octubre de l897, le refiere a Fliess, “ también en mi he hallado el enamoramiento de la madre y los celos hacia el padre... nos revelamos contra tanta compulsión individual arbitraria (de destino) pero la zaga griega captura una compulsión, que cada quién reconoce porque ha registrado en su interior la existencia de ella. Cada uno de los oyentes fue una vez en germen y en la fantasía un Edipo así...” mientras estaba analizando la relación con su padre
que había muerto seis meses antes. En la interpretación de los sueños, escrita aproximadamente en la misma época, se refería al hecho de “estar enamorado de uno de los padres y odiar al otro” como uno de los constituyentes fundamentales del conjunto de impulsos psíquicos” formados en la infancia y como algo importante de los síntomas de neurosis posteriores.
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Sigmund Freud se inspira en esta tragedia griega para explicar la tendencia amorosa de los varones hacia la madre y los celos, en conflicto con el afecto, hacia el padre y la misma tendencia en las mujeres con sus progenitores, en forma opuesta, aunque reconoce que en las niñas el Edipo no es simétrico al del niño, debido a la estructura de la relación de ambos bebés con la madre antes de los tres años. En la teoría de Freud, el edipo es, pues, ante todo, esta separación del niño con la madre: separación organizada por la institución que regula las leyes de la paternidad y de la prohibición del incesto. La aparición del tercero, que el padre, o en otros términos “la sombra del padre”, expulsará al hijo del mundo imaginario constituido por su relación dual con un único otro: la madre. El Complejo de Edipo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo humano. Freud afirma que esta tendencia es Universal e independiente de la cultura y organización familiar. Freud hizo del complejo de Edipo la génesis y el eje alrededor del cual gira su propuesta teórica, se trata de un concepto vital en la teoría psicoanalítica y entender el mismo como perimido, es parte de su vigencia, las controversias alrededor del mismo, hacen valedero su análisis actual y por ende su actualidad. En la teoría freudiana el complejo de Edipo es un fenómeno que aparece en el desarrollo de todos los seres humanos, tanto en el sexo masculino como en el femenino. Esto no significa, sin embargo, que tenga igual evolución en ambos sexos: para Freud el complejo de Edipo femenino no es simétrico al del niño.
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Freud utilizó el Complejo de Edipo como instrumento interpretativo, tanto cuando se ocupó de Edipo Rey, como cuando analizó el Hamlet de Shakespeare, o Leonardo; o bien Dostoievski o cuando teorizó la clínica de los neuróticos de principios del siglo XX y que concurrían a su consulta. El complejo de Edipo es la piedra angular de la teoría Freudiana, ya por el mismo llegamos a la teoría de la pulsión (Trieb en Aleman), entendida esta como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático (Freud,1915). En el complejo de Edipo Freud intenta fundamentar las bases del funcionamiento de la psiquis y de la estructura misma de la personalidad, es decir la metapsicología Freudiana. Esta metapsicología Freudiana y con una concepción amplia del tema, se aíslan conceptos teóricos de Freud de las definiciones psiquiátricas, por otra parte en sentido restringido o stricto sensu, este análisis trata de explicar un proceso psíquico y para ello toma un aspecto tópico, es decir donde se localiza u ocurre este fenómeno psíquico; un aspecto dinámico que trata de explicar su génesis y posterior desarrollo y finalmente un concepto económico, por el cual se trata de explicar distribución y equilibrio de energía y que nace de la pulsión. A tal punto se demuestra la vigencia del pensamiento Freudiano en este campo, que cien años después de Freud, el mismo término, se ha impuesto para designar las reflexiones filosóficas, cognitivas, epistemológicas y ontológicas sobre la propia psicología, sin dejar de destacar que la teoría de la mente de Freud sigue siendo un desafío para la filosofía, como así también a los conceptos actuales de la psicología moderna y de las neurociencia.
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Sigmund Freud en su juventud, posiblemente bajo la influencia de Darwin (en su teoría de la evolución y que vale para explicar el psiquismo, no solo en el hombre sino también en otros animales) le asignaba al hombre una doble carga inconsciente: reprimir los deseos encubiertos de matar al padre, de eliminarlo, de excluirlo y por otra parte desea la posesión de la madre, soportando la carga de la culpa y por dichos deseos. El modelo darwiniano de la evolución está siendo retomado por las ciencias humanas, después de un largo período de olvido, para tratar de aportar un nuevo punto de vista sobre la condición humana, ya no a partir de la especulación hipotética sino a partir de la comprobación empírica. Todavía a muchos les molesta la idea de que el ser humano sea estudiado desde la perspectiva animal o se le compare con éstos, aunque la biología todos los días nos recuerde con mayor ahínco que eso somos. Obviamente nunca habrá una comparación perfecta entre especies pues cada una tiene características particulares fruto de miles o millones de años de evolución pero eso no contradice el principio fundamental de que el problema es más de nivel de complejidad que de esencia. Durante décadas se ha buscado un límite claro entre la humanidad y la animalidad a través del lenguaje y el universo simbólico que representa la cultura. Para pesar de muchos, los estudios recientes sobre primates han revelado que ni el lenguaje ni la cultura parecen ser exclusivamente humanos, ya que los primates demuestran permanentemente y cada vez con mayor claridad que son capaces de la utilización del signo lingüístico tanto en términos de significante como de
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significado. Por supuesto que el nivel de desarrollo cognitivo del ser humano es más sofisticado que el de las demás especies, pero no se debe olvidar que esta sofisticación se da gracias a un cerebro con el que nos dotó la misma naturaleza. Freud en 1899-1900 en su obra sempiterna de la interpretación de los sueños describe en extenso la tragedia de Edipo y el Edipo de Hamlet y es a partir de allí donde emprende el análisis del mismo; en donde Edipo irrumpe como el héroe clásico que no sabe o conoce pero actúa y Hamlet como el personaje que si sabe pero que tarda mucho en actuar. Tanto Freud como Lacan considerarían que Hamlet seria el Edipo más moderno, quien no se decide a vengar la muerte de su padre, va retrasando la venganza, porque sabe que el mismo tiene algo de culpa. El complejo de Edipo se describe como la representación inconsciente a través de la que se expresa el deseo sexual o amoroso del niño , en donde Freud describe dos zonas distintas en las que se puede presentar el conflicto edípico:
Complejo de Edipo positivo: En el cual se manifiesta la rivalidad hacia el progenitor del mismo sexo y por ende atracción y deseo sexual hacia el progenitor del sexo opuesto.
