IRVING JESÚS HERNÁNDEZ CARBAJAL HISTORIA DE LA FILOSOFÍA 5 [SIGLOS XVII-XVII] BREVE ENSAYO SOBRE EL RACIONALISMO EN LEIBNIZ CONTRA CONTR A EL EMPIRISMO EN LOCKE La disputa filosófica entre el racionalismo contra el empirismo es quizá uno de los episodios más clásicos de la historia de la Filosofía, pues parece que es la coalición de dos posiciones completamente antagónicas, destinadas a ser némesis la una de la otra, pero que si se abandonan los prejuicios, caricaturizaciones de la tradición filosófica y tensiones políticas entre los “continentales” y los ingleses , encontramos dos posturas que si bien tienen
muchas diferencias, parece que también puntos en común, al menos en su intención y proceder. Pero vayamos por partes. El racionalismo es una corriente filosófica que tuvo su apogeo entre los siglos XVII y XVIII. A grosso modo, se dice que es la exaltación de la razón, ya que es el medio que tienen los hombres para llegar a las verdades más universales, que serán los pilares de los que se deriva la Filosofía y las ciencias, en sí el fundamento del edificio del conocimiento. Estas verdades, en tanto universales, son también evidentes en sí mismas y sólo hace falta de un buen uso de la razón para poder llegar a ellas, por lo que son innatas ya que resultan ajenas al campo de las experiencias y sólo se requiere de la acción del entendimiento y la actividad reflexiva. El método que adopta es el deductivo, ya que va de lo general a lo particular y así, concatenando principios que se presuponen como verdaderos se llega a nuevos conocimientos. El racionalismo presume entre sus filas a grandes filósofos: Descartes, Malebranche, Spinoza y Leibniz. El empirismo, por otro lado, es una doctrina defendida por ilustres filósofos ingleses; principalmente Bacon, Hobbes, Locke, Berkeley y Hume. Aquí la base del conocimiento se declara en lo aprendido, es decir en la experiencia, incluidas las percepciones sensoriales; porque, según ellos, se parte [y necesita] del mundo para poder obtener conocimiento.
Uno de los principales puntos de discusión y distancia entre el racionalismo y el empirismo versa en la aceptación o la refutación de la existencia de las ideas innatas, es decir aquel conocimiento que no se aprende, que ya se tiene por la condición ontológica desde el nacimiento, resultando previo a cualquier experiencia; en pocas palabras algo ya dado. Locke será de los tajantes que niegan cualquier posibilidad de innatismo. A John Locke (1632- 1704) se le atribuye el inicio del llamado empirismo inglés y es quizá uno de sus más férreos defensores. Su proyecto epistemológico se despliega en el Ensayo del entendimiento humano, el cual escribe con el propósito de contar “la verdadera ” historia del entendimiento, intentando alejarse de la Metafísica y los argumentos teológicos. Los puntos centrales de su texto son: el rechazo al innatismo (la mente no posee ideas, éstas se adquieren) y la estipulación de la experiencia como única fuente del conocimiento, por lo tanto, el fundamento legitimo de la ciencia. Según Locke, nacemos con una mente que es análoga a una tabla rasa, es decir algo en blanco y vacío, que se va llenando de contenidos, ideas y conocimientos a través de la experiencia y las percepciones. El giro interesante del concepto de la experiencia en Locke es que no se trata sólo de una actividad física, ya que existen varios tipos de ideas: las simples que pueden ser de sensación (en las que interviene uno o más sentidos), de reflexión (voluntad [potencia de volición] y percepción [potencia de pensar]) y las que mezclan la sensación y la reflexión, como el dolor. El otro tipo de ideas son las complejas, resultados de la operación de la propia mente que combina, junta y separa ideas simples. Entonces, en Locke lo mental no es ajeno al campo de las experiencias. Otra sofisticación que empieza con Locke es el abandono y desinterés por los principios de la sustancia, preocupación vital en Descartes, por ejemplo, que en el pensar encontró la certeza indubitable de la existencia. Locke dirá que el pensar es una operación importante del alma, pero que no es su esencia, el proyecto de Locke es justamente eso, dar cuenta de las operaciones del entendimiento, no meterse en las oscuras discusiones sobre las esencias, explica cómo funciona, no que es. De hecho, ideas como la de sustancia, las declara como complejas y muy
confusas, ya que no sólo son combinaciones extrañas, también son ampliaciones de muchas ideas simples. Parece que toda la empresa de Locke consiste en reposicionar la reflexión filosófica, tratando de evitar lo que muy bien observa y critica Berkeley: “levantamo s una nube de polvo y después nos quejamos de no poder ver”.
Por su parte, el filósofo alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) entre otros muchos esfuerzos intelectuales, escribió dos grandes libros: La Monadología y la Teodicea, donde se desarrolla y expone su pensamiento filosófico. Para él, el principio de todas las cosas compuestas son las mónadas, algo así como
los
átomos pero con una naturaleza metafísica, las formas sustanciales del ser. Sus principales características es que son eternas, irreductibles, simples y que se encuentran totalmente coordinadas y en todo momento saben qué hacer, gracias a que existe una armonía preestablecida, ya que según Leibniz “nos encontramos en el mejor de los mundos posibles” y al ser Dios la mónada de mónadas, desea y
dicta la armonía entre las otras. Las mónadas que corresponden a los hombres tienen percepciones y apercepciones y al tener la misma esencia de Dios (obviamente infinitamente menor), pueden aspirar a alcanzar algunos conocimiento o verdades. Hay dos tipos de verdades, las de razón (que son a priori, como decir que un triángulo tiene tres lados) y las de hecho (que no son verdades tan necesarias, es decir que pudieron ser de otra forma pero que por una razón superior a nuestro entendimiento así fueron). Las mónadas, en pocas palabras, si tienen contenidos previos a la experiencia y lo sensorial, ya que metafísicamente son anteriores a cualquier experiencia y en su “programación” hay varios principios a priori como el de razón suficiente, de no
contradicción, la armonía preestablecida y todo lo que se deriva de la voluntad de la mónada mayor que quiere lo mejor, en de la mejor manera. El conocimiento parte de Dios hacía los hombres. Dos posturas que sin duda argumentan de maneras diferentes y apelan a diversas razones, unas más metafísicas y otras más a las operaciones, pero también una misma convicción, luchar contra el profundo escepticismo que niega la posibilidad
de cualquier conocimiento. Los racionalistas no niegan a la experiencia y algunos empiristas, como Locke, no niegan ideas como la de Dios, sólo que prefieren evitarlas. Dos formas de proceder pero un mismo objetivo: levantar el edificio epistemológico de la mejor manera.
Bibliografía: -
LEIBNIZ, Gottfried. Monadología . Clásicos El Basilisco, Pentalfa Oviedo. Barcelona, 1981. LEIBNIZ, Gottfried. Teodicea. Ensayos sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. 1710.
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LOCKE, John. Ensayo sobre el entendimiento humano. Fondo de Cultura Económica. México, 1999.
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LORENZO, ANGEL. El conocimiento innato en Locke y Leibniz. Una discusión acerca del fundamento de la certeza.
Universidad
de
Sevilla.
Recuperado
http://institucional.us.es/revistas/themata/02/07%20Lorenzo%20R.pdf -
Diccionario de Biografías. Ediciones Nauta. Colombia, 1999.
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