EN NUESTRO PROXIMO NUMERO
Dos nuevos casos sobre ttencuentrost' y persecuciones en plena carretera traemos hoY Y,en eI presente capltulo. "EL MUNDO DE LOS OVNIS" está analizando y mostrando a los lectores algunas de las más espectaculares pruebas que existen hoy en el mundo, y muy especialmente qn nuestro pals, en torno a los ovnls. Pruebas de que los objetos volantes no identiflcados no son fruto üe la imaginación de unos pocos. Pruebas de discos y obJetos esféricos, cilfndricos o en forma de delta, que son vistos a escasa distancia de los testigos; en este caso de los automovilistas del mundo.
EOUIPO DE REDACCION
ANTONIO RIBERA, JUAN JOSE BENITEZ, FABIO ZERPA. ARIEL ROSALES, FERNANDO TELLEZ, " GRUPO "CHARLES FORT", MANUEL OSUNA. ENRIOUE DE VICENTE, FEDERICO ACOSTA, ANDREAS FABER KAISER, ANTONIO FELICES, ANDRES GOMEZ SERRANO, LUIS JIMENEZ MARHUENDA, JOSE LUIS JORDAN PENA. DISENO: NOVA FORMA EOITA: HIEGO EDICIONES. S.A. ALBERTO ALCOCER, 40. MADRID'16. TNOS: 250 13 60 y 250 13 88. IMPRESIONI COSOL, S,A, ARTES GRAFICAS, POLIGONO INDUSTBIAL "EL BALCONCILLO". GUADALAJARA DISTRIBUYE EDIPRESS LS.B.N.: FASCICULO:84 - 85759 - 02'8. OBRA COMPLETA:84 - 85759 - 01 - X. DEPOSITO LEGAL; GU-9/80
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@ nreco EDrcroNEs OUEDA PROHIBIDA LA BEPRODUCCION TOTAL O PARCIAL DE LOS TEXTOS, GRABADOS Y FOTOGRAFIAS PUBLICADOS EN ESTA OBRA RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS DE REPRODUCCION Y TRADUCCION
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Sevilla: Violenta persecución de un ovni
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Dibujada sobre la fotografía de Fernando Múgica, el gran ovni <
que se encontraba flotando sobre la vaguada serillana. «Uno de los ci¡cos se dirigió a mi>», nos explicó el testigo, Adrián Sánchez.
Entre los <(encuentros con ovnis>». ..r-r uno -en marzo de 1974- que --: .:¿do la vuclta al mundo. Un «en- --ntro)) en plena carretera. Un «en, -:'ntro>) r,iolento. terrorifico. sobre -.,. para cl atonito testigo que tu\o .. -JÍrtc o la desgraeia -nunca se
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de tropezar con varios de estos
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Lr nra¡or parte de estos (
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del mundo ocurren en plcna
noche. De pronto, y sin saber cómo ni por qué. el ovni se sitúa lrente al automovilista y sigue la marcha del
jetos volantes no identiflcados>> sc explica el porqué de esta extraña y, a veces. violenta conducta de los tri-
vehículo. En otros casos {omo el que ahora vamos a relatar-. la nave se echa materialmente sobre el coche y el con-
pulantes de los ovnis. Si son pácíficos -tal y como así lo vienen demostrando desde siempreüpor qué esta5 \ iolentas aproximaciones a los pacíficos automovilistas, car4ioneros o tractoristas?
que sea. Como sea... La verdad es que ninguno de los expertos e investigadores de los <
Quizás sólo les mueva un motivo científico o de investigación del vehículo o de quienes lo ocupan. Qui-
ductor. obviamente, sólo piensa en escapar. Huir de «aquello>» al precio
161
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Arriba: El testigo, junto al vehículo que utilizó en aquella ocasión y en la misma carretera donde fue perseguido furiosamente por un objeto volante no identiiicado. En la foto inferior, el investigador J. J. Benítez en el lugar donde -segrún el testigo- vio el gigantesco ovni.
zás estén tratando de conocer nuestras reacciones ante lo desconocido.
La verdad, como decimos, sigue
siendo un enigma. Pero pasemos ya
al caso que nos ocupa en el presente número. uno de los sucesos -como decíamos anteriormente- que dio la vuelta al mundo. El testigo -Adrián Sánchez Sánchez, de Sevilla- nos relató así lo ocurrido: Creí que se trataba dé algún accidente de aviación En el salón de su domicilio, junto inició así la historia de lo ocurrido aquella mañana del 20 de marzo de 1974 <<-Soy representante de comercio. Y, como comprenderán, viajo consa su mujer y su bebé,
tantemente.
»Aquella mañana salí de Sevilla, carreiil ry qpe va hacia las poblaciones de Castillo de las Guardás, Gerena, Ai_ nalcollar, etc. »Llegué a Gerena, pero no me de_ tuve. No vi <
de las Guardas.
he aquí que a eso de las 10,30 de la mañana -no podría preci_ sarle la hora con exactitud-, al fomar una curva vi caer algo del cielo. En_ trendanme. Yo no vi caer ningún aparato, como han dicho algunos pe_
¡Y
u II
riódicos. Yo iba en el coJhe y,'de pronto, por el lazo izqúerdo de la
carretera, me pareció ver caer algo...
