APARIENCIA Y REALIDAD – BERTRAND RUSSELL
¿Hay en el mundo algún conocimiento tan cierto que ningún hombre razonable pueda dudar de él? Este problema, que a primera vista podría no parecer difícil, es, en realidad, uno de los ms difíciles que cabe plantear! "uando hayamos e#aminado los obstculos que entorpecen el camino de una respuesta directa y segura, nos veremos lanzados de lleno al estudio de la filosofía puesto que la filosofía es simplemente el intento de responder a tales problemas finales!, no de un modo negligente y dogmtico, como lo hacemos en la vida cotidiana cotidiana y aun en el dominio dominio de la ciencia, ciencia, sino de una manera crítica crítica , después después de haber e#aminado e#aminado lo que hay de embrollado en ellos, y suprimido la vaguedad y la confusi$n que hay en el fondo de nuestras ideas habituales! En la vida vida diaria diaria aceptamo aceptamos s como como cierta ciertas s muchas muchas cosas cosas que despué después s de un anli anlisis sis ms riguroso riguroso,, nos aparecen con llenas de evidente contradicciones, que s$lo un gran esfuerzo de pensamiento nos permite saber lo que realm realment ente e nos el lícit lícito o creer creer!! En la indagac indagaci$ i$n n de la certez certeza, a, es natura naturall empeza empezarr por nuestras nuestras e#periencias presentes, y, en cierto modo, no cabe duda que el conocimiento debe ser derivado de ellas! %in embargo, cualquier afirmaci$n sobre lo que nuestras e#periencias inmediatas nos dan a conocer tiene grandes probabilidades de error! En este momento me parece que estoy sentado en una silla, frente a una mesa de forma determinada, sobre la cual veo ho&as de papel manuscritas o impresas! %i vuelvo la cabeza, observo, por la ventana, edificios, nubes y el %ol! "reo que el %ol est a unos ciento cincuenta millones de 'il$metros de la (ierra) que, a consecuencia de la rotaci$n de nuestro planeta, sale cada ma*ana y continuar haciendo lo mismo en el futuro, durante un tiempo indefinido! "reo que si cualquiera otra persona normal entra en mi habitaci$n ver las mismas sillas, mesas, libros y papeles que yo veo, y que la mesa que mis o&os ven es la misma cuya presi$n siento contra mi brazo! (odo esto parece tan evidente que apenas necesita ser enunciado, salvo para responder a alguien que dudara de qué puedo conocer en general algo! %in embargo, todo esto, puede ser puesto en duda de un modo razonable, razonable, y requiere requiere en su totalidad totalidad un cuidadoso cuidadoso anlisis anlisis antes de que podamos estar seguros de haberlo haberlo e#presado en una forma totalmente cierta! +ara allanar las dificultades, concentremos la atenci$n en la mesa! +ara la vista es oblonga, oscura y brillante) para el tacto pulimentado, frío y dura) si la percuto, produce un sonido de madera! "ualquiera que vea, toque la mesa u oiga dicho sonido, convendr en esta descripci$n, de tal modo que no parece pueda surgir dificultad alguna) pero desde el momento en que tratamos de ser ms precisos empieza la confusi$n! unque yo creo que la mesa es -realmente. del mismo color en toda su e#tensi$n, las partes que refle&an la luz parecen mucho ms brillantes que las dems, y algunas aparecen blancas blancas a causa de la luz refle&a! refle&a! %é que si yo me muevo, sern otras las partes que refle&en refle&en la luz, de modo que cambiar la distribuci$n aparente de los colores en su superficie! /e ahí se sigue que si varias personas, en el mismo momento, contemplan la mesa) no habr dos que vean e#actamente! 