LA POLÍTICA EN CONFLICTO R e f l e x i o n e s e n t o r n o a l a v i d a p ú b l i c a Y LA CIUDADANÍA CIUDAD ANÍA
An A n a M a r ía G arcí ar cía a Raggio Sergio Emiliozzi Emiliozzi Martín Unzué Vic V icto to r ia Ka Kan n del de l Facundo Nejamkis Juan Ju an M an u el A b a l M edin ed ina a (h) Emilia Castorina
prometeo )
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l i b r o s
Capítulo 3
Lo político vs. la política Una revisión ideológica de los fundamentos de la cultura política polít ica occident occidental al
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esde el surgimiento de la p o l i s Griega hasta nuestros días, la cultura política occidental ha estado atravesada por una tensión de origen entre lo político (“como instancia antropológicamente originaria y ontologia p ráctica socialmente fundacional, es decir, como espacio de una ontologia del conjunto de los ciudadanos como todavía se la puede encontrar en la ¡s oonn po p o l i t i k o n ”1) y la política (“entendida noción aristotélica de ¡soo (“entendida como ejercicio de una ‘profesión’ específica en los límites institucionales definidos por el espacio del Estado jurídico”2). El propósito del presente trabajo es analizar dos momentos claves de dicha tensión que no sólo se manifiesta en el plano teórico de las ideas sino fundamentalmente en un conflicto ideológico y social, en una lucha de poder entre grupos sociales antagónicos. En primer lugar, analizaremos el nacimiento y desarrollo desarrollo de la p o l i s democráti dem ocráti-ca en Atenas donde dos modelos de política entran en conflicto: el aristocrático, de la mano de Sócrate Sócratess y Platón, P latón, y el democrático junto jun to a los sofis sofistas. tas. Esto es, lo político como expresión de las fuerzas democráticas de la sociedad ateniense se enfrentará a la política como expresión elitista de las fuerzas tradicionales y aristocráticas que pujan por excluir al pueblo del manejo del Estado. Estado. En segundo lugar, analizaremos los orígenes del capitalism o y el proceso de separación formal entre lo “político” y lo “económico” que diera
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Eduardo Eduardo Grune Gruner, r, “La “La tragedia tragedia o el fundamento fundamento perdido perdido de lo polít político” ico”,, en en Afilio Borón y Alvaro de Vita (comp.) Teor Teoría ía y Filosof Filosofía. ía. La recupera ción d e los clásicos clásicos en e l deb ate latinaomaericano , Buenos Aires, CLACSO, 2002, p. 21. Eduardo Edua rdo Gruner, Grun er, op. cit., p. 21.
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impulso a la profesionalización de la política, es decir, al triunfo de la política sobre lo político. Lo paradójico de este proceso es que la política entendida did a como una un a actividad act ividad reservada reservada exclusivamente a expertos expertos será rebautizada rebautizada por el capitalismo como proyecto popular, como fundamento de la “soberanía popular”.
I. Lo político como democratización 1. Productores y Gobernantes
La evolución de la p o l i s ateniense ateniense estuvo marcada, fundamentalmente, por una íntima conexión entre politización y democratización en la medida en que los principios tribales fueron progresivamente cediendo terreno ante los principios cívicos cívicos y políticos de asociación. asociación. Durante la llamada llam ada sociedad sociedad “Homérica”, la división social del trabajo y la estratificación de clases estaban fuertemente identificadas con los principios tribales, los cuales funcionaban como soportes del poder aristocrático en la medida en que los lazos de parentesco parentesco y la organización organización jerárquica jerárqu ica del oikos operaban operaban como criterios excluyentes de gobierno. Aunque se reunía ocasionalmente una Asamblea para resolver problemas comunes, la comunidad más allá del ámbito doméstico era de importan imp ortancia cia secundaria ya que la mayor parte de los los asuntos asuntos relevantes eran de carácter privado y se resolvían entre parientes y amigos. Lejos de ser una “sociedad política”, los p a t e r f a m i l i a e o jefes de las respectivas familias formaban una suerte de “club” donde prevalecían la ley tribal y las costumbres de parentesco. La progresiva politización de la sociedad griega tuvo que ver con el desplazamiento de dichos principios tradicionales. De este modo, la ciudadanía reemplazó al parentesco, la ley cívica a la costumbre tribal tr ibal o la voluntad arbitraria de los amos amos y un incipiente sentido sentido de igualdad entre ciudadanos comenzó a prevalecer sobre las jerarquías domésticas. El dem os —fundamen funda mentalm talmente ente los sectores sectores medios y bajos ba jos iba ib a a encontrar así en el principio político un importante arma para oponerse a sus gobernantes tradicionales quienes eran a la vez los propietarios de las tierras. En la medida en que la p o l i s fue fue desplazando al oikos , no sólo como unidad política sino también económica,3 gradualmente devino la fuente
3 Unzué en este libro acerca del crecimiento crecimie nto comercial comerc ial de Atenas y las reformas reformas de Solon Solon po lis.. y Clístenes que fueron fueron progresivamente progresivamente abriendo y demo cratizando la polis
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de poder político y económico de estos nuevos grupos sociales como el oikos lo habría sido para los propiet propietarios arios tradicionales trad icionales de la tierra. La p o l i s emergió emergió así como una arena de conflicto para las clases bajas. En otros términos, el conflicto entre clases se expresaba en la tensión misma entre los principios tribales, domésticos domésticos y de parentes parentesco, co, de un lado, y los los principios políticos p olíticos o comunales, del otro. Cabe destacar que la progresiva democratización de la (las reformas de Solon y Clístenes) no fue el producto de desinteresa p o l i s (las das concesiones de la aristocracia hacia las clases bajas sino más bien de un proceso de rebeliones y conquistas populares.4 El surgimiento de la p o l i s significaba básicamente que la comunidad cívica había reemplazado a la clase dominante aristocrática como fuente única y exclusiva de la ley, la justicia y el mantenimiento del orden social, al mismo tiempo que el gobierno de la ley reemplazaba a la voluntad arbitraria de la aristocracia propietaria. Es en este sentido que el triunfo de los principios políticos y la democratización de la sociedad sociedad eran simplemente simpleme nte diferentes diferentes aspect aspectos os de un mismo proceso.5 En este punto hay una primera especificidad de lo político qüe resulta evidente. Se trata de una nueva forma de asociación distinta a las formas tribales y/o patriarcales (como el caso de los antiguos Estados orientales). En un sentido estricto, estas últimas no son “políticas” ya que existen relaciones políticas allí donde el parentesco y las costumbres, así como las relaciones entre amo y sirviente junto a la voluntad arbitraria del patriarca han sido reemplazadas por lazos cívicos, una organización territorial y el gobierno de la ley y ya y a no la costumbre costumbre como principio ordenador ordenad or de las relaciones relaciones sociales. Cuando los vínculos de mando yobediencia se estructuran en el marco de una ley que es producto de las deliberaciones de un cuerpo de ciudadanos y donde, por lo tanto, la razón y la persuasión, más que la violenc vio lencia, ia, son concebidas concebid as como la “esencia” del orden social.6 socia l.6 Sin embargo, hay algo más en la invención griega de lo que esta mirada convencional sugiere. Como explica Ellen M. Wood, el aspecto más importante de lo político político en Atenas Atenas fundam fun dam enta lmente lm ente en la p o l i s demo democrática—es que constituye un hito sin precedentes en las relaciones de clase entre gobernantes y productores. Efectivamente, la p o l i s ateniense ateniense significó una ruptura respecto a otras formas de estado, no sólo en sus Trial o f Sócrate Sócrates, s, op.cit. I. F. Sto St o ne, ne , The Trial Elle Ellen n Meiksins Meiksins Wood, “The “The Nature Nature of the polis polis””, en Ellen Ellen M. Wood y Neal Wood, Class Ideolopy and An cient Political Theor Theory, y, Oxford, Basil Blackwell, 1978. 19 78. 6 Morton The evolution evolution ofp oiiu ca l ioci iociety ety,, Nueva Morto n Fried, Fried, The Nu eva York, York, 1968. 1968 . 4 5
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modos de organización sino en su propósito esencial. En todas las demás civilizaciones conocidas del mundo antiguo donde el estado había sustituido a la organización tribal, el estado estado era fundamentalmente fundam entalmente un u n medio de organizar y extraer excedente de grandes poblaciones de trabajadores dependientes, un medio de mantener la división fundamental entre productores y apropiadores, apropiadores, en definitiva, un u n instrumento instrum ento de explotación. explotación. Por Por el el contrario, la p o l i s democrática democrática representó la primera forma de estado que se basaría en el principio prácticamente opuesto. “No sería exagerado decir, por ejemplo, que el carácter distintivo de la p o l i s misma misma como organización estatal radica precisamente en la unión del trabajo y la ciudadanía, y de manera específica en el ciudadano campesino 1. Aquí es importante hacer una aclaración. Mucho se ha dicho sobre el carácter “esclavista” de la sociedad ateniense, sin embargo es llamativo llamativo el poco énfasis énfasis que se la ha dado a la figura del ciudadac iudadano trabajador. La mayoría de los historiadores ha tendido a describir a la esclavitud como la característica esencial de la Atenas clásica, y repetidas veces ha sido catalogada como “sociedad esclavista” o un ejemplo del “modo de producción esclavista”. Pero aplicar esta caracterización a la democracia ateniense presenta ciertos problemas ya que implicaría asumir que la mayor parte del trabajo y la producción era realizada por esclavos y que, en consecuencia, la división entre las clases productoras y las apropiadoras se correspondía con la división entre ciudadanos y una clase trabajadora de esclavos sometidos. Como ya se ha analizado en el primer capítulo de este libro, esto es erróneo ya que, por el contrario, la mayor parte de los ciudadanos debían trabajar traba jar para par a vivir. vivir. No es cierto, cierto, entonces, que q ue el ciudadano ateniense vivía en el ocio y mucho menos que la esclavitud ocupara un lugar más central que el trabajo libre. Ni N i siquiera siq uiera podría decirse que en esa socieda sociedad, d, todavía esencialesencialmente agraria, la producción agrícola estuviera a cargo sobre todo de escla vos.78 El punto pun to aqu a quíí no es restarle restarle import imp ortanc ancia ia a la esclavitud sino resaltar el
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Ellen M . Wood, Wood , Dem ocracia contra Capitalismo Capitalismo, Siglo XXI, México, 2000, p. 219. Este pun to esta esta más extensamente desarrollado por Ellen Ellen M . Wood en op.cit. Allí, se analiza el grado de esclavitud en la prod ucción agrícola y es mu y esclarecedor esclarecedor el hecho hecho de qu e eran más bien los pequeños propietarios que al trabajar su propia tierra, constituía n la esencia de la producción agrícola. Aunq ue los grandes grandes propiedades propiedades utilizaban man o de obra esclava, esclava, en general, gene ral, no existían las plantaciones esclavist esclavistas as como aparecerán en Rom a(latifun dia). En Atenas, las propiedades eran generalmente modestas y los los terratenientes tenían más bien varias propiedades pequeñas que podían encargarlas a arrendatarios. Los esclav esclavos os eran más impo rtantes para la economía urbana aunqu e allí tampoco llegaban a eclipsar al ciudadan ciu dadan o artesano. En su su gran mayoría, los escl esclavos avos se dedicab an al servicio doméstico. doméstico.