»El hecho de observar la eJcena por el rabillo del ojo y durante milé_ srmas. de segundos. me impidió hjar_ me bien. A mí, sinceramente, a pri_ mera- vista, me pareció un apaiato grande. Y me dije: «iDios mío! iqué es que ha caído...? iSi parece un _eso
avión...!»
.»Entonces. aunque uno sea muy miedoso. al enconl.rarme con la posi'-
bilidad de un accidente d-e aviación, lo más lógico y humano es detenerse y tratar de averiguar qué es lo que ha
esos pensamientos fueron sólo como
sucedido.
»Ahí empecé yo a sentir cierto recelo... <
»Así que paré el coche al borde derecho de la carretera y, dejando incluso el motor en marcha, me dirigí hacia el lugar por donde había visto caer aquéllo... r»Caminé cosa de diez o doce pasos entre el monte bajo y, al asomarme al borde de una pequeña vaguada,
ioh, Dios!, allí estaba <
-...A1 principio, nada más verlo,
<» me pareció
un gran hangar
de aviación. Esa fue, como les digo, mi primera impresión. >>Era enorme. Con una gran puerta en uno de sus extremos. Me quedé quieto durante unos minutos. «iQué puede ser eso?»>, me pregunté a mí mismo...
>»También llegué a pensar -puesto que aquélla es una zona minera- que quizá se trataba de una ftibrica. Pero
el
relámpago. Porque
<>...
iflotaba!
((puror).
-üRecuerda las dimensiones?
-Aproximadamente, entre 150 y 200 metros de largo. Yo no había visto cosa igual en mi vida. Era mucho más que dos vagones de ferrocarril juntos. Pero. aunque flotaba, yo no terminaba de ver alas, ni ruedas. ni nada que me permitiera identificar el gigantesco objeto con algún avión o helicóptero. El color era muy normal. Tipo aluminio. Traté de que Adrián comparase
Don Manuel Osuna, uno de los lrandes ufólogos europeos, qu€ investigó también este sensacional caso de persecución ovni por las carreteras de la provincia de Sevilla.
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Adrián Sánchez, al volante de su coche. «La brújula que llevaba en el parabrisas -
aquel color con algún objeto conocido por é1. Y su respuesta fue inmediata:
-Era como los locos o faroles públicos. De esa tonalidad metálica. Grisácea. Quizás -apuntó el testigo hacia la cámara «Nikon>» del fotógrafo- como esa parte metálica... O tal Yez más bruñido. Más brillante. <> No era un avión. Ni un helicóptero, ni una fábrica. ¿Cómo podía flotar toda, una fábrica...? Entonces...
ndrián vio cortados sus
pensa-
mientos de forma brusca:
-La puerta terminó de abrirse
-yo no
sé cómo- aparecieron
y
por la
derecha tres objetos más pequeños y completamente distintos al que flotaba sobre la vaguada. Eran como discos. Quizás estaban ocultos tras algu-
na de las formas del horizonte porque yo no los había visto hasta ese momento. 164
>>Pues bien. Primero entró uno. Después el segundo objeto y cuando parecia que el tercer disco iba a < también por Ia enorme abertura, hizo un inesperado giro y enfiló hacia donde yo estaba. >»En ese instante sentí que ei estómago me ardía. Y el pánico me llenó de pies a cabeza. No me importa
confesarlo porque imagino que a otras personas les habrá sucedido igual que a mí. Y miren ustedes que yo no rne tengo por un cobarde. Yo he viajado por todo el mundo. Y sé lo que es la vida. »>Pero <»...
»Noté -ahora 1o recuerdo- cómo
los pelos de la espalda se me ponían de punta. Fue como si algo frío me
recorriera la columna vertebral. Ni siquiera en mis primeros saltos como paracaidista sufrí aquella impresió¡... »Después he pensado mucho y creo que experimenté la misma sensación que debe sen'tir un conejo cuando le persigue un galgo. »>No sé... Me vi impotente. Sí, ésa es la palabra. »Y dando media vuelta corrí como un loco, ladera arriba, tropezando y
J. J. Benítez lecoge algunas muestr¡s de ramas calcinadas en el lugar donde, seEin Adrián Sánchez, sQ situó el ovni «nodrizo>. El lugar donde se produjo la persecución ovni (izquierda) es un paraje retirado de la intensa circulación de las carreteras generales.
sin saber a ciencia cierta hacia dónde escapaba. Pero tuve la gran fortuna -pienso yG- de salir por el lado por donde había dejado el coche. Y le digo esto porque mi miedo era tal que 10 mismo pude haber escapado campo a través. En ese momento yo no era persona. Ni me acordé del coche. Sólo trataba de huir. >»Me metí en ei vehículo y allí empezó aquella loca y desesperada carrera... En segundos, el coche se puso a tope. Yo pisaba el acelerador hasta hacerme daño en la planta del pie.
