Antoni Doménech
El eclipse de la fraternidad Una revisión republicana de la tradición socialista
Crítica Barcelona
2004
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Prólogo
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oDOS Los LIBRoS sON RESULTADO, directo o indirecto, de alguna insatisfacción de su autor. Este lo es, indirectamente, de una que yo tengo con el modo en que suele hacerse ahora filosofía política. Mi proyecto inicial era una investigación propiamente normativa sobre la "fraternid¿d», el tercer valor olvidado o eclipsado del republicanismo democrático contemporáneo. Pero no podía dejar de hacer una exploración más o menos prolongada que, a modo de prolegómeno, situara el problema de la fraternidad en su contexto histórico. La excursión histórica fue creciendo y madurando, hasta convertirse con los años en un material adulto, rebelado contra su condición de mero prolegómeno. Parte de ese crecido material es lo que ha acabado convirtiéndose en el presente libro. Una de las cosas que más me estimuló a ir dilatando la excursión histórica fue tal vez la evolución intelectual de John Rawls, de quien me he ocupado tanto en los últimos años, que hasta he llegado a traducir al castellano la obra en que presentó su nueva posición.l Aceptando parte de Ios planteamientos de sus críticos, el filósofo recientemente desaparecido se resolvió a reducir el ámbito de vigencia de su teoría de la justicia restringiéndolo al compuesto por lo que él llamó las naciones industriales con tradición política democrática. Así, el último Rawls reconocía finalmente por modo expreso que no es posible hacer buena filosofía política normativa desentendiéndose de las tradiciones recibidas, o ignorando la concreta, y a veces única, trayecroria histórica de las instituciones, de los debates y de las luchas en que han ido encarnando y fraguándose los valores morales o políticos que se quieren defender normativamente. Y sin embargo, ¡qué distinta la tradición política de las naciones indusrriales europeas hasta cierto punto, iberoamericanas- de la de EE. UU.!
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1.
John Rawls, E/ liberalismo político, A. Domdnech, trad., Barcelona, Crítica,7996,
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¡lo, no tuvo el republicanismo revolucionario uortcanrericano el -tatnpoco democrático de Jefferson- necesidad alguna de la divisa nfraternidad". Lo que acaso contribuya a explicar, por ejemplo, la visión candorosamente psicologizante que ofrecía Rawls de la nfraternidad" en su Teoría de la justicia: En comparación con Ia libertad y la igualdad, la idea de fraternidad ha tenido un lugar menor en la teoría democrática. Está concebida para ser un concepto políticamente menos específico, que no define por sí mismo ninguno de los dercchos democráticos, sino que ca¡aliza más bien determinadas actitudes men-
talcs y f«rrmas de conducta, sin las cuales perderíamos de vista los valores exprcsados por esos derechos,2
11
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lclrtr y [,o divisa "Libertad, Igualdad, Fraternidad» se asomó por vez primera a l¡¡ hist«¡rin universal el 5 de diciembre de 1790. La acuñó Robespierre en un célcbrc discurso ante la Asamblea Nacional, defendiendo los derechos del hombre y del ciudadano contra el sistema censitario que pretendía aplicarse ¡r lo Guardia Nacional. En el proyecto de ley alternativa con que Robespierre co¡rcluía su discurso, se disponía que .todos, los ciudadanos mayores de 18 años -y no sólo los ricos- serían, de derecho, inscritos en la Guardia Nacional de su comuna; que esos guardias nacionales serían las únicas fuerzas armadas empleadas en el interior, y no el ejército heredado del viejo régimen; que, en caso de agresión exterior, competería a los ciudadanos en armas, y sólo a ellos, el defenderse. Y que, finalmente, llevarían sobre el pecho y en sus estandartes estas palabras: «
Lib ertad, I gualdad, Fraternidad
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¡rntriarcal.5 El diputado Robespierre, que venía luchando desde hacía meses conrra la distinción, aprobada en cámar^, entre «ciudadanos activos, (capaces de pagar un censo) y <,ciudadanos pasivos, (pobres), volvía ahora a la carga, y nada menos que en punto políticamente tan sensible como el carácter de cla-
la futura Guardia Nacional. También en 1790, el otro gran portavoz del ala democrática -plebeyade la revolución, Marat, había expresado con suprema claridad el problema: se de
3.Morelos,elinsurgenteantiabsolutistamexicanoquenoconsiguióentusiasmarseconlasa las con gran-claridad su rechazo rcf.rmas promovidas dJrd.1", Cortes de Cádiz, expresó el lazo fraternal, la elevación a la sirviéndose p...io-..r,. de la metáfora fraiernal; tnismas
ili¡¡nidad civil de (casi) todos, que proponían nL ,¡lcanzaba a los habitantes de las colonias:
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vuestras grandes palabras de igualdad, que, a vuestros ojos, no somos sino la
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2.
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rls, 1996.
5.Estos:1)conjuntodesiervosquedependendeunseñor;2)coniuntodedependientesde
John Rawls, A Theory of Justice, Oxford Univ. Press, Oxford, t971, p. 125.
conjunto de dependientes de diversas categotliversas categorías que dependen de on señor;3)
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PRóLOGO
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73
La "canalla», en efecto urbana, no menos que la ¡u¡¿l-, no quería quedarse fuera de la nueva-la sociedad civil prometida por la revolución, no quería seguir permaneciendo en el mundo subcivil en que la tuvo inveteradamente confinada la sociedad señorial del Antiguo Régimen. Quería ingregar plenamente en el ámbito de la loi ciuil, y quería acabar también con el y'espotismo dela loi de famille subcivil, no sólo con el dela loi politique supra-
civil. También ella, toda ella
artesanos pobres, trabajadores -pequeños asalariados urbanos, aprendices, jornaleros, domésticos de todo tipo, criados, campesinos sujetos a varias servidumbres-, quería elevarse de pleno derecho a la condición de una vida civil de libres e iguales. Y esa pretensión de universalizar la libertad republicanq rotundamente manifestada en el momento mismo en que la revolución se aprestaba a dar los golpes definitivos que iban a acabar políticamente en Francia con la configuración señorial, tutelar y paternalista característica de la sociedad civil europea del Antiguo Régimen, esa pretensión de elevar también a la "canalla>> ala plena condición de ciudadanos, es lo que desde 7790 se expresó en Europa y en la América que había heredado el tipo de sociedad viejoeuiopea de la colonización española y portuguesa con la metáfora de la "fraternidad».3 Que esa pretensión se sirviera de una metáforaconceptual procedente del ámbito de la vida famili4r es cosa que no puede sorprender, si se pondera debidamente el hecho de que ula familia era la célula de base de la sociedad del
Régime guíadenotando, ¡entesco, sino el Antiguo
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vivir, dependían de un señorrentendido como p*ter familias. El medievalista ñermeyer, por ejemplo, ha llegado a recopilar no menos de nueve sentidos en que podía entenderse la palabra familia;todos sin excepción apuntan a [elaciones de dominación y dependendia, de subalternidad respecto de un señor
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3. Morelos, el insurgente antiabsolutista mexicano que no consiguió entusiasmarse con las reformas promovidas desde las Cortes de Cádiz, expresó con gran claridad su rechazo a las mismas sirviéndose precisamente de la metáfora fraternal; el lazo fraternal, la elevación a la dignidad civil de (casi) todos, que proponían las nuevas Cortes españolas, sólo mentidamente alcanzaba a los habitantes de las colonias: ol-as Cortes deCádiz han asentado más de una vez que los americanos eran iguales a los europeos, y parahalagarnos más nos han tratado de hermanos, pero si ellos hubieran procedido con sinceridad y buena fe, era consiguiente que al mismo tiempo que declararon su independencia hubieran declarado la nuestra y nos hubieran deiado en libertad para establecer nuestro gobierno, así como ellos establecieron el suyo. u Citado por Silvio Zavala, Apuntes de historia nacional: 1808-1974, F.C.E., México,7999, p.39. 4. Véase voz nFamilles" , en el Dictionaire de I'Ancien Régime, Lucien Bély, dir., PUF, París, 1996.
El7l, p. 125.
5. É,stos: 1) conjunto de siervos que dependen de un señor;2) conjunto de dependientes de diversas categorías que dependen de un señor; 3) conjunto de dependientes de diversas catego-
74
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Y si se repara bien en el hecho, por ejemplo, de que bomo lleg6 a significar en el latín degenerado de la Edad Media 'dependiente', 'siervo', 'vasallo' (y de aquí 'homenaje': el que tributa el vasallo a su señor), se comprenderá también que los grandes ideales de humanidad de la Ilustración europea dieciochesca se expresaran igualmente con metáforas conceptuales procedentes de la vida ufamiliar". Que la Ilustración sea por encima de todo la aspiración al título de umayoría de edadr, según lo expresó con singular eficacia Kant, la exigencia, esto es, de "emanciparse" metáÍora de.la vida familiar!- de tutelas que -¡otra despóticamente mantienen en la minoría de edad, es algo que sólo cabalmente puede entenderse en todo su significado cuando se ha comprendido el por transplante, iberoacontexto histórico de ttn ancien régime europeo -y humilde mericane que mantenía al grueso de su población en variadas situaciones de dependencia patriarcal. Kant mismo, como Rousseau, como Fichte, como casi todos los grandes nombres de la Ilustración europea, han sido "familiares" ellos mismos en algún momento de sus vidas, es decir, dependientes, en calidad de preceptores, de algún señor europeo. El amor fruspor lo tanto, sujeta al- señor del que Hóltrado por Diotima, la hija del -y, derlin fue nfamilarr, llevó a la locura al poeta. Y el "familiap Hegel se sintió al punto hermano de la criada Marianne cuando leyó la homónima comedia de Marivaux. Pues ,.emanciparse" de la tutela paterna- es "hermanarse»: -librarse emancipado de la tutela de mi señor no sólo podré ser hermano de todos los «menores) que compartíanya cotidianidad conmigo bajo la misma tutela señorial; podré ser, además, hermano emancipado de todos aquellos que estaban bajo la tutela y la dominación viene de domus: de nuevo, -dominación ¡una metáfora familiar!- de otros patriarcas. La parcelación señorial de la vida social en el Antiguo Régimen impide el contacto con ellos; caído ese régimen, todas las oclases domésticasr, antes segmentadas verticalmente en jurisdicciones y protectorados señoriales y patriarcales, se unirían, se fundirían horizontalmente como hermanas emancipadas que sólo reconocerían un progenitor: la nación, l¿ «patria» (¡otra metáfora conceptual familiar!). Pero la ola de hermanamiento no se detiene aquí; es contagiosa. En el sueño ilustrado, caídos no sólo los señoríos, destruida no sólo la sociedad civil del Antiguo Régimen, sino también las despóticas monarquías absolutas
rías que se encuentran en un dominio señorial; 4) conjunto de tributarios de la Iglesia que gozan de un estatuto particular; 5) conjunto de ministeriales y dependientes de orden inferior que dependen de un señor; 6) vasallos libres, ministeriales y dependientes de orden inferior que dependen de un señor; 7) dependientes de orden inferior; 8) coniunto de habitantes de un monasterio, comprendidos los monjes; y 9) una única pareja de no libres. Véase Alain Guerreau, El feudalismo, J. Lorente, trad., CrÍtica, Barcelona, L984, p. 209.
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mopolita. El genuino símbolo de la Ilustración europea que fue el Himno a la alegría de Schiller (1786), convertido por Beethoven en canto revolucionario, no podía expresarlo de un modo más feliz: ¡Alle Menschen uerden Brüder!, todos los seres humanos, todos, de cualquier raza, sexo, confesión religiosa o condición social, todos llegarán a se¡ hermanos, en la medida en que, adul^ tos, se emancipen de las tutelas señoriales y patriarcales. No era una efusión sentimental; Schiller y Beethoven pusieron letra y música al núcleo del programa emancipatorio ilustrado. De modo que con su exigencia de ufraternidad" el ala democrática glebeya de la Revolución francesa no hacía sino expresar políticamente en t79Q el ideario de la Ilustración europea dieciochesca: pues incoada en ese ideario estaba la pretensión de que el conjunto de las "clases domésticas, accediefan elamayoúa de edad. Robespierre y Marat exigían, ahora políticamente, que los miembros de esas clases se he¡manaran como ciudadanos de pleno de¡echo de una nación emancipa/a, para hermanarse luego con el resto de pgeflos emancipados de la Tieria. Y en eso fueron consecuentes hasta el final: a partido de la guerra y de las conquistas territodiferencia de la Gironda -el riales, el partido defensor de la esclavitud en las colonias-, nunca habría de concebir el Partido de la Montaña ala República francesa sino como una parte integrante y hermanada de la República cosmopolita. Por eso no quiere tampoco Robespierre en 1790 que la Guardia Nacional se constituya con propósitos de guerra en el extranjero: la defensa de la patria, en caso de agresión del despotismo monárquico extranjero,la quiere reservar a los ciudada-
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Algo parecido podría rica: pues allí fue trasplantada por los "conquistadores» españoles y portugueses una sociedad colonial bastante parecida en su configuración señorial a la viejoeuropea. Pero Norteamérica; como dijo urravez Mariátegui, no fue .tonquistada», sino "colonizada". Las colonias norteamericanas llegaron a conocer cómo!- la esclavitud en las grandes haciendas algodoneras del -¡y snr, pero no el inmenso gradiente de servidumbres, patronazgos y clientglismos granfamiliares característicos de la América española y portugupsa. De aquí, como ya sugerido, que la consigna de fraternidad no tuviera necesi{ad & anaigar en la tradición política republicana de EE. UU¿ Y talvez eso, su propia y distinta tradición, sirva en parte pera explicar no sólo el malentendido de Rawls, sino también otro malentendido que pro-
t6
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
cede de algunas autoras feministas norteamericanas o australianas para mí tan estimables como Carol Pateman, quien sostuvo en un artículo que ha hecho época que Ia fraternidad era una divisa machista, en la medida en que sólo pretendía una incorporación a la sociedad civil de los padres de familia y pobres-.6 Es cuando menos sorprendente que una filósofa de su ta-ricos lento y de su honradez científica cite nada menos que a Locke como el in-
ventor de esa nueva forma de patriarcalismo sofisticado que consistiría en hermanarse igualitariamente todos los hombres, manteniendo en cambio sujetas a las mujeres. Pues difícilmente podría ocurrírsele a Locke, teórico puro donde los haya de la vida "civil,,, una metáfora conceptual igualitaria que, partiendo del ámbito cognitivo doméstico desembocara en el dominio-término de la vida civil pública. Ese tipo de metáforas igualitarias sólo se le pueden ocurrir o a las mujeres o a los domésticos subalternos. Y en efecto, si se repasan los dos tratados de Locke invocados por Pateman como prueba principal de cargo contra el machismo de la "fraternidad", ¡la metáfora no se halla ni una sola vez! Fue precisamente una mujer, Aspasia, la gran dirigente del partido de los pobres en la democracia plebeya ática,la que por vez primera usó esta metáfora. Y las plebeyas de la extrema izquierda democrática agrupadas en los clubes jacobinos de mujeres republicanas --{omo la actriz Claire Lacombesiguieron esa tradición de la democracia antigua, y no pusieron menos ardor en la defensa de la "fraternidad» y de la abolición de toda loi de famille que los mismísimos Marat y Robespierre.T El movimiento popular democráticofraternal desencadenado en Francia a partit de 1,790 cumplió con creces las viejas aprensiones de Aristóteles, femeroso de que una democracia radical llevara a lá gynaicocratía, al predominio de las mujeres en la pólis y a la destrucción del nbuen" orden doméstico en el oiÉos. Yo no encuentro otra explicación al hecho de que dos filósofos políticos de la solvencia de Rawls y Pateman tengan malentendidos tan graves con la "fraternidad» que el hecho de que pertenecen a una tradición política muy distinta de la europea y la iberoamericana. Tampoco hay un claro paralelo norteamericano al gran movimiento preilustrado y postilustrado laicizante que, en Europa y en Iberoamérica, tuvo que construir la tolerancia y la neutralidad del Estado contemporáneo mediante una obra de destrucción del poder terrenal de las diversas iglesias,
6. Carole Pateman, nThe Fraternal Social Contract», reproducido en John Keane, comp., Ciuil Society and the State,Univ. of Westminster Press, Londres, 1998. 7. Pero no hubo que esperar al movimiento democrático plebeyo iacobino. Baste recordar, por ejemplo, que la logia f¡ancmasona más prestigiosa de París, fundada en 7776 por Lalande, se llamaba precisamente .Logia de las Nueve Hermanas", y sus igualitarios estatutos nfrater¡¿fgs", además de los noblemen, gentlemen and tuorkingmen prescritos por la Constitución masónica de Lond¡es en t723, admitían también a mujeres.
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PRÓLoGO
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aniquilando de ruíz la capacidad de éstas, como potencias feudales privadas, para disputar con éxito a los poderes públicos el derecho a definir el bien público. Los republicanos independentistas norteamericanos no tuvieron que expropiar a los monasterios católicos, como Eduardo VIII en la Inglaterra de finales del xvr; no tuvieron, como Cromwell en el xvII, que estabular sus caballos en las catedrales de las iglesias reformadas inglesas; no tuvieron que expulsar a los jesuitas, como Luis XIV en la Francia del siglo xvII y Carlos III en la España del xvItI; no tuvieron que expropiar y redistribuir las tierras señoriales de la Iglesia galicana, como los revolucionarios franceses del xvrrr; ni tuvieron tampoco, patalograr la tolerancia, que desamortizar y vender los bienes de la Iglesia católica, como Mendizábal y Jrárez en la España y en el México del siglo xx; ni tuvieron, como la República helvética en 1848, que convertir en precepto constitucional la prohibición del establecimiento de la Compañía de Jesús en su territorio. Y talvez por eso resulte hoy también, incluso entre personas cultas, más difícil de entender en Norteamérica que en Europa o en Iberoamérica el preciso significado político que el logro de la tolerancia tenía para un Locke o para un Voltaire: no la inacción, ño la no interferencia de los poderes públicos en las querellas y desencuentros de la sociedad civil, sino, al revés, una acque tenía como propósito la destrucdvísima interferencia -no arbitraliación de la ¡aíz económico-institucional de cualquier poder privado capaz de disputar con éxito a la república el derecho a definir el bien público. Pero el hecho de que las colonias norteamericanas no conocieran la propiedad señorial y el poder temporal de las Iglesias habían sido ya des-que ruidos tiempo ha en la metrópoli-; el hecho de que los revolucionarios independentistas del Norte no tuvieran que empeñarse en esa labor, aún pendiente en el continente europeo y en Iberoamérica, de activismo público destructor de las grandes esferas de poderes privados; el hecho de que a lo srmo se le planteara allí a la joven República septentrional el problema de respetar, y hacer que se respetaran entre sí, las diversas iglesias y sectas crisnrna5 procedentes del viejo continente de ellas, perseguidas en Eu-muchas ropa por heréticas-8 que en toda libertad se fueron estableciendo en ultramar; el hecho, en una palabra, de disponer de esa ventaja inicial, hizo del
iaicismo republicano norteamericano un instrumento de mucho menores momento y radicalidad que los que llegó a alcanzar la vigorosa olalaicizan- europea y aun iberoamericana. Y no es seguramente exagerado decir que la Europa del siglo xx -si no r-e. en buena medida,la del xx- debe al impulso del movimiento ilustrado birjzante, antipatriarcalista y fraternizador que viene del ala demócratico-reS.
=rre
Una de ellas, los cuáqueros, fundó durante la época colonial la ciudad de Filadelfia, que
decir ofraternidad, en griego.
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
18
volucionaria de la Primera República francesa la desaparición en sus leyes civiles de cuando menos los más lacerantes vestigios del imperativo cristianopaulino de sujeción de la mujer alvarón.e No de todos, por supuesto. Pero ni en la República de México ni en ningún país democrático europeo habría sido posible que en la segunda mitad del siglo xx un alto tribunal de justicia sentenciara, como hizo la Corte Suprema del Estado de Ohio, todavía en 1,970, que la mujer es: «como mucho, un sirviente superior de su marido".10 Ni, dicho sea de paso, resultaría siquiera concebible en Europa -o en México- que asociaciones de padres cristianos fundamentalistas lograran, como en EE. UU., imponer en las escuelas públicas, sentencia judicial mediante, [a enseñanza de doctrinas creacionistas en pie de igualdad con la ensefanza de la teoría darwinista de la evolución biológica. Por motivos parecidos, y salvando, claro está, todas las distancias, resulta difícil imaginar a un filósofo europeo o iberoamericano que, disponiendo del talento analítico, de la cultura histórica y de la radicalidad y profundidad en la convicción democrático-republicana que sin duda hay que suponerle a Rawls, y queriendo iluminar el concepto de las personas en la posición original del contrato, hubiera procedido en 1.971. a servirse de la metáfora de los «padres de familia,." Mas no por diferencias graves de apreciación respecto del valor de la causa feminista, sino por una diferencia de tradición político-cultural: precisamente la dimensión antipatriarcalista de la fraternidad revolucionaria europea contribuyó lo suyo a limpiar la tradición democrática europea de imágenes y metáforas patriarcales. El demócrata revolucionario Jefferson
-I,
9. "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el hombre, sino estar en silencio,. Pablo, Tim. 2, 1,1-12. (Seg:úrt la traducción de don Cipriano de Valera.) 10. Y la legislatura del Estado de Georgia aprobó en1974 una ley estatal que definía al marido como .cabeza de familia,, con la "muier sujeta a él; la existencia legal de ella ... se funde con la del marido, excepto cuando la ley la reconozca separadamente, o bien para protegerla, en el propio beneficio de ella, o bien por motivos de preservación del orden público,. Ambas citas proceden del interesante estudio de Joan Hoff, Law, Gender & Iniustice. A Legal History of U.S. Womez, New York Univ. Press, Nueva York, 1991, p.287. 11. Metáfora que con razón indignó a las escritoras feministas norteamericanas. Véase A Theory of .lustice, op. cit., p. 728.
rnundo subcivil de Ias;-:=a ¡ .'a fuera retóricamentú. : ls t :obres, en el vieio re€lirl3aEstaréis allÍ. r "' irr:- rr-' ceros también :--: l:r'f réis, r-osotras. r:::':: 2 ' RePública sobr' - :\--r:e
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m, ley estatal que definía al legal de ella ... se fun-'q.r-i. : - rtren¡s,
o bien para protegerdel orden público,. Am--r-r-:óo L- Gcn¿e? & Iniustice. A Legal ü- I991. p- 281. k< norteame¡icanas. Véase A
1,9
mundo subcivil de las clases domésticas, hizo a la vez muy difícil no conceder, ya faera retóricamente, a las mujeres ----clase doméstica por excelencia, ricas o pobres, en el viejo régimen- atributos de ciudadanía y ohs¡rn¿ndad": Estaréis allí, vosotras, jóvenes ciudadanas, a quienes Ia victoria habrá de ofreceros también muy pronto bermanos y amantes dignos de vosotras. Allí estaréis, vosotras, madres de familia, cuyos esposos e hijos levantan los trofeos a la República sobre los escombros de los tronos. ¡Oh mujeres francesas!: ¡amad la libertad comprada al precio de su sangre! ¡Serviros de uuestro imperio, a fin de que se extienda el de la virtud republicana! ¡Oh mujeres francesas: sois dignas del amor y del respeto de la Tierra!12
Si hubiera que describir con un solo dato las muchas diferencias existentes entre EE. UU. y la Europa de hoy, un dato sólo, pero que revelara inme-
diatamente una importante divergencia que ha contribuido en el siglo xx a que sus respectivas tradiciones y experiencias políticas democráticas, ya inicialmente dispares, siguieran separándose, me quedaría con éste: los trabajadores asalariados norteamericanos descendientes de los antiguos famw-lossemanas más al año que sus hermanos li- trabajan hoy, de promedio, nueve europeos, y no a cambio de salarios mayores.'3
12.
Robespierre, «R¿pp6¡¡ presenté au nom du Comité de Salut public, 18 floréal an
II",
7 de mayo de 7794. Recogido en la Discours et rapports á la Conuention, Union Générale d'Editions, París, 1965 , pp. 281-282. (Los énfasis añadidos son míos. ) Todavía a mediados del xrx
resonaban en las mujeres de la democracia social revolucionaria europea los ecos de esta frarernidad democrática radical prometida también a las mujeres e¡ 1792. Así, en las Memorias de una de las más famosas republicanas del 48, Malwida von Meysenbug, puede leerse: "Una tarde, de regreso de un paseo solitario, encontré mi casa en grado de superlativa excitación. ¡Habían [egado las noticias de la Revolución parisina del24 de febrero [de 18a8]. Mi corazón desbordaba de alegría. La Monarquía, derribada; la República, proclamada; un gobierno proüsional que contaba con un famoso poeta y con un simple obrero entre sus miembros ... ¡y las grandes consignas de "Libertad, Igualdad, Fraternidad" volvían a inscribirse en las banderas
del movimient6". (Malwida von Meysenbug, Aus den Memoiren einer ldealistin, Verlag der Nation, s. d. (primera edición de 1869), p. 150. Y en el prólogo, declara: nResolví consagrar estas Memorias a las hermanas, más dichosas, que, llegado el día, podrán desarrollarse en el dre libre de unos derechos reconocidos ... Mi nombre está de más, con sólo que me lleve a la tumba la certeza de que la muier dejará de ser un fetiche, una muñequita o una esclava, para rabajar en unión con el hombre, y como un ser humano consciente y libre, en la realización de I¿ vida en familia, en la sociedad, en el Estado, en las ciencias y en las artes, es decir, en la reaIiz^ción de Io ideal en la vida de la humanidad,,. (Ibid., pp. 10-11) 13. Según estadÍsticas del Bureau of Labor norteamericano. El número de horas trabaiaJ-. al año por los asalariados norteamericanos se incrementó en 184 entre 1970 y 1992: la po' t{ación trabaiadora trabajaba en 1,992 unas cuatro semanas y media más que 1.970, por un sa!¡rio real medio parecido, y muchas veces, inferior. (Véase Juliet Schor, The Ouerworked -\neilcan, Basic Books, Nueva York, 1992.Y eso explica en parte el hecho de que el uno por It)O más rico de Ia población norteamericana haya conseguido hacerse con el setenta por 100 dc toda la riqueza generada por la economía estadounidense desde 7975.Yéase Robert Frank, l-txury Feuer, Simon 6c Schuster, Nueva York, 1999.
20
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Ningún dato más revelador que éste del hecho de que no llegaran a cuajar en la vida política de EE. UU. el tipo de partidos y organizaciones obreros de inspiración socialista que han determinado, en cambio, la vida política europea contemporánea.1a parte de la iberoamericaLa tradición democrática europea -y labuena experiencia del vigoroso desana- ha sido profundamente marcada por rrollo en su suelo, a pantir de la segunda mitad del xrx, de partidos y de movimientos obreros socialistas, en el amplio sentido de esta palabra, que incluye al anarquismo, al comunismo y al laborismo. Piénsese lo que se quiera de esos movimientos, no es posible entender nada de la particular tradición democrática europea sin entender cabalmente el significado histórico del socialismo obrero, el cual determinó en Europa desde el acceso al sufragio universal masculino (y luego, tras la Gran Guerra, y progresivamente, también al femenino), hasta la constitucionalización de la empresa capitalista, pasando por la legislación social, el comportamiento y la forma de organizarse del entero abanico de los partidos políticos, la caída de las monarquías absolutistas o meramente constitucionales, o la evolución misma del parlamentarismo. El socialismo político también el anarquismo- arrancó en Europa -y la republicana heredera del ideario fraternizador democracia de la mano de jacobino. Marx y Engels mismos presentaron en st Manifiesto de 1848 al comunismo como un ala de esa democracia social revolucionaria. Por esa fecha eran miembros de la Asociación Internacional de "Demócratas Fraternos», que había sido fundada en Londres por el obrero cartista Julian Harney, el 22 de septiembre de 1845 (aniversario de la Primera República francesa). La Revolución de febrero de 1848 derribó en Francia a la monarquía constitucional orleanista, y un gobierno provisional compuesto nuclearmente de demócratas sociales neojacobinos (Ledru Rollin) y socialistas que se llamaban "fraternales" (Louis Blanc) proclamó la Segunda República francesa con la pretensión de realizar cumplidamente el tercer valor republicano olvidado: el de la fraternidad. Cuando la llamada República de la Fraternidad fracasó, el ideario revolucionario fraternal, esa estrella rutilante que había venido dominando la escena de la política democrática radical europea durante décadas, y que había servido al ncuarto estado, (los trabajadores pobres) para emanciparse políticamente del «tercero» (los burgueses) desde L790, quedó eclipsada: su más legítimo heredero, el movimiento obrero de inspiración socialista, apenas pareció acordarse de ella, salvo en momentos de particular, y a veces, enigmático simbolismo. 14. Hubo un interesante Partido Socialista en EE. LIU., dirigido por el emigrante de origen español, Daniel de León. Llegó a tener en la II Internacional incluso más importancia antes de la Gran Guerra que los partidos laboristas de Gran Bretaña o de Australia. Pero, por motivos que habrá ocasión de ver en este libro, p¡ácticamente desapareció después de 1918.
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PRóLOGO
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::--: ls r- g¡g¿rriraciones obrerOs :: . .:. ;ambio, la vida política eu, r-::.: :arre de la iberoamericar : :itr:encia del vigoroso desa---- :-. \r\. de parridos y de mos::-: j= esra palabra, que incluye . . :.=:-s-
lo que
se quiera de esos
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.. : - -.) .:, sufragio universal mas..=- .:::].:lre. también al femeni--t::-.: ::.rir.]lisfa, pasando por la
Este libro es una revisión republicana de la tradición socialista. Narra una historia contada muchas veces, pero nunca desde un punto de vista que trata de entender la tradición socialista como terca continuadora, una y otra vez derrotada, de la pretensión democrático-fraternal de civtlizar el entero ámbito de la vida social: de erradicar el despotismo heredado de la vieja loi de famille ---4 despotismo patriarcal doméstico, no menos que el despotismo del patrón sobre el trabajado¡-,1s y de erradicar el despotismo burocrático-estatal heredado de la vieja loi politique de los Estados monárquicos absolutistas modernos. Y sostiene que esa lucha sigue viva. Y que el futuro está abierto. Escrito desde el lado de la filosofía política, el libro partió de una perpleja insatisfacción, parecida ala que tan bien ha sabido expresar recientemenre, desde el lado de la historiogra{ra profesional, la historiadora francesa Florence Gauthier con este interrogante:
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i -: '-*:''-
21,
¿Por qué los historiadores de la revolución no se plantean ya estos problemas?
¿Cómo han llegado a ignorar, a olvidar, a despreciar el hecho de que la revolución en Francia, de 1.789 a 1795, fue una revolución de los derechos del hombre y del ciudadano? ¿Por qué la historia de la revolución se ha separado en el siglo xx de la filosofía de la revolución?16
\le
temo que yo tampoco tengo una respuesta que sirva para explicar por
qué, a su vez, la filosofía política contemporánea ha llegado a pensar que po-
15.
La lucha democrático-fraternal por la civilización del ámbito de vigencia d,e la loi de oikos, el domus- se encontró con una nueva realidad cuando el desar¡ollo del ca¡italismo industrial escindió irreversiblemente las funciones productiva y reproductiva de ese :mbito, tradicionalmente unido, y separó la inst.itución (productiva) de la empresa capitalista ; Ia insritución (reproductiva) del hogar familiar modernos. El socialismo político nació con esa escisión. Y llevan razón muchas críticas feministas de la tradición socialista cuando insisten en .: parcialidad de la misma al concentrar el grueso de su fuego democ¡ático contra la institución troductiva) de la empresa capitalista, desatendiendo a menudo la dominación subcivil en la :nstitución (reproductiva) de la familia contemporánea. Pero tal vez deberían recordar también : unilateralidad con que tantas valiosas luchadoras feministas de clase media y alta hicieron a .¡ vez lo contrario en el pasado, y particularmente en los países en los que no había arraigado .olidamente la tradición democrático-fraternal continental. La señora Pankhurst, alma del gran primera guerra mundial, pretendió en 1918 =ovimiento de las sufragistas británicas antes de la .: reintroducción del sufragio censitario, sólo para ricos, hombres y muferes; la señora Susan -Lrthony, cor, razón considerada una heroína de la lucha por los derechos de las muieres nor:.¡mericanas en el siglo xIx, diio que se dejaría «cortar un brazo antes de que los sucios negros :-vieran sufragio y las muieres ¡e»; y la gran Elisabeth Cady Stanton habló en contra de con-:der el sufragio a .los africanos, los chinos y los extranjeros ignorantes en cuanto pisan nuestierra,. Véase A. Kraditor, The ldeas of the.Woman Suffrage Mouement 1890-1920,Nor=a '.n. Londres, 1965, pp. 84-85. 16. Florence Gauthier, Triomphe et mort du droit naturel en Réuolution. 1789-i795: ir2, PUF, Paús, 1992, p. 10. Agradezco a mi viejo amigo Joaquín Miras que me llamara la .:ención sobre este importante libro de Florence Gauthier.
:tmille
----el
22
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
día trabaiar alegremente con conceptos que son esencialmente históricos ignorando completamente su historia y el concreto modo en que ellos encarnaron en procesos y trayectorias históricas reales. Este libro es también un modesto intento de corregir ese error. Error gravísimo, por lo demás. Pues pesa tanto la tradición, que incluso cuando aparece algo radicalmente nuevo en política, si de verdad aspira a una perspectiva de futuro, si quiere ser de verdad nuevo --€n vez de epidérmica erupción pasajera, o ridícula tormenta en un dedalito de fluidos académicos-, se sabe obligado a recordar el pasado, el mejor pasado. Un nuevo y ya maduro partido de izquierda, acaso el más interesantemente nuevo y maduro del mun-
Demofobia
do, ganó hace pocos meses las elecciones presidenciales en Brasil, el país de ma-
yor peso demográfico de toda Iberoamérica. Su nombre no es otro que Partido de los Trabajadores. Y en el breve pero retóricamente interesante discurso de toma de posesión que su candidato, Lula ----el primer trabajador industrial que accede en toda América a tan alta magistratura-, ha pronunciado ante la cámara de la República, por dos veces se ha acordado de la fraternidad. Una, rindiendo tributo a la memoria de la lucha de la población trabajadora brasileña: Y yo estoy aquí, en este día soñado por tantas generaciones de luchadores que vinieron antes que nosotros, para reafirmar mis compromisos más profundos y esenciales, para reiterar a todos los ciudadanos y ciudadanas de mi País el significado de cada palabra dicha en campaña, para imprimir al cambio un carácter de intensidad práctica, para decir que llegó la hora de transformar el Brasil en la nación con la que la gente siempre soñó: una nación soberana, digna, consciente de su propia importancia en el escenario internacional, y al mismo tiempo, capaz de abrigar, de acoger, de tratar con justicia a todos sus biios.
Y otra, para resaltar la unidad intergeneracional
e intergenérica del démos:
Los hombres, las mujeres, los más viejos, los más jóvenes, están hermanados en un mismo propósito de contribuir a que el país cumpla su destino histórico de
prosperidad y de iusticia.lT
Yo me daría sobradamente por satisfecho, si lograra instilar en mis posibles lectores europeos e iberoamericanos al menos el presentimiento de que para hacer una filosofía política decente, o más en general, para pensar políticamente, necesitan tener desde luego en cuenta su propia tradición política.
¡ñ\ueNoo
DECIDÍ EscRrBIl Es g" exranjero más culrc
U
loe filósofos políticos me
17. uDiscursodepossedopresidenteLuizlnácioLulada§ily¿»,pronunciadoanteelCon-
e'IE
siendo español? ¡Qué vahenrr!' Intuyo que escribir sobre 'ú
republicano-revolucionana mi el ambiente académico es¡k por sus respetos la fanústic¿ iL mer círculo del infierno d€ Drerés propio egoísta. Que el r zonas más abisales del in¡erP que hoy, si no por dssca¡td+ hasta en las torres marñleñ¿s r blica. Mudanzas del riemno; ¡ Pero el hecho de es-nbú cr ;onremporáneas Permanooe-
Agustín de Foxá, en la qr r Jo de los vencedores sobre h ¡l
gruente retrato de los rna¡uÁ:s¡r de Madrid, el L4 de febrero & I
rcrd
Pasaban las masas )--a las greñas, niños anémi:r ¡ zosos estudian¡s5 m¿l ¡lirÉ tritos amargados ¡' bibola'
ANroNr DontNrBcH Vwlpellac,22 de septiembre de 2003
greso Nacional del Brasil el 2 de enero de 2003.
E
l.
mos, los feos; el mundo siniestras.l
I
Madrid de corte a cbec-t Ü
Y
24
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
El lector del siglo xxr se equivocará de medio a medio si, ante el patente odio del escritor falangista contra uel mundo inferior y terrible", reacciona, ya sorprendiéndose de que este cristiano caballero pudiera destilar tamaña cantidad de veneno contra los pobres y desheredados de la tierra (¿no era de ellos, bienaventurados, el Reino de los Cielos?); ya limitándose a cargar enla cuenta de su condición de fascista declarado el señoritil regodeo en la miseria material, moral y hasta estética de las clases subalternas. Los españoles de mi generación que hayan tenido una relación medianamente íntima con sus abuelos habrán oído contar desde su más tierna infancia historias terribles sobre la mala relación entre quienes vivían por sus manos y la clerigalla. La que más vivamente me impresionaba amí,por ejemplo, se la oí contar muchas veces a mi tía abuela preferida, doña Concepción Doménech Quintana. Distinguida señorita de la burguesía industrial barcelonesa, los sucesos de la SemanaTúgica de julio de 1.909la pillaron en el veraneo familiar de Tiana, un idílico pueblecito cercano a Barcelona. Con un horror pánico que sus muchos años aún no habían conseguido borrar del rostro, narraba doña Concepción el espectáculo, indeleblemente registrado en su retina, de unos niños pobres "de alpargata» trabajadores no usa-los ban zapatos por aquella época- jugando al fútbol con las profanadas calaveras de los monjes enterrados en el aledaño convento cisterciense tomado al asalto y saqueado unas horas antes por sus progenitores anarquistas. El enconado rencor que la clase obrera y el pueblo pobre guardaban a la Iglesia venía de lejos. La Iglesia española había sido, hasta el ecuador del siglo xrx, no sólo la segunda potencia feudal del Reino de cerca -propietaria parte quinta de una de la tierra cultivable, antes de la desamortización iniciada por Mendizábal en L836-, sino también, desde púlpitos, confesionarios y escuelas, el eje animador e inspirador del partido absolutista en las guerras fratricidas carlistas. Y una vez expropiada y sin recursos propios, más y más dependiente de las minorías plutocráticas, más y más servicial con los intereses de los grandes. Por eso no fue posible en la España de finales del siglo xrx y comienzos del xx la formación de un gran partido católico de masas, con verdadera capilaridad social, capaz de contener o de mitigar la inexorable progresión político-electoral y civil de los socialistas o de los anarquistas, al estilo del Partido Popular italiano de Don Sturzo, que llegó a tener una influencia importante tanto entre los trabajadores agrícolas como entre los industriales; o como la Zentrumspartei, que agrupó y organizó a los obreros y a los campesinos católicos del sur y del oeste de la Alemania guillermina; o como el partido socialcristiano de Lueger y del Prelado Ignaz Seipel, al que secundó el grueso del campesinado y una pequeña parte de las clases trabajadoras urbanas en la Austria habsbúrguica.2
2.
