Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lección 10 Lectura y Redacción Taller de de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de Lectura y Redacción Taller de de Lectura y Redacción Talle Tallerr de Lectura y Redac Redacción ción Taller de Lectura y Redac Redacción ción Taller de Lectura y Redac Redacción ción Taller de Lectura y Redacción Redac ción Tallerr de Talle de Lectu Lectura ra y Redac Redacción ción Taller de Lect Lectura ura y Redac Redacción ción Tallerr de Talle de Lect Lectura ura y Reda Redacción cción Taller de Lectu Lectura ra y Redacción Redac ción Tallerr de Talle de Lectu Lectura ra y Redac Redacción ción Taller de Lect Lectura ura y Redac Redacción ción Tallerr de Talle de Lect Lectura ura y Reda Redacción cción Taller de Lectu Lectura ra y Redacción Redacción Redacción
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Los ojos de Lina El teniente Jym de la Armada inglesa era nuest uestro ro amig amigo. o. Cuan Cuando do entr entró ó en la Compañía Inglesa de Vapores le veíamos cada mes y pasábamos una o dos noches con él en alegre francachela. Jym había pasa pasado do gran gran part parte e de su juve juvent ntud ud en Norue Noruega, ga, y era un insig insigne ne bebe bebedor dor de whis wh isky ky y de ajen ajenjo jo;; bajo bajo la acci acción ón de estos licores le daba por cantar con voz estentórea lindas baladas escandinavas, que que desp despué ués s nos nos trad traduc ucía ía.. Un Una a tard tarde e fuimos a despedirnos de él a su camarote, pues al día siguiente zarpaba el vapor para San Francisco. Jym no podía cantar en su cama a voz en cuello, como era su costumbre, por razones de discip disciplin lina a naval naval,, y reso resolv lvim imos os pasar pasar la velada refiriéndonos historias y aventuras de nuestra vida, sazonando las relaciones con sendos sorbos de licor. Serían las dos de la mañana mañana cuand cuando o term termin inam amos os los visitan visitantes tes de Jym nuestr nuestras as relacion relaciones; es; sólo Jym faltaba y le exigimos que hiciera la suya. Jym se arrellanó en un sofá; puso en una una mesi mesita ta próx próxim ima a una una pequ pequeñ eña a bote botell lla a de aje ajenjo njo y un apar aparat ato o para para destil tilar agu agua; encendió un puro y comenzó a hablar del modo siguiente: No voy voy a refe referi riro ros s una una bala balada da ni una una leyenda del Norte, como en otras ocasiones; hoy se trata de una historia verídica, de un episodio de mi vida de novi novio. o. Ya sabéi sabéis s que, que, hast hasta a hace hace dos dos años años,, he viv vivido ido en Noru Norueg ega; a; por por mi madre soy noruego, pero mi padre me hizo súbdito inglés. En Noruega me casé. Mi esposa se llama Axelina o Lina, como yo la llamo, y cuando tengáis la ventolera de dar un paseo por Christhianía, id a mi casa, que mi esposa os hará con mucho gusto los honores.
