Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos. (Jorge Luis Borges, 2001: 58)
Si queremos definir “archivo” no tendremos dificultad en representárnoslo como el contenido y el continente de los documentos institucionales o privados que ordenadamente interesa guardar. Mas, si nos atenemos a la historia de la palabra y por tanto del actual concepto que la misma expresa el asunto se complica, problemática que no lo es en puridad pues el consenso significativo empleado hoy para archivo no ofrece ambagues dada la distancia con la genealogía primordial del susodicho vocablo; acuerdo lingüístico que se beneficia además de la fuerza conque irrumpen los nuevos significados de una palabra 1 toda vez que adquieren el vigor de la implantación. Así, “archivo” lo ον, cuya adquirimos a través del latino archīvum que a su vez provenía del griego ἀ ρχεῖ ον literalidad habla de residencia de los magistrados y principia la serie de extensiones que nos llevarán hasta su significación actual. De habitación de estos gobernantes pasó, también, a designar el continente de los documentos que funcionarialmente convenía custodiar y de ahí, finalmente, extendió su significado igualmente al conjunto de piezas allí reunidas tal como decíamos en las primeras líneas, además del nuevo atributo añadido con su empleo en la informática que todavía hoy está en fase de predefinición 2. Los archivos son como yacimientos arqueológicos comentados por sus propios productores. Hontanar de datos al que acudir a saciar la sed informativa, es el registro documental baza imprescindible para historiar, irreemplazable aun en su falsa asepsia, pues no es sólo que haya partes de algunos repertorios falsificados ab initio sino que posteriormente a su creación creación no pocos fragmentos de otros tantos tantos son manipulados, manipulados, en lo que constituye un auténtico problema de las fuentes contra el que cabe combatir con el recurso de ampliar el abanico documentador, diversificación seguida de la cotejación pertinente así como de la aplicación de métodos indirectos más el recurso auxiliar de otras ciencias y técnicas, con lo cual conseguiremos la oportuna expurgación que nos abre el camino camino a nuestro laborar laborar con el debido rigor histórico histórico.. De lo expu expuesto esto resulta resulta que tal dice Arlette Farge (1991: 11): “El archivo no escribe páginas de historia”; aunque no podemos dejar de añadir que ayuda y mucho a escribir páginas de Historia. Son pues los archivos cápsulas del tiempo que nacen de la necesidad civilizatoria, como dice Pilar Gay (en RUIZ, A. A. –ed.-, 1995: 39): “la aparición del registro registro de actividade actividadess humanas humanas sobre un soporte material, es decir, decir, el documento, documento, se produce en todas todas las sociedad sociedades es en cuanto cuanto estas estas alcanz alcanzan an un cier cierto to grad gradoo de comp comple lejid jidad ad:: cuan cuando do las las leye leyes, s, las las transacciones comerciales, las tradiciones religiosas, la historia del grupo, en suma, las relaciones dentro del 1
Éxito similar al de los neologismos y barbarismos, casos los tres que participan de nuestra atracción innata por lo nuevo. 2 Lo que no quiere decir que le falte especificidad sino que, como tantas veces, el hecho precede a su narración.
1
grupo y fuera de él, adquieren complejidad y volumen sufi sufici cien ente te como como para para no po pode derr ser ser conf confia iado doss a la memori memoria, a, es necesa necesario rio regist registrar rarlos los y con conse serva rvarlo rlos. s. Asistimos pues al nacimiento del Archivo.”
La producción de documentos arranca con el inicio de la Historia, ya que esta, en cuanto disciplina científica subordina la constitución de tal subperíodo a la aparición de la escritura, quedando la cronología anterior bajo el marbete de Prehistoria precisamente por la característica de su adocumentalidad; adocumentalidad; hemos de precisar empero que esta afirmación no es rigurosa, ya que la prehistoria sí posee documentación en el sentido amplio del término aunque ésta sea agráfica, pues en contra de la restringidora definición del DRAE 3-pese dedicarle tres entradas y dos subentradas- entendemos el mismo como: todo “testimonio de la actividad del hombre fijado en un soporte perdurable que contiene información”4. Bien es cierto que los documentos prehistóricos rara vez serán objeto de la archivística, al no encontrarse estos en los archivos al uso sino, generalmente, en los museos y laboratorios especializados, ya que su campo testimonial se adscribe al estudio arqueológico y no al archivístico propiamente dicho. Huelga señalar la suma importancia de esta conservación histórica emprendida con los archivos, por más que el filósofo turingio sentencie 5: “La historia anticuaria únicamente es capaz y entiende de conservar la vida, pero no de engendrarla. Por esa razón, subestima siempre lo que es cambiante, porque ella carece completamente de instinto para esto.”
Y es que lo que nuestro intempestivo pensador no considera es el uso fecundo que de esa “inmovilidad” puede hacer quien lo pretenda, pues carecer de documentos –y por ende de los archivos que los conservan- sería tanto como privar la vida de cada uno de sus recuerdos, pérdida que para el individuo amnésico significa la sustracción de su identidad y para el colectivo humano el extravío de nuestra humanidad 6. Como expresa la tutora de este curso de doctorado en la página 3 del texto-guía que nos ha preparado a los discentes del mismo: “Un historiador es aquel que intenta explicar por qué se produjeron una serie de circunstancias y cuáles fueron sus consecuencias”; consecuencias”; de donde se desprende fácilmente la ineludible necesidad documental, condicionante sine qua non del que en buena medida da cuenta todo archivo y de ahí el interés de su estudio como parte activa de la labor historiadora que es. La relación entre palabra, memoria e historia es tan estrecha en los tiempos agráficos de la oralidad como en los actuales de preponderancia escritural, época la nuestr nue straa que ademá ademáss añade añade la doc docume umenta ntació ciónn audio audiovis visual ual al acervo acervo inform informati ativo; vo; inform informaci ación ón en tal canti cantida dadd que justif justifica ica califi calificat cativo ivoss como como los de: de: intoxicación, empacho, sobredimensión, etc., lo que nos lleva a lamentar el exceso donde otrora era queja del defecto; mas en cualquier caso la tarea del historiador desde siempre es la de seleccionar todos los materiales de los que disponga, con lo que es peor no disponer de nada que la avalancha de datos, ingencia cuyo un importante depósito es el archivo. Los orígenes bibliotecarios de los archivos, reseñado por A. Heredia (op. cit.: 100): “En la antigüedad no hubo separación tajante entre las Bibliotecas y los Archivos [, donde] el mayor interés que siempre han despertado las Bibliotecas ha favorecido la anterioridad [y preemi preeminen nencia cia]] de la Biblio Bibliotec tecolo ología gía [sobre [sobre]] la Archiv Archivolo ología gía”, ”, nos refuer refuerza za la 3
Diccionario de la Real Academia Española . Aquí manejamos su edición vigésima primera
4
HEREDIA, A., 1988: 87. 5 NIETZSCHE, F. W., 1999: 64. 6 Cfr. JUAN PABLO II, 2005.
