UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIHUAHUA Facultad de Filosofía y Letras
José Alejandro García Hernández 208899 abril de 2013 Análisis semiológico del discurso M.C.S. Paola Chaparro Medina
Análisis del filme “El secreto de sus ojos” de José Campanella. “Usted dijo perpetua” -Isidoro Gómez.
El secreto de sus ojos, 2009
El filme El secreto de sus ojos de Juan José Campanella, analizado de acuerdo a los conceptos de ideología y hegemonía de Stuart Hall, presenta en su mayoría las características del discurso judicial y dos frustradas historias de amor. El telón de fondo presenta la revisión del caso de asesinato y violación de una joven mujer llamada Liliana Colotto, y los abusos de poder e impunidad recaídos en Romano, nombre irónicamente adverso a la alusión del Derecho Romano. Aquí, se muestra un pequeño símbolo de la justicia: Romano representa lo contrario a su labor para mantener manten er una correcta relación con el orden jurídico. Siendo S iendo aquí el antagonista ideológico de los personajes centrales de la historia. Para dar un primer abordaje hacia la aplicación de los conceptos de “ideología” y “hegemonía” que expone Stuart Hall, quien concibe el concepto de “ideología” tomado de los
manifiestos de Marx de la siguiente forma: “En las condiciones de la producción capitalista los medios del trabajo intelectual son expropiados por las clases dominantes. De ahí llegamos […] al concepto de ideología dominante de “ideas dominantes”. (Hall 227) De esta manera, se explica el
desarrollo del trabajo de investigación que realizan los agentes judiciales, y cómo se ve mermado por las limitaciones que imponen las autoridades, el sistema y sus superiores, de quienes se toman las decisiones de los casos y la realización de las investigaciones pertinentes. Al comienzo del filme, se muestra al espectador la escena de una violación bastante cruenta y un tanto fuerte. No se muestra el rostro del perpetrador, pero sí el semblante sin vida de
la mujer. Posterior a la escena inicial, el filme presenta a Benjamín Espósito, hombre de edad algo avanzada y con aspiraciones a terminar una novela basada en sus investigaciones judiciales. El protagonista visita a Irene, Secretaria de Justicia, quien recibe a su compañero y retirado agente judicial, quien ahora ejerce la labor de escritor. En una retrospectiva, ambos compañeros recuerdan los hechos del controversial caso de investigación referente al asesinato y violación, presentado al inicio. El filme nos lleva al momento en que Espósito y su compañero Pablo Sandoval investigan un asesinato vinculado con la violación inicial de la película. “Una muerta” dice Espósito al encontrar el cuerpo desnudo e inerte de la mujer, lo cual conmociona a Espósito. Más tarde se entrevista con Morales, viudo de Liliana, quien recuerda los momentos bellos que pasaron juntos. Espósito usa su posición como Mariscal para introducirse en la celda de los inculpados en la violación, se molesta al identificar que no fueron quienes realizaron el ultraje, que fueron unos indocumentados y torturados a quienes se les obligó a declararse culpables. Es aquí donde confronta a Romano, quien aprovecha para descubrir inculpados falsos y demostrar ante la sociedad que él cumple con la ley, mofándose de Espósito, quien no puede hacer nada en contra de ello; luego, Romano le dice “Que no es su jefe acá”, y qué es él quien decide quién es el culpable. Aplicando el concepto de hegemonía, Stuart Hall lo describe de la siguiente manera: “Hay hegemonía cuando las fracciones de clase dominante no sólo dominan, sino que dirigen:
cuando no sólo poseen el poder coercitivo, sino que organizan activamente para conducir y obtener el consentimiento de las clases subordinadas.” (242) Romano, en calidad de superior de
Espósito, ejerce su hegemonía burlándose de los leves alcances de poder dentro del sistema judicial. Esto es lo que llevará a sentirse a Espósito como una persona subordinada. Sin embargo, esto llevará al protagonista a buscar la verdad del caso, valiéndose de medios distintos a los establecidos por el sistema, y rompiendo premeditadamente las reglas que impone el poder judicial. Espósito se dirige a la casa de Morales y observan las fotos de la juventud de Liliana, descubren que Isidoro Gómez, retraído compañero de la infancia de ella, siempre la miraba fijamente, tratando de buscar un punto que lo relacionara con el asesinato. Espósito, guiado por una corazonada, comienza la investigación perpetrando la casa de la madre de Isidoro Gómez, sin consentimiento del Juez Fortuna, su jefe, y dan con una pequeña