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Empezaré por deciros que Lina tenía los ojos más extrañamente endiablados del mundo. Ella tenía diez y seis años y yo estab taba loc loco de amor por ella, lla, pero profesaba a sus ojos el odio más rabioso que puede caber en corazón de hombre. Cuando Lina fijaba sus ojos en los míos me desesp desespera eraba, ba, me sentía sentía inquie inquieto to y con los nervios crispados; me parecía que alguien me vaciaba una caja de alfileres en el cerebro y que se esparcían a lo largo de mi espina dorsal; un frío doloroso galopaba por mis arterias, y la epidermis se me erizaba, como sucede a la generalidad de las personas al salir de un baño helado, y a muchas al tocar una frut ruta pelu pelud da, o al ver el filo ilo de una navaja, o al rozar con las uñas el terciopelo, o al escuchar el frufrú de la seda o al mirar una gran profundidad. Esa misma sensación experimentaba al mirar los ojos de Lina. He consultado a varios médi médico cos s de mi conf confia ian nza sobr sobre e este este fen fenóme ómeno y ningu inguno no me ha dado dado la expli explicac cación ión;; se limit limitab aban an a sonr sonreí eírr y a deci decirm rme e que que no me preo preocu cupa para ra del del asunto, que yo era un histérico, y no sé qué otras majaderías. Y lo peor es que yo adorab adoraba a a Lina Lina con con exas exaspe perac ració ión, n, con locura, a pesar del efecto desastroso que me hacían sus ojos. Y no se limitaban estos efectos a la tensión álgida de mi sistema nervioso; había algo más marav maravill illos oso o aún, aún, y es que que cuand cuando o Lina Lina tenía alguna preocupación o pasaba por ciertos ciertos estados estados psíquic psíquicos os y fisioló fisiológico gicos, s, veía yo pasar por sus pupilas, al mirarme, en la forma vaga de pequeñas sombras fugitivas coronadas por puntitos de luz, las las idea ideas; s; sí, sí, seño señore res, s, las las idea ideas. s. Esas Esas entidad entidades es inmate inmaterial riales es e invisib invisibles les que tenem tenemos os todos todos o casi casi todos todos,, pues pues hay muchos que no tienen ideas en la cabeza, pasa pasaba ban n por por las las pupi pupila las s de Lin Lina con con formas inexpresables. He dicho sombras porque es la palabra que más se acerca. Salí Salían an por por det detrás rás de la escle scleró róti tic ca, cruzaban la pupila y al llegar a la retina destellaban, y entonces sentía yo que en el fond fondo o de mi cereb cerebro ro respo respond ndía ía una una dolorosa vibrac ración de las células,
surgiendo a su vez una idea dentro de mí.
no, señor; los ojos de Lina tenían color, es claro, pero ni todos los oculistas del mundo, ni todos los pintores habrían acertado a determinarlo ni a reproducirlo. Los ojos de Lina eran de un corte perfecto, rasgados y grandes; debajo de ellos una línea azulada formaba la ojera y parecía como la tenue sombra de sus largas pestañas. Hasta aquí, como veis, nada hay de raro; éstos eran los ojos de Lina cerrados o entornados; pero una vez abiertos y lucientes las pupilas, allí de mis angustias. Nadie me quitará de la cabeza que, Mefistófeles tenía su gabinete de trabajo detrás de esas pupilas. Eran ellas de un color que fluctuaba entre todos los de la gama, y sus más complicadas combinaciones. A veces me parecían dos grandes esmeraldas, alumbradas por detrás por luminosos carbunclos. Las fulguraciones verdosas y rojizas que despedían se irisaban poco a poco y pasaban por mil cambiantes, como las burbujas de jabón, luego venía un color indefinible, pero uniforme, a cubrirlos todos, y en medio palpitaba un puntito de luz, de lo más mortificante por los tonos felinos y diabólicos que tomaba. Los hervores de la sangre de Lina, sus tensiones nerviosas, sus irritaciones, sus placeres, los alambicamientos y juegos de su espíritu, se denunciaban por el color que adquiría ese punto de luz misteriosa.
Se me ocurría comparar los ojos de Lina al cristal de la claraboya de mi camarote, por el que veía pasar, al anochecer, a los peces azorados con la luz de mi lámpara, chocando sus estrafalarias cabezas contra el macizo cristal, que, por su espesor y convexidad, hacía borrosas y deformes sus siluetas. Cada vez que veía esa parranda de ideas en los ojos de Lina, me decía yo: ¡Vaya! ¡Ya están pasando los peces! Sólo que éstos atravesaban de un modo misterioso la pupila de mi amada y formaban su madriguera en las cavernas oscuras de mi encéfalo. Pero ¡bah!, soy un desordenado. Os hablo del fenómeno sin haberos descrito los ojos y las bellezas de mi Lina. Lina es morena y pálida: sus cabellos undosos se rizaban en la nuca con tan adorable encanto, que jamás belleza de mujer alguna me sedujo tanto como el dorso del cuello de Lina, al sumergirse