2
(1992).
afirmación con la cual encabezábamos el presente párrafo, especialmente cuando el logos toma cuerpo en la scriptio, siendo interesante ver la negativa reflexión platónica en su Fedro (Ibíd., 1997: 402-405): “[Al] rey de todo Egipto Thamus […] vino Theuth, y le mostraba sus artes […,] pero él le preguntó cuál era la utilidad que cada una tenía. Pro cuando llegaron a lo de las letras, dijo Theuth: «Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría». Pero él le dijo: «[…] padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es pues un fármaco de la memoria lo que es hallado, sino un simple recordatorio». [… Cualquier lector, advirtió Sócrates a Fedro:] «rebosa ingenuidad […] creyendo que las palabras escritas son algo más, para el que las sabe, que un recordatorio de aquellas cosas sobre las que versa la escritura».”
Reflexión que por supuesto no compartimos, ni tampoco muchos de los griegos de la época socrática, como lo atestigua el hecho de que fueron ellos los que influyeron sobre las archivística y bibliotecología egipcias 7, aunque la polémica entre oralidad y literaturidad se mantuvo por siglos (de ahí la transmisión oral –juglaresca- de la Edad Media y el poco interés generalizado porque las gentes supiesen leer y escribir hasta bien entrada la Edad Moderna) reforzada por conveniencias de toda laya. De cualquier modo, la función lingüística es capital en el ser humano 8 tanto si nos referimos a su expresión prístina –la más importante, como ya lo determinase Saussure en 1916 en su Curso de lingüística general 9- como si hablamos de ese vehículo de la comunicación humana que es la escritura, pues en cualquier caso estamos ante un universal antropológico tal como lo lista Donald E. Brown 10, rúbricas que contemplan además del lenguaje desde la música a la matemática. La escritura es un enriquecimiento, a su vez prosperado con la perfectibilización de la imprenta (al acondicionarla con caracteres móviles tipográficos) por Gutenberg desde, en la praxis, el año 1450, a las cuales dedica Neruda un poema medio milenio después con esa fuerza de imaginería tan arrebatadoramente suya a la que no podemos resistir sin, al menos, transcribir unos de sus versos (2005: 1099): “Vi ladrillo a ladrillo/ hacer la forma/ de aquella catedral de la palabra,/ subir los muros/ y pronto/ resplandecer las linotipias,/ el acero aceitado,/ y entrar la rotativa/ como el tanque mayor/ de la tipografía”; aunque los primeros escarceos escriturales de la Protohistoria –desde luego, lamentablemente, no cantados como el caso gutenbergiano- ya son un paso de gigante en esta herramienta que tan útil nos es. Los archivos son como tesoros, a veces ocultos o inaccesibles por cualesquiera motivos o motivaciones, vetas informáticas cuyo filón precisa del oficio del historiador por mor de extraer toda su riqueza que no es poca. Este caudal de lo archivístico no lo es tanto por su cantidad o calidad –que también, dado el caso- como por lo que aporta al 7
Vid. MANGUEL, A., 2002: 264. Vid. GÓMEZ, V., 2006. 9 Íd., 1985. 10 En PINKER, S., 2005: 627-632. 8
3
conjunto de las tantísimas recopilaciones, tōtum que es el deseable para poder pasar cabalmente de la particularidad a la generalidad, sin que por ello estemos menospreciando la “cata” que supone todo archivo e incluso todo documento cuando no una parte del mismo o, descendiendo cuánticamente, algunas palabras y sus conceptos 11, pues con las migajas de la historia “cocemos” el pan de la Historia. Son de esta manera un maná con la particularidad de su vigencia, ya que si el bíblico era cosecha del día a día –corrompiéndose a la jornada siguiente el guardado de la anterior, salvo en la doble ración sabática- éste de lo escrito adquiere valor, para la Historia, con los años, los siglos y los milenios.
Figura 1. Grabado copiado de un bajorrelieve mostrando un método de custodia archivística en la Roma antigua. Nótense las etiquetas con el título que cuelgan del extremo de los rollos como auxilio catalogador. (Fuente: A. Manguel, op. cit.: 188). Si el cedulario es el receptáculo de la memoria histórica en su expresión más básica los documentos que lo conforman son su alimento, de tal forma que componen públicos diarios y dietarios de la mayor fehacienticidad dado su carácter, en principio, desapasionado. Así, son sustrato adecuado para el desarrollo exegético, base de esos textos –los libros- que son como cita Sloterdijk (2000: 19) al poeta Jean Paul: “voluminosas cartas para los amigos”; transmisores básicos de nuestra cultura y hoy en crisis si seguimos el razonamiento del mentado filósofo. En este maridaje ya comentado entre bibliotecas y archivos, cuya primera diferenciación se dio en los monasterios medievales, vemos coalescer otras génesis relacionadas con el asunto que estamos tratando, tal son: la deriva a la Paleografía y la Filología a raíz de la indagación de los libros sagrados (judíos, hindúes, budistas, cristianos…) efectuada por los escoliastas primitivos12, la aparición del teatro a partir de los autos sacramentales, el desarrollo de la 11 12
Cfr. KOSELLECK, R., 1993. Cfr. WIENER, N., 1988: 80.
4
Diplomática –documental- desde la ídem vaticana 13, la conceptualización de la historia como ipsa historia recogiendo el testigo de la patrística cristiana 14, o los inicios de la novela traspolados de las historiaciones bíblicas; en lo que es claro ejemplo del polimorfismo de cualquier parte de la realidad que pretendamos estudiar habida cuenta esta doble relación colegible en el seno de la archivística: la literaria y la religiosa. Finalmente, tal como lo intitulábamos, para este trabajo hemos seleccionado dos archivos por su facilidad de acceso y cercanía a nuestra residencia-ocio y laboramiento habituales, que son el histórico municipal de Altura (Valencia) y el parroquial de la iglesia Nuestra Señora de la Misericordia de Valencia.
