Play time is over... Hace tiempo mirando un video de Quest de los años 80 de Masaaki Hatsumi, donde el título Distance. Me intrigó porqué introductorio luego del nombre de la asociación, era Martial Arts of Distance. quiso hacer énfasis en eso de las artes marciales de la distancia. distancia. Luego, leyendo el libro libro Animal Day, pressure testing the martial arts, me encontré con una reflexión muy interesante. El autor, Geoff Thomson, es un artista marcial veterano, que también hizo experiencia real en situaciones límite como seguridad en boliches, y allí invita a los lectores a evaluar su estilo marcial entre otras cosas respecto de la distancia en la que se establece el combate. marcial?. Creo que la pregunta que uno debe hacerse es, cual es, cual es la distancia de combate de mi arte marcial?. La mayoría contestaría con total honestidad que su sistema cubre todas, y así lo creía yo. La verdad es que el sistema del que vengo, opera en distancias intermedias (o sea, entre la distancia en la que está el alcance máximo de una patada sin avance, y la distancia máxima que cubre un puñetazo sin avance. Esto hace que, por ejemplo, en todas las bases clásicas (Kihon) de mi arte marcial, los ataques se hagan con el puño atrasado, y en avance. Esta situación situación es un verdadero paradigma del estilo que aprendí. No necesariamente es malo, ni bueno. Es un paradigma, un tipo de color de gafas con el que interpretamos la realidad. La razón de esta distancia está en la historia. Mi arte marcial viene del Budo practicado por los Samurai, pero no el de la era Edo, donde la guerra no existía, y la gente andaba vestida de ligeros kimono, sino de la era Sengoku, donde lo normal era estar con armadura, que si bien es más liviana que el equivalente europeo, no deja deja de ser un peso considerable. Entonces, cuando el Samurái perdía sus armas primarias y debía recurrir, in extremis, al ju-jutsu, debía andarse con pasos muy firmes para no caer, y no podía andar a los saltitos tipo torneo de artes marciales. Necesariamente debía atacar en avance, para darle dar le mas momentum a su ataque (del otro lado la do había un tipo acorazado como él). Se perdía velocidad a favor del empuje. Hoy en día es raro ver un ataque tan noble como el de ésa era, en el que en un solo ataque y con firme determinación de quien está dispuesto a morir, avanza con resolución y determinación (y por ende con inercia, algo que aprovechan muy bien en el Aikido). La gente más vil de nuestros días no desprecia la muerte propia, ni aprecia la vida ajena, por lo que recurre a la finta, al engaño, a los cortes o golpes ¨misilisticos¨ como les llamo yo, donde en cualquier momento del recorrido pueden cambiar de dirección. Tiene que estar muy paqueado o muy enajenado para para lanzarse como poseído
en un solo ataque. La mayoría no tendremos tanta suerte como para encontrarnos a este tipo de atacantes. Por el contrario, la norma es la inversa. ¿Qué hacer contra quien se para firme y lanza puños o puntazos como loco, que avanza sin envión, y que ataca desde mucho más cerca que lo que se alcanza con un puño extendido (conocido como la zona de grappling), es decir sin avanzar?. ¿Cómo se encuentra una ventana para reaccionar y atacar en esta situación, cuando toda nuestra experiencia nos prepara para alguien más noble, decidido a avanzar, y abrir así un pequeño instante de desequilibrio por donde entrar? De todas las artes de combate, quizás la que haya lidiado más a fondo con este dilema son el boxeo occidental (box, kick boxing) y el oriental (Wing chung, el Panuntukan filipino, Muay Tai, Silat de Malasia). Ellos trabajan en las mismas narices de su adversario, donde no hay tiempo de bloqueos ampulosos, donde no se puede retroceder sin arriesgar un barrido al interior de las piernas, donde un cuchillo no puede ser bloqueado, ni aplicársele una palanca, sin ser apuñalado previamente. Cuál es la dirección más segura para evadir un ataque en estas circunstancias? El Maestro de Taichi Erle Montaigue, en el capitulo Rules for fighting del libro Reflex Violence, argumenta que que hay solo dos, hacia afuera y en avance (o sea buscando la espalda del enemigo), o directamente hacia adelante, buscando interceptar el cuerpo del