No se me ocurrió siquiera dar vuelta
y
llegar
a
la
Aznalcollar. que está a cinco o seis kilómetros. No, mi terror era tal que salí despedido en dirección a Castillo de las Guardas, a casi 30 kilómetros de donde yo estaba en ese momento. »»Sólo pensaba en correr. Correr. Correr. Alejarme cuanto antes de <... 165
Fueron más de 15 kilómetros de angustiosa persecución. <
Era una máquina Adrián Sánchez volvió a detenerse. Tragó saliva y cruzó los brazos, tratandó inútilmente de disimular el temblor de sus manos. -Aquel aparato -Porque no tengo la menor duda de que se trataba de una máquina- emPezó entonces a se-
guirme. Y quiero decirles una cosa: a [o largo de los 15 ó 17 kilómetros que duró la persecución, el objeto no intentó, que yo sePa, haüérme el menor daño. Quizá sólo trataba de asustarme y de que me alejara del lugar. iY poi la Virgen Santísima que lo consiguió...!
»Aquel disco, mientras duró la persecución, se mantuvo siemPre muy cerca de mí. Algunas veces a la derécha del coche. Otras a la izquierda, otras por delante. 166
»Desaparecía en algunas curvas, pero siempre regresaba junto al coche. Pude verlo a veinte, a ocho Y hasta a unos cinco metros. . No sé, irancamente, cómo no me estrellé en álguna. de aquellas curvas. Tengo las ruedas desgastadas por los derrapajes...
'
»AI cabo de esos 15 ó 17 kilómetros que les comentaba, vi una ftnca.
Creo que la llaman «El Torilejo»>. Conforme circulaba hacia ella vi un coche rojo. Aquella imagen no se me olvidará jamás. Allí vi mi salvación. Y empecé a tocar el claxon como un poseído. Pero no contestaba nadie.
»Al cabo de unos minutos -Y al comprender que allí no había un alma- no tuve más remedio que salir corriendo de nuevo. No podia quedarme en mitad del campo... >>No tardé en divisar una casa. Dejé el coche y entré casi Pasando por del señor que allí estaba. - »Elencima buen hombre trató de tranquilizarme. Me dieron tila... »>-Usted lo que ha Podido ver -repetía el dueño de la casa- es algún helicóptero de fumigación...
>>-iPero, hombre! -le respondítcree usted que no sé distinguir un helicóptero? iÉstoy harto de verlos! <»Por fin, los dos nos encaminamos al Cuartel de la Guardia Civil. Y allí me tomaron declaración. Me tranquilizaron, me dieron coñac y se portaron como auténticos caballeros. El sargento se dio cuenta de que pasaba algo raro. »Fue allí donde yo empecé a recobrar la calma. >»Posteriormente volví a hacer otras declaraciones en la Comandancia de Sevilla. Y también ha venido a
visitarme un ohcial del Ejército de1 Aire. Posteriormente he sabido que varios militares de dicho Ministerio acudieron incluso al lugar, examinando y recogiendo muestras de la vaguada donde vi flotar el gran «puro>).
Tuvieron que acompañarle -Por supuesto -prosiguió Adrián Sánchez- para regresar a Sevilla, a
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mi casa, tuvieron que acompañarme. Yo no estaba dispuesto a tropezar de nuevo -y menos solo- con otro chisme de esos, Y el sargento de la Guardia Civil, muy amable el hombre. se montó en el coche y nos dirigimos hacia casa.
-¿Cuándo desapareció de su vista aquel disco que le persiguió a lo largo de tantos kilómetros? -En cuanto entré en la casa. Esta -muy sintetizada- había sido la narración de lo que en la mañana del 20 de rnarzo de 1974 le sucediera al viajante de comercio, Adrián Sánchez Sánchez, ex paracaidista, marino por los siete mares, 31 años, casado y con dos hijos y a quien -según sus propias palabras- <
mento no le habia preocupado el
asunto OVNI».
Pero quedaban preguntas por ha-
cer. Y, sobre todo, faltaba la investigación sobre el terreno.
Así que, a la mañana siguiente, y con gran gentileza por parte del tqsti-
go, nos.encaminamos en el propio <
En el plano, la zona donde se registraron los hechos.
Adrián Sánchez, entre los juncos calcinados. El gran ovni tenía más de 100 metros de longitud.
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borde de una carretera estrecha, de tercer orden, a juzgat Por el estado
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de su piso y lo abrumadoramente solitario y recóndito del paraje por el oue discurre entre mil Y una curvas,
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mientras, no sin cierto nerviosismo, señalaba ya desde el interior del ve' hículo el iugar por donde vio < aquél enorme Y Plomizo objeto.