13
Vid. MARÍN, T., 2000 (II): 149ss. Nos referimos a la consideración de la historia por la Teología como “historia en sí”, o sea la estimación de ésta como siendo a la vez su propio sujeto y objeto. Cfr. AGUSTÍN, san, 1957: 101. 14
5
I. EL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE ALTURA (1251-1845)
El saber está ahí, en los libros y en las bibliotecas, como una cosa disponible, como una parte del mundo instrumental (por otra parte, las máquinas mismas son signos solidificados respecto al mundo instrumental de los instrumentos y del mundo). Gracias a esta sedimentación, la aventura del conocimiento es irreversible, lo mismo que la aventura técnica: todo nuevo pensamiento se sirve de manera instrumental de los pensamientos antiguos y trabaja con vistas a la historia. ( Paul Ricoeur, 1990: 75)
1.1. Nota topográfica La villa de Altura es un municipio de la provincia de Castellón (Comunidad Valenciana, España) perteneciente a la comarca del Alto Palencia. Está situada en el camino natural que une Aragón con la Comunidad Valenciana al sur de la provincia de Castellón. El término municipal de 129,90 km² está situado en el valle medio del río Palencia y se encuentra ocupado en su mayor parte por el parque natural de la Sierra Calderona pues el casco urbano apenas supera el kilómetro cuadrado que alberga los 3355 habitantes (INE 2005) de la misma con una densidad de 25,91 hab./km², ubicándose a 391 metros de altitud en las coordenadas de: 39º 51’ Norte y 0º 30’ Oeste. El gentilicio es alturano/a, distando 3 km de la población más cercana (Segorbe), 65 km de Castellón de la Plana y 56 km de Valencia. Gráficamente podemos observar su localización en la Figura 2. Emplazado en el mismo consistorio su dirección es C/ San Vicente, 2, edificio modernamente remozado pero que conserva empero una importante sección de su estructura porticada, quedando cerca el actual templo parroquial –edificio neoclásico del siglo XVIII- así como la Iglesia primitiva de culto cristiano, ya en el núcleo medieval y 6
edificada en estilo gótico valenciano, tal vez sobre la antigua mezquita musulmana, siendo recientemente restaurada y habilitada como original sala de exposiciones. Inmediato a lo nombrado encontramos la plaza de la Torre cual notable retazo de la medievalidad de la villa junto a las partes del lienzo amurallado que se conservan, cuya accesibilidad al mismo la configura el llamado Portalito, puerta abierta al “Camino de Aragón” y al “Camino Viejo de Segorbe” que confluyen en él.
Figura 2. Planos de localización de Altura en progresión detallada, así como su escudo. (Fuente: Wikipedia).
1.2. Un poco de historia Los yacimientos del Cantal o Caparrota indican la presencia de pobladores durante la Edad del Bronce –iberos-, encontrándose asimismo restos de una villa romana en la partida del campillo. No obstante no es hasta la Reconquista ocurrida en 1237 cuando aparece el primer documento en el que se menciona el núcleo urbano, donde se menciona la donación del rey Jaime I a don Pedro Fernández de Azagra de los castillos y villas de Altura y Chelva, así como las alquerías de Cárcer y Gátova. La población fue heredada por la segunda hija del citado don Pedro quien al casarse con un hijo del rey aragonés motivó la vuelta del municipio a la potestad de la corona. Las siguientes notas documentadas sobre el actual paradero de la villa datan a 1251, siendo por tanto de las más antiguas que posee el susodicho archivo y tratan del amojonamiento y distribución de las aguas entre Segorbe y la aljama de Altura. Ambas poblaciones permanecieron unidas bajo dominio del señorío de Jérica hasta el 6 de octubre de 1296, fecha en que altura se dona en infanzonía a don Sancho Pérez de Ribavellosa. El subsiguiente hito cronológico de Altura es 1327, cuando los vecinos de la misma obtienen su Carta Puebla de mano de doña Buenaventura de Arbórea –viuda de don Pedro de Xérica-, lo que iniciará la conformación de este pueblo como municipio autónomo, gozo que bien pronto se irá al pozo por el eclipsamiento que hará del mismo la Cartuja de Valdecristo desde 1327 hasta 1835, fecha de la exclaustración monástica definitiva, perteneciendo como propiedad de este monasterio al donarlo el rey Martín I El Humano en 1391 a los cartujanos, situación revertida en la datación consignada supra 7
(1835) a causa de la desamortización de Mendizábal, que la restituyó como municipio libre. Una vista panorámica de la población puede verse en la figura 3, a continuación de estas líneas.
Figura 3. Avistamiento de Altura.
1.3. El archivo histórico municipal Caracteriza el corpus de este archivo la seria carencia documental, lo cual imposibilita la conformación de series dentro de cada sección, de ahí que el catálogo preparado por Rafael Narbona (1987) para la Generalitat Valenciana se guíe por una agrupación indistinta de lo que en su momento constituyó por sí series archivísticas individualizadas cuya clasificación quedará ordenada bajo grupos trasuntísticos o secciones, como dice el mentado Narbona (op. cit.: 15): “El método era la única salida viable frente a la tradicional relación cronológica y diferenciadora entre pergaminos y libros”. Las causas de este estado de cosas son varias, todas ellas en negativo para la existencia de esta recopilación de casi seis siglos documentales: el expolio, la Guerra Civil (1936-1939), la dejadez administrativa, las malas condiciones de conservación… sinergia responsable de la depauperación actual por más que se le trasladó en 1981 al nuevo Ayuntamiento –con el fin de garantizar su preservación- y que el cuerpo administrativo ha redoblado esfuerzos para recuperar cuanto podía de la diáspora de sus fondos. Muestra de lo que acabamos de denunciar es su incluso ausencia en el inventario censal de los archivos castellonenses 15 –provincia donde se encuentra Altura, como veíamos en 1.1.-, elisión que es un botón de muestra más de cuánto cuesta conservar la memoria de nuestra historia si no estamos concienciados de su importancia; los últimos cambios en política educativa –en concreto en lo que atañe a las Humanidades- y legislativa 16 no auguran precisamente mejoras en su derrota, dicho sea este término tanto por su entrada diccionaria marinera como por la más común de pérdida de una oportunidad, batalla o lance. Derrotismos al margen, que en todo caso no 15 16
Vid. ANDREU, G., 1964: 249-287 e IBARRA, J. M., 1951: 123-145. Nos referimos a la tan traída y llevada ley sobre la “memoria histórica”, de reciente impulso.