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estatus del que gozaba el trabajo libre en la Atenas democrática, el cual no tiene ningún precedente y no ha sido igualado desde entonces. C apita ital,l, Marx En los Grundrisse y El Cap Ma rx definía a las sociedades sociedades precapitalis tas como aquellas aque llas sociedades en que q ue la l a apropiación aprop iación —y a fuese directam direc tament entee por parte de los terratenientes o a través del Estado solía asumir la forma de lo que podríamos denominar propiedad políticamente consumida, es decir, una apropiación lograda por medio de diversos mecanismos de dependencia jurídica y política, por coerción directa: trabajo forzoso por deudas, servidumbre, relaciones tributarias, impuestos y demás. El carácter novedoso de la democracia ateniense ateniense puede visualizarse en el hecho de que q ue en Atenas surgió una un a nueva forma de organización que unió a los propietarios de tierras y a los los campesinos en una comunidad cívica y militar, marcando así una relación totalmente nueva entre apropiadores y productores. “La p o l i s griega griega rompió con el patrón, generalizado en las sociedades estratificadas, de la división entre dirigentes y p r o d u c t o r e s , y sobre todo con la oposición entre estados apropiadores y comunidades campesinas sujetas. En la comunidad cívica la pertenencia perten encia del de l product p roductor or — sobre todo en la democracia demo cracia ateniense—significó ateniense—significó un grado de libertad sin precedente precedentess frente a modos de explotación tradicionales”.9 En este contexto se puede apreciar mejor los conflictos políticos entre demócratas y oligarcas en Atenas, los cuales, si bien nunca coincidieron estrictamente con una división entre clases clases apropiad apropiadoras oras y productoras, se mam anifestaron como tensión entre los ciudadanos para los cuales el estado hubiese servido como medio de apropiación y aquellos para los cuales servía como protección contra la explotación. Es decir, entre “quienes estaban interesados en restaurar restaurar la división entre dirigentes y productore productoress y los que qu e no lo estaban”. estaban”. En este este sentido, sentido, se puede identificar a lo político como democratización en la medida med ida en que se instituye como fuerza que limita limit a la explotación de u na clase sobre sobre otra. otra. Lo político se construye sobre sobre la autoafirmación autoafirmac ión de ciudada ciu dadanía nía de estas clases trabajadoras contra sus superiores sociales, los aristócratas, los “pocos” o los “mejores”. Es más, se podría decir que el espíritu cívico y la conciencia pública fueron creaciones del demos en su lucha lu cha contra sus gobernantes aristocráticos, para quienes el particularismo y el espíritu corporativo eran un valor esencial. esencial. El El punto significativo significativo aquí aq uí es que, mientras los intereses aristocráticos continuaban dependiendo de la fuerza de dichos lazos particularistas (parentesco, tribalismo o clanes) como afirmación contra la idea de comunidad como un todo, fueron los demócratas mismos los que 9
Ellen M . Wood, Woo d, D emo cracia contra Capitalis Capitalismo, mo, op. cit., cit., p. 223.
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desarrollaron una noción de conciencia cívica por medio de la cual la p o l i s y el d e m o s se se resguardaban del poder y los recursos de la aristocracia. Como explica Neal Wood, por más imperfecto que haya sido el modo en que los demócratas aplicaban sus valores cívicos (como es el caso de la práctica extendida de la demagogia), estos valores eran suyos, y es interesante que una de las mayores innovaciones de la doctrina socrática haya sido el tratar de reivindicar la ética cívica como valor de la aristocracia. Si existió efectivamente una decadencia en los valores cívicos y una creciente “falta de conciencia social” en el siglo siglo IV a. a. C., ésta no puede ser ser atribuida atribu ida a ningún n ingún tipo tipo de “egoísmo” de clase por parte de las clases medias y bajas, sino más bien a la ética ét ica de las clases altas al tas —mucho mu cho más “antip an tipolít olíticas icas”” en este sentido— senti do—en en la medida en que fueron los antidemócratas quienes progresivamente se retiraron de la polític pol íticaa luego lueg o del de l ascenso ascenso al gobierno de los “mucho “muchos”.1 s”.10 0 2. Sócrates y Platón contra los Sofistas y los trabajadores trabaja dores ciudadanos
La mayor mayo r parte de la teoría te oría y la filosofía filosofía política ha tendido a distorsi distorsioonar la historia de la p o l i s ateniense ateniense al asumir, junto a Hegel, que la esencia de la p o l i s hay que encontrarla en el pensamiento de Sócrates, Platón y Arist Ar istót ótele eles. s. Por el cont co ntra rario rio,, dichos dich os filósofos e ideólogos ideólo gos de la aristoc aris tocrac racia ia griega no expresaron más que una reacción conservadora y elitista frente a la invasión del “populacho” o el hombre común en los asuntos públicos. De ahí los mitos de la “decadencia de la p o l i s ”, ”, cuando no, una descarada idealización de una p o l i s que históricamente nunca existió. En los términos de Ellen M. Wood, “los escritos de Platón son un poderoso contraejemplo, contraejemp lo, una negación deliberada de la cultu ra democrática”.1 democrática”.11 Le Le-jos de tratarse de pensadores abstractos, involucrados en una búsqueda desinteresada de la Verdad, sus filosofías no contienen doctrinas puras, sino una fuerte ideología antidemocrática. En este sentido, no sería exagerado afirmar que Sócrates fue más bien un “santo de la contrarevolución”, Platón un “arquitecto arqu itecto de la l a antipolis” an tipolis” y Aristóteles un “estratega del conservadurismo” conservadurismo”,, 12
10 Ver Ellen Wood Woo d y Neal Wood, Woo d, op. cit., pp. 6873. En este sentido, también se puede tomar tom ar como referencia referencia el análisis que q ue hace Stone sobre los los complots entre la aristocracia aristocracia ateniense y la aristocracia de Esparta Esparta para derrocar al gobierno democrático de Atenas y que qu e en definitiva constituyeran buena parte de los móviles móviles de las Guerras del Pelopo Pelopones neso. o. 11 Idem, p. 223. 12 Ellen M . Wood Wo od y Neal Wood Wo od,, op. cit.