Complejo de Edipo negativo: En este se da el amor hacia el progenitor del mismo sexo, y por otra la animosidad y rechazo hacia el progenitor del sexo opuesto.
Es de esta forma que la teoría de Freud distingue en el desarrollo psicosexual de los niños tres etapas principales y sucesivas:
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i.
Etapa Oral: Es aquella que se desarrolla en los primeros doce a dieciocho meses de vida, esta primera fase libidinosa se da por el placer del niño al momento de la alimentación y en la cual la parte oral, su boca, tiene una papel fundamental, en el cual la misma tiene satisfacción en los actos de comer, beber, siendo el prototipo inicial de la satisfacción y que lograra su autonomía con el actor del chupeteo que se evidencia en todos los bebes en esta etapa de su vida. Una segunda etapa que coincide con la dentición, la cual se relaciona íntimamente con el acto de morder y que lleva implícitamente un acto destructivo y que da lugar a una ambivalencia de amor y odio hacia un mismo objeto.
ii.
Etapa anal: Se da entre los dieciocho meses y los cuatro años, edad en el cual el ano y por ende su función y actividad, genera sensaciones libidinosas, por ser una zona erógena excitable y por otra parte, se da en la misma una bipolaridad, ya sea activa o pasiva, relacionada con la posibilidad del niño de retener o de expulsar la materia fecha.
iii.
Fase fálica: Esta phallic stage es posterior a las anteriores, aproximadamente entre los 3 y los 6 años de edad, culminando con la entrada en el período de latencia y en donde las pulsiones derivadas de las fases oral y anal, se concretan y afirman en una cierta preponderancia de lo genital; en esta fase se da la unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos sexuales; sin embargo el niño, también la niña, solo identifican en esta fase un solo órgano genital, el pene Freudiano o falo
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Lacaniano, en donde la oposición entre ambos sexos equivale a la oposición entre el falo y la castración. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte Yo y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones; es de destacar que Freud al introducir el concepto de fase fálica, da por sentado la existencia desde los primeros años de vida del niño, de una indiscutible organización de la sexualidad, que siendo muy parecida a la del adulto y la a la cual se le menciona, justificadamente como “genital” en la que se encuentra un objeto sexual y una cierta convergencia de las tendencias sexuales sobre este objeto. El complejo de Edipo se da en forma estimativa entre los tres y los cinco años, en la forma que el niño resuelve el mismo, en otras palabras como remedia ese trípode amoroso con sus progenitores, dará o no lugar a posibles neurosis a posteriori. El Edipo es la pura inter-subjetividad procesada por medio de los órganos que asumen los marcapasos biológicos del embate de las pulsiones (oral, anal, fálico, genital). Freud le da además la categoría de un fenómeno clave y fundamental, el cual se presenta totalmente en forma independiente de otros elementos, ya sean culturales, educacionales, familiares o una pertenencia racial. Freud desarrolla esta idea en su obra Totém y Tabú (Freud, 1913), en el cual sirviéndose de una metáfora, argumenta la universalidad del complejo de Edipo, en el cual plantea que escenario se instala el tabú del incesto, el cual se da en una época histórica indeterminada de las hordas primitivas, en la cual los hombres vivían en pequeñas
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agrupaciones dominadas por un macho poderoso y tiránico -la figura del padreque tenía el privilegio incuestionable de poseer a las hembras, sin embargo los machos-hombres jóvenes se rebelan contra el macho padre, lo asesinan y se comen su cadáver. La cena totémica habría involucrado además una dimensión simbólica muy importante: no sólo se habrían comido el cuerpo, sino que principalmente también sus atributos espirituales, lo que da por resultado una identificación con el padre. A partir de este hecho se da lugar al arrepentimiento y los sentimientos de culpa tras el asesinato del macho-padre y que los llevan a imponer el nuevo orden social que se sustenta en la exogamia, en donde es tabúaspecto prohibitivo- de poseer a las mujeres del clan, al mismo tiempo que instauraron el totemismo, que es la es una figura que representa la liga o unión de un determinado grupo social, no por lazos consanguíneos, sino por pertenecer a la misma imagen totémica, imagen esta que puede estar representada por un animal, una planta o una fuerza natural. La figura o imagen totémica representaba los lazos familiares del grupo social, en el cual no se podían contraer relaciones sexuales y a las cuales se consideraban de índole incestuosas. Freud sin embargo resalta que el macho-padre muerto tiene más injerencia que el macho-padre vivo, ya que la obediencia retroactiva que se le presta se sustenta en el sentimiento de culpa. Las prohibiciones del totemismo, es decir el incesto y por ende el matar-asesinar al tótem-padre, encarnan los dos deseos inconscientes centrales del conflicto
