Historia de la Fisiognómica El rostro
y
el carácter
/l
6'Lf.OQ¡
Historia de la Fisiognómica El rostro y el carácter Julio Caro Baroja
Colección lundamentos
Madrid 96
Ediciones
ISTMO
,..
A mi hermano Pío, hombre de imágenes
Diseño de cubierta: Vicente A. Serrano
ADVERTENCIA PRELIMINAR
© ©
Julio Caro Baroja, 1988 Ediciones Istmo para España castellana
y
todos los países de lengua
Colombia, 18 - 28016 Madrid ISBN: 84-7090-183-4 Depósito legal: M. 14.509-1988 Impreso en España por Hijos de E. Minuesa, S. L. Ronda de Toledo, 24 - 28005 Madrid Printed
in Spain
Al terminar un curso acerca de la historia del pensamiento antropológico, hace años (1983), me di cuenta de que había una serie de disciplinas que se relacionaban, en principio, con la antropología, pero que no habían tenido después desenvolvimiento tan coherente como aquélla: o, mejor dicho, que presentaban de modo constante, a lo largo de los siglos, caracteres equívocos. Una de ellas es la que se denomina (utilizando las palabras griegas
arrancado para realizar estudios que podría llamar parantropológicos, si el vocablo no me pareciera también pretencioso. Éste es uno de ellos y en parte lo desarrollé en un seminario de la Fundación Ortega y Gasset, durante el curso de la primavera de 1985, relacionándolo con temas que tocaban, sobre todo, algunos aspectos de la antropología criminal. He de agradecer a don Emilio Temprano el desvelo que ha puesto en facilitarme la lectura de varios textos difíciles de consultar.
INTRODUCCION
10 ),
1
FISIONOMÍA, FISIOGNÓMICA y FISIOGNOMÓMICA
Si en términos vulgares se habla desde antiguo de la fisonomía y aun de la filosomía, si en términos más restringidos se utilizan las voces «fisonomía» y «fisionomía», emplear los vocablos «fisiognómica» y «fisiognornónica» es cosa que indica pretensiones, al menos, de mayor cultura. Sin embargo, puede afirmarse, sin miedo a cometer error, que la que cabría llamar «historia del criterio fisiognómico», que, al fin y al cabo, es la materia de este libro, nos hace ver que la separación de lo popular de lo culto no es tan fácil como en otras materias, y que tanto hombres con pretensiones de gran saber como otros sin ellas han pagado tributo a una serie de juicios y prejuicios, respecto al significado de los rasgos de la cara sobre todo, que arrancan de impresiones intuitivas, que luego se pretenden razonar y aun más codificar, como si fueran conocimientos absoutamente ciertos, apoyados en la experiencia y en unas razones muy elaboradas. ' Pero generación tras generación, siglo tras siglo, los hombres con culturas y religiones diferentes, y a veces en contradicción consigo mismas, han construido sistemas fisiognómicos, que unos han adaptado con gran fe y que otros han rechazado de modo absoluto. Los argumentos se repiten con monotonía 13
II y acaso hoy, como hace muchos siglos, habrá quien tenga fe, por ejemplo, en la relación positiva de la fisiognomía con la quiromancia y la astrología. Pero empecemos por los fundamentos.
CARACTERIZACIONES FISIOGNOMICAS EN LITERATURA Y ARTE ANTIGUOS
La caracterización fisionómica es algo tan antiguo como la literatura occidental por lo menos y los primeros ejemplos de ella se encuentran en los poemas homéricos, donde hay retratos individuales, también retratos genéricos de hombres y mujeres y aun de pueblos. Según mi cuenta, en la Ilíada, después de una caracterización general de los aqueos como hombres de ojos vivos 3 y de largas cabelleras 4, la primera caracterización individual más detallada es la del pobre Tersites, al que Ulises increpa y golpea despiadado en medio del regocijo de los guerreros. Se le representa allí como a un desvergonzado, insolente, lleno de malas pasiones y con la cabeza puntiaguda, poco pelo, bizco y cojo, de hombros y pecho estrechos y hundidos: prototipo del resentimiento frente a los bellos héroes 5. Esta caracterización ha sido muy citada por los cultivadores de la fisiognómica, incluso por los criminólogos italianos de fines del siglo XIX. Pero hay que observar que un filósofo y retórico del siglo 11 d. de J c., Favorino de Arelate o de Arles, rival precisamente del fisiognómico Polemón (del que luego se trata), compuso el encomio de Tersites, que acaso tendía a combatir ideas comunes acerca de la correlación absoluta y de origen entre la deformidad Pan y Olimpo.
15 14
y las pasiones bajas, atribuyendo la fealdad del mismo Tersites a enfermedad contraída y justificando al personaje 6. De todas maneras, el texto homérico siempre tuvo más fuerza que sus comentarios tardíos y las caracterizaciones «intencionadas» similares se siguieron haciendo 7. No es cuestión de desarrollar el tema 8. Pero es evidente que, a la par que los poetas, los artistas plásticos griegos avanzaron en el arte de hacer retratos y de caracterizar estudiando las pasiones de los hombres, las costumbres "e los pueblos y las expresiones correspondientes. ')e un pintor famoso, Zeuxis (siglo v), se cuenta que trazó un «retrato» ideal de Penélope, en el que reflejaba, sobre todo, la virtud 9, y Parrasio fue el primero, al decir de Plinio, que reprodujo matices de la cara, la belleza concreta de la boca y otros rasgos 10. Por otra parte pintó al pueblo de Atenas, con sus caracteres y pasiones: iracundo, injusto, incons. tante e incontinente, o compasivo y misericordioso, y en otros contrastes tales como alabancioso y humilde 11. Del tiempo de Apeles es también Arístides, tebano 12, al que se atribuye gran pericia en lo de reproducir expresiones y situaciones de ánimo. Nada podemos juzgar, directamente, acerca del grado a que llegaron en su arte estos pintores, porque nada queda de ellos; mas hay obras de escultores, que cultivaron el retrato individual, que representaron también hombres de raza distinta a la griega, por ejemplo los galos, o dieron particulares expresiones a las divinidades y númenes, al menos desde una época y en casos con intencion de hacer resaltar rasgos distintivos que se les atribuían o se les fueron atribuyendo. Porque la creación de ciertos modelos, aceptados como canónicos después, es algo que cuesta tiempo, e incluso dentro del período clásico de la escultura puede haber variaciones en la concepción del «genio y figura» del dios. El Apolo de Belvedere, encontrado en 1485, que deriva de un original en bronce, 16
es la expresión del equilibrio absoluto, de la belleza masculina en la plenitud; en cambio, el Apolo Citaredo o Musageta es más juvenil y aun femenino; y el Sauróctono (sobre escultura de Praxíteles) es un puro adolescente. Otros dioses también se representan en edades distintas, como Ares, y algunos, como Dionysos, con caracteres contradictorios. Las estatuas de un héroe popular como Hércules no dejan lugar a dudas en cuanto a la voluntad de representar la fuerza física humana. Alguna divinidad de origen muy concreto, como Pan, el dios de los pastores de Arcadia, aparece con atributos bestiales y en relación con la fertilidad o la fecundidad. La correlación entre sus caracteres espirituales y corporales se precisa muy claramente. En el caso de otras, como Cronos, en función de la ancianidad. Pero esto es «pintar como querer». Ahora bien, la voluntad, el «querer» fijar precisamente una expresión es algo que nos lleva a considerar otros elementos plásticos muy significativos en nuestro trabajo: las máscaras. La máscara parece tener, en primer término, un significado ritual. Es un elemento que pone al hombre en el ámbito de lo no natural y que se utiliza para producir miedo o terror, reverencia también, y, con esto, sensaciones trágicas y cómicas o mixtas: tragicómicas. Ya en el teatro griego, y asociada al culto dionisíaco, la necesidad de que un público situado en espacio amplio perciba lo que el actor expresa obliga a aumentar la talla de éste y' a fijar su expresión en lo trágico y en lo cómico con una máscara. Resulta de esta suerte que el carácter se fija en una expresión permanente: que lo trágico se expresa por una forma, lo cómico por otra. En general, el efecto de lo trágico se obtiene con una colocación de los rasgos de la boca y de los ojos inversa a aquella con la que se pretende obtener el efecto de lo cómico y se limita a la cara, aunque esto no constituye una ley general. Porque, siguiendo en torno a cuestiones teatrales, 17
resulta también significativo el hecho de que los pintores citados, y algunos de los escultores, vivieron algo después de que los grandes poetas trágicos llegaran -al parecer- a la conclusión de que, para llevar a cabo caracterizaciones o retratos literarios propiamente dichos, hay que asumir el aspecto del personaje que se pretende retratar. Aristófanes presenta, así, a Eurípides guardando una porción de andrajos que había utilizado para «componer» tipos de mendigos, cojos y tullidos, vistiéndose con ellos y asumiendo su papel 13. Años después, el mismo poeta cómico, en las Tesmoforias, parece satirizar la teoría de la función del papel de forma más general. Aquí es Agathon el objeto de la sátira y al mismo tiempo el que da los preceptos correspondientes. Porque (dejando aparte su carácter afeminado) el trágico acepta que si se componen piezas para mujeres hay que participar de sus normas y formas, lo mismo que si se componen para hombres hay que adoptar las de éstos 14. La correlación, según el que le oye, haría que los autores feos escribieran obras feas, los malos, malas, y los fríos, frías. Agathon asiente 15. Si detrás de semejante sátira hay escondida alguna teoría de los sofistas, amigos de Eurípides y de Agathon, es algo que no he investigado. Pero no cabe duda de que la idea satirizada es más bien profunda que cómica; útil, si se pretende hacer de la literatura reflejo de la experiencia: algo sacado de la vida misma. No retratos ideales de héroes y semidioses. Pero, aun al crear la figura de un héroe imaginario, después ha habido que caracterizarlo fisiognómicamente y así, cuando Cervantes nos dice que Don Quijote frisaba en los cincuenta años, que era de «complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro», expresa con esto lo suficiente y lo necesario para tener una primera idea de él, aunque los cervantistas (en vez de obsequiarnos con tanta nota y aclaración sobre los duelos y quebrantos, los pantuflas y el vellorí) hubieran podido ser más expresivos y eficaces comentando la «complexión» del
hidalgo precisamente,
ya que la palabra «compleen el siglo XVII estaba relacionada con la teoría de los humores y otras válidas antes y después 16. La imagen de Don Quijote fisiognómicamente (y en todo lo demás) se opone a la de Sancho, que va apareciendo luego en pinceladas sueltas:
. xión» o «complesión»
18 19
III
FUNDAMENTOS DEL CRITERIO FISIOGNÓMICO
En la historia del pensamiento humano hay actividades que, partiendo de una hipótesis sin respuesta clara en principio, llegan a dar, al fin, resultados positivos y bastante ciertos mediante la observación y la experimentación. Otras hipótesis, en cambio, permanencen en estado de indeterminación a lo largo de los siglos. Se idea, en efecto, en un tiempo una proposición, se procura luego saber si es verdadera o falsa y no se llega a concluir si es una cosa u otra. En estos casos, la hipótesis primera debe considerarse como una conjetura dudosa, pero verosímil, mediante la cual la imaginación se anticipa al conocimiento. Después, la verificación no puede establecerse de modo cierto y absoluto o unívoco. Unos creen que sí, otros que no. Otros, en fin, que en la hipótesis hay algo de verdadero y algo de engañoso que hay que aclarar casuísticamente y se atienen a un análisis complejo o a una división del conocimiento en intuitivo y racional. En ese estado encontramos a muchos hombres después de siglos de esfuerzos dedicados a aclarar el tema. Vamos a estudiar un caso en que esto ocurre de modo patente: el del desarrollo de la fisiognórnica, fisiognomónica o fisionomía, de la que se dice que
20
es la «ciencia que estudia la relación del carácter y el aspecto físico de los individuos y especialmente el carácter y los rasgos de la cara». Al lado de esta definición se nos dirá que también se llama así al «Arte de adivinar el carácter de acuerdo con los signos exteriores» 18. ¿Una ciencia o un arte? He aquí la primera cuestión replanteada otra vez. Si ciencia es sinónimo de saber, o un conjunto de conocimientos con unidad suficiente y que conducen a conclusiones concordantes, podemos decir que la fisiognómica hoy no puede considerarse como tal ciencia, aunque muchos lo hayan pretendido. Tampoco como conjunto de reglas o procedimientos que conducen a un resultado seguro, como arte. Porque los esfuerzos realizados de dos mil quinientos años, o más, a esta parte, no han alcanzado verdadera madurez. La fisiognómica, en efecto, no ha llegado a constituir un sistema de verdades generales, aceptadas de modo unánime tras largas investigaciones, aunque haya partido, como otras ciencias, de probabilidades y de hipótesis verosímiles. Como punto de arranque no parece tenerlo peor que otros saberes, pero después de unos inicios bastante prometedores se para o diversifica, o lo que es peor, se pretende asociar con otras supuestas ciencias que no lo son y este cuerpo de doctrina arbitrario e indigesto se acepta por unos como algo dogmático, mientras que otros lo rechazan y ridiculizan una y otra vez, generación tras generación. Vamos a relatar ahora la historia sucinta de este desarrollo más que milenario, y aun bimilenario, y que, como todo lo muy antiguo, deja un reflejo más o menos confuso en el refranero, como se verá más adelante. Pero estudiemos ahora el origen de los conceptos fisiognómicos y su desarrollo histórico, empezando con los griegos, iniciadores de toda especulación racional metódica.
21
NOTAS INTRODUCCION 1 Diccionario de la lengua española, de la Academia (Madrid, 1970), p. 622a, s.v. «fisonomía». La definición primera ya está en ediciones antiguas, como la de Madrid, 1817, p. 418 a. 2 Véase el capítulo VIII, 11. 3 Ilíada 1. 389. 4 Ibidem, 11, 11, 27 y 65. 5 Ibidem, 11, 211-219. 6 Favorino di Arelate. Opere. Introduzione, testo critico e comento a cura di Adelmo Barígazzi (Florencia, 1966) pp. 139-141. Hay otro encomio debido a Libanio. 7 En el Laoconte de Lessing, § 23, hay una curiosa disertación sobre la fealdad de Tersites. 8 Véase capítulo 111. IV, especialmente. 9 Plinio, Historia natural, libro XXXV (36), 63. 10 Ibidem, libro XXXV (36), 67. 11 Ibidem, libro XXXV (36), 69. 12 lbidem, libro XXXV (36), 98: «Aequalis eius fuit Aristides Thebanus. Is omnium primus animum pinxit, et sensus hominis expressit, quae vocant Graeci ·~e~,item perturbationes, durior paulo in coloribus». Ya en el siglo XVII el erutido florentino Carlo Ruberto Dati (1619-1675) recogió lo que se sabía de estos pintores en su obra Vite dei pittori antichi, de la que conozco una edición de Padua, de 1821, con ampliaciones y correcciones. 13 Los acarnenses, 410-449. 14 Tesmolorias, 149-152 y 154-[56. 15 l bidem, 168-170. 16 Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, edición de Martín de Riquer. 17 Dictionnaire philosophique, 11 (París, 1819), p. 107, s.v. «earactere ». 18 Lalande, André, Vocabulaire tech nique el critique de la Philosophie (París, 1972), pp. 779b-780a.
22
1
1
ORIGENES DE LA FISIOGNÓMleA O FISIOGNOMÓNleA
1. Los datos más antiguos Desde el momento en que se comienza a tratar la fisiognómica como disciplina que pretende ajustarse a reglas generales, se da el conflicto entre los que creen en unas reglas a pies juntillas y los que juzgan que la apariencia puede engañar y que tales reglas son falsas. A este respecto se cuentan anécdotas que tienden a valorar, ante todo, los efectos del libre albedrío o la educación sobre la persona, con la consecuencia de que el hombre puede dominar malas predisposiciones y pobres caracteres naturales. Durante siglos, luego, se repiten los argumentos, de modo que pueden parecer hasta desesperantes 1: el criterio de autoridad prima y las autoridades se van superponiendo. Si pretendemos trazar una historia del debate, nos encontraremos, en primer lugar, con unos textos que se refieren a la persona de un filósofo de carácter legendario, Pitágoras, que actuaba por los años 530 a. de J e., y también al método que tenía éste para seleccionar a los jóvenes que pretendían seguir sus enseñanzas, según el cual hacía gran caso del exa-men del rostro y del cuerpo en general. El texto en
25
2. que se afirma tal caso fue muy apreciado y tenido en cuenta por todos los que, arrancando de distintas posiciones, defendieron los criterios fisiognómicoso Es tardío; se halla en las Noches áticas 2 y se agrupó con otros relativos a personaldiades de época posterior. Frente a semejante fe pitagórica con los criterios fisiognómicos, se ponen dos anécdotas tocantes a dos grandes hombres del siglo v. He aquí la primera: Cicerón recuerda a un fisionomista (physiognomon) llamado Zopyro, que sacó la conclusión de que Sócrates tenía que ser un estúpido, porque,según su sistema, presentaba los rasgos de la falta de inteligencia 3. Detrás de la anécdota, sin embargo, hay una defensa de la tesis de que, mediante la voluntad, se pueden enmendar vicios reales o ingénitos como Sócrates confesaba que tenía. Pero, por otra parte, hay que advertir que es posible que este Zopyro fuera una especie de adivino que atendía a criterios que no eran sólo los naturales al observar los rasgos de la cara, la mirada, los movimientos, los que en conjunto pueden considerarse físicos estrictamente. Podría ser identificado -según algunos- con el mago sirio que predijo un fin trágico 4 al filósofo y con el personaje que dio nombre a un diálogo de Fedón 5. Vemos, pues, que en el siglo V a. de J c., en Atenas había quienes se dedicaban a la fisiognómica, que parece tener un origen médico de un lado, filosófico de otro. Una anécdota casi igual a la de Sócrates se contaba en relación con su contemporáneo Hipócrates. Se dice, en efecto, que algunos discípulos suyos enseñaron el retrato del sabio médico a un metoposcopo llamado Filernón, el cual llegó al mismo resultado que Zopyro en relación con Sócrates: Hipócrates también le dio la razón porque decía que sólo gracias a la voluntad y el esfuerzo había adquirido un carácter distinto al natural 6.
La tradición hipocrática
Los socráticos, en general, muestran haber dado al rostro humano una importancia decisiva para el conocimiento del hombre. No en balde Platón decía que la cabeza es la parte más divina y que .I?anda a todas las demás del cuerpo 7. Parece también que el filósofo creía, al menos en una época de su vida, que la deformación corpora~ en los ~ombres era cosa tan grave que había que dejar morrr a los que la padecían ..., y en el mismo pasaje proponía que se condenara a muerte a las personas de alma «naturalmente perversa e incorregible» 8: el filósofo, el médico y el legislador andan aquí juntos de mo?o harto peligroso. De todas for~as, l~s. pnmeya.s observaciones concretas de caracter Iisiognomónico es muy probable que fueran hechas por m~dicos 9. Sin embargo, no hay que hacerse muchas Ilusiones en relación con la calidad, ni tampoco en relación con la cantidad de las que se conservan. El corpus hipocrático no se recogi~ hasta el año 300 ~. de J C, aproximadamente, es decir, bastante despues de muerto Hipócrates; y conviene indicar algo respecto a la naturaleza de los textos en que aparecen las voces ,
ucnoyVú.)~OV\Ki¡1 y ucnoY\'ú.)~OV\K(Í)\,10. Es en una obra acerca de las epidemias donde nos las encontramos, concretamente en el libro segundo y s~ sección quinta, en primer lugar, sección que los editores descomponen en veinticinco pequeños párrafos. Ahora bien, tanto este libro segundo, como los que van del cuarto al séptin:o de la m~sma o~ra, no constituyen un tratado propiamente dicho, SIllO que están formados por notas sin redacción coherente, a diferencia de lo que ocurre con los libros se!?!undo y tercero, que sí tienen unidad, porque estudian el influjo de las estaciones del año en el desarrollo de . las enfermedades, dentro del ámbito geográfico en que practicó Hipócrates y donde se des~rrolló su escuela. Podría pensarse, en consecuencia, que estas secciones del libro segundo 11 hubieran podido te-
27 26
ner un desarrollo parecido, pero no hay tal, por desgracia. Respecto a la referida sección quinta, Littré decía con razón que estaba constituida por una serie de proposiciones y afirmaciones sin nexo, algunas de las cuales son oscurísimas, y tanto más difíciles de aclarar por el hecho de que no existen comentarios antiguos que nos orienten. El primer párrafo nos hace pensar que va a desarrollarse una materia concreta. Pero luego no ocurre lo que se espera. En efecto, el párrafo en cuestión dice que los individuos de color bermejo y con la nariz puntiaguda son malos, pero que los que siendo también rojizos tienen narices chatas y dientes grandes son buenos ... Los que poseen ojos azules, cabellos rojos y la nariz en punta propenden a la hidropesía, a menos que sean calvos. A su vez, los hombres calvos, tartamudos y de voz débil son de buen natural. Esto es todo 12. En la sección sexta del mismo libro, pasa algo parecido. El párrafo primero comienza afirmando que los hombres con cabeza gruesa y ojos pequeños que tartamudean son de carácter arrebatado y que el hecho de poseer un número de dientes superior al normal es signo de longevidad; también se afirma que los hombres de cabeza gruesa, ojos grandes y negros, nariz gruesa y chata son buenos, y que los altos, de ojos azules, cabeza pequeña y cuello delgado, con pecho estrecho son asimismo de buen natural. Por fin, que los hombres de cabeza pequeña no son ni tartamudos ni calvos, a menos que tengan los ojos de un gris azulado. Poco después hay hasta treinta y un párrafos más que no tocan temas similares 13. Es decir, parece que la observación de los rasgos fisiognómicos constituía una parte de la tarea médica, complementaria al examen de la cara, para extraer criterios en las enfermedades agudas, en que se observan descomposiciones de sus rasgos, distensiones, espasmos, etc. 14, y complementaria también al estudio de otros caracteres 15. No en balde Hipó-
28
crates, en el tratado acerca de la profesión de médico sienta el principio de que ést~ debe e!llpezar examinando las semejanzas y las diferencias del hombre en estado de salud y en el de enfermedad 16. Pero es una lástima que las notas no pasen.d~ ser lo que son, porque, teniendo en cue~ta que, H.tpocrates mismo trabajó mucho en el ámbito hel~mco septentrional, es claro que pudo recoger cantidad considerable de observaciones sobre pueblos de muy distinto tipo. Pero nos quedamos con los nombres y unas poquísimas afirmaciones.
•..'c,",~..,~
o -
3.