Jual Díaz del Moral (Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, Alianza, Ma-
DL\.C Por otro lado. el odro.dr quiera, que de todo hav- i relectuales fascistas de le Pi Por [o pronto. es tan E
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DEMoFoBTA, DrsnuÉ,s DE
1848
25
Por otro lado, el odio, el desprecio, la inquina, el terror como -llámesele quiera, que de todo hay- inspirado por la plebe no es monopolio de los intelectuales fascistas de la primera mitad del siglo xx, españoles o no. Por lo pronto, es tan viejo como la filosofía política: Platón ya advirtió que "los esclavos nunca serán amigos de sus amos, ni la gente baja y mala (phaúloul de la gente de pro (spoudaiou),,.3 Aristóteles refiere enla Política el juramento de acceso a las magistraturas en las Repúblicas oligárquicas: useré enemigo del pueblo bajo (démo kakonousl, y decidiré contra él todo el mal que pueda".a PseudojenofonteEl argumento más importante del Viejo Oligarca -el contra el gobierno democrático de los pobres en Atenas era que «en el pueblo hallamos mucha ignorancia, superlativos desorden y vtleza, pues la pobrezale lleva más y más en la dirección de las malas costumbres,.s Y el optimate Cicerín denostó hasta el hartazgo ala abiecta plebecula. Las citas podrían multiplicarse a voluntad. El mundo antiguo conoció el odio extremo de clasepor el sencillo motivo de que las clases bajas libres, la «g€nt€ baja y mala,, el démos griego (campesinos artesanos, y proletarios -georgoi-, y asalariados mercaderes -agoroi-banausoi-, -thetes, proletarii, etc.-, llegaron misthotoi-) ola plebs romana a es-mercenctrii, tar muy cerca, a participar activamente o incluso a entrar en plena posesión del poder político: así la República de Atenas, a partir de 467 antes de nuestra era, tras la Revolución de Ephialtes; así la República de Roma después de la gran reforma constitucional de signo plebeyo del287 antes de nuestra era. La posibilidad de que oel mundo inferior y terrible,, l¿ «gente baja y mala,,, pueda llegar a mandar, la posibilidad de la odemocracia" en el vieio sentido tradicional del término
ris
s rn:ás servicial con los interer h Esptana de finales del siglo xrx o punido católico de masas, con
¡r'ffr o de mitigar
la inexorable ori-li<¡-s o de los anarquistas, al rro. $re üegó a tener una influen; agrtolas como entre los indusupó r organizó a los obreros y a t dÉ la -\lemania gqillermina; o 'dc{ Prelado Ignaz Seipel, al que
:{* E
parte de las clases traba-
;J'rrf)¿srr¿r andaluzas, Alianza, Ma_
üid,'1,967,p.397-398; primera edición de 7929), tras contar que nde todas las fuerzas patronales lanzadas contra sindicalistas y socialistas fueron sin duda los Sindicatos católicos las de más volumen y las de mejor organización,, cuenta la insatisfacción de los propietarios agrícolas andaluces con las campañas del activismo católico de Luis Díez del Corral. En Baena, por ejemplo (en L9t9), se escuchó "en silencio a los oradores hasta el momento en que extremaron l¿ nota de las reivindicaciones obreras, en cuyo punto se oyeron aplausos, que se convirtieron cr murmullos de protesta cuando hablaron de las soluciones religiosas del problema ... Por otro lado, la actitud de los patronos no era nada favorable a las recetas de la Confederación Naciooal Católico-Agraria. En opinión de muchos, el tinte religioso de la propaganda dificultaba la .-onciliación de burgueses y obreros, agregando una diferencia más a las numerosas que separan a las dos clases socialesr. 3. Leyes,756e.Más adelante, hallará el lector una cumplida justificación de mi traducción aquí de phaúlou por «gente baja y mala,.
4. 5. 6.
Aristóteles, Pol., 1310A. Ath. Pol., l.t. Aristóteles, Pol.. 12798.
26
DE\{OI
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
piente modernidad de las formas de vida cívllizada destruidas y eclipsadas desde la baja latinidad, con la formación, esto es, de las ciudades-República en Flandes y en la Italia septentrional El triunfo del estado-nación absolutista a partir del siglo xv trajo consigo, provisionalmente, el final de los ensayos de reviviscencia de las formas e instituciones políticas libres, características del Mediterráneo antiguo, y pareció alejar al mundo moderno tanto de la aspiración de los popolari alaparticipación política, cuanto de la aterrada y expeditiva resistencia de los op-
timatti. Pero la "democraci¿", el fantasma espectral de la irrupción de los pobres libres en el escenario político, volvió con la crisis de las monarquías absolutas y con el estallido de las revoluciones típicamente modernas: con la Revolución holandesa del siglo xvr, con las dos revoluciones inglesas del siglo xvIr, con las revoluciones norteamericana y francesa del xvrrI, con las revoluciones independentistas en la América española del prigrer tercio del siglo xx y con las revoluciones democrático-populares europeas de 1830 y, sobre todo, de 1848.
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§1
Er orsnNcaño on
LA BoHEME DoRÉE
Muchos grandes nombres de la intelectualidad europea, y señaladamente de la francesa y la alemana, embriagados por el torbellino revolucionario, participaron activamente, o desde las barricadas o desde la lucha publicística, en los movimientos insurreccionales que la por entonces llamada ndemocracia social" desencadenó en la primavera de 1848 en toda la Europa continental. Con la tremenda derrota, vino la resaca. Con la resaca, el desencanto de muchos de esos intelectuales revolucionarios con el démos: Que la humanidad es de una ralea sucia y fastidiosamente repulsiva. Que el pueblo es estúpido, una eterna raza de esclavos que no puede vivir sin yugo ni bastón. No será, pues, por él que habremos de seguir luchando, sino por nuestro sagrado ideal, asegura, recién iniciada la desbandada, el antiguo revolucionario Leconte de Lisle. Y con el desencanto y la resolución de limitarse a luchar por un «sagrado ideal" de artistas y escritores, la bilis: ¡Machaca, machaca un poco más fuerte, sigue machacando, policía de mi coraz6nt. ... ¡cómo te adoro! ¡Suprema paliza ésta, que te convierte a mis ojos en un Júpiter justiciero. El hombre al que estás machacando con la culata de tu fusil es un enemigo de las rosas y de los perfumes, un fanático de los utensilios;
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DEMoFoBTA, DESPUÉs DE 1848
27
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lulo y de las bellas letras, iconoclasta declarado, verdugo de Venus y de Apolo ... ¡Machaca religiosamente los omoplatos del anarquista!7
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de las ciudades-República
¡ D¿mr del siglo xv trajo consii de resrr-iscencia de las formas e dei -\ledirerráneo antiguo, y paic{^.3\-r on de los p op olari a la parerñ,J.¡nva resistencia de los op_ cÉ ia
irmpción de los pobres
=¿:*. ie las monarquías absolutas m:e nodernas: con la Revolu-
o{r-:ores inglesas del siglo xvrr, ¡gi X\-III. con las revolucior .jcl :rrner rercio del siglo xx y srr.-as de 1830 y, sobre todo, .-r<.:
un enemigo de'§íatteau, un enemigo de Rafael, un enemigo encarnizado del
vomita el antiguo revolucionario Baudelaire, refocilado en el espectáculo de un sargento municipal deslomando !- a un republicano -¡"religiosamente» dldado de oanarquista,. Otro antiguo simpatizante del pueblo, Flaubert, se pregunta en 1852, a Ias puertas de la dictadura imperial del tercer Bonaparte: ¿Qué es, pues, la Igualdad, si no la negación de toda Libertad, de toda superioridad y hasta de la Naturaleza misma?8
Ya bajo el Imperio, el grueso de esos intelectuales cultivarán su «sagrado ideal" en los salones parisinos de la princesa Mathilde de Napo-sobrina león III-. Y en ese ambiente mediocremente cortesano en que se movía ahora Ia antigua bohéme dorée, mientras se abre camino un cínico apoliticismo: Los ciudadanos que se calientan la cabeza por o contra el Imperio o la República me parecen tan útiles como los que discuten sobre la gracia eficaz y la gracia eficiente. iLa política está muerta, como la teologíal;e
r¡ir::g europea, y señaladamente rcr ei ¡orbellino revolucionario, ;a*ü. o desde la lucha publicís-
E : Jor enronces llamada odeEr¿ ce I S48 en toda la Europa C.--:. -a resaca, el desencanto de ¡
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prosperan a la vez unas cuantas ideas-estiércol, fertilizadoras del venidero ideario dela ieunesse dorée del cambio de siglo que se avecina. Como ésta, bastante conocida, de Renan: Lo esencial no es tanto producir masas ilustradas, cuanto producir grandes genios y un público capaz de comprenderlos. Si la ignorancia de las masas es una condición necesaria de esto, tanto peor. La natttraleza no se detiene ante tales escrúpulos; sacrifica especies enteras para que otras hallen las condiciones esenciales de su vida... La muchedumbre debe pensar y gozar por procuración ... La masa trabaia; algunos cumplen por ella las superiores funciones de la vida; ¡eso es la humanidad! ... Unos pocos viven por todos. Si quisiera cambiarse eso, nadie viviría.lo
7. Leconte de Lisle, carta alouis Ménard, fechada 8. Carta a Louise Coulet, 15 de mayo de 1852.
9.
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.---¡:iacando, policía de mi co3=-:- ir. re convierte a mis ojos en --:-:--::¡ndo con la culata de tu fu_ rn faná¡ico de los utensilios;
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en 1848; Baudelaire, "Salon de 1846,.
Carta de Flaubert a George Sand, fines de iunio de 1869. E. Renan, nDialogues philosophiques», en Oeuures Complétes, Calman-Lévy, París, i961, tomo III, pp. 610 y 623.8t la misma línea, el gran Mallarmé: "¿Acaso el hombre que es--ulpió la Venus de Milo no es más grande que e[ que salva a un pueblo, y acaso no valdría más :ue Polonia entera sucumbiera, antes que ver quebrado ese eterno himno de mármol a la Be--s¿¿f , (Carta a Henri Cazalis, 24 de junio de 1863).
10.
28
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Pero cuando en1871,, caído ya el Imperio y proclamada la Tercera República, la muchedumbre, la masa trabajadora oracularmente destinada por nuestros esclarecidos escritores a cumplir las funciones inferiores de la vida, toma París y proclama la Comuna cansada ds npensar y -verosímilmente gozar pof procuración,-, el fatuo apoliticismo de los intelectuales del salón de la princesa Mathilde se troca subitáneamente en un politizadísimo odio animal: En todas las grandes ciudades hay fosas para leones, cavernas cerradas con espesos barrotes en las que se confina a todas las bestias leonadas, a todas las bestias hediondas, a todas las bestias venenosas, a todas las perversiones refractarias que la civilización no ha conseguido domesticar, a los amantes de la sanfye, a los que se divierten con los incendios como con los juegos de artificio, a los enamorados del robo, a quienes se figuran como amor el atentado al pudor, a todos los monstruos del corazón, a todos los deformes de alma; población inmunda, ignota a la luz del día, siniestra pululadora de las honduras de las tinieblas subterráneas. Un buen día, ocurre que el celador, distraído, se olvida las llaves en las puertas de Ia casa de las fieras, y los feroces animales se dispersan por la ciudad aterrorizada con salvaje clamor. Abiertas las jaulas, se escapan las hienas del 93 y los gorilas de la Comuna.11
Con metáforas no por menos zoológicas, más recatadas, otro grande, Alphonse Daudet, dará una descripción de los communards insurrectos del París de 1871 que coincide sorprendentemente, hasta en algún que otro detalle de mal gusto, con la que hacía Foxá de los alegres votantes del Frente Popular en el Madrid de 1936: Cabezas piojosas, cuellos grasientos, pelo embetunado, los chiflados, los domadores de caracoles, los sabiondos de pueblo, todos los descontentos, los desclasados, los tristes, los retrasados, los incapaces.12
Las coincidencias sorprenden menos, si se recuerda que, de esa época,y de ese contexto el de la guerra franco-prusiana y la Comuna de
-digamos,
11. Téophile Gautier, "Paris-Capitalg, (octubre de 1,871.). En Tableaux út Siége, Paris 1870-1871, Charpentier, 1,373,París,1872, pp. 372-373. Para la comprensión cabal del rexro, tal vez valga la pena recordar al lector que la referencia al "celador distraído" que se ha deiado las llaves en las puertas de las iaulas es una alusión inconfundible al gobierno republicano francés que ha sucedido, en plena guerra franco-prusiana, al Il Imperio de Napoleón III. Así pues, en contra de las ilusiones de Flaubert unos pocos años antes, la política no ha muerto, como la teología. Y la disputa República o Imperio no puede ya ser una cuestión puramente escolástica, porque los exquisitos intelectuales del salón de la Princesa Mathilde caen ahora en la fácil cuenta de que la existencia misma de ese salón dependía de la existencia del II Imperio. 12. Daudet, Lettres d un absent, Guillaume, París, L871, p. 143
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El primer remedio sería acabar con el sufragio universal, el escarnio del espíritu humano. Por su misma factura, consigue que un elemento prevalezca en detrimento de todos los demás: el número domina al espíritu, a la instrucción, a la casta y hasta al dinero, todos los cuales valen más que el número.1a
otro grande,
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de tener una influencia durade-
ra en la determinación política del ambiente intelectual del siglo xx. Uno de esos motivos, muy evidente, es Ia exaltación de la (propia) exceIencia y la condena de la mediocridad: de los "tristss,, de los "feos" -particularmente, de las "mujerzuelas feas,r-, de los ,.incapaces"; en suma, de la nhez de los fracasos», mezquina, egoísta, celosa como la democracia, envidiosa como el socialismo,l3 y presumiblemente incapaz de gozar con "los perfumes y las rosas», con los cuadros de'Watteau y de Rafael, «enemiga encarnizada del lujo y de las bellas letras". La bohéme dorée empezó su andadura romántica precisamente condenando la vulgaridad, el utilitarismo y la estrechez de miras espirituales de los burgueses;1848 y, sobre todo,1871 le enseñaron a respetar al buen burgués y a buscar a los enemigos de la excelencia más bien en los "siniestros pululadores de las honduras de las tinieblas subterráneas», en el "mundo inferior y terrible». Y a buscarlos de modo completamente político. Menos de cinco años después de declarar a la política tan muerta como la reología, ahora, en 1871., Flaubert tienta remedios de todo punto políticos para negar deruíz la pretensión de existencia política de quienes viven por
É
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29
Otro motivo, emparentado con el anterior, pero de mucho interés por sí :ropio, es la tendencia a negar existencia civil al pueblo bajo. Al inequívoco ,:snificado político de 1848 y 187l-la pretensión de las clases trabajadoras :rbanas de ganar existencia política-, se responde con la negación ideal de .-l existencia civil. Por un lado, junto con el sufragio universal que hace que cualquief ga:-.ipán pueda tener el mismo peso político que Flaubert (cuando é1, con indu:.ible modestia que le hace descender por una vez a las cantidades y al vil es::riru de los números, dice nvaler por veinte electores»),15 se abre camino la lea de abolir también la instrucción pública obligatoria y gratuita. De nada .:len las pías protestas epistolares de George Sand, quien no ha rendido aún f
.i.
Renan, nDialogues philosophiques», op. cit., p. 6t6, apunta a los celos como fuente de
-: ::mocracia; a la envidia, como fuente del socialismo.
1-{. Carta a George Sand, 8 de septiembre de 7871. Y a modo de justificación doctrinal:
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que la turbamulta, la muchedumbre será siempre odiosa. Sólo es importante un pequei:-Jpo de espíritus, siempre los mismos, y que éstos se pasen el testigor.
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Ibid.
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
30
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...Ia instrucción gratuita y obligatoria no hará sino aumentar el número de imbéciles ... Lo más urgente es instruir a los ricos, que, en definitiva, son los más fuertes. Ilústrese al burgués, por lo pronto, pues no sabe nada, absolutamente nada. Todo el sueño de la democracia consiste en elevar al proletario al nivel de necedad burgués.16
't'e \-í.--rtr: H':: '.:-¡d : Co:nun¡. -.< re -=- ¡ Il¡ -::ir:Lr dei r='.' := P-s¡¡-- i-r3lt-r r On -\f tr-:i= -::, CIU '.-:::.¡ilc 9al: :--:-,:¡: ¡ l¡ , \ >r-\1 :i:S::! s::: -Jd le- 3l=:-..-15i'S,ie
Por otro lado, los que «no poseen, no trabajan bien y no sabenr, es decir, los trabajadores urbanos, la base social de la "democracia" de inspira-
i - \lrn:c-r ai =co D IEL I-IBELl:li\1u- DG
la esperanza de redimir a la masa de su bellaca ignorancia mediante la educación y la ilustración generales; la réplica de Flaubert es fulminante:
ción socialista de'1.871., no forman propiamente parte de la nación, y son potencialmente traidores a la patria. Se repetirá mil veces que la amenaza de los nbárbaros" no acecha sólo allende las fronteras, sino que éstos se hallan ya tardío de la idea del tory en los suburbios de las ciudades industriales -¿eco Disraeli sobre las ndos nacionss» eue vivían en suelo inglés?-.17 La pretensólo "política"- a la clase sión de excluir de la misma vida "civil" -no obrera puede llegar tan lejos, que ni siquiera un escritor relativamente moderado como Renan puede evitar la comparación con la esclavitud: Patria, honor, deber, son cosas creadas y conservadas por unos pocos en el seno de una masa que, abandonada a sí misma, las deia caer. ¿Qué habría sido de Atenas si se hubiese concedido el sufragio a sus doscientos mil esclavos y ahogado balo este número a la pequeña aristocracia de hombres libres que habían hecho de ella lo que era? También Francia había sido creada por el rey, la nobleza, el clero y el tercer estado. El pueblo propiamente dicho y los campesinos, hoy dueños absolutos de la casa, son, en realidad, unos intrusos en dicha casa, unos zánganos (¡sic!) introducidos en una colmena que no han construido.l8
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1.6. Carta a George Sand, 5 de octubre de 7871.
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De todos modos, la idea estaba ya en el ambiente desde antes. Recordando los sucesos los que habremos de volver con detalle-, Tocqueville anota revolucionarios de 1848 -sobre en sus Memorias: .era una cosa extraordinaria y terrible ver en las solas manos de quienes nada poseían toda esta inmensa ciudad (París), llena de tantas riquezas ... Así, el terror de todas las demás clases fue profundo ... creo que no puede compararse sino al que experimentaron las ciudades civilizadas del mundo romano cuando se vie¡on de golpe en poder de los Vándalos y de los Godos,. Véase Souuenirs, incluidos en el volumen de obras escogidas de Tocqueville editado por Jean Claude Lamberti, Robert Laffont, París,7986, p.767. 18. Renan, La reforma intelectual y moral 11,8711, Carme Vilaginés, trad., Península, Barcelona, 1972, p. 71. Obsérvese que Renan da por definitivamente escindido (pugnázmente escindido) al «tercer estado": distingue claramente a los "burguess5" (que coloca del lado del primer y el segundo estados) lsl .pueblo propiamente dicho", es decir, de lo que, aun incluyéndolas en el tercer estado, ya el popularizador de la noción, el abate de Sieyés, había llamado en 1,789,Ias nmachines de travail".
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Y a Víctor Hugo, tímido crítico de los excesos represivos que siguieron a la Comuna, se le llega a llamar, si no mercenario, sí al menos "empleado yoluntario, del rey de Prusia, olvidando de ligero que son las tropas prusianas del viejo von Moltke las que han habilitado al gobierno francés refugiado en Versalles para masacrar ala Comuna. De ahora en adelante, los demócratas v los socialistas serán también, para los fanáticos del orden, eternos sospechosos de lesa paffia.
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Ironías de la historia, la estrella fulgurante de la jeunesse dorée que se ¡r'izora como sucesora de Ia áurea bohemia francesa domesticada por el II FmPire es precisamente un joven y leal súbdito del rey de Prusia, cuyo impe:ro. el II Reich, está gobernado con mano de hierro por el canciller Bismarck, :oncienzudo valedor de los que él mismo bautizó, con giro que habría de :racer mucha fortuna, como bedti possidentes, los propietarios dichosos. El '¡l'en: profesor de Basilea, es Friedrich Nietzsche, que ha dejado sus clases, :.rsrándose como voluntario en el frente en calidad de enfermero, «para cum:-rr con sus deberes de alemán".-No puede sino ser enfermero porque al : \mar posesión de su cargo en la Universidad de Basilea, ha perdido formal:rente la nacionalidad prusiana.- Recién acabada la guerra, en carta a su ::rigo el barón Carl von Gersdorff, de 21, de junio de 1871, comenta: ¡Nuestra misión alemana aún no ha acabado! Yo estoy más animado que nunca: pues aún no está todo perdido bajo la urdimbre y la "elegancia" judeofrancesas y bajo el avaro impulso del "ahora mismo". Aún hay valentía, y ciertamente valentía alemana, que es algo inherentemente distinto del élan de nuestra vecina, digna de lástima. Pero más alláde la lucha entre las naciones, lo que nos ha aterrado es aquella cabeza de hidra internacional que repentinamente hizo su temible aparición, como anuncio de luchas futuras muy distintas.le EI guerrero patriotismo no le obnubiló la mirada al joven Nietzsche: más : ,: Je la guerra contra la vecina "digna de lástima", se ha ofrecido a su vis-' -. arerrador espectáculo de la Comuna, la "cabeza de la hidra internacio-
-:. . que hizo su "temible
aparición como anuncio de luchas futuras". La
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En Nietzsche,
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tampoco el primer indicio que ve de las uluchas futu-
Werke,vol.IV, Karl Schlechta, ed., Frankfurt, Ullstein, 1,979,pp. 1,.042-
32
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
ras». Cuando el filólogo llega a Basilea, el 19 de abril de 1.869, acaba de concluir derrota- una larga y enconadísima huelga de los obreros de las -con fábricas textiles que ha puesto en alarma a las gentes de orden de la ciudad, y desde luego a Burckhardt, el único profesor que de verdad llegará a admirar Nietzsche. Y en septiembre de ese mismo año, tiene lugar en Basilea el IV Congreso de la I Internacional de Marx y Bakunin. Durante este tiempo ha preparado Nietzsche un libro que marcará el comienzo de su fama y de su gloria como escritor: elNacimiento de laTragedia, pnblicado en-1.87L, inmediatamente después de la guerra. En él pueden reconocerse muchos motivos hijos de su tiempo, hijos de la bohéme dorée;y otros, distintos, originales, que habrán de convertirlo, andando el tiempo, en padre de muchas cosas por venir, en padre, si se quiere, dela Teunesse dorée. Para empezar, sus muy germánicas reservas contra la "eleganci¿» y el
élan franceses no le impiden
-nhidra
internacional" mediante- coincidir
con los despavoridos ex huéspedes de la princesa Mathilde en punto a identificar una de las fuentes de sus miedos: Nada hay más temible que una clase bárbara de esclavos que ha aprendido a considerar su existencia como una injusticia y que se dispone no sólo a vengarse a sí propia, sino a todas las generaciones anteriores.20
En el legado póstumo correspondiente a los años ochenta, se hallan formulaciones aún más expresas de ese motivo juvenil: Finalmente: el maremágnum del hombre social, cotsecuencia de la revolución, de la fabricación de derechos iguales, de la creencia supersticiosa en los nhombres iguales,. Aquí los portadores de los instintos de decadencia (del resentimiento, de1 descontento, del impulso de destrucción, de1 anarquismo y el nihilismo), incluidos los instintos del esclavo, del cobarde, del ladino, los instintos canal[escos de las capas largo tiempo sometidas, se mezclan en el torrente sanguíneo de todas las clases sociales: dos o tres generaciones más, y la raza será irreconocible; ¡todo se habrá plebeyizado! De lo que resulta un instinto global contra la selección, contra todo tipo de priuilegio, y con un poder, una seguridad, una firmeza y una ferocidad tales en los procedimientos, que muy pronto los mismos priuilegiados se someten. quiera conservar poder, ha de li-Quien sonjear a la plebe, trabaiar con la plebe, ha de tener de su lado a la plebe.- Los .genios, en primer lugar: se convierten en beraldos de los sentimientos c«¡n los que se encandila a las masas; sobre cualquier otra nota, se impone la de la compasión, la de la veneración incluso, de toda vida doliente, baja, despreciada, perseguida. Tipos: Victor Hugo y Richard'W'agner.21
20. 21.
"Geburt der Tragódie, , en Werke, vol. I, p. 100. "Aus dem Nachlass der Achtzigerjahre», en Werke,vol.IV, p. 708.
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pueden reconocer aquí todos los tópicos de los escritores que han madu¡ado en París bajo la protección de Napoleón III: la petulancia elitista, el Jrsgusto y el espanto provocado por la irrupción política {s l¿ "pleber, [a lleva precisamente a guesuprema irritación contra la indisciplina civil -que el desprecio de los inslargo tiempo sometidas», civilesde capas -as "las lntos canallescos de éstas, el aborrecimiento de los políticos, pasteleros y :nediocres, revolcados en todos los sumideros de la vulgaridad sentimental de Se
-as clases
bajas. ¡Ni siquiera fakala puntilla a Victor Hugo!
Pero la etiología nietzscheana del mal es incomparablemente más origi::al, radical, y hasta si se quiere, profunda, que la de sus precursores del otro -rdo del Rin. Intelectuales establecidos al fin y al cabo, Gustave Flaubert, \iphonse Daudet, Théophile Gautier y, el más cabalmente político de todos, de la Renan, se acomodarán, mal que bien, a la Tercera República -nacida :uerra y de la contrarrevolución- y contribuirán no poco a purgarla ds «re:ublicanismou, a faerza de insuflarle el viejo credo del liberalismo doctrina--o á la Constant y d. la G:uizot, dominante en la monarquía orleanista de la ¡eneración anterior. La hidra internacional les parece a ellos descabezable : rn medidas tan tradicionalmente liberal-doctrinarias como: arredilar a la y cuidar muy mucho de no volver a olvidar las llaves en la puerta del
=usma
Jario; liquidar el sufragio universal, regresando al sufragio censitario; :-adicar la instrucción pública obligatoria y gratuita; y guardarse de que el 1:¿do interfiera en la vida económica y social. Es decir, romper con cual-:
se
hallan for-
: ' er vestigio del espíritu democrático
-'. =:lll:
! -. .:-..:,¡nsecuencia de la revolución, : j :::=:..:a supersticiosa en IOS ohOm-: :-:: -:ri de decadencia (del resenti-
.h::-:.. ¡¡. del anarquismo y el nihi- :: - :.rrde. del ladino, los instintos --.:-::: -: mezclan en el torrente san-
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I\'. p.
708.
de la Primera República. )iietzsche es un crítico de la cultura, y en su condición de tal, va más le,:s- mucho más lejos. En el Nacimiento de la tragedia procede a una recusa: r:: sistemática de la entera tradición occidental < de su idiosincrática re: -:strucción de ella-, retrotrayendo el origen de las cuitas presentes al -:-riru ,,apolíneo» de la Atenas de Sócrates. El espíritu ,,¿p6l[¡ss" vendría i -r un trasunto de los valores de la llustración moderna, de su optimismo --sremológico y moral. Y Nietzsche está empeñado en revelar sus conse-
---,-*;i a s político-sociales
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Y no hay que ocultar ahora Io que anda agazapado en el regazo de esa cultura socrática: el optimismo jactanciosamente ilimitado. No hay, pues, que espanarse cuando vemos madurar los frutos de ese optimismo, cuando una sociedad penetrada hasta en sus clases más bajas por una tal cultura entra en paulatina ¡remolina bajo una codicia y una agitación ubérrimas, cuando la fe en la felicidad terrena de todos, cuando la fe en la posibilidad de universalización de esa :ulrura del saber se troca paulatinamente en la amenazante exigencia de una r-elicidad terrena de tipo alejandrino, en la conjuración de un deus ex machina euripídico. Hay que notar: la cultura alejandrina necesita una clase de esclavos para poder existir a largo plazo; pero, en su optimista consideración de la exis:encia, niega la necesidad de esa clase, y una vez gastado el efecto de sus bellas
l:-Y
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
34
palabras sobre Ia "Dignidad del Hombre" y la uDignidad del T'rabajo,, se deslíza hacia una feroz aniq uilación.22
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tradicional: Hay algo que parece absolutamente imposible para los atenienses, y es un sistema de gobierno en manos de pocos ligado con Ia libertad de todos, una oligarquía que supusiera la igualdad previa de todos, la oligarkia isonomos de Tucídides.23
La idea de una "oligarquí¿r isonómica" es la de unas clases bajas no enpor lo mismo, no teramente privadas de la libertad y la igualdad "civil" -y esclavizadas-, pero despojadas de la libertad y la iguald¿d "políticas". O 1o que es lo mismo, es Ia idea de una libertad no democrática, o aun antidemocrática, que pretende Ia exclusif¡¡ "política» y la subordinación "civil, de quienes viven por sus manos, la incorporación de todos los varones adultos a la sociedad civil, sí, pero dividida ésta en dos clases: la de los propietarios y la de los desposeídos, pudiendo tan sólo los primeros llegar a ser ciudadanos políticamente dctiuos y teniéndose que conformar los segundos con ser ciudadanos políticamen te p asiuo
22. 23.
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s.za
"Geburt der Tragódie", en Werke, vol. I, p. 100. Historia dc la cultura griega,vol.I, Eugenio lmaz,trad,.,Iberia, Bar-
Jacob Burckhardt,
celona, 1947, p. 282. 24. La distinción la introdujo la Asamblea francesa en octubre del 1789, dejando fuera de sufragio a más de un millón doscientos mil varones adultos, y admitiendo sólo a los que podían contribuir con el equivalente a "tres jornadas de trabajo,. Más adelante, en 1797,los llamados economistas y los constitucionales plantearon [a cuestión expresamente en términos de propiedad y carencia de ella, llegando a sostener que osólo los propietarios son miembros de la sociedad, la cual sólo a ellos pertene66, (Michelet, Histoire de la Réuolution Frangaise, vol. I, Ro-
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---: En este texto podemos ver el motivo, que estaba en el aire, de la exclusión civil de "las clases más bajas", y tematizado también del modo más por definición, esconspicuo con la metáfora de la "clase de esclavos" -eu€, tán siernpre fuera de la sociedad civil-. Pero radicalizado de una forma nueva e interesante. La causa de la rebelión de las clases subalternas sería una cultura «apolíneo-alejandrina" que, en su ciego optimismo epistemológico y moral, no se percataría de que ella misma nnecesita una clase de esclavos para poder existir a largo plazo". Y cuando se percata, es ya demasiado tarde, de manera que todo rueda fatalmente hacia una "feroz aniquilación". Es lo más seguro que Nietzsche polemice aquí indirectamente con posiciones políticas como la de su maestro Jacob Burckhardt, cuyo gran estudio de la democracia plebeya ática concluye críticamente con el agudísimo diagnóstico siguiente, muy del gusto del liberalismo doctrinario antidemocrático
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La utilización, según se ha visto, de la metáfora de la esclavitud por par:- de Renan da una pista de hasta qué punto el terror provocado por Ia Co::una entre la intelectualidad parisino-parasitaria del II Imperio había con:.ocionado a los herederos del liberalismo doctrinario de Constant y de .¡izot: hasta el punto de jugar literariamente con la idea de exclusión raz:.'n ciuil de los "zánganos (sic) introducidos en una colmena que no han - rstruido, . Pues bien; con esa idea juega asimismo Nietzsche, y como cabe esperar :: su extraordinario talento, con mucha mayor consecuencia. El helenista Nietzsche se toma tan en serio la consigna de la excelencia :-:srica amer'azada por la vulgaridad del mundo moderno plebeyo, salido := nadre desde la Revolución francesa, que no se contenta con la etiología ::. siglo transcurrido desde 1789, sino que rebuscando en el origen remoto := los males se encuentra, como queda dicho, con Sócrates y su perversión -::olínea, del viejo espíritu "dionisíaco, de los buenos tiempos de la tra:=iia predemocrática (según fantasea Nietszche, los tiempos de Esquilo, Só- .-.s y sobre todo Eurípides estarían ya irremisiblemente dañados por el :::nismo apolíneo).25 Los liberales doctrinarios podían oponer sencilla-=:.:e los que "saben, a los que «no saben». Pero Nietzsche cree saber que : sf,ber» forma parte de la cultura apolíneo-alejandrina que no sólo igno-. :-re depende ella misma de la existencia de un contingente de esclavos,
- que da irresponsablemente a los esclavos infundadas esperanzas de salir ': :¡ condición: les promete una igualdad civil que inexorablemente tiene
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-. :cabar en igualdad
política
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democracia-; les hace abrigar las fal-
'-- -':font, París,7979 [edición original de 1847), p. 389). Ni siquiera los jacobinos históri- -:meth, Barnave, Duport) se opusieron a esa exclusión. Puede decirse que la carre¡a im-----. Je Robespierre al poder político comenzó cuando, voz solitaria y ridiculizada en la - : - r ia. se convirtió en el más intransigente partidario del sufragio universal, es decir, en el -- - :.iecuente defensor de la incorporación de los pobres a la vida civil y al proceso político - --:onario, en el notorio campeón de la abolición de la criba entre ciudadanos activos y -.: ::-::nenre a su autor, tuvo la desgracia, científicamente hablando, de contar de entrada no . - :. ,a opinión desfavorable unánime de los filólogos alemanes académicamente estableci- ,.on
Ei:Eenio Imaz, trad., Iberia, Bar-
-L::- :- .::bre del 1789, dejando fue¡a de :: - - - :imiriendo sólo a los que podían :: '.i:. -:.ielante, en 1797, los llamados +-- - r\::::.1mente en términos de propie, - :: ::e¡arios son miembros de la so-: ': :. -: F.¿t olutiot.t Franqaise, vol. I, Ro-
una reseña demoledora, cruel hasta el regodeo, y para mayor desgracia publica-
diaria en forma de carta abierta a Nietzsche ("Norddeutsche Allgemeine Zei-'- --'' t:rensajunio de de 1872), de un joven que andando el tiempo habría de ser el más grande -i ----;::,je Alemania: Ulrich von'§íilarnowitz-Móllendo¡f. En su penetrante biografía de -'- rr;. Hen¡i Guillemin (Regards sur Nietzsche, Seuil, París, t991, p.79 y ss.) atribuye al -L-:: r generado por esa carta abierta el comienzo de la ruptura entre Nietszche y Wagner: - - : - Je repente, que Nietzsche quedaba un tanto depreciado en el espÍritu de Wagner, y
- ::..nte disminuida la aportación que él podía hacer, con
::
;:5io, a la
su prestigio personal de profe-
causa del Maestro". Nietzsche nunca habría de perdonarle al músico esa
36
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
sas esperanzas de una universalización de la culturay de la felicidad.26 Y la depositaria por excelencia de ese saber apolíneo Wille zur 'Wahrheit,
-la de la verdad objetila "voluntad de verdad, de los científicos y los amigos va- no es ella misma sino una Wille zur Macht,27 una "voluntad de poden de mediocres que han de ser también dionisíacamente sometidos y colocados en su sitio:
Una alta cultura sólo puede asentarse sobre un ancho cuerpo, sobre una mediocridad robusta y sanamente consolidada ... La ciencia no podría desear nada meior: ella es, como tal, cosa de un tipo medio de hombre, que se halla siempre desplazado frente a todo lo excepcional; la ciencia no tiene nada de aristocrática, y aún menos de anarquista, en sus instintos.2s
El viejo motivo antiburgués de los tiempos heroicos de la bobéme dorée anterior a 1848 lo lleva Nietzsche hasta el final, quiere decirse, hasta la condena expresa también del liberalismo antidemocrático -del tibio "oligarquismo isonómico"- de sus maitres d penser, Pues prosigue: El poder de la medianía se mantiene en pie por el comercio, sobre todo el financiero: el instinto del gran financiero se dirige contra todos los extremos; por eso han llegado entre tanto los judíos a ser el poder más conseruador d,e nuestra amenazada e insegura Europa. No necesitan ni revoluciones, ni socialismo, ni militarismo: si quieren y necesitan poder, también poder en los partidos revolucionarios, eso sólo es una consecuencia de lo antedicho, y no una contradicción de ello. Se ven precisados de despertar el miedo en ambos extremos, y Io hacen mostrando todo lo que está en sus manos. Pero su instinto misnmediocre,-. Allí donde hay poder, mo es inamoviblemente conservador poderosos: pero saben ser su utilización del poder va en una sola dirección. La palabra honorífica para mediocre es, huelga decirlo, Ia palabra liberal.2e
-y
Si una "alta cultura" (hobe Kubur) necesita esclavos, y además, un (
tur) es otra cosa: 26. Recuérdese el celebérrimo dicho de Saint Just, el «arcángel" ¿. la democracia revolucionaria de 1793t ole bonheur est une idée neuve en Europe,, ('la felicidad es idea nueva en Europa'). El helenista Nietzsche quiere mostrar que es muy antigua, tan antigua -y tan peligrosa- como la democracia radical plebeya ateniense. .Werke,vol.IV, 27. "!¡s dem Nachlass der Achtzigerjaf¡¡e», €n p. 356. 28. Ibid.,p.709. 29. Ibid., p.710.
i-:-¡-lIR-\IDAD
DEMOFOBIA, DESPUÉS DE 1848
:. -: -r-¡Jra v de la felicidad.26 Y la ::'---::eo Wille zur Wahrheit, -la 1 rs amigos de la verdad objeti-=
Una cultura superior sólo puede surgir allí donde hay dos castas sociales bien diferenciadas: la de los trabajadores y la de los ociosos capaces de verdadero ocio. O dicho con expresión más fuerte: la casta del trabajo forzado y la casta del trabajo libre. El punto de vista de la distribución de la felicidad no es esencial cuando se trata de la producción de una cultura superior; en cualquier caso, la casta de los ociosos es la más capaz de sacrificio, la más sufrida, su gusto por la existencia es menor, su tarea, mayor. Si hubiera un intercambio entre ambas castas, de modo que las familias y los individuos menos inteligentes y espirituales fueran degradados de la casta alta alabaia,y al revés, Ios hombres más libres de ésta tuvieran acceso ala alta; entonces habríase arribado a un estado, desde del cual s6lo alcanza a verse el mar abierto de los deseos indeterminados. Así nos habla la voz agonizante de la época antigua. Pero ¿dónde hay aún oídos para escucharla?30
-
- .r,t-;:.:.- una nvoluntad de poder» - : :--:- : -¿rTlenre sometidos y coloca-
i l:: -:. ancho cuerpo, sobre una me[¿ ciencia no podría desear -.-:: ::. :redio de hombre, que se halla -\-:{ .--:,: Ia ciencia no tiene nada de i¿- ::- :-! rnsrintos,2S :
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37
Pronto habría de haber en el continente europeo muchos oídos dispues-
- i a prestar atención a esa «voz agonizante», que supuestamente habla de - :rper la igualdad civil formal posnapoleónica, de diferenciar en «castas» la :: social, del cese civil, en suma, de quienes viven por sus manos sólo -no :: su mantenimiento en la inexistencia política, como quiso el liberalismo : .,:¡inario de la primera mitad del xx-, como único medio de producir - -, cultura verdaderamente «superior». Pero antes de prestar por nuestra cuenta atención ala "voz agonizante de - ,-::rigüedad", valdrá la pena hacer algunas averiguaciones sobre el signifipolítico del orden civil napoleónico que se impuso en toda la Europa - -: -:.lental y en Iberoamérica (o el de su equivalente funcional en los países --: rsajones) en el primer tercio del xtx. ¿Por qué, después de 1871, volvió - - :;itar ese orden liberal "oligárquico-isonómico", cuando no encono, in.
- -:.:cción?
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IV, p.356.
- :-r cartista de los trabajadores, las luminarias de la reacción podían re' ..:r a su sabor sobre el fenómeno revolucionario moderno. Y pudieron ' . - : - .on una audacia y un realismo de los que careció la generación ante- . :eneración de Metternich, el zar Alejandro I y Castlereagh, la que de, \apoleón,
concertó el Congreso de Viena (1815), forjó, o toleró, la
'.1.:rschliches, Allzumenschlighss», en Werke, op.
cit.rvol.l, p. 666.