en la sedosa negrura de sus cabellos. Los labios de Lina, casi siempre entreabiertos, por cierta tirantez infantil del labio superior, eran tan rojos que parecían acostumbrados a comer fresas, a beber sangre o a depositar la de los intensos rubores; probablemente esto último, pues cuando las mejillas de Lina se encendían, palidecían aquéllos. Bajo esos labios había unos dientes diminutos tan blancos, que iluminaban la faz de Lina, cuando un rayo de luz jugaba sobre ellos. Era para mí una delicia ver a Lina morder cerezas; de buena gana me hubiera dejado morder por esa deliciosa boquita, a no ser por esos ojos endemoniados que habitaban más arriba. ¡Esos ojos! Lina, repito, es morena, de cabellos, cejas y pestañas negras. Si la hubierais visto dormida alguna vez, yo os hubiera preguntado: ¿De qué color creéis que tiene Lina los ojos? A buen seguro que, guiados por el color de su cabellera, de sus cejas y pestañas me habríais respondido: negros. ¡Qué chasco! Pues,
Con la continuidad de tratar a Lina llegué a traducir algo los brillos múltiples de sus ojos. Sus sentimentalismos de muchacha romántica eran verdes, sus alegrías, violadas, sus celos amarillos, y rojos sus ardores de mujer apasionada. El efecto de estos ojos en mí era desastroso. Tenían sobre mí un imperio horrible, y, en verdad, yo sentía mi dignidad de varón humillada con esa especie de esclavitud misteriosa, ejercida sobre mi alma por esos ojos que odiaba como a personas. En vano era que tratara de resistir; los ojos de Lina me subyugaban, y sentía que me arrancaban el alma para triturarla y carbonizarla entre dos chispazos de esas
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miradas de Luzbel. Por último, con el alma ardiente de amor y de ira, tenía yo que bajar la mirada, porque sentía que mi mecanismo nervioso llegaba a torsiones desgarradoras, y que mi cerebro saltaba dentro de mi cabeza, como un abejorro encerrado dentro de un horno. Lina no se daba cuenta del efecto desastroso que me hacían sus ojos.
de esos ojos que tenían que alumbrar terriblemente mi vejez. Cuando se acercaba la época en que debía pedir la mano de Lina a su padre, un rico armador, la obsesión de los ojos de ella me era insoportable. De noche los veía fulgurar como ascuas en la oscuridad de mi alcoba; veía al techo y allí estaban, terribles y porfiados; miraba a la pared y estaban incrustados allí; cerraba los ojos y los veía adheridos sobre mis párpados con una tenacidad luminosa tal, que su fulgor iluminaba el tejido de arterias y venillas de la membrana. Al fin, rendido, dormía, y las miradas de Lina llenaban mi sueño de redes que se apretaban y me estrangulaban el alma. ¿Qué hacer? Formé mil planes; pero no sé si por orgullo, amor, o por una noción del deber muy grabada en mi espíritu, jamás pensé en renunciar a Lina.
Todo Christhianía se los elogiaba por hermosos y a nadie causaban la impresión terrible que a mí: sólo yo estaba constituido para ser la víctima de ellos. Yo tenía reacciones de orgullo; a veces pensaba que Lina abusaba del poder que tenía sobre mí, y que se complacía en humillarme; entonces mi dignidad de varón se sublevaba vengativa reclamando imaginarios fueros, y a mi vez me entretenía en tiranizar a mi novia, exigiéndole sacrificios y mortificándola hasta hacerla llorar. En el fondo había una intención que yo trataba de realizar disimuladamente; sí, en esa valiente sublevación contra la tiranía de esas pupilas estaba embozada mi cobardía: haciendo llorar a Lina la hacía cerrar los ojos, y cerrados los ojos me sentía libre de mi cadena. Pero la pobrecilla ignoraba el arma terrible que tenía contra mí; sencilla y candorosa, la buena muchacha tenía un corazón de oro y me adoraba y me obedecía. Lo más curioso es que yo, que odiaba sus hermosos ojos, era por ellos que la quería. Aun cuando siempre salía vencido, volvía siempre a luchar contra esas terribles pupilas, con la esperanza de vencer. ¡Cuántas veces las rojas fulguraciones del amor me hicieron el efecto de cien cañonazos disparados contra mis nervios! Por amor propio no quise revelar a Lina mi esclavitud.
El día en que la pedí, Lina estuvo contentísima. ¡Oh, cómo brillaban sus ojos y qué endiabladamente! La estreché en mis brazos delirante de amor, y al besar sus labios sangrientos y tibios tuve que cerrar los ojos casi desvanecido. –¡Cierra los ojos, Lina mía, te lo ruego! Lina, sorprendida, los abrió más, y al verme pálido y descompuesto me preguntó asustada, cogiéndome las manos: –¿Qué tienes, Jym?... Habla. ¡Dios Santo!... ¿Estás enfermo? Habla. –No... perdóname; nada tengo, nada... –le respondí sin mirarla. –Mientes, algo te pasa... –Fue un vahído, Lina... Ya pasará... –¿Y por qué querías que cerrara los ojos? No quieres que te mire, bien mío.