8
nos cabe más que lamentar, denunciar y poner lo que a nuestro alcance esté por paliarlos, pasamos a la realidad del estado de la cuestión que nos ocupa. Así, hemos de consignar que los fondos del archivo histórico municipal de Altura actualmente están constituidos por 28 libros (de 1403 a 1832) y 109 pergaminos (de 1251 a 1652), donde, una vez más y sin ánimo de cansar al lectorado, se patentiza la pobreza devenida sobre este archivo al porcentualizar los documentos con los años que comprenden: más de cuatro siglos en cada caso; con lo que una elemental estadística nos arroja el raquítico resultado del poco más de ¼ de pergamino por año y no digamos ya del pauperismo libresco, con apenas algo por encima de una dieciseisava parte de libro al año. La judicatura, los padrones, los censales, las provisiones reales y las concordias estipuladas con los pueblos vecinos son sus principales componentes. Aparte hay que considerar la documentación del inventario del archivo de la cartuja 17 y parte de la documentación privada18, en las cuales no participa Altura en modo alguno, quedando clasificada en el apartado denominado: Documentación particular incorporada. Con lo visto pasamos a transcribir resumidamente los contenidos del archivo que estamos tratando, cuyo asiento es de unos 9 metros lineales y cuyo único instrumento de descripción del archivo es el catálogo citado de Rafael Carbona. En primer lugar consignamos las abreviaturas que aparecen en la relación documental: doc. fol. mm. nº cat. perg. s. s.a. s.f. s.l. sign.
documento folios milímetros número de catálogo pergamino siglo sin año sin foliación sin lugar signatura
A continuación relatamos la tipología de los contenidos del archivo, con la siguiente tabla:
RADICALES DE SIGN. a C-11,14, 15, 16, P-1 y 2 C-1, 9, 10,P-1 y 2 C-12, 13, 14, 15, 16, P-1 y 2
TIPOLOGÍA I. Ordenación de gobierno II. Patrimonio III. Finanzas del municipio: 3.1. Libros de Cuentas 3.2. Ápocas
C-1, 2, 3, 16 y P2
IV. Administración de Justicia
FECHAS LÍMITE 1403 a 1832
NÚMERO DE DOC. 9
NUMERADO CATALOGAL 1 a 9
1357 a 1734
73
10 a 84
1597 a 1769
6
85 a 90
1383 a 1560
13
91 a 103
1411 a 1783
9
104 a 112
17
Cfr. GIMENO, F., 1985: 502-554. Al mismo debemos la rápida ordenación de los pergaminos cuando trabajaba en su tesis doctoral (1984). 18 Como testamentos, ventas entre particulares, contratos, etc.
9
C-4, 5, 6, 7, 8, P- V. Territorios y 1y2 población: 5.1. Padrones 5.2. Deslindes C-16, P-1 y 2 VI. Documentación particular incorporada
1423 a 1845 1251 a s. XVII b 1362 a 1652
5 4
113 a 117 118 a 121
16
122 a 137
Tabla 1. Esquema de los fondos del archivo histórico municipal de Altura. a- Los “huecos” en los radicales de las signaturas más los propios en las desinencias (no reflejadas en la tabla, por mor de su síntesis) señalan las enormes fallas del descuidado y castigado archivo. b- No se precisa el año porque los últimos documentos de la serie carecen de fecha. Entre las informaciones que podemos extraer de esta primera exégesis sin entrar a fondo en los textos del archivo, trabajo que escaparía a las limitaciones de este comunicado, tenemos lo que nos revelan las signaturas al notificarnos con la “C” que se trata de documentos en papel, susceptibles por tanto estos folios de ir agrupados en cierta cantidad tal es el caso de los aquí recogidos, pues los faltos de una mínima encuadernación no han sobrevivido a las inclemencias del tiempo y el descuido. La clasificación con una “P” obedece a que el documento en cuestión se trata de un pergamino. Los siguientes módulos de los radicandos signatarios son los números separados de la letra ordenadora por un guión y remiten a la tipología volumétrica del folio, pergamino, papiro, etc., mayor cuanto mayor es dicho número aunque las escalas para todo material que no es papel (pergamino, papiro, piedra…) son de un baremo mucho más amplio, con lo cual, para lo que nos ocupa, los pergaminos que no alcanzan los 500 mm en alguna de sus dos dimensiones aparecerán consignados como “P-1” y los que los superan en ídem criterio como “P-2”. Finalmente en cuanto a lo más externo del corpus documental hemos de indicar que el antementado número desinencial, separado del primer módulo signatario por ” / ”, hace referencia al orden cronológico de la entrada del documento en el archivo respecto a los otros de su familia, con lo que se desprende su independencia respecto del número que dichos documentos ocupen en el catálogo, ya que el tal sólo consigna el orden general –máxime en este caso particular, donde no se distingue entre pergaminos y folios- de lo habiente en el archivo, no constando por tanto lo extraviado o desechado al no existir físicamente en el mismo. Otra cuestión interesante es las relativa a los idiomas en que aparecen los documentos así como la especie escritural de los tales, que nos ayudan no sólo al conocimiento filológico sino a otros muchos asuntos contingentes históricamente. De este modo, colegimos que la lengua empleada en el s. XIII es el catalán, escrito en letra gótica tal era el uso de la época, dato que nos remite a la relativa independencia de los condados catalanes dentro del Reino de Aragón así como al prurito de emplear la lengua “nueva”, vernácula, en detrimento del latín que todavía por muchos años sería la lengua franca de Europa y prácticamente cooficial en todo país europeo. Siguiendo la prospección secular pasamos al s. XIV, donde ya vemos aparecer mayormente escritos en latín junto a un par en catalán y otro que hibrida catalán y castellano 19, coligiendo ya la presencia del cambio caligráfico de la anterior gótica a la llamada bastarda. En el siglo XV continúa la letra bastarda mientras que las lenguas usadas para redactar los documentos se diversifican, presentándose así títulos en catalán-latín, latín, catalán y latín-catalán, prueba de la dubitación persistente en el empleo de entrambos idiomas. El siglo siguiente nos muestra, a más de la paulatina transición de la letra bastarda a la humanística, la aparición de un nuevo factor idiomático en juego como es el de la 19
El hecho de colocar una lengua delante de otra se debe a la superior importancia cuantitativa de la primera sobre la segunda o tercera consignadas en el conjunto del texto.