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edípico, siendo esto una concepción universal y fundante de la cultura y el conocimiento en cualquier grupo humano y que integra una sociedad. La ortodoxia Freudiana sostiene que las primeras manifestaciones de la libido infantil son de carácter bisexual y a partir de los cinco años ya se aprecian las diferencias sexuales, el niño advierte la diferencia del cuerpo de su madre, además se le comienza a decir que cuando crezca será como su padre, pero que por el momento no debe aspirar a ser el primero en los afectos de su madre, es su padre quien ocupa ese lugar privilegiado. El problema de cómo sofocar los celos que el padre le suscita, especialmente si su inteligencia le permite captar el triángulo amoroso en que se encuentra encerrado. Durante esa etapa del desarrollo, según el psicoanálisis, el niño -o la niña, en tensión de rivalidad directa con su madre-, atraviesa el dificultoso tramo edípico. Freud, en Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad asegura que en los niños es recurrente la fantasía incestuosa de expulsar y sustituir al progenitor rival, es decir el padre para el niño, y la madre para la niña, pero esas ideas suscitan intensa culpa y temor al castigo. El conflicto se resuelve durante la adolescencia, cuando la adolescente o el adolescente logran traspasar sus cargas afectivas del progenitor o la progenitora a un muchacho o muchacha de su edad respectivamente. Pero quienes han desarrollado una relación muy estrecha con el progenitor del sexo opuesto -y su correspondiente e ineludible sentimiento de culpa, o técnicamente complejo de Edipo-, se verán en peligro de proseguir toda su existencia con una sensación de
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incomodidad ante cualquier experiencia sexual, puesto que inconscientemente la asociarán con sus culposos deseos de incesto allá en la infancia. El desenlace, cuando la neurosis se afianza, no siempre es el mismo, para el hombre se abre la posibilidad de la impotencia, el trato exclusivo con prostitutas mujeres que de alguna manera no se parecen a su madre-, o más aún, la posibilidad de responder sexualmente sólo a otros hombres. Para las mujeres la salida al conflicto no resuelto son principalmente la frigidez y el lesbianismo. Siguiendo a Freud, las formas de encarar el Edipo tendrá mucha importancia en la elección del objeto sexual del adulto, en donde se puede condicionar tanto la heterosexualidad como la homosexualidad. El psicoanálisis, cuya característica principal es el sondeo de la memoria para despertar los recuerdos infantiles, precisamente sostiene que las peculiaridades sexuales tienen su origen en la infancia. En La interpretación de los sueños , Freud postula que los conflictos sexuales y amorosos están en la base de casi todas las neurosis personales: solucionados los problemas de la alimentación y del reparo de la intemperie- techo-abrigovestimenta, para el hombre surge la emergencia de su satisfacción sexual y afectiva. A esa apetencia combinada la denomina libido, y la misma se haría sentir desde la infancia. Freud sostiene que las manifestaciones de la libido son muy variadas, pero que las reglas de la sociedad obligan a vigilarlas en un constante acecho, sobre todo
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para preservar la base y fundamento del conglomerado social: la familia. Las dos manifestaciones más inconvenientes de la libido resultarían por lo tanto los deseos incestuosos y los homosexuales. Quienes siguen a Freud se han preocupado por investigar mortificaciones que el individuo ha debido sufrir a lo largo de la historia para aprender a reprimirse y así adecuarse a las exigencias sociales de cada época, puesto que sería imposible acatar las normas sociales sin reprimir muchos de los propios impulsos instintivos propios del ser humano. La pareja matrimonial legítima, como ideal propuesto por la sociedad, no resultaría necesariamente el ideal de todos, y los excluidos no hallarían otra salida que reprimir y ocultar sus tendencias socialmente indeseables. Desde la concepción Freudiana el heredero del complejo del Edipo es el Superyó que representa la conciencia moral, en parte consciente y en parte inconsciente del sujeto, así como sus ideales, el Superyó se estructura en oposición al Yó el que se identifica con la conciencia, con el sentido de la realidad. La otra instancia del mundo psíquico freudiano es el Ello, que constituye el mundo inconsciente de las pulsaciones del sujeto y por tanto abiertamente opuesto al superyó que, como vimos, representa la sublimación positiva y creadora de los instintos inconscientes. Someramente podríamos decir que toda la teoría psicoanalítica freudiana se basa sobre la supremacía de los instintos o, para ser más exactos con su terminología, las pulsiones de naturaleza libidinosa, las que constituyen el motor que pone en marcha la formación de la personalidad del individuo, el cual debe superar las
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distintas fases de evolución pulsional hasta acceder al estado de madurez, en que los instintos primigenios son sacrificados en aras de un desarrollo armonioso de las potencialidades creadoras humanas. Cabe aclarar que el complejo de castración descrito por Freud se articula con el complejo de Edipo, lo cual fuera descubierto por Freud en el análisis del pequeño Hans y el cual se presenta de una manera distinta para cada uno de los sexos. Pero, dentro de la perspectiva Freudiana es comprensible únicamente en función de la primacía del pene en los dos sexos y posteriormente en función de la primacía del falo. El agente de la castración, el que llega a actualizar la amenaza de la castración, para el niño pequeño es representado por el padre, mientras que para la niña la situación es menos clara, sería sin duda sobretodo la madre que amenaza de privar a la niña del pene, mientras que el padre la amenaza de castración. Estas diferencias son importantes ya que conllevan a configuraciones diferentes del complejo de Edipo según los sexos: la amenaza de castración marca para el niño la crisis terminal del complejo de Edipo y prohíbe al niño del objeto materno; mientras que para la niña, la privación del pene marca la entrada en el complejo de Edipo y el establecimiento del deseo del pene paterno, el cual evolucionará hacia el deseo del niño.