La tradición aristotélica
-4
••
~:::> {,!f •• G ;: OE •••
Mucho más tarde, Ateneo, con referencia a un obra de Antístenes (muerto hacia el año 365 a. de Je.) emplea la palabra
29
Por otra parte, en uno de los tratados más importante.s, en que se ocupa de cuestiones biológicas, el :el~tlvo a la generación de los animales, Aristóteles indica, en primer lugar, que los humoristas o las personas burlonas (o't()1<':CÓ1t'tOV't8~) hacen frecuentes compar~CIO?eS de hombres con animales y, en segundo termino, recuerda el caso de un fisiognómico o. fisionomista (oociovvóucov) que daba conferencias populares en que pretendía demostrar que las caras humanas en general podrían reducirse a compara~ión con las de dos o tres animales, y con [recuencia convencía a su auditorio 21. ,No ha de chocar, pues, que el verbo CP\)crtoyvú)~oV8ú) fuera usado por .oradores como Demóstenes, en discurso que denota que era voz familiar a un gran público 22. Mucho más tarde lo emplean otros oradores y retóricos. Pero no avancemos ahora tanto en el tiempo. En la obra atribuida a Aristóteles sobre el tema se usa asimi~mo la palabra Physiognomonia 23. ' . Aunque se Juzgue que el texto no tiene la coherenCI~ de I
ta que uno de éstos, examinando ciertos retratos que había hecho Apeles pudo predecir la fecha de la muerte de los retratados. Plinio recoge esto de un l'S rito del gramático Apión. El texto corre así: ••...quendam ex facie hominum divinantem, quos, 111 toposcopos vocant, ex iis dixisse aut futurae mortis annos aut praeteritae vitae ... » 25. De estas gentes qu por aquel examen predecían el futuro había mu-hos después, en Roma. Según Suetonio, cierto metoposcopo, que un liberto de Claudio había llamado a la corte para que adivinara el futuro de Británico 26, adivinó el futuro triunfal del joven Tito. Semejante técnica no es la médica y naturalista sobre la que se basa lo mejor del texto de tradición aristotélica que vamos a examinar y acerca del que Foerster reunió gran cantidad de datos, que demuestran lo conocido que fue siempre 27. Según este texto, la base para sentar los fundamentos de una ciencia que sea la fisiognórnica, está en la correlación general existente entre las aracterísticas corporales y los impulsos, no sólo entre los hombres, sino también entre los animales. Porque desde el punto de vista aristotélico éstos también tienen cuerpo y alma y predisposiciones y tendencias correlativas 28. La fisiognomónica existía desde hacía mucho: los métodos seguidos por los fisionomistas habían sido tres en esencia: 1.°) El de los que examinando la constitución de los animales hallaban en éstos predisposiciones varias y encontraban algo paralelo en los hombres. Esta escuela, como se verá, tuvo grandes adeptos muy posteriormente, en los siglos XVI, XVII Y XVIII. Podría llamarse escuela zoológica. 2.°) El de los que examinaban las distintas constituciones corporales de los hombres de distintas razas, tales' como egipcios, escitas y tracios y hallaban la variación correspondiente en el carácter. Podría considerarse ésta como una escuela antropológica o, mejor, etnográfica.
30 31
3.°) El método de los que establecieron la existenci U
1.svergonzado. el ordinario, el torpe, el mórbido, el ipasionado, el caritativo, etc.) en forma que recuerda la usada por Teofrasto en su libro más conoci-
do
5.
Mucho de lo que contiene el mismo tratado es produ to, también, de observaciones médicas 36 que I aso dependan del medio hipocrático. Hay que convenir en que en el estudio de las vaii ciones fisionómicas, corporales en general, que producen las enfermedades, se ha progresado y llerado a resultados más satisfactorios que en otros terrenos, en los que el tópico popular ejerce una influencia que puede observarse en éste y otros textos posteriores. En efecto, una parte entera del mismo (que podría pensarse que es superpuesta) parece estar formada ion elementos heteróclitos; en ella, esa especie de , timativa o axiología de origen popular está más patente o visible. Sobre todo aquella en que, de modo ategórico, se definen las características de hombres y animales, según sexo y apariencia, y se les atribuyen especiales cualidades y defectos 37. En todo caso, en la larga serie de afirmaciones que contiene las hay que resultan perfectamente ininteligibles ahora: las de que, por ejemplo, el puerco sea ignorante (ullu8&C;)o más torpe que otros animales 38. En cuanto a este aspecto de la fisiognómica, que sigue siendo fundamental en los tratados antiguos y se continúa desarrollando en los principales tratados de los siglos XVI y XVII, como.se verá, acaso convenga ahora recordar que en los sistemas de denominación extendidos en pueblos del pasado, y también entre muchos de los llamados primitivos actuales, los nombres de los hombres considerados individualmente son con frecuencia nombres de animales. De modo recíproco los animales reciben nombres humanos. Esto se extiende -por otra partea las plantas, a las que se atribuyen rasgos de carácter y pasiones humanas, como, por ejemplo, cuando en el lenguaje poético se considera a la violeta 33
modelo de modestia. El estudio de nombres semejantes fue objeto de algunas densas páginas de la obra de Claude Lévi-Strauss La pensée sauvage 39, en que pone un énfasis especial en los nombres relacionados con el animal totémico en ciertas sociedades. Aquéllos, en casos frecuentes, evocan un atributo, hábito o cualidad característica de éste, que pueden ser verdaderos o míticos 40. El examen de sistemas de denominación con resultado similar en la Antigüedad, así como el de ciertos motes y apodos familiares acaso podría ser útil para hallar ciertas raíces de la fisiognómica; claro es que haciendo siempre distinción entre los nombres individuales y los colectivos, de familia o de otra clase de grupos (clanes, etc.) y la variación en los sistemas. El latino, por ejemplo, con nomen, praenomen y cognomen da lugar a que los nombres de animales se usen bastante en tercer término. Así Lupus, Seroja, Taurus, Ursus, incluso aves (Gallus); esto se halla en varios idiomas indoeuropeo s y otros (como el vasco mismo). Pero dejemos el tema por ahora. . Continuando con el texto seudoari stotélico, hay que decir que es una lástima que en él no se insista en lo que se pensaba, en general, cuando se escribió acerca de las características de los distintos pueblos como tales, aunque haya, por ejemplo, referencias a corintios y leucadas como cortos de mente y caracterizados por pequeñas caras, pequeños ojos, pequeños labios, etc 41. Los escritos más conocidos de después han sido editados varias veces del Renacimiento acá con este ~ mismo texto o aparte. Pero entre la redacción de algunos de los más famosos de ellos y la del texto aristotélico hay mucha distancia en tiempo; también, a mi juicio, en intención y calidad, porque el primero se puede considerar como un texto escolar que refleja interés filosófico y médico (también para la historia natural del hombre) en el sentido que lo demos34
t t
ró Aristóteles, aunque no tiene el rigor de lo auténira mente suyo.
.1. El giro helenístico-romano Algunos escritos posteriores marcan ya una tenti .ncia a la superstición y a la hechicería adivinatoria, completamente desprovista de base. Así, por ejemplo. el que se publicó alguna vez con los de los I isiognómicos, del médico del siglo III a. de l.e. Melampo, acerca de las manchas del cuerpo 42, que, l' mo otro escrito del mismo sobre la adivinación por el pulso, está lleno de fantasías. Pero respecto ti los que son estrictamente fisiognómicos hay que decir algo, en primer lugar, sobre el medio en que aparecieron y también acerca del carácter y de la profesión de sus autores, pues es importante volver U recordar que ya Aristóteles decía que la fisiognómica era, por una parte, objeto de conferencias y, por otra, una manera popular de caracterizar y hacer burla. Del mismo siglo III a. de le. hay textos que acreditan que existían personas dedicadas a cultivar la Iisiognórnica como parte de la sofística con éxito. Un epigrama sepulcral, debido a Leónidas de Tarenta, se refiere, en efecto, a la tumba de Eusthenes, ofista y fisionomista «hábil en descubrir nuestros pensamientos por nuestros ojos ... » 43. Leónidas nació hacia el año 280 a. de le. y su obra maestra es la descripción de la Afrodita Anadyomene de Apeles. En el siglo III también, vivió otro médico, Laxo, que escribió un tratado perdido sobre la materia, pero que se conocía bastante, siglos después todavía, porque lo cita Orígenes 44. Por otra parte, hay una obra sobre fisiognómica, latina, bastante extensa, cuyas fuentes principales son el Seudoaristóteles, Polemón y el mismo Laxo, de la que se pueden extraer algunas ideas acerca de su doctrina 45. Parece, en primer lugar, que el médico daba a la fuerza
35
de la sangre en el organismo una importancia primordial para determinar otros hechos 46. Parece, también, que seguía haciendo comparaciones del hombre y los animales 47 y es posible asimismo que hiciera retratos de caracteres y tipos constitucionales propiamente dichos, como los de los afeminados y otros 48. Se sabe, asimismo, que filósofos como Zenón, Cleantes y Posidonio se interesaron por la fisiognómica 49. El último nombre nos coloca ya entre los años 135-50 a. de Je., una época muy interesante de considerar, por sí misma, para el estudio del desenvolvimiento de la fisiognómica, no como actividad de médico o de filósofo naturalista, sino como disciplina ligada con la sofística y su gran aliada de siempre, la Retórica. Porque desde época remota los griegos y los latinos, en sus piezas oratorias, sobre todo cuando atacaban, utilizaban argumentos fisiognómicos, para hacer desagradables, ridículos o aborrecibles a sus enemigos, describiendo los defectos de su cuerpo y su cara, comparándolos con animales o con gentes de razas que les parecían extrañas e inferiores. La oratoria romana está llena de semejantes efectos, que no desdeñaban hombres como Cicerón, el cual fue un verdadero estudioso de la fisiognómica 50 con gran fe en ella. Por otra parte, en el teatro cómico el carácter grotesco también está en relación con los juicios de los physiognomonici 51, Y los oradores, como va dicho, de Catón a Cicerón, hacen caricaturas abundantes sobre la apariencia física 52; y el pueblo gusta de comparar a hombres con animales, de suerte que las inscripciones lo comprueban 53, y los historiadores se exceden en sus descripciones adversas de empe-" radares, en que los rasgos cuentan mucho 54. En sentido inverso, vemos que los viejos poetas griegos, luego los latinos, sobre todo los elegíacos, insistieron bastante en la descripción de la belleza de las mujeres de que estaban enamorados o a las que cantaban, recurriendo también a comparaciones y a es-
36
pcciales rasgos fisiognómicos generales; esto llegó a convertirse en un lugar común, que ya fue estudiado detalladamente por Erwin Rohde ". 5.
Fisiognómica
y sofística
Aunque no falte el testimonio de algún filósofo que demuestra interés por la fisiognómica, en fase primera de la era cristiana 56 los textos que constituyen la mayor parte del corpus fisiognómico son más tardíos y de autores acaso menos interesados por la averiguación de la verdad que los médicos y los filósofos antiguos; hay que reconocer, sin embargo, que algunas grandes figuras de la ciencia siguen preocupadas por el tema. Así resulta que hay textos de Galeno que acreditan su fe en que la fisiognómia puede ser auxiliar importante de la medicina y dan a entender que en el siglo II d. de Je., a la vez que florecía en el sentido sofístico indicado, como se verá, era también cultivada por los médicos, siguiendo la tradición antigua 57. Galeno está, como filósofo o pensador en general. dentro de la tradición aristotélica. Su obra, tanto de anatómico como de fisiólogo e intérprete del mundo en general, que considera creación unitaria, e incluso monoteísta, según la cual existe unidad perfecta entre los órganos del cuerpo humano y sus funciones, se aparta de modo sensible de otras con carácter esotérico. Desde el punto de vista que aquí interesa, hay que destacar, en primer término, el texto galénico cuyo título es significativo de por sí acerca de la relación del cuerpo y el alma, en que sigue a Aristóteles en el libro primero acerca de los animales, del que copia los textos en que se recomienda el criterio fisiognómico en punto al examen de los colores, pelos, voces y partes de los cuerpos de los hombres y en donde, por cierto, ya se indica que la fisiognómica es una parte de la astrología 58. 37
Figurillas
de Physionomia, de Michael
&010.
Hay otros textos, sin embargo, en que el mismo. (illl 'no, citando un pensamiento de Hipócrates, pone '11 zuardia contra los médicos que se consideran expcrtos en fisiognómica, porque su mente puede caer en el error 59. Estos, sin duda, eran los que procuruban convertirla en un arte oculta, relacionada con la adivinación. Tratemos ahora de los escritos más leídos y consultados en siglos posteriores. El que podríamos colocar en segundo lugar, tras el Seudoaristóteles, es del siglo II d. de le. y no de un médico, un filósofo o un naturalista, sino de un solista. Es de Polemón de Laodicea, que parece haber vivido por los años de 85 ó 90 a 145 d. de le. y que gozó. de la amistad de los emperadores Trajano, Adriano y Antonino Pío. Existe una biografía de ',1, debida a Filóstrato 60, en la que se expresan alunos rasgos muy significativos de su carácter. Polemón -nos dice su biógrafo-, dejando aparte incorrecciones de lenguaje, era un orador que utiliza «efectos escénicos» 61 y su arrogancia era tan grande como la de su amigo Timócrates que, cuando se irritaba, movía la barba y la melena como si . fuera un león 62. Es decir que representaban, el uno .y el otro, un papel. La fisiognómica fue probablemente en su caso, como en el de otros, un saber relacionado con su profesión de sofista y conferenciante, actividad que, como es sabido, en aquellos tiempos parece que eclipsó a la filosofía, o por lo menos tuvo más favor popular. Esto no agradaba a ciertos talentos críticos por distintas razones, y así hay textos en que se ridiculiza a sofistas y profesores de retórica de suerte que parte del efecto cómico se saca, precisamente, de su retrato fisiognómico. Acaso el más acerbo es el que traza Luciano del profesor de retórica a la moda en su época (c. 128-190 d. de le.) 63; época que en parte coincide -aunque sea algo posteriorcon la de Polemón. El rétor de Luciano es un ser caricaturesco: hoy podríamos encontrar personajes parecidos en algunos medios acadé-
39
micos. Retóricos y sofistas, viejos o jóvenes, procuraban seducir al público con efectos de todas clases. 'polemón debió de escribir su tratado de fisiognómica ya entrado en años, en la época de Adriano, pues dice que es fruto de larga experiencia 64. Su éxito fue increíble 65. Pero no poseemos el original. Sólo se conoce, en efecto, una traducción árabe que Foerster publicó con la traducción latina, editada por G. Hoffmann 66. Es ésta una obra, dividida en setenta capítulos, que en realidad no aporta mucho más, desde el punto de vista metodológico, a lo ya dicho por el texto aristotélico. Los tres puntos de . arranque se mantienen ...; aSI'1pues, a comparacion con los animales sigue y lo que se desarrolla un poco; más es la caracterización de las fisionomías étnicas, \ a las que dedica los capítulos XXXI-XXXV: uno sobre las naciones del mundo, en general 67; otro sobre las septentrionales, muy sumario 68; otro sobre las meridionales 69; un cuarto acerca de las orientales y occidentales 70; y, por último, uno sobre los griegos 71. No hay que pretender grandes precisio-: nes en estas caracterizaciones; ni creo que hay mucha originalidad en lo demás. Pero el caso es que el texto de Polemón sirvió debase durante largos años a otras obritas, aunque la más conocida siempre-fue la paráfrasis que hizo de él un médico y tambiénssofista judío de Alejandría, que vivió ya en el siglo V d. de lC.: Adamantio 72. La paráfrasis de Adamantio fue, a su vez, resumida y el texto de un epítome de ella se conserva en Madrid y también fue publicado por Foerster 73. . Paralelamente a lo que ocurre con otros, el texto del médico y sofista alejandrino se divulga más en el siglo XV, con la imprenta. Una edición del texto griego se hace en París en 1540; y en 1544, en Basilea, se publica ésta con traducción latina. Después Se mencionan una traducción francesa de lean le Bon, publicada también en París, en 1556, y otra dé H. de Boyvin de Vaurony que, al parecer, la hizo a 11<
40
los doce años 74. Pero volvamos a tiempos más remotos. Es curioso observar cómo a veces algún padre de la Iglesia, que era asimismo gran orador, utilizaba, .orno los sofistas y oradores paganos, el argumento Ii iognómico para atacar a alguien. En comproba.ión de esto que se afirma, se puede recordar un pasaje de cierta oración de san GregorioNacianceno ( . 330-389o 390) que se cita con inexactitud frecuentemente. Se halla en la segunda de las dos invectivas (cHT1Al'tEu'ttKoí) contra el emperador 1uliano, compuestas poco después de que éste muriera, el26 de junio del año 363, y viene a decir esto 75: «Aunque no tengo la pretensión de creerme muy hábil fisionornista, me di cuenta del desbarajuste de su espíritu por el aspecto de su rostro y por losmovimientos de su cuerpo. Su andar era vacilante, su cabeza se movía de continuo, los hombros subían o bajaban egún las tornas; la inquietud y movilidad de la mirada a veces perdida y sin objeto, su aire burlón y que se prestaba a la burla por lo grotesco de su aspecto, su hablar brusco y entrecortado, a veces vacilante, sin gravedad ni mesura, me hacían conjeturar, antes de que hubiera hecho nada, todo lo que a su tiempo debía hacer.» Este texto, que demuestra cómo entre los griegos cristianos del siglo IV la fisiognómica se conocía y cultivaba más o menos empíricamente, ha sido muy utilizado, como va dicho. Fue el que sirvió de.base a un gran humanista, Felipe Camerarius (1537-1624), para escribir un capítulo entero de su larga serie de meditaciones históricas 76. Pero volvamos a lo de antes. El gusto por este supuesto saber sigue entre los bizantinos 77 y existen también textos tardíos y anónimos en latín 78, sin adelantar nunca demasiado sobre lo viejo; el criterio de autoridad prima y sigue primando muchos siglos después, aun cuando en la Edad Media podemos afirmar que la fisiognómica tiende a corromperse todavía más que en la Antigüe41
dad, considerada textualmente por lo menos. Porque los criterios que podrían juzgarse objetivos, basados en el examen del cuerpo humano y de la cara sobre todo, que ya de por sí resultaban problemáticos, se unen a otros que lo eran en mayor proporción, y lo que la metoposcopia tenía de vulgar arte adivinatoria, se exagera y combina con otras artes similares, como la quiromancia 79. Por otro lado, el deseo de averiguar el porvenir en términos absolutos, hace que también en la cara se encuentren rasgos, y sobre todo líneas, que se interpretan a la luz de la astrología y sus signos. Esto, en suma, es lo que produce más fe colectiva, pero también lo que causa más sospecha o descrédito, por un lado entre los teólogos y por otro entre los pensadores y observadores que desconfían del criterio de autoridad y afirman que la experimentación, e incluso la simple observación, niega toda realidad a tales supuestos saberes que, por otra parte, tienen origen independiente entre sí. 6.
El giro astrológico
La astrología está en auge completo al final del período helenístico: pero los griegos anteriores se ocuparon más de astronomía propiamente dicha. Esta interferencia oriental en el saber produce actitudes críticas como la de Carneades (hacia el año 155 a. de Jc.). Los epicúreos y los escepticos son también hostiles a ella. Pero cada vez tuvo más adeptos entre filósofos, gramático s y hombres de acción. Algún texto científico nos queda, sin embargo, en que 80 parece que, aunque se hacen ciertas «concesiones» a la opinión común, en el fondo ésta es rechazada. Tal ocurre en el tratado de Gémino 81, que vivió en el siglo 1 a. de JC. En la parte que corresponde a la posición de los signos del zodíaco y su influencia en el destino de los hombres, se hace cabida a las ideas astrológi42
Pero el autor sigue un criterio negativo cuanlo t rata de previsiones meteorológicas 83. 1). pués, los textos astronómicos más famosos son I worables a la disciplina. En tiempo de Augusto y dI' Tiberio, compone Manilio su poema Astronomi/'(/, que en sus partes fundamentales es ~n tra.tad? (k- strología, con todas aquellas peregrmas dIstr~hu iones de signos opuestos: masculinos y femeni110 ,diurnos y nocturnos, terrestres ~ acuáticos, fecundos y estériles, las casas o mansiones celestes, la dodecatemerias, etc. Es especialmente en los libros cuarto y quinto donde Manilio trata de la influencia de los astros sobre los hombres, de la forma que luego va a ser artículo de 'fe, durante sidos 84. Los que podríamos llamar tipos naturales astrológicamente considerados, por p~ofesiones,. aptitudes y vicios, caracteres y tendencias son objeto de estudio más o menos rápido 85. Según mi cuenta llegan a ciento cinco. En casos, hay alguna indicación física. Sin embargo, en éste y otros textos posteriores de carácter exclusivamente técnico, como el Tetrabiblos de Ptolomeo, lo que queda más claramente determinado es la supuesta relación de los grupos sociales, con sus peculiares car~cterís.ti~a.s físicas, con los ámbitos distintos de la tierra dIVIdIdos en climas sometidos al efecto preponderante de distintos astros, aunque también haya un estudio amplio de la astrología individualmente considerada. Pero esta que se ha llamado «etnología astrológica» parece depender, en esencia, de Po.sidoni086 y en proporción considerable h~y.que relacI.onarla co~ la que hemos denominado «fIsIOgnomoma etno/?raIica» también. En cualquier caso, ya hasta el SIglo XVII, astrología y fisiognómica quedan estrechamente ligadas en la teoría y en la práctica. Por otra p~rte, la idea de que examinando ciertos elementos ~I~lados del conjunto de la cara se podía llegar a adIVInar hechos pasados y futuros es algo q'-;leta~bié~ es objeto de creencia firme en época del im peno bizantino, con el Cristianismo dominante, pero con
I IS K2.
43
grupos que aún tenían otra religión y otras ideas. E~ unos extracto~ bastante oscuros del patriarca FOClO se lee -por ejemplo-> que un filósofo llamado Salustio mirando a los ojos a personas que encontraba les predecía el fin violento que iban a tener; pero no podía explicar la razón de esta clarividencia; pensaba, sin embargo, que eran el tono sombrío de los ojos mismos, el aspecto turbado y el «humor abundante» de los observados, los elementos que permitían la adivinación o predicción. Por otra parte, de un ciudadano de Apamea, llamado Uranio, que fue gobernador de Cesarea, dice el mismo text? que reconocía por los ojos a los hechiceros malignos: y un llamado Nomo reconocía también por los ojos de los que pasaban ante él' a los que disimulaban asesinatos cometidos 87. Puede decirse, por otra parte, que en la Antigüedad clásica s~ establecen las bases para que la fisiognomónica SIrva de criterio sintomático en medicina. Este criterio es susceptible de desarrollo provechoso. !a.mbién .se establecen las bases de una fisiognomomc~ ?e tipo antropológico, raciológico, que resulta posinva. En tercer lugar, se pretende fundar las bases de un conocimiento positivo respecto a caracteres y temperamentos individuales de forma que es mucho más problemática, imprecisa en sus resultados. Es sin embargo, la que más atrae. Con ella se desarro~ llan, ,no e~ ~alida?, sino en cantidad, una fisiognomoma adivinatoria y otra astrológica, que van bastante unidas y que son populares en extremo durante mucho tiempo, como se va a ver. Pero en esta confusión de lo que puede ser purame~te sintomático o indicativo de un hecho real y lo dictado por un Hado o Destino inexorable que lo hace ver por signos, se halla el gran fallo de ~n «sa-. ber deseado».