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Santa Alianza e intentó restaurar como pudo el viejo orden de las cosas en Europa y en Américalt La más grande y perspicaz de esas luminarias, Bismarck, precisado de defender, como auténticamente contrarrevolucionaria, la política exterior prusiana por él propugnada respecto del emperador Napoleón III, se permitió aleccionar del modo que sigue en 1856 a uno de sus críticos -el archirreaccionario general Gerlach- sobre las raíces de la revolución y del mundo modernos: ...Ia revolución es mucho más vieja y tiene unos fundamentos mucho más amplios que los Bonapartes y Francia; si se quiere apuntar a su origen terreno, ni siquiera habría que buscarlo en este último país, sino en Inglaterra, si no aún más tempranamente en Alemania, o aun en Roma, según se declare culpable o a la Reforma o a la Iglesia romana y a la introducción del derecho romano en el mundo germánico.32
La polémica del joven Bismarck con el veterano general Gerlach -escandalizado y ayergonzado por el hecho de que el que habría de acabar siendo canciller de hierro hubiera aceptado sentarse a la mesa en un banquete ofrecido por el emperador Napoleón III en París- puede entenderse como el choque entre dos generaciones de reaccionarios. Que Bismarck replique al iracundo y verecundo general apuntando a las profundísimas raíces históricas de la revolución moderna resulta harto interesante, más allá de la lacerante pulla que para un militar prusiano había de significar la insinuación de que Lutero podía estar entre los "culpables". Pues precisamente la generageneración del Congreso de Viena- había construido ción de Gerlach -la sus esquemas mentales contrarrevolucionarios sobre la leyenda, según la cual la Ilustración dieciochesca y sus criaturas políticas revolucionarias, los Jefferson, los Franklin, los Paine, los Condorcet, los Marat y los Robespierre, eran primordialmente la excrecencia de un fanático querer empezar todo de lanada; de una empecinada voluntad de construir ex nouo el orden social entero; de una hiperracionalista negación abstractoide, así de las concretas tradiciones históricas, como de la sutil y dilatada sabiduría política multigeneracional en ellas incorporada. Sir Edmund Burke, huelga decirlo, inició esa leyenda en fecha tan temprana como 1,790, y por ese camino le siguieron en el continente el Papa de Roma, el grácil De Maistre, el plúmbeo Bonald, el otrora jacobino y revolucionario Gentz (luego asesor de Metternich en el Congreso de Viena), el donoso Chateaubriand o el volandero Benjamín 31.
Defendiendo Ios intereses de Gran Bretaña, el ministro británico de exteriores Castlereagh, uno de los más activos participantes en el Congreso de Viena, logró evitar la intervención de la Santa Alianza en la América española. 32 Bismarck, Gedanken und Erinnerungen,Herbig,1982, Municl-r, p. 144.
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Constant, ese antiguo mamporrero de las escuadras de señoritos que imponían el terror blanco en el París postermidoriano33 y futura gloria del liberaIismo doctrinario, también activo, como Chateaubriand, en los trabajos del Congreso de Viena. Pero esa primera generación contrarrevolucionaria fracasó. Fracasó poiíticamente: después de los gigantescos esfuerzos diplomáticos y militares puestos por obra, a partir del Congreso de Viena, a favor de la restauración definitiva del trono y del altar en el continente, la revolución volvió a aparc,er con fuerza en toda Europa; primero en julio de 1830, luego, a una escala ¡ún más imponente, en mafzo de 1848. Y fracasó intelectualmente. Acaso el más llamativo resultado del Congre'o de Viena f:ue Ia bárbara redistribución de Europa entre las potencias reac,-ronarias vencedoras, estrictamente de acuerdo con posiciones de fuerza y con
-purios intereses dinásticos. El Papa de Roma, los Hohenzollern prusianos, . ,s Borbones españoles y franceses, los Habsburgos austriacos, los Hanover .:gleses, los Romanov rusos y unas cuantas dinastías menores se repartieron .: península itálica y Sicilia, Polonia, el mosaico étnico que eran los Balcanes, Hungría, Bohemia, Galitzia, Eslovaquia, Chequia, Finlandia, Noruega, Bélgi:- . Irlanda, la Confederación Germánica, etc., tÍazaudo fronteras artificiosas, :-rruyendo y despiezando naciones enteras (como Polonia), reanexando a -ras (como Bélgica, Noruega o Finlandia), asfixiando o corrompiendo el pro:-o de unificación de otras (Italia, Alemania), cediendo a otras a terceros 3recia), oprimiendo las tradiciones, las libertades y la autonomía de todas. l=pués de esa ciclópea obra de ingeniería geopolítica artificial al por mayor -.:: significó la Contrarrevolución posnapoleónica, sólo el obscurantismo del
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rrrinario ultramontano o la premeditación del intelectual mercenario, po:n seguir sosteniendo que "Revolución" iba con artificio interruptor, nove-
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v destrucción, y "Reacciónr, en cambio, con continuación histórica, acri-'--imiento de tradiciones y construcción. Pues Io contrario era palpable: el :-rendo estallido de 1848 fue también una revolución por las libertades de = lueblos, por su emancipación de yugos dinásticos extranjeros y por su de,¿-ollo ulterior de acuerdo con sus mejores tradiciones nacionales. Con su fa-, .o grito en favor de la independencia de Grecia (we are all greeks, «todos - r--r)s griegos), el poeta jacobino Shelley vino a recordar precisamente eso. La revolución, pues, no podía ser pura excrecencia, excepcionalmente :<:::rollada, de un espíritu prometeico de novedad total: sus raíces históri-
Benjamín
. : - - ,:: iri¡ánico de exteriores Castle-
,.--.r
39
::
Los Ilamados muscadins, también conocidos con el nombre colectivo de jeunesse do:-:::Jas de niños bien que, tras el golpe de Estado contrarrevolucionario de Termidor, ate- -::r.rn al pueblo baio y realizaban incursiones punitivas en las asambleas y actos poiíticos -- : .:-rnalla robiesperrista,. Véase H. Guillemin, Beniamín Constant mwscadin, Gallimard,
'
'_-. :ri8.
40
DE}
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
[Para e[ Derecirc' Roo¡ ferencias en ei a^;a;xt c
económicas, políticas, intelectuales- tenían que ser mucho -sociales, más hondas; sus motivaciones, mucho más amplias y duraderas. Esa es la cas
realista conclusión que ha sacado Bismarck de las experiencias de 1830 y el Realpolitikel que no podía consentirse ni doc1848. Y lo ha hecho -é1, t¡inarismo ultramontano ni reflexión mercenaria- con resuelta radicalidad. Figurémonos: en su escrutinio causal, en su viaje de búsqueda de "culpables", Bismarck está dispuesto a llegar ¡nada menos que hasta la Aufnahme, hasta la recepción del derecho romano por la Iglesia y por la corte imperial en la Edad Media temprana! Apuntar a la recepción del Derecho Romano en el Occidente medieval es tanto como ir mucho más allá de la Edad Media, sin embargo. Por implicación, es tanto como retroceder hasta el mundo de la Antigüedad mediterránea. Y es tanto como afirmar, dicho sea de paso, no ya que el estro revolucionario tiene también st pedigree histórico, sino que los ancestros de la revolución son muchísimo más viejos que aquello que pretendía conservar o restaurar la reacción. La carta que Bismarck reproduce en sus memorias tiene fecha de 1856. Doce años más tarde, en 1868, daba Otto von Gierke a la imprenta el primer tomo de la obra que ocuparía el grueso de su fértil vida científica y que hoy reconocemos como uno de los grandes monumentos de la caudalosa erudición historiográfica alemana del siglo xtx: Das deutsche Genossenschafstsrecht ("ll derecho germánico de camaradería").Gierke fue algo más que un erudito. Fue uno de los juristas alemanes con mayor y más activa participación en la elaboración del código civil adoptado por Alemania en el momento culminante del poderío de Bismarck. El sentido de su participación anduvo siempre en línea con la idea que fue el leit motiu de su investigación académica: la (potencial) superioridad de la tradición jurídica de los pueblos germánicos sobre el derecho romano. No es ocioso advertir que la codificación de las relaciones privadas entre personas jurídicas (es decir: el establecimiento de un código civil) y la amplia extensión social dada a la personalidad jurídica fue una de las cosas más logradamente implantadas tras el avance de las tropas napoleónicas por casi toda Europa continental en los tres primeros lustros del xx. Y uno de los logros que con más enconado rencor habría de recordar la generación contrarrevolucionaria de Gerlach (que se representaba a Napoleón, huelga decirlo, no como un déspota liberticida, heredero del espíritu termidoriano que liquidó la Revolución francesa, sino como el exportador a todo el continente del espíritu de libertad de la misma Revolución). Los códigos civiles napoleónicos estaban directamente inspirados en el ius ciuilis romano. Y bien, ¿qué tenía de nrevolucionario, eso en la Europa del incipiente siglo xx? Según Gierke, su "abstracta» concepción de la personalidad jurídica. Oigámosle:
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medieval
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\laL. srn embargo. Por implicaoi¡ ie la Antigüedad mediterrá: p¿y-r. no \-a que el estro revolu\-o- ;:no que los ancestros de la ¡rsxrrr que pretendía conservar o ¡s ne::rorias dene fecha de 1856. u G:erke a la imprenta el primer s¡ ::-ri vrda científica y que hoy x¡l¡E<:r¡os de la caudalosa erudiD;.. ;eu t-rc h e G enossenscb afstsrú' . Grerke tue algo más que un üt -:\'or s más activa participane¡ :or -\Iemania en el momen<á:io de su participación andu-
d ¿: ,,iottl'de
su investigación r:raa.ron lurídica de los pueblos
¡ d. lás relaciones privadas entre E de un código civil) y la amplia ilca
tue una de las cosas más lo-
hs =,rpas napoleónicas por casi ro: .'.¡sr¡os del xx. Y uno de los n dc recordar la generación conescz-ba a \apoleón, huelga dehp :e! espíriru termidoriano que d er-r.-ador a todo el continen,lu.--¡:. ¿: i-:..¡amente inspirados en el nFs.).-ic¡onario" eso en la Europa '¡f.5s'¿r-1¿, concepción de la per-
41,
[Para el Derecho Romano]... no todos eran persona en idéntico grado. Las diferencias en el alcance de la capacidad jurídica que producíarlos ciues, liberi y homines sui iuris frente a vn status menguado, tenían que aparecer como un parcial fracaso de la personalidad. Pero la abstracción romana tendía también a ver en la desigualdad una excepción jurídico-positiva a la por principio supuesta igualdad. En el principio abstracto de la persona, provisto de un contenido de todo punto determinado e inalterable, se empezaba por postular la igualdad de todo hombre en lo atinente a su capacidad jurídica; y sólo luego, y por la puerta trasera de la excepción, se permitía el regreso de la desigualdad. Lo que tuvo, al mismo tiempo, por consecuencia que esa excepción, precisamente por ser una excepción, fuera orillándose más y más. De aquí la portentosa fuerza niueladora del derecbo romctno, que ctpenos si llegó ct corrocer un indicio de derecho estalnentdl, pero que dcabó en una completa niuelación de los suietos iurídicos.3a
El concepto de «persona" del derecho romano tenía, pues, según Gierke, por las monarquías y los principados absolutistas incipientemente modernos para ir desrruyendo o allanando las barreras estamentales de la sociedad feudal, de esras tres notas características, que habrían sido utilizadas
Lmpronta germánica:
L) Era absoluto. Es decir, el derecho reconoce la voluntad de los indiviJuos, de los singuli, y la reconoce ilimitadamente en la esfera iusprivada. No ;olo la voluntad del individuo está determinada por sí misma, sino que ni los rinculos con otras personas, ni con los objetos jurídicos a ella sometidos la pueden afectar o modificar. Una voluntad que estuviera sometida e otras vo.untades dejaría en el acto de ser voluntad. Para que haya obligación, la soluntad debe ligarse a sí misma. "La persona romana es, pues, soberana, nacia fuera y hacia dentro.,35 2) La persona es, además, indiuisible (como la individualidad). No pueie. sin autodestruirse, desgajar parte alguna de sí propia, ni, por lo mismo, ser parte o miembro de alguna otra personalidad. 3) Es, por último, inalienable, porque es la cualidad jurídica necesaria de :odo individuo. La inalienabilidad de la voluntad, de la personalidad jurídica, ::ace jurídicamente imposible la Selbstergebung,la autoentrega o autosumiy muy difícil la transferencia, 'rón voluntaria a otra voluntad; hace inviable o i-a sea parcial, de la propia voluntad a otro, lo que restringe radicalmente la :¡rión de la representación de la propia voluntad por un representante vo-unrariamente designado, y no digamos la de las decisiones surrogadas. 31.
Deutscbe Gemeinschaftsrecht,vol.ll, Geschichte des deutschen Kórperschaftsbegriffs,
-.2a-28.
35. lbid., p.29.
42
DE
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Paradójicamente, esa recapitulación gierkiana del concepto republicano antiguo de la persona, crítica como pretende ser de la herencia niveladora de los códigos napoleónicos, está parcialmente enfocada con anacrónicos lentes del período posnapoleónico. Pues, siendo cierto que el rnundo de Ia Antigüedad clásica mediterránea republicana reconoció el carácter absoluto de la voluntad del individuo libre, su indiuisibilidad como persona jurídica y la inalienabilidad de esa personalidad (la imposibilidad de la sumisión voluntaria a terceros); siendo todo eso cierto, no lo es menos que el éthos repablicano antiguo (y en este punto, el derecho romano es sólo una expresión particularmente lúcida y perspicua del mismo), nunca desligó conceptualmente el problema, digamos, «abstracto» o "formal", de la persona jurídicamente libre o sui iuris (y de su capacidad para desarrollar virtudes cívicas), del problema, digamos «concreto», de las bases institucionales y materiales en que se asentaba su libertad, su autonomía y su "virtud" g6¡¡q «p€rsona": del problema, esto es, de la propiedad (mueble o, sobre todo, inmueble). Tampoco desligaron ambos problemas los fundadores del mundo político contemporáneo; nunca olvidaron su íntima conexión los revolucionarios norteamericanos ni los revolucionarios franceses. Sin embargo, el orden civil posnapoleónico del primer tercio del xx aflojó decisivamente el nudo. Respetó las tres características mencionadas del derecho civil romano, y culminó, en efecto, con coup de mattre la lenta obra, secularmente desestamentalizadora de la vida social y económica, emprendida a tientas por los regímenes absolutistas modernos con ayuda de instrumentos jurídicos roÍranos. Extendió, por lo pronto, a todos los varones este tipo de personalidad jurídica, rehizo jurídicamente la familia, y dotó a las para realizat actos y nemujeres de cierta nueva capacidad -limitadísimajurídicos gocios privados. Pero lo hizo de un modo sui generis,cortando, o aflojando al menos, el nudo que en la tradición republicana (de Pericles a Jefferson o a Robespierre, de Aristóteles o Cicerón a Madison) unía de modo inextricable los tres rasgos mencionados de la personalidad libre con las instituciones sociales de la propiedad. Si se puede decir así, el nuevo orden civil napoleónico se fundaba en la fictio iuris de que hasta los desposeídos eran propietarios de algo (de su fuerza de trabajo), lo que les permitía capacidad jurídica para traficar jurídicamente como libres con su peculiarísi¡¡¿ «propiedad" (vender su fuerza de trabajo). Ni el mundo antiguo mediterráneo republicano, ni los revolucionarios republicanos norteamericanos y franceses de finales del xvrrr, habrían admitido nunca la ficción jurídica de que l¿ "propiedad" de lafierza de trabajo fuera una propiedad de verdad, capaz de dar independencia, existencia social autónoma y separada a quien la poseyera. La locatio condwctio -libreel operdrum, contrato asalariado de servicios, fue siempre yisto por los antiguos como un contrato de esclavitud temporal, indigno de hombres libres.
vOITlO Un COnfatO Or¡C
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:-.-'consienre lo cu. G:crL
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medirerreneLr ::lF § frances¿- s-. lo ü- t
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I,.\ID.{D
DEMOFOBTA, DESPUÉ,S DE 1848
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43
Como un contrato que violaba el rasgo segundo de la personalidad libre (que no consiente lo que Gierke llamaba Selbstergebung, la sumisión, la subordinación civil voluntaria). Jefferson, Madison, Kant o Robespierre nunca pensaron de otro modo. La situación es ésta: el orden civil de impronta napoleónica (o su equivalente funcional en los países anglosajones) rompió la lógica republicana del derecho romano, que vinculaba inextricablemente la libertad personal con las instituciones sociales capaces de dar base material a la existencia social autónoma y separada de los libres, generando así una ilusión de libertad general fundada en la ficción jurídica de que todos son propietarios de algo, y por lo mismo, capaces de relaciones contractuales libres. Sólo sobre ese orden fue concebible el proyecto liberal doctrinario de una "oligarquía isonómica, en la que todos fueran igualmente libres ("civilmente,, ), pero en la que
sólo unos pocos mandaran ("políticamente,,). Pues bien; esa solución de compromiso tan "moderna, del problema de la "libert¿dr, de la que tan orgulloso se sintió el liberalismo europeo de la primera mitad del xx, y que rompía más o menos expresamente con los esquemas republicanos no sólo del mediterráneo antiguo, sino también con los de las revoluciones americana y francesa, es lo que ponían en cuestión en la segunda mitad del xx los herederos dela bohéme dorée, a los que hasta la ficción napoleónica de igualdad o reciprocidad civil en la libertad les resultaba peligrosa. El asunto es tan importante para entender políticamente el mundo conremporáneo, y los lentes posnapoleónicos han llegado a deformarlo tanto, que merece la pena detenerse en él con cierta prolijidad. Por lo pronto, necesitamos entender mejor los esquemas políticos republicanos del mundo clásico, r-el modo en que los revolucionarios europeos y americanos de finales del xvur los hicieron suyos. Así que no queda más remedio que escuchar con alguna atención la ,,voz agonizante de la Antigüedad". Pero directamente, no a través del eco gierkiano, ni menos de la sordina nietzscheana.
Libertad rePublicand, democ racía Y PtoPiedad (de Aristóteles a Jefferson)
Tl
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Llsno IX pr
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E^;".rr*#il;;;á bien nestar colectivo o el
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presenta Erac¡NtcouÁQur t' \1L678)' Aristóteles personal v el bieá. h ,.r".i0r,.r,,i. la virtud asíz reza público' cuya traducción más común
iusto.
Lainterpretaciónmásnaturalyexpeditadeestetexto'asítraducido el propio Aristóteles, es interpre.,r"aíiri:;;;;'sabá
henneneúen, rar), declara lo siguiente:
es malos.
deoror, y que ser virtuoso quiere coSás)>r «querer siempre las mismas la vez lo que -conviene -Y se
"'i se" debe- a los debe- a uno mismo y lo que conviene -y viciosos que !,emás' ni están en armoion 3) Que to. noñUnt''i'lo" al revés' voluntad, ni pueden tenerla nía consigo mismos por el sesgo
mudadi;;;. su
46
LIBERT-{D RE?U
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
con los demás al anteponer sistemáticamente sus propios intereses particulares del momento a lo que se debe a los demás (y a uno mismo en el futuro).
i4
PosRrs Y Rlcoi.
rrrn
Sin embargo. en el Pa profundo s. desdc bq
la siguiente reformulación: los hombres malos lo son porque no consiguen resolver un dilema del prisionero que sus yos presentes juegan contra sus yos futuros, y por lo mismo que se maltratan a sí propios, tienen que maltratar también a los demás: el hombre malo es un free rider con los demás porque lo es por lo pronto consigo. El hombre bueno, en cambio, es un jugador de ley, que por lo mismo que trata bien a sus yos futuros y está en armonía consigo, lo está también con los demás.1 Y de ahí puede derivarse una conclusión de ética social descriptiva y una conclusión político-normativa. La inferencia descriptiva es la siguiente: una comunidad política o sociedad civil (koinonía politiké)z de hombres malos no tendrá bienes públicos, y al revés, en una comunidad de hombres virtuosos fluirán abundantemente
-is
los bienes públicos. La inferencia política normativa es ésta: en una comunidad en la que, como es realista suponer, coexistan hombres buenos y hombres malos, deben necesariamente mandar los hombres buenos y virtuosos, imponiéndose a los malos y viciosos. De lo contrario, la comunidad política se destruirá por el imperio de la "discordia pugnaz, y el descuido de los "servicios públicos". Si esto fuera todo lo que declarara el texto de Aristóteles, /a ,.esencia, normatiua de la política se reduciría a dos coscts, un problema y una solución. El problema: la provisión de bienes públicos, potencialmente amenazada por la existencia de estructuras de dilema del prisionero en la comunidad política. La solución: que, sean ellos muchos o pocos, manden siempre los hombres psicológicamente virtuosos. Por lo demás, la tarea descriptiva central de la ciencia política puesta al servicio de ese empeño normativo consistiría en la descripción de la contingente distribución de las psicologías virtuosas y viciosas en una comunidad política dada.
:-«o
de las
--.;aiq
uier sۖonro reail3e
Esas tres afirmaciones admiten
1,
.El hombre perverso, sin duda, no
múltiple, y en el mismo día es otra persona e inconstante ,.. el hombre bueno no tiene que andar haciéndose reproches a sí mismo todo el tiempo, como el incontinente; ni su yo presente nada que reprochar al del pasado, como el arrepentido; ni su yo pasado al del futuro, como el mentiroso." (Et. Eu.,l240Bl Para una reconstrucción en términos de teoría de juegos de lo que allí se llama «tangente ática", del isomorfismo de ascendencia socrática entre el bien privado y el público, véase A. Doménech, De la ética a la política, Crítica, Barcelona, 1989, capítulo II. 2. Societas ciuilis es la traducción latina medieval de la koinonía politihé griega. Hay que es uno, sino
recordar que el mundo antiguo del período clásico no conoció la realidad de un Estado burocrático (de una osociedad política"), autonomizado, independizado, enfrentado a la sociedad civil, y apenas controlable por ésta.
ucción corrienleÍIcr ion posnapoleóruc: dd q Repárese en [a partt r Srto v en muchos ot¡fE .':ombre malo..
=ad
Pbaúlos riene
u¡ ur¡crr
germánica * Pbr-. pudrit :--á;ticamente en ias kngl el mismo sert'o ':uei = -- hov más o me:rcrs oú :;lebre, miseria. ¡-1b{rEz¡
cali-frc¡,rc,
'iioig¡ri -:i aJ¡euvo -.-¡¡¡f ';¡-'-¡2 -rbo -.f¡n ten -'r<úl'f,lrr:na Ia connor¿-::óo & F¡¡¿l signiñca
= rg]s'sucio'-'¿sqLEfq ¡ i'J:En Pracnc¿ e! l¡Jcto t Sl. además" s. rLrn ei Pa$,: =-r§.jo encomun'. car -\rrn¡ dei m;rs :¡nsdra =r^f
Que en u¡.f !-oE e5¡á Por erL-r-D¡ & Qte los -sc's. h
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
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47
-i-:-..
Posnes y RICos, VIRTUDES Y vICIos
§4
Sin embargo, en el paso que estoy comentando Aristóteles dice algo más, más profundo y, desde luego, más realista. Si no se ve, es porque lo oculta la rraducción corrientemente aceptada, anacrónicamente sesgada por una vi-
sión posnapoleónica del orden civil. Repárese en la parte subrayada de la cita. Es un grave error, en este con-
:exto y en muchos otros, limitarse a traducir pbaítlos por «malo» o por hombre malo». Phahlos tiene un interesante origen etimológico. Procede de la raíz indo:ermánica "Phu-, pudrirse, heder. Esa raíz indogermánica se ha perdido :rácticamente en las lenguas latinas (salvo en expresiones onomatopéyicas, o npudrir"), pero las lenguas germánicas la conservan toda=r el mismo verbo . ía hoy más o menos como el griego clásico, connotando, a la vez, podreJumbre, miseria, pobreza y holgazanería.3 Es decir, un ramillete casi com:.eto de las calificaciones que espontáneamente pueden venir a la cabeza de :ialquier señorito remilgado a la vista de un indigente o de un obrero remi-:'. Faul significa 'holgazán'en alemán, sich uerpfaulen significa 'pudrirse', y = adjetivo stinkfaul -'v¿g6 hediondo'- refüefza redundantemente con el .::bo stinken _'heder'- a Faul, mostrando que en el alemán moderno pre: rmina la connotación de holgazanería sobre cualquier otra. Foul significa ::- inglés 'sucio', 'asqueroso', 'inmundo'; y en la jerga deportiva. se llama foul . iuien practica el juego sucio, y to foul, en esa misma jerga, es jugar sucio.a Si, además, se recuerda que, etimológicamente, eipieikés (comúnmente ::ducido en el paso citado por uhombre bueno") significa "el situado por :i-.lrná del común", estamos entonces en condiciones de proceder a una in:=:¡retación más satisfactoria del texto de Aristóteles. Y en esa interpreta:. r:r no se desvanece, claro es, la imponente psicología moral de su filosofía :, -:rrca, pero esa psicología se acompaña con -si no es que se funda ensociología moral. Pues lo que dice el texto es:
--:
i
' .n el mismo
día es otra per: .:.iose reproches a sí mismo ::::ochar al del pasado, como
---'re Ir
Ft Eu.,12408) Para una re:::lr ,.tangente i¡iq¿", del iso: :;o. véase A. Doménech, De
:
.: ,tí: politiké
griega. Hay que
= :ealidad de un Estado buro-
::io.
enfrentado a la sociedad
Que en una comunidad política de hombres libres hay gente de viso común- y pobres, carentes de propiedad. Que los ricos, los distinguidos y la gente por encima del común sue-
está por encima del
EI francés, la lengua latina más invadida de germanismos, conserva probablemente esa jogermánica en palabras como fou'loco' y foule'muchedumbre'. : Enrre los infinitos /ocl aristotélicos que podrían avalar la traducción de pháuloi por . :.=. bajas, (normalmente, pobres libres del démos, Pero, a veces, incluso esclavos, exclui- r :. -a vida civii), uno particularmente interesante se ha[[a en la definición de la comedia - ':- n;íntesis phaulotéron (representación imitativa del comportamiento de las clases bajas) . -. :--:'róreles of¡ece en laPoética (L4494\.
.
:
:-
48
'-a:-.:r-] ltr
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Que los pobres suelen ser viciosos, y por lo mismo, incapaces de romper la lógica del dilema del prisionero. Y por implicación: que los pobres son una amenaza para la concordia de la comunidad política.
De =.l'-- :ii -\rl.-:e -: ::i:!.-,::- :-_:- t¡¡ :.i-, i'a:: l::. a:;¿ú :.l ;?a:¿ <:: q.:.:nAna :{-:
Que las comunidades políticas de hombres libres están escindidas en ricos y pobres
A j.::--¿;- :,'i :-rrrri p :5 :4-::-i¿: ]:r c5 <;a:1.,a-. (: t-ri
len ser virtuosos, y por lo mismo, capaces de romper la lógica del dilema del
prisionero.
3)
imposible que los mismos ciudadanos sean a la vez pobres lpénestbai) y ricos (plouteín). Por eso éstas parecen constituir principalmente las partes de la ciudad: los ricos (eúporoi) y los pobres (áporoi). Además, como generalmente los ricos son pocos y los pobres muchos, estas partes de la ciudad se muestran pugnazmente enfrentadas (enantíal, de modo que la preponderancia de una o de otra constituye los regímenes, y éstos parecen ser dos: democracia y oligarquía.
---i ::a-l-:
es
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nos graves...
Pero hay que observar que ocurre con mochtería algo parecido a lo que pasaba con phaú.los: son voces que refieren sin duda a maldad o a vicio, con
toda la refinada carga psicológica -a diferencia de la mera transgresión deóntica de tipo semítico-cristianr que los términos morales tenían para los griegos, pero con connotaciones de clase inconfundibles, que también en el caso de mochtería se nos revelarán con la inspección etimológica de la palabra: 'estado lamentable', 'miseria', 'insalubridad', 'mala calidad', 'hedor' (¡una vez más!), y de aquí, derivativamente, 'perversidad', 'maldad'.s
5. Véase la voz mocbtería en el clásico Dictionaire Grec-Frangais de A, Bailly (ed. rev. por L. Séchan y P. Chantraine), Hachette, París, 1950,
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=:s.-ifs:-:
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i-i1-.. :'i a-. --¡& :< -1=:',\-::---i flL
También está escindida la comunidad política entre la virtud y el vicio, una escisión que, en un paso famoso de la Política (13038), no sólo se superpone a la cisura que separa a pobres y ricos, sino que contradicción -n paso que parece ganar primacía se citarcon el acaba de sobre ella. En la traducción más corriente, este paso dice así: En las oligarquías se sublevan los más (hoi polloíl por creer que son tratados injustamente porque no tienen los mismos derechos, como se ha dicho antes, siendo iguales, y en las democracias se sublevan los notables (hoi gnórimoi) porque tienen los mismos'derechos no siendo iguales ... La división más grande es quizá la que separa la virtud de la maldad areté kai mocbtería), después la que separa la riqueza de la pobreza (plo'íttos kai penía), y así otras más o me-
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
la lógica del dilema del
- :j'rrsmo, incapaces de rom-
-:i;ación:
que los pobres son
¡o[rica.
-: s *rres están escindidas en riexplícita en Aris- s oerrina :s.r--- . principal" de la comuni-.::::: 12978):
De modo que Aristóteles no se desdice a sí mismo: que en un paso presente la división entre riquez a y pobreza (ploírtos kai penía) como la «principal" y en otro, en cambio, como subordinada a la división entre virtud y vicio (areté kai mochteríal es congruente con su idea de que, en general, la riqueza y la propiedad suelen coincidir con la virtud, siendo aquélla la fuente de ésta: Además, los ricos parecen tener aquello cuya carencia hace que los delincuentes delincan: por eso los llamamos selectos y distinguidos (bóthen kai kaloüs kagathoüs kai gnorímou.s);6 y lo mismo que la aristocracia concede la supremacía a los mejores ciudadanos, también se dice que las oligarquías están constituidas principalmente por los selectos (kal6n kagatb\nl.T
i. ¿. i -z pobres (pénestbai) y ricos :----\---r:..rnente las partes de la ciu'-
.:.-::::.ás. como generalmente los L-:. := .a ciudad se muestran pug-
Y
::eFonderancia de una o de :<: ::§: democracia y oligarquía.
sobre ella. En la
-.:..:<-'r algo parecido a lo que = :j- a maldad o a vicio, con '-- *---:
ie la mera
transgresión :==::ros morales tenían para -:-:¡dibles, que también en :\s-.:on edmológica de la pa'.:--+.: . 'mala calidad', 'hedor' ¡t-- o =:r
r
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d','maldad'.5
---:: ------;;ts de A. Baitty (ed. rev. por
virtud:
Además, como, por lo general, esta clase de hombres suele frecuentat la plaza del mercado y la ciudad, acude fácilmente a la asamblea, mientras que los labradores están diseminados por el campo, y ni se encuentran ni sienten en el mismo grado Ia necesidad de esa reunión.e
i.-.-
:- :*or creer que son tratados -§. como se ha dicho antes, -:-:. .'>' notables (boi gnórimoil 'r.:.-: i: -L--i-§ ... La división más gran..a- :-r¿ kai mocbtería), después -s <:: : -it t.,v así otras más o me-
distin-
Después de un pueblo de campesinos, el mejor es el compuesto de pastores que viven de sus ganados... Los otros pueblos que constituyen las restantes clases de democracia son, por lo general, muy inferiores a éstos (poll6i phaulótera toúton), pues su género de vida es inferior (ho gár bíos pha'úlos),8 y entre los trabajos de que se ocupa un pueblo de artesanos (banaúsonl, de mercaderes lagoraionl y de asalariados (thetikón) no hay ninguno virtuoso (met'aretAsl.
:-= 3nrre la virtud y el vicio, '-i::::; 13038), no sólo se su:i s::-,- que
se compadece bien con su idea de que, en general también, las
ras clases que componen el pueblo pobre (el démos) carecen de
-c '
-
49
Aquí, Aristóteles niega toda posibilidad de virtud en el démos (es decir, en los pobres libres) fuera de los campesinos, cuya única excelencia política .onsiste en que su modo de ganarse Ia vida les mantiene diseminados por la ;hóra y clavados al terruño, absteniéndose de hacer política y de irnportunar .on su presencia y con su palabra en las asambleas deliberativas y en los tribunales.
La falta principal dela demokratia (del gobierno de los pobres libres) le :arece a Aristóteles precisamente ésta: que en ella
-y
señaladamente, en la
6. En este impresionante paso, Aristóteles reconoce que la calificación axiológica griega ;iprema, la kalokagathíar que une excelencia moral y excelencia estética, es atributo que ador-
-.
por lo general, a los ricos. Pol., l293B.Y de modo parecido, por ejemplo, en 13088: uy digo que están en oposi::ón los selectos (toüs epieikeís) y la masa (t6i plétheil, o los pobres (apórous) y los ricos (ez-
7.
:-5rois),,. 8. Obsérvese la conexión aquí establecida ettre démos y phaúlos.
9.
Po|.,1319A.
50
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Atenas postephiáltica- mandan los carentes de virtud, mérito o excelencia. Problema político-normativo crucial para él es hasta dónde debe extenderse la soberanía de los hombres hbres (kyríous eínai toüs eleuthérous) y de la masa de los ciudadanos, entendida ésta como compuesta de todos los que no son ricos ni tienen ninguna cualidad excelente.lo
Idealmente, Aristóteles está convencido de que ninguna de las clases que componen el démos (todos quienes viven por sus manos: campesinos, artesanos, mercaderes y asalariados) es apta al mando, por carecer de virtud. Así, cuando se ocupa del "régimen óptimo, o ideal, es decir, "del que puede hacer más feliz a la ciudad", afirma: resulta evidente que en la ciudad óptimamente gobernada y que posee hombres
justos absolutamente relativamente al tipo de régimen-, Ios ciudadanos -no no deben llevar una vida de trabajador manual ni de mercader (porque tal género de vida carece de nobleza y es contrario a la virtud), ni tampoco han de ser campesinos los que han de ser ciudadanos (porque tanto para que se origine la virtud, como para las actividades políticas, es indispensable el ocio).11
Pero Aristóteles fue tn Realpolitiher consamado. Sabía muy bien que la exclusión política del démos, el tratar a los pobres libres como si fueran esclavos, excluyéndolos del juego político, tfaía en su época riesgos insoportables. No escapándosele que el que los pobres libres participen de las magistraturas no está exento de riesgos (pues unas veces su falta de sentido de la iusticia les haría delinquir, y otras, su imprudencia, cometer errores),
considera, no obstante, que, de otro lado, es peligroso que no se les de parte ni participen de ellas, pues la ciudad donde hay muchos sin honores y pobres (átimoi polloi kai pénetes) está forzosamente llena de enemigos (polemíonl.12
Por eso, no como régimen óptimo o ideal, sino como second best realista e históricamente factible, Aristóteles defiende un régimen mixto, su poli1.0. Pol.,12818.
tl.
Pol., 13288. En t3378, más explícitamente, Aristóteles conceptúa los trabaios serviles, indignos de hombres libres, y por lo mismo, inahilitantes para el goce de la plena ciudadanía: ollamamos viles ¿ todos los oficios manuales (téchnas... banaítsuosl, así como a los traba-
II
LIBERT.{D
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
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sólo será posible que el régimen sea a la vez democracia y aristocracia ... si los notables (gnorímous) y el pueblo tienen ambos lo que desean. En efecto, que el gobierno esté más abierto a todos es democrático; que sea la clase superior (gnorímous) la que eierza las magistraturas es aristocrático, y eso ocurrirá cuando no sea posible lucrarse con ellas; entonces los pobres (áporoil no podrán gobernar, puesto que no se gana nada con ello, y preferirán dedicarse a sus asuntos particulares (tois idíos eínai mállon), y los ricos (eúporoi) podrán gobernar, puesto que no necesitan nada de la comunidad. Con lo que resultará que los pobres se enriquecerán al poder dedicarse por completo a sus trabajos, y los notables no serán gobernados por cualesquíera (tychónton),13
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Parece como si Aristóteles invirtiera aquí el sentido del argumento empleado en el paso de la Ética nicomáquea citado al comienzo de este capírulo. Mientras que allí a la gente baja (a los phaítloi) se le reprochaba su incapacidad para tener sentido de lo público, su egoísmo particularista y mezquino, dimanante de su falta de virtud o excelencia de carácter; aquí, en cambio, aboga explícitamente el filósofo por un refinado diseño institucional que arroje a los pobres a sus vidas privadas, al afán por sus «asuntos partia fin de que remanezca expedita la vía al monopolio de la vida pú'-ulares»r blica por parte de los ricos y los distinguidos. Talvez haya un sentido en el que eso no sea irremisiblemente contradicrorio, todavía. Pues en este paso de la Política, Aristóteles está atacando preisamente el diseño institucional de la democracia ática radical postephiálti;a. La reforma constitucional de Ephialtes (acometida tras la Revolución del ano 461, antes de nuestra era) consistió muy principalmente en hacer que los ;argos públicos de gobierno, así como la participación en las asambleas delit'erativas y en los tribunales populares de justicia fueran remunerados con fondos públicos. Esa reforma trajo consigo la invasión de la vida política por oa¡te del démos pobre, y de hecho, con la excepción de dos intentos de golpe de Estado oligárquicos, Atenas fue una República gobernada ininterrum¡idamente por el partido democrático de los pobres (el partido de Ephialres. de Pericles, de Sófocles el trágico, de Arquestratos, de Cléon, del meteco Lssias y de Demóstenes) durante 740 años, hasta su conquista por el imperio *cedonio en el 321 antes de nuestra era. Y eso le parece a Aristóteles de iodo punto vitando:
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51
Por haberse hecho las ciudades mucho mayores de lo que fueron en un principio y disponer de ingresos en abundancia, todos tienen parte en el gobierno a
li.
Po1.,13088-1309A.
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
LIBERTA] RE}a
causa de la superioridad numérica de la muchedumbre, y participan en él y en la administración incluso los pobres (apórous), que disponen de tiempo de ocio (scholázein) porque reciben un salario público (misthónl. Una muchedumbre de esa clase es incluso la de que más ocio dispone, porque no se ven embarazados lo más mínimo por el cuidado de sus intereses privados (idíon epiméleial, como los ricos (plousíous) que, a causa de eso, muchas veces no toman parte en la asamblea ni en la administración de justicia. Esto hace que el elemento soberano en este régimen sea la muchedumbre de los pobres (apóron plétbos), y no la ley.la
: :dadanos están e:lerEun r ie un mundo moie-ro c
El fondo de lo que a Aristóteles le resulta insoportable aquí es esto: que la reforma democrático-radical de Ephialtes ha generado un diseño institucional de la vida política en el que, de un lado, el pueblo pobre, el démos, consigue romper las estructuras de interdependencia social que le confinaban a la pura "idiocia" (a la vida privada), motivándole e incentivándole a irrumpir en la vida pública, al tiempo que, de otro lado, los ricos y distinguidos se desentienden progresivamente de la participación política, retirados a sus asuntos particulares.