El acento unívoco que ciertos autores otorgan a la función prohibitiva del padre (sombra del padre) en el complejo de Edipo, para los dos sexos, conduce a eliminar la complejidad de los fenómenos descritos por Freud. No solamente es el
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padre el agente de la castración y el portador de lo prohibido, pero también la madre, en la mente de Freud son los padres en general, incluso todos los eventuales sustitutos de los padres, dentro de los cuales podemos contar a las personas contratadas por los padres para el cuidado de los niños. La salida del complejo de Edipo implica claramente para Freud una destrucción y una supresión del complejo bajo la presión de la amenaza de castración, pero únicamente para el niño. Los objetos que antes se investían en el cuadro del complejo de Edipo son en lo sucesivo incorporados dentro del yo en donde formaran el núcleo del superyó. Freud insiste que en los casos ideales ya no subsiste más el complejo de Edipo, ni siquiera en el inconsciente, el superyó se ha convertido en el heredero del complejo, si el complejo de Edipo es reprimido y no destruido, se manifestará a través de síntomas y de una psicopatología signos de un retorno de lo reprimido. En cambio, en la niña el motivo de la destrucción del complejo de Edipo no existe, su separación por ende será más difícil, ya que puede ser abandonado lentamente, ser liquidado por represión, los efectos de esto pueden ser diferidos durante un largo tiempo en la vida mental normal de la mujer. Sin desestimar el papel importantísimo de la sexualidad, muchos psicoanalistas posteriores han reprochado a Freud el determinismo que concede a todo lo sexual en la elaboración de su teoría. Tal como mencionáramos anteriormente, si el hombre, al igual que el resto de los animales, es portador de instintos, tampoco es menos cierto que tienen unas
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necesidades específicamente humanas derivadas de su propia situación ante la naturaleza, una de ellas es ella el afecto, el amor, la ternura, el cariño , que le ayuda a afrontar situaciones nuevas en un mundo en el que constantemente ha de asumir nuevas situaciones y renunciar a seguridades pasadas . La necesidad física que el niño pequeño siente hacia su madre (cabe aclarar que a esta edad sería prematuro hablar de afecto), se justifica porque ésta es su único asidero frente a un mundo en el que se siente perdido y el cual es desconocido y por ende le infunde temor, ello es que lo puede justificar el complejo de Edipo, y no un impulso exclusivamente biológico. Que el Edipo sea precisamente y en palabras de Freud un “ complejo ” no soluciona nada, no podemos pretender que ello sea el final de una argumentación histórica, sino que a partir de Freud y el complejo de Edipo se debe tomar como el inicio de la investigación, por ello la teoría de Freud se dio a tantos engaños y por ende muchos equívocos (bien y malintencionados), se debe comprender es ternario, es conflictivo y fundamentalmente dialéctico. Resulta también conflictiva la expresión “triángulo edípico”, ya que da y por lógica, la imagen geométrica del concepto, imagen esta que da al complejo una partida lineal con solo algunos desvíos y un final lineal en el punto de partida, ello sin lugar a dudas no es la interpretación, el complejo de Edipo, siguiendo el genial modelo Freudiano, es el de la contradicción bipolar en la cual se encuentra inmerso el sujeto y en la cual se funda, el clásico amor-odio de la teoría, la representación de la lucha del sujeto con dos imagos parenterales ya conflictivas en su propia naturaleza estructural y que suele definirse como una “pareja de
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opuestos”, ya que se debe recordar que no solo se encuentra la contradicción entre las imágenes materna y paterna, sino que tanto el padre como la madre son a su vez amados y odiados, atraídos y rechazados, por ende cada uno de ellos, madre y padre, son a su vez deseados y prohibidos, es la imagen contradictoria de la pareja de padres. El falo tiene un papel articulador del Edipo con el narcisismo. En tanto que representación del deseo sexual masculino tiene un papel defensivo y reasegurador para el narcisismo. Al contrario, el deseo y el goce femeninos, en la medida que no aparecen ligados a ningún órgano visible, nos enfrentan a algo peligroso por desconocido y abisal. El goce no visible de la mujer, que escapa a una simbolización fálica, es imaginado como algo inconmensurable y se llega a pensar que es mucho mayor que el del varón. Freud hablaba de la feminidad como de un continente negro. El deseo y el goce femeninos vienen a significar no sólo la irrupción de lo desconocido e ilimitado, vivido como desorganizador, sino también la preferencia por las metas pulsionales pasivas que caracterizan a la feminidad y que recuerdan a la posición pasiva a la que el sujeto se ha visto sometido en la seducción primaria, al ser tratado como un objeto de goce para el otro. Algo fundamental y como primera articulación entre el complejo de Edipo y el narcicismo, hace referencia al falo como emblema del narcisismo está presente en las evoluciones diferentes de la niña y del varón en el seno del complejo de Edipo y de la fase genital, en que la economía narcisista debe ser renegociada. En resumidas cuentas, lo amenazado por la castración no es tanto el pene como
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órgano real, sino lo que él representa, es decir, el falo en tanto que reflejo narcisista idealizado del sujeto mismo, que éste teme perder. Es a una pérdida narcisista de la autoestima encarnada en el pene a que nos remite la angustia de castración propiamente dicha. Es la fantasía en la vida psíquica lo que posibilitó a Freud el descubrimiento del complejo de Edipo, a partir de la consistencia, la organización y la eficacia del mundo fantasmático que se justifica el empleo del término realidad psíquica. La fantasía es una formación intermedia entre el nivel inconsciente propiamente dicho y el nivel pre-consciente y puede ser considerada como el escenario del deseo. La fantasía, que tiene un importante papel organizador de la vida psíquica, puede, bajo ciertas condiciones, convertirse en refugio y prisión de la libido, que queda atrapada en un mundo interior de ensoñaciones de realización omnipotente e irreal del deseo. En su vertiente patológica, la fantasía consiste en ensoñaciones regresivas que impiden la evolución del sujeto al retenerlo en un mundo imaginario, poblado de figuras tomadas del mundo infantil, es decir, edípicas. En base a lo expuesto, se debe hacer una diferencia, una distinción entre dos niveles en el Edipo: 1. Un registro imaginario que es el escenario constituido por las personas de los padres o sus sustitutos, en el que se despliegan los dramas de amor y odio, de celos y venganza, que permiten hacer una representación del conflicto, pero que no es el conflicto mismo.