44
NOTAS CAPITULO I I Para guiamos en todo lo que se refiere a la antigüedad clá~i a y aun para bastante de lo posterior, inspirado en ella, la coI .ccíón de textos más autorizada sigue siendo ésta: Scriptores flhysiognomonici graeci et latini. Recensuit Richardus Foerster, volúmenes (Leipzig, Teubner, 1893).En el primero hay unos prolegómenos indispensables de leer: pp. VII-XCIII. Hay textos inu-oductivos más modernos, claro es. Una orientación general en ~'Iartículo de Johanna Schmidt «Physiognomik», en Real Encycloptidie der Kaissischen Altertumswissenschaft, de Pauly-Wissowa, N. B., XXXIXh (Stuttgart, 1941), cols. 1064-1074. Los artículos de algunas enciclopedias son orientadores, pero siempre,demaviado sucintos, o limitados a un aspecto; así, el artículo «Fisionomía» de la Enciclopedia Italiana, firmado por Gioachino Sera, profesor de Antropología de la Universidad de Nápoles, XV (publicado en 1932, edición de 1949), pp. 488b-496b, puede considerarse como un ejemplo desarrollado de los criterios antropológicos, raciales. 2 Aulo Gelio, 1, 9, 2: «Iam a principio adolescentes, qui sese ud discendum obtulerant, tqllxnOyvúl~ÓVEI. Id verbum significat mores naturasque hominum coniectatione quadam de oris et vultus ingenio deque totius corporis filo atque habitu seiscitari». Sobre Pitágoras, véase Foerster, op. cit., I, pp. XIII-XV, donde se recuerdan otros textos importantes, pero tardíos: Hipólito, Re{lit haer. I, 2 y Porfirio, Vida de Pitágoras, 13. También, Iamblich, 71. Diógenes Laercio, VIII, 1, 8 (10). Apuleyo, Flor, 15 (60). 3 Cicerón, De fato, 5, 10. También Tusculanas, IV, 37, 80. Posteriormente, algunos textos griegos. Máximo de Tyro, en la disertación número XXXI, 3, se refiere a Zopyro y dice que tenía el talento de conocer la moral de los individuos dirigiendo su mirada a los rasgos exteriores del cuerpo, y de lo que veía sacaba el horóscopo del alma. Pero el sofista consideraba esto como incierto. También hay referencia al mismo en Alejandro de Afrodisia (De fato, 6). Véase Foerster, op. cit., I, pp. VII-XIII. 4 Diógenes Laercio, II, 45. 5 l dem, ibidem, 105. Theodor Gomperz, Greek thinkers. A Hist ory o/ Á/1cient Philosophy, II (Londres, 1905), p. 48. 6 Esto se toma de un libro titulado Secretum. Secretorum, que se atribuía a Aristóteles y se halla publicado por Foerster, op. cit., I (Leipzig, 1893),pp. 183-222 (Physiognomoniae secreti secretorum pseudoaristotelici versiones latinae). Lo referente a Hipócrates, en pp. 188-190. Tuvo bastante difusión, al parecer, en la Edad Media. Véase atto Wedel, Theodore, The medioeval attitude towards Astrology particularly in England (Archon Books, 1968), pp. 126-127.Feijoo recuerda la anécdota como tomada de un «teat ro de la vida humana». 7 Foerster, op, cit., I, pp. 233-317, da un «Sylloge locorum physiognomonicorum» en que, por ejemplo, Platón está represen-
45
tado pc;r oc~o pasajes: n. o 31-38 (pp. 249-256); Aristóteles, por mucho mas: n. 39-62 (pp. 256-271). Lo de la cabeza, en Timeo, 44d. 8 Rep. 4 ~Oa (III, 17). Compárese con Leg, 862e (IX). 9 Idem, !~ídem, I (Leipzig, 1893), pp. 241-242 (n. o 11-29) para los hipocráticos, Este «Sylloge ... » (1, pp. 237-238, n.? 1-4) empieza, SIn embargo, con algunos textos homéricos. :~ ¡~em: ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 246-247. ,Llttre, E., ed. y trad., Oeuvres completes d'Hip pocrate ..., V (pa;Is, 1846), pp. 128-133 Y 133-139. «Ep., 11», 5, I (título) y 11, 6, I (titula). 12 Idem, ibidem, «Ep. 11», V, l. 13 l dem, ibidem, «Ep. 11», VI, l. 14 l dem, ibídem, X, p. 594a (índice). 15 ldem, ibidem, X p. 509a. 16 Idem, ibidem, III (París, 1841), pp. 272-273, «De of. med. 1». 17 Deipn, XIV, 656. Sobre Antístenes Foerster op. cit I pp XI-XII. " .". • 18 P., 1, 85: niltOe; yáp ríe; éon ró C¡(;'flU riie;
general admitida, 805a-8 14b. II,?O b (27). Todos los textos fisiagnómicos de Anstoteles los reurno Foerster, op. cit., 1, pp. 256-271 (n. o 39-62). El de referencia es el 39 del «Sylloge». 21 Gen. anim., IV, 3, 32 (769b). 22 Contra Aristogiton, 1, 98 (799,21). 23 Physiogn., 11 (806a). 24 Suppl., 198. 25 Naturalis Hist oriae XXXV (36) 88 26 . ' , . , .Titus, 2. ~a palabra se emplea luego, en textos griegos patrrsucos. El mas abundante en referencias fisiagnómicas parece ser Clemente de Alejandría. Foerster op. cit. I pp. 303-308 (n o 116-125). ' , , . 27 Idem, ibidem, 1, pp. XVIII-LXIX. El Seudoaristóteles con la . traducción latina de Bartolomé de Messana a las pp. 4-91. Sobre lo que dan Scoto y otros, pp. XXII-XXVI. 28 Physiogn. 1, 805a, 1-20. 29 Ibídem, 1, 805a, 1-30. 30 Ibidem, 1, 805b, 1-25. El dar a los animales formas, atributos y acciones humanas es práctica antiquísima. En la ya antigua obra acerca de la historia de la caricatura de Thomas Wright, se reproduce, de ~n papiro egipcio del Museo. Británica, la figura de un gata en pie, con un bastón, guiando una banda de ocas, y otra de un zorro, con hato y tocando la flauta doble (Histoire de la cartcature et du grotesque dans la Lit térature el dans l'Art traducción de O. Sachot [París, 1875], pp. 6-7 [figs. 4 y 5]). Hay o.tras romanas «anirnal izando s a personajes legendarias (p. 18, fig. 11). Et; la Edad Media tardía, se dan otros ejemplos (pp. 7374, figs. 4=>,46, 47), etc. 31 Ibídem, 1, 805 a, 5-15. 32 lbidem, 11, 806a, 25-35. 19
En la numeración
20 A na 1'" .!ll~a primera,
46
\\ Ibídem, I1, 806b, 1-25. lbidem, III, 8078a, 30-808b, 10. \~ lbidem, 11, 806a, 15-807a l. \~ lbidem, IV, 808b, 10-25. \7 Ibídem, V, 809a, 25-VI, 814b, 5. IH Ibidem, VI, 811b, 25. W Lévi-Strauss, Claude, La pensée sauvage, París, 1962, pp. 6-286. 40 Idem, ibidem, pp. 229-230. -11 Physiogn., III, 808a, 30. 42 «Scriptores Physiognomomiae veteres ex recensione CamiIli Perusci et Frid. Sylburgii graece et latine recensuit animadv -rsiones Sylburgii et Dan. Guil. Trilleri v. luex in Melampodem c-mcndationcs adidit suasque adspersit notas Johannes Georgius Fridericus Franzius. (Altenburg, 1780). 43 Foerster, op. cit., 1, p. LXX: Anthol. Pal., VII, 661. 44 ldem, ibidem, I (Leipzig, 1893), LXXI-LXXIV. El texto de Orígenes, en su obra contra Celso, 1, 33. 4S Idem, ibidem, 11, pp, 1-145, Anonymi de Physiognomonia liber latinus, con 133 secciones. En la primera, p. 3, se hace refercncia a él. 46 Idem, ibidem, II, p. 4 (§ 2). 47 l dem, ibidem, I1, pp. 136-143 (§ 117-131). 48 l dem, ibídem, 11, pp. 134-135 (§ 115 y ss). 49 Idem, ibidem, 1 (Leipzig, 1893), pp. LXX-LXXI. 50 Cicerón, De oratore, 111 (56) 216: «Ornnis enim motus animi suum quemdam a natura habet vultum et sonum et gestum; totumque corpus hominis et eius omnis vultus omnesque voces, ut nervi in Fidibus, ita sonant ut a modo animi quoque sunt pulsae. Nam voces ut chordae sunt intentae quae ad quemque tactum respondeant, acuta gravis, cita tarda, magna parva, quas tamen inter omnes est suo quaeque in genere mediocris ... » El actor y el pintor utilizan recursos similares . 51 Cebe, Jean-Pierre, La caricature et la parodie dans le monde romain antique des origines a Juvénal (París, 1966), p. 44. 52 l dem, ibidem, pp. 129-13l. 53 l dem, ibidem, pp. 155-157. 54 Ldem, ibidem, pp. 194-195. ss Del' Griechischen Rornan und seine Vorldujer (HildesheimNueva York, 1974), pp. 160-167 (151-156). 56 Por ejemplo Séneca, Ep. V, 12 (52) 12. Foerster, op. cit., 1, p. 326 (n. o 150). 57 Foerster, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 241-249 (n.? 12-29), los recage todos. . 58 Galeni liber, quod animi mores corporis temperamenta sequantur, cap. VI, Claudii Galeni opera omnia Editionern curavit G. G. Kühn, IV (Hildesheim, 1964), pp. 795-798. 59 Galeni prognostica decubitu ex mathematiea Scientia, en ed. ci t., XIX (Hildesheim, 1965), p. 530. 60 «Vil. soph.. 1, 25 (530-544). Artículo. completísimo en la Real \4
47
Encyclopddie der Klassichen Alterturnswissenschait de PaulyWissowa-Kroll, XXL (Sttutgart, 1952), cols. 1321-1357. 61 Ibidem, 1, 25 (537). 62 Ibidem, 1, 25 (536). 63 Foerster, op. cit., 11, pp. 299-399 (n.? 109): Rhet. praec. 11. 64 ldem, ibidem, I (Leipzig, 1893), p. LXXIX. 65 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. LXXV-LXXX. 66 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 98-294: Polemonis de Physiognomonia liber arabice etlatine edidit Georgium Hoiimann. 67 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 236-238. 68 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), p. 238. 69 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 238-240. 70 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), p. 240. 71 Idem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 242-244. 72 ldem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. C-CXXIII. 73 ldem, ibidem, I (Leipzig, 1893), pp. 297-426: Adamantii Physiognomonica cum epitomis Matritensi et Pseudopolemonis. Este último, en las pp. 427-431. 74 Brunet, Jacques-Charles, Manuel du libraire et de l'amateur de livres, 1, 1 (París, 1860), col. 47. 75 «Oratio V. Contra Julianum 11)>>. Tomo el texto de una edición muy antigua: S. Gregorii Nazianzeni opera graece e/ latine, edición de Jacques de Billy 1 (París, 1609), pp. 121-122. Está, claro es, en Opera quae exstant omnia ... en Patrologia Graeca,de Migneo XXXV. 76 Operae horarum subcisivarum. Sive meditationes historicae auctiores qua m anlea edita (Francfort, 1644), pp. 250-257 (capítulo LVII, «Faciern indice esse animi ... »). 77 Foerster, op. cit., 11,pp. 225-232: Anonymi byzantini Physiognomonica. 78 ldem, ibidem, 11 (Leipzig, 1893), pp. 3-160: Anonymi de Physiognomonia liber latinus, en veintiséis capítulos. 79 Esto se verá comprobado hasta la saciedad en la obra de Lynn Thorndike, A History of Magic and Experimental Science during the first thirteen centuries of our era, 2. a ed., I (Nueva York, 1929). También el 11de esta fecha. 111y IV de Nueva York, 1934. Trabajo monumental que se usa más en el capítulo que sigue. 80 Thorndike, Lynn, A History of Magic and Experimental Science during the [irst thirteen centuries of our era, 2. a ed., I (Nueva York, 1929), pp. 178-179. La conexión de la fisiognómica con la astrología no es tan clara en los autores antiguos como después. Se ha obsevado que Galeno no dedicó mucha atención a la segunda, desde el punto de vista médico, aunque, siguiendo a Hipócrates, reconocía la importancia de los días climatéricos y también, en algún lado rápidamente, la dicha relación. 81 Géminos. lntroduction aux phénoménes, texto y traducción de Germaine Aujac (París, 1975), pp. LXXIX-LXXXIII de la introducción. 82 Idem, ibidem, p. 18 (II, 1, 5 y ss.). 83 ldem, ibídem, p. 84 (XVII, 3, 6 y ss.).
48
B4 Del poema Astronomica contamos ahora con upa edición con traducción inglesa e introducción extensa, debida a G. P. (, old (Cambridge, M.-Londres, 1977). . 85 Idem, ibidem, índice, pp. 380a-381a (natlv,e, Types of). 86 Véase la edición de F. E. Robbins (Cambndge M.-Londres, 1971), p. VII de la introducción. El aspecto etnográfico se desarrolla en Tetrabiblos 11,2-3 (ed. cit., pp. 120-161). 87 Focio, Biblioth., 242 (342, § 92-93) ed. René Henry, VI (PaI'Is, 1971), pp. 27-28.
49
'1
I
II
II EL MUNDO MEDIEVAL
l.
La herencia griega en los grandes médicos árabes
La fisiognómica como sistema pasa del mundo riego al mundo árabe y de éste al cristiano. Los textos griegos del Seudoaristóteles y de Polemón fueron traducidos al árabe y después hay figuras de la ciencia arábiga que contribuyen a que adquieran más relieve. Ya se ha dicho antes algo acerca de las traducciones de dichos textos. La fecha de incorporación al árabe de éstos debe ser bastante remota l. A ellos se suma más o menos pronto la labor de algunos autores que, al fin, dan un giro algo distinto a la cuestión. De todas maneras, conviene distinguir dos intereses y dos momentos distintos entre sí, también, al tratar de un tema que parece el mismo. En primer término, hay que subrayar cómo durante el reinado del califa Al Ma'mun (nacido el año 786, muerto el 833), se tradujeron al árabe muchas obras científicas griegas y se abrieron grandes horizontes culturales, por influjo de los mutazilíes. Esta apertura hace que progresen considerablemente la medicina y la filosofía y que surjan personalidades como la de Razi, Rasis o Rhazes, el médico, nacido el año 850 y muerto el 923, que en un famosísimo tratado de medicina dedicó varios capítulos delli53
bro segundo a la fisiognómica. Estos capítulos fueron traducid<;>sal latín I?orGerardo de Cremona que, como es sabido, tradujo considerable cantidad de obras arábigas, después de familiarizarse en Toledo con la lengua y cultura del Islam. Gerardus Cremo~ensis nació en 1114. Esta traducción la incorporo Foerster a su serie 2. Se trat~ d~l texto que se conoce también por el Almansouri «(Id est Rases auctor Medicinae ad Alman~s obra estrictamente médica: la inspiraCIOnes. ~~Ieg~ y .queda ~sí ~~ los límites antiguos, de tradición tec~~ca.Un significado parecido hay que dar a la aportación de ~vI.cenao Avicenna (980-1037), otro de los grandes médicos árabes, como es sabido. ArabeJdiomáticame~te, claro es, porque era del Turquestan y de formación platónico-aristotélica. La contribución de Avicena a la fisiognómica se h~lla en su obra sobre los animales, que fue traducida al latí~ por Michael Scot o Scoto hacia 1270. El ~exto latino De animalibus hubo de imprimirse vanas ~eces 4. La tradición científica sigue después '! de Oriente se puede pasar a Occidente, sin que ello implique grandes variaciones. De Persia o el Turquestán a Córdoba .0 las ciudades norteafricanas, las Ideas corren, las disputas se extienden. Hasta finales del siglo XII los movimientos intelectuales son fuertes. Viene luego un proceso de aniquilamiento de m~c~as inqui.et.u?es culturales: y el que representa la .ultIma posibilidad de conciliación de la cultura.~nega con el Islam es un español, con nombre familiar a nuestros oídos, aunque la obra no lo sea a nuestros ojos y mente:,Averroes. Vive entre 1126 y 1198. Averroes comento las obras de Aristóteles con ~ucha originalidad, aunque algunos tratados del fil~sofo gnego ver~a.ban sobre asuntos que no le podían resul,tar famIlIares, como por ejemplo la Poétic~. Pero SIlo eran los que exponían temas de histona natu~al y zoología s; también de medicina y antropología, dejando la estricta fisiognómica a un lado.
==»:
54
("TOeSno fue un puro comentarista teórico y, 1. " ndió observaciones muy personales a los tex, 11 istotélicos que indican una gran libertad y claI \(1de juicio; acaso más que en punto a temas «caIIl1ll' '», en torno a ideas sobre rasgos y diferen1, so iales, como por ejemplo cuando comenta un I H le de los libros de Metheorologica, pasaje que, 1"' -icrto. deberían meditar algunos de los que aho, , mdan construyendo teorías, que quieren ser ori11 des y científicas, respecto al «arabismo» de los uduluces. Averroes hace una distinción radical entre los raso fisiognómicos y raciales de árabes y bereberes 1'01' un lado y de andaluces por otro. Los primeros 011 más oscuros de tez, con el pelo crespo. Los and iluces, como pobladores del «clima quinto», son de Il'Z más clara, y con el pelo también más claro. Los rabes tenían conciencia de la diferencia. Por otra irte, se refiere a los resultados del mestizaje de áraes y bereberes con andaluces, dando a entender que 'reía en una gran influencia del clima o el ambiente u la larga 6. En conjunto puede decirse que, teniendo en cuenta este texto fundamental unido a otros, para Averroes ~ra cla:aJa diferen~ia entre el hOJ?bre de la Espana Meridional y el arabe y berbensco; también se ve que creía en la excelencia de su propia tierra, particularmente de Córdoba, y que, en conjunto, la teoría de los climas le hacía agrupar a los hombres del Mediterráneo europeo frente a africanos y asiáticos de modo sorprendentemente lúcido y contrarioa cualquier tópico de los que corren, bien en el sentido de los que ironizan tontamente con lo de que Africa empieza en los Pirineos, bien en el de los que nos quieren persuadir de que cualquier fantasía morisca que se les ha ocurrido a última hora es la verdad pura y que Andalucía es árabe en esencia 7. Observaciones como éstas valen más que el tributo que Averroes pudo pagar como médico a la fisiognómica tradicional, de inspiración griega que, de to-
l'
55
das formas, hay que distinguir de la que en el mundo árabe se desarrolla mucho más, unida a técnicas adivinatorias 8. 2.
La
«
Firiisa»
En el mundo islámico, en efecto, estos grandes médicos no han tenido la popularidad de otros autores. De ellos acaso el más citado como tratadista de fisiognómica es Fakhr (Fajr) al-din al-Rází (1149-1209), quien cultivó una actividad que se llama «Fir ásaque, en gran parte, se modela sobre la técnica griega". Hoy contamos con una traducción española de su texto, debida al esfuerzo de María J. Viguera 10. En la advertencia de la traductora puede verse que es obra escolar, dictada por el maestro a algún discípulo, dividida en tres capítulos y éstos en distintas partes. Prescindiendo del apoyo en textos sagrados, que para un teólogo tenía que resultar imprescindible 11, es clara la agrupación que hace el autor de ésta con otras técnicas adivinatorias 12, de suerte que puede decirse que se separa de la vieja tradición médica, aunque pueda rastrearse la influencia de textos como el de Melampo y referencias a prácticas de los hindúes y los árabes. La comparación con animales 13 y la consideración de los rasgos de los distintos pueblos (griegos, persas, indios, turcos) se tiene en consideración al enumerar los métodos a seguir 14. Al-Rází apunta, por otra parte, el influjo de los temperamentos 15, las edades 16, el estado social y económico 17 y el clima 18. Los índices fisiognómicos se expresan con más detalle, dando los propios de cada parte de la cara primero, más la nariz 19; luego los de otras partes del cuerpo 20. Todo, enunciado brevemente, de modo afirmativo y categórico, como seguirá siendo uso hasta nuestros días. Al-Rázf también se inspiró, evidentemente, en las 56
Tratado de Physionomia de Miehael Scoto.