1
presencia del castellano (y hasta un documento en castellano-catalán) en indicador de la nueva relación entre los reinos de España desde los Reyes Católicos -1479- como supeditados al de Castilla aunque todavía con muchas prerrogativas para reino dentro de esa supranacionalidad que era España. Con el s. XVII se afianza la humanística en el ámbito caligráfico entretanto el castellano sigue incursionándose en la documentística del momento, tanto en solitario como combinado con el catalán, el latín y con ambos, buena fe de la creciente interterritorialidad peninsular. Por último, los ss. XVIII y XIX son testigos de la absorción del reino aragonés por parte del castellano –en Valencia desde 1707 tras la batalla de Almansa- a raíz de la disputa sucesoria al vacante trono español, donde el vencedor, Felipe V abrirá la dinastía de los Borbones en España, centralizando el Estado y de manera particular las zonas afectas al pretendiente rival (el Archiduque Carlos) con los Decretos de Nueva Planta –entre 1707 y 1716; vid. figura 3que ordenaban, entre otros muchos asuntos, el empleo del castellano como único idioma de “todos los reinos españoles” tal se colige también en los documentos relativos de este archivo que no ofrecen ninguno en catalán “puro”, siendo su mayoría escritos en castellano –como mandaba la ley- más uno en un híbrido de latín-castellano-catalán y todos ellos siembre en caligrafía humanística.
Figura 4. Los Decretos de Nueva Planta (portada de la derecha) supusieron la abolición de hecho de las antiguas Constituciones catalanas -1535- (portada de la izquierda). (Fuente: Wikipedia). Para terminar, también las cantidades documentales por tipología son elucidadoras, aunque aquí es de tener en cuenta el hecho de la incompletud archivística, por más que el cálculo de probabilidades nos incline a pensar con cierto fundamento que de cualquier modo la sección con una abundancia notable en origen será la que más conservará tras la merma. Así, el apartado de Patrimonio es el que comprende la cantidad documental más elevada -73 documentos, más de la mitad del total- cuya media es de 12,4 legajos por sección, siendo entendible por tratarse casi exclusivamente de los censales, que eran un tipo de contrato gravador muy corriente en la foralidad de la época y con el que los pudientes negociaban tanto como podían; además tenemos la mención de algún violario, nuevamente esperable habida cuenta la cercanía de la cartuja, ya que el tal es la pensión anual que el poseedor de los bienes paternos satisfacía al hermano o vecino que entraba en religión. No queremos cerrar este capítulo sin comentar brevemente un documento excepcional –y en el caso de este archivo, único- por varias razones. Nos referimos al pergamino de 315 × 420 mm catalogado con el n º 137 (o sea, el último) y sign. P-1/106, dentro por tanto de la tipología “Documentación particular incorporada” y 1
fechado el 28 de abril de 1652 en Roma; su tipo caligráfico no es usual en la península ibérica por tratarse de una letra casi exclusivamente “vaticana”, letra denominada bulática precisamente por ser la corriente con que los papas del s. XVII expedían sus comunicados a las naciones cristianas, expedientes cuyo monto preponderante eran las bulas. Se trata de un pergamino original que consta de un sello pendiente de plomo con hilos de cáñamo con el nombre papal en la leyenda de su anverso y en su reverso la dignidad del mismo: Papae, presentando el propio pergamino en su anverso –además del texto motivo del documento- la leyenda del sello en el centro rodeada de una orla punteada y en el reverso que viene cuartelado por la cruz tenemos, al dividirse en cuatro partes: en el campo superior IHS , a la izquierda SPA y a la derecha SPE ; restando en el campo inferior por la izquierda San Pablo y a la derecha San Pedro. El documento en cuestión es una Ejecutoria del papa Inocencio X en la que se crean cuatro capellanías en el condado de Jérica a favor de los beneficios de dicho lugar.
II. EL ARCHIVO PARROQUIAL DE NUESTRA SEÑORA DE LA MISERICORDIA DE VALENCIA 1
¿No he escrito para ti treinta capítulos de consejos y ciencia, para hacerte conocer la certeza de las palabras verdaderas, y puedas responder palabras verdaderas a quien te envíe? (Proverbios 22, 20-21)
2.1. Localización Este archivo parroquial se encuentra en la iglesia mentada en este segundo subtítulo, concretamente en el valenciano barrio de Campanar y en éste en la plaza de la Iglesia nº 11. El actual barrio de Campanar está situado al nordeste de la capital autonómica y con no pocos esfuerzos de su vecindario mantiene su antiguo estatus de alquería, “reliquia” amenazada por la especulación inmobiliaria máxime desde la concesión hecha a Valencia como sede de la Copa América. Únicamente la que fuese su plaza Mayor –de cuando Campanar era municipio (hasta el s. XIX)- y escasos alrededores conservan todavía casi todas las casas anteriores a la abducción que de Campanar hizo la capital levantina.
Figura 5. Pirámide poblacional del barrio Campanar estructurada por edades y sexos. El verde oscuro corresponde a los hombres y el verde claro a las mujeres. (Fuente: MI Ayuntamiento de Valencia). Tras la división administrativa llevada a cabo en las últimas décadas decimonónicas Campanar quedó incluido en primer término al valenciano Distrito de 1
Serranos y a partir de 1887 al de Museo; distribución ésta que sufriría todavía numerosas reestructuraciones hasta que finalmente se optó por crear con él un nuevo barrio –con alcalde pedáneo- tal como lo conocemos hasta hoy. En la actualidad (datos de 2006) son 12 448 los censados del lugar repartidos en una extensión de 98,6 hectáreas, lo que arroja una densidad de 126,28 hab/km² cuyo reparto por sexos y edades podemos constatar en la pirámide de la figura 4 así como hacernos con una idea más visual del enclave de este barrio y su parroquia ojeando la imagen siguiente a estas líneas. Los informes para la elaboración de este apunte demogeográfico están tomados de la “Cartografía básica” facilitada por el MI Ayuntamiento de Valencia, tras los cambios en las delimitaciones territoriales aprobados en el Pleno del Ayuntamiento de Valencia del 31 de enero del 2003, más del último padrón disponible.
