1 CURSO SOBRE LA ESTÉTICA1 §1
“La estética (o teoría de las artes liberales, gnoseología inferior, arte de la belleza de pensar, arte del analogón de la razón) es la ciencia del conocimiento sensible”. Nuestra intención es hacer una exposición sistemática de los primeros fundamentos de todas las bellas ciencias. El conjunto de esta ciencia es conocido con el nombre de estética; y puesto que el libro que utilizamos como base de este curso emplea esta palabra desde su primera explicación, tenemos, primero, que preocuparnos de su origen. Éste proviene muy precisamente de αισθανοµαι; tal término designa lo que designa en latín el verbo sentio, a saber, todas las sensaciones claras. No obstante las sensaciones se dividen en externas e internas, en sensaciones que se producen en mi cuerpo en tanto que estoy consciente de ellas y se remiten a todos mis sentidos, y en sensaciones que sólo se producen en mi alma; de modo que este término, que designa las sensaciones claras en general, convendrá a sus dos especies. El verbo sentio designa además el hecho de percibir algo de modo sensible; el término griego tiene exactamente el mismo valor: él designará, luego, también, las representaciones sensibles. Es, por otra parte, así, que es utilizado en Platón, donde los αισθητα se oponen a los νοητα como las representaciones indistintas a las distintas. Del mismo modo, Aristóteles repartía algunas de las almas en αισθητα, que tienen todavía una sensibilidad, y en αναισθητα, que ni siquiera tienen esta sensibilidad. Se ve que todo aquello que los antiguos ponían en cuenta de la sensibilidad, lo comprendían bajo este término. Si se quiere saber lo que ponían en el alma propiamente en cuenta de la sensibilidad, basta con leer a Buchanan2, quien en el tercer capítulo de la tercera sección de su libro dice a propósito de las opiniones de los antiguos que estos atribuían el sentido común, la imaginación y la memoria sensible a la sensibilidad porque el alma aún no se conocía de mejor manera. Dicho esto, así como se ha formado a partir de λογικος, “lo que es distinto”, el término λογικη, que designa la ciencia de lo distinto, formamos en el presente, a partir del término αισθητος, el término αισθητικη que designa la ciencia de todo lo que es sensible. Cuando los antiguos hablaban del mejoramiento del entendimiento, se proponía inmediatamente a la lógica como el recurso universal que debía mejorar el entendimiento en su conjunto. Sabemos en el presente que el conocimiento sensible es el fundamento del conocimiento distinto; si, por lo tanto, el conocimiento distinto tuviese que ser mejorado por completo, entonces la estética debe venir en ayuda de la lógica. La estética como ciencia es todavía nueva; se han dado, de vez en cuando, reglas para el bello pensar, pero nunca todavía, en los tiempos pasados, se ha llevado la totalidad de estas reglas a la forma de una ciencia ordenada sistemáticamente; por ello es que puede que el nombre de nuestra ciencia sea todavía desconocido para mucha gente. Nuestro primer 1 2
Conferencia de Hans Gottlieb Baumgarten. Traducción de Gabriel Castillo F. Autor de una Historia del alma humana (1636).
2 párrafo propone luego, además, otras denominaciones, en caso en que debiera confrontarse con lectores para los que la primera denominación sería desconocida. Se puede llamar a nuestra ciencia la teoría de las “bellas ciencias”, aún cuando no había en dichas ciencias nada de propiamente científico. Se la puede llamar la ciencia de nuestra facultad de conocimiento inferior; o, para hablar de manera todavía más sensible, puede ser llamada con Bouhours “la lógica de las espinas”3. Para nosotros alemanes la expresión ya es familiar: el arte de pensar con belleza; se puede, luego, utilizarla igualmente. La psicología nos ha enseñado que nuestro conocimiento (Einsicht) de la cohesión de las cosas es, por una parte, distinto y, por otra, confuso; la parte distinta está constituida por la razón, la parte confusa por el analogón de la razón: de allí se obtiene una denominación para nuestra ciencia. ¿Se prefiere hablar en metáforas y se ama la mitología antigua? Podrá entonces llamarse a nuestra ciencia la filosofía de las musas y de las gracias. Más aún: puesto que la metafísica contiene aquello que las ciencias tienen de universal, podría llamarse a la estética, en virtud de cierta analogía, la metafísica de lo bello. Tal ciencia y el conjunto de sus verdades no son de todos modos tan nuevos como para que nunca antes se haya pensado con belleza: hubo estetas prácticos antes de que se conocieran las reglas de la estética y se las llevara a la forma de una ciencia. No será inútil hacer una pequeña introducción a la historia de la estética; toda la historia de los pintores, escultores, músicos, poetas y oradores tendrá aquí su lugar, ya que todos estos diferentes ámbitos encuentran en