Nuestros amores debían tener una solución como la tienen todos: o me casaba con Lina o rompía con ella. Esto último era imposible, luego, tenía que casarme con Lina. Lo que me aterraba, de la vida de casado, era la perduración
No respondí y la miré medroso. ¡Oh!, allí estaban esos ojos terribles, con todos sus insoportables chisporroteos de sorpresa, de amor y de inquietud. Lina, al notar mi turbado silencio, se alarmó más. Se arrodilló sobre mis rodillas, cogió mi
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cabeza entre sus manos y me dijo con violencia:
mostrarme el vestido de azahares, que le habían traído durante su enfermedad, así como los obsequios. La habitación estaba envuelta en una oscura penumbra en la que apenas podía yo ver a Lina; se sentó en un sofá de espaldas a la entornada ventana, y comenzó a mostrarme brazaletes, sortijas, collares, vestidos, una paloma de alabastro, dijes, zarcillos y no sé cuánta preciosidad. Allí es–taba el regalo de su padre, el viejo armador: consistía en un pequeño yate de paseo, es decir, no estaba el yate, sino el documento de propiedad; mis regalos también estaban y también el que Lina me hacía, consistente en una cajita de cristal de roca, forrada con terciopelo rojo.
–No, Jym, tú me engañas, algo extraño pasa en ti desde hace algún tiempo: tú has hecho algo malo, pues sólo los que tienen un peso en la conciencia no se atreven a mirar de frente. Yo te conoceré en los ojos, mírame, mírame. Cerré los ojos y la besé en la frente. –No me beses, mírame, mírame. –¡Oh, por Dios, Lina, déjame! ... –¿Y por qué no me miras? –insistió casi llorando. Yo sentía honda pena de mortificarla y a la vez mucha vergüenza de confesarle mi necedad: –No te miro, porque tus ojos me asesinan; porque les tengo un miedo cerval, que no me explico, ni puedo reprimir–. Callé, pues, y me fui a mi casa, después de que Lina dejó la habitación llorando.
Lina me alcanzaba sonriente los regalos y yo, con galantería de enamorado, le besaba la mano. Por fin, trémula, me alcanzó la cajita. –Mírala a la luz –me dijo– son piedras preciosas, cuyo brillo conviene apreciar debidamente.
Al día siguiente, cuando volví a verla, me hicieron pasar a su alcoba: Lina había amanecido enferma con angina. Mi novia estaba en cama y la habitación casi a oscuras. ¡Cuánto me alegré de esto último! Me senté junto al lecho, le hablé apasionadamente de mis proyectos para el futuro. En la noche había pensado que lo mejor para que fuéramos felices, era confesar mis ridículos sufrimientos. Quizá podríamos ponernos de acuerdo... Usando anteojos negros... quizá. Después que le referí mis dolores, Lina se quedó un momento en silencio.
Y tiró de una hoja de la ventana. Abrí la caja y se me erizaron los cabellos de espanto; debí ponerme monstruosamente pálido. Levanté la cabeza horrorizado y vi a Lina que me miraba fijamente con unos ojos negros, vidriosos e inmóviles. Una sonrisa, entre amorosa e irónica, plegaba los labios de mi novia, hechos con zumos de fresas silvestres. Salté desesperado y cogí violentamente a Lina de la mano. –¿Qué has hecho, desdichada? –¡Es mi regalo de boda! –respondió tranquilamente.
–¡Bah, que tontería! –fue todo lo que contestó.
Lina estaba ciega. Como huéspedes azorados estaban en las cuencas unos ojos de cristal, y los suyos, los de mi Lina, esos ojos extraños que me habían mortificado tanto, me miraban amenazadores y burlones desde el fondo de la caja roja, con la misma mirada endiablada de siempre...