enemigo antes que el afirme para darle solidez al puñetazo. Y muestra argumentos muy interesantes, basados en nuestro cerebro primitivo, el que se activa en situaciones límites de vida o muerte, de lucha o huida. Dice que bloquear en retroceso activa a nivel inconsciente en el atacante, una impresión de presa en el que bloquea, que despierta un instinto depredador en quien ataca (como cuando corremos ante un perro, es lo peor que se puede hacer, ya que le decimos que somos presas potenciales). A propósito de la defensa en avance, ¿o debería decir del ataque preventivo?, lo que propugna Erle Montaigue no es el bloqueo de los periféricos (brazos piernas), sino avanzar en ataque hace el núcleo del cuerpo, donde residen los órganos órganos vitales. Si le tiras a un perro un palo, palo, va a buscar el palo, si se lo tiras a un león, te salta encima. Si bien el brazo o las piernas son las que manifiestan el ataque lo que los mueve y sustenta está en el centro. Los Samurai tenían una frase muy interesante, que viene a colación respecto de defender en avance: ¨debajo de la hoja de la espada esta el infierno, un paso más adelante, el paraíso ¨. Quienes hayan tenido alguna experiencia con muto dori gata , saben que hay una técnica en la que ante un Shomen kiri o golpe recto descendente, se avanza y de aparece entre los brazos del atacante, para poder con la expansión de nuestros brazos, desarmarlo. Si se puede hacer contra un sable, mucho más contra un puño… Seguramente quienes practiquen otras artes marciales o disciplinas militares de combate cuerpo a cuerpo podrán hacerse la misma pregunta, y si son sinceros, hallar paradigmas similares.
Esto significa que un arte es mejor que otro, o que lo que aprendí no sirve para nada?.
Ciertamente no, pero como hacia el samurái, no hay que vivir en el paradigma, porque puede ser letal. Debemos hacer un Musha Shugyo, una peregrinación marcial. La mejor forma de ver las falencias de un sistema, es ver a otros. La primera vez que dudé de la efectividad de mis técnicas para una situación moderna de combate, tal y como las practicaba, fue en una época en la que en el dojo al que asistía, había una clase de kickboxing que precedía a la nuestra. Allí, mientras ellos ponían a prueba, bajo resistencia (es decir sin que el otro te ayude a hacer tu técnica), y sometidos al shock adrenal que viene de saber que vas a cobrar lindo, pude ver que para poder usar lo que en más de dos décadas aprendí, debía cambiar, y mucho, la forma de aplicarlo. En un momento se había propuesto una clase conjunta, y le sugerí al instructor del dojo que no hiciéramos combate con ellos, porque nos iban a cagar a trompadas. Me miro con sorpresa, ya que no soy de los más tiernos, y le explique que ellos combaten a corta distancia, mientras que nuestro sistema es de distancia media… Algo debió entender, ayudado por el hecho que el fungía de arbitro en los combates del otro grupo, porque la idea no prosperó. Mi percepción la confirmé con algunos compañeros que hacían entrenamiento también en kickboxing. Tampoco me impresioné mucho por esta última disciplina deportiva, al punto de cambiar mis preferencias, porque vi a tipos realmente en forma, pegarse hasta quedar exhaustos, con todas sus fuerzas, y sin embargo no se lastimaban. Me recuerdo pensando, ¨…si tan solo hallase la forma de entrar dentro de la distancia de grappling (jujutsu), con la mitad de esa fuerza conozco veinte maneras de matarlos…¨´ Y si, lo que hace deporte a un deporte de combate es justamente su no letalidad. Los blancos sensibles están prohibidos, los permitidos son los menos sensibles. No creo que en la calle nadie te regale tanto tiempo como para matarlo de cien patadas a las costillas o al muslo. Ojo, no quiero que se interprete que estoy diciendo que es una cagada, simplemente que tiene un propósito, que no es la defensa sino el deporte competitivo, y más les vale saberlo antes de confiarse en este para la defensa personal. Si se reconoce a tiempo y se entrena con otro fin en mente, la letalidad, seguramente sería un arte temible (como en su arte originario el Muay Tai, el Silat, o el Panuntukan, donde tienen formas similares pero con foco en la eficiencia de movimientos. Léase, matar sin muchas vueltas).