fuentes griegas, de las cuales el Seudoaristóteles le debió de parecer la más segura; éste se conocía con el nombre árabe de «Sirr' al-asrar». Es decir, que en cierto orden se transmiten, una y otra vez, ideas centenarias que, en todo caso, cuando ~e.refieren a la fisiognómica médica, a signos patológicos concretos, parecen más ciertas y comprobables que en otros. Pero, además, hay rapsodias como lo son dos obras publicadas por Foerster: un Seudopolemón 21 . Y el Seudoaristóteles del Secretum secretorum antes citado 22. Un tratado que también depende en parte de los griegos, pero que incluye además cinco autoridades árabes y que no indica avance crítico alguno, es el del autor conocido en forma romance por el «Darnasceno» o «Damasquino», que, en la referencia de Foerster, lleva el nombre de Liber rectionis de scientia physiognomoniae, del que se publicó una edición en árabe, no buena al parecer, en El Cairo, en 188223• El autor vivió entre 1256 y 1327 y, aparte de en Al-Rází se inspira en otros varios tratadistas árabes, como Al-Súfiyi, Ibn 'Arabi e Iláwus, lo cual da idea de la fe que en el mundo islámico produjo el saber que, como va dicho, lleva el nombre de «Firása» y al que se dio incluso un significado muy práctico en la compra de esclavos, según me indica don Emilio García Gómez y parece ya acreditarlo uno de los capítulos del citado Seudopolemón, escrito en árabe 24. Esta última práctica puede compararse con la de cualquier inspección médica militar o escolar de las que son comunes en nuestro tiempo y con la que era usual en los mercados de negros de América, aún en pleno siglo XIX. De todas maneras, hay que insistir en que en el Islam la «Firása» es ante todo una técnica de adivinació~ que c0l!1prende no sólo la fisiognómica, sino también la quiromancia, la escapulomancia u omoplatoscopia y otras artes problemáticas y en que, en su base, se suele justificar no sólo por textos corá-
nlcos sino también
por otros de carácter
reli-
25
~~ba'sando,pues, lo que puede h?be:r de. i~tuit~de psicológico o m~dico en !a. tec~~ca fisiognómica esta forma aráblga de adlVmaclOn se exnenI.a io religio y profético y la tradición recoge gran cantidad de anécdotas y opiniones en apoyo de su validez. Pero, en todo caso, la traducción d~,los te~los fisiognómicos griegos dio u~a_orie~taclOn d~c~siva a ciertos aspectos de la «Firása» Ylos me di'os parecen haberlos utilizado siempre en forma algo autónoma. También hay textos de autores que enfocan el asunto desde un punto de vista personal. aunque luego acepten el acervo común de opi~iones._ Tal es el caso de Ibn 'Arabí, nacido en Murcia el ano 1165 y muerto en Damasco el 1240. Se debe a éste una obra inmensa titulada Libro de las revelaciones de La Meca, de la cual el capítulo 146 está constituido I?or una disertación sobre la fisiognómica, que ha SIdo traducida asimismo por María J. Viguera, con un comentario y notas 27. . . . . Las páginas de Ibn 'Arabí sobre la perspicacia fisiognómica Y sus arcan?s nos pone:n ante el pensamiento de una personahdad muy pIados~, que cree que la capacidad mayor en este o~den la tienen hombres escogidos y apartados. EXIste, pues, por un lado, la que podría considerarse u~~ facultad propia del creyente, que _esde Origen ~Ivmo, y otra qu~ es la natural. Las senales que actuan en el que po see un poder espiritual superior se ven mediante una luz divina y se pueden encontr~r en ele~entos que sólo unos elegidos tienen capaCIdad d~ mterpretar: «Puede haber quien, con sólo ver la pisada d~ cual. quiera en el suelo, es decir, un rastro suyo, sm. que tal persona esté presente, sea capaz de saber SI esa huella es la de un bendito o la de un condenado ... » 28. Esto se explica por razones teológicas que no vienen al caso. Tampoco vienen al caso otras e~peculaciones acerca de la medicina humana y la di0,
59 58
vina y el origen de la diversidad de formas corporales 29. En lo que es relativo a los rasgos fisiognómic~s n.atu.rales, Ibn 'Arabf da una lista 30, tomada, segun md.Ica, de los maestros en la ciencia 31, con a~~rm~c~onesrotundas, como siempre. La ordenacion ,dI:vmadel cue~po se realiza mediante materias arrnomcas y movimientos astrales adecuados 32. Esta forma de entender la cuestión no cabe duda de que tiene ci~rta originalidad y hasta cierto punto abre el cammo al poder de la intuición como base fundamental de la actividad fisiognómica. Pero da también paso a la astrología. Otra autoridad arábiga es bastante citada a este respecto en t~xtos cristianos posteriores, bajo el nombre de Ali ben Ragel. A veces «Hali» a secas 33 ~~ éste. nos dirá ya don Nicolás Antonio que flore~ CIO en tiempo de un rey de Toledo, Almenon o HaliMen~n, muy conocido en la literatura y la leyenda espano~a y co?temporáneo de Fernando I de Castilla, se~un Ganbay y Mármol Carvajal 34. La obra del autor arabe, como tantas otras de su época fue tradu~ida al latín por un converso. Pedro de' Alcocer creta que era toledano, pero Ambrosio de Morales hace de él otro cordobés, como Averroes 35. El texto de Alcoc~r sobre él es curioso. Dice así, refiriéndos~ a su ciudad: «Florecieron también en ella (en el tiempo que fue de Moros) hombres en sciencias excelentes: assi como fueron entre otros Ali Albubacen Moro, y ~li Abenragel, que escriuió un libro en len,gua Arauiga, De Astrología Iudiciaria, que despu~s fue trasladado e? lengua Castellana, y aun despues en la lengua Latina, como esta oy, que es tenido en ~rande estimación. y no solamente floreció en esta cibdad, esta sciencia de Astrología, en el tiempo que fue de Mon;>s,mas también antes y después, por sus naturales influencias, que inclinan a ello a sus moradores: como consta por lo que auemos dic~o y por las Tablas Alfonsis que aquí se compusieron» 36. Es decir, que la combinación de la astrología con la fisiognómica queda autorizada de modo 60
firme; también, el que una obra vetusta siga siendo estimada en pleno siglo XVI 37, Ydespués. No sólo en España, sino en Italia, como veremos, aunque aun más tarde la figura de este astrólogo y astrónomo queda sumida en la oscuridad, y las referencias que se dan de su vida y obra son en general muy imprecisas o esquemáticas 38. ,~c~ 3. Algo sobre la tradición hebrea
~
..• ; G
h'b-t
~
~'C
. , con los i dílOS pasa a 1go pareci . e-e OE ~~ En re 1acion os JU primer lugar respecto a transmisiones. Es importante advertir, así, que el texto de Polemón fue conocido por algunos judíos españoles de la Edad Media avanzada. Foerster dice que Meir Aldabius, de Toledo, en una enciclopedia fechada en 1300 (Schebilé Emuna) que se publicó en 1558,lo inserta 39. Indica, también, que el judío barcelonés Josephus ibn Sebara, a fines del XII, en una obra titulada Liber delectationis, que se publicó en Constantinopla hacia 1577, hace referencias a ideas fisiognómicas de Platón y a Polemón 40. Pero la fisiognómica se va enredando más y más con técnicas que no le añaden nada bueno. Si en algún momento pudo liberarse del dominio de la creencia en la fuerza de los astros, casi siempre fue vinculada a la astrología y también a la quiromancia. Esto fue causa de dos hechos trascendentes para su desarrollo futuro. En primer lugar, quedó considerada como cosa sospechosa, por lo menos por los teólogos cristianos que defendían los fueros del libre albedrío y, en segundo, por los filósofos y naturalistas, que también defendían un principio de libertad o que consideraban engañosas y carentes de base experimental a las artes adivinatorias en general y a la astrología y la quiromancia en particular. Puede decirse que las mismas reacciones se dan en el mundo cristiano, como el hebraico. Pero hay que confesar, también, que muchos hombres de fe, pa61
pas, obispos, sacerdotes, rabinos, etc., muchos médicos y algunos naturalistas pagaron tributo a la astrología hasta muy tarde. La contradicción es constante, y a veces desorientadora. Resulta, por ejemplo, de esta suerte que, aunque en el Antiguo Testamento y posteriormente en el «Talmud» haya condenas repetidas de la práctica de la magia, la hechicería, las artes adivinatorias y también la astrología, éstas se cultivaron entre los hebreos y en la Edad Media tuvieron su más fuerte desarrollo. La astrología fue considerada, desde luego, como un complemento indispensable de la medicina y los médicos judeo-españoles la usaron hasta los días de la expulsión, como la cultivó, por ejemplo, Abraham Zacut 41. Aun los tratadistas de la fisiognómica del siglo XVII, combinan los nombres de los signos del zodíaco tal como los dan los textos hebreos, con los rasgos de la cara que los representan. Así Belot y otros 42. Pero, en punto a medicina y ciencia en general, cabe afirmar que la autoridad de los textos médicos árabes fue siempre mayor en la Edad Media europea y entrado el Renacimiento. 4.
El ámbito cristiano medieval; las obras más importantes
El conocimiento de la ciencia y la filosofía grecoárabe fue un hecho que revolucionó la cultura de los hombres de Occidente en el siglo XIII y que sumió a muchos cerebros potentes en un estado de nueva cavilación. A algunos también les llevó a trazar una línea de separación absoluta entre la teología de un lado y de otro la filosofía y las ciencias. Acaso el que representa mejor esta posición es Alberto Magno, personaje que la Iglesia ha llevado a los altares, pero que para hombres del XIX, como Victor Cousin, era ya una especie de anticipo del sabio alemán de su época 43, mientras que en el mundo de la leyenda, 62
I ()'o después o durante su propia vida, fue conside1 Ido como terrible hechicero, que tenía pacto con ,1 demonio 44. Alberto Magno (1200-1280) es alta111 mte considerado ahora como filósofo, como naturulista y como teólog045• Pero durante varios siglos 111 gente popular ha tenido tam?ié.n idea ~o~fusa de 11 existencia, a causa de unos libritos apocnfos qu~ circularon mucho en ediciones que podemos equiparar a nuestros libros de cordel: la Littérature du rolportage francesa. De éstos se tratará luego. AhoIn hay que indicar que, en efecto, dentro de la obra uuténtica del polígrafo se cuenta cierto tratado, De animalibus, en que se dan los principios de una fi~iognómica. Las primeras ediciones de este tratado parecen ser de 1478; una de Roma y otra de Mantua 46. Pero, al parecer, tampoco en este caso hay que buscar demasiados elementos originales en esta obra rara, Alberto Magno depende de Polemón en parte muy considerable, como también lo demostró . 47 . Seguimos, . Foerster cotejando b astante pasajes pues, ante unos hechos de transmisión de afirmaciones, que se repiten siglo tras siglo. . En la Europa medieval la fisiognómica se cultiva, sobre todo, por médicos que, con frecuencia, son además astrólogos y quirománticos y que adquieren rama de magos. Su base está en los escritos árabes, como se ve en el caso de Michael Scoto o Scotus (muerto hacia 1235), autor de .u~.tratado que s~ publicó en 1477 48, pero que escribió acaso despues de 1227 y que dedicó al emperado,r Federico 111,' ~ Sco~ lo se refiere Dante aSÍ: «Ouell altro, che ne fianchi e casi poco,lMichele Scotto fu, che veramente/delle magiche frode seppe il gioco» 49. Los comentaristas de La Divina Commedia se han ocupado ampliamente de la fama que dejó; una fama que llegó al pueblo y que hizo que Folengo se ~ntretuviera en describir sus supuestos encantamIento s y hechizos SO' como lo indicaron G, Naudé SI y después Bayle, que poseía una edición italiana de la Physionomia, de 153352• En el título de esta traduc63
ción se observa cómo los editores del Renacimiento procuraban excitar la imaginación de los posibles compradores, prometiendo el conocimiento de secretos, de maravillas, de formas de poder, autorizadas por autores misteriosos y escritos bajo el patronazgo de personajes célebres y antiguos. En esto no se seguía, ciertamente, la línea leonardesca a la que luego se hará referencia. El título italiano de la obra corre de esta suerte: Physionomia laqual compiló maestro Michael Scotto, a prieghi di Federico romano imperatore, uomo di gran scienza; ed e cosa molto notabile, e de tener secreta pero che l'e di grande efficacia, e comprende cose secrete della natura, bastanti ad ogni astrologo: ed e diviso in tre parti 53. Un secreto que se puede comprar a precio relativamente módico de todas formas. Scoto dependía mucho del texto seudoarístotélico, según demostró siempre Foerster ". Con este texto pretendía dar al emperador una guía segura para que pudiera juzgar a los hombres 55. Hay en él fragmentos que demuestran una credibilidad que, en parte, justifican su fama de hechicero 56. Esto explica acaso que haya ediciones y ejemplares que no tienen portada con pie de imprenta, ni fecha, y otros con pasajes tachados. En la Biblioteca Nacional de Madrid, por ejemplo, hay un ejemplar de la edición que lleva la signatura 2-61784, de letra gótica muy apretada 57, y que no deja de ser curioso por algunas acotaciones y censuras, hechas desde luego en España, y algunas muy tardíamente. La obra de Scoto, en realidad, es más que una fisiognomia. Porque los veintiún capítulos primeros contienen un estudio general de la concepción, con párrafos sobre la complexión de las mujeres, signos de embarazo y hasta reglas de eugenesia; también ideas sobre el efecto del uso de nodrizas 58. Luego, del capítulo XXII al LVII, hay un análisis de las complexiones de acuerdo con la teoría de los humores y con descripción de vísceras y órganos. Sólo más adelante, del capítulo LVIII hasta el final, se halla 64
Iisiognómica propiamente
dicha, expuesta por tanto para hombres como para mujeres: callos, frente, orejas, entrecejo, ojos, nariz, boca, la1 , dientes, lengua ..., para ir bajando, hasta llegar los pies. Los capítulos finales se refieren a modos I indar y movimientos, así como a la estatura. Este 11 d -n de exposición se repetirá después una y otra 1I 'S,
r:
Podemos añadir que Scoto fue un vulgarizador y 1" " además, como traductor parece haber tenido 11I IS ignificado que como hombre de pensamiento 01 i final. Desde cierto punto de vista se halla vincuI \ lo a España y a la cultura arábigo-española. En efecto, Scoto queda incluido en el catálogo de'os sabios que estuvieron en Toledo, en donde se dice IU' ya tradujo muchas obras arábigas 59. Renan le consideraba como el primer introductor del «averroísmo» en la Europa cristiana y el más antiguo en I serie de una lista de personajes que, desde el silo XIII a la época de Vanini, disfrazaban su increlulidad bajo el nombre de un Averroes, interpretalo a su modo 60. No será acaso por pura casualidad por lo que el fundador del mismo averroísmo en Padua, fue también un médico que se ocupó de fisiognórnica, aunque este médico parece que conocía mejor los escritos filosóficos de Averroes que su obra .ientífica: me refiero a Pietro d'Abano, astrólogo también, que enunció por vez primera el «horóscopo de las religiones», en 1303. Este personaje singular y trágico 6\ nació por los años de 1246 y murió hacia 1320. Fue conocido como Petrus de Apono y Pedro de Padua y escribió un tratado de fisiognómica que se imprimió en Padua, ya en 1474, y que, una vez más, resulta que en gran parte depende de los antiguos, y sobre todo del de Polemón 62. En pleno siglo XVI, el texto de Abano fue vuelto a publicar por un médico, Miguel Angel Blond063, que en la'introducción se llama sapientísimo, filósofo y celebérrimo médico en París 64. La obra no es muy larga 65, está dedicada a Gardelon de Bo65
nacolis de Mantua y se halla dividida en tres partes o particulae y en la primera se expone el designio. El autor considera a Aristóteles, Polemón y Laxo como fundadores (también a Filemón); pero conoce asimismo a Rasis, a Avicena y a otros autores arábigos 66. Insistirá en que se trata de una ciencia natural. Los capítulos se hallan divididos en «decisiones». El plan es parecido al de la obra de Scoto. Es decir, que hay una parte preliminar dedicada a los sexos. Luego siguen las consagradas a los temas clásicos: análisis del color, pelo, cejas, ojos, voz, risa, respiración, tamaño de la cabeza, forma-de la frente ... Como en otros textos, se concede mucho espacio a los ojos, utilizando en el caso bastante a Polemón. Sigue el análisis, siempre de arriba abajo, hasta llegar a los miembros. Una «decisión única» se consagra al examen de los miembros de la generación 67. Algún párrafo de esta parte resulta divertido; por ejemplo el que sigue: «Testiculi vehementer magni cum virga existentes stolidum inhertem asininum declarant» 68. La autoridad del texto aristotélico queda manifiesta en los párrafos que van después. Se analiza luego los signos de ser filósofo y sabio, de buen natural, o malo, de costumbres depravadas, inverecundo, etc., etc. Un orden que también siguió Porta, como veremos. Por fin, como también se ha observado en otros textos, se lleva a cabo el estudio de los signos zodiacales en relación con el tema y los de los planetas. La parte final se dedica al análisis de las causas primeras y segundas. Aquí hay referencia a textos como el de Ali ben Ragel ?". El texto, en conjunto, no hace referencia a supersticiones, como el de Scoto. Abano fue objeto de acusación de magia y quemado después de muerto. Naudé en su Apologie trata 'de él " y de las obras que se le atribuían. Ya veremos cómo por la misma época en que escribía al erudito francés escritores españoles ortodoxos abominaron de su doctrina, que no es más supersticiosa que otras. Puede que aquí fuera más citado que leí66
lidicion de /548 del Tratado de fisiognómica,
,
de Pie/m d'Abano.
do y en todo caso la repetición es patente, repetición que va a seguir durante siglos. Porque durante el Renacimiento hace autoridad, se imprime y reimprime y acaso la fama de mago y hechicero contribuyó en un punto a su popularidad. La repetición va unida además a la falta de experimentación y a la creencia en un mundo «oculto» y de «secretos», que, leyendo las obras que lo debían reflejar, no puede ser más superficial y banal 71 • El final de la Edad Media no aporta nada nuevo a lo que ya se dice antes. Los médicos siguen dando fe a afirmaciones muy viejas 72. Pero en el siglo XIV occidental cristiano hay figuras singulares en un campo en que la fisiognómica tiene significado muy distinto al que se le da en medios y ambientes como el árabe o el hebreo. Existen clasificadores de las ciencias ocultas, a las que dan un inventor tan fantástico como lo son sus divisiones y subdivisiones. Por ejemplo, Tadeo de Parma 73, y teólogos que consideran que la quiromancia es una parte de la fisiognómica 74, como Nicolás Oresme, muerto en 1382 siendo obispo de Lisieux, que tenía el criterio de los hombres de Iglesia ortodoxos de después, los cuales -como veremos- limitan el valor de estas técnicas en función del libre albedrío 75. 5. Algún complemento Antes de concluir con el mundo medieval, creo que conviene hacer unas cuantas observaciones complementarias respecto a ciertos hechos literarios y estéticos que dan ocasión de pensar siempre a los aficionados al tema. La comparación de los rasgos de hombres y animales origina de modo bastante permanente dos procesos mentales, que se pueden considerar complementarios. Uno es el de atribuir a los hombres rasgos animales. Otro el de dar a los animales rasgos y caracteres humanos. Aparte de los intentos de los 68
Iisiognómicos que, como se ha visto, arrancan de muy antiguo, resulta que en el arte y en la literatura medievales se utilizó mucho la idea de representar los vicios, defectos y predisposiciones de los hombres mediante figuras, más o menos caricaturcscas, de animales, a los que se asignaban rasgos .orporales y físicos en consonancia. A este respecto hay que recordar, en primer término, cómo existe un ciclo temático muy antiguo en países de habla francesa y germánica en torno al zorro, que quedó, n fin, plasmado en el famoso Roman de Renart o Roman de Renard, el cual contiene unos cuarenta mil versos octosílabos y se divide en treinta y dos acciones. El personaje principal, el zorro (<
su gran obra Temas profanos en la escultura gótica espa-ñola. Las sillerías de coro (Madrid, 1979). Allí, todo el largo capítulo II se dedica a tal simbolismo 77, y aparecen águila, ardilla, asno, buey, búho y lechuza, caballo, macho cabrío y cabra, camello, caracol, carnero, castor, cerdo, ciervo, cisne, corneja, cuervo, elefante, gallo, gato, grulla, hiena, león, liebre y conejo, loba, murciélago, oso, peces, pelícano, perro, salamandra, serpiente, tortuga y zorro; además, animales fantásticos como basilisco, dragón, fénix, grifo y unicornio. No cabe duda de que los artistas pusieron a contribución muy diversas fuentes. Hay que insistir, sin embargo, en que varios de los maestros que labraron estas sillerías de coro eran de origen germánico y reflejan una tradición nórdica. Sillerías muy famosas se deben a Rodriga Alemán, autor de las de la catedral de toledo (1489-1495) y de los coros de Plasencia y Ciudad Rodriga. Dentro de su estilo está, también, el de la catedral de Zamora y en parte, el de Santa María la Real de Nájera 78. En la obra de Isabel Mateo Gómez, se dedican varias páginas al estudio de lo que el Roman de Renart aporta a esta imaginería en algunas de estas sillerías y otras 79. La forma de transmisión es significativa, porque la obra literaria comentada no tiene traducción o rapsodia en castellano. La figura del animal, en suma, revela un carácter, un temperamento. Dentro de la sociedad humana, éste se desarrolla más en unos «estados» o clases que en otros, de suerte que en la sátira la comparación adquiere significado social, más que individual. La realeza, la aristocracia, el clero, la clase popular asumen caracteres zoológicos colectivos. Ello, claro es, nos aparta del tema central de este libro, pero, de todas formas, hay cierta relación con su contenido, así como con todo lo que se dice y se ha escrito sobre sirnbología animal 80.