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en el contexto de un movimiento claramente antipolítico que asumió la decadencia y desafección de la cultura aristocrática. La literatura Ateniense de la época da suficientes evidencias de este carácter antipolítico de las clases terratenientes al caricaturizar la participación política como un signo de corrupción y degrad d egradación ación m oral.1 or al.13 3Ante los ojos ojos aristocráticos, aristocrátic os, la política polí tica se había convertido en el ámbito ám bito donde residían los vulgares y mediocres y, y, por lo tanto, tanto, ser un buen aristócrata implicaba imp licaba retirarse retirarse de la arena are na política. En otras palabras, participar en política devino sinónimo de “cederle el lugar a los comunes”. Obviamente, Sócrates y Platón no eran burdos apologistas o simples racionalizadores de los valores y actitudes aristocráticas. De hecho, ambos reconocían y condenaban dicho abandono de la arena política como la degradación propia de la aristocracia, y en reiteradas ocasiones Sócrates criticó su actitud antipolítica. Pero ambos estaban con vencidos vencid os de que qu e los valores de la nobleza pod p odían ían y debí de bían an ser reformado refo rmadoss de modo tal de constituir nuevamente los fundamentos de la vida social ateniense. En definitiva, sus filosofías constituyen un intento por reeducar a la aristocracia en el nuevo contexto político de Atenas. En palabras de Ellen Wood, la tarea de estos filósofos consistía o bien en politizar a la aristocracia o aristocratizar la política. El punto central no es forzar arbitrariamente una lectura clasista sobre Sócrates y Platón, sino más bien, resaltar el modo en que fueron estos mismos filósofos los que construyeron una mirada de clase sobre la práctica política ateniense al condenar el igualitarismo de las opiniones entre ricos y pobre pobress como como decaden de cadencia cia moral mo ral de la po p o lis. li s. No hay tal vez mejor ejemplo de esta tensión entre un principio democrático y un principio aristocrático de la política que el célebre célebre debate entre Sócrates Sócrates y los sofistas sofistas que figura figu ra en el diálogo Protágoras de P latón. lató n.1 14Lo que está en discusión discu sión aquí aq uí es si el “hom“hom bre común”, el trabajador, está calificado o no para gobernar.
13 Ehrenberg, The Greek Greek State, State, Londres, Methuen, 1969. 14 Es import imp ortant antee desta de stacar car que qu e el Protágoras de Platón representa representa uno u no de los pocos pocos testimonios que hay sobre el pensamiento de Protágoras, y por lo tanto, el único argumento sistemático a favor de la democracia que ha sobrevivido desde la Antigüedad. Se trata, además, de la única ún ica oportunidad oportun idad en que Platón concede a la oposición oposición una un a oportunidad oportunid ad razonable de expresarse, tal vez porque porqu e Protágoras era considerado e l mas serio y respetado de los sofistas, fundamentalmente por Sócrates. Protágoras era, a su vez, el asesor principal de Pericles y el orador más respetado en el Agora por los propios atenienses. Si bien el grupo de los sofistas es muy heterogéneo, vamos a tomar las ideas de Protágoras como la máxim a expresión expresión dé las ideas democráticas democráticas de la época, especialmente porque Platón se pasaría buena parte de su vida tratando de refutar las ideas de este sofista.
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(329 b3 29d ) A hora bien: cuando la Asam blea se se reúne, veo veo que, si se se trata trata de construcciones qu e ha y qu e emprender, se llam a a con sulta a los arquitectos; arquitectos; si se se trata de navios se hace venir a los armadores, y así en todas las dem ás cosas cosas que se se considera se pueden en señar y aprender; y si cualq uier otra persona que no esté esté considerada como técnica en la m ateria se mezcla en ello para dar opinión, por m uy rico, b ello o noble qu e uno pue da ser ser,, no por ello se se le hace más caso, antes al con trario, es objeto de b urlas y abucheos hasta qu e, al fin, nuestro consejero consejero o bien se marcha por su propio pie o es arrancado arrancado de la tribu na y echado por los los arqueros a u na orden de los prítano prítano s. Ésta es la forma en que la gen te se se conduce cuan do la m ateria en discusión les parece exige un apren dizaje. S i, en cambio, se trata de los intereses generales de la ciudad, vemos que se levantan indistintamente para tomar la palabra arquitectos, herreros, curtidores, comerciantes y m arinos, ricos y pob res, nobles y gentes del vulgo, y nad ie les les echa en en cara, como en el caso anterior, que se presentan allí sin estudios previos, sin nunca haber tenido maestros, maestros, a da r algún consejo: consejo: prueba evidente de que nadie considera considera que ésta sea m ateria de enseñanza.
Con estas palabras, Sócrates pone en duda la virtud de los “hombres del vulgo” para gobernar gobernar.. En este este caso caso,, su definición de la l a virtud virtu d política y la justijusti cia se construye sobre una analogía con las artes prácticas y en la idea de la 1trabajo experto. Así como los mejores zapatos zapatos son hechos hechos por especializacióny especializacióny e 1trabajo el zapatero entrenado y experto, el arte de la política debería ser practicado sólo por quienes se especializan en él. Fuera los zapateros y herreros de la asamblea. La esencia de la justic ju sticia ia en el Estado Estado es es el principio de que q ue el zapatero zapatero se se dedique qu e a sus zapatos zapat os y un u n grup g rupoo de expertos —los políticos— polít icos—se se dediquen dediq uen al manejo manejo del Estado. Tanto para Sócrates como para Platón, la cuestión central radica en la división entre los que gobiernan y los que trabajan, los que se dedican a las cuestiones del alma y los que se dedican a las cuestiones del cuerpo, los que piensan y gobiernan y los que qu e son pensado pensadoss y gobernados. gobernados. Que la esencia esencia de la justicia y el Estado radique en que cada uno ocupe el lugar que le corresponde dentro de la l a naturaleza, como se puede ver en la l a República, tiene que ver fundamentalment menta lmentee con la l a división social social del trabajo entre gobernantes gobernantes y produc productore toress que en definitiva excluye a los trabajadores de la política. La respuesta de Protágoras no se hace esperar. A través del mito de Prometeo, Protágoras expone el principio democrático por el cual todos los miembros de la p o l i s tienen derecho a hacer las leyes, y ésta es ni más ni menos que la condición de existencia existencia misma mism a del Estado Estado y la definición de lo lo político: ya no un tipo especial de conocimiento reservado a unos pocos sino el arte universal de la vida en común.
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(322) (...) Zeus, movido de compasión y temiendo que la raza humana se viera exterminada, envió a Hermes con con orden de d ar a los hombres pudo r y justicia, a fin fin de que con struyeran ciudades y estrechas estrechasen en lazos lazos de una c om ún am istad. Hermes, recibida recibida esta orden, preguntó a Zeus cómo debía da r a los hombres hombres el pudo r y la justicia, y si los distribuiría como Epimeteo Epimeteo ha bía distribuido las artes; artes; porque he aquí cómo lo fueron ésta éstas: s: el arte arte de la la m edicina, por ejemplo, fue atribuido a un solo solo hombre q ue la ejerce por una m ultitu d de otros que no la conocen, y 1lo mismo sucede con todas las otras artes. artes. ¿Bastará, ¿Bastará, pue s, que yo distr ibu ya lo mism o el pudor y la justicia entre un pequeño número de personas, o las repartiré a todos indistintamente? A todos, sin dudar, respondió Zeus; es preciso que todos sean partícipes, porque si se se entregaran a un pequeño núm ero, com o se ha hecho con las demás artes, jam jam ás hab rá ni sociedades sociedades ni poblaciones.
En este pasaje, Protágoras expone la racionalidad política de los muchos en contra de los pocos. Lo que se ha expuesto aquí es la condición de existencia misma del estado: una igual participación en la justicia y el proceso de toma de decisiones. Lo cual implica que tanto el rico como el pobre tienen igual poder político e igual acce acceso so a la palabra en la asamblea. En definitiva, el democrático se funda en los principios de ho m oioi e isegoria puesto puesto que telas democrático ricos y pobres, terratenientes y campesinos, nobles y artesanos acceden por igual a la palabra y el poder. Obviamente, tanto para Sócrates como para Platón, las opiniones no son todas iguales* ya que la opinión de un carpintero no puede ser igualada a la de un filósofo. Es más, hay opiniones que por definición son falsas y otras verdaderas, de modo tal que hay opiniones calificadas para resolver asuntos de estado y otras que no. Por el contrario, para Protágoras, si todos los ciudadanos no estuvieran calificados para opinar sobre los asuntos que los competen directamente, no habría sociedad posible. Lo que ha quedado muy claramente delimitado aquí son dos modelos de conocimiento cívico y dos mecanismos distintos de aprendizaje de los valores polít po lític icos os y morales. mora les. Por un u n lado, lad o, el mode mo delo lo dem ocráti ocr ático co de apre ap renndizaje político supone que la virtud es universal, aunque no innata, y que puede y debe ser aprehendida por todos los que viven en una comunidad civilizada ya que todos los que viven en la p o l i s están expuestos desde su nacimiento al proceso de aprendizaje que imparte la vida cívica misma: en el hogar, la escuela, los sistemas de castigo, y fundamentalmente, las costumbres y las leyes de la ciudad, sus nomoi. (326d ) ... Apenas h an salido salido de manos de sus maestros, maestros, cuand o la p atria les les obliga a aprender las leyes y a vivir según las reglas que ella prescribe, para que cuando
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hagan, sea según sus principios y su razón y nada por capricho y fantasía; y a la ma nera qu e los maestros maestros de escribir dar a los discípulos, discípulos, que no tienen firmeza firmeza en la m ano, un a regidla para colocar bajo bajo el papel, a fin fin de qu e, copiand o las muestras, muestras, sigan siem pre las líneas marcadas; en la misma forma la patria d a a los los hombres las las leyes que h an sido inventadas y establecidas establecidas por sus antiguos legisladores. legisladores.