0a misma distribuci$n de colores, puesto que no puede haber dos que la observen desde el mismo punto de vista, y todo cambio de punto de vista lleva consigo un cambio en el modo de refle&arse la luz! +ara la mayoría mayoría de los designios designios prcticos prcticos esas diferencias diferencias carecen carecen de importanci importancia, a, pero para el pintor pintor adquieren una importancia fundamental1 el pintor debe olvidar el hbito de pensar que las cosas aparecen con el calor que el sentido común afirma que -realmente. tienen, y habituarse, en cambio, a ver las cosas tal como se le ofrecen! quí tiene ya su origen una de las distinciones que causan mayor perturbaci$n en filosofía, la distinci$n entre -apariencia. y -realidad., entre lo que las cosas parecen ser y lo que en realidad son! El pintor necesita saber lo que las cosas parecen ser1 el hombre prctico y el fil$sofo necesitan conocer lo que son) pero el fil$sofo desea este conocimiento con mucha ms intensidad que el hombre prctico y le inquieta mucho ms el conocimiento de las dificultades que se hallan para responder a esta cuesti$n! 2olva 2olvamos mos a la mesa! mesa! /e lo establ estableci ecido do result resulta a eviden evidentem tement ente e que ningún ningún color parece parece ser de un modo modo preeminente el color de la mesa, o aun de una parte cualquiera de la mesa) ésta parece ser de diferentes colores desde puntos de vista diversos, y no hay raz$n alguna para considerar el color de alguno de ellos como ms real que el de los dems!
%abemos igualmente que aun desde un punto de vista dado, el color parecer diferente, con luz artificial, o para un ciego para el color, o para quien lleve lentes azules, mientras que en la oscuridad no habr en absoluto color, aunque para el tacto y para el oído no haya cambiado la mesa! sí, el color no es algo inherente a la mesa, sino algo que depende de la mesa y del espectador y del modo como cae la luz sobre la mesa! "uando en la vida ordinaria hablamos del color de la mesa, nos referimos tan s$lo a la especie de color que parecer tener para un espectador normal, desde el punto de vista habitual y en las condiciones usuales de luz! %in embargo, los colores que aparecen en otras condiciones tienen e#actamente el mismo derecho a ser considerados como reales) por tanto, para evitar todo favoritismo nos vemos obligados a negar que, en sí misma, tenga la mesa ningún color particular! 0o mismo puede decirse de la estructura del material! simple vista se pueden ver sus fibras, pero al mismo tiempo la mesa aparece pulida y lisa! %i la mirramos a través del microscopio veríamos asperezas, prominencias y depresiones, y toda clase de diferencias, imperceptibles a simple vista! ¿"ul es la mesa real? 3os inclinamos, naturalmente, a decir que la que vemos a través del microscopio es ms real! +ero esta impresi$n cambiaría, a su vez, utilizando un microscopio ms poderoso! +or tanto, si no podemos tener confianza en lo que vemos a simple vista, ¿"$mo es posible que la tengamos en lo que vemos a través del microscopio? sí una vez ms nos abandona la confianza en nuestros sentidos, por la cual hemos empezado! (enemos todos la costumbre de &uzgar de las formas reales de las cosas, y lo hacemos de un modo tan irrefle#ivo que llegamos a imaginar que vemos en efecto formas reales! %in embargo, de hecho como tenemos necesidad de aprender si intentamos dibu&ar, una cosa ofrece aspectos diferentes según el punto de vista desde el cual se la mire! unque nuestra mesa es realmente rectangular, parecer tener, desde casi todos los puntos de vista, dos ngulos agudos y dos obtusos) aunque los lados opuestos son paralelos, parecer que convergen en un punto ale&ado del espectador) aunque son de igual longitud, el ms inmediato parecer el ms largo) no se observan comúnmente estas cosas al mirar la mesa, porque la e#periencia nos ha ense*ado a construir la forma -real. con la forma aparente, y la forma real es lo que nos interesa como hombres prcticos! +ero la forma real no es lo que vemos) es algo que inferimos de lo !que vemos! 