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2. Un registro simbólico, más estructural, que concierne a las funciones que esas presencias pretenden inscribir en el sujeto. Las funciones son de otro orden que las imágenes, por lo que no hay que confundirlas. La madre es la que asegura una presencia corporal, guardiana y erógena a la vez, cumple verdaderamente su función de soporte materno. A partir de dicha función materna puede inmiscuirse la función paterna, forjada como función de separación y apertura. Este espacio materno en el que el niño vive puede tornarse muy peligroso si falla la referencia paterna, en cuyo caso el niño puede temer ser envuelto por la madre o dañarla él mismo si no puede contener su agresión, que podría llegar a destruir el mundo que lo sostiene. El padre desempeña entonces un papel central por ser el representante de la ley que prohíbe el incesto, en el ejercicio de una autoridad que trasciende a su persona, pues emana de lo social. La interdicción del incesto se organiza en torno a una transmutación del padre real en padre simbólico que transmite prohibiciones y leyes. Existe entonces una diferencia entre la figura del padre en el mito edípico y la personalidad del padre concreto, tal como aparece en la realidad familiar, pues corresponden a distintos niveles y funciones. Los padres son fuente de amor y satisfacción de necesidades y constituyen un papel fundamental en la constitución del aparato psíquico. Freud elige a Edipo rey como el mito que refleja su teoría por excelencia ya que muestra la lucha entre el hombre y el destino, pero esto no es lo central lo importante es que hiere la
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sensibilidad de la humanidad porque los protagonistas podríamos haber sido cualquiera de nosotros. En la sexuación el primer objeto de amor es la madre, la que erogeniza, engloba, acapara al niño, pero la sexualidad se estructura alrededor de una falta, un objeto que se va constituyendo, que nunca lograra satisfacernos que es el pene o falo. Freud observó un niño de 18 meses, el cual jugueteaba con un carretel atado a un piolín, arrojándolo debajo de su cama haciéndole desaparecer, repitiendo un “o-oo-o” al cual se le atribuye el significante “Fort” (se fue), y luego recuperándolo, tirando del piolín seguido de un “Da” (acá esta), acción a la cual le atribuía ser causa de mayor placer. Este juego demostraba, según Freud, los importantes resultados del orden cultural obtenidos por el niño sobre su deseo, que, como renuncia pulsional lo ayudaba a admitir la ausencia de la madre sin presentar oposiciones. Freud va a analizar aquí como el niño cambia de actitud frente a la pérdida, pasando de ser pasivo a activo. “El acto de arrojar un objeto para que “se vaya” acaso era la satisfacción de un impulso, sofocado por el niño en su conducta, a vengarse de la madre por su partida; así vendría a tener este arrogante significado: “Y bien, vete pues no te necesito, yo mismo te hecho”. Freud observa como en el juego, si el niño tiende a repetir algo desagradable es debido a una obtención de placer de otra índole. Es a partir del juego que el niño toma control de la situación, abandonando él a su madre en forma simbólica, construyendo así el proceso de control por su parte. Antes era la madre que se
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ausentaba, ahora es él quien la ausenta arrojando el carretel. “En la vivencia era pasivo, era afectado por ella, ahora se ponía en papel activo repitiéndola como juego, a pesar de que fue displacentera.” Estas representaciones simbolizadas en los juegos de niños tienden a repetirse, sin desvincularse de las experiencias más dolorosas, produciendo en el niño, como dice Freud, un “elevado goce”, bajo el principio del placer, el niño crea un medio para poder representar los recuerdos, aunque estos sean de por sí displacenteros.
CARL GUSTAV JUNG Y EL COMPLEJO DE EDIPO Carl Gustav Jung ha sido uno de los más notables representantes del siglo XX de la recuperación de la importancia del mundo anímico, de la significación de lo espiritual, de la religión y el simbolismo para el ser humano. La relación de Jung con Freud fue siempre tormentosa y una de las relaciones entre autores más estudiada y comentada en la historia de la psicología. Si bien Freud representó el descubrimiento del inconsciente, de los traumas reprimidos (represión) y las obsesiones sexuales; Carl Jung abrió paso al conocimiento y cura del alma por la vía de experiencias religiosas, al descubrimiento de la dimensión espiritual y del ser humano con ser trascendente. En su niñez Jung había tenido de forma espontánea experiencias religiosas -o arquetípicas- y, según relató en su biografía, este tipo de visiones e incursiones al mundo de los símbolos fue permanente en toda su vida.