Precisamente, el conocimiento que permite opinar sobre los asuntos del estado no es innato porque se trata de una construcción social, un mecanismo de transmisión intergeneracional puesto que es el conocimiento general de la com unidad que se aprende de manera práctica a través través de la participaparticipación ciudad ci udadana. ana. El proces proceso o de aprendizaje aprendizaje com co m unitario unit ario que q ue expone Protá Protágora gorass es el mecanismo por el cual la comunidad de ciudadanos transmite sus conocimientos colectivos, sus prácticas y valores. En definitiva, es este proceso de aprendizaje social lo que define a la p o l i s en sí misma como una práctica ontológica de los ciudadanos. Los verdaderos maestros no son los sofitas sino las leyes mismas. En otras palabras, los ciudadanos aprenden el arte de la política p olítica y el manejo de sus sus asuntos asuntos comunes del mismo modo que aprenden la lengua materna. En este caso, los sofistas sólo pueden actuar como guías guí as pero ni siqui siq uier eraa son indispensable indispen sabless para pa ra Protágora Prot ágoras.1 s.15 En este planteo, las normas morales son convenciones (y no verdades absolutas) generadas por el conocimiento colectivo que posee la comunidad. De ahí que la democracia d emocracia sea para Protágora Protágorass la forma form a de p o l i s más más viable y estable estable ya que sus normas representan la expresión más directa de la sabiduría colectiva, la l a forma form a que más se aproxima aprox ima al consenso social. Por Por el contrario, en manos de Sócrates y Platón el aprendizaje y el conocimiento político es sustituido por una concepción más elevada de virtud como conocimiento filosófico, filosófico, ya no como la asimila asi milación ción convencional convencion al de las costumbres costumbres y valovalores de la comunidad sino como el acceso privilegiado a verdades universales y absolutas. Por eso, sólo los filósofos pueden acceder a esta clase de conoci
15 La historia histo ria de la filosofía filoso fía siempre ha retratado retrata do a los los sofistas como unos charlatan es, maestros de retórica (es decir, del arte de las apariencias, la persuasión y el conocimiento falso), cuando no, responsables directos de la expansión de la demagogia y por lo tanto de la degradación moral de la polis. En definitiva, los malos de la película. Afo rtunadam ente, esta tendencia ha cambiado en la literatura más recienreciente. En realidad, es imposible generalizar dentro de una categoría homogénea a los sofistas dado qu e hab ía sofistas sofistas de todo todo tipo, desde defensores defensores del autoritarismo y el decisionismo como Calicles hasta acérrimos defensores de la democracia como Protágoras y Gorgias.
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miento. De ahí que Sócrates afirmara en otro de los diálogos de Platón, Gorgias, “Yo “Yo soy el único verdadero ve rdadero polític po lítico o en Atenas”. Aten as”.1 16 Protágoras profundiza su argumento democrático en otro de los diálogos de Platón, Teeteto, donde afirma que “el hombre es la medida de todas las cosas”. Esto involucra dos premisas fundamentales para la comprensión de lo político. Primero, asumir que el hombre es la medida de todas las cosas implica desterrar a la naturaleza y sus verdades inmutables como principio de autoridad o fundamento último del orden político y social. Segundo, si el hombre es la medida de todas las cosas, todas las opiniones tienen el mismo valor y por lo tanto la única posibilidad de construir política es a partir del debate y el consenso. Esto significa que el orden político y sus leyes son convenciones y y no mandamientos de la naturaleza. Esto es precisamente lo que escandaliza a Platón, para quien este exceso de “subjetivismo” o “relativismo” no es más que el preludio para la anarquía, lo cual explica todos los intentos filosóficos de Platón por identificar democracia con anarquía. En toda su obra subraya la tensión entre naturaleza y convención, es decir decir,, entre un mundo verdadero verdadero y uno de apariencias y por lo tanto, plagado plag ado de errores—, entre entr e un mund m undo o donde do nde habit ha bitan an las verdades absolu absolutas tas e inmutables de la naturaleza y un mundo que q ue no es es más que el resultado resultado de la multiplicidad de opiniones mutables y anárquicas que en definitiva constituye el ethos democrát dem ocrático ico descripto descrip to por Protá P rotágora goras.1 s.17 7 En definitiv defin itiva, a, sólo los los filósofospolíticos filósofospolíticos están calificados para gobernar goberna r puesto que q ue sólo la filosofía permite el método adecuado para acceder a las verdades absolutas de la naturaleza y por lo tanto son los mejores calificados para encontrar las mejores leyes que requiere la ciudad. Esta estrategia argumentativa de Platón es de vital importancia ya que en última instancia es la Naturaleza la que designa a los mejores hombres para gobernar. Cuando afirma que “La justicia es que los superiores gobiernen sobre los los inferiores”,1 inferiore s”,18 8 está invirtiend invirt iendo o la defi d efinic nición ión de Protágoras acerca de la condición de existencia del Estado. La justicia consiste no en el igual acceso a la ley sino en no alterar las jerarquías que la sabia naturaleza ha establecido entre los hombres, y recordemos que para Platón, los que se dedican al arte de las mentes (alma) son superiores a aquellos que se dedican a las artes del cuerpo, es decir, los filósofospolíticos son superiores a los
16 Ver este argum arg umento ento más en detalle en Ellen M . Wood Wo od,, Democra De mocra cia contra capitalismo, capitalismo, op. cit., pp. 225227. 17 Ver Rossi, M igu ig u el etal., op.cit. 18 Gorgias, 484.
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productores producto res y trabajado traba jadores.1 res.19 9 De ahí ah í se desprende desprend e que qu e si cada uno ocupa el lugar que le corresponde “por naturaleza” la democracia es el régimen político más injusto y antinatural ya que el hecho de que cada uno haga lo que quiere, implica la mayor de las alteraciones del orden natural. Este argumento platónico por el cual las clases trabajadoras están por definición descalificadas para entrar a la vida política y gobernar, ha dominado por más de dos mil años la filosofía y la práctica política occidental. En este sentido, M . I. Finley al comparar la democracia antigu an tiguaa con con la moderna traza traza una interesante línea líne a de coincidencia entre entre Platón (un antidemócrata) y ciertos defensores de la democracia liberal, como Lipset, ya que ambos entienden qüe la política debe ser manejada por expertos. En el caso de Platón, por filósofos rigurosamente entrenados en la búsqueda de la Verdad absoluta a partir de la cual guiarse para legislar. En el caso de Lipset, por políticos profesionales junto junt o a la l a burocracia buro cracia de Estado, quienes serían ser ían guiados guiado s por sus sus sab sabere eress técnicos y controlados periódicamente por elecciones populares. En este último sentido, lo democrático radicaría en darle al pueblo la posibilidad de elegir entre distintos grupos de experto expertoss en mutu m utuaa competencia. competencia. IrónicamenIrónicamente, tanto para Platón como para los demócratas modernos, el pueblo debe ser desterrado del ámbito efectivo de las decisiones políticas dada su “ineptitud”.20 En la próxima sección, trataremos de aproximar una explicación acerca del carácter de la democracia en el capitalismo como diamet ralmente ralment e opuesta opuesta a la democracia en su sentido original.
II. Los orígenes del capitalismo La tensión entre lo político y la política adquiere una nueva forma a partir del surgimiento del capitalismo. Si bien Sócrates y Platón introdujeron desde los orígenes mismos de la política el argumento antidemocrático por excelencia según el cual la política es la profesión o saber de los políti p r a x is socializada del demos, sólo las condiciones histócosfilósofos, y no la pr ricas de la sociedad capitalista permitirán y demandarán que esta concepción adquiera carácter de sentido común. Paradójicamente, es la imposición de un cierto tipo de democracia (liberal) la que qu e legitimará legitim ará la existenc existencia, ia,
19 Es muy mu y imp importan ortan te tener en cuenta que Platón estaba convencido convencido de que había que reeducar a la aristocracia aristocracia aho ra en dec adencia. Por Por eso eso abrió abrió la primera Academia con con el fin de formar a los h ijos de la aristocracia en el arte a rte de la filosofía y la política. 20 M . I. Finley, Fin ley, Democr Democracy acy,, ancient andM odem , Londres, Hogouth, 1985.
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antidemocrática en sí misma para los los ciudadanos atenienses, atenienses, de la llamada “clase política”.2 política” .21 En otras otras palabras, el desplazam despla zamiento iento de lo político por la política no es un invento del capitalismo, pero sólo sólo el capitalismo cap italismo ha h a tenido que hacer de él un principio práctico en el momento en que las “masas” entran a la vida pública y el poder ya no puede sostenerse sólo por las “coacciones extraeconómicas” que caracterizaran a las sociedades precapi talistas. En líneas generales, trataremos de comprender cómo y por qué la sociedad capitalista capit alista hizo del principio socrático de especialización especialización un a máximáx ima de la democracia, algo que para el ciudadano común ateniense resultaba una contradicción en los términos. 1. La separación separación entre lo “político” “político” y lo l o “económico” en el capitalismo
El capitalismo es un sistema social a través del cual los bienes y servicios, desde las más básicas necesidades de la vida hasta las más superfluas, son producidos para el intercambio. Un' Un' sistema donde don de incluso inclu so la l a fuerza de trabajo es una un a mercancía me rcancía a vender en el mercado, y donde, como todos todos los facto factores res económicos, depende del mercado. Las condiciones para la competencia y la maximización de ganancias son las reglas básicas de la vida social. Debido a estas estas reglas, reglas, es un sistema dirigido fundamenta fund amentalmente lmente a desarrollar las fuerz fuerzas as de producción y a mejorar la productividad del trabajo a través de medios tecnológicos. Por sobre todas las cosas, es un sistema en donde el grueso del trabajo de la sociedad es llevado a cabo por quienes no son propietarios de los medios de producción y que por lo tanto se ven obligados a vender su fuerza fuerza de trabajo a cambio de un salario que les permita acceder a los medios de subsistencia. En ese proceso de compra y venta de la fuerza de trabajo, los trabajadores generan ganancias para aquellos que compran su fuerza de trabajo ya que su salario es muy mu y inferior inferior a lo que en realida r ealidad d vale su trabajo. trabajo. De ahí que el objetivo básico del capitalismo sea la producción y expansión del capital (lo que q ue M arx conceptualizara conceptualizara como como el proceso proceso de producción y extracextracción de plusvalía). En términos históric históricos, os, se trata de un modo único y espeespecífico cífico respec respecto to a cualquier cu alquier forma precedente de organizar orga nizar la vida vid a material mater ial y la reproducción social. En las teorías más convenc convencionale ionaless (fundame (fund amentalm ntalmente ente el liberalismo), libera lismo), el capitalismo es explicado como una oportunidad de de maximizar ganancias y de hecho, cualquier diccionario define al mercado como un mecanismo de 21 Ver G rune ru ner, r, op. cit., pp. 2123.