Durante veinte días no salió Lina de la cama y había orden del médico de que no me dejaran entrar. El día en que Lina se levantó me mandó llamar. Faltaban pocos días para nuestra boda, y ya había recibido infinidad de regalos de sus amigos y parientes. Me llamó Lina para
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Cuando terminó Jym, quedamos todos en silencio, profundamente emocionados. En verdad que la historia era terrible. Jym tomó un vaso de ajenjo y se lo bebió de un trago. Luego nos miró con aire melancólico. Mis amigos miraban, pensativos, el uno la claraboya del camarote y el otro la lámpara que se bamboleaba a los balances del buque. De pronto, Jym soltó una carcajada burlona, que cayó como un enorme cascabel en medio de nuestras meditaciones. –¡Hombres de Dios! ¿Creéis que haya mujer alguna capaz del sacrificio que os he referido? Si los ojos de una mujer os hacen daño, ¿sabéis cómo lo remediará ella? Pues arrancando los vuestros para que no veáis los suyos. No; amigos míos, os he referido una historia inverosímil cuyo autor tengo el honor de presentaros. Y nos mostró, levantando en alto su botellita de ajenjo, que parecía una solución concentrada de esmeraldas. De Cuentos malévolos de Clemente Palma
2.5. Expresiones compuestas escritas en varias palabras. En las expresiones formadas por palabras que se escriben separadamente, pero constituyen una unidad fónica y léxica, se conserva siempre la acentuación gráfica independiente de cada uno de sus componentes: a) Antropónimos compuestos. Los nombres propios de persona que se combinan entre sí para formar un antropónimo compuesto se escriben normalmente separados y sin guion intermedio. Aunque en la pronunciación solo suele ser tónico el segundo nombre, ambos conservan su acentuación gráfica independiente: José Luis [joseluís], María José [mariajosé].
Coloca las tildes en las palabras que lo requieran.
b) Numerales formados por varias palabras. Conservan la acentuación gráfica que corresponde a cada una de las palabras que los componen, con independencia de que, en su pronunciación, la primera de ellas sea normalmente átona: veintidós mil [beintidosmíl], cuarenta y seis [kuarentaiséis], vigésimo séptimo [bijesimoséptimo]. En los casos en que es posible escribir el numeral en una o en dos palabras, como ocurre con los ordinales correspondientes a la serie del veinte, el primer elemento pierde la tilde cuando el ordinal se escribe en una sola palabra: vigesimoséptimo.
italo-aleman historico-geografico
3. Acentuación de voces y expresiones latinas
En este capítulo se abordará la continuación del tema anterior, es por ello la numeración que aparece. 2.4. Palabras compuestas con guion. Las palabras unidas entre sí mediante un guion, sean del tipo que sean y con independencia de cómo se pronuncien, siempre conservan la acentuación gráfica que corresponde a cada uno de los términos por separado: Sánchez-Cano, germano-
soviético, teórico-práctico.
1. 2.
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3.1. Las voces y expresiones latinas utilizadas corrientemente en español se someten a las reglas de acentuación: tedeum (sin tilde, por ser palabra aguda terminada en -m); quórum (con tilde, por ser palabra llana terminada en -m); hábeas corpus (hábeas lleva tilde por ser una palabra esdrújula, mientras que corpus no la lleva por ser llana terminada en -s).
escrita enteramente en mayúsculas, deben llevar tilde si así les corresponde según las reglas de acentuación: Ángel, PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED. No se acentúan, sin embargo, las mayúsculas que forman parte de las siglas: CIA. 6. Palabras de doble acentuación
áfilo -la o afilo –la agrafia o agrafía Amazonia o Amazonía aerostato o aeróstato áloe o aloe alvéolo o alveolo areola o aréola bebé o bebe briófito o briofito
3.2. Las palabras latinas usadas en el nombre científico de las categorías taxonómicas de animales y plantas (especie, género, familia, etc.) se escriben siempre sin tilde, por tratarse de nomenclaturas de uso internacional: Rana sphenocephala, Quercus
ilex, familia Pongidae.