Figura 6. Planos de situación del barrio Campanar dentro de Valencia y del mismo con señalización del ubicaje parroquial en la barriada (mediante la “→”). (Fuente: MI Ayuntamiento de Valencia).
2.2. Breve reseña histórica 1
Un antiguo rector de Campanar, Bertomeu Combes, data los orígenes del mismo hacia el 1086 20, aunque antes de ser villa se supone que la zona era una tierra de cultivos con un hábitat disperso no conformador de aldea o pueblo, tal como recogen los testimonios más antiguos de Pedro Beuter y Gaspar Escolano quienes deducen sus conclusiones de los relatos de las correrías del Cid en esta área. De cualquier modo, el primer testimonio escrito de un poblamiento en Campanar es el proporcionado por el Llibre del Repartiment (1238) del rey Jaime I desde su enclave en el Puig quien dona estos territorios a varios caballeros –a Guzmán de Spailarges y Pedro de Lérida principalmente-, pasando a manos regias a la muerte de estos mayores beneficiados bajo la jurisdicción de Valencia. Una pequeña capilla en la alquería de Ausias Valeriola marca el inicio de la parroquia de Campanar, presidida por una imagen en tabla de la Virgen -bajo la advocación consabida- que se trasladaría en 1596 a la sacristía de la nueva iglesia, existiendo testimonios de la devoción a la Virgen de la Misericordia desde 1507 (Combes, op. cit.: 21), junto con otros testimonios y reclamaciones de la necesidad de una parroquia cercana al asentamiento que motivarán la Bula del papa Julio II 21 a favor del desmembramiento parroquial a fin de facilitar la creación de una iglesia para Campanar, cuyas obras se iniciarían finalmente en 1592 para concluir cuatro años después.
Figura 7. Imagen fotográfica de la iglesia Nuestra Señora de la Misericordia.
2.3. El archivo parroquial En contraste con el archivo estudiado en primer lugar el estado de conservación de la documentación de éste es aceptable, ya que existía cierto control sobre los libros sacramentales más antiguos (los Quinque Libri) y sobre la documentación de uso inexcusable para las tareas parroquiales fundamentales. Así con todo, el resto documental 20 21
Íbid, 1714: 14. El 11 de julio de 1506, con sentencia definitiva del 6 de septiembre de 1507.
1
adolecía todavía de bastante desorganización, puesto que exceptuando un par de legajos el resto de la documentación archivada permanecía guardada indiscriminadamente en diversas carpetas y cajas, incluso diseminadas en estancias varias del conjunto parroquial. Con lo dicho vemos ya un punto negativo de contacto con el archivo histórico citado supra, pues el amontonamiento unido al polvo y a la humedad excesiva para las necesidades conservadoras archivísticas resultaban una deficiencia notable. Afortunadamente, también a imagen del caso anterior, el inventario hecho de este archivo por encargo de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia ha ordenado y subsanado estos defectos, con lo que las condiciones físicas actuales de la documentación son aprobables, tomándose como guía, et al , el trabajo de Xavier Serra (1998), entre otros motivos aducibles el de armonizar la clasificación de los archivos diocesanos 22. El resultado de esta última catalogación arroja una clasificación atípica –de nuevo a semejanza de la particular hecha para el archivo histórico municipal de Alturaque pasamos a transcribir a continuación, cuyo modelo nos recuerda el de los libros de ensayo científico, dada su división en como capítulos, epígrafes y subepígrafes y aún puntos menores.
SIGNATURA Y TIPOLOGÍA Sacramental 1. 1.1. Registros sacramentales Quinque Libri 23 1.1.1. 1.1.2. Bautizos 1.1.3. Comuniones 1.1.4. Confirmaciones 1.1.5. Matrimonios 1.1.6. Defunciones 1.2. Documentación sacramental 1.1.1. Índex 1.1.2. Doc. de Bautizos 1.1.3. “ “ Primera Comunión 1.1.4. “ “ Confirmación 1.1.5. “ “ Matrimonios 1.1.6. “ “ Defunciones 1.1.7. Matrícula Parroquial 1.1.8. Certificaciones Varias
2. Gobierno 2.1. Memoria de la Parroquia 2.1.1. Memorias parroquiales 2.1.2. Efemérides 2.1.3. Libro de la Casa Rectoral 2.1.4. Autorizaciones, Privilegios… 2.1.5. Recortes de periódico y otros 2.1.6. Historia del Altar Mayor 2.1.7. Historia local de la Virgen 2.2.Visitas Pastorales 2.3. Junta Parroquial 22
FECHAS LÍMITE 1584 1793
a a 1956 a 1792… 1793 a 1830 a
1777 2001 2002
1584
1934
a 1983… 1966… 1960… 1935 a 1992 a 1957 a 1885 a
2001 1989
2001 1993 1959 (?) 1886
ss. XVII-XX 1955 a 1971 1961 a 1969 1714 a 1969 1974… 1950 a 1960 1714… 1922 a 1985 ca. 1925…
Este archivo sí figura en la relación preparada por la Generalitat Valenciana . Vid. ANTEQUERA, R. et
al , 1986: 390. 23
Es el único que presenta numeración de catálogo, con unos totales para los tres ejemplares en que aparece dividido el período de: 208, 289 y 206 respectivamente.
1
2.4. Asamblea Parroquial y Consejo Pastoral 2.5. Consejo de Presbiterio y Sínodo Diocesano 2.6. Arciprestazgo 24 2.7. Correspondencia 2.8. Documentos varios de Gobierno 2.9. Servidores parroquiales (rectores, vicarios...) 2.10. BO del Arzobispado de Valencia 2.11. Impresos varios 3. Acción Pastoral 3.1. Catequesis de Primera Comunión 3.2. Catequesis de Confirmación 3.3. Catequesis de Jóvenes 3.4. Catequesis de Adultos 3.5. Instituciones 26 3.6. Homilías 3.7. Aleluya (hoja semanal parroquial de Valencia) 3.8. Documentos varios de Acción Pastoral 3.9. Libros de fiestas 27 3.10. Liturgia 3.11. Música Sacra 4. Culto Parroquial 4.1. Racionales 4.2. Aprendiz y Distribuidor 4.3. Dietarios de misas 4.4. Libro de Fundaciones 4.5. “Tablas y cargas” 4.6. Fundaciones 4.7. Documentos varios del Culto Parroquial 4.8. Manifiestos de rentas 4.9. Cláusulas testamentarias 5. Administración de Bienes y Rentas 5.1. Junta parroquial de fábrica 5.2. Propiedades 28 5.3. Inventarios 5.4. Obras y presupuestos 5.5. Contabilidad 5.6. Administración de pobres 5.7. Colegio “Virgen de Campanar”. Guardería 5.8. Contratos 6. Documentación judicial 24
1898
1686 1955 1960 1910 1970 1988
1951 1880 1852 1796
ca. 1990… ca. 1970… “ ss. XX y XXI a 1956 1981… 1903… s. a.25 1965… íd. íd. íd. a a a a a a s. a.