El cáncer de las artes marciales Hay una enfermedad mortal en las artes marciales, que promueve la creación y preservación de formas que dependen críticamente de la complicidad de quien ataca, para ser ejecutadas. En el afán de no lastimarse, los uke tienden a ceder, dejarse llevar, para caer o rodar c on elegancia. Esto lo hago también yo… es natural, parte del instinto de conservación. Pero, qué pasa con el tori, el que hace la técnica? Primero, se convence que se puede hacer una proyección o luxación sin antes aplicar un atemi. Para poder hacer jujutsu a alguien, primero hay que tiernizarlo a golpes. Si el tipo se pone firme y no te regala nada, no hay forma en el universo de hacer una luxación sin golpearlo primero. Si alguien lo duda, me ofrezco de voluntario como uke… Lo digo en serio.
Segundo, piensa que en la vida real el otro lo va a esperar para que le haga todo lo que se le ocurra. Es el famoso ritmo de tres tiempos, que se ve en muchas artes marciales. Uno..salir y bloquear, dos..avanzar y golpear, tres… proyección/luxación y control. Prueben hacerlo con resistencia, las técnicas que sirven en la vida real tienen uno y solo un tiempo; ante el ataque, se avanza atacando. Y si es posible se ataca preventivamente, aprovechando la sorpresa, antes que el otro tome la determinación de concretar el ataque. Punto. Lo otro que se deriva de la práctica sin resistencia, es que no se desarrollan reflejos rápidos, ya que está implícito un tiempo más que suficiente de respuesta. Y esto me lleva a otra reflexión, si decimos que en definitiva definitiva la mejor forma de defensa es un ataque, lo que que entrenamos en general general como ataque no sirve para este fin. Ya lo dice Bruce Lee en el Tao del Jeet Kune Do, que la única forma de ataque de puño lo suficientemente rápida proviene del puño adelantado, y sin depender del avance de los pies. Creanme que he intentado probar de aumentar la velocidad de un Zempo Fudoken , y nunca jamás superé la velocidad de un Fudoken con el puño de adelante. Alguno argumentará que es porque soy un perro como artista marcial, pero en última instancia la base de comparación es la misma, ya que el mismo perro hace ambas técnicas! Y reconozco que no soy bueno en ninguna. Finalmente, esta forma de practicar tiene otra falencia, la retroalimentación, o feedback. Algo que no le pasa al box, si te equivocas, te embocan, y te pegan con fuerza completa. Esto es algo que en los viejos dojos japoneses todavía existe. Nuestros pruritos de sociedad moderna proclive a la hiperjudicializacion, hacen que por temor a que un pibe se lastime, lo tratemos con guante de seda. La calle no es tan suave, y paradójicamente, son los más jóvenes, quienes están más expuestos. Yo como padre al borde de los cuarenta, ya no ando más de juerga a altas horas de la noche, ni en sitios raros… La retroalimentación le juega muy malas pasadas a quienes por ejemplo, practican Karate para competición, donde con miles y miles de repeticiones, les fijan distancias de golpe que apuntan a marcar y retroceder rápidamente, cuando lo que se necesita en la vida real es apuntar más atrás del blanco y cargar todo el peso del cuerpo detrás del puño, como queriendo atravesarlo. Geoff Thomson comento de un karateka amigo y también seguridad en un boliche, que fue literalmente cagado a palos, a pesar que el tipo una y otra vez entraba con golpes. Lo que pasaba es que a nivel inconsciente entrenó para marcar, entonces los golpes los frenaba antes de llegar a penetrar a fondo. Lo mismo nos pasa a todos en alguna medida. Lo importante es entrenar la intención asesina, el Shinken gata, en todas las técnicas, aplicando generosamente el Atemi, que nadie se muere por un machucón. Además, como uke siempre cobro ( gracias Rodri!), y lo tomo como un regalo muy valioso, por una parte entiendo el poder real de la técnica, y gano confianza para usarla en una situación límite, y por otro lado, mi sistema nervioso se desensibiliza, elevando el umbral de dolor, con lo que me hago más invulnerable al mismo. Lindo combo, no? No hay nada más atemorizante que alguien que se ríe mientras está recibiendo castigo .. Como le decía a mi padre en la Armada un Infante de Marina, una gota de sudor en el entrenamiento, ahorra un litro de sangre en el combate. O como dice mi instructor, uno entrena como combate y combate como entrena.