- -¡ comunrdad rr',-:¡c¡ c --: -s que sólo puecei ta -:;ológicas eo tánirr J-i-lc rf ; -¡¡dimbre insrrruco:ul d L-- pamcuiarisla .', -:t:a!¡ El caso de la - re:ubE i -r- aorque ning.un :elubl -- r' ¡histórica de .: ',:ü p --::erda. desde -\::':ctdc :::-sentuales tran;*s r I " -- rvelo. \f onresc,'':::- H i<=Dre de la .:¿-..--;:--zi --:-i§ o grupos ie :-:-e :iErE =-:z¿dos. siendo sui ::rmPoner \- alusra: ----o yu
§5
ExcuRsus soBRE LA rRETENDTDA «LIBERTAD DE Los MoDERNos»
Vale la pena notar al paso la radical falsedad de la idea -estupefacientemente convertida en un lugar común desde que la pusiera en circulación Benjamin Constant a comienzos del siglo xlx-, según la cual una pretendida nlibertad de los antiguos» diferiría radicalmente de otra pretendida "libertad de los modernos" por el hecho de que los antiguos habrían descono-
cido una de estas dos cosas: o bien
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-\nrsróre rrs. cRincc DE L{ DE.\IOCR.TCLI ñ
a) la ovida privada, tout court; un juicio impertérritamente mantenido por muchos contra la evidencia histórica más elemental; o bien más moderado-,
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b)
el nivel de exigencia y dedicación que tienen los negocios privados en la vida moderna, un nivel que habría de estragar o aun hacer imposible la plena participación de los ciudadanos en la vida pública.
Esta imagen la comparten básicamente lo mismo los apologetas del nmundo moderno" -
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74. Pol., L293L.
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
ciudadanos están energuménicamente entregados a la participación política v de un mundo moderno compuesto cada vez más por individuos frenéticamente ocupados en sus negocios particulares. Resultado de lo cual es entonces una completa ceguera para ver que en las iniciativas políticas de diseño institucional del mundo arrtiguo, no menos que en las del mundo moderno y contemporáneo, el intento de confinar al adversario a la vida privada, a sus asuntos particulares, haciéndole difícil o aun imposible algún tipo de participación en la vida pública es parte esencial del iuego político. Y se puede conjeturar que la raízúltima de ese modo de ver las cosas es la comprensión le Ia comunidad política como una mera colección de psicologías intencionales que sólo pueden tener dos disposiciones motivacionales, puramente psicológicas en tanto que independientes de la ubicación de sus portadores en ia urdimbre institucional de la división social y técnica del trabajo: o egoísmo particularista o abnegación pública. El caso de la "republicana" Hannah Arendt es particularmente llamativo, porque ningún republicano de verdad ha aceptado nunca esa visión pue:il y ahistórica de la vida política: todos los republicanos, de derecha o de iz-
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53
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DE LA DEMOCRACIA PLEBEYA ATENIENSE
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Pero si bien se mira, algo falla en la cadena global del razonamiento arisSe empieza por afirmar que los pobres libres son mezquinos egoís:as, incapaces de superar las estructuras de dilema del prisionero (como se :ostiene en el paso, citado al comienzo, de la Ética nicomáqwea), y por eso ::rismo, incapaces de generar bienes públicos. La raíz de esa perversión del -lrácter, que les hace prontos al vicio e incapaces de virtud es su modo de ga:arse el sustento, es decir, el que estén ocupados en su vida privada en tra:aios de tipo manual que no les permiten ocio bastantepara el cultivo de la
.orélico.
.rcelencia y el mutuo troquelamiento en actividades de tipo autotélico, no :uramente instrumental. Todo eso hace que los pobres libres sean incapaces :e participación política, de vida activa pública. Por punto general, lo con::¿rio sería lo cierto de los ricos y los distinguidos: su vocación para el bien :,rmún y para la vida activa pública fluiría del modo más natural de su modo
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LIBERT.\tr RE't'
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
de vida ocioso y lo bastante despegado de las viles necesidades de ganarse el sustento por sus manos como para permitirles el autocultivo de un carácter
...los areniens<:
15. En laRetórica, por ejemplo, después de una certera estocada a los vicios morales de los ricos (usl hombre rico es un necio favorecido por la fortuna") y de los nuevos ricos ("que tienen los vicios de los ricos, y más, porque no han sido educados para el uso de la riquezar), observa que «aunque los hombres se hacen más arrogantes e irreflexivos con la buena fortuna, a ésta acompaña una cualidad superlativamente apreciable. Los hombres afortunados están en una cierta relación con la divinidad y aman a los dioses, confían en ellos debido a los beneficios que les ha concedido la fortuna, (1391A).
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;d ¡ cia de que l¿ .:--=: i partiendo üt(r: - -. crE{ tad de espinc .:: = ¡-
excelente.
Ahora bien, Aristóteles nos debe ahora al menos dos explicaciones. En primer lugar, la explicación de por qué el pueblo bajo sigue siendo incapaz de virtud e inmerecedor de la capacidad de mandar, a pesar de que la democracia postephiáltica ha resuelto a favor de los pobres libres el problema de su falta de ocio, habilitándoles mediante salarios públicos para parricipar masivamente en las deliberaciones de la vida política. Y en segundo lugar, la explicación de por qué los ricos y distinguidos, supuestamente capaces de generar virtud, y prontos al servicio público, se retiran de él cuando pierden el monopolio del mismo. Sea como fuere, lo cierto es que Aristóteles considera un mal la democracia,la posibilidad de gobierno de los libres pobres, y un mal especialmente peligroso la democracia radical postephiáltica, es decir, el gobierno efectiuo de los libres pobres. Por eso propende a diseños institucionales extremadamente realistas, en los que, retirado elmisthón, el salario público, a los participantes en asambleas y tribunales, el pobre refluya al ámbito de la vida privada, convirtiéndose en idiótes; y en los que, castigado con multas públicas el notable y el rico abstencionista, se le fuerce a salir de la idiocia y a entrar en la vida política activa, a ser un polítes. Todo eso, naturalmente, tiene ya poco que ver con la virtud y la excelencia: son inteligentes recomendaciones de un consumado Realpolitiker que, simplemente, y a lo sumo, da por supuesto o acepta acríticamente el prejuicio, según el cual la gente de viso acostumbra a ser virtuosa y debe mandar, y quienes viven por sus manos, potenciales viciosos, aptos sólo, y como mucho) para obedecer de grado.15 Es lo más seguro que ese prejuicio estaba muy extendido entre la gente bien, como el grueso de los filósofos coevos de Aristóteles. Sin embargo, los escasísimos testimonios escritos conservados favorables a la democracia radical plebeya declaran precisamente lo contrario de lo que afirma ese prejuicio. Declaran que sólo cuando mandan los pobres se respeta la ley, es decir, que sólo el gobierno de los pobres asegura el predominio del derecho. Así Lysias, el meteco (hacia el 390 antes de nuestra era):
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
...los atenienses fueron el primer pueblo, y el único en su tiempo, en echar a las clases dominantes del poder político y en establecer la democracia, en la creencia de que la libertad de todos es el más robusto vínculo de acuerdo. Y compartiendo unos con otros las esperanzas nacidas de los peligros, tuvieron libertad de espíritu en su vida cívica. Y se sirvieron de la ley para honrar a los buenos y castigar a los malvados. Pues consideraron que era cosa de bestias salvajes estar sujetos unos a otros por lafuerza, y deber de hombres, en cambio, perfilar la justicia con la ley, convencer con la razón, y servir en la acción a ambas, a la ley y a la razon, sometiéndose a la soberanía de la primera y a Ia instrucción de la segunda.l6
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En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mundo, mientras que en la elección de los cargos públicos no anteponemos las razones de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que goza cada ciudadano en su actividad; y tampoco nadie, en razól de su pobreza, encuentra obstáculos debido a la oscuridad de su condición social si está en condiciones de prestar un servicio a la ciudad.17
O así la compañera de Pericles, la difamada Aspasia, en el discurso que : ¡rlonamente pone ell su boca el Platón del Menéxeno: ...1a mayoría tienen el dominio de la ciudad en la mayor parte de los asuntos, y da los cargos y el poder a quienes en cada caso estima que son mejores, y nadie ni por debilidad ni por pobreza ri por el anonimato de sus padres es excluido ... hay una sola regla: el que se estima que es sabio y bueno ejerce el mando y el gobierno.ls
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-: .-- \r:l a los vicios morales de los . := ios nuevos ricos («que tie-,i: ::-:i el uso de la riqueza,), ob: --:-.:\:'.'os con la buena fortuna, a ': - - :-:rhres afortunados están en -
Declaran que sólo bajo el gobierno popular prosperan el verdadero mé:iro y la verdadera excelencia. Así Pericles, en su celebérrima Oración fiinei,re recogida por Tucídides:
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- :::,i.:Jo con multas públicas : i:--: de Ia idiocia y a enttar É. :-- . rafuralmente, tiene ya
- ':- ::- e llos debido
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.5.t
Y declaran que aunque la democracia radical «tolera las excentricidades :: ia gente en la vida privada", pone al tiempo el listón muy alto en las cosas : -ilicas, y es un modelo de probidad política: Si en nuestra vida privada (idíous bíousl evttamos molestarnos, en Ia vida pública un respetuoso temor es la principal causa de que no cometamos infracciones, porque prestamos obediencia a quienes se suceden en el gobierno y a las leyes, y principalmente a las que están establecidas para ayudar a los que su'.: .
-
-. :.
..
.
Discursos, 2.18-19. Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso,2.37.He citado este paso según la retraducción de Juan José forres Estebarranch, Gredos, Madrid, 2000. Menéx.,238d..
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
fren injusticias y a las que, aun sin estar escritas, acarrean a quien las infringe una vergüenza por todos reconocida.le
Declaran, en suma, que lejos de ser una generalización aceptable la que unge el carro de la excelencia política al caballo de la riqueza y el linaje la virtud en cosa de pocos y elegidos: en escasísimo bien-, la -convirtiendo capacidad parala excelencia política es prácticamente universal, y si por ventura vedada a alguien, precisamente a los ricos y a los linajudos. Tal vez la expresión conservada más clara de esa disputa entre demócratas partidarios del gobierno de los pobres libres, de un lado, y del otro, antidemócratas partidarios de regímenes de dominación de clase de los ricos, con distintos grados de radicalidad (con oligarquía, los extremistas como Critias, Calicles o Trasímaco; con politeía o República mixta, los realistas moderados como Aristóteles o, verosímilmente, el Sócrates histórico; con una aristocracia virtuosa, sin apenas tangencia con la órbita de la vida histórico-social material, los iluminados como Platón), se puede hallar en el Diálogo que Platón hace sostener a Sócrates con Protágoras. En é1, Protágoras se muestra como un demócrata convencido, y por lo mismo, obligado a defender la potencial universalidad de Ia virtud política. EI núcleo de la posición de Protágoras es el siguiente: es verdad que [a excelencia en general está desigualmente distribuida entre los individuos. La desigual distribución de las distintas excelencias entre la población es, de hecho, el fundamento de la división del trabajo y de la prosperidad en las ciudades. Pero precisamente no la capacidad para las excelencias políticas (la politiké dreté, o virtud político-moral,ylapolitiké técbne o pericia política). El démos, el pueblo llano, también está en posesión de la capacidad para generarlas, porque ellas dimanan de dos sentidos universalmente distribuidos: el sentido de Ia vergüenza (aidós) y el sentido de justicia, equidad o juego limpio (diké). Uno de los argumentos más expeditos de Protágoras en favor de su tesis de que la capacidad para generar excelencia política, a diferencia de la capacidad para generar cualesquiera otras excelencias, está universalmente distribuida dice como sigue: así como cuando alguien toca mal la flauta e insiste en que es competente para hacerlo, provoca el asombro de la gente al verle
19. En la misma Oración fúnebre.Hay que observar, en contra de los preiuicios á Ia Conspresentan a Ia democ¡acia antigua como un régimen de exclusiva entrega a la vida tant -que pública, completamente fagocitante de la vida privada-, que una de las críticas más extendi-
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la que precisamente se defiende en este paso Pericles-de era que ésta admitía y fomentaba vidas privadas licenciosas y desenfrenadas. Para Platón, la lidas a la democracia radical plebeya
(Rep. sino licencia be¡tad democrática no es propiamente libe¡tad -exousía-eleuthería-, 557a;563b) Y el moderado Aristóteles llega a decir que, con la democracia, el ámbito de la vida privada llega a tal libertinaje que los esclavos campan por sus respetos (doúlon ánesisl y gobiernan las mujeres lgynaikokratía) (Pol. 13138).
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y
a;arreán a quien las infringe
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aceptable la que
¡tro de la riqueza y el linaje iidos: en escasísimo bien-, la irEnre universal, y si por venr y a los linajudos. Tal vez la cn¡re demócratas partidarios dd oro, antidemócratas parL los ricos, con distintos grarsrs como Critias, Calicles o r realistas moderados como riq, con una aristocracia virnda hsrórico-social material, t d Duilogo que Platón hace gras s€ muestra como un deo a defender la potencial unidE,¡'en¡s; es verdad que la exh cnrre los individuos. La desin la p'oblación es, de hecho, el rycriüd en las ciudades. Pero r politicas (la politiké areté, o iia poüuca).El démos, el pueriüd para generarlas, porque ¡¡rituidos: el sentido de la vero iucgo limpio (diké). Prua¡:oras en favor de su tesis
folÍNa. a diferencia de la caE¡¿s. está universalmente disicn toca mal la flauta e insis-
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de la gente al verle
.r !:rr:ra de los prejuicios d /¿ ConsúÉ J. exclusiva entrega a la vida , (F @¡ de las críticas más extendi¡ciende en este paso Pericles-r ¡rsrn-úenadas. Para Platón, la li(Rep. i-- m licencia -exousía- cr¡ h democracia, el ámbito de la ¡ rw lrs respetos (doúlon ánesisl y
PROPIEDAD
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tan fuera de realidad, reprochándole sus allegados el comportarse como un loco, cuando de justicia se trata vale lo contrario: un hombre sería tenido por loco si confesara públicamente su incompetencia en cosas de justicia: ...dicen que todo el mundo debería declararse iusto, lo sea o no, y quien no hace tal profesión de justicia es un loco; pues lo que está en el aire es que todos sin excepción deben compartir en uno u otro grado el sentido de iusticia, si son
realmente humanos.20
De las dos líneas posibles para defenderse del contraataque democrático, según el cual también los pobres libres pueden ser excelentes políticamente, una queda refutada con este tipo de argumentos a la Protágoras: no parece parala virtud posible afirmar ya que la capacidad parula virtud -también línea no sería tampopolítica- es innata y que es, además, minoritaria. Esa co congenial con el grueso de la posición mantenida por Aristóteles respecto de la generación de la virtud: pues, como se dejó dicho, el filósofo hace arraigar la virtud y el vicio en el modo material de ganarse la vida los individuos. Mientras que, al revés, la idea de que la virtud y la úqueza suelen ir de la mano sólo puede hacerse congrua con la afirmación de una virtud innata en pequeñas minorías sobre la base de invertir la flecha causal' es decir, sosteniendo que la causa de Ia riq'ueza,la nobleza y la distinción es la innata virrud de los ricos, los nobles y los distinguidos.2l Quedaría otra línea abierta parala argumentación aristotélica. Y es ésta:
los pobres libres, aunque tienen capacidad para generar virtud política, no pueden desarrollarla o actualizarla ni siquiera en un régimen político democrático radical que les regale el ocio necesario para participar en la vida pública; porque la vida social y civil está estructurada de tal modo que los pobres libres, aun no siendo formalmente esclavos, dependen para vivir de los ricos y distinguidos. Lo que hace viles e inaptos para la vida política libre a quienes viven por sus manos (los autourgoí) no es sólo que se ensucien las manos y la mente con ocupaciones que inhiben el vuelo de la reflexión y matan el gusanillo de la curiosidad, sino que ese estilo de vida les hace depender de los ricos y poderosos de un modo muy parecido a cómo dependen de los arnos sus esclavos (los cuales, por definición, están fuera de la sociedad civil o comunidad política). Por eso ha dicho Aristóteles muchas veces que los trabajadores manuales formalmente libres «tienen una especie de esclavitud limitada, (ho gár bánausos tecbnítes aphorisménen tind échei douleían).22
20. Protágoras, 323b-c. 21. A lo que apunta, por eiemplo,
Platón en la República (564e): "los que Por su índole son más ordenados, se hacen generalmente los más ricos ... Y de ahí es de donde los zánganos len la democracia] sacan más miel y con mayor facilidad".
22. Po|.,1260A-8.
Sin embargo, ésta no es una vía abierta para Aristóteles. Al menos en su crítica de la democracia radical ateniense. Pues él mismo ha contado en su historia de Atenas cómo ya la democracia moderada preephiáltica -Solón-, al proceder a una redistribución de la propiedad de la tierra, deshacer los latifundios y derogar la ley que permitía la esciavización por deudas, acabó con Ia vieja constitución (socioeconómica) oligárquica, y con ella, con la situación de extrema dependencia particular -y por lo tanto, de ilibertad civil real- de los pobres libres: constitución de Atenas era de todo punto oligárquica, y de hecho, los pobres mismos, y sus mujeres y sus hijos, estaban realmente en situación de esclavitud respecto de los ricos: por eso se les llamaba dependientes (pelátail ... hasta los tiempos de Solón: él fue el primer dirigente del pueblo bajo (démou prostátesl.23 Pues la
§7
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
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La República democrática de Atenas apenas conoció formas sociales de dependencia civil de los libres pobres respecto de los magnates. O las conoció, al menos, sólo en el modo políticamente inocuo del uso en los banquetes por parte de los ricos áticos de bufones-parásitos y de hetairas, tan explotados como personajes motivo de hilaridad en la comedia Media y Nueva, a partir de Menandro. Roma, sí. Después del gran triunfo de los plebeyos sobre los patricios que llevó a las reformas constitucionales de signo democrático del ano 287 antes de nuestra era, la recomposición de la dominación por parte de los ricos y los grandes latifundistas en la República romana aconteció en buena medida por la vía del vaciamiento de las formas populares o plebeyas del gobierno republicano, entre otros expedientes, mediante la institucionalización de relaciones de pafior,.azgo y clientelismo. Es lo que expresa el gran discurso de Catilina (año 63 antes de nuestra era), recogido -y verosímilmente retorcido- por Salustio: Pues desde que la República cay6 bajo la jurisdicción y el dominio de unos pocos poderosos ... todos los demás, hombres valerosos, honrados, nobles o de
humilde origen, hemos sido una masa sin crédito ni auroridad, sometidos a aquellos a los que infundiríamos miedo si la República valiera algo ... ¿No es preferible morir dignamente que perder en la ignominia una vida mísera y deshonrada convertida en juguete de la arrogancia ajena?z4
23. Constitución de Atenas, II.2. Suele t¡aducirse pelátai por oclienteso (así Rackham en su reconocida traducción para la Loeb's Classical Library de Harvard). No acepto esa traducción por los motivos que enseguida se verán. 24. Salustio, La conjuración de Catilina,20 (cito según la traducción de Mercedes Montero, Alianza, Madrid, 1988, p. 51).
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
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Y si hay que creer a su difamador Cicerón, en ese mismo discurso del año 63, Catilina advirtió de que los que son débiles y pobres deben guardarse de confiar en las promesas de los ricos y prósperosr y gue sólo uno que sea pobre puede ser un dirigente fiable.2s Eso era tanto como advertir de que los tri bunos de la plebe y las instituciones tribunicias (el elemento más democrático de la constitución republicana) estaban corrompidos por el sistema uclienromano de patronazgo, que convertía a tantos ciudadanos pobres -los tes, de los grandes paffoni políticos y empresariales, y entre éstos, los tribunos de Ia plebe- en instrumento y «iuguete de la arrogancia ajena", dependientes siempre civilmente del arbitrio de los magnates. El mismo Salustio, al que tan espantable le resulta el aludido discurso de Catilina, es capaz, unas páginas más adelante, de contar como la cosa más natural del mundo que el grueso de los senadores romanos eran clientes del riquísimo Crasso: Pero cuando Tarquinio nombró (como potencial apoyo de los conspiradores) a Crasso, hombre noble, extraordinariamente rico e influyente, unos porque pensaban que era algo increíble, otros, porque, aun creyéndolo cierto, dadas las circunstancias les parecía más acertado calmar que exacerbar a un hombre tan poderoso, y la mayoría dependientes de Crasso por intereses particulares, claman todos al unísono que el delator es un mentiroso...26
Por eso la idea de que quien depende ciuilmente de otro, de que quien necesita del permiso de otro para poder vivir y navegar por la vida civil está realmente falto de libertad y no puede participar en la vida política -porque fácilmente es juguete o instrumento en manos de poderosos- es una idea que florece particularmente entre los escritores republicanos romanos, mienrras que anda más apagada en los escritores griegos cuyo punto de referencia básico fue la democracia ateniense. Cicerón y los escritores latinos posteriores nostálgicos de la República presentarán a la posteridad la imagen de un Julio César populista que se ha servido de una inmensa clientela plebeya -la tbiecta plebecula- y soldadesca para acabar con la libertad pública republicAnay para amordazar al Senado.
§8 Rspúeuce Y DEMocRAcIA
EN
AuÉruce
En contra de un prejuicio muy extendido, el mundo político contemporáneo no se inicia en ruptura con los ideales de la Antigüedad mediteránea, siglos de error obscurantista», según sino enlazando precisamente
-«tras
25. 26.
Cicerón, Pro Mur.,50-5t. Salustio, Coni. Cat.,48. (El énfasis añadido es mío.)
LIBERT.{D
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
60
clamó el pintor David en plena Revolución Francesa- con los problemas y con los esquemas políticos con que los clásicos entendieron las experiencias de la República democrático-radical de Atenas y de la República oligárquicosenatorial de Roma. Y eso en los dos lados del Atlántico. Tanto los conventuales franceses como los founders norteamericanos han entendido el mundo contemporáneo y han comprendido su propia obra revolucionaria como palingénesis de la libertad republicana antigta.2T En obras de mayor fama y difusión que mérito científico se ha sostenido repetidamente la idea de que el propósito de los revolucionarios norteamericanos difeúa esencialmente del de los franceses por la devoción de aquéllos a unos ideales de libertad, supuestamente puros en tanto que abstemios de preocupaciones sociales.2s Si eso fuera verdad, la relación de los Founders con el republicanismo clásico sería verdaderamente curiosa, pues jamás la tradición republicana greco-romana se privó de comprender la vida política a partir de su arraigo en las escisiones sociales de la vida civil. Tampoco los founders, claro está. Pero sí es verdad que el hecho de partir de una sociedad colonial mucho más libre de las restricciones de Ia sociedad civil señorial-patriarcal del viejo régimen europeo dio a la obra política y al modo de ver las cosas de los revolucionarios norteamericanos un carácter indiscutiblemente distinto del de los revolucionarios franceses o iberoamericanos, según habrá ocasión de ver en el próximo capítulo. El republicanismo de los americanos septentrionales es más <
27.
Cuatdo Madison presidió un comité encargado de recomendar libros para los congresistas, el primero de su lista f:ue la Política de Aristóteles. John Adams no se cansó de repetir en sus influyentes escritos que olo meioo de Maquiavelo, Harrington, Algernon Sidney, Locke y Montesquieu venía directamente de Ios antiguos, particularmente de Aristóteles, Cicerón y Polibio. Véase Richard M. Gummere, "The Classical Politics of John Adams", en Boston Public Library Quarterly, g (octubre de 1957). También, Carl. J. Richard,,The Founders and the Classics, Mass., Harvard Univ. Press, Cambridge, 1994, p. 133 y ss. 28. Véase especialmente H. Arendt, On Reuolution, Londres, Penguin, 1979 (primera edicíón, t963\, Para una crítica devastadora desde el punto de vista del historiado¡ profesional, véase Eric Hobsbawm, nHannah A¡endt on Revolution,, recogido, como capítulo 20, en su lib r o Reu o luti onar i e s, \X/ eidenfeld & Nicolson, Londres, 1 973.
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Mirando las cosas tal como son, los propietarios de tierra del país serían los más seguros depositarios de la libertad republicana. En los tiempos venideros, una gran mayoúa del pueblo no sólo estará desprovista de tierras, sino de cualquier otro tipo de propiedad. Éstos, o bien se iuntarán bajo la influencia de su común situación, en cuyo caso, si la autoridad se mantiene en sus manos por el imperio del sufragio, los derechos de propiedad y Ia libertad pública no estarán seguros en sus manos 1 o bien, lo que es más probabl¿, se converti rár, en instrumentos de la opulenciay la ambición, en cuyo caso ambas partes correrán el mismo peligro.2e
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61
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disputa, uno de los fundadores Vale la pena observar que Madison -sin Jel mundo político contemporáneo, y probablemente el más capaz entre los :edactores de la Constitución norteamericaná, todavía vigente con enmienlas- razona sobre la conveniencia de admitir constitucionalmente el sufra¿io universal exactamente igual que un político republicano del mundo clási-
.-o antiguo. Como buena parte de los presentes en la Convención de Filadelfia en 1,787, Madison admite que el grueso de los habitantes de las tretras la Revolución de 7776- son -^e colonias americanas -independizadas y, por miembros de la sociedad civil y lo tanto, ala vez :ropietarios de tierra :articipantes en la vida política. Pero Madison no desconoce la evolución de -¿ situación en Europa. Al[í, un largo proceso histórico ha venido desligando ,:ecientemente de sus vínculos serviles con la gran propiedad feudal de la tie-a a una población rural que, desarraigada y despegada de sus tradiciones :omunitarias, desposeída y vagabunda, fluye a las prósperas ciudades como :abajo olibrer,, dispuesto a venderse. Madison no desconoce, sino que anti:pa lúcidamente, que una parte excedente de esa población desposeída emi¡ará a América en busca de fortuna. Y eso plantearáun problema, que él
:crmula como disyuntiva, y que ha de valer para América, no menos que :rra Europa:
1) O bien esos desposeídos "se juntarán bajo la influencia
de su común gobierno, con el acabarán y ganan la si conquistan si autoridad, -.:ruación,, y la con privada, y por lo con la sociedad civil propiedad tanto, -r "libertad :ublica" republicanai aeqildtio bonorum ... qud peste qude potest esse -;ior?30
19. Citado por Charles A. y Mary R. Beard, America in Midpassage, vol. II, MacMillan, \-¡eva York, 1939, p.934. (La cursiva es mía, mientras que el subrayado corresponde a un tro= :el manuscrito tachado luego por el propio Madison.) -iú. Cicerón, enDe of. (II, xxi), dice: nEn primer lugar, ha de cuidar el que gobierna un Es-
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
62
2)
O bien ocurrirá (y esto lo considera Madison lo más probable) que los desposeídos acabarán en situaciones de dependencia civil respecto de los ricos y propietarios, convirtiéndose así en oinstrumentos de la ambición y de la opulencia,, lo que representa también paruél el final de una sociedad civil libre y el derrumbe de la libertad republicana.3l
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igualdad política y civil completa de todos los pasería compatible con la libertad republicana sólo sobre la base de la pequeña propiedad agraria (que da verdadera libertad civil-inde-
La "democracia,,
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pendencia- a todos). Pero la igualdad política y civil completa es incompatible con la vida política libre cuando el grueso de la población carece de propiedad y entra en relaciones civiles de dependencia respecto de otros particulares: la alternativa es entonces la subversión de la sociedad civil y de la libertad pública por un gobierno despótico de los pobres que trata de sacudirse de encima esa dependencia civil según idea recibida, habría
-como,
sucedido en la democracia radical ateniense después de la Revolución de Ephialtes en el 46L antes de nuestra era-) .o bieno, en cambio, la instrumentalización civil, la "clientelización" de los pobres al servicio de Ia ambición y la opulencia de un tirano o de una oligarquía plutocrática de patroni --{omo le habría ocurrido a la República de Roma con el golpe de César, que puso término a la libertad republicana para dar paso al despotismo del Principado y el Imperio. En ese esquema, procedente del mundo clásico antiguo, coincidían en tado de que cada ciudadano posea lo suyo, y que no padezcan det¡imento los bienes de los particulares so pretexto de utilidad pública. Fue muy perjudicial aquella máxima de Filipo en su tribunado cuando promulgó laley agraría,la que fácilmente permitió que no se aplicase, y en esto se mostró muy moderado; pero en su discurso, entre nuchas proposiciones muy favorables al pueblo profirió una muy perjudicial, y foe: que no había en la República dos mil bombres qwe tuuiesen bienes propios, expresión sediciosa [sic] y dirigida a igualar las haciendas, que era el más grave periuicio que podía introducirse, porque las ciudades y las Repúblicas fueron fundadas por causa de conseruar la propiedad, pues, aunque se juntaban los hombres siguiendo su natural sociable, no obstante buscaban los resguardos de las ciudades con la esperanza de asegurar sus propios bienes". 31. Sin negar genialidad anticipatoria a Madison, hay que obse¡va¡ que la dependencia civil de los trabajadores pobres libres era una experiencia vivida de primera mano por todos los Founders, particularmente por aqr,rellos de ellos que ---{orno el mismo Jefferson- , por ser propietarios de plantaciones esclavistas en las colonias meridionales, conocían muy bien la contaminación psicosocial que ese régimen de enseñoreamiento patriarcal de los esclavos negros irradiaba en la población trabaiadora libre blanca del entorno: "El paternalismo inserto en el meollo de la ideología esclavista descansaba primariamente en la relación amo-esclavo, pero se extendió hasta comprender las clases bajas blancas ... Localmente, este desarrollo significó (en el sur de EE. UU.) la dependencia de yeomen y blancos pobres del mercado organizado según las plantaciones,. Véase Eugene Genovese, Esclauitud y capitalisffio, Angel Abad, trad., Ariel, Barcelona, 197 l, p. 1.61 .
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LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD
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63
1787 los republicanos demócratas, como Jefferson, partidarios de una democracia de granjeros y, por lo tanto, y tendencialmente, del sufragio universal de todos los varones libres, y los conservadores que, como Hamilton y el gobernador Morris, eran acérrimos enemigos de la democracia porque -ran partidarios de los moneyed interests y del desarrollo en América de una economía que semeiara a la europea sin repetir los errores monárquicos y ti:ánicos del viejo continente.32 época federalista- una Madison tenía en la cabeza por esa época -su Repírblica .mirra, de ascendente aristotélico, una politeia en la que no prevaleciera un intcrés parficr-rlar, en la que una clase social no pudiera imponer :¡ccionalmente su dictaclo a todas ios demás: La fuente más común y duradera de las facciones ha sido la diversa y desigual distribución de la propiedad. Los que poseen y los desposeídos han formado desde siempre intereses distintos en Ia sociedad. Con los acreedores y los deudores acontece algo semejante. El interés agrario, el interés manufacturero, el interés mercantil, el interés financiero, y otros intereses menores, ProsPeran necesariamente en una sociedad civilizada, dividiéndola en diferentes clases penetradas de sentimientos y puntos de vista distintos. La regulación de esos intereses, distintos y encontrados, constituye la tarea principal de la legislación moderna...''3
del Principa-
.nriguo, coincidían en
::-:- :::: :l:nro los bienes de los par-- - :--:.-: máxima de Filipo en su <'-. :..- :.ó que no se aplicase, y en -: - --- :- ::oposiciones muy favo¡a- :' - : - .: República dos mil hom. : - - :: : :sualar Ias haciendas, que ¿ i- ,,;-::..-. r las Repúblicas fueron -.-.: -::-ii¡n los hombres siguien-- -: -: -:udades con la esperanza :: - -: :>::\ ¿r que la dependencia ci:: -: t:irnera mano por tOdOS IOS ¡:-, : - .: I Jefferson-, Por ser proú. -- :.. -,:ocÍan muy bien la conta: : -- - : - j :. ios esclavos negros irra: :¡rernalismo inserto en el ": .- ': -..:;rón amo-esclavo, pero se \: -:-::..s;e desarrollo significó (en :. --:- :: ::rercado organizado según :: :: -:-.: . -\ngel Abad, trad., Ariel,
i2.
La introducción del sufragio universal, decía en la misma Convención el gobernador '.1irrris, «amenaza a este país con una aristocracia. La Aristocracia emanará de la Cámara de -:rresentantes. Dad los votos al pueblo que no tiene propiedad, y los venderán a los ricos que r=ln capaces de comprárselos... No está leios el día en que este país abundará en mecánicos y -:,:.nufactureros [trabajadores industriales asalariados], que recibirán el pan de sus empleado-.; .. El hombre que no da su voto libremente, no está representado, sino que lo está el que dic- r iu \¡oto». -\dams (que llegó a ser el segur-rdo presidente de la nación, después de George \üTashington) - :ra menos claro que el gobernador Morris: nEn cualquier sociedad que haya existido o pue:: eristir, hay siempre una lucha entre los ricos y los pobres. Los primeros no dejan de emplear .-:jerzo y energía en aumentar las ventaias que poseen sobre los segundos, y en incrementar su - :.:.eza y su influencia a expensas de los pobres ... Como tienen más labia y más capacidad, ga-::- más y más continuamente, hasta que se hacen extraordinariamenre ricos, y los otros, mi{::blemente pobres ... Ésta es la fuente de los partidos, de las facciones, los tumultos y la gue-:: ias masas buscan dirigentes yprotectores, y ésa es la historia que ha engendrado a todas las - rarquías del mundo,. Ambas citas proceden de Cha¡les Beard, America in'.., op. cit. -ii. Madison, Federalist n." 10, en Rossiter, comp., The Federalist Papers, Nueva York, '.,-:rror, 1,967 p.79. Se observará que el tópico recibido de la inestabilidad de las democracias :. ..rlo eso, un tópico recibido por los Framers, que no resistía la menor inspección histórica: la ateniense- duró casi siglo y medio; no cayó por motivos --:s radical de las democracias -lade una potencia imperial exterior. Dicho sea de paso: tam:: :rsensión interna, sino a manos :.
64
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Del mismo tenor "mixto» es su expeditivo juicio sobre la democracia, que le parecía a Madison una vía de todo punto impropia para llegar a la necesaria composición de intereses pugnaces entre las clases: Las democracias han sido siempre espectáculo de turbulencia y de disputa; siempre se han considerado incompatibles con la seguridad personal o con los de nr-1n1;dad; y en general, han sido de vida tan corta, como violenferechos tas en su muerte.-'
Por eso apoyó al principio de corazín el empeño de los federalistas, inspirados fundamentalmente por Hamilton y Adams, de proceder a un diseño constitucional que pusiera barreras insalvables a la voluntad del pueblo llano. Esas barreras pasaban por organizar la división de poderes de modo tal, que significaran un obstáculo infranqueable para la expresión de la voluntad del populacho. Una presidencia fuerte (Adams llegó a pensarla como institución vitalicia, y aun hereditaria) ) capaz de vetar las decisiones del legislativo. Un poder judicial independiente de la voluntad popular, y capaz también de revisar las decisiones del legislativo. Un ejecutivo fuerte, capaz de enfrentarse al poder legislativo. Y, por supuesto, un poder legislativo él mismo dividipara períodos cortos de tiempo-, do en dos cámaras: una baja -elegible que representaría al pueblo, y otra alta -el Senado, censitariamente elegible para períodos mLly largos o incluso de por vida-, que debería representar a los propietarios más ricos: Sólo un cuerpo permanente [un Senado vitalicio] puede poner freno a la imprudencia de la democracia.3'5 Pues Hamilton está convencido de que la desigualdad de propiedad "es la gran y fundamental distinción dentro de la Sociedad,:36 blando de la cuna de la filosofía, de la tragedia, de la comedia, de la ciencia contemplat.iva y de los cánones occidentales de las artes plásticas. 34. Citado por Nowak, Rotunda y Young, Constitutional Law,]West Publishing Co., St. Paul, 1978, pp.77-78. 35. Citado por Carl J. Richard, op. cit., p. 1,42. De modo parecido Adams: "Hay que recordar que los ricos son tan pueblo como los pobres; que tienen derechos como los otros ... Los ricos, por tanto, ban de disponer de una barrera constitucional efectiua que les proteia de ser asabados, expoliados y asesinados, lo mismo que los pobres; y eso no pttede darse sin un Senado... Los pobres han de disponer de un valladar contra los mismos peligros y opresiones; y eso no puede darse sin una cámara de representantes del pueblor. Pero la emenaza del pueblo es la realmente peligrosa: el legislativo nno puede confiarse en sus manos sin perder a[ punto toda seguridad: los pobres y los viciosos robarían al instante a los ricos y virtuosos...". Las dos citas de Adams proceden de Charles Beard, The Economic Origins of Jeffersonian Democracy, Free Press, Nueva York, 1965 (primera edición de 1915), pp. 310 y 311. (El énfasis añadido es mío.) 36. Citado por Carl J. Richard, The founders..., op, cit., p. 142.
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Si nos inclináramos hacia la democracia, pronto viraríamos hacia la monarquía. Las diferencias de propiedad son ya grandes entre nosotros. El comercio y la industria no harán sino incrementarlas.
Hamilton fue secretario del tesoro con la primera administración pos-onstitucional de Vasgington, entre 1788 y 1,796. Su radical política fiscal y :ronetaria a favor de los moneyed interests del Norte y del Este (asunción de .-i deuda pública por su valor real, creación del Banco Federal, elevación de .-rs impuestos a costa de los granjeros, duras políticas arancelarias protecto:as de la manufactura interna) polañzó políticamente al país y llevó a la de:niriva cristalización de un partido republicano de tendencia democrática, en que se refugiaron buena parte de los antiguos antidefederalistas, y algunos =::deralistas lúcidos que, como el propio Madison, consideraron que la polí:-;a de Hamilton llevaba derecha a la oligarquización y a la plutocratización := la joven República. Madison temía que la abierta inclinación plutocrática de la política de :s Hamilton y de los grandes rep¡esentantes de la oligarquía financiera del \crre y del Este, atrincheradaos en el partido federalista, iba a resultar ne:-:.rda en un futuro no lejano, en el que la inmensa mayoría careceúa de pro::=Jad, agraría o de otro tipo. Se dará, pronoStica, «s¡¿ dependencia de un -.':nero cadavez mayor respecto de la riqueza de unos pocos». Una depen::ncia surgida de las relaciones entre los capitalistas ricos y los trabajadores indigentes ... de la conexión entre los grandes capitalistas en la manufactura y el comercio, y la muchedumbre empleada por ellos. Y las acumulaciones de capital no podrán ser prevenidas, al menos durante un buen tiempo, por nuestras leyes reguladoras de la herencia v de la distribución.
r-.-=iad,,:-i6 Talvez esa tendencia ala concentración de riquezas, prosigue Madison,
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Hasta qué punto esa previsión quedará afectada por las leyes republicanas reguladoras de la herencia y la distribución, igualadoras de la propiedad de los ciudadanos, eso no puede inferirse de ningún experimento directo o adecuado.37
:- Citado por Beard, America in Midpassage, op- cit., vol. II, p. 937-938. La relativa :- ::J de rentas y propiedad no era un obietivo en sí mismo delos founders -ni de ningún
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
presidente de EE. UU. entre Tampoco el federalista Adams -segundo 1796 y 1800- se sintió cómodo con la preeminencia de los grandes intereses financieros, comerciales e industriales. En 1808, diez años después de dejar el cargo, el recuerdo del final de la República romana le inspiró nuevamente para analízar la situación política de los posthamiltonianos de EE. UU.:
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Tenemos un material que realmente constituye una aristocracia y que gobierna a la nación. Ese material es [a riqueza. Talentos, linaje, virtudes, servicios y sacrificios apenas si nos llaman la atención... En la historia de Roma vemos una lucha constante entre ricos y pobres, desde Rómulo hasta César. La gran división no se daba tanto entre patricios y plebeyos, cuanto entre deudores y acreedores. La especulación y la usura mantenía al Estado en jaque perpetuo. Los patricios usurparon las tierras, y los plebeyos exigieron leyes agrarias. Los patricios prestaban dinero a intereses exorbitantes, y los plebeyos fueron a veces incapaces de pagarlas, y otras, se resistieron a hacerlo. Tales fueron las causas de que el pucblo se dividiera en dos partidos...38
Los federalistas fueron electoralmente derrotados en 1800 por un partido republicano brillantemente dirigido por Jefferson. Pero, en lo esencial, nada pudo ya tocar éste del sistema fiscal y económico-institucional heredado de Hamilton: «nunca podremos librarnos de su sistema financiero", declaró en enero de 1802 un decepcionado Jefferson, ya presidente en ejercicio.re Los intereses minoritarios de los financieros, los manufactureros y los grandes comerciantes del Norte y el Este, prevalecerían sobre la República. Bastantes años después, en una reflexión devejez, no por serena y lúcida,
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menos amarga, Jefferson veía así el conflicto entre conservadores y republicanos en el período constituyente e inmediatamente posconstitucional: El hecho es que, en el momento de formarse nuestro Estado, muchos forjaron sus opiniones políticas de acuerdo con las prácticas y los escritos europeos, creyendo que la experiencia de los viejos países, y especialmente de Inglaterra, siendo abusiva, era no obstante una guía más segura que la mera teoría. Las doctrinas de Europa eran: que los hombres asociados en gran número no pueden ser contenidos dentro de los límites del orden y la justicia sino por medio de fuerzas físicas y morales aplicadas sobre ellos por autoridades independientes de la voluntad de los mismos. De aquí la organización con reyes, nobles hereditarios y sacerdotes. Además, para contener la fiierza bruta del pueblo, reputan necesario mantenerlo sometido mediante el trabajo duro, la pobreza y la ignorancia, y tomar de é1, como si de abejas se tratara, tantas ganancias, que se le haga necesario un trabajo incesante para poder lograr un mísero excedente capaz de sostener una vida precaria y miserable. Y esas ganancias, las destinan a mantener en el esplendor y en el ocio a sus estamentos privilegiados, a obnubilar los ojos del pueblo, y a excitar en él una humilde y sumisa adoración, como si esos estamentos privilegiados estuvieran compuestos por seres supe.40 flores.