1971 1981 2001 1958 1986 1999
1834 a 1956 a 1969 a 1957… a a a a 1585 a
1952 1970 2002
a a a a a a a a a
1676 1940 2002 1985 2001 1690 1979 1990 1794
1592 1562 1554 1981 1620 1597 1977 1971 1592
1979 1961 1957 1867 1862
Sobre los barrios Tendetes, Marxalenes y Campanar, que son los sufragáneos de esta parroquia. Sin año; recordemos las abreviaturas dadas con ocasión del estudio del archivo antecedente, ya que se aplican igualmente a éste. 26 Cáritas, Acción Católica, Cofradía del Sagrado Corazón, Jóvenes, Hermandad de San José, Fundación Minerva, Cofradía Ntra. Sra. del Rosario, Cofradía Hijas de María, Cofradía de la Santísima Madre de Dios y XL Horas. 27 Patronales y del Santísimo Cristo. 28 Constan los siguientes apartados: Escrituras, Libro de Censales y Bienes, Censales y Ápocas, Balance, presupuestos e impuestos de sociedades, Documentos varios de Propiedades y Documentos Varios sobre la plaza de la Iglesia. 25
1
7. Documentación especial 29 7.1. Pergaminos (12 en total y numerados en su 1460 a 1730 catálogo propio) 8. Documentación ajena a la parroquia 1593 a 1728 Tabla 2. Cuadro esquemático de los fondos del archivo parroquial de Ntra. Sra. de la Misericordia de Valencia. Como instrumentos descriptivos del archivo tenemos diez catálogos 30, no correspondiendo por tanto exactamente a cada una de las series del fondo inventariado y que resumidamente pasamos a consignar. El Catálogo nº 1 recoge la documentación del subepígrafe y punto 2.1.4. Autorizaciones, Privilegios e Indulgencias con un total de 52 documentos aunque cabe descontar los dos últimos del apartado “Antiguos” por ser pergaminos, razón por la que corren catalogados aparte (en el Catálogo nº 9). El Catálogo nº 2 comprende los documentos relativos al subepígrafe 2.8. Documentos varios de Gobierno, en número de seis, donde podemos destacar el más antiguo: un diploma de 1848 que autentifica la presencia en la parroquia de un Lignum Crucis31. El Catálogo nº 3 importa el contenido del subtítulo 3.8. Documentos varios de Acción Pastoral con diez documentos. El Catálogo nº 4 inventariza el subapartado 4.7. Documentos varios del Culto Parroquial que consta de nueve entradas. El Catálogo nº 5 se o cu pa del subtítulo y punto 5.2.5. Documentos varios de Propiedades que ostenta siete expedientes apareciendo el último –Noticias de censales- sin año (s.a.). El Catálogo nº 6 riza el rizo de la especificación al inventariar hasta el subpunto: 5.5.2.5. Documentos varios de Fábrica con doce escrituras. El Catálogo nº 7 no abandona la línea “minuciosa” al encargarse de 5.5.6. Documentos varios de Contabilidad con cuatro libros. El Catálogo nº 8 versa sobre la serie 6. Documentación judicial con diez procesos y una sentencia en su haber. El Catálogo nº 9 es como hemos dicho supra el suscriptor de los pergaminos (subtipo 7.1.), mostrándonos su docena de ejemplares una dispersión de casi tres siglos y una preponderancia del latín como idioma empleado pues tan sólo dos combinan el catalán con éste más un tercero donde podemos expurgar alguna frase catalana, los tres por supuesto anteriores a las disposiciones del primer reinante Borbón español, tal como ya veíamos en nuestro 1.3.; los tipos de letra, habida cuenta la relativamente breve época comprendida entre estos pergaminos es la bastarda para el más antiguo (nº cat. 1) – fechado en Valencia el 18 de enero de 1460- y la humanística para el resto, si bien es verdad que los numerados 2 al 6 son de la subespecie humanística cursiva y los 7 al 12 de la llamada humanística cancilleresca; otro punto que atrae nuestra atención es la variedad material de estos pergaminos a pesar de su escasa cuantía –pensemos sino en los 109 homólogos del archivo de Altura- al poseer cuatro ejemplares de pergamino original, seis de vitela y dos de papel (uno de ellos es copia en un cuaderno y el otro un folio suelto). Por último, el Catálogo nº 10 refleja el título 8. Documentación ajena a la parroquia constituido por tres documentos: un testamento, un testimonio judicial y un censo sobre unas tierras de Carpesa. Tal advertimos en el parágrafo anterior la cuantificación documental era llamativamente inversa entrambos archivos estudiados –el municipal y el parroquial- en lo relativo a los pergaminos, dándose otro tanto entre los documentos en papel, pues los 29
Además de los pergaminos, que se clasifican como 7.1., presenta los apartados de: Fotografías, Audiovisuales, Planos y Dibujos, Clichés tipográficos y Documentación informatizada, todos sin fechar a excepción de lo informatizado, que se data desde el 2002. 30 Elaborados por ARNAU, R. et al , 2002. Con anterioridad a éstos tenemos: el inventario de 1829, la guía de 1963, el censo-guía de 1986, el trabajo de 1992 y el inventario -de los mismos autores del citado al comienzo de esta nota- de 1998. Nuevo contraste con el ayuno investigador del archivo de Altura. 31 Cfr. FERRI, A., 1996: 115.