4 lo que vemos cambia constantemente de formas cuando nos movemos a lrededor de la habitaci$n) por tanto, aun aquí, los sentidos no parecen darnos la verdad acerca de la mesa, sino tan s$lo sobre la apariencia de la mesa, nlogas dificultades surgen si consideramos el sentido del tacto! 2erdad es que la mesa nos da siempre una sensaci$n de dureza y que sentimos que resiste a la presi$n! +ero la sensaci$n que obtenemos depende de la fuerza con que apretamos la mesa y también de la parte del cuento con que la apretamos) así, no es posible suponer que las diversas sensaciones debidas a la variaci$n de las presiones a las diversas partes del cuerpo revelan directamente una propiedad definida de la mesa, si no, a lo sumo, a lo sumo que son signos de alguna propiedad que tal vez causa todas las sensaciones, pero que no aparece, realmente, en ninguna de ellas! 4 lo mismo puede aplicarse5 todavía con mayor evidencia a los sonidos que obtenemos golpeando sobre la mesa! sí, resulta evidente que la mesa real, si es que realmente e#iste, no es la misma que e#perimentamos directamente por medio de la vista, el oído o el tacto! 0a mesa real, si es que e#actamente e#iste, no es, en absoluto, inmediatamente conocida, sino que debe ser inferida de lo que nos es inmediatamente conocido! /e ahí surgen a la vez dos problemas realmente difíciles a saber! +rimero ¿e#iste en efecto una mesa real? En caso afirmativo ¿6ué clase de ob&eto puede ser? +ara e#aminar estos problemas nos ser de gran utilidad poseer algunos términos simples cuyo significado sea preciso y claro! /aremos el nombre de datos de los sentidos a lo que nos es inmediatamente conocido es la sensaci$n) así los colores, sonidos, olores, dureza, esperanzas, etc! /aremos el nombre de datos de los sentidos a la e#periencia de ser inmediatamente conscientes de esos datos! sí, siempre que vemos un color, tenemos la sensaci$n del color, pero el color mismo es un dato de los sentidos, no una sensaci$n!
Es evidente que si conocemos algo acerca de la mesa es preciso que sea por medio de los datos de los sentidos, color oscuro, etc!, que asociamos con la mesa) pero por las razones anteriores, no podemos decir la mesa sea los datos de los sentidos, ni aun que los datos de los sentidos sean directamente propiedades de la mesa! sí suponiendo que haya una esa surge el problema de la relaci$n de los datos de los sentidos con la mesa real! El primer fil$sofo que puso de relieve las razones para considerar los ob&etos inmediatos de nuestros sentidos como no e#istiendo independientemente de nosotros fue el obispo 7er'eley 89:;<=9><@! %us (res dilogos de Hilas y Ailonous, contra los escépticos y ateosB se proponen probar que no hay en absoluto nada que pueda denominarse materia, y que el mundo no consiste en otra cosa que en espíritus y sus ideas! Hilas ha creído hasta ahora en la materia, pero no puede competir con Ailonous, que le lleva implacablemente a contradicciones y parado&as y da, al fin, a su negaci$n de la materia casi la apariencia de algo de sentido común! 0os argumentos que emplea son de valor muy desigual1 algunos, importantes y vigorosos) otros, confusos y sofísticos! +ero a 7er'eley corresponde el mérito de haber mostrado que la e#istencia de la materia puede ser negada sin incurrir en el absurdo y que si algo e#iste independientemente de nosotros no puede ser ob&eto inmediato de nuestras sensaciones! /os problemas van envueltos en la pregunta de si e#iste la materia, y es importante ponerlos en claro! Entendemos comúnmente por materia algo que se opone al espíritu) algo que concebimos como ocupando un espacio y radicalmente incapaz de cualquier pensamiento o conciencia! +rincipalmente