Federalistas y republicanos de tendencia democrática heredaron de la r¡adición republicana antigua la visión de una sociedad civil escindida en clas€s y en intereses pugnazmente opuestos, la visión de una sociedad dividida, como dijo Hamilton, "principal y fundamentalmente entre propietarios y no propietarios». Pero interesante y en cierto sentido irónicamente, sólo los republicanos de tendencia democrática heredaron plenamente de la visión repu-Jeffersonblicana clásica el tema de la virtud.al Jefferson creyó que la virtud ciudadana arraigaba en el modo de vida de los pequeños propietarios de granjas: Quienes trabajan la tierra son, si tal hay, el pueblo elegido de Dios, en cuyos pechos ha hecho Él Su particular depósito de virtud genuina y sustancial. Él mantiene viva esa llama sagrada, que de otro modo desaparecería de la faz de la tierra. La corrupción de las costumbres en la masa de cultivadores es fenó-
40. Carta al juezJohnson de 12 de junio de 1823. Citado por Charles A. Beard, Economic Origins of Jeffersonian Demouacy, op. cit., p. 418. 41. En un libro que fue muy famoso en la era cultural de la guerra fría, Talmon sostuvo $re la diferencia básica entre lo que él denonominó la "democracia totalita¡ia" (rousseauniam, iacobinos, robespierristas, etc.) y la "democracia liberal" (todos los que nunca se llamaron ¡ sí mismos demócratas, pero que fueron rebautizados así en el siglo xx) estaba en que los selundos renunciaron a la virtud como categoría política, mientras que los primeros la consider¡¡on central. Véase J. Talmon, Die Geschichte der totalitiiren Demokratie, §Testdeutscher Ucrlag, Colonia/Opladen, 1.963, 3 vols.
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LIBER] T--)
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
meno del que ninguna época ni nación han dado ejemplo. La corrupción es la marca de quienes, no mirando al cielo ni a sus propias tierras e industrias como hace el campesino para su subsistencia, dependen para conseguirla de los azares y los caprichos de los parroquianos. La dependencia engendra servilismo, y la venalidad sofoca el germen de la virtud y prepara los medios aptos a los designios de la ambición.42
Mientras que Adams no veía otra posibilidad de lograr su República mixta que oponiendo el interés al interés, el poder al poder ... La religión, la superstición, los juramentos, las leyes, todo cede ante las pasiones, el interés y el poder.a3
En cambio, Jefferson: Nosotros creíamos que el hombre era un animal racional, dotado por la naturaleza con derechos y con un innato sentido de la iusticia; y que podía ser apartado del crimen y protegido en el derecho por poderes moderados confiados a personas por él elegidas y por él controladas ... Creíamos que los hombres, disfrutando eÍ paz y seguridad de los plenos frutos de su propia industria, reclutados, merced al conjunto de sus propios intereses, del lado de la ley y el orden, serían más fácil y más seguramente gobernados que con mentes alimentadas por el error, viciadas y degradadas, como en Europa, por la ignorancia, la indigencia y la opresión. El amor al pueblo fue nuestro principio; el temor y la desconfianza hacia é1, el del
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En fin,las citas podrían multiplicarse a voluntad. Ellas documentan que:
1) Los esquemas políticos de los founders norteamericanos, lo mismo que los de conventuales franceses, procedían directamente de la tradición republicana clásica antigua, y fundamentalmente, de Aristóteles. 42. Citado 43. Citado 44. Citado
por Beard, The Economic Origins..., op. cit. p. 423-4. por Carl J. Richards, The Founders..., op. cit., p. 147. por Beard, The Economic Origins..., op, cit.,p.42A.Talvezvalgala pena observar que una diferencia muy importante entre los nantiguos" y los "modernos" se da en la antropología filosófica de fondo. El grueso de los umodernos» es víctima de la antropología privativa paulina, ext¡emadamente pesimista. La antropología aristotélica, y en general, pagana, era más realista. Ahora bien, Jefferson o Robespierre, y en general, la izquierda republicana moderna de tendencia democrática estaba en buena medida libre de supuestos paulinos. Los ataques de la derecha conservadora federalista contra el «ateísmo» de Jefferson son harto conocidos. Para el impacto de la antropología privativa cristiana en el republicanismo moderno, véase A. Doménech, De la ética a la política, op, cit. particularmente los caps. IV, V y VI. También, A. Doménech, nCristianismo y libertad republicana,, en La balsa de la medusa, f 51152 (7999), pp. 3-48.
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industrias como EE para conseguirla delos aza:o&n¡ra engendra servilismo, y
"principal y fundamental" de la sociedad civil entre «propietarios y no propietarios", entre los «pocos» y los omuchos», entre los gentlemen y los simplemen, y que los dos extremos a evitar eran: a) el extremo democrático de Atenas, que amenazaba ata propiedad privada; y b) el extremo oligárquico de Roma, en el que los pocos ricos y poderosos podían acabar instrumentalizando a los pobres, poniéndolos al servicio de su ambición tiránica. 3) Que los federalistas trataron expressis uerbis de evitar básicamente el peligro democrático, con un diseño institucional y constitucional contramavoritario que ponía barreras insalvables a la voluntad popular mayoritaria poder judicial vitalicio e incareable; senado elegible sólo indirectamente y con sufragio censitario; ejecutivo federal fuerte; presidencia fuerte y elegida Lndirectamente). Y que en ese diseño de pesos y contrapesos institucionales, Je interés contra interés, la virtud y la deliberación contaban, desde luego, pero de un modo más retórico que realmente operativo.as 4) Que para los republicanos de tendencia más o menos democrática el peligro venía de la oligarquización y plutocratizaciín de la República. Y que ellos siguieron dando, al estilo del republicanismo clásico, un papel de 'olo ¡rimer orden a la virtud.a6
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45.
En su celebrado tratado de ciencia política de la década de los ochenta a la -anterior es verdad que haya existido -::::ás nadie que amara el interés público más que el propio, que el de sus amigos y conocidos i::rados, etc. Y por lo tanto, esa clase de virtud, esa clase de amor, constituye un fundamento :< la libertad tan precario como lo pueda ser el honor o el temor,. (Citado por Beard, Econo-:-'Origins..,, op. cit., p. 306.) Esa tendencia se acentuará en la época posthamiltoniana: en -:-r carta de Adams a su viejo enemigo Jefferson, fechada en agosto de 1813, cuando ambos s-:han ya fuera de la vida política activa, el ex presidente federalista inquiere al ex presidente -:ublicano: "Y ahora, amigo mío, ¿quiénes sonlos aristoi? Bien puede contestar la filosofía: -,:s Sabios y los Buenos". Pero el Mundo, la Humanidad, siempre ha contestado con su prác-¿: -los ricos, los bellos y los linaiudos" ... ¿Qué oportunidades tienen los Talentos y Ias Vir:-¡:s. cuando se trata de competir con la Riqueza, con la Cuna y con la Belleza?, (Citado por -.r. J. Richard s, The Classics and the Founders, op. cit., p. 150.) -16. Ciertamente, el partido republicano de Jefferson recogió en 1800 el voto no sólo del .::erés agraúo" (pequeños y medianos granjeros de todo el país, propietarios de plantaciones s--rristas del sur), sino también, y masivamente, el voto urbano popular de las grandes ciuda.ts- Pero, por mucho que se empeñaran sus enemigos, Jefferson no era Robespierre: su demorr-:3 se agotaba en el pueblo llano rural. Y no tenía la menor inclinación ni simpatía hacia el .¡¡eulacho urbano,: "El populacho de las grandes ciudades aporta tanto al robustecimiento ¿obierno puro, como las úlceras al vigor del cuerpo hum¿¡s", dejó dicho en 1788. Y en ca¡= ¿ l¡v de 1785, todavía más contundente, y en el tono de un republicano antidemocrático del u-::te¡ráneo antiguo, escribe sobre la incipiente clase trabajadora asalariada en las manufac'-ubanas, nservilmente dependiente" de los patronos para poder vivir: nConsidero a esa :i\= :omo la alcahueta del vicio, y el instrumento, merced al cual las libertades de un país acos-
..-.nvención-, Adams yahabía dejado dicho que: .De hecho, no
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a ser subvertidas".
LIBERT.\D RTPUT
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
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Es curioso que en el revival académico neorrepublicano al que estamos
asistiendo hoy entre constitucionalistas y filósofos políticos, mucho de eso pase casi desapercibido. Un constitucionalista neorrepublicano tan inteligente y tan interesante como Cass Sunstein, por ejemplo, puede afirmar candorosamente que: Las instituciones básicas de la Constitución resultante estaban concebidas para estimular la deliberaci6ny para beneficiarse de ella. El sistema de frenos piedra angular del sistema- estaba concebida para estiy contrapesos mular la discusión entre las diferentes entidades estatales. Lo mismo ocurre con el bicameralismo, que aportaría diferentes perspectivas a tener en cuenta a la hora de legislar. Los mismos objetivos estaban detrás de Ia idea de que las leyes tenían que ser presentadas a la firma del Presidente, Para su aprobación o su veto; tal mecanismo trataba de asegurar una forma suplementaria de diálogo, aquí entre los Estados y el gobierno federal. La revisión iudicial trataba de crear un nuevo freno. Su propósito básico era proteger los juicios bien meditados del pueblo (sic), taI como estaban representados en la ley extraordinaria que era Ia Constitución, contra las consideraciones miopes y poco meditadas introducidas por los meros agentes del pueblo en el curso de la legislación or dinaria.aT
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poderosos Est¡rj,,: :,'¡o \fontesquieu en lJ J.:'.:=rG tinelaza tiránrca Q'i- : ::¡ :lhan, no e[ pueb'I,¡ ..::.o f r rrocráticos comPlc::=frr r.\r e\istía en la -\me :::: Jc :.rr Hegel a Amérrc: -a Fl :.r'rdieron Ia divrslt n :i fol := Secondar. Todar'ía r Coi-tt:r:.: s & \ a \- economista ;,':.}.--rl ::.sidenre de la L-:.'' =:i:*l¡
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Partial Constitution, Harvard Univ. Pres, Cambridge, Mass., 1993, verp.24. Lnla página siguiente, Sunstein llega a citar incluso a Hamilton, como si éste -un dadero campeón de los intereses de clase de financieros y comerciantes del Norte y el Este, y un Realpolitiker sin miramientos que incluso llegó a tratar de impedir con procedimientos poco escrupulosos la toma de posesión de la Presidencia por Jefferson después de que éste hubiera ganado limpiamente las elecciones en 1800- no sostuviera otra cosa sino que la diversidad de inCas Sunstein, The
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rereses y de opiniones, lejos de periudicar a la República, la favoreciera porque "las diferencias de opinión a menudo promueven la deliberación". Dicho sea de paso, Ia idea de que los repu-
blicanos clásicos sostuvieron Ia necesidad de unanimidad u homogeneidad social y cultural para que la República fuera viable supongo que no necesita refutación después de lo dicho hasta aquí: pues esencial a la tradición republicana ha sido siempre partir de las escisiones "principales y fundamentales de la sociedad". Los trabaios sobre constitucionalismo de Jon Elster, con su idea de que las Constituciones se plantean básicamente problemas de autosuieción o ignorancia histórica- no menores que los de autorrestricción, tienen un nivel de candor -e Sunstein. Jordi Mundó me avisa de que, en su último libro (U/lses desatado, Jordi Mundó, trad., Gedisa, Barcelona, 2002), Elster se plantea como una novedad el problema de que las constituciones no sirvan principalmente para autorrestringirse, sino para restringir o atar a otros. ¡Bienvenidos sean siempre los primeros pasos! 48. El mismo Madison, profundo conocedor de Aristóteles y Cicerón, dejó dicho que nel principio de representación ni era desconocido para los antiguos, ni fue completamente ignorado en sus constituciones políticas". Citado en Carl J. Richards,The Founders and the Classics, op. cit., p. I4l.
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En realidad, la división de poderes y la representación política, que ni mucho menos fue una innovación del republicanismo moderno,as sí tuvo un
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acento particular en el republicanismo europeo moderno, dada la existencia de poderosos Estados burocráticos absolutistas. El gran énfasis puesto por Montesquieu en la división de poderes tenía directamenre que ver con la amer:aza tiránica que para un republicano europeo del siglo xvrrr representaban, no el pueblo llano y los muchos pobres, sino los ciclópeos aparatos burocráticos completamente independientes de la sociedad civil. Tal aparato no existía en la América de finales del xvur y comienzos del xrx; por eso llamó Hegel a América «un pueblo sin Estado". Y es claro que los framers enrendieron la división de poderes con designios muy distintos de los del barón de Secondat.
Todavía a comienzos del siglo xx eD 1907-, el politólo-exactamente go y economista conservador norteamericano, A. T. Hadley, por entonces presidente de la Universidad de Yale, podía observar impertérrito: Cuando
se dice, como comúnmente se dice, que la división fundamental de poderes en los Estados modernos se da entre el legislativo, el ejecutivo y el judi-
cial, el estudiante de las instituciones americanas puede con justicia observar una excepción. La división fundamental de poderes en la Constitución de Estados Unidos se da entre votantes, de un lado, y propietarios, del otro. Las fterzas de la democracia,de un lado, divididas entre el ejecutivo y el legislativo, se enfrentan a las fuerzas de la propiedad, del otro lado. Con el poder judicial como árbitro. Y la Constitución no sólo prohibe al legislativo y al ejecutivo la interferencia con los derechos de propiedad, sino que obliga al poder ¡udicial a definir y a sostener esos derechos del modo que la misma Constitución señala. Esta teoría sobre la política americana no se expresa a menudo. Pero se actúa de manera universal conforme a ella ... Ha tenido las consecuencias más fundamentales y de largo alcance sobre la política del país. Para no mencionar más que una: ha permitido ensayar el experimento del sufragio universal en condiciones muy distintas de las que llevaron a la ruina a Atenas y a
i:t-:.:1rJCión política, que ni .-ir. .rr.r' modernor4s sí tuvo un '- - -:
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Que algo tan palmario para quien mantenga Ia conciencia histórica menos al amor de la lumbre pueda, en cambio, resultar novedad ra-,;¡l -si no impertinente- para el pensamiento filosófico-político o ius- rsritucionalista al uso en la vida académica de nuestros días, dice mucho, , - ni opinión, de las limitaciones y los sesgos de ese pensamienro. No pocos de esos sesgos cognitivos actuales tienen que ver con el embru:e la fictio iuris niveladora posnapoleónica, con la ilusión de igualdad ci-nrre propietarios y no propietarios ("propietarios» de fuerza de trabajo), - :. Ia desinstitucionalización de la personalidad jurídica libre republicana - :i:.rr, es decir, con la disolución decimonónica, a ambos lados del Atlánti-
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Citado por Charles Beard, America in Midpassage, op. cit., vol. II, p. 931.
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
recibida co, del esrrecho nudo que en la teoría política y iurídica repubtricana (dárnocrática y anridemocrática) ligabala libertad delos sirugull con las bases y sociales- que les permitían una existencia soinstitu,cionales -materiales cial separada y autónoma.
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una existencia so-
Esplendor y eclipse de la fuaternidad republicana
ni siquiera en su ver\Ze sE HA DICHo: el republicanismo norteamericano, «fraternidad". I sión democrática, conoció la consigna de A diferencia Je las iberoamericanas, la República norteamericana no heredó de su pasado
;olonial una pequeña sociedad civil, compuesta de grandes señores hacendados y asentada sobre una inmensa población de clases domésticas, excluidas :n distintos grados de la vida civil, en distintos grados sometidas a la domi:¿ción y a la dependencia patriarcal. De aquí que la democracia jeffersqnia:.1 no se planteara nunca el problema político de la nelevación" a la vida ci',:l de las clases domésticas subalternas. En una democracia de pequeños :ropietarios agrarios como la soñada por Jefferson, o bien esas clases no =ristían, o de existir -como en el sur de la República-, no vivían en condi--,rnes de semilibertad o de semivasallaje, sino en condiciones de inequívoca .-lavitud. Y ni siquiera al demócrata radical Jefferson podía ocurrí¡sele sin ,--.onsecuencias que esos esclavos de origen africano pudieran llegar a incor:. ):arse ala vida civil. (Ese problema, como es harto conocido, no se planteó :- EE. lfU., sino mucho después.) A diferencia del demócrata revoluciona-. ' Robespierre, que batalló incansablemente por la emancipación de los es: .: i'os de las colonias, el revolucionario Jefferson era un demócrata a la an:::a: partidario de los pobres libres sí, pero, exactamente igual que Pericles :ue Sófocles, también él era propietario de esclavos, que vivían más o me- . decorosamente hacinados en los galpones que todavía puede visitar hoy - --=n se acerque como turista a la hermosa hacienda que el tercer presidente :: EE. UU. poseía en la colina de Monticello, en el Estado de Virginia.
74
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
L.r
§9 Le socrnoeD crvrl
DEL
El sentido político más característico que cabe atribuir a la elusiva consigna política revolucionaria de "fraternidad" a partir de 1790 se explicó en -ya el prólogo- es éste: la plena incorporación a una sociedad civil republicana de Iibres e iguales de quienes vivían por sus manos, del pueblo llano del viejo régirnen europeo. Y éste, el pueblo "propiamente dicho", como se decía entonces, estaba compuesto por una miríada de individuos excluidos en distintos grados de la vida civil, y socialmente regimentados bajo una gran variedad de formas de dominación y de dependencia de terceros: campesinos acasillados, yunteros, aparceros, jornaleros, obreros asalariados, lacayos, criados, oficiales, aprendices, etc. Y, claro está, por un sinfín de pequeños artesanos y mercaderes completamente dependientes de los gastos y favores de la Corte y de los caprichosos fastos de la nobleza y del alto clero: botoneros, plateros, silleros, calceteros, tundidores, carpinteros, freneros, maestros de coches, herreros, espaderos, sastres, jubeteros, alfareros, guarnicioneros, cordoneros, doradores, etc. Sin olvidar a los preceptores y otros "familiares" de los grandes señores,l por no hablar del mundo verdaderamente inferior de la pícara canalla que, por decirlo con Lope (La inocente Laura), no tenía «por no buscarr, ni servía «por no mentir,, fabricándose así una ilusión de independencia mucho más engañosa aún que la de otros grupos sociales radicalmente excluidos de la sociedad civil señorial del viejo régimen (los judíos, por señalado ejemplo). La proteica variedad de casi todas esas formas de dominación y dependencia tenía, sin embargo, algo en común, el patriarcalismo paternalista, derivado, según Peter Laslett, de la "importancia central de la unidad doméstica,. Ésta contribuyó a la reproducción de actitudes y relaciones patriarcales y paternales que se difundieron por la totalidad de la vida social, confiriendo al conjunto de la misma lo que Edward P. Thompson ha llamado, más cautelosamente que Laslett, un tono o "rnátiz patriarcaln.2 Así, en el campo inglés del siglo xvrrI, se puede encontrar la siguiente descripción de la nunidad doméstica " del gentleman terrateniente:
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1.
A Lope de Vega lo presenta su mejor biógrafo como «un criado más de la Casa de Alba, asalariado a razón de cuatrocientos ducados anuales". (Luis Astrana Marír', Vida azarosa de Lope de Vega,J:uerrt:ud, Barcelona, 1935, p. 139.)y él mismo no debía de sentirse otra cosa cuando, años después, entró como "familiar" al servicio del duque de Sessa: "Ya sabéis ----esc¡ibe al duque- cuánto os amo y reverencio, y que he dormido a vuestros pies como un perro» (citado por Astrana, p. t66). Dos siglos después, también Rousseau y Kant, y el grueso de la Ilustración alemana tuvieron experiencias como nfamiliares, de grandes y menos grandes se-
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nores.
2. Laslett, The uorld tue haue /osf, Penguin, Londres, 1965; Thompson, Costumbres en común, J. Beltrán y E Rodríguez, trads., Crítica, Barcelona, 1995.
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Los oficiales y aprendices estaban organizados en cada taller del modo que mejor acomodaba al interés del maestro artesano; la relación patriarcal en que se hallaban con su maestro daba a éste doble poder: por un lado, influencia sobre Iá entera vida de los oficiales; y por el otro, dado que para los oficiales que trabajaban con el mismo maestro constituía éste un vínculo real que los mantenía unidos frente a los oficiales de otros maestros, al tiempo que les separaba de ellos, Les unía al orden existente por el interés que ellos mismos tenían en llegar
coches, herreros, es-
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Así, en los oficios artesanales urbanos, anteriores al pleno desarrollo de manufactura, y luego, de la industria moderna, se observaban vínculos pa:rirrrcales que, en un sentido que más adelante se verá, se conservaron hasta .ren avanzada la industríalizacíín -r
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La vida de una aldea, un pueblo, una parroquia, una ciudad con mercado y su Hinterland, todo un condado, podía desarrollarse en torno ala casa grande y su parque. Sus salones de recepción, jardines, establos y perreras eran el centro de la vida social local; su despacho, el centro donde se negociaban las tenencias agrarias, los arrendamientos de minas y edificios, y un banco de pequeños ahorros e inversiones; su propia explotación agrícola, una exposición permanente de los mejores métodos agrícolas disponibles ... su sala de iusticia, el primer baluarte de la ley y el orden; su galería de retratos, salón de música y biblioteca, el cuartel general de la cultura loca[; su comedor, el fulcro de la política local.3
.--rir a la elusiva consig-90 se explicó en
- - *-.d civil republicana
REPUBLICANA
En la América española y portuguesa, cuyas sociedades coloniales reproen gran medida allí la sociedad civil del viejo régimen europeo,5 pue,)bservarse el mismo tono patriarcal que cubría la entera vida social. Una , .rs descripciones más plásticas que yo conozco es este retrato que Alexan-.: -\larchant ofrece del senhor de ingenho en el Brasil colonial:
'iron
sus intereses particulares, su seguridad su conveniencia, realizaba al mismo tiempo muchas de las funciones propias
Dirigiendo su propiedad en beneficio de
'del Estado. Era el juez, pues zanjaba las disputas y querellas
ontrar la siguiente
::. a.1
entre sus dependientes. Era el policía, pues mantenía el orden entre un gran número de person,rs, muchas de las cuales eran esclavos suyos. Era la Iglesia, ya que incluso nombraba al capellán, normalmente algún pariente cercano con o sin forma:ión religiosa, pára que cuidase a su gente. Era la asistencia pública, pues aten-
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Cirado por Edward P. Thompson, op. c¡t., p.34. .\larx y Engels, Deutsche ldeologie \1845-18461, eo Marx-Engels Werke (MEW),vol. :::. Berlín, 1,969, p.51-52. (Et énfasis añadido es mío.) La vieja Edad Media castellana, ya superada o en trance de superación en la Metró: .rovectó y se continuó en estos territorios de las lndias,. Véase J. M. Ots Capdegui, E/ ;D¡ñol en las Indias, El Colegio de México, México, D.F., 7947, p. 1,7.
76
ESPLE\DOR Y I
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
día a los enfermos, los ancianos y los huérfanos. Era el ejército: en caso de levantamientos de esclavos, ataques de los indios o agresiones de otras grandes familias, armaba a los suyos y dependientes y formaba una milicia privada. Es más, a través de un complicado sistema de matrimonios, pactos y patronazgos (compadrio),podía recabar apoyos, en caso necesario, de una gran cantidad de parientes en el país o en las ciudades, los cuales también tenían propiedades y un poder similar al suyo.6
En esas sociedades había también, huelga decirlo, gentes que ni estaban sometidas a dominación o subalternidad civil patriarcalmente moldeada, ni parecían aspirar particularmente ellas mismas a enseñorearse de nadie. Gentes que, como los pícaros de Lope, no querían oservir a nadier, pero que a diferencia de ellos, «tenían» porque "buscaban": las clases medias "burgues¿s», fro necesariamente urbanas. Algunas de esas gentes, como los comerciantes judíos, pequeños y grandes, estaban expresamente excluidos de la sociedad civil del viejo régimen europeo. Pero no Ia mayoría: abogados, administradores de fincas rústicas, farmacéuticos y médicos, una parte del clero medio, transportistas, libreros, impresores, maestros de grandes talleres artesanos, manufactureros grandes y medianos, incipientes e intrépidos capitanes de industria, pequeños propietarios agrarios, agentes e intermediarios financieros, etc. El tipo social más característico de este segundo grupo, y el que más creció relativamente entre mediados del xvIII y mediados del xrx en Europa, hasta convertirse en el "burgués" ideal-típico de la primera mitad del xrx, podía compartir en no despreciable medida las ansias de "libertad" con el resto del démos. Es el "burgués» propietario de bienes muebles que participó activamente, y en buena medida arrastró tras de sí, al conjunto del "pueblo, en las revoluciones europeas de los siglos xvI y xvlr, en la de 1789 y, todavía, en las de 1830 y todo en Centroeuropa- de 1848. Su enemig«; -sobre mortal era el capricho de la monarquía absoluta, y le incomodaba profundamente la orografía segmentada de la sociedad civil del viejo régimen, con su intrincada y torrradiza casuística burocrático-legislativa, con sus innúmeras barreras arancelarias (a veces, entre dos pueblos vecinos), con sus jurisdicciones señoriales. Y con esos odiosos privilegios que, remedando a Cervantes, hacían a los hombres más hijos de familia que de sus propias obras, y que, por decirlo con Quevedo, no premiaban méritos, sino que hartaban codicias.
Al comienzo de la Revolución francesa, a todos, al pueblo «propiamente dicho" y a las clases medias uburguesas, se les llamaba "pueblo", y estaban agrupados bajo el rótulo de "tercer estado" (el primero era [a nobleza, y el
6.
Citado por Eugene Genovese, Capitalismo y esclauitud, op. cit., pp. 126-727.
segundo el alto clero,- 'l oolíticamente en comrin ellos, lo mismo que e h i¿ libertad repubir;an: I Figurémonos: EI respeto ¡P-'-'i@. bres, es decir. la au¡o& 'erda. que ru los rrlrü mendos a su r-oiunc¡d I pronto, v enrre rnxhs
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sri:cr-b¡c,>-nc ¡ =- merceC l¿ --:l d iz-.- s€ ;r-'r-<=¿i¡ i l¡: ¡rll- ao::.c.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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segundo el alto clero). Y efectivamente, ya se ha visto, tenían muchas cosas políticamente en común. ¿Cómo no iban a interesarles en principio a todos ellos, lo mismo que a los revolucionarios norteamericanos, las promesas de la libertad republicana antigua?
Figurémonos: El respeto absoluto, hacia dentro y hacia fuera, de la voluntad de los libres, es decir, la autodeterminación individual, y tan cumplidamente concebida, que ni los vínculos con otras personas, ni con los objetos jurídicos sometidos a su voluntad la pueden afectar o modificar. Eso significaba, por lo pronto, y entre muchas otras cosas, la tolerancia r la laicización de la nación, la admisión, por ejemplo, de judíos y protestantes como miembros de la vida civil, el final del terrible poder temporal de las iglesias.T La indiuisibilidad de la personalidad jurídica. Eso significaba: ser uno mismo, no parte o miembro de alguna otra personalidad, por ejemplo, ^parcero adscrito hereditariamente a un señorío, o campesino acasillado en un dominio, o aprendiz u oficial adscrito a un gremio. Y significaba potencialmente el fin de todas las diferencias de capacidad jurídica entre los individuos Iibres.
La inalienabilidad de la personalidad libre. Eso significaba: la erradicación de la subalternidad civil voluntaria, y por lo tanto, y por lo pronto, la disolución inmediata de todos los vínculos hereditarios fundados en alguna ancestral Selbstergebwng) como se decía en las zonas germánicas, o en una do¡ation de soi méme en seruatge, como se decía en Francia, es decir, en una remota autoentrega originada en «contratos» feudales de vasallaje a cambio de protección señorial.8 Y por si esos tres rasgos iusprivados de la libertad republicana antigua tueran pocos, todavía quedaba un cuarto, de naturaleza iuspública. Y es que y poco técnico como derecho el derecho republicano romanoe -incipiente nEstado" público- no podía concebir al sino mediante una enorme fictio iuris, merced a la cual el aparato administrativo de la República el ;i564s_ se construía jurídicamente como un individuo libre más-incluido de la socieJad civil, completamente despojado de cualquier majestad. El magistrado, el
t.
La Asamblea reconoce los derechos ciudadanos a los protestantes (¡y a los comedian-
::j:) el 23 de diciembre deL789; a los judíos, el 28 de enero de 1790. S. En la Francia de los siglos x, xr, xII y xrII hubo por lo visto una gran
ola de servidum-
ú :- i.. ¡ueblo
r:e voluntaria, de donation de soi méme en seruage. Véase March Bloch, Rols et serfs et autres !---lts sur le seruage, La boutique de l'Histoire, París,7996, p. 46 y ss. 9. Aunque Ios iuristas romanos se burlaban de la supuesta impericia jurídica del derecho .--ego (lzs inconditum ac paene ridiculum), hay que decir al menos que buena parte de la con-:¡rualización iurídica romana era deudo¡a de la filsofía práctica griega. De aquí el supuesto
:-j. :
-
«propiamente .pueblo", y estaban tr.r--;rr-, era la noblezary el
ii:-ir-r
-:.'.. pp. L26-1,27.
: ie estamos haciendo en este contexto --€n otros sería inadmisible- de que el derecho romae\presa el éthos general de la libertad republicana del mediterráneo clásico.
7B
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
alto funcionario, no era visto como ncabeza, justificada por sí misma, del cuerpo social" (como, según Gierke, veía el antiguo derecho germánico al monarca),r'' sino como un servidor público, como un mero agente fiduciario de los ciudadanos libres, entendidos éstos en calidad de fideicomitentes, y por lo mismo, capaces, como todos los fideicomitentes, de pedir cuentas y exigir a voluntad resultados tangibles a sus fideicomisos.l' Eso planteaba potencialmente la necesidad de no constituir aparatos de Estado independientes y separados de la sociedad civil, separación que era vista como Ia esencia del .monarquismo», como la cumplida expresión del ndespotismo del ejecutivo". Todos los funcionarios públicos han de ser revocables, dice Robespierre, «si¡1 otro motivo que el derecho imprescriptible que tiene el pueblo de revocar a sus mandatarios". Pero es comprensible que esos cuatro rasgos de la antigua libertad republicana no interesaran del mismo modo ¿l "pueblo llano" y al "pueblo burgués,. Para el pueblo llano eran la promesa de la plena incorporación de todos a :una nueva sociedad civil de libres e iguales (recíprocamente libres) y de una vida social sin dominación ni interferencias patriarcales. Mientras que para los burgueses eran la esperanza de sal incorporación a una nueva sociedad civil de libres e iguales que disolviera las rigideces, las segmentaciones, los privilegios y las barreras arancelarias del viejo régimen, así como de una vida política nlleva, en la que el poder estuviera sujeto a su control fiduciario, en uno u otro grado. La escisión del «tercer estado" se hizo palpable desde el primer momento, el enérgico voto en concuando en 1789 la Asamblea Nacional aprobó -con .activ65" (ricos, con deretra de Robespierre- la división entre ciudadanos cho a sufragio) y ciudad¿¡es npasives, (los pobres, privados de sufragio). Eso era incompatible con la indiuisibilidad de [a personalidad libre, porque establecía diferencias de grado en la capacidad jurídica de los ciudadanos. La otra diferencia importante, estrechamente relacionada con la primera, tenía que yer con el derecho de propiedad. En la primera Declaración de Derechos Humanos y Ciudadanos de 1789 se establecía (artículo 2) que la "propiedad, era un derecho «natural» e "imprescriptibler, y por lo tanto, nsagrado,. Esto era una originalidad respecto de la tradición iusnaturalista revolucionaria (ni Locke en el siglo xvII, ni Kant en el xvrrI, por ejemplo, consideraron nunca la propiedad como un "derecho natural,). Ahora bien,
10. Gierke, Geschichte des dewtschen Kórperschaftsbegriffs, op. cit., p. 55. 11. Incluso la institución de la dictadura está concebida por el republicanismo
romano como una ucomisión": en condiciones extremas de guerra civil el Senado dgl "pueb[o romano» (que es el fideicomitente) proclama por seis meses en calidad de fideicomiso a tn dictator para que se haga cargo de la situación. Sobre la diferencia entre las dictaduras republicanas "comisa¡ias, y las modernas dictaduras absolutistas «soberanas», véase Carl Schmitt, Die Diktatur, Dunker & Humblot, Berlín, 1928, particularmente los capítulos 1 y 4.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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79
declarar a la propiedad privada un derecho natural imprescriptible (es decir, políticamente intocable) generó inmediatamente dos tipos de problemas: uno que, ciertamente, afectaba al conjunto del tercer estado (burgueses y pueblo llano), y otro que afectaba exclusivamente al pueblo llano. El primer problema tiene que ver con el hecho de que ese artículo hacía imposible remodelar la vieja sociedad civil del Antiguo Régimen, fundada en buena medida en instituciones de propiedad privada, como los dominios y las jurisdicciones señoriales o los asentamientos, los cargos burocráticos hereditarios, las patentes y los monopolios concedidos arbitrariamente por la monarquía absolutista, instituciones, todas ellas, no sólo anacrónicas, digamos, desde el punto de vista del rendimiento económico y de la nriqueza de Ia nación" (muy visiblemente, en la agricultura, las propiedades "vinculadas" y las "amortizadasrr), sino incompatibles con una sociedad civil de libres e iguales. Precisamente, los burgueses revolucionarios ingleses del siglo xvII pudieron imponerse políticamente atacando sin miramientos buena parte de esos arcaicos institutos de propiedad privada. Y Locke no hizo sino expresar esa realidad histórica cuando se negó atratat de la propiedad privada como un oderecho natural» políticamente intocable, cualesquiera que fueran las circunstancias.
iusnaturalista-, de ver eso es Otra forma, menos metafísica -menos darse cuenta de que Locke (siguiendo aquí la tradición del republicanismo antiguo) no aceptó nunca una distinción entre "sociedad civil" y nsociedad política" o Estado.l2 Pero los reunidos en la Asamblea de 1.789 tenían el precedente de Montesquieu, quien por vez primera había hecho una distinción entre loi ciuile y loi politique.13 El significado político meramente defensivo de esa distinción, rcalizada bajo una monarquía absolutista sin fisuras apa-
esta-
de ic¡ ciudadanos.
rd-:.¡onada con la prime¡¡ i:r:nera Declaración de ri¡«:a (artículo 2) que la ;r¡r¡t'Ie", y por lo tanto, ¡ =-:dición iusnaturalista <-xvrrr, por ejemplo, =f,. ----irural"). Ahora bien, -
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12.
Recuérdese cuán importante es para Locke la definición del magistrado (del monarca),
.omo un mero trustee, como un fideicomiso de los miembros libres de la sociedad, y por lo tanro, estrictamente obligado, como en toda relación iusprivada fiduciaria, a mantener siempre la confianza de los fideicomitentes. (Locke, Two Treatises of Gouernment, Libro 2, capínio único poder supre\IX.) Y cuán importante es para él la definición del poder legislativo -"el :no, al que todos los demás deben estar subordinados" ----como un poder estrictamente fidu.rario, deponible sin más que la voluntad de los representados: nsiendo el legislativo sólo un rcder fiduciario para actuar según ciertos fines, permanece aún en el pueblo un poder supremo
lara remover o alterar el legislativo, cuando le parece que el legislativo actúa conftariamente a '-a corrfiarrza en él depositada,. (Libro II, capítulo XIIL) La idea de una "democracia directa,, ,orrientemente atribuida a Rousseau, y a través de é1, a la izquierda iacobina, en realidad
e :A=--L)rnlso a
.¡rranca de aquí, de la concepción republicana fiduciaria del poder. Los cargos políticos no son .;ino una comisión, un empleo, en el cual, simples servidores del [pueblo] soberano, eiercen en :^ombre de éste el poder del que se les ha hecho depositarios, y [el pueblo] puede limitar ese poser, modificarlo o recuperarlo cuando le venga en gana». (Rousseau, Le Contrat Social,Llbro
¡i '- ; -l-
IIL capítulo I.) 13. Esprit des lois,Llbro 26, capítulo 15.
e
ut dictator para S\:::'jjas republicanaS "comi:¡¡< r-¿:i ihmirt, Die Diktatur,
80
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
rentes, era manifiesto: asignando la nlibertad" a la esfera upolítica,, y la propiedad, a la esfera "civil», Montesquieu, al tiempo que arrancaba a la libertad del ámbito del individuo (regalándola al monarca), sentaba la posibilidad de un conflicto entre la ley del interés privado y un concepto de "libertad" circunscrito al orden estatal absolutista, y resolvía ese conflicto expulsando a la loi politique de la esfera de una loi ciuil encargada de ordenar y proteger todaslas propiedades y todos los derechos adquiridos (los de las nuevas clases medias burguesas, ciertamente, pero también los de la nobleza y los del
alto clero).14 Pero el segundo problema afectaba sólo al pueblo llano, compuesto de desposeídos, de gentes sin propiedad alguna (obreros, jornaleros, aprendices, oficiales, campesinos acasillados), y de gentes dive¡sas (aparceros, pequeños artesanos o mercaderes dependientes de la Corte o de los dominios señoriales, etc.) que, aun poseyéndola, no les bastaba para asegurar una existencia social autónoma y seguían dependiendo crucialmente del arbitrio, más o menos patriarcal, de terceros para vivir. Para todos ellos, el problema de la propiedad se presentaba a menudo en su forma más cruda, como un elemental problema de subsistencia: un movimiento acaparador de los propietarios del grano, y la consiguiente subida del precio del pan (en el que gastaban más de la mitad de sus ingresos), podía significar la muerte por inanición; un poderoso cliente papor el cariz que triarcalmente disgustado por cualquier motivo, o -atefÍado «fugadoo financieramente ala City de Londres, iba tomando la revolucifi¡¡y el pequeño negocio se iba al traste. Y la solución se presentaba a todas estas gentes del modo más perspicuo: la revolución tenía que poner también las bases materiales de su personalidad jurídica libre, o por decirlo con Robespierre, tenía que gafantizan a todos el "derecho de existenciar. El primer problema, el que afectaba a los burgueses, es el que se plantearon centralmente los termidorianos, después de derrocar a Robespierre, y éxito- con una República ds «gentes hoel que trataron de resolver -sin nestas)), es decir, de propietarios burgueses. El segundo problema, el que afectaba al pueblo llano, es el que planteó Robespierre desde el comienzo, y el que trató de resolver, después de la proclamación de la Primera República, el22 de septiembre de 1792, con su Constitución de 1,793.