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En aquella zona, la carretera se asoma timidamente sobre un diminuto valle, cubierto de un e§Peso ^Y
aoretado monte bajo. Me sobrecogió aiuel profundo silencio' roto sólo pór los^esporádicos chirridos de alguna chicharra madrugadora.
Al asomarnos a la vaguada -Y siémpre procurando seguir los mismos Dasos que diera nuestro protagonista en aqüella luminosa mañana de
marzo- nó nos costó trabajo distineuir de inmediato la extraña «manóhu, qu. el proPio viajante habia asociado con la forma de una tormt-
!
dable «bala de cañón»> y que aparecía clara en mitad de la vaguada, destacándose sobre la oscura e intrincada maleza.
Como un hangar Aquella «manchD) -según
«Jamás había pasado tanto miedo>>, explicó Adrián Sánchbz a nuestro colaborador
J. J. Benítez.
Pude
apreóiar más tarde con detalle- tenía eñtre 80 y 100 metros de longitud. Y, según el testigo, se encontraba pre-cisainente en el lugar sobre el que flotaba aquel gigantesco «
rato a inspeccionar los alrededores. No había carreteras, a excePción de la que -vi nosotros habíamos utilizado.
senderos, ni pistas forestales, orados o terrenos de labranza. Todo -en muchos kilómetros a la redonda- era un paisaje accidentado y desigual, cubierto por monte bqjo .v peqüeños arbustos. Sólo en el hori2oite -quizás a ocho o diez kilómetros en línea recta- blanqueaba al sol de la primavera andaluza un cortijo. Pero ñabría sido dificil que los habitantes de aquella hacienda hubieran podido detéctar la Presencia de la
No
ni
posible nave. ^
Ningún vehículó, en definitiva, ni siquieá un tractor, hubiera Po{do
adéntrarse entre aquella maleza. De-
finitivamente descarté esa posibilidad.
-iFue aquí! -gritó Adrián desde detrás de unos pequeños arbolillos
Adrián muestra parte del terreno calcinado. 168
que crecían en plena ladera-. Desde áquí vi, de una forma clara, lo que en un principio me pareció un <
'
Descendí por
la pendiente,
colo-
cándome junto al testigo. Desde allí,
en efecto, se dominaballa vaguada. En aquel instante, Adrián podía estar a poco más de 60 ó 70 metros de la gran «mancha»> blanca. Allí mismo, antes de seguir hacia el fondo de la depresión, le pregunté de nuevo:
-iRecuerda §i'aquel objeto emitía
alguna luz y si se movía?
-Yo no vi ninguna luz. El aparato brillaba, si, pero como puede hacerlo algo de tipo metálico qüe está sometido al fuerte sol de la mañana. >>Tampoco vi que se moviera. Simplemente, <> a uno o dos metros del suelo. Pero, no sé cómo ni de qué manera.
Traté de tenderle una
nueva
<(trampa) al testigo.
-Había dicho usted que tenía for-
ma de
<>...
-Pero Adrián se adelantó, rectifi-
cándome:
-No. Era como un ((puro», aunque algo más estilizado. iCómo podría explicarle...? El hombre guardó unos segundos de silencio. Y comentó: -La zoma de la puerta venía a ser como la base del objeto. Si ese aparato o lo que fuera, 1o metiéramos en el mar, nos recordaría inmediatamente un submarino. Lancé otra «trampa».
-Pero, ¿de dónde podía proceder
ese ruido que usted
mencionó
ayer...?
-Yo no recuerdo haberle hablado de ruidos. Y no 1o hice porque no los escuché en ningún instante. No sé si el miedo que me había empezado a invadir pudo influir en mis sentidos, pero yo creo que ninguno de los cuatro objetos hacía el más leve sonido. El silencio era completo.
-iVio
a1gún ser? a nadie.
-No, no vi
Habíamos empezado a caminar ya
hacia la
teresé
<>
blanca.
Y me in-
por aquella abertura
que
Ovnis en la c'arretera. Las aproximaciones se registran constantemente. He aquí una de las ocho fotogralías tomadas por el investigador
J. J. Benítez en septiembre de 1917 en plena autopista de Cádiz a Sevilla. El ovni, totalmente circular, brillante y silencioso, sobrevoló la autopista a la altura de Jerez de la Frontera. El ovni fue visto por otros automovilistrs que poraron también en la referida autopista. Era la primera vez que el investigador y reportero J. J. Benítez lograba fotografiar uno de estos objetos volantes no
identilicados.
Otro de los testigos de la aproximación de un ovni en plena c&rretera: el taxista de la localidad zamorana de Nuez de Aliste. «El objeto era muy luminoso y redondo. Me siguió durante algunos minutos y después se dirigió hacia mi taxi a toda velociilad. Creí que chocaba contra el parabrisas cuando, de pronto, hizo un giro y pasó por encimo». El taxista de Nuez de Atiste jamás había pasado tanto miedo.