en este sentido, niega 7er'eley la materia) es decir, no niega que los datos de los sentidos, que recibimos comúnmente como signos de la e#istencia de la mesa, sean realmente signos de la e#istencia de algo independiente de nosotros, pero sí que este algo sea no mental, esto es, que no sea ni un espíritu! dmite que algo debe continuar e#istiendo cuando salimos de la habitaci$n o cerramos los o&os, y que lo que denominamos ver la mesa nos da realmente una raz$n para creer que algo persiste aun cuando nosotros no lo veamos! +ero piensa que este algo no puede ser, en su naturaleza, radicalmente diferente de 5lo que vemos, ni puede ser absolutamente independiente de toda visi$n, aunque lo deba ser de nuestra vista! sí es llevado a considerar la mesa -real. como una idea en el espíritu de /ios! (al idea tiene la requerida permanencia e independencia de nosotros, sin ser como sería de otro modo la materia algo completamente incognoscible, en el sentido de que podría ser s$lo inferida, nunca conocida de un modo directo e inmediato! Ctros fil$sofos, a partir de 7er'eley, han sostenido que, aunque la mesa no dependa, en su e#istencia, del hecho de ser vista por mí, depende del hecho de ser vista 8o aprehendida de alguna otra manera por la sensaci$n@ por algún espíritu no necesariamente el espíritu de /ios, sino ms a menudo el espíritu total colectivo del universo o %ostienen esto, como lo hace 7er'eley, principalmente porque creen que nada puede ser real o en todo caso, nada puede ser conocido como real salvo los espíritus, sus pensamientos y sentimientos! +odemos presentar como sigue el argumento en que fundan su opini$n1 5(odo lo que puede ser pensado, es una idea, en el espíritu de la persona que lo piensa) por lo tanto, nada puede ser pensado e#cepto la ideas en los espíritus1 cualquier otra cosa puede ser inconcebible! 4 lo que es inconcebible no puede e#istir! En mi opini$n tal argumento es falso) e indudablemente los que los sostienen no lo e#ponen de un modo tan breve y tan crudo! +ero, vlido o no, el argumento ha sido ampliamente desarrollado en una forma o en otra, y muchos fil$sofos, tal vez la mayoría de ellos, han sostenido que no hay nada real, salvo los espíritus y sus ideas! +ero aunque estos fil$sofos nieguen la materia como opuesta al espíritu, sin embargo, en otro sentido, admiten la materia! Decordemos los dos problemas que hemos planteado, a saber1 9 ¿E#iste, en efecto, una mesa real? F En caso afirmativo ¿qué clase de ob&eto puede ser? hora bien1 7er'eley y 0eibniz admiten que hay
una mesa real, pero 7er'eley dice que consiste en ciertas ideas en el espíritu de /ios, y 0eibniz afirma que es una colonia de almas!
sí, ambos responden afirmativamente al primero de nuestros problemas y s$lo divergen sus opiniones de las del común de los mortales en la contestaci$n al segundo problema! /e hecho, casi todos los fil$sofos parece convenir en que e#iste una mesa real) casi todos convienen en que, aunque los datos de los sentidos, color, forma, pulimento dependen en algún modo de nosotros sin embargo, su presencia es un signo de alo que e#iste independientemente de nosotros, algo que difiere, tal vez, completamente de nuestros datos de los sentidos y que, no obstante, debe ser considerado como la causa de los datos de los sentidos siempre que nos ,hallemos en una relaci$n adecuada con la mesa real! hora bien) es evidente que este punto, en el cual los fil$sofos estn de acuerdo la opini$n de que e#iste una mesa real, sea cual fuere su naturaleza, es de importancia y tal y vale la pena de considerar las razones de esta aceptaci$n, antes de pasar al problema ulterior, sobre la naturaleza de la mesa real! +or consiguiente, nuestro capítulo inmediato ser consagrado a las razones para suponer que