70
NOTAS CAPITULO II 1'0 -rster, op. cit., 1, pp. XXI-XXIII. ldcrn, ibidem, II (Teubner, 1893), pp. 161-179. «Abubecri RaI .ul r .gern Mansorem de re Medicina liber II translatus ex ara!tI!11111 latinum a Gerardo Crernonensi». También «Rasis Physiog11111 11011 iae versio latina a Gerardo Cremonensi facta». Son los ealllItlo~ XXIV-LVIII del citado libro. La traducción se publicó en 11,1 ",,11en 1544. I ItI 'm, ibídem, I (Leipzig, 1893), p. XXVI- Véase también l luu ndike, Lynn, A history of Magic and Experimental Science ,1/1111/1-( (he first thirteen centuries of our era, 2. a ed., I (Nueva York.. 1'1"1), pp. 667-668_ I SI.' insiste en que es paráfrasis de la obra de Aristóteles. Hay 1III,Il'di ión de Venecia, de 1494, y otra con varios tratados más, 1.1misma ciudad, de 1500_ _ Sobre el conocimiento de los textos aristotélicos de zoología 11()I icnte y Occidente, véase la introducción a Aristotle Genera"11" 01 Animals. The arabic translation commonly ascribed to Yah\tI //11I al Bitriq. Edited with. Introduction and Glossary by J. Brug111111 ... and H. J_ Drosaart Lulofs ... (Leyden, 1971), pp_ 38-53. ~ Texto que se halla transcrito por Manuel Alonso, Teología de 1\'j'rroes (estudios y documentos) [Madrid-Granada, 1947]. p. 30, 1IIIIa1. Tomado de Aristoteles metheorologicorum cum Averrois t'unlubensis media expositione, Metheorolog., lib. II, cap. II, «Ope111omnia». VI (Venecia, 1560), fol. 37 r. (La totalidad ocupa los 1111\.,5 L-72 vto.). Dice así: «Signurn autem forte super complelunes est color et capilli. Color autem aequalis est albus et cla1",: capillos autern aequalis est magis propinquus ad illum qui 1 1quasi medius inter planitiem et erispitudinem seu ad planum, '1"11mad crispitudinem; esse autem huius coloris et capilli pa111111 invenitur in terra Arabum et ideo vocant album rubeum; teIIOleautem Babiloniae sunt mediae ad terras Arabum scilicet quod 101 r brunus dominatur super eos homines sicut est dispositio ruburn: iste autern color in capillis invenitur naturaliter scili11'1magis, in hominibus climatis quin ti, quando non coniungun1111' cum gentibus extraneo, quae habitan; illic de propinquo. Sed c urn prolongaverit tempus in istis hominibus, tunc redit natura I'orum ad naturam illorum hominum illius climatis; sicut accidil filiis Arabum et Barbarorum in terra Andalosiae, scilicet quod lpsi conversi ad naturam gentis propiae illi terrae, ideo multipli1 atae sunt in scientiae». 7 l dem, ibidem, pp_ 29-31, otros textos. 8 Para guiarse ante la obra vastísima de Averroes, sigue sienti fundamental el artículo de Nicolás Antonio en la Biblioteca lIispana Vetus, II (Madrid, 1788), pp. 397a-4JOb. Tras la biograIla, de la que dependen muchas. 9 Risiila fi 'ilm al-firma o Qjumal ahkhiim al-firiisa. Hay edición de Alepo, 1929, de Muha Rághib al-Tabbakh. Una reedición y traducción con introducción, notas y bibliografía de Yousef I
1"
71
1111I/
Mourad, en la tesis complementaria
acerca de La Physiognomonie arabe et le Kitñb al-lirása de Fakhr al-Din al-Riiz-i (París, 1939). lO María.J. Viguera, trad., Dos cartillas de Fisiognómica (Madrid, 1977), pp. 7'3-140. . 11 Idem, ibidem, pp. 81-82 (capítulo 1, segunda parte). 12 Idem, ibidem, pp. 86-91 (capítulo 1, quinta parte). 13 ldem, ibidem, pp. 94-95 (capítulo 1, sexta parte). 14 Idem, ibídem, pp. 95-96 (capítulo 1, sexta parte). 15 Idem, ibidem, pp. 103-110 (capítulo Il, primera parte). 16 I dem, ibidem, pp. 117-122 (capítulo 11, segunda parte). 17 Idem, ibidem, pp. 122-124 (capítulo II, tercera parte). 18 Idem, ibidem, pp. 124-125 (capítulo Il, cuarta parte). 19 Idem, ibídem, pp. 128-137 (capítulo In, décima parte). 20 Idem, ibidem, pp. 137-140 (capítulo Hl, partes undécima a decimosexta). 21 Foerster, op. cit., Il, pp. 147-160. Véase también 1, p. CLXXVII Pseudopolemonis physiognomonia Gothana. 22 Idem, ibidem, Il, pp. 181-222. Pseudoaristotelici operis quod inscribitur secretum secretorum caput de physiognomonia, que depende del texto aristotélico y algo de Polemón (1, pp. CLXXVIIICLXXXl). 23 l dem, ibidem.L (Leipzig, 1893), p. XXVI, «Kitab al-Firása» de Shams al-din Abü 'Abd Allah Mushammad b. lbr. Abi Tálib alAnsárf
al-Süñ. Idem, ibidem, 11 (Teubner, 1893), Pseudopolemonis Gothani arabici versio latina, pp. 157-158 (capítulo 24
codicis
XX: «De Physiognomonia quae cum mancipiorum emptione coharet»). El texto entero ocupa las pp. 147-160 Y consta de veintiséis capítulos. 25 Véase el artículo «Firása» de T. Fahd, en Encyclopédie de l'lslam, 2. a ed., n (1965), pp. 937b-938b. Debo agradecer a don Emilio García Gómez y a don Fernando de la Granja el conocimiento de ciertos textos importantes sobre el tema. 26 ldem, ibidem, arto cit., loco cit., p. 938a. Referencias a ediciones y obras más modernas que la de Foerster. 27 María J. Viguera, trad., op. cit., pp. 27-55 (texto), 16-17 (introducción), 5'6-61 (notas). 28 Idem, ibídem, p. 34. 29 Idem, ibidem, pp. 34-42. 30 Idem, ibídem, pp. 43-45. 31 Idem, ibidem, p. 50. 32 Idem, ibidem, p. 41. 33 Aun en tratados populares italianos. 34 Mármol Carvajal, Primera parte de la descripción general de Africa ... , 1 (Granada, 1573), fo!. 143b (libro 11, capítulo XXIX) « ... y en su tiempo florecieron en Toledo Aben Ragel, que escriuió sobre la astrologia judiciaria ... ». 35 Antonio, Nicolás, Bibliotheca Hispana Ve tus, Il (Madrid, 1788), pp. 390b-391 a. 36 Alcocer, Pedro de, Historia o descripción de la Imperial ciu-
72
de Toledo. Con todas las cosas acontecidas en el/a, desde su y fundación ... (Toledo, 1554) fo!. XL vto., b (libro 1, ea-
/,,111 ipio,
Itulo XLIV). 1/ Nicolás Antonio cita una edición latina de Venecia, de 1585 (ollh Erhardo Radelz ... »). y otra de Basilea (<
o/
Magic and Experimental Science during the [irst thirteen centuries of our era, 2.a ed., Il (Nueva York, 1929), p. 169. 47 Foerster, op. cit., 1, pp. CLXVl-CLXX. Cita la anécdota de
lIipócrates, etc. En varios manuscritos se le atribuye un tratado ti' quiromancia. Thorndike, Lynn, op. cit., Il (Nueva York, 1929), p, 575. Con relación a las fuentes, hay que advertir que en la His turia de los animales de Aristóteles, de la que los primeros ma nuscritos datan de los siglos Xli o XIlI, se supone que existen paajes que no son de él, sino que fueron añadidos mucho después y que contienen elementos folklóricos. Thorndike, Lynn, op. cit., l (Nueva York, 1929), pp. 26-27. 48 lncipit
liber phisionomiae
que compilavit
magister
Michael
Scotus, de la fecha indicada y otras sin fecha. Brunet, op. cit., V, I (París, 1863), co!. 240. En el catálogo de Maggs Bros, número 1122(<
·73
neto P. L. Jacob (París. 1859). pp. 321-322. en el libro XIX. Es unn vieja traducción francesa. que se publicó en 1606. 51 Naudé, G., Apologie pour les grands hommes soupconnés dc' Magie (Amsterdam, 1712), pp. 355-358. Se recuerda también que Boccaccio, en la «novella IX», de la «Giornata ottava» del Deccu merón, se refiere a la estancia del nigromante en Florencia, don de dejó dos discípulos, a los que unos bromistas atribuyen h . chos extraordinarios para embaucar al médico Simón jugándol ' una mala pasada. 52 Bayle, Dictionnaire historique et critique ..., XIII (París, 1820), pp. 207a-208b. 53 Impreso en Venecia por Marchio Sessa, en el año 1533. 54 Foerster, op. cit., 1, pp. XXII-XXVI. 55 La dedicatoria a Federico 11 se imita de las advertencias ¡¡ Alejandro en el Secretum secretorum. 56 Análisis de Thorndike, Lynn, A History o] Magic and Expe rimental Science during the first thirteen centuries oi our era, 2." ed., II (Nueva York, 1929), pp. 328-330. 57 La portada corre así: «Phisionomia Michaelis Scoti (graba. do que representa a un sabio observando el firmamento). Exccllentissimi rerum naturalium perserutatoris magistri Michaelis Scoti Phisionomia multa continens capitula: in quibus rnernbrorum signa continentur que ut varia et multiplicia sunt: ita varia et multipliccm hominum naturam at complexionem demonstrat. Tabulam complectentem Rubricas omnium capitulorum in huius opusculi exordio invenies ». Los capítulos son cien. El propietario de este ejemplar en un tiempo anotó que la obra se hallaba prohibida en el expurgatorio de abril de 1799 en el número 13. Un destino raro para algo que se dedica, en el capítulo primero (fol. 1111 r. de esta edición), al emperador Federico. En el ejemplar a que me refiero, hay unos capítulos tachados o censurados: el XLV acerca de la abundancia de los humores y sus efectos, el LVI, sobre los agüeros, el LVII, acerca de la interpretación de los estornudos «
74
de la cual se lee: "Splendoris / mei, virtulis / testirnonium") privilegio decenali / sub insigne Appollinia, M.O_XLVIII. Ma1111 11 it debajo: "Venetijs 1548".» Biblioteca Nacional de Madrid. , "';23. Al final, los datos sobre la impresión son más claros. Tras 1 1 «Iuu Deo- se lee: «Venetiis per Cor / minum de Tridino Mon1I h-rrati, Armo / dominio M.O. XLVIII» .. "1 Blondus o Biondo era veneciano. Nace en 1497 y muere haI 11 1560. Publicó obras originales, tradujo a Teofrasto y escribió I11 Italiano una sátira contra mujeres. Como impreso en Roma, I11 1544, veo que se cita un tratado en latín, Physiognomia, sive ,/" rognitione hominis ex Aristotele, Hippocrate et Galeno. Artí11110 de la Nouvelle Geographie universelle de Hoefer-Dídot, VI (1' 111 • 1853). col. 113. n~ Ocupa 38 hojas con numeración sólo por un lado. La letra 11111
11111
ipretada.
Blondo, Miguel Angel. op. cit., fol. 1 vto. (capítulo 1). l dem, ibidem, fol. 23 vto.-24 vto. rlX ldem, ibidem, fol. 23 vto. nI) ldem, ibidem, fol. 33 r. lO Naudé, G., Apologie ..., pp. 270-278. I1 Thorndike, Lynn, op. cit., 11, pp. 874-947, trató ampliamenh' de Abano. Acerca de la fisiognómica, las pp. 910-911. 72 En el siglo XIlI, Gilberto de Inglaterra. Thorndike, Lynn, op. 1'11 .• 11, p. 485. 73 Idem, ibidem, 111, pp. 12-13 especialmente. 74 ldem, ibidem, I1I, p 421. • 75 Idem, ibidem, 111, p. 583, otro testimonio en esta línea. 76 El personaje es conocido también en Italia como «Renardo. 11 «Rinardo». Véase el artículo de V. Santoli, en Bompiani, Dierlonario literario, XI (Barcelona. 1960), pp. 799b-800a (dicciona1 I de personajes). 77 Pp. 35-113. 78 Durán Sampere, Agustín, y Ainaud de Lasarte, Juan, Ars Ili ipaniae ... VIII, Escultura gótica (Madrid, 1956), pp. 389-390). 79 Mateo Gómez, Isabel, op. cit., pp. 203-210. 80 Don Emilio Temprano me llama la atención acerca de 1'0 que a este respecto dice el erudito del tiempo de Isabel 11 don Basilio Sebastián Castellanos de Losada en su Iconología cristiana y gentilica. Compendio del sistema alegórico y diccionario manual de Iconología universal ... (Madrid, 1850), p. 287b-288a, artículo «animales», y en cada uno de los relativos a los mismos, desde la «abeja» (p. 271a). M
C,7
75
III .
111
EL RENACIMIENTO
1. Conflicto: la crítica de Leonardo En el Renacimiento no se rompió con diversos aspectos de la cul tura heredados de la Edad Media, así como en la Edad Media fue aceptada por muchos la herencia del pasado, mejor o peor entendida; aunque también hubo algunos pocos que disentían y pretendían pensar por su cuenta. Por otra parte, durante los siglos xv y XVI, la imprenta difundió los escritos antiguos y medievales, entre ellos los de algunos de los autores de que se ha tratado antes, que siguieron teniendo fama de insignes magos y hechiceros diabólicos, con Alberto Magno en cabeza 1. Pero la corriente crítica también se hace sentir y casi todo saber es objeto de controversia. Hay, por ejemplo, tradicionalistas 2 en punto a fisiognómica. Hay también observadores geniales de la realidad que niegan valor a la misma y a la quirornancia, partiendo de la experiencia. Por otro lado, los teólogos las siguen recusando en nombre del libre albedrío. Pero ahora conviene empezar tratando algo de los observadores más agudos y excepcionales, con Leonardo da Vinci a la cabeza. De éste hay unos pasajes categóricos que dicen: «No me ocuparé de la falaz fisionomía, ni de la quiromancia, porque en ellas no hay
79
verdad. Esto es manifiesto. Tales quimeras no tienen fundamento en la ciencia.» Sin embargo, en relación con los trazos de la cara, reconoce que algunos muestran en parte la naturaleza del hombre, sus vicios y temperamento, e indica: 1.0) «Los signos que separan las mejillas de los labios, de la boca y las fosas nasales y de los agujeros de los ojos son salientes en los hombres alegres y siempre risueños; los que tienen esos mismos trazos poco marcados son, por lo contrario, dados a la meditación. 2.°) Los que tienen las partes de la cara de gran relieve y. profundidad son gentes bestiales, violentas y de poco raciocinio. 3.0) Los que tienen líneas muy acentuadas entre las cejas son irascibles. 4.°) Los que tienen muy marcadas las líneas transversales de la frente son hombres que se lamentan mucho en secreto o en público ... » «Hay» -concluye«otros muchos trazos indicadores. ¿ Pero qué decir de la mano? Verás un gran ejército exterminado en una hora por la espada, y ninguno de los muertos tendrá en su mano las mismas líneas que el otro ... y lo mismo ocurre en un naufragio» 3. Esta doctrina del observador, del experimentador que era Leonardo, tan hostil a la erudición y a la retórica de los humanistas, que le consideraban iletrad04, va contra el espíritu «reconstructivo» de muchos hombres del Renacimiento, ciegos enamorados del pasado clásico, que llevó a muchos a una postura falta de crítica ante todo y a repeticiones cansadas. Leonardo llevó a cabo estudios objetivos de anatomía comparada y estableció las semejanzas mayores de los miembros de una especie con otra, por ejemplo el hombre y el babuino y los monos; el león y sus próximos o congéneres como el tigre, la pantera, el leopardo y el gato; los équidos y los bóvidos. Estudió la dentición y los mismos órganos en dife80
r ntes especies, intestinos, huesos, músculos. La ob-rvación de las analogías le hace aproximar al hom1 re a los animales y al reconocimiento de unplan 5 n unos y otros. En una etapa ya avanzada de su ida, Leonardo recogió muchas observaciones anatúmicas, especialmente sobre la cabeza humana, porque pudo examinar con detenimiento varias cabeza de hombres ejecutados. Estas observaciones quelan reflejadas en sus dibujos, que demuestran un ran adelanto en el conocimiento de los huesos y también de los músculos de la cara, de suerte que 110sólo se analizanen su forma y conexión, sino tam- . bién en sus funciones. Así dan idea de mecanismos que expresan sentimientos y pasiones. Es decir, Leonardo se adelanta a los que estudiaron la expresión muscular de las emociones en la cara, que no tiene -1 comienzo en la fisiognómica clásica, sino que es -1 resultado final de investigaciones objetivas, desligadas dé todo criterio de autoridad o tradición 6. Leonardo no quiso nunca adornar con referencias las conquistas de su observación y nunca tampoco le dan motivo a especulaciones fáciles. Esto no ocurre con hombres que conocían sus escritos, que de ellos sacaron mucho de bueno y que a lo bueno mezclaron pobres invenciones de su cosecha o textos eruditos con los «doctos errores» de que se habló más de una vez, tan propios de las mentes que abusan del criterio de autoridad. Tampoco tiene nada que ver con ciertas teorías de artistas geniales algo más jóvenes que él, que se metieron en un mundo de meditación sin su claridad de juicio. Por ejemplo, las especulaciones de Alberto Durero sobre las proporciones del cuerpo humano, tienen, al parecer, una parte especulativa acerca de la belleza, en las que toma como modelos los cuerpos de los dioses y héroes antiguos (Apolo, Venus, Hércules). Establece, así, unos cánones y hasta da las medidas que les corresponden. Pero luego, movido por su fe cristiana, los traslada de Apolo a Cristo, de Venus a la Virgen, de Hércules a Sansón. 81
4-
1
i I
I I
I
I =-~~---------- _!i
L
Dibujos de Leonardo sobre la cabeza humana.
Más estudio de Leonardo
da Vinci sobre la cabeza humana.
El resultado no puede ser más peregrino y problemático 7. Trasladado a principios fisiognómicos nada puede resultar tampoco más negativo. Porque la concepción de la belleza del pagano es imposible de reducir a una fórmula cristiana. Nada más lejano a los rasgos y facciones de un dios o una diosa griegos, según las ideas de los artistas, que una imagen de Cristo o de la Virgen María. El conjunto de los rasgos tienen que ser opuestos: nada se diga de lo que a Leonardo ya le interesó, como va dicho. La expresión de las emociones: ¿ Qué puede haber de común entre la expresión de Cristo y la de Apolo? No hablemos de Venus. Vamos adelante. El problema de la relación de los signos corporales, y de modo más concreto faciales, con las facul~ades del alma y sus fallos o excelencias es siempre Interesante, y puede decirse que no ha habido hombre de juicio fuerte que no se lo haya planteado. Pero una cosa es planteárselo con un objeto y ante un caso determinado, y otra es resolverlo de modo general, sistematizado y utilizando unos supuestos saberes, q~e no puede decirse que sean complementarios, SInOdominantes en absoluto. 2.
Algunos ejemplos de textos escritos en sentido tradicional
pe.sde que comie~za el interés teórico por la fisiognormca, puede decir-se, así, que se dan dos tendencias: una, psicológica, literaria e incluso artística, que es la que produce los resultados más valiosos. Otra sistemática, codificadora y dogmática, que hace que se
1) textos del Renacimiento precisamente, como el l· artolommeo della Rocca, o Cocles (1467-1504), l' fue un filósofo hermético, conocido por sus inI rtunios 8. A él se debe un famoso tratado de quiromancia y otro de fisiognómica, que se publicó muy -ornienzosdel siglo XVI, que tuvo muchas edicioIIl'S y algunas traducciones y también fue objeto de I lngios y comentarios. La primera edición parece i-r, en efecto, la de Bolonia, de 1504; y en francés ha traducciones que se remontan a 15469• Entre . las fechas, se hicieron algunas ediciones más del I xto latino, alguna de las cuales utilizo. En su edii m de Estrasburgo, de 1536, es obra muy corta 10, utegórica: ignoro si varía algo con respecto a la ediión original. Sí se puede afirmar que contiene unos libujos de cabezas muy expresivas, de concepción más bien germánica que italiana, a mi juicio. En el I rólogo, bajo el amparo de Aristóteles siempre, el tutor recuerda la fe que tuvieron en criterios fisiog-. nórnicos hombres como Sila y César. También se invoca el testimonio de Plauto, el cual creía que los hombres facinerosos tenían rasgos que corresponlían a su carácter. Por último, encuentra apoyo en lo epigramáticos, recordando el caso de Zoylo (<
llos 18. Después de tratar de ella Coeles va analizando las de la frente 19, las cejas 20, el entrecejo 21, Ylos ojos, que ya veremos cómo van cobrando más significación de modo progresivo 22. Pasa luego a·la nariz 23, la boca 24, los labios 25, los dientes 26, la lengua 27, el aliento 28, la risa 29, el mentón 30, la barba 31, el conjunto de la faz, la forma 32 y tamaño 33 de la cabeza 34, la garganta 35 y el cuello 36. El tratado sobre quiromancia que va después es muchísimo más amplio y está firmado por Andrés o Andrea Corvo o Corvus, mirandolano, y lo dedicó al Marqués de Mantua. La introducción, mucho más desarrollada, se apoya en autoridades conocidas, y hay que advertir que alguno de los grabados tienen la explicación general de las líneas de las manos en alemán 37. Los grabados son muchísimos y muy lindos en su simplicidad (casi modernistas). Pero de esto no hemos de tratar. Pero, además, Coeles creía poder predecir el porvenir de las personas observando sus rasgos; y esto fue causa de su ruina, como también de la del quiromante Antioco Tiberto de Cesena, como lo contó Paolo Giovio, que es a quien se refiere también Burckhardt recordando los dos casos. Esta tendencia, que como se ha visto tiene fuerte tradición medieval. sigue siendo la dominante en los muchos fisionomistas de los siglos XVI y XVII, aunque tuvo contradictores. En Alemania y en Italia sobre todo, están los focos del «saber». En Alemania, algo después que la de Cocles, se publica la obra sobre quiromancia y fisiognómica de Ionannes de Indagine, que parece que tiene una primera edición de 1522, de Estrasburgo. Este texto latino se volvió a imprimir en 1531, en Colonia en 1543, etc.i". Se tradujo al francés (hay edición de Lyon de 1549) y posteriormente la traducción se siguió imprimiendo, en Lyon y en París. Aun las ediciones francesas de la segunda mitad del XVI, como la que tengo a la vista, llevan en la portada el retrato del autor tomado de las antiguas 39. 86
Tratado de Fisiognómica de Bartolomeo (1467·1504).
della Rocca «Coqules»
Signos de los cuerpos destemplados,
según Coqules. Significado
de los cabellos en la Fisiognómica de Coqules.
Chiroatat(Ce8c Phyfionomio PAR
LE REGARD DES memhcC$ de l'homme, {.UccsparIean de lndagine.
••
on dttfw:tdct Signe'. on
Á
••
TI') 1'1.
••••. U4 ••
__
••
'-!~'"
O. 1.Ir 11,1.
~jullor·
~ Portada de la edición francesa, del siglo XVI, del Tratado de Quiromancia y Fisiognómica de loannes de lndagine.
Esta edición tiene muchas figuras, que, según leo, atribuyen a Petit Bernard, un pintor, dibujante 'grabador de Lyon, que nació de 1506 a 1510 y que murió en 15644°. Hay que reconocer que las figuras la parte dedicada a la fisiognómica 41 son bastanI bonitas. El tratado, dividido en diecisiete capítulos cortos, un un epílogo, va examinando el modo de juzgar con I .specto a la frente, las cejas, la nariz, la boca, la I ngua y dientes, el mentón, los cabellos y la cara n conjunto. También hay observaciones en torno a I cabeza, el color, los brazos, el pecho y los costaos, así como otras partes del cuerpo humano y la statura. Alguna vez se recurre a refranes, pocas a I Escritura ya juicios históricos, pero no faltan. La istrología pesa, pero no del modo que en otras obras. Itexto, en suma, es un texto ligero, comparado con I referente a la quiromancia. Tanto el libro de Coeles como el de Indagine apaI -cen prohibidos en el expurgatorio impreso bajo la sponsabilidad del inquisidor don Fernando de Valti' s, de 1559: « Bartholomei Coeli tis, physiognimae Chirornantié compendium» 42 y «Joannis Indaginis, chirornantia» 43. Ello quiere decir que llegaron n principio a España más que otros. En este índice e hallan también condenadas las obras de 'un peronaje más famoso si cabe: Agrippa de Nettesheim (1486-1535)43. En la que le hizo ser acusado de I lago, De occulta Philosophia libri tres, de la que hay diciones de Amberes y París, del año 1531 y otras muchas posteriores 45, el capítulo LII del libro 1 traI\ del rostro, de la forma del cuerpo, de su figura, I)que producen y cuáles son los fundamentos de la 1 siognómica, de la metoposcopia, la quiromancia y I is artes adivinatorias relacionadas con ellas 46. Se trata de una síntesis en que, una vez más, la astrolo lía sirve de fundamento a las otras tres artes. Las Iras, los gestos, los caracteres están en relación con uurno, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y de las 1I uras dependen la metoposcopia, etc. Hay unidad 91
-ntre los cuerpos superiores y los inferiores, la imarinación y el espíritu animal, de suerte que, por ejemplo, con frecuencia se da a los niños el rostro ue se tiene o que se imagina durante el coito 47. El e csarrollo de una teoría de las expresiones en rela.ión con la sociedad hubiera podido ser de algún provecho: pero Agrippa no pasó adelante y parece que Naudé no podía salir airoso en su defensa del ) rsonaje, contra la acusación de haber practicado . 1 a magia 48. En el otro libro del mismo Agrippa acerca de la vanidad de las ciencias, hay dos cortos capítulos «De Physiognomia» (el XXXIII) y «De Metoposcopia» (el XXXV), que no pasan de puras definiciones 49. Repetición sobre repetición, parecer sobre parecer, en un suma y sigue monótono.
l
3.