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De esta forma, tanto Freud como Jung, tenían conceptos, teorías y que al desarrollarse y evolucionar en el tiempo, terminarían en una relación conflictiva, en un claro elemento de discordia que separaría sus carreras y por ende sus aportes a la psicología. El rompimiento Jung-Freud se produjo después de una crisis que atravesó Jung, con visiones y sintomatología neurótica, que dio lugar a un texto en el que se sugería que las tesis de Freud eran equivocadas: los problemas del hombre no eran fundamentalmente sexuales, sino por el contrario tenían una génesis religiosa. Jung entendía que el hombre tenía la posibilidad de una redención posible y que esa redención estaba ubicada en sí mismo, en su interior y a través de un proceso forzosamente individual que llamó “camino de individuación” una especie de superación de los opuestos, es decir de la dualidad. Jung era una versión de Sigmund Freud pero en cristiano y no se conformó con ser el sucesor del maestro, Jung aspiraba al la ruptura, a la escisión, en las raíces del movimiento psicoanalítico, algo que consiguió y de lo cual tiene sus seguidores. Para Carl Jung el complejo de Edipo se podía entender sólo “simbólicamente”; en él la madre significó lo inalcanzable a lo cual debe renunciarse en pos del desarrollo de la cultura; por otra parte el padre, a quién se da muerte-asesinato en el mito de Edipo, es el padre “interior” del que es preciso independizarse para sobrevenir autónomo del sujeto. Los cuestionamientos al complejo de Edipo presentados por Jung y también por Adler fueron refutados por Freud oportunamente, en especial referencia a la sexualidad infantil.
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En El Hombre de los Lobos, Freud implanta la idea de que la sexualidad se genitaliza siguiendo un compás biológico doble, a la edad aproximada de 4 años y más tarde en la adolescencia, son las etapas en que se estructura el complejo de Edipo. Se debe destacar que es el complejo de Edipo no es un fantasear regresivo ni una creación ilusoria del pasado, sino la re-significación de hechos reales ocurridos con anterioridad y descifrados ahora desde la acometida genital. Lo anterior sería de esa manera las respuestas a los cuestionamientos de Jung de que al complejo lo sostiene una realidad material, una historia o si se quiere una prehistoria, que es re-significada y no una quimera ficticia o ilusoria. Sigmund Freud ha rescatado la importancia de lo que llama acertadamente “aspiraciones sexuales” tan discutida por Jung, por otra parte ha introducido otro papel fundamental en la constitución del complejo de Edipo que es la cristalización de la orientación sexual como producto de la re-significación de las propensiones sexuales previas de frente a la primera embestida genital. Esta primera acometida del impulso genital previa al período de latencia y que se hallará re-editada en la pubertad, vendrá a ser el punto de partida de la conformación o mejor dicho de la estructura del complejo de Edipo. La re-significación de las fases anteriores, la pérdida de los objetos edípicos y la libido que vuelve al yo formando estructuras, es el momento destacado o prominente que suele ser designado por sus consecuencias como “el pasaje por la castración”, según se dé este pasaje, establecerá la configuración del complejo de
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Edipo: el Edipo que ha pasado por la castración y ha renunciado a los objetos edípicos y el Edipo que no ha perdido los objetos.
MELANIE KLEIN Y EL COMPLEJO DE EDIPO Melanie Klein, en sus aportes a las teorías psicoanalíticas, constituye el autor más representativo de la llamada "escuela inglesa". Esta notable autora considera que el desarrollo personal se concibe como enriquecimiento de la personalidad que se refiere a la superación de etapas tempranas de la niñez y que pueden volver a manifestarse en la vida adulta, la superación de los conflictos que estas etapas traen aparejados, tales como la ansiedad, la culpa, la envidia y el logro de la gratitud, el lograr el equilibrio con el mundo psíquico interno y el mundo externo, y desarrollar la capacidad de disfrutar de las cosas y llevar relaciones gratificantes de amor con los otros. Sus aportes a la teoría freudiana resultaron de fundamental importancia en la comprensión de ciertos fenómenos psicopatológicos, y a la vez permitieron una más efectiva aplicación de la técnica al tratamiento de las psicosis. La metodología empleada por M. Klein se basó principalmente en el análisis del juego en la situación terapéutica, y en la reconstrucción psicoanalítica de las primeras relaciones objetales a través del análisis de la transferencia, esto es, la relación especial que el paciente establece con el analista reflejando su modo primitivo de vincularse con los objetos, el cual no puede recordarse por su carácter
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preverbal, pero sí puede ser actuado en el marco de la misma relación transferencial, y en esa circunstancia, ser interpretado. Para Melanie Klein el complejo de Edipo comienza en el primer año de vida, y en ambos sexos se inicia siguiendo caminos semejantes, esta autora da lugar a la relación que establece el niño con el pecho de la madre, siendo uno de los factores de influencia esencial, esta satisfacción que experimenta en niño con el pecho-seno materno le permite a este orientarse o encaminarse a otros objetos, ante todo al pene-falo del padre. Los estadios tempranos del conflicto edípico están tan dominados por las fases pre-genitales del desarrollo que la fase genital, cuando comienza a ser activa, está al principio muy oculta, y sólo más tarde, entre los tres y cinco años, se torna más claramente reconocible, a esa edad el complejo de Edipo y la formación del superyó alcanzan su punto culminante. El hecho de que las tendencias edípicas comiencen tempranamente, la presión del sentimiento de culpa que recae en los niveles pre-genitales, la influencia determinante en el desarrollo edípico por una parte, en la formación del superyó, por la otra y en consecuencia sobre la formación del carácter, sexualidad y todo el resto del desarrollo del sujeto, son hechos que son de una importancia en la teoría de la citada autora, que hace especial referencia al valor terapéutico de estos conocimientos en los análisis de niños, pero no se limita a éstos, sino que también lo comprueba en los análisis de adultos, lo cual rescató de valor para su teoría y para el tratamiento.