información derivada de cartas que escribió Gómez. Sin embargo, Fortuna se entera y castiga a Espósito, quien lo regaña fuertemente y le dice “El jefe soy yo, el subordinado es usted” y le ordena abstenerse a continuar la búsqueda, dando el siguiente sermón “Cuando yo le hablo usted escucha mi voz ¿Cierto Espósito? [...] Entonces tengo que suponer que si yo le digo algo y usted hace exactamente lo contrario no es que no me oyó sino que usted se caga en la orden que yo le di”. Nuevamente, la hegemonía reside en la posición del Juez Fortuna, quien exige la correcta subordinación del agente Espósito, pues debe mantener el orden y no romper los reglamentos del sistema de justicia, esto significa que si un judicial, un subordinado de él, realiza una investigación sin el consentimiento del juez, el sistema judicial se verá afectado ideológicamente, es decir, que el establecimiento de orden que promueve dicho sistema, se verá trastocado si sus representantes ante la sociedad rompen las reglas que el mismo eje rector judicial ha salvaguardado. Transcurre un año en que el caso se declaró cerrado sin el verdadero culpable en la prisión, y Espósito se dirige a la estación de tren en Buenos Aires. Ahí encuentra a Morales, quien ha dedicado todo el tiempo a esperar en la estación de tren para dar con Gómez. Espósito se da cuenta de la fidelidad de Morales hacia su difunta esposa, y acude a su compañera Irene para pedirle que reabra el caso, sin embargo, ni ella ni el juez, tienen la capacidad de ejercer tal hegemonía. En una jugada distinta, Espósito y Sandoval entran a un bar y analizan junto con un “escribano” las cartas que robaron de Gómez, y llegan a la conclusión que Gómez siempre fue
aficionado al fútbol, y de ahí buscan en el estadio y dan con él. Los agentes lo detienen y lo llevan a declarar. Gómez se refiere como inocente, pues no existe una prueba tangible que pueda inculparlo, sin embargo, Irene se burla de su apariencia física y afirma que “Una belleza como esta no está al alcance de cualquiera. Hay que ser muy hombre para enganchar a una mujer así. […]La profundidad de las lesiones vaginales permite deducir que el atacante se trataba de un
hombre muy bien dotado. Obviamente no se refieren a este microbio que debe tener un maní quemado.” De esta forma, Irene ataca a la masculinidad de Gómez, quien finalmente se rompe y le asesta un golpe, corroborando de esta forma su culpabilidad. El discurso que realiza la agente Irene cuestiona el ideal de hegemonía hacia la masculinidad de Gómez, al ver perpetrado este estado, acepta su culpabilidad mostrándole su miembro, con tal de defender que él fue capaz de demostrar el poder que realizó hacia Liliana.
Sin embargo, Gómez es liberado al poco tiempo por decisiones de Romano, quien evidentemente lo hizo para ensuciar el trabajo de Irene y Espósito. Los agentes se dirigen a la oficina de Romano y discuten con él, quien vitorea las habilidades de Gómez quien ahora funge bajo sus órdenes “La justicia es una isla del mundo. […] ustedes deben volver a su oficina a mirar y aprender. […] Hay una cosa que sí tienen en común. Que ninguno de los dos puede hacer nada.”. Destrozados anímicamente, los dos compañeros toman el elevador y encuentran a un Gómez seguro de sí mismo que muestra su invulnerabilidad al sacar su arma del saco. Dejan el caso y el tiempo vuelve a la actualidad. Aquí se da muestra de la hegemonía del sistema judicial y quienes laboran en la cima de él. La hegemonía de la posibilidad de que sus autoridades sean impunes en las decisiones que tomen, y de poder realizar las acciones que deseen. Los agentes toman el elevador y en una escena silente coinciden con un Gómez seguro de su invulnerabilidad, quien demuestra su hegemonía al exponer su revólver a los agentes. El caso se da por perdido anímicamente para Espósito quien se separa del sistema judicial y de Irene, pues surge la separación que habría de poner fin a su historia de amor frustrado. En el fragmento final del filme, Espósito visita a Morales, quien aprendió a vivir solo. Le cuestiona sorprendido de su fortaleza: “¿Cómo aprendió a vivir sin ella”? “Su amor nunca lo volvió a ver en nadie.” Morales da muestra de la manera en que defiende su postura, su ideología sobre el amor. Espósito relata el sacrificio de su compañero Pablo al momento en que los hombres supuestamente enviados por Gómez, fueron a buscarlo para asesinarlo, esto lo realiza para conseguir que Morales se abra y revele lo que oculta. Morales cuenta que él asesinó a Gómez, pero después de una vuelta de tuerca, Espósito descubre que todo el tiempo Morales encarceló en su casa a Gómez. Morales sólo se limita a decir “Usted dijo perpetua”. Aquí, Morales ejerce su
propia hegemonía defendiendo su ideología con respecto a la justicia. Él estaba decidido a que Gómez pagara realmente por el grave daño que le hizo a su familia y a su esposa, y la solución sería, encerrándolo de por vida sin dirigirle ni una sola palabra.