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oportunidades, de ofertas y elecciones. Sin embargo, para cualquiera que vive (y padece) padec e) en el capital cap italism ismo, o, esta noción noci ón no debe resultar result ar para nada nad a satisfactoria. ¿Qué son entonces las llamadas “fuerzas” del mercado? De acuerdo a la ideología capitalista, c apitalista, se trata de fuerza fuerzass impersonales impersonales de mercado que en un marco de libertad obligan a los actores económicos a actuar “racionalmente”. Pero esta concepción oculta algo fundamental ya que el rasgo distintivo y dominante de la sociedad capitalista no es la oportunidad o la elección sino, por el contrario, la compulsión. En primer lugar, porque la vida material y la reproducción social en el capitalismo están universalmente mediadas por el mercado, de modo tal que todos los individuos tienen de algún modo u otro que entrar en relaciones de mercado para acceder a los medios de vida. En segundo lugar, porque los dictados del mercado capita cap italist listaa —sus imperativos impera tivos de competencia, compet encia, acumulac acum ulación, ión, maximiza m aximización ción de ganancias e incremento de la productividad no sólo regulan las transacciones cion es económ eco nómicas icas sino las relacio rela ciones nes sociales social es en genera gen eral.2 l.222 En los los términos de Marx, en la medida en que las relaciones humanas son mediadas por el proceso de intercambio de mercancías, las relaciones sociales aparecen como relaciones entre cosas, cosas, el llam ado “fetichismo de la mercancía”' m ercancía”'223 En un notable estudio, Polanyi sostenía que sólo en la era moderna la motivación individual por la ganancia asociada al intercambio de mercado se ha convertido en el principio dominante de la vida económica. Aunque los mercados existían en las sociedades precapitalistas, las relaciones y prácticas económicas estaban inmersas en relaciones no económicas de parentesco, comunales, comuna les, religiosas religiosas y política po líticas. s. En dichas sociedad sociedades es las motivacio motivaciones nes que estructuraban la actividad económica eran otras muy distintas a los motivos “económicos” del beneficio y las ganancias materiales, como por ejemplo, el status y el prestigio o el mantenimiento de la solidaridad comunal, al mismo tiempo que han habido otras formas formas de organizar la vida económica económica distintas distintas al intercambio de mercado elaboradas relaciones de reciprocidad determinadas por las obligaciones de, por ejemplo, parentesco o la apropiación de excedente a través del poder político (Estado) o religioso (Iglesia) desde cuyo centro se redis re distri tribuía buía— —. En otras palabras, sólo en la l a “socied “sociedad ad de mercado” m ercado” (distinta a las antiguas sociedades “con” mercado) hay un motivo específicamente “económico”, instituciones estrictamente económicas y relaciones distintas o separadas separ adas de relaciones rel aciones no económicas.2 económica s.244 origin o f capitalism, New York, 22 Ellen M . Wood Wo od,, The origin York, Mon M onthl thlyy Review Pres Press, s, 1999. 23 Marx, El Ca C a p ita it a l cap. 1, tomo 1. 24 Ver Karl Polany Pola nyi,i, La Gran Transformación..op. cit.
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Este análisis nos conduce a preguntarnos qué es lo que hizo históricamente posible esta sociedad de mercado, esto es, cómo y en qué circunstancias los productores comenzaron a estar sujetos a los imperati vos del de l m ercad er cado. o. Lejos Lejo s de trat tr atar arse se de un proceso pro ceso “n a tu r al”, al ”, com o tie ti e n den a explicar los economistas clásicos, estamos ante un proceso altamente conflictivo y que despertó muchísima resistencia por parte de las clases clases campesinas. camp esinas. E.P. Thompso Tho mpson n describe el proceso por el cual emergió em ergió el capitalismo, como un proceso de viva confrontación entre los principios de mercado y ciertos valores y prácticas alternativas. La imposición de la sociedad de mercado emergió, así, como una confrontación de clases entre aquellos cuyos intereses se expresaban en la nueva economía de mercado y aquellos que la resistieron al anteponer los derechos de subsistencia a los imperativos de la ganancia. Esto es así en la medida en que se comprende que el capitalismo no surgió como una simple extensión y ampliación del trueque y el intercambio de mercancías, sino a través de una radical y completa transformación en las más básicas relaciones y prácticas sociales, una ruptura sin precedentes con el antiguo patrón de interacción entre el hombre y la naturaleza. Consideremos que durante miles de años, los seres humanos tendieron a satisfacer sus necesidades necesidades materiales por medio del trabajo de la tier ra y en tanto estu vier vi eron on inv in v olu ol u crad cr ados os en la a g ric ri c u ltu lt u r a, estu es tuvi vier eron on d ivid iv idid ido o s en clas cl ases es,, aquellos que trabajaban la tierra prod ucto res directos, típicame nte cam pesinos—y aquellos que apropiaban el trabajo de otros apropiadores. Lo característico de las sociedades precapitalistas (a diferencia de las capitalistas) es que los campesinos productores siempre se habían mantenido en posesión de los medios de producción, especialmente a través de los derechos que tenían sobre las tierras comunales y de esta manera tenían un acceso directo a los medios necesarios para su supervivencia y reproducción. Esto implicaba que cuando el excedente de su trabajo era apropiado, ocurría a través de lo que Marx llamaba medios “extraeconómicos”, es decir, a través de la coerción directa ejercida por los terratenientes o los Estados dada la superioridad que les confería su poder militar, político y jurídico. Aquí aparece lo que Marx conceptualizaba como la diferencia fundamental entre las sociedades capitalistas y las precap pre cap italistas.2 italista s.25 5 Se trata de una form a partic ular ula r de relación de pro piedad entre productores y apropiadores ya que sólo en el capitalismo el
25 Ver M arx, ar x, Grundrisse... y El capital, capit al, op. cit., tomo 1, vol. 3.
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excedente del trabajo es apropiado por medios “puramente” económicos. Gracias a que los productores directos h,an sido desposeídos de dichos medios de subsistencia, y dado que su única fuente de acceso a los mismos es a través de la venta de su fuerza de trabajo a cambio de un salario, el capitalismo puede apropiar excedente sin recurrir a la coerción direc dir ec ta.2 ta. 26 El capitalismo está marcado, entonces, por una diferenciación única de la esfera “económica”. “económica”. Por Por un lado, esto esto quiere decir que la producción y la distribución adoptan una forma completamente “económica”, que ha dejado de estar “inmersa” en las relaciones sociales extraeconómicas, en un sistema en el que la producción por lo general está destinada al intercambio. Por otro lado, implica que la asignación de la fuerza de trabajo social y la distribución de recursos se logran a través del mecanismo “económico” del intercambio de mercancías, y que, para citar a Marx, la propiedad recibe su forma puramente económica descartando todos sus atractivos y asociaciones políticos y sociales. Sobre todo, significa que la apropiación de la fuerza de trabajo excedente tiene lugar en la esfera “económica” con medios “económicos” ya que la apropiación a propiación del excedente se logra gracias gracias a la sepaseparación completa del productor de las condiciones necesarias para reproducir su fuerza fue rza de trabajo y por p or la propiedad privada privad a absoluta sobre sobre los medios medios de producción en manos del apropiador. Aunque la fuerza coercitiva de la esfera “política” es necesaria en última instancia para mantener la propiedad privada y el poder de la apropiación, la necesidad económica proporciona la compulsión inmediata inmediata que fuerza al trabajador a transferir el trabajo excedente al capitalista ca pitalista para par a obtener atíc atíces eso o a los medios de vida. El trabajador es “libre” en el sentido de que no está en relación de dependencia o servidumbre y la transferencia y apropiación de su trabajo no está condicionada nad a por una relación extraeconómica, extraeco nómica, como ocurría en las socieda sociedades des preprecapitalistas donde la extracción de excedente se producía a través de rentas,
26 Esto im plica pli ca que las tierras comunales comun ales de donde don de los campesinos obtenían obtení an sus medios básicos de vida fueron literalmente expropiadas por medio de lo que se conoció en Inglaterr Ingl aterraa como com o las “Actas “Actas de cercamiento” cercam iento”.. Lo interesante interesan te de este proceso proceso que se dio en Inglaterra durante los siglos XVI y XVII es que no sólo se cercaron físicamente las tierras sino que q ue se alteraron alteraron radicalme rad icalmente nte los derechos derechos de propiedad ya que de lo que se trataba era de extinguir el uso de las costumbres aldeanas como fuente de derecho a controla con trolarr y organizar la producción a grícola. Bajo el imperativo de la “produc “productividad tividad”, ”, se procedió a elim inar las regulaciones aldeanas y las restricciones restricciones que operaban sobre el el uso de la tierra, dando así lugar a un nuevo tipo de propiedad privada.