4. Acentuación de palabras extranjeras 4.1. Palabras extranjeras no adaptadas. Los extranjerismos que conservan su grafía original y no han sido adaptados (razón por la cual se deben escribir en cursiva, en los textos impresos, o entre comillas, en la escritura manual), así como los nombres propios originarios de otras lenguas (que se escriben en redonda), no deben llevar ningún acento que no tengan en su idioma de procedencia, es decir, no se someten a las reglas de acentuación del español: disc-
jockey, catering, gourmet, Mompou, Düsseldorf.
bustrófedon o bustrofedon o bustrofedón cartel o cártel celtíbero -ra o celtibero -ra chofer o chófer coctel o cóctel
Wellington,
cuadrumano o cuadrúmano dinamo o dínamo dominó o dómino electrólisis o electrolisis endósmosis o endosmosis elixir o elíxir
4.2. Palabras extranjeras adaptadas. Las palabras de origen extranjero ya incorporadas al español o adaptadas completamente a su pronunciación y escritura, incluidos los nombres propios, deben someterse a las reglas de acentuación de nuestro idioma: béisbol, del ingl. baseball; bidé, del fr. bidet ; Milán, del it. Milano; Icíar , del eusk. Itziar . Las transcripciones de palabras procedentes de lenguas que utilizan alfabetos no latinos, incluidos los nombres propios, se consideran adaptaciones y deben seguir, por tanto, las reglas de acentuación: glásnost, Tolstói,
exégesis o exegesis folíolo o foliolo formica o fórmica fotósfera o fotosfera frijol o fríjol
Taiwán.
5. Acentuación de letras mayúsculas
fútbol o futbol gladiolo o gladíolo ibero -ra o íbero –ra
Las letras mayúsculas, tanto si se trata de iniciales como si se integran en una palabra 36
misil o mísil neroli o nerolí oftalmia u oftalmía olimpiada u olimpíada omóplato u omoplato ósmosis u osmosis pabilo o pábilo páprika o paprika paralelogramo o paralelógramo pecíolo o peciolo pensil o pénsil período o periodo pirósfera o pirosfera polígloto -ta o poligloto -ta procero o prócero púlsar o pulsar reuma o reúma rubeola o rubéola sicomoro o sicómoro simoníaco o simoniaco sóviet o soviet tángane o tangane termostato o termóstato travesti o travestí ventriloquia o ventriloquía triglifo o tríglifo video o vídeo zodíaco o zodíaco
icono o ícono lauréola o laureola litósfera o litosfera lítote o litote élite o elite Medievo o Medioevo
zoófito o zoofito -íaco -ca o -iaco -ca -mancia o -mancía -plastia o -plastía -plejia o -plejía
Palabras consideradas acentuación acné aureola atmósfera cónclave égida
I.
te te té
electrodo etíope meteoro parásito -ta pentagrama
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________ de / dé
de
una
de dé
sola
reptil tortícolis utopía
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________
ma s má s má s má s má s má s
Crea oraciones con los siguientes pares de palabras. te / te pronombre personal sustantivo (‘letra’) sustantivo (‘planta o infusión)
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________
preposición forma del verbo dar
mas / más conjunción adversativa adverbio de cantidad adjetivo pronombre conjunción con valor de suma o adición sustantivo (´signo matemático´)
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________ _____________________________________________ ___________________________________________
el / él el él
artículo pronombre personal
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________
tu tú
se / sé se sé
pronombre forma del verbo ser o saber
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________
tu / tú determinante posesivo pronombre personal
si / sí si si 37
conjunción sustantivo (´nota musical´)
sí sí sí
adverbio de afirmación pronombre personal reflexivo sustantivo (aprobación asentimiento)
o
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________ ____________________________________________
mi mi mí
e qu é qu é qu é
mi / mí determinante posesivo sustantivo (´nota musical´) pronombre personal
como / cómo com o com o com o cóm o
aun / aún ´hasta’, ‘inclusive’ adverbio (´todavía’)
qu e qu
conjunción preposición que significa ‘en calidad de’ o ‘en concepto de’ adverbio interrogativo o exclamativo
cuando / cuándo cuand adverbio relativo o cuand conjunción o cuand preposición, con el sentido de ‘en o el tiempo o momento de’ cuánd adverbio interrogativo o o exclamativo de tiempo
solo / sólo ‘en soledad, sin compañía’ ‘solamente, únicamente’, se tildará para desambiguar
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________
adverbio
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________
sol o sól o
adverbio interrogativo o exclamativo
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________
au n aú n
pronombre interrogativo o exclamativo adjetivo interrogativo o exclamativo
_____________________________________________ _____________________________________________ _____________________________________________ _________________________________________
que / qué pronombre relativo conjunción 38
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