Desequilibrios
y dudas
Ante contemporáneos suyos geniales, como Rabelais, Agrippa no era más que un charlatán pedante, que abusaba de los nombres griegos, de las técnicas adivinatorias, de que, en efecto, hizo mucho uso ... Y, claro es, cuando Panurgo lleva a cabo su cómica consulta, «Her Trippa, le reguardant en face, dist:"Tu as la metoposcopie et physionomie d'un coqü, je diz coqü scandalisé et diffamé"» 50. Los saberes de Agrippa (Trippa) son adivinatorio s, no conjeturales 51. Los libros que utilizaban los hombres que cultivaban los saberes «de pareille farine», como dice Rabelais, tenían títulos dignos de aparecer en aquel catálogo de la librería de Sainct Victor, que se encuentra en el libro primero del Pantagruel, en el capítulo VII 52, como De patria diabolorum y otros que son por el estilo o que reflejan «saberes» aun más extraños. También los nombres de los autores reales resultan «amfigúricos», como dicen los franceses. Pero ahí están. Las vidas de los que participan en la di-
Grabados de la edición francesa del Tratado de Indagine.
93
L
vulgación de saberes oscuros es también compleja y llena de contradicción aparente para nosotros: médicos, teólogos (o las dos cosas a la par, como Lucas Gauricus), hombres de iglesia, más o menos ortodoxos. Hay personalidades que resultan pintorescas, como la del dominico mantuano Patricio Tricasso de Cerasari, que murió a mediados del siglo XVI, que comentó a Cocles y al Seudoaristóteles y del que las obras fueron prohibidas por las autoridades eclesiásticas. Tricasso cultivó la fisiognómica junto a la quiromancia y la interpretación de los sueños y mucho después de muerto alguna de sus obras se imprimía todavía en francés 53. Pero seguimos en el ámbito de las repeticiones. En este mundo renacentista, italiano, alemán, francés, la ciencia positiva y la ciencia que no es más que apariencia o ilusión quedan todavía formando un conjunto. Hoy se ha de decir que las personalidades que interesan más son las que muestran mayor inclinación o dotes para ocuparse de lo que consideramos hechos ciertos, mientras que otras personas pasaron su vida dedicadas casi por completo al cultivo de falsos saberes, o incluso podrían ser acusadas de un charlatanismo deliberado y total. Hay también personajes desorbitados como Cardan, del que no cabe negar la genialidad, unida a la extravagancia, y que, aunque dio fe a las viejas especulaciones astrológicas unidas a las fisiognómicas, no dejó de tener ideas muy originales y más aproximadas a lo que luego se ha creído acerca de la naturaleza humana. En De subtilitate hay cuatro libros, el XI, el XII, el XIII y el XIV, que tratan del hombre 54. En uno se ocupa de su origen y forma, y hay en él una serie de observaciones curiosas acerca de variaciones raciales, ingenio, lengua y, en último lugar, una proporción ideal del cuerpo humano ". En el libro que trata de la naturaleza y el temperamento del hombre, también hay observaciones agudas y en él se ve que Cardan había leído atentamente algunos textos de fisiognómica antiguos 56. 94
Cardan especuló sobre astrología y [isiognomica.
Después, al ocuparse de los sentidos, vemos cómo establece correlación entre colores, sabores, temperamentos y signos planetarios y hace un análisis de lo que es en sí la hermosura 57; para terminar, en el libro XIV, al ocuparse del alma, hace un estudio de los efectos que las pasiones producen en el cuerp058.
Mucho después de muerto nuestro autor, en 1658, se publicó una Metoposcopia bajo su nombre, en texto latino de una parte, más edición francesa de otra 59. Por parte de su obra, Cardan ha sido asociado en alguna ocasión con Lombroso; aunque graves autores italianos de nuestro tiempo lo tratan regularmente y lo caracterizan «per una certa baldanza ciarlatanesca» 60. 4.
Obras populares
En un ámbito popular circulan por Europa, en esta misma época, unos libros que, además de contener el calendario con los días, semanas y meses, daban el nombre de los santos del día, pronósticos del tiempo, predicciones agrícolas, algunas reglas matemáticas y otras de tipo astrológico y fisiognómico precisamente. Estos libros se compusieron sobre modelos medievales: se conservan algunos de los siglos XIII y XIV. Pero ya en el siglo xv (1457)los hay impresos y después se multiplican en toda Europa Occidental. En Italia fue muy popular durante largos años el Almanacco perpetuo de Rutilio Benincasa, natural de Cosenza, aparecido por vez primera en 1587 y que después se publicó con ordenación nueva y correcciones también debidas a otro meridional, Ottavio Beltrano di Terranova di Calabria. Matilde Serao, a fines del siglo XIX, da fe de que, entre los mucho obsesos por la lotería que había en Nápoles en su tiempo, las combinaciones numéricas de Benincasa tenían muchos adeptos todavía 61. Esta obra, má 96
mpleja que las equivalentes españolas, de Jeróni) Cortés y sus seguidores, cuenta con una sección dicada a la fisonomía: «Fisonomía dell'huomo e I Il~.donna: Cavata da A~istotile & altri Autori per 1I1111O Benmcasa Cosentmo, con nuova aggiunta di t t avio Beltr ano , 62. Los capítulos XXXVI-LV son concisos y expresan l. que. significan los rasgos de cabeza, frente, ros110, cejas, etc. El LVI hace ver que es un añadido en 111 hay alusión al «dottisimo Fisonomico Gio: Bat1 I della Porta, dotto in ogni scienza, che fiori a I I mpi nostri» 63. Pero también hay allí referencias a «Hali Aben Le1»(s~c),a Merlí~ y a Melampo, y claro es que la astrología entre en Juego y también la adivinación del I orvenir 64. Los almanaques alimentan viejas ilusiones colee1I as. ~an una impresión de saber, de dominio del I o".vemr, de seguridad. Una ilusión que se ha manI nido hasta nuestros días. Nada más y nada menos 111 • una ilusión. . ~CA •••••
Opiniones de grandes cabezas
o :;
d>
.., !tr
'ó
'Jj-:>1
§ =<1
(j
~Q
~9 DE t'.f
Pero volvamos al siglo XVI. rente a tanto texto afirmativo y categórico resulI I reconfortante leer las reflexiones que hace MonI ilgne, en el capítulo XII del libro III de sus Essais, . rc~ ~e la Phisionomie 65. Porque, a lo largo de esI s pagmas, se percibe una ironía en punto a cierI )s saberes y erudiciones y hay también una defenI del juicio, no excesivamente adornada de conocíI lentos reales o supuestos, que resulta ejemplar. lo acaso sea lo principal. Los que leían libros so.las activid~des que nos ocupan, hubieran hecho jor en meditar sobre estas líneas de Montaigne: plus part des instructions de la science él nous ourager ont plus de montre que de force, et plus rnement que fruict» 66. Hay, sin embargo, guías. I
97
l' Montaigne como Sócrates, como Platón, fue un hornbre que estimaba la belleza de la forma humana ~7, y sigue un pensamiento de Cicerón, se~ún el cual nada hay más verosímil que la conformidad y relación del cuerpo y el espíritu 68: pero hay fealdad y fealdad, «Une laideur superficielle», otra profunda, es decir, una deformidad sustancial. Montaigne, en suma, no hace más que seguir un ideal de belleza griego que llega incluso a sostener que el mand debe reservarse a los hermosos 69, Pasemos ahora a otro país del que no se ha tratado, pero que en el momento de que hablamos ~a, genios literarios y filosóficos que se ocupan de fisiognómica: Inglaterra, Puede pensarse que algunos l~ consideraban cosa tan clara que no dudaban de unlizarla intuit.ivamente. En la escena IV del acto I d Macbeth Duncan dice: Ther's no art To find the rnind's construction in the [ace. Pero Shakespeare, también, a un personaje much más profundo, a Hamlet, le hará decir:, «¿,No e monstruoso ver a ese comediante, en una ficción, un sueño apasionado, plegar su alma a las exigencias de su imaginación hasta el punto de que~ a su llamada, la palidez cubre su rostro, el lloro VIene a ,s,us ojos, su actitud queda dominada por la !UrbaCIOn, la voz se extingue, y su ser queda modelado por conceptos imaginarios? ¡Y todo esto para nada!» 70, Esto lo escribía un autor que era actor. Hay, pue , la posibilidad de obtener una especie de educ,ación fisiognómica, que sirva para expresar las emociones, como existe una educación pictórica, Puede pensars ' también que, según el carácter, los homb,re~ mueven los músculos de la cara de modo distinto, y aumentan ciertas líneas y elementos, Las em.ocion~: expresadas libremente, la moderación? l,avIo,ie~cIa de la expresión del carácter, dan una fIs~ogno~~ca; un conocimiento intuitivo, no un saber sistemático. y menos todavía en sus formas clásicas. Pero otros
98
mtemporáneos
de Shakespeare
sí creían que era
n arte y seguían fieles a las viejas técnicas, aunque 11 hombre
al que se ha asociado misteriosamente muy juslIS sol;>reel tema, que nos ponen siempre en la alI rnativa: Leonardo, Montaigne, los observadores 1(,1cuerpo y del carácter a un lado; al otro, la masa 1 respetable de los que repiten una y otra vez casi 1•• mismo, en el siglo III a, de J'C¿ en el II después 11 el XII y el XIII o en el XVI de nuestra era. ' Pero digamos algo del aludido contemporáneo de hakespeare. Francis Bacon, en efecto, tratando de . 1 lS deformidades dice: «Certainly there is a consent 1 'Iween the body and the mind, and where nature I re,th in the o~e, .she ventureth in the other: ubi pec111 In uno, periclitatur in altero. But because there I in man an election touching the frame of his mind lid a necessity in the frame of his body, the stars 01 natura~ in,cli~ation are sometimes obscured by the un of discipline and virtue» 71, Es decir, que no , .pta un principio absoluto en este orden: como I unpoco en relación con la belleza 72, Bacon admiI los fueros de la fisiognómica, pero como lo hicieron Sócrates o Hipócrates, según las anécdotas reordadas al principio, ~eP?ne un límite; y en De diguitate et augmentts sctentiarurn libri novem al eapítulo I, del libro IV, reconoce que es una c'iencia tpoyándose en la autoridad de la obra atribuida a ,r} tóteles (que ~r~e del filósofo), aunque diga tarnI I m que en los últimos tiempos ha quedado infecI ida por nociones supersticiosas y fantásticas. Cree IUC el texto antiguo proporciona buenas indicacio11 s respecto a la conformación del cuerpo en repo0, pero nada respecto a los gestos y a los movimientus, que indican los lados accesibles y la voluntad 1momento. Esto le da ocasión de hacer refereni, a un dicho de J acobo I, que presumía de fisonoI ta: «La lengua pega sobre el oído, pero el gesto bl~ a los 0J?S», Bacon, por otra parte, afirma que quirornancia es una ciencia quimérica, indigna de nn el poeta hiciera también observaciones
99
ser nombrada en una obra como la suya y que la interpretación de los sueños ha sido tratada por muchos autores, pero que sus obras están plagadas de inepcias. Pero la fisiognómica y la quiromancia asociadas tuvieron en Inglaterra cultivadores anónimos antes y después de que escribieran Shakespeare y Bacon. La obra más famosa del final del siglo XVI es la del Dr. Thomas Hill, The Contemplation of Mankynde containing a singular discourse after the Art of Physiognomie, publicada en 1571. Pero parece que no es más que una adaptación de textos italianos 73. En el artículo de donde tomo esta indicación, se dice también que, teniendo en cuenta los abusos que se dieron practicando la fisiognómica como arte adivinatoria, fue prohibida por un acta del Parlamento británico de 174374• En suma, en el Renacimiento hay continuidad. Pero también crítica, y crítica profunda que sigue siendo válida hoy, varios siglos después. Con respecto a la continuidad hemos visto que se da, especialmente en Italia, en algunos hombres de genio. Resulta también ilustrativo que en una generación, que es la de Montaigne mismo (anterior a la de Shakespeare y Bacon), Italia produzca el más fuerte y laborioso autor que estudia la fisiognómica con arreglo a los criterios tradicionales.
NOTAS CAPITULO
m
1 Wier, lean de, en Histoires, disputes el discours des illusions el impostures des diables, des magiciens infames, sorciéres el em· poisonneurs, etc., I (París, 1885), p. 178 (libro II, cap. IV), escribía lo que sigue en pleno siglo XVI: «Apion le Grammarien, Julian l'Apostat, Artephie, Robert I'Anglois, qui mourut miserablement en Suisse, Roger Bachon, Pierre d' Apone, nommé le Conciliateur, Albcrt Teutonique, Arnaut de Villeneuve, Ansselme de Parrne, Picatrix Espagnol, ou bien l'auteur du livre envoyé a Alphonse, sous le nom de Picatrix; Ciccho d'Ascule Florentin et plusieurs autres moins connus, hommes de malheureux esprit, ont ensuyvi sotement les folies et bastelleries des premiers Magiciens;
et promettans de monstrer la M . . , se que des folies sans raison et ;gle, lIs n 0~1tamas sé autre chom~s rehgíeuxs. ,e superstItlOns indignes d'hom. La producción en esta líne . vonarola también publ·· a e~ Inmensa. Por ejernplr, M Sa L ICOun espe d f . . . . .ynn, A Hislory o] Magic and E JO e ISlognómica. Thorndike flrsllhirleen cenluries o/ xpenmenlal Science during Ih~ Sobre otros, pp. 263 Y 409.0~;~b~'é IV (Nueva ,York, 1934), p. 190. Y ~84. Ver asimismo la conclusió~' en otro ambIto, pp. 449, 523 Texles choisis (P , ' pp, 611 Y 612. ; Ikí~em, pp. 7S~·77~.I;'I~~~n4fP. 171·172 (n.? 352). SeaIlles, Gabriel Léonard d . . . (1!52.1519), pp. 284.287 e VI/1Cl. L'artistv el le savant Mathé, lean Anato~· 1d . Ginebra 1978) , tea rawings (de Leonard ) (F ib II ) , , p. 33 (texto), pp. 19-46 (dib . o n urgo~. lUJoS de cabeza y cueledlicka, Gothard Alber t D tan do los cuatro Iibro~ de las r~rer (Parts, 1928), p. 50, comen. obra que apareció en 1528 p porCiones del cuerpo humano 8 Burckhardt Jacob Dé mKue¡rtoya el autor. ' . , ,le u t ur de R . (L·~lpZIg, 1925), pp. 514.515 r ena¡ssance in Italien Brunet, Jacques·Charle~ M . de livres, rr, 1 (París 1861) c' lanl ul::ldu libraire el de l'amateur 10 B I ' ,o. I . arplo lomaei Coclitis B I . . . fhlae I ac Medicinae Doctorig /;; n¡mensls: naluralis Philoso. Compendium.I(Argentorati Á y~1O gnomiae & Chiromanliae· foannem Albertum») fecha 'el fi~~l M.D.XXXVI. El editor (vapud a Biblioteca Nacional de M d id Renseptiembre. Ejemplar de 11 Lb' . a n, ·2417 12 C:p~t~~ ?ta Sin paginar. Pliego A, 2: 13 Capítulo n. 14 Capítulo In. 15 Capítulo IV. 16 Capítulo V 17 . 18 Cap!tulo VI, con grabado. Capitulo VII e 19 Capítulo vnÍ on cuatro grabados hasta A, 5. 20 U b d ,Con cuatro grabados n gra a o, con el '1 1 .. 21 Capítulo X. . capJtu o X (Sin epígrafe). 22 Capítulo XI e 23 Capítulo xIÍ on c~atro grabados, hasta B. 24 Capítulo xnÍ c~n os grabados. 25 Capítulo XIV: ,3. 26 Capítulo XV. 27 Capítulo XVI. 28 Capítulo XVII. 29 Capítulo XVIII. o Capítulo XIX. Jl Capítulo XX. 32 Capítulo XXI.
100 101
Capítulo XXII. Capítulo XXIII. 35 Capítulo XXIV. 36 Capítulo XXV. 37 'Fol D 3 vto. y O. 4 r. b H 38 Chiro;"'anlia. I 1 Physiognomia ex aspectu T~;n;~;~~slr~: mi,?is. I 2 pedriaXO~1a/ajel:~~bl: ~alUralis. 15 Com10g1CI.de In ICI.IS egri u .", Planetarum (grabado con el plexionum notitia, iuxta dominium , lo) // (Apud Peretrato del aultor: / «dIOd' IndagII;~O~:t~rJ;~~~r~b~s Coronis ColoI m Regnau I vw a tuurn Bibli N ru I Cum pnvl "1 egio. . /1543) . Un trozo solo en la I ioteca amae 33
34
~~~~~í:;;:;
cional de Madrid. R-292624. 2. 39 Chiromance & Physionom ie I paí l'h omme, [aites par I lean In dagine
de 1;,;r:: ddude:duuI membres I La deffinides i
-¡
~~~a~f¡~1/S{~~~:0¡~~7ee?~I~~~jf:!)~~:~~t:~2C:eu~~1~:7;fo~; xion des hom. I mes se on. a omi lin I Masconnais. Val~1 de mis en Francois pc:r A /lloNlnedu M(r~~rato)1A Lvon. I Par lean de d chambre de la I Roine e avarre .'; 2 134 SoI I Avec Privilege du Roy. 1 nI. pp, Tovrnes. I M ...D LXX Ch I '1 III 1 (Padici nes Brunet Jacquesar es. op, Cl ., , bre otras e ICIO. . ris, 1862), col. 435... . . . I documentaire des pein40 Benezit. E., Dlcllonna¡re critique e VII (París 1966). p. tres, sculpteurs, dessinateurs el graveurs.... . 488a 10 se refiere a este librito. . d 4I '/dem. ibidem, pp. 106-134. Son hasta once. empareja 2~s, en las pp, 107. 109. 110, 113. 114. 116.} 18, I~O. 122hL~~~¿i~i & 42 Cal'd7aDlogDus J;~~f:~~drd:~~7d~~/~~s;a~~~/1rchiePl: I,?qufiSiReuerend. .. '.. .. M D LIX) op. 13. Edición .actoris Ceneralis Hispaniae ... (Pnnczae inquisición Española en similar, Tres índices expurgalorlOs. d e d . E añola (Madrid, el siglo XVI, editado por la Real Aca errua sp 1952). 43 lbidem, p. 27. . ... _ . opera De oc44 lbidem, p. 23. «Hérici Cornelij Ag;nppe. ornrua .
i
culta Philosophia. DeCvhaniltatesCle~t~a;u(~~);íS 1860). col. a-11445 Brunet, Jacquesar es, op. cu., . . 11';;6He tenido a mano La Philosophie occulte deCHh enIr. CVorDnl'~ . hi . h de l'Empereur ar es . Agrippa, conseiller el ISlonograP eL' 1 (La Haya. 1737). pp. visée enlrOIS Livres, ellradwl,e d u al l 1727 y también 135-187. En la misma población ,se pu b ICOen en dos volúmenes. una traducción francesa de A. evasseur. 47 lbidem, 1. p. 134. b d r la «Apo48 La traducción francesa usada va enca, eza a po . H C A ippa par Mr G. Naudé». . lo~~ell~~~ci 'Co~ne1~:I Agrippae /ab Ne&lIesh7ym'llbDe~~:~~~Iplll~: . . scien-J Ilarum arlLUm 1 , dine & varutate omlnturn (L den 1643). pp. 81-82. Al tratar de no I iucundus el e egans... ey .
7:,
102
L
la quiromancia, en el capítulo XXXV. p. 83, da una buena lista de autores anteriores a él que también trataron de fisiognómica. 50 Rabelais, Le tiers livre des faicts et dicts hérotques du bon Pantagruel, capítulo XXV. en Oeuvres completes. edición de Jacques Boulenger y Lucien Scheler (París. 1955), p. 417. 51 Idem, ibidem, p. 416: «ley. pres d'Isle Bouchart, demeure Her Trippa; vous scavez comrnent, par art de astrologie, géomantie, chirornantíe, métopomantie et aultres de pareille farine il predict toutes choses futures», dice Epistérnon. 52 Idem, ibidem, pp. 194-202. 53 Con el nombre afrancesado de Patrice Tricasse de Cerers; hay una edición de La Chiromance traduicte de l'italien (París. 1641). En la Biblioteca Nacional de Madrid. 3-12417. 54 Hierony- / mi Cardani me- / diolanensis medici./ De subtilitate / libri XXI... (Basilea, 1611). pp. 619-714. (El artículo de Bayle sobre Cardan en Dictionnaire historique el critique ...• IV [París. 1820). pp. 436-451. es digno de ser leído.) 55 Ibidem, pp. 619-643. Son curiosas las ideas acerca de la fonética aplicada a la manera de hablar de distintas ciudades de Italia (pp. 633-634). 56 Ibidem, pp. 644-681: referencia a Adamantio en la p. 647. 57 lbidem, pp. 681-719. 58 Ibidem, pp. 719-734: las pp. 729-731 en particular. 59 La Meloposcopie (trad. du latin} de Cardan. comprise en 13 livres, avec 800 figures de la face humaine; ensemble le traité des seigns ou marques naturelles du corps, trad. du grec de Melampus. par Cl. Mart, de Laurendiére (París. 1658). Brunet, op. cit., l. 2 (París, 1860). cols. 1573-1574. 60 Ruggiero, Guido de, Storia della Filosofia. Parte terza. Rinascimento, Riiorma e Cont rariiorma, 4. a ed .• 1 (Bari, 1947). p. 187. 61 Serao, Matilde, Il paese di Cuccagna, novela publicada en 1890. Véase la traducción francesa de M.P.B., Au pays de Cocagneo Moeurs napolitaines (París. s.a.). pp. 7-16. 62 Véase el Almanacco/ perpetvo I di Rvtilio Benincasa / cosentino. / Ilustrato, & diviso in Cinque Parti, / da Ottavio Beltrano / Di Terranoua di Calabria Citra.r Opera molto necessaria, e diletteuole, come anco di gran giouam-r to, & utile a chiascheduno, e particolarmente / Ad Ast rologi, Fisonomici, Medici, Fisici, Chirurgi, Barberi / Distillatori, Alchimisti, Agricoltori, Pittori, Nucchieri.Y Viandanti, Mastri di Campo / Sargenti Maggiori, Aiulanti, / & a qualunque altra persona curiosa./ Con due Copiosissime Tauole di Tutto quello, che si contiene nel I presente Almanacco. I In quest'ultima impressione da injiniti errori, che v'erano I massime nell'Aritmetica, espurgato, &- emendato (e In Venetia. M.DC.LXXVJ./ Apresso Cio: Pietro Brigonei. / Con licenza de Superiori»], pp. 265-276 (parte l. tratado V. capítulos XXXVI-LVIII). 63 Ibidem, p. 272. 64 Ibidem, pp. 275-276 (capítulo LVIII). 65 Montaigne, Oeuvres completes. edición Thibaodet, M. Rat
103
(París, 1962), pp. 1013-1041. Las referencias a los textos griegos no son siempre seguras. 66 I dem, ibidem, p. 1026. 67 Idem, ibidem, p. 1035. Referencia a Platón, Gorgias 451e. SÓcrates recuerda una canción que decía que el primero de los bienes es la salud, el segundo la belleza y el tercero la riqueza sin fraude. 68 Cicerón, Tuscul., 1, 33. 69 Montaigne, op. cit., p. 1035. 70 Shakespeare, Hamlet, acto II, escena 2 (hacia el final): «Is it not monstrous that this player here, But in a fiction, in a dream of passion, Could force his soul so to his own conceit That from her working sn his visage wari'd: Tears in his eyes, distraction in's aspect, A broken voice, and his whole function suiting, With forms to his conceit? And all for nothing.» Acerca de la significación del rostro humano en el teatro se ha escrito mucho, y lo escrito se ha ilustrado con fotografías que, en general, expresan emociones y situaciones más que «caracteres estáticos», o propiamente fisiognómicos. Pero, en todo caso, en las colecciones de fotos podrían seleccionarse algunas interesantes por los rasgos más fijos. Véase, por ejemplo.la obra de Günter Kaltofen, Das Antlit z.des Schauspieles (Berlín, 1963), ilustrada con 254 fotos. 71 Bacon, Francis, Essays moral, economical, and political, ed. Jones (Londres, 1801), p. 202. 72 l dem, ibidem, pp. 199-201. 73 Artículo «Physiognorny. de The Encyclopaedia Britannica, 14 ed., XVII (Londres, Nueva York, 1929), p. 887a. Hay además dos obras anónimas de 1504 y 1588, en que se asocia con la quiromancia. 74 Ibidem, art. cit., p. 886b. Es útil como orientación.