e#iste, en efecto, una mesa real! ntes de proseguir adelante, bueno ser, por el momento, considerar lo que hemos descubierto hasta aquí! 3os hemos percatado de que si tomamos un ob&eto cualquiera, de la clase que suponemos conocer por los sentidos, lo que los sentidos nos dicen inmediatamente no es la verdad acerca del ob&eto tal como es a parte de nosotros, sino solamente la verdad sobre ciertos datos de los sentidos, que, por lo que podemos &uzgar como dependen de las relaciones entre nosotros y el ob&eto! sí, lo que vemos y tocamos directamente es simplemente una apariencia, que creemos ser el signo de una realidad que est tras ella, +ero si la realidad no es lo que aparenta ¿tenemos algún medio de conocer si en efecto e#iste una realidad? 4 en caso afirmativo ¿tenemos algún medio para descubrir en qué consiste? (ales preguntas son desconcertantes, y es difícil saber si no son ciertas aun las ms raras hip$tesis! sí, nuestra mesa familiar, que generalmente s$lo había despertado en nosotros ideas insignificantes, aparece ahora como un problema lleno de posibilidades sorprendentes! 0o único que es que no es lo que aparenta! Gs all de este modesto resultado, tenemos la ms completa libertad con&etural! 0eibniz afirma que es una comunidad de almas! 7er'eley dice que es una idea que el espíritu de /ios) la grave ciencia, no menos maravillosa, nos dice que es una colecci$n de cargas eléctricas en violenta agitaci$n! La existencia de la materia
En este capítulo hemos de preguntarnos si, en un sentido cualquiera, hay algo que pueda denominarse la materia! ¿E#iste una mesa que tenga una determinada naturaleza intrínseca y que siga e#istiendo cuando no la miro, o es la mesa simplemente un producto de mi imaginaci$n, una mesa=sue*o en un sue*o muy p rolongado? Es te problema es de la mayor importancia! +ues si no estamos seguros de la e#istencia independiente de los ob&etos, no podemos estar seguros de la e#istencia independiente de otros cuerpos humanos y, por consiguiente, menos todavía de la de sus espíritus, puesto que no tenemos otro fundamento para creer en sus espíritus que el que deriva de la observaci$n de sus cuerpos! sí, si no pudiéramos estar seguros de la e#istencia independiente de ob&etos nos hallaríamos aislados en un desierto la totalidad del mundo no sería ms que un sue*o y s$lo nosotros e#istiríamos! Es una posibilidad desagradable) pero, aunque no pueda ser estrictamente probada su falsedad, no hay la ms leve raz$n para suponer que sea cierta! En este capítulo veremos la raz$n de ello! ntes de empe*arnos en materias dudosas, tratemos de hallar algo ms o menos fi&o de donde partir! unque dudemos de la e#istencia física de la mesa, no dudamos de la e#istencia de los datos de los sentidos que nos han hecho pensar que hay en efecto una mesa) no dudamos de que cuando miramos, aparecen un determinado color y una forma determinada, y si e&ercemos una presi$n e#perimentamos una determinada sensaci$n de dureza!
(odo esto, que es psicol$gico, no lo ponemos en duda! /e hecho, cualquiera que sea la duda, hay algo al menos en nuestra e#periencia inmediata, de lo cual estamos absolutamente ciertos!
TALLER
a! ¿"reen que e#iste en el mundo algún conocimiento tan cierto que ningún hombre razonable pueda dudar de él? b! ¿"onsideran un problema afirmar la e#istencia de la realidad a partir de la confianza en nuestros sentidos? c!
¿Es posible &ustificar nuestros razonamientos en base a informaci$n sensorial?
d! ¿E#iste alguna forma de limitar las diferencias perceptuales en la prctica científica? e! ¿6ué entienden por ob&etividad y sub&etividad? ¿6ué papel cumplen ambas en la prctica científica? f!
¿"onsideran acertado afirmar que ver es creer?
g! ¿"reen que los hechos van antes de la teoría o después?