Las artes marciales como vía para la supervivencia en situaciones extremas no son juegos de niños, quien no esté dispuesto a admitir una cuota de sufrimiento, haría mejor en salirse. Tengo una frase para los novatos en esta senda de sutemi (sacrificio); ¨el dolor es un gran maestro…. pero no consigue alumnos¨ alumnos¨ (Me pregunto si alguien sabe cómo se diría esto en Japonés, seguro que le daría más lustre…jaja)
Es mejor saber que uno no está listo para combatir, e imprimirlo a nivel subconsciente para que cuando ocurra lo peor, nuestro cerebro de reptil elija sistemáticamente huir a luchar. Un buen cobarde suele sobrevivir. Hay sin embargo, un cierto porcentaje de casos, donde no tendría otra opción que luchar. Por eso elijo entrenar para matar.
Entrenar para matar? Sip.. no hay ningún error de tipeo. Estoy convencido que si voy a usar mi habilidad de combate, no lo voy a hacer por una pelotudez. Si hay una situación para usarlo, es en defensa legítima, frente a una agresión potencialmente letal para mí o alguien a quien deba proteger. Si la ley no hace punible el uso de la fuerza letal siempre y cuando no haya provocación de mi parte, y sea para defender mi propia vida o la de alguien mas de quien quiere ponerla en peligro, entonces, debo entrenar para matar. Lo demás viene por añadidura. Como muchos legítimos usuarios de armas de fuego, voy al polígono y trato de pegarle al centro de la diana. No se me ocurre, ni a nadie más, entrenar para pegar a los pies. Es un arma letal, para usar únicamente situaciones situaciones de vida o muerte. Ojalá que nunca nunca tenga que hacerlo, pero si la uso, al al menos no habré entrenado para errar sistemáticamente. Eso es precisamente lo que hacemos cuando no tenemos como primera prioridad entrenar las artes marciales con intención de matar. No estoy haciendo apología del delito, ojalá que nadie tenga que usar lo que sabe para salvar el pellejo. Solo aspiro a que si por desgracia tiene que hacerlo, tenga mejores probabilidades de ser quien salga vivo, gracias a esta reflexión. A lo sumo lo veo como un buen humanista. Si el primero de los derechos es el derecho a la vida, debería hacer lo posible por garantizármelo a mí y a los que debo proteger. Hay una máxima en la gestión empresarial, ¨las organizaciones solo pueden tener una finalidad, no mas¨ Es válido para cuando las empresas se embarcan en todo tipo de actividades que no llevan al lucro, que es su fin, y también para las organizaciones marciales. Si un arte marcial prioriza el aspecto espiritual por sobre el combativo letal, o aspira a ambos, generalmente no alcanza la eficacia en ninguno. Seguramente todos hemos hemos escuchado la perorata perorata del camino marcial como senda de iluminación. Esto viene de la época en que los samurái se habían convertido en burócratas, cuando los Tokugawa impusieron una paz de 250 años. Como sus privilegios de clase les obligaban a portar armas, debían mantener un aspecto de guerrero mas de que de rata de biblioteca, por lo que, sabiendo que era obsoleto como técnica bélica ( occidente estaba más avanzado y lo sabían), crearon