§10 Er srcNrrrcADo polÍrrco
DE LA FRArERNtoeo nN 1790
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Muy tempranamente, el 21, de octubre de t789, la Asamblea Constituyente contesta a un memorial de agravios presentado por el pueblo llano
14. Véase Otto Kirchheimer, Funktionen des Staats und der Verfassung, Suhrkamp, Francfort, 1972, p. 227.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
política", y la pro:= -::rancaba a la liberposibilidad . '.:rraba la - :;epto de "libertad" : - :t-licto expulsando a . := ordenar y proteger i . rs de las nuevas clai := -¡ nobleza y los del
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81
promulgando una nley marcial, destinada a reprimir como sediciosas las revueltas de los desposeídos, provocadas por una crisis de subsistencias. Y unos meses después, la famosa "Ley Le Chapelier,, que continúa la ley marcial, prohibiendo esta vez expresamente también las huelgas y "las coaliciones que pudieran formar los obreros para lograr un aumento del precio de la jornada de trabajo". En su preámbulo, la ley declara que: Habrá de permitirse, sin duda, a todos los ciudadanos el derecho de reunión; se debe permitir a los ciudadanos de determinadas profesiones reunir-
pero no
:- ---rno, compuesto de ,- - =aleros, aprendices, .:: ::]rCerOS, peqUenos -,
. :ominios señoriales,
se a
mente: Todo agrupamiento tumultuoso compuesto de artesanos, obreros, aprendices, jornaleros, o excitados por ellos, contra el libre ejercicio de la industria y del trabajo ... será considerado atropamiento sedicioso...
::.::. r. más o menos pa-
: = : =.-. :nás de la mitad de
':: :oderoso cliente pa-.:=:::do por el cariz que =:-:= : l¡ City de Londres, a todas estas = ::=..ntaba ': las batambién r.rner : :=:.:.o con Robespierre,
::
---}.r. es el que se plan:=:: .-rr a Robespierre, y
Aquí vemos dibujarse ya claramente un enfrentamiento entre Ia libertadigualdad de los burgueses ("libre ejercicio de la industria y del trabajo,) y la libertad-igualdad de los desposeídos, y en general, de los dependientes. Robespierre se ha percatado muy tempranamente de ese conflicto.l' Cuando en su famoso discurso parlamentario de 5 de diciembre de 1790 actña la divisa Libertad, Igualdad, Fraternidad,, lo hace, como se recordará,16 en un tema :an sensible como el de la composición social de Ia Guardia Nacional (encar3ada de la represión de acuerdo con la ley marcial): todos, también los des:oseídos, deben poder formar parte de la Guardia Nacional. En abril de l-91, da ya por consumada la fractura del tercer estado:
1=:-:jrca de «gentes ho.:----
Las leyes, la autoridad pública, ¿acaso no han sido establecidas para proteger a la debilidad contra Ia injusticia y la opresión? ... Pero los ricos, los hombres poderosos han razonado de otro modo. Por un extraño abuso de las palabras, han restringido a ciertos objetos la idea general de propiedad; se han llamado a sí mismos los únicos propietarios; han pretendido que sólo los propietarios
j r problema, el que
=-= :.sde el comienzo, y :- := --r Primera Repúbli:.:= i-93. ,--
1-..
1-90
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^\samblea Conspor el pueblo llano
de defender sus pretendidos intereses comunes.
¿Cuáles eran esas «determinadas profesiones"? La ley las recita expresa-
-::: -la eristencia social
:-:-=::r¡ de la propiedad . -:. =iemental problema :-=:.;ios del grano, y la
fin
15. Marx interpretó mal la posición de Robespierre ante la uLey Le Chapelier", y tras é1, :::és y el grueso de la historiografía marxista posterior. En realidad, como ha mostrado la his-
' ::ografía actual, Robespierre captó perfectamente desde el comienzo el carácter de clase de la -:r \fa¡cial y de la nley Le Chapelier,. (Véase Florence Gauthier, Triomphe et mort du droit --::,trel en Réuolution, PUF, París, 1992, pp.1,02-703,libro del que proceden todas las citas de : :espierre, mientras no se diga otra cosa. ) Desde el primer momento, pues, la democracia ro-r.:ierriana representó
\'
:rfassung, Suhrkamp,
--.
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un
un "burgués".
16.
Véase el prólogo.
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claramente escindido del tercero. Robespierre no
EL ECI,IPSE DE LA FRA'I-ERNIDAD
B2
son dignos del nombre dc ciudadanos; han llamado a su interés particular interés general...
En 1792
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vísperas dc acceder al
podcr-,
es
todavía rnás consecuente:
Si todos los hombres fueran iustos y virtuosos; si la codicia no se viera nunca tentada de devorar [a sustancia del pueblo; si, dóciles alavozdelarazóny de la nat¡caleza, todos los ricos se consideraran a sí mismos comc¡ los ecónomos de La sc¡ciedad, o como kts bermanc¡s del pobre, podría no rcconocerse otra ley sino la de la libertad más ilimitada; mas si es verdad que la avaricia puede es pecular con la miseria, y la tiranía misma, con la desesperación del pueblo; si es verdad que todas las pasiones declaran la guerra a la humanidad doliente, ¿por qué no habrían las leyes de represar esos abusos? ... ¿Por qué no habrían de ocuparse de Ia existcncia del pueblo, dcspués de habcrse ocupado tanto tiempo de los placeres dc los grandes y del poder de los déspotas?
De momento, ya sabe que los burgueses ricos ni son los ecónomos de la sociedad, nilos hermanos dc los pobres. Y en 7793 aprendiendo-, es ya completamente consecuente. La -va República dcbe asegurar, a todos) los nmedios de existir", todos deben tener una propiedad suficiente para no tener que pedir permiso a otros para subslstlr: ¿Cuál es el primer fin de la sociedad? Mantener los derechos imprescriptibles del hornbre. ¿Cuál es el primero de esos derechos? El de existir. La primera ley social es, pues, la que asegura a todos los miembros de la sociedad los medios de existir; todas las demás se subordinan a ésta; la propiedad no ha sido insti-
tuida, ni ha sido garantizada, sino para cimentar aquella ley;
es
por lo pronto
para vivir que se tienen propiedades. Y no es verdad que la propiedad pueda jamás cstar en oposición con la subsistencia de los hombres.
Podría decirse, y se ha dicho: es el equivalente, del otro lado del Atlántico, de la democracia de pequeños propietarios jeffersoniana. Pero de este lado del Atlántico, una democracia de pequeños propietarios tenía que lidiar en serio, destruyéndolo de raí2, con el complejo socio-institucional del Antiguo Régimen: con su aparato burocrático monárquico-absolutista (al que los revolucionarios europeos querían diluir en la sociedad civil), con sus arcaicos institutos de propiedad privada, o con la Iglesia católica que, en su faceta de gran potencia feudal, nunca, ni siquiera bajo los rigores del absolutismo borbónico francés, dejó de disputar a las autoridades públicas el derecho de de-
finir el bien público. El ala republicano-democrática de la Revolución norteamericana (no los federalistas que, en palabras de Jefferson, eran en la práctig¿ «monárqui6es" ) siguió a Locke en su negativa a distinguir, a la manera de Montesquieu,
ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
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La esclavitud está, por lo demás, en oposición tanto con el derecho natural como con el derecho civil. ¿Qué ley civil podría impedir la huida de un esclavo, si precisamente el esclavo está fuera de la sociedad [civii], y por lo tanto, ninguna ley civil le concierne? No puede ser retenido, sino por una ley de familia, es decir, por la ley del nrno."
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A diferencia de los republicanos antifederalistas norteamericanos, MaRobespierre o Saint Just difícilmente podían aceptar tampoco esta se-
junda distinción del barón de Secondat. Porque el grueso de la base social de democracia plebeya jacobina s¡¿ sl «pueblo propiamente dicho» de la vida .c,cial del Antiguo Régimen europeo, es decir, los que, además de estar inve:.radamente excluidos de la vida civil (como los judíos o los protestantes), es:¡ ban sometidos, de una u otra forma, en uno u otro grado, a la loi de fami..¡. a la dominación patriarcal-patrimonial, Io que incluía al grueso de los :randes nombres de la Ilustración europea: Rousseau, Schiller, Kant, Mo:f rr, Fichte, Hegel, Hórlderlin, todos conocieron la dolorosa experiencia del rreceptor», todos fueron ufamiliares", famuli, domésticos de alguna fami..: patricia; muchos de ellos se reconocieron en el famoso drama de Lenz,rs y . r pocos desde luegore- debieron de identificarse con la rebelión -Hegel, :: la criada Marianne dramatizada por Marivaux. De aquí la extraordinaria fortuna de la consigna robespierriana de Fraternidad» como complemento de la nlibertad" y la nlgualdad". Nun- r una divisa política ha expresado de modo más feliz y colmado para sus .-r
:-rs el derecho de de-
.- :i-americana (no los . :r.rctica "monárqui.'.
83
entre loi politique y loi ciuil. Y tampoco aceptó la concepción de Montesquieu de la división de poderes (con un poder judicial incontrolable e irrevocable por la voluntad popular). En eso no hay diferencias apreciables con el ala democrático-plebeya de la Revolución francesa. Pero Jefferson (como la entera tradición histórica republicana) sí aceptaba la segunda distinción famosa de Montesquieu entre loi ciuil y loi de famille. Si Ia distinción entre «ley política» y "ley giyil» (entre Estado y sociedad civil) le permitió a Montesquieu defender el interés privado y la propiedad privada de las ingerencias de Ia monarquía absolutista (al precio de privar a los individuos de libertades republicana- entre «ley políticas), esta última distinción -tradicionalmente civil, y nley de familia" le permitía defender de la posible ingerencia de la ,ley civil" a toda la gama concebible de despotismos patriarcales, sin omitir el más extremo:
::-.te COnSeCUente. La . rodos deben tener
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REPUBLICANA
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Esprit des lois, Libro 15, capítulo 2.
Fue célebre a finales del xvIIt el drama de Lenz El preceptor, en el q ue se describe ca- i::-rrescamente la condición servil de los preceptores. - 9. Véase Jacques D'Hondt, Hegel, C. Pujol, trad., Tusquers, Barcelona, p. 78. I
84
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
político y un entero programa de acción. (Ni nunca consigna política alguna ha sido tan malinterpretada por una posteridad decididamente resuelta a ignorar las circunstancias históricas que la alumbraron.) Por lo pronto, con el grito de "¡fraternidad!», el ala democrático-plebeya de la Revolución francesa concretaba en programa político de combate para el pueblo trabajador el ideal ilustrado de «emancipación" (otra metáfora, cognitivamente gemela, procedente del ámbito familiar): que «todos los hombres sean herma¡¡6s,, la exigencia del gran poema de Schiiler parcialmente musicado luego por Beethoven en la Novena Sinfonía quiere decir que todos se .emancipan, de las tutelas señoriales en que secularmente vivía segmentado el grueso de las poblaciones trabaiadoras del Antiguo Régimen europeo; quiere decir que todos, por formularlo con otra celebérrima metáfora admirador de Robespierre-, cognitivamente gemela acuñada por Kant -ese que todos, digo, abandonen la ominoría de edad".20 Cuando Marat desafía los "falsos conceptos de igualdad y libertad" porque tratan de enmascarar el hecho de que quienes los proponen «nos siguen viendo como la canallar, está exigiendo que la "canalla" (los desposeídos, bases sociales todo un ideario
los campesinos acasillados, los criados, los domésticos, los trabajadores asalariados sometidos ¿ s¡ «patrónr, los artesanos pobres, los aprendices, los
20. Cuando Kant trata de ¡eflexionar sobre la tríada axiológica de la Revolución francesa, tiene una interesante vacilación a la hora de traducir fraternité. En el manuscrito preparatorio de su trabajo "Sob¡e el dicho común: esto puede valer en teoría, pero no para lapúctica" (1.793), se aprecia que, al poner sobre papel la tríada robespierriana «Libertad, Igualdad y Fraternidad,, empieza por traducirla casi literalmente al alemán. Luego, deja entre paréntesis nFraternidad, (vertida al alemán, por Verbrüderung,'fraternización'), poniendo sin paréntesis weltbürgerliche Einheit (unidad cosmopolita). Y se apresura a aclatar qué entiende por tal: autonomía], en la que ésta se presupone sin contrato,. La vacila"Selbstándigkelr findependencia, ción de Kant, revela lo siguiente: que é1, un republicano clásico, no está completamente dispuesto a conceder plena ciudadanía a criados y mujeres, ni a nadie que dependa de otro particular, tal yez por no creer --{omo sí creyeron Marat y Robespierre- en la posibilidad de una sociedad en la que nadie dependa de otro para vivir. El movimiento de fraternización tiene que ser " sin contrato», porque contratos propiamente dichos sólo pueden ce¡¡arlos los sui iuris, los libres que son libres precisamente porque no dependen de nadie para subsistir. Kant vacila, pues, a la hora de dar el último paso políticamente consecuente con los ideales de la Ilustración, el paso a la democracia que sí han dado ya los jacobinos en París, y que consiste en: elevar a la sociedad civil, en conceder plena ciudadanía a todas las clases domésticas (potencialmente, pues, también a las mujeres), incorporándolas, como se formulaba entonces, al gran contrato entre libres e inde-
pendientes que es la sociedad civil, garantízándoles simultáneamente el efectivo nderecho de existencia, mediante una redistribución a gran escala de la propiedad. El borrado¡ de la formulación kantiana puede verse en el Nachlass. Me ha resultado muy iluminadora la interpretación que hace de este punto María Julia Bertomeu en su trabaio "El republicanismo de Kant», ponencia presentada et el Seminario lnternacional sobre Repulicanismo, Democracia y Mundo Moderno,Madrid, noviembre de 2001.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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(Ni rcrprerada por una posteostancias históricas que la o programa de acción.
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los rabajadores asapotres. los aprendices, los
oficiales, las mujeres, todos quienes, para vivir, necesitan depender de otro, pedirle permiso) no sea excluida de la nueva vida civil libre que Prometió la Revolución en 77892 que nadie domine a nadie, que nadie necesite «depender de otro particula¡» para poder subsistir. La ,,fraternidad, es a partir de L790la consigna que unifica programáticamente las exigencias de libertad e igualdad de las muy heterogéneas poblaciones trabajadoras "bestia horizontalr, secularmente semiadormila-esa Gracias al programa democrático-fraternal Régimen.21 da- del Antiguo robespierriano, la "bestia horizontal" vivió por unos años la experiencia de una horizontalidad conscientemente política, conscientemente emancipada de los yugos señoriales y patriarcales que la venían segmentando verticalmente, y se constituyó políticamente, si así puede decirse, en «cuarto estad6", políticamente independizado del «tercero». .Emanciparse" Ilegó entonces a significar para el pueblo llano ohermanarse» horizontalmente, sin barreras verticalmente dispuestas. Emancipados de la tutela del señor o del patrón, no sólo se podía ser ohermano" de todos los .menores» que compartían cotidianidad bajo la misma dominación pariarcal-patrimonial; se podía llegar a ser también hermano emancipado de todos quienes estaban bajo la tutela y la dominación de otros patronos. La segmentante parcelación señorial de la vida social europea en el Antiguo Régimen estorbaba al contacto horizontal del pueblo llano:
ri¡s.-: de la Revolución francep-¿. En el manuscrito prepara-
...he aquí a la especie humana dividida en manadas de ganado, cada una con su jefe, que la guard a, pafa devorarla.22
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D¿mocracia y Mundo Mo-
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Caído ese régimen _,tal era el ideal-, todos los individuos pertenecienres a las clases domésticas y subalternas, antes separadas y fragmentadas en gremios de oficios, jurisdicciones, dominios y protectorados señoriales -incluidos los eclesiásticos-, se unirían, se fundirían como hermanos emancipados que sólo reconocerían un progenitor: Ia nación, la patria. Y la ola de hermanamiento tampoco se detenía aquí: destruidas no sólo las sociedades civiles señoriales, sino las despóticas monarquías absolutas ende sus reyes-, también los :eñoreadas de las distintas naciones -domésticas distintos pueblos de la tierra, emancipados de esa tutela dinástica segmenrante de la humanidad, se hermar,aÍían alegres: ese era el sentido dela'Webbiirgertum ilustrada, de la República cosmopolita (que nada tiene que ver con el cosmopolitismo liberal posnapoleónico del xtx); y así lo tradujo a poVéase E. P. Thompson: Costumbres en común,op. cit,, p. 81: "Puede que la chusma por una impecable conciencia de clase; pero los gobernantes de Inglaterra no alla meno¡ duda de que era una bestia horizontalr. -rgaban
21.
:o
descacara
22.
Rousseau, Contrat
social,Libro l, cap.2.
86
EL ECLIPSE I)1,] LA FRATERNIDAD
lítica concreta Ia democracia jacobina: la ¡¡uerra revolucionaria de la nación libre francesa tenía que ser puramente defensiva. Apenas dos semanas después del triunfo del movimiento democrático robespierrista del 10 de agosto de 7792, el diputado Gaudet apela a todos los amigos de la nfraternidad r-rniversal": Considerando que aun si no nos podemos permitir csperar a que los hombres lleguen algún día a forrrtar, antc [a ley corno ante la naturaleza, una sola familia, una sola asociación, no ¡ror ello a los amigos de la libertad, dc la fraternidad univcrsal les dcbe resultar menos cara una nación c¡ue ha proclamado su renuncia a todas las conquistas, y su deseo cle fraterni.ar con to.los los pue [rlos.23
Quien todavía record¿rra las palabras dc Robespierre pronunciadas el 2 enero cle 1792 contra la política internacional activamente belicista de brisotins y girondinos (antecedente principal del expansionismo militar napoleónico), no pudo sorprenderse de la encarnizada resistencia popular cncontrada unos años después por las tropas "libertadoras" de Napoleón en la España tiranizada por el absolutismo de Fernando VIL Pues la hcrmosa "profecí:r filosófica" (I(ant) ilustracla la había traducido Robespierre rr exacta predicción política: cle
El más vicioso de los gobiernos hallará un poderoso ¿rpoyo en los prejuieios, en los hábitos, cn la educación de los pueblos. El despotismo deprava el espíritu de los hombrcs hasta hacerse adorar y hasta tornar a la libertad sospechosa ,v espantable por lo pronto. La más extravagante de las ideas que puede nacer en la crbeza de Lrn polític() es creer c¡ue basta que un ¡rueblo entre a mano armada en un pueblo extranjero para que éste adopte sus leyes y su constitución. Nadie quierc a los misioneros armados, y eI primer consejo quc dan la naturaleza y \a prudencia es rechazarlos como a cnemigos.
Así pues, en rcsolución, la metáfora conceptual de Ia "fraternidad» articulaba en una sola palabra, inmediatamente comprensible en su significado político para la generalidad del pueblo llano, todo el ideario programático de la "democracia» en Europa. Que se puede rcsumir en estos dos puntos:
1) En la mejor tradición del republicanismo antiguo, la democracia republicana jacobina, como la coeva democracia republicana antifederalista norteamcricana y como los "hombres de la Commonwealtb" ingleses del siglo xvrl (Milton, Sydney, l.ocke), no acepta la distinción montcsquieuana en23. Discurso del diputado Gaudet, 26 cle agosto clc 1,792. Citado por (i:ruthier, Trtomphe at mort..., o¡t. cit., p. 208.
ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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C-c-¿:.. r'or Gauthier, Triomphe
87
rre nley política" y "ley civil". Los magistrados y los funcionarios públicos son meros agentes fiduciarios de la ciudadanía (del "pueblo soberano"); y por lo mismo, tienen que rendir cuentas y poder ser revocados sin otro motiro que el de la voluntad del pueblo soberano, articulado en una sociedad civil de libres e iguales (en tanto que recíprocamente libres); y por lo mismo, son unos ciudadanos más, hermanados con el resto.2a Sin embargo, la democracia jacobina va más allá en este punto que el republicanismo inglés del xvtt. Pues Locke, por ejemplo, excluyó del control fiduciario de la ciudadanía a un misterioso poder, al que llamó foederatiue pou,er, mediante el cual la autoridad política de la nación retenía una capacidad incareable para fijar las relaciones con las potencias extranjeras, para declarar la guerra y para gobernar las colonias.zs Para la democracia jacobina, en cambio, un tal poder destruiría, por lo pronto, la fraternidad interna deshaciendo la relación fiduciaria con una parte del poder político y reconstruyendo el "despotismo monárquico del ejecutivo»; y enseguida, arruinaríala fuarernidad universal de los pueblos. 2) Pero el punto verdaderamente decisivo de la "fraternidad" democrárica jacobina, lo que la convierte en una innovación política radical respecto de la entera tradición histórica republicana (incluso de la democrática) es su reticencia a aceptaf la habitual distinción entre "ley civil, y nley de familia". Pues por lo mismo que "fraternld¿d" quiere decir universalización de la libertad/igualdad republicana, quiere decir también: elevación de todas las clases "domésticas, o civilmente subalternas a una sociedad civil de personas plenamente libres e iguales. Lo que implica: allanamiento de todas las barreras de clase derivadas de la división de la vida social en propietarios y despoLo que implica: una redistribución tal de Ia propiedad, que se asegu'eídos. re universalmente el "derecho a la existencia». Garantizar ese derecho ¡ todos es para Robespierre, según se ha visto, l¿ nprimera ley social,, a la que todas las demás "están subordinadasr. Digámoslo así: en el programa democrático-fraternal jacobino no sólo se monárquico-, sino que .rquida la distinción político/civil -el despotismo p.otencialmente se liquida también la distinción entre ley civil y ley de famiiia, con lo que queda amenazado de raíz también el despotismo patriarcal. Todo es sociedad civil. Ahora bien, "f¿¡¡ilia" viene defamwli, siervos. Y la rarernidad implica potencialmente Ia entrada en la "ley civilr, es decir, la lirertad/igualdad de todos los domésticamente subalternos: esclavos, criados, . clientes»r oficiales, aprendices, obreros sometidos a .patrón»... y ¡mujeres!
)4. Nótese la fuerza normativa de la metáfora, pues ¿qué meior agente fiduciario, en la .:da privada, que el propio hermano? 25. Para una apreciación de esto, véase Antoni Doménech, De la ética a la política, Críti::- Barcelona, 1989, pp.242-253.
88
ESPLE\Dt)R I
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD :.
§11 Mu¡nnns
FRATERNALEs eN
acclóN
Robespierre acuñó y seguramente contribuyó como nadie a dar todo su significado político a la consigna. Pero no la inventó. La idea estaba en el aire: ya fue importante para la masonería dieciochesca, que al menos desde su Constitución londinense de 1723 venía expresando su idea fraternal como una negativa a distinguir en su seno entre noblemen, gentlemen and aquí está el secreto de su enorme fuerworkingmen. Pero el caso es que -y za movllizadora- brotaba espontáneamente de unas masas pobres y "domésticas" recién afloradas a la vida pública, recién emancipadas de tutelas patriarcales. Es como si la metáfora conceptual de la unión fraternal surgiera del modo más natural de las cabezas de los recién emancipados del yugo patriarcal. Toussaint Louverture, el jacobino negro26 que libera a los esclavos de la colonia francesa en Santo Domingo, se dirige así a las masas insurrectas:
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Lo más lindo que hay es ver a los hombres hermanados. Eso se ve más en el campo que en la ciudad. En la ciudad, en todos los pueblos, hay mucha gente mala; ricos de estos que se creen los dueños del mundo y no ayudan a nadie. En el campo es distinto. Ahí todo el personal tiene que vivir unido, como en familia. Tiene que haber alegría.z7 Jules Michelet ha sido, entre todos los historiadores de la revolución, el más devoto del valor de la fraternidad. Su gran Historia de la Reuolución a mitad del xx- está llena de emocionantes pasos en los Frdncesa -escrita que, con su característica prosa, jugosa y protréptica, pero a menudo certera, describe el raro sentido de unidad popular que logró darse en la población francesa en momentos o críticos o solemnes del proceso revolucionario, y tanto en labores de destrucción del viejo orden, como de construcción del
26. Yéase C. L. R. James, The Black lacobins. Toussaint Louuerture and the San Domingo Reruolution, Vintage Books, Nueva York, 1989. 27. Mtguel Barnet, Biografía de un cimarrón, Atiel, Barcelona, 1968,p. L38.
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Hermanos y amigos ... he realizado la venganza. Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Uníos a nosotros, hermanos, y combatid con nosotros por la misma causa.
Y el antiguo cimarrón cubano Esteban Montejo, que probablemente nunca había oído hablar ni de Robespierre ni del himno a la alegría de Schiller, expresaba de este modo a su biógrafo, el historiador Miguel Barnet, el núcleo de su ideario social de ex esclavo:
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E_ ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
lcxno nadie a dar todo su oro. La idea estaba en el rÉ-a. que al menos desde -;rndo su idea fraternal
B9
nuevo. Inmediatamente después de proponer ala imaginación del lector el día habrá de llegar, «tarde o temprano»- en el que la revolución "sal-que drá de las fórmulas>>, y <
rob i.-nt en, gentlemen and
ilT3:o de su enorme fuer-
Ese día todo era posible. Toda división había cesado; ya no había
irlls masas pobres y ,.doa ern-rncipadas de tutelas
ni burguesía, ni pueblo. EI futuro
r¡renal surgiera del modo
r¡,jo
dei yugo patriarcal.
z a -r''s esclavos de la colo7t:<:i lnsurrectas: - Q,:ero que la libertad y la z ii: e\istan. Uníos a noso!¡t:::-r
aausa.
ni nobleza,
hizo presente ... Un estado así, ¿puede ser duradero? ¿Era posible que las barreras sociales, abatidas ese día, se dejaran en tierra, que la confíanza subsistiera entre hombres de clases, de intereses y de opiniones diferentes? ... Unos instintos magnánimos habían estallado en todas las clases, y esos instintos lo simplificaban todo. Nudos inextricables antes y después, se soltaron por sí propios ... Lo que parecía imposible en octubre, se hizo posible en julio. Por ejemplo, se pudo haber temido en octubre de 1789 que la masa de los electores rurales siguiera a la aristocracia; ese temor no podíaya subsistir en julio de 1.790; el campesino, lo mismo que las poblaciones urbanas, seguía por doquier el ímpetu de la revolución. se
dudar de una pluma que, como la de Michelet, tiende a la efusrón sentimental y escribe más de medio siglo más tarde. Pero no se puede duür del siguiente despacho del embajador veneciano, fechado inmediatamen:e después de la toma de la Bastilla: Se puede
GlÉ'r-r. que probablemente buu:.-, ala alegría de Schi-
¡or-.-:.ior \{iguel Barnet, el
Toda la villa no parecía sito forntar una sola familia: en el espacio de un momento [sic], doscientas mil personas tomaron las armas, todos los guardias franceses, la guardia urbana, a pie y a caballo, incluso los regimientos suizos se pusieron del lado de la villa y del pueblo, y el rey fue abandonado incluso por parte de sos troprr,'8
=¡:--:ic.r. Eso se ve más en el eo: ;:ehlos. hay mucha gente
'-:jo v no ayudan a nadie. = a-; i:r'ir unido, como en fa-
É
¡,i..:rs
de Ia revolución, el
H'-,:,,ri¿ de la Reuolución
--N-lonantes
§:.
pasos en los
a€ro a menudo certera)
El embajador de la que Quevedo despreció en su día como "República :::rera» (nacida al logro, destinada al. robol se muestra particularmente i-rmbrado, y a su modo, conmovido, por el activismo de las mujeres. Así, rrr ejemplo, en el despacho al Dogo correspondiente al 5 de octubre de t789 :=--rra con alarma:
rg:.i darse en la población ¡:Neso revolucionario, y ie¡=o de construcción del L.z'. =-ture and the =-.-.:--:.
1968, p. 138.
San
Domin-
Faltando esta mañana el pan necesario para el consumo diario, se ha producido una insurrección de las mujeres, que arrastraban, quieras que no, a las demás mujeres que encontraban por la calle, sembrando la consternación en el
l:.
Les 470 dépéches des ambassadeurs de Venisse au doge. 1786-L795, París, Laffont, i05. (El énfasis añadido es mío.)
90
ESPLE\:! ! \'E(
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Ayuntamiento, adonde se han dirigido para exigir justicia. Hasta este sexo quiere tomar en París una pctrte actiua en la rebelión pdrd no pctrecer inferior al otro.ze
:- ::¡c 5 :lfirt =-:rrble PJrei:r' a --i\)m() PrOSrJcl-i :3:In \-
es r-erd¡J.:
Un año después, en la Fiesta de las Federaciones del 14 de julio de L790, las mujeres se hicieron notar también. Michelet describe el evento con su elocuencia habitual:
:-a:.1i. económ:.:- : :ari¡. :::-:nalFaclOn üa -:! .]ul Per6 aC¿n,\ ; =.JrEn - -=:.t'¡ e \It.1CIr' .l= > Eln
La mujer está mucho más interesada en informarse y en prevenir ... ¿Las creéis en el hogar? ... Llamadas o no, tomaron del modo más activo parte en las fiestas de la Federación. En no sé qué pueblo, se habían reunido los hombres en un gran local, a fin de dirigir un llamamiento colectivo a la Asamblea Nacional. Ellas se acercan, escuchan, entran, húmedos los ojos de lágrimas: también quieren estar. Entonces, se les leyó el escrito; ellas se sumaron de todo corazón. Esta profunda unión de la familia y de la patria penetró todas las almas de un s entimient o de s c ono ci do,3o
. >.:f¡S E.f¡rCt.t a-r('i ¡3.::.1;L l-..-¡ § :(i:. , (,., ,:::-. "_::76 Re:-::.:-.: . ::: --ri c ¡..lc r\: :l-= : I .i:- .:-lI- i i: -:->E
Es claro que la "profunda unión de la familia y de la patria, es resultado de la negaci ón práctica, de la refutación por los hechos que el pueblo llano pa-
risino estaba haciendo de la inveterada distinción entre loi ciuil y loi de famille. Ahora, ¿tuvo ese radicalismo de la espontánea acción «fraternal" popular su contraparte en el ideario político de la democracia jacobina? ¿Sacaron los montagnards todas, absolutamente todas la consecuencias de su recusación doctrinal de la "ley de familia"? Es verdad: Robespierre fue lo bastante radical como para impulsar con resuelto coraje desde el principio la oposición encarnizada de la bur-con guesía girondina, que tenía grandes negocios en ultramar- la abolición de la esclavitud en las colonias; fue lo bastante radical como para hacer suya sin reservas desde el comienzo la causa de todos los desposeídos, de todas Ias clases «doméstls¿s», de todos los patriarcalmente "dependientes>>, y ciertamente, después de la proclamación de la República siguió a su gran victo-que ria del 10 de agosto de 1,792-, abolió la distinción entre ciudadanos activos y pasivos y estableció pot vez primera en suelo europeo el sufragio universal; pero no lo extendió a las mujeres, como tampoco se había mostrado particularmente interesado antes, en 1,79L, enla fracasada moción de Ia monárquica Olympia de Gouges para que la Asamblea aprobara una "Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana".
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29.
Ibid., p. 339. (El énfasis añadido es mÍo.) En el despacho del 12 de octubre narra que: mujeres sembraban el furor y la consternación por doquier; en el curso de la noche ent¡a"las ron en la Asamblea Nacional. Luego se permitieron plantarse en el castillo y penetrar hasta los mismos aposentos de la reina, determinadas ya a matarla". Ibid., p. 341. 30. Michelet, Histoire..., op. cit., vol. I, p. 328.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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Y es verdad: no fue sino hasta casi el final de su corta vida que el Incorruptible pareció comprender la inexorable lógica con la que la fraternité --{omo programa democrático de plena y universal ciuilización de la vida social, económica, familiar y política- tenía que traer consigo la cumplida emancipación de las muleres. Pero acabó comprendiéndola, y cabalmente. Merece atención este pequeño extracto de su gran discurso de mayo de 1794:
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Estaréis allí, vosotras, jóvenes ciudadanas, a quienes la victoria habrá de ofreceros también muy pronto hermanos y amantes dignos de vosotras. Allí estaréis, vosotras , madres de familia, cuyos esposos e hijos levantan los trofeos a Ia República sobre los escombros de los tronos. ¡Oh mu;'eres francesas!: ¡amad la libertad comprada al precio de su sangre! ¡Serviros de uuestro imperio, a fin de que se extienda el de la virtud republicana! ¡Oh mujeres francesas: sois dignas del amor y del respeto de la Tierra!3]
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Obsérvese [a sutileza y la profundidad que alcanza aquí la oratoria del Incorruptible. En radical solución de continuidad respecto del léxico republi;ano recibido, las mujeres son ahora sucesivamente tratadas, primero, como -ciudadanasr; luego, y congruentemente, como ohermanas" de los ciudadanos en armas que están defendiendo a la República revolucionaria del concertado ataque de las faerzas de la reacción monárquica europea. A contineologismo político, contrapuesto nuación, como «madres de familia" -un rretonímicamente con suprema eficacia retórica ¿ «padre de familia"-. -\demás, las mujeres francesas tienen "imperio" en el hogar, y Robespierre las exhorta a servirse de él para educar a los hijos en la "virtud republicana". \- por último, al hacerlas "dignas del amor y del respeto de la fls¡¡¿», las ;onvierte también retóricamente en ciudadanas de la República cosmopolita :lusrrada.
5ll
DsspuÉs DE TERMIDoR: MUJERES y PRoLETARIos EN EL ORDEN CIVIL NAPOLEÓNICO
Democracia, tradicionalmente gobierno de los pobres ya libres, llegó a ;rgnificar a partir 1792La pretensión de universalizarla libertad republicana, je lograr una sociedad civil, no sólo que incorporara a todos, sino en la que :ños fueran plena y recíprocamente libres, es decir, iguales en el vieio senti.:o republicano de la palabra. Una sociedad civil en la que todos fueran szi
:. ;urso
t : i{1.
-
-i1. Robespierre, «ft¿ppor, presenté au nom du Comité de Salut public, 18 flo¡éal an II", ce mayo de 1794. Recogido en el Discours et rappotts d la Conuentioz, Union Générale
:-Ejitions, París, 1,965, pp.28t-282, (Los énfasis añadidos son míos.)
92
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
E
iuris, en la que todos fueran "ciudadanos activosr, y en la que la autoridad política no tuviera oportunidad de separarse de la vida civil, reconstruyendo el aparato burocrático del ndespotismo monárquicor, sino que se allanara al papel de mero agente fiduciario del pueblo soberano. Una sociedad civil en la que todos tuvieran asegurado su "derecho a Ia existen6i¿", sin necesidad de dependencias patriarcales o neopatriarcales. Democracia era, pues, .rftaternidad", y fraternidad, "democracia,,. Precisamente contra esa pretensión pancivilizatoria de la democrucia fraternal se subleva¡on las fuerzas sociales y políticas que dieron el golpe de Esrado antijacobino el 9 de Termidor de 1,794. Y no se anduvieron con recatos en la manifestación de sus objetivos. F;n1795, el termidoriano Boissy d'Anglas, expresando inmejorablemente el programa de los antirrobespierranos triunfantes, hacía esta lúcida defensa del sufragio censitario: Tenemos que ser gobernados por los mejores; los mejores son los más instruidos y los más interesados en el mantenimiento de las leyes. Ahora bien; descontadas algunas excepciones, no hallaréis hombres así sino entre quienes gozat de alguna propiedad, los cuales adhieren al país en la que ésta se halla, a las leyes que la protegen, a la tranquilidad que la conserva, y deben a esa pro-
piedad y a la holgura que ella proporciona la educación que los ha hecho capaces de discutir, con sagacidad y precisión, sobre las ventajas y los inconvenientes de las leyes que determinan la suerte de la patria ... Un país gobernado por los propietarios está en el orden social; uno gobernado por los no propietarios [a democracia] es el Estado de naturaleza.
Y su colega, el diputado termidoriano Dupont de Nemours expresó Io mismo, tal vez con mayor requintamiento metafísico, pero con no menor profundidad política: Es evidente que los propietarios, sin cwyo permiso nadie podría en el país conseguir alojaruiento y manwtención, son los ciudadanos por excelencia. Ellos son los soberanos por la gracia de Dios, de la naturaleza, de su trabajo, de sus inversiones y del trabajo y de las inversiones de sus antepasados.lz
Éste era el núcleo del problema fundamental.
Y el que explica que
el
enérgico propósito termidoriano de contentarse con establecer una Repúblides honnétes gens- se despeñara a ca de meros propietarios
-répwblique
toda velocidad por los derrotaderos de una contrarrevolución radical. Todo lo que había sido establecido por la democracia jacobina desde el 10 de agosto de 7792: supresión dela realeza y de la monarquía constitucional a Ia in-
32. Ambas citas proceden de Georges Lefebvre, Les Thermidoriens-Le Directoire, Armand Colin, París, 1,957, cap, XI. (El énfasis añadido es mío.)
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93
loi politique in-civil mediante la instauración de la República; sufragio universal masculino; derecho universal a la existencia; f,nulación de todas las leyes marciales; potencial superación de una loi de fa,nille in-civtl (lo que incluyó la efectiva abolición de la esclavitud y el incipiente reconocimiento cívico-fraternal de las mujeres); renuncia completa a ,as guerras ofensivas de conquista. Todo eso fue barrido. La llamada libertad económica y un derecho ilimitado de propiedad (que o mismo impedía, por ejemplo, interferir legislativamente en la actividad saboteadora de los acaparadores de grano que regular jurídicamente las condiriones en que prestaban su trabajo los que se veían obligados a mendigarlo a .s5 «propietarios» ) fueron establecidos el24 de diciembre de L794. Y el ministro del interior, Roland, que acababa de aplaudir un decreto rebajando en un cuarenta por 100 los salarios, no se privaba de declarar: elesa y superación de una
Todo lo que un gobierno sabio puede y debe hacer en materia económica
es
afirmar que no intervendrá jamás.33
La Constitución de L795 abolió el sufragio universal. Y no se limitó a :eintroducir el sufragio modestamente censitario de L789, que sólo exigía -r los ciudadarros dctiuos un aporte fiscal equivalente a tres jornadas de tra:ajo. Boissy d'Anglas propuso elevarlo a cincuenta jornadas. Pero, al final, la Convención termidoriana decidió elevarlo a doscientas. ¡Con la seguridad de -os propietarios no se juega! La gterra revolucionaria defensiva fue transformada en guerra expansronista de conquista. Y precisamente a la vuelta de su expedición conquistajora a Egipto dio Napoleón el golpe de Estado el 18 de Brumario (2 de di:rembre de 1799) que acabó con el Directorio termidoriano, inaugurando un
consulado,, todavía nominalmente republicano. La esclavitud fue reestablecida en 1802 por el «cónsul» Napoleón en las :olonias. Regresó una monarquía, más o menos constitucional, en 1804, cuando «emperador». =i "cónsul» se proclamó Y por último, derrotado militarmente Napoleón en 1815,Ias potencias :-ronárquicas europeas impusieron de nuevo a Francia la monarquía bortonlca. Sin embargo de todo eso, y a pesar incluso del regreso de las fuerzas so:rales del Antiguo Régimen con la restauración absolutista de Luis XVIII y Jarlos X, pervivió firmemente, como eco lejano y pervertido de la democra::a fraternal, la .nueva, igualdad civil que habían moldeado los codes napo.:ónicos. En un sentido que más adelante se verá, nadie podía ya echar de la
i3.
Citado por H. Guillemit, Silence aux pauures, Arléa, París' 1'996, p. 7Ot.