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Para Klein, el bebé-niño entra en los estadios tempranos del complejo de Edipo positivo y negativo, en el momento de lo denominado “posición depresiva”, que se da y según la autora de referencia, en el principio o inicio del segundo semestre de vida. El niño da a los padres una imagen “combinada”, como si los mismos fueran un todo, la madre que contiene el “todo” del padre o bien su pene-falo y el padre que contiene el “todo” de la madre o bien su pecho-seno materno; se trata de padres “fusionados” inseparablemente en un todo de la relación sexual; esto en una clara magnificación de la opinión
de Freud en cuanto al conceptos de padres
“indiferenciados” y que había esbozado ya en el yo y el ello . Ante lo expuesto se da entonces una frustración ineludible sufrida con el pecho de la madre, lo cual lleva al niño a evitarlo, a abandonarlo y por contrapartida buscar el pene- falo paterno, siendo esta díada pene- pecho, los objetos primarios orales del niño; esta angustia concomitante se refuerza ante el resentimiento que experimenta el niño al quitarle el pecho e introducir en su vida el biberón, este nuevo alimento se comporta como un extraño, se da la contraposición en el niño de leche-pecho bueno y leche-pecho malo, el biberón pasa a ser un extraño en la evolución del bebé; todo lo cual da lugar a la angustia del niño, que es una angustia de persecución y que tiene su origen en la experiencia del bebé-niño. La desavenencia entre el pecho bueno-idealizado y el malo-perseguidor es trasladada a la relación posterior con el pene paterno, lo cual da lugar a un desengaño inevitable y que fuerza la regresión hacia el primer objeto. Estos
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deseos genitales se enlazan a los impulsos orales del niño y encuentran dirigidos tanto a la figura materna como la paterna. Desde el comienzo el temor del niño a la pérdida de sus objetos queridos, consecuentes de su aborrecimiento y agresión, intervienen en su relación con los objetos y por ende con el complejo de Edipo, lo cual da lugar en forma inevitable a sentimientos o mejor dicho de una necesidad de reparación. Si el niño puede desplazar una parte de sus deseos libidinosos del pecho de la madre al pene-falo del padre, y al mismo tiempo seguir considerando al pecho como objeto bueno, imaginará el pene del padre como un objeto-órgano bueno que le dará satisfacción libidinosa; siendo esto la génesis del complejo de Edipo invertido; a posteriori y cuando el niño tiene la creencia de la utilidad de su penefalo, el niño vuelve a experimentar deseos genitales hacia la figura materna y por ende se dan en forma paralela las propensiones edípicas invertidas y positivas. Cuando se dan las sensaciones genitales se activa el temor a la castración, lo cual se experimenta bajo la libido oral, que no es otra cosa que el temor a que su falopene vaya a ser arrancado de un mordisco por su padre, y como contrapartida, deseo de arrancar mordiendo el pene del padre. Por otra partes si se produce una identidad con su padre bueno el niño percibe que su falo-pene posee caracteres creadores y ello le permite enfrentar el miedo a la castración, es decir cuando reafirma sus cualidades y posición de su genitalidad. El complejo de Edipo en la niña, para Melanie Klein, en general coinciden con los del niño; a la niña tiene el deseo de recibir el pene, dado por la naturaleza de receptor de sus órganos genitales, es por ello que para esta autora el órgano
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vaginal se encuentra como representación del inconsciente, la niña tiene un conocimiento, obviamente inconsciente, de que su cuerpo tiene niños-bebés y en potencia, lo cual da lugar a un intenso deseo por el pene del padre y entendiendo a este como un “gestor” de bebés, la niña no solo lo convierte en un objeto o cosa deseada, sino que también es admirada. La niña tiene un conocimiento inconsciente que su cuerpo contiene bebés en potencia, si dejar por ello de sentirse en una posición de desventaja con la madre en capacidad procreadora y por ende en su fertilidad. De esta manera el pene del padre como objeto que da bebés se convierte en un objeto fuertemente deseado y admirado por la niña; ello explica como el desarrollo genital de la niña se encuentra centrado en el pene paterno y su deseo imaginario de procrear niños a futuro. El deseo de la niña de poseer un pene-falo y por ende ser un varón es una clara manifestación de su bisexualidad, por una parte desea el pene y como fuente de procreación y por la otra parte, el deseo de tener un falo propio. Para Klein el pecho y el pene son objetos, con los cuales el niño establece diversas relaciones, por una parte el falo como con eje central del complejo de Edipo, ya sea Freud como para Lacán, Klein no lo considrea de esa manera, considera al pene y al pecho como objetos o cosas y a las cuales asigna valor al momento de complejo de castración, ya que el concepto de “falta” de falo como noción significante, no se encuentra en los conceptos de esta autora; existe en la niña un conocimiento inconciente de la vagina y por ende la figura materna no aparece privada de nada, no existe la madre fálica, ya que para Klein el deseo o
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anhelo de la niña de tener un pene es secundario a la procreación de un bebé y del deseo de tener el pene del padre. En los conceptos de Melanie Klein, la figura materna, la madre aparece como objeto total, en la cual se congregan los aspectos idealizados y los persecutorios, esto sucede gracias a la primacía de los aspectos buenos, de las experiencias gratificadoras.; por ello cuando este objeto aparece como objeto total puede sobrevenir el temor a perderlo. La Escisión del objeto en bueno-malo es correlativa a la del instinto de muerte, la integración del mismo es resultado de la fusión o mezcla adecuada de los instintos de vida y de muerte. Por ello podríamos pensar que el concepto de goce , tal como se deduce del Mas allá del Principio del Placer de Freud, que muestra la cara de la pulsión de muerte podría resultar un concepto articulador entre el pensamiento Kleiniano y el pensamiento Freudiano-Lacaniano.