VI
104 ________
~h~
j
IV GIAN BATTISTA PORTA
1.
Biografía
y obras
Puede afirmarse, sin miedo a cometer hipérbole, que el príncipe de los fisionomistas de los siglos XVI y XVII fue Gian Battista Porta o della Porta. Su vida transcurre del otoño de 1535 a 1615, aunque antes se daban otras fechas para el nacimiento (alrededor de 1538, e incluso 1545) l. Era napolitano, de familia noble. Su padre se llamó Leonardo Antonio y su madre era de la familia Spadafora. Está sepultado en San Lorenzo Maggiore. Constituyó un caso raro de precocidad y se dice que a los quince años había compuesto ya los tres libros primeros de su tratado de magia natural, del que publicó una primera edición con cuatro en 1558 y que después se convirtieron en veinte. Se dedicó durante un tiempo a viajar por Italia, España y Francia. También pasó temporadas en Modena, Ferrara y Roma, protegido por el cardenal d'Este: protección que le debió de ser muy útil en momentos en que producía" sospecha por sus actividades que, como Cardan; envolvía en. cierto misterio y hermetismo. Pasó muchos años en una villa suntuosa, que tenía en el Vomero (barrio de Nápoles que fue zona campestre hasta no hacerriucho). Allí se dedicó al estudio y, con su hermano Gian Vin107 h
tas, sobre todo a clásicos, pasa a sentar una de las bases fundamentales para él (y para otros) al explicar los hechos que analiza: la existencia de una simpatía y antipatía entre los seres naturales, que hace que tengan virtudes y cualidades específicas 5. En el desarrollo de esta idea puede encontrarse el fundamento de otros escritos. Las semejanzas, no siempre manifiestas, hacen que el que las estudia alcance a conocer la fuerza de las cosas 6. No es cuestión de desarrollar aquí toda la doctrina que contienen los veinte capítulos de este libro inicial. Sobre ella se fundan los que siguen, interesantes para tener ..:ea de lo que Porta creía respecto al origen de organismos animales y vegetales. Otros libros, a partir del quinto, tratan monográficamente de temas que ocuparon a los hombres desde antiguo, como la transmutación de los metales o la fabricación de piedras preciosas. Todo esto toca menos a nuestro tema. Hoy el contenido de la Magia Naturalis resulta de valor muy desigual, porque pasa del magnetismo a la cosmética, y de ella a la cocina: en efecto, el libro XIV lo dedica a «De re Coquinaria» 7. Más adelante, en el XVII, desarrolla la catóptrica, y en él se describe la cámara oscura, según es bien sabido 8. Siempre ha sorprendido la mezcla de experiencias reales con recetas más problemáticas, en las que la experiencia no desempeña el debido papel que parece aceptar el texto peregrino. Porta realizó averiguaciones concretas e importantes, tanto en el campo de las matemáticas como en los de la física, la química y la medicina. Creo que en el caso que nos ocupa es significativo el que diera empuje considerable al estudio de la visión, de suerte que perfeccionó la cámara ideada por Leon Battista Alberti y desarrollando principios indicados por Leonardo y acaso también por el monje arquitecto Panunzio di San Benedetto. Porta describió -como se ha dicho- la cámara oscura 9. Su curiosidad (podríamos decir entusias-
cenzo, montó una especie de museo de hi~tor.i~ natural que produjo, tiempo después, la admiración de los viajeros con inquietudes científicas, como el Padre Kircher. Fundó también una academia, «Dei segreti » o «Academia Secretorum Naturae», que no fue vista con buenos ojos por ciertas autoridades .ecles.iás.ticas; perteneció, asimismo, a la «Academia de~ ~Incei», que tuvo sucursal en Nápoles, y sus actividades dieron lugar a que se le acusara de «mago» o «mágico», en el sentido peyorativo que tenía .la palabra para la generalidad de la gente. Porta, SIn embargo, limitaba el dominio de lo que llamaba,.co~o otros, «Magia Naturalis» a un campo de apariencia científica en general, pero también, como o~r
109
108 h
'a
mo) por las formas y las repeticiones de éstas que creía ver en la naturaleza, le llevaron, sin embargo, a realizar comparaciones y a establecer homologías y relaciones estrechas entre objetos naturales muy distintos entre sí, guiado sólo por una analogía problemática. Escribió así Porta otro libro curiosísimo, que es el llamado Phytognomonica, en el que procuró establecer una correlación general y formal entre los organismos animales y humanos y la estructura de las plantas, de suerte que procuraba demostrar la unidad anímica de todos, fundada en criterios morfológicos 10. Es ésta también obra de gran erudición, ilustrada con grabados muy curiosos, en la que el autor primero da razón de la naturaleza de las plantas, según los medios en que viven (agua, cuevas y subterráneos, cerros); también según latitudes y estado de domesticidad. Luego va más adelante en sus pretensiones. En el libro tercero procura establecer la relación de los colores de las plantas y sus propiedades y utilización por los hombres (que a veces son muy peregrinas), según sean oscuras o claras de color, rojizas o lechosas, encontrando siempre paralelismos con lo humano (e sudor» de los árboles, «Iágrimas», etc.); hay también plantas carnosas, nerviosas y «huesudas», podríamos decir, o capilares, con formas que recuerdan a los distintos tipos de pelo humano 11. Otras semejanzas se hallan entre el sistema dental de los hombres y algunas plantas 12 y también entre plantas y manos humanas 13, por ejemplo. Existe asimismo similitud, según Porta, entre formas de plantas y formas de animales tales como el escorpión, la mosca (en forma de flores), peces, serpientes e incluso animales superiores, entre los que, dicho sea de paso, está el unicornio 14. Hay asimismo, en la obra comparaciones parciales con crestas, lenguas, dientes, testículos, pinzas, colas y garras ..., y se defiende la similitud en la patología, como se procura demostrar a lo largo del libro quinto. 110
También en él se trata de otros elementos similares, como escamas y carnosidad. En todas las partes se exponen ideas correspondientes al aludido viejísimo criterio general de que existen grandes semejanzas, afinidades y simpatías entre las cosas, apoyado en apariencias muy externas. Las plantas estériles hacen estériles a los hombres 15, y las fecundas, fecundos 16. Se observa siempre, en el penarruento de Porta, un principio que podríamos defini~ como anímico o natural que explica hechos muy vanos. Pero es claro que resulta inexacto en cantidad considerabl~ de cosas. Porta cree que hay plantas alegres y tristes, falsas y verídicas 17. Otro tanto pasa con los animales, que en temperamento, incluso en la forma de soñar, se parecen a unos hombres o a otros. Con esto ya entramos en una parte de la fi. iognórnica. ,Pero, antes de tratar de ésta, hay que msistir en como Porta trata de modo constante el asunto de las simpatías y.antipatías de plantas y animales y da algunos ejemplos de antipatías de las plantas 18, etc. Su erudición es grande siempre, pero sobre él pesan demasiado autoridades más que dudosas y la creencia en viejas especulaciones, como puede serIo la que establece relación de los signos astrológicos y los caracteres y propiedades de las plantas, que desarrolla en el libro octavo, en que estudia sus colores en función de los astros y las divinidades que aquéllos representan. Habrá, así, plantas lunares (como hay animales), plantas solares, plantas que en sus hojas son como la media luna 19 o la luna llena. Al con~luir con el comentario a obra tan peregrina, conviene recordar que en la historia de la pintura italiana del siglo XVI se cuenta con el caso de un artista conocido, contemporáneo de Porta, seguido de otros, el cual, aparte de ser retratista, gustaba de representar caras humanas, combinando unas veces diferentes clases de vegetales, según lo que quería expresar en ellas, y también de peces y animales 111
Analogías entre el cuerpo humano
y las plantas,
según Porta.
Analogías entre el cuerpo humano
y las plantas, según Porta.
cuáticos,
todas con aire entre cómico yenigmáti-
o.
Analogías entre el cuerpo humano
y las plan/as, según Porta.
Luigi Lanzi (1732-1810),en su historia de la pintura italiana, publicada por primera vez en 1789,al tratar de la que denomina época segunda de la escuela milanesa, indica que un pintor nacido en Cremona, iovanni da Monte, trabajó en connivencia con Giuseppe Arcimboldi y que éste fue escogido por su pericia en el arte de retratar como pintor de corte de Maximiliano II de Austria y que, después, continuó iomo tal con Rodolfo, y añade: «E l'uno e l'oltro valsera in certi capricci che poi andarano in disuso. ran figure che vedute in distanza parean uomo o donna: ma appressandosi al quadro, la Flora diveniva un composto di varij fiori e frondi, el Vertunno una composizioni di frutti con le lor foglie. Scherzarono questi due pennelli no solo intorno a soggetti giá fabbricati dalla Fronda antica, come son Flora e Vertunno, ma intorno ad altre parimente a'quali essi poeticamente davan persona. Cosi il primo dipinse la Cucina, componendole il capo e le membra di pentole, di pajuoli e di altrettali masserizie, e il secondo che da queste invenzioni tras se il maggior credito, fase fa l'altrecose l'agricoltura di stive, di vagli, di falci e di attrezi simile» 20. En textos modernos leemos que Giuseppe era de la familia noble de los Arcimboldi, que ya en 1562 entró al servicio de Fernando 1 y que pasó veintiséis años con los Habsburgo. Su mayor predicamento lo alcanza con Rodolfo II, en unos años en los que la corte se daba al ocultismo, llegando a ser conde palatino en 1591 y muriendo en Milán dos años después, en 1593. Las obras de Arcimboldo, como se le llama corrientemente, han sido consideradas como precursoras del surrealismo 21, pero habría que investigar más sobre la posible significación «oculta» que pueden encerrar. De Arcimboldo posee el antiguo Museo Imperial de Viena un cuadro con el rostro que representa el Invierno, otro que figura el Fuego, más el represen115
tativo del Verano y por último del Agua: el Invierno a base de raíces, ramas secas y troncos, el Verano de frutas y hojas y el Agua de peces y crustáceos 22. En Viena hay colecciones particulares que conservan otras obras, como la que representa una cabeza humana, compuesta de otras de animales superiores 25. Por lo demás, también hay grabados del siglo XVI, con intención satírica, en que se representan figuras humanas con atuendo determinado, como la que lleva el epígrafe «Gorgoneum caput», perfil del papa, de inspiración protestante 24. En éstas, los rostros se componen de artefactos alusivos, pero es otro tema. Sabido es, por otra parte, que en el lenguaje es corriente utilizar comparaciones con vegetales para caracterizar fisiognómicamente. 2.
La obra fisiognómica
Juzgo que la popularidad mayor de Porta no está vinculada a estas u otras averiguaciones más sólidas. Tampoco a sus obras literarias, teatrales o de doctrina, que son valiosas, ni a sus textos acerca de mnemotecnia y criptografía. Porta es conocido, sobre todo, por el tratado acerca de fisiognomía humana, que tuvo infinidad de ediciones en latín, muchas en italiano y que fue traducido al francés y al alemán. Existen de él asimismo, resúmenes y sinopsis, como veremos. La primera edición parece ser la de 1586. Está bellamente impresa en Sorrento y lleva en la portada un excelente retrato del autor, dentro de una orla en la que en la parte izquierda hay hasta siete rostros humanos, de perfil o de frente, y en la derecha otros siete paralelos de animales 25. Esta obra preciosa está dedicada al cardenal d'Este, del que también contiene un expresivo retrato, tras el proemio 26. Los cuatro libros de que consta se reparten así: el primero, dividido en dieciocho capítulos, es una introducción, en que se recuerdan 116
La obra de POr/a
De Humana Physiognomonia diversas lenguas.
fue traducida
a
Analogias en/re cabezas animales y cabezas humanas, en la obra de Porta.
Francesco Stelluti da Fabriano redujo a cuadros sinopticos Tratado de Fisiognómica de Parla.
el
los textos clásicos sobre la materia y se responde a ciertas objeciones e ideas de Platón y otros autores antiguos menos conocidos 27; en el segundo, mucho más largo, se examinan los elementos fisiognómicos propiamente dichos, con especial atención dedicada a la cabeza y las figuras de rostros de hombres y animales, perfiles comparativos de caras humanas, que a veces se repiten en función del estudio del pelo, frente, cejas, sienes, orejas, nariz, expresiones (estúpidas, soñolientas, graves, temerarias, alegres) y complexiones, cariñosas o macilentas; sigue el análisis del color, labios, boca, aliento, voz, lenguaje, barbilla, barba, cuello, cerviz, espalda, dorso, pecho, costados, hombros ..., hasta el vientre, ombligo, brazos y piernas, manos, muslos, pantorrillas, pies y dedos de los pies, uñas, modo de andar, proporción y posición del cuerpo 28; mucho espacio -hasta veinticuatro capítulos- dedica Porta a unos elementos fundamentales al estudiar las expresiones: los ojos y las pupilas, que ocupan lo más del libro tercero 29; el libro cuarto se dedica a la caracterología fisiognómica, partiendo de la idea de que se pueden detectar los rasgos de los hombres justos e injustos, probos e insidiosos, falaces, furiosos y rapaces, malignos, criminales y fieles, también de los fuertes y animosos o de los afeminados; son hasta cuarenta y cinco capítulos breves los que constituyen esta parte 30. El éxito de la obra fue, sin duda, muy grande y rápido. A la edición de Sorrento siguen una de Francfurt (1592), otra de Nápoles (1602) y otras dos más de Francfurt (1618 y 1621).Muchas más: la traducción italiana de Nápoles es de 1598 y la alemana de 1601. La francesa es mucho más tardía, de 1655. Hoy todas son rarísimas 31. Porta conocía lo que habían escrito griegos, latinos y árabes de fisiognómica. Sobre esto había realizado gran cantidad de observaciones en medallas, mármoles y retratos de su época, y preparó copia de figuras para justificar sus 120
ideas: figuras que fueron haciéndose más abundantes en las ediciones sucesivas de su obra. Pero el que redujo su sistema a cuadros sinópticos, Francesco Stelluti da Fabriano, afirmaba en el prefacio a su sinopsis que en las ediciones sucesivas se habían deslizado también errores, había interpretaciones contradictorias de los mismos textos de los clásicos griegos (Polemón y Adamantio) y se hacía farragosa la lectura 32. No cabe duda de que sinopsis semejante es útil y nos puede servir mucho como guía para ver las preocupaciones que embargaron a Porta, a lo largo del tiempo en que se multiplican las ediciones aumentadas de su libro. Ya en la primera edición descri ta, después de la dedicatoria, se cura en salud respecto a la índole del conocimiento puramente conjetural que expone, puesto que podría pensarse que va ontra el libre albedrío y la doctrina de la Iglesia; pero en las ediciones sucesivas procura puntualizar O perfilar más su doctrina, que, en suma, es la que telluti sintetiza. Vamos ahora a dar idea de ella, tomando como base una edición de la traducción italiana 33 y el epítome ya reseñado.
.... ~c"
o
ffi
••
3. Exposición
de la doctrina definitiva
j.:
~'Ó ::>.\ ,s; -"
_
eS .§J
di>
fl OE
Los libros han aumentado de cuatro a seis. En el primero del primero, se trata de la diversidad de las ciencias adivinatorias, falsas y perniciosas unas, excelentes otras 34. Las diferencias están largamente expuestas. La astrología, por ejemplo, sirve para adivinar la influencia de los astros y es disciplina antigua y principal, aunque hay que matizar con respecto a su verdadero significado. En otra obra de la que luego se dice algo, fue mucho más hostil a ella. Otras técnicas adivinatorias son las que llevan también nombre griego y se establecen sobre elementos tales como el fuego, el aire, el agua o la tie.apítulo
121
t--"f/
rra, e incluso el humo. Otro grupo lo constituyen las que se fundan en el examen de las partes del cu~rpo (frente, mano, ombligo, pies) para saber la longitud de la vida y la cualidad de la muerte. Estas son vanas y sin fundamento. Hay otras antiguas, como la de sacar suertes con palabras (sortilegio) o examinar el vuelo de las aves, el paso de los cuadrúpedos, el modo de comer de pollos y gallinas, o la disposición de los intestinos, el modo de caer abatidos los animales, conocidas por los griegos y romanos. Grupo aparte forma la necromancia o nigromancia, cosa demoníaca siempre. Además de estas técnicas engañosas e impías están las de adivinación por signos naturales: melancolía, síncope, sueño, prohibidas asimismo por la Iglesia. Queda, en fin, la fisiognomia o «physiognomonja» natural, útil, recomendada por los médicos y con sus métodos propios desde épocas remotas y con cultivadores solventes 35. El fundamento de la fisiognomia está en la correspondencia de las vicisitudes del alma y del cuerpo; porque el alma enamorada, envidiosa, atormentada, sorprendida se refleja en rasgos corporales, como también hay enfermedades que dan aspecto animal al cuerpo del que las padece. Porta da como tales enfermedades a la cinantropía, que produce aspecto de perro y a la licantropía, que lo da de lobo. Por los signos del cuerpo se conocen, también, las inclinaciones de los animales y sus aptitudes. Pero centrando otra vez la atención en el hombre, Porta desarrolla después el tema de cómo se pueden conocer los hábitos y costumbres de los hombres por el temperamento (cuerpo, corazón, cerebro) y los humores (sanguíneo, melancólico, colérico o flemático). Tras esto entra ya en la materia por la que s conoce más su obra. En realidad, arranca del principio establecido en el libro atribuido a Aristótele (que considera del filósofo) en que se afirma que n hay disposición propia de un animal que no se halle en el hombre; y así enumera muchos animales. El 122
hombre puede ser animoso como el león, miedoso como el perro, austero como el ciervo, etc .. Hay que advertir que estas supuestas características pasan al refranero y a formas coloquiales. En castellano usamos expresiones como las de «terco como una mula», «manso como un cordero» etc. El análisis «della parti degli animali » es largo: No soI~ment~se trata de mamíferos; también de aves, reptiles e mcluso insectos. Los vicios y virtudes de éstos son siempre un poco peregrinos. La pálida tarántula es, así, «tímida y envidiosa». . La comparación con los animales está ya en el texto de origen aristotélico, como va dicho, y en él se hace referencia también al examen de los pueblos c.omo ta~es. Porta desarrolla el tema, siempre en el libro primero 36, estableciendo una división entre pueblos septentrionales, pueblos australes y pueblos que VIvenenclima templado, clasificación que pasa a otros autores posteriores, con variantes. Más curioso es ver qué caracteres particulares da a lospueblos en concreto. . Con los italianos no hay duda de que todo son virtudes: nobilísimos, templados, fieles a la amistad fuertes, amantes de la libertad; guerreros, adrnini stradores, aptos para las ciencias, etc. Pero ya los franceses son furiosos e inconsiderado~, los germanos feroces, los británicos salvajes, devoradores de hombres, incestuosos y balbucientes. ¿ y los españoles? De estatura mediocre, delgados, nerviosos, de ?lor entre claro y moreno, vivaces, animosos, pacientes en la fatiga, audaces en las batallas, hábiles en negocios, ávidos de honores, inquietos, soberbios rapaces. Quieren ser superiores a todos y dan en envidiosos, simuladores; amigos del silencio y de la ravedad, de la apariencia e hinchazón. En nota, doy el texto italiano, que vale la pena de .omparar con otros, tópicos 37. Las caracterizaciones son terribles a veces, incluida la de los vizcaínos 38, aunque acaso la más absurda y arcaizante a la de los ingleses. 123
Porta sacó de aquí y de allá los elementos para hacedas, porque, por ejemplo, lo que dice de estos últimos (britanos) está inspirado en textos antiquísimos ". El peso del criterio de autoridad es grande y la erudición clásica es siempre fundamental: le orienta ésta en sentido que no hubiera aprobado Leonardo, al que en otros aspectos debió tanto Porta. Trata luego de las cualidades distintas de los países que dan forma a las costumbres de los hombres: efectos del frío y del calor, de la orografía y de la hidrografía, de llanuras, pantanos, vientos, aridez, humedad, sequedad, etc. Esto, que se puede entroncar con los sistemas ambientalistas o las teorías de los efectos del medio más modernos, parece más defendible que la relación de los caracteres con la influencia de los planetas que establece luego. Más interés tiene lo que Porta dice en punto a la relación de los alimentos con el carácter, aunque siempre se observe el peso de una erudición clásica problemática sobre hilófagos, galactófagos, etc., como también se ve en lo relativo a los efectos de la leche de la nodriza o de determinados animales en el.carácter de héroes y hombres famosos. El carácter, según las edades de la vida relacionable con la naturaleza de las cuatro estaciones, el de los sexos, el del hombre de la ciudad y el silvestre, y las reglas para efectuar el juicio fisiognómico, son otros tantos temas de que se trata también en este libro primero, tan cambiado con respecto al de la primera edición. En el segundo 40 se lleva a cabo el examen de cada parte del cuerpo, indicando lo que denotan y la relación, si la hay, con las partes respectivas de los cuerpos de los animales: cabeza, pelo, frente, cejas, ojos y otras son estudiadas sucesivamente, incluyendo cuello, busto, brazos, piernas y color. El libro tercero en la forma nueva dedica nada menos que veinticuatro capítulos a los ojos 41. Y el cuarto está dedicado al pelo, color y porte 42. El libro quinto es propiamente una caracterología, que consta de cuarenta y cuatro capítulos, de 124
los cuales una parte se dedica a analizar los signos para conocer al hombre en el caso de que los presente: siempre en relación con los correspondientes de los animales 43. Vuelve a ser muy denso en citas y referencias a textos clásicos, que hacen autoridad por encima de criterios personales. Trata así Porta del justo y del injusto, del hombre de buenas y de malas costumbres, del cobarde, insidioso, engañador o mentiroso, falaz, ladrón, el que se lamenta, el deseoso de ganancia, el avaro, el ahorrativo, el ten~z, el liberal, el iracundo (según Plutarco y LactanCIO),el acerbo y el plácido, el manso y el servil. Por separado, trata d.e los vicios y virtudes de la parte irracional, muy ligada con el erotismo y los vicios sensuales: el lujurioso, el enamorado, el falto de amor, el goloso, el bebedor, el soñoliento, el perezoso, el estúpido, el templado, el melancólico, el villano, el amargo, el desvergonzado, el vergonzoso, el sospechoso, e~endemoniado, el jocundo, el arrogante, el alabancioso, el vano megalómano, el simulador, el mentiroso, el veraz, el obsequioso, el adulad?r, el fastidioso, el pertinaz, el importuno, el litigIOS, el envidioso, el impío, el malévolo, el misericordioso, el desdeñoso, el infamador o injurioso, e Incluso el cazador, el jugador de dados, el hablador y el que dice tonterías, el vociferador, el «sonoro», el elocuente, el ~f!caz, el precipitado, el solícito y el can sino, el malicioso, el bestial, el fiero, el de feas costumbres y el nefando. No podía faltar una imagen del «héroe», cúmulo de todas las virtudes, pero este personaje es estudiado más atentamente en otra obra a la que luego se hará referencia. Hay también algo que recuerda textos muy antiguos, como el análisis del significado de los lunares. El libro sexto es, en esencia, pedagógico. Trata de los modos para que el ignorante se haga sabio y prudente, da remedios higiénicos, alimenticios e incluso astrológicos. Da también reglas para que los fal~o~de.ITo'-emoria la tengan, para los que tienden a la injusticia, para que los melancólicos y los tontos se 125
Porta considera al militar español Pedro Navarro representación del carácter marcial.