94
\a-
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
sociedad civil a los descendientes de las viejas clases "domésticas" del Ancien Régime. La nueva sociedad civil burguesa, que llevaba la impronta de los racionalizadores códigos napoleónicos, estaba aquí para quedarse. El nuevo orden posnapoleónico puede, para lo que aquí interesa, caracterizarse con dos trazos: 1) Restauró, con una peculiar redefinición que salvaba Ias apariencias republicanas, la diferencia entre loi ciuil y loi de famille. Y 2) restauró, con una peculiar redefinición de todo punto incompatible con
la tradición histórica republicana, la diferencia entre loi ciuil y loi politiqwe. Por ahora, sólo nos entretendrá el primer punto. Lo primero que hay que tener en cuenta es la enorme transformación que había experimentado el npueblo llano", le menu peuple, con la revolución. Gracias a las expropiaciones de las tierras "vinculadas" de la nobleza y de las propiedades «amortizadas" de la Iglesia, llevadas a cabo por el ala democrático-plebeya de la revolución,34 una buena parte de los antiguos campesinos acasillados, jornaleros y aparceros se conviertieron en métayewrs, en propietarios rústicos pequeños y medios: éstos quedaron incorporados "fraternalmente» a la nueva sociedad civil posrevolucionaria por su condición de propietarios. Y Napoleón los mantuvo en esa condición, y aun la aÍirmó y la hizo irreversible. (Por eso acabaron siendo una de las bases de sostén social más firmes del bonapartismo.) Pero a comienzos del siglo xlx, naturalmente, seguía habiendo en Francia "desposeídos" que, por repetir la formulación de Dupont de Nemours, necesitaban npedir permiso, cada día a los propie¡¿¡i6s «para conseguir alojamiento y manutenciónr. Y su número crecía imparable, a lomos de Ia incipiente revolución industrial.35 Pues bien, central en la rearticulación napoleónica de loi ciuily loi de famille fue la ficción jurídica, de acuerdo con la que los desposeídos varones eran también «propietarios libres": propietarios, por lo pronto, de su fuerza de trabajo, y habilitados, como todos los demás propietarios, con una igual capacidad jurídica una igual «libertad»- para
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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t'¿ i,r-¿ of Reason, Cambridge, :i ::e - desarrolló en el cambio rs ¡t r¡s clases acomodadas fran¡; lc¿ncieros británicos.
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95
realizar actos y negocios jurídicos (contratos civiles) a paftir d6 ss "propiedad".36 Eso les arrancaba, ciertamente, de la loi de famille del Antiguo Régimen, les sacaba del ámbito "domésticor, y los convertía en cierto sentido en miembros de pleno derecho de, y enteramente incorporados a, la nueva sociedad civil burguesa de nlibres, e "iguales». Hasta aquí la nueva loi ciuil. ¿Qué hay de la innovadoru loi de famille posnapoleónica y de la relación de ésta con la reformada loi ciuil? Se trata de un punto crucial para entender el orden social y político que se impuso en el primer tercio del xtx. Porque los códigos civiles napoleónicos construyeron jurídicamente el ámbito que Montesquieu y la tradición republicana los propios códigos- habían llamado loi de famille (el oikos, el -no domusl por modo tal que, a la vez que rehacían la estructura de poder de la familia propiamente dicha mitigando el despotismo patriarcal, regulaban indi¡ectamente la estructura de poder de la unidad productiva, de la incipiente empresa capitalista. Ahora, los desposeídos, que ya empezaban a llamarse «proletarissr, además de poseer su propia fierza de trabajo, y con ella, de ingresar como neóritos en la nueva sociedad civil burguesa, entraban también en posesión de lo que habían poseído tradicionalmente los veteranos de la sociedad civil del -{ntiguo Régimen, los boni pdtres familiae: una familia propia, el gobierno soberano de la mujer y de los hijos: ¡se acabó el ius prima noctis! Es verdad que el nuevo derecho de familia napoleónico suavizó el despotismo patriarcal tradicional y concedió más derechos civiles a las mujeres, particularmenre a las solteras mayores de edad y a las viudas, que sus equivalentes funcionales coetáneos en la common law anglosajona. Pero la mujer casada siguió s¡endo parte de la personalidad jurídica del varón, y por lo mismo, en un senudo nada metafórico, posesión del mismo.37
i6. Eso rompía la tradición republicana clásica, para la cual el trabajo asalariado era una :orma de esclavitud a tiempo parcial, o como dice A¡istóteles (Po[., 1,260A-8) ouna especie de *lavitud limitada" (o gar banausos technites aphorismene tina echei douleianl.Lo mismo que -\¡isóteles pensaban los iuristas republicanos romanos de quienes se sujetan voluntariamente la locatio conductio operarurn, el contrato de servicios o alquiler de su propia fuerza -diante r uabajo: así, por eiemplo, Cicerón, De of.,l, xrI («§6!¡s los trabajos viles y deshonrosos,,), i.e: "Es bajo y servil el [trabajo] de los iornaleros, y de todos aquellos a quienes se compra, no ji-s anes, sino su trabajo, porque en éstos su propio salario es un título de servidumbre». Pues -ar. los codes napoleónicos diluyeron la diferencia, crucial parala tradición iuscivil republi=u histórica, entre el sospechoso contrato de servicios y el mero contrato de obra (locatio :,:a,Juctio opera\ entre ciudadanos plenamente libres. 37. Para convencerse de eso, basta con observar que países europeos tan ciuilizados como r propia Francia, o como España, en los que la personalidad jurídica autónoma de la muier r¡¡e muchos años que se reconoció, han mantenido, sin embargo, hasta hace muy pocos años m legislación penal que no consideraba delito la violación de la mujer dentro del matrimonio, t cn lnglaterra esto duró hasta 1992. El reconocimiento expreso de la personalidad jurídica de
96
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Todo eso había ganado con los codes napoleónicos el varón desposeído. Sin embargo, forzado como estaba a fiaficar "libremente» con su fierza de trabajo para poder subsistir, caía necesariamente él mismo bajo una novísima e inopinada loi de famille cuando, después de contratar libre y «civilmente» el alquiler de su mano de obra, cruzaba el umbral de la fábrica (o del taller, o del comercio, o de la oficina bancaria, o del tajo, o de la finca rústica) y quedaba sometido al despotismo sin brida del propietario propiamente dicho. La "libertad económica", o la "libertad industrial» s 1. "libertad de empresa» esos nombres recibió- tenía sólo la apariencia de loi ciuil; -todos en realidad, era una nueva loi de famille que heredaba institucionalmente, adaptándola funcionalmente a las modernas condiciones de la incipiente sociedad capitalista industrial, el inveterado autoritarismo de un oláos, de un domus o de un dominio señorial. Los códigos napoleónicos, a la vez que incorporaban a los varones desposeídos a la vida civil de los libres e iguales, les entregaban al arbitrio ds «patronos» que podían comportarse, dentro de su propiedad, como verdaderos monarcas absolutos. Dígase así: la plena libertad de contrato napoleónica, al excluir de la loi ciuil a la incipiente empresa privada capitalista, la construía jurídicamente por vía rodeada como una institución social en la que el poder se ejercía absolutistamente por parte del propietario o de sus agentes, como un ámbito abandonado a una viejísima loi de famille. Los codes napoleónicos venían a adaptarse estupendamente a las necesidades de la Revolución industrial acontecida en Europa entre finales del siglo xvIII y el ecuador del xrx, período en el que cambió completamente la composición del "pueblo llano" de las sociedades preindustriales o protoindustriales. De ser un fenómeno más o menos secundario en los albores del Antiguo Régimen, el trabajo "libre" asalariado se convirtió en una realidad sociológica que cobraba cada vez mayor peso. Un proceso secular proteico que incluye la parcelación de la tierra y la emancipación campesina de sus ataduras serviles, la disolución de séquitos feudales y de monasterios, el robo de ejidos, de tierras y de bosques comunales, la abolición de los gremios o la desamortización de los bienes eclesiásticos, cristalizó en unas pocas décadas, que acaso han representado el mayor y más drástico cambio que la vida social y económica ha registrado en la historia universal: centenares de millones de personas fueron arrastradas a un gigantesco movimiento migratorio, desprendidas del campo, de la aldea, de la pequeña ciudad, de la familia, de vecinos y de amigos, del paisaje originario de sus ancestros, de la parroquia y de la comunidad, paru ser arrojados, como forasteros, a los grandes centros la mujer en EE. [I[J. fue muy tardío, y en cualquier caso, se produio bastante después de que las corporaciones empresariales obtuvieran ese reconocimiento en la década de los setenta del si-
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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industriales. Su compleja y ramificada vida social anterior que Thornp-lo son ha contribuido a llamar la "economía moral", o lo que Robespierre llamó en su día la ueconomía política popular"- se trocó allí en dos ¡ealidades institucionales bastante simples: la realidad del mercado de trabajo, por la que estaban forzados a competir, en el plano de la loi ciuil, con otros compañeros de desgracia alahora de aceptar un precio para su fuerza de trabajo; y, en el plano de la novísima loi de famille,la realidad de la disciplina absolutista de la fábúcq por la que se veían forzados a someterse, durante largas horas de extenuante e insalubre prestación de servicios, a las órdenes de superiores jerárquicos, siempre bajo la mano de esos dinámicos propietarios burgueses para los que se había acuñado la nueva -y muy reveladorametáfora militar de ucapitanes de industria,,, y a los que con metáfora nada casual no menos reveladoramente- se les seguía reconociendo como -y Así se constituyeron las primeras generaciones .patrones)). de la clase obrera industrial contemporánea, a la que se llamó oproletariado» porque, como los proletarii dela antigua Roma, no tenía otra cosa que ofrecer sino su fuerza de trabajo y (la de) su prole.38 Alvare, Buylla, por reducirnos a un ejemplo nuestro, expresó insuperablemente en su informe sobre la minería hullera asturiana de 1.861. el entero espectro de cuestiones a que respondía en este punto el orden posnapoleónico: la destrucción de las bases tradicionales de existencia social de las poblaciones, la ficción jurídica de que, aun sin bases de existencia indepenüente, se puede ser civilmente «libre», y la expedita afirmación de que esa nueva "libertad», que les pone en un plano de igualdad contractual con el propietario, es coextensiva con la subalternidad dentro de la empresa. Se quejaba el reformador Álvarez Buylla del prejuicio que a la incipiente inJustria minera causaba el hecho de que los obreros empleados fueran trabajadores .,¡¡i¡¡6s», esto es, no completamente desprendidos de las faenas :grícolas tradicionales, no plenamente desarraigados de modos de vida traücionales, todavía con un pie en las labores y en las comunidades agríco:s. Y auguraba que la industria minera asturiana sólo podría llegar a exrandirse: ...a medida que los habitantes de la clase obrera se vayan acostumbrando a la subordinación necesaria en empresas formales y duraderas, y lleguen a prefe-
i8. La Reuue Encyclopedique daba en su número de abril de t832 las siguientes defini--.nes académicas de proletdrio y burgués en un artículo firmado por Reynaud: ol-lamo "pror-:¡ios" a los homb¡es que, produciendo toda la riqueza de la nación, no poseen para vivir además, que depende de causas fuera de su al-.=o el jornal asalariado de su trabajo -trabajo, a.e-. Llamo "burgueses" a todos los hombres a cuya voluntad está sometido y encadenado -- iesrino del proletario,. Citado por Henri Guillemin, La premiére résurrection de la Répu:-:-;re, Gallimard, París, 7967, p.30.
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
9B
rirla por
su propio interés a su antigua independencia y libertad natural, que en esta clase de industria no es ventajosa.3e
La aparición de un protoderecho laboral como rama del derecho civil napoleónico, que daba plena capacidad para rcalizar actos y negocios jurídicos a los trabajadores desposeídos, y la consiguiente regulación "civil, del mercado de trabajo no podían camuflar el hecho de que los grandes contingentes dei nuevo proletariado contemporáneo, exactamente igual que los mercenarii de los intersticios del mundo antiguo de malfamados -signatarios cortratos civiles de servicios- estaban en situación de senilibertad, "yslLtntariamente» obligados a someterse a disciplina ajeta: coacti uolwnt. En su conocido trabajo sobre "Libe:tad y coacción en la comunidad de derecho,, Max Weber presertó el problema con gran claridad. En su forma
J
J
general: El desarrollo de relaciones jurídicamente ordenadas hacia la sociedad del conúato,y del derecho mismo a la libertad contractual, particularmente hacia una autonomía habilitante reglamentada con esquemas jurídicos, suele hoy caracterizarse como decrecimiento de los vínculos de sujeción y como aumento de la libertad individualista... Pero eso no puede derivarse en absoluto del mero desarrollo de las formas jurídicas ... Pues por grande que sea la variedad de ios esquemas contractuales permitidos e incluso la capacitación formal para cfear contenidos contractuales a voluntad independientemente de todos los esquemas oficiales, en modo alguno permite que esas posibilidades formales sean efectivamente accesibles a todo el mundo. Lo impide, sobre rodo, la diferenpor el derecho- de la efectiva distribución de la propieciación dad.
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-garaÍtizada
Y en particular: El derecho formal de un obrero a suscribir un contrato cualquiera con cualquier empresario no significa, en la práctica, para quien busca trabajo, la menor libertad en la configuración de sus propias condiciones de trabajo, ni le garantiza, en sí misma, ninguna influencia sobre las mismas ... El resultado de la libertad contractual es, pues, primordialmente: la apertura de la oportunidad de trasladar astutamente al mercado, y sin traba jurídica alguna, Ias propiedades de bienes, sirviéndose de ellas como medio para lograr poder sobre otros. Los interesados en el poder del mercado son los interesados en tal ordenación jurídica. Sobre todo en su interés está, en particular, la creación de máximas jurídicas habilitantes que generen esquemas de acuerdos válidos, esquemas formalmente utilizables por todos, pero que en realidad sean sólo accesibles a los
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39.
Citado por Adrian Schubert, Hacia Ia reuolución. Orígenes del mouimiento obrero en Astwrias, 1860-1934, Crítica, Barcelona, 1,984, p. 36.
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F,SI'LENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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Hay, sin embargo, un detalle decisivo que escapó a la aguda mirada de -\lax'§7eber. Aun comprendiendo cabalmente, contra la ilusión liberal académica corriente, la naturaleza de las relaciones de poder en el mercado de irabajo y en el interior de la empresa capitalista, se le escapó un elemento :nuy importante de las mismas. Pues Weber cree que:
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-_-: -.)i grandes contingen::-::-:c igual que los merce-,i:rrios de malfamados --. -. . :. semilibertad: ((volun.:
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I-a comunidad del mercado no conoce formalmente la coacción directa a través de la autoridad personal ... En la base de la organización capitalista, convierte las relaciones de sumisión personal y autoritaria efectivamente existentes en la «empresa» capitalista en objetos de utráfico del mercado de trabajo". El vaciamiento cie todos los contenidos emocionales normales que acompañan a las relaciones autoritarias no impide, sin embargo, que el carácter autoritario de la coacción prosiga, y bajo ciertas circunstanciar, ,rrner,te.4'
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El joven Marx cometió un error parecido: Con la manufactura cambió al mismo tiempo la relación del trabaiador con quien le daba trabajo. En los gremios existía la relación patriarcal entre los oficiales y el maestro; con la manufactura apareció en su lugar Ia relación de dinero entre el trabajador y el capitalista; una relación que en el campo y en las pequeñas ciudades mantuvo tonos patriarcales, pero que en las grandes ciudades propiamente manufactureras pronto perdió casi por completo el tinte pa-
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triarcal.42
de Ia propie-
\i Marx ni §7eber parecían muy dispuestos a registrar que un elemento '-'.fortante en la relación del trabaiador industrial con su «patrono» era pre- -.rmente el "contenido emocional" potencialmente vehiculado por la cate- :rzación cognitiva de esa relación -civilmente regulada en la esfera de in-::.¡mbio del mercado de trabajo, pero autoritariamente regida dentro de Ia procedentes de la vida "submetáforas de , lad productiva- en términos - , . es decir, familiar. Y no sólo en la era del «capitalismo industrial libe: Max §7eber, oFreiheit urrd Zwang in der Rechtsgemeinschaft", en Soziologie, Uniuer- ,:stbichtliche Analysen, Politik, De J. §Tinckelmann, comp., Króner Verlag, Sturtgart, pp. - -- \\'eber anticipó en parte un resultado que, años más tarde, hab¡ía de valerle el Premio . -.. de Economía a Ronald Coase. Para la concepción de la empresa capitalista como un ám" . : osrraído a las relaciones de mercado y en el que rigen relaciones de autoridad, véase el ar- ¡lásico de Ronald H. Coase, «The Natu¡e of the Firm", Economica 4 (7937), p. 366 y ss.
utouimiento obrero en
Loc. cit., p.79.
-l
Deutsche ldeologie, ME.W, vol. 3, p. 56.
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
100 se caracterizaba
por la concurrencia entre empresas privadas familiares pe-
queñas y medianas.
En un importante estudio empírico, al que los sociólogos y los politólogos todavía no han prestado la atención que merece, el científico cognitivo George Lakoff ha mostrado convincentemente hasta qué punto las metáforas familiares permean y moldean el discurso político contemporáneo.o' Lakoff sostiene, por ejemplo, que el modelo metafórico que ancla constructivamen«conservate el discurso político de la derecha norteamericana actual -los Estricto", dores,- gira en torno de la categoría radial del uPadre de Familia mientras que la metáfora que organiza y vertebra cognitivamente a la izquierda los que, siguiendo una idiosincrasia particular del léxico político -a norteamericano de la segunda mitad del siglo xx, llama "liberales"- es la de los nPadres Nutrientes». Aquí interesa sólo que, en el modelo del Padre de Familia Estricto, las relaciones laborales son concebidas de acuerdo con una submetáfora que Lakoff, después de bautizarla como "Recompensa del Tra-
bajor, describe
. . . . .
así:
El patrono es una autoridad legítima. El empleado está sujeto a su autoridad. Trabalar es obedecer las órdenes de quien emplea. EI salario es la recompensa que el empleado recibe por obedecer a quien le
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-::::i::-3 :3:¡ p .(-: -. -::.---' :l liLi r- - -:. -,< E Cl -:: -i-§
El patrono tiene derecho a dar órdenes, y a castigar al empleado por desobedecer esas órdenes. La relaciín social del patrono con el empleado es la de un superior con un
. . .
inferior. El patrono sabe lo que conviene. El empleado es moral, si obedece al patrono. El patrono es moral, si recompensa adecuadamente al empleado por obedecer sus órdenes.aa
[,o que escapó, pues, a'§7eber es que la relación laboral contractual tiene una manera aún más refinada de camuflar el poder político del patrono sobre su empleado que la de negar que en una «comunidad de t¡s¡6¿d6» pueda haber relación de autoridad y dependencia personal. Y es categorizar como .natural, la relación de autoridad con un arsenal metafórico procedente de
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George Lakoff, Moral Politics. What Conseruatiues Know that Liberals don't,The University of Chicago Press, Chicago, 1996. 44. P. 54. Lakoff piensa que una parte muy importante del éxito político neoconservador en los EE. UU. de los últimos veinticinco años se debe al hecho de que el Partido Republicano «en contta de sus intereses económicosr- a un ha llegado a convencer publicitariamente contingente importante de trabajadores "de cuello azul» votantes del Partido -tradicionales Demócrata- de la mo¡alidad y la cogencia del modelo familiar del Padre Estricto (p. 16).
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un ámbito familiar- al que, por oprivado", se le niegan ya de entrada -el connotaciones políticas en absoluto.a5 Sea ello como fuere, es lo cierto que la incorporación de la muchedumbre proletaria ala nueva sociedad civil, cumplida en las primeras décadas de la Revolución industrial, se realizó en no despreciable medida según esquemas patriarcalistas heredados de la vida social «preindustrial". No importaba que millones de mujeres y niños fueran arrebatados a sus hogares y pasaran a engrosar, como asalariados, las filas del uf¿6¡6¡ trabajoo en las grandes, medianas y pequeñas empresas del pujante sector industrial, y en sus aledaños; sólo los padres de familia de esos hogares ingresaban en la sociedad ciril. El arraigo de este modo tradicional de entender la familia afectaba hasta a las incipientes estadísticas sobre las profesiones y el trabajo de la población. Parecía, por ejemplo, irrelevante el hecho de que, mientras el padre de familia fuera picador o barrenero en una mina, la esposa trabajara en un taller como tejedora de seda; la familia, toda, era considerada como ominera,. En Ia Estadística General de Francia de 1856, a la hora de justificar la partición estadística de la población por profesiones, se plantea el siguiente problema: ¿Qué número de individuos hace vivir, directa o indirectamente, a cada profesión en Francia? Resulta que la estadística de todas las profesiones contiene no sólo a los jefes de familia que la ejercen, sino también a todas las personas para las cuales este jefe de familia es un medio común de existencia.a6
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Pero con la incorporación de las mujeres al trabajo industrial, y asalariaJo en general, las primeras generaciones de varones proletarios parecieron :e rder una cosa que les había rcgalado el derecho de familia napoeónico: ha-15. Llama la atención que precisamente Weber, tan perceptivo siempre en cuestiones de
- tiología de la religión, y él mismo de cultura protestante por partida doble (padre calvinista :radre luterana), pasara esto por alto. Pues el protestantismo fomentó el patriarcado y el podel varón. Lutero añadió a la tradicional figura del pater familias (Hausuater) otras dos -:.adas también en un principio de autoridad masculina, el Landesuater (padre del país) y el - :tesuater (padre religioso), que habían de representar los tres órdenes de la sociedad cristia: ,teconomica (familia), ecclesia y política (Estado). (Véase D. I. Kertzer y M. Barbagli, La :; femiliar a principios de la era moderna (1500-1789), R. Ibero, trad., Paidós, Barcelona, - ,1.p. 29. Dicho sea de paso: la facilidad de difusión y la extraordinaria capacidad para co-.:zar cognitivamente mentes conservadoras en EE. UU. que ha revelado la metáfora radial :: Padre Estricto, tan finamente explorada por Lakoff, apenas podrían explicarse sin el suelo - -::icio proporcionado por el mosaico de sectas e iglesias protestantes que se trasladaron a --.-:.:rica desde su fundación, y entre las que todavÍa hoy se distribuye la elite económica de los : \SP (blancos, anglosajones, protestantes). :6. Citado por FranEoise Bartagliola, Histoire du trauail des femmes,La Découverte 6c Sy- -. París,2000, p. 18. La noción contemporánea de "población activa, no se obtiene hasta --.. e finales del xrx, las estadísticas francesas e inglesas proceden a la desagregación estadís-::e las "clases domésticasr.
:::
102
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
bían accedido, ciertamente, como propietarios de su fuerza de trabajo, a la sociedad civil, lo que les había convertido en auténticos «padres de familia", con todas las capacidades jurídicas a que eso habilitaba. Pero se les escapaba a ojos vistas el monopolio de la dominación doméstica: Ias esposas e hijos de los flamantes nuevos «padres de familia" proletarios no eran sólo sus famuli; empezaban a ser crecientemente también los famuli de los «patronos» interesados en someterlos a la disciplina neodoméstica dela fábrica, del taller, de verdadera de la mina o de la explotación agrícola. La necesidad -pues necesidad se trataba- de redondear los míseros ingresos familiares con la asalarización de Ia propia mujer y de los propios hijos era vista por las primeras generaciones del proletariado industrial como una violación más -y particularmente dolorosa- de la propia autonomía e independencia, como la entrega a la potesta.s de los patronos de aquello "propio, que uno más el meama, es decir, como una especie de derecho de pernada renovado jor de los casos-;4'o como forzada cesión a otro particular de la-en propia soel peor-. El primer sindicalismo fue, beranía privada recién adquirida -en en consecuencia, un enemigo acérrimo de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo (y a la sociedad civil, y a la vida política), y ciego o miope para los infortunios de la doble dominación a que andaban sujetas las mujeres proletarizadas. No es hasta finales del siglo xrx que empiezan a oírse en el movimiento obrero voces como ésta, verdaderamente extraordinaria, de Hubertine
Auclert: O las mujeres son las iguales de los obreros y de los burgueses, o los burgueses son, como ellos mismos afirman, los superiores de los obreros y de las mujeres. Sabed, ciudadanos, que no podéis sino basaros en la igualdad de todos los seres para exigir fundadamente vuestro acceso a la libertad. Si no asentáis vuestras reivindicaciones sobre la justicia y el derecho natural, si vosotros, pro-
letarios, queréis conservar también privilegios, los privilegios de sexo, yo os pregunto: ¿qué autoridad tenéis para protestar contra los privilegios de clase? ... La mujer es, como el hombre, un ser libre y autónomo ... Estos atentados a la libertad de la mujer hacen de ella, al tiempo que la sierva, la eterna menor, la mendiga que vive a expensas del hombre. Nuestra dignidad nos hace protestar contra esta situación humillante.as
ESPLT\[}OI
La rdea-ruerz¡ d cien anre la ¡trmüb elr- rundadsrneGG barreras de ci¡-- fo l¡srnbución ie ia pr .rvrlde las rnu'ereso .-rma el rueo de h h ranquilamente qrc
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!]'ül¡dr ;¡eniticaba la '¡n¡¡trl lor poltturi orEü 's. ie ¡odas las :e--:-ir -Lrn
plena
SUS
y( -proler¡:-,-E :uei¿rse del ::=ma
:-i.
::-: r' de rirb.c--:i
:-rr-
en
lier,París, 1.994, 48. Informe de Hubertine Aucle¡t al III Congreso Nacional Obrero, Marsella, 1879. Cítado por Rebérioux, Dufrancatel et al., nHubertine Auclert et la question des femmes á l"'immortel congrés" (18791", en Romantisme, n." 13-74 (1,9761.
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!^ r'-:D. Pues en -:: d -¡ formul:;:c:- -lc [L !.!:-J3ClOn r<=3':G I -rr eienplo. e: lor. -r. El rern-l [::r:-b¡ ¡ble dirrcul::j cm q E:c, serí¡ a
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abfi :: =rr ¡.i3die -t .:. T,-¡ls:or. -: T:¡¡dr !-i :.-riq€ i¿ -rQ i:i
i- ofe \-32 3f! su
s:=;ho 47 . Para la percepción, por parte de los varones proletarios de la segunda mitad del xrx, del trabajo asalariado femenino como "derecho de pernada" del patrono, véase la interesante investigación de M.-V. Louis, Le Droit de cuissage. France, L860-19j0, Les Éditions de l'ate-
t'.::¿.':. )- lO,
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
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REPUBLICANA
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La idea-fuerza democrática del discurso republicano de Hubertine Auclert ante Ia asamblea de los nciudadanos-proletarios» es que no puede exigirse fundadamente el "acceso a Ia libertad» -eS decir, el allanamiento de las barreras de clase, fortificadas por lo que Max §leber llamaba la "efectiva distribución de la propiedad,-, sin exigir al propio tiempo la igual libertad civil de las mujeres: o todos son igualmente libres todos se sacuden de en-opodrán seguir afirmando cima el yugo de la loi de famille-, o los burgueses tranquilamente que ellos son nlos superiores de los obreros y de las mujeres». La plena ciudadanía que prometió la democracia fraternal revolucionaria significaba la universalización de la libertad civil, la liquidación lo mismo de la loi politique que dela loi de famille, y por lo tanto, y potencialmente, el fin de todas las relaciones sociales de dependencia, también las de los patriarcas con sus famwli. Y lo que Hubertine Auclert está diciendo ante los congresisras y ciudadanos- es que es normativamente inconsisrente -proletarios quejarse del patronazgo de los burgueses -y de las relaciones de dependencia y de ilibertad que van con ese patronazgo-, y al propio tiempo, empeñarse en ss¡ sl «pafrón" de la mujer, en sujetarla y mantenerla dependiente. Eso sería a lo sumo «compadreo universal", no universal fraternidad. Pues en un sentido muy profundo y decisivo, perfectamente captado por ie formulación de Hubertine Auclert, mujeres y proletarios quedaron en una situación seme;'ante dentro de Ia sociedad civil posrevolucionaria. Piénsese, por ejemplo, en los ndramas de mujeres, anteriores a la Revolución france:a. El tema literario predilecto en Romeo y Julieta- era el de la inven-así, las muieres ;ible dificultad con que se enfrentaban núbiles de clase alta a la hora de elegir esposo, dependientes como eran, en la sociedad señorial y en r del Antiguo Régimen, de un padre que arreglaba matrimonios según las ;onveniencias familiares. Los códigos civiles napoleónicos, y el nuevo dere.-ho de familia que trajeron consigo, las liberaron de esa antigua servidumbre :x ante respecto de su padre-patrón. Pero no las emanciparon de la serviiumbre ex post respecto del marido libremente elegido. Y Balzac elaboró ,-rmo nadie abrió a la literatura contemporánea, a Stendhal, a Flaubert, -y .: Tolstoi, a Theodor Fontane, a Clarín- el motivo de 7a mwjer madura. F,n --: femme de trente ans, de modo superlativo y monográfico. Pero recurre ..na y otra yezen su obra la mujer que, no obstante gozarya civilmente del :e recho de elegir marido, cesa una vez casada en todo derecho, y sepultada . rra en el hogar, se le agostan las esperatzas) y se extingue ella misma so-:almente, sabiéndose sujeta ya de por vida al albur y a la infelicidad de la do:'.inación marital.4e -{9. Stuart Mill, con la aguda sensibilidad que siempre le caracterizó, se planteó en On Li:-:r'. como es de sobra conocido, el problema que presentaban, desde el punto de vista de [a -::tad, Ios contratos matrimoniales. Sólo que en vez de abordar el problema por eI lado de la
1,04
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Protestas como la de Hubertine Auclert empezaron, en efecto, a ser escuchadas en el movimiento obrero a paftir de finales del siglo xtx. Pero voces como la suya, las hubo desde mucho antes. En los momentos de crisis, de
quiebras revolucionarias, de motines de subsistencia, de insurrecciones, o, como en las antiguas saturnales y en los carnavales medievales, de interrupción circunstancial del orden social establecido,so las mujeres y toda la ucanalla" subcivil salían a flote, redefinían los ámbitos de privacidad, ocupaban la vida y los espacios públicos, allanaban barreras, disolvían nudos de dominación y de ilibertad. Y ese inveterado activismo civil de las mujeres, desplegado por lo magnífico durante la Revolución francesa saturnal neo-gran pagana-) es parte sustancial de lo que la práctica de Ia democracia jacobina entendió por "fraternidad,.
§13
OR»BN posNApolEóNrco y REGRESo
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DEL «DESPOTISMO TVTON.Á.NqUICO'
Hasta aquí el modo en que el orden napoleónico había restaurado, remodelándola,la articulación entre loi ciuily loi de famille. Ya se ha dicho que también restauró la diferencia radical entre una esfera "pública" de lo "político" (en la que regiría la vieja loi politique) y la esfera nprivada" de lo ncivil". O dicho sin jerga, el orden napoleónico restauró el despotismo político-administrativo del Viejo Régimen, un aparato de Estado separado e independizado de la sociedad civil, y más o menos incontrolable por ella. Basta recordar que ni siquiera en pleno Terror dispuso la Primera República revolucionaria francesa de un cuerpo profesional de policía para darse cuenta, en contra de un prejuicio históricamente ignaro, de que la tradición estatalista y administrativamente centralista de la Francia contemporánea no tiene nada que ver con la herencia de la revolución, sino con la pervivencia de estructuras del Antiguo Régimen, estructuras que Napoleón contribuyó decisivamente a restaurar. Tocqueville lo vio con gran perspicacia:
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dominación (como habría que abordar el problema de un contrato de sumisión "libremente, consentido: una imposibilidad republicana), lo enfocó desde el punto de vista de Ia intrínseca problematicidad de los «contratos de por vida,. 50. nEl carnaval posee un carácter universal, es un estado peculiar del mundo: su renacimiento y renovación en los que cada individuo participa ... Las tradiciones de las saturnales sob¡evivieron en el carnaval de la Edad Media, que representó, con más plenitud y pureza que otras fiestas de la misma época,la idea de renovación universal ... la idea subsistía y se la concebía como una huida provisional de los moldes de la vida o¡dinaria ... La fiesta se conve¡tía en esta circunstancia en la forma que adoptaba la segunda vida del pueblo, que generalmente penetraba en el reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundan6f¿,. Mijail Bajth, La cuhura popular en la Edad Media y el Renacimiento,J. Forcat y C. Conroy, trad., Barral, Barcelo¡a,1971, pp. 11-15.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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Los primeros esfuerzos de la revolución habían destruido esta gran institución de la monarquía; ella fue restaurada en 1800. No son, como tantas veces se ha dicho, los principios de 1.789 en materia de administración los que han triunfado en esa época y después, sino, al contrario, los principios del Viejo Régi-eat...5'
La restauración completa del despotismo monárquico-absolutista
en
Francia después del Congreso de Viena de 1815 talvez pudo ser acogida con relativa indiferencia por las nuevas clases de propietarios rurales a las que
Napoleón había confirmado en sus títulos revolucionarios de propiedad, y a las que Luis XVIII y Carlos X no se atrevieron a expropiar en beneficio de los "legítimos propietarios» aristocráticos o eclesiásticos. Pero no fue ciertamente acogida con simpatía por los burgueses urbanos, por los propietarios de bienes muebles. La revolución había sido un exceso, sí. Y ciertamente, como dijo madame de Staél en 1816, resultó intolerable que: Las gentes de la clase obrera llegaran a imaginar que el yugo de la disparidad de fortunas podía deyar de pesar sobre ellos.52
Termidor y Napoleón habían puesto las cosas en su sitio, habían instiruido bien la grávida realidad dsl «yugo de la disparidad de fortunas". Pero el precio que la restauración absolutista quería hacer ahora pagar a todos por la conservación de ese benemérito yugo era excesivo. Tener de nuevo encima el otro, el viejo yugo de ur'a loi politiqwe de todo punto incontrolable, no era precisamente plato de gusto para el grueso de los dinámicos «capitanes de industria». ¿Por qué habían de ir de la mano uno y otro yugo? Estamos hablando de un pequeño o mediano fabricante o comerciante, patrono de un qrupo de trabajadores, a la mayoria de los cuales conocía personalmente. De un hombre de nuevo agobiado por la arbitrariedad de la policía y de los funcionarios reales. Temeroso e inseguro, porque, en cualquier momento, un edicto real o un decreto gubernamental pudiera, por motivos imprevisibles, llevarle a la ruina. La libertad y los derechos del pueblo eran para él no un objeto de disputa o elucubración académicas, sino una necesidad que brotaba de su vida cotidiana. Anhelaba una Constitución, seguridad jurídica y protección de la persona y de Ia propiedad. Desde luego no tenía mucha senreproche, pues, el de la sibilidad para "las rosas y los perfumes» -justo itohéme dorée-, ni en general para cosas que reputaba poco útiles: detesta'ca una presión fiscal destinada a sostener los fastuosos gastos de la monar5L. L'Ancien Régime et la Réuolution, en el volumen de obras :or Lamberti y Mélonio, Robert Laffont, París, 1986, p.989.
52. Citado por H. Guillemin, Silence aux
pa.uures, op.
de Tocqueville preparado
cit., p. 29.