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impuestos, servicios personales, etc. En otras palabras, la asignación social de recursos y fuerza de trabajo ya no tiene lugar por medio de la dirección política, la deliberación comunal, el deber hereditario, las costumbres u obligaciones religiosas, sino más bien a través de los mecanismos de intercambio de mercancías. De esta manera, la explotación no descansa directamente en las relaciones de dependencia jurídica o política, sino que se basa en una un a relación contractu contr actual al entre productores productore s “libres” “libres” — juríd ju rídica icam m ente en te li bres, y libres de los medios de producción—y un apropiador que tenga propiedad propied ad absoluta absolu ta sobre sobre los medios de produ p roducció cción.2 n.27 7 Todo esto no signi sig nific ficaa que qu e la dime di mens nsió ión n p o lític lít icaa sea s ea ajen aj enaa a las relac re lacio io-nes capitalistas capitalistas de producción, sino que la esfera esfera po lítica en el capitalismo c apitalismo tiene un carácter especial porque el poder coercitivo que respalda la explotación capitalista no está manejado directamente por el apropiador y no se se basa basa en la subordinación p olítica o jurídic a del productor p roductor a un amo. Básicamente significa que el “momento” de la apropiación está separado del “momento” de la coerción, el cual se diferencia ahora como una esfera política pú blica separada y especializada. especializada. Como explica Ellen Ellen Wood, apropiación y coerción se se asignan en forma separada a un tipo de apropiación privada y una institución coercitiva pública especializada, el Estado: “por un lado, el Estado ‘relativamente autónomo’ tiene el monopolio de la fuerza coercitiva; por el otro, la fuerza sostiene un poder ‘económico’ privado que dota a la propiedad capitalista con la autoridad para par a organizar la producción por sí misma ... una autoridad probablemente sin precedentes en su grado de control sobre la actividad activida d productiv pro ductivaa y los sere seress humanos humano s que qu e se dedican ded ican a ella”.28 En otras palabras, los poderes políticos directos que los propietarios capitalistas han perdido pe rdido a favor favor del Estad Estado o lo han ganado en el control directo de la l a producprodu cción y la explotación. Como contrapartida, los poderes del apropiador ya no implican la obligación de llevar a cabo funciones funciones sociale socialess y públicas (como es el caso caso de los señores señores feudales), feudales), de ahí a hí que qu e “en “en el capitalism capi talismo o existe una u na separación total entre la apropiación privada y las obligaciones públicas”.2 públ icas”.29 En este sentido, el capitalismo difiere de las formas precapitalistas en las que la fusión de los poderes económicos y políticos significaba no sólo que la extracción de excedente era una transacción “extraeconómica”, sino también que el poder de apropiarse de trabaj tr abajo o excedente —y a sea s ea el Estado o el señor feudal— feudal —provenía prove nía del desempeño de funciones militares, jurídicas y administrativas. Por ejemplo, el 27 Ellen M . Wood Wo od,, D emo cracia contra Capitalismo, Capitalismo, op. cit., pp. 3637. 28 Ellen M . Wood Wo od,, Dem ocracia contra Capitalismo, op. op. cit., p. 38. 29 Idem, p. 38.
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señor feudal tenía derecho a recolectar el excedente de los campesinos que se hallaban dentro de los confines de su territorio ya que a cambio éste ofrecía protección y seguridad a sus vasallos, al mismo tiempo que impartía justicia entre los mismos. mismos. Mientras el señor feudal feudal era un amo económico y político político a la vez, vez, el capitalista capit alista y el obrero en las sociedades sociedades modernas son políticamente iguales y económicamente desiguales. En definitiva, el largo proceso histórico que en última instancia culminó con el capitalismo podría ser visto como una diferenciación diferenci ación creciente —y desarrollada en forma única— únic a—del del poder de la clase respecto del poder del estado. De este modo, lo que define la especificidad histórica del capitalismo respecto a cualquier otro tipo de sociedad es la separación y diferenciación de lo político polít ico y lo l o económico como esfe esferas ras autónomas. autónomas. En consecuencia, la separación de lo político y lo económico (re)definió la noción de ciudadan ciu dadanía ía en el capitalismo. capitalismo. Por Por un lado, la gran mayoría de indiind i viduos vidu os que fueron progresivamente desarraigados de sus sus comunidades comun idades y sus sus medios de producción, necesitaron acceder a la ciudadanía como condición de legalidad para vender su fuerza de trabajo en calidad de hombres “libres”. Dicho proceso fue completo cuando “el capitalismo, con su indiferencia a las identidades extraeconómica extraeconómicas’ s’ de la multitu mu ltitud d trabajadora, trabajadora, disipó los los atributos prescriptivos y las diferencias ‘extraeconómicas’ en el solvente del mercado de trabajo”.30 Sin lugar a dudas, esto significó un gran avance para esos individuos, ahora “libres “libres e iguales”, iguales”, y la l a adquisición de la ciudadan ciu dadanía ía les les confirió nuevos poderes, derechos y facultades. Pero por otro lado, “el supuesto histórico de su ciudadanía era la devaluación de de la l a esfera polít po lítica ica”.3 ”.31 El contraste contraste entre el significado ateniense y el moderno de la ciudadanía resulta esclarecedor en este sentido. Si bien la democracia liberal moderna tiene en común con la democracia griega antigua una disociación de la identidad civil respecto al estatus socioeconómico, permitiendo así la coexistencia de una igualdad política formal con las desigualdades de clases, esta similitud oculta, sin embargo, una diferencia fundamental y que en definitiva refleja relaciones radicalmente diferentes entre lo “político” y lo “económico” en los dos casos. “En Atenas, la ciud adan ía dem ocrática significaba que los pequeños productores, productores, y los campesinos en particular, en g ran m edid a estaban libres libres de la explotación explotación ‘extraeconó mica’. Su pa rticipación po lítica en en la asamblea, en los tribunales y en las las
30 Idem, p. 246. 31 Idem, p. 246.
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calles limitaba su explotación económica. Al mismo tiempo, a diferencia de los obreros obreros en el capitalism o, aún no estaban som som etidos a las compu lsiones econ óm icas’ cas’ de la falta de prop iedad. La libertad p olítica y econó mica eran inseparables (...) mientras que la igu aldad política no sólo sólo coexisti coexistió ó con la desigu aldad socioeconómica, sino que la m odificó sustancialmen te. En est estee sentido, la de mo cracia en Atenas no era “formal” sino sustantiva. En la democracia capitalista (...) la posición socioeconóm ica no de term ina el derecho a la ciu dad anía —y eso es precisam ente lo que significa dem ocrático en en la democracia capitalista , sino q ue, d ebido a que el poder del capitalista p ara apropiarse apropiarse del trabajo excedente de los obreros obreros no depen de de un estatus jurídico o cívico privilegiado, la igualdad civil no afecta directamente ni mo difica signifi significativamente cativamente la desigualdad d e clases; clases; y justam ente esto lim ita la dem ocracia en el capitalismo. capitalismo. Las relaci relaciones ones de clases clases entre capital y fuerza fuerza de trabajo pueden sobrevivir sobrevivir hasta hasta con un a igualdad ju rídic a y el sufragi sufragio o universal. sal. En ese ese sentido, la igu aldad política en la dem ocracia capitalista no sólo coexis coexiste te con la desigu aldad socioeconóm ica, sino que la deja funda m enta lme nte intacta”.32 intacta”.32
En otras palabras, el concepto moderno de ciudadanía puede ser más inclusivo y universalista que el ateniense, más indiferente a las particularidades de parentesco o etnia, pero al mismo tiempo implica una mayor distancia entre el “pueblo” y la esfera de acción política, una conexión menos inmediata entre la ciudadanía y la participación política. Es decir, la ciudadanía en el capitalismo puede ser más expansi expansiva va e inclusiva inclu siva qué q ué la ateniense, ateniense, pero también puede ser más abstracta y y más pasiva. 2. El desplazamiento de lo político por la política
Como subraya Gruner, el modo de dominación específico del capitalismo consiste en la supresión “fetichista” de lo político por las operaciones de la política.33 Esto quiere decir que el poder del pueblo es progresi vament vam entee reemplaz reem plazado ado por el poder po der de los elegidos eleg idos —“los que qu e saben” saben ”—, no como un modo de hacer gobernar al pueblo indirectamente a través de sus representantes sino, muy por el contrario, como mecanismo que suprime y expulsa expulsa a la voluntad popular l a “m ultitu d trabajadora” trabajadora” del del proceso de toma de decisiones estatal. El capitalismo, en este sentido, promueve una nueva distinción entre dirigentes y trabajadores. En los términos de Manin, la democracia representativa no es una forma indi32 ídem, pp. 247248. 33 Eduardo Edua rdo Gruner, Grun er, op. cit., p. 22.