1
del archivo de Altura eran 28 mientras que en el valenciano son 109 los catalogados. Hay que matizar, empero, lo que acabamos de registrar, pues veintiocho documentos no quiere decir que cada uno conste de un solo folio –que es lo raro-, aunque así con todo y pese a la muchas veces menor foliación per cápita de los libros parroquiales, los ciento nueve inventariados son tan sólo una pequeña parte del verdadero total, ya que, como acabamos de ver, son muchas las entradas seriales no catalogadas 32. De esta forma el corpus celuloso del archivo parroquial de Ntra. Sra. de la Misericordia de Valencia es muy superior cuantitativamente a su homólogo municipal histórico de Altura, producto como veíamos en su apartado correspondiente de las fallas de este ú ltimo, falla que en el caso parroquial presente viene sustituida por la deficiente catalogación llevada a cabo, paradójicamente extensa en “forma” –los diez catálogos- a la par que parca en “fondo” – los tantos y tantos documentos no catalogados-, con lo que podemos concluir que a este archivo parroquial le sobran catálogos y le faltan catalogaciones. Continuando con la crítica, en los pocos –aunque esto no es en sí una culpa archivística en este caso pergaminos parroquiales igualmente se echa a faltar una información catalogal relativa a las dimensiones de éstos, ya que ni siquiera tenemos la signatura que nos indica (como sí ocurre en los catalogados alturenses) el tamaño grande o pequeño de los mismos 33. Y ya para terminar, queremos desagraviar este párrafo conclusivo haciendo constar que las entradas catalogales de los pergaminos sí llevan su resumen pertinente, a diferencia de los escuetos comentarios para los documentos en papel, diligencias que carecen de c ualquier otro dato aparte de la fecha y aún de ésta sólo se hace la mención anual.
BIBLIOGRAFÍA 32
Desde: el 1., el 2. menos el 2.1. y el 2.8., el 3. menos el 3.8., el 4. menos el 4.7., hasta el 5. menos el 5.2.5., el 5.5.2.5. y el 5.5.6. 33 Recordemos lo comentado en el IVº ¶ de 1.3.
1
AGUSTÍN, san (1957) Obras de san Agustín. De la doctrina cristiana; Del Génesis contra los maniqueos; Del Génesis a la letra (t. XV). Madrid: Católica.
ANDREU, Guillermo (1964) Archivos de la provincia de Castellón inventariados por don Luis Revest Corzo en 1925. Castellón de la Plana: “BSCC”, nº 40: 249-287.
ANTEQUERA, Remedios, et al (1986) Censo-guía de archivos de la provincia de Valencia . Valencia: GV.
ARNAU, Rosa, et al (2002) Inventari de l´arxiu parroquial de Nostra Senyora de la Misericórdia de Campanar . Valencia: Facultad de Teología SVF.
BEUTER, Pedro A. (1604) Coronica general de toda España, y especialmente del Reyno de Valencia . Valencia: Pedro Patricio Mey.
BORGES, Jorge L. (2001) Ficciones. Madrid: Bibliotex.
CÁRCEL, María M. y PONS, Vicente (1988) Los archivos parroquiales a través de los sínodos valentinos . Facultad de Teología SVF.
COMBES, Bertomeu (1714) Feliz hallazgo del más rico y celestial tesoro María Santísima, aplaudida en su peregrina imagen de Campanar . Valencia: Vicente Cabrera.
ESCOLANO, Gaspar (1611) Historia de Valencia y su Reyno. Valencia: Pedro Patricio Mey.
FARGE, Arlette (1991) La atracción del archivo. Valencia: IVEI.
FERRI, Andrés (coord.) (1996) Quart centenari de la santa troballa de la Mare de Déu de Campanar . Valencia: PJFSVD.
GIMENO, Francisco (1984) La escritura en la diócesis de Segorbe. Una aproximación al estudio del alfabetismo y la cultura escrita en el Alto Palencia (1383-1458) (2 vols.). Valencia: UV. (1985) Los códices de la fundación de Valldecrist . Castellón de la Plana: “BSCC”, nº 61: 502-554. GÓMEZ, Víctor (2006) Entre lobos y autómatas. La causa del hombre . Madrid: Espasa. 2
HALBWACHS, Maurice (2004) Los marcos sociales de la memoria. Barcelona: Anthropos.
HEREDIA, Antonia (1993) Archivística general. Teoría y práctica. Sevilla: DP.
IBARRA, José M. (1951) Los archivos municipales, eclesiásticos y notariales de la provincia de Castellón. Valencia: “Saitabi”, nº 8: 123-145.
JUAN PABLO II (2005) Memoria e identidad . Madrid: La Esfera de los Libros.
KANT, Immanuel (2000) Filosofía de la historia. México: FCE.
KOSELLECK, Reinhart (1993) Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos . Barcelona: Paidós.
MANGUEL, Alberto (2002) Una historia de la lectura . Madrid: Alianza.
MARÍN, Tomás (2000) Paleografía y Diplomática. Madrid: UNED.
MARTÍNEZ, Josefina (2007) Archivística para Historia Contemporánea. Madrid: UNED.
NARBONA, Rafael (1987) Catálogo del archivo histórico municipal de Altura (1251-1832) . Valencia: GV.
NERUDA, Pablo (2005) Obras completas I. De «Crepusculario» a «Las uvas y el viento» (1923-1954) . Barcelona: RBA.
NIETZSCHE, Friedrich W. (1999) Sobre la utilidad y el perjuicio de la Historia para la vida (IIª Intempestiva) . Madrid: Biblioteca Nueva.
PINKER, Steven (2005) La Tabla Rasa. La negación moderna de la naturaleza humana . Barcelona: Paidós.
PLATÓN (1997) Diálogos. (III) Fedón, Banquete, Fedro . Madrid: Gredos.
RICOEUR, Paul (1990) Historia y Verdad . Madrid: Encuentro. 2
RUÍZ, Antonio A. (ed.) (1995) Manual de archivística. Madrid: Síntesis.
SÁNCHEZ, Elena (1984) Guía del Archivo Histórico Municipal de Castellón . Castellón de la Plana: Ayto. CP.
SAUSSURE, Ferdinand de (1985) Curso de lingüística general . Barcelona: Planeta-De Agostini.
SERRA, Xavier (1998) Ordenamiento de los archivos parroquiales en la diócesis de Valencia . Valencia: Facultad de Teología SVF.
SLOTERDIJK, Peter (2000) Normas para el parque humano . Madrid: Siruela.
VAREA, Paco (1996) Urbanismo da luz verde al nuevo barrio en la zona de Campanar . Valencia: “Levante”, 26 de noviembre.
VV.AA. (1981) Archivística. Estudios básicos. Sevilla: DP.
WIENER, Norbert (1988) Cibernética y sociedad . Buenos Aires: Sudamericana.
2