-iUsted se imagina dos Platos encarados? Pues una cosa así. iHa visto usted los «yo-yos)> de los chiquillos? Igual. Esos «platos») tenían una especie de eje en el centro. Y en las Partes superior e inferior de los discos, unos conos truncados... »To'do era muy uniforme. DesgraLos avistamientos de ovnis en l¡s c¡rreteras suelen producirse generalmente de noche. En el aiún ¿i¡ un «encuentro» de este tipo, sólo podemos recomendarle que trate de no perder la serenidad. Estas naves jamás han causado daño alguno a los testigos. caso de que el lector tenga
Adrián identificó como una gran «puerta)>. El testigo me respondió
segundos. No sé...
-iGiraban sobre sí mismos? -Esta misma pregunta me la han hecho otros señores y les he respondido que, a primera visia, no daba esa sensación. Ahora bien, Pudiera ser que la gran velocidad a que lo hicieran produjera un efecto de inmovilidad. Lo que sí puedo decirle es que aquel disco se mantenía inmóvil en el aire. A veces, al desParecer en
>>Si aquel tercer disco no se hubiera dirigido hacia mí, seguro que no
-y
la parte superior del aparato. Eran
con la misma seguridad:
como extraños círculos de metal unidos a la nave por sendos ejes. -Y en total, icuánto tiempo pudo estar allí, mirando el tremendo <
abría hacia dentro.
garro puro>>?
-A mí me pareció que formaba parte del rnismo fuselaje. Y que se -Y
allí, en el interior del ovni,
cqué había?
Adrián Sánchez se encogió
hombros.
de
idea -respondió-. Yo no vi nada. Estaba oscuro. Lo que sí observé fue un par de discos o algo así en
-Ni
17A
ciadamente pude verlo durante más de 15 kilómetros...
-Tampoco lo sé. Quizá 15 ó 60
me hubiera movido del escondrijo.
-Por cierto, no hemos hablado de la forma de esos tres discos...
algunos de los recodos de la carretera
mientras yo huía como un locc-
volvía
a
encontrármelo segundos fijo. Inmó-
después completamente vil. Y sin ruidos.
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Sobre la fotografía, el dibujo de otro de los ovnis visto en la carretera de Almonte a.Bollullos del Condado, en Huelva. Varios testigos observaron cómo un disco se situaba sobre uno de los postes del tendido eléctrico.
y
el propio
Mientras Adrián Sánchez añadia mi informe. descendimos hasta llegar a la <> con
arbustos
lorma de «bala» de cañón.
vegetación hubiera sufrido los efectos
estos detalles a
color blanco. Como si toda aquella aire o gases.
Si allí. como resultaba
Durante más de una hora recorrimos -palmo a palmo- la totalidad del área, examinando y recogiendo cuantas muestras pudimos. Pero creo que debo iniciar la des<
ffiuSgo
y anormal
de una turbulencia o corriente de
Juncos calcinados
cripción de aquella
hasta
presentaban un uniforme
enigmática
blanca por lo que primemi
ro y con mayor fuerza llamó
evidente,
no podía entrar una máquina, iqué era lo que había producido semejante «alfombra» de juncos calcinados? r,A qué obedecía aqüel desorden en [a flora de la vaguada? -iMire usted! -me gritó el viajante desde uno de los extremos de la <>.
juncos totalmente abatidos, machacados en algunos sectores. como si hubieran sido sometidos a una formi-
Al acercarme vi un agujero en la tierra. Su diámetro era de tres a cuatro centÍmetros y no parecía corresponder a madriguera alguna. La tierra que en estos casos se arnontona siempre alrededor del oriñcio no aparecía por ningún lado. Pero había
dable presión.
más.
atención.
A lo
largo de dicha <
aparecían
Lo más curioso es que aquellos -al igual que sucedía con nu-
juncos
merosas ramas de romero, pequeños 172
El agujero se prolongaba verticalmente para después, a 25 ó 30 cen
tímetros, cambiar de dirección y
hacerse paralelo
a la superficie
del
suelo.
-Aquí hay otros dos agujeros más -señaló mi compañero Fernando Múgica.
Así era. Algunos metros más allá orden aparente- des-
-¡' sin guardar
cubrimos otros dos orificios de características muy similares al primero.
Uno de ellos se distinguía de
los
otros por su tamaño. El diámetro ve-
nía a ser de unos 15 centímetros.
pero su trayectoria resultaba idéntica a la de los anteriores. En el borde observé algo así como las huellas que
puedan dejar un tubo que se introduzca en la tierra blanda. En el fondo del agujero resaltaba una finísima tela de araña, todavía brillante por un hilo de rocío.
«Si aquí hay una tela de araña
-pensé- significa que ningún animal ha podido habitar este orifrcio recientemente...>>
-iPor qué muchas de las flores
ramas
de los
1-
arbustos -preguntó
§
*t-*a
,*tr-
{r,,
Otro impresionante caso registrado en un aparcamiento de Gerena.
§§TllL§ \dnán Sánchez- están como calcinadas y el resto, sin embargo, sigue
.r,."