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recta de democracia ya que los fundadores del gobierno representativo niegan precisamente que en ese régimen la voluntad popular sea puesta en situación de gobernar, ni siquiera de manera indirecta. En los orígenes del capitalismo, la democracia fue instituida con el objetivo explícito de que la volu v oluntad ntad popu po pular lar —es decir, decir, la volun vo luntad tad de aquellos aq uellos cuyo excedente excedente es apropiado por los capitalistas—no haría la ley ni directa ni indirectamente. El aspecto “fetichista” se revela en tanto y en cuanto la democracia moderna aparece como algo que no es. En tanto se unlversaliza la ciudadanía, todos los los hombres son son libres e iguales, pero esta igualdad y libertad sólo existen como postulado formal ya que como explicara Marx la igualdad jurídica oculta y disimula la desigualdad real y efectiva de la explotación económica. econó mica. Y es es en definitiva este mecanismo de ocultamien ocultam ien to de la desigualdad real por las operaciones de la igualdad formal la que requiere y demanda un desplazamiento de lo político por la política, o, dicho de otro modo, de la política del de m os por por la política de los políticos. Dicho con más crudeza, en el capitalismo, para que una clase explote a otra, el Estado debe ponerse un disfraz democrático, lo cual implica que las actividades políticas no serán llevadas a cabo por la clase apropiadora directamente sino por un grupo de funcionarios burocráticos actuando en nombre de un saber técnico que se presenta como interés general. Pero, como denunciara Nietzche, detrás de toda pretensión de saber hay una voluntad de poder. Esto requiere que mencionemos brevemente el trayecto histórico de la democracia moderna como proceso que separa la democracia en la que los mismos ciudadanos ciudadano s hacen la l a ley (lo político) y el régimen repres representa entativo tivo en el cual los ciudadanos confían el ejercicio de su poder a representantes o profesionales nombrados por ellos (la política). Las tres revoluciones modernas: dernas: inglesa, francesa francesa y americana, van a contribuir contrib uir de distinta manera al establecimiento de la “soberanía popular” a través de un paradójico proceso en el cual “para institucionalizar un modelo de orden se debía descontar de la República, la acción espontánea, espontánea, constituyente’, constituyente’ , de aquello mismo mismo que hace necesaria la existencia de un orden (cualquiera): el demos-, el ‘pueblo’...”34 El primer paso hacia el gobierno representativo fundado en la “soberanía popular” hay que rastrearlo en el caso de la Revolución Gloriosa en
34 ídem, p. 22.
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Inglaterra, el cual pone de manifiesto que la democracia moderna no se originó con el acceso de las clases subordinadas al poder y la creación en particular particu lar de esa formación sin precedentes, precedentes, el ciudadano ciudadan o campesino, sino en el ascenso de las clases con propiedades en la transición del feudalismo al capitalismo. No en la figura del ciudadano campesino sino en la del señor feudal y la aristocracia w h igP No se trata de campesinos y pequeños productores que se liberan del dominio político de sus señores, sino de ios señores mismos que afirman sus poderes independientes frente a las imposiciones de la monarquía. Éste es el origen de los modernos principios constitucionales, las ideas del gobierno limitado, la separación de poderes y demás, “principios que han desplazado las implicaciones sociales del ‘gobierno del d e m o s —como equilib equ ilibrio rio de poder entre e ntre ricos y popo bres—en cuanto criterio central de la democracia”. El ciudadano ateniense se ufanaba de no tener amo, de no ser sirviente de ningún mortal ya que no le debía servicio ni deferencia a ningún señor. La libertad, eleutheria, que su ciudadanía implicaba era la libertad del dem os con con respecto a los señores. La Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra, en cambio, “no era la declaración de un d e m o s sin amo sino la de los amos mismos, que afirmaban sus privilegios feudales y la libertad del señorío frente a la Corona, así como contra la multitud popular, tal como la libertad de de 1688 representó el privilegio de los caballeros terratenientes y su libertad de disponer como quisiesen de sus tierras y sirvientes”.336 536 Sin duda, la afirmación del privilegio aristocrático contra las monarquías produjo la tradición de la “soberanía popular” de la cual se deriva la concepción moderna de la democracia; sin embargo, el “pueblo” en cuestión no era el dem os sino un estrato privilegiado que constituía una nación política exclusiva, situada en un espacio público entre el monarca y la multitud. Mientras que la dem ocracia ateniense, ateniense, al convertir a los campesinos campesinos en ciudadanos, ciudadan os, tuvo el el efecto efecto de quebrantar la oposición oposición inm in m emorial em orial entre gobernantes gobernantes y productores, productores, por el contrario, la división entre terraten ientes gobernantes y campesinos sometidos devino en la condición esencial de la “soberanía popular” tal como emergió a principios de la Europa moderna. Recordemos además que hasta el siglo XIX, la representación no requería el voto popular, y el consentimiento popular de las decisiones parlamentarias se entendía más bien como una “representación virtual”. La doctrina de la
35 La facción moderad mo deradame amente nte progresista de la aristocra arist ocracia cia inglesa. ingles a. 36 Ellen M . Wood Wo od,, Dem ocracia ocracia contra capitalismo , op. cit., p. 239.
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supremacía parlamentaria habría de actuar en contra del poder popular incluso cuando la nación política dejó de estar restringida a una comunidad relativam rela tivamente ente pequ eña de terratenientes y cuando el concep concepto to de “pue“pueblo” se amplió para incluir a la “multitud”. En este contexto, la política no sería más que el coto reservado de un parlamento soberano que, en última instancia, tenía que rendir cuentas a sus electores; pero el “pueblo” no era real y efectivamente soberano. Esto implica que para todo fin práctico no hay política polític a —o por por lo menos no polític a le gítim gí tim a fuera del parlamento. De hecho, cuanto más incluyente se ha vuelto el “pueblo” más han insistido las ideologías políticas dominantes en despolitizar el mundo fuera del parlamento parlam ento y deslegitimar deslegitim ar la política po lítica “extraparlamentaria” “extraparlamentaria”.. GraGracias a esto, los ingleses pudieron conformarse largo tiempo con celebrar los avances del parlamento sin proclamar la victoria de la democracia. Los argumentos de la división del trabajo entre dirigentes y productores también aparecerían durante la Revolución Francesa de la mano de Siéyés, para quien qui en la políti p olítica ca de los represe representante ntantess se había vuelto no sólo sólo una forma forma preferible sino deseable en contraposición a la política popular. En este caso, la superioridad del gobierno representativo se debía a que se trataba de la forma política más adecuada para las sociedades de mercado en las que los individuos están, ante todo, ocupados en producir riquezas. En tales sociedades, argumentaba, los ciudadanos ya no tienen el tiempo necesario para ocuparse de los asuntos públicos y deben, por lo tanto, mediante elección, confiar el gobierno a individuos que consagren consagren todo su tiempo a esa tarea. tarea. Como explica Manin, Siéyés ve ante todo la representación como la aplicación al orden político de la división del trabajo, principio que ante sus ojos y los de sus contemporáneos, constituye el factor esencial del progreso social. “El interés común, escribe, el mejoramiento del Estado social mismo nos piden que hagamos del gobierno una pr p r o fe s ió n p a r t i c u la r ,37 subrayando, además, que el papel de los representantes no consiste en transmitir la voluntad de sus electores, ni anunciar el deseo de los representados sino en deliberar y votar librem ente con las “luces” de la Asamblea. Esta “liberación” de los políticos respecto de sus electores, es la contrapartida de la “liberación” de los individuos respecto de las actividades políticas. En cierto sentido, el argumento socrático de las artes prácticas ha vuelto y con él el de la profesionalización de
37 La cita cit a de Siéyés aparece en Bernard M an in, “La democracia demo cracia de los modernos. Los principios del gobierno representativo” en Revista Sociedad, N° 6, Facultad Facultad de Ciencias Sociales (UBA), abril de 1995, p. 13.