1,06
Ei:'=-\Dril
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
quía, de la Iglesia ávida de dinero que nunca, ahora que era pobre-, -más de la burocracia absolutista, de los banqueros de la Corte, de Ia vieja aristocracia recrecida y del ejército. Tampoco veíala utilidad de que sus hijos varones, envez de prepararse para sucederle en el negocio, dejaran sus vidas en el campo de batalla al servicio de los intereses dinásticos de los Borbones,los Hohenzollern, los Habsburgos, los Romanov o aun los Bonapartes y los Hanover: el servicio militar obligatorio le parecía una canallada. Y aunque en general no creía que sus trabajadores estuvieran preparados para gozar del derecho de sufragio, ni había olvidado en absoluto la angustiosa experiencia de la canalla robespierrista insurrecta de 1792, podía aún tender a verles el «patrón-, y en lo esencial, de nuevo, con como parte de la familia -era los mismos intereses políticos inmediatos que é1. Ese es el bugués-tipo que dio origen al liberalismo doctrinario europeo-continental de la primera mitad del xx. Estaba en general satisfecho con el nuevo orden civil napoleónico; no le que la institucionalización del dedisgustaba en absoluto tampoco -ahora propiedad estaba hecha conforme a sus intereses-, la estricta separecho de ración entre loi ciuil y loi politique; pero consideraba pendiente de resolver el problema de Ia articulación entre ambas, el de la adecuada relación de la nueva sociedad civil posrevolucionaria con el Estado. Las posibilidades que se ofrecían a la vista para encarar este problema eran tres: el modelo español de 1,812 (una monarquía meramente constitucional), el modelo de la monarquía hanoveriana en Gran Bretaña, sobre todo la posterior a 1832 (una monarquía plenamente parlamentaria), y el modelo norteamericano de una República diseñada institucionalmente con un poderoso sesgo favorable a los propietarios. Con la Revolución de julio de 1830, el "tercer estado" francés pareció por un momento recuperar la unidad, pues fue sl "pueblo, todo el que derrocó la monarquía neoabsolutista de Carlos X. Efímeramente) sin embargo: las honnétes gens no se arriesgaron esta vez a experimentos audaces. Destronados los borbones, vino con Luis Felipe de Orleans, rey-ciudadano, una monarquía meramente constitucional. El resultado global fue la "oligarquía isonómica" característica del liberalismo histórico decimonónico, a saber: una sociedad civil posnapoleónica; un monarca constitucionalmente embridado; un Parlamento de honoratiores, elegido por un sufragio censitario rigurosísimo (sólo tenía derecho a voto el dos por 100 de la población masculina adulta); un aparato judicial independiente, heredado de la administración absolutista y reclutado, obvio es decirlo, errtre gens de bien (nunca entre gens de rien); y por último un gobierno que no era responsable ante el Parlamento, sino sólo ante el monarca constitucional, el cual podía, si quería, dentro de los límites marcados por la Ley Fundamental, hacer caso omiso de los debates y de las mayorías parlamentanas. Ese esquema liberal-doctrinario es lo que entró en quiebra en 1848. No
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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en otros países del continente, pero sí en Francia, la Revolución de febrero reunió por última vez a los herederos del «tercer estado". El "pueblo propiamente dicho, estaba ahora compuesto mayoritariamente por un proletariado industrial de trabajadores urbanos; el campesinado posnapoleónico estaba en buena medida compuesto ahora por pequeños y medios propietarios agrarios; y entre las antiguas capas medias urbanas dominaba ahora sobre todo la figwa del burgués-tipo, un industrial pequeño o mediano. Esos tres básicos componentes del antiguo "pueblo,, tan patentemente remodelados por la Revolución industrial y por el orden civil posnapoleónico, tenían graves motivos de insatisfacción con los esquemas liberal-doctrinarios de Luis Felipe y de su omnipotente ministro Guizot (el padre intelectual del esquema). Pero el denominador común era mucho más pequeño de lo que dieron a entender las heroicas ilusiones que llevaron al gobierno provisional salido de la insurrección de febrero a proclamar en junio la Segunda República francesa, la llamada República "fraternal,. Los "burgueses» querían sobre todo controlar el poder político de un modo menos indirecto y mediado que el que les ofrecía la monarquía meramente constitucional orleanista: querían que prevalecieran sus intereses de coniunto (no sólo los de la alta burguesía financiera que giraba en torno de la Bolsa de París); y querían una política exterior agresiva, que les permitiera competir en pie de igualdad, por lo pronto, con la expansionista burguesía industrial británica (no la medrosa política internacional de Luis Felipe, más atenta a la supervivencia dinástica de los Orléans que a los intereses "nacionales, de la pujante industria francesa). Los "campesinos, no simpatizaban tampoco con la monarquía orleanisra. Por lo pronto, porque seguían siendo más o menos leales a la memoria del Emperador, que había afiarrzado con los codes stt condición de propietarios .' miembros de pleno derecho de la sociedad civil posrevolucionaria. Pero, agobiados por las deudas y por las hipotecas, odiaban sobre todo el predoninio, bajo Luis Felipe y Guizot, de una oligarquía financiera extremadanente codiciosa. Sus rencores y sus insatisfacciones, pues, eran, como los de .-r burguesía, de orden eminentemente «político». Sin embargo, el nuevo proletariado industrial, y en general, los trabajajores asalariados urbanos, tenían, además de todos esos, otro motivo fundanental y específico de queja: no les satisfacía la peculiar articulación que el .rden posnapoleónico había instituido entre loi ciuil y loi de famille. Su insa:isfacción política con la monarquía constitucionalvenía básicamente del he-ho de que ésta se presentaba como paladina de una loi de famille que, de::nsora aultranza de los derechos sagrados de la propiedad privada y de la .ibertad industrial", convertía al ,rpat-rót, en un monarca absoluto dentro :; la empresa capitalista. La monarquía podía ser muy constitucional (o, -Jmo en Inglaterra, incluso parlamentaria), pero, dentro de la empresa, el
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
ESPLE§DOR,
patrón era un monarca absoluto, no embridado oconstitucionalmente»: el trabajador, una vez cruzado el umbral de la fábrica, no tenía, cuando Io tenía, otro derecho que el de irse (y morirse de hambre). Y la nlibertad industrial, o "económica", la promesa gubernamental de no interferencia en los contratos libremente cerrados en la esfera regida por la loi ciuil -visibletenía esta consecuencia en la esfera regida por la loi de fami-semioculta-
lle: el trabajador podía ser despedido en cualquier momento a discreción del patrono o de sus agentes, sin indemnizaciónni explicación de tipo alguno; no tenía cobertura de paro; no tenía vacaciones pagadas; los mecanismos de promoción laboral dentro de la fábrica estaban enteramente al arbitrio del patrono o de sus agentes; tampoco estaban reconocidos dentro de la empresa el derecho de asociación (sindical o política), ni la libertad de reunión, ni siquiera la de expresión; la huelga estaba penalizada, y cuando acabó despenalizándose,todavía por mucho tiempo se mantuvo la responsabilidad civil del huelguista, etc. Es natural que para muchos trabajadores europeos del primer tercio del siglo xx educados en la tradición democrático-fraternal robespierriana (ferozmente reprimida y difamada, pero nunca extinguida), la sacrosanta propiedad privada y la ulibertad industrial" que iba con ella fueran crecientemente vistas como el último reducto de los privilegios absolutistas del Antiguo Régimen destruidos por la revolución. La democracia .política, liquidación del sufragio censitario liberal y la univers alización del dere-la cho de voto-, significaba para ellos, exactamente igual que en el mundo antiguo, el control del poder político por parre del opueblo llanor, y merced a él,la "civilización" de la loi politique, es decir, la interferencia opolítica, en la "libertad industri¿1", la regulación opolítica, del derecho de propiedad, el fin, en fin, del despotismo monárquico empresarial y la realización integral del programa democrático fraternal prometido por la Primera República, sólo mentidamente cumplido por el orden civil igualitario posnapoleónico. Sobre ese ferttlizante crecieron las ideas socialistas que habrían de irrumpir vigorosamente con voz propia en el escenario político precisamente en 1848. Unos pocos meses antes de que estallara la Revolución de febrero, Tocqueville había anticipado lúcidamenre la nueva siruación: La Revolución francesa, que abolió todos los privilegios y destruyó todos los derechos exclusivos, ha permitido que subsistiera uno, y de modo ubicuo: el de la propiedad. Es preciso que los propietarios no se hagan ilusiones sobre la soIidez de su posición, que no se imaginen que el derecho de propiedad es un valladar infranqueable, sólo por el hecho de que, hasta el día de hoy, no ha sido franqueado. Pues nuestra época no se parece a ninguna otra. cuando el derecho de propiedad no era sino el origen y el fundamento de muchos otros derechos, se defendía sin esfuerzo, o por meior decir, no se veía atacado; formaba
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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entonces una suerte de ciudadela amurallada en el interior de la sociedad, una ciudadela de la que todos los demás derechos constituían las defensa s ayanzadas; no le alcanzabat los golpes; ni siquiera trataba seriamente de tocársela. Pero hoy, que el derecho de propiedad no aparece sino como el último resto de un mundo aristocrático destruido, cuando se halla solo al frente, aislado priuilegio en medio de una sociedad niuelada,hoy, que no está ya a cubierto, detrás de muchos otros derechos más contestables y más odiados, hoy ya no es lo mismo: a él sólo le toca niones democráticas poseen y los que no principales cuestione menos profundas que habrá de sufrir el derecho de los propietarios.s3
Este paso de Tocqueville ilumina del modo más agudo el hecho de que el socialismo político que entró inopinadamente en escena como un auténtico yendaval en 1848
53. Paso citado por el propio Tocqueville en su libro de memorias, escrito con posterioridad a la Revolución de 1848. Yéase Souuenirs, en el volumen de obras de Tocqueviile editado por Lamberti y Mélonio, op. cit., p.733. 54. Souuenirs, op.cit., p.762. ss. rbid. 56. Auguste Blanqui
---+l más genuino representante a mediados del xx de la tradición ¡epublicano-democ¡ática francesa-, por su parte, expresaba con su lapidario estilo habitual la misma idea, desde el otro lado dela barricada: nderrocar porlafierza una sociedad que sólo
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
ESPLE,\XR
podemos hallar antes de 1848 parecidas alertas in angustiis respecto del "so-
cialismo, y el "comunismo". El "socialismo)) y el "comunismo" sólo se hicieron temibles políticamente cuando aparecieron fundidos o aliados con la tradición republicana de la democracia revolucíonaría;s7 y el acaecimiento de esa fusión es lo que lúcidamente anticipa el texto de Tocqueville que estamos
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decir que el 1848 francés presenta la siguiente situación: los (lo que Tocqueville llamaría los propietarios de clase media, es deburgueses «tercer estado" en posesión sobre todo de capital mueble) cir, la parte del quieren libertad "política" para ellos e igualdad "civil" napoleónica universal, pero les aterroriza, en cambio, que la posible universalización de la libertad "política" ----es decir, la igualdad de libertades políticas que es la democracia- abralavíahacia una nueva libertad civil que, a sus ojos, lleva a todo tipo de desmanes, a Ia subversión de la sociedad civil misma, a la destrucción de la autoridad en la fábrica, a la sublevación de las clases subalternas, a la puesta en cuestión de los derechos de propiedad, a la quiebra, esto es, de toda relación de dependencia civil tácitamente cimentada en la pervivencia dela loi de famille. En un diálogo con su colega Jean-Jacques Ampére historiador, hijo del famoso físico-, el muy liberal Tocqueville, habi-el tualmente tan contenido, pero consciente ahora como ninguno de las ame(!azas) no puede sofocar un estallido emocional: Se puede
Usted no comprende Io que está pasando ... Usted llama a esto [la Revolución de 1848] el triunfo de la libertad: no es sino su última derrota. Yo le digo a usted que este pueblo, tan ingenuamente admirado por usted, acaba de demostrar que es incapaz e indigno de vivir en libertad.se
porlafuerza se mantiene". Citado por Samuel Bernstein, Blanquiy el blanquismo, D. tán y J. M. López, trads., Siglo XXI, Madrid, 197 5, p. 374.
57. Et
Sacris-
un sentido muy preciso, el arranque del marxismo, políticamente hablando, signi-
ficó esa fusión. El escrito de Marx contra Proudhon, la Miseria de la filosofía (1847) es, a pesar de su engañosa apariencia de obra sobre todo te6rica, un astuto golpe publicístico contra ei apoliticismo del socialismo proudhoniano, al tiempo que una rehabilitación "socialista, de la vieja tradición republicana revoluciona¡ia. En el Manifiesto Comunista (1848), por lo demás, y como se recordará, se presenta al "comunismo» como parte integrante del movimiento político de la democracia revolucionaria europea. 58. En realidad, Tocqueville llega a decir que el fracaso de la Revolución de febrero de 1848 se debió en buena medida a que esa fusión ent¡e "democ¡acia, y "socialismo, no cuajó: uLos socialistas eran los más peligrosos, porque respondían más exactamente al carácter de la Revolución de febrero, y a las únicas pasiones que encendió esa revolución; pero eran gente rnás de teoría que de acción, y para subvertir Ia sociedad a su antoio, habrían tenido necesidad de la energía práctica y de la ciencia de las insurrecciones que sólo poseían a satisfacción sus cofrades [os republicanos de la democracia social revolucionariaf". Souuenirs, op. cit. p-786. 59. Contado por el mismo Tocqueville en sus Souuenirs, op. cit., p. 765.
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1,1,1,
¿Por qué es indigno erte pueblo de vivir en Iibertad? Talvez Ia mejor respuesta la diera Auguste Blanqui, replicando al tribunal que acabaría condenándolo alarga pena de cárcel por su participación en la insurrección de junio de 1848 contra el timorato gobierno provisional republicano salido de la
Revolución de febrero:
. - ::-.:e situación: los - -: -.lSe media, es de-
.: -.
REPUBLICANA
...no se trataba de resucitar una República de espartanos, sino de fundar una República sin ilotas.60
Una República sin ilotas quiere decir no sólo una República sin relaciones de subordinación civil (sín patroni / sin «slis¡¡ss»), sino, más radicalmente aún, una República que ha abolido toda loi de famille, una República sin esclavos ni semiesclavos, sin pobres a merced de los propietarios, sin rrabajadores sometidos al capricho absolutista más o menos arbitrario de ios patronos. Pero una República sin ilotas, piensa Tocqueville, es incompa:rble con la "libertad política", es decir, con una República puramente «po.irica" (no nsocial"). De aquí que un pueblo que aspire a salir de su condi;rón de ilotas decir, a la abolición de toda loi de famille, y a la plena -es .ibertad cívico-política- sea para él un pueblo ,,incapaz e indigno de vivir =n
libertadr.
Aunque él lo desconozca, Tocqueville tiene a sus espaldas una larga y ve;rada tradición de pensamiento político que ha presentado las cosas de este - ,rdo. Aristóteles, por ejemplo, consideró que los experimentos democráti- ,; radicales de gobierno efectivo de los pobres libres tenían, entre otras, pé- :r1¿rs consecuencias para el buen orden de la vida doméstica: los esclavos se :solentaban (anarcbía te doulou; dowlou anesis),los hijos se desmadraban, , ias madres dejaban de ser sumisas al padre de familia y propietario,para : =icer sobre la vida doméstica del oikos un femenil despotismo (gynayco. -.;tí;tl a todas luces deplorable.6l De modo parecido, y salvando la distancia :: más de dos milenios, Tocqueville llegaú a pensar que el régimen "políti- republicano es difícilmente viable en condiciones de sufragio universal en -:-.:. Francia cuyo pueblo bajo se ve estimulado por ese mismo régimen a po:: en cuestión los derechos patrimoniales. El ideal en el mun-irrealizado que descubierto Tucídides, el ideal de una .lntiguoBurckhardt había en :*arquía isonómica", el ideal que los liberales doctrinarios habían tratado -: rorer por obra bajo la monarquía del nrey-ciudadano" Luis Felipe de Or:::.s. v que ahora, fracasada la monarquía constitucional, ensayaron como -- :¿cond best llberul con una República puramente "política, -burgue,-. Dero no "social" ilotas-, se revelaba con todos sus riesgos en me-
-sin
-
.
Citado por Samuel Bernstein, op. cit., p.203. -\ristóteles, Pol., 1.3t38; t3798.
112
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
dia Europa, y señaladamente, en Francia. El camino a la dictadura del tercer Bonaparte que fue el II Imperio estaba expedito. En su genial análisis del golpe de Estado de Luis Bonaparte, Marx llegó a la misma conclusión: ...la derrota de los insurrectos de junio (de 1848) había preparado, allanado, el terreno en que podía cimentarse y erigirse Ia República burguesa; pero, al mismo tiempo, había puesto de manifiesto que en Europa ... en países de vieja civilización, con una formación de clase desarrollada, con condiciones modernas de producción y con una consciencia intelectual, en la que todas las ideas se hallan disueltas por un trabajo secular, la República no significa en general más que la forma política de la swbuersión de la sociedad ciuil burguesa y no su forma conseruadora de uida, como, por ejemplo, en los Estados Unidos de Norteamérica, donde, si bien existen ya clases, éstas no se han fijado todavía, sino que cambian constantemente y se ceden unas a otras sus partes integrantes, en movimiento continuo; donde los medios modernos de producción, en vez de coincidir con una sobrepoblación crónica, suplen más bien Ia escasez relativa de cabezas y brazos, y donde, por último, el movimiento febrilmente juvenil de la producción material, que tiene un mundo nuevo que apropiarse, no ha dejado tiempo ni ocasión para eliminar el viejo mundo espiritual.62
§14 Le qurnrne
DE LA socrEDAD
crvrl
posREvoLUCroNARrA
puede decir: L848 mostró pot vezprimera de forma inconfundible, visible para todo el mundo, y del modo más revelador en Francia, la escisión irreversible del "tercer estado»r gran protagonista de las gestas revolucionarias de 1789 y, todavía, de 1830. La escisión tenía su raíz más profunda bien visible- en la «cuestión de la propiedad". Por usar la fértil me-pero táfora de Tocqueville: la sociedad civil del Antiguo Régimen era como un complejo sistema de defensas avanzadas (los "derechos exclusivos" y los nprivilegios"), en el corazón de cuyo recinto amurallado se hallaba segura la ciudadela interior de los derechos de propiedad. La burocraciay toda la estructura administrativa de las monarquías y los principados absolutistas curaban de ese sistema avanzado de protección; los burgueses, propietarios, sobre todo, de capital mueble, vivían instalados en la ciudadela interior, pero no cómoda u holgadamente, sino claustrofóbicamente agobiados por las interferencias arbitrarias e imprevisibles procedentes de las murallas de primera línea y de sus centinelas. Los campesinos sujetos a distintas servidumbres, Se
ESPLENDOR. Y E
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62. El 18 Brumario de Luis Bonaparte, cito por la magnífica traducción castellana que había hecho el fallecido Octavi Pellisa, Ariel, Barcelona, 1968,p.24. (La cursiva es del propio
ia:rr r .o hombres, ayer sien'os- bú h rida, neonatos de la rer oiui
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ESPLENDoR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
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REPUBLICANA
113
los jornaleros, los varios tipos de trabajadores asalariados urbanos, simplemente estaban --como los judíos- fuera de la sociedad civil del Antiguo Régimen.63 La masa inmensa, desposeída, y por lo mismo, carente de libertad civil de quienes vivían por sus manos bajo el Antiguo Régimen estaba polítiel caso de camente encuadrada en el tercer estado como apéndice y aun -en los trabajadores urbanos- como clientel¿ social moderna de los modernos patroni que eran los burgueses europeos. La obra de demolición de .,derechos exclusivos)) y de "privilegis5» eue acometió la revolución y que, a su manera, sancionaron los codes napoleónicos provocó la incorporaci6n en mdsse de quienes se ganaban el pan con e[ sudor de su frente a la sociedad civil posrevolucionaria. A eso es a lo que Tocqueville, a veces -
envidia". La epidemia tenía como vector de contagio un esquema de inferencia que se había convertido en auténtico virus cognitivo, engolosinado de las mentes inferiores de las "clases inferiores", incapaces, por lo visto, de entender la clara diferencia termidoriano-napoleónica entre la vieja y la nueva igualdad civil, entre la vieja y la nueva libertad: entre la igualdad civil republicana de los "antiguo5» (que precisamente exigía reciprocidad en la libertad, suspensión de toda loi de famille en las relaciones entre libres) y la de los "modernss" (que precisamente necesitaba mantener una esfera apartq regida por la loi de famille); entre la ulibertad de los antiguos» (que exigía la independencia y la autonomía) y la ulibertad de los modernos, (perfectamente compatible con la dependencia respecto de otro particular). El malhadado esquema cognitivo de inferencia era más o menos éste. Si todos los varones adultos eran iguales civilmente, si todos habían accedido igualmente a la sociedad civil, ¿por qué no habrían de ser iguales también políticamente? Es decir, ¿por qué no el sufragio universal, por qué no la libertad polÍtica para todos, ricos y pobres? La Segunda República concedió la igualdad política. Pero, entonces, si eran iguales civilmente y libres e iguales políticamente, ¿por qué no también libres civilmente de modo plenario, a la "antiguar? ¿Por qué tenían que seguir dependiendo de otro para vivir? ¿Por qué tenÍan que seguir nalienados, civilmente (alieni iurisl, si parecían ser ya sui iuris políticamente? Y con ese mortífero juego de inferencias, de impecable e implacable lógi-
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Por eso pudo decir sin avilantez ni exageración Michelet que la revolución los hizo por primera nhombres, y nciudadanos», que con ella onacieron» como tales: nEsos millones de
hombres, ayer siervos, hoy hombres y ciudadanos, despertados en un solo día de [a muerte a la vida, neonatos de la revolució¡...,. Jules Michelet, Histoire de la Réuolution Frangaise, op. cit., vol. I, p. 343.
t14
.t',,1--- -
ca republicana «antigua», quedaba tocado el "derecho de propiedai", inermemente expuesto ahora al embate de una crecida marea de "opinión democrátíca".6a
El lema sin duda más repetido en los primeros meses de la Revolución febrero a junio-, el motivo emblemático del gobierno prode 1B4B -de visional surgido de Ia insurrección de febrero fue; fraternidad. Del modo más explícito, el ministro de trabajo de ese gobierno, el socialista Louis Blanc, inspirador de los famosos ateliers parisinos especie de cooperativas, públicamente subvencionadas, que daban-una empleo al proletariado parisino en paro-, identificaba su socialismo con una visión ingenua del realismo social de Robespierre- de la "fraternidad" re-
-desprovista publicana:
Como en 1792-1794,Ia voluntad de realizar ia fraternidad se manifiesta en los distintos dominios en los que el mantenimiento de discriminaciones sociales choca con las convicciones democráticas. Pero esta vez las medidas tomadas van derechas al objetivo y son seguidas de efectos inmediatos: al menos en lo que atañe al sufragio universal y a la supresión de la esclavitud en las colonias. Asimismo, se procura robustecer los derechos de la mujer ... Hay un dominio en el que la voluntad de reconciliación entre individuos y grupos, entre clases sociales, incluso, de intereses encontrados aparece claramente. Los cuarentayochescos han imaginado, no sin cierta ingenuidad simpática, que podrían dirimir los conflictos entre capital y trabalo con comisiones de hombres
64. Que el intento de universalizar extende¡ a todos los individuos- los valores re-de publicanos de libertad lleva implacablemente a la "democracia, gobierno poptrlar-, y
-al
ésta aI cuestionamiento de las relaciones sociales ualienadas, de dependencia económica de unos particulares respecto de otros, lo sabían ya los pocos republicanos modernos que habían simpatizado con el denostado ideal antiguo de la odemocracia" como gobierno de los pobres. Entre esos pocos se cuenta Ferguson, quien dejó dicho: nEn la denrocracia los hombres deben
amar la igualdad, deben respetar los derechos de sus conciudadanos, deben unirse por los lazos comunes de simpatía al Estado. Al presentar sus pretensiones personales, deben contentarse con el grado de conside¡ación que pueden proporcionarles sus cualidades medidas equitativamente, en comparación con las de sus rivales; deben trabajar por el bien público sin esperanza de beneficios; deben rechazar todo intento de crear una dependencia personalr. Adam Ferguson, Un ensayo sobre la bistoria de la sociedad ciuil ledtción original de 1767), J. Rincón Jurado, trad., Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1,974, p.83. (El énfasis añadido es mío.) Un siglo antes, Harrington, en una colección de aforismos publicada póstumamente (,4 System of Polirics), definió así democracia: nCuando un pueblo no puede vivir por sí mismo, el gobierno es una monarquía o una aristocracia; cuando un pueblo puede vivir por sí mismo, el gobierno puede ser una democracia, (Aforismo I, 14). Y en el aforismo I, 16 se dice: .Cuando un pueblo que puede vivir por sí mismo, decir, sin depender de otros- . imagina que -es puede ser gobernado por otros sin depender de esos gobernantes, no estamos ante el genio del pueblo; estamos ante el error del pueblo". (Citado por J. G. A. Pocock, Politics, Language & Time, Essays on Political Thought and History, The Unive¡sity of Chicago Press, Chicago, 1,989,
p. 772.
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EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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El ominoso fracaso de ese gobierno-una coalición de demócratas republicanos «neojacobinos» como Ledru Rollin, republicanos moderados «neogirondinos» como Lamartine y socialistas como el propio Blanc-, tan comprometido con el tercer valor de la tríada republicana francesa, se ha presentado a menudo como causa directa de la conversión del otrora enérgico motivo de la fraternidad en una divisa políticamente volandera e insustancial. Pero en la desaparición de Ia "fraternidad" como consigna política de combate hay razones un poco más profundas que el mero fracaso tragicó' las gens de bienmico de un gobierno dimitido entre estrépitos de risa -de las gens de rien. y caudales de sangre -de La "inundación democrática,, de la sociedad civil por parte de las antiguas «clases domésticas" hizo visible por vez primera en 1848 -y de un modo aún más definitivo en 1871_ la irreversible escisión del tercer estado, la inviabilidad de que una sociedad civil moldeada por los códigos napoleónicos pudiera constituirse como sociedad libre y hermanada, sin nuevos pripotencialmente, de género-, con sólo vilegios, sin barreras de clase -ni, una adecuada política «social» por parte de un gobierno bien intencionado. Todavía atemorizado por el recuerdo de la insurrección de junio de 1848, el Tocqueville patríarca vuela a ras de suelo: Por los mismos sitios de los que nos creíamos los amos, hormigueaban los enemigos domésticos; rodeaba París una atmósfera de guerra civil...66
;
El Tocqueville político y escritor otea el horizonte con mirada aquilina:
tE-\-.i:-!)s modernos que habían
i r
Vi la sociedad partida
en dos: los que nada poseían, unidos en una común codicia [sic]; quienes poseían algo, en una angustia común. Se acabaron los lazos, se acabaron las simpatías entre las dos clases: imperaba por doquier la idea de una lucha inevitable e inmediata.6T
- -:--.., gobierno de los pobres. .-: r::;ia los hombres deben
i¡::- :. :eben unirse por los lars :t:.,¡:ales, deben contentare; -- '.:Jades medidas equitati¡--i ¿: ¡or el bien público sin ?-- a-; Jependencia personal". E'- -:--:on original de17671,1. L:--:. :. Sl. (El énfasis añadido e,¡ :-i.::¡ada póstumamente (A o :: :-::,je vivir por sí mismo, el q+- :-:eJe vivir por sí mismo.
La ofraternidad,, pues, o la apariencia de ella ingenuamente pretendida por el gobierno provisional salido de la Revolución de febrero, se había acabado. Si acaso, se reencarnaba en una existencia mostrenca en el interior de cada uno de los dos bloques de clase hostilmente polarizados. Tocqueville habla por el suyo: En el campo, todos los propietarios, cualquiera que fuese su origen, sus antecedentes, su educación, sus bienes, se habían acercado unos a otros, y no pa-
c. -L'r-s:T¡o I, 16 se dice: nCuanf¡--I:: Je orros- «rmagrna que r.i :- r :.ramos ante el genio del -rr-
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Politics, Language & :.: Chicago Press, Chicago.
115
65 66 67
Ma¡cel David, Fraternité et Réuolution Franqaise, Aubier, París, 1987, pp. 28I-282. Souuenirs, op. cit., p. 810.
Ibid., p.783.
116
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD recían sino formar una sola clase social; las viejas querellas de opinión, las antiguas rivalidades de casta y de fortuna se perdieron de vista. Se acabaron los celos y los orgullos entre el campesino y el rico, entre el gentilhombre y el burgués; en su lugar, cor,fiarna mutua, deferencia y benevolencia rccíprocas. La propiedad, para todos los que disfrutaban de alguna, se babía conuertido en una especie de fraternidad. Los más ricos eran como los mayores, los de menor fortuna, como los menores; pero todos se consideraban hermanos, con idéntico interés en la defensa de la común herencia.68
Nada es tan revelador de que el programa fraternal de la Primera República de L792, enfática pero superficial e irrealistamente reintentado en la Segunda República de 1848, había fuacasado, que la proliferación de una literaria- a revertir o a represar la "inundación demotendencia -no sólo crática" de la sociedad civil posnapoleónica. Eso resulta visible en los esfuerya zos de tantos escritores poscuarentayochistas -y ha habido ocasión en el primer capítulo de ver unos cuantos- por negar hasta formalmente la pertenencia a la sociedad civil de las clases desposeídas, y en primer lugar, del proletariado urbano; por despojarles de su condición mínima de "ciudadanos". Así el mismo Tocqueville cuando, en un paso de sus Memorias,llega a poner en duda lo que repetidamente afirma en otras partes de su libro de recuerdos, y es a saber: que la de 1848 fuera propiamente una guerua ciuil:
ESPLL\D.OI
rrl posnapoleonrca po
.sr ircho de que esos .* ;eguía habiendo
¡s¿lto de la ..ruci¿& rE Para que
oGuerras serviles, llamaron los romanos a las guerras de esclavos, a la represión manu militarl de insurrecciones como la protagonizada por Espartaco en el siglo I antes de nuestra era.La calificación de guerra ciuil se reservaba para las luchas armadas entre ricos y pobres, pero todos ciudadanos miembros de la sociedad civil-, luchas bastante habituales en las úl-todos timas décadas de la República. de tal se trató- revela que, décadas El lapsus caldmi de Tocqueville -si r':rr.a después de que la Revolución francesa concediera la ciudadanía -ya upasiva,- a todas las "clases domésticas, y aboliera los "derechos €xclu : vos)) y f6s "privilegios» eue constituían la odefensa avarrzada>> del orden social; revela que, tras décadas de "inundación democrática" de la sociedad ci-
que er:€¡¡n t ¡rredilamienro dt h ¡ r¡urara las rreus rd¡ aso comenz;rt¿ ¡ rruo
69.
(El énfasis añadido es mío.) lbid., p. 806. (El énfasis añadido es mío.)
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J¡ri
:§tril-lo h--r--.: il { ::€ § ;9a11g11¡3 fl{ -:iguaia rnCusrrrel, r .\c¡-.e-¡
]:EE¡ú rl ¿
f,i¿rl\;ec.]strc.-.
-l 68. Ibid., p.776.
emFez¡fl
r¡ba!-
Lo que la distinguió también [a Ia Revolución de 1848] de todos los acontecimientos de este tipo que han venido sucediéndose desde hace sesenta años entre nosotros es que no tenía por fin el cambio de forma del gobierno, sino alterar el orden mismo de la sociedad. Para decir la verdad, no fue una lucha política (en el sentido que habíamos dado en el pasado a esta palabra), sino un combate de clase, uno suerte de gueta seruil.6e
I
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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vil posnapoleónica por los descendientes de las antiguas uclases domésticasr, seguía habiendo usiervos, sometidos a una implícita loi de famille. Y que el hecho de que esos «siervos» se mostraran ahora peligrosamente dispuestos al asalto de la "ciudadela interiop de la propiedad privada era motivo bastante para que empezaran a alzarse voces y moderadas ¡ni más faltaba!- que exigían la liquidación del-inteligentes orden posnapoleónico y el renovado arredilamiento de la chusma mediante una explícita loi de famille que restatrÍara las viejas relaciones, expresamente in-civiles, de servidumbre. Sólo eso comenzaba a parecer a muchos compatible con las leyes inmutables que constituyen a la misma sociedad.To
Seruile caput nullum ius habet: ¡ésa es la .ragonizartte yoz de la Antigüedad" a la que Nietzsche nos exigía prestar oídos! Ni siquiera el apologeta por excelencia del valor de la f¡aternidad en la Revolución francesa que fue Michelet, ni siquiera é1, a pesar de su tendencia a la efusión sentimental, dejó de observar la presencia de nuevos obstáculos objetivos que estorbaban a la realización de ese valor: El proletariado de las ciudades, que es el gran obstáculo hoy [7847), apenas existía entonces, salvo en París y en algunas grandes ciudades en las que se concentraban los famélicos. No hay que poner en aquel tiempo, ni ver treinta años antes de su nacimiento, los millones de obreros nacidos después de 1815. Así pues, en realidad, en aquella época, el obstáculo era mínimo entre la burguesía y el pueblo.71
La fraternidad, todavía capa4 cuando puesta por obra en 1.790, de "allanar todo obstáculo",7z no podía ya allanar aparentemente en 1848 el «gran obstáculo, del nuevo proletariado urbano. Para ser justos con Michelet,hay que añadir en seguida que el historiador no considera oobstáculo» al proletariado urbano decimonónico porque sienta especial odio, o miedo, o menosprecio hacia él -lo contrario se aproximaría más a la verdad-, sino porque es consciente del temor que el mismo ha llegado a suscitar en la nueva burguesía industrial, muy distinta dela ilustrada burguesía dieciochesca: Aquella burguesía, imbuida de Voltaire y de Rousseau, era más amiga de la humanidad, más desinteresada y generosa que la que ha hecho el industrialismo...73
70. Ibid.,p.770. 71. Michelet, La Réaolution Frangaise, op. cit. vol.I, p. 345. 72. Loc. cit., p. 324. "La fraternité a aplani tout obstacle, toutes
confédérer entre elles, l'union tend a I'unité". 73. Loc. cit., p. 346.
les féderations vont se
118
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
cionario de la Segunda RePública:
con harto desgaire.Ta
No debe atribuirse meramente a la conocida misoginia
de TocquevilleTs
ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
)
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zro-. fracturas patente, mI posrevolucionaria, igunos en la Europa = democrática, como un d:. barreras de clase; r- Tal es el diagnóstico ,r-queYille se emplea a , le ialtaba razón a Mii¡ F;esra de la Concormo crovisional revolu-
i¡ ¡t;rón
de su felicidad.
t¡t
sus
odios; es-
dx:ro que tenía que rei-
r
3r::i:r¿ confusión; pero Ftr-nos prescindir de la G.'i.n revolución, la poTu,.r: rransportaba tamISIE::- de enternecimien-
I
l
mochachas vestidas de
s¡ r::udo virginal, pero
r a:-:¡hachos vestidos de ke; r. plantándose ante r -r:i:ró a hablar de tal ne¿-2-Ái
;ontorsiones ho-
¡.--:ro de la epilepsia. ¡¡¡¡- E,,¿ le presentó dos a i -:;¡t¿ de los labios r' ¡,o
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esta cascada de insultos a las mujeres que osaron participar activamente en la fiesta democrático-fraternal de junio de 1848: otros autores, talyez más galantes que el aristócrata francés, han llamado cosas peores que sudoríficos marimachos a las mujeres que se han atrevido a ingresar "fraternalmente» en
la esfera civil, a exigir su libertad plena, a salir de la loi de famille. Antes y lo notabl circunstandespués de Tocqueville. Pero siempre -y eso es cias en las que alguna convulsión político-social extraordinaria llevaba a las mujeres a una situación tal, que la dominación patriarcaly la dominación patrimonial resultaban amenazadas de consuno. Esas circunstancias tuvieron siempre que ver con la aparición de regímenes o de grandes movimientos políticos democráticos en el sentido tradicional aristotélico de esta palabra casi perdido, pero todavía conservado por Tocqueville-, es decir, ten-hoy dentes a dar el poder a los ciudadanos pobres, y con é1, un viso de asomo femenino a la vida civil pública. Ya tuvimos ocasión de ver cómo se quejaba Aristóteles de que el régimen público de democracia radical de los varones pobres libres atenienses trajera consigo la quiebra de la dominación masculina privada et el oikos, convirtiendo a éste en urra gyndicokratía, en una plaza de mando femenino. Pero el juicio de Aristóteles resulta de una indulgencia angelical, si se compara con las horrísonas invectivas que la bobéme dorée dedicó a los descendientes de quienes o no, a una loi de famille- tenían en común el haber -sometidos, sido radicalmente excluidos de la vida civil prenapoleónica: a los iudíos, a los proletarios, y naturalmente, a las mujeres. Las mujeres volvieron a ser particularmente activas en la nueva insurrección de las antiguas clases domésticas que proclamó la Comuna de París en 1871. Se significaron especialmente las «amazonas de la Comuna", malfamadas como petrolewses, las trabajadoras parisinas supuestamente responsables de incendios de fincas urbanas de ricos. Un amigo de Tocqueville, el conde Gobineau, que andando el tiempo habría de convertirse en uno de los -clásicos, del racismo contemporáneo, se declaró entonces profundamente convencido de que no hay un solo ejemplo en la historia de época o de pueblo algunos de la locura furiosa, del fanático frenesí de estas
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I2O
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
fueron muchas- no tenían Las mujeres que se entregaron a la Comuna -y sino una ambición: elevarse por encima del hombre, exagerando sus vicios. Fueron malignas. Desde lo alto de los púlpitos de las iglesias convertidas en clubes, velos quitados y voces chillonas ... exigían su ulugar bajo el sol, sus derechos ciudadanos, la igualdad que se les niegar, y otras reivindicaciones indecisas.77
En fin, después de la cruentísima masacre de los commundrds insurrectos, Dumas hijo, con rencor necrófilo apenas concebible, sentenció: Nada diré de sus mujerzuelas, por respeto a las muieres a las que semejan cuando están muertas.T8
Dicho sea de paso: que la plena incorporación de las mujeres revoluciorecupenarias, como la inteligente marxista Elisabetta Dmitrieva -elegante radora tardía de la fraternidad jacobina- o como la heroína anarquista Louise Michel, encontró terreno suficientemente abonado en el ambiente general del París insurrecto de la primaver a de L87L puede verse tanto en la extrema misoginia de los escritores enemigos de la Comuna, como en Ia entregada ginofilía de los poetas revolucionarios: Cuando
se
haya destruido la infinita servidumbre de la mujer, cuando ella viva
ahora abominable-, ella por ella y para ella, restituida por el hombre -hasta también será poetisa. ¡La mujer descubrirá lo desconocido! ¿Diferirán sus mundos ideales de los nuestros? Ella descubrirá cosas extrañas, insondables, repelentes, deliciosas; nosotros las tomaremos, nosotros las comprendere-
-or.'9 ello como fuere, el esquema liberal-doctrinario de una oligarquía isonómica, la remotamente posible ilusión de fraternidad, de civilización de la entera vida social, que pudiera haberse incorporado a la sociedad civil posnapoleónica se había disipado: esa es la feraz semilla plantada por la iewnesse dorée del último tercio del siglo xrx. Y sembraba en terreno bien abonado Sea
desde 1848. se pregunta un panfleto que las gentes de bien "¿Qué es la Fraternidad?", hicieron circular por París luego de que el general Cavaignac masacrara a los insurrectos de iunio de 1848. He aquí la respuesta:
77. M. Du Camp, Les Conuulsions de Paris, vol. fV, Hachette, París, 18897, p. 330. 78. A. Dumas, (Jne lettre sur les choses du jour, Michel Lély, París,1871, p. 16. 79. Arthur Rimbaud, Carta a Paul Demeny de 15 de mayo de 1871, (en plena efervescencia communarde), en Rimbaud, Oeuures, Classiques Garnier, Paús,
t960, p. 348.
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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
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Del otro lado de la barricada, el fracaso de la Revolución de 1848 en toda Europa, y el los demócratas «sociales» y los socialistas «fraternales" de la Segunda República francesa, conllevó también el final de la fraternidad como divisa políticamente usadera. La democracia ,.social, revolucionaria, sedicente heredera del partido de la Montaña de Robespierre, se extinguió con ella, lo mismo que el "socialismo fraternal, de Louis Blanc. El socialismo y la democracia venideros no podrían ya pasar por alto que la irrupción en la vida cívico-política de la muchedumbre proletaria y de una potente burguesía industrial llevaba inexorablemente a una escisión de clase de la sociedad civil posnapoleónica, a una ruptura de la misma insuturable con consignas o remedios milagreros. Por eso el asalto político a la antaño "ciudadela interion del derecho de propiedad, ese último y decisivo vestigio, si hay que creer a Tocqueville, de los nprivilegios y los derechos exclusivos" del desaparecido mundo aristocrático, tendría que ensayar otros programas de acción que, a lo sumo, y desde luego por vías rodeadas, tratafan de rescatar el hermoso núcleo normativo democrático contenido en el ideal de fraternidad de Ia Primera República: "civilizar" la loi politiQue y «sivllizar,, la loi de famille; destruir la «excfecencia parasitaria del, aparato del Estado"81 y destruir todo vínculo subcivil ("familiar") de servidumbre y dominación. Lo que para el incipiente socialismo marxista estaba a la orden del día no era ya la plena incorporación de las clases domésticas a la vida político-civil, sino la superación de toda sociedad civil fundada en la apropiación privada de los medios de existencia social: pues el avance incontenible de la industrialización y de las tecnologías productivas que iban con ella, la destrucción grueso general, de las economías campesinas .naturales, -y deenlas bases dedelexistencia deeco-la .economía moral" popular-, la desaparición nómica del pequeño artesanado urbano y rural, la creciente importancia de las economías de escala, etc.; todo eso tornaba imposible o sumamente problemático el programa que la democracia revolucionaria había defendido desde los tiempos de Solón (gea anasdesmos, *eon apokopé, 'redistribución de la tierra, cancelación de las deudas'), programa que Jefferson y Robespierre tradujeron al mundo contemporáneo con sus exigencias de universa80. Extraído de un nCatecismo republicano», un opúsculo que hacía ludibrio de los idearepublicanos, y que la derecha hizo circular profusamente por el París amigo del orden des:ués de dimitido el gobierno provisional. Citado por H. Guillemein, La premi¿rc résurrection :c la République, Gallimard,París, 1967, p. 465. .es
81. Marx,
en
El 18 Brumario.
122
EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
lización de la pequeña propiedad privada, base de la libertad republicana clásica.
la "fraternidadr, pero sí su eficacia como consigna programática.La divisa "fraternidad" fue en general considerada a partir de entonces por los socialistas políticos como un lábaro confundente, obnubilador del problema de base de la propiedad. Eso ponía en cuestión, no el valor intrínseco de
De
al
Para el miembro prominente de la asociación internacional Fraternal De-
mocrats, y testigo presencial del fracaso del gobierno republicano-fraternal parisino, Karl Marx, la experiencia de 1848 fue un aldabonazo esclarecedor. De aquí el aspérrimo dictamen: La fórmula que se correspondía con esta fantaseada superación de las relaciones entre las clases erala fraternité,la corfraternización y la fraternidad universales. Esa cómoda abstracción de los conflictos de clase, esa sentimental nivelación de los contradictorios intereses de las clases, esa ilusoria elevación por encima de la lucha de clases, la fraternité, fue el verdadero santo y seña de la Revolución de febrero. Sólo por un malentendido estaban las clases divididas, y Lamartine ba,¡tí26 el 24 de febrero al gobierno provisional: <
La estrella de la fraternidad se eclipsaba.
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82. Marx, Die Klassenkiimpfe in Frankreich (primera edición, 1850), en MEW,vol.7,p. 2L.lmporta, sin embargo, que retenga desde ahora el lector que Marx, cualquiera que fuera la el texto citado es una buena muestra- de Ia democracia crítica inclemente que realizara -y fraternal de Ledru y del socialismo fraternal de Blanc en 1848, nunca abandonó el ideal éticosocial de la fraternidad revolucionaria de 1792. Hasta el fin de sus días (en 1883), y casi invariablemente, las cartas dirigidas en cualquier idioma a posibles camaradas de combate político, se despedían con un «fraternalmente, Karl Ma¡x".
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