ü
§§&§&t
\ erde e intacto?
Tomé una de aquellas ramas G casi cinco centímetros de grosor entre mis dedos y -con gran sorpresacomprobé que se deshacía hecha centza...
No supimos responder a Ia pregunta del testigo. Me limité a seguir contemplando el extraño fenómeno. Era como si <> abrasador hubiera caído sobre aquella parte del valle, secando y blanqueando cuanto encontró a su paso. El resto de los campos y lomas se perdía en el horizonte. siempre con la rnisma tonalidad. r erde, fresca y exuberante. -Era aquí, era aquí -comentaba sin cesar el testigo- donde yo vi <
l,{Al§§§
tar» aquella cosa... Por unos segundos levanté la vista
hacia aquel cielo limpio y azul. Y me pregunté una vez más por qué no
aparecían.
-Por qué no en aqucl instante
...
Un matrimonio que viajaba en su automóvil fue perseguido por otro ovni en la carretera de Sevilla a Granada. Estos casos se cuentan por miles en todo el mundo. 173
Bocos del Duero (Valladolid): el prior de un convento de PeñaIiel fue igualmente seguido por un objeto con forma de media luna y de un intenso color rojo. En esta mismá carretera, el aterrorizado testigo trató de dar la vuelta con su coche para pedir auxilio. Pero el vehículo fallé y tuvo qu€ llegar a Bocos a la carrera.
Al
regresar a Sevilla, Adrián Sán-
chez me señaló una brújula que llevaba adosada en la chapa del vehículo. -Se me olvidó comentarles -explicó- que también este chisme ha quedado como «loco»). Desde aquel día
no hay forma de que
<> el
Norte. Y con la radio sucede algo parecido. Desde entonces está descompuesta. Produce unos pitidos inexplicables...
Estos fenómenos son harto fre- "
cuentes en muchos de los casos en que un ovni se aproxima a un veÉículo o permanece muy cerca de é1. En mis archivos, las interferencias en aparatos de radio o de televisión, las páradas de motores y el <
brújulas, compases magnéticos, etc., se cuentan por docenas. Nuestra entrevista con el viajante sevillano tocaba a su fltn. Y había una pregunta, sin embargo, que me miento>> de
/4
quemaba el cerebro. Durante aquel largo tiembo en el que habia podido óonversar y estudiar la personalidad de Adrián, no logré encontrar el menor resquicio o fisura que pusiera de
manifiesto algún tipo de interés -económico, de popularidad, etc.que pudiera empujar al viajante de comercio hacia una farsa'. La realidad, al menos, se presentaba muy distinta. Pero a pesar de todo, terminé por preguntarle, aun sabiendo que corría
el
riesgo de recibir una respuesta
poco grata.
-Al margen de los trastornos ya conocidos, icómo considera usted, señor Sánchez, que puede beneficiarle este asunto?
Adrián me miró con
cansancio.
Pero tuvo todavía fuerzas para responder:
-iBeneficiarme dicp? No sé cómo. Todo lo contrario. Esta situación me
está haciendo perder dinero. Y el arreglo de las ruedas me va a costar unas 8.000 pesetas. Además, llevo varios días sin poder trabajar... »>Mire usted. áQuiere que
1o
Ie diga
que siento ahora mismo? Asentí con la cabeza.
-De haber sabido todo esto. De haber sabido que las gentes. que mis propios amigos, se iban a burlar de mí. De haber sabido que ustedes, los periodistas, me iban a molestar sin cesar y a inventar y a tergiversar muchas de mis palabras, me habria metido en la cama sin decir nada a nadie. iEs horroroso! Pero, iqué ventajas cree usted que puedo estar sacando yo de todo esto? Lo he rePetido mil veces y ahora se lo digo a ustedes:
el que quiera creerme que me
crea...
El caso de Adrián Sánchez Sánchez -cxpuesto por dos veces consecutivas a la propia Guardia Civil- no
iQué pretenden estos objetos aproximándose violentamente a los automovilistas?. iPor qué esta «violencio» encubierta? En la fotografía, un ovni visto por cientos de personas sobr€ la localidad vizcaína de lrjona. La fotogralia fue tomada por el gran periodista y reportero gráfico
Cecilio Hijo, del rotativo «La Gaceta del Norte».
ha terminado de convencer, sin embargo, a algunos estudiosos del tema ovnl.