hagan alegres y sanos, para que los enamorados dejen de amar, los lujuriosos sean castos, los glotones y borrachos sobrios, los cobardes valientes, los iracundos mansos, los débiles robustos, los silvestres educados y pulidos y para que los avaros, rapaces y ladrones pierdan sus defectos y también los engañadores y pleitistas los suyos 44. Las reglas terminan con las referentes a los habladores y los desvergonzados 45. Como se ve, el tratado de Porta en su forma final es más que una fisiognómica: es una compilación laboriosa de textos sobre caracterología y psicología y una obra pedagógica o educativa. Este carácter enciclopédico viene a tener a la postre, también, la obra que mucho después vino a eclipsar la de Porta. Me refiero a la de Lavater; y hay que advertir que, en la edición que se hizo de ésta bajo la dirección del Dr. Moreau de la Sarthe, se publicó un extracto en francés del tratado del sabio napolitano 46 que tuvo gran expansión, pues durante su vida fue conocido y comentado en toda Europa, incluso en España, como se verá. Lavater reprochó a Porta algunos defectos que fácilmente podrían encontrarse en su propia obra. El esfuerzo de erudición que suponen las dos es inmenso, y las formas de asociar unos elementos con otros, siempre problemáticas. Y hay que reconocer que las críticas que se hicieron en la época de Porta a los fisiognomistas en general por algunos teólogos tienen su fundamento. Porta siempre quiso estar a bien con la Iglesia y, en otra obra que hay que recordar aquí, hizo una crítica peculiar de la astrología: es aquella que se titula De coelesti Physiognomonia, traducida al italiano en la edición aquí utilizada 47. La edición primera, en latín, se fecha en Nápoles en 1601. Porta combate, en efecto, la práctica común de los astrólogos, pero siguiendo sus concepciones unitarias en lo que respecta al mundo natural (siempre quiere sentar plaza de naturalista), conidera que los caracteres asignados a los dioses prin127
cipales de la Antigüedad, que dan nombre a los astros, son los que se dan también en el género humano, de suerte que hay, en efecto, caracteres marciales, en el sentido etimológico de la palabra, es decir, similares a los de Marte 48, como los hay solares, venusianos, mercuriales, lunares y, en cada caso, también felices o inflices. Porta, en suma, es un típico sabio en la línea italiana renacentista, aunque puedan encontrársele anteofdentes medievales: en Arnaldo de Vilanova, por ejemplo. No desdeñó la consulta de los tratadistas árabes, pero el fundamento de su modo de trabajar está en el Seudoaristóteles, en Polemón, en Adamantio y, en general, en la literatura clásica. Es significativo a este respecto que en ediciones y traducciones como la que se ha utilizado, a su obra principal se incorpore la de Po-. lemón, traducida al latín por el conde Carlos Montecuccoli, y del latín al italiano por el hermano de éste, Francisco 49. En última instancia, creo que aún se puede comentar mucho más su pensamiento.
4.
Un caso particular: el de Huarte de San Juan
La tradición italiana puede decirse que culmine en Porta. Después sigue, como se verá en el capítulo séptimo y más adelante todavía; durante la segunda mitad del siglo XIX puede decirse que, al menos en un aspecto, vuelve a vivificarse. El sino de la actividad fisiognómica parece ser siempre el mismo, el de tener grandes defensores y secuaces por un lado y grandes detractores por otro. Pero en Italia hay una tradición larguísima y una especie de voluntad colectiva de dar fe a la actividad como no las hay en otros países, España por ejemplo; más aquí se da una personalidad también de la segunda mitad del siglo XVI, de la que es preciso tratar ahora. Me refiero a Huarte de San Juan, el médico nacido en San Juan de Pie de Puerto, que se educó en Hues128
ea y practicó la medicina en Baeza. Huarte debió de nacer en la década de 1530 y morir a fines del siglo XVI. SU vida .~s prácticamente desconocida y dejó como es sabido-e- una sola obra, única también en todos los sentidos de la palabra. Parece que, por lo menos en una primera redacción, la tenía terminada muy joven, en 1557. La inspiró la lectura del escrito de Galeno en que establece las relaciones entre el temperamento y el carácter 50, pero también, incluso con prioridad, el examen directo de las diversas actitudes de sus condiscípulos 51. La doctrina de Huarte es fluida, matizada. Viene a reconocer, como los antiguos, la existencia de diferencias muy sensibles entre pueblos distanciados en latitud y longitud, como pueden ser los indios y los alemanes o los etíopes y los ingleses: pero también señala las que existen entre los habitantes de países cercanos unos de otros «no sólo en la figura del rostro y compostura del cuerpo, pero también en las virtudes y los vicios del ánima» 52. En España recuerda las diferencias de todos los pueblos. A v~ce~~on ?istinciones hoy no tenidas en cuenta, pero significativas, como la de diferenciar granadinos y andaluces 53. Sobre esta base fundamenta la obra. Su fe en la correlación entre cuerpo y espíritu, le hace defender que, si hay rasgos negativos en uno y otro, es inútil todo intento de educación. Esto le pone aparentemente entre los secuaces del determinismo. Pero Huarte escribía en el siglo XVI y tenía que reconocer el libre albedrío, acaso de modo algo fozardo, como se ve en el capítulo V dedicado a destacar «Lo mucho que puede el temperamento para hacer al hombre prudente y de buenas costumbres» 54. A lo largo de su obra se observa, sin emb.argo, la fe en una correlación básica, y en la necesidad de atender a las «prioridades» de cada estado. En algún casó fue criticado de modo severo por ~aber dado fe a textos apócrifos, como el que contiene la descripción física de Cristo, atribuido a un Publio Lentulo, predecesor de Pilatos 55. Fue Bayle, 129
precisamente, el más reputado crítico de Huarte a este respecto 56. . Los autores del siglo XIX consideran, por varias razones, que Huarte había sido predecesor, no sólo de Lavater, sino también de Ga1l57• En algo lo fue, pero de todas maneras hay que insistir en que siempre resulta menos dogmático que estos autores y, , aun cuando se trate de algo tan especial como el examen médico del rostro, escribirá esto: « .. .los hombres ni son tan diferentes entre sí, que no convenga en muchas cosas, ni tan UllQS, que no haya entre ellos particularidades de tal condición que ni se pueden decir, ni escribir, ni enseñar, ni recogerlas de tal manera que se puedan reducir a arte, sino que conocerlas a solos aquellos les es dado que muchas veces la vieron y trataron. Lo cual se deja entender fácilmente, considerando que siendo el rostro del hombre compuesto de tan poco número de partes, como son dos ojos, una nariz, dos mejillas, una boca y frente, hace naturaleza tantas composturas y combinaciones, que si cien mil hombres se pintan, cada uno tiene su rostro tan singular y propio, que por maravilla hallarán dos que totalmente se parezcan» 58. Huarte, en suma, sigue las huellas de Hipócrates y sobre todo de Galeno. También de Platón y de Aristóteles, pero en su libro no se encuentra la menor concesión a la fisiognomía de los dogmatizantes. Es un pensador que está acaso más cerca de su contemporáneo Montaigne que de su también contemporáneo Porta.
CAPITULO IV 1 Fausto Nicoloni dio su biografía con bibliografía hasta la fecha, en Enciclopedia Italiana, XII (publicada en 1931, edición de 1949), pp. 548a-549a. El retrato que allí se publica tiene una orla en que se alude gráficamente a los intereses enciclopédicos de Porta, aunque parece menos exacto en sus rasgos que el de la primera edición de la obra que más interesa aquí y que luego se cita.
. 2 He tenido a mano la edición que lleva esta portada. lo. Baptzs~ae / Portae Neapolita- / m, Magia Naturalis / libri viginti. / In quibus sczentza- / rum Naturalium diuitia & / deliciae / demonstrantur. / lam de nouo, ab omnibus mendis repur- / gati, in lucem prodideruant. / ...(Francofvrti / Apud Andreae Wecheli heredes / Claudium Marnium, & loann Aubricium / MDXCVII). La he consultad? en la BIblioteca Nacional de Madrid, 3-37673. 4 Ibz,dem, «Ad lecto~es praefatio», s.p. 5 Ibl,dem, pp. 1-12 (libro 1, capítulo I~VI). 6 Ibidem, pp. 13-17 (libro 1, capítulo VII). Ibídem, pp. 27-29 (libro 1, capítulo XI). 7 Ibídem, pp. 501-525. 8 Ibidem, pp. 571-619. Son veintitrés capítulos. 9 Véase el artículo «camera obscura», en The Encyclopaedia B~¿anmca, 14 ed., IV (Londres-Nueva York, 1929), pp. 658a-660b. Physognomonica / lo. Baptistae / Portae Neapol. / Octo libris contenta; / zn quibus no va, [acil- / limaque affertur methodus, /. qua plan ta rurn, animalium, metal/orum; rerum denique / omnium ex przma exttrnae [aciei inspectione quiuis / abditas vi res assequatur. / Accedunt ad haec coniir-? mando infinita p roponendurn selectione secreta, summo labore, / temporis dispendio, & impensatum tactura ve~tlgata explo-/ rataque. / Nunc primum ab innumerts mendis, quibus possim Neapolitana / editio sentabat, vindicata: cum Rerum & Verborum in-/ dice locupletissimo./ (15 [escudo] 91) Francofvrri / Apud loannem Wechelum & Petrum / Fischerum consortes. El retrato de perfil de Porta que va después no vale lo que otros 11 Ibídem. Véase el grabado de la p. 197 que ilustra el capitulo XXXV, del libro 11I. 1 21 Ibídem, pp. 110-112 (libro 11I, cap. XLII), grabado de la p.
t,
13 Ibídem, pp. 112-115 (libro 11I, capítulo XLIV) grabado de la p. 113. :~ Ib~dem, p. 257 (libro IV, capítulo XI). 16 Ibidem, pp. 361-366 (libro VI, capítulo 1). 17 Ib~dem, pp. 369-371 (libro VI, capítulo IV). 18 Ibidem, pp. 423-424 (libro VII, capítulo VI). " Ibídem, PP: 444-~46 (libro VII, capítulo XX). Hay más. Tarnbién casos de srrnpatía, tanto de plantas como de animales 19 Ibid . z em, pp. 486-488 (libro VIII, capítulo XIV, con grabado en la p. 488. Indice en las pp. 491-552). 20 Lanzi, Lu.igi, Storia pittorica dell'Italia dal risorgimento delle Belle A~tz,[in presso al [ine del XVIII secolo, en Scrittori di Belle2~rtl (MIla.n, 1831), p. 380a (11 parte, lib. 11, cap. V, § 11). Fantastic Art. Edited by David Larkin (Londres 1973) comentario a las láminas 8-9. ' , 22 Ibídem, reproducción en color, lámina 8. 23 Ibidem, reproducción en lámina 9. 24 Reproducción en la obra de Alfred de Lostalot Les procédés de la gravure (París, 1886), p. 110.
130 131
25 Porta Gian Battista, De Hvm. Physiagnomonia.J lo. Baptistae Portae í Neapolitani / De hvmana Physiognomonia /libri II 1I. / Ad Aloysium Cardo Estensem / (retrato y orla) / VICI Aequensis, Apud losephum Cacchino M.D.LXXXVI. He consultado el ejernplar de la Biblioteca Nacional de Madnd, con la signatura R754604. 26 El retrato de Porta lo reproduce Pietro Capparoni en Prolili bio-bibliografici di medici e naturalisti celebri italiani del seco xv· al seco XVIII". II (Roma, 1928), entre las pp. 44-45. Hasta la 48 biografía. 2í Porta, Gian Battista, op. cit., pp. 5-27. 28 Idem, ibidem, pp. 28-187. 29 1dem, ibidem, pp. 188-227. 30 ldem, ibidem, pp. 228-272. , 31 Según Jacques-Charles Brunet, en su Manuel, IV, 2 (Pans, 1863), cols. 825-826, la edición de 158~ (<< Vici-Acquensi ap';ld los. Cachinum » ) era, en su tiempo, la mas cotizada, La de Napoles, 1601-1602, aunque aumentada en texto y dibujos, no val.í~ tanto, y menos la de Francfort, con figuras ,mala,s. La traduc~lOn fra~cesa de Rault (Ruán, 1655) se remozo y aun se publicó en Pans en 1808. Las traducciones italianas, incluyendo la de Nápoles de 1598 y 1610, no tenían en el siglo XIX valor monetario. Hoy no podría decirse lo mismo. .' . 32 Stelluti da Fabriano, Francesco, Della Fisonomia / di tvtto il corpo hvmano / del S. Gio. Batta. della Porta / Acc. Linceo. / Libri Quattro/ Ne'quali si tratta di quanto rntorno aquesta materia / n 'hanno i Greci, Latini e gli Arabi scritto. / Hora breuemen~ te in tauole sinottiche / ridotta et ordinata / da Francesco Stellvti / Acc. Linceo / da Fabriano / All Emin.rw et Reuer.rw Sigo Cardinale / Franc. Barberino. / Roma per Vitale Mascardi, Anno 1637, con licenta de Superiori. La portada está grabada por Daniel Widmano El texto tiene 155 pp., más preliminares e índices. Lo que se indica está en las páginas preliminares dirigidas a los lectores benignos. ... 33 Della / Fisionomia / dell'hvomo / del signar / Giovanbathistal della Porta napolitano/ libri Sei./ Trado~ti dal Latino~ e dallo stesso Authore accresciuti di Figure, e di paSSI necessani / a diuersi parti dell'Opera. / Aggiontaui la Fisionomia naturale di Monsignor Giouanni Ingegneri, Polemone, / e la Celest~ dello s.t~sso ta, / in questa quinta, & ultima lmpressione ':'11?llOratzzn.ptu di due mila luoghi, / che si leggeuano scorrettssimi; / Et ag/?lontoUl il Discorso di Liuio Agrippa sopra la natura, e complessione humana/ Et il Discorso de'Nei di Lodovico Settali Gentilhuomo Milanese. / Al Molto Ilustre, & Reuerendissimo Signar / Mons. Girolamo Marchiori / Piouano di Santa Fosca, Canonico di S. Marco, & Arciprete. / (viñeta) I In Venetia, Presso Christojoro Tomasini. MDCXLIIlI. / Con Licenza de'Superiori. 34 Porta, Gian Battista, traducción citada en nota 9 del § II del presente capítulo, pp. 1-4. El libro 1 lo resume,Stelluti, en la obra citada en la nota 8 del § II del presente capitulo, pp. 1-61.
r-:
132
35.Idem, ibidem, pp. 8-11 (libro 1, capítulos III-V); Porta traza su historia y antes, pp. 4-8 (libro 1, capítulo II), trata de la correspondencia del alma y el cuerpo. 36 Idem, ibidem, pp. 12-56 (son los del libro I hasta treinta y un capítulos). . 37 Id~m, ibidem, p. 35 (libro 1, cap. XVII): «Gli Spagnuoli sono di mediocre statura, macri, forti, neruosi, di color fra'l chiaro e l'Fosco, viuaci, animosi, patienti nelle fatiche, audaci nella battaglie,. & accorti ne'negotii, auidi di honori, inquieti, superbi, e r~paCl,ln tutte I.ecose vogliono rimaner superiori, sumosi, inuidiosi, simulatori, cerimoniosi, pomposi nel vestire, amici del silentio, e della grauitá e dell'apparenza». 38 Idem, ibíderr:. ~~ aquí el texto, pp. 34-35 (libro 1, capítulo XVII): «1 Gerrnani di la del Reno verso Oriente sono alti biondi vici~o i Sauromati, sono smisurati di corpo e ¿'animo fe~oce, as: sercitano ?ella guerra I'inata ferocitá de gl'animi loro, & il corpo alle fatiche, come ne scriue Pomponio. I Lusitani scriue Strabo.n~,che's0ll:0 destri, agili, insidiosi, veloci, & inuestigatori. I Biscairu ~uperbl, supe:blssl.ml & alqu.anto crudeli. La Bretagna, a CUI sta attacata I Hibernia seluaggi, grandi, e mangiano huomim. Stimano cosa hOJ?orata J?angiar il padre, e la madre, giacciono con le lor moglie In publico, e cosi con le madri, e sorelle. Son piu al ti di statura de'Francesi, non han la chioma cosi bionda nel le carni cosé soda, balbutanti, barbari. Dice Me!a che sono senz~ pietá,e. senza vi.rtú. L'lsola di Corsica é tutta aspera, & in rnolti luoghi inaccessibile, coloro, che habitano ne mónti avanza?o di cru?eltá, e di feritá tutte le bestie, sono d'aspetto ferino, & In essi chiaramente SI mostra la ferina seluagiezza piena di crudeltá ... » Uno de ~omponio Mela, III, 6, 4-6 (49-52). Porta, Gian Battista, traducción citada en nota 9 del § II del presente cap!tl!!o, p~. 57-180, cincuenta capítulos más parecidos a.los de la edición pnmera. Stelluti da Fabriano, Francesco, obra itada en nota 8 de! § 11 del presente capítulo, pp. 62-94. 41 Idem, ibidem, pp. 181-222. 42 Idem, ibidem, pp. 223-272. Idem, ib~dem, pp. 273-319. S.tel!uti, op. cit., pp. 95-129. ./dem, ibidem, pp. 320-338, dieciocho capítulos. Stelluti da Fabnano, Francesco, obra citada en nota 8 del § II del presente a~ítulo, pp. 130-155. 5 ldem, ibidem, pp. 339-346, índice copioso. 46 L 'Art de connaitre les hommes par la Physionomie par Gaspard Lavater, IX (París, 1820), pp, 169-256 Y antes, pp. 113-164 (animales). 47 Porta, Gian Battista, Della Celeste Fisonomia di Gio. Battista della Porta napolitano. Libri Sei. Nei qvali ributtata la vanita dell'astrologia givdiciaria. Si da maniera di essattamente conoscere per via delle cause naturali tutto quello, che l'aspetto, la presenza, & la [aueze de gl'huomini possono Fisicamente significare, e promettere. Opera nuova, & piena di dotta curiosita, pp. 423-
!~
:!
133
570, más cuatro tablas: índice en las pp. 425-428. Tiene algunos curiosos retratos. 48 Idem, ibídem. Señalo como hecho curioso que en la p. 456 (libro II, capítulo XXI), hay, al estudiar los caracteres marciales, el retrato de Pedro Navarro. 49 Idem, ibidem, edición de Venecia, 1648, pp. 399-422. 50 Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias (Madrid, 1846), pp. 36-37 (capítulo IV). 51 Idem, ibidem. Sobre sus experiencias, las pp. 22-23 (capítulo II). Todavía es de útil lectura la tesis de J. M. Guardia, Essai sur l'ouvrage de J. Huarte; Examen des aptitudes diverses pour les sciences (París, 1855). Sobre esto, las páginas 2-3. 52 Es provechoso comparar estos textos con los de Porta, traducción citada en nota 9 del § II del presente capítulo, p. 32 (lib. 1, capítulo XVII). Sobre la influencia del cielo y la tierra, pp. 3335 (libro 1, capítulo XVII: «Le varie qualitá de paesi, che costumi d'huomini produca»). 53 Huarte de San Juan, op. cit., pp. 36-37 (capítulo IV). 54 ldem, ibídem, pp. 38-53. En la edición de Baeza, 1594, fols. 65 r.-84 vto. Es provechoso comparar su criterio con el de Porta. 55 Idem, ibídem, pp. 251-252 (capítulo XVII; en la edición de Baeza; 1594, fols. 308 vto.-309 vto. 56 Bayle, Dictionnaire historique et critique, VIII (París, 1820), p.292. 57 Guardia, J. M., op. cit., pp. 277-291. También, Alfonso Martínez y Fernández, editor y prologuista de la edición de 1846, pp. XI, XIX-XXIX. 58 Hl¡'arte de San Juan, op. cit." pp. 178-179 (capítulo XV).
134
v