la estética sus reglas universales. Pero ello nos llevaría demasiado lejos: nos atendremos exclusivamente a aquellos que eran particularmente versados en el conocimiento distinto. Veremos que ellos han sido en su mayoría estetas prácticos; y podemos concluir: si aquellos que hacían, por decir así, profesión del conocimiento distinto han pensado la mayoría de la veces de manera sensible, cuánto más lo han hecho los otros, para los que el conocimiento distinto era desconocido! Se ha dividido a los filósofos de la antigüedad en bárbaros, griegos y romanos. Nuestra historia hará aparecer en todos ellos la verdad de nuestra proposición(…). Tenemos que apresurarnos por respeto a la brevedad, y llegar a Descartes. Quien lo conozca sabe que se trataba de un espíritu de una vivacidad poco común. Sui física es más bella desde un punto de vista estético que desde un punto de vista filosófico. Sería posible cantar su teoría de los cubos más que hablar de ella filosóficamente. Y aún el poema que escribió durante su vejez en Suecia junto a la reina Cristina da testimonio de que podía pensar con belleza. Los filósofos comenzaron entonces a dividirse; nosotros nos atendremos a los más recientes. Es ahora Leibniz quien se presenta: fue un gran hombre desde todo punto de vista, incluso por el hecho de que fue un gran espíritu estético. Su Teodicea es verdaderamente bella; y qué materia le fue aportada en todas las lenguas que dominaba! Wolf y Bilfinger no tienen menos belleza estética. Quien haya leído sus Éclaircissements philosophiques sabrá de qué espíritu le corresponde ser la prueba; éste expresa en tal obra el deseo de hacer conocer mejor las reglas del bello espíritu y de hacer nacer una mayor inclinación por el conocimiento sensible. Este deseo sirvió de ocasión para que el profesor Baumgarten escribiera la Disertación sobre algunos temas vinculados a la esencia del poema, disertación que fundó la ciencia de la estética. Cuando este mostró, en su Metafísica, que las facultades inferiores debían todavía ser mejoradas, se planteó la pregunta de cuál era el lugar de tal mejoramiento; y cuando éste propuso la estética, que no 3
D. Bouhours, La manière de bien penser dans les ouvrages d’esprit (1687).
3 era siempre sino un deseo piadoso, el deseo de conocerla hizo tanto que el presente sistema vino al día. Bouhours, el Tratado de lo bello de Crousaz, las Entretiens des peintres y el Traité du goût4contienen muchas proposiciones generales sobre lo bello; pero no agotan el sujeto. Ello, porque no era posible todavía darle la forma científica que a presente es la suya. Conocemos desde ahora a la estética como ciencia; se debe por consiguiente poder decir de ella todo lo que se dice de una ciencia: ella debe fundarse sobre razones precisas; todas sus deducciones deben por consiguiente ser correctas en cuanto a su forma y a su materia. Algo que no era posible decir mientras las reglas de lo bello estuvieran dispersas aquí y allá. Disponemos, igualmente, de ciencias que tienen por objeto los deseos; la estética se distingue de tales ciencias en la medida en que ella es la ciencia de un cierto conocimiento. Pero se vincula a las ciencias del conocimiento con la filosofía instrumental u orgánica; la estética pertenece por consiguiente, también ella, a la filosofía instrumental: lógica y filosofía instrumental no deberán más desde ahora ser tenidas por sinónimos. La estética se distingue de la lógica en que ella tiene por objeto el conocimiento sensible, la facultad de conocimiento inferior. Quizás, se podría hacer todavía algunas objeciones a nuestra explicación; podría preguntarse por qué no se ha agregado a nuestra definición “ciencia de la perfección del conocimiento sensible”. Nosotros respondemos simplemente que las pocas marcas distintas dadas contienen todas las determinaciones requeridas para una diferenciación suficiente y, en seguida, que esta noción está ya contenida en ellas, puesto que toda ciencia vuelve más perfecto mi conocimiento. Se pregunta porque no se ha escrito “ciencia de la adquisición y de la exposición del conocimiento sensible”; es simplemente porque se conoce la regla que dice que no hay que introducir sin necesidad distinciones en una definición. Sería, por lo demás, una definición demasiado restringida y que valdría sobre todo para la elocuencia; pero nuestra definición debe valer también para la música y la pintura. ¿Se quiere proponer que se escriba, en lugar de “ciencia de la exposición”, “ciencia de la expresión por signos”? Se trata allí de una noción que ya está contenida en nuestra definición. Puesto que en el momento en que debo expresar mediante signos bellos pensamientos, necesito de nuevo pensar con belleza para no expresar mal estos bellos pensamientos.
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Textos de J.-J. Breitinger, publicados en 1721 y 1736.