«Es excesivamente sensacional» -dijeron unos-. <> Las opiniones, en flrn, resultaron de lo más encontradas. Para mí, quizás el deseo de'popularidad podría llevar a una persona a inventar esta historia e, incluso, mucho más complicada o alucinante. Pero hay algo -una parte de este relatG- que me inclina a pensar que Adrián Sánchez dijo la verdad. En mis catorce años de periodismo he encontrado a muy
pocas personas que resistan dos declaraciones a la Guardia Civil, sin caer en alguna contradicción... Concluida la investigación de este <> o <
Un ovni zarandeó el coche del presidente de la Diputación En la madrugada de aquel mismo 20 de marzo de 1974, otro ovni había proporcionado un susto de muerte a una de las personas más parcas en palabras, más frías en talante y menos dada a la popularidad que ja-
na, fueron tales que faltó muy poco para renunciar el esclarecimiento de aquel nuevo caso ovni. Pero la su-e.rte -una vez más- nos favoreció. Y el hombre, a trancas y barrancas, fue explicándonos lo ocu-, rrido aquella madrugada. -Tienen que comprenderlo -nos düo al pie de la Diputación, mientras revisaba una y otra vez con la mirada los mil brillos del impecable coche oficial, protagonista precisamente de la aventura-. Yo tengo un puesto y estoy al servicio del señor Presidente. No puedo ir por ahí pregonando cosas que pueden perjudicarme... Fue necesario retirar las cámaras fotográficas, magnetófonos, etc., para
más he conocido.
que el señor Muñoz se decidiera a
Por un momento creí que no había nada que hacer. Las evasivas y contrariedad manifestadas por Cristóbal Muñoz, chófer del presidente de la Diputación Provincial gadita-
hablar.
Y ésta fue su versión directa: -En realidad yo no vi ningún aparato. Yo no vi ningún <
Cristóbal Nluñoz. otro testigo de un ovni en plena carretcra.
«fJna luz salió de [a cabeza de aquel ser ] me dejír casi ciego», erplica el testigo a J. J. Benítez. en la misma puerta de la Diputación de Cádiz.
Las fotografías tuvieron que ser tomadas por Fernando Múgica con teleobjetivo. El testigo {ristóbal Muñoz- no deseaba publicidad alguna de su caso.
t/o
ln'el "UrL
El chófer del entcnccs presidente de Ia Diputación de Cádiz. señor Muiioz, iunto a su coche oficial.
«El ovni zarandeó mi coche *nos dijo Cristóbal Muñor.- corno si se tratara de una pluma...>>
-Empiecc ustcd por el pnncipio.
Será rnás sencrllr¡.
-Era dc madrugada. Quizá las dos
o dos v media. No
recuerdo bierr.
Acababa de dejar al señor presidente
de la Diputación en su casa de Sanlúcar de Barrameda y tomé de nuevo el camino hacia Cádiz. »»Pues bien. cuando me encontraba a unos cinco o seis kilómetros del Puerto de Srrnta María obserr'é entrc la niebla a una «persona>). -iDice usted que habia niebla'l
-Sí, bastante. Pero el tiempo nt, era malo. Al principio, pensé euc :c
trataba de algún accidente. De io contrario. iqué podía hacer allí, a esas horas, una persona?
-iRecuerda dónde estaba exacta-
mente aquel la
<>?
-Sí, en la cuneta. Pero no se movía. No había casi tráñco y, como le digo, sospeché que allí habia pasado algo. Así que paré y me bajé del automóvil, dispuesto a auxiliar a quien lo necesitase.
Don Cristóbal Muñoz es un homY tremendamente sereno. Hubo momentos en los que aquella parsimonia suya estuvo a punto de sacarme de quicio. Pero, a pesar de esa frialdad, el chófer iba a recibir un susto que jarnás olvidará. -...Seguí caminando hacia aquella silueta y, conforme avanzaba bre joven y fuerte.
algo me decía que
alli
había «garo
encerrado>»... -cPor qué?
-No sabría decirle. Aquella persona -o Io que fuera- seguia inrnóvil. Lo lógico es que, al verme, se hubiera acercado o me hubiera hecho alguna señal o, simplemente, me hubiera hablado. Pero no. - ¿,No sintió temor? 177
- Un poco. Pero estaba ya a dos metros de aquella figura. De pronto. cuando iba a preguntarle qué le sucedía, surgió de su cabeza o de su cara -no sabría decirle exactamente- una
luz muy l'uerte. Observé al chól'cr. Su voz no había
experimentado aceleración alguna. Los nerr ios parecían seguir cn reposo.
- No pude descubrir ni el más lere titubeo. Minul.os antes -y nlienlras esperábamos su llegada al Palacio de la Diputación- varios compañeros de Cristóbal Muñoz habían coincidido: -<
-No, no lo creo. Los brazos de aquel ser estaban quietos y pegados al cuerpo. Laluz salía de la cara. Fue cosa de un instante. -iCómo reaccionó? -Con miedo. áCómo habría actuado usted? Sin mediar palabras retrocedí y eché a correr hacia el coche. -cY aquella «hgura>>'? -No sé. Yo seguí viendo la luz incluso dentro del coche. Lo puse en marcha i sali disparado. Entonces lue cuando -sin que yo supiera cómo- el «Seat>> empezó a <
lo ocurrido con al-
guien?
-Esa noche me lui a la cama con el susto. Pero a la mañana siguiente se lo relaté todo al señor presidente.
-iY
qué le drjo?