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la política ya que ésta es nuevamente entendida como una tarea más dentro de la sociedad (y ya no aquella que define la vida humana misma) y por lo tanto a ser desarrollada por gente dedicada exclusivamente a ella. Sin embargo, sería la Revolución Americana de 1776 y, más precisamente, los argumentos de los Federalistas en la redacción de la Constitución American Am ericanaa en 1787 los que dieran el paso paso decisiv decisivo o en el desplazamiendesplazam iento del d e m o s del poder efectivo. En un contexto donde el impulso hacia la democracia masiva era ya muy fuerte, los federalistas se enfrentaron a la tarea sin precedentes de preservar lo que pudieran de la división entre la masa y la élite en el marco de un derecho derecho político cada vez vez más democrático y una ciudadanía cada vez más activa. Los redactores de la Constitución se embarcaron en el primer experimento de diseñar un conjunto de instituciones políticas que abarcarían y al mismo tiempo reducirían el poder popular. En otras palabras, era necesario crear un cuerpo de ciudadanos inclusivo pero pasivo, con una' perspectiva limitada de sus facultades políticas. Su tarea práctica consistía en sostener una oligarquía propietaria con el apoyo electoral de la multitud. “Esto también requirió que los federalistas produjeran una ideología, específicamente una redefinición de la democracia, que disimulara las ambigüedades de su proyecto oligárquico. Fueron los vencedores antidemocráticos en Estados Unidos los que dieron al mundo moderno su definición de democracia, una definición en que la dilución del poder popula po pularr es es un ingredien ing rediente te esencial”.3 esen cial”.38 En el planteo de los federalistas, la democracia se sustenta en la representación aunque sobre la base de argumentos platónicos, en sí mismos, antidemocráticos. Básicamente, la incompetencia del pueblo para gobernar. En el F ederalista edera lista X, X, Madison explicaba que la representación consistía en “refinar y ensanchar las opiniones públicas haciéndolas pasar por el tamiz de un cuerpo elegido de ciudadanos cuya sabiduría pueda discernir mejor el verdadero interés de su país y cuyo patriotismo y amor por la justicia sean los menos susceptibles de sacrificar ese interés a consideraciones efímeras y parciales”. Y luego agregaba: “En un sistema semejante, puede muy bien ocurrir que la voluntad pública, formulada por los representantes del pueblo, concuerde más con el bien público que si fuese expresada por el pueblo mismo”. Es decir, el subtexto de esta definición es muy similar a lo que Platón planteaba ya que la multitud trabajadora quiere el bien pero no sabe verlo dado que está sumido en opiniones parciales, y guiados
38 Ellen M . Wood Wo od,, Democracia contra Capitalismo, op. cit., p. 250.
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por los impulsos im pulsos de la pasión y no de la l a razón, sólo pueden defender bienes bienes particulares y jamás un bien general. Por eso para Madison, el fin último del gobierno representativo era poner a los gobernantes en condiciones de resistir las “pasiones desordenadas” y las “ilusiones efímeras” del pueblo. Como explica Manin, en este caso, la superioridad de la representación consiste en abrir la posibilidad de una separación entre la voluntad (o decisión) sión) pública superio r y racion al y la voluntad voluntad popular popular inferior infer ior y pasiopasional o irracional. En definitiva, si la representación tiene como propósito actuar como fi f i l t r o de las opiniones populares, se ha vuelto la antítesis misma del concepto de isegoria que que definía a la democracia ateniense. En los términos de Ellen Wood, “en su forma federalista (la representación) significó que algo hasta ahora percibido como la antítesis del del autogobierno democrático mo crático,, ahora no sólo sólo era compatible sino constitutivo constitutivo de la democracia: democracia: no el ejercicio del poder político, sino renunciar a a él, transferirlo a otros, su en ajen ación .39 De esta manera, la democracia estadounidense estableció una definición de democracia en la que la transferencia de poder constituía no sólo una concesión necesaria en cuanto al tamaño y la complejidad de los Estados modernos, sino más bien la esencia de la democracia misma. En el contexto griego, griego, la definición política p olítica del demos mismo tenía un u n significado social porque deliberadamente se oponía a la exclusión de las clases bajas de la política. En cambio, cuando los federalistas se referían al “pueblo” como una un a categoría categ oría política, no era con el fin de afirmar a firmar los dere derech chos os de los los “mecáni“mecánicos” en contra de quienes pretendían excluirlos de la esfera pública. El lenguaje federalista tenía más que ver con resaltar el poder del gobierno federal; y si el criterio de la clase social debiera carecer de relevancia, no sólo era en el sentido
39 Ellen M . Wood, Wo od, ídem, p. 252. En este sentido, es importante recalcar cuán alejada estaba la ena jenación d el poder político del concepto g riego de democracia en tanto la elección era considerada una prác tica oligárquica . La democracia podía adoptar la elec ción para ciertos propósitos específicos pero no pertene cía a la esencia de la constituc ión demo crática. Tal Tal es el el caso caso de los oficios oficios que requerían una e xperiencia esestrictam ente en te técn ica, sobre todo todo los cargos cargos financieros y m ilitares ilitares más altos, como el cargo de estratega p ara el cual fue elegido P ericles, por ejemplo. ejemplo. Pero Pero dichos puestos iban acompañados de estrictas medidas para asegurar cuentas claras y se entendían abiertamente como excepciones a la regla de que se puede suponer que todos los ciudadanos poseen el tipo de conocimientos cívicos necesarios para las funciones po líticas lítica s generales. El método demo d emocrático crático por excelenc ia fue la selección selección por sorteo sorteo que, pese a sus limitaciones prácticas, abarca un criterio de selección en principio opuesto a la enajenación de la ciud ciud ada nía y la suposición de que el demos es p p olíticaolíticamente incfampetente.
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de que la pobreza o el rango sin distinción no constituyeran un obstáculo formal para acceder a un cargo público, sino más específicamente en el sentido de que el equilibrio del poder de las clases de ninguna manera representaría un criterio de la democracia. En efecto, no habría incompatibilidad entre democracia y el gobierno del capital. En este este sentido es muy mu y elocuente el análisis an álisis de Madison Ma dison respecto al origen del espíritu faccioso en la República. Cuando afirma que “la fuente de discordia más común y persist persistente ente es es la desigualdad en la distribución de propiedades (...) ya que... los propietarios y los que carecen de bienes han formado siempre distintos bandos sociales”, asume que no se pueden atacar las causas de la desigualdad desig ualdad sino sólo sólo sus sus efectos. efectos. Es Es decir decir,, que q ue el fin último últim o de la democracia moderna no es atacar atacar las desigualda desigualdades des de propiedad o limitar lim itar la explotación sino simplemente mantener a raya sus efectos. Cuando, entonces, afirma que “la ordenación de tan opuestos intereses es la tarea principal de la legislación moderna”, no es en el sentido de igualación igualac ión social sino, m u y por el contrario, para dejar intactas esas diferencias. Por lo tanto, “mantener a raya sus efectos” significa ni más ni menos que asegurar que la facción mayorita ria, los que no son dueños de los medios de producción —la m ultitu ult itud d trabajadora—, no sean más poderosos que los propietarios en virt v irtud ud de su s u número n úmero.. De ahí que una constitución funcional al capitalismo debe evitar la “tiranía de la mayoría”, que no es más que la traducción peyorativa del gobierno del pueblo. Esto es bien claro si tenemos presente que es precisamente esa desigualdad igu aldad entre los los propietarios propietarios y los no propietarios propietarios de los medios de producción (la falta falta misma m isma de propiedad por parte de aquellos aquellos que tienen tien en que q ue vender su fuerza de trabajo) lo que permite la dinám din ámica ica capitalista. En otras palabras, la función principal de la democracia liberal capitalista no es otra que dejar intacta la explotación de una clase sobre otra.
Conclusión
En conclusión, estamos frente a la posibilidad única de una democracia carente de contenido social ya que la estructura social del capitalismo cambia el significado de la ciudadanía, de modo tal que la universalidad de los derechos políticos deja intactas las relaciones de propiedad y las formas formas de explotación. Es el capitalismo el que hace posible p osible una un a forma form a de democracia en la que la igualdad formal de los derechos políticos tiene un efecto mínimo sobre las desigualdades o las relaciones de dominación que se dan en otras esferas. Y esto es factible gracias a la posibilidad de despla-
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zar a la democracia a una esfer esferaa puramente política, distinta distin ta y separada de de la “sociedad civil” o de la “economía”. En Atenas no había una división tan clara entre Estado y sociedad civil, ni una “economía” distinta y autónoma. Ni siquiera un concepto de estado distinto de la comunidad de ciudadanos. Los poderes y derechos políticos no se separaban con tanta facilidad en Atenas como en las sociedades modernas capitalistas donde la propiedad ya estaba alcanzando una definición puramente “económica”, separada del privilegio jurídico o del poder político, y en el que la economía estaba adquiriendo vida por sí misma. Para las clases dominantes del capitalismo, la antigua democracia era justamente el modelo a evitar, de ahí que durante el siglo XVIII se la llamara el gobierno de la turba o la tiranía de la mayoría. Fueron los federalistas los que tuvieron la posibilidad de reivindicar el lenguaje de la democracia al mismo tiempo que categóricamente se desligaban del gobierno por parte del d e m o s en su significado griego original. Por primera vez, “democracia” podía significar algo completamente diferente de lo que significó para los griegos. Y como consecuencia, lo político también podía significar algo opuesto a lo que significaba para los griegos. Ya no un límite a la explotación de una clase sobre otra ni un proceso de aprendizaje cívico y moral en cuya práctica los ciudadanos construyen sus saberes colectivos y sus reglas de vid v id a a través travé s del auto au togo gobi bier erno no,, sino sin o un m ecan ec anism ism o por po r el cu cual al las eli elite tess garantizan la autoridad de sus saberes técnicos por encima de la multitud trabajadora más bien como un medio para acrecentar la riqueza y bienestar de unos pocos a costa del relegamiento de muchos. Sólo basta constatar el resultado de dos siglos de práctica e ideología democrática capitalista a nivel mundial, donde el máximo de desarrollo social ha engendrado al mismo tiempo el máximo de subdesarrollo. Entiéndase, un tercio de la población mundial goza del “progreso” y los otros dos tercios viven en el máximo nivel de exclusión e indigencia. Y esto no es una “anomia”, sino el capitalismo mismo.
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