los diversos DO, KenDO, JuDO, al final de la era Edo y principios de la Meiji. Era un intento más de mezclar el Budismo Zen, con las disciplinas de combate samurái. Murio el Jutsu y nació el Do. Personalmente me parece fascinante esto, pero creo que ningún budista serio podría adscribir a la senda del samurái sin desconocer las incongruencias. Ellos mismos lo sabían, y decían que el samurái, por sus pecados estaba condenado a reencarnar como samurái! El hecho es que toda la etiqueta de dojo, la ritualidad que viene con el Zen y con la que se invistió al honolable alte de destlipar al advelsalio , no puede ocultar que la finalidad última es la de matar. La iluminación puede o no venir, pero cuando estas artes nacieron , eran para matar y solo para eso. Las categorías Kyu/Dan que Jigoro Kano creó, terminaron de aniquilar cualquier vestigio de eficacia en las artes marciales. Tu cinturón negro es mejor aliado de quien te ataque ataque en la calle. En esa situación, pesa una tonelada. Puede hacer que por miedo a lucir cobarde, te enganches en una pelea por una causa fútil, que puede costarte caro. Te lleva al engreimiento, a dejar de aprender del principiante. Por eso ya casi no lo uso. Crea apego, y eso trae karma negativo. Las competencias, a mi entender también tienen una incidencia negativa. Aparte de imprimir a nivel inconsciente reflejos condicionados que no son letales (por aquello de marcar y retroceder..) Y las competencias de formas o kata, hacen que prevalezca lo bonito, estético, frente a lo útil. He visto a tipos hacer hermosos floreos con katana o Kama, a velocidades vertiginosas. Me pregunto porque el samurái nunca hizo eso, seria que era al pedo? Cuando veo que se hace mucho énfasis en el aspecto espiritual, generalmente observo también un anquilosamiento en la técnica, con foco en la rigurosidad con la que se la práctica, respecto del canon clásico. Al no tener foco en la efectividad letal, se termina con una especie de coreografía o danza marcial, como la del teatro clásico chino. Para ser letal hay que atreverse a romper romper las formas. ¿Qué son las formas formas sino el cadáver cadáver de la espontaneidad espontaneidad del fundador fundador del estilo?. A él no le importaban las formas, él era la forma. Cuando me di cuenta que lo que practicaba no era prestado, que no tenía que adscribir a una membrecía de una organización para poder decir que hacia ese arte marcial, fue porque me di cuenta que yo era e ra ese arte marcial. Todos los poros de mi piel destilan mi estilo marcial, basado en lo que me ensañaron, pero una vez aprendido, es mío, para hacer lo que me plazca. Sabiendo eso, pude romper las formas, y entender que el verdadero Budoka no sigue al maestro, sino que busca aquello que ellos mismos buscaban. Bebe de la fuente primordial del Budo, LA NATURALEZA. Esa fuente alimenta a todos los estilos, por eso, ante la misma situación, diversas artes marciales que nunca estuvieron comunicados, hallan las mismas respuestas. Esta realización es el primer paso para atreverse a reformular lo aprendido. No quiero ser un disco rígido donde se preserve impoluto un arte, solo para que otro más adelante lo tome y lo cargue a su disco rígido, y asi in eternum, per omnia secula seculorum El maestro que fundó mi estilo, viajó por China durante trece años, practicando con maestros chinos. Qué aprendió? Por cómo se enseña hoy, parecería que nada, pero intuyo que en lo que legó hay mucho de esos años en China. Lo que legó es, supuestamente, sólo lo que recibió de sus
maestros japoneses, años antes de irse a China. Y supuestamente hay que preservarlo impoluto. Paradójicamente está muy mal visto salir a hacer otras cosas en este ambiente.
Yo elijo hacer como él, salir a hacer mi Musha Shugyo, y aprender los que pueda aprenderse de otras artes, y de la naturaleza misma.