-Que podía tratarse de un ovni
de
esos que salen en los papeles...
;Es que los ovnis que se aproximan a los vehículos en nuestras carreteras tratan de conocer las reacciones de los testigos?
Tierras de Sevilla. áCuál puede ser Ia razón de la intensa actividad ovni en dicha regiónl
-.s.",*, t¡.*:¡{g:*i!ry¡pd*;,;§á;
La mayor parte de los casos de
<>
con ovnis en plena carretera se registran en lugares apartados: en campos, vias secundarias.
Se quemaron los fusibles Hasta aquí
la versión del
ProPio
testigo.
Sin embargo, analizando una
Y
ofra vez el relato del señor Muñoz, terminaba siempre por tropezar con un punto que no resultaba del todo lógico. «Si el chófer de la Diputación
Provincial -pensé- es un hombre sensato, tal y como lo ratifican cuan-
tos le conocen, no tiene sentido que a la mañana siguiente comentara el he-
cho con el presidente, arriesgándose tontamente a una posible mala interpretación por parte de dicho presidente.» Lo más normal hubiera sido silenciar el hecho. iO es que'había algo más que Cristóbal Muñoz estaba Pasando intencionadamente por alto? En posteriores averiguaciones pude conocer un detalle que -por su-
puesto- no ha sido ratificado Por el
testigo.
Según mis noticias, cuando el coche del señor Muñoz empezó a ser zarandeado inexplicablemente, la totalidad de los fusibles del vehículo se 180
El b¡illo de los ovnis es descrito generalmente por los testigos como «€xtraordinario>>.
quemaron, inutilizando el coche. Hubo momentos -según mis informantes- en los que el pesado automóvil llegó a ser levantado hasta casi un metro del suelo. Cuando aquello termrttó. Cristóbal Muñoz no pudo arrancar de nuevo el turismo. Era del todo imposible. Y fue precisa la ayuda de una grúa para trasladarlo aCádiz. Esta, en cambio, sí era una buena razón paru poner el hecho en conocimiento del presidente...
Curiosamente, ambos casos se habían producido con unas ocho horas de diferencia y entre dos puntos separados entre sí, en línea recta, unos 100 kilómetros. Un día después, un camionero de Salamanca sufría también la más escaloflriante «persecución» de su vida, allá en tierras salmantinas. Varios seres de una formidable estatura le obligarían a huir, aterrorizado, a campo traviesa. Pero este nuevo caso bien merece un capí-
tulo aparte.
w ll
n-
Antonio
J. J.
Manuel
Ribera
Benftez.
Osuna
Con Manuel Osuna es uno de los grandes pioneros del
Periodista. Ha recorrido medio
Nacido en Umbrete (Sevilla). Hizo sus primeros estudios en el Seminario Metropolitano de Sevilla. Durante l7 años dirigió la Escuela de Orientación y Formación Profesional de Villanueva del Rio y Minas. Posteriormente fue directo¡ de la Agrupación Escolar de Umbrete. donde actualmente
fenómeno OVNI en nuestro pais. En 1958 fundó, con
Edua¡do Buelta Marius Ueget y Antonio Pelegrí, el Centro de Estudios Intefplaneta¡ios. En I 961 publicó su primer
librot "Objetos desconocidos en elcielo". Entre sus numerosas obras, dentro de la Ufologia. destacan:
.
"El gran enigma de los platillos volantes", "Un caso perfecto", "Platillos volantes en Iberoamérica y España", "¿De veras los ovnis nos vigilan?" y "El misterio de Ummo". En 1977 organizó y presidió el I Congreso Nacional de Ufologia. celebrado en Ba¡celona asi como el I Congreso Mediterriímeo. también sobre ovnis, de amplia resonancia mundial y que tuvo lugar en 1979. Es el primer español que ha hablado sobre Ufología ante la
millón
de kilómetros investigando casos OVNI. Miembro de la Asociación de
Periodismo Cienüfico. En 1976 de altos generales de las Fuerzas Aéreas Españolas l4 ex@ientes sobre otros tantos €sos de ovni en España. Ha escrito, entre otroq los siguientes librosr "Cien mil kílómetros tras los ovnis", " Ovnis: documentos oficiales del Gobierno españo|", "Ovnis: S.O.S. a la H umanida d ", " Te levi sión Española: Operación Ovni", "El env@do" y "Yuelo 225".
y I 978 recibió
reside.
Colaboró literariamente en prensa y ha pronunciado numerosas conferencias Durante cinco años fue articulista de Radio Nacional de SevillaSu gran labor como
"investigador de campo" en la nueva Ciencia de la Ufología empEzó a partif de la II Guerra Muirdial, con los primeros fenómenos registrados en los avata¡es aéreos de los años
1944-45. Junto con Antonio Ribera" constituye la "piedra mae§tra" donde han bebido los jóvenes investigadores. l¡s casos investigados por Osuna se cuentan por miles.
Cámara de los Lores en
Inglaterra.
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