ANA FREUD Y COMPLEJO DE EDIPO Ana Freud fue la hija menor de Sigmund y Martha Freud, a diferencia de Jung y Adler, Anna se mantuvo fiel a las ideas básicas de su padre, sin embargo ella se ocupó y se preocupó más de la dinámica mental que de su estructura y estuvo particularmente fascinada por el lugar del Yo en todo esto. Freud, su padre, dirigió la mayor parte de sus esfuerzos al Ello y a la parte inconsciente de la vida psíquica.
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Ana Freud acertadamente afirmó, el Yo es el “lugar de observación” desde el cual observamos el trabajo del Ello y el Superyo, así como del inconsciente en general. La autora es probablemente mejor conocida por su libro “El Yo y los Mecanismos de Defensa”, en el cual presenta una descripción particularmente clara de cómo funcionan las defensas, incluyendo además una atención especial al uso de las defensas en adolescentes. Este énfasis sobre el Yo empezó un movimiento en los círculos dedicados al psicoanális llamado psicología del Yo. Esta surge y se apoya en los trabajos tempranos de Freud, pero se complementa con una visión más actual, ordinaria y práctica del mundo del Yo. En este sentido, la teoría freudiana puede aplicarse no solo a la psicopatología, sino también a campos relacionados como lo social y evolutivo. Ana Freud sostiene que en el comienzo de la pubertad aparece un segundo complejo de Edipo que provoca el mismo miedo a la castración en los varones y envidia del pene en las mujeres, que en el primero. En este período los impulsos edípicos se pueden llegar a fantasear y la ansiedad del superyó acciona los mecanismos de defensa del yo que son la represión, la negación y el desplazamiento, que vuelven los impulsos libidinales contra uno mismo, provocando temores, ansiedad y síntomas neuróticos. Esta condición conduce a comportamientos que van de las gratificaciones sexuales pre-genitales perversas y el comportamiento agresivo y hasta criminal, en el caso de triunfar el ello, a los rasgos de ascetismo e intelectualización y la acentuación de síntomas neuróticos e inhibiciones. CLAUDE LÉVI-STRAUSS Y COMPLEJO DE EDIPO
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Claude Lévi-Strauss (Bruselas, 1908), estudió derecho y filosofía en La Sorbona de París, fue un antropólogo francés y principal defensor del enfoque estructuralista en la antropología social, esta teoría estructural tiene su génesis en un sustrato biológico común, que no es otra cosa que la mente, y la cual habilita y orienta los procesos constructivos. El pensamiento de Levi-Strauss fue tambien influido por y fue parte de los movimientos sociales de los años 60, es decir el Marxismo-Socialismo, ofrecía una alternativa, pesimista, pero alternativa, a los sistemas burgueses y religiosos imperantes en la cultura oficial de Occidente, sobretodo cuestionando la supremacía de la cultura occidental y explicando en forma científica las reglas de la cultura. Claude Lévi-Strauss, en “Las estructuras elementares de parentesco” critica el “mito de origen” freudiano, sin embargo el también sostiene la ley de prohibición del incesto y en referencia a la base de toda cultura; en donde la ley de la exogamia, del intercambio, de la alianza, obliga a los hombres a ceder y a cambiar entre sí a las mujeres. Ellas y su poder de fecundidad son los bienes del grupo que los hombres intercambian. Eso define, al mismo tiempo, y en forma complementar, la regla de la heterosexualidad reproductiva, por lo menos en el plano normativo de la cultura. Por lo cual se puede observar que tanto Sigmund Freud y Lévi-Strauss comparten el mismo supuesto y el cual es la perpetuidad, lo perenne de la ley de prohibición del incesto, su vigencia para todo tiempo y lugar, es la afirmación de una
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universalidad absoluta que trasciende a toda teoría o cultura que pretende cuestionarla o relativizarla.
MICHEL FOUCAULT Y COMPLEJO DE EDIPO Michel Foucault, pensador francés, de amplia aceptación en Argentina, hace de la "arqueología" sus fundamentos, este término fue utilizado por el autor Michel Foucault durante los años 1960 para describir su acercamiento a la escritura de la historia, la arqueología habla sobre el examen de las huellas discursivas y las órdenes dejadas por el pasado con el fin de escribir una historia del presente, es decir que en la arqueología se trata de mirar a la historia como una forma de entender los procesos que han conducido a lo que somos hoy. Michel Foucault, en el volumen I de su “Historia de la Sexualidad”, también considera la centralidad de la ley de la prohibición del incesto. Esta se sitúa en el interior de lo que denomina “dispositivo de la alianza”, origen de reglas estrictas que rigen las relaciones entre los sexos, lo permitido y lo prohibido, determinando un modelo de heterosexualidad reproductiva. La concordancia con Freud y Lévi-Strauss es, sin embargo, sólo de forma aparente. Para Foucault, la alianza, si no está liquidada, está prácticamente en vías de serlo, en efecto, ella es un dispositivo del “poder soberano” y esa modalidad del poder, representativa de los Estados monárquicos que sucedieron al feudalismo, viene decayendo en Occidente desde el siglo XVII. Hasta ese momento, llegó a consolidar, gracias al dispositivo de la alianza, a la familia